Torre de Alta Hechicería [cerca de Monte Aventino]

Zaphira ingresó a la sala cuando todo estaba ya preparado para el procedimiento. Asenti con la cabeza y le indiqué con un gesto el lugar que debía ocupar dentro del círculo.

- Ese circulo de protegerá del demonio hasta que el pacto esté sellado. Y ese otro es para invocarlo. El tercero, para retenerlo. Cuanto saben los Eire de las artes de los nigromantes? - pregunté con tono de duda y un poco de altanería. Sabía que su campo era otro bien distinto, aunque compartían casa con nigromantes, como bien sabía por Rasputín.

- Supongo que ya sabrás que va a resultar fisicamente doloroso. Pero experimentarás un dolor a un nivel más profundo, uno que no puede ser explicado. - me tomé la libertad de cruzar el circulo, situarla bien en su lugar, y examinarla. - Es probable que tu consciencia permanezca a flote. A ratos será como tener una mano incorpórea estrangulándote, impidiendote hablar, una almohada sofocante sobre tu boca y fosas nasales que te roba el aire. Una...muerte eterna, el final que no llega. No serás tú, lo verás todo desde dentro, y no podrás hacer nada. Esto no tiene nada que ver con esa..."maldición" imperius que los magos inventaron. - una sonrisa entre burlona y despectiva se intuyó en mis labios. Estaba intentando que se hiciese atrás en su idea. O que tuviese muy claro lo que le iba a hacer. - Cuanto más tiempo permanezcas así, más te fundirás con el Caos del Caído. Y cada vez que me oigas decir tu nombre, me odiarás con todas tus fuerzas. Porque eso te hará aun mas daño si cabe....porque en el mejor de los casos, sin embargo, esa será tu mejor carta.

Me separé de ella quedando en frente.
- Procedemos, entonces?

Me moví e hice exactamente lo que él decía, escuchando sus instrucciones y preguntas -Los Eire no conocen apenas de nigromancia, pero yo sé un poco más, sé identificar a los poseídos y la lengua de los demonios pero es todo cuanto sé- no me hacía nada más para acabar con ellos o apresarlos, sabía perfectamente que el camino más rápido era acabar con sus vidas antes que un exorcismo.

lo miré atentamente mientras me explicaba lo que iba a sentir y no sería bonito, más bien todo lo contrario pero debía recordar por qué lo hacía, los pendragon estaban en ese momento en la isla, burlándose de nosotros invocando el código, apostando sus tropas en la isla... todo era culpa de ellos, no había dejado de odiarlos un solo día desde la muerte de Robert y aún así el amor por mi familia y el afán de protegerla era el otro lado de la moneda -Lo entiendo, pero se deben cumplir mis propósitos o esto no tendrá ningún sentido, proteger la isla, proteger a los descendientes y en el peor de los casos el chico es prioridad- le recordé al nigromante

Estaba asustada, sabía lo que pasaba cuando eras poseído, como te verían los demás y era una medida desesperada, le estaba confiando mi vida y la de Sean a ese hombre que apenas conocía... era una apuesta muy grande pero era mi última carta, sonreí cuando dijo que le odiaría y la verdad no se me olvidaba que intentaba resistirse a mi en un principio... tal vez eso era lo que quería o quizás solo eran paranoias mías por estar al borde del abismo -En ese caso, un beso no estaría mal para cuando me llames- bromeé para quitarle hierro al asunto, más para mi que para él.

Alcé mi mirada al techo de aquella sala, mentalizándome para loq ue iba a hacer, al final di un largo suspiro y bajé mi mirada para que se encontrara con los ojos de Khaled -Empieza y no te detengas...- me quité las plumas que solía llevar en mi cabello y se las dí al nigromante para después acariciar su mejilla -hasta que nos volvamos a ver, Khaled Svensson-

Ella bromeó con un beso, pero mi semblante no podía ser más serio. Me había parado frente a ella, y examiné su rostro de arriba abajo sin disimulo. - Mmm. - no se sabía muy bien si le estaba dando la razon a lo de la despedida, el beso, o que, pero levanté mi mano y la pasé despacio por su mejilla.

Tomé las plumas que me dio, aquellas que adornaban su cabello. Las guardaría bien, sin duda. La miré a los ojos cuando se despidió, había fiereza en el fondo de los iris rojos. Le puse la mano tras la nuca y la acerqué a mi, ahora fui yo quien la besó con fuerza. Había pasión, y una palpable dosis de enfado en aquel beso. Al separarme la miré con el ceño fruncido.

- Un fuego en la oscuridad para guiar tu camino. - me separé, comenzando el hechizo mientras retrocedía de espaldas y el iris de mis ojos comenzaba a brillar. Quedé fuera del circulo de invocación cuando comencé a recitar las palabras necesarias.

