Recuerdo del primer mensaje :
Lugar de reunión de los trabajadores del hospital
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Darren Pendragon
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El Pendragón rubio conocía más que de sobra las entrañas del interior del hospital de la isla, pues ya le habían llevado en varias ocasiones por aquellos pasillos poco conocidos para los pacientes. La última vez el hombre de ojos grises y gesto ceñudo le había pedido ayuda para rescatar a su compañera, aquella mujer de aspecto dulce y fuerte determinación. Ahora estaban para lo contrario y era Ávalon la que reclamaba la ayuda de Ouroboros, y pensaba reclamarla, con las consecuencias que pudiera traerle para él. No le importaban, no en ese momento.
El pasillo estaba vacío en aquel momento, iluminado con aquellas luces halogenadas tan artificiales. El Pendragon gruñó mientras se terminaba de orientar y con una seña, indicó al dragón que le siguiera -El Descendiente de Galeno está en deuda con Ávalon por ayudarles en la búsqueda de la doctora del descendiente de Ibn Salah. Es hora de que la deuda se salde- Nos cruzamos con una auxiliar que venía de la farmacia con los frascos de pociones, pero con un gruñido fue advertida y la misma salió en dirección contraria.
La pareja no cesó hasta encontrarse con el despacho del Descendiente sanador.
El pasillo estaba vacío en aquel momento, iluminado con aquellas luces halogenadas tan artificiales. El Pendragon gruñó mientras se terminaba de orientar y con una seña, indicó al dragón que le siguiera -El Descendiente de Galeno está en deuda con Ávalon por ayudarles en la búsqueda de la doctora del descendiente de Ibn Salah. Es hora de que la deuda se salde- Nos cruzamos con una auxiliar que venía de la farmacia con los frascos de pociones, pero con un gruñido fue advertida y la misma salió en dirección contraria.
La pareja no cesó hasta encontrarse con el despacho del Descendiente sanador.
Estaba en el café de mi hora libre hasta que me avisaron que Darren y un señor pelirrojo muy alto habían venido a buscarme. Lo de Darren me hizo mesarme el bigote con cara de circunstancia, a ver si ahora venía a cortarme a mí algo por vete a saber qué. Su fama de cortador de miembros se había extendido por el hospital, y no por nada se le había puesto una orden de búsqueda por agredir en Ouroboros a un habitante (o al menos lo era, en aquel entonces). Con Aldaron de vacaciones y Oscurus en algún otro menester, no me quedó nadie a quien echarle los marrones.
Al final me fui con mi café a medias hasta la sala de personal, invitándoles a entrar ahí mientras decidía si debía llamar a Vishous o a quién. Se suponía que estaba con lo de la boda, aunque estaba tan despistado que ni tenía claro en qué día estábamos.
- Buenas tardes...me han dicho que me estabas buscando. - caminé al interior de la sala de personal, invitándoles a servirse café si querían. - Vosotros diréis, aunque ya sabes que después de lo que pasó podrías buscarte un problema por venir. ¿Tu hermana bien? ¿es algo de la maldición? ¿Catherine está por vuestra isla? - ahora me tocaría a mí llevarle el control del embarazo, porque tenía a Anteia de baja. Sorbí un poco de café, esperando que hablasen rapidito.
Al final me fui con mi café a medias hasta la sala de personal, invitándoles a entrar ahí mientras decidía si debía llamar a Vishous o a quién. Se suponía que estaba con lo de la boda, aunque estaba tan despistado que ni tenía claro en qué día estábamos.
- Buenas tardes...me han dicho que me estabas buscando. - caminé al interior de la sala de personal, invitándoles a servirse café si querían. - Vosotros diréis, aunque ya sabes que después de lo que pasó podrías buscarte un problema por venir. ¿Tu hermana bien? ¿es algo de la maldición? ¿Catherine está por vuestra isla? - ahora me tocaría a mí llevarle el control del embarazo, porque tenía a Anteia de baja. Sorbí un poco de café, esperando que hablasen rapidito.
La conversación con Darren en el Sanguis habia sido intensa, bueno, mas por su parte que por la mia, y hasta me habia parecido verle ira reflejada en los ojos cuando miraba las hojas del arbol sagrado.... No entendía nada de lo que me decía sobre mi nieto imbécil, se refería a Cedric o Wthyr? Aunque por fin resolvió el misterio y creyó necesario ir a Ouroboros. El rubio estaba tan inestable como yo, asi que claro, por qué no, me fui con él.
___
Aparecí junto con el en ese hospital en el cual habia estado una vez y caminé al lado de Darren hasta la sala aquella. Que asco de sitio.
- Sangre, destrucción, sacrificios y muerte? De verdad crees que te educaron para eso? Que Aelle te educó para eso? - le dije en un susurro pero con cabreo contenido. - Te educaron para ser un General, Darren Pendragon. Para liderar batallas y ganarlas. Pero si solo ves lo que dices, entonces el fuego te ha ablandado como a una patata. - le di con el dedo indice entre las costillas. En verdad estaba bastante duro, pero no lo parecía metafóricamente hablando. - Por qué tienes tantas dudas de pronto?
Yo tambien la echaba de menos, más de lo que podían imaginarse. Pero todas mis dudas eran cuando y como quemar el Sanguis de raices a hojas. Quizá cuando el vástago de Le Fay naciese y la maldicion dejase de perseguirles....
Gruñí algo por lo bajo, murmurando algo en dragón al entrar a la Sala de Personal.
- Wthyr, tremendamente oportuno....nadie le ha enseñado a usar la mascarilla como es debido al parecer.... - dije con reminiscencias del pasado en mi cabeza. Miré con aprensión alrededor y sentí un escalofrio.
-Aqui trabajan los magos? - entonces entró Lucio. Lo miré de modo asesino y luego a Darren. - A qué se refiere con "lo que pasó"?
Me acerqué a la tostadora, tomándome en serio eso de autoservicio. Pero en cuanto la sujeté, vi que tenia una sustancia pegada y requemada en su interior.
- Ugh. - saqué la plaza del fondo y se la enseñé a Lucio desde mi posición, como si le estuviese mostrando la cosa mas vergonzante del mundo. - ¿Quien es el psicópata que mete algo que no sea pan al tostador y lo deja asi? Y...la cafetera....
La señalé con la otra mano. Alrededor, llena de cercos de tazas de café, que no habian limpiado. Y las capsulas de café rebosaban el depósito...y eran de todos los colores mezclados.
- Sinceramente creo que no voy a abrir el microondas. - pero no pude resistirlo y tuve que abrirlo. Alguien habia quemado su vaso de leche en su interior, la leche habia hervido y habia generado una costra marron pegada a la base.
Lancé la mas reprobatoria de las miradas a Lucio, e hice arder el microondas. El fuego lo purificaria.
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Aparecí junto con el en ese hospital en el cual habia estado una vez y caminé al lado de Darren hasta la sala aquella. Que asco de sitio.
- Sangre, destrucción, sacrificios y muerte? De verdad crees que te educaron para eso? Que Aelle te educó para eso? - le dije en un susurro pero con cabreo contenido. - Te educaron para ser un General, Darren Pendragon. Para liderar batallas y ganarlas. Pero si solo ves lo que dices, entonces el fuego te ha ablandado como a una patata. - le di con el dedo indice entre las costillas. En verdad estaba bastante duro, pero no lo parecía metafóricamente hablando. - Por qué tienes tantas dudas de pronto?
Yo tambien la echaba de menos, más de lo que podían imaginarse. Pero todas mis dudas eran cuando y como quemar el Sanguis de raices a hojas. Quizá cuando el vástago de Le Fay naciese y la maldicion dejase de perseguirles....
Gruñí algo por lo bajo, murmurando algo en dragón al entrar a la Sala de Personal.
- Wthyr, tremendamente oportuno....nadie le ha enseñado a usar la mascarilla como es debido al parecer.... - dije con reminiscencias del pasado en mi cabeza. Miré con aprensión alrededor y sentí un escalofrio.
-Aqui trabajan los magos? - entonces entró Lucio. Lo miré de modo asesino y luego a Darren. - A qué se refiere con "lo que pasó"?
Me acerqué a la tostadora, tomándome en serio eso de autoservicio. Pero en cuanto la sujeté, vi que tenia una sustancia pegada y requemada en su interior.
- Ugh. - saqué la plaza del fondo y se la enseñé a Lucio desde mi posición, como si le estuviese mostrando la cosa mas vergonzante del mundo. - ¿Quien es el psicópata que mete algo que no sea pan al tostador y lo deja asi? Y...la cafetera....
La señalé con la otra mano. Alrededor, llena de cercos de tazas de café, que no habian limpiado. Y las capsulas de café rebosaban el depósito...y eran de todos los colores mezclados.
- Sinceramente creo que no voy a abrir el microondas. - pero no pude resistirlo y tuve que abrirlo. Alguien habia quemado su vaso de leche en su interior, la leche habia hervido y habia generado una costra marron pegada a la base.
Lancé la mas reprobatoria de las miradas a Lucio, e hice arder el microondas. El fuego lo purificaria.
