Después de instalarse en casa de Vishous lo cierto es que se sentía mucho mejor. Más tranquila al menos. Cuando Aurora trajo sus cosas se aseguró de que hubiese atendido a Smiley y le pidió que enviara por lechuza una carta que le había escrito a Giordano. Después de eso le había pedido a su hermano que le consiguiera una libreta para hombres, pensó que el comentario de Gelion sobre conseguir algo para escribir...Era un poco como “voy a robar lo que encuentre” y no le gustó. Ya tenía historial en el hospital así que se la envió como parte de su tratamiento.
Los días siguientes se abstuvo de pensar en nada, simplemente leyó, leyó y leyó. Se perdió en el mar de letras de sus novelas románticas interrumpiendo la rutina para las tres comidas diarias y una ducha para mantenerse higienizada. Pero se pasaba el día en el pijama metida en la cama. No bajaba al salón ni se sentaba en ninguna otra parte del loft. A veces, cuando estaba sola, se encontraba a sí misma viendo a través de la ventana a Onyx o la nieve caer absolutamente distraída. Después volvía a sus libros, no tenía nada más que pensar, sólo descansar, eso le había dicho a Anteia.
Al escuchar los escalones predijo que la fuerza de cada paso venía con un Vishous intempestivo. No se equivocó -Pero V...No tengo ganas… Mira la cama está súper cómoda, está cálida y…¡No toques esa maleta!- Le espetó con algo más de fiereza de la que debía. Era la ropa de verano, si la abría iba a desperdigarse por el piso y no tenía ánimos para ponerse a recoger -¿De qué te quejas? Siempre he tenido mucha ropa…- Le soltó, cruzándose de brazos y haciendo un mohín. Pensó que, quizás, con su gesto podría ganar pero se dio cuenta de que no. Dejó escapar un suspiro y colocó el marcapáginas donde había dejado la lectura. Después de eso se incorporó con ayuda de Vishous, más por miedo que por otra cosa.
Fue hasta el armario y cogió un vestido de manga larga azul marino, era bastante sencillo pero cálido y suelto en la parte inferior lo que le permitía más libertad en el vientre, una sugerencia de Anteia -Pero puedo ir descalza ¿No?- Inquirió y cuando asintió le sonrió -Te llamo cuando vaya a bajar- Le dijo con una sonrisa fingida.
Los días siguientes se abstuvo de pensar en nada, simplemente leyó, leyó y leyó. Se perdió en el mar de letras de sus novelas románticas interrumpiendo la rutina para las tres comidas diarias y una ducha para mantenerse higienizada. Pero se pasaba el día en el pijama metida en la cama. No bajaba al salón ni se sentaba en ninguna otra parte del loft. A veces, cuando estaba sola, se encontraba a sí misma viendo a través de la ventana a Onyx o la nieve caer absolutamente distraída. Después volvía a sus libros, no tenía nada más que pensar, sólo descansar, eso le había dicho a Anteia.
Al escuchar los escalones predijo que la fuerza de cada paso venía con un Vishous intempestivo. No se equivocó -Pero V...No tengo ganas… Mira la cama está súper cómoda, está cálida y…¡No toques esa maleta!- Le espetó con algo más de fiereza de la que debía. Era la ropa de verano, si la abría iba a desperdigarse por el piso y no tenía ánimos para ponerse a recoger -¿De qué te quejas? Siempre he tenido mucha ropa…- Le soltó, cruzándose de brazos y haciendo un mohín. Pensó que, quizás, con su gesto podría ganar pero se dio cuenta de que no. Dejó escapar un suspiro y colocó el marcapáginas donde había dejado la lectura. Después de eso se incorporó con ayuda de Vishous, más por miedo que por otra cosa.
Fue hasta el armario y cogió un vestido de manga larga azul marino, era bastante sencillo pero cálido y suelto en la parte inferior lo que le permitía más libertad en el vientre, una sugerencia de Anteia -Pero puedo ir descalza ¿No?- Inquirió y cuando asintió le sonrió -Te llamo cuando vaya a bajar- Le dijo con una sonrisa fingida.
El hecho de que Arleen hablara de su cama le incomodó profundamente. Miró la cama y luego a ella y sonrió tensamente -No- Añadió, de forma casi severa y alejó las manos de la maleta con rapidez por su reacción lo que le hizo fruncir el ceño. ¿Escondía alguna cosa? ¿es que acaso su hermana tenía oscuros secretos? -Arlequín, qué tiene esa maleta?- Le preguntó arqueando ambas cejas con curiosidad. Su hermana siempre había sido el epítome de la perfección, o al menos su madre creía eso ...Lo que hacía que fuese tan pesada últimamente y que sus patronus no pararan de llegar.
Se acercó a ella para ayudarla y guiarla hasta el armario escuchando lo de la ropa -Te diría eso de tal palo, tal astilla pero seguro acabarías soltando un siseo o dándome una charla de porqué no eres parecida a mamá con una lista de todas las cosas por las que son diferentes…¿Y sabes qué? Es Navidad- Abajo en el comedor se había ocupado de cosas importantes, como tener gardenias para subirle el ánimo. Se las había pedido a Sofía y también le había consultado si podía decírle la noticia a Arleen, le quemaba por dentro no poder compartir eso con ella y creía que estaría muy feliz. Tal vez era lo que necesitaba para salir de esa cama de una vez.
-Si, puedes ir descalza...Aparte…- Cogió la falda del vestido y la agitó -Dudo yo que se te vayan a ver los pies- Alzó la mirada hacia ella observando la sonrisa pero no respondiéndosela. Sabía que era mentira. Cuando Arleen sonreía de verdad le llegaba hasta los ojos y transmitía una especie de paz interna. Ahora, todo lo que percibía Vishous era una profundo océano revuelto -De acuerdo- Le dijo y bajó hacia la cocina para verificar la comida.
Se acercó a ella para ayudarla y guiarla hasta el armario escuchando lo de la ropa -Te diría eso de tal palo, tal astilla pero seguro acabarías soltando un siseo o dándome una charla de porqué no eres parecida a mamá con una lista de todas las cosas por las que son diferentes…¿Y sabes qué? Es Navidad- Abajo en el comedor se había ocupado de cosas importantes, como tener gardenias para subirle el ánimo. Se las había pedido a Sofía y también le había consultado si podía decírle la noticia a Arleen, le quemaba por dentro no poder compartir eso con ella y creía que estaría muy feliz. Tal vez era lo que necesitaba para salir de esa cama de una vez.
-Si, puedes ir descalza...Aparte…- Cogió la falda del vestido y la agitó -Dudo yo que se te vayan a ver los pies- Alzó la mirada hacia ella observando la sonrisa pero no respondiéndosela. Sabía que era mentira. Cuando Arleen sonreía de verdad le llegaba hasta los ojos y transmitía una especie de paz interna. Ahora, todo lo que percibía Vishous era una profundo océano revuelto -De acuerdo- Le dijo y bajó hacia la cocina para verificar la comida.
-¡No me llames Arlequín, Vishous!- Le soltó, con el ceño fruncido y las mejillas rojas de molestia. Pero no una de esas molestias que le causaban un dolor en el vientre, porque sabía que su hermano sólo lo hacía para sacarla de quicio -Tengo mi ropa de verano. ¿Quieres desperdigarla por todo el piso y luego recogerla? Deberías tener un trastero en esta casa, de esa forma podría guardar las maletas- Una parte de su mente empezó a trabajar, pensando en un armario mecánico que tuviera un hechizo de expansión indetectable y… Sacudió la cabeza, con el ceño fruncido y un signo de decepción. No se iba a permitir ir por esos derroteros.
-Pero …¿Por qué me estás picando?- Le preguntó, pensando que después de todos los gritos, todas las discusiones y todo lo que su madre le había dicho ella nunca se convertiría en alguien tan elitista y tan ciega a los sentimientos de sus hijos. Se llevó una mano al vientre mordiéndose la mejilla por dentro. Iba a aprender de los errores de su madre. De cómo había tratado a Aurora siempre, de lo que le había hecho a Vishous y ahora a ella.
-No cojas la tela así…- Le dijo con el ceño fruncido y después lo empujó levemente para echarlo. Esperó a que bajara y dejó escapar el aire, no tenía fuerzas para vestirse sola pero...No por ella, por su hermano lo haría. Estaba cocinando, no era uno de sus fuertes y Arleen creía que sólo había comido dos veces de su mano y siempre el mismo plato. Sonrió de lado. Al menos era una buena comida. Se vistió y se miró al espejo, descontenta con su visión pero al mismo tiempo sin ánimo de cambiarla -¿V?- Llamó un par de minutos después cuando, pese a unos vagos intentos, dejó de intentar arreglarse el cabello. No había preguntado si tenían compañía pero dudaba que Vishous trajera a una de sus “amigas” a comer con ella. Siempre mantenía esa faceta bien separada de ella.
-Pero …¿Por qué me estás picando?- Le preguntó, pensando que después de todos los gritos, todas las discusiones y todo lo que su madre le había dicho ella nunca se convertiría en alguien tan elitista y tan ciega a los sentimientos de sus hijos. Se llevó una mano al vientre mordiéndose la mejilla por dentro. Iba a aprender de los errores de su madre. De cómo había tratado a Aurora siempre, de lo que le había hecho a Vishous y ahora a ella.
-No cojas la tela así…- Le dijo con el ceño fruncido y después lo empujó levemente para echarlo. Esperó a que bajara y dejó escapar el aire, no tenía fuerzas para vestirse sola pero...No por ella, por su hermano lo haría. Estaba cocinando, no era uno de sus fuertes y Arleen creía que sólo había comido dos veces de su mano y siempre el mismo plato. Sonrió de lado. Al menos era una buena comida. Se vistió y se miró al espejo, descontenta con su visión pero al mismo tiempo sin ánimo de cambiarla -¿V?- Llamó un par de minutos después cuando, pese a unos vagos intentos, dejó de intentar arreglarse el cabello. No había preguntado si tenían compañía pero dudaba que Vishous trajera a una de sus “amigas” a comer con ella. Siempre mantenía esa faceta bien separada de ella.
Sayid Ibn Salah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Después de la gran noticia de Arleen no supe cómo reaccionar durante un buen rato, solo la vi salir de mi habitación pero mi mente estaba totalmente nublada con visiones de un futuro no muy lejano, un pequeño correteando por casa, el nuevo descendiente de Saladino que aprendería a blandir espadas como lo hice yo, tardé un rato en reaccionar pero cuando por fin volví a mi cuerpo sonreí y me dejé caer en la cama, era una gran noticia pero Arleen parecía muy afligida... repasé la conversación mentalmente y se había disculpado por muchas cosas además de decirme que me iba a obedecer, suspiré y me quedé pensando un momento en aquello hasta que la puerta se abrió nuevamente y mis hermanas entraron con la abuela.
La buena noticia no se hizo esperar entre nuestra familia y realmente me alegraba por ello pero me molestó que no me hubieran dicho nada, aún así les pedí que estuvieran pendientes de Arleen por si necesitaba algo. Al marcharse nuevamente pensé en una persona más que debía conocer la buena noticia, Sofía. Tomé mi brazalete ignorando todos los mensajes que habían de trabajo para ir directamente a la línea directa con la descendiente
"Sofía! tengo algo que decirte ¿puedes pasarte por el hospital? iría yo mismo a verte pero me temo que no me puedo mover"
No pasó mucho tiempo hasta que recibí una respuesta y al día siguiente la visita de mi amiga que me saludaba de la misma forma que lo hacía siempre, con toda su amabilidad y cariño. Nos pusimos al día en poco tiempo, por suerte ella no había recibido muchos daños durante la misión a diferencia de mi que ahora estaba de paciente en el hospital muchos más días de los que me gustaría. Con el asunto de trabajo y todo lo demás dicho, le di la buena noticia, iba a ser padre y esperaba que también me acompañara en ese momento, su reacción fue de alegría y me pidió todos los detalles, le conté cuanto pude porque Arleen se había marchado sin darme muchos más detalles y a mi me había pillado desprevenido -Querida Sofía, sé que es mucho pedir pero me gustaría que le enviaras flores a Arleen, las gardenias más hermosas que puedas cultivar, no puedo estar en casa por un tiempo y ella no debe salir, debe guardar reposo, pero quiero que sepa que la llevo siempre en mis pensamientos, ¿me harías ese favor? te compensaré con esos dulces que tanto te gustan- Sofía aceptó y yo sonreí complacido por ello pero no enviaría sólo flores, alguna nota de mi puño y letra las acompañaría hasta el día en que pudiera volver a casa.
Pasó casi una semana cuando por fin pudieron darme el alta, mis hermanas me esperaban para acompañarme, les pregunté por Arleen pero ambas se miraron entre ellas y después me dijeron que hablaríamos de ello en casa, me resultó extraño, casi tanto como los cuchicheos a nuestro alrededor del personal del hospital, no estaba seguro de lo que estaba pasando pero aquello me daba un mal presentimiento. Al llegar a casa vi las flores que se habían acumulado junto a las notas, había comida y agua para Smiley que había destrozado un par de cojines pero no había rastro de mi mujer y al pasar hasta el salón pude ver a mi abuela sentada con semblante serio y ganas de soltar un buen sermón.
