Sala de personal

Escruté al muchacho por aquella respuesta tan ambigua que me había dado, sin estar seguro de cómo debería interpretarla. No se le veía de esos magos supremacistas, ni tampoco un aliado de cabeza reblandecida. Además, según su declaración de intereses, se suponía que estaba estudiando porque quería ayudar, pero, ¿ayudar a quién? Clavó su fría mirada de hielo en los ojos azules del chico -Sé que me estás ocultando algo- Le increpé que no fuera todo lo trasparente que se esperaba de él, a pesar de notar cierto tono de desánimo en aquella respuesta. En fin… -Sí. Una ambulancia. Un vehículo que puede estar medicalizado, y que se mueve a gran velocidad entre las calles para poder llegar a por las personas que necesitan ayuda sanitaria- Le expliqué como si fuera la cosa más obvia del mundo, ¿de dónde habían sacado a este chico? ¿De una burbuja? -Una ambulancia- Resumí.


Una ambulancia que pareció no sorprender al muchacho en cuanto la vimos, y aquello me mosqueó e hirió a partes iguales, lo que me hizo arrugar el ceño. Aquellos desperfectos que él veía solo eran historias que contar, como las cicatrices que recorren los cuerpos. Alzó la ceja y suspiró, con resignación -No debes juzgar al libro por la portada. Imagínatela cuando esté lista para el servicio y sea capaz de surcar las calles de Londres a toda velocidad- Le contaba, con más euforia que de costumbre, al recordar los viejos tiempos de servicio en la UVI -Cada vez que pasabas con la ambulancia, los coches se apartaban como cuando Moisés abría las aguas del Mar Rojo. O como cuando cortas una gelatina en dos. Y sentir la adrenalina activándote haciendo que las neuronas te funcionen con todo su potencial- Le explicaba siguiéndole unos pasos por detrás hasta que abrió la puerta trasera y contempló el interior de la cabina asistencial. Reconoció la misma mirada que los niños cuando visitaban por primera vez una ambulancia, de esas de exposición en las ferias. Me apoyé con la espalda en la puerta abierta. Aún tenía la Evac Chair enganchada, aunque estaba sin lona y algo oxidada -Aquí es donde se hace la magia. Cuando la veas operativa no la vas a reconocer- Le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera, cerrando el portón trasero.

Dimos la vuelta al vehículo hasta la cabina del conductor. Me senté en el lado del conductor, apoyando las manos sobre el volante y arrancando el coche. Los rotativos funcionaban todavía, sorprendentemente, de modo que el espacio se empezó a iluminar con las luces azules intermitentes. Hubo un silencio, casi hipnótico al compás de los rotativos intermitentes. -Quiero que me acompañes. A la superficie. Me parece que puede ser interesante para tu formación tratar con las emergencias extrahospitalarias. Y en cuanto antes te acostumbres, mejor- No le devolví la mirada, todavía con la vista clavada al frente. No había opción a la negación.

Dio un paso hacia atrás con aquella mirada con la que me estudiaba Oscurus, sintiéndome totalmente radiografiado. Sentí hacerme pequeño y bajé mis ojos para que no se toparan con los del médico, totalmente empequeñecido, balbuceando y tartamudeando muy torpemente. Me escondí las manos entre las piernas y me las froté, nervioso. Y tragué saliva con la boca totalmente seca. Al final no quiso inquirir y siguió hablando de ambulancias -Sé qué es una ambulancia… lo que me preguntaba es cómo había llegado una ambulancia a Ouroboros- Gruñí cuando me trató como si fuera tonto. Otra cosa es que hubiera visto una en persona, cosa que no había sido así. Pero después de encararme, agaché la cabeza y bajé las orejas y volví a callarme.

Tras aquella explicación vino el momento de la descripción gráfica. No tenía ni idea de cómo lo habrían hecho, pero allí tenían el vehículo… hecho pena, pero de “cuerpo presente”. Alzó la ceja con escepticismo, pero a pesar de ello, se acercó al coche a cotillear por dentro. Y hasta se atrevió a subir por dentro, mientras Oscurus hablaba de fondo sobre las maravillas de moverse en aquel coche. Trató de no tocar mucho las paredes de la cabina, o meter las manos en cualquier cajón, que a saber qué tendría dentro. Lo mismo hasta cogía el tétanos. Arrugó la nariz con cara de asco cuando una cucaracha salió corriendo -Esto no necesita una mano de pintura. Necesita que la fabriquen de nuevo…- Murmullé mientras regresaba al portón. -¿Te gustaba trabajar en la ambulancia? ¿Es un trabajo bonito? ¿Por qué lo dejó?- Le preguntó con curiosidad sana volviendo hasta el médico. Sin tan apasionado era con el tema, me pareció curioso que lo dejara de lado. Parecía que realmente disfrutaba de aquello que hacía… antes de que lo dejase -¿Y ha salvado a muchas personas?- Le pregunté mientras salía de la parte trasera y le acompañaba a la delantera. Me senté, tras escrutar el asiento y comprobar que era seguro, en al asiento ajado del copiloto, observando con curiosidad cómo Oscurus arrancaba el vehículo y, como él, me perdía en el hipnótico movimiento de las luces azules parpadeantes. Entonces volvió a hablar y viré para mirarle con incertidumbre. ¿Acompañarle? Pero, se suponía que había médicos más preparados (en realidad preparados del todo) que podrían bajar a acompañarle y seguramente les fuera más útil que él -Pero… yo… señor…. Me halaga. Pero no sé si estaré preparado para poder ayudarle. Quizás podría hablar con Chloe, que es más capaz y será mejor para lo que quiere lograr- Le busqué con la mirada, pero parecía que no habría lugar a discusión. Clavé la mirada en el frente, en silencio. Cogí aire, con determinación -Muy bien, ¿y qué es lo que tengo que hacer para poder ayudar?-

Me dediqué a buscar a Justin por todo el hospital, hasta que me dijeron que estaba con Oscurus en la zona de las ambulancias. No sabía que pretendía con aquello, si llevarlo a colaborar con el hospital de Arleen o qué, pero tampoco quería quedarme sin efectivos en Ouroboros. Fui hacia allí para investigar, y también para ver qué estaban preparando. Además, tenía pendientes unas cuantas cosas para las clases de mi alumno. Al llegar los encontré dentro de la ambulancia, como si él le estuviese explicando el funcionamiento de la misma.

- Oscurus... - mi relación él no era muy buena, pero intenté sonar amable. - ¿Qué hacéis? ¿vais a bajar a lo de Arleen? - pregunté apoyando la mano en la puerta, mirando después a Justin. - Te he traído unos cuantos casos prácticos para resolver, y tenía preparado un libro sobre enfermedades mágicas para explicarte algunas de ellas. ¿Estás ocupado ahora?

-Deja de balbucear como un pediátrico. Ya eres mayor para decir las cosas claras- Le reprendí cuando empezó a trastabillar con las palabras de aquella forma tan tonta. Como se dirigiese así a los pacientes mal iba -Mírame a la cara y dímelo, deja de esconderte- Seguí increpándole, de una forma bastante tajante y dura, tensando la mandíbula. Su comentario sobre la ambulancia me hizo soltar el aire, ahogando una risotada, así sí. -Con magia, obviamente- Aquello sí que se acompañó de una carcajada locuaz, a la par que me levantaba y emprendía el camino al exterior.

