Playa de Durdle Door

La risa de la albina hacia que me avergonzara aun mas. Sabia que eran cosas que podría llegar a recordar a medida que el tiempo pasara. Me reí un poco al escuchar lo de que los del hospital estarían cansados de nosotros. Encendí mi cámara y saque algunas fotos de la playa para volver a apagarla.

-Supongo que si, pero tendrán que acostumbrarse -Dije riendo y encogiéndome de hombros- ¿Porque no podría llevarte? Soy fuerte una transformación no me debilita tanto como para no poder cargar a una chica delgada como tu.

Camine un poco para ver que la chica se tambaleaba, estaba agotado pero ella parecía peor por lo que la cargue como novia para seguir caminando tranquilamente rumbo al hospital sonriendo y dándole algún que otro beso en la mejilla. Si aun seguía viva es que se había ganado la confianza del lobo en mi interior lo cual era mas que bueno.

Seguí caminando pasando por diversos escenarios hasta llegar ahí. Un lugar en el que ya había estado, tanto en el momento en que estaba poseída y volví una segunda vez para rescatar a aquel hombre lobo moreno al que hacia bastante tiempo que no veía.

La arena en mis pies se sentía algo extraña, era una superficie totalmente distinta por lo que sentía que mi armadura se hundía en la arena. Aproveche para practicar aun mas mi nueva dominación en ésta, yendo poco a poco mientras seguía con mi caminata. Al momento que el sol se oculto me quite mi capucha por primera vez en varios días. Pase mi mano por el costado de mi cabello que siempre mantenía corto, estaba mas largo de lo que usualmente solía usarlo, por lo que, como siempre hacia, desenfunde la vieja navaja, la cual aun seguía muy afilada y comencé a cortarme el cabello del lado derecho de la cabeza, el lado que siempre mantenía rapado.

Con ayuda de mi mano como guía había podido volver a dejar mi cabello como siempre lo tenia aunque no pude evitar gruñir al sentir como el filo de la navaja acariciaba suave y ligeramente mi oreja notando como poco a poco las gotas de sangre comenzaban a caer. Lo ignore y termine de arreglar mi cabello para volver a guardar la daga y limpiar la sangre con mi capa. No era la primera vez que me pasaba eso al cortarme el cabello y suponía que no seria la ultima ya que haciéndolo ella sola y sin un espejo o nada mas que su mano, eso se volvía mas difícil.

Lance un rugido que se escuchó en toda la playa, mientras llegaba en mi forma dragón. Aterricé enfrente del mar, encima de la arena. Llevaba un huevo de dragón negro conmigo, y estaba enrollado en mi cola. Entonces acerqué mi cabeza al agua y bebí un poco. No me gustaba el agua salada pero tampoco es que siempre encontrase una zona con agua dulce.

Al acabar de beber me tumbé en la arena y ocultando el huevo cerca de mi abdomen, vi a una drow allí. La verdad estaba seguro de que se percató de mi, debido al rugido que hice. Mis ojos azules hicieron un destello a la luz del sol mientras miraba a la drow con cautela. Era curioso ver a alguien por aquí, en especial una drow de dia. - Que te trae por aquí Drow? - Pregunte sin ser grosero ni despectivo, pero serio.

El vuelo desde Londres hasta la playa de Durdle Door se hace más que pesado debido a la cantidad de heridas recibidas por los infames atacantes de la taberna. Mi intención era volar hasta la isla de Wight, pero a mitad de camino he de detenerme para sanar un poco los daños infligidos. Aterrizo sobre la arena de la playa, que en este momento está completamente desierta. No hay nadie a la vista, ningún incómodo mirón en las inmediaciones. Una vez que me aseguro de que todo esté tranquilo y sea seguro me tumbo a descansar sobre la arena, muy cerca del arco de piedra formado por la fuerza del mar. Los ataques de esos dos dragones han sido los que más me han dañado, pero lo peor de todo es la traición a la raza. Han impedido que recupere a mi hijo, aunque sé que de un modo u otro acabaré consiguiendo que venga conmigo para poder criarlo como a un auténtico dragón negro. Espero que el veneno que inoculé al ladrón sea suficiente para haberle causado la muerte, algo que habrá sido así si ha tardado demasiado en darse cuenta de que estaba envenenado y debía actuar. Se merece un castigo a medida por arrebatar del nido a los hijos de otros. Ya me enteraré de más cosas por medio del humano con el que me asocié, Setelah Barrett.

Enrosco la cola y apoyo la cabeza sobre las patas delantes, cerrando los ojos mientras voy canalizando magia sanadora a través de mi cuerpo para sanar las heridas, potenciándolo además con la joya que llevo incrustada en el pecho. Llevará todavía varios minutos reparar todos los daños, así que me quedo allí un buen rato descansando, escuchando el sonido de las olas y cualquier otra cosa que pueda ponerme en alerta.

