Sala de reuniones generales

Mira en eso tenía razón, estaba claro que la IA no era indestructible, solo que necesitaban saber cómo podían hacerse con el control de la misma. Para controlar al SAM de la isla tuvieron que cubrir la isla con una jaula Faraday, y, con esas, les dieron una buena paliza. Podrían repetir la estrategia cuando volvieran a bajar a tierra. -Pues yo soy tu Gaia y estaría mandado campeones a diestro y siniestro. Todo lleno de campeones, de campeones hipnotizados- Gruñí sin estar convencida de que esas famosas abejas y sus famosos héroes sean tan infalibles como el chico quiere dibujarnos. Era reticente, cabezota, lo sabía, pero es que no lo podía evitar… no me apetecía tener enemigos de una magnitud tan poderosa como aliados de la IA -Pues imagina que aparece el elegido y lo caza SAM. ¡Ya nos podemos ir despidiendo! Mira lo que hizo cuando secuestró a Bellatrix- Porque gracias a ella, SAM entrado a la isla y casi nos jode … otra vez. -¿No hay manera de localizar a esos elegidos?- Pregunté ahora sí con real interés. Si podemos adelantarnos a la IA, quizás se lo pudiera decir a Sayid para que mandara gente a buscar a esos elegidos tan súper poderosos…
-¿Boogeyman?- Por qué estaban hablando del hombre del saco? Era alguna comparación extraña con SAM? En qué punto se había perdido con la conversación.

Asintió a la opinión de enjuiciamiento de los ministros. Por su parte se conformaba con que se largaran y les dejaran en paz. Soltó una irónica carcajada con aquello de que podría tratar de hacerles colaborar -Puedes intentarlo. Ahora están aquí aguantándonos pues porque tenemos intereses mutuos. Ya veremos qué pasa cuando desaparezca la máquina- Gruñí, con un deje claro de molesta por tratar el tema. A Sarah no le importaba que vinieran los refugiados, de hecho le parecía hasta bien, pero … es que esa gente …. -Son tan cerrados de mente que no sabrían aceptar la realidad aunque la realidad le estuviera dando bofetadas delante de sus caras- Le explicó, no muy convencida por el tema. Si quería tratarlo, allá él, era su tiempo. Ella no iba a perderlo más. Todavía tenía muchas cosas que investigar, como aquello que había dejado aparcado de los dragones que mencionó Bellatrix, la masa negra…. Se le acumulan las cosas.

-Bueno, me alegra que lo digas, te meteré en mi equipo… cuando lo funde- Añadí en tono jocoso cuando hablaron del quidditch. Aquel tema ya no daba para mucho más, de modo que pasó a comer del postre que se había servido. El chico de pelo blanco pasó a hablarnos de su familia, y toooooodos aquellos tíos que debía tener. Familia numerosa como la de Adael. No quería imaginarse las reuniones de Navidad, qué pereza con tanto regalo, se le acabarían las ideas. Arrugó el ceño con aquel comentario del tiempo y de la vejez sin entenderlo muy bien, de modo que, sencillamente, lo dejó estar. Oh, parejas. Aquello llamó la atención de Sarah -Tokio, ¿eh? Por allí vivía la salamandra más grande del mundo. Me pregunto si quedarán especies…- Soltó el comentario casi sin pensarlo, porque se acordó de la Andrias japonicus, y de los cangrejos gigantes que decían comerse a los niños…. Seguramente ese dato no les importaba mucho a los chicos. Pero ella tenía la necesidad de soltar aquella perla. Y dicho aquello, volvió a su postre. -Yo conocía el Krampusnacht, mi hermano que andaba por la Selva Negra, me lo había contado alguna vez. Sinceramente, me quedo con el Grinch…, al menos no se come a nadie.- Respondió a Adael sobre aquello de comerse a los niños, a ella tampoco le parecía de buen gusto todas esas tradiciones de meter miedo a la gente de forma gratuita. Al igual que yo tampoco podía comerme a la ranita que andaba caminando por la mesa, me parecía terriblemente entrañable, de modo que perdí la noción de la realidad viéndola caminar entre la cubertería. Los murmullos empezaron a eclipsar nuestra propia conversación y tuve que levantar la vista para ver entrar a Matvey. Intenté comentar alguna chorrada que se me ocurriera, pero el hombre se sentó a mi lado. Yo todavía seguía mirándole estupefacta. -Oh, Matvey, Feliz Navidad… Me alegra que ya puedas acompañarnos… - Adael hizo las pertinentes presentaciones con el chico de pelo blanco. Traté de mirar al resto de la compañía de la sala, efectivamente todos aquellos no sabían de la treta de Matvey y debían de estar a cuadros, lo que no sabía es cuánto duraría el murmullo. Se sentía terriblemente observada en ese momento, simplemente por el hecho de estar allí sentada, junto a Matvey. Cogió aire y trató de conectar con lo que estaban hablando. Ah, sí, la cosa negra. A mitad del discurso de Adael abrazó con fuerza el brazo de Matvey, contenta porque ya podía hacerlo de verdad, lo anterior haría parecer extraño -Me alegra que vuelvas a estar con nosotros. El avatar de pelirroja no te sentaba nada mal, debo añadir, pero yo prefiero verte a ti. Y, por cómo te miran los de las mesas, no creo que nuestros amiguitos tarden en enterarse- Y aquello sí iba a ser el notición del siglo para los Pendragon. -Ahora, a saber cómo les sienta la noticia, seguro que se agria el vino- Y apareció ante ellos unas copitas de vino dulce caliente, lo ideal para calentar el alma

- Hola Adael. Hola...Arturo. - lo miré serio y con cara de pocos amigos. De otra dimensión? Eso no me gustaba, no me gustaba por muchos motivos. Las malditas dimensiones extras siempre daban problemas y cuanto mas cerradas permaneciesen, mejor.

Escuché a Cohen hablarme sobre aquella cosa que estaba afectando la flora y criaturas de la zona inexplorada. No tenía demasiados datos, pero algo me había llegado.
- No he detectado presencia demoniaca a parte de... - bueno, la de aquellos otros nigromantes, pero esos estaban fichados. - No es un demonio. Sea lo que sea, eso no. Si teneis una muestra podeis hacermela llegar y lo investigaré. Le Fay es experta en maldiciones, si se trata de eso, lo averiguaremos. Puede que nos trajéramos algo indeseado de abajo al reflotar Ouroboros, sí...

Elucubré, notando el repentino abrazo de Darwin en...si, en un brazo mio. Miré hacia abajo, hacia ella, y le dediqué una pequeña sonrisa. - Feliz Navidad a ti también, Sarah. Lo hiciste muy bien ahi abajo. - bajé la voz, a un tono mas confidencial, solo para ella. - Tu crees? Habia un chico en la guardia que creo que preferia el avatar pelirrojo... te aseguro que conmigo no habria sido tan amable. - volví a un tono de voz normal y tomé mi correspondiente copa de vino, brindando. - Pues espero que se enteren rapido, y que la noticia les siente como una buena puñalada. A vuestra salud. Nasdrovia. - y bebí, tras una reverencia de mi cabeza a mis interlocutores.

Por eso espero que a nadie de mi mundo se le ocurra intentar usar algún prototipo de portal que pudiera quedar. Porque los primeros en cruzar serian algunos de estos agentes especiales—o tal vez envíen un viajero experto, como al Conquistador. Entonces Sarah pregunta si hay posibilidad de encontrar a estos agentes Abeja—ni idea, el departamento de reclutamiento de cada facción opera por su cuenta, y tienen sus maneras, aunque mi caso fue algo atípico, decidí no indagar en su modus operandi… digamos que cuando tu reclutamiento consiste en un secuestro, haces nota mental y minimizas el contacto con el personal asociado a ese departamento—a pesar de lo que he dicho, tampoco es que no pudiera estar en su presencia, a veces hasta yo me acercaba con ellos por iniciativa, generalmente porque se trataba de una misión o un encargo menor, el punto es que no hubo animadversión, salvo al principio cuando todo parecía hostil contra uno—solo quiero recalcar que esto sucede en mi mundo, si también existieran estos elegidos de Gaia aquí, ustedes lo sabrían, ¿no se supone que Ouroboros es un baluarte de conocimiento mágico antiguo?, esta clase de gente no se les saldría del radar—hasta tendrían algunos en sus filas, esta guerra humano-mágica habría alertado a la maquina inmaculada.

