Recuerdo del primer mensaje :
Misterioso lugar, posiblemente algún brujo poderoso o sus aprendices pueden habitarla...
Actualmente, está en poder de los Soul Reaper. Quien quiera penetrar en la Torre encontrará una serie de dificultades, si no ha sido invitado.
El Guardián vagabundea constantemente por la Torre. Un ser oscuro, enorme y sin ojos deteniendo a los intrusos y alertando de su presencia, una bestia enorme y silenciosa como la muerte, pese a su gran tamaño.
Desapareció de su emplazamiento original (Irlanda)
ESCUDOS TORRE: 5000 puntos. En combate, cada turno, pueden regenerar los escudos, pero para eso deben perder un turno tanto de atacar, aunque no de defenderse personalmente si lo necesitan. A cambio de 10 PS de vida, pueden añadir 100 puntos a los escudos. Cada PJ. Los SOUL PNj aportan la mitad, por 10 PS 50 Puntos de escudo.
Nº de Soul Reapers: 90
Actualmente, está en poder de los Soul Reaper. Quien quiera penetrar en la Torre encontrará una serie de dificultades, si no ha sido invitado.
El Guardián vagabundea constantemente por la Torre. Un ser oscuro, enorme y sin ojos deteniendo a los intrusos y alertando de su presencia, una bestia enorme y silenciosa como la muerte, pese a su gran tamaño.
- El Guardián:
200 PS - 70 stat - 20 daño área por grito
Desapareció de su emplazamiento original (Irlanda)
ESCUDOS TORRE: 5000 puntos. En combate, cada turno, pueden regenerar los escudos, pero para eso deben perder un turno tanto de atacar, aunque no de defenderse personalmente si lo necesitan. A cambio de 10 PS de vida, pueden añadir 100 puntos a los escudos. Cada PJ. Los SOUL PNj aportan la mitad, por 10 PS 50 Puntos de escudo.
Nº de Soul Reapers: 90
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puntos
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Ocupación
Bando
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Edad
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El miembro 'Adramelech Svensson' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Defensa Física' :
'Defensa Física' :
Entrecerré los ojos con aquello que parecía algún tipo de muestra de afecto, teniendo que cortar mis ganas de mandarlos a los dos a un hotel aunque fuera de broma, pues había pasado mucho tiempo desde que estuve con Adramelech en vida y no sabía cómo le había cambiado el carácter. Además de que a la otra señorita casi no la conocía, a pesar de que tratara de estrangularla. Suspiré, y fueron ellos mismos los que se recolocaron en sus sitios, suponiendo que les había cortado el rollo. Bueno, pues para otro ratito.
En cualquier caso, la información solicitada sobre el resto de los compañeros, Lyosha y Khaled, no tardó en llegar. De modo que la líder de la hermandad de metal ya n o podía seguir, eso me hizo sentirme raro, ¿podría un revenant volver a morir o ya estaba fijado a la tierra para siempre e iba saltando de cuerpo a cuerpo como una pulga? Un pensamiento oscuro, pesado, me recorrió la mente pensando que, de nuevo, no dejaba de ser una especie de parásito de un cuerpo sin vida. Lejos, muy lejos la voz de Adramelech seguía su discurso. -Que su caída no sea en vano- Me limité a añadir sobre los caídos ”Ahora les espera un lugar mejor”
Permanecí en silencio, con la mirada clavada en una pared, sin añadir mucho a la conversación. Cerré los ojos con esfuerzo e intenté concentrarme en el presente, en el aquí y el ahora, tal y como me recomendaba Lyosha. ”Cleopatra” Cogí aire y escuché muy de lejos el comentario de Vanessa. La bravuconada de la mujer me hizo dibujar una leve sonrisa, aunque no le presté mucha atención, porque estaba reconectando en lo que estábamos hablando. La presencia de los centinelas no tardó en hacerse de notar, silenciado la conversación con sus disparos. Los primeros disparos me pillaron desubicado, protegiéndome de forma inconsciente detrás de la ventana, parapetándome con un claro gesto de disparo. En seguida me di cuenta de que ese gesto no era mío, sino del dueño anterior, y tuve que tomar el control de mi mano conjurando una barrera mágica murmurando una lengua muerta que me defendió de la oleada de ataque que destruyó parte de la pared en la que estaba protegido. Desde ahí me asomé al vacío, observando son satisfacción y orgullo cómo el resto de los hermanos atacaban en sincronía a los centinelas, causándoles graves daños. El aviso de Adramelech me hizo reaccionar rápidamente, creando un portal en el suelo que conectaba nuestra ubicación con la de mi convocante, es decir Khaled, arrastrando por él a mi hermano y a Vanessa, antes de que la explosión nos pudiera alcanzar.
DM: 5 nigromancia + 10 hab + 11 stat + 25 dado = 51 > 40 Ataque Centis
En cualquier caso, la información solicitada sobre el resto de los compañeros, Lyosha y Khaled, no tardó en llegar. De modo que la líder de la hermandad de metal ya n o podía seguir, eso me hizo sentirme raro, ¿podría un revenant volver a morir o ya estaba fijado a la tierra para siempre e iba saltando de cuerpo a cuerpo como una pulga? Un pensamiento oscuro, pesado, me recorrió la mente pensando que, de nuevo, no dejaba de ser una especie de parásito de un cuerpo sin vida. Lejos, muy lejos la voz de Adramelech seguía su discurso. -Que su caída no sea en vano- Me limité a añadir sobre los caídos ”Ahora les espera un lugar mejor”
Permanecí en silencio, con la mirada clavada en una pared, sin añadir mucho a la conversación. Cerré los ojos con esfuerzo e intenté concentrarme en el presente, en el aquí y el ahora, tal y como me recomendaba Lyosha. ”Cleopatra” Cogí aire y escuché muy de lejos el comentario de Vanessa. La bravuconada de la mujer me hizo dibujar una leve sonrisa, aunque no le presté mucha atención, porque estaba reconectando en lo que estábamos hablando. La presencia de los centinelas no tardó en hacerse de notar, silenciado la conversación con sus disparos. Los primeros disparos me pillaron desubicado, protegiéndome de forma inconsciente detrás de la ventana, parapetándome con un claro gesto de disparo. En seguida me di cuenta de que ese gesto no era mío, sino del dueño anterior, y tuve que tomar el control de mi mano conjurando una barrera mágica murmurando una lengua muerta que me defendió de la oleada de ataque que destruyó parte de la pared en la que estaba protegido. Desde ahí me asomé al vacío, observando son satisfacción y orgullo cómo el resto de los hermanos atacaban en sincronía a los centinelas, causándoles graves daños. El aviso de Adramelech me hizo reaccionar rápidamente, creando un portal en el suelo que conectaba nuestra ubicación con la de mi convocante, es decir Khaled, arrastrando por él a mi hermano y a Vanessa, antes de que la explosión nos pudiera alcanzar.
DM: 5 nigromancia + 10 hab + 11 stat + 25 dado = 51 > 40 Ataque Centis
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El miembro 'Astaroth Takker Svensson' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Defensa Mágica' :
'Defensa Mágica' :
Los días que siguieron a la misión estaban bastante borrosos en mi mente. Recordaba haber ido al hospital con Vanessa y los demás después de haber derrotado a los atacantes del mercado. Recordaba también las cosas hirientes que me había dicho Astaroth cuando se le fue la pinza y atacó a los Pendragon. Esa sensación de repetir la historia con él fue lo que me acompañó todo el rato mientras nos atendían en el hospital. Hacía poco caso a lo que tenía a mi alrededor, pero creí entender que tras los primeros auxilios me mandaban a casa. La mordedura de licántropo no tenía remedio y con tantos heridos no tenían camas libres para tenerme allí hasta la siguiente luna. Dijeron algo así como que debía sobrevivir y aguantar por mí mismo.
Los de mi hermandad me desaparecieron de vuelta a la torre, dejándome en mi cuarto. Allí me quedé tirado en la cama sin apenas moverme, exhausto por la batalla y sus consecuencias. A partir de ese momento las fiebres por los efectos de la mordedura persistieron y fueron en aumento, dejándome bastante hecho polvo y casi sin fuerzas ni para odiar al maldito Altaïr. Por su culpa o moría o acababa siendo licántropo. Dormía a medias e inquieto, removiéndome de vez en cuando si escuchaba a alguien pasar por la habitación.
- Astaroth...está loco, poseído... - murmuré sin mucho sentido a alguien que pasó a la habitación, aunque sin ver muy claro quién era. - Es él pero no es él...miente y dice la verdad... Khaled no lo logró, no es Lyosha...
