Piso 7 | Pareja Evans-Pyro

Me quejé varias veces a mi madre porque al peinarme y desenredarme me estaba pegando unos tirones increibles.
-Mamá! Si lo vas a cortar para que lo desenredas!? Esto es una tortura...!Sólo...cortalo yaaaaa!

Tenia lagrimillas en mi ojo y le hablé con tono suplicante. Luego resoplé por lo de mis hermanos.
-Seguro que como son dos, y son mellizos, cuando crezcan un poco me hacen bullying y me marginan. Sabes, creo que estoy celosa. Ser hija unica no me ha sentado bien. -hablaba un poco de coña, pero eh, eso del bullying lo pensaba realmente.

Mi madre quedó en un extraño silencio cuando le pregunte aquello hasta que finalmente respondió que no. Algo me decia que no me estaba contando todo...o tambien podia ser tristeza por Jane. -Oh....

Asentí con la cabeza a eso de ser oniromante. -Si, es orrnitomante. Hace ilusiones y cosas muy raras, Cat tambien hace ilusiones. Pero las de Cat me gustan mas. A mi? El tipo no me gusta un pelo! Es un tio como super pegajoso y ultra protector, deberias verlo cuando fuimos al bosque...todo el rato apegastrado a Catherine como un leech! Quiero decir, está muy bueno y todo lo que tu quieras, pero es el tipo de hombre que parece que quiere anularte como mujer. Invadiendo espacios personales y eso....mas que un mago parece un vampiro.

Me habia indignado absolutamente mientras hablaba, yo. Ademas sospechaba que yo no le caia bien, y eso hacia que él me cayese peor. SEguí escuchando todo lo que mi madre me contó hasta que me puso la toalla en la cabeza y me incorporé, moviendo la toalla para secarme un poco el pelo.

-No lo sé mamá, no se si le gusta o a ella o..... Yo siempre he sido muy mala leyendo a Ian en cosas de amoríos... -un poco de gossiping me estaba viniendo hasta bien para olvidarme de mi tuertez. Me rei por lo bajo como una vieja pelleja. - Te acuerdas de cuando le gustaba Violet, la otra lider de la Resistencia, que era licántropo? Entonces sí que se le notaban ese tipo de cosas! Te llegué a decir que a mi Ian por esa época me gustaba?

"fijate, que casi me muero y no me confieso...."

-Pues es bastante soberbio, a decir verdad....por? Su linaje, Blake te suena de algo?

Justo entonces se abre la puerta y entra el maldito Ian. Suelto un grito tipo "EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEK!!!!!!!!!" muy agudo porque estoy con el pelo mojado, el ojo tuerto a la vista, y ademas acababa de decir algo comprometedor. Me tapo fuertemente la cara entera con la toalla para que no me vea cuando se lanza a abrazarme, y me quedo tensa como un gato asustado, sin devolverle el abrazo.

-...B-bien....? ........Y-y tú? -Esperaba que no hubiese oido nuestras estupideces de antes.En pleno abrazo escuché la voz de Cat en mi cabeza. La situacion no podia ser mas rara. ME concentré para responderle mentalmente.

"Eh...hola? Esto es raro. Me oyes? Yo que se si me estarás oyendo...sí, Lucio me vio, dijo que de momento no se podia hacer nada pero que investigaria sobre el asunto...ven cuando quieras....estaré aqui. Corto y cambio?!"

La joven de cabello oscuro no pudo evitar sentir un nudo en la garganta por la reacción de Ian. Ella no había hecho nada malo. Él se había querido ir y ella había necesitado quedarse para drenar la energía. Acudió al llamado de la Resistencia en cuanto Lyran se lo informó sin importarle su propio estado y protegió la casa sin pedirle nada a cambio, sólo brindando herramientas para … Respiró profundo y apretó los dedos alrededor del disco sintiendo su frio metal morderle la piel. Ella había sido educada, cortés y amable. Había actuado desinteresadamente en honor a aquella amistad…


Abrió la puerta e ingresó al despacho. Sus ojos multicolores observaron el orden de aquella biblioteca como si entre sus libros pudiese encontrar el cobijo que necesitaba para difuminar aquellos pensamientos que retorcían su mente. Se detuvo en el centro de este pensando que tal vez no era buena idea que lo hiciera sola con Max, pues sus hermanos eran su propia sangre y creía que debían estar presentes para que pudieran comprender la verdad. Ella había sufrido mucho a base de mentiras y rompería con esa larga cadena diciendo la verdad siempre.


-De ac…- Fue interrumpida por la voz de Anteia segundos antes de que estuviese terminando de prepararse para iniciar la invocación. Miró a Max incómoda un par de segundos y después decidió que, nuevamente, debía ser cortés y fue hasta la puerta escuchando de camino la respuesta de Azahar y sonriendo brevemente. Lucio siempre sabía qué hacer. Esperaba que pudiera ayudarla como lo había hecho con ella. Abrio la puerta y miró Anteia forzando una débil sonrisa que no daba para mucho más -¿Sí, señora Anteia?- Cuestionó educadamente aunque en su rostro se observaba la clara incomodidad de ser interrumpida.


Pero antes de que la rubia abriera la boca llegó el conocido colibrí del señor Lyran, que Catherine había visto en acción cuando ocurrió lo de la Resistencia, cuestión que despertó sus alarmas. El mensaje fue concreto y caló en Catherine como una daga caliente -Lo lograron. Tienen reunión con la alianza- Dijo con una sonrisa más bien inocente y emocionada. Miró por encima de su hombro a Max que tenía un rostro sereno, sin expresión alguna pero sus ojos siempre hablaban demás. En ese momento tuvo que decidir, como en aquel momento en el laberinto, entre Max y Stavron y la Resistencia. O al menos eso le parecía.


Esta vez optó por su presente.


