Casa Galeno - Eire

-solo es un momento... - dije cuando empezó a darme todos esos "no" pero tenía que despedirme de Lucio que me dejaba solo connel marrón, estúpido trabajo del hospital... Cuando volví a activar el sonido escuché ruidos extraños además del sonido de cristal roto de antes -¿te encuentras bien? ¿Qué es todo ese ruido? - cuando le pregunté por lo del cuadro solo pude interpretar que estaba enfadado así que suspiré -ya te he dicho que lo siento... Pero tu me dijiste una vez que querías pintar a Lucio desnudo y no estabas borracho, pensé que se trataba de una broma... Tampoco sabía que no querias que te tocara... - me quedé unos segundos en silencio mientras subía las piernas al sofá para cruzarlas -pensaba que nos hacíamos más cercanos y malinterprete las cosas, no quería hacerte enfadar-

Hubo silencio por ambas partes hasta que al final él dijo algo sobre no haber nacido que me hizo enfadar -¿pero qué dices? No te atrevas a repetir eso Giordano DaVinci! Nada justifica que pienses en eso, de no ser por ti no seguiríamos a salvo en la isla y Lucio y yo no habriamos conseguido salir de aquel pozo en Turin, también nos ayudaste con los ministros y muchas más cosas...- decia tantas cosas sin sentido e inconexas que tenía que pensar cada una de sus frases para buscarles un significado pero al final simplemente seguí hablando-lo sé, ahora mismo la situación es difícil y por eso debemos seguir juntos... No quería discutir contigo pero... Me sacas de quicio! No sé cómo lo haces! El día del parlamento lo que quería era regalarte la pluma para darte las gracias por todo lo que hacías... Pero me estabas evitando, pensé que estabas enfadado y me enfadé porque no me decías nada - la verdad es que diciendolo en voz alta parecía un idiota por aquello, pero después me dio por bajar solo y blah blah blah -pues eso, que lo siento, no volveré a decirte cosas raras ni a tocarte, pero no vuelvas a mandarme a la mierda-

lo estaba intentando, de verdad que sí pero Giordano parecía solo contestar tonterías a lo que le estaba diciendo pero recordé las palabras de Lucio e intenté serenarme -ya, tu mano... - le seguí explicando lo del cuadro que no era mi intención hacerlo enfadar y la razón de aquella broma -¡Oye!- exclamé cuando dijo lo del erotismo de Lucio, eso solo me concernía a mi!... pero no sabía que Gio pensara eso de él... ¿y si le gustaba Lucio? tal vez por eso se había enfadado conmigo y la pendragon me dijo aquello ¿y si estaba celoso de mi? podía ser una posibilidad...

-Basta Giordano, no te burles de mi! te lo estoy diciendo en serio! ¿por qué los italianos sois así!? siempre menospreciando lo que hacéis! me ponéis de los nervios, los dos!- quería gritar, hasta se me ocurrió ir a su taller a zarandearlo un rato para quedarme a gusto pero solo me salió un gruñido.

Le expliqué lo de la pluma y como tenía una habilidad especial  para hacerme enfadar, sopesó lo que le decía y cuando no supo decir si lo de tocarlo era bueno o malo contesté -...eso es bueno.. ¿no?-  "es lo que quieres al fin y al cabo" pensé para mi mismo. Al final me dijo algo de Romeo y julieta que no entendí ¿lo decía por lo trágico? pero no recordaba nada trágico... aunque una vez lucio salió a la ventana cuando Gio empezó a llamarnos a gritos -Gio, ¿intentas decirme algo? puede ser que te guste...hola? Gio? oye!- no terminé de decir "que te guste Lucio" porque se escuchó un ruido fuerte y al final me quedé hablando solo.

Me quedé un rato refunfuñando yo solo y preocupado por si de verdad le gustaba Lucio, claro, eso podría explicar muchas cosas, eché un vistazo al chocolate caliente y lo tomé en mis manos para empezar a beberlo, ya estaba tibio y muy dulce, ¿quien no se enamoraría de Lucio? y encima parecía que se había caído o algo... me quedé pensando en ello un rato más hasta terminar mi chocolate, me tiré al sofá y pataleé cual niño enfadado para después levantarme, pillar el libro que estaba estudiando y salir de casa rumbo al taller de Giordano.

Después de un largo día de trabajo pasé por el mercado a comprar la cena y muchas cosas más, tenía que aprender a cocinar si o si para poder darle a Lucio algo hecho con mis propias manos pero estaba tan ocupado entre unas cosas y otras que esperaba me perdonara por aquello. Después de mi charla con la chica Pendragon me había pasado por la biblioteca a resolver un incidente con uno de los pobres alumnos que se había llevado una descarga de Markus, ya hablaría con él después.

Las horas pasaron y supuse que Lucio llegaría tarde de su turno pero no podía conciliar el sueño así que me puse manos a la obra con otro de mis proyectos pendientes, el golem hecho de barro. Después de leer el libro que le había regalado a Giordano quería estudiar mucho mejor los canales de magia y cómo se generaban y movían en el material que yo mismo debía moldear para así desentrañar los misterios del flujo de magia. Me recogí el cabello y saqué una de las camisas de Lucio que en teoría íbamos a tirar porque ya había cumplido su ciclo de vida, me quité los pantalones para no mancharlos y me fui hasta la habitación que había dedicado para mis encantamientos con un poco de música de fondo.

Las cosas manuales no eran lo mío, llevaba las mangas de la camisa recogidas hasta los codos y las manos empapadas en barro y arcilla, mis manos intentaban moldear aquella pieza a la vez que canalizaba mi magia pero debía ser un flujo constante y suave o se deformaba, estaba muy concentrado en ello, tanto que no me fijé en la hora que era.

Aparecí por fin en el jardín de casa después de un largo turno de trabajo que parecía solaparse con los de días anteriores. Estaba cansado, pero al menos satisfecho por haber recuperado el ojo del teniente. Al abrir la puerta de casa escuché música, así que me dirigí hacia el lugar del que provenía tras quitarme el abrigo y al bufanda. El calor del hogar resultaba bastante agradable después del día frío que había hecho. Me detuve un instante apoyado en el  marco de la puerta, cruzándome de brazos al observar a Sean practicar con el golem de barro. Sonreí embobado ante la escena, acercándome por detrás al pensar que no me había escuchado entrar.  - Pensé que estarías durmiendo...-  Tomé un taburete para sentarme detrás de él, saludándole con un beso en los labios. - ¿Qué es exactamente?

