Recuerdo del primer mensaje :
Casa de la familia Hacksaw. Se encuentra en la periferia londinense, fuera del núcleo urbano. Situada en lo alto de una colina, alejada de otras urbanizaciones de la zona, aunque a día de hoy poca gente vive por aquí. La casa estuvo abandonada varios años durante la guerra, aunque tras recientes reformas y pequeñas reparaciones en el interior vuelve a ser habitable.
-Cuando puedes controlarlo...Sí, tienes mucha suerte- Sonrió de lado. Ya alguna vez le había explicado a Ian que las ilusiones y la mente no eran una cuestión fácil de llevar. La máxima expresión de ello era Layla y su madre. Un segundo de dubitación y podrías morir encerrado en tu propia mente, en un nivel menor se encontraba Desmond quien a veces era aturdido por los pensamientos de todos con tanta fuerza que le costaba calmarse. Tal como Ian se quedó divagando un poco en lo que había sido para ella ese momento, tan disperso y al mismo tiempo tan perfecto. Esperaba siempre tener la capacidad de resumirlo para ellos dos y no compartir ese nexo con nadie más.
Alzó la mirada hacia él mientras sentía sus leves caricias. Las palabras que abandonaron su boca hicieron que Catherine tensara los labios y cerrara los ojos con un gesto de decepción. No quería recordar sus responsabilidades ni sus deberes porque tenían la manía de deshacer sus derechos como persona. En su mente, en su cuerpo y en su corazón trato de encontrar una respuesta que darle pero la cabeza empezó a bullirle con pensamientos, pequeñas frases de su madre, otras de Max, el propio Consejo y se llevó una mano a la sien masajéandosela -Podríamos…- Murmuró mientras se le reventaba la cabeza pensando en distintos escenarios aunque sabía que la resolución de todo estaba en uno solo y en él el protagonista era nada más y nada menos que Max.
Su mente poco a poco empezó a descongestionarse cuando hablaron del tema de apoyo mutuo y las diferencias que podían tener -Si dejamos de pelear no seríamos nosotros- Concordó con una sonrisa también, pequeña, pero sonrisa al fin y al cabo. Sincera, honesta y tonta; de las que pocas veces Catherine regalaba tras una vida forjada a punta de pérdidas familiares, presiones sociales y un arco de sobreprotección como el escudo de Steven Universe en la cual no había espacio para pensar demasiadas locuras ni de hacer el tonto. Asintió con suavidad mientras ensanchaba la sonrisa - Alguna persona que creyera en esas cosas diría que es el destino- Alzó suavemente las cejas -Pero creo que somos muy tercos los dos para que cualquier cosa evite que estemos juntos ¿no?- Cuestionó contra su piel antes dejar varios besos por su hombro.
-¿Mmm? Idiota no. Cobarde. Es diferente- Aclaró Catherine en medio de un gruñido por el insulto antes de reír brevemente por lo que le decía. Era muy gracioso que los dos hubiesemos tenido el mismo impulso pero sin llegar a concretarlo de ningún modo -Todo habría sido muy diferente...De habernos besado esa noche- Indicó Cath humedeciendose los labios. La conversación siguió su rumbo ameno esquivando temas que ya sabían que no tendrían buen fin, sino más bien mucha discusión. Pero esa noche no era para eso, ya podrían discutir de lo que quisiera algún tiempo después.
Lo peor de lo que había dicho Ian es que Catherine se lo creía mucho. La pelinegra era una persona que adoraba tener largos baños privados. No estaba demasiado contenta con su cuerpo ni con su piel frágil, sin siquiera señalar el hecho de que nunca había tenido oportunidad de compartir la ducha con nadie. Ni siquiera lo había querido. Pero sabía perfectamente que fuera de Ouroboros el agua caliente era un bien preciado, lo había aprendido bien en la Resistencia así que en cuando Ian hizo la advertencia ni siquiera notó el rintintin del tono de voz sino que se incorporó con premura y caminó en puntillas graciosas hasta el baño pasando por el lado del licántropo directo al agua, sin mediar palabra alguna. Ya bajo el chorro soltó un largo suspiro y sonrió de lado mientras echaba la cabeza hacia atrás y dejaba que el agua cayera por su rostro y su cabello; cuando volvió la cabeza a su lugar abrió los ojos y observó la mirada de Ian que en ese preciso instante le desató un inesperado pudor. Antes les había cubierto la oscuridad, ahora en el baño había mucha más luz. Reaccionando a tal efecto le dio la espalda y con las manos se tomó el pelo para pasarlo hacia delante y ocultar sus pechos desnudos.
Alzó la mirada hacia él mientras sentía sus leves caricias. Las palabras que abandonaron su boca hicieron que Catherine tensara los labios y cerrara los ojos con un gesto de decepción. No quería recordar sus responsabilidades ni sus deberes porque tenían la manía de deshacer sus derechos como persona. En su mente, en su cuerpo y en su corazón trato de encontrar una respuesta que darle pero la cabeza empezó a bullirle con pensamientos, pequeñas frases de su madre, otras de Max, el propio Consejo y se llevó una mano a la sien masajéandosela -Podríamos…- Murmuró mientras se le reventaba la cabeza pensando en distintos escenarios aunque sabía que la resolución de todo estaba en uno solo y en él el protagonista era nada más y nada menos que Max.
Su mente poco a poco empezó a descongestionarse cuando hablaron del tema de apoyo mutuo y las diferencias que podían tener -Si dejamos de pelear no seríamos nosotros- Concordó con una sonrisa también, pequeña, pero sonrisa al fin y al cabo. Sincera, honesta y tonta; de las que pocas veces Catherine regalaba tras una vida forjada a punta de pérdidas familiares, presiones sociales y un arco de sobreprotección como el escudo de Steven Universe en la cual no había espacio para pensar demasiadas locuras ni de hacer el tonto. Asintió con suavidad mientras ensanchaba la sonrisa - Alguna persona que creyera en esas cosas diría que es el destino- Alzó suavemente las cejas -Pero creo que somos muy tercos los dos para que cualquier cosa evite que estemos juntos ¿no?- Cuestionó contra su piel antes dejar varios besos por su hombro.
-¿Mmm? Idiota no. Cobarde. Es diferente- Aclaró Catherine en medio de un gruñido por el insulto antes de reír brevemente por lo que le decía. Era muy gracioso que los dos hubiesemos tenido el mismo impulso pero sin llegar a concretarlo de ningún modo -Todo habría sido muy diferente...De habernos besado esa noche- Indicó Cath humedeciendose los labios. La conversación siguió su rumbo ameno esquivando temas que ya sabían que no tendrían buen fin, sino más bien mucha discusión. Pero esa noche no era para eso, ya podrían discutir de lo que quisiera algún tiempo después.
Lo peor de lo que había dicho Ian es que Catherine se lo creía mucho. La pelinegra era una persona que adoraba tener largos baños privados. No estaba demasiado contenta con su cuerpo ni con su piel frágil, sin siquiera señalar el hecho de que nunca había tenido oportunidad de compartir la ducha con nadie. Ni siquiera lo había querido. Pero sabía perfectamente que fuera de Ouroboros el agua caliente era un bien preciado, lo había aprendido bien en la Resistencia así que en cuando Ian hizo la advertencia ni siquiera notó el rintintin del tono de voz sino que se incorporó con premura y caminó en puntillas graciosas hasta el baño pasando por el lado del licántropo directo al agua, sin mediar palabra alguna. Ya bajo el chorro soltó un largo suspiro y sonrió de lado mientras echaba la cabeza hacia atrás y dejaba que el agua cayera por su rostro y su cabello; cuando volvió la cabeza a su lugar abrió los ojos y observó la mirada de Ian que en ese preciso instante le desató un inesperado pudor. Antes les había cubierto la oscuridad, ahora en el baño había mucha más luz. Reaccionando a tal efecto le dio la espalda y con las manos se tomó el pelo para pasarlo hacia delante y ocultar sus pechos desnudos.
- +18:
- La palabra destino sale en algún momento de los labios de Catherine, una palabra con un significado tan poderoso que produce respeto. ¿Quién sabe si ha sido 'destino', si tenía que suceder, o si simplemente ha sido gracias a nosotros mismos y todo lo que hemos hecho para llegar hasta aquí?. Da que pensar, aunque en una cosa sí que concuerdo: nuestra terquedad ha hecho su parte, impidiendo que nuestro orgullo fuese tan fuerte como para dejar de hablarnos definitivamente por cosas que realmente no merecen la pena. - Cualquier cosa o cualquiera.- agrego al momento, dejando claro que no pienso desaparecer después de esta noche aunque pueda haber gente que no vea con buenos ojos lo nuestro.
Lleva bastante razón en eso de que aquella noche fuimos algo cobardes, nos comportamos como si fuésemos más críos de lo que realmente somos, ya fuese por miedo a perder amistad o miedo a no ser correspondido. - ¿Tú crees? creo que sólo habría sido diferente en ahorrarnos estos meses de pasarlo mal por estar tan distantes...pero no creo que aquello nos afectase de ninguna manera definitiva. - no ha pasado nada que no se pueda remediar, eso es lo que pretendo decir. Nuestra conversación queda más o menos aclarada para ambos antes de que empecemos a hablar de alguna cosa más trivial, hasta el momento en que acabo por marcharme hacia la ducha. Una vez allí dejo correr el agua hasta que sale caliente, echando la cabeza hacia atrás para dejar que me de en la cara durante algunos segundos. Comienzo a enjabonarme por todas partes, sin salir del chorro de agua que cae desde arriba. A los pocos segundos sonrío de lado al escuchar entrar a Catherine al baño, pasando a mi lado para meterse en la ducha.
Mi invitación a unirse no ha tardado en ser respondida, para un casi seguro deleite de ambos. Mi mirada se pasea por su cuerpo desnudo, dedicándole toda mi atención en ese momento. Al encontrarse con mis ojos parece sentir un pudor repentino que la hace girarse y darme la espalda, haciendo que descubra en ese preciso instante el nuevo tatuaje de su espalda: un lobo. No lo tenía hasta ahora, al menos lo lo recuerdo de aquella vez que fuimos a la playa la primera vez, así que algo me dice que no es un tatuaje carente de significado, como no lo es ninguno de los que tiene. Todos tienen una historia detrás, como esa especie de laberinto que lleva tatuado en el muslo, o el tatuaje de la muñeca. Me acerco a ella para acariciar su espalda, delineando con una mano el dibujo que compone el rostro del salvaje animal que lleva tatuado.
- ...¿Es lo que creo que significa? ¿ahora también formo parte de las historias que hay grabada en tu piel? - la sorpresa inicial por tal hallazgo da paso nuevamente al deseo, rodeando de espaldas su cintura con mis brazos . - ¿desde cuándo lo tienes...? - susurro mientras la atraigo hacia mi, hasta que mi cadera hace contacto con la suya. Luego deposito un beso en su hombro antes de subir a besar su cuello con ganas, dejando en el lateral de éste algún que otro mordisco. Una de mis manos se desliza desde su cintura a su cadera poco a poco, para después seguir su camino hacia la redondez de sus nalgas. La otra desciende desde su ombligo hacia el sur, buscando retornar a aquella zona hasta hace poco inexplorada. El calor reinante en la ducha parece haber subido rápidamente, y no es cosa sólo del agua. Para ese momento mi cuerpo ya ha reaccionado sobradamente al contacto y la presencia del suyo. Bajo mis manos hasta sus muslos, haciéndola girar despacio para quedar ambos frente a frente en un intenso intercambio de miradas .
- +18:
- Captó muy bien lo que ha dicho Ian. Desde el tono de voz hasta la última sílaba aunque sabe que en el fondo “cualquiera” no es la palabra que intenta decir con más ahínco. Se trata de un nombre: Maxwell Blake. Su prometido, por cierto. Dejó que el silencio hablara durante un tiempo mientras pensaba en que no estaban viviendo en el siglo XVIII. Esto no era una sociedad patriarcal ni nada por el estilo pese a las antiguas reglas que podían marcar la vida de cualquier Descendiente. Ella podía decir que no, ella podía decir que ya no quería. Destruir la alianza que los unía porque...Pese a todo, a todas las cosas...Había algo en el fondo que le decía que Max buscaba en ella alguien que ella no era. Intentaba encontrar una Catherine que no existía y eso la ponía nerviosa, aunque la confianza que le generaba también se le hacía adictiva.
-Sí, Ian, hubiese cambiado muchas cosas- Murmuró contra su piel en un deje pensativo. De haber sabido que él sentía lo mismo que ella todo habría cobrado un sentido diferente. Habría puesto muchos más límites a Max, no lo habría visto como el pretendiente perfecto, no habría decidido sacrificar su felicidad por un “llegaré a amarlo” como le había dicho a Lyran. Porque siempre sabría que era una burda mentira y sabía, desde hace unos días, lo que era construir su vida a base de mentiras.
El nerviosismo del que es presa empieza a disiparse cuando Ian le acaricia la piel. Son apenas unos segundos antes de que abra los ojos y se de cuenta de que los dedos curiosos de Ian no estaban acariciando su espalda distraídamente, estaban delineando un trazo que hace mucho tiempo Adael había marcado. El porqué de unas cosas. La razón de otras tantas. Catherine ladeó la cabeza un momento para asentir y mirarlo por encima del hombro con una sonrisa tímida. Él era de los pocos que sabía que sus tatuajes no eran sólo un hobbie, escondían una historia, un porqué, un recuerdo y, por sobre toda las cosas, sentimientos -Formas parte de mi - Aclaró cerrando los ojos, no sólo de su piel, si no de ella. Apoyó su espalda en su pecho y respiraba profundamente. Aquel tatuaje había significado muchas cosas. Había sido el límite de sí misma, cuando creía que ya no podía más, cuando había gastado todos los medios y empezaba a perder la esperanza. Bajó las manos hasta las de él entrelazando los dedos mientras pensaba en la pregunta, aunque su mente empezaba a divagar en el recorrido de los labios de Ian -El día que te encontré- Recordó dejando las manos de él libres para que recorrieran su cuerpo relamiendose los labios de sólo pensar en lo que sucedería nuevamente -Le pedí a Adael que lo hiciera para poder… - Ni siquiera podía reconocerlo, decir que necesitaba esconder sus sentimientos para poder pensar con más claridad. Cerró los ojos de nuevo con cierto pesar -Los tatuajes sólo funcionan si piensas en la persona, en todo lo que sientes sobre ella...El dolor, la magia...Y la concentración en ti hicieron que te encontrara- Susurró en cuanto se giró, posando sus ojos de colores sobre los de él con la misma vehemencia de aquel día.
