Ministerio de la Paz

Conduzco un jeep del ejército hasta la zona de Londres en la que se encuentra el Ministerio que dirige Robert, llegando puntual a la reunión acordada. Los días previos los he dedicado a terminar de recuperarme y a entrenar un poco en la base, así que estaría preparada si se diese el caso de tener que entrar en combate mañana. Al llegar a la escalinata de entrada paso por los correspondientes controles de seguridad, detectores de metales, detectores de seres mágicos y en general cualquier posible amenaza que pueda llegar hasta el edificio.

Me adentro en el lugar escoltada por dos soldados, justo hasta la sala de reuniones. Una vez allí se quedan en la puerta, esperando hasta que vuelva a salir. - Buenas tardes, señor Mori.- saludo de manera escueta mientras atravieso la sala para acudir hasta una de las sillas, a su lado. Se le ve bastante concentrado e impaciente, así que lo mejor será entrar ya en materia para ir avanzando lo antes posible. Si los demás llegan tarde es problema suyo, que hubiesen llegado a su hora. - Como verá ya estoy completamente recuperada y en forma, lista para entrar en combate.- me doy una vuelta entera un par de segundos antes de sentarme en la silla, mirando después el agua con cierto desagrado. No hay bebida más aburrida para una reunión. - Veo que falta todavía gente por llegar.- a juzgar por las sillas vacías parece que faltan unos cuantos, pero los principales serían los ministros Andreas y Ruth. El primero es un impuntual, y la otra debe estar bebiendo té y haciendo ganchillo. - Pero considero que deberíamos empezar, ir directos al grano. Los preliminares me impacientan, así que... - lo invito así a empezar a hablar, cruzando los brazos sobre la mesa a la espera de lo que tenga que decir.

- ¿Ha habido alguna novedad estos días? Leí el artículo del periódico. Creo que resultará muy útil para nuestros intereses. Desde que se publicó se han reclutado más soldados de lo que suele ser habitual.

Morgana llega puntual, me saluda de manera concisa a lo que le saludo asintiendo la cabeza e invitándole a sentarse. Como ella misma dice su estado ya es ideal. -Me alegro mucho, su presencia será esencial.- digo sinceramente. Es triste pero ella también se percata de las sillas vacías. - Hoy sólo se ocuparán cuatro sillas - la mía, la de Morgana, una nueva cabo, y espero que la de Andreas. - hubo tiempos mejores para esta sala pero, pero tan buenas oportunidades como las que nos esperan. - digo solemnemente.

Ella también está impaciente, preferiría comenzar con Andreas pero al menos el tema de Ailanthus y el supuesto hijo del capitán Javert es algo que le concierne más directamente a Morgana. - Empezaremos cuando venga el ministro Andreas - sentencio- sin embargo sí hay novedades con Ailanthus de las que me gustaría informarle sólo a usted. - bebo un pequeño sorbo de agua tranquilamente - ¿Sabe si el capitán Javert tiene un hijo? - digo en presente, yo tampoco creía que Javert estuviese muerto.

Discretamente le hago un gesto a Miles, para que saliese, y trajese a la nueva cabo en presencia de Morgana. Ya que éramos pocos los cargos de la Alianza que nos encontrábamos en activo lo mejor seríamos que nos coordinásemos y creásemos lazos para el importante golpe que íbamos a dar.

Cabo. Menudo cargo…

Habían pasado muchos años allí en la Alianza. Pero no me puse a pensar en ello hasta aquel preciso momento. En el que después de tanto tiempo de servicio, me habían dado la posibilidad de hacerme cabo. Y en teoría ya estaba decidido, y los papeleos hechos, y solo quedaba presentarme ante la muy joven capitana y el otro ministro y… Menuda movida. Cuando me uní al ejército inglés jamás pensé que fuera a pasar tanto tiempo, y mucho menos, que me fueran a nombrar… cabo.

Oh, mi familia. Qué pensarían de mi. Qué poquita gracia les hizo que me hiciera tenista y que saliera por la tele. “Las chicas como tu deben ser más discretas, Gwendoline. No se hacen tenistas ni mediáticas, ni mucho menos tienen escándalos con…” Y allí estaba. Esperando a que viniera algún pobre chaval a presentarme ante los mayores cargos de toda la Alianza de Inglaterra, con casi mis cincuenta años… Y leyendo un diario. Era consciente de la traición del elfo oscuro, aunque no me había dado tiempo a formar una opinión. Ni estuve en contra ni a favor de él, y habían cosas que no me cuadraban. Morgana no parecía el tipo de personas que pudieran ponerse a contar dramas lloriqueando a periodistas. Pero ya me pondría a mirármelo con más intención, pues la persona que debía venir no se hizo de esperar. Un chaval arregladillo, tal vez un secretario. Aunque a mi por el nombre y las maneras me recordaba a un mayordomo. Tan flaco, tan formal...

-Oh, ¿Ya? No deberíamos hacernos de esperar, entonces.- Me levanté con más alegría de la que una de mi edad suele mostrar y me fui arreglando un poco el traje de camino. Llevaba un traje que me había pasado horas arreglando y ajustando muy poco femenino, con su corbatilla y todo. Era el que había llevado el día de mi graduación… Ya ves tu. No había crecido mucho desde entonces. Así que con maña lo dejé como nuevo.

La sala estaba considerablemente vacía. Había allí sentada la cabo y el ministro en cuestión, que se iba a encargar de presentarme. Un sitio también formal y… Qué poco acostumbrada estaba a ello. -Bonsoir- A mi el francés no me lo habían quitado. -Ministro Robert Mori y… ¿Capitana Wolf?- Sonrisa cómplice. Ya me había enterado del asunto. Era como una mera señal de respeto, para mostrar que sabía sus cargos e identidades. -No sé si se lo ha comunicado ya el señor Robert, pero…- Mirando a la capitana. Muy, muy joven. -Mi presencia aquí no es otra que presentarme como nueva cabo. A poner un poco de… Orden, no sé si me entiende.- Todo ello con un leve acento francés. Diluido durante los años.

Cuatro sillas siguen pareciéndome muy pocas, pero también tiene una ventaja. Cuanta menos gente haya más fácil será ponerse de acuerdo. Odio tener que acordarlo todo de manera democrática y consensuada, es lento y tedioso. Además, muchas veces no lleva a nada. A no ser que el resto de los participantes compartan una visión e ideas similares a las tuyas, en cuyo caso es útil. No como aquella absurda votación. ¿En qué estaría pensando Javert? ahora le ha salido el tiro por la culata, por "demócrata".

