-Práctica. Es cosa de práctica- Le sugirió guiñándole un ojo pero no dijo nada más. Cuando tocó el tema de los botecitos intentó prestar atención y asintió con suavidad. Lo de la bañera iba a pasar un rato largo, lo de beber…Dependía de si podía luego hacer actividad física. Lo de que se lo pusiera le hizo asentir y cogió los otros dos dejándolos en la comoda, de donde abrió un cajón y sacó una camiseta negra sencilla de manga corta. Al cogerla la miró un momento teniendo sentimientos encontrados al respecto. No era mucho de prestar su ropa a nadie porque las mujeres que solían venir al Loft, como mucho, usaban la ducha y luego se iban. Un poco como había hecho Aldaron hace unos días. Pocas se quedaban pero le parecía una descortesía echarla. Aparte la pregunta la había hecho él. ¿Por qué mierda había hecho esa pregunta? Se giró sobre sus pies y le tendió la camiseta a Sofía mirándola a la cara con un gesto extraño. No soltó ningún comentario pero cómo el costado le molestaba hizo lo que le dijo.
Se echó en la cama, cuan largo era, y puso las manos por encima de la cabeza para dejarle trabajar con tranquilidad. Ella permaneció en silencio y él cerró los ojos mientras sentía todo el cansancio del día empezar a acumularse. En cuanto se acercó, lo percibió, abrió los ojos para oír lo que le tenía que decir y acabó haciendole caso. Era un aroma bastante bueno así que no tuvo ni que quejarse. En cuanto puso las manos en el costado los músculos de V se contrajeron pero él no emitió sonido alguno de dolor. Resultaba bastante agradable aquel masaje y podía sentir un cosquilleo particular allí ¿Ya hacía efecto? Eso era rápido. Pero siguió por todo su cuerpo y una risa ronca, pero cansada, se escuchó -Vas a hacer que despierte mi sed si sigues así- Pero por el contrario, cuando ella acabó terminó por acomodarse en la cama, bajando las sábanas para abrirle espacio mientras la veía moverse por el loft vestida sólo con su camiseta, desnuda debajo. Si no estuviera tan cansado… cuando se recostó la atrajo hacia él en un movimiento casi posesivo y pronto acabó dormido como un lirón.
…
Su reloj interno era muy puntual. Se despertó removiéndose brevemente y sintiendo el calor de Sofía entre sus brazos. Despertar así resultaba bastante motivador. No la acarició sino que la observó un momento, sabía perfectamente que bajo las mantas estaba su cuerpo de diosa con una de sus camisetas y aquello le gustó. También lo hermosa que se veía dormida, sin aquel deje pícaro o aquella máscara de cortesía y educación. Vishous le quitó el pelo de la cara y le acarició suavemente la mejilla antes de descender los labios por su barbilla y de allí a su cuello, haciéndole cosquillas con su barba de un par de días -Sofía…- Murmuró, intentando despertarla -Quiero mostrarte algo- Le dijo, con suavidad mientras sus manos acariciaba su espalda y sólo eso.
Se echó en la cama, cuan largo era, y puso las manos por encima de la cabeza para dejarle trabajar con tranquilidad. Ella permaneció en silencio y él cerró los ojos mientras sentía todo el cansancio del día empezar a acumularse. En cuanto se acercó, lo percibió, abrió los ojos para oír lo que le tenía que decir y acabó haciendole caso. Era un aroma bastante bueno así que no tuvo ni que quejarse. En cuanto puso las manos en el costado los músculos de V se contrajeron pero él no emitió sonido alguno de dolor. Resultaba bastante agradable aquel masaje y podía sentir un cosquilleo particular allí ¿Ya hacía efecto? Eso era rápido. Pero siguió por todo su cuerpo y una risa ronca, pero cansada, se escuchó -Vas a hacer que despierte mi sed si sigues así- Pero por el contrario, cuando ella acabó terminó por acomodarse en la cama, bajando las sábanas para abrirle espacio mientras la veía moverse por el loft vestida sólo con su camiseta, desnuda debajo. Si no estuviera tan cansado… cuando se recostó la atrajo hacia él en un movimiento casi posesivo y pronto acabó dormido como un lirón.
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Su reloj interno era muy puntual. Se despertó removiéndose brevemente y sintiendo el calor de Sofía entre sus brazos. Despertar así resultaba bastante motivador. No la acarició sino que la observó un momento, sabía perfectamente que bajo las mantas estaba su cuerpo de diosa con una de sus camisetas y aquello le gustó. También lo hermosa que se veía dormida, sin aquel deje pícaro o aquella máscara de cortesía y educación. Vishous le quitó el pelo de la cara y le acarició suavemente la mejilla antes de descender los labios por su barbilla y de allí a su cuello, haciéndole cosquillas con su barba de un par de días -Sofía…- Murmuró, intentando despertarla -Quiero mostrarte algo- Le dijo, con suavidad mientras sus manos acariciaba su espalda y sólo eso.
Durmió profundamente entre los brazos del moreno. Era agradable sentir su calor, sobre todo porque afuera hacía un frio espantoso. Aún con los ojos cerrados, comenzó a protestar sonoramente porque el contrario trataba de despertarla con sus besitos, los arrumacos, su barbita guapa y su voz profunda, más marcada durante la mañana que en otros momentos. Siguió protestando en gemidos, al menos hasta que el contrario mencionó que había algo que mostrarle. Se tomó su tiempo para estirarse, patalear y, finalmente, abrir los ojos muy despacio. Se dio cuenta, entonces, que todo seguía en penumbras. No frunció el ceño de inmediato, pero un puchero salió de su garganta alargado y profundo.
Giró el rostro para ver al contrario por un segundo. No sabía que decir a sus palabras, así que se fue con algo tranquilo.- Buenas noches... ¿Qué hora es?- Murmuró en una voz rasposa, volviendo a acomodarse para dormir como si nada ocurriera. No se habían ido a dormir muy tarde, pero lo más seguro era que no hubieran dormido más de un par de horas. Cerró los ojos de nuevo, pero una punzada de curiosidad comenzaba a crecer en su interior a pesar de sus múltiples intentos de mantenerla apagada. Finalmente terminó de despertar con los besos del contrario y suspiró resignada.- ¿Qué es lo que quieres mostrarme?
Giró el rostro para ver al contrario por un segundo. No sabía que decir a sus palabras, así que se fue con algo tranquilo.- Buenas noches... ¿Qué hora es?- Murmuró en una voz rasposa, volviendo a acomodarse para dormir como si nada ocurriera. No se habían ido a dormir muy tarde, pero lo más seguro era que no hubieran dormido más de un par de horas. Cerró los ojos de nuevo, pero una punzada de curiosidad comenzaba a crecer en su interior a pesar de sus múltiples intentos de mantenerla apagada. Finalmente terminó de despertar con los besos del contrario y suspiró resignada.- ¿Qué es lo que quieres mostrarme?
La forma en la que se quejaba le hizo reírse -No eres de mañanas ¿No?- Preguntó mirando como pataleaba pero él trataba de mantenerla junto a él para mantener el calor de su cuerpo próximo, igualmente que se removiera estaba dándole una maravillosa y masculina reacción. Notó que se removió más cuando se dio cuenta de que el sol aún no había salido y él mantuvo su seducción con pequeños besos sobre su piel, notando que llevaba una mezcla de su perfume natural, el aceite que había usado en la noche y su propio perfume en la camisa. Gruñó bajo porque definitivamente, estaba despertando otra parte de él -Temprano- Respondió a eso de la hora, riendo bajo.
Te voy a mostrar porque elegí este loft- Murmuró…- Me odiarás por ello al principio- Dijo mientras tiraba las sábanas con los pies para sacarlos de la cama haciendo que la brisa fría ya les recorriera de arriba abajo. Sintió la piel de Sofía erizarse y la atrajo hacia sí en un abrazo, riéndose de sus constantes quejas -Te gustará- Le prometió, levantándose de la cama y llevándola con él hasta los ventanales que en ese momento estaban cerrados. Con un movimiento de mano las cortinas empezaron a correrse, abriendo a sus ojos el espectáculo de la terraza. Aún no había demasiada luz pero el amanecer llegaría. Entonces se sentó en un sofá que tenía, de esos alargados en los que muy de vez en cuando solía leer o sólo disfrutar de las vistas y atrajo a Sofía hasta su regazo. Los primeros rayos de luz empezaban a atravesar la oscura noche para bañar las plantas con su calidez y Vishous paso las manos por los brazos de Sofía intentando mantenerla en calor.
Llevó sus labios a su cuello, volviendo a percibir la mezcla enigmática de su aroma y terminó mordiéndola con suavidad -Mmmm Sofía…Adictiva ¿Te lo dije anoche no?- Movió su cadera hasta que su despierta virilidad se encajara en la suavidad de sus glúteos desnudos. No se atrevió a mover las manos hacia abajo pero podía adivinar que estaba húmeda para él. Subió una de sus manos hacia sus pechos, acariciando con suavidad uno de sus pezones sobre la tela -¿Alguna vez has tenido sexo viendo el amanecer?...Me apetece hacerlo ahora mismo...-
Te voy a mostrar porque elegí este loft- Murmuró…- Me odiarás por ello al principio- Dijo mientras tiraba las sábanas con los pies para sacarlos de la cama haciendo que la brisa fría ya les recorriera de arriba abajo. Sintió la piel de Sofía erizarse y la atrajo hacia sí en un abrazo, riéndose de sus constantes quejas -Te gustará- Le prometió, levantándose de la cama y llevándola con él hasta los ventanales que en ese momento estaban cerrados. Con un movimiento de mano las cortinas empezaron a correrse, abriendo a sus ojos el espectáculo de la terraza. Aún no había demasiada luz pero el amanecer llegaría. Entonces se sentó en un sofá que tenía, de esos alargados en los que muy de vez en cuando solía leer o sólo disfrutar de las vistas y atrajo a Sofía hasta su regazo. Los primeros rayos de luz empezaban a atravesar la oscura noche para bañar las plantas con su calidez y Vishous paso las manos por los brazos de Sofía intentando mantenerla en calor.
Llevó sus labios a su cuello, volviendo a percibir la mezcla enigmática de su aroma y terminó mordiéndola con suavidad -Mmmm Sofía…Adictiva ¿Te lo dije anoche no?- Movió su cadera hasta que su despierta virilidad se encajara en la suavidad de sus glúteos desnudos. No se atrevió a mover las manos hacia abajo pero podía adivinar que estaba húmeda para él. Subió una de sus manos hacia sus pechos, acariciando con suavidad uno de sus pezones sobre la tela -¿Alguna vez has tenido sexo viendo el amanecer?...Me apetece hacerlo ahora mismo...-
No es ni siquiera de mañana...- Se quejó, viendo como el sol no había salido en absoluto. El loft estaba en penumbras. Y aún así, no podía negar que estaba teniendo un muy buen despertar con sus labios sobre su piel. Sabía que era temprano, el moreno no le dijo nada que resultara una novedad, solo obviedades, y por eso también protestó.
Al menos los besos se sentían bien y le estaba picando la curiosidad el saber por qué había elegido el lugar. Hizo una gran mueca, ya lo estaba odiando bastante, pero no tenía caso, ya estaba más despierta que dormida. Bostezó ampliamente, estirándose de nuevo y sintiendo el frío contra la piel cuando les destapó a ambos. Dejó que el contrario la sacara de la cama, porque por sí misma nunca lo hubiera logrado. Sintió el aire frío cuando salieron a la terraza, tratando de regresar adentro de inmediato.- ¡Estás loco, está helando! - Murmuró, pero no pudo deshacerse de su agarre. Él se veía bastante acostumbrado a salir al aire frío, pero ella estaba muy acostumbrada a los 36 perfectos y cálidos grados del invernadero. Al instante en que se sentó entre sus piernas, se estiró para tomar una manta que vio doblada sobre el sillón y se la echó encima. Era espesa y de aquella manera sí le resultaba agradable. No lo sabía con certeza, pero podía sentir sus mejillas sonrojadas tratando de guardar el calor por encima de su piel blanca. Unos instantes más tarde, cuando el frío no resultaba tan insoportable, pudo apreciar más lo que tenía alrededor y el momento que comenzaba con el amanecer.- No recuerdo... dijiste muchas cosas.- Bromeó sonriendo, pensando en que sí, recordaba sus palabras. Su sonrisa se detuvo cuando sintió la entrepierna del moreno y adivinó al instante lo que estaba pensando, pero en lugar de eso, lanzó una pregunta.- ¿Cómo pudiste haberlo elegido por esto? ¿Viniste a verlo de madrugada? - Puso los ojos en blanco y una suave sonrisa cuando el pensamiento de él follándose a la vendedora le pasó por la cabeza.
Sintió la mano del contrario sobre la tela. Dolían, sus pechos dolían por el frío, pero su mano estaba encargándose de templarla bastante bien.- No sé como funcionaría esto... ¿No es esto como una ducha fría, no debería quitarte las ganas? ¿No te apetece que agendemos para julio? - Murmuró dándose cuenta de lo impaciente que parecía y sonriendo ante su última pregunta. Pensó un momento. Sus propios dedos estaban helados y tiesos, ¿también así su...? Dejó el pensamiento, porque si de verdad estaba considerando cumplirle su antojo debía estar igual de loca que él.
