Planta de cuidados intensivos

El tiempo  transcurre más lento de lo que desearía, y poco puedo hacer para que suceda algún cambio positivo. Apenas me separo de ella por si acaso despierta, saliendo sólo a la puerta para hablar con las enfermeras después de que consulten lo que les dije. Según ellas no sería muy recomendable utilizar la sangre de Svart, pues todavía es demasiado joven para donar. O eso al menos les ha dicho Snagov, el experto en dragones. Suspiro con exasperación, pensando en cualquier otra manera de encontrarle sangre que le sirva. Quiero ayudarla, pero tampoco puedo poner en peligro a Svart. Regreso a la habitación un tanto desanimado y dándole vueltas a la cabeza para buscar una solución que no termina de llegar. Al cabo de un rato me vuelvo a sentar en la silla que tenía junto a su cama, poniendo mi mano sobre la suya. - Tienes que volver...- susurro antes de que la puerta del cuarto se abra, dejando paso al elfo rubio con el que tuve mis diferencias en el bar.

Me pongo en pie rápidamente, soltando la mano de Juliet al ver allí a su tío. Lo último que recuerdo es que discutimos bastante, justo antes de que se montase el ataque sorpresa de la Alianza. No hubo mucho más tiempo para hablar, pues Juliet y yo nos marchamos a la misión. Respiro hondo antes de apartar la mirada de él, clavándola en el suelo. Tiene todo el derecho del mundo a reclamarme, yo mismo me siento culpable por lo sucedido y no puedo mirarlo a la cara. Se merece, cuanto menos, una explicación.  - Lo siento mucho. Es culpa mía- me disculpo en voz baja para no molestarla, con un tono algo ronco. Lo siento...unas palabras que no valen para nada, ni para el que las dice ni para el que las recibe. Ni siquiera puedo explicarle de manera coherente lo que ocurrió, porque sigo sin entender cómo pude fallar  tanto. Los sonidos de las máquinas son los únicos que llenan el silencio durante los segundos que tardo en hablar, que son muchos.

- La Alianza nos siguió. Yo me fui a llevar el arma lejos, y ella mientras huía. Cuando regresé ya era tarde, la habían herido demasiado. Cuando llegué para rescatarla tampoco pude desaparecerme, tenían los sistemas antidesaparición activados. Sólo pude huir corriendo. Y hubiese sido peor todavía si mi padre no hubiese acudido en su ayuda. - reconozco con vergüenza, caminando hacia los pies de la cama para apartarme un poco y dejarle espacio con su sobrina. No me pasa desapercibido su tono de voz furioso a pesar de hablar en susurros. Todavía no puedo mirarlo a los ojos y tengo un molesto nudo en la garganta.

"No estaba segura conmigo. Siempre pasa lo mismo, siempre."

- Los médicos no saben cuándo despertará...necesita sangre de alguien de su misma especie. Eso han dicho.- apoyo los antebrazos en los pies de la cama, contemplando con preocupación el pálido rostro de Juliet. - La única solución es salir a buscar lo que necesita, si hay alguna posibilidad con eso. No puedo quedarme aquí sin hacer nada.

A primera instancia no me percato de que el chico agacha la mirada, pero en efecto lo hace. Una vez que logro llegar a Juliet y hablarle, mi mirada se dirigió al moreno, ese, el que decía que era culpa suya que ella estuviera en aquel estado, con aquella cara de cachorro abandonado y arrepentido que no había visto en mi vida.

No le contesto a eso. Lo tiene más que asimilado y al menos saber que él también está en sufrimiento me hace sentir mejor de que las consecuencias no solo las pagara Juliet. Me mantengo junto a Juliet, tomándole la mano mientras el chico me dice lo que ha pasado. Respirando cada vez más molesto cuando menciona que se separaron. Se me ocurre que quizás ella le dijo que lo hicieran, y por eso se le ve arrepentido, pero no hago la observación.- Si estás diciendo que es tu culpa debes tener la cara para aceptarlo. No agaches la mirada.- Le murmuro mientras juego con un mechón del cabello de Juliet. Incluso su cabello se ve pálido, si acaso eso se puede...

Me separé un poco, no sin antes dejarle un beso en la mejilla. En efecto, estaba mal al grado en que las hierbas y los conjuros no podían ayudarla. Quizás pociones, pero de esas no tenía ninguna, y tardaban demasiado... Caminé con la mirada fija en el moreno, acercándome hasta estar rozándole y le tomé por el cuello de la camisa para levantarle. Le obligué por la fuerza a encararme mientras pensaba en la única solución que tenía a todo aquel conflicto, colocándo las manos firmemente tomadas a ambos lados de su cuello. Aún se me notaba molesto, pero había cosas más importantes.- Exacto, la solución es buscar sangre. Y necesito que transportes a los donadores. Pero son dragones, dragones diez veces más vividos y experimentados que tú. No puedes mostrar debilidad. Son difíciles de controlar cuando se molestan... y estarán muy molestos. Y si te matan, Juliet estará muy molesta conmigo, una dragona joven que no ha aprendido que me puede matar de un pisotón. Así que vamos a actuar rápido.- Le dije, dejándole una cachetada intencionalmente fuerte en la mejilla y otro par más suaves.

Me alejé de él para sacar un teléfono feo del bolsillo. Mientras enviaba el mensaje, esperaba que el chico pudiera recomponerse.- Reiv... Deja de culparte. Eres su amante, no su niñera.

Por supuesto que acepto lo que estoy diciendo, que he tenido mucha culpa en lo sucedido, pero eso no quita para que me cueste mirar a la cara a su tío. Hago un esfuerzo por mirar a Thranduil directamente a los ojos, aunque sea lo que menos me apetece en este momento. Él mismo se encarga de que no deje de mirarle cuando parece venir a buscar confrontación conmigo. El mal carácter de los elfos...no es la primera vez que lo veo, y él lo está sacando a relucir. En lo extraño de la situación me da por pensar que no sean realmente tío y sobrina de sangre, teniendo en cuenta las razas, o que tal vez haya alguna hibridación por ahí. No tiene mucho sentido pensar en eso ahora mismo, menos cuando me está agarrando por el cuello de la camisa para levantarme. Frunzo el ceño para mirarlo con rabia, sabiendo que en cualquier otra situación ya le estaría parando los pies y revolviéndome contra él. En esta ocasión no lo hago, no consigo reaccionar de esa manera aunque una parte de mi lo desee. Otra parte de mi siente que se merece esa "regañina" por parte del elfo.  Al menos me muestra atisbos de una solución.