Había elegido un demonio de la Casa de los Devoradores. Una, para ser mas concretos. Belialt había luchado de su lado durante la Guerra. Era adecuado porque pertenecía a aquella parte de los Devoradores que no deseaba destruir a la humanidad....así que sería más fácil.


Finalmente, llegué a la parte de invocar al demonio por su nombre. Aquel conjunto de palabras, de silabas casi impronunciables e incomprensibles.... en el mundo terrenal la conocían como (introducir nombre cuando lo hayamos decidido lol)

El demonio apareció dentro de su circulo, a traves de un portal abierto a la fuerza. No opuso mucha resistencia. Hubieron largos segundos de silencio tras esto...en los que me observó, y reconoció. Y después, evaluó a la dragona.

En la lengua de los demonios, le propuse el pacto. Intercambiamos largas palabras. El tono de voz sonaba violento. Una negativa, una nueva oferta, y la contraoferta. Con un gesto, desvanecí el circulo que retenía al demonio, que se giró lentamente hacia Zaphira. Despues, mas despacio...y mirándola a ella, un ultimo gesto que desvaneció el circulo que la protegía a ella. El demonio deshizo su forma corpórea para poseerla.

El nigromante se quedó mirándome y tan solo pude arquear una ceja intentando deducir que se le pasaba por la cabeza hasta que su mano rozó mi mejilla, cerré los ojos para sentir su tacto ladeando mi cabeza para tenerlo más cerca, al menos esa falsa sensación de que todo iba a ir bien me ayudaba a no retractarme.

una vez en el círculo me tomó de la nuca para besarme, no era un beso tierno pero tampoco me negué a ello, pude ver el gesto y las palabras que me dedicó y antes de que se pudiera separar de mi lo tomé del cuello de la camisa -No me mires así, pase lo que pase esto es decisión mía y si algo sale mal nada te responsabiliza de lo que voy a hacer- lo solté esperando que esa fuera la razón de su enfado y si era otra pues que me lo dijera, estaba segura que no tenía pelos en la lengua.

El ritual comenzó y Khaled recitó la lengua de los demonios, no entendía nada pero poco importaba, lo miré atentamente y pasé a pensar en Sean... ahora mismo debía estar en esa reunión "lo hago por él... lo hago por todos" me repetí varias veces hasta que la aparición del demonio captó mi mirada, ya no había vuelta a atrás.

Los vi discutir, no parecía una negociación pacífica y todo parecía ir mal hasta que se deshizo el círculo que retenía al demonio, miré a Khaled una última vez y entonces el círculo que me protegía desapareció, miré a aquel demonio a los ojos con determinación y entonces todo empezó.

Las descripciones que el nigromante me había dado no se habían quedado cortas, sentía mi cuerpo arder y quería gritar pero la sensación de estarme ahogando me lo impedía, solo quería tomar una bocanada de aire, caí al suelo cerrando mis puños con fuerza hasta el punto de herir mis propias manos con las uñas que se convirtieron en garras, estaba perdiendo el control sobre mi transformación, las escamas se hicieron visibles en mi rostro y mis alas desgarraron la ropa que llevaba puesta seguido de gritos desgarradores mientras iba perdiendo poco a poco la consciencia, como si me hundiera en un mar oscuro, ahogándome en mis propios pecados.

(...)

el cuerpo de la mujer se levantó y en cuanto lo hizo la ropa cayó hasta su cintura enseñando su desnudez lo cual no me importaba pero a ella si, moví las manos y recité un conjuro que había en su mente "reparo" , instantáneamente todo volvió a su lugar. -Belialt, es un placer volver a verte- dije con una ligera inclinación de cabeza, mirando los ojos de su recipiente mortal pero mucho más allá, como si pudiera ver su forma real y después me fijé en el humano -El contrato está hecho, espero órdenes, señor-

A decir verdad, me revolvió más de lo que habría deseado. Aquello, ver como el demonio tomaba posesión de su cuerpo. Pensaba en Astaroth y en lo que pasó después. En algun momento, la dragona había conseguido llegar a importarme, y la sensación que tuve al ver como caia al suelo presa del dolor me lo confirmaba. Para mi disgusto.

Sin embargo esta vez habia sido provocado y mucho mas controlado que con Astaroth. La eleccion habia sido de mi voluntad, y aquel demonio no era como el otro. Contemplé el espectáculo de sus alas, su figura resultaba imponente.... aunque no estaba seguro de que Zaphira hubiese deseado mostrarse asi ante mi de ese modo asi que desvié la mirada segundos despues, hasta que ella misma puso remedio.

