Casa de aspecto rural, amplia y protegida por hechizos de protección y barreras que permiten el paso solo de aquellas personas autorizadas por los descendientes de Galeno y Merlín.
En su interior hay una gran biblioteca con la colección personal de ambos descendientes., una consulta privada y una habitación de hechizos y encantamientos.
Biblioteca:
Habitación principal:
Salón:
Había transcurrido ya una semana desde que abandonamos la casa de Catherine, justo después de que Sean liberase a Zaphira de aquella oscuridad que se había apoderado de ella. El aviso de la Dama del Lago no hizo sino confirmar lo que ya nos temíamos: los Pendragon estaban aquí. La noticia corrió como la pólvora por toda la isla. Se había ubicado un campamento cerca de la zona de cultivos, que ahora estaba plagada por un ejército con varios estandartes, además de dragones. La propuesta de parlamentar no parecía tal, pues se habían llevado a Sofía como toda una declaración de guerra.
Sean y yo habíamos encontrado algo de paz en medio de todo ese caos, consiguiendo por fin la calma necesaria para poder preparar por fin el modo de curarle su ceguera. No podía ir así a la guerra que se nos presentaba, igual que fue una imprudencia ir así a la Ciudadela Alpha. Habíamos conseguido acondicionar nuestra propia cabaña en poco tiempo, trasladando allí nuestras principales objetos materiales, especialmente libros. En tres o cuatro días ya lo tuvimos todo listo y pudimos descansar por primera vez juntos en aquella casa, sin interrupciones de ningún tipo, a excepción de la reunión con el Consejo. Zaphira tuvo que confesar a petición de Sean, que se sintió fatal por tener que ordenarle. Todo lo que dijo la dragona hizo que algunas de las piezas comenzasen a encajar, aunque no sabíamos si guardaba más información o no. No dijimos nada de lo que sabíamos del pensadero, ya en otra ocasión con más privacidad. En el fondo me apenaba la situación de Zaphira, pensé en lo duro que debía ser guardar un secreto así durante tanto tiempo, y en lo que tuvo que ser perder así al antepasado de Sean. Entendía mejor su sobreprotección hacia él.
De vuelta a nuestro nuevo hogar me puse por fin manos a la obra para solucionar la ceguera de Sean, y si funcionaba bien también podría recuperar la visión completa en mi ojo dañado, sin tener que usar aquellas gafas que me hizo Gio. Nos encerramos entre libros y libros, tratados de medicina de todo tipo y de toda época, removimos todo lo que teníamos para encontrar información sobre ese tipo de sanaciones. No había demasiado escrito sobre daños provocados por un torrente incontrolado de magia, pues muy pocos habían caído a uno de los pozos de magia del planeta, o habían sufrido los efectos de una conjunción planetaria y su posterior torrente de energía descontrolada. Investigué sobre la magia de sanación restauradora de tejidos, intentando combinar eso con las propiedades curativas de las lágrimas de un fénix. Ahora que Rubí había crecido sus lágrimas tenían la capacidad de sanar heridas y neutralizar venenos. Preparé una poción con ese ingrediente como base, modificando ligeramente un conjuro sanador que había encontrado en el tratado del médico Ibn Sina, el primero en describir correctamente la anatomía del ojo humano. En su tratado aportaba información sobre cómo sanar ojos deteriorados.
Un par de días después fui a buscar a Sean para llevarlo al jardín, cogiéndolo de la mano para sacarlo hasta allí. El fénix se había posado en el árbol más cercano, observándonos atentamente. - Creo que he encontrado la manera de hacer que tus ojos vuelvan a ser los de antes. No he encontrado nada que sea exactamente lo que nos ha pasado con lo de la explosión de magia, pero puede revertirse al no ser una maldición por magia negra. Hay casos de ojos irrecuperables por maldiciones, pero no es el caso. - lo situé junto a una mesa en la que había dejado la poción, sentándolo en una silla mientras alzaba su cara ligeramente poniendo mi mano bajo su mentón. En la mesa había un libro antiguo abierto por una página concreta, aquella en la que estaba lo que yo necesitaba. Temía no ser capaz de cumplir la promesa de devolverle la vista, pero estaba esperanzado con lo que había descubierto.
- Mantén los ojos abiertos. Voy a comenzar poniéndote la poción con lágrimas de fénix. Puede escocer un poco... - vertí un par de gotas de poción en cada uno de sus ojos, lo que provocó que humearan ligeramente. A continuación extendí mi mano sobre sus ojos, activando el anillo Vilya mientra comenzaba a canalizar mi magia de sanación, aunque de un modo algo distinto. Comencé a recitar muy concentrado una de las letanías escritas en el Kitab Al Qanûn fi Al-Tibb, el libro escrito por Ibn Sina. La luz azulada habitual de mi magia sanadora se tornó dorada, describiendo espirales que se movían en retroceso sobre los ojos dañados de Sean. Éstos seguían humeando por las lágrimas de fénix, pero conforme avanzaba en el hechizo parecía que se iban aclarando cada vez más, como si volviese el tiempo atrás a lo que una vez fueron, recuperando su tono violeta. Noté el anillo sobrecalentarse sobre mi dedo, pero seguí con la vista fija en el manuscrito, alternando con los ojos de él. Seguí repitiendo la letanía hasta que la luz dorada comenzó a deslumbrarme y comencé a sentir cansancio por lo demandante del hechizo. Ver que funcionaba me hizo seguir adelante hasta que pude vislumbrar sus ojos sin esa especie de tela blanca que los cubría. En ese momento me di cuenta de que podía haber funcionado, aunque necesitaba que me lo confirmase él. Bajé la mano del anillo haciendo que cesase la canalización de magia, respirando de manera algo agitada. - Sean...¿puedes verme? dime que ha funcionado... - alcé la otra mano hasta su mejilla, pasando el pulgar sobre las lágrimas de fénix que habían caído sobre ésta.
Sean y yo habíamos encontrado algo de paz en medio de todo ese caos, consiguiendo por fin la calma necesaria para poder preparar por fin el modo de curarle su ceguera. No podía ir así a la guerra que se nos presentaba, igual que fue una imprudencia ir así a la Ciudadela Alpha. Habíamos conseguido acondicionar nuestra propia cabaña en poco tiempo, trasladando allí nuestras principales objetos materiales, especialmente libros. En tres o cuatro días ya lo tuvimos todo listo y pudimos descansar por primera vez juntos en aquella casa, sin interrupciones de ningún tipo, a excepción de la reunión con el Consejo. Zaphira tuvo que confesar a petición de Sean, que se sintió fatal por tener que ordenarle. Todo lo que dijo la dragona hizo que algunas de las piezas comenzasen a encajar, aunque no sabíamos si guardaba más información o no. No dijimos nada de lo que sabíamos del pensadero, ya en otra ocasión con más privacidad. En el fondo me apenaba la situación de Zaphira, pensé en lo duro que debía ser guardar un secreto así durante tanto tiempo, y en lo que tuvo que ser perder así al antepasado de Sean. Entendía mejor su sobreprotección hacia él.
De vuelta a nuestro nuevo hogar me puse por fin manos a la obra para solucionar la ceguera de Sean, y si funcionaba bien también podría recuperar la visión completa en mi ojo dañado, sin tener que usar aquellas gafas que me hizo Gio. Nos encerramos entre libros y libros, tratados de medicina de todo tipo y de toda época, removimos todo lo que teníamos para encontrar información sobre ese tipo de sanaciones. No había demasiado escrito sobre daños provocados por un torrente incontrolado de magia, pues muy pocos habían caído a uno de los pozos de magia del planeta, o habían sufrido los efectos de una conjunción planetaria y su posterior torrente de energía descontrolada. Investigué sobre la magia de sanación restauradora de tejidos, intentando combinar eso con las propiedades curativas de las lágrimas de un fénix. Ahora que Rubí había crecido sus lágrimas tenían la capacidad de sanar heridas y neutralizar venenos. Preparé una poción con ese ingrediente como base, modificando ligeramente un conjuro sanador que había encontrado en el tratado del médico Ibn Sina, el primero en describir correctamente la anatomía del ojo humano. En su tratado aportaba información sobre cómo sanar ojos deteriorados.
Un par de días después fui a buscar a Sean para llevarlo al jardín, cogiéndolo de la mano para sacarlo hasta allí. El fénix se había posado en el árbol más cercano, observándonos atentamente. - Creo que he encontrado la manera de hacer que tus ojos vuelvan a ser los de antes. No he encontrado nada que sea exactamente lo que nos ha pasado con lo de la explosión de magia, pero puede revertirse al no ser una maldición por magia negra. Hay casos de ojos irrecuperables por maldiciones, pero no es el caso. - lo situé junto a una mesa en la que había dejado la poción, sentándolo en una silla mientras alzaba su cara ligeramente poniendo mi mano bajo su mentón. En la mesa había un libro antiguo abierto por una página concreta, aquella en la que estaba lo que yo necesitaba. Temía no ser capaz de cumplir la promesa de devolverle la vista, pero estaba esperanzado con lo que había descubierto.
