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Los casos más críticos reciben una supervisión más profunda
Comienzo a despertar en el hospital un día después de que me hayan traído y me hayan atendido los médicos, dejándome en la zona de terapia intensiva. Al principio lo único que escucho es el pitido de las máquinas que nos monitorizan, como un sonido lejano. El dolor en todo el cuerpo aún persiste, aunque en menor medida. Algo peor es el dolor de cabeza por culpa de aquella onda de choque mental, un ataque al que nunca me había enfrentado. Unos segundos más y nos habría matado a todos. Al abrir los ojos me encuentro con que estoy en la cama de un hospital, aunque al principio me cuesta un poco ubicarme. Creo que es el de Ouroboros, porque el del bosque está en un estado más desastroso. - Por poco...
Ladeo la cabeza para ver quién hay por allí, localizando en las otras camas a alguno de los que estaban luchando ahí abajo, sobre todo gente de la brigada. Por ahora parece que no hay nadie más en la sala, mi médicos ni acompañantes, así que no sé si la batalla seguirá en marcha todavía. No me extrañaría que la Alianza la hubiese liado después de eso del dragón. Lo han tratado como si fuese una cosa, no quiero ni imaginar lo que me cabrearía a mi que hiciesen eso con Svart. El pequeño dragón negro no se ha separado de mí desde que me trajo, con sus formas un poco brutas. Lo encuentro durmiendo hecho un ovillo a los pies de mi cama, machacándome un poco las piernas por eso de que ya está bastante crecidito.
- Es como esos perros grandes que siguen pensando que son pequeños y juegan como si lo fueran.- murmuro modo gruñón, aunque en realidad me alegra que esté aquí, como un compañero fiel. Resoplo al intentar incorporarme, sin éxito a la primera. Me dejo caer otra vez sobre la almohada, mirando hacia la mesa que hay al lado de la cama. Ahí han dejado mis cosas, entre ellas la moneda comunicadora. Estiro la mano para cogerla, dándole un par de vueltas entre mis dedos. Quiero preguntar qué ha pasado en la gruta, si ha habido pelea al final o no. Lo que no sé es a quién preguntarle, tampoco es que sea amigo de ninguno de los que había allí. Se me pasa también por la cabeza el mandar un mensaje a Juliet, que tal vez le haya extrañado que me marche así de la posada. Me paso unos minutos pensando qué escribirle, hasta que por fin mando el mensaje, algo así como:
Dejo la moneda de nuevo al lado de la cama, pasando algunos minutos más mirando al techo. No tardo mucho en volver a quedarme dormido, entre el sonido rítmico de los ronquidos de Svart, el ruido de las máquinas y mi propio cansancio.
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PS: 1 + 20 (por día de curación en hospital)= 21
Ladeo la cabeza para ver quién hay por allí, localizando en las otras camas a alguno de los que estaban luchando ahí abajo, sobre todo gente de la brigada. Por ahora parece que no hay nadie más en la sala, mi médicos ni acompañantes, así que no sé si la batalla seguirá en marcha todavía. No me extrañaría que la Alianza la hubiese liado después de eso del dragón. Lo han tratado como si fuese una cosa, no quiero ni imaginar lo que me cabrearía a mi que hiciesen eso con Svart. El pequeño dragón negro no se ha separado de mí desde que me trajo, con sus formas un poco brutas. Lo encuentro durmiendo hecho un ovillo a los pies de mi cama, machacándome un poco las piernas por eso de que ya está bastante crecidito.
- Es como esos perros grandes que siguen pensando que son pequeños y juegan como si lo fueran.- murmuro modo gruñón, aunque en realidad me alegra que esté aquí, como un compañero fiel. Resoplo al intentar incorporarme, sin éxito a la primera. Me dejo caer otra vez sobre la almohada, mirando hacia la mesa que hay al lado de la cama. Ahí han dejado mis cosas, entre ellas la moneda comunicadora. Estiro la mano para cogerla, dándole un par de vueltas entre mis dedos. Quiero preguntar qué ha pasado en la gruta, si ha habido pelea al final o no. Lo que no sé es a quién preguntarle, tampoco es que sea amigo de ninguno de los que había allí. Se me pasa también por la cabeza el mandar un mensaje a Juliet, que tal vez le haya extrañado que me marche así de la posada. Me paso unos minutos pensando qué escribirle, hasta que por fin mando el mensaje, algo así como:
Reiv Black escribió: Ya terminé lo que fui a cotillear. ¿Sigues en la posada? Si no es así podemos vernos en otro sitio, todavía te debo tu regalo de cumpleaños y tú el mío. R.B.
Dejo la moneda de nuevo al lado de la cama, pasando algunos minutos más mirando al techo. No tardo mucho en volver a quedarme dormido, entre el sonido rítmico de los ronquidos de Svart, el ruido de las máquinas y mi propio cansancio.
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PS: 1 + 20 (por día de curación en hospital)= 21
Me gustaría pensar que no hubo mucho que hacer por resistirme.
Por resistirme a las pesadillas donde terminaba por lastimar en el fondo de una cueva a gente conocida. Les conocía, pues les había visto con anterioridad en el Moulin.
Y ahora que intentaba abrir los ojos, solo podía recordar una y otra vez las imágenes de aquella gran oscuridad y todo lo que había causado. Cerré los ojos al instante cuando logré abrirlos. La luz de la habitación fue demasiado. Demasiado brillante, y quizás también demasiado pura. Algo se había roto y no había sido dentro del sueño, sino dentro del alma. Había un gran espacio, más oscuro incluso que las sombras, que abarcaba mi memoria y mis pensamientos.
Aspiré aire, como si mis pulmones no se hubieran llenado en horas. Y parecía que así había sido. Me lo indicaba una mascarilla sobre mi rostro, los sonidos de hospital, el ir y venir de la gente que estaba a cargo, quizás eran enfermeras.
Traté de arrancar la máscara, pero estaba pegada con plomo a mi rostro. O era en realidad que no tenía la suficiente fuerza para removerla. La dejé estar. Después de todo, solo me impedía hablar coherentemente.
Miré alrededor. No había nadie, excepto un chico al que había visto el día que Indira me permitió quedarse en el Moulin.
Las pesadillas habían terminado por el momento. Y sentía que no había abierto los ojos en días, así traté de recordar, aún recostada y con la mirada perdida en los puntos de los azulejos del techo.
Por resistirme a las pesadillas donde terminaba por lastimar en el fondo de una cueva a gente conocida. Les conocía, pues les había visto con anterioridad en el Moulin.
Y ahora que intentaba abrir los ojos, solo podía recordar una y otra vez las imágenes de aquella gran oscuridad y todo lo que había causado. Cerré los ojos al instante cuando logré abrirlos. La luz de la habitación fue demasiado. Demasiado brillante, y quizás también demasiado pura. Algo se había roto y no había sido dentro del sueño, sino dentro del alma. Había un gran espacio, más oscuro incluso que las sombras, que abarcaba mi memoria y mis pensamientos.
Aspiré aire, como si mis pulmones no se hubieran llenado en horas. Y parecía que así había sido. Me lo indicaba una mascarilla sobre mi rostro, los sonidos de hospital, el ir y venir de la gente que estaba a cargo, quizás eran enfermeras.
Traté de arrancar la máscara, pero estaba pegada con plomo a mi rostro. O era en realidad que no tenía la suficiente fuerza para removerla. La dejé estar. Después de todo, solo me impedía hablar coherentemente.
Miré alrededor. No había nadie, excepto un chico al que había visto el día que Indira me permitió quedarse en el Moulin.
Las pesadillas habían terminado por el momento. Y sentía que no había abierto los ojos en días, así traté de recordar, aún recostada y con la mirada perdida en los puntos de los azulejos del techo.
Vuelvo a despertarme transcurrido un espacio indeterminado de tiempo para mí, no sé si han pasado horas, una noche o cuánto tiempo exactamente. Me encuentro algo desorientado al abrir los ojos, ya que al no haber ventanas no tengo ni idea de si es de día o de noche. En esta ocasión me encuentro algo mejor que la primera vez que me desperté, ya que no me duele tanto la cabeza ni el cuerpo. Seguro que han estado chutándome bastantes drogas a través del gotero, por la vía que tengo puesta en el brazo. Suspiro con resignación, mirando hacia los pies de mi cama para ver si Svart sigue allí. El dragón se ve que se ha aburrido de esperar a que despierte y se ha bajado de la cama, aunque no sé dónde se habrá metido. Me incorporo lentamente hasta sentarme, buscándolo con la mirada. - ¿dónde se habrá metido...? - murmuro entornando los ojos mientras paseo la vista por el resto de camas. Me percato entonces de que una de las chicas que había tiradas en la entrada de la cueva ha despertado. No es que la conozca mucho, pero me suena del Moulin. Por ahora no le digo nada, antes echo mano a la moneda comunicadora que tengo en la mesa para ver si tengo mensaje de Juliet. Frunzo el ceño al leer lo que pone, no me esperaba que estuviese con Thalos. Ese tío es problemático y siempre anda en líos, no creo que sea una buena idea.
