Agradeció que su recepción fuese amable. Sabía que no todos tenían mucho afecto por Catherine pero creía que su comportamiento, tan distinto del de ella, sirviera de algo y así lo hizo. Escuchó apenas parte de la conversación para luego atender a la pregunta de Bellatrix. Se llevó la mano a la barbilla un efímero segundo mientras la miraba con curiosidad -Ambos, supongo- Indicó -En realidad, no me había parado a pensar demasiado en el tema. Pero podría considerarse un don si al ver el futuro puedes tomar las acciones pertinentes para cambiarlo…- Dejó que aquello calara hondo para luego añadir -Pero, es probable que el tomar dichas acciones, hayas generado precisamente el futuro que viste- Se pasó una mano por la parte delantera de la camisa abotonada, pensativo -Entonces, se convertiría una maldición porque incluso cuando quisiste evitarlo lo terminaste generándolo- Ladeó suavemente la cabeza de un lado a otro, como si no le terminara de convencer -Con el tiempo, supongo que habrá aprendido a tratar de no intentar cambiar el destino sino aceptar lo que viene y cuando ocurra ya estar preparado psicológica y físicamente. Entonces…Vuelve a ser un don- Tomó un poco de aire y luego los miró a todos como excusándose -Pero realmente no sé mucho del tema- Dijo con tranquilidad, un tono casi desenfadado. Sus palabras habían dado pie a otro debate y poco a poco cada descendiente tenía su propia opinión y debatía con el resto. Aquello enriquecía considerablemente a Desmond y se preguntaba porque Catherine se cohibía de este tipo de conversaciones sustanciales. La distracción en el debate generó entonces un espacio de tiempo en el que Bellatrix y él podían conectar sus miradas.
-Entonces me considero un afortunado- Dijo ampliando la sonrisa mientras terminaba su copa y la dejaba en una de las bandejas. Notó la frialdad de su piel y, aunque al principio le extraño, su mente empezó a buscar las razones. Supuso que tenía que ver con algo del umbral de la muerte, siendo ella un canal de los espíritus. Recordó algún momento cerca de Matvey y su sótano que había experimentado la misma frialdad. La misma que se había apoderado de su hermano. La escoltó con firmeza y elegancia para luego detenerse delante de ella y atraerla hacia sí mismo, cogiéndola de la cintura y manteniendo la mano correctamente allí. Mantuvo una prudente distancia con ella para poder hablarle mirándole al rostro -Um…Mantendrás esa idea sobre mí- Le dijo mientras seguía la melodía un poco con una sonrisa algo pícara en los labios.
La música había pasado de un simple baila, a una de esas canciones donde el baile es coreografiado. Así como ellos, la mayoría de las parejas que conocía la rutina bailó al mismo son que ellos. Como la danza se lo permitía, Desmond la alejó para hacerla girar sobre sí misma y volver atraerla hacia él mismo y cuando la tuvo frente a él le sonrió de nuevo, más abiertamente -Porque pretendo cortejarte… si me lo permites- Expresó mientras la inclinaba hacia atrás, sosteniendo su peso con una firme mano en la espalda. Esperó apenas un segundo más de lo normal para evaluar su reacción y la incorporó. Una vez que estuvo erguida esperó atento lo primero que saldría de su boca, sospechando que se trataría del tema de la edad pero eso no le detuvo para continuar bailando.
-Entonces me considero un afortunado- Dijo ampliando la sonrisa mientras terminaba su copa y la dejaba en una de las bandejas. Notó la frialdad de su piel y, aunque al principio le extraño, su mente empezó a buscar las razones. Supuso que tenía que ver con algo del umbral de la muerte, siendo ella un canal de los espíritus. Recordó algún momento cerca de Matvey y su sótano que había experimentado la misma frialdad. La misma que se había apoderado de su hermano. La escoltó con firmeza y elegancia para luego detenerse delante de ella y atraerla hacia sí mismo, cogiéndola de la cintura y manteniendo la mano correctamente allí. Mantuvo una prudente distancia con ella para poder hablarle mirándole al rostro -Um…Mantendrás esa idea sobre mí- Le dijo mientras seguía la melodía un poco con una sonrisa algo pícara en los labios.
La música había pasado de un simple baila, a una de esas canciones donde el baile es coreografiado. Así como ellos, la mayoría de las parejas que conocía la rutina bailó al mismo son que ellos. Como la danza se lo permitía, Desmond la alejó para hacerla girar sobre sí misma y volver atraerla hacia él mismo y cuando la tuvo frente a él le sonrió de nuevo, más abiertamente -Porque pretendo cortejarte… si me lo permites- Expresó mientras la inclinaba hacia atrás, sosteniendo su peso con una firme mano en la espalda. Esperó apenas un segundo más de lo normal para evaluar su reacción y la incorporó. Una vez que estuvo erguida esperó atento lo primero que saldría de su boca, sospechando que se trataría del tema de la edad pero eso no le detuvo para continuar bailando.
Sayid Ibn Salah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Hoy tenía el día bueno, primero el chico que se había tragado la bola me levanta los dedos y ahora la mujer de cabellos platino me dejaba un poco cortado con aquella reacción pero no me había enfadado, simplemente suspiré con una sonrisa de resignación -Es un placer señora Malfoy- dije apartándome dando un paso atrás para ahora hacer una pequeña reverencia -Seguramente sería algo muy importante para dejar a su bella esposa aquí- si estaba casada ya no había opción con ella y tampoco me podía quedar mucho más en la fiesta, pero parecía preocupada por algo así que... simplemente me quedé para ver si podía ayudarla o pedirle un último baile.
Anteia miraba la pista de baile, no sabía si buscaba algo o quería ir a la pista, abría la boca para invitarla pero en vez de eso me gané un reproche que no comprendía pero podía saber por dónde iba la cosa -Luchar es parte de la guerra, si, pero este torneo no es solo fiesta y diversión, tiene un propósito pues los aliados son decisivos, un solo grano de arroz puede desestabilizar una balanza, un solo hombre puede significar la diferencia entre la victoria y la derrota... no sé que ha pasado en Francia pero si es usted tan amable de informarme probablemente se pueda hacer algo-
Me posicioné frente a ella y tendí mi mano después de que las mariposas de su cabello volaran hacia la pista -Todos tenemos malos días pero no se va a un baile muy a menudo ¿Querría usted concederme el último de la noche?- esperé a que aceptara o declinara mi invitación, pero cualquiera que fuera la opción, esperaba que me contara con todo detalle lo de francia pues nuestra única puerta al mundo exterior era lo que traían los de fuera de la isla. Me despedí de la mujer después de eso, desgraciadamente había mucho por hacer al día siguiente.
Anteia miraba la pista de baile, no sabía si buscaba algo o quería ir a la pista, abría la boca para invitarla pero en vez de eso me gané un reproche que no comprendía pero podía saber por dónde iba la cosa -Luchar es parte de la guerra, si, pero este torneo no es solo fiesta y diversión, tiene un propósito pues los aliados son decisivos, un solo grano de arroz puede desestabilizar una balanza, un solo hombre puede significar la diferencia entre la victoria y la derrota... no sé que ha pasado en Francia pero si es usted tan amable de informarme probablemente se pueda hacer algo-
Me posicioné frente a ella y tendí mi mano después de que las mariposas de su cabello volaran hacia la pista -Todos tenemos malos días pero no se va a un baile muy a menudo ¿Querría usted concederme el último de la noche?- esperé a que aceptara o declinara mi invitación, pero cualquiera que fuera la opción, esperaba que me contara con todo detalle lo de francia pues nuestra única puerta al mundo exterior era lo que traían los de fuera de la isla. Me despedí de la mujer después de eso, desgraciadamente había mucho por hacer al día siguiente.
Le dedicó toda su atención a las palabras de Desmond observando en silencio cada gesto. Sin duda poseía una mente ágil, ya que cada hipótesis que él postulaba era válida, pero enseguida se refutaba sí mismo. Le resultó curioso pensar que él le dedicaba un sistema tan científico a la rama de la magia de su familia. En gran medida, tranquilizaba su espíritu. Le aliviaba saber que, al menos, uno de los dos sobrevivientes de la trágica familia de los Le Fay se tomaba en serio su herencia y sus responsabilidades.
Había intercambiado alguna mirada con Catherine durante la velada, pero prefería no cruzar más que un respetuoso saludo con ella para ahorrarse dolores de cabeza. La conclusión a la que había llegado el joven completamente ataviado de negro, le hizo asentir satisfecha y dedicarles una mirada a los otros dos miembros de la conversación de "Eso que dijo él".
-Yo no lo podría haber explicado mejor.- Dijo volviendo la mirada a él, complacida, luego de que éste se excusara. El debate continuó con otros dones que también podrían considerarse maldiciones como el de la legeremancia, para pasar después a los riesgos, para el espacio tiempo, de afectar el futuro. La bruja sentía a los espíritus del pasado orgullosos al ver a sus descendientes compartir opiniones y conocimientos en pos del bien de la comunidad mágica y del mundo en general.
"¿Qué será de mi fortuna?" Pensó. Había algo en el muchacho que emanaba peligro. Quizás la afilada sonrisa deslumbrante y cegadora con la que habrá encandilado a más de uno, o tal vez los dulces pero acechantes ojos. Le recordaba a la atracción que la niña del panteón sintió por el cementerio, o las tentaciones del charro negro, o La Llorona hasta que se le quita el velo y su rostro pálido y demacrado con ojos que parecen hurgar en lo más profundo del alma queda al descubierto para atrapar a sus víctimas en sus lamentos, o a nure-onna e iso-onna que, en vez de utilizar la fuerza bruta, prefieren usar el engaño y la astucia para atrapar a sus presas, o al mismo Velo de la Muerte, tan enigmático, hipnotizante y letal. Le resultó un peligro emocionante por descubrir, como cuando entras a la casa abandonada incluso cuando los espectadores que miran la película de la que eres protagonista te gritan que no lo hagas porque estás dispuesto a lidiar con tus temores. Además, habían momentos en los que sucumbir ante una seducción posiblemente letal era lo correcto.
