Recuerdo del primer mensaje :
Los espacios de la residencia son amplios y abiertos, con paredes de cristal corredizas, tragaluces y ventanales, dando la sensación de estar en contacto directo con la naturaleza. Dentro de la casa, no hay plantas, pero la propiedad está estrechamente rodeada por árboles. La estética interior recuerda a su natal Grecia, pero con aires Ingleses. Los pisos son de madera y las paredes blancas en su mayoría, con hechizos suficientes para hacerla resistente e infranqueable.
Entrando por la puerta principal, queda de frente una escalera ancha de madera clara que lleva al piso superior, y una que baja al inferior.
En el piso superior se encuentra la habitación de Sofía, además de algunas áreas personales, como su estudio y una sala de estar.
En el piso central, los espacios son amplios y abiertos. En este piso se encuentra una terraza pequeña, sala de estar, un solarium y dos habitaciones que no usa porque le resultan muy cerradas.
En el piso inferior, que queda al raz del agua del río, se encuentra la cocina, una amplia cava de vinos acondicionada para mantener ciertas pociones (y dos o tres vinos), y una terraza con espacios de descanso. En este piso, no hay paredes divisorias, con lo que se dispone de un solo espacio abierto.
En este piso, hay también una escalera de piedra que baja directamente al lago y que toca también tierra firme. Un camino por la orilla del lago (y uno más por tierra) le llevan al invernadero donde tiene sus espacios de trabajo, para ella y sus alumnos.
Entrando por la puerta principal, queda de frente una escalera ancha de madera clara que lleva al piso superior, y una que baja al inferior.
En el piso superior se encuentra la habitación de Sofía, además de algunas áreas personales, como su estudio y una sala de estar.
En el piso central, los espacios son amplios y abiertos. En este piso se encuentra una terraza pequeña, sala de estar, un solarium y dos habitaciones que no usa porque le resultan muy cerradas.
En el piso inferior, que queda al raz del agua del río, se encuentra la cocina, una amplia cava de vinos acondicionada para mantener ciertas pociones (y dos o tres vinos), y una terraza con espacios de descanso. En este piso, no hay paredes divisorias, con lo que se dispone de un solo espacio abierto.
En este piso, hay también una escalera de piedra que baja directamente al lago y que toca también tierra firme. Un camino por la orilla del lago (y uno más por tierra) le llevan al invernadero donde tiene sus espacios de trabajo, para ella y sus alumnos.
Entrecerró los ojos ante la mención de la última vez y decidió…Decidió no hablar. No quería recordar muchos detalles de la última vez. No quería recordar todos sus regalos en el piso o la forma en la que le había rechazado tan tajantemente. Ni sus lágrimas, odiaba recordar sus lágrimas porque odiaba haberlas provocado. Alzó al cabeza, aunque no se dio cuenta de que la había bajado, cuando preguntó por Grecia. No entendió al principio lo que preguntaba pero la forma en la que le miraba parecía querer seguridad y le recordó el instante, en el invernadero, cuando se había aferrado a él y sólo sus palabras la habían llevado al abismo -Te llevaré a Grecia- Sentenció con seriedad, con compromiso.
Le gustó que esperara para abrir el regalo con él allí. Quería ver su expresión -Umm…Pero ahora no te puedes desaparecer y yo no estoy aquí. Si alguien está en el bosque como enemigo, las puertas cerradas te darán tiempo extra para avisarme de que algo pasa- Insistió un poco más y sabría que aquello generaría alguna especie de discusión del tipo: Sé defenderme sola, no te necesito, me da igual, el bosque me cuida y demás mierdas; pero él quería saber, él quería estar si ocurría algo… así que simplemente esperó en silencio hasta que le respondiera para explicárselo posteriormente.
-¿Tienes chocolate caliente?- Los té no eran lo suyo pero -O hazme uno de esos tés que dijiste que querías probar- Mencionó alzando su mano maldita y la movió con suavidad para hacerle saber a que se refería -Kurabiedes, eso…Vale, mañana- Así que mañana también tendrían cita…Aunque él tenía que ir a acomodar unas cosas de los juicios y del maldito que le había clavado un tenedor en el ojo -Lo he comprado. He tardado lo suyo pero hay un carpintero en el mercado que hace kayaks…No me preguntes porqué… pero los hace. Tenía dos y he elegido el más grande- Se sentó en una de las sillas y se inclinó al frente tras abrirse el abrigo -Ábrela- Murmuró y le tendió la caja mientras desde donde estaba le contemplaba el rostro.
Le gustó que esperara para abrir el regalo con él allí. Quería ver su expresión -Umm…Pero ahora no te puedes desaparecer y yo no estoy aquí. Si alguien está en el bosque como enemigo, las puertas cerradas te darán tiempo extra para avisarme de que algo pasa- Insistió un poco más y sabría que aquello generaría alguna especie de discusión del tipo: Sé defenderme sola, no te necesito, me da igual, el bosque me cuida y demás mierdas; pero él quería saber, él quería estar si ocurría algo… así que simplemente esperó en silencio hasta que le respondiera para explicárselo posteriormente.
-¿Tienes chocolate caliente?- Los té no eran lo suyo pero -O hazme uno de esos tés que dijiste que querías probar- Mencionó alzando su mano maldita y la movió con suavidad para hacerle saber a que se refería -Kurabiedes, eso…Vale, mañana- Así que mañana también tendrían cita…Aunque él tenía que ir a acomodar unas cosas de los juicios y del maldito que le había clavado un tenedor en el ojo -Lo he comprado. He tardado lo suyo pero hay un carpintero en el mercado que hace kayaks…No me preguntes porqué… pero los hace. Tenía dos y he elegido el más grande- Se sentó en una de las sillas y se inclinó al frente tras abrirse el abrigo -Ábrela- Murmuró y le tendió la caja mientras desde donde estaba le contemplaba el rostro.
Algo dentro de ella se estremeció. Un sentimiento extraño la recorrió mientras escuchaba y veía al contrario, y comprobaba el tono con el que decía aquella promesa. Nunca antes le había visto con tal templanza y confianza en algo, con seriedad y comprometido con una promesa. Su pecho se hinchó mientras trataba de no hacerse vanas ilusiones, pero si era franca consigo misma, debía admitirse que le había calado hondo. Que aquella promesa era la cosa más importante que se habían dicho desde el primer baile. Terminó por solo asentir, dejándose guiar hasta la cocina mientras escuchaba las nuevas palabras del contrario.
Le escuchó y permaneció callada por un segundo mientras revolvía su té antes de responder.- Está bien.- Dijo con calma, restándole importancia al asunto. Le parecía bien. Se dedicó a sacar las cosas para prepararle el chocolate caliente que quería. El té se lo prepararía después de las tradiciones para que pudiera dormir con tranquilidad. Sin embargo, algo en la forma en que dijo lo de los kurabiedes le llamó la atención y se apartó un momento del fuego sin dejar de revolverlo.- Oh, no, me refería a que yo no comeré más hoy. Ya he comido demasiados dulces y aún me pienso comer uno de los que me enviaste, pero aún tengo muchos, te serviré algunos para el chocolate.- Murmuró aclarando su posición, pues le pareció que el contrario la estaba etiquetando de egoísta por no darle dulces ese día. Sin pensarlo, colocó algunos en un plato y cuando el chocolate estuvo listo, se lo sirvió al moreno en una de sus tazas bonitas.
Al escuchar la historia del barco, no pudo evitar sonreír.- El pequeño también habría servido, los barcos que lanzamos no suelen ser muy grandes.- No recordaba si el día anterior le había dicho lo contrario, pero se sentía extrañamente bien de saber que se había preocupado por conseguirle su tradición. Había sido un detalle importante. Cuando le pasó la caja, tuvo que dejar el té de lado porque de verdad era algo por lo que tenía curiosidad. Dejó la tarjeta de lado y, cuidadosamente, comenzó a jalar un extremo del lazo mientras su vista estaba fija en el contrario. Su mano, mientras tanto, prolongó el momento lo más que pudo, mientras su mirada capturaba el entusiasmo que el moreno tenía por aquello. Al final, iba a resultar que Sayid se había metido en su cabeza aquella noche, pues cada gesto lo veía con otros ojos. Cuando retiró la tapa, finalmente se sintió perpleja por un instante sobre el contenido. Lo primero que saltó a su vista fueron la rosa y el lirio, pero al ver el halcón encontró el hilo del que pendía todo y le hizo sentido. De un dedo, se colgó la figurilla del halcón y se la colocó a la altura del rostro para inspeccionarla con una sonrisa en los labios. De pronto, cayó en cuenta de algo.- Oh, Vishous, son preciosas. Pero este año no puse árbol de navidad.- Mencionó preocupada de quitarle la ilusión al contrario, pues aunque había querido, había tenido muchas cosas que le habían quitado la paz en los últimos días.- Es precioso, el detalle, los contornos, las formas... Son hermosos, Vishous.
Le escuchó y permaneció callada por un segundo mientras revolvía su té antes de responder.- Está bien.- Dijo con calma, restándole importancia al asunto. Le parecía bien. Se dedicó a sacar las cosas para prepararle el chocolate caliente que quería. El té se lo prepararía después de las tradiciones para que pudiera dormir con tranquilidad. Sin embargo, algo en la forma en que dijo lo de los kurabiedes le llamó la atención y se apartó un momento del fuego sin dejar de revolverlo.- Oh, no, me refería a que yo no comeré más hoy. Ya he comido demasiados dulces y aún me pienso comer uno de los que me enviaste, pero aún tengo muchos, te serviré algunos para el chocolate.- Murmuró aclarando su posición, pues le pareció que el contrario la estaba etiquetando de egoísta por no darle dulces ese día. Sin pensarlo, colocó algunos en un plato y cuando el chocolate estuvo listo, se lo sirvió al moreno en una de sus tazas bonitas.
Al escuchar la historia del barco, no pudo evitar sonreír.- El pequeño también habría servido, los barcos que lanzamos no suelen ser muy grandes.- No recordaba si el día anterior le había dicho lo contrario, pero se sentía extrañamente bien de saber que se había preocupado por conseguirle su tradición. Había sido un detalle importante. Cuando le pasó la caja, tuvo que dejar el té de lado porque de verdad era algo por lo que tenía curiosidad. Dejó la tarjeta de lado y, cuidadosamente, comenzó a jalar un extremo del lazo mientras su vista estaba fija en el contrario. Su mano, mientras tanto, prolongó el momento lo más que pudo, mientras su mirada capturaba el entusiasmo que el moreno tenía por aquello. Al final, iba a resultar que Sayid se había metido en su cabeza aquella noche, pues cada gesto lo veía con otros ojos. Cuando retiró la tapa, finalmente se sintió perpleja por un instante sobre el contenido. Lo primero que saltó a su vista fueron la rosa y el lirio, pero al ver el halcón encontró el hilo del que pendía todo y le hizo sentido. De un dedo, se colgó la figurilla del halcón y se la colocó a la altura del rostro para inspeccionarla con una sonrisa en los labios. De pronto, cayó en cuenta de algo.- Oh, Vishous, son preciosas. Pero este año no puse árbol de navidad.- Mencionó preocupada de quitarle la ilusión al contrario, pues aunque había querido, había tenido muchas cosas que le habían quitado la paz en los últimos días.- Es precioso, el detalle, los contornos, las formas... Son hermosos, Vishous.
No le respondió y eso hizo que la mirara largamente, pero en el fondo parecía que finalmente había creído en su palabra así que sonrió. Tampoco se esperó que no le peleara y sacara las garras femeninas para hacerse respetar en su lugar. Él ya tenía todo un argumento preparado para devolverle una respuesta pero… Simplemente lo dejó estar. La miró entrecerrando los ojos -¿Te encuentras bien?- Preguntó, por asegurarse de ello.
