-Bueno… no es tu hermana. Mi deber es protegerla y no conozco a Sayid lo suficiente para saber si la hará feliz o no. Arleen siempre ha sido muy reservada y… Suele querer complacer más a los demás que a ella misma. Es… altruista, digamos. Así que a veces no se nota que algo le cuesta porque siempre tiene una sonrisa y modales perfectos. A diferente de todos, yo si lo sé- Le expresó a Sofía frunciendo levemente el ceño mientras veía el plato de postres. En el fondo, sabía que Sayid era un hombre recatado y muy educado pero eso no implicaba que fuera bueno para Arleen. A su hermana le faltaba acción, vida propia y un poco de rebeldía. Salir de las faldas de su madre para vivir su propia vida. Y había salido de allí para meterse bajo la sombra de un hombre al que no amaba y con quien debía construir una familia. La idea misma le hizo retorcerse. No habían tenido ni tiempo de conocerse. Pero no quiso darle más vueltas al asunto. Bodas concertadas 2 - Vishous 0.
-Deberías visitarlo. También hacen buen pie de limón pero a mí me apetecía algo más caliente- Cuando hablo del microondas el simplemente asintió. Era un aparato que le facilitaba la vida en todo. Lo único que no hacía en el microondas era café. El resto podía arreglárselas.
Entonces llegó el momento de las preguntas. Lo de las playas en Grecia sonaba paradisíaco y a el mismo le entraron ganas de probar. En el agua se estaba muy bien pero había aguas bastante frías que hacían más complicado disfrutar del momento. La sorpresa llegó con lo siguiente y V soltó una carcajada baja -Interesante…- Pues ya le podía mostrar él lugares. -Te queda mucho camino por recorrer-
Él seleccionó verdad pero cuando Sofía preguntó se arrepintió inmediatamente. Pensó que la charla seguirá en torno a asuntos lujuriosos pero con la pelirroja siempre había algo más. Apartó la mirada hacia la mesa con un gesto taciturno y empezó a servir los cuatro chupitos que estaban en la mesa -Me hicieron mucho daño- Respondió y, aún así, cogió la sal y la tomó, tras ello se tomó los cuatro chupitos de tequila y se chupo el limón con fuerza para cambiar un mal trago por otro. Preguntó de vuelta a la pelirroja, al elegir verdad asintió, y se recostó en el sofá aunque su gesto había cambiado enteramente -¿Qué es lo que más extrañas de Grecia?-
Para el próximo elegiría reto. Sospechaba que Sofía iba a querer indagar y a el no le apetecía hablar de Leticia. Aunque el solo recuerdo ya le había arruinado la maldita noche.
-Deberías visitarlo. También hacen buen pie de limón pero a mí me apetecía algo más caliente- Cuando hablo del microondas el simplemente asintió. Era un aparato que le facilitaba la vida en todo. Lo único que no hacía en el microondas era café. El resto podía arreglárselas.
Entonces llegó el momento de las preguntas. Lo de las playas en Grecia sonaba paradisíaco y a el mismo le entraron ganas de probar. En el agua se estaba muy bien pero había aguas bastante frías que hacían más complicado disfrutar del momento. La sorpresa llegó con lo siguiente y V soltó una carcajada baja -Interesante…- Pues ya le podía mostrar él lugares. -Te queda mucho camino por recorrer-
Él seleccionó verdad pero cuando Sofía preguntó se arrepintió inmediatamente. Pensó que la charla seguirá en torno a asuntos lujuriosos pero con la pelirroja siempre había algo más. Apartó la mirada hacia la mesa con un gesto taciturno y empezó a servir los cuatro chupitos que estaban en la mesa -Me hicieron mucho daño- Respondió y, aún así, cogió la sal y la tomó, tras ello se tomó los cuatro chupitos de tequila y se chupo el limón con fuerza para cambiar un mal trago por otro. Preguntó de vuelta a la pelirroja, al elegir verdad asintió, y se recostó en el sofá aunque su gesto había cambiado enteramente -¿Qué es lo que más extrañas de Grecia?-
Para el próximo elegiría reto. Sospechaba que Sofía iba a querer indagar y a el no le apetecía hablar de Leticia. Aunque el solo recuerdo ya le había arruinado la maldita noche.
Asintió suavemente mientras el contrario hablaba. Llevaba mucha razón. Él no conocía a Sayid, pero si su hermana realmente solo se había casado por darle a su madre el gusto, quizás el matrimonio sería más difícil de lo que pensaba. Pero era una chica dulce y no tenía ninguna duda de que sería feliz con Sayid, solo no sabía si podrían encender la pasión lo suficiente como para llegar alguna vez a amarse. Compatibles eran, pero ¿eran el uno para el otro?
Me encanta el pay, pero prefieron algo con fresas encima que los limones.- Sonrió, anotándose mentalmente que debía ir a por un pay con el tal Charles alguna vez. Aunque fuera solo para darse el gusto de una rebanada. Pero por fin pasaron a las preguntas, cuando sostuvo la mirada del contrario para solo recibir una palabra insípida y una carcajada por sus aventuras en las playas y en su invernadero. Tuvo que poner los ojos en blanco fuertemente porque claramente nunca estaría a la altura de Don Perversión, pero no estaba apuntando al cielo.- Lo hubiera dejado en la vez de las playas, sonaba más lujoso, ¿cierto? La arena fina y blanca, el agua cálida... Fue un excelente lugar, debo admitirlo.
Se dio cuenta entonces de que su pregunta había dado en el blanco cuando el contrario pareció cambiar totalmente la actitud. Se sintió ligeramente decepcionada cuando empezó a servir los chupitos sin siquiera darse un momento para abrirse con ella después de aquella charla de la honestidad y de no juzgarse unos a otros. Pero entonces, la respuesta le sorprendió. Ya la esperaba; tenía tiempo esperando a que fuera algo así, pero las palabras tenían mucho más carga detrás. Podía sentir su dolor y entendía el daño. Lo vio beberse un chupito tras otro, permaneciendo en silencio mientras entendía su pesar. Debía ser difícil cargar con eso, pero no dijo nada. No dijo nada por aliviar su dolor, nada amable, ninguna palabra de aliento. Solo estuvo ahí, existiendo junto a él, compartiendo su dolor y permitiéndole ahogarlo a como él pudiera. Había sido algo bastante directo, así que no se sorprendió cuando eligió el reto después de hacer su pregunta sobre Grecia.
De Grecia... Extraño el mar, extraño a mi familia, extraño las grandes fiestas, la libertad de salir a media noche y encontrar a alguien despierto y listo para salir a vivir la vida contigo a cualquier hora. Extraño... mi libertad, caminar por el puerto, la gente, las fiestas, las ferias, la vida... Extraño... todo.- Susurró, dándose cuenta al final que en su rostro había una sonrisa amarga y su mirada se había quedado perdida en la pared contraria de la sala. Suspiró al final, recordando el contraste del azul del mar con los colores azules de la ciudad. Se acercó entonces al borde del sillón, sirviendo tequila en dos de los tequileros, pasándole uno a él y quedándose con el otro.- Tu reto...- Murmuró, bebiéndose el trago de golpe, sin el limón ni la sal. Ella no pudo evitar las caras como él lo hizo, pero al menos la nostalgia se le había pasado.- Verdad.
Me encanta el pay, pero prefieron algo con fresas encima que los limones.- Sonrió, anotándose mentalmente que debía ir a por un pay con el tal Charles alguna vez. Aunque fuera solo para darse el gusto de una rebanada. Pero por fin pasaron a las preguntas, cuando sostuvo la mirada del contrario para solo recibir una palabra insípida y una carcajada por sus aventuras en las playas y en su invernadero. Tuvo que poner los ojos en blanco fuertemente porque claramente nunca estaría a la altura de Don Perversión, pero no estaba apuntando al cielo.- Lo hubiera dejado en la vez de las playas, sonaba más lujoso, ¿cierto? La arena fina y blanca, el agua cálida... Fue un excelente lugar, debo admitirlo.
Se dio cuenta entonces de que su pregunta había dado en el blanco cuando el contrario pareció cambiar totalmente la actitud. Se sintió ligeramente decepcionada cuando empezó a servir los chupitos sin siquiera darse un momento para abrirse con ella después de aquella charla de la honestidad y de no juzgarse unos a otros. Pero entonces, la respuesta le sorprendió. Ya la esperaba; tenía tiempo esperando a que fuera algo así, pero las palabras tenían mucho más carga detrás. Podía sentir su dolor y entendía el daño. Lo vio beberse un chupito tras otro, permaneciendo en silencio mientras entendía su pesar. Debía ser difícil cargar con eso, pero no dijo nada. No dijo nada por aliviar su dolor, nada amable, ninguna palabra de aliento. Solo estuvo ahí, existiendo junto a él, compartiendo su dolor y permitiéndole ahogarlo a como él pudiera. Había sido algo bastante directo, así que no se sorprendió cuando eligió el reto después de hacer su pregunta sobre Grecia.
De Grecia... Extraño el mar, extraño a mi familia, extraño las grandes fiestas, la libertad de salir a media noche y encontrar a alguien despierto y listo para salir a vivir la vida contigo a cualquier hora. Extraño... mi libertad, caminar por el puerto, la gente, las fiestas, las ferias, la vida... Extraño... todo.- Susurró, dándose cuenta al final que en su rostro había una sonrisa amarga y su mirada se había quedado perdida en la pared contraria de la sala. Suspiró al final, recordando el contraste del azul del mar con los colores azules de la ciudad. Se acercó entonces al borde del sillón, sirviendo tequila en dos de los tequileros, pasándole uno a él y quedándose con el otro.- Tu reto...- Murmuró, bebiéndose el trago de golpe, sin el limón ni la sal. Ella no pudo evitar las caras como él lo hizo, pero al menos la nostalgia se le había pasado.- Verdad.
-¿Sabes? Tuve sexo en una playa una vez. En la de Londres pero no es para nada como lo describes tú. Tendré que viajar a Grecia…- Dijo pensativo, llevándose una mano a la barba aunque en realidad el lo había hecho dentro del agua lo que hacia mas liviano el cuerpo de la mujer pero era una experiencia ideal. La arena…Tendría que probarlo -¿Me invitarás algún día?- Preguntó con una semi sonrisa.
Pero aquella sonrisa se borró y todo su rostro mutó con la pregunta de Sofía. Agradeció que no preguntara, que no indagara y tampoco volteó a mirarla porque si percibía algo de lástima en su mirada iba a perder los modales pero para echarla de la puta casa. Se concentró en el alcohol que era un viejo y fiel amigo para aquellos momentos y aunque el pecho le ardió de dolor, más le ardió la garganta asi que se quedó disfrutando del pedazo de limón antes de recostarse en el sofá. Se pasó la mano por la cara, un poco exasperado por simplemente haberlo dicho pero sabía que ella lo necesitaba y no pararía hasta saberlo todo. Entonces fue consciente de la respuesta de Sofía -No es por nada, pero suena a que aquí vives de una forma muy triste y realmente lo lamento. ¿Sabes que si te da por escuchar música a las tres de la mañana puedes contactar conmigo, no? Es decir, adoro tu cuerpo y si fuera por mi viviría en él pero si algun día solo quieres hacer otra cosa…Podemos ser amigos. Sé que tienes una imagen que respetar y comportarte de cierta manera por tu cargo, pero no por eso deberías dejar de vivir. No me parece justo…Y sin embargo, la guerra que se cierne sobre el mundo nos ha jodido la libertad a todos. Mis hermanos y yo solíamos ir mucho al London Eye ¿Lo conoces?- Lo dudaba. Seguramente ya estaba destruido cuando se mudó a la isla.
Al ver su reto, sonrió de lado y lo bebió seco; sin sal ni limón y soltó un gruñido bajo antes de escuchar que optaba otra vez por verdad. La miró a los ojos y la analizó un momento. Sabía que según lo que preguntara iría directo a por el tequila porque solía esquivarle las preguntas directas pero le interesaba conocer más de esa Sofía a la que poca gente llegaba a acceder -De acuerdo… ¿Qué es lo que más te gusta de Ouroboros?- Inquirió, a ver si sacando el lado positivo lograba apreciar lo que tenía actualmente y no vivía en el pasado. Él sabía perfectamente cuánto dolía eso.