El pudor empieza a desaparecer de nuevo. Tal vez por la pasión que empieza a despertarse nuevamente entre ellos. Catherine baja su mirada para ver el perfil de Ian y luego sus labios. Esta vez, con tanta luz, ya se ha vuelto mucho más curiosa. Los nervios de la primera vez ya empiezan a superarse. Las manos de Cath se deslizan desde los hombros de Ian por todos sus brazos hasta subir nuevamente por su abdomen. De alguna manera, caer en las bromas y juegos de antes no parecen apropiados. Es más, siente que no hay espacio a más palabras y cuando vuelve a subir sus ojos hacia él y le sonríe, ampliamente, antes de inclinarse y besarle los labios empujando su cuerpo contra la pared para alejarse sólo un poco del agua y así no ahogarse con el líquido.
- +18:
- La revelación sobre el tatuaje de su espalda resulta de lo más significativa y está cargada de un simbolismo especial para ambos, desde el momento en el que fue realizado hasta el hecho de considerarme lo suficientemente importante como para llevar tatuado en su piel algo que me representa. Sigue resultándome fascinante que consiguiera localizar mi mente gracias a la concentración y el dolor derivados del momento en que se estaba tatuando, es incomprensible para mi nivel de magia.
- Y me has encontrado, en todos los sentidos...- susurro todavía asimilando la imagen del lobo en su espalda, decidiendo en ese momento que también quería algo en mi piel que tuviese que ver con Catherine, no porque sea necesario para tener presente a alguien, sino porque creo que para mí también sería un tatuaje con mucho significado. Ya pensaré sobre ello con más calma, porque en este instante no tengo la cabeza precisamente para eso, el uso de la razón deja paso a la pasión, con todas sus consecuencias.
La mirada que cruzamos es la viva representación del deseo por el otro, el preludio de lo que está por venir, algo más explosivo que el inicio del primer encuentro en la habitación. Me dejo empujar por ella hasta dar de espaldas con la pared, profundizando con avidez el beso que ella ha iniciado. Mis manos recorren su cuerpo con caricias en cada centímetro de su piel, con una apremiante necesidad que se hace también extensiva al ritmo en el que continúan los besos que nos dedicamos.
Llegado el momento sujeto uno de sus piernas por el muslo para levantarla lo suficiente, apoyándola en el lateral de mi cadera. Separo mis labios de los suyos un instante para mirarla a los ojos cuando comienzo a entrar en ella hasta que termino de penetrarla, momento en el que también aprieto su otro muslo para alzarla del suelo, sujeta de este modo a mi cadera, con sus piernas rodeándola.
Una vez que estamos fundidos en uno giro de tal manera que ahora sea ella la que quede contra la pared de la ducha, empotrando en el arrebato. Vuelvo a besarla con ganas al comenzar a moverme dentro de ella, coordinando el movimiento de nuestras caderas en un potente e intenso ritmo contra la pared que va siendo más frenético con el paso de los minutos, entre vapor y jadeos, pues para ese momento la ducha se ha convertido en una sauna. Habría podido seguir así mucho más, y habría deseado que el momento del clímax fuese eterno, quedarme para siempre ahí, unidos de ese modo. Dejo escapar un sonido de placer al terminar, apoyando mi frente sobre su hombro mientras la abrazo, sin bajarla todavía al suelo. Alzo la cabeza para besar sus labios, susurrando contra ellos esas dos palabras que me dijo ella antes.
El momento es mucho más intenso que el anterior. Antes hubo intercambio de palabras, hubo mordiscos que respondían a una necesidad salvaje y primitiva, hubo risas y momentos incómodos. Ahora Catherine lo sentía mucho más erótico y apasionado. Con la cruel necesidad de demostrar con el cuerpo aquello que durante tanto tiempo habían acallado. Se fusionan en un solo ser, en un acto potente que encuentra un final preciso pero que ha dejado más marca en ellos que cualquier otra cosa que se alcanzaran a decir. Los labios de Catherine descansan sobre el cuello de Ian mientras su propia respiración intenta encontrar tranquilidad -Y yo… a ti, Ian- Murmuró contra su piel, apoyando la cabeza en la suya con cierta suavidad mientras se dejaba otra vez en el ámbito de relajación que alcanzaba su proyección mental. Reunida en los brazos de Ian se dejó estar durante un largo rato hasta que alzó la cabeza, reorganizando sus mentes y mirándolo a los ojos. Sus dedos tomaron su rostro antes de besarlo con sutileza al tiempo que sus pies encontraban piso. Lo atrajo hacia el agua para que ambos finalmente tomaran una ducha que transcurrió en silencio, simplemente reconociendo sus propios cuerpos. En ella delineo con curiosidad el tatuaje de Ian, que si bien lo había visto antes ahora tenía la oportunidad de tocar y los tatuajes ajenos le despertaban curiosidad. ¿Tendría un por qué? ¿Habría un quién? Entrecerró un poco los ojos y prefirió no preguntar.
Al salir se envolvió en una toalla que encontró, la tela se encontraba fría y soltó un siseo bastante evidente antes de tirarle una de las toallas a Ian en la cara fijándose luego en su tatuaje con más detalle. Iba a preguntarle a Desmond. Se encontraba agotada, no sólo físicamente pues pese a que había pasado algo de tiempo entre una y otra ocasión, seguía teniendo una exigencia física. Igualmente, el caleidoscopio de emociones que había experimentado en las últimas 48 horas empezaban a pasar factura. Caminó hasta la cama tras secarse el cuerpo pasó a secarse el cabello con mucho cuidado. Para quien apenas conociera a Catherine diría que no tenía ese tipo de gesto con nada pero en su intimidad, ciertamente, era distinta. Nadie lo diría con el nido de pájaros que presentaba como cabello día tras día, pero a veces le daba por tener algunos cuidados personales.
-¿Puedo quedarme? No quiero volver al piso...- Preguntó mientras alzaba la vista. Asumía que sí, pero por alguna razón necesitaba la confirmación. Después de secarse el cabello se incorporó para colocar la toalla en el borde de alguna silla para que se secara bien y se pasó las manos por los brazos -Mmmm… - Se humedeció los labios sospechando que iba a caer en un cliché muy romántico y estúpido y que al mismo maldito tiempo se moría de ganas por hacer. Se odio un poco por las palabras que estaban por salir de su boca y al mismo tiempo se admiró por tener la valentía de hacerlo pese a la vergüenza que le daba -Préstame una de tus camisas- Le dijo alzando las cejas para cubrirse un poco del frío mientras trepaba hacia la cama y se metía debajo de las sábanas buscando calor.
Al salir se envolvió en una toalla que encontró, la tela se encontraba fría y soltó un siseo bastante evidente antes de tirarle una de las toallas a Ian en la cara fijándose luego en su tatuaje con más detalle. Iba a preguntarle a Desmond. Se encontraba agotada, no sólo físicamente pues pese a que había pasado algo de tiempo entre una y otra ocasión, seguía teniendo una exigencia física. Igualmente, el caleidoscopio de emociones que había experimentado en las últimas 48 horas empezaban a pasar factura. Caminó hasta la cama tras secarse el cuerpo pasó a secarse el cabello con mucho cuidado. Para quien apenas conociera a Catherine diría que no tenía ese tipo de gesto con nada pero en su intimidad, ciertamente, era distinta. Nadie lo diría con el nido de pájaros que presentaba como cabello día tras día, pero a veces le daba por tener algunos cuidados personales.
-¿Puedo quedarme? No quiero volver al piso...- Preguntó mientras alzaba la vista. Asumía que sí, pero por alguna razón necesitaba la confirmación. Después de secarse el cabello se incorporó para colocar la toalla en el borde de alguna silla para que se secara bien y se pasó las manos por los brazos -Mmmm… - Se humedeció los labios sospechando que iba a caer en un cliché muy romántico y estúpido y que al mismo maldito tiempo se moría de ganas por hacer. Se odio un poco por las palabras que estaban por salir de su boca y al mismo tiempo se admiró por tener la valentía de hacerlo pese a la vergüenza que le daba -Préstame una de tus camisas- Le dijo alzando las cejas para cubrirse un poco del frío mientras trepaba hacia la cama y se metía debajo de las sábanas buscando calor.
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Nuestras agitadas respiraciones se entremezclan cuando terminamos, calmándose poco a poco, dejando paso al sonido del agua cayendo sobre nuestros cuerpos y al silencio cargado de significado entre ambos. Trato de grabar a fuego en mi mente el intenso momento vivido con ella, todos los besos y sensaciones de la noche, que probablemente haya sido la mejor de mi vida hasta ahora. Ahora sí que finalizamos con la ducha que empezamos antes, aquella que quedó a medias al dejarnos arrastrar por la pasión hacia lo que era inevitable. Al cabo de pocos minutos salimos ambos de la ducha, liados con sendas toallas, la mía a la cintura. Paso una mano por mi pelo para agitarlo un poco y que sacuda agua, al contrario que ella, que es más cuidadosa con lo que hace. Observo sus gestos con curiosidad, pues no conocía esa faceta suya. Me descubro a mi mismo sonriendo y pensando que quiero conocer muchos más cosas de ese tipo sobre ella, conocerla en profundidad y comprenderla más.
- Claro que puedes, quédate a dormir conmigo.- sí, esta vez significa dormir de verdad, amanecer juntos. Lo de antes ha sido para repetir, pero también quiero experimentar despertar con ella, a pesar de que ya hayamos dormido juntos alguna vez antes ahora es diferente. Alzo ambas cejas a la espera de que termine de decir lo que parece que va a comenzar, mirándola con media sonrisa mientras me doy la vuelta para ir hacia el armario de la habitación. Rebusco alguna que le pueda servir, aunque más que camisas hay camisetas oscuras. Encuentro una que puede irle bien, grande, pero no excesivamente. Es de un grupo de rock de origen irlandés, negra y con el logo en blanco por delante. Me acerco a ella para entregársela, esperando a que se la ponga para decirle después al oído que le queda jodidamente sexy. Luego me quito la toalla y me tumbo en la cama a su lado, tapándonos a ambos con las mantas hasta la mitad del cuerpo. Tumbado boca arriba la atraigo hacia mi, pasando un brazo sobre ella a la par que le doy un beso en los labios, susurrando un buenas noches. Poco a poco mi cuerpo se va relajando, acabando por caer profundamente dormido al cabo de escasos minutos.
....
Los primeros rayos de sol del amanecer comienzan a filtrarse a través de las cortinas, haciendo que comience a despertarme al darme directamente en la cara. Apenas habrán pasado 3 horas desde que nos dormimos, aprovechamos tanto la noche que casi vimos la llegada del alba. Al abrir los ojos encuentro a Catherine apoyada sobre mi pecho, con la tranquila respiración de alguien que duerme profundamente. Lo cierto es que no recuerdo un despertar que merezca tanto la pena como este, pensamiento que se me cruza por la mente al contemplarla dormida. Me muevo con mucho cuidado de no despertarla, dejando una almohada bajo su cabeza en lugar de mi cuerpo. Después retiro las mantas de mi lado para salir de la cama, yendo al armario a por algo para vestirme.
Me planto un vaquero un tanto viejo y una camiseta oscura de manga larga, bajando a la cocina a ver si encuentro algo que nos sirva para desayunar. La despensa está como para que caiga un ratón y se mate, pues apenas hay unos cuantos cereales de dudoso aspecto, algo de pan un poco duro y mucha cerveza Guinness que ha traído mi padre de la taberna de irlanda. Me encojo de hombros, empezando a preparar un desayuno de cerveza en un cuenco, echando cereales por encima.
- Claro que puedes, quédate a dormir conmigo.- sí, esta vez significa dormir de verdad, amanecer juntos. Lo de antes ha sido para repetir, pero también quiero experimentar despertar con ella, a pesar de que ya hayamos dormido juntos alguna vez antes ahora es diferente. Alzo ambas cejas a la espera de que termine de decir lo que parece que va a comenzar, mirándola con media sonrisa mientras me doy la vuelta para ir hacia el armario de la habitación. Rebusco alguna que le pueda servir, aunque más que camisas hay camisetas oscuras. Encuentro una que puede irle bien, grande, pero no excesivamente. Es de un grupo de rock de origen irlandés, negra y con el logo en blanco por delante. Me acerco a ella para entregársela, esperando a que se la ponga para decirle después al oído que le queda jodidamente sexy. Luego me quito la toalla y me tumbo en la cama a su lado, tapándonos a ambos con las mantas hasta la mitad del cuerpo. Tumbado boca arriba la atraigo hacia mi, pasando un brazo sobre ella a la par que le doy un beso en los labios, susurrando un buenas noches. Poco a poco mi cuerpo se va relajando, acabando por caer profundamente dormido al cabo de escasos minutos.
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Los primeros rayos de sol del amanecer comienzan a filtrarse a través de las cortinas, haciendo que comience a despertarme al darme directamente en la cara. Apenas habrán pasado 3 horas desde que nos dormimos, aprovechamos tanto la noche que casi vimos la llegada del alba. Al abrir los ojos encuentro a Catherine apoyada sobre mi pecho, con la tranquila respiración de alguien que duerme profundamente. Lo cierto es que no recuerdo un despertar que merezca tanto la pena como este, pensamiento que se me cruza por la mente al contemplarla dormida. Me muevo con mucho cuidado de no despertarla, dejando una almohada bajo su cabeza en lugar de mi cuerpo. Después retiro las mantas de mi lado para salir de la cama, yendo al armario a por algo para vestirme.
Me planto un vaquero un tanto viejo y una camiseta oscura de manga larga, bajando a la cocina a ver si encuentro algo que nos sirva para desayunar. La despensa está como para que caiga un ratón y se mate, pues apenas hay unos cuantos cereales de dudoso aspecto, algo de pan un poco duro y mucha cerveza Guinness que ha traído mi padre de la taberna de irlanda. Me encojo de hombros, empezando a preparar un desayuno de cerveza en un cuenco, echando cereales por encima.
Las palabras que susurró Ian hicieron que Catherine frunciera el ceño como primera reacción, después sonrió de lado muy lentamente mientras el sonrojo le llegaba hasta las orejas. La palabra “sexy” no era una cosa que ella relacionara con su cuerpo, nunca habría creído que alguien lo haría. Es más, seguramente nadie lo había hecho hasta ese momento. De todas las cosas que podía llegar a ser Catherine Le Fay, Descendiente de Morgana, “sexy” no era un adjetivo directamente relacionado con la muchacha tatuada, desprolija y con tendencia a lo emo que solía presentarse ante todos. Y si bien los complejos tatuajes que tenía podían resultar llamativos para ciertas personas, escondían cosas mucho más retorcidas que de no haber sido por Adael le darían un aspecto más gore a la piel de la morena. De verdad, mucho más tétrico. Pero Adael era un artista y la había recuperado de aquella tendencia a herirse a muy temprana edad. En fin, que las palabras de Ian le sentaron de maravilla y cayó dormida entre sus brazos en sólo segundos, poniendo los suyos sobre la cintura de él para prevenir que se escapara.
