SECTOR V: Laboratorio y Enfermeria

Habia corrido como un loco, sin estar ni si quiera seguro de que debiera separarme de Vor y de Roac, que en cierto modo me anclaban a la realidad, y lo habian estado haciendo hasta el momento que los perdí de vista. Ruego internamente, rezando incluso, para que no les ocurra nada. El sonido de aquel reactor me habia puesto aun mas nervioso, pero recuerdo a la perfeccion el camino a los laboratorios....

FLASHBACK:

Se me escapa una risa de nerviosismo al comprobar que han cambiado los escaneres de retina cuando paso junto a unas puertas, que ahora habian mas cosas, mas medidas de seguridad. Me sorprendo al encontrar esta zona abierta. Y sin vigilancia. Llego al interior, está relativamente vacía. Es más amplia de lo que la recordaba, bastante más. Pero ahora no siento miedo, la adrenalina se ha encargado de ello, solo ira y ofuscacion. Enfado.

El otro me habia gritado que me esperase y solo cuando llegué aqui me detuve. Me paro, irguiendo mis hombros, alzando mi menton. Habia vuelto.
-Dyospiros. Encantado de conocerte, hermano mayor....

"cuantas veces habia imaginado como serias?"

Susurro mi nombre, mi voz no se quiebra. Al contrario que él, mi consciencia, por asi decirlo, estaba absolutamente tranquila, pese a ser la de un asesino. Yo habia gritado. Habia sangrado y habia matado, pero nunca cedí ese pequeño reducto de mi mismo que era mio y solo mio. ¿El lo habia hecho? Nuestra integridad vale tan poco, pero es todo lo que realmente tenemos. Es el último centímetro que nos queda de nosotros. Y si guardamos ese centímetro… Somos libres.
-¿Para matarte? ¿Cuales han sido tus pecados para que deba hacerlo? ¿Hasta donde estás implicado con esto? Capitán del ejército? Mano derecha de Frederic Javert?.......Si...creo que deberia hacerlo....

Hablo vocalizando en ingles, con un acento fuerte, se nota que estoy sujetando la ira tras mis dientes.
-Riddah está muerta. -explica un poco lo que le ocurrio, suena bastante creible teniendo en cuenta la sociedad en la que viviamos. Pero es esta mucho mejor?


Lo miro incredulo cuando menciona aquella anecdota que le contaba a un amigo suyo. ¿Como creerlo? Acaso debo? Puede estar intentando engañarme.
-Si, muchas vueltas. Me temo que es tarde para ese tipo de cosas. Éstas espadas ya no son de juguete.

Y sonrío de lado, espada y daga en mano. Me giro con brusquedad clavando la espada en un panel de algun aparatejo medico, y con la daga destrozo otra pantalla y unos teclados. En la vuelta del giro corto varios cables y derribo bastantes goteros, me encantaria destrozar ese sitio hasta los cimientos. Ojalá poseyera mayor poder de destruccion.
-¡ESTE SITIO! Tu debiste estar aqui, pasar por esto! Como demonios permitiste que te hicieran lo que hacen?! COMO?! Trabajas para ellos? Comes de su mano? Nos odian!

Arrojo mi daga girando hacia él, pero con la suficiente punteria para que no se le fuese a clavar en el craneo, si no que le pasara al lado del rostro tan solo lo suficientemente cerca como para producirle un corte en la oreja. Mi daga acabaria clavada en la pared de enfrente. Estoy furioso con él, pero no puedo matarlo sin mas....

-Por casi un año pensé que moriría aqui. Pero...los chips de la muñeca son demasiado fáciles de quitar.- me remango el abrigo, mostrandole una fea cicatriz en al cara interna de la muñeca. Seguro que no fui ni el primero ni el ultimo en hacer aquello. -Sorpresa. Veo que tenemos algo más en comun.

Actúo de la mejor manera posible. Tenerlo ahi delante, mi hermano, del bando que tanto sufrimiento nos habia infligido, y ademas siendo un pez gordo....en este sitio que tantas pesadillas habia producido.
-No te interpongas en mi camino, Ailanthus.... no en ésto.

Y él se reía como un condenado diablo. No sabía a cuento de qué venía. No sabía qué ocurría. Solo era consciente de que no tenía ni idea de qué hacer con él. Si luchar. Si no luchar. ¿Pero es que acaso tenía opción? Él mismo había decidido pararse al estar en aquella zona, en aquel pasillo, con sus aparatos médicos… Con una expresión más orgullosa se giró y se presentó. Dyospiros. De entre todos los nombres… Me reí un poco yo, apresurado. -¿Sabes qué significa tu nombre?- Rebusqué en mi bolsa un objeto que siempre llevaba. Ya no tenía ni hojas ni frutos, solo era un palo totalmente seco, con casi un siglo de antiguedad. Se lo arrojé, sintiendo que me desprendía de parte de mi pasado al hacerlo. -De pequeño, mi… nuestro padre compró unos caquis a un mercader ambulante. Dyospiros es el árbol… Y… De entre todos los nombres, te tuvieron que llamar así… ¿No es curioso?- Quería reír. Descojonarme. Luego llorar. No estaba seguro.

Esperaba que no rompiera aquel palo. Lo había lanzado hacia él como si no me importara, pero… Era el recuerdo más antiguo que guardaba de mi pasado. Hizo un repaso de mis cargos, de todo lo que había hecho, de quién era, de todo lo que sabía. -He matado a gente. He condenado a otra tanta a estar aquí.- Añadí. A diferencia de él, mi acento era prácticamente inexistente. Un inglés refinado y muy buen cuidado. Había tenido casi treinta años para aprenderlo. Pero lo siguiente que pronunció me hizo cambiar aquella tranquilidad mía por una expresión de terror. ¿Riddah, muerta? -No.- Mascullé entre dientes. En los últimos años había empeorado la relación, pero… Siempre había sido una buena hermana. Recordaba haberla visto crecer. Ya no debía ser una cría, pero… Me llevé una mano a la boca. Muchas veces, sobretodo cuando era más cría, le contraba historias, me la llevaba a curiosear conmigo cualquier cosa que pudiera resultarnos interesante, me encargué de muchas cosas… La cuidaba cuando no estaban nuestros padres en casa, y le decía que yo le protegería de las otras drows malas…

… Y estaba muerta. -¿QUIÉN LA MATÓ?- Le grité repentinamente. ¿Y qué me importaba? ¿Me iba a vengar, a aquellas alturas? ¿Iba a volver a las cuevas para cortarle el pescuezo a alguien que probablemente ni la recordara? No… Y sí. Él me lo dijo. Era demasiado tarde para ello. Para todo. Lo que teníamos allí eran aceros, de verdad. Yo un brazo mecánico y una pistola y él una espada y una daga. Con la que empezó a destrozar allí el equipamiento… Algo dentro de mí quería que se comportara así. Deseaba yo también destrozar aquella puta enfermería. El resto me daba igual. Pero la detestaba con todo mi ser, y así él me lo recriminó, a gritos, furioso. Me asaltó con una serie de preguntas… -¡YO VINE AQUÍ VOLUNTARIAMENTE!- Le respondí con los ojos encendidos. -¡ELLOS NO ME HICIERON NADA DE ESO!- Mentía. Mentía demasiado, cada mentira me pesaba tras mi espalda, pero debía jugar a eso…

Me arrojó la daga y por unos segundos creí que me iba a matar, pero o no acertó o no quiso matarme. Me llevé la mano a la oreja, en la que había sentido un ensordecedor sonido al pasar el metal alrededor. Sangraba. Le miré con los ojos muy abiertos, sacando la hoja del brazo. Pero sin embargo siguió hablando. Yo recuperé esa daga de mientras, escuchándolo. Me acabó de confirmar mis sospechas: Él había estado allí. Tenía una cicatriz, de las antiguas… Y me dijo casi con recochineo, “sorpresa”.

