Biblioteca de la Academia

Apareció en la entrada de la biblioteca, necesitaba informar y repartir los papeles sobre el drow. No tardó mucho en hacerlo y tras eso empezó a mirar todas las carteleras que tenían en distintas zonas para poder pegarlo en todos sitios. Dudaba que el puto psicópata realmente se metiera en la biblioteca a menos que buscara a los ratones de biblioteca.

Hablando de ratones..."cuantas mas manos mejor". Amaya se detuvo en un pasillo y observó hacia donde oía esa voz reconociendo a uno de los Renegados que había estado al lado de Johan. La muchacha no, no la conocía. O sí...¿No era la que había atacado durante la boda de Catherine Le Fay? Sí, eso le parecía. Aunque ahora los Souls eran "amigos"

-¿Más manos para qué exactamente?- Preguntó la General levantándose parte del casco para que pudieran ver su rostro mientras se acercaba.

-Si funciona, sí- Le salté como si fuera lo más obvio del mundo, encogiéndome de hombros con cierto tono divertido, respondiéndole. Bien, bien, la cosa iba bien, a pesar de mi torpeza. -Vanessa- ¿Cómo lo sabía? Aquello le pareció extraño. Entrecerré los ojos y le estudié por un segundo, pensando si nos conocíamos de algo, pero sin saber de qué o cómo o por qué -Tu cara me quiere sonar de algo pero …. ¿Saliste en la tele en alguna miniserie?- Sí, sería de eso. Quizás era actor. Uhm, actor, qué sexy.

Reí con una carcajada sonora con el comentario de Marco porque muy pocas personas en esta isla lo entenderían. -Oh, maldita sea, cómo echaba de menos hablar con un no mágico después de tener que vivir rodeada de tanto bidibidibadidibú. Ni en Disney hay tanta magia ñoña, nos falta que ahora nos arranquemos con una canción- Asintió despacio, cerrando el abrigo con las manos o se quedaría helada de estar esperando allí como una pasmarote. Echó un ojo al galeón, pareciéndome un sistema muy curioso para comunicarse los no mágicos con los que sí tenían magia. Con los Renegados. -Estupendo. Cuanto más seamos, más podremos coger de las frías manos muertas de la máquina. Y más capacidad de ataque y defensa tendremos si la cosa se complica-

Arrugó el labio cuando llegó la General. La reconoció porque estaba en la reunión, y muy juntita con sus amigos los Descendientes -Estamos hablando. ¿Ahora también eso es ilegal y nos va a expulsar de la isla?- Le comenté con sorna. Suspiré y rodeé los ojos -Vamos a bajar a la superficie para poder hacernos con material para entrar en las torres de SAM. Radios, vehículos… Lo que se dijo en la plaza- Le expliqué brevemente sin tampoco querer entrar en los lujos de detalles, lo mismo nos lo impedía de alguna forma, aunque lo dudaba. Pero estos magos son muy raros y lo mismo como piensen en la idea no es suya nos la censuran…. Se les debe dar muy bien eso, al parecer.

"que le suena mi cara?"

- Habremos coincidido en alguna batalla..mision...lo que sea. - dudaba que le sonara de la tele.... - salí en la tele, pero solo fue una vez, luego nos censuraron. Estuvo divertido. - dije echando los recuerdos atrás, fue cuando la vampira me llamo puto muggle. Bueno, me hizo a mi mismo llamarmelo.

No pude evitar sentirme identificado por lo que dijo sobre el babidibú y asentí, guardando las manos en mis bolsillos.
- La verdad es que cuesta acostumbrarse, eh?

La mujer de la plaza, la tal General Amaya apareció metiendose en la conversacion, preguntando que para que necesitabamos mas manos. Vanessa respondió de modo muy arisco, pero yo me limité a escuchar a la soul con un deje divertido, porque tambien habia presenciado el espectaculo de la plaza.

- Eso es. Una mision rapida, bajar y subir. Tengo la zona localizada. Era un area destinada al comercio ilegal, venta de piezas de segunda mano...habian naves industriales abandonadas y desguaces, en el extrarradio de londres. Pero contamos con la posibilidad de que no esté tan abandonado como cuando la dejamos. ¿Es que te interesa venir? - le pregunté directamente

El observar a la mujer de pelo negro y su gesto, endureció su rostro. Escuchó su pregunta y la miró fija y duramente a los ojos durante un largo momento -No. Pero sí lo es interrumpir en bodas y generar caos en la isla ¿Quieres que saque a relucir tu expediente?- Inquirió, recordándola ahora perfectamente mientras su memoria se refrescaba. Ella y otro chico, el del torneo, un Svensson.

