Recuerdo del primer mensaje :
Esta amplia cueva de difícil acceso se encuentra por los alrededores del pueblo abandonado de Bastion Hollow, subiendo un trecho en la ladera de una montaña. Durante años, sirvió como refugio a prófugos de la ley y disidentes. Ha sido testigo de varias escaramuzas, y muchas de sus piedras están teñidas de sangre. El derrumbamiento de una de sus paredes dejó recientemente al descubierto otra sección de la cueva con un riachuelo subterráneo y numerosas cámaras, hasta el momento desconocido, ampliando considerablemente el tamaño ya de por si grande de esta cueva.
Flipo cuando el drow empieza a levitar. ¡Si encima sabe volar! Qué criaturas más curiosas son estos elfos oscuros, como los llaman en la mitología noruega.
Cuando aterriza y fija su objetivo en el soldado, llamado Napoleón por Kosuke, no puedo evitar corresponderle la sonrisa, aunque no tan chunga como la de él, que tuve que reprimir un escalofrío cuando la vi. Pero ya había visto muchas cosas, así que seguro que esa sonrisa no era lo peor del mundo. Le estrecho la mano enérgicamente para aceptar el trato.
-¿Quieres comer algo?
Le pregunto mientras que con la tierra que ha quedado del muñeco destrozado, formo un par de frutos y un trozo de pan. No sé si él comprenderá que me refiero a comida, pero espero que así sea.
Cuando aterriza y fija su objetivo en el soldado, llamado Napoleón por Kosuke, no puedo evitar corresponderle la sonrisa, aunque no tan chunga como la de él, que tuve que reprimir un escalofrío cuando la vi. Pero ya había visto muchas cosas, así que seguro que esa sonrisa no era lo peor del mundo. Le estrecho la mano enérgicamente para aceptar el trato.
-¿Quieres comer algo?
Le pregunto mientras que con la tierra que ha quedado del muñeco destrozado, formo un par de frutos y un trozo de pan. No sé si él comprenderá que me refiero a comida, pero espero que así sea.
No se tomó a mal que destrozara la obra de arte viejuna. Me devolvió una sonrisa. Tu tendrías que haberla visto, niño. Una sonrisa normal. Sin malas intenciones, sin cara de demente, sin que fuera realmente maligna. Tu no lo sabes apreciar ya imagino, ¿Pero yo? Me había pasado toda mi vida viendo las sonrisas retorcidas de las sacerdotisas de Lloth al torturar a algún pobre desgraciado. Y de repente, aquella sonrisa victoriosa. Me quedé contemplándola como quien observa una idea platónica. No es que la chavala me pareciera una musa, aunque no vamos a decir que era fea. No, eso tampoco, ni de lejos. Sinó que era el gesto. Ese gesto. Tu, tu alguna vez me sonreíste así, pero la gran parte de tu vida te la pasabas haciendo gruñidos. Me decías que aquello era familiar…
Me estrechó la mano y me preguntó algo, aunque yo no sabía que era tampoco una pregunta. Entonces hizo una escultura extraña con la tierra, un pan y frutas. Pensé en tus cacas resecas. No había visto un pan en mi vida. Y la fruta, solo unas cosas arrugadas y marronosas. Me la miré con cara de no entender una prostituta caca. -¿Qué es? ¿Arte contemporáneo?- Bueno, no dije arte contemporáneo. Porque yo tampoco sabía de eso.
En su lugar le hice un gesto con la mano, como quien tiene hambre. La cerré mientras señalaba la boca, muy confuso. Y también le hice otro como de querer caminar, porque tenía prisas para salir de allí. Tenía miedo de que Vlosinssrigg me fuera a traicionar llegada la noche. La luz me permitía mantenerlo a ralla, pero en algunas ocasiones se le iba por completo la pinza…
Me estrechó la mano y me preguntó algo, aunque yo no sabía que era tampoco una pregunta. Entonces hizo una escultura extraña con la tierra, un pan y frutas. Pensé en tus cacas resecas. No había visto un pan en mi vida. Y la fruta, solo unas cosas arrugadas y marronosas. Me la miré con cara de no entender una prostituta caca. -¿Qué es? ¿Arte contemporáneo?- Bueno, no dije arte contemporáneo. Porque yo tampoco sabía de eso.
En su lugar le hice un gesto con la mano, como quien tiene hambre. La cerré mientras señalaba la boca, muy confuso. Y también le hice otro como de querer caminar, porque tenía prisas para salir de allí. Tenía miedo de que Vlosinssrigg me fuera a traicionar llegada la noche. La luz me permitía mantenerlo a ralla, pero en algunas ocasiones se le iba por completo la pinza…
Enarco una ceja cuando veo como me mira. ¿Estará bien? A saber lo que le han hecho ahí abajo. Debo admitir que siento un poco de lástima por él.
-¿Qué has dicho? No te entiendo
Y, obviamente, él tampoco me entiende. Menudo diálogo de besugos. Por suerte, el drow hace unos gestos que venían a decir que tenía hambre y solamente sonrío de nuevo, divertida.
-¡Pues eso es lo que digo! ¡Ven conmigo! Sé donde hay comida
Le hago un gesto de que me siga, tenía pensado llevarlo a la base de los Renegados, porque a saber si los locos de los Descendientes lo echaban de su isla flotante. Aunque no había mucha comida, allí eran mucho más generosos. Además solo sería temporal, hasta que el Moulin fuera nuestro. Y así, ambos nos vamos hacia la base.
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Off: Ilztvyll, como es necesario hacer un flashback en la trama, pues allí si quieres contamos lo que hicimos en la base. ¿Te parece?
-¿Qué has dicho? No te entiendo
Y, obviamente, él tampoco me entiende. Menudo diálogo de besugos. Por suerte, el drow hace unos gestos que venían a decir que tenía hambre y solamente sonrío de nuevo, divertida.
-¡Pues eso es lo que digo! ¡Ven conmigo! Sé donde hay comida
Le hago un gesto de que me siga, tenía pensado llevarlo a la base de los Renegados, porque a saber si los locos de los Descendientes lo echaban de su isla flotante. Aunque no había mucha comida, allí eran mucho más generosos. Además solo sería temporal, hasta que el Moulin fuera nuestro. Y así, ambos nos vamos hacia la base.
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Off: Ilztvyll, como es necesario hacer un flashback en la trama, pues allí si quieres contamos lo que hicimos en la base. ¿Te parece?
No me preguntes porqué intentábamos comunicarnos si ya estaba más que comprobado que no teníamos la más menor noción de la lengua del otro. Era como intentar comunicarse con señales de humo. O algo así. ¡No me cuestiones cosas! Que sé que cuando oigas esto te reirás de mi. Siempre decías que me expresaba mal… Pero, ¿Para qué expresarme bien? Lo importante es que me entienda yo. Pero quitemos esto del medio y centrémonos en la acción.
Me respondió alguna cosa en su complicado y nada comprensible lenguaje en cuanto le comenté que tenía hambre. Y ella me sonreía como si le pareciera muy gracioso que fuera un muerto de hambre. Torcí la cabeza porque no le entendía demasiado, mientras ella me hacía así con la mano, como “ven acá, chaval”. Yo dudé un poco. Es decir, entiéndeme. Igual me quería engañar. Igual los seres como ella se comían a los drows. Igual en realidad pretendía esclavizarme.
Pero dentro de mí tenía la extraña convicción de que no me mentía. Había escuchado (sobretodo de tu boca, pesado de mierda) que eran las personas de la superfície mucho más generosas que las tel interior. Que los elfos oscuros no eran como la gran mayoría de seres. Que estos sabían de vivir en comunidad, y amistades, y familia… Me parecía todo aquello super empalagoso, no como a tí. Seguro que ahora eres un elfo próspero y feliz que vive con gente como él, repartiendo abrazos de oso. ¿No decías que tu sueño era cuidar de alguien? Aparte de que ya cuidabas de mi, ¡Me tratabas como un niño! Estoy seguro que acabaste en una guardería.
Me guié más por tu forma de pensar que no la mía. Cargué la guadaña sobre el hombro y decidí no darle más vueltas, la seguí, esperando que si pretendía algo malo fuera rápido e indoloro. Me sentía muy corto. No me enteraba de nada. Yo, un mago alguna vez temido, reducido a un triste y mudo extranjero que inspiraba compasión. Odiaba la compasión. Pero cada cosa a su debido tiempo, tenía aún demasiadas horas en mi vida como para fallar por ir apresurado a todos sitios. Paciencia, todo lo que necesitaba era paciencia. … Y hacer un esfuerzo por aprender la lengua. Igual podía encontrar un manual inglés-undercommon o algo así. Aunque empezaba a dudarlo. ¿Cómo lo aprendiste tu? Tengo noticias de que a ti se te da muy bien. Pero que mucho. Algún día ya me lo contarás... O no. Bueno. Cuéntaselo a alguien de mi parte.
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off: ok, no problema!
Me respondió alguna cosa en su complicado y nada comprensible lenguaje en cuanto le comenté que tenía hambre. Y ella me sonreía como si le pareciera muy gracioso que fuera un muerto de hambre. Torcí la cabeza porque no le entendía demasiado, mientras ella me hacía así con la mano, como “ven acá, chaval”. Yo dudé un poco. Es decir, entiéndeme. Igual me quería engañar. Igual los seres como ella se comían a los drows. Igual en realidad pretendía esclavizarme.
Pero dentro de mí tenía la extraña convicción de que no me mentía. Había escuchado (sobretodo de tu boca, pesado de mierda) que eran las personas de la superfície mucho más generosas que las tel interior. Que los elfos oscuros no eran como la gran mayoría de seres. Que estos sabían de vivir en comunidad, y amistades, y familia… Me parecía todo aquello super empalagoso, no como a tí. Seguro que ahora eres un elfo próspero y feliz que vive con gente como él, repartiendo abrazos de oso. ¿No decías que tu sueño era cuidar de alguien? Aparte de que ya cuidabas de mi, ¡Me tratabas como un niño! Estoy seguro que acabaste en una guardería.
Me guié más por tu forma de pensar que no la mía. Cargué la guadaña sobre el hombro y decidí no darle más vueltas, la seguí, esperando que si pretendía algo malo fuera rápido e indoloro. Me sentía muy corto. No me enteraba de nada. Yo, un mago alguna vez temido, reducido a un triste y mudo extranjero que inspiraba compasión. Odiaba la compasión. Pero cada cosa a su debido tiempo, tenía aún demasiadas horas en mi vida como para fallar por ir apresurado a todos sitios. Paciencia, todo lo que necesitaba era paciencia. … Y hacer un esfuerzo por aprender la lengua. Igual podía encontrar un manual inglés-undercommon o algo así. Aunque empezaba a dudarlo. ¿Cómo lo aprendiste tu? Tengo noticias de que a ti se te da muy bien. Pero que mucho. Algún día ya me lo contarás... O no. Bueno. Cuéntaselo a alguien de mi parte.
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off: ok, no problema!
La condenada cueva ahora hacía honor a su nombre. Dejé la moto más dentro que fuera y una vez allí, con Dyospiros inconsciente y envuelto en una manta, me senté apoyado contra una esquina, con él abrazado como si fuera un mero fardo. De la forma que lo había envuelto casi me recordaba a aquellos plásticos que ponían para tapar cadáveres después de crímenes. Quizás por eso se los ponían, pensé. Para que nadie los vieran.
