Castillo

La llegada de Freyja fue recibida con una sonrisa. Al menos esa mujer sabía lo que era sacarle el puntillo divertido a las situaciones. Asintió y corroboró la importancia de la necesidad de una buena cerveza para el viaje pero, salvo ellos dos, nadie parecía encontrar aquella situación como el inicio de algo que podría ser de gran valor. Lo dejó estar mientras seguían esperando a que le diera por aparecer a Rodrigo -Españoles… tan impuntuales como siempre- Dicho lo cual centró toda su atención en Freyja, sin apartar la mirada de su señor, que, efectivamente, empezaba a impacientarse por el retraso del vasallo íbero, como un toro a punto de ser liberado a la plaza. -Si por expedición se refiere a desempolvar todos los libros de la biblioteca para encontrar cualquier cosa sobre los templos… bien. Creo que fue bien. Incluso encontramos una sección nueva con dibujos subiditos de tono de la época helena, ni más ni menos- Añadió, divertido -Estos griegos siempre se lo montaban a lo grande- Eso era cierto, porque el resto de los libros en lo que hubiera una mínima mención de los famosos templos de los dragones, en los que estaba tan interesada la hermana pequeña, le fueron entregados.

Tampoco pudo seguir mucho más con aquella batallita. Rodrigo, por fin, hizo acto de aparición, seguido por un lacayo de baja alcurnia que iba buscando a su señor. Corrían por los pasillos con bastante premura, con información que, aparentemente, urgía. En cuanto llegaron al punto de encuentro y los tres iban a hablar a la vez, un grito desgarrador rompió en mil pedazos el silencio tenso antes de partir a la misión. “Sus hermanos han vuelto” consiguió decir aquella pobre alma mensajera. Pero aquel grito procedía de una garganta que a todos lo era totalmente reconocible, y todos los presentes reaccionaron, pues a ninguno dejó indiferente. Darren dirigió una mirada que pretendía ser de estoicismo, pero el cómo se contrajeron las pupilas y esa leve apertura de ojos, apenas imperceptible, indicaba su preocupación, expresada a su mortal y aburrido modo. No añadió nada. Resopló por la nariz y tensó la mandíbula y, sin mediar palabra, indicó al vasallo de Pelayo y se lo llevó por el pasillo, en la dirección de procedencia de aquel alarido estremecedor. El traqueteo de los pasos apurados dio paso al silencio.

Metí las manos en los bolsillos, con claro gesto de aburrimiento -Pues se jodió la excursión- Sentencié, echando la espalda hacia atrás con cara de aburrimiento, mientras algunos de los vasallos empezaban a retirarse -Salvo que a mi señora le apetezca dar un paseo primaveral romántico por la ciudad eterna…- Sonreí, de forma ladeada, dejando caer la cabeza sobre mi propio hombro y alzando las cejas con un ademán bastante burlón. -Y si va a preguntar ¿por qué? Sepa que le responderé con bastante franqueza: interés- Caminó unos pasos alrededor de la posición en la que estaba para ayudar al cerebro a divagar -Si el Papa es un mago tan poderoso, como está pareciendo ser, que ha puesto en jaque a nuestros señores, no me importaría tenerlo como aliado, antes de que alguno de los hermano decida clamar su propia venganza. Limar asperezas- Paró en seco y se volvió a Freyja -Allanar el terreno- En realidad le interesaba que no fuera nadie que se pudiera relacionar directamente con los que habían estado en Roma. Conseguir alianzas poderosas fuera de la familia Pendragon era, por supuesto, su primer objetivo. Y el único, prácticamente. El resto tendría que ser como consecuencia de otras decisiones. Por ahora, no estaría de más dar por culo a la Brigada, que, conociéndoles, seguirían lidiando por aquellos lares con su falsa imagen de libertadores de la humanidad. Pero para llegar al Papa necesitaba de fuerza, y aunque no carecía de ella, había que reconocer que no me vendría mal una ayudita.

-Y sí, yo invito a las cervezas-

-Al menos no te has muerto de aburrimiento…¿Dónde estabas cuando los vikingos atacaron?- Le comentó Freyja cruzándose de brazos mientras observaba alrededor, estaba de acuerdo con el tema de la impuntualidad de los españoles pero no  iba a agregar nada más porque no venía al caso. Sólo quería ir, cortar extremidades, deshacerse de esa picazón que tenía encima. Arqueó una ceja con aquello de los dibujos soltando una risa socarrona -A esos seguro que les has prestado más atención y hasta has hecho investigaciones propias-

Se notaba a leguas que Darren estaba inconforme, tenía otra vez ese palo metido hasta el cerebelo. Pero finalmente llegó Rodrigo y empezó al movimiento. Era un grupo bastante completo pero no demasiado grande. La élite de los vasallos. Aún así, en medio de la preparación, todos fueron sorprendidos por un grito y Freyja se llevó las manos a la sien soltando un gruñido.

Gwen…

Alzó la mirada dispareja hacia el rubio con un gesto adusto, reconociendo el casi imperceptible gesto. Tras ello el mensaje de los tipos y él partiendo. Algo había salido mal. Vio como se retiró con Pelayo y contuvo el suspiro de exasperación para luego volver la mirada hacia Ixión -Habrá que ver en qué estado han vuelto- Ese grito le había puesto los pelos de punta. Se apartó las gruesas trenzas hacia un lado y dio un par de órdenes a sus hermanos para que volvieran a su zona.

Se giró hacia Ixión cuando propuso aquello del paseo pero guardó silencio, ya le había dicho que tenía una lengua de oro y a ella le gustaba escucharla de vez en cuando. No que precisara ningún tipo de romanticismo en su vida -¿Interés?- Preguntó mirándolo caminar mientras seguía hablando de un tema que a Freyja le sonaba, quizás, demasiado a traición -¿Y tienes autorización de tu papi para ese tipo de decisiones, moreno?- Sabía que Ixión era el heredero y que más pronto que tarde el Señor de Hipatía perecería -Es decir, yo puedo hacer lo que me salga de los ovarios y hacer frente a las consecuencias. Es más, le he dicho al Rey en la cara mis intenciones en numerosas ocasiones- Porque lo había hecho y habían discutido, pero su lealtad estaba por encima de muchas cosas y le parecía hasta un poco sorprendente que se atreviera a decírselo siendo ella la prometida de Darren, pese a que su relación fuera complicada.

Se acercó hacia él un paso  -Te invito a allanar el terreno, Ixión, al lado de los Aduladores- Advirtió sin sonreír. Las serpientes políticas no eran lo suyo y menos aún aprovecharse de una situación en la que ni siquiera sabían cómo había vuelto el Rey. Le parecía desleal… -Para alguien tan inteligente, pecas de ignorancia sobre tu voto de vasallaje. Ten cuidado con tus planes. Eres un consejero, no un líder...Pero si quieres servirme cerveza, bienvenido eres como camarero en el hogar de los Lothbrock- Se alejó un paso -Te lo advertí en la coronación. Te lo advierto de nuevo, cuida tus palabras- Se dio la vuelta y salió de allí rumbo al Templo de Sangre para entrarse de lo sucedido.