- Tch...unirme. No tengo otra cosa que hacer. - farfullo algo contrariado, releyendo otra vez eso del favor. - ¿Qué clase de favor? ¿y por qué piensa que no seguían en pie las celebraciones? - hablo un rato más conmigo mismo antes de responder, porque no sé me ocurre qué poner. Incluso pienso en dejar pasar más rato sin contestar. Finalmente aprieto las letras de la moneda para formar un mensaje que enviar.
Dejo la moneda a un lado, mirándola con los ojos entornados como si esperase que sonase pronto. Como eso no sucede decido hablar a la compañera de unas cuantas camas más allá. - Ey, superviviente del monstruo demoníaco, ¿cómo te encuentras? ¿sabes si va a pasar pronto el médico para darnos el alta o ...? - en ese momento veo a Svart aparecer debajo de una cama para empezar a morder los cables de una de las máquinas del paciente que está en esa cama, haciendo que el aparato empiece a pitar casi como una alarma de seguridad.
- ¡Svart, no! ¡deja eso! - esta vez no uso el lenguaje de dragón, que sé que el muy puñetero me entiende bien en lengua común cuando quiere. El dragón me mira con cara de que pasa, volviendo a mordisquear los cables. Si tuviera comida para ofrecerle conseguiría que cambiase rápidamente de opinión, pero no nos han traído nada de comer por ahora.
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5 días*20= 100
PS: 21 + 100= 121
- Tch...unirme. No tengo otra cosa que hacer. - farfullo algo contrariado, releyendo otra vez eso del favor. - ¿Qué clase de favor? ¿y por qué piensa que no seguían en pie las celebraciones? - hablo un rato más conmigo mismo antes de responder, porque no sé me ocurre qué poner. Incluso pienso en dejar pasar más rato sin contestar. Finalmente aprieto las letras de la moneda para formar un mensaje que enviar.
Reiv Black escribió:Creo que no podré ir por ahora. Ten cuidado con Thalos y sus asuntos, sólo trae problemas. Y claro que sigue en pie lo otro, pero si estás muy ocupada lo dejamos para luego...
Dejo la moneda a un lado, mirándola con los ojos entornados como si esperase que sonase pronto. Como eso no sucede decido hablar a la compañera de unas cuantas camas más allá. - Ey, superviviente del monstruo demoníaco, ¿cómo te encuentras? ¿sabes si va a pasar pronto el médico para darnos el alta o ...? - en ese momento veo a Svart aparecer debajo de una cama para empezar a morder los cables de una de las máquinas del paciente que está en esa cama, haciendo que el aparato empiece a pitar casi como una alarma de seguridad.
- ¡Svart, no! ¡deja eso! - esta vez no uso el lenguaje de dragón, que sé que el muy puñetero me entiende bien en lengua común cuando quiere. El dragón me mira con cara de que pasa, volviendo a mordisquear los cables. Si tuviera comida para ofrecerle conseguiría que cambiase rápidamente de opinión, pero no nos han traído nada de comer por ahora.
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5 días*20= 100
PS: 21 + 100= 121
Mis pensamientos cambiaron de prioridad cuando comencé a escuchar a otra persona hablando en la habitación. Giré el rostro, observando cómo peleaba con él mismo. Me pregunté si en realidad tendría daño mental o si solamente le gustaba hablar con él mismo, cosa que a mi me agradaba.
El que me llamara por "superviviente" me lanzó la loca idea de que todo lo que había pasado no era solo un mal sueño como creí. De ser real, muchas personas debían estar malheridas por mi culpa.- ¿Entonces sí pasó? ¿Sí hubo un monstruo demoniaco que me poseyó? ¿Herí a muchas personas? - Tuve que preguntar. Aunque mi voz salió un poco más rasposa de lo que pensé que sería, de cualquier modo salió.- Me... Me duele la cabeza. No he visto a ningún doctor.
Y aquello de que no hubiera doctores era lo más extraño. Cuando yo fungí como enfermera me pasaba a cada minuto revisando a los pacientes. Mi interés cambió del techo al suelo, viendo a Svart mientras mordisqueaba cosas. Tenía la actitud de un perro pequeño y parecía agradable. Sobre todo, me fascinaba porque nunca había visto un dragón de cerca.
El que me llamara por "superviviente" me lanzó la loca idea de que todo lo que había pasado no era solo un mal sueño como creí. De ser real, muchas personas debían estar malheridas por mi culpa.- ¿Entonces sí pasó? ¿Sí hubo un monstruo demoniaco que me poseyó? ¿Herí a muchas personas? - Tuve que preguntar. Aunque mi voz salió un poco más rasposa de lo que pensé que sería, de cualquier modo salió.- Me... Me duele la cabeza. No he visto a ningún doctor.
Y aquello de que no hubiera doctores era lo más extraño. Cuando yo fungí como enfermera me pasaba a cada minuto revisando a los pacientes. Mi interés cambió del techo al suelo, viendo a Svart mientras mordisqueaba cosas. Tenía la actitud de un perro pequeño y parecía agradable. Sobre todo, me fascinaba porque nunca había visto un dragón de cerca.
La pobre muchacha parece bastante más desorientada de lo que estaba yo al principio, ni siquiera tiene claro lo del monstruo. Tampoco es que yo me haya enterado de mucho, ni sé a cuánta gente ha poseído, en realidad sólo llegué a tiempo para combatir a esa cosa, y sólo porque me enteré del jaleo por medio de la moneda. Si que recuerdo lo que sucedió la vez anterior, cuando una especie de masa oscura poseyó a varias personas, yo entre ellos. En mi caso sí que recordaba lo sucedido, ella parece que no se acuerda de mucho. - Eso parece. Pero no fuiste la única, había muchas personas tiradas en el suelo cuando llegué. Supongo que también fueron poseídos. - me encojo de hombros, pues tampoco estoy seguro de mi afirmación. - Ni idea...pero es lo más probable. Sufrí algo parecido hace algún tiempo, y me comporté como un auténtico gilipollas. - confieso para que se vaya haciendo a la idea de que sí, de que ha debido hacer daño a gente. Yo incluso ataqué a mi hermano, pero por aquella época todavía le guardaba mucho rencor. Permitir entrar a esa cosa malvada dentro de mí sólo fue para tener la excusa para matarlo, además de conseguir más poder.
- Normal que te duela la cabeza. A mi también me molesta todavía...aunque menos que hace unas horas. Nos lanzaron un puto ataque mental o algo así, nunca lo había sufrido, pero todos los que estábamos allí caímos al suelo cuando aquello pasó. ¿De verdad no recuerdas nada en absoluto? -
me toca dejar de hablar con Charlotte para regañar a Svart y decirle que deje de hacer eso, aunque el muy rebelde pasa de mí unos segundos más. Voy a levantarme de la cama para ir a detenerlo yo mismo, pero antes de que eso suceda acuden varios enfermeros por el jaleo que está montando el joven dragón. Svart se escabulle entre las camas al verlos, escapando cual delincuente al que han pillado en pleno crimen. Me doy un palmada en la frente cuando desaparece de la sala, escabulléndose al jardín. No me preocupo por él, ya se conoce el sitio de sobra y aquí está a salvo. Los enfermeros que acudieron se encargan de poner en orden la máquina que ha estropeado el dragón, regañándome después a mí por no controlarlo. Voy a protestar para argumentar en mi defensa, pero no me dejan hacer mucho porque uno de ellos viene a revisarme. El otro pasa a revisar a Charlotte, comprobando su estado general. - ¿Ya podemos marcharnos? - pregunto arqueando la ceja cuando después de unos minutos terminan de revisar que estemos en condiciones para irnos. Éstos nos dan el visto bueno, permitiendo que salgamos cuando queramos pero aconsejando que no nos esforcemos mucho por el momento.
Me vuelvo a fijar en la moneda comunicadora de nuevo, que entre hablar, el jaleo de Svart y la revisión médica no he podido revisar si había nuevos mensajes. Tanto punto suspensivo me da mala espina, parece como si no se creyese lo que le estoy diciendo. Aunque luego parece contradictorio, porque dice que podemos vernos si quiero, como dejándolo a mi elección. Eso es un "tú verás" de toda la vida, tiene una segunda lectura. Me pongo a responder rápidamente, aunque borro y reescribo varias veces hasta tener la respuesta definitiva.
PS: 150 (completo, han pasado muchos días)
- Normal que te duela la cabeza. A mi también me molesta todavía...aunque menos que hace unas horas. Nos lanzaron un puto ataque mental o algo así, nunca lo había sufrido, pero todos los que estábamos allí caímos al suelo cuando aquello pasó. ¿De verdad no recuerdas nada en absoluto? -
me toca dejar de hablar con Charlotte para regañar a Svart y decirle que deje de hacer eso, aunque el muy rebelde pasa de mí unos segundos más. Voy a levantarme de la cama para ir a detenerlo yo mismo, pero antes de que eso suceda acuden varios enfermeros por el jaleo que está montando el joven dragón. Svart se escabulle entre las camas al verlos, escapando cual delincuente al que han pillado en pleno crimen. Me doy un palmada en la frente cuando desaparece de la sala, escabulléndose al jardín. No me preocupo por él, ya se conoce el sitio de sobra y aquí está a salvo. Los enfermeros que acudieron se encargan de poner en orden la máquina que ha estropeado el dragón, regañándome después a mí por no controlarlo. Voy a protestar para argumentar en mi defensa, pero no me dejan hacer mucho porque uno de ellos viene a revisarme. El otro pasa a revisar a Charlotte, comprobando su estado general. - ¿Ya podemos marcharnos? - pregunto arqueando la ceja cuando después de unos minutos terminan de revisar que estemos en condiciones para irnos. Éstos nos dan el visto bueno, permitiendo que salgamos cuando queramos pero aconsejando que no nos esforcemos mucho por el momento.