- Mantén los ojos abiertos. Voy a comenzar poniéndote la poción con lágrimas de fénix. Puede escocer un poco... - vertí un par de gotas de poción en cada uno de sus ojos, lo que provocó que humearan ligeramente. A continuación extendí mi mano sobre sus ojos, activando el anillo Vilya mientra comenzaba a canalizar mi magia de sanación, aunque de un modo algo distinto. Comencé a recitar muy concentrado una de las letanías escritas en el Kitab Al Qanûn fi Al-Tibb, el libro escrito por Ibn Sina. La luz azulada habitual de mi magia sanadora se tornó dorada, describiendo espirales que se movían en retroceso sobre los ojos dañados de Sean. Éstos seguían humeando por las lágrimas de fénix, pero conforme avanzaba en el hechizo parecía que se iban aclarando cada vez más, como si volviese el tiempo atrás a lo que una vez fueron, recuperando su tono violeta. Noté el anillo sobrecalentarse sobre mi dedo, pero seguí con la vista fija en el manuscrito, alternando con los ojos de él. Seguí repitiendo la letanía hasta que la luz dorada comenzó a deslumbrarme y comencé a sentir cansancio por lo demandante del hechizo. Ver que funcionaba me hizo seguir adelante hasta que pude vislumbrar sus ojos sin esa especie de tela blanca que los cubría. En ese momento me di cuenta de que podía haber funcionado, aunque necesitaba que me lo confirmase él. Bajé la mano del anillo haciendo que cesase la canalización de magia, respirando de manera algo agitada. - Sean...¿puedes verme? dime que ha funcionado... - alcé la otra mano hasta su mejilla, pasando el pulgar sobre las lágrimas de fénix que habían caído sobre ésta.
La semana se había presentado demasiado complicada desde el momento en que mi propio elemental pareció cobrar vida y advertirnos sobre el peligro que se avecinaba, la sorpresa para mi fue saber que no era un simple elemental, sinó una especie de encarnación de lady viviane, la mujer que dio a luz a la extirpe de Merlín, esa noche tanto Zaphira como yo acabamos agotados pero a la mañana siguiente debíamos enfrentarnos a la reunión sobre los Pendragon.
La charla no fue nada placentera, como siempre todo el ambiente estaba cargado de tensión sobretodo después del secuestro de Sofía. El momento de hablar para Zaphira había llegado pero se negaba a hablar a menos que se lo ordenara... nunca lo había hecho y sé que probablemente ella confiara en que no lo hiciera, pero era lo mejor y lo correcto aún a costa de traicionar su confianza. No podía ver nada pero podía escuchar la historia de Zaphira y las voces en sus recuerdos, me llevé las manos a la boca cuando el final de Robert se confirmó -Zaphira...- por eso guardaba silencio, la culpa la reconcomía por dentro después de 800 años y aún así cumplió con la orden del consejo y la de Robert, guardar y ocultarlo todo, proteger la isla, proteger a los Eire.
No tuve tiempo de hablar con la dragona pus se marchó justo después de que se le encomendara ir al frente y dirigir el ataque junto a Sayid y Altair, haciéndome sentir aún peor por no tener la oportunidad de disculparme con ella. Aún así no todo fue malo aquella semana, mi mudanza junto a Lucio se hizo oficial y pasaríamos los siguientes días compartiendo juntos nuestro nuevo hogar, sin interrupciones ni contratiempos o al menos no más de los esperados en la situación que vivía la isla.
Rubí había colaborado con Lucio de buena gana y gracias a eso por fin había llegado el día, un último intento para curar mis ojos, tomé la mano de lucio y salimos hasta el jardín de nuestra nueva casa, cerré los ojos para sentir el calor tibio del sol de otoño -Has trabajado mucho por esto, confío en ti y si esta vez no funciona lo seguiremos intentando- lo abracé antes de sentarme en la mesa del jardín y dejarlo trabajar. Asentí ante sus instrucciones y mantuve los ojos abiertos, para mi desgracia Lucio era médico y eso de "solo un poco" siempre se les quedaba corto.
Al principio solo era molesto, pero a medida que el hechizo avanzaba me agarre con fuerza a la silla mientras me mordía el labio intentando no cerrar los ojos pues cuanto más se aclaraban mis ojos más escocía. Por fin la oscuridad en la que había estado sumido casi un año empezaba a disiparse, la luz fue lo primero que pude distinguir, después el color dorado de la misma, la mano de lucio borrosa se fue aclarando poco a poco y al final pude ver su anillo claramente. Lucio se puso ante mi posando su mano en mi mejilla, pronto las lágrimas de fénix se juntaron con mis propias lágrimas, estaba atónito y no sabía como reaccionar por un segundo, levanté mis manos hasta lucio viendo su nuevo corte de pelo -Estás más guapo con el pelo corto- y al decirlo al final conseguí sonreír entre lagrimones justo antes de lanzarme sobre él para besarle -puedo verte Lucio, lo has conseguido... lo has conseguido! - me separé solo un poco para poder ver su rostro detenidamente, había pasado un año entero desde la última vez que lo vi -Gracias... sin duda alguna eres el mejor médico que hay, me ha tocado el premio gordo- de nuevo un beso acompañado de algo más -Te quiero Lucio Galenus-
La charla no fue nada placentera, como siempre todo el ambiente estaba cargado de tensión sobretodo después del secuestro de Sofía. El momento de hablar para Zaphira había llegado pero se negaba a hablar a menos que se lo ordenara... nunca lo había hecho y sé que probablemente ella confiara en que no lo hiciera, pero era lo mejor y lo correcto aún a costa de traicionar su confianza. No podía ver nada pero podía escuchar la historia de Zaphira y las voces en sus recuerdos, me llevé las manos a la boca cuando el final de Robert se confirmó -Zaphira...- por eso guardaba silencio, la culpa la reconcomía por dentro después de 800 años y aún así cumplió con la orden del consejo y la de Robert, guardar y ocultarlo todo, proteger la isla, proteger a los Eire.
No tuve tiempo de hablar con la dragona pus se marchó justo después de que se le encomendara ir al frente y dirigir el ataque junto a Sayid y Altair, haciéndome sentir aún peor por no tener la oportunidad de disculparme con ella. Aún así no todo fue malo aquella semana, mi mudanza junto a Lucio se hizo oficial y pasaríamos los siguientes días compartiendo juntos nuestro nuevo hogar, sin interrupciones ni contratiempos o al menos no más de los esperados en la situación que vivía la isla.
Rubí había colaborado con Lucio de buena gana y gracias a eso por fin había llegado el día, un último intento para curar mis ojos, tomé la mano de lucio y salimos hasta el jardín de nuestra nueva casa, cerré los ojos para sentir el calor tibio del sol de otoño -Has trabajado mucho por esto, confío en ti y si esta vez no funciona lo seguiremos intentando- lo abracé antes de sentarme en la mesa del jardín y dejarlo trabajar. Asentí ante sus instrucciones y mantuve los ojos abiertos, para mi desgracia Lucio era médico y eso de "solo un poco" siempre se les quedaba corto.
Al principio solo era molesto, pero a medida que el hechizo avanzaba me agarre con fuerza a la silla mientras me mordía el labio intentando no cerrar los ojos pues cuanto más se aclaraban mis ojos más escocía. Por fin la oscuridad en la que había estado sumido casi un año empezaba a disiparse, la luz fue lo primero que pude distinguir, después el color dorado de la misma, la mano de lucio borrosa se fue aclarando poco a poco y al final pude ver su anillo claramente. Lucio se puso ante mi posando su mano en mi mejilla, pronto las lágrimas de fénix se juntaron con mis propias lágrimas, estaba atónito y no sabía como reaccionar por un segundo, levanté mis manos hasta lucio viendo su nuevo corte de pelo -Estás más guapo con el pelo corto- y al decirlo al final conseguí sonreír entre lagrimones justo antes de lanzarme sobre él para besarle -puedo verte Lucio, lo has conseguido... lo has conseguido! - me separé solo un poco para poder ver su rostro detenidamente, había pasado un año entero desde la última vez que lo vi -Gracias... sin duda alguna eres el mejor médico que hay, me ha tocado el premio gordo- de nuevo un beso acompañado de algo más -Te quiero Lucio Galenus-
La confianza mostrada por Sean me tranquilizó un poco antes de iniciar el proceso, incluso él aceptaba que si no se lograba a la primera no pasaba nada. Lo pasé mal al darme cuenta de lo que debían estar doliéndole los ojos por las lágrimas de fénix y por el conjuro sanador, pero no podía parar hasta tener éxito. Tampoco podía detenerme a darle palabras de ánimo, pues eso cortaría la pronunciación de la letanía del libro. Sabía que él aguantaría, confiaba en su fortaleza.
Cuando aquello terminó aguardé expectante por su reacción, encontrándome con su mirada por primera vez en mucho tiempo. Sonreí emocionado ante su comentario sobre mi corte de pelo, abrazándole con fuerza mientras le devolvía el beso con entusiasmo.
- No se me había olvidado el color de tus ojos... - Me separé mínimamente para que pudiese mirarme, al igual que hacía yo con él, sin poder borrar la sonrisa de la cara.
- Siento haber tardado tanto. Sólo ha hecho falta una rebelión de las máquinas y de furiosos vengativos Pendragones para conseguirlo. - bromeé antes de su halago hacia mis habilidades médicas, que me dio una mezcla de orgullo y corte que no supe disimular. - Debo ser mejor. - murmuré tanto para él como para mí mismo, sabiendo que la situación actual exigiría que mejorase mis habilidades. - Bueno, y yo me he llevado al descendiente de Merlín, creo que salgo ganando. - Su declaración de amor en toda regla hizo que me olvidase de todo, pasando una mano tras su nuca mientras profundizaba el beso un poco más. Le susurré otro 'te quiero' en cuanto tuve oportunidad, intentando grabar ese momento de felicidad en mi mente porque no solíamos tener muchos así. Mudarnos juntos, la casa, tener tiempo para nosotros, devolverle la vista...a mi lado más temeroso le había pensar en la calma que precede a la tempestad. Traté de apartar ese pensamiento de mi mente, justo cuando el fénix se puso a sobrevolarnos. - Dime, ¿qué es lo primero que quieres hacer ahora que has recuperado la vista? antes de que tengamos que regresar a nuestras obligaciones...- los demás estarían esperándonos, seguro.