-Tengo que ir. He esperado 12 años. Puedo esperar un par de horas más- Su sentencia fue tal que al final parecía que le hubiese dicho “Tú haz lo que te dé la gana” y salió por la puerta cerrándola y llevándose consigo el plato -Voy a bajar- Le informó a Anteia mientras enviaba un mensaje a todos los Descendientes y su mente se activó inmediatamente para sus hermanos y luego para su pupilo, el Rybar perdido. A los primeros avisandole lo que haría y al segundo avisandome que me encontrara en el palacio.


Avanzó por el pasillo hasta llegar al baño para ver a Ian y Azahar -La Resistencia se está reuniendo con la Alianza en el palacio de Buckingham. Lyran necesita guardianes- Lo dijo mecánicamente, sin siquiera pensar en su terror a los Centinelas y cómo la última vez que había bajado casi perdía la vida, mirando a Azahar y luego a Ian. Supuso que el último la acompañaría, ni siquiera sabía porqué. ¿Costumbre? ¿Instinto? -Aza...No te puedo pedir que bajes. No ahora. Pero necesito que…- Apretó nuevamente los dedos alrededor del disco sintiendo que su corazón se aceleraba y, sin saber, sus ojos brillaban nuevamente -Necesito que cuides esto por mi. No puede ir abajo. No puede salir de casa. No puede salir de tu vista. - Y tampoco podía caer en las manos de Max. Le había despertado un sentimiento extraño, casi de egoísmo cuando quiso arrebatárselo y la sensación aún perduraba.


“Es la única manera en la que veré a mi padre de nuevo. Confío en que no lo dejarás en las manos de Max”

Parece que mi entrada en el cuarto les pilla un tanto desprevenidas, sobre todo a Azahar, que se echa la toalla a la cabeza mientras pega un grito. Puede que me haya colado demasiado rápido, sin llamar a la puerta primero y esas cosas que se supone que hace la gente con modales. La pobre parece tan sorprendida que ni me devuelve el abrazo, así que le dejo espacio, dejando de abrazarla para separarme de ella un poco. Sí que he llegado a escuchar algo de lo que estaban diciendo porque fue apenas segundos antes de mi interrupción, pero intento que no se me note en la cara eso de haberme enterado. Hay cosas que sabía, como opiniones de ambas sobre lo de Catherine, sobre mí, sobre mis padres, formas de ser, etc...otras las medio suponía, como lo de que Azahar estuvo por mi una temporada, pero ahora están confirmadas.. Por ahora lo mejor será ignorar esos temas, si salen más adelante ya los hablaremos.

- ¿Yo? bien, bien...eh...puedo volver luego, que creo que os he interrumpido. No hace falta que te cubras delante de mí, sabes que hay confianza suficiente...- me paso una mano por la nuca un tanto incómodo por la incomodidad que he creado, mirando a Anteia en busca de ayuda. Ésta se marcha por el pasillo, supongo que querrá dejarnos solos o ir a hacer otras cosas. A los pocos segundos se asoma Catherine para informarnos de una reunión de los nuestros con la Alianza, nada menos que en el palacio. Olvido mi reticencia anterior a establecer conversación, pues esto es importante y sería infantil no hablar de algo que nos atañe a todos.

- ¿Qué? ¿están locos? ¿en qué están pensando yendo a su territorio? Huele a emboscada de lejos. Tenemos que ir a por Lyran antes de que pase algo. - miro de reojo el disco ese raro que le entrega a Azahar, deseoso de hacer preguntas. No las hago porque parece algo personal, y por ahora intento que todo lo que hablemos sea relacionado con el "trabajo". Me hubiese gustado quedarme un rato más con Azahar para poder charlar con ella con calma, pero tal vez sea mejor dejar que se tranquilice un poco y termine de prepararse como lo estaba haciendo con su madre.

- Pronto podrás regresar a la acción, por ahora nos encargaremos nosotros. Vuelvo en cuanto tengamos a tu padre, no nos entretendremos demasiado. - no es mi intención entrar en batalla ahora, tampoco me siento en el modo más amable para negociar ni creo que sea el momento. Espero a que Catherine termine lo que tenga que hacer o decir, haciéndole un gesto para indicar que la espero en la puerta.

Habia resoplado cuando mi madre me dijo que lo desenredaba porque tenia que quedar bien. -Tú cortalo bastante

Ella me habia corregido una palabra mal dicha y preguntó que si ella lo dejaba, a lo que asentí con la cabeza. Si que lo dejaba establecer contacto fisico si. Despues me rei por aquel comentario sobre Ian, y posteriormente sus padres. Si, hacian buena pareja... Pero para entonces era cuando Ian habia entrado irrumpiendo en nuestra conversacion haciendo que yo acabase con una toalla por encima de la cabeza porque me daba asco mi cara y no queria que Ian la viese. Mi madre se fue, dejandonos momentaneamente a solas.

-Mm....no, en serio, prefiero que no lo veas. No interrumpes nada, Ian.

Pero ahora fue Cat quien entró y me sorprendió no verla con Max. Me aseguré de que la toalla mal colocada tapase bien la herida del rostro.
-¿Que, una reunion? Y mi padre está alli? -pregunté con la voz mas chillona de lo que me hubiese gustado. Me indigné y me mostré enfadada por la actitud condescendiente de Catherine conmigo, como si por estar herida no pudiese ir. -Qué? Tú no tienes que pedirme nada, haré lo que yo....

Me quedé callada cuando ella siguió hablando para pedirme algo, tras aquella muestra de cabreo por mi parte. Pese a la rabia que traslucía mi gesto, mi paciencia volvio a la carga al ver la cara de ella al pedirme que guardase ese disco. A mi me parecia un simple y estupido disco, pero tratandose de Le Fay....

