Recuerdo del primer mensaje :
Misterioso lugar, posiblemente algún brujo poderoso o sus aprendices pueden habitarla...
Actualmente, está en poder de los Soul Reaper. Quien quiera penetrar en la Torre encontrará una serie de dificultades, si no ha sido invitado.
El Guardián vagabundea constantemente por la Torre. Un ser oscuro, enorme y sin ojos deteniendo a los intrusos y alertando de su presencia, una bestia enorme y silenciosa como la muerte, pese a su gran tamaño.
Desapareció de su emplazamiento original (Irlanda)
ESCUDOS TORRE: 5000 puntos. En combate, cada turno, pueden regenerar los escudos, pero para eso deben perder un turno tanto de atacar, aunque no de defenderse personalmente si lo necesitan. A cambio de 10 PS de vida, pueden añadir 100 puntos a los escudos. Cada PJ. Los SOUL PNj aportan la mitad, por 10 PS 50 Puntos de escudo.
Nº de Soul Reapers: 90
Actualmente, está en poder de los Soul Reaper. Quien quiera penetrar en la Torre encontrará una serie de dificultades, si no ha sido invitado.
El Guardián vagabundea constantemente por la Torre. Un ser oscuro, enorme y sin ojos deteniendo a los intrusos y alertando de su presencia, una bestia enorme y silenciosa como la muerte, pese a su gran tamaño.
- El Guardián:
200 PS - 70 stat - 20 daño área por grito
Desapareció de su emplazamiento original (Irlanda)
ESCUDOS TORRE: 5000 puntos. En combate, cada turno, pueden regenerar los escudos, pero para eso deben perder un turno tanto de atacar, aunque no de defenderse personalmente si lo necesitan. A cambio de 10 PS de vida, pueden añadir 100 puntos a los escudos. Cada PJ. Los SOUL PNj aportan la mitad, por 10 PS 50 Puntos de escudo.
Nº de Soul Reapers: 90
La luna llena comenzaba a asomar en el cielo cuando los sanitarios del hospital dejaron mi camilla por la zona inexplorada. Abandonaron el lugar nada más aparecer, marchándose antes de que la luz lunar empezase a brillar en el lugar. Mi cuerpo estaba extenuado tras llevar tantos días con las fiebres de la licantropía, pero comenzó a reaccionar llegado el momento. Los latidos del corazón comenzaron a golpear en el pecho como un caballo desbocado, haciendo que me despertase con taquicardia y como si me faltase el aire. Al abrir los ojos no entendí nada, ni dónde estaba, ni lo que había pasado. Apenas tuve tiempo para pensar o recordar antes de que la inevitable transformación comenzase. Intenté levantarme y ponerme en pie, pero entre la debilidad y el dolor caí al suelo de rodillas. Alcé la mirada al cielo como si buscase algo, quedando prácticamente hipnotizado por la luna llena. No podía apartar la mirada de ahí, lo único que escuchaba era el bombeo del corazón, similar a un rítmico tambor.
Mis huesos comenzaron a crujir al desencajarse y mis músculos empezaron a desgarrarse al cambiar de forma. Me retorcí en el suelo gritando de dolor, un dolor insoportable que no había experimentado jamás. No supe cuánto tiempo duró aquello, pero pareció infinito. Finalmente perdí el control sobre mí mismo, la bestia estaba al mando desde el momento en que la transformación se completó, dando lugar a un gran licántropo negro de ojos grisáceos. El fallo...un licántropo sin las garras de la parte delantera. Una de las patas era inexistente, y a la otra le faltaba la zarpa. El aullido a la luna fue lastimero, no podía correr en condiciones. Avancé a duras penas hacia la espesura de la zona inexplorada, perdiéndome por allí para esconderme hasta que la luna se fuese.
Mis huesos comenzaron a crujir al desencajarse y mis músculos empezaron a desgarrarse al cambiar de forma. Me retorcí en el suelo gritando de dolor, un dolor insoportable que no había experimentado jamás. No supe cuánto tiempo duró aquello, pero pareció infinito. Finalmente perdí el control sobre mí mismo, la bestia estaba al mando desde el momento en que la transformación se completó, dando lugar a un gran licántropo negro de ojos grisáceos. El fallo...un licántropo sin las garras de la parte delantera. Una de las patas era inexistente, y a la otra le faltaba la zarpa. El aullido a la luna fue lastimero, no podía correr en condiciones. Avancé a duras penas hacia la espesura de la zona inexplorada, perdiéndome por allí para esconderme hasta que la luna se fuese.
El ataque al hospital no duró mucho y con ello se cerraba el ciclo de la máquina, según habladurías. Un día menos para la transformación de Adramelech. Paseaba por los pasillos inquiento, mordiéndome las uñas y fumando para tratar de calmar la ansiedad de mi mente burbujeante y de mi cuerpo necesitado de movimiento. A aquella altura ya había conocido el destino de la Brigada y de cómo habían acabado los miembros de la misma… en especial ella. No me gustaba el hospital y me daba la impresión de que la muerte no dejaba de pasearse entre los pasillos. Notaba su caricia lastimera y seductora a la vez, cómo me acariciaba cada segundo exigiendo un alma que llevar al otro lado del Estigia y un cuerpo que convertir en ceniza. Aquel fatídico 6 de enero había salido a fumar y a mi regreso todo se había ido a la mierda, pues aquellos cabrones médicos se habían llevado a Adramelech para la transformación. Le había prometido que estaría con él en cada momento, que no le dejaría solo y…. un jodido segundo hizo falta para que me lo arrancaran de mis muertas manos.
Cuando quise llegar a la zona aledaña de la torre Soul ya era demasiado tarde. La luna resplandecía alta en el cielo y los implantes brillaban en el suelo a la luz del astro. Ordené a las sombras dar con mi hermano. Estas estaban cualquier fallo, sabiendo que mi ansiedad podría hacerme caer y ellas podrían arrastrarme a la oscuridad. Cuando el sol despuntó al día siguiente emprendí la búsqueda a pie, tratando de localizar el alma de Adramelech en aquella espesura mágica. Calló la luz del día y la búsqueda prosiguió bajo el brillo de la luna menguante. No cesé hasta toparme con un cuerpo medio desnudo, manco de ambas manos, tirado en el suelo, seguramente malherido. -¡Adramelech!- Dejé el farolillo en el suelo mientras mi sombra corría hacia la sombra proyectada de mi hermano. Era una noche clara, fría, como el cuerpo del moreno menor Soul. Le giré para mirarle la cara, respiraba, pero débil. Estaba helado…. Me quité el abrigo y el jersey negro y se lo puse sin ningún tipo de miramiento. Luego le abrecé fuerte contra mi cuerpo mientras susurraba su nombre en una plegaria para no perderle. -Adramelech vuelve. Adramelech no te puedes ir ahora. Adremelech, no te alejes de mi voz. ¿Me oyes? Vuelve con el borde de tu hermano. Vuelve ahora que nos hemos reencontrado. No me dejéis solo, por favor. Los dos no, por favor… ¡NO OS LO VAIS A LLEVAR! ¿ME HABÉIS ENTENDIDO?- Amenacé a las sombras que flotaban a nuestro alrededor, ávidas de muerte -Antes me tendréis que arrancar mi frío e inerte corazón- Ataría el alma de mi hermano a este plano si fuera necesario, aunque con por ello tuviera que pagar la mía propia.
Conseguí cargar el cuerpo e mi hermano para poder llevarlo todo lo rápido posible hasta la torre Soul. Allí le salvaría. Sí. Él iría pegado a mi pecho, como una madre que lleva a su hijo malherido, pegado a su corazón palpitante, agitado, ansioso... asustado.
Cuando quise llegar a la zona aledaña de la torre Soul ya era demasiado tarde. La luna resplandecía alta en el cielo y los implantes brillaban en el suelo a la luz del astro. Ordené a las sombras dar con mi hermano. Estas estaban cualquier fallo, sabiendo que mi ansiedad podría hacerme caer y ellas podrían arrastrarme a la oscuridad. Cuando el sol despuntó al día siguiente emprendí la búsqueda a pie, tratando de localizar el alma de Adramelech en aquella espesura mágica. Calló la luz del día y la búsqueda prosiguió bajo el brillo de la luna menguante. No cesé hasta toparme con un cuerpo medio desnudo, manco de ambas manos, tirado en el suelo, seguramente malherido. -¡Adramelech!- Dejé el farolillo en el suelo mientras mi sombra corría hacia la sombra proyectada de mi hermano. Era una noche clara, fría, como el cuerpo del moreno menor Soul. Le giré para mirarle la cara, respiraba, pero débil. Estaba helado…. Me quité el abrigo y el jersey negro y se lo puse sin ningún tipo de miramiento. Luego le abrecé fuerte contra mi cuerpo mientras susurraba su nombre en una plegaria para no perderle. -Adramelech vuelve. Adramelech no te puedes ir ahora. Adremelech, no te alejes de mi voz. ¿Me oyes? Vuelve con el borde de tu hermano. Vuelve ahora que nos hemos reencontrado. No me dejéis solo, por favor. Los dos no, por favor… ¡NO OS LO VAIS A LLEVAR! ¿ME HABÉIS ENTENDIDO?- Amenacé a las sombras que flotaban a nuestro alrededor, ávidas de muerte -Antes me tendréis que arrancar mi frío e inerte corazón- Ataría el alma de mi hermano a este plano si fuera necesario, aunque con por ello tuviera que pagar la mía propia.
Conseguí cargar el cuerpo e mi hermano para poder llevarlo todo lo rápido posible hasta la torre Soul. Allí le salvaría. Sí. Él iría pegado a mi pecho, como una madre que lleva a su hijo malherido, pegado a su corazón palpitante, agitado, ansioso... asustado.
La primera transformación en licántropo fue dura y violenta. Vagué por la zona inexplorada toda la noche, cojeando por la falta de extremidades y tratando de morder a cualquier ser que se acercase. No guardaría recuerdos de aquella noche, cuando amaneció caí exhausto sobre la fría hierba. Tan agotado estaba que pasaron muchas horas hasta que comencé a recobrar el conocimiento, aunque tal vez fue una voz familiar la que me hizo abrir los ojos con sus llamados. Estaba helado de frío por estar allí tantas horas tirado, pero al menos la fiebre se había ido definitivamente y poco a poco podría recuperarme por completo.
- Hermano...- murmuré contra su pecho algo confuso, sin saber muy bien dónde estaba o cuánto tiempo había pasado. Lo último que recordaba era estar muy jodido en una cama de la torre de los Soul, con un asustado Astaroth sin separarse de mi lado ni un momento. Después me vinieron más recuerdos, como el de estar solo en el bosque justo antes de la transformación, la luna llena, el dolor que vino inmediatamente. Inspiré profundamente, comprendiendo que ya había sucedido. - Lo he conseguido.- Había logrado sobrevivir, después de todo. - Te dije que no te iba a dejar solo. - añadí débilmente con una leve sonrisa, moviendo un poco la cabeza para poder mirarle. Me di cuenta de que me había tapado y me llevaba en brazos, y también de que yo volvía a estar completamente manco. Dejé reposar de nuevo la cabeza, con resignación por la tullidez. No podía quejarme después de todo, bastante era con estar vivo. Supuse que habría pasado mucho rato, pues la luna menguante estaba ya en el cielo. Tenía miedo de haber hecho algo malo la noche anterior. - Espero no haber atacado a nadie. ¿Tú estás bien? - pregunté a mi hermano mientras nos acercábamos a la torre Soul, nuestro hogar.