- Maera. - dije su nombre, y después me acerqué a ella. - Lo mismo digo. Bienvenida al mundo mortal. ¿Te gusta tu recipiente? - mi voz y la de Belialt causaron duplicidad por un momento, escuchandose ambas a la vez de modo extraño. - Tengo una primera petición para ti, una que considerarás bastante sencilla, antes de que puedas disfrutar de este mundo.

Desvié la mirada hacia mi brazo amputado. - Lo perdí, y es...bastante molesto. Puedes devolverlo a su estado anterior. Después, sal de esta Torre. Hay un mortal al que debes proteger. Creo que lo encontrarás bastante interesante.

Hice un gesto un poco extraño cuando dijo mi nombre aquel humano pero no me quedaba otro remedio más que obedecer, aún así de inmediato pude escuchar la voz de Belialt y enseguida sonreí, moví el cuello, abrí y cerré los puños antes de que mis ojos se volvieran a clavar en los del nigromante -Nada mal, es un detalle que no se trate de un débil humano, los dragones son más... adecuados- lo primero que salió de sus labios fue una petición y no una orden, empezábamos bien -por supuesto, lo que sea por un viejo amigo pero a al señor no le va a gustar, escuece un poco- la verdad es que regenerarla carne lo dejaría agotado, mucho más después de invocarme y le iba a doler lo suyo.

Mis ojos se iluminaron con un tono violeta mientras levantaba mis manos hacia el brazo, primero el hueso, que crujía como la madera ardiendo en una chimenea y después la carne y la piel se unieron de forma lenta y tortuosa hasta que por fin el miembro se vio completo nuevamente -Espero que sea de su agrado, ahora...- me acerqué y pasé mi mano por el pañuelo que llevaba aquel hombre al cuello y no dije nada más, solo desaparecí de la habitación hasta la entrada de la torre dónde me transformaría en dragón para alzar el vuelo y sentir de nuevo el aire en el rostro, podía disfrutar del mundo terrenal otra vez.

- Descuida...estamos acostumbrados. - le aseguré, preparándome. - No es la primera vez que me haces esto, recuerdas? - le dije a la Rabisu.

Entonces miré hacia el frente, comenzando a notar el dolor intenso que aquella regeneración tan extrema producía. El hueso fue doloroso, y el sonido no ayudaba a hacerlo mejor. Pero si que te partan y astillen el hueso en mil duele, el crecimiento acelerado de todos y cada uno de los nervios y sus terminaciones, fue peor.  Un concierto de dolorosas descargas eléctricas que te llegan a lo mas profundo del cerebro, hasta al punto de dejarte al borde de perder el sentido.

Tuve ganas de pegarle un puñetazo y apartarla en mas de un momento pero aguanté con estoicismo, esbozando una mueca de dolor y terminando por cerrar los ojos, respirando fuerte a través de  la boca, que sonó aspirado porque me había mordido el labio.

Cuando terminó elevé el brazo, flexionando los dedos. Perfecto. Sí...eso estaba mejor. Solté el aire contenido, se veía el agotamiento en mi rostro.  La miré, y asentí....

Ella pasó su mano por mi pañuelo.  Sentí perfectamente aquel gesto. Aquel recuerdo de su regalo.  Se marchó, y una vez a solas, me dejé caer de rodillas en el suelo. Sellé la puerta con un gesto bastante hosco, y después, sabiéndome solo, acabé tendido de espaldas en el suelo, con el báculo al lado. Me ardía el nuevo brazo, y la cabeza aun me daba vueltas. Cerré los ojos.

Descansar....

....Como si eso fuera posible.

"¿Sabes por qué tienes la sensación de estar equivocándote en todo, Khaled?"

"....Ilumíname...."

"Porque estás haciendo exactamente todo lo que yo haría"

Después de la preciosa escena de pedida de mano y la bienvenida a la familia del bigote y su portador, me había dado a la bebida con autorización y me lo estaba pasando en grande,  otros días los soldados eran muy quisquillosos conmigo, todos formales y rectos saludándome de forma militar, tampoco me importaba beber sola pero siempre era más divertido hacerlo acompañada.

Ese día me subí a una mesa del bar y los miré a todos -Hoy tengo motivos para celebrar así que el que no se divierta hoy le toca turno doble en la guardia!- todos se miraron y al parecer no me tomaron en serio hasta que saqué un buen montón de monedas que había robado en la cueva y se la di al camarero -Cerveza para todos!- ahí la cosa se vino arriba.

(....)

Pasaron las horas y después de estar casi todo el día bebiendo solo quedaban unos pocos celebrando y otros tantos durmiendo la mona por ahí tirados, me estaba bebiendo una cerveza tan agusto cuando una cosa de papel entró al bar para atacarme, se acercaba y revoloteaba una y otra vez como una mosca pero no era un ser vivo -Quita coño!- dije dándole por fin, entonces sentí la voz de la dragona "es un mensaje de Sean" ... mierda, trabajo otra vez.