Su letargo se extendió. Su mente encontró descanso, separándose del mundo del ensueño para caer en una profunda nada que se semejaba demasiado a “paz”. Así que cuando Ian se movió para cambiarse e irse, Catherine seguía profundamente dormida. La almohada que había suplantado el cuerpo de Ian, sin embargo, pronto empezó a perder el calor que emitía el cuerpo masculino...Fue el frío lo que la despertó. Cuando abrió los ojos estaba abrazada a una almohada inerte pero que mantenía el aroma de Ian. Le costó mucho acostumbrarse al panorama que veía, por un momento temió estar en una ilusión o un sueño y buscó los resquebrajos de esta incesantemente hasta que los recuerdos empezaron a llegarle uno a uno. Al hacerlo se extendió en la cama, estirandose largamente para ver la camisa de Ian en su cuerpo y sonreír como una idiota. Al darse cuenta de lo que hacía quitó la mueca y se incorporó llevando la almohada consigo.
No conocía la casa pero asumía que podía estar abajo así que, por instinto, empezó a bajar las escaleras hasta pulular por la casa dando finalmente con la cocina donde se encontraba preparando una especie de desayuno. Apoyó un hombro en el canto de la puerta antes de abrazarse a la almohada. Evidentemente, tenía aspecto de recién levantada aunque eso no distaba mucho del estado normal de su cabello. Observó largamente a Ian mientras preparaba el desayuno encontrando curioso aquel tipo de gesto para alguien que perdía los estribos tan fácil como ella. Aparte, tampoco sabía que se le daba la cocina. Ella era un desastre -Espero que no sea cerveza negra, la última vez que la probé...Digamos que no tengo buenos recuerdos de ella- Le dijo a Ian mirándolo con cierta gracia antes de elevar la almohada en plan indignado de “me he despertado con esto en vez de contigo”. La primera y última vez que había tomado el licor es cuando había conocido a Azahar, pero también había tenido un encontronazo pesado con Ian. Habían hablado de sus madres, o se habían insultado o ...Era algo de sus madres. Un tema escabroso para ambos por, según sabía Catherine, motivos muy diferentes.
Su letargo se extendió. Su mente encontró descanso, separándose del mundo del ensueño para caer en una profunda nada que se semejaba demasiado a “paz”. Así que cuando Ian se movió para cambiarse e irse, Catherine seguía profundamente dormida. La almohada que había suplantado el cuerpo de Ian, sin embargo, pronto empezó a perder el calor que emitía el cuerpo masculino...Fue el frío lo que la despertó. Cuando abrió los ojos estaba abrazada a una almohada inerte pero que mantenía el aroma de Ian. Le costó mucho acostumbrarse al panorama que veía, por un momento temió estar en una ilusión o un sueño y buscó los resquebrajos de esta incesantemente hasta que los recuerdos empezaron a llegarle uno a uno. Al hacerlo se extendió en la cama, estirandose largamente para ver la camisa de Ian en su cuerpo y sonreír como una idiota. Al darse cuenta de lo que hacía quitó la mueca y se incorporó llevando la almohada consigo.
No conocía la casa pero asumía que podía estar abajo así que, por instinto, empezó a bajar las escaleras hasta pulular por la casa dando finalmente con la cocina donde se encontraba preparando una especie de desayuno. Apoyó un hombro en el canto de la puerta antes de abrazarse a la almohada. Evidentemente, tenía aspecto de recién levantada aunque eso no distaba mucho del estado normal de su cabello. Observó largamente a Ian mientras preparaba el desayuno encontrando curioso aquel tipo de gesto para alguien que perdía los estribos tan fácil como ella. Aparte, tampoco sabía que se le daba la cocina. Ella era un desastre -Espero que no sea cerveza negra, la última vez que la probé...Digamos que no tengo buenos recuerdos de ella- Le dijo a Ian mirándolo con cierta gracia antes de elevar la almohada en plan indignado de “me he despertado con esto en vez de contigo”. La primera y última vez que había tomado el licor es cuando había conocido a Azahar, pero también había tenido un encontronazo pesado con Ian. Habían hablado de sus madres, o se habían insultado o ...Era algo de sus madres. Un tema escabroso para ambos por, según sabía Catherine, motivos muy diferentes.
El desayuno que estoy preparando no es precisamente apetecible, pues mezclar cerveza negra con cereales queda un poco raro. Preparo un par de cuencos con esta mezcla, aunque no estoy seguro de que a Catherine le guste la idea. Yo no paso mucho por la casa, y no estoy al tanto de lo que falta y lo que no. Mi padre y mi hermana tampoco sé dónde se meten, pero se ocupan todavía menos del mantenimiento de la casa. Dejo uno de los cuencos en un lado de la mesa para cuando Catherine despierte y baje a desayunar, yendo a sentarme a mi lado con la intención de empezar. Desvío la mirada hacia la puerta al escuchar la voz de Cath, riendo un poco por su comentario y por verla bajar todavía abrazada a la almohada. Podría acostumbrarme a este tipo de despertares, tan diferentes a los que llevo años viviendo en la base de Bastion Hollow.
- Precisamente, desayuno de cerveza negra y cereales, ¿te hace o tienes recuerdos de alguna mala resaca? - me acerco hasta la puerta para pasarle una mano por la cabeza y despeinarla un poco más de lo que ya está, a modo de broma/fastidio. - Dormilona. -. Luego cojo la almohada que lleva dejarla a un lado, sobre una de las sillas.
- Me levanté hace un rato, no quería despertarte. ¿Has descansado bien? - la acerco más a mi, rodeando su cintura con mis brazos y dándole después un beso en los labios acompañado de un buenos días. Cuando me separo, tras sonreír como un idiota ilusionado, la tomo de la mano para llevarla hacia la mesa y presentarle mi desayuno, haciendo un gesto de presentación con la mano que tengo libre.
- Desayuno irlandés al estilo Hacksaw pobre. Tenemos esto, y...hay pan duro en la despensa. Menudo desastre de casa. - cojo mi bol para probar un poco de la mezcla que he hecho, poniendo cara un poco rara por la combinación de cereales mojados en cerveza. Debería estar bueno, ambas están hechas con cereales, pero lo cierto es que sabe raro. - Bueeeno...es pasable. Si no siempre podemos salir a dar una vuelta en intentar conseguir algo. - echo una mirada por la ventana, observando los árboles moverse por el exagerado viento que hay. Tiene pinta de hacer frío, pero deberíamos conseguir provisiones.
- Precisamente, desayuno de cerveza negra y cereales, ¿te hace o tienes recuerdos de alguna mala resaca? - me acerco hasta la puerta para pasarle una mano por la cabeza y despeinarla un poco más de lo que ya está, a modo de broma/fastidio. - Dormilona. -. Luego cojo la almohada que lleva dejarla a un lado, sobre una de las sillas.
- Me levanté hace un rato, no quería despertarte. ¿Has descansado bien? - la acerco más a mi, rodeando su cintura con mis brazos y dándole después un beso en los labios acompañado de un buenos días. Cuando me separo, tras sonreír como un idiota ilusionado, la tomo de la mano para llevarla hacia la mesa y presentarle mi desayuno, haciendo un gesto de presentación con la mano que tengo libre.
- Desayuno irlandés al estilo Hacksaw pobre. Tenemos esto, y...hay pan duro en la despensa. Menudo desastre de casa. - cojo mi bol para probar un poco de la mezcla que he hecho, poniendo cara un poco rara por la combinación de cereales mojados en cerveza. Debería estar bueno, ambas están hechas con cereales, pero lo cierto es que sabe raro. - Bueeeno...es pasable. Si no siempre podemos salir a dar una vuelta en intentar conseguir algo. - echo una mirada por la ventana, observando los árboles moverse por el exagerado viento que hay. Tiene pinta de hacer frío, pero deberíamos conseguir provisiones.
-Tengo recuerdos de un inicio muy atropellado. Y de la primera vez que llegué a controlar a tu licántropo- Le dijo alzando suavemente la ceja, golpeando con un dedo su hombro y empujándolo. Baja la cabeza cuando le revuelve el pelo con aquel adjetivo que hace que se ría un poco. Sí, era dormilona y podría seguir siéndolo un rato a su lado. Soltó un leve quejido cuando le quitó la almohada pero al reemplazarla por sus brazos la molestia se disipa lentamente. -Sí, hasta que te has ido y la cama se ha empezado a enfriar- Mencionó volviendo sus labios a los de él para responderle el beso y susurrarle también “buenos días”.
La sonrisa que se le pone en el rostro hace que los labios de Catherine se empiecen a curvar también y sus mejillas se sonrojen un poco. No podía evitar sentirse halagada, pero no sólo eso, complacida y feliz. Camino tras él para observar con un gesto escéptico el desayuno pensando que la cerveza no es algo que tenga como algo que vaya con los cereales y, ojo, sabe perfectamente que la cocina no es su fuerte. Apoyó los codos en la mesa mientras con la mano empezaba a meter los dedos en el plato y sacar un par de cereales para llevárselos a la boca. El dulce de los cereales y el punto amargo de la cerveza hacían una mezcla extraña y miró de costado a Ian cuando habló sobre salir sintiendo algo raro en el estómago.
Al mirar hacia la ventana observó los árboles moverse con cierta fiereza y la corriente de aire que antes no había sentido y que recorría sus piernas se tornó un poco más fría. Salir implicaba enfrentarse con el exterior, con una realidad que no quería pero que sabía que no podía evitar demasiado tiempo. -Ian…- Cerró los ojos y de pronto pareció que todo tipo de felicidad empezó a borrarse de sus gestos. Tomó otro par de cereales, de los más secos, para comerlos y luego apartar el plato. Se pasó las manos por el cabello para aplastarselo del rostro y cuando elevó su mirada hacia la de él un rayo de temor le atravesó. Sabía perfectamente que iba a arruinar todo pero no iba a mentirle -Cuando quería hablar contigo ayer no pensé que… No pensé que íbamos a terminar en esto ¿Sabes? Tenía otra cosa en mente porque...Aunque sabía, aunque conocía mis sentimientos por ti desconocía los tuyos. Y pensé que era lo mejor para los Le Fay y para mi-
Elevó la mano en la que tenía el anillo en forma de serpiente en su anular, estaba hecha un puño antes de liberarla y sacarse la joya del anular para colocarla en la mesa -Estoy prometida con Max- Soltó con el ceño levemente fruncido -Dije que sí porque pensé que tú no… - Negó con la cabeza -Dije que sí porque se supone que Max es un buen partido. La pureza, la sangre, la magia, su entrenamiento, sus títulos, sus… Su…- Crispó los dedos en el aire tratando de armar una bola, como si en ella pudiera reunir todo lo que intentaba decir al respecto de Max, pero terminó gruñendo con ira por no encontrar las palabras. Soltó aquella pequeña bola de energía que estaba armando para liberar su frustración -Era lo que te iba a decir. Yo pensé que con el tiempo llegaría a cumplir como esposa, aunque en realidad lo que te tiene que importar es tener linaje, es lo que corresponde como Descendiente. Un linaje fuerte y amplio- Empezó a hablar, sin poder encontrar una forma de detener aquella forma de sacarse la exasperación del pecho -Se lo dije al señor Lyran. Lo recuerdo claramente. Cuando me preguntó si lo amaba le dije que llegaría a hacerlo…- Cuando guardó silencio alzó la vista hacia Ian encogiendo los hombros -Pero no podré. No querré y no lo haré- Sentenció.
-Y sé que en el momento en el que salga de aquí tengo que ir a romper mi palabra, mi promesa y tengo miedo de las consecuencias que eso puede atraer… Así que...No quiero salir. Si fuera mi decisión me quedaría aquí para siempre...Porque soy la muchachita cobarde que todo el mundo cree que soy- Se llevó la mano a la cara para cubrirsela sintiendo que tenía más cosas que decir - Tengo miedo de la reacción de Max, cuando estoy alrededor de él me comporto de forma extraña. También de mi madre. De mis hermanos y del maldito consejo. Pero tengo que hacerlo…- Le dio la espalda a Ian un momento para tratar de controlarse, hasta el momento iba muy bien con las lágrimas -Perdón. Perdón por no decirlo antes. Debí… Debí habertelo dicho. Perdón…- Repitió.
La sonrisa que se le pone en el rostro hace que los labios de Catherine se empiecen a curvar también y sus mejillas se sonrojen un poco. No podía evitar sentirse halagada, pero no sólo eso, complacida y feliz. Camino tras él para observar con un gesto escéptico el desayuno pensando que la cerveza no es algo que tenga como algo que vaya con los cereales y, ojo, sabe perfectamente que la cocina no es su fuerte. Apoyó los codos en la mesa mientras con la mano empezaba a meter los dedos en el plato y sacar un par de cereales para llevárselos a la boca. El dulce de los cereales y el punto amargo de la cerveza hacían una mezcla extraña y miró de costado a Ian cuando habló sobre salir sintiendo algo raro en el estómago.
Al mirar hacia la ventana observó los árboles moverse con cierta fiereza y la corriente de aire que antes no había sentido y que recorría sus piernas se tornó un poco más fría. Salir implicaba enfrentarse con el exterior, con una realidad que no quería pero que sabía que no podía evitar demasiado tiempo. -Ian…- Cerró los ojos y de pronto pareció que todo tipo de felicidad empezó a borrarse de sus gestos. Tomó otro par de cereales, de los más secos, para comerlos y luego apartar el plato. Se pasó las manos por el cabello para aplastarselo del rostro y cuando elevó su mirada hacia la de él un rayo de temor le atravesó. Sabía perfectamente que iba a arruinar todo pero no iba a mentirle -Cuando quería hablar contigo ayer no pensé que… No pensé que íbamos a terminar en esto ¿Sabes? Tenía otra cosa en mente porque...Aunque sabía, aunque conocía mis sentimientos por ti desconocía los tuyos. Y pensé que era lo mejor para los Le Fay y para mi-
Elevó la mano en la que tenía el anillo en forma de serpiente en su anular, estaba hecha un puño antes de liberarla y sacarse la joya del anular para colocarla en la mesa -Estoy prometida con Max- Soltó con el ceño levemente fruncido -Dije que sí porque pensé que tú no… - Negó con la cabeza -Dije que sí porque se supone que Max es un buen partido. La pureza, la sangre, la magia, su entrenamiento, sus títulos, sus… Su…- Crispó los dedos en el aire tratando de armar una bola, como si en ella pudiera reunir todo lo que intentaba decir al respecto de Max, pero terminó gruñendo con ira por no encontrar las palabras. Soltó aquella pequeña bola de energía que estaba armando para liberar su frustración -Era lo que te iba a decir. Yo pensé que con el tiempo llegaría a cumplir como esposa, aunque en realidad lo que te tiene que importar es tener linaje, es lo que corresponde como Descendiente. Un linaje fuerte y amplio- Empezó a hablar, sin poder encontrar una forma de detener aquella forma de sacarse la exasperación del pecho -Se lo dije al señor Lyran. Lo recuerdo claramente. Cuando me preguntó si lo amaba le dije que llegaría a hacerlo…- Cuando guardó silencio alzó la vista hacia Ian encogiendo los hombros -Pero no podré. No querré y no lo haré- Sentenció.
