Cabaña de Sofía Dioscórides

Mis artimañas funcionaron y pasamos a casa de Sofía en busca del dichoso digestivo que no me hacía falta para nada. Ella se apresuró a ordenar algunas cosas pero entonces vio las luces y empezó a seguirlas y nosotros a ella hasta que llegó al jardín viendo todo lo que Vishous había preparado. Sofía se giró para mirarme preguntándome con un simple gesto si sabía lo que estaba ocurriendo y yo simplemente me encogí de hombros como si no supiera nada.

El espectáculo de luces empezó y noté que Arleen se ponía sensible de más, la abracé mientras apoyaba mi cabeza en la de ella y contemplábamos juntos la declaración de su hermano, Sofía empezó a llorar y suspiré cuando dijo que si sintiendo una mezcla extraña de sentimientos pero el que más me sorprendió fue la tristeza, porque ahora tendría que compartirla con alguien más. Le di un momento a la feliz pareja antes de separarme de mi mujer e ir a por Sofía para felicitarla y sonreír -Muchas felicidades mi querida Sofía, te lo mereces- tomé sus manos y dejé un beso en ellas antes de abrazarla con cariño -espero que seáis muy felices-

Cuando la familia de Vishous me lo permitió me acerqué a él para tenderle la mano -Felicidades cuñado, espero que la trates como se merece, te tendré vigilado- le guiñé un ojo para que no pareciera una amenaza, más bien una advertencia igual que él había hecho el día de mi boda. Nos quedamos un poco más para celebrar y después Arleen y yo nos marchamos a casa, había muchas cosas por hacer y ella debía descansar.

No le respondió a lo de la tradición, tampoco a lo que ocurría pues estaba a punto de verlo. Sin embargo, hubo un instante en el que estuvo a punto de detenerse al ver que estaba agobiándose y susurrando constantemente un “¿Qué haces?” ¿Le daba miedo rechazarlo delante de tanta gente? Quizás debería haberlo hecho más en privado pero lo cierto es que le había parecido que ella quería una muestra un poco más grande y él, que generalmente vivía su vida en la oscuridad, quería complacerla.

La forma en la que soltó el aire hizo que entrecerrara los ojos. Las dudas lo atenazaron ¿Le gustaba? ¿Lo odiaba? ¿Iba a darse la vuelta y salir corriendo? ¿Iba a llorar? Estaba lleno de preguntas mientras le observaba el rostro, sus ojos esmeraldas brillaban reflejando la luz de las “estrellas” que estaban alrededor de ellos. Lloraba. Estaba llorando. Soltó un siseo por lo bajo pensando que la había cagado bastante…Pero asintió.

Asintió. Ni siquiera él se lo creyó. Se quedó en shock cuando sintió que le abrazaba. Parpadeó varias veces y miró a Arleen que lloraba y se tapaba el rostro antes de refugiarse en Sayid. Sofía repetía el monosílabo, por si a él no le había quedado en claro y la tensión que se había acumulado en sus hombros de liberó. La rodeó con los brazos y apoyó su cabeza sobre la de ella, oculta en su hombro, mientras cerraba los ojos y percibía ese aroma que le volvía tan loco. Le acarició la espalda antes de subir una mano hasta su nuca y apartarla de sí mismo sólo para mirarla un instante con una sonrisa y luego besarla, como sólo él sabía hacerlo, haciéndola sentir como lo que era: Suya. Tras aquel largo beso se separó y le limpió las lágrimas para tomar su mano y el anillo y así deslizarlo sobre su grácil anular, cogió su mano y se la llevó a los labios para besarla -Te haré feliz- Le prometió en un susurro antes de que su familia los arrollara.

De acuerdo, quizás no debería haberlos invitado del todo. Recibió abrazos, Aurora también lloraba perdida y Arleen, que le abrazaron al mismo tiempo. Vishous sonrió tensamente y miró a su hermano con cara de “Sálvame de esta” pero Fred sólo le guiñó un ojo. Los chiquillos estaban gritando de emoción y luego se pusieron a jugar con las luces. Despues de devolver Aurora a Fred y de besar la frente de Arleen escuchó a Sayid, le tendió la mano estrechándosela  -Eso espero- Mencionó porque en el fondo tenía la inseguridad de que realmente podía cagarla y no estaba demás que alguien le halara las orejas.

Unos momentos más tarde todos se retiraron y Sofía y él quedaron solos rodeados de aquellas luces mágicas así que se acercó a ella y la atrajo hacia sí mismo con una sonrisa amplia. Le acarició el rostro, retirándole un par de mechones rojos y poniéndoselo detrás de las orejas, apreciando también el rubor de sus mejillas. La cogió en brazos y empezó a caminar hacia la casa -Ahora sí entremos en calor, prometida- Se rió un poco y le robó un beso de los labios antes de mirarla a los ojos -¿Te gusta tu anillo?- Preguntó.

Después de ver el anillo, la velada le pareció arrolladoramente rápida. Sentía que estaba flotando en una nube. Pasó de pronto de estar en brazos de Vishous sellando la unión con un beso, controlando sus lágrimas mientras veía como colocaba el anillo en su dedo, prometiéndose felicidad el uno al otro (aunque no pudo responder por la emoción)... Terminó llorando en brazos de Sayid mientras la familia de Vishous le felicitaba. Apenas y pudo responderle a Sayid con gratitud por lo que había hecho por ella. Sabía bien que la cena había sido parte de toda aquella maraña. Se dejó abrazar por la familia de Vishous y, de pronto, estuvieron solos de nuevo. No podía parar de llorar con una sonrisa en los labios y el mundo alrededor de ella giraba demasiado rápido. No había tenido tiempo de invitarles a pasar por té cuando ya todos se habían ido. Solo quedaban las estrellas que habían deletreado su nombre con aquella hermosa precisión.

Terminó de nuevo entre los brazos de Vishous, conteniendo sus sollozos mientras trataba inútilmente de ocultarle el rostro. No quería que la viera tan emocionada. Dejó que le peinara mientras terminaba de limpiarse las lágrimas y secarse el rostro. Aún temblaba de emoción. Para cuando pudo tranquilizarse un poco, ya estaba entre sus brazos camino a la cabaña. Le pasó entonces las manos por el cuello para estar más cerca de él y acurrucarse a su lado. Soltó una risa nerviosa por lo de "prometida" y terminó el capítulo sellándolo con un suave beso, dejándole un par más en la mejilla cuando preguntó por su anillo.- Me encanta. Es perfecto. El bosque también lo aprueba.- Tenía que hacérselo saber, porque sentía aquella aceptación. Se tuvo que pasar de nuevo las manos por el rostro para secárselo.- De seguro lo hiciste tú. Eres... la persona más talentosa que conozco. El más detallista...- Cuando entraron, cerró la puerta para que el frío no se colara de más y terminara por enfriar de golpe las pociones que tenía en la cocina.