En el camino había tenido que hacer unas cuantas paradas, inspirar aire controlando los calambres y dolores y volver a ponerme en marcha. Al menos no era tan tremendamente insoportable como si conjurase algún hechizo pero estaba cansada, el cuerpo lo notaba.

Una doncella estaba esperando a las puertas de la habitación de invitados que habían preparado. Al llegar pasó antes que nosotros. Miré la estancia, no era excesivamente grande pero desde luego en Avalon no habían escatimado en metros al hacer las habitaciones. La chimenea estaba encendida y había algo de comida en una de las mesas. Asentí a la doncella, agitando la mano para despacharla y que así se marchase.

Dejé ambas manos sobre mi estómago, en una postura aparentemente relajada pero sentía la tensión de los músculos cansados.-He ordenado que preparen un baño y algo de comida.-Señalé hacia la mesa antes de volver a mirarle.

Quedé unos segundos en silencio. De nuevo me preguntaba de qué se trataba esa apatía ¿era por el papa?¿el consejo?¿O simplemente estaba cansado? "¿Que te sucede?" Pregunté, mentalmente sin querer, con preocupación. Apreté mis labios en una mueca de dolor algo más aguda desviando la mirada. Cogí aire soltándolo en un diminuto suspiro.-Tenéis ropa para dormir sobre la cama, podéis dejar la sucia en el baño y se encargarán de limpiarla.-No se me ocurría que más hacer o decir.

-Si precisáis de algo durante la noche podéis preguntar a los guardias.-Y volví a quedarme en silencio tal vez demasiado tiempo. Me encogí un poco, nuevamente resentida.-¿Algo más que pueda necesitar el Descendiente de DaVinci? -Pregunté en medio de un quejido. Tal vez quería leche de amapola o que viniese el Señor de Hipatia.

7/8 horror mágico.

Me había quedado un rato apreciando la preocupacion disimulada de la Pendragon por su hermano, antes de ponernos de camino tras esa rara "invitación" de Wthyr. De lo que me habia enterado era de eso del Tratado. Tres dias, una reunión...

Caminé metido en mis propios pensamientos en silencio, pringoso y pegajoso por la maldita sangre que estaba deseando quitarme de encima. De vez en cuando le lanzaba una mirada a Gwen al notar que se tenia que parar o advertir que el veneno la seguia afectando. Debia ser por canalizar magia de modo pasivo de modo constante.

Por fin llegamos a una estancia, típica Avalonesca a decir verdad.... Me quedé en el umbral de la puerta y la crucé de una sola zancada, mirando luego alrededor.

- Gracie. - le respondí en italiano, mirando hacia el interior. Volví a oirla y bruscamente cambié la mirada hacia ella. - Lo has vuelto a hacer. - no me lo imaginé antes, habia...había gritado en mi cabeza, estaba usando telepatía. La miré mejor de lo que la había mirado antes en Roma, y mejor que en las salas del templo. El dolor de su gesto y el patrón extendido de la maldición me fueron evidentes ahora ante un mejor examen. - Intenta no usar magia hasta que se pase el efecto del veneno.

"mi cabeza tambien te lo agradecerá"

No sabía qué me sucedía, eso era otra cosa. Acababa de salir con vida y bien parado de aquella puta prisión y no era capaz de sentir ni un poco de alegría. No me sentía yo mismo... como habia dicho Cath? El mismo de antes.
- Necesito poner mi cabeza en orden. - dije cansado, suspirando y alzando la mirada al techo brevemente, porque eso era lo que necesitaba. - Y que me hables de la guerra entre nuestras islas y del tratado. Ayudaré. Mañana...hoy necesitamos descansar - le habria dado un golpecito de animo al oirla quejarse de nuevo, pero miré las esposas y al final no hice nada. - Estas me las tengo que dejar puestas, imagino... - empezaba a estar auténticamente agotado por culpa de las mismas. - en fin...mañana será otro día. - añadí como si nada asomandome nuevamente al pasillo un momento. -Tu dormitorio donde está?

-¿mmh?-Pregunté alzando muy levemente mis cejas sin entender a que venía eso. Fruncí mi ceño sin entender y luego le dediqué una mirada de duda.-Eso intento pero no puedo desconectar mi vínculo con los dragones.-Expliqué, llevando ahora la mano a mis costillas.

No escuché su pensamiento, no lo hice porque ni siquiera sabía que estaba mandando yo los míos sin querer. Asentí, entendiendo que necesitaba tiempo, tal vez con el paso de las horas comenzaría a sentirse mejor.-Si precisáis de un mago experto en mente podemos avisar al Señor de Hipatia.-Aunque preferiría que no, no quería dejar la mente de Giordano en sus garras ahora que estaba tan... sensible.

Volví a asentir y después fruncí mi ceño cuando dijo lo del tratado.-¿El tratado? Vuestro sello está en el tratado ¿Acaso desconocéis su contenido?-¿Habían firmado por él?¿Podían hacer eso? Apreté mis labios pensando en la validez de aquello.-Mañana le informaré y traeré una copia.

Miré las esposas un momento alzando la vista a sus ojos acompañando aquella mirada de un gesto de disculpa.-No podemos arriesgarnos a que vuelva a escapar y tengamos que traerle de vuelta de nuevo. Yo misma debería ponerme unas.-Expliqué bajando la mirada un momento.-Gracias. Por...-Me incliné un momento sobre mi misma apretando la zona de las costillas. Solté aire entre mis labios y de nuevo me incorporé.-Por bloquear el ataque.-Porque no había tenido ocasión de agradecérselo.

Asentí a su despedida, dispuesta a marcharme de una vez pero de pronto fue a la puerta y preguntó aquello. Me quedé mirando hacia él por unos segundos algo bloqueada y finalmente aunque confusa acerqué mis pasos hasta la puerta asomándome también.-Em...-Apreté mis labios mirándole un momento y después al pasillo.-Hay que cruzar el ala de invitados y después en la sala que conecta las alas girar al pasillo de la izquierda. -Expliqué señalando hacia aquel lugar y después volví a mirarle. Con eso bastaba ¿no? -La cuarta puerta a la derecha.-Eso no hacía falta. -La segunda es la de Shyvanna.-Eso tampoco. Apreté mis labios nuevamente desviando la mirada al pasillo.

Tal vez me quedé demasiado rato así, más de la cuenta hasta que finalmente carraspeé aclarando mi garganta y volví a mirarle.-Espero que descanse Descendiente.-Solté antes de cruzar por fin la puerta y comenzar a andar por el pasillo, parando de cuando en cuando por aquello del dolor.