Entrecerró los ojos y apartó su vista con desdén hacia Thalos, asintiendo a eso de que tenía la zona localizada. No quiso pensarlo demasiado, asintió -Sí- Respondió ásperamente mientras activaba su casco, toqueteó un par de cosas y envió un mensaje. Entonces recibió la confirmación y asintió -El Teniente Royden y yo bajaremos con vosotros. Debo ir a equiparme, nos vemos en 15 minutos en la entrada de la biblioteca- No miró de nuevo a Vanessa sino que se desapareció, tras eso, se reunieron en el punto decidido y partieron.

Después de avisarle a Sean preparó toda la mochila de Aedan, le dio la propia y le dejó que metiera los juguetes que quisiera -De los que te dio el Giyo, si- Después fue consciente de que debía corregirlo -Giiiio…Giiiio- Aedan siguió en sus trece diciendo “Giyo” mientras metía cosas que seguro le iban a explotar en la cara a Sean. Ella por su parte metio varias mudas de ropa, una de sus mantas, algunos tuppers con comida y un par de manzanas. Hacía tiempo que se había dejado los pañales pero con el frío siempre podía haber un accidente. Después de eso cogió el carrito y lo metió allí, tras tapujarlo de ropa para que no le diera frío, puso el bolso y la mochila colgado de lado a lado y se cambió ella misma antes de desaparecerse a la biblioteca.

Aedan ya había comido así que eso lo dejaría un rato tranquilo. Cuando aparecieron en el lugar adecuado observó su reloj y se dio cuenta de que había llegado un par de minutos antes pero…No había problema, siempre podía incordiar a Sean -Hola ¿El descendiente Eire?- Rápidamente le indicaron donde estaba y fue yendo hacia allí mientras hablaba con Aedan que no paraba de señalar algunos libros flotando y personas a las que saludaba. Catherine se obligaba a sonreír a esa gente con la que Aedan socializaba pero le entraba un agobio de mil demonios. Tanto que de camino se quitó la bufanda y el abrigo, al llegar con Sean fue en silencio y empezó a sacarle el abrigo para que no se sufriera mucho el cambio de temperatura. Lo sacó del coche y se lo sentó encima -Hola- Saludó con una sonrisa mientras lentamente iba apartando los libros al alcance de la mano de Aedan -Gracias- Susurró con una leve sonrisa mientras Aedan señalaba a su mochila con un insistente “Giyo, giyo” que Catherine ignoró como buenamente podía.

Desde el cónclave todo había sido estrés y caras largas, sobretodo en casa ya que el asunto de la mazmorra no había quedado hablado ni mucho menos arreglado, al menos podía distraerme con todo el trabajo que había que realizar para la misión, había que hacer un mantenimiento de las barreras de protección de la isla, apañar algo por si volvíamos a tener problemas con portales y habilitar zonas seguras para evacuar a los ciudadanos en caso de otra invasión, que por muy improbable que fuera, había esa posibilidad.

Ese día había ido pronto a la plaza para entregar los trasladores con sus correspondientes contraseñas o hechizos de activación, vi a muchos compañeros del consejo y aunque las cosas estuvieran tensas despedí a Gio con un abrazo fuerte, no le dije nada pero esperaba que supiera que tenía que regresar. Cuando todos se marcharon me puse manos a la obra con todo lo que quedaba por hacer así que me fui a la biblioteca para organizar a los voluntarios y alumnos que me ayudarían a terminar las tareas, entre ellas acondicionar la biblioteca por si fuera necesario usarla como refugio una vez más y mientras estaba con mi trabajo recibí el mensaje de Lucio, lo miré un momento y aunque el orgullo me decía que lo ignorara no podía hacerlo, lo echaba de menos y ya era hora de hacer las paces.