-Esta bien. -farfullé de mala gana tras oir el ultimo pensamiento de la morena, levantandome para coger ese disco y guardarmelo en el pantalon. Si la cosa iba de evitar que Max cogiese eso, entonces estaba mucho mas motivada.

-Y tú no me dices cuando puedo volver a la accion. -le solté a Ian, de pronto, me habia cabreado con todos. Una reaccion extraña por mi parte. Les di la espalda a los dos e ingresé en el cuarto de baño, cerrando la puerta con un porrazo y cerrandola por dentro con un hechizo de los mas sencillos. Me quité la toalla de la cara por fin y me miré la herida en el espejo, aquella cuenca del ojo vacía. Lucio podria apañar aquello...? Suspiré, aun enfadada por lo que me habian dicho los dos. Saqué mi katana, la cual habia dejado apoyada en la pared, desenvainandola y pegándome un tajo en el pelo que recogí en una coleta, ya que mi madre se habia llevado las tijeras. Me habia cortado el pelo por las orejas mas o menos, pero con un monton de trasquilones y escalones. Y aunque intenté arreglarlo con una navaja mas pequeña, no logré gran cosa. Luego me coloqué el parche sobre el ojo, colocando unas vendas entre éste y la piel para que no se dañara la cicatriz. Ahora era mas facil sujetar la tira llevando el pelo mas corto. Me quedé ahi adentro esperando a oir el sonido de desaparicion quie me indicase que Ian y Cat se habian marchado.

Sentía esperanza. Era una cuestión extraña porque Catherine no estaba acostumbrada a ese sentimiento y por un momento le costó dilucidar de qué se trataba. Era como un pequeño calor que emanaba a todas las partes de su cuerpo abrazándola para hacerla sentir bien. Hasta que la voz helada de Ian terminó con toda aquella sensación. La pelinegra alzó su mirada hacia él mientras su gesto de ilusión se transformaba a uno de absoluto desconcierto. Del desconcierto pasó a la sorpresa y a la estupefacción -Pero…- Intentó hilvanar alguna frase u oración que permitiera que tuviera validez aquella reunión, tratar de darle algo de peso, después de todo el señor Lyran no cometía ese tipo de acciones tan espontáneas como…¿Inocentes?...Supuso.

La alegría que había conocido su frágil cuerpo se fue y la dejó con un sentimiento de ansiedad profundo que no hizo más que agrandarse cuando Azahar reaccionó de esa manera a sus palabras. Su mandíbula se desencajó un poco después de que agarrara el disco con tan poca delicadeza. Catherine estuvo a punto de tomarlo nuevamente pero sus dedos sólo alcanzaron a apretarse y cerrarse con aire entre ellos. Confundida y nuevamente perdida en cuanto a convenciones sociales observó a su amiga dar un portazo ofendida y, lo cierto, es que Catherine no sabía qué era lo que había hecho. Le había dado el objeto más importante de su entera existencia, ni siquiera el laberinto Le Fay le era tan necesario.

La Descendiente bajó la mirada al piso no sin antes ver el gesto de Ian. En alguna parte de su ser sentía que debía decir algo pero no sabía el qué. Toda la motivación que había tenido se había esfumado gracias a un par de palabras, una cachetada de realidad que Ian y Azahar siempre estaban dispuestos a darle. Escuchó las palabras de Anteia y pronto sus peores miedos evocaron. Recordó de una forma muy vívida el dolor en sus entrañas cuando la Alianza le profirió las heridas. Los caóticos momentos vividos la última vez que había descendido y encontrar una pequeña gota de valor en su cuerpo le costó algo de tiempo.

Se sintió débil de nuevo. Se sintió nada. Como la sal que se disuelve en el agua. Nunca era de ayuda cuando bajaban, sólo un estorbo.

Escuchó una puerta cerrarse e instintivamente alzó la mirada hacia el despacho de su padre del cual salía su prometido y en un acto reflejo de cobardía desapareció para huir de un problema y meterse en otro.

Por fin los oi marcharse. Con cero conversaciones mediante. Se juntó una preocupacion mas a todo aquello: por mi padre y por aquella reunion. Estaba tan cabreada en esos momentos con la Alianza que yo tambien dudaba que los muy cabrones quisieran algo bueno. Seguramente acabarian haciendoles daño...porque era lo unico que sabian hacer. Apreté los ojos y los labios, antes de volver a despegar los parpados (ok, deberia hablar en singular) y mirarme al espejo. Habia dejado todo el lavabo perdido de pelos y mechones pero me daba igual. Reflexioné sobre como me habia portado con ellos, Ian y Cat. Seguia pensando que se lo merecían por haber pensado si quiera en hacerme de menos. Bastante mal me sentia conmigo misma como para que me recordasen que...

"...no soy ninguna inutil por esto"

Aunque eso.... Eso no evitaba que me sintiese culpable. Otra parte de mi sabía que no lo merecían. Si realmente estaba enfadada no era con ellos, era con la alianza y conmigo, pero.... Aquellos dos enemigos eran más difíciles de afrontar. Dejé de mirarme al espejo cansada de ese reflejo y me senté en el suelo apoyada en la puerta, justo lo mismo que hacia mi madre del otro lado. Sentía como todos nos rompíamos poco a poco y nos distanciabamos a base de tantas malas experiencias: Cat, Ian, mis padres... Suspiré y miré hacia el techo. Saque el disco de Cat y lo examiné con curiosidad y cuidado: que sería? Decía que era importante. Lo cuidaría muy bien. Pero lo que no iba a aguantar es que me tratasen condescendiente ninguno de ellos dos... Como si sus vidas ahora fuesen más interesantes.

"Pero que mierdas estás pensando? Son todo tonterías sin sentido"

Me levanté bruscamente y abrí la puerta en la que estaba apoyada mi madre, descubriéndola ahí sentada.

