Aposentos de Wthyr Pendragon

Recuerdo del primer mensaje :


Además de la habitación, como todo castillo, cuenta con salas anexas entre ellas: Un salón privado para comer, aseos y vestidor privado y además un área con una biblioteca y zona con un escritorio. También tiene un espacio con sofás alrededor de una chimenea.

Ah, qué maquiavélico de su parte. Catherine no dijo nada al respecto porque una vez había actuado de muy mala manera… cuando había descubierto lo del rubí de Sodoma. Había sido una horrorosa situación que luego se le había vuelto en contra tanto por sensaciones como por desgaste mágico.

-¿Tienes esa sensación? - alzó la mirada hacia él y frunció el ceño. ¿Estaba ella dando a entender eso? Decidió que, nuevamente, ella no le había pedido que respondiera así que se enfocó en seguir caminando hacia el armario incluso tras oír lo que le había dicho Wthyr -¿Tú mantienes tu idea del imperio?- Preguntó como toda respuesta, para que entendiera exactamente como de convencida estaba de ir.

Al verlo atravesarse en su camino hablando del control mental, el gesto de Catherine se volvió duro y odioso. Nunca en su vida había doblegado a nadie si no había sido en defensa propia y… quería creer que estaba cortada por una tijera diferente a la de Wthyr, aunque cada vez que hablaba con él tenía encontrar partes de ella que se negaba a reconocer. Aquello de la "paz contemplativa" o el hecho de que en el fondo tenía un cargo de poder fuera del Consejo porque sabía lo mucho que se le podía subir a la cabeza.

¿Te olvidas con quién estás hablando? - Preguntó -¿Qué pretendes? ¿Mantenerme aquí en contra de mi voluntad?- Inquirió -¿Qué te hace creer que estás hablando con la Catherine real? - Ladeó la cabeza mientras dejaba caer las mantas solo para descubrir su cuerpo que ahora llevaba uno de sus outfits de misión -No necesito controlarte mentalmente para irme de Avalon, Wthyr, y el hecho de que siquiera pienses que puedo usarlo contra ti me hace saber lo poco que realmente me conoces- Estaba tratando de mostrar una fortaleza que no tenía porque sentía la cabeza un poco ligera y el cuerpo como si no fuera totalmente dueña de él.

Se alejó de él tratando de pensar en qué hacer. Técnicamente, la ilusión de la ropa podía mantenerla e irse hacia la salida de Morgana. Se encaminó hacia la silla dónde estaba la capa y extendió las manos hacia esta notandola aún húmeda. Tensó los labios pero cortó su hilo de pensamiento cuando sintió una patada, cerró los ojos y se llevó una mano al vientre. Sentía tensión y agotamiento… y frustración, ira, rabia porque no quería mirar a otro sitio, no quería ser neutral, quería ayudar a Giordano, ayudar a Italia, a la Brigada pero… Es que el maldito Pendragon tenía razón. Apretó los puños con rabia antes de ir a la cama y meterse en las mantas quitando la ilusión, cubriéndose la cabeza. Necesitaba pensar… y Wthyr no podía mantenerla vigilada todo el día, en cuanto se fuera, ella también se iría a hablar con Matvey.

- Claro que lo siento así. Constantemente quieres estar lejos y discutimos todo el tiempo. - explicó a su pregunta, porque le parecía más que obvio. A ver si ahora iba a pensar que tenían una relación cariñosa o que pareciese mínimamente normal. Ya no respondió a lo del imperio, él estaba tan convencido de eso como ella de ir a por Giordano. Entendió que la determinación era la misma, y eso no era bueno. No eran comparables los riesgos.

Cortarle el paso no fue una buena idea, y mucho menos retarla con lo del control mental. - Obviamente no. No eres prisionera, todavía tengo la esperanza de que seas sensata y te quedes por voluntad propia, que con el tiempo que hemos ganado te des cuenta. - el tono que empleó fue duro pero no agresivo, aunque su gesto dejó entrever la confusión que le generó la duda sobre si estaba hablando con la Catherine real. Era imposible que le hubiese dado tiempo a crear una ilusión, acababa de despertarse y ni siquiera había tenido tiempo de reponerse del todo. Aún así se sintió molesto ante la posibilidad de que ella hubiese vuelto a usar de nuevo esas ilusiones que ya les habían hecho discutir fuertemente en dos ocasiones.

- La lógica. Y la observación. - fingió total seguridad al decir aquello, pero no lo tenía del todo claro. - La Catherine real siempre anda tapándose cuando va sin ropa, como si nunca la hubiese visto desnuda. - bajó la mirada para observar su ropa tras dejar caer la manta, más confundido aún porque no le había dado tiempo a cambiarse. La ilusión debía ser aquello, la ropa. Alzó de nuevo la mirada hacia su rostro, tratando de ocultar que le había dolido aquello de que no la conocía nada. Tal vez no lo suficiente, pero algunas cosas sí que había descubierto sobre ella. Además, no estaba siendo totalmente sincera.

- Ya sé que puedes irte y te irás en cuanto tengas la oportunidad, que al final tarde o temprano lo harás. Pero no digas que nunca usarías eso contra mí porque ya lo has hecho. Ya has usado ilusiones conmigo sin avisarme antes, lo cual es casi lo mismo que controlar mentalmente. Alteras la percepción de la realidad. - se apartó del armario y de ella casi a la par, alzando las manos y dejándole vía libre para ver qué hacía. Le echó un vistazo de reojo al ver que iba a por la capa, alarmándose por aquel gesto de cerrar los ojos y llevarse una mano al vientre. Fue hacia ella para ver qué le pasaba, siguiéndola hasta la cama aunque se cubriese la cabeza. O se encontraba mal o había recapacitado. - ¿Qué pasa? ¿no te encuentras bien? - preguntó echándose al lado, esperando una respuesta con impaciencia. - Demasiado por hoy. Necesitas descansar. - no tenía intención de discutir al día siguiente, se iría a Ouroboros porque se acababa el ultimátum que les habían dado.

Soltó un suspiro -Quiero estar lejos de ti porque cuando estoy cerca me confundes. Te lo dije Wthyr… te lo dije- Repitió varias veces, agotada de que comprendiera cualquiera de sus gestos como una especie de odio incesante por su forma de ser. ¿Cómo podía hacérselo entender si él no quería? Bastante que decís que la escuchaba, pero seguía en sus trece.

¿Darse cuenta de qué? Quizás lo que más le molestaba de Wthyr es que la trataba de una forma mucho más adulta que la gente que la rodeaba y la obligaba a crecer, a madurar, a ver las cosas de una perspectiva un poco diferente. La obligaba a pensar y ella… no estaba segura de querer hacerlo porque toda la gente madura que conocía era infeliz. Aún así ¿Ella no se había dado por vencida en la búsqueda de esa utópica felicidad?

La duda en su rostro fue gloriosa aunque luego hablara con más determinación. No le creyó, era imposible que pudiera discernir sus ilusiones cuando apenas había visto unas cuentas. Ni siquiera Sean y sus hermanos podían y siempre las había usado con ellos. Aunque lo de la ropa interior y el conocimiento de la intimidad entre ambos no dejaba de sonrojarle pero ignoró su vergüenza, no le aportaba nada.