Pero aquella sonrisa se borró y todo su rostro mutó con la pregunta de Sofía. Agradeció que no preguntara, que no indagara y tampoco volteó a mirarla porque si percibía algo de lástima en su mirada iba a perder los modales pero para echarla de la puta casa. Se concentró en el alcohol que era un viejo y fiel amigo para aquellos momentos y aunque el pecho le ardió de dolor, más le ardió la garganta asi que se quedó disfrutando del pedazo de limón antes de recostarse en el sofá. Se pasó la mano por la cara, un poco exasperado por simplemente haberlo dicho pero sabía que ella lo necesitaba y no pararía hasta saberlo todo. Entonces fue consciente de la respuesta de Sofía -No es por nada, pero suena a que aquí vives de una forma muy triste y realmente lo lamento. ¿Sabes que si te da por escuchar música a las tres de la mañana puedes contactar conmigo, no? Es decir, adoro tu cuerpo y si fuera por mi viviría en él pero si algun día solo quieres hacer otra cosa…Podemos ser amigos. Sé que tienes una imagen que respetar y comportarte de cierta manera por tu cargo, pero no por eso deberías dejar de vivir. No me parece justo…Y sin embargo, la guerra que se cierne sobre el mundo nos ha jodido la libertad a todos. Mis hermanos y yo solíamos ir mucho al London Eye ¿Lo conoces?- Lo dudaba. Seguramente ya estaba destruido cuando se mudó a la isla.
Al ver su reto, sonrió de lado y lo bebió seco; sin sal ni limón y soltó un gruñido bajo antes de escuchar que optaba otra vez por verdad. La miró a los ojos y la analizó un momento. Sabía que según lo que preguntara iría directo a por el tequila porque solía esquivarle las preguntas directas pero le interesaba conocer más de esa Sofía a la que poca gente llegaba a acceder -De acuerdo… ¿Qué es lo que más te gusta de Ouroboros?- Inquirió, a ver si sacando el lado positivo lograba apreciar lo que tenía actualmente y no vivía en el pasado. Él sabía perfectamente cuánto dolía eso.
Asintió a lo de invitarle algún día. Si resolvían lo de SAM, estaba segura de que muchas cosas volverían a ser como antes y solo haría falta cerrar los ojos y desaparecer para estar en aquel lugar paradisiaco de nueva cuenta.
El humor de ambos les cambió a uno más amargo. Era difícil, muy difícil pensar en el pasado, y aunque los pesares eran diferentes, parecía que de alguna manera podían entender el dolor del otro. Escuchó sus palabras después de aquel gran silencio. Tenían un deje de verdad, pero también uno de mentira.- No, no estoy triste solo es una vida diferente. Ya no soy la niña que era. En realidad no me criaron para ser parte del Consejo como... a Catherine, supongo, o a las otras. Me dejaron vivir porque sabían que después todo serían responsabilidades.- Describió, jugando con el anillo de Ouroboros en el dedo, girándolo mientras veía las piedras brillar con magia pura.- Creí que no te iba mucho eso de tener amigas... No sabía que podía contactarte para otra cosa a las tres de la mañana, pero sería agradable. Me gusta quedarme despierta cuando llueve por las noches, me trae paz... Y no, nunca conocí el London Eye fuera de las fotografías.- Levantó la mirada al contrario, sonriéndole suavemente y acercando su mano hasta tomar la de él, recostándose también en el sofá mientras escuchaba la nueva pregunta.- Me gusta... Sabes, me gusta mucho tener un espacio para mi. El jardín entero lleva mi apellido. En Grecia mi invernadero no era ni la tercera parte que este y eso es sin contar el jardín. Me gusta mi cabaña, aunque me falta remodelarla, solo he puesto empeño en la planta de arriba. Y ahora tengo amigos. Sayid, Catherine de hace poco, Sean, Lucio, todos...
Dejó su respuesta ahí, porque no quería ser la pesada que daba respuestas largas y ya llevaba dos. Al menos le había servido para recordar lo mucho que tenía. Escuchó la decisión del contrario, sintiéndose extrañada de que después de la primera pregunta aún escogiera verdad, como dándole la confianza para seguir indagando.- ¿Cuál es tu mayor miedo?
El humor de ambos les cambió a uno más amargo. Era difícil, muy difícil pensar en el pasado, y aunque los pesares eran diferentes, parecía que de alguna manera podían entender el dolor del otro. Escuchó sus palabras después de aquel gran silencio. Tenían un deje de verdad, pero también uno de mentira.- No, no estoy triste solo es una vida diferente. Ya no soy la niña que era. En realidad no me criaron para ser parte del Consejo como... a Catherine, supongo, o a las otras. Me dejaron vivir porque sabían que después todo serían responsabilidades.- Describió, jugando con el anillo de Ouroboros en el dedo, girándolo mientras veía las piedras brillar con magia pura.- Creí que no te iba mucho eso de tener amigas... No sabía que podía contactarte para otra cosa a las tres de la mañana, pero sería agradable. Me gusta quedarme despierta cuando llueve por las noches, me trae paz... Y no, nunca conocí el London Eye fuera de las fotografías.- Levantó la mirada al contrario, sonriéndole suavemente y acercando su mano hasta tomar la de él, recostándose también en el sofá mientras escuchaba la nueva pregunta.- Me gusta... Sabes, me gusta mucho tener un espacio para mi. El jardín entero lleva mi apellido. En Grecia mi invernadero no era ni la tercera parte que este y eso es sin contar el jardín. Me gusta mi cabaña, aunque me falta remodelarla, solo he puesto empeño en la planta de arriba. Y ahora tengo amigos. Sayid, Catherine de hace poco, Sean, Lucio, todos...
Dejó su respuesta ahí, porque no quería ser la pesada que daba respuestas largas y ya llevaba dos. Al menos le había servido para recordar lo mucho que tenía. Escuchó la decisión del contrario, sintiéndose extrañada de que después de la primera pregunta aún escogiera verdad, como dándole la confianza para seguir indagando.- ¿Cuál es tu mayor miedo?
-Ummm… dudo que q la Le Fay la hayan criado. Punto. Arleen me dijo que no tiene modales- Alzó suavemente el hombro pero era consciente de lo que le estaba diciendo. Sin embargo, sonaba como una buena infancia y adolescencia. Incluso adultez hasta hace poco, con lo cual, más que dolor Vishous percibía nostalgia. Mientras más conocía a aquellas mujeres que su madre tenía como deidad más cuenta se daba que simplemente eran personas normales con responsabilidades muy altas. Recordó como había cambiado el rostro de Sarah con su frase sobre las "expectativas". Pobre gente.
Al escuchar aquello de tener amigas, alzó el hombro -Se cómo tratar a las mujeres porque se cómo me gustaría que trataran a mí hermana. Esos son mis estándares. Aunque a veces halla bocas y cuerpos pecaminosos que me hagan perder los modales- Alzó las cejas un par de veces para luego sonreír de lado -No creas que no intentaré besarte y estar contigo en una de esas noches- Le dejó muy en claro aquello, porque para él el sexo llegaba a ser su propia medicina -Si tras la guerra está reconstruido te llevaré. Es un buen lugar para apreciar Londres- Le explicó y observó cómo deslizó su mano hacia la de él. La mirada diamantina de Vishous evaluó el gesto y por su mente pasaron numerosos pensamientos. El primero es que era curioso que fuese ella la que buscase el contacto físico cuando el había intentado no presionarla. Y también que esperaba que no… trato de no pensarlo, tiró de ella hasta atraerla hacia él, disfrutando de la cercanía de su cuerpo. Pasó un brazo por encima de sus hombros y dejó que se recostara con él -Entonces sólo estás adaptándose a tu nueva vida. Pronto tendrás nuevos recuerdos que valoraras tanto como esos que añoras- Indico pensativo.
Al elegir verdad había escogido un sendero peligroso pero la pregunta de Sofía no le incómodo tanto porque tenía la respuesta -Perder el control de mi poder- Respondió con claridad y frunció el ceño. Alzó la mano para mostrársela pero en ese momento no brillaba, solo se veía el tatuaje -Esta mañana la he usado bastante en el entrenamiento con Sarah y estoy cargado de energía. No hice ejercicio en la tarde porque estuve con el papeleo de los reclutas pero la migraña me acompaño por culpa de la advertencia. Entonces… me da miedo realmente ser el monstruo que dicen que puedo ser- Expresó sin ningún problema. Alzó las piernas, cruzandolas por los tobillos y poniéndolas en la mesa, estirándose cuan largo era para estar cómodo -¿Verdad o reto?- Preguntó a la pelirroja mientras la mano sobre su hombro la acariciaba suavemente. Al escuchar su respuesta sonrio de lado -¿Llevas bragas? - preguntó inclinándose a su oído.
Al escuchar aquello de tener amigas, alzó el hombro -Se cómo tratar a las mujeres porque se cómo me gustaría que trataran a mí hermana. Esos son mis estándares. Aunque a veces halla bocas y cuerpos pecaminosos que me hagan perder los modales- Alzó las cejas un par de veces para luego sonreír de lado -No creas que no intentaré besarte y estar contigo en una de esas noches- Le dejó muy en claro aquello, porque para él el sexo llegaba a ser su propia medicina -Si tras la guerra está reconstruido te llevaré. Es un buen lugar para apreciar Londres- Le explicó y observó cómo deslizó su mano hacia la de él. La mirada diamantina de Vishous evaluó el gesto y por su mente pasaron numerosos pensamientos. El primero es que era curioso que fuese ella la que buscase el contacto físico cuando el había intentado no presionarla. Y también que esperaba que no… trato de no pensarlo, tiró de ella hasta atraerla hacia él, disfrutando de la cercanía de su cuerpo. Pasó un brazo por encima de sus hombros y dejó que se recostara con él -Entonces sólo estás adaptándose a tu nueva vida. Pronto tendrás nuevos recuerdos que valoraras tanto como esos que añoras- Indico pensativo.
Al elegir verdad había escogido un sendero peligroso pero la pregunta de Sofía no le incómodo tanto porque tenía la respuesta -Perder el control de mi poder- Respondió con claridad y frunció el ceño. Alzó la mano para mostrársela pero en ese momento no brillaba, solo se veía el tatuaje -Esta mañana la he usado bastante en el entrenamiento con Sarah y estoy cargado de energía. No hice ejercicio en la tarde porque estuve con el papeleo de los reclutas pero la migraña me acompaño por culpa de la advertencia. Entonces… me da miedo realmente ser el monstruo que dicen que puedo ser- Expresó sin ningún problema. Alzó las piernas, cruzandolas por los tobillos y poniéndolas en la mesa, estirándose cuan largo era para estar cómodo -¿Verdad o reto?- Preguntó a la pelirroja mientras la mano sobre su hombro la acariciaba suavemente. Al escuchar su respuesta sonrio de lado -¿Llevas bragas? - preguntó inclinándose a su oído.
Rió suavemente cuando mencionó lo de los modales de Catherine. Lo cierto es que podía ser muy estirada cuando quería, pero era una buena chica y después de su acercamiento en la boda la sentía más agradable que nunca. Si bien la definición de sus estándares le hizo sonreir, fue su cara la que logró que finalmente aliviara el gesto y pudiera aceptar su compañía de manera abierta.- No me opongo a eso. Como te digo, la lluvia me relaja, pero también me pone melancólica. No creo que pudiera hacer nada de lo que hicimos en mi habitación.- Susurró, a sabiendas de que la lluvia en Ouroboros no era tan constante como en Londres.- Es una cita.- Dijo, soltando una risita suave mientras decía la palabra que seguro a él no le gustaría. Si bien, no esperaba nada del contacto con su mano, se sorprendió bastante al sentir como tiraba de ella hasta tenerla bajo su brazo. Le miró un instante antes de recostar la cabeza en el hombro del moreno, disfrutando del momento más de lo que debería. Asintió a sus palabras, en realidad tenía que aceptar aún que su vida en Grecia no sería la misma nunca. Debía prepararse para cerrar ese ciclo de juventud y pasar a una vida más adulta de la que tenía, pero conservando su chispa y su alegría. Era un paso difícil pero necesario.
Escuchó entonces lo que el contrario respondía sobre su pregunta. Era algo que más o menos ya tenía entendido, pero que no le había explicado de manera detallada. Miró la mano del contrario, observando el tatuaje mientras le escuchaba con atención. Giró el rostro suavemente con aquella última sentencia, dejando un suave beso en su mejilla para luego sonreírle con ternura.- "El hombre más peligroso es aquel que tiene miedo"- Dijo bajo, citando a algún escritor que había conocido entre sus lecturas.- Esto es... como todo. Cuando temes que algo te sale mal, el cuerpo se predispone. Es en estos momentos donde debes estar más relajado y seguro de que todo estará bien. Yo sé que puedes.- Murmuró, repitiendo las palabras que creía haberle dicho alguna vez cuando le habló de sus tatuajes.