Abrí aquella nota y la leí con algo de dificultad, no ponía nada del recién comprometido pero si algo sobre el nigromante -a ver... zaphira... Adramelech hosbital... avisa a ghaled- pues si que tocaba dejar la fiesta porque parecía importante, me levanté de la silla dando tumbos y le dejé el resto de las monedas al del bar, por las molestias, salí del edificio hasta un lugar amplio en el cual transformarme y así volar rumbo a la torre de hechicería.

El aterrizaje fue bastante forzoso pero a mi me hizo gracia, estaba claro que a Zaphira no pero no sabía divertirse, volví al cuerpo humano y entonces me acerqué a la puerta entrando como si nada -Ssssseñor Ghaleeed! le traigo un mensaje! Adramelech está en el hosbidaaaal!-

Estrangulé hasta el susto al ultimo Soul que había entrado de patrullar la zona inexplorada, dandole una pequeña leccion por dejarse la puerta abierta.

No sabiamos quien podía entrar por ahi.

Hoy habia sido una dragona borracha pero mañana podian ser enemigos.

- No tenemos una puerta que solo se abre con vuestra sangre de soul para nada, necio. Si te secuestran mientras duermen y te queman con un saco al cuello por imprudente, no esperes que yo acuda si me llamas! - los nuevos soul... no sabían que aunque ahora tuviesen magia, no eran invencibles ante los magos. La aceptación parecía que a algunos los hacía olvidar.

Me quedé en el hall mirando a Zaphira, borracha como una cuba. La demonio estaba cumpliendo su mision, pero llevaba el cuerpo de Zaphira por el camino de la amargura, y aun no habian conseguido solucionar aquel problema de los dragones y los Pendragones. - Maera! No vueles si estás ....borracha.


Llevaba un mes sin ver ni a Adramelech ni a Lyosha, la ultima se habia ido de muy malas maneras por un, en mi opinion, infantil cabreo con Belialt. Como podía durar un mes cabreada conmigo?
- En el hospital? Está grave? Y Lyosha? De quien es tu mensaje?

cuando llegué pude escuchar remotamente como le echaban la bronca al que se había dejado la puerta abierta...¿estaba abierta? la verdad es que no me enteré yo solo entré tranquilamente, al fin y al cabo no es que mi presencia fuera non grata...o eso pensaba, al menos el guardián no me había puesto de patitas en la calle.

Me había traído del bar una botella para calmar la sed por el camino, le pequé un buen trago justo antes de ver al nigromante en el hall, fue entonces cunado lo recibí con los brazos extendidos hacia arriba y una sonrisa -Sssseñor Ghaleeed! un blacer volver averlo- intenté hacer una reverencia pero casi me caigo y empecé a reírme yo sola, no parecía gustarle que estuviera en esas condiciones pero yo solo me limitaba a disfrutar de la vida -ssolo ha sido un vuelo gorto- me encogí de hombros y terminé con la cerveza, tocaba ir al bar a por más.

De repente el nigromante empezó a hacer un montón de preguntas que no sabía o no me apetecía contestar, estaba muy feliz como para tratar temas serios así que le hice un saludo militar -cambio y corto!- con eso dejé que la dragona se explicase, seguro lo haría mejor que yo.

(..)

Recuperé mi cuerpo por unos instantes pero a decir verdad habría preferido seguir encerrada antes que lidiar con los efectos del alcohol, me sentí extremadamente mareada y luché por mantenerme en pie buscando la nota de Sean para dársela a Khaled -ha...ha sido Sean... hace un mes algunos se..- pausa para no vomitar, tenía el estómago revuelto, era lamentable que me viera así pero no podía hacer otra cosa -algunos se fueron de misión a francia... para encontrar algo que ayudara con la baquina... si bajó acaban de llegar, ve al hospital- hice un amago de tomar su mano, quería hacerlo pero no pude soportalo más y me desvié hasta una papelera... un cubo de algo, tal vez una maceta para terminar echando la última cerveza y que Maera volviera a tomar el control.

- Da igual, te puedes caer. Un dragón borracho... - la miré con desaprobación, menudo peligro. - Te aprovechas de la facilidad de los cuerpos de los mortales para ser afectados por el alcohol. - yo no me habia emborrachado en mi vida, pero recriminé a Maera aquello.

Puse los ojos en blanco un momento cuando la demonio escurrió el bulto para dejarle el marron a la dragona. Incluso la forma de vestir de ahora...era radicalmente diferente a su estilo.
- No crees que se te está yendo de las manos, Zaphira? Cuanto tiempo más necesitais para derrotarlos? Si no quieres que me meta en vuestra guerra haced algo rapido para solucionarlo.

