Recuerdo del primer mensaje :
Planta de habitaciones para pacientes ingresados. Hay varias habitaciones, con varias camas en cada habitación. Las camas pueden separarse con biombos.
Planta de habitaciones para pacientes ingresados. Hay varias habitaciones, con varias camas en cada habitación. Las camas pueden separarse con biombos.
Miró a Vishous un poco extrañada. De aquellas épocas recordaba poco y casi nada, exceptuando el ataque que sufrió en la boda de la susodicha. No estaba en su mejor momento, acababa de tomar posesión completa de su puesto y recordaba claramente cómo tildaron a Jean de traidor por haber querido colaborar con la guerra. Guerra en la que ahora todo mundo estaba inmiscuido y que quizás no sería tan horrible si hubieran entrado antes. Esperaba que el fantasma del pasado no hubiera empañado su mirada, pero seguro que su semblante se había ensombrecido por un segundo. Jean había sido todo un tema para ella.- El Consejo es una entidad antigua, soberana y compleja. Todo se hace con una razón y debemos convenir en lo que es mejor para el mundo mágico. Las decisiones no se toman a la ligera.- Que ahora, viéndolo en perspectiva, Catherine había crecido y sus hermanos no habrían sido las mejores opciones. Las preguntas de Vishous no podían ser respondidas solo por una persona. La complejidad estaba en el número y las ramas. Cada cabeza era un mundo.
Trató de ocultar lo mejor que pudo su semblante cuando la pintoresca escena que describió Vishous llegó a sus oídos. Menos mal que no había continuado por ese camino, porque le habría costado mucho más el contener las emociones que por dentro le afloraban con la idea. Al menos dejaron de lado el tema del entrenamiento, que aunque dijera que lo dejaban por ahora eso iba a quedar más zanjado que las tierras de cultivo.
Cuando el tema pasó a Arleen, le hizo recordar el rostro de la chica la primera vez que habló con ella. También estaba en el hospital como ese día. Casi parecía que le costaba decidir, como si no tuviera criterio propio sin su madre. Podía entenderlo, pero a final de cuentas era la única chica, también había crecido protegida por sus hermanos tan intensos. No quiso comentar nada, pero en cierta manera le parecía que la madre terminaría por costarle felicidad, aún cuando ya no vivieran en la misma casa. Salió de sus pensamientos cuando Vishous habló de nuevo con aquella pregunta molesta.- ¿Qué? Oh, no, no cariño. Solo... tiene... cierta intuición tu madre. Por como le hablé de ti debe pensar que me acosas y que el beso fue el epítome de tu locura.- No se iba a disculpar por lo que había hecho. Necesitaba tiempo y Eleonore habría empezado a trabajar en el vestido si de inmediato si no le paraba un poco los frenos. Claro que también podía ponerlo en apuros, por lo que había hecho con la otra chica el día de su boda.
La respuesta tan puntual a su pregunta le hizo asentir. En realidad aquello era todo lo que quería saber. Que no era uno de esos besos de desconocidos al ver el fin cerca, pero no esperaba lo que siguió a su respuesta. Dejó que le cogiera la mano con cuidado, asintiendo despacio a la promesa. Ella se lo había pedido y aunque estaban en el hospital, había cumplido. Hasta ese instante, no se dio cuenta del gran peso que se había quitado de encima desde que comenzaron a hablar de la misión. Sin embargo, le miró sorprendida cuando comenzó a hablar de intenciones. Lo había pensado también, pero le parecía demasiado bueno para ser cierto. Miró con cuidado el beso que dejó en sus dedos, la mirada del moreno, su sonrisa... Aspiró por la sorpresa cuando escuchó aquello de cortejarle y su desfachatez hacia su contrincante, como él lo llamaba. Balbuceó sorprendida, tratando de rebatir algo de todo lo que acababa de decir, pero aquel gesto en su rostro la había dejado sin hablar.- V-Vishous... ¿Estás seguro que...? - Cerró entonces los ojos un momento mientras repetía en su mente las palabras del moreno. Abrió los ojos despacio, posándolos en los del contrario por un instante antes de continuar hablando.- Quizás debas saber entonces que... él también pertenece al ejército. No es exactamente tu compañero, al menos eso sé.- No sabía de manera precisa su posición, pero estaba segura que se equiparaba a la de Vishous, si es que no era alguna especie de superior. Soltó un suave suspiro, tomando la mano de Vishous con cuidado entre las suyas. Ahora a ella le estaba costando, y es que después de saber todo lo que había sufrido no quería terminar decepcionándole.- Vishous pero... tengo que preguntar, no puedo no hacerlo. ¿Qué hay de... de ella? - Él sabría a qué se refería, a quién. Antes de la misión, él no había cerrado ese ciclo y ahora... solo quería asegurarse de que no se estuviera apresurando en entrar a otra relación.
Trató de ocultar lo mejor que pudo su semblante cuando la pintoresca escena que describió Vishous llegó a sus oídos. Menos mal que no había continuado por ese camino, porque le habría costado mucho más el contener las emociones que por dentro le afloraban con la idea. Al menos dejaron de lado el tema del entrenamiento, que aunque dijera que lo dejaban por ahora eso iba a quedar más zanjado que las tierras de cultivo.
Cuando el tema pasó a Arleen, le hizo recordar el rostro de la chica la primera vez que habló con ella. También estaba en el hospital como ese día. Casi parecía que le costaba decidir, como si no tuviera criterio propio sin su madre. Podía entenderlo, pero a final de cuentas era la única chica, también había crecido protegida por sus hermanos tan intensos. No quiso comentar nada, pero en cierta manera le parecía que la madre terminaría por costarle felicidad, aún cuando ya no vivieran en la misma casa. Salió de sus pensamientos cuando Vishous habló de nuevo con aquella pregunta molesta.- ¿Qué? Oh, no, no cariño. Solo... tiene... cierta intuición tu madre. Por como le hablé de ti debe pensar que me acosas y que el beso fue el epítome de tu locura.- No se iba a disculpar por lo que había hecho. Necesitaba tiempo y Eleonore habría empezado a trabajar en el vestido si de inmediato si no le paraba un poco los frenos. Claro que también podía ponerlo en apuros, por lo que había hecho con la otra chica el día de su boda.
La respuesta tan puntual a su pregunta le hizo asentir. En realidad aquello era todo lo que quería saber. Que no era uno de esos besos de desconocidos al ver el fin cerca, pero no esperaba lo que siguió a su respuesta. Dejó que le cogiera la mano con cuidado, asintiendo despacio a la promesa. Ella se lo había pedido y aunque estaban en el hospital, había cumplido. Hasta ese instante, no se dio cuenta del gran peso que se había quitado de encima desde que comenzaron a hablar de la misión. Sin embargo, le miró sorprendida cuando comenzó a hablar de intenciones. Lo había pensado también, pero le parecía demasiado bueno para ser cierto. Miró con cuidado el beso que dejó en sus dedos, la mirada del moreno, su sonrisa... Aspiró por la sorpresa cuando escuchó aquello de cortejarle y su desfachatez hacia su contrincante, como él lo llamaba. Balbuceó sorprendida, tratando de rebatir algo de todo lo que acababa de decir, pero aquel gesto en su rostro la había dejado sin hablar.- V-Vishous... ¿Estás seguro que...? - Cerró entonces los ojos un momento mientras repetía en su mente las palabras del moreno. Abrió los ojos despacio, posándolos en los del contrario por un instante antes de continuar hablando.- Quizás debas saber entonces que... él también pertenece al ejército. No es exactamente tu compañero, al menos eso sé.- No sabía de manera precisa su posición, pero estaba segura que se equiparaba a la de Vishous, si es que no era alguna especie de superior. Soltó un suave suspiro, tomando la mano de Vishous con cuidado entre las suyas. Ahora a ella le estaba costando, y es que después de saber todo lo que había sufrido no quería terminar decepcionándole.- Vishous pero... tengo que preguntar, no puedo no hacerlo. ¿Qué hay de... de ella? - Él sabría a qué se refería, a quién. Antes de la misión, él no había cerrado ese ciclo y ahora... solo quería asegurarse de que no se estuviera apresurando en entrar a otra relación.
El análisis del Sr. Draven la hizo suspirar un poco y le miró un momento -Eso no quita que pese…Tal vez, con la experiencia, se puede trabajar sobre ello pero para mí…- Movió suavemente la mano hacia su pecho, apretando la sabana entre sus dedos -Ha sido muy…- Recordó entonces el momento en el que perdió el control al verlos pelearse entre sí. Amaya, que era una Royden como ella, había ido directamente hacia Sayid. Altair había ido contra el chico joven… Tragó en seco, cerró los ojos como si la imagen le atormentara porque ella no había podido hacer nada por controlarlos, por ayudar -Sólo espero…Que podamos vivir en paz- Añadió.
Luego de aquello, estuvieron en silencio. No era incómodo. Ella no tenía nada que compartir y él parecía meditabundo. Al menos, ella como sanadora lo veía más repuesto y eso la contentaba. Finalmente, aunque gruñó, empezó a hablar y Arleen le miró mucho más tranquila porque eso si que era su campo. Vio la herida y se incorporó, pero al hacerlo soltó un suspiro de dolor y decidió mantenerse en su sitio. Se confió de su vista para ver que estaba evolucionando bien la herida -El tema de la mano mejorará con la fisioterapia. La pila tenía muchos daños y las descargas eléctricas lastimaron muchos nervios. No puedo asegurarte que desaparecerán pero al menos…puedes mover el brazo. Por la zona donde esta podrías haberte quedado sin poder moverlos- Eso la hizo sonreír, de forma real y honesta, por el buen trabajo que Belle y ella habían hecho. -Lo de los recuerdos me preocupa un poco más, pero realmente, la mente es muy compleja. Lo que podemos hacer es llevar una especie de diario. Esos recuerdos que pareces no ubicar intenta escribirlos. Lo cierto es que no conozco mucho sobre la sociedad humana pero podemos ver que es verosímil y que no. Creo que la descarga de tu consciencia en la pila pudo haberse visto trucada o algo por el estilo por los back up de cualquier otra persona que estuviese conectada a la nube- Tras eso, tomó aire, porque parecía haberlo perdido todo en su cháchara.
Lo que mencionó después le hizo mirarlo con el ceño fruncido. Y no le costó mucho sacar conclusiones -Lo siento- Murmuró y entonces miró la carpeta señalándola -Yo ya lo conozco y tengo un compromiso con él- Dejó escapar el aire antes de escuchar lo del matrimonio fallido y optó por mirar por la ventana como él -Creo que podría… Hacerte una analogía. En mi sociedad los Descendientes son una especie de realeza. Cuidan el conocimiento mágico y aportan avances a la sociedad humana para que evolucionen a nuestro mismo nivel. Me he casado con el Descendiente de Saladino y tiene la obligación de ampliar su linaje. Si… Si…Yo lo defraudo, tanto mi familia como la misma sociedad simplemente me juzgará por mi estupidez. Debí cuidarme…- Frunció suavemente el ceño y volvió la vista hacia él -¿Conoces a la Reina Ana Bolena? Perdió hijos…Hasta que tuvo una niña… ¿Recuerdas en qué acabó todo?- Inquirió -No me matarán pero… - Sonrió de forma triste y decepcionada -Puede rechazarme por idiota- No lo conocía lo suficiente para saber si Sayid o su familia era capaz de hacerlo pero prefería plantearse el peor escenario y no hacerse ilusiones.
Después su pregunta hizo que volviera a mirarlo a los ojos, le sonrió -Estarás bien, pero debes tener paciencia. Vamos a trabajar juntos y vamos a solucionarlo todo- Le dijo con más confianza.
Luego de aquello, estuvieron en silencio. No era incómodo. Ella no tenía nada que compartir y él parecía meditabundo. Al menos, ella como sanadora lo veía más repuesto y eso la contentaba. Finalmente, aunque gruñó, empezó a hablar y Arleen le miró mucho más tranquila porque eso si que era su campo. Vio la herida y se incorporó, pero al hacerlo soltó un suspiro de dolor y decidió mantenerse en su sitio. Se confió de su vista para ver que estaba evolucionando bien la herida -El tema de la mano mejorará con la fisioterapia. La pila tenía muchos daños y las descargas eléctricas lastimaron muchos nervios. No puedo asegurarte que desaparecerán pero al menos…puedes mover el brazo. Por la zona donde esta podrías haberte quedado sin poder moverlos- Eso la hizo sonreír, de forma real y honesta, por el buen trabajo que Belle y ella habían hecho. -Lo de los recuerdos me preocupa un poco más, pero realmente, la mente es muy compleja. Lo que podemos hacer es llevar una especie de diario. Esos recuerdos que pareces no ubicar intenta escribirlos. Lo cierto es que no conozco mucho sobre la sociedad humana pero podemos ver que es verosímil y que no. Creo que la descarga de tu consciencia en la pila pudo haberse visto trucada o algo por el estilo por los back up de cualquier otra persona que estuviese conectada a la nube- Tras eso, tomó aire, porque parecía haberlo perdido todo en su cháchara.
Lo que mencionó después le hizo mirarlo con el ceño fruncido. Y no le costó mucho sacar conclusiones -Lo siento- Murmuró y entonces miró la carpeta señalándola -Yo ya lo conozco y tengo un compromiso con él- Dejó escapar el aire antes de escuchar lo del matrimonio fallido y optó por mirar por la ventana como él -Creo que podría… Hacerte una analogía. En mi sociedad los Descendientes son una especie de realeza. Cuidan el conocimiento mágico y aportan avances a la sociedad humana para que evolucionen a nuestro mismo nivel. Me he casado con el Descendiente de Saladino y tiene la obligación de ampliar su linaje. Si… Si…Yo lo defraudo, tanto mi familia como la misma sociedad simplemente me juzgará por mi estupidez. Debí cuidarme…- Frunció suavemente el ceño y volvió la vista hacia él -¿Conoces a la Reina Ana Bolena? Perdió hijos…Hasta que tuvo una niña… ¿Recuerdas en qué acabó todo?- Inquirió -No me matarán pero… - Sonrió de forma triste y decepcionada -Puede rechazarme por idiota- No lo conocía lo suficiente para saber si Sayid o su familia era capaz de hacerlo pero prefería plantearse el peor escenario y no hacerse ilusiones.
Después su pregunta hizo que volviera a mirarlo a los ojos, le sonrió -Estarás bien, pero debes tener paciencia. Vamos a trabajar juntos y vamos a solucionarlo todo- Le dijo con más confianza.
-¿Y por qué crees que lo tomarán a la ligera contigo?- Debía preguntar porque muchas veces no entendía las gestiones del Consejo pero si su futuro estaba al lado de Sofía y de su hijo o hija debía empezar a enterarse, porque tal como lo pintaba la pelirroja quien sabía cuando su descendiente tendría que tomar su puesto. Ese pensamiento le hizo removerse de forma interna, era una idea bastante dramática pero muy real. A fin de cuentas, la “alianza” con los Pendragon había sido para parar a SAM. ¿Ahora qué? Sofía había sido secuestrada por ellos, atada a una hoguera. Tal vez era un objetivo. Vishous delineó con su mirada gris y afilada el rostro en forma de corazón de la madre de su hijo o hija y recordó la promesa que había hecho.
-Se llama obsesión- Le mencionó con respecto a la “intuición” de su madre. No había pensado en ella cuando había besado a Sofía, pero entre el baile en la boda de Arleen y los vestidos estaba seguro de que se volvería muy pesada. Apretó las muelas cuando Sofía usó la palabra acoso y cerró los ojos, soltando un suspiro de evidente cansancio y exasperación -Ahora me vendrá con el discursillo de mierda- Estaba seguro de que vendría a cantarle las 40 para decirle que no era adecuado acosar a una Descendiente como lo había hecho con su antigua pareja. Los recuerdos fluyeron en él y Vishous sintió que la ira crecía en su interior. Pero no podía hacer nada. No en ese momento.
