Casita del bosque

(Nochebuena 2041)

Tal y como prometí a Belle, me dirigí a la casa de los Simon después de la cena en casa de Josephine. Llegé negando con la cabeza, recordando que los planes no habían salido como yo esperaba,. Yo pensaba que la cena iba a ser algo muy familiar y no una fiesta a gran escala con rusos borrachos. Ni siquiera pude hablar con mi tía de una forma tranquila. De modo que aquello que quería de comentarle sobre dejar el hospital debería esperar.

Caminé por la nieve y el hielo desde una de las casas a la siguiente. No estaba lejos, lo bueno de la isla, es que nada estaba verdaderamente distanciado. Cuando llegué a la casa, me recibió Belle y de fondo se escuchaba a Hale jugando con los mellizos y su propia hija, que parecían querer resistirse a acostarse pronto para que pudiera venir Santa Claus. Echó de menos la presencia de Joram en aquella jauría, pero por ese momento todavía estaba debía estar ingresado en el hospital tras los acontecimientos de la biblioteca. Trató de no darle mucha vuelta a aquel día, aunque suponía que se tendría que enfrentar a ello antes o después. Belle le guió por los pocos pasillos hasta la habitación del pelirrojo y volvió al salón.

Toqué la puerta y no esperé respuesta, porque sabría de sobra que no la habría. Abrí despacio y la luz del pasillo se vertió por la habitación, iluminando muy tenuemente algunos de los objetos: la guitarra, juguetes tirados por el suelo ... y el cuerpo de Nichollas tirado en la cama, de espaldas. Aunque sabía que no nos molestarían, preferí entrecerrar la puerta para que una mínima cantidad de luz entrara al interior. Me acerqué lentamente a la cama y me senté en el borde, de espaldas contra la espalda de Nichollas. Capté movimiento por el roce de la ropa. Y tras ello un largo silencio

No tenía ganas de nada. Yo fui de aquellos afortunados a los que dieron el alta temprano, porque solo tenía rasguños,
y volvimos a nuestra destartalada y destrozada casa. Belle se encargó los días posteriores a la misión a adecuarla un poco y hacerla parecer un poco más agradable a la vista y algo más navideña. Tampoco quería comer y la comida se acumulaba día tras día a los pies de la cama prácticamente sin tocar. Comía por instinto. Bebía porque no me quedaba más remedio. Trataba de no dormir por encima de todas las cosas. Cada vez que cerraba los ojos se visualizaban en mis peores pesadillas el momento de la biblioteca. Una y otra vez. Mis manos llenas de sangre, cargando el quebradizo cuerpo inconsciente de Joram. El sonido de los misiles de los robots gigantes y los disparos de los soldados. No quería llorar, ya no, tampoco tenía fuerza para hacerlo. Ya había llorado lo suficiente cuando la chica morena se llevó a Joram para operarle de urgencia y extraerle la bala en urgencias. Luego lloró por la frustración. Lloró también por no haber sido él el que recibiera el disparo. También lo hizo por culpabilidad. ¿Por qué tenían que pasar esas cosas tan horribles?
Calculaba que se acercaba la Navidad, aunque no estaba seguro de qué día era con exactitud al no haber salido en varios días de la habitación. Tenía las cortinas cerradas y no podía ver el exterior, las calles alumbradas. No quería verlas. No tenía fuerza para hacerlo.

Belle había tratado de hablar con él en varias ocasiones. Pero tampoco tenía ganas. Quizás era demasiado pronto. O quizás el problema era ella. O quizás era él su propio problema. No estaba seguro. Una de las tardes escuché que salía y volvía al rato largo. Los pequeños jugaban en el salón, les envidiaba. Se mordió el labio prometiéndose no llorar. Escuchó la puerta pero no contestó. Supo que se abrió y notó cómo alguien se sentó a su lado y no dijo nada. Aquella no era Belle, ¿Justin? Él también estaba el día de la biblioteca, ¿ya lo habría superado? Ladeó levemente la cabeza para poder verle por el rabillo del ojo… tras eso, volvió a su posición neutral. Esperaba que dijera algo, que tratara de convencerle de que todo estaba bien, pero no lo hizo. No hizo nada. Solo estar ahí. No sabía si aquello era bueno o malo, arrugó el ceño y saltó.
-¿No vas a decir nada?-