Hacía mucho rato, sin embargo, que la manta se había teñido de rojo. Yo tenía la moneda en un bolsillo y no dejaba de consultarla. No sabía donde estaban aquellos. Si no habría ido directamente con la condenadísima moto. Pero allí estaba: Esperaba y esperaba y lo mantenía contra mi cuerpo con la estúpida esperanza de que no perdiera demasiada calor. -No… No voy a perder a nadie más… me escuchas… A nadie más…
Yo no había caído inconsciente y no pensaba abandonarme al sueño hasta que él estuviera en manos más hábiles que yo. Me flojeaban los brazos debido a lo desastroso de la operación del cuello. La caída había sido especialmente nefasta para una de mis piernas, y el rayo paralizador habían hecho mella en mi cuerpo. Apenas tenía energías. Y tenía muchísima hambre, y muchísima sed, y… En general estaba en malas condiciones.
Pero él estaba peor que yo. -Van a venir, ¿No es así? Vendrán y… nos… nos ayudarán… Y… y todo irá bien, todo irá bien…- Hacía rato que hablaba para mi mismo. Intentaba convencerme de mis propias palabras. Tal y como me aferraba a su demacrado cuerpo, intentaba engañarme a mi mismo. Pronto, el suave murmullo de mis hablares se convirtió en un mero sollozo. Los minutos se volvían horas, el tiempo era agónico, agónico... Y todo estaba frío.
Hacía mucho rato, sin embargo, que la manta se había teñido de rojo. Yo tenía la moneda en un bolsillo y no dejaba de consultarla. No sabía donde estaban aquellos. Si no habría ido directamente con la condenadísima moto. Pero allí estaba: Esperaba y esperaba y lo mantenía contra mi cuerpo con la estúpida esperanza de que no perdiera demasiada calor. -No… No voy a perder a nadie más… me escuchas… A nadie más…
Yo no había caído inconsciente y no pensaba abandonarme al sueño hasta que él estuviera en manos más hábiles que yo. Me flojeaban los brazos debido a lo desastroso de la operación del cuello. La caída había sido especialmente nefasta para una de mis piernas, y el rayo paralizador habían hecho mella en mi cuerpo. Apenas tenía energías. Y tenía muchísima hambre, y muchísima sed, y… En general estaba en malas condiciones.
Pero él estaba peor que yo. -Van a venir, ¿No es así? Vendrán y… nos… nos ayudarán… Y… y todo irá bien, todo irá bien…- Hacía rato que hablaba para mi mismo. Intentaba convencerme de mis propias palabras. Tal y como me aferraba a su demacrado cuerpo, intentaba engañarme a mi mismo. Pronto, el suave murmullo de mis hablares se convirtió en un mero sollozo. Los minutos se volvían horas, el tiempo era agónico, agónico... Y todo estaba frío.
Aparezco en las inmediaciones de cueva tras recibir un mensaje de socorro en la moneda comunicadora. Supongo que se trata de un mensaje masivo porque no iba dirigido sólo a mí, que soy la única que por desgracia está al cargo de la enfermería ahora mismo. El nombre de Dyospiros me suena de haberlo oído por la base y por cosas que me ha comentado mi padre sobre la misión en la que rescataron a Ian, era uno de los que iba con ellos. Antes de salir he preparado una bolsa con lo más básico (todo sacado de la enfermería, aunque no sea mucho) aunque temo que la situación que me voy a encontrar es grave. Lo que me extraña es que no hayan llevado al herido a la enfermería, así que en el poco trayecto que hago hasta la cueva comienzo a preguntarme si es porque lo ha encontrado alguien ajeno a la base o porque es alguien que está tan mal que no puede aparecerse. En ningún momento se me ha ocurrido pensar que sea una trampa, sería muy cruel bromear con algo así.
En pocos minutos aparezco en el umbral de la cueva, adentrándome unos cuantos metros, no demasiados. Enseguida me encuentro con dos figuras tiradas en el suelo, junto a la pared de la cueva y al lado de una moto. Me acerco rápidamente para agacharme al lado, preocupándome ya de primeras la cantidad de sangre que hay alrededor. La cara del herido me suena, la del otro también, aunque ahora mismo no sé de qué.
- Vine de la base en cuanto vi el mensaje, haré todo lo posible por ayudaros. Déjame que le eche un vistazo, voy a intentar estabilizarlo antes de moverlo de aquí hacia la enfermería. - le digo al que está consciente en el tono más calmado que puedo, aunque a mi misma me cueste mantener la calma al verme con semejante espectáculo. Es cierto que he aprendido bastante en los últimos meses, pero aún así la experiencia es un grado, y todavía me falta bastante de eso. Intento separar un poco a Dyopsiros de Ailanthus, para dejarlo tendido en el suelo. Arrodillada a su lado compruebo sus constantes vitales, pulso débil y respiración más bien insuficiente. Le abro la ropa rasgándola, fijándome en las numerosas heridas de bala que presenta.
Va a tocar operarlo para sacar las balas, ya que dudo que todos los orificios sean de entrada y salida. No me atrevo a decirle si va a salir de esta, pero espero que al menos no se me note en la cara. Procuro que tampoco se note un leve temblor en las manos por nervios cuando sobre el pecho de Dyospiros, canalizando mi energía hacia éstas para que al menos las hemorragias se detengan un poco hasta que consigamos llegar a la base. La tenue luz azulada del principio se intensifica un poco, contribuyendo también a estabilizar momentáneamente sus constantes vitales, aunque de poco servirá si no lo llevo a operar enseguida. - Necesitaremos mucha sangre para reponerla...y no sé si habrá bastantes reservas de donantes en la base, además de pociones reabastecedoras. - gastamos mucho, con tanto herido semana sí semana también. - Dime, ¿cómo te llamas tú? ¿qué heridas tienes? - era evidente que el otro tampoco tenía buena pinta, pero por ahora sólo he mirado al que está más grave. De hecho ni levanto la cabeza para preguntarle, estoy centrada en terminar de estabilizar al otro. Tampoco es momento de preguntar quién. Da igual el bando, todos acaban haciendo daño.
En pocos minutos aparezco en el umbral de la cueva, adentrándome unos cuantos metros, no demasiados. Enseguida me encuentro con dos figuras tiradas en el suelo, junto a la pared de la cueva y al lado de una moto. Me acerco rápidamente para agacharme al lado, preocupándome ya de primeras la cantidad de sangre que hay alrededor. La cara del herido me suena, la del otro también, aunque ahora mismo no sé de qué.
- Vine de la base en cuanto vi el mensaje, haré todo lo posible por ayudaros. Déjame que le eche un vistazo, voy a intentar estabilizarlo antes de moverlo de aquí hacia la enfermería. - le digo al que está consciente en el tono más calmado que puedo, aunque a mi misma me cueste mantener la calma al verme con semejante espectáculo. Es cierto que he aprendido bastante en los últimos meses, pero aún así la experiencia es un grado, y todavía me falta bastante de eso. Intento separar un poco a Dyopsiros de Ailanthus, para dejarlo tendido en el suelo. Arrodillada a su lado compruebo sus constantes vitales, pulso débil y respiración más bien insuficiente. Le abro la ropa rasgándola, fijándome en las numerosas heridas de bala que presenta.
Va a tocar operarlo para sacar las balas, ya que dudo que todos los orificios sean de entrada y salida. No me atrevo a decirle si va a salir de esta, pero espero que al menos no se me note en la cara. Procuro que tampoco se note un leve temblor en las manos por nervios cuando sobre el pecho de Dyospiros, canalizando mi energía hacia éstas para que al menos las hemorragias se detengan un poco hasta que consigamos llegar a la base. La tenue luz azulada del principio se intensifica un poco, contribuyendo también a estabilizar momentáneamente sus constantes vitales, aunque de poco servirá si no lo llevo a operar enseguida. - Necesitaremos mucha sangre para reponerla...y no sé si habrá bastantes reservas de donantes en la base, además de pociones reabastecedoras. - gastamos mucho, con tanto herido semana sí semana también. - Dime, ¿cómo te llamas tú? ¿qué heridas tienes? - era evidente que el otro tampoco tenía buena pinta, pero por ahora sólo he mirado al que está más grave. De hecho ni levanto la cabeza para preguntarle, estoy centrada en terminar de estabilizar al otro. Tampoco es momento de preguntar quién. Da igual el bando, todos acaban haciendo daño.
-¿Confías en ellos? ¿Crees que vendrán?- Le preguntaba a él, aunque realmente, seguía hablando conmigo mismo. Estaba allí acurrucado, refugiado en una sombra que me protegía de los terrores de la luz. -Y… Si no vienen…- "Entonces él morirá y eso es todo. Tu aún te las puedes apañar." ¿Y si venían? ¿Qué harían? No había estado demasiado tiempo como capitán de la Alianza Humana, pero supuse que aún así debían tener una mínima noción de mi identidad. No. Eso me daba igual. Podrían escupirme, atacarme, hacer lo que fuera. Lo único que necesitaban es que tuvieran piedad de Dyospiros.
Cuando vi movimiento fuera de la cueva arropé con más fuerza a mi hermano y dirigí unos brillantes, casi ansiosos ojos hacia fuera, sin saber qué esperar. Durante unos segundos pensaba que nos debían haber descubierto. Los de la Alianza. Y no podía luchar en aquellas condiciones. Pero luego me di cuenta que era una figura... No de muy avanzada edad. Y no llevaba uniforme militar, ni parecía tener ninguna relación… “La ayuda ha llegado”. Lucía yo mismo unos ojos asustados. Retrocedí levemente hacia atrás, como si no acabara de fiarme. Luego me di cuenta que era estúpido.
Me explicó un poco qué hacía allí. Que venía de la base, y que lo estabilizaría, y que… Lo llevaría. -Nos… ¿Nos puedes ayudar?- En aquel momento Chloe se me antojó como una salvación casi divina, si es que para mi lo divino fuera positivo. Con aún algo de desconfianza, al ver que pretendía examinarlo, lo dejé sobre el suelo y ayudé a desenroscar la manta en la que lo tenía envuelto. Entrecerré mis ojos en cuanto desgarró la tan destrozada ya camisa. Todas las heridas.
-Va… va a ser difícil… Sí…- No preguntaba. Ya lo sabía. Estaba siendo optimista, de hecho: Aún tenía esperanzas que saldríamos de esta. Intentó utilizar la magia para curarle y yo di un leve respingo en ver la luz. Llevaba tanto tiempo desconectado del mundo mágico que no me atrevía siquiera a pensar que hubieran… Personas capaces de usarla regularmente. Y menos con fines curativos. Ella temblaba. Yo también. Decía que necesitaríamos sangre. Rebusqué entre los bolsillos y le enseñé una de las pociones que había mencionado, la reabastecedora. -Tengo esto… Y… Sangre, no sé que tipo de sangre tiene… Yo…- “¿Y porqué ibas tu a tener la misma? ¿Y tu estás para donar sangre?”
Mis propios pensamientos me taladraban la cabeza dolorosamente. Un choque de realidad con el idealismo de mis palabras. Su pregunta me pilló por sorpresa. Le miré con los ojos un poco abiertos, pero ella tenía la vista fija en Dyospiros. -Yo soy…- “Ailanthus Sreysnah, el traidor, el supuesto segundo capitán de la Alianza Humana, ex-Ejecutor, al cargo de haber llevado a numerosas personas a los campos, del sufrimiento de tantos…” Negué levemente la cabeza. -... Su hermano.- De todas las cosas que podía decir, esa era la única de la que podía enorgullecerme.
Mis ropas militares, a no ser que pensara que las había robado, hablaban más de mi que mis propias palabras. Cogí la fría mano de Dyospiros y miré a Chloe fijamente. -Tengo una… pierna rota, creo. No lo sé. Caí de un… segundo piso, o… tecero, y… No tiene importancia.- Cerré los ojos. Solo un momento. -Lo único importante es que él pueda ver el próximo amanecer.