Al menos sabía que quieta no se iba a quedar aunque empezaba a reorganizar un poco su misión porque, acordó de nuevo, tenía razón. Por Aedan y sus bebés. Pero quizás podía quedarse en donde estuviese la Brigada y ayudarlos a comunicarse como había hecho aquella vez en el rescate de Ian. Odió que se diera cuenta de su gesto y no le respondió a la primera pero tampoco quería preocuparlos en exceso por una tontería, no sabiendo que quizás su mente era tan retorcida como la propia -Se están moviendo- Dijo en voz baja - Y no, no me encuentro bien. Estoy frustrada, estoy histérica y me siento inútil. Vete a dormir y déjame en paz- Se encogió un poco al acostarse sobre su lado izquierdo y se llevó las manos al vientre intentando concentrarse en relajarse y descansar pero no podía, su mente al menos no la dejaba y mantuvo los ojos abiertos bajo la manta por quién sabe cuánto tiempo. Al rato, se movió y se quitó la parte superior de la ropa interior con cierta incomodidad. Le dolía. Los pechos y los tenía hinchados. Suspiró de satisfacción quedamente porque no sabía si Wthyr se había dormido ya o no y volvió a arreglarse en la cama, así se quedó otro rato más hasta que el cansancio y el mismo estrés de la visiones, la misión y todo lo que le había dicho y herido le pasaron factura.

En resumen, que le resultaba agotador estar cerca de él y tenía una confusión encima más grande que la cabeza de un dragón. Guardó silencio absoluto, una de las pocas veces que lo hacía, también un tanto cansado. Probablemente funcionaban mejor cuando se comunicaban de otro modo, mediante la magia y no mediante las palabras. Todo ese asunto quedó de lado cuando ella se fue a la cama, provocando aquel temor en Wthyr por si había podido perjudicarla de algún modo al hacer que se desmayase. Frunció el ceño con preocupación a pesar de que dijo que se estaban moviendo, porque justo después había afirmado no encontrarse bien, por nervios o lo que fuese. Una vez más optó por no decir nada, para que ella pudiese relajarse. Dejó escapar un suspiro quedo antes de dejarla tranquila como ella decía, dándole la espalda en la cama tras meterse del todo y taparse. Prefirió dejar algo de espacio entre ambos, aunque ni con esas pudo dormirse en un buen rato. Quería saber que no le pasaba nada, y por su respiración notaba que ella tampoco se había dormido. Cerró los ojos, permaneciendo despierto al menos una hora más, hasta que comenzó a escuchar la respiración más calmada de ella. Tras eso se durmió, teniendo extraños sueños con rocas voladoras...

A la mañana siguiente se encontró en una posición muy diferente a la que estaba cuando se había acostado, notando además la calidez del cuerpo de Catherine junto al suyo. Se quedó con aquella sensación un poco más, hasta que por fin abrió los ojos y empezó a ser más consciente de todo. Él estaba tendido boca arriba, con ella abrazada, la pierna enroscada y sus ahora grandes pechos encima.  - Pero qué...- El contacto y la visión de Catherine desnuda provocó que su cuerpo reaccionase delatando su deseo. Habrían tenido un despertar animado si todo hubiese sido normal entre ellos, si no fuesen un matrimonio en el que lo máximo que habían hecho sin Sodoma había sido un beso robado. No, no podía, tenía que sacársela de encima por mucho que eso fuese en contra de lo que quería y necesitaba en ese momento.

Salió de debajo de ella como pudo, haciendo un esfuerzo y tratando de no despertarla. Luego se escabulló y se fue directo a darse una ducha  de agua fría, ayudándose a sí mismo hasta que todo volvió a la normalidad. Finalmente salió, vestido y malhumorado, acercándose un momento para taparla antes de desaparecerse de allí en dirección a Ouroboros. A ver qué querían los imbéciles esos. Al menos le acompañaba Shyvanna, podría ser hasta divertido. Antes de partir le dejó una breve nota junto a la mesilla de noche, pidiéndole que no fuese a Ouroboros ese día. Ya podía imaginarse por qué.

No se dio cuenta que Wthyr se fue hasta casi dos horas después cuando la cama empezaba a enfriarse y aunque se removía en las mantas no encontraba aquel calor ni aquella extraña paz que le generaba su contacto. Aún así, siguió durmiendo un poco más. El cansancio acumulado del día de ayer y la comodidad de la cama junto con el embarazo la hicieron quedarse hasta casi mediodía cuando finalmente se estiró un poco y removió las sábanas. Los recuerdos empezaron a calzar en su mente poco a poco y abrió los ojos con un gesto algo obstinado porque sospechaba que iba a tener que discutir con el Pendragon de nuevo.

Se incorporó sobre sus codos en el centro de la cama, procurando mantenerse cubierta por las mantas, para panear la habitación pero…No lo encontró. El corazón le latió con fuerza por dos razones distintas: Podía irse… Y si él no estaba, quería decir que estaba en Ouroboros. Se llevó una mano al rostro, restregándoselo para despertarse de una vez. Salió de la cama por el lado contrario y fue en busca de algo para ponerse en el armario, mejor dicho, en el baúl donde estaban las ropas de las antiguas esposas. Rebuscó algo que le sirviera para la misión pero no hacía más que encontrar sedas y más sedas. Negro, rojo, gris…Rojo, rojo y rojo. Terminó tirando de uno de los vestidos con cierto odio, como si el simple color hubiese disparado algo dentro de ella.

Y claro que lo hacía. El rojo estaba asociado con la sangre y eso es lo que el mundo estaba haciendo: Desangrándose mientras ella perdía el tiempo entre sedas de mujeres muertas. Tiró hasta que lo dejó echo trizas en el piso y cuando recuperó la respiración de su arranque de ira cogió uno negro con rabia e indiferencia por el estilo. Se lo puso encima agradeciendo que tuviera soporte en los pechos porque se había olvidado del brasier. Tras eso salió hacia el baño para asearse y lavarse la cara, allí se dio cuenta de que había perdido uno de sus anillos y supuso que estaba en la cama. Volvió hacia allí para rebuscar cuando se dio cuenta de la nota que estaba en la mesa. La cogió y abrió. Era breve, sólo un par de palabras que…

…La destruyeron completamente.


-Cuando quemes Ouroboros y su gente, procura que no esté allí arriba-

Sus propias palabras resonaron en su cabeza al recordar su conversación de ayer y Catherine sintió que algo se rompía dentro de ella. Ya no tenía espacio para la ira o rabia. Se sentó en la cama, sosteniendo la nota entre sus manos y leyéndola una y otra vez. Estaba quemando su isla. Estaba atacando a sus amigos. Y sus amigos iban a responder. Sintió el familiar tirón en el estómago y esta vez no tuvo fuerzas para detenerlo, para concentrarse en nada que no fuese sentirse perdida y desganada. Las lágrimas acudieron a sus ojos apenas segundos después mientras se sentía inútil. No había nada que pudiera hacer, todo el tiempo que había pasado en Ávalon no le había dado los conocimientos necesarios para detener la magia de sangre. Tampoco para romper el vínculo con los dragones. No había podido disuadir a Wthyr de sus aspiraciones y ni siquiera había llegado a comprender la obsesión que tenían con Ouroboros. Dejó escapar un gemido de tristeza antes de dejar caer la carta y taparse el rostro.