Al menos los besos se sentían bien y le estaba picando la curiosidad el saber por qué había elegido el lugar. Hizo una gran mueca, ya lo estaba odiando bastante, pero no tenía caso, ya estaba más despierta que dormida. Bostezó ampliamente, estirándose de nuevo y sintiendo el frío contra la piel cuando les destapó a ambos. Dejó que el contrario la sacara de la cama, porque por sí misma nunca lo hubiera logrado. Sintió el aire frío cuando salieron a la terraza, tratando de regresar adentro de inmediato.- ¡Estás loco, está helando! - Murmuró, pero no pudo deshacerse de su agarre. Él se veía bastante acostumbrado a salir al aire frío, pero ella estaba muy acostumbrada a los 36 perfectos y cálidos grados del invernadero. Al instante en que se sentó entre sus piernas, se estiró para tomar una manta que vio doblada sobre el sillón y se la echó encima. Era espesa y de aquella manera sí le resultaba agradable. No lo sabía con certeza, pero podía sentir sus mejillas sonrojadas tratando de guardar el calor por encima de su piel blanca. Unos instantes más tarde, cuando el frío no resultaba tan insoportable, pudo apreciar más lo que tenía alrededor y el momento que comenzaba con el amanecer.- No recuerdo... dijiste muchas cosas.- Bromeó sonriendo, pensando en que sí, recordaba sus palabras. Su sonrisa se detuvo cuando sintió la entrepierna del moreno y adivinó al instante lo que estaba pensando, pero en lugar de eso, lanzó una pregunta.- ¿Cómo pudiste haberlo elegido por esto? ¿Viniste a verlo de madrugada? - Puso los ojos en blanco y una suave sonrisa cuando el pensamiento de él follándose a la vendedora le pasó por la cabeza.
Sintió la mano del contrario sobre la tela. Dolían, sus pechos dolían por el frío, pero su mano estaba encargándose de templarla bastante bien.- No sé como funcionaría esto... ¿No es esto como una ducha fría, no debería quitarte las ganas? ¿No te apetece que agendemos para julio? - Murmuró dándose cuenta de lo impaciente que parecía y sonriendo ante su última pregunta. Pensó un momento. Sus propios dedos estaban helados y tiesos, ¿también así su...? Dejó el pensamiento, porque si de verdad estaba considerando cumplirle su antojo debía estar igual de loca que él.
-Shhh…- Dijo cuando soltó que estaba helando. Lo cierto es que sí que estaba fresco pero él se encargaría de darle calor aunque la buena idea de Sofía de cogerse la manta, que precisamente estaba allí por eso, le ayudó a acomodarse para que toda ella estuviera cubierta y no se resfriara. Se rió bajo cuando soltó eso de que “dijo muchas cosas” porque eso era absolutamente cierto -También dije que era peligroso para mí …¿Y si un día te veo en el edificio del Consejo y quiero tomarte? ¿Me dejarías? Aunque seguro tienes tabú de exhibicionista-
-No, pero tengo un don…para ver la belleza de las cosas aunque no se muestren en el momento. Es como cuando me imagine lo preciosa que te verías excitada, con los labios hinchados, las mejillas sonrosadas y el deseo brillando en tus ojos… Aparte…Este amanecer sólo puedo disfrutarlo en otoño o invierno, en las otras temporadas el ángulo no me lo permite- Le explicó a la pelirroja mientras seguía frotando con suavidad los endurecidos pezones por el frío, no los quería así por el clima; los quería así por él. La mantuvo cerca y soltó una risotada cuando dijo que si se me quitarían las ganas -¿Cómo se te ocurre plantearme eso cuando te tengo aquí a ti?- Preguntó, la verdad sorprendido y bajó las manos a su cadera para levantarla como una pluma y posicionarla sobre él, la movió sobre su dureza haciendole entender que ni por asomo se le iban las ganas -Julio está muy lejos...No me gusta agendar cosas, te quiero atada a mi cama por seis meses enteros- Fue su turno de quejarse mordiéndole de nuevo la piel.
Parecía un poco reticente, o era tal vez su actitud de siempre, así que bajó una de sus manos para acariciar su muslo por la parte interna -Aparte… saber que estás desnuda bajo mi ropa está sacando todo mi lado pervertido- Pasó muy cerca de su intimidad pero no la tocó, simplemente siguió subiendo la mano por dentro de la ropa hasta llegar a uno de sus pechos amasándolo con suavidad y acariciándolo para estimularla a decirle que sí. Pero a medida que se tomaba su tiempo se pensaba que estaba teniendo demasiadas concesiones con aquella mujer. Con cualquier otra, habría ido directo al grano pero con Sofía le gustaba esa reticencia para luego hacer una entrega completa a él. Le agradaba verla rendirse.
-No, pero tengo un don…para ver la belleza de las cosas aunque no se muestren en el momento. Es como cuando me imagine lo preciosa que te verías excitada, con los labios hinchados, las mejillas sonrosadas y el deseo brillando en tus ojos… Aparte…Este amanecer sólo puedo disfrutarlo en otoño o invierno, en las otras temporadas el ángulo no me lo permite- Le explicó a la pelirroja mientras seguía frotando con suavidad los endurecidos pezones por el frío, no los quería así por el clima; los quería así por él. La mantuvo cerca y soltó una risotada cuando dijo que si se me quitarían las ganas -¿Cómo se te ocurre plantearme eso cuando te tengo aquí a ti?- Preguntó, la verdad sorprendido y bajó las manos a su cadera para levantarla como una pluma y posicionarla sobre él, la movió sobre su dureza haciendole entender que ni por asomo se le iban las ganas -Julio está muy lejos...No me gusta agendar cosas, te quiero atada a mi cama por seis meses enteros- Fue su turno de quejarse mordiéndole de nuevo la piel.
Parecía un poco reticente, o era tal vez su actitud de siempre, así que bajó una de sus manos para acariciar su muslo por la parte interna -Aparte… saber que estás desnuda bajo mi ropa está sacando todo mi lado pervertido- Pasó muy cerca de su intimidad pero no la tocó, simplemente siguió subiendo la mano por dentro de la ropa hasta llegar a uno de sus pechos amasándolo con suavidad y acariciándolo para estimularla a decirle que sí. Pero a medida que se tomaba su tiempo se pensaba que estaba teniendo demasiadas concesiones con aquella mujer. Con cualquier otra, habría ido directo al grano pero con Sofía le gustaba esa reticencia para luego hacer una entrega completa a él. Le agradaba verla rendirse.
Oh, cariño. Si me ves en el edificio del Consejo no me hables, seguro que si frecuentas ese lugar, ya te follaste a todas.- Bromeó soltando una carcajada. En realidad no le importaba, no mientras estuviera entre sus brazos, pero sí que le pondría una barrera.- Las personas decentes no tienen sexo en donde trabajan. Quizás te suene como un concepto difícil de entender, pero es sencillo. Te explico: el sermón de Jack sería muy poco sensual.- Habló al inicio con voz seria, con su voz de profesora, hasta que llegó al nombre de Jack y tuvo que terminar su oración entre carcajadas.
Escuchó entonces sobre su don, que curiosamente también terminaba en algo sexual, como la mitad de las cosas que decía. Tuvo que terminar riendo por la imagen de ella misma que había plantado en su cabeza, que a ella no le parecía tan halagadora como él creía.- Entonces a partir de ahora las citas serán sin sexo, proyecto una imagen perturbadora. Y entonces primavera y verano tendrán que ser en mi cabaña. Muchas veces las neblina oculta el amanecer, pero el despertar del bosque tiene una esencia deliciosa.- Susurró, bromeando con la primera parte y más moderada con la segunda. Aquel momento le gustaba. Estaba viendo como el cielo comenzaba a teñirse de colores, el moreno mimaba sus pechos, sentía frío, pero también el calor de estar bajo la manta y sobre el cuerpo del contrario. Y como cereza del pastel, la risa que sacó del contrario le agradaba. Por lo general, la que reía era ella, por eso escucharle feliz le ponía de buen humor. Subió sus manos para abrazar al moreno por el cuello, dándole un mejor acceso a sus curvas.- No me parece descabellado, además siento que la manta está diseñada para cubrir durante el descanso, no durante actividades frenéticas.- Cuando el contrario la levantó para quedar sobre él, se acomodó sobre él y ella misma fue la que comenzó a girar las caderas para motivarle un poco.- Hmmm, no suena mal, pero seis meses es mucho tiempo y no me gustan las cadenas.- Susurró, continuando con su recorrido.- Já, y justamente para evitarme eso te pedí la camiseta. Esto no es nada sexi, no encuentro explicación. Tienes una adicción al sexo.
Escuchó entonces sobre su don, que curiosamente también terminaba en algo sexual, como la mitad de las cosas que decía. Tuvo que terminar riendo por la imagen de ella misma que había plantado en su cabeza, que a ella no le parecía tan halagadora como él creía.- Entonces a partir de ahora las citas serán sin sexo, proyecto una imagen perturbadora. Y entonces primavera y verano tendrán que ser en mi cabaña. Muchas veces las neblina oculta el amanecer, pero el despertar del bosque tiene una esencia deliciosa.- Susurró, bromeando con la primera parte y más moderada con la segunda. Aquel momento le gustaba. Estaba viendo como el cielo comenzaba a teñirse de colores, el moreno mimaba sus pechos, sentía frío, pero también el calor de estar bajo la manta y sobre el cuerpo del contrario. Y como cereza del pastel, la risa que sacó del contrario le agradaba. Por lo general, la que reía era ella, por eso escucharle feliz le ponía de buen humor. Subió sus manos para abrazar al moreno por el cuello, dándole un mejor acceso a sus curvas.- No me parece descabellado, además siento que la manta está diseñada para cubrir durante el descanso, no durante actividades frenéticas.- Cuando el contrario la levantó para quedar sobre él, se acomodó sobre él y ella misma fue la que comenzó a girar las caderas para motivarle un poco.- Hmmm, no suena mal, pero seis meses es mucho tiempo y no me gustan las cadenas.- Susurró, continuando con su recorrido.- Já, y justamente para evitarme eso te pedí la camiseta. Esto no es nada sexi, no encuentro explicación. Tienes una adicción al sexo.
Cuando habló del edificio y lo que le dijo le cayó como un baño de agua fría. Cerró los ojos y recostó finalmente el torso en el sofá. Alli trabajaba Leticia y su esposo y lo cierto era que mientras más pudiera evitar ese lugar mejor. Amaya lo sabía y no solía enviarlo a la zona, ni a Fred ni a él para evitar problemas. Sin embargo, la sombra de la rubia volvió a empañar aquel momento y se le fue cualquier ánimo. La risa de Sofía, sin embargo, le robó una sonrisa que no le llegó a los ojos. Dejó de acariciar poco a poco su cuerpo y sacó las manos para poner una sola sobre su cintura y dejar de mirarla a ella para disfrutar lo que había venido a mostrarle.
-Para citas sin sexo tienes a dos pretendientes. Yo no entro en esa categoría- Le explicó mirando las plantas y preguntándose dónde se estaba escondiendo Onyx. Él tenía libre la mañana y seguramente se iría a hacer cetrería. Le vendría bien para reconectar consigo mismo y dejar el pasado detrás -Suena místico. Sería agradable- Respondió, cortés; pero su tono de voz había cambiado y simplemente hablaba con neutralidad. Y aunque ella, sin duda, había picado a las sugerentes caricias de V, él ya no tenía ánimos de nada. Su camisa sobre ella, la noche en la cama, las sensaciones y la imagen de Leticia lo llevaron a ese borde de familiaridad al que no quería llegar.
-Tienes razón. La manta la uso cuando sólo quiero ver el amanecer. Dejémoslo así- Dijo parando su cadera tentadora con una mano y la reacomodó entre sus piernas pero sin ningún tipo de posición que sexual, sólo estaba allí. Subió los brazos desnudos y puso las manos detrás de la cabeza mientras contemplaba la escena con la mente puesta en otro sitio. Tenía que reorganizar sus pensamientos y, quizás, mantenerse un poco alejado de la pelirroja aunque algo en su interior tiraba hacia ella -Si, soy un adicto. Te lo reconocí la primera noche que estuvimos juntos…- Las cosas claras. O al menos eso creía haberle dicho él, que lo necesitaba. Y si eso de ser adicto al sexo estaba mal visto a él le importaban tres pepinos. Se llevó una mano a los ojos para restregárselos con suavidad y volver a poner la mano detrás de su cabeza. Después de eso se quedó en silencio y observó lo que deseaba, mientras el sol despuntaba él tenía no sólo unas perfectas vista de un ambiente que le resultaba agradable sino de la ciudad en sí que se expandía ante sus ojos despertando. Vishous lo contempló con una sonrisa. Esa era la ciudad que había jurado proteger por sobre todas las cosas y así lo haría.
Durante un largo rato, al menos él, no dijo nada hasta que escuchó un sonido familiar. Le tocó el hombro a Sofía suavemente y le mostró a Onyx. Se notaba, desde lejos, que estaba entrado en años y seguramente en cualquier momento perecería. Era duro pensar en ello pero estaba seguro de que sería capaz de superarlo -Onyx- Susurró sonriendo de lado cuando el halcón desplegó las alas y echó a volar por encima de ellos antes de irse.