-Oh.... Sabes lo de papá verdad? Por que no vas con ellos? Yo me quedaré con los mellizos

Debería haberme fiado de mi instinto para darme cuenta de que no era un buen momento para interrumpir a Azahar y a su madre. Ha quedado claro que mi amiga se ha sentido incómoda y que no quiere que la vea así, aunque me tranquiliza un poco que haya reaccionado y no se haya quedado como ausente, que fue lo que le pasó a Jarkko tras su accidente. Asiento sin decir nada, respetando su decisión de no ver nada que ella no quiera. El humor de Azahar parece ir empeorando por momentos, parece que tanto Catherine como yo metemos la pata con eso de intentar decirle lo que puede hacer y no puede hacer en este momento. Aunque lo digamos para protegerla ha debido sentarle mal, así que se larga cabreada, despachándonos a ambos con un par de frases de enfado antes de meterse al baño y dar un portazo.

Esta vez no cometo el  error de ir tras ella porque es obvio que necesita tiempo y espacio, al menos por ahora, no pienso dejarla demasiado tiempo así. Suelto lentamente el aire anteriormente contenido, bajando un poco la cabeza con gesto de resignación. Poco podemos hacer aquí ahora, así que será mejor darse prisa y regresar con Lyran. Casi no me percato de que Anteia se ha acercado hasta que me agarra por el brazo, pidiéndome que traigamos de vuelta a su esposo, y a ser posible salir de allí todos juntos sanos y salvos.

- Puedes confiar en mí, Anteia. - miro dudoso hacia el lugar por el que se fue Azahar, pensando si pedirle algo más a su madre. Azahar no querrá escuchar nada de nuestra parte ahora mismo, pero dentro de un rato, días o semanas puede que le anime. - Dile cuando puedas que me gustaría entrenar con ella, practicar con la espada tal y como hacíamos antes. No va a quedarse aquí encerrada eternamente, tendrá que aprender a luchar en su nueva situación.- me despido de Anteia antes de que se marche, quedando a solas con Catherine. Me gustaría decirle algo sobre todo lo que está pasando, con ella, con Azahar, entre todos...pero ni es el momento ni encuentro el valor. Si todo fuese como antes sería mucho más sencillo, aunque no creo que sea posible que todo sea exactamente igual que antes. Puede que parecido, en el mejor de los casos, pero nunca igual. La ocasión pasa de largo. Ella se desaparece  en dirección al palacio en el que debe estar Lyran, y yo la sigo en escasos segundos.

De vueltas está hecha la vida y de esa madeja de círculos perfectos Catherine Le Fay parecía estar reprimida en el centro, presa de las circunstancias. Del mar a las olas de la voluntad de un mundo indomable, por primera vez iba a la deriva con una carencia total de control. ¿Iba a ahogarse y ser otra flor más de pétalos marchitos cuyas espinas no habían logrado parar la mano del destino? Arrinconada y herida pero jamás indefensa, era ese último pulso brillante de luz del candil hacia la penumbra de una existencia llamada universo. En resumidas cuentas la terquedad no solo corría por las venas de su ancestros, lo que aún más la apoya era la falta de soledad. Sabio aleteo del monarca para a posarse sobre las hojas de una magnolia cubierta de rosas. El vacío dice más que un sinfín de experiencias, ejemplo de una conexión intrínseca de polos tan opuestos y que al mismo tiempo forman parte de un mismo entero. Todo tiene sentido, causa y consecuencia y como era de esperarse es la luz quien ha de dar la cara, sostenida por el silencio de su sombra. – Esperaré lo que sea necesario – fue la sanción que dio a la morena, ubicándose estratégicamente frente a un cuadro que parecía olvidado para los residentes frente a un espacio donde no molesta a nadie. Un ilusionista sabe cuándo llamar la atención y cuando simplemente fundirse con el fondo, hecho que había repetido por más de diez años de su vida y que ahora lo llevaban a la situación en la que estaba inmerso. Miró el arte con ojo crítico.

Nada puede mover el corazón de un hombre como el oleaje que muere bajo la línea del mar. El dorado diurno baña la piel oleosa como el vaivén que rompe contra la base de roca y madera, rugiendo al encontrar freno a su libre andar. El reflejo en el agua solo aporta a la belleza muy a pesar que no retrata con fidelidad la imagen de lo que le da origen. Carente de su pesar. La leve brisa acariciaba el inmóvil rostro, delineando su silueta cercana al puerto con su particular toque invisible. Sería tan fácil dejar a todo fluir como el agua que se azotaba bajo sus pies, a tan pocos metros de distancia. Un entorno de ensueño que llamaba como el canto de una sirena, de dulces matices que invitaban a la perdición con brazos abiertos. La facilidad con la que podía dejarse caer en las emociones era tentadora, una seducción pavimentada con el encanto del silencio. Voces que desaparecerían en un eco hasta borrarse, al contrario, sería él la imagen borrosa, la parte del mundo que sería eliminada cual desechable error. Quién lo llamaría loco por pensamientos tan intrínsecos y fugases. Aquél era una especie de deseo que estallaba en fragmentos frente a sus recuerdos para dejar solo el paisaje, la totalidad de un sol, el espejo de agua y de una muerte de un rojo tan particular. Stavron había sido su seguridad y así se lo habían arrebatado, aquello que sale de las cenizas es su realidad.

La repentina calma rompe su letargo, bate las pestañas sintiendo la inflexión mágica en las proximidades. La conexión se extiende y sabe que Catherine se ha ido, a fin de cuentas la paciencia es virtud y decide pasearse como el futuro dueño de todo cuanto lleva el apellido Le Fay, vaya inquilinas a encontrar. Deslumbra con su sonrisa, manos siempre visibles en claro mensaje – Una mujer nunca debería estar en una situación tan incómoda – declara sin explicar mientras un movimiento de la diestra parece crear mullido sillón cercano a Anteia – No si uno puede evitarlo, claro. Esperaba que Catherine me presentara pero dadas las emergencias disculpará el protocolo. Mi nombre es Maxwell Blake – extiende la presentación a… ¿No era esa la chica ruidosa del bosque? Menuda suerte Maxwell, menuda suerte. Azahar, repite mentalmente con una memoria que no falla.