Volvió al juego cuando el contrario lanzó aquella pregunta, haciéndola reír al instante. Casi por inercia sintió una chispa de la felicidad que había tenido el día anterior.- No precisamente. Pero es un conjunto completo. No voy sin nada, si eso es lo que quieres saber.- Sonrió de nuevo, haciéndole al instante la pregunta obligada, recibiendo la respuesta con duda en sí misma. Ya había usado su reto del chupito, tenía que ser algo más interesante. Cuando le vio acomodarse, no tuvo pegas en hacer lo mismo. Subió los pies al sofá por debajo de su cuerpo, aún recostada contra el moreno y con la cabeza en su hombro. Era un buen lugar para estar después del día que tuvo y si el sillón se ensuciaba, le compraba uno nuevo. Total, ya tenía suficiente con el día que había tenido. De pronto, una chispa le iluminó el rostro, encontrando el reto perfecto. Algo que unía en uno solo algo personal, algo familiar y algo que quería conocer del contrario.- Dijiste que tu y tus hermanos se juntaban siempre para el karaoke...- Murmuró, mirándole desde su posición, mordiéndose el labio para ocultar su sonrisa por la travesura que estaba a punto de hacerle.- Cántame algo. Tienes el escenario para ti solo.
Escuchó entonces lo que el contrario respondía sobre su pregunta. Era algo que más o menos ya tenía entendido, pero que no le había explicado de manera detallada. Miró la mano del contrario, observando el tatuaje mientras le escuchaba con atención. Giró el rostro suavemente con aquella última sentencia, dejando un suave beso en su mejilla para luego sonreírle con ternura.- "El hombre más peligroso es aquel que tiene miedo"- Dijo bajo, citando a algún escritor que había conocido entre sus lecturas.- Esto es... como todo. Cuando temes que algo te sale mal, el cuerpo se predispone. Es en estos momentos donde debes estar más relajado y seguro de que todo estará bien. Yo sé que puedes.- Murmuró, repitiendo las palabras que creía haberle dicho alguna vez cuando le habló de sus tatuajes.
Volvió al juego cuando el contrario lanzó aquella pregunta, haciéndola reír al instante. Casi por inercia sintió una chispa de la felicidad que había tenido el día anterior.- No precisamente. Pero es un conjunto completo. No voy sin nada, si eso es lo que quieres saber.- Sonrió de nuevo, haciéndole al instante la pregunta obligada, recibiendo la respuesta con duda en sí misma. Ya había usado su reto del chupito, tenía que ser algo más interesante. Cuando le vio acomodarse, no tuvo pegas en hacer lo mismo. Subió los pies al sofá por debajo de su cuerpo, aún recostada contra el moreno y con la cabeza en su hombro. Era un buen lugar para estar después del día que tuvo y si el sillón se ensuciaba, le compraba uno nuevo. Total, ya tenía suficiente con el día que había tenido. De pronto, una chispa le iluminó el rostro, encontrando el reto perfecto. Algo que unía en uno solo algo personal, algo familiar y algo que quería conocer del contrario.- Dijiste que tu y tus hermanos se juntaban siempre para el karaoke...- Murmuró, mirándole desde su posición, mordiéndose el labio para ocultar su sonrisa por la travesura que estaba a punto de hacerle.- Cántame algo. Tienes el escenario para ti solo.
-Hay muchas formas de tener sexo. Te lo he dicho en alguna ocasión… no se trata de los juguetes es una cosa de control. Con lo cual… tu tranquila. Yo me encargo- le guiño un ojo. Lo cierto es que en alguna de sus fantasías, de esas que tenía cuando dejaba a su mente divagar, se preguntaba cómo se vería Sofía cabalgándolo. Pero eso implicaba dejarle tomar mucho más riendas y no estaba del todo seguro de hacer aquello, de cómo se sentiría, de si le afectaría realmente. Siempre había sido alguien dominante y ella parecía no tener problemas en ser más pasiva en el sexo. Aunque claro. Sólo habían tenido un par de encuentros. Le quedaba mucho por aprender -Hmmmh- Soltó ese sonido cuando mencionó la palabra cita - Sabes que esa palabra implica … o sea. No estamos siendo exclusivos ¿No?- Preguntó porque todas sus alarmas internas se activaron al oír esa palabra aunque no mentiría que tenerla entre sus brazos tentandolo con sus risitas y el aroma natural de su cuerpo no le parecía extremadamente placentero.
La respuesta que ella le dijo le hizo hacer una mueca hosca que se le borro con el beso -No sé ni de lo que soy capaz. Evidentemente tengo miedo. Y si algún día se me va de las manos y hago kaboom con el planeta?- Le preguntó alzando ambas cejas para que fuera consciente de peligro de su poder. Pero tras ello vino la respuesta a su pregunta y eso, sin duda, dio una descarga directa a sus pantalones al imaginarse lo que llevaba puesto. Lencería. Segurísimo. No se contuvo. La vio acomodarse pero decidió que mejor lo hiciera sobre él. La atrajo hacia sí mismo, acomodándola a horcajadas sobre el, no exactamente sobre su entrepierna pero ella podría adivinarlo. Puso las manos en su cadera oyendo el reto. Río, de forma baja, y negó con la cabeza. -Canto de todo un poco- se llevó una mano a la barba, "peinándosela" hacia abajo mientras pensaba. Traslado el control de la música hacia él y cambió la canción, luego puso el modo karaoke. Carraspeó un poco, la observó a los ojos y empezó a cantar la canción, lo cierto es que había tenido que ajustar un poco el tono para llegar a la original porque su voz era mucho más gruesa pero al menos algo dejaba ver
Show me what it's like
To be the last one standing
And teach me wrong from right
And I'll show you what I can be
Say it for me, say it to me
And I'll leave this life behind me
Say it if it's worth saving me
Finalizó, sonriendo y guiñándole un ojo. Esa canción solía gustarle a su familia así que por eso la eligió. Cuando preguntó y ella eligió verdad le miro con el ceño fruncido y negando con la cabeza -Mmmm ¿Por qué no escoges reto?- Inquirió y deslizó las manos hacia sus muslos con la poco solemne intencion de ir subiéndole un poco más el vestido que ya le había traicionado al ponerla sobre el de esa manera. Pero quería ver lo que había debajo. No, necesitaba ver lo que había debajo.
La respuesta que ella le dijo le hizo hacer una mueca hosca que se le borro con el beso -No sé ni de lo que soy capaz. Evidentemente tengo miedo. Y si algún día se me va de las manos y hago kaboom con el planeta?- Le preguntó alzando ambas cejas para que fuera consciente de peligro de su poder. Pero tras ello vino la respuesta a su pregunta y eso, sin duda, dio una descarga directa a sus pantalones al imaginarse lo que llevaba puesto. Lencería. Segurísimo. No se contuvo. La vio acomodarse pero decidió que mejor lo hiciera sobre él. La atrajo hacia sí mismo, acomodándola a horcajadas sobre el, no exactamente sobre su entrepierna pero ella podría adivinarlo. Puso las manos en su cadera oyendo el reto. Río, de forma baja, y negó con la cabeza. -Canto de todo un poco- se llevó una mano a la barba, "peinándosela" hacia abajo mientras pensaba. Traslado el control de la música hacia él y cambió la canción, luego puso el modo karaoke. Carraspeó un poco, la observó a los ojos y empezó a cantar la canción, lo cierto es que había tenido que ajustar un poco el tono para llegar a la original porque su voz era mucho más gruesa pero al menos algo dejaba ver
Show me what it's like
To be the last one standing
And teach me wrong from right
And I'll show you what I can be
Say it for me, say it to me
And I'll leave this life behind me
Say it if it's worth saving me
Finalizó, sonriendo y guiñándole un ojo. Esa canción solía gustarle a su familia así que por eso la eligió. Cuando preguntó y ella eligió verdad le miro con el ceño fruncido y negando con la cabeza -Mmmm ¿Por qué no escoges reto?- Inquirió y deslizó las manos hacia sus muslos con la poco solemne intencion de ir subiéndole un poco más el vestido que ya le había traicionado al ponerla sobre el de esa manera. Pero quería ver lo que había debajo. No, necesitaba ver lo que había debajo.
Está bien, está bien, dejaré trabajar al experto.- Bromeó después del tema del sexo bajo la lluvia, que después de todo no sonaba mal. Incluso era algo que le sonaba bien. Supo entonces que la palabra 'cita' no había sido del agrado del contrario, pues al instante comenzó a renegar sobre ella, mientras ella solo reía por lo bajo. Cuando él terminó, con la pregunta, le miró con mucha seriedad, fingida pero realista. Seguro lo hacía rayarse más.- ¿Qué dices? ¿Que no somos exclusivos? ¿Te crees que yo estaría teniendo sexo con alguien que me es infiel? - Mantuvo la mirada en la del contrario por unos momentos, dejando que el silencio incómodo se alargara antes de reír de nueva cuenta.- No puedo evitar hablar de cierta manera. Te tomas muy literal las palabras. Solo era una expresión.- Dijo, cada vez de mejor humor mientras volvía a acomodarse con él. Un pensamiento le cruzó la cabeza y pensó... ¿debería decirle? Entendía que él estaba conforme con el arreglo, pero ella era un poco más aprehensiva consigo misma como para ocultarle su vida privada, al menos a él.- Estoy viendo a dos hombres más. No es sexo, por lo regular no me acuesto con nadie, es... conocer a dos personas nuevas. Pero uno de ellos quiere que vayamos más en serio.- Murmuró. No quería su opinión, no se lo decía por eso. Tampoco quería que le comenzara a preguntar por él, pues ella misma tenía clara la situación. No tenía caso.- No te lo digo por nada en particular, no estoy buscando tu bendición, ni tampoco un consejo. No sé por qué estoy contándote esto... debe ser el tequila.
Murmuró, cambiando de tema rápidamente a la cuestión de sus miedos. Atenuar el miedo del moreno se sentía más fácil que tratar de calmar los propios, aunque todo fuera en teoría.- Si explota... será el destino. Creemos en la magia pero no nos da por pensar que, tal vez, sí existe ese camino trazado por todos. ¿Qué le dirías a alguien que tiene tus miedos, a alguien que está en tu situación y por qué no puedes ser igual de empático y amoroso contigo mismo? - Susurró, dejándole de nuevo el beso en la mejilla, tratando de bajar sus temores, sobre todo ese día que parecía tener todo tan a flor de piel. Vio de manera transparente el plan del contrario cuando la atrajo a sí mismo, sentándole a horcajadas sobre sus piernas. Lo sintió cuando el vestido se levantó, mostrando más de la mitad de sus muslos cuando el vestido se levantó. Al menos tenía asiento en primera fila para escucharle cantar.
Esperó a que estuviera listo y cuando lo estuvo, conectó su mirada a la del contrario y no le dejó escapar hasta que la última nota salió de su boca. Entendió cada palabra, cada gesto, cada nota y comprendió, por un segundo, que el dolor que había mostrado hacía un rato no podía ser de otra cosa que de un amor no correspondido. Cuando terminó, colocó su frente en la del contrario y le besó con suavidad, profundidad y ternura. Tenía que enterarse que aquella canción no debía representarle. Cuando se separó, miró entonces su ceño fruncido y rió suavemente, escuchando la pregunta. Se separó suavemente de él y se bajó el vestido por entre sus piernas mientras las manos del contrario se empeñaban en subir por sus muslos con aquella erótica decadencia. Tras pensar un momento, le habló.- Le tengo miedo a tus retos. No sé qué es lo que vas a pedirme, no tengo idea. Temo... que me lleves más allá de mis límites. Y que me guste, o me disguste. O no pueda volver a ser yo misma, que tus manos y tu boca me cambien. No quiero.- Susurró, preguntando de inmediato hasta obtener la información necesaria para la siguiente ronda. Escogió verdad, y sabía bien la pregunta que quería.- ¿Qué piensas de mi?
Murmuró, cambiando de tema rápidamente a la cuestión de sus miedos. Atenuar el miedo del moreno se sentía más fácil que tratar de calmar los propios, aunque todo fuera en teoría.- Si explota... será el destino. Creemos en la magia pero no nos da por pensar que, tal vez, sí existe ese camino trazado por todos. ¿Qué le dirías a alguien que tiene tus miedos, a alguien que está en tu situación y por qué no puedes ser igual de empático y amoroso contigo mismo? - Susurró, dejándole de nuevo el beso en la mejilla, tratando de bajar sus temores, sobre todo ese día que parecía tener todo tan a flor de piel. Vio de manera transparente el plan del contrario cuando la atrajo a sí mismo, sentándole a horcajadas sobre sus piernas. Lo sintió cuando el vestido se levantó, mostrando más de la mitad de sus muslos cuando el vestido se levantó. Al menos tenía asiento en primera fila para escucharle cantar.
