-Nunca dije que fuera una de mis habilidades- Le respondió escuchando su risa con una sonrisa en los labios mientras estiraba más las piernas. Observó el árbol con los regalos para su familia y se preguntó qué haría mañana. En principio, tenía que visitar a su hermana y saber cómo había terminado la cirugía y la noche y preguntarle a Sayid qué tal la había visto. Luego ver a Fred y Aurora para entregarles los regalos a los críos y a los hijos de Amaya. Qué cruel realidad estaban viviendo, su padre muerto y su madre en coma -Ummm…- Asintió con suavidad a lo de Adonis, recordando la historia pero realmente no le interesaba demasiado en ese momento. Estaba pensando qué hacer para hacerlos sentir mejor. Quizás podía llevarlos a esquiar. O hacer una guerra de bolas de nieve. Necesitaban saber que su familia estaba allí.
Bebió de nuevo del vino mientras la miraba, hablando de lo que él mismo esperaba y le gustó la forma en la que le miró -Igual aún falta ¿No? Aurora tenía un poco de panza antes de saber el sexo… ¿Tú tienes…un mes? ¿O algo así no?- Lo cierto es que habían tenido tantos encuentros que ya no tenía ni idea en cual habían concebido, aquello le robó una risa baja mientras le apartaba el cabello del hombro para ver su colgante en el cuello de la pelirroja -Gustarme…gustarme, no lo sé. Tendría que ponerme a buscar, pero podemos esperar a saber el sexo..¿te parece buena idea?- Inquirió antes de rugir una risa cuando soltó lo de Priscila -Así que ahora tenemos veto. Me reservo mi veto entonces… Lo usaré con sabiduría-
El resto de la noche se la pasaron charlando y cuando finalmente Sofía decidió irse el la acompañó hasta su casa aunque se fuesen los dos en alfombra y él volviera a través de la desaparición. Había sido una Navidad…”tranquila” después de todo el tema de Arleen y Sayid, pero estaba feliz de cómo había resultado todo. Incluso con la revisión de su madre. Ya en casa se dedicó a terminarse la botella de vino solo mientras recogía. Cambió las sábanas de su cama y finalmente suspiró cuando se acostó en su propia cama, sin presencia alguna de su hermana. Tenía la cabeza vaga y con algo de cansancio pero la imagen de Sofía con su collar pronto derivo en otros pensamientos mucho menos santurrones y se dedicó ese tiempo a sí mismo que le había prometido a Sofía para luego asearse y quedarse dormido hasta el día siguiente.
~~~
Le despertó un patronus de Arleen pidiéndole ropa, gruñó un poco porque era demasiado temprano...podía arreglar su emergencia de moda con su esposo. Además...¿Para qué iba a necesitar ropa en su casa? Puso los ojos en blanco y se hundió en las almohadas por otra media hora antes de finalmente incorporarse. Se dio una ducha y se cambió, tenía una misión que cumplir pero antes de ello desapareció varias de las maletas hacia la casa de Sayid para que su hermana no sufriera demasiado un síncope en su estado.
Después de eso bajó a la cocina donde todo estaba impoluto, desayunó un poco de restos y se tomó un café cargado. Tras eso calentó algunos coulants y los desapareció a la cocina de Sofía con una sonrisa en los labios. Misión, misión, misión, debía ir al mercado así que se desapareció inmediatamente.
Bebió de nuevo del vino mientras la miraba, hablando de lo que él mismo esperaba y le gustó la forma en la que le miró -Igual aún falta ¿No? Aurora tenía un poco de panza antes de saber el sexo… ¿Tú tienes…un mes? ¿O algo así no?- Lo cierto es que habían tenido tantos encuentros que ya no tenía ni idea en cual habían concebido, aquello le robó una risa baja mientras le apartaba el cabello del hombro para ver su colgante en el cuello de la pelirroja -Gustarme…gustarme, no lo sé. Tendría que ponerme a buscar, pero podemos esperar a saber el sexo..¿te parece buena idea?- Inquirió antes de rugir una risa cuando soltó lo de Priscila -Así que ahora tenemos veto. Me reservo mi veto entonces… Lo usaré con sabiduría-
El resto de la noche se la pasaron charlando y cuando finalmente Sofía decidió irse el la acompañó hasta su casa aunque se fuesen los dos en alfombra y él volviera a través de la desaparición. Había sido una Navidad…”tranquila” después de todo el tema de Arleen y Sayid, pero estaba feliz de cómo había resultado todo. Incluso con la revisión de su madre. Ya en casa se dedicó a terminarse la botella de vino solo mientras recogía. Cambió las sábanas de su cama y finalmente suspiró cuando se acostó en su propia cama, sin presencia alguna de su hermana. Tenía la cabeza vaga y con algo de cansancio pero la imagen de Sofía con su collar pronto derivo en otros pensamientos mucho menos santurrones y se dedicó ese tiempo a sí mismo que le había prometido a Sofía para luego asearse y quedarse dormido hasta el día siguiente.
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Le despertó un patronus de Arleen pidiéndole ropa, gruñó un poco porque era demasiado temprano...podía arreglar su emergencia de moda con su esposo. Además...¿Para qué iba a necesitar ropa en su casa? Puso los ojos en blanco y se hundió en las almohadas por otra media hora antes de finalmente incorporarse. Se dio una ducha y se cambió, tenía una misión que cumplir pero antes de ello desapareció varias de las maletas hacia la casa de Sayid para que su hermana no sufriera demasiado un síncope en su estado.
Después de eso bajó a la cocina donde todo estaba impoluto, desayunó un poco de restos y se tomó un café cargado. Tras eso calentó algunos coulants y los desapareció a la cocina de Sofía con una sonrisa en los labios. Misión, misión, misión, debía ir al mercado así que se desapareció inmediatamente.
Eso de no poder desaparecerse le estaba costando la vida. Llevaba casi dos meses y aún no se veía ni por asomo el embarazo, su condición física comenzaba a mermar y no poder desaparecerse era la muerte. Era eso o el cansancio acumulado, las largas jornadas, los tacones, el cambio de temperatura de los 36 calurosos grados de sus espacios plantados a las gélidas condiciones del resto del lugar. Había incluso nieve por todos lados, y aquello le era agradable. Terminó por entrar al loft delante de Vicious cuando este abrió la puerta y le dio el paso, comenzando a quitarse el abrigo para dejarlo colgado junto a la puerta. La calidez dentro del recinto le hizo soltar un suave suspiro de felicidad. No estaba en casa, pero sabía que podría descansar. Sayid recién salía del hospital y quería dejarles su casa a él y a Arleen para que pudieran descansar. O no.
Se adentró al piso para que Vicious pudiera circular, mientras pensaba en la última vez que estuvo ahí. Había sido en noche buena, y había sido una velada difícil, pero necesaria.- Que bueno que Sayid ya está de vuelta, ¿no? Lo vi cansado, pero bien.- En su mente, volvió a trabajar, pensando en qué aceites colocarle para que se pusiera mejor rápidamente. Contrario a lo que dijeran los médicos, ella sabía que todo servía para mejorar.- Y tu hermana se ve más tranquila hoy que antes. Debiste ver lo que nos tardamos en encontrarle un vestido en mi armario. Tiene un cuerpo hermoso, pero demasiados complejos al respecto. ¿Es que eso también es culpa de tu madre? - Mientras lo hacía, se comenzó a descolocar la peineta de plata y cristales que tenía prendida a un lado de la cabeza, así como los pasadores que la sujetaban. Cuando su cabello quedó en total libertad, echó la cabeza atrás y pasó las manos para relajar un poco su cabeza. Con su cabellera libre, volvió a buscar a Vicious con la mirada y le sonrió con dulzura, pensando en aquella noche.- Lo siento si no te avisé que iba a anunciar nuestro compromiso a mis compañeros. Te sentí tenso cuando recién llegaste a la fiesta y no quise dejar pasar más tiempo. Fue una decisión del momento.
Se adentró al piso para que Vicious pudiera circular, mientras pensaba en la última vez que estuvo ahí. Había sido en noche buena, y había sido una velada difícil, pero necesaria.- Que bueno que Sayid ya está de vuelta, ¿no? Lo vi cansado, pero bien.- En su mente, volvió a trabajar, pensando en qué aceites colocarle para que se pusiera mejor rápidamente. Contrario a lo que dijeran los médicos, ella sabía que todo servía para mejorar.- Y tu hermana se ve más tranquila hoy que antes. Debiste ver lo que nos tardamos en encontrarle un vestido en mi armario. Tiene un cuerpo hermoso, pero demasiados complejos al respecto. ¿Es que eso también es culpa de tu madre? - Mientras lo hacía, se comenzó a descolocar la peineta de plata y cristales que tenía prendida a un lado de la cabeza, así como los pasadores que la sujetaban. Cuando su cabello quedó en total libertad, echó la cabeza atrás y pasó las manos para relajar un poco su cabeza. Con su cabellera libre, volvió a buscar a Vicious con la mirada y le sonrió con dulzura, pensando en aquella noche.- Lo siento si no te avisé que iba a anunciar nuestro compromiso a mis compañeros. Te sentí tenso cuando recién llegaste a la fiesta y no quise dejar pasar más tiempo. Fue una decisión del momento.
Al llegar al piso la dejó pasar primero y después él, se quitó el abrigo y también lo colocó a su lado. Lo cierto es que arriba en la ducha aún tenía ropa de él tirada por ahí porque había llegado con poco tiempo para cambiarse pero eso lo recogería después. Empezó a sacarse los gemelos de los puños y miró hacia arriba, haciendo un pequeño portal para ponerlos en la cajonera donde guardaba ese tipo de cosas. -Sí…Espero que Amaya no tarde mucho más en seguirle- Murmuró, un poco sombrío, porqué no. Después de todo, Amaya era su prima y Sayid su cuñado. No es que no se alegrara, pero no había crecido con él.
-Le gustan ese tipo de eventos, la música sobre todo…¿Sabes que toca el piano… el violín y la flauta…? Ummm..No la normal, la otra… Es bastante diestra- Mencionó acercándose a ella y escuchando aquello sobre los vestidos, frunciendo el ceño para pensar un poco. Lo cierto es que no solía hablar mucho con su hermana de eso, además siempre parecía bastante segura consigo misma -Quizás…Recuerdo algunas discusiones cuando Arleen quería ponerse algo distinto a lo que había seleccionado mi madre. Tienen estilos diferentes, pero mi madre acababa ganando. Creo que era un poco su…muñeca y su modelo para las nuevas temporadas- Le respondió el moreno porque no dejaba de recordarlo, ni los pequeños desfiles en la propia casa para evaluación de la familia.
La observó soltándose el pelo y sonrió de lado al ver toda su melena descubierta para él, se acercó acortando la distancia para pasarle la mano por la cintura y atraerla hacia él -No sabía cómo comportarme a tu alrededor porque no sabía qué habías dicho y qué no….No pasa nada – Le restó importancia y se inclinó hacia ella, permitiendo que su cabeza se ladera para entrar en el hueco de su hombro y su cuello donde varios mechones estaban anidados. Inspiró, con profundidad, más de una vez mientras la apretaba contra su cuerpo. La respuesta de éste fue casi instantánea pero no le dijo nada -¿Te he dicho lo hermosa que te ves hoy?- Inquirió, aún en aquella posición.