Cuando aquello terminó aguardé expectante por su reacción, encontrándome con su mirada por primera vez en mucho tiempo. Sonreí emocionado ante su comentario sobre mi corte de pelo, abrazándole con fuerza mientras le devolvía el beso con entusiasmo.
- No se me había olvidado el color de tus ojos... - Me separé mínimamente para que pudiese mirarme, al igual que hacía yo con él, sin poder borrar la sonrisa de la cara.
- Siento haber tardado tanto. Sólo ha hecho falta una rebelión de las máquinas y de furiosos vengativos Pendragones para conseguirlo. - bromeé antes de su halago hacia mis habilidades médicas, que me dio una mezcla de orgullo y corte que no supe disimular. - Debo ser mejor. - murmuré tanto para él como para mí mismo, sabiendo que la situación actual exigiría que mejorase mis habilidades. - Bueno, y yo me he llevado al descendiente de Merlín, creo que salgo ganando. - Su declaración de amor en toda regla hizo que me olvidase de todo, pasando una mano tras su nuca mientras profundizaba el beso un poco más. Le susurré otro 'te quiero' en cuanto tuve oportunidad, intentando grabar ese momento de felicidad en mi mente porque no solíamos tener muchos así. Mudarnos juntos, la casa, tener tiempo para nosotros, devolverle la vista...a mi lado más temeroso le había pensar en la calma que precede a la tempestad. Traté de apartar ese pensamiento de mi mente, justo cuando el fénix se puso a sobrevolarnos. - Dime, ¿qué es lo primero que quieres hacer ahora que has recuperado la vista? antes de que tengamos que regresar a nuestras obligaciones...- los demás estarían esperándonos, seguro.
El dolor había valido la pena, podía ver los tenues rayos del sol colarse entre las nubes, la hierba, su color verde y tras nosotros nuestra casa, ya había dormido y compartido con Lucio en ella pero ahora sería diferente. La alegría de ambos se podía ver reflejada en nuestras sonrisas, me habría gustado pensar que nada ni nadie podría estropearnos ese momento pero cada vez que lo hacía la tragedia llamaba a nuestra puerta, así que solo lo disfrutaría.
Llevé mis dedos al rostro del medimago, dibujando sus facciones con la yema de mis dedos mientras mis ojos lo grababan todo en mi mente como si fuera la primera vez -Yo temía olvidar el color de los tuyos- negué con la cabeza cuando se disculpó por el tiempo y reí con su broma sobre el apocalipsis -por increíble que parezca, este caos nos ha dado la oportunidad de estar juntos y a partir de ahora tenemos un hogar- Lucio siempre parecía sonrojarse con los halagos, no mentía, sin duda había pocos sanadores capaces de igualar su habilidad, pero también me gustaba decírselo para que en algún momento pudiera verse con los mismos ojos que lo hacía yo. De nuevo me eché a reír con eso de que él me había ganado a mi -Me parece que cierto licántropo estaría en total desacuerdo contigo-
Las palabras de amor nunca fueron mi fuerte, de hecho me ardían las mejillas y por dentro me moría de vergüenza pero Lucio sabía disipar mis dudas y miedos, cerré los ojos mientras me besaba y lo abracé con fuerza como si intentara que el momento no acabara jamás, después llegaron las palabras que correspondían alas mías, quedándonos un momento apartados del resto del mundo, porque era nuestro momento.
El graznido del fénix me devolvió a tierra separándome lo justo del moreno para extender mi brazo y que el ave se posara en ella -Gracias por todo Rubi, sin ti no lo habríamos conseguido- acerqué mi rostro al ave para compartir un momento de conexión, sintiendo su calidez mientras acariciaba sus plumas. me giré a Lucio con un mohín de molestia al decir aquello del deber -Me gustaría ver el atardecer, leer hasta que me venza el sueño, abrazar a Zaphira, devolverle la jugarreta a Gio por lo de la reunión... pero me temo que todo eso tendrá que esperar así que...- moví el brazo para que Rubi echara a volar tomando la mano del medimago nuevamente -¿Me enseñas nuestra casa?-
Llevé mis dedos al rostro del medimago, dibujando sus facciones con la yema de mis dedos mientras mis ojos lo grababan todo en mi mente como si fuera la primera vez -Yo temía olvidar el color de los tuyos- negué con la cabeza cuando se disculpó por el tiempo y reí con su broma sobre el apocalipsis -por increíble que parezca, este caos nos ha dado la oportunidad de estar juntos y a partir de ahora tenemos un hogar- Lucio siempre parecía sonrojarse con los halagos, no mentía, sin duda había pocos sanadores capaces de igualar su habilidad, pero también me gustaba decírselo para que en algún momento pudiera verse con los mismos ojos que lo hacía yo. De nuevo me eché a reír con eso de que él me había ganado a mi -Me parece que cierto licántropo estaría en total desacuerdo contigo-
Las palabras de amor nunca fueron mi fuerte, de hecho me ardían las mejillas y por dentro me moría de vergüenza pero Lucio sabía disipar mis dudas y miedos, cerré los ojos mientras me besaba y lo abracé con fuerza como si intentara que el momento no acabara jamás, después llegaron las palabras que correspondían alas mías, quedándonos un momento apartados del resto del mundo, porque era nuestro momento.
El graznido del fénix me devolvió a tierra separándome lo justo del moreno para extender mi brazo y que el ave se posara en ella -Gracias por todo Rubi, sin ti no lo habríamos conseguido- acerqué mi rostro al ave para compartir un momento de conexión, sintiendo su calidez mientras acariciaba sus plumas. me giré a Lucio con un mohín de molestia al decir aquello del deber -Me gustaría ver el atardecer, leer hasta que me venza el sueño, abrazar a Zaphira, devolverle la jugarreta a Gio por lo de la reunión... pero me temo que todo eso tendrá que esperar así que...- moví el brazo para que Rubi echara a volar tomando la mano del medimago nuevamente -¿Me enseñas nuestra casa?-
Las bonitas palabras que me dedicó Sean nada más verme, los besos y los abrazos fueron lo mejor que me había pasado en mucho tiempo, haciéndome pensar en la inmensa suerte que habíamos tenido de sobrevivir a la Ciudadela y a todo lo demás. Se había hecho muy largo todo el período de tiempo en que no pudo ver, pero eso ya era cosa del pasado. Sólo quedaba tratar de experimentar lo mismo con mi propio ojo, ya que con los suyos había tenido éxito.
Agradecí también al fénix de Sean, pues era cierto que el mérito había sido también del ave. - Deseo concedido. Y lo otro también. Veamos el atardecer juntos en el jardín. No va a pasar nada por dejar las obligaciones para dentro de unas horas. - ya llevaba algún tiempo que no ponía siempre por delante el deber, desde que estaba con Sean me había vuelto algo más relajado con ese tema. Lo cogí de la mano para llevarlo a ver nuestro nuevo hogar, como si le hiciese un tour por la casa. Lo primero que le mostré fue el jardín. - Ahí pondremos una zona zen para que venga Gio a arar con el rastrillo y se calme un poco, que en la reunión estaba un poco...más raro de la cuenta incluso para ser él. Y ahí cultivaré plantas medicinales. - le enseñé un banco columpio en el que nos sentaríamos a ver el atardecer, y después lo guié al interior de la casa, a la cocina en primer lugar. - Te prepararé la auténtica carbonara, que no lleva esa aberración con nata, la verdadera carbonara italiana es con huevo. Y con la mejora de receta de mi abuela, ya verás. - sabía que él no era mucho de cocinar, así que me encargaría yo. Luego el salón, con una iluminación que ahora sí podía apreciar. - Pronto podremos poner la chimenea y quedarnos ahí en el sofá- Después lo llevé hacia la biblioteca, donde habíamos pasado los últimos días, aunque él sin poder verla. Era la biblioteca que todo mago que se precie debería tener. Me subí a la escalera de mano que había para alcanzar a los libros más altos, deslizándome en ésta hacia el otro lado de las estanterías.
- Creo que deberías empezar a escribir tus propias memorias en el libro de descendientes de tu familia. - señalé el libro en el que estaba aquello, bajando después de un salto. Tras eso subimos por las escaleras hasta nuestro dormitorio, donde estaba la cama. Dejé unos segundos para que echase un vistazo a la habitación, y después me senté con él a los pies de ésta mientras tiraba de su mano para que viniese conmigo. Justo en ese momento recibimos un mensaje mental de Catherine, por lo que suspiré resignado. - A veces juraría que lo hacen a propósito. ¿Tenemos que ir ya? siempre que salimos pasa algo.
Agradecí también al fénix de Sean, pues era cierto que el mérito había sido también del ave. - Deseo concedido. Y lo otro también. Veamos el atardecer juntos en el jardín. No va a pasar nada por dejar las obligaciones para dentro de unas horas. - ya llevaba algún tiempo que no ponía siempre por delante el deber, desde que estaba con Sean me había vuelto algo más relajado con ese tema. Lo cogí de la mano para llevarlo a ver nuestro nuevo hogar, como si le hiciese un tour por la casa. Lo primero que le mostré fue el jardín. - Ahí pondremos una zona zen para que venga Gio a arar con el rastrillo y se calme un poco, que en la reunión estaba un poco...más raro de la cuenta incluso para ser él. Y ahí cultivaré plantas medicinales. - le enseñé un banco columpio en el que nos sentaríamos a ver el atardecer, y después lo guié al interior de la casa, a la cocina en primer lugar. - Te prepararé la auténtica carbonara, que no lleva esa aberración con nata, la verdadera carbonara italiana es con huevo. Y con la mejora de receta de mi abuela, ya verás. - sabía que él no era mucho de cocinar, así que me encargaría yo. Luego el salón, con una iluminación que ahora sí podía apreciar. - Pronto podremos poner la chimenea y quedarnos ahí en el sofá- Después lo llevé hacia la biblioteca, donde habíamos pasado los últimos días, aunque él sin poder verla. Era la biblioteca que todo mago que se precie debería tener. Me subí a la escalera de mano que había para alcanzar a los libros más altos, deslizándome en ésta hacia el otro lado de las estanterías.