Ahh, perdona, le seguí el hilo de lo que acababa de mencionar—explico cuando la druida nos queda mirando sin entender algo, mientras comento sobre el coco y similares. Hay una discrepancia en cómo deben ser tratados los creadores de SAM. Dependiendo de los hechos, podría apoyar a una postura u otra, solo concuerdan con su aversión a ellos y como no serán capaces de cooperar, aunque fuera conveniente para todos los implicados—he de admitir que me ha tocado gente así en algunas ocasiones, así que no puedo descartar que mi platica con ellos sea en vano, pero tanto como el que no arriesga no gana, tampoco el que no prueba, no logra…la verdad no sé si eso ultimo ha quedado bien—me pongo pensativo y repito lo último de mi intento de frase mentalmente, pero luego me doy por vencido—bueno, supongo que la idea se entiende—tampoco me voy a quebrar la cabeza para comprobar tal cosa. Pero eso de tratar con los O´Connell lo veremos luego.

Mi autopromoción como jugador de quiditch pareció gustarle a Adael, tanto que me dio un par de manotazos en la espalda, auch y la druida nos sigue el juego, al asegurar que no solo fundará un equipo del peculiar juego, sino que de paso, me agregará al grupo—les aseguro que seré el MVP de la década—aunque solo sea broma, de seguro mi nariz crecería si fuera de madera.

El Descendiente se disculpa ante el aluvión de preguntas—descuida, no me molesta, tampoco es que sea confidencial en todo caso—ni tiene sentido que lo sea si este universo es alternativo y no paralelo—solo saben que estoy vivo, cualquier otra mención de mi situación, podría ponerlos en peligro—afirmo con certeza—como ya mencioné, en mi mundo la dinámica en la comunidad mágica se rige por sociedades secretas, y quien tiene familia sin la debida protección, es el rival más débil. Es más seguro para ellos que yo esté fuera de sus vidas—una lamentable realidad, aunque esta protección no es contra otras facciones que formen parte del Consejo, este organismo impediría que civiles normales se vieran involucrados en la Guerra Secreta. El verdadero peligro para mi familia son los enemigos del triunvirato, el cual cada uno tiene sus respectivos adversarios.

Mi yo ambientalista detecta un comentario afín—¿vivía?—pregunto ante la mención de la salamandra, mientras me dirijo a Sarah—¿tan dañina ha resultado la guerra que los ecosistemas se han visto afectados?—inquiero con atención a la respuesta. Todavía no sé mucho sobre esta guerra y sus consecuencias más allá de lo que me han contado. Tantos detalles a tomar en cuenta, países afiliados a la Alianza Humana, países no miembros, habrá algunos que consideren oportuno aprovechar la magia para su beneficio, también hay que tener en cuenta el nivel de avance tecnológico como para hacer frente a la magia.

Bueno, son demonios, no esperarías que dieran regalos, ¿o sí?, pero descuida, la festividad mundana solo consta de disfrazarse de demonio cual Halloween y asustar a los niños, se supone que son para incentivarlos a portarse bien, si tengo oportunidad investigaré los detalles luego—ahora nuestro mayor logro será llegar a año nuevo por cómo van las cosas—¿Selva Negra?, la desconozco por completo, ¿por dónde queda?—tal vez en mi mundo posea otro nombre—vaya, la tecnomagia también tiene sus adeptos aquí—por lo que entiendo, es un paso natural llegar a la conclusión que el siguiente nivel es fusionar magia y ciencia—¿qué no era de mala suerte decir Mabecth?, ¿o solo funciona en obras de teatro?—para este momento yo ya había iniciado mi carnicería contra la rana de chocolate, sin piedad ni clemencia.

La llegada del otro Descendiente causó conmoción, pero me extraña tanto barullo en torno a el—¿qué pasa?, ¿qué hizo?—pregunto a Adael, extrañado de toda la atención que el recién llegado está recibiendo. Mi curiosidad sobre mi cromo también es saciada—supongo que se hizo su fortuna—esa bruja mínimo debió montar un buen negocio—bueno, si insistes—digo ante el ofrecimiento de un postre más, otra víctima chocolatada—a ver si me toca algún personaje de leyenda o la cultura popular—menciono mientras intento elegir otro paquete. Esta vez la rana que me tocó si intenta darse su escapada, pero la atrapo antes de tener que levantarme y armar un desastre—por poco y la liamos, veamos que me tocó—reviso el paquete mientras la rana está en sus últimos segundos de vida artificial en dirección a mi boca—uyy esta si la conozco, Circe de la mitología griega, aparece en la Odisea y los Argonautas—nombro en donde ella participa.

Mi intento de no molestar a Sarah y el recién llegado fue interrumpido por mi compañero de mesa elemental, quien le saluda alegremente y de paso nos presenta. No parece muy contento cuando le comentan que soy inmigrante dimensional—buenas noches señor Rasputín—a pesar de feroz mirada ofrezco la mano para saludar, no es el primer tipo con ese aspecto que me ha tocado tratar—¿me permite una pregunta?, ¿le suenan conocidas las siguientes palabras, “Ogdru Jahad”?—espero que muestre un rostro de “¿qué me estas contando?”, junto con su “no” como respuesta para proseguir—descuide, solo era una tonta prueba de cultura popular—sí, se trata de una referencia, ¿les suena a ustedes?. Adael se dispone a no solo traer de vuelta un tema previo, sino que la resume de la forma más concisa posible y expone sus propias dudas para que el Descendiente del monje loco le responda si es posible. Quien niega participación demoniaca, pero se ofrece a investigar. Alzo la mano para pedir palabra—la muestra fue entregada a la general Amaya, ella debe saber dónde está resguardada o si alguien más lo está analizando.

Ellos vuelven a una charla privada y vuelvo a la estrategia de no entrometerme, todavía no quiero hacer enemigos. En eso, recuerdo que se nos está yendo el tiempo—oye Adael, ¿a qué hora y cómo haremos lo de santa?

El miembro 'Arturo Lizarraga' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado de 50 caras' : 20, 2

Le interesó la pregunta de la druida sobre la forma de localizar a los elegidos, aunque la respuesta no fue muy clara, al parecer Gaia secuestraba a sus elegidos para darles poderes mágicos. -¿Es decir que no eres mago de nacimiento?- Le preguntó al peliblanco. La situación de la familia de Arturo no era sencilla, sin duda. Asintió con pesar en respuesta a la pregunta de si tan dañina había resultado la guerra mundial, aunque no conocía la situación de las especies tanto como Sarah. Se mostró de acuerdo con ella con respecto a preferir al Grinch antes que al demonio porque la idea de andar asustando de ese modo tampoco era de su agrado.

-Todos creímos que había sido asesinado.- Explicó al viajero dimensional. El moreno sonrió de lado y apoyó una mano en el hombro del peliblanco a modo de felicitación cuando reconoció el cromo de Circe, una tarjeta de plata, bastante rara. Saber que el experto en magia negra investigaría aquel ser lo hizo suspirar aliviado, le dio la sensación de estar trabajando en equipo junto con Sarah, Matvey, Arturo y Amaya, el mejor regalo que podría pedir para navidad. Asintió a modo de respaldo a las palabras del viajero dimensional, la General tenía la muestra. -Gracias Matvey.- Dijo con toda honestidad. -Come algo con nosotros, llegas para el postre así que hay ranas de chocolate, chocoballs, chocolates rellenos con whisky de fuego, turrón, higo y piña cristalizadas, galletas... ¿Cómo se llama esto Sarah? Está muy bueno.- Dijo señalando el swiss roll.