Pego tirón brusco  para que me suelte, quedando con la cara girada un momento cuando me suelta esa cachetada. Cuando vuelvo la cara la  mirada que le echo es cualquier cosa menos amistosa, aunque al menos ha conseguido espabilarme un poco gracias al cabreo que me ha provocado.  Necesitaba recuperar un poco de mi mal genio para poder ser útil de alguna manera.


- Pues dejémonos de gilipolleces y vayamos al grano. A ninguno de nosotros le agrada el otro, pero tenemos que colaborar por el bien de Juliet. Al menos tenemos eso en común, nos importa a ambos. - me señalo al pecho con el pulgar cuando me suelta lo de los dragones como si fuese un reto para mí, dándomelas de importante.  - Ya he tratado con dragones antes, no sólo con tu sobrina. Ni de coña me van a matar, sé lo que hago. - no sé si cuenta tratar con un dragón en modo amistoso, o haber criado un desde el huevo, o haber huido de la furia de otro, pero algo contará. Además, he recibido algunas clases del maestro de dragones de Ouroboros. Las últimas palabras de Thranduil me quitan algo de peso, sobre todo porque es él quien dice que deje de culparme. Es una mierda no poder controlarlo todo, pero lleva razón. Tampoco reniego del calificativo que me ha puesto en relación a ella, en el fondo está bastante cerca de la realidad. Aguardo a que haga lo que tenga que hacer con el teléfono, volviendo a ponerme mientras tanto donde estaba antes, en un lateral de la cama. Cuanto más tiempo esperemos, peor será para ella.

Me doy cuenta de que al chico no le hace ni chiste que lo toquen ni que le metan reprimendas. Ya me lo ha dejado claro. Pero no hay mucho tiempo para delicadezas y necesito que espabile. Claro que espabila demasiado y le noto la furia en el con la que me ve. Después de todo, mientras escucho y veo los aparatos a los que Juliet está conectada me doy cuenta de que no queda mucho tiempo.

Le dejo ir cuando pega el tirón para zafarse de mis manos, justo un momento antes de empezar a contactar a mi otro par de sobrinos. No tengo ni idea de donde estarán ese par, pero rezo porque estén cerca después de haberles dicho de cuando encontré a Juliet en aquella fábrica abandonada. Joder, si no estaban cerca, si no estaban en un lugar en Lóndres, no tenía idea de lo que pasaría con Juliet.- No no no, chico.- Le detuve levantando el rostro cuando terminé de enviar mis mensajes.- Al contrario. No me desagradas. Tienes tu carácter poco manejable y no muy agradable, pero me gusta. Eres protector y sabes lo que quieres. Los elfos son todo lo contrario y son aburridos, la vida no es para ser siempre exactamente correcto.- Murmuro sacando un cigarro para girarlo entre los dedos mientras lo observo.- Pero necesitas aprender a calmarlo. Controlarlo para ciertas ocasiones.-  Suspiró finalmente. Estaba por replicar con aquello de que él conocía dragones, cuando sentí la vibración en el bolsillo. Lo saqué rápidamente y me dispuse a leer, quedándome al final una sonrisa en el rostro al leer que estaban lo suficientemente cerca como para ir por ellos.

-Vámonos, chico.- Me apresuré para llegar con Juliet y dejarle un beso en la mejilla tras susurrarle que aguantara un poco más. Y luego comencé a caminar a la salida, en busca de una de las enfermeras para que se quedara al pendiente y se prepararan para hacer las transfusiones. Estaba por abrir la puerta para salir, cuando un mensaje me pasó por la cabeza. Mi primer instinto fue bloquearlo, pero al ver que era Johan lo dejé pasar. Eran problemas. Inconvenientes. Con mi ceño fruncido, solté la puerta y la dejé cerrarse al terminar de escuchar. Joder, aquello era un gran problema, y lo peor de todo era que Reiv estaba en medio. Dos personas le necesitaban.

-Reiv.- Hablé con voz grave, girándome para verle con el rostro agravado y la mirada oscura. Merecía el mensaje, pero cómo decírselo para que no terminara culpándose más.- El arma de la Alianza era una bomba. Acaba de explotar la base de los renegados. Tu hermano está herido y atrapado bajo escombros... con varias personas más.- Por más que yo pudiera hacer algo con mi control de la tierra, las cosas no eran ni sencillas ni rápidas. Cada segundo, el panorama se complicaba. No solo para Juliet, sino también para todos los que se encontraban bajo tierra. Era una decisión. Jugar con la suerte de una, de mi Juliet, o con las vidas de muchas personas bajo tierra. En mi pecho se hacía un nudo mientras veía el rostro de Reiv, que tenía un dilema enorme entre manos.

Las palabras de Thranduil me hacen sentir bastante confuso, pues yo pensaba que me detestaba profundamente y lo que me dice no cuadra con eso. Si no fuese por lo desconfiado que soy juraría que lo que dice es a modo de halago, como alabando algunas características que a simple vista pueden parecer malas. Para colmo se mete con su propia especie, diciendo que son aburridos. No es el momento, pero cuando todo se calme le tengo que preguntar lo de su parentesco real con Juliet, que me tiene intrigado. Ahora se supone que debería ser yo el que le diga que tampoco me desagrada, pero no me sale ninguna frase acertada ni estoy del todo seguro de que así sea. Se preocupa por ella, que es lo que importa.

- Ya...eso de controlarlo me lo han dicho varias veces. Será cierto. - admito por lo bajo a su consejo sobre calmar el carácter en ciertas ocasiones, cruzándome de brazos mientras miro hacia otro lado con el ceño levemente fruncido.  - Trabajemos juntos entonces, se nos agota el tiempo. - salgo tras él cuando me pide que lo siga, aunque me da cosa dejarla aquí sola, por muchas enfermeras que haya. Me detengo un momento a medio camino,
sin poder apartar la mirada de la cama en la que está ella. - ¿No sería mejor que fuese yo solo a buscarlos y tú te quedases aquí por si acaso?- si algo le pasase y no estuviésemos ninguno...no puedo evitar pensar en ello. El elfo también se detiene en seco, aunque no sé si es por lo que le he dicho o por otra cosa. Lo miro con extrañeza cuando dice mi nombre con tanta seriedad, pensando que es bipolar y que ahora se va a poner a reñirme después de todo lo que me ha dicho antes. - ¿Qué pasa? ¿cambio de planes...? ¿Alguna idea mejor?- cuestiono mientras me acerco a él, terminando de guardarme mis armas en el cinturón. La cara que tiene Thranduil no me gusta lo más mínimo, me da mala espina. Cuando por fin lo suelta no consigo reaccionar al menos durante 3 o 4 segundos. No me lo puedo creer...