Los de mi hermandad me desaparecieron de vuelta a la torre, dejándome en mi cuarto. Allí me quedé tirado en la cama sin apenas moverme, exhausto por la batalla y sus consecuencias. A partir de ese momento las fiebres por los efectos de la mordedura persistieron y fueron en aumento, dejándome bastante hecho polvo y casi sin fuerzas ni para odiar al maldito Altaïr. Por su culpa o moría o acababa siendo licántropo. Dormía a medias e inquieto, removiéndome de vez en cuando si escuchaba a alguien pasar por la habitación.
- Astaroth...está loco, poseído... - murmuré sin mucho sentido a alguien que pasó a la habitación, aunque sin ver muy claro quién era. - Es él pero no es él...miente y dice la verdad... Khaled no lo logró, no es Lyosha...
Había preparado un estofado típico de la brigada para celebrar Navidad. Me encantaba esa época, aunque este año iba a ser especialmente rara. Pero, este año más que nunca, le apetecía hacer algo diferente que no fuera luchar o trabajar en el hospital. Como colaboradora externa del hospital de Ouroboros, había pasado los días que siguieron al asalto de la isla cuidando de todo tipo de heridas, certificando muertes, salvando vidas que las Nornas decidieron que no le había llegado el momento de montar en el barco de Caronte. Pero poco a poco, las altas fueron llegando y el hospital fue recuperando su saturada normalidad. Su turno había acabado ya por hoy de modo que se fue a cambiar y dejó aquello en buenas manos. Pasé por la habitación de Ben para ver cómo estaba antes de salir de allí.
Aunque las cosas en el mercado no estaban muy boyantes, había conseguido un par de sitios donde había conseguido dulces típicos, turrón de chocolate, mazapán. Estaba realmente emocionada, porque le venían a la memoria los recuerdos de cuando celebraba con Astaroth las navidades en Italia, robaban turrón de chocolate con almendras y lo comían a escondidas en el refugio que tenían, lejos de la mirada de la madre Soul de Astaroth. Aquellos recuerdos le arrancaron una sonrisa y la ponían de buen humor. Cantarina se apareció en la puerta de la torre de los Souls, saludó al guardián, al que le colgó una guirnalda festiva y subió por las escaleras. Obviamente el guardián gruñó algo en su idioma y se volvió a perder por los pasillos. Fui ofreciendo dulces, turrón y gorritos a todos los que me iba encontrando, tratando de localizar a los hermanos souls. Finalmente di con uno de ellos, el menor, dejé las cosas en la cómoda del camastro y me abalancé para abrazarle en una clara violación del espacio vital del mismo, pero hoy, estaba permitido. -Jo jo jo! Feliz Navidad! Alegra esa cara o San Nicolás no te regalará cosas bonitas. He traído dulces para festejar juntos, como lo hacía con tu hermano en Italia- Le dije mientras recobraba la compostura, atraía parte de los manjares y me sentaba en su cama -Que por cierto, ¿dónde está? ¡Qué mejor que celebrar esta fiesta después de que haya regresado!-
Aunque las cosas en el mercado no estaban muy boyantes, había conseguido un par de sitios donde había conseguido dulces típicos, turrón de chocolate, mazapán. Estaba realmente emocionada, porque le venían a la memoria los recuerdos de cuando celebraba con Astaroth las navidades en Italia, robaban turrón de chocolate con almendras y lo comían a escondidas en el refugio que tenían, lejos de la mirada de la madre Soul de Astaroth. Aquellos recuerdos le arrancaron una sonrisa y la ponían de buen humor. Cantarina se apareció en la puerta de la torre de los Souls, saludó al guardián, al que le colgó una guirnalda festiva y subió por las escaleras. Obviamente el guardián gruñó algo en su idioma y se volvió a perder por los pasillos. Fui ofreciendo dulces, turrón y gorritos a todos los que me iba encontrando, tratando de localizar a los hermanos souls. Finalmente di con uno de ellos, el menor, dejé las cosas en la cómoda del camastro y me abalancé para abrazarle en una clara violación del espacio vital del mismo, pero hoy, estaba permitido. -Jo jo jo! Feliz Navidad! Alegra esa cara o San Nicolás no te regalará cosas bonitas. He traído dulces para festejar juntos, como lo hacía con tu hermano en Italia- Le dije mientras recobraba la compostura, atraía parte de los manjares y me sentaba en su cama -Que por cierto, ¿dónde está? ¡Qué mejor que celebrar esta fiesta después de que haya regresado!-
Al entornar los ojos pude distinguir mejor la figura a la que le había hablado de manera un tanto inconexa. - Cleo...¿qué...?- acabé reconociéndola, aunque mis neuronas iban bastante despacio. Giré hacia un lado de la cama, tapándome con la manta de nuevo porque tan pronto tenía calor como frío. Su abrazo y sus felicitaciones navideñas me pillaron por sorpresa, no sabía ni qué día era. Al menos se había pasado a verme, no como mi hermano. Tampoco había visto a Vanessa, aunque tal vez hubiese venido cuando dormía. Hasta había traído dulces navideños. Me incorporé un poco como pude, murmurando un gracias por lo bajo. - ¿Él festejaba contigo? - no me lo imaginaba de fiesta, pero tal vez con ella era distinto. Acabé negando con la cabeza a lo de los dulces, disculpándome. - Lo siento, pero no me encuentro muy bien como para comer ahora...no sé si sería buena idea. - me sabía mal no probarlos, pero no me apetecía nada. Cogí un vaso de agua que había en la mesilla de al lado, pegando un trago. Entorné los ojos al escuchar su pregunta, molesto por ello.
- No sé dónde está AStaroth...ni me importa. Soy un estorbo para él, ya lo dijo. Lo ha dicho muchas veces...eso no fue el cuerpo mutante que tiene ahora, fue él, ¡él! - mientras decía aquello parte de mí se arrepentía. Me alegraba de que hubiese vuelto, aunque no esperaba que las cosas fuesen así. Volví a dejarme caer de espaldas en la cama, poniendo el antebrazo sobre los ojos mientras soltaba un suspiro de resignación. - Búscalo tú...sois novios o algo así, ¿no? tal vez a ti no te hable de esa forma.
- No sé dónde está AStaroth...ni me importa. Soy un estorbo para él, ya lo dijo. Lo ha dicho muchas veces...eso no fue el cuerpo mutante que tiene ahora, fue él, ¡él! - mientras decía aquello parte de mí se arrepentía. Me alegraba de que hubiese vuelto, aunque no esperaba que las cosas fuesen así. Volví a dejarme caer de espaldas en la cama, poniendo el antebrazo sobre los ojos mientras soltaba un suspiro de resignación. - Búscalo tú...sois novios o algo así, ¿no? tal vez a ti no te hable de esa forma.
Estudié el comportamiento raro del muchacho, cómo se envolvía en la manta: o tenía frío por … bueno, el invierno, o porque estaba febril. Quise ponerle la mano sobre la frente, pero luego reculé y pensé que no era una buena idea, tampoco conocía tanto a Adamelech como para ir sobándole de esa forma. -¿Estás malo o algo? Puedo usar el anillo para tratar de sanarte… aunque es más para heridas físicas. O puedo llamar a alguien de la hermandad de sanación, si quieres- Le dije con tono de clara preocupación. Me levanté del camastro para ir a la puerta para ir a buscar a alguien cuando su pregunta me hizo parar en seco y volverme. Dejé las cosas en la mesa y le miré claramente confusa -Bueno. Yo festejaba, él me acompañaba- Bromeé -Oh, bueno, igual he dicho algo que no debía. Él no quería decirlo en la comunidad… ya sabes… souls y magos nunca se han llevado muy bien y con vuestra madre tampoco podía ir diciéndolo por ahí… bueno ya sabes. Tendrá sus motivos.- Intenté excusarle. Había entendido que no dijera nada mientras Zayra estaba viva y en Italia, pero después de tanto tiempo ya no tenía sentido, ¿no? Se me hizo raro andar contando cosas de la intimidad de Astaroth, dado lo cerrado que es, quizás debería haberme callado la boca -Siento si he dicho o hecho algo que no debía-
La segunda parte de su discurso me pilló totalmente desubicada. ¿Sería cosa de la fiebre lo que le llevaba a decir esas cosas? -¿Cómo? No pienses eso. Él nunca diría eso, estoy casi segura. Te tiene en gran estima, de eso estoy tan segura que pondría la mano en el fuego por ello. Comprende que la transición no está siendo fácil para él: está en un cuerpo que no es el suyo, un demonio le poseyó! Yo misma tuve que darme de tortas contra él…- Me entró un escalofrío al recordar aquellos momentos en la arena de Ouroboros -Y hasta intentó atacar a tu amiga, la chica esa del metal. Habla con él, vamos a buscarle y hablamos- Me puse de nuevo de pie, invitándole a que me siguiera pero extendiendo mi mano para recibir la suya. Sin embargo su comentario no me hizo ni pizca de gracia, y mi gesto cambió bruscamente de expresión a indignación. Retiré la mano -Estás delirando por la fiebre- Sentencié de una forma brusca y cortante, de modo que parte de mi quiso excusarle por esa razón, pero otra parte de mi le hubiera dado una bofetada que le hubiera cruzado la cara de lado a lado.