Durante los siguientes segundos me dediqué a observar lo que hacía Sean, que resultaba casi hipnótico mientras el torno de alfarería giraba. La canalización de magia lo hacía todavía más llamativo. Al principio me dediqué a hacerle cosquillas en los costados, de modo que perdiese la concentración. El resultado fue que la forma del golem se deshizo. Después no pude resistirme a tomar parte de aquello. Llevé mis manos hacia las suyas, cubriéndolas mientras nos manchábamos ambos de barro.

El torno siguió girando mientras entrelazaba mis dedos con los suyos, acariciando sus muñecas con suavidad para subir también un poco por sus brazos. Mis labios se acercaron a su nuca para besarla, rozando después su oreja. Bajé después a su cuello para buscar su boca a continuación, mordiendo levemente su labio antes de besarle. Separé sus manos del barro para tomarlas con las mías, esperando que se girase. Para ese momento ya había perdido interés en la escultura.

Después de un buen rato ya empezaba a pillarle el truco a moldear con la cantidad de magia adecuada, estaba tan concentrado que no escuché a Lucio llegar además de la música de fondo, al escuchar la voz del medimago me giré sonriendo y le devolví el beso cuando se acercó -Se me ha pasado el tiempo volando, es tarde, ¿qué tal tu día?- pregunté volviendo a posar las manos en mi "golem" porque de momento solo era trozos de cosas, me reí cuando Lucio me preguntó por mi creación, se me daba fatal casi todo lo que fueran manualidades hechas con mis propias manos -estaba intentando hacer las piernas, pensaba hacer un golem pequeño para probar mi teoría del flujo de magia- dije mientras el torno seguía girando y yo por fin conseguía algo medianamente decente.

Pasamos algunos segundos en silencio solo acompañados por la música, podía sentir el calor del otro en mi espalda y sus manos se pasearon por mi costado haciéndome cosquillas, empecé a reírme y a removerme un poco pero la figura de barro pagó las consecuencias -hala, mira lo que has hecho- dije entre risas desechando un trozo de barro. Lucio puso sus manos sobre las mías y tomé un poco más de agua para poder moldear entre ambos una vez más lo que yo pretendía que fuera una pierna para mi golem.

Nuestros dedos se entrelazaban unos con otros y dejé de canalizar mi magia totalmente distraído con las caricias de mi prometido -Me estás dejando perdido de barro- dije sonriendo mientras me besaba el cuello reclamando después toda mi atención apartando las manos de la escultura, me giré para poder besarlo y apagué el torno porque al parecer no lo iba a necesitar más.

Después de un muy placentero baño juntos aderezado por aquel maravilloso momento con el torno, nos fuimos a dormir y al despertar a la mañana siguiente pudimos pasar un tiempo extra en la cama. -Buenos días~ ¿Hoy tienes turno? he comprado unos cuantos adornos navideños en el mercado... ¿Te apetece decorar conmigo?- Pregunté mientras le iba dando besitos en la mejilla a Lucio para que fuera despertando.

Preferí no responder en el momento a qué tal me había ido el día, era un asunto largo y tedioso. Le hice un gesto como queriendo decir que después se lo contaba, y luego vino el resto del tema con el golem, el barro, las risas y lo que no eran risas. Tuvimos un momento bastante bonito que recompensaba todo lo pesado que pudiera haber sido ese día, acabando con besos y un baño juntos. Después de aquello dormimos más que a gusto, teniendo un despertar bastante relajado. Me tomé mi tiempo en espabilarme, tapándome un poco cuando comenzaron a entrar las primeras luces por la ventana. Sonreí todavía medio endormiscado al notar los besos en la mejilla, abriendo por fin los ojos. - Buenoos días...- lo atraje hacia mí para que se tumbase sobre mi pecho, pensando en si tenía hoy turno. Todavía estaba reiniciando el cerebro y debía recordar qué día era. Suspiré al darme cuenta de que hoy sí me tocaba, aunque probablemente fuese un día tranquilo por aquello de que todavía no había nadie de misión abajo.

- Me temo que sí. Turno de 24 horas además, pero todavía me quedan dos horas para entrar. - la idea de decorar me hizo emocionarme como un niño pequeño, sería la primera vez que decorábamos nuestra casa juntos. - ¡Claro! hace siglos que no pongo decoración. ¿Qué has comprado? dejaremos la casa tan decorada que será la envidia del resto del Consejo. - me reí por la broma, incorporándome después lentamente hasta sentarme. - Y de paso te cuento un poco más despacio lo de estos días en el trabajo. Anoche preferí dejarlo para luego porque...no quería estropear el momento. Ya sabes...lo de la evaluación psicológica y eso no es muy agradable. También vi que teníamos mensaje del Consejo, pero ya le han endosado a Sayid la tarea de ir. - me estiré un poco antes de salir de la cama, yendo a la ventana para asomarme. Estaba empezando a nevar, así que nos venía perfecto para todo lo de la decoración. También daban ganas de tomarse uno de esos chocolates calientes para desayunar, como el que tuve que dejar a medias la vez anterior. Le hice un gesto para que se acercase a verlo conmigo, abriendo un poco la ventana para que entrase el frío invernal.

Cada mañana que despertábamos así se me pasaba el mismo pensamiento por la cabeza "ojalá todos los días sean así" todos y cada uno de los que nos quedaban juntos. Sonreí al ver a Lucio medio adormilado y me dejé llevar hasta su pecho para descansar unos pocos minutos más sobre él, pasé las manos por su cabello apartándoselo de la cara, lo dejé pensar un poco mientras se reiniciaba haciéndole mimos y carantoñas hasta que por fin dijo que tenía turno lo que me sacó un puchero de decepción y tristeza, esperaba que por lo menos pudiéramos estar juntos hasta el medio día.