Vi que iba a vomitar y abrí un pequeño portal en el suelo debajo de ella, enviando aquel delicioso mensaje en forma de vomito al inframundo. La sujeté despues por los brazos para que me mirase, y para que no se estampase contra el suelo.

- Ya está bien, Maera. Los mortales solo se emborrachan los viernes, sabados y domingos. Hay otros modos de disfrutar asi que búscate hobbies para el resto de los dias. El pacto se va a romper si no cuidas de ese cuerpo. Ahora tengo que irme. Ya sabes que puedes quedarte aquí si lo necesitas.

Dicho esto, me desaparecí de aquel lugar rumbo al hospital.

Me encogí de hombros por la regañina del nigromante porque a menos que me lo ordenara podía hacer lo que me diera la gana con ese cuerpo y era divertido estar de copas con los soldados, mucho más volar con el viento fresco en la cara teniendo en cuenta que me ardía por culpa del alcohol. Al final decidí escurrir el bulto y dar espacio a la dragona y el humano de Belialt, parecían entenderse muy bien.

(...)

-Estoy bien, no te preocupes...- pero tenía razón, aquello nos estaba llevando demasiado tiempo y si no habíamos solucionado el asunto de los Pendragon era por culpa de la máquina que nos amenazaba a todos -Antes de atender a mi guerra debes ir a por los tuyos, hay que solucionar lo de la máquina de los humanos ..- me encontraba francamente mal, no recordaba cuando fue la última vez que me sentí así y al final acabé abochornada frente a Khaled y por primera vez en mi vida pensé "tierra, trágame"

(..)

Empecé a reírme con la escenita mientras el nigromante me sujetaba pero se me pasó enseguida cuando me amenazó con lo del trato -está bien, está bien, buscaré otras formas de divertirme, me quedaré unos días aquí- dije cuando finalmente se marchó, miré a mi alrededor y no tenía muchos datos del lugar, así que lo primero sería explorar y después buscar un lugar cómodo para dormir la mona y pasar los siguientes días.

Ya había pasado un mes desde que llegaron a la isla de los magos estos. No tenía buenos recuerdos de ella porque siempre que habían ido a ella, se había liado parda. Y no podía ser menos, porque la mitad de los souls se fueron a no sé qué misión con los descendientes, de los cuales, tampoco termino de fiarme. De modo que allí estaba, de perrito guardián de los que se habían quedado, organizando el cotarro.

En estos días el famoso Astaroth había pasado por todo tipo de altibajos, y su amiga la Cleopatra esa, no se separaba de él. Me tenía confusa esa chavala, ya no sabía si es que estaba tirándole los trastos a Adramelech, a Astaroth, a los dos, o era todo paranoia mía. En cualquier caso, no me fiaba ni un pelo de ella. Ese día él se había levantado con fiebres y no sé qué mierdas y ella había salido para conseguir medicinas del hospital. De modo que me acerqué a la habitación del famoso Astaroth y le vi allí tumbado, cual mierdecilla. –Bueno, y tú, ¿qué? Años para buscarte y cuando te encontramos te encierras en tu tormento como un ermitaño. Pues ya te vale- Le dije, molesta, desde el quicio de la puerta.

Aunque el cuerpo encuentra descanso por la noche, el alma atormentada no. Había pasado un mes desde que la torre había subido a la isla de Ouroboros, la cual siquiera conocía. Solo por un momento pude sentirme vivo y fue ante el clamor de la batalla. Después de aquello todo fue dolor y tormento, estaba claro que el cuerpo del humano no estaba cómodo en aquel lugar y el alma de Astaroth tampoco lo estaba con aquel cuerpo, que para él, seguía siendo desconocido. Una mera carcasa. Cuerpo y alma no paraban de luchar en un plano que ninguno de los terrenales podría saber cómo solucionar. Quizás Lyosha, o Khaled. O ambos, pero ninguno de los dos estaban por la torre al marcharse a no sé qué misión. Cleopatra se había quedado conmigo, lo cual no hacía más que hacerme sentir culpable e inútil. La he arrastrado a un lugar donde sé ella no querría estar. Ella estaba bien con su Brigada, dando tuñas por doquier. Lo había visto desde el otro lado.

La mañana del 18/11/2041, es decir, el día de la boda, me había levantado con fiebres, otra vez. Como una reacción de aglutinación entre antígenos sanguíneos por lo que Cleopatra me dejó a cargo de la hermandad de la sanación y ella salió a por medicaciones. Escuché una voz en el lado de la puerta, era una que no conocía en profundidad, pero sí la había podido escuchar vociferando por la torre. -No lo entenderías. Déjame en paz- Me giré de lado, para no verla. Ni ganas tenía de discutir.