Miró cómo se iba a poner a hacer el chocolate y sonrió de lado. Aquello le parecía ciertamente más familiar que cualquier otra cosa que hubiese hecho, y eso que ya le había cocinado cena -De acuerdo, así los probaré. Aunque no sé si superarán los de ayer…- Los “querubines” ¿O era otra palabra? Joder, el griego era jodido. Tendría que aprender cosas básicas por si algún día le daba por maldecirle en griego al menos sabría cuán enojada estaba. Decían que lo primero que se aprendía de un idioma extranjero era eso.
Alzó los hombros como restándole importancia -Me gustaba más este, tenía mejor acabado – Eran casi iguales, sólo que uno era de una plaza y el otro de dos. Y a él le apetecía el de dos. Vishous sopló un poco el chocolate para que no le quemara los labios y bebió un sorbo mientras le sostenía la mirada. Si estaba esperando un juguete sexual estaba muy equivocada. Se rió ante ese pensamiento, podría regalarle un par más a ver qué cara ponía. La sorpresa en su rostro le agradó, porque siempre tenía un gesto de “voy tres pasos delante de ti”.
-No son para el árbol. Dijiste que debíamos decorar el barco y yo te dije que haríamos nuevas tradiciones- Le explicó mientras le miraba y se incorporaba, caminó hasta ponerse detrás de ella y cogió la rosa y el lirio levantándolos al lado del halcón -No pude encontrar una Reina de la noche pero esta me gustó…- Luego alzó un poco más el lirio y sonrió brevemente, lo cierto es que la figurita le hacía cada vez más ilusión -Y este es para ella- Ya que aún no había nombre -Se llama lirio, me lo dijo la dependiente y a mi me pareció una flor preciosa ¿te gusta?- Le preguntó antes de inclinarse y susurrarle al oído -Feliz cumpleaños, Sofía- Tras eso dejó las piezas en la caja y la cogió de la cintura para girarla, no esperó a que respondiera a nada y la cogió de la nuca para atraerla hacia él y besarla con la misma profundidad y deseo de siempre, pero, lentamente. Ya no con avidez, como si se le fuera a escapar entre los dedos, sino con la certeza de que quizás allí había un para siempre.
Miró cómo se iba a poner a hacer el chocolate y sonrió de lado. Aquello le parecía ciertamente más familiar que cualquier otra cosa que hubiese hecho, y eso que ya le había cocinado cena -De acuerdo, así los probaré. Aunque no sé si superarán los de ayer…- Los “querubines” ¿O era otra palabra? Joder, el griego era jodido. Tendría que aprender cosas básicas por si algún día le daba por maldecirle en griego al menos sabría cuán enojada estaba. Decían que lo primero que se aprendía de un idioma extranjero era eso.
Alzó los hombros como restándole importancia -Me gustaba más este, tenía mejor acabado – Eran casi iguales, sólo que uno era de una plaza y el otro de dos. Y a él le apetecía el de dos. Vishous sopló un poco el chocolate para que no le quemara los labios y bebió un sorbo mientras le sostenía la mirada. Si estaba esperando un juguete sexual estaba muy equivocada. Se rió ante ese pensamiento, podría regalarle un par más a ver qué cara ponía. La sorpresa en su rostro le agradó, porque siempre tenía un gesto de “voy tres pasos delante de ti”.
-No son para el árbol. Dijiste que debíamos decorar el barco y yo te dije que haríamos nuevas tradiciones- Le explicó mientras le miraba y se incorporaba, caminó hasta ponerse detrás de ella y cogió la rosa y el lirio levantándolos al lado del halcón -No pude encontrar una Reina de la noche pero esta me gustó…- Luego alzó un poco más el lirio y sonrió brevemente, lo cierto es que la figurita le hacía cada vez más ilusión -Y este es para ella- Ya que aún no había nombre -Se llama lirio, me lo dijo la dependiente y a mi me pareció una flor preciosa ¿te gusta?- Le preguntó antes de inclinarse y susurrarle al oído -Feliz cumpleaños, Sofía- Tras eso dejó las piezas en la caja y la cogió de la cintura para girarla, no esperó a que respondiera a nada y la cogió de la nuca para atraerla hacia él y besarla con la misma profundidad y deseo de siempre, pero, lentamente. Ya no con avidez, como si se le fuera a escapar entre los dedos, sino con la certeza de que quizás allí había un para siempre.
Le pareció curiosa la pregunta del contrario, levantando la mirada de su té a él, inspeccionándole un momento antes de responder.- Sí, perfectamente. ¿Por qué?- Dijo sonriendo, aunque aún extrañada. No preguntó, solo supuso que sería por no haberle rebatido, pero tenía razón en sus argumentos y era algo que ella misma ya había considerado por la cuestión de que no debía desaparecerse. Siempre tenía la alfombra de cualquier modo.
Melomakaronas.- Le informó al moreno al ver que le estaba costando trabajo los nombres.- Menos mal que solo se comen durante las fiestas. Lo que sí se como todo el año son los galaktobourekos. Son muy comunes.- Mencionó con una sonrisa ladina en los labios, pues parecía que el griego no iba a ser lo suyo en el futuro próximo, y en cierta medida no lo necesitaba pero entre la promesa de hacía un momento y sus intentos, le hacía ilusión pensar en el futuro.
Pasando a temas del bote, parecía que no iba a terminar de sonreír toda la noche.- Es muy bonito. Servirá perfectamente, aunque quizás debería mencionarle la tradición al Consejo, por si alguien ve el bote y se alarma.- Sopesó por un momento, considerando que a como estaban las cosas lo mejor era no pecar de precavidos. En tanto a los adornos, entendió al momento cuando habló de decorar el barco. Su rostro mostró sorpresa de nuevo, pero era una sorpresa buena. Vio entonces con otros ojos los colgantes con calidez en el corazón. Cuando el contrario se acercó y levantó el resto de los adornos, acercó el halcón para verlos en conjunto. Recargó la cabeza en el hombro del contrario, contemplando el conjunto con una sonrisa. Le parecía increíble que el lirio le resultara tan misterioso y que hubiera escuchado lo que le mencionaba sobre las flores en su perfume. Su rostro se volvió de incredulidad cuando dijo que el lirio era para la pequeña. Ahora entendía que los adornos eran tres por las tres personitas que se encontraban en la habitación.- ¿Para ella? - Sus ojos se humedecieron mientras veía la figurilla, asintiendo grandemente al preguntarle si le gustaba.- Me encanta.- Un jadeo se le escapó al escuchar la felicitación del contrario, permitiéndole que la girara entre sus brazos y tomándola inesperadamente contra los labios del moreno. Todo lo que ocurría alrededor de él le sabía diferente desde hacía un tiempo, y aquel beso era una culminación. Mientras cerraba los ojos y sus labios reaccionaban contra los de él, le abrazó con fuerza y le correspondió con calidez. Después de algunos minutos, y contra su voluntad, empujó al contrario por el pecho y se alejó lo suficiente para dejar un par de milímetros entre ellos. Abrió los ojos y terminó por regresarle la pregunta que él había lanzado antes.- ¿Te encuentras bien?
Melomakaronas.- Le informó al moreno al ver que le estaba costando trabajo los nombres.- Menos mal que solo se comen durante las fiestas. Lo que sí se como todo el año son los galaktobourekos. Son muy comunes.- Mencionó con una sonrisa ladina en los labios, pues parecía que el griego no iba a ser lo suyo en el futuro próximo, y en cierta medida no lo necesitaba pero entre la promesa de hacía un momento y sus intentos, le hacía ilusión pensar en el futuro.
Pasando a temas del bote, parecía que no iba a terminar de sonreír toda la noche.- Es muy bonito. Servirá perfectamente, aunque quizás debería mencionarle la tradición al Consejo, por si alguien ve el bote y se alarma.- Sopesó por un momento, considerando que a como estaban las cosas lo mejor era no pecar de precavidos. En tanto a los adornos, entendió al momento cuando habló de decorar el barco. Su rostro mostró sorpresa de nuevo, pero era una sorpresa buena. Vio entonces con otros ojos los colgantes con calidez en el corazón. Cuando el contrario se acercó y levantó el resto de los adornos, acercó el halcón para verlos en conjunto. Recargó la cabeza en el hombro del contrario, contemplando el conjunto con una sonrisa. Le parecía increíble que el lirio le resultara tan misterioso y que hubiera escuchado lo que le mencionaba sobre las flores en su perfume. Su rostro se volvió de incredulidad cuando dijo que el lirio era para la pequeña. Ahora entendía que los adornos eran tres por las tres personitas que se encontraban en la habitación.- ¿Para ella? - Sus ojos se humedecieron mientras veía la figurilla, asintiendo grandemente al preguntarle si le gustaba.- Me encanta.- Un jadeo se le escapó al escuchar la felicitación del contrario, permitiéndole que la girara entre sus brazos y tomándola inesperadamente contra los labios del moreno. Todo lo que ocurría alrededor de él le sabía diferente desde hacía un tiempo, y aquel beso era una culminación. Mientras cerraba los ojos y sus labios reaccionaban contra los de él, le abrazó con fuerza y le correspondió con calidez. Después de algunos minutos, y contra su voluntad, empujó al contrario por el pecho y se alejó lo suficiente para dejar un par de milímetros entre ellos. Abrió los ojos y terminó por regresarle la pregunta que él había lanzado antes.- ¿Te encuentras bien?
-Porque estaba esperando alguna respuesta feminista de “Sé defenderme sola y no necesito tu ayuda”- Le respondió con sinceridad porque eso era uno de los puntos fuertes de Vishous, aparte que no sería la primera vez que le respondía sólo por llevarle la contraria o defender su autonomía e independencia. No era algo que le molestara, por el contrario, pero ahora tenía cierta necesidad de estar ahí.
-Melomakaronas- Repitió pensando que no iba a aprendérselo ni de coña. Aunque le recordaba a melómana. Bueno, quizás sí. No, olvídalo. Sonrió para sí mismo y empezó a beber un poco más de chocolate antes de escuchar lo que le decía Sofía de los galactus. La miró sonreír y no pudo evitar hacer lo mismo negando con la cabeza -Creo que el griego será difícil de aprender. ¿Sería una ofensa ponerles algún tipo de sobrenombre? …Por ejemplo. Los melómanos y los galactus- Sugirió alzando una mano con la palma hacia arriba como ofreciendo esa opción para luego reírse.
-Sí, es una buena opción. Creo que Fred está de guardia así que le avisaré a él también para que se lo mencione a la guardia- Le dijo y no tardó mucho en enviar un corto patronus explicando la situación. Después de eso la vio sorprenderse ante sus palabras y aquello le hizo sonreír abiertamente. No era común que la cogiera por sorpresa, o al menos eso creía él. Le dejó recostarse contra él y apoyó suavemente su cabeza en la de ella, sinceramente, aquel momento le resultó por completo curioso. Por un lado, se sentía completo , feliz; y por el otro se veía desde otra perspectiva y se preguntaba cuánto iba a durar, dónde iba a ir mal, cuándo iba a cagarla-Sí- Le respondió pensando que era una flor bonita para la pequeña -Me alegro- Murmuró y al escuchar su jadeo se rió un poco. ¿Ya iban tres sorpresas? Joder, tenía que hacerle un regalo a Sayid de algo…No sabía el qué, pero tenía qué.
Le gustó que se aflojara contra él antes de abrazarlo, él también la estrechó entre sus brazos y alargó el beso tanto como pudo, saboreando la manzana y la canela de sus labios. Al menos hasta que le alejó. Apoyó su frente en la de ella y frunció el ceño cuando le preguntó eso -Sí- No cuestionó el porqué de la pregunta, solo volvió a besarla pero esta vez fue mucho más corto porque ya podía sentir la necesidad de montarla sobre aquella isla y hacerla suya, de adorarla y escucharla gritar su nombre mientras se deshacía de placer en sus brazos -Vamos a decorar- Le dijo separándose antes de coger la cajita con una mano y tenderle la otra para que la agarrar y así salir de la casa hacia donde se encontraba el barco.