Se estiró para agarrar un higo endulzado, le dió un mordisco y suspiró de satisfacción al sentir el sabor dulce. Entonces sonaron los relojes indicando el fin de la víspera de navidad y el comienzo del día de la festividad propiamente dicha así que elevó su copa rellena con sidra de manzana para unirse al brindis. -Feliz navidad.- Celebró tras una corta reverencia. Alzó las cejas mientras bebía su sidra cuando el peliblanco le recordó lo de construir los regalos. Apuró el resto de la bebida, se levantó de su asiento para dirigirse a una sala aledaña aunque volvió para agarrar un trozo de turrón para el camino y ahí sí desapareció detrás de una puerta para volver a los pocos minutos con una bolsa enorme y bastante pesada.

-Uff...- Dijo cuando dejó aterrizar suavemente la bolsa en un lugar cercano. -Vamos a armar juguetes para levantar los ánimos.- Le explicó al nigromante ya que él no estuvo cuando el moreno lo propuso mientras sacaba las partes de un juguete para dárselo a Arturo para que lo ensamble, otro para Sarah y otro para él. -¿Quieres participar?- Le preguntó a Matvey mientras el coro comenzaba a entonar canciones navideñas y algunos de los presentes se levantaban para bailar.

-¿Y si ya lo han hecho? Lo de abrir portales y que vengan esos agentes. Total, tú ya estás aquí, así que…. Tampoco me parece una idea muy loca- O no más que lo que estábamos hablando desde hacía rato. Y, por lo que dice, mandarle a él para contactar con alguien de los suyos era tarea casi imposible. Solo podía cruzar los dedos, y desear a todas las fuerzas del universo que se apiadaran de ellos y que no les mandaran armas súperpoderosas…. No más que SAM, que cómo había demostrado Arturo, no era invencible, y ellos ya lo habían conseguido previamente. Y donde hay una, hay dos. Ya lo habían dicho, solo era necesario poder recrear las condiciones necesarias y ellos contaban con todo lo necesario para patear el culo a esa máquina infernal. -Hombre, somos buenos, pero no infalibles…- Recalqué al chico de pelo blanco, al fin y al cabo, no todos los magos podían entrar en la competición para elegir a los campeones. A veces entraba mucha morralla en esa competición y otras había magos con habilidades excepcionales, pero no todos podían entrar. Claro, que eso era antes.

Miré a Adael de reojo cuando volvió a mostrarse interesado en hablar con los ministros muggles. Por mi parte solo pude encogerme de hombros. Adael no le dio más importancia al tema. -Como veas, si quieres intentarlo… pero avisa antes a Amaya…. Mejor a Sayid- Tuve que corregirme tras una leve punzada de dolor por tener a mi amiga todavía en coma. Estaba demorando mucho el volver a despertar, y ojalá no tardase mucho en hacerlo, porque entendía que, cuanto más tiempo estuvieses en coma, más difícil sería despertar de nuevo. Pero claro, ella no tenía ni idea y solo podía seguirse con los consejos de los médicos. Asintió y sonrió a aquel comentario de ser el mejor jugador de quidditch. Ya lo veríamos.

El tema de la familia del muchacho parecía ser terriblemente complicada. Que se apunte un punto. Y otro más el club de las familias rotas. Al parecer no podía ponerse en contacto con ella si no quería levantar sospechas y ponerles en peligro. Suspiro. Malditos sean las confrontaciones abiertas. -Vivía- ratifiqué -Hay países que han sido borrados de la faz de la tierra. Francia, sin ir más lejos. Bombardeada de norte a sur. La Selva Negra es un bosque frondoso que está al suroeste de Alemania, un precioso vergel de abetos. Si queda algo, ahora es un paraíso para los delincuentes… si es que queda en tierra alguien que pueda delinquir…- Cosa que dudaba, por otro lado, ya habría sido captado por la IA y sus chips. Ay, qué horror.

-Swiss roll- Le comenté a Adael. Cogí una bandeja con surtidos de dulces y se la entregué a matvey, por si quería comer algo. Como estaba concentrada en hablar con Matvey no estaba escuchando la conversación que estaba ocurriendo a mi lado, en paralelo. Lo bueno es que aquello no era demoníaco. Todavía quedaban unas cuantas alternativas, claro. Entre ellas la mezcla de tierras, ¿aquello podría ocurrir de verdad? Me mordí la punta de la uña -Yo dudo que sea algo orgánico, no reconozco ningún ser que tenga esa magia. Me decanto por un artefacto… La muestra la tiene Amaya en el cuartel… Pero me dibujó un mapa, nos podríamos acercar cuando acabemos con la máquina- Me recoloqué la chaqueta y me senté -Bah, si no hice nada, si hubiera habido un poco más de naturaleza…. Al menos conseguí proteger a la muchacha de pelo morado en su aventura por las tripas de la máquina- Bromeé, quitándole peso a todo el tema porque, en efecto, poco hice. Salir entera, cosa que tampoco era fácil, viendo cómo acabaron todos los demás -¿Ah sí?- Sonreí con mucha picardía. Aquello del guardia que le hacía ojitos tenía su aquel -¿Y no le hiciste ojitos? ¿una cita o algo? Matvey arrebatador Nasdrovia para ti también- Dije para brindar con todos los demás. Poco había que añadir al tema Pendragon -No creo que les haga mucha gracia. Pero bueno, ellos sabrán qué habrán acordado con Bellatrix, lo que no sé es qué le harán, aunque eso ya no es problema nuestro… ya sabes, porque… lo sabes, ¿no?- Le dije refiriéndome al mensaje de Jack. Ni me había dado cuenta de que Adael se había levantado a por unos juguetes y ahora los tenía sobre la mesa, y quería que empezásemos a montarlos. En el zurrón también había un libro, que yo había conseguido hacer aparecer. Algunos de los presentes se acercaron al coro que acaba de salir y empezaba a entonar algunas de las canciones típicas. Cogí el juguete que había montado y el libro, tomé a Matvey del brazo y le llevé hasta la mesa donde estaba el hijo de Paracelso. -Feliz Navidad- Tras ello me acerqué al hijo de Snagov y le entregué el libro, que hablaba del lenguaje dragón -Llegarás a ser un gran experto-

Miré la mano del foráneo y después tendí la mia, estrechándosela con firmeza de modo breve. Iba a responderle a su pregunta sobre los Ogdru Jahad pero a los pocos segundos se contestó el mismo diciendo que era una pregunta tonta de cultura popular.

"pues odio las preguntas tontas..."

Al menos la información referente a Amaya si fui util. Asentí con la cabeza y volví a mi vino, haciendo caso de la sugerencia de Adael y cogiendo los bombones de whisky de fuego.

"Debo anotar mentalmente hablar con Amaya y con Catherine...que luego se me olvidan las cosas....."

- No solo eso. Tener a alguien con capacidades curativas y ofensivas, ademas de defensivas, en el campo de batalla, es muy necesario. Puede que tus sanaciones no sean tan potentes como las de Lucio pero en batalla.... - hice un gesto dandole a entender que ahi no era todo ser un virtuoso en la sanacion, y pegué un trago. No la miré y ahogué una risa por sus palabras sobre hacerle ojitos, la situacion me parecia divertida. - Si, si...lo sé, lo de Bella.