-Le gustan ese tipo de eventos, la música sobre todo…¿Sabes que toca el piano… el violín y la flauta…? Ummm..No la normal, la otra… Es bastante diestra- Mencionó acercándose a ella y escuchando aquello sobre los vestidos, frunciendo el ceño para pensar un poco. Lo cierto es que no solía hablar mucho con su hermana de eso, además siempre parecía bastante segura consigo misma -Quizás…Recuerdo algunas discusiones cuando Arleen quería ponerse algo distinto a lo que había seleccionado mi madre. Tienen estilos diferentes, pero mi madre acababa ganando. Creo que era un poco su…muñeca y su modelo para las nuevas temporadas- Le respondió el moreno porque no dejaba de recordarlo, ni los pequeños desfiles en la propia casa para evaluación de la familia.
La observó soltándose el pelo y sonrió de lado al ver toda su melena descubierta para él, se acercó acortando la distancia para pasarle la mano por la cintura y atraerla hacia él -No sabía cómo comportarme a tu alrededor porque no sabía qué habías dicho y qué no….No pasa nada – Le restó importancia y se inclinó hacia ella, permitiendo que su cabeza se ladera para entrar en el hueco de su hombro y su cuello donde varios mechones estaban anidados. Inspiró, con profundidad, más de una vez mientras la apretaba contra su cuerpo. La respuesta de éste fue casi instantánea pero no le dijo nada -¿Te he dicho lo hermosa que te ves hoy?- Inquirió, aún en aquella posición.
Escuchar hablar de Amaya la sacó de su centro. Su felicidad estaba completa en ese preciso instante y no había reparado en que la de él no. Después de todo, había perdido gente y aunque ella seguía con incertidumbre respecto a su familia, no se había reparado a pensar en ello.- Le haré una visita, a ver si hay algo con lo que pueda contribuir a su tratamiento.- Susurró con una sonrisa para intentar que se quedara más tranquilo. Ella confiaba en que saldría adelante y él también debía hacerlo.
Cuando el tema pasó a Arleen, levantó las cejas con curiosidad, negando suavemente.- No sabía que era tan musical. Quizás si le conseguimos algo de eso pueda alegrarse un poco y despejar la mente.- No comprendía la obsesión de los Royden con la música, pues ella misma era más de buscar los sonidos de la naturaleza, pero comprendía la necesidad de hacer algo que les trajera paz.- ¿Estilos diferentes? - Se permitió dudarlo un momento, no porque no fuera cierto pero... ¿Qué no seguía vistiéndose con lo que Eleonor le confeccionaba? No creía que la madre le permitiera comprar un vestido extra en otra tienda. Por su parte, nunca había tenido esa clase de problemas con su madre. Ella era muy liberal. Decidió no comentar nada, porque no tenía caso, pero tenía una cierta duda alejada.- Tu también te criaste en esa casa. Y Arleen parecía bastante... reacia a ponerse un vestido... sensual.- Dudó bastante buscando la palabra, porque no lo veía como algo negativo, pero parecía que ella sí.- ¿Te molesta cómo me visto? - Eso era a lo que quería llegar, pero estando atrapada por la cintura, creía que la respuesta sería negativa. Sin embargo, estaba más que preparada para mandarlo a volar si tenía un solo comentario negativo respecto a cómo se mostraba en sociedad. Conocía a los hombres lo suficiente como para saber que no buscaban lo mismo en un rollo casual, en una novia y en una esposa, y ella no tenía ningún complejo con su cuerpo, por lo que no pretendía cambiar su forma de vestir por cambiar de estado civil.
Cuando el moreno se anidó en su cuello, levantó los brazos para abrazarle con cuidado, cerrando los ojos mientras disfrutaban la cercanía del otro. Supuso que eso había sido lo que lo había alejado de ella durante la noche, por lo que respiró profundamente al saber que todo marchaba bien.
No. Hoy no me lo dijiste. Creí que no te había gustado mi vestido... ¿No fue una buena noche, verdad? Por más que me engañe animándome, no fue una buena noche.- Lo decía por él, más que nada, porque sentía aquella energía de un hombre agotado a pesar de siempre estar activo. Era desconcertante verlo tan tranquilo y le preocupaba porque no era normal en él. ¿Era todo por Amaya? Quería saber que más había en su cabeza. Ella, por otro lado, debía dejar de verle lo positivo a todo. Entre Adele y Shyvanna se había encargado de amargarle la noche a todos los que amaba.- ¿Quieres que nos relajemos un rato antes de dormir? ¿Qué sucede? - Le estaba costando decidir entre un baño caliente con aceites o algo más directo, pero no lo dijo. Prefirió mantenerse abrazada a él, compartiendo su tranquilidad.
Cuando el tema pasó a Arleen, levantó las cejas con curiosidad, negando suavemente.- No sabía que era tan musical. Quizás si le conseguimos algo de eso pueda alegrarse un poco y despejar la mente.- No comprendía la obsesión de los Royden con la música, pues ella misma era más de buscar los sonidos de la naturaleza, pero comprendía la necesidad de hacer algo que les trajera paz.- ¿Estilos diferentes? - Se permitió dudarlo un momento, no porque no fuera cierto pero... ¿Qué no seguía vistiéndose con lo que Eleonor le confeccionaba? No creía que la madre le permitiera comprar un vestido extra en otra tienda. Por su parte, nunca había tenido esa clase de problemas con su madre. Ella era muy liberal. Decidió no comentar nada, porque no tenía caso, pero tenía una cierta duda alejada.- Tu también te criaste en esa casa. Y Arleen parecía bastante... reacia a ponerse un vestido... sensual.- Dudó bastante buscando la palabra, porque no lo veía como algo negativo, pero parecía que ella sí.- ¿Te molesta cómo me visto? - Eso era a lo que quería llegar, pero estando atrapada por la cintura, creía que la respuesta sería negativa. Sin embargo, estaba más que preparada para mandarlo a volar si tenía un solo comentario negativo respecto a cómo se mostraba en sociedad. Conocía a los hombres lo suficiente como para saber que no buscaban lo mismo en un rollo casual, en una novia y en una esposa, y ella no tenía ningún complejo con su cuerpo, por lo que no pretendía cambiar su forma de vestir por cambiar de estado civil.
Cuando el moreno se anidó en su cuello, levantó los brazos para abrazarle con cuidado, cerrando los ojos mientras disfrutaban la cercanía del otro. Supuso que eso había sido lo que lo había alejado de ella durante la noche, por lo que respiró profundamente al saber que todo marchaba bien.
No. Hoy no me lo dijiste. Creí que no te había gustado mi vestido... ¿No fue una buena noche, verdad? Por más que me engañe animándome, no fue una buena noche.- Lo decía por él, más que nada, porque sentía aquella energía de un hombre agotado a pesar de siempre estar activo. Era desconcertante verlo tan tranquilo y le preocupaba porque no era normal en él. ¿Era todo por Amaya? Quería saber que más había en su cabeza. Ella, por otro lado, debía dejar de verle lo positivo a todo. Entre Adele y Shyvanna se había encargado de amargarle la noche a todos los que amaba.- ¿Quieres que nos relajemos un rato antes de dormir? ¿Qué sucede? - Le estaba costando decidir entre un baño caliente con aceites o algo más directo, pero no lo dijo. Prefirió mantenerse abrazada a él, compartiendo su tranquilidad.
-Gracias- Le reconoció a Sofía cuando mencionó que visitaría a Amaya. Esperaba que su prima saliera de esa. Lo único que le decían era que estaba estable. Poco más. Pero estable empezaba a ser insuficiente. Agitó la cabeza tratando de olvidarse del recuerdo del cuerpo frío de su prima contra sí mismo. Había perdido tanta sangre…y su respiración débil. Apretó y soltó los dedos lentamente. Si él hubiese estado allí…Quizá no habría acabado así.
-Música y libros, es todo lo que necesita…Por eso me empeñé en que tuviera libros cuando estuvo aquí. No le iba a meter un piano en el piso y no podía traerle sus pájaros. Creo que todos se escaparon cuando atacaron la casa- Mencionó aunque le parecía buena idea lo de conseguirle algo de música -¿Crees que se anime a retomar las noches de karaoke? Cuando Amaya despierte- Mencionó, pensando que todos estaban necesitándolo. Es más, le interesaría ver a Sofía con ellas. Recordó, con un cálido sentimiento en el corazón, el día de la boda de Arleen cuando la morena le había pedido que subiera al escenario a cantar con ellas.
-Sí…- Mencionó a lo de los estilos diferentes, porque a fin de cuentas su madre era mucho más atrevida y Arleen bien reservada. Cuando mencionó lo de ponerse un vestido sensual se tomó la libertad de pensar un poco en la forma de vestir de su hermana. Era cierto que…No, no era sensual la primera palabra que se le venía a la cabeza. Elegante, profesional quizás. En casa, clásica pero… -Tuvo una crianza más bien… arcaica, Sofía. Supongo que mamá le habrá metido en la cabeza que las mujeres deben vestirse de esa manera…O se sentirá incómoda…Sinceramente, no lo sé. Tampoco le conocí un novio nunca así que quizás es...simplemente una persona especial- Y tampoco quería indagar más en su hermana. La pregunta que vino después hizo que arqueara una ceja y se alejara de ella para verla a los ojos -No…¿Por qué?- La respuesta fue bastante rápida y luego se alejó un poco para verla mejor, sonriendo de lado -No cambies tu forma de vestir-
Tras eso vino una realidad como un camión y eso le hizo asentir -No, Sofía, no fue una noche…para celebrar- la atrajo de nuevo hacia sus brazos, sintiendo su calor y sabiendo que después del esfuerzo que ambas habían puesto en la fiesta no había salido como ellas esperaban. Esperaba que Sayid estuviera también cuidando de Arleen -Sí…- Relajarse sonaba bien, necesitaban ese tipo de cosas un momento. La subió a sus brazos y empezó a subir hacia el piso de arriba donde estaba la habitación y el baño. La dejó con suavidad en el piso para ir a encender la bañera y que empezara a llenarse y volvió a la habitación para quitarse los botones de la camiseta -Ni siquiera bailamos… - Le dijo tras sacarse la camisa y tirarla a la ropa sucia con el resto cosas que se vio obligado a recoger.
-Música y libros, es todo lo que necesita…Por eso me empeñé en que tuviera libros cuando estuvo aquí. No le iba a meter un piano en el piso y no podía traerle sus pájaros. Creo que todos se escaparon cuando atacaron la casa- Mencionó aunque le parecía buena idea lo de conseguirle algo de música -¿Crees que se anime a retomar las noches de karaoke? Cuando Amaya despierte- Mencionó, pensando que todos estaban necesitándolo. Es más, le interesaría ver a Sofía con ellas. Recordó, con un cálido sentimiento en el corazón, el día de la boda de Arleen cuando la morena le había pedido que subiera al escenario a cantar con ellas.
-Sí…- Mencionó a lo de los estilos diferentes, porque a fin de cuentas su madre era mucho más atrevida y Arleen bien reservada. Cuando mencionó lo de ponerse un vestido sensual se tomó la libertad de pensar un poco en la forma de vestir de su hermana. Era cierto que…No, no era sensual la primera palabra que se le venía a la cabeza. Elegante, profesional quizás. En casa, clásica pero… -Tuvo una crianza más bien… arcaica, Sofía. Supongo que mamá le habrá metido en la cabeza que las mujeres deben vestirse de esa manera…O se sentirá incómoda…Sinceramente, no lo sé. Tampoco le conocí un novio nunca así que quizás es...simplemente una persona especial- Y tampoco quería indagar más en su hermana. La pregunta que vino después hizo que arqueara una ceja y se alejara de ella para verla a los ojos -No…¿Por qué?- La respuesta fue bastante rápida y luego se alejó un poco para verla mejor, sonriendo de lado -No cambies tu forma de vestir-
Tras eso vino una realidad como un camión y eso le hizo asentir -No, Sofía, no fue una noche…para celebrar- la atrajo de nuevo hacia sus brazos, sintiendo su calor y sabiendo que después del esfuerzo que ambas habían puesto en la fiesta no había salido como ellas esperaban. Esperaba que Sayid estuviera también cuidando de Arleen -Sí…- Relajarse sonaba bien, necesitaban ese tipo de cosas un momento. La subió a sus brazos y empezó a subir hacia el piso de arriba donde estaba la habitación y el baño. La dejó con suavidad en el piso para ir a encender la bañera y que empezara a llenarse y volvió a la habitación para quitarse los botones de la camiseta -Ni siquiera bailamos… - Le dijo tras sacarse la camisa y tirarla a la ropa sucia con el resto cosas que se vio obligado a recoger.