No. Parecía que no iba a decir nada. Y, a decir verdad, él tampoco tenía ganas de hacerlo. Se mordió el labio notando que se le empañaban los ojos. Se secó con la manga y se sorbió los mocos. Estaba llorando, y se había jurado que no lo volvería a hacer. Permaneció en silencio, hasta que se le hizo tan plomizo que le pesaba en el pecho -No pude hacer nada Justin. No pude hacer nada… y casi se muere, por mi culpa…- Su cuerpo convulsionó por el lloro, pero no podía mantenerlo más. No con Justin. No se habían visto desde que pasó todo y lo echaba de menos. A pesar de que deseaba que estuviera allí no quería que le viera así de mal y se tuvo que tapar la cara para que no le viera en ese estado tan deplorable. -Tengo las manos manchadas de sangre. Cuando cierro los ojos todavía puedo notar su tacto: caliente, húmedo…- Extendió la mano, en la penumbra y todavía podía verlas sucias de aquel rojo oscuro y brillante.

Tardé un poco en responder a su pregunta, manteniendo el silencio, hasta que se me hizo raro -¿No vas a decir nada tú?- Capté un gruñido y luego se volvió a hacer el silencio. Me tumbé en la cama mirando el techo y las manos entrelazadas por encima del pecho. Podía quedarme así toda la noche, no tenía prisa.

Permaneció en profundo silencio sin decir ni hacer nada más que esperar. Sencillamente quería que su primo no de sangre supiera que estaba allí para lo que quisiera y pudiera necesitar, acompañándole. Él no le iba a juzgar, porque al fin de cuentas, hacía relativamente poco que también estaba de mierda hasta las cejas. Pero tuvo una conversación esclarecedora con Johan y aquello le abrió los ojos y ahora debía devolver el favor kármico con su primo. Además, Justin quería hacerlo, solo que no estaba preparado hasta ahora. El silencio era pesado, la atmósfera de la habitación estaba cargada y extraña. Se le hacía raro que Nichollas estuviera tan callado y la habitación tan apagada, tan falta de vida. Generalmente el rol era el contrario, era él el que se mostraba alegre, extrovertido y Justin simplemente se dejaba arrastrar por las locuras de Nichollas. Verle así le rompía el alma. Y esperaba poder ayudarle, lo deseaba con todas sus fuerzas.

Escuchó que lloraba, el corazón se le encogió y se sintió compungido e indefenso, normalmente era él el que lloraba y ahora tenía que hacer un esfuerzo por no hacerlo también y mantenerse fuerte y estoico por el pelirrojo. Sabía, casi perfectamente, cómo se sentía Nichollas y Justin no pudo evitar recrear en su mente los momentos del guardia que llegó muerto a urgencias, la operación a vida o muerte de Reiv, la dantesca escena de la biblioteca… Pero no estaba allí para hablar de sus emociones, no ahora mismo. Ya había podido hablar con Johan de ello antes y su  padrino le había escuchado sin juzgarle (mucho) y aclararle alguna cosa que otra. Suspiró y tomó una decisión: se giró en dirección del pelirrojo y le abrazó por encima del cuerpo. Pegó su cuerpo al de él y le abrazó fuerte, todo lo fuerte que pudo. Así estuvo en silencio un largo rato, dejando que Nichollas soltara todo lo él quisiera soltar. Observó, por detrás del cuerpo del pelirrojo cómo se miraba las manos y recreaba en ellas la sangre de Joram. Se las cogió y se se las apretó con fuerza -Tú no has hecho nada que te haga tener las manos manchadas de sangre, Nichollas- Le dijo en un tono bastante serio porque no iba a permitir que se echara la culpa por algo que no había ocurrido -Nichollas yo estuve allí y la culpa no fue tuya. Tú no disparaste aquel arma- No, aquello no había ocurrido así -Al contrario. Te fuiste corriendo al hospital y, seguramente, gracias a eso, pudieron salvar a Joram. Además de proteger a Iberio y a los otros niños. Eso, eso es lo que ocurrió- Le dijo serio pero no hiriente. No necesitaban ahora culpabilidades por algo irreal.