Cuando vi movimiento fuera de la cueva arropé con más fuerza a mi hermano y dirigí unos brillantes, casi ansiosos ojos hacia fuera, sin saber qué esperar. Durante unos segundos pensaba que nos debían haber descubierto. Los de la Alianza. Y no podía luchar en aquellas condiciones. Pero luego me di cuenta que era una figura... No de muy avanzada edad. Y no llevaba uniforme militar, ni parecía tener ninguna relación… “La ayuda ha llegado”. Lucía yo mismo unos ojos asustados. Retrocedí levemente hacia atrás, como si no acabara de fiarme. Luego me di cuenta que era estúpido.
Me explicó un poco qué hacía allí. Que venía de la base, y que lo estabilizaría, y que… Lo llevaría. -Nos… ¿Nos puedes ayudar?- En aquel momento Chloe se me antojó como una salvación casi divina, si es que para mi lo divino fuera positivo. Con aún algo de desconfianza, al ver que pretendía examinarlo, lo dejé sobre el suelo y ayudé a desenroscar la manta en la que lo tenía envuelto. Entrecerré mis ojos en cuanto desgarró la tan destrozada ya camisa. Todas las heridas.
-Va… va a ser difícil… Sí…- No preguntaba. Ya lo sabía. Estaba siendo optimista, de hecho: Aún tenía esperanzas que saldríamos de esta. Intentó utilizar la magia para curarle y yo di un leve respingo en ver la luz. Llevaba tanto tiempo desconectado del mundo mágico que no me atrevía siquiera a pensar que hubieran… Personas capaces de usarla regularmente. Y menos con fines curativos. Ella temblaba. Yo también. Decía que necesitaríamos sangre. Rebusqué entre los bolsillos y le enseñé una de las pociones que había mencionado, la reabastecedora. -Tengo esto… Y… Sangre, no sé que tipo de sangre tiene… Yo…- “¿Y porqué ibas tu a tener la misma? ¿Y tu estás para donar sangre?”
Mis propios pensamientos me taladraban la cabeza dolorosamente. Un choque de realidad con el idealismo de mis palabras. Su pregunta me pilló por sorpresa. Le miré con los ojos un poco abiertos, pero ella tenía la vista fija en Dyospiros. -Yo soy…- “Ailanthus Sreysnah, el traidor, el supuesto segundo capitán de la Alianza Humana, ex-Ejecutor, al cargo de haber llevado a numerosas personas a los campos, del sufrimiento de tantos…” Negué levemente la cabeza. -... Su hermano.- De todas las cosas que podía decir, esa era la única de la que podía enorgullecerme.
Mis ropas militares, a no ser que pensara que las había robado, hablaban más de mi que mis propias palabras. Cogí la fría mano de Dyospiros y miré a Chloe fijamente. -Tengo una… pierna rota, creo. No lo sé. Caí de un… segundo piso, o… tecero, y… No tiene importancia.- Cerré los ojos. Solo un momento. -Lo único importante es que él pueda ver el próximo amanecer.
Continúo transfiriendo mi energía sanadora al pobre herido, ralentizando el sangrado hasta casi detenerlo. Al finalizar compruebo de nuevo su respiración, todavía ahogada, no ha mejorado demasiado. Algo debe estar obstruyendo sus pulmones, pero aquí no puedo comprobarlo. Sangre, probablemente. Aparto las manos del pecho del drow, ensangrentadas al haberlas puesto encima en algún momento de la transferencia de energía. Todavía tiemblan un poco, espero que no lo hagan cuando me ponga a operar. En cuanto llegue a la base tendré que drenarle para que pueda respirar, aunque no sé por qué empezar primero, como no mantenga la cabeza fría me voy a bloquear. Cuando trajeron a mi padre a la enfermería, el día que llegó tan herido de los campos, me bloqueé y no pude hacer nada por él. Esta vez tiene que ser distinto, aunque el herido esté prácticamente tan grave como lo estaba él. - Vamos a sacarlo de esta.- asiento a Ailanthus cuando pregunta si los puedo ayudar, mirándolo un instante tratando de transmitirle seguridad, aunque lo más seguro es que le haya transmitido incertidumbre. No se me da bien mentir. Eso sí, la voluntad la tengo.
La reabastecedora que me muestra nos será muy útil, pero igual le hace falta algo más. Si aguanta a esta noche necesitará sangre durante más días, hasta reponerse del todo. - Genial. Y tú seguro que también puedes donarle, cuando estés en condiciones. En la base lo descubriremos- hasta ahora sólo he hecho transfusiones entre seres de la misma raza, así que no sé yo si la sangre de mago le valdría al drow. No es el mejor momento para hacer experimentos. Coloco una mano sobre el brazo del drow más herido, y la otra sobre el antebrazo del que lleva traje de militar. Al principio me centré tanto en el otro que ni me fije en ese importante detalle. Su hermano. Con traje de militar. en cuestión de segundos junto esas dos ideas con toda la información que tengo por parte de mi padre y de mi hermano. Y no hay muchos drows militares.
"un capitán de la Alianza..."
Abro los ojos para mirarlo directamente en un expresivo gesto de sorpresa, dejando escapar un 'ah' de acabar de enterarme. Casi hubiese preferido que no se me encendiese la bombilla en ese momento, pero lo hace. Ojalá no tuviese ni un instante de duda, pero lo tengo. Me regaño mentalmente a mi misma por plantearme esa duda. Es alguien que necesita ayuda, ya está. Puede que se enfaden conmigo por llevarlo, pero está en juego la vida de su hermano y tal vez la suya propia. Sé lo que pensaría mi padre de esto. Que debo protegerme y no fiarme de nadie, me lo ha dicho mil veces. También sé que él acabó así de herido en parte por él. Se ha encargado de contarme sus peripecias de aquella noche. Eso ya ha pasado y tengo a ambos de vuelta. - T-te...curaré la pierna también. Después de atender a tu hermano, claro. Ahora vamos a desaparecernos, no te sueltes.- cierro los ojos para concentrarme en el destino, la enfermería. Me cuesta un poco por los nervios, pero en cuestión de diez segundos lo logro, dejando atrás la cueva con su charco de sangre incluido.
La reabastecedora que me muestra nos será muy útil, pero igual le hace falta algo más. Si aguanta a esta noche necesitará sangre durante más días, hasta reponerse del todo. - Genial. Y tú seguro que también puedes donarle, cuando estés en condiciones. En la base lo descubriremos- hasta ahora sólo he hecho transfusiones entre seres de la misma raza, así que no sé yo si la sangre de mago le valdría al drow. No es el mejor momento para hacer experimentos. Coloco una mano sobre el brazo del drow más herido, y la otra sobre el antebrazo del que lleva traje de militar. Al principio me centré tanto en el otro que ni me fije en ese importante detalle. Su hermano. Con traje de militar. en cuestión de segundos junto esas dos ideas con toda la información que tengo por parte de mi padre y de mi hermano. Y no hay muchos drows militares.
"un capitán de la Alianza..."
Abro los ojos para mirarlo directamente en un expresivo gesto de sorpresa, dejando escapar un 'ah' de acabar de enterarme. Casi hubiese preferido que no se me encendiese la bombilla en ese momento, pero lo hace. Ojalá no tuviese ni un instante de duda, pero lo tengo. Me regaño mentalmente a mi misma por plantearme esa duda. Es alguien que necesita ayuda, ya está. Puede que se enfaden conmigo por llevarlo, pero está en juego la vida de su hermano y tal vez la suya propia. Sé lo que pensaría mi padre de esto. Que debo protegerme y no fiarme de nadie, me lo ha dicho mil veces. También sé que él acabó así de herido en parte por él. Se ha encargado de contarme sus peripecias de aquella noche. Eso ya ha pasado y tengo a ambos de vuelta. - T-te...curaré la pierna también. Después de atender a tu hermano, claro. Ahora vamos a desaparecernos, no te sueltes.- cierro los ojos para concentrarme en el destino, la enfermería. Me cuesta un poco por los nervios, pero en cuestión de diez segundos lo logro, dejando atrás la cueva con su charco de sangre incluido.
TRAMA GLOBAL III: REFLEJOS DE SANGRE
La Alianza ha descubierto por fin la localización exacta de la base de los Renegados, gracias a la traición de uno de ellos y a la utilización de uno de sus prisioneros. La organización humana está deseosa de venganza tras el último golpe de los renegados, hace unos meses. Desean dar el golpe definitivo que los hunda para que no puedan resurgir, también desean encontrar al ex-capitán drow, ahora localizado en Bastion Hollow. El grupo de renegados ya ha sido alertado, planeando la defensa y resistencia de su base principal. Los que no pueden luchar han sido evacuados, los demás están ya dispuestos para una batalla en la que creen que llevan la ventaja de saber lo que hará el enemigo. Ninguno de ellos sabe que tienen un traidor dentro de la base.
INFO
Habían sido un par de días un poco movidos. Había permanecido mayormente en casa, haciendo los preparativos, cogiendo cosas, dejando otras, tirando los condenados cangrejos muertos al río, echándole de comer a la marmota de Szyraenk que yo no sabía que hacía ahí… Y emborrachándola, porque vi al drow hacerlo. A quien no había visto en absoluto era a Sybil. No la había visto tampoco con Ailanthus. Pero no quise darle más vueltas a ello. También tuve que trasponer un par de veces más a la base de los renegados para ir preparando la cueva. Yo no podía desaparecerme como ellos, pero la cuestión es que teníamos lo básico. Sobretodo suministros por parte de un asalto al hospital.
Habían sido días un poco intranquilos también. Si bien había procurado no parar mucho rato quieto no podía tampoco ignorar las cosas que teníamos aún… Abiertas. Dyospiros seguía sin despertar. No quise intentar hablar mentalmente de nuevo con él: Lo de despertarse era ya únicamente su propia responsabilidad. A veces me quedaba en la habitación rosa sencillamente pensando, con aquella extraña calma que me transmitía tal habitación. Incluso hablaba… Casi por sentirme la voz.
Lo de Osten quedó sin resolver. No apareció de nuevo, sé que estaba cerca, había jurado verlo un par de veces, pero no vino a decir nada. Y sin embargo gracias a la conexión que compartíamos sabía que vigilaría a nuestro drow. A partir del segundo día empecé a pasar más tiempo en la cueva y menos en la casa. Si había un ataque sería inminente. Y prefería que me pillara ahí metido. Ya me di por vencido en lo de esperar que Dyospiros despertara antes del combate. Antes de irnos a la cueva -donde pasaríamos la mayor parte del día aún si no atacaban, ultimando detalles- le había dicho al inconsciente drow algo como… -V-Volveremos, ¿Sí? No sé si… Hoy será el día. Pero volveremos. Tu… ¡Tu despiértate! Y mira mal a Osten que se lo merece.- Y de hecho fue aquel el momento en el que vi a mi bastón entrar por la ventana. Mi bastón no. Mi hermano… No intercambiamos palabras. Desprendió un trozo más aparte del que ya teníamos. -Acóplate a algún renegado. En caso de urgencia dejarás de callarte y nos dirás como va, ¿Sí?- Y lo dejé que se marchara, confiando en que me haría caso.
Era la única forma que teníamos de comunicarnos a distancia a tiempo "directo", más allá de la moneda. Le revolví el pelo de la misma forma que había visto hacer a Ailanthus y nos dirigimos a la cueva, donde eché en falta tener mi bastón para iluminar. Teníamos lucecitas mágicas o algo así en la enfermería para todos esos pringados que no eran elfos oscuros, pero por el camino estaba un poco oscuro y yo no podía generar luz sin usar magia. Yo intentaba eso de hacerme brillar los ojos e incluso las heriditas, pero eso no ocurría sin estar forzándome, así que no.