No solo la piel de la mujer era fría, sino que su aura era gélida. En habitaciones más pequeñas, su sola presencia lograba hacer bajar la temperatura. Esa era una de las razones por la cual su residencia poseía aquella temperatura glacial seca que pocos vivos podían aguantar por más de unas horas hasta sentir que el frío les quemaba la piel. Se dejó escoltar moviéndose con la ligereza de un espectro hasta la pista de baile. Pocas personas la trataban con tal confianza y seguridad, con Matvey, el colega con el que mejor se llevaba, ni siquiera había el contacto físico de, por ejemplo, un abrazo, había una especie de acuerdo tácito en el que una mirada bastaba. Por eso, en un primer momento, miró confusa a Desmond ante tanta proximidad que, aunque era la adecuada, seguía siendo nueva para Bellatrix. La elocuente respuesta y la pícara sonrisa que apareció en el rostro del contrario, hicieron elevar un poco más la comisura de sus labios dejando a la vista una sonrisa que no aparecía por allí desde hace tiempo, suavizando su habitual severa expresión a una más dulce al tiempo que posaba suavemente una mano en el hombro del muchacho y la otra se mantenía unida a la de él.
El hombre guiaba sus pasos y la música le permitía hacer oídos sordos a los espíritus que reclamaban su atención. Con cada movimiento confiaba más en la dirección del Le Fay dejándose llevar con elegancia y liviandad. Cerró los ojos al girar, permitiéndose disfrutar del momento, para luego volver a sentir su cercanía y dejarse inclinar hacia atrás con gracia, confiando que él podría sostenerla, aún con los ojos cerrados. Abrió los ojos sorprendida al descubrir sus intenciones para encontrarse con otra de sus ya típicas sonrisas. Para cuando se incorporó para seguir bailando adoptó una expresión de complicidad en el rostro. Ya creía entender la lógica que impulsaba al descendiente de la poderosa Morgana Le Fay a hacer lo que hacía.
-Ya veo... Te sientes atraído a los desafíos.- Dijo mientras giraban una vez sobre el eje entre los dos como la coreografía lo indicaba al tiempo que la gélida mirada de ella se unía a la cálida mirada de él. La danza dictaba que debían volver a soltarse de las manos que los unían y alejarse una vez más para llevar la mano que la dama tenía en el hombro del caballero a la mano de él y del mismo brazo. Bella aprovechó para rozar la suave manga de su impoluto traje negro en una veloz y casi imperceptible caricia curiosa en su camino hasta la mano del hechicero. Con las manos ya unidas había que enrollarse en el brazo hasta quedar la dama de espaldas a su pareja, momento en el que había que unir las manos que habían quedado libres. De ésta forma, las damas de las parejas que bailaban quedaban entre los brazos de su respectivo caballero.
-Te advierto que, si continuamos por éste camino, llegará el día en el que ya no logres sorprenderme.- Le susurró aún estando de espaldas con una expresión relajada, aproximándose a él un poco más de lo que debía para que la escuche por sobre la música y el murmullo de las conversaciones de otros asistentes y el de copas al brindar. Volvió a dejar la distancia adecuada para continuar con el baile.
Había intercambiado alguna mirada con Catherine durante la velada, pero prefería no cruzar más que un respetuoso saludo con ella para ahorrarse dolores de cabeza. La conclusión a la que había llegado el joven completamente ataviado de negro, le hizo asentir satisfecha y dedicarles una mirada a los otros dos miembros de la conversación de "Eso que dijo él".
-Yo no lo podría haber explicado mejor.- Dijo volviendo la mirada a él, complacida, luego de que éste se excusara. El debate continuó con otros dones que también podrían considerarse maldiciones como el de la legeremancia, para pasar después a los riesgos, para el espacio tiempo, de afectar el futuro. La bruja sentía a los espíritus del pasado orgullosos al ver a sus descendientes compartir opiniones y conocimientos en pos del bien de la comunidad mágica y del mundo en general.
"¿Qué será de mi fortuna?" Pensó. Había algo en el muchacho que emanaba peligro. Quizás la afilada sonrisa deslumbrante y cegadora con la que habrá encandilado a más de uno, o tal vez los dulces pero acechantes ojos. Le recordaba a la atracción que la niña del panteón sintió por el cementerio, o las tentaciones del charro negro, o La Llorona hasta que se le quita el velo y su rostro pálido y demacrado con ojos que parecen hurgar en lo más profundo del alma queda al descubierto para atrapar a sus víctimas en sus lamentos, o a nure-onna e iso-onna que, en vez de utilizar la fuerza bruta, prefieren usar el engaño y la astucia para atrapar a sus presas, o al mismo Velo de la Muerte, tan enigmático, hipnotizante y letal. Le resultó un peligro emocionante por descubrir, como cuando entras a la casa abandonada incluso cuando los espectadores que miran la película de la que eres protagonista te gritan que no lo hagas porque estás dispuesto a lidiar con tus temores. Además, habían momentos en los que sucumbir ante una seducción posiblemente letal era lo correcto.
No solo la piel de la mujer era fría, sino que su aura era gélida. En habitaciones más pequeñas, su sola presencia lograba hacer bajar la temperatura. Esa era una de las razones por la cual su residencia poseía aquella temperatura glacial seca que pocos vivos podían aguantar por más de unas horas hasta sentir que el frío les quemaba la piel. Se dejó escoltar moviéndose con la ligereza de un espectro hasta la pista de baile. Pocas personas la trataban con tal confianza y seguridad, con Matvey, el colega con el que mejor se llevaba, ni siquiera había el contacto físico de, por ejemplo, un abrazo, había una especie de acuerdo tácito en el que una mirada bastaba. Por eso, en un primer momento, miró confusa a Desmond ante tanta proximidad que, aunque era la adecuada, seguía siendo nueva para Bellatrix. La elocuente respuesta y la pícara sonrisa que apareció en el rostro del contrario, hicieron elevar un poco más la comisura de sus labios dejando a la vista una sonrisa que no aparecía por allí desde hace tiempo, suavizando su habitual severa expresión a una más dulce al tiempo que posaba suavemente una mano en el hombro del muchacho y la otra se mantenía unida a la de él.
El hombre guiaba sus pasos y la música le permitía hacer oídos sordos a los espíritus que reclamaban su atención. Con cada movimiento confiaba más en la dirección del Le Fay dejándose llevar con elegancia y liviandad. Cerró los ojos al girar, permitiéndose disfrutar del momento, para luego volver a sentir su cercanía y dejarse inclinar hacia atrás con gracia, confiando que él podría sostenerla, aún con los ojos cerrados. Abrió los ojos sorprendida al descubrir sus intenciones para encontrarse con otra de sus ya típicas sonrisas. Para cuando se incorporó para seguir bailando adoptó una expresión de complicidad en el rostro. Ya creía entender la lógica que impulsaba al descendiente de la poderosa Morgana Le Fay a hacer lo que hacía.
-Ya veo... Te sientes atraído a los desafíos.- Dijo mientras giraban una vez sobre el eje entre los dos como la coreografía lo indicaba al tiempo que la gélida mirada de ella se unía a la cálida mirada de él. La danza dictaba que debían volver a soltarse de las manos que los unían y alejarse una vez más para llevar la mano que la dama tenía en el hombro del caballero a la mano de él y del mismo brazo. Bella aprovechó para rozar la suave manga de su impoluto traje negro en una veloz y casi imperceptible caricia curiosa en su camino hasta la mano del hechicero. Con las manos ya unidas había que enrollarse en el brazo hasta quedar la dama de espaldas a su pareja, momento en el que había que unir las manos que habían quedado libres. De ésta forma, las damas de las parejas que bailaban quedaban entre los brazos de su respectivo caballero.
-Te advierto que, si continuamos por éste camino, llegará el día en el que ya no logres sorprenderme.- Le susurró aún estando de espaldas con una expresión relajada, aproximándose a él un poco más de lo que debía para que la escuche por sobre la música y el murmullo de las conversaciones de otros asistentes y el de copas al brindar. Volvió a dejar la distancia adecuada para continuar con el baile.
Julies Verne
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Como era obvio, cada estupido con su grupito de otros estupidos. Se hizo una prueba para ver de todas las parejas quienes quedaban y quiénes no. Me despedí de Ares y deje que la señora que seria mi pareja en el torneo sacara la pelotilla por ambas.
Había oído nombrar a Altair y los aplausos que le fueron dados. Ya que era uno de los descendientes que se encargaría de alguna de las pruebas. Maldito lobo, había mucho que no lo veía. Aunque con todo lo que paso era obvio… Tal vez luego del torneo lo invitaría a ir a tomar algo… O fumar... Quien sabe. Había podido robar algunas divertidas plantas de las que Sofia tenía para consumo recreativo, por lo que tenia aun almacenados algunos cogollos y flores.
Poco a poco el lugar se fue vaciando, por lo que asalte el bar una última vez para poder salir de ahí con tranquilidad, aunque no sin antes tirar a varios de los pomposos idiotas, al pegarles con la cola en las piernas, a la altura de los tobillos, haciendo que cayeran de culo al suelo, saliendo con una sonrisa de satisfacción en el rostro. Luego de salir de ahí buscaria algun lugar para comer como se debe y vaciar todas las botellas que me había llevado.
