No había habido reunión, no había habido una mierda. No había tenido tiempo de pensar, de existir, de nada. Todo lo que había era un remolino de acciones que sabía que tenía que hacer para poder salvar a su hijo. Lo que no acababa de comprender es porqué, si no le había atacado en tanto tiempo, lo hacía ahora. A días…
Se miró hacia el pecho, donde sabía que estaba la marca pero no la veía. El peso se mantenía, la falta de aire también, pero no había nada más. Por un momento quiso coger su daga y clavársela en la piel para arrancársela pero contuvo el arranque asesino mientras caminaba con paso firme hacia donde la administrativa custodiaba los libros. La imagen, la ilusión, que mantenía consumía gran parte de la energía que tenía pero no podía dejarla caer porque si se encontraba con un Pendragon…
-Buenos días, Descendiente- Saludó la mujer rehuyendo de la impasible y obstinada mirada de Catherine -Buenos días ¿Tienes los documentos?- Inquirió -Tres copias- Expresó tamborileando los dedos sobre la madera, lentamente pensando y recordando las palabras de Ian sobre sus sangre. Metálico… Parpadeó con sorpresa, pese a las lágrimas que su verdadero rostro derramaba. Jarkko…Él era un licántropo, él podía decirle su aroma… O algo parecido al menos ¿No? Cuando volviera, lo haría.
“Necesito algo de ti, espera a que vuelva”, envió el mensaje al licántropo y esperó con inquietud por la mujer -Rápido, por favor. Me urge- Expresó pensando que cada minuto podía costarle algo más a Aedan.
Se miró hacia el pecho, donde sabía que estaba la marca pero no la veía. El peso se mantenía, la falta de aire también, pero no había nada más. Por un momento quiso coger su daga y clavársela en la piel para arrancársela pero contuvo el arranque asesino mientras caminaba con paso firme hacia donde la administrativa custodiaba los libros. La imagen, la ilusión, que mantenía consumía gran parte de la energía que tenía pero no podía dejarla caer porque si se encontraba con un Pendragon…
-Buenos días, Descendiente- Saludó la mujer rehuyendo de la impasible y obstinada mirada de Catherine -Buenos días ¿Tienes los documentos?- Inquirió -Tres copias- Expresó tamborileando los dedos sobre la madera, lentamente pensando y recordando las palabras de Ian sobre sus sangre. Metálico… Parpadeó con sorpresa, pese a las lágrimas que su verdadero rostro derramaba. Jarkko…Él era un licántropo, él podía decirle su aroma… O algo parecido al menos ¿No? Cuando volviera, lo haría.
“Necesito algo de ti, espera a que vuelva”, envió el mensaje al licántropo y esperó con inquietud por la mujer -Rápido, por favor. Me urge- Expresó pensando que cada minuto podía costarle algo más a Aedan.
Si decía ya, pues sería ya. Los nervios le cerraron el estómago cuando le llegó el mensaje de su compañera. Se disculpó con los que estaban diagramando el censo con él y se levantó de la mesa para desaparecer, cosa que generalmente no hacía, prefería caminar, pero dadas las circunstancias... Apareció en la entrada del área administrativa y se acercó a donde estaba Catherine.
Había pensado tantas cosas para decirle, había practicado, pero tenerla al fin de frente le dejó la mente en blanco. La miró buscando algún tipo de explicación en su rostro, en sus gestos. Preguntarle si estaba segura de lo que hacía le pareció redundante, afirmar que debía haber otro modo también. -¿Cómo está Aedan?¿Qué le pasó?- Se decidió por preguntar eso.
-¿Los Pendragon saben que tenemos a Khan Tepes?¿Por qué querríamos reemplazar al linaje Tepes si su especialidad es la magia de sangre, los dragones y los vampiros?-
Había pensado tantas cosas para decirle, había practicado, pero tenerla al fin de frente le dejó la mente en blanco. La miró buscando algún tipo de explicación en su rostro, en sus gestos. Preguntarle si estaba segura de lo que hacía le pareció redundante, afirmar que debía haber otro modo también. -¿Cómo está Aedan?¿Qué le pasó?- Se decidió por preguntar eso.
-¿Los Pendragon saben que tenemos a Khan Tepes?¿Por qué querríamos reemplazar al linaje Tepes si su especialidad es la magia de sangre, los dragones y los vampiros?-
Envió un mensaje de respuesta a Matvey y otro a Sean. Cuando vio a Adael, inspiró profundamente, y dejó su ilusión allí junto con una de él para separarse y cogerle de la mano. Sí, era extraño ver la imagen de ellos dos ahí cuando en realidad estaban a un metro pero no podía permitir que le viera el rostro de esa forma…La nariz roja, los ojos vidriosos y la incapacidad que tenía para respirar correctamente después de haber llorado tanto -La maldición… Está ardiendo en fiebre, tiene algo en el estómago y… Lo están atendiendo pero…- No despertaba. Se llevó una temblorosa mano a la frente, como si de pronto, todo lo que le estaba ocurriendo la estuviera ahogando.
Que lo hacía.
-Sí… Claro que lo saben, se lo espeté…Pero quieren el puesto por orgullo, además…Khan todavía no ha adquirido su puesto- El labio inferior le temblaba con suavidad -No lo sé Adael… Son orgullosos y tercos, pero en este momento lo único que puedo sacar en claro es que al menos si se casa conmigo Wthyr no estará en el Consejo…Quizás el que esté será influenciado por él pero no será lo mismo. Quiere hacer una especie de…- No podía evitar que las palabras siguieran saliendo -Quiere que el Consejo sea un gobierno mágico para que no vuelva a ocurrir lo de la guerra. Yo pensé en algo parecido, pero no el Consejo en sí. ¿Una especie de gobierno híbrido, sabes? Representantes del Consejo, de los renegados, de la brigada y los humanos. Una transición mejor, un mundo mejor en el que todo fuera igualitario pero…- Se cansó de hablar, se cansó simplemente. Cerró los ojos y las lágrimas volvieron a caer por su rostro. Estaba segura de que Adael recordaba lo perdida que había estado sin magia, cómo se había comportado obsesivamente sobre protectora con Aedan y ahora…Se secó las lágrimas con la mano -No puedo pensar ni en el Consejo, ni en el futuro, ni en el mundo cuando lo único que quiero salvar ahora es a mi hijo y se me está acabando el tiempo- Le explicó. No esperaba que lo entendiera así que desvío la mirada hacia la mujer y con un movimiento de su bastón la ilusión de ella habló con un tono muy neutro -¿Te falta mucho?-
Que lo hacía.
-Sí… Claro que lo saben, se lo espeté…Pero quieren el puesto por orgullo, además…Khan todavía no ha adquirido su puesto- El labio inferior le temblaba con suavidad -No lo sé Adael… Son orgullosos y tercos, pero en este momento lo único que puedo sacar en claro es que al menos si se casa conmigo Wthyr no estará en el Consejo…Quizás el que esté será influenciado por él pero no será lo mismo. Quiere hacer una especie de…- No podía evitar que las palabras siguieran saliendo -Quiere que el Consejo sea un gobierno mágico para que no vuelva a ocurrir lo de la guerra. Yo pensé en algo parecido, pero no el Consejo en sí. ¿Una especie de gobierno híbrido, sabes? Representantes del Consejo, de los renegados, de la brigada y los humanos. Una transición mejor, un mundo mejor en el que todo fuera igualitario pero…- Se cansó de hablar, se cansó simplemente. Cerró los ojos y las lágrimas volvieron a caer por su rostro. Estaba segura de que Adael recordaba lo perdida que había estado sin magia, cómo se había comportado obsesivamente sobre protectora con Aedan y ahora…Se secó las lágrimas con la mano -No puedo pensar ni en el Consejo, ni en el futuro, ni en el mundo cuando lo único que quiero salvar ahora es a mi hijo y se me está acabando el tiempo- Le explicó. No esperaba que lo entendiera así que desvío la mirada hacia la mujer y con un movimiento de su bastón la ilusión de ella habló con un tono muy neutro -¿Te falta mucho?-
Ver el despliegue de habilidades de la experta en maleficios lo dejó parpadeando desconcertado mientras se alejaba de la copia exacta de ambos pero jadeó preocupado al encontrar el rostro de su compañera y su evidente angustia. Sintió un nudo en el estómago al entender que la situación de su hijo era muy grave. ¿Los Pendragon sentirían remordimiento al reemplazar el linaje Tepes y condenarlo al olvido que ellos mismos habían sufrido?¿Qué serían capaces de hacer por el puesto?¿Hasta dónde llegarían por su orgullo? La seguridad de Khan Tepes podía estar en juego. La Guardia de Ouroboros tendría una tarea más. ¿Unir a Tepes y Pendragon en matrimonio ayudaría?
El joven experto en magia de sangre merecía una oportunidad para probarse tanto como los jinetes de dragones. Le pareció evidente que el enlace no sería por amor, ella estaba sacrificando su felicidad por el Consejo y por su hijo. Los ojos color caoba la miraron fijamente mientras hablaba sobre gobiernos, sobre el mundo y sollozaba. No, no la entendía, pero quería hacerlo, quería ayudarla, encontrar la forma de aliviar su dolor. Extendió los brazos alrededor de ella para envolverla en un fuerte abrazo. Fue lo mejor que se le ocurrió. Las palabras estaban de más, tal vez si apretaba lo justo exprimiria el pesar de dentro de ella, tal vez si acariciaba su cabeza haría desaparecer las preocupaciones.
-No sé cómo ayudarte.- Confesó claramente turbado. -Siento que somos dos extraños. Tal vez es egoísta de mi parte, pero quisiera pasar más tiempo contigo para conocerte- y entenderte, pero eso no lo dijo. Obviamente era egoísta, ella debía estar con su hijo y buscar la solución para la maldición, mientras él le pedía que pierda su tiempo con él. Esbozó una sonrisa sin humor cuando se le ocurrió algo. -Me interesa aprender sobre el fuego maldito.- Era una excusa a todas luces porque la magia que requería la intención de hacer daño le repelía pero era un pretexto para estar con ella, además no porque una espada haga daño había que dejar de aprender a usarla, comprender su funcionamiento podía ser útil.
-¿Estarás en la isla?- Preguntó separándose de ella. Le preocupó pensar que no la volvería a ver una vez casada. -Bueno, si quieren que sus hijos sean legítimos Descendientes, se deberán casar aquí.- ¿El señor Newton oficiaría la boda? Tenía toda la pinta de ser un plan completamente insensato, pero si era la única opción para salvar a su hijo, no la detendría. -Voy a hacer el censo, puedo aprovechar para averiguar lo que opinan los diferentes bandos acerca del gobierno híbrido que dices. Yo creo que si imponemos al Consejo como un gobierno mágico, se va a desatar una guerra. Siempre habrá alguien descontento, pero lo que propones es más representativo.-
El joven experto en magia de sangre merecía una oportunidad para probarse tanto como los jinetes de dragones. Le pareció evidente que el enlace no sería por amor, ella estaba sacrificando su felicidad por el Consejo y por su hijo. Los ojos color caoba la miraron fijamente mientras hablaba sobre gobiernos, sobre el mundo y sollozaba. No, no la entendía, pero quería hacerlo, quería ayudarla, encontrar la forma de aliviar su dolor. Extendió los brazos alrededor de ella para envolverla en un fuerte abrazo. Fue lo mejor que se le ocurrió. Las palabras estaban de más, tal vez si apretaba lo justo exprimiria el pesar de dentro de ella, tal vez si acariciaba su cabeza haría desaparecer las preocupaciones.