Tal y como sospechaba que la abuela estuviera en mi casa no era una buena señal, hizo que me sentara frente a ella como si solo viera a un niño y no al hombre que ahora llevaba el título de descendiente a sus espaldas "tu mujer se ha ido" dijo para empezar, miré a mis hermanas contrariado por aquello pero era cierto y ellas lo confirmaban -se habrá ido para estar más cómoda... y que la cuiden- esa era la opción que se em venía a la cabeza pero la mujer mayor dio un golpe de bastón en el suelo antes de continuar, al parecer se habían extendido rumores sobre mi relación con mi esposa, no solo eso, se empeñaba en usar a Halim como efecto perfecto de lo que yo debería ser y cómo debería actuar en mi relación, algo que me molestaba mucho pero lo peor era que Arleen no me había dicho nada.
-Ya está bien abuela, no voy a justificarme pero tampoco puedes echarme toda la culpa de lo ocurrido, he estado en el hospital por cumplir mi primer deber como descendiente protegiendo la isla- me levanté del sitio bajo la mirada de la mujer que parecía querer decir algo más pero en seguida contesté antes de escuchar ningún reproche -Voy a buscar a Arleen- dicho eso me desaparecí rumbo a la casa de los Royden.
fuera estaba nevando, era día de navidad y se notaba el ambiente festivo a pesar de las adversidades, pero aquello era Ouroboros, siempre resurgiríamos. Me planté en casa de los Royden y llamé esperando a que me abrieran y con suerte aclarar lo que yo esperaba fuera un malentendido. La madre de Arleen pareció sorprenderse al verme e hice una leve reverencia antes de preguntar por ella -Buenas noches, siento la interrupción pero me gustaría hablar con Arleen- La mujer parecía sorprendida a la par que nerviosa, no supo decirme nada sobre su hija y por el contrario insistía en hacerme pasar para cenar con ellos, me negué una y otra vez hasta que me resultó pesado -Disculpe señora Royden, no se lo tome a mal pero solo he venido a tratar asuntos personales con su hija que nos conciernen como pareja por lo que no me encuentro en disposición de aceptar su invitación- en ese momento en que mi paciencia estaba llegando a su límite, el padre de la morena salió para echarme una mano, me miró con gesto serio, tanto que hasta parecía que mi presencia era non grata en aquel lugar, pero me dijo dónde estaba Arleen, en casa de su hermano Vishous.
Una vez más me despedí de los padres de la sanadora haciendo una reverencia y marchando del lugar escuchando una discusión a mis espaldas, desaparecí sintiendo que algo tan simple me costaba al no encontrarme del todo bien pero necesitaba saber que había pasado. Al llegar a casa de Vishous me planté en la puerta y llamé una vez más esperando que me abrieran y esta vez, encontrando a mi mujer.
La buena noticia no se hizo esperar entre nuestra familia y realmente me alegraba por ello pero me molestó que no me hubieran dicho nada, aún así les pedí que estuvieran pendientes de Arleen por si necesitaba algo. Al marcharse nuevamente pensé en una persona más que debía conocer la buena noticia, Sofía. Tomé mi brazalete ignorando todos los mensajes que habían de trabajo para ir directamente a la línea directa con la descendiente
"Sofía! tengo algo que decirte ¿puedes pasarte por el hospital? iría yo mismo a verte pero me temo que no me puedo mover"
No pasó mucho tiempo hasta que recibí una respuesta y al día siguiente la visita de mi amiga que me saludaba de la misma forma que lo hacía siempre, con toda su amabilidad y cariño. Nos pusimos al día en poco tiempo, por suerte ella no había recibido muchos daños durante la misión a diferencia de mi que ahora estaba de paciente en el hospital muchos más días de los que me gustaría. Con el asunto de trabajo y todo lo demás dicho, le di la buena noticia, iba a ser padre y esperaba que también me acompañara en ese momento, su reacción fue de alegría y me pidió todos los detalles, le conté cuanto pude porque Arleen se había marchado sin darme muchos más detalles y a mi me había pillado desprevenido -Querida Sofía, sé que es mucho pedir pero me gustaría que le enviaras flores a Arleen, las gardenias más hermosas que puedas cultivar, no puedo estar en casa por un tiempo y ella no debe salir, debe guardar reposo, pero quiero que sepa que la llevo siempre en mis pensamientos, ¿me harías ese favor? te compensaré con esos dulces que tanto te gustan- Sofía aceptó y yo sonreí complacido por ello pero no enviaría sólo flores, alguna nota de mi puño y letra las acompañaría hasta el día en que pudiera volver a casa.
Pasó casi una semana cuando por fin pudieron darme el alta, mis hermanas me esperaban para acompañarme, les pregunté por Arleen pero ambas se miraron entre ellas y después me dijeron que hablaríamos de ello en casa, me resultó extraño, casi tanto como los cuchicheos a nuestro alrededor del personal del hospital, no estaba seguro de lo que estaba pasando pero aquello me daba un mal presentimiento. Al llegar a casa vi las flores que se habían acumulado junto a las notas, había comida y agua para Smiley que había destrozado un par de cojines pero no había rastro de mi mujer y al pasar hasta el salón pude ver a mi abuela sentada con semblante serio y ganas de soltar un buen sermón.
Tal y como sospechaba que la abuela estuviera en mi casa no era una buena señal, hizo que me sentara frente a ella como si solo viera a un niño y no al hombre que ahora llevaba el título de descendiente a sus espaldas "tu mujer se ha ido" dijo para empezar, miré a mis hermanas contrariado por aquello pero era cierto y ellas lo confirmaban -se habrá ido para estar más cómoda... y que la cuiden- esa era la opción que se em venía a la cabeza pero la mujer mayor dio un golpe de bastón en el suelo antes de continuar, al parecer se habían extendido rumores sobre mi relación con mi esposa, no solo eso, se empeñaba en usar a Halim como efecto perfecto de lo que yo debería ser y cómo debería actuar en mi relación, algo que me molestaba mucho pero lo peor era que Arleen no me había dicho nada.
-Ya está bien abuela, no voy a justificarme pero tampoco puedes echarme toda la culpa de lo ocurrido, he estado en el hospital por cumplir mi primer deber como descendiente protegiendo la isla- me levanté del sitio bajo la mirada de la mujer que parecía querer decir algo más pero en seguida contesté antes de escuchar ningún reproche -Voy a buscar a Arleen- dicho eso me desaparecí rumbo a la casa de los Royden.
fuera estaba nevando, era día de navidad y se notaba el ambiente festivo a pesar de las adversidades, pero aquello era Ouroboros, siempre resurgiríamos. Me planté en casa de los Royden y llamé esperando a que me abrieran y con suerte aclarar lo que yo esperaba fuera un malentendido. La madre de Arleen pareció sorprenderse al verme e hice una leve reverencia antes de preguntar por ella -Buenas noches, siento la interrupción pero me gustaría hablar con Arleen- La mujer parecía sorprendida a la par que nerviosa, no supo decirme nada sobre su hija y por el contrario insistía en hacerme pasar para cenar con ellos, me negué una y otra vez hasta que me resultó pesado -Disculpe señora Royden, no se lo tome a mal pero solo he venido a tratar asuntos personales con su hija que nos conciernen como pareja por lo que no me encuentro en disposición de aceptar su invitación- en ese momento en que mi paciencia estaba llegando a su límite, el padre de la morena salió para echarme una mano, me miró con gesto serio, tanto que hasta parecía que mi presencia era non grata en aquel lugar, pero me dijo dónde estaba Arleen, en casa de su hermano Vishous.
Una vez más me despedí de los padres de la sanadora haciendo una reverencia y marchando del lugar escuchando una discusión a mis espaldas, desaparecí sintiendo que algo tan simple me costaba al no encontrarme del todo bien pero necesitaba saber que había pasado. Al llegar a casa de Vishous me planté en la puerta y llamé una vez más esperando que me abrieran y esta vez, encontrando a mi mujer.
-¿Un trastero?- Arleen pareció reprenderse a sí misma por esa respuesta y Vishous tensó los labios. No sabía muy bien cómo ayudarla porque no sabía lo que sucedía, le parecía que era algo más que su situación con el descendiente de Saladino. ¿Y si le escribía una carta? Era mejor expresándose de esa forma -Porque te pones roja y es divertido- Le confesó cuando le preguntó porqué le estaba picando y finalmente bajó para dejarla arreglarse.
Aún no sabía si Sofía realmente vendría o no pero se ocupó de poner un puesto más en la mesa, por si acaso y esta vez se esforzó en no hacer su plato de siempre sino cordero a las finas hierbas que era una de las comidas favoritas de su hermana. Los gestos silenciosos eran capaz lo que más le había gustado de Arleen cuando sucedió lo de Leticia. Entre ellos, Onyx. ¿Podría regalarle una mascota? ¿Qué le gustaría a Arleen que no resultara demasiado trabajo mantener? ¿Un pez tal vez? Aunque le gustaban los pájaros pero…
Escuchó la voz de Arleen llamándole y dejó lo que estaba haciendo, la bandeja de aperitivos, para dirigirse arriba cuando sonó la puerta. Una sonrisa se dibujó en su rostro y fue hasta allí para abrir la puerta con una sonrisa, pensando que se trataba de Sofía, pero al ver el rostro de Sayid endureció el gesto. Después de todo lo que había hecho para subirle el ánimo. Le habría gustado decirle algo, decirle muchas cosas, pero se lo había prometido a su hermana -Buenas noches- Saludó y pensó un poco en cómo proceder. ¿Tendría que preguntarle a Arleen si lo quería ver? ¿O mejor lo dejaba pasar y que se entendieran?
Antes de que pudiera decir nada, supo que Arleen se había asomado sobre la barandilla. Cuando giró el rostro hacia ella vio su palidez y su gesto -Mierda- Soltó por lo bajo, dejando la puerta abierta, se desapareció inmediatamente hacia donde estaba ella y le puso una mano bajo la espalda -¿Estás bien?- Preguntó y ella no respondió más que con otra pregunta -No lo invité, ha venido solo- Se dio cuenta de que había empezado a temblar y le costó mantener la compostura -Te dije que no iba a intervenir pero…- Su mano sobre su pecho, su mirada tan afligida hizo que parara de hablar. Le susurró algo y la tomó en brazos para bajarla por las escaleras, cuando llegó a la planta inferior la depositó en el sofá con cuidado.
-Estaré en la cocina. Ehem… Serviré los aperitivos en un momento- Le mencionó a ambos, incluso miró a Sayid con un gesto igual de preocupado que intenso. No era de ira, sino sincero agobio y se fue hasta la cocina esperando no tener que consolar a su hermana esa noche.
Aún no sabía si Sofía realmente vendría o no pero se ocupó de poner un puesto más en la mesa, por si acaso y esta vez se esforzó en no hacer su plato de siempre sino cordero a las finas hierbas que era una de las comidas favoritas de su hermana. Los gestos silenciosos eran capaz lo que más le había gustado de Arleen cuando sucedió lo de Leticia. Entre ellos, Onyx. ¿Podría regalarle una mascota? ¿Qué le gustaría a Arleen que no resultara demasiado trabajo mantener? ¿Un pez tal vez? Aunque le gustaban los pájaros pero…
Escuchó la voz de Arleen llamándole y dejó lo que estaba haciendo, la bandeja de aperitivos, para dirigirse arriba cuando sonó la puerta. Una sonrisa se dibujó en su rostro y fue hasta allí para abrir la puerta con una sonrisa, pensando que se trataba de Sofía, pero al ver el rostro de Sayid endureció el gesto. Después de todo lo que había hecho para subirle el ánimo. Le habría gustado decirle algo, decirle muchas cosas, pero se lo había prometido a su hermana -Buenas noches- Saludó y pensó un poco en cómo proceder. ¿Tendría que preguntarle a Arleen si lo quería ver? ¿O mejor lo dejaba pasar y que se entendieran?
Antes de que pudiera decir nada, supo que Arleen se había asomado sobre la barandilla. Cuando giró el rostro hacia ella vio su palidez y su gesto -Mierda- Soltó por lo bajo, dejando la puerta abierta, se desapareció inmediatamente hacia donde estaba ella y le puso una mano bajo la espalda -¿Estás bien?- Preguntó y ella no respondió más que con otra pregunta -No lo invité, ha venido solo- Se dio cuenta de que había empezado a temblar y le costó mantener la compostura -Te dije que no iba a intervenir pero…- Su mano sobre su pecho, su mirada tan afligida hizo que parara de hablar. Le susurró algo y la tomó en brazos para bajarla por las escaleras, cuando llegó a la planta inferior la depositó en el sofá con cuidado.
-Estaré en la cocina. Ehem… Serviré los aperitivos en un momento- Le mencionó a ambos, incluso miró a Sayid con un gesto igual de preocupado que intenso. No era de ira, sino sincero agobio y se fue hasta la cocina esperando no tener que consolar a su hermana esa noche.
No se contuvo y puso los ojos en blanco con eso de molestarla, pero sonrió levemente. Estuvo varios minutos poniéndose el vestido porque le costaba más que en otras ocasiones. Algunas zonas de su cuerpo, el hombro en particular, le molestaba al moverlo porque sus heridas no dejaban de ser recientes aunque Arleen sospechaba que era sólo necesario hacer un poco de fisioterapia para recuperar una buena movilidad sin dolor.