-Melomakaronas- Repitió pensando que no iba a aprendérselo ni de coña. Aunque le recordaba a melómana. Bueno, quizás sí. No, olvídalo. Sonrió para sí mismo y empezó a beber un poco más de chocolate antes de escuchar lo que le decía Sofía de los galactus. La miró sonreír y no pudo evitar hacer lo mismo negando con la cabeza -Creo que el griego será difícil de aprender. ¿Sería una ofensa ponerles algún tipo de sobrenombre? …Por ejemplo. Los melómanos y los galactus- Sugirió alzando una mano con la palma hacia arriba como ofreciendo esa opción para luego reírse.
-Sí, es una buena opción. Creo que Fred está de guardia así que le avisaré a él también para que se lo mencione a la guardia- Le dijo y no tardó mucho en enviar un corto patronus explicando la situación. Después de eso la vio sorprenderse ante sus palabras y aquello le hizo sonreír abiertamente. No era común que la cogiera por sorpresa, o al menos eso creía él. Le dejó recostarse contra él y apoyó suavemente su cabeza en la de ella, sinceramente, aquel momento le resultó por completo curioso. Por un lado, se sentía completo , feliz; y por el otro se veía desde otra perspectiva y se preguntaba cuánto iba a durar, dónde iba a ir mal, cuándo iba a cagarla-Sí- Le respondió pensando que era una flor bonita para la pequeña -Me alegro- Murmuró y al escuchar su jadeo se rió un poco. ¿Ya iban tres sorpresas? Joder, tenía que hacerle un regalo a Sayid de algo…No sabía el qué, pero tenía qué.
Le gustó que se aflojara contra él antes de abrazarlo, él también la estrechó entre sus brazos y alargó el beso tanto como pudo, saboreando la manzana y la canela de sus labios. Al menos hasta que le alejó. Apoyó su frente en la de ella y frunció el ceño cuando le preguntó eso -Sí- No cuestionó el porqué de la pregunta, solo volvió a besarla pero esta vez fue mucho más corto porque ya podía sentir la necesidad de montarla sobre aquella isla y hacerla suya, de adorarla y escucharla gritar su nombre mientras se deshacía de placer en sus brazos -Vamos a decorar- Le dijo separándose antes de coger la cajita con una mano y tenderle la otra para que la agarrar y así salir de la casa hacia donde se encontraba el barco.
Hmmm, bueno, sé defenderme sola y no necesito tu ayuda, pero tienes razón en que no debo desaparecerme por ahora. Es un punto medio, si lo quieres ver así.- Respondió. Huiría en todo caso, no esperaría a que el moreno llegara, pero siempre había desvíos en los planes. En caso de que algo imprevisible pasara, no sabía qué tanto haría un seguro de puerta, pero si dejaba más tranquilo al contrario...
Resultó que sus conjeturas serían ciertas y al Teniente también le parecía complicada su lengua materna.- Sí, una ofensa grande. Los griegos se jactan de sus tradiciones.- Murmuró con una gran sonrisa. Ella no tendría problema, pero iba a ser mejor que no lo intentara si iba a sacarle la vuelta a las palabras difíciles. Dejó que el contrario enviara el patronus, que lo hizo mucho más pronto que ella. Con avisar a la Guardia sería suficiente, supuso. En todo caso, serían los primeros en ver cualquier situación. No pasó mucho antes de que el momento mágico sucediera. Aquel abrazo, aquel beso, aquel silencio entre ellos donde parecía que la eternidad era posible a su lado. Quería todo. Tomó la decisión en ese momento, justo en ese instante anterior a que sus brazos se unieran y después de confirmar que todo estuviera bien. Tenía que aceptar que ese lado de él le gustaba mucho, muchísimo, pero en cierto sentido sabía que él no estaba pensando sencillamente en romance. Sin embargo, si él estaba poniendo de su parte, ella también lo haría, en la forma que más lo necesitara aquella nueva relación.
Cuando se separó finalmente de ella y le pidió su mano para decorar lo que finalmente habían acordado, se la tendió con firmeza, caminando con él hacia la puerta que daba a la terraza. Tuvo que hacer una parada técnica y esperar a que algunas ramas le trajeran su abrigo del piso superior, colocándose el largo abrigo blanco justo antes de salir a la fría intemperie nevada. Se abrazó entonces del brazo del Teniente y se detuvieron un par de pasos del barco. Con el frio viento, sus mejillas rápidamente se helaron y casi terminó por desistir.- Hmmm, bueno, veamos. ¿Tienes algún tema en mente que podamos usar para decorar el barco? - Mientras tanto, comenzó a crear la estructura dentro del barco. La madera del árbol comenzó a echar raíces hacia arriba, levantando una especie de cono que asemejaba un árbol de navidad para poder colocar los colgantes.- Me va a dar mucha pena tener que quemar los adornos, cariño. Son hermosos.- Se ahorró el "y los escogiste tú" porque no quería verse tan obvia. A lo largo y ancho del barco, a manera de piso o carpeta, cientos de pequeñas orquídeas comenzaron a crecer, quedando un lienzo blanco que les permitiría hacer lo que desearan.-
Resultó que sus conjeturas serían ciertas y al Teniente también le parecía complicada su lengua materna.- Sí, una ofensa grande. Los griegos se jactan de sus tradiciones.- Murmuró con una gran sonrisa. Ella no tendría problema, pero iba a ser mejor que no lo intentara si iba a sacarle la vuelta a las palabras difíciles. Dejó que el contrario enviara el patronus, que lo hizo mucho más pronto que ella. Con avisar a la Guardia sería suficiente, supuso. En todo caso, serían los primeros en ver cualquier situación. No pasó mucho antes de que el momento mágico sucediera. Aquel abrazo, aquel beso, aquel silencio entre ellos donde parecía que la eternidad era posible a su lado. Quería todo. Tomó la decisión en ese momento, justo en ese instante anterior a que sus brazos se unieran y después de confirmar que todo estuviera bien. Tenía que aceptar que ese lado de él le gustaba mucho, muchísimo, pero en cierto sentido sabía que él no estaba pensando sencillamente en romance. Sin embargo, si él estaba poniendo de su parte, ella también lo haría, en la forma que más lo necesitara aquella nueva relación.
Cuando se separó finalmente de ella y le pidió su mano para decorar lo que finalmente habían acordado, se la tendió con firmeza, caminando con él hacia la puerta que daba a la terraza. Tuvo que hacer una parada técnica y esperar a que algunas ramas le trajeran su abrigo del piso superior, colocándose el largo abrigo blanco justo antes de salir a la fría intemperie nevada. Se abrazó entonces del brazo del Teniente y se detuvieron un par de pasos del barco. Con el frio viento, sus mejillas rápidamente se helaron y casi terminó por desistir.- Hmmm, bueno, veamos. ¿Tienes algún tema en mente que podamos usar para decorar el barco? - Mientras tanto, comenzó a crear la estructura dentro del barco. La madera del árbol comenzó a echar raíces hacia arriba, levantando una especie de cono que asemejaba un árbol de navidad para poder colocar los colgantes.- Me va a dar mucha pena tener que quemar los adornos, cariño. Son hermosos.- Se ahorró el "y los escogiste tú" porque no quería verse tan obvia. A lo largo y ancho del barco, a manera de piso o carpeta, cientos de pequeñas orquídeas comenzaron a crecer, quedando un lienzo blanco que les permitiría hacer lo que desearan.-
La dejó ganar con eso del punto medio. Al menos no era tan obcecada con ello. Y finalmente decidió que se iba a comprar un diccionario griego para entender mas o menos el idioma y resaltar las partes importantes, aunque a ella no pareció ofenderle su sugerencia parecía que podía dar una mala impresión a su familia así que siendo la familia una base importante para Vishous, no iba a cagarla.
Observó las plantas darle el abrigo y se pregunto si Sofía en algún momento arrullaría al bebé con plantas. Le parecía una escena extraña pero…factible. Tensó levemente los labios como pensando qué le parecía y después recordó que aquello era el futuro y debía vivir el presente. -¿Tema? No no…Yo cumplí con mi parte de traer el barco- Dijo alzando las manos en un gesto inocente antes de acercarse y cerrarle un poco más el abrigo. Él hizo lo mismo con el suyo que se había abierto cuando se sentó en la cocina. Él sabía poco de decoración, su piso había sido basado en madera y cuero…Su sillas eran todas distintas y dudaba que con la gracia y elegancia de Sofía se dignara a ir por algo así…
-Son tradiciones…¿Por qué quemas el barco exactamente? ¿Cuál es la metáfora? – Le preguntó teniendo cuidado de vigilar no sólo sus pasos sino los de ella para que no se resbalara y cayera. Observó cómo la magia de Sofía iba haciendo efecto con una sonrisa y miró el árbol pensando en que quizás tendría que haber cogido una estrellas. -Porque podemos aplicarla a los adornos- Indicó mirando las pequeñas flores blancas que olían tan bien, no sabía su nombre pero podía apreciar su belleza -¿Dónde los quieres poner?- Preguntó y pensó que le gustaría ponerle luces pero que no deberían por el tema de contaminación lo que le hizo fruncir el ceño -Eh… ¿Estamos contaminando el lago? ¿Los seres acuáticos no se van a enojar? ¿No te harán daño, no? Cuando bajes…y eso- Mencionó con el rostro un poco serio porque era una preocupación latente que había nacido en ese momento.
Observó las plantas darle el abrigo y se pregunto si Sofía en algún momento arrullaría al bebé con plantas. Le parecía una escena extraña pero…factible. Tensó levemente los labios como pensando qué le parecía y después recordó que aquello era el futuro y debía vivir el presente. -¿Tema? No no…Yo cumplí con mi parte de traer el barco- Dijo alzando las manos en un gesto inocente antes de acercarse y cerrarle un poco más el abrigo. Él hizo lo mismo con el suyo que se había abierto cuando se sentó en la cocina. Él sabía poco de decoración, su piso había sido basado en madera y cuero…Su sillas eran todas distintas y dudaba que con la gracia y elegancia de Sofía se dignara a ir por algo así…
-Son tradiciones…¿Por qué quemas el barco exactamente? ¿Cuál es la metáfora? – Le preguntó teniendo cuidado de vigilar no sólo sus pasos sino los de ella para que no se resbalara y cayera. Observó cómo la magia de Sofía iba haciendo efecto con una sonrisa y miró el árbol pensando en que quizás tendría que haber cogido una estrellas. -Porque podemos aplicarla a los adornos- Indicó mirando las pequeñas flores blancas que olían tan bien, no sabía su nombre pero podía apreciar su belleza -¿Dónde los quieres poner?- Preguntó y pensó que le gustaría ponerle luces pero que no deberían por el tema de contaminación lo que le hizo fruncir el ceño -Eh… ¿Estamos contaminando el lago? ¿Los seres acuáticos no se van a enojar? ¿No te harán daño, no? Cuando bajes…y eso- Mencionó con el rostro un poco serio porque era una preocupación latente que había nacido en ese momento.
Sonrió a Vishous al ver cómo se desafanaba de la cuestión del tema para la decoración del barco y quizás lo que mejor y más rápido sería el tema de las flores y maderas, como para darle también un toque masculino. Refinó con maderas aromáticas y flores de jazmín hasta tener un barco en blanco con un café oscuro hermoso. Dejó que el moreno le cerrara el abrigo con aquel gesto que la hizo ruborizar, aunque podría fingir que era culpa del frío.