Me vuelvo a fijar en la moneda comunicadora de nuevo, que entre hablar, el jaleo de Svart y la revisión médica no he podido revisar si había nuevos mensajes. Tanto punto suspensivo me da mala espina, parece como si no se creyese lo que le estoy diciendo. Aunque luego parece contradictorio, porque dice que podemos vernos si quiero, como dejándolo a mi elección. Eso es un "tú verás" de toda la vida, tiene una segunda lectura. Me pongo a responder rápidamente, aunque borro y reescribo varias veces hasta tener la respuesta definitiva.
------------Reiv Black escribió:He tenido algunos problemas, se me complicó el asunto al que fui, ya te explicaré. No sé tú, pero yo sí quiero que nos veamos, mejor hablar en persona. Te espero en el Moulin Noir dentro de unas horas.
PS: 150 (completo, han pasado muchos días)
Las imágenes no salían de mi cabeza. Daban vueltas. Y solo pudo concentrarme cuando el pitido de una de las máquinas me alertó. El dragón negro salió corriendo tan rápido que fue cómico y a la vez trágico. Al menos evadió el regaño.
Me sentí extraña de saber que había hecho bastantes cosas malas en un instante que me parecía tan pequeño. Ni siquiera recordaba haber salido del Moulin. Suspiré suavemente, tratando de sacar las malas imágenes de mi cabeza, un tanto reconfortada por saber que no había sido la única tonta que se dejó poseer.
- ¿Esto ya había pasado? ¿Y cómo nos liberaron? - Demasiadas preguntas, y realmente no quería respuestas.- No, recuerdo, pero creí que era un mal sueño. No pensé que fuera real.- Aclaré rápidamente.
Afortunadamente los doctores vinieron antes de lo que creí a darnos el alta. Aún me sentía algo débil, pero supuse que no sería tan grave. Si nos dejaban ir, debía estar todo bien.
- ¿Un ataque mental dijiste? - Pregunté recordando lo que decía hace rato.- Wow, hay una primera vez para todo. He visto ataques físicos, de agua, de viento, de fuego, de hielo, de tierra... pero nunca uno mental. Quizás porque no se ven, pero nunca los había "visto".
Me levanté despacio hasta sentarme al borde de la cama, dando la espalda a Reiv mientras miraba fijamente mis cosas, recordando si había salido con algo más del Moulin. Lo último que recordaba era un dolor en el pecho y una nube negra que traspasaba mi pecho de lado a lado.
- ¿A ti no te embrujaron esta vez?
Me sentí extraña de saber que había hecho bastantes cosas malas en un instante que me parecía tan pequeño. Ni siquiera recordaba haber salido del Moulin. Suspiré suavemente, tratando de sacar las malas imágenes de mi cabeza, un tanto reconfortada por saber que no había sido la única tonta que se dejó poseer.
- ¿Esto ya había pasado? ¿Y cómo nos liberaron? - Demasiadas preguntas, y realmente no quería respuestas.- No, recuerdo, pero creí que era un mal sueño. No pensé que fuera real.- Aclaré rápidamente.
Afortunadamente los doctores vinieron antes de lo que creí a darnos el alta. Aún me sentía algo débil, pero supuse que no sería tan grave. Si nos dejaban ir, debía estar todo bien.
- ¿Un ataque mental dijiste? - Pregunté recordando lo que decía hace rato.- Wow, hay una primera vez para todo. He visto ataques físicos, de agua, de viento, de fuego, de hielo, de tierra... pero nunca uno mental. Quizás porque no se ven, pero nunca los había "visto".
Me levanté despacio hasta sentarme al borde de la cama, dando la espalda a Reiv mientras miraba fijamente mis cosas, recordando si había salido con algo más del Moulin. Lo último que recordaba era un dolor en el pecho y una nube negra que traspasaba mi pecho de lado a lado.
- ¿A ti no te embrujaron esta vez?
Por fin puedo sentarme en el borde de la cama, ahora que por fin me han quitado los aparatos que monitorizaban y la vía del brazo por la que iban los medicamentos. Los enfermeros nos dejan a solas tras poner a los pues de nuestras camas ropas de Ouroboros para que podamos cambiarnos, ya que las nuestras han quedado algo inservibles. El diseño es el que usan para los aprendices de Ouroboros para las clases que no requieran entrenamientos físicos, así que se componen de pantalón formal, camisa y jersey oscuro con el símbolo de Ouroboros bordado en hilo plateado. Cojo las ropas que nos han entregado, levantándome de la cama para ir hacia la de Charlotte. Todavía me siento algo débil y con un poco dolor de cabeza, pero prefiero irme a quedarme aquí más rato. Apoyo una mano en la baranda de su cama, intentando responder a sus preguntas poco a poco.
- Pasó hace unos años, pero fue un tanto diferente. En esta ocasión no sé cómo os liberaron, llegué tarde. La vez anterior creo que sellaron a la criatura esa en Stonehenge, yo no me enteré muy bien porque estaba poseído. Tranquila...acabará pasando, aunque recuerdes las cosa que hiciste. - la chica sigue alucinando con lo sucedido, y no es para menos. Lo del ataque mental fue nuevo, la vez anterior no sucedió nada así. Me aparto un poco para dejar que se incorpore y se afiance antes de levantarse de la cama. - No, esta vez me libré. Esperemos que no regrese ningún puto demonio de esos de nuevo. - mientras espero a que recoja sus cosas recibo un mensaje a la moneda, la cual no he soltado en todo el rato para estar de nuevo pendiente de los mensajes. Se me dibujo una pequeña sonrisa en el rostro al leer lo que pone, aunque esta vez no respondo de vuelta porque la voy a ver enseguida. Me guardo de nuevo la moneda, marchando después cada uno al aseo correspondiente para ducharnos antes de vestirnos con la ropa que nos han dado. Cuando terminamos nos reencontramos en la salida del hospital, donde nos entregan los papeles de alta antes de marcharnos. Luego nos desaparecemos de allí los dos, rumbo al Moulin.
- Pasó hace unos años, pero fue un tanto diferente. En esta ocasión no sé cómo os liberaron, llegué tarde. La vez anterior creo que sellaron a la criatura esa en Stonehenge, yo no me enteré muy bien porque estaba poseído. Tranquila...acabará pasando, aunque recuerdes las cosa que hiciste. - la chica sigue alucinando con lo sucedido, y no es para menos. Lo del ataque mental fue nuevo, la vez anterior no sucedió nada así. Me aparto un poco para dejar que se incorpore y se afiance antes de levantarse de la cama. - No, esta vez me libré. Esperemos que no regrese ningún puto demonio de esos de nuevo. - mientras espero a que recoja sus cosas recibo un mensaje a la moneda, la cual no he soltado en todo el rato para estar de nuevo pendiente de los mensajes. Se me dibujo una pequeña sonrisa en el rostro al leer lo que pone, aunque esta vez no respondo de vuelta porque la voy a ver enseguida. Me guardo de nuevo la moneda, marchando después cada uno al aseo correspondiente para ducharnos antes de vestirnos con la ropa que nos han dado. Cuando terminamos nos reencontramos en la salida del hospital, donde nos entregan los papeles de alta antes de marcharnos. Luego nos desaparecemos de allí los dos, rumbo al Moulin.
Tras abandonar el barco en la playa, dejando alli a algunos miembros de mi Brigada, aparecí en la entrada del hospital de Ouroboros, en cual ya habia estado alguna vez. Esperaba que no se pusieran muy pedo mientras yo no estaba, porque no queria perderme el momento, pero habia cosas mas importantes que atender ahora mismo, como el estado de una de mis compañeras de fechorias, la cual me tenia muy preocupado desde que pasó lo del demonio.
Me presenté y dije que venía a visitar a Mérida Pyro, entonces asintieron y me guiaron por las instalaciones. Pregunté por su estado por el camino pero no me dieron mucha informacion, solo que su recuperacion iba muy lenta.
Lo cual me provocó un bufido, no me gustaba que se andasen con rodeos. Finalmente me soltaron que aun no se habia despertado desde aquello y yo mentalmente me puse a echar cuentas...pero...si habian pasado un monton de días...semanas quizá? Como era posible? Acabé preguntando si su vida corría peligro y me dijeron que de momento, no. Finalmente...
-Hay algo que pueda hacer yo? - la tipica pregunta. Me dijeron que no y abrieron la puerta de su cuarto, le habian dejado una habitacion a ella sola, asi que entré y cerré tras de mi. La pelirroja dormía en su cama enganchada a un par de cables que medían sus constantes vitales. Me acerqué a ella y paré al lado de su cama, saludandola con una sonrisa.