-¿Les gustaría compartir un poco de té? – pregunta con su mejor sonrisa, complacencia hecha bello hombre.

Las palabras de Ian la hicieron asentir. Sabía que era cierto, de alguna manera, pese a todo, siempre se podía confiar en un Hacksaw si ellos te veían con buenos ojos. Nunca había sido demasiada cercana a Ian, pero aún así lo consideraba un hijo más desde que Victoria desapareció. Tal vez no fuese muy maternal, pero se preocupaba por él. Sonrió de lado cuando mencionó lo del entrenamiento -Eso le hará bien, estoy segura- le respondió antes de que ambos desaparecieran.

Mientras miraba las tijeras distraídamente su hija salió del baño y la rubia alzó la vista con una sonrisa al notar aquello que se había hecho en el cabello. Se veía diferente, pero bien...De alguna manera, sentía que así debía llevar el cabello de por vida -Debí haberte cortado el cabello antes- Río, una risa que murió cuando mencionó lo de Lyran -Tu padre sabe cuidarse. Confío en Ian y en Catherine, no me necesitan. Volverá acá con nosotras en menos de lo que canta un gallo-

Escuchó un timbre de voz nuevo y antes de percatarse estaba sentada en un sofá frente a la puerta del baño. Cómodo, sí. Raro, también - Así que tú eres Max. Pues yo soy Anteia Malfoy y tenemos que hablar- Le dijo, apuntándolo con las tijeras pero sin darse cuenta. En realidad quería apuntarle con el índice pero tenía la herramienta en esa misma mano, cuando se percató bajo el "arma" y sonrió disculpándose. La invitación sonó tentadora, aquello permitiría que liberara un poco de estrés mientras esperaba a su marido pero lo más importante es que su mente hizo un ligero flashback a cuando su abuela había tenido a Lyran para el té. -Ja! ¡Claro que sí! ¡Oooooh, sí. Tú y yo vamos a tener un largo té! Sígueme- Intercambió una mirada con Azahar que, a su manera, era de suficiencia mientras se levantaba enérgicamente del sofá.

-Creo que conoces a mi hija. Un hombre educado siempre saluda a todas las damas presentes- Mencionó pasando por su lado y moviendo la cabeza con suavidad para que su trenza rubia platinada le golpeara en un hombro. Bajó las escaleras en una rápida corrida pensando apresuradamente en todas las cosillas que le iba a preguntar y ordenar al señor Maxwell. Era un hombre guapo, elegante y educado pero tenía algo que no le gustaba: Sus ojos. Tenía ojos de reptil. Y aunque Anteia fuese una Slytherin, no era fan de los reptiles.

Recibí el cumplido de mi madre con una debil sonrisa, apartando la mirada. Se me hacia rarisimo sentir las orejas al aire, al igual que el cuello, sin tanto pelo de por medio molestando, porque ademas yo tenia muchisimo. Pero mas raro se me hacia llevar un parche y no tener ojo. En fin, gajes del oficio. Solo me costaba controlar la mala hostia que se me habia puesto en cuanto me habian insinuado que me quedase quieta parada. Aunque lo hubiesen hecho con la mejor de sus intenciones...

-Ya, seguro que no tarda demasiado en volver...

En esas apareció Max. En seguida recordé lo que me dijo Cat acerca del extraño disco de metal. "No dejar que ponga sus manos encima". Lo llevaba guardado en mi pantalón. No hice ningun gesto delator al respecto, ni si quiera de que lo tuviese yo, pero clavé en él mi unico ojo con demasiada intensidad por unos instantes antes de apartarlo.

-Cuanto tiempo Maxwell. -comenté, largando una especie de hastiado suspiro por lo bajo (que aun asi intenté disimular un poco) por su caballerosidad, que a mi se me antojaba empalagante.

Mi madre se presentó y habria reido por lo bajo por el modo que tuvo de hacerlo, directo y en algo amenazante, pero esa tipica amenaza de madre, mas bien. Se emocionó con lo del té y no dudó en aceptar...yo no lo tenia tan claro, pero no queria dejarla a ella sola, asi que acepté tambien. Por mi, me habria ido de alli pitando disco incluido, pero antes queria ver un poco por donde respiraba el asunto. Asi quiza tambien me distrajese de mis propios y estupidos pensamientos.

O del reciente enfado con el par de dos.

Bajé las escaleras y alcé las cejas mirando a mi madre por su referencia al "largo té". Los tés con los Malfoy podian llegar a ser....peculiares. Ella le reprendió o algo por el estilo por no haber saludado a todas las damas presentes.

- Max y yo ya nos conocemos mamá. -le dije haciendome un poco la loca, como si no le hubiese hablado largo y tendido de él. Ingresé en la cocina algo antes que ellos, sin mirar a ninguno de los dos, y haciendo uso de mi magia preparé una tetera llenandola de agua para ponerla a hervir, aunque no puse las hojas de té. Eso se lo dejaba a los expertos. Finalmente me atreví a volver a hablar con normalidad, aunque seguia dandoles la espalda mientras hacia como que me entretenia buscando botes de té. - No te veía desde lo del castillo. Vais a tomarlo como residencia?