Tras aquello, la observó y cuando tartamudeó su nombre él frunció el ceño -Si te rindes antes de ir a la batalla, ya has perdido la guerra- Le dijo delineando una sonrisa. La miró cerrar los ojos y se extrañó, entonces al oírla negó con la cabeza -Mi idea no es pelear con él. Aquí la que toma la decisión eres tú. No me interesa quien es. Haré mi mejor esfuerzo pero si tu crees que él será mejor como tu esposo, que así sea, siempre que consideres que sea un buen padre para alguien que no es su hijo o hija. En cualquier caso, respetaré tu decisión- Apretó su mano, al menos tenía en claro de que respetaría su posición como padre. Ese era el punto en el que se volvería absolutamente inflexible.
El hecho de que preguntara por “ella” hizo que bajara la mirada y lo cierto es que se quedó en silencio durante un momento -Después de nuestra conversación, después de mucho escribir me di cuenta de que no la amo. Lo que guardo por ella es rencor. Me queda…Mucho tiempo para perdonarla. Me es imposible verla porque, creo que lo que más odio, es saber que es feliz y que rehízo su vida mientras yo creí haber hecho la mía…Y debería ser de esos tipos que debería hacer la paz con eso pero…No es tan fácil, no para mí- Alzó la cara hacia ella con una sonrisa de disculpa -Estoy balbuceando… Sofía, no te puedo prometer que he saldado mi deuda con ella porque aún me duele mencionar su nombre por lo que te he comentado antes. Pero también quiero aprender a cerrar ese ciclo y realmente, de verdad, rehacer mi vida…Con lo que Arleen y Aurora siempre me han dicho que me merezco y yo las he mandado a callar- Después pensó en Chloe y miró hacia la puerta con un pequeño gruñido -Alguien me dijo la realidad. Tenía y tengo miedo de salir de mi zona de confort porque tengo miedo de que me hagan daño de nuevo- Se rascó la mandíbula con cierta molestia -Pero…Me he tomado lo tuyo con calma, supongo que porque aquí la que lleva el apellido de Descendiente eres tú y no tengo a nadie superior porque no puedes desposarte con otro Descendiente. Tengo una oportunidad. Haré mi mejor esfuerzo pero tú tienes una decisión que tomar y confío en que lo harás pensando en lo mejor para ti y para nuestro hijo o hija ¿De acuerdo? -
-Se llama obsesión- Le mencionó con respecto a la “intuición” de su madre. No había pensado en ella cuando había besado a Sofía, pero entre el baile en la boda de Arleen y los vestidos estaba seguro de que se volvería muy pesada. Apretó las muelas cuando Sofía usó la palabra acoso y cerró los ojos, soltando un suspiro de evidente cansancio y exasperación -Ahora me vendrá con el discursillo de mierda- Estaba seguro de que vendría a cantarle las 40 para decirle que no era adecuado acosar a una Descendiente como lo había hecho con su antigua pareja. Los recuerdos fluyeron en él y Vishous sintió que la ira crecía en su interior. Pero no podía hacer nada. No en ese momento.
Tras aquello, la observó y cuando tartamudeó su nombre él frunció el ceño -Si te rindes antes de ir a la batalla, ya has perdido la guerra- Le dijo delineando una sonrisa. La miró cerrar los ojos y se extrañó, entonces al oírla negó con la cabeza -Mi idea no es pelear con él. Aquí la que toma la decisión eres tú. No me interesa quien es. Haré mi mejor esfuerzo pero si tu crees que él será mejor como tu esposo, que así sea, siempre que consideres que sea un buen padre para alguien que no es su hijo o hija. En cualquier caso, respetaré tu decisión- Apretó su mano, al menos tenía en claro de que respetaría su posición como padre. Ese era el punto en el que se volvería absolutamente inflexible.
El hecho de que preguntara por “ella” hizo que bajara la mirada y lo cierto es que se quedó en silencio durante un momento -Después de nuestra conversación, después de mucho escribir me di cuenta de que no la amo. Lo que guardo por ella es rencor. Me queda…Mucho tiempo para perdonarla. Me es imposible verla porque, creo que lo que más odio, es saber que es feliz y que rehízo su vida mientras yo creí haber hecho la mía…Y debería ser de esos tipos que debería hacer la paz con eso pero…No es tan fácil, no para mí- Alzó la cara hacia ella con una sonrisa de disculpa -Estoy balbuceando… Sofía, no te puedo prometer que he saldado mi deuda con ella porque aún me duele mencionar su nombre por lo que te he comentado antes. Pero también quiero aprender a cerrar ese ciclo y realmente, de verdad, rehacer mi vida…Con lo que Arleen y Aurora siempre me han dicho que me merezco y yo las he mandado a callar- Después pensó en Chloe y miró hacia la puerta con un pequeño gruñido -Alguien me dijo la realidad. Tenía y tengo miedo de salir de mi zona de confort porque tengo miedo de que me hagan daño de nuevo- Se rascó la mandíbula con cierta molestia -Pero…Me he tomado lo tuyo con calma, supongo que porque aquí la que lleva el apellido de Descendiente eres tú y no tengo a nadie superior porque no puedes desposarte con otro Descendiente. Tengo una oportunidad. Haré mi mejor esfuerzo pero tú tienes una decisión que tomar y confío en que lo harás pensando en lo mejor para ti y para nuestro hijo o hija ¿De acuerdo? -
Porque la herbolaria va en detrimento en este siglo.- Susurró. Todo eran tendencias, lo tenía muy claro. La herbolaria había tenido un gran auge en siglos pasados, pero por ahora había bajado un poco el número de interesados, mientras que otro tipo de magias se habían popularizado desde la era de Temeritus. Sabía bien que el auge volvería en algún punto, por eso siempre buscaba saber más, encontrar nuevas pociones, soluciones a los grandes problemas y mantenerse actualizada. No podía permitirse el lujo de que fuera una materia aburrida.
Se sintió un poco apenada por la llamada "obsesión" de su madre. En realidad no quería causar problemas entre ellos dos, pero ahí estaba el precio de comprar tiempo; el fastidio en la cara de Vishous le decía todo lo que necesitaba saber. No había sido una buena idea.- Lo siento, Vishous, debí haber sido más clara con ella y no dejarle tantas cosas a la imaginación.- Él le había hecho darse cuenta del poder que tenía con la labia, y lo había usado a su privilegio sin pensar en él. La disculpa era necesaria.
Al menos él estaba seguro con lo de cortejarla. Al menos estaba dispuesto. Al menos se veía contento, con esas sonrisas, con los besos en sus dedos, con las caricias a su mano. Él parecía contento intentándolo a pesar de que aún tenía una punzada de culpa porque toda la cuestión del embarazo había adelantado todo ese cortejo que quizás... habría sido distinto si se hubiera dado de manera natural.- No, no quiero que pelees con él. Solo lo menciono porque no quiero que tengas problemas.- Sin embargo todas sus palabras le parecían extrañas; tan impropias de él y su impulso. Como si se estuviera resignando o si viera la derrota como una posibilidad. Le vinieron a la mente las palabras que había dicho en la cabaña de atrapar al gigoló y de repente se sintió pequeña y malvada, como si le hubiera robado su ímpetu.
El silencio se extendió entre ellos cuando Sofía soltó la pregunta. Era algo que había estado conteniendo desde que comenzó a hablar de un futuro juntos, y también era algo que no podía aplazar un segundo más. Necesitaba saber si la había superado o si su corazón se encontraba aún ocupado. El segundo caso era el que más le preocupaba, porque de ser así, no se sentía bien ni siquiera de aceptarle como pretendiente. Sin más, escuchó atentamente al moreno, extendiendo su propio silencio para reflexionar. Mientras hablaba, vio de nuevo su interior. Aquel joven dolido y lastimado se había convertido en un hombre con una herida que nunca había cicatrizado. Tomó la mano del moreno entre las suyas y aprovechó que no la miraba para acariciarla a modo de distracción. Era más dura que las suyas. Seguro que le había pegado a la pared en demasiadas ocasiones. Tan no sabía que decir cuando el contrario dejó de hablar, que solo se le ocurrió corregirle un detalle para no hablar de la decisión que ella tenía que tomar.- Si nos vamos a los tecnicismos, sí podemos casarnos entre nosotros, pero cada quien tiene que tener su descendencia. Resulta muy complicado...- Murmuró muy bajito, cayendo en cuenta que aquello no honraba en absoluto el corazón abierto del moreno frente a ella. En algún momento le había dejado de mirar para fijarse en sus manos y tuvo que decir entonces lo que había en su corazón.
No es nada nuevo lo que voy a decirte. Todo lo sabes, todo lo he dicho. Siento pena. Siento pena por ti. Porque... no terminaste de salir a la superficie a tomar aire cuando ya entraste a otro problema. Porque te estoy arrastrando a mis responsabilidades. Y sí, digo MIS responsabilidades, porque con otra persona no habrías tenido que casarte solo por esto. Siento pena porque en otras circunstancias te habría ayudado de una manera diferente. Hubiera deseado que sanaras por completo, que pudieras permitirte sentir amor por alguien más. Quisiera que pudieras enamorarte de alguien con locura, pero esta vez con más sensatez.- Soltó un fuerte suspiro desde el fondo de su corazón.- Me habría gustado llevarte a Grecia. A que conocieras el mar, a que la olvidaras entre sus calles, verte libre, verte feliz, verte reír. Verte amar con intensidad a alguien a quien solo verás por un verano. Todas esas cosas que no hiciste. Por eso no te creo cuando dices que vas a luchar por mi. Porque no conoces lo que hay afuera, conocerás a todas las mujeres de la isla, sí, pero... es diferente verles el alma desnuda que ver su cuerpo desnudo. No haz vivido, Vishous, no haz vivido de verdad. Y estar conmigo te arrebata esa posibilidad.- Soltó la mano del moreno con cuidado y dio un paso hacia atrás, guardando silencio al sentir el nudo en la garganta. Sabía que sus ojos se habían humedecido, pero aquello podía aguantarlo; en la penumbra de la habitación aquello no era importante. Se llevó las manos a la boca del estómago, porque se le estaba haciendo difícil respirar.- No quiero que pierdas un solo segundo más... No quiero que hagas esto solo porque estoy embarazada. Eres libre de seguir tu propio camino. Sé que te conozco de poco y que no te gusta que hable de esta manera, pero yo soy así, amo sin que me amen, quiero aún antes de conocer a las personas. Y te quiero tanto que no puedo dejar que hagas esto por mi sin corresponderte al menos al ofrecerte una salida.
Se sintió un poco apenada por la llamada "obsesión" de su madre. En realidad no quería causar problemas entre ellos dos, pero ahí estaba el precio de comprar tiempo; el fastidio en la cara de Vishous le decía todo lo que necesitaba saber. No había sido una buena idea.- Lo siento, Vishous, debí haber sido más clara con ella y no dejarle tantas cosas a la imaginación.- Él le había hecho darse cuenta del poder que tenía con la labia, y lo había usado a su privilegio sin pensar en él. La disculpa era necesaria.
Al menos él estaba seguro con lo de cortejarla. Al menos estaba dispuesto. Al menos se veía contento, con esas sonrisas, con los besos en sus dedos, con las caricias a su mano. Él parecía contento intentándolo a pesar de que aún tenía una punzada de culpa porque toda la cuestión del embarazo había adelantado todo ese cortejo que quizás... habría sido distinto si se hubiera dado de manera natural.- No, no quiero que pelees con él. Solo lo menciono porque no quiero que tengas problemas.- Sin embargo todas sus palabras le parecían extrañas; tan impropias de él y su impulso. Como si se estuviera resignando o si viera la derrota como una posibilidad. Le vinieron a la mente las palabras que había dicho en la cabaña de atrapar al gigoló y de repente se sintió pequeña y malvada, como si le hubiera robado su ímpetu.
El silencio se extendió entre ellos cuando Sofía soltó la pregunta. Era algo que había estado conteniendo desde que comenzó a hablar de un futuro juntos, y también era algo que no podía aplazar un segundo más. Necesitaba saber si la había superado o si su corazón se encontraba aún ocupado. El segundo caso era el que más le preocupaba, porque de ser así, no se sentía bien ni siquiera de aceptarle como pretendiente. Sin más, escuchó atentamente al moreno, extendiendo su propio silencio para reflexionar. Mientras hablaba, vio de nuevo su interior. Aquel joven dolido y lastimado se había convertido en un hombre con una herida que nunca había cicatrizado. Tomó la mano del moreno entre las suyas y aprovechó que no la miraba para acariciarla a modo de distracción. Era más dura que las suyas. Seguro que le había pegado a la pared en demasiadas ocasiones. Tan no sabía que decir cuando el contrario dejó de hablar, que solo se le ocurrió corregirle un detalle para no hablar de la decisión que ella tenía que tomar.- Si nos vamos a los tecnicismos, sí podemos casarnos entre nosotros, pero cada quien tiene que tener su descendencia. Resulta muy complicado...- Murmuró muy bajito, cayendo en cuenta que aquello no honraba en absoluto el corazón abierto del moreno frente a ella. En algún momento le había dejado de mirar para fijarse en sus manos y tuvo que decir entonces lo que había en su corazón.
No es nada nuevo lo que voy a decirte. Todo lo sabes, todo lo he dicho. Siento pena. Siento pena por ti. Porque... no terminaste de salir a la superficie a tomar aire cuando ya entraste a otro problema. Porque te estoy arrastrando a mis responsabilidades. Y sí, digo MIS responsabilidades, porque con otra persona no habrías tenido que casarte solo por esto. Siento pena porque en otras circunstancias te habría ayudado de una manera diferente. Hubiera deseado que sanaras por completo, que pudieras permitirte sentir amor por alguien más. Quisiera que pudieras enamorarte de alguien con locura, pero esta vez con más sensatez.- Soltó un fuerte suspiro desde el fondo de su corazón.- Me habría gustado llevarte a Grecia. A que conocieras el mar, a que la olvidaras entre sus calles, verte libre, verte feliz, verte reír. Verte amar con intensidad a alguien a quien solo verás por un verano. Todas esas cosas que no hiciste. Por eso no te creo cuando dices que vas a luchar por mi. Porque no conoces lo que hay afuera, conocerás a todas las mujeres de la isla, sí, pero... es diferente verles el alma desnuda que ver su cuerpo desnudo. No haz vivido, Vishous, no haz vivido de verdad. Y estar conmigo te arrebata esa posibilidad.- Soltó la mano del moreno con cuidado y dio un paso hacia atrás, guardando silencio al sentir el nudo en la garganta. Sabía que sus ojos se habían humedecido, pero aquello podía aguantarlo; en la penumbra de la habitación aquello no era importante. Se llevó las manos a la boca del estómago, porque se le estaba haciendo difícil respirar.- No quiero que pierdas un solo segundo más... No quiero que hagas esto solo porque estoy embarazada. Eres libre de seguir tu propio camino. Sé que te conozco de poco y que no te gusta que hable de esta manera, pero yo soy así, amo sin que me amen, quiero aún antes de conocer a las personas. Y te quiero tanto que no puedo dejar que hagas esto por mi sin corresponderte al menos al ofrecerte una salida.
-Haz que cambie- Le indicó Vishous con el ceño levemente fruncido. No sabía si por los avances tecnomagos pero para él la profesión de Sofía era la base de la medicina mágica. ¿Cómo podía irse al traste? Tal vez estaba siendo dramática pero prefirió no decir nada. Tras aquello escuchó su disculpa acerca de lo de su madre, él negó suavemente con la cabeza -Estás disculpada. Ya me encargaré yo de ella, que soy el único que logra ponerla en su lugar y bajarla de esa nube de oro en la que cree que está- Suspiró, se encontraba un poco agotado de tanto hablar así que le hizo señas para que por favor le pusiera un poco más de agua.