Darren Pendragon
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La conversación no había quedado atrás, para la molestia del Pendragonn rubio, y el dragón se encargó de mantenerla con vida, al menos mientras recorrían los últimos metros hasta la oficina de Lucio. Las palabras le hirieron en lo más profundo y no supo qué responder a aquellas insidiosas cuestiones. Silencio y mirada gacha. Nada de sentimientos. Ganar batallas, qué más daba lo que había de llevarse por delante, las vidas segadas… Era un general, lideraba batallas, estrategias. ¿No había nada más para el segundo de los Pendragon? ¿No había ni un ápice de cualquier otra cosa que no pudiera ser sangre, muerte o batallas? La respuesta era clara: no. -Me cuestionaba por el bien común: la familia y Avalon prima sobre todos los demás- Apreté el tono según iba acabando la frase, de la misma manera que lo hice con el paso. Aquellas eran las palabras del árbol, dichas por un tercero, se había ablandado como una patata. No hubo más conversación hasta que entraron en la sala de personal y el dragón masculló aquellas palabras, que de ser otra persona, le hubieran causado una leve risotada. -Wthyr está demasiado obnubilado últimamente por los encantos de Morgana- Le recordó a Goth -Y se ha olvidado de algunas cosas, entre ellas, usar mascarilla- Significase aquello lo que significase.
Entró Lucio y la conversación cesó. De quedar algún punto que solucionar lo harían luego. Un gruñido hosco se perfiló como respuesta a “lo que pasó” y, directamente, ignoró la pulla y la pregunta -No soy yo el que me importa- Le respondí más bien como un mascullo, avanzando al interior de la oficina, entre el aviso y la indiferencia. Ya sabía que podría tener consecuencias el hecho de aparecerme por allí, pero, ¿qué iba a hacer? Si le delataba desaparecería de allí o reventaría aquel edificio, según se le antojara -Si por bien se entiende que la maldición casi le cubre la cara entera…- Gruñó con desaire. La maldición había avanzado mucho más después del asunto del envenenamiento y, si ya era palpable antes, ahora daba hasta cierto asco. Por fortuna en mi caso, podría ocultarla bajo los ropajes. Extendí las manos entre nosotros, frenando la verborrea del médico. Con una mirada hacia el dragón, que en ese momento se entretenía con los aparatos de la oficina, buscaba que tratara de evaluar hasta qué podría o no contar. Cada frase del dragón iba seguida por parte de la respuesta que el medimago requería -Catherine está bien. No es por ella por la que vengo- Podría haber añadido un “para variar” después de todas las desventuras de la morena en Avalón. Todavía dudaba de cómo podía ser tan resistente, con lo poca cosa que es. Digna sucesora de Morgana. Habló con firmeza, aquello era una batalla que debía ganar, para eso era el General. -Hay un brote del mal del híbrido en Avalon. Y reclamo la ayuda de Ouroboros para sanar a los nuestros, tal y como yo mismo hice por vuestra sanadora- Le apuntó y recordó a la vez. Las deudas había que saldarlas, lo que le molestara es que fuera tan pronto. El fuego del microondas le daba a aquella situación cierto punto de urgencia y de amenaza.
Entró Lucio y la conversación cesó. De quedar algún punto que solucionar lo harían luego. Un gruñido hosco se perfiló como respuesta a “lo que pasó” y, directamente, ignoró la pulla y la pregunta -No soy yo el que me importa- Le respondí más bien como un mascullo, avanzando al interior de la oficina, entre el aviso y la indiferencia. Ya sabía que podría tener consecuencias el hecho de aparecerme por allí, pero, ¿qué iba a hacer? Si le delataba desaparecería de allí o reventaría aquel edificio, según se le antojara -Si por bien se entiende que la maldición casi le cubre la cara entera…- Gruñó con desaire. La maldición había avanzado mucho más después del asunto del envenenamiento y, si ya era palpable antes, ahora daba hasta cierto asco. Por fortuna en mi caso, podría ocultarla bajo los ropajes. Extendí las manos entre nosotros, frenando la verborrea del médico. Con una mirada hacia el dragón, que en ese momento se entretenía con los aparatos de la oficina, buscaba que tratara de evaluar hasta qué podría o no contar. Cada frase del dragón iba seguida por parte de la respuesta que el medimago requería -Catherine está bien. No es por ella por la que vengo- Podría haber añadido un “para variar” después de todas las desventuras de la morena en Avalón. Todavía dudaba de cómo podía ser tan resistente, con lo poca cosa que es. Digna sucesora de Morgana. Habló con firmeza, aquello era una batalla que debía ganar, para eso era el General. -Hay un brote del mal del híbrido en Avalon. Y reclamo la ayuda de Ouroboros para sanar a los nuestros, tal y como yo mismo hice por vuestra sanadora- Le apuntó y recordó a la vez. Las deudas había que saldarlas, lo que le molestara es que fuera tan pronto. El fuego del microondas le daba a aquella situación cierto punto de urgencia y de amenaza.
La presencia de esos dos resultaba algo intimidante, pero intenté mantenerme firme mientras daba sorbos al café. El pelirrojo no parecía saber nada de lo que había hecho Darren, así que carraspeé y expliqué.
- Atacó a un habitante de Ouroboros, cortándole el pene. Shyvanna también estaba allí. Tienes suerte de que V esté ocupado.
Ya que lo hablasen entre ellos, no quería entrar en detalles. Suspiré cuando explicó que la maldición de su hermana había avanzado, pensando también en el pequeño Aedan.
- Lo siento. Espero que se solucione de verdad cuando Catherine dé a luz. - estaba al tanto de todo, y también me tranquilizaba que ella estuviese bien.
- Oiga, deje de cotillear en los utensilios de la sala de personal. No tenemos mucho tiempo de recoger y limpiar, además algunos son un poco guarros. - interrumpí al hombre que parecía un inspector de sanidad con tanta queja. Luego miré a Darren cuando explicó por qué habían venido. No era algo muy habitual...
- No sabía que hubiese híbridos en Avalon, pero debéis controlarlo para que no afecte a otros. Como médico que soy no puedo negaros la ayuda. Lo haría incluso aunque no hubiese sucedido lo de Arleen. Qué buscáis de mi exactamente? Que ofrezca el hospital? Medicinas? Que vaya allí?
- Atacó a un habitante de Ouroboros, cortándole el pene. Shyvanna también estaba allí. Tienes suerte de que V esté ocupado.
Ya que lo hablasen entre ellos, no quería entrar en detalles. Suspiré cuando explicó que la maldición de su hermana había avanzado, pensando también en el pequeño Aedan.
- Lo siento. Espero que se solucione de verdad cuando Catherine dé a luz. - estaba al tanto de todo, y también me tranquilizaba que ella estuviese bien.
- Oiga, deje de cotillear en los utensilios de la sala de personal. No tenemos mucho tiempo de recoger y limpiar, además algunos son un poco guarros. - interrumpí al hombre que parecía un inspector de sanidad con tanta queja. Luego miré a Darren cuando explicó por qué habían venido. No era algo muy habitual...
- No sabía que hubiese híbridos en Avalon, pero debéis controlarlo para que no afecte a otros. Como médico que soy no puedo negaros la ayuda. Lo haría incluso aunque no hubiese sucedido lo de Arleen. Qué buscáis de mi exactamente? Que ofrezca el hospital? Medicinas? Que vaya allí?
La conversacion anterior con Darren habia visto su final con la llegada del mago, pero para mi, no habia terminado. No es que no estuviese de acuerdo con que Wthyr estaba absolutamente absorto por los poderes de Le Fay, hechizado casi como decían por ahi- Que en mi opinion, Darren tenia razon... y quizá tambien celos? Tendría que hablar más con él, si acaso él me consideraba digno de seguir siendo su conversador. No esperaba que de la noche a la mañana, todos los retoños de Aelle confiasen en mi, despues de tantos años en las sombras.
Ignoré a Lucio cuando me dijo que dejara los utensilios de la sala, el microondas ardía despacito y olía a plástico rechurruscado. Hice un sutil gesto con la mano y extinguí las llamas, que como saltase el antiincendios, me iba a mojar entero y no quería.
Miré hacia Darren sorprendido cuando Lucio contó aquello.
- Es eso cierto Darren? Que hacía Shyvanna alli? - oh, vamos, era obvio. Me di cuenta al segundo de decirlo. Me pasé una mano por los ojos porque habiamos venido a un lugar en el que Darren ya no era bien recibido por haber hecho aquello. No es que me importase, me parecia hasta entrañable. - Espero que el corte fuese limpio y que te lavases las manos despues. Tienes que dejar a tu hermana divertirse... - le miré levantando una ceja, ya hablaríamos mas tarde de eso.
Que el otro me daba igual, era evidente.
- Si, si...tiempo....no tenéis tiempo para nada. - la tostadora fue mi siguiente victima. - Tranquilo, yo os ayudo con la limpieza. - estaba a nada de literalmente, ponerme a limpiar y ordenar aquello. Pero primero quemar. Mary kondo.
Me acerqué a Lucio cuando preguntó lo ultimo, pasando una mano por mi barbilla, hasta quedar frente a él mientras le daba sorbos a su café-
- Mmm....no sé. Puedes darnos medicinas y asegurar que funcionen y salven a los enfermos? Si no funcionan, me llevaré de rehén a tu primogénito. - lo amenacé, aunque era una amenaza que usaba varios siglos atrás, igual ahora seguia funcionando. - O te puedo vendar los ojos y llevarte a la guarida del dragón. Sabes usar las manos a oscuras? - qué hermosa frase....
Ignoré a Lucio cuando me dijo que dejara los utensilios de la sala, el microondas ardía despacito y olía a plástico rechurruscado. Hice un sutil gesto con la mano y extinguí las llamas, que como saltase el antiincendios, me iba a mojar entero y no quería.
Miré hacia Darren sorprendido cuando Lucio contó aquello.
- Es eso cierto Darren? Que hacía Shyvanna alli? - oh, vamos, era obvio. Me di cuenta al segundo de decirlo. Me pasé una mano por los ojos porque habiamos venido a un lugar en el que Darren ya no era bien recibido por haber hecho aquello. No es que me importase, me parecia hasta entrañable. - Espero que el corte fuese limpio y que te lavases las manos despues. Tienes que dejar a tu hermana divertirse... - le miré levantando una ceja, ya hablaríamos mas tarde de eso.