Que teníamos algo en común. Yo no tenía la de la muñeca muy marcada porque ellos mismos lo sacaron, o eso suponía. Pero había otra que sí… Agarré la correa del cuello y la corté con la misma daga que él me había tirado, guardando la hoja del brazo de metal. La arrojé al suelo y me bajé el reverso de mi chaqueta, para que pudiera ver el destrozo que tenía allí hecho. La piel arrugada alrededor de una herida deforme, casi agrietada, como si fuera piedra más que carne. Pero la cicatriz aún parecía viva. Nunca había acabado de curar. Y no parecía que fuera a hacerlo. No recordaba habérselo enseñado a nadie voluntariamente…

Me dijo que no me interpusiera en su camino. ¿Me estaba perdonando la vida? ¿Quería yo que me la perdonara? Mi nombre en su boca, me resonó en la cabeza. Ailanthus. Ya había dejado de serlo para la gran mayoría… Con una mirada extraña en los ojos decidí mi siguiente movimiento. Corrí hacia él con la daga en la mano, sin sacar la hoja del brazo, y fui a ponérsela directamente contra el cuello, aprovechando el otro brazo para poder coger su muñeca, para que no fuera a rebanarme con la espada. Apresurado, con un tono muy distinto al que siempre empleaba, le susurré en el idioma que ambos conocíamos mejor. O al menos se suponía. -Haz ver que te defiendes. Dame una patada en el pecho y coge tu daga. Arrojar… Arrójala contra la…- No había palabra en drow para cámara. -El ojo mecánico- Le hice un gesto hacia donde estaba, con la barbilla, muy sutil -Destrózalo y podré hablar como Ailanthus Sreysnah... O no me creas, lucha contra mí, y a todo lo que te enfrentarás será al perro de la Alianza.- Esperaba que me hubiera entendido, que fuera a colaborar con mi plan.

-Tú decides.

"¿Cómo que qué significa mi nombre?"

Mete las manos en sus bolsillos, y yo me pongo en guardia con la espada. A punto estoy de saltarle encima porque pienso que va a sacar otro arma pero saca un triste palo reseco. Atrapo el palo que me lanza al aire, con soltura, sin perder mi pose de guardia. Apenas miro el palo, dedicarle un segundo de atencion visual significaria dejar de mirar al contrario, y si ha usado eso para despistarme, va listo. Pero lo que dice es una anecdota cuanto menos...rara.

-¿me pusieron el nombre de un arbol frutero? Y tu guardabas los palos?

"....familia de locos"

Lo guardo, ya lo examinaria luego. Si es que habia un despues. Mi mirada se vuelve de odio cuando afirma que ha condenado a otra tanta gente a estar aqui. Ese en mi opinion es y va a ser el peor de sus pecados. Bien podria haber estado al tanto de mi estancia aqui y no mover un dedo por ello. O bien podia estar siendo sincero, sin duda sorprendido parecia .

"Pero de buenos actores esta el mundo lleno..."

-No lo sé, no se sabe. Alguien cercano a la familia. No me quede mucho tiempo por ahi para comprobarlo. -obviamente, teniendo en cuenta que ambos estabamos ahi hablando, en un mundo que no es el nuestro.

Me espeta que el vino voluntariamente, que no le hicieron nada de aquello. Sus ojos encendidos me hacen echar el tronco hacia atras levemente, y por algun motivo se que no está diciendo la verdad. O no se enfadaria tanto.
-No te lo crees ni tú.


Luego de ver aquello que hace con su correa y la herida que muestra, me reafirmo en lo que le he dicho. Se, por aquel articulo de periodico malintencionado, que los inhibidores ahora los ponian en el cuello. Ahi debia ser mucho mas doloroso y muchisimo mas dificil de quitar. Yo ya habia visto las estrellas cuando lo retiré de mi muñeca, y a mal que aun me temblaba más esa mano que la otra por todo lo que habia tenido que hurgar entre tendones y nervios.

Subitamente se abalanza contra mi. Interpongo mi espada para evitarlo pero agarra mi muñeca desviando mi arma, y la suya acaba en mi cuello. Ciertamente, pienso que va a matarme, hasta que me habla en drow. Lo que me pide...es algo facil de hacer. Levanto mi pierna con agilidad y le pateo, pero no en el pecho, si no en el estómago que jode mas. Y lo hago con mucha fuerza. Con mi mano libre arrebato la daga de su mano al tiempo que hacia lo otro, y la lanzo contra aquella camara que él me habia señalado. No se si eso sera suficiente.

Cuando lo pateo siento que practicamente se deja caer, no opuso resistencia. Nada mas verlo rozar el suelo mi bota pisa el brazo mecanico de su cuchilla, habia visto ese artilugio en accion hacia unos segundos, con intenciones de inmovilizarlo. La punta de mi espada queda peligrosamente suspendida ante sus ojos.
-¿Hay diferencias entre Ailanthus Sreysnah y el perro de la Alianza? Habla.

Tenía la agilidad típica de un drow, y así lo demostró al palo, al cual prestó más bien poca atención. Me lo miré con cierta decepción en mi mirada… Era un triste palitroque, sí, pero significaba demasiado para mí… Y me arrepentí. Me arrepentí bastante de haberlo hecho. Aunque al menos, no lo había roto en mi cara. Hizo un par de preguntas que no sabía si eran de curiosidad o de desprecio. Me tomé unos segundos para responder… Las memorias. -Es tradición familiar… ¿No sabes qué es un ailanto?- No era el árbol más noble y siquiera era frutero. -¡Ese palo antes tenía frutas y hojas!- Le respondí a lo otro, quizás un poco infantil. -No había visto algo similar en mi vida… ¿Qué querías que hiciera?- Pero todo eso ya había pasado, también. Todo era parte de algo que ya jamás volvería a recuperar.

Sin embargo no le sentó bien que hablara la verdad. No tenía razón para ocultar mis pecados. No existía nada que me motivara a mentirle en eso. Si me quería juzgar por ello que lo hiciera. Y nada más. Le respondí a su mirada de odio con una firme, no realmente orgullosa, como si no tuviera miedo alguno en reconocer la verdad. Lo siguiente que me soltó me hizo abandonar aquel porte y fruncí el ceño, furioso. -... No estamos ya para venganzas, ¿No crees? Pero… ¿Por qué ella?- Aún me frustraba imaginar a aquella niña siendo asesinada. Ya no debía haber sido una niña para cuando lo hicieran. Pero para mí siempre lo sería.

Eso me reafirmó en mi misión de acabar con mi raza de una maldita vez. Al menos con todos aquellos que perpetuaban esa violencia, cosa que también implicaría probablemente a mi hermana pequeña. Ya desde muy joven apuntaba unas ambiciones terribles, incluso por encima de Riddah. Siempre quería superarla… ¿Y si había sido ella la asesina? ¿Para quedarse como la única heredera? Él me vino a decir que ni yo me creía que no me habían tocado. -... Cree lo que quieras. Yo no hablo sin razón.- Que tuviera una razón para hablar no significaba que usara la verdadera, si no que me veía obligado a usar la falsa. Quizás… Eso me motivó más a mi siguiente paso.

Él había hecho un amago de defenderse en cuando lo ataqué, como era normal. Como se había de esperar. Pero comprendió un poco lo que le decía y colaboró con el plan, no sin darme una patada con muy mala intención al estómago, dejándome sin respiración unos instantes. Lo miré como traicionado, como confuso, mientras me dejaba caer al suelo, de espaldas. Ese segundo golpe por la caída hizo que me retorciera de dolor unos segundos, luchando por meter un mínimo de aire en mis pulmones.