-No voy a tener problemas. Es decir, soy problemático…- Se rió y tuvo que llevarse la mano al abdomen donde varias puntadas de dolor le hicieron convertir la carcajada en un gemido de dolor-Pero no voy a pelearme. No soy el chiquillo que era…- La miró alzando las cejas varias veces -Ahora pego más fuerte- Le dijo, con el ánimo subido o al menos eso intentaba demostrar porque el cansancio y el dolor empezaba a hacer mella en ella.
La respuesta “técnica” de Sofía le sentó como una patada en el estómago, pero como ya estaba adolorido, casi no lo sintió -Y eso me hace sentir mucho más cómodo, gracias- Le expresó en un tono bastante sobrio y sardónico pero no la miró, porque lo cierto, es que su tecnicismo le había dado justo en la llaga. Allí, en la herida que intentaba aprender a curar. ¿Y si llegaba un maldito con mejor “currículo”, mejor “sangre”, mejor “apellido”, mejor “contribución”, al mundo mágico y ella lo mandaba a cagar? Intentó controlar sus pensamientos pero le arrastraron a un lugar oscuro. Necesito cerrar los ojos para recordarse a si mismo que pese a todo, Sofía hablaba de que fuera su “sistema de apoyo” y, por ende, su hijo sería suyo. Como si le tocaba ser bastardo y no heredar las mierdas del Consejo. Él era feliz. Sería feliz, sea como sea. Se sintió realizado de poder traspasar y salir de aquel foso.
Pero la pelirroja tenia que hablar. Vishous abrió los ojos para mirarla fijamente escuchándola en silencio -Me haces sentir patético- Le dijo, finalmente, cuando ella acabó de hablar. Se llevó la mano a la sien, masajéandola un poco. -Sofía, tú has sido una de las razones por las que me di cuenta de que tal vez debía permitirme sentir cosas. Pero no has sido la única- Volvió la vista hacia la puerta por la que había avistado a Chloe. Sus palabras habían sido las que más le habían dolido porque el hecho de “tener miedo” era algo que no comulgaba con él. Él era un hombre de deportes extremos, de ir liderando a su equipo, siendo ejemplo…Miedo. Esa palabra le daba repelús y ser consciente de que Chloe había tenido el valor de decírselo había sido para él una especie de epifanía. Y entonces la cita con Sofía, la naturalidad con la que se había acostumbrado a ella. No se dio cuenta de cuánto tiempo había pasado en silencio.
-Nunca es tarde para empezar a vivir. Y me saca de quicio, Sofía, que me quieras obligar a descubrir otras mujeres cuando a mi me apetece estar contigo. Te vi follar y te vi fallar y no sé cuándo me gustaste más….Cuando te contemplé proclamándote diosa o cuando te observé confesándote humana. No quieras escudarte en mí cuando la que tiene miedo de tomar una decisión eres tú porque quizás estás acostumbrada a amar tanto a todo el mundo que te da miedo amar a una sola persona con todo tu ser. Si no quieres estar conmigo, no lo estés. Mis propias decisiones las tomaré yo y si me apetece cortejarte hasta hacerte mía y que te enamores de mí, que yo me enamore de ti y que construyamos una vida juntos…Es lo que voy a hacer. Si tú no lo quieres, házmelo saber ahora mismo y seré feliz con sólo ser parte de la vida de mi hijo o hija-- Soltó y entonces se calló, cruzándose de brazos. Esos dimes y diretes estaban acabando con su paciencia.
-No voy a tener problemas. Es decir, soy problemático…- Se rió y tuvo que llevarse la mano al abdomen donde varias puntadas de dolor le hicieron convertir la carcajada en un gemido de dolor-Pero no voy a pelearme. No soy el chiquillo que era…- La miró alzando las cejas varias veces -Ahora pego más fuerte- Le dijo, con el ánimo subido o al menos eso intentaba demostrar porque el cansancio y el dolor empezaba a hacer mella en ella.
La respuesta “técnica” de Sofía le sentó como una patada en el estómago, pero como ya estaba adolorido, casi no lo sintió -Y eso me hace sentir mucho más cómodo, gracias- Le expresó en un tono bastante sobrio y sardónico pero no la miró, porque lo cierto, es que su tecnicismo le había dado justo en la llaga. Allí, en la herida que intentaba aprender a curar. ¿Y si llegaba un maldito con mejor “currículo”, mejor “sangre”, mejor “apellido”, mejor “contribución”, al mundo mágico y ella lo mandaba a cagar? Intentó controlar sus pensamientos pero le arrastraron a un lugar oscuro. Necesito cerrar los ojos para recordarse a si mismo que pese a todo, Sofía hablaba de que fuera su “sistema de apoyo” y, por ende, su hijo sería suyo. Como si le tocaba ser bastardo y no heredar las mierdas del Consejo. Él era feliz. Sería feliz, sea como sea. Se sintió realizado de poder traspasar y salir de aquel foso.
Pero la pelirroja tenia que hablar. Vishous abrió los ojos para mirarla fijamente escuchándola en silencio -Me haces sentir patético- Le dijo, finalmente, cuando ella acabó de hablar. Se llevó la mano a la sien, masajéandola un poco. -Sofía, tú has sido una de las razones por las que me di cuenta de que tal vez debía permitirme sentir cosas. Pero no has sido la única- Volvió la vista hacia la puerta por la que había avistado a Chloe. Sus palabras habían sido las que más le habían dolido porque el hecho de “tener miedo” era algo que no comulgaba con él. Él era un hombre de deportes extremos, de ir liderando a su equipo, siendo ejemplo…Miedo. Esa palabra le daba repelús y ser consciente de que Chloe había tenido el valor de decírselo había sido para él una especie de epifanía. Y entonces la cita con Sofía, la naturalidad con la que se había acostumbrado a ella. No se dio cuenta de cuánto tiempo había pasado en silencio.
-Nunca es tarde para empezar a vivir. Y me saca de quicio, Sofía, que me quieras obligar a descubrir otras mujeres cuando a mi me apetece estar contigo. Te vi follar y te vi fallar y no sé cuándo me gustaste más….Cuando te contemplé proclamándote diosa o cuando te observé confesándote humana. No quieras escudarte en mí cuando la que tiene miedo de tomar una decisión eres tú porque quizás estás acostumbrada a amar tanto a todo el mundo que te da miedo amar a una sola persona con todo tu ser. Si no quieres estar conmigo, no lo estés. Mis propias decisiones las tomaré yo y si me apetece cortejarte hasta hacerte mía y que te enamores de mí, que yo me enamore de ti y que construyamos una vida juntos…Es lo que voy a hacer. Si tú no lo quieres, házmelo saber ahora mismo y seré feliz con sólo ser parte de la vida de mi hijo o hija-- Soltó y entonces se calló, cruzándose de brazos. Esos dimes y diretes estaban acabando con su paciencia.
Sonrió de lado asintiendo con suavidad, pues tenían un pensamiento igual en el tema.- En eso estoy.- Tenía sus ideas para hacerla más interesante y más actual, pero con todo lo de SAM había tenido que detenerse un poco. Al menos logró que la perdonara por el desliz con su madre, mas no impidió el suspiro porque le sonaba a que habría confrontación, sobre todo por la parte de la nube de oro y ponerla en su lugar.
Entendió entonces lo del agua, pero la conversación se alargó un poco con la cuestión de la pelea. Solo le sonrió y se acercó a la camilla, dejándole una mano apenas y tocándole el hombro por el gesto que puso; se notaba el dolor en su rostro.- Necesito traerte esas pociones cuanto antes.- Suspiró, tratando de contenerlo un poco para que no se moviera más. La conversación no estaba resultando tan armónica para él como le hubiera gustado. Logró esbozar una pequeña sonrisa cuando mencionó su fuerza. Sabía que era una broma y que no tenía intenciones de llegar a un encuentro físico, pero no todas sus palabras la dejaban tranquila; al menos no le había dicho quien era, así no podría identificarle.
Yo no me preocuparía por eso. Históricamente eso ha traído más problemas que soluciones.- Evaluó un instante su situación y llegó a la conclusión de que entre sus compañeros solteros no había ninguno con el que tuviera la apertura y se sintiera tan libre como para permitirse sentir más allá de una hermosa, muy romántica, amistad. Una punzada de dolor le cayó cuando vinieron a su mente las imágenes de Sean y Lucio en la boda. Sabía que a Jack no le había parecido nada aquello, pero sería discusión de otro día. No podía reparar dos relaciones al mismo tiempo.
Como habían acordado sin palabras, esperó a que el moreno dijera lo que tenía que decir antes de replicar. Le sorprendió que se describiera con el término "patético", abriendo los ojos casi con sorpresa por la palabra. En cierto modo, le llamó la atención que no había sido la única en ayudarle, y eso puso una pequeña sonrisa en sus labios. Le habría preguntado a qué se refería, pero lo mejor sería dejarle continuar por ahora.
La molestia se notaba en el moreno cuando volvió a hablar, pero ella no podía verle sin esa sonrisa que se había esbozado en sus labios. Había vuelto a aparecer esa visión del futuro que él con tanta pasión contaba. Una vida juntos, ser felices, cuidarse el uno al otro. Sonaba idílico, sonaba bien. Le gustaba escucharle hablar de manera tan directa, expresando sus intenciones, pues le ayudaba con esa sensación tan difícil de comprender en el pecho. Había callado muchas de sus dudas al asegurarle que con quien quería estar era con ella y eliminaba esa sensación de estarle arrebatando algo. Cuando el moreno terminó de hablar, agachó un poco el rostro, de nuevo ocultando la sonrisa y se irguió, dándole la espalda para comenzar a caminar. Mientras rodeaba la cama con lentitud, el aire atrapaba el tul de su vestido y lo hacía atrasarse a su avance, sintiéndose flotar tal y como se veía. Cuando finalmente dio la vuelta, tomó el vaso y la jarra de agua, sirviéndole sin prisa hasta llenar la mitad del vaso. Se tomó un segundo también para verter un poco del agua sobre la maceta con las nochebuenas y después dejó la jarra sobre la mesilla de noche. Le tendió a Vishous el vaso y esperó a que lo tomara.
Con cuidado, se sentó en la camilla tan arriba como pudo, alisó la falda de su vestido con las manos y, finalmente, levantó el rostro hacia él. Con los brazos cruzados como los había colocado al terminar de hablar parecía incluso más grande de lo que era. Esperó a que bebiera y entonces, colocó con cuidado una mano sobre su mejilla. El espacio entre ellos no era tanto, y eso le gustaba, el calor de la piel del moreno le hacía sentir tranquila.- Quizás te toca enseñarme a que sea más firme en mis decisiones. Y quizás me toca enseñarte a ser más paciente conmigo.- Susurró, permitiéndose, por primera vez, cerrar los ojos un par de segundos e imaginarse un futuro con el hombre que tenia frente a ella. Bajó con cuidado la mano, recorriendo apenas con las yemas de los dedos el camino de su mejilla al corazón; delineando la mandíbula con los dedos, el cuello, el pecho, hasta girar la mano a su lado izquierdo, encontrándole por el palpitar bajo la piel. Fue entonces que abrió los ojos y le dedicó una pequeña sonrisa. Era la primera vez que se sentía tranquila desde que la noticia había llegado a sus oídos. Tenía que admitir que lo que más le gustaba era el interés que seguía demostrando en ella a pesar de haber tratado, en todas las formas que se le ocurrieron, de darle una salida.- ¿Puedo confesarte algo? Creo que... va a ser una niña.- Susurró, soltando un suspiro y cerrando un segundo los ojos.- Te va a querer más a ti... Las niñas siempre son más apegadas al padre. Va a querer entrenar, ir a misiones, montar, la cetrería, ser tan diferente de mi como pueda imaginarlo. Encontrará el modo de volverme loca aunque ahora ninguna de esas cosas me molesten. Y te vas a enamorar. Te vas a enamorar de ella en cuanto la tengas en brazos, así que... en cierto modo, me da algo de pena no tener más tiempo para conocerte antes de que llegue.
Entendió entonces lo del agua, pero la conversación se alargó un poco con la cuestión de la pelea. Solo le sonrió y se acercó a la camilla, dejándole una mano apenas y tocándole el hombro por el gesto que puso; se notaba el dolor en su rostro.- Necesito traerte esas pociones cuanto antes.- Suspiró, tratando de contenerlo un poco para que no se moviera más. La conversación no estaba resultando tan armónica para él como le hubiera gustado. Logró esbozar una pequeña sonrisa cuando mencionó su fuerza. Sabía que era una broma y que no tenía intenciones de llegar a un encuentro físico, pero no todas sus palabras la dejaban tranquila; al menos no le había dicho quien era, así no podría identificarle.
Yo no me preocuparía por eso. Históricamente eso ha traído más problemas que soluciones.- Evaluó un instante su situación y llegó a la conclusión de que entre sus compañeros solteros no había ninguno con el que tuviera la apertura y se sintiera tan libre como para permitirse sentir más allá de una hermosa, muy romántica, amistad. Una punzada de dolor le cayó cuando vinieron a su mente las imágenes de Sean y Lucio en la boda. Sabía que a Jack no le había parecido nada aquello, pero sería discusión de otro día. No podía reparar dos relaciones al mismo tiempo.
Como habían acordado sin palabras, esperó a que el moreno dijera lo que tenía que decir antes de replicar. Le sorprendió que se describiera con el término "patético", abriendo los ojos casi con sorpresa por la palabra. En cierto modo, le llamó la atención que no había sido la única en ayudarle, y eso puso una pequeña sonrisa en sus labios. Le habría preguntado a qué se refería, pero lo mejor sería dejarle continuar por ahora.
La molestia se notaba en el moreno cuando volvió a hablar, pero ella no podía verle sin esa sonrisa que se había esbozado en sus labios. Había vuelto a aparecer esa visión del futuro que él con tanta pasión contaba. Una vida juntos, ser felices, cuidarse el uno al otro. Sonaba idílico, sonaba bien. Le gustaba escucharle hablar de manera tan directa, expresando sus intenciones, pues le ayudaba con esa sensación tan difícil de comprender en el pecho. Había callado muchas de sus dudas al asegurarle que con quien quería estar era con ella y eliminaba esa sensación de estarle arrebatando algo. Cuando el moreno terminó de hablar, agachó un poco el rostro, de nuevo ocultando la sonrisa y se irguió, dándole la espalda para comenzar a caminar. Mientras rodeaba la cama con lentitud, el aire atrapaba el tul de su vestido y lo hacía atrasarse a su avance, sintiéndose flotar tal y como se veía. Cuando finalmente dio la vuelta, tomó el vaso y la jarra de agua, sirviéndole sin prisa hasta llenar la mitad del vaso. Se tomó un segundo también para verter un poco del agua sobre la maceta con las nochebuenas y después dejó la jarra sobre la mesilla de noche. Le tendió a Vishous el vaso y esperó a que lo tomara.
Con cuidado, se sentó en la camilla tan arriba como pudo, alisó la falda de su vestido con las manos y, finalmente, levantó el rostro hacia él. Con los brazos cruzados como los había colocado al terminar de hablar parecía incluso más grande de lo que era. Esperó a que bebiera y entonces, colocó con cuidado una mano sobre su mejilla. El espacio entre ellos no era tanto, y eso le gustaba, el calor de la piel del moreno le hacía sentir tranquila.- Quizás te toca enseñarme a que sea más firme en mis decisiones. Y quizás me toca enseñarte a ser más paciente conmigo.- Susurró, permitiéndose, por primera vez, cerrar los ojos un par de segundos e imaginarse un futuro con el hombre que tenia frente a ella. Bajó con cuidado la mano, recorriendo apenas con las yemas de los dedos el camino de su mejilla al corazón; delineando la mandíbula con los dedos, el cuello, el pecho, hasta girar la mano a su lado izquierdo, encontrándole por el palpitar bajo la piel. Fue entonces que abrió los ojos y le dedicó una pequeña sonrisa. Era la primera vez que se sentía tranquila desde que la noticia había llegado a sus oídos. Tenía que admitir que lo que más le gustaba era el interés que seguía demostrando en ella a pesar de haber tratado, en todas las formas que se le ocurrieron, de darle una salida.- ¿Puedo confesarte algo? Creo que... va a ser una niña.- Susurró, soltando un suspiro y cerrando un segundo los ojos.- Te va a querer más a ti... Las niñas siempre son más apegadas al padre. Va a querer entrenar, ir a misiones, montar, la cetrería, ser tan diferente de mi como pueda imaginarlo. Encontrará el modo de volverme loca aunque ahora ninguna de esas cosas me molesten. Y te vas a enamorar. Te vas a enamorar de ella en cuanto la tengas en brazos, así que... en cierto modo, me da algo de pena no tener más tiempo para conocerte antes de que llegue.