-Para citas sin sexo tienes a dos pretendientes. Yo no entro en esa categoría- Le explicó mirando las plantas y preguntándose dónde se estaba escondiendo Onyx. Él tenía libre la mañana y seguramente se iría a hacer cetrería. Le vendría bien para reconectar consigo mismo y dejar el pasado detrás -Suena místico. Sería agradable- Respondió, cortés; pero su tono de voz había cambiado y simplemente hablaba con neutralidad. Y aunque ella, sin duda, había picado a las sugerentes caricias de V, él ya no tenía ánimos de nada. Su camisa sobre ella, la noche en la cama, las sensaciones y la imagen de Leticia lo llevaron a ese borde de familiaridad al que no quería llegar.
-Tienes razón. La manta la uso cuando sólo quiero ver el amanecer. Dejémoslo así- Dijo parando su cadera tentadora con una mano y la reacomodó entre sus piernas pero sin ningún tipo de posición que sexual, sólo estaba allí. Subió los brazos desnudos y puso las manos detrás de la cabeza mientras contemplaba la escena con la mente puesta en otro sitio. Tenía que reorganizar sus pensamientos y, quizás, mantenerse un poco alejado de la pelirroja aunque algo en su interior tiraba hacia ella -Si, soy un adicto. Te lo reconocí la primera noche que estuvimos juntos…- Las cosas claras. O al menos eso creía haberle dicho él, que lo necesitaba. Y si eso de ser adicto al sexo estaba mal visto a él le importaban tres pepinos. Se llevó una mano a los ojos para restregárselos con suavidad y volver a poner la mano detrás de su cabeza. Después de eso se quedó en silencio y observó lo que deseaba, mientras el sol despuntaba él tenía no sólo unas perfectas vista de un ambiente que le resultaba agradable sino de la ciudad en sí que se expandía ante sus ojos despertando. Vishous lo contempló con una sonrisa. Esa era la ciudad que había jurado proteger por sobre todas las cosas y así lo haría.
Durante un largo rato, al menos él, no dijo nada hasta que escuchó un sonido familiar. Le tocó el hombro a Sofía suavemente y le mostró a Onyx. Se notaba, desde lejos, que estaba entrado en años y seguramente en cualquier momento perecería. Era duro pensar en ello pero estaba seguro de que sería capaz de superarlo -Onyx- Susurró sonriendo de lado cuando el halcón desplegó las alas y echó a volar por encima de ellos antes de irse.
Siguió con su buen humor de siempre, aunque le resultó bastante extraño que no le respondiera. Notó el cambio especialmente cuando las manos del contrario cayeron hasta su cintura con absoluta pulcritud. De repente se sintió en otro espacio, como si no estuviera con el hombre que hacía dos segundos la tenía en sus brazos. Las palabras solo se lo confirmaron, pues aunque era algo que sonaba a lo que él diría, tenía un toque seco que no iba con él. Era directo, pero no seco con ella.
Bajó despacio las manos del cuello del contrario, pasándolas por su cuello lentamente para que no creyera que le había asustado con su comentario de alguna manera. Seguía con la vista clavada en el amanecer, pero su mente le daba vueltas a todo el asunto. Dejó de responder a sus palabras. Era el tono lo que la repelía. Algo había ocurrido y ahora no tenía duda. La chispa entre ellos se había deshecho en un instante. Se quedó quieta cuando habló de la manta, de ver el amanecer, de tener razón. ¿Desde cuando? Dejó que el contrario le acomodara de nuevo y por fin frunció levemente las cejas cuando volvió a poner ese tono cansino de repetición al hablar de la adicción. Se mantuvo en silencio. Su mente regresó muy atrás, a la conversación de la noche anterior mientras miraba la puesta de sol. Debía haber una pista para ella en algún lugar.
Se encontraba bastante ensimismada cuando el contrario tocó su hombro. Giró el rostro en la dirección que señalaba y entonces los pensamientos en general desaparecieron por un instante. Miró con admiración al halcón que se asomaba por entre las plantas, saliendo de donde quiera que estuviese. En un momento, abrió las alas, con toda la libertad del mundo para salir de allí volando. Tenía el mundo a sus pies, podía hacer lo que fuera. Aquello era de admirarse.
Cuando la hermosa criatura se fue, separó la espalda del pecho del contrario, girándose un poco para verle.- Cariño...- Llamó su atención, buscando su mirada mientras subía la mano a su mejilla. Tenía esa mirada doliente que ya había visto la noche anterior. La reconocía bien. En aquel momento había decidido dejarle con su dolor, pero era muy temprano para el tequila y tenía la sensación de que ella había causado, una vez más, el recuerdo. No sabía que había dicho, pero todo inició cuando hablaron del edificio del Consejo. Vivía en el pasado. El pasado aún le dominaba, con los tatuajes, con aquel recuerdo, y estaba segura de que él no querría hablar de eso con ella. Acarició su mejilla con el dorso de la mano mientras le veía con tranquilidad.- ¿Quieres que me vaya de una vez? - Le dio la opción. Quería que tuviera la opción y no estuviera entre la espada y la pared si iba a hacer un comentario.- Quisiera poder quitarte este dolor, pero solo puedo hacerte compañía o dejarte solo. Lo que tu prefieras estará bien para mi.- Bajó la mano con cuidado al cuello del contrario.- Quisiera poder decir algo... pero...- Soltó un suspiro y agachó el rostro para dejarlo en el hombro del moreno, abrazándole para darle calor, no solo con su cuerpo y con su manta, sino también con el alma, si se podía.
Bajó despacio las manos del cuello del contrario, pasándolas por su cuello lentamente para que no creyera que le había asustado con su comentario de alguna manera. Seguía con la vista clavada en el amanecer, pero su mente le daba vueltas a todo el asunto. Dejó de responder a sus palabras. Era el tono lo que la repelía. Algo había ocurrido y ahora no tenía duda. La chispa entre ellos se había deshecho en un instante. Se quedó quieta cuando habló de la manta, de ver el amanecer, de tener razón. ¿Desde cuando? Dejó que el contrario le acomodara de nuevo y por fin frunció levemente las cejas cuando volvió a poner ese tono cansino de repetición al hablar de la adicción. Se mantuvo en silencio. Su mente regresó muy atrás, a la conversación de la noche anterior mientras miraba la puesta de sol. Debía haber una pista para ella en algún lugar.
Se encontraba bastante ensimismada cuando el contrario tocó su hombro. Giró el rostro en la dirección que señalaba y entonces los pensamientos en general desaparecieron por un instante. Miró con admiración al halcón que se asomaba por entre las plantas, saliendo de donde quiera que estuviese. En un momento, abrió las alas, con toda la libertad del mundo para salir de allí volando. Tenía el mundo a sus pies, podía hacer lo que fuera. Aquello era de admirarse.
Cuando la hermosa criatura se fue, separó la espalda del pecho del contrario, girándose un poco para verle.- Cariño...- Llamó su atención, buscando su mirada mientras subía la mano a su mejilla. Tenía esa mirada doliente que ya había visto la noche anterior. La reconocía bien. En aquel momento había decidido dejarle con su dolor, pero era muy temprano para el tequila y tenía la sensación de que ella había causado, una vez más, el recuerdo. No sabía que había dicho, pero todo inició cuando hablaron del edificio del Consejo. Vivía en el pasado. El pasado aún le dominaba, con los tatuajes, con aquel recuerdo, y estaba segura de que él no querría hablar de eso con ella. Acarició su mejilla con el dorso de la mano mientras le veía con tranquilidad.- ¿Quieres que me vaya de una vez? - Le dio la opción. Quería que tuviera la opción y no estuviera entre la espada y la pared si iba a hacer un comentario.- Quisiera poder quitarte este dolor, pero solo puedo hacerte compañía o dejarte solo. Lo que tu prefieras estará bien para mi.- Bajó la mano con cuidado al cuello del contrario.- Quisiera poder decir algo... pero...- Soltó un suspiro y agachó el rostro para dejarlo en el hombro del moreno, abrazándole para darle calor, no solo con su cuerpo y con su manta, sino también con el alma, si se podía.
El resto del momento lo apreció en silencio y, sin embargo, no lo disfrutó. Tenia el cuerpo en tensión y la mente vagaba por sitios a donde no quería ir. Lo positivo es que realmente Leticia no había estado en aquel Loft, lo había comprado años después de lo ocurrido buscando independencia de su familia. Pero había familiaridad y eso es a lo que le rehuía. Después de que Onyx se fuera, Sofía llamó su atención y él dirigió su mirada hacia ella en silencio -No quiero ser descortés, pero no estoy cómodo- Le respondió con honestidad porque era precisamente lo que estaba sintiendo. Pero tal vez, por deferencia a la mujer que ahora le ofrecía opciones pensó que debía hablar un poco más. Y se acordó de Chloe, de Chloe y su comedero de cabeza porque todo había sido culpa de ella cuando abrió la caja de Pandora -Ella trabaja en ese edificio. Intento evitarlo en lo posible. Sólo estaba bromeando contigo- Expresó con el ceño levemente fruncido.
La manta, al moverse, se le había caído un poco y Vishous cogió la tela y se la puso bien para que se mantuviera cubierta -Y después de lo que has dicho he analizado todo lo que ha pasado- Miró hacia su habitación con un gesto de verdadera confusión y señaló la cama -No suelen dormir aquí y no suelen usar mi ropa- Le explicó a Sofía con cierto remordimiento. Volvió la vista hacia ella y le recorrió el rostro, en el fondo estaba bastante seguro de que no le creería ni una palabra. Incluso tal vez pensara que era una estrategia de su madre aunque él mil veces le había repetido que no -No sé si es común para ti pero para mí se ha vuelto demasiado familiar, muy rápido… Y…Lo que me genera más …- Se reacomodó. De pronto era como si le faltara el aire. Se elevó un poco en el sofá porque se había ido escurriendo mientras estaban allí y apartó la vista hacia las plantas, como buscando un momento de reflexión -Lo que me genera más incomodidad es que no me he dado cuenta hasta ahora. Simplemente ocurrió. Fue natural-
-Te dije que era una persona sincera. Espero que puedas comprender porque ahora estoy un poco…- Se movió la mano al lado de la cabeza con algo de brusquedad y luego dejó caer la cabeza hacia atrás. Ese día iba a tener que hacer mucho ejercicio -De verdad lamento si te he hecho sentir incómoda. No es mi intención, pero prefiero las cosas claras- Indicó y luego señaló la habitación -Deberíamos ir dentro, ya amaneció y no quiero que te resfríes por mi culpa-
La manta, al moverse, se le había caído un poco y Vishous cogió la tela y se la puso bien para que se mantuviera cubierta -Y después de lo que has dicho he analizado todo lo que ha pasado- Miró hacia su habitación con un gesto de verdadera confusión y señaló la cama -No suelen dormir aquí y no suelen usar mi ropa- Le explicó a Sofía con cierto remordimiento. Volvió la vista hacia ella y le recorrió el rostro, en el fondo estaba bastante seguro de que no le creería ni una palabra. Incluso tal vez pensara que era una estrategia de su madre aunque él mil veces le había repetido que no -No sé si es común para ti pero para mí se ha vuelto demasiado familiar, muy rápido… Y…Lo que me genera más …- Se reacomodó. De pronto era como si le faltara el aire. Se elevó un poco en el sofá porque se había ido escurriendo mientras estaban allí y apartó la vista hacia las plantas, como buscando un momento de reflexión -Lo que me genera más incomodidad es que no me he dado cuenta hasta ahora. Simplemente ocurrió. Fue natural-
-Te dije que era una persona sincera. Espero que puedas comprender porque ahora estoy un poco…- Se movió la mano al lado de la cabeza con algo de brusquedad y luego dejó caer la cabeza hacia atrás. Ese día iba a tener que hacer mucho ejercicio -De verdad lamento si te he hecho sentir incómoda. No es mi intención, pero prefiero las cosas claras- Indicó y luego señaló la habitación -Deberíamos ir dentro, ya amaneció y no quiero que te resfríes por mi culpa-
Es tu casa, deberías poder estar cómodo.- Susurró, mirándole con una pequeña sonrisa, no más que eso. Le apenaba, de alguna manera, haber sacado un tema difícil para él. Miró un segundo el atardecer, absorbiéndolo un instante, preparándose para levantarse e irse, cuando la voz del contrario le hizo mirarle nuevamente. Entonces lo entendió, sus labios se entreabrieron mientras comprendía del todo la situación.- Oh, ya veo. Ya también bromeaba, pero no tenía idea de que... No lo sabía.- Susurró, acariciando de nueva cuenta la mejilla del contrario. El gesto de colocarle la manta apropiadamente le hizo sentir un poco mejor, porque entendía que no se trataba de ella, de lo que había dicho, sino de aquella mujer que le hizo daño.