-No sé cómo ayudarte.- Confesó claramente turbado. -Siento que somos dos extraños. Tal vez es egoísta de mi parte, pero quisiera pasar más tiempo contigo para conocerte- y entenderte, pero eso no lo dijo. Obviamente era egoísta, ella debía estar con su hijo y buscar la solución para la maldición, mientras él le pedía que pierda su tiempo con él. Esbozó una sonrisa sin humor cuando se le ocurrió algo. -Me interesa aprender sobre el fuego maldito.- Era una excusa a todas luces porque la magia que requería la intención de hacer daño le repelía pero era un pretexto para estar con ella, además no porque una espada haga daño había que dejar de aprender a usarla, comprender su funcionamiento podía ser útil.
-¿Estarás en la isla?- Preguntó separándose de ella. Le preocupó pensar que no la volvería a ver una vez casada. -Bueno, si quieren que sus hijos sean legítimos Descendientes, se deberán casar aquí.- ¿El señor Newton oficiaría la boda? Tenía toda la pinta de ser un plan completamente insensato, pero si era la única opción para salvar a su hijo, no la detendría. -Voy a hacer el censo, puedo aprovechar para averiguar lo que opinan los diferentes bandos acerca del gobierno híbrido que dices. Yo creo que si imponemos al Consejo como un gobierno mágico, se va a desatar una guerra. Siempre habrá alguien descontento, pero lo que propones es más representativo.-
Alzó los hombros con suavidad, como dándose por vencida -Yo tampoco- Pero qué importaba? Estaba ahí, al menos la intención estaba -No digas eso- Murmuró a aquello de que eran dos extraños, sintiendo sus brazos alrededor de ella. Lo cierto es que las últimas veces que se habían visto habían sido horrorosas: Misiones, guerra, salvándose el pellejo… Hacía rato que simplemente no estaban juntos y aunque en otro momento habría batallado en aquel abrazo, no podía sentirse de otra manera que agradecida de que pudiera contar con alguien para sostenerla a sabiendas de que Ian ya no estaría. Inspiró profundamente y luego la declaración de lo del fuego maldito hizo que parpadeara…
¿Qué?
Parpadeó de nuevo y se alejó, alzando una ceja y mirándolo con escepticismo. Fuera de lugar. En ese instante no podía ni recordar las bases de lo que era el fuego maldito pero entonces la golpeó con otra pregunta -Es mi intención- Mencionó aunque sospechaba que Wthyr iba a ser lo imposible por mantenerla en Avalon. ¿Manipularla quizás? Seguro, si había llegado a hacerlo con Ian. Se mordió el labio con suavidad y al escuchar aquello de la boda… ¿Y Giordano? ¿Sofía? ¿Altaïr? ¿O Sayid? No, no era obligatorio -Eh..No- Difirió – Muchos han nacido fuera de la isla, ahora lo hacíamos por la guerra… Hasta donde sé con hacer la inscripción es suficiente- Se limpió las lágrimas, estaba intentando concentrarse ya. No podía esperar más a Leticia -Si alguien se atreve a decir que mis hijos no son legítimos Descendientes porque me casé en otro sitio, quizás conozcan una parte de mi que hasta ahora no habían visto - Advirtió, como un latigazo, por si pudiera llevar la amenaza a aquellos que iban en contra de ella. Jack mismamente.
Lo del censo hizo que asintiera con suavidad -Haz eso, sí…No queremos otra guerra, no quiero vivir así…No puedo seguir viviendo así- Musitó, pero lo cierto es que el hecho de que le hablara cosas del Consejo hizo que volviera un poco al carril. Tenía que tomar acciones, no podía seguir llorando -Era mi idea…- Leticia finalmente mencionó lo de los papeles y Catherine fue hasta donde estaba su ilusión, tomó propiedad de ésta dejando sólo la imagen serena de su rostro y cogió la pluma que le tendía para firmar el libro. En cuanto lo hizo, su firma se estampó en las tres copias -No voy a sacar el libro. Si Ian firma esto, valdrá?- Inquirió, humedeciéndose los labios y Leticia sólo asintió con suavidad -Bien- Cogió las tres copias, a sabiendas de que el libro sería lo importante pero ella necesitaba esos documentos. Volvió sobre sus pasos hacia Adael y lo miró a los ojos, su ilusión (la de él) se “incorporó” a su cuerpo para que luego sólo quedara la de Catherine sobre su cara. Le miró a los ojos -Intentaré llevarme al menos a Matvey, Sofía y Giordano a…- Fue consciente de lo que iba a decir en voz alta y prefirió no hacerlo. Espías podían tener espías..
“A la boda para que, si debo casarme en Avalon, puedan espiar cosas que yo no. Necesitamos conocer a los Pendragon. Trataré de hacer lo posible por tener su información, pero no se lo digas a nadie. Prefiero que crean que estoy de su lado ¿De acuerdo? No es la primera vez que ponen en duda mi lealtad al Consejo y, sinceramente, me importa una mierda. Lo hago por mi hijo y si puedo sacar beneficio para Ouroboros, mejor….Pero… Tú, callado, vale? Haz el censo, averigua la situación aquí y a quién mantenemos de aliados después de que todos se vayan”
¿Qué?
Parpadeó de nuevo y se alejó, alzando una ceja y mirándolo con escepticismo. Fuera de lugar. En ese instante no podía ni recordar las bases de lo que era el fuego maldito pero entonces la golpeó con otra pregunta -Es mi intención- Mencionó aunque sospechaba que Wthyr iba a ser lo imposible por mantenerla en Avalon. ¿Manipularla quizás? Seguro, si había llegado a hacerlo con Ian. Se mordió el labio con suavidad y al escuchar aquello de la boda… ¿Y Giordano? ¿Sofía? ¿Altaïr? ¿O Sayid? No, no era obligatorio -Eh..No- Difirió – Muchos han nacido fuera de la isla, ahora lo hacíamos por la guerra… Hasta donde sé con hacer la inscripción es suficiente- Se limpió las lágrimas, estaba intentando concentrarse ya. No podía esperar más a Leticia -Si alguien se atreve a decir que mis hijos no son legítimos Descendientes porque me casé en otro sitio, quizás conozcan una parte de mi que hasta ahora no habían visto - Advirtió, como un latigazo, por si pudiera llevar la amenaza a aquellos que iban en contra de ella. Jack mismamente.
Lo del censo hizo que asintiera con suavidad -Haz eso, sí…No queremos otra guerra, no quiero vivir así…No puedo seguir viviendo así- Musitó, pero lo cierto es que el hecho de que le hablara cosas del Consejo hizo que volviera un poco al carril. Tenía que tomar acciones, no podía seguir llorando -Era mi idea…- Leticia finalmente mencionó lo de los papeles y Catherine fue hasta donde estaba su ilusión, tomó propiedad de ésta dejando sólo la imagen serena de su rostro y cogió la pluma que le tendía para firmar el libro. En cuanto lo hizo, su firma se estampó en las tres copias -No voy a sacar el libro. Si Ian firma esto, valdrá?- Inquirió, humedeciéndose los labios y Leticia sólo asintió con suavidad -Bien- Cogió las tres copias, a sabiendas de que el libro sería lo importante pero ella necesitaba esos documentos. Volvió sobre sus pasos hacia Adael y lo miró a los ojos, su ilusión (la de él) se “incorporó” a su cuerpo para que luego sólo quedara la de Catherine sobre su cara. Le miró a los ojos -Intentaré llevarme al menos a Matvey, Sofía y Giordano a…- Fue consciente de lo que iba a decir en voz alta y prefirió no hacerlo. Espías podían tener espías..
“A la boda para que, si debo casarme en Avalon, puedan espiar cosas que yo no. Necesitamos conocer a los Pendragon. Trataré de hacer lo posible por tener su información, pero no se lo digas a nadie. Prefiero que crean que estoy de su lado ¿De acuerdo? No es la primera vez que ponen en duda mi lealtad al Consejo y, sinceramente, me importa una mierda. Lo hago por mi hijo y si puedo sacar beneficio para Ouroboros, mejor….Pero… Tú, callado, vale? Haz el censo, averigua la situación aquí y a quién mantenemos de aliados después de que todos se vayan”
Acarició suavemente el sedoso cabello negro como la noche suspirando, encontrando en él sentimientos contradictorios ante la reacción de Catherine. En parte estaba aliviado porque no lo rechazó, pero tambíen se sentía raro que no se resista. Su espíritu rebelde sacaba canas verdes pero no sabía en quién se convertiría si el fuego de su indomable alma se extinguía. Temió que la tinta que cubría su piel y guardaba sus secretos con recelo, se arrastre por su cuerpo hasta teñir de negro su corazón.
Se encogió de hombros ante la incrédula mirada de su compañera luego de separarse de ella. -El deber de los Descendientes es compartir su conocimiento, o ¿acaso planeas quedártelo todo para tí?- Bromeó. Pensó que aquello que acechaba la zona inexplorada también podía ser una buena excusa para disuadirla de compartir tiempo con él, pero no quiso seguir agobiándola con problemas, además Matvey se había ofrecido para investigarlo. Le contaría más adelante, con suerte tendrían algo concreto.
Asintió con el consuelo de saber que ella quería volver a la isla y volvió a asentir al saber lo de la inscripción. Había averiguado poco acerca de los trámites del matrimonio y se removió ligeramente incómodo al pensar que era su responsabilidad encontrar una mujer con la que continuar la línea sucesoria. No le costaba relacionarse con las personas pero su faceta romántica estaba poco desarrollada. Necesitaba establecer un profundo vínculo con la mujer para empezar a pensar en ser más que amigos.
Pero por otro lado estaba Vanessa... Hizo una mueca de regaño ante la amenaza pero no dijo nada. Enderezó los hombros cuando Catherine se mostró de acuerdo con la idea de averiguar las opiniones de los bandos. La miró hacer el papeleo y observó la copia de él de arriba a abajo mientras se acercaba para finalmente volver a ser uno. Los ojos verdes con destellos azules y ámbar conectaron con los de color pardo. Los surcos que habían dejado las lágrimas no se veían, no había rastro de duda en el hermoso rostro de su compañera.
Se estremeció algo apenado por la intrusión de la experta en maleficios en su mente. Lo tranquilizó un poco saber que iría acompañada. El nombre de Avalon era nuevo para él pero se concentró en atender a sus palabras, estaba de acuerdo con conocerlos, guardar secretos le disgustaba aunque lo haría si con eso podía compartir el peso que había sobre los hombros de ella para aliviar un poco su carga. Una pregunta lo atravesó como un rayo: ¿Y si la expulsaban del Consejo?.
Lo hacía por su hijo. Asintió secamente, su tarea era estudiar el estado de la isla y sus habitantes, podía hacer eso. -Dile a tu futuro marido que quiero darle un regalo.- Una vaca. La risa que chispeaba en los ojos del moreno se apagó al saber que ella debía irse. La tomó con suavidad del rostro y apoyó en la frente de ella sus labios, cerrando los ojos y elevando una plegaria silenciosa. -Que el Espíritu de la Naturaleza los proteja.- A ella, a su hijo, a sus compañeros deseó soltándola.
Con gran pesar, la vio partir y al perderla de vista se giró para adentrarse en el edificio administrativo, debía ultimar los detalles para el censo. Las preguntas fueron dictadas al operario del teclado tencnomágico que manipuló el holograma con letras con maestría. Varias preguntas fueron descartadas o reformuladas pero el resultado final lo dejó satisfecho. Reunió un grupo de personas para que vayan casa por casa, por el centro y los alrededores de la isla para llevar el censo a cada rincón de Ouroboros. Por último, dejó claro que ante cualquier contratiempo lo llamaran y él atendería la cuestión personalmente y así los vió irse a cumplir con su tarea. Luego de unas horas se retiró del lugar.