.......

Sanación: 10 dado + 10 habilidad ficha + 10 piedra= 30

PS: 40 + 30= 70

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'Curación' :

Permanezco un poco más en aquella playa, descansando para recuperarme por mis heridas y haciendo alguna sanación más. Transcurrido un día ya tengo la energía suficiente para volar a la isla de Wight, así que me levanto de la arena sacudiendo mis patas y las alas.

Elevo el vuelo varios metros, deteniéndome en el aire mientras bato las alas, observando en la lejanía. Dudo que vayan dejar marchar a Svart por su cuenta, pero al menos ya he sembrado en él la sombra de la duda. Tarde o temprano vendrá a buscarme. Doy media vuelta, comenzando a volar a gran velocidad para marcharme de allí, rumbo a mi isla.

Sanación: 10 dado + 10 habilidad ficha + 10 piedra= 30

PS: 70 + 30= 100

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'Curación' :

Kyllian Evans escribió:Después de la fiesta en Ouroboros y de su brillante actuación durante la misma tenía una resaca alucinante y por alguna razón había acabado en la enfermería con un cubo al lado de la cama pues al parecer mi intento de mear en una maceta en el salón se vio truncado por un par de magoseguratas y la cosa se puso un tanto violenta por no hablar de la tensión que ya había entre los miembros del consejo. El tipo del pájaro regordete y el bastón vino a verme para que le contara mi trágica historia, lo recordaba vagamente pues presentía que mi resentimiento venía de algún lugar y eso hice, contarle a aquel tipo estirado mi pequeña historia, escuchando atentamente cada palabra con la mirada perdida en el infinito.

No tardé mucho pero aquel hombre todo engalanado se quedó sobando su pollo un momento y al final me ofreció quedarme y probar suerte en el lugar que habían aprendido todo mis padres y si hubiera podido verme la cara se habría dado cuenta de mi expresión de incredulidad "así? sin más?" pensé para después pedirle tiempo pues Johan me había pedido unirme a los renegados, o eso me decía el recuerdo residual, tampoco podía pensar mucho en ese momento, necesitaba un buen chute de cafeína y algo con azúcar, necesitaba un pastelillo, uno con kilos de dulce veneneo.

No pasaron muchos días hasta que decidí tomar la oferta del hombre ciego del pollo en el hombro, también hablé con Reiv y Johan pues lo del mensaje en las pantallas me había dado mucho mal rollo y algo de desconfianza, de momento sería libre y después ya vería si unirme o no. La letra pequeña se le escapó al ciego y no era todo arcoiris y diversión, debía tomar una especie de examen de ingreso que ni siquiera sé como pasé, tal vez chanchullo de los profes pero cuando entré vino lo peor, aquel sitio era una especie de hogwarts con convento, al menos el profesor, Adael, no parecía de los más estirados del lugar.

Las semanas pasaron y de repente ya eran varios meses los que llevaba recluido en aquel lugar sin noticias de Leila ni la pequeña pero como un golpe de suerte Adael decidió irse de vacaciones o algo así, dándonos a todos unos días libres que aprovecharía para visitar a las pocas personas que conocía fuera de la isla y la primera sería mi pequeña "sobrina".

Sabía que la feral era de la brigada, muchos en la isla los conocían pero nadie sabía decirle exactamente dónde estaba exactamente, lo mejor que obtuvo fue un "pues por esta playa, por esta zona deberían estar", menuda mierda buscar a los de la brigada pero conociéndolos si esperaba a la noche en aquella playa los escucharía berrear borrachos. Salí de la isla apareciéndome en aquella playa, el sol era intenso, levanté la vista mirando al horizonte con la mochila a la espalda y las olas rompiendo en mis botas, me senté a esperar en la arena, tal vez un par de horas hasta que un aroma familiar traído por el viento me hizo levantarme, Leila se acercaba con la pequeña en brazos, paseando lentamente, esperé hasta tenerlas cerca y sonreír -Hola Leila, me han dado la condicional y he venido a veros!-

Alrededor de un mes había pasado desde la última vez que había visto al dúo dinámico, por fortuna venían cumpliendo su palabra y llamaban o se comunicaban a diario, así que me tenían tranquila en ese aspecto. Con Lila habíamos tomado una serie de hábitos; nos levantabamos temprano, le daba un baño, luego me bañaba yo, le daba de comer, luego yo picaba algo, después caminábamos por la playa, allí jugábamos con la arena, Lila se cansaba entonces la llevaba a tomar una siesta y ese era el rato que yo tenía para continuar con la búsqueda de los renegados, los brigadistas y mi propia búsqueda personal de Éamon, los centros de mando de los satélites antimagia, las fábricas de copias y entrenar un poco en la zona de entrenamiento techada del primer piso del barco, al menos hasta que Lila se despertara, momento en el que tocaba volver a darle de comer, pasar tiempo con ella haciendo monerias para, cuando ya la veía que estaba cansada, darle la cena, otro baño, acostarla y seguir con lo mío hasta que me quedaba dormida.