La segunda parte de su discurso me pilló totalmente desubicada. ¿Sería cosa de la fiebre lo que le llevaba a decir esas cosas? -¿Cómo? No pienses eso. Él nunca diría eso, estoy casi segura. Te tiene en gran estima, de eso estoy tan segura que pondría la mano en el fuego por ello. Comprende que la transición no está siendo fácil para él: está en un cuerpo que no es el suyo, un demonio le poseyó! Yo misma tuve que darme de tortas contra él…- Me entró un escalofrío al recordar aquellos momentos en la arena de Ouroboros -Y hasta intentó atacar a tu amiga, la chica esa del metal. Habla con él, vamos a buscarle y hablamos- Me puse de nuevo de pie, invitándole a que me siguiera pero extendiendo mi mano para recibir la suya. Sin embargo su comentario no me hizo ni pizca de gracia, y mi gesto cambió bruscamente de expresión a indignación. Retiré la mano -Estás delirando por la fiebre- Sentencié de una forma brusca y cortante, de modo que parte de mi quiso excusarle por esa razón, pero otra parte de mi le hubiera dado una bofetada que le hubiera cruzado la cara de lado a lado.
Aparté lentamente el antebrazo de mis ojos mientras soltaba algo entre suspiro y queja porque me dolía todo el cuerpo. Tenía que haber alguna maldita poción que por lo menos me dejase descansar un poco. Llevé una mano al cuello de la camiseta que llevaba, tirando hacia abajo para que pudiese ver la marca de una mordedura bastante grande en la clavícula. Ya no sangraba porque la habían curado, pero tenía una pinta un tanto mala. - Mordedura de licántropo. No se puede hacer nada... - o eso me habían dicho en el hospital. Que aguantase el tirón como pudiese. Casi preferí que me hablase de cómo festejaba en Italia, así no tendría que pensar en la otra mierda.
Tal y como contaba lo de Astaroth parecía que hablaba de un amor prohibido entre Soul y bruja, pero no me extrañaba teniendo en cuenta cómo era mi madre. - Astaroth era su favorito...y él lo sabía. No querría decepcionar a madre relacionándose con una bruja. - hice un gesto como queriendo decir que daba igual, que tampoco es que ella hubiese contado ninguna intimidad. - Maldito estorbo me dijo. ¡Y yo tengo que ser el idiota que siempre le aguante todo, todos sus desplantes! - respondí volviéndome a incorporar de manera repentina en un momento de rabia. Enseguida me arrepentí de haberlo hecho, tanto por darme cuenta que de verdad él lo estaba pasando mal como por marearme con esa rapidez al incorporarme. Bajé la cabeza para apoyar la cara sobre la palma de la mano, murmurando el nombre de Vanessa cuando recordó que Astaroth la atacó. Eso fue distinto...la atacó sin más, sin mediar palabra.
Alcé la mirada hacia ella cuando extendió su mano hacia mí para ofrecerme ir a hablar con Astaroth, pero mis palabras sobre ser novios parecían haberla molestado hasta tal punto que apartó la mano para hablarme de forma bastante cortante. Cerré los ojos un momento, suspirando de nuevo antes de abrirlos y encogerme de hombros. - Tal vez...tal vez esté delirando y diciendo tonterías. O tal vez sea la verdad. No sé por qué te molesta tanto. Si quieres lo grito yo y le llamo, hablamos todos de una vez por todas.- inspiré todo lo que pude para tomar aire, gritando el nombre de Astaroth a pesar de que eso me hacía sentir la cabeza a punto de estallar.
Tal y como contaba lo de Astaroth parecía que hablaba de un amor prohibido entre Soul y bruja, pero no me extrañaba teniendo en cuenta cómo era mi madre. - Astaroth era su favorito...y él lo sabía. No querría decepcionar a madre relacionándose con una bruja. - hice un gesto como queriendo decir que daba igual, que tampoco es que ella hubiese contado ninguna intimidad. - Maldito estorbo me dijo. ¡Y yo tengo que ser el idiota que siempre le aguante todo, todos sus desplantes! - respondí volviéndome a incorporar de manera repentina en un momento de rabia. Enseguida me arrepentí de haberlo hecho, tanto por darme cuenta que de verdad él lo estaba pasando mal como por marearme con esa rapidez al incorporarme. Bajé la cabeza para apoyar la cara sobre la palma de la mano, murmurando el nombre de Vanessa cuando recordó que Astaroth la atacó. Eso fue distinto...la atacó sin más, sin mediar palabra.
Alcé la mirada hacia ella cuando extendió su mano hacia mí para ofrecerme ir a hablar con Astaroth, pero mis palabras sobre ser novios parecían haberla molestado hasta tal punto que apartó la mano para hablarme de forma bastante cortante. Cerré los ojos un momento, suspirando de nuevo antes de abrirlos y encogerme de hombros. - Tal vez...tal vez esté delirando y diciendo tonterías. O tal vez sea la verdad. No sé por qué te molesta tanto. Si quieres lo grito yo y le llamo, hablamos todos de una vez por todas.- inspiré todo lo que pude para tomar aire, gritando el nombre de Astaroth a pesar de que eso me hacía sentir la cabeza a punto de estallar.
Siseé cuando dijo aquello de que las fiebres eran cosa de la mordedura de un licántropo, pudiendo comprobarlo por mi misma cuando se descubrió la mordida. Había leído algo sobre las primeras fiebres de la licantropía y el resultado no era halagüeño, precisamente: o vives y te conviertes en lican de por vida o mueres por culpa de las fiebre. Definitivamente, poco podía hacer con el anillo y con mis poderes tampoco. -Quizás la poción matalobos pueda ayudarte a pasar el trance. Lo siento, no puedo darte nada salvo leche de amapola, quizás te pueda calmar los dolores- Suspiré, sintiendo lástima por él e impotencia por mí por no poder ayudarle más, pero hay cosas que ni la propia medicina ha conseguido curar, entre ellas, la licantropía.
Reflexioné en silencio sobre aquello de las preferencias de hijo. Me parecía que era algo en lo que yo ya no tenía competencias y no podía responder a aquello. No sé si aquello de festejar conmigo era para no decepcionar a su madre, o si era más por las hermandades o porqué. Solo una persona puede responder a aquello, y no estaba en esa habitación, precisamente. Tampoco quise decirle nada ante la afrenta que su hermano le había dicho, cosa que no parecía ser la primera vez. -Lo siento- Fue lo único que pude decirle, con toda la verdad que pude. Podía entender el sentimiento. Aquellas cosas eran entre familia y entre ellos tienen que solucionarlo, yo solo puedo interceder, pero desde un espectador externo.
Y así decidí quedarme ante su respuesta. Iba a ayudarle a levantarse para ir a buscar a su hermano, a preguntarle por cómo estaba después de haberse levantado de esa forma tan brusca. Pero ahora mismo no me dio la real gana, me crucé de brazos por delante del pecho, advirtiéndole desde la altura que me daba el hecho de estar de pie -No te metas donde no te llaman. No vuelvas a pagar tu mal humor conmigo. Si tienes algo que solucionar con tu hermano, lo haces tú solito- Me giré sobre mi misma para volver a la puerta en cuanto empezó a corear el nombre de Astaroth, cogí las cosas bastante malhumorada y salí de la habitación. Definitivamente no estaba bien meterse en cosas de familia, al final terminas de mierda hasta las cejas.
Reflexioné en silencio sobre aquello de las preferencias de hijo. Me parecía que era algo en lo que yo ya no tenía competencias y no podía responder a aquello. No sé si aquello de festejar conmigo era para no decepcionar a su madre, o si era más por las hermandades o porqué. Solo una persona puede responder a aquello, y no estaba en esa habitación, precisamente. Tampoco quise decirle nada ante la afrenta que su hermano le había dicho, cosa que no parecía ser la primera vez. -Lo siento- Fue lo único que pude decirle, con toda la verdad que pude. Podía entender el sentimiento. Aquellas cosas eran entre familia y entre ellos tienen que solucionarlo, yo solo puedo interceder, pero desde un espectador externo.