Entre la recientemente adquirida preocupación por Amaya y la frágil estabilidad de Arleen, solo quería quitarle a Vishous las preocupaciones de un largo día.- Hay muchos nidos cerca de casa, pero es mala temporada para las aves, cada vez parece hacer más frío. Quizás el piano lo podamos poner en mi sala.- No tenía ni idea de cuanto tiempo iban a estar en su cabaña, pero quería hacerlo todo para que estuviera cómoda y dejara de pensar en las deprimentes cosas que la rodeaban. Además, a pesar de todo, le agradaba la compañía o saberse acompañada en aquella gran casa, preparar té y bocadillos para sus huéspedes y dejarles detalles por la casa, como fruta fresca disponible y arreglarles los espacios para invitarles a entrar en comodidad. El violín y la flauta podrían ser más fáciles que el piano para eso, pero el sonido podía ser difícil para los animales que invernaban cerca de casa. No quería interrumpirles tampoco, por eso en invierno se andaba casi de puntillas por el bosque. Asintió con una suave sonrisa a si la morena retomaría las noches de karaoke, a sabiendas de que era algo que le encantaba y que lo haría sin duda. Después de aquello, se mantuvo tranquila escuchando la explicación respecto a las diferencias entre la morena y su madre, a quien seguía sin tragar, pero a la que debería hacer un esfuerzo por conocer si iba a ser su suegra. Menos mal que a él no le importara lo que se pusiera. Así estaban bien ambos.
Entre el abrazo en el que se fundieron, dejó un par de besos dulces en la mejilla del moreno. Seguía teniendo la duda de por qué se veía tan cansado, pero quería sacarle la verdad de a poco, quería sondear los por qués con tranquilidad para no parecer invasiva.- Hoy estuviste muy bien. Sabes que no tienes que ir a esos eventos, ¿verdad? Si no te apetece, puedes quedarte en casa. No es tu obligación.- En realidad, no era que se esperara algo respecto a que él asistiera o no, sino que se comportara a la altura cuando sí lo hiciera. Esa noche, lo había hecho muy bien frente a sus compañeros y se lo reconoció mientras subían juntos la escalera, ella en brazos de él. Cuando la soltó, sacó de su cartera un frasco con una esencia relajante. Si se la tenía que echar toda a la bañera, no lo dudaría con tal de verlo más feliz. Cuando volvió, le sonrió con dulzura al saber aquello que le traía más pesar.- Eso puede arreglarse. Ven aquí.- Susurró, acercándose a él y tomándolo de las manos para que se las colocara en la cintura. Ella, mientras tanto, se prendía de lo alto de sus fuertes brazos, comenzando a moverse lentamente aún sin música, pero moviéndose, que al final terminarían en la bañera.- Dime tu pesar, cariño. Yo sostendré tus penas esta noche. Ya no estamos solos, ni tu ni yo. ¿Qué te ocurre? Algo te carcome y siento que... no llego a ti. No logro verlo. ¿Qué sucede?
Entre el abrazo en el que se fundieron, dejó un par de besos dulces en la mejilla del moreno. Seguía teniendo la duda de por qué se veía tan cansado, pero quería sacarle la verdad de a poco, quería sondear los por qués con tranquilidad para no parecer invasiva.- Hoy estuviste muy bien. Sabes que no tienes que ir a esos eventos, ¿verdad? Si no te apetece, puedes quedarte en casa. No es tu obligación.- En realidad, no era que se esperara algo respecto a que él asistiera o no, sino que se comportara a la altura cuando sí lo hiciera. Esa noche, lo había hecho muy bien frente a sus compañeros y se lo reconoció mientras subían juntos la escalera, ella en brazos de él. Cuando la soltó, sacó de su cartera un frasco con una esencia relajante. Si se la tenía que echar toda a la bañera, no lo dudaría con tal de verlo más feliz. Cuando volvió, le sonrió con dulzura al saber aquello que le traía más pesar.- Eso puede arreglarse. Ven aquí.- Susurró, acercándose a él y tomándolo de las manos para que se las colocara en la cintura. Ella, mientras tanto, se prendía de lo alto de sus fuertes brazos, comenzando a moverse lentamente aún sin música, pero moviéndose, que al final terminarían en la bañera.- Dime tu pesar, cariño. Yo sostendré tus penas esta noche. Ya no estamos solos, ni tu ni yo. ¿Qué te ocurre? Algo te carcome y siento que... no llego a ti. No logro verlo. ¿Qué sucede?
-No vas a poner un piano en tu sala temporalmente… Le llevaré uno de sus violines, creo que mamá los tiene guardados aún- Supuso que el violín que tocaba ahora había quedado destruido. Por lo pronto, que descansara esa noche y mañana ya hablarían con ella y harían alguna cosa para distraerla de su “nada que hacer” que debía hacer. De sólo pensar en cómo estaba obligada a guardar reposo le daba un poco de … Locura. Él no podría estar obligado a guardar reposo. Se volvería loco. Así que sospechaba que su hermana estaba teniendo algo parecido, por ende, le preocupaba de sobre manera. Tendría que hablar con Fred. Quizás si se la llevaban a hacer un picnic o algo distinto, de esas cosas que a ella le gustaban, sólo ellos tres…Podrían hablar con sinceridad.
-Prefiero estar a tu lado si cerca de allí vas a estar en peligro. Me quedo más tranquilo- Le respondió con claridad. No confiaba en nadie para protegerla mejor que él. Bueno, quizás Giordano, había tenido buenos reflejos para cubrirle la espalda a Matvey pero también…Había llegado volando a la fiesta así que… Tenía sus…pros y contras. No es que no confiara en ella misma para protegerse pero necesitaba ver que estaba bien, asegurarse. Le sonrió cuando le acercó a ella y la atrajo contra sí mismo, apoyando la cabeza suavemente en la suya e inspirando de nuevo ese delicioso aroma que siempre llevaba consigo y que desde el primer momento le había trastocado la cabeza.
La pregunta de Sofía le hizo saber que estaba siendo, quizás, muy transparente. No quería preocuparla, pero...Soltó un sonoro suspiro de exasperación -La Pendragon te tiene como objetivo. ¿Fue esa la que te secuestró, no? - Preguntó alejándose para poder verle el rostro -¿Qué te hicieron durante el secuestro? ¿Tienen tu sangre? - Las preguntas empezaban a salir y su rostro estaba oscureciéndose -Y con Arleen. En cuanto llegó fue hasta ella. Y el rubio ese también le habló como si la conociera. No entiendo porque os están siguiendo y me pone en alerta, no puedo evitarlo. Temo que la desesperación de Arleen le haga caer en sus trampas. La viste... Tú la viste ¿verdad? ¿Crees que lo haría? - Expresó con un tono bastante hosco
-Prefiero estar a tu lado si cerca de allí vas a estar en peligro. Me quedo más tranquilo- Le respondió con claridad. No confiaba en nadie para protegerla mejor que él. Bueno, quizás Giordano, había tenido buenos reflejos para cubrirle la espalda a Matvey pero también…Había llegado volando a la fiesta así que… Tenía sus…pros y contras. No es que no confiara en ella misma para protegerse pero necesitaba ver que estaba bien, asegurarse. Le sonrió cuando le acercó a ella y la atrajo contra sí mismo, apoyando la cabeza suavemente en la suya e inspirando de nuevo ese delicioso aroma que siempre llevaba consigo y que desde el primer momento le había trastocado la cabeza.
La pregunta de Sofía le hizo saber que estaba siendo, quizás, muy transparente. No quería preocuparla, pero...Soltó un sonoro suspiro de exasperación -La Pendragon te tiene como objetivo. ¿Fue esa la que te secuestró, no? - Preguntó alejándose para poder verle el rostro -¿Qué te hicieron durante el secuestro? ¿Tienen tu sangre? - Las preguntas empezaban a salir y su rostro estaba oscureciéndose -Y con Arleen. En cuanto llegó fue hasta ella. Y el rubio ese también le habló como si la conociera. No entiendo porque os están siguiendo y me pone en alerta, no puedo evitarlo. Temo que la desesperación de Arleen le haga caer en sus trampas. La viste... Tú la viste ¿verdad? ¿Crees que lo haría? - Expresó con un tono bastante hosco
¿Por qué no? Hay espacio. Es espacio también de ella ahora que está ahí. Además, el violín es demasiado melancólico, quizás tenga el efecto contrario. Buscaré uno mañana y lo haré que lo instalen en casa. No te preocupes por nada. Gracias por ayudarme a ver cómo ayudarla. Estaba muy intranquila al respecto.- Le aseguró con una suave sonrisa, ocultando su ligerísima adversión a los sonidos estridentes. Nunca había escuchado un violín de cerca, pero tenía la impresión de que no sería la cosa más suave y dulce del mundo. Asintió entonces a la preferencia del contrario sobre las fiestas y los eventos sociales a los que estaba ella obligada. Si él quería ir, no se lo negaba, pero ir solo por protegerla estaba un poco de más. Sin embargo, había decidido hacía algún tiempo que no discutiría con él su seguridad mientras se encontrara embarazada. Trataría de dejarle tranquilo al respecto, y de estar en paz en todo momento.
Compartieron entonces un dulce momento donde bailaron sin música, unidos en todo sentido. Le regaló entonces un suave beso al instante cuando soltó aquel sonido tan intranquilo, esperando en silencio para darle espacio a que expresara sus emociones. Una a una, salieron y le dejaron un amargo sabor de boca. Había creído que podría ayudarlo, pero los Pendragon también eran una de sus mayores preocupaciones.- Shyvanna, sí, fue ella quien me secuestró. Fue... un secuestro de lo más... aburrido. Con lo que conocemos de ella ahora, la verdad es que esperaría más. Solo me encerró en una habitación por una semana. No sé qué encantos usarían, no podía irme, pero tampoco lo intenté demasiado. La situación era bastante incierta en ese momento y quizás podría averiguar algo dentro de su propio castillo. Después de todo, Sarah se había infiltrado en el campamento de sus vasallos, quizás podría hacer un poco de lo mismo... No sé si tienen mi sangre, pero lo veo poco probable. No tenía heridas, ni tampoco me hicieron mucho caso.- Pasando al tema de Arleen, se contuvo un suspiro. Bajó sus manos de los hombros a la muñecas del moreno, guiando entonces sus pasos hacia la bañera. Aún no se llenaba, pero ya tenía algo de agua limpia y fresca en ella. Era grande, lo suficiente para que él cupiera perfectamente. Tras sacar de nuevo su frasco de esencias, colocó treinta gotas en el agua y lo dejó de lado. Se sentó de lado en el borde de la tina para comprobar la temperatura del agua. Era perfecta. Cálida, pero no caliente. El tema ella lo tenía muy claro. Después de algunos años de interminables conversaciones con Sayid, ella lo tenía muy claro y le dolía ver que Arleen no pudiera verlo. Mientras veía el agua girar dentro de la bañera, habló en voz baja y tranquila.- Arleen está frágil ahora, Vishous. Creo que... Arleen no sabe en lo que se está metiendo. Está demasiado preocupada por todo esto. ¿Qué es lo peor que podría pasar si perdiera a ese niño, Vishous? Muchas mujeres pasan por eso, está siendo demasiado dura con ella misma, está poniendo en ella estrés innecesario. Se le olvida ampliamente que Sayid cree en el destino, en los astros, en los números. Esta experiencia tiene algo que enseñarle y es a no ser tan dura con ella misma, a tratarse con más bondad, solo que no sé cómo no lo ve. Todo es perfecto, incluso si al final no lograra tener a su bebé. Pero es un trabajo de introspección muy amplio el que necesita hacer. Todas nuestras relaciones son un espejo de nosotros mismos. ¿Dónde está ella no dejándose nacer a sí misma? ¿Dónde está ella perdida? - Soltó un suspiro, levantando el rostro al moreno frente a ella. Quizás él tampoco entendería a lo que se refería. Quizás para él, todo era divagar y palabrería tonta. Ellos habían crecido en un hogar superficial y tóxico aunque hubiera amor en la superficie, y ella en cambio... Soltó un suspiro profundo. Sus ojos también mostraban frustración, pero porque no sabía si él podía verlo todo tan claro como ella. Al final, una idea se formó en su mente. Tenía que convertir aquella intranquilidad en un espacio de catarsis.- ¿Tienes velas? ¿Velas blancas? ¿Tienes... una macetera o tierra en el balcón?