Dicen que la historia es escrita por los ganadores. ¿Qué es lo que sucede cuando no hay una victoria marcada, que quienes quedan prefieren luchar a por la supervivencia que mantener vivo un recuerdo? En este cuento nadie vence, quizás solo el destino. La historia queda sometida a un enorme vórtice de incertidumbre, desorden. El caos. En el ojo de la tormenta, las sombras y el verdadero enemigo siempre espera. Acosando, furtivamente siguiendo como predador a su presa, esperando el momento exacto para saltar y hundir los dientes sobre la carne expuesta. – Fue mi propuesta a Catherine, sería una lástima que todo un legado se pierda por simple desuso. No tiene que temer, no está sola para ello. Pienso tenerlo listo para luego de la boda – sanciona a Azahar con completa seguridad de sus palabras.

La divinidad sabe de muchas cosas, tiempos que han de ser y serán, extractos en el olvido y otros que pronto desvanecerán. Conoce del espacio aquí y donde el fuego arde o donde las almas descansan plácidamente sobre un colchón de sus más finos sueños y deseos. Existe un bolsillo en la realidad o más bien esta es compuesta por una miríada de los  mismos trozos innumerables, infinito en infinito cada uno con particular nombre. Este relato se trata de un viaje en ese cosmos, de una parte que comprende otro universo dentro del que vivimos las personas. Un pequeño vistazo a posibilidades infinitas. Abrase así la primera puerta, por supuesto una de tantas que hace de recepción y entrada a particular recinto. No es lo que crees, no es lo que parece, al menos no para el resto. Un tanto más único y personal para ser estrictos. La voz mental había hecho el anuncio en un particular y diferenciable tono satírico de quien conoce la realidad de haber sido entrenado en las artes de la diplomacia. Como dicho, no más que el primer paso.

― Y hablando de bodas, y con todo el deseo del mundo de romper los estereotipos, prefiero librar a Catherine de esa ardua labor y apoyarme en su círculo cercano para darle un momento digno de la dicha a celebrar. De más está decir que Rhaegar está fuera de la cuestión, quien diría que los años le limarían el tacto hasta dejárselo en la suela  - niega con la cabeza- Vaya pena. Desmond es otro tema, y sin embargo preferiría un toque más delicado, señorial y femenino con la oportunidad ahora cayendo como si esperara su turno  - El hombre ha envuelto las manos ajenas con las propias, escribiendo su petición en el brillo de sus ojos que no tarda en dedicar a Anteia - ¿Cree que puede ayudarme? No necesito nutrirme de rumores para saber, he visto el color en los ojos de Catherine al buscarla y sé que ha de quererla como una madre. Pretendo darle todo aquello que la vida le ha arrebatado y sería ciego al ignorarla. Por eso… ¿Puedo pedirle su asistencia para hacer de ese día uno que Catherine pueda llenar con su sonrisa? – hay ilusión, cuan bien dicho, cincelada en el rostro de Blake quien pronto gira a incluir al incordio sonoro que era la hija de su objetivo – Por supuesto, cuanto más mejor, y de vestidos de novia mi conocimiento se reduce a cero, más cuando es imperativo quitarla de esas botas militares y el camuflaje de guerra ¿No les parece? – porque la mejor manera de batallar a una mujer es bajo terreno en donde se sientan comodas.

Avanzan bajando las escaleras y Anteia pronto empieza a levitar las tacitas de té que gracias a Desmond había encontrado. Eran rosas, todo el juego de té que le había regalado era rosa. Cuando Azahar se puso a preparar el té, dejó que su hija se encargara -Las hojas en la taza- Le susurró Anteia con una sonrisa de lado. La lectura de las hojas del té era algo que había aprendido en Hogwarts hacía muchos años atrás y gustaba de practicarlo. Aparte, los Malfoys también tenían un par de secretos escondidos al respecto. Finalmente, la rubia dejó las tijeras en la mesada y se dirigió hacia el sofá donde Max ya se encontraba sentado.

La mención del Castillo le Fay hace que arrugue la nariz un momento -¿Vamos a mudarnos de nuevo?- Cuestionó con cierto reproche más hacia Azahar que hacia Max, porque Catherine en su momento había abierto su hogar para ellos y tal vez también decidiera que si ella se mudaba, se mudaban todos. Así habían sido los Malfoys y los Blacks, varios matrimonios residiendo en un solo castillo. No sabía que querían hacer ellos.

Entonces, Max dedica su mirada a ella con palabras que le resultan en extremo agradables. No sabía que para Catherine ella misma significara eso, aunque sí que los había adoptado como hijos propios preocupándose por ellos aunque limitándose en ciertos aspectos. Volvió su mirada hacia Azahar. Organizar eventos de ese tipo era su debilidad. Eran eventos que celebraban la felicidad y el amor y que le llenaban el alma. Apretó suavemente las manos de Max -Haría lo que fuese por Catherine… Pero tal como ella me ve como madre, yo la veo como hija y tú no has pedido mi aprobación para esta boda. Tampoco la has cortejado correctamente. ¿Tuvieron su primera cita? - Cuestionó para después proseguir- Ni siquiera te conozco. ¿Cómo se yo que eres un buen partido para mi hija?- Increpó alzando las cejas y separó sus manos de las de él.

Hizo una seña a Azahar para que trajera el té y después dedicó una sonrisa cálida a Max -Así que empecemos por el principio, galán. ¿Qué edad tienes y de dónde conoces a Catherine?-

Miraba a Max con cara de aburrimiento sin tratar ya de disimularlo, porque no tenia el cuerpo para fiestas o modales ( o como decimos en mi tierra, no tengo el chichi pa farolillos) aun cuando el hombre respondiese a las preguntas que yo misma le habia hecho. Así que si...planeaban mudarse.

-Si, la verdad es que tienes razón. -dije de modo desapasionado. Aunque mi expresion cambió repentinamente en cuanto mi madre insinuó si aquello queria que nosotros tambien nos mudabamos. La miré con mi unico ojo bien abierto y expresion helada.