Se encogió de hombros ante la incrédula mirada de su compañera luego de separarse de ella. -El deber de los Descendientes es compartir su conocimiento, o ¿acaso planeas quedártelo todo para tí?- Bromeó. Pensó que aquello que acechaba la zona inexplorada también podía ser una buena excusa para disuadirla de compartir tiempo con él, pero no quiso seguir agobiándola con problemas, además Matvey se había ofrecido para investigarlo. Le contaría más adelante, con suerte tendrían algo concreto.
Asintió con el consuelo de saber que ella quería volver a la isla y volvió a asentir al saber lo de la inscripción. Había averiguado poco acerca de los trámites del matrimonio y se removió ligeramente incómodo al pensar que era su responsabilidad encontrar una mujer con la que continuar la línea sucesoria. No le costaba relacionarse con las personas pero su faceta romántica estaba poco desarrollada. Necesitaba establecer un profundo vínculo con la mujer para empezar a pensar en ser más que amigos.
Pero por otro lado estaba Vanessa... Hizo una mueca de regaño ante la amenaza pero no dijo nada. Enderezó los hombros cuando Catherine se mostró de acuerdo con la idea de averiguar las opiniones de los bandos. La miró hacer el papeleo y observó la copia de él de arriba a abajo mientras se acercaba para finalmente volver a ser uno. Los ojos verdes con destellos azules y ámbar conectaron con los de color pardo. Los surcos que habían dejado las lágrimas no se veían, no había rastro de duda en el hermoso rostro de su compañera.
Se estremeció algo apenado por la intrusión de la experta en maleficios en su mente. Lo tranquilizó un poco saber que iría acompañada. El nombre de Avalon era nuevo para él pero se concentró en atender a sus palabras, estaba de acuerdo con conocerlos, guardar secretos le disgustaba aunque lo haría si con eso podía compartir el peso que había sobre los hombros de ella para aliviar un poco su carga. Una pregunta lo atravesó como un rayo: ¿Y si la expulsaban del Consejo?.
Lo hacía por su hijo. Asintió secamente, su tarea era estudiar el estado de la isla y sus habitantes, podía hacer eso. -Dile a tu futuro marido que quiero darle un regalo.- Una vaca. La risa que chispeaba en los ojos del moreno se apagó al saber que ella debía irse. La tomó con suavidad del rostro y apoyó en la frente de ella sus labios, cerrando los ojos y elevando una plegaria silenciosa. -Que el Espíritu de la Naturaleza los proteja.- A ella, a su hijo, a sus compañeros deseó soltándola.
Con gran pesar, la vio partir y al perderla de vista se giró para adentrarse en el edificio administrativo, debía ultimar los detalles para el censo. Las preguntas fueron dictadas al operario del teclado tencnomágico que manipuló el holograma con letras con maestría. Varias preguntas fueron descartadas o reformuladas pero el resultado final lo dejó satisfecho. Reunió un grupo de personas para que vayan casa por casa, por el centro y los alrededores de la isla para llevar el censo a cada rincón de Ouroboros. Por último, dejó claro que ante cualquier contratiempo lo llamaran y él atendería la cuestión personalmente y así los vió irse a cumplir con su tarea. Luego de unas horas se retiró del lugar.
En el cielo nublado, el sol de la tarde de inicios de primavera calentaba con timidez y las frescas corrientes de aire húmedo tenían un deje invernal. El viento agitó el despeinado cabello castaño del moreno tras entrar volando por el gran ventanal y aterrizar con gracia en la estancia donde se celebraría la reunión.
Se giró para mirar el exterior, desde allí se podía contemplar la zona céntrica de la isla flotante. De repente Azlan decidió que prefería ver las vistas desde los hombros del joven maestro así que escaló clavando sus uñas en la ropa del Descendiente de Moisés hasta llegar a su destino y allí se instaló gracias a su equilibrio felino. Hubo una época en la que cabía en la palma de una mano pero el pequeño kneazle ya no era tan pequeño, tenía un año de edad, su cuerpo ya había alcanzado el tamaño de adulto y estaba pesado aunque eso no era problema para el mago. Era suave su pelaje negro salpicado con manchas color miel.
Tanto las puntiagudas orejas como los grandes ojos amarillos de Azlan seguían con gran atención a todo aquello que se moviera rápido y pareciera pequeño y cazable mientras la cola, con el extremo con más pelaje que el resto de la extremidad, como la cola de un león, acariciaba la mejilla del hombre. Decidió traer a su querida mascota a la reunión porque no quería dejarlo solo en la zona residencial. Le rascó detrás de la oreja mientras le decía palabras cariñosas en hebreo y sintió que hizo bien en llevarlo con él al sentir su ronroneo gutural vibrar a través de su cuerpo porque eso lo relajaba.
Se giró para mirar el exterior, desde allí se podía contemplar la zona céntrica de la isla flotante. De repente Azlan decidió que prefería ver las vistas desde los hombros del joven maestro así que escaló clavando sus uñas en la ropa del Descendiente de Moisés hasta llegar a su destino y allí se instaló gracias a su equilibrio felino. Hubo una época en la que cabía en la palma de una mano pero el pequeño kneazle ya no era tan pequeño, tenía un año de edad, su cuerpo ya había alcanzado el tamaño de adulto y estaba pesado aunque eso no era problema para el mago. Era suave su pelaje negro salpicado con manchas color miel.
Tanto las puntiagudas orejas como los grandes ojos amarillos de Azlan seguían con gran atención a todo aquello que se moviera rápido y pareciera pequeño y cazable mientras la cola, con el extremo con más pelaje que el resto de la extremidad, como la cola de un león, acariciaba la mejilla del hombre. Decidió traer a su querida mascota a la reunión porque no quería dejarlo solo en la zona residencial. Le rascó detrás de la oreja mientras le decía palabras cariñosas en hebreo y sintió que hizo bien en llevarlo con él al sentir su ronroneo gutural vibrar a través de su cuerpo porque eso lo relajaba.
Rosse McGonagall
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Nacionalidad
Vaya día, ¿eh?
Era normal para ella escaparse de sus deberes como descendiente, pero resulta que justo cuando decide no hacerlo, ocurre una de las batallas más cruentas de las que tenga conocimiento, y le tocó verla con sus propios ojos.
Esto le hace dudar de sí hizo bien en aparecer o si acaso hubiera estado mejor tratando de crear ranas dragón otra vez, puesto que al final lo más que hizo fue llevar a Jack, uno de los vejetes aburridos a los que disfruta molestando, al hospital ya que uno de los Pendragon lo atacó y lo hizo sangrar... Mucho.
Suficiente para que el miedo le hiciera difícil respirar, pues puede estar algo loca, pero eso no quiere decir que quiera ver morir a otro descendiente, incluso si es uno de los aburridos, tanto fue así que se quedó con él en todo momento para ver que se recuperara, negandose a irse, siendo una molestia más que una ayuda, hablando sinceramente, pero eso de parte de ella no es nada sorprendente.
Solo se había marchado cuando había oído lo de la reunión y que otros descendientes también habían acabado mal, y sí, las reuniones tampoco son mucho lo suyo...
Pero joder, en esta ocasión... Bueno, ya está en esto, no puede mirar para otro lado, y mucho menos con la obvia amenaza qué los Pendragon suponen para todos ellos, y aparte para enterarse un poco de que ha pasado, porque la verdad que todo está un poco en la oscuridad.
¡Hey Adael!
Oh sí, y apenas a visto a Adael ha saludado, porque tener la boca cerrada le quema, y saludar es una buena escusa para empezar a hablar como si se le fuera la vida en ello... Que quizás un poco sí, con todo lo que habla.
Era normal para ella escaparse de sus deberes como descendiente, pero resulta que justo cuando decide no hacerlo, ocurre una de las batallas más cruentas de las que tenga conocimiento, y le tocó verla con sus propios ojos.
Esto le hace dudar de sí hizo bien en aparecer o si acaso hubiera estado mejor tratando de crear ranas dragón otra vez, puesto que al final lo más que hizo fue llevar a Jack, uno de los vejetes aburridos a los que disfruta molestando, al hospital ya que uno de los Pendragon lo atacó y lo hizo sangrar... Mucho.
Suficiente para que el miedo le hiciera difícil respirar, pues puede estar algo loca, pero eso no quiere decir que quiera ver morir a otro descendiente, incluso si es uno de los aburridos, tanto fue así que se quedó con él en todo momento para ver que se recuperara, negandose a irse, siendo una molestia más que una ayuda, hablando sinceramente, pero eso de parte de ella no es nada sorprendente.
Solo se había marchado cuando había oído lo de la reunión y que otros descendientes también habían acabado mal, y sí, las reuniones tampoco son mucho lo suyo...
Pero joder, en esta ocasión... Bueno, ya está en esto, no puede mirar para otro lado, y mucho menos con la obvia amenaza qué los Pendragon suponen para todos ellos, y aparte para enterarse un poco de que ha pasado, porque la verdad que todo está un poco en la oscuridad.
¡Hey Adael!
Oh sí, y apenas a visto a Adael ha saludado, porque tener la boca cerrada le quema, y saludar es una buena escusa para empezar a hablar como si se le fuera la vida en ello... Que quizás un poco sí, con todo lo que habla.
Ling acudió a la reunión preocupado, abrumado por la situación. El ataque de los Pendragon lo había hecho sentirse vulnerable, le había hecho revivir el último ataque que sufrió la isla a bajo los androides, y también sus días encerrado con Rosse en los campos de concentración de la Alianza Humana. Le dirigió un saludo en voz baja al entrar, e hizo lo mismo con Adael. Luego se sentó en su silla, soltando un suspiro algo triste. Allí faltaba mucha gente...Jack estaba herido y no podría asistir, pero habían perdido a muchos. Ya no sólo los que habían muerto o habían sido asesinados, sino los que habían abandonado. Lucio era uno de ellos, presentando su renuncia formalmente. El resto...no habían presentado renuncia, pero estaba claro que les habían abandonado. Así lo sentía él.
- Creo que sólo esperamos a Matvey...estamos en horas bajas. - miró con congoja la silla de Catherine, sin tener muy claro si podía seguir contando con ella. Luego apoyó los brazos sobre la mesa, mirando alternativamente a sus compañeros. - ¿Qué propuestas hay? tenemos que resolver lo de ese árbol, lo de la rehén Pendragon, lo que hacer a continuación... - se llevó las manos a la cabeza, despeinándose un tanto agobiado.
- Argh...y yo que pensaba que ya estaríamos en paz. No entiendo nada. ¿Sabéis algo de Catherine?
- Creo que sólo esperamos a Matvey...estamos en horas bajas. - miró con congoja la silla de Catherine, sin tener muy claro si podía seguir contando con ella. Luego apoyó los brazos sobre la mesa, mirando alternativamente a sus compañeros. - ¿Qué propuestas hay? tenemos que resolver lo de ese árbol, lo de la rehén Pendragon, lo que hacer a continuación... - se llevó las manos a la cabeza, despeinándose un tanto agobiado.
- Argh...y yo que pensaba que ya estaríamos en paz. No entiendo nada. ¿Sabéis algo de Catherine?