-Ey! como está mi bateadora favorita? - acerqué una silla, y me senté a su lado, me quedaría alli a darle coba. Antes habia pensado en secuestrarla para llevarmela al barco con los demas, pero ahora, viendola asi...me di cuenta de que no iba a ser posible. Que quizá pasase aqui una temporada larga. Pero no se me ocurrio ni por un momento pensar que no lo lograría. - Ya veo...así que escaqueándote del trabajo....no me parece bien, que lo sepas. Te vas a perder una buena fiesta, alli abajo. Pero...no te preocupes, cuando tu te despiertes haremos otra. Lo importante ahora es que te recuperes. Lo hiciste muy bien Mérida, aguantaste lo tuyo... - estiré mi mano y agarré la suya, dándole un apretón y dejándola ahi. - Eran cuatro strikes, cierto?
Me presenté y dije que venía a visitar a Mérida Pyro, entonces asintieron y me guiaron por las instalaciones. Pregunté por su estado por el camino pero no me dieron mucha informacion, solo que su recuperacion iba muy lenta.
Lo cual me provocó un bufido, no me gustaba que se andasen con rodeos. Finalmente me soltaron que aun no se habia despertado desde aquello y yo mentalmente me puse a echar cuentas...pero...si habian pasado un monton de días...semanas quizá? Como era posible? Acabé preguntando si su vida corría peligro y me dijeron que de momento, no. Finalmente...
-Hay algo que pueda hacer yo? - la tipica pregunta. Me dijeron que no y abrieron la puerta de su cuarto, le habian dejado una habitacion a ella sola, asi que entré y cerré tras de mi. La pelirroja dormía en su cama enganchada a un par de cables que medían sus constantes vitales. Me acerqué a ella y paré al lado de su cama, saludandola con una sonrisa.
-Ey! como está mi bateadora favorita? - acerqué una silla, y me senté a su lado, me quedaría alli a darle coba. Antes habia pensado en secuestrarla para llevarmela al barco con los demas, pero ahora, viendola asi...me di cuenta de que no iba a ser posible. Que quizá pasase aqui una temporada larga. Pero no se me ocurrio ni por un momento pensar que no lo lograría. - Ya veo...así que escaqueándote del trabajo....no me parece bien, que lo sepas. Te vas a perder una buena fiesta, alli abajo. Pero...no te preocupes, cuando tu te despiertes haremos otra. Lo importante ahora es que te recuperes. Lo hiciste muy bien Mérida, aguantaste lo tuyo... - estiré mi mano y agarré la suya, dándole un apretón y dejándola ahi. - Eran cuatro strikes, cierto?
Mérida Pyro
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Estar en coma es estar en la banca del partido todo el tiempo, pero mirando hacia la pared con el casco puesto y unas orejeras porque es invierno y hace frío. A veces coges algún retazo de sonido, otras nada. Eso, por supuesto, se queda en tu subconsciente. El resto del tiempo se cree que sueñas, a veces monitorean la actividad cerebral y debe ser eso lo que muestra, los sueños. El sobresalto cuando te caes de un abismo, el asco cuando sueñas que no tienes dientes. El calor de un hogar familiar que hace latir tu corazón con más ritmo.
Sin embargo, sola en aquella camilla el estímulo era mínimo. Salir de un estado de posesión no es fácil, menos aún por el tiempo que estuviste poseída, el poderío del demonio pero si a ello sumamos las críticas heridas y hemorragias que había sufrido Mérida...Tenemos un cuadro peligroso. Mortal. Pero lo superó. Y se quedó tendida. Un saludo cálido en la mañana y otro en la noche para ajustar los medicamos, coordinar y revisar los signos vitales, anotar en la historia clínica. A veces le acomodaban la almohada o la arropaban mejor. También la aseaban todos los días pero ella no lo recordaba.
Cuando llegó Lykaios no hubo ninguna diferencia palpable. Su evolución física había ido viento en popa pero no parecía querer despertar de su sueño eterno. La familiaridad de Lykaios realmente la golpeó como una ola de calor. Es como si le hubiesen sacado las orejeras y luego el casco. También parecía verano.
Eran cuatro strikes, cierto?
Una de las máquinas lanzó un pitido agudo antes de lanzar varios más repetitivos dando fe de la arritmia que había provocado en Mérida. ¿Sabían que la Pyro era REALMENTE fanática del béisbol? ¿Que no sólo le gustaba jugar sino compartir el deporte con sus amigos y con su familia, la Brigada? ¡Que el líder de la BDLMG no supiera que eran tres strikes le provocó una reacción fatal! Había usado la misma frase antes de que ella perdiera el conocimiento.
Las alarmas sonaron en seguida llamando la atención de las enfermeras que entraron mirando a Lykaios con reticencia -¿Qué has hecho?- Cuestionaron con nerviosismo antes de acercarse a Mérida, apartándolo un poco y rompiendo el contacto físico de una manera casi brutal. Al cabo de un par de minutos lograron estabilizarla a un ritmo cardíaco aceptable y se quedaron contemplandola un momento esperando que se mantuviera así. Para su sorpresa, abrió los ojos.
La francesa tenía unos bonitos ojos azules, claros y profundos como el mar del Caribe le había dicho su padre alguna vez. Le costó muchísimo enfocarse. De pronto es como si sus sentidos estuvieran muy amplificados. Los sonidos eran estridentes. Oyó claramente a una de las enfermeras soltar una expresión sobre santo Galeno o algo. Otra empezó a hablarle diciendo que estaba bien, tratando de que lo hiciera todo despacio pero Mérida no llegaba a entenderle nada. Movió los dedos con suavidad sintiendo entonces los fríos cables que estaban rodeandole el cuerpo. También sentía la boca seca y le dolía la garganta, no encontraba la manera de hablar. Bajó la mirada encontrandose entonces con el cuerpo en la cama conectado a quien sabe cuántos cables habidos y por haber, por primera vez en su vida. Alzó las manos con el ceño fruncido mientras le seguían hablando y aturdiéndola. A través de sus dedos observó entonces a Lykaios, su melena azul inconfundible y de pronto los recuerdos la golpearon de una manera tan brusca que la agobiaron un poco más. Recordaba exactamente lo que había hecho, cómo los había herido, las cosas que le había dicho a su jefe y pronto se le humedecieron los ojos mientras flexionaba dos dedos de su mano derecha mientras lo miraba con un deje de desespero.
Eran tres strikes, Lykaios. ¡Estás out!
Sin embargo, sola en aquella camilla el estímulo era mínimo. Salir de un estado de posesión no es fácil, menos aún por el tiempo que estuviste poseída, el poderío del demonio pero si a ello sumamos las críticas heridas y hemorragias que había sufrido Mérida...Tenemos un cuadro peligroso. Mortal. Pero lo superó. Y se quedó tendida. Un saludo cálido en la mañana y otro en la noche para ajustar los medicamos, coordinar y revisar los signos vitales, anotar en la historia clínica. A veces le acomodaban la almohada o la arropaban mejor. También la aseaban todos los días pero ella no lo recordaba.
Cuando llegó Lykaios no hubo ninguna diferencia palpable. Su evolución física había ido viento en popa pero no parecía querer despertar de su sueño eterno. La familiaridad de Lykaios realmente la golpeó como una ola de calor. Es como si le hubiesen sacado las orejeras y luego el casco. También parecía verano.
Eran cuatro strikes, cierto?
Una de las máquinas lanzó un pitido agudo antes de lanzar varios más repetitivos dando fe de la arritmia que había provocado en Mérida. ¿Sabían que la Pyro era REALMENTE fanática del béisbol? ¿Que no sólo le gustaba jugar sino compartir el deporte con sus amigos y con su familia, la Brigada? ¡Que el líder de la BDLMG no supiera que eran tres strikes le provocó una reacción fatal! Había usado la misma frase antes de que ella perdiera el conocimiento.
Las alarmas sonaron en seguida llamando la atención de las enfermeras que entraron mirando a Lykaios con reticencia -¿Qué has hecho?- Cuestionaron con nerviosismo antes de acercarse a Mérida, apartándolo un poco y rompiendo el contacto físico de una manera casi brutal. Al cabo de un par de minutos lograron estabilizarla a un ritmo cardíaco aceptable y se quedaron contemplandola un momento esperando que se mantuviera así. Para su sorpresa, abrió los ojos.
La francesa tenía unos bonitos ojos azules, claros y profundos como el mar del Caribe le había dicho su padre alguna vez. Le costó muchísimo enfocarse. De pronto es como si sus sentidos estuvieran muy amplificados. Los sonidos eran estridentes. Oyó claramente a una de las enfermeras soltar una expresión sobre santo Galeno o algo. Otra empezó a hablarle diciendo que estaba bien, tratando de que lo hiciera todo despacio pero Mérida no llegaba a entenderle nada. Movió los dedos con suavidad sintiendo entonces los fríos cables que estaban rodeandole el cuerpo. También sentía la boca seca y le dolía la garganta, no encontraba la manera de hablar. Bajó la mirada encontrandose entonces con el cuerpo en la cama conectado a quien sabe cuántos cables habidos y por haber, por primera vez en su vida. Alzó las manos con el ceño fruncido mientras le seguían hablando y aturdiéndola. A través de sus dedos observó entonces a Lykaios, su melena azul inconfundible y de pronto los recuerdos la golpearon de una manera tan brusca que la agobiaron un poco más. Recordaba exactamente lo que había hecho, cómo los había herido, las cosas que le había dicho a su jefe y pronto se le humedecieron los ojos mientras flexionaba dos dedos de su mano derecha mientras lo miraba con un deje de desespero.