Hoy no era un día distinto a los otros días, ya le había dado el primer baño a la niña la cual imitaba mi forma de hablar en su idioma bebé hasta el hartazgo, ya le había dado de comer y habíamos bajado a la playa para nuestra caminata diaria. Había agarrado su baldesito y sus paletitas para qué juguemos en la arena, también había puesto en el balde tres cervezas para mamá y una bolsa grande de malvaviscos porque ese día no había comido todavía. Lo que hizo diferente ese día fue un olor…

-Nada nuevo por aquí Ben, las dos estamos bien… si, estoy investigando pero nada todavía… bien, cuídense, saluda a Lyka de mi parte.- Sabía que Kylllian estaba ahí pero caminé con calma hasta llegar a él.

-Miren quién reaparece.- Dije después de cortar con una mueca en el rostro que se parecía a una pequeña sonrisa, Lila, por otra parte, estaba como loca tirando los brazos hacia él y balbuceando en su idioma muy alto, exigiendo estar con él. Le hice un gesto como ofreciéndole sostenerla.

-¿Te han encarcelado en esa isla mágica?¿Por qué?- Dije mientras apoyaba todo en la arena y me sentaba. Tenía curiosidad por lo que había dicho Ben sobre esa fiesta.

-¿Qué pasó en aquella famosa fiesta?¿Qué dijeron?- Lo recorrí un poco con la mirada para saber cómo se encontraba, si le habían hecho daño.

-¿Y esa mochila?- Tenía que usar la mano de visera para cubrirme del sol para poder llegar a verlo.

Leila venía con el morro estirado, ya lo había olido igual que él a ella, eso seguro, pero hacía como si no le importara y yo solo podía sonreir, por la actitud de ella y por la pequeña de cabellos dorados que estiraba los bracitos hacia mi de forma tan adorable -al menos alguien se alegra de verme- sin dudarlo estiré mis brazos para cargarla, estaba enorme al menos desde la última vez que la había visto -hola mi pequeña fábrica de cacotas~ has echado de menos a tu papá? - la pequeña posaba sus manitas en mi rostro mientras sonreía enseñando las encías de forma adorable, esa bola de babas y cacotas me tenía robado el corazón mientras balbuceaba -eso es, papá~- me senté en la arena aún con lila en mis brazos, sentándola en la arena para que empezara a jugar mientras yo me enfrentaba a su madre que me hacía todo tipo de miradas pero ninguna buena.

-Oh vamos, deja de estar tan seria, ese sitio es como un internado o algo así, no he salido de allí desde la fiesta, he estado perfeccionando mi magia, no soy feral de nacimiento y la verdad es que después de pasar tanto tiempo de vacaciones en la alianza estaba bastante oxidado, pero eh! ahora puedo freír un huevo sin que se rompa y en mi mano, eso es divertido- ella seguía de pie a un lado y costaba mirarla si tenía que alzar la vista evitando el sol pero lila reclamaba toda mi atención enseñándome pequeñas conchas y cositas que iba encontrando en la arena, haciendo que le quitara alguna de las manos frustrando sus intentos de metérselo todo a la boca -La fiesta si te digo la verdad me la perdí casi toda, pillé una buena y solo sé que hice enfadar a unos cuantos de los vejestorios del consejo, después quise mear en una maceta y desperté con un resacón tremendo en la enfermería- la miré con el ceño fruncido por el sol, demasiado molesto para mis preciosos y dorados ojos así que tenía que hacerla caer a mi nivel, la tomé de la mano y tiré de ella hacia abajo para hacerla caer sobre mi y que por fin me mirara a la cara y bien cerquita -así mucho mejor, hace demasiado sol aquí, no crees? has probado a entrar al agua con la niña? sería divertido, qué dices?-

Mientras esperaba su respuesta empecé por quitarme la camiseta, aún tenía alguna que otra cicatriz después de los buenos servicios de Éamon pero gracias al entrenamiento en la isla no estaba tan flacucho como antes, ahora mi cuerpo estaba un poco más tonificado -La mochila, pues... si no me tiras a patadas he venido a pasar unos días con las dos, también tengo que ir a ver a Johan pero eso no creo que me tome demasiado si me aparezco en su base o el castillo en el que nos vimos por última vez- y en el que habíamos visto al imbécil de Éamon también, dónde le había declarado la guerra y le había jurado que jamás vería a la pequeña.