Estaba rascando a Azlan detrás de la oreja peluda mientras éste se restregaba en busca de más caricias y ronroneaba encantado cuando el kneazle dió un respingo en el preciso momento en el que se escuchó la voz de Rosse saludando. La felina mascota se escondió rápidamente en la túnica del Descendiente de Moisés, temerosa de ser el blanco de los hechizos de transformación de la bruja. Por su parte, al moreno le caía bien la Descendiente de Circe, pensaba que era irrespetuosa pero a veces le resultaba simpática y respetaba el área de estudio de la mujer, una disciplina mágica exacta y muy sistemática en la que era necesario una mente inclinada hacia la ciencia, por eso no era el punto fuerte del hombre aunque la mujer no aparentaba ser muy científica. -Hola Rosse.- Respondió e inclinó la cabeza en su dirección a modo de respetuoso saludo. Tras ella entró Ling al que también lo saludó inclinando la cabeza. -Confío que Sofía también acudirá.- Dijo respecto al comentario de las horas bajas, también tomó asiento en la silla que le correspondía y Azlan se acomodó en su regazo intentando permanecer escondido de la bruja. Soltó un largo suspiro al pensar en todo lo que había para resolver. -Lo de la seguridad, porque con tantas personas pudiendo acceder a la isla aumentaron los robos, los secuestros y los asesinatos, la sobrina de la señora Knox, una tal “Erika” fue secuestrada de Ouroboros y torturada por un mago oscuro que no tenemos idea de cómo llegó, el informe de la Guardia de Ouroboros sobre la situación en tierra firme, Adele Gaultier que está con los Pendragon, no quiere enfrentarse a la justicia ni volver a la isla pero su pequeño hijo está aquí, incluso me pidió una reunión clandestina que obviamente decliné, y hay más, mucho más.- Agregó enumerando todos los temas que se le vinieron a la mente. Acarició al kneazle en su regazo al tiempo que negaba con la cabeza como respuesta a la pregunta sobre la Descendiente de Morgana, no tenía noticias respecto a ella. -Dijo algo de ir a ayudar a Giordano en Italia.- Comentó y alzó los hombros.
Se irguió en el asiento con el dedo índice en la sien y miró a sus compañeros con expresión pensativa. -Mientras esperamos que llegue el resto podemos repasar los puntos importantes del tema que urge: a raíz de las intenciones de la estirpe de Charles Pendragon y sus aliados de establecer un imperio, entre otras razones, se dio la orden judicial de expulsarlos de la Isla Flotante y cuando las fuerzas de seguridad fueron a ejecutar la orden, ellos respondieron de forma agresiva. Como medida desesperada para conquistar Ouroboros, plantaron en la montaña una semilla del Sanguis Ligno, un árbol de magia siniestra que se nutre de sangre y devora seres. A su vez, nosotros nos defendimos y atacamos, ambos grupos perdimos muchas vidas pero tengo algunas críticas respecto a nuestras acciones: los escorpiones son armas terribles, quisiera construir redes de cadenas de penitente cuya función sea atrapar a sus objetivos, no matarlos. Encadenar es un terrible maltrato pero peor es matar. Durante el combate utilizamos magia negra, nigromancia más específicamente, hechizos que controlaron a los cadáveres de los fallecidos y poseyeron cuerpos de vivos, eso no es correcto. La hechicera de sangre fue retenida, eso tampoco es correcto, pero conseguimos información del Sanguis Ligno aunque la sacerdotisa no conoce el modo de destruirlo. ¿Qué hacemos con esa mujer?¿La seguimos reteniendo o la liberamos?. Para detener el avance del árbol de magia siniestra, Sofía cortó las raíces de la vegetación nativa de Ouroboros que iban más allá del río que corría por las faldas de las montañas y, para estar más seguros, separamos la isla de las montañas pero ésta magia encontrará la forma de extenderse. La zona residencial fue evacuada, por eso traje a Azlan conmigo, los civiles fueron llevados lejos, cubrí al hospital con una gruesa capa de metal, tanto por arriba como bajo tierra y lancé rayos eléctricos y corrientes de fuego por los agujeros subterráneos con la intención de detener el avance de las raíces. Hay que encontrar la forma de terminar para siempre con la amenaza del árbol maldito ¿alguna idea?.-
Se irguió en el asiento con el dedo índice en la sien y miró a sus compañeros con expresión pensativa. -Mientras esperamos que llegue el resto podemos repasar los puntos importantes del tema que urge: a raíz de las intenciones de la estirpe de Charles Pendragon y sus aliados de establecer un imperio, entre otras razones, se dio la orden judicial de expulsarlos de la Isla Flotante y cuando las fuerzas de seguridad fueron a ejecutar la orden, ellos respondieron de forma agresiva. Como medida desesperada para conquistar Ouroboros, plantaron en la montaña una semilla del Sanguis Ligno, un árbol de magia siniestra que se nutre de sangre y devora seres. A su vez, nosotros nos defendimos y atacamos, ambos grupos perdimos muchas vidas pero tengo algunas críticas respecto a nuestras acciones: los escorpiones son armas terribles, quisiera construir redes de cadenas de penitente cuya función sea atrapar a sus objetivos, no matarlos. Encadenar es un terrible maltrato pero peor es matar. Durante el combate utilizamos magia negra, nigromancia más específicamente, hechizos que controlaron a los cadáveres de los fallecidos y poseyeron cuerpos de vivos, eso no es correcto. La hechicera de sangre fue retenida, eso tampoco es correcto, pero conseguimos información del Sanguis Ligno aunque la sacerdotisa no conoce el modo de destruirlo. ¿Qué hacemos con esa mujer?¿La seguimos reteniendo o la liberamos?. Para detener el avance del árbol de magia siniestra, Sofía cortó las raíces de la vegetación nativa de Ouroboros que iban más allá del río que corría por las faldas de las montañas y, para estar más seguros, separamos la isla de las montañas pero ésta magia encontrará la forma de extenderse. La zona residencial fue evacuada, por eso traje a Azlan conmigo, los civiles fueron llevados lejos, cubrí al hospital con una gruesa capa de metal, tanto por arriba como bajo tierra y lancé rayos eléctricos y corrientes de fuego por los agujeros subterráneos con la intención de detener el avance de las raíces. Hay que encontrar la forma de terminar para siempre con la amenaza del árbol maldito ¿alguna idea?.-
Rosse McGonagall
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No va a negarlo, le hizo mucha gracia cuando el kneazle se asustó solo de oírla, suponiendo qué quizás ya le había pillado miedo por su costumbre de transformar animales solo por diversión, pero ahora no lo hará, porque Adael le cae especialmente bien, es alguien divertido aunque a veces se ponga algo pesado con las cosas morales.
En lo que se reía un tanto de eso, llegó Ling.
¡Hey Ling!
Aunque luego de eso vió el humor del qué estaba y prensó los labios... Se notaba qué le había afectado mucho todo esto, mientras que ella... Se negaba a enfrentar el hecho de que le afectaba.
No era su estilo mostrarse vulnerable ni nada así, por eso mismo lo más que hacía serían dar golpecitos con el pie, denotando estrés.
¿Para qué habré venido?...
Terminó diciendo un poco para ella, solo porque no se sabe quedar con las ideas en la cabeza... Al menos hasta que escuchó a Ling decir lo de "estamos en horas bajas".
Oh sí... Era por eso.
Luego le dió por mirar los lugares... La lleva el carajo, eran tres de veinte, esa realidad terminó golpeandola como si fuera un puto ladrillo, el nivel de decadencia en que cayeron los descendientes... No era una broma.
Y ella ni siquiera se lo imaginaba por haber estado tan ausente, eso le hacía sentirse algo mal, porque... Maldita sea, ¿Cuándo pasó todo esto?, ¿Cómo llegaron a esto? Y solo se ponía a pensar en esto porque finalmente las responsabilidades qué había evadido por parecerle aburridas, regresaron para morderle el trasero.
Bueno, cinco de veinte tampoco mejora mucho...
Irónico qué lo diga ella, sí, pero ya lo ha dicho y poco se puede hacer al respecto, el caso es que toca escuchar... La entendible desesperación de Ling, y la eterna calma de Adael, que sinceramente en ocasiones así llega a sorprenderla.
Luego, escuchó una cantidad de cosas que le hacen tener la sensación de estar en una especie de realidad alterna retorcida y distopica donde todo se ha ido colosalmente a la mierda, y escucharlo con la vos tranquila y reflexiva de Adael solo lo vuelve todo más bizarro si cabe.
Luego, tratando los puntos importantes... Que bueno, puede resumirse a Adael siendo demasiado bueno como de costumbre, y dos puntos genuinamente críticos, la rehén, y el jodido árbol diabólico.
Al menos tú sigues siendo tan considerado como siempre.
No pudo evitar abrir con esa frase.
Ni idea de que hacer con la Pendragon, es... Algo muy denso, ¿Desde cuando tomamos rehenes?, ¿Qué mierda pasó mientras yo no estaba?
Sabe que técnicamente Adael ha respondido en parte esa pregunta, sin embargo, es más de forma retórica, ¿Qué ha pasado ahí?
En cuanto al árbol diabólico ese... Podría convertirlo en piedra con suficiente tiempo.
Gracioso qué lo diga en el momento que Adael hablaba de cosas mágicas qué no están bien, ella sabe que la petrificación es una magia de transformación... Turbia, pero si la sugiere es porque es el mejor método qué ella tiene para deshacerse de una cosa así, al menos ella se cree capaz de hacerlo, si esa confianza es justificada está por verse...
En lo que se reía un tanto de eso, llegó Ling.
¡Hey Ling!
Aunque luego de eso vió el humor del qué estaba y prensó los labios... Se notaba qué le había afectado mucho todo esto, mientras que ella... Se negaba a enfrentar el hecho de que le afectaba.
No era su estilo mostrarse vulnerable ni nada así, por eso mismo lo más que hacía serían dar golpecitos con el pie, denotando estrés.
¿Para qué habré venido?...
Terminó diciendo un poco para ella, solo porque no se sabe quedar con las ideas en la cabeza... Al menos hasta que escuchó a Ling decir lo de "estamos en horas bajas".
Oh sí... Era por eso.
Luego le dió por mirar los lugares... La lleva el carajo, eran tres de veinte, esa realidad terminó golpeandola como si fuera un puto ladrillo, el nivel de decadencia en que cayeron los descendientes... No era una broma.
Y ella ni siquiera se lo imaginaba por haber estado tan ausente, eso le hacía sentirse algo mal, porque... Maldita sea, ¿Cuándo pasó todo esto?, ¿Cómo llegaron a esto? Y solo se ponía a pensar en esto porque finalmente las responsabilidades qué había evadido por parecerle aburridas, regresaron para morderle el trasero.
Bueno, cinco de veinte tampoco mejora mucho...
Irónico qué lo diga ella, sí, pero ya lo ha dicho y poco se puede hacer al respecto, el caso es que toca escuchar... La entendible desesperación de Ling, y la eterna calma de Adael, que sinceramente en ocasiones así llega a sorprenderla.
Luego, escuchó una cantidad de cosas que le hacen tener la sensación de estar en una especie de realidad alterna retorcida y distopica donde todo se ha ido colosalmente a la mierda, y escucharlo con la vos tranquila y reflexiva de Adael solo lo vuelve todo más bizarro si cabe.
Luego, tratando los puntos importantes... Que bueno, puede resumirse a Adael siendo demasiado bueno como de costumbre, y dos puntos genuinamente críticos, la rehén, y el jodido árbol diabólico.
Al menos tú sigues siendo tan considerado como siempre.
No pudo evitar abrir con esa frase.
Ni idea de que hacer con la Pendragon, es... Algo muy denso, ¿Desde cuando tomamos rehenes?, ¿Qué mierda pasó mientras yo no estaba?
Sabe que técnicamente Adael ha respondido en parte esa pregunta, sin embargo, es más de forma retórica, ¿Qué ha pasado ahí?
En cuanto al árbol diabólico ese... Podría convertirlo en piedra con suficiente tiempo.
Gracioso qué lo diga en el momento que Adael hablaba de cosas mágicas qué no están bien, ella sabe que la petrificación es una magia de transformación... Turbia, pero si la sugiere es porque es el mejor método qué ella tiene para deshacerse de una cosa así, al menos ella se cree capaz de hacerlo, si esa confianza es justificada está por verse...