Eran tres strikes, Lykaios. ¡Estás out!
De pronto, una maquina empezó a pitar de modo agudo y estresante. Me perforó los timpanos a base de bien y pegué un bote por la alarma, estuve a punto de sacar la katana, muy bestia yo, hasta que me di cuenta que era un trasto de esos de salud.
-Mérida? Que te pasa? - pregunté a la pelirroja zarandeando un poco su mano. Ya iba a ponerme a chillar que necesitaba un doctor cuando la puerta se abrió con violencia y me empujaron para apartarme de ella. A lo cual me indigné bastante pero estaba demasiado preocupado como para quejarme.
-Yo?! Que voy a hacer! Hablarle de beisbol, que es lo que le gusta! - les dije cruzando mis brazos tras ellas, pero siguiendo sin perder detalle cada cosa que le hacian para estabilizarla y lograr que aquello dejase de pitar como si se nos fuese a morir. Yo tambien estaba nervioso y cargaba mi peso de un pie a otro intentando ver mejor a traves de las espaldas de las enfermeras, pero aun mantenia mis brazos cruzados.
Cuando finalmente lo lograron, me acerqué un poco mas suponiendo que ya no desearian matarme, y la miré. Para mi sorpresa, la vi abrir los ojos y aquello me hizo sonreir de oreja a oreja, el ver por fin aquellos ojos tan claritos abiertos de nuevo. Pero estaba obviamente desorientada y aun le llevó largos segundos hasta que fijó su vista en mi. Apreté aun mas la sonrisa con las cejas alzadas cuando levantó tres dedos y me "echó la bronca" por haberme vuelto a confundir en el numero de strikes. Cosa que habia hecho a posta...ciertamente sabia que eran tres strikes, pero siempre me gustaba añadirle una oportunidad mas.
-De out nada! - me abrí paso entre las enfermeras para acercarme mas a ella, fijandome en la cara que tenía. - Esta bien, esta bien, tres strikes! no te enfades Pyro.... lo decía para ver si espabilabas...joder...y si llego a decir algo de que el pitcher es quien batea ya te levantas corriendo directamente? - le sonreí, acercándome un poco mas. - ¿como te encuentras?
-Mérida? Que te pasa? - pregunté a la pelirroja zarandeando un poco su mano. Ya iba a ponerme a chillar que necesitaba un doctor cuando la puerta se abrió con violencia y me empujaron para apartarme de ella. A lo cual me indigné bastante pero estaba demasiado preocupado como para quejarme.
-Yo?! Que voy a hacer! Hablarle de beisbol, que es lo que le gusta! - les dije cruzando mis brazos tras ellas, pero siguiendo sin perder detalle cada cosa que le hacian para estabilizarla y lograr que aquello dejase de pitar como si se nos fuese a morir. Yo tambien estaba nervioso y cargaba mi peso de un pie a otro intentando ver mejor a traves de las espaldas de las enfermeras, pero aun mantenia mis brazos cruzados.
Cuando finalmente lo lograron, me acerqué un poco mas suponiendo que ya no desearian matarme, y la miré. Para mi sorpresa, la vi abrir los ojos y aquello me hizo sonreir de oreja a oreja, el ver por fin aquellos ojos tan claritos abiertos de nuevo. Pero estaba obviamente desorientada y aun le llevó largos segundos hasta que fijó su vista en mi. Apreté aun mas la sonrisa con las cejas alzadas cuando levantó tres dedos y me "echó la bronca" por haberme vuelto a confundir en el numero de strikes. Cosa que habia hecho a posta...ciertamente sabia que eran tres strikes, pero siempre me gustaba añadirle una oportunidad mas.
-De out nada! - me abrí paso entre las enfermeras para acercarme mas a ella, fijandome en la cara que tenía. - Esta bien, esta bien, tres strikes! no te enfades Pyro.... lo decía para ver si espabilabas...joder...y si llego a decir algo de que el pitcher es quien batea ya te levantas corriendo directamente? - le sonreí, acercándome un poco mas. - ¿como te encuentras?
Mérida Pyro
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La voz de Lykaios empieza a tranquilizarla un poco porque parece no odiarla de momento. Lo cierto es que tenía sentimientos encontrados y aún se sentía vaga y distraída, aunque por fin estaba en posesión de su cuerpo no se sentía del todo bien. Movía suavemente las manos tratando de hacerse con el movimiento de su cuerpo mientras Lykaios se acercaba, finalmente lo observó suspirando. Negó entonces con la cabeza cuando le preguntó como estaba porque ni siquiera sabía cómo responder a eso, agarró su mano apretandola y empezando a hacer puchero.
Se llevó la mano libre, arrastrando los cables, hacia el rostro para tapárselo en cuanto comenzó a llorar. Los recuerdos seguían atormentándola de tal manera que estaba sin habla alguna. Suspiró sonoramente sus mocos mientras las enfermeras empezaban a preocuparse por su estado, evidentemente, aunque estable su corazón latía con bastante fuerza por el estrés que estaba viviendo...Las consecuencias de que un demonio ocupara su cuerpo y le hiciera hacer todas esas horribles cosas en contra de sus amigos. Recordaba haber herido a Yaroslav y también a Lykaios, incluso al nigromante que intentaba detenerlo todo.
Entre hipidos y llantos apretó con más fuerza la mano de Lykaios -Lo siento- Susurró con voz rasposa. Sentía tantas cosas...Haber entrado sola a aquella gruta y seguir avanzando incluso cuando los refuerzos no estaban, haber sido lo suficientemente débil para no poder combatir al demonio y no tener la fuerza para detenerlo cuando hería a sus amigos. De sólo pensar en ello se ponía a llorar otra vez. Una de las enfermeras se desvió hacia uno de los armarios para sacar los calmantes y empezó a inyectarlo en la vía endovenosa que tenía Mérida, pues su estado podía llegar a romper con su la frágil salud que tenía actualmente.
Se llevó la mano libre, arrastrando los cables, hacia el rostro para tapárselo en cuanto comenzó a llorar. Los recuerdos seguían atormentándola de tal manera que estaba sin habla alguna. Suspiró sonoramente sus mocos mientras las enfermeras empezaban a preocuparse por su estado, evidentemente, aunque estable su corazón latía con bastante fuerza por el estrés que estaba viviendo...Las consecuencias de que un demonio ocupara su cuerpo y le hiciera hacer todas esas horribles cosas en contra de sus amigos. Recordaba haber herido a Yaroslav y también a Lykaios, incluso al nigromante que intentaba detenerlo todo.
Entre hipidos y llantos apretó con más fuerza la mano de Lykaios -Lo siento- Susurró con voz rasposa. Sentía tantas cosas...Haber entrado sola a aquella gruta y seguir avanzando incluso cuando los refuerzos no estaban, haber sido lo suficientemente débil para no poder combatir al demonio y no tener la fuerza para detenerlo cuando hería a sus amigos. De sólo pensar en ello se ponía a llorar otra vez. Una de las enfermeras se desvió hacia uno de los armarios para sacar los calmantes y empezó a inyectarlo en la vía endovenosa que tenía Mérida, pues su estado podía llegar a romper con su la frágil salud que tenía actualmente.
Tomé su mano notando la fuerza que hacia mientras las enfermeras nos miraban, pero lo peor de todo realmente fue que al preguntarle como estaba, ella negase con la cabeza. Empecé a pensar, y supuse que ademas de tener el cuerpo agotado y agarrotado, debia de sentirse mal porque..bueno, no debe de dejar una sensacion gustosa el que un demonio se haya estado paseando por tu cuerpo como si fuese su apartamento de Benidorm, haciendo todo tipo de guarrerias en sus habitaciones...
Con mi autoejemplo mental, creí entender un poco mejor a la chica. Comenzó a llorar sin mediar mas palabra y yo la miré preocupado.
-Ey, Mérida.
Le dije con voz suave, correspondiendo a su apretón de mano. Pero siguió sollozando, y sin hablar, hasta que pidió perdon. Entonces mi ceño se frunció y apretujé su mano, cambiando mi tono de voz de antes a otro mas firme, como el de un padre que está viendo a su hijo disculparse al final de haber perdido un partido de baseball, aunque la culpa no la haya tenido él.
-Ey! No tienes que disculparte, no fue tu culpa. - le cogí la otra mano tambien para que dejara de cubrirse la cara y me mirase. De reojo vi como le pinchaban algo, vete a saber que, pero me fiaba de aquellos tipos de Ouroboros... - ¿Que diferencia crees que habria habido si aquel demonio en lugar de pillarte a tí me hubiese pillado a mi? Ninguna. Habría caido igual ante él, habría ido a por vosotros, y os habría hecho daño. ¿Me habríais perdonado? ¿Estaríais decepcionados de mi? - rebajé un poco el apretón de manos y me senté al borde de su cama, dandole un abrazo.