- Joder...no puede ser. No...¿me estás diciendo que fuimos allí para nada? - comienzo a alzar la voz sin quererlo, pero el enfado no es con él, sino conmigo mismo por haberme lanzado a esa misión y por haberla arrastrado a ella. Enfadado también con los renegados y sus putas misiones suicidas, por mucho que el imbécil que ha aceptado haya sido yo. Y furioso, por supuesto, con la maldita Alianza que nos pone cebos como si fuésemos ratones. - ¿¿Que ella está así por nada?? ¿¿por robar algo que era un engaño?? ¡Por nada! ¡ha sido inútil!- señalo hacia la cama de Juliet alzando la voz todavía más, pasándome después una mano por la cara de arriba a abajo en un gesto de frustración y desesperación. Respiro hondo y suelto el aire muy lentamente, tratando de dominar ese carácter del que me hablaba él hace unos momentos.

"por eso no había nadie protegiendo el arma en el hangar...por eso nos dejaron llegar hasta ahí sin demasiada dificultad. Ojalá me hubiese estado quieto y no los hubiese ayudado."

- Nos la han jugado, y hemos caído como gilipollas. Hijos de puta.

Todo parece cuadrar ahora, las malas sensaciones que me dieron en el momento del robo estaban fundadas. Esperaron a que yo me llevase eso lejos, y después nos dieron caza como a perros. Lo que he robado no sólo la ha herido a ella, de manera indirecta, sino también a los renegados que intentaban manipular el arma, y a mi hermano. Tal vez no esté herido, sino muerto. La encrucijada en la que me veo no es fácil de resolver, y haga lo que haga no parece que pueda resolverlo todo a la vez. La presión de la situación no me deja pensar con claridad, a pesar de intentar mantener la cabeza fría. Si voy y ayudo a mi hermano puede que sea demasiado tarde para Juliet. Y si la ayudo a ella e ignoro a los otros puede que no salga ninguno con vida. O tal vez si que pueda hacerlo todo, si me doy la suficiente prisa. Tengo que enmendar este enorme error de alguna manera. Por mucho que esté algo enfadado con Johan no quiero que le suceda nada malo, los tiempos en los que lo hubiese deseado ya quedaron muy atrás.

Finalmente tomo una decisión, respondiendo en tono serio y todo lo firme que los nervios me permiten. - Johan tiene a mucha gente que puede ayudarle...supongo que ese mensaje ha llegado a todos los suyos e irán a por ellos.  - no era mensaje en la moneda, porque yo la tengo y no me ha llegado nada. Supongo que habrá sido de otro modo.  - Juliet sólo nos tiene a nosotros, si no la ayudamos nadie lo hará. Cuando solucione lo de ella iré allí a ver qué puedo hacer.

No me pasa desapercibido la confusión del moreno al saber que no lo odio. Se queda un momento como si no supiera que decir, como que lo he pillado desprevenido. Me causa cierta nostalgia, como si fuera un pollito huérfano. Enojado, pero a la vez con esa necesidad de protección y el orgullo tan alto como para llegar a pedir compañía. Quizás por eso hizo buenas migas con Juliet, un par de solos vagando por el mundo. Asentí suavemente a lo de trabajar juntos, yo ya había asumido que lo estábamos haciendo pero qué se le iba a hacer con este testarudo.

Tras despedirme de Juliet y empezar la marcha, alcancé a ver como Reiv dudaba de si irse o no.- ¿Crees que ella me necesita más aquí? Yo no puedo hacer nada que las enfermeras no hayan logrado ya, y esto es urgente. Debemos darnos prisa, ya tiene en ese estado demasiado tiempo.- Le apuro con el ceño fruncido por sus dudas. Era mejor que se las guardara. Si ninguno teníamos capacidad de ayudarla, la compañía no era necesaria. De cualquier modo le pasé un porrillo a la enfermera, para que se quedara cerca.

Tristemente, la reacción de Reiv fue tan mala como esperaba. En cierta medida, había sido uno de los principales culpables de aquella tragedia y ahora estaba en una encrucijada fuerte y la incredulidad le carcomía. Me acerqué para colocarle la mano en el hombro, aunque luego pensé en que eso mismo había hecho Johan y la retiré porque me dio tirria.

-Cuando ella despierte ya podrán regresárselas. Por ahora tienes una decisión que tomar.- Susurré tras de él mientras también veía a Juliet postrada en la cama. Me dolía en el alma su situación, y por eso quería apurar al chico pero necesitaba sacar de adentro todo antes de meter la pata con mis otros sobrinos. Si decía que todo había sido por nada, quizás se pondría feo.

Al ver que tomó la decisión que me parecía más obvia. Le miré a los ojos brevemente antes de preguntarle.- ¿Y si no alcanzó a avisarle a otros? - Pregunté en voz baja, agachando ligeramente la mirada mientras intentaba comunicarme con él sin demasiado éxito porque ni yo sabía donde yo estaba.- Reiv, sea lo que decidas, hay gente en peligro. Lo importante debería ir antes que lo urgente.

OFF:

Acabo por negar con la cabeza tras permanecer dubitativo por la pregunta de Thranduil, pensando que realmente lleva razón y aquí poco podemos hacer. Ya se encargan los médicos de todo, y no creo que vaya a despertar todavía ni vaya a verse sola, que es otra de las cosas que me hacen ser reticente a marcharme. - Lo sé...aunque me joda sé que aquí no la ayudo. - mi primera idea de usar la sangre de Svart no era posible, y más allá de eso no hay mucho que pudiese hacer. Hasta ahora. Marcharse a buscar a esos dragones que la ayudasen hubiese sido una decisión sencilla de no ser por la noticia de la explosión. Todo sucede a la vez, todo se complica y haga lo que haga habrá perjudicados. Bastante me cuesta ya tomar la decisión que tomo como para que encima me insista y me pregunte de nuevo que si estoy seguro de que es eso lo que quiero hacer. Salvar a una o salvar a muchos...entre ellos mi hermano.