Era una decepción.

Eso se os ha dado siempre bien a los Descendientes. Neutralidad y supuestos nobles propósitos…

Tenía razón, tenía tanta razón que sentía que su corazón estaba siendo partido por una lanza encendida. No podía, ni pudo, hacer nada. Si iba a Ouroboros ¿Qué iba a hacer exactamente? No podía ponerse del lado de los Pendragon como dictaba su alianza, su matrimonio y lo que sería su futuro porque estaría traicionando al Consejo, aunque suponia que ellos ya creía que les había traicionado. Tampoco podía ponerse del lado del Consejo porque entonces cualquier resquicio de esa tregua que había hecho con Wthyr antes de la coronación se iría a la mierda… Y aunque lo hiciera ¿Cómo podía protegerlos de su magia?

Era inútil. Era una inútil.

Ni siquiera podía conseguir la forma de viajar a Italia para ayudar a Giordano ni a la Brigada porque carecía de las herramientas para hacerlo, aquellos que eran sus amigos estaban desaparecidos y sus dos “familias” estaban más ocupados en matarse que en ayudarse entre sí a construir algo mejor. Se dejó caer en la cama, sin fuerzas, ni ganas, ni motivación, ni apetito. Sólo se dedicó a quedarse allí y simplemente existir observando el fuego entre lágrimas. Estaba segura de que nadie notaría la diferencia.



Probabilidad: encuentra la piedra?

El miembro 'Catherine Le Fay' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Shyvanna y Wthyr dejaron atrás el Templo de Sangre tras acordar ir en busca de Catherine. Aparecieron directamente en los aposentos, y en cuanto llegaron tuvo que apoyarse en su hermana porque le costaba mantenerse en pie por sí solo. La batalla y la posesión demoníaca habían hecho mella en él, había perdido sangre y estaba pálido, pero no había tiempo que perder. Enseguida buscó a Catherine con la mirada, recorriendo la habitación para ver si había algún cambio desde que él se marchó horas atrás. Nada, todo seguía igual. La encontró todavía en la cama, inmóvil, como si nada de lo del exterior hubiese sucedido. Intercambió una mirada significativa con su hermana como queriendo decirle que a eso se refería, intentando reunir las fuerzas necesarias para solucionar todo aquel desastre que iba dejando a su paso.

- Déjame primero a mí.- sabía que Shyvanna tenía poco tacto, y que podía desesperarse con Catherine dadas las circunstancias. Con él tampoco había nada asegurado, pero al menos su relación con ella era distinta. Se separó de su hermana y avanzó como pudo hasta su cama, dejándose caer en el borde para sentarse mientras ocultaba un gesto de dolor. Le recorrió el rosto a Catherine con la mirada, dándose cuenta de las lágrimas que habían bañado sus mejillas. Aquello era peor de lo que pensaba y él no parecía ser suficiente para hacerla despertar.

No esperó a que ella reaccionase a su presencia, tal vez ni siquiera a sus palabras, y por eso mismo decidió comenzar a hablar sin esperar mucho por su parte. - Sé que no te importa nada de la guerra entre Ávalon y Ouroboros, que ahora mismo no quieres saber nada de nadie. Aún así te diré que ellos han salido victoriosos, si es que eso significa algo para ti. El nigromante está desatado, ha levantado a Tauren de entre los muertos, me ha usado para poseerme con sus demonios y atacar a mi familia. Han tomado a mi hermana Gwen como rehén. - su tono de voz se ensombreció al decir aquello, haciendo una pausa por primera vez desde que comenzó a hablar. - Sabes lo que es perder a tus hermanos. A ti te escucharán si intercedes para que devuelvan a Gwen sana y salva. - volvió a guardar silencio, apoyando los codos sobre las rodillas para después enterrar la cara entre sus manos. Estaba agotado, física y mentalmente. Todo se había descontrolado en los últimos días, casi desde que Catherine vino diciendo lo de Giordano. De repente cayó en la cuenta, en la "relación" que él tenía con su hermana Gwen. ¿Serviría de algo si él regresase?

No sabía cuánto tiempo había pasado, tampoco había levantado las cortinas ni mirado el reloj. No le interesaba porque así fueran minutos u horas no cambiaba en nada su inutilidad. Cuando volvió a tomar consciencia y abrió los ojos se percató de que alguien había entrado a la habitación y no solo porque la chimenea ardía más, como si la hubiesen avivado sino que había dos bandejas de comida. Una parecía la merienda y la otra, cena. Ninguna de las dos le apetecía. No tenía apetito y tampoco fuerzas para levantarse de la cama.

Se reacomodó en la cama para seguir viendo las llamas y respiró lentamente acurrucándose cuando escuchó el sonido de aparición, un sonido que le trajo una sensación de desasosiego porque sabía lo que significaba. Ellos habían vuelto sí, pero ¿Y Ouroboros? Puede que le costara ver aquella isla como su hogar real después de haber disfrutado de la cabaña con su familia pero seguía siendo la isla donde había vivido durante largos años y donde residían sus amigos, los ahora enemigos de su “familia”.

No vio a Wthyr pese a su cercanía, siguió observando la chimenea aunque su mente estaba lejos dibujando cada escenario peor que el anterior ¿Habrían matado a Sofía y a su bebé? ¿A Matvey? ¿Mei? ¿Ling o Adael? Aún así, cuando mencionó que habían salido victoriosos parpadeó una sola vez. ¿Habían matado a Tauren? Empezó a sentir que su corazón latía con fuerza pero no por la “gravedad” con la que Wthyr hablaba de la magia usada por Matvey sino porque sentía admiración por su padrino. Era increíblemente poderoso…

Y aquello sólo dejaba claro que no la necesitaban.
Habían podido vencer a los Pendragon solos.
Y habían tenido que gastar cualquier carta para mantener la isla segura, algo que ella no había podido hacer.

Lo que le sorprendió fue aquello de que tomaran a Gwen de rehén pero aún así se mantuvo en silencio, analizando lo que le decía. ¿Por qué tomar a Gwen? No, tenía sentido... A menos que quisiera negociar por su vida. Era la más joven y menos guerrera; pero también la más… Catherine no sabía bien cómo definirla pero había visto aspectos en ella que la reflejaban a sí misma. Ella hubiese hecho lo que fuera por sus hermanos. Wthyr no obtuvo respuesta, ni siquiera cuando dejó caer el rostro entre sus manos. Catherine se mantuvo en absoluto silencio y sin moverse. Ella no tenía ninguna potestad para exigir nada al Consejo porque había fracasado en sus intentos por saber cómo derrotarlos, aunque aparentemente nunca había sido necesario. El Consejo era el Consejo de los 20 por una razón y los Pendragon bien harían en aprenderlo. Catherine tomó las mantas y se las subió un poco más a la barbilla para cubrirse mejor. No tenía sentido que fuera a reclamarla… ¿Por qué ella sí era importante y Giordano no? ¿Porque había un vínculo de sangre? Pues Catherine había aprendido que tu familia era la que elegías en el camino de tu vida, no esa que la sangre elegía por ti. Pero Wthyr nunca entendería eso de la misma forma que no entendía su lealtad a sus amigos.