Con mi autoejemplo mental, creí entender un poco mejor a la chica. Comenzó a llorar sin mediar mas palabra y yo la miré preocupado.
-Ey, Mérida.
Le dije con voz suave, correspondiendo a su apretón de mano. Pero siguió sollozando, y sin hablar, hasta que pidió perdon. Entonces mi ceño se frunció y apretujé su mano, cambiando mi tono de voz de antes a otro mas firme, como el de un padre que está viendo a su hijo disculparse al final de haber perdido un partido de baseball, aunque la culpa no la haya tenido él.
-Ey! No tienes que disculparte, no fue tu culpa. - le cogí la otra mano tambien para que dejara de cubrirse la cara y me mirase. De reojo vi como le pinchaban algo, vete a saber que, pero me fiaba de aquellos tipos de Ouroboros... - ¿Que diferencia crees que habria habido si aquel demonio en lugar de pillarte a tí me hubiese pillado a mi? Ninguna. Habría caido igual ante él, habría ido a por vosotros, y os habría hecho daño. ¿Me habríais perdonado? ¿Estaríais decepcionados de mi? - rebajé un poco el apretón de manos y me senté al borde de su cama, dandole un abrazo.
Mérida Pyro
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Se le quedó mirando, con las orbes cristalinas aún más resaltantes después de tener los ojos rojos por las lágrimas. Lo cierto es que lo que le decía era, en parte, tenía razón. Pero tal vez si hubiese sido más fuerte... Mérida apoya la cabeza en el hombro de Lykaios respondiéndole el abrazo pero aún sollozando, aunque más lentamente. Ahora que la enfermera se alejaba con la inyectadora en mano sentía porqué estaba tranquilizandose tan de pronto, no obstante, tardó lo suyo en apartarse de Lykaios. Se sorbía la nariz como una niña mocosa aún y estaba hipando de estrés llorica.
-¿Cómo.. está Yaroslav?- Tosió un poco antes de tomar un largo respiro sintiendo que todo el cuerpo se le resentía al moverse, así que se dejó caer nuevamente en la cama tratanto de relajarse un poco más. Cerró los ojos con suavidad mientras una de las enfermeras se acercaba a Lykaios y le llamaba la atención para después hacer una seña silencisoa de que se iba, apuntando luego a un interruptor azul que evidentemente era para llamarlas. Cuando Mérida abrió los ojos las enfermeras se estaban yendo.
Volvió su vista a Lykaios con cierta desesperanza en sus orbes -¿Hubo bajas?- Carraspeó nuevamente y miró hacia los lados -Quiero agua...- Musitó suspirando brevemente -¿Dónde estoy?
-¿Cómo.. está Yaroslav?- Tosió un poco antes de tomar un largo respiro sintiendo que todo el cuerpo se le resentía al moverse, así que se dejó caer nuevamente en la cama tratanto de relajarse un poco más. Cerró los ojos con suavidad mientras una de las enfermeras se acercaba a Lykaios y le llamaba la atención para después hacer una seña silencisoa de que se iba, apuntando luego a un interruptor azul que evidentemente era para llamarlas. Cuando Mérida abrió los ojos las enfermeras se estaban yendo.
Volvió su vista a Lykaios con cierta desesperanza en sus orbes -¿Hubo bajas?- Carraspeó nuevamente y miró hacia los lados -Quiero agua...- Musitó suspirando brevemente -¿Dónde estoy?
Cuando Mérida se separó de mi, puse mi mano tras su nuca dandole un par de palmadas ahi de ánimo o quizá muestra de cariño, pero la verdad con todo el pelaje que tenia la chica, era como darle palmaditas a un mullido cojin peludo. Solo imaginaba un poco como era aquello por lo que ella habia tenido que pasar.
Yaroslav? Claro...recordé que en la batalla, Mérida le habia dedicado un par de buenos golpes al peliblanco. Hice memoria rapidamente, mirando un momento hacia arriba, volviendo al campo de batalla. Cuando mi cerebro dio con la informacion que queria, volví a mirarla a ella y sonreí.
-Yaroslav está bien. Se fue de allí por su propio pie, no resultó herido grave. Seguramente ahora esté emborrachándose en algun bar. Creo que el también se sentía un poco culpable por los porrazos que te metió su golem....
Me eché hacia atras y volví a una silla cercana a ella cuando la vi toser y recostarse, aun estaba convalenciente.
"joder, acaba de despertarse de un coma.... es normal..."
Capté la seña silenciosa que me hizo la enfermera y las vi marcharse. Esperaba que no volviesen a echarme la bronca porque algo nuevo se agarrase a pitar. Negué con mi cabeza ante lo de las bajas, entendia que aquello fuese una de las cosas que mas le preocupase, a mi me habria pasado igual.
-Solo la del demonio. - le guiñé un ojo. - Entre todos, lo devolvimos a su mundo, o lo que sea donde viven esos seres. Los demás...heridos, pero bien. En realidad, los que peor salisteis parados, fuisteis vosotros....aquellos de quienes tomó el control.
"agua, agua claro...dónde....?"
Yo no era como mi primo mayor, no sabia crear agua de la nada, era bueno controlandola. Pero cometía el error de no llevar mi elemento encima, ya fuera en una cantimplora o algo (era algo que me habia planteado hacer muchas veces pero siempre se me acababa olvidando) asi que me tuve que levantar para buscarla.
-Estamos en Ouroboros. Es una especie de isla flotante gigante que está aqui gracias a un grupo de unos 20 magos que forman lo que ellos llaman "el consejo", o algo por el estilo. Es un lugar seguro, y tienen buenos sanadores.
Me terminé asomando a la puerta para pedir agua, y cuando volvi al interior traia una jarra de cristal y un vaso. Le puse agua ahi y se lo pasé con cuidado para que bebiese.
- Benjamin también está bien, ha vuelto con nosotros. Tuvimos algunos problemas con la Alianza, pero ya está.
Yaroslav? Claro...recordé que en la batalla, Mérida le habia dedicado un par de buenos golpes al peliblanco. Hice memoria rapidamente, mirando un momento hacia arriba, volviendo al campo de batalla. Cuando mi cerebro dio con la informacion que queria, volví a mirarla a ella y sonreí.
-Yaroslav está bien. Se fue de allí por su propio pie, no resultó herido grave. Seguramente ahora esté emborrachándose en algun bar. Creo que el también se sentía un poco culpable por los porrazos que te metió su golem....
Me eché hacia atras y volví a una silla cercana a ella cuando la vi toser y recostarse, aun estaba convalenciente.
"joder, acaba de despertarse de un coma.... es normal..."
Capté la seña silenciosa que me hizo la enfermera y las vi marcharse. Esperaba que no volviesen a echarme la bronca porque algo nuevo se agarrase a pitar. Negué con mi cabeza ante lo de las bajas, entendia que aquello fuese una de las cosas que mas le preocupase, a mi me habria pasado igual.
-Solo la del demonio. - le guiñé un ojo. - Entre todos, lo devolvimos a su mundo, o lo que sea donde viven esos seres. Los demás...heridos, pero bien. En realidad, los que peor salisteis parados, fuisteis vosotros....aquellos de quienes tomó el control.
"agua, agua claro...dónde....?"
Yo no era como mi primo mayor, no sabia crear agua de la nada, era bueno controlandola. Pero cometía el error de no llevar mi elemento encima, ya fuera en una cantimplora o algo (era algo que me habia planteado hacer muchas veces pero siempre se me acababa olvidando) asi que me tuve que levantar para buscarla.
-Estamos en Ouroboros. Es una especie de isla flotante gigante que está aqui gracias a un grupo de unos 20 magos que forman lo que ellos llaman "el consejo", o algo por el estilo. Es un lugar seguro, y tienen buenos sanadores.
Me terminé asomando a la puerta para pedir agua, y cuando volvi al interior traia una jarra de cristal y un vaso. Le puse agua ahi y se lo pasé con cuidado para que bebiese.
- Benjamin también está bien, ha vuelto con nosotros. Tuvimos algunos problemas con la Alianza, pero ya está.
Mérida Pyro
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Escuchar que el peliblanco se encontraba bien era algo que le quitaba un peso de encima. Aunque sus dedos entrelazados entre sí se apretaban con fuerza su rostro estaba un poco ausente, sereno. -No era su culpa. Tenía que detenerme o de lo contrario los lastimaría a todos. Si no hubiese sido su golem habría sido otro de nuestros compañeros, espero que no se sienta tan mal como yo… Tal vez deberías traerlo y así lo hablamos- Le mencionó a Lykaios con una muy leve sonrisa, una curva en los labios que no dejaba de ser triste y gris.
-¿No fui solo yo?- Cuestionó cuando dijo que los que habían salido mal parados habían sido a los que había poseído. En parte aquello le tranquilizaba, no haber sido la única débil de la que se apoderó pero también se preocupaba de que hubiese otra gente con sus mismos problemas y pesadillas. Le miró pensativa -¿Quienes eran?- Preguntó porque también le gustaría preguntarles a ellos -¿Están también acá?- Dijo mirando hacia la puerta de aquella habitación que ahora se le hacía ampliamente grande, fría y blanca. Respiró profundo, era la primera vez que estaba en un hospital desde que nació y eso no le daba buena espina. Pero si su líder estaba allí es porque todo iba bien.