- Puede que lo mejor esté por venir, señor Mori. - sonrío con seguridad y cierta expresión de ambición en la mirada, me niego a pensar que los mejores tiempos ya han pasado. Tenemos que ir a más. Tampoco me apetece seguir esperando a Andreas, así que forzaré un poco la conversación. - ¿A qué novedades se refiere? ¿se ha descubierto su paradero? - pregunto con creciente interés, poniendo cara de extrañeza por lo que dice después sobre Javert. - No, que yo sepa. Pero siempre fue muy hermético con esos temas. Nunca ha querido decir nada de lo que sucede en su casa. ¿Por qué lo dice? ¿Le ha salido un hijo secreto o algo así?- utilizo un tono de sorna en toda regla, sería gracioso que apareciese ahora alguien a reclamar la herencia de Javert. Al poco entra una señora bastante conocida en el ejército, referente casi desde el inicio del conflicto. Mentiría si dijese que no admiré la fortaleza de esta mujer en el campo de batalla, y que la tenía por una de las más válidas, pero desde lo de Javert ( y sus fallos) se me han caído un poco los mitos y realmente ya no creo en nadie de esa manera. En nadie excepto en mí misma. Pero eso no tienen por qué saberlo ellos, de momento está bien que sigan pensando que los tengo muy bien valorados.

- Así es, capitana desde hace poco. Estoy deseando empezar a cumplir con mi labor. Buenas tardes, Khalil. Su presencia nos será bastante útil en esta reunión. Su aportación como cabo será bienvenida. Y...mientras que llega Andreas comenzaré con algunas de las ideas que he tenido durante estos días. En cuanto llegue le haré un breve resumen, si es necesario. Si no pues le mandaré un mensaje a su móvil. No hay peligro, estos aparatos están bien protegidos y los magos son unos inútiles que no podrían desencriptar o hackear ninguna conversación. - tras una breve pausa procedo a relatar poco a poco algunas ideas para la misión. - No sé si Rybar habrá conseguido entrar en la base. Si lo ha hecho sería un buen caballo de Troya. Dijimos que no queremos luchar dentro de su terreno, que no sabemos exactamente dónde está aunque sí intuimos la localización. Hay que hacerlos salir fuera. Meter algo dentro que los obligue a salir. Crear el caos, el desorden. Y esperar a la presa fuera. Allí irán cayendo, les será difícil escapar. ¿Sabe que los científicos están creando unos gases, venenos y toxinas muy interesantes? Puede ser un buen momento para darles uso.

Habiamos acordado una reunion, pero casi se me habia pasado por alto. Con todo el lio aquel de acudir a los campos a ver al nuevo recluso.... ahi habia encontrado al viejo drow alcoholico dueño de una alcoholica mascota. Mi conversacion con el se habia prolongado mucho mas de lo que se hubiesen prolongado conversaciones previas con otros presos cualesquiera. No habian habido malos tratos de por medio, ni tampoco torturas. Simplemente intercambios de palabras. Asi que el viejo me habia tomado por un yonki cuando me vio en el parque y no por un mandamas de la Alianza. Normal. Iba en chandal. Haciendo footing.

A lo de su marmota prometí que se la encontraríamos, a lo de dejarlo salir, le dije que tendriamos que hablarlo con mas calma. Ya se sabia que de ahi se podia salir...pero de un modo muy concreto. Cuando terminé con él, me encaminé al edificio del Ministerio de Mori. Esta vez fui en mi coche con mis escoltas. Aunque en estos territorios no eran muy necesarios...estabamos a salvo. Con mi traje azul marino estilo italiano, mi corbata de pokeballs y mis estilosas gafas, los despedi en la entrada y fui hacia la sala de reuniones, sabedor de que llegaba tarde. Algo tarde, al menos. Qué impropio de un aleman que vive en Britania!

Llamé a la puerta, antes de entrar. Luego la abri y entre al interior de la sala, localizando alli a los reunidos. Estaban todos. Incluso una veterana del ejército.

-Lamento mi tardanza, espero no haber llegado demasiado tarde ni haberme perdido nada demasiado interesante.

"demasiado, demasiado"

-Buenas noches, Capitana Wolf, Cabo Khalil... - las saludo con una inclinacion de mi cabeza. Menudos dos nuevos fichajes acababa de asumir el ejército. De Wolf conocia su historial, y de la nueva Cabo...que decir. Una veterana y una superviviente. Tomo asiento tras mi saludo, dedicandole a Mori un meneo de cabeza. Ahi estabamos reunidos.

'Puede que lo mejor esté por venir, señor Mori.', no lo podría haber dicho mejor. Respondo a su sonrisa con otra, con un trato más cómplice en comparación al protocolario que le había dado anteriormente. Morgana y yo nos íbamos a llevar bien.
Mi nueva capitana me pregunta curiosa acerca de ese supuesto hijo de Javert, le niego con la cabeza, le informaría en unos instantes ya que acaba de entrar por la puerta la nueva cabo Gwendoline Khalil. Me levanto a su entrada ofreciéndole con extrema amabilidad asiento. Sí, era una amabilidad que me salía con los nuevos cachorritos de la Alianza, aquellos con lo que a diferencia de Morgana o Andreas, no podíamos informarles de ciertas prácticas.- Encantado de tenerle aquí Gwendoline - le digo sonriente, falsamente sonriente. Ella también se presenta a Morgana, no la había visto en batalla, los rumores le favorecían, sin embargo esperaba que no fuese tan blandita en batalla como lo era ahora mismo en la reunión. - La entendemos Khalil, lamento abusar de su reciente entrada a un alto cargo del ejército, pero su presencia también se debe a que el próximo golpe será inminente, hoy pondremos sobre la mesa los últimos detalles. - le digo con un falso tono afable. Morgana por otro lado denota su impaciencia, así que la escucho atentamente. Sin duda, Morgana sea una de las mejores, si no la mejor, mente que hay en el ejército.

Justo entra Andreas, intento no poner cara de molestia ante su tardanza, lo esencial era no dar una mala impresión al cachorrito Gwendoline. - Me alegro de verle Andreas - en realidad no. Con Wilheim ya en la sala me reincorporo hacia adelante en mi silla y expongo lo que llevaba preparándome durante toda la tarde. - Rybar nos traicionado, era de esperar, sin embargo, los Renegados ya están alerta. - sonrío a la capitana, alerta no era la palabra era más bien, como ella dijo, en caos, en desorden.- Como ha dicho Morgana, tanto como si salen a la superficie como si se refugian en su base están perdidos. - benditos gases tóxicos y benditos científicos- Hace unas noches se presentó en la base militar un mago pidiendo la venganza del asesinato del capitán Javert. Se hacía llamar Mike Javert. Le dejé ir con un localizador y una promesa de ayuda en la búsqueda de Ailanthus. - me dirijo a Morgana, especialmente ella debía de ser la más contraria a que esos seres colaboren con nosotros- Por lo que ví en su cara confío que vengará la traición de Ailanthus, de lo contrario colaborará con nosotros, aunque no creo que sea necesario. Gracias a ello tenemos la localización exacta de la base renegada. - trago saliva. - ¿algo que aportar? - miro directamente a Andreas.