8/8 Horror mágico oeee

- No... no me refiero a tu vinculo con los dragones. - le respondí haciendo un gesto de evidencia con mis manos pero que no pareció expresar lo que quería. No se daba cuenta de que me habia hablado con telepatía? O...su mueca de dolor y su voz en mi cabeza, habian sido casualidades y ya ? Total....las ultimas horas habia escuchado cantidad de voces en mi cabeza que no eran la mia. Dejé caer los hombros, ya le daría vueltas luego.

- Te refieres a Ixión. - negué con la cabeza, no, no quería nadie mas dentro de mi cabeza. Ni si quiera  Mei, por el momento. Y con Ixión la relación habia sido...estrictamente... carnal. En ese momento en concreto. Sinceramente cualquier idea de contacto íntimo de ese tipo, ahora me resultaba....no, que no. Me recorrió un pequeño escalofrío y luego me di un golpecillo en la sien, alzando ambas manos en el proceso. Que dificil era gesticular con las manos medio encadenadas!  - Mucha prisa tenían que tener para usar mi sello en la firma sin estar yo. - le confesé. Y yo había ignorado todo eso... menudo lío. Iba a arreglarlo.

"Para plantar mi sello si tuvieron prisa... Tsk"

Dios, que si estaba dolido? Absolutamente! Podían ir dandoles por culo a todos! Y cuanto antes me lo reconociera a mi mismo, mejor. Pero elegir lo mejor para mi bienestar mental no era algo que solía hacer a menudo.
-De nada. Gracias por no dejarme ahi. - aunque fuera para satisfacer a "su reina".  Guiñé un ojo molesto porque la sangre del flequillo me estaba chorreando por la frente y se me metió en todo el globo ocular.

- Mmm, mmm, aha, vale. - memoricé las instrucciones, me dijo incluso donde estaba el cuarto de Shyvanna y me pareció saber por qué. Luego se despidió tan formalmente como siempre desde...desde esa vez, y empezó a andar a pasitos de ancianita. - Tú también. - La seguí con la mirada un rato, pensativo y apoyado sobre el margen de la puerta de lado. Pero estaba pringada de sangre, adolorida y necesitada de descansar, asi que al final la dejé marchar y me metí dentro de la habitación, cerrando tras de mi.

"vale..."

Miré en todas direcciones, revisando todas y cada una de las formas de aquel sitio, arquitectura, decoración, materiales. Todo. Solté un resoplido breve, como la del deportista que se prepara para una prueba en sus olimpiadas y se mentaliza. Lo primero... quitarse la pringue que les habia echado Wiwi encima a todos. Mientras me fui sacando la ropa pensé en todo el puto asunto aquel. El cabreo del Pendragon por la pelea de su hermana y como trató a Cath y... todo.

Tuve un momento de crisis desnudándome con las cadenas, a las cuales insulté por ponérmelo dificil, y porque tuve que cargarme parte de la camisa. Dejé la ropa apartada, echando de menos mis brazaletes, mi bastón, mi sello de Ouroboros. Se los habian quedado todo, comunicador incluido. No me iba a quedar sin ellos, Catherine podía cantar misa.

"NO! MISA NO!"

Me entretuve alli un buen rato, frotando y frotando a base de bien intentando quitarme la suciedad, cosa que me parecía imposible incluso después de una buena media hora a remojo. Acabé saliendo porque si no me iba a terminar por sobar en el agua y no era cuestion. Me preocupó que me costara reconocer mi reflejo en el espejo. Parecía estar diciendome algo desde el reflejo. A mi mismo, durante una fracción de segundo. Cerré los ojos cabreado, y me di la vuelta, ignorándolo.

"estoy alucinando"

Tras secarme y ponerme la ropa que me dejaron ahi me tiré boca abajo en la cama, cubriendome con las mantas. El ambiente era cálido y agradable y yo estaba hecho polvo asi que...aunque en parte queria evitar dormirme, mi cuerpo pedía otra cosa y no tardaron en cerrárseme los ojos y dormirme. Cosa que no duraría demasiado tiempo...

(...)

El mundo de los sueños era complejo y difícil de entender. Una mente está mucho más abierta a todo mientras está soñando. Los temores mas profundos afloran , revives cosas y detalles a los que despierto ni prestaste atención. Pero no de un modo realista,si no mas bien obsesivo. Por suerte esa ausencia de lógica o realidad, la crueldad misma de lo que revives te hace despertar. O son tus propios gritos los que te despiertan, no tienes claro si lo hacias en realidad o solo en tu sueño.

Apenas habían pasado un par de horas desde que cerré los ojos cuando los abrí bruscamente, con los ecos de esos gritos,y de sus voces, de su presencia, en mi cabeza. Mire a mi alrededor, ubicándome. El fuego eran ya ascuas pero seguían iluminando. En cuanto me ubiqué, me llevé las manos a las sienes, eran solo pesadillas? Era algo real?

Solo sabía que .. No podía volver a dormirme, no era seguro. Tenía que hacer algo. Frenéticamente me levanté, necesitaba papel y lápiz pero... Allí no había nada de eso. Di vueltas largo rato, hasta que al final salí de la habitación intentando no armar jaleo.

-Donde me necesitaban- Respondí socarronamente. Cuando se dedicaron a hacer el idiota estaba encamado muy alegremente con una pelirroja despampanante. Ni idea del vasallaje, pero la recuerdo de haberla visto en alguna de las bodas de esas coñazo que estaban celebrando últimamente. -Faltaría, por supuesto- Alzó la mirada cuando se escuchó por todo el castillo el grito de la hermana pequeña. Tan dramática ella. Se ahorró el comentario, de la misma manera que se ahorró ningún gesto fuera de lugar, dado que el hermano mayor todavía seguía con ellos… hasta que se largó con aquellas noticias. Tras aquello el resto del vasallaje: la misión se había cancelado, estaba claro. Una pena, porque aquello del Papa era muy apetecible. Ni siquiera respondió a Freyja con aquel comentario, porque OBVIAMENTE no era bueno. Ya se lo había dicho, el Papa era un tipo poderoso, un tipo que convenía tener más como amigo que como enemigo.

-¿Mi padre?- Ostia, aquello le dejó fuera de juego. Tras aquello sonrió de una forma muy engreída -Cuando traiga la cabeza del Papa en bandeja de plata, mi “papi” tendrá que besarme los pies- Tensó la mandíbula pero no se movió un ápice más de su posición cuando la vikinga se fue acercando. No más movimiento, solo su mirada oscureciéndose cuando soltó aquello de los Aduladores, sabiendo cómo acabaron. De nuevo, tensé la mandíbula, respirando con profundidad, haciendo que la nariz se hinchara. Ignorante se había atrevido a llamarle -¿Traición? Cegata ignorante. Esto es ganarle tiempo al tiempo. No queremos tener semejante poder en nuestra contra, ¿acaso no lo ves?- Fue alzando la voz según se iba -¡Podrías tenerlo todo! ¡Podríamos tenerlo todo!- Nos rendirían pleitesía, ¿no lo veía? ¿tan cejada estaba con la tontería de la traición? ¿dónde se habían quedado las ganas de conquistar territorios de los afamados vikingos? -¡BLANDA!- Dio un puñetazo al aire, maldiciendo. No podía ir a Italia solo, se lo comerían, no era tan estúpido, aunque volvió a mirar al lugar donde iba a ir el portal que le iba a llevar al poder absoluto. Añadí un “mierda” bastante sonoro antes de salir de aquellos pasillos.