Le dejé hacer por ahí dentro sin preguntar mucho. Me giré con el cuerpo entero en la dirección del chico cuando me preguntó aquello, siguiéndole con la mirada. Sopesé la respuesta antes de lanzarla, pues tampoco estaba especialmente acostumbrado a que nadie se interesase ni por mi persona y mucho menos por mi pasado -Sí. De hecho sí. Mucho más que la clínica. ¿Bonito?- Subió una de las manos hasta la barba, pensando la respuesta -Es duro. Y reconfortante. Cansado… Energizante… Para nada rutinario. Un reto para la mente… Sí, es bonito- Fue la conclusión. Repetiría aquella vida una y mil veces. Recordó sus años de especialización con su compañera paramédica, recorriendo las calles de Londres iluminadas por los neones antes de que todo se fuera a la mierda. Se preguntó qué habrá sido de ella, de su amigable sonrisa y de sus ojos castaños como hojas otoñales. Y de la enfermera con la que hacía las guardias: aquella mujer mayor era toda sabiduría y sus ojos azules trasmitían la paz del cielo despejado. Suspiró y se guardó aquellos recuerdos para sí mismo, con cierto pesar, perdiendo la mirada en el frente -Todo se fue a la mierda cuando el conflicto avanzaba y los muggles empezaron a quemar brujas según las iban encontrando. Luego ya se trató de sobrevivir… aquí… allí…- Se encogió de hombros restándole importancia, con una leve mueca del labio. Luego le sonrió con bastante superioridad -Por supuesto, ¿pensabas que estabas hablando con un novato? Aquí el único noob eres tú- Le respondí, de una forma algo enigmática, pero cercana. En esta ocasión no había reproche, ni dureza. Sino cierta calidez y algo de buen humor.

Expulsé aire cuando empezó con aquella retahíla que ya sabía a dónde iba a llevar. Le estaban entrando dudas… Rodeé los ojos y le corté rápido-Si te he dicho que quiero que me acompañes, será por algo- Ahora sí le respondí de una forma más autoritaria. Esperaba que no me rechazase la oferta, y, debía decir que lo pusiera en duda, me hirió en el orgullo -Soy consciente de tus limitaciones. Y sé quiénes serán las personas que nos acompañen, ya me he encargado de eso. Tú limítate a aprender, que es lo que tienes que hacer, el resto, déjamelo a mí- Le dirigí la mirada, hablándole de una forma clara, pero no hiriente. No quería engañarle, ni que se hiciera falsas esperanzas. Era mi aprendiz y por supuesto contaba con que la cagara y se cagara de miedo a cada paso que diera. Tras aquello último, asentí despacio. Iba a responderle cuando alguien, cuya voz reconocí, nos molestó.

-¿uhum?- Respondí cuando me interrumpieron y poniendo los ojos en blanco. Tardé unos segundos en seguir respondiéndole, sopesando cómo responderle. Como estaba de espaldas a la ventanilla, terminé por girarme para mirar a Lucio. Finalmente le mencioné de una forma muy neutral, apoyándome en el volante con todo el brazo de una forma muy desganada, para quedar al frente del jefe del Hospital, al otro lado de la ventanilla de la ambulancia… cristal que faltaba, por cierto -Lucio… Le enseñaba a nuestro pequeño Hipócrates los nuevos juguetes adquiridos- Alcé la ceja cuando preguntó por el proyecto de Arleen. Al principio me sorprendió aquella pregunta, suponiendo que la respuesta era la más obvia y hasta hubiera esperado que él también lo hiciera. Luego recordé lo que le gustaba engordar su culo de Descendiente del Consejo en su sillón del despacho y, sencillamente, até cabos -Por supuesto- No pregunté de vuelta, sabía de sobra su respuesta. Apenas le había visto interesado por el hospital de Arleen, quizás hasta pensase que era una estupidez. Tensé la mandíbula y me aparté del volante para que pudiera dirigirse a Justin, ya que parecía que tenía recaditos para él. Rodeé los ojos con lo de los casos prácticos, ¡la realidad estaba ahí fuera! Extendí las manos y con un leve gesto de resignación, indiqué al alumno que podía partir si así lo quisiera -Quédate con la lista y estúdiatela. Mañana a las 9 te espero aquí- Y con un gesto de cabeza le indiqué que saliera.

Aquella reprimenda solo me hizo querer esconderme mucho más. Ya había tenido suficiente con el momento patético de la consulta como para encima que me dijera aquello. Alcé la mirada cuando me lo ordenó, pero enseguida la desvié a otro lado. Tragué saliva, cogí aire en un suspiro y me mordí el labio -No… que me alegro mucho del proyecto. Solo…. que espero que de verdad salga bien porque… he visto a mucha gente intentar cosas parecidas y … al final es muy duro cuando se tienen que topar con la realidad, todo sale mal y al final mucha gente termina dañada…- Tenía muchas historias similares a la espalda. Ninguna con un resultado bueno. Johan era el mejor ejemplo que se le venía a la mente, a pesar de que para Nichollas fuera casi un héroe, para Justin su padrino rozaba a veces los delirios utópicos con cierto matiz de esperanza estupefaciente. Si no, solo tenía que remitirse a lo ocurrido cuando salió hablando en la televisión. -Eso es lo que pensaba- Y entonces bajó de nuevo la mirada, sin muchas ganas de querer seguir hablando de aquello, pues había muchas sensaciones mezcladas que se le hacían extrañas. No supo interpretar aquella risotada, pero le animó y siguió a Oscurus con una sonrisa hasta el exterior.

Me senté al borde de la cabina cuando el médico empezó a responder sobre su pasado, escuchándole con total interés, atraído por la magia de la ambulancia y de las explicaciones que estaba dando de lo que parecía ser el trabajo de su vida. Quizás, cuando le dejó, se le amargó el carácter… quizás. Pero le gustó que le hablara de esas cosas, al menos hacían parecer a Oscurus un humano y no un ogro gruñón de corazón de hielo. Entrecerré los ojos, tratando de imaginarme todos esos términos en un único oficio, haciéndoseme como algo imposible que solo se puede entender una vez que lo has vivido. -Ya… entiendo…- No era el primer mago, ni el último con una situación similar. Luego tocaría esconderse. Sin embargo, ¿por qué abandonaría Ouroboros? Podría haber ejercido aquí, en la isla, y haberse ahorrado el problema de la Alianza Humana o el hecho de andar vagabundeando de un lado a otro. Quizás aquellas preguntas fuesen para otro momento. Se las guardó. -¡Oye!- Le reprochó cuando le llamó noob, dibujando una sonrisa de falsa indignación -Pues me encantaría poder escuchar algún día alguna historia de esas- Le terminé confesando mientras me acomodaba en el estudiado asiento del copiloto. Luego encendieron las luces, se hizo el silencio, hipnotizados por los destellos azules. Y luego soltó su bomba de relojería, aunque mi respuesta pareció no agradarle, por lo que no le reproché nada cuando me dio aquel corte. Apreté los labios y bajé las orejas, obediente. Luego me explicó aquello y asentí, despacio pero con determinación, comprendiendo la situación. Aquello era bueno para mi formación, debía estar agradecido por ello, seguro que otros muchos estudiantes no habían tenido aquella fortuna. No añadí nada más.

Aparté la mirada del frente hacia la voz que se dirigía a nosotros, reconociendo la figura -¡Lucio!- Le di la bienvenida con una sonrisa de oreja a oreja -¡Oscurus me estaba enseñando la ambulancia para poder hacer prácticas!- Le respondí sin ninguna maldad, casi como un niño que le explica a su padre el primer día de sus clases lo que le habían enseñado en la escuela. Me había quedado claro que Oscurus quería enseñarme a trabajar en aquel vehículo y que eso sería bueno. Que el médico más arisco del hospital me hubiera cogido a mí, ¡a mí! Bajo su tutela era algo bueno y sobresaliente. Luego respondió Oscurus y percibí cierta tirantez que no supe interpretar. Había pasado la mirada a Oscurus mientras él hablaba y ahora volvía a Lucio, al que le estaba mirando desde mi asiento, apoyando los brazos en el salpicadero. -¡Estupendo! Ayer me terminé el de “Principios de la Sanación” que cogí de la biblioteca y una enfermera me ha recomendado que me hiciera con un ejemplar de anatomía de Sobotta y otro de Gray, pero no están en la biblioteca- Le explicó, resultándole una maravillosa idea tener un nuevo libro que devorar antes de ir a dormir. “Tratado de medimagia básica para estudiantes” le había encantado y del otro que acababa de terminar, tenía un montón de dudas apuntadas que quería resolver lo antes posible. No pude responder a la pregunta de Lucio y simplemente me dirigí al otro mentor que pareció dar su aprobación -¡Vale! Sí, estoy libre- Porque los pacientes de Arleen ya los estaba revisando otra persona por él, después del accidente contra la pared. Asintió a lo de la lista y la cogió para apretarla contra el pecho y bajarse de la ambulancia -Estupendo. ¡Hasta mañana Oscurus!- Le dije muy bienhumorado y es que, a pesar de lo mal que había empezado la mañana, estaba dando un giro de 180º y eso le estaba poniendo de muy buen humor.