El hecho de que Sofía no hablara, sólo llorara, estaba generándole un poquito de ansiedad porque le recordaba el momento en el que le había dicho que estaba embarazada, donde había intentado por todos los medios calmarla sin éxito alguno. Ahora se sentía igual aunque percibía que las lágrimas eran de alegría. La acunó en sus brazos cuando se acurrucó y tras entrar en la casa cerró la puerta con movimiento de sus dedos.

Sonrió al recibir los besos en la mejilla y asintió a aquello de que el bosque también lo aprobaba. No entendía su magia ni cómo un bosque podía ver algo tan pequeñito pero lo dejaría estar porque ella estaba feliz y sabía que eso era importante -Me alegro- Mencionó y la bajó con cuidado para ir hacia la cocina. Necesitaba un poco de agua para calmar sus nervios -En realidad…Necesité ayuda- Mencionó tomando la mano para ver el anillo con una sonrisa -Soy de hacer cosas más grandes pero quería que este fuera perfecto y llevaba mucho trabajo las cosas más pequeñas así que opté por expertos después de entregar el aro inicial- Le explicó sonriendo de lado antes de volver a llevarse los dedos a los labios  y besarlos.

Bajó su mano para observarla con una sonrisa complacida. Ese “Sí” había sido fantástico, se había sentido como una liberación propia y volvió a atraerla hacia sí abrazándola. Sería suya, sí. Tomó un mechón de sus cabellos y se lo llevó a la nariz, inspirando profundamente con los ojos cerrados. Ese aroma le daría los buenos días todas las mañanas y su cuerpo cálido y desnudo se despertaría a su lado. El sólo pensamiento de eso le dio un tirón en su hombría, pero no doloroso…No tenía esa necesidad de dejarse ir hacia sus instintos porque había canalizado mucha magia con las luces así que cuando abrió los ojos la miró ardientemente -¿Puedo hacerte el amor?- Preguntó en un susurro ronco.

Se sintió un poco más en control cuando el moreno la bajó de sus brazos para caminar en conjunto a la cocina. No se alejó demasiado, ni siquiera en ese momento. Le prestó su mano cuando comenzó a detallar el trabajo realizado en el anillo, mientras sonreía con felicidad a pesar de todo.- No importa. Tiene una parte tuya y eso es lo más bello que alguien ha hecho por mi.- Susurró. Cada vez se encontraba más calmada, pero aún seguía en su nube. Sentía que en cualquier momento despertaría.

Cuando el contrario la atrajo hacia él, ella posó las manos en su pecho y le acarició. La tela estaba helada. Bastante helada, por lo que pensó que lo mejor sería encender la chimenea, como la otra noche. De no ser por el embarazo, le habría encantado una copa para celebrar. Sin embargo, el moreno tenía otra idea. Le sorprendía lo mucho, mucho que podía cambiar de un momento romántico a algo sexual. Acababa de tener el momento más hermoso de su vida y siempre había tomado el sexo como un completo opuesto, pero parecía que no era así con él. Tardó unos segundos en pensar antes de alejarse suavemente de él un paso. Tomó entonces su mano y comenzó a caminar hacia las escaleras, subiendo el tramo hacia el piso superior. Ahí, dejó la capa índigo junto a la puerta, quedándose solo con el hermoso vestido azul cielo, destellando un poco por los bordados en plata que llevaba. Mientras lo pensaba un momento, llegó a la conclusión que iba a tener que comenzar a vestirse tomando en cuenta los colores de su anillo de compromiso.

Volvió a tomar la mano del Teniente y terminó por subir las escaleras que le hacían falta para llegar al piso superior. Ahí, le soltó de nuevo.- Deberías encender el fuego, ¿no crees? - Iba un poco con doble intención, pero lo que quería era que encendiera la chimenea. Mientras tanto, ella sacó un par de copas y sirvió un poco de champaña en la copa del moreno y jugo de manzana espumoso para ella. Lo que hubiera dado por cambiar las copas...

Tras aquello, se acercó a los sillones para sentarse de lado sobre el más grande. Esperando al contrario. Trató de ponerse en humor mientras lo veía trabajar, pero es que le parecía una escena tan romántica que no tenía cómo. Finalmente, decidió dejar de intentar. Él sabría lo que debía de ocurrir.

Sonrió ante el cumplido porque quería que se sintiera, en efecto, así…Especial. Y lo había logrado. Era un sentimiento extraño, como de liberación y felicidad al mismo tiempo. La certeza quizás de que podía tener un futuro estable junto a ella. Notó que hubo cierta ¿reticencia? A su propuesta pero él no podía esperar más para tenerla entre sus brazos tan hermosa como siempre. Empezó a caminar junto a ella y la observó en aquel vestido que abrazaba sus curvas como una segunda piel.

Sonrió de lado al escuchar lo del fuego y asintió. No quería apresurarse, quería saborear cada uno de los momentos de esa noche así que fue a encender la chimenea pensando que habría que mejorar el sistema de calefacción de aquella casa. Cuando terminó se sentó a su lado y cogió la copa, mirándola a los ojos - Por las estrellas que escuchan y los sueños que son respondidos- Murmuró y brindó con ella para luego disfrutar de un poco del líquido.  Tras ello le quitó la copa de la mano y dejó ambas sobre la mesita del frente y se inclinó sobre ella, le acunó el rostro con una mano, alzándolo para que lo viera y bebió de su belleza durante un rato. Recordó cada instante con ella y pronto una sonrisa se deslizó en sus labios. Por ella podría dar el 100%. Atrapó sus labios en un beso, pero aunque intenso y profundo saboreaba con lentitud sus labios sabiendo que no se escaparía, que se quedaría allí con él. Con cuidado la fue recostando del sofá sin dejar de besarla y disfrutar de su contacto.

No supo cuánto tiempo se dedicó simplemente a besarla pero es que su perfume  y su sabor lo intoxicaban. Deslizó sus labios por su cuello hasta sus hombros llenando de besos su piel y raspándole suavemente con la recortada barba mientras sus manos acariciaban la piel de sus muslos lentamente, apreciando cada centímetro de su tersura. Quería dedicarse a ella y así lo hizo. Sus labios la hicieron su diosa y alabó cada curva y cada parte de su cuerpo tomándose un largo tiempo para hacerlo.  Lento…Así se lo había pedido ella la última vez antes de que discutieran y le había dejado tomar las riendas. Ahora le estaba enseñando lo que él entendía como lento…Lo que él entendía por hacer el amor. Y la adoró. La adoró profundamente. Perdió la cuenta de las veces en las que Sofía gritó su nombre porque para él no era más que una melodía que había querido oír desde hacía semanas. Perdió la cuenta de las veces que el gruñó el de ella. De las posiciones, de las zonas, de la hora… para cuando cayeron en la cama los dos estaban cansados, satisfechos y duchados.  Él había dado el 100%. El zumbido de la magia estaba descansando. Ella se durmió entre sus brazos y Vishous contempló su perfil delicado hasta quedarse dormido con el calor de su cuerpo pegado al propio.