- Hermano...- murmuré contra su pecho algo confuso, sin saber muy bien dónde estaba o cuánto tiempo había pasado. Lo último que recordaba era estar muy jodido en una cama de la torre de los Soul, con un asustado Astaroth sin separarse de mi lado ni un momento. Después me vinieron más recuerdos, como el de estar solo en el bosque justo antes de la transformación, la luna llena, el dolor que vino inmediatamente. Inspiré profundamente, comprendiendo que ya había sucedido. - Lo he conseguido.- Había logrado sobrevivir, después de todo. - Te dije que no te iba a dejar solo. - añadí débilmente con una leve sonrisa, moviendo un poco la cabeza para poder mirarle. Me di cuenta de que me había tapado y me llevaba en brazos, y también de que yo volvía a estar completamente manco. Dejé reposar de nuevo la cabeza, con resignación por la tullidez. No podía quejarme después de todo, bastante era con estar vivo. Supuse que habría pasado mucho rato, pues la luna menguante estaba ya en el cielo. Tenía miedo de haber hecho algo malo la noche anterior. - Espero no haber atacado a nadie. ¿Tú estás bien? - pregunté a mi hermano mientras nos acercábamos a la torre Soul, nuestro hogar.
Gradualmente fui saliendo del reino de los sueños y tomando conciencia de mi pesado cuerpo, mis profundas respiraciones, el frío del lugar, el olor a encierro… lo de la rubia de los calabozos, el barco volador, yo cantando y la… la Matriarca de la hermandad de metal ¿Había sido todo un sueño? No era la primera vez que soñaba con los Soul Reaper pero los sueños por lo general trataban de mí haciendo magia. En verdad parecía todo tan inconexo y mezclado como un sueño, pero la rabia irracional que sentía por la mujer de los calabozos seguía ahí, podía sentir su presencia incluso a kilómetros y cuando abrí los ojos no me encontré en el hospital, estaba en un lugar que no reconocía de nada.
¿Todo eso había pasado en verdad? Con la mirada recorrí la austera habitación, no había ventanas así que no sabía si era de día o de noche, ni cuánto tiempo había pasado, ni dónde estaba, básicamente estaba desorientado. Lentamente me incorporé para sentarme al borde de la cama sintiendo la boca pastosa. Me dediqué unos minutos a convencer a mis piernas para que me pongan de pié hasta que accedieron. Me dirigí a la puerta con pisadas sigilosas y la abrí encontrando ante mí unas barras de metal que me impedían el paso. Al otro lado había dos sujetos revisando una pistola, un par de frascos parecidos a los míos, unas agujas, un bisturí… -¡Eh!¡Eso es mío!- Dije agarrándome a los barrotes, molesto por haber sido despojado de mis cosas. Uno se acercó con una de las carpetas que había sacado de la torre, se detuvo lo suficientemente lejos para que no pueda alcanzarlo y la abrió ante mí señalándome el contenido. -¿Qué es esto?- Me preguntó. -Es mío.- Repliqué con fastidio, él alzó las cejas e hizo cara de puchero mientras tomaba los extremos de uno de los papeles de la carpeta y tiraba haciendo que el papel comience a rasgarse. -¡No! Es… es…- Dije apresurandome a leer de qué trataba eso. -Es una factura de los químicos que componen el pegamento quirúrgico.- Dije apresuradamente y respire aliviado cuando dejó de rasgarlo. -¿Dónde estamos?- Pregunté cuando se puso a mirar la carpeta hoja por hoja.
¿Todo eso había pasado en verdad? Con la mirada recorrí la austera habitación, no había ventanas así que no sabía si era de día o de noche, ni cuánto tiempo había pasado, ni dónde estaba, básicamente estaba desorientado. Lentamente me incorporé para sentarme al borde de la cama sintiendo la boca pastosa. Me dediqué unos minutos a convencer a mis piernas para que me pongan de pié hasta que accedieron. Me dirigí a la puerta con pisadas sigilosas y la abrí encontrando ante mí unas barras de metal que me impedían el paso. Al otro lado había dos sujetos revisando una pistola, un par de frascos parecidos a los míos, unas agujas, un bisturí… -¡Eh!¡Eso es mío!- Dije agarrándome a los barrotes, molesto por haber sido despojado de mis cosas. Uno se acercó con una de las carpetas que había sacado de la torre, se detuvo lo suficientemente lejos para que no pueda alcanzarlo y la abrió ante mí señalándome el contenido. -¿Qué es esto?- Me preguntó. -Es mío.- Repliqué con fastidio, él alzó las cejas e hizo cara de puchero mientras tomaba los extremos de uno de los papeles de la carpeta y tiraba haciendo que el papel comience a rasgarse. -¡No! Es… es…- Dije apresurandome a leer de qué trataba eso. -Es una factura de los químicos que componen el pegamento quirúrgico.- Dije apresuradamente y respire aliviado cuando dejó de rasgarlo. -¿Dónde estamos?- Pregunté cuando se puso a mirar la carpeta hoja por hoja.
Observé a mi hermano con sonrisa cansada y mirada piadosa cuando me dijo aquello de que lo había conseguido -Sabía que lo conseguirías- Mentí con compasión, porque a decir verdad no las tenía todas con él ni durante el mes que lo pasó encamado ni durante el tiempo que estuvo desaparecido en el bosque. Y la transformación sin las dos extremidades superiores… ¿no se suponía que los licántropos tenían gran poder de regeneración? ¿Por qué a este no le crecían las manos como a las lagartijas la cola cuando la pierden? ¿Quizás debía esperar a las siguientes transformaciones? Tantas preguntas y solo una persona con respuestas…. Una persona odiada por toda la comunidad Soul por hacerle eso a Adramelech. Rodeé a mi hermano con el brazo fuerte de Jed, pegándolo más a la camiseta -No te pongas ñoño ahora o te dejo aquí tirado- Le dije en broma antes de apretar un poco más el paso y saltar por encima de una raíz que sobresalía por el suelo.
-Yo no soy importante. Ya lo sabes, tan solo un estorbo al que le habéis cogido cierto cariño. Guarda fuerzas, todavía queda un trecho hasta la torre- Le recriminé por andar preocupándose más por otros que por sí mismo. Yo estaba bien, ¡claro que lo estaba! No había sido al que habían dejado tirado en el bosque sin protección alguna. Maldije a aquel hospital durante el resto del trayecto que nos separaba para poder llegar hasta la torre Soul.
A nuestra llegada a la torre había revuelo, como siempre en aquel lugar, ¿es que nunca podrían estar tranquilos? Ascendí por las escaleras hasta la enfermería en silencio, escuchando levemente el tumulto. A la entrada había un nombre barbudo que desconocía, al que le estaban … ¿interrogando? -Si es un intruso dádselo de merendar al Guardián y dejaos de gilipolleces- Bufé molesto, dejando a Adramelech en uno de los camastros y buscando una manta para taparle
-Yo no soy importante. Ya lo sabes, tan solo un estorbo al que le habéis cogido cierto cariño. Guarda fuerzas, todavía queda un trecho hasta la torre- Le recriminé por andar preocupándose más por otros que por sí mismo. Yo estaba bien, ¡claro que lo estaba! No había sido al que habían dejado tirado en el bosque sin protección alguna. Maldije a aquel hospital durante el resto del trayecto que nos separaba para poder llegar hasta la torre Soul.
A nuestra llegada a la torre había revuelo, como siempre en aquel lugar, ¿es que nunca podrían estar tranquilos? Ascendí por las escaleras hasta la enfermería en silencio, escuchando levemente el tumulto. A la entrada había un nombre barbudo que desconocía, al que le estaban … ¿interrogando? -Si es un intruso dádselo de merendar al Guardián y dejaos de gilipolleces- Bufé molesto, dejando a Adramelech en uno de los camastros y buscando una manta para taparle
- No digas eso. - le reproché cuando se llamó estorbo, pues no lo era en absoluto. - Probablemente no estaría aquí si no fuese por ti. No recuerdo detalles pero sí algunas cosas...sé que estuviste conmigo todo el rato. - así que ya se merecía un descanso, después de todo.
Cuando llegamos por fin a la torre me sentí como en casa, a pesar de que no era el lugar más acogedor del mundo. Al menos estaba con los míos. - Tienes que contarme todo lo que me he perdido... - le pedí mientras subíamos las escaleras hacia la enfermería, pues tenía la sensación de que habían sido muchos días sin saber nada del mundo. Me llamó la atención la gente que se congregaba cerca de la enfermería, interrogando a un desconocido. El hombre no me sonaba de nada en absoluto, y lo cierto es que me sentí algo incómodo con tanta gente por allí. No quería que me viesen así.
Al menos cuando entramos a la enfermería pude tener algo de privacidad, sentándome y tapándome con la manta en cuanto me dejó en la cama. - ¿Puedes traerme algo de ropa? - pedí algo apurado, eso de quedarme en cueros con las transformaciones era algo que iba a darme vergüenza. - Agh...lo de las prótesis va a ser un problema. No sé ni dónde han quedado ni cómo se van a recolocar. - suspiré con resignación, eso de volver a estar completamente manco era una mierda. - En fin...supongo que no puedo quejarme. - acabé apoyando la espalda contra el respaldo de la cama, descansando. Estaba impaciente por volver a hacer cosas aunque aún estuviese agotado y me doliese todo el cuerpo por la primera transformación. Eché un vistazo hacia la puerta, dándome cuenta de que si hubiese estado ahí Vanessa se habría acercado. El recuerdo borroso del beso hizo que se me subieran un poco los colores, parecía como si hiciese mucho de aquello. - ¿Sabes dónde está Vanessa? ¿Y Khaled? - agregué después para disimular el interés.
Cuando llegamos por fin a la torre me sentí como en casa, a pesar de que no era el lugar más acogedor del mundo. Al menos estaba con los míos. - Tienes que contarme todo lo que me he perdido... - le pedí mientras subíamos las escaleras hacia la enfermería, pues tenía la sensación de que habían sido muchos días sin saber nada del mundo. Me llamó la atención la gente que se congregaba cerca de la enfermería, interrogando a un desconocido. El hombre no me sonaba de nada en absoluto, y lo cierto es que me sentí algo incómodo con tanta gente por allí. No quería que me viesen así.
Al menos cuando entramos a la enfermería pude tener algo de privacidad, sentándome y tapándome con la manta en cuanto me dejó en la cama. - ¿Puedes traerme algo de ropa? - pedí algo apurado, eso de quedarme en cueros con las transformaciones era algo que iba a darme vergüenza. - Agh...lo de las prótesis va a ser un problema. No sé ni dónde han quedado ni cómo se van a recolocar. - suspiré con resignación, eso de volver a estar completamente manco era una mierda. - En fin...supongo que no puedo quejarme. - acabé apoyando la espalda contra el respaldo de la cama, descansando. Estaba impaciente por volver a hacer cosas aunque aún estuviese agotado y me doliese todo el cuerpo por la primera transformación. Eché un vistazo hacia la puerta, dándome cuenta de que si hubiese estado ahí Vanessa se habría acercado. El recuerdo borroso del beso hizo que se me subieran un poco los colores, parecía como si hiciese mucho de aquello. - ¿Sabes dónde está Vanessa? ¿Y Khaled? - agregué después para disimular el interés.
-Si has podido llegar hasta aquí ha sido solo por tu esfuerzo- Le reproché. Yo no hice nada. Solo velar sus pesadillas febriles. No me gustaba que me dijera lo contrario, no tenía razón. Si hubiera hecho de verdad me hubiera cargado al licántropo antes de que atacara a Adramelech. No, no hice nada, en realidad lo que más se me parece era un mueble de salón… -Pues claro, ¿a dónde iba a ir? Tenía que vigilar que no viniera Caperucita y te la comieras- Añadí con sorna dejándole en la cama de la enfermería. Los souls que estaban con el hombre de la barba salieron de nuestra vista y fueron a seguir con sus preguntas a otro lado aunque todavía podía escucharles de fondo.