Me dio la impresión de que a Oscurus le molestaba verme allí, ya fuese por el tono de sus respuestas o por sus gestos cuando pregunté por lo de Arleen. Estuvo bastante escueto, pero igualmente le di las gracias por instruir a Justin con lo de la ambulancia. También me despedí de él con una amable sonrisa, deseándole buena guardia. No tenía ganas de estar mal con la poca familia que me quedaba. Esperé a que Justin se bajase de la ambulancia después de que Oscurus se fuese, mostrándome motivado con lo que le estaba enseñando Oscurus.

- Muy bien, cuantos más conocimientos tengas, mejor. Eso sí, ten cuidado porque abajo aún hay peligros. Puede que luego baje con vosotros a ayudar, según esté de trabajo aquí. - escuché los libros que se había leído y los que le faltaban, mesándome la barba con interés. - Tengo un par de ejemplares en mi biblioteca personal, te los traeré mañana y los dejaré en tu taquilla. Te serán muy útiles. - comencé a caminar con él para regresar a la sala de personal, sentándome a la mesa mientras le mostraba otro libro que había dejado ahí para él y una carpeta con expedientes médicos de pacientes que habían pasado por el hospital o que estaban allí.

- Bien, vamos a ver un poco de teoría, porque práctica ya has tenido mucha. Te has enfrentado a casos difíciles a pesar de ser novato. Has cogido mucha experiencia. - dejé a un lado la carpeta con expedientes de pacientes, comenzando con el libro de enfermedades mágicas. - Como sabrás aquí tratamos todo tipo de enfermedades, no solo las comunes. Supongo que conocerás algunas enfermedades mágicas, como el SPM, pero hay más. También pudiste ver un caso de daño por maldición, pero eso es algo más complejo...incluso para los médicos experimentados es difícil. Yo no pude hacer nada contra la maldición de Aedan. Muchas veces se requiere trabajo combinado entre especialistas, incluso sólo pueden romperse de un determinado modo. No vamos a hablar de eso hoy. - abrí el libro por el índice, pasando el dedo por todo lo que había. Podía elegir la que le llamase la atención para empezar, pero detuve mi dedo en una sección al azar. - Relacionadas con los dragones...por ejemplo la viruela de dragón. ¿Te suena?

Escuché al chico hablar sobre sus pensamientos. Estaba bien que se enfrentara a trasmitir realidades que, en un futuro, no le iban a ser tan cómodas. En este caso era una bobada como sus sentimientos por un hospital que podría, o no, funcionar. Aquello era juego de diplomacias y eso le superaba tanto. Al final el chico no era más que otro hijo de la realidad. Apoyé la mano sobre su hombro y se lo apreté, asintiendo despacio, con comprensión -Está bien- Porque estaban bien sus sentimientos y sus dudas, todos los teníamos. Hasta los adultos, ¿cómo no la iba a tener un quinceañero? Luego rompimos la conversación para hablar de la tontería de la ambulancia y de cómo era trabajar en una de ella. Suspiró mientras navegaba en sus recuerdos, que mezclaban partes agradables con otras no tantas, unas satisfactorias, otras que eran una mierda. Había dolor, había placer... y de todo era había sido testigo aquella tartana que pedía a gritos una segunda oportunidad… y un retoque de pintura. Le devolvió una sonrisa divertida cuando le pidió escuchar alguna de esas historias. Cuando pudiera crearse sus propias historias, como todos los que pisamos aquel vehículo por primera vez. Su cabeza gacha me hizo recordar la desagradable discusión con mis padres cuando les dije que quería estudiar medicina en la superficie, algo deshonroso a ojos de sus progenitores. No tardó en desobedecerles.

Devolví la sonrisa a modo de despedida, pero a diferencia de la Lucio no era para nada agradable, sino más bien rozaba la molestia. Porque sí, su presencia me molestaba, y ese aire de grandilocuencia, y ese puesto regalado a dedo solo por ser el hijo y la rama de alguien. Alguien que podrían haber sido mis padres y, por tanto, yo ser el director. Claro que podría haber sido yo. Alcé la mano a modo de despedida del estudiante cuando cruzó por delante de la ambulancia, con una sonrisa correcta y no tan huraña como la que le había dedicado a mi primo. Luego les seguí en silencio hasta que desaparecieron en el interior del edificio y no pude retener el puño que se disparó, con ira frustrada, sobre el volante de la ambulancia.

Gruñí un “merda” sin testigos y me llevé las yemas de los dedos al puente de la nariz. Respiré profundo, tratando de retirar ciertos aspectos del pasado que trataban de resurgir al presente. Suspiré, tensando la mandíbula, apagando las luces de la ambulancia y el motor de la misma, quedando el espacio tranquilo. Tras aquello me desaparecí del vehículo de camino a por un vaso de whisky mañanero, para enfrentarse a ciertos fantasmas del pasado que guardaba en cajas.


[Aquel medio día, antes de acabar el turno del estudiante, dos grandes libros: “Atlas de Anatomía” de Sobotta y “Anatomía para estudiantes” de Gray, bastante manoseados, aparecieron en la taquilla de Justin con una nota que le advertía que los cuidase, sin firma.]

¿Está bien? ¿Estaba bien? Aquellas dos palabras eran como un tranquilizante para su tensado cuerpo. Esperaba que Oscurus le gritara y que le dijera que creyera en el proyecto, que todo saldría bien. Pero no, sencillamente le apretó el hombro y le dijo: “Está bien”. Ya podría haber sido igual de comprensivo cuando le pidió que fuera con él en la ambulancia o que respetara sus inseguridades. No pudieron hablar mucho más del tema, pues llegó Lucio, al que se le sumó enseguida. Y no le importaría ser algún día como él. Caminaron juntos para salir del aparcamiento de la ambulancia, echando un último vistazo al solitario Oscurus en la cabina del conductor y me trasmitió mucha tristeza por su soledad. Bajé la mirada y traté de imaginarme los horrores por los que tuviera que pasar para acabar de aquella forma, pero sencillamente, no pude. La puerta se cerró a su espalda y volvió su atención a Lucio.

Asintió a sus recomendaciones, siendo consciente de todos los peligros que podría haber en la superficie. Siempre los ha habido, los conocía de sobra, por desgracia -¡Sensacional!- Porque aquello era una grandísima noticia, podría ver a dos grandes doctores en acción a la vez, ¿qué estudiante podría pedir algo más? -Quizás, cuantos más seamos en el proyecto del hospital, mejor salga y antes podamos vivir en paz- Traté de dejarme engañar por el optimismo, a sabiendas que seguramente todo saldría mal. Porque siempre sale mal.