A la mañana siguiente, tanto Vishous como ella tenían cosas que hacer y el propio despertador biológico de V le espabiló pero... Con su prometida entre sus brazos era difícil no desear quedarse remoloneando en la cama una vez más.  Si por remolonear se entendía hacerla suya de nuevo, despacio, como un saludo de buenos días. Pero... no demasiado duradero porque tenían muchos deberes. Así que poco después se ducharon y arreglaron, mientras ella terminaba V bajó a preparar un desayuno con lo primero que encontró en la nevera. Frutas, eso le había dicho Arleen. Pero también le puso algo de jamón y queso con pan porque sabía que no todo eran vegetales y frutas. Intentó quedarse hasta que se lo comiera todo pero se le echaba el tiempo en contra así que se acercó a ella para tomarle el rostro entre sus manos y robarle otro profundo beso -Vamos, que llegamos tarde - Tras eso la escoltó al edificio del Consejo asegurándose de dejarla en la puerta.

Al final la fiesta le había sentado fatal porque todo iba viento en popa hasta que empezaron las interacciones. Markus había hecho preguntas del bebé, Shyvanna le había hablado con aquella seguridad de que algo estaba mal y entonces se había rodeado de Descendientes. Esa parte había estado…Es decir, esa iba a ser su vida ahora así que debía acostumbrarse pero no le quitaba la incomodidad de estar con gente tan poderosa e inteligente cuando ella era poco más que una bruja con ciertas capacidades. Luego…Matvey, luego la rubia, el ataque.

Gracias a Sayid y su sensatez se habían ido de la fiesta y en el viaje a casa de Sofía todo había sido paz y silencio. Se encontró sorprendida de ni siquiera extrañar la música. En la fiesta había sido en todo lo que había pensado, ahora ya no tanto. Arleen le había guiado hasta la habitación de huéspedes donde se había estado quedando, Smile en seguida les dio la bienvenida y la morena sonrió brevemente -¿Quieres un té?- Le preguntó antes de salir a poner una tetera.

A ella le apetecía uno muy calentito y, quizás, tomarlo en la terraza que tenía Sofía o en las afueras para no subir las escaleras. Volvió a la habitación y empezó a quitarse lentamente las joyas que tenía encima, que eran varias porque a Sofía le gustaban mucho y podrían haber sido más si Arleen no hubiese sido comedida -¿Cómo te sientes?- Le preguntó mientras le veía a través del reflejo del espejo, evaluando su rostro y su reacción. Y aunque estaba teniendo todo lo que necesitaba para esos días que no podían volver a su casa, se encontró extrañando su antigua habitación o la intimidad que compartían allí. Estaba agradecida, y lo estaría por siempre, con Sofía pero...Se sentía una intrusa. Quería su propio espacio -Umm.. Antes del ataque, había vaciado la mitad de tu escritorio. He...Finalizado mi tratamiento con el Sr. Draven por...- Frunció el ceño, como peleándose con las palabras. Y tardó un momento en encontrarlas porque seguía sin comprender cómo había vuelto por ella. No, no el cómo (que también) sino el porqué -Diferencias de opinión y pensé que...Podía seguir con mis bocetos y mis clases a distancia. Belle me ayudaría así que se lo he propuesto hoy a Giordano. Y como necesitaba un espacio... Pero te prometo que no rompí ni maltraté nada, todo estaba perfectamente organizado antes de...Del ataque- Le dijo mientras cogía un cepillo y empezaba a cepillarse el cabello como parte esencial de su rutina de belleza.

Todo marchaba de maravilla en la fiesta excepto por un par de detalles que sinceramente echaron a perder la buena racha, por alguna razón siempre tenía que pasar algo pero por suerte no nos quedamos demasiado. El ataque de Adele no llegó a buen puerto y en seguida el pequeño grupo que teníamos se disolvió, comimos algo y Arleen se ocupó de atenderme pero la miré bastante preocupado porque para mi gusto se estaba moviendo demasiado. Hicimos un poco de deberes sociales y después salimos de la fiesta rumbo a casa de Sofía donde nos quedaríamos un par de días hasta que Zaida tuviera todo preparado, sería una sorpresa de bodas con bastante retraso.

Al legar fuimos hasta la habitación de invitados que no me era para nada desconocida, me senté en la cama y descansé un momento, tomé la mano de Arleen para besarla y asentía eso de tomar un té. Cuando volvió el bastón ya reposaba a un lado y empecé a quitarme la ropa para poder pasarme a algo más cómodo, usé mi magia para que mi pijama de emergencia volara desde el armario de aquella habitación, era un regalo de Sofía por lo que no se parecía a lo que yo solía llevar pero al menos era cómodo, de seda y de un verde esmeralda a juego con los gustos de la pelirroja. -Me encuentro bien, solo cansado, Aldaron me ha dicho que debo dejas que mi cuerpo se recupere solo, demasiadas pociones pueden causar afectos adversos- lo malo era que me estaba costando quedarme quieto y reposando.

Me cambié dejando ver las vendas y apósitos sobre mis heridas mientras ella me informaba de lo que había ocurrido, me sorprendí cuando dijo lo de mi escritorio -Espero que hayas priorizado tu seguridad antes que nada de lo que había en casa... bueno y Smiley- dije sonriendo -Lo material siempre se puede recuperar... ¿que tal el tratamiento?- pregunté antes de que me contara todo aquello sobre sus diferencias con el paciente y lo que quería o hacía en el escritorio, esperé a que se peinara y extendí una mano para invitarla a que se acercara, quería que se sentara en mi regazo para poder besarla y pasar mi mano por su vientre en una suave caricia -Todo lo que hay en casa es tuyo y mío, puedes disponer de todo como lo prefieras, no tienes que preocuparte de eso, lo importante es que los dos estáis bien, todo lo demás carece de importancia-

La morena le sonrió con suavidad al ver su gesto de besarle la mano. Sofía tenía mil tés pero había logrado dar con la manzanilla, porque según Anteia lo mejor eran las infusiones. Vio salir el pijama y frunció suavemente el ceño. Eso …No lo había traído ni comprado ella. Miró el color, que no solía ser nada de lo que usaba Sayid y mantuvo el gesto confuso pero…No dijo nada. Cerró la boca -Tiene razón… Ahora debes guardar tanto reposo como puedas y cuando empieces a hacer tus rutinas de ejercicio debes ir con cuidado. Aunque el díctamo funciona muy bien es cierto que las heridas internas tardan mucho más en sanar que las externas- Dijo mirando los apósitos con un gesto inescrutable. Se le había quedado mirando intensamente las heridas con casi culpabilidad en el rostro pero, una vez más, no dijo nada.