Mira hacia dónde la había llevado la sangre. Una tragedia tras otra, impregnando a su hijo con la misma maldición vinculada a una traición hacia siglos.

Podría haberle dicho tantas cosas, podría preguntarle ¿por qué ahora si tenía permiso para moverse? ¿qué pasaría si fallaba? ¿la desmayaría de nuevo? ¿Qué estaba dispuesto a ofrecer por su hermana? Ella habría entregado el mundo por la vida de Desmond o Rhaegar pero nunca hubo una negociación al respecto, no…La maldición se había cobrado sus vidas antes de ser conscientes de la magia negra que realmente recorría sus venas.

Otro fracaso. Doble fracaso.

Recordar cómo la muerte de Desmond había impactado en Elise la hizo sentir aún peor, recordar el instante en el que Ian le había hecho ver lo equivocada que estaba al mantener el cuerpo de su hermano y tratar de revivirlo en un acto desesperado por no quedarse sola y por enmendar sus errores. Le Fay cerró los ojos y empezó a llorar en silencio al recordar cuánto echaba de menos a los mellizos y lo mucho que deseaba poder contar con ellos en ese momento, aunque sólo fuese para estar un instante a su lado. Lo que daría por verlos un segundo más, por abrazarlos y por decirles todo lo que no les había podido decir en vida. Entró en bucle olvidándose absolutamente de Gwen y de que estaba acompañada en la habitación.

Sostuvo a Wthyr al aparecer para que no acabara cayéndose y cuando vio la habitación con las bandejas de comidas intactas frunció el ceño, tras eso miró a Wthyr interpretando su mirada y preguntándose de qué iba Catherine y si su mente… era normal. Asintió en silencio cuando mencionó que lo dejara a él primero aunque dudaba que, después de su secuestro, a Catherine le cayera en gracia. Vigiló sus pasos por si lo necesitaba de nuevo y se apartó un poco para sentarse en uno de los impolutos sofás, atrayendo una de las bandejas para comer todo lo que pudo mientras lo bajaba con agua y zumo porque claro…no tenian vino.

No perdió tiempo en escuchar la conversación, necesitaba saber qué le decía y la respuesta de ella. La mención de Gwen como rehén hizo que tensara los labios con molestia antes de arrancar un pedazo de pan y empezar a comerlo con rabia, más aún ante el cruel silencio de Catherine. No le gustó que hiciera referencia a la muerte de sus hermanos porque era la vida de Gwen la que estaba en juego y ya Shyvanna había sentido una horrible desesperación nada más llegar a Ouroboros cuando pensó que el nuevo Sanguis Ligno la había cogido como sacrificio.

En el silencio que siguió, Shyvanna tuvo que controlar muy bien las ganas que tenía de pararse e ir a la cama y arrancar las sábanas de cuajo, y zarandearla con fuerza para que despertara pero se limitó a carraspear para que Wthyr le metiera más presión y, si no, que le diera rienda suelta a ella misma y fijo que la rubia lograba alguna reacción por parte de Le Fay.

Suspiró y levantó la cara de las manos en cuanto escuchó el carraspeo de Shyvanna, notando su impaciencia por la situación. Catherine ni siquiera lo había mirado ni reaccionado a sus palabras, más allá de taparse un poco más con la sábana. En cuanto cerró los ojos y la vio llorar comprendió que estaba mucho más rota de lo que se imaginaba, provocándole un bloqueo con aquella situación. En ese estado ni podía ayudarles, y si Shyvanna intentaba algo con ella iba a conseguir el efecto contrario. Desvió la mirada un momento hacia su hermana, pidiéndole algo más de tiempo.

De poco iba a servir hablarle si le iba a seguir ignorando, a no ser que diera con las palabras que la hiciesen despertar. Podía entender que estuviese así por la situación de mierda, pero debía comprender qué era exactamente lo que había desencadenado el estado en el que se encontraba. Frustración, miedo, desgana, desesperanza, hartazgo...parecía sentir que no valía nada. No era así como debería sentirse alguien como ella. Era más fuerte de lo que creía, y las palabras blandas no iban a hacerle ningún favor. A ella no.

- Mírame. - le bajó un poco la sábana, buscando su mano para sujetarla con firmeza.  La giró casi a la fuerza para que poder mirarla por fin cara a cara, aunque ella no quisiese hacerlo. Hizo el esfuerzo de comenzar a canalizar magia hacia ella, en un intento de hacerla revivir con lo que hasta ahora le había funcionado. Quería ver brillar sus ojos del modo en que lo hacían cuando sus poderes conectaban.  - Eres la maldita Catherine Le Fay, eres una de las brujas más poderosas que he conocido, sabes lo lejos que puedes llegar con tu poder.  Has superado demasiada muerte y dolor en tu vida, sigues haciéndolo. No te abandones ahora para pudrirte como si nada valiese la pena, como si todo lo que has sufrido mereciese ser despreciado. Los que se han quedado atrás no merecen eso, y tú tampoco. ¿Vas a rendirte ahora? sólo pierdes si te rindes. Te dije una vez que la felicidad no dura para siempre, pero estoy seguro de que a ti todavía te quedan momentos felices que vivir. - su canalización de magia comenzó a flaquear en ese momento, pero tensó la mandíbula, respiró hondo y continuó un poco más.  - Atácame si quieres, haz lo que quieras, pero dime algo. - cualquier cosa menos esa indiferencia que la hacía parecer muerta en vida. Ya no era sólo luchar por su heredero, era también por ella. - No sé qué voy a hacer, pero sé que no puedo hacer esto solo. - terminó en un susurro, cesando poco a poco la canalización para soltar el aire lentamente.

El llanto empezó a escalar hasta que dejó de ser silencioso, porque recordó la muerte de Rhaegar y cómo se había enterado mientras perdía a Altaïr justo delante de ella. Dos hermanos el mismo día, el dolor y la pena la atravesaba de tal forma que sentía un peso en el pecho que le impedía respirar bien. ¿Cómo podía acabar con esa angustia? ¿Cómo podía dejar de sentir? Si tenía que sacrificar la posibilidad de sentir amor y felicidad sólo para no tener que sufrir, lo haría…Lo haría. Daría lo que fuera por ser fría, por no sentir, por no permitirse vivir de esa manera.

Quería paz. No pedía felicidad, ni tristeza, sólo paz.

En algún punto de su propio ataque de ansiedad, Wthyr le cogió la mano y le hizo mirarle pero Catherine apenas podía definir su rostro a raíz de la mirada empañada. El calor y la energía de él volvieron a filtrarse bajo su piel y la morena empezó a negar con la cabeza mientras susurraba un “no, no, no, no”; porque no quería más magia, no quería más poder…El poder sólo le había traído dolor y sufrimiento. Era culpa de su linaje, de Morgana, estaba condenada a vivir una vida de eterno dolor por los crímenes de sus antepasados y así había afectado a Aedan, a Ian…Incluso a sus compañeros de Ouroboros.