Nos sentamos en la sala que había abandonado minutos antes. Dejé la carpeta del instrumental al lado y me sentí azorado cuando me dijo que ya había avanzado mucho en los casos prácticos. Había tratado de implicarme mucho en la curas, en los casos, en los libros… -Sí… aunque tampoco pude ayudar mucho, solo poner tiritas- Le reconocí, arrugando la nariz con algo de desasosiego, le hubiera gustado hacer mucho más por todos ellos, como haberle ayudado a Iroh con sus piernas, o haber curado a Aedan de su hemorragia, o haberle quitado su marca negra a Shyvanna, o haber salvado a Reiv… No, todavía tenía mucho que aprender. Me incorporé sobre los expedientes para poder leerlos mucho mejor, leyendo los nombres, pero sin reconocer ninguno de ellos. Entonces mi mirada se giró hacia el libro y ascendió hasta Lucio. Reconoció el SPM como aquella enfermedad que afectó a un montón de gente en la Resistencia y los campos de refugiados de Hogwarts. -¿Con un rompemaldiciones?- Le pregunté con curiosidad cuando comentó lo de los especialistas. ¿Cuántas especialidades tiene la sanación mágica? Le miró contrariado, pensaba que era curar y ya.

Siguió con la mirada el dedo del director desplazándose por el índice, en silencio. Respondió a la pregunta, como un resorte -Pústulas, fiebre, y color verde de la piel- Afirmé, rotundo. Había leído algo en el libro de sanación para principiantes ya que la describían como una de las afecciones más comunes en la actualidad (la actualidad del libro, claro) desde que se describiera en 1379. -¿Hay un brote con los… dragones?- Ahora que estaban todos juntos en la isla, con los Pendragon, si estaban hacinados en malas condiciones higiénicas podrían contagiarse.

Noté entonces el calor en el bolsillo del pijama. Estaba encantado para que pudiera meter un montón de cosas ahí dentro. Entre ellas, la moneda de la resistencia. Arqueé la ceja, sin entender quién me escribiría, o porqué. Me disculpé ante Lucio, por tener que mirar el mensaje y saqué el galeón. El mensaje de Johan me extrañó y arrugué el ceño, contrariado. Parpadeé un par de veces confundido y dejé la moneda a un lado -Perdón doctor por la interrupción. Siga, siga...- Ya respondería más tarde. ¿Por qué mandaba el mensaje a mi para... decirle a Jo que bajase con la niña? ¿Por qué no se lo decía a ella directamente? Estaba confundido, pensando en aquello, sin prestar mucha atención a Lucio en ese momento.

Clases 1/7

- Hiciste mucho más que poner tiritas. Ya has aguantado más que otros aspirantes a aprendices, que salieron huyendo en cuanto vieron un poco de sangre. - de esos había unos cuantos. Tendrían que replantearse su profesión, obviamente. Justin además de dispuesto era listo, enseguida adivinó lo del rompemaldiciones. - Precisamente. Hay veces que trabajamos con expertos en maldiciones, con expertos en herbología, en pociones...nosotros tenemos que saber un poco de todas esas ramas, pero los especialistas pueden ayudarnos en según qué casos. Aunque no siempre llegamos a todo... - suspiré algo frustrado, había veces que incluso a mí me resultaba imposible salvar a la gente. Ser el descendiente de Galeno no significaba que fuese infalible, aunque costase asumirlo.

- Muy bien, Justin. - asentí a mi alumno cuando describió los síntomas de la viruela de dragón, algo que daba a entender que había estado estudiando. - Actualmente no hay ningún brote con los dragones, pero ocasionó bastantes problemas en el pasado. La repasamos porque es de las enfermedades mágicas más conocidas. Por suerte no tenemos noticias de nada de esto a día de hoy. - me fijé en que se despistó un momento para revisar un mensaje en la moneda esa que usaban los renegados, y por la cara que se le quedó supuse que no era muy bueno. - Si tienes que hacer algo urgente, dímelo. Podríamos seguir luego. - pregunté dubitativo mientras pasaba las páginas del libro para llegar hasta la siguiente descripción de otra enfermedad que afectaba a la raza mágica. Probablemente fuese menos conocida para él. Comencé a hacerle una introducción, al menos mientras se decidía a seguir con la clase o a hacer otra cosa. Le mostré un dibujo del libro en el que salía en cama lo que parecía ser un elfo, pero con la piel escamosa y un cuerno en el lateral de la cabeza. - ¿Sabes lo que es esto?


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post clase 2 de 7

Bajé la mirada porque, según él, había hecho grandes cosas, no me lo parecía, y estaba un poco disconforme con aquello. -Ya… bueno… Hice lo que pude- Por desgracia había visto mucha de esa, quizás más de la que debiera, y tuvo más que suficiente sangre cuando vinieron los heridos de la primera misión para apagar a SAM, aquella de la ciudadela Alpha. Aquella intervención prácticamente le curó de espanto.  Y por eso tenía que mejorar todo lo que pudiera, no estaba seguro de si podría permitirse una situación como la de aquella vez. Y si iba a bajar con Oscurus a la superficie debería estar preparado para todo. Pero, ¿estaba preparado para todo? El médico ya le había dicho que bajaba en calidad de aprendiz, pero…. Suspiró y siguió escuchando aquellas recomendaciones sobre el resto de los expertos: rompemaldiciones, pociones, herbología… -Ya…- Reconoció finalmente, conociendo también sus propias limitaciones, y bajó la vista. Parecía que al doctor también le afectaba aquello, solo que él lo exteriorizaba a su manera.

Sonreí y asentí cuando me felicitó por haber acertado a la viruela de dragón. Se dio cuenta que estaba un poco tenso con aquella conversación, como si le estuvieran examinando a cada instante. Tal vez tendría que medir sus palabras. De nuevo asintió entendiendo que no había ningún brote de viruela y le reconoció, con cierto alivio -Menos mal, con tantos dragones sobrevolando la isla a cada momento, pensaba que podría haber habido un brote y que la enfermedad hubiera saltado a los magos- Aquello tenía un nombre… ¿cómo era? Lo había leído en el libro de sanación: ¿zoológico? ¿zootrópico? ¿zoospermia? ¡Zoonosis! -En el libro de Sanación para Principiantes hablan un poco de ella, pero muy por encima, precisamente por eso, por ser una de las más frecuentes en las comunidades mágicas- Le reconocí y le expliqué, para que supiera de dónde había sacado toda aquella información

-No… todo está bien. No pasa nada- Le respondí, dibujando una sonrisa de falso bienestar, pero en verdad estaba terriblemente incómodo. -Lo solucionaré después- Asentí, tratando de decirme a mí mismo que todo estaba bien y que estaba viendo cosas raras donde no las había. Ahora sí, le devolví una leve sonrisa al doctor tranquilizadora, buscando la mirada del profesor y luego bajando al libro. Me mordí los labios y me los humedecí con la lengua. De repente tenía la boca muy seca. Suspiré. Sabía… suponía más bien… que Johan se iría de la isla, por mucho que le invitara a la casa ya volvían a no estar juntos, de aquella forma tan rara que tenían de estarlo. ¿Se acabaron los paseos con Nyara, o los cafés de cafetería para tratar de la guerra cuando estuviera triste? Trató de apartar aquellos pensamientos de su cabeza, y se enfocó en la foto que le mostraba Lucio. Sorbió por la nariz y se apoyó en la mesa con los codos, para llegar hasta la imagen. Trató de analizar todos los detalles que pudo de la imagen -¿Elfos?- No conocía mucho sobre elfos, ni drows… -Ehm… pues así, podría ser una maldición, una transformación que haya salido mal, una afección de escamas de dragón… Incluso podría ser un dragón que se haya transformado erróneamente, algunos adquieren en su forma bípeda aspectos élficos- No vio nada que pudiera serle de más pista. Negó con la cabeza y terminó por reconocer que no sabía qué era lo que tenía ahí delante. ¿Debía de saberlo? Sintió una leve punzada de preocupación pues no quería fallarle a Lucio, necesitaba ser el mejor, sobresaliente en algún aspecto de su mediocre vida... si no se sabía las enfermedades, ¿cómo iba a poder ayudar a los demás?