- Ya he tomado una decisión, maldita sea, no me hagas dudar más. - replico en tono un tanto agresivo como para despejar cualquier sombra de incertidumbre de mi rostro, preguntándome por qué hace eso si quien debería importarle es su sobrina. - Seguro que sí llego a avisar a alguien más, y si no yo mismo me encargaré de enviar un mensaje de la moneda comunicadora al resto. -  añado un poco menos alterado mientras saco del bolsillo esa moneda que Johan me entregó hace bastante tiempo, por si yo necesitaba ayuda o vete a saber qué intención tenía. El caso es que me ha resultado útil ya en varias ocasiones, aunque no se lo vaya a decir. Presiono las letras del canto de la moneda para escribir un mensaje breve que pide ayuda en la base por la explosión de una bomba, poniendo en máyusculas URGENTE. Después presiono la efigie de una de las caras y la opción de múltiples destinatarios para que no haya nadie que la tenga a quien no le llegue. Ahora tendrán quien vaya a ayudar. Además, aviso a un par de enfermeras que de el aviso en el hospital, y que se preparen para una próxima llegada de heridos.

- Larguémonos. A menudo lo importante y lo urgente son la misma cosa. - agarro a Thranduil por el brazo para desaparecernos, tras pedirle que me diga el sitio exacto en el que debo aparecerme. Dejamos así atrás el hospital, al que esperamos volver pronto y con buenas noticias.

off:

Concluimos el traslado de los heridos de la base con éxito, trayendo a todos menos uno hasta el hospital de Ouroboros. Espero que Thalos y los demás se encarguen del otro herido, que aunque no puede venir aquí también requiere atención médica en otro hospital. Médicos y enfermeros acuden a nosotros nada más vernos aparecer en la recepción del hospital. Al parecer alguien ya les había avisado de que iban a venir heridos por una explosión, así que estaban preparados con varias camillas para atenderlos en cuanto llegásemos. Les explico un poco a los sanadores lo poco que he visto sobre el estado de cada uno y los primeros auxilios que les he realizado, para que tengan ya algo de información.

- Jarkko. - me vuelvo hacia él un momento, pues ya he tomado la decisión de ir con los médicos a ayudar en todo lo que sea posible. Tienen mucha gente que atender a la vez, unas manos extra no les vendrá nada mal. - Me quedo con ellos...no me voy a quedar tranquila si no paso al quirófano. ¿Puedes ir a donde están los demás para informarles de que hemos conseguido sacarlos? supongo que todavía tendrán que pasar varias horas para que puedan venir a verlos a la unidad de cuidados intensivos.- intento sonar optimista, pero estoy bastante preocupada. - Dile a Anteia lo de Lyran, ella también es sanadora y puede ayudarnos. -  Me despido de él con una leve sonrisa, marchándome después rápidamente para la zona de quirófanos en la que los atenderán.

Conforme aparecimos alli cargando con los heridos, se nos acercaron en seguida los enfermeros con las camillas y se los llevaron para atenderlos debidamente. Troté un poco tras Chloe, que parecia querer ir con ellos.

- Deberias descansar Chloe, llevas horas sin parar....

"a veces se le olvida pensar en su salud"

Pero asentí conforme, sabiendo que no lograria hacerla cambiar de opinion al respecto. Asi que decidi ayudarla transmitiendo el mensaje que me habia pedido y ya.

-Descuida, lo haré.... pero promete que no te vas a sobreesforzar mas de lo debido. Van a estar bien, ya lo verás.

Ella se fue con los sanadores y yo di la vuelta, tenia que encontrar la otra planta en la que habia estado antes para avisar a Anteia y a los demás, asi que eché a andar a paso vivo, marchandome de esa planta.

Apareció directamente en la UCI con la mirada vidriosa y la piel cenicienta. No se preocupó en buscar a ver si conocía a alguien, si veía a Johan, a Chloe, a Thalos o Yaroslav. Le daba PUTOIGUAL necesitaba ver una caballera azul con rapidez y paneó el lugar buscando la camilla de Lyran, encontrándola después de unos segundos de búsqueda  y caminando hacia allí.

No era la primera que Anteia ayudaba en situaciones así, Galenus había visto su capacidad  y poco a poco se había ganado un puesto allí aunque no era “oficial”. Solía pasar mucho tiempo en casa como “licencia de maternidad” pero cuando necesitaban de ella era convocada. Por eso, al llegar y ver tanto desastre algunos miembros del personal se acercaron para hacerle consultas ante la ausencia de Lucio  -Necesito que se retiren de mi camino- Dijo en lo que intentó ser amable y apartó a la gente con la mano para que no se le atravesaran mientras mantenía su vista fija en Lyran.

Pese a la sorpresa, más tarde supongo que se darían cuenta de que Anteia iba a por su esposo y por ello su actitud. La rubia finalmente llegó hasta donde estaba él siendo atendido por dos enfermeras -Yo…- Murmuró un momento mirándolo con el corazón en la garganta -Yo..Yo me encargo. No lo toquen más. Es mío- Indicó sin derecho a titubeo y suspiró un poco acercándose a él, queriendo tocarlo pero sin poder atreverse porque había demasiadas cosas sucediendo en su cuerpo como para agregar nada más. Cuando finalmente la dejaron sola, le habló -Te amo tanto…- Le dijo con la voz quebrada mientras elevaba las anotaciones que habian hecho las dos chicas anteriores para poder leer el estado. Se le empañaba la vista por las lágrimas pero se limpió como pudo con el antebrazo mientras posicionaba sus manos sobre las heridas que, según su experiencia, eran las más graves.

Se dedicó a sacar las piezas de metal que consideraba no estaban ocultando una herida más grande  y una posible hemorragia. Curó la piel quemada en niveles de tercer grado, aunque luego tendrian que poner un ungüento para ayudar a la regeneración de la piel. Los huesos rotos casi que habían sido lo más fácil. De vez en cuando tenia que detenerse sólo para limpiarse la cara y sonarse la nariz. Llegados a un punto, una de las enfermeras se acercó para darle algunas pociones que sabía que necesitaría y ella sin mirarla le agradeció con el rostro. Necesitaría descansar, necesitaría pociones reabastecedoras de sangre...Necesitaría tantas cosas, pero estaba vivo y respirando y no en manos de nadie -¿Cuándo se acabará Lyran? ¿Cuándo?- Musitó más para ella que para realmente Lyran mientras apoyaba las manos en la barandilla de la camilla, agotada. Entonces se dedicó a poner el unguento y los vendajes, y a dictarle a un vuelapluma las indicaciones para él. En principio, observación y días de reposo en esta zona. Y avisarle en cuanto se despertara.  Agarró una de sus manos, la más sana, y se la llevó a los labios dejándole un beso -Me dijiste que todos moríamos un día. Hoy no, por favor...Y cuando lo sea, llévame contigo porque no voy a poder soportarlo-

Si cada uno de los pacientes estaba como Lyran iban a necesitar mucha ayuda. Pese al agobio, las lágrimas y su patético estado se dirigió a una de las enfermeras para preguntarle en qué necesitaba ayuda y seguir sus indicaciones. Saludó a Chloe a la distancia con muy pocos ánimos pese a sentirse orgullosa de su crecimiento y habilidad.