Al menos la idea de decorar la casa le hizo ilusión y volví a sonreír moviendo los pies de arriba a abajo -he comprado guirnaldas, decoraciones de esas que son muy monas y acolchaditas, las típicas bolas brillantes, una corona para la puerta...- empecé a enumerar todo lo que había apilado en las cajas de abajo, que eran grandes y al menos unas cinco. -¡si! ¿deberíamos hacer una fiesta de navidad con nuestros amigos? oh... hablando de eso, después te cuento lo que me pasó ayer y hace unos días en el taller de Gio-Lucio se incorporó para quedar sentado y yo sobre él pero me aparté en cuanto vi que quería salir de la cama. -Es por el caso de Kyllian, ¿verdad?- dije comprendiendo aquello de la evaluación, no era un tema agradable así que le di un abrazo a Lucio -Cuéntamelo solo si te hace sentir mejor ¿si? suficiente tienes con trabajar todo el día-

Sobre Sayid y el mensaje del consejo me sentí bastante culpable porque me alegraba de no ser yo a quien le dejaran el marrón de una reunión -Pero Sayid es el más indicado para eso... ¿cómo crees que le irá la vida de casado?- . Me quedé en la cama un poco más y me envolví en las mantas cuando Lucio abrió la ventana dejando que aquel frío invadiera nuestra habitación pero tuve que salir en cuanto me hizo aquel gesto para que me acercara. Con las mantas a cuestas puse los pies en el suelo y me acerqué mientras estas se iban arrastrando, me abracé a él viendo como aquel manto blanco empezaba a cubrir la isla.

Nos quedamos un rato en silencio mirando como caía la nieve para después ir a prepararnos y bajar a la cocina para hacer el desayuno, mientras comíamos se me ocurrió algo que podría darle al día siguiente cuando volviera de trabajar y sonreí para mi mismo mientras lo miraba. Al terminar nos pusimos manos a la obra con las decoraciones y entre caja y caja lesperé a que me contara lo que había sucedido con la evaluación para el caso.

- Quedará preciosa la casa con todas esas cosas que has comprado. Podemos invitar a los más cercanos para celebrar el estreno oficial de la casa. Pero...no sé si antes de la misión o no. - otra vez la sombra de la misión, por mucho que quisiera simplemente disfrutar de algo tan sencillo y a la vez tan valioso como una cena navideña con amigos, o decorar la casa con él. - Cierto, me contaste que habíais hecho las paces. ¿Qué tal con él en el taller? ¿qué pasó? si quieres me lo puedes contar todo mientras decoramos, que tratándose de Gio intuyo que va para rato. - me quedé pensativo por lo que podría haber pasado con él, asintiendo después a lo del caso de Kyllian. Era un caso feo, triste. Su abrazo me hizo sentir un poco mejor, y tal vez también lo hiciera el contar un poco para sacar la frustración.

- No diré mucho...pero ojalá la hubiese dado en adopción. Me resultó todo un tanto perturbador. Ya te contaré más tarde...- confiaba en calmar esa sensación junto a Sean, y con la visión de la nieve y el fresco entrando a través de la ventana. Dudé unos segundos por la pregunta de Sayid, pero conociéndole seguro que no le iría mal. - Creo que en el fondo es un romántico. Y Arleen también lo es, así que encajarán bien. No me preocuparía por ellos. No es como si se hubiese casado el anticuado de Newton con ella. - terminé con un pequeño tono de reproche al viejo decepcionante. Cuando Sean se acercó me abracé a él, poniéndome después a su espalda para envolverlo con un abrazo con aquella manta. Apoyé mi barbilla sobre su cabeza, contemplando con él la bonita estampa y disfrutando de la quietud del momento. Quise quedarme con aquel instante de calma, hasta que tuvimos que volver a labores más mundanas.

Tras bajar a desayunar comenzamos con las decoraciones, abriendo las cajas que él había comprado en el mercado. Lo primero fue el árbol, el cual esperaba que no estuviese lleno de nargles. Con magia podía decorarlo más rápido, pero tenía su encanto hacerlo a mano. Comencé a poner guirnaldas con bastante orden, aunque lié alguna al cuello de Sean como si fuese mi propio arbolillo navideño. Reí al verle así "decorado", pidiéndole que me pasase la estrella para ponerla en lo más alto.

me encogí un poco cuando Lucio mencionó la misión, pero eso no podía ser un motivo para deprimirnos, al contrario, debería ser una meta -Lo haremos después, ¡así que tenemos que volver todos juntos para poder celebrar las navidades como debe ser! decoraremos nuestra casa y les enviaremos una foto para que se mueran de envidia y quieran venir a verla- dije muy animado intentando que Lucio compartiera esa alegría conmigo. Asentí a lo de Gio y en efecto le contaría todo lo que había pasado mientras ordenábamos cajas y decorábamos.

Sentí la frustración de Lucio por aquel caso y la forma en la que hablaba me encogía el corazón, solo unos días atrás nosotros mismos hablábamos de formar una familia y saber que una pobre criatura había acabado de aquella forma me hacia estremecerme -Está bien, cuéntamelo cuando quieras, sabes que estoy aquí siempre que lo necesites- le di un par de besitos más antes de que se levantara y me invitara a ver la nieve con él. Sobre Sayid, confiaba en lo que me decía porque al fin y al cabo conocía mejor a Arleen, lo que me recordaba el tema de la sexualidad de Gio que había hablado con Shyvanna.

Aquel tono en el que Lucio hablaba del mayor del consejo me hizo gracia, seguía bastante enfadado, la verdad es que a mi se me había pasado y lo que me quedaba era esa sensación de tristeza por el rechazo -No le hagas caso, que se te va a poner la misma cara de gruñón- dije mientras me acercaba y estiraba las manos para dibujarle una sonrisa en los labios. El abrazo frente a la nieve sentaba bien, envuelto en mantas con aquella paz que parecía reinar en la isla, suspiré al sentir como se apoyaba el otro en mi con algo de pesar -no puedo hacer nada para que te quedes conmigo hoy ¿verdad?- ojalá pudiera tenerlo para mi todo el día...

Una vez terminado el desayuno nos pusimos a decorar, al sacar un par de bolas de color azul recordé lo que le quería contar a Lucio -¿te acuerdas de la llamada de Gio el otro día? pues fui a su taller porque escuché un golpe y me lo encontré borracho tirado en el baño... había más gente allí pero el caso es que hablamos e hicimos las paces, después de eso me encontré a ese hombre... Wthyr Pendragon que iba de camino a su casa, no lo dejé pasar y tuve que hablar con él sobre SAM y todo lo que sabíamos de la IA- empecé a contarle todo aquello mientras montábamos el árbol entre risas y sin magia, eso nos daba un poco más de tiempo juntos.