Rodé los ojos poniéndolos en blanco cuando se atreve a darme la espalda y decirme que no lo entendería. No te jode, pues claro que no lo entiendo. Sé que es una forma de hablar, pero por supuesto que no lo entendía. Pero llevaba sin entender qué coño estaba pasando desde hace mucho tiempo atrás. Desde la conversación en el balcón para ser más exactos. Ya solo con pensarlo hace que mis neuronas cortocircuiten. Devolver a la vida a alguien… ¿por qué no se podía hacer con todo el mundo? Si eran capaces de haberlo hecho con él, ¿Por qué no con Zayra, por ejemplo? O con cualquier otra persona. ¿Dónde está el límite de la magia?... Es más, ¿tiene limitaciones? No sé, me dio por pensar mientras entraba a la enfermería y me asomaba por la ventaba, viendo el bosque de la zona desconocida y el resto de la isla cubriendo prácticamente todo el horizonte. -Pues mira. No. Tienes razón, no lo entiendo. Pero lo que sí entiendo es lo que ha sufrido tu hermano, lo que ha tenido que dejar atrás él, tu familia, tu amiga, para que estés ahí. Así. No entiendo el bididi dibibí dabidibú-
Doy la vuelta al camastro para buscar la cara de Astaroth, quedando delante de él, con los brazos cruzados sobre mis dos domingas. -Me da igual la fiebre. Si me puedes contradecir estás lo suficientemente fuerte como para dar un par de pasos. Arriba- Le cogí por debajo de la axila para levantarle. Pude comprobar lo fuertes que eran sus brazos, no tenía ni puñetera idea de dónde se habían sacado el cuerpo de este señor, pero había que reconocer que estaba para que te hicieran un favor. UN FAVOR MUY PROFUNDO. Y contra una pared, concretamente.

“BASTA”
Me le llevé hasta la ventana. El alba ya había pasado y el sol ya había salido del horizonte. -Yo sé qué te pasa. Más allá de la parte médica. ¿Y sabes dónde creo que está el problema? Aquí. Y hasta que no desbloquees esto, no vas a estar mejor - Le dije, dándole con el dedo en la frente, una y otra vez, de una forma muy pesada, cansina y molesta.

Bufo molesto cuando me recrimina, y ya no recuerdo el número de veces que lo han hecho a lo largo de este último mes: que si lo mucho que han sufrido para que yo estuviera aquí, que si la segunda oportunidad, que si hemos perdido mucho... Era tan frustrante. No te jode, ni que yo no lo hubiera hecho. He sobrevivido al puto infierno, al más allá. Y no una vez, sino DOS JODIDAS VECES. Pero claro, eso tampoco parecía importar mucho cuando los demás se sacrifican por ti. Dejo que la mujer hable sin prestarle mucha más atención, haciéndome una bola en el camastro como si así pudiera evitar que su voz llegara a mi persona. Pero no. La muy descarada se me encara y sin ningún miramiento intenta ponerme de pie y, aunque intento hacerme el peso muerto, no puedo evitar que me levantara. Es fuerte la chavala, a saber dónde habrá conseguido esa musculatura, en la torre estaba claro que no, allí son todos bastante muertecitos de hambre.

Me solté de ella de forma brusca en cuanto pude. Haciendo que perdiera levemente el equilibrio. Me dirigió a la ventana para picarme en la frente con el dedo, que aparté como una mosca. Me di la vuelta y me dirigí a la cama, otra vez, con un gruñido. -A la mierda el paseo- Quería volver a mi letargo del que, quizás, no debería haber salido. Me senté en el borde del camastro y me atusé el pelo hacia atrás, empapado en sudor de la fiebre, alzando un tanto la voz, casi exasperado por su insistencia.
-¿Qué mierda vas a saber de que te arranquen de un sitio, te metan a presión en una jaula de carne y hueso? Soy preso de mi…. De este cuerpo- Tuve que corregirme al hacer la frase. Una babosa, una sanguijuela. ¿Cómo podía alguien cargar con esa sensación? -Quizás…. Quizás…. Quizás todo sea más sencillo si hubiera podido volver a mi cuerpo original… Es como que este no soy yo. Soy medio yo…. Solo me hace recordar que hay parte de mi que quedó atrás…- Suspiro y dejo caer los brazos sobre las rodillas, de una forma pesada, como aquel que se ha quitado un peso de la espalda.