Las siguientes horas en la zona de quirófanos fueron frenéticas, otra sesión más de prácticas aceleradas bajo situación de presión máxima. Demasiada gente herida, demasiado graves todos, y no demasiado personal cualificado para atender a todos a la vez. Por mi parte me dediqué a prestar apoyo allá donde me necesitasen, estabilizando heridos con mis poderes de sanación, sacando restos de metal de sus cuerpos, cerrando heridas, vendando, preparando transfusiones, monitorizando, poniendo medicinas en vena... tanta tarea que casi no me da ni tiempo de levantar la cabeza para mirar hacia donde estaba Anteia, encargándose de Lyran. Con ella está en buenas manos, así que no la interrumpo ni la agobio en estos momentos, que se la ve muy preocupada.

A lo largo de esas horas también hay momentos críticos en los que parece que perdemos a algún paciente, pero finalmente, tras mucho esfuerzo, conseguimos sacarlos a todos adelante. Todavía es pronto para saber si les quedarán secuelas o en qué momento despertarán, pero nuestra parte ha terminado por ahora. Los dejamos a todos en la unidad de cuidados intensivos, monitorizados y pertinentemente vigilados por personal sanitario. Tras esto me quito la bata de trabajo y me lavo la sangre que pueda llevar encima, despidiéndome brevemente de Anteia antes de dejar esa zona. Más tarde volveré a preguntar, pero ahora necesito descansar y despejar la mente un poco. Antes de dejar el hospital me asomo a la habitación donde están mi hermano y los demás, pero como la mayoría duerme no entro para no molestar. Finalmente dejo atrás el edificio, encaminándome hacia los jardines de Ouroboros.

Llegamos al hospital mágico en un santiamén. Y antes de que otra cosa sucediera, empujé a los chicos por el pasillo hacia donde los letreros decían que se encontraban los laboratorios. Me urgía esa sangre. Y más aún, le urgía a Juliet con desesperación.

Dejé a Reiv un rato solo, por supuesto. No había manera en la que aquellos tres se llevaran bien en un ambiente relajado, a menos que estuvieran encadenados y bebiendo. Quizás así... Dejé de hacer planes macabros y me apresuré a volver con mi sobrina. No nos habíamos ido tanto tiempo, pero habían pasado demasiadas cosas. Había muchos más heridos en la sala, entre ellos, gente que había conocido minutos antes de salir de la base de los renegados. De no haber salido, quizás no estaría aquí, quizás no habría podido avisar a los chicos sobre la sangre que se necesitaba... quizás Juliet estaría condenada.

No podía sacar aquellos pensamientos de mi cabeza mientras me contaban las enfermeras sobre el coma inducido al que habían tenido que someterla. Agradecí internamente que la sangre estuviera ya aquí, pues su cuerpo ya mostraba señales de fallar. Su corazón había entrado en un estado en el que el peligro de un paro cardiaco era inminente con cada segundo que pasara. Traté de mantenerme calmado, pero la verdad es que no podía hacerlo. Me sentía mal, físicamente mal, apaleado, destruido, descorazonado. Dejé de pensar solo para observarla mientras imágenes lúgubres recorrían mi mente sin poderlas controlar. Tan pequeña y débil. Ella era una guerrera y lo sería hasta su último latido. Se había alargado mucho. Demasiado...

Finalmente llegué junto a Juliet, sentándome en la silla junto a su cama, con el rostro entre las manos, tratando de asimilar que no podía hacer nada más por ella, que ella debía ayudarse sola a partir de este momento.

El tiempo que hemos pasado fuera no ha sido demasiado, pues los hermanos de Juliet no tardaron en aparecer y en aceptar venir aquí para ayudar a su hermana. Nada más llegar los guían a la zona de laboratorio para proceder a la donación, así que nos quedamos solos Thranduil y yo, caminando de nuevo hacia la zona de terapia intensiva. Probablemente haya pasado ya más rato con él del que hubiese pensado que pasaría cuando nos conocimos en la taberna, pero por ironías del destino he tenido que tragarme mis palabras de "cada uno por su lado".  Por un objetivo común nos ha tocado colaborar, y así seguirá siendo hasta que ella despierte. El elfo se aleja de mi para ir de nuevo hacia la zona en la que está la cama de Juliet, mientras que yo me quedo un instante observando el ir y venir de los médicos con los pacientes nuevos que habían trasladado hasta aquí. - La explosión...debe ser eso. - murmuro por lo bajo al caer en el motivo de tantos heridos, comenzando a buscar a mi hermano entre los que habían traído. Por suerte ha sucedido tal y como pensaba, tienen siempre gente para ayudarse entre sí. Al final había elegido bien, no ha resultado en agravio para ninguno de los dos, lo cual hubiese sido una gran putada.

Al pasar por el pasillo de camas y biombos reconozco a casi todas las personas con las que me cruzo, como el profesor Knox, o la chica morena que conocí en la taberna. Todos están en un estado lamentable, el mismo en el que encuentro a Johan cuando por fin llego a la cama en la que está. La cosa que hemos robado casi los mata a ellos y casi mata a Juliet. Ha sido la misión más inútil que jamás haya hecho, y tal vez una de las que más daños han provocado.  - Idiota. - mascullo entre dientes insultando a Johan, cerrando los puños por el cabreo. No, no podía asegurarse de que esa misión no sería un fiasco, tenía que organizarlo todo y hacer que sucediese esto. Y al final le ha explotado en los morros, literalmente. Por un lado no quiero que le pase nada,  pero por otro también estoy enfadado por haber formado parte de esto, por haberle hecho caso con lo de la maldita misión. - Más te vale despertar pronto, nuestro  padre no da para más con todas las estupideces que hacen sus hijos. -  me alejo de su cama lentamente, respirando hondo antes de regresar a donde están Thranduil y Juliet. El elfo parece tan devastado que no se me ocurre qué decirle, así que por el momento sólo cojo una silla para sentarme al otro lado de la cama. Poso mi mano sobre la de ella, cerrándola levemente a su alrededor, como queriendo hacerla saber que estoy aquí de nuevo.  Hago lo posible por no contagiarme del estado de ánimo de Thranduil, aunque resulta difícil. Tal vez si hablamos la espera hasta que traigan la sangre resulte más llevadera.