Esperó a que estuviera listo y cuando lo estuvo, conectó su mirada a la del contrario y no le dejó escapar hasta que la última nota salió de su boca. Entendió cada palabra, cada gesto, cada nota y comprendió, por un segundo, que el dolor que había mostrado hacía un rato no podía ser de otra cosa que de un amor no correspondido. Cuando terminó, colocó su frente en la del contrario y le besó con suavidad, profundidad y ternura. Tenía que enterarse que aquella canción no debía representarle. Cuando se separó, miró entonces su ceño fruncido y rió suavemente, escuchando la pregunta. Se separó suavemente de él y se bajó el vestido por entre sus piernas mientras las manos del contrario se empeñaban en subir por sus muslos con aquella erótica decadencia. Tras pensar un momento, le habló.- Le tengo miedo a tus retos. No sé qué es lo que vas a pedirme, no tengo idea. Temo... que me lleves más allá de mis límites. Y que me guste, o me disguste. O no pueda volver a ser yo misma, que tus manos y tu boca me cambien. No quiero.- Susurró, preguntando de inmediato hasta obtener la información necesaria para la siguiente ronda. Escogió verdad, y sabía bien la pregunta que quería.- ¿Qué piensas de mi?
Vishous sostuvo la mirada de Sofía con un gesto serio e inescrutable cuando le soltó aquello de “infidelidad”. Le sentó fatal. Le sentó muy mal. Porque cuando había estado con Leticia, por mucho que pudiera admirar a otras mujeres, nunca había sido infiel. Pero con ella habían sido novios desde muy jóvenes y él no había considerado ninguna otra cosa. Su respiración se ralentizo mientras el silencio se extendió generando mucha incomodidad hasta que la pelirroja se rio -Tengo mucho cuidado con las palabras que digo porque nunca quiero meterme en problemas por confusiones. No juegues conmigo así, por favor. Fui sincero contigo desde el primer momento- Le pidió, en un tono neutral, pero sin embargo su ceño estaba fruncido. La apertura sobre sus relaciones le confundió -¿Y tú estás dispuesta a llevar algo más serio? ¿Con alguien que no sabes cómo es en la cama?...Sofíaaaaa…- Alargó la A antes de soltar un “tsk” y negar con el dedo -Mala decisión. Imaginate enamorarte de alguien que no sabe cómo follarte como te gusta…Deberías probarlos en la cama y ver qué tal te sientes con ellos- Alzó los hombros -Una vida de mujer mal follada te llevará a deprimirte y ser infeliz- Sentenció -Puedes contarme lo que te apetezca- Indicó.
-Jaque mate- Indicó Vishous cuando Sofía lo dejó en blanco. ¿Qué le diría a alguien en su misma posición? Su trabajo precisamente era darle órdenes a sus inferiores para que algún día llevaran méritos como él y defendieran con su vida al Consejo de los 20 y a Ouroboros. Eso lo analizaría mañana. ¿Qué demonios tenían las pelirrojas que lo ponían a comerse el coco? Eso le recordó que debía hablar con Chloe. Seriamente. Y después sexualmente, quién sabía.
Le sorprendió la atención que le prestó la pelirroja porque aunque era costumbre semanal cantar para su familia, en ese preciso instante se le antojaba algo íntimo y las palabras que salían de su boca se sentían cada vez más certeras, más sinceras, más profundas. Sin embargo, le mantuvo la mirada porque no vio en ella ningún atisbo de juicio y tampoco de admiración. Ambas cosas importantes para él. Pero buscaba comprender y él no estaba seguro de abrir esa caja de Pandora. Recibió el beso y subió inmediatamente una mano a su nuca para atraerla contra sí, mientras su otro brazo le rodeaba la cadera; la profundidad y cadencia de su beso intentaba decirle algo que sí que estaba dispuesto a escuchar. Pero nunca lo reconocería. Cuando se alejó, pasó el pulgar por su labio inferior antes de oírla reír tan cantarinamente. La vio bajarse el vestido y entonces escuchó su respuesta. Depositó las manos en su cadera con firmeza y le hizo mirarle -Sofía. Primero que nada, siempre puedes decir que no- Eso debía dejárselo claramente dicho -Aparte de eso. Mi intención no es cambiarte, es que puedas tener la libertad sexual que quieras. ¿Qué sucede si te gusta? ¿Qué sucede si cambias? ¿Por qué crees que es algo malo? Si te liberas de tabúes estarás más tranquila y serás más feliz. Lo que suceda entre estas cuatro paredes, en tu casa, o donde sea que nos veamos quedará entre nosotros dos. Yo también tengo mis límites. Todos los tenemos. Si me dejas, yo puedo ayudarte a conocerte un poco más. Tú decides hasta donde quieres llegar-
La pregunta siguiente le hizo sonreír -¿Si me tomo un tequila vas a comerte la cabeza?- Se rió a carcajadas ante su expresión y cuando la sintió tensarse, le envolvió la cintura entre sus brazos -Has sido una sorpresa- Confesó -Sinceramente, pese a que tenías esa pecaminosa boquita de adorno y que la usabas sólo para elegantes palabras y elocuente labia; pero no, sorprendentemente sabes hacer otras cosas con ella. Eres más profunda de lo que creí pero me entristece saber que no estás viviendo tu vida como podrías hacerlo. Sé que mucho de eso se corresponde a tu posición pero creo que en la intimidad debes dejar la fachada para los demás y ser sólo tú. Eres encantadora. Bastante altruista pero creo que te esfuerzas demasiado en demostrarle a las personas que eres feliz…Te esfuerzas mucho- Le respondió, pensando que sería suficiente -Y la chupas muy bien- Agregó, para quitarle un poquito de peso al asunto. El juego se estaba alargando mucho para su gusto y la depositó suavemente en el sofá, poniendo su cuerpo sobre el de ella y desviando su cabeza hacia su delicioso cuello, respirando así ese aroma natural que descargaba relámpagos de placer directo a su virilidad, la que no dudo en rozar contra su núcleo -Y adictiva ¿Te dije eso?- Se rió, bajo -¿Verdad o reto?- Preguntó besando su cuello mientras hacia que sus piernas lo rodearan. Aún estaban vestidos pero no dejaba de causarle algo de morbo tenerla así. Subió una de sus manos por sus muslos sintiendo la piel cálida y suave de la descendiente erizarse bajo el toque de su mano.
-Jaque mate- Indicó Vishous cuando Sofía lo dejó en blanco. ¿Qué le diría a alguien en su misma posición? Su trabajo precisamente era darle órdenes a sus inferiores para que algún día llevaran méritos como él y defendieran con su vida al Consejo de los 20 y a Ouroboros. Eso lo analizaría mañana. ¿Qué demonios tenían las pelirrojas que lo ponían a comerse el coco? Eso le recordó que debía hablar con Chloe. Seriamente. Y después sexualmente, quién sabía.
Le sorprendió la atención que le prestó la pelirroja porque aunque era costumbre semanal cantar para su familia, en ese preciso instante se le antojaba algo íntimo y las palabras que salían de su boca se sentían cada vez más certeras, más sinceras, más profundas. Sin embargo, le mantuvo la mirada porque no vio en ella ningún atisbo de juicio y tampoco de admiración. Ambas cosas importantes para él. Pero buscaba comprender y él no estaba seguro de abrir esa caja de Pandora. Recibió el beso y subió inmediatamente una mano a su nuca para atraerla contra sí, mientras su otro brazo le rodeaba la cadera; la profundidad y cadencia de su beso intentaba decirle algo que sí que estaba dispuesto a escuchar. Pero nunca lo reconocería. Cuando se alejó, pasó el pulgar por su labio inferior antes de oírla reír tan cantarinamente. La vio bajarse el vestido y entonces escuchó su respuesta. Depositó las manos en su cadera con firmeza y le hizo mirarle -Sofía. Primero que nada, siempre puedes decir que no- Eso debía dejárselo claramente dicho -Aparte de eso. Mi intención no es cambiarte, es que puedas tener la libertad sexual que quieras. ¿Qué sucede si te gusta? ¿Qué sucede si cambias? ¿Por qué crees que es algo malo? Si te liberas de tabúes estarás más tranquila y serás más feliz. Lo que suceda entre estas cuatro paredes, en tu casa, o donde sea que nos veamos quedará entre nosotros dos. Yo también tengo mis límites. Todos los tenemos. Si me dejas, yo puedo ayudarte a conocerte un poco más. Tú decides hasta donde quieres llegar-
La pregunta siguiente le hizo sonreír -¿Si me tomo un tequila vas a comerte la cabeza?- Se rió a carcajadas ante su expresión y cuando la sintió tensarse, le envolvió la cintura entre sus brazos -Has sido una sorpresa- Confesó -Sinceramente, pese a que tenías esa pecaminosa boquita de adorno y que la usabas sólo para elegantes palabras y elocuente labia; pero no, sorprendentemente sabes hacer otras cosas con ella. Eres más profunda de lo que creí pero me entristece saber que no estás viviendo tu vida como podrías hacerlo. Sé que mucho de eso se corresponde a tu posición pero creo que en la intimidad debes dejar la fachada para los demás y ser sólo tú. Eres encantadora. Bastante altruista pero creo que te esfuerzas demasiado en demostrarle a las personas que eres feliz…Te esfuerzas mucho- Le respondió, pensando que sería suficiente -Y la chupas muy bien- Agregó, para quitarle un poquito de peso al asunto. El juego se estaba alargando mucho para su gusto y la depositó suavemente en el sofá, poniendo su cuerpo sobre el de ella y desviando su cabeza hacia su delicioso cuello, respirando así ese aroma natural que descargaba relámpagos de placer directo a su virilidad, la que no dudo en rozar contra su núcleo -Y adictiva ¿Te dije eso?- Se rió, bajo -¿Verdad o reto?- Preguntó besando su cuello mientras hacia que sus piernas lo rodearan. Aún estaban vestidos pero no dejaba de causarle algo de morbo tenerla así. Subió una de sus manos por sus muslos sintiendo la piel cálida y suave de la descendiente erizarse bajo el toque de su mano.
Se dio cuenta de lo mal que le sentó la broma, y en realidad eso esperaba que pasara. Pero eso se llevaba por tomarse todo tan en serio y darle tantas vueltas a algo que ya habían conversado con anterioridad. Ambos habían aceptado que el tiempo juntos sería lo que tuviera que ser y que sería solo eso, tiempo que pasaban en compañía del otro. Cuando pidió que no jugara con él, incluso pidiéndolo por favor, suspiró y entendió que era algo que le traía malos ratos o un tema sensible.- Fuiste sincero, sí. Y también te dije que no puedo cambiar el cómo hablo y me expreso... a menos que eso sea lo que quieras, pero si tengo que pensar todo el rato en lo que digo, esta ya no sería yo.- Murmuró, pasándole el índice por el ceño, tratando de quitarlo de el medio. Al menos la regañina que le puso después sirvió para aliviar un poco todo.- Es que no quiero tener sexo con ellos.- Rió suavemente, aunque luego corrigió.- Digo, que no quiero tenerlo ahora. Lo que tenemos tu y yo no quiero repetirlo con nadie. Son relaciones muy diferentes. Y para mi, el sexo no es algo que busque a diario. No es que lo... necesite.- Mencionó, que en realidad podía estar bastante en abstinencia.
Al menos el contrario pareció dejar de rayarse un poco con aquello de su más grande miedo, pues parecía haber entendido que debía tenerle más amor a sus dones para poder controlarlos. Le gustó la reacción del moreno al beso que dejó en sus labios después de la canción, llevándolo a una profundidad muy diferente a la que ella conducía. Y, sin embargo, había algo diferente en sus labios que solo la lujuria habitual que él dejaba en ella. Cuando el beso terminó y las manos se colocaron firmes sobre sus caderas después de su respuesta, entendió que venía otro momento de sermón.- Ya sé que puedo decir no.- Interrumpió, aunque luego volvió a callar para mirarle mientras el contrario continuaba. Su frase final dio en el clavo de sus dudas, haciéndola suspirar.- Esa es la cosa. No sé hasta donde quiero llegar contigo. Mi cabeza me dice 'basta' y a la vez me dice 'hazlo todo, dalo todo' cada vez que estoy contigo.- Dijo de manera sincera. Era su dilema, su preocupación, y cuando estaba con él era más fácil ignorar a la que decía basta y aceptar a la otra.