Cuando Adael volvió y empezó a repartir piezas de juguetes para montarlos y...levantar los animos? Lo miré largamente, pensando como decirle que no quería participar en aquella idea de indole tan humanitaria como aburrida.
- Ah... creo que lo dejaré para los mas versados en el arte de montar juguetes....

Que o me daban un plano o nada. Sarah fue rapida terminando uno que decidió dar al hijo de Snagov. Fui con ella, compartiendo algunas palabras agradables con el crio.

Después de eso, tanto Sarah como yo dimos por concluida la velada. Nos despedimos del resto de gente alli reunida y abandonamos la zona del baquente, saliendo del lugar.

Es una posibilidad, no lo niego—respondo estando de acuerdo con la druida—pero mejor no tentemos al destino y recemos a Gaia para que eso no pase, ¿te parece?—suena a superstición, pero no vieras lo frecuente que es, que las cosas se tuerzan por tonterías como “bah, esto es demasiado fácil” y cosas por el estilo—ser buenos es mejor que nada, hay que usar las cartas que tenemos a la mano—es lo que nos queda por hacer, ¿qué otra opción tenemos?

“¿No eres mago de nacimiento?” ups, se me ha chispoteado, piensa Lulo, piensa—más o menos, por alguna razón mis poderes se activaron en mi adolescencia, motivo por la que mi facción me “reclutó” y comencé mi vida en la comunidad mágica. Por si se lo preguntan, no soy ni illuminati ni templario, la sociedad secreta a la que pertenezco es de origen asiático, el cual me pregunto si tendrá un equivalente por estos lares—todavía me debato por ese detalle—este es su símbolo o emblema—me muevo para mostrar mejor la parte del izquierda de mi pecho, donde se ubicaba el símbolo. Resulta ser algo tétrico si le pones atención, pues es el cráneo de un dragón cortado transversalmente por la mitad.


Vale, Sayid anotado, es otro de los Descendientes, ¿no?—creo que es quien presidió la fiesta antes del torneo—luego preguntaré como puedo contactarle, solo espero no molestarle en un momento ajetreado—cosa probable con todo lo que ha sucedido y lo que se viene. La explicación de las consecuencias de la guerra humano-mágica son descorazonadores, empieza a sonar que puede equivaler a una de las guerras mundiales del siglo pasado, y temo que sea peor—hay algo que no he preguntado, ¿cómo es que se inició esta guerra?, he supuesto el clásico caso de “temor a lo desconocido”, pero sospecho que hay más cosas envueltas—hay mucha gente de ambos bandos que de seguro sacarían provecho de una situación así, especialmente los mercaderes de armas—cuando me sea posible revisaré en libros sobre esa Selva Negra, hasta puede que ya la haya visitado y yo ni encuentra. Aunque es una pena como ha quedado según lo que comentas—probablemente haya mercado negro y eso de paraíso de delincuentes, me lo creo, las autoridades deben estar más ocupadas con la guerra que con estos criminales, o peor aún, con esto de SAM.

¿Le copió a su ancestro?, eso es mantener una tradición…vale, chiste malo. Pero entonces, ¿lo fingió o sobrevivió?—pregunto tratando de obtener contexto y de paso estar enterado de las cosas que pasan en la isla, un agente de una sociedad secreta no es un agente si no está informado. El Descendiente elemental invita al recién llegado al mar de postres que han ido apareciendo gradualmente conforme avanzaba la plática, dificultando su elección. Yo habiendo terminado la rana, procedo a probar de poco en poco los que me llamaban la atención.

Saludo de manos exitosa, aunque viendo su apariencia y reacciones, no me hubiera extrañado que ni siquiera me tendiera la mano. Los extranjeros siempre tendrán gente que no los quiera por cualquier motivo. Posiblemente, ese desagrado aumentó al explicarle que mi pregunta no era de importancia, de hecho esa mirada pareciera confirmar lo que acabo de comentar. No alcanzó a responderme de hecho, creo que intentaba revisar en su memoria esas extrañas palabras, tal vez asociándolos a un hechizo o alguna bestia sobrenatural, pero terminé por responder al ver que no emitía respuesta después de un momento.

La idea de que sea un artefacto lo que está afectando el bosque es interesante, no puedo apoyar o negar esa idea. Apenas vi lo que se llevó a Aidan—¿no sería mejor tratar con lo que sea esa cosa negra antes de ir por SAM?, no vaya a ser que mientras la vanguardia esté allá y aquí de repente la entidad decida salir de bosque queriendo expandir su dominio—objeto ante la idea de dejar esta situación para después—pelear con 2 frentes no es muy agradable—lo digo por experiencia.

Luego de un rato de más platica, la navidad ha llegado y todos alzan sus respectivas bebidas para celebrar—kampai—expreso—se me han quedado pegadas algunas expresiones de oriente—explico ante la peculiar palabra. Recordarle a Adael sobre lo de santa lo hizo ponerse en marcha, salió como pudo y desapareció para luego volver con una bolsa de grandes proporciones—no me digas que iremos en un trineo tirados de varios renos, ¿o sí?—se está tomando bastante en serio esto de hacer de santa Claus, ahora solo falta que nos vistamos de rojo y blanco—…ok, ahora somos duendes—menciono al ver los juguetes no terminados. Tiene sentido, dado que aquí la tecnología es bastante limitada, por lo cual se tienen que hacer a mano. Recibo uno y empiezo a analizarlo para ver como debo ensamblarlo. Tangram de mi etapa preescolar, no me falles ahora.

El Descendiente “mirada asesina”, no se muestra con ánimos de acompañarnos y lo hace evidente, incluyendo un comentario muy particular. Y sin mucha dilación, él y Sarah se van del banquete, dejándome con Adael, les despido con la mano ondeándola un momento antes de seguir en esto de los juguetes—bueno, parece que está misión solo será para 2, ¿hay algún hechizo de ensamblaje?, para agilizar el proceso, que no podremos estar toda la noche con esto, ¿no crees?

No es extraño que los poderes mágicos se manifiesten en los niños, lo que es inusual es que no se note hasta la adolescencia, pero viniendo de un viajero dimensional, es posible ya que pueden ser diferentes las cosas en su plano. Se fijó en su emblema pensativo y volvió a lo que estaba haciendo. Miró a Sarah con pesar cuando relató lo dañina que había resultado la guerra mundial y miró del mismo modo a Arturo ante su pregunta sobre lo que inició la guerra a lo que respondió encogiéndose de hombros. En principio era eso, el temor a lo desconocido, los detalles eran terribles y muy complejos para poner en palabras en una ocasión como esa.

Ignoró las preguntas del elementarista del fuego porque tampoco era cosa de que supiera todos los pormenores del Consejo. La druida dejó caer la idea de que podría tratarse de algún artefacto, lo que también era una posibilidad, y propuso acercarse a la zona luego de terminar con la máquina a lo que el joven maestro asintió como respuesta, dispuesto a ir. -Tenemos muchos frentes abiertos.- Respondió al peliblanco y era verdad, había más de los que se podría enumerar. Miró al viajero dimensional considerando la idea del trineo tirado por renos como genial, pero negó con la cabeza. -No, eso sería maltrato animal, Sarah nos mataría.- Dijo descartando la idea.

Matvey declinó la invitación por lo que el mago elementarista se puso a construir los juguetes que iba sacando de la gran bolsa mientras algunas personas se dirigían a la pista de baile. Luego de un rato despidió al nigromante y a la pelirroja ya que se retiraron y siguió con lo suyo, comiendo y construyendo los juguetes. -Oh, si, conozco un hechizo, ehem; ¡Abracadabra!.- En eso una persona se acercó a donde Arturo y él estaban trabajando para curiosear, luego otra, después otra más, tras ellos otro par y así. El descendiente les explicó lo que estaban haciendo y les preguntó si querían unirse a lo que la mayoría accedió. -¡Tada!- Dijo como enseñándole al elementarista de fuego el resultado de un acto de magia en el que se saca un conejo de una galera.