Que el otro me daba igual, era evidente.
- Si, si...tiempo....no tenéis tiempo para nada. - la tostadora fue mi siguiente victima. - Tranquilo, yo os ayudo con la limpieza. - estaba a nada de literalmente, ponerme a limpiar y ordenar aquello. Pero primero quemar. Mary kondo.
Me acerqué a Lucio cuando preguntó lo ultimo, pasando una mano por mi barbilla, hasta quedar frente a él mientras le daba sorbos a su café-
- Mmm....no sé. Puedes darnos medicinas y asegurar que funcionen y salven a los enfermos? Si no funcionan, me llevaré de rehén a tu primogénito. - lo amenacé, aunque era una amenaza que usaba varios siglos atrás, igual ahora seguia funcionando. - O te puedo vendar los ojos y llevarte a la guarida del dragón. Sabes usar las manos a oscuras? - qué hermosa frase....
El día anterior me habían dado el alta por lo del ataque del maldito Tobías, pero al parecer tenía que volver a que me diesen en farmacia una especie de aerosoles para terminar de lograr que todo volviese a la normalidad. Fui un poco a regañadientes y porque mi padre me insistió mucho, pero seguía de un humor de perros y no me apetecía para nada. Incluso Aedan me lo había notado y había dicho que "papá tiste" (triste) a lo que le respondí que no, que "papá enfadado". Quería ver ya a Catherine, saber algo de ella después de tantos días. Quería pegarle a mucha gente, tal vez incluso a mí mismo por no saber tener paciencia y no saber cómo resolver la situación. Tanto pensar en lo mismo era agotador.
Al llegar al hospital me mandaron de acá para allá para buscar lo que me habían mandado, y como me harté de dar vueltas me fui directamente con Lucio, que de algo tenían que valer las influencias por conocernos. Al aproximarme a la sala de personal comencé a escuchar la voz del sanador, pero no estaba solo. Agudicé un poco más mi oído de licántropo, captando enseguida una conversación en la que reconocí también la voz del Pendragon rubio. Gruñí por lo bajo, acercándome un poco más para pillar algunos retazos de la conversación. Enfermos, ir a la guarida del dragón, usar manos a oscuras...fue suficiente como para hacer que entrase a la sala abriendo de un portazo y hecho una furia. Sin mediar palabra me fui hacia Darren, lanzándole un puñetazo a la cara. Primero pegar, siempre. Luego hablar. Así no iban advertidos.
- ¡Como le haya pasado algo a Catherine os voy a reventar hasta el último hueso!
---------------------------
AF: dado 10 + 72 stat + 10 habilidad + 5 lican + 5 guanteletes = 102 a DARREN
Al llegar al hospital me mandaron de acá para allá para buscar lo que me habían mandado, y como me harté de dar vueltas me fui directamente con Lucio, que de algo tenían que valer las influencias por conocernos. Al aproximarme a la sala de personal comencé a escuchar la voz del sanador, pero no estaba solo. Agudicé un poco más mi oído de licántropo, captando enseguida una conversación en la que reconocí también la voz del Pendragon rubio. Gruñí por lo bajo, acercándome un poco más para pillar algunos retazos de la conversación. Enfermos, ir a la guarida del dragón, usar manos a oscuras...fue suficiente como para hacer que entrase a la sala abriendo de un portazo y hecho una furia. Sin mediar palabra me fui hacia Darren, lanzándole un puñetazo a la cara. Primero pegar, siempre. Luego hablar. Así no iban advertidos.
- ¡Como le haya pasado algo a Catherine os voy a reventar hasta el último hueso!
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AF: dado 10 + 72 stat + 10 habilidad + 5 lican + 5 guanteletes = 102 a DARREN
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Edad
Nacionalidad
El miembro 'Ian Hacksaw' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Ataque' :
'Ataque' :
Darren Pendragon
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Edad
Nacionalidad
Torció el gesto cuando siguieron con aquella cháchara que no venía a cuento sobre Shyvanna y el pene del payaso de pelo blanco. Suspiró con hastío -Sé perfectamente a qué me tengo que enfrentar por venir a Ouroboros- Y a pesar de todo, había decidido ir allí para tratar de ayudar a su hermano con los conocimientos del que consideraba el mejor sanador, aunque le estaba molestando tantas preguntitas y tantas pullitas. Cerró los ojos con molestia y desencajó la mandíbula, suspirando con hartazgo. Ignoró a Goth y espero que, de una vez por todas, el tema quedase clausurado en aquel preciso momento y, de ser posible, para siempre. Porque no quería seguir por ahí. No era eso a lo que habían venido. Tampoco a cacarear sobre las maldiciones ni del orden de aquella infernal sala, que le producía total indiferencia. No tanto al dragón, al parecer que terminó por mandar al infierno otro de los artefactos que en aquella sala había.
El Pendragon se cruzó de brazos por delante del pecho, con cara de empezar a perder la paciencia, la pregunta le pareció que estaba totalmente fuera de lugar. Alcé la mirada a Goth para que no siguiera por ahí, se supone que estábamos allí para ir por las buenas, y no secuestrar a primogénitos o siendo devorado por dragones. No nos servía un médico ciego o manco. De modo que hubo que corregir el desvarío de la conversación -Hay muchas cosas que sabe de Avalon. Prepare las cosas que necesite, partirá con nosotros. Y como ha dicho, el tiempo apremia-
La rapidez del portazo y el golpe posterior apenas dio tiempo para la reacción. Cuando el rubio trató de conjurar el escudo de sangre ya era demasiado tarde. El derechazo le hizo tambalearse lo justo como para necesitar apoyarse en la pared. Se río al principio, el tiempo justo que necesito como para saber que si explotaba a aquel chucho en aquella sala le traería las peores consecuencias con la morena. Solo esperaba que fuese consciente de la suerte que tenía. Se incorporó sobándose el golpe, con la cara ensangrentada. -Deseo que hayas satisfecho tus ínfulas de pusilánime macho herido- El rubio clavó la mirada en el chucho entre el asco y el rencor mientras se limpiaba con parsimonia la sangre del labio y la nariz. El muy imbécil le había roto la nariz al rubio, con total seguridad, y el labio -Los asuntos de la regente son solo de Avalon y no de las moscas que buscan mierda a su alrededor- Se acabaron las palabras. Tomó a Lucio por la pechera, dedicó una mirada sombría a Goth -Naak grohiik- Y disfrutaría del puñal de plata atravesando el corazón del moreno y bebería su sangre para escupírsela sobre su gorgoteante garganta. Pero no era el momento. La venganza se serviría fría. Por el momento, el sanador y los otros dos forasteros se desaparecieron de Ouroboros.
Defensa: 5 puto dado + 21 stat + 10 hab + 15 peto + 5 canalizador = 56
PS: 250 – (102-56)= 204 – 20 SB
OFF: Lucio, Goth y Darren fuera.
El Pendragon se cruzó de brazos por delante del pecho, con cara de empezar a perder la paciencia, la pregunta le pareció que estaba totalmente fuera de lugar. Alcé la mirada a Goth para que no siguiera por ahí, se supone que estábamos allí para ir por las buenas, y no secuestrar a primogénitos o siendo devorado por dragones. No nos servía un médico ciego o manco. De modo que hubo que corregir el desvarío de la conversación -Hay muchas cosas que sabe de Avalon. Prepare las cosas que necesite, partirá con nosotros. Y como ha dicho, el tiempo apremia-
La rapidez del portazo y el golpe posterior apenas dio tiempo para la reacción. Cuando el rubio trató de conjurar el escudo de sangre ya era demasiado tarde. El derechazo le hizo tambalearse lo justo como para necesitar apoyarse en la pared. Se río al principio, el tiempo justo que necesito como para saber que si explotaba a aquel chucho en aquella sala le traería las peores consecuencias con la morena. Solo esperaba que fuese consciente de la suerte que tenía. Se incorporó sobándose el golpe, con la cara ensangrentada. -Deseo que hayas satisfecho tus ínfulas de pusilánime macho herido- El rubio clavó la mirada en el chucho entre el asco y el rencor mientras se limpiaba con parsimonia la sangre del labio y la nariz. El muy imbécil le había roto la nariz al rubio, con total seguridad, y el labio -Los asuntos de la regente son solo de Avalon y no de las moscas que buscan mierda a su alrededor- Se acabaron las palabras. Tomó a Lucio por la pechera, dedicó una mirada sombría a Goth -Naak grohiik- Y disfrutaría del puñal de plata atravesando el corazón del moreno y bebería su sangre para escupírsela sobre su gorgoteante garganta. Pero no era el momento. La venganza se serviría fría. Por el momento, el sanador y los otros dos forasteros se desaparecieron de Ouroboros.
Defensa: 5 puto dado + 21 stat + 10 hab + 15 peto + 5 canalizador = 56
PS: 250 – (102-56)= 204 – 20 SB
OFF: Lucio, Goth y Darren fuera.
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El miembro 'Darren Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Defensa' :
'Defensa' :
El trabajo en el hospi era desorbitado aquel día. Con más de media plantilla de baja, la otra preparándose los rulos para la boda del siglo de la que todo el mundo hablaba, y a la que nadie le había invitado, había tareas para toda la plantilla y de todas las clases. En el fondo no me importaba mucho, porque ya me había estudiado la lista de materiales que me había dado Oscurus para la ambulancia y me había leído el libro de enfermedades mágicas que había utilizado con Lucio en su última clase. Y desde entonces, por cierto, mutismo por parte de ambos. De modo que aproveché para estudiar algo de anatomía y clases más teóricas. Tenía aquel libro lleno de marcas y dudas: ¿A quién se le ocurriría poner pelos de animales en una multijugos? El tratamiento propuesto por Sra. Pomfrey, escritos con todo lujo de detalles, demostraban un alto grado de eficacia, pero, los que no se curaban bien, ¿eran híbridos? Y la enfermedad de las manos de escorpión seguía sin entenderla. Y las runas… las runas era un tema que me obsesionaba y todas las noches trataba de encontrar alguna que pudiera ser de interés. Por el momento había aprendido la que se usaba para protección y ataque, incluso una que funcionaba con sangre. Pero no era lo que buscaba.