Y así decidí quedarme ante su respuesta. Iba a ayudarle a levantarse para ir a buscar a su hermano, a preguntarle por cómo estaba después de haberse levantado de esa forma tan brusca. Pero ahora mismo no me dio la real gana, me crucé de brazos por delante del pecho, advirtiéndole desde la altura que me daba el hecho de estar de pie -No te metas donde no te llaman. No vuelvas a pagar tu mal humor conmigo. Si tienes algo que solucionar con tu hermano, lo haces tú solito- Me giré sobre mi misma para volver a la puerta en cuanto empezó a corear el nombre de Astaroth, cogí las cosas bastante malhumorada y salí de la habitación. Definitivamente no estaba bien meterse en cosas de familia, al final terminas de mierda hasta las cejas.
Habría dicho que sí a lo de probar con la leche de amapola o la matalobos para poder aguantar mejor, pero la conversación fue por unos derroteros en los que fuimos derivando al tema de mi hermano, a nuestro conflicto y a su enfado conmigo por decirle cosas sobre Astaroth. Dejé de llamarle de inmediato, clavando una mirada febril y agresiva en la mujer. - ¿Qué es lo que te molesta tanto? ¿te da miedo decir que amas a Astaroth por si él no te corresponde o que son esas tonterías? - solté sin dar ni un rodeo, haciendo después un sonido irónico cuando dijo eso de pagar mi mal humor con ella. Había preguntado, ahora que no se molestase a la mínima.
- ¡Pues eso haré! ¡siempre tengo que ser yo el que dé el primer paso, panda de cobardes! ¡lárgate! - le grité cuando salió por la puerta, gastando con eso las pocas energías que me quedaban. Ni siquiera estaba seguro de lo que había dicho ni por qué, estaba rabioso y alterado. Tras eso volví a dejarme caer sobre la cama, completamente exhausto. Me eché de lado con la manta por encima, tiritando. Sentía el corazón a mil por hora y la cabeza como una olla a presión. No merecía la pena gastar fuerzas en eso ahora, tenía que guardarlas para aguantar hasta la primera luna llena después de la mordedura. Cerré los ojos para intentar dormirme, aunque mis sueños fueron bastante agitados.
- ¡Pues eso haré! ¡siempre tengo que ser yo el que dé el primer paso, panda de cobardes! ¡lárgate! - le grité cuando salió por la puerta, gastando con eso las pocas energías que me quedaban. Ni siquiera estaba seguro de lo que había dicho ni por qué, estaba rabioso y alterado. Tras eso volví a dejarme caer sobre la cama, completamente exhausto. Me eché de lado con la manta por encima, tiritando. Sentía el corazón a mil por hora y la cabeza como una olla a presión. No merecía la pena gastar fuerzas en eso ahora, tenía que guardarlas para aguantar hasta la primera luna llena después de la mordedura. Cerré los ojos para intentar dormirme, aunque mis sueños fueron bastante agitados.
Alguien de alguna planta superior me dijo, bajo mi orden de partirle la cara si no lo hacía, que me avisaran cuando Adramelech despertara. Estaba organizando los turnos de comidas y entrenamientos cuando alguien entró corriendo diciendo que había escuchado a Adramelech gritar como un poseso el nombre de su hermano -¿Y no has entrado a ver qué le pasaba?- Le lancé el delantal a la cara y salí escopetada de las cocinas andando en grandes zancadas y bajando las escaleras de tres en tres escalones. Podría haberme desaparecido, pero no era algo que me molase mucho. Al llegar al pasillo me topé con la “amiguita” de los hermanos, siseando en silencio muerta de celos infundados. No tenía ni idea de qué es lo que hacía por aquí y tampoco me apetecía saberlo, pero no tenía buena cara. Así el Guardián se la comiera.
Entre abriendo la puerta de la habitación de un portazo bastante atronador. Poco me importaron los goznes o que desquiciara la puerta. Observé el bulto que era Adamelech, que parecía estar dormido, de modo que entendí que había debido de estar gritando en sueños. Pobrecillo. Me arrodillé al lado del camastro y le palpé la frente, notando que estaba febril. Chasqué la lengua porque no sabía cómo podía remediar eso. Y, como pensaba que estaba dormidito, le coloqué las sábanas bien y le tapé bien bien para que pudiera descansar. Me senté a su lado, de una forma pesada por culpa de la pierna rota, me acurruqué a su lado, y le acaricié con suavidad el pelo.
Entre abriendo la puerta de la habitación de un portazo bastante atronador. Poco me importaron los goznes o que desquiciara la puerta. Observé el bulto que era Adamelech, que parecía estar dormido, de modo que entendí que había debido de estar gritando en sueños. Pobrecillo. Me arrodillé al lado del camastro y le palpé la frente, notando que estaba febril. Chasqué la lengua porque no sabía cómo podía remediar eso. Y, como pensaba que estaba dormidito, le coloqué las sábanas bien y le tapé bien bien para que pudiera descansar. Me senté a su lado, de una forma pesada por culpa de la pierna rota, me acurruqué a su lado, y le acaricié con suavidad el pelo.
Mientras tenía aquel sueño ligero dije cosas sin sentido y me quejé por lo bajo alguna que otra vez antes de empezar a despertarme de nuevo. No había logrado descansar, si acaso había conseguido dormirme media hora. Noté algo frío sobre mi frente e intenté mover la cabeza para retirarme un poco. Al abrir los ojos me encontré con la imagen borrosa de una cara que estaba a mi lado, aunque tardé unos segundos en identificar quién era. Poco a poco fui descubriendo un rostro que me resultaba muy familiar, y me tranquilizó que fuese ella la que estuviese ahí tendida mi lado. - Vanessa...- murmuré removiéndome levemente, buscando de manera inconsciente algo de calor en su cuerpo porque yo seguía tiritando por la subida de la fiebre.
- Tú sí que me entiendes.- acababa de acordarme del encontronazo con Cleo, a la que había gritado antes de que se fuese. No sabía ni cómo habíamos empezado a discutir, pero así había acabado la cosa. - Más que Astaroth, más que Khaled...- y desde luego más que Zayra, aunque gracias a ella había conocido a Vanessa al hacerla Soul Reaper. - Espero que no te arrepientas... - solté sin darme cuenta de que no tenía mucho contexto, aunque yo me refería a lo de entrar en los Soul Reaper. - Deberías coger tu furgoneta y nos marchamos juntos, aunque conduzcas mal. - mis divagaciones me llevaron a pensar nuestros viajes con ella al volante en modo kamikaze, dibujando una leve sonrisa en mi rostro. - Cuando se te cure la pierna. - añadí después al recordar que todavía estaría recuperándose. Cerré los ojos unos segundos, respirando pesadamente. - No quiero ser...no quiero transformarme. - confesé en voz muy baja y con algo de miedo al saber lo que se me venía encima.
- Tú sí que me entiendes.- acababa de acordarme del encontronazo con Cleo, a la que había gritado antes de que se fuese. No sabía ni cómo habíamos empezado a discutir, pero así había acabado la cosa. - Más que Astaroth, más que Khaled...- y desde luego más que Zayra, aunque gracias a ella había conocido a Vanessa al hacerla Soul Reaper. - Espero que no te arrepientas... - solté sin darme cuenta de que no tenía mucho contexto, aunque yo me refería a lo de entrar en los Soul Reaper. - Deberías coger tu furgoneta y nos marchamos juntos, aunque conduzcas mal. - mis divagaciones me llevaron a pensar nuestros viajes con ella al volante en modo kamikaze, dibujando una leve sonrisa en mi rostro. - Cuando se te cure la pierna. - añadí después al recordar que todavía estaría recuperándose. Cerré los ojos unos segundos, respirando pesadamente. - No quiero ser...no quiero transformarme. - confesé en voz muy baja y con algo de miedo al saber lo que se me venía encima.
Me hizo cruel gracia que Adra reaccionara a mis acciones, más que nada porque lo había despertado, con probabilidad, y estaba tan cuco tan dormidico él. Suspiré pensando que el karma tenía que odiarle mucho por hacerle pasar por todas esas tragedias. Alguien allá arriba debía de odiarle mucho o es que se portó miserablemente en una vida pasada. Sonreí cuando empezó a abrir los ojos y finalmente dijo mi nombre -Hola, dormilón- Le dije mientras dejaba que se acurrucase de esa forma tan gatuna que no me importaba. Esto era como cuando en el ejército teníamos que hacer vivac en mitad del bosque de la Sierra de Guadarrama en lo alto del puto Peñalara. Cago en la puta, eso sí que era frío y no ahora, que con tanto cambio climático ya no sabías si estábamos en agosto o en lo más profundo de diciembre.