Construyeron una gran variedad de juguetes, cuando consideraron que tenían la cantidad adecuada tanto estudiante como maestro, se retiraron del salón tras saludar a los presentes dando por concluida la velada. Al día siguiente fueron repartidos por varias zonas, entre ellas la guardería del hospital. Acompañaron a los niños a las montañas del dragón a estrenar los trineos por la mañana, por la tarde se emprendió el regreso y fue junto a Sarah a visitar a Amaya a las cuales dejó charlando para seguir con la ronda de visitas. Benjamin Lytta, Benjamin Red, Lucio, Sean, Altair, Thranduil y varios más. Desafortunadamente no encontró a Belle Simon en el hospital... es decir afortunadamente no la encontró convaleciente, tampoco la busco con gran ímpetu porque no quería acosarla, en otra ocasión será.

Sus miradas fueron la respuesta silenciosa más clara de lo que ha sido la guerra. Por lo pronto no ensombreceré más las cosas al preguntar sobre el tema, ya me pondré a ver en fuentes históricas, además de preguntar en otro lugar más adecuado.

Mi duda sobre la supuesta muerte del Descendiente de Rasputín fue vilmente ignorada. Me doy una idea de que esto no debe ser público, pero si no quieren revelarlo sin ser tan evidentes, un simple “ni idea” hubiera bastado…tal vez—pero ¿qué necesidad hay de abrir un nuevo frente?—cuestiono al elementalista—entre menos preocupaciones mejor, y claro, siempre que sea posible—ya saben, “a veces cuando planeas una cosa, te sale otra completamente diferente.jgp”—uno no sabe cuando se puedan torcer las cosas, así que yo aprovecharía para tratar con la cosa del bosque, sea mágica, tierra maldita o artefacto, antes de salir de la isla a por un problema que nos obligará a centrarnos completamente si queremos tener una oportunidad—esto es una advertencia estilo “más vale prevenir que lamentar”.

Vaya, eso es ir demasiado lejos, si, hay una bolsa bastante grande de regalos, pero nada que los renos no podrían tirar, el verdadero maltrato seria hacerlos cargar cosas más allá de sus capacidades y hostigarlos para que hagan dicho trabajo—explico sobre ese detalle, pues con esa lógica, los huskies que tiran de trineos en Canadá y el norte de USA también estarían siendo maltratados, y no veo a Greenpeace haciendo relajo. Deberían ver los casos en Canadá con su matanza de focas o en Japón con su masacre de delfines, ambos siendo retratados como “tradiciones” anuales, eso sí es verdadero maltrato, de hecho es peor que eso.

Proseguimos con el tema de los regalos, después de un rato, cuando pregunto si hay forma de agilizar el proceso, Adael responde afirmativamente y procede a pronunciar unas palabras muy conocidas—uyy no creía que esa palabra tuviera un efecto real—pero para mí decepción nada parece moverse por su cuenta, esperaba algo similar al aprendiz de mago Mickey en la película Fantasía. Lo que si sucede es que poco a poco, empieza a llegar más gente, no solo a preguntar sobre lo que hacemos, sino que también empezaron a ayudar, ¿en esto habrá consistido Abracadabra?—¡ey!, yo puedo hacer eso sin magia—dije al ver el truco—ahora que has traído un conejo, ¿qué hacemos con él?, ¿lo comemos?—sugiero la posibilidad, aunque la verdad, ya me había saciado, pero quise ver su reacción.

Pasamos otro buen rato ahí, buscando partes, revisando donde encajan y ensamblando, creo que logramos hacer la mayor cantidad posible de juguetes, todavía quedaban algunos sin ensamblar, pero eran pocos. Guardamos los que ya habíamos logrado hacer, y nos fuimos después de despedirnos y agradecer la cena. En el siguiente día, nos encontramos en un sitio previamente acordado y apoyé en la labor de repartir los regalos, incluso hasta hacia un par de trucos con el fuego (a distancia prudente) para entretener a los pequeños, y no faltó las bajadas a altas velocidades con trineos. Un momento muy agradable, necesario para que los niños y demás civiles puedan distraerse un poco de las vicisitudes de la vida.

Una vez terminado esta labor humanitaria, me despido de Adael, pues ya era momento de atender mis asuntos. Así que desenvaino mi katana y la apunto al aire para pronunciar el encantamiento patronus, que se manifiesta en un cuervo. Procedo a decir mi respectivo mensaje, que fue dirigido a la dragona Zaphira, no solo para localizarla, también para saber si estaba disponible para tratar un tema, que me preocupa desde ayer en la cena. Lo platicado con respecto a SAM no solo llamaron mi atención, sino que me hicieron ver que estaré en problemas si mi condición se descubre en este contexto, peor si se malinterpreta.

Había trasladado a algunos de sus más brillantes estudiantes y todo el armatoste para la creación de pociones a la sala de reuniones generales. Era un espacio más alejado de los bosques y aquello suponía que debían trasladar la materia prima, sí. Pero prefería la sala pues así estaban más cerca del hospital y las pociones que terminaran de preparar podrían llegar a ser almacenadas de manera inmediata. Por necesidad, la sala ahora estaba llena de plantas y enredaderas, además de la larga mesa cubierta de frascos pequeños de cristal, crisoles, indumentaria de laboratorio y bastantes mecheros que hacían extractos de lo obtenido de las plantas de primera mano.

A esta le debe faltar una pizca de... ¿Menta? ¿Aguamiel? ¿Asfódelo? ¿Qué no le haz puesto? - Esperó a que el muchacho respondiera mientras probaba de nuevo un poco de la poción, lamiéndola con gracia del dorso de su mano tras poner una gota con el cucharón.- Le falta asfódelo. Ponle una rama más. Solo una. Si no te queda el sabor, pásasela a Daealia para que la ajuste y pásate al siguiente caldero. Deberíamos ir un poco más rápido.- Murmuró antes de darle un par de giros más al cucharón, revolviendo la poción para dejársela a su estudiante.

Se alejó un poco de la mesa tras revisar algunos calderos más, repasando las plantas que tenía alrededor de la sala. A algunas las tocaba con afecto o les decía palabras de ánimo para que le apoyaran en su misión. El hospital solía tener buenas reservas, así que ponía pocas pociones al mes para reponer las que se usaban. Sin embargo, desde que los refugiados llegaron a la isla, y sobre todo desde la última misión, había tenido que hacer cantidades mayores. Y, si todo salía bien, necesitarían bastantes medicamentos una vez volvieran de la misión actual. Soltó un suspiro mientras acariciaba la hoja de asfódelo, reparando de pronto en el anillo que llevaba puesto en el dedo. Mientras lo contemplaba, una pequeña sonrisa nació en sus labios y tuvo que soltar un suspiro nuevo. Esta vez de felicidad.

Después de organizar el tema de las guardias con Fred y lo de los juicios, Vishous dio por terminada sus tareas del día y su propia guardia entregándole el mando a su hermano. Sin embargo, estaba atento en general porque sabía que la misión estaba en pleno apogeo y aunque tenía un nudo en el estómago estaba seguro y confiaba en Amaya y Sayid. Y una parte de él también lo hacía en los renegados, a quienes había visto pelear y al propio Johan que había tomado las riendas en la última y fracasada misión.

Apareció en el edificio del Consejo siendo muy consciente de evitar la zona de recepción y área administrativa porque no le apetecía cruzarse con nadie de cabello rubio por el camino. Aún así caminaba ciertamente nerviosa y mirando por encima de su hombro. Había más movimiento de lo habitual y sólo podía sugerir aquello sobre la misión. Al llegar a la Sala donde Sofía le había dicho que estaría por el tema de las pociones abrió la puerta tocando antes un par de veces. Al entrar, la pilló mirando su anillo con una sonrisa lo que le robó a él otra parecida.