Alguien obedeció, casi más por ser un alma caritativa, a aquello de la ropa mientras los demás cubríamos con mantas al helado Adramelech. Una persona de la hermandad del fuego le calentó una taza de té y nos la ofreció, una a cada uno -No te preocupes por ellas- Le dije sacando las prótesis de la pernera y dejándolo sobre la camilla -Pediré que te las vuelvan a colocar. Aunque…. Yo pensé…. Que con la regeneración licántropa….- No continué mi divagación, lo dejé estar -Está claro que todavía nos queda mucho por aprender- Suspiré resignado y dejé que alguien se acercara a colocarle las prótesis de la mano, dado que yo no sabía hacerlo -Tu amiga volvió de la misión de la superficie. Estaba ingresada en el hospital, junto a todos los demás. Se conoce que lo han conseguido. Iban a celebrar una gran fiesta como cierre de todo este drama. Supongo que Khaled estará allí. Me llamó hace unos días para que viniera, pero el hospital estaba bajo ataque y alguien tenía que soportar las defensas del edificio y que no te espachurraran las paredes. Allí estaba la hermana pelirroja, la líder de la calavera de fuego- Le comenté sin dar mucha más importancia a aquello -Y desde entonces no tengo ni idea de dónde está. Puedo tratar de sentirle, si quieres, o decirle que estás en casa por fin, de vuelta- Fue entonces cuando me percaté de un detalle, si los magos habían acabado con la máquina de la superficie eso quería decir que ya era seguro poder bajar y seguramente los habitantes de la isla nos exiliaran a todos de nuevo… ¿A todos, todos? Me senté en un taburete, pensando en aquello, mientras llegaba por fin la ropa.
Alguien obedeció, casi más por ser un alma caritativa, a aquello de la ropa mientras los demás cubríamos con mantas al helado Adramelech. Una persona de la hermandad del fuego le calentó una taza de té y nos la ofreció, una a cada uno -No te preocupes por ellas- Le dije sacando las prótesis de la pernera y dejándolo sobre la camilla -Pediré que te las vuelvan a colocar. Aunque…. Yo pensé…. Que con la regeneración licántropa….- No continué mi divagación, lo dejé estar -Está claro que todavía nos queda mucho por aprender- Suspiré resignado y dejé que alguien se acercara a colocarle las prótesis de la mano, dado que yo no sabía hacerlo -Tu amiga volvió de la misión de la superficie. Estaba ingresada en el hospital, junto a todos los demás. Se conoce que lo han conseguido. Iban a celebrar una gran fiesta como cierre de todo este drama. Supongo que Khaled estará allí. Me llamó hace unos días para que viniera, pero el hospital estaba bajo ataque y alguien tenía que soportar las defensas del edificio y que no te espachurraran las paredes. Allí estaba la hermana pelirroja, la líder de la calavera de fuego- Le comenté sin dar mucha más importancia a aquello -Y desde entonces no tengo ni idea de dónde está. Puedo tratar de sentirle, si quieres, o decirle que estás en casa por fin, de vuelta- Fue entonces cuando me percaté de un detalle, si los magos habían acabado con la máquina de la superficie eso quería decir que ya era seguro poder bajar y seguramente los habitantes de la isla nos exiliaran a todos de nuevo… ¿A todos, todos? Me senté en un taburete, pensando en aquello, mientras llegaba por fin la ropa.
Lyosha Svensson
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Bueno… Después del evento y su obra de arte en el edificio central del Consejo había vuelto a la torre con un picor general en la piel. No había podido combatir con nadie, ni siquiera verbalmente, evidentemente tampoco había bailado, no hubo ruleta rusa ni homicidios, no hubo masacre de gente inservible…Nada. Le informaron de dónde estaba el tipo pero no le dio la gana de ir a verlo, por su culpa era un desastre. Un torbellino en su interior que sólo encontró salida cuando se encargó ella misma del problema. Tras la sensación de liberación que… Se encontró sorprendida de extrañar, cayó rendida en la cama.
Al despertarse al día siguiente, decidió que iría a ver a aquel hombre que había tenido las narices de tocarla. Un poco por pegarle, el otro por morbo. Se puso unos pantalones negros y un jersey del mismo color, así como sus botas de tacón altas. Sinceramente, iba vestida como todos los días, pero aun así se sentía distinta. Como si fuese a iniciar una cacería diferente.
Avanzó hasta el lugar anunciado apenas moviendo la cabeza a modo de saludo para Astaroth y Adramelech al cruzárselos, y vio a uno de los souls rasgando una factura, su ceja se arqueó -¿Eres imbécil?- Inquirió y ambos parecieron que le habían metido un palo en el trasero al verla -Devolverle las pertenencias- Ordenó moviendo la mano con suavidad mientras los barrotes de metal acudían a ella convirtiéndose en piezas de armadura alrededor de sus antebrazos, extendiéndose hasta hacer sus uñas de metal con las que pretendía cruzarle la cara si se ponía tonto -Iros- Agregó cuando terminaron de entregarle sus cosas y, en efecto, salieron de allí corriendo mientras Lyosha se acercaba al marco de la puerta extendiendo una mano para empujar el cuerpo de Allen hacia dentro.
-Vamos a jugar… Yo hago las preguntas y tú sólo das las respuestas. ¿Entendido? Rompes la regla y te pego o dreno, tú eliges tu destino- Preguntó volviendo a posar su mirada en los rasgos de aquel hombre -¿Cómo conociste la existencia de los Souls y por qué estás interesado en la calavera de sanación?-
Al despertarse al día siguiente, decidió que iría a ver a aquel hombre que había tenido las narices de tocarla. Un poco por pegarle, el otro por morbo. Se puso unos pantalones negros y un jersey del mismo color, así como sus botas de tacón altas. Sinceramente, iba vestida como todos los días, pero aun así se sentía distinta. Como si fuese a iniciar una cacería diferente.
Avanzó hasta el lugar anunciado apenas moviendo la cabeza a modo de saludo para Astaroth y Adramelech al cruzárselos, y vio a uno de los souls rasgando una factura, su ceja se arqueó -¿Eres imbécil?- Inquirió y ambos parecieron que le habían metido un palo en el trasero al verla -Devolverle las pertenencias- Ordenó moviendo la mano con suavidad mientras los barrotes de metal acudían a ella convirtiéndose en piezas de armadura alrededor de sus antebrazos, extendiéndose hasta hacer sus uñas de metal con las que pretendía cruzarle la cara si se ponía tonto -Iros- Agregó cuando terminaron de entregarle sus cosas y, en efecto, salieron de allí corriendo mientras Lyosha se acercaba al marco de la puerta extendiendo una mano para empujar el cuerpo de Allen hacia dentro.
-Vamos a jugar… Yo hago las preguntas y tú sólo das las respuestas. ¿Entendido? Rompes la regla y te pego o dreno, tú eliges tu destino- Preguntó volviendo a posar su mirada en los rasgos de aquel hombre -¿Cómo conociste la existencia de los Souls y por qué estás interesado en la calavera de sanación?-
- Creo recordar que decías mi nombre...fue algo raro. Era como impedir que me fuese. - tal vez me lo imaginase, pero no era descartable del todo viniendo de un nigromante. Su comentario sobre Caperucita me quitó el gesto pensativo y me hizo sonreír levemente. La taza de té que me ofrecieron tendría que esperar, al menos mientras otro compañero de la hermandad de sanación intentaba recolocarme la prótesis de la mano. Con una tendría suficiente de momento. - Ojalá funcionase así, como lo de un lagarto, pero...me da que no va así. - respondí con resignación a lo de la regeneración de los licántropos. La verdad es que sabía muy poco del tema, nunca me había interesado por ellos. Lo único que sabía era lo de la plata, y lo peligroso que era el descontrol.
Esperé a que terminasen de conectar la mano para poder moverla, abriendo y cerrando lentamente los metálicos dedos para probarlos antes de coger la taza de té. Con un par de sorbos y las mantas que tenía encima empecé a entrar en calor por fin. Pude suspirar aliviado, lo peor había pasado. Alcé la mirada hacia Astaroth con gesto de no entender lo de volver de la misión de la superficie, pues me había perdido todo eso y no sabía que hubiese dado tiempo a otra misión. - ¿¿Qué?? ¿Sabes cómo está ella? ¿es grave? - pregunté preocupado por Vanessa, sabiendo lo bruta que era seguro que no estaba en el hospital por un rasguño. - Si sigue allí quiero ir a verla. - La siguiente sorpresa fue que ya estaba todo solucionado y que se había celebrado con una fiesta.
- Uff...menos mal. Por fin nos hemos quitado a esa cosa de encima. Lástima no haber estado. Me perdí hasta cómo defendisteis el hospital. - Aquello me fastidiaba, había perdido un montón de tiempo. Costaba mucho creer que se hubiese logrado al final, era tan buena noticia que costaba asimilarla. - Si te refieres a decirle a Khaled...no hace falta. Cuando regrese ya verá que estoy de vuelta. - la que había regresado era Lyosha, que pasó de largo por la puerta de la enfermería tras hacernos un gesto de saludo. No éramos muy efusivos en la familia, pero nos protegíamos a nuestra manera. - ¿Sabes dónde iremos ahora, hermano?- si todo estaba solucionado podíamos regresar a tierra. Bebí otro sorbo de té antes de que trajesen la ropa que había pedido, esperando también a que me recolocasen la prótesis más complicada, la del brazo completo.
Esperé a que terminasen de conectar la mano para poder moverla, abriendo y cerrando lentamente los metálicos dedos para probarlos antes de coger la taza de té. Con un par de sorbos y las mantas que tenía encima empecé a entrar en calor por fin. Pude suspirar aliviado, lo peor había pasado. Alcé la mirada hacia Astaroth con gesto de no entender lo de volver de la misión de la superficie, pues me había perdido todo eso y no sabía que hubiese dado tiempo a otra misión. - ¿¿Qué?? ¿Sabes cómo está ella? ¿es grave? - pregunté preocupado por Vanessa, sabiendo lo bruta que era seguro que no estaba en el hospital por un rasguño. - Si sigue allí quiero ir a verla. - La siguiente sorpresa fue que ya estaba todo solucionado y que se había celebrado con una fiesta.
- Uff...menos mal. Por fin nos hemos quitado a esa cosa de encima. Lástima no haber estado. Me perdí hasta cómo defendisteis el hospital. - Aquello me fastidiaba, había perdido un montón de tiempo. Costaba mucho creer que se hubiese logrado al final, era tan buena noticia que costaba asimilarla. - Si te refieres a decirle a Khaled...no hace falta. Cuando regrese ya verá que estoy de vuelta. - la que había regresado era Lyosha, que pasó de largo por la puerta de la enfermería tras hacernos un gesto de saludo. No éramos muy efusivos en la familia, pero nos protegíamos a nuestra manera. - ¿Sabes dónde iremos ahora, hermano?- si todo estaba solucionado podíamos regresar a tierra. Bebí otro sorbo de té antes de que trajesen la ropa que había pedido, esperando también a que me recolocasen la prótesis más complicada, la del brazo completo.
Ví a dos personas pasar; un armario con piernas cargaba a uno muy lisiado. -Espera, puedo ayudarlo ¿Qué le pasó?- Me apresure a preguntar, agarrando la reja con tal fuerza que mis nudillos se volvieron blancos, cuando ordenó convertirme en la merienda de un tal “Guardián” pero dejaron de estar al alcance de mi vista así que descargué un poco de la frustración que sentía dándole un golpe a las frías barras de metal. Pensaba que, una vez más, me había metido en un buen lío por buscar información de los Soul Reaper ¿Qué tendría preparado para mí esa gente?¿Cómo podría librarme ésta vez? Por lo general tenía la suerte de que alguien me rescataba, pero tal vez ésta no era una de esas veces, así que revisé la habitación en la que estaba con la mirada, buscando alguna vía de escape, luego revisé a los sujetos que inspeccionaban mis cosas esperando encontrar alguna debilidad con mi conocimiento en medicina.