Ante su intento de salir indemne de aquello, soltó una risa y asintió enérgicamente. Definitivamente no iba a dejarle tomarse nada en esa pregunta. Iba de responder, pero dejó que comenzara y rió ante su primer comentario. A medida que iba hablando, pasó un momento con la sonrisa en los labios, pasando después a la seriedad, incluso a la tristeza por estarle dando esa impresión de sí misma. No le gustaba que se sintiera triste por ella y sin embargo su rostro reflejaba dolor por aquel comentario. La sonrisa volvió cuando le llamó encantadora, desviándole la mirada un segundo por el halago, y finalmente soltando una carcajada inesperada ante la sorpresa de aquella última característica, que para él debía ser una de las más importantes. Tras aquella sorpresa, dejó que el contrario cambiara de posición y apenas sin darle tiempo a responder, ya tenía el rostro enterrado en su cuello y al moreno entre las piernas.- Adictiva... Suena peligroso. Suena...- Tuvo que dejar la frase a medias mientras de sus labios escapaba un suave jadeo ante la presencia de los labios del contrario contra su piel. Apretó con fuerza sus piernas para rodear al moreno mientras giraba el rostro y sostenía el lóbulo de su oreja entre los dientes.- Reto...- Suspiró contra él, girándole el rostro para besarle, con las manos aprisionándole por la nuca contra ella, fundiéndolo contra su cuerpo y sus labios.
Al menos el contrario pareció dejar de rayarse un poco con aquello de su más grande miedo, pues parecía haber entendido que debía tenerle más amor a sus dones para poder controlarlos. Le gustó la reacción del moreno al beso que dejó en sus labios después de la canción, llevándolo a una profundidad muy diferente a la que ella conducía. Y, sin embargo, había algo diferente en sus labios que solo la lujuria habitual que él dejaba en ella. Cuando el beso terminó y las manos se colocaron firmes sobre sus caderas después de su respuesta, entendió que venía otro momento de sermón.- Ya sé que puedo decir no.- Interrumpió, aunque luego volvió a callar para mirarle mientras el contrario continuaba. Su frase final dio en el clavo de sus dudas, haciéndola suspirar.- Esa es la cosa. No sé hasta donde quiero llegar contigo. Mi cabeza me dice 'basta' y a la vez me dice 'hazlo todo, dalo todo' cada vez que estoy contigo.- Dijo de manera sincera. Era su dilema, su preocupación, y cuando estaba con él era más fácil ignorar a la que decía basta y aceptar a la otra.
Ante su intento de salir indemne de aquello, soltó una risa y asintió enérgicamente. Definitivamente no iba a dejarle tomarse nada en esa pregunta. Iba de responder, pero dejó que comenzara y rió ante su primer comentario. A medida que iba hablando, pasó un momento con la sonrisa en los labios, pasando después a la seriedad, incluso a la tristeza por estarle dando esa impresión de sí misma. No le gustaba que se sintiera triste por ella y sin embargo su rostro reflejaba dolor por aquel comentario. La sonrisa volvió cuando le llamó encantadora, desviándole la mirada un segundo por el halago, y finalmente soltando una carcajada inesperada ante la sorpresa de aquella última característica, que para él debía ser una de las más importantes. Tras aquella sorpresa, dejó que el contrario cambiara de posición y apenas sin darle tiempo a responder, ya tenía el rostro enterrado en su cuello y al moreno entre las piernas.- Adictiva... Suena peligroso. Suena...- Tuvo que dejar la frase a medias mientras de sus labios escapaba un suave jadeo ante la presencia de los labios del contrario contra su piel. Apretó con fuerza sus piernas para rodear al moreno mientras giraba el rostro y sostenía el lóbulo de su oreja entre los dientes.- Reto...- Suspiró contra él, girándole el rostro para besarle, con las manos aprisionándole por la nuca contra ella, fundiéndolo contra su cuerpo y sus labios.
-No, no es lo que busco. Pero siento una necesidad de repetir las cosas constantemente. Ya me ha pasado antes, por eso soy un pesado- Se llevó una mano al pecho a modo de disculpa silenciosa para luego sorprenderse de lo otro. Sobretodo la parte de “lo que tenemos”. ¿Tenían algo? Mierda. Un momento. Precisamente, en el momento anterior había hablado sobre su forma de expresarse. Pero …¿Sólo estaba teniendo relaciones con él? La miró, bastante sorprendido -Estoy halagado…Yo, por el contrario, lo necesito- Agitó la mano “maldita” levemente -Siempre he sentido que tengo una incansable energía. El ejercicio ayuda, por eso acabé en la Guardia, y por mis propios valores morales. Mis hobbies siempre son de actividad física. Excepto la cetrería…Y el sexo es otro de los canales donde logro relajarme realmente y descansar- Le informó su propia realidad y desvió la mirada hacia sus manos observando la tatuada con algo de reticencia, pensando en aquello de…¿Qué le aconsejaría a alguien en su misma posición? Pero lo dejó de lado. Dijo que se respondería mañana, no hoy. Luego, todo lo que sucedió, le dejó un buen regusto. Sobretodo la respuesta de la pelirroja que le hizo sonreír -Sofía… Hazle caso a la segunda y cuando deje de gustarte dices “basta ya”- Alzó los hombros, él lo veía sencillo pero tenía años de practica en ello y también en mujeres que como ella tenían tabúes y limites muy restrictivos porque no les apetecía o no les habían guiado a conocer algo más.
Le pareció casi tierno que apartara la mirada con su halago pero le gustó más la risa cristalina que ya asociaba con ella -Lo es…- Indicó cuando señaló que eso sonaba peligroso -Para mi, mucho- Confesó pero no podía evitarlo, su propia cadera se movía a un ritmo cadencioso presionando contra la de Sofía en busca de encender su deseo. No tardó mucho en oírla jadear y sabía perfectamente, por cómo le estrechaba, que estaba tan deseosa como él pero el colmo llegó con aquel mordisco y finalmente una palabra que deseaba oír desde que iniciaron aquel tira y afloja. Una de sus manos subió, enredándose en el cabello de Sofía y volviendo a guiar el beso él mismo pero podía sentirla a ella queriendo entregarse. Se alejó para mirarla a los ojos con intensidad -Déjate llevar, experimenta conmigo. Haz realidad todo lo que has fanteaseado desde que te azoté el culo- Una de las manos de Vishous se metió debajo del vestido, subiendo por su muslo hasta alcanzar el borde de su ropa interior, lo acarició, tratando de adivinar qué pieza de lencería tenía y aunque amenazo con dirigirse hacia el sur subió por su abdomen y sonrió de lado con picardía -Eres una tentación- Murmuró deslizándose de sus manos para ayudarla a sacarse el vestido por encima de la cabeza. Cuando lo hizo, admiró el cuerpo de la pelirroja con una sonrisa de incontenible lujuria y bajó la cabeza a su abdomen, respirando profundamente mientras subía acariciando su cuerpo por los lados hasta quedar en el centro de sus pechos; como un catador que disfruta su mejor vino -¿Qué quieres que te haga?- Le preguntó para que pudiera decirlo en voz alta, no obstante, una de sus manos se metió entre sus cuerpos y bajó hasta la intimidad de la pelirroja sintiendo su humedad incluso a través de la tela; lo que le robó un gruñido de excitación casi animal.
Le pareció casi tierno que apartara la mirada con su halago pero le gustó más la risa cristalina que ya asociaba con ella -Lo es…- Indicó cuando señaló que eso sonaba peligroso -Para mi, mucho- Confesó pero no podía evitarlo, su propia cadera se movía a un ritmo cadencioso presionando contra la de Sofía en busca de encender su deseo. No tardó mucho en oírla jadear y sabía perfectamente, por cómo le estrechaba, que estaba tan deseosa como él pero el colmo llegó con aquel mordisco y finalmente una palabra que deseaba oír desde que iniciaron aquel tira y afloja. Una de sus manos subió, enredándose en el cabello de Sofía y volviendo a guiar el beso él mismo pero podía sentirla a ella queriendo entregarse. Se alejó para mirarla a los ojos con intensidad -Déjate llevar, experimenta conmigo. Haz realidad todo lo que has fanteaseado desde que te azoté el culo- Una de las manos de Vishous se metió debajo del vestido, subiendo por su muslo hasta alcanzar el borde de su ropa interior, lo acarició, tratando de adivinar qué pieza de lencería tenía y aunque amenazo con dirigirse hacia el sur subió por su abdomen y sonrió de lado con picardía -Eres una tentación- Murmuró deslizándose de sus manos para ayudarla a sacarse el vestido por encima de la cabeza. Cuando lo hizo, admiró el cuerpo de la pelirroja con una sonrisa de incontenible lujuria y bajó la cabeza a su abdomen, respirando profundamente mientras subía acariciando su cuerpo por los lados hasta quedar en el centro de sus pechos; como un catador que disfruta su mejor vino -¿Qué quieres que te haga?- Le preguntó para que pudiera decirlo en voz alta, no obstante, una de sus manos se metió entre sus cuerpos y bajó hasta la intimidad de la pelirroja sintiendo su humedad incluso a través de la tela; lo que le robó un gruñido de excitación casi animal.
Le dejó ser un pesado, con todo y mano de disculpa. No tenía caso decir nada con aquello, por lo que solo sonrió suavemente y aceptó la disculpa. Miró la mano del contrario cuando dijo necesitar el sexo, entendiendo un poco más de aquello después de su explicación, aunque no estaba del todo conforme.- ¿Haz tratado relajarte con té? ¿Plantas? Son buenas, seguro te servirían para ese día o dos que no tienes sexo cada año.- Bromeó, aunque iba en serio con lo de ayudarle a través de la herbolaria. Seguro que había algo tranquilizante y relajante que pudiera ayudarle a descansar. Escuchó su consejo, no había duda que aquello le beneficiaba más a él que a ella y sonrió acorde.- Oh, claro, como si eso no te fuera más conveniente. El beneficiado eres tú.- Bromeó, aceptando que el tiempo de risitas casi se había terminado.
No pasó mucho tiempo antes de que el contrario estuviera sobre ella. Podía sentir el roce lento que trataba de provocarla. Y lo estaba logrando. Sentir su entrepierna abultada contra su ropa interior no le estaba ayudando en nada a mantener claras sus ideas. El beso se sintió como una victoria, y a la vez como una gran derrota que había perdido desde que aceptó jugar a aquel juego maldito. Dejó que su mente se perdiera en la bruma y permitió a sus labios corresponder, besándole con suavidad y certeza hasta que el moreno rehuyó de sus labios. Tuvo que sonreír cuando recordó aquel primer azote.- Eres un bruto... Quizás debería optar por el tequila...- Murmuró, permitiéndole que experimentara sus manos contra la piel de sus muslos mientras entrecerraba los ojos, apenas captando aquella sonrisa, justo antes de que el vestido comenzara a sobrar. Él hizo casi todo el trabajo en deshacerse de esa primera capa de ropa, y después volvió a recostarse contra el sillón. Resultaba embriagador ver el rostro de deseo en el contrario, sobre todo porque era por ella. Miró al contrario, extrañado de que se detuviera, aunque fuera por un segundo. Abrió bien los ojos para tratar de adivinar en los contrarios la respuesta que quería. Y tenía la sensación de conocerla.- Hazme... tuya.- Susurró, confiada en sus palabras y en que él entendería lo que él quería, pero quizás no lo que ella.- Suave, lento, quiero sentirte... - Subió las manos por los costados hasta dejarlas con encima de su cabeza, dándole acceso al contrario para que sus deseos se hicieran realidad, cumpliendo sus condiciones...- Hazme...- Bajó de nuevo los brazos, atrayendo al contrario hacia sí con las manos para besarle. Esta vez, el beso era profundo, y lento, justo como ella lo deseaba. Justo como lo quería, mientras las manos del contrario hacían de las suyas contra su cuerpo.
No pasó mucho tiempo antes de que el contrario estuviera sobre ella. Podía sentir el roce lento que trataba de provocarla. Y lo estaba logrando. Sentir su entrepierna abultada contra su ropa interior no le estaba ayudando en nada a mantener claras sus ideas. El beso se sintió como una victoria, y a la vez como una gran derrota que había perdido desde que aceptó jugar a aquel juego maldito. Dejó que su mente se perdiera en la bruma y permitió a sus labios corresponder, besándole con suavidad y certeza hasta que el moreno rehuyó de sus labios. Tuvo que sonreír cuando recordó aquel primer azote.- Eres un bruto... Quizás debería optar por el tequila...- Murmuró, permitiéndole que experimentara sus manos contra la piel de sus muslos mientras entrecerraba los ojos, apenas captando aquella sonrisa, justo antes de que el vestido comenzara a sobrar. Él hizo casi todo el trabajo en deshacerse de esa primera capa de ropa, y después volvió a recostarse contra el sillón. Resultaba embriagador ver el rostro de deseo en el contrario, sobre todo porque era por ella. Miró al contrario, extrañado de que se detuviera, aunque fuera por un segundo. Abrió bien los ojos para tratar de adivinar en los contrarios la respuesta que quería. Y tenía la sensación de conocerla.- Hazme... tuya.- Susurró, confiada en sus palabras y en que él entendería lo que él quería, pero quizás no lo que ella.- Suave, lento, quiero sentirte... - Subió las manos por los costados hasta dejarlas con encima de su cabeza, dándole acceso al contrario para que sus deseos se hicieran realidad, cumpliendo sus condiciones...- Hazme...- Bajó de nuevo los brazos, atrayendo al contrario hacia sí con las manos para besarle. Esta vez, el beso era profundo, y lento, justo como ella lo deseaba. Justo como lo quería, mientras las manos del contrario hacían de las suyas contra su cuerpo.