Cuando V no respondió al principio pero escuchó la puerta la curiosidd pudo con ella y fue caminando lentamente hasta la barandilla que protegia la parte superior de la habitación. Al asomarse vio a Sayid en la puerta y su mundo se vino abajo. Sintió que su cuerpo se enfriaba casi de forma inmediata y reconoció la bajada de tensión. Aparentemente, en las embarazadas siempre había presión baja pero la sorpresa de verlo allí le había jugado una mala pasada. Apretó las manos en la barandilla y vio a Vishous con los ojos abiertos como platos, sin comprender qué hacía Sayid allí.
Ignoró su pregunta, porque sabía que no lo estaba. Su hermano se apareció en seguida a su lado y ella giró la vista hacia él -¿Por qué lo has invitado?- Inquirió. ¿Qué estaba buscando Vishous y cómo se permitía no decírselo? ¡Estaba en unas fachas horrorosas! ¡Ni siquiera se había cubierto las ojeras! Su cabeza empezaba a darle vueltas y sintió que su cuerpo se estremecía. Alzó la cabeza al oír la advertencia -No lo hagas. Tú nunca pudiste hablar con Leticia. Seguramente viene a decirme cómo vamos a hacer la separación de bienes o tal vez trae los documentos. Es una cuestión práctica y legal. No podemos echar a un Descendiente, Vishous. Ya ha sido suficiente lo que he hecho- Le dijo y se giró hacia él -Llévame abajo, invitalo a la cena, que no se diga que no somos educados- Murmuró Arleen y dejó que la cargara, sintiéndose mejor cuando se encontró refugiada en los brazos de su hermano mayor aunque mantuvo los párpados cerrados para controlar el mareo.
Al llegar abajo se acomodó en el sofá y cogió una de las mantas para ponérsela sobre los hombros, quizás no se percataría de su temblor o lo vincularía con el frío invernal. Escuchó a V y alzó la vista hacia él -¿Puedes traernos un chocolate caliente, por favor?- Le preguntó mientras se abrazaba a la manta, le vio asentir e irse y Arleen sintió que su estómago se cerró en un puño pero no encontró el valor de verlo a la cara y se quedó mirando sus rodillas como si la tela del vestido no fuese algo monótono y aburrido, sino la cosa más interesante que había tenido en la vida. Al menos eso no daba vueltas.
Cuando V no respondió al principio pero escuchó la puerta la curiosidd pudo con ella y fue caminando lentamente hasta la barandilla que protegia la parte superior de la habitación. Al asomarse vio a Sayid en la puerta y su mundo se vino abajo. Sintió que su cuerpo se enfriaba casi de forma inmediata y reconoció la bajada de tensión. Aparentemente, en las embarazadas siempre había presión baja pero la sorpresa de verlo allí le había jugado una mala pasada. Apretó las manos en la barandilla y vio a Vishous con los ojos abiertos como platos, sin comprender qué hacía Sayid allí.
Ignoró su pregunta, porque sabía que no lo estaba. Su hermano se apareció en seguida a su lado y ella giró la vista hacia él -¿Por qué lo has invitado?- Inquirió. ¿Qué estaba buscando Vishous y cómo se permitía no decírselo? ¡Estaba en unas fachas horrorosas! ¡Ni siquiera se había cubierto las ojeras! Su cabeza empezaba a darle vueltas y sintió que su cuerpo se estremecía. Alzó la cabeza al oír la advertencia -No lo hagas. Tú nunca pudiste hablar con Leticia. Seguramente viene a decirme cómo vamos a hacer la separación de bienes o tal vez trae los documentos. Es una cuestión práctica y legal. No podemos echar a un Descendiente, Vishous. Ya ha sido suficiente lo que he hecho- Le dijo y se giró hacia él -Llévame abajo, invitalo a la cena, que no se diga que no somos educados- Murmuró Arleen y dejó que la cargara, sintiéndose mejor cuando se encontró refugiada en los brazos de su hermano mayor aunque mantuvo los párpados cerrados para controlar el mareo.
Al llegar abajo se acomodó en el sofá y cogió una de las mantas para ponérsela sobre los hombros, quizás no se percataría de su temblor o lo vincularía con el frío invernal. Escuchó a V y alzó la vista hacia él -¿Puedes traernos un chocolate caliente, por favor?- Le preguntó mientras se abrazaba a la manta, le vio asentir e irse y Arleen sintió que su estómago se cerró en un puño pero no encontró el valor de verlo a la cara y se quedó mirando sus rodillas como si la tela del vestido no fuese algo monótono y aburrido, sino la cosa más interesante que había tenido en la vida. Al menos eso no daba vueltas.
Sayid Ibn Salah
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puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Me quedé esperando en la puerta hasta que Vishous abrió, el cambio en su cara había sido demasiado obvio y no hizo que mi gesto se suavizara, por el contrario, mi cara ya seria se había tornado en una de enfado -Buenas noches teniente, me han dicho que su hermana se encuentra aquí, me gustaría hablar con ella- el hombre miró por detrás de él y seguí su mirada dando con Arleen que parecía había visto un muerto.
Esperé en la puerta sin interrumpir cuando Vishous se desapareció para ir junto a su hermana y dejé que terminaran su conversación. Cuando la morena estuvo en el sofá pasé por el umbral directo a ella -con permiso- dije quedando de pie, levanté la mano para rechazar el chocolate pues no tenía intención de tardar demasiado. -He llegado a casa y no estabas, he supuesto que te habrías marchado para estar acompañada de tu familia ya que necesitarás ayuda por el embarazo, sin embargo parece que hay ciertas habladurías algo que sin duda ha remarcado mucho mi abuela pero antes de tomar un juicio equivocado he venido para qué me expliques qué significa esto exactamente-
Me quedé esperando por su respuesta pero ella ni tan siquiera levantaba la vista para mirarme a los ojos, me llevé una mano al puente de la nariz para masajearlo soltando un leve suspiro -De verdad que no lo comprendo Arleen ¿qué se supone que he hecho mal para que tomes una decisión así? ¿acaso no te he tratado bien? ¿he sido un mal marido? ni tan siquiera comprendo por qué ahora todos me señalan con el dedo, tu madre ha intentado secuestrarme y tu padre me ha fulminado con la mirada por no hablar del sermón que me ha soltado mi abuela... - hice una pequeña pausa y crucé mis manos a mi espalda -No te pido que vuelvas si no quieres, puedes hacer lo que quieras pero al menos me gustaría saber la razón-
Esperé en la puerta sin interrumpir cuando Vishous se desapareció para ir junto a su hermana y dejé que terminaran su conversación. Cuando la morena estuvo en el sofá pasé por el umbral directo a ella -con permiso- dije quedando de pie, levanté la mano para rechazar el chocolate pues no tenía intención de tardar demasiado. -He llegado a casa y no estabas, he supuesto que te habrías marchado para estar acompañada de tu familia ya que necesitarás ayuda por el embarazo, sin embargo parece que hay ciertas habladurías algo que sin duda ha remarcado mucho mi abuela pero antes de tomar un juicio equivocado he venido para qué me expliques qué significa esto exactamente-
Me quedé esperando por su respuesta pero ella ni tan siquiera levantaba la vista para mirarme a los ojos, me llevé una mano al puente de la nariz para masajearlo soltando un leve suspiro -De verdad que no lo comprendo Arleen ¿qué se supone que he hecho mal para que tomes una decisión así? ¿acaso no te he tratado bien? ¿he sido un mal marido? ni tan siquiera comprendo por qué ahora todos me señalan con el dedo, tu madre ha intentado secuestrarme y tu padre me ha fulminado con la mirada por no hablar del sermón que me ha soltado mi abuela... - hice una pequeña pausa y crucé mis manos a mi espalda -No te pido que vuelvas si no quieres, puedes hacer lo que quieras pero al menos me gustaría saber la razón-
Arleen apretó un poco las muelas cuando rechazó el chocolate pero intentó mantenerse tal como estaba ahora, sin mirarlo. Tal vez haría que los papeles entraran en su campo de visión. Era evidente que venía por una visita rápida. Sin embargo, en seguida empezó a hablar y la morena frunció el ceño. ¿Habladurías? No tardó en hacer la conexión, claro que habría habladurías…Sobre ella, lo poco educada, lo poco perfecta que era para ser la mujer de una Descendiente. Cuando mencionó a su abuela y pidió de nuevo explicaciones sintió que, definitivamente, la habitación daba vueltas.
Apretó las manos en la manta, tratando de tener una vaga sensación de estabilidad y entonces vinieron sus preguntas. Cada una haciendo que su cabeza estuviera peor pero algo sí tenía en claro -Me lo pediste…Me lo ordenaste- Mencionó en un hilillo de voz sin comprender las razones del tono de voz de él. Alzó la mirada, visiblemente confundida y aturdida -Fueron tus palabras- Repitió y se abrazó un poco más a la manta mientras lo miraba -Me dijiste que me fuera. Hice exactamente lo que pedías Sayid…No entiendo. Si no hago lo que dices, lo hago mal. Si hago lo que dices, vienes a reclamarme. ¿Qué es lo que quieres exactamente?- Le preguntó negando con la cabeza sintiendo que de nuevo las ganas de llorar se apoderaban de ella.
-Dime qué es lo que quieres, dime qué es lo que quieres que haga Sayid y lo haré... Te lo prometo- Murmuró y no pudo sostenerle más la mirada, agachó la cabeza y se quedó mirando sus rodillas. No quería llorar, no iba a llorar. Sentía un nudo ardiendo en la garganta tan doloroso como lo que había sufrido por culpa de SAM. Respiraba profundo para controlarlo pero cada respiración hacía que el dolor de su costado fuera más fuerte pero no dijo nada, lo aguantó. Se sentía perdida en un mar de reglas, de expectativas, en una libertad falsa que no entendía…Sólo quería que le dijera qué tenía que hacer.
Apretó las manos en la manta, tratando de tener una vaga sensación de estabilidad y entonces vinieron sus preguntas. Cada una haciendo que su cabeza estuviera peor pero algo sí tenía en claro -Me lo pediste…Me lo ordenaste- Mencionó en un hilillo de voz sin comprender las razones del tono de voz de él. Alzó la mirada, visiblemente confundida y aturdida -Fueron tus palabras- Repitió y se abrazó un poco más a la manta mientras lo miraba -Me dijiste que me fuera. Hice exactamente lo que pedías Sayid…No entiendo. Si no hago lo que dices, lo hago mal. Si hago lo que dices, vienes a reclamarme. ¿Qué es lo que quieres exactamente?- Le preguntó negando con la cabeza sintiendo que de nuevo las ganas de llorar se apoderaban de ella.
-Dime qué es lo que quieres, dime qué es lo que quieres que haga Sayid y lo haré... Te lo prometo- Murmuró y no pudo sostenerle más la mirada, agachó la cabeza y se quedó mirando sus rodillas. No quería llorar, no iba a llorar. Sentía un nudo ardiendo en la garganta tan doloroso como lo que había sufrido por culpa de SAM. Respiraba profundo para controlarlo pero cada respiración hacía que el dolor de su costado fuera más fuerte pero no dijo nada, lo aguantó. Se sentía perdida en un mar de reglas, de expectativas, en una libertad falsa que no entendía…Sólo quería que le dijera qué tenía que hacer.
Sayid Ibn Salah
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Esperé por la respuesta pero cuando por fin Arleen pareció querer decirme algo no pude escuchar lo que dijo en un primer momento así que me acerqué un poco más para escucharla mejor, cuando por fin se decidió a alzar la vista y decirme lo que sucedía no daba crédito a lo que escuchaba -¿qué palabras? Arleen te pedí que te fueras a casa no de casa- me llevé una mano al rostro mientras la otra reposaba en mi cadera -¿me crees tan mezquino como para echarte de casa en tu estado? ¿es eso lo que piensas de mi después del tiempo que hemos compartido? es que no me entra en la cabeza que hayas llegado a esa conclusión...-
Me sentía profundamente ofendido por aquello, mi abuela me tachaba de blando al igual que mi madre pero no me importaba porque siempre me había considerado cercano a todos, un hombre amable pero Arleen me hacía ver como un auténtico monstruo -Yo no tengo que decirte nada Arleen, eres dueña de tu vida y de tus propias decisiones, te lo dije antes de casarnos, incluso te di la oportunidad de rechazar el compromiso si no era lo que querías pero ahora el que no sabe lo que quieres soy yo....- ella agachó la cabeza una vez más y se hizo el silencio entre ambos.
-Quédate aquí con tu hermano si te sientes mejor, y no es una orden, solo te lo sugiero, aclara tus ideas, piensa en lo que quieres y decide por ti misma, si no quieres volver a casa lo entenderé, pero tomes la decisión que tomes hazlo por ti.... y por favor, mantenme al tanto de tu embarazo y tu estado de salud- no me quedaba mucho más que decir, levanté la mirada para dirigirme a Vishous -Siento haber interrumpido, me marcho ya, feliz navidad - bajé la mirada de nuevo hacia Arleen una vez más para despedirme -Espero que te mejores, tienes mala cara- dicho eso me di la vuelta dispuesto a marcharme.