- Creo que deberías empezar a escribir tus propias memorias en el libro de descendientes de tu familia. - señalé el libro en el que estaba aquello, bajando después de un salto. Tras eso subimos por las escaleras hasta nuestro dormitorio, donde estaba la cama. Dejé unos segundos para que echase un vistazo a la habitación, y después me senté con él a los pies de ésta mientras tiraba de su mano para que viniese conmigo. Justo en ese momento recibimos un mensaje mental de Catherine, por lo que suspiré resignado. - A veces juraría que lo hacen a propósito. ¿Tenemos que ir ya? siempre que salimos pasa algo.
Tanta felicidad no podía ser cierta, el cosmos debía equilibrarse en cualquier momento pero de momento me haría el loco y confiaría en las barreras de nuestro hogar. Sonreí cuando vi mi deseo concedido -creo que nos podemos conceder unas horas y si Aldaron te echa la bronca tu le dices que ha sido culpa mía- después de todo ya me había comentado Lucio lo de las guardias.
Tomé la mano de Lucio y miré aquel precioso jardín, de momento solo era césped pero no me costaba imaginar lo que me contaba el otro -Pobre Gio, debe estar bastante estresado con el trabajo y viéndose con los ministros, también nos ha ayudado mucho... ¿crees que debería hacerle algún regalo?- el jardín con plantas medicinales me parecía una idea maravillosa, tal vez invitar a Sofía o preguntarle por algunos consejos, pero el banco columpio me gustaba aún más.
El interior de la casa concordaba perfectamente con el estilo de fuera, era una casa rural, con sus vigas de madera y aquel olor característico. Me reí con lo de la carbonara, Lucio no era tan italiano como Gio pero a veces tenía sus puntazos -Estará deliciosa! Menos mal que tu cocinas, porque si es por mi nos morimos de hambre- El salón era simplemente perfecto, acogedor, con una gran chimenea en la cual perderse en las noches de invierno -Con chocolate caliente y una manta- dije completando la frase del médico antes de ir a mi parte favorita de la casa, la biblioteca.
Aquel lugar era enorme ya de por si, pero si quería traer los libros desde mi casa en tierra firme, seguramente debería crear un hechizo espacial para ampliar el lugar, poner más estanterías... de momento los libros que teníamos eran algunos que yo guardaba en la biblioteca de forma provisional, en mi habitación y los de Lucio. Me asusté un poco cuando el medico se deslizó por la escalera pero al final sonreí al verlo tan entusiasmado -¿eso crees? ... tal vez tengas razón, desde luego he pasado por más calamidades que muchos otros descendientes de Merlin a mi edad- la caída de la isla, la reunión con los grupos mágicos, alianza con los Soul reapes, las cuevas de magia, la convergencia, el nuevo ascenso, la ciudadela y ahora lo de los pendragon... si, era hora de llenar los registros y memorias.
habían muchas más cosas que ver, pero los baños no eran tan interesantes y ya vería la consulta de Lucio y mi sala de encantamientos, de momento la última parada sería nuestra habitación -Madre mía, qué desastre- dije sonriente, había algo de ropa por ahí y la cama deshecha pues el tiempo era bastante justo con la investigación, di dos palmadas y de inmediato todo empezó a moverse, la ropa al cubo, las sábanas volaron para extenderse y volver a posarse sobre la cama de forma impoluta y sin arrugas en la tela, libros, apuntes y otras cosas volaron hasta el lugar que les correspondía. Asentí complacido para después abrir la gran ventana que daba paso a una pequeña terraza con vistas al jardín, más allá el río que cruzaba la zona residencial -Todo parece tan tranquilo...- comenté volviendo con el moreno que me tomó de la mano tirando de ella, quedé frente a él apoyando una rodilla en el colchón, dispuesto a seguir con nuestra sesión de besos y arrumacos pero el deber no esperaba -no puede ser cierto- bajé mi rostro juntando mi frente con la de Lucio, suspirando mientras lo miraba a los ojos -Bueno... tal vez sea importante pero siempre tardan en reunirse ¿ se enfadarán si llegamos 15 minutos tarde?-
Tomé la mano de Lucio y miré aquel precioso jardín, de momento solo era césped pero no me costaba imaginar lo que me contaba el otro -Pobre Gio, debe estar bastante estresado con el trabajo y viéndose con los ministros, también nos ha ayudado mucho... ¿crees que debería hacerle algún regalo?- el jardín con plantas medicinales me parecía una idea maravillosa, tal vez invitar a Sofía o preguntarle por algunos consejos, pero el banco columpio me gustaba aún más.
El interior de la casa concordaba perfectamente con el estilo de fuera, era una casa rural, con sus vigas de madera y aquel olor característico. Me reí con lo de la carbonara, Lucio no era tan italiano como Gio pero a veces tenía sus puntazos -Estará deliciosa! Menos mal que tu cocinas, porque si es por mi nos morimos de hambre- El salón era simplemente perfecto, acogedor, con una gran chimenea en la cual perderse en las noches de invierno -Con chocolate caliente y una manta- dije completando la frase del médico antes de ir a mi parte favorita de la casa, la biblioteca.
Aquel lugar era enorme ya de por si, pero si quería traer los libros desde mi casa en tierra firme, seguramente debería crear un hechizo espacial para ampliar el lugar, poner más estanterías... de momento los libros que teníamos eran algunos que yo guardaba en la biblioteca de forma provisional, en mi habitación y los de Lucio. Me asusté un poco cuando el medico se deslizó por la escalera pero al final sonreí al verlo tan entusiasmado -¿eso crees? ... tal vez tengas razón, desde luego he pasado por más calamidades que muchos otros descendientes de Merlin a mi edad- la caída de la isla, la reunión con los grupos mágicos, alianza con los Soul reapes, las cuevas de magia, la convergencia, el nuevo ascenso, la ciudadela y ahora lo de los pendragon... si, era hora de llenar los registros y memorias.
habían muchas más cosas que ver, pero los baños no eran tan interesantes y ya vería la consulta de Lucio y mi sala de encantamientos, de momento la última parada sería nuestra habitación -Madre mía, qué desastre- dije sonriente, había algo de ropa por ahí y la cama deshecha pues el tiempo era bastante justo con la investigación, di dos palmadas y de inmediato todo empezó a moverse, la ropa al cubo, las sábanas volaron para extenderse y volver a posarse sobre la cama de forma impoluta y sin arrugas en la tela, libros, apuntes y otras cosas volaron hasta el lugar que les correspondía. Asentí complacido para después abrir la gran ventana que daba paso a una pequeña terraza con vistas al jardín, más allá el río que cruzaba la zona residencial -Todo parece tan tranquilo...- comenté volviendo con el moreno que me tomó de la mano tirando de ella, quedé frente a él apoyando una rodilla en el colchón, dispuesto a seguir con nuestra sesión de besos y arrumacos pero el deber no esperaba -no puede ser cierto- bajé mi rostro juntando mi frente con la de Lucio, suspirando mientras lo miraba a los ojos -Bueno... tal vez sea importante pero siempre tardan en reunirse ¿ se enfadarán si llegamos 15 minutos tarde?-
Escuchar hablar de Aldaron me hizo recordar que lo había dejado de nuevo plantado en el hospital, pues después de "secuestrar" a Zaphira no había regresado a ayudar con el tema de los infectados del torneo. Me sentí culpable por ello, no tenía excusa. Si él decidía proponerse como director del hospital me tocaría darle la razón. - Creo que esta vez no hay excusa posible. - me lamenté en voz baja, pensando en mandar cuanto antes un mensaje al elfo para saber cómo iban por allí. Me iba a gritar, seguro. Preferí no pensarlo por ahora, al menos mientras hacíamos el tour por la casa. negué a lo de Gio, no creía necesario ningún regalo. No sé si celos o que no últimamente nos habíamos distanciado de él.
Me hizo mucha ilusión la idea de cocinar juntos, o la de tomar chocolate frente a la chimenea, cada rincón de la casa tenía sus posibilidades. - Eso quiere decir que eres el descendiente de Merlín más gafe. - me reí por lo que dijo de las calamidades que había pasado con su edad, y la verdad es que le había pasado de todo, pero porque siempre estaba metido en todos los líos. - Si te quedases con la nariz dentro de los libros no te pasaría eso. - en el fondo me gustaba que fuese así, que no rechazase ayudar y hacer todo lo posible aunque hubiese que arriesgarse. Suspiré antes de subir a la habitación, donde él lo dejó todo colocado con su magia tras un simple gesto. Parecía que íbamos a poder disfrutar de algo de intimidad por fin, pero la irrupción mental del mensaje llegó en el peor momento. Apoyé mi frente contra la suya, sonriendo levemente cuando dijo eso de ir un poco más tarde. - Exacto. No creo que pase nada por ir unos minutos después. Siempre cumplimos con todas las reuniones. Dile a Catherine que si es urgente, y que iremos pronto.- había otros que no hacían lo mismo, así que podíamos permitirnos un retraso para desconectar. - No todos los días recupera uno la vista y tiene la oportunidad de estrenar casa. Hay que celebrarlo. - Sonreír antes de buscar sus labios para iniciar un beso lento, tomándolo por los antebrazos para que se acercase más aún, sentándose sobre mis piernas.