Y antes de que pudiera acabar de recuperarme me había puesto un pie encima del brazo, mientras que con el otro me amenazaba con clavarme la hoja entre ceja y ceja. La observé con atención. Primero esta, luego él. Mi respiración era extraña y me atragantaba aún un poco. Me di cuenta de que estaba en una situación muy… Poco favorable. ¿Por qué demonios estaba intentando confiar en él? Sí, era mi hermano. Pero ya cantaba que no llevaba buenas intenciones. Me estaba amenazando con matarme, me había dado un buen corte en la oreja y me había dado con toda la mala uva posible en el estómago.

Era demasiado tarde, recordé. Le miré con una expresión algo rendida, vencida, no sin cierto asco. No había demasiada diferencia entre él y un drow cualquiera, esos que yo mismo había jurado que exterminaría. Con la sangre de su abrigo, con el arma apuntando entre mis cejas ahora que había tenido oportunidad de ponerme allí. Ni una pizca de confianza. Había traicionado todo lo que yo le había dado, y más. No sabía porqué me estaba esforzando en aquello… Era una pérdida de tiempo. -El perro de la Alianza no habría perdido ni medio segundo contigo.- Escupí mis palabras con cierto odio, aunque los ojos no hacían nada por desafiarle. Tras un suspiro extraño y corto mis músculos se relajaron. Si había de morir… Pues lo haría. Era una pérdida de tiempo estar en guardia. Tampoco podía hacer mucho por defenderme… ¿O sí?

-Ailanthus Sreysnah murió ya hace bastante tiempo.- Dije finalmente, intentando normalizar mi respiración. -Lo que ha quedado de él es lo que ves ahora. Un triste drow que va con correa, está bien controlado en todo momento, que incluso uno de sus brazos está ligado a la Alianza la cual tanto desprecias.- Cerré los ojos unos instantes. Y los volví a abrir, porque si quería atravesarme el cráneo no iba a perdérmelo. -Patético, pensarás. Patético. Sí, lo es.- No tenía razón para callarme. -Pero es lo mejor que he conseguido en toda mi vida. Es el mejor trato que he recibido jamás. Me vi obligado a abandonar el interior, y me arrepiento. Mi infancia no fue la mejor. Fui miserable, fui humillado, día tras día. Pero al menos recibí cierta… Estima. Y me vi obligado a abandonarlo, y esa decisión no fue voluntaria.- Echaba en falta mi infancia por muy triste que hubiera sido. -Quien se pudo haber llamado Ailanthus Sreysnah se rindió en eso de encontrar un buen hogar… Cuando llegué al exterior quedé al cuidado de una familia de humanos. Y los sucios magos extremistas se los llevaron al otro mundo. ¿Ves mi brazo, o mejor dicho, la ausencia de este? Ese es todo el recuerdo que me queda de aquel día. Eso y un hogar en medio de la nada. Vacío.

Ya tenía la voz poco enfadada. Melancólica. ¿Era así como se acababa todo? -No tuve otro lugar donde ir. Vine aquí. Con sus cosas, pero me acogieron. Con sus humillaciones, pero pude seguir día a día. Alguna vez yo había deseado hacer el bien, ¿Sabes? Y sé que las vías de la Alianza no son las mejores. Este recinto, estas paredes, son las que mejor lo demuestran.- Y yo mismo había pedido con desdén que hicieran lo que gustaran con el asqueroso mago… -Me vi obligado a guardar lo que yo alguna vez fui en un cajón, y adopté mi lugar como perro de la Alianza. Me puse una correa alrededor del cuello y todos se conformaron con creer que era un inofensivo animal. Y hace pocos días, sin embargo, ese animal logró alzarse como segundo capitán. ¿No es irónico? El perro aún así sigue siendo fiel… Pero en estos momentos aquello que ya había dejado enterrado en el pasado, mi nombre, mi personalidad, lucha por salir. Pero no sé si vale la pena intentar una vez más ser aquello que había soñado. Si vale la pena darle una oportunidad a la bondad, si tengo una razón de ser. Ya hace tiempo que dejé atrás mis sentimientos, mi personalidad, TODO. Todo para estar donde estoy aquí…

Ya no quedaba rastro de la rabia. Solo arrepentimientos. -Una parte de mí grita que deje todo esto. Pero mírame. Ahora que estoy tendido aquí, con mi HERMANO apuntándome con una espada entre los ojos, con la respiración entrecortada por una patada a muy mala ostia, me pregunto… ¿Y qué demonios haré si salgo de aquí? ¡No puedo! ¡Y NADIE VA A SALVARME! ¡Nadie va a sacarme del infierno en el que yo mismo me he metido! Te lo diré, Dyospiros. No hay un bando mejor que el otro. Todo es roña corrupta. Todo es la misma mierda con diferentes habilidades. Los drows, los humanos, los magos, TODOS somos lo mismo. ¿Qué más da ya la Alianza o cualquier otro bando? Llevo un siglo de este mundo y estoy cansado de buscar un hueco. Estoy cansado, estoy cansado… Pero yo, Ailanthus Sreysnah, no considero que sea aún hora de irme. Ese crío en mi interior, ese que se dedicaba a coleccionar caquis, me grita que aún debo darle una oportunidad más a este mundo. Que debe haber algún lugar donde pueda ser feliz.

-Un ailanto...un árbol, verdad?- si salia vivo de aquello, pensaba investigar que era un ailanto. Que clase de arbol.

"si, definitivamente chalados."

O sea que me habian puesto ese nombre por una fruta rara que compró mi padre y cuyos restos le dio por coleccionar a mi hermano mayor al cual creia difunto. Entrañable, llegué a pensar. Una especie de memento al primogénito.
-Nunca me dijeron que fue por aquello.

Pero me ocultaron muchas cosas, es cierto. Empiezo a preguntarme si de verdad ellos tambien lo daban por muerto.
-Riddah...empezó a hacerse demasiado poderosa. - "tu la querias tanto como yo?" son palabras que formula mi cabeza pero que no salen a mis labios. -Me fui despues de aquello. Tras lo tuyo y lo de ella empecé a no sentirme a gusto alli....

"y no deseo volver. Tampoco podria"

Tras mi ataque a su persona, continuo presionando mi bota con ahinco contra su metalico brazo. Veo que me mira con asco, supongo que no le agrada eso de que no le reciba con los brazos abiertos o que no me esté tragando su trampa...vete a saber. No debo olvidar que anteriormente se ha autoproclamado segundo capitan de la alianza humana. Segundo capitan.... el cual me habla con odio para decirme que yo no le habria durado ni medio segundo.
-Eso estaría por ver, hermano.

Y no me importa llamarlo asi. Mirarlo a la cara es como mirar al espejo retorcido de lo que yo habria podido ser si me hubiese rendido a sus torturas, a sus experimentos y a sus ansias de lavarnos el cerebro para ponernos de su lado. Algo dentro de mi no puede si no sentir pena. Yo habia salido, el seguia atrapado, bajo mi punto de vista.

Entonces comienza a explicarse y desvio mi mirada hacia su brazo. Heridas de guerra, supongo. Ese brazo tecnologico....quien si no? Se lo debian haber proporcionado los cientificos de alli. Lo escucho, lo dejo hablar, porque parece que tiene mucho que decir. Al parecer no fue feliz en casa, aunque tampoco queria marcharse y se vio obligado. No es lo mismo que me pasó a mi. Yo no me vi en la obligacion....tan solo vi la sombra de una amenaza y encontré la excusa perfecta para hacer lo que siempre habia querido. Ver el mundo exterior.