Clase 2/7

- Eso es una posibilidad, mi joven aprendiz. Hay registros en la isla de ocasiones en las que sucedió, pero tranquilo, los dragones están en muy buen estado. Tanto el linaje de Tepes como el de los Pendragon los cuidan bastante bien. Suele ser leve en dragones. Además, la tratamos los sanadores  y  no los veterinarios. Recuerda que los dragones no son animales, ni criaturas mágicas como puede ser un hipogrifo. Son otra raza mágica más. - era importante que hiciese distinciones, sobre todo porque tenía que aprenderse la anatomía y características de las diferentes razas que trataríamos. Lo tenía un poco más complicado que los médicos comunes.

- ¿Seguro? si puedo ayudarte en algo me lo dices. - añadí al ver que decidía seguir con la clase, pasando a centrarnos en el asunto de adivinar de qué iba la imagen que le estaba mostrando en el libro. En realidad era complicado si no había oído hablar de ello nunca, pero al menos lo intentaba y lanzaba sus hipótesis sobre lo que podía ser. Valoraba esa capacidad de análisis, era lo que se necesitaba a la hora de dar diagnósticos. Al final decidí explicarle de qué se trataba, pasando la página de la ilustración para mostrarle el nombre de la afección.

- Es la Hibridosis vírica, también conocida como "el mal del híbrído". Afecta únicamente a aquellos cuya sangre mágica esté mezclada. Por ejemplo...elfo y dragón, drow y enano, mago y dragón, enano y elfo... - lo dejé en cuanto me harté de decir combinaciones, pero él me entendía.  - El cuadro clínico se compone de varios síntomas. Fiebre alta, dolor de cuerpo, debilidad, náuseas, vómitos, mareos, pequeñas explosiones mágicas descontroladas y ... aparición brusca de rasgos notorios de una de las razas hibridadas. - volví al dibujo anterior, intentando explicarle mejor a lo que me refería.  - Por ejemplo, te pondrías negro si tu abuela hubiese sido drow. O te saldrían escamas por la piel si tu padre hubiese sido dragón. Es reversible, pero la aparición de esos rasgos al pasar la enfermedad hacía que muchos híbridos poco notorios fuesen descubiertos. Ya sabes que a veces tienen problemas de integración.

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post clase 3 de 7

Asentí escuchando que los dragones estaban bien. Aquello me tranquilizaba, tenían más personas que estaban pendientes de ellos que solo Khan, que ya tenía suficiente drama con el tema del consejo. Seguro que nada de tiempo le nombrarían como miembro y sucesor. ¿Cómo estaría sobre todo aquello? No había vuelto a hablar con él desde que vivíamos en el castillo LeFay antes la desaparición de la magia. -Seguro que Khan lo está haciendo sensacional para que los dragones estén bien- Reafirmé las palabras de Lucio, confiando en aquello. Sin embargo, no había caído hasta ahora en aquello de que son razas y que las tratamos los sanadores. Mi padre me había hablado de aquellas diferencias sobre criatura, raza muchas veces, y hasta recuerdo haber ido con él a hablar con elfos al bosque, tratando de entablar relaciones. Me reacomodé en la silla. -Claro… tiene sentido- Me había dicho a mí mismo que trataría en no parecerme a mi padre, y curiosamente allí estaba, aprendiendo a cuidar seres mágicos. El destino a veces es bastante bromista. Sonreí en un tímido silencio, pensando en aquello. Quizás no sea tan horrible parecerse a Scrat, lo único que tenía que hacer era no repetir sus muchos errores… aunque gracias a ellos estaba ahora mismo en esta sala, teniendo esta clase.

Negué con la cabeza, arrugando la nariz. No me sentía del todo cómodo hablando sobre mis inseguridades con mi …. Jefe y profesor. Era raro. Prefería dejarlo para otro momento, o para otra persona. O no decírselo a nadie. Necesité centrarme en la clase sobre enfermedades y tratar de dejar de escuchar a mis pensamientos, tratando de desestructurarme. -Un segundo- Le pedí a Lucio una pequeña pausa con la mano. Las junté en una palmada silenciosa y cuando las volví a separar una pequeña libreta había aparecido. Era un truco que había aprendido de las clases de Sean. Entonces empecé a tomar notas sobre aquella enfermedad que no conocía. “Mal de Híbrido o Hibridosis Vírica” y empecé a numerar la sintomatología, recalcando lo de los rasgos de las razas híbridas -¿Y con qué se revierte? ¿Con antivíricos normales? ¿o hay que dejar que la enfermedad trascurra sin interferencias? ¿Afecta a las características mágicas propias de cada raza? Y, ¿hasta qué generación pueden mostrarse los rasgos mestizos, hasta la generación de los abuelos?- Dejé la libretilla apoyada sobre la mesa y alcé la mirada a Lucio, con cara de estar pensando algo sobre el mestizaje y la integración -Y si una bruja y un humano tienen un hijo, ¿también puede contraer el mal del híbrido?-

Apoyé la mejilla sobre la mano, pensando sobre aquello -Pues no entiendo por qué tendrían que tener problemas para integrarse, son fruto del amor, y el amor debería ser libre. ¿Qué culpa tienen los hijos de que sus padres se hayan enamorado?- Me mordí el labio, recordando en aquel momento la conversación de Oscurus en el que me decía que no debía cerrarme a la curiosidad, ¿quizás se refiriese a eso? ¿A que el amor no debería ser prejuzgado? Doble la mandíbula con cierta confusión, pensando que aquello quizás podría preguntárselo a Aldaron en privado, pues se negaba en rotundo a ir a sus clases de educación sexual.

- Bueno... Khan aún es muy joven para llevar ese peso sobre sus hombros, pero va por buen camino. Ay...ojalá Snagov pudiese verlo. - me lamenté con un profundo suspiro, era una pena que el chico creciese sin su padre. Aunque Justin estaba en una situación parecida. Según sabía era como si no tuviese padre. Pobre muchacho. Encima era tan dispuesto, tomando notas de todo lo que le decía. Al parecer él no conocía la Hibridosis vírica, probablemente porque no había convivido con mestizos o porque no era excesivamente común.

- No hay nada concreto para tratarla, excepto pociones y otros medicamentos para aliviar los síntomas. Ya sabes, antitérmicos y demás. Hay que dejar que transcurra. Por lo general suele durar entre una semana y diez días, aproximadamente. En ese período remite por sí sola, aunque también puede haber casos más graves e incluso muertes. Los rasgos de la raza que aparezcan desaparecen para volver a la normalidad, pero en algunos casos permanecen o se reactivan pequeños vestigios. - hice una pausa para beber agua, aclarándome la garganta antes de seguir respondiendo a sus múltiples preguntas. - Sí afecta a características mágicas propias de la raza...debilita el cuerpo y provoca descontrol de la magia propia. Se han descrito casos de este mal en casos de bisabuelos de diferentes razas, aunque los rasgos de la hibridación no sean visibles a simple vista. - asentí a lo que dijo del humano y la bruja. En ese caso eran mestizos, lo que algunos conocían como "sangre sucia". - Más leve, pero sí, pueden sufrirlo. Únicamente varía que no hay rasgos físicos externos apreciables. - su reflexión posterior me hizo mirarlo con orgullo de maestro, hacía falta más gente con ese tipo de visión para que hubiese menos odio en el mundo.

- Llevas toda la razón del mundo, Justin. No deberían despreciarlos mi mirarlos mal, ni tener problemas para integrarse. No son seres de segunda clase por venir de dos razas diferentes. Pueden ser fruto del amor, o simplemente de un momento en que dos adultos decidieron unirse libremente. En cualquier caso deben ser tratados igual que cualquier otro, con los mismos derechos. Incluso entre personas de la misma raza tenemos esos problemas. Hubo algunos que me miraron mal cuando se hizo pública mi relación con Sean. Jack, por ejemplo. - aún tenía esa espinita clavada, la decepción con el viejo Newton seguía ahí. No se había portado bien. Hice un pequeño receso para ir al frigorífico de la sala de personal, sacando unos cuantos pastelillos para que comiese el muchacho, que seguro que estaba ya hambriento después de tanto trabajo. Después le dejé a él el libro, para que buscase al azar otra página en la que aparecían enfermedades mágicas. - Por ahora hemos visto dos. Quiero que elijas la tercera en el libro y que me digas por qué te llama la atención, por qué la has elegido y cómo crees que podría tratarse.