El tiempo otorgado para el tratado estaba a punto de llegar a su fin. Dado que él había sido uno de los pocos que no había ido a la misión en Roma era, por lo tanto, de los pocos hermanos que todavía quedaban en pie. Wthyr, de nuevo, había desaparecido de la faz de la tierra, algo que, por desgracia, se estaba poniendo demasiado a la moda. Hasta donde sabía, Shyvanna seguía descansando, Gwen estaba lidiando con ciertos temas con su amigo italiano que prefirió no molestar. Sí le gustaría conocer, de sus propios labios, qué es lo que había pasado en aquella ciudad, con el Papa, con la maldición de sangre, y, por supuesto, todo el espectáculo en el templo. Además que quería conocer su opinión sobre el tratado con Ouroboros. De todos quizá ella fuera la menos beligerante, al igual que Cedric.

Las grandes zancadas resonaron por los pasillos, tenuemente iluminados por la luz de las antorchas mágicas, mientras Darren se aproximaba a los aposentos de Cedric, al cual esperaba poder encontrarle descansando. Ya habían pasado varias horas desde el regreso del resto de los hermanos. Tocó a la madera maciza con los nudillos, esperando que invitara al acceso.

Me había mantenido al margen de las idas y venidas de Wthyr y las hermanas, aunque evidentemente me habia enterado de lo ocurrido en el Templo a la llegada de aquella comitiva tan extensa. Como era habitual me reservaba mis opiniones al respecto de lo que habia pasado, y de lo que la gente comentaba por ahí. Los cuchicheos no iban a hacernos ningún bien a la hora de evaluar y tomar una decisión sobre el tratado.

"Me pregunto si Wthyr nos convocará antes de dar una respuesta a Ouroboros. Ya no queda tanto tiempo para decidir y hay que reunir a los vasallos.... a los hermanos....quizá renegociar."

Aunque otra cosa que me preguntaba era si optarian por aceptarlo o no. Mientras lo leia, entre mis manos sentado a mi escritorio, lo encontraba bastante convincente, una solución para finalmente poner fin al enfrentamiento.

Estaba distraido cuando oi llamar a mi puerta. Me levanté porque no podía decir "adelante, entra"  y fui a abrir la puerta, encontrandome con Darren ahi. Le sonreí alegrándome de verlo y le hice un gesto para que pasara, echandome a un lado y ladeando mi cabeza hacia el interior, al tiempo que conjuraba una frase en el aire.

Me alegro de verte, hermano. Que te trae por aqui?

Saludé al hermano menor con una leve inclinación de cabeza, de la misma manera que hizo éste al abrir la puerta e invitar a entrar al que venía a molestar la tranquilidad, mascullando un gracias ante la oferta de avanzar. El rubio se colocó en el centro de aquella habitación tratando de recordar cómo había cambiado aquel aposento desde la última vez que lo viera, relajando el ceño y el gesto una vez que se cerró la puerta, fuera de las miradas de extraños. En su recorrido se topó con el escrito de Ouroboros sobre la mesa, había figuras a medio pintar de seres mitológicos y otros que no conocía tan bien. Suspiró y sonrió cansado, a modo de respuesta a la pregunta, mostrando la copia del pergamino enrollado que llevaba en la mano al acceder a la habitación -Temo que vengo a molestarte con el mismo problema que nos abarca a todos- El rubio tensó la mandíbula con incomodidad y buscó una ventana abierta para poder mirar al exterior y dejar que los pensamientos volaran. Aquello le ayudaba a concentrarse.

-Wthyr dijo que nos convocaría en tres días. Dos soles han completado su ciclo y seguimos sin noticias de nuestro querido patriarca- Ladeó la mandíbula y volvió a su hermano menor, lanzando el pergamino sobre el que estaba sobre la mesa, dejando ver todos los garabatos, anotaciones y tachones sobre el texto original... y el collar a medio hacer -¿Macarrones, Cedric, en serio?- Sonrío de lado y siguió con lo suyo -Si Wthyr no aparece tendré que tomar una decisión y dar una respuesta a todo esto- Suspiró y se cruzó de brazos por delante del pecho, desviando la mirada a otro lado -Odio la política y odio esa isla. Estábamos mejor antes de que Ouroboros llegara a nuestras vidas, ¿no te has dado cuenta? Todo son problemas desde entonces- El rubio extendió la mano hacia el moreno, concretamente hacia la marca de la maldición, esperando que le llevara la razón. Y no solo era la maldición, eran las sublevaciones de los vasallos, el problema con la reina, las habladurías de los pasillos…

-Supongo que ya te habrás enterado de lo que pasó en el templo….- Quiso saber, denotando el cansancio que le producía todo aquello, atusándose las cejas rubias, apretando levemente las sienes y cerrando los ojos.

Cerré la puerta en cuanto Darren pasó y luego lo seguí hacia el escritorio, haciendo un gesto de "mierda" al verlo analizarlo todo con la mirada. Tan analítico, Darren, y yo no habia recogido....sería cuestion de tiempo que viese el collar.

Nunca me molestáis. Bueno, Lake sí. Lake a veces.

Mientras él fue a la ventana yo me apresuré en ir a la mesa y empecé a guardar pinceles sucios y figuritas, cerrando botes de pintura rapidamente. Iba a recoger los macarrones y el collar que estaban tambien desperdigados cuando se giró y arrojó su copia del pergamino sobre el mio. Me pausé, subí la mirada hacia Darren y bufé. Los vasos con agua y pinceles del escritorio vibraron levemente.

El trigo es mas valioso que las piedras preciosas. Si un dia tienes hambre seguro que prefieres tener un collar de macarrones que uno de perlas.

Escribí como excusa, en el aire. Luego cogí el pergamino de Darren, viendo todas las anotaciones y tachones. Le hice un gesto como de que tuviera paciencia, seguro que Wthyr aparecía a tiempo.

Donde está, por cierto?

"no se le ve desde que retornaron de Roma y ocurrió lo del templo"

A mi tampoco me gustaban demasiado la política ni los asuntos bélicos de generales de brigada de mis hermanos, pero de entre esas dos cosas, mucho menos me gustaban los asuntos belicos y para evitarlos, entonces tenias que hacer politica y tenias que hacerla bien. Tomé entre mis manos el pergamino y me senté, con ademanes tranquilos, a mi escritorio. Entendí a que se refería cuando señaló la oscura marca de la maldición. La mía había llegado a extenderse tanto por el brazo y el pecho, que casi se había cobrado mi vida durante aquella fatídica ceremonia que hasta me desplomé al suelo.

Reflexioné antes de responderle. En mi caso, era facil.