Le dejé hablar mientras le recolocaba el empapado pelo, retirándoselo de la frente con sumo cuidado. Estaba empapado en sudor por la fiebre, y pronto debería volver a ponerle una compresa fría, esperando que le bajara la temperatura. -De lo único de lo que me arrepiento es de no haber podido llegar lo suficientemente pronto como para partirle el hocico al puto lobo que te ha hecho esto- Maldije por aquello en numerosas ocasiones después de haberme enterado de lo que le había pasado, pero por desgracia poco podía hacer yo. Atraje con el poder del metal el cubo con el agua fresca y la compresa, incorporándome un poco para maniobrar mejor. -¡Oye! Ni se te ocurra meterme con mi forma de conducir, que aprendí en la misma academia de Cuenca que los famosos- Le reproché suavemente, en broma. Porque esto cuando esté sano no me lo dice a la cara, pero ahora estaba malito y se le podía perdonar algunas cosas -Cuando te recuperes robamos una tanqueta o un dragón y conduzco por toda la isla. Verás las risas y las caras que se le quedan a los estirados de los Pendragon- Le invité para seguir con la coña mientras preparaba el agua y le ponía la compresa sobre la frente. El agua fresca no tardó en resbalar por la frente y algunas gotas a perderse en la almohada. A lo último no podía hacer o decirle nada. Yo tampoco querría transformarme. Me mordí el labio con una sensación agria y dolorosa a la vez. -Lo siento- Se me ocurrió decir, por no haber estado ahí, por haberme enfadado, por no haberle podido rescatarle, por no estar yo en su lugar, por no poder hacer nada más… lo sentía por tantas cosas. Maldita sea, ¿qué más podía hacer yo? Le cambié la posición de la compresa, en silencio, pero con aquel pensamiento en la mente, colocando la cabeza de Adra sobre mis muslos y acariciándole la cara con la mano que me quedaba libre.
Le dejé hablar mientras le recolocaba el empapado pelo, retirándoselo de la frente con sumo cuidado. Estaba empapado en sudor por la fiebre, y pronto debería volver a ponerle una compresa fría, esperando que le bajara la temperatura. -De lo único de lo que me arrepiento es de no haber podido llegar lo suficientemente pronto como para partirle el hocico al puto lobo que te ha hecho esto- Maldije por aquello en numerosas ocasiones después de haberme enterado de lo que le había pasado, pero por desgracia poco podía hacer yo. Atraje con el poder del metal el cubo con el agua fresca y la compresa, incorporándome un poco para maniobrar mejor. -¡Oye! Ni se te ocurra meterme con mi forma de conducir, que aprendí en la misma academia de Cuenca que los famosos- Le reproché suavemente, en broma. Porque esto cuando esté sano no me lo dice a la cara, pero ahora estaba malito y se le podía perdonar algunas cosas -Cuando te recuperes robamos una tanqueta o un dragón y conduzco por toda la isla. Verás las risas y las caras que se le quedan a los estirados de los Pendragon- Le invité para seguir con la coña mientras preparaba el agua y le ponía la compresa sobre la frente. El agua fresca no tardó en resbalar por la frente y algunas gotas a perderse en la almohada. A lo último no podía hacer o decirle nada. Yo tampoco querría transformarme. Me mordí el labio con una sensación agria y dolorosa a la vez. -Lo siento- Se me ocurrió decir, por no haber estado ahí, por haberme enfadado, por no haberle podido rescatarle, por no estar yo en su lugar, por no poder hacer nada más… lo sentía por tantas cosas. Maldita sea, ¿qué más podía hacer yo? Le cambié la posición de la compresa, en silencio, pero con aquel pensamiento en la mente, colocando la cabeza de Adra sobre mis muslos y acariciándole la cara con la mano que me quedaba libre.
Saber que Vanessa no se arrepentía de haberse hecho Soul Reaper era algo que me quitaba un peso de encima. En su momento casi no había tenido elección, así que quería escuchar de sus labios que aquello no contaba entre sus arrepentimientos. - Me alegro de que te unieses a nosotros. - Hice un gesto de negación cuando dijo que se sí que se arrepentía de no haber llegado antes, al igual que yo me arrepentía de no haber tenido más reflejos para evitarlo. - Tendremos que conformarnos con pegarle luego una paliza a Altaïr. Lo voy a freír. - expresé con una especie de humor resignado, por mucho que el Descendiente no fuese del todo culpable de lo sucedido. Cerré los ojos durante algunos segundos, pasándome una mano por éstos como intentando menguar el dolor de cabeza. Volví a abrirlos cuando hizo el comentario de la academia de de conducir de los famosos, sonriendo un poco porque me hizo gracia imaginarla.
- Ya veo ya...pues luego me enseñas. ¿Robar tanques y dragones? creo que nos echarían de la isla, pero vale. - sí, seguro que les recordaba a cuando entramos robando. Vanessa era mala influencia, pero me gustaba. Sentí otro escalofrío cuando puso el paño mojado sobre mi frente, aunque también aliviaba un poco el malestar. Murmuré un gracias por aquello, aprovechando para descansar los ojos un momento porque me pesaban hasta los párpados. El comentario de los Pendragon me hizo recordar a Astaroth, pero no quería ponerme a hablar de él después de lo sucedido con Cleo. Eso sólo me restaba fuerzas. - Agh...los Pendragon. No me gustan nada. Deberíamos pegarles a ellos también. Sí...freírlos y meterlos en un tanque de metal... se atrevieron a atacarnos...- sabía que estaba diciendo cosas raras, pero tampoco tenía mucho filtro en ese momento. Tan poco filtro que había confesado que tenía miedo de lo que podía pasar. Interpreté que su 'lo siento' era por eso, no le di más de un significado en el contexto en que estábamos. Noté que ella me recolocaba la cabeza sobre sus piernas, que por alguna razón resultaron ser más cómodas que la almohada sobre la que estaba. El paño se había calentado rápido, pero Vanessa lo cambió de posición de nuevo para que hiciese su efecto. Durante algunos minutos más estuvimos en silencio, más por necesidad mía porque tenía pocas fuerzas y necesitaba beber agua o algo. Abrí los ojos de nuevo al sentir su mano acariciándome la cara, algo que me resultaba bastante reconfortante y agradable. La observé desde mi posición mientras movía mi mano metálica hacia el dorso de la suya para ponerla encima. No me gustaba mucho tocar con aquellas manos que no sentían nada, pero era lo que tenía.
Pensé que, de algún modo, gracias a la misión habíamos vuelto a hablarnos y habíamos solucionado ese estúpido distanciamiento durante la batalla. Si así era pues daba por aceptado el precio a pagar. - No lo sientas...nos hemos vuelto a reunir. Y me he dado cuenta de... muchas cosas. - me detuve un momento haciendo un mueca por el dolor que irradiaba desde la clavícula al resto del tórax, llevándome la otra mano hacia el estómago mientras esperaba que pasase un poco. No sabía cuánto podía quedar para la luna llena, pero ya estaba agotado de aguantar y temía no llegar. Convertirme era malo, pero no llegar a hacerlo era peor. - Yo...no sé si voy a salir de esto. Quiero...que sepas...por si luego no puedo...- tomé aire de forma algo entrecortada, haciendo esfuerzo por seguir. Tenía que lanzarme, aprovechar. - Me arrepiento de no haberte dicho antes que eres muy importante para mí, y...- hice un esfuerzo por incorporarme para que nuestros rostros quedasen a la misma altura, retirando el paño que tenía sobre mi frente para apoyarla contra la suya.
- Ya veo ya...pues luego me enseñas. ¿Robar tanques y dragones? creo que nos echarían de la isla, pero vale. - sí, seguro que les recordaba a cuando entramos robando. Vanessa era mala influencia, pero me gustaba. Sentí otro escalofrío cuando puso el paño mojado sobre mi frente, aunque también aliviaba un poco el malestar. Murmuré un gracias por aquello, aprovechando para descansar los ojos un momento porque me pesaban hasta los párpados. El comentario de los Pendragon me hizo recordar a Astaroth, pero no quería ponerme a hablar de él después de lo sucedido con Cleo. Eso sólo me restaba fuerzas. - Agh...los Pendragon. No me gustan nada. Deberíamos pegarles a ellos también. Sí...freírlos y meterlos en un tanque de metal... se atrevieron a atacarnos...- sabía que estaba diciendo cosas raras, pero tampoco tenía mucho filtro en ese momento. Tan poco filtro que había confesado que tenía miedo de lo que podía pasar. Interpreté que su 'lo siento' era por eso, no le di más de un significado en el contexto en que estábamos. Noté que ella me recolocaba la cabeza sobre sus piernas, que por alguna razón resultaron ser más cómodas que la almohada sobre la que estaba. El paño se había calentado rápido, pero Vanessa lo cambió de posición de nuevo para que hiciese su efecto. Durante algunos minutos más estuvimos en silencio, más por necesidad mía porque tenía pocas fuerzas y necesitaba beber agua o algo. Abrí los ojos de nuevo al sentir su mano acariciándome la cara, algo que me resultaba bastante reconfortante y agradable. La observé desde mi posición mientras movía mi mano metálica hacia el dorso de la suya para ponerla encima. No me gustaba mucho tocar con aquellas manos que no sentían nada, pero era lo que tenía.