Me sentía profundamente ofendido por aquello, mi abuela me tachaba de blando al igual que mi madre pero no me importaba porque siempre me había considerado cercano a todos, un hombre amable pero Arleen me hacía ver como un auténtico monstruo -Yo no tengo que decirte nada Arleen, eres dueña de tu vida y de tus propias decisiones, te lo dije antes de casarnos, incluso te di la oportunidad de rechazar el compromiso si no era lo que querías pero ahora el que no sabe lo que quieres soy yo....- ella agachó la cabeza una vez más y se hizo el silencio entre ambos.
-Quédate aquí con tu hermano si te sientes mejor, y no es una orden, solo te lo sugiero, aclara tus ideas, piensa en lo que quieres y decide por ti misma, si no quieres volver a casa lo entenderé, pero tomes la decisión que tomes hazlo por ti.... y por favor, mantenme al tanto de tu embarazo y tu estado de salud- no me quedaba mucho más que decir, levanté la mirada para dirigirme a Vishous -Siento haber interrumpido, me marcho ya, feliz navidad - bajé la mirada de nuevo hacia Arleen una vez más para despedirme -Espero que te mejores, tienes mala cara- dicho eso me di la vuelta dispuesto a marcharme.
Aquel día, preparó con magia todo lo que llevaría mientras supervisaba todo desde el taburete de la cocina. Empacó los regalos con cuidado en papeles brillantes y con moños rojos, aunque tenía la sensación de que no era uno de esos años en los que se llevaban grandes detalles, pero al menos uno pequeño sería de corazón. Envolvió los dulces que llevaba en una hermosa caja y les colocó un listón a juego; al menos habría algo griego en aquella cena y estaba segura de que apreciarían el gesto. No se había ceñido a la receta original, tuvo que quitar el cognac, pero después de comer unos cuantos se convenció de que el sabor seguía delicioso. Después de terminar con los preparativos, se atavió en un vestido ceñido en terciopelo negro, con tirantes gruesos, escote bajo y que llegaba debajo de sus rodillas. Antes de salir, puso los regalos en un saco, se colocó el abrigo y tomó la caja con los dulces, justo antes de montar la alfombra y salir de su residencia.
Su sorpresa fue grande cuando, al llegar, la puerta estaba abierta al llegar. Entró con una gran sonrisa al ver a su querido compañero de pie después de verle tan cansado y herido en el hospital. Cuidando de no tirar lo que llevaba en manos, cerró la puerta tras ella y comenzó a deshacer los botones del abrigo. Aún no saludaba porque no había hecho contacto visual, pero ya sabía donde dejar la capa extra se ropa. El loft tenía una sensación cálida y el abrigo le molestaba aunque, de pronto, comenzó a sentir la atmósfera pesada. Su sonrisa fue cambiando a la seriedad y después a la duda, porque algo en la escena no le estaba cuadrando del todo. Se quedó inmovil un momento, vislumbrando el pesar de Arleen, la rigidez de Sayid, la duda en el ambiente. Algo no andaba bien. Algo no andaba bien. ¡Algo no andaba bien! Dudó muchísimo en interrumpir. En realidad casi prefería desaparecerse antes de que le vieran pero ya le habían advertido sobre eso. Alcanzó a escuchar las duras palabras de Sayid antes de que se diera la vuelta y de repente comprendió la situación. Tomó una bocanada de aire y dejó lo que llevaba en las manos sobre la primer superficie que encontró. No entendía, la última vez que le vio estaba tan entusiasmado. Si tenía que salir detrás de él... quizás lo haría.
Su sorpresa fue grande cuando, al llegar, la puerta estaba abierta al llegar. Entró con una gran sonrisa al ver a su querido compañero de pie después de verle tan cansado y herido en el hospital. Cuidando de no tirar lo que llevaba en manos, cerró la puerta tras ella y comenzó a deshacer los botones del abrigo. Aún no saludaba porque no había hecho contacto visual, pero ya sabía donde dejar la capa extra se ropa. El loft tenía una sensación cálida y el abrigo le molestaba aunque, de pronto, comenzó a sentir la atmósfera pesada. Su sonrisa fue cambiando a la seriedad y después a la duda, porque algo en la escena no le estaba cuadrando del todo. Se quedó inmovil un momento, vislumbrando el pesar de Arleen, la rigidez de Sayid, la duda en el ambiente. Algo no andaba bien. Algo no andaba bien. ¡Algo no andaba bien! Dudó muchísimo en interrumpir. En realidad casi prefería desaparecerse antes de que le vieran pero ya le habían advertido sobre eso. Alcanzó a escuchar las duras palabras de Sayid antes de que se diera la vuelta y de repente comprendió la situación. Tomó una bocanada de aire y dejó lo que llevaba en las manos sobre la primer superficie que encontró. No entendía, la última vez que le vio estaba tan entusiasmado. Si tenía que salir detrás de él... quizás lo haría.
Había estado en la cocina oyendo todo porque, lamentablemente, el loft estaba bastante bien comunicado. Se mantuvo a la expectativa, preocupándose más por el estado de salud de su hermana que por lo que sea que iba a decir Sayid. Le preparó el chocolate caliente lentamente y escuchó las preguntas de Sayid, pensando objetivamente, que aquello había sido un malentendido. Las palabras dichas estaban, pero el significado había sido distintos. Ambos habían despertado de un mal estado de salud para encontrarse con una noticia impactante. Suspiró. Eso tenía arreglo, era un malentendido.
Y uno muy grande.
Uno que había empeorado su madre.
Arleen parecía decidida a hacer lo que Sayid decía y sin embargo, el otro le daba opciones. Lo apreció, sinceramente. Le daba todo el poder para decidir lo que quería pero su hermana no hablaba. Apretó las muelas. ¿Debía meterse? ¿No? No sabía muy bien como proseguir pero algo recordaba de la conversación con Aurora en una de las tardes que Arleen dormía. Salió de la cocina para ir a llevarle el chocolate caliente y recibió el saludo de Sayid -Espera, Sayid- Murmuró y se acercó a su hermana con el ceño fruncido, observándola mirarse las rodillas -Dile lo que te dijo mamá, Arleen- Se agachó hasta su altura y le tomó del mentón -Díselo… Arleen, él no lo entiende porque no la conoce. Ninguno conoce a mamá, tienes que decírselo- Cuando la vio negar con la cabeza maldijo y se incorporó -Si no lo haces tú se lo voy a decir yo, Aurora me lo contó y también lo que hizo Anteia- Arleen se movió con rapidez y le cogió la mano para evitar que hablara lo que hizo que soltara un suspiro exasperado mirando a Sayid. Se pasó la mano por el pelo en un gesto puramente frustrado. Intentó explicarle con los ojos al Descendiente, desearía tener el casco de la guardia y soltarle la parrafada pero no hizo nada más. Soltó la mano de su hermana y se echó hacia atrás cruzándose de brazos -Ahora, Arlequín-
Para entonces, llegó Sofía y volvió la vista hacia ella con un gesto de agobio puro. Nunca en la vida se hubiese imaginado intentando interceder en la relación de su hermana. Pero…Él que siempre era directo y hablaba con sinceridad sabía que los malentendidos eran sólo eso, todo lo demás… Aparte, había visto a su hermana sonreír de verdad en las semanas que había pasado con Sayid y apreciaba que le diera esa libertad. Arleen no terminaba de empezar la oración y Vishous exasperado soltó -Anteia le prohibió a mi madre ver a Arleen porque…- La morena le interrumpió carraspeando y él finalmente relajó los hombros antes de ir a acercarse a Sofía para darle la bienvenida aunque su gesto era cuanto menos tenso, compartido con el de ella. Estaba preocupado evidentemente y no sabía muy bien como seguir, pero creía que eso ya dependía de ellos. Por lo pronto, le pareció buena idea bloquear la puerta.
Y uno muy grande.
Uno que había empeorado su madre.
Arleen parecía decidida a hacer lo que Sayid decía y sin embargo, el otro le daba opciones. Lo apreció, sinceramente. Le daba todo el poder para decidir lo que quería pero su hermana no hablaba. Apretó las muelas. ¿Debía meterse? ¿No? No sabía muy bien como proseguir pero algo recordaba de la conversación con Aurora en una de las tardes que Arleen dormía. Salió de la cocina para ir a llevarle el chocolate caliente y recibió el saludo de Sayid -Espera, Sayid- Murmuró y se acercó a su hermana con el ceño fruncido, observándola mirarse las rodillas -Dile lo que te dijo mamá, Arleen- Se agachó hasta su altura y le tomó del mentón -Díselo… Arleen, él no lo entiende porque no la conoce. Ninguno conoce a mamá, tienes que decírselo- Cuando la vio negar con la cabeza maldijo y se incorporó -Si no lo haces tú se lo voy a decir yo, Aurora me lo contó y también lo que hizo Anteia- Arleen se movió con rapidez y le cogió la mano para evitar que hablara lo que hizo que soltara un suspiro exasperado mirando a Sayid. Se pasó la mano por el pelo en un gesto puramente frustrado. Intentó explicarle con los ojos al Descendiente, desearía tener el casco de la guardia y soltarle la parrafada pero no hizo nada más. Soltó la mano de su hermana y se echó hacia atrás cruzándose de brazos -Ahora, Arlequín-
Para entonces, llegó Sofía y volvió la vista hacia ella con un gesto de agobio puro. Nunca en la vida se hubiese imaginado intentando interceder en la relación de su hermana. Pero…Él que siempre era directo y hablaba con sinceridad sabía que los malentendidos eran sólo eso, todo lo demás… Aparte, había visto a su hermana sonreír de verdad en las semanas que había pasado con Sayid y apreciaba que le diera esa libertad. Arleen no terminaba de empezar la oración y Vishous exasperado soltó -Anteia le prohibió a mi madre ver a Arleen porque…- La morena le interrumpió carraspeando y él finalmente relajó los hombros antes de ir a acercarse a Sofía para darle la bienvenida aunque su gesto era cuanto menos tenso, compartido con el de ella. Estaba preocupado evidentemente y no sabía muy bien como seguir, pero creía que eso ya dependía de ellos. Por lo pronto, le pareció buena idea bloquear la puerta.
Cuando la realidad de las palabras de Sayid le golpearon, Arleen sintió que su respiración desapareció. Aunque intentaba concentrarse en que el oxígeno entrara a sus pulmones le era imposible. Subió una mano al rostro, presionándose los ojos, y preguntándose porqué después de tantos años seguía dejando que su madre dictara su vida. Cuando finalmente había decidido qué hacer con su vida todo el universo había conspirado para que el cauce de su existencia siguiera a manos de Eleonore. Y ahora… Y ahora… Esto.
Siguió escuchando cada detalle de sus palabras porque lo que decía era cierto y, aún así, sentía que todo lo que hacía era un desastre. ¿Cómo podía haber pensado eso de él? ¿Cómo había sido capaz? Siguió presionándose los ojos mientras con la mano libre se apretaba la manta contra el cuerpo. ¿Qué debía hacer? No fue consciente de que se estaba despidiendo hasta que Vishous salió a dirigirle la palabra. Cuando la tomó del mentón, clavó sus ojos en los de él preguntándole por qué estaba interviniendo pero su sugerencia la hizo negar porque eso sería reconocer que su madre era… Era la culpable, cuando ella le había permitido entrar en su cabeza.
Alargó la mano para detenerlo cuando soltó que se lo diría él pero el nudo en su garganta sólo podía cerrarse y cerrarse. Ni siquiera el apodo la hizo reaccionar, volvió a bajar la cabeza intentando encontrar su voz. Quería decirle tantas cosas a Sayid pero no sabía por dónde comenzar. De pronto Vishous empezó a hablar y Arleen carraspeó, se mordió la mejilla por dentro y se incorporó lentamente para mirar a Sayid -No te vayas- Dijo en un hilillo de voz y entonces bajó la mirada -Se lo prohibió porque me gritaba y me hacía llorar e hiperventilar y recibí un golpe fuerte en el pulmón derecho que me complica la respiración- El movimiento de Vishous y su mirada le hicieron saber que no era lo que quería oír. Caminó un par de pasos hacia Sayid -Mi madre me dijo que no debí haber salido nunca del hospital y que todas las ínfulas de ser algo más que la perfecta esposa de un Descendiente estaban fuera de lugar…Que cada estupidez, cada paso que estaba dando alejándome de esa perfección marcaba un paso hacia tu descontento y a nuestra separación…- Se detuvo un momento y bajó la mirada -Cuando se enteró de que estaba embarazada me dijo que sin duda ibas a deshacerte de mí porque el pronóstico no era bueno y que…- Intentó contenerlo pero se le escapó un sollozo bajo -Había condenado a todo el linaje por ocupar un puesto que no me correspondía, que le dejara eso a la gente capacitada para ello… Y que el bebé seguramente, si es que nacía, sería sólo un bochorno para tu linaje porque su madre había cometido una estupidez muy grande y había afectado su crecimiento-
Se quedó en silencio y alzó la vista hacia él -Y te pedí perdón…Por todo y sólo me dijiste que tenía que irme. ¿Qué querías que interpretara, Sayid?- Le preguntó y se mordió el labio bajando de nuevo la vista. Había cometido un error garrafal por culpa de su madre y sin embargo, seguía sintiendo el peso en sus hombros. Dejó escapar el aire muy lentamente y aunque sentía que estaba temblando -Lo siento- Susurró -Y si no te queda claro que es lo que quiero…- Tensó los labios con sincera preocupación y alzó la vista hacia él -No prestaste atención a mis votos-
Siguió escuchando cada detalle de sus palabras porque lo que decía era cierto y, aún así, sentía que todo lo que hacía era un desastre. ¿Cómo podía haber pensado eso de él? ¿Cómo había sido capaz? Siguió presionándose los ojos mientras con la mano libre se apretaba la manta contra el cuerpo. ¿Qué debía hacer? No fue consciente de que se estaba despidiendo hasta que Vishous salió a dirigirle la palabra. Cuando la tomó del mentón, clavó sus ojos en los de él preguntándole por qué estaba interviniendo pero su sugerencia la hizo negar porque eso sería reconocer que su madre era… Era la culpable, cuando ella le había permitido entrar en su cabeza.