No pasó mucho tiempo hasta que llegó otro mensaje, esta vez de Catherine que me pedía que cuidara de Aedan, no solía dejar al pequeño con nadie así que sería importante y lo del laberinto nos interesaba, le contesté de inmediato y seguí a lo mío esperando terminar en el tiempo previsto. No fui consciente del tiempo que había pasado mientras hacía volar pergaminos y libros de un lado a otro, las tareas ya estaban asignadas pero quería saber si había alguna forma de comunicarme con los que estaban en tierra o controlar el traslador a distancia para traerlos de forma forzada si hiciera falta, la voz de Catherine me sacó de mi trance y me giré de inmediato para recibirla -Hola Cath.. perdona estaba buscando encantamientos nuevos- eché un vistazo al reloj y supe el tiempo que había pasado justo antes de agacharme para mirar a Aedan que no paraba de decir algo de Giyo... no supe que era pero le di su mochila para que sacara uno de los juguetes con un aspecto bastante familiar, volví a mirar a la morena que parecía bastante seria mientras el niño intentaba hacer algo con el juguete tirando de una de las piezas -¿Todo bien? pareces un poc..!- se escuchó un ruido fuerte y acabé con confeti en la cara, el pelo y en la boca... el juguete me había pillado desprevenido y con la boca abierta, me levanté mientras el digno hijo de mi amiga se reía a carcajadas y yo escupía los trocitos de papel -Son de Gio...¿a que si?-

Cuando Sean se inclinó para darle la mochila, Catherine hizo un gesto de incomodidad. Iba a liarla, iban a liarla. Madre mía. Intentó detener los movimientos de su hijo pero sin duda Aedan tenía los reflejos de su padre así que pronto Sean estuvo lleno de confetti y purpurina. La bruja intentó mantener la compostura, incluso se tomó la molestia pero no reírse pero Aedan estaba partiéndose de risa y la verdad es que la escena era de lo más cómica. Al final soltó una carcajada liberadora antes de asentir a lo de si eran de Gio. Es más, Aedan se lo confirmó gritando el nombre de nuevo y aplaudiendo. Catherine apartó la mochila, levitándola para ponerla en el carrito.

Tras eso, la madre sacó otro juguete más tranquilo de meter piezas en donde correspondían y se lo puso en la mesa. Él sabía que de completarlo todo obtendría un regalo así que lo dejó entretenido y miró a Sean un poco más seria -¿No estás molesto? Es que…Creo que mi posición en lo del Consejo no quedó muy en claro para Lucio y…No sé si para ti- Indicó un poco incómoda y se apartó el cabello del rostro, suspirando brevemente -Sabes que os apoyo en todo. Seré vuestra primera espada de ser necesario pero…No estoy de acuerdo con legalizar bastardos. Quizás lo de Sarah, eso de nombrar gente. O…O si Lucio tiene otra manera de que tengáis descendiente pues estoy abierta pero…Creo que legalizar bastardos sería muy complicado, Sean. Mira a Matvey… O imagínate que Sayid tiene bastardos, dónde deja eso a su mujer? Me parece un insulto, sí… - Alzó los hombros explicando su argumento, fue inteligente y creó una ilusión de música para su hijo evitando que empezara oír temas que no le afectaban.

Al principio fruncí un poco el ceño pero acabé por reírme con los otros dos llamando al silencio porque estábamos en la biblioteca, me quité el confeti y la purpurina de la cara y el pelo, al menos lo poco que pude porque estaría con eso al menos una semana. Catherine volvió a ponerse seria y esperé por su respuesta algo sorprendido cuando me preguntó si estaba molesto, la dejé hablar y explicarse viendo como Aedan jugaba con un juguete menos peligroso para mi... ahora yo también le diría "giyo" a Gio, era gracioso -No estoy enfadado contigo y creo que te lo has tomado por el lado fatalista, la ley que propuso Sayid le daría la oportunidad a nuestros hijos... bueno si los llegamos a tener, en fin, que podrían gozar de los derechos de ser descendientes, ya escuchaste a Jack, aunque Lucio y yo llegásemos a casarnos no sería oficial y adiós a la rama de Merlín en el consejo... no es que me moleste especialmente pero sé que mis antepasados han trabajado mucho por la isla, no sé, es complicado, pero entiendo tu punto de vista, además nuestras deferencias políticas no tienen por qué interferir en nuestra amistad- le dije con una sonrisa tranquila.

Aedan estaba concentrado con su juguete, era tan mono cuando no me tiraba del pelo o me hacía tragar confeti... -Con el asunto de los Pendragon tampoco estoy de acuerdo, no sé tu pero yo simplemente no puedo con ellos y con lo que nos has enseñado son una bomba de relojería, sé que Gio también puede estar molesto conmigo pero sois mis amigos, no me gustaría que os pasara algo malo- eché un vistazo al reloj y me acerqué a ella después para darle un abrazo a traición -ya sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, enfadados o no siempre estaré cuando me necesites- me separé y entonces suspiré -además, ya tengo suficiente con Lucio... llevamos desde el día de los calabozos sin hablar y ya llego tarde, me ha pedido ir al salón del té así que te dejo, si necesitas algo más para el laberinto... avísame-

Pillé el carrito y me despedí de Catherine esperando que ella hiciera lo mismo con el pequeño, salimos de la biblioteca dando un pequeño paseo por la nieve hasta llegar al salón del té.