Me hizo mucha ilusión la idea de cocinar juntos, o la de tomar chocolate frente a la chimenea, cada rincón de la casa tenía sus posibilidades. - Eso quiere decir que eres el descendiente de Merlín más gafe. - me reí por lo que dijo de las calamidades que había pasado con su edad, y la verdad es que le había pasado de todo, pero porque siempre estaba metido en todos los líos. - Si te quedases con la nariz dentro de los libros no te pasaría eso. - en el fondo me gustaba que fuese así, que no rechazase ayudar y hacer todo lo posible aunque hubiese que arriesgarse. Suspiré antes de subir a la habitación, donde él lo dejó todo colocado con su magia tras un simple gesto. Parecía que íbamos a poder disfrutar de algo de intimidad por fin, pero la irrupción mental del mensaje llegó en el peor momento. Apoyé mi frente contra la suya, sonriendo levemente cuando dijo eso de ir un poco más tarde. - Exacto. No creo que pase nada por ir unos minutos después. Siempre cumplimos con todas las reuniones. Dile a Catherine que si es urgente, y que iremos pronto.- había otros que no hacían lo mismo, así que podíamos permitirnos un retraso para desconectar. - No todos los días recupera uno la vista y tiene la oportunidad de estrenar casa. Hay que celebrarlo. - Sonreír antes de buscar sus labios para iniciar un beso lento, tomándolo por los antebrazos para que se acercase más aún, sentándose sobre mis piernas.
Seguramente Aldaron le echaría la bronca pero ya lo arreglarían -Tal vez deberíais asignar a otro médico jefe, alguien que sustituya al pobre Aldaron de vez en cuando, tu ya tienes mucho trabajo por fuera- acomodé uno de los mechones de cabello que se había revelado y cubría el rostro de Lucio... ahora podía hacer esas pequeñas cosas y me alegraba demasiado, era amante de los pequeños detalles. Aún sentía que le debía algo a Giordano después de la investigación y cubrirnos las espaldas con respecto a los ministros -Bueno, le invitaré a una taza de café entonces-
A medida que avanzábamos por la casa se nos ocurrían mil cosas para hacer y pasar nuestro tiempo juntos, dejando volar la imaginación pero tanto soñar despierto me traía dudas pues una guerra tocaba las puertas de Ouroboros mientras nosotros disfrutábamos. El comentario de Lucio me hizo poner los brazos en jarras -¡Oye! ¿a quién llamas gafe?- en realidad tenía razón, desde que la isla cayó me había visto envuelto en demasiados problemas pero solo pude reír -La verdad, preferiría mil veces estar con la nariz en mis libros, pero nadie hace nada, hasta el punto que la rata de biblioteca tiene que salir a enfrentarse con máquinas psicópatas- esperé a que se bajara para ir a la siguiente parada de nuestro Tour -Pero de no ser por algunas de esas calamidades no estaríamos aquí , también ha traído cosas buenas-
Subimos a la habitación y una vez todo estuvo en orden pude acercarme a Lucio pero como siempre teníamos una interrupción, pensé en las últimas reuniones... que habían sido horribles para mi, asentí con lo de Catherine pero ya había cortado su conexión mental -Parece que no es demasiado importante... ¿Sería solo para informar?- normalmente ese mensaje me habría tenido con la mosca detrás de la oreja hasta poder ir a la reunión pero me mantenían bastante entretenido como para pensar en ello -Tienes razón- Sonreí ante lo de celebrar y me acerqué aún más para sentarme de frente en las piernas de Lucio correspondiendo a aquel beso, pasando mis brazos por encima de sus hombros sintiendo como me subía el calor por las mejillas -Ahora que puedo verte es un poco más vergonzoso..- comenté contra sus labios, encontrándome de nuevo con su mirada.
A medida que avanzábamos por la casa se nos ocurrían mil cosas para hacer y pasar nuestro tiempo juntos, dejando volar la imaginación pero tanto soñar despierto me traía dudas pues una guerra tocaba las puertas de Ouroboros mientras nosotros disfrutábamos. El comentario de Lucio me hizo poner los brazos en jarras -¡Oye! ¿a quién llamas gafe?- en realidad tenía razón, desde que la isla cayó me había visto envuelto en demasiados problemas pero solo pude reír -La verdad, preferiría mil veces estar con la nariz en mis libros, pero nadie hace nada, hasta el punto que la rata de biblioteca tiene que salir a enfrentarse con máquinas psicópatas- esperé a que se bajara para ir a la siguiente parada de nuestro Tour -Pero de no ser por algunas de esas calamidades no estaríamos aquí , también ha traído cosas buenas-
Subimos a la habitación y una vez todo estuvo en orden pude acercarme a Lucio pero como siempre teníamos una interrupción, pensé en las últimas reuniones... que habían sido horribles para mi, asentí con lo de Catherine pero ya había cortado su conexión mental -Parece que no es demasiado importante... ¿Sería solo para informar?- normalmente ese mensaje me habría tenido con la mosca detrás de la oreja hasta poder ir a la reunión pero me mantenían bastante entretenido como para pensar en ello -Tienes razón- Sonreí ante lo de celebrar y me acerqué aún más para sentarme de frente en las piernas de Lucio correspondiendo a aquel beso, pasando mis brazos por encima de sus hombros sintiendo como me subía el calor por las mejillas -Ahora que puedo verte es un poco más vergonzoso..- comenté contra sus labios, encontrándome de nuevo con su mirada.
Tras terminar mi trabajo con Tesla, que había consistido en rodear la isla entera con una inmensa y para nada molesta jaula Faraday (eso si, lo siento, ahora no teneis internet ni pollas) y que por cierto habia sido un trabajazo de la hostia que menos mal que omitimos en esa semana de salto temporal porque me habria cansado solo de escribir como lo hacemos, habia conseguido sacar algo de tiempo libre y habia decidido que lo emplearia en ir a visitar a mis amigos.
Porque despues continuaría con el trabajo, el fin del mundo, esas cosas. Ya que yo con el otro asunto de los Pendragon....en fin, eran demasiadas cosas a las que hacer caso, y veia que yo sería mas util en el otro frente.
Llegué a varios metros de la casita que era su nueva residencia, y puse las manos en mis caderas, con una sonrisa de lado, mirandola. Apreté un botón de mi bastón y se abrió una puertecita, dejando salir a un petirrojo mecánico, con un núcleo de magia.
- Date una vuelta por ahi. - despues fui hacia la puerta, y llamé. No muy fuerte a decir verdad, pero no parecieron oirme. Mi mecapájaro me dijo a base de picotazos en morse sobre mi mejilla, que se encontraban en el cuarto junto a la azotea. - Ah, seguro que los graznidos de ese diavolo fenix los ha dejado medio sordos ya.
Rodeé el jardín y miré al balcon. Pues no se oia nada. Hice una mueca
"se han muerto. Ya está, los han asesinado. Alguien ha entrado a su casa y los han matado"
"y si se han escapado los ministros y han vuelto buscando venganza? Porque Lucio les robó su fea hija"
Abajo del balcón empecé a pensar que arriba se debía de haber cometido un asesinato. Extendí mi brazalete y se desplegó una escalera magica, que usé para subir hasta asomar mi par de ojos por encima de la baranda. Eché desde mi posición un vistazo al interior de la habitacion. Vale, no habian rastos de sangre, ni de explosiones ni de....oh....ohhhhhhh? Oh?
"esa postura....la he visto en.....oh!"
Abrí mucho los ojos y noté algo raro, como un "crack" en el centro de mi pecho, aunque igual fue la magiescalera rompiendose. Me eché hacia atrás, perdí pie y la escalera y yo nos fuimos a la puta, pero yo totalmente mudo. No me habían visto, no?
Me di un culazo contra el cesped de abajo, desvanecí la escalera y me desaparecí de alli. Pero el mecapájaro se quedó posado en la baranda de la azotea, asintiendo, lentamente....con extraña aprobación. Hasta que se le acabaron las pilas y se apagó.
Porque despues continuaría con el trabajo, el fin del mundo, esas cosas. Ya que yo con el otro asunto de los Pendragon....en fin, eran demasiadas cosas a las que hacer caso, y veia que yo sería mas util en el otro frente.
Llegué a varios metros de la casita que era su nueva residencia, y puse las manos en mis caderas, con una sonrisa de lado, mirandola. Apreté un botón de mi bastón y se abrió una puertecita, dejando salir a un petirrojo mecánico, con un núcleo de magia.
- Date una vuelta por ahi. - despues fui hacia la puerta, y llamé. No muy fuerte a decir verdad, pero no parecieron oirme. Mi mecapájaro me dijo a base de picotazos en morse sobre mi mejilla, que se encontraban en el cuarto junto a la azotea. - Ah, seguro que los graznidos de ese diavolo fenix los ha dejado medio sordos ya.
Rodeé el jardín y miré al balcon. Pues no se oia nada. Hice una mueca
"se han muerto. Ya está, los han asesinado. Alguien ha entrado a su casa y los han matado"
"y si se han escapado los ministros y han vuelto buscando venganza? Porque Lucio les robó su fea hija"
Abajo del balcón empecé a pensar que arriba se debía de haber cometido un asesinato. Extendí mi brazalete y se desplegó una escalera magica, que usé para subir hasta asomar mi par de ojos por encima de la baranda. Eché desde mi posición un vistazo al interior de la habitacion. Vale, no habian rastos de sangre, ni de explosiones ni de....oh....ohhhhhhh? Oh?