Mientras esperaba a que las raíces y flores terminaran de crecer sobre el barco, escuchó la pregunta y dudó un poco antes de responder.- Te dije que mi familia era una mezcla de tradiciones, ¿no? En Grecia, a los niños les daban barcos de madera en Navidad para que en ellos guardaran sus tesoros, dulces y monedas. Los barcos, entonces, comenzaron a decorarse, sobre todo en los puertos o las ciudades más cercanas al mar. En vez del abeto grande que está en el Mercado, en Grecia hay barcos decorados en las plazas. Cuando se casó con mi madre y ella comenzó a hacer sus ritos, la tradición la llevaba a hacer fogatas en el bosque a la orilla de los ríos para agradecer a los cuatro elementos, para venerar a los dioses. Mi padre no soportaba tener que alejarse de ella en Navidad para que cada uno siguiera su tradición, así que la hoguera de mi madre la hacían sobre un pequeño bote de mi padre. Tiene cierto aire de rito vikingo, pero es coincidencia, por la mezcla de tradiciones.- Para cuando terminó de contar, el barco ya tenía un listón de madera alrededor. Le pidió a Vishous que abriera la caja con un gesto y de ella sacó el halcón para colocarlo cerca de la punta del árbol. El acabado y el color blanco de las flores lo hacían resaltar de una manera preciosa.- Arriba se verán bien. Serán la estrella del árbol.- Dos flores y un halcón no hacían ningún tipo de equilibrio, pero el detalle era mucho más de lo que podía pedir.
Ante sus siguientes preguntas, negó seriamente y después comenzó a sonreír mientras veía la preocupación en el moreno por un posible futuro con dificultades.- Tenemos que pedirles permiso. No sé si nos lo darán, pero es lo que debe hacerse. Ayúdame a meterlo al agua.- Esperó a que entre los dos lo acercaran a la orilla para quitarse el abrigo y dejarlo en la tierra seca, quitándose los zapatos y tocar la tierra húmeda. Comenzó a bajar lentamente hacia el lago, con cuidado de no caerse. Siguió entonces metiéndose hasta la cadera, moviendo el barco hacia el centro del río con cuidado de no hacer demasiado esfuerzo. Ya sabía que el moreno se iba a poner a renegarle que porque el frío que porque el agua que porque el río helado y bla bla bla, así que se concentró rápido, cerró los ojos y unió las manos sobre el barco, tratando de ignorar que se estaba congelando. Tardó algún minuto o dos entre que lanzaba sus peticiones al barco y, después pedía con fervor el permiso al río y al bosque para que le permitieran llevar a cabo su cometido. Tuvo que explicar, a manera de energía y con bastante fervor hacia la tierra y el agua. Debió explicar todo el significado del rito y cómo aquello constituía una gratitud hacia los elementos que tanto adoraba. Además, pidió permiso a las flores en el barco para que su luz guiara sus deseos. Tardó algo de tiempo en que le permitieran la moción y empujó el barco hacia el centro del río mientras salía rápidamente del agua. Tomó su abrigo de inmediato y se lo colocó en un suspiro, abrazándose a sí misma para entrar en calor lo más posible. Agradecía haber hecho aquella noche un poco más cálida desde hacía varias horas, así como el agua, pues de lo contrario no lo habría soportado.- ¿Tu haces fuego, verdad? - Preguntó mientras entraba en pánico porque había asumido que sí y realmente no lo recordaba.
Mientras esperaba a que las raíces y flores terminaran de crecer sobre el barco, escuchó la pregunta y dudó un poco antes de responder.- Te dije que mi familia era una mezcla de tradiciones, ¿no? En Grecia, a los niños les daban barcos de madera en Navidad para que en ellos guardaran sus tesoros, dulces y monedas. Los barcos, entonces, comenzaron a decorarse, sobre todo en los puertos o las ciudades más cercanas al mar. En vez del abeto grande que está en el Mercado, en Grecia hay barcos decorados en las plazas. Cuando se casó con mi madre y ella comenzó a hacer sus ritos, la tradición la llevaba a hacer fogatas en el bosque a la orilla de los ríos para agradecer a los cuatro elementos, para venerar a los dioses. Mi padre no soportaba tener que alejarse de ella en Navidad para que cada uno siguiera su tradición, así que la hoguera de mi madre la hacían sobre un pequeño bote de mi padre. Tiene cierto aire de rito vikingo, pero es coincidencia, por la mezcla de tradiciones.- Para cuando terminó de contar, el barco ya tenía un listón de madera alrededor. Le pidió a Vishous que abriera la caja con un gesto y de ella sacó el halcón para colocarlo cerca de la punta del árbol. El acabado y el color blanco de las flores lo hacían resaltar de una manera preciosa.- Arriba se verán bien. Serán la estrella del árbol.- Dos flores y un halcón no hacían ningún tipo de equilibrio, pero el detalle era mucho más de lo que podía pedir.
Ante sus siguientes preguntas, negó seriamente y después comenzó a sonreír mientras veía la preocupación en el moreno por un posible futuro con dificultades.- Tenemos que pedirles permiso. No sé si nos lo darán, pero es lo que debe hacerse. Ayúdame a meterlo al agua.- Esperó a que entre los dos lo acercaran a la orilla para quitarse el abrigo y dejarlo en la tierra seca, quitándose los zapatos y tocar la tierra húmeda. Comenzó a bajar lentamente hacia el lago, con cuidado de no caerse. Siguió entonces metiéndose hasta la cadera, moviendo el barco hacia el centro del río con cuidado de no hacer demasiado esfuerzo. Ya sabía que el moreno se iba a poner a renegarle que porque el frío que porque el agua que porque el río helado y bla bla bla, así que se concentró rápido, cerró los ojos y unió las manos sobre el barco, tratando de ignorar que se estaba congelando. Tardó algún minuto o dos entre que lanzaba sus peticiones al barco y, después pedía con fervor el permiso al río y al bosque para que le permitieran llevar a cabo su cometido. Tuvo que explicar, a manera de energía y con bastante fervor hacia la tierra y el agua. Debió explicar todo el significado del rito y cómo aquello constituía una gratitud hacia los elementos que tanto adoraba. Además, pidió permiso a las flores en el barco para que su luz guiara sus deseos. Tardó algo de tiempo en que le permitieran la moción y empujó el barco hacia el centro del río mientras salía rápidamente del agua. Tomó su abrigo de inmediato y se lo colocó en un suspiro, abrazándose a sí misma para entrar en calor lo más posible. Agradecía haber hecho aquella noche un poco más cálida desde hacía varias horas, así como el agua, pues de lo contrario no lo habría soportado.- ¿Tu haces fuego, verdad? - Preguntó mientras entraba en pánico porque había asumido que sí y realmente no lo recordaba.
Escuchó cada una de las palabras de Sofía intentando comprender la tradición. Le agradó cómo habían llegado a construir un híbrido de ambas tradiciones con el fin de mantenerse unidos -Tus padres se amaban mucho- Mencionó y de alguna manera comprendió porqué Sofía era como era. Él mismo sabía que sus padres, pese a ser un matrimonio concertado, habían conocido y sido bendecidos con el amor. Ambos habían crecido con esa imagen del matrimonio pero algo los había truncado en el camino. Estaba pensando en ello cuando mencionó que los adornos irían como la estrella del árbol, él asintió y abrió la caja para que los pusiera mientras miraba con una sonrisa lo bonito que había quedado. Que fuera hombre no quería decir que tuviera mal gusto, ya el destino había echado una maldición a Eleonore con uno de sus hijos con poderes extraños, bastaba y sobraba; no necesitaba a uno carente de moda.
-De acuerdo pero… ¿Qué? ¿Al agua?- Le preguntó y se apuró a dejar la caja en el piso cuando la vio quitarse el abrigo. Él hizo lo mismo y empezó a bajar con ella temiendo que se resbalara y se PUTO CONGELARA -Sofía …mejor lo llevo yo y tú…- “Les haces mímica, la puta madre”. Se mordió la lengua para no decir nada más y entonces la vio empezar a concentrarse y por un momento no supo qué hacer. ¿Qué pasaría si la agarraba de la cintura y la sacaba de allí en medio del ritual? Estaba acercándose a ella cuando empezó a moverse y él la ayudó a salir del río y le frotó los brazos para que entrara en calor -De acuerdo, dime que el año que viene pedirás el permiso en verano- Indicó con el ceño fruncido mientras él cogía su abrigo y se lo ponía encima también. Estaba a punto de ire a la casa cuando soltó aquello del fuego.
-Algo por el estilo- Dijo sacándose el guante de la mano derecha y se metió de nuevo al agua. Se miró la mano un momento y le pareció…Extraño poder usarla para algo tan significativo. Quizás porque siempre le había tenido miedo a que destruyera sus cosas más preciadas pero en ese momento…Era su misión. Sonrió de lado por ello y dejó que la energía fluyera a través de él. Su mano empezó a brillar con luz blanca que se irradió por todos los tatuajes de su lado derecho hasta la sien, Vishous sintió una liberación de energía que lo tranquilizó pero apenas estaba acariciando una parte de su poder cuando la advertencia ardió en su sien. Siseó levemente pero puso la mano en el barco. Tardó un poco y empujó el límite de la advertencia hasta que finalmente la madera empezó a arder y el fuego comenzó a extenderse por el barco, lo empujó suavemente para que siguiera el curso del río y se alejó para salir del cuerpo de agua.
Debería decir que estaba helado hasta los huesos pero el uso de su magia hacia que su lado derecho estuviera caliente. Poco a poco fue menguando el uso de su poder y el dolor en la sien cesó, su mano dejó e emitir luz y se puso el guante por si acaso. No quería rozarla. Observó que el barco empezaba a iluminarse más y más y más mientras él se ponía detrás de Sofía y la abrazaba, escudándola del frío con sus propios brazos, contemplando la tradición. Pronto el frío empezó a hacer de las suyas y él soltó un suspiro -Vamos dentro, podremos seguir viéndolo- Le dijo a la pelirroja tomándola de la mano para tirar de ella hacia dentro. Sino ambos iban a terminar con hipotermia. Una vez dentro de la casa, no paró allí sino que empezó a guiarla hacia las escaleras -Tienes que cambiarte por algo seco-
-De acuerdo pero… ¿Qué? ¿Al agua?- Le preguntó y se apuró a dejar la caja en el piso cuando la vio quitarse el abrigo. Él hizo lo mismo y empezó a bajar con ella temiendo que se resbalara y se PUTO CONGELARA -Sofía …mejor lo llevo yo y tú…- “Les haces mímica, la puta madre”. Se mordió la lengua para no decir nada más y entonces la vio empezar a concentrarse y por un momento no supo qué hacer. ¿Qué pasaría si la agarraba de la cintura y la sacaba de allí en medio del ritual? Estaba acercándose a ella cuando empezó a moverse y él la ayudó a salir del río y le frotó los brazos para que entrara en calor -De acuerdo, dime que el año que viene pedirás el permiso en verano- Indicó con el ceño fruncido mientras él cogía su abrigo y se lo ponía encima también. Estaba a punto de ire a la casa cuando soltó aquello del fuego.
-Algo por el estilo- Dijo sacándose el guante de la mano derecha y se metió de nuevo al agua. Se miró la mano un momento y le pareció…Extraño poder usarla para algo tan significativo. Quizás porque siempre le había tenido miedo a que destruyera sus cosas más preciadas pero en ese momento…Era su misión. Sonrió de lado por ello y dejó que la energía fluyera a través de él. Su mano empezó a brillar con luz blanca que se irradió por todos los tatuajes de su lado derecho hasta la sien, Vishous sintió una liberación de energía que lo tranquilizó pero apenas estaba acariciando una parte de su poder cuando la advertencia ardió en su sien. Siseó levemente pero puso la mano en el barco. Tardó un poco y empujó el límite de la advertencia hasta que finalmente la madera empezó a arder y el fuego comenzó a extenderse por el barco, lo empujó suavemente para que siguiera el curso del río y se alejó para salir del cuerpo de agua.