Luego tras explicar como fue mas o menos su transicion a capitan, a donde está ahora, y tras justificarse incontables veces, parece ponerse algo emocional con su vida del pasado. Lo he dejado hablar todo el tiempo. A estas alturas ya no se si me miente, si de verdad se arrepiente...joder. Estoy hecho un puto lio. UN PUTO LIO. Y a ratos mi cabeza se desvia a donde estan los otros peleando con el centinela. ¡No tengo tiempo que perder! Clamamos tener la misma sangre pero ni si quiera nos conocemos. Clavo mi espada en el suelo, muy cerca de su cabeza. Me agacho colocandome a horcajadas encima de el, mis rodillas plantadas en sus brazos sujetandolos. Mis manos, libres.
-Confia en mi, yo puedo salvarte.- Aunque sea a hostias. Aprieto un puño en alto, elevandolo y haciendolo descender sobre su mejilla para soltarle un buen puñetazo.

"si yo quisiera matarte, tambien lo habria hecho ya"


-Unas pocas muertes y te rendiste -otro puñetazo. - Todos la misma roña? Me encanta como justificas las mierdas que se hacen aqui! Complacerían a la mismísima Lloth. -vale, que un siglo es mucho tiempo, pero qué es eso para un drow? tampoco tanto....no? Szyraenk tambien parecia jodidamente cansado. Tal vez pese a todo, puede que yo si que conservase algo del impetu que le correspondia a mi edad. - Es mejor morir de pie... -al tercer puñetazo casi me hago daño en los nudillos - a vivir de rodillas!

"vale, estas ahostiandoa tu hermano de lo lindo, que es a su vez uno de los capitanes de la alianza. Ok."

"ok...."

Necesitaba una buena dosis de realidad. Y dudaba que esos tres puñetazos fuesen a darmela. Me detengo antes de propinarle el cuarto, mirandolo a los ojos con la respiracion tambien agitada. -No voy a matarte. Hasta ahora has hablado mucho, al menos ya se por que estas aqui. Pero solo las palabras no bastan... sólo tus actos a partir de ahora podrán salvarte.

Sonrío de lado, porque puede que se me acabe de cruzar por la cabeza de modo fugaz una posible solucion a nuestros problemas.

-Sí, un árbol.- Le afirmé yo con una paciencia extraña. Me comunicó que jamás le habían contado aquello. -Claro que no. ¿Qué soy yo si no un mero recuerdo que borrar en la historia de los Sreysnah? No irían a perder el tiempo contando cómo condenaron a su hijo a la muerte.- Mascullé con desden.

Me sorprendió un poco que me dijera que Riddah se estaba haciendo… Demasiado poderosa. -Ella apuntaba maneras. Pero imagino que a nuestra hermana no le debio hacer aquello la misma gracia.- Y decía que se fue por aquellas razones. Lo miré, con ojos tristes. ¿Y si hubiera intentado regresar en vez de quedarme con Velinyon? ¿Habría podido haberle conocido? ¿Podría haber cuidado de él? ¿Cómo había sido él de crío? Lo que tenía allí delante -y muy pronto, encima mío- era poco más que la sombra de un hermano que podría haber sido una gran persona. Era un loco. Un monstruo. Una aberración.

No tardaría en demostrármelo. No en cuanto me humilló de aquella manera. No en cuanto me tuvo que mantener allí, tumbado, y encima me desafiaba diciendo que estaría todo por ver. Y me llamó hermano. Mi asco no hizo nada más que crecer. ¡Se estaba riendo de mí! ¡Se estaba burlando! Y poco a poco me iba dando cuenta de ello. Yo… ¡Yo todo lo que necesitaba era un poco de ayuda! ¿Pero por qué fui a creer que él haría algo por mí? Sabía perfectamente que eso no iba a suceder. ¿Por qué me había siquiera planteado el morder a la mano que me daba de comer? No lo sé. No lo sé, no lo sé…

Y me miraba como si fuera en cualquier momento a decir la única respuesta que necesitaba de él, y yo casi le suplicaba que lo hiciera. Pero aquellas miradas no parecían ser de pena o de empatía. Supongo que todo era desdén. Y entonces fue cuando empecé a hablar, buscando quizás en su rostro alguna respuesta, algún signo de que me escuchaba, o que me entendía, o que comprendía mis razones. Pero creo que no me prestaba atención. Aquella aparente… Poca importancia que le daba a todo hacía que mi cólera fuera creciendo. Iba mirando al pasillo. Y yo no sabía que buscaba. Fue a clavar la espada en el suelo, casi rebanándome la cabeza por las cercanías (y yo lo habría agradecido), y se puso de rodillas.

Me inmovilizó los brazos con sus putas piernas. Me dijo que él podía salvarme. Durante unos segundos hubo cierta… Cierta esperanza en mis ojos. Unos instantes tan cortos en los que de repente sentí que tenía una razón para seguir luchando. Pero todo aquello se borró en el instante que le vi alzar el puño y estamparlo contra mi cara. Me mordí la lengua y noté todo el dolor expandirse por la mejilla. Pronto el sabor metálico llenó mi boca. Sangre. Mi sangre. De entre los dientes. Me recriminó que me hubiera rendido tan rápido. -¡NO TIENES NI IDEA DE LO QUE HABLAS!- Le grité antes de que me asestara el segundo.

Me decía que todo fuera la misma roña no justificaba aquello. Que complacería a Lloth. -¡NO TIENES NI LA MÁS MÍNIMA NOCIÓN DE LO QUE ESTÁS DICIENDO! ¡NO SABES NADA! ¡NO LO ENTIENDES!- No había luchado toda mi vida para que me fuera a robar mis convicciones, para que mancillara así mis decisiones. ¿Quién? ¿Un imbécil como él? ¡Una rata miserable! ¡Otro, otro drow! ¿Y yo había pensado que tenía él algo distinto al resto? ¿Por qué, por qué demonios pensé eso? ¿Por qué fui a creer que semejante escoria sería distinta? Escupí hacia un lado la sangre que bañaba mi boca. Y me dijo que era mejor morir de pie que vivir de rodillas. Eso, con un tercer puñetazo.

-De rodillas, de rodillas, vivir de rodillas… No, no… Tu vas a morir… Así como estás, de rodillas, morir…- Las palabras empezaban a salir de mi boca sin un orden concreto, pronunciadas con una agonía asquerosa, con cierta locura en ellas. Mi respiración estaba ya totalmente atrofiada. Mis ojos desorbitados. Estaba llorando. Estaba llorando y a su vez lo quería matar allí mismo. Y él me decía que no me quería matar. Que sabía porqué estaba ahí. Pero que eran mis actos los que iban a salvarme. -NO TE HE ATACADO ESPERANDO QUE TÚ FUERAS A HACER ALGO. ¡Te he dejado en paz! ¡Había puesto confianza en tí! Creí… Creí que podrías entenderme… Pero…- Estaba mareado por los golpes. Me dolían todos los dientes y la sangre me atragantaba las palabras. Y aquel miserable sonreía casi orgulloso de lo que estaba haciendo.

-En su lugar, aquí estás. Regodeándote en mi sufrimiento, como uno más, como todos ellos, ¡COMO TODOS ELLOS! ¡DIJE QUE IBA A EXTERMINAR A TODOS LOS DE MI RAZA! ¡Y tuve una razón en hacer tal promesa, Dyospiros! ¡Sois todos igual de miserables! ¡Lo somos todos! ¿Te crees que podemos escapar de nuestros instintos, de nuestra naturaleza? ¡Mírate a tí! ¡Mírate a mí! Yo ya he hecho muchos pecados, yo ya he derramado mucha sangre. Y tú, ¿Qué estás haciendo ahora? Te apenas de los que están aquí ÚNICAMENTE porque tu también has pasado por esto. Pero sin embargo no tienes ningún reparo en torturar al que es tu hermano, por placer, por puto placer…

No pensaba ya cortarme. -... He intentado… He intentado no… No tener que llegar a esto… Pero no me dejas otra opción.- Le di un rodillazo en las partes nobles que lo dejaría acordándose de mi toda la semana. Intenté entonces escabullirme, con todo el rostro manchado de lágrimas, de sangre que no podía contener en mi boca, de saliva… Escupí de nuevo hacia un lado, intentando incorporarme. -Podrías haberme salvado de esto. No tenías que hacer nada más que poner esa espada en mi cuello de una vez. Y ya. Pero es tarde, es demasiado tarde para todo. No pienso rendirme mientras exista ESCORIA como tú en este mundo.