Había oído nombrar a Altair y los aplausos que le fueron dados. Ya que era uno de los descendientes que se encargaría de alguna de las pruebas. Maldito lobo, había mucho que no lo veía. Aunque con todo lo que paso era obvio… Tal vez luego del torneo lo invitaría a ir a tomar algo… O fumar... Quien sabe. Había podido robar algunas divertidas plantas de las que Sofia tenía para consumo recreativo, por lo que tenia aun almacenados algunos cogollos y flores.
Poco a poco el lugar se fue vaciando, por lo que asalte el bar una última vez para poder salir de ahí con tranquilidad, aunque no sin antes tirar a varios de los pomposos idiotas, al pegarles con la cola en las piernas, a la altura de los tobillos, haciendo que cayeran de culo al suelo, saliendo con una sonrisa de satisfacción en el rostro. Luego de salir de ahí buscaria algun lugar para comer como se debe y vaciar todas las botellas que me había llevado.
Arturo Lizarraga
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El baile de parejas me está dificultando más de lo que esperaba la búsqueda de Zaphira. Pase a lado de una chica que le hablaba a una especie de cámara mágica, o esa es mi impresión del artefacto. Ignoro cualquier dialogo que mis oídos pudieran haber escuchado al percibir a la dragona en la lejanía. Para mi desgracia, le pierdo de vista debido a que una pareja está causando expectación con su baile. No sé si Zaphira me percibió o no, pero la distracción de los danzantes ha ido en su beneficio, pues ahora no la encuentro—me lleva la—no termino mi improperio al escuchar al descendiente que lanzo las esferas por medio del fénix que debíamos reponer energías para el torneo.
Empiezo a pensar en las posibilidades, ¿puedo renunciar?, ¿Cómo afectara a mi nula reputación cualquiera de mis opciones?. En teoría la mejor manera de probar la naturaleza de la magia en este mundo, es de primera mano, pero mi investigacion del mundo y mi cacería se van a retrasar. No es que pretenda estar mucho tiempo en este mundo—voy a tener que exigir un premio extra por esto—digo resignándome a la situación.
Me dispongo a “cenar” con lo que haya y beber un poco antes de irme a dormir. Por poco la cola de una dragona me tumba al suelo, pero otros sufren ese destino, pero nadie se atreve a encararla debido a su intimidante presencia. Yo solo me alejo de cualquier problema que me pudiera surgir. Una vez terminado lo mío, me dispongo a irme a mi cuarto-celda siendo acompañado de mi vigilante particular.
Empiezo a pensar en las posibilidades, ¿puedo renunciar?, ¿Cómo afectara a mi nula reputación cualquiera de mis opciones?. En teoría la mejor manera de probar la naturaleza de la magia en este mundo, es de primera mano, pero mi investigacion del mundo y mi cacería se van a retrasar. No es que pretenda estar mucho tiempo en este mundo—voy a tener que exigir un premio extra por esto—digo resignándome a la situación.
Me dispongo a “cenar” con lo que haya y beber un poco antes de irme a dormir. Por poco la cola de una dragona me tumba al suelo, pero otros sufren ese destino, pero nadie se atreve a encararla debido a su intimidante presencia. Yo solo me alejo de cualquier problema que me pudiera surgir. Una vez terminado lo mío, me dispongo a irme a mi cuarto-celda siendo acompañado de mi vigilante particular.
Sintió un ramalazo de orgullo cuando Bellatrix hizo aquel curioso gesto hacia el resto de sus colegas pues considero que con aquel análisis se había ganado cierto respeto, no sólo de ella sino del resto. Inspiró profundamente con tranquilidad. Estar rodeado de su gente le daba cierta paz que estando en el círculo de Cath…No tenía. Se asfixiaba. De los Descendientes sabía que esperar. Bueno, de los Descendientes mayores. Los jóvenes seguían ciertas directrices espontáneas que a veces le sacaban de quicio. ¡No mentiría! Alguna vez hizo alguna niñada, pero del resto Desmond era como un alma vieja encerrada en el cuerpo de un adulto. Después de todo, así como Catherine, habían tenido que madurar muy rápido. No obstante, a diferencia de ella que se tatuaba para evitar los sentimientos, él los vivía; aprendió a llorar de rabia, de dolor, de nostalgia. Aprendió a apreciar cada momento que le regalaba la vida de alegría, de emoción, de orgullo y disfrutarlo a pleno.
Por eso había decidido irse por Bellatrix, había estudiado muy bien las opciones que presentaba el Consejo. Incluso la de los aprendices, pero no reflejaban todo lo que él quería para su esposa. La médium, sin embargo, siempre había sido franca, tenía un halo de misterio y nunca la veía rodeada de demasiada gente con lo cual intuía que las relaciones personales no eran su fuerte. Pero como Descendiente, así como Catherine y él, debían buscar precisamente extender su progenie para cumplir con las plazas del Consejo. Un medio para un fin. Confesaría, era atractiva y ahora que había fijado su objetivo descubría nuevos aspectos de la helada mujer. ¿Sería su corazón igual? ¿Podría él descongelarlo?
Lo que no se esperaba el Le Fay es que Bellatrix le pareciera rara la cercanía. Es decir, confirmaba su teoría y entendía perfectamente porque la gente no se acercaba. Su propia temperatura descendía ante la cercanía de Bellatrix y se esto produjo una severa preocupación por su bienestar. ¿Cómo demonios funcionaban sus órganos? ¡Eran seres de sangre caliente! Ya le preguntaría luego, cuando la invitara a cenar. La observó apoyada en su mano con los ojos cerrados y esta vez sonrió de forma más sincera que pícara. Disfrutaba del baile y se le notaba. Cuando respondió, él le dirigió una mirada enigmática pero no respondió pues sabía el movimiento que vendría ahora. Si algo se le daba bien a Desmond, de entre todos los Le Fay que Stavron y Elise habían traído al mundo, eran las personas. En particular, las mujeres. Tenía una lengua de oro cuando quería.
La guió con firmeza y conocimiento de la pieza de baile y una vez que estuvo entre sus brazos disfrutó del pequeño gesto de intimidad de la peliblanca. Él se inclinó con la intención de que sus labios le rozaran el oído -Me siento atraído hacia ti- Corrigió las palabras que le había dicho la Descendiente, haciendo énfasis en sus últimas palabras, mientras sostenía sus manos y la abrazaba…Sin pasarse. Su espalda reposaba en su pecho y Desmond podía percibir el delicioso aroma que emanaba la médium y que le parecía… malditamente apetecible. Se sorprendió de su reacción hacia la Descendiente. Sabía perfectamente cuál era su objetivo, lo que no sabía es que se iba a divertir consiguiéndolo. Se rio socarronamente ante sus palabras -Subestimas mi intelecto, Bellatrix- Dijo, mordaz y continuó bailando con ella, marcando los pasos con soltura y cuidando de no pisarle el vestido -Sin embargo, no escucho una negativa a mi propuesta- Dijo sintiendo que, mientras su piel se congelaba ante el toque y cercanía de la peliblanca, su corazón latía con más fuerza produciéndole una extraña sensación de temperatura en su cuerpo.
La música empezaba a mermar mientras muchos de los Descendientes se marchaban y otros tantos aprendices. La sala empezaba a vaciarse y Desmond atisbó a ver a Priscila, recordando entonces a su cita. Con elegancia desenrolló a Bellatrix dejándola frente a él y conectando su mirada de citrino en los gélidos orbes de la Descendiente -Llenas mi corazón de esperanza- Dijo inclinándose para dejar un beso en su mano que duró sólo un segundo más de lo necesario -Debo volver con mi pareja de baile. De lo contrario, sería un descarado. Gracias por la pieza Bellatrix- Dijo y sonrió galante incorporándose. Hizo un leve gesto de nuevo con la cabeza y empezó a caminar hacia donde había visto a su compañera de aquella noche. Se detuvo un momento y se giró sobre sí mismo -Bellatrix..- Llamó y se tocó la sien con suavidad. “¿Mañana cenas conmigo?”, invitó y esperó su respuesta antes de retirarse oficialmente del baile con Priscila a quien debía explicarle ciertas cosas que, dudaba, le cayeran muy bien.
Por eso había decidido irse por Bellatrix, había estudiado muy bien las opciones que presentaba el Consejo. Incluso la de los aprendices, pero no reflejaban todo lo que él quería para su esposa. La médium, sin embargo, siempre había sido franca, tenía un halo de misterio y nunca la veía rodeada de demasiada gente con lo cual intuía que las relaciones personales no eran su fuerte. Pero como Descendiente, así como Catherine y él, debían buscar precisamente extender su progenie para cumplir con las plazas del Consejo. Un medio para un fin. Confesaría, era atractiva y ahora que había fijado su objetivo descubría nuevos aspectos de la helada mujer. ¿Sería su corazón igual? ¿Podría él descongelarlo?
Lo que no se esperaba el Le Fay es que Bellatrix le pareciera rara la cercanía. Es decir, confirmaba su teoría y entendía perfectamente porque la gente no se acercaba. Su propia temperatura descendía ante la cercanía de Bellatrix y se esto produjo una severa preocupación por su bienestar. ¿Cómo demonios funcionaban sus órganos? ¡Eran seres de sangre caliente! Ya le preguntaría luego, cuando la invitara a cenar. La observó apoyada en su mano con los ojos cerrados y esta vez sonrió de forma más sincera que pícara. Disfrutaba del baile y se le notaba. Cuando respondió, él le dirigió una mirada enigmática pero no respondió pues sabía el movimiento que vendría ahora. Si algo se le daba bien a Desmond, de entre todos los Le Fay que Stavron y Elise habían traído al mundo, eran las personas. En particular, las mujeres. Tenía una lengua de oro cuando quería.