Debería decir que estaba helado hasta los huesos pero el uso de su magia hacia que su lado derecho estuviera caliente. Poco a poco fue menguando el uso de su poder y el dolor en la sien cesó, su mano dejó e emitir luz y se puso el guante por si acaso. No quería rozarla. Observó que el barco empezaba a iluminarse más y más y más mientras él se ponía detrás de Sofía y la abrazaba, escudándola del frío con sus propios brazos, contemplando la tradición. Pronto el frío empezó a hacer de las suyas y él soltó un suspiro -Vamos dentro, podremos seguir viéndolo- Le dijo a la pelirroja tomándola de la mano para tirar de ella hacia dentro. Sino ambos iban a terminar con hipotermia. Una vez dentro de la casa, no paró allí sino que empezó a guiarla hacia las escaleras -Tienes que cambiarte por algo seco-
Asintió con una profunda sonrisa mientras asentía. Sus padres se amaban, pero luego sintió tristeza por escucharlo en tiempo pasado. Estaba confiada en que todo estaría bien en algún lugar del mundo, y que allí estarían ellos. En honor a la tradición, ocultó su tristeza y la convirtió en energía, pidiendo que la luz de aquella hoguera guiara sus pasos así como había guiado los de su familia a un lugar seguro. Cuando el bote estuvo listo, lo miró con aprobación e inició con los rituales. Al parecer lo había tomado de imprevisto, pues no dio tanta lata como creyó que haría. Es más, hasta la dejó trabajar en las intenciones y en la petición al bosque.- No puede hacerse otro día, pero fueron buenos conmigo. Fueron considerados conmigo. He visto la plegaria durar horas.- Tenía la sensación de que no era que tuviera una conexión tan infinitamente fuerte y estrecha con la madre tierra, sino que tenía que ver con que ambas tenían algo de madre en común. Salió rápidamente y trató de entrar en calor, pero parecía que se estaba más caliente dentro del agua que ahora que estaba fuera.
El ritual, sin embargo, no estaba completo. Debió haber tomado un encendedor de la cocina, pero él había tenido la culpa. La había apresurado a salir. Dejó al contrario que se concentrara mientras se arrebujaba entre los abrigos. Entendió, mientras le miraba, lo bello que podía ser su poder y lo equivocado que estaba respecto a este. Tenía que dejárselo sentir, solo así podría sanar sus límites y llevarlos más adelante.
Comenzaba a disfrutar del espectáculo que leentamente caminaba por encima del río. El abrazo del moreno fue perfecto para el momento, que simbolizaba tanto para ella. Tuvo que soltar su nombre cuando la comenzó a arrastrar a la casa. Ella podía seguir viendo el espectáculo sin mayor problema, pero luego cayó en que el moreno estaba bastante empapado también. Por consideración a él, dejó que la arrastrara hacia la casa y después al piso superior.- No tengo nada para que tu puedas cambiarte.- Indicó y comenzó a quitarse los abrigos de encima, pasándoselos al moreno mientras subía el último tramo de escaleras a su habitación.- Puedes darte un baño caliente o encender la chimenea.- Murmuró, adentrándose a su cuarto. Iba ya quitándose las mangas cuando ingresó a su vestidor y se colocó un vestido caliente de terciopelo azul. Uno que él le había regalado tras romper el que a ella le encantaba. No tardó mucho en terminar. Ni siquiera se cambió los accesorios ni se puso zapatos. Salió corriendo al balcón, mirando desde arriba el barco que comenzaba a recorrer el rio con más firmeza hacia el lago.
El ritual, sin embargo, no estaba completo. Debió haber tomado un encendedor de la cocina, pero él había tenido la culpa. La había apresurado a salir. Dejó al contrario que se concentrara mientras se arrebujaba entre los abrigos. Entendió, mientras le miraba, lo bello que podía ser su poder y lo equivocado que estaba respecto a este. Tenía que dejárselo sentir, solo así podría sanar sus límites y llevarlos más adelante.
Comenzaba a disfrutar del espectáculo que leentamente caminaba por encima del río. El abrazo del moreno fue perfecto para el momento, que simbolizaba tanto para ella. Tuvo que soltar su nombre cuando la comenzó a arrastrar a la casa. Ella podía seguir viendo el espectáculo sin mayor problema, pero luego cayó en que el moreno estaba bastante empapado también. Por consideración a él, dejó que la arrastrara hacia la casa y después al piso superior.- No tengo nada para que tu puedas cambiarte.- Indicó y comenzó a quitarse los abrigos de encima, pasándoselos al moreno mientras subía el último tramo de escaleras a su habitación.- Puedes darte un baño caliente o encender la chimenea.- Murmuró, adentrándose a su cuarto. Iba ya quitándose las mangas cuando ingresó a su vestidor y se colocó un vestido caliente de terciopelo azul. Uno que él le había regalado tras romper el que a ella le encantaba. No tardó mucho en terminar. Ni siquiera se cambió los accesorios ni se puso zapatos. Salió corriendo al balcón, mirando desde arriba el barco que comenzaba a recorrer el rio con más firmeza hacia el lago.
Bueno, gracias señores por concederle el permiso rápido porque él estuvo a punto de interrumpirla y llevársela a adentro para hacerla cual cerdo y que entrara en calor. Pero al menos no puso excusa cuando, después de observar durante un rato el barco, decidió llevarla dentro. Hubo una especie de queja pero decidió ignorarla así que subió los escalones y negó con la cabeza -Ve a cambiarte tú- Corrigió, él ya vería que haría.
La chimenea parecía una buena opción así que mientras ella iba dentro del vestidor él se encargó de avisar la llama. Lo cierto es que se estaba congelando y tenía los pies helados. Se sacó los zapatos, las medias y los pantalones. Incluso hasta la ropa interior y el jersey y la dejó tendida en el sofá frente a la chimenea. Se quedó con la camisa de botones que aunque estaba mojada abajo podía sobrevivir y vio a Sofía irse hacia el balcón sin abrigo. Soltó un “tsk” y cogió una manta para enrollársela en la cintura y coger ambos abrigos. Se puso el suyo y salió al balcón con las muelas apretadas.
Al acercarse reconoció el vestido de terciopelo y sonrió de lado mientras volvía a ponerle el abrigo y apretárselo un poco. Después de eso se puso a su lado, metiendo las manos debajo de las axilas para calentarse porque el viento, más arriba y sin la protección de los árboles, era más frío. Pronto se dio cuenta de que Sofía estaría igual y volvió a ponerse detrás de ella para abrazarla, apoyando suavemente el mentón contra su cabeza mientras observaba el barco iluminar gran parte del lago siendo una gran estrella. Eso le hizo sonreír y se inclinó un poco para besarle las mejilla heladas a la pelirroja, después bajó un poco más hacia su mandíbula y luego al poco visible arco de su cuello. Cuando la imagen fue realmente lejana, estrechó un poco más a Sofía -Venga… Necesito comer los melakoranomas- Dijo, creyendo que lo había dicho bien y casi orgulloso de ello. No dudó mucho en arrastrarla a dentro donde el ambiente estaba mucho más cálido. Suspiró un poco y cerró la puerta del balcón con el único propósito de no salir nuevamente al frío.
Se acomodó la manta en la cadera con cierto cuidado porque a fin de cuentas, el momento que habían compartido, su cercanía, aroma y suavidad había despertado de nuevo esa necesidad de ella. Camino hasta acercarse a la ropa y descubrió que aún estaba húmeda. De acuerdo, pues comería y luego vendría a por ella -Vamos abajo- Dijo tendiéndole la mano para acompañarla a la cocina.
La chimenea parecía una buena opción así que mientras ella iba dentro del vestidor él se encargó de avisar la llama. Lo cierto es que se estaba congelando y tenía los pies helados. Se sacó los zapatos, las medias y los pantalones. Incluso hasta la ropa interior y el jersey y la dejó tendida en el sofá frente a la chimenea. Se quedó con la camisa de botones que aunque estaba mojada abajo podía sobrevivir y vio a Sofía irse hacia el balcón sin abrigo. Soltó un “tsk” y cogió una manta para enrollársela en la cintura y coger ambos abrigos. Se puso el suyo y salió al balcón con las muelas apretadas.
Al acercarse reconoció el vestido de terciopelo y sonrió de lado mientras volvía a ponerle el abrigo y apretárselo un poco. Después de eso se puso a su lado, metiendo las manos debajo de las axilas para calentarse porque el viento, más arriba y sin la protección de los árboles, era más frío. Pronto se dio cuenta de que Sofía estaría igual y volvió a ponerse detrás de ella para abrazarla, apoyando suavemente el mentón contra su cabeza mientras observaba el barco iluminar gran parte del lago siendo una gran estrella. Eso le hizo sonreír y se inclinó un poco para besarle las mejilla heladas a la pelirroja, después bajó un poco más hacia su mandíbula y luego al poco visible arco de su cuello. Cuando la imagen fue realmente lejana, estrechó un poco más a Sofía -Venga… Necesito comer los melakoranomas- Dijo, creyendo que lo había dicho bien y casi orgulloso de ello. No dudó mucho en arrastrarla a dentro donde el ambiente estaba mucho más cálido. Suspiró un poco y cerró la puerta del balcón con el único propósito de no salir nuevamente al frío.
Se acomodó la manta en la cadera con cierto cuidado porque a fin de cuentas, el momento que habían compartido, su cercanía, aroma y suavidad había despertado de nuevo esa necesidad de ella. Camino hasta acercarse a la ropa y descubrió que aún estaba húmeda. De acuerdo, pues comería y luego vendría a por ella -Vamos abajo- Dijo tendiéndole la mano para acompañarla a la cocina.
Dejó que el moreno se encargara de si mismo. Para cuando salió corriendo de su habitación para ver el barco alejarse por el río hacia el lago, aún se veía una gran estela de luz. No alcanzó a darse cuenta de que, prácticamente, se había desnudado en su antesala. No se dio cuenta tampoco del frío y de que estaba tiritando hasta que el contrario llegó a colocarle el abrigo. La tradición le calentaba por dentro, pero la piel seguía sensible a los elementos. Le agradeció entonces la atención con una caricia en la mejilla, tomándole las manos cuando se abrazó a ella desde la espalda. Los besitos que empezó a darle en la mejilla y en el cuello le hicieron perder la cuenta de sus plegarias para comenzar a sonreír como boba. Poco sabía que estas ya habían sido concedidas desde hacía un tiempo.
Permitió que el contrario la adentrara a la casa cuando el barco por fin se alejó. No tardaría en hundirse. Dejó un último agradecimiento al bosque, al río, al viento y al fuego antes de adentrarse a la cabaña despacio.- Melo maka ronas.- Repitió despacio, pero con una sonrisa en los labios, porque prácticamente lo había dicho bien... si ignoraban el orden de la palabra. Una vez adentro, volvió a recordar lo que era sentir calor. Incluso su cabeza se sentía fría después de tanto tiempo afuera.
Cuando comenzó a bajar, por fin se fijó en la manta que el moreno tenía enredada a la cintura.- ¿No te puedes aparecer algo de ropa calientita? - Preguntó bajando las escaleras antes de llegar a la cocina de nuevo. Su té ya estaba frío, así que se separó de él y de su mano antes de volver a poner el agua a hervir. No sabía si se haría otro, pero quería tener la opción. Los regalos que aún estaban en la cocina le recordaron que aún tenía algo que decirle. No quería decirle que ya podía esparcir la noticia a viva voz, pero sí que los más allegados podían saberlo. Eso implicaba más que nada a sus hermanos y a su padre, pero si por ella pudiera decidir, dejaría a la madre en la ignorancia. Ella podía hacer sus problemas más grandes.- Pasó Sayid por aquí hace un rato. Tomamos el té... Parece que la situación con Arleen se arregló. - Le colocó un par de dulces y un coulant en un plato frente a él, para tratar de suavizar el golpe.- Sayid ha sido el mejor de los amigos desde que llegué. Me sentía muy mal de no haberle dicho de... él o ella... Él me dijo del embarazo de Arleen desde el primer instante.