Ling trató de prestar atención a Adael, pero en cuanto empezó a soltar su discurso...no pudo evitarlo, se quedó totalmente dormido con semejante chapa. Cayó con la frente en el tablero, comenzando a roncar sonoramente durante buena parte de lo que explicó Cohen. Cuando despertó ya había terminado, y estaba hablando Rosse.
- Ay...¡lo siento! - hizo una reverencia uniendo las manos y cerrando los ojos mucho, rascándose después la cabeza con gesto apurado. Se ve que seguían hablando de los Pendragon, un asunto muy denso. Todo eso del árbol era lo más complicado. Se puso en pie porque le ayudaba a pensar, llevando las manos a la espalda.
- Tal como yo lo veo...lo único que podemos hacer es intentar firmar la paz para que sean ellos mismos los que se encarguen de quitar ese árbol. Catherine debería ayudar en eso. Es que...meternos en una guerra va a ser peor. - volvió a mirar a la puerta, impaciente porque llegasen los demás. Si Jack venía...bueno, todo sería más áspero.
- Ese es mi voto. Buscar la paz. Mei opina igual que yo, creo.
- Ay...¡lo siento! - hizo una reverencia uniendo las manos y cerrando los ojos mucho, rascándose después la cabeza con gesto apurado. Se ve que seguían hablando de los Pendragon, un asunto muy denso. Todo eso del árbol era lo más complicado. Se puso en pie porque le ayudaba a pensar, llevando las manos a la espalda.
- Tal como yo lo veo...lo único que podemos hacer es intentar firmar la paz para que sean ellos mismos los que se encarguen de quitar ese árbol. Catherine debería ayudar en eso. Es que...meternos en una guerra va a ser peor. - volvió a mirar a la puerta, impaciente porque llegasen los demás. Si Jack venía...bueno, todo sería más áspero.
- Ese es mi voto. Buscar la paz. Mei opina igual que yo, creo.
Kyle Franklin
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Al principio, no estuve muy seguro que querer asistir, pero visto como estaba el panorama, decidí presentarme en la sala de reuniones para ver qué se cocía. Mi situación no es que fuera la mejor, y si venir podía facilitarme la vida y volver a empezar de cero, era la mejor decisión. Al menos, por ahora.
Nunca había asistido a una de estas reuniones, pero conocía las historias al respecto. Con muchas reticencias, que traté de no reflejar en mi rostro, entré pisando con mucha seguridad, con mi fiel monopatín bajo el brazo, mirando en derredor con mucha curiosidad. El sitio era realmente imponente, debía reconocerlo.
Lo malo era que, allí, no conocía a nadie, excepto a algunos, por su mala o buena reputación. Lo que sí tenia claro, era que no podía fiarme de nadie.
Nunca había asistido a una de estas reuniones, pero conocía las historias al respecto. Con muchas reticencias, que traté de no reflejar en mi rostro, entré pisando con mucha seguridad, con mi fiel monopatín bajo el brazo, mirando en derredor con mucha curiosidad. El sitio era realmente imponente, debía reconocerlo.
Lo malo era que, allí, no conocía a nadie, excepto a algunos, por su mala o buena reputación. Lo que sí tenia claro, era que no podía fiarme de nadie.
Llegué a la sala de reuniones tras asegurar a Gwen en los calabozos, aun dandole vueltas a que esa fuese, o no, a ser su ubicacion definitiva. Tenía que mandar que le extrajesen sangre, sangre para tener algo que ofrecer a ese maldito arbol en caso de que se cabreara de nuevo...estaba sediento...constantemente..... tantas almas ahi....
Iba por los pasillos dirección a la sala de reuniones cuando un tal Charles, o Charlie, o Richar, yo que sé como me dijo que se llamaba, me llamó y me detuvo para entregarme una carta de Catherine Pendragon Lefay. Casi le agarro de la cabeza y se la estampo contra una pared, pero me conformé con decirle que se largase de ahi cuanto antes, que ningun ciudadano de Avalon salvo la propia Catherine era bienvenido aqui, y que si no lo mandaba al infierno era porque me quedaba aun algo de paciencia como para no pagarlo con el mensajero.
-LARGATE DE AQUI Y NO VUELVAS! SI QUIERE DECIR ALGO QUE VENGA A DECIRMELO EN PERSONA!
Vale, quizá estaba....con la furia un poco por las nubes. Tenía que....Maldita sea. No me gustaba.
Gruñí algo por lo bajo y continué mi avance por el pasillo hasta entrar en la sala, donde vi a varios de los Descendientes más jovenes ya reunidos. Me alegraba y aliviaba a partes iguales verlos a todos de una pieza.
Al entrar , no pude evitar oir la voz del joven e idealista Ling....
Me senté en mi puesto, con un semblante frío y mortalmente serio. La paz?
- Y cómo, mi estimado Hua, pretendes conseguir esa paz? - arrastré mis iris del color del hielo hacia Ling. - Ellos no saben quitar ese árbol. Mei hurgó en la cabeza de la sacerdotisa. No conocen el modo. Como mucho podemos intentar contenerlo hasta encontrar un modo de destruirlo.
Miré hacia abajo....y dejé sobre la mesa la carta que había enviado Catherine. Rompí el lacre y extendí el pergamino, pasando mi mano por su caligrafía....la caligrafía de una persona creativa, con genio, introvertida... inclinada hacia el futuro.
- Catherine nos ha enviado una carta. Voy a leerosla.
"A la atención del Consejo de los 20.
Después de los sucesos de hoy y las consecuencias de esta batalla, me veo en la necesidad de pedir una reunión como Descendiente de Morgana Le Fay pero también como Reina de Ávalon por la seguridad de uno de mis súbditos: Gwen Pendragon.
Creo que debo aclarar que no puedo renegar de ninguno de mis títulos ni poner ninguno por encima del otro. No debo ser parcial porque he hecho un juramento de protección para ambas islas lo que generó mi ausencia en esa batalla. De momento, he fallado en evitar una catástrofe pero eso no implica que dejaré de intentarlo.
Confío en vosotros y sé que no provocarán daños en vuestra rehén pero necesito tener vuestra palabra por escrito para acabar con la zozobra que ronda en Ávalon.
Os doy mi palabra, como Reina de Ávalon, que mientras esta negociación se esté realizando ninguna representación conflictiva Pendragon acudirá a la isla.
Atte.
Catherine Le Fay.
Descendiente de Morgana, miembro del Consejo de los 20 y Reina de Ávalon."
Su carta.....al terminar de leerla, mi rostro era una máscara. Intercedía por la sacerdotisa.
"La seguridad de una de tus súbditos....? Y la de tus ciudadanos de Ourobros....eso nada, verdad..?"
No dije nada. Que juzgasen otros antes. Dejé la carta sobre la mesa, simplemente, mirándola. Por fortuna, había enviado al mensajero solo sin respuesta. Es que no recibía mensajes por el brazalete? No...cierto....en Avalon no podía usarlo....
Iba por los pasillos dirección a la sala de reuniones cuando un tal Charles, o Charlie, o Richar, yo que sé como me dijo que se llamaba, me llamó y me detuvo para entregarme una carta de Catherine Pendragon Lefay. Casi le agarro de la cabeza y se la estampo contra una pared, pero me conformé con decirle que se largase de ahi cuanto antes, que ningun ciudadano de Avalon salvo la propia Catherine era bienvenido aqui, y que si no lo mandaba al infierno era porque me quedaba aun algo de paciencia como para no pagarlo con el mensajero.
-LARGATE DE AQUI Y NO VUELVAS! SI QUIERE DECIR ALGO QUE VENGA A DECIRMELO EN PERSONA!
Vale, quizá estaba....con la furia un poco por las nubes. Tenía que....Maldita sea. No me gustaba.
Gruñí algo por lo bajo y continué mi avance por el pasillo hasta entrar en la sala, donde vi a varios de los Descendientes más jovenes ya reunidos. Me alegraba y aliviaba a partes iguales verlos a todos de una pieza.
Al entrar , no pude evitar oir la voz del joven e idealista Ling....
Me senté en mi puesto, con un semblante frío y mortalmente serio. La paz?
- Y cómo, mi estimado Hua, pretendes conseguir esa paz? - arrastré mis iris del color del hielo hacia Ling. - Ellos no saben quitar ese árbol. Mei hurgó en la cabeza de la sacerdotisa. No conocen el modo. Como mucho podemos intentar contenerlo hasta encontrar un modo de destruirlo.
Miré hacia abajo....y dejé sobre la mesa la carta que había enviado Catherine. Rompí el lacre y extendí el pergamino, pasando mi mano por su caligrafía....la caligrafía de una persona creativa, con genio, introvertida... inclinada hacia el futuro.
- Catherine nos ha enviado una carta. Voy a leerosla.
"A la atención del Consejo de los 20.
Después de los sucesos de hoy y las consecuencias de esta batalla, me veo en la necesidad de pedir una reunión como Descendiente de Morgana Le Fay pero también como Reina de Ávalon por la seguridad de uno de mis súbditos: Gwen Pendragon.
Creo que debo aclarar que no puedo renegar de ninguno de mis títulos ni poner ninguno por encima del otro. No debo ser parcial porque he hecho un juramento de protección para ambas islas lo que generó mi ausencia en esa batalla. De momento, he fallado en evitar una catástrofe pero eso no implica que dejaré de intentarlo.
Confío en vosotros y sé que no provocarán daños en vuestra rehén pero necesito tener vuestra palabra por escrito para acabar con la zozobra que ronda en Ávalon.
Os doy mi palabra, como Reina de Ávalon, que mientras esta negociación se esté realizando ninguna representación conflictiva Pendragon acudirá a la isla.
Atte.
Catherine Le Fay.
Descendiente de Morgana, miembro del Consejo de los 20 y Reina de Ávalon."
Su carta.....al terminar de leerla, mi rostro era una máscara. Intercedía por la sacerdotisa.
"La seguridad de una de tus súbditos....? Y la de tus ciudadanos de Ourobros....eso nada, verdad..?"
No dije nada. Que juzgasen otros antes. Dejé la carta sobre la mesa, simplemente, mirándola. Por fortuna, había enviado al mensajero solo sin respuesta. Es que no recibía mensajes por el brazalete? No...cierto....en Avalon no podía usarlo....
El portal la hizo aparecer en las escaleras del edificio y Catherine esperó un momento antes de girarse y ver en la lejanía las montañas que parecían…más lejanas. Tampoco le pasó desapercibido el casco que rodeaba el hospital. Se quedó un momento mirándolo, sin saber muy bien cómo proceder ante el Consejo porque… No tenía ninguna solución para el Sanguis. Bajó la cabeza e ignoró el saludo de los guardias mientras ingresaba al castillo llevándose una mano al vientre con un gesto de molestia en el rostro.
Tenía hambre.
Y estaba de mal humor.
Inspiró profundamente antes de revisar el brazalete y finalmente dirigir sus pasos hacia la sala de reuniones porque, de momento, nadie decía nada de un Cónclave. Abrió las puertas con un movimiento de mano mientras adoptaba aquel gesto serio y tranquilo que usaba como escudo en aquellas reuniones. Tras eso la cerró e ingresó a la sala en silencio sintiendo por momentos una presión horrorosa en los hombros pero que decidió ignorar.
-Disculpad la tardanza- Reconoció mientras se sentaba en un asiento libre al lado de Kyle y observaba a Matvey que tenía la carta abierta delante de él. Así que la había leído. Alzó la mirada hacia él con un gesto bastante enigmático antes de mirar alrededor esperando que alguien más tomara la palabra para explicar en qué punto estaban y notando…las sillas vacías. Quizás si estaban rotos…Mucho más rotos de lo que Catherine pensaba. Echó en falta a Lucio y a Sean.