La guió con firmeza y conocimiento de la pieza de baile y una vez que estuvo entre sus brazos disfrutó del pequeño gesto de intimidad de la peliblanca. Él se inclinó con la intención de que sus labios le rozaran el oído -Me siento atraído hacia ti- Corrigió las palabras que le había dicho la Descendiente, haciendo énfasis en sus últimas palabras, mientras sostenía sus manos y la abrazaba…Sin pasarse. Su espalda reposaba en su pecho y Desmond podía percibir el delicioso aroma que emanaba la médium y que le parecía… malditamente apetecible. Se sorprendió de su reacción hacia la Descendiente. Sabía perfectamente cuál era su objetivo, lo que no sabía es que se iba a divertir consiguiéndolo. Se rio socarronamente ante sus palabras -Subestimas mi intelecto, Bellatrix- Dijo, mordaz y continuó bailando con ella, marcando los pasos con soltura y cuidando de no pisarle el vestido -Sin embargo, no escucho una negativa a mi propuesta- Dijo sintiendo que, mientras su piel se congelaba ante el toque y cercanía de la peliblanca, su corazón latía con más fuerza produciéndole una extraña sensación de temperatura en su cuerpo.
La música empezaba a mermar mientras muchos de los Descendientes se marchaban y otros tantos aprendices. La sala empezaba a vaciarse y Desmond atisbó a ver a Priscila, recordando entonces a su cita. Con elegancia desenrolló a Bellatrix dejándola frente a él y conectando su mirada de citrino en los gélidos orbes de la Descendiente -Llenas mi corazón de esperanza- Dijo inclinándose para dejar un beso en su mano que duró sólo un segundo más de lo necesario -Debo volver con mi pareja de baile. De lo contrario, sería un descarado. Gracias por la pieza Bellatrix- Dijo y sonrió galante incorporándose. Hizo un leve gesto de nuevo con la cabeza y empezó a caminar hacia donde había visto a su compañera de aquella noche. Se detuvo un momento y se giró sobre sí mismo -Bellatrix..- Llamó y se tocó la sien con suavidad. “¿Mañana cenas conmigo?”, invitó y esperó su respuesta antes de retirarse oficialmente del baile con Priscila a quien debía explicarle ciertas cosas que, dudaba, le cayeran muy bien.
-Generalmente, la paz mundial- Bromeó un poco, aunque la sonrisa que se dibujó en los labios no fue realmente graciosa. Arrugó luego un poco la nariz y miró a Sayid, tenía que ser agradecida de que estuviera parado allí después de haberle respondido como lo había hecho. Terminó la copa y la colocó sobre otra de las bandejas flotantes y se acarició con cierta rareza el collar que llevaba puesto, la gran amatista parecía haberse calentado sin razón alguna y le molestaba. Pesaba.
Escuchó con atención lo que le dijo Sayid y sonrió con cierto cinismo. ¿Cuántos años de diferencia se tendrían? ¿Cuántos años viviendo en guerra llevaban? -No desmerito tus palabras, pero es cierto que dejé de creer en la política hace mucho tiempo. En realidad, ya no sé ni en quien creo- Expresó pensativa y tras escuchar su interés por lo que sucedía en Francia, sonrió, ya más abierta a charlar. Pero el peso en su corazón seguía perenne -El líder de la Alianza, o uno de los que aún vive, Johan Black ha enviado un mensaje convocándonos. Aparentemente los humanos han puesto un contador…Un momento- Indicó y sacó la moneda para mostrársela a Sayid, porque con el alcohol pensó que no había captado bien el mensaje -Mirad… Francia, Londres. La cosa es que ellos nos quieren erradicar y yo aquí…evadiéndome en un baile- Inspiró profundamente y dejó salir el aire con fuerza -Otro baile arruinado por la realidad-
Se guardó la moneda cuando el Descendiente se puso frente a ella pidiéndole el baile, eso la hizo sonreír con amplitud – Te lo agradezco muchísimo- Dijo con profunda sinceridad y un sentimiento de alegría revoloteó en su corazón y se transmitió directamente a él sin ella siquiera pensarlo. A veces, cuando era tan genuino, no lo controlaba. Disfrutó cada uno de los pasos de baile mientras le comentaba que Francia era el país que le había visto nacer aparte de algunos detalles sobre sus movidas mentales actuales y su decisión, tan espontánea, de ir a Francia una vez más aunque allí hubiese sido capturada y estudiada. Se lo confesó, aquella etapa oscura que había vivido como prisionera de ellos, siendo pinchada y estudiada en cada detalle; deseando estar con su familia. Inspiró nuevamente y luego expiró -Esta es la última oportunidad- Designó y agradeció que el Descendiente la escuchara y tras una breve despedida ambos se retiraron del baile.
Escuchó con atención lo que le dijo Sayid y sonrió con cierto cinismo. ¿Cuántos años de diferencia se tendrían? ¿Cuántos años viviendo en guerra llevaban? -No desmerito tus palabras, pero es cierto que dejé de creer en la política hace mucho tiempo. En realidad, ya no sé ni en quien creo- Expresó pensativa y tras escuchar su interés por lo que sucedía en Francia, sonrió, ya más abierta a charlar. Pero el peso en su corazón seguía perenne -El líder de la Alianza, o uno de los que aún vive, Johan Black ha enviado un mensaje convocándonos. Aparentemente los humanos han puesto un contador…Un momento- Indicó y sacó la moneda para mostrársela a Sayid, porque con el alcohol pensó que no había captado bien el mensaje -Mirad… Francia, Londres. La cosa es que ellos nos quieren erradicar y yo aquí…evadiéndome en un baile- Inspiró profundamente y dejó salir el aire con fuerza -Otro baile arruinado por la realidad-
Se guardó la moneda cuando el Descendiente se puso frente a ella pidiéndole el baile, eso la hizo sonreír con amplitud – Te lo agradezco muchísimo- Dijo con profunda sinceridad y un sentimiento de alegría revoloteó en su corazón y se transmitió directamente a él sin ella siquiera pensarlo. A veces, cuando era tan genuino, no lo controlaba. Disfrutó cada uno de los pasos de baile mientras le comentaba que Francia era el país que le había visto nacer aparte de algunos detalles sobre sus movidas mentales actuales y su decisión, tan espontánea, de ir a Francia una vez más aunque allí hubiese sido capturada y estudiada. Se lo confesó, aquella etapa oscura que había vivido como prisionera de ellos, siendo pinchada y estudiada en cada detalle; deseando estar con su familia. Inspiró nuevamente y luego expiró -Esta es la última oportunidad- Designó y agradeció que el Descendiente la escuchara y tras una breve despedida ambos se retiraron del baile.
Le pareció una declaración apresurada la del joven. Podría sentir una atracción física y le podría excitar la idea de estar con un mujer mayor que él, pero aún no se conocían casi, ésta era la primera conversación privada que mantenían, así que lo atribuyó a alguna maldición que afectarían las hormonas del hombre o que lo obligaría a decir lo primero que pasaba por su mente sin ningún tipo de filtro o que lo haría actuar de manera impulsiva. Aún así, el roce de sus cálidos labios, ardientes, según el distorsionado sentido del tacto y de la temperatura corporal normal de la descendiente de Allighieri, hizo remover cosas dentro de la bruja que no sabía que estaban ahí.
Miró su burlona sonrisa de reojo mientras continuaban con los pasos de baile. La falda de su vestido se movía con elegancia al tiempo que no negaba ni aceptaba explícitamente las intenciones de Desmond de cortejarla. Se desenrollo de su brazo en el momento que la coreo lo indicaba, como cierre del baile y del mismo modo que lo hacían las parejas que los acompañaban en la pista. Lo miró besar el dorso de su mano pensativa en sí era lo correcto o no permitirle que la corteje. El contacto sus los ardientes labios volvió a remover eso dentro de ella que aún no identificaba. Respondió con una reverencia al leve gesto de despedida del joven y comenzó a dirigirse hacia donde sabía que sus aprendices la aguardaban. Vió que ya se habían puesto las capuchas de sus capas blancas, ya dispuestos a irse, pero aguardando a su maestra respetuosamente cuando escucho su nombre en la voz de Desmond. Se giró para mirarlo y un escalofrío la recorrió al escuchar otra voz en su mente. La voz de él. Un vivo. No disimuló su sorpresa y su desagrado ante esa sensación. Consideró que una cena en privado sería lo más indicado para detener los pies de éste joven con hormonas revolucionadas.
“Si.” Le respondió por la misma vía, supuso que él seguía estando en su mente así que también aprovechó para preguntarle si iría al torneo mañana, a eso él respondió que no porque tenía la agenda ocupada con un ritual personal con su hermana, pero que se verían en la noche. Ella supuso que sería en la residencia de la familia Le Fay, en la zona residencial, porque él todavía no estaba listo para estar en su residencia por un tiempo prolongado como lo sería una cena.
“No vuelvas a entrar en mi mente... puedes perderte por aquí” Agregó para luego girarse haciendo mover a su falda violentamente y retirarse con sus discípulos a sus alcobas. Ellos irían a la mañana siguiente a presenciar el torneo, pero ya había sido suficiente socialización con los vivos para la médium por unas cuantas horas, así que se dedicaría a descansar, a charlar con algún alma en pena o a leer algún antiguo libro sobre espiritismo.