-Fue…Me puse uno de tus petos...Me...Me puse mis cosas de protección- Recordó el momento apenas parpadeando. Smiley estaba por allí en la habitación pero no lo había visto. Y después habló del tratamiento y lo cierto es que todos los recuerdos hicieron que se le revolviera el estómago. Se quedó sin palabras, no sabía bien cómo explicarle todo lo que había ocurrido o porqué, después de echarlo, el Sr. Draven había vuelto a por ella. Terminó de peinarse con la vista perdida en su cabello, pasando el cepillo de manera automática. Cuando terminó se giró hacia él y tomó su mano, sentándose en su regazo y el simple gesto de acariciarle el vientre hizo que sintiera náuseas.  Se mordió el labio y apartó la cara hacia un lado tratando de contener las lágrimas. Sabía que ese momento llegaría…Sabía que iba a tener que darle explicaciones…Que todo se iba a poner feo.

Salvada por la tetera. Cuando sonó  se incorporó rápidamente -Ahora traigo el té – Dijo con un hilo de voz y fue a la cocina con paso apresurado, aún no se había quitado el vestido pero al menos ocupar su mente en algo mecánico la ayudó. Preparó las dos tazas y esperó pacientemente que cada una estuviera en su punto mientras controlaba su respiración. Tenía que explicarle pero, bajo ninguna circunstancia, iba a hacer el mismo ridículo que había hecho en el hospital. ¿Alguien se lo habría dicho? ¿Vishous? Vishous… Seguramente se lo había dicho. Sintió que se le movía el piso bajo los pies. ¿Cómo podía ser tan… No. No. No podía insultarse. Oh, por favor, le había rendido cuentas peo…No, no habían sido cuentas peores y a Lucio y a Giordano los conocía desde hace años. Años…Tanto que era capaz de arrebatarle herramientas a Lucio en plena operación y no alarmarse con los dibujos de penes voladores de Da Vinci.

Tragó y llevó las tazas hacia la habitación, dejando la de Sayid en sus manos -Cuidado- Mencionó y dejó la suya en la mesita. Tras eso se vio en el espejo para ayudarse con el cierre y bajó el del vestido para luego enfundarse en su pijama ignorando la imagen que el reflejaba el espejo con la cicatriz que le cruzaba el torso, uno de satén también, de manga y pantalón largo pero en color azul oscuro. Entonces se metió en la cama, abriendo las mantas para invitarlo a él a meterse -Tomé decisiones egocéntricas, Sayid- Mencionó con la mirada puesta en la punta de sus pies, que se veían a través de las mantas. Tenía las manos puestas sobre su regazo -Muy egocéntricas- Frunció el ceño, sintiendo que se le apretaba el corazón -Sé que no podía estar en urgencias para recibiros ni ayudaros,  cuando atacaron el Sr. Draven volvió a casa para sacarme de allí y Vishous me dijo que fuera a la biblioteca. No le hice caso- Si no lo miraba era más fácil -Porque sabía que aunque yo no podía ayudar mis inventos sí. Así que fui al I+D- Seguramente él sabía que había sido destruido -Y busqué los autómatas, luego los llevé al hospital y me quedé en la sala de espera. Te digo que fue una decisión egocéntrica porque en lo único que podía pensar es que…Si sobrevivíamos, si realmente ese no era el fin, no quería decirle a mi hijo que yo me había quedado sentada en la biblioteca mientras su padre daba la vida por su futuro- Paró un momento frunciendo el ceño -En el momento…No lo pensé, sólo quería ser ejemplo para él. O ella…Y...ayudar, sobre todo, ayudar. Estaban configurados para atender a los Descendientes más graves, era lo único que podía hacer...- Inspiró con profundidad.-En… en la sala de espera me di cuenta de mi error y… - Apretó las muelas y entonces se llevó ambas manos a la cara, cubriéndosela porque sabía que estaba pálida. Al verlo en retrospectiva había sido aún más estúpida -Me quebré. Le grité a Vishous…Y me oyó un Pendragon- Mantuvo la cara oculta porque le daba profunda vergüenza cómo iba a reaccionar el Descendiente -Se ofreció a ayudarme, algo sobre la magia de sangre… Y le pregunté si era posible…- Ya no se pudo aguantar y empezó a llorar profusamente -En…En la …En la fiesta….La rubia dijo…Que yo…- Balbuceó algo pero supo que no se le entendió e intentó calmarse un poco -Situación… Situación- Negó con la cabeza, cogió la manta para limpiarse las lágrimas -Dijo que yo tenía una situación- Y finalmente su miedo real se reflejó tan fuerte que se estremeció -¿Y si mi cuerpo quedó tan dañado que no puedo tener bebés?...Lo siento, Sayid. Perdón- Musitó aferrándose a las sábanas

No podía estar todo el tiempo con Arleen pero cuando lo hacia me aseguraba de observarla, de aprender tan rápido como podía sobre ella, sus expresiones me decían mucho más que sus palabras porque a veces prefería callar. El pijama voló hasta mi y mientras me  iba vistiendo vi como su ceño se fruncía, no sabía como interpretarlo ¿quizás me sentaba mal? -Es un regalo de Sofía, lo tengo aquí por si algún día no volvía a casa y nos quedabamos hablando de más- expliqué a la morena. Pronto empezamos a hablar sobre mis heridas, Arleen estaba de acuerdo con el diagnóstico de su compañero y muy a mi pesar tendría que aguantarme por lo que suspiré resignado -Me dedicaré estos días a descansar, solo trabajo de oficina aburrido, nada de entrenar- al menos así pasaríamos más tiempo juntos ya que ella también estaba de baja, lo que me recordaba algo, una carta de Anteia que me había llegado y no pude leer hasta después de la misión, se había quedado en mis cosas pendientes y mi hermana me la había acercado para leerla y era un tema que ambos teníamos pendiente.

La charla no parecía ir demasiado bien, ella seguía pasando el cepillo por sus cabellos mientras yo la observaba desde la cama, parecía perdida en sus propios pensamientos -Hiciste lo correcto, debes protegerte- contesté a duras penas porque parecía que había algo más, elgo me decía que aquello no acababa ahí. Cuando le tendí mi mano quise acercarme, una vez en mi regazo acaricié su vientre, la besé pero ella se marchó a por el té y aquello ya no me estaba gustando, de hecho me sorprendía que pudiera salir corriendo cuando apenas unas semanas antes aún iba en silla de ruedas por su condición. Esperé a que volviera mientras hacia aparecer un par de dados con mi magia, los tiré una y otra vez esperando un buen resultado pero los números no mentían y confiaba demasiado en ellos, mucho más de lo que me habría gustado admitir.