Permitió que el contrario la adentrara a la casa cuando el barco por fin se alejó. No tardaría en hundirse. Dejó un último agradecimiento al bosque, al río, al viento y al fuego antes de adentrarse a la cabaña despacio.- Melo maka ronas.- Repitió despacio, pero con una sonrisa en los labios, porque prácticamente lo había dicho bien... si ignoraban el orden de la palabra. Una vez adentro, volvió a recordar lo que era sentir calor. Incluso su cabeza se sentía fría después de tanto tiempo afuera.
Cuando comenzó a bajar, por fin se fijó en la manta que el moreno tenía enredada a la cintura.- ¿No te puedes aparecer algo de ropa calientita? - Preguntó bajando las escaleras antes de llegar a la cocina de nuevo. Su té ya estaba frío, así que se separó de él y de su mano antes de volver a poner el agua a hervir. No sabía si se haría otro, pero quería tener la opción. Los regalos que aún estaban en la cocina le recordaron que aún tenía algo que decirle. No quería decirle que ya podía esparcir la noticia a viva voz, pero sí que los más allegados podían saberlo. Eso implicaba más que nada a sus hermanos y a su padre, pero si por ella pudiera decidir, dejaría a la madre en la ignorancia. Ella podía hacer sus problemas más grandes.- Pasó Sayid por aquí hace un rato. Tomamos el té... Parece que la situación con Arleen se arregló. - Le colocó un par de dulces y un coulant en un plato frente a él, para tratar de suavizar el golpe.- Sayid ha sido el mejor de los amigos desde que llegué. Me sentía muy mal de no haberle dicho de... él o ella... Él me dijo del embarazo de Arleen desde el primer instante.
Cuando le repitió despacio se dio cuenta de que la había cagado y no había dicho la palabra como era -Melo Maka Ranos…ronas…- Se corrigió, masajeándose suavemente el entrecejo y haciendo una mueca pero se concentró mejor en entrar en calor y escuchó aquello de la ropa caliente hizo que se riera -Pues sí..- Mencionó pero después intentó recordar dónde estaban las cosas de su casa tras la ida de Arleen y meneó la cabeza un momento -Esperaré a que se seque un poco lo otro, tengo que reacomodar todo lo del armario después de que Arleen se llevara sus cosas. Aún quedan, pero se las llevaré mañana-
Se sentó en la silla que había ocupado antes y al tocar la taza notó que estaba helado, así que prefirió dejarlo a un lado y comer de los melomakaronas que le parecieron realmente deliciosos, mantuvo una cara tranquila cuando escuchó que Sayid había ido allí y eso implicaba que por eso le había mandado aquel mensaje -La situación de Arleen y él. La situación de Arleen es algo distinto…- Puntualizó a Sofía suspirando un poco y mirndo el coulnat para partirlo un poco y comer. Se preocupaba por la estabilidad de su hermana y quería verla al día siguiente para saber cómo se encontraba, ser testigo.
-Sé que tenéis una relación especial, me lo hizo saber- Indicó asintiendo y escuchó el resto de la información sobre que él le había contado el embarazo a la primera, lo cierto es que no debía sentirse mal -Eran situaciones distintas, es normal que tardaras un poco más en decírselo. ¿Te sientes mejor ahora?- Preguntó con una sonrisa antes de volver a comer el coulant.
Se sentó en la silla que había ocupado antes y al tocar la taza notó que estaba helado, así que prefirió dejarlo a un lado y comer de los melomakaronas que le parecieron realmente deliciosos, mantuvo una cara tranquila cuando escuchó que Sayid había ido allí y eso implicaba que por eso le había mandado aquel mensaje -La situación de Arleen y él. La situación de Arleen es algo distinto…- Puntualizó a Sofía suspirando un poco y mirndo el coulnat para partirlo un poco y comer. Se preocupaba por la estabilidad de su hermana y quería verla al día siguiente para saber cómo se encontraba, ser testigo.
-Sé que tenéis una relación especial, me lo hizo saber- Indicó asintiendo y escuchó el resto de la información sobre que él le había contado el embarazo a la primera, lo cierto es que no debía sentirse mal -Eran situaciones distintas, es normal que tardaras un poco más en decírselo. ¿Te sientes mejor ahora?- Preguntó con una sonrisa antes de volver a comer el coulant.
Le brindó unas palabras de aliento a Vishous, aunque más que eso parecía un cariño de los que les hacías a los animales cuando hacías algo bien. Quizás el "bien hecho" no iba mucho con lo que ameritaba la situación. Al menos comprendió un poco más cómo era la cuestión con la aparición de las cosas que él hacía. Parecía que debía conocer la localización exacta del objeto para traerlo y, justo en ese momento, era cosa difícil.
Tuvo que corregirse cuando comenzaron a hablar de Arleen y Sayid, sobre todo respecto al problema que Arleen tenía. Suspiró un poco, rascándose la mejilla porque aquello, suponía, también sería un problema para ella. Al menos su sonrisa volvió cuando escuchó sobre la relación especial que compartía con Sayid. Tuvo que agachar un poco el rostro, ruborizada, porque aún tenía cierta culpa por no haberle dicho antes. Y ahora no sabía como abordar el tema con Vishous. Supuso que tenía que ser más directa y que todo saldría bien.- Si. Se lo dije esta tarde y está... feliz, pero igual que yo.- Quiso decir "preocupado", pero no era la palabra correcta y eso solo levantaría preocupación real en el Teniente.- El lado bueno es que ya puedes decírselo a Arleen. Le pedí a él que no le dijera porque supuse que tu querrías hacerlo. Él evitará el tema, pero responderá preguntas directas.- Soltó una carcajada porque Sayid no guardaba secretos de su esposa, pero dudaba que Arleen le preguntara directamente si Sofía estaba embarazada. Era algo muy random.- Creo que también podrías decirle a tu familia, si pueden guardar las formas y mantenerlo en privado por ahora. El que se lo comentes o no a tu madre, lo dejo a tu discreción y criterio, aunque si me lo preguntas, yo preferiría que ella no lo supiera. No aún. No quisiera que se volviera un chisme... Como sea, lo dejo a tu criterio, la conoces mejor.- Tras aquello, le sirvió al moreno otra taza de chocolate y se quedó con otra antes de invitarlo de vuelta, arriba a la chimenea a comer y beber dulces. Tras un rato de acurrucarse con él y entrar ambos en calor mientras se secaba la ropa del Teniente, terminaron sentados frente a la chimenea compartiendo historias del pasado y presente. El futuro quedaba aún por verse y no querían adelantarse. Al final de la velada, se despidió del contrario con un beso a modo de agradecimiento por el enorme regalo que le había dado aquel día. Dejó que se fuera y ella se perdió en su habitación.
Tuvo que corregirse cuando comenzaron a hablar de Arleen y Sayid, sobre todo respecto al problema que Arleen tenía. Suspiró un poco, rascándose la mejilla porque aquello, suponía, también sería un problema para ella. Al menos su sonrisa volvió cuando escuchó sobre la relación especial que compartía con Sayid. Tuvo que agachar un poco el rostro, ruborizada, porque aún tenía cierta culpa por no haberle dicho antes. Y ahora no sabía como abordar el tema con Vishous. Supuso que tenía que ser más directa y que todo saldría bien.- Si. Se lo dije esta tarde y está... feliz, pero igual que yo.- Quiso decir "preocupado", pero no era la palabra correcta y eso solo levantaría preocupación real en el Teniente.- El lado bueno es que ya puedes decírselo a Arleen. Le pedí a él que no le dijera porque supuse que tu querrías hacerlo. Él evitará el tema, pero responderá preguntas directas.- Soltó una carcajada porque Sayid no guardaba secretos de su esposa, pero dudaba que Arleen le preguntara directamente si Sofía estaba embarazada. Era algo muy random.- Creo que también podrías decirle a tu familia, si pueden guardar las formas y mantenerlo en privado por ahora. El que se lo comentes o no a tu madre, lo dejo a tu discreción y criterio, aunque si me lo preguntas, yo preferiría que ella no lo supiera. No aún. No quisiera que se volviera un chisme... Como sea, lo dejo a tu criterio, la conoces mejor.- Tras aquello, le sirvió al moreno otra taza de chocolate y se quedó con otra antes de invitarlo de vuelta, arriba a la chimenea a comer y beber dulces. Tras un rato de acurrucarse con él y entrar ambos en calor mientras se secaba la ropa del Teniente, terminaron sentados frente a la chimenea compartiendo historias del pasado y presente. El futuro quedaba aún por verse y no querían adelantarse. Al final de la velada, se despidió del contrario con un beso a modo de agradecimiento por el enorme regalo que le había dado aquel día. Dejó que se fuera y ella se perdió en su habitación.
Sayid Ibn Salah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
La misma noche después de la reunión sobre la misión yo tenía otra muy distinta y algo más placentera, mi cuñado me había pedido un favor que no pude rechazar y con la excusa de querer hablar un poco con Sofía sobre lo ocurrido y además querer que pasara más tiempo conmigo y con Arleen la invité a cenar esa noche, algo medianamente elegante para que ambas pudieran arreglarse para la ocasión especial. La velada transcurrió entre risas y charla amena como era costumbre con Sofía, lo malo era que Arleen no parecía muy participativa lo que me hizo preocuparme y estar pendiente de ella.
Al final de la cena me estiré listo para empezar la jugada -Estoy repleto... ha sido una velada agradable así que te acompañamos a casa querida Sofía, podemos ir los tres dando un paseo- y por si acaso me llevaba la alfombra mágica para Arleen que no podía hacer muchos esfuerzos. Salimos del lugar y yo llevaba a ambas mujeres del brazo, una a cada lado, haciendo comentarios sobre ser el hombre más afortunado y envidiado de Ouroboros en esos momentos.
Cuando estábamos cerca de la casa de Sofía envié un patronus discretamente, no había sonido, solo era un aviso para que en cuanto Vishous lo viera supiera que estábamos llegando. Una vez en la puerta de la casa de la descendiente el plan continuaba, hice un gesto de molestia para que ella lo viera -Sofía querida ¿tienes algún digestivo en casa? me temo que la cena no me ha sentado demasiado bien- con eso me aseguraría de poder pasar con mi mujer y no perdernos de nada, el resto era trabajo del teniente.
Al final de la cena me estiré listo para empezar la jugada -Estoy repleto... ha sido una velada agradable así que te acompañamos a casa querida Sofía, podemos ir los tres dando un paseo- y por si acaso me llevaba la alfombra mágica para Arleen que no podía hacer muchos esfuerzos. Salimos del lugar y yo llevaba a ambas mujeres del brazo, una a cada lado, haciendo comentarios sobre ser el hombre más afortunado y envidiado de Ouroboros en esos momentos.
Cuando estábamos cerca de la casa de Sofía envié un patronus discretamente, no había sonido, solo era un aviso para que en cuanto Vishous lo viera supiera que estábamos llegando. Una vez en la puerta de la casa de la descendiente el plan continuaba, hice un gesto de molestia para que ella lo viera -Sofía querida ¿tienes algún digestivo en casa? me temo que la cena no me ha sentado demasiado bien- con eso me aseguraría de poder pasar con mi mujer y no perdernos de nada, el resto era trabajo del teniente.