Miró su burlona sonrisa de reojo mientras continuaban con los pasos de baile. La falda de su vestido se movía con elegancia al tiempo que no negaba ni aceptaba explícitamente las intenciones de Desmond de cortejarla. Se desenrollo de su brazo en el momento que la coreo lo indicaba, como cierre del baile y del mismo modo que lo hacían las parejas que los acompañaban en la pista. Lo miró besar el dorso de su mano pensativa en sí era lo correcto o no permitirle que la corteje. El contacto sus los ardientes labios volvió a remover eso dentro de ella que aún no identificaba. Respondió con una reverencia al leve gesto de despedida del joven y comenzó a dirigirse hacia donde sabía que sus aprendices la aguardaban. Vió que ya se habían puesto las capuchas de sus capas blancas, ya dispuestos a irse, pero aguardando a su maestra respetuosamente cuando escucho su nombre en la voz de Desmond. Se giró para mirarlo y un escalofrío la recorrió al escuchar otra voz en su mente. La voz de él. Un vivo. No disimuló su sorpresa y su desagrado ante esa sensación. Consideró que una cena en privado sería lo más indicado para detener los pies de éste joven con hormonas revolucionadas.
“Si.” Le respondió por la misma vía, supuso que él seguía estando en su mente así que también aprovechó para preguntarle si iría al torneo mañana, a eso él respondió que no porque tenía la agenda ocupada con un ritual personal con su hermana, pero que se verían en la noche. Ella supuso que sería en la residencia de la familia Le Fay, en la zona residencial, porque él todavía no estaba listo para estar en su residencia por un tiempo prolongado como lo sería una cena.
“No vuelvas a entrar en mi mente... puedes perderte por aquí” Agregó para luego girarse haciendo mover a su falda violentamente y retirarse con sus discípulos a sus alcobas. Ellos irían a la mañana siguiente a presenciar el torneo, pero ya había sido suficiente socialización con los vivos para la médium por unas cuantas horas, así que se dedicaría a descansar, a charlar con algún alma en pena o a leer algún antiguo libro sobre espiritismo.
Cuando la dragona se había encaminado en mi dirección le dediqué una mirada de reconocimiento. Parecía ser la unica dispuesta a caminar directa y abiertamente hacia mi. Aquello no dejaba de resultarme curioso, y las miradas que atraíamos no me pasaron desapercibidas. Ciertamente, no esperaba otra cosa.... Tomé su mano con la mía y la acerqué a mis labios pero sin llegar a besarla todavía, dedicandole una breve reverencia con una inclinacion de mi cabeza, en señal de reconocimiento.
- Ha sido un atrevimiento por tu parte el invitarme a este lugar aun sabiendo el rechazo que eso iba a causar. No podía hacer oídos sordos a tal propuesta....he de reconocer que despiertas en mi muchas preguntas, Zaphira. - le confesé en voz baja.
Bailar no era algo que hiciera a menudo. De hecho, llevaba décadas sin hacerlo, y ni si quiera en el pasado era algo a lo que le hubiese dedicado mas de tres o cuatro intentos....habia sido mas de ver. Pero lo habia hecho en alguna ocasion y en cierto modo, era algo nato. Bailar al ritmo de la musica con una persona era como dejarse llevar por los compases de un hechizo, los golpes de ritmo, los cambios de tempo.... era cuestion de concentración y coordinacion.
Pasó el rato y dejé a Zaphira al borde del escenario cuando tuvo que subir por cuestiones tocantes al torneo. Después de aquello le sugerí abandonar aquel concurrido lugar y dar por finalizada nuestra estancia en la fiesta. Evalué el área con la mirada antes de marcharme de alli con Zaphira. Después daría comienzo el Torneo...y era algo que me interesaba presenciar.
- Ha sido un atrevimiento por tu parte el invitarme a este lugar aun sabiendo el rechazo que eso iba a causar. No podía hacer oídos sordos a tal propuesta....he de reconocer que despiertas en mi muchas preguntas, Zaphira. - le confesé en voz baja.
Bailar no era algo que hiciera a menudo. De hecho, llevaba décadas sin hacerlo, y ni si quiera en el pasado era algo a lo que le hubiese dedicado mas de tres o cuatro intentos....habia sido mas de ver. Pero lo habia hecho en alguna ocasion y en cierto modo, era algo nato. Bailar al ritmo de la musica con una persona era como dejarse llevar por los compases de un hechizo, los golpes de ritmo, los cambios de tempo.... era cuestion de concentración y coordinacion.
Pasó el rato y dejé a Zaphira al borde del escenario cuando tuvo que subir por cuestiones tocantes al torneo. Después de aquello le sugerí abandonar aquel concurrido lugar y dar por finalizada nuestra estancia en la fiesta. Evalué el área con la mirada antes de marcharme de alli con Zaphira. Después daría comienzo el Torneo...y era algo que me interesaba presenciar.
Zaphira Eire
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
A medida que me iba a cercando al Soul Reaper mi mirada estaba fija en él, algunos guardias parecían dudar al verlo ahí pero me bastó un simple movimiento de la mano para decirles que se retiraran, dando estos media vuelta sin estar muy convencidos de dejarlo estar. No fueron los únicos en dirigir sus miradas al Azabache, muchos en la sala observaban y comentaban sobretodo en el momento que extendí mi mano hacia él -Parece que eres la sensación del momento, que mal que me estés robando protagonismo, se supone que es mi noche- dije divertida mientras él me confesaba sus inquietudes mientras lo arrastraba a la pista de baile.
-¿Atrevimiento? ha sido un gesto de buena voluntad, se supone que estamos firmando la paz, además, ya que me han arrastrado a este torneo que menos que pasarlo bien con la persona que yo elija- puse su mano en mi cintura a la vez que tomaba la otra y posaba la mía en su hombro, empezando a movernos por la pista bajo las miradas de todos -Bueno, yo también tengo preguntas, como tu amiguito, tiene una presencia familiar, pero de momento tengamos la fiesta en paz, solo disfrutemos de la fiesta, hace mucho que no asisto como invitada a una- y es que siempre tenía el deber de cuidar a los invitados, pocas veces me podía relajar y probablemente esta sería una de las últimas veces que me permitiría algo así, la sombra de los pendragon nos estaba acechando nuevamente después de 800 años a pesar de que a mi nunca me abandonó.
Estar tan apartados y a la vez en el centro de las miradas era extraño, nadie se acercaba, solo se limitaban a mirar y a comentar pero no me importaba en absoluto ¿estaría atravesando una etapa de rebeldía tardía? porque con la edad que tenía llegaba muy tarde. El hombre frente a mi ejercía una atracción extraña, solo una vez en mi vida había sentido algo así y no había acabado demasiado bien... Al acabar el baile y pasar un rato juntos por fin se puso en marcha la selección, me acerqué del brazo de Khaled para después subir al escenario, saqué la esfera de la urna para decidir la puerta, el silencio de la sala fue roto por Sayid, cada vez me parecía más divertida la situación.
-Tienes razón, con tanta gente mirándonos es complicado tener una buena conversación- acepté la invitación para marcharnos del baile y dar una paseo por un lugar más tranquilo, la platica era banal, despreocupada pero no menos entretenida y amena, era en esos momentos que el tiempo pasaba volando y por desgracia había llegado el momento de despedirnos, me acerqué de nuevo a él al igual que había hecho en la torre, miré el pañuelo de seda que le había regalado, le quedaba bien, alcé mi rostro y dejé un beso en su mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios -Espero verte mañana, no te quedes deambulando por aquí solo, pensarán que no tramas nada bueno, buenas noches- Dicho eso partí a mi habitación para descansar y prepararme para el torneo del día siguiente.
-¿Atrevimiento? ha sido un gesto de buena voluntad, se supone que estamos firmando la paz, además, ya que me han arrastrado a este torneo que menos que pasarlo bien con la persona que yo elija- puse su mano en mi cintura a la vez que tomaba la otra y posaba la mía en su hombro, empezando a movernos por la pista bajo las miradas de todos -Bueno, yo también tengo preguntas, como tu amiguito, tiene una presencia familiar, pero de momento tengamos la fiesta en paz, solo disfrutemos de la fiesta, hace mucho que no asisto como invitada a una- y es que siempre tenía el deber de cuidar a los invitados, pocas veces me podía relajar y probablemente esta sería una de las últimas veces que me permitiría algo así, la sombra de los pendragon nos estaba acechando nuevamente después de 800 años a pesar de que a mi nunca me abandonó.
Estar tan apartados y a la vez en el centro de las miradas era extraño, nadie se acercaba, solo se limitaban a mirar y a comentar pero no me importaba en absoluto ¿estaría atravesando una etapa de rebeldía tardía? porque con la edad que tenía llegaba muy tarde. El hombre frente a mi ejercía una atracción extraña, solo una vez en mi vida había sentido algo así y no había acabado demasiado bien... Al acabar el baile y pasar un rato juntos por fin se puso en marcha la selección, me acerqué del brazo de Khaled para después subir al escenario, saqué la esfera de la urna para decidir la puerta, el silencio de la sala fue roto por Sayid, cada vez me parecía más divertida la situación.
-Tienes razón, con tanta gente mirándonos es complicado tener una buena conversación- acepté la invitación para marcharnos del baile y dar una paseo por un lugar más tranquilo, la platica era banal, despreocupada pero no menos entretenida y amena, era en esos momentos que el tiempo pasaba volando y por desgracia había llegado el momento de despedirnos, me acerqué de nuevo a él al igual que había hecho en la torre, miré el pañuelo de seda que le había regalado, le quedaba bien, alcé mi rostro y dejé un beso en su mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios -Espero verte mañana, no te quedes deambulando por aquí solo, pensarán que no tramas nada bueno, buenas noches- Dicho eso partí a mi habitación para descansar y prepararme para el torneo del día siguiente.