Al escuchar la sugerencia de Sofía, Vishous alzó las cejas y después la miró con un gesto de sorpresa -No- Respondió con honestidad. Sabía que Arleen y su madre eran fanáticas del té pero él no le veía ciencia a esas artes, tampoco era fanático del café. Le gustaba el agua, el vino y algún que otro alcohol de vez en cuando. Cervezas consumía de forma social pero…¿té? -Aceptaré tus sugerencias- Indicó pensando que por probar no perdía nada. Se rió ante aquello de que le beneficiaba más a él pero él negó -Te sorprendería pero con el tiempo tu serás la más beneficiada- Dependiendo de la mujer, Vishous podía adaptarse y tenía muchos tipos de sexo con muchas mujeres. Algunos más brutos, otros más suaves; pero una vez que probaban todo lo que él podía ofrecer las dejaba elegir.
-Sí…Y creo que te encanta- Dijo a aquello de que era un bruto, encima soltaba aquello del tequila que le hizo gruñir en advertencia. Para él, el juego ya había acabado. Clavó sus diamantinos ojos en los de Sofía escuchando aquella frase tan, profunda, pese a que no era la primera vez que la oía. Entrecerró un poco los ojos, sonriendo de lado para hacerle otra pregunta porque él tenía unas maneras muy propias de hacer a las mujeres suyas pero Sofía respondió con rapidez. La forma en la que se acarició el cuerpo y después se dejó estar, para él; mientras susurraba aquellas palabras expresando realmente lo que deseaba trajo sentimientos encontrados para Vishous porque deseaba complacerla con todo su ser pero… cuando volvió a decir el “Hazme…” esperó que no dijera esa palabra. Esperó que no la cagara, para ser sinceros pero se calló la boca y buscó complacer lo que realmente su cuerpo deseaba.
-Sí…Y creo que te encanta- Dijo a aquello de que era un bruto, encima soltaba aquello del tequila que le hizo gruñir en advertencia. Para él, el juego ya había acabado. Clavó sus diamantinos ojos en los de Sofía escuchando aquella frase tan, profunda, pese a que no era la primera vez que la oía. Entrecerró un poco los ojos, sonriendo de lado para hacerle otra pregunta porque él tenía unas maneras muy propias de hacer a las mujeres suyas pero Sofía respondió con rapidez. La forma en la que se acarició el cuerpo y después se dejó estar, para él; mientras susurraba aquellas palabras expresando realmente lo que deseaba trajo sentimientos encontrados para Vishous porque deseaba complacerla con todo su ser pero… cuando volvió a decir el “Hazme…” esperó que no dijera esa palabra. Esperó que no la cagara, para ser sinceros pero se calló la boca y buscó complacer lo que realmente su cuerpo deseaba.
- +18:
- El teniente respondió al beso con una la misma intensidad habitual en él, pero se acompasó con Sofía. Por hoy, que también estaba cansado y mallugado, le venía bien complacerla en lo que pedía. Saboreó sus labios y su lengua, buscando dejarla sin aliento en apenas sólo aquello mientras su mano se desvió hasta su muslo, obligándola a rodearle la cadera y entonces la levantó, llevandola en esa posición por las escaleras hasta la parte superior. De vez en cuando se separaba de sus labios para echar un vistazo y no estamparlos contra el suelo -Deseo concedido- Le susurró en los labios a Sofía cuando llegaron al piso superior. La pieza era bastante simple y a su gusto y las vistas hacia la terraza con plantas y el hábitat de Onyx estaba iluminado por una lámpara cálida muy tenue para no molestar a ninguno de los dos.
La apoyó en la cama -Cierra los ojos- Le susurró dejandole un par de besos en la mejilla y en el cuello. Después de eso, se incorporó para deshacerse de la ropa. Sabía que si Sofía le veía la magulladura del costado empezaría a comerse la cabeza así que prefirió hacerlo mientras ella no veía. Pronto quedó en ropa interior y se dedicó a quitarle las botas con suavidad, verla en aquella lencería estaba poniendolo como una moto pero debía concentrarse en complacer su petición. Una vez que las botas y medias quedaron fuera, Vishous besó los muslos de la mujer con suavidad yendo directamente hacia su zona sur que ya sabía estaba esperandole. Para su sorpresa, no necesitó romper el body porque se abría por debajo pero no se detuvo allí, no se dedicó en ese momento a aquel punto de placer sino que fue subiendo la tela poco a poco mientras lamía brevemente su piel, besaba y mordía su vientre sonriendo al ver cómo se hundía ante su paso y liberando sus preciosos pechos para él. Se entretuvo allí, un rato, lamiendo y succionando con mucha suavidad sintiendo en su lengua cómo se endurecían para él a medida que Sofía intentaba, en vano, contener aquellos jadeos de placer.
Cuando subió hasta su cuello la ayudó a deshacerse de la lencería, teniéndola desnuda enteramente para él. Se detuvo, de nuevo, en su cuello respirando aquel aroma que lo enloquecía mientras sus manos recorrían la cintura de su Sofia y una de ellas se dirigía enteramente hasta su Monte de Venus, comprobando lo empapada que estaba. Ni siquiera titubeo, acarició aquel lugar con delicadeza antes de deslizarse dentro de ella con uno de sus dedos. Desde esa posición, podía ver su precioso rostro contraerse de placer y Vishous sonrió ante ello. No aumentó la velocidad, simplemente, disfrutó de la sensación cálida en su mano antes de tomar los labios de la pelirroja en un beso lento y profundo, absorbiendo los deliciosos gemidos que se le escapaban.
Abandonó su interior y sus labios para descender y hacer lo que mejor sabía hacer. Besó su piel, besó sus pechos y luego la línea de su vientre hasta alcanzar su humedad. Vishous fue, poco a poco, metiendo una mano tras la espalda de Sofía y finalmente la elevó un poco. Los muslos de la mujer quedaron en el aire, hasta que con la mano libre le invitó a flexionarlos y llevarlos hasta su pecho, de esa forma quedaba mucho más expuesta para él. El Royden finalmente hizo aquello en lo que era maestro: Dar placer, y con la ayuda de su lengua, labios y la posición estuvo torturando a la pelirroja hasta que incluso su respiración le robaba un gemido. Si lo quería lento, iba a tenerlo lento. No le regaló un orgasmo.
Cuando se consideró satisfecho se incorporó un poco para acomodarla con lentitud en la cama, se retiró la ropa interior con bastante premura tirándola por ahí. Estaba sensible, evidentemente, respondía a cada beso en su piel impoluta y cuando la cogió de la cintura para ponerla encima de él mientras él quedaba boca arriba supo que la pilló desprevenida, aquello le robó una sonrisa. Con una pierna a cada lado, ambos sexos se rozaban a la espera de una unión que prometía mucho placer. Vishous cogió de la cadera a Sofía y la hizo moverse contra él robándole un gemido a ambos -Enséñame cómo lo quieres- Le murmuró contra los labios, mordiéndole el inferior antes de colar una de sus manos entre ellos y guiarse hasta el interior de la pelirroja en un solo movimiento de cadera. Quería que lo cabalgara, quería que le enseñara a hacerlo cuan lento ella quería. Cogió con ambas manos su cadera y presionó el cuerpo de ella hacia abajo mientras él subía el suyo, profundizando su unión y gruñendo por ello. Después…Después le mostraría una o dos cosas.
Aceptó la respuesta del contrario, a sabiendas de que, seguramente, nunca había intentado nada con plantas para tratarse nada en la vida.- Lo sabía. No busques cualquier té de bolsita, por eso no te sirve, necesitas una esencia especial que te calme a ti. Algo más especializado. Podemos hacer tu té después.- Susurró, con un brillo especial en los ojos, pues sabía bien que ningún té normal le haría nada. Podría calmar a su hermana y a su madre, pero ningún té domaría a un oso. La cuestión estaba en las proporciones y ella estaba particularmente interesada en aquel reto. Después de aquello, hizo un puchero a lo de si sería o no la más beneficiada, que le resultaba un poco absurdo tomando en cuenta la posición que estaban tomando.
Sonrió, abiertamente, sin palabras cuando mencionó que le encantaba que fuera un bruto. No podía decir que no a eso, lo había tomado a juego hacía un tiempo, pero ahora era un poco más parte de su encanto. Mantuvo la mirada en la del contrario, sosteniéndola con deseo mientras le veía sonreir y regocijarse como niño con juguete nuevo. Era mala la comparación, pero había en él una emoción especial, diferente a la de la vez anterior. La necesidad era diferente. Supo que había entendido su deseo cuando el beso no resultó tan brusco como por lo regular lo era. Él se acompasó bien y rápido a ella, casi como si ella estuviera llevando el paso aquella vez. Le agradaba, pero también resultaba extraño pensar que, en efecto, aquello podía ser algo que el contrario disfrutara. Cuando la levantó de aquel tirón, los brazos y piernas rodearon al contrario, aferrándose a él con fuerza, sonriendo para él cada instante que sus labios no estaban juntos, emocionada de que su deseo fuera concedido de manera tan sencilla. Aunque nada era sencillo con él.
Sonrió, abiertamente, sin palabras cuando mencionó que le encantaba que fuera un bruto. No podía decir que no a eso, lo había tomado a juego hacía un tiempo, pero ahora era un poco más parte de su encanto. Mantuvo la mirada en la del contrario, sosteniéndola con deseo mientras le veía sonreir y regocijarse como niño con juguete nuevo. Era mala la comparación, pero había en él una emoción especial, diferente a la de la vez anterior. La necesidad era diferente. Supo que había entendido su deseo cuando el beso no resultó tan brusco como por lo regular lo era. Él se acompasó bien y rápido a ella, casi como si ella estuviera llevando el paso aquella vez. Le agradaba, pero también resultaba extraño pensar que, en efecto, aquello podía ser algo que el contrario disfrutara. Cuando la levantó de aquel tirón, los brazos y piernas rodearon al contrario, aferrándose a él con fuerza, sonriendo para él cada instante que sus labios no estaban juntos, emocionada de que su deseo fuera concedido de manera tan sencilla. Aunque nada era sencillo con él.
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Cerró los ojos en cuanto el contrario lo pidió, cuando su espalda estuvo contra la cama. Colocó los brazos sobre su cabeza, aprovechando un instante para estirarse sobre las mantas. Dejó que el contrario le quitara las botas sin abrir los ojos, riendo un poco mientras las sensaciones le llegaban a la piel. Cada segundo que pasaba, era más consciente de la imagen que proyectaba a ojos del moreno, pues parecía reaccionar a ella con gran destreza. No evitó los jadeos que escapaban de sus labios cuando la boca del contrario sorprendía a la piel de su vientre. Por el contrario, cerrar los ojos y el alcohol le daban una nueva sensación de libertad. No tenía que competir con la mirada penetrante del contrario y tampoco con su lengua suelta. Solo sentir lo que ofrecía. Se sacó con cuidado la pieza por encima de la cabeza. Ya no tenía caso ni uso en aquella danza, así que fue un alivio deshacerse de ella.
Tuvo que bajar los brazos cuando los dedos del contrario encontraron su interior. Una mano se fue directo a la muñeca del moreno, aunque no sabía si para detenerla o retenerla, mientras la otra la mantenía detrás de su cabeza, desquitándose con su cabello por las sensaciones que le subían por todo el cuerpo. Supo exactamente lo que le esperaba cuando el moreno dejó sus labios y descendió en su cuerpo, aunque poco sabía de la manera en la que decidió levantarla, prácticamente exponiéndola ante él como un juguete perverso para su deleite. Tuvo que entreabrir los ojos a la mitad, pues había algo en su lengua que parecía querer hacerla enloquecer. Recién ahí se dio cuenta del ventanal y de las plantas que el contrario había mencionado con anterioridad. Mantuvo la vista fija todo el tiempo que le tomó al contrario el dejarla al borde del abismo, pero sin permitirle caer.