Pensé que, de algún modo, gracias a la misión habíamos vuelto a hablarnos y habíamos solucionado ese estúpido distanciamiento durante la batalla. Si así era pues daba por aceptado el precio a pagar. - No lo sientas...nos hemos vuelto a reunir. Y me he dado cuenta de... muchas cosas. - me detuve un momento haciendo un mueca por el dolor que irradiaba desde la clavícula al resto del tórax, llevándome la otra mano hacia el estómago mientras esperaba que pasase un poco. No sabía cuánto podía quedar para la luna llena, pero ya estaba agotado de aguantar y temía no llegar. Convertirme era malo, pero no llegar a hacerlo era peor. - Yo...no sé si voy a salir de esto. Quiero...que sepas...por si luego no puedo...- tomé aire de forma algo entrecortada, haciendo esfuerzo por seguir. Tenía que lanzarme, aprovechar. - Me arrepiento de no haberte dicho antes que eres muy importante para mí, y...- hice un esfuerzo por incorporarme para que nuestros rostros quedasen a la misma altura, retirando el paño que tenía sobre mi frente para apoyarla contra la suya.
-¿Y haberme perdido todas estas aventuras? ¡Estás de coña!- Dije en tono de broma. En su momento pasarme a la hermandad de los Souls no estaba en mi lista de tareas, pero los actos terminaron desembocando en ello. Porque la otra opción era morir aplastada bajo los restos de Agripa, y eso sí que no estaba en mi lista de tareas pendientes. Esperaba que para eso quedaran unos cuantos años. Siete años habían pasado desde que conocía a Zayra en aquella situación. Un escalofrío le recorrió la espalda al pensar en todo el tiempo que había pasado. -Me conformo, pero yo le parto su bonita cara, que me lo he pedido antes- Respondí en su mismo tono, para seguir un poco olvidándonos de la mierda e intentar pasar un rato liviano.
-Pf…. Ni que fuese la primera vez que nos echan de la isla. Ya tenemos experiencia…- dije de una forma muy socarrona recordando cómo nos encerraron tras arruinarle la boda a la estirada de la Descendiente y su mozuelo -Cuando estés mejor, te enseño a conducir, verás las risas que nos echamos, lo que no sé de dónde voy a sacar un coche, ¿Creerás que los venden por piezas? ¿Podría conseguirlo en IKEA?- Me pregunté muy seriamente. En serio, ¿dónde podría conseguir yo un coche en esta isla de mala muerte? Si es que esta gente está muy atrasada con sus escobas y sus cosas magicosas. -¿Quién crees que es más estirado? ¿Los Descendientes, los Pendragon o los Blood Keeper? Porque yo les veo a todos la misma cara de oler mierda. ¿No les dolerá?- Asentí a lo de que se atrevieron a atacarnos, cosa que hicieron con razón porque nosotros les atacamos antes, pero … bueno, se jodan y punto -No te preocupes, también les daremos una paliza-
Después de las bromas dejé que Adra descansara, tampoco quería forzarle a hablar si él no quería o no podía. Maldije, otra vez, por no poder hacer nada más. ¿En serio no habría ninguna puta poción que hiciera esto más llevadero? Cambié la compresa húmeda una vez más, suspirando resignada. El roce de su mano me hizo desviar la mirada hacia la suya y luego volví a mirarle a él, con una sonrisa -¿Te encuentras mejor? ¿Quieres que te traiga algo para comer? Espera, Adra, no hace falta que te levantes….- Le dije intentando que no lo hiciera, que se podría marear o algo. -Oye, no sigas eso ni en broma. Es que ni se te ocurra pensarlo o al final la paliza te la voy a tener que dar yo a ti- Le regañé por pensar en aquello. ¿Cómo se atrevía? Pero a pesar de ello, le apreté la mano, aunque dudaba mucho que el chico lo notara, pero me salió solo. Le seguí con la mirada -Adra….- Iba a soltarle alguna de las mías mientras le seguía con la mirada. Sin embargo no esperaba que fuera a pegar su frente a la mía. Estaba húmeda por el paño, y caliente por la fiebre. Clavé mi mirada marrón en sus ojos y noté cómo, de golpe y de repente, y sin venir a cuento, mi corazón se volvía loco y mi respiración se aceleraba. Y empecé a notar mucho calor que surgía desde mis entrañas y me subía por todo el cuerpo, hasta las mejillas. Iba a intentar decir o hacer algo, pero ningún músculo pareció reaccionar a la orden.
-Pf…. Ni que fuese la primera vez que nos echan de la isla. Ya tenemos experiencia…- dije de una forma muy socarrona recordando cómo nos encerraron tras arruinarle la boda a la estirada de la Descendiente y su mozuelo -Cuando estés mejor, te enseño a conducir, verás las risas que nos echamos, lo que no sé de dónde voy a sacar un coche, ¿Creerás que los venden por piezas? ¿Podría conseguirlo en IKEA?- Me pregunté muy seriamente. En serio, ¿dónde podría conseguir yo un coche en esta isla de mala muerte? Si es que esta gente está muy atrasada con sus escobas y sus cosas magicosas. -¿Quién crees que es más estirado? ¿Los Descendientes, los Pendragon o los Blood Keeper? Porque yo les veo a todos la misma cara de oler mierda. ¿No les dolerá?- Asentí a lo de que se atrevieron a atacarnos, cosa que hicieron con razón porque nosotros les atacamos antes, pero … bueno, se jodan y punto -No te preocupes, también les daremos una paliza-
Después de las bromas dejé que Adra descansara, tampoco quería forzarle a hablar si él no quería o no podía. Maldije, otra vez, por no poder hacer nada más. ¿En serio no habría ninguna puta poción que hiciera esto más llevadero? Cambié la compresa húmeda una vez más, suspirando resignada. El roce de su mano me hizo desviar la mirada hacia la suya y luego volví a mirarle a él, con una sonrisa -¿Te encuentras mejor? ¿Quieres que te traiga algo para comer? Espera, Adra, no hace falta que te levantes….- Le dije intentando que no lo hiciera, que se podría marear o algo. -Oye, no sigas eso ni en broma. Es que ni se te ocurra pensarlo o al final la paliza te la voy a tener que dar yo a ti- Le regañé por pensar en aquello. ¿Cómo se atrevía? Pero a pesar de ello, le apreté la mano, aunque dudaba mucho que el chico lo notara, pero me salió solo. Le seguí con la mirada -Adra….- Iba a soltarle alguna de las mías mientras le seguía con la mirada. Sin embargo no esperaba que fuera a pegar su frente a la mía. Estaba húmeda por el paño, y caliente por la fiebre. Clavé mi mirada marrón en sus ojos y noté cómo, de golpe y de repente, y sin venir a cuento, mi corazón se volvía loco y mi respiración se aceleraba. Y empecé a notar mucho calor que surgía desde mis entrañas y me subía por todo el cuerpo, hasta las mejillas. Iba a intentar decir o hacer algo, pero ningún músculo pareció reaccionar a la orden.
La conversación con Vanessa me ayudó a distraer un poco la mente, especialmente con aquella promesa de enseñarme a conducir. Ya veríamos de dónde sacábamos un coche. También recordamos viejos tiempos y aventuras, incluso criticamos a algunos de los otros bandos. Estábamos en paz con los Descendientes, así que tuve que decidir entre los Pendragon y los Blood. Los segundos nos habían jodido durante más tiempo, pero los de los dragones podían ser un problema ahora que se habían mosqueado con Astaroth. - Me caen peor los Blood...nos han despreciado siempre- respondí sin dudarlo demasiado, dejando pasar después ese poco tiempo de descanso hasta que intenté incorporarme. Negué con la cabeza a las dos preguntas, lo de encontrarme mejor y lo de querer algo de comer. - No...agua, y alguna droga. - No tenía hambre, pero sí sed. Hice un gesto como queriendo decir que no pasaba nada, que podía incorporarme un momento.
A ella no pareció gustarle lo que le dije, pero tenía que hacerlo por si acaso. Tenía que atreverme a hablar a pesar de su amenaza de "paliza" si seguía diciendo esas cosas. Mi cabeza estaba confusa y no tenía muy claro lo que quería decir, no sabía cómo poner en palabras lo que sentía. Permanecí algunos segundos más con la frente apoyada sobre la suya, cerrando los ojos un momento. Ella no se movió ni se apartó, así que interpreté aquello como que no le había molestado. Yo me separé lo mínimo para poder mirarla a los ojos de manera significativa, quedando todavía bastante cerca.