-Pero es que yo no veo a vuestros hijos como bastardos. Os casáis, son vuestros hijos legales. ¿Por qué serían bastardos? Podéis…Podéis hacer lo de alquilar un vientre ¿No? Siguen siendo vuestros hijos, estaréis de acuerdo y creo que eso es suficiente- Preguntó con el corazón hecho un puño. No quería para nada que los Eire dejaran de estar en el consejo. Lo de que no fueran oficial la hizo gruñir. Jack era un retrógrado con pensamiento patriarcal. Maldita sea.  

En cambio con el asunto de los Pendragon había una fibra distinta que se tocaba, Catherine alzó la mirada hacia él con…Con miedo -No puedo protegerte- Le confesó, le confesó ese terror que estaba consumiéndola desde que había visto al linaje en acción. No podía proteger a nadie, a ninguno porque no sabía cómo funcionaba, no sabía cómo hacerlo -Es lo único que se me ocurrió- Siguió y sonrió apenas un poco cuando dijo que siempre estaría allí aunque estuvieran enfadados. Aquello le relajó porque ella haría lo mismo por él, se apoyó un poco en su abrazo y se lo devolvió porque lo necesitaba.

-Habladlo… Lo que sea que suceda, habladlo con sinceridad. Se solucionará- Le dijo Catherine a su amigo. Se despidió de Aedan dándole un par de besos en la mejilla y un abrazo mientras le sugería que se portara bien. Después de eso se desapareció.

Vaya regreso qué había tenido... Todo fue una montaña rusa de emociones, primero se encontró con un maestro qué le enseñó un poco de las bases de la magia elementalista de fuego, luego de eso su maestro le mandó a buscar a un Descendiente para ayudarle con algo el estaba provocando gran agonía...

Y luego de eso, bueno, su maestro le dió un libro, uno muy particular qué solo de verlo le provocó tragar en seco, sí, lo entendió... Realmente le iba a venir bien tenerlo, y en lo que refería a los revenants, la verdad es que no los conocía demasiado, sabía que eran escencialmente seres no muertos creados al poner un espíritu de un muerto dentro de un cuerpo vivo, cosa que provocaba qué las almas dentro del mismo estuvieran en conflicto, y que los demonios los cazaban de noche para intentar regresarlos al infierno donde pertenecen, y algunos datos más, pero realmente no sabía demasiado...

Sin embargo, lo que realmente le provocó tener cara de espanto fue enterarse de que iba a tener examen, no sólo teórico si no práctico, apenas se acababa de recuperar... Y tendría que enfrentar a sus demonios de inmediato, posiblemente de forma literal.

Pero aún así, no se iba a arrepentir, ella aprecia mucho a su maestro y sabe que sí es así con ella es por su bien, aunque a veces le cueste verlo claro... Por eso es que no lo iba a decepcionar, no demoró en llegar a la biblioteca de la academia, aprovechando que le era fácil transportarse a la misma, y en ese sitio, con el tremendo libro entre sus manitas, fue a buscar un sitio apartado, porque iba a tomarse enserio lo que le dijo sobre qué nadie lo viera, piensa guardar el libro de quien pueda querer verlo refugiandose en lo profundo de la biblioteca.