El abrazo le sobresaltó y dio un pequeño brinco, pero este quedó prácticamente escondido por los lloros. Aquella muestra de calor humano se le hizo extraña, pero reconfortante a la vez. Sabía, porque algo se lo decía, que Justin no le juzgaría por aquello que tan horriblemente había hecho. ¿Cómo podía haber dejado escapar a su primo? ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? Todos estaban a su cargo, maldita sea, desde que Belle, Mónica y Setelah se fueran a la misión los niños eran su entera responsabilidad. Y no solo había perdido a uno de ellos, sino que por aquello le habían disparado.  Todos aquellos pensamientos se hilaban en una espiral autodestructiva que no le estaba dejando avanzar. Justin cogió sus manos y le devolvió el apretón con fuerza y se secó los lagrimones con la manga de la sudadera. Al fin pudo escuchar la voz de Justin, desde su espalda. -¡No la disparé pero dejé que Joram se escapara! ¡Era mi responsabilidad!- Le increpó, claramente enfadado, no con Justin sino consigo mismo. Estaba claro que el cano tampoco le entendía. Intentaba quitarle hierro al asunto, y eso estaba cabreando a Nichollas más. Y aquello era extraño, porque él no se solía enfadar, era un sentimiento que no sabía cómo controlar: explosivo e hiriente. Se soltó del agarre de la mano y movió el hombro para hacer lo propio con el brazo, apretando los dientes -Si vas a sermonearme como lo ha hecho Belle, ni lo intentes. No va a funcionar-

Ahora quería que se fuera. Que le dejara en paz. Quería estar solo. Nadie le entendía. De no ser porque ya estaba colocado en aquella posición, Nichollas hubiera dado la espalda al chico de pelo cano. O se hubiera tapado con la sábana, pero tampoco tenía. Qué frustrante era aquella sensación. Dejó de llorar apretando las muelas y notó cómo se le había acelerado la respiración por la frustración de ser incomprendido.

La reacción de Nicholas no dejó de sorprenderle. Se mordió el labio y retiró suavemente a mano y el brazo de encima del pelirrojo. A pesar de aquello, mantuvo la posición tumbado a su lado y le escuchó, preocupado. Justin se debatía entre varias ideas que se enfrentaban. No podía negarle aquello de la responsabilidad, porque era cierto, y tratar de demostrar lo contrario era faltar a la verdad. Pero por supuesto no estaba de acuerdo con aquello que decía que tenía la culpa o que dejara que se escapara, porque daba la impresión de que lo hiciera a propósito y aquello no era real. El niño se fugó sin que nadie se diera cuenta, de modo que se les pasó a todos. ¿La culpa era de Joram? ¿De Nichollas por no haber estado más atento? ¿De todos los que estaban allí por no tener más cuidado? ¿Acaso valía la pena echarse las culpas los unos a los otros? ¿Qué utilidad tenía, en ese momento, señalar a nadie? No se lo pareció. -Nicho…- Ahogó su nombre en un suspiro sin saber cómo podía sacarle de aquel bucle. Se colocó de nuevo boca arriba, entrelazando los dedos por encima de su pecho, dándole vueltas al tema al tema, que le había generado ciertas dudas.


Trató de poner en orden sus pensamientos, rememorando aquel día tan horrible y luego se le vino a la cabeza la conversación que había mantenido con su padrino hacía unas horas en la cafetería del hospital. Suspiró de una forma profunda, comenzando a hablar. -Somos un equipo...- Recordó. No quería sermonear a nadie, pero, era algo que quería compartir. Cogió aire y prosiguió con lo que tenía en mente, fijando la mirada en el techo.