Una vez más, creyó que el contrario había terminado de hablarle, pero siguió. Después de lo hermético que había estado con el tema la noche anterior, habría pensado que era algo que no querría discutir, por lo que decidió callar y esperar a que lo dijera todo antes de decirle cualquier cosa. Darle su tiempo. Eso haría. Pero no pudo más que sorprenderse cuando comenzó a hablar de ella, de lo que ella había hecho para hacerle sentir incómodo, dormir en el loft, la camiseta. Estuvo a punto de soltar que él la había invitado, pero cerró la boca. Su rostro pasó de la sorpresa a la incredulidad cuando siguió hablando. ¿Familiaridad? No sentía comprenderle, se había perdido totalmente en sus palabras. Ahora sí que comenzaba a sentirse culpable por la actitud del moreno. Tenía en el estómago una sensación nada agradable. Como si... Como si estuviera terminando con ella. Le era increible, sobre todo porque creía que ambos estaban en el mismo entendido.
Ya veo...
Susurró, pero no veía nada, no entendía nada. Sabía que no estaba cortando con ella, porque no había nada que cortar, pero el simple hecho de pensar en que el contrario podía retirarle su amistad la hacía sentir así. Aunque tal amistad tampoco existiera... Negó al final a lo de sentirse incómoda. Sí, se había sentido así, pero no podía decírselo, no podía culparle. Ahora era ella la que no tenía palabras, porque tenía el estómago cerrado bajo un puño de acero. Cuando habló de ir adentro, miró con un aire de tristeza la terraza. Con mucha lentitud, como si sus músculos estuvieran tensos por el frío y no por la situación, dejó la manta de lado en el sillón y se levantó con cuidado. No esperó al contrario, sino que caminó hacia la habitación segura de que él la seguiría. Una vez adentro, las huellas de la noche anterior eran evidentes. Su ropa interior colgando del filo de la cama, las botas en el suelo, la cama deshecha. Soltó un suspiro profundo, acercándose a todo lo que era suyo para cogerlo.- Voy a usar un momento el baño, si no te molesta.- Murmuró, saliendo de la habitación y bajándo las escaleras. Abajo también había señas de destrucción. Su vestido en el suelo, los caballitos, el tequila, su copa de vino, la sal, el limón, el sofá fuera de lugar, los cojines en el suelo. Levantó su vestido y dejó las botas y la lencería en la sala antes de subir de nuevo al baño, cerrando la puerta. Se lavó la cara un par de veces, se acomodó el cabello hasta que quedó presentable y se quitó la camiseta. Terminó dejándola en el cubo de la ropa sucia y se colocó el vestido. Se lavó la cara una vez más, pues sentía que la incredulidad le afloraba. Después de apenas unos minutos, salió y bajó las escaleras, directamente a sentarse en el sofá. Respiró profundo un par de veces, mientras trataba de calzarse las botas. Eran más complicadas de poner que de quitar y aquel simple detalle le estaba sacando de quicio. Cuando logró ponérselas, se levantó y anduvo hasta donde él se encontraba.- Cariño...- Ya no podía llamarle así, ¿no? - ¿Haz visto mi abrigo? No se dónde quedó anoche.- Murmuró con una suave sonrisa, tratando de aparentar calma cuando de verdad necesitaba un té.
Una vez más, creyó que el contrario había terminado de hablarle, pero siguió. Después de lo hermético que había estado con el tema la noche anterior, habría pensado que era algo que no querría discutir, por lo que decidió callar y esperar a que lo dijera todo antes de decirle cualquier cosa. Darle su tiempo. Eso haría. Pero no pudo más que sorprenderse cuando comenzó a hablar de ella, de lo que ella había hecho para hacerle sentir incómodo, dormir en el loft, la camiseta. Estuvo a punto de soltar que él la había invitado, pero cerró la boca. Su rostro pasó de la sorpresa a la incredulidad cuando siguió hablando. ¿Familiaridad? No sentía comprenderle, se había perdido totalmente en sus palabras. Ahora sí que comenzaba a sentirse culpable por la actitud del moreno. Tenía en el estómago una sensación nada agradable. Como si... Como si estuviera terminando con ella. Le era increible, sobre todo porque creía que ambos estaban en el mismo entendido.
Ya veo...
Susurró, pero no veía nada, no entendía nada. Sabía que no estaba cortando con ella, porque no había nada que cortar, pero el simple hecho de pensar en que el contrario podía retirarle su amistad la hacía sentir así. Aunque tal amistad tampoco existiera... Negó al final a lo de sentirse incómoda. Sí, se había sentido así, pero no podía decírselo, no podía culparle. Ahora era ella la que no tenía palabras, porque tenía el estómago cerrado bajo un puño de acero. Cuando habló de ir adentro, miró con un aire de tristeza la terraza. Con mucha lentitud, como si sus músculos estuvieran tensos por el frío y no por la situación, dejó la manta de lado en el sillón y se levantó con cuidado. No esperó al contrario, sino que caminó hacia la habitación segura de que él la seguiría. Una vez adentro, las huellas de la noche anterior eran evidentes. Su ropa interior colgando del filo de la cama, las botas en el suelo, la cama deshecha. Soltó un suspiro profundo, acercándose a todo lo que era suyo para cogerlo.- Voy a usar un momento el baño, si no te molesta.- Murmuró, saliendo de la habitación y bajándo las escaleras. Abajo también había señas de destrucción. Su vestido en el suelo, los caballitos, el tequila, su copa de vino, la sal, el limón, el sofá fuera de lugar, los cojines en el suelo. Levantó su vestido y dejó las botas y la lencería en la sala antes de subir de nuevo al baño, cerrando la puerta. Se lavó la cara un par de veces, se acomodó el cabello hasta que quedó presentable y se quitó la camiseta. Terminó dejándola en el cubo de la ropa sucia y se colocó el vestido. Se lavó la cara una vez más, pues sentía que la incredulidad le afloraba. Después de apenas unos minutos, salió y bajó las escaleras, directamente a sentarse en el sofá. Respiró profundo un par de veces, mientras trataba de calzarse las botas. Eran más complicadas de poner que de quitar y aquel simple detalle le estaba sacando de quicio. Cuando logró ponérselas, se levantó y anduvo hasta donde él se encontraba.- Cariño...- Ya no podía llamarle así, ¿no? - ¿Haz visto mi abrigo? No se dónde quedó anoche.- Murmuró con una suave sonrisa, tratando de aparentar calma cuando de verdad necesitaba un té.
Negó con la cabeza cuando mencionó que no lo sabía -Ni tú ni mucha gente. No es un tema del que suelo hablar. Desde entonces… - Soltó un largo suspiro y sonrió de forma incómoda. Su familia había hecho lo posible por ayudarlo pero Vishous simplemente se cerraba a todos ellos. ¿Había llegado el momento de pedir ayuda? Lo dudaba. Vivía su vida bien. Muy bien. Hasta que había aparecido la pelirroja adictiva. Le miró el rostro en forma de corazón y apretó las muelas -Han pasado 15 años, pero sigue doliéndome como si fuera ayer- Se rió un poco pero de forma profundamente triste -Supongo que la amé con tanta intensidad que aún no logro entender porqué está con otro ¿Por qué él fue mejor partido que yo? - Le dijo frunciendo el ceño y luego fue consciente del cambio en el rostro de Sofía. Por supuesto, sus palabras no podían sentarle bien a nadie. Estaba siendo descortés.
-No se trata de ti- Dijo acomodándose y acercándose a ella para que le mirara -Soy yo el que está dañado. Y no me di cuenta de que tu encanto se estaba colando por unas fisuras que ni siquiera sabía que tenía. Me mentí a mi mismo diciendo que eres adictiva…Pero no sé si ese es el adjetivo con el que te describiría- Le indicó. No sabía si estaba explicándolo bien. Si estaba empeorándolo o no. ¿Y ahora que hacía? No le gustaba el rostro que le estaba mostrando. Tampoco que se hubiese levantado sin él, pero la dejó ir. Evidentemente, la había incomodado y Vishous se recostó en el sofá llevándose una mano a la cara con un clásico “Face palm”. La había cagado, tanto como su familia esperaba que la cagara. Tal vez debería oírlos más. Además, Sofía tenía otra persona que estaba interesado en llevar las cosas más allá. ¿No? Se incorporó siguiéndola y asintió cuando le pidió el baño. Mientras tanto él mismo se vistió con una camiseta negra manga larga y ajustada, de deporte, y un pantalón holgado. Saldría a correr la vida entera si eso le quitaba el trago amargo de aquel momento.
El silencio se hacía cargante y mientras Sofía usaba el baño Vishous acomodó la cama pensando en que aún olía el aceite y su perfume mezclado en ellas. Debería, si quería hacerlo bien, meterlas a lavar inmediatamente. Pero olía bien. Terminó allí y bajó intentando recoger la mesa del comedor para poner a lavar los platos, también encendiendo la cafetera, cuando escuchó que le llamó. Se giró hacia ella y miró hacia la entrada de la puerta. Sin embargo, no quería que se fuera así. Le daba vergüenza. Le tomó de las manos y la atrajo hacia él para que le mirara. Le apartó un par de mechones de la cara, en su propio rostro se notaba que estaba abochornado -Perdóname- Murmuró frunciendo el ceño -Por… haber dejado que todo esto ocurriera. Mis limites se emborronaron contigo. Es que no me di cuenta… Soy un idiota… Pero soy un idiota que no quiere que te vayas con esa cara- Le subió el mentón para que le mirara -¿Te quedas a tomar un café conmigo y así puedo pedirte disculpas de nuevo? Aunque creo que no me perdonarás, no pierdo nada con intentarlo-
-No se trata de ti- Dijo acomodándose y acercándose a ella para que le mirara -Soy yo el que está dañado. Y no me di cuenta de que tu encanto se estaba colando por unas fisuras que ni siquiera sabía que tenía. Me mentí a mi mismo diciendo que eres adictiva…Pero no sé si ese es el adjetivo con el que te describiría- Le indicó. No sabía si estaba explicándolo bien. Si estaba empeorándolo o no. ¿Y ahora que hacía? No le gustaba el rostro que le estaba mostrando. Tampoco que se hubiese levantado sin él, pero la dejó ir. Evidentemente, la había incomodado y Vishous se recostó en el sofá llevándose una mano a la cara con un clásico “Face palm”. La había cagado, tanto como su familia esperaba que la cagara. Tal vez debería oírlos más. Además, Sofía tenía otra persona que estaba interesado en llevar las cosas más allá. ¿No? Se incorporó siguiéndola y asintió cuando le pidió el baño. Mientras tanto él mismo se vistió con una camiseta negra manga larga y ajustada, de deporte, y un pantalón holgado. Saldría a correr la vida entera si eso le quitaba el trago amargo de aquel momento.
El silencio se hacía cargante y mientras Sofía usaba el baño Vishous acomodó la cama pensando en que aún olía el aceite y su perfume mezclado en ellas. Debería, si quería hacerlo bien, meterlas a lavar inmediatamente. Pero olía bien. Terminó allí y bajó intentando recoger la mesa del comedor para poner a lavar los platos, también encendiendo la cafetera, cuando escuchó que le llamó. Se giró hacia ella y miró hacia la entrada de la puerta. Sin embargo, no quería que se fuera así. Le daba vergüenza. Le tomó de las manos y la atrajo hacia él para que le mirara. Le apartó un par de mechones de la cara, en su propio rostro se notaba que estaba abochornado -Perdóname- Murmuró frunciendo el ceño -Por… haber dejado que todo esto ocurriera. Mis limites se emborronaron contigo. Es que no me di cuenta… Soy un idiota… Pero soy un idiota que no quiere que te vayas con esa cara- Le subió el mentón para que le mirara -¿Te quedas a tomar un café conmigo y así puedo pedirte disculpas de nuevo? Aunque creo que no me perdonarás, no pierdo nada con intentarlo-
Si bien había logrado despejarse en el baño, las palabras del contrario seguían dándole vueltas en la cabeza. Le resultaba muy triste que tuviera 15 años doliendo por una herida que no había cerrado aún. No había palabras que valiesen, lo sabía, pero tenía la sensación de que pudo haber hecho más por él cuando abrió su corazón en la terraza. Debió haber dicho algo, pero se enfrascó demasiado en la impotencia que sentía en el cuerpo que todo resultaba banal y difícil de expresar. Trató de repetirse en la mente ese "no se trata de ti" que él había mencionado, pero sí se trataba de ella. No era su encanto ni las fisuras del moreno. Eran ellos. Ese intento de justificar el enamoramiento... el pecho le ardía. Se sostuvo del lavabo, tratando de encontrar el motivo. Él había puesto la condición, él era quien dejaba claro cada cinco minutos que entre ellos solo había tensión sexual, ¿por qué le hacía eso? Ella también se lo había mencionado, le era muy fácil enamorarse, y lo peor de todo; le era muy fácil empatizar con un hombre doliente y que se abría así con ella. Quería cuidarle, curar sus heridas, verlo crecer, no podía evitar las fantasías en su cabeza de verlo pleno y feliz, y eso la estaba matando. La mataba, porque él había dejado claro todo, y ella había podido evitar que su imaginación volara, y ahora cambiaba todo. ¿Tenía que alejarse?