Alargó la mano para detenerlo cuando soltó que se lo diría él pero el nudo en su garganta sólo podía cerrarse y cerrarse. Ni siquiera el apodo la hizo reaccionar, volvió a bajar la cabeza intentando encontrar su voz. Quería decirle tantas cosas a Sayid pero no sabía por dónde comenzar. De pronto Vishous empezó a hablar y Arleen carraspeó, se mordió la mejilla por dentro y se incorporó lentamente para mirar a Sayid -No te vayas- Dijo en un hilillo de voz y entonces bajó la mirada -Se lo prohibió porque me gritaba y me hacía llorar e hiperventilar y recibí un golpe fuerte en el pulmón derecho que me complica la respiración- El movimiento de Vishous y su mirada le hicieron saber que no era lo que quería oír. Caminó un par de pasos hacia Sayid -Mi madre me dijo que no debí haber salido nunca del hospital y que todas las ínfulas de ser algo más que la perfecta esposa de un Descendiente estaban fuera de lugar…Que cada estupidez, cada paso que estaba dando alejándome de esa perfección marcaba un paso hacia tu descontento y a nuestra separación…- Se detuvo un momento y bajó la mirada -Cuando se enteró de que estaba embarazada me dijo que sin duda ibas a deshacerte de mí porque el pronóstico no era bueno y que…- Intentó contenerlo pero se le escapó un sollozo bajo -Había condenado a todo el linaje por ocupar un puesto que no me correspondía, que le dejara eso a la gente capacitada para ello… Y que el bebé seguramente, si es que nacía, sería sólo un bochorno para tu linaje porque su madre había cometido una estupidez muy grande y había afectado su crecimiento-
Se quedó en silencio y alzó la vista hacia él -Y te pedí perdón…Por todo y sólo me dijiste que tenía que irme. ¿Qué querías que interpretara, Sayid?- Le preguntó y se mordió el labio bajando de nuevo la vista. Había cometido un error garrafal por culpa de su madre y sin embargo, seguía sintiendo el peso en sus hombros. Dejó escapar el aire muy lentamente y aunque sentía que estaba temblando -Lo siento- Susurró -Y si no te queda claro que es lo que quiero…- Tensó los labios con sincera preocupación y alzó la vista hacia él -No prestaste atención a mis votos-
Sayid Ibn Salah
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puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Me despedí de ambos dispuesto a marcharme pero Vishous me detuvo yendo a por su hermana para que me dijera algo que al parecer ignoraba, aún así ella no parecía reaccionar -déjala Vishous, no quiero presionarla, solo espero que hable cuando esté preparada- una vez más quise marcharme pero Sofía hizo acto de presencia, estaba claro que la esperaban a ella y no a mi -Querida Sofía, qué alegría verte- dije dedicándole una sonrisa que no era para nada una de las que solía dedicarle, no estaba de humor ni siquiera para eso.
Vishous seguía empeñado en decirme algo que al parecer tenía que ver con su madre, el hombre empezó a hablar y se vio interrumpido por su hermana que ahora me pedía que no me marchase -¿Qué!? pero Arleen... ¿por qué no me has dicho eso antes?- exclamé en cuanto a lo de su madre pero sobre todo por su afección en el pulmón, al menos podía suponer que si le habían dado el alta no sería algo que atentara contra su vida o contra la del bebé.
Las siguientes palabras de la morena las escuché sin dar crédito a lo que escuchaba, aquella mujer se había atrevido a poner palabras en mi boca y no solo eso, había metido ideas raras en la cabeza de Arleen, aún me dolía que ella no creyera en lo que había visto de mi con sus propios ojos pero al menos podía entender un poco mejor la situación y estaba muy enfadado -¡Qué ultraje! ¡cómo se atreve a suponer o especular sobre las decisiones o pensamientos de un descendiente! ¿Quién se cree esa mujer para decir lo que es una deshonra o no para mi linaje? ¿qué derecho tiene a hablar así de mi o de mis hijos!?- estaba realmente alterado y mi gesto era de total desaprobación y enfado por no hablar de mi tono de voz que ahora era más alto, porque si algo me caracterizaba era mi voz tranquila y mi tono neutro.
-Esto se acaba hoy mismo Arleen, ya te lo dije una vez, tu madre no tiene ni voz ni voto en nuestra vida desde el momento en que e convertiste en mi esposa y si tu no le pones fin a sus maquinaciones lo haré yo, eres la mujer de un descendiente y no le debes explicaciones a nadie,¡ ni tan siquiera a mi!- estaba que me llevaban los demonios y en ese momento sólo quería ir a decirle unas cuantas cosas a mi suegra que no le resultarían agradables y serían poco formales y decorosas por mi parte.
Hubo un momento de silencio y entonces Arleen volvió a dirigirse a mi , pidiéndome perdón por cosas que ella no podía controlar -No Arleen, no tienes que pedirme perdón- me acerqué a ella y me arrodille para tomar sus manos entre las mías y besarlas relajando el gesto -claro que recuerdo tus votos querida "Dicen que el amor es una travesía y te prometo que nunca me iré. Si un día la carga es muy pesada, recuerda este momento conmigo porque siempre, por sobre todas las cosas, estaré a tu lado" eso fue lo que dijiste ese día... pero no entiendo porqué has decidido marcharte sin contar conmigo, no tienes que malinterpretar mis palabras y si algo no te queda claro habla conmigo, eso me pediste en nuestro primer desayuno, que fuéramos sinceros el uno con el otro- dejé sus manos para abrazarla, no estaba enfadado con ella ni mucho menos y esperaba que aquel malentendido acabara en ese momento -Eres una mujer inteligente e independiente, toma tus propias decisiones, como tu marido puedo sugerirte cosas, expresar mi opinión al igual que tu puedes hacerlo conmigo, si alguna vez te doy una orden tienes mi permiso para tirarme la cafetera a la cabeza-
Vishous seguía empeñado en decirme algo que al parecer tenía que ver con su madre, el hombre empezó a hablar y se vio interrumpido por su hermana que ahora me pedía que no me marchase -¿Qué!? pero Arleen... ¿por qué no me has dicho eso antes?- exclamé en cuanto a lo de su madre pero sobre todo por su afección en el pulmón, al menos podía suponer que si le habían dado el alta no sería algo que atentara contra su vida o contra la del bebé.
Las siguientes palabras de la morena las escuché sin dar crédito a lo que escuchaba, aquella mujer se había atrevido a poner palabras en mi boca y no solo eso, había metido ideas raras en la cabeza de Arleen, aún me dolía que ella no creyera en lo que había visto de mi con sus propios ojos pero al menos podía entender un poco mejor la situación y estaba muy enfadado -¡Qué ultraje! ¡cómo se atreve a suponer o especular sobre las decisiones o pensamientos de un descendiente! ¿Quién se cree esa mujer para decir lo que es una deshonra o no para mi linaje? ¿qué derecho tiene a hablar así de mi o de mis hijos!?- estaba realmente alterado y mi gesto era de total desaprobación y enfado por no hablar de mi tono de voz que ahora era más alto, porque si algo me caracterizaba era mi voz tranquila y mi tono neutro.
-Esto se acaba hoy mismo Arleen, ya te lo dije una vez, tu madre no tiene ni voz ni voto en nuestra vida desde el momento en que e convertiste en mi esposa y si tu no le pones fin a sus maquinaciones lo haré yo, eres la mujer de un descendiente y no le debes explicaciones a nadie,¡ ni tan siquiera a mi!- estaba que me llevaban los demonios y en ese momento sólo quería ir a decirle unas cuantas cosas a mi suegra que no le resultarían agradables y serían poco formales y decorosas por mi parte.
Hubo un momento de silencio y entonces Arleen volvió a dirigirse a mi , pidiéndome perdón por cosas que ella no podía controlar -No Arleen, no tienes que pedirme perdón- me acerqué a ella y me arrodille para tomar sus manos entre las mías y besarlas relajando el gesto -claro que recuerdo tus votos querida "Dicen que el amor es una travesía y te prometo que nunca me iré. Si un día la carga es muy pesada, recuerda este momento conmigo porque siempre, por sobre todas las cosas, estaré a tu lado" eso fue lo que dijiste ese día... pero no entiendo porqué has decidido marcharte sin contar conmigo, no tienes que malinterpretar mis palabras y si algo no te queda claro habla conmigo, eso me pediste en nuestro primer desayuno, que fuéramos sinceros el uno con el otro- dejé sus manos para abrazarla, no estaba enfadado con ella ni mucho menos y esperaba que aquel malentendido acabara en ese momento -Eres una mujer inteligente e independiente, toma tus propias decisiones, como tu marido puedo sugerirte cosas, expresar mi opinión al igual que tu puedes hacerlo conmigo, si alguna vez te doy una orden tienes mi permiso para tirarme la cafetera a la cabeza-
La sorpresa inicial solo continuó y fue confirmada cuando Vishous se acercó a ella con gesto abrumado y Sayid se dio la vuelta y le saludó, más tenso y pesaroso que de costumbre. A pesar de que el Descendiente esbozó una sonrisa, ella no pudo y no intentó disimular su preocupación por lo que sucedía.- Cariño, qué bueno verte de pie después de tanta angustia.- Aplicaba para ambos hombres, pero en realidad iba dirigido a Sayid por su saludo.
"¿Qué pasa?" Le preguntó a Vishous sin emitir sonido alguno, solo moviendo sus labios. No tardó en recibir respuestas de boca de la misma Arleen. No iban dirigidas esas palabras a sus oídos, pero ya estaba ahí y no pudo evitar la incredulidad en su rostro por lo que escuchaba. Sus labios se fueron abriendo más y más conforme escuchaba la narrativa, sobre todo la parte en la que Sayid supuestamente se habría deshecho de ella por tan poco. Jadeó indignada al escuchar lo que aquella mujer horrible había dicho sobre su propio nieto y frunció el ceño con enojo. Su rostro nunca se había visto tan frío como mientras escuchaba el llanto de la morena.- Esta es una ofensa a todo el Consejo. Si Sayid fuera otro...- Murmuró por lo bajo y no terminó la frase. Si acaso, la habría oido Vishous. Aunque ahora su rostro no mostraba enojo, se notaba una frialdad que habría sido propia de Bellatrix.
Arleen era ahora mismo más igual a Sofía misma que a su madre en estatus, y era por eso que le resultaba inconcebible que una persona tan común fuera por la vida lanzando tanto contra su propia hija. Miró a Vishous cuando Sayid y Arleen finalmente se abrazaron. No entendía a que iba todo, pero ahora se sentía desarmada. Le daba una lástima tremenda que su propio hijo fuera a tener lazos con una mujer tan vil, cruel y desalmada.
"¿Qué pasa?" Le preguntó a Vishous sin emitir sonido alguno, solo moviendo sus labios. No tardó en recibir respuestas de boca de la misma Arleen. No iban dirigidas esas palabras a sus oídos, pero ya estaba ahí y no pudo evitar la incredulidad en su rostro por lo que escuchaba. Sus labios se fueron abriendo más y más conforme escuchaba la narrativa, sobre todo la parte en la que Sayid supuestamente se habría deshecho de ella por tan poco. Jadeó indignada al escuchar lo que aquella mujer horrible había dicho sobre su propio nieto y frunció el ceño con enojo. Su rostro nunca se había visto tan frío como mientras escuchaba el llanto de la morena.- Esta es una ofensa a todo el Consejo. Si Sayid fuera otro...- Murmuró por lo bajo y no terminó la frase. Si acaso, la habría oido Vishous. Aunque ahora su rostro no mostraba enojo, se notaba una frialdad que habría sido propia de Bellatrix.
Arleen era ahora mismo más igual a Sofía misma que a su madre en estatus, y era por eso que le resultaba inconcebible que una persona tan común fuera por la vida lanzando tanto contra su propia hija. Miró a Vishous cuando Sayid y Arleen finalmente se abrazaron. No entendía a que iba todo, pero ahora se sentía desarmada. Le daba una lástima tremenda que su propio hijo fuera a tener lazos con una mujer tan vil, cruel y desalmada.
La relación entre Sofía y Sayid parecía una de largos años, eso le hizo sonreír porque quizás Sofía no estaba tan sola como pensaba. Se cruzó de brazos mientras miraba la pregunta silenciosa de Sofía, mientras se acercaba delineó con los labios un “malentendido” pero no sabía si había sido suficiente. Decidió no besarla o acercarse demasiado porque no sabía muy bien si Sayid estaba enterado o no, ella le había pedido que no le dijera nada a Arleen y en vista de su agobio había decidido respetarlo.