Reuniones. No eran mis pasiones. Oh, no. Vaya que no. De joven, incluso siendo tan movida, detestaba aquellas largas y tediosas charlas con todos los que había detrás del tenis. Porque una no se hace tenista profesional sin tener el típico entrenador, uno que no sabes ni porqué está ahí pero está cobrando de tu sueldo, el publicista que busca poner marcas en los sitios menos adecuados… Y hablando de dineros y de como debía no solo mejorar, si no aprender a ganarme los fanáticos para que así compraran muchos chándales adidas.

Y tras media vida ahí estaba de nuevo. En una reunión, con aquel ministro, aquella cabo, con sus formalidades y su falso respeto. Respeto… Cosa fugaz e inservible. Protocolos. Encantado se declaró Mori. -Oh, encantada yo también, un honor, un honor…- Una sonrisa extraña en mi rostro. Tal vez esperaba que comprendiera que no quería aquellas palabras. Que sabía muy bien qué se movía por allí. Explicó que la urgencia venía dada por un ataque próximo. -Ya era hora…- Si bien solía dar una imagen de abuelita amable -pocos se acostumbraban a la presencia de una mujer cincuentona en el ejército-, me gustaba de vez en cuando demostrar que no estaba allí para hacer pastitas, si no para pegar tiros.

Morgana, tan joven ella, tan capitana, también me saludó tal y como ocupaba mi asiento. Tenía las ideas muy claras y quería hablar con muchas prisas de lo que allí nos había traído: Ideas para la contienda. Y parecía poco dispuesta a querer esperar al ministro. Le miré entre recriminatoriamente y comprensivamente. Odiaba la impuntualidad pero seguramente sería una ofenda para él, aún fuera su culpa. Pero no comenté nada. Entonces habló de algo que no conocía yo. De un tal Rybar. Que habían metido en un punto enemigo, a modo de caballo de Troya… ¿A la base de quién? ¿Los Renegados? Y habló de venenos y toxinas. -Disculpo interrumpir, pero… Creo que me falta algo de contexto al respecto.

Por supuesto habían cosas a la sombra del ejército. Estas podían ser mayores que lo que se veía a la luz. Entonces llegó el jovenzuelo alemán, aquel otro ministrucho. Lamentó la tardanza y nos saludó. -Bienvenido sea, Wilhelm.- Escueto saludo. Tenía ganas de avanzar con la chicha de la reunión, que era el supuesto Rybar. -A ver si me entero… Habéis mandado uno de raza mágica al enemigo y… ¿Os ha fallado el plan?- Me parecía algo absurdo. -Si bien conseguimos la localización, el problema será introducir algo en aquel lugar que los incentive a salir…

Habían mandado a un chaval con un localizador que quería la venganza por la “muerte” de su padre por parte del traidor. -La cosa es… Tenemos el lugar exacto. ¿Cómo introducimos allí algo que los fuerce fuera? Es fácil que un renegado vaya al lugar de los renegados, con o sin localizador, ya lo lleve voluntariamente o por descuido. Pero es algo muy distinto introducir una bomba. Tal cosa caería en manos de alguien de infinita lealtad, y sería algo suicida…- Aquello casi sonaba a atentado. -¿Una máquina, tal vez?

Miro un poco mal a Andreas cuando llega tan tarde a la reunión, respondiendo a su saludo de manera escueta. - Buenas noches. Espero que no le hayan retenido asuntos problemáticos. - porque seguro que ha sido sencillamente su falta de puntualidad o de interés en la reunión. A ver si ahora aporta algo interesante al desarrollo de los planes. Y ahora los saludos. Todos se alegran mucho de verse y son muy educados. Yo empiezo a cansarme de formalidades y quiero ir al asunto. Bebo agua mientras espero a que terminen con todo eso, poniendo atención a lo que dice Robert. Esbozo una sonrisa irónica al escuchar lo de Rybar, no sé por qué no me extraña.

- Y otra prueba más de que no se puede confiar en uno de esos engendros raros. Todos traicionan, antes o después. Debimos haberlo matado en los campos. Supongo que con esto se va a la mierda el plan de meter algo dentro de la base. - por fin sale el motivo de la pregunta del hijo de Javert. No sabía que tuviese uno, ni nada sobre su edad o nombre. Lo bueno es que quiere matar a Ailanthus y quiere sernos útil. Y se supone que puede entrar en la base, de ahí lo del localizador. Caigo entonces en la cuenta, haciendo un sonido de decepción. - Mago...¿no? por eso tiene acceso a la base. Y puede que por eso Javert no dijese nada de él, por vergüenza. - son puras elucubraciones, pero podría encajar. Tener la localización de la base no es un mal comienzo, aunque ya tuviésemos idea aproximada del sitio. La vieja cabo está algo perdida al respecto, así que le hago un resumen rápido de situación.

- Queríamos usar ese preso como caballo de Troya, pero ya no va a ser posible. Sin embargo...el tal Mike puede servir al respecto. Nada mejor que alguien cegado por la rabia. Hará lo que le digamos con tal de llegar hasta Ailanthus. Y no queremos incentivar a los renegados a salir. - corrijo lo del incentivo, más bien sería por castigo. - queremos obligarlos a salir de allí. Los que queden dentro morirán intoxicados, los que salgan fuera caerán como moscas. Yo propongo darle a Mike un gas tóxico que pueda introducir en la base. Cualquier edificio grande tiene conductos de ventilación, que lo use ahí. A partir de ese momento tendremos el caos buscado. Pero tenemos que asegurarnos de que no nos traicione, como ha hecho Rybar. En caso de que quisiera traicionarnos ...necesitamos encontrar algún tipo de chantaje emocional. - si tan emocional es el chico seguro que eso es lo que mejor funcionará. Con ese punto resuelto podemos pasar a la siguiente parte, y tal vez última.

- Bien. Una vez fuera, el ataque al exterior. Habría que cercarlos para que no puedan largarse, los centinelas ya deberían estar allí. También debería haber algún avión, en esa zona solía haber horribles reptiles gigantes...más conocidos como dragones. Y francotiradores escondidos, los blancos asustados son fáciles de acertar. Por mi parte eso es todo. Propongo realizarlo con la mayor brevedad posible. Han tenido demasiado tiempo para prepararse desde que prometimos nuestra revancha.

"mentira, tu que te vas a alegrar de verme"

pienso ante la respuesta de robb, ni de coña. No, que no cuela. Cojo el vaso y la botella de agua y la relleno y bebo muy mucho. Resaca? Puede ser.

-Rybar no cumplio tu plan? Lo lamento, Robert. Recibirá su merecido. Un momentito.... - si por fortuna aun llevaba el chip, me dedico a sacar mi tableta to maja de ultima generacion, que ahi controlo yo muchas cosas. Meto mil claves y mil cosas muy jodidas para acceder al sistema que me permite controlar los chips a distancia y seleccionar el numero de serie del chip de Dvorak. Le daria una descarga bien potente, de estas que te pueden dejar mas muerto que vivo....