Cuando Arleen volvió a la habitación mi expresión era neutral, no quería parecer serio o enfadado, quería agotar la vía diplomática, quería que me contara lo que estaba sucediendo sin alterarla, recibí la taza pero no bebí, la aparté esperando  que ella terminara de cambiarse, en silencio y sin perderla de vista hasta que se metió en la cama y me invitó a hacer lo mismo. hice lo que me pedía con aquel gesto silencioso y entonces la escuché. De primeras lo que me dijo no me gustaba pero escuché atentamente, todo iba bien hasta que me dijo lo de la biblioteca, una vez más se había negado a ponerse a salvo y mi expresión cambió inevitablemente, estaba muy molesto y necesitaba de todo mi autocontrol en ese momento. me llevé una mano al entrecejo para masajearlo, suspiré y después me crucé de brazos -¿de qué me sirve que te disculpes cada vez que haces algo imprudente si no aprendes de tus errores Arleen? sé que eres testaruda pero todo tiene un límite- dije intentando no alterarme, mantener un tono lo más bajo y calmado posible.

Guardé silencio mientras repasaba la situación en mi cabeza y sus palabras pero cuanto más lo hacía menos claridad veía y me costaba mantener la cabeza fría -He intentado que estés cómoda, quererte y comprenderte pero me parece que a ti se te escapan un par de conceptos, ya no eres solo Arleen Royden, eres Arleen Ibn Salah y madre del próximo descendiente de saladino, lo que llevas en el vientre no es simplemente algo que te incumba a ti, es mi hijo y tus acciones temerarias y estúpidas lo ponen en peligro a él y a ti- me levanté de la cama para dar un par de pasos, necesitaba liberar tensión pero el dolor me lo impedía y solo me hacía sentir más nervioso -¿que tu quieres darle ejemplo? ¿exactamente cual es el ejemplo que quieres darle a tu hijo? el de irresponsabilidad y el de no saber cuidar de su vida, no Arleen, a mi me parece que no quieres demostrarle algo a él, me parece que solo quieres ponerte una medalla porque de nada sirve si mi hijo no nace, estas heridas no son solo por la isla, son lo que he arriesgado por daros un futuro a ti y al pequeño pero tu has despreciado eso... será mejor que pienses que es más importante para ti pero no pienso dejar que mi linaje se vea en peligro por tus decisiones así que dime ahora mismo si quieres seguir adelante con esto porque me parece que no soy el descendiente que necesitas-

La explicación de Sayid sobre el pijama no la había exigido pero él había interpretado su rostro. Tenía que empezar a controlar mejor sus reacciones. Simplemente asintió sobre todo a aquello de que debía descansar. Entre la ida y la vuelta a la habitación notó que Sayid estaba tan silencioso como ella, supuso que había percibido su tensión. Era muy bueno leyéndola.

Menos mal que no lo había visto porque se hubiese puesto peor. La pregunta la recibió como lo que era, palabras que estaban dispuestas a hacerle daño sólo porque era la verdad. Lo dejó hacer, tenía razón -No lo pensé, reaccioné…Es que…- No encontró qué decirle en ese momento sólo quería hacerle entender que estaba arrepentida pero tenía cierta razón.

La dureza de las palabras siguientes, como eso de que se le escapaban conceptos…No se le escapaban, en lo absoluto. Precisamente, porque era SU hijo es que había estado tan desesperada por encontrarse bien. Porque era SU hijo era que había investigado y llevado un diario de toda su evolución. Porque era SU hijo es que estaba tan arrepentida. La llamó estúpida. Y aquello hizo que frunciera el ceño. Sofía le había dicho que no se dedicara esas palabras pero… Si ella podía, supuso que él también.

Le siguió con la mirada, limpiándose las lágrimas -Yo l…- No logró cortar el monólogo de Sayid y decidió morderse la lengua. Callada y obediente. ¿Eso le decía su madre no? Las mujeres bonitas y respetables no interrumpen a sus maridos, no hablan por encima de su tono de voz y siempre muestran una sonrisa. Las mujeres respetables no se comportan fuera de lo establecido. No había campo de movimiento para eso. Alzó la vista hacia sus ojos cuando le dijo que había despreciado su sacrificio y parpadeó varias veces cuando puso en duda qué era lo que ella quería, pero sin duda…

-¿Perdona?- Inquirió y sintió la ofensa tan profundamente que se olvidó de las tonterías que decía su madre -¿Qué es lo que has dicho?- El ceño se frunció mientras un recuerdo, no olvidado ni perdonado, volvía  a la vida. “…tienes suerte de haberme cazado antes” -¿Qué se supone que significa eso?- Se quitó las sábanas de encima y se levantó de la cama apretando los dientes -¿Crees que andaba yo en busca  y caza de un Descendiente? ¿O de un marido? ¿Quién te crees que soy? Nunca necesité un hombre en mi vida y por eso mi madre se vio obligada a concertar un matrimonio - Le había ofendido con profundidad.

- Yo también he intentado poner de mi parte Sayid, tanto así que me he olvidado de mis propios objetivos para poner como prioridad la salud de mi hijo y nuestro matrimonio. Lleve el apellido que lleve, podrías haber sido Sayid… Pérez, me da igual tu apellido, lo quiero porque es nuestro no porque vaya a ser hijo de un Descendiente y he estado destrozándome la cabeza para encontrar la manera de mantenerlo conmigo- Le dijo, su tono de voz no era neutral, era aireado, pero no alzaba la voz -Pero ¿Cómo ibas a saberlo? Eres un hombre ocupado y estaba claro que era yo quien debía encargarme de él. Y he hecho mil investigaciones, reposos, meditaciones, aceites  y…Y nada, nada ha servido- Porque sí, él no había estado cuando Anteia había venido a revisarla, ni en muchas otras ocasiones. Aunque los regalos habían estado presentes para no pensar que no le importaba. Pero…Eso no le ayudaba a mantenerlo consigo.

De todas formas, pelear no iba a llevarla a ningún lado. Necesitaba estar tranquila -No te preocupes… Me mantendré en cama y no haré nada más que existir por y para el linaje Ibn Salah, Descendiente... - Dijo haciendo una rígida reverencia y volvió sobre sus pasos a la cama, poniéndose las sábanas encima. Se giró con suavidad para coger la taza y sopló en ella con lentitud intentando que el temblor de sus manos no agitara demasiado la taza para que no le cayera encima -Y si después de lo que SAM hizo conmigo,  mi cuerpo no está listo para ello, entonces puedes pedir el divorcio, Sayid y buscar una mujer que no sea estúpida e irresponsable-  Por no decir testaruda, temeraria, terca...Y otras preciosas descripciones que le había hecho su Oh, tan educado, marido.

Callada y bonita, Arleen. Respetuosa  y obediente.
De ahora en adelante...sí, de ahora en adelante...

-Exacto, no lo pensaste..-  dije confirmando lo que al parecer ella misma sabía, me dejé llevar por mis emociones, tal vez demasiado recordando la presión sobre mis hombros, el peso de las tradiciones y las expectativas que recaían sobre mi olvidando lo que yo mismo había deseado durante mucho tiempo, un matrimonio feliz y alguien con quien compartir mi vida, en ese momento solo podía pensar en que aquello había sido un error y lo estaba pagando con Arleen.