Subía cargado de papeles, libros, apuntes y bolis de colores al despacho de Lucio para preguntarle todas las dudas, llevarle las altas y tal, porque sabía que también estaba invitado a la famosa boda. ¿Iría son Sean? Parecían un poco distantes últimamente y apenas se le veía al descendiente por la isla y/o el hospital. Cuando llegué escuché tumulto. El grito del que reconocí como el chico de la descendiente de Morgana, la voz de Lucio y un par que no ubiqué hasta que alcancé el quicio de la puerta y observé estupefacto al rubio Pendragon sangrando y llevándose de muy malas maneras a Lucio. Lo primero que pensé es que aquello era un secuestro sin dudarlo, después del historial de la mole rubia, y lo que habían hecho en la sala. Dejé las cosas donde pude y corrí hasta el primer extintor que pillé por banda para apagar el fuego antes de que se extendiera -Sr. Hacksaw, ¿está usted bien? ¿Le han hecho algo los Pendragon?- El fuego no duró mucho y el extintor pesaba más de lo que creía -Tenemos que avisar al teniente del secuestro de Lucio…- Le miré con gravedad, pensando que a Vishous no le iba a hacer mucha gracia que le fastidiemos la fiesta…
Subía cargado de papeles, libros, apuntes y bolis de colores al despacho de Lucio para preguntarle todas las dudas, llevarle las altas y tal, porque sabía que también estaba invitado a la famosa boda. ¿Iría son Sean? Parecían un poco distantes últimamente y apenas se le veía al descendiente por la isla y/o el hospital. Cuando llegué escuché tumulto. El grito del que reconocí como el chico de la descendiente de Morgana, la voz de Lucio y un par que no ubiqué hasta que alcancé el quicio de la puerta y observé estupefacto al rubio Pendragon sangrando y llevándose de muy malas maneras a Lucio. Lo primero que pensé es que aquello era un secuestro sin dudarlo, después del historial de la mole rubia, y lo que habían hecho en la sala. Dejé las cosas donde pude y corrí hasta el primer extintor que pillé por banda para apagar el fuego antes de que se extendiera -Sr. Hacksaw, ¿está usted bien? ¿Le han hecho algo los Pendragon?- El fuego no duró mucho y el extintor pesaba más de lo que creía -Tenemos que avisar al teniente del secuestro de Lucio…- Le miré con gravedad, pensando que a Vishous no le iba a hacer mucha gracia que le fastidiemos la fiesta…
. Solo esperaba que fuese consciente de la suerte que tenía. Se incorporó sobándose el golpe, con la cara ensangrentada. -Deseo que hayas satisfecho tus ínfulas de pusilánime macho herido- El rubio clavó la mirada en el chucho entre el asco y el rencor mientras se limpiaba con parsimonia la sangre del labio y la nariz. El muy imbécil le había roto la nariz al rubio, con total seguridad, y el labio -Los asuntos de la regente son solo de Avalon y no de las moscas que buscan mierda a su alrededor- Se acabaron las palabras. Tomó a Lucio por la pechera
-Sr. Hacksaw, ¿está usted bien? ¿Le han hecho algo los Pendragon?- El fuego no duró mucho y el extintor pesaba más de lo que creía -Tenemos que avisar al teniente del secuestro de Lucio…-
El rubio imbécil no logró defenderse a tiempo, pero tampoco respondió al puñetazo. Aquello no me importó. Era cosa suya si no quería atacar, yo seguiría. Su tono repelente me hizo cogerle más asco del que ya les tenía, no se podía esperar nada bueno de ellos. Gruñí frustrado cuando se desaparecieron con Lucio delante de mis narices, sin llegar a decir nada sobre si Catherine estaba bien o si aquella visita tenía que ver con ella. - ¡ARG! ¡Putos Pendragon de los cojones! - Pegué una patada a la silla más cercana, tirándola al suelo. Encima se lo habían dejado todo en llamas, estaban prendiendo fuego a un hospital los muy desgraciados.
Por suerte llegó Justin casi al instante, comenzando a apagar las llamas con un extintor que había traído con él. - Estoy bien. - murmuré mirando al suelo, al chorretón de sangre de la nariz de Darren. Que se hubiesen llevado a Lucio no me importaba tanto, era más el hecho de no saber qué estaba pasando. - Haz lo que quieras. Yo voy a hacer las cosas por mi cuenta. - le dije a Justin antes de salir, dejándole allí con el extintor.
-Sr. Hacksaw, ¿está usted bien? ¿Le han hecho algo los Pendragon?- El fuego no duró mucho y el extintor pesaba más de lo que creía -Tenemos que avisar al teniente del secuestro de Lucio…-
El rubio imbécil no logró defenderse a tiempo, pero tampoco respondió al puñetazo. Aquello no me importó. Era cosa suya si no quería atacar, yo seguiría. Su tono repelente me hizo cogerle más asco del que ya les tenía, no se podía esperar nada bueno de ellos. Gruñí frustrado cuando se desaparecieron con Lucio delante de mis narices, sin llegar a decir nada sobre si Catherine estaba bien o si aquella visita tenía que ver con ella. - ¡ARG! ¡Putos Pendragon de los cojones! - Pegué una patada a la silla más cercana, tirándola al suelo. Encima se lo habían dejado todo en llamas, estaban prendiendo fuego a un hospital los muy desgraciados.
Por suerte llegó Justin casi al instante, comenzando a apagar las llamas con un extintor que había traído con él. - Estoy bien. - murmuré mirando al suelo, al chorretón de sangre de la nariz de Darren. Que se hubiesen llevado a Lucio no me importaba tanto, era más el hecho de no saber qué estaba pasando. - Haz lo que quieras. Yo voy a hacer las cosas por mi cuenta. - le dije a Justin antes de salir, dejándole allí con el extintor.
Pude contener el fuego sin mayores problemas, tampoco es que un microondas ardiera muy bien… o una tostadora. Quizás las migas que hubiera dentro, pero… ¿Para qué quemar esos cacharros? Había decidido no entender mucho a aquella familia, hacían cosas raras: cortaban pitos, la otra se sacaba sangre como si fuera aquello una rodaja de sandía, o se agredían en el hospital o maldecían a un niño…. Y ahora secuestran a Lucio. Y estaba claro que había que denunciarlo. Intenté acercarme a Ian para ver si necesitaba algo, pero su ataque de furia contra aquella pobre silla me hizo recular hacia atrás y pensé que era mejor darle espacio para expresar su enfado… y mejor con los muebles que con mi cara. -No te preocupes, haré llamar a la Guardia para ir a por Lucio- Traté de calmarle pidiéndole algo, que me daba que no tenía de sobra: paciencia. Al final me dejó con la palabra en la boca y le seguí estupefacto salir de aquella habitación sin poder añadir nada más, solo esperaba que todo aquello no se saliera de madre y decidieran tomarse la justicia por su cuenta. Quizás el médico era importante para él y por eso estaba tan enfadado, yo también lo estaría claro, pero me daba la impresión de que el moreno en ese estado de enajenación podría ser peligroso.
Arrugué la nariz al contemplar el interior de la habitación tensando la mandíbula, justo cuando llegaron algunos compañeros -¿Podéis haceros cargo? Tengo que avisar al teniente de lo ocurrido- Asintieron y empezaron a limpiar la sala retirando los muebles rotos, la sangre… Mientras fui a por mi abrigo y salí del hospital con cierto aire de preocupación.
Arrugué la nariz al contemplar el interior de la habitación tensando la mandíbula, justo cuando llegaron algunos compañeros -¿Podéis haceros cargo? Tengo que avisar al teniente de lo ocurrido- Asintieron y empezaron a limpiar la sala retirando los muebles rotos, la sangre… Mientras fui a por mi abrigo y salí del hospital con cierto aire de preocupación.
Después de ducharse y cambiarse a algo decente, profesional y femenino; Arleen apareció en el hospital, en la recepción y se encontró con Doris, con quien se puso al día…Sobre todo por las raíces del Sanguis que ahora estaban allí y le dificultaban el paso. Justo ese día…Que había entrenado y había elegido los tacones más altos que tenía sólo por… por… por rebelarsele a Gelion.
Enterada un poco de la situación empezó a subir cuando se topó con Oscurus que traía bueno…mala cara y… estaba vestido de modo peculiar, por eso Arleen le dijo de ir a la sala de personal para que le contara con más detalle lo que pretendía hacer. De camino le mencionó algunas de la cosas que sucedieron en Tintagel y por qué de pronto el caos se había cernido sobre el hospital.
-Dice Doris que han atendido a unos vikingos…- Dijo Arleen abriendo la puerta de la sala y haciendo una leve mueca de dolor, que borró en seguida. Le dejó pasar y luego lo hizo ella, yendo a la cafetera para prepararle uno fuerte a Oscurus que seguro iba a necesitarlo -Pero que ningún Descendiente fue atendido más que por heridas menores. Ah…Y que las luces estuvieron parpadeando y que Gio fue a revi…Que el Descendiente DaVinci fue a revisarlas y ya está todo en orden- Volvió la vista hacia Oscurus cruzándose de brazos y reacomodando e irguiendo su posición -También me cotilleó que estuvieron discutiendo DaVinci y Cohen-
Enterada un poco de la situación empezó a subir cuando se topó con Oscurus que traía bueno…mala cara y… estaba vestido de modo peculiar, por eso Arleen le dijo de ir a la sala de personal para que le contara con más detalle lo que pretendía hacer. De camino le mencionó algunas de la cosas que sucedieron en Tintagel y por qué de pronto el caos se había cernido sobre el hospital.