Cuando Lucio me lió la guirnalda tiré de ella para atraerlo hacia mi y darle un beso, cuando me pidió la estrella la hice flotar hasta él para después ponerla en la parte más alta, parecía una tontería pero me hizo mucha ilusión tener nuestro árbol terminado, había quedado perfecto. Nos tomamos un tiempo de descanso y entonces seguí con mi historia -Después de aquello Gio me pidió ayuda para crear unos orbes con los cuales hacer una máquina señuelo para proteger la isla, el día que se los llevé estabamos hablando tan tranquilos y de repente, otra Pendragon, la chica rubia llegó llena de sangre y.. bastante asustada entonces volví a discutir con él... es que ¿no es extraño que los Pendragon se acerquen tanto a él? no sé... a mi me da mal rollo porque después de la rubia llegó la otra, la chica morena de la fiesta y el chico rubio que casi me pega- me crucé de brazos enfadado de solo recordarlo -Encima que la ayudo... porque Gio las sigue defendiendo y tampoco podía dejarla herida, al parecer acababan de matar a su prometido- después de eso le conté que me había ido a llorar a una rama encontrándome con Savannah, una chica muy maja que no le gustaba Altair y que me había ayudado a calmarme ya que no lo había encontrado en el hospital.

-Al día siguiente fui al bosque de Darwin a escribir un poco y trabajar mientras Rubi cazaba pero apareció otra vez la chica rubia, se llama Shyvanna y la verdad.. es que parece buena chica- terminé confesando pero con cara de disgusto porque ahora no tenía demasiadas excusas para odiarla, al menos no a ella -quería saber si tenía una maldición, al parecer tienen mala suerte con las parejas en su familia, la ayudé y le di una de mis velas para que pudiera conciliar el sueño- suspiré pesadamente y me dejé caer al sofá -creo que tenias razón y a lo mejor no son tan malos... pero algo me sigue diciendo que no me fie... no sé, pero al menos creo que con Shyvanna puedo hablar sin querer huir o mandarla a volar- en ese momento me levanté de un salto, como si mi cabeza hubiera descubierto el post-it perdido que había dejado aparcado -Lucio... ¿qué demonios es demisexual? mientras estábamos hablando Shyvanna dijo algo de que a Gio no le gustaban las chicas y me dijo un montón de cosas raras... pero a Gio le gustaba Arleen, ¿verdad? creo que me dijiste algo que te había contado Aldaron-

Los días que siguieron a la boda fatídica de mi hermana parecieron suceder con total normalidad y una aparente tensa calma. Pasaron varios días desde el oficio hasta que S volvió extasiada de su incursión en el bosque de Darwin. La mañana siguiente, mientras Darren desayunaba tranquilamente, un tazón de leche de cabra de montañas, tostada de pan de Ouroboros y mermelada de frutas del bosque de las hadas de Avalon, su melliza se abalanzó contra su persona, y le arrastró por todos los pasillos de la residencia en Ouroboros por, según sus propias palabras, ser un brabucón sin sentimientos, dejando el desayuno a medio comer.

Aunque intentó explicarme lo buenos y estupendos que eran sus compañeros de la isla, y que estaban ayudándola no le creí… o no parte. Pero, le propuse, a modo de disculpa, poder entregarles a los afectados, una pequeña ofrenda de paz, dado que enseguida llegarían las Saturnias y el equinoccio de invierno.


De esta forma, Darren terminó delante de la puerta del descendiente de Merlín. Sin entrar en grandes detalles, habían conseguido la ubicación del domicilio. Darren tocó la puerta con un par de golpes secos de nudillos en la puerta. Sin muchas ganas, había que añadir. Cuando el descendiente abriera la puerta, se encontraría a un varón rubio, con cierto gesto de disgusto. Ataviado con un jersey de lana gorda de oveja de Avalon, con un horrible estampado, la capa al cuello a modo de bufanda e, igualmente obligado por su hermano, una cornamenta de reno, de color rojo, con un lacito vede, cuyos extremos caían por la cara de Darren, como su fueran pelos del flequillo. Permaneció allí, hasta que le abrieron la puerta, maldiciendo a la rubia de su hermana por tal vejación.

El optimismo de Sean con la misión era contagioso, así que dejé de pensar en el asunto durante lo que quedaba de mañana. También intenté no pensar en las cosas feas que había dicho Jack, al fin y al cabo él no estaba por encima de nosotros como para impedir que nos casásemos o estuviésemos juntos. Lo único incómodo eran sus malas caras y comentarios fuera de lugar. Ojalá todos fuesen como Sofía o Catherine, tan empáticos y liberales.

Con el momento decoración llegó el "cotilleo" sosbre Gio, eso o que ya me estaba acostumbrando a sentirme como Aldaron. Lo de Gio borracho no me extrañó, pero me pareció un gesto muy bonito por parte de Sean lo de preocuparse por ir a ver si le había pasado algo. Al menos sirvió para que hicieran las paces. - Me alegro mucho. Hasta de que lograses hablar con el Pendragon sin enfadarte. Lo último que necesitamos son más conflictos aquí dentro.- eso de hablar hacer las paces también era navideño y feliz, y venía perfecto con nuestro momento de decoración del árbol. Le hice un gesto para que se sentase conmigo en el suelo mientras contemplábamos nuestra obra, y así seguía contándome la historia. - Veo que habéis estado ocupados trabajando para la misión. Ojalá pudiese aportar algo a eso...tengo que mejorar más con las sanaciones. - en ocasiones me sentía estancado, como si no avanzase de nivel. Había logrado curar ojos, sí, pero todavía no era capaz de regenerar miembros completos o de evitar que la gente muriese. No lograba destacar tanto entre otros sanadores, y eso me frustraba aunque no me quejase muy a menudo.

- ¿¿Qué?? ¿¿una Pendragon cubierta de sangre y luego el resto de los hermanos?? - sonaba todo rarísimo, pero se trataba de Gio y sus cosas, una vez más. - Ay...no sé. Supongo que Giordano les interesa. Su personalidad y lo que hace llaman la atención. Y él fue receptivo con ellos desde el principio. ¿A quién te acercarías tú primero, a alguien que te trata mal o a alguien que muestra interés en ti? tal vez sea eso lo que están haciendo. Tratar de acercarse a través de los más...amables. - pude entender su enfado por el rubio ese que se enfadó, así que le di un beso en la mejilla para que se desenfurruñase un poco, igual que había hecho el antes conmigo cuando hablaba de Jack. de nuevo volvió a hablar de la chica rubia, y esta vez admitió que le parecía buena gente. Solté un ¡ajá! señalándole con el dedo, lo había admitido.