-... Es un poco raro que ahora me vaya a poner a curar. Cuando atacamos a campos me negué en redondo en hacer de curandero. ¿Estarás orgulloso, no? ¡Me estás haciendo un pacifista!- Yo siempre tenía algún tema sobre el que gruñir. Imaginaba que llevaría él el pedacito de Osten por ahí. Pero eso tampoco generaba mucha luz. -Mira, ya estamos… Cuando le di los mapas a Yaros pa decidir el sitio miramos que tuviéramos muchas salidas en caso de emergencia. Aunque tu tienes el anillo ese, que si es como el mío, debería poder hacer lo que hicimos con casa… Que se esconda, ¿No? Seguro que el tuyo esconde mejor porque brilla más.- Yo lo llevaba ahí puesto. La enfermería era un poco rara e irregular: Habíamos puesto las camillas, habíamos traído provisiones e insumos para curar. Seguro que otros se quejarían pero a mi me encantaba, porque era un sitio muy familiar. Y estaba lo suficientemente profunda como para que no nos fueran a detectar con facilidad, al menos no si entraban por ahí. Y un centinela de toda la vida no debía caber. Me sentía absurdamente seguro… Aunque no dejaba de pensar en las drarañas. Con un breve escalofrío miré alrededor. Debían haber otros sanadores y eso que nos hicieran compañía.
-Deberían ir llegando.- Para ultimar detalles. Si bien casi todo estaba ya puesto alguien debía preparar las racciones y acabar de poner orden. Yo hacía aquello: Desde dejar algo de comer encima de cada camilla, a pasar la escoba para quitar arañas o incluso situar lamparitas y candiles que hubieran ahí puestos a sitios más convenientes. Miraba a Roäc de reojo, suponiendo que haría lo mismo.
Habían sido días un poco intranquilos también. Si bien había procurado no parar mucho rato quieto no podía tampoco ignorar las cosas que teníamos aún… Abiertas. Dyospiros seguía sin despertar. No quise intentar hablar mentalmente de nuevo con él: Lo de despertarse era ya únicamente su propia responsabilidad. A veces me quedaba en la habitación rosa sencillamente pensando, con aquella extraña calma que me transmitía tal habitación. Incluso hablaba… Casi por sentirme la voz.
Lo de Osten quedó sin resolver. No apareció de nuevo, sé que estaba cerca, había jurado verlo un par de veces, pero no vino a decir nada. Y sin embargo gracias a la conexión que compartíamos sabía que vigilaría a nuestro drow. A partir del segundo día empecé a pasar más tiempo en la cueva y menos en la casa. Si había un ataque sería inminente. Y prefería que me pillara ahí metido. Ya me di por vencido en lo de esperar que Dyospiros despertara antes del combate. Antes de irnos a la cueva -donde pasaríamos la mayor parte del día aún si no atacaban, ultimando detalles- le había dicho al inconsciente drow algo como… -V-Volveremos, ¿Sí? No sé si… Hoy será el día. Pero volveremos. Tu… ¡Tu despiértate! Y mira mal a Osten que se lo merece.- Y de hecho fue aquel el momento en el que vi a mi bastón entrar por la ventana. Mi bastón no. Mi hermano… No intercambiamos palabras. Desprendió un trozo más aparte del que ya teníamos. -Acóplate a algún renegado. En caso de urgencia dejarás de callarte y nos dirás como va, ¿Sí?- Y lo dejé que se marchara, confiando en que me haría caso.
Era la única forma que teníamos de comunicarnos a distancia a tiempo "directo", más allá de la moneda. Le revolví el pelo de la misma forma que había visto hacer a Ailanthus y nos dirigimos a la cueva, donde eché en falta tener mi bastón para iluminar. Teníamos lucecitas mágicas o algo así en la enfermería para todos esos pringados que no eran elfos oscuros, pero por el camino estaba un poco oscuro y yo no podía generar luz sin usar magia. Yo intentaba eso de hacerme brillar los ojos e incluso las heriditas, pero eso no ocurría sin estar forzándome, así que no.
-... Es un poco raro que ahora me vaya a poner a curar. Cuando atacamos a campos me negué en redondo en hacer de curandero. ¿Estarás orgulloso, no? ¡Me estás haciendo un pacifista!- Yo siempre tenía algún tema sobre el que gruñir. Imaginaba que llevaría él el pedacito de Osten por ahí. Pero eso tampoco generaba mucha luz. -Mira, ya estamos… Cuando le di los mapas a Yaros pa decidir el sitio miramos que tuviéramos muchas salidas en caso de emergencia. Aunque tu tienes el anillo ese, que si es como el mío, debería poder hacer lo que hicimos con casa… Que se esconda, ¿No? Seguro que el tuyo esconde mejor porque brilla más.- Yo lo llevaba ahí puesto. La enfermería era un poco rara e irregular: Habíamos puesto las camillas, habíamos traído provisiones e insumos para curar. Seguro que otros se quejarían pero a mi me encantaba, porque era un sitio muy familiar. Y estaba lo suficientemente profunda como para que no nos fueran a detectar con facilidad, al menos no si entraban por ahí. Y un centinela de toda la vida no debía caber. Me sentía absurdamente seguro… Aunque no dejaba de pensar en las drarañas. Con un breve escalofrío miré alrededor. Debían haber otros sanadores y eso que nos hicieran compañía.
-Deberían ir llegando.- Para ultimar detalles. Si bien casi todo estaba ya puesto alguien debía preparar las racciones y acabar de poner orden. Yo hacía aquello: Desde dejar algo de comer encima de cada camilla, a pasar la escoba para quitar arañas o incluso situar lamparitas y candiles que hubieran ahí puestos a sitios más convenientes. Miraba a Roäc de reojo, suponiendo que haría lo mismo.
Me habia hecho un colgante con el fragmento de Osten, y ahora lo llevaba al cuello por encima de la ropa. Lo hice asi por aquello que me dijera Vor antes de irse de la casa a hacer sus recados. Que podia actuar como mensajero. Cuidé de la casa mientras él estuvo fuera, subi los colchones a la habitacion donde dejasemos al comatoso de nuestro amigo, para hacerle compañia, pero no despertó en aquellos dos dias. Vor pasó mucho tiempo hablándole. Y tambien alimentando a la marmota. Un dia que la pillé sin estar borracha, intente probar mis propiedades de semielfo y comunicarme con ella. Como buen medio elfo que era.
Al final, tuvimos que dejar la casa y comenzar a aclimatar la nueva enfermeria. Siguiendo aquellos planos encontramos una camara en una de las grutas, era de las seguras. Aquello estaba un poco oscuro, pero yo no podia crear focos de luz como hacian los magos, pese a ser medio hibrido.... asi que tropecé con una piedra pero lo subsané con bastante gracilidad, quedando frene a Vor.
-Semipacifista! si, estoy orgulloso, no es mejor asi? Ayudamos sin quitar la vida a nadie. Al contrario...las salvamos. Bueno, las salvamos para que se sigan dando de hostias y matando a otros, pero no pensemos en eso. TODO ES SADICO!
Miré mi anillo, lo que me dijo y frunci mi ceño.
-No, el tuyo es mejor que el mio. Si hago una barrera será muy cutre..... el tuyo brilla mas. Aunque en realidad son muy parecidos. Tan parecidos como dos alianzas! Tsk. Y yo sin pedirte matrimonio.... -me crucé de brazos, obviamente estaba bromeando mientras lo miraba con cara de tal cosa. Solo por hacerlo gruñir o algo por el estilo.
Lo ayudé a preparar las cosas que habiamos traido, y luego me puse con aquello de proteger la zona. Por si acaso. No conocia muy bien el funcionamiento del anillo pero pronuncie unas frases en élfico antiguo, al cual el anillo parecio responder maravillosamente bien. Desde su joya azulada se extendio una esfera que parecia cristal líquido tintado de añil y prusia, que se fue expandiendo hasta desaparecer. Supuse que habia hecho su trabajo correctamente. Ocultada quedaba la zona a los ojos de los enemigos.
-Ahora ni las drarañas nos encontrarán, ni los ilicidos ni mierdas. Jeh. -yo no tenia galeon, si no, habria descubierto que la batalla habia comenzado ya y que Vor tenia razon con sus palabras. -Paciencia. Sabes que estuve hablando con Ground? El tiempo que tu la dejabas sin emborrachar. Tengo una mala noticia....que Dyos nos habria contado el mismo. ¿Quieres saberla? Es....muy mala. Igual prefieres que te la cuente cuando terminemos de curar. Pero te la diré, he prometido ser sincero aunque sea malo, verdad?
Al final, tuvimos que dejar la casa y comenzar a aclimatar la nueva enfermeria. Siguiendo aquellos planos encontramos una camara en una de las grutas, era de las seguras. Aquello estaba un poco oscuro, pero yo no podia crear focos de luz como hacian los magos, pese a ser medio hibrido.... asi que tropecé con una piedra pero lo subsané con bastante gracilidad, quedando frene a Vor.
-Semipacifista! si, estoy orgulloso, no es mejor asi? Ayudamos sin quitar la vida a nadie. Al contrario...las salvamos. Bueno, las salvamos para que se sigan dando de hostias y matando a otros, pero no pensemos en eso. TODO ES SADICO!
Miré mi anillo, lo que me dijo y frunci mi ceño.
-No, el tuyo es mejor que el mio. Si hago una barrera será muy cutre..... el tuyo brilla mas. Aunque en realidad son muy parecidos. Tan parecidos como dos alianzas! Tsk. Y yo sin pedirte matrimonio.... -me crucé de brazos, obviamente estaba bromeando mientras lo miraba con cara de tal cosa. Solo por hacerlo gruñir o algo por el estilo.
Lo ayudé a preparar las cosas que habiamos traido, y luego me puse con aquello de proteger la zona. Por si acaso. No conocia muy bien el funcionamiento del anillo pero pronuncie unas frases en élfico antiguo, al cual el anillo parecio responder maravillosamente bien. Desde su joya azulada se extendio una esfera que parecia cristal líquido tintado de añil y prusia, que se fue expandiendo hasta desaparecer. Supuse que habia hecho su trabajo correctamente. Ocultada quedaba la zona a los ojos de los enemigos.
-Ahora ni las drarañas nos encontrarán, ni los ilicidos ni mierdas. Jeh. -yo no tenia galeon, si no, habria descubierto que la batalla habia comenzado ya y que Vor tenia razon con sus palabras. -Paciencia. Sabes que estuve hablando con Ground? El tiempo que tu la dejabas sin emborrachar. Tengo una mala noticia....que Dyos nos habria contado el mismo. ¿Quieres saberla? Es....muy mala. Igual prefieres que te la cuente cuando terminemos de curar. Pero te la diré, he prometido ser sincero aunque sea malo, verdad?
Llevaba ahí el colgante con el trozo de cristal. No dejaba de incomodarme eso de que realmente estuviera con nosotros y no dijera nada. No sabía como funcionaba aquello. ¿Podía escuchar y estar en tres sitios a la vez? ¿Podía pasar su consciencia a cualquiera de sus pedazos y solamente estaba en uno? Completamente confuso no me quedaba más que mirar de reojo el trocillo de cristal.
En eso estaban ocupados mis ojos cuando fue a caerse porque no veía un pijo. Fui a utilizar el bastón para parar la caída y entonces recordé… “Ah, que no hay bastón. Ok.” Y me quedé quieto como una estatua mirando como él solo se las apañaba tan bien. -Dame un poco de agilidadd…- Regruñí antes de que él me llamara Semipacifista. Arqueé una ceja. No sé como acabó diciendo que colaborábamos con muertes o algo así… Negué con la cabeza. -Nosotros curamos, lo que hagan no es nuestra responsabilidad. Si nos traen un moribundo no vamos a preguntarle la moralidad, ¿No? Cura y tira pa tu libertad. ¿Que mata gente? Oops. Lloth le daría bendisiones.