-Dice Doris que han atendido a unos vikingos…- Dijo Arleen abriendo la puerta de la sala y haciendo una leve mueca de dolor, que borró en seguida. Le dejó pasar y luego lo hizo ella, yendo a la cafetera para prepararle uno fuerte a Oscurus que seguro iba a necesitarlo -Pero que ningún Descendiente fue atendido más que por heridas menores. Ah…Y que las luces estuvieron parpadeando y que Gio fue a revi…Que el Descendiente DaVinci fue a revisarlas y ya está todo en orden- Volvió la vista hacia Oscurus cruzándose de brazos y reacomodando e irguiendo su posición -También me cotilleó que estuvieron discutiendo DaVinci y Cohen-
Nada más salir de aquel templo de mala muerte que era el de los Pendragon, lo primero que hice fue dirigirme al hospital para cumplir la promesa que le había hecho a Catherine, aunque en cierto modo, dudaba que el moreno que tenía por marido le dejara hacer. Si aquello no funcionaba tenía, como plan B, putear a Leroy. Pero eso solucionaría solo uno de los problemas y la primera opción solo es un parche para el tiempo en el que la cría estuviera indefensa en el hospital. Supuse que, dado que Chloe había llegado antes, ya había empezado a valorar adecuadamente el APGAR de la cría y había empezado el tratamiento en la incubadora. Sabía que los fanatismos eran peligrosos y los había experimentado de diversas formas, y los Pendragon eran eso.... Fanáticos. Después de sentir un escalofrío al ver una de esas raíces trepando por uno de los huecos de las escaleras me topé con Arleen. Madonna una cara conocida al fin.
Muy observadora ella se percató de que no iba con la indumentaria pertinente para un hospital, supuse muy irónicamente que se había dado cuenta porque no dejaba de pisarme la toga, de modo que decidimos acercarnos a la sala de personal para recuperar un pijama y unas crocks porque sí, iba descalzo y debajo de la toga solo estaba mi desnudez. Mi ropa, la que estaba bañada en sangre del templo, estaba en posesión de Matvey que quizás podría maldecirla de alguna manera.
-Tintagiel fue una puta pantomima. Y no estoy seguro de que no haya sido una trampa de los Pendragon- Respondí a Arleen mientras me cambiaba detrás de un biombo. No tiraría la seda, como mantel quedaría estupendo.
-¿Eso es lo que te ha dicho Doris? Qué amable por su parte- Solté una carcajada irónica dejando caer la casaca del pijama. Era áspera, en comparación con la seda y olía a ... Casa. Dejé que aquella textura recorriera y se acomodara a mis hombros y torso, todavía mantenían el duro trabajo de gimnasio. -Bueno pues si eso es lo que os ha contado Doris, es porque esos Pendragon han tomado de su propia medicina. ¡Yuhu, fin del problema!- Seguí con sorna, claro, saliendo de detrás del biombo mientras me ataba el cordón del pantalón del pijama y dejaba ver entre las prendas la nueva cicatriz adquirida. -Pero entonces, ¿qué hace todavía esa raíz tocapelotas en mi hospital?- Fingí con tono de suspicacia. Evidentemente todo había salido mal. Como el jodido culo. Portazo al cerrar la taquilla.
-Alguien discutiendo con Adael, qué raro. ¿Café? Los vikingos me lo tiraron ... Ya sabes, antes de mandarlos al hospital - Me dejé caer en el sofá de la sala de personal, apoyando la cabeza en el respaldo blandito del otro. -Pensé que no volverías por aquí, la verdad, no después de que Sayid regresara- Añadí, en otro tono diametralmente diferente, mientras miraba con atención la mancha de humedad del techo. Las luces habían fallado, ¿sería cosa del árbol o del italiano chiflado? -Que la superficie te había encandilado con sus historias, paisajes, edificios... Ahora ya no quedará nada de eso, supongo-
Muy observadora ella se percató de que no iba con la indumentaria pertinente para un hospital, supuse muy irónicamente que se había dado cuenta porque no dejaba de pisarme la toga, de modo que decidimos acercarnos a la sala de personal para recuperar un pijama y unas crocks porque sí, iba descalzo y debajo de la toga solo estaba mi desnudez. Mi ropa, la que estaba bañada en sangre del templo, estaba en posesión de Matvey que quizás podría maldecirla de alguna manera.
-Tintagiel fue una puta pantomima. Y no estoy seguro de que no haya sido una trampa de los Pendragon- Respondí a Arleen mientras me cambiaba detrás de un biombo. No tiraría la seda, como mantel quedaría estupendo.
-¿Eso es lo que te ha dicho Doris? Qué amable por su parte- Solté una carcajada irónica dejando caer la casaca del pijama. Era áspera, en comparación con la seda y olía a ... Casa. Dejé que aquella textura recorriera y se acomodara a mis hombros y torso, todavía mantenían el duro trabajo de gimnasio. -Bueno pues si eso es lo que os ha contado Doris, es porque esos Pendragon han tomado de su propia medicina. ¡Yuhu, fin del problema!- Seguí con sorna, claro, saliendo de detrás del biombo mientras me ataba el cordón del pantalón del pijama y dejaba ver entre las prendas la nueva cicatriz adquirida. -Pero entonces, ¿qué hace todavía esa raíz tocapelotas en mi hospital?- Fingí con tono de suspicacia. Evidentemente todo había salido mal. Como el jodido culo. Portazo al cerrar la taquilla.
-Alguien discutiendo con Adael, qué raro. ¿Café? Los vikingos me lo tiraron ... Ya sabes, antes de mandarlos al hospital - Me dejé caer en el sofá de la sala de personal, apoyando la cabeza en el respaldo blandito del otro. -Pensé que no volverías por aquí, la verdad, no después de que Sayid regresara- Añadí, en otro tono diametralmente diferente, mientras miraba con atención la mancha de humedad del techo. Las luces habían fallado, ¿sería cosa del árbol o del italiano chiflado? -Que la superficie te había encandilado con sus historias, paisajes, edificios... Ahora ya no quedará nada de eso, supongo-
El punto de vista de Oscurus le parecía retorcido y encontró el momento algo…idóneo -¿Te han dicho de la maldición que nos pusieron en Roma?- Le preguntó con curiosidad porque ella, por lo menos, no le había dicho nada a Giordano. No quería preocuparlo. Pero en su opinión el tratado de paz era una tontería -Habla sobre el choque inevitable entre los Pendragon y el Consejo de los 20 y el caos que generará- Expresó en un tono algo neutral pese a que era un tema en el que estaba inmiscuida.
No estaba entendiendo muy bien el humor de Oscurus pero sabía que era algo como sarcasmo o ironía. Desvió la vista hacia la piel expuesta notando la cicatriz y tensó los labios -¿Necesitas que te cure?- Preguntó antes de acercarse a él tendiéndole el café con una sonrisa, sabiendo que lo necesitaría y contenta de haberlo predicho. Ella mientras tanto fue a prepararse un té, cuidando de no darle la espalda para seguir hablando. -No lo sé. Es un árbol… ¿Sofía no puede hacer nada?- Preguntó desde la profunda ignorancia, ese tema no era algo que hubiese estudiado y lo cierto es que no le llamaba mucho la atención.
Sin embargo, eso de no volver por allí -Aún tengo algunos turnos. Sé que algunos sanadores se han ido y no quería dejarte solo. Sabes que puedes contar conmigo- No obstante cuando mencionó a Sayid, Arleen dejó de mezclar el azúcar en el té y se detuvo a mirarlo con el gesto serio. Aquello le había caído peor que los 15 minutos de ejercicio -¿Ha vuelto?- Las palabras salieron en un tono tenso. Entonces estaba vivo…Entonces seguía casada. Entonces… Hizo una mueca de molestia que luego se obligó a borrar a pura fuerza de voluntad -No lo sabía. ¿Se encuentra bien?- Porque por mucho que la situación fuera escabrosa, no le deseaba mal y así lo había dejado asentado en su carta de despedida.
Se removió incómoda y retomó el té, finalmente cogiéndolo y yendo al sofá con Oscurus, sentándose con cuidado y adoptando una posición de nobleza, con las piernas dobladas hacia un lado mientras acomodaba su falda para que no estuviese arrugada -Estoy viviendo en la base militar, no he salido mucho… En todo caso, iré de la base al hospital a menos que tenga alguna misión. Todavía no me siento del todo segura en terreno londinense sola… Pero lo haré, tengo que-
No estaba entendiendo muy bien el humor de Oscurus pero sabía que era algo como sarcasmo o ironía. Desvió la vista hacia la piel expuesta notando la cicatriz y tensó los labios -¿Necesitas que te cure?- Preguntó antes de acercarse a él tendiéndole el café con una sonrisa, sabiendo que lo necesitaría y contenta de haberlo predicho. Ella mientras tanto fue a prepararse un té, cuidando de no darle la espalda para seguir hablando. -No lo sé. Es un árbol… ¿Sofía no puede hacer nada?- Preguntó desde la profunda ignorancia, ese tema no era algo que hubiese estudiado y lo cierto es que no le llamaba mucho la atención.