-Bueno, hecho.

Escucho con interes las andanzas de Rob, que por lo visto habia recibido una interesante visita...todo me suena muy inverosimil pero con mi tableta me pongo a surfear en los archivos de informacion que tenemos disponibles.
-Ya, Mori, pero te has fiado demasiado rapido de ese niño furioso. Y si descubre la verdad? Y si cree la version de Ailanthus? Podriamos perder el unico cebo bueno que tenemos.

Escucho a Gwen que expone sus dudas sobre el asunto y el modo de introducir alli una bomba que los forzase a salir.
-Una maquina. Eso podria ser buena idea. Un...cyborg en fase de pruebas? Los magos aun no se han enfrentado a ellos. Pero ellos tendran puertas, y contraseñas como nosotros tenemos. Tiene que entrar ahi por las buenas. Esa es la via rapida.

Escucho el plan de Morgana, que me parece bien a salvedad de lo que le aclare a Mori anteriormente. Que el otro podria darse cuenta y cambiar de parecer. Habla de chantaje emocional...y yo sigo indagando. No hay nada sobre un tal Michael Javert en los archivos de Frederic, pero si aparece una esposa. Y...un hermano. Sonrien mis labios y mis ojos tras mis gafas mientras giro mi tablet para que todos puedan ver una foto de archivo que encontré de la esposa.

-Angela Scott. Si ese niño dice ser hijo de Frederic, puede que esta sea su madre. No tenemos por qué fingir ser sus amigos, Robert...no te ha funcionado con Rybar....si el chico se niega a hacer lo que le pides, simplemente, amenázalo con ella. -bebo un poco de agua. -Obviamente, no pensamos hacerle ningun daño a la señora Scott, pero eso el chico no tiene por qué saberlo. Eso respecto a la primera parte del plan. Los asuntos militares se los dejo a las mujeres aqui presentes que son las expertas en ello.

Después de los protocalarios y estúpidos saludos con mis camaradas, ya estábamos inmersos en lo verdaderamente importante. Lo poco que confié en Rybar no fue buena idea, escucho en silencio las opiniones sobre el blood keeper. De todas maneras Rybar es lo de menos, un individuo al que los mismos suyos han abandonando, manco, sin recuperar de las torturas y con un micrófono en a saber qué parte de su cuerpo. Cualquier movimiento en falso y sería aniquilado pero ahora mismo era el menor de mis problemas para con el gobierno. Lo que más me enfurecía era que hubiese desvelado que tengo una hija, pero en fin... Le hago una mueca de placer a Andreas mientras se encarga de ''darle su merecido'', supongo que le daría una descarga al chip, por mí como si lo mata. Gwendoline parece algo desorientada en algunos temas - nomal- con los que no me apetece perder el tiempo. Sin embargo es Morgana, la que parece ponerla al día.

La escucho atentamente, es una tía lista. A Andreas también, tanto dentro como fuera estarían perdidos. Le doy vueltas a lo del chantaje emocional, poco podíamos hacer si Mike no se agarraba a algo más que a la venganza de Javert. Espero unos rato pensativo, pues Mike parecía más valioso que Rybar. Y por fin hablar Andreas. - Bien. Contactaremos con esa mujer. - quien dice contactar... dice 'detenerla' amablemente hasta que se empiece a resistir. Si Mike no se movía de la base como hasta ahora todo saldría bien. Retomo la pregunta sobre Mike de Andreas de la que había pasado olímpicamente- Tenemos que esperar hasta recibir una señal de Mike Scott por si ha encontrado a Ailanthus. Si lo hace iremos por las malas para sacarlos de allí, prepararemos esa máquina y esos gases tóxicos, los débiles morirán allí, los aptos para luchar saldrán a la superficie donde nosotros les esperaremos, con todos nuestros recursos.- apoyo mis brazos en la mesa. - Por las malas, si Mike cree a Ailanthus... le llevaremos a saludar por última vez a su madre.

Fue Morgana quien me puso al día. Valoré aquello positivamente: Los ministros parecían desatenderse de los mismos desastres que ellos hacían. Nunca me habían parecido… útiles. No me gustaba demasiado que metieran las narices en los asuntos del ejército, pues más se aprendía en el campo de batalla que en sus despachos, tramando cosas. Y el desastre cometido con el tal Rybar era una muestra de ello. Así pues, la única solución fue encargarse de ello con… Alguna descarga. Máquinas. Cosas.

Morgana parecía especialmente enfadada con el fracaso. -No me gusta dejar caer el peso en personas que no pertenecen en si a la Alianza. Y mucho menos en prisioneros. La situación es demasiado radical y ellos mismos no valoran sus vidas. Muchos preferirían la muerte a traicionar a los suyos.- Si bien comprendía la presencia de seres mágicos en el ejército, no me acababa de agradar que de estos dependiera nada. Más me contentaría que los chipearan y los dejaran vivir, sin posibilidad de entrar en el ejército. Entonces las traiciones no serían peligrosas.

El hijo de Javert, aparentemente, era mago. -Si es así… No es una fuente fiable. Nunca lo será.- Prefería entrar directamente a las armas antes de seguir enviando magos a su propio lugar. -Si se descubre, será el segundo fallo. No serán los Renegados tan imbéciles como no armarse hasta los dientes o incluso despejar la zona para cuando lleguemos con las armas. Se deben estar oliendo el ataque. Nos pueden tender una trampa a nosotros…- No debíamos olvidar que, según sus cálculos, teníamos un ex-capitán con demasiada información sobre el ejército.

Andreas era el que más de acuerdo estaba con la posibilidad de la traición del tal Mike. Insistió en que debían entrar por las buenas. -Si han admitido a traidores de nuestro ejército, no debe ser complicado enviar un… Androide bien hecho a dar el pego como intento de refugiado. Y en ese caso habría nula posibilidad de traición. Entraría por las buenas, pues lo verían como una víctima, y allí podría hacer todo lo que quisiera.- No confiaba en las personas. Prefería herramientas y máquinas. Demasiados años en el ejército como para fiarme de magos y derivados. -Y a un androide podríamos ponerle gas tóxico donde quisiéramos.-

Pero ellos insistían en métodos sucios, chantaje emocional, contactar con su... Su madre. ¿La esposa de Javert? -... Eso puede desatar un escándalo.- Pero querían contactar con ella, y hacerla colaborar con el plan. Y si hacía falta amenazar al hijo con... hacer algo con su madre. Dañarla. No de verdad. Mori optó por esa opción, tras el silencio. -... Por las malas es un riesgo. ¿Y si Angela no colabora?- Era su hijo. Y no conocíamos a la mujer. Javert había desaparecido.