Compartieron entonces un dulce momento donde bailaron sin música, unidos en todo sentido. Le regaló entonces un suave beso al instante cuando soltó aquel sonido tan intranquilo, esperando en silencio para darle espacio a que expresara sus emociones. Una a una, salieron y le dejaron un amargo sabor de boca. Había creído que podría ayudarlo, pero los Pendragon también eran una de sus mayores preocupaciones.- Shyvanna, sí, fue ella quien me secuestró. Fue... un secuestro de lo más... aburrido. Con lo que conocemos de ella ahora, la verdad es que esperaría más. Solo me encerró en una habitación por una semana. No sé qué encantos usarían, no podía irme, pero tampoco lo intenté demasiado. La situación era bastante incierta en ese momento y quizás podría averiguar algo dentro de su propio castillo. Después de todo, Sarah se había infiltrado en el campamento de sus vasallos, quizás podría hacer un poco de lo mismo... No sé si tienen mi sangre, pero lo veo poco probable. No tenía heridas, ni tampoco me hicieron mucho caso.- Pasando al tema de Arleen, se contuvo un suspiro. Bajó sus manos de los hombros a la muñecas del moreno, guiando entonces sus pasos hacia la bañera. Aún no se llenaba, pero ya tenía algo de agua limpia y fresca en ella. Era grande, lo suficiente para que él cupiera perfectamente. Tras sacar de nuevo su frasco de esencias, colocó treinta gotas en el agua y lo dejó de lado. Se sentó de lado en el borde de la tina para comprobar la temperatura del agua. Era perfecta. Cálida, pero no caliente. El tema ella lo tenía muy claro. Después de algunos años de interminables conversaciones con Sayid, ella lo tenía muy claro y le dolía ver que Arleen no pudiera verlo. Mientras veía el agua girar dentro de la bañera, habló en voz baja y tranquila.- Arleen está frágil ahora, Vishous. Creo que... Arleen no sabe en lo que se está metiendo. Está demasiado preocupada por todo esto. ¿Qué es lo peor que podría pasar si perdiera a ese niño, Vishous? Muchas mujeres pasan por eso, está siendo demasiado dura con ella misma, está poniendo en ella estrés innecesario. Se le olvida ampliamente que Sayid cree en el destino, en los astros, en los números. Esta experiencia tiene algo que enseñarle y es a no ser tan dura con ella misma, a tratarse con más bondad, solo que no sé cómo no lo ve. Todo es perfecto, incluso si al final no lograra tener a su bebé. Pero es un trabajo de introspección muy amplio el que necesita hacer. Todas nuestras relaciones son un espejo de nosotros mismos. ¿Dónde está ella no dejándose nacer a sí misma? ¿Dónde está ella perdida? - Soltó un suspiro, levantando el rostro al moreno frente a ella. Quizás él tampoco entendería a lo que se refería. Quizás para él, todo era divagar y palabrería tonta. Ellos habían crecido en un hogar superficial y tóxico aunque hubiera amor en la superficie, y ella en cambio... Soltó un suspiro profundo. Sus ojos también mostraban frustración, pero porque no sabía si él podía verlo todo tan claro como ella. Al final, una idea se formó en su mente. Tenía que convertir aquella intranquilidad en un espacio de catarsis.- ¿Tienes velas? ¿Velas blancas? ¿Tienes... una macetera o tierra en el balcón?
Frunció suavemente el ceño cuando mencionó que el violín era demasiado melancólico...- ¿Y el piano no? Cuando Arleen no se encuentra bien, puedes darle una pandereta, y la hará sonar triste- Le advirtió, porque daba igual el instrumento que le pusiera en la mano. No obstante, le gustó ver que se preocupaba por ella. Era una buena relación si empezaban de esa forma, a fin de cuenta, serían familia -¿Sabes tocar algún instrumento?...Aparte de mí- Le dijo con una sonrisa lobuna en los labios, volviendo levemente al ruedo.
Le devolvió el beso, pero en cuanto mencionó lo de los Pendragon, vio su cara cambiar y asintió con suavidad oyendo todo lo que estaba diciendole -Es lo que no entiendo…- Expresó bastante contrariado mientras mantenía las manos en su cintura -¿Por qué te secuestraron entonces? ¿Por qué no te dañaron? Podrían haberlo hecho. Podrían haber sido crueles y haber jodido al Consejo al hacer una imposición. Debilitarlo con un miembro menos, hacerlos inestables por la pérdida- Y después, no podía olvidar las palabras del parlamento donde había estado. Le recorrió el rostro frunciendo el ceño -Te ataron a una pira, podrían haberte entregado muerta- Analizó, de nuevo y se pasó una mano por la barbilla, sopesando la situación. No podía evitar usar su conocimiento y entrenamiento para analizar. Y analizar. La morena lo había dejado vivo a él y él había desaparecido de inmediato sin chequear a sus compañeros para avisarle a Amaya. ¿Y si esos segundos les habían costado la vida? ¿Pero y los campos? ¿Los ataques a las casas? Casi fulminan a Da Vinci, también lo hicieron con la casa de Le Fay para luego pedir un parlamento. Las tropas no se adentraron, sólo invadieron
¿Cuál era su plan?
En cuanto aquello cambió hacia lo de Arleen empezó a oírla mientras se quitaba los pantalones -La decepción del Descendiente y de mi madre- Le explicó a Sofía y cuando quedó desnudo se acercó a la bañera para meterse pero la levantó para ayudarla con su vestido -Creo que… Ustedes tampoco son conscientes de la educación que gran parte de la ciudadanía de Ouroboros tiene. Os respetamos, os protegemos y algunos os idolatran como mi madre, cariño- Le explicó y empezó a bajarle el vestido esperando que entrara con él a la bañera -Y como ella si os idolatra entrenó a Arleen para ser perfecta, quizás no respetando demasiado su forma de pensar. Yo intenté ayudarla pero quizá es demasiado tarde…Por ende…- Hizo una pequeña pausa -¿Qué es lo que los Descendientes tienen que asegurar? Su linaje ¿Cómo hacerlo? Con hijos…Si Arleen pierde al bebé, Sofía, cree que decepcionará a Sayid, al Consejo, Ouroboros y, por sobre todas las cosas, algo que ya teme: Mi madre- Intentó que lograra entender lo que él había dilucidado después de aquella explosión en el hospital. Lo había hablado con Fred y Aurora, nunca la habían visto perder el control de esa manera.
-Eh… - Se quedó mirándola con sorpresa cuando le pidió esas cosas -Tierra, sí… en el balcón. Velas blancas…- Ahí lo pillaba un poco porque creyó no haberlas repuesto después de la última vez que había usado -Espera- Le dijo y salió del baño hacia la habitación yendo hacia uno de los cajones ocultos del cabecero de la cama, lo apretó y éste salió con suavidad. Había dos, bastante agotadas -No sé si te servirán- Le mencionó sacándolas y guardando el cajón, alzó las manos para mostrárselas.
Le devolvió el beso, pero en cuanto mencionó lo de los Pendragon, vio su cara cambiar y asintió con suavidad oyendo todo lo que estaba diciendole -Es lo que no entiendo…- Expresó bastante contrariado mientras mantenía las manos en su cintura -¿Por qué te secuestraron entonces? ¿Por qué no te dañaron? Podrían haberlo hecho. Podrían haber sido crueles y haber jodido al Consejo al hacer una imposición. Debilitarlo con un miembro menos, hacerlos inestables por la pérdida- Y después, no podía olvidar las palabras del parlamento donde había estado. Le recorrió el rostro frunciendo el ceño -Te ataron a una pira, podrían haberte entregado muerta- Analizó, de nuevo y se pasó una mano por la barbilla, sopesando la situación. No podía evitar usar su conocimiento y entrenamiento para analizar. Y analizar. La morena lo había dejado vivo a él y él había desaparecido de inmediato sin chequear a sus compañeros para avisarle a Amaya. ¿Y si esos segundos les habían costado la vida? ¿Pero y los campos? ¿Los ataques a las casas? Casi fulminan a Da Vinci, también lo hicieron con la casa de Le Fay para luego pedir un parlamento. Las tropas no se adentraron, sólo invadieron
¿Cuál era su plan?
En cuanto aquello cambió hacia lo de Arleen empezó a oírla mientras se quitaba los pantalones -La decepción del Descendiente y de mi madre- Le explicó a Sofía y cuando quedó desnudo se acercó a la bañera para meterse pero la levantó para ayudarla con su vestido -Creo que… Ustedes tampoco son conscientes de la educación que gran parte de la ciudadanía de Ouroboros tiene. Os respetamos, os protegemos y algunos os idolatran como mi madre, cariño- Le explicó y empezó a bajarle el vestido esperando que entrara con él a la bañera -Y como ella si os idolatra entrenó a Arleen para ser perfecta, quizás no respetando demasiado su forma de pensar. Yo intenté ayudarla pero quizá es demasiado tarde…Por ende…- Hizo una pequeña pausa -¿Qué es lo que los Descendientes tienen que asegurar? Su linaje ¿Cómo hacerlo? Con hijos…Si Arleen pierde al bebé, Sofía, cree que decepcionará a Sayid, al Consejo, Ouroboros y, por sobre todas las cosas, algo que ya teme: Mi madre- Intentó que lograra entender lo que él había dilucidado después de aquella explosión en el hospital. Lo había hablado con Fred y Aurora, nunca la habían visto perder el control de esa manera.
-Eh… - Se quedó mirándola con sorpresa cuando le pidió esas cosas -Tierra, sí… en el balcón. Velas blancas…- Ahí lo pillaba un poco porque creyó no haberlas repuesto después de la última vez que había usado -Espera- Le dijo y salió del baño hacia la habitación yendo hacia uno de los cajones ocultos del cabecero de la cama, lo apretó y éste salió con suavidad. Había dos, bastante agotadas -No sé si te servirán- Le mencionó sacándolas y guardando el cajón, alzó las manos para mostrárselas.
A pesar del contenido del reproche, tuvo que carcajearse pensando en cómo alguien podía tocar tristemente una pandereta, porque no podía imaginárselo y la imagen le resultaba hilarante. El moreno era ocurrente y divertido, le encantaba. Cerrado el asunto, sonrió con pena ante su pregunta.- Solo una especie de arpa celta muy... específica. Tengo muchísimos años sin practicar, así que probablemente está todo olvidado.- No recordaba ser mala tocándola, pero tampoco muy buena.- Tú eres mi favorito y me han dicho que se me da bien y soy un talento natural.- Bromeó, dejándole un nuevo beso en los labios, suave, al ver que aquella faceta que conocía bien de él había emergido por al menos un segundo.