-Estoy feliz de verte ¿Tengo que acercarme saltando y haciendo escándalo para demostrarte que estoy feliz?- Pregunté levantando una ceja. Le cedí a la bebé que ya había estado suficiente tiempo sola conmigo desde que Lyka y Ben se fueron. Me tenía a mal traer eso de que Kyllian se haga llamar "papá", podría confundirla pero no tenía ganas de llevarle la contraria si iba a volver a irse, en el mejor de los casos Lila no lo recordaría, como yo no recordaba a mi padre.

-Te noto más alegre, eso me tranquiliza, se ve que te tratan bien allí.- Dije disfrutando de no tener a la niña encima, de no tener que estar pendiente de ella, de que allí no tenía que apuntar, que no tenía que estar en guardia, que allí no tenía que pensar en sobrevivir, del sol calentandome el rostro y los vientos refrescandome mientras mantenía los ojos cerrados. Kyllian se aprovechó de que estaba relajada para tirar de mí, haciéndome caer en su regazo boca arriba, allí su rostro estaba muy cerca del mío, para lograr desviar la mirada de sus labios giré la cara con expresión de sorpresa hacia donde estaba Lila con la excusa de querer saber dónde estaba y cómo estaba. Recordaba sus ojos, ese color miel contrastaba deliciosamente con el pelaje azabache del feral en su otra forma.

-Yo… ehhh… n-no… ¿co- qué?… ehhh…- Tartamudear fue lo único que alcancé a hacer ante las preguntas de Kyllian y ante su pecho que descubría poco a poco. Yo tenía una vista privilegiada del show que estaba dando, podía ver con detalle cada músculo moverse, no lo recordaba tonificado, pero el "he venido a pasar unos días con las dos" me espabiló. Me volví a incorporar cuidando de no darle la oportunidad de volver a tirarme y tomé a Lila en brazos, cuando lo mire supe que estaba pasando en Éamon, cómo no hacerlo.

-Entonces una carrera hasta el agua será lo que defina tu destino.- Dije toda seria y ceremoniosa para luego salir disparada hacia el agua entre carcajadas. Al final él me ganó la carrera y como venganza lo empujé para que todo su cuerpo caiga al agua mientras yo tenía el nivel del agua por las rodillas.

Éxito le gano a Kyllian en la carrera
Fallo no le gano

El miembro 'Leila Alabi' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

La respuesta de leila desde luego era un tanto extraña y me hacía gracia -tanto no, pero no sé, una sonrisa y no cara de chupar limones- miré a la niña dándole besitos en la mejilla y haciendole pedorretas mientras esta se reía una y otra vez - a que si Lila? Si~ si~- la voz de tontaina con la que se le habla a los niños y a las mascotas venía incluida en mi monólogo con la pequeña que seguia balbuceando. Pude ver algo en el rostro de Leila cuando me llamé papá a mi mismo, quizas era demasiado pero me había propuesto cuando nació cuidar de ella, verla crecer y reír y por supuesto que nunca supiera quién era el monstruo de su padre, que jamás tuviera la necesidad de llamarlo "papá" - Necesita un padre que le enseñe a afeitarse cuando crezca- dije en tono de broma a la feral a ver si por fin se le quitaba lo serio.

-Bueno, como todos los días, duermo y solo me tengo que preocupar de estar en forma y asistir a clases, en esta época de guerra es más de lo que he tenido durante casi toda mi vida, deberías probar suerte e ir a estudiar, podríamos estar juntos y cuidar de Lila- un lugar tranquilo para los tres y sin tener que preocuparse de la alianza por un tiempo, la barrera y todas las otras chorradas mágicas los mantenían a salvo, era un privilegio que muchos no tenían. Su tartamudeo y balbuceo cuando la tenía tan cerca incluso me resultaron adorables en ella que siempre tenía su propia barrera alrededor, esa actitud seria como cuando llegó, tomó a la niña en brazos y echó a correr dejandome en desventaja en el suelo - eh! Eso no vale!! - dije echando a correr tras ella, escuchándola por fin reír.

A pesar de haber salido con ventaja pude ganarle llegando primero al agua, mojandome los pantalones pero levantando los brazos de forma trinfal -seeh! He ganado mi derecho a permanecer con las señoritas, ahora castigo para las perdedoras! - y sin pensarlo y aprovechando la poca profundidad del lugar abracé a Leila por la espalda, tirándome al agua y teniendo cuidado con la pequeña, acabando los tres empapados y por mi parte riendo sin parar, parecía mentira todo lo que habíamos pasado hace tan solo unos meses atrás, todo era demasiado perfecto.