Después de meses de haber llegado a ese lugar, ya que no nos quedo de otra ya que tuvimos que huir de esos espantosos y despiadados robots asesinos de los cuales esos intolerantes muggles están muy orgullosos.
Aunque en el tiempo desde que llegamos a la isla de Ouroboros, solo nos hemos dedicado a trabajar para sobrevivir en lugar de enfocarnos en aprender a desarrollar nuestras habilidades mágicas, claro que los libros, la comida, el uniforme , la renta y otras cosas no son gratis.
Pero cuando por fin decidimos darnos tiempo para ir a la academia, claro que primero compro una túnica negra sencilla, claro que tengo problemas con la talla debido a mi estatura, bueno nada que no se pueda arreglar con un sencillo hechizo.
Una vez que ingreso al castillo y me dan una introducción rápida al lugar me ofrecen una lista de libros para comenzar con lectura supuestamente sencillas, cosa que no me lo creo.
Así que me dirijo a la biblioteca dos pisos de estanterías llenas de libros dónde están los conocimientos del colegio que eran ofrecidos a los alumnos.
Me paseo por las estanterías de ese lugar, en lo personal no sé si hacer caso a esa lista que me dieron o empezar a buscar por mi cuenta, pero de hacerlo así porque empezar, mejorar las que tengo o conocer de nuevos hechizos.
Camino por las estanterías decidido a hacer lo segundo, pero por donde empezar, quizás leer más sobre escudos me puede servir.
Me dirijo hacia la sección de hechizos de defensa pero tan pronto me acerco veo a una chica, que parece dirigirse a una zona algo apartada del resto, lo que quiere decir que tiene un conocimiento especial o hechizo extra genial, así que me dirijo hacia ella.
-Hola me llamo Burai-

Lemóni estaba ocupada en ese momento, tenía mucho por estudiar, puesto que cuando su maestro volviera de Italia, le haría un examen, y ella sabe de sobras lo terribles qué esos exámenes pueden ser, así que se dedicaba a leer extensamente y a darse tiempo de entender lo que estaba leyendo, de hecho incluso llevaba unas hojas para hacer anotaciones y así retener mejor la información, Lemóni es de ese tipo de persona que se toma los estudios con mucha seriedad, nunca dando lugar a una actitud de dejadez, cosa bastante contraria a lo normal para una chica de su edad, pero era lo que tenía haber nacido con magia negra prácticamente en la sangre, debía tomarse estas cosas seriamente.

Y estaba pensando en estas cosas, cuando una voz la sorprendió ampliamente, haciendo que pegara un pequeño bote en su asiento y luego mirara a quien le había hablado.

A-Ah... Yo soy Lemóni... Mucho... Gusto...

Y entonces cerró su libro de golpe, recordando la indicación de su maestro, nadie puede ver ese libro aparte de ella, y luego de leerlo entiende por qué, es el tipo de cosa por la cual es mejor que la magia oscura solo se mantenga en las manos de unos pocos, que estén dispuestos a lidiar con ella.

¿C-Cómo estás?

Ahora trata de conversar... Aunque siendo francos, eso nunca se le ha dado especialmente bien, pero por tratar nada se pierde, o al menos eso cree.

La chica me responde el saludo, con un tono quizás algo tímido, claro que estoy consiente de que mucha gente es así, a mi me suele pasar muy seguido debido a mis problemas  del habla.
Pero eso no es lo único que noto, también noto que la chica de nombre Lemóni se apresura a cerrar un libro que tiene con ella, lo que se me hace muy raro, normalmente una persona que este leyendo un libro y que alguien le salude, dejaría el libro abierto o al menos pondría un separador en la parte en la que se quedo, aunque con todas las cosas que he vivido como renegado, el estarse escondiendo todo el tiempo acostumbra a uno a guardar secretos y a esconder cosas, quizás esa chica haya agarrado ese libro de una zona restringida de la biblioteca o se lo haya quitado a un alumno o profesor, claro no quiero  ser el chismoso que lo haga público así que decido hablarle.
-¿y eso?-señalo el libro- la forma en que lo cerraste da a entender que estás leyendo algo prohibido o que se lo arrebataste a alguien o que lo sacaste sin permiso, será de la biblioteca, ¿ de algún alumno o profesor?, o en el peor de los casos, de la colección privada del director-
Antes de esperar a la respuesta de la chica extiendo mi mano en un rápido movimiento con el cual agarro el libro para levantarlo, no pienso robárselo pero la curiosidad me intriga mucho.
Comienzo a ver el libro, solo la portada, el lomo y la contra portada, pero en eso me detengo parece que estoy actuando como el tipo de persona al que odio, como un brabucón, así que le regreso el libro haciendo una ligera reverencia.
-te lo devuelvo, solo quería ser algo jugueton, que te parece si me hablas de ese libro primero o si me ayudas con algunos libros que tengo que buscar-

¡ESPERA, NO DEBES DE ---!

Su reacción cuando lo vió tomar el libro fue casi instantánea, extendiendo sus manitas con desesperación...