-Eso espero…- Murmuró pensando si aquellas pesadillas que había tenido se mantendrían o no o si habría algún especialista respecto a las artes oscuras que le aclarara un poco lo que serían las consecuencias de haber sido poseída. Cuando trae el agua Mérida bebe pequeños tragos de agua que refrescan su garganta poco a poco, es increíble como después de cierto tiempo adoras hasta los más pequeños detalles triviales. Quiso preguntar qué problemas habían tenido con la Alianza así que hizo un gesto con las cejas, extrañando no haber estado allí -Espero que Ben esté bien, quiero verlo…- En cuanto dijo eso sintió que sus párpados empezaban a pesarle y devolvió el vaso de agua a Lykaios mientras volvía a acomodarse entre las almohadas.
El sedante empezaba a hacer mayor efecto y Mérida se quedó mirando en silencio a Lykaios mientras sus párpados poco a poco empezaban a decaer antes de sonreír un momento y caer dormida profundamente.
-¿No fui solo yo?- Cuestionó cuando dijo que los que habían salido mal parados habían sido a los que había poseído. En parte aquello le tranquilizaba, no haber sido la única débil de la que se apoderó pero también se preocupaba de que hubiese otra gente con sus mismos problemas y pesadillas. Le miró pensativa -¿Quienes eran?- Preguntó porque también le gustaría preguntarles a ellos -¿Están también acá?- Dijo mirando hacia la puerta de aquella habitación que ahora se le hacía ampliamente grande, fría y blanca. Respiró profundo, era la primera vez que estaba en un hospital desde que nació y eso no le daba buena espina. Pero si su líder estaba allí es porque todo iba bien.
-Eso espero…- Murmuró pensando si aquellas pesadillas que había tenido se mantendrían o no o si habría algún especialista respecto a las artes oscuras que le aclarara un poco lo que serían las consecuencias de haber sido poseída. Cuando trae el agua Mérida bebe pequeños tragos de agua que refrescan su garganta poco a poco, es increíble como después de cierto tiempo adoras hasta los más pequeños detalles triviales. Quiso preguntar qué problemas habían tenido con la Alianza así que hizo un gesto con las cejas, extrañando no haber estado allí -Espero que Ben esté bien, quiero verlo…- En cuanto dijo eso sintió que sus párpados empezaban a pesarle y devolvió el vaso de agua a Lykaios mientras volvía a acomodarse entre las almohadas.
El sedante empezaba a hacer mayor efecto y Mérida se quedó mirando en silencio a Lykaios mientras sus párpados poco a poco empezaban a decaer antes de sonreír un momento y caer dormida profundamente.
- Seguro que si. Te lo traeré aqui, creo que el tambien queria darte una disculpa. - no me pasó desapercibida la tristeza en la sonrisa de Merida, habia algo en su interior que aun parecia muy afectado. Cuando se encontrase mejor, trataria de llegar al fondo del asunto
-No, hubieron mas. Tú, Setelah....no se si te suena, era un auror, nos enfrentamos a él en su dia en Francia...uhm...habia tambien una chica drow poseida y Charlotte, la que trabaja en el Moulin. Y Benjamin, nuestro Ben también. Me parece que aqui ya no queda ningun afectado, Ben llegó hace poco a nuestro cuartel.
Asentí, ella parecia ir quedandose dormida poco a poco. Cogí el vaso de agua que me pasó y le mantuve la mirada mientras sus parpados se caian presa del sueño, le devolví la sonrisa y cuando vi que se habia dormido, suspiré y me levanté, revolviendole el pelo de la cabeza.
-No te me vengas abajo, Pyro...espero mucho de ti. - le dejé un beso en la coronilla y me marché de alli despacito y sin hacer ruido. Avisé a las enfermeras de que se habia dormido, y de que volveria en breves a verla, yo o alguien de los mios
Tras aquello,algo mas tranquilo por haberla visto despierta pero preocupado por su sonrisa, marché de alli desapareciendome rumbo a la reunion que habia convocado Johan.
-No, hubieron mas. Tú, Setelah....no se si te suena, era un auror, nos enfrentamos a él en su dia en Francia...uhm...habia tambien una chica drow poseida y Charlotte, la que trabaja en el Moulin. Y Benjamin, nuestro Ben también. Me parece que aqui ya no queda ningun afectado, Ben llegó hace poco a nuestro cuartel.
Asentí, ella parecia ir quedandose dormida poco a poco. Cogí el vaso de agua que me pasó y le mantuve la mirada mientras sus parpados se caian presa del sueño, le devolví la sonrisa y cuando vi que se habia dormido, suspiré y me levanté, revolviendole el pelo de la cabeza.
-No te me vengas abajo, Pyro...espero mucho de ti. - le dejé un beso en la coronilla y me marché de alli despacito y sin hacer ruido. Avisé a las enfermeras de que se habia dormido, y de que volveria en breves a verla, yo o alguien de los mios
Tras aquello,algo mas tranquilo por haberla visto despierta pero preocupado por su sonrisa, marché de alli desapareciendome rumbo a la reunion que habia convocado Johan.
Necesitamos entubar mientras cerramos la herida. Tenemos lesión yugular. 29/47, muy débil pulso y respiración, que se prepare el equipo de resucitación, no hay buena oxigenación en la sangre y sigue perdiendo. No veo buenos pronósticos...
No seas terca y digas que vas a esperarme
Deberíamos llamar a Lucio. Quizás con magia... ¡No hay tiempo! El pulso baja muy rápido. 25/45. La yugular está comprometida pero aún se puede sellar. Usen magia... Que se repare el tejido de vena primeramente.
Se disparó el ritmo cardíaco, pero la respiración se alenta. Entra en probabilidad de paro cardiorrespiratorio. Hay que sacar la bala y reparar el hombro.
Se ve joven. Tal vez no sea tan riesgoso. ¿Sabemos si es mágica, que raza es? Necesitamos sangre. Apliquen dos unidades a la brevedad, antes de que entre en shock.
No...no voy a irme, ni tú tampoco te vas a ningún lado. Las promesas están para cumplirlas, ¿recuerdas?
1... 2... 3... ¡Despejen!
Esta vez te toca a ti aceptar...
Retiren la unidad de sangre, ¡retiren! Su cuerpo la rechaza. Busquen un donador. Un dragón, adulto joven, pregunten si la chica tiene familiares, si es híbrida de algo. Canalícenla, brazo derecho, las venas del izquierdo están delicadas. Apliquen para infección y manténganla con respiración artificial en terapia intensiva. Que las enfermeras estén al pendientes de su brazo, las venas se pusieron púrpuras desde los dedos hasta el hombro. Que analicen su sangre por si no hay donador. Ver cuál si le sirve. Y esperar. Manténganla sedada.
No seas terca y digas que vas a esperarme
Deberíamos llamar a Lucio. Quizás con magia... ¡No hay tiempo! El pulso baja muy rápido. 25/45. La yugular está comprometida pero aún se puede sellar. Usen magia... Que se repare el tejido de vena primeramente.
Se disparó el ritmo cardíaco, pero la respiración se alenta. Entra en probabilidad de paro cardiorrespiratorio. Hay que sacar la bala y reparar el hombro.
Se ve joven. Tal vez no sea tan riesgoso. ¿Sabemos si es mágica, que raza es? Necesitamos sangre. Apliquen dos unidades a la brevedad, antes de que entre en shock.
No...no voy a irme, ni tú tampoco te vas a ningún lado. Las promesas están para cumplirlas, ¿recuerdas?
1... 2... 3... ¡Despejen!
Esta vez te toca a ti aceptar...
Retiren la unidad de sangre, ¡retiren! Su cuerpo la rechaza. Busquen un donador. Un dragón, adulto joven, pregunten si la chica tiene familiares, si es híbrida de algo. Canalícenla, brazo derecho, las venas del izquierdo están delicadas. Apliquen para infección y manténganla con respiración artificial en terapia intensiva. Que las enfermeras estén al pendientes de su brazo, las venas se pusieron púrpuras desde los dedos hasta el hombro. Que analicen su sangre por si no hay donador. Ver cuál si le sirve. Y esperar. Manténganla sedada.
Después de que un sanador curase mi herida ignoré su consejo de ir a descansar a una habitación y regresé hasta la puerta del quirófano en el que tenían a Juliet. Allí esperé y esperé durante más tiempo del que mis nervios podían soportar, pensando ya lo peor y dándole miles de vueltas a lo que podría haber hecho para que no pasase aquello, en todos y cada uno de los momentos en los que una mínima acción diferente podría haberlo cambiado todo. Pego un bote para levantarme del suelo en cuanto escucho abrirse la puerta del quirófano, del cual sacan a Juliet en una camilla y con miles de chismes conectados a ella. Eso sólo puede significar que ha sobrevivido a la operación, que lo ha conseguido y sigue aquí. Aún así no puedo evitar seguir muy preocupado al verla tan pálida por la pérdida de sangre y con las cosas que lleva para respirar. Además, su brazo parece estar muy dañado y de un color morado que no debe indicar nada bueno. Me quedo allí unos segundos al lado de la camilla que se me hacen eternos, queriendo coger su mano pero sin atreverme a hacerlo por temor a estropear algo. Nunca antes la había visto tan mal y tan vulnerable como ahora. Supongo que estoy más acostumbrado a ser el que acaba herido y a no tener que sufrir por nadie, pero esta sensación es casi tan mala como lo es el estar jodido por las heridas.