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post clase 4 de 7

Fijé la mirada cuando habló de los Tepes, hasta que habló del padre de Khan y suspiró y entonces bajé la mirada hacia la mesa, cogiendo aire de una forma pausada, pensando cuánto de unidos estarían Lucio y Snagov. Me mordí el labio y dejé el lápiz sobre el cuadernillo y le dije, con profunda sinceridad y arrepentimiento -Lo siento, quizás todavía era demasiado pronto hablar sobre Snagov- Y alcé levemente la mirada para buscar la de Lucio, por si necesitase hablar o desahogarse. Dudaba que lo hiciera, por la diferencia de edad, de rango, de amistad, pero, a pesar de ello, me ofrecí con la mirada por si necesitase apoyo. Cogí aire hasta lo más profundo de los pulmones y retomé la toma de apuntes. Perder un amigo y un padre era algo muy duro, y no como la tontería del mensaje al que le estaba dando más vueltas de las necesarias.

Fui apuntando lo que me iba contando sobre la enfermedad en mi cuadernillo de apuntes. Lo de la muerte me hizo arrugar el ceño. No me gustaba que la gente muriera. Asentí y aproveché el momento de beber agua para preguntar -¿Es contagiosa? ¿Requiere aislamiento?- Seguí tomando notas sobre lo que me contaba acerca de la enfermedad. Aunque no fuese frecuente debía estar muy atento a ella, porque nunca se sabía. -Entonces en los mestizos humanos podría pasar desapercibida…- Vaya, aquello sí que era interesante. Como se les pasase por alto podría ser difícil de diagnosticar o confundirse con una gripe prácticamente normal, salvo, quizás por las explosiones de magia. Asentí entendiendo la lección y revisando los apuntes por si me dejaba algo. A primera vista, creía que no.

Asentí a la visión romántica que tenía de los híbridos, tanto como la suya que todavía era un quinceañero y trataba de ver la bondad del mundo, aunque cada vez le costaba más y sospechaba que cualquier cosa podría salir mal o torcerse en cualquier instante. No tenía miedo, simplemente … quería ser previsor. Totalmente de acuerdo en todo salvo en lo del final. ¿Ves? No todo podía ser de color de rosa -¿Por qué?- Se supone que entre los descendientes se respetaban o se apreciaban, a pesar de las distensiones, o eso creía entender. Simplemente aquel hecho le sorprendió, ¿por qué no se alegraría Jack porque ellos estuvieran juntos? Esperó la respuesta, si es que llegaba porque aquello era un tema personal, y asintió a la orden de buscar la información del manuscrito.

Cogió el libro en silencio y le fue pasando las páginas, en silencio. Algunas imágenes le producían bastante grima, y los gráficos eran… muy gráficos. Pasó por picaduras de billywing, maldiciones de babosas, mordeduras de doxys, incluso había reacciones adversas a ciertas pociones… Pasó por una que parecía un hombre en el que la piel se le había transformado en corteza e incluso parecía tener musgo. Pero la cura le pareció bastante sencilla con pomadas y antifúngicos para que no le crecieran setas. El libro se atrevía a recomendar el uso de tijeras podadoras en casos de ramas descontroladas. Los magos, a veces, tenían formas muy graciosas de redactar. Pero hubo una… -Esta. La enfermedad del corazón de algodón de azúcar- Por supuesto no la había escuchado nunca, pero al parecer debía ser muy común en pacientes con diabetes mal controlada y a los que le picaban un billywing. -¿Cómo una persona puede vivir con un corazón de azúcar?- Trató de buscarle algún tipo de lógica a aquello. No la encontró, se le escapaba a la razón.

Agradecí el ofrecimiento de Justin con su gesto por si quería hablar de Tepes, pero negué con la cabeza mientras sonreía amablemente. Su sacrificio se pudo haber evitado de algún modo. Luego me centré en seguir respondiendo sus dudas sobre la enfermedad mágica que le había explicado, esperando que tomase notas por si algún día debía enfrentarse a ella. - Sí a ambas cosas. Es contagiosa entre todos los híbridos que hayan tenido contacto, y hay que aislarlos de otros híbridos. No es necesario hacerlo con aquellos que son de raza pura, pues no les afectaría. En humanos es poco perceptible, por eso la transmiten fácilmente. - alcé el dedo índice al dar terminar de contar los puntos principales, con eso tenía suficiente.

- Eso es todo lo que debes saber por ahora sobre la Hibridosis. - luego lancé un largo suspiro al ver que no parecía comprender por qué había gente que no estaba de acuerdo en el tema de mi relación con Sean. Dolía pensar que no nos aceptaban tal como éramos, y más la desaprobación de mi padre cuando se enfadó conmigo de joven. Al final acabé respondiendo, con gesto algo triste.

- Porque no aceptan que un hombre pueda amar a otro hombre. Eso es lo que sucede. La cosa se complica si eres Descendiente, con todas esas normas arcaicas y la obligación de perpetuar el linaje. En fin...un lío. - resumí sin querer darle más la lata con mis asuntos, dejando que fuese él ahora el que eligiese algo del libro por su cuenta. Parecía tener mucha curiosidad, entreteniéndose leyendo y mirando las ilustraciones. Al final eligió la del corazón de azúcar, una bastante rara pero interesante desde el punto de vista médico. Nada de un vulgar resfriado con chispas por la nariz. Esos me aburrían mucho. - Bueno...la respuesta es...que no viven demasiado. O encuentran un transplante o mueren. Es así. Cuando se transforma en algodón de azúcar no bombea, y tienen que ponerle uno mecánico. Similar al de tu tía Josephine. No sé si te enteraste de mucho cuando le pusimos el nuevo corazón mecánico en el castillo Le Fay. Lo construyeron entre Giordano y Victorya. Ella antes tenía una piedra filosofal ahí metida, pero con el bloqueo de magia perdió su función. Por eso hay que evitar que se llegue a ese extremo mediante controles. - le hice un gesto para que se fijase en la siguiente página, donde se podía leer "Huesos de monstruo". - Y con esta se te salen los huesos en forma de pincho y pareces un monstruo pesadilloso. Se trata con la poción inversa a la crecehuesos. Es una reacción adversa a esa poción, que sucede en algunos por predisposición.


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post 5 de 7

Como si fuera un acuerdo tácito, asentí levemente cuando me negó y dejamos el tema de Snagov en ese punto. Si necesitase compartir algo podría tratar de ayudarle, como agradecimiento por su buena actitud con él. Así pues, siguieron con el tema de la clase y el médico respondió a las últimas dudas que el aprendiz había tenido sobre aquella afección. Mientras escribía pensó que se acercaría a la residencia de Khan al salir del turno, para hacerle una visita, que con el tema de la reconstrucción y del ataque de SAM lo había dejado un poco de lado. -Vale- Respondió cuando se dio por concluida la materia. A pesar de todo, trataría de repasar los apuntes y los pasaría a limpio -Más tarde los pasaré a limpio y si tuviera alguna duda…- Le pareció un poco estúpida aquella observación, no estando seguro de si era correcto que iba a tener dudas. Se supone, esperaba que esperasen de él que no tendría dudas nunca y que toda la información le iba a quedar clara a la primera. Sonrió un poco incómodo con aquello, igual Lucio se tomaba mal aquello de que tuviera dudas por la calidad de sus clases. Boqueé algo, para tratar de excusarse pero aquel punto ya estaba finiquitado. La comida lo demostraba. De modo que lo dejó pasar, pero se sintió un poco mal por hacer que Lucio, quizás, dudase de su calidad como profesor cuando la culpa la tenía él por ser tan zote.