Lleva suficiente tiempo estudiando artes oscuras como para saber que las palabras "Sólo tú tienes permitido leerlo" son algo más que una simple formalidad cuando se trata de esta magia, Lemóni se puso pálida como un fantasma cuando vió sus miedos materializarse en el plano real, el libro en efecto estaba maldito, y acababa de zombificar la mano del chico que acaba de conocer, Lemóni se quedó como en stand by por unos segundos, y luego de eso se se llevó la mano al puente de la nariz y se lo masajeó con una mezcla entre frustración y preocupación.

Al menos no tenía un demonio adentro o algo semejante...

Luego tomó el libro y se lo puso bajo el brazo, no vaya a ser que algo más vaya a pasar.

Ahh... Por qué a mí... Sé que seguro no tienes idea de que acaba de pasar, pero tampoco me ha dado tiempo de explicartelo... ¿Por qué? ¿Qué necesidad hay?

Procedió a sobarse la cabecita, mientras que trataba de poner sus pensamientos en orden.

A ver... Este libro es un libro lleno de conocimientos sobre magia negra... Concretamente todo tipo de medidas de seguridad para practicarla, y está maldito, yo puedo leerlo porque el descendiente de Rasputin me lo permitió, porque soy su aprendiz, pero solo a mí, y como a tí no, te lanzó una maldición...

Procedió a desordenarse el pelo ahora, debido al miedo que le está agarrando, su bonito peinado con olor a limón se queda arruinado en cosa de unos segundos.

¡Y ahora no sé que hacer! ¡Se suponía qué tenía que estudiar para un examen cuando el descendiente volviera de Italia!, Pero ahora tengo que ver como resuelvo esto... Pero no he llegado tan lejos en mi formación... ¡Y además el descendiente se va a enojar conmigo por que alguien tocó el libro!...

Luego de eso vuelve a mirar el libro.

Con suerte aquí habrá alguna clave para resolver esto...

Y luego de lo dicho, volvería a su mesita a leer freneticamente, tiene que haber algo, tiene que haber forma de detener la maldición y así quizás ndie tenga que saber lo que pasó...

Después de que le regreso el libro a su dueña, lo primero que siento es una especie de cosquilleo en la mano con la que lo agarre, no es un cosquilleo agradable, es más un poco extraño.
-¿que es esto?-pregunto volteando a ver alrededor, pensando en que alguien pudo haberme lanzado un maleficio o maldición para hacerme una broma
Antes de que pueda preguntar quien lo hizo lo primero que me dice la chica que es dueña de aquel extraño libro, comienza a explicarme lo que ocurre, que es un libro de magia oscura maldito hechizado solo para que alguien con permiso pueda abrirlo y que ahora se enojaran con ella por que lo toque.
-¿y porqué lo traes a la biblioteca y no lo escondes entre tus cosas?- pregunto con tono de sarcasmo, mientras que mi mano comienza a sanar.
Cierro los ojos pensando en que hacer, miro a la chica que comienza a buscar alguna solución en el libro, cosa que podría ser una buena idea pero es mi estupidez la que ocasiono esto así que no puedo quedarme viendo, volteo a ver a las estanterías de libros, quizás haya algún libro de hechizos de curación o para remover las artes oscuras, quizás la bibliotecaria podría ayudar.
En eso recuerdo que tengo poderes curativos quizás pueda hacer algo con está maldición, así que saco mi varita de mi mochila con mi otra mano y la dirijo hacia mi mano.
-mejor hay que ir a la enfermería-

Pues porque no se supone que la gente viniera a robarmelo... Yo solo quería estudiar...

Suspiró estresada y con ganas de llorar de frustración, pero por ahora tenía que centrarse en encontrar la solución a esto, por lo cual decidió qué a pesar de lo que sentía debía de seguir leyendo, por lo cual se limitó a ello...

Y siguió leyendo durante un rato, al menos hasta que Burai decidió traer a colación el hecho de que deberían de ir al hospital, ante lo cual Lemóni dudó un momento... ¿Qué hay sí le hacían preguntas? A ella no se le da nada bien mentir pero en fin...

E-Está bien, P-Pero trata de no decir nada sobre como te cayó la maldición, porque sí no voy a estar en muchos problemas...

Luego de eso se pondría de pie, y lo tomaría de la mano... De la mano qué le queda buena, no tiene ganas de averiguar si la maldición es infecciosa... Aunque, quizás y aunque lo fuera no le afectaría, porque al final ella es la otra persona que tiene el permiso de ver el libro aparte de su maestro mismamente.

En fin, después de eso recitaría un pequeño conjuro y se teletransportarían rápidamente desde ahí hasta el hospital, suerte que a Lemóni se le da de perlas esto de la magia básica, así es como son capaces de llegar de una sola con relativa facilidad al hospital donde toca ir.