Seguía cansado, con los sentidos embotados, así que percibí la presencia de la mujer de pelo blanco al mismo tiempo que los dos que me vigilaban. Sentí un escalofrío recorrer mi columna y mis músculos tensarse por la sorpresa, sentimiento que rápidamente fue reemplazado por la cautela y la curiosidad, aunque la primera opacaba a la segunda ante el recuerdo del frío metal rasgando mi piel y la vida escapando de mi cuerpo. Ahora sabía que su aspecto imponente no era solo una apariencia y los que me devolvieron mis cosas parecían saberlo también. Sentí cosquilleos en las heridas de la mejilla y el labio, la última estaba cubierta por una capa de sangre coagulada que rocé con la lengua y que era más profunda que la primera. Pensaba que, ahora que las barras de metal no me impedían el paso, me dejarían salir o tal vez eran de esos que dejan que mueras peleando con honor, pero mis ilusiones salieron volando cuando la mujer tapó la salida.
Paseé mi mirada desde las uñas de metal, por las que demostré el disgusto frunciendo los labios, hasta sus fríos ojos azules decorados con ese extravagante maquillaje y coronados por esa marca clara en el medio de su frente. La escuché con atención, las reglas del juego eran responder, no hacer preguntas y el premio era seguir con vida ¿A eso le gustaba jugar? Yo prefería juegos de cartas, pero parecía no tener voz ni voto en el asunto. -Me gusta vivir... y me gustan mis manos donde están, así que entendido.- Dije caminando hacia atrás manteniendo el contacto visual porque prefería darle la espalda a Michael Myers que a ella mientras me adentraba en la habitación. Mi propio pensamiento me hizo gracia así que tuve que contener la sonrisa apretando los labios. No había momento más inoportuno para sonreír, ¿verdad?. Me senté en la cama manteniéndome frente a ella pero apartando la mirada al dejar la pistola sobre el par de carpetas en la mesa de luz.
-Supe de los Soul Reapers por rumores.- Dije encogiendome de hombros mientras guardaba las agujas en un bolsillo del pantalón. -Crecí en tierra de nadie, allí todos terminabamos heridos en el mejor de los casos, así que aprendí a sanar sobre la marcha, pero había heridas que no hay manera humanamente posible de curar, por eso cuando me enteré de una posibilidad de obtener magia aunque haya nacido sin ella, decidí ir en su búsqueda. Me costaba años escuchar la siguiente noticia de los Soul Reaper y pasar de país a país porque, tanto humanos como magos, no les agradan los Soul, ni los ferales como yo.- Relaté mientras guardaba el bisturí en mi bota y revisaba los frascos para comprobar que las pociones que contenían seguían siendo útiles y medir las dosis que me quedaban. Necesitaba matalobos. La miré de reojo para ver su reacción cuando dije que era feral, quería saber si allí también estaría el estigma por mi raza.
-En el año 2020 partí de Sierra Leona rumbo a Londres, en 2025 en Lisboa me dijeron que ya no estaban ahí. Estaba en Francia en el año 2031 cuando sentí que había perdido el rastro por completo, los aurores y el ejército humano hacían imposible encontrar información. Me quedé en Marsella hasta el año 2035, ese año fuí a Italia porque varios rumores apuntaban a que estaban ahí y allí fue donde conseguí más información de su historia, de las calaveras de poder, pero no los encontré, por eso a mediados del año pasado fuí en busca de Sam para que me dé más datos y... ah, cuando me enteré que estaban en las islas británicas...- Me detuve al evocar ese recuerdo y me tape la cara con las manos, frustrado. -Debiste ver mi cara, no lo podía creer. Casi dos décadas dando vueltas por Europa en plena guerra cuando la primera pista tal vez me habría llevado directamente a los Soul Reaper.- Me lamenté negando con la cabeza y sacándome las manos de la cara.
-Yo planeaba regresar con la magia de sanación a Sierra Leona para aprovechar las facilidades de los hechizos y así sanar más rápido y mejor a las personas, pero a estas alturas todos deben estar muertos o convertidos en robots...- Dejé escapar un suspiro mientras la miraba pensativo. -Voy a seguir buscando a los Soul Reaper porque me pasé la mitad de la vida buscándolos y voy a ayudar como pueda.- Concluí con convicción en el tono de voz. Al mirarla con detenimiento me dí cuenta que otra vez iba vestida de negro, el contraste con su pelo blanco era llamativo. Mis ojos se deslizaron hacia abajo y no pude evitar sonreír al ver sus pantalones ajustarse a su figura. Las botas, por su parte, estimularon mi imaginación hasta acalorarme. La imagen de ella usando solo esas botas, hizo latir más rápido a mi corazón. Yo usaba una sudadera negra, unos pantalones oscuros amplios, llenos de bolsillos para meter cualquier cosa que necesite y botas oscuras también.
Seguía cansado, con los sentidos embotados, así que percibí la presencia de la mujer de pelo blanco al mismo tiempo que los dos que me vigilaban. Sentí un escalofrío recorrer mi columna y mis músculos tensarse por la sorpresa, sentimiento que rápidamente fue reemplazado por la cautela y la curiosidad, aunque la primera opacaba a la segunda ante el recuerdo del frío metal rasgando mi piel y la vida escapando de mi cuerpo. Ahora sabía que su aspecto imponente no era solo una apariencia y los que me devolvieron mis cosas parecían saberlo también. Sentí cosquilleos en las heridas de la mejilla y el labio, la última estaba cubierta por una capa de sangre coagulada que rocé con la lengua y que era más profunda que la primera. Pensaba que, ahora que las barras de metal no me impedían el paso, me dejarían salir o tal vez eran de esos que dejan que mueras peleando con honor, pero mis ilusiones salieron volando cuando la mujer tapó la salida.
Paseé mi mirada desde las uñas de metal, por las que demostré el disgusto frunciendo los labios, hasta sus fríos ojos azules decorados con ese extravagante maquillaje y coronados por esa marca clara en el medio de su frente. La escuché con atención, las reglas del juego eran responder, no hacer preguntas y el premio era seguir con vida ¿A eso le gustaba jugar? Yo prefería juegos de cartas, pero parecía no tener voz ni voto en el asunto. -Me gusta vivir... y me gustan mis manos donde están, así que entendido.- Dije caminando hacia atrás manteniendo el contacto visual porque prefería darle la espalda a Michael Myers que a ella mientras me adentraba en la habitación. Mi propio pensamiento me hizo gracia así que tuve que contener la sonrisa apretando los labios. No había momento más inoportuno para sonreír, ¿verdad?. Me senté en la cama manteniéndome frente a ella pero apartando la mirada al dejar la pistola sobre el par de carpetas en la mesa de luz.
-Supe de los Soul Reapers por rumores.- Dije encogiendome de hombros mientras guardaba las agujas en un bolsillo del pantalón. -Crecí en tierra de nadie, allí todos terminabamos heridos en el mejor de los casos, así que aprendí a sanar sobre la marcha, pero había heridas que no hay manera humanamente posible de curar, por eso cuando me enteré de una posibilidad de obtener magia aunque haya nacido sin ella, decidí ir en su búsqueda. Me costaba años escuchar la siguiente noticia de los Soul Reaper y pasar de país a país porque, tanto humanos como magos, no les agradan los Soul, ni los ferales como yo.- Relaté mientras guardaba el bisturí en mi bota y revisaba los frascos para comprobar que las pociones que contenían seguían siendo útiles y medir las dosis que me quedaban. Necesitaba matalobos. La miré de reojo para ver su reacción cuando dije que era feral, quería saber si allí también estaría el estigma por mi raza.
-En el año 2020 partí de Sierra Leona rumbo a Londres, en 2025 en Lisboa me dijeron que ya no estaban ahí. Estaba en Francia en el año 2031 cuando sentí que había perdido el rastro por completo, los aurores y el ejército humano hacían imposible encontrar información. Me quedé en Marsella hasta el año 2035, ese año fuí a Italia porque varios rumores apuntaban a que estaban ahí y allí fue donde conseguí más información de su historia, de las calaveras de poder, pero no los encontré, por eso a mediados del año pasado fuí en busca de Sam para que me dé más datos y... ah, cuando me enteré que estaban en las islas británicas...- Me detuve al evocar ese recuerdo y me tape la cara con las manos, frustrado. -Debiste ver mi cara, no lo podía creer. Casi dos décadas dando vueltas por Europa en plena guerra cuando la primera pista tal vez me habría llevado directamente a los Soul Reaper.- Me lamenté negando con la cabeza y sacándome las manos de la cara.
-Yo planeaba regresar con la magia de sanación a Sierra Leona para aprovechar las facilidades de los hechizos y así sanar más rápido y mejor a las personas, pero a estas alturas todos deben estar muertos o convertidos en robots...- Dejé escapar un suspiro mientras la miraba pensativo. -Voy a seguir buscando a los Soul Reaper porque me pasé la mitad de la vida buscándolos y voy a ayudar como pueda.- Concluí con convicción en el tono de voz. Al mirarla con detenimiento me dí cuenta que otra vez iba vestida de negro, el contraste con su pelo blanco era llamativo. Mis ojos se deslizaron hacia abajo y no pude evitar sonreír al ver sus pantalones ajustarse a su figura. Las botas, por su parte, estimularon mi imaginación hasta acalorarme. La imagen de ella usando solo esas botas, hizo latir más rápido a mi corazón. Yo usaba una sudadera negra, unos pantalones oscuros amplios, llenos de bolsillos para meter cualquier cosa que necesite y botas oscuras también.
Lyosha Svensson
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
No le fue indiferente el momento en el que se lamió el labio, sonrió sardónicamente al ver la herida y después el examen visual de Allen fue intenso mostrando disgusto de forma abierta, eso le hizo soltar una risita baja y oscura. Con sólo un pensamiento las garras pasaron a ser más puntiagudas y Lyosha se movió por la habitación, pasando una mano por la piedra de la torre y llenando la pieza con el odioso sonido del metal contra la piedra -Buen chico- Susurró cuando dijo que había entendido las normas.
Tras eso, Lyosha simplemente escuchó. Se llevó las manos a la cadera y descansó su peso sobre una pierna. La historia de Allen iba promovida por un serio sentido de compromiso con la humanidad, con un motivo propio por ayudar a los demás. Altruista. Buena persona quizás. Aquello pintaba mal. Ronroneó a aquello de que era feral asintiendo con suavidad -Así que eres un cazador también- Entendió parte de su actitud ayer, pero estaba muy equivocado si creía que ella era una presa fácil. La había atrapado en un momento en el que estaba profundamente aburrida y encima sus dos nigromantes estaban en aquella fiesta formando un triángulo de poder y energía que, aunque no dolía, la estresaba.
Años de viajes, años de búsqueda. Iba a tener que romperle su bonita ilusión sin duda -No me tutees- No tenía ningún derecho -Te dirigirás a mí como tu superior- Ordenó, claramente. Todos los nuevos debían saber exactamente dónde estaban ubicados. Sin embargo, él había tenido previsto volver a Sierra Leona -No sabes nada de los Soul Reapers- Eso estaba malditamente bien. No quería información sobre su familia y el resto de sus Souls regada por el mundo, quería que fuera difícil. Habían cubierto bien sus pisadas. Cierto orgullo se vio en su rostro cincelado por algo pícaro y perverso.
-Tú búsqueda ha terminado pero creo que tienes grandes expectativas y vas a darte un porrazo contra el piso- Expresó con neutralidad antes de observar cómo aquella mirada verde empezaba a descender por su cuerpo. Aquello dentro de ella se removió de nuevo. Aunque el feral mostraba cautela y se mantenía perfectamente sentado en la cama, estaba evaluándola…Y no como matriarca, no como Soul, no como Revenant o una asesina endemoniada sino como una mujer. Cerró los dedos al ver su reacción de acaloramiento. Usó toda su templanza para no pegarle una hostia y después besarlo hasta romperle el labio de nuevo y oírlo gemir de sufrimiento -Necesitas ser cuidadoso si planeas tocarme de nuevo...Dijiste que querías tus manos- Le advirtió en un ronco ronroneo. Una parte invitación, otra amenaza.