Pasando a temas de Shyvanna, quiso zanjar un poco el asunto, porque ella ya antes le había dado muchas vueltas y no había otra cosa.- Creo que Shyvanna actuó sola. Y en realidad... no creo que esté bien de la cabeza. Debe ser bipolar o algo, pues cambia de personalidad bastante rápido si la presionas. No van a dañar al Consejo mientras no pase su periodo de prueba. Lo de la pira sí que no lo entiendo, pero debe ser su trastorno. No es estable y no tiene acciones coherentes. Me hace pensar mal del otro rubio, el que parece su gemelo, pero...- Terminó por encoger los hombros. Ya le había dado demasiadas vueltas a aquello y si no había una especie de mitología o historia detrás que no conocía, lo más probable era que fuera que la rubia estaba loca.
En tanto a Arleen, escuchó con atención mientras la tina seguía llenándose y ella seguía con la mirada el camino de las manos del moreno sobre su cuerpo para desnudarse.- De nuevo con las presiones tóxicas.- Murmuró. Ella no estaba de acuerdo con absolutamente nada de lo que Arleen estaba pasando. Sin embargo, dejó de fruncir al ceño cuando le llamó "cariño". Su rostro pasó a una versión más apenada que la frustración anterior.- Sayid tiene primos, Vishous. Miles. Su familia compite con la de Adael. Su linaje está asegurado. No es poco común que las ramas de los linajes cambien. Si yo perdiera a nuestro bebé...- Se quedó demasiado quieta por un momento, porque no le había gustado el rumbo que habían tomado sus pensamientos. De alguna manera, no podía imaginar lo que planteaba. No sentía tristeza ni dolor, simplemente no cabía esa posibilidad en su cabeza. Ese pequeño ser estaría bien siempre. Quizás ahí entendió que no entendía a Arleen. Incluso si llegara a estar en riesgo, tenía la certeza de que el bosque la ayudaría y había confianza en su corazón. Tenía certeza. Después de mucho silencio, sentenció.- Arleen ya no es una Royden. Es Ibn Salah. Necesita levantar la cabeza porque la gente puede aceptar con compasión que una descendiente pierda un hijo, pero no podemos permitirnos perder la compostura. Creo que su temple es lo único que debería de preocuparle. Pero... No sé, Vishous, no sé.- Terminó soltando un suspiro, quedando en ropa interior de un momento a otro, aunque no recordaba cuando se había quitado el vestido.
Ante sus peticiones, sonrió suavemente. Mientras él iba por las velas, ella salió al balcón. Tomó un puño de tierra seca de la primera planta que encontró y buscó al halcón con la mirada por si estaba por ahí en la oscuridad, pero no alcanzó a ver nada claro. Tras cerrar la ventana, volvió a la bañera, sonriéndole al moreno al ver que tenía las velas.- Son perfectas. Enciéndelas.- Buscó un momento con la mirada el lugar en el que le haría menos estropicio al moreno y colocó la tierra sobre la barra del lavamanos. Indicó al moreno que colocara las velas encendidas sobre la tierra y terminó por quitarse despacio el corset de lazo negro y su ropa interior antes de meterse a la bañera. No se sentó de inmediato, sino que le tendió la mano al moreno para que entrara y se colocara frente a ella. El agua cálida encendía el aroma de la lavanda, geranio, cítricos, jazmín y rosas. Era un aroma dulce pero tranquilo, perfecto para relajar al hombre que tenía frente a ella. Lo guió hasta la bañera y dejó que se sentara antes de arrodillarse de frente a él y pasarle las manos sobre el cuello para comenzar a besarle con un ritmo lento y suave.- Necesito tener aquí mi kit básico de bruja para no tener que salir en ropa interior a tu balcón.- Bromeó sin despegar sus labios de él. Algunas velas, más esencias, incienso, algo de palo santo, tierra de bosque, agua lunar, lo esencial para mantenerle tranquilo después de un largo día de trabajo o un largo día de estrés, como parecía abundar. Recostó su pecho contra el de él y le pasó las yemas de los dedos por la barba.- Te quiero.
Pasando a temas de Shyvanna, quiso zanjar un poco el asunto, porque ella ya antes le había dado muchas vueltas y no había otra cosa.- Creo que Shyvanna actuó sola. Y en realidad... no creo que esté bien de la cabeza. Debe ser bipolar o algo, pues cambia de personalidad bastante rápido si la presionas. No van a dañar al Consejo mientras no pase su periodo de prueba. Lo de la pira sí que no lo entiendo, pero debe ser su trastorno. No es estable y no tiene acciones coherentes. Me hace pensar mal del otro rubio, el que parece su gemelo, pero...- Terminó por encoger los hombros. Ya le había dado demasiadas vueltas a aquello y si no había una especie de mitología o historia detrás que no conocía, lo más probable era que fuera que la rubia estaba loca.
En tanto a Arleen, escuchó con atención mientras la tina seguía llenándose y ella seguía con la mirada el camino de las manos del moreno sobre su cuerpo para desnudarse.- De nuevo con las presiones tóxicas.- Murmuró. Ella no estaba de acuerdo con absolutamente nada de lo que Arleen estaba pasando. Sin embargo, dejó de fruncir al ceño cuando le llamó "cariño". Su rostro pasó a una versión más apenada que la frustración anterior.- Sayid tiene primos, Vishous. Miles. Su familia compite con la de Adael. Su linaje está asegurado. No es poco común que las ramas de los linajes cambien. Si yo perdiera a nuestro bebé...- Se quedó demasiado quieta por un momento, porque no le había gustado el rumbo que habían tomado sus pensamientos. De alguna manera, no podía imaginar lo que planteaba. No sentía tristeza ni dolor, simplemente no cabía esa posibilidad en su cabeza. Ese pequeño ser estaría bien siempre. Quizás ahí entendió que no entendía a Arleen. Incluso si llegara a estar en riesgo, tenía la certeza de que el bosque la ayudaría y había confianza en su corazón. Tenía certeza. Después de mucho silencio, sentenció.- Arleen ya no es una Royden. Es Ibn Salah. Necesita levantar la cabeza porque la gente puede aceptar con compasión que una descendiente pierda un hijo, pero no podemos permitirnos perder la compostura. Creo que su temple es lo único que debería de preocuparle. Pero... No sé, Vishous, no sé.- Terminó soltando un suspiro, quedando en ropa interior de un momento a otro, aunque no recordaba cuando se había quitado el vestido.
Ante sus peticiones, sonrió suavemente. Mientras él iba por las velas, ella salió al balcón. Tomó un puño de tierra seca de la primera planta que encontró y buscó al halcón con la mirada por si estaba por ahí en la oscuridad, pero no alcanzó a ver nada claro. Tras cerrar la ventana, volvió a la bañera, sonriéndole al moreno al ver que tenía las velas.- Son perfectas. Enciéndelas.- Buscó un momento con la mirada el lugar en el que le haría menos estropicio al moreno y colocó la tierra sobre la barra del lavamanos. Indicó al moreno que colocara las velas encendidas sobre la tierra y terminó por quitarse despacio el corset de lazo negro y su ropa interior antes de meterse a la bañera. No se sentó de inmediato, sino que le tendió la mano al moreno para que entrara y se colocara frente a ella. El agua cálida encendía el aroma de la lavanda, geranio, cítricos, jazmín y rosas. Era un aroma dulce pero tranquilo, perfecto para relajar al hombre que tenía frente a ella. Lo guió hasta la bañera y dejó que se sentara antes de arrodillarse de frente a él y pasarle las manos sobre el cuello para comenzar a besarle con un ritmo lento y suave.- Necesito tener aquí mi kit básico de bruja para no tener que salir en ropa interior a tu balcón.- Bromeó sin despegar sus labios de él. Algunas velas, más esencias, incienso, algo de palo santo, tierra de bosque, agua lunar, lo esencial para mantenerle tranquilo después de un largo día de trabajo o un largo día de estrés, como parecía abundar. Recostó su pecho contra el de él y le pasó las yemas de los dedos por la barba.- Te quiero.
-Quizás deberías volver a hacerlo- Le agradó oírla reír, como siempre, así que sonrió de lado. Sin embargo, el hecho de que le siguiera el juego hizo que alzara suavemente las cejas -Lo mejor será confirmar esa teoría nuevamente. Exijo nueva evidencia- Le dijo, con tal de seguir el juego, aunque luego el tema de Shyvanna hizo que asintiera suavemente. No conocía demasiado a la rubia, pero de algunas cosas que había visto algo sí había sacado: Era hedonista. Se le notaba con respirar. -El que se acercó a Arleen... Sí, al menos ese reconoció que estaba actuando fuera de lugar- Le dijo a Sofía dándole un pequeño voto de confianza.
-¿Qué quieres que te diga Sofia?- Preguntó alzando el hombro, pero lo cierto es que su tono era un poco hosco -Arleen tendría que haberse impuesto, se lo dije en varias ocasiones y cuando finalmente estaba buscando un piso para salir de allí ocurrió lo del matrimonio. Como si mi madre lo hubiese olido. Nosotros…- Se refería más a Fred y a él -Hemos encontrado la manera de lidiar con ella y forjar nuestras vidas…No lo sé, quizás por eso se volcó en Arleen- Lo de Sayid, sin embargo, hizo que negara suavemente con la cabeza -Es Sayid el que tiene que darle esa seguridad, no nosotros. Es una cosa de pareja que… Tienen que discutirlo ellos. Incluso si se lo decimos nosotros no creo que surta el mismo efecto-
La sola idea de que Sofía perdiera el bebé hizo que Vishous sintiera que palidecía -No lo digas- Murmuró notando que ella también había cambiado su gesto. Se había quedado fría y él se acercó para cogerla de los hombros y luego rozar sus dedos contra su piel. Ante la sola idea sólo podía imaginarse cómo podía sentirse Sayid, quizás la relación fuera diferente pero quería creer que el Descendiente adoraría a su hijo. Al menos se veía cariñoso y protector con su hermana -Ni yo… Hablaré con Fred, nos la llevaremos a un picnic y hablaremos un poco con ella. Su vida ha cambiado mucho en los últimos dos meses. Lo que dices…En algún momento se perdió a si misma-
Tras eso se concentraron en buscar lo que le pidió mientras la observaba pasearse con aquella ropa interior que le estaba desquiciando. Sí, sin duda, se pondría de buen humor. Mejor humor, se relajaría. Encendió las velas y las colocó allí sin comprender de qué iba Sofía pero seguro era algún ritual especial suyo… Lo que le hizo preguntarse cuándo y cómo se iba a limpiar esa tierra. Se metió en la bañera observando su cuerpo, el templo donde quería yacer por el resto de la eternidad -Umm…Me parece buena idea tener tu kit aquí- Se sentó y luego la recibió contra él cerrando los ojos, besándola de vuelta y dejando que su entrenado cuerpo se relajara en la bañera, percibiendo ya no sólo el aroma de Sofía sino lo que sea que había puesto en el agua.