-Si el hijo es mago, ella tal vez lo sea. Javert no ocultaría tanto su vida personal si no hubiera algo más escabroso de por medio.- Entrecerré las manos. -... Me parece un asunto complicado. Tenemos la fuerza para entrar por nuestra cuenta, a las malas. Podemos acorralarlos. Podemos encerrarlos. Llevar allí dispositivos antidesaparición potentes, esperarles en la puerta de la ratonera... Tendrían que salir, quisieran o no.- Los miré a los tres. Seriamente. -Quizás será más lento, pero podríamos matarlos de hambre.

Observo a Andreas trasteando con su tablet para darle su merecido a Rybar, imaginando que la descomunal descarga lo deja más chamuscado que a un pollo frito. Esa imagen me hace gracia, no sé por qué, pero me imagino al mago quemado y echando chispas. El ministro apoya mi idea de sobornar si fuese necesario, aportando la idea de la madre del muchacho. Javert daba muy pocos datos de su vida privada, y ahora entiendo el motivo. Y tras decir eso deja en manos militares las cuestiones tácticas, aunque yo ya he dado mi punto de vista. Decido matizar un pequeño error de Andreas, a pesar de que la idea también me parece apropiada. - Supongo que te refieres a un androide, en vez de un cyborg. Los primeros son creados desde cero, los otros, en mayor o menor medida, son humanos con componentes cibernéticos.- el debate podría dar para mucho, incluido hablar de humanidad, temas morales y demás, pero no es lo que nos interesa ahora.

- Contemos también con esa posibilidad. Por primera vez en mucho tiempo tenemos muchos recursos a nuestro alcance, como un enfurecido traidor, la localización exacta del lugar y la posibilidad de introducir los mejorados androides. Si el hijo de Javert no consigue lo del gas que lo haga un androide, como dice la cabo. - la idea de un androide expulsando el gas tóxico por su culo sería también una graciosa muerte para los renegados. Graciosa y absurda. - Contactemos con el hijo de Javert, que acuda de nuevo con nosotros para informarnos de lo que hay. No necesitaremos de la colaboración de Angela a no ser que el muchacho haga algo que no debe. Me da igual que no colabore, silo hace será acusada de traición- respondo a Gwendolin de manera tajante, no estoy dispuesta a tener miramientos con la madre de un mago.

- Respecto a detalles de planificación de la batalla...podemos tenerla lista para dentro de una semana, aproximadamente. Los centinelas se posicionarán en primer lugar, para que nadie pueda desaparecerse y avisar con antelación. Después sólo será esperar a que comiencen a salir. Lo del asedio me parece demasiado lento. Y muchas veces la mayoría de asedios terminan por traiciones desde el interior, más que por quedarse sin víveres. - me pongo en pie para apoyar las manos sobre la mesa, mirando a todos los presentes para repasar el plan, por lo menos las líneas generales. Ya luego sobre la marcha habrá que incorporar alguna adaptación o cambio, siempre sucede.

- Recapitulando. Se pide al topo que regrese, con datos sobre el capitán traidor. Se le proporciona lo que sea que queramos introducir allí, gas o lo que sea. A nosotros nos beneficia y para él será su momento perfecto para la venganza. En medio del caos...¿quién se va a dar cuenta de un asesinato aislado?. Después esperamos que salgan a la superficie, al ver que no pueden respirar allí abajo. Tampoco podrán desaparecerse a otro lado, los centinelas esperarán fuera. Y después comienza la batalla en el exterior, en formación de pinza para que no escapen. Tenemos superioridad en armas, no debería ser demasiado difícil, aunque tampoco debemos subestimar al enemigo. Ya hemos visto lo que son capaces de hacer esos engendros. Eso es todo por mi parte. Cualquier detalle o cambio lo terminaremos de pulir durante estos días, comunicándonos entre nosotros. Descansen hasta entonces.- separo las manos de la mesa, volviendo a adoptar una posición erguida. Después me doy media vuelta, caminando hacia la puerta de manera resuelta. Van a ser días de muchos preparativos, pero me gusta la idea de la acción inminente. Abandono la sala de reuniones, marchándome después del ministerio tal y como vine, en jeep.

Escucho los comentarios y aportaciones de todos ellos, volviendo a tener la tablet en mi poder. La bloqueo mirando a Morgana con educacion cuando me aclara la diferencia cyborg-androide. Las valoraciones que hacen en conjunto tienen sentido, he de reconocer que de los cuatro, aqui yo soy el unico que no tiene experiencia militar. Eso es algo que sabemos todos pero no esta de mas que lo deje patente.

-Lo del androide a mi me parece un plan mas que aceptable...tengamoslo en cuenta. Deberia haber uno preparado. Por si acaso. En cuanto a los gases toxicos, mis cientificos han desarrollado varios, muy efectivos,con gran persistencia en el ambiente y funcionalidad en recintos cerrados. Su velocidad de expansion es asombrosa en atmosferas poco movidas y subterraneas. Terminaron su formulacion quimica tras el asalto sufrido a los campos.

Escribo unos numeros de telefono en unas tarjetas y se las extiendo a Morgana, Robbert y Khalil. Son los numeros de telefono que tendrian que marcar para contactar con dichos cientificos.

-Os entregarán el gas que pidais al instante, si lo pedis vosotros, claro está. En cantidades suficientes

Morgana recapitula y decide marcharse ya tras dejar las ordenes dadas. No parece que yo tenga mucho mas que hacer alli, la verdad. Como Ministro de Salud Pública aportaré las armas quimicas que necesiten. Le doy vueltas a lo otro que dijo Khalil, sitiarlos y hacerlos morir de hambre.

-Para ello, deberias asegurarte antes de que todos estan dentro de la ratonera. No es mala idea, pero ellos no estan siempre adentro.

Mire mi reloj y di una palmadita sobre la mesa, poniendome en pie. Ajusté el botón de mi traje y los miré a ambos.
-Sea como sea, hay que apresurarse. No creo que lo de Rybar los deje indiferentes. Estarán con la mosca tras la oreja. Debemos ser rapidos y fulminantes. Llamen a esos telefonos, de verdad, no les decepcionarán.

¿Que mas podiamos hacer? Factor humano versus factor maquina. Por mas que me gustase trastear con las personas y convertirlas a nuestra faccion, no siempre podias confiarte en ellos. Los chips del cuello habian quedado obsoletos. Era hora de dar un paso mas..de avanzar mas alla en el control de la magia y sus portadores. Yo ya tenía algo en mente.
-Mi departamento está a su entera disposicion para lo que necesiteis. Me retiro, avisadme para cualquier cosa que necesiteis. Pondre mis recursos economicos a vuestra disposicion si necesitan nueva maquinaria de guerra, los asuntos militares los dejo a soldados y veteranos con experiencia como vosotros.

Dicho esto, me despedi con un educado gesto de mi cabeza y una ensayada sonrisa en mis labios. Los laboratorios me aguardaban asi como las tareas de supervision. Marché de aquella sala, y posteriormente, del edificio.