Lo de las pociones le parecía absolutamente importante porque, aunque tenía un umbral del dolor bastante alto, la paliza que había recibido estaba pasandole factura. Intentaba no moverse mucho y tampoco respirar muy profundamente. Luego escuchó aquello de lo de “históricamente…” y él arqueó una ceja -¿Y por qué sentiste la necesidad de decirlo?- Inquirió, con sana curiosidad.
Le sorprendió que ella misma pareciera anonadada con la palabra patético. Él tenía muy escasos filtros y si pensó que iba a suavizarle cómo le hacía sentir, estaba equivocada. Sin embargo, sonreía. Vishous empezaba a no comprenderla. Es decir, estaba claro que la inmadurez estaba relacionada con su edad y la diatriba de romper reglas en una estructurada sociedad como lo era el Consejo. Pero…la había acusado de cobarde y ahí estaba, sonriendo. Tras confesar su realidad, calló y ella mantuvo el silencio. De acuerdo, tendría que pensarlo. Le miró cuando se sentó en la camilla con aquel movimiento tan elegante y etéreo. Por un claro momento, Vishous se preguntó si se la merecía. A veces Sofía parecía una mujer endeble pero él sabía perfectamente lo mucho que podía soportar, el temperamento que se escondía detrás de esa sonrisa suave y esos gestos alegres. Sus verdaderos colores. Esa verdad le hizo temblar en el fondo de su cuerpo. Algo se tensó y no se preocupó en ocultarlo.
Se distrajo un poco para beber un par de tragos de agua y escuchó sus palabras sintiendo su caricia -Bueno, me parece que los dos tenemos un reto bastante grande- La notó cerrar los ojos y Vishous ladeó suavemente la cabeza, preguntándose qué estaba pensando. Porque si esos pensamientos eran tan cálidos como los suyos… Sería idóneo. Pero lo dudaba, por la forma en la que recorría su cuerpo con aquella ligereza que hizo que le erizara la piel y conectó, con lo que sea que despertara el aroma de Sofía en él que iba mucho más dentro que sólo el deseo sexual. Había cocinado para ella, había cantado para ella. Cuando abrió los ojos, él la observó con intensidad pero no dijo nada porque no tenía nada bueno que decir. Asintió, cuando preguntó si podía confesar.
La idea de tener una niña le hizo sonreír, pero en el fondo, si le hubiese dicho que era un niño lo habría hecho igual. Para él no había diferencia, tenía seis sobrinos porque los hijos de Amaya para él eran sus sobrinos -¿Por qué estás planificando la vida de nuestra hija?- Preguntó y ladró una risa alzó la mano para coger la de Sofía y luego tiró de ella, para rodearla entre sus brazos aunque en el fondo le estaba doliendo el alma, pero le apetecía sentir su calor alrededor de su cuerpo -No vivas en el futuro. Vive en el hoy, en el que tu posible esposo y dolor de cabeza necesita muchas drogas y algo para bajar su erección porque su posible esposa le toca el cuerpo y le acaricia el corazón- Le dijo, sonriendo para si mismo, tratando de quitarle peso al asunto mientras hundía la nariz en su cabello y aspiraba más su aroma.
Le sorprendió que ella misma pareciera anonadada con la palabra patético. Él tenía muy escasos filtros y si pensó que iba a suavizarle cómo le hacía sentir, estaba equivocada. Sin embargo, sonreía. Vishous empezaba a no comprenderla. Es decir, estaba claro que la inmadurez estaba relacionada con su edad y la diatriba de romper reglas en una estructurada sociedad como lo era el Consejo. Pero…la había acusado de cobarde y ahí estaba, sonriendo. Tras confesar su realidad, calló y ella mantuvo el silencio. De acuerdo, tendría que pensarlo. Le miró cuando se sentó en la camilla con aquel movimiento tan elegante y etéreo. Por un claro momento, Vishous se preguntó si se la merecía. A veces Sofía parecía una mujer endeble pero él sabía perfectamente lo mucho que podía soportar, el temperamento que se escondía detrás de esa sonrisa suave y esos gestos alegres. Sus verdaderos colores. Esa verdad le hizo temblar en el fondo de su cuerpo. Algo se tensó y no se preocupó en ocultarlo.
Se distrajo un poco para beber un par de tragos de agua y escuchó sus palabras sintiendo su caricia -Bueno, me parece que los dos tenemos un reto bastante grande- La notó cerrar los ojos y Vishous ladeó suavemente la cabeza, preguntándose qué estaba pensando. Porque si esos pensamientos eran tan cálidos como los suyos… Sería idóneo. Pero lo dudaba, por la forma en la que recorría su cuerpo con aquella ligereza que hizo que le erizara la piel y conectó, con lo que sea que despertara el aroma de Sofía en él que iba mucho más dentro que sólo el deseo sexual. Había cocinado para ella, había cantado para ella. Cuando abrió los ojos, él la observó con intensidad pero no dijo nada porque no tenía nada bueno que decir. Asintió, cuando preguntó si podía confesar.
La idea de tener una niña le hizo sonreír, pero en el fondo, si le hubiese dicho que era un niño lo habría hecho igual. Para él no había diferencia, tenía seis sobrinos porque los hijos de Amaya para él eran sus sobrinos -¿Por qué estás planificando la vida de nuestra hija?- Preguntó y ladró una risa alzó la mano para coger la de Sofía y luego tiró de ella, para rodearla entre sus brazos aunque en el fondo le estaba doliendo el alma, pero le apetecía sentir su calor alrededor de su cuerpo -No vivas en el futuro. Vive en el hoy, en el que tu posible esposo y dolor de cabeza necesita muchas drogas y algo para bajar su erección porque su posible esposa le toca el cuerpo y le acaricia el corazón- Le dijo, sonriendo para si mismo, tratando de quitarle peso al asunto mientras hundía la nariz en su cabello y aspiraba más su aroma.
Era en pro de la verdad. Estabas siendo muy honesto y no estabas en todo lo correcto respecto al tema. Tienes una manera de ver al Consejo y sus reglas que no corresponde del todo. No creí que fuera importante.- Susurró, agachando un poco el rostro porque parecía que había traído más problemas que soluciones, pero lo mejor eran las certezas. Eso y que además el moreno parecía tener ideas del Consejo que no eran enteramente ciertas.
Mientras permanecía en silencio, esperando a que terminara de beber el agua, notó el estremecer del contrario pero no supo la razón. Le resultó extraño, pues ni siquiera había dicho nada aún. Solo lo dejó estar, pues no sabía a qué se debía. Sonrió un poco más ante la cuestión del reto, pues parecía haber aceptado que ambos tenían mucho que aprender, fuera cual fuera el caso. Cuando abrió los ojos después de recorrer su piel, conectó con aquella intensa mirada. Aquella intensa mirada que siempre parecía fuera de lugar para ella, pues ella misma no sabía ver así a nadie. Tenía que ser de esas cosas que se iban aprendiendo con el dolor.
A pesar de lo abrumada que estaba por no tener el tiempo que le gustaría, la pregunta del contrario le hizo soltar una carcajada clara y limpia.- Es lo que hacen las madres.- Bromeó, que en buena parte era cierto y que, en otra, lo hacía porque ella misma había sacado de quicio a su madre en muchas ocasiones. Rio con él mientras el moreno la jalaba contra su pecho en aquel abrazo que debía resultarle demasiado doloroso para ser cierto. Aún así, reposó la cabeza sobre su pecho y hombro por un momento, escuchando el consejo de su "posible esposo", tal y como él lo mencionaba.- Entonces dejemos que el futuro se vaya escribiendo solo...- Suspiró, cerrando los ojos por un momento.
No supo por cuando tiempo mantuvieron el silencio de aquel abrazo, pero al final tuvo que alejarse y salir de la habitación, con la promesa de que volvería. No tardó mucho en hacerlo, dejándole algunos concentrados de plantas que le quitarían el dolor y apoyarían de manera maravillosa a las medicinas que tenía en la receta médica. Le colocó algunas debajo de la lengua y luego le dejó un beso por la mejilla antes de alejarse. El frasco con las gotas lo dejó en la mesilla de noche para que las tomara después.- Tengo aún algunas cosas que realizar y siento que el día se me va. Vendré a verte después, por ahora solo... descansa. Descansa.- Suspiró, acomodándose de nuevo el abrigo mientras el moreno terminaba por dormirse. Al ver su inconsciencia tranquila, salió por fin de la habitación y comenzó a perderse por los pasillos del hospital.
Mientras permanecía en silencio, esperando a que terminara de beber el agua, notó el estremecer del contrario pero no supo la razón. Le resultó extraño, pues ni siquiera había dicho nada aún. Solo lo dejó estar, pues no sabía a qué se debía. Sonrió un poco más ante la cuestión del reto, pues parecía haber aceptado que ambos tenían mucho que aprender, fuera cual fuera el caso. Cuando abrió los ojos después de recorrer su piel, conectó con aquella intensa mirada. Aquella intensa mirada que siempre parecía fuera de lugar para ella, pues ella misma no sabía ver así a nadie. Tenía que ser de esas cosas que se iban aprendiendo con el dolor.
A pesar de lo abrumada que estaba por no tener el tiempo que le gustaría, la pregunta del contrario le hizo soltar una carcajada clara y limpia.- Es lo que hacen las madres.- Bromeó, que en buena parte era cierto y que, en otra, lo hacía porque ella misma había sacado de quicio a su madre en muchas ocasiones. Rio con él mientras el moreno la jalaba contra su pecho en aquel abrazo que debía resultarle demasiado doloroso para ser cierto. Aún así, reposó la cabeza sobre su pecho y hombro por un momento, escuchando el consejo de su "posible esposo", tal y como él lo mencionaba.- Entonces dejemos que el futuro se vaya escribiendo solo...- Suspiró, cerrando los ojos por un momento.
No supo por cuando tiempo mantuvieron el silencio de aquel abrazo, pero al final tuvo que alejarse y salir de la habitación, con la promesa de que volvería. No tardó mucho en hacerlo, dejándole algunos concentrados de plantas que le quitarían el dolor y apoyarían de manera maravillosa a las medicinas que tenía en la receta médica. Le colocó algunas debajo de la lengua y luego le dejó un beso por la mejilla antes de alejarse. El frasco con las gotas lo dejó en la mesilla de noche para que las tomara después.- Tengo aún algunas cosas que realizar y siento que el día se me va. Vendré a verte después, por ahora solo... descansa. Descansa.- Suspiró, acomodándose de nuevo el abrigo mientras el moreno terminaba por dormirse. Al ver su inconsciencia tranquila, salió por fin de la habitación y comenzó a perderse por los pasillos del hospital.
Gelion Draven
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Asintió sumido en sus pensamientos, podía parecer que no la estuviese prestando atención pero sí. La doctora tenía razón en aquello, la experiencia, los años en el campo, hacían que las muertes y pérdidas no se sintiesen tan pesadas. En aquel momento estaba intentando recordar a partir de que momento le habían empezado a dar igual.
-Francamente lo dudo- No otorgó mayor explicación. Si no habían conseguido aliarse y entenderse en todos aquellos años, habiendo tenido oportunidades, no veía probable aquello de la paz.
El silencio no le incomodaba. Es más, lo agradecía. Poder estar en compañía de personas que no intentaban por todos medios mantener una conversación fluída sin razón algunna era una sensación agradable.
Mentuvo el silencio mientras examinaba su herida a pesar de escuchar su pequeña queja a la que solamente reaccionó inclinándose un poco hacia atrás para que la doctora pudiese acceder mejor, postura que corrigió conforme ella comenzó a dar su opinión sobre sus sintomas.
No tardó en volver a ponerse la ropa que se había quitado, mientras escuchaba el diagnóstico de Arleen. Gruñó algo molesto, no podía permitirse que no desapareciesen aquellas molestias, no podía salir a luchar con aquella desventaja. Asintió pensativo, sin apearse de la cama aún.-Escribiré entonces.
Chascó la lengua por sus condolencias, no teniendo claro como responder a la mujer pero entonces habló de su crío, que por la ecografía apenas tenía tiempo. La dejó hablar, porque cuando se soltaba a hablar al parecer era incansable y no era muy dado a cortar a la gente mientras se explicaba, a menos que fuesen estúpidos. Aunque lo que decía ella le parecía una estupidez muy grande.
-Ya...así que la realeza siguen siendo una panda de imbéciles, magos o no.-Concluyó antes de estirar levemente su espalda tirando hacia atrás los omóplatos.Asintió a lo de la paciencia a pesar de que su ceño se encontraba fruncido y finalmente se incorporó dispuesto a marcharse.
-Continuaré con los ejercicios e intentaré hacerme con algo para escribir hasta tu próxima visita-Porque asumía que iba a recuperarse e incorporarse al trabajo, o al menos le daba a entender a Arleen que eso debía hacer. Giró camino hacia la puerta para dejarla descansar pero antendes de hacerlo paró. Permaneció unos segundos quieto antes de girarse sin poder evitar dar su opinión.
-No le conoces. Puedes tener un compromiso, pero no le conoces.-Soltó seriamente-Le conocerás cuando te pida una galleta o su peluche favorito para dormir. Incluso puede que te caiga mal o que no le soportes en muchas ocasiones.-Paró de hablar mirando de nuevo a la ventana cruzando sus brazos.-Y si te rechazasen por alguien que ni siquiera conocen y que aún es sustituíble .... -Encogió sus hombros-Es que los magos no habéis aprendido nada desde el siglo XVI.
Dio su discurso por finalizado y se dirigió a la puerta, abriéndola.-Por cierto, asumo que sabes que Ana Bolena era una bruja.-La miró desde aquel lugar esbozando una pequeña sonrisa de medio lado-¿Ves?no vivíamos en paz ni cuando nos mezclábamos.
Y tras aquello abandonó la habitación cerrando la puerta para tratar de buscar algo que le sirviese de diario.
-Francamente lo dudo- No otorgó mayor explicación. Si no habían conseguido aliarse y entenderse en todos aquellos años, habiendo tenido oportunidades, no veía probable aquello de la paz.
El silencio no le incomodaba. Es más, lo agradecía. Poder estar en compañía de personas que no intentaban por todos medios mantener una conversación fluída sin razón algunna era una sensación agradable.
Mentuvo el silencio mientras examinaba su herida a pesar de escuchar su pequeña queja a la que solamente reaccionó inclinándose un poco hacia atrás para que la doctora pudiese acceder mejor, postura que corrigió conforme ella comenzó a dar su opinión sobre sus sintomas.
No tardó en volver a ponerse la ropa que se había quitado, mientras escuchaba el diagnóstico de Arleen. Gruñó algo molesto, no podía permitirse que no desapareciesen aquellas molestias, no podía salir a luchar con aquella desventaja. Asintió pensativo, sin apearse de la cama aún.-Escribiré entonces.
Chascó la lengua por sus condolencias, no teniendo claro como responder a la mujer pero entonces habló de su crío, que por la ecografía apenas tenía tiempo. La dejó hablar, porque cuando se soltaba a hablar al parecer era incansable y no era muy dado a cortar a la gente mientras se explicaba, a menos que fuesen estúpidos. Aunque lo que decía ella le parecía una estupidez muy grande.