Aún así, la magia no dejaba de filtrarse en ella y su propia magia no hacía más que alimentarse de él deseando salir al mundo, demostrar que sus palabras eran ciertas pero Catherine no las creía. Quería decirle… Sí, quería decirle que nada valía la pena, que ninguno de sus sacrificios había servido, que su existencia no marcaba la diferencia pero las palabras se le quedaban atrapadas en la garganta en sollozos creando un doloroso nudo que no lograba sortear.

No podía seguir, no tenía fuerzas para seguir y por mucho que Wthyr dijera que no se rindiera una cosa era decirlo y otra hacerlo. Tenía un sólo objetivo que cumplir… Eliminar esta maldición de Aedan y…Y… Abandonar el Consejo. El sollozo que la abandonó fue mucho más fuerte que antes. Abandonaría el Consejo para que ninguno de sus hijos se viera atado a la responsabilidad de ser un Descendiente, era suficiente con toda la mierda e historia que tenía su linaje.

¿Cómo podía explicarle a Wthyr que ella ya no buscaba la felicidad? Ya no la quería porque sabía que por cada uno de esos momentos en los que su sonrisa era sincera venían tres más en los que las lágrimas formaban parte de su día a día. Ella no se merecía ser feliz, no después de condenar a Ian, a Aedan y a todos los ciudadanos de Ouroboros por su inutilidad.

Sus ojos brillaban a través de las lágrimas y dejó escapar un gemido cuando le pidió que lo atacara porque sí, su magia quería hacer algo…pero Catherine nunca había sido violenta por defecto. Empezó a temblar por el esfuerzo de contener su magia sin que saliera a hacer daño pero bajo la cama la oscuridad empezó a moverse en formas extrañas -No puedo- Negó con la cabeza una y otra y otra vez, aún manteniendo el ataque de nervios y lágrimas; imposibilitada de calmar ni su ritmo cardíaco ni los sentimientos fatalistas que no paraban de dar vueltas a su alrededor. Era incapaz de hacer algo bien, no sabía cómo actuar y todo lo que hacía no servía para nada -No sé…- No pudo generar otra frase  y llevó sus dos manos para unirlas tratando de concentrarse en no dejar a su magia salir pero era imposible. La oscuridad empezó a extenderse y a subir por las paredes, apagando cada luz y cada espacio claro de la habitación por lo que Catherine empezó a llorar con más fuerza, sabiéndose incapaz de poder controlarlas.

Recibió la mirada de Wthyr con cara de pocos amigos pero decidió esperar, escuchando cómo los sollozos no hacían más que pasar a un ataque de llanto en cosa de segundos. No entendía. ¿Acaso no había oido que Ouroboros había ganado? ¿Que tenían a Gwen de rehén? Shyvanna se perdió en algún punto así que desvió la mirada a la bandeja para comer algo de las frutas que le habían llevado saciando su apetito.

El resto del discurso de Wthyr la hizo poner los ojos en blanco de una forma absolutamente exagerada porque se le notaba a leguas que Catherine se le había metido en el corazón a diestra y siniestra; con lo sosa y frígida que era sabía que su hermano podía conseguir algo mejor. Freyja por ejemplo le hubiese dado más caña. Lo que no comprendió fue lo de los momentos de felicidad y se sintió un poco fuera de lugar, pero sólo un poco.

Catherine seguía llorando como magdalena y cada vez peor. Fijo que estaba llenándosele la nariz de mocos e impidiéndole respirar bien pero decidió quedarse en su sitio y entonces notó cómo algo se movía bajo la cama. Pero volvió la vista a Wthyr con esa mierda de “atácame”....que lo intentara…Se preparó para generar un escudo de protección a él pero la otra parecía…

“No sé qué voy a hacer, pero sé que no puedo hacer esto solo”

Shyvanna alzó las cejas con bastante indignación porque HOLA ella estaba allí apoyándole en todo, en cada paso y curándole las pupas que se había hecho pero no le dio tiempo de soltarle una de las suyas porque Catherine habló y negó su ayuda… Se limitó a mirarla pero percatándose de que toda la habitación estaba cada vez más oscura, cuando se giró hacia las paredes vio que lo que estaba antes de un claro color champaña ahora…- Wthyr- Murmuró incorporándose y acercándose a la cama mientras las paredes se recubrían de una espesa capa negra.

De acuerdo, quizás Catherine no estaba tan cuerda como ella pensaba y sus poderes tenían mucho que ver con sus sentimientos -Deberíamos irnos- Murmuró viendo el avance de la cosa rara hacia el centro de la habitación donde estaban ellos, por si acaso elaboró un escudo que protegiera toda la cama pero realmente no sabía cómo enfrentarse a eso. ¿Era veneno? ¿Era tóxico? ¿Te consumía? Eso parecía consumir todo y Shyvanna hizo una mueca de desagrado.

Por un momento estuvo tentado de parar cuando vio su cara de terror al susurrar esos "no" que pedían que parase con la canalización, pero no lo hizo. Parecía al borde de un ataque de nervios por aquel movimiento, lo que hizo que Wthyr comenzase a temer que la maniobra de choque fuese peor que dejarla sumida en su propia miseria. Logró que sus ojos emitiesen de nuevo aquel brillo que solían tener cuando utilizaba su poder a gran escala, pero esta vez había miedo en ellos, como se temiese perder el control por completo o enloquecer.

Las sombras comenzaron a agitarse a su alrededor como una clara señal del poder descontrolado que provocaban las emociones de Catherine, desbordadas por la canalización de magia. Wthyr miró alrededor un instante, pero aún así no se detuvo. Ni siquiera lo hizo cuando Shyvanna se acercó para avisarle e instarle a que se fueran. Sabía que su hermana quería lo mejor para él, pero en ese momento no podía abandonar, no a medias. Si fracasaba que no fuese por no haberlo intentado. - No...- contestó en un jadeo por el esfuerzo, sin apartar la mirada de los ojos de Catherine brillantes y desbordados por las lágrimas. - Todavía no. Sal, hermana. Protégete. - eso sí, no iba a arriesgarse a que las sombras hirieran a Shyvanna si algo salía mal, si no lograba lo que se proponía.  

- Podrás... -La atrajo hacia él en cuanto notó que empezó a temblar, abrazándola con fuerza contra su pecho, apoyando la frente sobre su cabeza. Aprovechó ese contacto para tratar de absorber su energía mágica fuera de control, para tratar de doblegar y utilizar las sombras que a ella se le estaban descontrolando. Ya lo había intentado una vez, pero en aquella ocasión no había logrado manejarlo durante mucho tiempo, había sido más bien una lucha salvaje entre los poderes de ambos. Su encuentro en la noche de bodas...