Es verdad que descubrir la maldición la aceleró. Pero de no haber hecho nada, habría acabado consumiéndonos sin que supieramos por qué, aun de modo tardío.

Darren no parecía compartir con Wthyr la obsesión por Ouroboros, y ni mucho menos el mismo concepto de Gwen sobre que Ouroboros era nuestro hogar prometido. A decir verdad, hasta ahora, no habia sabido de la opinion de Darren al respecto...

No piensas que Ouroboros sea nuestro hogar?

Hice un gesto afirmativo cuando me preguntó por lo del templo, se le veía muy cansado...me levanté con el pergamino e la mano y me fui hacia él, hacia la ventana, posicionandome a su lado apoyado sobre el marco de la misma. Le puse una mano en el hombro y lo miré, tratando de transmitirle animos.

Hubo que reconocer que el comentario de Lake despertó una leve sonrisa en aquellos hastiados labios. Lake era de aquellas que tenían un carácter difícil y, por tanto, siendo mujer de armas tomar, era mejor tenerla por amiga que por enemiga, y debía reconocer que disfrutaba de la presencia de Lake a diferencia del resto de la hermandad. -Puedes comerte la ostra antes de conseguir la perla- Puntualizó Darren ante la respuesta de los macarrones, que, a decir verdad, no era falta de razón. Cogió uno de los macarrones, decorado con finos detalles, y lo examinó con cuidado por todo su perímetro -Dudo que me apetezca un plato de macarrones en tintura- Respondió siguiendo con la mirada a su hermano mientras recogía todos los ítems que tenía sobre la mesa, aunque el macarrón examinado no retornó junto a los demás. Darren suspiró y negó, respondiendo al hermano. No, nada sabía nada de Wthyr ni de su esposa. Par variar -Últimamente está descuidando ciertos detalles: estábamos acostumbrados al temperamento. Pero desaparecer sin dejar rastro y actuar sin pensar son dos facetas nuevas que no termino por compartir- Chasqueó la lengua y ladeó la mandíbula, con hastío, terminándose por apoyar en el filo de la mesa, manteniendo la actitud con los brazos cruzados, sin añadir mucho más mientras el otro hermano se acomodaba en el escritorio.

-De no haber despertado la maldición… ni hubiera pasado lo de la boda. Ni me hubiera tenido que prometer con Freyja para afianzar la relación de la familia- El rubio desvió la mirada verde hacia Cedric, pero enseguida la cambió y se perdió por la ventana, hacia el exterior. Negó a la pregunta formulada y se levantó para caminar de nuevo hacia la ventana. Las montañas tintadas de rojo por los tonos del atardecer, emergían resplandecientes por detrás del castillo. -Aquella piedra flotante es un arma de doble filo. Nos han dicho durante siglos que aquellas tierras nos pertenecen. Yo la prefiero lejos- Reaccionó al contacto de aquella mano sobre el hombro, como si aquello hubiera sido una agresión. Sin embargo, enseguida relajó el gesto y volvió a mirar al frente, a aquellas laderas acariciadas por el ocaso de primavera. Suspiró.

-Hay que avanzar con el tratado todo lo que se pueda antes de que regrese Wthyr. No hay tiempo que demorar- Ya estaba bien de habladurías. Lo que quisiera uno u otro es irrelevante. Darren cogió el pergamino con sus anotaciones y volvió al escritorio, para extenderlo y explicar las anotaciones que había ido escribiendo, apoyando ambas manos sobre la tabla. -Hay puntos que carecen de sentido. Devolver a Gwen en buen estado. Las leyes presentes no están claras, por supuesto, han decido acallarlas. A saber con qué fin. Y no es algo que hayan mencionado una vez, sino varias. La norma referente al Sanguis tampoco tiene sentido-

Se alzó, de nuevo, estirando la espalda -Indican que se aceptarán las normas imperantes. Sin embargo, ni la propia isla conoce sus códigos. Recuerda cuando solicitamos el banquete en la plaza. Tú eres el erudito. ¿Hay alguna norma que pueda jugar a nuestro favor?-

Puse cara de asco haciendo una mueca de asco cuando habló de comer ostras. No, no me gustaban nada las ostras. En más de un sentido además.

Levanté una ceja por su desconocimiento sobre mi maravilloso arte del macarrón.

Es colorante alimenticio. Pero gracias por el interés

Era todo un detalle. Escuché sus opiniones y detuve mi recogida de trastos para mirarlo seriamente.

Díselo, dile que no te agrada. Aunque no lo creas, Wthyr nos escucha. Además tú si puedes levantarle la voz.

Y le guiñé un ojo, terminando de recoger. Luego me pondría a su lado que fue cuando pegó el respingo, cosa que me dejó algo descolocado. Que le ocurría a Darren? Lo miré con preocupación en los ojos, pero no llegué a preguntarle nada. Apreté los labios y miré en la misma dirección que él....yo....no sabía muy bien que pensar sobre Ouroboros. Quería habitar en la isla, pasearme por sus bibliotecas y templos y ver qué conocimientos amasaban ellos. Deseaba leer su textos de los dragones, investigar en sus ruinas y reliquias.

Si hubieramos sido aceptados en Ouroboros no necesitariamos de la proteccion del Sanguis aqui abajo. Podríamos vivir sin temor a tener que sacrificar a mas Pendragon. Había leido lo suficiente para saber que no necesitabamos a esa deidad. En realidad, sin Ouroboros, tampoco precisábamos de ella. Quiza en un pasado si, pero ahora....

Dejé de divagar y volví con Darren al escritorio, leyendo aquello.

Lo de devolver a Gwen en buen estado no es un punto en sí, es una muestra de voluntad. O un modo de enmendar un error cubierto de muestra de buena voluntad. Si no lo hicieran, no habría posibilidad alguna de paz. Atacariamos sin piedad. Y lo sabes.

Respecto a lo de las leyes establecidas, habrá que solicitar un anexo al Tratado que clarifique qué leyes son esas, para ver si son aceptables o no. En base a eso, podremos negociar y decidir.

Continué leyendo y le pedí una pausa a Darren elevando mi dedo índice.

Me preocupa más que soliciten que tiene que detenerse la campaña del imperio para poder acceder a Ouroboros. Al final, nos siguen haciendo elegir una cosa u otra, que fue por lo que Wthyr no pasó. Sobre lo del banquete, nos valimos de una parte anticuada de su código que ni se habían molestado en abolir. Dudo que podamos jugar la misma carta dos veces.

Sobre lo del sanguis le tienen miedo. Es comprensible, drena magia y sangre. Y sobre su codigo civil, otro anexo. Lo que hay que decidir realmente es....queremos Ouroboros? Si lo queremos....guerra o tratado? Si no lo queremos... por qué seguimos discutiendo?