Después del incidente con las botas, se acercó a Vishous tratando de mantener el rostro sereno, pero se le hizo muy fácil. No tenía lágrimas que guardarse, pero sí sentía los ojos un poco húmedos y sabía que podría verlo si se acercaba. Cosa que hizo casi al instante. Ubicó el abrigo con la mirada que él dio. Estaba por ir a buscarlo cuando le tomó las manos y la atrajo hacia él. Ella le giró el rostro mientras jugaba con su cabello, rehuyendo a su mirada.- No hay nad...- Inició, pero luego se cayó una vez más al notar que el moreno no había terminado. Cerró los ojos con fuerza cuando continuó, cuando siguió hablando de límites, de ocurrencias, de irse... Inspiró profundamente, tratando de resistirse cuando giró su rostro, pero al final abrió los ojos. Su rostro... en su rostro había pena, arrepentimiento. Para él aquello era un error. Ella era un error, un desliz suyo, una indiscreción.- No tengo nada que perdonarte, porque yo no veo esto como un error.- Inició, en voz baja porque la opresión en el pecho le dolía.- Vishous... Tu me dijiste que no me enamorara, me lo repites a cada segundo, me ha servido porque he podido verte como persona, pero... pero no me cambies esto ahora, no me hagas esto ahora, porque la próxima vez que te cierres, la próxima vez que decidas que esto fue suficiente, que pasaste tus límites, que fuiste más allá de lo que quieres... Va a ser muy difícil para mí...
Agachó el rostro un momento, de sus labios arrancó un sollozo que trató de cortar, pero no pudo. Estaba temblando, porque no sabía que hacer y eso no era propio de ella. Nunca creyó que aquella situación se diera, no con él.
Después del incidente con las botas, se acercó a Vishous tratando de mantener el rostro sereno, pero se le hizo muy fácil. No tenía lágrimas que guardarse, pero sí sentía los ojos un poco húmedos y sabía que podría verlo si se acercaba. Cosa que hizo casi al instante. Ubicó el abrigo con la mirada que él dio. Estaba por ir a buscarlo cuando le tomó las manos y la atrajo hacia él. Ella le giró el rostro mientras jugaba con su cabello, rehuyendo a su mirada.- No hay nad...- Inició, pero luego se cayó una vez más al notar que el moreno no había terminado. Cerró los ojos con fuerza cuando continuó, cuando siguió hablando de límites, de ocurrencias, de irse... Inspiró profundamente, tratando de resistirse cuando giró su rostro, pero al final abrió los ojos. Su rostro... en su rostro había pena, arrepentimiento. Para él aquello era un error. Ella era un error, un desliz suyo, una indiscreción.- No tengo nada que perdonarte, porque yo no veo esto como un error.- Inició, en voz baja porque la opresión en el pecho le dolía.- Vishous... Tu me dijiste que no me enamorara, me lo repites a cada segundo, me ha servido porque he podido verte como persona, pero... pero no me cambies esto ahora, no me hagas esto ahora, porque la próxima vez que te cierres, la próxima vez que decidas que esto fue suficiente, que pasaste tus límites, que fuiste más allá de lo que quieres... Va a ser muy difícil para mí...
Agachó el rostro un momento, de sus labios arrancó un sollozo que trató de cortar, pero no pudo. Estaba temblando, porque no sabía que hacer y eso no era propio de ella. Nunca creyó que aquella situación se diera, no con él.
El gesto que tenía Sofía en el rostro no se lo había esperado. O mejor dicho, no había esperado la reacción que había sentido al notarlo. Era cierto que había sido mega claro con ella, había sido mucho más claro con todas las mujeres y hombres con los que había estado. Pero era él quien había fallado, quien se dejó llevar por la comodidad y la facilidad con la que podía hablar con Sofía. Pero al ver sus ojos y oír sus palabras tuvo que quedarse callado. ¿Qué era lo que quería exactamente? Cuando la escuchó sollozar se maldijo interiormente y la atrajo contra él, sosteniendo su cuerpo al notar que estaba temblando. Por un momento, comprendió que ella había hecho la diferencia perfectamente. Había cumplido las reglas. El del error era él.
Se quedó un rato abrazándola y pensando, esperando poder explicarle la razón de porqué era él quien consideraba esto un error. Chloe volvió a rondar por su cabeza, sus palabras. Todo. Maldita muchacha. ¿Cuándo había decidido follársela y darle confianza? Le acarició el cabello a Sofía antes de cogerle de la mano e ir a la cocina -Necesito que me escuches. Pero no me interrumpas- Le dijo mientras servía dos cafés, la cocina era pequeña, lo suficiente para él solo. Le tendió la taza sin saber muy bien si quería leche o azúcar, él lo tomaba solo. Tomó un par de tragos y se apoyó en el mueble de la cocina mirando la taza con el ceño fruncido – Nuestras familias eran amigas. Nos conocimos desde pequeños. En la adolescencia simplemente nos gustamos y empezamos a salir, nos enamoramos y pasamos años juntos planeando todo lo que sería nuestro futuro. Por lo poco que has visto de mi sabes que no hago las cosas a medias, o lo hago entero o no lo hago- Dijo y sorbió otro poco de café. No tenía el estómago ni la cara para poder verle al rostro -Y cuando hablo de futuro, era todo entero. Casa, hijos, profesiones… Cuando me gradué de la academia tenia 22 años, yo creía que ya con el trabajo que tenía sería suficiente para mantenernos y planee proponerle matrimonio- Se mantuvo en silencio durante un tiempo. Recordarlo era como sentir un cuchillo caliente penetrando en su corazón. Recordó los detalles. Había organizado cada pequeña cosa para hacerlo especial. Porque quería darle todo lo que quería, su felicidad era verla a ella feliz. Y sabía que lo haría, sabía que lo lograría porque habría dado su vida por ella.
No se dio cuenta del tiempo que estuvo en silencio -El día de la propuesta la lleve a cenar. Estaba rara. Nos conocíamos. No llegamos al plato principal cuando me dijo que la habían prometido con un primo de Sarah, un linaje Descendiente; por supuesto- Soltó con un rintintin casi evidente y recordó lo feliz que estaba su familia con la noticia, sin importarle en lo absoluto los sentimientos de él -Leticia me dijo que se casaría con él porque es lo que se esperaba de ella. No me dio derecho a titubeo. No… - Se quedó en silencio de nuevo y decidió dejar la taza sobre el mueble porque estaba apretándola tanto que estaba seguro de que la quebraría -Lo intenté todo. Intenté secuestrarla, intenté arruinar la boda. Peleé con el primo de Sarah y nos partimos la cara. Le rogué a su familia, le rogué a ella misma. Le prometí que nos iríamos a Sudamérica de ser necesario pero que nosotros éramos mucho más importantes que lo que querían nuestras familias. Me rechazó. Mi propia familia tuvo que detenerme y acabaron controlándome hasta que se casaron y se fueron de luna de miel- Se estrujó los ojos por se habían humedecido y luego se llevó las manos a la cadera -Entré en una época oscura. Que duró años…- Le especificó a Sofía y finalmente soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo.
-Y cuando salí me compré el loft. Arleen me regaló a Onyx. Empecé con mis idas y venidas con las misiones, fui ascendiendo….Y decidí que el amor no valía la pena para sentirse pleno. Que no iba a buscar el amor porque simplemente era una pérdida de tiempo. Con ser feliz, día tras día con lo que hacía me era suficiente- Finalmente, alzó la vista y le miró con el ceño fruncido. No sabía si podía decir algo más. Tragó en seco -Me centré el resto de mi vida en concentrarme para no perder el control y tratar de hacerlo con cada aspecto de mi vida. El amor es impredecible, es incontrolable y me saca de mi zona de confort- Volvió a coger la taza y tomó otro trago de café, guardándose un poco y tratando de recuperar el aliento -La actitud madura a seguir es decir que me da miedo porque sé lo que es acabar destruido por él- Suspiró y tensó los labios -No estoy diciendo que estoy enamorado de ti. Me atraes, me gustas y pasar tiempo contigo es agradable, entrañable. Además, el sexo es la hostia- Indicó guiñándole un ojo pero luego volvió a tener un poco de seriedad -Aquí el que se ha fallado a sí mismo he sido yo porque contigo no me doy cuenta en dónde poner el límite. Joder, te compré una docena de vestidos en un parpadeo y a mi madre casi le da un infarto. Ni siquiera lo pensé, sólo lo hice-
Se quedó un rato abrazándola y pensando, esperando poder explicarle la razón de porqué era él quien consideraba esto un error. Chloe volvió a rondar por su cabeza, sus palabras. Todo. Maldita muchacha. ¿Cuándo había decidido follársela y darle confianza? Le acarició el cabello a Sofía antes de cogerle de la mano e ir a la cocina -Necesito que me escuches. Pero no me interrumpas- Le dijo mientras servía dos cafés, la cocina era pequeña, lo suficiente para él solo. Le tendió la taza sin saber muy bien si quería leche o azúcar, él lo tomaba solo. Tomó un par de tragos y se apoyó en el mueble de la cocina mirando la taza con el ceño fruncido – Nuestras familias eran amigas. Nos conocimos desde pequeños. En la adolescencia simplemente nos gustamos y empezamos a salir, nos enamoramos y pasamos años juntos planeando todo lo que sería nuestro futuro. Por lo poco que has visto de mi sabes que no hago las cosas a medias, o lo hago entero o no lo hago- Dijo y sorbió otro poco de café. No tenía el estómago ni la cara para poder verle al rostro -Y cuando hablo de futuro, era todo entero. Casa, hijos, profesiones… Cuando me gradué de la academia tenia 22 años, yo creía que ya con el trabajo que tenía sería suficiente para mantenernos y planee proponerle matrimonio- Se mantuvo en silencio durante un tiempo. Recordarlo era como sentir un cuchillo caliente penetrando en su corazón. Recordó los detalles. Había organizado cada pequeña cosa para hacerlo especial. Porque quería darle todo lo que quería, su felicidad era verla a ella feliz. Y sabía que lo haría, sabía que lo lograría porque habría dado su vida por ella.
No se dio cuenta del tiempo que estuvo en silencio -El día de la propuesta la lleve a cenar. Estaba rara. Nos conocíamos. No llegamos al plato principal cuando me dijo que la habían prometido con un primo de Sarah, un linaje Descendiente; por supuesto- Soltó con un rintintin casi evidente y recordó lo feliz que estaba su familia con la noticia, sin importarle en lo absoluto los sentimientos de él -Leticia me dijo que se casaría con él porque es lo que se esperaba de ella. No me dio derecho a titubeo. No… - Se quedó en silencio de nuevo y decidió dejar la taza sobre el mueble porque estaba apretándola tanto que estaba seguro de que la quebraría -Lo intenté todo. Intenté secuestrarla, intenté arruinar la boda. Peleé con el primo de Sarah y nos partimos la cara. Le rogué a su familia, le rogué a ella misma. Le prometí que nos iríamos a Sudamérica de ser necesario pero que nosotros éramos mucho más importantes que lo que querían nuestras familias. Me rechazó. Mi propia familia tuvo que detenerme y acabaron controlándome hasta que se casaron y se fueron de luna de miel- Se estrujó los ojos por se habían humedecido y luego se llevó las manos a la cadera -Entré en una época oscura. Que duró años…- Le especificó a Sofía y finalmente soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo.
-Y cuando salí me compré el loft. Arleen me regaló a Onyx. Empecé con mis idas y venidas con las misiones, fui ascendiendo….Y decidí que el amor no valía la pena para sentirse pleno. Que no iba a buscar el amor porque simplemente era una pérdida de tiempo. Con ser feliz, día tras día con lo que hacía me era suficiente- Finalmente, alzó la vista y le miró con el ceño fruncido. No sabía si podía decir algo más. Tragó en seco -Me centré el resto de mi vida en concentrarme para no perder el control y tratar de hacerlo con cada aspecto de mi vida. El amor es impredecible, es incontrolable y me saca de mi zona de confort- Volvió a coger la taza y tomó otro trago de café, guardándose un poco y tratando de recuperar el aliento -La actitud madura a seguir es decir que me da miedo porque sé lo que es acabar destruido por él- Suspiró y tensó los labios -No estoy diciendo que estoy enamorado de ti. Me atraes, me gustas y pasar tiempo contigo es agradable, entrañable. Además, el sexo es la hostia- Indicó guiñándole un ojo pero luego volvió a tener un poco de seriedad -Aquí el que se ha fallado a sí mismo he sido yo porque contigo no me doy cuenta en dónde poner el límite. Joder, te compré una docena de vestidos en un parpadeo y a mi madre casi le da un infarto. Ni siquiera lo pensé, sólo lo hice-
Quería irse, y de repente sus palabras la acercaron al contrario. Se vio de pronto atrapada entre sus brazos mientras su pecho se hinchaba con el dolor.- Vishous, no me ilusiones, por favor. No me des esperanzas vacías.- Susurró contra su pecho, casi deseando que no lo escuchara mientras trataba de mantenerse tranquila. No había mentido en su cabaña cuando dijo que dejaba que los hombres se alejaran si así lo deseaban, pero ella solía intuirlo y también se alejaba de ellos, y protegía su corazón con antelación. Por eso no temía estar con Vishous, porque él no quería nada con ella, porque podía estar con él sabiendo a lo que se atenía. Pero resultaba que con Vishous no podía saber lo que ocurría. No había previsto su cierre de golpe en la terraza y la incertidumbre no le gustaba. Le gustaban las sorpresas, pero nunca la incertidumbre.