Sin embargo, eso de no volver por allí -Aún tengo algunos turnos. Sé que algunos sanadores se han ido y no quería dejarte solo. Sabes que puedes contar conmigo- No obstante cuando mencionó a Sayid, Arleen dejó de mezclar el azúcar en el té y se detuvo a mirarlo con el gesto serio. Aquello le había caído peor que los 15 minutos de ejercicio -¿Ha vuelto?- Las palabras salieron en un tono tenso. Entonces estaba vivo…Entonces seguía casada. Entonces… Hizo una mueca de molestia que luego se obligó a borrar a pura fuerza de voluntad -No lo sabía. ¿Se encuentra bien?- Porque por mucho que la situación fuera escabrosa, no le deseaba mal y así lo había dejado asentado en su carta de despedida.
Se removió incómoda y retomó el té, finalmente cogiéndolo y yendo al sofá con Oscurus, sentándose con cuidado y adoptando una posición de nobleza, con las piernas dobladas hacia un lado mientras acomodaba su falda para que no estuviese arrugada -Estoy viviendo en la base militar, no he salido mucho… En todo caso, iré de la base al hospital a menos que tenga alguna misión. Todavía no me siento del todo segura en terreno londinense sola… Pero lo haré, tengo que-
Guardé silencio cuando, por tercera o cuarta vez en ese mismo día alguien mencionó algo de una maldición, que por alguna razón tenía preocupados a parte de los miembros del Consejo y estaba fuertemente relacionado con los Pendragon. -Algo me suponía- Respondí después de que Arleen presentara la maldición. -¿Estará relacionada con aquella profecía de la serpiente y el dragón de la que tanto hablaban hace unos meses?- Pregunté con total normalidad. Por mi parte me había enterado con las actas de los Cónclaves y otras reuniones, pero quizás esto no había llegado a oídos externos al núcleo gestor de la isla. Pues estaban en la mierda si volvíamos al conflicto abierto, y la batalla anterior ya les estaba pasando factura. Aquella isla era un jodido quebradero de cabeza a todas horas. ¿Cómo Lucio podría haber aguantado tanto tiempo? Manzana envenenada, eso era el puesto del Consejo. -¿De cuánto tiempo dispondríamos?- Añadí tras un suspiro. Olía a café, pero iba a necesitar un whiskito en cualquier momento. Si los problemas volvían a la isla, debía buscar el refugio alternativo y el hospital de la superficie estaba sin acabar. Sherwood… quizás todavía quede algo de aquel edificio en pie si SAM se hubiera paseado por allí… pero lo dudaba, la verdad.
Negué con un gruñido a su oferta y la agradecí, junto al café. Tampoco podía quedarme mucho tiempo allí, pero al menos disfrutaría un rato de la conversación -Por desgracia esa cosa es mucho más que un árbol. Es como una especie de tumor: alarga sus extensiones para distribuirse por todo el tejido robándole los nutrientes al resto de las células aledañas hasta que consigue la muerte del individuo- Expliqué como analogía médica, con total naturalidad, como quien explica el mapa del tiempo en la televisión. Me recoloqué en el sofá, dejando hueco a la medimaga. Aproveché el café para darle un buen trago, y noté que sabía ligeramente diferente, con cierto toque… italiano. Me gustó -Solo que los nutrientes son sangre y magia. Ahora puede hasta metastatizar ¡Ah, y además alberga almas! Toda una joya, vamos- Gesticulé de una forma muy vehemente con la mano de la taza del café, cualquier podría temer que pudiese tirarlo, pero todo eso estaba milimétricamente calculado. De la misma manera que tampoco respondí a lo de los turnos y los sanadores que se habían largado. Solo bebí café que necesitaba mucho alcohol para hacer todo aquello más llevadero. Bajé la mirada que había perdido en una mancha de la pared para observar a Arleen cuando preguntó por Sayid, para observar con incredulidad a la compañera. Gracias a Merlín que no conocía todas las partes de la historia, solo el cómo se había resulto. Ladeé la mandíbula, pensando en la respuesta -Puedo decirte que sí. Pero quizás esa pregunta deberías hacérsela a otra persona. Directamente. Pasar página, cerrar este capítulo de una vez por todas- Añadí con franqueza y tacto. -Y dejar de refugiarte en Londres como medida de escape. Ahora sueno como uno de esos loqueros, de puta madre- Mascullé y me centré en el café, esperando a que Arleen entendiera, con mi forma de ser, que en realidad lo que quería decirle era que aquello no era de mi incumbencia. Que acabara en la base militar no se me escapó por alto. De la Guardia de Ouroboros era el hermano y su expareja, y aquel tipo muggle también. ¿Qué tipo de filia extraña esta mujer por la soldadesca? ¿Le molaban los uniformes o algo? -Sabes, si saliéramos juntos, iríamos a pasear por el mercado de Camden, compraríamos comida exótica: india, quizás. Luego navegaríamos en barca por el canal hasta Regent’s Park. Ahora en mayo, deberían estar en flor. Entonces le robaría una rosa, roja, a la Queen para engarzarla en un bucle y disfrutaríamos de una función en el teatro al aire libre. Qué jodidamente buena era la cartelera- Me terminé el café de un trago, levitando la taza hasta el fregadero. -“Hospital de La Paz” era, quizás, un nombre demasiado pretencioso para la estupidez humana- Pensé en voz alta, suspirando mientras observaba la taza limpiarse sola, en un movimiento casi hipnótico, como madre que acuna a una hija recién nacida. Dejaría a la niña un rato más para que la prepararan antes de agilizar la habitación protegida.
Negué con un gruñido a su oferta y la agradecí, junto al café. Tampoco podía quedarme mucho tiempo allí, pero al menos disfrutaría un rato de la conversación -Por desgracia esa cosa es mucho más que un árbol. Es como una especie de tumor: alarga sus extensiones para distribuirse por todo el tejido robándole los nutrientes al resto de las células aledañas hasta que consigue la muerte del individuo- Expliqué como analogía médica, con total naturalidad, como quien explica el mapa del tiempo en la televisión. Me recoloqué en el sofá, dejando hueco a la medimaga. Aproveché el café para darle un buen trago, y noté que sabía ligeramente diferente, con cierto toque… italiano. Me gustó -Solo que los nutrientes son sangre y magia. Ahora puede hasta metastatizar ¡Ah, y además alberga almas! Toda una joya, vamos- Gesticulé de una forma muy vehemente con la mano de la taza del café, cualquier podría temer que pudiese tirarlo, pero todo eso estaba milimétricamente calculado. De la misma manera que tampoco respondí a lo de los turnos y los sanadores que se habían largado. Solo bebí café que necesitaba mucho alcohol para hacer todo aquello más llevadero. Bajé la mirada que había perdido en una mancha de la pared para observar a Arleen cuando preguntó por Sayid, para observar con incredulidad a la compañera. Gracias a Merlín que no conocía todas las partes de la historia, solo el cómo se había resulto. Ladeé la mandíbula, pensando en la respuesta -Puedo decirte que sí. Pero quizás esa pregunta deberías hacérsela a otra persona. Directamente. Pasar página, cerrar este capítulo de una vez por todas- Añadí con franqueza y tacto. -Y dejar de refugiarte en Londres como medida de escape. Ahora sueno como uno de esos loqueros, de puta madre- Mascullé y me centré en el café, esperando a que Arleen entendiera, con mi forma de ser, que en realidad lo que quería decirle era que aquello no era de mi incumbencia. Que acabara en la base militar no se me escapó por alto. De la Guardia de Ouroboros era el hermano y su expareja, y aquel tipo muggle también. ¿Qué tipo de filia extraña esta mujer por la soldadesca? ¿Le molaban los uniformes o algo? -Sabes, si saliéramos juntos, iríamos a pasear por el mercado de Camden, compraríamos comida exótica: india, quizás. Luego navegaríamos en barca por el canal hasta Regent’s Park. Ahora en mayo, deberían estar en flor. Entonces le robaría una rosa, roja, a la Queen para engarzarla en un bucle y disfrutaríamos de una función en el teatro al aire libre. Qué jodidamente buena era la cartelera- Me terminé el café de un trago, levitando la taza hasta el fregadero. -“Hospital de La Paz” era, quizás, un nombre demasiado pretencioso para la estupidez humana- Pensé en voz alta, suspirando mientras observaba la taza limpiarse sola, en un movimiento casi hipnótico, como madre que acuna a una hija recién nacida. Dejaría a la niña un rato más para que la prepararan antes de agilizar la habitación protegida.
-No lo sé- Mencionó Arleen, ignorante de que había otra profecía. De momento, sólo le preocupaba la del papa italiano. Se humedeció los labios pensativa. ¿La maldición afectaría a todas las personas de la isla o sólo aquellas que habían estado presentes? Gio no había estado presente…¿Cómo podían saber más sobre ella? ¿La Descendiente Le Fay estaba investigándola? -Un año desde aquel día- Los días se le acababan… Tenía que hacer mejor uso de su tiempo, ser más productiva. Quizás empezaría a optar por el café y reducir sus horas de sueño.
La explicación sobre el árbol la hizo mirarle con los ojos abiertos y parpadeando de sorpresa. ¿Más claro? Imposible. Arleen apartó la mirada opciones para poder ayudar a la isla, aunque ya no fuese “su problema”. ¿Qué se hacía con un tumor? Se extirpaba -¿Cómo se puede extirpar el árbol de Ouroboros?- Preguntó con curiosidad -Han dividido la isla ¿no? ¿Por qué no desencantan esa zona para que deje de flotar y caiga sobre el Atlántico? Se puede vivir sin esas montañas.
-No- Respondió de forma queda cuando mencionó que podía hacerle la pregunta a él -La última vez que hablamos fue…No quiero repetirlo- Alzó la mirada con una ceja arqueada -Me refugio en Londres porque allí las leyes de los Ibn Salah no llegan. ¿Sabes que me llegó una carta de su abuela diciéndome que en su cultura no existía el divorcio? No voy a perder lo que resta de mi año escuchando que soy temeraria, estúpida y que no puedo tener hijos- Soltó irritada cuando criticó su forma de lidiar con las cosas. Levantó el té para beber un trago y tratar de no irse más de la lengua.