Acribillo a los médicos a preguntas mientras mueven la camilla hacia la zona de terapia intensiva, pidiéndoles que me digan todo lo que puedan sobre su estado, sobre cómo ha ido la operación y lo que necesita para mejorar. Enseguida me explican lo del tipo de sangre, que no le vale cualquiera. No puedo darle la mía, por mucho que quiera hacerlo. Es realmente frustrante el no poder ayudarla ahora mismo, así que debo pensar rápido. Camino al lado de la camilla hasta que llegamos a la zona de terapia intensiva, donde los médicos me indican que avise si alguna de las máquinas pita de manera extraña o si sucede algo que indique que hay problemas. Finalmente nos quedamos solos en la habitación, con el único sonido de fondo de las máquinas y el de su respiración. Me siento en una silla al lado de su cama, observando cualquier cambio que pueda producirse, estando pendiente de su evolución. Parece que es la única cosa inútil que puedo hacer por ahora. Suspiro de manera pesada y costosa, sin poder quitarme la molesta opresión del pecho por verla de este modo. Las siguientes horas también transcurren de manera pesada, en más de una ocasión me levanto para caminar por la habitación y revisar las constantes vitales.
También tengo tiempo de responder, no sin cierto resentimiento, a los mensajes que preguntan lo que ha pasado y qué ha sido de nosotros. Escribo de manera escueta que estamos en el hospital de Ouroboros y que Juliet está mal, sin dar demasiadas explicaciones. Después envío esto como mensaje general, para quien le interese. En un momento dado me acerco a la cama y atrevo a posar una mano sobre la frente de la pelirroja, a la que parece haberle dado fiebre tras la operación. Maldigo por lo bajo, utilizando el botón para avisar a las enfermeras. Mientras llegan actúo por mi cuenta, mojando un paño en el lavabo de la habitación para ponerlo después cubriendo parte de sus ojos y frente. - Vamos...ya has pasado lo más difícil, sólo te queda seguir recuperándote poco a poco...- al cabo de unos minutos acuden las enfermeras, a las cuales dejo que se encarguen de ponerle lo que haga falta. También les digo que si podemos utilizar la sangre de Svart, mi dragón negro. La idea se me ha ocurrido hace poco, pero no sé si será útil o si podrá hacerse al no ser Svart un dragón adulto. Las enfermeras se retiran diciendo que lo consultarán, así que mientras tanto quedo a la espera, cuidando de Juliet y esperando que despierte.
Acribillo a los médicos a preguntas mientras mueven la camilla hacia la zona de terapia intensiva, pidiéndoles que me digan todo lo que puedan sobre su estado, sobre cómo ha ido la operación y lo que necesita para mejorar. Enseguida me explican lo del tipo de sangre, que no le vale cualquiera. No puedo darle la mía, por mucho que quiera hacerlo. Es realmente frustrante el no poder ayudarla ahora mismo, así que debo pensar rápido. Camino al lado de la camilla hasta que llegamos a la zona de terapia intensiva, donde los médicos me indican que avise si alguna de las máquinas pita de manera extraña o si sucede algo que indique que hay problemas. Finalmente nos quedamos solos en la habitación, con el único sonido de fondo de las máquinas y el de su respiración. Me siento en una silla al lado de su cama, observando cualquier cambio que pueda producirse, estando pendiente de su evolución. Parece que es la única cosa inútil que puedo hacer por ahora. Suspiro de manera pesada y costosa, sin poder quitarme la molesta opresión del pecho por verla de este modo. Las siguientes horas también transcurren de manera pesada, en más de una ocasión me levanto para caminar por la habitación y revisar las constantes vitales.
También tengo tiempo de responder, no sin cierto resentimiento, a los mensajes que preguntan lo que ha pasado y qué ha sido de nosotros. Escribo de manera escueta que estamos en el hospital de Ouroboros y que Juliet está mal, sin dar demasiadas explicaciones. Después envío esto como mensaje general, para quien le interese. En un momento dado me acerco a la cama y atrevo a posar una mano sobre la frente de la pelirroja, a la que parece haberle dado fiebre tras la operación. Maldigo por lo bajo, utilizando el botón para avisar a las enfermeras. Mientras llegan actúo por mi cuenta, mojando un paño en el lavabo de la habitación para ponerlo después cubriendo parte de sus ojos y frente. - Vamos...ya has pasado lo más difícil, sólo te queda seguir recuperándote poco a poco...- al cabo de unos minutos acuden las enfermeras, a las cuales dejo que se encarguen de ponerle lo que haga falta. También les digo que si podemos utilizar la sangre de Svart, mi dragón negro. La idea se me ha ocurrido hace poco, pero no sé si será útil o si podrá hacerse al no ser Svart un dragón adulto. Las enfermeras se retiran diciendo que lo consultarán, así que mientras tanto quedo a la espera, cuidando de Juliet y esperando que despierte.
Agradecí con deleite al guapo joven que me trajo. Los peliblancos siempre eran los mejores en todo, así que por supuesto que había sido un viaje corto y rápido. Tras preguntar a una de las jóvenes y lindas enfermeras por el estado de mi sobrina, mi semblante cambió. Un cambio brusco, pues antes no estaba preocupado, pero ahora lo estaba, y mucho.
Al parecer no había pasado tanto desde la operación y su estado seguía siendo grave. Le hacía falta sangre. Regañé a la pobre chica cuando me dijo que la sangre del banco de sangre no le había servido. Pues claro. Si a los jodidos dragones no les gusta ni convertirse en humanos mucho menos la sangre que estos tenían. Y ahora, por aquella idiotez ponían en peligro la vida de mi nena.
Llegamos con rapidez, entrando en la habitación tras un par de puertas y un área de desinfección. Era un lugar pequeño, había un espacio para tres camas, dos de ellas vacías y dos escritorios amplios frente a todo. Los aparatejos no cesaban de pitar y el estruendo era bastante más alto que en el resto del hospital. Ahí, recostada y pequeña, más pequeña de lo que ya me parecía, estaba ella recostada. El estómago se me hizo un nudo, dudando un poco en mis pasos mientras me acercaba. No dudé en besar su frente cuando estuve lo suficientemente cerca, quitando un trapo sucio que tenía y luego volviéndolo a colocar para tomar su mano.- ¿Qué te han hecho, princesa? - Murmuré con la voz ronca por el coraje, en parte iba dedicado a Reiv que el muy machito no había podido defenderla y él se veía tan entero, y en parte contra los que de verdad la habían atacado. Su pálida piel se veía aún más blanca sin sus mejillas rosadas y sus ojos abiertos.- ¿Qué ha ocurrido, Reiv? ¿Cómo es que ha llegado a esto? Creí que estabas con ella. Creí que ella estaba segura contigo. - Sin querer, y también queriendo, le hablaba en un tono fuerte aunque también en susurros con tal de no alterarla. No podía verle. Me daban ganas de reclamarle y maldecirlo. Pero aquello de nada serviría. Y ya tenía la sensación de que el muchacho me necesitaría de su lado en poco tiempo.
Al parecer no había pasado tanto desde la operación y su estado seguía siendo grave. Le hacía falta sangre. Regañé a la pobre chica cuando me dijo que la sangre del banco de sangre no le había servido. Pues claro. Si a los jodidos dragones no les gusta ni convertirse en humanos mucho menos la sangre que estos tenían. Y ahora, por aquella idiotez ponían en peligro la vida de mi nena.
Llegamos con rapidez, entrando en la habitación tras un par de puertas y un área de desinfección. Era un lugar pequeño, había un espacio para tres camas, dos de ellas vacías y dos escritorios amplios frente a todo. Los aparatejos no cesaban de pitar y el estruendo era bastante más alto que en el resto del hospital. Ahí, recostada y pequeña, más pequeña de lo que ya me parecía, estaba ella recostada. El estómago se me hizo un nudo, dudando un poco en mis pasos mientras me acercaba. No dudé en besar su frente cuando estuve lo suficientemente cerca, quitando un trapo sucio que tenía y luego volviéndolo a colocar para tomar su mano.- ¿Qué te han hecho, princesa? - Murmuré con la voz ronca por el coraje, en parte iba dedicado a Reiv que el muy machito no había podido defenderla y él se veía tan entero, y en parte contra los que de verdad la habían atacado. Su pálida piel se veía aún más blanca sin sus mejillas rosadas y sus ojos abiertos.- ¿Qué ha ocurrido, Reiv? ¿Cómo es que ha llegado a esto? Creí que estabas con ella. Creí que ella estaba segura contigo. - Sin querer, y también queriendo, le hablaba en un tono fuerte aunque también en susurros con tal de no alterarla. No podía verle. Me daban ganas de reclamarle y maldecirlo. Pero aquello de nada serviría. Y ya tenía la sensación de que el muchacho me necesitaría de su lado en poco tiempo.
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