Había estado siguiendo las órdenes de Khaled desde que regresé a nuestra torre, tomándome apenas un día para terminar de recuperarme. Teníamos que entrenar duro para poder hacer frente a aquella máquina infernal que había puesto en jaque nuestra existencia en cuestión de minutos. Lyosha había estado a punto de no contarlo, y todavía no sabíamos ni cuándo despertaría. Khaled casi ni se separaba de ella, pero no había novedades de ningún tipo. Los siguientes días transcurrieron entre entrenamientos con mi hermandad, y muy pocas conversaciones. Astaroth no se encontraba bien y no tenía ganas de hablar. Cada vez que iba a verlo estaba adormilado o de mal humor, así que me costaba mucho poder entablar conversación. Me preocupaba que no se pusiese bien, o que no hubiésemos hecho lo correcto al traerlo de vuelta. Era jugar con magia negra, al fin y al cabo. Con Vanessa tampoco había hablado, seguía distante conmigo y parecía que la amistad que un día tuvimos se había esfumado. Acercarme a ella parecía difícil, y esperaba el momento propicio para hacerlo. Además, las palabras de Lyosha seguían dando vueltas en mi cabeza.

"Pues si de verdad le gusto lo disimula muy bien"

Refunfuñé por lo bajo pensando en ello, subiendo las escaleras de piedra de la torre tras volver de un entrenamiento en los terrenos que rodeaban la torre. Al pasar por la zona de la enfermería me detuve. Había escuchado las voces de Astaroth y Vanessa, así que, de manera inconsciente, caminé despacio hasta la puerta entornada. Me apoyé de espaldas en la pared, atento a la conversación. La amarga furia con la que hablaba Astaroth me provocaba tristeza, no estábamos siendo capaces de ayudarle de ningún modo. Quería entrar ahí y decirle lo que fuese, pero me contuve para ver si Vanessa tenía más éxito que yo.

Me hizo gracia cuando me quitó el dedo con el que le estaba dando por saco para joderle, al menos reaccionaba de una maldita vez, que vaya huevos le faltan, parece que no tiene sangre sino horchata. Aunque, pensándolo bien, quizás no tenga sangre. Hasta me hizo gracia lo del paseo. Me recoloqué en el alféizar de la ventana, apoyando los codos por detrás de la espalda y elevando el torso y por tanto mis senos y mi ampliando escote.  Le seguí con la mirada sin decir nada hasta que le vi sentarse. Bueno, al menos no se ha vuelto a tumbar. A mi a psicóloga no me gana nadie. JA!


Suspiro compasiva, escuchando su relato. La primera parte de todo su bucle ya me lo conozco de memoria. Es la misma retahíla de siempre. Casi que le sale una risotada de frustración. Extiendo la mano al aire, poniendo los ojos en blanco, como si fuera un disco rayado que se ha vuelto a romper.  Pero… sorprendentemente hay un cambio. Le observo de arriba abajo, pensando que no me importaría tener ese pedazo de cuerpo en otro lugar.
Me despego de la pared y me siento en la cama, a su lado, con las manos entre las rodillas, mirando al frente, hacia la ventana, mientras el sol me da en la cara. Era reconfortante. - Entiendo que no se lo hayas querido contar a Adramelech, o a Cleopatra. Pero creo que esta conversación deberías mantenerla con tu abuelo en lugar de estar chapoteando en la mierda una y otra vez. O a cualquier otra persona. Es la única forma de avanzar-

Suspiro estirando mi espalda, mirando el poco horizonte que se colaba en la ventana, perdiendo la mirada en el infinito azul del cielo. -¿Sabes? Puede que yo no sepa mucho de qué es un rábano… ravananto de esos. Pero puedo entender una ínfima parte de cómo te sientes. ¿Cómo crees que he llegado hasta aquí? No precisamente por gracia divina. No, a mi no me sacaron del más allá, pero casi, porque estuve a esto de palmarla.
Todavía lo recuerdo… Mi escuadrón me había dejado tirada en una batalla en el Panteón de Agripa. Mi compañero, muerto, y yo en las últimas. Estaba con tu madre, ¿sabes? Y fue por ella por la que tuve que coger todos mis ideales de humana belicosa, pisotearlos y hacerme soul si es que quería vivir, con la condición de que me uniera a ella . Y entonces, en un abrir y cerrar de ojos, te conviertes en eso contra lo que estabas luchando, te conviertes en tu propio enemigo. Claro que lo entiendo. Y muy bien- Asiento levemente con la cabeza, como si diera el visto bueno al recuerdo de cómo Vanessa se convirtió en Soul Reaper y quedó atada a la misión que Zayra le encomendó.
-Tú y yo no somos tan diferentes. A los dos nos han sacado de nuestra zona de confort, han hecho una bola de papel con tus pensamientos y te los han hecho comer hasta que se te atraganta en la garganta. Pero a veces necesitas un poco de agua para pasar la bola. ¿sabes a qué me refiero? Por dios, vaya ejemplo de mierda… el sentimentalismo no es lo mío, perdóname- Bromeo dándome una cachetada en la frente