Bajó el té lentamente, disfrutando del dulce sabor, y de la casi política reunión sino fuera porque Oscurus, como siempre, estaba de mal humor. No obstante, y para su sorpresa, relató algo que le llegó al corazón romántico que tenía. Por los detalles, por el ambiente que narraba. Quería vivirlo, era la realidad. Quería encontrar a alguien que hiciera esas cosas por ella porque le nacían, no porque era su obligación -Podríamos igualmente… No tiene porqué ser romántico, ya sabemos que no somos compatibles. Pero como amigos…podemos visitar alguna cosa ¿Crees que aún sigan en pie o los habrán destruido?- Sí, no “habremos destruido” porque en ese caso Arleen se lavaba las manos, ella nada tenía que ver con los magos que habían participado en la guerra.
El comentario sobre el hospital hizo que bajara la mirada hacia el té y luego lo alzó para beber un trago, eligiendo sus siguientes palabras -Alguien tiene que tener estupidez mágica- Sonrió de lado -Y tener fe en que podemos vivir en paz. Yo puedo hacerlo- Total, ya la habían llamado estúpida.
La explicación sobre el árbol la hizo mirarle con los ojos abiertos y parpadeando de sorpresa. ¿Más claro? Imposible. Arleen apartó la mirada opciones para poder ayudar a la isla, aunque ya no fuese “su problema”. ¿Qué se hacía con un tumor? Se extirpaba -¿Cómo se puede extirpar el árbol de Ouroboros?- Preguntó con curiosidad -Han dividido la isla ¿no? ¿Por qué no desencantan esa zona para que deje de flotar y caiga sobre el Atlántico? Se puede vivir sin esas montañas.
-No- Respondió de forma queda cuando mencionó que podía hacerle la pregunta a él -La última vez que hablamos fue…No quiero repetirlo- Alzó la mirada con una ceja arqueada -Me refugio en Londres porque allí las leyes de los Ibn Salah no llegan. ¿Sabes que me llegó una carta de su abuela diciéndome que en su cultura no existía el divorcio? No voy a perder lo que resta de mi año escuchando que soy temeraria, estúpida y que no puedo tener hijos- Soltó irritada cuando criticó su forma de lidiar con las cosas. Levantó el té para beber un trago y tratar de no irse más de la lengua.
Bajó el té lentamente, disfrutando del dulce sabor, y de la casi política reunión sino fuera porque Oscurus, como siempre, estaba de mal humor. No obstante, y para su sorpresa, relató algo que le llegó al corazón romántico que tenía. Por los detalles, por el ambiente que narraba. Quería vivirlo, era la realidad. Quería encontrar a alguien que hiciera esas cosas por ella porque le nacían, no porque era su obligación -Podríamos igualmente… No tiene porqué ser romántico, ya sabemos que no somos compatibles. Pero como amigos…podemos visitar alguna cosa ¿Crees que aún sigan en pie o los habrán destruido?- Sí, no “habremos destruido” porque en ese caso Arleen se lavaba las manos, ella nada tenía que ver con los magos que habían participado en la guerra.
El comentario sobre el hospital hizo que bajara la mirada hacia el té y luego lo alzó para beber un trago, eligiendo sus siguientes palabras -Alguien tiene que tener estupidez mágica- Sonrió de lado -Y tener fe en que podemos vivir en paz. Yo puedo hacerlo- Total, ya la habían llamado estúpida.
Chasqué la lengua con cierta molestia cuando no había relación alguna entre la famosa profecía apocalíptica y la maldición romana. Guardé un rato silencio. Un silencio profundo y reflexivo, porque, ¿y si todo aquello estaba asquerosamente hilado de alguna manera que todavía no sabían? Tenían la información: quiénes y cuándo. Faltaba el dónde y por qué. Jugué son mi lengua dentro de mi boca, pasándola suavemente por los labios mientras pensaba en todo aquello. -Todavía queda tiempo y aún podemos evitarla- Mentí, pero seguí con una sugerencia -Deberías escribir la maldición, palabra por palabra en un papel antes de que se te olvide. Hasta las comas- Tenía conocimiento de cómo, después de pasado un tiempo, la mente modifica los recuerdos de un acontecimiento traumático. Y las maldiciones eran como los contratos (mágicos o no), había que leerlas en todas las direcciones para localizar una laguna con la que trabajar.
No aparté la mirada de Arleen mientras explicaba aquella analogía, aunque, a diferencia de ella, no había sorpresa en mi gesto, sino molestia e irritación. -Ahí radica el problema. Que no estamos seguros de que se pueda- Todos los tratamientos que conocían se asemejaban a la magia que querían usar: quimioterapia, radioterapia, nanotecnología o tratamientos farmacológicos dirigidos: Sofía, Curie, Kyle, Giordano y Markus. Eso si usaba la ciencia. Si usaba la magia: Le Fay, Matvey… Asentí con un aham quedo, cuando siguió con su disertación, indicativo que todavía estaba escuchando todavía. En esta ocasión fui yo el que alzó las cejas con sorpresa. -Como opción es interesante. Pero te arriesgarías que al caer arrastrara toda la tierra que ha sido colonizada por las raíces. Las de la entrada del hospital solo son una manifestación de un tallito, ¿no las conoces?- Ironicé acomodándome en el sofá y cruzando la pierna sobre la otra -Parte del problema es que no sabemos hasta dónde han llegado Porque, ¿quién nos asegura que en cualquier momento una de esas raíces no aparezca en la Academia y se lleve a todos los estudiantes por delante?- En este punto todavía me quedaba algo de café en la taza. Bebí con bastante tranquilidad imaginando la isla caer al mar y a la mierda. Ya no había isla por la que discutir. Muerto el perro se acabó la rabia y fin de la maldición. ¿No?
Hablar del puto árbol era una patada de pelotas insufrible. Desvié la mirada ante aquella respuesta tan rotunda. Esta vez sí había conseguido sorprenderme, a decir verdad. No había escuchado un no tan rotundo en sus labios creo que… casi nunca. La miré con interés creciente, sin gesticular de ningún modo salvo, quizás, un leve alzamiento de barbilla, muestra de mi interés -¿Sabes lo que podrías haber hecho con esa carta?- No añadí más a aquella pregunta, la muchacha no tenía los oídos preparados para lo que continuaría -Y es por esa razón por la que dejas tu casa, tu trabajo y a ti misma para “refugiarte” en Londres- Ahora fui yo el que alzó la ceja -Eso lo hacen los niños con 15 años. Se le llama escaparse de casa y es un acto de rebeldía para lidiar contra las normas de sus padres- Solté directamente y sin miramientos. Hiriera a quien hiriera. Se estaba comportando como una quinceañera inmadura. -¿Y crees que es verdad? Porque escondiéndote, perdón, refugiándote en Londres, les estás demostrando que tienen razón- Respondí en su mismo tono irritado. Qué tenía, ¿miedo? Joder pues que les responda como a mí me ha hecho. Estaba seguro que su refugio londinense escondía algo más que solo salir corriendo de los Ibn Salah, que había algún interés. Quizás romántico, quizás en la base militar. Pero eran sospechas infundadas, y, si no dejaba atrás de una forma sana lo que había pasado, no la dejaría disfrutar del futuro. Amargada, resentida e irritada.
Menos mal que por un rato nos centramos en la bebida, pues la situación se había vuelto tensa e incómoda con aquel silencio. Y lo sentía, porque apreciaba a Arleen, pero no aguantaba andarse con lindezas. Las cosas claras y el chocolate espeso. Suspiré de una forma pesada antes de disculparme tras lo cual, preferí explicarme -Es que me da por culo que, por creerse quiénes son, puedan decidir sobre nuestras vidas a su antojo. Suficiente mierda tenemos cada uno encima- Añadió antes de recordar la primera cita con Grey, su chica. Demasiados recuerdos últimamente aflorando por culpa de una niña. Por eso nunca me dediqué a la obstetricia. Y me había prometido enterrar toda aquella mierda en el fondo. De aquello solo quedaban cenizas, por eso negué con la cabeza lentamente ante la pregunta de Arleen. Quizás, si verbalizaba cualquier cosa en ese momento, podrían notar cómo se le quebraba la voz. Mejor callar y acabarse el café.
Me levanté al poco de formular la reflexión mientras Arleen respondía, acercándome al estante que actuaba de pequeña librería para consulta de los casos complicados de los médicos, buscando alguno sobre hechizos de protección y bloqueo de accesos. Puede que se quedara algo de Sean por ahí -La misma fe que nos llevará a la destrucción en un año…- Comenté con suma tristeza. Encontré un libro que podría ser útil, aproveché para señalarle con el lomo -Por cierto. No eres estúpida. Que quede claro- Aunque puede que sí algo ingenua.