-Si, si lo se! Estás en el bando equivocado!!!!! No se trata si quiera ya de bandos....es de tu libertad de lo que hablo!

Le grito preparando un cuarto puñetazo. Puede que aquella no fuese la mejor manera o de descargar mi frustracion o si quiera de hacerlo espabilar a él. Pero era lo que queria. Ademas, habia decidido que me lo iba a llevar de alli, tanto si queria como si no. Me llevaria a dos, tanto a Ailanthus como al perro de la alianza. O en eso estoy pensando hasta que me pega una patada en los huevos que hace que un intensisimo dolor me suba desde ahi al resto del cuerpo y caiga doblado de lado sobre mi mismo.

-Pero serr....seras hijo de.....! DE PUTA!

Y lo que habia visto en sus ojos poco antes de golpearme me habia hecho sentir una pizca de miedo. Casi como si se le hubiese ido la olla. En estos momentos, ya no se quien de los dos está mas cuerdo, pero sospecho que quiza sea yo.

-Y...y que esperabas, joder!? Que por qué no me hayas matado a la primera de cambio corriera a agradecertelo? Que fuese un niño bueno! No! Trabajas para ellos! Colaboras en perpetuar lo que hacen aqui, sin sentido ninguno...solo...solo por que odias la magia?! No, no puedo entender eso precisamente.

Hablo con el dolor marcado en la voz. Aun me cuesta desdoblarme y arrodillarme, dejar de estar hecho un absurdo ovillo de dolor huevil. El se pone a despotricar sobre lo miserable que es nuestra raza. En cierto modo se que tiene parte de razon. Pero yo estoy aqui, lo que se cueza en el interior de las cuevas me da igual, no son asunto mio, los dejé atras hace tiempo...mis unicos motivos para volver serian aquellos que tuviera Vor'kalth por aquello que me contó de su mentor.
-Yo no huyo de mi naturaleza, intento reconducirla. Y claro que me da pena la gente que pasa por lo mismo que yo. No te estoy torturando...tres puñetazos! si quisiera torturarte lo sabrias. Ni me regodeo de tu sufrimiento!


Se habia puesto de pie y yo tambien. Recupero mi espada, la cual estaba clavada en el suelo. Estoy cansado, despeinado, respiro entrecortadamente. El abismo entre nosotros ahora mismo parece insalvable. Él está llorando, sus lagrimas se mezclan con la sangre de su cara. Yo por algun motivo soy incapaz de derramar una maldita lagrima .Ya sea de tristeza, rabia o locura.
-¿me llamas escoria, a mi? Ríndete. Renuncia. Deja la alianza. No perteneces ahí. Unete a nosotros. Puede sonar como una locura pero es lo mejor que puedo ofrecerte. Por las buenas y por las malas.

Si se negaba, quien hablaría volvería a ser mi espada.

Yo, en el bando equivocado. Que era cosa de mi libertad. -¿Qué valor tiene la libertad, Dyospiros, si no te sirve para nada? ¿Qué libertad hay en morir siendo miserable? ¿Qué libertad encuentras a ser una víctima más? ¡Hace tiempo que renuncié a ella! ¡Y tuve razones para hacerlo!- Le grité. Estaba cansado de todo aquello. Una parte de mí decía que dejara ya de luchar, de gritar, de hablar. Que me callara, que él decidiera qué hacer conmigo. O que me dejara allí en paz y la Alianza fuera quien tomara aquella decisión. Yo nunca quise aquello. Yo nunca quise nada. Yo solo había querido estar en el lado de los buenos, yo había querido ser un buen hechicero y haber curioseado todo lo que me hubiera dado la gana.

Pero era demasiado tarde. Era demasiado tarde para todo. Lo interrumpí con mi patada a lo que fuera que estuviera pensando, a lo que me soltó un insulto. A mi madre. -Te recuerdo que la compartimos, hermano- Le gruñí yo mientras muy poco a poco volvía a recuperar el equilibrio, cansado. Le miraba fijamente. La sangre no dejaba de manar de dentro de la boca y me atragantaba un poco por ella. Acompañaba a aquella ridícula estampa un corte en la mejilla. Empezaba a no poder diferenciar la realidad de mis pensamientos. Los conceptos de las personas. Me gritó los porqueses no se había portado de otra forma, recriminándome todo lo que había hecho. -No es solo eso… Es… Es… Una acumulación… No… Yo…

Yo soy un imbécil de cuidado. Eso, eso es todo lo que debería haber dicho. Había agarrado la pistola pero aún no le había atacado. A él le costaba un poco superar el dolor de la señora patada que le había dado y me di cuenta de ello. No sé que pensaba. Mis ojos no veían la verdad, me temblaba el pulso, no diferenciaba mentiras de lo cierto. Me dijo que él no huía de su naturaleza. Yo hice una mueca de asco al respecto, escupiendo aún otra vez más. Y me decía que no me torturaba, que no disfrutaba de aquello. ¿Y por qué demonios estaba sonriendo? ¿Por qué le daba tantas vueltas a las cosas? ¿Porqué me decía una cosa y luego hacía la contraria? -No… No sé si mientes… O… O…- ¿O qué? ¿O decía la verdad?

Él tampoco tenía mucho mejor porque que yo, y aquello era evidente. Me parecía una bestia más que una persona. Después de pasarme tanto tiempo viendo a los humanos, tan racionales ellos, uniformados… No podía si no sentir que mi hermano era poco más que un animal. Aunque por los reflejos de las metálicas paredes me podía dar cuenta que yo tampoco lucía muy diferente. Miré la correa tirada en el suelo. Sí. Sí. Era un animal, yo. Un animal entre humanos. Un juguete de feria. Un perro. Eso era todo lo que se me consideraba en la Alianza.

Y entonces lo hizo. Me ofreció una forma de salir de allí. Me dijo que no pertenecía… Los reflejos, mi imagen. No. Yo no era humano. No lo era. La Alianza no me quería. Me despreciaban. Me ofreció que me uniera a… ellos. Se me escapó la pistola de entre las manos y cayó al suelo, haciendo un ruido metálico al chocar contra este. Se borró la rabia de mi rostro y sencillamente me quedé allí llorando, ya sin estar siguiera posicionado para la batalla. Y entonces, un mensaje de Andreas que ni siquiera esperó a que cogiera el telecomunicador, diciendo que me fuera a una zona “no oscura” y algo de unos refuerzos. Control. Siempre control. Siempre, siempre igual. Tenerme presente en cualquier momento, en cualquier lado, saber que hago… ¿Me echarían a faltar si los traicionaba? Tal vez la mismísima reina se alegrara de aquello… Un segundo mensaje por megafonía diciendo que se rindieran o cocerían a los reos a descargas.