"esa postura....la he visto en.....oh!"
Abrí mucho los ojos y noté algo raro, como un "crack" en el centro de mi pecho, aunque igual fue la magiescalera rompiendose. Me eché hacia atrás, perdí pie y la escalera y yo nos fuimos a la puta, pero yo totalmente mudo. No me habían visto, no?
Me di un culazo contra el cesped de abajo, desvanecí la escalera y me desaparecí de alli. Pero el mecapájaro se quedó posado en la baranda de la azotea, asintiendo, lentamente....con extraña aprobación. Hasta que se le acabaron las pilas y se apagó.
Hubiese seguido dando vueltas a la cabeza sobre eso de nombrar otro médico jefe de no ser porque nuestra llegada a la habitación captó toda mi atención. De todos modos eso era algo que ya se me había pasado por la mente en alguna ocasión, después de Aldaron confiaba bastante en Josephine o en la Royden. Volví a pensar en el elfo al verme en situación con Sean, aunque intenté que no se me notase el corte que me dio acordarme de las típicas guarrerías que diría el maldito Aldaron. Traté de olvidarme de eso dándole un nuevo beso a Sean mientras él subía sus brazos hasta mis hombros, rodeándolo yo con los míos para estar más cerca aún. No, no íbamos a seguir hablando ahora de reuniones ni obligaciones, así que simplemente me encogí de hombros ante toda alusión a temas del Consejo. Al notar su sonrojo sonreí embelesado y con la mirada puesta en sus ojos, agradeciendo que pudiese ver de nuevo.
- Tranquilo, es normal. - le aparté un poco el pelo de la cara, dejando después un beso en su cuello. Lo cierto es que yo también estaba nervioso ante la perspectiva de llegar a algo más. Habían pasado muchos años desde el único amor de juventud que tuve, aquel que tuve que dejar por el rechazo de mi padre. - No haremos nada que no quieras, cuando tú estés preparado. - sabía que Sean no había estado con nadie, que yo era el primero, y por eso lo comprendía. Volvía acercar mis labios a los suyos mientras cerraba los ojos, pero en ese momento escuché un 'crack' procedente de la ventana. Me separé mirando a Sean extrañado, ladeando después la cabeza para mirar hacia la ventana. - ¿Se ha roto algo? la casa es nueva, no puede ser. - parecía venir del balcón, pero aparentemente la baranda seguía intacta. Entorné los ojos al creer ver un extraño pájaro ahí posado. Parecía asentir y observando.
- Sean...¿Rubí no tendrá espías que nos vigilen, verdad? o Zaphira... - alcé la mano hacia la ventana, señalando. - Hay un pájaro ahí mirándonos. No estoy loco, ¡tye juro que hay un pájaro!
- Tranquilo, es normal. - le aparté un poco el pelo de la cara, dejando después un beso en su cuello. Lo cierto es que yo también estaba nervioso ante la perspectiva de llegar a algo más. Habían pasado muchos años desde el único amor de juventud que tuve, aquel que tuve que dejar por el rechazo de mi padre. - No haremos nada que no quieras, cuando tú estés preparado. - sabía que Sean no había estado con nadie, que yo era el primero, y por eso lo comprendía. Volvía acercar mis labios a los suyos mientras cerraba los ojos, pero en ese momento escuché un 'crack' procedente de la ventana. Me separé mirando a Sean extrañado, ladeando después la cabeza para mirar hacia la ventana. - ¿Se ha roto algo? la casa es nueva, no puede ser. - parecía venir del balcón, pero aparentemente la baranda seguía intacta. Entorné los ojos al creer ver un extraño pájaro ahí posado. Parecía asentir y observando.
- Sean...¿Rubí no tendrá espías que nos vigilen, verdad? o Zaphira... - alcé la mano hacia la ventana, señalando. - Hay un pájaro ahí mirándonos. No estoy loco, ¡tye juro que hay un pájaro!
La situación me estaba poniendo bastante nervioso, tanto que sentía como mi corazón golpeaba mi pecho, pensando que incluso lucio podría escucharlo, besé sus labios ocultando todo lo que podía mi vergüenza, dejé que me apartara el cabello de la cara para después levantar la cabeza dejándole espacio al médico en mi cuello mordiendo mi labio inferior, subí una de mis manos para enredar los dedos en el cabello de su nuca y acariciarlo suavemente.
Llevé mis manos a sus mejillas,temblaban ligeramente pero tenía clara la respuesta a su pregunta -Si quiero, si es contigo estoy preparado- eché mi peso hacia adelante obligándolo a tumbarse en la cama mientras me besaba nuevamente quedando sobre él pero un ruido nos distrajo rompiendo la magia del momento, me aparté cuando Lucio me dirigió esa mirada pero sinceramente yo no estaba para fijarme en lo que se rompía de la casa -No creo que se haya roto nada... ¿quieres ir a mirar?- me senté en un lado y tomé un cojín para ponérmelo encima porque por muy descendiente que fuera seguía siendo humano y joven.
Suspiré intentando calmarme y la pregunta sobre Rubi me pareció extraña pero lo entendí cuando vi a aquel pájaro raro, entorné los ojos para verlo mejor y di un silvido, en ese momento Rubi entró capturando al extraño pájaro que era en gran parte mecánico -Parece un colibrí de los de Gio...- suspiré pensando que tal vez si nos necesitaban en la sala de reuniones , tanto que incluso Giordano intentaba ponerse en contacto -Mejor dejamos la celebración para después-
Llevé mis manos a sus mejillas,temblaban ligeramente pero tenía clara la respuesta a su pregunta -Si quiero, si es contigo estoy preparado- eché mi peso hacia adelante obligándolo a tumbarse en la cama mientras me besaba nuevamente quedando sobre él pero un ruido nos distrajo rompiendo la magia del momento, me aparté cuando Lucio me dirigió esa mirada pero sinceramente yo no estaba para fijarme en lo que se rompía de la casa -No creo que se haya roto nada... ¿quieres ir a mirar?- me senté en un lado y tomé un cojín para ponérmelo encima porque por muy descendiente que fuera seguía siendo humano y joven.
Suspiré intentando calmarme y la pregunta sobre Rubi me pareció extraña pero lo entendí cuando vi a aquel pájaro raro, entorné los ojos para verlo mejor y di un silvido, en ese momento Rubi entró capturando al extraño pájaro que era en gran parte mecánico -Parece un colibrí de los de Gio...- suspiré pensando que tal vez si nos necesitaban en la sala de reuniones , tanto que incluso Giordano intentaba ponerse en contacto -Mejor dejamos la celebración para después-
Dudé de si era buena idea, al menos unos segundos al ver que sus manos temblaban ligeramente. Sus palabras decían otra cosa, y parecía muy seguro de querer que fuese conmigo. - Entonces ya no hay dudas. Lo llevamos queriendo desde hace tiempo, demasiado. - Me sentí halagado y querido, así que intentaría hacerlo lo mejor que pudiera para que fuese una buena experiencia. Dejé que me tumbase en la cama para comenzar a besarnos, aunque duró poco por lo del ruido y el pájaro rarito.
Eché un vistazo al colibrí mecánico que cogió Rubi, dejándolo encima de la cama. - Si fuera un mensaje importante el pájaro habría dicho algo. O habrían mandado un patronus. O cualquier otro tipo de comunicación. No te preocupes, será una especie de llamada de atención de Gio, o que quería espiar...- no me levanté de la cama, hice levitar el pajarillo mecánico hasta dejarlo en un cajón, por si acaso. - Luego se lo devolveremos, y intentaremos hablar un rato con él. - tampoco quería terminar de perder el contacto con Gio, al fin y al cabo era de nuestros mejores amigos en el Consejo.
- De eso nada. - respondí con una sonrisa pícara a eso de dejar la celebración para luego. Siempre lo dejábamos todo para luego, y así nos iba. No sabría decir si seguir era egoísta, pero sí que era cierto que siempre sacrificábamos nuestra vida personal por cumplir con las obligaciones. Dejarlas de lado un rato no era para tanto. Otros lo hacían constantemente y no tampoco pasaba nada. - ¿Por dónde íbamos?- lo empujé ligeramente a hacia atrás en la cama mientras volví a buscar sus labios, pero esta vez mis manos se deslizaron bajo su ropa, acariciando su abdomen hasta subir a su pecho. Enseguida me di cuenta de que se había puesto ese cojín encima por algo, así que se lo quité mientras una de mis manos iba descendiendo lentamente hacia esa zona.
Eché un vistazo al colibrí mecánico que cogió Rubi, dejándolo encima de la cama. - Si fuera un mensaje importante el pájaro habría dicho algo. O habrían mandado un patronus. O cualquier otro tipo de comunicación. No te preocupes, será una especie de llamada de atención de Gio, o que quería espiar...- no me levanté de la cama, hice levitar el pajarillo mecánico hasta dejarlo en un cajón, por si acaso. - Luego se lo devolveremos, y intentaremos hablar un rato con él. - tampoco quería terminar de perder el contacto con Gio, al fin y al cabo era de nuestros mejores amigos en el Consejo.
- De eso nada. - respondí con una sonrisa pícara a eso de dejar la celebración para luego. Siempre lo dejábamos todo para luego, y así nos iba. No sabría decir si seguir era egoísta, pero sí que era cierto que siempre sacrificábamos nuestra vida personal por cumplir con las obligaciones. Dejarlas de lado un rato no era para tanto. Otros lo hacían constantemente y no tampoco pasaba nada. - ¿Por dónde íbamos?- lo empujé ligeramente a hacia atrás en la cama mientras volví a buscar sus labios, pero esta vez mis manos se deslizaron bajo su ropa, acariciando su abdomen hasta subir a su pecho. Enseguida me di cuenta de que se había puesto ese cojín encima por algo, así que se lo quité mientras una de mis manos iba descendiendo lentamente hacia esa zona.