Sus ojos esmeralda se mostraron sorprendidos con el cambio de posiciones. Casi parecía asustada, pero había sido todo lo repentino del cambio respecto al momento anterior, en el que retozaban sobre la cama sin prisas. No lo comparó, pero le gustaba que aquello fuera tan diferente a la vez anterior, a la primera vez que se encontraron. Permitió que las manos del contrario guiaran sus movimientos, hasta que por fin el contrario habló. Le sonrió de lado, colocando las manos en sus hombros y empujándolo suavemente contra la cama para que se mantuviera quieto. Cerró los ojos un momento mientras sentía al contrario crecer en su interior, abriéndolos solo después de que se hubo acostumbrado a su presencia. Se irguió sobre él, tomando sus manos y bajándolas suavemente, se sus caderas, las colocó en la parte superior de sus muslos, quitándole poder para dominar su ritmo y movimientos. Le miró con una sonrisa oculta, colocando después las manos en el pecho del contrario mientras su cadera se movía en círculos amplios, lentos y tortuosos. Estaba apenas impacientándolo, jugando con él, a sabiendas de que el sexo lento no era su fuerte. Entonces comenzó con un ritmo diferente. Dejó caer sus manos a sus costados y su cadera hizo todo el trabajo. La movía de adelante hacia atras en un ritmo lento, muy lento, que salía suave, pero entraba con fuerza. Mantuvo su mirada en el rostro del contrario, retándole a que se quedara quieto por una vez en su vida. Su mirada no era dominante, pero era firme y estaba cargada de deseo. El ritmo de su vaivén aumentó, comenzando, de a poco, a separarse del contrario, levantándose para luego dejarse caer contra él, en una unión repetitiva que le resultaba irresistible y que arrancaba de sus labios sonidos que no quería dejar escapar, pero que no hacía nada por contener. Después de unos instantes, elevó la mirada al techo y cerró los ojos de nuevo, dejándose llevar por su propio instinto y sus propias intuiciones.
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- Se percató de que cuando Sofía cerraba los ojos se dejaba llevar de una manera distinta, entendía que posiblemente el simple hecho de mirarla pensaba que estuviera exigiendo más. No lo conocía del todo bien aún, si sólo supiera lo mucho que le placía oírla gemir, del poder que tenía con cada gesto y cómo arqueaba su cuerpo; sería capaz de destruirlo en un mínimo momento. En el insante en el que se percató de que le estaba dando carta blanca, tomó las riendas del asunto. Se dejó hacer, se recostó en la cama y la observó, se mantuvo quieto dejando que se acostumbrara a él porque sabía que sería necesario.
Bajó las manos a su orden y ladeó la cabeza con lentitud y apretó suavemente sus muslos cuando le sonrió. Ahora parecía ver a la mujer que estaba buscando, no a la dulce criatura a la que quería enseñarle un mundo sexual abierto. Tal vez era una persona lenta en...aprender. Vishous le sonrió de vuelta antes de sentir cómo empezaba a moverse para él. Sofía tenía una cadencia distinta, una forma de bailar que le había percibido desde el momento del parlamento y un gruñido bajo le acompañó al recibir cada uno de sus movimientos. Tomó una de sus manos y besó la palma de esta sólo para tener un poco más de contacto con ella, aquello pareció catapultarla a otro ritmo que le hizo mover la cadera de manera espontánea y le apretó los muslos con más fuerza.
-Sofía…- Advirtió cuando le dio esa mirada y sonrió de lado, pero estaba apretando las muelas pero, al mismo tiempo, aquel placer tortuoso le daba una vista de Sofía tomando la lujuria y el deseo para sí misma, exactamente como lo quería; y cabalgandolo en el proceso. Vishous se detuvo y por un momento sólo se dedicó a contemplarla. La forma en la que su cabello rojo se encontraba revuelto, el precioso rubor que cubría sus mejillas, el vaivén de sus senos con cada uno de sus movimientos. Y no pudo soportarlo. Se incorporó y envolvió la cintura femenina entre sus brazos, subiendo una mano para enredarla en sus rizos rojos y besarla con pasión pero la misma profundidad de cada uno de sus caderazos.
-Necesito...que veas lo que yo veo…- Murmuró y movió la cabeza hacia su cuello para morderla con suavidad. La detuvo y la ayudó a incorporarse. Sabía que la había pillado de nuevo por sorpresa pero no podía resistirse a eso -Cierra los ojos ...Déjame- Le dijo con suavidad y se acomodó al borde de la cama, plantó bien los pies en el piso y luego la guió a ella para que se sentara a horcajadas sobre él, haciendo que su espalda se apoyara en su pecho y la ayudó a descender para luego hundirse en su interior con un gemido de ambos. La calidez de ella volvió a atraparlo, como un guante de seda. Vishous lamió su cuello y con una de sus manos acarició con suavidad su pecho, mientras la otra descendía hacia su zona sur, tocando aquel punto sensible con lentitud -Mírate...Mira como te veo yo…- Murmuró y se fijó en la erótica imagen que se delineaba delante de ellos en el espejo gigante que tenía en una de las paredes. Él sonrió, pero no la miró, no quería cohibirla. Siguió besando su hombro y acariciandola con la misma cadencia que ella había marcado, y su cadera se movió profunda pero lentamente -Dime qué ves…Dime que eres capaz de apreciarlo...Dime que entiendes porqué quiero verte así siempre-Aún cuando Sofía estaba frente a él, Vishous parecia envolverle por su altura, su fisionomía, y él encontraba incluso deliciosos el contraste entre su piel tostada y la impoluta tez de mármol de ella.
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- Se tomó su tiempo en aquella posición, donde el placer que sentía dependía de ella misma. A pesar de no estar muy abierta al sexo, se conocía, era moldeable, podía adoptar facilmente un rol u otro según lo necesitara, pero prefería dejarle la decisión a la otra persona; ella podía ajustarse. Dejó que tomara su mano y la apresara contra sus labios, mientras su mano libre se ceñía a la del moreno, imprimiéndole fuerza a sus lentos movimientos al sentirse bajo el yugo candente de sus agarre.
Al escuchar su nombre del contrario, regresó los pies a la tierra y bajó el rostro hacia él, tomándose unos momentos para absorber su mirada y empaparse de ese deseo que el contrario le brindaba. Podía apreciar el recorrido que el moreno hacía en su cuerpo con solo la mirada. Era como un láser, le quemaba la piel justo a donde iba. Se dio cuenta del momento exacto cuando el contrario no pudo más. Lo vio venir desde lejos, pero fuera de intentar detenerlo, lo aceptó abrazándole con fuerza y besándole con pasión, acompasándose desde el primer contacto de sus labios. El tiempo le pasó en un segundo, y ya sentía la mordida del contrario en el cuello. A ese le encantaba dejarle regalitos regados por la piel, ya lo había entendido. Escuchó sus palabras y no comprendió a la primera lo que decía. Trató de resistirse cuando la detuvo, pero pronto entendió que el moreno hiperactivo no era hombre de una sola posición. Le dejó que la acomodara, tratando de no entorpecer demasiado lo que sus manos esperaban de ella. Cerró los ojos de nueva cuenta a como él lo indicó, tratando de mantener el equilibrio a pesar de los constantes cambios que el contrario le obligaba. Tan suelta como estaba su boca, soltó un par de jadeos gratuitos mientras acordaban la posición, y un gemido al final mientras entraba. Sentía básicamente lo mismo, solo el cambio estaba en él, y en que habían escogido un lugar distinto sobre la cama. Entreabrió los ojos con lentitud mientras aceptaba las sensaciones de sus manos contra los puntos sensibles de su piel, y de su lengua probando su cuello. No esperaba el espejo, pero la sorpresa no fue tan grande, pues aunque él estaba viéndola a ella, ella estaba concentrada en el reflejo del moreno en el espejo. Ver su cara llena de lujuria y deseo justo a sus espaldas se le antojó deliciosamente. Tuvo que hacer algunos cambios a la posición para poder encontrar un punto de apoyo con sus piernas en la cama. La sonrisa del contrario mientras le pedía que se mirara le resultó hipnótica. Levantó ambas manos por encima de su cabeza, tomando al contrario por detrás de la nuca. El ritmo que él comenzó a marcar le gustaba, así que le cedió esa concesión y decidió moverse a semejanza, suave al alejarse e imprimiendo fuerza al acercarse a él, como había unos minutos. Escuchó su pregunta y se lamió los labios, dejando de verle solo a él y apreciando el conjunto.- Te veo a ti, solo a ti. No puedo evitar desearte, hacerte sentir... Quiero que dentro de mi calmes toda tu sed... eso veo.- Susurró con los labios pegados contra su mejilla, dejándole un mordisco suave antes de imprimir un poco más de fuerza al final de sus movimientos. No sabía si había respondido a su pregunta, no tenía idea, pero era lo que veía y creía que podía entender que los deseos eran mutuos.
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- Era absolutamente delicioso verla entregarse a el, de seguir sus órdenes incluso cuando eran solo sugerencias; descubrir cómo se dejaba llevar por la vorágine de lujuria y deseo, de responder a lo que su cuerpo le pedí. Sintió un tirón en la hombría cuando subió las manos para cogerle de la nuca porque así su cuerpo se exponía más para el, le apretó suavemente un seno y deseo estar en una posición donde pudiera envolverlo en su lengua. Mordió suavemente la piel de su cuello y sintió la vibración cuando hablo, la mirada de V se alzó para ver los contrarios a través del reflejo. La respuesta le gustó porque pudo poner en palabras exactamente lo que él quería de ella. Desde ese instante la vio de una manera distinta, recorrió su rostro un momento; no su cuerpo; con curiosidad e interés pero uno de sus caderazos le distrajo.
-Joder…- murmuró engrosandose en su interior y la mano que había estado en su seno le apretó con un poco más de firmeza. Esa mujer era peligrosa, muy peligrosa. Subió la mano de su pecho a la mandíbula de Sofía y le giró la cara para comerle la boca. No se contuvo, no pudo. Busco sus labios con algo más que solo lujuria o deseo, necesitaba precisamente calmar esa sed de la que ella hablaba y no estaba del todo seguro de que fuera meramente sexual. Le mordió el labio inferior alejándose para mirarle a los -Hazlo conmigo- Dijo y se reacomodo para plantar con mayor firmeza los pies en el piso y levantó la cadera de ella para ser él quien embistiera desde abajo mientras mantenía su cadera firme con sus manos -Acariciate …- dijo porque, y se maldijo por eso, no podía tomarla y acariciarla al mismo tiempo. El ritmo aumentó, pero no con el ímpetu de siempre, eran mucho más profundos, estocadas fuertes y directas en busca del placer de ambos y aunque Vishous solía necesitar mucha más acción las palabras de la pelirroja le habían incendiado por dentro. No tardó mucho en alcanzar el clímax al sentirla a ella contraerse en su interior. Se dejó ir con un gruñido de placer y el nombre de ella en un susurro.
Cerró los ojos y apoyó la cabeza en su hombro mientras la fuerza empezaba a desaparecer de su cuerpo y el cansancio se hacía lugar. Subió los brazos hasta la cintura de Sofía y la abrazo tratando de recuperar la respiración. Así se quedó un rato, disfrutando del contacto del cuerpo de ella, de cómo se estremecía contra él. Después de varios minutos beso su hombro y su cuello, le apartó el cabello hacia un lado y la atrajo de nuevo para besarla lentamente, como si fuese una reconciliación después de lo que habían hecho. La ayudó a levantarse antes de cogerla en brazos y llevársela a la ducha. Si el se metía en las bañera estaba seguro de que caía dormido. La puso en pie, sosteniendo parte de su peso y abrió el agua para los dos. Apoyó la frente en la de ella mientras dejaba que el agua refrescará la piel de ambos, no dijo palabra ni se movió. Sólo se quedó así, disfrutando del momento de calma, y tratando de recobrar algo de fuerza para lo que quedaba de noche aunque recordaba cómo quedó Sofía de su primer encuentro, le dio la risa y lo hizo de forma baja.
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- Por un instante, creyó que la respuesta a las preguntas del contrario no habían sido gratas. Esa maldición que salió de su boca le había descolocado, pero una vez sintió dentro de su ser aquel apuro del moreno, entendió que no se trataba de eso.
Bajó una de sus manos a la del contrario, la que sostenía su pecho, y la otra la dejó tras su cabeza. El beso que se vino después fue explosivo. Casi podía sentir la urgencia del moreno en la lengua. Había una necesidad implícita en sus labios, como si estuviera esperando de ellos más que simple placer. Lo entendió como una señal de que estaba cerca de su punto álgido. Lo entendió todo cuando sus labios se separaron y supo que había que terminar aquel round. Se aferró a él cuando el reacomodo en posiciones sucedió. De haber sabido que aquel nuevo ritmo sería tan placentero, quizás no habría insistido en el sexo lento. Cada embite iniciaba entre sus piernas y terminaba con un jadeo escapando de sus labios. No tardó mucho en sentirse al borde del abismo. En vez de acariciarse como el contrario pedía, tomó su pecho con la mano libre y dejó correr el orgasmo mientras intentaba en vano cerrar las piernas, retorcerse y escapar de aquel placer tan explosivo que quería hacerla enloquecer.