Descorazonada, así se había sentido Arleen cuando Vishous les había pedido aquel favor pero él parecía seguro. Sofía estaba embarazada y se había metido en aquel berenjenal, lo que explicaba su actitud en la cena. La noticia le había quitado el apetito pero había fingido alegría porque lo había visto emocionado. ¿Cómo podía decirle que Sofía había negado que ella había tenido algo que ver en aquello? ¿Qué le había mentido en la cara? Además, Sayid también la adoraba así que simplemente calló. No tenía que meterse en las decisiones de los hombres.
Había ordenado gran parte de la cena porque no tenía ánimo alguno para cocinar y durante ésta intentó escuchar más a la Descendiente, que era todo lo amable que siempre había sido, pero se preguntaba qué era lo que le había hecho a Vishous. ¿Qué pasaría cuando llegara otro patronus? O peor aún ¿Qué sería de Vishous cuando Sofía lo rechazara? Caminó sonriendo de lado sobre las palabras de Sayid, en el fondo aún recordaba aquello de que lo había “cazado” como si ella hubiese hecho algún esfuerzo… ¿Qué dirían todos de los Royden? No sólo había humillado a Sayid sino que Vishous había embarazado a la descendiente de Dioscórides. ¿Qué pensaría su madre?
Más temprano que tarde se acercaron a la casa de Sofía. Arleen estaba temblando por dentro. Tenía miedo…Miedo de lo que le podía pasar a su hermano si tenía otra negativa pero…No tenía nada qué hacer. Nada. Nada. Se lo recordó varias veces mientras le acariciaba el antebrazo a Sayid como intentando parecer que lo reconfortaba por su malestar.
Había ordenado gran parte de la cena porque no tenía ánimo alguno para cocinar y durante ésta intentó escuchar más a la Descendiente, que era todo lo amable que siempre había sido, pero se preguntaba qué era lo que le había hecho a Vishous. ¿Qué pasaría cuando llegara otro patronus? O peor aún ¿Qué sería de Vishous cuando Sofía lo rechazara? Caminó sonriendo de lado sobre las palabras de Sayid, en el fondo aún recordaba aquello de que lo había “cazado” como si ella hubiese hecho algún esfuerzo… ¿Qué dirían todos de los Royden? No sólo había humillado a Sayid sino que Vishous había embarazado a la descendiente de Dioscórides. ¿Qué pensaría su madre?
Más temprano que tarde se acercaron a la casa de Sofía. Arleen estaba temblando por dentro. Tenía miedo…Miedo de lo que le podía pasar a su hermano si tenía otra negativa pero…No tenía nada qué hacer. Nada. Nada. Se lo recordó varias veces mientras le acariciaba el antebrazo a Sayid como intentando parecer que lo reconfortaba por su malestar.
Había trabajado mucho en ello. Desde el momento en el que había salido del hospital. Incluso con Arleen en casa había estado planificando, en su tiempo libre y en el ocupado le costaba dejar de hacerlo. La mantenía mimada. Durante el día siempre encontraba la manera de enviarle algo de comer. O un dulce, o una fruta, o lo que sea con tal de que picara algo bueno y supiera que estaba en su mente.
El sonrojo que había tenido el rostro de Sofía cuando había hablado de las constelaciones le había dado la idea. Había movido demasiada gente para aquello. Demasiada, pero no le importaba, porque sabía que aquello le gustaría y por eso...Por esa simple razón, finalmente, después de muchos años; estaba nervioso. Cuando el patronus de Sayid llegó cerró los ojos intentando controlarse. El clima estaba a su favor, el cielo estaba despejado y la luna brillaba en lo más alto. Cerca de ella estaba esa estrella especial que sólo podía verse ese año.
Vishous sintió a Aurora acercarse a él con una sonrisa, pronto le echó los brazos al cuello, feliz como una perdiz. Después se alejó y le acomodó la ropa. No iba con traje, pero iba formal. Le peinó un poco el pelo para que estuviera perfecto -Todo estará bien. Estamos aquí todos para apoyarte- Vishous estaba esperando algún tipo de tontería de ella pero no dijo nada. Miró a Fred y éste asintió, no necesito siquiera vociferarlo -Todo listo- Le respondió su mellizo y él asintió. Tras unos minutos más el mayor de sus sobrinos vino corriendo -Se están acercando- Dijo con poco aire y Fred le sonrió mientras le daba un par de palmadas en la espalda y pronto empezó a hacer uso de su poder. A diferencia de Vishous, Fred tenía una especie de magia en la que manejaba la luz así que pronto alrededor de todo el jardín hubo pequeñas luces que parecían estrellas flotando en el aire. Pero precisamente por eso, sus sobrinos y los hijos de Amaya tuvieron que coger un par y mantenerlas más o menos a la misma altura. Armaron una especie de pasillo desde la salida trasera de la casa, cuya puerta estaba abierta y colaron unos dentro. Sabía que a Sofía la curiosidad le podría...Sabía que ella percibiría la gente que estaba allí, el bosque se lo diría así que esperó manteniendo la compostura en su traje, metió la mano en el bolsillo percibiendo la caja del anillo con cierto nerviosismo.
El sonrojo que había tenido el rostro de Sofía cuando había hablado de las constelaciones le había dado la idea. Había movido demasiada gente para aquello. Demasiada, pero no le importaba, porque sabía que aquello le gustaría y por eso...Por esa simple razón, finalmente, después de muchos años; estaba nervioso. Cuando el patronus de Sayid llegó cerró los ojos intentando controlarse. El clima estaba a su favor, el cielo estaba despejado y la luna brillaba en lo más alto. Cerca de ella estaba esa estrella especial que sólo podía verse ese año.
Vishous sintió a Aurora acercarse a él con una sonrisa, pronto le echó los brazos al cuello, feliz como una perdiz. Después se alejó y le acomodó la ropa. No iba con traje, pero iba formal. Le peinó un poco el pelo para que estuviera perfecto -Todo estará bien. Estamos aquí todos para apoyarte- Vishous estaba esperando algún tipo de tontería de ella pero no dijo nada. Miró a Fred y éste asintió, no necesito siquiera vociferarlo -Todo listo- Le respondió su mellizo y él asintió. Tras unos minutos más el mayor de sus sobrinos vino corriendo -Se están acercando- Dijo con poco aire y Fred le sonrió mientras le daba un par de palmadas en la espalda y pronto empezó a hacer uso de su poder. A diferencia de Vishous, Fred tenía una especie de magia en la que manejaba la luz así que pronto alrededor de todo el jardín hubo pequeñas luces que parecían estrellas flotando en el aire. Pero precisamente por eso, sus sobrinos y los hijos de Amaya tuvieron que coger un par y mantenerlas más o menos a la misma altura. Armaron una especie de pasillo desde la salida trasera de la casa, cuya puerta estaba abierta y colaron unos dentro. Sabía que a Sofía la curiosidad le podría...Sabía que ella percibiría la gente que estaba allí, el bosque se lo diría así que esperó manteniendo la compostura en su traje, metió la mano en el bolsillo percibiendo la caja del anillo con cierto nerviosismo.
A pesar de que tenían la misión encima, el cónclave, la resistencia de la isla que preparar en caso de que algo ocurriera... a pesar de que tenía mil pociones a media preparación entre el invernadero y su casa, cuando Sayid le invitó a cenar lo hizo con un gusto especial y animado. En una primera instancia había pensado que Arleen se repondría pronto de sus tristezas, pero supuso que no fue así. No participó demasiado en la conversación, pero no trató de incluirla preguntándole cosas como haría en otras situaciones para no incomodarla. Se dedicó solamente a tratar de hacer la noche amena y compartir temas que pudieran interesarle a ella para no aburrirle a pesar de que no participase y pudiera así despejar su mente un rato de todo lo que la aquejaba. Ya era algo tarde cuando Sayid decidió acompañarla a casa.- Oh, no es necesario, no quisiera incomodarles.- Replicó, pero la insistencia fue tal de aquel caballero y su dama que terminó por aceptar la compañía con una sonrisa. Antes de salir, les dejó su regalo de Navidad, que no había podido darles. Algo de ropa y juguetes de tela para el nuevo y no nacido miembro de la familia y, en una bola de cristal, había inmortalizado una de las más hermosas gardenias que habían sido testigos de la boda entre el Descendiente y la médica, así como algo de té que había hecho con las restantes. Aunque no era mucho era un detalle que daba de corazón.
Bien entrados en el bosque y tomada del brazo de Sayid, el paseo era agradable a pesar del frío. Menos mal que había sacado su preciosa y favorita capa azul oscuro del fondo del armario, pues el ligero vestido azul cielo de tul y encaje bordado en plata no habría resistido las inclemencias del clima. La compañía, por otro lado, fue tan cálida que poco le importaba el resto. Nada más poner un pie en aquel bosque que llevaba su nombre, este le señaló compañía. No le dio importancia pues no parecía alarmado por aquellas presencias y solía haber gente ahí todo el tiempo. Quizás lo único malo era el malestar de Sayid. Le habría avisado en contra de comer tantos de los dulces griegos que llevó como regalo a casa de los Ibn Salah, pero si no hacía caso era culpa suya.- Por supuesto, cariño. Tengo licor, tengo café y tengo té. Algo caliente vendrá bien con este frío.- Rio antes de abrir la puerta y entrar a la casa. Una corriente fría la desconcertó. Por lo general la casa no era caliente sin la calefacción encendida, pero el aire no corría tan libremente. Y había dejado las puertas cerradas como le había dicho a Vishous que lo haría. De cualquier manera, no se alarmó, pues intrusos no había, el bosque no la engañaría. Invitó a pasar a la pareja, sosteniendo la puerta para ellos y después guiando el paso hacia la cocina. Se disculpó grácilmente por el desorden mientras bajaba, pues había algunas cuantas botellas con pociones en la barra central de la cocina. Agradecía que su ser quisquilloso fuera ordenado incluso cuando estaba apurada, por lo que no se veía mal. Sin embargo... una nueva brisa captó su atención. La puerta trasera estaba abierta. Y dentro había.... ¿Qué eran? ¿Esferas de luz? Trató de tomar una entre las manos y la acunó contra su pecho mientras caminaba por aquel extraño ¿pasillo? hasta salir a la terraza. Justo afuera, entre la oscuridad de la noche, la luz de la luna y el reflejo del agua del río, parecía que estaba viendo una imagen misma del universo. Tardó un momento, mientras disfrutaba de la imagen tan pintoresca, en reparar en que las personas sobre las que el bosque le advertía estaban justo en medio del jardín. Creyó ver a Vishous doble; no era imposible considerando que tenía la galaxia en su patrio trasero, pero entonces reparó en Amaya, en Aurora, en los niños y supo que el clon era Fred.
Miró hacia atrás a Sayid y Arleen. Les miraba con extrañeza, como si ellos no fueran parte del plan loco de Vishous, creyendo que ellos estarían tan confundidos como ella. Comenzó entonces a caminar por el pasillo de luz, acercándose al grupo con una gran sonrisa, bastante natural en ella, procurando no desordenar las bolitas mientras andaba y absorbiendo el espectáculo. No tenía prisa en llegar a ellos, pues suponía que la noche iba comenzando. Cuando se acercó lo suficiente, rió un poco.- ¿Qué es esto? ¿Tradición navideña de los Royden? ¿Por qué... tienes a todos afuera? Pudiste haberles invitado a pasar, Sayid y Arleen están conmigo y ustedes deben estarse congelando. Haré té para que podamos entrar todos en calor. - Preguntó con una sonrisa, porque esa "tradición", en realidad, le estaba gustando mucho.