El comentario sobre levantarle la voz al regente despertó una sonrisa cómplice con el hermano pequeño, debido al “insignificante” problema de su voz. Acompañó la primera impresión con una leve negativa de cabeza. Por mucho que pudiera levantarle la voz, Wthyr no le haría caso, ya lo tachaba de básico, no seguiría echando leña al fuego. Si sigue empecinado en esa isla, cueste lo que cueste, no era él nadie como para negárselo al Rey. Por desgracia. Definitivamente, ninguno compartía la visión de Darren, no respondió al guiño con complicidad, más bien desvió la mirada para pensar en aquello. Hasta que le sacaron de aquello con el tacto y la pareja volvió al tratado, que era el tema central del encuentro.

El rubio se cruzó de brazos en cuanto terminó de leer la primera de las frases de su hermano menor, asintiendo levemente con la cabeza. Si es un acto de buena fe, no debería ponerse como punto a aceptar como tratado. La integridad de la hermana no se trata, comercia ni canjea, siendo una muestra de buena voluntad por parte de los Descendientes, no debería haber una cláusula. Se la hubiera liberado y punto, no mandando un recadito. Darren no añadió nada más a aquello, porque tenía razón. -Deberíamos asegurar la integridad de los ciudadanos de Avalon, de las familias que aquí residen y por supuesto de la propia isla. El poder de la familia reside aquí- Nuevamente, después de comentar aquello de las normas solicitadas, el rubio desvío la mirada esmeralda a Cedric, tratando de justificar el porqué estaba dando importancia a aquello. -En efecto, cuento con que los isleños no tropiecen en la misma piedra. Lo que no es de menester es que nos lo hagan a nosotros. Esa gente son burócratas, viven enterrados en normas y normas. La batalla terminará por lidiarse entre papeles. La reina terminará mediando antes de que el conflicto se desate…-

El rubio negó cuando comentaron lo de pedir el anexo -Pedir ese texto pondrá en aviso a los Descendientes. Deberíamos conseguir ese anexo sin mediar con ellos. En la biblioteca hay un manuscrito de las antiguas normas de Ouroboros, desconozco hasta qué punto se han añadido o modificado éstas- Se apoyó en la mesa, perdió la mirada en la estantería con figuras simétricamente colocadas y perfectamente pintadas y se cruzó de brazos -Los dos textos son hermanos entre sí. Se debería poder trasladar el texto de uno sobre el otro- El rubio iba a seguir planteando la idea sobre el Geminio y solicitad la astucia en la biblioteca del hermano menor hasta que le frenó con el dedo. Y enmudeció.


-Salvo que Catherine interceda (que lo hará, de una manera u otra), no creo que Wthyr anteponga Ouroboros a los intereses territoriales de los vasallos. ¿Qué es una isla, sin ningún tipo de interés territorial en comparación con Europa?- La única ventaja, que es pequeña y fácil de gobernar, a comparación de los grandes territorios. No añadió nada nuevo al tema del tratado, ya lo había dicho con anterioridad -Porque nos han embebido desde pequeños que nos pertenece, que nos expulsaron. Mucho se habla de las bondades de Ouroboros. Pero dile a Elak, del linaje de Atila, que cede su conquista centroeuropea y cambie el Danubio por un islote- Negó con la cabeza, teniendo casi claro que muchos de los vasallos rechazarían la idea de dejar atrás la idea de conquista. Muchas zonas estaban ya tomadas. En el tratado no dice nada que tengan que volver atrás y liberarlas, es quizá, la única condición que aceptarán. Suspiró para seguir, pero les llegó la convocatoria del hermano mayor.

-Si este tratado, o cualquier otro, saliera adelante y hubiera un representante Pendragon en el Consejo...- El rubio alzó la mirada hacia el moreno sin verbalizar nada más, pero diciendo muchas cosas con el silencio. Tras debatir un rato más recogieron las cosas, Darren cogió su pergamino, y se marcharon de la habitación.

La primera noche había sido complicada, Catherine había estado sumamente agotada y en un estado mental débil; lo que no había facilitado estar con Zephyr pero había hecho de tripas corazón para alimentarlo y cuidarlo. Tras una buena noche de descanso, al día siguiente había hablado con Ian por espejo cuando Wthyr se había retirado para hacer algo…¿El qué? No le importaba. En ese momento estaba más enfocadas en el bienestar de sus hijos que en cualquier asunto político, bélico, social, o lo que sea que se le presentara.

Se sorprendió de que Ian pudiera ver a Aelin cuando Chloe se lo había negado, pero aunque era una sensación agridulce agradeció que su hija estuviera con él. Le contó lo de Leroy, para que estuviera atento, al hacerle el resumen de lo que había ocurrido sin escatimar en detalles; por mucho que él odiara a Wthyr, el Pendragon había intentado salvar a su hija. También le dijo que su padre estaba allí y que estaba acompañandola y hablando de todo un poco y que…Le hacía sentir extraña pero bien. Aún le costaba adaptarse.

Zephyr era más demandante de lo que había sido Aedan y Catherine estaba aún exhausta aunque recibía ayuda constante de Eretria y de Wthyr, quien para su sorpresa estaba más implicado de lo que esperaba. Eso le alegraba y poder verlo con Zephyr en brazos era…La hacía sentir bien. Aunque las dudas sobre TODO…siguieran en su cabeza. Su padre no ayudaba con ello.

“Y ahora qué harás?”
“¿Sobre qué?”
“Sobre tu vida, la maldición ya está rota. No hay nada que te ate a Ávalon o Wthyr, has cumplido con lo prometido”
“Te equivocas, papá… Le di mi palabra, firmamos un contrato. No es tan fácil”
“¿No quieres volver con Ian, Aedan y Aelin?”
“¿Y dejar a Zephyr?”
“Puedes intentarlo, Catherine, pero es imposible hacer feliz a todo el mundo. Llegará un momento en el que tendrás que tomar una decisión y esa decisión va a romper tu corazón y el de uno de ellos. Puedes postergarla todo lo que quieras, pero tendrás que hacerlo”
Catherine se había quedado en silencio, ofuscada por el comentario, y luego se había excusado con algo tan básico como un cambio de pañal. Aún así, sabía que su padre tenía razón.

Aquella mañana, en la que les tocaba desayunar junto a Wthyr, Catherine tenía un nudo en el estómago, como si estuviera presenciando la calma antes de la tormenta. Conocía a su padre, sabía que tenía una gran habilidad para las palabras cuando quería y usaba el protocolo y la educación como escudo; una virtud de la que ella carecía.

Y no sabía porqué, pero sospechaba que le agradaba Ian más de lo que lo hacía Wthyr. Pero… ¿Cómo iba a juzgarlo si no lo conocía? Estaba estresada, sentía un cosquilleo molesto en la nuca y el cansancio acumulado no ayudaba. Además, tenía previsto ir a Ouroboros a ver si podía colarse para ver a Aelin y además ver a Aedan e Ian. Aunque fuesen unos minutos.

Iba ataviada con un vestido negro, ligero de verano, de corte tan simple que seguro era reprobado por todas las Pendragon y sus educadoras pero no quería nada que le apretara el cuerpo, porque aún no había vuelto a su forma habitual aunque no dejaba de sentirse más ligera. Un gran cambio.