Su cuerpo perdió fuerza y se recostó contra Vishous al momento de terminar con aquella dulce tortura que amenazaba con volverla loca cada vez que sucedía. Cuando llegaba no podía controlarse. Sabía que hacía un mal trabajo ocultando su personalidad traviesa y coqueta para parecer más madura para el puesto que tenía. Le traicionaba bastante. Pero aquellos momentos tan carnales y llenos de pasión los evitaba aún más. No había manera elegante ni madura de tener un orgasmo, y no podía evitar entregarse enteramente. Le costó mucho más recuperar el aliento que a él, que estaba en mejor forma. Cuando aquel beso tranquilo cayó en sus labios, lo recibió con cariño, subiendo la mano al rostro del moreno para acariciar su mejilla con suavidad.
Protestó. Protestó muchísimo cuando tuvo que levantarse, sobre todo mientras salía de él con los músculos adoloridos y la debilidad en las piernas. Sintió el alivio cuando la cogió en brazos. ¿Cómo podía ser tan fuerte? Se dio cuenta bien pronto que por su propio pie jamás habría llegado a la ducha, pero la agradeció de corazón, pues le hacía falta el agua. La sentía fresca contra su piel después de tan frenética actividad. Con lentitud, recorrió el cuerpo del contrario hacia arriba con las palmas de las manos. Desde el pecho hasta su cuello para rodearle con cuidado y dejarle un par o tres de castos besos en los labios mientras cerraba los ojos y disfrutaba del agua. Poco esperaba una risa en aquella situación, y es que parecía que el contrario estaba de humor para unas cuentas. Al principio se sintió confusa, pero después de un rato, se sintió contagiada por aquello y también comenzó a reír por lo bajo.- ¿Que ocurre? - Preguntó, abriendo los ojos porque ya no podía con la curiosidad.- ¿Por qué te ríes de mi? - Preguntó, aunque en cierta medida sabía que no era directamente de ella. Debía haber recordado algo gracioso.
Dejó que lo besara, y respondió por inercia y porque le gustaba. Dejó caer una de las manos hacia la cintura de Sofía, atrayéndola hacia él para luego escuchar su pregunta y reír un poco más -Recuerdo nuestra primera cita…Estabas agotada y no querías hacer nada más. Yo estaba lleno de energía… - Alzó suavemente el hombro mientras recorría su cuerpo un momento, antes de coger el gel de baño echarse algo en la mano y frotar el cuerpo de Sofía con suavidad disfrutando del tacto de su piel y sus prominentes curvas -Ahora soy yo el que no doy más… No me reía de ti, me reía de mí mismo- Le explicó apartándole el cabello del rostro hacia atrás para mirarla. Le levantó suavemente el mentón para que le viera, después de todo había cierta diferencia de estatura -¿Por qué me reiría de ti?- Preguntó.
Después de eso siguió frotándola y degustó la perfecta forma de su trasero y aunque algo en el fondo de él se agitaba por poseerla de nuevo, lo cierto es que no se creía capaz de hacer nada más. Tomó un poco de jabón y se aseó él, lavándose el cabello incluso y entonces apagó el agua. Cogió un toallón grande y la envolvió antes de darle otra para su cabello. Cogió una para sí y se secó a conciencia para luego dejarla en el secador de toallas e ir desnudo hacia la habitación, no sin antes chequear que Sofía pudiera volver por su propio pie. Buscó la ropa interior negra y se la puso, pero volvió al baño por los tres botecitos y se los mostró a la pelirroja -¿Cuál era para esto?- Preguntó señalándose el costado.
-¿Quieres algo para ponerte o dormirás como una tentación total en mi cama?- Le preguntó, la sonrisa que vino a continuación estaba plagada de promesas de placer, lujuria y deseo…. Para mañana. El contraste de su piel pálida, su pelo rojo y las sábanas le resultaba tentador. Como si encajara perfectamente con la decoración de la habitación. Como si fuera perfecta. Vishous entrecerró los ojos con mucho cuidado y fue él mismo quien se dio un cachetazo de alerta porque por muy adictiva que resultara la mujer -y numerosos recuerdos de sentirla deshacerse de placer en sus brazos volaron a su mente- eran sólo amigos con derecho. Nada más. No iba a joder su libertad por una mujer que, encima, tenía las cosas tan claras como él.
Después de eso siguió frotándola y degustó la perfecta forma de su trasero y aunque algo en el fondo de él se agitaba por poseerla de nuevo, lo cierto es que no se creía capaz de hacer nada más. Tomó un poco de jabón y se aseó él, lavándose el cabello incluso y entonces apagó el agua. Cogió un toallón grande y la envolvió antes de darle otra para su cabello. Cogió una para sí y se secó a conciencia para luego dejarla en el secador de toallas e ir desnudo hacia la habitación, no sin antes chequear que Sofía pudiera volver por su propio pie. Buscó la ropa interior negra y se la puso, pero volvió al baño por los tres botecitos y se los mostró a la pelirroja -¿Cuál era para esto?- Preguntó señalándose el costado.
-¿Quieres algo para ponerte o dormirás como una tentación total en mi cama?- Le preguntó, la sonrisa que vino a continuación estaba plagada de promesas de placer, lujuria y deseo…. Para mañana. El contraste de su piel pálida, su pelo rojo y las sábanas le resultaba tentador. Como si encajara perfectamente con la decoración de la habitación. Como si fuera perfecta. Vishous entrecerró los ojos con mucho cuidado y fue él mismo quien se dio un cachetazo de alerta porque por muy adictiva que resultara la mujer -y numerosos recuerdos de sentirla deshacerse de placer en sus brazos volaron a su mente- eran sólo amigos con derecho. Nada más. No iba a joder su libertad por una mujer que, encima, tenía las cosas tan claras como él.
Rió a consecuencia de la respuesta del contrario, manteniendo la suave sonrisa que tenía desde hacía unos momentos.- Curioso que ahora estemos justo al revés, ¿no? - Bromeó, porque en realidad ella ya estaba satisfecha, no quería hacer nada más, pero él se veía mucho más cansado y le picaría con eso toda la vida. Dejó que le lavara el cuerpo, le gustaba que lo hiciera y él parecía disfrutarlo. Mientras tanto, tenía una sonrisa traviesa en el rostro porque él había dicho la palabra "cita" casi sin pensársela. Al menos se estaba rayando menos con sus palabras, pero era más seguro que estuviera en esa etapa de relajamiento post-orgasmo. Rió una vez más. Se dio cuenta de que se reía demasiado pero no lo pensó mucho, solo dejó que el sonido inundara el baño, levantando el rostro cuando el contrario posó su mano en su barbilla.- Creí que te reías de que siempre termino para el arrastre. No estoy acostumbrada a este tipo de... actividades recreativas.- Murmuró, medio en broma, pero en serio. Su sonrisa nunca la abandonaba. Aprovechó el momento para levantarse en puntillas y atraerlo a ella, besarlo suavemente de nuevo. Le gustaban sus labios, mucho más que todo lo que acababan de hacer.
Terminaron la ducha de manera tranquila. Dejó que le rodeara con la toalla y se secó el pelo lo más que pudo, exprimiéndolo un poco al inicio y después enredándolo en la toalla por unos minutos. Dejó la toalla del cabello donde él había dejado la suya. La otra se la llevaría hasta la habitación, siguiéndole con una media sonrisa mientras admiraba los espacios de su piso desde un punto diferente, más alto, del mismo.
Tuvo que estirarse un momento al entrar a la habitación, elevando los brazos y parándose en puntillas. Ella le había dejado quedarse la cita anterior, pero tenía la sensación de que muchas chicas dormían en esa cama y la intención de irse apareció en su mente, pero fue descartada al momento. Dejó que se fuera, que siguiera su rutina, mientras ella trataba de terminar de relajar sus músculos antes de dormir. Cuando volvió, su voz le hizo girarse, acercándose al escuchar la pregunta y ver lo que tenía en la mano. Los enumeró a como los fue cogiendo.- 1, 2, 3. Rostro, golpe, beber dos gotas o bañera quince gotas. Acuéstate de lado, te lo pondré para poder abarcar todo el músculo.- Murmuró
Rió a lo de la tentación en su cama. El contrario era de lo más hilarante con las palabras.- Tengo la sensación de que tu ropa no va a quedarme y me siento algo ofendida de que vaya a ser yo la única desnuda, así que te acepto una camiseta.- Sonrió. Pensó en ponerse su propia ropa interior, pero estaba empapada y además no quería propiciar otro round aquella noche. Dejó dos de los botecillos en las manos de Vishous y abrió el segundo, virtiendo un poco de aceite en sus manos. Parecía bastante, pero sería suficiente para la zona afectada. Estaba algo frío y tenía un aroma a menta, laurel y otras hierbas como árnica. Le iría bien con él. Comenzó a calentarlo entre las manos, frotándolo suavemente entre ellas. Esperó a que el contrario se recostara, tal y como había pedido, acercándose a él para poner las manos con gentileza justo sobre su rostro, sin tocarle.- Respira profundo, tres veces. Cierra los ojos, relájate, duerme si puedes.- Cuando lo hizo, pasó las manos a tocar justo sobre el golpe. Esparció el aceite, quedándose unos minutos con un masaje muy delicado en la zona, permitiendo que se absorbiera poco a poco. Cuando creyó que quedaría listo, comenzó a frotar el resto en las partes adyacentes de su pecho y espalda, cubriendo todos los músculos de alrededor. Al finalizar, se cambió la toalla por la camiseta, limpiándose las manos en camino al baño para dejar la toalla en la cesta. Se aseguró de apagar las luces, las del piso inferior y finalmente las del superior antes de recostarse junto a él, cubrirle con las mantas y cubrirse ella misma. Respiró el aroma que había quedado en sus manos y en la habitación un par de veces, mirando la oscuridad de la noche por la ventana, justo antes de quedar profundamente dormida.
Terminaron la ducha de manera tranquila. Dejó que le rodeara con la toalla y se secó el pelo lo más que pudo, exprimiéndolo un poco al inicio y después enredándolo en la toalla por unos minutos. Dejó la toalla del cabello donde él había dejado la suya. La otra se la llevaría hasta la habitación, siguiéndole con una media sonrisa mientras admiraba los espacios de su piso desde un punto diferente, más alto, del mismo.
Tuvo que estirarse un momento al entrar a la habitación, elevando los brazos y parándose en puntillas. Ella le había dejado quedarse la cita anterior, pero tenía la sensación de que muchas chicas dormían en esa cama y la intención de irse apareció en su mente, pero fue descartada al momento. Dejó que se fuera, que siguiera su rutina, mientras ella trataba de terminar de relajar sus músculos antes de dormir. Cuando volvió, su voz le hizo girarse, acercándose al escuchar la pregunta y ver lo que tenía en la mano. Los enumeró a como los fue cogiendo.- 1, 2, 3. Rostro, golpe, beber dos gotas o bañera quince gotas. Acuéstate de lado, te lo pondré para poder abarcar todo el músculo.- Murmuró
Rió a lo de la tentación en su cama. El contrario era de lo más hilarante con las palabras.- Tengo la sensación de que tu ropa no va a quedarme y me siento algo ofendida de que vaya a ser yo la única desnuda, así que te acepto una camiseta.- Sonrió. Pensó en ponerse su propia ropa interior, pero estaba empapada y además no quería propiciar otro round aquella noche. Dejó dos de los botecillos en las manos de Vishous y abrió el segundo, virtiendo un poco de aceite en sus manos. Parecía bastante, pero sería suficiente para la zona afectada. Estaba algo frío y tenía un aroma a menta, laurel y otras hierbas como árnica. Le iría bien con él. Comenzó a calentarlo entre las manos, frotándolo suavemente entre ellas. Esperó a que el contrario se recostara, tal y como había pedido, acercándose a él para poner las manos con gentileza justo sobre su rostro, sin tocarle.- Respira profundo, tres veces. Cierra los ojos, relájate, duerme si puedes.- Cuando lo hizo, pasó las manos a tocar justo sobre el golpe. Esparció el aceite, quedándose unos minutos con un masaje muy delicado en la zona, permitiendo que se absorbiera poco a poco. Cuando creyó que quedaría listo, comenzó a frotar el resto en las partes adyacentes de su pecho y espalda, cubriendo todos los músculos de alrededor. Al finalizar, se cambió la toalla por la camiseta, limpiándose las manos en camino al baño para dejar la toalla en la cesta. Se aseguró de apagar las luces, las del piso inferior y finalmente las del superior antes de recostarse junto a él, cubrirle con las mantas y cubrirse ella misma. Respiró el aroma que había quedado en sus manos y en la habitación un par de veces, mirando la oscuridad de la noche por la ventana, justo antes de quedar profundamente dormida.
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