La situación se me volvió un poco incómoda, la nueva cabo tal y como me imaginaba tenía cierto reparo en nuestros métodos sucios, en usar a seres mágicos... sin olvidar el momento de desecharlos. Como yo ya expuse la base de la que partiríamos dejo en silencio que los demás lleguen a un consenso. He de reconocer, aunque no lo manifiesto, que la idea de introducir un androide con gases tóxicos me atrae más y es más eficaz que confiar en Mike. Al menos esta vez, le daría un voto de confianza a una de esas máquinas.

Del resto de la conversación solo tomo apuntes en mi tablet, algunas cosas incluso las modifico. Por ejemplo, Morgana espera que sea el propio mago el que introduzca el gas en la base renegada, si el chico se negaba o se arrepentía... era un riesgo a corto plazo iba a permitir a menos que Mike mantuviese esas ansias de venganza por encima de sus compañeros renegados. De lo contario el gas lo metería allí un androide, pacíficamente o a la fuerza, con el gas que Andreas ofrece. Si dar tiempo a despedidas mucho más largas, Morgana se va de la sala con el plan zanjado.

Lo demás fue pura palabrería que ya ni siquiera escuchaba con falsa atención. Comencé a tomar notas de lo hablado recostado en mi sillón, cuando me quise dar cuenta Andreas también se había ido. Me dirigí a la nueva cabo fulminándola con la mirada. - ¿Y bien? La ofensiva ya está preparada. - una forma sutil de decirle que se fuese a prepararse. En una semana a más tardar estaríamos a las puertas de la base renegada.

No me acababa de gustar el sendero que tomaba aquella reunión, no al menos en lo de confiar en Mike. Y emplear amenazas hacia la madre de este, aún fuera una maga. Era un plan problemático ya en el sentido de que, en caso de fallar, podría conllevar graves problemas. Por una parte podríamos perder el gas que diéramos a Mike, en teoría letal y de gran expansión, que tal vez emplearan luego en lugares similares… Como la base. Por otra parte amenazar a la madre de ese niño significaba meterse con el capitán Javert. Y este había sido admirado por gran parte del ejército. Y sabía que Morgana necesitaría tiempo antes de ganarse la confianza de todos ellos, pues la diferencia es que Javert siempre había tenido gran aprecio y atención a sus soldados. La rubia amaba la humanidad, de eso estaba segura. Pero no se manifestaba como una capitana atenta a sus “retoños”.

Poner en peligro la vida de Angela podría abrir una fisura tremenda en un ejército ya desorientado. -Emplear el androide debería ser segunda prioridad. Amenazar a Ángela la tercera.- La idea había tenido cierta aceptación y aquello al menos me calmaba. La batalla quedaba planeada para una semana. A Morgana, la idea del asedio, no le gustaba. Aunque siempre era un último y considerable recurso en caso de que lo otro no funcionara. Tal vez nos presentábamos con el ejército entero allí y… No habían ni gases dentro de su base, ni gente allí dentro. No debíamos olvidar que tenían sus formas de conseguir información.

Y Andreas hacía hincapié en los buenos gases de algunos de sus científicos, con tarjetitas y todo. La miré. Cuando llegara a la base tendríamos que asegurarnos de trabajar aquello, igual para emplearlo por máquinas especializadas en puntos concretos, iniciado la batalla. Y Andreas me recordó que nadie nos aseguraba que estuvieran todos dentro… Considerando aquello miré a la tarjeta, pensativa. -Por supuesto no estarán todos dentro. Aún consiguiéramos, por ponerlo así, una victoria absoluta, hay que contar que a diferencia de nosotros… No son un grupo cohesionado. Muchas razas y muchos ideales. Acabaremos con uno de sus mayores núcleos, pero no con todos.- Quizás en lo que encontraba que Morgana fallaba más era en subestimar y despreciar a los seres mágicos. Verlos como animales no era la solución, pues ellos también sabían pensar, hablar y planificar. Y reunirse y… Todo eso.

Y como toda sociedad no estaba unida ni cohesionada. Lo cual era un problema y una ventaja. Morgana hizo un largo repaso del plan. Negué levemente con la cabeza al escucharla. Había aprendido a temerme lo peor y me había dado una actitud pesimista. Lo peor de todo aquello era que, arrinconados, solían combatir mucho mejor. Por miedo. Por desesperación. Y eso causaría demasiadas bajas hacia nosotros. Se despidió ella y el otro, tras manifestar que pondría recursos de ser necesario, también.

Robert, que quedó allí, me dirigió una mirada que poco bueno auguraba mientras me instaba de no muy disimulada forma a salir. Le sonreí como si fuera solo una ancianita de esas que se dedicaban a hacer punto día y noche. -La edad, querido Robert, la edad… Tengo que avisar a las piernas de que quiero levantarme unos minutos antes.- Estaba probablemente en mejor forma física que él. -Y estaba… Pensando. Perdone usted.-

¿Tenía miedo? No. Había luchado demasiado. Cientas de batallas. Y había perdido lo suficiente como para dejar de valorar tanto las cosas. Por eso había caído, en cierta parte, a los vicios fugaces. Bares, amistades de una noche, borracheras que te llevaran a olvidarlo todo y ya. Ya poco me importaban los compañeros de bebida y de otras cosas. Mientras siguieran habiendo tendría algo que hacer con mi vida. Pero había aprendido a reemplazarlos con facilidad… Y vivir con ello. -La ofensiva está preparada pero los soldados no. Una abuelita como yo debería poder motivarlos a cualquier cosa, sin embargo. Así que es hora de marcharme…- Si bien hablaba con dulzura en mis ojos no ocultaba la fiereza usual. No era, ni de lejos, lo que algunos creían de mi. Morgana y yo nos parecíamos más de lo que quisieran creer. -Nos veremos en una semana entonces. Cuento con vuestra presencia.

Al fin y al cabo él sabía combatir. Y con esas palabras y “sutil invitación” fui de vuelta a la base. Mucho trabajo...

Una vez dejo a Gwendoline que se vaya de la sala de reuniones, me levanto recogiendo mi tablet y mis papeles y me marcho al despacho en completa soledad, incluso sin Miles. Allí me pongo a revisar más mapas, aunque me interrumpe un mensaje que proviene de la guardia de hospital. Ha habido un intento de asalto que por el momento no ha ido a más, nada importante. Tras resoplar, decido que por ahora sólo aumentaré la guardia en algunos soldados más y punto. No estamos para desaprovechar centinelas ni maquinaria, al menos no en esta próxima semana.

Un 'pi pi pi' resuena con más fuerza en mi despacho, activo en la tablet la aplicación para comprobar que tipo de mensaje me requería con tanta insistencia. Eran de la unidad de comunicaciones, un portador de un chip comunicador, el hijo de Javert, confirmando la presencia de Ailanthus en la base renegada. Aguardé unos segundos mi respuesta hasta que activé mi micrófono. - ¿Javert? Me alegra escucharle, diríjase a la base del ejército, le estaré esperando en el despacho del capitán general.