Pero luego él estaba ahí insistiendo que su anillo era más brillante que el mío. Que no. Que el mío brillaba menos. Estaba to apagao. Birria, de los chinos. Y luego dijo que eran como Alianzas y algo del matrimonio… Si bien debió hacerlo por picarme me quedé un momento ahí quieto, con los ojos muy abiertos y super colorado. Casi que me refugié en mi bufanda para esconderme el rubor. Yo no sabía casi nada del matrimonio: Esa palabra no existía en la sociedad drow. Algo como comprometerse con otra persona durante toda la vida era impensable. Él se lo tomaba a broma y…
Reí muy incómodamente como quien no había pillado el chiste y realmente solo quería disimular. -T-Tal vez lo dejé yo ahí para ello, ¿N-N-N-No creees?? Que podría ser posible y… Bueno que tu me entender, ¿No? Claro, no, es solo broma, ¿Sí sí? Que sí.... Síiii…- Hablaba por lo bajito y no se me entendía nada. Porque me había puesto sorprendentemente nervioso. Pero habíamos llegado a la enfermería y él se puso a hablar en élfico al anillo. Me quedé ensimismado escuchando esas palabras y el circulito brillante, que indicaba que estábamos protegidos. Dijo que no nos encontrarían… Y entonces sentí un calorcito en la pierna.
-L-Los ilícidos si. Ellos son inmunes a estas cosas. Pero si viene uno lo violaré mentalment…- Acababa de leer el mensaje. Aunque luego él me mencionó otra cosa y… Me quedé ahí. Que Groundhog le había hablado, y que le había dicho algo terrible, una mala noticia y… -Dímela, Roäc. Sea lo que sea es importante, yo tengo otra…- Realmente podía imaginármelo. Que la marmota estuviera allí significaba que Szyraenk había estado por ahí…
Bajé la mirada. -Yo tengo otra… Han atacado. Lo pone en la moneda. Han echado gases. Johan y Ailanthus enviaron mensaje. Inicia la batalla, nos… Toca quedarnos aquí. Aparentemente la Alianza atacará hoy, sí… Y… Nos toca prepararnos.- Envié otro mensaje yo por la moneda. “Donde hestan los zhganadores??? Venyd putos vajos de mierda”, o algo así. Porque yo no escribía mucho en inglés y no tenía ni pajolera de escribir.
En eso estaban ocupados mis ojos cuando fue a caerse porque no veía un pijo. Fui a utilizar el bastón para parar la caída y entonces recordé… “Ah, que no hay bastón. Ok.” Y me quedé quieto como una estatua mirando como él solo se las apañaba tan bien. -Dame un poco de agilidadd…- Regruñí antes de que él me llamara Semipacifista. Arqueé una ceja. No sé como acabó diciendo que colaborábamos con muertes o algo así… Negué con la cabeza. -Nosotros curamos, lo que hagan no es nuestra responsabilidad. Si nos traen un moribundo no vamos a preguntarle la moralidad, ¿No? Cura y tira pa tu libertad. ¿Que mata gente? Oops. Lloth le daría bendisiones.
Pero luego él estaba ahí insistiendo que su anillo era más brillante que el mío. Que no. Que el mío brillaba menos. Estaba to apagao. Birria, de los chinos. Y luego dijo que eran como Alianzas y algo del matrimonio… Si bien debió hacerlo por picarme me quedé un momento ahí quieto, con los ojos muy abiertos y super colorado. Casi que me refugié en mi bufanda para esconderme el rubor. Yo no sabía casi nada del matrimonio: Esa palabra no existía en la sociedad drow. Algo como comprometerse con otra persona durante toda la vida era impensable. Él se lo tomaba a broma y…
Reí muy incómodamente como quien no había pillado el chiste y realmente solo quería disimular. -T-Tal vez lo dejé yo ahí para ello, ¿N-N-N-No creees?? Que podría ser posible y… Bueno que tu me entender, ¿No? Claro, no, es solo broma, ¿Sí sí? Que sí.... Síiii…- Hablaba por lo bajito y no se me entendía nada. Porque me había puesto sorprendentemente nervioso. Pero habíamos llegado a la enfermería y él se puso a hablar en élfico al anillo. Me quedé ensimismado escuchando esas palabras y el circulito brillante, que indicaba que estábamos protegidos. Dijo que no nos encontrarían… Y entonces sentí un calorcito en la pierna.
-L-Los ilícidos si. Ellos son inmunes a estas cosas. Pero si viene uno lo violaré mentalment…- Acababa de leer el mensaje. Aunque luego él me mencionó otra cosa y… Me quedé ahí. Que Groundhog le había hablado, y que le había dicho algo terrible, una mala noticia y… -Dímela, Roäc. Sea lo que sea es importante, yo tengo otra…- Realmente podía imaginármelo. Que la marmota estuviera allí significaba que Szyraenk había estado por ahí…
Bajé la mirada. -Yo tengo otra… Han atacado. Lo pone en la moneda. Han echado gases. Johan y Ailanthus enviaron mensaje. Inicia la batalla, nos… Toca quedarnos aquí. Aparentemente la Alianza atacará hoy, sí… Y… Nos toca prepararnos.- Envié otro mensaje yo por la moneda. “Donde hestan los zhganadores??? Venyd putos vajos de mierda”, o algo así. Porque yo no escribía mucho en inglés y no tenía ni pajolera de escribir.
Sharon Birdwhistle
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Nacionalidad
Al final Reiv acepta el llevarme allí, yo asiento a lo que dice Indira cuando estuviera allí avisaría a los otros. Antes de marcharnos éste me dice que seguramente por mi culpa hubiera perdido la oportunidad de echar un polvo con Indira, no dije nada allí sobre eso ni sobre mi hermano, no quería que Reiv se enfadara y decidiera que mejor me buscara otra persona para que me ayudara.
Al aparecer, noté que todo era de piedra, oscuro y húmedo… aquello era una cueva, no un campo de batalla. Miré extrañada a mi teletransportador, ¿A dónde me había llevado? Cambié la mirada casi al instante al escuchar la batalla bastante más cerca que antes.
-Lo siento por arruinarte el momento… y gracias por ayudarme-
Me separé de él para que si se iba a ir no me llevara a mí también. Miré mi bolsa para ver si tenía todo lo que podía necesitar en la batalla y después de ella, tenía mi estatuilla de pantera, la espada láser, la vivre card, el papel comunicador y ya puestas en su sitio estaba mi espada de verdad, mi daga y el arco. Al confirmar que tenía todos los objetos que me servían extendí mi mano para despedirme, era un poco gruñón, desconfiado y algo estúpido. A pesar de todo eso era una buena persona a la que no le había dado ningún motivo para ayudarme y ninguna explicación de lo ocurrido en el metro.
-Me alegra ver que estas bien, ahora deberías de irte o perderás por completo la oportunidad-
No cambié de expresión ni de tono de voz mientras lo decía, tampoco quería que se creyera que él me importaba mucho o algo, yo simplemente no quería que se muriera por mi culpa cuando él no era el objetivo de una de mis misiones. Empecé a andar hacia el exterior de la cueva, sin mirar si Reiv decidía marcharse o no.
Al aparecer, noté que todo era de piedra, oscuro y húmedo… aquello era una cueva, no un campo de batalla. Miré extrañada a mi teletransportador, ¿A dónde me había llevado? Cambié la mirada casi al instante al escuchar la batalla bastante más cerca que antes.
-Lo siento por arruinarte el momento… y gracias por ayudarme-
Me separé de él para que si se iba a ir no me llevara a mí también. Miré mi bolsa para ver si tenía todo lo que podía necesitar en la batalla y después de ella, tenía mi estatuilla de pantera, la espada láser, la vivre card, el papel comunicador y ya puestas en su sitio estaba mi espada de verdad, mi daga y el arco. Al confirmar que tenía todos los objetos que me servían extendí mi mano para despedirme, era un poco gruñón, desconfiado y algo estúpido. A pesar de todo eso era una buena persona a la que no le había dado ningún motivo para ayudarme y ninguna explicación de lo ocurrido en el metro.
-Me alegra ver que estas bien, ahora deberías de irte o perderás por completo la oportunidad-
No cambié de expresión ni de tono de voz mientras lo decía, tampoco quería que se creyera que él me importaba mucho o algo, yo simplemente no quería que se muriera por mi culpa cuando él no era el objetivo de una de mis misiones. Empecé a andar hacia el exterior de la cueva, sin mirar si Reiv decidía marcharse o no.
Aparezco con Sharon en las inmediaciones de la cueva de la desesperación, que si ha empezado ya la batalla por la zona será mejor quedarse por aquí. Tampoco habría podido aparecerme en las calles aunque lo hubiese intentando, por culpa de los robots, pero eso todavía lo desconozco. Suelto el hombro de Sharon nada más tocar tierra, chasqueando después la lengua por su disculpa. Supongo que no había sido su intención, pero lo cierto es que me ha interrumpido un momento que de haber seguido podría haber hecho que me lo pasase bien durante un rato. - No importa, luego te lo devuelvo cuando estés tu ligando con alguien y quedamos en paz. - comento con sorna a eso de que lo siente, murmurando un bah cuando me da las gracias. - Tampoco me des las gracias. Te he traído a un sitio en el que como haya batalla la puedes palmar. - añado con gesto más serio, sin querer que la chica me de las gracias por eso. Sólo lo he hecho porque parecía muy desesperada. Eso y que como no me cuesta nada (una vez roto el "momento" ) es mejor hacerlo a que me esté insistiendo.
Echo un vistazo hacia el interior de la cueva mientras ella revisa sus pertenencias, como si se preparase para pelear. Después me extiende la mano, a modo de despedida, supongo. Le estrecho la mano aunque dude al principio, parece que lamenta eso del ataque en el metro. Además, ella casi no atacó. - Estoy bien pero por pura suerte. En fiin, estamos en paz respecto a lo del metro. - pero no en lo de la interrupción. Ahí sí que no. Suelto su mano tras el apretón, negando con la cabeza a lo de la oportunidad. Podría volver, pero...ya que estoy aquí debería comprobar lo de la batalla. Ella echa a andar sin mirar atrás, dejándome solo en cuanto se aleja un poco más. Yo sigo dudando durante al menos un par de minutos más.
Podría volver al Moulin, olvidarme de todo y dedicarme a disfrutar sin preocupaciones, sin compromisos. Pero precisamente tengo un compromiso adquirido con alguien que puede que esté participando en la batalla. - Hay que joderse. Gilipollez número 99093892 añadiéndose a la lista. - murmuro malhumorado para mi mismo mientras echo a andar en dirección a las calles, dejando la cueva atrás. Por el camino aprovecho para coger el móvil y hacer una llamada a mis contactos de China Town, me deben un favor desde hace una temporada ( y más vale que vengan si quieren que les haga el trabajo del puerto). El sonido de los centinelas y los aviones indica que todo ha empezado.
Echo un vistazo hacia el interior de la cueva mientras ella revisa sus pertenencias, como si se preparase para pelear. Después me extiende la mano, a modo de despedida, supongo. Le estrecho la mano aunque dude al principio, parece que lamenta eso del ataque en el metro. Además, ella casi no atacó. - Estoy bien pero por pura suerte. En fiin, estamos en paz respecto a lo del metro. - pero no en lo de la interrupción. Ahí sí que no. Suelto su mano tras el apretón, negando con la cabeza a lo de la oportunidad. Podría volver, pero...ya que estoy aquí debería comprobar lo de la batalla. Ella echa a andar sin mirar atrás, dejándome solo en cuanto se aleja un poco más. Yo sigo dudando durante al menos un par de minutos más.