Si huía, sabrían de inmediato que lo estaba haciendo. Me matarían. La mierda del politicucho no se cortaría… -... No puedo.- Le declaré, sombrio. Me limpié la sangre con una pasada de muñeca. -Me van a matar si lo intento. Si me ven huir…- Era todo lo que quería. Lo tenía cerca… Y a su vez, tan lejos. -... Debería esperar… a poder hacerlo en otro momento…- Pero él no iba a esperar. No. Me dejaría atrás si no aceptaba aquello. -... Pero sé que no me quieren aquí. Sé que este no es mi lugar.- Llevaba demasiado tiempo buscando un sitio al que llamar hogar…

-Escúchame, hermano. Buscaré otra oportunidad… Me he de quedar aquí. No os van a permitir que me vaya con vosotros, pero… ¿Qué quieres? ¿Ver a la Alianza caer? Os voy a ayudar con eso.- ¿Estaba yo diciendo la verdad? -Tenía aquella casa… Podría daros la dirección. Enviar correspondencia desde aquí. Información. Lo que necesitéis. Ya acordaremos otra oportunidad para sacarme a mí de aquí. Pero os soy más útil en este lugar… Más que si me matan en la huida.- Me acerqué a paso lento a él, con una sonrisa rendida en mi rostro, aún con miedo. Le tendí una temblorosa mano abierta. No la mecánica. Con la otra cogí el aparato y fui a responder a Andreas, tosí y le di al botón, soltando un apresurado -¡VOY A INTENTAR SACARLO DE AQUÍ, PERO ESTOY TENIENDO PRO-- Y rompí el aparato con la hoja mecánica del otro brazo.

Que creyera que me lo habían destrozado en batalla. -Y… ¿Bien?- Me quedé allí de pie, poco firme. Con los ojos extraños, anegados. Con solo brazo tendido, sin mi pistola… Era su decisión.

Los aparatos de megafonía hacen un ruidillo, previo indicador de que a traves de ellos se va a oir algo. Mi voz, comunicando un mensaje, perfectamente limpia y calmada y casi amable, reparte las siguientes palabras a los intrusos:

- Al menos a la libertad le puedes dar tu propio sentido, y no es esa acumulacion de doctrinas militares y...cosas...que teneis aqui! Huiste de la sociedad drow para meterte en esto que es casi lo mismo?

Me voy recuperando poco a poco de su patadon en los huevos, gesticulandole mucho con las manos. Si no habia recuperado mi espada antes, la recupero ahora. Sin duda el ha acabado soltando mas sangre que yo en este primer encuentro. Parece confundido por mi propuesta, pero es lo unico que se me ha ocurrido. No pienso que vaya a aceptar asi sin mas...

-Para que iba a mentirte? Si al final resulta que lo unico que queda de ti es un perro entonces si que tendré que disponer de ti con mi espada como crea conveniente. Pero....puedo arriesgarme a descubrirlo.

Igual estoy cometiendo el error de mi vida al ofrecerle una oportunidad a este drow. Que no deja de ser quien ha dicho que es. Se le cae la pistola de la mano, o la suelta, yo sigo su trayectoria con la mirada algo sorprendido, no esperando una reaccion suya tan repentina. Y cuando subo la vista a sus ojos me encuentro que está llorando. Me queda claro que no estaba contento con su posicion actual...¿como coño estarlo?

Me explica que no puede huir, que lo matarian. La verdad es que si. Lo entiendo. Al minimo atisbo de traicion le darian matarile. Como un perro de caza que ya no te sirve. Dice que sabe que ese no es su lugar. Yo meneo la cabeza con convencimiento, asintiendo a aquello...
-Bien. Te ha costado tiempo...entiendo. Pues se mas listo que ellos. Acabar con la Alianza es lo que quiero -miro nervioso hacia la salida- que dirección, que casa?

Saca su comunicador. Veo que dice algo, una mentira y que enseguida lo rompe. Una tecnica de distraccion. Su otra mano está extendida hacia mi como para cerrar un trato. Miro su mano, y luego lo miro a él...¿estoy haciendo un trato con un capitan de la alianza? ¿o con mi hermano?

"lo estás haciendo con ambos. Por todas las deidades, joder....sigo metido en la cueva de los ilicidos y lo estoy flipando?"

-Si me traicionas una vez, será culpa tuya. Pero no dejaré que ocurra dos veces. -y estiro mi mano hacia el estrechandola. Mas que agarrar su mano agarro su antebrazo, un poco mas allá de la palma. Zarandeo arriba y abajo una sola vez, antes de soltarlo. -Ahora tengo que marcharme de aqui.

Tal y como había ido sintiendo aquella cadena de recriminaciones, de bronca, me fui sintiendo más y más miserable. Lo miré con los ojos ya enrojecidos, sin estar muy seguro de qué decirle. Hacía gestos con las manos… Yo… Yo le asentí rendido y cazibajo. Si, había acabado en algo similar. -Pero yo nunca huí de la sociedad drow.- Le respondí muy seco. Me dijo también las razones por las cuales no había mentido. Yo no me atrevía a mirarle a la cara porque no me encontraba bien. Todo lo que había hecho, toda aquella lucha, todo… Todo se había acabado yendo por los suelos. -No será en vano, hermano.- Me forcé a decir una vez aquella palabra, como si quisiera recordarme quién era. Porqué le estaba haciendo caso. Porqué le estaba dando una oportunidad. Si hubiera sido otra persona tal vez no lo habría tenido cuenta… Pero… Era mi hermano.

Y allí estaba yo llorando. Más líquido para dejar encima de mi cara, aquello era estupendo. Me estaba atragantando un poco. No respiraba bien. Me ahogaba y no podía hacer demasiado por cerrar aquellas heridas en aquel momento. Llegó a comprender lo que le decía, sobre mi posición, sobre en qué apuro me encontraba. Y asintió. Al menos… Había podido comprender aquello. Solo aquello. Lo noté otra vez nervioso por irse mientras afirmaba que quería dar fin a la Alianza Humana.

Humana. Preguntó por la casa. No la había visto desde que entré con la Alianza, y no la había mencionado hasta aquel día. Me traía recuerdos agridulces: Por una parte había vivido allí con una familia muy gentil que me había acogido. Yo les ayudaba en la medida de lo posible con su día a día, sus quehaceres, y ellos me fueron enseñando con infinita paciencia el mundo, el idioma. Había sido muy capaz de considerar aquello la mejor época de mi vida… Aunque ciertamente a Velinyon siempre le profesé cierto cariño irremplazable. Quizás lo breve que fue este periodo hizo que, con el tiempo, no fueran más que aguas pasadas. No fueron treinta años como los que pasé malviviendo con el drow. Nos habíamos visto crecer uno al otro, él, siempre tan impetuoso, había demostrado ser un aliado leal… Pero…

Le dije la dirección pausadamente, pensativo. ¿Estaba haciendo lo correcto? No sabía ni en qué condiciones estaría aquella casa. No debería haberla ocupado nadie. Estaba demasiado lejos de cualquier civilización como para ello. En cuanto le dije la última indicación ya le tendía la mano. Lo vi titubear. Yo también, yo también titubeaba de lo lindo. No admitió traiciones. Me cogió brevemente, quizás con asco, y luego me soltó. -No puedo usar correo convencional. Me conseguiré una paloma… Y probablemente escriba en drow. No puedo permitirme que sepan el contenido de mis cartas.

Me dijo que tenía que marcharse de allí. Lo miré. Una parte de mí me decía, “Ve tu también con él”, “acompáñale”. La otra me decía que debía ser coherente. Todo a su tiempo. Tenía un chip en la nuca que podía freírme de forma muy dolorosa. Miré hacia al suelo y tomé la decisión correcta. -... Ve con esos dos que iban contigo. Parecían… Jóvenes…- Me daba vomitera pensar que debería haberlos atacado. Eran meros críos. -Sácalos de aquí.- Le miré con los ojos fijos. -¿Has escuchado esa megafonía, no? Medidas extremas… La persona que lo ha dicho no va en broma. Y me parece que si le da por ahí, tanto soldados como atacantes estaremos todos en peligro. Hazme ese favor. No quiero ni un pequeñajo muerto.- Pequeñajo. Qué término.