Por el momento guardó silencio, no iba a llegar hablando de Gwen ni de la paz. Ningún Pendragon se veía por la labor y ella no iba a abogar por defender sus acciones. No ahora que el Sanguis vivía en Ouroboros.
Tenía hambre.
Y estaba de mal humor.
Inspiró profundamente antes de revisar el brazalete y finalmente dirigir sus pasos hacia la sala de reuniones porque, de momento, nadie decía nada de un Cónclave. Abrió las puertas con un movimiento de mano mientras adoptaba aquel gesto serio y tranquilo que usaba como escudo en aquellas reuniones. Tras eso la cerró e ingresó a la sala en silencio sintiendo por momentos una presión horrorosa en los hombros pero que decidió ignorar.
-Disculpad la tardanza- Reconoció mientras se sentaba en un asiento libre al lado de Kyle y observaba a Matvey que tenía la carta abierta delante de él. Así que la había leído. Alzó la mirada hacia él con un gesto bastante enigmático antes de mirar alrededor esperando que alguien más tomara la palabra para explicar en qué punto estaban y notando…las sillas vacías. Quizás si estaban rotos…Mucho más rotos de lo que Catherine pensaba. Echó en falta a Lucio y a Sean.
Por el momento guardó silencio, no iba a llegar hablando de Gwen ni de la paz. Ningún Pendragon se veía por la labor y ella no iba a abogar por defender sus acciones. No ahora que el Sanguis vivía en Ouroboros.
Emerald K Curie
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Llegué a la sala de reuniones cojeando, como siempre, pero esta vez no estaba haciendo uso de la pipa de fumar ya que la última vez se me habían quejado por eso. También porque tenía las manos ocupadas.
Portaba una cesta grande con hortalizas que se encargó de empujar la puerta de la sala. -Vamos a ver...-Cojeé un poco más rodeando la mesa hasta encontrar un sitio libre que me permitiese acercar mi cuerpo para soltar la cesta sobre la mesa. En ella , toda aquella comida estaba chuchurría, como si algo hubiese absorbido todo el agua que tenían en su interior.
Sacudí mis manos.-Buenas.-Solté con evidente mal humor y procedí a sentarme en la silla. -¿Alguien me puede explicar qué tiene que ver esto con todo lo que ha pasado?-Señalé la cesta.-He ido al mercado a por patatas para el cocido y todos andan como locos diciendo que los campos se han secado y toda la cosecha se ha ido al traste.-Miré a unos y otros.-Y que yo sepa los Pendraron no tienen ese tipo de poder.
Me fijé entonces en Catherine y sonreí.-Oh Catherine querida creía que no estabas por Ouroboros.¿Qué tal?-Soné amable esta vez y luego miré a los demás señalando de nuevo la cesta.-¡A ver como hago yo el cocido ahora!-Comenté con fastidio antes de recolocarme en la silla cruzando mi chaqueta cual señora mayor.
Portaba una cesta grande con hortalizas que se encargó de empujar la puerta de la sala. -Vamos a ver...-Cojeé un poco más rodeando la mesa hasta encontrar un sitio libre que me permitiese acercar mi cuerpo para soltar la cesta sobre la mesa. En ella , toda aquella comida estaba chuchurría, como si algo hubiese absorbido todo el agua que tenían en su interior.
Sacudí mis manos.-Buenas.-Solté con evidente mal humor y procedí a sentarme en la silla. -¿Alguien me puede explicar qué tiene que ver esto con todo lo que ha pasado?-Señalé la cesta.-He ido al mercado a por patatas para el cocido y todos andan como locos diciendo que los campos se han secado y toda la cosecha se ha ido al traste.-Miré a unos y otros.-Y que yo sepa los Pendraron no tienen ese tipo de poder.
Me fijé entonces en Catherine y sonreí.-Oh Catherine querida creía que no estabas por Ouroboros.¿Qué tal?-Soné amable esta vez y luego miré a los demás señalando de nuevo la cesta.-¡A ver como hago yo el cocido ahora!-Comenté con fastidio antes de recolocarme en la silla cruzando mi chaqueta cual señora mayor.
Le dedicó una mirada de regaño a la Descendiente de Circe por reírse del temor de Azlan pero lo dejó estar. -Es mejor que nada.- Expresó serenamente acerca de los asistentes a la reunión. En momentos así, el moreno necesitaba ver el vaso medio lleno pero le resultaba difícil con Ling roncando a todo volumen. Esbozó una rápida y suave sonrisa de modestia ante el comentario de Rosse en el que lo calificaba como alguien considerado pero se le descompuso el rostro al escuchar lo que le siguió. -Por favor, cuida el lenguaje.- Le pidió, recién empezaban con la reunión y ella ya estaba hablando como marinero. Clavó la mirada en algún punto lejano con expresión pensativa y reflexionó sobre la idea de convertir en piedra el Sanguis Ligno pero fijó los ojos color café en el Descendiente de Mulán cuando comenzó a hablar de la tan deseada paz.
En ese momento llegó Keli’l al que le dedicó un asentimiento con la cabeza a modo de saludo pero se comenzaron a escuchar gritos desde el pasillo y Azlan dirigió toda su atención al alboroto fuera de la sala. Poco después Matvey se unió a la reunión y el joven maestro, a su pesar, se mostró de acuerdo con sus palabras para luego atender la lectura. Soltó un largo suspiro cuando finalizó, Catherine quería la palabra del Consejo de los 20 por escrito en la que prometían mantener segura a Guinevere Pendragon y la Descendiente de Morgana hizo acto de presencia en ese preciso instante así que también la saludó con un asentimiento de cabeza en su dirección. La puerta volvió a abrirse, de ella surgió Emerald con un canasto lleno de frutos que tenían mala pinta y el confundido Descendiente de Moises alternó la mirada entre las hortalizas y la especialista en radiactividad.
La noticia de los campos lo hizo removerse nervioso, sintió la repentina necesidad de ver cómo estaban los ganados que se hallaban allí y comenzó a pensar una manera de proteger ese lugar también. ¿Alcanzaría el metal para cubrir por arriba y por abajo esa zona? -Yo puedo explicarte.- Comenzó a decir con calma. -Los Pendragon no renunciaron a formar un “imperio mágico”, lo que sea que eso signifique, así que se dió la órden judicial de expulsarlos de Ouroboros, ellos no quisieron así que plantaron una semilla de un árbol de magia siniestra en la montaña para infectar la Isla Flotante y, para detener el crecimiento de las raíces forasteras, Sofía cortó las raíces de la vegetación nativa a la altura de la base de las montañas, eso debió haber afectado los cultivos. Lamento lo de los alimentos pero muchos otros seres han muerto por ésto. Si necesitas comida, hay en el comedor de la Academia. En cuanto encontremos la forma de destruir ese árbol, arreglaremos todas las plantaciones en un santiamén.- De pronto paró de hablar cuando se le ocurrió algo. -O... tal vez no fue lo de Sofía... tal vez es el árbol que está absorbiendo los nutrientes de las cosechas.- Miró a sus compañeros alarmado ante la idea de que las raíces estén en ese momento en los campos, si seguían esa ruta, lo siguiente sería el castillo de la zona central, o el taller, o los jardines de Sofía.
-Nosotros no tuvimos su palabra por escrito en la que aseguraban mantener a salvo a Sofía, pero somos diferentes a ellos, por eso opino que hay que dársela.- Dijo volviendo al tema de la rehén. -¿Dónde queda Ávalon?- Preguntó ya que aquél lugar era un misterio mientras Azlan dejaba su regazo para subirse a la mesa y sentarse frente a él dándole la espalda, todo orgullo felino, porque el mago estaba moviendo demasiado las piernas para poder descansar cómodamente allí.
En ese momento llegó Keli’l al que le dedicó un asentimiento con la cabeza a modo de saludo pero se comenzaron a escuchar gritos desde el pasillo y Azlan dirigió toda su atención al alboroto fuera de la sala. Poco después Matvey se unió a la reunión y el joven maestro, a su pesar, se mostró de acuerdo con sus palabras para luego atender la lectura. Soltó un largo suspiro cuando finalizó, Catherine quería la palabra del Consejo de los 20 por escrito en la que prometían mantener segura a Guinevere Pendragon y la Descendiente de Morgana hizo acto de presencia en ese preciso instante así que también la saludó con un asentimiento de cabeza en su dirección. La puerta volvió a abrirse, de ella surgió Emerald con un canasto lleno de frutos que tenían mala pinta y el confundido Descendiente de Moises alternó la mirada entre las hortalizas y la especialista en radiactividad.
La noticia de los campos lo hizo removerse nervioso, sintió la repentina necesidad de ver cómo estaban los ganados que se hallaban allí y comenzó a pensar una manera de proteger ese lugar también. ¿Alcanzaría el metal para cubrir por arriba y por abajo esa zona? -Yo puedo explicarte.- Comenzó a decir con calma. -Los Pendragon no renunciaron a formar un “imperio mágico”, lo que sea que eso signifique, así que se dió la órden judicial de expulsarlos de Ouroboros, ellos no quisieron así que plantaron una semilla de un árbol de magia siniestra en la montaña para infectar la Isla Flotante y, para detener el crecimiento de las raíces forasteras, Sofía cortó las raíces de la vegetación nativa a la altura de la base de las montañas, eso debió haber afectado los cultivos. Lamento lo de los alimentos pero muchos otros seres han muerto por ésto. Si necesitas comida, hay en el comedor de la Academia. En cuanto encontremos la forma de destruir ese árbol, arreglaremos todas las plantaciones en un santiamén.- De pronto paró de hablar cuando se le ocurrió algo. -O... tal vez no fue lo de Sofía... tal vez es el árbol que está absorbiendo los nutrientes de las cosechas.- Miró a sus compañeros alarmado ante la idea de que las raíces estén en ese momento en los campos, si seguían esa ruta, lo siguiente sería el castillo de la zona central, o el taller, o los jardines de Sofía.
-Nosotros no tuvimos su palabra por escrito en la que aseguraban mantener a salvo a Sofía, pero somos diferentes a ellos, por eso opino que hay que dársela.- Dijo volviendo al tema de la rehén. -¿Dónde queda Ávalon?- Preguntó ya que aquél lugar era un misterio mientras Azlan dejaba su regazo para subirse a la mesa y sentarse frente a él dándole la espalda, todo orgullo felino, porque el mago estaba moviendo demasiado las piernas para poder descansar cómodamente allí.
El tiempo entre aquella monstruosa solución y la reunión, lo había pasado con sus padres en conexión con la naturaleza. El bosque estaba agitado. No temía. El bosque nunca temía, pero sabía que algo le estaban ocultando. Tuvo que dejar a sus padres, muy a su pesar, para atender el llamado del Consejo. Llegó un poco tarde, pero alcanzó a escuchar la carta mientras caminaba por los largos pasillos del recinto y se preparaba una taza de té. Que aquello no se confundiera bajo ninguna circunstancia con relajación, sino con expresamente cumplir con los requerimientos médicos de comer cada cierto tiempo y estar tranquila. ¿Podía estarlo? ¿Podía estar tranquila después de lo que escuchaba en la carta de Catherine? Mientras revolvía el té, sentada a la mesa y absorta totalmente en sus pensamientos, se preguntó por qué para Catherine valía más la vida de Gwen que la de los ciudadanos de Ouroboros, incluyendo la pequeña criatura que crecía dentro de su ser. Y más aún, hacía uso de un título que nada significaba en Ouroboros para crecerse ante un Consejo de iguales.