Podría volver al Moulin, olvidarme de todo y dedicarme a disfrutar sin preocupaciones, sin compromisos. Pero precisamente tengo un compromiso adquirido con alguien que puede que esté participando en la batalla. - Hay que joderse. Gilipollez número 99093892 añadiéndose a la lista. - murmuro malhumorado para mi mismo mientras echo a andar en dirección a las calles, dejando la cueva atrás. Por el camino aprovecho para coger el móvil y hacer una llamada a mis contactos de China Town, me deben un favor desde hace una temporada ( y más vale que vengan si quieren que les haga el trabajo del puerto). El sonido de los centinelas y los aviones indica que todo ha empezado.
- ¡Eres un idiota! ¡Si no perdieras el tiempo en tus discursos los hubiésemos matado antes! - nos intercambiamos distintos distintos reproches. Era cierto, yo podía ser muy irritante pero ya llevaba un rato que quién hablaba por mí era el ardor que sentía en la herida. Finalmente lo mató, con mis resoplos de fondo...
Y comenzó otra vez a recitar uno de sus monólogos sobre la muerte bajo mi mirada cansada. - Sí sí, todo esta mejor muerto. - respondí rápidamente zanjando su monólogo. Él sonreía, y yo... comenzaba a sudar sudor frío, quizás hasta podía empezar a tener fiebre. Según él no iba a morir a no ser que se engendro tuviese la rabia. - Ah... genial, ¿y cómo demonios sabemos eso? - ¿cuántas posibilidades tenía a mi favor? Suspiré ya cansada mientras iba notando una pesadez a la que ni siquiera me resistí.
Dijo que podíamos a ir un lugar donde quizás pudiera para la infección, tampoco me daba aquello demasiada confianza pero como decía él ¡qué más dará! Me dejé agarrar a ojos cerrados hacia un portal que había creado, notando cómo subía la fiebre y comenzando a delirar. - Sabes Ilzt... no eres feo... no sabes lo que se perdió ese Ailanthus de tableta de chocolate... mira mira... yo también tengo la mía... - sonreí débilmente. Ya habíamos pasado el portal y aparecimos en una cueva a la que poco caso le hice. Eché mis brazos sobre el cuello de Ilzt con nuestras caras a pocos centímetros. Mis párpados cayendo... - Oh, Ilzt... qué infravalorado estás... - quise acercarme más hacia su boca pero en el proceso caí fulminante desmayada en su pecho.
____
128 de vida - 6 (infección) = 122 me queda
Y comenzó otra vez a recitar uno de sus monólogos sobre la muerte bajo mi mirada cansada. - Sí sí, todo esta mejor muerto. - respondí rápidamente zanjando su monólogo. Él sonreía, y yo... comenzaba a sudar sudor frío, quizás hasta podía empezar a tener fiebre. Según él no iba a morir a no ser que se engendro tuviese la rabia. - Ah... genial, ¿y cómo demonios sabemos eso? - ¿cuántas posibilidades tenía a mi favor? Suspiré ya cansada mientras iba notando una pesadez a la que ni siquiera me resistí.
Dijo que podíamos a ir un lugar donde quizás pudiera para la infección, tampoco me daba aquello demasiada confianza pero como decía él ¡qué más dará! Me dejé agarrar a ojos cerrados hacia un portal que había creado, notando cómo subía la fiebre y comenzando a delirar. - Sabes Ilzt... no eres feo... no sabes lo que se perdió ese Ailanthus de tableta de chocolate... mira mira... yo también tengo la mía... - sonreí débilmente. Ya habíamos pasado el portal y aparecimos en una cueva a la que poco caso le hice. Eché mis brazos sobre el cuello de Ilzt con nuestras caras a pocos centímetros. Mis párpados cayendo... - Oh, Ilzt... qué infravalorado estás... - quise acercarme más hacia su boca pero en el proceso caí fulminante desmayada en su pecho.
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128 de vida - 6 (infección) = 122 me queda
-¿Ah, tanto detestas el sonido de mi voz?- Eso le mascullaría antes de irnos por el portal. Me gustaba hablar. Y me gustaba que me dejaran hablar. Ambas cosas. Por eso chasqueé la lengua, pero no con molestia, si no… Con aquel extraño encanto natural que solía tener yo. Ella gruñía y simplificaba mis discursos. -Si todo fuera a morir no habría forma de divertirse, Faeryl- Sabía que no me prestaba atención. Y si bien en otros eso me habría causado repulsa a ella… Le veía ese encanto en su actitud casi infantil.
Rabia. Me preguntó que como sabríamos si la tenía. Me encogí de hombros con una sonrisa que no decía nada, como si no entendiera su pregunta. Casi devolviéndole un poco sus actitudes pasotas. El viaje por el portal no creo que le sentara bien. Se aferró a mí con ojos cerrados. ¿Quién en su sano juicio dejaría que un nigromante la llevara por los planos implicados en los viajes con portal? Ella sin embargo no acababa de hablar con demasiada lógica o razón. Que Ailanthus no sabía lo que se había perdido. -Ailanthus quiere perdérselo todo. Es tal su determinación. Pero, bah, que le den. Drows guapos los hay a montones, y yo no necesito ninguno por ahora.
Habíamos llegado ya a la cueva. Nuestra conversación desde luego era más que audible. Llegados allí me dijo que me infravaloraba, y casi tuvimos un beso. Casi. La decepción llegó cuando ella no logró aguantar lo suficiente para unirnos. Y por respeto, decidí no darme yo el placer en su inconsciencia. La abracé con fuerza con mis dos brazos y con una sonrisa extrañamente tierna. -Ah, ya llegará el día…- Cerré los ojos hasta darme cuenta que… Había más gente ahí. Los abrí de repente. Contrariado. En aquella cueva, antes vacía, había ahora un… un desastre de enfermería. Con camillas y dos jodidamente inoportunos semielfos que, de hecho, conocía. Y me habían interrumpido aquel bello y meloso momento con Faeryl… O tal vez yo les había interrumpido algo. “¿Eran pareja, no?”
Pestañeé un par de veces anes dedejar a Faeryl sobre una camilla, regresando la sonrisa a mi rostro pasado unos segundos de desconcierto. -Vosotros no habéis visto nada, ¿No? Tenéis tooooodo el derecho del mundo a callaros al respecto. Os lo recomiendo. Y ni una palabra de esto a Anzus.- No porque quisiera intentar nada con él. La razón era muy sencilla: Sabía muy bien que Ailanthus no me dejaría amar con libertad por el bien de quien fuera a sacarme de pareja. Porque yo mentía, engañaba, ocultaba demasiado. Seguramente a Faeryl no le agradaría saber que prácticamente era un muerto viviente. -Y me venís de perlas, vosotros dos. ¿Veis a esta chavala? La mordió un inferi. ¿No se os daba bien curar?- Cogí el fardo de comida que había encima de la camilla y sin darle importancia empecé a picotear algo que parecía cecina con pan duro. Mis pobres dientes.
-¿Y no tenéis aquí como mucha… enfermería? ¿En una cueva? ¿Qué está pasando?- Mi rostro tomó un matiz más serio. -¿Y Eilanzus?
Rabia. Me preguntó que como sabríamos si la tenía. Me encogí de hombros con una sonrisa que no decía nada, como si no entendiera su pregunta. Casi devolviéndole un poco sus actitudes pasotas. El viaje por el portal no creo que le sentara bien. Se aferró a mí con ojos cerrados. ¿Quién en su sano juicio dejaría que un nigromante la llevara por los planos implicados en los viajes con portal? Ella sin embargo no acababa de hablar con demasiada lógica o razón. Que Ailanthus no sabía lo que se había perdido. -Ailanthus quiere perdérselo todo. Es tal su determinación. Pero, bah, que le den. Drows guapos los hay a montones, y yo no necesito ninguno por ahora.
Habíamos llegado ya a la cueva. Nuestra conversación desde luego era más que audible. Llegados allí me dijo que me infravaloraba, y casi tuvimos un beso. Casi. La decepción llegó cuando ella no logró aguantar lo suficiente para unirnos. Y por respeto, decidí no darme yo el placer en su inconsciencia. La abracé con fuerza con mis dos brazos y con una sonrisa extrañamente tierna. -Ah, ya llegará el día…- Cerré los ojos hasta darme cuenta que… Había más gente ahí. Los abrí de repente. Contrariado. En aquella cueva, antes vacía, había ahora un… un desastre de enfermería. Con camillas y dos jodidamente inoportunos semielfos que, de hecho, conocía. Y me habían interrumpido aquel bello y meloso momento con Faeryl… O tal vez yo les había interrumpido algo. “¿Eran pareja, no?”
Pestañeé un par de veces anes dedejar a Faeryl sobre una camilla, regresando la sonrisa a mi rostro pasado unos segundos de desconcierto. -Vosotros no habéis visto nada, ¿No? Tenéis tooooodo el derecho del mundo a callaros al respecto. Os lo recomiendo. Y ni una palabra de esto a Anzus.- No porque quisiera intentar nada con él. La razón era muy sencilla: Sabía muy bien que Ailanthus no me dejaría amar con libertad por el bien de quien fuera a sacarme de pareja. Porque yo mentía, engañaba, ocultaba demasiado. Seguramente a Faeryl no le agradaría saber que prácticamente era un muerto viviente. -Y me venís de perlas, vosotros dos. ¿Veis a esta chavala? La mordió un inferi. ¿No se os daba bien curar?- Cogí el fardo de comida que había encima de la camilla y sin darle importancia empecé a picotear algo que parecía cecina con pan duro. Mis pobres dientes.
-¿Y no tenéis aquí como mucha… enfermería? ¿En una cueva? ¿Qué está pasando?- Mi rostro tomó un matiz más serio. -¿Y Eilanzus?
Una reverencia muy de actor de circo y una sonrisa respondieron a su peticion de que le cediera parte de mi agilidad para evitar hostias.
-A cambio de un poco de vision nocturna
Luego me hace pensar con aquello de curar a todo el mundo sin tener en cuenta su moral y me quedo muy pensativo dandole vueltas a mi anillo. Era cierto, no podias cuestionarte esas cosas y decir TU SI TU NO.
- Pero Loth no me cae bien. -me rasqué mi barbilla echando humo por las orejas - Es una furcia nada atractiva
Me quedé dando vueltas por ahi recolocando algunas cosas, cambiandolas de posicion un poco en plan TOC, cuando el se puso nervioso e insinuó que quizá el habia puesto el anillo aquel por ahi para que yo lo encontrara. Me volvi a mirarlo con una ceja seductoramente alzada.
-Oh? Te me has adelantado en la peticion entonces? El matrimonio es algo muy serio...
Dejé de dar vueltas como un zompo y me apoyé cerca de una camilla. Puse cara de vinagre cuando me dijo que a los ilicidos las barreras estas magicas que acababa de alzar no les servian para nada
-Mierda puta podría, asi que ya han empezao
Suspiré y me mordisquee las uñas, pronto llegaria gente con las tripas de fuera.
-Y por que no vienen mas sanadores? Me va a dar un ataquito, sabes?! Un ataquito de....no me gustan las tripas!!!!! Bueno, si, cuando están espanzurradas en el bosque o en una carretera son un plato muy apatecible pero.... no....uy que estoy diciendo.... -me rei un poco y me pasé una mano por la frente. Ains, los instintos animales.....
-Vale...Ground me dijo que habian atrapao a Szyraenk en una pelea en la que estuvieron Ailanthus y Dyospiros. Se lo han llevado los de la Alianza. - mi lapsus mental anterior y mi ida de olla fue sustituida por una buena dosis de seriedad. El tema no era para otra cosa.