- Deberíamos tratar con todos ellos. El rencor y el miedo no ayudan. Una cena de Ouroboros con los Pendragon podría estar bien para afianzar lazos. Podemos proponerlo. - me quedé un tanto pillado por su comentario de demisexual y lo de Gio, pensando en unas definiciones que leí una vez en un libro de la biblioteca en el que hablaba de diferentes sexualidades. - Pues...es una persona que no siente atracción sexual a menos que forme una fuerte conexión emocional con alguien. Se observa con mayor frecuencia en las relaciones románticas, pero no se limita a ellas. El término demisexual proviene de "a medio camino entre" lo sexual y asexual. Giordano pudo sentir atracción por Arleen, pero eso no tiene por qué significar que le gusten las chicas. - de repente me hizo click el cerebro y me di cuenta de algo que me había pasado desapercibido hasta entonces. Gio huyendo tras el anuncio de boda, Gio huyendo siempre de Sean, no queriendo compartir tiempo con nosotros desde que estábamos juntos. Solté la guirnalda que tenía en la mano, llevándome una mano a la barba con cara pensativa. - ¿Y sí...tú crees que le gustamos alguno de los dos? y por eso está tan raro. Más raro de lo normal.

Estábamos de muy buen humor y me pareció una lástima que por las barreras la nieve no llegara hasta nuestro jardín, así que, solo por ese día, las bajaría. Cuando bajamos a desayunar y decorar le conté a Lucio todo lo que me había pasado en tan solo unos días -Si, yo también me alegro de haberlo arreglado pero... no sé, tiene esa habilidad especial para hacerme enfadar... no me pasa ni tan siquiera con Markus que es para darle de comer aparte, que por cierto, ha electrocutado a uno de mis alumnos! ¿te lo puedes creer?-.

Nos sentamos en el suelo sobre la alfombra para seguir hablando contemplando nuestro bonito árbol de navidad, pero vino el momento de insatisfacción de Lucio, me apoyé en él mirándole fijamente -Vamos, no digas eso, de no ser por ti habríamos perdido a los e bajaron a Londres y esta vez bajaremos juntos, tus barreras son mejores que las mías así que serás de gran ayuda, ya lo verás- le di un empujoncito esperando que se animara mientras nuestro maravilloso juego de té nos preparaba uno a cada uno.

Con mi taza calentita entre manos asentí a lo de la chica llena de sangre -si, todos los pendragon han pasado por casa de Giordano, al menos los que estuvieron en el parlamento... yo confío en él, pero hasta yo he llegado a pensar que estaba relacionad de más con ellos y con todo el jaleo de Bellatrix me preocupa que el resto del consejo piense lo mismo- suspiré pesadamente . las palabras de Lucio no iban muy desencaminadas pues Shyvanna me había dicho lo mismo, Giordano había sido el único que no los había rechazado pero claro, también quedaba el asunto de su aparición poco amistosa -ya, lo sé, tienes razón, pero si hubieran llegado con una tarta en lugar de hacer una hoguera con Sofía yo les habría dado la bienvenida- . Tuve que admitir que la rubia parecía maja y entorné los ojos cuando Lucio me señaló con el dedo haciendo un amago de mordérselo, lo de la cena ya era demasiado para mi así que puse cara de "va a ser que no" porque hablar con uno de ellos no me parecía suficiente como para tener una bonita cena.

Escuché atento a la descripción de Lucio pero la verdad es que entendí poco, solo supe que Gio era especial para elegir sus parejas.. o lo que tuviera -¿entonces no sentía nada por Arleen y solo fue sexo porque si?... la verdad no me parece tan raro después del rumor de la mazmorra, eso y que Shyvanna llegó a pedirle juguetes sexuales- lo siguiente casi me hizo escupir el té, me quedé procesando la pregunta de Lucio y entonces conecté cosas, yo ya había pensado que a Gio le gustaba Lucio pero había desechado la idea hasta ahora, me quedé mirándolo como si estuviera alucinando, eso tenía sentido, primero lo del cuadro, después la llamada rara en la que dijo que Lucio era sensual o algo así... -ay no... Lucio creo que le gustas a Gio... lo pensé el otro día porque dijo que eras sensual y pensé que era por la borrachera pero ¿y si no lo era?- me llevé las manos al rostro porque no sabía como sentirme ¿le había robado a Lucio? y lo peor de todo es que no me había dado cuenta y tal vez por eso me evitaba y la chica morena me dijo que no debía tocarlo -Lucio me siento fatal pero... pero yo te quiero..-

Ya no sabía qué pensar pero lo que estaba claro era que ahora las cosas con Giordano iban a ser muy incomodas. Alguien tocó la puerta y me levanté esperando que fuera Catherine porque nadie más se acercaría sin avisar y pocos conocían la ubicación -Cath! menos mal que llegas! tengo que cont...- me levanté de un salto para abrir la puerta y contarle el percal a la morena pero lo que me encontré fue todo lo contrario, el chico que casi me pega en el taller estaba plantado en mi puerta con un aspecto ridículo que me hizo soltar la taza y cerrarle la puerta en las narices para girarme y entrar en pánico -Lucio! lucio! es...es uno de los pendragon.. mierda, bajé la barrera por la nieve!!- me faltó correr en círculos pero al final abrí la puerta de nuevo -em... hola, perdona lo de.. antes...- lo miré de arriba a abajo, desde el jersey hasta los cuernos y no sabía si reírme o volver a cerrar la puerta -¿puedo ayudarte en algo? si es por tu hermana puedo darte otra vela...-

Darren observó la puerta con la mirada fija, perdida en el infinito, como aquél actor que sube al escenario y se imagina al público en paños menores. Si perdía la mirada en el más allá, podría evitar imaginarse el bochorno que su hermana le estaba haciendo pasar, y delante del Descendiente de Merlín, ni más ni menos. La puerta se abrió y apareció la castaña cabellera del joven, arqueé el gesto, indicando con la cara las pocas apetencias de estar en esa ubicación en este preciso momento. O en cualquier otro, en verdad.

Pero, en el momento justo en el que Darren iba a presentarse ante el descendiente, éste me cerró la puerta en la propia nariz. La ceja de Darren se alzó, recorriendo su joven frente hasta rozar con el molesto ribete verde que caía desde la cornamenta. Supuso, tal y como le había intentado convencer a su hermana, que se trataba de una malísima idea, y, a pesar de su reticencia, todavía no sabía cómo se había dejado engañar. ¿Un reto? No, peor, una hermana extremadamente insistente. Se separó el cuello del jersey del propio, molesto. Molesto con el jersey, molesto con la decoración, molesto con la situación.