-Y sé que en el momento en el que salga de aquí tengo que ir a romper mi palabra, mi promesa y tengo miedo de las consecuencias que eso puede atraer… Así que...No quiero salir. Si fuera mi decisión me quedaría aquí para siempre...Porque soy la muchachita cobarde que todo el mundo cree que soy- Se llevó la mano a la cara para cubrirsela sintiendo que tenía más cosas que decir - Tengo miedo de la reacción de Max, cuando estoy alrededor de él me comporto de forma extraña. También de mi madre. De mis hermanos y del maldito consejo. Pero tengo que hacerlo…- Le dio la espalda a Ian un momento para tratar de controlarse, hasta el momento iba muy bien con las lágrimas -Perdón. Perdón por no decirlo antes. Debí… Debí habertelo dicho. Perdón…- Repitió.
El gesto de Catherine evidencia lo poco que va a gustarle el extraño desayuno que he preparado, a lo que respondo con una sonrisa de disculpa. Al menos se apoya en la mesa para observar la mezcla de cereales y cerveza, dando una oportunidad a la receta rara probándola un poco. Pruebo otra cucharada por mi parte, haciendo mueca de desagrado - Ya...a mi tampoco me gusta demasiado. - Luego desvío la mirada hacia la ventana cuando ella lo hace, pensando que va a decirme que no le apetece nada en absoluto salir. O tal vez haya algo más...puede que de repente le haya dado por pensar en lo de anoche o a saber. Al mirarla a los ojos sé que no es sólo que no tenga ganas de salir, debe ser algo más grave.
- Bueno...hablar sí que hablamos antes de acostarnos. Y nos sinceramos bastante, tanto antes como después. En una noche conseguimos lo que en tanto tiempo no habíamos podido...dejar claro lo que sentíamos el uno por el otro, diciéndolo y demostrándolo. ¿Qué tenías en mente cuándo empezamos a hablar? - la miro algo confuso cuando dice que pensó que era lo mejor para los Le Fay y para ella, todavía sin saber por dónde va la cosa. En cuanto alza el anillo y anuncia su compromiso con Max siento como si me pegasen una patada en el estómago, siendo incapaz de reaccionar durante al menos 3 o 4 segundos. Me quedo como helado, petrificado, dando entonces sentido a la palabras que escuché a medias en el cuarto de baño de la casa de Catherine, lo que hablaban Azahar y Anteia. Entonces era verdad lo del compromiso...tan real y efectivo que ya hasta tiene el anillo.
Me siento lentamente en la silla que hay junto a la mesa, con la mirada al frente y algo perdida, como si todavía estuviese asimilando sus palabras. - ...Algo escuché de Anteia y Azahar...pero no creía que...que fuese tan cierto, tan inmediato. Y ayer simplemente ni lo pensé. - consigo que al final me salgan las palabras, aunque mi propia voz me suena extraña. Niego con la cabeza cerrando los ojos con fuerza un momento, volviendo a mirarla después una vez que estoy algo más recompuesto. - ¿ Por qué no me lo contaste antes...? ¿ Dijiste que sí sólo por eso? ¿en serio? - replico sin poder creer que por esos motivos fuese a casarse, por mucho que los obliguen a tener Descendencia con alguien "bien".
- Joder....es una locura querer casarse con alguien que no conoces bien y al que no quieres. No puedes casarte con él. No puedes arruinar así tu vida...nuestra vida. - me levanto de la mesa soltando un bufido de agobio, caminando hacia la ventana de la cocina mientras escucho eso del linaje fuerte, cumplir como esposa, descendencia...un discurso que parece sacado del siglo pasado o más, pero que sigue siendo el de los Descendientes, al fin y al cabo. Miro hacia el exterior, apoyando la palma de la mano en el marco de la ventana y pasando la otra mano por mi cara de arriba a abajo, en un gesto que también demuestra agobio. Me giro de nuevo al escucharla decir que no podrá quererle, que no se casará con él, de un modo tan tajante que parece claro que su decisión es firme. Una parte de mi me decía que esa sería su decisión, después de todo lo que nos confesamos anoche, pero la otra tenía terribles dudas sobre el cumplimiento de palabra al que están sometidos los Descendientes.
- Bien, porque yo no pensaba perderte de ningún modo, ni que acabases en un matrimonio así. Ni con él. - prometo totalmente serio y con convicción mientras vuelvo a caminar hacia donde está ella, comprendiendo ahora por qué no quería salir al exterior. El temor a la promesa incumplida la atenaza, al qué dirán, a todos a los que tendría que dar explicaciones. Al darse la vuelta me acerco un poco más a ella, abrazándola por detrás para atraerla contra mi espalda y apoyar mi mejilla sobre su cabeza.
- Tranquila. Lo vamos a arreglar porque eso no puede seguir así. Cuanto antes lo sepan mejor...no hace falta que sea ahora, pero como mucho dentro de alguna semanas. Ahora podemos ir a cualquier otro sitio lejos de Ouroboros, incluso perdernos algunos días por otros lados. - susurro intentando sonar tranquilizador, aunque yo tampoco tengo claro cómo cojones se rompe un pacto de esa gente tan extraña. - Luego yo iré contigo a decirle a tus hermanos, al Consejo, y a Max. Les diremos que no vas a casarte con él, que el compromiso se anula y que no hay ningún agravio por ello. Que te casarás cuando te de la gana y con quien te de la gana, que eres joven para casarte.
- Bueno...hablar sí que hablamos antes de acostarnos. Y nos sinceramos bastante, tanto antes como después. En una noche conseguimos lo que en tanto tiempo no habíamos podido...dejar claro lo que sentíamos el uno por el otro, diciéndolo y demostrándolo. ¿Qué tenías en mente cuándo empezamos a hablar? - la miro algo confuso cuando dice que pensó que era lo mejor para los Le Fay y para ella, todavía sin saber por dónde va la cosa. En cuanto alza el anillo y anuncia su compromiso con Max siento como si me pegasen una patada en el estómago, siendo incapaz de reaccionar durante al menos 3 o 4 segundos. Me quedo como helado, petrificado, dando entonces sentido a la palabras que escuché a medias en el cuarto de baño de la casa de Catherine, lo que hablaban Azahar y Anteia. Entonces era verdad lo del compromiso...tan real y efectivo que ya hasta tiene el anillo.
Me siento lentamente en la silla que hay junto a la mesa, con la mirada al frente y algo perdida, como si todavía estuviese asimilando sus palabras. - ...Algo escuché de Anteia y Azahar...pero no creía que...que fuese tan cierto, tan inmediato. Y ayer simplemente ni lo pensé. - consigo que al final me salgan las palabras, aunque mi propia voz me suena extraña. Niego con la cabeza cerrando los ojos con fuerza un momento, volviendo a mirarla después una vez que estoy algo más recompuesto. - ¿ Por qué no me lo contaste antes...? ¿ Dijiste que sí sólo por eso? ¿en serio? - replico sin poder creer que por esos motivos fuese a casarse, por mucho que los obliguen a tener Descendencia con alguien "bien".
- Joder....es una locura querer casarse con alguien que no conoces bien y al que no quieres. No puedes casarte con él. No puedes arruinar así tu vida...nuestra vida. - me levanto de la mesa soltando un bufido de agobio, caminando hacia la ventana de la cocina mientras escucho eso del linaje fuerte, cumplir como esposa, descendencia...un discurso que parece sacado del siglo pasado o más, pero que sigue siendo el de los Descendientes, al fin y al cabo. Miro hacia el exterior, apoyando la palma de la mano en el marco de la ventana y pasando la otra mano por mi cara de arriba a abajo, en un gesto que también demuestra agobio. Me giro de nuevo al escucharla decir que no podrá quererle, que no se casará con él, de un modo tan tajante que parece claro que su decisión es firme. Una parte de mi me decía que esa sería su decisión, después de todo lo que nos confesamos anoche, pero la otra tenía terribles dudas sobre el cumplimiento de palabra al que están sometidos los Descendientes.
- Bien, porque yo no pensaba perderte de ningún modo, ni que acabases en un matrimonio así. Ni con él. - prometo totalmente serio y con convicción mientras vuelvo a caminar hacia donde está ella, comprendiendo ahora por qué no quería salir al exterior. El temor a la promesa incumplida la atenaza, al qué dirán, a todos a los que tendría que dar explicaciones. Al darse la vuelta me acerco un poco más a ella, abrazándola por detrás para atraerla contra mi espalda y apoyar mi mejilla sobre su cabeza.
- Tranquila. Lo vamos a arreglar porque eso no puede seguir así. Cuanto antes lo sepan mejor...no hace falta que sea ahora, pero como mucho dentro de alguna semanas. Ahora podemos ir a cualquier otro sitio lejos de Ouroboros, incluso perdernos algunos días por otros lados. - susurro intentando sonar tranquilizador, aunque yo tampoco tengo claro cómo cojones se rompe un pacto de esa gente tan extraña. - Luego yo iré contigo a decirle a tus hermanos, al Consejo, y a Max. Les diremos que no vas a casarte con él, que el compromiso se anula y que no hay ningún agravio por ello. Que te casarás cuando te de la gana y con quien te de la gana, que eres joven para casarte.
-Explicarte tantas cosas… Mis actitudes, intentar que comprendieras por qué me comporto como me comporto- Soltó Cath cuando le cuestionó qué cosa tenía en mente antes de observar la manera en la que recibe la noticia. La muchacha se mordió el labio con un gesto de clara preocupación en el rostro al notar que Ian había terminado sentándose en la silla. Al escucharle preguntar por qué no lo dijo antes alzó suavemente los hombros -Lo sabía el Consejo y mis hermanos, luego Lyran. Ni siquiera sabía que lo sabía Anteia y Azahar...No...No quería decírtelo. Tenía miedo de tu reacción- Confesó apartándose el cabello de la cara antes de soltar un largo suspiro.
-Mi padre lo hizo, mi abuela seguro que también. Es una cosa que sim…- Las palabras de Ian mueven una fibra interior que hace que Catherine se calle la boca casi de inmediato. “Nuestra”, esa palabra que la incorporaba en algo. -Yo…- Estaba profundamente conmovida y pensó en las palabras que iba a decir -Pensé que estaba sola, como siempre, Ian- Añadió volviendo a encoger los hombros para luego negar con la cabeza recogiéndose en sí misma cuando Ian se levanta pensando que podría llegar a romper algo. Su actitud es mucho más pacífica de lo que ella había pensado.Su reacción es más comedida. Y sus palabras no dejan de sorprenderla. Es que todo...Todo en general no deja de hacerla sentir asombrada. Es cosa de pensar que después de tantos meses, ya más de dos años que habían escondido todos sus sentimientos para desbloquearlos en una sola nocha. Para pasar del yo al nosotros.
Cerró los ojos en cuanto sintió su cercanía y sus manos pasaron de su rostro hacia las de él, apretándolas con fuerza mientras asentía a sus palabras. Dejó que terminara antes de girarse y abrazarlo escondiendo su rostro en su pecho sin poder evitar lloriquear un poco -Pensé que me ibas a dejar otra vez- Declaró uno de sus peores miedos. Uno de sus más recurrentes terrores: Que no estuviera. Se aferró a él con más fuerza deseando que ese miedo no se hiciera realidad nunca más y aunque podía sentir con tanta facilidad como el frío en sus piernas podía percibir que el miedo no la abandonaba. Cuando alejó su rostro tenía los ojos húmedos y subió las manos hasta su rostro para hacer que la mirara -Quiero que me escuches…- Movió las manos de su rostro hacia sus hombros haciendo que se sentara y así quedando frente a frente - Te quiero a ti, Ian. Y todo lo que te voy a decir ahora sonará mal, sonará muy mal pero no puedo controlarlo. Pero necesito serte sincera...Por ser sincera es que te tengo ahora conmigo, por ser sincera es que he sido más feliz en estas seis horas de lo que he sido en 12 años así que, por favor, no desconfíes de mis palabras porque te estoy hablando con el corazón en la mano- El tono de su voz estaba cascado por el temor, por aprensión y cerró los ojos antes de darle un beso en los labios y separarse.
-El problema no es el Consejo, el problema no son mis hermanos. El problema es Max porque tiene un efecto en mí que es… Que es…¿Paralizante?- Comenzó a caminar de lado a lado tratando de buscar las palabras exactas con las cuales explicarse -Estoy atraída física y mágicamente hacia él. No sé muy bien como explicarlo pero cuando lo tengo cerca no pienso con mucha claridad porque mi mente solo quiere una cosa: Estar en contacto con él- Se detuvo mirando a Ian. Esa era la confesión más pesada que tenía para hacerle y por eso es que había sido tan directa minutos antes -Sé que en la Resistencia muchos han dejado su magia de lado pero yo crecí haciendo magia, crecí en la magia, mi vida ES la magia. ¿Tu respiras y necesitas sangre? ¿Necesitas energía? Yo necesito magia- Mencionó mirandose las manos con un gesto algo incómodo, terminó arrugando las nariz y batiendolas en el aire como si así pudiera deshacerse de las cosas -Como bruja tienes un entorno de personas que te rodea pero hay diferentes tipos de personas que tienen diferentes tipos de efectos en ti. Hay personas que repeles...Como Helena- Explicó Catherine -Siento repulsión mágica hacia ella. Nunca podría compartirla con ella y de hacerlo seguramente algo saldría mal- Indicó para luego seguir -Luego hay gente como Mei, Adael, incluso Matvey. Su magia y su estado mental es prácticamente neutral y puede ayudarte a fluir, después hay gente como Max…- La Le Fay tomó un muy largo respiró y después botó el aire -Hay química mágica. Él es magia pura y su magia tiene química con la mía. La magia en sí nos hace atraernos para hacer cosas asombrosas ¿de acuerdo? Al principio pensé que me sentía incómoda cuando me tocaba pero era el conocer de las magias lo que me provocaba cosas extrañas… Pero cuando fuimos al castillo Le Fay comprendí de qué se trataba. Aunque nunca pensé que iba a derivar en lo sexual también- Alzó un dedo un momento para aclara algo -Nunca me acosté con él... Sólo...Quería dejarlo en claro.