Sí, allí era donde quería entrevistarlo a solas, en el despacho de su padre. Recogí una vez más mis pertenencias básicas y una pistola, para dirigirme a la base militar antes que Mike, y dar orden de que le dejaran pasar.

Aparqué mi coche frente a la entrada del ministerio de Robert. Nadie me cortó el paso tras unas breves identificaciones. Iba en todo momento con el telefono pegado a la oreja.

Los centinelas se habian retirado ya de las calles y cienagas. Algunos se habian retirado antes de morir. Gwendoline entre ellos. A Morgana se la vio por vez ultima cerca de la cueva de la desesperacion, donde segun los ultimos datos de los centinelas, se reunian una gran cantidad de seres magicos entrando y saliendo. Los bombardeos no los habian frenado.

-Que lleven los restos de Mori al hospital. Nada de prensa ni de fotos! Que quieres que sean los titulares de mañana? Vamos Shally! Que me da igual que seas Shelly! Si, ahi los restos. Aja, que vayan organizando un entierro oficial.

Entré al edificio aquel, le colgué a mi secretaria y llamé a la vieja del Ministerio de La Verdad, Ruth. Pero estaba comunicando. Me cagué en su santa faja y llamé entonces a sus mandados directos.
-Hola, que os den por culo.

Y colgué.  Luego me acaricié la barba mientras llamaba al ascensor. Habia vuelto a ponerme la chaqueta de mi traje. Había muchos soldados muertos que de algun modo querriamos recuperar y enterrar. Era lo que se hacia por respeto a sus familias. Llamé nuevamente a la base del ejército.

-Los centinelas han dado las coordenadas de los magos, de la cueva donde se refugian. Si hay alguna oportunidad....cuando haya alguna unidad disponible atacadlos. Morgana Wolf está alli. Ya, ya se que debe de haber quedado bajo minimos. Pero es vuestra Capitana.

Colgué otra vez y llamé al director de servicios de rescate. Le pedí que organizasen a sus operarios para ir a recoger a los cuerpos de los soldados caidos. Eran un organismo pacifico. Portarian la bandera blanca. Pero igual tocaba negociar con los magos para que no los agrediesen.
-No vayais aun, la batalla está demasiado reciente. Os informaré-fue lo  ultimo que dije antes de colgar, y otra llamada. -Si, eh....Shelly, cariño? Organiza una rueda de prensa para mañana a la hora del té. Y por favor no dejes que Putin III se reproduzca con su hermana. Es grotesco.

El ascensor llegó hasta el despacho de Mori y me abrí paso entre sus trabajadores. Bueno, iba a hacer falta un sustituto, y obviamente no iban a haber muchos momentos de paz para unas elecciones muy tranquilas. Miré la cantidad de fotitos familiares que tenia ahi y agarré una. La cria pelinegra con cara de loca. Los Centinelas habian enviado imagenes de la que se paseó con su cabeza por ahi. Y eran...ciertamente similares. Ya decia yo que esa carita la habia visto antes. Dejé las fotos y saqué algunos dossiers de una carpeta que traia conmigo, y luego mandé un par de mensajes. Me sonó el busca y me extrañó ver que era Morgana. Lo descolgué y escuche al elfo del otro lado.

-Hola cariño.

Asi que él tenia a Morgana. Iban a usarla de algun modo, eso quedaba claro.

-Ajá, si, hemos perdido, ¿que quieres que te diga? Clap clap, buen trabajo chicos. - se pone a amenazarme, a decir que se vengará por lo del drow viejales. Eh, que a mi ese me caía bien, me divería disertar con él. Y que sabe mucho mas de mi de lo que creo. Miro la botellita de whisky de Robert que habia encima de la mesa y le pego un trago. Que sabia de mi? Debilidad por el alcohol, algun que otro caso de corrupcion y trapicheo economico...en fin, torres mas podridas han aguantado, no? -Pues suerte.

"no estoy solo, tengo a mis hamster rusos"

-No me asustas, mi pequeño ejecutor, si eso es lo que pretendes. En tu cuerpo hay mas de los Campos de Concentración de lo que aun crees. Pero te fuiste tan rapido que no me dio tiempo a decirtelo....-verdad? Mentira? Bueno,  un poco de incertidumbre para vengarme por sus amenazas no le vendria mal.

Aparté un poco el altavoz de mi oreja cuando alzó la voz y se puso a gritarme, y luego me meti un dedo al oido. Por dios que pulmones. Daba un poco de miedete oirlo ahi al otro lado del auricular tan cabreado.
-Has terminado de gritar ya y de amenazarme? -me senté sobre la mesa de Robert como una colegiala hablando por el movil. -Vale, porque yo tambien tengo que deciros algo. Vamos a mandar a los trabajadores de salvamento, los cascos blancos, a recoger a los soldados muertos para que sus familias puedan enterrarlos. Cuando se despeje el campo de batalla. No habrán mas disparos, y espero que por vuestra parte tampoco los haya. Son civiles inocentes los que trabajan en esos levantamientos de cadaveres y no van armados. Demostraréis civismo en ese aspecto? -si algo teniamos los politicos orgullosos, es que no nos arrepentiamos de nada, ni mucho menos de nacer.

Me dediqué a escuchar a Ailanthus, sentado yo en la mesa de Robert, con un brazo cruzado que me servia de apoyo para el otro brazo del comunicador. Miraba al techo con las cejas alzadas y los labios fruncidos cuando me contaba sus historias sobre qué es lo que necesitan los soldados y lo que no.

-No sé que es lo que necesitan Ailanthus, tu eras su capitán. -tono amistoso e ingenuo en mi voz.

Sigue amenazandome y me quito mis gafas tintadas para limpiarle las huellas con mi camisa, sujetando el comunicador ahora con mi hombro. Si, escondía algunas cosas, nada que me diera miedo que saliese a la luz.
-¿Qué es esto, la pataleta de un hijo pródigo? Pues cuando vuelvas, no te voy a tener la sopa en la mesa. -negué con la lengua como quien reprueba a un hijo pequeño. -Y deja de gritar por favor, no quieras quedar como la loca de los gritos en esta conversacion.

Percibí el silencio de su duda, y sonrei al otro lado del telefono. Le pegué otro lingotazo a la botella de whisky. Mal hábito, el mio. -¿Yo? No hablo absolutamente de nada.

Otra vez con la historia de que habian vencido. Que si, que habia quedado claro. Mientras hablaba con él consultaba otros mensajes que me iban llegando...habian retirado ya los restos de Robert Mori y los trasladaban a la morgue del hospital. Los centinelas desactivados estaban siendo retirados tambien y devueltos a la base militar. Cuando empezó a decir cosas que me interesaban otra vez, como las condiciones del levantamiento de cadaveres, volvi a prestar mas atencion.