"NO!"

Aunque...eso querria decir dejar a Cat sola llevar su vida con Max? Aquello casi me desagradaba más. Solté un suspiro y me puse a echar las hojas de té en las tacitas que habia preparado mi madre, con pocas ganas de pensar en todo aquello. Como que me resultaba menos importante... mas lejano. Como si a mi no me debiese afectar. De todos modos, Ian y Cat se habian ido juntos a hacer cosas divertidas. Es decir a meterse en el palacio en mitad de una reunion y esas cosas.

Me ladeé un poco para mirar con discrecion como le agarraba las manos a mi madre y sentí un profundo desagrado por aquel gesto, aunque supuse que a ella no le importaria. Negué brevemente, y segui colocando la cantidad justa de hojas de té. Habia leido en no se que mierda de libro que solo un corazon tranquilo era capaz de preparar un buen té. Pues bien, segun aquella puta leyenda china, mi té iba a saber a rayos. Pero salté al oir el nombre de Rhaegar y que él queria apartarlo de todo aquello.

- Rhaegar es un rancio, por lo poco que lo conozco a él tampoco le emocionará la idea de montar la boda. Pero irá a la ceremonia...por lo poco que he podido ver tambien sé que no dejaría sola a su hermana por nada del mundo. Y menos en ese dia.

"Desmond es otro tema. Puñetero Desmond"

Observé la mirada que me lanzó mi madre, sabia que le encantaba preparar ese tipo de eventos. Sonreí suavemente y asentí un poco con la cabeza.

"si, será mejor que lo hagas tu. Quiza sea la unica boda que prepares"

Me rei un poco por lo bajo mientras echaba el agua de la tetera en las tazas, al escuchar la respuesta de mi madre. Puse las tacitas en una bandeja y me agencié un azucarero y un tarro de miel, que no sabia aun que prefería el Blake. Cuando agarré la bandeja me giré hacia ellos dos, acercandome a una mesita para dejarla alli y sentarme en uno de los sillones mirando a Max con una cordial pero incrédula sonrisa cuando pareció dirigirse tambien a mi para pedir consejo en cuanto al vestido femenino.

-No sé, a mi me parece que Cat está muy sexy con las botas esas y los pantalones.... ¿Quieres que la convenzamos para que elija un vestido bonito? - nah, botas y pantalones de camuflaje. Un puntazo, totalmente. Quitarselos seria como quitarle su "muchosidad".

Agarré mi taza de té sin echarle nada de azucar o miel, acercandomelo a los labios para soplarlo. Luego le pegué un trago. Estaba amargo, pero no estaba malo....o eso me pareció a mi. Cerré "los" ojos concentrandome en el aroma, intentando que dejase de dolerme la cabeza. Pero la compañía no me lo permitía.

Un silbido silencioso que marca el pasaje, confirmando el tiro. Directo al punto, precisión de flecha. Las vueltas del laberinto se cerraban en torno a sí mismas creando un círculo, una perfecta estructura de defensa cuando de líneas se habla. El aroma a té inunda el tablero y hace más amena la velada, de preguntarle incluso diría que le agradaba la mujer y cuanto más se preguntaba cómo era posible que el adefesio de chica cercana fuera su hija. El porte Malfoy era inmutable como el hombre que a pesar de las palabras mantenía su temple, un delicado balance y la gracia del tempano en plena nevada.

―Una cosa a la vez, permítame comenzar. Considerando la espiral de sucesos no tengo idea, actualmente, de cuáles son los planess de Catherine respecto a muchas cosas, a excepción de continuar adelante con la boda, por supuesto. El castillo es enorme y podría acogeros sin problema. ¿Hay más miembros de su familia que podrían llegar a unirse? – una pregunta cuyos motivos oculta tras la cordialidad y el tono casi burocrático que utiliza a la hora de contabilizar las cosas – De momento dejémoslo en un veremos. – termina por sancionar y prueba el té; no era ni por cerca la calidad que hubiese esperado de una estancia que lleva el nombre de Le Fay. Hay cosas que Catherine debería cambiar con urgencia, mucho más que sus simples botas.

-Dí con Catherine hace ya muchos años, luego de ganar mi parte en el torneo de Hogwarts –agrega una sonrisa de quien sabe haber ganado buen título- Usted ha de saber de ello, por supuesto ¿Malfoy ha dicho? Oh, mi madre solía contar las más refinadas historias de una amiga hecha en su familia. Pero no voy a desviarme. Stavron, el padre de Catherine, fue mi maestro. No llegaba yo a la mayoría de edad cuando fui a vivir al castillo Le Fay – explica sin necesidad de esconder sus logros o cuan atrás llevaba su pasado a una relación con Catherine- Conocí a todos allí, principalmente a Layla. Los gemelos entonces no eran más que dos cositas rosas muy ruidosas que harían rabiar a Rhaegar de saberlo– otra de sus risas en automático, trabajo de político –Por supuesto el arte del cortejo no es una decisión o situación que se crea en un parpadear, he llevado a Cath, si me permite el atrevimiento, a sitios que ni podría imaginarse - Porque si, era cierto lo que decía. Solo que Anteia no tenía manera de saber que se refería a los tantos sueños a los que había arrastrado a la joven Le Fay para predarse de sus ilusiones. No podría pensarlo cuando todo ello era la imaginación de otra persona. – El total a hoy serían unos dieciséis años de la primera vez que la vi. Lo sé, no aparento mucho mi edad y supongo que puedo decir que me siento mucho más joven que treinta y tres años –tras ese despliegue respira con calma, vuelve a su té para crear suspenso y expectativa en igual medida.