Su ausencia en batalla lo hubiera podido justificar por su embarazo, pero si lo mencionaba era porque no había querido hacer nada... y así, cada palabra en la carta había sido exprimida en posibilidades mientras trataba de encontrar una solución al conflicto. Si algo la sacó de su ensueño, fue Emerald, hablando tanto de las patatas que tuvo que levantar la mirada y asegurarle que habría una solución. Escuchó con una mirada un tanto cansada la explicación de Adael, pues así fueron los hechos, y bebió un poco de su té antes de replicar.- No, Adael, al Sanguis Ligno no le interesa ninguna magia de ese tipo. Es más... rebuscado. Lo de los cultivos fue un daño colateral, se arreglará en un par de días, solo hay que darle tiempo a la naturaleza de reestablecer el orden que manipulamos.- El cocido no estaría, pero al menos a ver si eso la tranquilizaba y le devolvía la cabeza a asuntos más importantes. No había reparado en que en aquel lugar ya se encontraba Catherine, a la que vio sin mucha expresión en el rostro. Más fría de lo normal, a decir verdad.
Mientras escuchaba el alegato de Adael, la verdad era esa. Nadie les daba ninguna seguridad con los Pendragón, pero a ellos sí se les iba por ahí acusando de confiables y responsables. Los Pendragón jugaban sucio y darles un papel que les asegurara la salud de Gwen no les iba a bastar. Salvajes.- ¿Y qué seguridad tenemos a cambio, Adael? Los Pendragón no tienen palabra.- No podía decir lo mismo de Catherine, pero tampoco iba a dejarle caer en los hombros la decisión de toda una dinastía ajena a su persona.- No es por rencorosa, pero Gwen Pendragón ordenó a sus súbditos mi muerte si vuelvo a pisar Ávalon, y no puedo decir que no quiero extenderle la misma cortesía.- No iba a hacerlo, pero estaba tan cansada... La naturaleza no estaba quieta y aquello la estaba afectando más de lo que debería. Tras llevarse la mano sobre el puente de la nariz, masajeando sus ojos un momento, tomó la taza y bebió un poco de té. Cansada, miró a Catherine por un momento.- ¿Conoces algún origen del árbol? No tengo por dónde comenzar a investigarlo.- Tras una pequeña pausa, prosiguió hacia el grupo.- Hay precedentes de árboles con otro tipo de naturaleza en su interior desde hace miles de años, no son enteramente ajenos a la botánica o la herbolaria, pues finalmente eligen materializarse en un árbol y no en una piedra o en una espada. Muchas culturas los muestran como seres con alma, con consciencia, y la tienen. Y tienen siempre una raíz en la Madre Naturaleza, pero toman un rumbo diferente como el árbol de la vida o incluso uno retorcido, como el Árbol de la Noche Triste o el Árbol de las espinas de Cristo. Para acercarte en una conexión a ese tipo de árboles tienes que aceptar su naturaleza y respetar su forma de pensar, sus ambiciones más profundas. Tiene que verte como alguien digno de su conocimiento y presencia.- Resultaba muy difícil de pensar, pero también eran criaturas corruptas y que caían en tentación, pero por ideales muy difíciles de entender por los humanos. No reparó en si aquello sería información sensible de los Pendragón o no, pero suponía que si Catherine le ocultaba algo entonces estaría tomando partido... y que estaría dejando de lado al Consejo, por lo que ni siquiera se le cruzó por la mente una traición de ese tipo de la morena.
Su ausencia en batalla lo hubiera podido justificar por su embarazo, pero si lo mencionaba era porque no había querido hacer nada... y así, cada palabra en la carta había sido exprimida en posibilidades mientras trataba de encontrar una solución al conflicto. Si algo la sacó de su ensueño, fue Emerald, hablando tanto de las patatas que tuvo que levantar la mirada y asegurarle que habría una solución. Escuchó con una mirada un tanto cansada la explicación de Adael, pues así fueron los hechos, y bebió un poco de su té antes de replicar.- No, Adael, al Sanguis Ligno no le interesa ninguna magia de ese tipo. Es más... rebuscado. Lo de los cultivos fue un daño colateral, se arreglará en un par de días, solo hay que darle tiempo a la naturaleza de reestablecer el orden que manipulamos.- El cocido no estaría, pero al menos a ver si eso la tranquilizaba y le devolvía la cabeza a asuntos más importantes. No había reparado en que en aquel lugar ya se encontraba Catherine, a la que vio sin mucha expresión en el rostro. Más fría de lo normal, a decir verdad.
Mientras escuchaba el alegato de Adael, la verdad era esa. Nadie les daba ninguna seguridad con los Pendragón, pero a ellos sí se les iba por ahí acusando de confiables y responsables. Los Pendragón jugaban sucio y darles un papel que les asegurara la salud de Gwen no les iba a bastar. Salvajes.- ¿Y qué seguridad tenemos a cambio, Adael? Los Pendragón no tienen palabra.- No podía decir lo mismo de Catherine, pero tampoco iba a dejarle caer en los hombros la decisión de toda una dinastía ajena a su persona.- No es por rencorosa, pero Gwen Pendragón ordenó a sus súbditos mi muerte si vuelvo a pisar Ávalon, y no puedo decir que no quiero extenderle la misma cortesía.- No iba a hacerlo, pero estaba tan cansada... La naturaleza no estaba quieta y aquello la estaba afectando más de lo que debería. Tras llevarse la mano sobre el puente de la nariz, masajeando sus ojos un momento, tomó la taza y bebió un poco de té. Cansada, miró a Catherine por un momento.- ¿Conoces algún origen del árbol? No tengo por dónde comenzar a investigarlo.- Tras una pequeña pausa, prosiguió hacia el grupo.- Hay precedentes de árboles con otro tipo de naturaleza en su interior desde hace miles de años, no son enteramente ajenos a la botánica o la herbolaria, pues finalmente eligen materializarse en un árbol y no en una piedra o en una espada. Muchas culturas los muestran como seres con alma, con consciencia, y la tienen. Y tienen siempre una raíz en la Madre Naturaleza, pero toman un rumbo diferente como el árbol de la vida o incluso uno retorcido, como el Árbol de la Noche Triste o el Árbol de las espinas de Cristo. Para acercarte en una conexión a ese tipo de árboles tienes que aceptar su naturaleza y respetar su forma de pensar, sus ambiciones más profundas. Tiene que verte como alguien digno de su conocimiento y presencia.- Resultaba muy difícil de pensar, pero también eran criaturas corruptas y que caían en tentación, pero por ideales muy difíciles de entender por los humanos. No reparó en si aquello sería información sensible de los Pendragón o no, pero suponía que si Catherine le ocultaba algo entonces estaría tomando partido... y que estaría dejando de lado al Consejo, por lo que ni siquiera se le cruzó por la mente una traición de ese tipo de la morena.
Rosse McGonagall
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Ella hizo un gesto suave con ambas manos, como para decir "No es para tanto" ante la mirada de regaño de Adael.
Aunque en lo que respectó a su respuesta, apartó la mirada con un gesto pensativo, si bien tenía razón... Le sorprendía el optimismo qué poseía para hacer un comentario así en una situación tan precaria, Adael es todo un sol, siempre lo ha sido desde que lo conoce.
También se sintió feliz de hacerlo sonreír aunque fuera un poco, porque luego pareció demasiado escandalizado porque dijo una grosería, cosa que hizo que se riera, bajando considerablemente la tensión qué sentía.
Vaaaale, pero tampoco me seas tan delicado.~
Se cruzó de brazos con una sonrisa en el rostro, solo observando en lo que Adael reflexionaba, y luego observó a Ling, hablando de cosas idilicas y sin mucho sentido, pero antes de que pudiera decir algo al respecto ve que la puerta se abre, así que voltea, y ha llegado...
¡Hey Kyle!
Vaya casualidad, lo último importante que realmente había hecho por el consejo fue una misión qué tenía que ver con él, y justo lo ve ahora que decide volver, la puso a pensar un poco, y eso fue suficiente para hacerle perder el hilo porque tampoco es que suela estar muy concentrada en estos ambientes, no es muy buena descendiente.
Pero también acabó por escuchar un escándalo en el pasillo... Y esa sonaba como la voz enojada de alguien que le resulta bastante familiar, la del viejo y aburrido nigromante descendiente de Rasputin, quien no tardó en entrar.
¡Hey viejo Matvey!... Estás bien...
No pudo evitar soltar esa última frase, una llena de un alivio puro, porque por lo que había descrito Adael, era obvio que Matvey había estado al pie del cañón todo el combate, y luego de ver lo que le pasó a Jack, estaba empezando a temer qué algo le hubiera pasado también, no querría qué pasase algo como eso.
Y además de llegar, dijo básicamente lo mismo que ella estaba pensando, así que asintió con cierto disgusto, porque la paz era algo idilico... Pero también imposible.
Estuvo por sugerirle la idea en que había pensado, sin embargo, al parecer traía una carta... ¿De Cath?
Vaya... No estaba, pero al parecer su palabra sí que estaría presente, estaba interesada en que diría ahí, así que se tomó el tiempo de escuchar con atención todo lo que Matvey fuera a leer.
Vale, estaba de acuerdo en que lo de la rehén, no acababa de ser un gran movimiento, pero le estaba mosqueando un tanto la forma en que lo estaba pidiendo... Como reina de Avalon... ¿Acaso era consiente del horror qué implicó la batalla?, incluso ella qué no estuvo gran cosa sintió bastante...
Y además todo Ouroboros había sufrido, ¿Acaso eso no importaba? Mucho dice que no reniega de ninguno de ambos títulos, pero sinceramente pareciera que utiliza su título como descendiente como una mera excusa para que no le hagan daño a la pendragon cautiva, eso hace que lo sienta como una descarada traición.
Podía sentir la sangre en sus venas hervir y ella no es demasiado discreta, por lo tanto cualquiera que pudiera voltear a verla podría notar fácilmente como su rabia incrementa, a la par que lo hace su miedo, dándose cuenta de lo mal que están, que todo se ha ido al carajo...
Y con eso, a la par lo hace su culpa, porque cada vez su mente le dice más que esto es de alguna forma su culpa... Ha sido su culpa por faltar, por no estar cuando es una persona tan importante como lo puede ser una descendiente.
Y todo esto aunado a que ella no es exactamente la persona más zen del mundo, si no alguien que literalmente ha sido una niña mimada toda la vida y no está acostumbrada a lidiar con este tipo de estrés, es todo una fórmula para el desastre.
Estas emociones empezaban a tomar lo mejor de ella, a tal punto qué incluso tomó su canalizador mágica, dispuesta a transformar esa carta en polvo para que se la lleve la poca brisa qué ingresa a la sala, solo por poder desquitar su creciente desesperación con algo, y sacar esos sentimientos.
Pero no lo hizo, algo la detuvo...
Escuchó una voz, la voz de Catherine, que escuchó antes de llegar a hacer nada realmente, así que se limitó a voltear a verla unos largos segundos, con una mirada qué expresaba de lejos todo lo que estaba sintiendo.
Qué putos ovarios tienes para venir aquí...
Ignoró totalmente la llegada de Emerald, en otra ocasión habría saludado, pero ahora simplemente no puede.
Obvió cualquier cosa que dijera Adael, al final nada de eso era con ella.
Y finalmente ignoró también a Sofía, que parecía estar dándole un poco por su lado a Cath también.
Créeme qué la jodida tardanza aquí es lo que menos importa para que te disculpes.
No sólo en su mirada, en su voz estaba plasmado todo el enojo, parecía que finalmente había encontrado el blanco perfecto para descargar todo lo que estaba acumulando, tenía mucho por gritar.
¿Te parece que ser descendiente una especie de maldito comodín político?, ¿Qué puedes usarlo para sacar a los Pendragon de la mierda donde se han metido? ¿¡ESO PIENSAS!?