Esperé su reaccion, supe que no seria buena. PEro entonces mis oidos captaron algo y en seguida aparecio el nigromante de la torre acompañado por una monisisisisma elfa en brazos que parecia inconsciente. Sonreí malignamente al escucharlo pedirnos silencio como si nos amenazase.
-Es tu novia, verdad? Es tu novia. Jeh, esta mu apañá....
Y conforme la dejó en una camilla me acerqué a ella. Tenia una cara redondita y preciosa. Pero al mismo tiempo me imponía respeto. Tamborileé con mis dedos en su camilla escuchando al nigromante. Que hacian jugando con inferis?! Esta gente no aprende. Estiré mis manos sobre ella, Vor tenia razon, no ibamos a cuestionar la moralidad de los que sanabamos.
-Luego no te vayas a adorar a Loth, entendido?
Le dije a la inconsciente realizando mi hechizo de sanacion. No fue gran cosa, pero el anillo que queria probar demostró su utilidad potenciando mi magia. Luego puse mi mano en su frente para comprobar su temperatura, e ilzt se zampaba nuestra comida. Bueno, todo es de todos.
-Eilanzus está luchando con los renegados en las calles de Bastion Hollow, la alianza ha lanzao un taque y Vor y yo estamos esperando a los heridos. Somos las cosas que curan!
____________-
sanacion a drowelfa
0 pifia+ 40 anillaco gitano= 40 PS restored!
-A cambio de un poco de vision nocturna
Luego me hace pensar con aquello de curar a todo el mundo sin tener en cuenta su moral y me quedo muy pensativo dandole vueltas a mi anillo. Era cierto, no podias cuestionarte esas cosas y decir TU SI TU NO.
- Pero Loth no me cae bien. -me rasqué mi barbilla echando humo por las orejas - Es una furcia nada atractiva
Me quedé dando vueltas por ahi recolocando algunas cosas, cambiandolas de posicion un poco en plan TOC, cuando el se puso nervioso e insinuó que quizá el habia puesto el anillo aquel por ahi para que yo lo encontrara. Me volvi a mirarlo con una ceja seductoramente alzada.
-Oh? Te me has adelantado en la peticion entonces? El matrimonio es algo muy serio...
Dejé de dar vueltas como un zompo y me apoyé cerca de una camilla. Puse cara de vinagre cuando me dijo que a los ilicidos las barreras estas magicas que acababa de alzar no les servian para nada
-Mierda puta podría, asi que ya han empezao
Suspiré y me mordisquee las uñas, pronto llegaria gente con las tripas de fuera.
-Y por que no vienen mas sanadores? Me va a dar un ataquito, sabes?! Un ataquito de....no me gustan las tripas!!!!! Bueno, si, cuando están espanzurradas en el bosque o en una carretera son un plato muy apatecible pero.... no....uy que estoy diciendo.... -me rei un poco y me pasé una mano por la frente. Ains, los instintos animales.....
-Vale...Ground me dijo que habian atrapao a Szyraenk en una pelea en la que estuvieron Ailanthus y Dyospiros. Se lo han llevado los de la Alianza. - mi lapsus mental anterior y mi ida de olla fue sustituida por una buena dosis de seriedad. El tema no era para otra cosa.
Esperé su reaccion, supe que no seria buena. PEro entonces mis oidos captaron algo y en seguida aparecio el nigromante de la torre acompañado por una monisisisisma elfa en brazos que parecia inconsciente. Sonreí malignamente al escucharlo pedirnos silencio como si nos amenazase.
-Es tu novia, verdad? Es tu novia. Jeh, esta mu apañá....
Y conforme la dejó en una camilla me acerqué a ella. Tenia una cara redondita y preciosa. Pero al mismo tiempo me imponía respeto. Tamborileé con mis dedos en su camilla escuchando al nigromante. Que hacian jugando con inferis?! Esta gente no aprende. Estiré mis manos sobre ella, Vor tenia razon, no ibamos a cuestionar la moralidad de los que sanabamos.
-Luego no te vayas a adorar a Loth, entendido?
Le dije a la inconsciente realizando mi hechizo de sanacion. No fue gran cosa, pero el anillo que queria probar demostró su utilidad potenciando mi magia. Luego puse mi mano en su frente para comprobar su temperatura, e ilzt se zampaba nuestra comida. Bueno, todo es de todos.
-Eilanzus está luchando con los renegados en las calles de Bastion Hollow, la alianza ha lanzao un taque y Vor y yo estamos esperando a los heridos. Somos las cosas que curan!
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Ts, visión nocturna. Lo bonito que sería que esta no conllevara quedarte totalmente ciego bajo el sol. Por esa razón (y por respuesta o reacción natural) solté un gruñido como si no estuviera del todo de acuerdo. Luego va y dijo con toda la naturalidad del munto que señorita Lloth no le caía bien, que no era atractiva. -¿Y es que si fuera actractiva cambiaría algo? ¡Ts! Y no la insultes que sieeeeempre escucha. Siempre.- Seamos sinceros. A mi la reina araña me daba como un poco de cosa. En plan… Era muy distinto que temer la ira de un dios que cuatro librejos escritos hacía milenios mencionaban. Habíamos visto en la cueva de la desesperación, el día que me encontré al drowmendigo.grr, a una draraña… Digna confirmación de su poder.
Y luego estaba aquella mención al matrimonio. A lo que levantó una ceja… Y yo me lo quedé mirando con mi usual cara de desconcierto, de no enterarme de mucho. Que era algo muy serio. -O-Oye oye oye tu… Tu lo del matrimonio y yo, es decir, ¿Tu me entiendes no? ¡Claro que sí! Que tu… Tu tener que contarme a mí bien todo eso. Otro día. En plan, matrimonio. ¿Tu y yo, sí? En plan, sí…- Me lo miré con el ceño fruncido y el careto en plan, super serio.
Su cara de asco ante lo de los ilícidos no me calmó mucho. Y menos verle mordisquear las uñas al sorprenderse porque hubieran empezado. -Osten debería estar allí. En plan, debería haber llegado ya…- Suspiré yo, nervioso. Jugueteando con un trozo de trapo entre mis manos, sentado como siempre en una camilla. Allí donde hubiera un lugar donde posar el culo yo lo colocaba cual imán. Luego me preguntó porqué no llegaban más sanadores y yo hice cara de fastidio. Nadie había respondido al monedazo. Él decía que le iba a dar un ataquito y luego habló de tripas y… Después de describirlas como apetecibles me dijo que no y… Que se hizo el picha la picha un lío.
-A ver, Roäc. Simple. Tripas de no aliado bien. Tripas de aliado no bien. Comer primeras, meter pa’entro segundas. Fácil fácil y pa toa la familia.- Él se reía… Al menos hasta que salió el tema de Szyraenk. Toda la seriedad me pilló de golpe… Que habían pillado a Szyraenk. Cuando fueron Dyospiros y Ailanthus por donde fuera en su huida… Eso explicaba la presencia de la marmota en casa. -... Pillado… ¿Pillado? ¿Llevado a… campos?- Pregunté. Voz trémula. Acabando de procesar todo aquello. -Lo… Lo van a matar, no… Mucho peor… A Dyospiros cuando lo pillaron…
Entonces, por primera vez, vi el fragmento de cristal en su cuello brillando. Osten. Osten. Su voz, distante y… Tan infantil como la recordaba interrumpió mis palabras. -Los de la Alianza han… Lavado el cerebro a Szyraenk… Creo. Ha atacado a Ailanthus… Se… Se están haciendo daño, tal vez pudieran… Eso. Morirse el uno al otro…- Y en drow, por supuesto. Me quedé ahí con los ojos abiertos, con el miedo reflejado en el rostro y… Sin saber como tragarlo. Osten no iba a hablar más de lo necesario. No iba a insistir más, pero… Me levanté y busqué refugio a su lado. No iba a llorar, no iba a…
Antes de poder acabar de caminar me aparecieron un muerto y una chavala CASI morreándose en la cara. Nos mandó a callar. No hice ningún comentario al respecto. Sí que me molestó el comentario sobre que estuviera muy apañada. Aún afectado por lo de Szyraenk le lancé unos ojos casi fulminantes… Y eso porque no había escuchado qué había pensado. No presté demasiada atención a la curación tampoco, ni los comentarios que le hiciera, ni… Sí. A lo del final sí. Que éramos las cosas que curábamos. -Cosas, lo has definido muy bien.- Solté con una pista de molestia. Me había sentado en la camilla más cercana a Roäc y esperaba que comprendiera que quería que me sentara con él en cuanto acabara con la muchacha. Me daba un repelús tremendo. Las mujeres drow eran causa de mi pesadilla. -¿Sabes, Vyll? Podrías irte a ayudarles. Tu Elianzus o como lo llames, pedazo de manco de mierda, está siendo atacado por un amiguito suyo. Fijo que un poco de consuelo no le va mal.
Era una poco sutil forma de echarlo de allí. Me incomodaba su presencia, de la misma forma que lo hacían los nigromantes. -O-Oye, Roäc… A… A Szyraenk no lo matarán, ¿No? Los renegados… Sabrán que le han lavado el cerebro, o… Tal vez no se lo han lavado… Pero no van a dejar que muera, ¿No? No… No pueden… Y Ailanthus no será tan estúpido como para… Caer o… Hacer alguna locura.- Creo que Ilztvyll se había ido. En aquel momento la enfermería era el último lugar en el que quería estar. Me sentía impotente.
Y luego estaba aquella mención al matrimonio. A lo que levantó una ceja… Y yo me lo quedé mirando con mi usual cara de desconcierto, de no enterarme de mucho. Que era algo muy serio. -O-Oye oye oye tu… Tu lo del matrimonio y yo, es decir, ¿Tu me entiendes no? ¡Claro que sí! Que tu… Tu tener que contarme a mí bien todo eso. Otro día. En plan, matrimonio. ¿Tu y yo, sí? En plan, sí…- Me lo miré con el ceño fruncido y el careto en plan, super serio.
Su cara de asco ante lo de los ilícidos no me calmó mucho. Y menos verle mordisquear las uñas al sorprenderse porque hubieran empezado. -Osten debería estar allí. En plan, debería haber llegado ya…- Suspiré yo, nervioso. Jugueteando con un trozo de trapo entre mis manos, sentado como siempre en una camilla. Allí donde hubiera un lugar donde posar el culo yo lo colocaba cual imán. Luego me preguntó porqué no llegaban más sanadores y yo hice cara de fastidio. Nadie había respondido al monedazo. Él decía que le iba a dar un ataquito y luego habló de tripas y… Después de describirlas como apetecibles me dijo que no y… Que se hizo el picha la picha un lío.