Sintió el corazón de ella latiendo frenético junto al suyo, que también estaba a punto de desbocarse por el esfuerzo. El llanto de Catherine y su oscuridad se adueñaron por completo de la estancia, provocando que apenas pudiese verse nada. El Pendragon hizo agitarse las sombras, que se retorcieron para ir retrocediendo lentamente. Logró doblegarlas hasta el punto de que la luz volvió a la habitación, casi hasta hacerlas desvanecerse. Su propio cuerpo comenzó a calentarse y a temblar por el exceso de esfuerzo, no iba a ser capaz de contenerlos mucho más. Su control sobre los zarcillos de oscuridad se estaba debilitando, provocando que éstos volviesen a agitarse y a avanzar. El abrazo también se fue aflojando, mientras luchaba por mantener la consciencia. Tenía que aguantar.

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OFF: Usa modo narrativo mejora de habilidad Absorber la esencia mágica, robando temporalmente la magia de alguien y usarla por un tiempo limitado ( Nota tiempo: 2 posts de uso poder robado si supera defensa).
Y como me la juego tiro éxito fallo para ver si logra mantenerlas a raya o si le acaban sobrepasando porque esta flojer

El miembro 'Wthyr Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

La presencia de Shyvanna le había pasado desapercibida hasta el momento en el que le habló a Wthyr, sencillamente había estado tan centrada en ella misma que no se había dado cuenta de que estaba allí y temió…Temió hacerle daño por no poder controlar sus sombras, porque no quería dañar a nadie, no quería hacer sufrir a nadie. Pero agradeció en silencio que se fuera.

No entendía cómo Wthyr seguía confiando en que podría hacerlo cuando estaba claro que la batalla en su cabeza no daba tregua, no daba espacio a esa Catherine que se había creído invencible tantas veces. Sintió el movimiento de su cuerpo y luego el rodeo de los brazos de Wthyr, apretándola con fuerza y…no peleó, porque no tenía fuerzas para volver a su sitio y porque quizás quería confiar en su palabra.

Tras eso… Catherine soltó un gemido ahogado al percibir cómo el Pendragon ahora absorbía ese exceso de energía que le había dado, tranquilizando en gran parte su alma y su cuerpo porque a menos intensidad de poder menos descontrol y, por ello, menos oportunidad de destruir todo a su paso. Aún así, ya habían estado lo suficientemente avanzadas para cubrir toda la habitación y Catherine sabía que a ella no le harían daño pero desconocía si lo harían con Wthyr, que logró disiparlas… Le Fay miró alrededor notando que la claridad volvía a ocupar la habitación pero tanto el abrazo como su control en ellas empezó a flaquear. Aún así, Catherine había rebajado lo suficiente su ataque de histeria para poder controlarlas y cerró los ojos haciendo uso de su poder para reducirlas en su sitio hasta que perdieran su autonomía y no fueran más que sombras.

Seguía sollozando en silencio con poca energía, pocas fuerzas aún pero el pico del ataque se había reducido -Todo lo que puedo darte es oscuridad- Negó con la cabeza, dándose cuenta de que ahora podía hablar y expresar todo aquello que se le quedaba en la garganta -Soy una inútil- Le dijo cerrando los ojos para regodearse en su propia oscuridad -Y te condenaré como lo hice con Ian, como lo hice con Aedan…con mis hermanos, con Ouroboros… Soy una Le Fay…y todo lo que toco acaba maldito-

Las sombras volvieron a retirarse y calmarse de nuevo, pero esta vez no fue él quien las dominó. No habría podido, se le habían escapado de su control tras doblegarlas brevemente con gran perseverancia. Separó su frente de la cabeza de ella para comprobar por sí mismo que la oscuridad retrocedía en la habitación, que Catherine estaba retomando su capacidad para manejar su propio poder. El leve sonido de su respiración entrecortada por el esfuerzo se mezclaba con el de los sollozos de su esposa, que habían decrecido en intensidad. Aún así no estaba seguro de haberlo logrado, tal vez sólo hubiese ganado algo de tiempo.

Alzó las manos para tomar entre ellas el rostro bañado en lágrimas de la Descendiente, buscando su mirada mientras escuchaba por fin su voz manifestándose para decir lo que sentía. Dejó una breve caricia con el pulgar en su mejilla, sin ser muy consciente de aquel gesto.  - Esa oscuridad es una parte más de ti, pero no es la única. Tienes mucho más que dar. - replicó, dándole a entender que ella no era sólo eso, pero que tampoco tenía que negar esa parte de su naturaleza. Guardó silencio para dejarla hablar y desahogarse, al menos hasta que dijo lo de condenarle. Él no era ninguna víctima, más bien todo lo contrario. Bajo las manos despacio desde su rostro hacia sus hombros, deteniendo la mirada por un fugaz instante en sus labios.

- No te lo creas tanto, Le Fay...ya sé condenarme yo solo sin ayuda...- murmuró con un deje irónico y amargo, de eso no tenía ninguna duda, en la mayor parte de los problemas que tenía se había metido él, y la otra mitad eran por aquellos empeñados en joderles. Se permitió cerrar los ojos también un momento y descansar cuando ella lo hizo, pasándose la mano desde la frente a los ojos un momento.

 - Ojalá fuese tan fácil como creerse culpable de todo...eso significaría que tenemos algún control sobre lo que sucede, y no es así. Muchas veces ni siquiera podemos controlar los acontecimientos, ni somos suficiente para evitar que otros sufran. Sí, estamos malditos y juntos en esto, pero no fue nuestra culpa. Fue por culpa de otros. - sentenció, sin poder evitar un tono de rencor hacia sus antepasados por lo que habían hecho. Algo similar le sucedía con el Sanguis. Les daba poder, pero les exigía demasiado. Era una especie de relación amor-odio. Incluso alguna vez le había dado por pensar si las almas que lo habitaban se sentían atadas y atrapadas allí.  

- Ahora nos toca seguir como podamos, y no quiero dejarte atrás. - buscó entrelazar una de sus manos con la suya, pero esta vez sin provocar ninguna absorción de magia o canalización en ninguna dirección. Bastante había resistido con lo de antes. Se le vinieron a la mente los votos ante el Sanguis, como si cobrasen un nuevo sentido. - Regresa.

I keep fighting voices in my mind that say I'm not enough
Every single lie that tells me I will never measure up

Ladeó la cabeza hacia él cuando le tomó el rostro entre sus manos y observó su mirada cansada mientras le hablaba. ¿Qué? ¿Qué más tenía que dar? Se sentía vacía de todo y allí donde el dolor antes había apretado su pecho sólo había un hueco en el que no sentía nada más que decepción por sí misma. Catherine intentó bajar la mirada pero Wthyr no le dejó y tensó los labios con fuerza, tratando de batallar el gesto de tristeza que convertía sus labios en un puchero.

You say I am strong when I think I am weak

Parpadeó, dejando caer más lágrimas, cuando le hizo entender que, al menos en lo que respectaba a él, su condena no sería su culpa. Y sabía que tenía razón pero eso no implicaba que Catherine no dejara de echarle leña al fuego. Se mordió el labio negando suavemente con la cabeza -Eso es malo- Respondió porque era lo único que podía pensar en ese momento porque si sus dos padres no hacían más que condenar y desatar maldiciones entonces… ¿Qué sería de su hijo?