-Buenos días- Saludó a todos los alumnos que se encontraban allí y fue acercándose hacia la Descendiente. Aún no sabía muy bien sí le había anunciado a todos que ahora estaban comprometidos así que decidió tantear acercándose a ella lo justo para hacer una reverencia y que, al hablar en voz baja, pudiera oírle ella y nadie más -¿Te llamo Descendiente Dioscórides y mi deliciosa prometida pecaminosa?- Inquirió aún manteniendo el cuerpo cuadrado como teniente de la Guardia porque no se había podido resistir, no quería perder el tiempo volviendo a casa para cambiarse de ropa. Una leve sonrisa asomó en sus labios -¿Tienes un par de minutos? Tú también debes descansar- Sugirió mirando a sus estudiantes que no les quitaban los ojos de encima.

Contemplaba los detalles que adornaban su dedo en aquella joya tan peculiar cuando sintió que el Universo le había concedido algo al instante. Levantó la mirada algo sorprendida al escuchar el saludo general del Teniente. Sin embargo, esbozó una sonrisa que pareció iluminar la habitación. Entendió muy bien, por la forma en que el moreno se movía, que no sabía cómo comportarse en público frente a ella. Le divirtió verle con los hombros tan rectos, con todo el porte y solemnidad que el Teniente debía tener ante cualquier persona mientras estaba en servicio. Y vaya que estaba en servicio. El uniforme le quedaba bastante bien.

Sus estudiantes respondieron al saludo de inmediato. Sin embargo, ella esperó a que se acercara, y a que dejara su pregunta, para responder a todo al mismo tiempo.- Buenos días, Teniente. ¿En qué puedo ayudarle? - Dijo con voz clara y sedosa. Él ya sabía que le gustaba el coqueteo, y mientras el resto del mundo no supiera a ciencia cierta del compromiso, quizás era mejor no soltarlo de golpe. Ya habían bailado en la boda de Arleen y Sayid, pero ambos habían sido vistos con varias parejas.- Por supuesto. Es... Es todo un lío aquí, pero quizás podamos hablar en mi "espacio".- No le gustaba mucho decirle oficina, porque sus cosas de oficina las tenía en el invernadero, pero conservaba el lugar porque ahí nadie la buscaba. Antes de que algo más pasara, cortó un trozo de asfódelo, que era lo que estaba por hacer hasta que el moreno llegó. Tras la delicada tarea, caminó hacia su estudiante y la colocó en el caldero, dejándole de nuevo el encargo y le dio un par de direcciones a Daealia para que echara un ojo al resto de los calderos. Se quitó entonces el cinturón dorado que ajustaba su capa de seda. En realidad, había diseñado una especie de vestido fácil de quitar a modo de delantal, pues los diseños de estos no la enloquecían mas entendía su utilidad. Se quitó entonces la "capa" dejándola en una silla y quedó con su bello vestido en vivos verdes y detalles dorados.- ¿Puedo ofrecerle un té, Teniente? - Preguntó de manera amable mientras volvía a él. Esperó a que le ofreciera el brazo para tomarse de él y caminar a su lado, saliendo de la habitación. Viendo su muñeca tan de cerca, alcanzó a ver el mensaje y se tomó un minuto mientras salían para responderlo.

Cuando comenzaron a caminar por el pasillo, tuvo la intención de desahogarse un poco.- No vamos tan rápido como quisiera. No sé cuántas pociones ni de cuales van a ser necesarias, solo me queda ceñirme a la planeación que hice junto a Aldaron para la misión. Quisiera poder adelantarme a los hechos. Si se necesitan más o diferentes, van a tardar...- Tras aquello dobló en un pasillo y se dirigió a la gran puerta de roble con su apellido en lo alto del arco. Cuando se acercó, el tronco comenzó a florecer y la puerta de abrió.- Discúlpame lo desconsiderada que soy, no te pregunté, ¿prefieres esto o tomar un poco de aire?

-En muchas cosas- Murmuró, deseando poder cogerla de la cintura y besarla pero se contuvo y simplemente disfrutó del brillo de sus ojos. Aquello le encantaba, a ella y a él. Mantuvo la sonrisa lobuna mientras escuchaba aquello de su “espacio”. Le gustaba la privacidad aunque ir pisando sobre hielo fino sobre su compromiso era desquiciante. Quizás hablaría con ella una vez la misión pasara, a fin de cuentas, se estaban jugando el futuro de toda la raza humana y mágica.

Se mantuvo erguido, puso las manos en la parte trasera de su espalda mientras desde su altura seguía las hipnóticas caderas de su prometida mientras hacía gala de su gracia y conocimiento el quehacer de pociones. Él había aprendido lo justo y básico, que nadie le preguntara por sugerencias porque no era su campo de experticia -Será un placer- Indicó en un tono bastante formal mientras le ofrecía el brazo. Se contuvo de intercambiar un guiño de ojos con el muchacho al que le había corregido la poción porque podía ser malinterpretado.

En cuanto estuvieron alejados, la escuchó hablar y frunció suavemente el ceño. Fue momento de él para mirar el reloj. Tenían una hora para partir si no habían vuelto. Inspiró profundamente y luego dejó escapar el aire…Si no habían vuelto eran malas noticias. La segunda oleada era la única oportunidad y aunque Sigrid estaba allí era una sola… que conocía el código ¿Qué harían con el otro? ¿Tesla quizás? Se rascó la parte de atrás de la nuca sintiendo cierta ansiedad, hubiese preferido bajar en la primera pero mantendría su palabra -Si vivimos en el futuro nos olvidamos del presente- Mencionó mientras veía el tronco empezando a florecer, como si reconociera su presencia -Está bien… Hay demasiado movimiento afuera, todos estamos un poco … al límite- Indicó ingresando y cerró la puerta tras él observando el despacho con curiosidad, era la primera vez que estaba allí pero luego volvió su mirada hacia Sofía -Todo va a salir bien- Trató de transmitirle seguridad mientras le tomaba el rostro entre las manos  y la besaba de forma reconfortante, pero no por ello menos “Vishous”.

Al alejarse le sonrió brevemente -No podemos predecir el futuro, hasta donde sé… No está la descendiente Allighieri-  Y aún así no se fiaba demasiado del tiempo -¿Quieres ayuda?- Preguntó refiriéndose al té -¿Qué fue lo último que comiste?-

Se ruborizó al instante después de reía un poco con la respuesta a su pregunta, por lo que agradeció tener cosas que hacer para ocultar el rostro de los ojos curiosos.

Una vez que el moreno aceptó el té, se apresuró a delegar sus quehaceres y en un instante ya estaban fuera, hablando de un futuro que no quería visualizar, pero no pódía dejarlo. Terminó aceptando las palabras del moreno, suspirando pesadamente y colocando la cabeza en su hombro mientras recorrían el camino hasta su espacio. Asintió a él cuando habló de los nervios que todos tenían a flor de piel, pues había visto a más de una persona correr por los pasillos mientras caminaban. No podía creer que la vida pendiera de un hilo tan frágil.

Cada vez que entraba a ese lugar, se sorprendía de lo vivo que estaba. Ella no había tenido ingerencia en nada de lo que ahí había; había sido obra de sus antepasados, y sin embargo se deleitaba de saberse digna cada vez que aquel lugar la reconocía. Salvo la pared frontal, las más ancha, con aquellos grandes ventanales por los que entraba la luz, el resto parecían paredes que habían sido talladas por dentro de un gran roble con un gusto impecable. En el techo alto se podían apreciar las siempre verdes ramas de los árboles y algunos pajarillos y colibrís que disfrutaban del lugar y de las flores. Caminó respirando el aire fresco que giraba entorno a ellos, llegando con cuidado al anexo del despacho; una pequeña sala de sol que hacía las veces de invernadero en miniatura, lleno de plantas, flores y una mesa en el centro. Se giró hacia el moreno cuando escuchó sus palabras de aliento. Ahí adentro, en ese espacio tan lleno de vida, le era demasiado fácil creerle y deshizo sus pasos hacia él para refugiarse en sus brazos. Él, por supuesto, tenía otros planes, y dejó que la besara mientras le correspondía tratando de dejar sus miedos afuera de la puerta.