No aparté la mirada de Arleen mientras explicaba aquella analogía, aunque, a diferencia de ella, no había sorpresa en mi gesto, sino molestia e irritación. -Ahí radica el problema. Que no estamos seguros de que se pueda- Todos los tratamientos que conocían se asemejaban a la magia que querían usar: quimioterapia, radioterapia, nanotecnología o tratamientos farmacológicos dirigidos: Sofía, Curie, Kyle, Giordano y Markus. Eso si usaba la ciencia. Si usaba la magia: Le Fay, Matvey… Asentí con un aham quedo, cuando siguió con su disertación, indicativo que todavía estaba escuchando todavía. En esta ocasión fui yo el que alzó las cejas con sorpresa. -Como opción es interesante. Pero te arriesgarías que al caer arrastrara toda la tierra que ha sido colonizada por las raíces. Las de la entrada del hospital solo son una manifestación de un tallito, ¿no las conoces?- Ironicé acomodándome en el sofá y cruzando la pierna sobre la otra -Parte del problema es que no sabemos hasta dónde han llegado Porque, ¿quién nos asegura que en cualquier momento una de esas raíces no aparezca en la Academia y se lleve a todos los estudiantes por delante?- En este punto todavía me quedaba algo de café en la taza. Bebí con bastante tranquilidad imaginando la isla caer al mar y a la mierda. Ya no había isla por la que discutir. Muerto el perro se acabó la rabia y fin de la maldición. ¿No?
Hablar del puto árbol era una patada de pelotas insufrible. Desvié la mirada ante aquella respuesta tan rotunda. Esta vez sí había conseguido sorprenderme, a decir verdad. No había escuchado un no tan rotundo en sus labios creo que… casi nunca. La miré con interés creciente, sin gesticular de ningún modo salvo, quizás, un leve alzamiento de barbilla, muestra de mi interés -¿Sabes lo que podrías haber hecho con esa carta?- No añadí más a aquella pregunta, la muchacha no tenía los oídos preparados para lo que continuaría -Y es por esa razón por la que dejas tu casa, tu trabajo y a ti misma para “refugiarte” en Londres- Ahora fui yo el que alzó la ceja -Eso lo hacen los niños con 15 años. Se le llama escaparse de casa y es un acto de rebeldía para lidiar contra las normas de sus padres- Solté directamente y sin miramientos. Hiriera a quien hiriera. Se estaba comportando como una quinceañera inmadura. -¿Y crees que es verdad? Porque escondiéndote, perdón, refugiándote en Londres, les estás demostrando que tienen razón- Respondí en su mismo tono irritado. Qué tenía, ¿miedo? Joder pues que les responda como a mí me ha hecho. Estaba seguro que su refugio londinense escondía algo más que solo salir corriendo de los Ibn Salah, que había algún interés. Quizás romántico, quizás en la base militar. Pero eran sospechas infundadas, y, si no dejaba atrás de una forma sana lo que había pasado, no la dejaría disfrutar del futuro. Amargada, resentida e irritada.
Menos mal que por un rato nos centramos en la bebida, pues la situación se había vuelto tensa e incómoda con aquel silencio. Y lo sentía, porque apreciaba a Arleen, pero no aguantaba andarse con lindezas. Las cosas claras y el chocolate espeso. Suspiré de una forma pesada antes de disculparme tras lo cual, preferí explicarme -Es que me da por culo que, por creerse quiénes son, puedan decidir sobre nuestras vidas a su antojo. Suficiente mierda tenemos cada uno encima- Añadió antes de recordar la primera cita con Grey, su chica. Demasiados recuerdos últimamente aflorando por culpa de una niña. Por eso nunca me dediqué a la obstetricia. Y me había prometido enterrar toda aquella mierda en el fondo. De aquello solo quedaban cenizas, por eso negué con la cabeza lentamente ante la pregunta de Arleen. Quizás, si verbalizaba cualquier cosa en ese momento, podrían notar cómo se le quebraba la voz. Mejor callar y acabarse el café.
Me levanté al poco de formular la reflexión mientras Arleen respondía, acercándome al estante que actuaba de pequeña librería para consulta de los casos complicados de los médicos, buscando alguno sobre hechizos de protección y bloqueo de accesos. Puede que se quedara algo de Sean por ahí -La misma fe que nos llevará a la destrucción en un año…- Comenté con suma tristeza. Encontré un libro que podría ser útil, aproveché para señalarle con el lomo -Por cierto. No eres estúpida. Que quede claro- Aunque puede que sí algo ingenua.
Cuando mencionabas que "faltaba un año" siempre daba la sensación de que era mucho tiempo. Pero si lo reduces a días y te das cuenta como las horas pasan… y pasan sin llevarte a ningún lado, entonces te preocupabas -¿La Descendiente Le Fay la está estudiando?- Preguntó con curiosidad, después de todo, era la experta en maldiciones y había mucho de sus compañeros afectados por ella. Tomó el consejo de Oscurus y movió la cabeza en forma de asentimiento. Cuando volviera a la base la escribiría junto al calendario que de había armado.
Tras ello, el tema del árbol era más complicado de lo que aparentaba. Arleen escuchó en silencio la posibilidad de que al caer se llevará el resto de la isla y tensó los labios -Voy arriesgarme a sonar muy básica pero… ¿Han intentado cortarlo? Con hachas… modo leñador- Musitó con la boca pequeña porque aunque ella considera eso como una pregunta válida, sabía que sonaba demasiado… ¿Humana? -¿Y mapearlo? Tiene que haber alguna forma de saber qué tan enraizado está en la isla. ¿Supura magia no? Digamos que estás raíces en el hospital son solo las que vemos por fuera, casi siempre infección y el avance es peor por dentro. ¿Se conoce la realidad de la invasión? - Preguntó con intranquilidad pensando en la familia que vivía allí en la isla y estaba expuesta a esos peligros.
-¿Quemarla?- Cuestionó con cierta inocencia antes de oír aquello de que se abandonaba a sí misma -Estas equivocado- Dijo dubitativa. Es cierto que lo suyo no era, para nada, el deporte -Estoy estudiando los avances tecnológicos de los humanos y vigilando la construcción del hospital. No me estoy dejando a mí misma. No porque no viva aquí dejo de ser Arleen- Frunció el ceño, levemente irritada porque la estuviera comparando con una niña de 15 años, aunque la realidad era que lo que le molestaba es que al ponerlo de esa forma sonaba tan cobarde -¡No sabía que Sayid había vuelto!- Espetó entre dientes mirándolo con molestia cuando mencionó que les estaba dando la razón. No les estaba dando la razón, en lo absoluto. No tenía tiempo que perder y mucho menos iba a hacerlo con los Ibn Salah. Bebió del té para controlar sus nervios y lo hizo metódicamente, cerrando los ojos para calmarse. El siguiente comentario de Oscurus hizo que se relajara un poco -Exacto. ¿Sabes de qué si tengo miedo? De que me encierren en la casa de Sayid porque creen que pueden- y de él… de él ya no sabía qué pensar.
No le gustó su respuesta y lo miró con tristeza -El hospital estará en pleno funcionamiento. Si todo se va al demonio… que al menos haya quedado algo nuestra parte - Porque Oscurus también formaba parte de aquel proyecto -¿Por qué no vienes a verlo? Es seguro- O al menos ella lo sentía así. Cuando le aseguró que no era estúpida, le sonrió brevemente y asintió acabándose el te -Me gusta pensar que no pero en retrospectiva… - Había seguido las normas de su madre sin pestañear porque añoraba ser la hija perfecta. Puso a lavarse la taza de té mientras de cruzaba de brazos y se acerca a Oscurus -Todos hacemos estupideces por un impulso ¿Verdad?- una pregunta cargada de intención.
Tras ello, el tema del árbol era más complicado de lo que aparentaba. Arleen escuchó en silencio la posibilidad de que al caer se llevará el resto de la isla y tensó los labios -Voy arriesgarme a sonar muy básica pero… ¿Han intentado cortarlo? Con hachas… modo leñador- Musitó con la boca pequeña porque aunque ella considera eso como una pregunta válida, sabía que sonaba demasiado… ¿Humana? -¿Y mapearlo? Tiene que haber alguna forma de saber qué tan enraizado está en la isla. ¿Supura magia no? Digamos que estás raíces en el hospital son solo las que vemos por fuera, casi siempre infección y el avance es peor por dentro. ¿Se conoce la realidad de la invasión? - Preguntó con intranquilidad pensando en la familia que vivía allí en la isla y estaba expuesta a esos peligros.
-¿Quemarla?- Cuestionó con cierta inocencia antes de oír aquello de que se abandonaba a sí misma -Estas equivocado- Dijo dubitativa. Es cierto que lo suyo no era, para nada, el deporte -Estoy estudiando los avances tecnológicos de los humanos y vigilando la construcción del hospital. No me estoy dejando a mí misma. No porque no viva aquí dejo de ser Arleen- Frunció el ceño, levemente irritada porque la estuviera comparando con una niña de 15 años, aunque la realidad era que lo que le molestaba es que al ponerlo de esa forma sonaba tan cobarde -¡No sabía que Sayid había vuelto!- Espetó entre dientes mirándolo con molestia cuando mencionó que les estaba dando la razón. No les estaba dando la razón, en lo absoluto. No tenía tiempo que perder y mucho menos iba a hacerlo con los Ibn Salah. Bebió del té para controlar sus nervios y lo hizo metódicamente, cerrando los ojos para calmarse. El siguiente comentario de Oscurus hizo que se relajara un poco -Exacto. ¿Sabes de qué si tengo miedo? De que me encierren en la casa de Sayid porque creen que pueden- y de él… de él ya no sabía qué pensar.
No le gustó su respuesta y lo miró con tristeza -El hospital estará en pleno funcionamiento. Si todo se va al demonio… que al menos haya quedado algo nuestra parte - Porque Oscurus también formaba parte de aquel proyecto -¿Por qué no vienes a verlo? Es seguro- O al menos ella lo sentía así. Cuando le aseguró que no era estúpida, le sonrió brevemente y asintió acabándose el te -Me gusta pensar que no pero en retrospectiva… - Había seguido las normas de su madre sin pestañear porque añoraba ser la hija perfecta. Puso a lavarse la taza de té mientras de cruzaba de brazos y se acerca a Oscurus -Todos hacemos estupideces por un impulso ¿Verdad?- una pregunta cargada de intención.
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