La puerta todavía tardó un poco en abrirse de nuevo, siendo recibido, de nuevo, por el descendiente de Merlín. Con la ceja alzada por lo que a Darren le parecía una situación ridícula, sopló, sin cambiar el gesto, para levantar el ribete que en ese momento le ocupaba el campo de visión. Que el descendiente se tomara eso como saludo. Sabía que le estaba mirando su ridícula vestimenta comprada en Ouroboros. En la tienda de la señora del mercado donde compraron los trajes. La moda de Ouroboros era extrañamente ridícula. -Sí- Respondió Darren a la pregunta de poder ayudar, con cierto tono de dejadez. -Vengo a presentar mis … sinceras … disculpas por el comportamiento deplorable del otro día- Supiró, mordiéndose la lengua envenenándose con sus propias palabras. En verdad no lo sentía para nada, y en el momento aquel le hubiera partido la cara sin miramientos, pero… se debía a su hermana -Shyvanna me contó todo lo que sucedió y, nuevamente, disculpas por el malentendido- Y el descendiente de Pendragon, hizo una leve reverencia en señal de cortesía.

-Por favor, reciban esta ofrenda en señal de disculpas- Conjuré una pequeña bandeja de plata, que tenía colocada en una mano a la espalda, que al destaparla y dejar ver el contenido: jamón ahumado, vino de Avalon, galletas recién hechas de jengibre -Se tratan de ofrendas para celebrar el equinoccio de invierno, dada su proximidad-

Era cierto eso de que Giordano exasperaba a Sean, pero aún así me parecía que tenían una relación más cercana que otros que actuaban de manera simplemente cordial. Tal vez fuese mejor así, una relación "intensa". Me reí con eso de Markus había electrocutado a uno de sus alumnos, si no había pasado por el hospital seguro que no era grave y no estaba feo reírse. Me quedé un tanto empanado mirando el juego de té encantado haciendo lo suyo, asintiendo distraídamente a lo de salvar a la gente que bajó a Londres. - Y sabes que te agradezco que me digas esas cosas, pero todos los del Consejo queremos ser siempre mejores, llegar más lejos. No me digas que tú no, porque sabes que no es así. Tenemos nuestro punto de querer más. - cogí mi taza de té entre las manos, soplando un par de veces antes de beber. Le miré de reojo, dando un sorbo al té.

- Comprendo tu preocupación. Sin embargo...Giordano no duda de la utilidad del Consejo, y nunca dudaría ni un instante de qué lado ponerse si fuese necesario. No creo que lo sea, si esta gente quisiese hacer algo ya lo habría hecho - aseguré con tranquilidad absoluta, pues cada día que pasaba estaba más seguro de que no tendríamos ningún problema serio con ellos. - Lo de Sofía fue perturbador...en una pira. ¿Fue la chica rubia que mencionaste la que se llevó a Sofía, no? podrías haberle preguntado por qué lo hizo...por si acaso es de carácter variable e impredecible. - eso llevó mi mente hacia la otra rubia, a la que había interrogado hacía poco. Era todo un mundo eso de descubrir personalidades, diferentes perfiles. Solía tener cierta intuición para eso, pero prefería no juzgar o psicoanalizar a nadie sin conocerlo realmente y basándome en un puñado de primeras impresiones.

- ¿Lo de Arleen? lo dudo...no creo que quisiera sólo sexo. Puede que ella le pareciese interesante a más niveles. No sé, es complicado. - casi escupo el té cuando Sean insinuó que era yo el que podía gustarle a Gio, no me había dado esa sensación o al menos yo no lo había notado. - ¿Dijo que era sensual? ¿pero en sentido pictórico o...? - hice un gesto de que daba igual, prefería no saberlo. - Escucha. Yo creo que podrías ser tú el que le gusta. De quien huye es de ti...principalmente. Igual nos estamos equivocando, pero ...- en ese momento llamaron a la puerta y tuvimos que dejar las elucubraciones. Seguí a Sean mientras iba a abrir, y al llegar tuve que contener una risa por lo que vi. El tal Darren vestido de una manera que jamás hubiese esperado, y un tanto ridícula. Hice un gesto a Sean para que abriese de nuevo después del pequeño ataque de pánico-risa que le hizo cerrar la puerta. Al final abrimos de nuevo, aparentando normalidad.

- Buenos días, señor Pendragon. ¿Quiere pasar? hace frío fuera. - ofrecí con buenos modales, y más después de ver que traía presentes para disculparse por lo de su hermana. Debía ser lo que me acababa de contar Sean. Al menos parecían majos y la comida no parecía envenenada, que me cruzó ese pensamiento por la cabeza por un breve y paranoico instante. - Oh, no pasa nada. Sean me ha hablado de ello, está todo disculpado. Espero que podamos celebrar como es debido cuando regresemos de la misión. ¿Usted y su familia también van a bajar?

Le di un golpecito a Lucio cuando empezó a reírse, si lo pensaba detenidamente si que era divertido así que se me escapó una sonrisa que intenté contener -no te rías, el pobre seguro que lo pasó muy mal intentando hablar con Markus- . Mientras el juego de té hacía lo suyo y le indicaba que quería dos terrones de azúcar, escuché a Lucio hablar sobre querer ser mejores y sobresalir -Solo quiero que valores lo que haces, eres un gran médico y no digo que no sea bueno mejorar, pero también es bueno conocer nuestras virtudes... yo no quiero ser mejor que nadie, solo me gusta el conocimiento y estudiar... aunque Cath es la excepción, si quiero ser mejor que ella pero no se lo digas-

Con la taza entre mis manos fui dando pequeños sorbos, sopesando lo que decía Lucio que era lo que todos me decían y al final tenía que rendirme -Tienes razón, Gio no es así... supongo que ha llegado el momento de enterrar el hacha de guerra... y volver a disculparme con Gio- rodé los ojos e hice un sonido de exasperación, otra vez me tocaba ir a decirle que lo sentía y decirle que tenía razón, pero en cierto modo me alegraba por no tener que preocuparme más. Al hablar de la rubia y la pira asentí -de hecho me lo dijo, básicamente es culpa nuestra por no respetar el tiempo que nos pidieron y... dijo que habría podido chamuscar a Sofía cuando le diera la gana- me dio un escalofrío solo de pensar en eso que si lo analizabas bien era bastante retorcido -Creo que tienen un rollo raro en su familia... dijo algo de un árbol y su abuela antes de salir huyendo, tal vez no son ellos los que mueven los hilos-