Al llegar al salón con Wthyr saludó a su padre con una sonrisa antes de apoyar a Zephyr en una hamaca especial que estaba hechizada para hamacarlo. Estaba dormido porque hace poco había comido así que le dejaría estar por una hora o así. Se sentó en la silla, agotada; le dolía la espalda y no solo por las heridas que aún estaban terminando de curarse si no por el nuevo peso que tenía que cargar constantemente -Buenos días…¿Has descansado?- Le preguntó a su padre mientras atraía la jarra de zumo y se servía un poco antes de llevárselo a la boca y beber un trago.

Los días que siguieron al nacimiento de Zephyr tranquilos, al menos en el sentido de no tener sobresaltos graves. Aún así Wthyr no dejaba de estar vigilante constantemente, como temiendo que pasase algo como la vez anterior. No se lo decía a Catherine, por supuesto, como tampoco que le daba miedo ser así de feliz por primera vez en mucho tiempo. Poco a poco fue acostumbrándose a cómo cogerlo en brazos, con algunos consejos de Catherine para que no pareciese que sujetase un fardo o algún objeto altamente explosivo. Todavía tenían que terminar de adaptarse a todo, los tres. A veces se quedaba embelesado y en paz mirando cuando ella lo alimentaba, aunque los ratos de calma no duraban mucho. Había muchas cosas de las que tenían que hablar aún, pero lo había estado esquivando por el momento porque eran temas...espinosos.

Por un lado estaba el modo en que tratarían lo de Aelin, que seguía separada de Catherine, y por otro el tema del pergamino que le arrebató a Leroy. Al parecer no era un documento falso ni inventado, según había estado estudiando los ratos que se escapaba de la habitación. También estuvo pendiente de la recuperación de las hermanas, aunque la de Shyvanna iba algo más lenta. Tenía pendiente, además, seguir estudiando todo lo que habían encontrado en las cuevas y el libro de Gwen. Y quedaba todo el asunto de los rituales que tendrían próximamente...de esos que Catherine conocía aún poco.

Esa mañana dejó que ella se adelantara con Zephyr para ir a desayunar, y al entrar al comedor se encontró no sólo con ellos, sino también Stavron. No le agradaba mucho tenerle por allí, pero lo disimuló porque sabía que para ella era importante el tener a su padre de vuelta. Como fuese, a veces tenía la impresión de que era un espía de Matvey. - Buenos días. - saludó más formal de la cuenta, dirigiéndose principalmente al intruso. Después se acercó a la cuna del bebé, arropándolo un poco por costumbre a pesar de que hacía algo de calor. Se hubiese acercado más a Catherine, pero no estaban a solas. Luego se sentó en su sitio habitual, carraspeando un poco mientras empezaba a servirse el desayuno. - En los próximos días tendremos varios rituales...empezando por la presentación del príncipe. ¿Sabes algo más de Aelin? - preguntó a Catherine mirándola de soslayo, suponiendo que pronto podría traerla a Ávalon.

En Avalon los días pasaban lentos, en su humilde opinión, lo que realmente le venía bien porque a diferencia de su hija, él sí quiso conocer la isla. Caminó por sus calles, visitó sus mercados y la cúpula de dragones. Pero la mayor parte del tiempo contempló el Sanguis Ligno.

Desde su resurrección había notado que las numerosas habilidades que había desarrollado en vida había muerto con él, sólo habían vuelto aquellas que estaban bien atadas a su esencia y que había hecho notar desde muy pequeño. Tenía un largo trabajo por delante. Es por eso que no pudo discernir demasiado la naturaleza del árbol pero sí era consciente del increíble torrente de magia que la imponente figura presentaba. No le sorprendió que hubiese llegado a Tintagel. Así que estuvo en su presencia durante largas horas, observándolo pero también a sus sacerdotisas y al cúmulo entero de personas que acudían allí con diferentes objetivos. Todo…todo grabado en su mente para luego pasarlo a un pequeño diario que llevaba consigo.

Catherine le había invitado al desayuno con Wthyr que, para ser el Rey y su yerno, era un poco…¿Descortés? Stavron sospechaba que no le caía en gracia, pero no estaba allí por él, sino por ella y sus hijos -Buenos días, querida. Sí, he descansado- Sonrió antes de ver a Zephyr. Catherine se veía cansada y su aspecto apenas había mejorado con el paso de los días. Seguía estando ligeramente ojerosa pero comprendía que, quizás, Zephyr podía estar demandándole físicamente pero ella lo hacía de forma psicológica -¿Y tú? Tienes mejor semblante hoy- Le dijo esperando que el halago surtiera algo de efecto.

Cuando entró Wthyr, Stavron no se incorporó -Buenos días- Lo observó moverse y atender a Zephyr pero con Catherine… Nunca había visto a su hija en una relación y era muy consciente de que no le gustaba el contacto físico. Pero tenía recuerdos del momento en el que había conocido a Ian. Decidió seguir evaluándolos, realmente había visto bastante a Catherine pero no a ambos juntos. Empezó a servirse el desayuno con movimientos medidos y en silencio, escuchando aquello de los rituales. Aparentó que no le interesaban.

En un momento, notó la mirada de Catherine con demasiada intensidad y alzó la vista hacia ella, notando que tenía el gesto tenso. Dejó que le respondiera a Wthyr y le sonrió -Puedo acompañarte a Ouroboros si lo deseas, así no estás sola. ¿Te sientes con fuerza para hacerlo?- Cogió la copa de vino y bebió un trago largo antes de ver a Wthyr -Ávalon es una isla fascinante. Catherine no ha podido darme un tour pero me he tomado la libertad de pasear por vuestros… dominios- Así le había llamado ¿No? -Espero no ser un problema pero la isla forma parte de la historia de nuestro linaje y debía aprovechar la ocasión-

Wthyr se había mostrado mucho más involucrado de lo que Catherine hubiese pensado y… a diferencia de otras ocasiones, aceptaba sus consejos con humildad. A veces le resultaba violento ver a Zephyr en sus brazos, Wthyr era alto…Y tenía espalda ancha y músculos y el niño se veía tan pequeñito en sus brazos que le hacía recordar cuánto había fallado en cumplir con su parte en el embarazo. Pero era algo que se guardaba para sí misma.

-Me alegro… ¿Precisas algo? ¿Te llegó la ropa que ordené?- Inquirió de nuevo, a sabiendas que su padre había llegado allí con lo puesto y, para su sorpresa, todo roto y ensangrentado.  Así que había pedido ropa para él. Ante la pregunta, Catherine ladeó la cabeza hacia Zephyr -Es mucho más demandante que Aedan, al menos eso recuerdo… Son noches complicadas pero tengo ayuda- Forzó una sonrisa antes de mirarle -Estoy bien…Sólo hay que ir un día a la vez- Con esa frase se había ayudado a continuar, poco a poco, una hora y después otra, tratando de evitar que su mente cayera en bucle en pensamientos que no iban a llevarla a ningún lado. Tenía que aceptar la realidad y hacerlo lo mejor posible.