Se acercó hacia él apenas un par de pasos, manteniendo aún una distancia prudente -Primero que nada, Allen, estás equivocado si crees que puedes convertirte en un Soul e irte de esta torre. Tu lealtad, una vez que has entrado en una hermandad, será por y para siempre para los Souls Reapers. ¿Cómo crees que nos hemos manteniendo bien escondidos en estos años? No fue por dejar que nuestros acólitos sin entrenamiento se regaran por el mundo- Añadió y, sí, maldita fuera ella sino había decidido caminar por la habitación con los brazos cruzados para que viera su cadera moverse de un lado a otro – Así que olvídate de Sierra Leona y de un mundo que puedes explorar con libertad. Irás a donde nosotros te digamos y harás exactamente lo que te ordenemos. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo? ¿Crees que…- Se detuvo y lo miró por encima del hombro con los ojos entrecerrados - … eres capaz de seguir órdenes?-
Estaba haciendo su trabajo pero mentiría si no dijera que estaba jugando al gato y al ratón.
Tras eso, Lyosha simplemente escuchó. Se llevó las manos a la cadera y descansó su peso sobre una pierna. La historia de Allen iba promovida por un serio sentido de compromiso con la humanidad, con un motivo propio por ayudar a los demás. Altruista. Buena persona quizás. Aquello pintaba mal. Ronroneó a aquello de que era feral asintiendo con suavidad -Así que eres un cazador también- Entendió parte de su actitud ayer, pero estaba muy equivocado si creía que ella era una presa fácil. La había atrapado en un momento en el que estaba profundamente aburrida y encima sus dos nigromantes estaban en aquella fiesta formando un triángulo de poder y energía que, aunque no dolía, la estresaba.
Años de viajes, años de búsqueda. Iba a tener que romperle su bonita ilusión sin duda -No me tutees- No tenía ningún derecho -Te dirigirás a mí como tu superior- Ordenó, claramente. Todos los nuevos debían saber exactamente dónde estaban ubicados. Sin embargo, él había tenido previsto volver a Sierra Leona -No sabes nada de los Soul Reapers- Eso estaba malditamente bien. No quería información sobre su familia y el resto de sus Souls regada por el mundo, quería que fuera difícil. Habían cubierto bien sus pisadas. Cierto orgullo se vio en su rostro cincelado por algo pícaro y perverso.
-Tú búsqueda ha terminado pero creo que tienes grandes expectativas y vas a darte un porrazo contra el piso- Expresó con neutralidad antes de observar cómo aquella mirada verde empezaba a descender por su cuerpo. Aquello dentro de ella se removió de nuevo. Aunque el feral mostraba cautela y se mantenía perfectamente sentado en la cama, estaba evaluándola…Y no como matriarca, no como Soul, no como Revenant o una asesina endemoniada sino como una mujer. Cerró los dedos al ver su reacción de acaloramiento. Usó toda su templanza para no pegarle una hostia y después besarlo hasta romperle el labio de nuevo y oírlo gemir de sufrimiento -Necesitas ser cuidadoso si planeas tocarme de nuevo...Dijiste que querías tus manos- Le advirtió en un ronco ronroneo. Una parte invitación, otra amenaza.
Se acercó hacia él apenas un par de pasos, manteniendo aún una distancia prudente -Primero que nada, Allen, estás equivocado si crees que puedes convertirte en un Soul e irte de esta torre. Tu lealtad, una vez que has entrado en una hermandad, será por y para siempre para los Souls Reapers. ¿Cómo crees que nos hemos manteniendo bien escondidos en estos años? No fue por dejar que nuestros acólitos sin entrenamiento se regaran por el mundo- Añadió y, sí, maldita fuera ella sino había decidido caminar por la habitación con los brazos cruzados para que viera su cadera moverse de un lado a otro – Así que olvídate de Sierra Leona y de un mundo que puedes explorar con libertad. Irás a donde nosotros te digamos y harás exactamente lo que te ordenemos. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo? ¿Crees que…- Se detuvo y lo miró por encima del hombro con los ojos entrecerrados - … eres capaz de seguir órdenes?-
Estaba haciendo su trabajo pero mentiría si no dijera que estaba jugando al gato y al ratón.
Añadí una risotada a su comentario. No imaginaba que fuera a ser consciente de que, tal y como decía, estuve a su lado más preocupado para que no se fuera que de otra cosa. -No me apetecía volver al infierno a buscar tu alma y traerlo a patadas hasta tu culo corpóreo- Resumí, justificándome, encogiéndome de hombros sin darle mayor importancia. Es lo que se esperaba que hubiera hecho y es lo que seguro de haber estado en la situación contraria, él es lo que hubiera hecho por mí. Me acomodé en la silla colocándome el abrigo negro y pesado que le había dado a Adra para que se abrigara, pero que ya no tenía sentido al recibir las mantas, el té caliente y su ropa no mucho más tarde. -…. Pues tocará aprender rápido. He conseguido un amigo que espero te pueda ayudar. Ya te lo presentaré… creo- Terminé por reconocer, pues si lo que decían de la Brigada era cierto, los días que le quedaban en la isla estaban ya contados. Y seguramente nosotros correríamos la misma suerte. Suspiré y permanecí en silencio siguiendo con la mirada al hermano que estaba colocando la prótesis -No es grave, no. Y sabiendo del historial de ese hospital, no tardarán en darle el alta…- Volví a encogerme de hombros, porque él era la viva imagen de alguien a quien le dieron el alta demasiado pronto y salió mal. -Cuando descanses podemos ir al hospital. Pero tu colega es dura, saldrá de esta- Le reconocí. Pensé, entonces, en las personas que se habían quedado en la UCI… en el estado del licántropo de pelo azul al que le habían tenido que cortar la pierna. En Cleopatra en coma… No debería tardar mucho en volver al hospital, pues quería permanecer al lado de ella hasta que se despertarse… si es que lo hacía. Que estuviera estable tampoco era una respuesta, sencillamente era… un estado diferente al de estar bien y despierta.
-No te perdiste nada. La siesta que te echaste estaba mucho mejor, créeme. Aunque había que reconocer que el ataque aéreo de las naves de la máquina tenía su encanto…- Seguí con la mirada a Lyosha, pero no le devolví el saludo, más bien una especie de gruñido que no estaba claro cómo se podría interpretar -Ni idea. Supongo que volverán a bajar la torre a la superficie. Sé que hay grupos de “refugiados”, como nos llaman, que no están bien vistos por algunos de los paisanos. Supongo que no les molará que usemos su hospital exclusivo o que orinemos en sus meaderos- Exhalé aire, con bastante tedio y molestia. Cuando me convocaron para el duelo no sabía de qué iban a ir esos Descendientes y luego… bueno, luego morí. Me crucé de brazos por delante del pecho, dirigiendo la mirada a otra esquina, arqueando el labio y mordiéndome el interior de la mejilla con gesto molesto. Estaba claro que tendría que tomar una decisión antes o después de si debía, quería o no volver a la superficie. ¿Cómo sería la superficie después de la visita de SAM? ¿Seguiría estando Italia y Verona en pie? ¿Qué quedará de Agripa? ¿Cuánto podría separarme de Khaled sin que su atadura tuviera repercusiones? No estaba seguro de si me gustaba ser la sombra del abuelo. Añoraba mi libertad por un lado, pero el abuelo era uno de los más poderosos seres mágicos que conocía y debería estar pegado a su lado para aprender, pero…
-No te perdiste nada. La siesta que te echaste estaba mucho mejor, créeme. Aunque había que reconocer que el ataque aéreo de las naves de la máquina tenía su encanto…- Seguí con la mirada a Lyosha, pero no le devolví el saludo, más bien una especie de gruñido que no estaba claro cómo se podría interpretar -Ni idea. Supongo que volverán a bajar la torre a la superficie. Sé que hay grupos de “refugiados”, como nos llaman, que no están bien vistos por algunos de los paisanos. Supongo que no les molará que usemos su hospital exclusivo o que orinemos en sus meaderos- Exhalé aire, con bastante tedio y molestia. Cuando me convocaron para el duelo no sabía de qué iban a ir esos Descendientes y luego… bueno, luego morí. Me crucé de brazos por delante del pecho, dirigiendo la mirada a otra esquina, arqueando el labio y mordiéndome el interior de la mejilla con gesto molesto. Estaba claro que tendría que tomar una decisión antes o después de si debía, quería o no volver a la superficie. ¿Cómo sería la superficie después de la visita de SAM? ¿Seguiría estando Italia y Verona en pie? ¿Qué quedará de Agripa? ¿Cuánto podría separarme de Khaled sin que su atadura tuviera repercusiones? No estaba seguro de si me gustaba ser la sombra del abuelo. Añoraba mi libertad por un lado, pero el abuelo era uno de los más poderosos seres mágicos que conocía y debería estar pegado a su lado para aprender, pero…
Me sorprendió que Astaroth se hubiese puesto a socializar con gente sólo para conseguirme a alguien que pudiese ayudarme con lo mío, pareciéndome un gesto de mucho valor por su parte. - Supongo que un licántropo...que esperemos que no sea Altaïr. - dije lo último de broma, sabía que si hubiese hablado con ese le habría partido la cara. Era incomprensible que alguien como él hubiese sido incapaz de controlarse al transformarse. Aunque no hubiese podido evitarlo, sí que habría estado bien intentar ayudar e interesarse por la persona que había mordido, pero nada. - Hay que hacerse con suministro de matalobos. Por el momento prefiero no transformarme más de lo que sea necesario. Es peligroso. - Lo de Vanessa me dejó algo más tranquilo, pero iría a verla igualmente. - Vale...luego tengo que contarte algunas cosas sobre ella. - comenté algo cortado, con media sonrisa. Quería preguntarle a él qué pensaba, que a lo mejor era yo el que me estaba imaginando cosas sobre Vanessa por culpa de los delirios de aquel momento.
Saber todo lo que me había perdido me hacía estar más impaciente por empezar a hacer cosas, sobre todo porque yo tampoco tenía intenciones de quedarme en la isla. Cada uno debíamos regresar a nuestro sitio. - Supongo que antes me despediré de algunas personas. Hay gente aquí que me cae bien. Después nos iremos y haremos más grandes las hermandades. Hay mucho por mejorar todavía, y tenemos que recorrer mundo. - cerré el puño metálico del brazo que me terminaron de poner, eso sería otra de las cosas a solucionar para no tener que andar quitando y poniendo todo el rato. Después me puse en pie despacio, cogiendo la ropa que me habían traído. Aún estaba algo flojo, pero era cuestión de tiempo el poder aprovechar la supuesta fuerza de los licántropos. Salí de la enfermería seguido de Astaroth, separándonos cuando yo fui a darme un baño y a vestirme. Después de aquello nos volvimos a reunir para comer algo, descansando al terminar. Al día siguiente nos marchamos de allí, para hacer las visitas que teníamos pendientes.
Saber todo lo que me había perdido me hacía estar más impaciente por empezar a hacer cosas, sobre todo porque yo tampoco tenía intenciones de quedarme en la isla. Cada uno debíamos regresar a nuestro sitio. - Supongo que antes me despediré de algunas personas. Hay gente aquí que me cae bien. Después nos iremos y haremos más grandes las hermandades. Hay mucho por mejorar todavía, y tenemos que recorrer mundo. - cerré el puño metálico del brazo que me terminaron de poner, eso sería otra de las cosas a solucionar para no tener que andar quitando y poniendo todo el rato. Después me puse en pie despacio, cogiendo la ropa que me habían traído. Aún estaba algo flojo, pero era cuestión de tiempo el poder aprovechar la supuesta fuerza de los licántropos. Salí de la enfermería seguido de Astaroth, separándonos cuando yo fui a darme un baño y a vestirme. Después de aquello nos volvimos a reunir para comer algo, descansando al terminar. Al día siguiente nos marchamos de allí, para hacer las visitas que teníamos pendientes.