-¿Crees que no puedo entenderte? ¿Crees que eras el único que se sintió como una mierda por no por hacer nada? ¿No te acuerdas de que Nyara también estaba allí?- Aquello le salió con un tono más brusco de voz, quizás siendo un poco más directo de lo que habría deseado en un principio, pero ahí estaba, una verdad como un templo. Porque él también tenía personas a su cuidado y cargo aquel día, y no solo en la biblioteca. Prosiguió contando su experiencia de ese día, recordando la más traumática, la que le había hecho replantearse si debía o no seguir en el hospital. Suspiró largo -Reiv Black, el hermano de Johan, murió en mis manos... Se le paró el corazón y no supe cómo reaccionar. Se murió y me quedé paralizado, aterrado...- Suspiró de nuevo, recordando aquel horrible momento en el hospital tanto lo ocurrido en urgencias como lo consiguiente del quirófano, con Anteia. Había clavado la mirada en el techo de la habitación, en aquel mar oscuro, perdido en sus recuerdos, costándole poder expresarse porque las sensaciones y recuerdos se agolpaban por desbordar y trataba de controlarlo, como un jinete que tratase de controlar a un caballo desbocado. -Y… y no supe… se moría y no podía moverme del terror que tenía- Suspiré y me mantuve en silencio, afrontando su realidad -Tú al menos le echaste valor y te sacrificaste por Joram. Tú fuiste valiente y yo un simple gallina...-

Pero no iba a dejar que aquello le pudiera y estaba convencido de ello. Trabajaría para poder hacerlo mejor, la siguiente vez. Se esforzaría al máximo hasta que le salileran úlceras en los codos de estudiar. Sí. Johan le había dicho que le habían dicho que estaban muy contentos en el hospital con él, ¿por qué no podría mejorar también en ese campo? Sí, tomó la decisión en ese momento. No sabía cómo lo haría, pero le pediría también instrucción a Lucio. -He hablado con Johan. ¿Sabes lo que me dijo? Que nunca te acostumbras a no poder proteger como quisieras a todo el mundo. Que a veces lo consigues y otras veces… fallas- Se mantuvo en silencio un rato, estudiando la implicación de fallar. No era una sensación agradable, podía entenderlo. -También me dijo que intente aprender para la próxima vez, para poder hacer algo por los míos...- Me quedé en silencio en ese momento, porque la verdad, teniendo como objetivo las nuevas clases con Sean, con Johan, las clases de pociones y esperaba que las de Sanación… le habían despertado ganas de poder avanzar y de poder mejorar y así poder ayudar a sus cercanos. Volvió a girarse en dirección del pelirrojo, quedando de lado sobre el colchón, y la cabeza apoyada en la mano. -Y yo te pregunto: ¿Qué quieres hacer tú por los tuyos la próxima vez? ¿Avanzarás o te vas a anclar en la interminable oscuridad? ¿Qué te crees, Batman?-

Cuando Justin se separó de él un escalofrío le recorrió la espalda y en ese momento supo que había obrado mal, pero, en un alarde de tozudez, seguía creyendo que tenía razón. Que aquello era su culpa por irresponsable, por enclenque, por no saber qué  hacer… Que sí, que al final su primo estaba vivo y habían terminado en el hospital, pero todo aquello no le pareció suficiente, por mucho que quisieran hacerle entender que sí. Se acurrucó, haciéndose una bola más pequeña, colocando su mano debajo de su cara, ¿en qué momento había bajado tanto la temperatura? Y ahogó un gruñido con la mención de su nombre, pero sin embargo, la última frase, la susurrada, se le clavó en lo más profundo del pecho. Sí, sí lo eran… Pero ahora él se sentía solo, terriblemente solo. Incomprendido.