Le gritó sin pensarlo dos veces, y luego de eso apretó el puño donde tenía el canalizador, dejando ver más su rabia si cabe.
¿¡QUÉ PASA CON NOSOTROS!? ¿¡CON LO QUE PUEDE PASARNOS!? ¿¡CON LO QUE ESE PUTISIMO ÁRBOL ENDEMONIADO PUEDE HACERNOS!? ¿¡ESO NO IMPORTA PARA TÍ!?
Y ahí salió el miedo, que se había estado macerando desde que estuvo viendo a Jack casi morir durante la batalla y que se había acrecentado con todas las noticias del árbol.
DEBERÍA CONVERTIRTE EN UNA PUTA RANA, ¡ESO DEBERÍA HACER!, O A ESA ZORRA PENDRAGON QUE PARECE SER LO QUE TE IMPORTA, ¡O MEJOR! DEBERÍA HABERLO HECHO ANTES DE QUE PUDIERAS IRTE A AVALON.
Y entonces se puso se pie, inclinandose de forma amenazante hacía Catherine, para finalmente...
¡PERO NO ESTUVE AHÍ PARA HACERLO!, NO ESTUVE, no estuve... No... Estuve...
Y finalmente se volvió a sentar, dejando finalmente escapar un par de lágrimas al dejar salir su último sentimiento, culpa.
No quería nada de esto, se sentía como una maldita pesadilla, quería despertarse, que todo fuera como se suponía qué debería de hacer, cuando ni siquiera sabían de la existencia de los Pendragon, o de que seguían existiendo más bien, que no estuvieran en decadencia... Que no la hubieran torturado... Que todo esto no estuviera pasando.
Aunque en lo que respectó a su respuesta, apartó la mirada con un gesto pensativo, si bien tenía razón... Le sorprendía el optimismo qué poseía para hacer un comentario así en una situación tan precaria, Adael es todo un sol, siempre lo ha sido desde que lo conoce.
También se sintió feliz de hacerlo sonreír aunque fuera un poco, porque luego pareció demasiado escandalizado porque dijo una grosería, cosa que hizo que se riera, bajando considerablemente la tensión qué sentía.
Vaaaale, pero tampoco me seas tan delicado.~
Se cruzó de brazos con una sonrisa en el rostro, solo observando en lo que Adael reflexionaba, y luego observó a Ling, hablando de cosas idilicas y sin mucho sentido, pero antes de que pudiera decir algo al respecto ve que la puerta se abre, así que voltea, y ha llegado...
¡Hey Kyle!
Vaya casualidad, lo último importante que realmente había hecho por el consejo fue una misión qué tenía que ver con él, y justo lo ve ahora que decide volver, la puso a pensar un poco, y eso fue suficiente para hacerle perder el hilo porque tampoco es que suela estar muy concentrada en estos ambientes, no es muy buena descendiente.
Pero también acabó por escuchar un escándalo en el pasillo... Y esa sonaba como la voz enojada de alguien que le resulta bastante familiar, la del viejo y aburrido nigromante descendiente de Rasputin, quien no tardó en entrar.
¡Hey viejo Matvey!... Estás bien...
No pudo evitar soltar esa última frase, una llena de un alivio puro, porque por lo que había descrito Adael, era obvio que Matvey había estado al pie del cañón todo el combate, y luego de ver lo que le pasó a Jack, estaba empezando a temer qué algo le hubiera pasado también, no querría qué pasase algo como eso.
Y además de llegar, dijo básicamente lo mismo que ella estaba pensando, así que asintió con cierto disgusto, porque la paz era algo idilico... Pero también imposible.
Estuvo por sugerirle la idea en que había pensado, sin embargo, al parecer traía una carta... ¿De Cath?
Vaya... No estaba, pero al parecer su palabra sí que estaría presente, estaba interesada en que diría ahí, así que se tomó el tiempo de escuchar con atención todo lo que Matvey fuera a leer.
Vale, estaba de acuerdo en que lo de la rehén, no acababa de ser un gran movimiento, pero le estaba mosqueando un tanto la forma en que lo estaba pidiendo... Como reina de Avalon... ¿Acaso era consiente del horror qué implicó la batalla?, incluso ella qué no estuvo gran cosa sintió bastante...
Y además todo Ouroboros había sufrido, ¿Acaso eso no importaba? Mucho dice que no reniega de ninguno de ambos títulos, pero sinceramente pareciera que utiliza su título como descendiente como una mera excusa para que no le hagan daño a la pendragon cautiva, eso hace que lo sienta como una descarada traición.
Podía sentir la sangre en sus venas hervir y ella no es demasiado discreta, por lo tanto cualquiera que pudiera voltear a verla podría notar fácilmente como su rabia incrementa, a la par que lo hace su miedo, dándose cuenta de lo mal que están, que todo se ha ido al carajo...
Y con eso, a la par lo hace su culpa, porque cada vez su mente le dice más que esto es de alguna forma su culpa... Ha sido su culpa por faltar, por no estar cuando es una persona tan importante como lo puede ser una descendiente.
Y todo esto aunado a que ella no es exactamente la persona más zen del mundo, si no alguien que literalmente ha sido una niña mimada toda la vida y no está acostumbrada a lidiar con este tipo de estrés, es todo una fórmula para el desastre.
Estas emociones empezaban a tomar lo mejor de ella, a tal punto qué incluso tomó su canalizador mágica, dispuesta a transformar esa carta en polvo para que se la lleve la poca brisa qué ingresa a la sala, solo por poder desquitar su creciente desesperación con algo, y sacar esos sentimientos.
Pero no lo hizo, algo la detuvo...
Escuchó una voz, la voz de Catherine, que escuchó antes de llegar a hacer nada realmente, así que se limitó a voltear a verla unos largos segundos, con una mirada qué expresaba de lejos todo lo que estaba sintiendo.
Qué putos ovarios tienes para venir aquí...
Ignoró totalmente la llegada de Emerald, en otra ocasión habría saludado, pero ahora simplemente no puede.
Obvió cualquier cosa que dijera Adael, al final nada de eso era con ella.
Y finalmente ignoró también a Sofía, que parecía estar dándole un poco por su lado a Cath también.
Créeme qué la jodida tardanza aquí es lo que menos importa para que te disculpes.
No sólo en su mirada, en su voz estaba plasmado todo el enojo, parecía que finalmente había encontrado el blanco perfecto para descargar todo lo que estaba acumulando, tenía mucho por gritar.
¿Te parece que ser descendiente una especie de maldito comodín político?, ¿Qué puedes usarlo para sacar a los Pendragon de la mierda donde se han metido? ¿¡ESO PIENSAS!?
Le gritó sin pensarlo dos veces, y luego de eso apretó el puño donde tenía el canalizador, dejando ver más su rabia si cabe.
¿¡QUÉ PASA CON NOSOTROS!? ¿¡CON LO QUE PUEDE PASARNOS!? ¿¡CON LO QUE ESE PUTISIMO ÁRBOL ENDEMONIADO PUEDE HACERNOS!? ¿¡ESO NO IMPORTA PARA TÍ!?
Y ahí salió el miedo, que se había estado macerando desde que estuvo viendo a Jack casi morir durante la batalla y que se había acrecentado con todas las noticias del árbol.
DEBERÍA CONVERTIRTE EN UNA PUTA RANA, ¡ESO DEBERÍA HACER!, O A ESA ZORRA PENDRAGON QUE PARECE SER LO QUE TE IMPORTA, ¡O MEJOR! DEBERÍA HABERLO HECHO ANTES DE QUE PUDIERAS IRTE A AVALON.
Y entonces se puso se pie, inclinandose de forma amenazante hacía Catherine, para finalmente...
¡PERO NO ESTUVE AHÍ PARA HACERLO!, NO ESTUVE, no estuve... No... Estuve...
Y finalmente se volvió a sentar, dejando finalmente escapar un par de lágrimas al dejar salir su último sentimiento, culpa.
No quería nada de esto, se sentía como una maldita pesadilla, quería despertarse, que todo fuera como se suponía qué debería de hacer, cuando ni siquiera sabían de la existencia de los Pendragon, o de que seguían existiendo más bien, que no estuvieran en decadencia... Que no la hubieran torturado... Que todo esto no estuviera pasando.
Me aparecí no muy lejos de la sala de reuniones de esta gente, del clan al que ahora tenía que hacer frente. Algo me decía que aquellas reuniones eran de aquellas largas y tediosas, en las que todo el mundo habla, nadie se escucha. Como cuando hablas con un jefe que te sermonea a sabiendas que no tenía razón. Bebí un poco de aquel café que había cogido del despacho, asqueado porque de nuevo se había quedado frío. En el camino encontré al científico Markus, que veía trasteando con un artilugio lleno de cables y dispositivos luminosos. Rodeé los ojos y traté de saludarle de la forma más correcta posible, esperando que no hablara mucho en los pocos metros que nos separaban de la sala. Maldita sea, no fue así, y pareció encantarle la idea de tener un nuevo juguete-amigo con el que hablar y tratar, aunque, según él, echaría de menos a Lucio y sus aventuras en tierra firme hasta que lo atacaron los Soul Reaper. Interesante anécdota que no conocía de mi primo.
Cuando abrimos, el ambiente estaba ya caldeado y mi cabeza como un bombo, reflejando aquel estado en mi gesto. Markus parecía muy alegre, por otro lado y fue “corriendo” a su hueco. -Por unas rencillas a las que nos hemos visto arrastrados, ahora hay un hospital y media isla que evacuar, otra vez, y ciertos heridos que atender. Newton está bien, recuperándose en la UCI- Informé, por si alguien le apetecía preguntar, aunque últimamente no estaba el hombre en sus días más populares.
En el respaldo de la silla todavía estaba el nombre de Lucio. Pasé el dedo por aquel bajorelieve con cierta molestia y tomé asiento. Revisando a los presentes: el muermo de Adael, la loca de la Rosse, Catherine, los nuevos, la bella Sofía (que pena que estuviera pillada ya), el enigmático Rasputín… Una sensación incómoda recorrió mis pensamientos mientras estudiaba a los presentes, echando en falta a bastantes de los supuestos integrantes. ¿Dónde estaba Eire? ¿Darwin? ¿DaVinci seguí por Italia? ¿El borrachuzo de Altair? Traté de ponerme un poco al día, de qué hablábamos. Ah, sí, de árbol maldito ese. Puta pereza, ¿me han visto cara de jardinero? El café frío se tornó demasiado interesante en ese momento…
Cuando abrimos, el ambiente estaba ya caldeado y mi cabeza como un bombo, reflejando aquel estado en mi gesto. Markus parecía muy alegre, por otro lado y fue “corriendo” a su hueco. -Por unas rencillas a las que nos hemos visto arrastrados, ahora hay un hospital y media isla que evacuar, otra vez, y ciertos heridos que atender. Newton está bien, recuperándose en la UCI- Informé, por si alguien le apetecía preguntar, aunque últimamente no estaba el hombre en sus días más populares.
En el respaldo de la silla todavía estaba el nombre de Lucio. Pasé el dedo por aquel bajorelieve con cierta molestia y tomé asiento. Revisando a los presentes: el muermo de Adael, la loca de la Rosse, Catherine, los nuevos, la bella Sofía (que pena que estuviera pillada ya), el enigmático Rasputín… Una sensación incómoda recorrió mis pensamientos mientras estudiaba a los presentes, echando en falta a bastantes de los supuestos integrantes. ¿Dónde estaba Eire? ¿Darwin? ¿DaVinci seguí por Italia? ¿El borrachuzo de Altair? Traté de ponerme un poco al día, de qué hablábamos. Ah, sí, de árbol maldito ese. Puta pereza, ¿me han visto cara de jardinero? El café frío se tornó demasiado interesante en ese momento…
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