Finalmente, Arleen pareció reaccionar y Vishous no fue consciente de que con cada palabra su ira iba incrementando. ¿Cómo podía haberle dicho eso después de una misión? ¡Estaba recuperándose! De sólo pensar en cómo había reaccionado Sofía a la inesperada noticia no podía ni imaginarse cómo habría estado Arleen, aunque eran situaciones diferentes, la psiquis no dejaba de estar afectada. Y allí, su madre, metiendo caña. La voz de Sayid se alzó y él compartió cada pensamiento, tan arraigado en su ser, que su propia mano empezó a brillar sin que se diera cuenta.
-Finalmente, alguien que me puto entiende- Le soltó a su cuñado a ver si por fin alguien le ayudaba a pararle los pies a la madre pero tras ello escuchó la voz de Sofía y tensó los labios. Bueno, ya que tenía que decidir mejor que supiera toda la historia. Miró a Sayid abrazar a Arleen y cómo ésta se aferraba a él, sonriendo de lado. Lo cierto es que nunca le había conocido un novio en la vida, muchas citas, mucha vida social; pero nunca alguien de verdad. Aprobaba que Sayid quisiera decirle cuatro cosas a su madre, es más, ya hasta le caía mejor -Soy el único en mi familia que le para los pies porque ya viví esta situación, a diferencia de Arleen, yo no tuve quien intercediera en el momento por mí. También lo de Leticia era diferente, pero mi madre… Tiene una obsesión malsana con los Descendientes y no es consciente de lo hiriente que puede ser pensando en el “bien” de sus hijos- Dejó escapar el aire lentamente -Mamá tuvo tres hermanas, dos de ellas fueron casadas con un familiar de descendiente y la tercera fue repudiada por su familia por ser homosexual. Es más…La madre de Amaya…- Hizo un gesto con la mano -Está casada con un familiar lejano de Paracelso y casó a su hija con un descendiente de Hua. Mi abuela falleció antes de concertar el matrimonio de mi madre y aunque lo intentó, no logró estar al “nivel” de sus hermanas- Hizo comillas con las manos y soltó un “tsk” -Tal vez es envidia lo que tiene dentro de ella, pero… -
Miró a Sayid con el ceño levemente fruncido -Cuando llegó vuestro matrimonio Arleen me había preguntado apenas antes con quien podía hablar para conseguirse un piso propio, decidió ser aprendiz de Giordano…Finalmente estaba saliendo del ala de mamá y llegó esto…- Indicó, señalándolos a los dos -Yo no estaba de acuerdo porque sabía lo que pasaría cuando finalmente mi madre casara a uno de sus hijos. Estaría metiendo las narices en todo y presionándola constantemente…Y voilá- Se puso las manos en la cadera y miró a su hermana -Yo estoy de acuerdo con él. No tiene porqué decirte qué hacer. Bastante miserable me hizo a mi la vida con lo de Leticia para que tú permitas que te destruya también. Esta es tu familia, tu matrimonio, tu pareja, tu… futuro. No dejes que lo arruine como lo hizo conmigo- Al terminar el discurso, Vishous pareció haberse desinflado de todo lo que le estaba quemando por dentro.
-Ahora, si no os importa, he pasado el día cocinando un cordero…- Le guiñó un ojo a Arleen -Y pretendo que la gente lo coma porque no voy a estar cuatro días comiendo sobras. Tampoco voy a pasar la navidad solo así que…- Señaló hacia el comedor como diciendo “mover el culo que os sirvo la cena”. Cogió lo que había dejado en la superficie Sofía y como buen descarado acercó la nariz para oler que era y sonrió -Gracias… Si mi madre supiera que dos Descendientes van a comer en mi mesa, se muere de un infarto- Se rió roncamente mientras empezaba a caminar y luego observó a Sayid un momento, pensando en otra cosa -En realidad, Sayid, necesitaría una mano en la cocina- Le miró significativamente y tensó los labios en una sonrisa -Y estoy segura de que Arlequin querrá ayuda con… Es que estás toda roja con tanta lágrima, hermana- Le sonrió a la morena y luego a Sofía antes de irse a la cocina y esperar al Descendiente.
Finalmente, Arleen pareció reaccionar y Vishous no fue consciente de que con cada palabra su ira iba incrementando. ¿Cómo podía haberle dicho eso después de una misión? ¡Estaba recuperándose! De sólo pensar en cómo había reaccionado Sofía a la inesperada noticia no podía ni imaginarse cómo habría estado Arleen, aunque eran situaciones diferentes, la psiquis no dejaba de estar afectada. Y allí, su madre, metiendo caña. La voz de Sayid se alzó y él compartió cada pensamiento, tan arraigado en su ser, que su propia mano empezó a brillar sin que se diera cuenta.
-Finalmente, alguien que me puto entiende- Le soltó a su cuñado a ver si por fin alguien le ayudaba a pararle los pies a la madre pero tras ello escuchó la voz de Sofía y tensó los labios. Bueno, ya que tenía que decidir mejor que supiera toda la historia. Miró a Sayid abrazar a Arleen y cómo ésta se aferraba a él, sonriendo de lado. Lo cierto es que nunca le había conocido un novio en la vida, muchas citas, mucha vida social; pero nunca alguien de verdad. Aprobaba que Sayid quisiera decirle cuatro cosas a su madre, es más, ya hasta le caía mejor -Soy el único en mi familia que le para los pies porque ya viví esta situación, a diferencia de Arleen, yo no tuve quien intercediera en el momento por mí. También lo de Leticia era diferente, pero mi madre… Tiene una obsesión malsana con los Descendientes y no es consciente de lo hiriente que puede ser pensando en el “bien” de sus hijos- Dejó escapar el aire lentamente -Mamá tuvo tres hermanas, dos de ellas fueron casadas con un familiar de descendiente y la tercera fue repudiada por su familia por ser homosexual. Es más…La madre de Amaya…- Hizo un gesto con la mano -Está casada con un familiar lejano de Paracelso y casó a su hija con un descendiente de Hua. Mi abuela falleció antes de concertar el matrimonio de mi madre y aunque lo intentó, no logró estar al “nivel” de sus hermanas- Hizo comillas con las manos y soltó un “tsk” -Tal vez es envidia lo que tiene dentro de ella, pero… -
Miró a Sayid con el ceño levemente fruncido -Cuando llegó vuestro matrimonio Arleen me había preguntado apenas antes con quien podía hablar para conseguirse un piso propio, decidió ser aprendiz de Giordano…Finalmente estaba saliendo del ala de mamá y llegó esto…- Indicó, señalándolos a los dos -Yo no estaba de acuerdo porque sabía lo que pasaría cuando finalmente mi madre casara a uno de sus hijos. Estaría metiendo las narices en todo y presionándola constantemente…Y voilá- Se puso las manos en la cadera y miró a su hermana -Yo estoy de acuerdo con él. No tiene porqué decirte qué hacer. Bastante miserable me hizo a mi la vida con lo de Leticia para que tú permitas que te destruya también. Esta es tu familia, tu matrimonio, tu pareja, tu… futuro. No dejes que lo arruine como lo hizo conmigo- Al terminar el discurso, Vishous pareció haberse desinflado de todo lo que le estaba quemando por dentro.
-Ahora, si no os importa, he pasado el día cocinando un cordero…- Le guiñó un ojo a Arleen -Y pretendo que la gente lo coma porque no voy a estar cuatro días comiendo sobras. Tampoco voy a pasar la navidad solo así que…- Señaló hacia el comedor como diciendo “mover el culo que os sirvo la cena”. Cogió lo que había dejado en la superficie Sofía y como buen descarado acercó la nariz para oler que era y sonrió -Gracias… Si mi madre supiera que dos Descendientes van a comer en mi mesa, se muere de un infarto- Se rió roncamente mientras empezaba a caminar y luego observó a Sayid un momento, pensando en otra cosa -En realidad, Sayid, necesitaría una mano en la cocina- Le miró significativamente y tensó los labios en una sonrisa -Y estoy segura de que Arlequin querrá ayuda con… Es que estás toda roja con tanta lágrima, hermana- Le sonrió a la morena y luego a Sofía antes de irse a la cocina y esperar al Descendiente.
Arleen fue consciente de la presencia de Sofía cuando Sayid explotó preguntando porqué no se lo había dicho antes, intercambió una mirada fugaz y avergonzada con la descendiente. El labio inferior le tembló pero aún así siguió hablando pese a que la cara de su esposo había cambiado abruptamente con cada cosa que salía de sus labios. El regusto amargo de lo que decía se le quedaba en la boca y sentía que su propio corazón volvía a partirse en pedazos cuando recordaba el dolor que le había infligido su madre. La morena se encogió cuando Sayid alzó la voz porque, por primera vez en la vida, lo veía así y no le gustaba. No le gustaba nada. ¿Cómo iba a responder a las preguntas que le hacía? No lo sabía, no tenía ni idea de qué estaba pensando su madre.
Intentó controlar su respiración y sollozo cuando él le recordó aquellas palabras que ya le había dicho y que, sin embargo, ella había ignorado sin querer porque le era imposible reunir el valor para enfrentarse a su madre. Simplemente no podía. Apretó con fuerza las manos que descansaban sobre las rodillas, clavándose las escasas uñas en el silencio que se le hacía tan denso que no podía ni respirar. Pese a que el loft era gigante y abierto, sentía que las paredes empezaban a encerrarla y su mente viajó a la misión en tierra cuando todo estaba cubierto de metal y no había escapatoria.
De sus ensoñaciones la sacó Sayid cuando le cogió las manos. Ella las tenía heladas y temblaba ligeramente, las de él estaban cálidas y su beso la tranquilizó brevemente. Tensó los labios y negó con la cabeza -Porque pensé que tenía razón- Murmuró cuando dijo que no entendía porqué se había ido sin decirle nada -Te dije que haría lo que me dijeras…Y me dijiste eso. No encontré el valor para llevarte la contraria- Siguió y cerró los ojos cuando la abrazó. Arleen dejó escapar un sollozó mientras se aferraba a ese abrazo, escondió la cara en el cuello de Sayid sintiendo cómo las lágrimas le mojaban la piel pero simplemente no podía dejar de llorar. Esta vez, de tranquilidad y quizás alegría. Ni siquiera sabía cuánto había necesitado sentirle abrazándola, el calor que despedía su cuerpo se le metía bajo la piel hasta llegar a su maltrecho corazón; el aroma de él rodeándola. Arleen apretó las uñas contra el torso de Sayid cuando siguió hablando, sonriendo brevemente con lo de la cafetera. Aún escondida entre sus brazos decidió hablar porque …Se había olvidado algo tan importante de sus votos -Es una promesa que te hago, no importa lo que venga, mi corazón siempre te elegirá a ti- Susurró sólo para él.
Vishous empezó a hablar y Arleen no estaba segura de querer dejar de abrazar a Sayid, es más, no lo hizo hasta que su hermano mencionó a Leticia. Alzó la cara absolutamente sorprendida y dejó de clavarle las uñas a Sayid, pero no dejó escapar la ropa, tirando de él para que se sentara a su lado. -Cuando Amaya se casó estuvo tres días encerrada en su despacho- Murmuró recordando aquello y entonces dejó que su hermano siguiera hablando. Al mencionar lo de ser aprendiz bajó la cabeza, no había recibido respuesta de Giordano ¿Lo habría ofendido? Seguramente lo había ofendido. Se llevó la mano a la sien, masajéandosela brevemente pero las palabras de Vishous iban directo a ella así que le miró, asintiendo poco a poco. Tenía que dejarle en claro que…Que no podía hablarle así.
Al escuchar lo del cordero se le hizo agua la boca pero no mencionó nada. Miró a Sayid -¿Nos podemos quedar?- Y sí, había hablado en plural. Escuchó a Vishous diciendo lo de su madre y, quizás, en cualquier otro momento habría desaprobado el comentario pero ahora… -¡No me llames así Vishous!- Le había ofendido más el sobrenombre que su comentario acerca de sus fachas. Entonces miró a Sofía, excusándose profundamente con la mirada -No sabía que íbamos a tener compañía…- Murmuró como si eso explicara porqué estaba tan horrorosa y mal peinada.
Intentó controlar su respiración y sollozo cuando él le recordó aquellas palabras que ya le había dicho y que, sin embargo, ella había ignorado sin querer porque le era imposible reunir el valor para enfrentarse a su madre. Simplemente no podía. Apretó con fuerza las manos que descansaban sobre las rodillas, clavándose las escasas uñas en el silencio que se le hacía tan denso que no podía ni respirar. Pese a que el loft era gigante y abierto, sentía que las paredes empezaban a encerrarla y su mente viajó a la misión en tierra cuando todo estaba cubierto de metal y no había escapatoria.