Dejé que las palabras salieran de mis labios sin medirlas, sin pensar en lo que ella pudiera sentir a pesar de no elevar el tono y ella no pudo quedarse callada mucho tiempo más -y si es lo que tu madre quería y tu no ¿por qué aceptaste el compromiso? te di la oportunidad de rechazarlo y seguiste adelante- ella siguió hablando, al parecer le molestaba más lo del descendiente que otra cosa y sentí que me echaba en cara mi trabajo  y no pasar por casa, lo sabía, eso sin duda era culpa mía pero aún tenía algo más que añadir -si no he estado es porque he tenido que esforzarme para que la paz que hemos obtenido llegara, puede que seas mi mujer pero no eres la única persona por la que debo velar.-

La reverencia de la chica y sus palabras hicieron que mi ira al fin saliera a la luz dedicándole una mirada de enfado acompañada de mi expresión, lo pero fue la guinda, básicamente me acusaba de usarla solo para tener a mi hijo y el divorcio -no vas a tener que esperar tanto, recibí una carta de Anteia y está claro que no estás preparada para esto, interrumpe el embarazo si es una carga para ti y si quieres el divorcio no voy a detenerte, con permiso señorita Royden- dicho eso le devolví la reverencia y salí de aquella habitación por mi propio pie, necesitaba la cocina y una amiga ya fuera para echarme la bronca o para apoyarme pero estaba claro que no podía hablarlo con la morena, no en mi estado.

-Lo siento Sayid…No soy como tú. No puedo pensarlo todo…Tan…- No encontraba las palabras pero sabía que Sayid era una persona que estaba costumbrada a lidiar con todo y a tener una respuesta rápida para todo. Ella no…Ella era más bien impulsiva consigo misma pero no tanto con los demás. Suspiró, quedamente-

-Porque creí…- Frunció el ceño recordando aquellos instantes en los que todo había ocurrido demasiado rápido. Impulsiva había actuado. Se había sentido tan halagada de pensar que el propio Descendiente Ibn Salah podía tenerla como una posible esposa. Tan cegada con quizás acariciar su felicidad que no lo pensó a fondo. -Creo… que podemos ser felices- Se corrigió, sin tener la capacidad para mirarlo. No, simplemente no podía hacerlo.

Asintió sobre aquello de esforzarse -Lo sé- No era a eso a lo que se refería pero parecía que cuando hablaba todas las palabras que salían eran negativas, eran malas, eran todo lo contrario a lo que quería decir. Y sin embargo, había estado ocupada haciendo nada. Dedicándose a encontrar la solución, la manera de poder mantenerlo consigo y…

Alzó la vista hacia él, finalmente, cuando mencionó que no debía esperar tanto. Y le sorprendió que Anteia hablara con él sobre ella…Y él no le hubiese dicho nada pero lo peor…Lo peor fue que sugirió ponerle fin. Después de todo lo que había investigado, todo lo que había hecho y cómo había sufrido aquellos días. Lo vio irse y se quedó mirando a la puerta con una mezcla de indignación, tristeza y decepción. Nunca pensó que vería aquella faceta de Sayid pero igualmente no se conocían lo suficiente. Dejó el té de lado y cuando las preguntas continuaron en su cabeza se incorporó y salió de la habitación. No podía dormir así.

-¿Cómo puedes decirme eso? ¿T-tan poco te interesa? - Le preguntó con un hilo de voz -¿Q-qué te dijo Anteia?- Sentía que la cabeza le daba vueltas. ¿Por qué Anteia hablaba con él? ¿Y no con ella? ¿Qué le había dicho? ¿Estaban ocultándole información? -N-n me lo dijo…¿Por qué no me lo dijo a m-mi?- Frunció el ceño, sintiendo que se le hacía un nudo en la garganta -¿Por qué te dijo eso? ¿T-te lo sugirió? – No comprendía porqué todos parecían tener una opinión sobre su embarazo y todas iban destinadas al fracaso. Tensó los labios y se llevó los dedos a los ojos, presionándoselos con fuerza. ¿Sabía Anteia algo que ella no? ¿Algo de lo que sabían los Pendragon? -¿Hay algo en mi sangre?- Preguntó dándole la espalda porque no quería ver en su rostro -¿SAM me dejó secuelas permanentes?- Repitió. Necesitaba ver esa carta, necesitaba hablar con Anteia.

Ahora mismo ni siquiera podía pensar en el divorcio, o en la tontería de que ella lo pidiera. ¿Qué excusa iba a poner? Se apretó con más fuerza los ojos y después la sien. Tenía que hablar con Anteia, de inmediato. Intentó pensar en un recuerdo feliz, en alguno, para poder elaborar un patronus y enviárselo pero no terminaba de formarse algo lo suficientemente corpóreo para poder hacerlo. Se dio por vencida un par de intentos después, si Sayid le respondió, no lo oyó. Se metió en el cuarto y entre las sábanas y, aunque intentó dormir, se mantuvo en vela casi toda la noche. Iría a ver a Anteia a primera hora de la mañana y hablaría con ella, con ese pensamiento cayó en un sueño profundo cerca del amanecer y luego, cuando se despertó, se arregló brevemente y salió de la casa hacia el hospital.

Llegó a su cabaña en un santiamén. Había avisado ya en el camino a Daeallia, una de sus estudiantes más avanzadas y se comunicaría con ella en caso de que cualquier cosa sucediera, pero la urgencia de Catherine por el vestido la hacía pensar, de nuevo, que los males de Aedan se terminarían si ella hacía lo que tenía que hacer, y como Descendiente ese era su lugar. Se sentía morir al despegarse del pequeño, pero con ella era con quien su instinto le decía que debía estar. Nada más llegar a su cabaña, sintió una vibra extraña en ella. Sin saber que era, se cambió de ropa en dos minutos, recordando el mensaje de Catherine y enviándole otro a la brevedad. No sabía por qué la había contactado mentalmente, pero ella le respondió por el brazalete. Ya le diría en persona sus dudas.

Nunca se había arreglado tan rápido en su vida, pero aquello no dejaba de ser una ceremonia para desposar a una Descendiente. Era un acontecimiento que merecía honra aunque no compartiera la visión. Tomó el vestido de novia que ya tenía preparado en una caja en el armario con sus zapatos y sus arreglos. Tomó rápidamente un par de accesorios para Catherine, suponía que si le estaba pidiendo el vestido a ella era porque no tenía cabeza para preparar aquellas cosas y que quería que todo saliera bien, así que no escatimó en nada, ni siquiera en flores, por si acaso le daba por ponerse femenina una vez en la vida. La alfombra bajó el baúl con sus cosas y subió todo lo necesario. Al final, buscaba con desesperación para que nada se le olvidara, pero parecía que lo tenía todo.