Le acarició la espalda con la yema de los dedos mientras se relajaba contra su cuerpo. Echó la cabeza hacia atrás para apoyarla en el costado de la bañera y cerró los ojos, para disfrutar de ese instante. La última semana no había hecho más que tomar duchas, no se había relajado en la bañera hace mucho. Las palabras de Sofía le pillaron desprevenido e hicieron que abriera los ojos para mirar al techo. La inseguridad que le atenazó fue tan fuerte que sintió un nudo en el estómago. Lo cierto es que tenían poco tiempo conociéndose y Sofía había dicho más de una vez que era una persona que quería a todo el mundo y aunque su relación ahora fuera distinta… Daba igual. En realidad, en el fondo, daba igual lo que ella sintiera o dejara de sentir porque los propios no cambiarían en torno a lo que ella sintiera por él -Y yo te adoro- Murmuró inclinando la cabeza hacia ella y dejando un beso sobre su cabello rojo desparramado contra su amplio pecho. Porque era cierto, para él siempre había sido una especie de Diosa que había decidido desbaratarle la vida y volvérsela a reconstruir. Y sólo las diosas tenían esa capacidad de hacer milagros ¿No? Por ende, la adoraba con todo su ser. La movió un poco para alzarle la cabeza y así atrapar sus labios en un beso tan lento como posesivo.
-¿Qué quieres que te diga Sofia?- Preguntó alzando el hombro, pero lo cierto es que su tono era un poco hosco -Arleen tendría que haberse impuesto, se lo dije en varias ocasiones y cuando finalmente estaba buscando un piso para salir de allí ocurrió lo del matrimonio. Como si mi madre lo hubiese olido. Nosotros…- Se refería más a Fred y a él -Hemos encontrado la manera de lidiar con ella y forjar nuestras vidas…No lo sé, quizás por eso se volcó en Arleen- Lo de Sayid, sin embargo, hizo que negara suavemente con la cabeza -Es Sayid el que tiene que darle esa seguridad, no nosotros. Es una cosa de pareja que… Tienen que discutirlo ellos. Incluso si se lo decimos nosotros no creo que surta el mismo efecto-
La sola idea de que Sofía perdiera el bebé hizo que Vishous sintiera que palidecía -No lo digas- Murmuró notando que ella también había cambiado su gesto. Se había quedado fría y él se acercó para cogerla de los hombros y luego rozar sus dedos contra su piel. Ante la sola idea sólo podía imaginarse cómo podía sentirse Sayid, quizás la relación fuera diferente pero quería creer que el Descendiente adoraría a su hijo. Al menos se veía cariñoso y protector con su hermana -Ni yo… Hablaré con Fred, nos la llevaremos a un picnic y hablaremos un poco con ella. Su vida ha cambiado mucho en los últimos dos meses. Lo que dices…En algún momento se perdió a si misma-
Tras eso se concentraron en buscar lo que le pidió mientras la observaba pasearse con aquella ropa interior que le estaba desquiciando. Sí, sin duda, se pondría de buen humor. Mejor humor, se relajaría. Encendió las velas y las colocó allí sin comprender de qué iba Sofía pero seguro era algún ritual especial suyo… Lo que le hizo preguntarse cuándo y cómo se iba a limpiar esa tierra. Se metió en la bañera observando su cuerpo, el templo donde quería yacer por el resto de la eternidad -Umm…Me parece buena idea tener tu kit aquí- Se sentó y luego la recibió contra él cerrando los ojos, besándola de vuelta y dejando que su entrenado cuerpo se relajara en la bañera, percibiendo ya no sólo el aroma de Sofía sino lo que sea que había puesto en el agua.
Le acarició la espalda con la yema de los dedos mientras se relajaba contra su cuerpo. Echó la cabeza hacia atrás para apoyarla en el costado de la bañera y cerró los ojos, para disfrutar de ese instante. La última semana no había hecho más que tomar duchas, no se había relajado en la bañera hace mucho. Las palabras de Sofía le pillaron desprevenido e hicieron que abriera los ojos para mirar al techo. La inseguridad que le atenazó fue tan fuerte que sintió un nudo en el estómago. Lo cierto es que tenían poco tiempo conociéndose y Sofía había dicho más de una vez que era una persona que quería a todo el mundo y aunque su relación ahora fuera distinta… Daba igual. En realidad, en el fondo, daba igual lo que ella sintiera o dejara de sentir porque los propios no cambiarían en torno a lo que ella sintiera por él -Y yo te adoro- Murmuró inclinando la cabeza hacia ella y dejando un beso sobre su cabello rojo desparramado contra su amplio pecho. Porque era cierto, para él siempre había sido una especie de Diosa que había decidido desbaratarle la vida y volvérsela a reconstruir. Y sólo las diosas tenían esa capacidad de hacer milagros ¿No? Por ende, la adoraba con todo su ser. La movió un poco para alzarle la cabeza y así atrapar sus labios en un beso tan lento como posesivo.
Con un piano en mi sala, no sé si sacar el arpa será lo más cómodo.- Hizo una mueca de pesar pensando de nuevo en el arpa, aunque luego rió por la broma. Aquello sería complicado, de seguro, pero más por reaprender que por otra cosa.- Mmmm, Teniente, tendrá que pedir una orden de cateo a algún juez. Usted conoce las reglas.- No quería admitir que le gustaba bastante el juego, quizás tenía algún fetiche por el uniforme. Cada vez era más obvio.
Ante lo de Darren, no dijo nada. No quería mantenerlo alerta todo el tiempo, porque los Pendragón fácilmente podían poner doble cara. Gwen también parecía una chica dulce para quienes no conocieran su masacre. Una vez más, se puso algo triste porque el pajarillo no terminó de abrir las alas cuando su madre ya la tenía casada con un Descendiente. Al menos Fred no parecía tan jodido. De Vishous no podía afirmar lo mismo porque lo había conocido siento un desastre. Pero en efecto, era una cosa de pareja que tenían que hablar entre ellos, por lo que solo soltó un suspiro y asintió. Cuando las mentes de ambos se fueron a aquel escenario apocalíptico, tuvo que subir las manos al rostro de Vishous, pues parecía que a él si le había afectado aquel pensamiento.- Nada va a ocurrir. No pienses en ello. Fue una tontería.- Murmuró, dejando que el tema pasara porque parecía demasiado escabroso para él. Finalmente, el tema del picnic le hizo sonreír. No los veía a ellos dos en un picnic, pero suponía lo hacían por ella y aquello era hermoso.
Sonrió al recibir el permiso para equipar el piso con lo necesario para aquellos rituales tan suyos. Esperaba que ese, que tenía pensado en ese preciso instante, fuera de su agrado.
Ante lo de Darren, no dijo nada. No quería mantenerlo alerta todo el tiempo, porque los Pendragón fácilmente podían poner doble cara. Gwen también parecía una chica dulce para quienes no conocieran su masacre. Una vez más, se puso algo triste porque el pajarillo no terminó de abrir las alas cuando su madre ya la tenía casada con un Descendiente. Al menos Fred no parecía tan jodido. De Vishous no podía afirmar lo mismo porque lo había conocido siento un desastre. Pero en efecto, era una cosa de pareja que tenían que hablar entre ellos, por lo que solo soltó un suspiro y asintió. Cuando las mentes de ambos se fueron a aquel escenario apocalíptico, tuvo que subir las manos al rostro de Vishous, pues parecía que a él si le había afectado aquel pensamiento.- Nada va a ocurrir. No pienses en ello. Fue una tontería.- Murmuró, dejando que el tema pasara porque parecía demasiado escabroso para él. Finalmente, el tema del picnic le hizo sonreír. No los veía a ellos dos en un picnic, pero suponía lo hacían por ella y aquello era hermoso.
Sonrió al recibir el permiso para equipar el piso con lo necesario para aquellos rituales tan suyos. Esperaba que ese, que tenía pensado en ese preciso instante, fuera de su agrado.
- +18:
- Tras sus palabras, esperaba una mejor reacción. No supo que pensar cuando sintió el cuerpo del moreno tensarse bajo el suyo y su mirada perdida en el techo. Su ceño se frunció incluso tras ese beso y la propia declaración del contrario. Quizás si no lo hubiera sentido tensarse no estaría dándole vueltas de más al tema, pero no podía dejar de pensar que adorar no era lo mismo que querer. ¿Qué le sorprendía tanto? ¿Él aún quería mantener una distancia sentimental entre ellos? Él siempre se tensaba cuando algo le incomodaba. El único indicio que tenía para tratar de relajarse en aquel momento era que él siempre decía que no se enamoraba, y ahí no había dicho nada. O quizás era culpa de ella. Un agujero comenzó a abrirse en su pecho, pero cerró los ojos un par de segundos y decidió no pensar más en ello para concentrarse en lo que trataba de hacer, que era relajar al moreno. Se convenció de que solo era el estrés lo que lo había hecho reaccionar de esa manera mientras se fundía en el beso. Intenso, sus besos siempre eran intensos.
Sin deshacer el beso, decidió tomar la iniciativa. Ya se encargaría él de decirle si no quería. Colocó las rodillas sobre los muslos del moreno y se acomodó lo suficiente para que sus intimidades se encontraran bajo el agua. Tomó las manos del moreno para que las colocara sobre la bañera y no sobre ella mientras lo recibía dentro suyo. Cuando logró completar el espacio dentro de su vientre, soltó un suspiro que había estado conteniendo. La oscuridad, solo iluminada por las velas, le resultaba embriagadora en conjunto con los aromas.- No me toques.- Le dijo, comenzando a moverse suavemente con las manos enterradas en el pecho del contrario. Así, se concentraría solamente en el contacto que los unía a ambos. Que solo las velas estuvieran encendidas daba enfoque a solo lo que había entre ellos. Las esencias inundaban el aire de la habitación. Los suspiros se convirtieron pronto en jadeos, y estos en gemidos que inundaban el espacio. Para completar la experiencia sensorial que quería crear, atrajo el bote de una de las esencias y levantó el rostro para dejar que cayera una gota de cítrico en su lengua antes de acercarse al moreno y volver a besarlo con el mismo ritmo que él había marcado al inicio. Lento y posesivo, el sabor le haría reacción en la boca justo como a ella; salivando como después de comer algo cítrico y delicioso. No pretendía apagarle la sed, sino avivarla a límites insospechados.
La seguridad de Sofía con que no pasara nada le hizo mirarla con los ojos entrecerrados -Es una realidad que incluso tenemos cercana…Quiero…ir a la próxima ecografía- No sabía si la tenía organizada o no, eso era otra cosa de la que quería hablarle pero ahora debían relajarse. Estaba claro que eso es lo que ella quería.
El agua y la luz de las velas creaba un ambiente más romántico de lo que esperaba, aunque dudaba que la pelirroja supiera porqué él tenía velas en su casa. Quizás algún día le diera por averiguarlo. Cuando no estuviera embarazada, no quería ocasionarle demasiado estrés. Continuó besándola, subiendo una mano hacia su cuello para mantenerla ahí y soltando un bajo gruñido cuando se acomodó sobre él, sintiendo inmediatamente la reacción de su cuerpo esperando por el de ella. Era un afrodisiaco total. Se separó, para mirarle cuando le apartó las manos y quiso volver a ponerlas en su sitio cuando se unió completamente a ella pero la orden fue tan tajante que Vishous bajó un poco el rostro y la observó con peligrosa cautela.
El agua y la luz de las velas creaba un ambiente más romántico de lo que esperaba, aunque dudaba que la pelirroja supiera porqué él tenía velas en su casa. Quizás algún día le diera por averiguarlo. Cuando no estuviera embarazada, no quería ocasionarle demasiado estrés. Continuó besándola, subiendo una mano hacia su cuello para mantenerla ahí y soltando un bajo gruñido cuando se acomodó sobre él, sintiendo inmediatamente la reacción de su cuerpo esperando por el de ella. Era un afrodisiaco total. Se separó, para mirarle cuando le apartó las manos y quiso volver a ponerlas en su sitio cuando se unió completamente a ella pero la orden fue tan tajante que Vishous bajó un poco el rostro y la observó con peligrosa cautela.