Tanto Lucio como yo nos quedamos unos instantes pensando en nuestras cosas hasta que llegó el asunto de la sexualidad de Gio, entonces si sentía algo por Arleen y ella por él pero aún así ahora estaba casadacon Sayid y les iban las cosas bien... era todo demasiado confuso para mi y fue aún peor cuando llegamos a la conclusión de que a Giordano le gustaba uno de los dos -no, no, tienes que ser tu, piénsalo, lo del cuadro de aquella vez, la llamada del otro día... ¿no te enfadarías con la persona que te ha quitado a la persona que te gusta? puede que por eso huyera de mi... y no quisiera hablarme- me llevé una mano a la cabeza revolviéndome el cabello muy confuso por todo eso ¿con qué cara debería mirar a mi amigo ahora?. El sonido de la puerta me distrajo de todo eso pensando que sería una visita agradable pero lo que ocurrió fue totalmente inesperado.

Lucio había optado por las risas y yo por el pánico al ver a aquel rubio en mi puerta, tanto que dejé caer la taza antes de cerrarle la puerta en las narices, por suerte no llegó a romperse así que la recogí y la dejé a un lado para poder abrir la puerta cuando Lucio me dijo que lo hiciera. Al preguntarle si quería algo dijo que era para disculparse, me sorprendí por ello  y miré a Lucio sin saber que hacer pero él decidió invitar al rubio a pasar.

Recibí la bandeja que traía antes de que pasara al salón que ahora estaba decorado para las fiestas -Esto...si, no se preocupe por lo ocurrido...- eso no quitaba que me resultara imponente a pesar de ir vestido de aquella forma tan... especial -Por favor, siéntese, siento el desastre pero estábamos terminando de decorar.. ¿le apetece un té?- dije mientras el carrito con el juego de té se acercaba a él para darle algo caliente de beber, dejé la bandeja con todo lo que el invitado había traído en la mesita, intentaba aparentar tranquilidad pero lo cierto es que estaba en tensión. Usé mi magia para recoger lo poco que quedaba tirado por la casa y guardarlo, Lucio estaba más cualificado que yo para ser anfitrión porque hablaba con absoluta calma mientras yo miraba a nuestro invitado de reojo, como un animalillo que está en constante alerta por si tiene que salir corriendo.

Escruté al segundo individuo de la casa cuando salió a recibirme, el moreno con barba. En la primera apertura solo pude ver al descendiente de Merlín. Me incorporé de nuevo, cesando la reverencia, sin parar de cargar con la mano, estirando mi espalda de nuevo, haciendo que, nuevamente, el lazo verde cayera sobre mi frente, que aparté de un frustrante soplido. Agradecí que el más joven de la pareja se hiciera cargo de la comida, dudando si la invitación a entrar en el domicilio era a buena fe o se trata de una trampa. Desde la puerta, mis ojos verdes barrieron el domicilio, que estaba en pleno proceso de decoración para acabar en Sean y escrutarle. Luego volvió a Lucio, con gesto impasible y con una leve inclinación de cabeza avanzó y entró al recibidor de la casa. Optó por no rechazar la oferta, pues iba en misión de paz a la casa, y rechazarlo podría suponer una ofensa. -Muy amables- Fue en ese momento en el que el rubio cedió los manjares al descendiente de Merlín clavando la mirada en el juego de té que venía a saludarle.

-Mi hermana me comentó algo sobre unas velas y una maldición que, al parecer, afecta a todos los cónyuges que intentan desposar a un Pendragon. Me alegra que le hiciera ver que la culpa no era suya…- Sino de aquellos linajes débiles que intentaban unírsenos al árbol familiar. Rechacé educadamente el té, pareciéndole una solemne horterada de mal gusto, pues Darren esperaría algo más del descendiente de Merlín, de una casa noble y antigua. Plebeyos, criados…. No tacitas sacadas de libros de cuentos infantiles. Volvió a ambos, pero se dirigió al alto, nuevamente -Así es. Los Pendragon dimos la palabra de que ayudaríamos, y nos estamos preparando para ello. Lo del casamiento ha sido… un desafortunado acontecimiento de última hora. Debo entender que los miembros del Consejo asistirán a la misión también- Estudié a ambos, parándome en lo que parecía un cervatillo aterrado. A Darren le pareció una actitud terriblemente infantil, de modo que tuvo que cambiar de interlocutor, centrándose en el descendiente de Galeno que al menos, parecía más entero, más hombre. -Al regreso, de hacerlo, esperemos que nuestras familias puedan disfrutar de una velada. Sin temores… de las máquinas de la tierra- Aquello era una indirecta por la actitud temerosa de aquel que rondaba en la sala, continuó -Pero ahora debo regresar. En la residencia estamos ultimando los detalles para enfrentarnos a las máquinas. Nos veremos en tierra, Lucio. Sean- Les dirigí una reverencia a ambos, y con las mismas me giré sobre mis talones, de una forma muy protocolaria y militar. Al salir, silbé a Alwaid que llegó en su forma dragón doradoy le lancé los malditos cuernos, para que los quemara para siempre. Me monté sobre él y salimos volando de la casa de esos dos, que para ser pareja de piso, parecían estar demasiado juntos. Al fin había acabado la pantomima que me había obligado a hacer Shyvanna, y voló jurando y perjurando que nuestro elemental de sangre le daría una colleja.

El tema de Giordano siguió siendo una incógnita, teníamos la teoría de que alguno de los dos podíamos gustarle pero no sabíamos quién. Además, ellos dos volvían a estar mosqueados y les tocaba hablar de nuevo. Eran como dos polos opuestos que siempre acababan chocando de un modo u otro. Tal vez eso fuese lo que atraía a Gio, en caso de ser ciertas nuestras conjeturas.

- Ay...no sé. La mente de Giordano es complicada. Lo mejor será que seamos sutiles e intentemos saber qué le pasa, a ver si somos capaces de darnos cuenta y saber si hemos acertado. Pero hay que tener tacto, nuestra amistad está en juego, y no me gustaría perderle definitivamente.