La mueca en mi rostro que se parecía a una pequeña sonrisa se amplió un poco a la vez que entrecerraba los ojos. Asentí de acuerdo con él cuando dijo que en esa época de guerra era más de lo que había tenido durante casi toda su vida porque yo estaba en la misma situación y, por lo que él contaba y los relatos de otras personas, aquella isla parecía ser una utopía. No descartaba la idea de ir a estudiar, de hecho lo pensaba bastante a menudo desde que conocí al profesor Altair, estaba interesada en aprender a controlar el feralismo y potenciar aún más mi agilidad con algún otro profesor, porque Lykaios y Ben me contaron que hay más de un profesor, además la idea de tener a Kyllian alrededor diariamente era atractiva, lo que ya no me gustó tanto fue la idea de que Lila conviva con la magia y otros seres mágicos, aunque eso se podría arreglar, quizás allá tengan una torre de marfil como en la historia de aquella mujer de pelo kilométrico o alguna casa en la que ella pueda estar aislada de la magia y no necesite salir al exterior. Otra razón para no ir era la Brigada, no podía abandonar a mis amigos por tanto tiempo como el que exigía la Academia Ouroboros, ser miembro de la Brigada implicaba estar preparado para actuar y no podría esperar hasta que me den vacaciones para salir, si había una emergencia.

-¡Ayyy! Noo, estas todo mojadoo.- Dije mientras reía y Kyllian al fin me abrazaba, había extrañado sus abrazos, mi cuerpo se amoldó perfectamente a sus brazos, como si hubieran sido hechos a medida, y me dejé guiar hasta quedar toda empapada, ropa incluida, ésta se pegó a mi cuerpo dejando entrever mis curvas, producto en buena parte de los genes y en parte del entrenamiento, y mis pezones porque, a pesar de que estábamos atravesando el destete con Lila, me había acostumbrado a ir por ahí sin corpiño. Ingresé un poco más adentro, donde el nivel del agua me llegaba hasta un poco más arriba de la rodilla y le enseñé a Kyllian cómo sostener a la bebe para que nada más que sus piesitos y sus manitas toquen el agua, porque si el pañal tocaba el agua éste se humedecería y le escocería. Se la dejé para que la cuide un segundo y fui a buscar algo de entre las cosas que traje en su baldecito rogando por que aún no lo haya llenado de arena. Suspiré aliviada cuando vi la cámara intacta, la posicioné en una roca cercana cuidando de ponerla en un lugar en el que no se moje, pueda mantenerse sola en pié y que esté apuntando hacia donde estábamos los tres. Cuando todo estuvo listo, puse a correr el temporizador con el tiempo suficiente para que yo llegue hasta donde estaban Kyllian y Lila para abrazarlos y sacarnos así unas cuantas fotos divertidas.

Pasamos la tarde entre risas, juegos, correteos, nadando y haciendo castillos de arena. Luego de un pequeño concurso en el que Lila, que hacía de jurado, me proclamó la ganadora (porque la conocía y sabía cómo hacer para que me señalara, único requisito necesario para ganar), los tres nos pusimos manos a la obra con una castillo que fuimos construyendo juntos. Faltaba alrededor de una o dos horas para que el sol se ponga en el horizonte y yo estaba concentrada en modelar una de las ventanitas del castillote de 5 torres, cuatro conectadas a los muros que protegían la torre central y éstos protegidos, a su vez por una profunda fosa con su respectivo puente, cuando mi estomago rugió furioso por haber sido olvidado. En todo este tiempo me había olvidado de que no había desayunado, entonces miré a Kyllyan con cara de circunstancias.

-Me olvidé de que tenía hambre, tengo malvaviscos y cervezas ¿Quieres?- Saqué dos bolsas grandes de esponjosos malvaviscos gigantes. -Alguno de la Brigada agrandó estos con algún hechizo, pero son comestibles.- Dije encogiéndome de hombros y volviendo con dos palos para mantener los dulces sobre el fuego. -¿Podrás crear una fogata con magia?-

La idea de ir a la isla no parecía agradarle del todo, es cierto que era una buena oportunidad pero ella tenía más cosas que la ataran al exterior pero por lo menos lo pensaba y dudaba de aquello. Los juegos en el agua comenzaron con aquella carrera en la que todos habíamos acabado empapados, el cuerpo de leila se marcaba bajo la ropa mojada y sinceramente, había pasado tanto tiempo sin hacer nada divertido con la parte inferior de mi cerebro que hasta se me había olvidado que existía, estreche más mis brazos alrededor del cuerpo de la rubia posando mi barbilla en su hombro mientras mi nariz rozaba con su cuello, estaba dispuesto a hacer algun avance pero una mano traviesa asomó del otro lado para darme una mini bofetada al igual que las encías sonrientes de la pequeña que me llevaron de vuelta a tierra -así que quieres jugar eh? Toma! - dije salpicando un poco de agua a lila con los dedos.