- Eh, no querrás que cuando despierte lo primero que vea sea tu careto lloroso. Anda, cuenta alguna historia de lo que sea, que se supone que los elfos vivís mucho y tenéis cientos para contar. De cómo te hiciste amigo de sus padres, o de cómo era ella de pequeña. O de la gente que has destripado a lo largo de los años. Lo que sea. - lo increpo de una manera un tanto demandante, clavando la mirada en él hasta que se decida a alzar la vista.

"pero habla, por favor. El ruido de las máquinas nos va  a volver locos"

Tardó un rato Reiv en llegar. Cuando lo hizo, no tuve opción mas que volver a sentarme derecho en la incómoda silla, escuchando el parloteo que traía. A mi me daba igual todo, pero de decir abiertamente que le caigo mal a querer saber de mi vida era mucha diferencia.- No tientes tu suerte... Tu también puedes contar muchas historias. ¿Cómo está tu hermano?- Respondí de manera un tanto seca. Creo que el cambio repentino era por la noticia que acababan de dar las enfermeras. No sabía si él sabía sobre el coma en el que ella estaba, pero la verdad no tenía mucha intención de decirle. Aunque al menos así comprendería la situación enteramente.

Después decidí no ser tan idiota y saqué la cartera del bolsillo. Tras buscar entre papeles y billetes perfectamente mal doblados, encontré lo que buscaba. Dejé la fotografía sobre la sabana que cubría a Juliet, justo a medio camino entre él y yo. En ella, se veía a una pequeña hermosa que no pasaba de los tres años, quizás dos y medio, quizás dos. Era claro que era ella, pero solo porque ese tono de rojo no lo tiene cualquiera. No lucía perfecta, estaba despeinada, pero sí se veía tan feliz como nunca, con una sonrisa enorme y su vestido blanco intacto a pesar de que sus manos estaban cubiertas de lodo. A pesar de todo, ella era perfectamente feliz, ignorante de la guerra. La habíamos descuidado solamente dos segundos y había hecho un lío, y tal cual la volvimos a descuidar veinte años.

Solté un suspiro mientras recordaba ese día. Era bueno eso de tener buena memoria. Aunque la nostalgia del recuerdo y la situación hacían de ese un momento inadecuado para el momento.- Los elfos no destripan... A menos que sea necesario. -Dije con la tranquilidad de quien corta el pan, aunque con una ligera amenaza vana.- ¿Cómo lograste que se abriera contigo, chico? Tu y ella parecen muy diferentes a simple vista. Ella es muy reservada y tu no te reservas nada. Es tranquila y tu... tú me entiendes... ¿Por qué sigues aquí?

Detecto un ligero tono de amenaza en eso de que no tiene a la suerte, como si no tuviese demasiadas ganas de ponerse a narrar las historias que le he pedido. - Mis historias seguro que no son nada comparadas con las que hayas tenido a lo largo de tantos años.- aunque he de reconocer que teniendo en cuenta mi edad sí que hay bastantes cosas que contar, he pasado por muchos cambios y situaciones para recordar. Desvío la mirada un momento cuando menciona a mi hermano, haciendo un gesto con la cabeza hacia el lugar por el que está. - Lo tienen también en esta unidad. No está muy bien...tampoco despierta. Me parece que voy a tener que estar por aquí de "enfermero" una buena temporada. - comento con más preocupación que resignación, hay un poco de ambas en mi voz.

Me inclino un poco sobre la cama para coger la foto que deja sobre la sábana, observando detenidamente la imagen de una pequeña pelirroja que evidentemente es Juliet de niña. Esbozo una leve sonrisa ante el recuerdo que Thranduil comparte conmigo, pensando en todo lo que le quedaba por pasar la chiquilla de la foto. Creo que yo no conservo fotos de cuando era niño, y si las había debieron quemarse con la casa. - parecía una niña muy feliz...es un buen recuerdo- comento tras contemplar la imagen largamente, devolviéndole después la foto a Thranduil. Arqueo ligeramente la ceja cuando dice que los elfos sólo destripan si es necesario, negando con la cabeza. - Sois tan sanguinarios como cualquier otro, sólo que lo envolvéis en un halo de calma y elegancia, que es casi peor. Sois un poco psychos, en el fondo. - pero esa no es la cuestión. Más bien estoy haciendo tiempo porque no sé qué responderle. Me demoro unos segundos más, reflexionando sobre sus preguntas.

- No sé, puede que al principio costase un poco, pero acabó sucediendo. Quería que hablase claro y se liberase de ese miedo que tenía a hablar de su pasado o de sí misma. Yo también le conté cosas sobre el mío. - creo que no puedo decir mucho más, lo que me contó ella es demasiado personal y prometí que era algo entre ambos. Sólo puedo hablar de manera general, así que lo dejo ahí. - A simple vista podemos parecer bastante diferentes, pero en lo esencial nos parecemos bastante. Necesitábamos encontrar a alguien en quien poder confiar.- termino la frase bajando poco a poco la voz, volviendo a mirarla a ella. Ni siquiera me he planteado no seguir aquí o irme, si no me interesase de verdad no estaría aquí. - Es obvio, ¿no crees? - dejo que interprete lo que quiera, aunque está bastante claro lo que quiero decirle. A buen entendedor pocas palabras bastan. - ¿Qué clase de imbécil sería si me largase ahora? - al principio no quería implicarme, ni aferrarme a nadie, ni sufrir por miedo a la pérdida...pero ya es tarde para dar marcha atrás. Ha sucedido y casi sin darme cuenta estoy mucho más implicado de lo que hubiese podido imaginar si me lo hubiesen dicho hace un año.

Los años no hacen las historias, chico. Somos gente aburrida, ya te lo dije.- Aún cuando hacía varios siglos que me había salido de la aldea, no era como que tuviera heróicas batallas que contar, aunque sí otro tipo de batallas más físicas. Asentí a su comentario sobre ser enfermero. Manos iban a hacer falta, pero ya pasados los momentos iniciales, el trabajo se hacía un poco menos. Tras estabilizar a los pacientes, seguro que los cuidados serían menores.- Al menos podrás ir y venir sin descuidarlos. Parece que decidiste de modo sensato.- Dije a voz baja, pues era la única manera de estar en aquel lugar sin increpar a los huéspedes.