Finalmente se detuvo y lo miró, tenía una sonrisa tonta en el rostro -Y luego hay gente como tú…- Dejó que el silencio corriera porque no sabía si estaba explicando bien y suspiró - Tú para mi eres como...Como…Como - Se acercó lentamente a él y arrastró sus dedos por sus brazos sonriendo placentera pero no sexualmente -Eres perfecto. Hacemos simbiosis. Yo te doy y tú me das, solo que es tan natural que ni siquiera nos damos cuenta. El día del castillo, si no hubiese estado tocandote probablemente se me hubiese resquebrajado la piel o habría hecho una especie de supernova- Murmuró con un tono levemente jocoso antes de alzar la vista hacia él -Es natural. Y no se puede controlar-Mantuvo la vista con él apartando aquel placer mágico que sentía para estudiar su reacción, al menos intentó prepararse para ella -Y lo lamento. Lamento que tenga eso con Maxwell. Layla también lo tenía, ellos se la pasaban haciendo cosas
-Mi padre lo hizo, mi abuela seguro que también. Es una cosa que sim…- Las palabras de Ian mueven una fibra interior que hace que Catherine se calle la boca casi de inmediato. “Nuestra”, esa palabra que la incorporaba en algo. -Yo…- Estaba profundamente conmovida y pensó en las palabras que iba a decir -Pensé que estaba sola, como siempre, Ian- Añadió volviendo a encoger los hombros para luego negar con la cabeza recogiéndose en sí misma cuando Ian se levanta pensando que podría llegar a romper algo. Su actitud es mucho más pacífica de lo que ella había pensado.Su reacción es más comedida. Y sus palabras no dejan de sorprenderla. Es que todo...Todo en general no deja de hacerla sentir asombrada. Es cosa de pensar que después de tantos meses, ya más de dos años que habían escondido todos sus sentimientos para desbloquearlos en una sola nocha. Para pasar del yo al nosotros.
Cerró los ojos en cuanto sintió su cercanía y sus manos pasaron de su rostro hacia las de él, apretándolas con fuerza mientras asentía a sus palabras. Dejó que terminara antes de girarse y abrazarlo escondiendo su rostro en su pecho sin poder evitar lloriquear un poco -Pensé que me ibas a dejar otra vez- Declaró uno de sus peores miedos. Uno de sus más recurrentes terrores: Que no estuviera. Se aferró a él con más fuerza deseando que ese miedo no se hiciera realidad nunca más y aunque podía sentir con tanta facilidad como el frío en sus piernas podía percibir que el miedo no la abandonaba. Cuando alejó su rostro tenía los ojos húmedos y subió las manos hasta su rostro para hacer que la mirara -Quiero que me escuches…- Movió las manos de su rostro hacia sus hombros haciendo que se sentara y así quedando frente a frente - Te quiero a ti, Ian. Y todo lo que te voy a decir ahora sonará mal, sonará muy mal pero no puedo controlarlo. Pero necesito serte sincera...Por ser sincera es que te tengo ahora conmigo, por ser sincera es que he sido más feliz en estas seis horas de lo que he sido en 12 años así que, por favor, no desconfíes de mis palabras porque te estoy hablando con el corazón en la mano- El tono de su voz estaba cascado por el temor, por aprensión y cerró los ojos antes de darle un beso en los labios y separarse.
-El problema no es el Consejo, el problema no son mis hermanos. El problema es Max porque tiene un efecto en mí que es… Que es…¿Paralizante?- Comenzó a caminar de lado a lado tratando de buscar las palabras exactas con las cuales explicarse -Estoy atraída física y mágicamente hacia él. No sé muy bien como explicarlo pero cuando lo tengo cerca no pienso con mucha claridad porque mi mente solo quiere una cosa: Estar en contacto con él- Se detuvo mirando a Ian. Esa era la confesión más pesada que tenía para hacerle y por eso es que había sido tan directa minutos antes -Sé que en la Resistencia muchos han dejado su magia de lado pero yo crecí haciendo magia, crecí en la magia, mi vida ES la magia. ¿Tu respiras y necesitas sangre? ¿Necesitas energía? Yo necesito magia- Mencionó mirandose las manos con un gesto algo incómodo, terminó arrugando las nariz y batiendolas en el aire como si así pudiera deshacerse de las cosas -Como bruja tienes un entorno de personas que te rodea pero hay diferentes tipos de personas que tienen diferentes tipos de efectos en ti. Hay personas que repeles...Como Helena- Explicó Catherine -Siento repulsión mágica hacia ella. Nunca podría compartirla con ella y de hacerlo seguramente algo saldría mal- Indicó para luego seguir -Luego hay gente como Mei, Adael, incluso Matvey. Su magia y su estado mental es prácticamente neutral y puede ayudarte a fluir, después hay gente como Max…- La Le Fay tomó un muy largo respiró y después botó el aire -Hay química mágica. Él es magia pura y su magia tiene química con la mía. La magia en sí nos hace atraernos para hacer cosas asombrosas ¿de acuerdo? Al principio pensé que me sentía incómoda cuando me tocaba pero era el conocer de las magias lo que me provocaba cosas extrañas… Pero cuando fuimos al castillo Le Fay comprendí de qué se trataba. Aunque nunca pensé que iba a derivar en lo sexual también- Alzó un dedo un momento para aclara algo -Nunca me acosté con él... Sólo...Quería dejarlo en claro.
Finalmente se detuvo y lo miró, tenía una sonrisa tonta en el rostro -Y luego hay gente como tú…- Dejó que el silencio corriera porque no sabía si estaba explicando bien y suspiró - Tú para mi eres como...Como…Como - Se acercó lentamente a él y arrastró sus dedos por sus brazos sonriendo placentera pero no sexualmente -Eres perfecto. Hacemos simbiosis. Yo te doy y tú me das, solo que es tan natural que ni siquiera nos damos cuenta. El día del castillo, si no hubiese estado tocandote probablemente se me hubiese resquebrajado la piel o habría hecho una especie de supernova- Murmuró con un tono levemente jocoso antes de alzar la vista hacia él -Es natural. Y no se puede controlar-Mantuvo la vista con él apartando aquel placer mágico que sentía para estudiar su reacción, al menos intentó prepararse para ella -Y lo lamento. Lamento que tenga eso con Maxwell. Layla también lo tenía, ellos se la pasaban haciendo cosas
En parte fue culpa mía que se sintiese sola en aquel momento, cuando yo me distancié. Tal vez fue egoísta por mi parte, para no hacerme daño al verla tan próxima a Maxwell, o en parte cierto temor por creer que Catherine había cambiado tras el laberinto, que no era la misma chica que conocí. Si no me hubiese ido en ese momento puede que no hubiese prometido nada al aprendiz de Stavron. - Que estuviese lejos no quiere decir que estuvieses sola...fue un error marcharme. - ahora comprendo lo de que todo habría sido distinto, lo que dijo anoche en la habitación. Todo encaja y tiene sentido. La estrecho con fuerza entre mis brazos cuando ella se gira para refugiarse con la cara contra mi pecho, pasando una mano por su cabello. Con ese abrazo intento transmitirle que no voy a ir a ningún lado, que estoy con ella pase lo que pase. Ni siquiera la única vez que la "dejé" podía dejar de pensar en las consecuencias de aquello, en lo raro que se me hacia evitar el contacto o no poder compartir la confianza de antes.
- No voy a hacerlo, creéme. Aquí estaré pase lo que pase. - cuando alza la vista me fijo en que tiene los ojos algo llorosos, como si le estuviese costando contener las emociones al contar todo esto. Paso una mano por su mejilla para acariciarla, dejando después que me siente frente a ella para escuchar lo que tiene que decir. La declaración comienza con aquello que tanto me gusta escuchar y que tan bien me hace sentir, lo que nos dijimos ambos anoche en la culminación del momento, tan auténtico que podría decir que nos salió del alma. Un beso de preparación antes de lo que tenga que decir también me agrada, pero la impaciencia y la intriga empiezan a poder conmigo. Supongo que lo que viene a continuación no me va a gustar tanto, aunque aprecio que me hable con tanta sinceridad.
Otra vez el odioso nombre de Maxwell, si antes ya le tenía manía ahora cada vez más. Eso del efecto paralizante y de la atracción no me sienta demasiado bien, pero suena como una cosa que no depende de ella, sino que es algo más, algo que no parece decisión propia. - Podría estar usando sus poderes sobre ti, ¿lo has pensado? En el laberinto siempre andaba cogiéndote y toqueteándote...me ponía de los nervios- cierro y abro el puño un par de veces en gesto de crispación, resoplando después. Trato de recobrar la calma y olvidar esas imágenes del castillo Le Fay, tratando de comprender y seguir todo lo que me va contando.
- Entonces...¿me estás diciendo que él es como una puta batería mágica energética a la que tienes necesidad de estar conectada, es eso? - dicho así suena a yonki de la magia, y aunque entiendo la necesidad de hacer magia y de utilizarla no consigo entender por qué necesita que sea con él. Siento un mínimo sentimiento de indignación y necesidad de defensa de grupo cuando dice lo de la Resistencia, aunque solo lo haya puesto como ejemplo
- Eh, que en la Resistencia no hemos renegado de nuestros poderes, y yo también la necesito. No me gustó nada no poder hacer magia cuando me pusieron el chip aquel. - hago un gesto con la mano señalando a la zona de la nuca donde me pusieron aquello, reprimiendo un pequeño escalofrío. Al final creo que voy comprendiendo a qué se refiere, como si tuviesen afinidad el uno con el otro en ese sentido, el de la magia. En cierto modo me siento algo inferior a Max en ese sentido, sabiendo lo importante que es la magia para ella y que yo no estoy al mismo nivel que ellos dos, ni tengo poderes mentales. Lo mío es más la lucha física, aunque use también magia en ella. - Además, yo todavía puedo seguir mejorando...- a orgulloso y terco no me gana nadie, y puedo mejorar, aunque no sé si llegaré al nivel de ambos.
Dejo pasar mi momento transitorio de complejo por magia en cuanto escucho la palabra "sexual", haciendo que me sobresalte un poco, aunque me tranquilizo al escuchar que no pasó nada entre ellos. No podría imaginármela con él, ni quiero hacerme esa imagen. - Puto Maxwell. Está muy equivocado si cree que va a salirse con la suya, si cree que con eso le bastará para separarnos- mascullo mosqueado pensando en qué pudo hacer para que sintiera atracción por él, cruzando los brazos y desviando la mirada hacia un lado durante algunos segundos, hasta que escucho que habla de mí de nuevo. No dudo de ella, pero no soy de piedra y escuchar ese tipo de cosas me jode. Me da algo así como vergüenza cuando me dice eso de que soy perfecto, porque dudo mucho que sea así y tengo mil puñeteros defectos, pero la dejo seguir. Suspiro finalmente, tratando de digerir todo eso.
- Temo que esa especie de atracción que ejerce el otro nos de problemas. Dices que con Layla también lo tenía, y me resulta curioso que a las dos hermanas les suceda. No descartaría que fuese algo relacionado con sus poderes, yo qué sé. Sea lo que sea que tenga el otro, apuesto a que no va a poder competir con lo que tenemos. Pasarán varias semanas hasta que lo veamos, pero cuando vayamos a decirle lo que hay...será la prueba de fuego. Después estarás libre de él, de esa atracción extraña. - espero que ella no quiera mantener el contacto con él después de decirle que anula la boda, eso sería contraproducente y peligroso para todos, ella la primera. - Lo conseguiremos, ya verás. Hasta entonces... vamos a aprovechar este tiempo de calma y a perdernos por ahí, a relajarnos, a ser nosotros mismos sin tener que rendir cuentas a nadie. - la atraigo hacia mi tomándola por la cintura para sentarla sobre mis piernas. - Podríamos ir a la isla de Wight, ¿qué me dices, vamos allí? - unas semanas de desconexión nos sentarán bien a ambos, y podremos prepararnos para la papeleta que tenemos.
- No voy a hacerlo, creéme. Aquí estaré pase lo que pase. - cuando alza la vista me fijo en que tiene los ojos algo llorosos, como si le estuviese costando contener las emociones al contar todo esto. Paso una mano por su mejilla para acariciarla, dejando después que me siente frente a ella para escuchar lo que tiene que decir. La declaración comienza con aquello que tanto me gusta escuchar y que tan bien me hace sentir, lo que nos dijimos ambos anoche en la culminación del momento, tan auténtico que podría decir que nos salió del alma. Un beso de preparación antes de lo que tenga que decir también me agrada, pero la impaciencia y la intriga empiezan a poder conmigo. Supongo que lo que viene a continuación no me va a gustar tanto, aunque aprecio que me hable con tanta sinceridad.
Otra vez el odioso nombre de Maxwell, si antes ya le tenía manía ahora cada vez más. Eso del efecto paralizante y de la atracción no me sienta demasiado bien, pero suena como una cosa que no depende de ella, sino que es algo más, algo que no parece decisión propia. - Podría estar usando sus poderes sobre ti, ¿lo has pensado? En el laberinto siempre andaba cogiéndote y toqueteándote...me ponía de los nervios- cierro y abro el puño un par de veces en gesto de crispación, resoplando después. Trato de recobrar la calma y olvidar esas imágenes del castillo Le Fay, tratando de comprender y seguir todo lo que me va contando.
- Entonces...¿me estás diciendo que él es como una puta batería mágica energética a la que tienes necesidad de estar conectada, es eso? - dicho así suena a yonki de la magia, y aunque entiendo la necesidad de hacer magia y de utilizarla no consigo entender por qué necesita que sea con él. Siento un mínimo sentimiento de indignación y necesidad de defensa de grupo cuando dice lo de la Resistencia, aunque solo lo haya puesto como ejemplo
- Eh, que en la Resistencia no hemos renegado de nuestros poderes, y yo también la necesito. No me gustó nada no poder hacer magia cuando me pusieron el chip aquel. - hago un gesto con la mano señalando a la zona de la nuca donde me pusieron aquello, reprimiendo un pequeño escalofrío. Al final creo que voy comprendiendo a qué se refiere, como si tuviesen afinidad el uno con el otro en ese sentido, el de la magia. En cierto modo me siento algo inferior a Max en ese sentido, sabiendo lo importante que es la magia para ella y que yo no estoy al mismo nivel que ellos dos, ni tengo poderes mentales. Lo mío es más la lucha física, aunque use también magia en ella. - Además, yo todavía puedo seguir mejorando...- a orgulloso y terco no me gana nadie, y puedo mejorar, aunque no sé si llegaré al nivel de ambos.
Dejo pasar mi momento transitorio de complejo por magia en cuanto escucho la palabra "sexual", haciendo que me sobresalte un poco, aunque me tranquilizo al escuchar que no pasó nada entre ellos. No podría imaginármela con él, ni quiero hacerme esa imagen. - Puto Maxwell. Está muy equivocado si cree que va a salirse con la suya, si cree que con eso le bastará para separarnos- mascullo mosqueado pensando en qué pudo hacer para que sintiera atracción por él, cruzando los brazos y desviando la mirada hacia un lado durante algunos segundos, hasta que escucho que habla de mí de nuevo. No dudo de ella, pero no soy de piedra y escuchar ese tipo de cosas me jode. Me da algo así como vergüenza cuando me dice eso de que soy perfecto, porque dudo mucho que sea así y tengo mil puñeteros defectos, pero la dejo seguir. Suspiro finalmente, tratando de digerir todo eso.