No sabía cómo se llegaba a Ávalon, por lo que terminó por colocarse todos los amuletos contra maldiciones y seres oscuros que tenía y que había preparado por si acaso tenía que desaparecerse alguna vez de emergencia en su estado. Incrustados en un un collar y donde quiera que había podido ocultar, tenía piedras de protección como obsidianas, amatistas y cuarzos cristales. Había hecho protegos, y si debía invocar el patronus en todo momento, lo haría. En cuanto salió de casa, pidió a la madre tierra la protección e hizo un ritual rápido en el bosque. No confiaba en los Pendragon y no iba a dejar ningún cabo suelto, por lo que cuando recibió la protección y aceptación del bosque finalmente subió a su alfombra voladora y...- Ay, Dios, Vishous...- Suspiró pesadamente llevándose la mano al rostro mientras pensaba. Si no le avisaba y ocurría algo... Pero si le avisaba... Pero si no le avisaba... Pero trataría de detenerla... Pero no podía detenerse.

Soltó un pesado suspiro con la angustia en el pecho y terminó por hacer aparecer a su patronus. Estaba justo en esos menesteres cuando el halcón de su amado llegó y le trajo aquel mensaje. No había caído en que Arleen no se encontraba en la cabaña y, sin embargo, no tenía tiempo para aquello. Confiaba en él más que en ella misma, por lo que le confió la búsqueda sin reservas. Tras enviar el patronus en dirección de su amado, se dirigió a toda velocidad en busca de Catherine.

Después de ciertos preparativos, había llegado el día más esperado por su futuro esposo. Prácticamente le había dicho que sí a todo, pero sospechaba que aquel día habría una batalla campal que terminaría por añadir demasiados pisos a su pastel de bodas.

Bajó de su habitación enfundada en un precioso vestido de satín en color champaña y despidió a Charles y su equipo con una gran sonrisa, agradeciéndoles las recomendaciones, pues habían traído todos los favoritos de Vishous y uno que otro que a ella le encantaba. Habían montado un hermoso buffette de pasteles en miniatura en la barra de su cocina; Todos adornados con deliciosos ganaches y que eran tan preciosos que lo último que quería era comerles. Sería complicado.

Mientras esperaba al Teniente, encendió la cafetera. Todavía a ese punto no sabía si a él le gustaba beberlo o solo lo hacía porque era parte del desayuno convencional. Había demasiadas cosas de él que desconocía, pero que estaba pensando en descubrir ese día. Dejó que el aroma del café acaparara la habitación y sacó del refrigerador un par de fresas para picar mientras el moreno llegaba a casa. La cosecha era reciente y el sabor divino, así que aprovechaba cada segundo. Caminó entonces por la habitación y se detuvo frente a la puerta de cristal que daba al lago. Como no podía salir por lo frío del clima, se dedicó a contemplar en calma el agua mientras el dulce sabor de la fruta le embriagaba.

La investigación del caso de Erika Malfoy no había arrojado nada. Al ser una de las casas más alejadas había poca relación y pocos vecinos. De no ser por la rubia insoportable quizás ni siquiera se habrían dado cuenta del incendio hasta mucho después. Se revisaron las ruinas y según los expertos parecía algo iniciado por ella. No había cocina, ni gas, ni ningún tipo de aliciente más que su poder. Vishous hizo un extensivo interrogatorio con Anteia pero no logró mucho, él buscaba alguna conexión con los Pendragon pero no había nada con qué echarles la culpa. Pero le dio información de los Souls así que contactó con ellos sin ningún tipo de pista, les había dicho que no y ya.

Durante aquellas semanas también compartió un tiempo con Arleen y la notó mejor, sobre todo después de que perdiera al bebé. Tanto Fred, como Amaya y él se turnaban para estar con ella ya que Sayid tenia misiones fuera de la isla. No es que él se quisiera meter pero ahí olía a gato encerrado. También ayudó con la investigación de la “cosa negra” y le llevó las muestras a Matvey y Sofía para que las revisara. Ese caso le parecía de lo más crítico porque atacaba directamente a la isla, aunque parecía restringido a esa zona, pero quién sabía por cuanto.

Después de acabar con algunas de sus tareas que implicaban también reorganizar algunas guardias porque Ouroboros parecía cada vez más lo que era antiguamente; se fue a la casa de Sofía para hacer lo que más le emocionaba de todos los pasos previos a una boda: La elección de la torta. Guardaba buen recuerdo de la boda de Amaya y de cualquiera de sus amigos porque siempre era invitado de honor a esa magnífica tradición. Ese día había optado por un pantalón de deporte para que tuviera “espacio” y un jersey cómodo. Apareció en la cocina para ver el delicioso banquete que le esperaba y casi se llenó con los ojos, pero sonrió viendo a la pelirroja distraída -Y… ¿Te tengo que esperar para comenzar?- Le preguntó acercándose a ella con un tenedor en cada mano y una sonrisa de lobo en el rostro -¿Cómo estás?- Le preguntó, finalmente a su lado y se inclinó hacia ella para robarle un beso de los labios, en cuanto saboreó el jugo de la fresa de sus labios soltó un gruñido y le cogió el rostro con ambas manos para besarla con un poco más… De la intensidad que le era propia.

Se esforzaba por estar tranquila, por la pequeña criatura que crecía dentro suyo, pero en realidad las malas noticias le rodeaban. Desde que Arleen había perdido a su bebé y no veía a Sayid por las misiones, tenía una profunda tristeza por su gran amigo que no había podido deshacer. Arleen estaba tranquila, pero de él no sabía nada y no dejaba de preocuparle cada vez más y más. Entre eso, los recuerdos del árbol de los Pendragón, la cosa negra y el juicio, poco tiempo había tenido para estar en paz. Aquel día era una excepción y pensaba aprovecharla al máximo.

Cuando el contrario se apareció, acababa de llevarse el último trozo de fruta a la boca, por lo que debió apurarse para contestar. Sin embargo, los labios de Vishous fueron más rápidos. Sin pensárselo mucho, rodeó el cuello del contrario con sus brazos y lo atrajo hacia ella, feliz de tenerle ese día. Él también había estado muy ocupado últimamente y con la situación de su familia, le veía por ratos.- Claro que debes esperarme, se supone que los probemos juntos.- Reclamó, pero pronto dejó de hablar para fundirse de nuevo en el beso. Le hubiera gustado no empezar así, porque se le embotaba la cabeza y perdía de vista el objetivo cada vez que la besaba. Cuando tuvo ocasión de atrapar su labio inferior entre los dientes, apretó un poco antes de dejarlo ir con una carcajada.- ¿Vienes a comer o a comer...me? No nos hemos casado y ya se perdió la magia. ¿Cuánto tiempo hace que venías a las citas con tu mejor atuendo? - Bromeó. No se veía mal. Nada mal. Los pantalones le quedaban... muy sexis, pero no era una prenda con la que lo asociara mentalmente. Nunca lo había visto entrenando, o no lo recordaba. Se veía masculino y relajado. Le encantaba.