Ya había escuchado esa risa oscura en ella y sabía que no auguraba nada bueno. Gruñí al ver a las garras hacerse más puntiagudas y apreté la mandíbula mientras me tapaba las orejas ante el ruido del metal rayando la piedra. Ah, no era Michael Myers, estaba tratando con Freddy Krueger en tacones, sin duda iba a invadir y tomar el control de mis sueños. En principio no sentí que expresara rechazo al saber que yo era un feral. -Pues, si, de hecho todos los ferales felinos como yo que conocí eran “jagunodes” que se traduce como “guerreros cazadores”, la diferencia es que yo no le tengo miedo a las muestras de afecto.- Dije en tono casual mientras guardaba los frascos en los bolsillos de mi pantalón, pero las palabras desafiantes estaban ahí. Podía reconocer a un depredador cuando lo veía, su mirada era acechante y su andar tenía la seguridad que da estar en la cima de la cadena alimenticia, por eso acercarse era tan difícil y la estaba retando a mostrarse suave.
-... Debió.- Corregí cuando fui regañado, aunque sin estar convencido. ¿Ella era mi superior?¿En qué momento accedí a que fuera mi jefa si ni siquiera sabía su nombre, ni dónde estaba, ni qué día era? La miré y ladeé la cabeza cuando declaró que no sabía nada de los Soul, el fastidio en mis facciones era evidente. Me dediqué mucho tiempo a buscarlos, sabía que había mucho que desconocía, pero “no sabes nada” fueron palabras que me molestaron. -Mi búsqueda va a terminar cuando tenga magia.- Puntualice, alguna vez me crucé con estafadores que se hicieron pasar por Soul Reapers, hasta tenían unas calaveras, pero no eran Las Calaveras. Como respuesta a la advertencia, le dediqué una sonrisa insinuante mientras mi mirada brillaba con complicidad al ascender y volver a mirarla a los ojos. -Quisiera que t~usted sea cuidadosa cuando me toque.- Dije mordiéndome la costra del labio porque tenía comezón y para dar a entender mi punto.
Atendí a sus palabras, pero mi mirada traicionera no pudo resistirse a volver a descender para observar su delicioso trasero balancearse. Según ella, los Soul Reapers eran como monjes de clausura, tiene sentido considerando lo que me costó reunir la poca información que tenía de ellos. Lo que me decía acerca de la lealtad, lo de ir y hacer lo que ellos me dijeran me recordó a Sam. Bajo sus órdenes había sanado y operado a personas que podrían haber tenido órdenes de matar, hace no mucho mis órdenes habían sido atacar y yo pensaba que estaba ayudando. Alcé la vista cuando ella se giró y, mientras pensaba en una respuesta, me removí en la cama para quedar cómodamente sentado contra el respaldo pero dejando los pies afuera porque tenía las botas puestas. -Soy capaz de obedecer, pero depende de las órdenes. Soy bueno trabajando en equipo.- Le había entregado mi libertad a Sam y este destruyó miles de vidas, no iba a volver a formar parte de algo así, si podía evitarlo.
-... Debió.- Corregí cuando fui regañado, aunque sin estar convencido. ¿Ella era mi superior?¿En qué momento accedí a que fuera mi jefa si ni siquiera sabía su nombre, ni dónde estaba, ni qué día era? La miré y ladeé la cabeza cuando declaró que no sabía nada de los Soul, el fastidio en mis facciones era evidente. Me dediqué mucho tiempo a buscarlos, sabía que había mucho que desconocía, pero “no sabes nada” fueron palabras que me molestaron. -Mi búsqueda va a terminar cuando tenga magia.- Puntualice, alguna vez me crucé con estafadores que se hicieron pasar por Soul Reapers, hasta tenían unas calaveras, pero no eran Las Calaveras. Como respuesta a la advertencia, le dediqué una sonrisa insinuante mientras mi mirada brillaba con complicidad al ascender y volver a mirarla a los ojos. -Quisiera que t~usted sea cuidadosa cuando me toque.- Dije mordiéndome la costra del labio porque tenía comezón y para dar a entender mi punto.
Atendí a sus palabras, pero mi mirada traicionera no pudo resistirse a volver a descender para observar su delicioso trasero balancearse. Según ella, los Soul Reapers eran como monjes de clausura, tiene sentido considerando lo que me costó reunir la poca información que tenía de ellos. Lo que me decía acerca de la lealtad, lo de ir y hacer lo que ellos me dijeran me recordó a Sam. Bajo sus órdenes había sanado y operado a personas que podrían haber tenido órdenes de matar, hace no mucho mis órdenes habían sido atacar y yo pensaba que estaba ayudando. Alcé la vista cuando ella se giró y, mientras pensaba en una respuesta, me removí en la cama para quedar cómodamente sentado contra el respaldo pero dejando los pies afuera porque tenía las botas puestas. -Soy capaz de obedecer, pero depende de las órdenes. Soy bueno trabajando en equipo.- Le había entregado mi libertad a Sam y este destruyó miles de vidas, no iba a volver a formar parte de algo así, si podía evitarlo.
Lyosha Svensson
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
La descripción de él como guerrero cazador hizo que Lyosha frunciera un poco el ceño -Pero buscas magia de sanación. ¿Sabes? No puedes ser todo- Boh, que se lo dijeran a ella. Había que elegir y al elegir siempre sacrificabas una parte de ti mismo. Sin embargo, respecto a aquello del miedo a las muestras de afecto. Oh, fibra sensible. Muy sensible. La peliblanca dejó de moverse, se quedó muy quieta…Demasiado quieta. Los recuerdos le llenaron… Dolorosos recuerdos. No sólo suyos sino también de Diana. De las únicas dos veces que habían podido permitirse demostrar afección y esas dos veces habían acabado en sacrificio. Afecto… Sí, no era ajena al sentimiento. No era una máquina. Sentía afecto por su hermano y sus sobrinos pero tenía una forma particular de demostrarlo. Vivía bajo un código propio.
Porque cuando dejabas caer los muros…Entonces todo salía mal.
No respondió, se mantuvo impertérrita y fingió que aquello no le había afectado en lo absoluto. Organizó su mente, lentamente y se enfocó de nuevo en el recluta -¿Y qué pasa si no obtienes la magia que quieres?- Inquirió con el ceño levemente fruncido. Ladeó la cabeza para examinarlo, pero se impulsó a sí misma a seguir caminando. Las palabras del hombre habían abierto una brecha que, últimamente, estaba siendo expuesta constantemente y eso la ponía muy nerviosa.
-Si…te toco- Corrigió, porque estaba dando por sentado que aquello. Ese divertido juego de tira y encoge iba a finalizar en algo y…Lyosha aún no estaba convencida. No del todo, no ahora que parecía tan sumiso. Le gustó aquello de que fuese capaz de obedecer, pero aún así tuviera una vena rebelde. Era interesante. Se necesitaba siempre en los Soul Reaper alguien con …algo de vida. Como la imbécil de Vanessa, sí -Levántate- Murmuró ignorando a dónde se iban sus ojos y empezó a caminar hacia la sala de las calaveras, bajando escalones y escalones. Y, como no se había ganado su confianza, el metal cobró vida y se convirtió en una armadura liviana en la parte de atras de su cuerpo cubriendo su espalda y cuello para evitar una puñalada trapera -Cuando eres expuesto a las calaveras, Allen, ellas son las que te eligen a ti. Tú no tienes la potestad de hacer lo que te da la gana. Puede ser que una de ellas reaccione o puede ser que no. Así que…prepárate para estar decepcionado, no voy a darte falsas esperanzas- Expresó -Y si ninguna lo hace, pasarás por la hermandad mental que te borrará la memoria sobre lo que has aprendido hoy aquí. ¿He sido clara? No te quiero dando nuestra información por ahí
Porque cuando dejabas caer los muros…Entonces todo salía mal.
No respondió, se mantuvo impertérrita y fingió que aquello no le había afectado en lo absoluto. Organizó su mente, lentamente y se enfocó de nuevo en el recluta -¿Y qué pasa si no obtienes la magia que quieres?- Inquirió con el ceño levemente fruncido. Ladeó la cabeza para examinarlo, pero se impulsó a sí misma a seguir caminando. Las palabras del hombre habían abierto una brecha que, últimamente, estaba siendo expuesta constantemente y eso la ponía muy nerviosa.
-Si…te toco- Corrigió, porque estaba dando por sentado que aquello. Ese divertido juego de tira y encoge iba a finalizar en algo y…Lyosha aún no estaba convencida. No del todo, no ahora que parecía tan sumiso. Le gustó aquello de que fuese capaz de obedecer, pero aún así tuviera una vena rebelde. Era interesante. Se necesitaba siempre en los Soul Reaper alguien con …algo de vida. Como la imbécil de Vanessa, sí -Levántate- Murmuró ignorando a dónde se iban sus ojos y empezó a caminar hacia la sala de las calaveras, bajando escalones y escalones. Y, como no se había ganado su confianza, el metal cobró vida y se convirtió en una armadura liviana en la parte de atras de su cuerpo cubriendo su espalda y cuello para evitar una puñalada trapera -Cuando eres expuesto a las calaveras, Allen, ellas son las que te eligen a ti. Tú no tienes la potestad de hacer lo que te da la gana. Puede ser que una de ellas reaccione o puede ser que no. Así que…prepárate para estar decepcionado, no voy a darte falsas esperanzas- Expresó -Y si ninguna lo hace, pasarás por la hermandad mental que te borrará la memoria sobre lo que has aprendido hoy aquí. ¿He sido clara? No te quiero dando nuestra información por ahí
Asentí como respuesta ya que tenía muy presente lo que buscaba, lo de guerrero cazador lo usaba cuando no había otro remedio. Mi desafío pareció no afectarla aunque sentí que se tensó como cuerda de guitarra. Me recordó a los jagunodes, no me dejaban acercarme a ellos ni para cerrarles una herida abierta, eran violencia pura y caótica, territoriales e irracionales. Claro que yo había pasado momentos desagradables por dejar entrar gente a mi vida, algunos me habían llevado al borde de la muerte, pero mantenía mi fe en la bondad de las personas. La preocupación se reflejó en mis ojos y mis facciones se endurecieron ante su pregunta. -La cambiaré por la magia que quiero.- Respondí y quedé pendiente a ver su reacción.
Mis ojos verdes centellearon por el fuego del deseo que me consumía por dentro y me estremecí ante sus fríos ojos azules. Ansiaba sentirla recorrer mi cuerpo con sus manos, sus uñas presionando mi piel. Había saboreado un poco de su pálida tez y quería más. Quería adorar su cuerpo hasta hacerla gemir de placer. -Aquí la espero.- La desafié a acercarse a mí con una filosa sonrisa. Me levanté con cautela cuando así lo indicó, al ver que iba en dirección a la salida de la habitación, me pregunté si entraría alguien más a reemplazarla o algo así. Guardé las carpetas debajo de mi sudadera, la pistola en el cinturón del pantalón, me asomé por la puerta para mirar si venía alguien y troté detrás de ella, bajando escalones de dos en dos para alcanzarla, mirando el lugar con curiosidad.
Hice una mueca al ver la armadura de metal que se puso pero no dije nada. La inquietud creció dentro de mí al escuchar sus palabras y mis músculos se tensaron nerviosos. Me dió vértigo pensar que la calavera que yo quería no me elegiría, después de tanto tiempo imaginando este momento... ¿Qué haría si otra calavera me elegía o... si ninguna me elegía?¿Debería renunciar a aquello que tanto había anhelado? No estaba listo... o tal vez estaba más que listo y si ninguna me escogía sería porque al fin era hora de renunciar definitivamente al plan con el que había salido de Sierra Leona. Me giré para mirarla a la cara bruscamente cuando dijo que me borrarían la memoria y me puse delante de ella intentando obstaculizarle el camino para que no avance y me mire a los ojos.