Se dejó llevar cuando el contrario deshizo el abrazo. Su rostro estaba agachado, no quería nada, quería recostarse, irse de ahí, pero él había decidido abrirse en el peor momento, justo cuando ella estaba por desmoronarse. Cuando llegaron a la cocina, recargó la espalda en el refrigerador. Necesitaba recargar su peso en algo porque estaba entrando a un lugar demasiado oscuro de sí misma que no le gustaba visitar. Mantuvo la mirada en el suelo hasta que le tendió la taza de café. Quiso rechazarla pero la tomó por cortesía y para no hacer un lío de eso. Entre todo lo que pensó que podría decirle, no entendía la historia que le estaba contando hasta que habló de enamorarse. Le estaba hablando de ella. De la chica que le había roto el corazón. Levantó la mirada hacia él. Ya no temblaba, pero aún tenía dolor en la mirada.
Veintidós años... Él era muy joven cuando aquello pasó. Mantuvo la mirada en él, no supo por cuanto tiempo pues este se detuvo mientras el moreno miraba el café y la tristeza le recorría la cara, como queriendo mostrarle sin palabras todo el dolor que en él había. Sintió la puñalada en el pecho mucho antes de que se lo dijera. Ella lo había rechazado, lo sabía, y las palabras de él solo confirmaron todo. El nombre le cayó como un balde de agua fría. La conocía, la había visto muchas veces, le hablaba con tranquilidad, le sonreía cuando llegaba al edificio. No trabajaba con ella pero era una chica bonita, alegre, amable, bella definitivamente, pero no la daba por alguien que dejaba un amor por estatus. Cerró los ojos, pues parecía que la necesidad de la gente de casarse con Descendientes era mucha. Tendría que plantearse mejor sus relaciones en adelante.
Se quedó sin aliento por un minuto, levantando el rostro ante la confesión de sus intentos de deshacer ese compromiso.- Oh, Vishous...- Susurró sin detenerle, sintiendo dolor por él. De todas las cosas que podía haber hecho... él siempre era un punto extremo. Se llevó una mano al pecho, dejando su café intacto en la cocina y de acercó a él un paso. Solo uno cuando él no veía, dejándole su espacio para que no se sintiera acorralado en la pequeña cocina. El amor era impredecible e incontrolable, tal como él decía. Para alguien que necesitaba estar en control, podía ser un desastre. Y ahí existía con él, compartiendo su corazón partido en medio de aquella cocina. Se lamentó ser tan empática, pues sentía en el cuerpo el malestar que él debía tener mientras escuchaba sus tristezas. Antes solo pensaba en salir de allí porque ella le causaba dolor con su "familiaridad", pero ahora sentía la necesidad de abrazarle con fuerza, recomfortarle, cuidar de él, pero eso era justo lo que él no deseaba y le estaba matando por dentro. Sus ojos se humedecieron, porque quería hacerle sentir mejor, pero tenía tanto miedo de que le rechazara, de que levantara sus barreras en un instante, que no podía avanzar ni un paso más en su dirección.
Cuando por fin llegaron al presente, a ellos, aspiró de manera profunda y levantó el rostro. Miró la pared frente a ella mientras se recargaba de nuevo contra la cocina, con las manos en el borde. ¿Que podía decir? Se cuestionó durante un buen tiempo hasta que no tuvo más opción que preguntar.- ¿Por qué me lo contaste? - ¿Era solo para que no se fuera? ¿Para que no se molestara con él? Seguro que muchas antes habían salido azotando la puerta, su carácter no era fácil. Le dolía su dolor, ahora se lo había apropiado. Quería ayudarle, pero no sabía que hacer. Debió haber salido huyendo, ahora estaba demasiado implicada y no podría dejarle así.- ¿Qué puedo hacer por ti? - Entre más lo pensaba más confundida estaba. Ahora lo sabía, ahora sabía que el resultado habría sido otro si solo no hubiera seguido la broma del edificio del Consejo y hubiera rodeado el tema con otra cosa. Pero eso era irse de puntillas con él.- Siento mucho ser quien te saca de tu equilibrio...- Murmuró, pensando en lo poco relevante que eran los vestidos y el sexo en ese momento. Aún se sentía como una despedida, no podía verlo como algo más. No veía la manera de quedarse, seguir aceptando el trato que tenían y guardarse el dolor de conocerle. Pero tampoco veía que aquella confesión por sí sola fuera a cambiar su vida y darle el cierre que él necesitaba.- ¿Qué vas a hacer, Vishous? ¿Seguirás tu vida igual? ¿Vas a... vas a seguir sufriendo por ella? Eso no es justo. No es justo. No es bueno para ti.- No logró reprimir un sollozo de nuevo, así que trató de disimularlo con una exhalación profunda.
Se dejó llevar cuando el contrario deshizo el abrazo. Su rostro estaba agachado, no quería nada, quería recostarse, irse de ahí, pero él había decidido abrirse en el peor momento, justo cuando ella estaba por desmoronarse. Cuando llegaron a la cocina, recargó la espalda en el refrigerador. Necesitaba recargar su peso en algo porque estaba entrando a un lugar demasiado oscuro de sí misma que no le gustaba visitar. Mantuvo la mirada en el suelo hasta que le tendió la taza de café. Quiso rechazarla pero la tomó por cortesía y para no hacer un lío de eso. Entre todo lo que pensó que podría decirle, no entendía la historia que le estaba contando hasta que habló de enamorarse. Le estaba hablando de ella. De la chica que le había roto el corazón. Levantó la mirada hacia él. Ya no temblaba, pero aún tenía dolor en la mirada.
Veintidós años... Él era muy joven cuando aquello pasó. Mantuvo la mirada en él, no supo por cuanto tiempo pues este se detuvo mientras el moreno miraba el café y la tristeza le recorría la cara, como queriendo mostrarle sin palabras todo el dolor que en él había. Sintió la puñalada en el pecho mucho antes de que se lo dijera. Ella lo había rechazado, lo sabía, y las palabras de él solo confirmaron todo. El nombre le cayó como un balde de agua fría. La conocía, la había visto muchas veces, le hablaba con tranquilidad, le sonreía cuando llegaba al edificio. No trabajaba con ella pero era una chica bonita, alegre, amable, bella definitivamente, pero no la daba por alguien que dejaba un amor por estatus. Cerró los ojos, pues parecía que la necesidad de la gente de casarse con Descendientes era mucha. Tendría que plantearse mejor sus relaciones en adelante.
Se quedó sin aliento por un minuto, levantando el rostro ante la confesión de sus intentos de deshacer ese compromiso.- Oh, Vishous...- Susurró sin detenerle, sintiendo dolor por él. De todas las cosas que podía haber hecho... él siempre era un punto extremo. Se llevó una mano al pecho, dejando su café intacto en la cocina y de acercó a él un paso. Solo uno cuando él no veía, dejándole su espacio para que no se sintiera acorralado en la pequeña cocina. El amor era impredecible e incontrolable, tal como él decía. Para alguien que necesitaba estar en control, podía ser un desastre. Y ahí existía con él, compartiendo su corazón partido en medio de aquella cocina. Se lamentó ser tan empática, pues sentía en el cuerpo el malestar que él debía tener mientras escuchaba sus tristezas. Antes solo pensaba en salir de allí porque ella le causaba dolor con su "familiaridad", pero ahora sentía la necesidad de abrazarle con fuerza, recomfortarle, cuidar de él, pero eso era justo lo que él no deseaba y le estaba matando por dentro. Sus ojos se humedecieron, porque quería hacerle sentir mejor, pero tenía tanto miedo de que le rechazara, de que levantara sus barreras en un instante, que no podía avanzar ni un paso más en su dirección.
Cuando por fin llegaron al presente, a ellos, aspiró de manera profunda y levantó el rostro. Miró la pared frente a ella mientras se recargaba de nuevo contra la cocina, con las manos en el borde. ¿Que podía decir? Se cuestionó durante un buen tiempo hasta que no tuvo más opción que preguntar.- ¿Por qué me lo contaste? - ¿Era solo para que no se fuera? ¿Para que no se molestara con él? Seguro que muchas antes habían salido azotando la puerta, su carácter no era fácil. Le dolía su dolor, ahora se lo había apropiado. Quería ayudarle, pero no sabía que hacer. Debió haber salido huyendo, ahora estaba demasiado implicada y no podría dejarle así.- ¿Qué puedo hacer por ti? - Entre más lo pensaba más confundida estaba. Ahora lo sabía, ahora sabía que el resultado habría sido otro si solo no hubiera seguido la broma del edificio del Consejo y hubiera rodeado el tema con otra cosa. Pero eso era irse de puntillas con él.- Siento mucho ser quien te saca de tu equilibrio...- Murmuró, pensando en lo poco relevante que eran los vestidos y el sexo en ese momento. Aún se sentía como una despedida, no podía verlo como algo más. No veía la manera de quedarse, seguir aceptando el trato que tenían y guardarse el dolor de conocerle. Pero tampoco veía que aquella confesión por sí sola fuera a cambiar su vida y darle el cierre que él necesitaba.- ¿Qué vas a hacer, Vishous? ¿Seguirás tu vida igual? ¿Vas a... vas a seguir sufriendo por ella? Eso no es justo. No es justo. No es bueno para ti.- No logró reprimir un sollozo de nuevo, así que trató de disimularlo con una exhalación profunda.
Las palabras de Sofía le habían dolido porque precisamente era él quien no quería dar pie a eso y, sin querer, él mismo lo había hecho. Intentó no verla cuando mencionó su nombre porque no quería ver su lástima. No quería ver su propio dolor reflejado en ella. Asi que mantuvo la vista baja, le era mucho más fácil. Aún así agradeció que no dijera nada más, como la noche anterior que simplemente había absorbido la respuesta sin cuestionar eso le hacía más fácil a él lidiar con todo el dolor que estaba reviviendo. Y si, estaba en el pasado pero era un fracaso muy doloroso. Había compartido su vida por más de 8 años con una persona que lo abandonó cuando el creyó que era el momento de sellar su futuro juntos. Era el abandono lo que le había dolido más cuando él se había entregado por completo. Cerró los ojos, alguna vez la había visto con su esposo y sus tres hijos; feliz y campante como si nada hubiese ocurrido y él sin embargo…
-Porque necesitaba que entendieras porqué existen todas mis limitaciones a nivel emocional- Informó y se terminó el café, dejando la taza en el fregadero para luego ponerla a lavar. Alzó la vista cuando le preguntó qué podía hacer ella. ¿Y qué le iba a responder? V se pasó una mano por la barba, visiblemente nervioso -¿Alguna vez te han partido el corazón? ¿Alguna vez te abandonaron? – Preguntó, pero no por ser incisivo -Si así fue, dime cómo pudiste no…cerrarte a él- Aunque por un lado, con todo lo que se habían conocido diría que Sofía aunque enamoradiza no entregaba su corazón así nada más.
-Me pilló por sorpresa- Le confesó a Sofía y sonrió de lado -Ayer cuando saqué mi camiseta y fui a dártela… Fui consciente de que estabas poniéndote mi ropa, mia… Era algo mío que te daba por voluntad propia, quería hacerlo. Y te veías preciosa…- Pensó, haciendo memoria del recuerdo y de cómo sus largas y torneadas piernas contrastaban con la oscura tela. Le recorrió el rostro con los ojos preguntándose tantas cosas sin conseguir respuesta alguna. Las siguientes preguntas hicieron que apartara la vista, rompiendo el contacto visual. De pronto sintió que la cocina se hizo demasiado pequeña y la camiseta le apretaba mucho. Estiró el cuello con dos dedos y fue consciente de que estaba sudando frío -Pensé que lo había superado…- Mencionó, carraspeando un poco la garganta para aclarársela -Pero parece que no. Que es una maldita sombra que tengo encima… - La escuchó con aquel suspiro raro y frunció el ceño
-Joder…- Se acercó a ella y la atrajo de nuevo hacia si mismo abrazándola -Esto es lo que no quiero… No quiero ser yo quien ponga a otra persona en esta situación Sofía- Le cogió el rostro con las manos y se lo alzó, para que le mirara, acariciándole la barbilla con suavidad -¿No ves que soy un puto bruto? Y te aprecio lo suficiente para estar en una disyuntiva….Quiero estar más contigo, me gusta estar a tu alrededor y al mismo tiempo me da miedo no ser capaz de darte lo que… Sé que puedo dar, o lo que sé que te gustaría… ¿Qué pasa si al final somos un desastre? ¿Y si acabo haciéndote daño? No me lo perdonaría nunca-
-Porque necesitaba que entendieras porqué existen todas mis limitaciones a nivel emocional- Informó y se terminó el café, dejando la taza en el fregadero para luego ponerla a lavar. Alzó la vista cuando le preguntó qué podía hacer ella. ¿Y qué le iba a responder? V se pasó una mano por la barba, visiblemente nervioso -¿Alguna vez te han partido el corazón? ¿Alguna vez te abandonaron? – Preguntó, pero no por ser incisivo -Si así fue, dime cómo pudiste no…cerrarte a él- Aunque por un lado, con todo lo que se habían conocido diría que Sofía aunque enamoradiza no entregaba su corazón así nada más.