Las fotos eran una buena idea, un recuerdo de un día feliz y despreocupado, algo que lila podría ver en un futuro que esperaba fuera mejor que su presente. Jugamos e hicimos aque concurso de castillos de arena amañado, tenía truco claramente porque cualquiera sabría que el mío era mucho mejor -Eso no es justo! Lila el mío es mejor que el de tu madre! - reclamé inútilmente a la infante que ya estaba reclamando lo que le llamaba la atención del otro castillo a la vez que lo derribaba cual mini godzilla, al final contruimos uno más grande entre todos y una vez hecho tomé la cámara para conmemorar la gran obra.

El hambre nos hizo parar para tomar un descanso, ya eran muchas horas las que llevabamos al sol con la ropa mojada y el culo lleno de arena -no me voy a negar a una buena cerveza y azúcar, pero que tal si lo hacemos después de comer algo decente? Además creo que esta señorita necesita un baño y una buena siesta- la niña ya se frotaba los ojitos mientras intentaba buscar una buena posición en mi pecho para descansar, por no mencionar que también se acercaba la hora de comer para ella, me acerqué a Leila y la tomé de la barbilla para gentilmente limpiar un poco de arena en su mejilla con el pulgar -tienes arena por taodas partes, me parece que todos necesitamos un baño, dejemos las cervezas para después de comer algo decente y descansamos un rato de la paternidad mientras mini godzilla duerme- aunque el kaiju ya había caído redondo en mis brazos, me agaché para recoger mi camiseta y la mochila que llevaba de la arena, además de pasarle las palas y otros juguetes de lila a la feral para recogerlo todo y marcharnos dónde fuera que estuviese el refugio de la brigada, dando el último paseo de la tarde.

Sentir su respiración en mi cuello hizo flaquear mis rodillas, tuve que apoyarme un poco más en él para estar segura de poder mantenerme en pie. Me sonrojé cuando me di cuenta de su disposición, por fortuna Lila corto la pasión y nos hizo volver a tierra. Reí con mi risa malvada cuando Kyllian reclamó por su castillo mientras le daba a la niña su soborno. Hice poses graciosas con Lila cuando me dí cuenta que el feral nos estaba sacando fotos. Miré a la bebé cuando ésta se frotó los ojitos, rápidamente le saqué la mano de la cara ya que las había metido en la arena, podría dejar arena es sus ojos y, si se frotaba, podría lastimarse, también me aseguraba de que no se metiera las manos a la boca y mantenía vigilado su pañal por la misma razón. No me había dado cuenta de lo cerca que estaba de Kyllian hasta que sentí su suave tacto en mi mejilla, como respuesta simplemente sonreí suavemente en parte porque me dió un poco de gracia lo de “mini godzilla” y también para no dejar que ningún pensamiento se escape a través de ninguna otra expresión traicionera. Lo miré mientras recogía sus cosas, agarré lo que me estaba tendiendo y lo seguí en silencio.

Mientras caminábamos a la par en un agradable y relajado silencio, abrí una de las cervezas porque ya era muy tarde y estaba a pico seco. Continuamos caminando mientras veíamos la puesta de sol y yo le daba un trago de vez en cuando a la botella. Seguimos caminando cuando las primeras estrellas se dejaron ver aunque la luz no se había ido aún y, mientras veía cómo una ola limpiaba mis pies, luego estos se volvían a llenar de arena, después otra ola los venía a limpiar y así sucesivamente, pregunté:

-¿A dónde estamos yendo, exactamente?- Pregunté con una expresión relajada y auténticamente curiosa.

Leila abrió la cerveza, al parecer no se pudo esperar y menudo estómago para no haber desayunado y meterse entre pecho y espalda una cerveza que ya estaría calentuja probablemente, caminamos un buen rato , tanto que Lila despertó de sus siesta entre mis brazos, frotándose los ojitos con las manos que le había limpiado de arena con mi camiseta, caminamos tal vez un par de horas más, puede que tres o cuatro cuando el sol ya se estaba ocultando en el horizonte "si que está lejos el sitio aquel" pensé mientras seguía caminando al lado de Leila la cual un rato después me preguntó por el camino que estábamos siguiendo, me paré en seco para mirarla como si no me hubiese enterado de lo que decía y después caer en la cuenta -No me jodas Leila! yo te estaba siguiendo a ti! pensé que íbamos de camino al sitio de la brigada!- la feral empezó a reírse a carcajadas y para mi desgracia, llevábamos un buen rato caminando en la dirección contraria -Tienes suerte de que esté lila o te habría llevado con magia para aparecernos allí directamente.... trae acá esa cerveza!- la tomé del cubo de la pequeña y se la tendí a Leila para que la abriera por mi pues era complicado con la pequeña en el otro brazo.