Me agrada la manera en la que se detiene a observar la fotografía. Principalmente porque la asocia con ella, supongo, y porque verla tan despreocupada no es nada fácil. Ahora está tranquila, pero su pulso aún es bajo, su respiración aún es corta y pequeña. El peligro no ha pasado, y solo espero que se apuren con la sangre. Me inclino para recoger la fotografía, aunque me planteo el dejársela a él. Pero él no estuvo ahí, no tiene el recuerdo de ese día.- Lo era. Era muy feliz.- Me muero la lengua para no decir "hasta que le arruinamos la vida" mientras guardo la fotografía y dejo la cartera en mi bolsillo.

No creo que deberías decirle psycho a quien sospechas que lo es... Sobre todo porque es cierto, creo que sí somos un poco psychos. No creí que la muerte me afectara tan poco, quizás es porque vivimos demasiado. Incluso aposté contra ti en el club.- Me encojo de hombros a la vez que cruzo los brazos sobre el pecho para deslizarme un poco en la silla. Estar tan recto no funciona siempre que tienes que esperar mucho tiempo, pero eso lo aprendemos al mucho tiempo de ser muy estirados.

Permanezco tranquilo, observando a mi chica con su rostro cenizo mientras escucho las palabras de Reiv. Tiene sentido que se quedara con alguien que no la juzga por un pasado en la que se vio atrapada. Alguien que entiende por lo que haz pasado, que es seguro lo que pasó con Reiv, él la entendió. Y ella aceptó confiar. A su pregunta, pensé un segundo antes de responder. Quizás no era tan obvio.- Entonces, ¿ya le dijiste que la amas o eres de los que creen que ellas no necesitan oirlo? Eso de que lo haces por no parecer un imbécil es una salida pobre para no aceptar que lo que quieres realmente es estar aquí.- Y estaba por decir más, pero realmente no tenía caso hacer sufrir al pobre muchacho solo porque yo estaba sufriendo por dentro. Quizás también se me notaba por fuera.

Voy a tener que creerme eso de que los elfos son aburridos, de tanto que lo dice. Tal vez no sea tanto el tiempo, como él comenta, sino lo que se haga en ese tiempo y la intensidad con la que se viva. Por lo que cuenta parece que no ha tenido grandes hazañas ni tiene muchas historias para contar, o eso quiere hacerme creer. Al menos he conseguido que se suelte un poco y empiece a hablar, aunque sin narración épica de por medio. - Bueno, tienes tiempo de sobra para crear historias nuevas que contar. Es tu ventaja sobre otros. - remato como conclusión del tema, soltando después el aire lentamente un tanto agobiado con eso de que tanto mi hermano como Juliet estén aquí. - Supuse que los ayudarían enseguida, tuve que pensar fríamente. También pude haberme equivocado, y habría tenido que cargar con ese error. Nunca sabemos el alcance que tendrán nuestras decisiones...- lo único que espero ahora mismo es que se vayan recuperando poco a poco, aunque yo no pueda hacer mucho al respecto.

Retiro la mano que sujetaba la fotografía, justo después de que Thranduil la recupere mientras me corrobora lo que por la imagen de la foto salta a la vista. Fueron buenos tiempos, no cabe duda. Me paso la mano libre por los ojos y después me masajeo la sien, debido al molesto dolor de cabeza que me está apareciendo por el cansancio y la tensión acumulada. Supongo que Thranduil no debe estar mucho mejor, pero al menos hace que medio sonría de modo irónico con su comentario del psycho. Diciéndolo así realmente lo parece. - Que cabrón...apostaste contra mí. Al menos ganaste pasta a mi costa, porque perdí. - tras unos segundos de duda le acabo preguntando lo que me ronda por la cabeza con respecto a lo que ha dicho sobre que la muerte no le afecta. Quiero saber hasta que punto es indiferente al dolor ajeno. - Y...he de suponer que alguna vez has matado. ¿No sentiste nada? - porque yo sí recuerdo la primera vez que lo hice, se me quedó grabado. Ha llovido mucho desde entonces, pero esa escena no se me olvidará. Si quiere responder que lo haga, y si no...tampoco voy a insistir.

Mi postura ahora mismo es todo lo opuesto a la de rectitud que proyecta Thranduil, pues estoy con un codo apoyado sobre el colchón y mi cara sobre la mano de ese brazo, mientras que la otra mano la tengo todavía puesta sobre la de ella. Sin embargo, me pongo más erguido cuando la pregunta que me plantea me "sobresalta" un poco. No me esperaba una pregunta tan directa. - Claro que no me iré de aquí, quiero quedarme con ella hasta que se ponga bien. - comienzo por la parte final, la más sencilla de decir delante de él. A la primera parte no me queda más remedio que negar algo avergonzado, apretando levemente la mano de Juliet mientras detengo mi mirada en su pálido rostro. Creo que no se lo he dicho como tal, aunque el día de la playa estuve cerca y el mensaje era bastante similar. - No...no realmente. - murmuro más para mí que para él, pensando en que debí haberlo hecho cuando tuve la oportunidad.

Oh, chico. Tengo historias, pero no del tipo de batallas que se cuentan. Son un poco más privadas.- Sonrío de lado, por si acaso él me entiende. Eso de que los elfos son pacíficos no se quita de la noche a la mañana, pero algunas otras mañas sí que se van en una buena noche.- Además, ya soy muy viejo, no viviré más que un par de siglos más, cuando mucho.- Asiento suavemente a su carga moral. Habrá sido una decisión muy fuerte de tomar, sobre todo porque prácticamente era escoger una vida u otra. Ahora me pregunto yo que habría pasado si hubiera escogido a Johan por encima de Juliet. Ella aún sobrevivía, pero se veía tan débil que a momentos mi resolución flaqueaba...

Esto de las decisiones difíciles no te cae bien, eh...- Solté al verle por fin el cansancio en el rostro, y el dolor.- Tengo buen ojo para las peleas.- Sonreí, haciéndola más grande cuando escuché su pregunta.- Claro que sentí. Pero fue una batalla grande. Yo era joven y estaba ávido de aventura. Festejé después la victoria, como cualquiera haría. No pensé en lo que hice hasta mucho tiempo después. Y ya no era momento de lamentarse... ¿Y tu?- Me encogí de hombros pensando en aquella vez. Nos superaban en número y era un ataque injusto, así que el instinto de sobrevivir y proteger era mucho más grande que la culpa y la moral.