A pesar de que había logrado tranquilizarla un poco, el que sacara el tema de Bellatrix era otra esquina escabrosa de la que quería huir, así que simplemente negó y se acercó a la mesilla donde tenía la tetera para que el agua comenzara a calentarse.- ¿Me ayudas a llevar las tazas? Con los nervios que tengo preferiría vino.- Dijo por lo bajo cuando ofreció su ayuda mientras servía un poco de su mezcla relajante en dos tazas de porcelana, un poco de agua caliente, y hacía memoria de lo comido. Pensó que no le agradaría la respuesta, pero si la daba con una sonrisa quizás se saldría con la suya.- Uvas blancas, ¿y tú? - La sonrisa no le salió. Ahora que estaba en confianza no le alcanzaba para parecer alegre.- ¿De verdad crees que todo va a salir bien? - Estaba preocupada por Sayid, tanto que tenía un nudo en el estómago desde el instante en que pronunció su deseo de bajar de nuevo. Tenía miedo por todo lo que había ocurrido en el Consejo y porque sabía que había tratado de preparar las cosas por si él llegaba a faltar antes de que su primogénito naciera. Suspiró con pesar y levantó su mirada cristalizada para encontrar la de Vishous, buscando en esta compasión, esperanza o coraje.

Vishous observó cada detalle del despacho. Lo cierto es que aquellas ventanas le daban un mal presentimiento. Entendía que había algo intrínseco entre Sofía, sus plantas, sus poderes, magia y la naturaleza pero…¿Y su protección? El vidrio no haría nada más que romperse en añicos por todo el suelo ante un ataque. Aunque no mentiría y diría que, si se sacaba aquello de la cabeza, era bonito y agradable para pasar el tiempo. Tenía un aire parecido a su invernadero -Sí- Respondió ayudándola a llevar las tazas del té que tomarían mirando el líquido como si fuera un poco raro. Sabía que no podía pedirle café porque no sólo no le gustaba sino que seguro ni tenía pero… Sacrificios. ¿De eso se basaba una relación no?

Y oye, por la pelirroja que ahora intentaba escaquearse de su conversación sobre la comida, estaba dispuesto a sacrificar un par de cosas -Eh…- ¿Qué era lo que le había dado Fred? Hizo memoria -¿Magdalenas de frambuesa? No lo sé, Fred trajo algo que le cocinó Aurora así que eso- Respondió alzando un hombro, pero no perdió el hilo -¿Hace cuánto comiste?- Preguntó, relativamente inquieto. Sabía que le gustaba picar y a veces se la pasaba el día comiendo pero no estaba seguro si eso era bueno -Emm…- Iba a sacar otro tema a colación cuando Sofía le lanzó aquella pregunta.

Pudo ver el miedo en sus ojos pero Vishous no era mentiroso -¿Quieres que te conforte o que te diga la realidad?- Preguntó. Eso le ahorraría problemas -Es decir…- Se acercó a ella, tomándola de la mano para traerla a su regazo mientras se sentaba en una de las sillas y la envolvía entre sus gruesos brazos -Confío en nuestra gente pero he visto la amenaza a la que se enfrentan y…No podemos olvidar que son magos en una zona sin magia. Eso desestabilizará muchos planes, estamos acostumbrados a valernos de ella y por reflejo intentarán usarla y eso les jugará en contra. Un sólo segundo de retraso separa la vida de la muerte en una batalla- De lo que menos desconfiaba era de la misión de Turin, estaba la guardia allí y Sayid pero la de Londres no conocía demasiado. Aunque Johan había mostrado ser un buen líder y tener huevos. Eso era importante también. En fin, que no estaba seguro cómo saldrían las cosas pero debían estar atentos Le sostuvo la mirada -Temo que el resultado que vamos a obtener será agridulce- Respondió finalmente -Sea como sea, los traeré de vuelta- Le respondió a su futura esposa cogiéndole del mentón para que le mirara -A todos- Sofía sabía que Vishous estaría en el grupo de rescate. Había decidido no ir a la misión pero tampoco podía escaquearse de su deber como teniente...De su deber como persona habitante de ese mundo.

Sirvió el té con muchísima dedicación mientras el moreno merodeaba, porque aquello era básicamente lo único que podía hacer en ese momento. Tuvo que soltar un suspiro para relajarse mientras le dejaba preparada la bandeja con las tazas y algunos bocadillos dulces para que comieran. Soltó un suspiro más porque lo de las magdalenas de frambuesa le sonaba delicioso. Los antojos dulces habían sido su muerte los últimos días. Al menos no le habían dado ningún tipo de achaques... afortunadamente.- Suena maravilloso.- Asintió, pensando en que quizás ella no sería de esas que hacen hasta el postre para ponerle en el almuerzo a su marido, al menos por ahora estaba muy ocupada para siquiera pensar en eso, pero debía ser lindo dar esa clase de cariño. Eso y que quizás, de los dos, él era un poco mejor en la cocina, porque él sí cocinaba, no se la pasaba picando y mezclando ingredientes hasta hacer cosas comestibles.- Comí... hmmm... Hace una hora o así.- Por tanto trabajo que habían tenido, tres horas se le habían ido en una sin que nadie se diera cuenta. Tras su propia pregunta, no supo que responder. Quería una realidad que la reconfortara, eso quería, pero el moreno le estaba dando a escoger y eso no auguraba nada bueno. Cuando la tomó de la mano, le dejó y se sentó sobre su regazo. Echó los brazos tras de sus hombros, acomodándose contra él. Le sorprendió la naturalidad con la que encontró el punto exacto para estar cómoda sobre sus piernas mientras escuchaba el amasijo de pensamientos que fluían del contrario. Eran pocas las veces que había estado en batalla, ningún cuerpo a cuerpo, por eso entendía la parte de que estarían un poco desorientados abajo. No pudo sostenerle la mirada cuando habló del resultado. Podía ser una mujer fuerte, pero también tenía un alma frágil cuando se trataba de otras personas. Asintió a lo de traerles de vuelta, aún sin mirarle. No quería que lo tomara como que aceptaba aquello, pero si fallaban no había ningún lugar al qué traer de vuelta a nadie. Levantó la mirada sorprendida cuando el moreno le hizo, aspirando profundamente y asintiendo por su fiera certeza. Si estaba tan seguro era porque sabía que vencerían y al menos aquello le daba cierta certeza. 

Le abrazó con un poco más de fuerza, acercando la frente a la de él con cuidado y suspiró su aliento a unos centímetros de sus labios. Estuvo a punto de pedirle que le trajera a Sayid de vuelta, pero el contexto y la historia, además del momento tan íntimo que compartían, quizás daría a malos entendidos. Ya no era su lugar el preocuparse por él pero aún así lo haría toda la vida.- No hablemos más de esto, por favor.- Murmuró, dejando el más suave de los besos en los labios del contrario, procurando olvidar con aquello todo lo que venía pensando desde hacía semanas.- Cuéntame algo más. Algo agradable o... diferente.- Por más que buscaba temas, Arleen, el trabajo, todo giraba entorno a la misión, así que dejó que el contrario pensara mientras le masajeaba el cabello de la nuca con las manos.