-Si no recuerdo que las calaveras me rechazaron, voy a volver una y otra vez, voy a buscarlos hasta el fin del mundo y más allá.- Aunque recordara que no me habían elegido, volvería una y otra vez, pero era posible que después de varios intentos me rindiera y siguiera con mi vida, pero si no me acordaba, no habría fin. -No diré nada, lo juro.- Prometí con toda la franqueza que había en mí. Sabía que eso podría no ser suficiente, pero había que intentarlo. En ese momento me acordé de la pila cervical y me pregunté si alguien estaba mirando a través de mis ojos, si podrían ver mis recuerdos y pensamientos. Al mirar alrededor noté que el sitio tenía aspecto de ser uno de los más importantes del lugar, abrí la puerta que había ante mí y contuve el aliento al ver la sala circular en la que 13 pedestales alzaban con orgullo las reliquias.
¿Será cierto?
Tanto tiempo buscándolas, ¿las había encontrado, al fin?
¿Mi búsqueda iba a terminar?
Contemplé las calaveras ante mí quieto y en silencio durante un largo momento. La piel me cosquilleaba por la emoción y avancé al interior de la sala pero me detuve antes de entrar en el círculo de pedestales. -Lo que las calaveras me den ¿Puede ser quitado?- Pregunté con voz ronca que hizo eco en la estancia. -Tengo un último deseo.- Hablé girandome para mirar a la peliblanca. Me sentía temerario y aproveché el impulso de la emoción. -Usted sabe mi nombre.- Dije aproximándome a ella con deliberada lentitud y con la intención de detener mi boca a pocos centímetros de su oreja para murmurar: -Quiero saber el suyo.- Con voz profunda y vibrante.
Mis ojos verdes centellearon por el fuego del deseo que me consumía por dentro y me estremecí ante sus fríos ojos azules. Ansiaba sentirla recorrer mi cuerpo con sus manos, sus uñas presionando mi piel. Había saboreado un poco de su pálida tez y quería más. Quería adorar su cuerpo hasta hacerla gemir de placer. -Aquí la espero.- La desafié a acercarse a mí con una filosa sonrisa. Me levanté con cautela cuando así lo indicó, al ver que iba en dirección a la salida de la habitación, me pregunté si entraría alguien más a reemplazarla o algo así. Guardé las carpetas debajo de mi sudadera, la pistola en el cinturón del pantalón, me asomé por la puerta para mirar si venía alguien y troté detrás de ella, bajando escalones de dos en dos para alcanzarla, mirando el lugar con curiosidad.
Hice una mueca al ver la armadura de metal que se puso pero no dije nada. La inquietud creció dentro de mí al escuchar sus palabras y mis músculos se tensaron nerviosos. Me dió vértigo pensar que la calavera que yo quería no me elegiría, después de tanto tiempo imaginando este momento... ¿Qué haría si otra calavera me elegía o... si ninguna me elegía?¿Debería renunciar a aquello que tanto había anhelado? No estaba listo... o tal vez estaba más que listo y si ninguna me escogía sería porque al fin era hora de renunciar definitivamente al plan con el que había salido de Sierra Leona. Me giré para mirarla a la cara bruscamente cuando dijo que me borrarían la memoria y me puse delante de ella intentando obstaculizarle el camino para que no avance y me mire a los ojos.
-Si no recuerdo que las calaveras me rechazaron, voy a volver una y otra vez, voy a buscarlos hasta el fin del mundo y más allá.- Aunque recordara que no me habían elegido, volvería una y otra vez, pero era posible que después de varios intentos me rindiera y siguiera con mi vida, pero si no me acordaba, no habría fin. -No diré nada, lo juro.- Prometí con toda la franqueza que había en mí. Sabía que eso podría no ser suficiente, pero había que intentarlo. En ese momento me acordé de la pila cervical y me pregunté si alguien estaba mirando a través de mis ojos, si podrían ver mis recuerdos y pensamientos. Al mirar alrededor noté que el sitio tenía aspecto de ser uno de los más importantes del lugar, abrí la puerta que había ante mí y contuve el aliento al ver la sala circular en la que 13 pedestales alzaban con orgullo las reliquias.
¿Será cierto?
Tanto tiempo buscándolas, ¿las había encontrado, al fin?
¿Mi búsqueda iba a terminar?
Contemplé las calaveras ante mí quieto y en silencio durante un largo momento. La piel me cosquilleaba por la emoción y avancé al interior de la sala pero me detuve antes de entrar en el círculo de pedestales. -Lo que las calaveras me den ¿Puede ser quitado?- Pregunté con voz ronca que hizo eco en la estancia. -Tengo un último deseo.- Hablé girandome para mirar a la peliblanca. Me sentía temerario y aproveché el impulso de la emoción. -Usted sabe mi nombre.- Dije aproximándome a ella con deliberada lentitud y con la intención de detener mi boca a pocos centímetros de su oreja para murmurar: -Quiero saber el suyo.- Con voz profunda y vibrante.
Lyosha Svensson
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Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
-No- Fue el único monosílabo que salió de la boca de Lyosha junto con un chasqueó de lengua y un movimiento negativo con la cabeza -No funciona así, minino- No le explicó mucho más allá, que se aguantara las consecuencias de lo que iba a hacer y…Bueno, si tocaba cortarle la garganta de oreja a oreja sospechaba que después de tanto tiempo fuera de Sierra Leona nadie iba a extrañarlo.
El desafío en sus palabras y el fuego en sus ojos hizo que la peliblanca entrecerrara los propios. Odiaba que creyera que iba a ir a por él. Y también ese cosquilleo bajo su piel, esa duda de cómo se sentiría tenerlo contra ella. A su merced. Contuvo el ronroneo que quería salir y se concentró en su trabajo. Bajó, sabiendo que iba tras ella apresurándose para alcanzarle el paso. Pero no se esperó que se le atravesara en medio. Iba a tener que enseñarle una cosa o dos sobre cómo dirigirse a su persona -Oh, el bucle sin fin. ¿Crees que me importa una mierda?- Le preguntó fijando su mirada de acero azul en la profundidad esmeralda de los contrarios notando que había algo de ansiedad en ellos pero no tocaba ninguna fibra en la revenant -Tu palabra no vale nada para mí- Le dijo y chasqueó los dedos para que acabara entrando a la sala.
Ladeó la cabeza mientras iba caminando hacia un lado de la sala. Su calavera de metal la saludaba como sólo ella sabía y su magia se removió inquieta en sí misma. Sonrió de lado, complacida y apoyó la espalda contra la pared. Volvió la vista hacia Allen y asintió -No. Y sí- Sonrió de lado, pérfida y oscuramente -Técnicamente nadie puede quitarte la magia pero si te corto la garganta verás tu sangre, tu magia y tu vida desvanecerse- Mencionó y la armadura mutó de nuevo ya que no necesitaba protegerse la espalda, pasó a sus antebrazos construyendo unos brazaletes y de nuevo las garras.
Arqueó las cejas con sorpresa cuando indicó que tenía un último deseo -No soy un genio- Le respondió con hastío mientras se acercaba a ella. La intensidad que había en su mirada, a cualquiera, podría haberle hecho doblar las rodillas, pero a ella no. Forjada en el espíritu de los Souls, templada en el frío de Rusia, rota y vuelta a armar en el infierno; no había nada en Allen que pudiera hacerle temer pese a su cercanía. Lo dejó hacer, lo dejó susurrar en su oreja y sintió el cálido aliento recorrerle la piel como un bálsamo y su voz hacerle temblar los huesos. Él no la veía, pero Lyosha sonrió de lado, mordiéndose el labio inferior para contener la oscura risa que iba a salir de su cuerpo.
En un entrenado movimiento, el juego cambió, y ahora Allen estaba contra la pared. Su carita, de lado, apretándose contra la piedra mientras Lyosha le cogía del cabello presionándole con fuerza. Sus labios recorrieron la piel expuesta de su mejilla, inspirando su aroma, tanteando su energía renovada tan tentadora como un flujo de sangre expuesto a un vampiro. Ronroneó pegando su cuerpo al de él, mientras una de sus garras bajaba lentamente por su costado hasta la unión entre sus piernas y apretaba. Sus dientes encontraron el lóbulo de su oreja y lo mordió con suavidad y entonces susurró las palabras para él - Demasiado para que lo manejes, gatito- Entonces rió y lo soltó, alejándose de él como si nada hubiese pasado y acercándose a las calaveras con el reto dibujado en el rostro. ¿Qué coño le estaba pasando? No lo sabía, pero era divertido. Se estaba divirtiendo…Sin sangre ni matanza de por medio. Eso era nuevo. Y raro. Muy raro -Tienes que ganártelo- Se llevó las manos a las caderas y movió la barbilla hacia las calaveras -Déjalas decidir si tu destino está vinculado a nosotros-
El desafío en sus palabras y el fuego en sus ojos hizo que la peliblanca entrecerrara los propios. Odiaba que creyera que iba a ir a por él. Y también ese cosquilleo bajo su piel, esa duda de cómo se sentiría tenerlo contra ella. A su merced. Contuvo el ronroneo que quería salir y se concentró en su trabajo. Bajó, sabiendo que iba tras ella apresurándose para alcanzarle el paso. Pero no se esperó que se le atravesara en medio. Iba a tener que enseñarle una cosa o dos sobre cómo dirigirse a su persona -Oh, el bucle sin fin. ¿Crees que me importa una mierda?- Le preguntó fijando su mirada de acero azul en la profundidad esmeralda de los contrarios notando que había algo de ansiedad en ellos pero no tocaba ninguna fibra en la revenant -Tu palabra no vale nada para mí- Le dijo y chasqueó los dedos para que acabara entrando a la sala.
Ladeó la cabeza mientras iba caminando hacia un lado de la sala. Su calavera de metal la saludaba como sólo ella sabía y su magia se removió inquieta en sí misma. Sonrió de lado, complacida y apoyó la espalda contra la pared. Volvió la vista hacia Allen y asintió -No. Y sí- Sonrió de lado, pérfida y oscuramente -Técnicamente nadie puede quitarte la magia pero si te corto la garganta verás tu sangre, tu magia y tu vida desvanecerse- Mencionó y la armadura mutó de nuevo ya que no necesitaba protegerse la espalda, pasó a sus antebrazos construyendo unos brazaletes y de nuevo las garras.
Arqueó las cejas con sorpresa cuando indicó que tenía un último deseo -No soy un genio- Le respondió con hastío mientras se acercaba a ella. La intensidad que había en su mirada, a cualquiera, podría haberle hecho doblar las rodillas, pero a ella no. Forjada en el espíritu de los Souls, templada en el frío de Rusia, rota y vuelta a armar en el infierno; no había nada en Allen que pudiera hacerle temer pese a su cercanía. Lo dejó hacer, lo dejó susurrar en su oreja y sintió el cálido aliento recorrerle la piel como un bálsamo y su voz hacerle temblar los huesos. Él no la veía, pero Lyosha sonrió de lado, mordiéndose el labio inferior para contener la oscura risa que iba a salir de su cuerpo.
En un entrenado movimiento, el juego cambió, y ahora Allen estaba contra la pared. Su carita, de lado, apretándose contra la piedra mientras Lyosha le cogía del cabello presionándole con fuerza. Sus labios recorrieron la piel expuesta de su mejilla, inspirando su aroma, tanteando su energía renovada tan tentadora como un flujo de sangre expuesto a un vampiro. Ronroneó pegando su cuerpo al de él, mientras una de sus garras bajaba lentamente por su costado hasta la unión entre sus piernas y apretaba. Sus dientes encontraron el lóbulo de su oreja y lo mordió con suavidad y entonces susurró las palabras para él - Demasiado para que lo manejes, gatito- Entonces rió y lo soltó, alejándose de él como si nada hubiese pasado y acercándose a las calaveras con el reto dibujado en el rostro. ¿Qué coño le estaba pasando? No lo sabía, pero era divertido. Se estaba divirtiendo…Sin sangre ni matanza de por medio. Eso era nuevo. Y raro. Muy raro -Tienes que ganártelo- Se llevó las manos a las caderas y movió la barbilla hacia las calaveras -Déjalas decidir si tu destino está vinculado a nosotros-
Pude sentir las frías garras de la incertidumbre deslizarse debajo de mi piel, rasgando mis convicciones a su paso mientras secretaba dudas que aguijoneaban mi mente. La inquietud me oprimió el pecho al comprender que, al matarme, ella no sentiría remordimiento alguno. No nos conocíamos y era normal que yo no le importara, pero la frialdad de sus ojos era perturbadora. Me pregunté qué fue lo que la había endurecido así; ¿La guerra?¿La recluida vida de los Soul Reapers?¿Los estigmas sobre aquella raza?