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- -No me gusta- Su tono era tenso y sus dedos alrededor de la bañera estaban crispados pero en cuanto Sofía empezó a moverse sobre él conoció una faceta que, quizás, hasta el momento no había experimentado. El juego de sombra y luz que caía sobre el majestuoso cuerpo de Sofía hacía que su mirada diamantina descendiera desde su cincelado rostro hacia su cuello delicado, de allí a su escote y a sus pechos que se movían suavemente a su ritmo. Quería atraparlos con sus labios, quería mordisquearlos y sacarle un grito, pero el placer que recorría su cuerpo lo distraía, tanto que su cadera se movía involuntariamente, deseando enterrarse en lo más profundo de su ser…Más aún cuando los gemidos abandonaban sus labios y llenaban de una sinfonía perfecta su baño.
La observó moverse y miró la gota que estaba colocando en su boca y, no mentiría, le sorprendió la estrategia. Eso era…nuevo. Se inclinó para recibirla con curiosidad y un gruñido bajo los recorrió a ambos al descubrir el sabor que ahora llenaba su boca. Quiso más y no pudo evitarlo, rompió su regla y atrajo su cabeza hacia sí mismo, profundizando más aquel beso antes de enredar sus dedos en su cabello y tirar suavemente de él, apartándose de sus labios para bajar por su mandíbula hacia su cuello -Si quieres darme órdenes, Sofía…Vas a tener que atarme, cariño; porque no puedo contenerme. Eres una pecaminosa obra de arte- Le dijo mordiéndole con suavidad el hombro. Ciertamente, aunque deseaba poseerla con fuerza mantuvo la delicadeza que ella quería. Aunque la sola idea de verla vestida para él, dispuesta a hacerle ese tipo de cosas hizo que se engrosara en su interior. Podía...Podía permitírselo. A ella y solo a ella. -Mmm…puedo entrenarte para hacerlo. A ti- Murmuró con una voz oscura y baja mientras deslizaba sus labios hacia sus senos. Una de sus manos bajo hasta su espalda, invitándola a arquearse, a ofrecerse a él -¿Te gustaría? ¿Tenerme a tu merced?- Preguntó y finalmente hizo lo que deseaba, atrapó uno de sus deliciosos pezones en sus labios y succionó lentamente, estimulándolo con su rasposa lengua mientras esperaba su respuesta. -Arúñame...He roto tu norma. He sido desobediente- Quería saber qué iba a hacer... Qué realmente despertaba en ella esa gota de poder.
Accedió sin titubeos a su petición. Hacía ya un mes que no veía a Anteia, y quizás la había dejado preocupada la última ocasión con su reacción ante la noticia. Ahora vivía en una realidad completamente distinta y le gustaba como el contrario deseaba adentrarse más en todos los preparativos del nuevo ser que crecía para ellos.
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- Le gustó demasiado la mirada que el contrario le dedicó. Aquella peligrosa y oscura mirada que no estaba conforme con quedarse al margen y quería tomar el control de la situación como siempre. Estaba segura de que había muchas cosas que al contrario no le gustaban, pero debía obedecer.- Solo hazlo.- Le recalcó, a sabiendas de que terminaría destrozada esa tina. O no. El contrario era precavido y seguro compraría cosas resistentes. Se tomó con fuerza de los brazos del contrario para darse estabilidad y tratar de recordarle la orden mientras subía y bajaba el nivel del agua en la bañera. Pronto entendió que la gota que colocó en sus labios era la que hacía falta para desbordar al moreno. Su cuerpo entero despertó decidido a no obedecer sus órdenes en absoluto. Corrió las manos a su cuello, abrazándolo con fuerza mientras se fundían en aquel beso infernal. Dejó entonces que recorriera su piel. Esperaba que su tolerancia fuera más alta, pero tal y como él explicó, el límite era muy bajo. El recorrido que el contrario hizo por su cuello, sus hombros y sus pechos terminó de nublarle la cabeza. Podría haberse dejado llevar. Podría haberse dejado tomar. Podría haber dejado que la poseyera a su placer, hasta que la curiosidad y la posibilidad se mezclaron en su mente.- ¿Entrenarme? - Tenía que preguntar. Necesitaba saber a qué se refería cuando hablaba de entrenarle. Ciertamente le gustaría tenerlo a su merced, solo que no se lo dijo. Estaba segura de que disfrutaría poner sus propias reglas y evitar que el contrario deshiciera sus planes.
Tuvo que colocar una mano en la tina detrás de ella, pues el arco de su espalda terminó en un ángulo que no esperaba mientras el contrario jugaba con sus pechos. Con la otra mano, se aferraba a él con fuerza, logrando volver a mover sus caderas con aquella nueva presión que el ángulo le otorgaba.
¿Quieres un castigo? - De repente, se aferró del moreno para sentarse en él con fuerza, entrando a profundidad- Ya tengo tu castigo.- Sonrió de lado con lujuria, con diversión y con perversión en la mirada. Las llamas de las velas parecían avivarse cuando aquel fuego oscuro ardía en ella. Se pasó incluso la lengua por los labios, encantada por su ocurrencia.- Creo que es normal asumir que debes tener esposas por aquí en alguna parte del piso.- Ya fuera porque eran parte del uniforme o porque las tuviera par menesteres diversos.- Pero, cariño, seguramente sabes muy bien como zafarte de esas, o cómo romperlas, o te quebrarías tu propio pulgar con tal de sacártelas de encima.- Sabía que no podía estarse quieto, ni siquiera aguantaba unos minutos con las manos lejos de ella, poco harían las esposas.- Tu castigo va a ser fabricarme unas.- La voz se escuchó baja y cargada de deseo, hablando con pasión mientras bajaba con cuidado las manos de su cuello hasta las muñecas del contrario.- Te las vas a ingeniar para que no puedas zafarte de ellas, no importa cuanta fuerza hagas. Eso incluye dónde las vas a colocar. Y si logras zafarte...- Dejó la tortura un poco en el aire mientras comenzaba a dibujar círculos tortuosamente lentos con las caderas, jadeando de nuevo por sentirlo cada vez más amplio dentro de ella. La tortura parecía ser para ella, pero sabía que algo había dado resultado dentro de él.- Si logras zafarte, vas a tener que ejercitarte 16 horas al día para poder dormir de noche de aquí a que nazca Anastasia. O Adrienne. O Damon. O Lysandro. O Vishous Junior.- Iba de más decir que era porque le evitaría el sexo, que no era cierto, pero supuso que eso lo motivaría. Era un buen castigo. Con fuerza, cambió de nuevo el ritmo con que se hundía en él, haciéndolo fuerte, pero con una lentitud devastadora mientras el placer crecía en su interior al volumen de sus gemidos.
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- El movimiento de Sofía, su arqueo, había generado una exquisita presión en su miembro y con cada caderazo el deseo iba en ascenso…notó el tono en la voz de ella ante su primera pregunta -Si quieres…- Había gente que nacía con un don innato para ese tipo de cosas. Quizás incluso estómago, otras se forjaban en el camino. Mordió suavemente su pecho antes de elevar la mirada hacia ella, había un brillo en su mirada, precioso.
Un gemido ronco abandonó su garganta cuando se enderezó y bajó las manos para apoyarlas en su cadera, haciendo que cada embestida fuera más dentro. Se dio cuenta del efecto, del cambio en el baño. Quizás, debía confesar, esa Sofía era la que más le gustaba. Esa que podía ser un veneno e intoxicarte lentamente -Asumes bien…Tengo varias- Le respondió, manteniendo su mirada en ella mientras sus dedos apretaban la dulce piel de sus glúteos.
La dejó hablar, porque le gustaba cómo trabajaba su mente. En silencio continuó su ritmo, escuchando claramente su castigo y sonriendo por ello. Era inteligente, era muy inteligente. Observó las manos sobre sus muñecas y sintió la lentitud de aquellos círculos hacerle cosquillas por todo el cuerpo, ascendiendo y erizándole la piel. La letra pequeña de aquel castigo no le gustaba nada, pero sería capaz de cumplirlo. Sonrió de lado al oír los nombres que estaba sugiriendo pero eso no era a donde quería ir ahora. Con un giro de muñecas fue él el que tenía sus manos en las muñecas de Sofia y le sostuvo ambos brazos detrás de la espalda con una mano, antes de atraerla hacia sí mismo para que le mirara a los ojos -Eres la única persona en el mundo a la que le dejaría esposarme- E iba más allá del anillo que pesaba en su anular, era la entrega absoluta del poder lo que realmente se estaba jugando en ese momento.
-¿Sientes lo duro que me pones?- Le gustaba, le gustaba mucho esa faceta suya. Pero quería más -¿Quieres que te entrene?- Preguntó con suavidad pero en un tono que dejaba entrever lo mucho que aquella proposición estaba trastocando su mente, su libido. Sus dientes atraparon su labio inferior mientras esperaba su deliciosa respuesta.
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- Llegaba un punto siempre en que la mente se le empezaba a nublar. Entre el constante repiqueteo del agua, el crepitar de la llama de las velas y las voces de ambos que se entrelazaban en palabras, jadeos y gemidos constantes, sus sentidos habían comenzado a embotarse para abandonarse al placer. Sin embargo, hizo un esfuerzo para traer su mente al presente, para abrir los ojos. Todo su esfuerzo se fue al traste cuando los dientes del moreno estuvieron en contacto directo con la suave piel de sus senos, haciéndola estremecer entre sus brazos.- Quizás para eso también tenga talento.- Mencionó mientras cambiaba de posición a una menos retadora, pero no por ello menos intensa.
Sonrió de lado al ver que sus elucubraciones eran ciertas y, sobre todo, ampliando cuando él también sonrió. Aquello era una aceptación de condiciones en toda regla. Y sobre todo un desafío para el contrario. Tener que construir algo así le retaría física y psicológicamente. Él mismo sería su propio verdugo si no cumplía con lo pactado, así que todo estaba en su cancha mientras continuaba con aquel lento y fuerte ritmo. Dejó entonces que la cogiera de las manos y la tuviera a merced. Sabía que sin restricciones no podía comparar su fuerza física con la de él y que tarde o temprano terminaría entre sus brazos. Soltó un jadeo profundo mientras le miraba a los ojos. Que le cediera esa clase de posibilidades era mucho más importante para él de lo que parecía en primera instancia, por lo que aceptó abalanzándose hacia él para dejar un beso en sus labios. Esta vez, la posesiva estaba siendo ella, pues a medida que el placer crecía en su interior y su mente se nublaba, tenía menos inhibiciones. Asintió rápidamente a su siguiente pregunta. Lo sentía. Dentro de ella podía sentir que el miembro del contrario crecía cada que se hundía en ella. Le sostuvo la mirada un momento después de su siguiente pregunta. Su rostro mostraba ya los primeros signos de un orgasmo próximo, pero se mantuvo mirándole lo más que podía. No sabía qué contestar; había estado respondiendo mecánicamente por el último minuto pero ahora no sabía que contestar.- Vishous...- Dijo, apenas pudiendo decir su nombre sin alargar las vocales entre gemidos. Finalmente, terminó por acercarse a él. Se apoderó de su boca y mordió el labio del contrario como él lo había hecho hasta hacía un momento. Apenas le duró unos segundos, porque su espalda se arqueó. Mientras el orgasmo recorría su cuerpo, fijó la mirada en él y gritó su respuesta mientras el placer la inundaba. Si, si, siii... Mil veces gritó sí hasta que su voz se pagó un minuto más tarde, sus músculos se rindieron sobre el pecho del moreno y su respiración acabó por igualar su desbocado corazón.