- Allí abajo pensé que te había perdido...y aquellos segundos hasta que te vi aparecer fueron horribles. - susurré cuando conseguí decir algo coherente, aunque quedase inconexo con mi última frase. - Tengo mucho que agradecerte. Estás cuando te necesito, y haces que el tiempo que pasamos juntos sea mejor. - me costó sostenerle la mirada, notando cómo me daban más calores de los que ya tenía. El corazón empezó a bombear con más fuerza, incluso me sentía mareado. Finalmente me atreví a acortar la poca distancia que nos separaba, rozando sus labios con los míos para dejar un beso con más timidez de la que me hubiese gustado.
A ella no pareció gustarle lo que le dije, pero tenía que hacerlo por si acaso. Tenía que atreverme a hablar a pesar de su amenaza de "paliza" si seguía diciendo esas cosas. Mi cabeza estaba confusa y no tenía muy claro lo que quería decir, no sabía cómo poner en palabras lo que sentía. Permanecí algunos segundos más con la frente apoyada sobre la suya, cerrando los ojos un momento. Ella no se movió ni se apartó, así que interpreté aquello como que no le había molestado. Yo me separé lo mínimo para poder mirarla a los ojos de manera significativa, quedando todavía bastante cerca.
- Allí abajo pensé que te había perdido...y aquellos segundos hasta que te vi aparecer fueron horribles. - susurré cuando conseguí decir algo coherente, aunque quedase inconexo con mi última frase. - Tengo mucho que agradecerte. Estás cuando te necesito, y haces que el tiempo que pasamos juntos sea mejor. - me costó sostenerle la mirada, notando cómo me daban más calores de los que ya tenía. El corazón empezó a bombear con más fuerza, incluso me sentía mareado. Finalmente me atreví a acortar la poca distancia que nos separaba, rozando sus labios con los míos para dejar un beso con más timidez de la que me hubiese gustado.
Sonreía divertida al recordar algunas de nuestras aventuras, sintiéndome alagada porque parecía que aquello ayudaba a Adramelech a pasar el malestar. Al fin de cuentas, para aquello estaba yo allí. Lo del coche era una solemne estupidez, y yo lo sabía, los Descendientes son demasiado snoob como para usar muebles de IKEA y dudaba que allí tuvieran una tienda, pero era gracioso pensar en lo del coche por piezas. Yo creo que, si hubiera sido maga en algún momento, hubiese sido de la resistencia. -Sí, yo también lo creo. Deberíamos juntarnos más con los amigos de Erika, esos de la resistencia. Me caen en gracia- Había alguien que había dejado una jarra con agua fresca en una mesita de noche al lado del camastro, de modo que satisfice las necesidades de mi compañero sirviéndole un vaso de agua y entregándoselo -¿Qué te parece si hacemos unas convivencias con ellos? Estoy dispuesta a aguantar a un montón de magos si eso te hace sentir mejor. ¡Y prometo poner mi mejor sonrisa y no quejarme…. Mucho!- Le sugerí otro plan para cuando se mejorase, porque aquello de que no iba a salir de esto no lo podía tolerar. Teníamos demasiados planes juntos, no podría dejarme tirada, ni que se le pasase por la cabeza
-Pendería la cabeza si no estuvieses- Le confesé cuando estábamos todavía juntos, porque me dio la sensación de que no me había entendido con aquello de que iba a darle de hostias si se le ocurría morir. Sonreí a sus palabras susurradas, porque iban en la misma línea de lo que yo había dicho, estábamos conectados mentalmente. Después de tantos años juntos no podría concebir mi vida sin estar al lado de Adramelech.
Algo ocurrió que mi mente no esperaba, pero estaba claro que mi cuerpo sí. Mis manos le levantaron casi por acto reflejo pero sin objetivo claro, claramente para apartar a Adramelech de un empujón. Pero algo las frenó en la última milésima de segundo ¿A qué estaba jugando mi mente? Dirigí las manos al cuerpo de Adramelech, empezando por sus hombros, sin todavía estar segura de si mi reacción iba a ser quitármelo de encima o no. Pero sin embargo empezaron a subir hasta alcanzar su cara. Coloqué las palmas de la mano sobre su barbilla y los dedos abrazaron su cálido rostro para mantenernos juntos. Era una sensación tan agridulce pero a la vez tan deseada y buscada…
-Pendería la cabeza si no estuvieses- Le confesé cuando estábamos todavía juntos, porque me dio la sensación de que no me había entendido con aquello de que iba a darle de hostias si se le ocurría morir. Sonreí a sus palabras susurradas, porque iban en la misma línea de lo que yo había dicho, estábamos conectados mentalmente. Después de tantos años juntos no podría concebir mi vida sin estar al lado de Adramelech.
Algo ocurrió que mi mente no esperaba, pero estaba claro que mi cuerpo sí. Mis manos le levantaron casi por acto reflejo pero sin objetivo claro, claramente para apartar a Adramelech de un empujón. Pero algo las frenó en la última milésima de segundo ¿A qué estaba jugando mi mente? Dirigí las manos al cuerpo de Adramelech, empezando por sus hombros, sin todavía estar segura de si mi reacción iba a ser quitármelo de encima o no. Pero sin embargo empezaron a subir hasta alcanzar su cara. Coloqué las palmas de la mano sobre su barbilla y los dedos abrazaron su cálido rostro para mantenernos juntos. Era una sensación tan agridulce pero a la vez tan deseada y buscada…
Agradecí el vaso de agua que me pasó mientras me hablaba de los amigos de Erika y sobre los lazos que podíamos establecer con ellos. Siempre habían sido los menos reacios a tratar con nosotros, y ahora estábamos más relacionados que antes al tener a Erika como líder de la hermandad de fuego. Tras beber un poco respondí que me apuntaba a las dos cosas, a eso y a lo de sus clases de conducción. - Y enseñar a nuevos Soul...aumentar las hermandades.- Terminé de acabarme todo el vaso de agua, dejándolo a un lado después. Los planes y las buenas intenciones habían quedado un poco empañados por mis intentos de decirle todo lo que tenía guardado. Ella no quería ni oír hablar de que pudiese pasarme algo, que hablase como si no fuese a sobrevivir. Poco más podía añadir a eso, no sabía lo que iba a suceder.
- Lo único cierto es el ahora. - así no me quedaba más que sincerarme con ella y conmigo mismo, atreviéndome a darle aquel beso. No percibí que estuvo a punto de apartarme justo antes de corresponderme, lo único que sentí fueron sus manos ascendiendo desde mis hombros hasta mi rostro, además del roce de sus labios contra los míos. En ese momento supe que me habría arrepentido de no hacerlo, aunque apenas me creyese lo que estaba sucediendo. No fui mucho más allá tras aquel primer lance, no quería estropearlo al no estar en condiciones. Me bastaba con saber que me había correspondido y que no me había equivocado. Eso dejaba algo de paz en mi confusa y embotada cabeza, a pesar de que el corazón seguía golpeando con fuerza en el pecho. Separé mi rostro levemente del suyo, lo justo para poder mirarla a a la cara y adivinar en ella lo que estaba pensando.
- Ojalá esto hubiese sucedido de otro modo, o en otro momento. Ojalá no hubiese hecho falta que pasasen tantas cosas para atreverme. - susurré en un reproche hacia mí mismo, no hacia ella, aunque ambos habíamos hecho un poco el tonto con eso de estar distanciados. - No sé cuántos días quedan para la luna llena, pero si consigo aguantar...aléjate de aquí ese día. Llevadme fuera, no quiero dañar a nadie. - Cerré los ojos antes de apoyar la cabeza sobre su hombro, intentando mantenerme despierto un poco más. El cansancio me estaba venciendo y me costaba mantener los ojos abiertos por más rato. - Prométemelo... - repetí eso una vez más con voz cada vez más baja, hasta que finalmente dejé de hablar, quedando aparentemente dormido.
- Lo único cierto es el ahora. - así no me quedaba más que sincerarme con ella y conmigo mismo, atreviéndome a darle aquel beso. No percibí que estuvo a punto de apartarme justo antes de corresponderme, lo único que sentí fueron sus manos ascendiendo desde mis hombros hasta mi rostro, además del roce de sus labios contra los míos. En ese momento supe que me habría arrepentido de no hacerlo, aunque apenas me creyese lo que estaba sucediendo. No fui mucho más allá tras aquel primer lance, no quería estropearlo al no estar en condiciones. Me bastaba con saber que me había correspondido y que no me había equivocado. Eso dejaba algo de paz en mi confusa y embotada cabeza, a pesar de que el corazón seguía golpeando con fuerza en el pecho. Separé mi rostro levemente del suyo, lo justo para poder mirarla a a la cara y adivinar en ella lo que estaba pensando.