Bien entrados en el bosque y tomada del brazo de Sayid, el paseo era agradable a pesar del frío. Menos mal que había sacado su preciosa y favorita capa azul oscuro del fondo del armario, pues el ligero vestido azul cielo de tul y encaje bordado en plata no habría resistido las inclemencias del clima. La compañía, por otro lado, fue tan cálida que poco le importaba el resto. Nada más poner un pie en aquel bosque que llevaba su nombre, este le señaló compañía. No le dio importancia pues no parecía alarmado por aquellas presencias y solía haber gente ahí todo el tiempo. Quizás lo único malo era el malestar de Sayid. Le habría avisado en contra de comer tantos de los dulces griegos que llevó como regalo a casa de los Ibn Salah, pero si no hacía caso era culpa suya.- Por supuesto, cariño. Tengo licor, tengo café y tengo té. Algo caliente vendrá bien con este frío.- Rio antes de abrir la puerta y entrar a la casa. Una corriente fría la desconcertó. Por lo general la casa no era caliente sin la calefacción encendida, pero el aire no corría tan libremente. Y había dejado las puertas cerradas como le había dicho a Vishous que lo haría. De cualquier manera, no se alarmó, pues intrusos no había, el bosque no la engañaría. Invitó a pasar a la pareja, sosteniendo la puerta para ellos y después guiando el paso hacia la cocina. Se disculpó grácilmente por el desorden mientras bajaba, pues había algunas cuantas botellas con pociones en la barra central de la cocina. Agradecía que su ser quisquilloso fuera ordenado incluso cuando estaba apurada, por lo que no se veía mal. Sin embargo... una nueva brisa captó su atención. La puerta trasera estaba abierta. Y dentro había.... ¿Qué eran? ¿Esferas de luz? Trató de tomar una entre las manos y la acunó contra su pecho mientras caminaba por aquel extraño ¿pasillo? hasta salir a la terraza. Justo afuera, entre la oscuridad de la noche, la luz de la luna y el reflejo del agua del río, parecía que estaba viendo una imagen misma del universo. Tardó un momento, mientras disfrutaba de la imagen tan pintoresca, en reparar en que las personas sobre las que el bosque le advertía estaban justo en medio del jardín. Creyó ver a Vishous doble; no era imposible considerando que tenía la galaxia en su patrio trasero, pero entonces reparó en Amaya, en Aurora, en los niños y supo que el clon era Fred.
Miró hacia atrás a Sayid y Arleen. Les miraba con extrañeza, como si ellos no fueran parte del plan loco de Vishous, creyendo que ellos estarían tan confundidos como ella. Comenzó entonces a caminar por el pasillo de luz, acercándose al grupo con una gran sonrisa, bastante natural en ella, procurando no desordenar las bolitas mientras andaba y absorbiendo el espectáculo. No tenía prisa en llegar a ellos, pues suponía que la noche iba comenzando. Cuando se acercó lo suficiente, rió un poco.- ¿Qué es esto? ¿Tradición navideña de los Royden? ¿Por qué... tienes a todos afuera? Pudiste haberles invitado a pasar, Sayid y Arleen están conmigo y ustedes deben estarse congelando. Haré té para que podamos entrar todos en calor. - Preguntó con una sonrisa, porque esa "tradición", en realidad, le estaba gustando mucho.
Hizo un gesto de asentimiento hacia Sayid y Arleen con una leve sonrisa, aunque vio a su hermana emocionada lo interpretó como alegría y después volvió los ojos hacia Sofía, acercándose a ella a una distancia levemente prudente. Venía con su gracia normal y sonrió de lado al oír aquello de que era una tradición Royden, siempre tan desenvuelta y resilente. Le recordó a aquella pequeña referencia a las palmeras y su corazón ardió -No, no, no es una tradición- Aclararó mientras se acercaba hasta llegar a un par de pasos de ella -Porque aquí afuera están las estrellas y quiero escribir tu nombre en ellas- La miró a los ojos, esperando que pudiera entender a qué se refería. Sabía que lo captaría.
-No es toda la isla, pero puedes estar segura de que nuestros seres queridos y todo el cielo nocturno están mirándonos- Tras su conversación había sentido la necesidad de tener a Sayid allí, porque sabía que era importante para ella. No habían puesto pega alguna para ayudarle...Pero aquello era grande, era demasiado grande. Necesitaba respirar. Le estaban sudando las manos y sentía que le faltaba el aire. ¿Por qué Aurora le había acomodado tanto? ¿Se veía mal? Tragó saliva y se puso en una rodilla -Sofía… - Le dijo su nombre mientras iba agachándose en una rodilla, a medida que lo hacía las pequeñas luces de Fred empezaron a moverse hacia arriba. Sólo tenía una oportunidad y no era bueno con las palabras hacía que había estudiado las elegidas muchas veces y las repetía en su mente de forma constante porque envolvían realmente el significado de aquella propuesta. Porque después de muchos años sumido en un profundo laberinto había encontrado la salida y no es que no hubiese disfrutado del camino es que había visto algo por lo qué abandonarlo, algo mucho más grande y quizás más seductor -Yo ya elegí y te elegí a ti para gastar el último cartucho de esperanza que le ofrecí al amor- En su mano izquierda estaba abierta la caja del anillo que había diseñado y creado para ella. Era un anillo delicado, este en particular no lo había hecho todo él sino que había pedido ayuda para crear una pieza no sólo única sino digna de llevar por ella. Llevaba una esmeralda en el centro, pero estaba armado no con un aro simple sino con pequeñas hojas cubiertas de diamantes. Se había gastado una fortuna en él y el joyero había estado feliz. Él mucho más al ver el resultado -Así que…- Su mano derecha empezó a resplandecer y pronto todas esas luces que estaban elevándose alrededor de ellos brillaron con más fuerza -Con las constelaciones, nuestra familia y la estrella navideña de testigos…¿Te casarías conmigo?- Inquirió mientras aquellas pequeñas luces recreaban aquella pregunta sobre el manto oscuro de la noche, colocando a la estrella como la tilde sobre su nombre. Sería visible desde varios puntos de la isla aunque él sólo quería que ella lo viera, no, quería que lo viera a él; quería que lo mirara a los ojos y comprendiera el peso de aquella propuesta. No era lo que había salido cuando se enteró del embarazo, era distinto y quería creer que ella lo sabía.
OFF:
-No es toda la isla, pero puedes estar segura de que nuestros seres queridos y todo el cielo nocturno están mirándonos- Tras su conversación había sentido la necesidad de tener a Sayid allí, porque sabía que era importante para ella. No habían puesto pega alguna para ayudarle...Pero aquello era grande, era demasiado grande. Necesitaba respirar. Le estaban sudando las manos y sentía que le faltaba el aire. ¿Por qué Aurora le había acomodado tanto? ¿Se veía mal? Tragó saliva y se puso en una rodilla -Sofía… - Le dijo su nombre mientras iba agachándose en una rodilla, a medida que lo hacía las pequeñas luces de Fred empezaron a moverse hacia arriba. Sólo tenía una oportunidad y no era bueno con las palabras hacía que había estudiado las elegidas muchas veces y las repetía en su mente de forma constante porque envolvían realmente el significado de aquella propuesta. Porque después de muchos años sumido en un profundo laberinto había encontrado la salida y no es que no hubiese disfrutado del camino es que había visto algo por lo qué abandonarlo, algo mucho más grande y quizás más seductor -Yo ya elegí y te elegí a ti para gastar el último cartucho de esperanza que le ofrecí al amor- En su mano izquierda estaba abierta la caja del anillo que había diseñado y creado para ella. Era un anillo delicado, este en particular no lo había hecho todo él sino que había pedido ayuda para crear una pieza no sólo única sino digna de llevar por ella. Llevaba una esmeralda en el centro, pero estaba armado no con un aro simple sino con pequeñas hojas cubiertas de diamantes. Se había gastado una fortuna en él y el joyero había estado feliz. Él mucho más al ver el resultado -Así que…- Su mano derecha empezó a resplandecer y pronto todas esas luces que estaban elevándose alrededor de ellos brillaron con más fuerza -Con las constelaciones, nuestra familia y la estrella navideña de testigos…¿Te casarías conmigo?- Inquirió mientras aquellas pequeñas luces recreaban aquella pregunta sobre el manto oscuro de la noche, colocando a la estrella como la tilde sobre su nombre. Sería visible desde varios puntos de la isla aunque él sólo quería que ella lo viera, no, quería que lo viera a él; quería que lo mirara a los ojos y comprendiera el peso de aquella propuesta. No era lo que había salido cuando se enteró del embarazo, era distinto y quería creer que ella lo sabía.
OFF:
- Anillo:
¿No es una tradición congelarse afuera? - Dijo con la sonrisa más grande que tenía mientras llegaba a él. Sí lo era si contaba la noche del barco y alguna que otra noche antes de eso. Aquello de las estrellas se le hizo curiosamente familiar, por lo que se detuvo antes de llegar a él, frunciendo el ceño en confusión. Cuando recordó la referencia, su ceja se levantó, bastante extrañada de lo que decía, pues recordaba las palabras. La situación no era exacta, ni de lejos, por eso dudó un momento en lo que hacía. Hasta que comenzó a decir justamente lo que pensaba. No era toda la isla, pero tenía razón en que era toda la gente que importaba. ¿De verdad estaba pasando? - ¿Qué ocurre? - Preguntó en voz baja, sin poder quitar la vista del moreno ni por un segundo. Cuando escuchó su nombre... lo escuchó de una manera que nunca jamás había escuchado. Mientras lo veía ponerse de rodillas, escuchaba un constante "¿qué haces, qué haces, qué haces?" que se silenció cuando se dio cuenta de que era ella susurrándolo incesantemente. Se le hizo tan difícil respirar, pero de alguna manera, aunque lo veía ahí de rodillas frente a ella, sentía que no podía ser lo que se estaba imaginando. Escuchaba solamente la voz del contrario y el latido de su corazón desbocado. Cuando vio el anillo se dio cuenta que había estado sin respirar, pues de un jadeo sus pulmones se llenaron. Desde su altura alcanzó a ver el brillo de la esmeralda mientras el bosque le confirmaba que aquella piedra pertenecía a la madre naturaleza. Era auténtica y mágica, con una magia que los magos habían tratado de replicar, pero que no lograban.
El mundo había desaparecido hasta que sintió como las estrellas alrededor comenzaban a elevarse. Volvió a posar la vista en él, y en esa ocasión, supo que sus ojos no podrían posarse en nadie más, nunca más. Mientras trataba de luchar con las lágrimas que amenazaban con salir, soltó un poco de presión con un sollozo y asintió fuertemente mientras se agachaba un poco a su lado para abrazarle. Por fin pudo pronunciar palabra.- Si, si, si... ¡Si! ¡No puedo creerlo, sí! - A como pudo, trató de ocultar el rostro en el hombro del contrario porque no quería arruinar el momento llorando. Sus músculos se contrajeron en el abrazo mientras trataba, inútilmente de controlarse, aferrándose al moreno con fuerza, pero con tal gentileza que le hacía sentir la mujer más afortunada del mundo.
El mundo había desaparecido hasta que sintió como las estrellas alrededor comenzaban a elevarse. Volvió a posar la vista en él, y en esa ocasión, supo que sus ojos no podrían posarse en nadie más, nunca más. Mientras trataba de luchar con las lágrimas que amenazaban con salir, soltó un poco de presión con un sollozo y asintió fuertemente mientras se agachaba un poco a su lado para abrazarle. Por fin pudo pronunciar palabra.- Si, si, si... ¡Si! ¡No puedo creerlo, sí! - A como pudo, trató de ocultar el rostro en el hombro del contrario porque no quería arruinar el momento llorando. Sus músculos se contrajeron en el abrazo mientras trataba, inútilmente de controlarse, aferrándose al moreno con fuerza, pero con tal gentileza que le hacía sentir la mujer más afortunada del mundo.
Contenido patrocinado
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.