-... Pronto tendrás noticias mías, Dyospiros Sreysnah- Y me di media vuelta, recuperando la pistola, para colarme en la primera habitación posible. Con la expresión ceñuda y aún bien empapado de sangre busqué algún desinfectante para el corte de la cara y el de la oreja. Me vendé con cuidado mientras me senté unos instantes de reflexión, buscándome un iboprufeno y dándome cuenta que no estaba solo. El mago. Lo habían dejado ahí. -Oh, hola.- Le dije con ironía -¿Qué has escuchado?- Le pregunté súbitamente… Aunque había estado todo el rato hablando en drow. Qué pregunta. -Son bonitas las vistas, ¿No crees?- Le gruñí. Tenía que desquitarme con algo. Y yo seguía con mis vendas.

Me da la direccion de una casa informandome de que mandaria palomas. Palomas? En serio? Roäc acabaría por destrozarlas, se que odia las palomas. Intentare que no sea asi.

Habiamos empezado pegándonos y ahostiandonos (bueno, yo mas a él, la verdad) pero habiamos terminado con una especie de "pacto", "trato", o "promesa". Algo similar. De todos los escenarios posibles...no era el peor de todos.
-Si, son jovenes. Pero saben luchar. -intuyo por sus palabras que me va a dejar marchar, y a ellos tambien.

-Pero no hemos terminado la mision.- debiamos reunirnos todos, supuestamente. Seguirian vivos los magos? -Quien ha hablado, es el encargado de este sitio?

Porque si es asi, me encantaria estrangularlo con mis propias manos. Se despide de mi usando hasta el apellido, a lo que yo respondo con un escueto -Ten cuidado.

Luego de recuperar todas mis armas y echarle un ultimo vistazo a su espalda, percatandome por vez primera de que es mas alto que yo, salgo de esa sala, hacia los pasillos. Oigo pasos, de soldados seguramente, y son varios. Serán los famosos refuerzos que pidió. Mas me vale esquivarlos.

Llevaba ahi un buen rato, tendido, tratando de discernir que mierdas me habian hecho, aun bajo los efectos del sedante que tengo clavado al cuello y que no puedo quitarme porque aun me tienen sujeto. Pero si se que he oido porrazos, y voces. Ambas voces conocidas, lo cual me parece curioso. Una, la del soldado que me cazó, la otra, la del drow que contraté. Y me ha parecido oir algunas palabras claves de su conversacion....

Las cosas parecen calmarse y entonces entra alguien. Veo borroso pero reconozco que es el soldado. Mierda. Podria haber sido el mercenario.... pero internamente me hace gracia que soldado y mercenario se parezcan tantisimo. Me habia parecido escuchar la palabra hermano mas de una vez.

Se percata de mi presencia, preguntandome. Toso un poco, para eliminar la voz rasposa y algo ronca que me ha quedado.
-Si, unas vistas sublimes.... -digo con un vago tono de voz. Me cuesta centrarme. -He escuchado algo. Ya decia yo que me recordabas a aquel mercenario de la fábrica... ¿hermanos?

Tambien habia oido aquel mensaje de megafonia. Asi que si le daba la gana, podia matarnos a todos apretando un boton. Pese a mi estado, el odio que siento en mi pecho hacia esa gente sigue más que latente.

Creo que no comprendía que me importaba poco que supieran luchar. Claro que sabían, ¿Es que había alguien en aquel mundo que no tuviera ni idea de hacerlo? No. Por supuesto que no. Era ya demasiada larga como para que uno no supiera, al menos, cómo matarte de tres formas distintas. -Aprovechad que nada os liga aquí y abriros el camino a golpes. Lo que sea necesario. Pretende Andreas salir ganando de todo estos unos cuantos rehenes más…- Me decía que no habían acabado su misión. Yo le miré con los ojos encendidos. -¿Habéis venido con planes? No… No es buena idea que sigáis con ellos…- Tenía la expresión preocupada. -Y sí, es el encargado. La última vez que lo vi estaba en el sector cero. No creo que te tenga que decir donde está.

Me dijo que tuviera cuidado. Asentí lentamente. “Aún más”, me dije a mi mismo. Y no me atreví a mirar hacia atrás… Me preguntaba en el fondo cuando volvería a verlo. Esperaba de todo corazón no volver a cruzarme con él en lo que quedaba de jornada, porque si así era, probablemente significara que lo habrían capturado. Y… No quería que eso sucediera. No era en absoluto lo que yo habría esperado de… Un hermano menor. Casi me daban ganas de reírme. Ese que no había tenido reparos en darme puñetazos hasta decir basta… Y… Llevaba el pelo corto. Y era alto, y… En el fondo nos parecíamos bastante, por lo físico.

Me preguntaba hasta qué punto existiría una similitud psicológica entre nosotros dos. En cuanto entré aquel hombre hizo un esfuerzo por aclarar su voz. Lo primero que soltó fue una ironía. Me enjuagué la boca un poco mientras trataba de mirarme en un espejo el destrozo que tenía hecho en esta. Uno de los puñetazos me había dejado algo inflada toda la encía. Me hizo levantar un poco las orejas lo segundo que dijo, describiendome al extraño drow como “mercenario”. ¿Era un mercenario? -Sí, hermano menor. ¿No es un encanto? Sabe dar… buenos golpes, ¿Eh?- El sarcasmo marcaba demasiado aquella pregunta. -¿Ya lo habías visto tu? Parezco ser el único de este mundo que no haya sentido a hablar de él.

Me hice un nudo en la venda que me había puesto en la oreja. El corte de la cara… No me apetecía llevar una tirita. Empecé a vendarme también, dándome un aspecto entre gracioso y ridículo. -Mucho siento decir que vas a tener que quedarte solo de nuevo. Aún hay demasiada mierda pululando libremente por nuestros campos.- Le lanzé una mirada furtiva, comprobando que siguiera totalmente atado.

-hermano menor....? - Como mi katrina. Mi pequeña y querida hechicera. Pero ella estaba lejos. Muy lejos ya. Mi mente divaga demasiado, por culpa del maldito sedante.
-yo tenia....tengo una hermana. Tenia el pelo increiblemente blanco, igual que vosotros. Pero...quise atarla tanto a mi que la acabe perdiendo. - ¿por que le confieso eso? Ni idea. Seguramente sean las drogas. O que pienso que puede ser el fin. Se nota cierta nostalgia en mis palabras. Katrina era la unica persona a la que habia querido y siempre senti que me habia abandonado. Pero yo fui cruel con ella, y eso tambien lo se.

Pero me rio debilmente cuando dice que es un encanto y que da buenos golpes. Algo lo conozco, si.

-si, se que da buenos golpes. Yo no contrato a debiluchos y ese.....ese odia a los soldados casi tanto como yo. O mas....

Lo miro, tumbado desde mi camilla, atado y lleno de vendas manchadas en sangre que evidencian las perrerias de los cientificos en mi cuerpo. Poco tengo que ver ahora.mismo a la impoluta imagen de mago que suelo ofrecer, con amplias capas negras y capuchas, siempre bien peinado.

-mmmm....deben de ser los renegados... yo me cuidaria las espaldas....son jodidamente persuasivos...