Mantengo un perfil bajo mientras Vanessa me habla. El sol entraba por la ventana y me daba en los ojos, lo que me parecía especialmente molesto, al contrario que a ella. Normal, ella no ha visto las tinieblas. Yo sí. Suspiro porque lo que dice es cierto -Desde que volví no me he encontrado con mi abuelo… quizás sepa más de este estado que yo mismo. Podría haberle preguntado a Lyosha, salvo que… ¿cómo preguntas a alguien cómo es eso de estar vivo después de morir? ¿Alguna recomendación?- Suelto con ironía elevando el tono de voz, exasperándome solo de mencionarlo en voz alta. -Pensarán que soy un débil de mierda que no debí volver. Ellos supieron afrontar este problema, ¿por qué yo no soy capaz? Me tengo que arrastrar como un gusano…- Y era eso, precisamente, lo que más le jodía, el tener que pedir ayuda. En algún momento pensé que podría con ello yo solo, pero todo se hizo bola y fue a más y a más. Suspiré. Lo de revolcarse en tu propia mierda…

Sin levantar la cabeza escucho la historia de Vanessa, mirándola por el rabillo del ojo. La historia de cómo se hizo Soul Reaper. Entiendo la parte que ella quiere se refiere como la “común” a nuestras dos historias, no estando seguro de si podían o no ser comparables. Ella no murió, al fin y al cabo. Yo sí. Zarandeo la cabeza, sin llegar a comprender muy bien las similitudes. -Mi “zona de confort” era la muerte. Por si acaso lo has olvidado- Lo del ejemplo de mierda me hace sonreír. No, definitivamente lo suyo no era el hacer símiles y metáforas. -No sabe lo que se ha perdido el mundo de la literatura contigo- Sonrío, bromeando con ella

-¿Y quién me ayudará a pasar esta bola? Porque pesa aquí, y mucho- Suspiro, golpeándome con el puño el centro del pecho

Ruedo los ojos cuando indica que no sabe cómo preguntar a su abuelo o a Lyosha cómo ser un ... ¿buen revenant? -Preguntándomelo a mi no. Está claro. Así, está claro. Con sinceridad. Si no lo haces, nunca vas a recibir una respuesta, ya sea de tu agrado o no- Me encojo de hombros, como si fuera la cosa más normal del mundo. –Mira. No pienses en el qué pensarán, porque, créeme, conozco a más de uno que directamente no piensa. Simplemente hace. Igual deberías imitarle. Haz. Pregunta. Habla. Igual ese es tu problema, que no hablas. Sincerarse no es de débiles, es de resistentes. Lo sé por experiencia. Yo tampoco soy mucho de contar mis penas, ¿sabes? Solo una vez, alguien muy importante para mi me pidió mi opinión- Sonreí. Ese alguien fue Adramelech en el baile ese de locos. Es verdad que esta familia tiene un grave problema disfuncional con el tema de la comunicación que les va a acarrear problemas. –Si no quieres hablar con tu familia, para que no se preocupen por ti, me lo puedes contar a mí. Soy una tumba-

-Eh. Eso no.- Le dije en un tono de madre que regaña a su hijo cuando me dice lo del gusano. Le pongo una de mis manos sobre la rodilla, girándome hacia él. –Hemos dicho que retozar en el barro no es bueno. Que hay que intentar avanzar para salir de esto. Y una vez lo consigas, podrás ser libre. Es tu propia mente la que te está bloqueando, ¿no lo ves? ¿Cómo te sentiste el día que tuvimos que defender la torre de los androides esos?-

Chasqueo la lengua cuando me dice, el referencia a lo que estábamos hablando antes, que su zona era estar muerto. Pero luego me suelta la bromita de la literatura y ele doy un golpe en el hombro, por cabroncete. –Puedo ayudarte yo si es lo que necesitas- Le hice girar del todo para que me mirara a la cara. Clavé mis ojos en los suyos, si era ayuda lo que necesitaba se la podría proporcionar. No sé cómo, pero le ayudaría. -Somos soldados, nos ayudamos entre nosotros, joder. No pienso abandonar a uno de nosotros en el campo de batalla- Le cogí por los dos hombros, para que no se girase. Nuestras caras estaban ahora enfrentadas la una con la otra. Le miré con seriedad y con cariño. No, no iba a dejar a uno de los hijos de Zayra hundido en la miseria. No faltaría a la promesa.
-Vivo-
-¿Sabes por qué? Porque esto, esto y esto estaba todo conectado-