Aquel momento de silencio le permitió calmarse un poco más y pensar, pensar un poco por encima del murmullo de pensamientos que pretendían volver a hundirla en aquella cama sin esperanza de salir. Abrió los ojos al oírlo hablar nuevamente y giró la cabeza hacia él con un gesto de desolación -¿Crees que nos odiarán? ¿Nuestros descendientes?- Inquirió sorbiendo por la nariz, porque ella no estaba haciendo nada honorable que pudiera destacar su historia a través del legado de Morgana Le Fay y, sin embargo, podía comprender exactamente el rencor en la voz de Wthyr -Por lo que hacemos, por lo que dejamos de hacer… Por nuestros fracasos y lo que creemos que son nuestras victorias- Susurró pensando en sus nietos o los nietos de sus nietos. ¿Qué les estaba dejando? Ese pensamiento hizo que espabilara un poco… No quería que la odiaran, siempre había querido ser ejemplo sólo no sabía cómo.

Dejó que entrelazara sus dedos, sintiendo que eran un equipo pero…Pero no a nivel mágico sino… como… ¿esposos? Frunció el ceño mientras miraba sus manos y alzó la cara hacia él -¿A qué, Wthyr? ¿A qué quieres que regrese?- Le preguntó con sinceridad -¿A que no me dejes hacer lo que considero correcto y me desmayes para imponer tu voluntad? ¿Quieres que vuelva a ese punto donde nuestro orgullo está por encima de nosotros? ¿Dónde tus estigmas te impiden ver realmente lo que puedes construir?- Negó suavemente con la cabeza recordando entonces la razón por la que había acudido a ella y lo miró con cierta preocupación -Quieres que regrese porque puedo traer a Gwen de vuelta pero cuando te pedí ir a por Giordano me lo negaste… Sé lo que es perder hermanos, Wthyr, porque estoy sola y cuando pedí tu ayuda para salvar a uno de los pocos que me apoya en todo, incluso en nuestro matrimonio, te negaste- Volvió a negar con la cabeza soltando el aire lentamente mientras cerraba los ojos.

-Me importa…- Confesó -Me importa Ouroboros porque hice un juramento. Me importa Ávalon porque también hice un juramento pero me obligas a elegir un bando en una guerra sin sentido. ¿Cuánta sangre inocente han derramado?- Preguntó y volvió a abrir los ojos hacia él sintiendo que una vez más empezaba a llorar -Porque tus soldados y tus dragones seguían órdenes, igual que los soldados de Ouroboros. ¿Les preguntaste? ¿Si querían volver a la isla? ¿Verás a sus huérfanos? ¿A sus viudas?- Añadió y sollozó ante la idea de todas esas vidas perdidas -¿Por qué tenemos que repetir los errores de nuestros antepasados cuando podemos ser mejores que ellos? ¿Por qué estamos haciendo que la historia se repita? ¿Por qué, Wthyr?-

En el momento en que sostuvo su rostro supo que por fin le estaba escuchando, que sus palabras estaban llegando a ella a pesar de que la tristeza que mostraba. Sí, claro que era malo que ambos fuesen un imán para los problemas, pero no pensaba confirmarlo para no refrendar esa idea en su ya atribulada mente. Desvió la mirada un momento de su cara al ver que se mordía el labio, para no hacer evidente que se había fijado. Luego tardó algunos segundos más en responder qué pensarían sus descendientes de ellos, no era algo fácil de dilucidar. Siempre había pensado que pasarían a los libros de Historia como aquellos que por fin habían logrado culminar la tarea que tenían encomendada desde generaciones atrás, pensó que su linaje haría grandes cosas. La realidad era bien distinta, se habían llevado una derrota que no se esperaba y se había llevado herido el cuerpo y el orgullo.

- Nos odiarán si les dejamos como legado la maldición, si permitimos que vuelvan a subyugarlos tras una nueva guerra...si les dejamos un mundo hostil e inhabitable. - apretó levemente su mano al ver que no le rehuía, pero después tuvo que enfrentarse a un sinfín de preguntas que le hacía Catherine tras haber "despertado". - Regresar a lo que eres. ¿Qué quieres que te diga? ¿que no estuvo bien desmayarte porque no podía convencerte de otro modo? pues vale, no lo estuvo. - terminó por admitir, esa acción le había acarreado casi más problemas que otra cosa. ¿Qué otra cosa pensaba ella que podía construir, si no era un imperio?

Le sentó mal que le echase en cara que sólo había acudido a ella por Gwen, como si pensase que a él le daba igual abandonarla sabiendo que que estaba deprimida.  - Claro que quiero que intentes sacar a Gwen de allí antes de que le hagan daño, más sabiendo que a ti te harán caso. Pero te equivocas si piensas que sólo he acudido aquí para utilizarte.  Ignoré lo de Giordano porque él no me importa lo más mínimo, pero tú sí, y no quería que te pasase nada. - pasó por alto el haber dicho tan claro que sí que le importaba ella, ya era decisión suya si creerle o no. Terminó por soltarse de su mano, despacio.  - Iré a por Giordano si eso puede ayudar a mi hermana. Son amigos o algo así, aunque no te lo creas. - suspiró pesadamente cuando le hizo pensar en toda la sangre que se había derramado, en sus soldados y en sus dragones muertos. Sintió una pena enorme al recordar a Tauren muerto en la nieve, y rabia al recordar la profanación que había hecho Rasputín con él.

- No, no... - fue negando sistemáticamente a las preguntas que le iba haciendo, acabando por perder un poco los nervios. Ya se sentía mal por todo,  pero hacerse esas preguntas le hacía ahondar más en la herida. Shyvanna le decía que como rey iban a seguirle donde fuera, que era lo que tenía que hacer. Catherine hacía que la culpa de lo sucedido recayese directamente sobre él.  - ¡No, no les pregunté, maldita sea! - se puso en pie de manera repentina, tambaleándose un poco al hacerlo. ¿Era eso lo que estaban haciendo, repetir la historia? una nueva guerra civil entre los Descendientes y los Pendragon, en la que ellos acababan perdiendo, en la que Le Fay mataba a Pendragon... parecía una puta broma. Se llevó una mano a la frente y a los ojos, volviendo a sentarse algo mareado. - No lo sé. - terminó respondiendo en voz más baja, siendo totalmente sincero porque ahora mismo tenía toda su mente y sus planes hechos un caos. Tenía muchos frente abiertos, pero el primero a solucionar era el de su hermana. Se descubrió el rostro, mirando hacia el frente pero sin estar mirando a nada realmente. - Necesito pensar. - expresó en tono cansado, guardándose para sí mismo el odio que sentía en ese momento hacia el padrino de Catherine.

Le observó en silencio mientras respondía su pregunta. Una guerra entre los Pendragon y el Consejo podía extenderse…Durante años y décadas, un tira y afloja en el que las clases más “bajas” e incluso el mundo muggle perecería. No podía permitirlo. Le recorrió el rostro cuando le apretó la mano escuchando su especie de disculpa, moviendo suavemente las cejas con cierta sorpresa y casi dulzura -¿Es una disculpa, Wthyr?- Presionó, porque tenía que hacerlo. Sabía que había sido…terca, pero Giordano la necesitaba.