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- Un gruñido fue la única respuesta que salió de la garganta de Vishous cuando Sofía indicó que, quizás, tuviera talento. Claro que lo tenía, a ella le encantaba jugar con el poder que podía ejercer sobre él. Daba órdenes, suaves, aunque su tono siempre iba acompañado de una sonrisa que endulzaba sus maneras. Pero él lo había reconocido con bastante facilidad. Tal vez su futura esposa no había conseguido con quien desatar aquella bestia preciosa y adormecida en su interior… ¿Pero él? Él podía hacerlo. Mejor aún, quería hacerlo. Quería que ella experimentara con él.
Observó el cambio en su rostro al hacerle aquel ofrecimiento. Lo había captado. Muy bien, quería que comprendiera lo que le estaba ofreciendo y lo que le hacía sentir sólo con pensarlo. Sonrió de lado, soberbio y orgulloso, de saber que podía sentirlo dentro de ella. Nunca en la vida se había sentido más orgulloso de su virilidad. Más aún al ver cómo su cuerpo se preparaba para desatar aquella tormenta. Se movió, al unísono, haciendo que cada uno de sus caderazos acompañara el torrente de energía que vibraba dentro de Sofía y disfrutó de la imagen que le ofreció con su orgasmo y aceptación.
Estuvo a punto de irse con ella pero se controló, concentrándose en la posesividad de su beso, en el deseo que parecía drenarse de ella para meterse en sí mismo. Primera lección: autocontrol. La envolvió entre sus brazos, dejándola respirar y recuperar su aliento. Le acarició la espalda mientras su pulso se templaba. Esperó apenas un poco y luego la fue alejando con suavidad para recostarla del otro lado de la tina -Empezamos hoy- Murmuró, manteniendo aquel tono suave y bajo y la acomodó para él. Sus piernas sobre las propias y él arrodillado entre ellas, dejándola expuesta para él. Su gran cuerpo también se inclinó y volvió a pasar sus labios y su lengua por la delicada piel de su cuello -Tienes el privilegio de disfrutar de tu liberación las veces que quieras- Le dijo mientras deslizaba dos dedos en la profundidad de su ser, disfrutando de la suave y cálida sensación que le abrazaba -Yo no- Le explicó y subió los labios a su mandíbula mientras su pulgar acariciaba con delicadeza pero un ritmo tortuoso ese punto de placer que tan bien conocía -Tienes que controlar mi necesidad y estimularme para mantenerme en punto- Vaya si sabía él de eso, había jugado con varios hombres y eran un poco más complicados que las mujeres -No quisieras perder tu juguete favorito antes de tiempo- Susurró contra sus labios, sus ojos cristalinos para nada oscurecidos por confusión, claros como el agua al mirarla con determinación. Aceleró el movimiento de sus dedos, a sabiendas de lo que se estaba construyendo en ella. Porque para las mujeres deshacerse en placer era precisamente lo que necesitaban, dejarse ir…Una mujer satisfecha era capaz de darte lo que quisieras -Esperarás mi orden- Murmuró mordiéndole el labio pero no había derecho a titubeo -O seré yo el que te castigue- Le dijo bajando suavemente los labios hasta los de ella con el atisbo de un beso que no llegó. Maestro de dar y quitar, se inclinó un poco más y con la mano libre cogió uno de sus pechos y lo llevó hasta sus labios para succionar la dulce piel de su prometida y envolver en su cálida lengua aquella piel rosada tan sensible.
Esperó, alargó un poco, jugueteó con el ritmo antes de volver a tocar ese punto particular que desataría su tormenta. Alzó la mirada hacia ella, se colocó encima, avasallándola con su cuerpo mientras apartaba la mano. Colocó ambas a los lados de su cabeza y apretó la tina entre sus dedos mientras le sonreía-Tócate y córrete para mí- La había dejado en punto delicioso, pero quería verla hacerlo. Nunca se había masturbado para él. Hoy podía comenzar.
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- El orgasmo fue intenso a pesar de que ya lo esperaba. Había sido, quizás, uno de los más intensos de su vida por la mezcla de intenciones y promesas que había entre ambos que avivaban la llama de su fuego interno. Recostada en el pecho del moreno, trató de acompasar su respiración y volver al momento presente. Le gustó el momento que el moreno le concedió, acariciándole la espalda con cuidado, protegiéndola entre sus brazos y dejando que descansara. O eso creyó hasta que comenzó a cambiar de posiciones. Le miró confundida ante sus palabras.- ¿Cómo que hoy? - Dejó que la acomodara mientras veía confusa cómo se metía entre sus piernas. Definitivamente la bañera de su cabaña no los acomodaría en absoluto a ambos en esa posición, tendrían que cambiarla. Dejó que la besara, echando atrás la cabeza para darle un acceso fácil a su cuello mientras escuchaba al contrario. Soltó un suspiro y cerró los ojos cuando sintió como exploraba de nuevo en su interior, hasta que los abrió de golpe.- ¿Cómo? ¿No terminaste conmigo? - Aquello, en cierta manera, la ofendía. Había hecho un trabajo fantástico de inicio a fin y el descarado había decidido "controlarse" y no terminar con ella. ¿Dónde había quedado la caballerosidad que la había dejado acabar sola? Le frunció el ceño mientras le dejaba la primera lección, aunque sus labios marcaban una sonrisa indignada.- Hombres. Creen que no los puedes tener atados ocho horas si quisiera. Te correrás las veces que yo quiera. ¿Y dónde estaba ese férreo autocontrol cuando te dije que no me tocaras? - Podía frenarse el placer pero no le daba la fuerza para detenerse de tocarla. No le encontraba sentido.
Por más indignada que estuviera, el contrario estaba haciendo un trabajo magnífico entre sus piernas. Tanto que cuando escuchó de nuevo su voz en aquella orden, algo dentro de estremeció, estrechándose alrededor de sus dedos. Suspiró ante el beso que no llegó. Era una táctica que ella usaba a menudo y que le divertía que le devolviera. Dejó, una vez más, que el moreno se plantara frente a ella, cuan grande y alto era, dominándola con la amplitud de su cuerpo. Ante la orden, soltó una suave y limpia carcajada que la puso en un humor distinto a la indignación de un momento antes.- Oh, cariño, yo no me masturbo.- El brillo en sus ojos dejaba claro que si no lo hacía, era porque no lo necesitaba. En el momento en que quería, otros lo hacían por ella.
Soltó las manos de los bordes de la tina, donde las había puesto inconscientemente. Con más lentitud de la que al contrario podía gustarle, se llevó las manos a los pechos, con cuidado, masajeándolos por unos instantes mientras construía su propio placer. Las manos subieron por su cuello, por su rostro, pasaron a las manos que el moreno tenía colocadas a los lados de su cabeza y recorrieron de él sus brazos hasta los hombros, el pecho, el vientre, subiendo después al cuello y finalmente, a sus labios, acariciándolos con los dedos antes de deshacer el recorrido hacia abajo por los brazos del moreno llegando de nuevo a su rostro. En una sonrisa que sabía bien las travesuras que planeaba su cabeza, separó los labios y hundió en ellos su dedo medio, comenzando a humedecer la punta mientras le miraba fijamente. Se entretuvo en ese lugar un rato antes de volver al recorrido que hicieron sus manos, bajando por su cuello, sus pechos, su vientre, hasta llegar a aquella zona entre sus piernas. No se quedó ahí, sino que recorrió sus muslos por la cara interna hasta sus rodillas, a sabiendas de que el contrario era un desesperado y quería las cosas hechas rápido y a la primera. Fue entonces cuando bajó las manos de nuevo por sus muslos y tuvo contacto con aquel lugar. Soltó un suspiro suave mientras comenzaba a entrecerrar los ojos. Con el dedo medio y el anular, aquel en el que llevaba la sortija, dibujó círculos entre sus piernas en aquel punto de placer, torturándose con lentitud. No tardó mucho en crear todas aquellas sensaciones que su cuerpo había acumulado. Esta vez, el orgasmo llegó rápido, fue difícil y lo hizo casi en silencio excepto por los suaves jadeos que abandonaban sus labios.
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- Se río ante la indignación de Sofía. En ese instante no estaba preocupado por los posibles escenarios donde tuviera que ejercer su autocontrol sino en ella. La absoluta certeza de sus palabras le sorprendió -¿Cómo que no?- Menudo aburrimiento. Estaba claro que si no se masturbaba eso iba a ser lo primero a corregir en su comportamiento sexual. Todo el mundo se masturbaba. Todo. Y aún así, pese a sus palabras, empezó a recorrer su cuerpo con maestría y al ver ese dedo perderse en sus labios, un gruñido salió de los propios que recorrió la tina como si fuera una extensión de su poder. De acuerdo, quizás para él ya se habían acabado los juegos. Su propia excitación dolía a ese punto. Pero bebió, absorbió y se deleitó con cada movimiento de Sofía hasta que su liberación la alcanzó, momento en el que Vishous se adentró en ella de nuevo y atrapó sus labios en un beso nada cálido. En ese instante sólo deseaba hacerle saber lo mucho que deseaba enterrarse en su interior. Rápidas y profundas, seca pese a estar rodeados de agua, cada embestida lo llevó directo a su clímax, derramándose en ella mientras un escalofrío le recorría el cuerpo de pies a cabeza.
Cuando acabó, se tomaron el tiempo para bañarse correctamente. Ambos con la piel y el cuerpo en general sensibles, pero, una vez limpios y cambiados se metieron en la cama. Él la atrajo de nuevo hacia su cuerpo, manteniendo su espalda contra su pecho y hundiendo su nariz en el cabello de Sofía. La promesa y entrega de Sofía, esperaba que se cumpliera y la propia expectativa empezaba a corroer su mente. Los escenarios despertando fantasías nuevas que, sin duda, iban a mantenerlo exageradamente caliente por los próximos…¿meses? Quizás. Aún así logró quedarse dormido con ella entre sus brazos.
El despertar aquel día se sintió como un cuento de hadas. Bostezó abiertamente sintiéndose descansada y feliz mientras se estiraba los músculos debajo de la pesada manta. Dentro de la cama se sentía caliente y afuera hacía el frío perfecto para nivelar la temperatura de su cuerpo. Además, era suave y tocaba su piel con cariño. No abrió los ojos de inmediato. Quería saborear el momento y quería saber si podía escuchar el canto de las aves como sí podía en su cabaña. Salvo ciertos sonidos, en realidad no había nada que le llamara la atención, ni nada que sonara como naturaleza viva. Sonrió a las particulares de aquel piso, deseando oler café y poder tomarlo. Apreció el color dorado que veía por debajo de sus párpados y finalmente abrió los ojos. Estaba bastante cerca de V y eso no lo había adivinado, porque recordaba haberse dormido dándole la espalda. Sin embargo, no lo tocaba. Aún era temprano, o eso suponía mientras subía despacio la mano al pecho del moreno para sentir su corazón. Cerró de nuevo los ojos para concentrarse en el latido, sonriendo cuando por fin pudo hacerlo, llenándose de paz. Las imágenes de la noche anterior la inundaban mientras recordaba el juego de luces de las velas, los olores mezclados y, sobre todo, el sonido del agua al abrirse paso para que ambos se encontraran. Solo pensarlo hacía que su piel se erizara. Se imaginó viviendo en ese piso y no logró visualizarlo completamente, pero se imaginó viviendo sin él y su corazón se saltó un latido. Antes de ponerse a pensar en calamidades, abrió de nuevo los ojos y se incorporó. Volvió a bostezar, volvió a sonreír y volvió a estirarse antes de agacharse sobre él y comenzar a dejarle besos por la mejilla, el cuello y los hombros. Aún había muchas cosas que hacer posteriores a la misión, solo esperaba que aquel día fluyera tan lindo como el despertar.- Buenos días, querido. Es hora de levantarse, este será un día de esos que no se acaban.
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