Día 3 del torneo. Flashback
El Salón del Cónclave le era imposible al no ser un Descendiente nombrado y directo pero la sala de reuniones generales... Bueno, era también un objetivo interesante. Al ingresar sonrió de lado al ver la altura de la misma. Estaba seguro de que los Descendientes estaban muy orgullosos de la reconstrucción pues se parecía en casi todo a la anterior. El Le Fay fue directo al centro de la sala desde donde pudo evaluarla toda y guiarse a través de los puntos cardinales para saber, exactamente, el dónde. Tras calcularlo se puso a la tarea.
Ya que todo el mundo estaba ocupado en el Torneo o Francia, evidentemente, la sala estaba vacía lo que le dio un tiempo prudencial para ejecutar su tarea. Estaba bastante organizado y ya sólo le quedaba esperar. Era uno de los últimos pasos. Ahora sólo debía quedarse al lado de su hermana, esa que le había robado los diarios. Maldita sea el día en el que ella nació primero. Pero iba a poner solución a aquello, de una forma u otra.ç
Al salir se tropezó con Alice, una de las chicas con las que solía salir. Para nadie había pasado desapercibido su baile con Bellatrix pero eso no dejaba en certeza nada. Estaba cortejándola, sí, pero mientras tanto, podía divertirse. Con su lengua de oro logró que Alice viniera con él y no accediera a la sala. Al menos, en los próximos 25 minutos en los que él se ocupó de ella .
El Salón del Cónclave le era imposible al no ser un Descendiente nombrado y directo pero la sala de reuniones generales... Bueno, era también un objetivo interesante. Al ingresar sonrió de lado al ver la altura de la misma. Estaba seguro de que los Descendientes estaban muy orgullosos de la reconstrucción pues se parecía en casi todo a la anterior. El Le Fay fue directo al centro de la sala desde donde pudo evaluarla toda y guiarse a través de los puntos cardinales para saber, exactamente, el dónde. Tras calcularlo se puso a la tarea.
Ya que todo el mundo estaba ocupado en el Torneo o Francia, evidentemente, la sala estaba vacía lo que le dio un tiempo prudencial para ejecutar su tarea. Estaba bastante organizado y ya sólo le quedaba esperar. Era uno de los últimos pasos. Ahora sólo debía quedarse al lado de su hermana, esa que le había robado los diarios. Maldita sea el día en el que ella nació primero. Pero iba a poner solución a aquello, de una forma u otra.ç
Al salir se tropezó con Alice, una de las chicas con las que solía salir. Para nadie había pasado desapercibido su baile con Bellatrix pero eso no dejaba en certeza nada. Estaba cortejándola, sí, pero mientras tanto, podía divertirse. Con su lengua de oro logró que Alice viniera con él y no accediera a la sala. Al menos, en los próximos 25 minutos en los que él se ocupó de ella .
Sayid Ibn Salah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Continuación Cónclave LXXXII
Los comentarios en la sala del cónclave por suerte se quedarían allí, aunque al parecer Bellatrix me había malinterpretado Sofía como siempre era un soplo de aire fresco y mi humor no pudo ser mejor cuando insinuó algo sobre la señorita -Créeme, no me aburriría un solo día de mi vida con esa mujer a mi lado, pero me parece que no es de las que se ven cautivadas por las formas tradicionales- después de aquello salimos rumbo a la sala de reuniones y la pelirroja se dio cuenta en seguida de mi condición -Mi querida Sofía, eres lo mejor de asistir a los cónclaves, gracias- dije aceptando sus pociones y la ayuda para después besar su mano de forma caballerosa.
La sala estaba desierta como cabría esperar pero todo parecía dispuesto para llevar a cabo la reunión, retiré una silla de la gran mesa para que mi acompañante se sentara y yo lo hice inmediatamente después a su lado -Oh, debo enviar un mensaje a mi invitada, he encontrado un uso interesante para mi genio- comenté a la descendiente mientras intentaba contactar con el minion que acompañaba a la chica para que la trajera a la sala.
Después de eso solo quedaba esperar a que el resto de invitados hicieran acto de presencia, entre ellos los renegados y por supuesto Thalos y Johan, mis compañeros de batalla con los que siempre estaba a punto de recibir una puñalada de un centinela.
Savannah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Después de dejar a sus padres en los jardines, Savannah había ido al sitio más grande de todos y el más llamativo. Asumía que sería el del Consejo y no se equivocó. Cuando quiso ingresar uno de los guardias la detuvo ante sus fachas. Tenía la cara sucia de hollín igual que la ropa y olía a quemado -Soy Savannah, pertenezco al Clan Fenrir y vengo a ver al Descendiente de Licaón- Expresó pero la respuesta fue una negativa cruda -El Consejo se encuentra reunido en un Cónclave, ni tú ni nadie puede acceder a él- Aquello la hizo dejar caer los párpados y se llevó las manos a la cabeza -¿Y qué puedo hacer? Necesito hablar con él...Mi clan- El Guardia negó con la cabeza y la invitó a apartarse -Puedes esperar-
Y así lo hizo, la licántropa pego la espalda a la pared y se deslizó hasta el piso mientras intentaba mantener a los espíritus a raya para que no la poseyeran porque sino seguro que la echaban. Inspiró profundamente con tranquilidad, intentando calmarse y entonces se miró las manos negras e intentó limpiarselas con el jean. Durante un largo rato estuvo esperando pero de pronto laspuertas se abrieron y salió una pareja. Savannah se incorporó de un respingo y no pudo evitarlo -¡¡ALTAIR!! ¡¡ALTAIR!!- Dijo alzando las manos por encima de su cabeza y agitándolas por si salía que la viera. Pero uno de los guardias le cogió de las manos para que dejara de hacer lío. Aunque el cambio de planes de los Descendientes era extraño, recibió pronto la información a través del casco -Calla, mujer- Soltó el hombre intentando controlarla y Savannah se removió inquieta -Tengo que hablar con él- Soltó removiéndose -Mi familia...Mi clan- Le dijo sintiendo que las lágrimas empezaban a deslizarse por su rostro, dejando lineas impolutas en la negrura de su tez. Copito a su lado empezó a ladrar al ver a su recién adoptada dueña alterada
Y así lo hizo, la licántropa pego la espalda a la pared y se deslizó hasta el piso mientras intentaba mantener a los espíritus a raya para que no la poseyeran porque sino seguro que la echaban. Inspiró profundamente con tranquilidad, intentando calmarse y entonces se miró las manos negras e intentó limpiarselas con el jean. Durante un largo rato estuvo esperando pero de pronto laspuertas se abrieron y salió una pareja. Savannah se incorporó de un respingo y no pudo evitarlo -¡¡ALTAIR!! ¡¡ALTAIR!!- Dijo alzando las manos por encima de su cabeza y agitándolas por si salía que la viera. Pero uno de los guardias le cogió de las manos para que dejara de hacer lío. Aunque el cambio de planes de los Descendientes era extraño, recibió pronto la información a través del casco -Calla, mujer- Soltó el hombre intentando controlarla y Savannah se removió inquieta -Tengo que hablar con él- Soltó removiéndose -Mi familia...Mi clan- Le dijo sintiendo que las lágrimas empezaban a deslizarse por su rostro, dejando lineas impolutas en la negrura de su tez. Copito a su lado empezó a ladrar al ver a su recién adoptada dueña alterada
Aceptó el agradecimiento de Sayid con gusto mientras caminaban hacia la sala de reuniones generales, dejándole su mano para recibir el beso con gracia. Fuera del Salón, una chica esperaba con desesperación a Altair. Parecía que era un sentimiento permanente aquel día. Le dirigió una cálida mirada. No sabía si Altair saldría al instante, pero era lo más probable. Miró hacia adentro del Salón.- Quizás puedas esperarlo en la Sala de Reuniones. No debe tardar.- Seguido, continuó su andar. Una vez dentro, aceptó la silla que ofrecía Sayid, observando alrededor. Cuando encontró flores, hizo crecer un poco de kava, lavanda y valeriana con su magia y el anillo que Adael le regaló, para calmar los ánimos de la habitación y relajar a todo mundo. Así sería una reunión más productiva.
Una vez sentados, tuvo la oportunidad de seguir indagando en aquella tal señorita, pues había estado pensando en eso desde que salieron del Salón del Cónclave.- Suena como alguien decadente... en el buen sentido. Espero conocerla pronto. Pero oh, Sayid, no te daba por puritano, no con tus raíces. Sabes de cultura, filosofía, armas, ciencias; no sabes de amores porque no haz querido leer de eso. Ninguna mujer rechaza un cortejo caballeroso, solo no haz logrado llegar a su punto débil. Aún no rompes la barrera para que te permita hacerlo. Necesitas nuevos conocimientos... Quizás algunos títulos de Vatsiaiana.- Aquel último nombre lo dijo con una sonrisa un tanto pecaminosa en los labios, un poco contenida, pero evitándole la mirada por la proposición. En parte esperaba que no tuviera conocimientos de aquello y no pudiera objetar, pero la cultura hindú tenía mucho que ver con la que él profesaba. Solo esperaba no avergonzarle.- Eso, envíale un mensaje. Hoy sabremos como conquistarla, amigo mío.
Una vez sentados, tuvo la oportunidad de seguir indagando en aquella tal señorita, pues había estado pensando en eso desde que salieron del Salón del Cónclave.- Suena como alguien decadente... en el buen sentido. Espero conocerla pronto. Pero oh, Sayid, no te daba por puritano, no con tus raíces. Sabes de cultura, filosofía, armas, ciencias; no sabes de amores porque no haz querido leer de eso. Ninguna mujer rechaza un cortejo caballeroso, solo no haz logrado llegar a su punto débil. Aún no rompes la barrera para que te permita hacerlo. Necesitas nuevos conocimientos... Quizás algunos títulos de Vatsiaiana.- Aquel último nombre lo dijo con una sonrisa un tanto pecaminosa en los labios, un poco contenida, pero evitándole la mirada por la proposición. En parte esperaba que no tuviera conocimientos de aquello y no pudiera objetar, pero la cultura hindú tenía mucho que ver con la que él profesaba. Solo esperaba no avergonzarle.- Eso, envíale un mensaje. Hoy sabremos como conquistarla, amigo mío.