Sonrió a Wthyr cuando entró aunque notó el cambio en su expresión y como el ambiente pareció tensarse entre los dos hombres. Estaba tan cansada para lidiar con esto. Había sido una mala idea. Miró a Zephyr brevemente después de que Wthyr le saludara y se sirvió parte del desayuno, empezando a comer, su apetito finalmente de vuelta -¿Tengo que organizar algo?- Preguntó ante la mención de la presentación del principe. Recordaba que había hablado del bautizo de sangre y ya se hacía una idea de lo que podía suponer, pero no sabía qué más.

-Sigue mejorando- Musitó con la boca pequeña, sintiendo un nudo en el estómago. Alargó la mano para coger la copa de jugo y vio a su padre, esperando que tuviera la decencia de aligerar el ambiente -Estaba pensando en ir a Ouroboros hoy… Quizás… Puedo verla- Seguía sin entender por qué Ian sí podía y ella no. Le irritaba. Miró a su padre ante su pregunta -No- Confesó -Pero quiero verla… Y no aceptaré una negativa. Me dijeron unos días... ya han pasado. He sido paciente, he esperado- Advirtió y apartó la mirada de él con el ceño fruncido, volvió la vista al plato para coger un poco de los huevos revueltos y llevárselos a la boca.

Escuchó a su padre dirigirle la palabra a Wthyr y cuando habló de que ella no le había hecho un tour sintió que se sonrojaba de la vergüenza. No porque no lo hubiese hecho, sino por lo poco que ella misma conocía de Ávalon. Pero no estaba segura de poder reconocerlo en ese momento. Miró hacia Wthyr un momento, tensando los labios y luego vio a su padre -¿Has visto algo de tu interés? Recuerdo que te gustaba estudiar…Mucho- Horas…y horas ausente en su despacho y la estricta prohibición de molestarlo cuando estaba allí. Ella tenía que mostrarle la entrada de los Le Fay pero su padre…ya no tenía sangre Le Fay. Se humedeció los labios y picó algo de fruta para llevársela a la boca.

No se sentía cómodo con Stavron a su mesa, pero al menos sabía mantener las normas de cortesía básicas y guardaba las formas.  El desayuno iba a ser algo tenso, porque tampoco podía hablar más de la cuenta con él delante, ni le apetecía que juzgase su peculiar relación con Catherine.  - No está sola. Puedo ir con ella, igual que vino aquí un séquito de Ouroboros para visitarla. Es lo justo. En todo caso...Catherine dirá. - si los otros podían venir a la isla...no veía motivo para no poder hacer una visita breve y equivalente. Bebió despacio de su copa, tomando después un trozo de pan de su plato. ¿Cuándo se iba a ir el suegro?

- Sólo tienes que sostener a Zephyr mientras se hace el ritual. No es complicado, pero debe estar tranquilo. Y después será el banquete. - le explicó cuando quiso saber si ella tendría que organizar algo. - En cuanto a Aelin...tenemos que decidir sobre cómo la van a conocer. - la miró de manera significativa, como dándole a entender que podían mantener la mentira o decir la verdad. No era la primera mentira que guardaban en Ávalon. La del propio origen híbrido de los hermanos se había mantenido durante años. Sólo volvió a prestar atención a Stavron cuando le habló de que había estado paseando por sus dominios, curiosamente la misma palabra que eligió él el otro día.

- Espero que hayan sido de su agrado. Tendré que haceros el tour a ambos, puesto que Catherine tampoco conoce demasiado de la isla. Sólo...ciertas zonas especiales que le he querido mostrar. - se mantuvo observando su reacción, midiéndolo con cautela porque se le hacía demasiado amable. Se repetía a sí mismo una y otra vez que era "amigo" de Matvey, que ambos hecho cosas suficientemente retorcidas en el pasado como para pedir que uno asesinase al otro. Bajar la guardia sería lo menos conveniente. - Bueno, desconozco qué considera usted aprovechar la ocasión, pero lo que queda de vuestro linaje en la isla es testimonial. Si tiene interés por el estudio podría mostrarle nuestra biblioteca. - eso, que se metiese allí a leer y no molestase. O que fuese útil y contribuyese a saber más sobre ese pergamino de Merlín.

Negó con la cabeza, tenía todo lo que había necesitado y además de la mejor calidad. Escuchó con atención su respuesta porque quería evaluar cómo se encontraba -Eso es importante- No sabía si esa ayuda era Wthyr o la mujer esa que veía de vez en cuando con ella -Has tenido tu plato lleno durante demasiado tiempo, Catherine. Date tiempo de disfrutar el ahora porque has hecho bien. Estáis libres-

El asunto de Aelin era un poco más peliagudo y la escuchó, notando que estaba molesta por algo pero no estaba seguro de el qué. Iba a responder cuando Wthyr decidió abrir la boca. Stavron giró la cabeza lentamente hacia él, en principio, en silencio -¿Ojo por ojo?- Inquirió con el rostro en una política expresión -¿Desea, entonces, ir a la isla que no quiere recibirle, a ver a una bebé que no es suya, en presencia del ex esposo de su recientemente adquirida pareja?- Alzó una mano como indicando que no necesitaba respuesta -Pensaba ahorraros la molestia, Majestad, pero…Usted mismo- Le retiró la vista de encima y volvió a ver a Catherine -Igualmente debo volver a la isla, querida. A menos que desees que me quede un tiempo más-

Lo del ritual le llamó la atención y escuchó para luego hacerle otras preguntas a Catherine. En cuanto a Aelin, no era su decisión en realidad pero opinaba que Ian también debería tener potestad sobre  ello ya que era el padre biológico pero prefirió seguir desayunando.

-Lo ha sido- Alzó la vista hacia Catherine frunciendo levemente el ceño -Pensé que tenías meses viviendo aquí… ¿No has tenido curiosidad por ver más allá de lo que te muestran?- Le cuestionó con genuina curiosidad antes de volver la vista a Wthyr -Aprovechar la ocasión hasta que decida prohibirme la entrada a Ávalon, pensé que estaba claro- Como para andarse con pantomimas en ese momento. Por favor, eran dos adultos o eso quería creer -¿Testimonial?- Preguntó y en ese momento dibujó una amplia sonrisa, como si supiera algo que Wthyr no. Y en efecto, así era. Pero lo maquilló -Sí, supongo que el trono y los estandartes de mi hija en el salón del trono son sólo testimoniales... en vuestros dominios- Movió la copa de vino hacia Wthyr como brindando antes de mirar a Catherine y guiñarle un ojo, ese que no estaba en el campo de visión de Wthyr. No iba a dejar pasar el egoísmo con el que había hablado de "sus" dominios con Catherine delante de él -Una biblioteca bien cuidada siempre representa una buena aventura para el conocimiento. Será un placer que me conceda acceso, sé dónde está el edificio-