- Temo que esa especie de atracción que ejerce el otro nos de problemas. Dices que con Layla también lo tenía, y me resulta curioso que a las dos hermanas les suceda. No descartaría que fuese algo relacionado con sus poderes, yo qué sé. Sea lo que sea que tenga el otro, apuesto a que no va a poder competir con lo que tenemos. Pasarán varias semanas hasta que lo veamos, pero cuando vayamos a decirle lo que hay...será la prueba de fuego. Después estarás libre de él, de esa atracción extraña. - espero que ella no quiera mantener el contacto con él después de decirle que anula la boda, eso sería contraproducente y peligroso para todos, ella la primera. - Lo conseguiremos, ya verás. Hasta entonces... vamos a aprovechar este tiempo de calma y a perdernos por ahí, a relajarnos, a ser nosotros mismos sin tener que rendir cuentas a nadie. - la atraigo hacia mi tomándola por la cintura para sentarla sobre mis piernas. - Podríamos ir a la isla de Wight, ¿qué me dices, vamos allí? - unas semanas de desconexión nos sentarán bien a ambos, y podremos prepararnos para la papeleta que tenemos.
En cuanto suelta eso de los poderes Catherine se queda en silencio mirándolo. No era una idea que se le había pasado por la mente e incluso palidece un poco. Frunce el ceño antes de apartar la vista y fiarse en una tonteria, el borde de la manga derecha de Ian mientras estudiaba sus sensaciones alrededor de Max tratando de buscar las fisuras de las ilusiones. No obstante, ella sí sabía cuándo Max estaba en su mente. Conocía su forma en las ilusiones porque no era él, era Dream. -No- Murmuró en respuesta a su pregunta y aunque el término de su oración hace que se le escape una sonrisa porque eran celos y sentirse celada por él era algo nuevo y adorable. -No creo. Las ilusiones de Max...Y la oniromancia. Tendría que estar...Dormida- Lo soltó aquello pero sin estar demasiado confiada, más bien dudando con cada palabra que decía.
Al dar aquella referencia de la batería asintió enérgicamente -Exactamente eso. Pero sólo cuando estoy en presencia de él, porque su magia atrae la mía para hacer cosas grandiosas. Puedo mostrarte un día qué es lo que siento. El nacimiento de la magia natural- Al ver su reacción respecto a la Resistencia negó suavemente con la cabeza. No quería ofenderlo -Me refiero a que aquí abajo si usabas magia estabas en peligro y eso te llevó a dejar de ejecutarla tanto como antes. Se han olvidado muchas costumbres y tradiciones, Ian. Pude ver la cara de tu padre, de los Knox cuando hice el encantamiento para encontrarte. Es...Eso es lo que quiero recuperar. Está en nuestra naturaleza y tenemos el derecho de ejercerla libremente-
-Por supuesto que sí…- Murmuró a aquello de que podía seguir mejorando, no lo dudaría ni un segundo. Menos siendo tan tozudo como es, tan terco como ella misma. -Todos podemos mejorar. Y si me dejas...Te puedo enseñar muchas cosas- Le soltó alzando suavemente el hombro, porque sabía que no le agradaba recibir ayuda de nadie. Aunque tal vez ahora cambiaban los planes. Sin embargo, el rumbo de esta conversación hace que vuelva a acordarse de Rybar y hace una mueca incómoda pensando en cómo se había olvidado olímpicamente de él en los últimos meses. Se preocuparía de buscarlo, sin duda. Programaría algo. Sí, cuando saliera de sus asuntos.
-Ian, Max ni siquiera sabía que teníamos algo. Dudo que haya planeado nada…- Se mordió el labio incómoda -Pero aunque lo intente no lo logrará. No hay magia que supere lo nuestro. ¿Lo sabes, no?- Cuestionó y volvió a subir sus manos por sus brazos mientras escuchaba aquello sobre Layla -Tal vez es con las Le Fay. Tal vez es la química del linaje. Aunque de pequeña realmente nunca lo sentí así. - Murmuró pensativa antes de escuchar el resto sonriendo brevemente. Temía lo que sea que Max fuese a hacer, como fuese a reaccionar. Y también temió por Ian. Primero iría por sus hermanos para que ellos la acompañaran, no la abandonarían eso sí lo sabía. Se sentó en sus piernas mientras le pasaba los brazos por el cuello en un semi abrazo, recordar la paz acordada le daba un espacio para que solo fueran ellos mismos. Aquello le agradaba, perderse, ser ellos -Tú llévame a donde quieras, te seguiré...en cuanto tenga ropa- Le dijo, robándole un beso antes de irse corriendo hacia el piso de arriba con una sonrisa pícara y la clara intención de que la siguiera. Después de tener algo de ropa puesta, o bastante debido al frío, salieron camino a conseguir algo de buen sabor y nutritivo para el cuerpo y se perdieron por varias semanas donde poca gente realmente supo que estaban vivos y sanos; sin conocer lo que realmente les esperaba cuando volvieran a la realidad.
Al dar aquella referencia de la batería asintió enérgicamente -Exactamente eso. Pero sólo cuando estoy en presencia de él, porque su magia atrae la mía para hacer cosas grandiosas. Puedo mostrarte un día qué es lo que siento. El nacimiento de la magia natural- Al ver su reacción respecto a la Resistencia negó suavemente con la cabeza. No quería ofenderlo -Me refiero a que aquí abajo si usabas magia estabas en peligro y eso te llevó a dejar de ejecutarla tanto como antes. Se han olvidado muchas costumbres y tradiciones, Ian. Pude ver la cara de tu padre, de los Knox cuando hice el encantamiento para encontrarte. Es...Eso es lo que quiero recuperar. Está en nuestra naturaleza y tenemos el derecho de ejercerla libremente-
-Por supuesto que sí…- Murmuró a aquello de que podía seguir mejorando, no lo dudaría ni un segundo. Menos siendo tan tozudo como es, tan terco como ella misma. -Todos podemos mejorar. Y si me dejas...Te puedo enseñar muchas cosas- Le soltó alzando suavemente el hombro, porque sabía que no le agradaba recibir ayuda de nadie. Aunque tal vez ahora cambiaban los planes. Sin embargo, el rumbo de esta conversación hace que vuelva a acordarse de Rybar y hace una mueca incómoda pensando en cómo se había olvidado olímpicamente de él en los últimos meses. Se preocuparía de buscarlo, sin duda. Programaría algo. Sí, cuando saliera de sus asuntos.
-Ian, Max ni siquiera sabía que teníamos algo. Dudo que haya planeado nada…- Se mordió el labio incómoda -Pero aunque lo intente no lo logrará. No hay magia que supere lo nuestro. ¿Lo sabes, no?- Cuestionó y volvió a subir sus manos por sus brazos mientras escuchaba aquello sobre Layla -Tal vez es con las Le Fay. Tal vez es la química del linaje. Aunque de pequeña realmente nunca lo sentí así. - Murmuró pensativa antes de escuchar el resto sonriendo brevemente. Temía lo que sea que Max fuese a hacer, como fuese a reaccionar. Y también temió por Ian. Primero iría por sus hermanos para que ellos la acompañaran, no la abandonarían eso sí lo sabía. Se sentó en sus piernas mientras le pasaba los brazos por el cuello en un semi abrazo, recordar la paz acordada le daba un espacio para que solo fueran ellos mismos. Aquello le agradaba, perderse, ser ellos -Tú llévame a donde quieras, te seguiré...en cuanto tenga ropa- Le dijo, robándole un beso antes de irse corriendo hacia el piso de arriba con una sonrisa pícara y la clara intención de que la siguiera. Después de tener algo de ropa puesta, o bastante debido al frío, salieron camino a conseguir algo de buen sabor y nutritivo para el cuerpo y se perdieron por varias semanas donde poca gente realmente supo que estaban vivos y sanos; sin conocer lo que realmente les esperaba cuando volvieran a la realidad.
Cuando Catherine se despertó estaba desparramada por toda su cama. No, la cama de Ian. Bueno, la suya. Joder, apenas había despertado y ya estaba doliendole la cabeza. La razón de interrupción del sueño no es más que la necesidad de descargar su vejiga, cosa que hace caminando con aspecto grogui hasta el baño y haciéndolo por pura inercia. Tras lavarse las manos se percata, entonces que Ian no está en casa. El sondeo mental es breve y geograficamente reducido a aquella residencia así que hace un leve puchero. No obstante, no era quien para controlarle ¿No? Bueno, sí. Sí, claro que sí. Era la madre de su hijo. O hija. Así que… O su pareja ¿Era su novia? Se llevó la mano a la sien para masajearsela. El sueño empezaba a hacerla presa mientras caminaba para tirarse en la cama, pero el hambre fue más fuerte.
Era por eso. Por esa precisa situación que la cocina de la casa Hacksaw estaba llena de humo. Mientras Catherne había adquirido poder, lo llevaba en los genes, la cocina se había trasladado a Desmond y ella...Ella tenía antojo de un desayuno americano, joder. Se creyó que sería capaz de hacerlo, de sacarlo adelante. Pero la magia del fuego lento no era lo suyo y más pronto que tarde el bacon comenzó a echar humo igual que los huevos. Con una mirada entre desesperada y decepcionada, Catherine Le Fay subió su soberano trasero sobre la mesa de la cocina observando el desastre que había hecho. ¿Cómo iba a poder encargarse de un bebé si no se podía dar de desayunar a sí misma? Apoyó las manos con cierta presión sobre la mesa mientras inclinaba hacia abajo la cabeza haciendo que su matojo de rulos negros le cubriera la cara, un puchero casi invisible asomaba en sus labios y con las piernas desnudas casi parecia vulnerable. Lloriqueó.
“Ian...Quiero panqueques y huevos, y bacon. He quemado todo, ya apague el incendio pero hay mucho humo. He abierto toooooooooodas las ventanas, menos mal que ya no es invierno. Acabaría con mocos. Oooooooh y jugo de naranja. Quiero un desayuno americano… Por favor, y jarabe...Y ese cuadradito de mantequilla que le ponen los yankees. Y chocolate, me puedes traer chocolate con avellanas? Yo sé que Desmond tiene en casa, está en la alacena de arriba, el primer estante de derecha a izquierda. Róbatelo”
Mandó aquella retahíla en el momento en el que hizo conexión con él y fue mientras esperaba respuesta que sus ojos lloricas y caprichosos se secaron de improvisto. Notó la inquietud de una mente que ella conocía muy bien y su corazón latió con fuerza entre sus pulmones. Sabía qué eran ese tipo de reacciones. Joder, mierda. Era miedo mezclado con valentía y adrenalina. Era...Era eso de “ponerlos todos a salvo, todos tenemos que volver”. El sentimiento de compromiso de la resistencia. De responder, de estar, de ayudar.
“¡IAN! ¡¿DÓNDE ESTÁS?! ¡¿ESTÁS BIEN?! ¡¿DÓNDE ESTÁN LAS ESCOBAS DE ESTA CASA?!”
Preguntó olvidándose de su antojo -y de sus pantalones- para ir por todas las habitaciones de la casa buscando un medio de transporte seguro para su bebé, para sí misma. No es que hubiese crecido mucho su vientre, pero los pantalones le hacían demasiada presión y le molestaban. Ella no tenía vestidos y sus camisas eran demasiado cortas, los pantalones de Ian demasiado grandes así que iba arriba y abajo de aquella casa con una camisa de Ian el 98% de las veces. El otro 2% estaba desnuda. Pero nunca había nadie en casa así que no le preocupaba demasiado.
Era por eso. Por esa precisa situación que la cocina de la casa Hacksaw estaba llena de humo. Mientras Catherne había adquirido poder, lo llevaba en los genes, la cocina se había trasladado a Desmond y ella...Ella tenía antojo de un desayuno americano, joder. Se creyó que sería capaz de hacerlo, de sacarlo adelante. Pero la magia del fuego lento no era lo suyo y más pronto que tarde el bacon comenzó a echar humo igual que los huevos. Con una mirada entre desesperada y decepcionada, Catherine Le Fay subió su soberano trasero sobre la mesa de la cocina observando el desastre que había hecho. ¿Cómo iba a poder encargarse de un bebé si no se podía dar de desayunar a sí misma? Apoyó las manos con cierta presión sobre la mesa mientras inclinaba hacia abajo la cabeza haciendo que su matojo de rulos negros le cubriera la cara, un puchero casi invisible asomaba en sus labios y con las piernas desnudas casi parecia vulnerable. Lloriqueó.
“Ian...Quiero panqueques y huevos, y bacon. He quemado todo, ya apague el incendio pero hay mucho humo. He abierto toooooooooodas las ventanas, menos mal que ya no es invierno. Acabaría con mocos. Oooooooh y jugo de naranja. Quiero un desayuno americano… Por favor, y jarabe...Y ese cuadradito de mantequilla que le ponen los yankees. Y chocolate, me puedes traer chocolate con avellanas? Yo sé que Desmond tiene en casa, está en la alacena de arriba, el primer estante de derecha a izquierda. Róbatelo”
Mandó aquella retahíla en el momento en el que hizo conexión con él y fue mientras esperaba respuesta que sus ojos lloricas y caprichosos se secaron de improvisto. Notó la inquietud de una mente que ella conocía muy bien y su corazón latió con fuerza entre sus pulmones. Sabía qué eran ese tipo de reacciones. Joder, mierda. Era miedo mezclado con valentía y adrenalina. Era...Era eso de “ponerlos todos a salvo, todos tenemos que volver”. El sentimiento de compromiso de la resistencia. De responder, de estar, de ayudar.
“¡IAN! ¡¿DÓNDE ESTÁS?! ¡¿ESTÁS BIEN?! ¡¿DÓNDE ESTÁN LAS ESCOBAS DE ESTA CASA?!”
Preguntó olvidándose de su antojo -y de sus pantalones- para ir por todas las habitaciones de la casa buscando un medio de transporte seguro para su bebé, para sí misma. No es que hubiese crecido mucho su vientre, pero los pantalones le hacían demasiada presión y le molestaban. Ella no tenía vestidos y sus camisas eran demasiado cortas, los pantalones de Ian demasiado grandes así que iba arriba y abajo de aquella casa con una camisa de Ian el 98% de las veces. El otro 2% estaba desnuda. Pero nunca había nadie en casa así que no le preocupaba demasiado.
Varios meses han transcurrido ya desde aquella batalla entre renegados y Alianza en la que me vi envuelto, aquella en la que casi matan a la hija de Lyran. Conseguimos salvarla por poco, aunque no pudimos hacer nada por evitar que perdiera el ojo. Los demás también acabamos bastante maltrechos, y necesitamos varias semanas para terminar de recuperarnos. Después de aquello todo el mundo tuvo que retomar su vida, si es que se puede llamar así a seguir intentando sobrevivir a la guerra como algo cotidiano de su día a día. Por mi parte opté por alejarme de aquí durante las semanas que siguieron a aquello, que acabaron convirtiéndose en algunos meses. Me aseguré antes de marchar que los míos estaban bien, por supuesto, no los estaba abandonando porque pensaba regresar. Además, sé de sobra que saben desenvolverse muy bien, ya lo hicieron durante el tiempo que estuve ausente durante mi época de sádico auror del Ministerio.