Gruñí en respuesta al poco valor de mi palabra, visiblemente molesto con su falta de empatía. Si no le importaba condenarme a una búsqueda eterna, pues que así sea. Lo que encontré ante mis ojos tras abrir la puerta me dejó sin palabras. Había imaginado tantas veces estar frente a las reliquias, era una experiencia sobrecogedora. Pude sentir como una ola de calor recorrió mi cuerpo por la emoción. Noté que la mujer se movió por la habitación y me giré hacia ella con el ceño fruncido, confundido ante esa respuesta tan vaga. -Tal vez t~ le convendría más dejarme con vida, suelo ser un aliado útil cuando no estoy siendo amenazado de muerte.- En el caos de la batalla era necesario mantener la calma para poder curar, mi vida corría peligro y lo hacía igual, pero si no había riesgo era más fácil.
Estaba embriagado por la intensidad del momento, eso me hizo más osado. Ante la mención del genio, esbocé una filosa sonrisa al permitirme imaginarla vestida con seda translúcida cual odalisca. Mi cuerpo reaccionó ansioso cuando su perfume cobrizo inundó mis sentidos mientras la tentadora piel de su cuello me hizo salivar hambriento. Quería que esos labios seductores pronunciaran su nombre, quería aprisionarla y arrancarle la ropa pero de repente yo era el que estaba contra la pared. Gruñí complacido con su iniciativa y molesto por estar retenido contra la fría piedra. El tacto de sus labios contrastó mucho con la áspera roca en la que mi cuerpo era presionado. Un bajo pero constante rugido resonó en mi garganta al sentir su cuerpo contra mi espalda. Las consecuencias del rudo jugueteo estaba tensando la tela de mi pantalón y presionando contra la piedra. Mis músculos se estremecieron al sentir la garra arañando y, al sentir mi entrepierna siendo presionada, recorrí sus muslos con mis manos hasta llegar a su jugoso trasero que apreté en venganza.
El profundo rugido se hizo un poco más fuerte al sentir el estimulante mordisqueo e hice fuerza para poder girar el cuerpo porque quería devorar sus labios. Tras aquellas palabras fui liberado y despojado del placentero peso del cuerpo de la mujer por lo que detuve el rugido y me giré. Mi cuerpo vibraba anhelando volver a sentir el suyo, mis ojos brillaban de deseo cuando posé la mirada sobre la peliblanca y pasé a su lado en mi camino hacia el centro del círculo de pedestales decidido a afrontar el momento de la verdad sin ningún tipo de vergüenza por las muestras de excitación que me delataban. Miré cada una de las calaveras que me rodeaban y respire hondamente. Aquello que había buscado por tanto tiempo, tantos lugares, todo por lo que había pasado y en ese momento tal vez me encontraba al final de la historia... más bien, al inicio de una nueva vida, cualquiera sea la calavera que me elija... pero... si ninguna me escogía, ¿qué haría?. Me consoló pensar que me las arreglaría mas no por eso dejó de preocuparme.
Durante segundos angustiosamente largos esperé a que una se ilumine, no iba a vencerme, había llegado hasta ahí y no había vuelta atrás. Busqué alguna señal en las reliquias durante agonizantes momentos pero todo lo que podía oír era el acelerado latido de mi corazón... aunque... ¿ese era mi corazón? Me alejé del centro buscando el origen de aquel sonido entre los pedestales y me detuve ante uno al percibir algo más. De esa calavera salían los latidos y al acercarme pude sentir en mi piel los pulsos que emitía. -¿Lo escucha? Está... latiendo.- Dije fascinado con la mirada fija en la reliquia que, aunque lo desconocía, era la de sanación. No sabía qué se suponía que tenía que hacer pero quería agarrarla aunque, en cuanto la toqué, una sensación extraña e intensa me invadió. Una corriente eléctrica me recorrió desde la cabeza hasta los piés. Miré encandilado el flujo energético que surgió de la calavera y me traspasó mientras iluminaba tenuemente la sala. Aparté la mano y miré a la mujer aturdido.
-¿Qué pasó?- Aún podía sentir el hormigueo en mi cuerpo, debajo de mi piel. ¿Había sido alguna alerta de seguridad? Las sensaciones habían sido indescriptibles, nunca había experimentado algo así.
Gruñí en respuesta al poco valor de mi palabra, visiblemente molesto con su falta de empatía. Si no le importaba condenarme a una búsqueda eterna, pues que así sea. Lo que encontré ante mis ojos tras abrir la puerta me dejó sin palabras. Había imaginado tantas veces estar frente a las reliquias, era una experiencia sobrecogedora. Pude sentir como una ola de calor recorrió mi cuerpo por la emoción. Noté que la mujer se movió por la habitación y me giré hacia ella con el ceño fruncido, confundido ante esa respuesta tan vaga. -Tal vez t~ le convendría más dejarme con vida, suelo ser un aliado útil cuando no estoy siendo amenazado de muerte.- En el caos de la batalla era necesario mantener la calma para poder curar, mi vida corría peligro y lo hacía igual, pero si no había riesgo era más fácil.
Estaba embriagado por la intensidad del momento, eso me hizo más osado. Ante la mención del genio, esbocé una filosa sonrisa al permitirme imaginarla vestida con seda translúcida cual odalisca. Mi cuerpo reaccionó ansioso cuando su perfume cobrizo inundó mis sentidos mientras la tentadora piel de su cuello me hizo salivar hambriento. Quería que esos labios seductores pronunciaran su nombre, quería aprisionarla y arrancarle la ropa pero de repente yo era el que estaba contra la pared. Gruñí complacido con su iniciativa y molesto por estar retenido contra la fría piedra. El tacto de sus labios contrastó mucho con la áspera roca en la que mi cuerpo era presionado. Un bajo pero constante rugido resonó en mi garganta al sentir su cuerpo contra mi espalda. Las consecuencias del rudo jugueteo estaba tensando la tela de mi pantalón y presionando contra la piedra. Mis músculos se estremecieron al sentir la garra arañando y, al sentir mi entrepierna siendo presionada, recorrí sus muslos con mis manos hasta llegar a su jugoso trasero que apreté en venganza.
El profundo rugido se hizo un poco más fuerte al sentir el estimulante mordisqueo e hice fuerza para poder girar el cuerpo porque quería devorar sus labios. Tras aquellas palabras fui liberado y despojado del placentero peso del cuerpo de la mujer por lo que detuve el rugido y me giré. Mi cuerpo vibraba anhelando volver a sentir el suyo, mis ojos brillaban de deseo cuando posé la mirada sobre la peliblanca y pasé a su lado en mi camino hacia el centro del círculo de pedestales decidido a afrontar el momento de la verdad sin ningún tipo de vergüenza por las muestras de excitación que me delataban. Miré cada una de las calaveras que me rodeaban y respire hondamente. Aquello que había buscado por tanto tiempo, tantos lugares, todo por lo que había pasado y en ese momento tal vez me encontraba al final de la historia... más bien, al inicio de una nueva vida, cualquiera sea la calavera que me elija... pero... si ninguna me escogía, ¿qué haría?. Me consoló pensar que me las arreglaría mas no por eso dejó de preocuparme.
Durante segundos angustiosamente largos esperé a que una se ilumine, no iba a vencerme, había llegado hasta ahí y no había vuelta atrás. Busqué alguna señal en las reliquias durante agonizantes momentos pero todo lo que podía oír era el acelerado latido de mi corazón... aunque... ¿ese era mi corazón? Me alejé del centro buscando el origen de aquel sonido entre los pedestales y me detuve ante uno al percibir algo más. De esa calavera salían los latidos y al acercarme pude sentir en mi piel los pulsos que emitía. -¿Lo escucha? Está... latiendo.- Dije fascinado con la mirada fija en la reliquia que, aunque lo desconocía, era la de sanación. No sabía qué se suponía que tenía que hacer pero quería agarrarla aunque, en cuanto la toqué, una sensación extraña e intensa me invadió. Una corriente eléctrica me recorrió desde la cabeza hasta los piés. Miré encandilado el flujo energético que surgió de la calavera y me traspasó mientras iluminaba tenuemente la sala. Aparté la mano y miré a la mujer aturdido.
-¿Qué pasó?- Aún podía sentir el hormigueo en mi cuerpo, debajo de mi piel. ¿Había sido alguna alerta de seguridad? Las sensaciones habían sido indescriptibles, nunca había experimentado algo así.
Nada mas aparecer en el interior de la Torre, la actividad mágica de la Sala de las Calaveras llamó mi atención. Lyosha estaba alli, y podía percibir un aura más con ella, una que no conocía todavía.
Desapareci rapidamente de donde estaba y volví a aparecer en la sala de las calaveras. Ah, era el hombre con el que estaba coqueteando durante el baile. Se lo habia traido aquí?
- Qué rápido coges confianza, Lyosha.
"la calavera de sanación?"
Mis ojos destellearon en rojo al ver que esa era la calavera que se había activado, junto a la que el hombre estaba. Interesante.... este nuevo acólito, sería válido? Hice aparecer un látigo de fuego en mi mano, restalló contra el suelo y luego lo sacudí contra el antebrazo de Allen. Tiré de él bruscamente hacia el suelo y luego lo hice restallar de nuevo, pero esta vez, a su cuello. El latigo se hundiría en su cuello, al igual que lo había hecho en el brazo, causandole probablemente ademas de quemaduras una grave y profunda herida que deberia tratar inmediatamente si no quería morir desangrado. Probaría su temple, su decisión.
- Un humano feral en búsqueda del poder de los Soul Reaper.... la calavera de sanación te ha elegido. - hice desaparecer el látigo con el que lo había atacado tan súbitamente. - El poder no es solo para los magos. - le hice un gesto con la cabeza. - Úsalo ahora, y prueba ser digno de pertenecer a esta hermandad.
Alcé mi vista desde Allen hasta Lyosha, frunciendo el ceño.
- Nos vamos en 24 horas. - aunque supongo que ya habria recibido el mensaje mental.
__
AM a Allen
30 dados + 10 hab + 60 base + 10 capa runica= 110 para allen
Desapareci rapidamente de donde estaba y volví a aparecer en la sala de las calaveras. Ah, era el hombre con el que estaba coqueteando durante el baile. Se lo habia traido aquí?
- Qué rápido coges confianza, Lyosha.
"la calavera de sanación?"
Mis ojos destellearon en rojo al ver que esa era la calavera que se había activado, junto a la que el hombre estaba. Interesante.... este nuevo acólito, sería válido? Hice aparecer un látigo de fuego en mi mano, restalló contra el suelo y luego lo sacudí contra el antebrazo de Allen. Tiré de él bruscamente hacia el suelo y luego lo hice restallar de nuevo, pero esta vez, a su cuello. El latigo se hundiría en su cuello, al igual que lo había hecho en el brazo, causandole probablemente ademas de quemaduras una grave y profunda herida que deberia tratar inmediatamente si no quería morir desangrado. Probaría su temple, su decisión.
- Un humano feral en búsqueda del poder de los Soul Reaper.... la calavera de sanación te ha elegido. - hice desaparecer el látigo con el que lo había atacado tan súbitamente. - El poder no es solo para los magos. - le hice un gesto con la cabeza. - Úsalo ahora, y prueba ser digno de pertenecer a esta hermandad.
Alcé mi vista desde Allen hasta Lyosha, frunciendo el ceño.
- Nos vamos en 24 horas. - aunque supongo que ya habria recibido el mensaje mental.
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