Caminamos y reímos bastante tiempo, todo el que tardamos en volver a la base y de camino lo único que había de comer también murió, aunque dependía totalmente de Leila para que me diera de comer mientras yo tenía las manos ocupadas pero ella no se cansaba de hacerme jugarretas -Ya me lo cobraré todo cuando Lila se duerma y nos quedemos solos tu y yo esta noche- claramente me refería a estar sin interrupciones ni estar pendiente de la niña, pero esperaba no lo hubiera tomado con segundas la rubia, aunque tampoco es que me importara demasiado.

Después de mucho tiempo más de caminata por fin llegamos a nuestro destino, la ropa ya se nos había secado y el gran e imponente barco se erigía ante nosotros -Vaya... tienes un bonito sitio para vivir... si no fuera por el oxido y lo potencialmente peligroso para un bebé- esperé por Leila, esta vez asegurándome de seguirla de verdad para poder entrar al barco y rogando por que tuvieran una ducha decente.

Lo primero que vio Savannah al aparecer fue la playa. Aquello la pilló aún más desprevenida y se giró con brusquedad para meterle un puñetazo a alguien pero se encontró con las caras de sus padres y suspiró mientras los estrechaba en sus brazos llorando como una cría al pensar que los había perdido -Nos tenemos que ir- Savannah escuchó la voz de su padre y alzó la mirada sin comprender entonces su papá señaló hacia un lado de la playa donde había un barco incendiándose -¿Qu...qué es lo que esta pasando?- Preguntó temblorosa y su madre negó -No estamos seguros... ¿Tú le comentaste la profecía al Descendiente de Licáon? ¿Qué dijo?- La muchacha hizo una mueca y negó con la cabeza -Estaba más perdido que yo... Pero... - Miró alrededor con preocupación y se encontró con un perro que corría escapando del fuego. Se compadeció de él y fue hacia él lentamente, porque se mostraba nervioso y espero a que poco a poco la oliera y entonces le acarició suavemente. Tenía premura en irse de allí porque lo que sea que hubiese destrozado el barco podría destrozarlos a ellos. Ahora vivía la guerra en carne propia. -¿A dónde vamos a ir?- Preguntó mirando por encima de su hombro, su madre no respondió sino que la volvió a coger del hombro y desaparecieron los cuatro.

Off rol: Avistan el barco varado de la Brigada de las Mil Grullas

Había decidido llevar a Ben a ver mundo, o al menos a verlo de otra manera diferente a la que podía estar acostumbrado. Estaba segura de que llevaba un montón de tiempo sin salir fuera a divertirse, así que se me ocurrió aparecerme con él en la playa de Durdle Door, justo en la orilla. El viento soplaba bastante fresco y el mar estaba algo picado, pero aún quedaba como una hora de luz y confiaba en que pudiésemos aprovecharla para pasear o incluso bañarnos un rato. Inspiré profundamente para respirar el característico olor a mar, echándole una mirada a Ben con una sonrisa antes de soltar su mano tras la desaparición.

- ¿Reconoces esta playa? yo solía venir aquí de pequeña, a mis padres les gustaba bastante. - apenas tenía unos pocos recuerdos, no habían sido tantas veces como hubiese querido. La guerra era la culpable. Me separé de él para caminar hacia la orilla, agachándome un momento para tocar el agua que se acercaba con cada ola. Después solté un 'brrr' por lo bajo por el frío. No estaba segura de ir a bañarme. - Ven a mojarte, que está muy buena. - mentí con una sonrisilla malévola, haciéndole un gesto para que se acercase. Casi al instante pensé que no era buena idea, que el pobre acababa de recuperar sus pulmones pochos y tampoco le vendría bien resfriarse. Acabé sentándome sobre la arena, contemplando el característico arco natural de piedra caliza que caracterizaba esa playa. Luego le hice un gesto para que viniese a sentarse a mi lado, esperando que se sintiese lo suficientemente cómodo para poder hablar conmigo.

Las noticias sobre que su hermano se recuperara eran buenas, y aunque no le conocía (o no creía conocerlo) más allá de la misión en Turín contra la IA esperaba que su estado fuera a mejor, porque implicaba que Chloe al menos estaba mucho más tranquila por él. Hablamos un poco más durante su descanso para tomar un tentempié e  incluso, le confesé con una media sonrisa divertida, que me había pasado algún día para preguntar por sus gustos por la cafetería. Aproveché su ausencia al acabar el turno para recoger todas las cosas y desaparecerlas al barracón de mala muerte donde estaba viviendo en Ouroboros. Luego la recibí con una sonrisa, le dije alguna chorrada sobre lo bien que olía su champú “cruelty free” y nos desaparecimos a la playa. Necesité dos segundo para ubicarme y saber que aquello no era Ouroboros y que estábamos en la superficie, tal y como había dicho.