Tras mi marcha me dediqué a asuntos varios, como continuar con la inútil e infructuosa búsqueda de mi desaparecida esposa, a la que hace tiempo le perdí la pista, o a visitar la antigua taberna de Jack el Destripador en la que me crié, ahora regentada por la nieta de mi mentor, Ian Foster. Algo más que amistad se ha ido forjando entre Shamandalie y yo, aunque también es cierto que a ratos nos odiamos. Es digna heredera de su abuelo, tiene todo su carácter. También me he dedicado a perfeccionar mis habilidades, nunca hay que permitir que se oxiden teniendo en cuenta el mundo tan demandante en el que vivimos.
De vez en cuando también hacia algunos trabajos como mercenario, lo que me ha llevado a diversos puntos de Europa en cada momento, pudiendo ver así de primera mano la situación en otros lugares. Italia está sumida en un extraño estado de sumisión a los seres mágicos, algo extraño teniendo en cuenta que el gobierno era pro Alianza. Francia fue bombardeada hace tiempo, en misteriosas circunstancias. Alemania fue tomada por miembros de la Alianza estadounidense, que acabaron de un plumazo con el gobierno de los ministeriales mágicos. Y en Rusia pasó exactamente lo mismo, aunque no he llegado a pisar el lugar, no conozco qué está pasando ahora. De todos modos da igual donde vaya, siempre me llevo mis demonios conmigo. Hay algunas noches que se hacen insoportables por las pesadillas, por mucho tiempo que pase van a seguir ahí. Demasiado pasado que desearía borrar, y, aunque podría hacerse, deshacerme de esos recuerdos sería acabar con la penitencia que suponen. Demasiado fácil, demasiado vergonzoso porque yo al menos tengo la suerte de seguir vivo, no como aquellos cuyas vidas segué. Lo único que puedo hacer es seguir adelante por mis hijos, porque todavía me necesitan y tengo que resistir por ellos.
Por eso regreso de nuevo a casa, para ver cómo va todo y para estar con Ian y Chloe. Me aparezco frente a la casa Hacksaw, tomando en la entrada unas cuantas cartas acumuladas que han ido dejando las lechuzas mágicas. No me paro a mirar la correspondencia por el momento, la meto en el bolsillo de mi chaqueta y abro con mi llave la puerta del domicilio. Enseguida me llega un olor a quemado que viene de la cocina, además de un montón de humo que me hace toser. Abro de par en par las ventanas del salón o cualquiera que falte por abrir, corriendo a la cocina para ver lo que pasa. No hay fuego, pero sí comida quemada en la sartén. - ¡Chloe! ¡Ian! ¡Os dejáis la comida en el fuego y le prendéis fuego a la casa! - no quería llegar reprendiéndoles, no es que tenga mucho derecho después de andar desaparecido tanto tiempo, pero ya se nos quemó la casa una vez (mejor dicho, nos la quemaron por venganza) y no es plato de gusto tener que volver a hacer reformas por incendio. Me pongo a buscarlos por las habitaciones sin encontrarlos, pensando que se han ido de casa dejando la comida puesta. Lo que me sorprende es encontrarme por allí con Catherine, vestida a medias y con ropa que no parece suya. No, claro que no es suya. Es de Ian. Arqueo lentamente la ceja, relacionando rápidamente los datos que se me ofrecen. Yo también le dejaba mi ropa a Victoria, y sé bien de qué va la cosa. Avanzo un poco hasta situarme a un metro de ella, cruzándome de brazos.
- Catherine. - saludo de manera escueta, un tanto incómodo por la situación en la que nos vemos. - No sabía que estabas aquí. Estaba buscando a Ian y a Chloe. ¿Sabes dónde están? ¿ha sucedido algo que deba saber? - remarco claramente la parte de 'que deba saber', instándola a que no me oculte nada. Supongo que lo de la cocina es cosa suya, pues no veo a ninguno de los otros. En el fondo son los tres unos críos, para algunas cosas siguen siéndolo. No pueden ni mantener una casa, por mucho que sepan luchar. La guerra les ha arrebatado el aprender las cosas cotidianas, a desenvolverse en una vida normal.
Tras mi marcha me dediqué a asuntos varios, como continuar con la inútil e infructuosa búsqueda de mi desaparecida esposa, a la que hace tiempo le perdí la pista, o a visitar la antigua taberna de Jack el Destripador en la que me crié, ahora regentada por la nieta de mi mentor, Ian Foster. Algo más que amistad se ha ido forjando entre Shamandalie y yo, aunque también es cierto que a ratos nos odiamos. Es digna heredera de su abuelo, tiene todo su carácter. También me he dedicado a perfeccionar mis habilidades, nunca hay que permitir que se oxiden teniendo en cuenta el mundo tan demandante en el que vivimos.
De vez en cuando también hacia algunos trabajos como mercenario, lo que me ha llevado a diversos puntos de Europa en cada momento, pudiendo ver así de primera mano la situación en otros lugares. Italia está sumida en un extraño estado de sumisión a los seres mágicos, algo extraño teniendo en cuenta que el gobierno era pro Alianza. Francia fue bombardeada hace tiempo, en misteriosas circunstancias. Alemania fue tomada por miembros de la Alianza estadounidense, que acabaron de un plumazo con el gobierno de los ministeriales mágicos. Y en Rusia pasó exactamente lo mismo, aunque no he llegado a pisar el lugar, no conozco qué está pasando ahora. De todos modos da igual donde vaya, siempre me llevo mis demonios conmigo. Hay algunas noches que se hacen insoportables por las pesadillas, por mucho tiempo que pase van a seguir ahí. Demasiado pasado que desearía borrar, y, aunque podría hacerse, deshacerme de esos recuerdos sería acabar con la penitencia que suponen. Demasiado fácil, demasiado vergonzoso porque yo al menos tengo la suerte de seguir vivo, no como aquellos cuyas vidas segué. Lo único que puedo hacer es seguir adelante por mis hijos, porque todavía me necesitan y tengo que resistir por ellos.
Por eso regreso de nuevo a casa, para ver cómo va todo y para estar con Ian y Chloe. Me aparezco frente a la casa Hacksaw, tomando en la entrada unas cuantas cartas acumuladas que han ido dejando las lechuzas mágicas. No me paro a mirar la correspondencia por el momento, la meto en el bolsillo de mi chaqueta y abro con mi llave la puerta del domicilio. Enseguida me llega un olor a quemado que viene de la cocina, además de un montón de humo que me hace toser. Abro de par en par las ventanas del salón o cualquiera que falte por abrir, corriendo a la cocina para ver lo que pasa. No hay fuego, pero sí comida quemada en la sartén. - ¡Chloe! ¡Ian! ¡Os dejáis la comida en el fuego y le prendéis fuego a la casa! - no quería llegar reprendiéndoles, no es que tenga mucho derecho después de andar desaparecido tanto tiempo, pero ya se nos quemó la casa una vez (mejor dicho, nos la quemaron por venganza) y no es plato de gusto tener que volver a hacer reformas por incendio. Me pongo a buscarlos por las habitaciones sin encontrarlos, pensando que se han ido de casa dejando la comida puesta. Lo que me sorprende es encontrarme por allí con Catherine, vestida a medias y con ropa que no parece suya. No, claro que no es suya. Es de Ian. Arqueo lentamente la ceja, relacionando rápidamente los datos que se me ofrecen. Yo también le dejaba mi ropa a Victoria, y sé bien de qué va la cosa. Avanzo un poco hasta situarme a un metro de ella, cruzándome de brazos.
- Catherine. - saludo de manera escueta, un tanto incómodo por la situación en la que nos vemos. - No sabía que estabas aquí. Estaba buscando a Ian y a Chloe. ¿Sabes dónde están? ¿ha sucedido algo que deba saber? - remarco claramente la parte de 'que deba saber', instándola a que no me oculte nada. Supongo que lo de la cocina es cosa suya, pues no veo a ninguno de los otros. En el fondo son los tres unos críos, para algunas cosas siguen siéndolo. No pueden ni mantener una casa, por mucho que sepan luchar. La guerra les ha arrebatado el aprender las cosas cotidianas, a desenvolverse en una vida normal.
Una tras otras laspuertas resuenan por toda la casa cuando abre y cierra sin parar. No sabía montar una escoba pues nunca había entrenado con ella pero varias veces habían hablado de medios de transporte en caso de necesitarlo y a sabiendas que los polvos flú ni la aparición eran medios seguros, las escobas habían sido la opción. Sin embargo, hasta ahora no las había necesitado.
“Pero dónde están las malditas…”
Evidentemente, el pico de estrés la distrajo lo suficiente para que no se diera cuenta de que el patriarca Hackwas, AKA su “suegro” -creo-, había ingresado en la casa. Por cierto, ¿Alguna vez comenté que Catherine le tenía mucho respeto a Adam? No sabía porqué, simplemente se lo inspiraba. Tal vez se identificaba demasiado con el alma atormentada del hombre, aunque sus pecados y desgracias fueran absolutamente diferente. Al cerrar una de las puertas se encontró de lleno con la figura de Adam y saltó hacia atrás dando un respingo.
-Joder- Se llevó la mano hacia el pecho y miró hacia los ojos de Adam con estrés -Pues su hijo… SÍ, SU HIJO,me ha dejado acá SOLA y se ha ido a pelear a no sé dónde y quiero ir con él! ¡PERO NO CONSIGO LAS ESCOBAS! ¡¿DÓNDE ESTÁN LAS ESCOBAS?!- Cuestionó, gritando las últimas palabras por el nivel de ansiedad que le estaba atacando. No obstante,de un momento a otro desvío la vista y recibió el mensaje de Ian, suspirando finalmente al saber que se encontraba bien y que la pelea había terminado. Apoyó un hombro en la pared y cerró los ojos mientras una oleada de tranquilidad la recorría. Eso duró aproximadamente unos segundos antes de darse cuenta de la mirada de Adam. Catherine abrió los ojos y sonrió brevemente.
“Ian, tu papá está aquí. Y...me está mirando como él mira. Y estoy con tu ropa, sin pantalones y con cara de haber dormido 12 horas seguidas. ¿Podrías venir, por favor? Creo...Creo que ha llegado el momento de aclarar un par de cosas. Con tu familia...Y con la mía. Ya son tres meses”
-Está bien, dice que está bien- Explicó mientras se incorporaba y pestañeaba lentamente sintiendose repentinamente incómoda -Pues… Pues hay muchas cosas que debería saber- Se rascó suavemente la cabeza antes de echarse los rizos detrás de las orejas -Pero para este tipo de conversaciones me gustaría llevar pantalones.Y que Ian estuviera aquí. Y un desayuno yankee…- Musitó lo último antes de que se le escapara un suspiro y se dio media vuelta hacia el cuarto de Ian. Pero recordó que sus pantalones no le quedaban y se detuvo en el camino -Emmm… ¿Usted considera que Chloe tiene una talla más que yo?- Preguntó volviendose hacia él con las mejillas ruborizadas. - ¿Y que tendrá ropa que me preste...que no sea demasiado colorida?-
“Pero dónde están las malditas…”
Evidentemente, el pico de estrés la distrajo lo suficiente para que no se diera cuenta de que el patriarca Hackwas, AKA su “suegro” -creo-, había ingresado en la casa. Por cierto, ¿Alguna vez comenté que Catherine le tenía mucho respeto a Adam? No sabía porqué, simplemente se lo inspiraba. Tal vez se identificaba demasiado con el alma atormentada del hombre, aunque sus pecados y desgracias fueran absolutamente diferente. Al cerrar una de las puertas se encontró de lleno con la figura de Adam y saltó hacia atrás dando un respingo.
-Joder- Se llevó la mano hacia el pecho y miró hacia los ojos de Adam con estrés -Pues su hijo… SÍ, SU HIJO,me ha dejado acá SOLA y se ha ido a pelear a no sé dónde y quiero ir con él! ¡PERO NO CONSIGO LAS ESCOBAS! ¡¿DÓNDE ESTÁN LAS ESCOBAS?!- Cuestionó, gritando las últimas palabras por el nivel de ansiedad que le estaba atacando. No obstante,de un momento a otro desvío la vista y recibió el mensaje de Ian, suspirando finalmente al saber que se encontraba bien y que la pelea había terminado. Apoyó un hombro en la pared y cerró los ojos mientras una oleada de tranquilidad la recorría. Eso duró aproximadamente unos segundos antes de darse cuenta de la mirada de Adam. Catherine abrió los ojos y sonrió brevemente.
“Ian, tu papá está aquí. Y...me está mirando como él mira. Y estoy con tu ropa, sin pantalones y con cara de haber dormido 12 horas seguidas. ¿Podrías venir, por favor? Creo...Creo que ha llegado el momento de aclarar un par de cosas. Con tu familia...Y con la mía. Ya son tres meses”
-Está bien, dice que está bien- Explicó mientras se incorporaba y pestañeaba lentamente sintiendose repentinamente incómoda -Pues… Pues hay muchas cosas que debería saber- Se rascó suavemente la cabeza antes de echarse los rizos detrás de las orejas -Pero para este tipo de conversaciones me gustaría llevar pantalones.Y que Ian estuviera aquí. Y un desayuno yankee…- Musitó lo último antes de que se le escapara un suspiro y se dio media vuelta hacia el cuarto de Ian. Pero recordó que sus pantalones no le quedaban y se detuvo en el camino -Emmm… ¿Usted considera que Chloe tiene una talla más que yo?- Preguntó volviendose hacia él con las mejillas ruborizadas. - ¿Y que tendrá ropa que me preste...que no sea demasiado colorida?-
Permanezco impasible y con los brazos cruzados cuando Catherine pega ese respingo al asustarse por mi repentina (o no tan repentina) presencia en la casa. Lo cierto es que ya llevo unos minutos por aquí, e incluso he llamado a mis hijos en voz alta para que acudan a la cocina. Ella parece estar bastante despistada para no haberse dado cuenta. Si explica que Ian la ha dejado en la casa sola es porque deben estar instalados aquí, o algo por el estilo. Lo de irse a pelear no me extraña, ya lleva demasiados años metiéndose en peleas de los renegados, teniendo en cuenta lo joven que es. No puedo evitar alarmarme, teniendo en cuenta que en una de esas peleas acabó encerrado en los putos campos de concentración de la Alianza.