De sus ensoñaciones la sacó Sayid cuando le cogió las manos. Ella las tenía heladas y temblaba ligeramente, las de él estaban cálidas y su beso la tranquilizó brevemente. Tensó los labios y negó con la cabeza -Porque pensé que tenía razón- Murmuró cuando dijo que no entendía porqué se había ido sin decirle nada -Te dije que haría lo que me dijeras…Y me dijiste eso. No encontré el valor para llevarte la contraria- Siguió y cerró los ojos cuando la abrazó. Arleen dejó escapar un sollozó mientras se aferraba a ese abrazo, escondió la cara en el cuello de Sayid sintiendo cómo las lágrimas le mojaban la piel pero simplemente no podía dejar de llorar. Esta vez, de tranquilidad y quizás alegría. Ni siquiera sabía cuánto había necesitado sentirle abrazándola, el calor que despedía su cuerpo se le metía bajo la piel hasta llegar a su maltrecho corazón; el aroma de él rodeándola. Arleen apretó las uñas contra el torso de Sayid cuando siguió hablando, sonriendo brevemente con lo de la cafetera. Aún escondida entre sus brazos decidió hablar porque …Se había olvidado algo tan importante de sus votos -Es una promesa que te hago, no importa lo que venga, mi corazón siempre te elegirá a ti- Susurró sólo para él.
Vishous empezó a hablar y Arleen no estaba segura de querer dejar de abrazar a Sayid, es más, no lo hizo hasta que su hermano mencionó a Leticia. Alzó la cara absolutamente sorprendida y dejó de clavarle las uñas a Sayid, pero no dejó escapar la ropa, tirando de él para que se sentara a su lado. -Cuando Amaya se casó estuvo tres días encerrada en su despacho- Murmuró recordando aquello y entonces dejó que su hermano siguiera hablando. Al mencionar lo de ser aprendiz bajó la cabeza, no había recibido respuesta de Giordano ¿Lo habría ofendido? Seguramente lo había ofendido. Se llevó la mano a la sien, masajéandosela brevemente pero las palabras de Vishous iban directo a ella así que le miró, asintiendo poco a poco. Tenía que dejarle en claro que…Que no podía hablarle así.
Al escuchar lo del cordero se le hizo agua la boca pero no mencionó nada. Miró a Sayid -¿Nos podemos quedar?- Y sí, había hablado en plural. Escuchó a Vishous diciendo lo de su madre y, quizás, en cualquier otro momento habría desaprobado el comentario pero ahora… -¡No me llames así Vishous!- Le había ofendido más el sobrenombre que su comentario acerca de sus fachas. Entonces miró a Sofía, excusándose profundamente con la mirada -No sabía que íbamos a tener compañía…- Murmuró como si eso explicara porqué estaba tan horrorosa y mal peinada.
Sayid Ibn Salah
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Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
La mirada que me devolvió Sofía sólo me hizo levantar los hombros como si quisiera restarle importancia al mi drama marital, no quería aguarle la nochebuena y ya se lo contaría todo con un té y pastas. Quise marcharme pero entonces empezó todo aquel asunto sobre la madre de Arleen que me puso de muy mal humor.
Mi atención se centró en Arleen cuando me dijo que lo sentía una vez más, al tomar sus manos estas estaban heladas pero las rodeé con las mías -claro que no tiene razón... aquello lo dije sin pensar, estaba un poco conmocionado por la noticia y no hablé con propiedad, lo siento querida- esta vez me disculpé yo con ella por aquello, no tenía ni idea por lo que estaba pasando pero no las tenía todas conmigo en aquel momento. La estreché entre mis brazos dejando que se desahogara cuanto quisiera, quería que se sintiera segura y que aquello despejara sus dudas y miedos, que supiera que no la abandonaría tan fácilmente -estando juntos o separados sin importar el tiempo o la distancia , en este día no te conviertes solo en mi esposa, sino en mi compañera para toda la vida, mi amiga, mi confidente, mi familia y mi futuro- dije en respuesta a lo que quedaba de sus votos con un fragmento de los míos.
Me quedé en el sofá con ella pasando mi brazo sobre sus hombros evitando que se le cayera la manta y Vishous explicó todo el asunto de su madre con más detalle, al parecer era algo que venía de antes pero aún así me parecía demasiado lo que aquella mujer hacia -No os lo toméis a mal, pero creo que vuestra madre necesita ir a terapia, si lo que Vishous dice es cierto vuestra madre necesita ayuda y creo que vosotros también lo agradeceréis- eché un vistazo a Sofía para ver si estaba conmigo -Tal vez podríamos hablar con Mei- sugerí a la pelirroja hablando muy en serio sobre eso, primero agotaría una vía más amable antes de tomar otras más drásticas pero si eso no funcionaba, muy a mi pesar incluso pensaría en la expulsión de Eleonore de la isla.
El teniente siguió hablando hasta opinar sobre nuestro enlace, lo cierto es que no me gustó el tono que usó, cómo si hubiera truncado los planes de Arleen, ya no sabía como decir que la decisión de casarse conmigo fue de ella pero sólo me quedé en silencio escuchando al moreno hasta que terminó con su monólogo.
Respecto a la invitación tenía mis reservas, era él único que había llegado sin invitación pero no pude decirle que no a Arleen -Si no es molestia, me encantaría cenar con vosotros- dije aceptando finalmente, me separé de la morena cuando su hermano me pidió que lo acompañara en la cocina, dudaba que fuera por cuestiones culinarias pero me levanté dejando un beso en la frente de ella yendo después a darle uno en la mejilla a Sofía - Querida Sofía, siento todo esto, te sigo debiendo unos dulces por las flores... ahora voy a destrozarle la cocina a mi cuñado-
Me quité el abrigo ya que estaba claro que me iba a quedar mucho más tiempo, lo dejé en una silla porque sinceramente, era mi primera vez en aquella casa a pesar de escuchar algún que otro rumor -Usted dirá teniente Royden, ¿en qué puedo ayudarle? -
Mi atención se centró en Arleen cuando me dijo que lo sentía una vez más, al tomar sus manos estas estaban heladas pero las rodeé con las mías -claro que no tiene razón... aquello lo dije sin pensar, estaba un poco conmocionado por la noticia y no hablé con propiedad, lo siento querida- esta vez me disculpé yo con ella por aquello, no tenía ni idea por lo que estaba pasando pero no las tenía todas conmigo en aquel momento. La estreché entre mis brazos dejando que se desahogara cuanto quisiera, quería que se sintiera segura y que aquello despejara sus dudas y miedos, que supiera que no la abandonaría tan fácilmente -estando juntos o separados sin importar el tiempo o la distancia , en este día no te conviertes solo en mi esposa, sino en mi compañera para toda la vida, mi amiga, mi confidente, mi familia y mi futuro- dije en respuesta a lo que quedaba de sus votos con un fragmento de los míos.
Me quedé en el sofá con ella pasando mi brazo sobre sus hombros evitando que se le cayera la manta y Vishous explicó todo el asunto de su madre con más detalle, al parecer era algo que venía de antes pero aún así me parecía demasiado lo que aquella mujer hacia -No os lo toméis a mal, pero creo que vuestra madre necesita ir a terapia, si lo que Vishous dice es cierto vuestra madre necesita ayuda y creo que vosotros también lo agradeceréis- eché un vistazo a Sofía para ver si estaba conmigo -Tal vez podríamos hablar con Mei- sugerí a la pelirroja hablando muy en serio sobre eso, primero agotaría una vía más amable antes de tomar otras más drásticas pero si eso no funcionaba, muy a mi pesar incluso pensaría en la expulsión de Eleonore de la isla.
El teniente siguió hablando hasta opinar sobre nuestro enlace, lo cierto es que no me gustó el tono que usó, cómo si hubiera truncado los planes de Arleen, ya no sabía como decir que la decisión de casarse conmigo fue de ella pero sólo me quedé en silencio escuchando al moreno hasta que terminó con su monólogo.
Respecto a la invitación tenía mis reservas, era él único que había llegado sin invitación pero no pude decirle que no a Arleen -Si no es molestia, me encantaría cenar con vosotros- dije aceptando finalmente, me separé de la morena cuando su hermano me pidió que lo acompañara en la cocina, dudaba que fuera por cuestiones culinarias pero me levanté dejando un beso en la frente de ella yendo después a darle uno en la mejilla a Sofía - Querida Sofía, siento todo esto, te sigo debiendo unos dulces por las flores... ahora voy a destrozarle la cocina a mi cuñado-
Me quité el abrigo ya que estaba claro que me iba a quedar mucho más tiempo, lo dejé en una silla porque sinceramente, era mi primera vez en aquella casa a pesar de escuchar algún que otro rumor -Usted dirá teniente Royden, ¿en qué puedo ayudarle? -
Soltó un suspiro ante el gesto de Sayid justo antes de que el drama saltara. Al menos, si era un malentendido como lo mencionaba Vishous, era cuestión de arreglarlo y alinear lo que estuviera mal. Sayid era un hombre paciente, confiaba en que todo estaría bien, pero no dejaba de preocuparle.
Cruzó los brazos por debajo del pecho. El abrigo le incomodaba pero en general, la situación no era mejor. Mientras escuchaba el monólogo de Vishous sobre su madre, comenzó a no comprenderla. Sí, podía ser que su sueño fuera un matrimonio favorable para ella, pero el que quisiera destrozar de esa manera a su hija ahora que lo había conseguido no hablaba bien de ella. Especialmente porque el matrimonio había sigo arreglado por ella. Asintió profundamente a Sayid ante el tema de Mei, que seguro el resto sabía a lo que se refería, pero entre ellos conocían mejor los poderes de la joven.
Le llamó la atención que el moreno soltara el nombre de Leticia con tanta indiferencia. Como si... ya no significara nada. Parecía bastante tranquilo, incluso aliviado una vez terminó de hablar de su madre y se puso con la cena. Sofía, por su parte, le dedicó una breve sonrisa que tenía su punto de orgullo al escucharle y verle tan fuerte a pesar de todo.- Oh, no me digas eso, que casi me dan ganas de que le digas que todo el Consejo está en tu casa.- Murmuró volviendo a los ánimos pesados, aunque en cuanto dejaran de hablar de esa horrible mujer, la cosa mejoraría.
Mientras el moreno salía de escena, recibió a Sayid con un abrazo y un par de besos en las mejillas, negando a las disculpas.- No te disculpes, cariño. Destroza lo que debas, solo déjame algo de cenar.- Con una gran sonrisa, le abrazó de nuevo y le dejó ir. Junto al perchero, terminó de desabrochar los botones de su abrigo y dejarlo colgado. No se iba a poner remilgosa, pero lo cierto era que el anfitrión no estaba cumpliendo muy bien sus funciones. Captó la indirecta sobre ayudar a Arleen y se dio cuenta al instante de que iba demasiado vestida. Quizás habría sido mejor dejar el vestido entallado en casa, pero no sabía cuanto tiempo tenía para usar su ropa favorita antes de no poder ponérsela nunca más... Se acercó a Arleen con cuidado, procurando no taconear demasiado y caminar despacio para no hacerla sentir más incomoda de lo que la pobre ya se veía.- ¿Me estás diciendo que tu hermano no te avisó? Me va a oír, si me invitó hace días...- Bromeó mientras se sentaba, tratando de relajar un poco el ambiente. Le veía con cariño, que parecía ser ahora mismo lo que más necesitaba. Le acarició la mejilla con cuidado, para que dejara la pena a un lado y después tomó sus manos sobre las propias.- No le hagas caso a Vishous. No necesitas cambiarte ni hacer nada. Me dijo Sayid que debías descansar, así que debes estar cómoda. Piénsalo como una navidad en pijamas.- Bromeó, sonriendo dulcemente a la chica, soltanto después sus manos para no tocarle demasiado.
Cruzó los brazos por debajo del pecho. El abrigo le incomodaba pero en general, la situación no era mejor. Mientras escuchaba el monólogo de Vishous sobre su madre, comenzó a no comprenderla. Sí, podía ser que su sueño fuera un matrimonio favorable para ella, pero el que quisiera destrozar de esa manera a su hija ahora que lo había conseguido no hablaba bien de ella. Especialmente porque el matrimonio había sigo arreglado por ella. Asintió profundamente a Sayid ante el tema de Mei, que seguro el resto sabía a lo que se refería, pero entre ellos conocían mejor los poderes de la joven.
Le llamó la atención que el moreno soltara el nombre de Leticia con tanta indiferencia. Como si... ya no significara nada. Parecía bastante tranquilo, incluso aliviado una vez terminó de hablar de su madre y se puso con la cena. Sofía, por su parte, le dedicó una breve sonrisa que tenía su punto de orgullo al escucharle y verle tan fuerte a pesar de todo.- Oh, no me digas eso, que casi me dan ganas de que le digas que todo el Consejo está en tu casa.- Murmuró volviendo a los ánimos pesados, aunque en cuanto dejaran de hablar de esa horrible mujer, la cosa mejoraría.
Mientras el moreno salía de escena, recibió a Sayid con un abrazo y un par de besos en las mejillas, negando a las disculpas.- No te disculpes, cariño. Destroza lo que debas, solo déjame algo de cenar.- Con una gran sonrisa, le abrazó de nuevo y le dejó ir. Junto al perchero, terminó de desabrochar los botones de su abrigo y dejarlo colgado. No se iba a poner remilgosa, pero lo cierto era que el anfitrión no estaba cumpliendo muy bien sus funciones. Captó la indirecta sobre ayudar a Arleen y se dio cuenta al instante de que iba demasiado vestida. Quizás habría sido mejor dejar el vestido entallado en casa, pero no sabía cuanto tiempo tenía para usar su ropa favorita antes de no poder ponérsela nunca más... Se acercó a Arleen con cuidado, procurando no taconear demasiado y caminar despacio para no hacerla sentir más incomoda de lo que la pobre ya se veía.- ¿Me estás diciendo que tu hermano no te avisó? Me va a oír, si me invitó hace días...- Bromeó mientras se sentaba, tratando de relajar un poco el ambiente. Le veía con cariño, que parecía ser ahora mismo lo que más necesitaba. Le acarició la mejilla con cuidado, para que dejara la pena a un lado y después tomó sus manos sobre las propias.- No le hagas caso a Vishous. No necesitas cambiarte ni hacer nada. Me dijo Sayid que debías descansar, así que debes estar cómoda. Piénsalo como una navidad en pijamas.- Bromeó, sonriendo dulcemente a la chica, soltanto después sus manos para no tocarle demasiado.