- Ojalá esto hubiese sucedido de otro modo, o en otro momento. Ojalá no hubiese hecho falta que pasasen tantas cosas para atreverme. - susurré en un reproche hacia mí mismo, no hacia ella, aunque ambos habíamos hecho un poco el tonto con eso de estar distanciados. - No sé cuántos días quedan para la luna llena, pero si consigo aguantar...aléjate de aquí ese día. Llevadme fuera, no quiero dañar a nadie. - Cerré los ojos antes de apoyar la cabeza sobre su hombro, intentando mantenerme despierto un poco más. El cansancio me estaba venciendo y me costaba mantener los ojos abiertos por más rato. - Prométemelo... - repetí eso una vez más con voz cada vez más baja, hasta que finalmente dejé de hablar, quedando aparentemente dormido.
Los planes de futuro iban muy bien, y hasta parecían divertidos cuando salió con aquello de las hermandades. Bufé sin poder evitarlo, pareciéndome un aguafiestas de cuidado, dejándoselo bien clarito, dándole un tope. -No pienses ahora en el trabajo. Que le quitas todo el romanticismo- El trabajo en momento de enfermedad es el segundo tabú. Me acomodé en la cama porque aquello … es que no había por dónde cogerlo. Vaya un tema de conversación tan horrible. TRABAJO o MUERTE. En serio, acaba conmigo.
Tras el beso, correspondido, quedé con mis manos todavía pegadas a su cara pero separados escasos centímetros. El corazón todavía palpitaba a cien por hora, y podía notar cómo bombeaba sangre a todas las partes de mi cuerpo calentándome por doquier. ¿Era la licantropía contagiosa o algo? -De lo único que hay que arrepentirse es de no haberlo intentado- Le devolví la sonrisa con un segundo y breve beso, para luego pegar su frente con la mía. Escuché aquello de la luna llena, pareciéndome una terrible mierda todo aquello, pues tal y como dice él, no podemos tenerle cerca por las consecuencias para todos los demás. Quizás encerrarlo en las mazmorras. Suspiré un tanto confusa -Te lo prometo… ¡pero te estaré vigilando muy de cerca!- Le acaricié el pelo cuando lo puso en mi hombro, disfrutando de su presencia hasta que se quedó finalmente dormido. Suspiré cansada, y un tanto confusa por toda esa conversación que acabábamos de tener. A la vez estaba terriblemente excitada y satisfecha por habernos sincerado y … bueno, firmado nuestro pacto con un beso que tanto se había hecho de rogar. Le acomodé despacio en la cama y le cambié de nuevo la compresa con agua fresca.
Me quedé sentada un rato allí observando a mi muchacho, esperando que no tuviera malos sueños por culpa de la fiebre. Antes de irme le dediqué un suave beso de despedida en la frente y salí de la habitación para dejarle descansar. Pegada a la puerta noté de nuevo los calores y necesité abanicarme con la camiseta. Esto solo se podía solucionar de una manera, de modo que me dirigí rauda y veloz a mi camastro, para tener una conversación a solas.
Tras el beso, correspondido, quedé con mis manos todavía pegadas a su cara pero separados escasos centímetros. El corazón todavía palpitaba a cien por hora, y podía notar cómo bombeaba sangre a todas las partes de mi cuerpo calentándome por doquier. ¿Era la licantropía contagiosa o algo? -De lo único que hay que arrepentirse es de no haberlo intentado- Le devolví la sonrisa con un segundo y breve beso, para luego pegar su frente con la mía. Escuché aquello de la luna llena, pareciéndome una terrible mierda todo aquello, pues tal y como dice él, no podemos tenerle cerca por las consecuencias para todos los demás. Quizás encerrarlo en las mazmorras. Suspiré un tanto confusa -Te lo prometo… ¡pero te estaré vigilando muy de cerca!- Le acaricié el pelo cuando lo puso en mi hombro, disfrutando de su presencia hasta que se quedó finalmente dormido. Suspiré cansada, y un tanto confusa por toda esa conversación que acabábamos de tener. A la vez estaba terriblemente excitada y satisfecha por habernos sincerado y … bueno, firmado nuestro pacto con un beso que tanto se había hecho de rogar. Le acomodé despacio en la cama y le cambié de nuevo la compresa con agua fresca.
Me quedé sentada un rato allí observando a mi muchacho, esperando que no tuviera malos sueños por culpa de la fiebre. Antes de irme le dediqué un suave beso de despedida en la frente y salí de la habitación para dejarle descansar. Pegada a la puerta noté de nuevo los calores y necesité abanicarme con la camiseta. Esto solo se podía solucionar de una manera, de modo que me dirigí rauda y veloz a mi camastro, para tener una conversación a solas.
Lyosha Svensson
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Placer y satisfacción. Eran dos palabras que hace mucho no utilizaba. Más o menos desde que había vuelto a la vida, pero mientras Sirius la dejaba en la torre como un experto chaperón -No tengo nada planeado para año nuevo- Lyosha le sonrió abierta y seductoramente, llena de un frenesí que hace mucho tiempo no sentía. No, no era sólo alcohol que corría por sus venas tras haber vaciado la segunda botella de vodka en tierra. Era algo más…Un límite que finalmente había roto.
Mientras avanzaba por los pasillos, el dulce sonido del metal contra la piedra era la melodía de una balada de muerte que hace mucho tiempo no escuchaba. El brazo metálico goteaba y goteaba en el piso de la torre y su arakh arañaba las paredes -Khaaaaleeeed- Canturreó soltando una risita perversa por lo bajo. Los acólitos que salieron a su paso al oír su voz fueron lo suficientemente inteligentes para volver a meterse en sus asuntos y cerrar las puertas de las salas y habitaciones por las que ella cruzaba dejando un rastro de sangre y aceite que ya no sólo caía del brazo metálico sino de su propia armadura.
No sabía dónde comenzaba la sangre ni dónde terminaba el aceite. Era posible que parte de aquello que cubría su camiseta fuera sangre propia aún emanando de la herida por la que había compartido su propio alcohol con el vampiro. La piel clara de la revenant era una majestuosa obra de arte gore con un estruendoso contraste de rojo, negro y su palidez habitual. Sus mejillas estaban sonrojadas debido a la furia del alcohol y la adrenalina que aún corría por aquel cuerpo alado -Beliaaaalt- Ronroneó de nuevo y se detuvo en el gran salón. No había nadie. Afuera se escuchaba ruidos y desde la altura de aquel piso observó como tres acromántulas atacaban a los críos. Soltó una risita antes de evaluar tirarse por la ventana y aterrizar para jugar con los niños. Con ese curioso pensamiento en mente su armadura empezó a cambiar para construir aquello que le había sido arrebatado a la dueña anterior de aquel cuerpo mientras esperaba al maquiavélico ser del que quería vengarse.
Mientras avanzaba por los pasillos, el dulce sonido del metal contra la piedra era la melodía de una balada de muerte que hace mucho tiempo no escuchaba. El brazo metálico goteaba y goteaba en el piso de la torre y su arakh arañaba las paredes -Khaaaaleeeed- Canturreó soltando una risita perversa por lo bajo. Los acólitos que salieron a su paso al oír su voz fueron lo suficientemente inteligentes para volver a meterse en sus asuntos y cerrar las puertas de las salas y habitaciones por las que ella cruzaba dejando un rastro de sangre y aceite que ya no sólo caía del brazo metálico sino de su propia armadura.
No sabía dónde comenzaba la sangre ni dónde terminaba el aceite. Era posible que parte de aquello que cubría su camiseta fuera sangre propia aún emanando de la herida por la que había compartido su propio alcohol con el vampiro. La piel clara de la revenant era una majestuosa obra de arte gore con un estruendoso contraste de rojo, negro y su palidez habitual. Sus mejillas estaban sonrojadas debido a la furia del alcohol y la adrenalina que aún corría por aquel cuerpo alado -Beliaaaalt- Ronroneó de nuevo y se detuvo en el gran salón. No había nadie. Afuera se escuchaba ruidos y desde la altura de aquel piso observó como tres acromántulas atacaban a los críos. Soltó una risita antes de evaluar tirarse por la ventana y aterrizar para jugar con los niños. Con ese curioso pensamiento en mente su armadura empezó a cambiar para construir aquello que le había sido arrebatado a la dueña anterior de aquel cuerpo mientras esperaba al maquiavélico ser del que quería vengarse.
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