-Ya...así que la realeza siguen siendo una panda de imbéciles, magos o no.-Concluyó antes de estirar levemente su espalda tirando hacia atrás los omóplatos.Asintió a lo de la paciencia a pesar de que su ceño se encontraba fruncido y finalmente se incorporó dispuesto a marcharse.
-Continuaré con los ejercicios e intentaré hacerme con algo para escribir hasta tu próxima visita-Porque asumía que iba a recuperarse e incorporarse al trabajo, o al menos le daba a entender a Arleen que eso debía hacer. Giró camino hacia la puerta para dejarla descansar pero antendes de hacerlo paró. Permaneció unos segundos quieto antes de girarse sin poder evitar dar su opinión.
-No le conoces. Puedes tener un compromiso, pero no le conoces.-Soltó seriamente-Le conocerás cuando te pida una galleta o su peluche favorito para dormir. Incluso puede que te caiga mal o que no le soportes en muchas ocasiones.-Paró de hablar mirando de nuevo a la ventana cruzando sus brazos.-Y si te rechazasen por alguien que ni siquiera conocen y que aún es sustituíble .... -Encogió sus hombros-Es que los magos no habéis aprendido nada desde el siglo XVI.
Dio su discurso por finalizado y se dirigió a la puerta, abriéndola.-Por cierto, asumo que sabes que Ana Bolena era una bruja.-La miró desde aquel lugar esbozando una pequeña sonrisa de medio lado-¿Ves?no vivíamos en paz ni cuando nos mezclábamos.
Y tras aquello abandonó la habitación cerrando la puerta para tratar de buscar algo que le sirviese de diario.
Se giró a mirarlo con una ceja arqueada -El Ministro me dijo lo mismo. La naturaleza del ser humano o mago reside en el caos. Me niego a creerlo. Sé que hay gente que puede vivir en paz- Frunció el ceño, molesta y luego bajo la vista. Pero no pudo contenerse, volvió a levantar los ojos con ira -¿Qué es lo que os dan de comer allá abajo? ¿Por qué os lavan el cerebro con la guerra? – No encontró respuesta, sólo silencio y más meditación lo que le hizo consciente de que se había ido de la lengua. Se llevó una mano a la sien. Le estaba afectando. Eso pasaba. Sus breves experiencias en el campo la hacían explotar. Siempre había sido terca pero nunca perdía la compostura.
Intentó respirar tranquila para oír aquello de escribir -Incluso el mínimo detalle puede marcar la diferencia- Le hizo saber aunque pediría ayuda del departamento de psicología, aunque desconocían mucho sobre la pila… Lo de la realeza y su comentario hizo que bajara la vista. No le apetecía responder a aquello porque aunque debería haber defendido a su esposo… No sabía cómo iba a reaccionar ante su noticia. Cuando se incorporó le miró el rostro, parecía un poco más recompuesto y su tono de impronta sobre su próxima visita hizo que frunciera el ceño. ¿Acaso no era consciente de su situación? ¿ O sólo era un estúpido egoísta que creía que su salud era lo único que importaba? Le recorrió el rostro con la mirada antes de que le diera la espalda para irse.
Bajó la vista de nuevo, intentando pensar en cómo descansar tras esos minutos intensos pero entonces él se detuvo y volvió a dirigirle la palabra. Una parte de ella quería responderle, rebatirle pero no tenía energía ni fuerzas. Pero cuando habló de Ana, lo miró suspicazmente pero no pudo evitar sonreír levemente-Squib- Corrigió, alzando las cejas y mirándolo con intensidad -La paz es posible- Sentenció antes de que se retirara. Cuando estuvo sola dejó escapar el aire con fuerza y volvió a apretarse contra las sábanas. Antes de ser consciente se encontraba llorando todo lo que había contenido desde que Anteia se había ido. Hasta que se quedó dormida.
____________________
Los días siguientes a su despertar fueron de mal en peor. Su madre se había dedicado, diariamente, a hacerle saber que cada una de sus acciones y decisiones había ido en contra de todo lo que le había enseñado. El único momento en el que se callaba es cuando su padre entraba en escena, pero para entonces ya era tarde para Arleen. Si bien había sido suficiente reconocer sus propios errores, su madre había sido insistente en lo que debía hacer a continuación.
Anteia había venido a revisarla constantemente. Los dolores permanecían a nivel inferior y la rubia le había dicho que era normal. El sangrado había rebajado y según ella era una buena señal. Cada vez que venía lograba tranquilizarla no sólo con sus palabras sino con su poder, Aparentemente, todo el hospital se había enterado de los escándalos de su madre para con Vishous y ella. Anteia había insistido en que el estrés al que la sometía su madre no era bueno y había terminado por prohibirle la entrada, lo que había sido un nuevo escándalo pero que había funcionado para calmar sus nervios.
Una de las mañanas, en las que Arleen leía libros sobre el desarrollo del embrión, Aurora abrió la puerta con una sonrisa leve -Ha despertado. Lo están revisando- La realidad la golpeó con fuerza y la morena tardó en contestar. Miró de nuevo el libro y cerró los ojos. Ya no le quedaban muchas lágrimas después de llorar hasta dormirse cada noche. -¿Puedes llevarme con él?- Aurora hizo una mueca -Pero Arleen...Anteia dijo que …- La morena alzó la mirada hacia ella y alzó los hombros -Si alguien va a decírselo, quiero ser yo. Mi madre irá con él...Le dirá cosas, Aurora…- Advirtió y aquello le cambió el gesto a la rubia que fue a por una silla de ruedas. Con extremo cuidado y la ayuda de otro enfermero la traspasaron a la silla de ruedas.
Aurora avanzó con Arleen por los pasillos y la morena mantuvo las manos en su regazo intentando permanecer tranquila. Le habían avisado del estado de Sayid y Aurora le había conseguido el informe, se había preocupado por él, pero saber que estaba despierto era una buena noticia que...se destruiría ante la de ella. Llegaron cuando uno de los sanadores salía y Aurora metió a Arleen en la habitación, que observó a Sayid a los ojos y sintió todo el peso de sus acciones como un ancla avasallante en el centro del pecho -Os dejaré solos. Estaré afuera Arleen, haré lo que pueda para que no entre- La sanadora ladeó la cabeza y asintió, cuando escuchó la puerta cerrarse tardó en volver la vista hacia Sayid porque no encontraba el valor para enfrentar aquella realidad. Pero... También era terca y debía reconocer sus errores. Volvió la vista hacia él y con la mano hizo que las ruedas de la silla le acercaran a la camilla. Podía sentir la tensión en sus hombros y más allá del dolor físico, el dolor psicológico...Era una grieta en su propia alma. Al observar más de cerca no pudo evitarlo, las lágrimas que creyó que no fluirán corrieron como ríos por sus mejillas -Lo siento...Lo siento, te prometo que no volveré a desobedecer. Te haré caso en todo lo que me digas, en todo lo que me sugieras. Por favor, perdóname, perdóname por todo…No debí...No debí- De haber podido se habría arrodillado para rogarle que la perdonara pero no podía moverse un ápice ni hacer esfuerzo alguno.
Intentó respirar tranquila para oír aquello de escribir -Incluso el mínimo detalle puede marcar la diferencia- Le hizo saber aunque pediría ayuda del departamento de psicología, aunque desconocían mucho sobre la pila… Lo de la realeza y su comentario hizo que bajara la vista. No le apetecía responder a aquello porque aunque debería haber defendido a su esposo… No sabía cómo iba a reaccionar ante su noticia. Cuando se incorporó le miró el rostro, parecía un poco más recompuesto y su tono de impronta sobre su próxima visita hizo que frunciera el ceño. ¿Acaso no era consciente de su situación? ¿ O sólo era un estúpido egoísta que creía que su salud era lo único que importaba? Le recorrió el rostro con la mirada antes de que le diera la espalda para irse.
Bajó la vista de nuevo, intentando pensar en cómo descansar tras esos minutos intensos pero entonces él se detuvo y volvió a dirigirle la palabra. Una parte de ella quería responderle, rebatirle pero no tenía energía ni fuerzas. Pero cuando habló de Ana, lo miró suspicazmente pero no pudo evitar sonreír levemente-Squib- Corrigió, alzando las cejas y mirándolo con intensidad -La paz es posible- Sentenció antes de que se retirara. Cuando estuvo sola dejó escapar el aire con fuerza y volvió a apretarse contra las sábanas. Antes de ser consciente se encontraba llorando todo lo que había contenido desde que Anteia se había ido. Hasta que se quedó dormida.
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Los días siguientes a su despertar fueron de mal en peor. Su madre se había dedicado, diariamente, a hacerle saber que cada una de sus acciones y decisiones había ido en contra de todo lo que le había enseñado. El único momento en el que se callaba es cuando su padre entraba en escena, pero para entonces ya era tarde para Arleen. Si bien había sido suficiente reconocer sus propios errores, su madre había sido insistente en lo que debía hacer a continuación.
Anteia había venido a revisarla constantemente. Los dolores permanecían a nivel inferior y la rubia le había dicho que era normal. El sangrado había rebajado y según ella era una buena señal. Cada vez que venía lograba tranquilizarla no sólo con sus palabras sino con su poder, Aparentemente, todo el hospital se había enterado de los escándalos de su madre para con Vishous y ella. Anteia había insistido en que el estrés al que la sometía su madre no era bueno y había terminado por prohibirle la entrada, lo que había sido un nuevo escándalo pero que había funcionado para calmar sus nervios.
Una de las mañanas, en las que Arleen leía libros sobre el desarrollo del embrión, Aurora abrió la puerta con una sonrisa leve -Ha despertado. Lo están revisando- La realidad la golpeó con fuerza y la morena tardó en contestar. Miró de nuevo el libro y cerró los ojos. Ya no le quedaban muchas lágrimas después de llorar hasta dormirse cada noche. -¿Puedes llevarme con él?- Aurora hizo una mueca -Pero Arleen...Anteia dijo que …- La morena alzó la mirada hacia ella y alzó los hombros -Si alguien va a decírselo, quiero ser yo. Mi madre irá con él...Le dirá cosas, Aurora…- Advirtió y aquello le cambió el gesto a la rubia que fue a por una silla de ruedas. Con extremo cuidado y la ayuda de otro enfermero la traspasaron a la silla de ruedas.
Aurora avanzó con Arleen por los pasillos y la morena mantuvo las manos en su regazo intentando permanecer tranquila. Le habían avisado del estado de Sayid y Aurora le había conseguido el informe, se había preocupado por él, pero saber que estaba despierto era una buena noticia que...se destruiría ante la de ella. Llegaron cuando uno de los sanadores salía y Aurora metió a Arleen en la habitación, que observó a Sayid a los ojos y sintió todo el peso de sus acciones como un ancla avasallante en el centro del pecho -Os dejaré solos. Estaré afuera Arleen, haré lo que pueda para que no entre- La sanadora ladeó la cabeza y asintió, cuando escuchó la puerta cerrarse tardó en volver la vista hacia Sayid porque no encontraba el valor para enfrentar aquella realidad. Pero... También era terca y debía reconocer sus errores. Volvió la vista hacia él y con la mano hizo que las ruedas de la silla le acercaran a la camilla. Podía sentir la tensión en sus hombros y más allá del dolor físico, el dolor psicológico...Era una grieta en su propia alma. Al observar más de cerca no pudo evitarlo, las lágrimas que creyó que no fluirán corrieron como ríos por sus mejillas -Lo siento...Lo siento, te prometo que no volveré a desobedecer. Te haré caso en todo lo que me digas, en todo lo que me sugieras. Por favor, perdóname, perdóname por todo…No debí...No debí- De haber podido se habría arrodillado para rogarle que la perdonara pero no podía moverse un ápice ni hacer esfuerzo alguno.
Sayid Ibn Salah
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Después de caer en el campo de batalla no me había enterado de nada, caí en un profundo sueño del cual me había costado despertar, solo con pequeños cortometrajes que no sabía diferenciar pues bien podrían ser recuerdos o mi propio subconsciente queriendo decirme algo desde el mundo onírico.
Poco a poco fui percibiendo algunos sonidos, movimientos, la voz de mis hermanas y a veces la de mi abuela, parecían preocupadas por algo y cuando por fin abrí los ojos pude percibir claramente algo de la conversación, mi hermana Yaiza estaba poniéndome verde, cómo no -ngh… no me dejas en paz ni cuando duermo…- intenté espabilarme pero el más mínimo movimiento hacía que las secuelas de lo que fuera que me hubiera pasado me dieran un gran dolor. Pedí que me subieran la cama para estar en condiciones decentes y entonces fue cuando pude preguntar por lo que había pasado.
La abuela se sentó con ayuda de su otra nieta mientras mi hermana me contaba lo que había pasado, por suerte el idiota de mi primo no estaba. Pregunté por la misión, la isla, los soldados, la general y sobre todo lo que había ocurrido con SAM, pues para mi, Arleen se había mantenido a salvo en el hospital después de marcharme de urgencias -Mi mujer estará de turno ¿verdad? … habrán tenido mucho trabajo- dije mientras me quejaba por el dolor en el pecho pero no aparté la mirada de las tres mujeres en la habitación que se miraron unas a otras sin decir nada aunque para mi eso tenía un significado, pasaba algo que no me querían decir.
Unos cuantos sanadores entraron a la habitación para verificar mi estado pero mis ojos seguían clavados en mis hermanas, se habían salvado por el momento gracias a los sanadores pero en cuanto salieran de la habitación empezaría el interrogatorio o ese era mi plan. Cuando el grupo de sanadores salió, Arleen apareció por la puerta empujada por su cuñada, la mujer de Fred. Lancé una mirada amenazadora a mis hermanas porque si le había pasado algo tenían que habérmelo dicho en cuanto desperté, por desgracia la abuela no era tan fácil de intimidar. Las mujeres tocaron el hombro de Arleen y salieron junto con Aurora dejándonos solos en la habitación.
Se hizo el silencio durante unos segundos, no sabía cómo sentirme porque si mi hermana no mentía el hospital no sufrió daños así que no me explicaba el estado de Arleen, la miré de arriba a abajo intentando descifrar qué le había pasado exactamente hasta que nuestras miradas se encontraron -¿te encuentras bien?- era lo primero que quería saber sobre ella. La morena se acercó y en cuanto la tuve cerca pude ver la palidez de su piel, claro que no estaba bien pero más allá de su aspecto el torrente de lágrimas que vino después seguido de un mar de disculpas fue lo que me dejó sin el poco aliento que me quedaba.
Ver a la mujer fuerte y entera que solo se vino abajo durante la misión hizo que hilara lo justo para saber que le había ocurrido algo, me moví con gran esfuerzo hacia ella girándome para poder alcanzarla y rozar una de sus mejillas secando las lágrimas que no paraban de rodar por ellas -No sé qué ha pasado pero tranquilízate, mírame Arleen…- esperé a que lo hiciera y levanté su mirada desde la barbilla con un suave toque de mi mano -sea lo que sea ya ha pasado, así que vamos a hablarlo-
Poco a poco fui percibiendo algunos sonidos, movimientos, la voz de mis hermanas y a veces la de mi abuela, parecían preocupadas por algo y cuando por fin abrí los ojos pude percibir claramente algo de la conversación, mi hermana Yaiza estaba poniéndome verde, cómo no -ngh… no me dejas en paz ni cuando duermo…- intenté espabilarme pero el más mínimo movimiento hacía que las secuelas de lo que fuera que me hubiera pasado me dieran un gran dolor. Pedí que me subieran la cama para estar en condiciones decentes y entonces fue cuando pude preguntar por lo que había pasado.
La abuela se sentó con ayuda de su otra nieta mientras mi hermana me contaba lo que había pasado, por suerte el idiota de mi primo no estaba. Pregunté por la misión, la isla, los soldados, la general y sobre todo lo que había ocurrido con SAM, pues para mi, Arleen se había mantenido a salvo en el hospital después de marcharme de urgencias -Mi mujer estará de turno ¿verdad? … habrán tenido mucho trabajo- dije mientras me quejaba por el dolor en el pecho pero no aparté la mirada de las tres mujeres en la habitación que se miraron unas a otras sin decir nada aunque para mi eso tenía un significado, pasaba algo que no me querían decir.