-Me pilló por sorpresa- Le confesó a Sofía y sonrió de lado -Ayer cuando saqué mi camiseta y fui a dártela… Fui consciente de que estabas poniéndote mi ropa, mia… Era algo mío que te daba por voluntad propia, quería hacerlo. Y te veías preciosa…- Pensó, haciendo memoria del recuerdo y de cómo sus largas y torneadas piernas contrastaban con la oscura tela. Le recorrió el rostro con los ojos preguntándose tantas cosas sin conseguir respuesta alguna. Las siguientes preguntas hicieron que apartara la vista, rompiendo el contacto visual. De pronto sintió que la cocina se hizo demasiado pequeña y la camiseta le apretaba mucho. Estiró el cuello con dos dedos y fue consciente de que estaba sudando frío -Pensé que lo había superado…- Mencionó, carraspeando un poco la garganta para aclarársela -Pero parece que no. Que es una maldita sombra que tengo encima… - La escuchó con aquel suspiro raro y frunció el ceño
-Joder…- Se acercó a ella y la atrajo de nuevo hacia si mismo abrazándola -Esto es lo que no quiero… No quiero ser yo quien ponga a otra persona en esta situación Sofía- Le cogió el rostro con las manos y se lo alzó, para que le mirara, acariciándole la barbilla con suavidad -¿No ves que soy un puto bruto? Y te aprecio lo suficiente para estar en una disyuntiva….Quiero estar más contigo, me gusta estar a tu alrededor y al mismo tiempo me da miedo no ser capaz de darte lo que… Sé que puedo dar, o lo que sé que te gustaría… ¿Qué pasa si al final somos un desastre? ¿Y si acabo haciéndote daño? No me lo perdonaría nunca-
Asintió muy lentamente mientras la respuesta a su pregunta caía más liviana sobre su pecho. Entender, podía entenderle, eso no era problema y no le causaba tanto dolor como ponerse en su piel. Podía hacerlo. Cuando preguntó si le habían partido el corazón, su mirada volvió a aquel punto imaginario frente a ella, arriba en la pared. ¿Realmente le habían partido el corazón? Podía decir que si, pero también podía decir que no. Ella no le había guardado luto a un amor por quince años, después de todo.- Solo... llega un punto en el que tienes que aceptar que... lo que llega a ti se irá, y que no puedes hacer nada por ello. A veces tu mejor esfuerzo no logrará que alguien se quede y debes despedirlo con amor, con la esperanza de que le irá bien en la vida.- Sí, sí se le había roto el corazón. En la mente tenía una imagen grabada en fuego. Sus mejores intentos no fueron suficientes para que se quedara y, aunque no se había dado cuenta, también había adoptado una parte de la táctica de Vishous. No se aferraba a nadie. Al final, siempre asumía que le dejarían y por eso aunque vivía el día a día al máximo, al final podía dejarles ir porque el apego nunca fue grande. Se pasó la mano por la sien al darse cuenta que ante el mismo problema, ambos tenían diferentes maneras de hacerle frente, aunque igual de malas.
Algo en ella se movió en su pecho cuando comenzó a hablarle de lo fácil que había sido para él darle cabida en su vida. Lo fácil que había sido compartirle, cederle una pequeña batalla. ¿El quería dejarla entrar en su vida? ¿A ella? Nunca había tenido un novio, un compromiso, una sola relación seria y él era todo lo opuesto. Se le hizo un nudo en la garganta. ¿Como podía ayudarle a que se olvidara de Leticia sin volverse necesariamente el clavo que saca al otro? ¿Había manera?- Vishous, no quisiera que salieras de un círculo vicioso para entrar a otro.- Murmuró, huyendo a su mirada. No podía ser así, tenía que sanarse a sí mismo o su siguiente relación sería igual de tóxica.- Haz estado más tiempo sufriendo dentro de una relación que lo que realmente estuvieron juntos.- Susurró, justo antes de verle acercarse y abrazarle con tal fuerza que le impedía pensar. Le escuchó, con un profundo entendimiento de sus palabras, sin interrumpirle. Le tuvo que sonreír, porque su caricia era divina y su preocupación genuina. Pero algo estaba pasando por alto.
Le miró, alargando el silencio por unos minutos, subiendo con tranquilidad las manos por el brazo del moreno hasta tomarse de sus muñecas con suavidad, con cariño.- Vishous...- El nombre salió con todo el amor que tenía en ese momento mientras negaba suavemente entre sus manos.- No puedes iniciar una relación sin haber salido de la anterior. No puedes preguntarte todo eso, no tiene caso, no puedes pensar en que pueda haber algo con alguien, quien sea, mientras no cierres ese capítulo en tu vida. Y mientras no lo cierres, siempre habrá alguien que estará en esta posición. Seas tú o sea una chica que alcance a ver en ti algo de esa belleza en tu alma que te niegas a mostrar. Necesitas sanar. Soltar. Si quieres vivir soltero eso está bien, pero debes soltar el pasado. Da miedo, porque te aferras a algo que fue maravilloso, pero te aferras a una botella rota y te haces daño. Dile adiós, deséale lo mejor, escríbele una carta con todo lo que quisieras decirle y rómpela, quémala, sácalo todo. Pero no puedes vivir un día más en función de algo que solo trae miserias a tu vida.
Algo en ella se movió en su pecho cuando comenzó a hablarle de lo fácil que había sido para él darle cabida en su vida. Lo fácil que había sido compartirle, cederle una pequeña batalla. ¿El quería dejarla entrar en su vida? ¿A ella? Nunca había tenido un novio, un compromiso, una sola relación seria y él era todo lo opuesto. Se le hizo un nudo en la garganta. ¿Como podía ayudarle a que se olvidara de Leticia sin volverse necesariamente el clavo que saca al otro? ¿Había manera?- Vishous, no quisiera que salieras de un círculo vicioso para entrar a otro.- Murmuró, huyendo a su mirada. No podía ser así, tenía que sanarse a sí mismo o su siguiente relación sería igual de tóxica.- Haz estado más tiempo sufriendo dentro de una relación que lo que realmente estuvieron juntos.- Susurró, justo antes de verle acercarse y abrazarle con tal fuerza que le impedía pensar. Le escuchó, con un profundo entendimiento de sus palabras, sin interrumpirle. Le tuvo que sonreír, porque su caricia era divina y su preocupación genuina. Pero algo estaba pasando por alto.
Le miró, alargando el silencio por unos minutos, subiendo con tranquilidad las manos por el brazo del moreno hasta tomarse de sus muñecas con suavidad, con cariño.- Vishous...- El nombre salió con todo el amor que tenía en ese momento mientras negaba suavemente entre sus manos.- No puedes iniciar una relación sin haber salido de la anterior. No puedes preguntarte todo eso, no tiene caso, no puedes pensar en que pueda haber algo con alguien, quien sea, mientras no cierres ese capítulo en tu vida. Y mientras no lo cierres, siempre habrá alguien que estará en esta posición. Seas tú o sea una chica que alcance a ver en ti algo de esa belleza en tu alma que te niegas a mostrar. Necesitas sanar. Soltar. Si quieres vivir soltero eso está bien, pero debes soltar el pasado. Da miedo, porque te aferras a algo que fue maravilloso, pero te aferras a una botella rota y te haces daño. Dile adiós, deséale lo mejor, escríbele una carta con todo lo que quisieras decirle y rómpela, quémala, sácalo todo. Pero no puedes vivir un día más en función de algo que solo trae miserias a tu vida.
-¿Con la esperanza de que le irá bien? ¿Y yo qué? Me quedé en la mierda Sofía- Frunció el ceño y sin embargo, cuando la miró, fue capaz de discernir que ella también había vivido algo parecido. Ladeó la cabeza y estudió su rostro y después sus palabras. Dejar ir. Deseándole lo mejor. Le parecía historia de la magia en mandarín. Pero el hecho de que dijera que todo se iría le hizo cerrar los ojos, subió la mano al rostro y se masajeó con fuerza los ojos. ¿No había nada estable en la vida? -Eso es mentira. Mis padres han estado años juntos, Fred y Aurora tienen años juntos, tres hijos y se aman. No todo se va. Hay gente que lo consigue. Y gente como yo, que no- Soltó, bastante ofuscado por ser tan imbécil.
Circulo vicioso. Curiosa elección de palabras. Y no, no es que se le hubiese pasado por alto nunca que su nombre tenía mucho que ver con eso. Sonrió, de lado, con ironía. Tal vez estaba condenado a vivir así por su nombre. En el vicio del sexo, en el vicio de tratar de controlar la maldita magia que le corría por las venas. Tal vez ese era su destino y no lo que estaba preparado para otros. Las siguientes palabras que le dijo se le clavaron hondo porque…No lo había pensado. El rostro del moreno se quedó tieso. La miró a los ojos y Sofía fue capaz de discernir que, en efecto, estaba cayendo en cuenta de eso en ese preciso instante. 15 años de duelo. Diez de relación. ¿Por qué se había permitido eso? ¿Por qué le había permitido a Leticia controlar su vida incluso estando fuera de ella? Eso le cabreó. Le cabreó tanto que apretó las muelas y sintió un arrebato de ira tan fuerte que su propia mano mágica tembló y brilló levemente. Pero cuando Sofía cogió sus muñecas se dio cuenta de que podía hacerle daño y apartó bruscamente la mano derecha -Perdón- Dijo y mantuvo la mano en el aire para que se diera cuenta de que estaba resplandeciendo.
En lo que siguió, V permaneció en silencio mientras la observaba. Las palabras en un principio tenían sentido. Tenía razón. No podía seguir permitiendo que la sombra de un amor no correspondido siguiera gobernando su vida. Y tenía razón. Si quería estar soltero, podía. Y si quería dar una oportunidad a otra cosa, podía. Siempre que la alejara de su vida. Pero no podía desearle lo mejor porque incluso sin eso, Leticia era feliz. Lo sabía -Escribir- Soltó pensativo y cogió la mano con la que le sostenía la muñeca para dejarle un beso en la palma, tal como había hecho la noche anterior mientras tenían relaciones -Tienes razón- Mencionó asintiendo con suavidad. Iba a escribirle un maldito diario de ser necesario pero iba a sacarse todo ese veneno que tenía por dentro porque una vez abierta esa caja de Pandora no iba a ser capaz de cerrarla sólo con pensarlo. Había guardado mucho rencor a ella, a los Darwin y hasta a su propia familia en algunos aspectos.
Se llevó la mano de Sofía a la cara y se acarició a si mismo riéndose -Al final, quien termina cogiendo consejos y oyendo a una amiga, soy yo- Inspiró profundamente y la miró, haciéndose una promesa a sí mismo y no por Sofía, por él… Después recordó una cosa y entrecerró los ojos -¿Me prometes que, si antes de que yo pueda resolver toda esta mierda, te enamoras de esos que quieren tenerte…te los follaras a ver si te gustan en la cama?- Se rió y dejó caer su mano para atraerla por la cintura, apoyando su frente en la de ella -Me mataría verte insatisfecha e infeliz. Te mereces mucho más- La alzó un poco con un solo brazo para ponerla a su altura y besarla. Porque lo necesitaba. Fue un beso lento y apasionado, tal vez de agradecimiento, por hacerle consciente de que estaba viviendo media vida cuando era capaz de alcanzar las estrellas si quería.
Circulo vicioso. Curiosa elección de palabras. Y no, no es que se le hubiese pasado por alto nunca que su nombre tenía mucho que ver con eso. Sonrió, de lado, con ironía. Tal vez estaba condenado a vivir así por su nombre. En el vicio del sexo, en el vicio de tratar de controlar la maldita magia que le corría por las venas. Tal vez ese era su destino y no lo que estaba preparado para otros. Las siguientes palabras que le dijo se le clavaron hondo porque…No lo había pensado. El rostro del moreno se quedó tieso. La miró a los ojos y Sofía fue capaz de discernir que, en efecto, estaba cayendo en cuenta de eso en ese preciso instante. 15 años de duelo. Diez de relación. ¿Por qué se había permitido eso? ¿Por qué le había permitido a Leticia controlar su vida incluso estando fuera de ella? Eso le cabreó. Le cabreó tanto que apretó las muelas y sintió un arrebato de ira tan fuerte que su propia mano mágica tembló y brilló levemente. Pero cuando Sofía cogió sus muñecas se dio cuenta de que podía hacerle daño y apartó bruscamente la mano derecha -Perdón- Dijo y mantuvo la mano en el aire para que se diera cuenta de que estaba resplandeciendo.
En lo que siguió, V permaneció en silencio mientras la observaba. Las palabras en un principio tenían sentido. Tenía razón. No podía seguir permitiendo que la sombra de un amor no correspondido siguiera gobernando su vida. Y tenía razón. Si quería estar soltero, podía. Y si quería dar una oportunidad a otra cosa, podía. Siempre que la alejara de su vida. Pero no podía desearle lo mejor porque incluso sin eso, Leticia era feliz. Lo sabía -Escribir- Soltó pensativo y cogió la mano con la que le sostenía la muñeca para dejarle un beso en la palma, tal como había hecho la noche anterior mientras tenían relaciones -Tienes razón- Mencionó asintiendo con suavidad. Iba a escribirle un maldito diario de ser necesario pero iba a sacarse todo ese veneno que tenía por dentro porque una vez abierta esa caja de Pandora no iba a ser capaz de cerrarla sólo con pensarlo. Había guardado mucho rencor a ella, a los Darwin y hasta a su propia familia en algunos aspectos.