-A ver, Roäc. Simple. Tripas de no aliado bien. Tripas de aliado no bien. Comer primeras, meter pa’entro segundas. Fácil fácil y pa toa la familia.- Él se reía… Al menos hasta que salió el tema de Szyraenk. Toda la seriedad me pilló de golpe… Que habían pillado a Szyraenk. Cuando fueron Dyospiros y Ailanthus por donde fuera en su huida… Eso explicaba la presencia de la marmota en casa. -... Pillado… ¿Pillado? ¿Llevado a… campos?- Pregunté. Voz trémula. Acabando de procesar todo aquello. -Lo… Lo van a matar, no… Mucho peor… A Dyospiros cuando lo pillaron…
Entonces, por primera vez, vi el fragmento de cristal en su cuello brillando. Osten. Osten. Su voz, distante y… Tan infantil como la recordaba interrumpió mis palabras. -Los de la Alianza han… Lavado el cerebro a Szyraenk… Creo. Ha atacado a Ailanthus… Se… Se están haciendo daño, tal vez pudieran… Eso. Morirse el uno al otro…- Y en drow, por supuesto. Me quedé ahí con los ojos abiertos, con el miedo reflejado en el rostro y… Sin saber como tragarlo. Osten no iba a hablar más de lo necesario. No iba a insistir más, pero… Me levanté y busqué refugio a su lado. No iba a llorar, no iba a…
Antes de poder acabar de caminar me aparecieron un muerto y una chavala CASI morreándose en la cara. Nos mandó a callar. No hice ningún comentario al respecto. Sí que me molestó el comentario sobre que estuviera muy apañada. Aún afectado por lo de Szyraenk le lancé unos ojos casi fulminantes… Y eso porque no había escuchado qué había pensado. No presté demasiada atención a la curación tampoco, ni los comentarios que le hiciera, ni… Sí. A lo del final sí. Que éramos las cosas que curábamos. -Cosas, lo has definido muy bien.- Solté con una pista de molestia. Me había sentado en la camilla más cercana a Roäc y esperaba que comprendiera que quería que me sentara con él en cuanto acabara con la muchacha. Me daba un repelús tremendo. Las mujeres drow eran causa de mi pesadilla. -¿Sabes, Vyll? Podrías irte a ayudarles. Tu Elianzus o como lo llames, pedazo de manco de mierda, está siendo atacado por un amiguito suyo. Fijo que un poco de consuelo no le va mal.
Era una poco sutil forma de echarlo de allí. Me incomodaba su presencia, de la misma forma que lo hacían los nigromantes. -O-Oye, Roäc… A… A Szyraenk no lo matarán, ¿No? Los renegados… Sabrán que le han lavado el cerebro, o… Tal vez no se lo han lavado… Pero no van a dejar que muera, ¿No? No… No pueden… Y Ailanthus no será tan estúpido como para… Caer o… Hacer alguna locura.- Creo que Ilztvyll se había ido. En aquel momento la enfermería era el último lugar en el que quería estar. Me sentía impotente.
Al llegar me encontré un drow a escasos centímetros de mí con cara de mala ostia y pellejo muy rosa. No drow. Semidrow. Eso en parte contribuyó a cortar el rollo entre la bella Faeryl y yo… Belleza en la que Roäc reparó al llamarla apañada, aún con la envidiosa mirada del criajo de mi lado. -¿Apañada? Mucho más, mi querido semielfo. Es… Un encanto natural. ¿Novia? Oh… Quizás es ir muy rápido. El amor es impreciso e irregular, una trampa mortal. No puede simplificarse en conceptos, no puede saberse cuando empieza y cuando acaba…- ¿Sabes, Anzus? Habría sido un político tremendo. Era capaz de decir discursos enteros sin, realmente, aclarar una jodida mierda. Parecía el PSOE con el tema de la abstención ante el PP.
Dejé que la atendiera en la camilla. Curanderos, desde luego que sí. Usaba un aparato mágico muy conveniente para ello, más que su propia fuerza… El otro no dejaba de tener la mirada contra mí muy severa. Creo que tenía tirria a los nigromantes. Solté una suave risita cuando dijo que no adorara a Lloth. -No te preocupes si esa es una de tus preocupaciones. Una mujer drow que huye del alcance de la reina araña es porque le profesa asco. ¿Tu sabes la valía que una necesita para desafiar a quien le da poder?- Se me borró la sonrisa ante las hoscas palabras de Vor’Kalth, que me sugerían ir a ayudarle. Que vinieron después de las de Roäc, chaval que me resumió la situación.
Metiéndote con la Alianza tan poco tiempo después de traicionarla… Tenía casi cierta gracia. Y ellos eran las “cosas” que curaban. -Así que… Este manco de mierda no puede quedarse aquí, ¿No? ¡Oh, que pena! Si soy muy buen curandero…- Manco de mierda era tu apodo favorito para mí. Había nostalgia en mis ojos. -De mi mismo. Los nigromantes no somos buenos en lo de compartir.- Me acerqué a Faeryl. Dormida era aún bella. Más… Indefensa. Se me antojó más joven, más niña, y por un momento creí que era erróneo… Que fuéramos, casi como él había dicho, novios.
Sabía muy bien que yo era el mayor hijo de puta que jamás hubiera conocido. Tras apartarle un poquito la trenza de encima y comprobar que la herida tenía muy buen aspecto miré a Roäc con media sonrisa. -Gracias, ¿Eh? Mu’ majo por tu parte, chaval.- Imité un poco su acento. Peculiar. -Hacedme el favor de cuidarla y… No dejéis que se exponga al peligro. La prefiero entera.- Bajo tan despectivas palabras había realmente aprecio. No iba a reconocerlo. -... Voy a ayudar. O al menos procupar que no la palme mucho vuestro drow.
La guadaña brilló de nuevo con aquella magia interdimensional. Tracé un claro corte en el aire, y tras atravesar la grieta, se cerró en un estallido mágico. Había un lugar que debía visitar antes de entrar a una batalla a gran escala. Uno que… No había sabido afrontar.
De hecho, no había salido de la cueva. Pero ahora estaba mucho más profundo. Kilómetros bajo tierra. El lugar de destino estaba inhóspito, absente de almas, de vida… Donde pretendía llevar a Faer, cosa que no fue necesaria. Aquel lugar me dolió más que cualquier herida que hubiera sufrido en todos los años que pasaron hasta que lo abandoné. Hogar. Mi hogar. Nuestro hogar. Treinta años estuvimos allí metidos, Ailanthus. Treinta largos años. Y cuando llegué solo encontré restos… Restos de lo que alguna vez había sido nuestro habitáculo. Algunas cosas habían desaparecido, otras se habían descompuesto. Alguien debía haber pasado por allí. Huellas de monstruos de distinta naturaleza destacaban en el suelo.
Pero de todos los elementos de allí solo uno ocupó mi atención. Un hoyo en el suelo, soportes de madera de seta a los lados, tablas… Incluso una burda lápida hecha de madera oscura. Mi propia tumba. Me aterrorizaba. Me aterrorizaba más que cualquier otra cosa haber salido de ella, haber estado allí metido. Nunca me enterraste: Me pusiste tablones por encima, para que pudiera salir con facilidad. Me acerqué a ella y recordé muy bien el espíritu que me dio a Vlosinssrigg a cambio de tantos años de nigromancia… -No es el día, querido lecho. Aún no. Algún día nos veremos de nuevo, pero… No es hoy.- Pateé un tablón del suelo con furia y me di la vuelta.
Había ido allí a por objetos que nos pertenecían. En un cofre sin cerrar encontré lo que quería: La cota de malla, escondida bajo un falso fondo, una bonita y roja gema… Un rubí cuyo uso descarté… Y me volví a levantar. De nuevo en la tumba. Unos centrímetros bajo el suelo, enterrada por completo, habías dejado aquella piedra de sangre. La que debiera servirme para el hechizo que me robó las extremidades. Y la que me falló. Tras limpiarla de tierra me la colgué del cuello cual amuleto… Si bien la había temido ahora sabía que no iba a volver a traicionarme. -¿Y qué hiciste con mi bastón? Lo echo en falta…- Tampoco te había visto el tuyo. Era un misterio sin resolver.
Me eché la cota de malla por encima antes de abrir la grieta interdimensional que me sacara de aquel cajón de memorias para llevarme a las calles de la muerta Bastion Hollow.
Dejé que la atendiera en la camilla. Curanderos, desde luego que sí. Usaba un aparato mágico muy conveniente para ello, más que su propia fuerza… El otro no dejaba de tener la mirada contra mí muy severa. Creo que tenía tirria a los nigromantes. Solté una suave risita cuando dijo que no adorara a Lloth. -No te preocupes si esa es una de tus preocupaciones. Una mujer drow que huye del alcance de la reina araña es porque le profesa asco. ¿Tu sabes la valía que una necesita para desafiar a quien le da poder?- Se me borró la sonrisa ante las hoscas palabras de Vor’Kalth, que me sugerían ir a ayudarle. Que vinieron después de las de Roäc, chaval que me resumió la situación.
Metiéndote con la Alianza tan poco tiempo después de traicionarla… Tenía casi cierta gracia. Y ellos eran las “cosas” que curaban. -Así que… Este manco de mierda no puede quedarse aquí, ¿No? ¡Oh, que pena! Si soy muy buen curandero…- Manco de mierda era tu apodo favorito para mí. Había nostalgia en mis ojos. -De mi mismo. Los nigromantes no somos buenos en lo de compartir.- Me acerqué a Faeryl. Dormida era aún bella. Más… Indefensa. Se me antojó más joven, más niña, y por un momento creí que era erróneo… Que fuéramos, casi como él había dicho, novios.
Sabía muy bien que yo era el mayor hijo de puta que jamás hubiera conocido. Tras apartarle un poquito la trenza de encima y comprobar que la herida tenía muy buen aspecto miré a Roäc con media sonrisa. -Gracias, ¿Eh? Mu’ majo por tu parte, chaval.- Imité un poco su acento. Peculiar. -Hacedme el favor de cuidarla y… No dejéis que se exponga al peligro. La prefiero entera.- Bajo tan despectivas palabras había realmente aprecio. No iba a reconocerlo. -... Voy a ayudar. O al menos procupar que no la palme mucho vuestro drow.
La guadaña brilló de nuevo con aquella magia interdimensional. Tracé un claro corte en el aire, y tras atravesar la grieta, se cerró en un estallido mágico. Había un lugar que debía visitar antes de entrar a una batalla a gran escala. Uno que… No había sabido afrontar.
...
De hecho, no había salido de la cueva. Pero ahora estaba mucho más profundo. Kilómetros bajo tierra. El lugar de destino estaba inhóspito, absente de almas, de vida… Donde pretendía llevar a Faer, cosa que no fue necesaria. Aquel lugar me dolió más que cualquier herida que hubiera sufrido en todos los años que pasaron hasta que lo abandoné. Hogar. Mi hogar. Nuestro hogar. Treinta años estuvimos allí metidos, Ailanthus. Treinta largos años. Y cuando llegué solo encontré restos… Restos de lo que alguna vez había sido nuestro habitáculo. Algunas cosas habían desaparecido, otras se habían descompuesto. Alguien debía haber pasado por allí. Huellas de monstruos de distinta naturaleza destacaban en el suelo.
Pero de todos los elementos de allí solo uno ocupó mi atención. Un hoyo en el suelo, soportes de madera de seta a los lados, tablas… Incluso una burda lápida hecha de madera oscura. Mi propia tumba. Me aterrorizaba. Me aterrorizaba más que cualquier otra cosa haber salido de ella, haber estado allí metido. Nunca me enterraste: Me pusiste tablones por encima, para que pudiera salir con facilidad. Me acerqué a ella y recordé muy bien el espíritu que me dio a Vlosinssrigg a cambio de tantos años de nigromancia… -No es el día, querido lecho. Aún no. Algún día nos veremos de nuevo, pero… No es hoy.- Pateé un tablón del suelo con furia y me di la vuelta.
Había ido allí a por objetos que nos pertenecían. En un cofre sin cerrar encontré lo que quería: La cota de malla, escondida bajo un falso fondo, una bonita y roja gema… Un rubí cuyo uso descarté… Y me volví a levantar. De nuevo en la tumba. Unos centrímetros bajo el suelo, enterrada por completo, habías dejado aquella piedra de sangre. La que debiera servirme para el hechizo que me robó las extremidades. Y la que me falló. Tras limpiarla de tierra me la colgué del cuello cual amuleto… Si bien la había temido ahora sabía que no iba a volver a traicionarme. -¿Y qué hiciste con mi bastón? Lo echo en falta…- Tampoco te había visto el tuyo. Era un misterio sin resolver.
Me eché la cota de malla por encima antes de abrir la grieta interdimensional que me sacara de aquel cajón de memorias para llevarme a las calles de la muerta Bastion Hollow.
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