Estaba más que preparado para lo que venía ahora, pero eso no me dejaba menos nervioso, aún así Lucio me daba seguridad pero el dichoso pajarito había cortado un poco la magia del momento, Rubi salió de nuevo de la habitación en cuanto dejó al intruso en nuestras manos -No creo que quisiera espiar, hace tiempo que no lo vemos... no creo que el ruido de antes fuera el pájaro ¿habrá venido?- y si lo había hecho ¿nos había visto? menudo corte... ahora si que tenía que ir a verlo.
Estaba a punto de escabullirme al baño pensando que tal vez lo dejaríamos para otro momento, lo del pájaro y el mensaje de Catherine ya empezaba a picarme pero Lucio se negó -¿eh?- dije algo extrañado, me pillaba de sorpresa pero nada pude hacer en cuanto me empujó suavemente, no me resistí en absoluto y caí a la cama para ser víctima de un nuevo beso lo que me dejó con el "¿estás seguro de no ir?" en la boca, quedaba claro que estaba segürísimo de ello.
Las manos de Lucio se deslizaron bajo mi ropa haciendo que diera un pequeño respingo al sentir el frío de su mano metálica contra mi piel a pesar de ser suave al tacto. Pasé mis manos por debajo de sus brazos para aferrarme a su ropa y sentir un punto de apoyo mientras de nuevo hacía un movimiento bajo mi ropa esta vez a lo que ocultaba el cojín, al final en cuanto me faltó aire por aquel beso, tuve que separarme y de forma casi instantánea y como reflejo me mordí el labio inferior mientras me llevaba las manos al rostro muerto de vergüenza mientras mis mejillas ardían, no era capaz de mirar a Lucio a la cara pero tampoco quería que se detuviera, lo deseaba desde hace un tiempo pero mi inocencia jugaba en mi contra.
Estaba a punto de escabullirme al baño pensando que tal vez lo dejaríamos para otro momento, lo del pájaro y el mensaje de Catherine ya empezaba a picarme pero Lucio se negó -¿eh?- dije algo extrañado, me pillaba de sorpresa pero nada pude hacer en cuanto me empujó suavemente, no me resistí en absoluto y caí a la cama para ser víctima de un nuevo beso lo que me dejó con el "¿estás seguro de no ir?" en la boca, quedaba claro que estaba segürísimo de ello.
Las manos de Lucio se deslizaron bajo mi ropa haciendo que diera un pequeño respingo al sentir el frío de su mano metálica contra mi piel a pesar de ser suave al tacto. Pasé mis manos por debajo de sus brazos para aferrarme a su ropa y sentir un punto de apoyo mientras de nuevo hacía un movimiento bajo mi ropa esta vez a lo que ocultaba el cojín, al final en cuanto me faltó aire por aquel beso, tuve que separarme y de forma casi instantánea y como reflejo me mordí el labio inferior mientras me llevaba las manos al rostro muerto de vergüenza mientras mis mejillas ardían, no era capaz de mirar a Lucio a la cara pero tampoco quería que se detuviera, lo deseaba desde hace un tiempo pero mi inocencia jugaba en mi contra.
- +18:
- Sus dudas quedaron resueltas cuando se dio cuenta de que no íbamos a dejarlo para otro momento, ambos habíamos tomado la determinación de que queríamos que sucediese lo que llevábamos meses esperando. Por una cosa o por otra nunca podíamos tomarnos el tiempo de estar juntos. Seguro que gente como Catherine no tenía que hacer ese tipo de sacrificios con su familia, porque lo suyo sí que estaba bien visto. Con ese pensamiento en mente decidí que el Consejo podía esperar un poco más.
Subí mi mano metálica hasta la barbilla de Sean, haciendo que girase lentamente la cara para que me mirase a los ojos. Él solía ruborizarse a menudo, pero ahora era con un buen motivo. - Ha llegado nuestro momento, no temas. - le di otro beso en los labios intentando que se relajase, bajando después hasta su cuello. Noté el pequeño respingo que dio cuando pasé mi mano metálica por su piel, que era casi como la reacción de mis pacientes al ponerles el fonendoscopio. Sonreí con gesto de disculpa, un tanto cortado durante algunos segundos. El metal pronto se atemperaría y dejaría de ser un problema. Tiré hacia arriba de su camiseta para sacársela por la cabeza, dejándolo desnudo de la parte de arriba. Parecía absurdo, pero era la primera vez que lo veía sin la camiseta fuera de un contexto médico.
Dediqué largos segundos a recorrer su cuerpo con la mirada, mordiéndome levemente el labio inferior. Después volví a besarlo con más ímpetu, rozando mi pecho contra el suyo al estar encima de él. Poco después mi otra mano, la "real", buscó a tientas el botón de su pantalón para desabrocharlo y liberarlo, desvistiéndolo de la parte de abajo hasta quitarle todo. Para ese momento mi cuerpo, al igual que el suyo, también había reaccionado al contacto y la intensidad del momento, así que cualquier ropa ya comenzaba a sobrarme. Deslicé mis dedos por la cara interna de su muslo, llegando así lentamente hasta donde me interesaba.
- +18:
- Aquello iba rápido y lento a la vez, quería disfrutar el momento, era lo que habíamos estado esperando pero por otro lado era tortuoso al verme tan abochornado por intimar por primera vez con Lucio. Su mano pasó a mi barbilla y sabía lo que quería, lo miré apartando un poco mis manos negando ligeramente con la cabeza -no... no es miedo- contesté en un hilillo de voz terminando de apartar las manos por el beso, sus labios siguieron el recorrido por mi piel bajando hasta mi cuello para besarlo mientras sus manos trabajaban en mi pecho, acariciándome con delicadeza y haciéndome cerrar los ojos mientras un pequeño jadeo se escapaba de mis labios.
Mi camisa pronto pasó a ocupar un lugar en el suelo cuando Lucio se deshizo de ella, no era la primera vez que me la quitaba frente a él pero esta vez era distinto, mi blanca tez quedó expuesta y solo pude pensar en tonterías como "ojalá hubiera tomado más el sol" estúpido cerebro... hubo unos instantes de tensión cuando el médico se quedó mirándome y de nuevo aquella vergüenza y pensamientos absurdos que se esfumaron en cuanto un beso más fogoso me dejó casi sin aliento, el mayor rozaba mi pecho contra el suyo y la ropa no se sentía demasiado bien al tacto algo que seguramente también pasó por la mente de Lucio pues en un momento me vi levantando ligeramente mi cadera para ayudarlo a deshacerse de lo que quedaba de mi ropa.
Poco a poco la vergüenza de los primeros momentos iba desapareciendo, no todo lo rápido que quería pero al menos era capaz de ver lo que hacía, mis manos se movieron de manera torpe hasta su camisa y el chaleco, desabotonandolos para quedar en igualdad de condiciones aunque Lucio me llevaba mucha ventaja, el roce de sus dedos en el interior de mis muslos me hizo sentir un cosquilleo que recorrió todo mi cuerpo seguido por un escalofrío en cuanto llegó a una zona más íntima. Terminé con su camisa pero no pude deshacerme de ella, aún así había dejado su pecho al descubierto, deslicé mis manos suavemente desde su abdomen en un recorrido ascendente hasta su cuello, mirándolo fijamente con una expresión menos avergonzada y un tanto más placentera.
- +18:
El inicio lento y cadencioso de nuestra primera vez fue intensificándose con el paso de los minutos, disfrutando de cada pasó que dábamos. En todo momento traté de estar atento a las señales por su parte, para que todo fuese lo más cómodo posible. No, claro que no era miedo. Ayudé a Sean a terminar de quitarme la camisa, quedando así con el torso al aire mientras él subía sus manos hacia mi cuello. La expresión de su rostro era una que no había visto hasta el momento, pero aquello me gustó y me hizo tener más ganas de seguir. Traté de grabar aquella imagen en mi mente, incluso me vino a la cabeza uno de esos cuadros de desnudo que hacía Gio.
"no, no se lo pediré, que ese es un vicioso"
El pensamiento fue fugaz y esperé que no se me hubiese notado. Por suerte no pensé más, toda la sangre de mi cerebro ahora estaba en otro sitio. El pudor inicial de él, y el mío propio, habían quedado atrás y cada vez nos dejábamos llevar más por el instinto, cada vez sentía más calor. Pronto estuvimos completamente despojados de cualquier prenda que quedase, pues la necesidad apremiaba. También le ayudé a terminar de quitarme toda la ropa de la parte de abajo, quedando libre por fin. Tras subir mi mano por la cara interna de su muslo y un poco más arriba, mis atenciones se demoraron un buen rato por allí, dedicándole mientras besos y algún que otro pequeño mordisco por los labios, las orejas y el cuello. Durante algunos minutos dejé que fuese él quien marcase el ritmo a seguir, invitándole de algún modo a seguir explorando con algo de guía por mi parte desde mi vientre hacia abajo. Las caricias y los juegos previos nos duraron un poco más, hasta que me situé entre sus piernas para alzarlas un poco y así hacer que se alzase levemente su pelvis. Mi mirada conectó con la suya de manera intensa mientras nuestros cuerpos se fundían en uno lentamente.