Algo en aquello de “hermano menor” le sorprendió. Algo en aquellas palabras que él mismo coreó me sorprendió a mí. Lo había dicho con una naturalidad pasmosa… Pero aún no acababa de asimilarlo ni yo. No sabía ni su edad. Me di cuenta de que no tenía idea sobre quién era, sobre qué hacía, sobre… Nada. Me sentía desprotegido por tales desconocimientos. El hombre -por primera vez me encontré a mí mismo considerandolo una persona- me vino a contar que él tuvo una hermana, de pelo blanco, que había perdido por atarla a él. No acabé de comprenderlo. Alcé las cejas. Intentaba ponerlo en comparación con mi caso… Aún tenía la mosca tras la oreja por la muerte de Riddah. Y llevaba prácticamente la mitad de mi vida ya viviendo sin ella. -La muerte es avariciosa, ¿No crees?

Me encontré a mí mismo sintiendo algo de pena. Pena, por un monstruo como aquel, que probablemente en otro contexto no habría dudado en arrancarme un brazo de cuajo. El otro. Se llegó a reír en cuanto hablé ironías sobre Dyospiros. Por sus pocas palabras pude ir haciendo alguna imagen mental de mi hermano: Era un mercenario. Trabajaba para cualquiera que quisiera dar por culo a los soldados, aparentemente. Y yo, segundo capitán de la Alianza Humana, había dejado que aquel se escapara en mis narices. Me sorprendí con lo irónico de la vida… Aún meditaba sobre qué debía hacer. En el fondo no tenía nada en claro. Nada, nada, absolutamente nada.

Me miraba. ¿Por qué mantenía a aquel hombre allí atado? ¿Por qué seguía con todo aquello? El pequeño escozor en la espalda que aún tenía por aquella cicatriz que jamás cerraría me recordó el porqué. O quizás, en el fondo, no quería moverme de aquella posición. -¿Qué lugares frecuenta, mi hermano?- Le pregunté con considerable formalidad. Nada de desprecios. Y dijo que eran, los atacantes, probablemente renegados. Persuasivos.

Fruncí el ceño. -¿Persuasivos? Un insulto entre dientes, ¿Es esa toda la persuasión? No saben qué hago aquí. Y sin embargo uno de ellos, ni buenos días. Me atacó. No es mi caso pero hay quienes pueden servir a la Alianza, por así decirlo… No voluntariamente. Qué poco han dudado en intentar reventar uno a la cara.- Me encogí de hombros. -Mi comunicador está roto. Me gustaría saber donde demonios están. No sé si tendrán la decencia de soltar las armas, sabiendo que con ello arriesgan las vidas de algunos de vosotros.- Me levanté y busqué una manta mientras, pacientemente, esperaba a que me bajara el dolor de cabeza. Busqué otro tranquilizante con los dedos nerviosos. Algo me había empezado a sentar mal. Le cubrí un poco con esta… Y no sé porqué. Quizás por si tenía frío. Quizás por si no le hacía gracia que le viera tan al descubierto. -¿Han intentado persuadirte a ti, los renegados?

Nos habian dicho que nuestro capitan estaba teniendo problemas en los laboratorios, que estaba con un intruso y su comunicador se habia roto, asi como las camaras de la zona .Tan pronto tuvimos tal reporte de Andreas fuimos movilizados a esta seccion, tres de nosotros.

"Ya vamos jefeeeeeeeeeeee!"

Yo era un motivado del nuevo jefe porque en mi tiempo libre pues era mas friki que hecho de encargo. De camino aqui nos habiamos encontrado con el intruso, que huia vete a saber donde, y del jefe, ni rastro. Lo habiamos reducido y ahora lo obligamos a retroceder por donde ha venido a base de ataques.

Se oyen varios disparos, voces, tiros, gritos. De una patada uno de mis compañeros mete al drow de vuelta a la sala de laboratorios, esa que habia dejado destrozada. Pobres monitores. Yo no veo al jefe....espera, creo que diviso su silueta tras la cristalera de otra sala.

-JEFEEEEEEEEEEEE! ESTAS VIVOOO!- digo emocionado con lagrimillas en los ojos. Claro que con el casco no se me ven.

Todo el turno de noche aguantando al insoportable de mi compañero que no paraba de hablarme de lo genial que era el jefe. Pues otro entre muchos, en mi opinion, que nos duraria tan poco como Harby, ya veras tu. Yo tenia hecha una porra. Que aguantaba un mes y ya. El caso es que ahi en el pasillo habiamos vaciado un par de cargadores enfrentandonos a otro de su raza, cuyo pecho ahora pateo a la entrada tras haberlo arrastrado de vuelta a donde vino.

-Llegan los refuerzos que solicitaste, boss. -digo de modo muy manly.

-Se ha reportado la destruccion de un centinela e incendio de la seccion I.

"joer, ya se lo podian haber cargao tambien a este. Ah no, que me tiene que durar 25 dias mas para que Dennis me de la pasta de la porra..."

Yo voy a la retaguardia de mis compañeros, la situacion estaba totalmente descontrolada, los mensajes de radio no hacen si no ponerme nerviosa, nada, NADA esta bien. Hiperventilo preocupada pero llevo mi arma con firmeza cubriendo las espaldas a mis compañers.

El de en medio es el encargado de llevar al maligno oscuraco que nos encontramos huyendo de los pasillos y que habia atacado a nuestro jefe. Lo dejan tirado contra la pared de la puerta, mientras uno se adelanta a buscar al jefe y otro se pone en plan badass. Se lo tiene muy creidito pero en realidad es un cacas y yo lo se.

Pongo mi arma sobre la cabeza del drow que hemos atrapado por los pasillos y la cargo.
-Propongo exterminio rapido y eficaz

Llegamos poco a poco a la enfermería. O tal vez rápido. No lo sé, pero se me hacía muy eterna aquella caminata. Tal y como fuimos avanzando me di cuenta que había alguna cosa como destruída de camino, y en la distancia me daba la sensación de escuchar voces. -Me parece… Me parece haber sentido alguna voz, ninguna conocida.- Le dije a Roäc, preocupado. Lo solté finalmente mientras el bastón se preparaba a mi alrededor, de nuevo orbitante. Creo que llegué a sentir algún golpe. No estaba seguro. Me pegué contra la pared como había visto hacer al otro hacía un rato mientras intentaba enterarme de algo.

-... Sígueme. No me gusta no verlos por aquí pegándose.- Y, finalmente, llegamos a la enfermería. Reconocí ahora si algún que otro destrozo que debía haberse dado en alguna lucha entre ambos. Habían dejado la zona un poco inutilizada… Aunque algo me decía que había sido incluso a propósito. ¿Pero por qué le habría dejado Ailanthus destrozar nada a Dyos? Si lo había vencido antes de llegar ahí nos lo habríamos encontrado tirado, igual con la cabeza degollada… O algo.

Entonces vi sangre, en el suelo. Poca, pero vi. Se la señalé a Roäc, acusador. -Se han pegado. ¡Se han pegado!- Dije escandalizado. Me costaba pensar en el pequeño detalle de que su hermano era también… Segundo capitán. Pero es que se me hacía rarísimo. Pero claro, claro que le habría pegado. Y matado, si hubiera tenido oportunidad. No sabía si me alegraba o me apenaba. -Espera. ¿Lo escuchas?- Le dije, ahora sí, señalando una pared y pegándome. Escuché al menos tres voces. Y la única palabra que logré descifrar… -Exterminio.- Repetí.

Recogí del suelo una correa rota que me llamó bastante la atención y me la guardé, mientras trataba de acercarme sin asomarme por una puerta medio abierta. Había gente allí dentro. -Creo… que están ahí.- Había alguna gota de sangre en el suelo. Yo hablé con la voz tan baja que prácticamente debió haberme leído los labios para entenderme. Y así mismo volví a dirigirme a él. -¿Qué hacemos?- Menuda pregunta. En el momento que la formulé me arrepentí demasiado de haber hecho aquello. Dudaba que estuviera entre las cualidades del bicho ser discreto.