Entrecruzó los dedos con curiosidad por aquello del rechazo cuando dijo que estaba con Sean. A mí me parecían que hacían una pareja de lo más cuqui, no entendía cuál era el problema. No entendía qué veía Jack malo en ello… -No entiendo por qué un hombre no va a poder querer a otro hombre. O que una mujer quiera a… no sé, un elfo. O una elfa. O un drow- Le miré claramente contrariado, y en especial cuando habíamos hablado del amor libre entre razas que tenían hijos mestizos estigmatizados. -Si no entendemos esa base… jamás podremos entendernos y vivir en paz- Suspiré. Recordando entonces las muchas veces que había escuchado a mi padre hablar sobre aquello, sobre la tolerancia, el entendimiento y la paz. Arqueé las cejas y el labio hacia abajo con pena infinita cuando había más normas que él no entendía, porque eran cosas de Descendientes, y aquello sí que no sabía cómo podía solucionarlo -Lo siento, Lucio. Pero, no es malo sentir eso por otra persona. Al contrario- Le mostré todo el apoyo que un quinceañero podía darle. Un quinceañero idiota que no era capaz de declararse a la chica que le gustaba y que cada vez que estaba cerca de ella tartamudeaba como si fuera imbécil. Y para colmo Oscurus pensando que le molaba Iroh. Qué complicado, confuso y ajeno a la verdad.

-¿Cuánto tiempo tienen?- Le pregunté con cierta preocupación ante el hecho de que, si no curaban o trasplantaban el corazón, el paciente moría. Qué radical -¿Y no hay otra forma de detectar la enfermedad?- Cuando habló de Josephine alcé la cara con claro gesto de sorpresa, al enterarme por primera vez de aquella noticia. O sea, sabía que había estado mala durante el apagado de magia, pero nadie me había explicado por qué. Sencillamente se limitaron a cargarme a Nyara y hacer que cerrara la boca. -¿Y por qué mi tía tenía una piedra filosofal por corazón?- Arrugué el ceño y la nariz, claramente confundido. Aquello era casi un disparate sin sentido. ¿Cómo podía vivir sin corazón? -¿Y por qué no ponemos una piedra filosofal al que sufre corazón de algodón de azúcar?- Si había funcionado una vez, ¿por qué no otra vez? Pero la pregunta era, ¿cómo podía haber funcionado una primera vez? Se apoyó el dedo índice en la mejilla, que sostenía la cabeza sobre la mesa gracias a haber puesto el codo sobre ella, totalmente confuso sobre aquel tema mientras Lucio pasaba páginas del libro, cambiando de enfermedad.

Trató de enfocarse en la nueva enfermedad que le mostraba el profesor, no había mucho tiempo para andar con pensamientos propios o se perdería algún detalle importante, como ese: ¿hay una poción inversa a la crecehuesos? Sacudió la cabeza, para quitarse los pensamientos de la piedra filosofal y comenzó a tomar nota sobre algunos detalles que no venían en el libro -Y, ¿cómo podemos saber si el paciente tiene o no predisposición?- Arrugó el ceño, con una clara duda. No había pensado que una poción podría tener efectos adversos de aquella forma -¿Y si tenemos que sanar el hueso de alguien que tiene reacción a la poción?- Pensó en voz alta, golpeándose la barbilla con la parte del borrador del lápiz. Entonces se le vino a la cabeza la imagen de Oscurus explicándole detalles sobre el tratamiento en urgencias de trauma, de un día que le tuvo todo el turno encerrado en una sala haciendo vendajes de todo tipo, con y sin elementos de fijación -Inmovilización con férulas…- Pues al final las clases de Oscurus iban a tener hasta sentido…

Casi me hizo ilusión que el chico decidiese preguntar luego dudas, eso significaba que le interesaba y que estaba atento. El que pasa de todo nunca tiene dudas. El caso es que era muy listo pero  bastante inocente todavía, se ve que no se había topado con la intolerancia de la sociedad. - Claro que pueden quererse, y yo tampoco entiendo que en los tiempos que corren haya gente que siga con esa mentalidad. - me dio cosa que un adolescente se compareciera de mí, y acabé pasándome una mano por la nuca un tanto incómodo.  - Ya sé que no es malo sentir eso por otra persona. De joven si pensaba así, me hicieron pensar así, pero estoy seguro de que hice bien en dar el paso. No dejes que hagan lo mismo contigo, te guste quien te guste. - esperaba que también aprendiese eso, que al fin y al cabo no era un aprendizaje formal de clase pero le serviría para la vida. Después de eso seguimos con la revisión del libro, aunque pronto le daría descanso para que saliese un rato y así asimilase mejor.

- Poco, sólo días. En cuanto termina de convertirse en eso deja de funcionar. ¿Tú te imaginas un algodón de azúcar bombeando? pues eso. - me pasé la mano por la barba mientras reflexionaba en los modos de detectarlo antes, pero era difícil.  - Por las picaduras que has mencionado, y llevando el control de azúcar. - me di cuenta de que había metido la pata porque él sabía poco del asunto de su tía, pero ya no tenía sentido tratar de enmendarlo ni inventar cosas. - Eso la mantenía con vida. Johan me explicó que antes de eso tenía una runa mágica insertada en el corazón, pero que daba problemas y no quedó más remedio que ponerle esa piedra filosofal en el pecho. Echando cuentas...la han intervenido tres veces del corazón. ¿De verdad no lo sabías?  - ya era mayor para que le explicasen esas cosas, y más teniendo en cuenta que ahora trabajaba en sanidad. Tal vez su tía debería tener una charla con él. Me llevé las manos a la cabeza por lo de la piedra, al parecer eso tampoco lo sabía.  

- Por Merlín...no se puede ir usando piedras filosofales a la ligera. El coste para obtener una es demasiado grande. Se necesitan vidas humanas para crear una. Almas...se necesitan almas. La piedra la tenía Tobías Gutenberg. Él la operó la vez anterior. - suspiré pesadamente, guardando silencio. Tampoco tenía todos los detalles, pero en su día le había pedido a Johan que me explicase todo el historial de Josephine, desde el principio. Debíamos saberlo para tratarla. Después me encogí de hombros cuando  preguntó por la predisposición para que te diese reacción la crecehuesos. - Es como una alergia, no lo sabes hasta que sucede. Y sí, has acertado. Muy bien. Esos pacientes deben curarse por el modo tradicional, con escayolas, férulas...-miré el reloj de pared para ver si nos daba tiempo a explicar algo más, decidiendo ver una página más. En esa página salían dos imágenes de una embarazada, una en el primer trimestre y otra en el último.  - Entre una imagen y otra no han pasado los meses necesarios. Se trata de un embarazo acelerado por exposición a fuentes de magia muy intensas. Sólo  sucede en caso de madres y fetos de sangre mágica, obviamente. Tiene bastantes riesgos, puede producir preeclampsia en la gestante  y nacimientos prematuros en los bebés. También pueden nacer con algunas complicaciones.


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-Ya…- Le respondí con una sonrisa cansada, entendiendo su cansancio. Yo también estaría cansado si toda la vida tuviera que estar luchando por la aceptación de los demás por culpa de una mentalidad que era de hacía tres siglos atrás. Suspiré y asentí a su consejo, ya era la segunda vez que me lo decían hoy. Se me hacía extraño, porque todo el mundo estaba confundido sobre mis gustos y encima la persona que me gustaba me ignoraba y estaba de amiguita con un guardia, ¡obvio que no tengo nada que hacer! Quizás, algún día me atreva a decirle algo, pero seguramente no sería pronto. ¿A quién podría pedirle consejo? A Nichollas no, después de cómo se puso cuando le dije que iba a ser medimago, y tampoco estaba él muy bien para andarle con nimiedades. ¿Johan? Estaba muy ocupado con su nueva casa y Josephine estaba con aquellos rusos que le incomodaban. Tendría que resolver sus problemas solo o preguntarle a Doris, otra vez.