Unos cuantos sanadores entraron a la habitación para verificar mi estado pero mis ojos seguían clavados en mis hermanas, se habían salvado por el momento gracias a los sanadores pero en cuanto salieran de la habitación empezaría el interrogatorio o ese era mi plan. Cuando el grupo de sanadores salió, Arleen apareció por la puerta empujada por su cuñada, la mujer de Fred. Lancé una mirada amenazadora a mis hermanas porque si le había pasado algo tenían que habérmelo dicho en cuanto desperté, por desgracia la abuela no era tan fácil de intimidar. Las mujeres tocaron el hombro de Arleen y salieron junto con Aurora dejándonos solos en la habitación.
Se hizo el silencio durante unos segundos, no sabía cómo sentirme porque si mi hermana no mentía el hospital no sufrió daños así que no me explicaba el estado de Arleen, la miré de arriba a abajo intentando descifrar qué le había pasado exactamente hasta que nuestras miradas se encontraron -¿te encuentras bien?- era lo primero que quería saber sobre ella. La morena se acercó y en cuanto la tuve cerca pude ver la palidez de su piel, claro que no estaba bien pero más allá de su aspecto el torrente de lágrimas que vino después seguido de un mar de disculpas fue lo que me dejó sin el poco aliento que me quedaba.
Ver a la mujer fuerte y entera que solo se vino abajo durante la misión hizo que hilara lo justo para saber que le había ocurrido algo, me moví con gran esfuerzo hacia ella girándome para poder alcanzarla y rozar una de sus mejillas secando las lágrimas que no paraban de rodar por ellas -No sé qué ha pasado pero tranquilízate, mírame Arleen…- esperé a que lo hiciera y levanté su mirada desde la barbilla con un suave toque de mi mano -sea lo que sea ya ha pasado, así que vamos a hablarlo-
La primera pregunta había hecho que negara con la cabeza antes de disculparse. Lo cierto es que era imposible contener lo que llevaba adentro. Había decepcionado a su familia, a su esposo y aunque sus hermanas había sido comprensivas no sabía si hablaban a sus espaldas. No las conocía lo suficiente. Y su abuela...No podía verle a la cara de la vergüenza que tenía y la pequeña autoestima que su madre había logrado mermar.
Aunque intentó secarlas, siguieron saliendo, y Arleen atravesó el nudo en su garganta para coger su mano -No te muevas, no te muevas, Sayid- Repitió cogiéndole la mano y apretándola con fuerza para colocarla en la camilla, aunque no lo soltó pero no quería que se estirara hacia ella. Su historia médica había sido mucho peor que la propia y la operación había sido complicada, no quería ser un problema para él. Lo de tranquilizarse no le era posible pero tenía que hablarlo, tenía que decirlo y saber exactamente cual sería su destino. Alzó la vista hacia él y se mantuvo en silencio durante un momento -Pensé que podría ayudar a Sigrid. Cuando despertó y Belle regresó del laboratorio planearon atrapar a SAM y pedí a Amaya, a dos renegados, que nos acompañaran porque necesitarían un sanador. Sabíamos que el laboratorio estaba bajo ataque y que debíamos atraer y atrapar a SAM… Yo…- Se quedó mirándolo y aunque su rostro había estado ciertamente pasivo mientras los recuerdos fluían, recordar que había sido inservible le dolía. Bajó la mirada y lloró, de nuevo, pero esta vez de forma más silenciosa -Soy una idiota- Murmuró recordando las palabras de Gelion -Pensé que con lo que había aprendido de Giordano podría….crear algo para atraparlo. Pero cuando llegué solo había escombros… Y...y no conseguía nada. Y todo lo que pensaba necesitaba demasiados materiales, no podía pensar qué hacer porque no encontraba nada con qué crear… Cuando SAM llegó todos pudieron hacer algo, todos...Excepto yo. Antes de que Sigrid y Belle lo lograran…- Alzó la vista y miró a Sayid sabiendo que él comprendería a qué se refería sin siquiera decirlo -Intenté protegerme, Amaya también pero no llegó y …- Se quedó en silencio y volvió a bajar la vista. Esta vez sentía todo el cuerpo débil y comenzó a temblar sin darse cuenta, apretó la mano de Sayid con más fuerza y se mantuvo llorando durante un par de minutos más.
-No sabía, Sayid...Te lo juro, no lo sabía…- Finalmente pudo reunir voz para decirlo y alzó la mirada para enfrentar su juicio -Estoy embarazada- Tragó en seco, observando su reacción porque quizás era consciente de lo que vendría a continuación -Y estoy en riesgo- Bajó la cabeza hasta apoyar la frente en su mano, apretando la de él entre las suyas -Lo siento, perdóname...Te juro por lo que más quieras que ahora será una mejor esposa, voy a cuidarme, voy a hacerte caso, voy a hacer todo lo que me digas, te lo juro, Sayid...Perdóname-
Aunque intentó secarlas, siguieron saliendo, y Arleen atravesó el nudo en su garganta para coger su mano -No te muevas, no te muevas, Sayid- Repitió cogiéndole la mano y apretándola con fuerza para colocarla en la camilla, aunque no lo soltó pero no quería que se estirara hacia ella. Su historia médica había sido mucho peor que la propia y la operación había sido complicada, no quería ser un problema para él. Lo de tranquilizarse no le era posible pero tenía que hablarlo, tenía que decirlo y saber exactamente cual sería su destino. Alzó la vista hacia él y se mantuvo en silencio durante un momento -Pensé que podría ayudar a Sigrid. Cuando despertó y Belle regresó del laboratorio planearon atrapar a SAM y pedí a Amaya, a dos renegados, que nos acompañaran porque necesitarían un sanador. Sabíamos que el laboratorio estaba bajo ataque y que debíamos atraer y atrapar a SAM… Yo…- Se quedó mirándolo y aunque su rostro había estado ciertamente pasivo mientras los recuerdos fluían, recordar que había sido inservible le dolía. Bajó la mirada y lloró, de nuevo, pero esta vez de forma más silenciosa -Soy una idiota- Murmuró recordando las palabras de Gelion -Pensé que con lo que había aprendido de Giordano podría….crear algo para atraparlo. Pero cuando llegué solo había escombros… Y...y no conseguía nada. Y todo lo que pensaba necesitaba demasiados materiales, no podía pensar qué hacer porque no encontraba nada con qué crear… Cuando SAM llegó todos pudieron hacer algo, todos...Excepto yo. Antes de que Sigrid y Belle lo lograran…- Alzó la vista y miró a Sayid sabiendo que él comprendería a qué se refería sin siquiera decirlo -Intenté protegerme, Amaya también pero no llegó y …- Se quedó en silencio y volvió a bajar la vista. Esta vez sentía todo el cuerpo débil y comenzó a temblar sin darse cuenta, apretó la mano de Sayid con más fuerza y se mantuvo llorando durante un par de minutos más.
-No sabía, Sayid...Te lo juro, no lo sabía…- Finalmente pudo reunir voz para decirlo y alzó la mirada para enfrentar su juicio -Estoy embarazada- Tragó en seco, observando su reacción porque quizás era consciente de lo que vendría a continuación -Y estoy en riesgo- Bajó la cabeza hasta apoyar la frente en su mano, apretando la de él entre las suyas -Lo siento, perdóname...Te juro por lo que más quieras que ahora será una mejor esposa, voy a cuidarme, voy a hacerte caso, voy a hacer todo lo que me digas, te lo juro, Sayid...Perdóname-
Sayid Ibn Salah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
No dije nada cuando negó con la cabeza a mi pregunta, simplemente seguí interrogando con la mirada sus expresiones, sus movimientos y su condición. Mis hermanas sabían algo pero aún así Arleen no parecía cómoda y simplemente agachó la cabeza hasta que decidió acercarse a mi.
Las lágrimas de la morena me dieron el impulso suficiente como para estirar mis manos hacia ella pero si algo sabía mi mujer era de medicina y ciertamente con el más mínimo movimiento sentía que me desmontaría en mil trozos cual cristal, al menos tuve la oportunidad de secar algunas de sus lágrimas y después ella tomó mi mano. Esperé a que se calmara lo suficiente como para poder hablar.
A pesar de las lágrimas y gimoteos entendí lo que la morena me iba diciendo e iba analizando cada palabra, fijé mi mirada en ella pero no reflejaba ninguna expresión a pesar de estar algo molesto por lo que había hecho, una vez más se había lanzado a la batalla de forma imprudente y había acabado de esa forma, a mi entender, dando más trabajo a sus compañeros en vez de ayudarlos porque de sus habilidades como sanadora no tenía dudas.
Hubo una pequeña pausa mientras ella volvía a llorar y entonces me llevé una mano a la cabeza, demasiado para alguien que acababa de despertar, mucha información que procesar en poco tiempo y sobretodo el esfuerzo que hacía por no reclamarle nada a mi esposa -No eres idiota Arleen, eres cabezota e imprudente…- Giordano salió a relucir en la conversación pero a mi parecer no llevaba el tiempo suficiente como para poder siquiera pensar en usar esas habilidades en batalla, eso lo sabían incluso los alumnos pero por el momento me reservaba el comentario. Al decirme que se sentía inútil terminé suspirando -Eso es lo que sucede cuando no estás en el lugar que es mejor para ti, no te digo que no puedas ayudar en el campo de batalla pero te falta experiencia de campo y habrías sido más útil en el hospital además de haber estado segura, estoy convencido de ello…- Nuevamente las lágrimas se apoderaron de ella, cerré mi mano en torno a la suya con las pocas fuerzas que tenía y esperé a que el torrente cesara.
Una vez más recibí disculpas por parte de Arleen, parecía bastante afligida por lo que había ocurrido y no sería yo quien le diera una carga más grande -Está bien Arleen, sigues aquí, lo único que no tiene solución e… espera… ¿qué has dicho?- mis ojos se abrieron como platos y en seguida la noticia llegó a mi procesador interno… estaba embarazada y eso significaba que iba a tener un hijo… había imaginado ese momento alguna que otra vez pero desde luego no era para nada como lo que estaba ocurriendo, quería un momento feliz y de gozo que pudiera gritar a los cuatro vientos pero en su lugar tenía a mi mujer llorando y el riesgo de perder el niño o hacerse daño. Me quedé mirando al infinito por un momento y pensando que ella no debería estar en esa habitación debería tener la suya propia, descansar, estar tranquila -Tienes que irte Arleen- dije serio de más pero no era por estar enfadado ni molesto, estaba pensando en muchas cosas a futuro, entre ellas cambiar de casa.. si, necesitaba hablar con Sofía y con las personas que estaba construyendo mi nuevo hogar… porque ahora tendría una familia.
Las lágrimas de la morena me dieron el impulso suficiente como para estirar mis manos hacia ella pero si algo sabía mi mujer era de medicina y ciertamente con el más mínimo movimiento sentía que me desmontaría en mil trozos cual cristal, al menos tuve la oportunidad de secar algunas de sus lágrimas y después ella tomó mi mano. Esperé a que se calmara lo suficiente como para poder hablar.
A pesar de las lágrimas y gimoteos entendí lo que la morena me iba diciendo e iba analizando cada palabra, fijé mi mirada en ella pero no reflejaba ninguna expresión a pesar de estar algo molesto por lo que había hecho, una vez más se había lanzado a la batalla de forma imprudente y había acabado de esa forma, a mi entender, dando más trabajo a sus compañeros en vez de ayudarlos porque de sus habilidades como sanadora no tenía dudas.
Hubo una pequeña pausa mientras ella volvía a llorar y entonces me llevé una mano a la cabeza, demasiado para alguien que acababa de despertar, mucha información que procesar en poco tiempo y sobretodo el esfuerzo que hacía por no reclamarle nada a mi esposa -No eres idiota Arleen, eres cabezota e imprudente…- Giordano salió a relucir en la conversación pero a mi parecer no llevaba el tiempo suficiente como para poder siquiera pensar en usar esas habilidades en batalla, eso lo sabían incluso los alumnos pero por el momento me reservaba el comentario. Al decirme que se sentía inútil terminé suspirando -Eso es lo que sucede cuando no estás en el lugar que es mejor para ti, no te digo que no puedas ayudar en el campo de batalla pero te falta experiencia de campo y habrías sido más útil en el hospital además de haber estado segura, estoy convencido de ello…- Nuevamente las lágrimas se apoderaron de ella, cerré mi mano en torno a la suya con las pocas fuerzas que tenía y esperé a que el torrente cesara.
Una vez más recibí disculpas por parte de Arleen, parecía bastante afligida por lo que había ocurrido y no sería yo quien le diera una carga más grande -Está bien Arleen, sigues aquí, lo único que no tiene solución e… espera… ¿qué has dicho?- mis ojos se abrieron como platos y en seguida la noticia llegó a mi procesador interno… estaba embarazada y eso significaba que iba a tener un hijo… había imaginado ese momento alguna que otra vez pero desde luego no era para nada como lo que estaba ocurriendo, quería un momento feliz y de gozo que pudiera gritar a los cuatro vientos pero en su lugar tenía a mi mujer llorando y el riesgo de perder el niño o hacerse daño. Me quedé mirando al infinito por un momento y pensando que ella no debería estar en esa habitación debería tener la suya propia, descansar, estar tranquila -Tienes que irte Arleen- dije serio de más pero no era por estar enfadado ni molesto, estaba pensando en muchas cosas a futuro, entre ellas cambiar de casa.. si, necesitaba hablar con Sofía y con las personas que estaba construyendo mi nuevo hogar… porque ahora tendría una familia.
Tal como había esperado, a diferencia del Sr. Draven, Sayid no le insultaria ni diría realmente lo que pensaba de ella. Tenía demasiada educación, demasiado tacto para decírselo. No pudo responder ni siquiera un ápice a lo de la experiencia en batalla y el hospital, simplemente asintió porque sabía que era la realidad. Debería haberse quedado… pero lo cierto es que con la isla bajo ataque había sentido que debía hacer algo. Belle siempre había necesitado su apoyo, Sigrid le había solicitado a ella… negó con la cabeza, ya ni podía seguir pensando en ello.
Alzó la mirada hacia Sayid cuando le preguntó de nuevo lo que decía - Estoy embarazada- repitió y notó el cambio en su rostro. Apartó la mirada de ella y Arleen sintió que ese era el momento. El silencio se apoderó de los dos y la morena pudo sentir como Sayid se alejaba. Aunque siempre se había mostrado cercano, ahora sentía que había una brecha entre ellos. Ahora era realmente el Descendiente que todo el mundo esperaba y ella solo era … ella. Una idiota.
Las palabras de Sayid le hirieron profundamente pero aunque quería seguir abogando por ella misma le había prometido que haría lo que él dijera. Lo miro un momento más mientras mil escenarios pasaban por su cabeza y en todos ellos, él la repudiaba. Sintió que su estómago se revolvía y… necesitaba alejarse. Movió la mano con suavidad y las ruedas se activaron dirigiéndola hacia la puerta, la abrió y Aurora le dirigió una mirada triste. La ayudó a empujar la silla de ruedas mientras Arleen mantenía la cabeza gacha, sin deseos de ver a la familia de Sayid. -¿Qué has hecho ahora, Arleen? - La voz de su madre resonó por el pasillo y la mujer se estremeció pero Aurora la ignoró y se desvió por otro pasillo. Cuando Eleonore las siguió, Aurora se detuvo y se giró -Tiene prohibido verla. Y si continúa así le pediré a Aldaron que prohíba su entrada al hospital. Nadie necesita sus gritos ni su actitud en un lugar considerado un santuario para los enfermos y para quienes desean recuperarse- Le dijo la rubia con un tono bastante firme, no era la primera vez que, con educación, se enfrentaba a su suegra.