No tardamos mucho en llegar a la sala de reuniones generales después de que acordasen que debíamos vernos también con el resto de grupos. Yo no había participado demasiado en la anterior y breve reunión en la sale del cónclave, pero no dejaba de pensar que había sido demasiado tensa teniendo en cuenta que acabábamos de empezar. los cruces de acusaciones y las pullas de unos y otros habían crispado el ambiente, incluso yo me había molestado por el modo en que Altair habló a Sean. Él mismo se defendió bastante bien y le devolvió unas cuantas palabras afiladas como respuesta, así que no intervine por el momento. Cuando salimos de allí tomé a Sean por el brazo para caminar con él, hablando en voz baja para tratar de calmarlo. Lo notaba muy cabreado, ni rastro de su expresión habitual. - Tranquilo, Sean. - susurré mientras caminábamos por el pasillo hacia la sala general de reuniones. - Ya sabes cómo son estas cosas, la gente se altera, se dicen cosas sin pensar... - esperé a que parte del grupo nos adelantase, quedándonos un poco atrás. - Altair es así, siempre busca la confrontación, no se lo tengas en cuenta. Eso no quiere decir que tengas que callarte, has hecho muy bien en contestarle, pero no dejes que te afecte más de la cuenta. - le di un beso en la cabeza para que se calmase un poco, siguiendo después el camino hacia la sala.
- Yo sí sabía lo de Gio y los ministros. He dejado a los niños en los jardines, al cuidado de los guardias. Les dije que eran los hijos de los O'Connell, que no tenían culpa de nada, y que los tratasen bien. Podemos confiar en nuestros guardias. - lo único malo es que nadie parecía apoyar nuestra postura. Yo debería estar más en contra que nadie por aquello de que cuando me encerraron me cortaron una mano, pero no era así. El rencor no me serviría.
Por fin entramos en el nuevo lugar de reunión, mucho más amplio y con una mesa en la que cabía más gente. Era el mismo salón que habíamos utilizado en otras ocasiones, como en la fiesta de renacimiento de Ouroboros, para anunciar nuevos linajes, o para el evento del torneo. Busqué un asiento para Sean y para mí, colocándonos cerca de Sofía y Sayid. Sin querer escuché parte de su conversación, captando que estaban de marujeo. - No te dejes convencer por Sofía, seguro que sus soluciones implican plantas alucinógenas. - bromeé con Sayid al pillar eso de que le ayudaría a conquistar a no sé quién. Esperé a que fuesen sentándose los que iban llegando, preguntándome si de este cónclave saldrían más conflictos o un buen plan. - Ya colaboramos una vez con ellos. Incluso con los Soul Reapers. Conseguimos acabar con aquellos satélites y hacer que regresase la magia. Esta vez también podemos conseguirlo. Estoy a vuestra completa disposición para cualquier misión. - sentencié con firmeza, a pesar de que el recuerdo de lo vivido todavía era muy reciente.
- Yo sí sabía lo de Gio y los ministros. He dejado a los niños en los jardines, al cuidado de los guardias. Les dije que eran los hijos de los O'Connell, que no tenían culpa de nada, y que los tratasen bien. Podemos confiar en nuestros guardias. - lo único malo es que nadie parecía apoyar nuestra postura. Yo debería estar más en contra que nadie por aquello de que cuando me encerraron me cortaron una mano, pero no era así. El rencor no me serviría.
Por fin entramos en el nuevo lugar de reunión, mucho más amplio y con una mesa en la que cabía más gente. Era el mismo salón que habíamos utilizado en otras ocasiones, como en la fiesta de renacimiento de Ouroboros, para anunciar nuevos linajes, o para el evento del torneo. Busqué un asiento para Sean y para mí, colocándonos cerca de Sofía y Sayid. Sin querer escuché parte de su conversación, captando que estaban de marujeo. - No te dejes convencer por Sofía, seguro que sus soluciones implican plantas alucinógenas. - bromeé con Sayid al pillar eso de que le ayudaría a conquistar a no sé quién. Esperé a que fuesen sentándose los que iban llegando, preguntándome si de este cónclave saldrían más conflictos o un buen plan. - Ya colaboramos una vez con ellos. Incluso con los Soul Reapers. Conseguimos acabar con aquellos satélites y hacer que regresase la magia. Esta vez también podemos conseguirlo. Estoy a vuestra completa disposición para cualquier misión. - sentencié con firmeza, a pesar de que el recuerdo de lo vivido todavía era muy reciente.
Estaba demasiado enfadado, lo de mi ceguera era un tema delicado, mucho más si me trataban de esa forma cuando fue la consecuencia de la convergencia, de canalizar la magia para poder recuperarla, no quería que me adularan ni mucho menos, pero un poco de empatía no estaba de más. Lucio se acercó para hablarme y tranquilizarme lo que me hizo sentir ese sentimiento de querer llorar de la rabia -pero ¿por qué siempre yo?- me aguanté las ganas y respiré profundamente para calmarme agradeciendo ese gesto por parte del mayor que por pequeño que fuera para mi era todo un mundo -Gracias... solo espero acabar pronto para ir a dormir-
Lo de los ministros no me había hecho tanta gracia -¿Por qué no me lo has dicho? ya los has escuchado, se rehúsan a pedirles colaboración... confío en los guardias pero... ya es tarde, si van a quedarse en la isla deberíamos darles un lugar para dormir y mañana que vean a sus padres, eso podemos hacerlo, ¿verdad?- me llevé una mano a la cabeza, empezaban a ser demasiadas cosas en un solo día de nuevo suspiré apoyando mi cabeza en uno de los brazos de Lucio permitiéndome unos segundos para pensar en algo.
Al final entramos en la sala de reuniones juntos para tomar asiento, no sabía quienes estaban ya dentro solo me aseguré de guardar un lugar para Catherine mientras mis pensamientos seguían perdidos en las posibilidades, los ministros, los campos, la gente de la isla, los protocolos y por supuesto lidiando con mi enfado que parecía desvanecerse poco a poco cuanto más estaba en la sala gracias al olor de las hierbas de Sofía.
Lo de los ministros no me había hecho tanta gracia -¿Por qué no me lo has dicho? ya los has escuchado, se rehúsan a pedirles colaboración... confío en los guardias pero... ya es tarde, si van a quedarse en la isla deberíamos darles un lugar para dormir y mañana que vean a sus padres, eso podemos hacerlo, ¿verdad?- me llevé una mano a la cabeza, empezaban a ser demasiadas cosas en un solo día de nuevo suspiré apoyando mi cabeza en uno de los brazos de Lucio permitiéndome unos segundos para pensar en algo.
Al final entramos en la sala de reuniones juntos para tomar asiento, no sabía quienes estaban ya dentro solo me aseguré de guardar un lugar para Catherine mientras mis pensamientos seguían perdidos en las posibilidades, los ministros, los campos, la gente de la isla, los protocolos y por supuesto lidiando con mi enfado que parecía desvanecerse poco a poco cuanto más estaba en la sala gracias al olor de las hierbas de Sofía.
Por extraño que pareciera habia hecho un breve receso para cambiarme la camisa y asearme un poco. No iba, lo que se dice, de punta en blanco, pero iba sin manchas de cafe ni sangre en la ropa y manos, parecia un tipo decente y todo. Me habia traido mi bastón y un rotu y un cuaderno de bocetos.
La reunión prometía ser larga.
Entré y localicé a Sean, le estaba guardando el hueco a la Le Fay, seguro. Pero fui y me senté a su lado sin mediar palabra.
Me lo quedé mirando un rato, tenia el ceño fruncido.
"Que expresión mas rara, está enfadado?"
"Es por lo de que metí en los calabozos a esos?"
"Igual no está enfadado. Esa es cara de enfado?"
"Es hambre"
"Son gases"
Como aun no llegaban todos, saqué mi rotulador rojo, y empecé a dibujarle en la cara a Sean una sonrisa.
La reunión prometía ser larga.
Entré y localicé a Sean, le estaba guardando el hueco a la Le Fay, seguro. Pero fui y me senté a su lado sin mediar palabra.
Me lo quedé mirando un rato, tenia el ceño fruncido.
"Que expresión mas rara, está enfadado?"
"Es por lo de que metí en los calabozos a esos?"
"Igual no está enfadado. Esa es cara de enfado?"
"Es hambre"
"Son gases"
Como aun no llegaban todos, saqué mi rotulador rojo, y empecé a dibujarle en la cara a Sean una sonrisa.
Sayid Ibn Salah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Cuando escuché los gritos de la chica me acerqué junto a Sofía, haciéndoles una señal para que la dejaran pasar mientras la descendiente se ocupaba del resto. Nos sentamos y retomamos la conversación dónde lo habíamos dejado respecto a mi invitada, no entendí muy bien lo que me quiso decir con lo de ser puritano pero en lo de los amores tenía razón, me encogí de hombros sin poder contradecirla -Las mujeres son el misterio más grande y maravilloso de este mundo, estaré encantado de recibir tu ayuda- y justo después de eso va y me suelta lo de Vatsiaiana, me tomó tan de sorpresa que me atraganté con mi propia saliva.
-Bueno, dejemos esos libros para otra ocasión, de momento creo que lo mejor es empezar por una amistad- dije a la pelirroja y justo en ese momento entraba Lucio para unirse a la conversación con Sean del brazo que aún parecía algo enfadado -Amigo mío, esta mujer es todo un peligro, no solo por su encantadora sonrisa- comenté a modo de broma antes de meternos de lleno en asuntos más importantes.