Se llevó la mano de Sofía a la cara y se acarició a si mismo riéndose -Al final, quien termina cogiendo consejos y oyendo a una amiga, soy yo- Inspiró profundamente y la miró, haciéndose una promesa a sí mismo y no por Sofía, por él… Después recordó una cosa y entrecerró los ojos -¿Me prometes que, si antes de que yo pueda resolver toda esta mierda, te enamoras de esos que quieren tenerte…te los follaras a ver si te gustan en la cama?- Se rió y dejó caer su mano para atraerla por la cintura, apoyando su frente en la de ella -Me mataría verte insatisfecha e infeliz. Te mereces mucho más- La alzó un poco con un solo brazo para ponerla a su altura y besarla. Porque lo necesitaba. Fue un beso lento y apasionado, tal vez de agradecimiento, por hacerle consciente de que estaba viviendo media vida cuando era capaz de alcanzar las estrellas si quería.
Soltar no es algo que haces contigo, es algo que haces con otros. Los dejas ir para encontrarte. Son anclas, no de las buenas, de las que te clavan y te impiden seguir. Si estás ahí es precisamente porque no la haz soltado, porque no haz podido salir de su pantano.- Se dio cuenta de que el contrario trataba de comprender sus palabras, porque estaba muy atenta a su rostro. Lo giró en seguida, tratando de ocultar sus propios dolores para otros momentos.- No es mentira. Al final llega la muerte, ¿no? Al final siempre hay una separación. Y no hay nada que podamos hacer para evitarlo.- No quiso sonar tan fatalista, pero no pudo evitarlo. La muerte era la única constante y no había manera de evitarla.
Cuando estuvo entre sus manos, su mirada se clavó en la del contrario. Pudo ver claramente el momento en que su rostro se desfiguraba por la incredulidad de haber pasado la mitad de su vida en aquella espiral de destrucción. Se dio cuenta cuando la mano del contrario comenzó a brillar. No le molestaba, se sentía segura de que aquello no le haría daño, aunque no sabía con seguridad qué era lo que hacía. Aún así, no pudo evitar que la apartara bruscamente, negándose a aceptar su disculpa. No separó los ojos del contrario, tenía que saber que alguien veía en él el suficiente valor para que todo estuviera bien. Se mantuvo tranquila, permitiéndole su mano mientras el contrario evaluaba las alternativas. Acarició el rostro del contrario con el pulgar cuando se llevó la mano a su rostro, con cuidado, con cariño, con una suave sonrisa que no dejaba de arderle en el pecho, pero que era una herida que estaría mejor si él lo estaba.- Hey, puedes contarme lo que quieras. Tal como dijiste, podemos ser amigos, no tienes que pasar por esto solo.- Pero en realidad, quizás sí tenía que.
Escuchó entonces algo extraño. ¿Quería una promesa de su parte? Puso los ojos en blanco en cuanto la escuchó, a sabiendas de que era algo que no tenía ganas de cumplir.- No quiero... No puedo prometerte eso.- Dijo con una suave sonrisa en los labios, tomando el rostro del contrario con las dos manos cuando su frente se unió con la de ella, soltando un suspiro ante su siguiente comentario. Sabía de sus dos pretendientes que por sus personalidades el sexo no serían fuegos artificiales, pero estaba de acuerdo con ello. Ella tampoco era especial en la habitación, Vishous sacaba un lado distinto de ella que sentía que no le correspondía. Negó una vez más, permitiendo que la alzara.- Tu también te mereces mucho más que esto.- Le besó tal y como él se lo propuso, lento, profundo, apasionado. En el pecho lo sentía, aquello era una despedida. Le ardía, porque él se veía más tranquilo y ahora ella era la devastada. Se aguantó durísimo para no llorar, porque si no jamás podría salir de ahí. Cuando el beso terminó, le fingió una sonrisa y dio media vuelta sin decirle nada, saliendo de la cocina sin medio corazón. Eso iba a tardar en cerrarse. Tomó su abrigo del perchero, colocándoselo con rapidez y abrochándolo. Su brazalete comenzó a sonar, a lo que envió un rápido mensaje antes de darse la vuelta, un poco más fuerte que antes para poder decir adiós.- Si necesitas algo dímelo, ¿si? Té, aceites, un café... Trataré de ayudarte, ¿de acuerdo? - Tras una suave sonrisa, se desapareció del lugar en dirección a su casa.
Cuando estuvo entre sus manos, su mirada se clavó en la del contrario. Pudo ver claramente el momento en que su rostro se desfiguraba por la incredulidad de haber pasado la mitad de su vida en aquella espiral de destrucción. Se dio cuenta cuando la mano del contrario comenzó a brillar. No le molestaba, se sentía segura de que aquello no le haría daño, aunque no sabía con seguridad qué era lo que hacía. Aún así, no pudo evitar que la apartara bruscamente, negándose a aceptar su disculpa. No separó los ojos del contrario, tenía que saber que alguien veía en él el suficiente valor para que todo estuviera bien. Se mantuvo tranquila, permitiéndole su mano mientras el contrario evaluaba las alternativas. Acarició el rostro del contrario con el pulgar cuando se llevó la mano a su rostro, con cuidado, con cariño, con una suave sonrisa que no dejaba de arderle en el pecho, pero que era una herida que estaría mejor si él lo estaba.- Hey, puedes contarme lo que quieras. Tal como dijiste, podemos ser amigos, no tienes que pasar por esto solo.- Pero en realidad, quizás sí tenía que.
Escuchó entonces algo extraño. ¿Quería una promesa de su parte? Puso los ojos en blanco en cuanto la escuchó, a sabiendas de que era algo que no tenía ganas de cumplir.- No quiero... No puedo prometerte eso.- Dijo con una suave sonrisa en los labios, tomando el rostro del contrario con las dos manos cuando su frente se unió con la de ella, soltando un suspiro ante su siguiente comentario. Sabía de sus dos pretendientes que por sus personalidades el sexo no serían fuegos artificiales, pero estaba de acuerdo con ello. Ella tampoco era especial en la habitación, Vishous sacaba un lado distinto de ella que sentía que no le correspondía. Negó una vez más, permitiendo que la alzara.- Tu también te mereces mucho más que esto.- Le besó tal y como él se lo propuso, lento, profundo, apasionado. En el pecho lo sentía, aquello era una despedida. Le ardía, porque él se veía más tranquilo y ahora ella era la devastada. Se aguantó durísimo para no llorar, porque si no jamás podría salir de ahí. Cuando el beso terminó, le fingió una sonrisa y dio media vuelta sin decirle nada, saliendo de la cocina sin medio corazón. Eso iba a tardar en cerrarse. Tomó su abrigo del perchero, colocándoselo con rapidez y abrochándolo. Su brazalete comenzó a sonar, a lo que envió un rápido mensaje antes de darse la vuelta, un poco más fuerte que antes para poder decir adiós.- Si necesitas algo dímelo, ¿si? Té, aceites, un café... Trataré de ayudarte, ¿de acuerdo? - Tras una suave sonrisa, se desapareció del lugar en dirección a su casa.
No le gustó lo de morir y la miró con el ceño fruncido -Pero eso es incontrolable, sí pero todos sabemos que vamos a morir. En cambio, que te abandonen por voluntad propia…Jode más. Estamos de acuerdo en estar en desacuerdo ¿tal vez?- Mencionó y suspiró antes de oír el análisis de Sofía. Lo cierto es que la conversación le había ayudado mucho pero el meollo o inicio del asunto había sido Chloe, tendría que hablar para…No para reclamarle, para agradecerle. Luego Sofía se abrió a ayudarle y Vishous realmente le agradeció con la mirada -Lo aprecio- Indicó asintiendo -Gracias-
La no promesa no le gustó, pero no quiso presionarla. Parecía ser una situación complicada por la forma en la que puso los ojos en blanco. ¿Y si la estaba cagando de nuevo? Después de todo ayer le había dicho que mantenía una relación distinta con él. Ufff…¿Y si no follaba ella hasta nuevo aviso? Que mal que iba a estar. Pero lo distrajo con la caricia, oyó finalmente sus palabras y asintió. Decidió creérselas y cuando la besó sintió aquello como un pacto. Confiando de repente en una habilidad que no tenía para curarse a sí mismo, pero al menos lo intentaría.
Que se separara de él le hizo sentir extraño, deseaba volver a tenerla entre sus brazos y no sólo para estrujarla y empotrarla. Pensó en el amanecer que había compartido con ella y escuchó el resto de sus palabras -No te quejes de que soy un pesado luego- Sonrió de lado y se apoyó de la pared con los brazos cruzados mientras la miraba irse. Después de un rato pensando se puso a limpiar el piso y se dio cuenta de que había dejado la ropa interior. Cuando cogió la prenda sonrió lobunamente, no sabía si había sido a propósito o no pero Sofía era incapaz de imaginar todo lo que esa pieza podía darle a él. Después de eso, y con todo limpio, se fue a hacer un poco de ejercicio y tras una ducha se sentó a escribir durante horas y horas. Al finalizar, se vistió y se desapareció del piso.
La no promesa no le gustó, pero no quiso presionarla. Parecía ser una situación complicada por la forma en la que puso los ojos en blanco. ¿Y si la estaba cagando de nuevo? Después de todo ayer le había dicho que mantenía una relación distinta con él. Ufff…¿Y si no follaba ella hasta nuevo aviso? Que mal que iba a estar. Pero lo distrajo con la caricia, oyó finalmente sus palabras y asintió. Decidió creérselas y cuando la besó sintió aquello como un pacto. Confiando de repente en una habilidad que no tenía para curarse a sí mismo, pero al menos lo intentaría.
Que se separara de él le hizo sentir extraño, deseaba volver a tenerla entre sus brazos y no sólo para estrujarla y empotrarla. Pensó en el amanecer que había compartido con ella y escuchó el resto de sus palabras -No te quejes de que soy un pesado luego- Sonrió de lado y se apoyó de la pared con los brazos cruzados mientras la miraba irse. Después de un rato pensando se puso a limpiar el piso y se dio cuenta de que había dejado la ropa interior. Cuando cogió la prenda sonrió lobunamente, no sabía si había sido a propósito o no pero Sofía era incapaz de imaginar todo lo que esa pieza podía darle a él. Después de eso, y con todo limpio, se fue a hacer un poco de ejercicio y tras una ducha se sentó a escribir durante horas y horas. Al finalizar, se vistió y se desapareció del piso.
El problema no era tenerla en casa, el problema era mantener a su madre fuera. Había pedido a Chloe que le echara una mano con su hermana. Ciertamente, la notaba decaída pero había decidido no meterse en el asunto tras una mirada de cordero de ella. Su propia respuesta le sorprendió pero lo recordó tan claramente que decidió devolverle el favor -Me mantendré al margen porque tú fuiste la única que no te pusiste del lado de nuestra familia cuando sucedió lo de Leticia...Y tu silencio fue mucho mejor apoyo que todo lo que intentaron los demás...Sólo por eso Arleen, porque…- No le dijo lo que se merecía porque ella le cogió la mano y se la besó. Era su maldita debilidad. Su hermana pequeña.
Él decidió pasar la navidad con ella y cocinar para ambos, le había explicado a Sofía que tenía que pasar tiempo con su hermana y apoyarla en ese momento. Era bienvenida a acudir pero también respetaba si no lo hacía, también había hecho una invitación a Chloe pero la había rechazado. La casa olía muy bien y Arleen estaba arriba, como se había pasado el resto de los días, metida en la cama detrás de un libro. Le había pedido algunos favores pero fuera de eso simplemente descansaba y leía.
Decidió subir los escalones de dos en dos cuando se acercaba la hora de la cena -¿Necesitas ayuda para vestirte? No vamos a comer en la cama...No…- Le soltó poniendo los brazos en jarra cuando empezó a ponerle aquella cara de cordero degollado -No, no basta Arleen tienes que salir de la cama. A ver… Joder. Tienes como mil cosas. ¿Por qué tienes tanta ropa y tantas maletas?- Le preguntó pensando que él se había quedado con la cómoda y ella había ocupado el armario más mil maletas y había hecho que le trajeran otra cómoda.
Él decidió pasar la navidad con ella y cocinar para ambos, le había explicado a Sofía que tenía que pasar tiempo con su hermana y apoyarla en ese momento. Era bienvenida a acudir pero también respetaba si no lo hacía, también había hecho una invitación a Chloe pero la había rechazado. La casa olía muy bien y Arleen estaba arriba, como se había pasado el resto de los días, metida en la cama detrás de un libro. Le había pedido algunos favores pero fuera de eso simplemente descansaba y leía.
Decidió subir los escalones de dos en dos cuando se acercaba la hora de la cena -¿Necesitas ayuda para vestirte? No vamos a comer en la cama...No…- Le soltó poniendo los brazos en jarra cuando empezó a ponerle aquella cara de cordero degollado -No, no basta Arleen tienes que salir de la cama. A ver… Joder. Tienes como mil cosas. ¿Por qué tienes tanta ropa y tantas maletas?- Le preguntó pensando que él se había quedado con la cómoda y ella había ocupado el armario más mil maletas y había hecho que le trajeran otra cómoda.
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