Me habia desaparecido al salir del hospital y había aparecido aquí directamente. Subí las escaleras que daban a la biblioteca de la Academia, aunque...de vez en cuando tuve que pararme, hacer una pausa, recuperar el aire. Por qué estaba tan cansado?

La reunión de Cath.

Las negociaciones con Gwen.

El Sanguis Ligno.

La isla cambiando de rumbo.

Los cultivos secos.

La isla perdiendo la magia.

Oh...el encargo aquel, en stand by.

Mi abuela esperando con la alpargata en mi taller.

Tenía que devolverla a Roma...pedirle un portal a Cath....

Sin darme cuenta, me habia plantado en la recepción. Me identifiqué y comprobaron mis credenciales, porque el libro que solicité no era uno que fuesen a dar a alguien que no fuese del Consejo de los 20.

Se me habia olvidado preguntar por el estado de los compañeros que estuvieron conmigo en la plaza. Como se me habia podido olvidar eso?

Ya estaba en una seccion mas privada y silenciosa de la biblioteca, tras pasar varios controles mágicos. Alli unas escaleras encantadas se movieron seleccionando el estante, pasillo, numero...todo adecuado.

Me quedé abajo esperando, con aquel mismo aire ausente que tenía desde que me había despertado. Es que ni si quiera había echado de menos tomar café, y ahora que caía en la cuenta, ni si quiera sentia la urgencia de ir a por uno, a pesar de estar tan agotado.

Desde luego habia visto como los evacuaban y cuando perdí el conocimiento las raices ya se replegaban....lo mismo seguian en el hospital aun, pero estarian fuera de peligro. Iría a visitarlos despues de hacer esto, y de ir a la reunion.

El libro que habia solicitado levitó bajando las largas escaleras hasta mis manos. Fui a una sala privada a leerlo con calma.  Sabía que la ultima vez que lo habian consultado, habia sido para el ritual de elevación de la Isla...en Beinn Dearg. Las viejas ruinas de Ouroboros.

- El Libro de los Fundadores, por Eginardo, biógrafo de Carlomagno - pasé los dedos por las letras del lomo y abrí el libro, comenzando a leer.

"Fue del consejo de sabios de la Escuela de Aquisgrán de la que surgió la idea de encontrar a los descendientes de los magos más talentosos y célebres hasta la fecha, para reunirlos, formarlos y educarlos, y llegado el momento formar con ellos lo que se conoce como el Consejo de los 20, para que mantuviesen los saberes mágicos. Les llevó años encontrar a los mejores, y fue entonces cuando crearon la isla Ouroboros..."

Pasé un rato navegando por sus paginas hasta dar con algo que captó mi atención, el ritual, detallado. Aquella vez, Jack y Sean, habían llevado un poco la voz cantante con aquel proceso, aunque todos habíamos tenido que aportar. Era solo que...quizá mientras estaba en el hospital, drogado e inconsciente, habia recordado ciertas palabras? Algo me habia dejado inquieto. Tenía que leerlo por mis propios medios, verlo con mis propios ojos.

- Ritual de creación de la isla... mmm. Esto fue lo que hicimos entonces. Lenguaje arcano, magia antigua. Varias de estas runas fueron grabadas con fuego de dragón por toda la superficie de la isla. - lei en voz baja. Froté mis ojos y seguí. Fuego de dragón? eso sonaba...muy Pendragon, ahora mismo.  -Sólo la sangre mágica y un sacrificio ritual las activará y mantendrá la isla a flote como en los siglos pasados. Oh vamos! - me quejé porque si, ahora sangre tambien? Ofuscado, continué mi lectura.  - Debe seguir un orden concreto, debe pronunciarse correctamente, y unir el suficiente poder mágico para activar las runas. Magia de sangre, dejar algo de uno mismo en la isla, dejar el alma y la esencia.

Me pasé una mano por el pelo, despeinandolo sin ser consciente. Me fijé entonces en unas anotaciones en letra mas pequeña.

"el precio a pagar, el sacrificio ritual,  es el de la sangre mágica. Se refiere a  que la isla conservará nuestra sangre mucho después de que nosotros hayamos desaparecido, y que en cierto modo quedamos atados a ella. Damos parte de nuestra esencia y la isla nos da protección. Lo que perjudique a la isla, nos perjudicará a nosotros, y estaremos conectados con ella como si fuese un ente más. ¿Puede acarrear consecuencias perjudiciales, como otros contratos mágicos... ?"