Se dio la vuelta y envío un comunicado a Anteia para que las encontrará en la habitación de Arleen, le preocupaba cómo podría haber ido el encuentro y la salud propia de su cuñada. Al llegar le ayudó a meterse en la cama y la vio ponerse en posición fetal. -Arleen…- Murmuró acariciándole el cabello pero la morena no reaccionó -Me ha dicho que me fuera. ¿Podrías buscar mis cosas en su casa?- Inquirió cuando la puerta se abrió. Vishous ingreso y su rostro muto en el momento exacto en el que vio a su hermana pequeña. Intercambio una mirada con Aurora mientras se acercaba a Arleen, se sentó frente a ella y la obligó a mirarle. Había estado llorando durante un largo rato y aquello no le gustaba. Cuando Arleen le miró le costó mantener la compostura y volvió a llorar con fuerza, Vishous se inclinó y la abrazó. -No quiero volver a casa de mamá- Expresó en un murmullo y Vishous miró a Aurora buscando explicaciones. La rubia tensó los labios -Me ha pedido que busque sus pertenencias en casa del Descendiente. Le ha dicho que se fuera- Su hermano la estrechó un poco más y le acarició la espalda mientras contenía la ira que le quemaba por dentro. Le había amenazado… Se lo había advertido. -Te vienes a mi loft. Estarás cómoda… ¿Puedes empacar sus cosas hoy y llevarlas a mi casa, Aurora?- la rubia asintió y se fue de allí cuando Anteia entró. Ambos se miraron con poca amabilidad pero en cuando Anteia vio lo que sucedía canalizo su magia hacia Arleen que muy poco a poco fue calmandose -¿Puede irse hoy?- Le pregunto Vishous a Anteia que hizo una leve mueca pero aunque mantuvo un largo silencio asintió -Pero dime dónde se encontrará, quiero mantener un control constante- Él asintió y cuando la sanadora se fue, Vishous le dejó un beso en la frente a su hermana -Te prometí que siempre te iba a proteger, no vas a estar sola. Todo va a pasar. Vámonos a casa- Le dijo y después de una media hora en la que Arleen se cambió, Vishous se la llevó a su loft.
Alzó la mirada hacia Sayid cuando le preguntó de nuevo lo que decía - Estoy embarazada- repitió y notó el cambio en su rostro. Apartó la mirada de ella y Arleen sintió que ese era el momento. El silencio se apoderó de los dos y la morena pudo sentir como Sayid se alejaba. Aunque siempre se había mostrado cercano, ahora sentía que había una brecha entre ellos. Ahora era realmente el Descendiente que todo el mundo esperaba y ella solo era … ella. Una idiota.
Las palabras de Sayid le hirieron profundamente pero aunque quería seguir abogando por ella misma le había prometido que haría lo que él dijera. Lo miro un momento más mientras mil escenarios pasaban por su cabeza y en todos ellos, él la repudiaba. Sintió que su estómago se revolvía y… necesitaba alejarse. Movió la mano con suavidad y las ruedas se activaron dirigiéndola hacia la puerta, la abrió y Aurora le dirigió una mirada triste. La ayudó a empujar la silla de ruedas mientras Arleen mantenía la cabeza gacha, sin deseos de ver a la familia de Sayid. -¿Qué has hecho ahora, Arleen? - La voz de su madre resonó por el pasillo y la mujer se estremeció pero Aurora la ignoró y se desvió por otro pasillo. Cuando Eleonore las siguió, Aurora se detuvo y se giró -Tiene prohibido verla. Y si continúa así le pediré a Aldaron que prohíba su entrada al hospital. Nadie necesita sus gritos ni su actitud en un lugar considerado un santuario para los enfermos y para quienes desean recuperarse- Le dijo la rubia con un tono bastante firme, no era la primera vez que, con educación, se enfrentaba a su suegra.
Se dio la vuelta y envío un comunicado a Anteia para que las encontrará en la habitación de Arleen, le preocupaba cómo podría haber ido el encuentro y la salud propia de su cuñada. Al llegar le ayudó a meterse en la cama y la vio ponerse en posición fetal. -Arleen…- Murmuró acariciándole el cabello pero la morena no reaccionó -Me ha dicho que me fuera. ¿Podrías buscar mis cosas en su casa?- Inquirió cuando la puerta se abrió. Vishous ingreso y su rostro muto en el momento exacto en el que vio a su hermana pequeña. Intercambio una mirada con Aurora mientras se acercaba a Arleen, se sentó frente a ella y la obligó a mirarle. Había estado llorando durante un largo rato y aquello no le gustaba. Cuando Arleen le miró le costó mantener la compostura y volvió a llorar con fuerza, Vishous se inclinó y la abrazó. -No quiero volver a casa de mamá- Expresó en un murmullo y Vishous miró a Aurora buscando explicaciones. La rubia tensó los labios -Me ha pedido que busque sus pertenencias en casa del Descendiente. Le ha dicho que se fuera- Su hermano la estrechó un poco más y le acarició la espalda mientras contenía la ira que le quemaba por dentro. Le había amenazado… Se lo había advertido. -Te vienes a mi loft. Estarás cómoda… ¿Puedes empacar sus cosas hoy y llevarlas a mi casa, Aurora?- la rubia asintió y se fue de allí cuando Anteia entró. Ambos se miraron con poca amabilidad pero en cuando Anteia vio lo que sucedía canalizo su magia hacia Arleen que muy poco a poco fue calmandose -¿Puede irse hoy?- Le pregunto Vishous a Anteia que hizo una leve mueca pero aunque mantuvo un largo silencio asintió -Pero dime dónde se encontrará, quiero mantener un control constante- Él asintió y cuando la sanadora se fue, Vishous le dejó un beso en la frente a su hermana -Te prometí que siempre te iba a proteger, no vas a estar sola. Todo va a pasar. Vámonos a casa- Le dijo y después de una media hora en la que Arleen se cambió, Vishous se la llevó a su loft.
Al final acabé de vuelta en la misma habitación de la que me había escapado. Tuve que ser ayudado por Sean y unos médicos que me trajeron hasta la cama. Él fue el único que intentó tranquilizarme, diciendo que se había quedado conmigo mientras estaba solo. Cuando estuve tumbado de nuevo esperé ansioso a que apareciese, necesitaba saber más. - ¡Llama a Sean! ¡nadie sabe nada! - grité a los médicos para que se largasen, impidiendo que me pusiesen nada en el suero. Debía tener razón en eso de que era un mal paciente. Seguí gritando un poco más, a pesar de que me dolía bastante la cabeza.
Sean apareció por fin, con los ojos llorosos como si estuviese realmente preocupado. Se preocupaba mucho para ser simples compañeros de trabajo. - Me querían poner cosas, no les he dejado. No quiero que me dejen como un ornitorrinco brillando bajo la luz ultravioleta. No lo permitiré. - le hice un gesto para que se acercarse, pidiendo que bajase las persianas. Me molestaba la luz, el ruido...todo. Tapé mis ojos con la mano, empezando a murmurar por lo bajo.
- Necesito...saber... - repetí de nuevo, agarrándolo por el brazo para que me mirase. De repente me di cuenta de que mi mano era de metal, así que pegué un grito. Me asusté mucho al ver aquello, soltando a Sean de manera repentina. Miré mi otra mano, que estaba entera por suerte.
- Necesito pruebas para saber quién soy. ¡No puedo calmarme! ¡MI MANO! ¡no está! -
Sean apareció por fin, con los ojos llorosos como si estuviese realmente preocupado. Se preocupaba mucho para ser simples compañeros de trabajo. - Me querían poner cosas, no les he dejado. No quiero que me dejen como un ornitorrinco brillando bajo la luz ultravioleta. No lo permitiré. - le hice un gesto para que se acercarse, pidiendo que bajase las persianas. Me molestaba la luz, el ruido...todo. Tapé mis ojos con la mano, empezando a murmurar por lo bajo.
- Necesito...saber... - repetí de nuevo, agarrándolo por el brazo para que me mirase. De repente me di cuenta de que mi mano era de metal, así que pegué un grito. Me asusté mucho al ver aquello, soltando a Sean de manera repentina. Miré mi otra mano, que estaba entera por suerte.
- Necesito pruebas para saber quién soy. ¡No puedo calmarme! ¡MI MANO! ¡no está! -
Me quedé un momento en la sala pensando en lo que le pasaba a Lucio, esperaba que Aldaron apareciera pronto o cualquier otro para darme un diagnóstico. Alguien del personal se acercó a mi agitado pidiéndome que volviera a la habitación, Lucio no quería atender a razones y tampoco dejaba que le administraran la medicación, me desaparecí enseguida hasta la puerta de la habitación dónde aún estaban las cosas que había llevado tiradas en el suelo, las recogí pidiendo al personal que saliera esperando poder hacer algo por el medimago.
-Mal paciente, te lo dije- bromeé al entrar haciendo un movimiento de mi mano para bajar la persiana, todo parecía molestarle así que también cerré la puerta con magia de la misma forma -No te van a dejar como un ornitorrinco, déjame ver que intentaban ponerte...- eché un vistazo a la medicación y las pociones que dejaron sobre la mesa antes de salir pero Lucio me tomó del brazo llamando mi atención, repitiendo que tenía que saber pero al verse la mano, una vez más, se puso como loco -Para, por favor, te vas a hacer daño... Lucio- no supe muy bien que hacer y solo se me ocurrió abrazarlo, no importaba que me apartara, que se resistiera, solo lo abracé con fuerza esperando poder ayudarlo -Te lo contaré todo, te lo prometo, pero déjate ayudar... aquí nadie te hará daño, no te pasará nada mientras esté contigo... - " te protegeré siempre aunque sea de ti mismo" dije en mi mente terminando aquella frase, una que ya le había dicho al medimago alguna vez.
Canalicé un poco de mi magia en él para calmarlo al igual que hice aquella vez que volvimos del infierno, cuando sentí que estaba un poco mejor me separé de él -te he traído ropa para que te cambies, uno de tus pijamas ¿quieres? creo que estarás más cómodo que con esa bata... también puedes darte una ducha y cuando termines podemos tener una charla, poco a poco ¿de acuerdo? -
-Mal paciente, te lo dije- bromeé al entrar haciendo un movimiento de mi mano para bajar la persiana, todo parecía molestarle así que también cerré la puerta con magia de la misma forma -No te van a dejar como un ornitorrinco, déjame ver que intentaban ponerte...- eché un vistazo a la medicación y las pociones que dejaron sobre la mesa antes de salir pero Lucio me tomó del brazo llamando mi atención, repitiendo que tenía que saber pero al verse la mano, una vez más, se puso como loco -Para, por favor, te vas a hacer daño... Lucio- no supe muy bien que hacer y solo se me ocurrió abrazarlo, no importaba que me apartara, que se resistiera, solo lo abracé con fuerza esperando poder ayudarlo -Te lo contaré todo, te lo prometo, pero déjate ayudar... aquí nadie te hará daño, no te pasará nada mientras esté contigo... - " te protegeré siempre aunque sea de ti mismo" dije en mi mente terminando aquella frase, una que ya le había dicho al medimago alguna vez.
Canalicé un poco de mi magia en él para calmarlo al igual que hice aquella vez que volvimos del infierno, cuando sentí que estaba un poco mejor me separé de él -te he traído ropa para que te cambies, uno de tus pijamas ¿quieres? creo que estarás más cómodo que con esa bata... también puedes darte una ducha y cuando termines podemos tener una charla, poco a poco ¿de acuerdo? -
No estaba seguro de ser tan mal paciente como me decía, y no me fiaba para nada de esas medicinas que habían dejado en la mesa para ponerme. La conspiración del ornitorrinco seguía presente en mi mente, por mucho que Sean dijese que no me iba a pasar nada. No era la única paranoia que tenía, también pensaba que debían haberme dado algo para no acordarme de nada. Querían controlarme. Además, me seguía doliendo la cabeza, otra prueba de ello. Él intentó frenarme cuando me puse más nervioso al ver aquella mano metálica que tanto me desestabilizó. Seguro que había alguien que quería hacerme daño y por eso no tenía mano. Estaba empezando a hiperventilar justo cuando él me abrazó con fuerza. Al principio intenté seguir removiéndome porque estaba muy alterado, pero poco a poco me fui quedando quieto, sintiendo algo de calma con el paso de los segundos. Finalmente dejé de luchar, abandonándome a sus brazos e incluso buscando consuelo en ellos. Había alguna cosa en él me resultaba familiar, como cuando un olor te hace recordar algo del pasado. - Prométeme que no me harán más daño, que me ayudarás a recordar...- susurré contra su hombro de modo lastimoso y los ojos empañados. Sus palabras y su abrazo eran lo único que había conseguido darme algo de paz mental desde que desperté.
Acabé aceptando el pijama que me tendió cuando nos separamos, saliendo de la cama de manera silenciosa y algo torpe para ir hacia el baño que había en la habitación. Durante la ducha intenté seguir calmado como había estado segundos antes, aunque me esforcé en disipar la neblina mental para ver si me venía alguna imagen. Una luz cegadora me hizo taparme el ojo por el que no veía bien, pero todo estaba en mi cabeza. Pasados unos minutos salí de la ducha, ya con el pijama que me había dado Sean. Volví a la cama para tumbarme, cansado por el poco esfuerzo que había hecho. Era el momento de tener esa charla que me había prometido.
- Me ha cegado una luz, justo en el ojo. - le conté mientras señalaba uno de mis ojos con el dedo. Después volví a mirar mi mano de metal, alzándola para que me hablase de eso. - Sé que quieren matarme. Por eso estoy aquí. Ahora mismo podrías contarme una historia, pero no sé si es cierto o no. A lo mejor estoy aquí encerrado. ¿Estoy loco? ¿O tenemos enemigos que nos acechan en algún lado? ¿Por qué te quedas conmigo si eres un compañero de trabajo?
Acabé aceptando el pijama que me tendió cuando nos separamos, saliendo de la cama de manera silenciosa y algo torpe para ir hacia el baño que había en la habitación. Durante la ducha intenté seguir calmado como había estado segundos antes, aunque me esforcé en disipar la neblina mental para ver si me venía alguna imagen. Una luz cegadora me hizo taparme el ojo por el que no veía bien, pero todo estaba en mi cabeza. Pasados unos minutos salí de la ducha, ya con el pijama que me había dado Sean. Volví a la cama para tumbarme, cansado por el poco esfuerzo que había hecho. Era el momento de tener esa charla que me había prometido.
- Me ha cegado una luz, justo en el ojo. - le conté mientras señalaba uno de mis ojos con el dedo. Después volví a mirar mi mano de metal, alzándola para que me hablase de eso. - Sé que quieren matarme. Por eso estoy aquí. Ahora mismo podrías contarme una historia, pero no sé si es cierto o no. A lo mejor estoy aquí encerrado. ¿Estoy loco? ¿O tenemos enemigos que nos acechan en algún lado? ¿Por qué te quedas conmigo si eres un compañero de trabajo?
Lucio se resistía a mi pero cuanto más lo hacía, más me aferraba a él, cerré los ojos y los brazos a su alrededor con las pocas fuerzas que tenía pues aún me encontraba un poco convaleciente de mis propias heridas después de la batalla, por suerte la magia hizo su efecto y por fin pude suspirar tranquilo, al final incluso parecía que me iba a corresponder y solo pude esconder mi rostro en su cuello intentando no hacerme falsas esperanzas pero sin embargo queriendo agarrarme a ese clavo ardiendo -Te lo prometo, nadie te hará daño, estaré contigo- quise que ese momento durara un poco más y como siempre era él el que me reconfortaba a mi aunque esta vez no fuera consciente de ello.