La imité con cierta timidez, respirando con profundidad por la nariz la brisa marina, mientras el viento hacía de las suyas con el pelo rojo de la muchacha, que le retiré por detrás de la oreja con cuidado. -Sé que no es Ouroboros- Le reconocí con cierta culpabilidad, sin reconocer el lugar, para nada conocido, aunque debía de serlo para los ingleses de antes del conflicto. -Es una playa bonita, seguro que tiene muchas anécdotas que contar- Reconocí tras su historia con el lugar, queriendo escuchar sus historias, por mi parte traté de ubicar en mis recuerdos algún momento en el que estuviera en contacto con el mar. Los más antiguos se tornaban oscuros y confusos, los más recientes estaban bañados en el Támesis, en el lago Serpentine y en el Lago Negro. Yo todos aquellos eran masas de líquido emponzoñado. No le dije nada sobre aquello porque no quería estropear el momento.

Sin embargo le seguí por detrás camino al agua, con caminar pausado,  disfrutando de la textura y temperatura de la arena que emanaba a cada paso. Ah, pero eso sí, sabía que el agua estaba fría, de modo que al acercarme a su lado la salpiqué con la mano, corriendo luego en dirección contraria para que no me la devolviera e incitándola con las manos para que me salpicara, si pudiese. Así estuvimos jugando un largo rato, hasta que el sol estuviera ya prácticamente desaparecido en el horizonte y nos sentamos en la arena, cansados y en parte mojados -Mi madre también me llevaba a la playa cuando era pequeño… kilómetros y kilómetros de arena blanca, casi hasta donde puede alcanzar la vista- Sin embargo, su costa favorita era la genovesa, más que la veneciana, cargada de turistas. -¿Has vivido en otros sitios que no fueran Inglaterra?- Le preguntó con curiosidad mientras extraía de sus ropa húmeda las gotitas de agua impregnada y las hacía levitar a su alrededor, iluminadas por los últimos rayos de sol, aquello les hacía parecer como pequeñas estrellitas despuntando en el cielo nocturno. -A veces me pregunto qué hubiera pasado si nos hubiéramos quedado a vivir en Venecia. Mi madre y yo, quiero decir- Le reconocí, con cierta añoranza, ahora Casandra era una estrella que brillaba con luz propia en el firmamento.

- Nop. No es Ouroboros. - confirmé riendo, aunque fuese evidente. Intenté reacomodarme un poco el pelo para que no me tapase los ojos al moverse con el viento, aunque él se adelantó y lo hizo por mí. Siempre pendiente de todo.  - Unas cuantas. Recuerdo que mi hermano solía destrozarme siempre los castillos de arena que hacía, era muy revoltoso de niño. - eran recuerdos bonitos, con mi madre poniendo paz y mi padre persiguiendo a Ian para que dejase de hacer fechorías. Ojalá tuviese más así. Lo único que podía hacer ahora era crear recuerdos nuevos, y a eso me dediqué con Ben tras descalzarnos para jugar un poco en la orilla con el agua. Estaba bastante fría, pero eso no nos importó para salpicarnos, perseguirnos y tratar de mojar al otro. Pasamos un rato divertido con aquellos juegos, hasta que llegó el momento de la puesta de sol y decidimos sentarnos para contemplarla.

Doblé las rodillas para llevarlas al pecho, rodeando las piernas con los brazos. Después giré la cabeza para escucharlo mientras hablaba, prestando atención porque él no solía contar muchas cosas de su pasado.  - ¿Cómo se llamaba tu madre? ¿Dónde vivíais? - pregunté con curiosidad, poniendo después gesto pensativo por su pregunta.  - Mmm...bueno, una vez tuvimos que refugiarnos en Rusia, viajando en una torturga gigante. Aunque tampoco estuvimos allí mucho tiempo. - puse cara de que no me gustó mucho, sobre todo porque fue por obligación. Solté un 'wow' por lo bajo cuando empezó con su espectáculo de gotas flotantes suspendidas ante la luz del atardecer, aquello quedaba bastante bonito. Desvié la mirada nuevamente hacia él, esta vez con gesto apenado al notar la nostalgia en su voz al referirse a su madre y a lo que habría podido pasar. Así que venía de Venecia...

- Es normal preguntárselo. Creo que todos lo hacemos alguna vez y puede doler imaginarse decisiones que no tomamos y que pensamos que hubiesen sido mejores. - suspiré por lo bajo y me incliné un poco hacia un lado, apoyando la mejilla en su hombro. - Puede que no hubiese cambiado nada...la guerra acabó llegando a todas partes. - Después miré hacia arriba, buscando sus ojos con una sonrisa.  - Creo que estaría orgullosa de ti, por haber logrado encontrar tu camino tú solo a pesar de todo y por ser una buena persona.