Lo que dijo luego sobre Shyvanna parecía tener sentido, pero eso no quitaba que lo que hicieron estuviese mal. No entendí mucho eso del árbol y la abuela. - A lo mejor sólo son títeres de alguien más, quién sabe. - precisamente teníamos la oportunidad de averiguar algo sobre eso con la llegada de Darren, que nos sorprendió con su hospitalidad. Al final aceptó entrar un rato para tomar el té y tener una conversación cordial. Pude notar que Sean estaba tenso, pero intercambié una mirada tranquilizadora con él para que se relajase. Me pareció muy raro eso que dijo de la maldición que afectaba a los que se casaban con Pendragons, pero era un dato a tener en cuenta. - Ah, sí. Nosotros iremos a la misión, y unos cuantos miembros del Consejo también. Colaboraremos todos para que funcione, por el bien común. - asentí amablemente al objetivo de regresar para poder disfrutar de una reunión sin la amenaza de la máquina, era un buen pensamiento a tener en mente para motivarse.

- Por supuesto. No dudéis en consultarnos cualquier cosa antes de la batalla. - sugerí cuando por fin decidió despedirse para seguir con sus cosas. Volví a agradecer el presente antes de despedirme de él, quedando nuevamente a solas con Sean. - ¿Ves como no ha ido tan mal? parece que empiezan a poner de su parte para integrarse. Espero que en la misión se unan más a nosotros. - di otro sorbo al té, suspirando con tranquilidad antes de mirar de nuevo la decoración de nuestro hogar. No daban ganas de irse de allí. - ¿Terminamos? - tiré de su mano para levantarle del sofá, poniéndonos de nuevo manos a la obra mientras la nevada comenzaba a arreciar fuera. Teníamos que disfrutar de momentos así de tranquilos antes de que todo empezase. Días después nos marcharíamos de allí, saliendo hacia lo desconocido.


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off: pueden darse por sacados de la casa con este post para limbearlos o puedes postear si quieres.

Zaphira se pasó por el hospital un rato después de que le enviara aquel mensaje y salí de la cama para poder hablar con ella a solas fuera de la habitación sin molestar a Lucio, ahora entendía que no me hubiera dado malas noticias por mi salud porque yo estaba haciendo lo mismo con Lucio. La abracé, la abracé muy fuerte y de inmediato ella supo que ocurría algo. Se lo conté todo y ella comprendió por lo que estaba pasando sin decir nada más. Los días siguientes fueron tranquilos, Lucio se iba recuperando de sus heridas al igual que yo gracias al descanso, la dragona estuvo con nosotros en todo momento pues yo aún tenía dudas sobre ser o no adecuado para Lucio y con lo bien que me conocía sabría que me pasaba algo pero tampoco tuvo oportunidad de preguntar.

Cuando por fin le dieron el alta volvimos a casa, curiosamente sin desaparecernos por petición de Zaphira, me pareció extraño pero tal vez por la condición de ambos lo mejor era volver por otros métodos un tanto menos mágicos. al entrar en casa se sentía todo demasiado raro, todo cerrado y con las luces apagadas además de las decoraciones navideñas tal cual las habíamos dejado antes de irnos a la misión.  La albina se disculpó diciendo que tenía cosas por hacer pero volvería si la necesitaba, me dio un abrazo y extendió sus alas para marcharse -Vamos, te ayudo a subir a la habitación- dije levitando la pequeña maleta que había usado para empacar todas las cosas que ambos necesitamos en el hospital. subí las escaleras y sentí algo en el pecho que me hizo sonreír solo con ver nuestra habitación -¿quieres que llene la bañera para que te des un baño? ¿tienes hambre?- pregunté llevándolo hasta la cama para que se sentara.

La maleta se abrió y toda la ropa y efectos personales levitaron hasta su respectivo lugar. Encendí las chimeneas con un encantamiento pues hacía demasiado frío y pronto todas las luces dejaban constancia de que habíamos vuelto.

Mi estado general fue mejorando en los días siguientes, aunque el tiempo que estuvimos allí fue todo un ejercicio de paciencia para ambos. Teníamos ganas de marcharnos, de regresar a descansar a nuestra casa. Además, notaba a Sean algo distante. Intenté convencerme de que eran impresiones mías, que tampoco podía sacar conclusiones puesto que ninguno de los dos estaba en su mejor momento. Yo pasaba bastantes ratos dormido, pues todavía me costaba estar despierto durante ratos largos. Zaphira se quedó allí para apoyar a Sean, aunque tampoco pude charlar demasiado con ella. Fue precisamente la dragona la que nos trajo a casa volando después de que nos diesen el alta, tal vez por evitar usar desapariciones al estar recién salidos del hospital. Le di las gracias de manera amable antes de que se marchase, quedándome por fin a solas con Sean en nuestro hogar.

Pensé que me sentiría mejor al entrar, pero me dio bastante bajón el ver toda la decoración navideña apagada y la casa abandonada. Todos los planes que habíamos hecho frente a la chimenea se habían venido abajo. Intenté cambiar el pensamiento rápidamente, casi autoinsultándome mentalmente porque eso era una nimiedad comparado con lo que podía habernos pasado. Estábamos ambos vivos, y todavía podíamos disfrutar de aquello aunque fuese con algo de retraso. Me quedé un tanto ausente con todo ese jaleo mental, incluso no escuché a Sean a la primera cuando me preguntó si me ayudaba a subir.  - Sí, sí...gracias. - seguimos ambos a la maleta que levitaba, subiendo hasta el cuarto sin demasiada prisa. Una vez allí suspiré, tranquilo por estar en nuestro lugar. Cogí su mano cuando me llevó hasta la cama, negando despacio con la cabeza y sin querer soltarle. - No es necesario. Me duché en el hospital antes de vestirme para salir. Por ahora no tengo hambre, pero si quieres más tarde podemos cocinar algo sencillo juntos. - después tiré suavemente de su mano para que se sentara a mi lado en la cama, quería que él también descansase.  

- Ahora ya está todo perfecto en la casa, y no lo digo por las luces y las chimeneas. - alcé la mano que le había cogido, dándole un beso en el dorso.  - Antes he tenido un momento de pensamiento egoísta, al pensar en lo que dijimos ese día mientras tomábamos el chocolate frente a la chimenea. Seguro que tú también te acuerdas. - como para no, después de eso todo fue mal.  - Pero después me he dado cuenta de que no tenía sentido hacer drama por eso. Hemos vuelto los dos, así que no necesitamos nada más. - sonreí de manera sincera mirando sus ojos violáceos, poniéndome incluso algo sentimental haciendo que se empañasen los míos.