Cuando por fin decidí soltarle me pasé las mangas del jersey por los ojos intentando disimular las lágrimas que se me acumulaban en los ojos y acto seguido le di el pijama ayudándolo a levantarse para ir al baño sin estar muy seguro de si sería correcto entrar con él a la ducha o no. Me dejé caer un momento en el sofá y descansé la vista, mi cuerpo me decía que estaba agotado pero mi mente no paraba, ahora necesitaba ayuda de un médico especialista, tal vez Mei o Catherine que pudieran investigar o buscar en la mente de Lucio... no sabía todos los detalles pero no podría tratarse de un encantamiento obliviate, los robots no podían hacer eso así que nada quedaba para mi, no podía ayudarlo.
Me quedé un rato más en ese limbo entre la consciencia y el sueño intentando dar con una solución hasta que escuché la puerta del baño abrirse. Sonreí al verlo con su pijama, al menos parecía un poco más él, me levanté para ayudarlo a tumbarse y cubrirlo con la manta. Llevaba el cabello desordenado así que se lo eché hacia atrás como solía llevarlo -Así está mejor- dije antes de que me comentara algo de una luz en su ojo algo que me pareció extraño, llevé la mano a su rostro para poder verlo mejor pero a simple vista no había diferencia -Tiene que verte un Médico, le enviaré un mensaje a Aldaron para que venga a verte mañana, me atrevería a decir que es uno de tus mejores amigos, así que estarás bien y yo no me iré... ¿sientes algo más?- pregunté mientras le enviaba el mensaje al elfo
"Aldaron, siento mucho molestarte pero Lucio ha desperdado y tiene una perdida total de la memoria, sé que es navidad pero ¿puedo pedirte que vengas a verlo mañana? está muy nervioso así que por hoy yo estaré pendiente de él, no quiere que nadie del personal lo vea.
Espero que pases una feliz noche buena y gracias por todo"
Lucio parecía demasiado interesado en su mano metálica y sobre una especie de conspiración que no iba muy desencaminada de la realidad -es algo muy largo de contar... supongo que debo empezar por lo básico y lo primero que debes saber es que la magia existe desde que el mundo es mundo- intenté que no me tomara él a mi por loco y sonreí de lado antes de hacer un movimiento leve con mi mano hasta que un pequeño pajarillo hecho con un patronus apareció en la palma de mi mano, dio un par de saltitos hasta lucio con su luz cálida antes de echar a volar por la habitación y al final desvanecerse -Nosotros somos magos de sangre pura, descendientes de grandes magos conocidos a lo largo de la historia, tu eres descendiente de Galeno, gran médico y cirujano en el imperio romano- hice una pequeña pausa a ver si aquello más o menos le iba entrando en la cabeza -Formamos parte de algo que se llama el consejo de los 20, encargados de preservar y transmitir el conocimiento de la magia y vivimos aquí, en ouroboros, un refugio para los que son como nosotros y un templo del saber...- volví a hacer una pausa pues ahora venía la mala noticia -por desgracia llevamos en guerra con los no mágicos demasiado tiempo, hace un año fuiste secuestrado y cuando volviste te faltaba una mano, la que llevas ahora te la hizo Gio, descendiente de Da vinci y otro buen amigo-
Algo en la mirada de Lucio me decía que era suficiente, mucha información que procesar así que por el momento eso era todo lo que iba a contarle -Aquí estamos seguros, estamos protegidos por barreras mágicas así que no pueden encontrarnos- me giré hacia la puerta del baño haciendo que el colgante con la piedra lunar de protección volara hacia él y una vez más se lo puse alrededor del cuello pero esta vez con mis propias manos -Este colgante genera una barrera de protección , estarás más seguro con él -. La pregunta sobre nuestra relación ya me parecía demasiado para una misma noche así que simplemente evadí la pregunta -son suficientes preguntas por hoy, debes estar agotado, duerme un poco y mañana seguimos con las peguntas, creo que podrás procesarlo mejor por la mañana-
Cuando por fin decidí soltarle me pasé las mangas del jersey por los ojos intentando disimular las lágrimas que se me acumulaban en los ojos y acto seguido le di el pijama ayudándolo a levantarse para ir al baño sin estar muy seguro de si sería correcto entrar con él a la ducha o no. Me dejé caer un momento en el sofá y descansé la vista, mi cuerpo me decía que estaba agotado pero mi mente no paraba, ahora necesitaba ayuda de un médico especialista, tal vez Mei o Catherine que pudieran investigar o buscar en la mente de Lucio... no sabía todos los detalles pero no podría tratarse de un encantamiento obliviate, los robots no podían hacer eso así que nada quedaba para mi, no podía ayudarlo.
Me quedé un rato más en ese limbo entre la consciencia y el sueño intentando dar con una solución hasta que escuché la puerta del baño abrirse. Sonreí al verlo con su pijama, al menos parecía un poco más él, me levanté para ayudarlo a tumbarse y cubrirlo con la manta. Llevaba el cabello desordenado así que se lo eché hacia atrás como solía llevarlo -Así está mejor- dije antes de que me comentara algo de una luz en su ojo algo que me pareció extraño, llevé la mano a su rostro para poder verlo mejor pero a simple vista no había diferencia -Tiene que verte un Médico, le enviaré un mensaje a Aldaron para que venga a verte mañana, me atrevería a decir que es uno de tus mejores amigos, así que estarás bien y yo no me iré... ¿sientes algo más?- pregunté mientras le enviaba el mensaje al elfo
"Aldaron, siento mucho molestarte pero Lucio ha desperdado y tiene una perdida total de la memoria, sé que es navidad pero ¿puedo pedirte que vengas a verlo mañana? está muy nervioso así que por hoy yo estaré pendiente de él, no quiere que nadie del personal lo vea.
Espero que pases una feliz noche buena y gracias por todo"
Lucio parecía demasiado interesado en su mano metálica y sobre una especie de conspiración que no iba muy desencaminada de la realidad -es algo muy largo de contar... supongo que debo empezar por lo básico y lo primero que debes saber es que la magia existe desde que el mundo es mundo- intenté que no me tomara él a mi por loco y sonreí de lado antes de hacer un movimiento leve con mi mano hasta que un pequeño pajarillo hecho con un patronus apareció en la palma de mi mano, dio un par de saltitos hasta lucio con su luz cálida antes de echar a volar por la habitación y al final desvanecerse -Nosotros somos magos de sangre pura, descendientes de grandes magos conocidos a lo largo de la historia, tu eres descendiente de Galeno, gran médico y cirujano en el imperio romano- hice una pequeña pausa a ver si aquello más o menos le iba entrando en la cabeza -Formamos parte de algo que se llama el consejo de los 20, encargados de preservar y transmitir el conocimiento de la magia y vivimos aquí, en ouroboros, un refugio para los que son como nosotros y un templo del saber...- volví a hacer una pausa pues ahora venía la mala noticia -por desgracia llevamos en guerra con los no mágicos demasiado tiempo, hace un año fuiste secuestrado y cuando volviste te faltaba una mano, la que llevas ahora te la hizo Gio, descendiente de Da vinci y otro buen amigo-
Algo en la mirada de Lucio me decía que era suficiente, mucha información que procesar así que por el momento eso era todo lo que iba a contarle -Aquí estamos seguros, estamos protegidos por barreras mágicas así que no pueden encontrarnos- me giré hacia la puerta del baño haciendo que el colgante con la piedra lunar de protección volara hacia él y una vez más se lo puse alrededor del cuello pero esta vez con mis propias manos -Este colgante genera una barrera de protección , estarás más seguro con él -. La pregunta sobre nuestra relación ya me parecía demasiado para una misma noche así que simplemente evadí la pregunta -son suficientes preguntas por hoy, debes estar agotado, duerme un poco y mañana seguimos con las peguntas, creo que podrás procesarlo mejor por la mañana-
Dejé que me echase el pelo hacia atrás cuando regresé a la cama, ya más confiado de que podía estar seguro en su presencia. Luego repetí por lo bajo el nombre del que, según él, era uno de mis mejores amigos. Ese nombre tampoco me sonaba de nada. Volví a taparme el ojo con la mano no metálica, quejándome de dolor de cabeza cuando me preguntó si sentía algo más. A partir de ahí me pareció que estaba alucinando con todo lo que empezó a contarme sobre la magia, especialmente ante aquella demostración del pajarillo de luz brillante.
- No...no puede ser. Esto tiene que estar en mi cabeza. No existen, no... debo estar loco y por eso no me acuerdo. Por eso veo cosas. ¿Cómo sé que esto es real? ¿Lo que sólo está en nuestras mentes es la realidad? ¿Somos cerebros metidos en tanques sintiendo? ¿Qué somos? ¿Cómo sabes que no eres algo que no existe? ¿Y si eres una simulación o el sueño de alguien? - repetí varias veces negando casi de manera automática, sin asimilar demasiado esa realidad. Empecé a agobiarme de nuevo, haciendo que eso intensificase el dolor de cabeza.
Luego vino todo lo demás, como que yo era mago y descendiente de alguien importante, que vivíamos en un lugar llamado Ouroboros y que estábamos en guerra con los no mágicos. No podía comparar con mi verdad, así que mi única opción era creer a ciegas todo eso que no asimilaba. Empecé a tener miedo. Debían odiarme mucho para quitarme una mano. Le miré con cara de desamparo, mucho más asustado que antes. La verdad no era tranquilizadora.
- ¿Estás seguro de eso? ¿estamos a salvo? - pregunté bastante nervioso mientras me ponía de nuevo aquella piedra al cuello. Tuve que cerrar los ojos un momento al sentir que me mareaba, aceptando finalmente lo de descansar y dejar las preguntas para después. - Si no sabes quién eres no eres nadie...pero eres sí eres alguien para quien recuerda quién eres. - seguí repitiendo eso por lo bajo de manera un tanto incoherente, hasta quedar aparentemente dormido.
- No...no puede ser. Esto tiene que estar en mi cabeza. No existen, no... debo estar loco y por eso no me acuerdo. Por eso veo cosas. ¿Cómo sé que esto es real? ¿Lo que sólo está en nuestras mentes es la realidad? ¿Somos cerebros metidos en tanques sintiendo? ¿Qué somos? ¿Cómo sabes que no eres algo que no existe? ¿Y si eres una simulación o el sueño de alguien? - repetí varias veces negando casi de manera automática, sin asimilar demasiado esa realidad. Empecé a agobiarme de nuevo, haciendo que eso intensificase el dolor de cabeza.
Luego vino todo lo demás, como que yo era mago y descendiente de alguien importante, que vivíamos en un lugar llamado Ouroboros y que estábamos en guerra con los no mágicos. No podía comparar con mi verdad, así que mi única opción era creer a ciegas todo eso que no asimilaba. Empecé a tener miedo. Debían odiarme mucho para quitarme una mano. Le miré con cara de desamparo, mucho más asustado que antes. La verdad no era tranquilizadora.
- ¿Estás seguro de eso? ¿estamos a salvo? - pregunté bastante nervioso mientras me ponía de nuevo aquella piedra al cuello. Tuve que cerrar los ojos un momento al sentir que me mareaba, aceptando finalmente lo de descansar y dejar las preguntas para después. - Si no sabes quién eres no eres nadie...pero eres sí eres alguien para quien recuerda quién eres. - seguí repitiendo eso por lo bajo de manera un tanto incoherente, hasta quedar aparentemente dormido.
Al parecer Lucio sentía un fuerte dolor de cabeza además de aquella luz en el ojo, por desgracia mis conocimientos médicos no eran ni remotamente adecuados para tomar un diagnóstico o poder ayudarlo, lo poco que podía hacer por él era tranquilizarlo y responder a todas sus preguntas, algo que la verdad no acabó muy bien.
Descubrir que existía la magia no le sentó muy bien, en seguida empezó a cuestionarse su realidad y a dudar una vez más de todo en medio de su estado de alteración, me acerqué y tomé su mano con firmeza esperando que me mirara a los ojos -Lucio, no estás loco, solo has perdido la memoria... no puedo decirte que creas en esta realidad, a veces las cosas cambian y todos podemos llegar a pensar que se trata de un sueño o una pesadilla pero depende de ti tomar la decisión de aceptar el momento que vives ahora o no...- pude ver el dolor reflejado en su rostro y empezaba a preocuparme que tal vez se debiera todo a daños más graves a nivel interno, canalicé un poco de mi magia para curar o al menos menguar su dolor echando un vistazo a las pociones en la mesa, tal vez podría convencerlo para las bebiera.
Seguí con mi resumen de todo lo que ocurría a nivel general pero al nerviosismo ahora se sumaba el miedo, al menos sus expresiones no habían cambiado y podía leerlas, le puse la piedra al cuello una vez más y la activé solo para que se quedara más tranquilo -Estás a salvo- no podía asegurar que toda la isla lo estaba pero al menos a él no le pasaría nada. Cuando por fin cerró los ojos dejando las preguntas con aquella frase final volví a al sillón que había sido mi cama durante la última semana, velé por su sueño hasta que su respiración pareció cambiar -... yo te recuerdo...- dije mientras miraba el anillo en mi mano una vez más pero me invadía aquel sentimiento de tristeza, teníamos tantos planes de futuro y aún así se habían visto truncados por un nuevo obstáculo, casi parecía que el mundo se oponía a nuestra relación.
Me quedé un rato pensando en todo aquello sintiendo que de nuevo se me encogía el corazón, miré el reloj y por la hora que era ya todo el mundo estaría cenando y celebrando la navidad, me levanté y miré por la ventana de la habitación todas las luces de la zona residencial y sin embargo las de nuestra casa estarían apagadas, la chimenea sin fuego y desde luego no habría olor a chocolate, todo aquello carecía de sentido pero al girarme y ver a Lucio durmiendo sentía que al menos podría estar a su lado, me acerqué a la cama y le di un beso en la frente -Feliz navidad Lucio...- dije antes de volver a mi sillón e intentar conciliar el sueño.
Descubrir que existía la magia no le sentó muy bien, en seguida empezó a cuestionarse su realidad y a dudar una vez más de todo en medio de su estado de alteración, me acerqué y tomé su mano con firmeza esperando que me mirara a los ojos -Lucio, no estás loco, solo has perdido la memoria... no puedo decirte que creas en esta realidad, a veces las cosas cambian y todos podemos llegar a pensar que se trata de un sueño o una pesadilla pero depende de ti tomar la decisión de aceptar el momento que vives ahora o no...- pude ver el dolor reflejado en su rostro y empezaba a preocuparme que tal vez se debiera todo a daños más graves a nivel interno, canalicé un poco de mi magia para curar o al menos menguar su dolor echando un vistazo a las pociones en la mesa, tal vez podría convencerlo para las bebiera.
Seguí con mi resumen de todo lo que ocurría a nivel general pero al nerviosismo ahora se sumaba el miedo, al menos sus expresiones no habían cambiado y podía leerlas, le puse la piedra al cuello una vez más y la activé solo para que se quedara más tranquilo -Estás a salvo- no podía asegurar que toda la isla lo estaba pero al menos a él no le pasaría nada. Cuando por fin cerró los ojos dejando las preguntas con aquella frase final volví a al sillón que había sido mi cama durante la última semana, velé por su sueño hasta que su respiración pareció cambiar -... yo te recuerdo...- dije mientras miraba el anillo en mi mano una vez más pero me invadía aquel sentimiento de tristeza, teníamos tantos planes de futuro y aún así se habían visto truncados por un nuevo obstáculo, casi parecía que el mundo se oponía a nuestra relación.
Me quedé un rato pensando en todo aquello sintiendo que de nuevo se me encogía el corazón, miré el reloj y por la hora que era ya todo el mundo estaría cenando y celebrando la navidad, me levanté y miré por la ventana de la habitación todas las luces de la zona residencial y sin embargo las de nuestra casa estarían apagadas, la chimenea sin fuego y desde luego no habría olor a chocolate, todo aquello carecía de sentido pero al girarme y ver a Lucio durmiendo sentía que al menos podría estar a su lado, me acerqué a la cama y le di un beso en la frente -Feliz navidad Lucio...- dije antes de volver a mi sillón e intentar conciliar el sueño.
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