Ver al chico acomodarse antes de responder me da muchas señales, sobre todo que le pone incómodo hablar sobre esos temas. Quizás por el tema en sí y quizás porque es conmigo y no con ella. Cuando el chico acepta que no lo ha dicho hasta sentí empatía por él. Podía ver por qué se llevaban bien ese par. Eran más o menos iguales.- Ya tendrás la ocasión.- Susurré justo antes de que llegara una enfermera frente a mi, a quien ya había visto antes por los pasillos, a poner un par de bolsas medianas de color carmín directamente en la vena de Juliet. Estuve atento y callado a cada segundo, viendo las gotas caer con rapidez y como claramente la sangre llegaba a sus venas a través de su pálida piel. No parecía reaccionar mal, que era lo obvio, pero que me tenía preocupado. Tras hacer una pregunta, la enfermera me respondió que los chicos seguían en los laboratorios. Que Aiden faltaba por donar. Pedí que le hicieran doble examen a la sangre de ese, porque conocía a mis chicos y ese en particular era muy parecido a mi. Me levanté para despedir a la enfermera y me acerqué a Juliet para verla. Tras algunos minutos sin ver demasiadas diferencias, volví a mi silla con la intención de esperar a que la sangre fluyera.

Preferí no seguir preguntando más sobre las historias, eso de privadas me deja bastante claro del tipo que son. Después suelto por lo bajo una especie de sonido irónico con eso de "sólo un par de siglos". Eso es toda la vida de un mago, un par de siglos. Tal vez por eso se lo tomen todo con tanta calma, les sobra el tiempo. Me pregunto si acabarán aburridos o si realmente también tendrán la sensación de que se les queda corto ese largo período de vida para todo lo que tienen que hacer. También tengo en cuenta lo que deben sufrir los "inmortales" cuando van perdiendo a otros que sí son mortales.

- Odio tomar ese tipo de decisiones. - respondo a eso de que no me sienta bien tomarla, aunque más que nada es todo el agobio del momento y de la falta de descanso. Ya me drogaré para el dolor de cabeza, que aquí hay un buen alijo. Lo del bueno ojo para las peleas me suena a que es un jugador apostador asiduo, seguro que es de los que se dejan la pasta ej juegos. - Pues monta un casino, yo qué sé. Así le sacas partido a esa virtud. - con todos los viciosos que hay en Londres seguro que lo peta. No esperaba que Thranduil me respondiese a esa pregunta más personal sobre su pasado y la gente que había matado, pero para mi sorpresa lo hace, contesta sin dar demasiados rodeos. - La gloria del vencedor, ¿no? - replico con una media sonrisa que denota cierta incomodidad. Ni que decir tiene que también me he sentido así en alguna ocasión, en alguna batalla, cuando la adrenalina es tal que no piensas en lo que estás haciendo. Y por qué no decirlo, quieres ver a tu enemigo aplastado. Supervivencia pura y dura. Y venganza en ocasiones... - Yo también era joven...pero en mi caso no fue así, no lo celebré. Al menos no aquella primera vez. Tenía que ajustar cuentas y aproveché una batalla, pero tampoco me sentí liberado después de aquello. Y lo presenció gente que no debía. - el hermano de aquel tipo lo vio todo, y no puedo decir que disfrutase de aquello. Aparto mi mente de aquello tras varios segundos rememorando la escena en aquel embarrado bosque de Francia, en medio de aquel maldito diluvio. El presente es mejor, creo, por mucho que ahora parezca cargado de tribulaciones.

- Eso espero.- asiento en un susurro mezcla de esperanza e incertidumbre, agradeciendo internamente el apoyo de Thranduil en eso de que tendré la ocasión de decírselo a ella. - Que esto quede entre nosotros, ¿de acuerdo? - Por fin llegan las enfermeras con la ansiada ayuda, poniéndole a Juliet la sangre que necesita. Observo un tanto ansioso el proceso y la posterior transfusión, aunque sé que habrá que esperar para ver resultados. Supongo que dará igual que le diga a Thranduil que puede irse un rato a descansar, el querrá quedarse aquí a ver qué pasa, al igual que yo. Y tampoco tendrá hambre, que fijo que como elfo sólo se alimenta de agua y lechuga. Sí que deben llevar una vida aburrida...

- Sé que es tontería que lo diga...pero si quieres puedes marcharte un rato a fotosintetizar por ahí o lo que quiera que hagáis los elfos en vuestros ratos libres. O si no también puedes dormirte aquí en una silla. - esto va a convertirse en un duelo por ver quien aguanta más rato despierto, que ninguno nos queremos perder cualquier cambio que suceda.

El suelo estaba oscuro, la luz era tenue, solo se veían luces amarillas saliendo por escombros de rocas que, a simple vista, eran no más que sombras en el extraño campo. Sin embargo, había humo saliendo por un solo lugar. Marcus Telsa percibió aquello que parecía ser una chimenea, su percepción le obligó a correr hacia aquello tan extraño, pero más extraño es correr sin saber hacia dónde ir.
    El el extraño campo, unos sujetos armados caminaban en par. Parecían ser androides, pero en realidad eran trajes de guerra. Una vez Marcus se acercaba a ellos, alzaron unas extrañas armas y dispararon como si su objetivo fuese él. Unos extraños láser mantuvieron la línea sobre el aire y se clavaron como sanguijuelas al cuerpo de Marcus, dejando fisuras graves, sin mencionar las quemaduras extremas que ni le inmutaban en el dolor.
    ─¿Acaso mis nervios han fallado?─, se preguntó Marcus mientras corría. Miró hacia atrás para ver si los hombres le estaban persiguiendo, pero no era así. Por cualquier cosa, los hombres desaparecieron. ─¿Estaré corriendo rápido?─, de nuevo susurró.
    Llegó, entonces, a un lugar donde había un mar de sangre en el suelo, desembocando más allá de los edificios destruidos.  Luego vio una mancha negra en aquel mar de sangre y no tardó mucho hasta darse cuenta de que se trataba de un cuerpo sin vida, ahogado en mar carmesí. Lentamente salió hacia la superficie y millares de manchas y cuerpos sin vida de toda clase de personas y razas flotaban en el gran charco.
    Cambió su dirección hacia la izquierda y corrió de nuevo hasta llegar a un lugar donde habían escombros encendidos en fuego. Era la fuente de todo el humo que había visto desde lejos. No se imaginó que sería tantos. Una vez más, los dos hombres armados y apuntando hacia él aparecen de la nada en su derecha y le disparan de nuevo. Esta vez se asustó tanto como para despertar de aquella pesadilla.
    Marcus se encontraba en una sala con paredes blancas, brillantes. Había un sonido chirriante que permanecía intermitentemente rápido. Se vio a sí mismo sudando e intranquilo. Tanto fue así que, en un ataque de histeria, se quitó todas las máquinas que había en su cuerpo, sensible a su tacto. Quiso huir de ahí lo más rápido que pudo, pudiendo causar una alerta de emergencia a sus cuidadores.