-¿48 horas? Mnnn.... -no es lo que habria pedido, pero bastaba. -Me parece logico. No habran agresiones de ninguno de los dos bandos.  -Pongo cara de "ya lo sé" en plan marido aburrido cuando lo tienen mucho rato al telefono por eso que dice de que a la opinion publica no le molará que no los recojamos. -Ya, y a vosotros os conviene dejar que lo hagamos en paz.

Pero me entra un ataque de risa muy gracioso cuando me dice que respeta a los soldados. Cuando consigo controlarlo....
-Oh Ailanthus, pequeño hipócrita.... ¿Los respetas mientras los matas o dejas que los maten? Hazte un favor y deja de hablar de ese modo.


Me da un poco de asquete y aprehension cuando empieza a hablar de ahogarme en sangre y tal, que bien sabe que le tengo fobia. Intenta ponerse siniestro para darme miedo. No me da miedo oir hablar de sangre, es mas verla y esas cosas.
-Vamos, no es justo meterse con las fobias de la gente! Estoy intentando superar mi miedo a la sangre . ¿Pero tu como vas con eso de superar tu miedo a perder seres queridos? Ishh...un asunto escabroso ese, no? Por cierto, tengo que colgar. Veinticuatro horas para vosotros. Las veinticuatro siguientes para nosotros. Ha sido un placer, espero que volvamos a hablar pronto.

Y colgué. Guardé el comunicador y saqué mi telefono movil.
-Ponedme con Toph Abagnale. - tan pronto como me dan linea con ella, empiezo a hablarle. -Soy el Ministro Andreas, ¿que tal la tarde? Jodida imagino. No se si estas al tanto de toda esa...ese pedazo de mierda de la batalla. Necesito a alguien que vaya con los cascos blancos a supervisar el levantamiento de los fallecidos dentro de veinticuatro horas. Todo pacifico, supuestamente. Si necesitas mas datos dirigete al Ministerio de Seguridad.

"ya, ya se que no es el mio, estoy en plan okupa"

Pasadas varias horas en las que casi fulmino el minibar del difunto muerto valga la redundancia, como no obtenia informaciones sobre nuevos movimientos marché de alli para ir a supervisar el siguiente puesto.

Un autobús urbano circulaba por la calle con bastante normalidad. En una parada en concreto, el conductor anunció que aquella era la ultima parada, aunque no lo fuera, e hizo bajar a todos. Hubieron protestas, si, pero el conductor puso excusas.

Puso el cartel luminoso en "out of service" y se caló la gorra de trabajador con una mueca de incomodidad. Era un dia lluvioso pero aun asi, Joe K. Stain llevaba sus gafas de sol. Ese dia se habia levantado, habia desayunado, se habia puesto el uniforme de conductor y habia salido de su casa.... pero no habia llegado a subirse al autobús. No él, al menos.

Su chaqueta azul marino me quedaba un poco justa de los hombros. Pero por lo demás, no eramos tan diferentes....

Seguí en la parada, tras comprobar que no quedaba nadie en el bus eché un vistazo a las maletas que se habian dejado en la parte del equipaje.

- Vaya. Que descuidados.

Por fortuna, Thalos Draven sabía cuidar muy bien de aquellas maletas, e iban bien atadas para no sufrir bruscos golpes. No podria devolverselas, eso si.... Sonreí y me fui al asiento del conductor. Chipeé el GPS y el sistema de conducción autónoma. Esta vez, no me habia conformado con robar una triste furgoneta..... Introduje el destino y activé una cuenta regresiva, aunque sabia que probablemente, lo hicieran volar por los aires al cruzar el perimetro sin permiso , antes de que pudiese hacer boom por su cuenta. Pero seria algo grande, eso sin duda. Bajé las cortinas de las ventanas del bus para que no vieran si habia gente dentro o no. Quiza asi se lo pensarian dos veces antes de volarlo por los aires....

Entonces, el bus se puso en marcha. Me bajé de él con naturalidad cuando aun estaba arrancando, y la puerta se cerró. El bus siguió sin problemas la ruta que le habia introducido, mientras yo caminaba en direccion contraria, el vehiculo iba directo hacia el edificio del Ministerio de Paz. Dos minutos, lo tenia calculado.

No pude evitarlo. La curiosidad me agobiaba. Me detuve en un escaparate de tabaco a mirar, y medio minuto despues se oyeron saltar las alarmas del ministerio. Sonreí medio segundo y luego hice lo que todos los demás: mirar en aquella direccion.

Se oyeron disparos, advertencias, y luego una gran explosion. Por el tiempo transcurrido entre una y otra, deduje que habian disparado un buen proyectil al bus antes de dejar que los explosivos que habia preparado estallasen.

- Muy mal...y si habia civiles dentro...?

Aun asi la explosion fue digna de oir y, al poco, la columna de humo negro se alzaba entre los grises edificios londinenses, azotados por aquella lluvia tenue y cansina. Mucha gente se las piró, se iban en direccion opuesta. Oi murmullos de curiosidad, otros de odio, otros de hartazgo.... tomé buena nota de todo aquello y me alejé del lugar, sin haberme desprendido de la gorra ni de las gafas de sol. Ni por supuesto, de la tarjeta identificativa de trabajador en mi pecho. De lo cual me alegré al ver las camaras que habian en las esquinas de cada calle.

Poco tiempo pudimos dedicar Jed y yo a eso de emborracharnos en los bares, pues los ejecutores están prácticamente esclavizados a todas horas. Todavía sigo con la idea de mandarlos a todos a la mierda, lo que no sé es cómo y cuándo hacerlo. Por ahora intento aprender el oficio de parte del ejecutor con el que voy, aunque básicamente consiste en hacer el mismo trabajo que antes, pero siendo tratado como escoria, sin cobrar y sin días libres. Ahora resulta que han dado el aviso de que han atacado el Ministerio de la paz con un autobús, así que acudimos allí para investigar lo ocurrido. Caos, fuego, destrucción...y gente confusa que piensa que ha sido alguien de raza humana. Los detectores de magia no saltaron por ningún lado.

También nos están llegando informaciones de que un grupo de atacantes que estaban en Hyde Park se han teletransportado hasta aquí para atacar, pero aquí no llega nadie ni hay ningún incidente. - Estos soldados rasos son unos gilipollas.- mascullo mientras guardo el comunicador por el que ha llegado el mensaje, mirando a mi alrededor como un depredador, rifle en mano. Por más que investigamos el lugar no vemos nada. Aquí ya estamos demasiada gente vigilando el edificio, así que mando a Jed otro mensaje por el comunicador diciendo que voy a investigar por otra zona cercana. Nuestro inspector parece estar de vacaciones, no ha habido órdenes específicas por su parte. Abandono el lugar junto a unos cuantos soldados, ampliando el perímetro de búsqueda.