Eso ultimo estaba escrito a mano. Era una duda sobre el papel. Me quedé...en blanco. Por algun motivo, esas palabras antiguas cobraban tanto sentido ahora....Quizá Ouroboros no era tan diferente de Avalon, emanaba su poder de nosotros, y nosotros de ella.

Proseguí mi lectura, explicaban el procedimiento de alzar la tierra, como hacerlo, los encantamientos, las runas, los ingredientes, todo. No tardé en desplegar la pantalla de mi brazalete para empezar a volcar informacion en el panel conjunto...

Pasé un rato escribiendo en el panel, volcando todos los datos relevantes del libro de los Fundadores, asi como mis sospechas. Ademas propuse realizar un ritual de ascensión nuevamente, para poder poner a salvo a los ciudadanos, que...dadas las circunstancias del ultimo ataque, debían de ser nuestra prioridad.

Cansado, me detuve un momento, apoyando la cabeza sobre la mesa. Al menos...había conseguido encontrar un hilo del que tirar, para continuar. Pasados un par de minutos me levanté, y fui a devolver el libro a su lugar. Revisé de nuevo el panel, habian aportaciones nuevas...

"la academia...este lugar. "

Miré a mi alrededor al salir de aquel lugar más privado de la biblioteca, habian algunos estudiantes leyendo y haciendo cosas de estudiantes. Lamentablemente, era un riesgo que no podíamos seguir corriendo, asi que añadí unas notas más en referencia a aquello y en base a lo que Markus habia descubierto con el mapeo del sanguis.

Había ya devuelto el libro e informado para que cerraran aquella sección y me disponía a ir a la reunión que Cath nos habia convocado para hablar en persona, cuando....

Montañas del dragón ahora.


"Gwen?"

Me quedé mirando el patronus plateado, y el hueco vacío que dejó antes de desaparecer, con el ceño fruncido y una expresión de....confusión evidente en los labios. Estaba mareado, y ahora que había recibido el patronus, más. Sin embargo, me concentré para desaparecerme de allí...al menos llevaba mis brazaletes (bueno, uno) y mi bastón.

La academia, la biblioteca....aquel remanso de sabiduría y paz durante tanto tiempo. Incluso en tiempos de guerra, nos había servido como refugio para evacuar. De magia, de libros y secretos, conocimiento.

Ahora...quien diria que era el mismo lugar? Lo era, acaso? Era también yo el mismo?

No lo sabía.

Me había convertido en un prófugo en mi propio hogar. Aquel sitio sacado de una pesadilla era y no era Ouroboros al mismo tiempo. No haber encontrado ningun alma amiga era, al mismo tiempo, bueno. Tras el choque (o la convergencia, como habia decidido llamar a la union de ambos sanguis) había esperado una llegada masiva de enemigos, lo cual habia ocurrido...y también habia temido la aparición de amigos. No lo hicieron. Eso era que seguían vivos. Seguía yo vivo? A ratos si...a ratos...tampoco lo sabía. No dormía, no descansaba, era imposible alli. Ni con el poder de Valqar podía hacer frente ahora a todos los espiritus del Sanguis, soñar si quiera con controlarlos.

Habrian recibido mi mensaje? Cuánto tiempo habia pasado? Me sentía desfallecer con cada hora que pasaba.

"No puedo morir"

Y no lo hacía. No moría. Pero mi cabeza....mi cabeza empezaba a no distinguir el tiempo. Cuando era ahora, cuando había sido antes. Qué habia hecho antes de llegar a este sitio para ocultarme entre puertas y pasadizos oscuros, plagados de raices, en el exterior, o el interior....daba todo lo mismo. Me encontraba escondido en algun lugar que se asemejaba a la biblioteca de la academia, habia enfrentado a unos espiritus y habia logrado darles esquinazo, y esconderme. Me encerré en mi mente, oculto entre unas ruinosas estanterías, agotado....buscando, buscando....

Lo peor es que no habia descubierto nada util. No habia logrado acercarme a Charles. Ni si quiera cuando se unieron. Podia controlar algunos espiritus...a veces incluso Valqar tomaba el control, y en esos momentos éramos más poderosos. Debía encontrar a Altair...debíamos salir de ahí. Tapé mis oidos. No estaban cerca, pero no dejaba de oir sus voces inconexas. Estaban furiosos, y contentos....salvajemente contentos.