-Concuerdo que podría vestir una de estas cortinas y verse fabulosa, tiene mucho de Stavron en su porte – halaga como un experto tras el gesto de señalar que ha hecho su mano en sutileza – Pero aunque me gusta romper algunas tradiciones, creo que hay algunas que deben respetarse – breve pausa, sus dedos cuentan el tiempo, fingiendo pensar lo que sabe con antelación que diría - ¿Qué más de mí? Como el apellido indica soy un Blake, lo que me ubica entre las castas más viejas de magia sin considerar los descendientes. Mi especialidad son los sentidos, y como ha visto, la realidad misma – otro movimiento de sus dedos que parecen danzar en el aire y de la nada crean una corona de flores que cae plácidamente sobre la cabeza de Anteia, el blanco y el azul grisáceo de los pétalos calzaban a la perfección.

- Por lo demás, puede preguntar que alegremente responderé a todas sus dudas-

-Mucho más- Asintió. Seguramente Maxwell no lo sabía, pero Anteia y Lyran tenían una pequeña manía de adoptar gente ajena. Empezaron por los Hacksaw, con sus sobrinos, con los niños de la Resistencia y por el momento iban con los Le Fay. Si se pusiesen a sacar cuentas es probable que unos 50 estuviesen viviendo en ese techo pero prefirio no darle esa información -Supongo, igual, que es decisión de Catherine. Es su castillo después de todo y nosotros su familia- Y se había enterado, hace ya un tiempo, lo que le había comentado a Azahar. Que Maxwell tendría que ceder en muchas cosas al casarse con Catherine y aunque su rostro dibujaba ilusión por la boda, seguía sin conocerlo lo suficiente.

Un movimiento de cabeza le hizo entender a Maxwell que, en efecto, era una Malfoy. Una Malfoy rara. De una familia extinta. Pero viva. Muy viva. Siguió escuchando con atención mientras le ponía un poco de miel a su té para endulzarlo, tras ello se llevó la taza rosa a la altura de la boca y sopló un poco antes de beber un sorbo. Sonrió incómodamente a la frase “a sitios que ni podría imaginarse”, dándose una idea de a lo que se refería. E hilandolo con las palabras de Lyran de “tienes que hablar con Catherine” empezaba a revolverse el estómago.

-Tienes la edad de Cristo- Anteia había pasado su niñez en un orfanato muggle, no sabía si la referencia la entendería Maxwell pero le daba igual -Cuando se murió, por supuesto- Añadió como dato interesante  y volvió a tomar el té. Mientras bebía del líquido caliente analizó la situación, Maxwell le llevaba más de 10 años  a Catherine. Habían crecido en generaciones muy distintas y sin embargo, “rompía tradiciones”. Anteia se mantuvo relativamente calma, el té la ayudaba a tranquilizarse mientras escuchaba a Max hablar y hablar y hablar.

Sonrió de lado al recibir la corona y miró a Azahar con las cejas alzadas en un gesto de alegría para ponerséla sobre su dorado cabello. El regalo le parecía absolutamente hermoso y le agradeció a Max con un gesto, su mirada brillaba con un deje cálido y maternal. Aunque en el fondo de su mente seguía preguntándose de qué conocía el apellido Blake. Mientras terminaba de desatarse la trenza que ataba su cabello y acomodaba la corona en su cabeza, recuperando parte de la belleza juvenil de antaño Anteia extendía su campo empático. Sus ojos azules se posaron en los de Max -¿Amas a Catherine?- Cuestionó directamente. Sin ningún tipo de reparo en lo cruda que había sido la pregunta y concetrándose en cada uno sentimientos que salían a flote mientras respondía. Para Anteia el enlace matrimonial se hacía en honor a los sentimientos de la pareja, no a lo que dictaba unas reglas no dichas en familias estrictas.

Tiro dado para saber si percibo o no los sentimientos de Max hacia Catherine.

El miembro 'Anteia Malfoy' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Suspiré enfocándome en mi té, tenía bien claro que no pensaba irme a vivir a aquel castillo. Me daba igual que me lo pidiesen mis padres, Ian, o la propia Catherine. No. Esperaba que la situacion no llegase al punto en el que su familia si quiera se plantease el ir a vivir allí. Preferia mil veces bajar abajo, e intentar reconstruir su antigua casa, la casa de los knox. Pero los mellizos....

"bueno, ellos deberian quedarse. Pero yo no tengo por qué"

Soplé y bebí. Aunque parecía inmersa en mi bebida en verdad escuchaba las historias que contaba Max y las preguntas de mi madre. Mi ceño creo una pequeña arruga al oir a Max decir que habia llevado a Cat a lugares a donde no podriamos imaginarlo.

"Ilusiones, laberintos"

Mantuve mi ojo cerrado mientras bebía, quizá si no tenia que verle la cara me resultaria menos insoportable escucharlo. Con la mano libre me la metí al bolsillo, como comprobando que el disco siguiera en su sitio. Lo abrí justo para ver como creaba una corona de flores para mi madre y sonreí falsamente. Menudo adulador estaba hecho...

"si, y un viejo pellejo"

La pregunta que le hizo mi madre a Max no me parecio para nada rara ni maleducada. Segui bebiendo hasta dar con el fondo de la taza, donde quedaron los posos del té, aunque por costumbre, me dejé un poco de líquido. Los miré haciendo una mueca. Que si la ama? Pregúntale a una margarita, te dará una respuesta igual de válida que la de él. Mi madre estaba preciosa con aquella corona de flores, me alegraba en ese momento de que aun me hubiesen dejado un ojo para poder verla, pero no sabia que esperaba obtener con aquella pregunta. Esperaba que terminasen pronto y la reunion se disolviese cuanto antes . Di tres vueltas a mi taza, con lo que quedaba dentro, y luego vertí lo que quedaba de liquido en mi platito. Entorné la mirada alzando la barbilla, comenzando a mirar los posos desde la zona del asa. No se habian escurrido hacia el fondo....