Lo cierto es que ella sabía, en el fondo de su corazón, que Wthyr tenía razón pero le era imposible reconocer que no podía ayudar a Giordano sin arriesgarlo todo. Era algo a lo que no estaba acostumbrada, poner sus necesidades primero no era una costumbre que tenía adecuada a sí misma. No, Catherine tenía una retorcida manera de encontrarse siempre en el ojo de la tormenta. Su confesión sobre su actitud hacia Giordano, y ella, la atribuyó un poco a su importancia para su maldición. Se lo había recordando cuando estaba muriendo: Era su rompemaldiciones -Lo sé- Dijo con respecto a Gwen y Giordano recordando lo que le había dicho al italiano en pleno cónclave, donde ella había abogado por incorporarlos al Consejo.

Pero las siguientes preguntas empezaron a presionar sobre un Wthyr que, de momento, Catherine no había conocido en realidad. Era un Rey que estaba teniendo…remordimiento y cuando se levantó de esa forma Catherine temió un momento haberlo presionado demasiado así que lo miró con cautela, evaluando cada gesto que hacía y el cansancio en su rostro. Pero no todo era físico ¿No? Este era el Wthyr que nunca se dejaba ser de puertas para fuera porque minaría su presencia como Rey.

Se quedó en silencio un momento mientras lo observaba, de esa forma parecía una persona más accesible y le recordó los días que lo cuidó cuando estuvo enfermo. Cuando sus defensas bajaban era una persona capaz de comprender y de analizar lo que le decían. Catherine vio en ese instante la oportunidad que no había tenido hasta ese momento. Se acercó de nuevo a él y se inclinó hasta volver a tomar su mano con suavidad y antes de decir nada compartió con él una de las visiones que había tenido ese mismo día.

No estaba segura de qué estaba mirando hasta que la mujer pelinegra se giró hacia ella. Un par de años en el futuro, sin duda, pero era ella portando una corona distinta a la que se había enviado a hacer y cerrándose una capa sobre los hombros con un dije de un cuervo. Antes de ser consciente de algo más, la mujer había salido de la antesala hacia el patio central donde un dragón dorado le esperaba y junto a él, Wthyr. Su futuro yo subió a lomos del dragón y ambos despegaron… Catherine fue consciente de que bajo sus pies se extendía una ciudad que nunca había visto. Preciosa, llena de vida y de magia. La podía sentir latir bajo su piel.

-Estaba usando tu regalo cuando vi esto…entre... otras cosas- Que no quiso recordar, Catherine finalmente se movió para sentarse a su lado sintiendo que en ese instante tenía el futuro de sus hijos, y del mundo, en sus manos así que decidió ir con cuidado -Sé que no me elegiste como tu Reina, ni tu Emperatriz, que ha sido cosa de la maldición pero yo sí creo en que podemos construir algo juntos si sólo…Realmente me escucharas. Yo…- Frunció el ceño bajando la vista hacia sus manos sintiendo que el corazón le latía con fuerza porque sus palabras anteriores, en las que era más que consciente de que estaba comprometida con Ávalon y Ouroboros a partes iguales seguía teniendo peso en ella -Sé… que no estás acostumbrado  a que te cuestionen sino a una reverencia total pero no seré nunca esa persona. Me dices que soy mucho más que oscuridad, Wthyr - Tiró suavemente de su mano y luego alzó la mano hacia su rostro para que le observara -Tú eres más que venganza-  Esperó que aquellas palabras calaran hondo en él y soltó el aire lentamente.

-Creo que puedo traer a Gwen sana y salva, pero necesito… más, mucho más de ti…que del Rey de Ávalon que te enseñaron a ser-

Entornó los ojos ligeramente cuando le preguntó que si era una disculpa. No estaba acostumbrado a hacerlo, tal vez con la rara excepción de sus hermanos. Asintió casi con disimulo, con gesto malhumorado. Claro que estaba reconociendo que eso del "secuestro" no estaba bien. Esperó que ese momento pasase lo más rápido posible, hasta que por fin tomó el lugar el tema de Gio y Gwen. Resulta que Catherine también sabía que eran amigos, y no se le había pasado por la cabeza avisar a Gwen del tema de Da Vinci. Puede que la menor de los Pendragon se hubiese prestado para ir a buscarlo, si es que de verdad valoraba esa amistad.

Trató de recobrar la calma tras la breve explosión de estrés por tanta pregunta compleja, quedando un tanto ausente sentado en la cama. Las imágenes de la batalla y todo lo que había visto desde la perspectiva del demonio no se le iban a olvidar nunca, ni mucho menos lo que había sentido ante la impotencia de no poder hacer nada, ni siquiera negarse a atacar a su propia sangre. Estaba absorto en eso y en pensar soluciones cuando le sorprendió el contacto de la mano de Catherine con la suya. Se había acercado a él por iniciativa propia, para compartir mentalmente con él una escena. Wthyr sintió que se le erizaba la piel al reconocerse junto a ella en aquel entorno aparentemente idílico, pero no tuvo claro si era fruto de una ilusión que ella había ideado o qué era. - ¿Qué significa esto? - Pronto se lo aclaró, tenía que ver con la aguamarina minoica que él le había enviado. Para apaciguar la mente, y, en ocasiones, ver atisbos del futuro.

- Un posible futuro... - murmuró sin estar muy convencido, ya que el futuro era cambiante y traicionero, siempre en movimiento. - Algo que podría ser, o algo que podría engañarnos. - desconfiaba por naturaleza, no podía evitarlo. Giró la cabeza hacia ella para mirarla mientras le recordaba que ninguno de los dos se había elegido, aunque las circunstancias hubiesen puesto al uno el el camino del otro. Por un lado quería escucharla porque había cosas con cierto sentido en lo que decía, pero por otro...entraba en conflicto con sus objetivos y lo que tenía que hacer. - No creas, ser rey es ser cuestionado constantemente. Sólo que no todos te lo dicen a la cara. - aclaró para que no se pensase que nadie le cuestionaba, tenía que lidiar con ello. Bajó también la mirada hacia sus manos, unidas de nuevo, al menos hasta que ella le alzó el rostro para quedar cara a cara. Le agradó saber que le había escuchado al decirle que era más que oscuridad, y estuvo de acuerdo en cierto modo con que él era más que venganza, pero...eso no implicaba que esa parte desapareciera.

- Las ganas de venganza, el odio...cuando arraigan no es tan fácil arrancarlos como si nada. - negó para sí mismo, no se sentía capaz de sacarse eso de encima, y no estaba seguro de querer hacerlo. - No quiero arrastrar a los míos al desastre, pero olvidar sin más...sería traicionar a los que han caído. Sería rendirse. ¿Es eso lo que me estás diciendo? - preguntó, casi seguro de que ella iba por ahí. El corazón de Wthyr dio un pequeño bote cuando le dijo que podía traer a Gwen sana y salva, pero...

Ah, claro. Siempre había un precio a pagar. Le estaba pidiendo algo a cambio, tal y como había hecho él cuando le pidió algo por traer a Giordano. Quería más. En el fondo no eran tan distintos...

- Dime que es lo que quieres a cambio...siempre estamos pactando, y esto parece otra negociación más. - su gesto se volvió más serio, sentía como si hubiese intentado llevarlo a ese terreno y no estaba cómodo del todo.