-De acuerdo- Murmuró con suavidad mientras le sentía cerca de él, la abrazó, notando que necesitaba un poco más de entereza y firmeza. Era curioso que para todo el mundo pareciera siempre estar controlada, medida en cuanto a emociones negativas siendo una luz de alegría y sin embargo, era todo lo contrario. ¿En quién se apoyaba antes cuando no estaba él?  Le acarició la baja espalda con dedos distraídos cuando le besó, pensando en ese tema que había dejado al aire.

-Bien... Arleen me ha dicho que le han hecho algunas revisiones y lo cierto es que...¿Tú no tienes que hacértelas? - Le preguntó frunciendo suavemente el ceño. Aunque hasta donde sabía la encargada de los embarazos era la rubia esa que le había tratado fatal y que había metido las narices donde nadie la había llamado -¿Quién es tu matrona? -Se apresuró a preguntar -Y...ya que estamos, me gustaría que me dijeras cómo manejarlo... Más que nada porque tienes tus propios protocolos pero no me los has dicho y me pilla un poco...- No sabía que palabra decirle, pero en fin, que necesitaba saber cómo tratarla y, sobre todo, cómo tratar el tema del embarazo.

Tras eso la atrajo más hacia sí mismo, escondiendo su cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro. Inspiró profundamente su aroma y pronto sus pantalones se sintieron tirantes. No dudó en dejarle un beso -Aunque siempre puedo distraerte de formas muy distintas- Le murmuró al oído y una de sus manos, la más traviesa fue buscando el vuelo del vestido, lo subió un poco a medida que disfrutaba de tacto suave de su piel con un único destino. Dio vueltas sobre la sensible y tersa dermis de sus muslos tentándola pero sin llegar a destino...Cuando un patronus invadió la zona. La voz de Fred le dio alerta y escuchó, sacó la mano con suavidad para ver el reloj en esta y chasqueó la lengua -En Turín aún les queda tiempo para que bajemos...- Negó con la cabeza -Pero debo ir a reorganizar al pelotón y ver que todo esté bien. Sé que el Descendiente Hua bajará con nosotros- Le cogió del mentón -Si algo sucede, quiero que vayas con Arleen. Las dos son lo suficientemente inteligentes para poneros a salvo- Se inclinó y le dejó un salvaje beso en los labios antes de ayudarla a incorporarse y luego hacerlo él -Nos vemos en un rato, te lo prometo- Le sonrió, lobunamente -Así acabo lo que comencé- Se acomodó los pantalones descaradamente delante de ella y luego le guiñó un ojo antes de desaparecerse.

Sorpresa. Sentía sorpresa. Sorpresa de sentirse tan bien entre los brazos de aquel hombre al que apenas conocía y cuya sortija ya llevaba en el dedo. Quería meter el freno de mano, porque todo estaba yendo tan rápido que no sabía si más adelante el camino seguía plano o tenía un acantilado. Si había algo que la reconfortaba eran las caricia que le hacía en la espalda. Casi parecía un ser humano normal, en vez de la maquinaria sexual que era. Levantó suavemente la cabeza del hueco de su cuello cuando comenzó a hablar de Arleen y las revisiones.

Ah. Pues. Es complicado, pedí en el Hospital que no se dijera nada. Es Anteia, una rubia de lo más agradable, está embarazada también. Supongo que debería de hablar con ella, no la veo desde... desde que tu estuviste en el hospital.- Dijo tras hacer memoria por unos instantes. Ese día que le había visitado, le habían dado aquella singular noticia y no se lo había tomado del todo bien. Después, escuchó su siguiente pregunta y soltó el aire suavemente.- Aún no lo haremos público, ¿te parece bien? - Se mantuvo pensando en cómo explicárselo con palabras simples, algo que entendiera.- ¿Recuerdas la canción que decía: Quiero un tipo atento y cariñoso, pero que no sea muy celoso? Que en la calle sea un príncipe, pero que en mi cama sea salvaje y peligroso.- Tras la referencia, echó la cabeza atrás y rio con ganas mientras recortaba la canción. Ya no era el tipo de música que escuchaba, pero en su adolescencia había sido bastante más alocada. Dejó que el contrario la atrajera, riendo de nuevo con sus ocurrencias.

Trató de fingir resistencia a sus caricias, pero le resultaban agradables, sobre todo porque la distraían de un presente bastante sombrío. Le sonrió con picardía mientras se mordía el borde del labio, sosteniéndole la mirada. Justo cuando estaba por hacer algo indebido en el lugar más indebido de todos. Hasta que llegó aquel patronus que le hizo suspirar. Tenía que admitir que, quizás, aquello iba a ser más frecuente de lo que pensaba si se estaba metiendo con el Teniente de la Guardia. Los Descendientes ya tenían tecnología así que probablemente no la necesitaría. Era respecto a la misión de rescate. Se incorporó con cuidado y pesadez, pues al parecer el moreno tenía que irse.- ¿Ling va con ustedes? - Eso sí era novedad. Le sostuvo la mirada cuando le cogió por el mentón y le miró con extrañeza, sobre todo por la oración que soltó.- No digas fatalismos.- Le reclamó, aunque poco, porque entonces el beso le arrancó el aire y el alma. Terminó por rodar los ojos avergonzada por lo descarado que podía ser aquel hombre. Definitivamente tenía que empezar a domesticarle un poco.

Sin más que hacer, se tomó un minuto para beberse el té, que ya estaba a temperatura adecuada para tomárselo rápido sin quemarse. Salió del despacho con gracia y volvió a la sala de reuniones generales.- Es hora, tenemos que comenzar a llevar las pociones al hospital.- Anunció en cuanto entró a la gran habitación. Sin perder tiempo, comenzaron a colocar en cajas las pociones. Unos pocos elementos de la Guardia también apoyaría en el transporte, por lo que había que dejar todo preparado. Sin más, subió a su alfombra y se retiró al hospital.

Apareció directamente en el salón de reuniones después de que hiciera todo el viaje de vuelta de Avalon. No se encontraba repuesta totalmente del gasto de magia pero tenía un par de cosas que hacer. Envió un mensaje mental a Mei para que se apareciera allí e hiciera una revisión de todo lo que había vivido en las últimas horas.

Mientras tanto, fue directamente hacia la zona administrativa donde Leticia le atendió a su solicitud con un rostro que Catherine, en cualquier otro momento, habría golpeado -Sólo tenlo listo lo más pronto posible- La mujer se acercó a ella con una carpeta con un montón de documentos y ella frunció el ceño mientras les echaba un vistazo por encima, no sabía muy bien porqué le daba lo de la custodia -Esto no- Confiaba en que Ian comprendería porqué no debía alejar a Aedan de sí misma.  O eso creía -Sólo el divorcio- Mencionó nuevamente -¿Cuánto tiempo tardarás en tenerlo listo?- La mujer apartó los documentos de manera muy organizada  y evaluó la situación -¿Hay separación de bienes?- Aquello la hizo parpadear, sin comprender a qué iba y se sintió un poco desubicada -Eh… Sí, que lo de él sea de él y lo mío, mío. Había una casa abajo en el bosque, que sea de Aedan- La mujer empezó a tomar notas cuando Mei llegó.

-Date vida revisando mi mañana, Mei- Le dijo a la telépata y le dejó el puente mental abierto  para que viera lo que había hecho en Avalon, no cómo había llegado, pero sí la investigación del sitio. Tras eso cortó la conexión La conversación con Wthyr quedó de forma privada porque la maldición involucraba sólo a sus dos linajes. Le informaría al Consejo. Empezó a caminar con ella por los pasillos y notó su cambio de actitud pero Catherine se mantuvo estoica -Tengo que ir a buscar a Aedan. No pude hacer la conexión estando allí, es…está muy bien protegido. Pero… En fin…- La miró, no sonrió -Convocaré una reunión en cuanto pueda para informarles a todos- Suspiró  y movió suavemente la cabeza y tras eso desapareció hacia su piso. Tenía que hacer una cosa primero.