- +18:
- Cuanto más pasaba el tiempo y las atenciones de Lucio hacia mi seguían, más me iba desinhibiendo hasta que al final solo quedábamos él y yo y no había cabida para la vergüenza que había sentido en un principio. Mi intento torpe por quitarle la ropa a Lucio terminó con el mayor ayudándome pero tampoco importaba demasiado en cuento pude poner mis manos sobre su piel al igual que el seguía explorando mi cuerpo y haciéndome jadear cada vez que tocaba un punto sensible tanto que al final estiré los brazos para invitarlo a seguir con una expresión que ni yo mismo habría esperado de mi.
un pensamiento atravesó la mente de Lucio pero me aseguré de que se deshiciera de él por completo, lo necesitaba enfocado en mi, solo quería que me mirara a mi y que su mente estuviera tan centrada en mi como lo estaba la mía en él, terminé por deshacerme de su ropa y mis manos bajaron por su abdomen hasta prestarle las mismas atenciones que él me había dedicado pero pronto me vi interrumpido por un nuevo avance del mayor que me hizo gemir y a continuación morderme el labio, en cuento tuve la oportunidad de besarlo lo hice pero esta vez de una forma demandante y fogosa.
El calor iba creciendo y jadeaba su nombre contra sus labios mientras mis ojos se encontraban con los suyos, estaba listo para dar el siguiente paso y así lo sintió el otro cuando se posicionó entre mis piernas para finalmente convertirnos en uno, que sonaba más bonito de lo que era porque aquello dolía como un demonio. Mi cuerpo se tensó a la vez que mi voz se alzaba, me sujeté de las sábanas con fuerza intentando relajarme, vi la cara de Lucio y lo abracé -Estoy bien... sigue- clavé mis dedos en su espalda dejándole un par de arañazos cuanto más avanzaba, me estaba costando pero él fue paciente, tanto que al final me acostumbré a aquella sensación empezando poco a poco a disfrutarlo hasta que al final conseguimos llegar al climax, haciéndome sentir más unido a él y satisfecho.
Estaba agotado y algo adolorido, no iba a negarlo, pero nada importaba mientras pudiera quedarme un rato más disfrutando del momento, me acerqué a Lucio para abrazarlo y acurrucarme un poco a su lado mientras disfrutaba de esos últimos instantes juntos pues no pasó demasiado tiempo hasta que llegó un patronus. De forma instintiva me cubrí con las sábanas, el pequeño Zorro de luz era de Sayid, al parecer habían pedido parlamentar con el antiguo código, miré al médico algo incrédulo -¿Vamos a parlamentar después de todo lo que han hecho? y... tu sabes algo de ese código?- al parecer él sabía tanto como yo así que no quedaba de otra que investigar un poco, por suerte teniamos una preciosa biblioteca lista para estrenarse -El deber llama- dije besándolo antes de levantarme de la cama con algo de dificultad para ir a la ducha dónde Lucio no dudó en seguirme alargando un poco más la sesión de besos y arrumacos.
Una vez salí del baño me dispuse a vestirme al igual que Lucio pues ya era hora de volver al trabajo en el hospital por lo que cada uno se fue por su lado -Te avisaré si pasa algo, ten cuidado- le dije para despedirme con un simple beso en la mejilla antes de que desapareciera. Bajé a la gran biblioteca que teníamos, cerré los ojos un momento oliendo el papel, la tinta y el pergamino en el aire, pero lo mejor de todo era poder ver los libros. Exploré la habitación en busca de lo que necesitaba, no había demasiado, solo un libro en un rincón con protocolos de la isla y el consejo para pequeños descendientes -¿Desde cuando tengo este libro?- dije algo extrañado pero al menos había encontrado lo que necesitaba y no podía gustarme menos lo que leía.
Volví al piso de arriba para tomar un par de cosas, entre ellas mi túnica rúnica y el pájaro de Giordano pues si teníamos que reunirnos lo vería en la plaza y esta vez de verdad, llamé al fénix y en me desaparecía de casa directo al gran banquete en honor a los "invitados"
Sean y yo habíamos regresado a casa después de haberle dado el alta esa misma mañana, tras más de un mes en el hospital. Ahora le tocaba recuperarse del todo en casa, y descansar durante algunos días. Aparecimos directamente en la habitación, aunque bromeé con él con eso de que podía haberlo subido en brazos por las escaleras, para ir practicando lo de la boda. Había sido un buen día, teniendo en cuenta que él por fin había despertado y que me había dicho que sí quería casarse conmigo. Comimos la carbonara que le había prometido el día que estrenamos la casa, y después de eso dormimos juntos una plácida siesta. Al menos así fue durante unas horas, hasta que el brazalete-pulsera comunicador que llevaba en la muñeca comenzó a vibrar. El despertar fue algo confuso, debían ser ya las seis y pico de la tarde o más, se nos había ido la mano con eso de dormir. Me separé un poco de Sean, al que estaba abrazado por la espalda. Quería dejarle descansar, asi que me di la vuelta hacia el otro lado de la cama para leer el mensaje entrante de Catherine.
- ¿China Town? ¿Sayid? - me costó algunos segundos más en entender que aquello debía ser parte de la misión en la que partió hace un mes con más gente. Si pedían refuerzos es que la situación era complicada. Tal vez necesitaran sanadores, o tal vez luchadores. No especificaba nada, y no sabía si mi ayuda sería más práctica en la isla recibiendo posibles heridos, o abajo. Tampoco podían estar pendientes de mi mensaje para preguntar sobre la situación, así que me quedé sentado en la cama unos minutos sin saber qué hacer.
mensaje de Catherine escribió:
"Sayid ha solicitado refuerzos. Bajaré con mi esposo Ian y también con Giordano y un sanador. Os seguiré informando. Si alguien quiere unirse estas son las coordenadas"
- ¿China Town? ¿Sayid? - me costó algunos segundos más en entender que aquello debía ser parte de la misión en la que partió hace un mes con más gente. Si pedían refuerzos es que la situación era complicada. Tal vez necesitaran sanadores, o tal vez luchadores. No especificaba nada, y no sabía si mi ayuda sería más práctica en la isla recibiendo posibles heridos, o abajo. Tampoco podían estar pendientes de mi mensaje para preguntar sobre la situación, así que me quedé sentado en la cama unos minutos sin saber qué hacer.
Salí del hospital bastante feliz de volver a casa, aunque para mi solo había pasado un par de días por mi condición , para Lucio había sido todo un mes y la verdad, estaríamos más cómodos en nuestra nueva casa que apenas habíamos disfrutado. Cuando aparecimos directamente en la habitación bromeó sobre las escaleras pero negué con la cabeza, mejor dejar eso para el día especial.
Lucio me demostró sus habilidades culinarias con aquella carbonara que me había prometido cuando me pidió que fuéramos a vivir juntos hace más de un mes, justo después de volver de la ciudadela, era como si las desgracias nos empujaran a vivir nuestra vida sin pensar demasiado en los demás eso me alegraba pero por otra parte me quedaba la duda de si no íbamos demasiado rápido, algo que se me olvidó al ver el bigote manchado del moreno haciéndome reír para después tomar una servilleta y limpiarlo.
Con el estómago lleno al final nos entró el sueño pero yo estaba en esa fase de recuperación en la que te duermes y te despiertas a ratos, abrí los ojos un par de veces y me giré para comprobar que Lucio seguía a mi lado, durmiendo placidamente, estaba seguro que no había descansado suficiente en todo ese mes que yo no pude estar con él. Volví a cerrar los ojos y el movimiento de la cama me despertó una vez más, me di la vuelta y Lucio estaba sentado al borde de la cama mirando algo -¿Qué ocurre?- pregunté antes de acercarme y comprobar que miraba la pulsera, me giré hasta la mesita y saqué la mía del primer cajón viendo el mensaje de Catherine bastante asustado -Están todos abajo!? en qué demonios pensaba Catherine!?- y si le volvía a entrar el bloqueo? por suerte Sayid estaba abajo pero si pedía refuerzos la cosa no iba demasiado bien -Hay que hacer algo ¿a que hora envió esto?- necesitaba saber que ocurría a sí que le escribí esperando que me contestara
"CAtherine, ¿cual es la situación? estáis todos bien? ¿Quien está contigo? necesitáis ayuda?"
Lucio me demostró sus habilidades culinarias con aquella carbonara que me había prometido cuando me pidió que fuéramos a vivir juntos hace más de un mes, justo después de volver de la ciudadela, era como si las desgracias nos empujaran a vivir nuestra vida sin pensar demasiado en los demás eso me alegraba pero por otra parte me quedaba la duda de si no íbamos demasiado rápido, algo que se me olvidó al ver el bigote manchado del moreno haciéndome reír para después tomar una servilleta y limpiarlo.
Con el estómago lleno al final nos entró el sueño pero yo estaba en esa fase de recuperación en la que te duermes y te despiertas a ratos, abrí los ojos un par de veces y me giré para comprobar que Lucio seguía a mi lado, durmiendo placidamente, estaba seguro que no había descansado suficiente en todo ese mes que yo no pude estar con él. Volví a cerrar los ojos y el movimiento de la cama me despertó una vez más, me di la vuelta y Lucio estaba sentado al borde de la cama mirando algo -¿Qué ocurre?- pregunté antes de acercarme y comprobar que miraba la pulsera, me giré hasta la mesita y saqué la mía del primer cajón viendo el mensaje de Catherine bastante asustado -Están todos abajo!? en qué demonios pensaba Catherine!?- y si le volvía a entrar el bloqueo? por suerte Sayid estaba abajo pero si pedía refuerzos la cosa no iba demasiado bien -Hay que hacer algo ¿a que hora envió esto?- necesitaba saber que ocurría a sí que le escribí esperando que me contestara
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