-No, pero tampoco una piedra filosofal o una runa y… ¡mira mi tía!- Le respondí todavía alucinando con aquella explicación sobre la runa en el corazón. -Pero si… ponemos una runa a todos aquellos que necesiten un trasplante de corazón, se acabaría el problema de los rechazos, y de que no lleguen a tiempo los órganos, ¡cuántas vidas se podrían salvar!- Bajé la mirada con pesar y negué a la pregunta. No, no sabía nada de la historia de mi tía. Nunca me habían contado nada. No sabía si era por protegerme o por ocultarme la verdad directamente y que no me preocupara. Sea como fuere ya lo sabía. Suspiró tratando de asimilar toda la información aquella, y en especial a las implicaciones que tenía hacer una piedra filosofal. Almas… alguien se había dedicado a cosechar almas para crear aquella piedra que reemplazaba el corazón de mi tía. Estaba seguro que Josephine lo sabía, y no dudaba en que Johan también. -No, no sabía nada. Lo siento- Me disculpé por parecer tan estúpido al plantearme el hecho de regalar piedras filosofales tan alegremente, sin ser consciente del problema moral que acarreaba la elaboración de una de ellas. Por eso en la farmacia escasean tantas.

Siguió escribiendo en silencio las indicaciones que le decía Lucio sobre la enfermedad de los huesos de demonio, habiendo tenido que cambiar la página al finalizar las indicaciones del Corazón de Algodón de Azúcar. Apunté también aquello del embarazo acelerado, aunque en la redacción del texto solo ponían los síntomas y algunas redacciones vagas de obstetricia, todavía seguía en la mente con el tema que acaban de tratar. Algo le decía que en aquel libro no encontraría la fórmula para hacer que un embarazo se acelerase, igual que tampoco encontraría lo del tema de las runas cardíacas, de modo que cerré el libro y lo aparté. -Si hay runas mágicas que hagan de corazón, ¿quién dice que no haya runas que hagan de pulmones, riñones, hígados u otros órganos? Cánceres, hipertrofias, daños irrecuperables… ¡se podría curar así a la gente que está a punto de morir!- Le miró casi incrédulo a Lucio, no entendiendo cómo era posible que a nadie se le hubiera ocurrido esa idea antes. Estaba seguro que había un pero después de su frase de modo que quería escucharlo. -Josephine es el claro ejemplo de que funcionan- Bajó la mirada, con una última pregunta -Y quizás también funcionen para reparar la mente de los que la tengan dañada- Tenía muchos ejemplos en su pensamiento para aquel remedio…

- No compares. La piedra impide por sí misma que alguien muera. Y la runa...no sé quién hizo la chapuza, pero te sorprenderá saber lo que provocó. - dejé eso ahí de momento, modo clickbait porque tenía tela el asunto. Entendía que le ilusionase la idea, pero no era la panacea. Ojalá hubiese algo tan sentido. - Por ahora le tecnomagia es nuestra mejor aliada. Tampoco lo sientas. Supongo que tu tía y Johan querían protegerte y por eso no te contaron todos los detalles. Esto pasó hace tiempo, eras muy joven aún. - esperé a que apuntase también lo del embarazo acelerado, pero no tardó en apartar el libro porque al parecer le interesaba más el tema de las runas. Pues bien, abriríamos ese melón y sin anestesia.

- Esa runa casi mata a tu tía. Por eso tuvieron que intervenirla de urgencia con la piedra filosofal. Y mató al bebé que esperaban Johan y Josephine. Ella estaba de ocho meses. Tu padrino culpa a esa runa de lo que pasó. El tipo que lo hizo era una especie de científico loco, confiaron en él porque estaban desesperados. Jo llevaba años enferma del corazón, así que recurrieron a él porque no les quedaba otro remedio. - me levanté de la mesa, dando por concluida la sesión. Tal vez había sonado duro, pero no quería que se obsesionase con un imposible, con algo que no funcionaba. - Claro que hay dibujos de runas que se usan para ayudar en la sanación, o contener maldiciones. Eso hicieron con Aedan. Pero una piedra con una runa dibujada no puede sustituir a un órgano, y mucho menos del modo en que estaba hecha la que usaron para Jo. Espero que lo entiendas, y que no te formes ilusiones vanas. - acabé poniéndole la mano en el hombro, a modo de apoyo por si o había dejado muy chof. - Podemos acabar la clase por hoy, si no tienes ninguna pregunta más.


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post 7 de 7, fin de la clase cuando Justin haga el 7 de 7

¿Qué no comparase? ¿Cómo no podía comprarlo? ¡Era un método estupendo para poder salvar vidas! Un dibujo específico y una persona que estaba a punto de morir tendría un corazón nuevo, un hígado, ¿quién sabía si podía recuperar los recuerdos? Le miré expectante, ávido por querer más información al respecto, incluso el saber por qué la runa era una chapuza y cómo mejorarla. Pero el tema quedó zanjado ahí. No averiguaría nada más si no era por sus propios medios. Quizás en aquel momento sería joven, pero ya no lo era, y podía asimilar ciertas cosas. Lanzó una mirada de soslayo al galeón con el mensaje de Johan sin responder. ¿Hasta qué punto sabría su padrino de todo aquello? ¿Hasta qué punto iba a explicarle sobre aquel evento pasado?

Dejó el lápiz sobre la mesa y levantó la mirada para ver a su profesor con deseos infinitos de conocimiento. Necesitaba saberlo todo. Lo de las runas, lo de la piedra filosofal, porqué la runa no había funcionado y era una chapuza. Estaba casi seguro que podría mejorarse aquel método, ¡estaba seguro de que era bueno para la gente! ¡tenía que serlo! Era como un milagro. Apoyó los dos brazos sobre la mesa y se inclinó hacia delante. La historia se iba haciendo más y más cruda a medida que Lucio la relataba. Boqueaba queriendo decir algo inteligente sobre aquello, pero no se le ocurría. A la vez estaba horrorizado con el mal funcionamiento de la runa. Bajó la mirada con lo del hijo muerto de sus tíos, con un suspiro cansado. Cerró los ojos y los apretó con fuerza. No. No estaba bien, su curiosidad no debía satisfacerse en base a revolver el tema del hijo perdido de Johan y de Josephine. No era justo para ninguno de los dos.

Siguió con la mirada, todavía enmudecido, el recorrido de Lucio al levantarse. Y la bajó levemente cuando con aquello de la runa dibujada parecía zanjar, ahora sí, el tema definitivamente. Definitivamente aquello de la runa era imposible, quizás debía de haberlo visto, pero estaba cegado por los aires de grandeza. ¿Qué esperaba? ¿Haber descubierto la solución para la humanidad? ¿Él, un niñato de 16 años? Asintió en silencio cuando preguntó si lo había entendido. -Sí. Está bien. Muchas gracias por la clase- Empecé a recoger los papeles que me había dado Oscurus con la lista de material de la ambulancia, los apuntes y devolví el libro a su dueño, junto con los expedientes que había traído para ilustrar la clase.

Se despidió de Lucio al salir de la sala y dirigirse a un destino diferente del suyo, perdiéndose por los pasillos del hospital mientras que él se dirigía a las escaleras. Jugueteó un rato más con el galeón en la mano mientras volvía a la planta donde debía estar aquel día. Ya había pasado más de media mañana… y prácticamente ya estaba todo hecho, así podría ganar tiempo para repasar la clase de hoy. Seguía pensando en las runas, y la piedra filosofal. Tobías Gutenberg. Ese nombre sí que debía recordarlo, por si se volviera a topar con él, y estaba seguro que lo haría.
Y con aquel pensamiento salió de aquella planta, para continuar con su ronda.

Clase: 7/7 y fin.