Asentí a las palabras de Lucio y quien mejor que yo para corroborar que los renegados eran buenos aliados? tres misiones eran suficientes para defender mi postura aunque no saliera muy bien parado en ninguna -Contad conmigo también, el campo de batalla es mi especialidad-
-Bueno, dejemos esos libros para otra ocasión, de momento creo que lo mejor es empezar por una amistad- dije a la pelirroja y justo en ese momento entraba Lucio para unirse a la conversación con Sean del brazo que aún parecía algo enfadado -Amigo mío, esta mujer es todo un peligro, no solo por su encantadora sonrisa- comenté a modo de broma antes de meternos de lleno en asuntos más importantes.
Asentí a las palabras de Lucio y quien mejor que yo para corroborar que los renegados eran buenos aliados? tres misiones eran suficientes para defender mi postura aunque no saliera muy bien parado en ninguna -Contad conmigo también, el campo de batalla es mi especialidad-
De camino a la sala de reuniones, le pedí a Johan que pasaramos por la zona residencial para que pudiese cambiarme la ropa del dia de la batalla, que olía a mierda, ducharme y esas cosas.
Ya cambiado, con mi ropa limpia y volviendo a parecer un renegado decente (aunque el rapado de la cabeza seguia haciendome parecer una persona muy poco decente), ademas de llevar mis cosas de siempre encima (no soltaba las armas ni para ir a cagar), habiamos conseguido un cargamento de chuches para Nya.
Le había robado la chiquilla a Johan despues de salir del edificio, y la llevaba sobre los hombros, sobornándola con las chuches y dándole una cada vez que acertaba en el "veo veo"
- Muy bien Nya, joder! esta te la has ganado, es de fresa. Eh, tu cría es muy lista, Black. Le he dicho "veo veo... veo a un mago con una crisis vital" y me ha dicho "papi"!
Me metí un poco más con él, mientras llegabamos a aquel edifcio. Nunca habia entrado a aquella sala, y arqueé una ceja por todo lo que me rodeaba. Para cuando llegamos, ya habian unos cuantos alli reunidos. Johan y yo entramos. Olía raro alli. Reconocí a Sayid y le saludé con un gesto de mi cabeza. Bajé a Nya de mis hombros y la llevé a una de las sillas mas molonas de la sala para que se sentara ahi, era la mas molona porque fue la que ella eligió, por supuesto. La verdad, no conocía a la mitad de los miembros de ese Consejo. Que digo, menos de a la mitad.
Pero si esto iba a tratar sobre la Ciudadela Alpha, teniamos que estar ahi.
Ya cambiado, con mi ropa limpia y volviendo a parecer un renegado decente (aunque el rapado de la cabeza seguia haciendome parecer una persona muy poco decente), ademas de llevar mis cosas de siempre encima (no soltaba las armas ni para ir a cagar), habiamos conseguido un cargamento de chuches para Nya.
Le había robado la chiquilla a Johan despues de salir del edificio, y la llevaba sobre los hombros, sobornándola con las chuches y dándole una cada vez que acertaba en el "veo veo"
- Muy bien Nya, joder! esta te la has ganado, es de fresa. Eh, tu cría es muy lista, Black. Le he dicho "veo veo... veo a un mago con una crisis vital" y me ha dicho "papi"!
Me metí un poco más con él, mientras llegabamos a aquel edifcio. Nunca habia entrado a aquella sala, y arqueé una ceja por todo lo que me rodeaba. Para cuando llegamos, ya habian unos cuantos alli reunidos. Johan y yo entramos. Olía raro alli. Reconocí a Sayid y le saludé con un gesto de mi cabeza. Bajé a Nya de mis hombros y la llevé a una de las sillas mas molonas de la sala para que se sentara ahi, era la mas molona porque fue la que ella eligió, por supuesto. La verdad, no conocía a la mitad de los miembros de ese Consejo. Que digo, menos de a la mitad.
Pero si esto iba a tratar sobre la Ciudadela Alpha, teniamos que estar ahi.
Había elevado una ilusión de sí misma aplaudiendo lentamente a Sean en la mente de su amigo y su conversación fue mental "Increíble. Sólo hay que llamarte ciego de mierda para que reacciones. Interesante, no sabía que tenías "Eso" en ti". Le guiñó un ojo para luego meterle un puñetazo en el hombro en plan colegas "Ains...No te vayas a arrepentir luego eh? Nada de pedir disculpas. Asumes tu posición y la defiendes. Altair se lo merece por semejante insulto. Venga, todos sabemos lo que sacrificaste...Aparte, no estaba yo a tu lado...Y sabes que sin mi no te puedes meter en líos..." Se rió muy cabronamente en su mente para luego desconectar de ella mientras salía de la sala y se acercaba a Jack, le tocó suavemente el antebrazo. Avisó a Markus de que se cambiaban de sala y de la reunión general.
-Creo que debo explicarte algo. Jean no mató a Altair. Lo mató mi madre, Jack. Porque quería que Layla fuera la Descendiente Le Fay. Jean lo llevó a su dimensión para darle más tiempo de vida mientras buscaba una cura pero no la encontró. Sabes que mi madre era muy experta...Artes oscuras- Se pasó el cabello detrás de la oreja -No lo excuso, no lo trato diferente y hace años que no tengo contacto con él. Puedes decirle a Mei que revise. Sólo...Quería aclararlo. Una cosa es ser traidor y otra acusarlo de asesino- Añadió y finalmente se apartó de él, sintiendo que al menos eso lo dejaba en claro.
Siguió caminando mientras todos avanzaban escuchando unos gritos y reconociendo a Savannah de lejos. Creyó y acertó al acercarse -¿Savannah? ¿Qué ha pasado?- Catherine hizo un gesto para que los guardias la soltaran pero la morena la miró con los ojos llenos de lágrimas y se los cubrió. Volvió a susurrar el nombre de Altair -Pasa conmigo- Indicó, escoltandola dentro de la sala y mandó un mensaje mental a Altair con la imagen de Savannah dentro de la sala -Ya viene- Expresó y entonces fue hacia el lugar donde estaba Lucio y Sean, encontrando a Gio en plena tarea. Catherine se mordió el labio inferior en una sonrisa y se sentó sobre la mesa cruzandose de brazos mientras miraba el arte de Gio -Estás en mi puesto, Giordano. No me hagas hacerte lo de la "violación mental"- Advirtió alzando una ceja para después patear la silla -Venga, arriba, artista- Espetó.
Entonces observó a Johan, el otro hombre y la niña. La pilló desprevenida. Claro, los habían evacuado. Se acercó a Johan y saludó a la niña con una sonrisa que fue devuelta, para luego inclinarse hacia él -Eh... La niña no debería estar aquí. Em.. Una duda, cuando retiraste a Nyara...¿Estaba Aedan en la guarderia?- Envió una imagen mental de su hijo y en sus ojos se notó de inmediato la preocupación - Si lo deseas, pediré a Sylvana, es una de nuestras guardias, que la lleve a una de las habitaciones de la academia para que descanse. Se quedará con ella y la protegerá. Sé que Jo está con Ian en el hospital. De esa forma puedes quedarte a descansar aquí con ella- Aclaró
-Creo que debo explicarte algo. Jean no mató a Altair. Lo mató mi madre, Jack. Porque quería que Layla fuera la Descendiente Le Fay. Jean lo llevó a su dimensión para darle más tiempo de vida mientras buscaba una cura pero no la encontró. Sabes que mi madre era muy experta...Artes oscuras- Se pasó el cabello detrás de la oreja -No lo excuso, no lo trato diferente y hace años que no tengo contacto con él. Puedes decirle a Mei que revise. Sólo...Quería aclararlo. Una cosa es ser traidor y otra acusarlo de asesino- Añadió y finalmente se apartó de él, sintiendo que al menos eso lo dejaba en claro.
Siguió caminando mientras todos avanzaban escuchando unos gritos y reconociendo a Savannah de lejos. Creyó y acertó al acercarse -¿Savannah? ¿Qué ha pasado?- Catherine hizo un gesto para que los guardias la soltaran pero la morena la miró con los ojos llenos de lágrimas y se los cubrió. Volvió a susurrar el nombre de Altair -Pasa conmigo- Indicó, escoltandola dentro de la sala y mandó un mensaje mental a Altair con la imagen de Savannah dentro de la sala -Ya viene- Expresó y entonces fue hacia el lugar donde estaba Lucio y Sean, encontrando a Gio en plena tarea. Catherine se mordió el labio inferior en una sonrisa y se sentó sobre la mesa cruzandose de brazos mientras miraba el arte de Gio -Estás en mi puesto, Giordano. No me hagas hacerte lo de la "violación mental"- Advirtió alzando una ceja para después patear la silla -Venga, arriba, artista- Espetó.
Entonces observó a Johan, el otro hombre y la niña. La pilló desprevenida. Claro, los habían evacuado. Se acercó a Johan y saludó a la niña con una sonrisa que fue devuelta, para luego inclinarse hacia él -Eh... La niña no debería estar aquí. Em.. Una duda, cuando retiraste a Nyara...¿Estaba Aedan en la guarderia?- Envió una imagen mental de su hijo y en sus ojos se notó de inmediato la preocupación - Si lo deseas, pediré a Sylvana, es una de nuestras guardias, que la lleve a una de las habitaciones de la academia para que descanse. Se quedará con ella y la protegerá. Sé que Jo está con Ian en el hospital. De esa forma puedes quedarte a descansar aquí con ella- Aclaró
Contenido patrocinado
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.