-Yo personalmente no me lo tomo a mal- Le respondió a Sayid, aunque su cara hizo una mueca. Por eso había huido tan rápido de casa y se había independizado, para no tener que lidiar diariamente con los comentarios de su madre -Lo cierto es que si viene de nosotros, lo podría tomar como una ofensa. Pero si viene de ustedes…- Miró a Sayid y luego a Sofía tensando los labios un poco -Sois sus dioses. Vuestra palabra es sagrada. A mi seguro me echa un estofado encima- Alzó los hombros, restándole un poco de importancia.
Escuchó el comentario de Sofía y soltó una risa profunda y ronca. Reconoció su sonrisa y le sonrió de vuelta, él también se encontraba orgulloso de que el nombre de Leticia no se le quedara atragantado pero era, simplemente, porque su hermana tenía prioridad y no podía ayudarla si seguía empecinado en esa parte oscura de sí mismo -Oye, quieres que se nos plante aquí? Mira que tiene prohibido venir por Arleen, pero hallaría la manera- Indicó alzando ambas cejas para después pensar que su madre soltaría un “¿Cómo has obligado a la Descendiente a ir a tu casa? ¡¿QUÉ TE DIJE DE ACOSAR, VISHOUS?! ¡ESO NO ES CORTEJAR!” y más cosas. Pero bueno, prefirió no seguir con el tema y esperó en la cocina a Sayid. Lo cierto es que los entremeses y aperitivos estaban listos y cuando él cruzó el umbral, Vishous movió su mano derecha con suavidad para elevar uno de sus campos y que fuera más difícil oírles.
Se movió un poco para verificar que Sofía y Arleen estaban hablando y se cruzó de brazos, apoyando la cadera sobre un mueble -No está bien- Le explicó a Sayid y le miró con un gesto de clara preocupación -Físicamente, aún le cuesta moverse y le pedí a Chloe que viniera a ayudar con los temas como el baño y demás. Se le baja la presión también. Pero no es su físico lo que me preocupa…- Se golpeó la sien varias veces y soltó un chasquido con la lengua -Se pasa el día en la cama leyendo. Es cierto que tiene que guardar reposo pero…Esta vez es distinto. Es que directamente no quiere salir de la cama. Sé que ahora que se ha arreglado contigo estará mejor pero…- Arrugó la nariz, no muy convencido. Conocía a su hermana pequeña y también la había contemplado mirando a la nada a través de las ventanas, perdida en sus pensamientos -Creo que la misión le ha afectado. Intenté hablar con ella pero me rechazó, varias veces. Sólo duerme…. Aurora me dijo que incluso le escribió al Descendiente de Da Vinci para renunciar a su plaza como aprendiz. No sé con qué te vas a encontrar en los próximos días…Pero creo que mi madre no será la única que necesite terapia. Es su segunda misión, en la primera la cortaron por la mitad, en la segunda la han dejado así… ¿Miedo? No lo sé, pero no está bien. No sé qué otra cosa le habrá dicho mamá- Le expresó con profunda sinceridad a Sayid y esperó a que respondiera para luego quitar el campo que los mantenía “aislados” y le dio una bandeja de pizarra negra con los quesos.
Él levitó una de charcutería y luego transportó con sus poderes otros aperitivos y galletas hacia la mesa. Intercambió una última mirada con él antes de salir de la cocina e ir hacia la mesa, mirando a las chicas con una sonrisa amplia -¿Nos acompañan?- Inquirió y esperó a que vinieran, observando que quizás Arleen tenía el paso más firme. Se movió un poco para ir al aparato que subía la calefacción porque su hermana seguía con frío, le subio un par de grados y luego le abrió la silla a Sofía para que se sentara. No se sentí en la cabecilla de la mesa, si Sayid quería que lo hiciera, se sentó en una de los costados al lado de Sofía.
Escuchó el comentario de Sofía y soltó una risa profunda y ronca. Reconoció su sonrisa y le sonrió de vuelta, él también se encontraba orgulloso de que el nombre de Leticia no se le quedara atragantado pero era, simplemente, porque su hermana tenía prioridad y no podía ayudarla si seguía empecinado en esa parte oscura de sí mismo -Oye, quieres que se nos plante aquí? Mira que tiene prohibido venir por Arleen, pero hallaría la manera- Indicó alzando ambas cejas para después pensar que su madre soltaría un “¿Cómo has obligado a la Descendiente a ir a tu casa? ¡¿QUÉ TE DIJE DE ACOSAR, VISHOUS?! ¡ESO NO ES CORTEJAR!” y más cosas. Pero bueno, prefirió no seguir con el tema y esperó en la cocina a Sayid. Lo cierto es que los entremeses y aperitivos estaban listos y cuando él cruzó el umbral, Vishous movió su mano derecha con suavidad para elevar uno de sus campos y que fuera más difícil oírles.
Se movió un poco para verificar que Sofía y Arleen estaban hablando y se cruzó de brazos, apoyando la cadera sobre un mueble -No está bien- Le explicó a Sayid y le miró con un gesto de clara preocupación -Físicamente, aún le cuesta moverse y le pedí a Chloe que viniera a ayudar con los temas como el baño y demás. Se le baja la presión también. Pero no es su físico lo que me preocupa…- Se golpeó la sien varias veces y soltó un chasquido con la lengua -Se pasa el día en la cama leyendo. Es cierto que tiene que guardar reposo pero…Esta vez es distinto. Es que directamente no quiere salir de la cama. Sé que ahora que se ha arreglado contigo estará mejor pero…- Arrugó la nariz, no muy convencido. Conocía a su hermana pequeña y también la había contemplado mirando a la nada a través de las ventanas, perdida en sus pensamientos -Creo que la misión le ha afectado. Intenté hablar con ella pero me rechazó, varias veces. Sólo duerme…. Aurora me dijo que incluso le escribió al Descendiente de Da Vinci para renunciar a su plaza como aprendiz. No sé con qué te vas a encontrar en los próximos días…Pero creo que mi madre no será la única que necesite terapia. Es su segunda misión, en la primera la cortaron por la mitad, en la segunda la han dejado así… ¿Miedo? No lo sé, pero no está bien. No sé qué otra cosa le habrá dicho mamá- Le expresó con profunda sinceridad a Sayid y esperó a que respondiera para luego quitar el campo que los mantenía “aislados” y le dio una bandeja de pizarra negra con los quesos.
Él levitó una de charcutería y luego transportó con sus poderes otros aperitivos y galletas hacia la mesa. Intercambió una última mirada con él antes de salir de la cocina e ir hacia la mesa, mirando a las chicas con una sonrisa amplia -¿Nos acompañan?- Inquirió y esperó a que vinieran, observando que quizás Arleen tenía el paso más firme. Se movió un poco para ir al aparato que subía la calefacción porque su hermana seguía con frío, le subio un par de grados y luego le abrió la silla a Sofía para que se sentara. No se sentí en la cabecilla de la mesa, si Sayid quería que lo hiciera, se sentó en una de los costados al lado de Sofía.
Eso era lo que quería oír, que ella no tenía la razón, que estaba equivocada. Ella que siempre se había llenado la boca con sus acciones “correctas y perfectas”, pero ahora, ahora estaba equivocada. Se apretó un poco más a Sayid y escuchó el susurro de sus votos, cerrando los ojos para disfrutar de cada palabra. Después de eso, cuando pasó el brazo sobre sus hombros, se recostó brevemente sobre él. Quería preguntarle cómo se sentía, quería leer su historia médica, quería saber con qué indicaciones le habían dado de alta. Aunque Vishous hablaba, Arleen miraba de reojo a Sayid buscando las heridas. ¿Tendría hematomas como ella? Se mordió la mejilla por dentro. No quería usar su magia ahora pero…En casa, cuando estuviera durmiendo, investigaría su estado de salud.
-Sí…- Dijo Arleen cuando mencionó que ellos lo agradecerían, intercambió una mirada con Vishous cuando dijo lo del estofado, sonriendo de lado muy brevemente. Se sentía agotada, después de aquellos intensos momentos. También le dolía la cabeza un poco. Alzó la vista hacia su hermano soltó que hallaría la manera -Necesitas mejorar tu sist…- Se mordió el labio y se calló, no tenía que mejorar ningún sistema. Esa no era competencia suya y tenía que dejar de hacer sugerencias.
Asintió hacia Sayid cuando se quedaba para cenar y recibió el beso en la frente sonriéndole brevemente. Después de eso miró a Sofía cuando expresó aquella ofensa. Ella miró hacia la cocina un momento y luego le miró a ella -No le he dado mucho pie a hablar, yo no quería hacerlo. Supongo que quería darme una sorpresa- Respondió alzando suavemente el hombro para restarle importancia mientras le acariciaba la mejilla. Tras eso le tomó las manos y Arleen clavó su mirada amatista en aquellos profundos ojos verdes en silencio, mientras la oía hablar. Después de su broma, Arleen no se rió pero sonrió levemente -Gracias- Le expresó con profunda gratitud y se inclinó hacia Sofía, pasándole los brazos por encima de los hombros para estrecharla contra ella aunque le doliera como los mil demonios todo el costado -Lo que sea que has hecho por V, gracias…Gracias por lograr lo que yo no pude. Lo saqué de su ciclo de depresivo pero no del hoyo que cavó para él mismo. Ni Aurora, ni Amaya ni yo…No pudimos nunca…- Murmuró y la estrechó un poco más, no quería que Vishous escuchara, tampoco sabía que relación tenían ni le importaba pero aquel beso antes de irse de misión le había dado una pista. También lo que le había dicho cuando fue a visitarla al hospital tras la primera misión y el baile en su boda. Podría hacer mil y un análisis y todo acababa en lo que ella sospechaba, pero él no le había dicho nada asi que prefirió callarse.
Se separó cuando Vishous pidió que les acompañaran, mirándole por encima del hombro. Finalmente se incorporó y empezó a caminar hacia la mesa, pasando al lado de Sayid y esperando que le abriera la silla para sentarse. Cuando él lo hizo alargó una mano hacia la de él, y la apretó un poco -¿Cómo estás? ¿Te han dado de alta hoy? ¿Qué indicaciones te han dado? Tú también debes descansar, leí tu historia. Estabas mucho más grave que yo…-
-Sí…- Dijo Arleen cuando mencionó que ellos lo agradecerían, intercambió una mirada con Vishous cuando dijo lo del estofado, sonriendo de lado muy brevemente. Se sentía agotada, después de aquellos intensos momentos. También le dolía la cabeza un poco. Alzó la vista hacia su hermano soltó que hallaría la manera -Necesitas mejorar tu sist…- Se mordió el labio y se calló, no tenía que mejorar ningún sistema. Esa no era competencia suya y tenía que dejar de hacer sugerencias.
Asintió hacia Sayid cuando se quedaba para cenar y recibió el beso en la frente sonriéndole brevemente. Después de eso miró a Sofía cuando expresó aquella ofensa. Ella miró hacia la cocina un momento y luego le miró a ella -No le he dado mucho pie a hablar, yo no quería hacerlo. Supongo que quería darme una sorpresa- Respondió alzando suavemente el hombro para restarle importancia mientras le acariciaba la mejilla. Tras eso le tomó las manos y Arleen clavó su mirada amatista en aquellos profundos ojos verdes en silencio, mientras la oía hablar. Después de su broma, Arleen no se rió pero sonrió levemente -Gracias- Le expresó con profunda gratitud y se inclinó hacia Sofía, pasándole los brazos por encima de los hombros para estrecharla contra ella aunque le doliera como los mil demonios todo el costado -Lo que sea que has hecho por V, gracias…Gracias por lograr lo que yo no pude. Lo saqué de su ciclo de depresivo pero no del hoyo que cavó para él mismo. Ni Aurora, ni Amaya ni yo…No pudimos nunca…- Murmuró y la estrechó un poco más, no quería que Vishous escuchara, tampoco sabía que relación tenían ni le importaba pero aquel beso antes de irse de misión le había dado una pista. También lo que le había dicho cuando fue a visitarla al hospital tras la primera misión y el baile en su boda. Podría hacer mil y un análisis y todo acababa en lo que ella sospechaba, pero él no le había dicho nada asi que prefirió callarse.
Se separó cuando Vishous pidió que les acompañaran, mirándole por encima del hombro. Finalmente se incorporó y empezó a caminar hacia la mesa, pasando al lado de Sayid y esperando que le abriera la silla para sentarse. Cuando él lo hizo alargó una mano hacia la de él, y la apretó un poco -¿Cómo estás? ¿Te han dado de alta hoy? ¿Qué indicaciones te han dado? Tú también debes descansar, leí tu historia. Estabas mucho más grave que yo…-
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