- Le dije que no se metiera en más jaleos innecesarios. Ya veo que no me escucha en absoluto. Él mejor que nadie debería saberlo ya.- no quiero que le pase de nuevo, o que le suceda como a la hija de Lyran, que casi la matan y ha acabado sin ojo. - No, no tenemos escobas. Se quemaron todas cuando unos gilipollas descerebrados nos quemaron la casa. - todavía recuerdo aquel episodio con odio, pero éste queda en uno de los últimos puestos, como hay tantos momentos así para escoger en mi historial. Su gesto se relaja a los pocos segundos, confirmándome después que él está bien y que la pelea ya ha terminado. Supongo que se lo ha dicho con la comunicación mental esa que tiene ella. Cierro los ojos un momento y me llevo los dedos de una mano a las sienes, masajeándolas un poco para aliviar la tensión por el susto que me ha dado con esa noticia. Después vuelvo a mirarla, volviendo a elevar una ceja con escepticismo por eso de que hay muchas cosas que debería saber. - Creo que puedo imaginarlo...- si van a decirme que están juntos o algo por el estilo pues tampoco hace falta ser muy avispado para darse cuenta. De lo contrario no estaría ella aquí, a medio vestir. Decido ser claro y no hace como que no me doy cuenta de nada.
- No sé qué tipo de relación tenéis mi hijo y tú, ni voy a opinar, pero...no le vendría mal una buena influencia que lo disuadiera de hacer esas locuras suicidas que hace. Alguien que lo frenase un poco y le hiciera ser más sensato. - mi esposa conseguía algo parecido conmigo, si bien es cierto que yo era (y sigo siendo) mucho más complicado y menos equilibrado de lo que es Ian. Por suerte él es mucho mejor que yo. Descruzo los brazos al escuchar lo de la ropa, yo de eso no tengo ni idea. - Coge cualquier cosa que tenga del armario. Creo que ha estado haciéndose pantalones con telas recicladas, a trozos, así que dudo que encuentres nada de aspecto sobrio. Respecto a la talla...diría que es parecida. Esperaré en el salón mientras llega Ian.- dicho esto me doy media vuelta, regresando hacia la zona del salón. Así ambos estaremos más cómodos, especialmente ella. Me siento en una desvencijada butaca mientras se me viene a la cabeza un recuerdo agridulce, como lo incómodo que me resultaba a mi también estar en presencia del padre de Victoria. Ryan era un buen hombre, y casi siempre se portó muy bien conmigo, aunque yo no pareciese alguien de fiar. Parece que han pasado siglos de aquello, aunque en realidad no haga tanto tiempo.
- Le dije que no se metiera en más jaleos innecesarios. Ya veo que no me escucha en absoluto. Él mejor que nadie debería saberlo ya.- no quiero que le pase de nuevo, o que le suceda como a la hija de Lyran, que casi la matan y ha acabado sin ojo. - No, no tenemos escobas. Se quemaron todas cuando unos gilipollas descerebrados nos quemaron la casa. - todavía recuerdo aquel episodio con odio, pero éste queda en uno de los últimos puestos, como hay tantos momentos así para escoger en mi historial. Su gesto se relaja a los pocos segundos, confirmándome después que él está bien y que la pelea ya ha terminado. Supongo que se lo ha dicho con la comunicación mental esa que tiene ella. Cierro los ojos un momento y me llevo los dedos de una mano a las sienes, masajeándolas un poco para aliviar la tensión por el susto que me ha dado con esa noticia. Después vuelvo a mirarla, volviendo a elevar una ceja con escepticismo por eso de que hay muchas cosas que debería saber. - Creo que puedo imaginarlo...- si van a decirme que están juntos o algo por el estilo pues tampoco hace falta ser muy avispado para darse cuenta. De lo contrario no estaría ella aquí, a medio vestir. Decido ser claro y no hace como que no me doy cuenta de nada.
- No sé qué tipo de relación tenéis mi hijo y tú, ni voy a opinar, pero...no le vendría mal una buena influencia que lo disuadiera de hacer esas locuras suicidas que hace. Alguien que lo frenase un poco y le hiciera ser más sensato. - mi esposa conseguía algo parecido conmigo, si bien es cierto que yo era (y sigo siendo) mucho más complicado y menos equilibrado de lo que es Ian. Por suerte él es mucho mejor que yo. Descruzo los brazos al escuchar lo de la ropa, yo de eso no tengo ni idea. - Coge cualquier cosa que tenga del armario. Creo que ha estado haciéndose pantalones con telas recicladas, a trozos, así que dudo que encuentres nada de aspecto sobrio. Respecto a la talla...diría que es parecida. Esperaré en el salón mientras llega Ian.- dicho esto me doy media vuelta, regresando hacia la zona del salón. Así ambos estaremos más cómodos, especialmente ella. Me siento en una desvencijada butaca mientras se me viene a la cabeza un recuerdo agridulce, como lo incómodo que me resultaba a mi también estar en presencia del padre de Victoria. Ryan era un buen hombre, y casi siempre se portó muy bien conmigo, aunque yo no pareciese alguien de fiar. Parece que han pasado siglos de aquello, aunque en realidad no haga tanto tiempo.
Aparezco directamente en el salón de mi casa tras mi marcha de la Gruta de las Conchas, quedando bastante cerca del sillón en el que se ha sentado mi padre, apoyándome con una mano en el respaldo de dicho sillón al sufrir un leve mareo que achaco a la desaparición en lugar de al veneno. La curación que me han hecho ha sido bastante para las heridas, pero no suficiente para la neutralización del veneno, cosa de la cual no tengo ni idea. En cuanto me recompongo un poco me sitúo delante de mi padre, saludándolo con mis desastrosas pintas post-batalla, más despeinado que de costumbre, manchado de tierra y algo de sangre.
"bueno, no creo que se sorprenda de nada. Ya sabe lo que hay"
- Recibí aviso de que habías llegado. No sabía que ibas a venir, es tarea complicada eso de localizarte. ¿Has estado en Irlanda durante este tiempo? - pregunto mientras cojo una silla cercana para tomar asiento, esperando que me explique un poco su repentina llegada y dónde cojones se ha metido. Tiene demasiada costumbre de hacer eso. - Creo que la última vez que nos vimos fue cuando lo de Azahar...- murmuro con cierto sentimiento de culpabilidad, pues yo estaba en esa batalla con ella y no fui capaz. Suspiro pesadamente, mirando después hacia otro lado, como buscando a quien me había llamado.
- ¡Catherine, ya he llegado! - aviso para que salga de donde esté metida, que fijo que se siente incómoda con mi padre en casa y la "situación" que habrá que contarle en algún momento. La verdad es que no tengo ni idea de cómo se lo va a tomar, pero tratándose de él me espero cualquier cosa. Yo me empiezo a poner algo nervioso por contarlo, y más si va a a acudir aquí más gente de la familia, como Chloe o sus hermanos.
-------------
PS: 140- 5 (veneno)= 135
"bueno, no creo que se sorprenda de nada. Ya sabe lo que hay"
- Recibí aviso de que habías llegado. No sabía que ibas a venir, es tarea complicada eso de localizarte. ¿Has estado en Irlanda durante este tiempo? - pregunto mientras cojo una silla cercana para tomar asiento, esperando que me explique un poco su repentina llegada y dónde cojones se ha metido. Tiene demasiada costumbre de hacer eso. - Creo que la última vez que nos vimos fue cuando lo de Azahar...- murmuro con cierto sentimiento de culpabilidad, pues yo estaba en esa batalla con ella y no fui capaz. Suspiro pesadamente, mirando después hacia otro lado, como buscando a quien me había llamado.
- ¡Catherine, ya he llegado! - aviso para que salga de donde esté metida, que fijo que se siente incómoda con mi padre en casa y la "situación" que habrá que contarle en algún momento. La verdad es que no tengo ni idea de cómo se lo va a tomar, pero tratándose de él me espero cualquier cosa. Yo me empiezo a poner algo nervioso por contarlo, y más si va a a acudir aquí más gente de la familia, como Chloe o sus hermanos.
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PS: 140- 5 (veneno)= 135
Al oír aquello de que Ian estaba en su “etapa rebelde”, Catherine dibujó una semi sonrisa. Ninguno iba a parar ahora cuando tenían que esforzarse en detener aquella guerra antes de que su bebé naciera. Pero decidió no comentar nada, Ian era tan terco como ella y no iban a hacer lo que le decían que hiciera ¿No? Supuso que era lo primero que le había atraído de él. Aquel pensamiento se disipó en cuanto dijo lo de las escobas, pensando en que era muy cruel eso de quemarle el hogar a alguien y después derivándolo en que Ian tenía que comprar escobas. Urgentemente.
La forma en la que le habla Adam, de manera tan directa hace que se sonroje de pronto y le mire con atención escuchando aquello sobre Ian. Pero aquello de “buena influencia” le hizo negar suavemente con la cabeza mientras la bajaba -Lo siento. No creo que sea buena influencia para él. Somos un poco irreverentes y rebeldes lo dos ¿De acuerdo? Pero si le puedo asegurar que Ian va a tener más cuidado de ahora en adelante. Debe tenerlo- Añadió con seguridad pues se lo había dicho a ella, que iba a cuidarlos y protegerlos, que nada les pasaría y eso iniciaría si él se cuidaba primero. Claro estaba que tenían que hablar seriamente de aquella salida a la guerra que se había echado porque Catherine también quería colaborar y había quedado más que asentado que la última incursión en la alianza había funcionado bien gracias, también, a su mente como “centro de comunicaciones. Ya se lo recordaría. Después de todo, es cuando lo habían rescatado.
Asintió a aquello que le dijo de la ropa frunciendo un poco la nariz, Chloe usaba ropa de muchos colores así que ingresó a su habitación sin muchas esperanzas. Mientras buscaba, y suponiendo que Ian estaba de acuerdo, fue convocando a los Knox, a sus hermanos y a Chloe. Con tantas diferentes excusas que seguramente estarían con cara confusa al llegar. Excepto Azahar, a ella le había dicho lo del sigilo y lo de los polvo flú en casa. En el fondo del armario encontró un vestido gris, cuya falda iba cayendo en varios pliegues horizontales con otros colores que definitivamente no le gustaba a Catherine. Pero vio potencial y terminó colocándoselo. Era la primera vez en… unos 15 años que se ponía vestido y se sentía demasiado libre mientras arrancaba con las manos aquellos anillos de colores hasta dejar sólo la base gris. Era más estrecho de lo que generalmente solía usar lo que le hacía sentir que se notaba la escasa curva de su embarazo. Mirándose en el espejo lo aplanó contra su piel mirando el vientre levemente hinchado, presionó suavemente con los dedos como dibujando arabescos con un sentimiento extraño en el pecho que no llegaba a reconocer del todo.
-Me gustaría pintar- le comentó a su panza y dio un respingo cuando la voz de Ian recorrió la casa. Salió corriendo descalza hacia la zona donde había escuchado la voz mirando a Adam y luego a Ian con una sonrisa más calma -Hey- Murmuró acercándose y revolviendo su cabello con suavidad, quería besarlo pero le daba vergüenza hacerlo delante de su padre. -No te vayas así de nuevo. Puedo ayudarte. Cuando te rescatamos fungía de centro de comunicaciones. No intentes protegerme, no de esa manera- Musitó sentándose al lado de él, en el brazo del sofá con cierto desparpajo hasta que se da cuenta de que anda con vestido y se acomoda la tela y la posición para evitar otros momentos más incómodos -Por cierto… - Miró a Adam con cierta ansiedad para luego mirar a Ian y pegarle un golpe en el hombro, no muy fuerte pero firme -No hay escobas aquí. ¿Cómo puedo moverme si no es con la escoba? ¿Me vas a traer una moto? ...Oh, eso es buena idea. Me gustan las motos- De reprimenda había pasado a una buena idea, tan buena como el desayuno...Que Ian no había traído -¿Le dijiste a Chloe lo del desayuno? -
La forma en la que le habla Adam, de manera tan directa hace que se sonroje de pronto y le mire con atención escuchando aquello sobre Ian. Pero aquello de “buena influencia” le hizo negar suavemente con la cabeza mientras la bajaba -Lo siento. No creo que sea buena influencia para él. Somos un poco irreverentes y rebeldes lo dos ¿De acuerdo? Pero si le puedo asegurar que Ian va a tener más cuidado de ahora en adelante. Debe tenerlo- Añadió con seguridad pues se lo había dicho a ella, que iba a cuidarlos y protegerlos, que nada les pasaría y eso iniciaría si él se cuidaba primero. Claro estaba que tenían que hablar seriamente de aquella salida a la guerra que se había echado porque Catherine también quería colaborar y había quedado más que asentado que la última incursión en la alianza había funcionado bien gracias, también, a su mente como “centro de comunicaciones. Ya se lo recordaría. Después de todo, es cuando lo habían rescatado.
Asintió a aquello que le dijo de la ropa frunciendo un poco la nariz, Chloe usaba ropa de muchos colores así que ingresó a su habitación sin muchas esperanzas. Mientras buscaba, y suponiendo que Ian estaba de acuerdo, fue convocando a los Knox, a sus hermanos y a Chloe. Con tantas diferentes excusas que seguramente estarían con cara confusa al llegar. Excepto Azahar, a ella le había dicho lo del sigilo y lo de los polvo flú en casa. En el fondo del armario encontró un vestido gris, cuya falda iba cayendo en varios pliegues horizontales con otros colores que definitivamente no le gustaba a Catherine. Pero vio potencial y terminó colocándoselo. Era la primera vez en… unos 15 años que se ponía vestido y se sentía demasiado libre mientras arrancaba con las manos aquellos anillos de colores hasta dejar sólo la base gris. Era más estrecho de lo que generalmente solía usar lo que le hacía sentir que se notaba la escasa curva de su embarazo. Mirándose en el espejo lo aplanó contra su piel mirando el vientre levemente hinchado, presionó suavemente con los dedos como dibujando arabescos con un sentimiento extraño en el pecho que no llegaba a reconocer del todo.
- Dressssssss:
-Me gustaría pintar- le comentó a su panza y dio un respingo cuando la voz de Ian recorrió la casa. Salió corriendo descalza hacia la zona donde había escuchado la voz mirando a Adam y luego a Ian con una sonrisa más calma -Hey- Murmuró acercándose y revolviendo su cabello con suavidad, quería besarlo pero le daba vergüenza hacerlo delante de su padre. -No te vayas así de nuevo. Puedo ayudarte. Cuando te rescatamos fungía de centro de comunicaciones. No intentes protegerme, no de esa manera- Musitó sentándose al lado de él, en el brazo del sofá con cierto desparpajo hasta que se da cuenta de que anda con vestido y se acomoda la tela y la posición para evitar otros momentos más incómodos -Por cierto… - Miró a Adam con cierta ansiedad para luego mirar a Ian y pegarle un golpe en el hombro, no muy fuerte pero firme -No hay escobas aquí. ¿Cómo puedo moverme si no es con la escoba? ¿Me vas a traer una moto? ...Oh, eso es buena idea. Me gustan las motos- De reprimenda había pasado a una buena idea, tan buena como el desayuno...Que Ian no había traído -¿Le dijiste a Chloe lo del desayuno? -
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