Estoy bien.- Mintió, pero era lo mejor que podía decir dadas las circunstancias. Le quitó un tenedor de la mano y comenzó a jugar con él entre los dientes, para luego empujarlo y dirigirlo hacia la barra sin dejar de abrazarle.- ¿Cómo ha estado tu día? ¿Estás listo? Estoy preparada para defender a mi favorito hasta las últimas consecuencias.- Tras eso, deshizo el espacio entre los labios y lo envolvió de nuevo en su beso más lento, pero que buscó dominar.

-Sí…Pero… Es mucha azúcar- Le dijo a Sofía excusándose un poco para que no sonara a que se los quería comer todos sino más a que la estaba protegiendo por el bebé. Que, por cierto, aunque se supone que de momento estaba todo bien le empezaba a preocupar que no tuviera nada de panza. Se preguntaba si eso era bueno o malo o cuánto tiempo tenía que pasar antes de que se notara.

Abrió los ojos para mirarla cuando atrapó su labio inferior y se rió un poco, de esa forma oscura y pecaminosa que a los dos tanto le gustaba y que sólo respondía a su cantarina carcajada -¿Se pueden hacer las dos? Pensé que era buffet libre- Lo de las citas le hizo reír de vuelta pensando que, en efecto, este no era un outfit con el que soliera venir a verla o sacarla en realidad -Me parecía un poco inadecuado y distractor aparecerme sin ropa…Pero si quieres me la quito toda…Y tú también… Estoy seguro de que los pasteles se mantendrán por dos horas o así… Podemos probar su resistencia- Le sugirió, alzando las cejas varias veces a ver si se unía a su maravilloso plan. Lo cierto es que de haber pensado en esa estrategia antes habría aparecido sin nada más que su naturaleza masculina.

-Pero bien, bien…O bien, V, no te quiero preocupar?- Inquirió pasando sus dedos por su espalda con suavidad, mimándola para que… Si había algo en su mente, tuviera la confianza de decírselo. Empezó a caminar hacia la barra al escuchar la pregunta -Tenemos muchas cosas en las manos y Arleen ha empezado con el proyecto del hospital que pinta peligroso así que nos estamos dividiendo tareas con la idea de cubrirlo todo- Tras aquello asintió y se rió con eso de las consecuencias preguntándose si no estaría mal tener 7 pasteles de bodas. Seguro que sería un éxito -Entonces, Srta. Dioscórides…Tenemos un gran desafío por delante- Dijo sentándose en una de las sillas y atrayéndola por la cintura para que se sentara en su regazo -¿Por cuál quieres comenzar?-

Oh, perfecto, así seremos más dulces.- Sonrió agradablemente, quitándole lo malo al asunto. Además, había comido poco y bien para poder probar al menos un bocado de cada uno de los postres. Lo tenía por meta, así como llevar todo a buen puerto.

Entre el jugueteo del moreno y la felicidad propia, a veces se le olvidaba que podía divertirse mucho a su lado.- Claro, buffet pero seguimos siendo civilizados. Se come por tiempos. Primero el postre y después el otro postre.- Sonrió, guiñándole un ojo en complicidad mientras se acercaban a la barra.- ¿Dos horas? El que va a probar resistencia eres tú, por lo que veo.- Dicho eso, le dejó un beso en los labios, porque en realidad no estaba descartando nada todavía. Si seguía por ese mal camino, estaba segura de que terminarían de probar los pasteles a medias antes de que alguna interrupción urgente los apurara al sofá.

Bien, bien y bien, V, no te quiero preocupar.- La respuesta era ambas. Tenía muchas cosas en la cabeza desde que Arleen había perdido a su pequeño. Ella siempre había estado convencida de que todo saldría bien y, al final, nada de eso había funcionado. Quizás por eso aplazaba tanto la siguiente cita con Anteia, pero no importaba. Además, tenía a Sayid en la cabeza y no podía dejar de pensar en su dolor. Estuvo a punto de pedirle que no hablaran de Arleen, pues le dolía, pero terminó por morderse la lengua y tratar de enfocarse en lo que importaba. No respondió a lo del hospital, porque no sabía que decir al respecto. Sentía que la joven estaba aferrándose a eso para no lidiar con su pena.- Gran reto, así es. Podemos empezar en orden.- Tras sentarse en el regazo del moreno y acomodarse sensualmente buscando provocarle por un instante, tomó la tarjeta que estaba por los primeros dos pasteles y leyó en voz alta.- Vainilla francesa con buttercream fresca y un toque de frambuesas. Y este dice: Fresas y champaña, jarabe de champaña en pan clásico de vainilla esponjoso con capas de fresas y crema de champaña. Suena lujoso, me gusta...- Con el tenedor tomó un poco del primer pastel y se lo dejó en los labios a su futuro esposo, inaugurando así la cata, dándole el primer bocado y esperando a su reacción.

-Entonces seremos empalagosos- Y eso ya no le gustaba tanto, sin embargo, se rió por ese pensamiento pues después de todo aquello no era más que bromas de ida y de venida. La organización de los postres hizo que V entrecerrara los ojos -No me queda claro que es el postre y qué es el postre- Dijo con un tono inocente mientras los dedos que estaban por su espalda danzando hacia arriba a ver si conseguían el broche de su ropa interior y empezaban por deshacerse de ella. Si él necesitaba pantalones de deporte, Sofía necesitaba… Libertad, ¿no?

-Soy un maestro de la resistencia…¿Y tú?- Le pregunto robándole un beso de los labios a modo de broma pero vamos que él entrenaba, no sólo para la guardia, sino un poco para sí mismo. Ya le estaba haciendo falta ir a escalar un poco  o acampar por un par de días en la naturaleza, sólo con Onyx, pero las preocupaciones lo ataban más a la “civilización”.

-De acuerdo, entonces estaremos mal después de que terminemos de probar los pasteles y vas a decirme todo lo que tu mente está convirtiendo en un remolino- Intuía aún algunas cosas, después de todo, Sofía había esperado que lo de Arleen se solucionara, todos lo habíamos esperado y la noticia había caído como un ancla en el fondo de los corazones de todos. Tanto que Vishous se había sentido -casi- en la obligación de contarle a su madre de la boda pero al final decidió que no. No de momento, aunque ya faltaba poco.

Le pasó las manos por el vientre abrazándola mientras empezaba a recitar un montón de…cosas que él no conocía pero dentro de su ignorancia debía reconocer que se veían bien. Abrió la boca para recibir el mordisco mientras ponía cara de interesante. No estaba mal, los frutos rojos le gustaban. Tomó su tenedor y optó por tomar algo del segundo y fue a dárselo a Sofía pero después titubeo. Frunció el ceño y masticó, tragó y la miró -Mmm…Esto tiene alcohol ¿puedes comerlo?- Le preguntó.