Se giró levemente cuando empezó a hablar, con curiosidad. Iba a responder a aquella pregunta, pero la verdad es que enmudeció, sin saber exactamente qué iba a contestarle. Se había ladeado un poco y había girado un poco la cabeza, dejando de estar totalmente de lado para estar inclinado sobre la cama y ahora miraba alguna de las esquinas del techo de la habitación. Siendo sincero, no recordaba que Nyara estuviera allí. Es decir, tenía sentido, pero su mente lo había borrado. Tampoco se acordaba de Mérida, ni de la fortaleza que tuvieron que hacer. Las imágenes fueron apareciendo lentamente en sus recuerdos, recomponiendo un puzzle al que le habían faltado algunas piezas.

Aquel tono le llamó la atención por su dirección. Esperaba que el cano fuera condescendiente, o siguiera jugando a la compresión. No se había dado cuenta de que había más gente en aquella biblioteca con una historia similar a la suya. Se había obsesionado con Joram y aquello había eclipsado las demás cosas, como cuando conjuró la barrera para Iberio. Arrugó el ceño cuando también le contó la experiencia con la muerte de Reiv. Ahora entendía la razón de porqué Justin estaba con el pijama lleno de sangre cuando estaba en la biblioteca. La verdad que, en un alarde  de sinceridad, tampoco envidiaba la situación de Justin. Tenía razón, y el pelirrojo no era el único que había estado en la mierda ese día. Se le vino a la cabeza Belle, que también le había contado lo aterrada que estuvo en la misión en tierra y el pavor que le había ocasionado la máquina. Aquella misión había trastocado a todos. -Justin… yo… no creo que seas un gallina- Giré la cabeza para poder mirarle, sintiendo compasión. Entendía aquella sensación, pues había sido exactamente lo mismo que le había pasado en el hospital -Somos un equipo hasta cuando temblamos como un flan- Bromeé recordando la sensación de tranquilidad que le había dado tenerle en la biblioteca a su lado.

La mención de Johan volvió a llamarle la atención, girando totalmente para quedar enfrentado a Justin, aunque éste miraba al techo. Nichollas idolatraba a Johan  y le parecía un claro ejemplo a seguir, por ende, lo que hubiese dicho, seguro que estaba bien. -Ya…- Bajó la mirada mordiéndose el labio, comprendiendo aquello, entendiendo las implicaciones de haber podido fallar. Entendía que él había fallado y, por eso, Joram había resutatdo herido -Y qué mierda es fallar, ¿eh?- Le preguntó al cano. Saber que él también había pasado por algo similar le había dado cierta esperanza y se sentía más unido a él. Como un equipo. Se incorporó en la cama, sin entender exactamente aquello -¿Cómo? ¿Qué podemos hacer nosotros, que casi ni siquiera sabemos hacer un campo defensivo, para poder proteger a alguien? ¿Para poder salvarlos?- Aquello no era una pregunta retórica, sino que era una duda sincera, ¿cómo? ¿cómo podría hacerlo? Miró fijamente a su compañero, que en ese momento se había girado hacia el pelirrojo estudiando en silencio sus últimas preguntas y entendiendo a qué se estaba refiriendo. -Prefiero Spiderman, al menos él salta por entre los edificios- Bromeó para responderle a la analogía del superhéroe

Negué cuando me dijo que pensaba que yo no era un gallina, sonriendo con pena, todavía con la mirada perdida en el techo. -No creo que solo sea eso… Nichollas, yo también pensaba que era un pusilánime, que no valía para nada. Pero, ¿qué voy a hacer? ¿Quedarme en un rincón como una piedra viendo la vida pasar? No quiero participar activamente en una batalla, qué horror, pero sí quiero hacer todo lo que pueda por ayudar a los míos. -  Miré al pelirrojo de soslayo, arrancando una leve sonrisa, al menos había conseguido que mi primo me sonriera, eso era un avance -Bueno, que seamos flanes durante mucho más tiempo, pero juntos.-

Asintió en silencio, fallar era una mierda y te hacía sentir como tal. -Nichollas. Somos adolescentes. No podemos solucionar una guerra mundial nosotros solos. Pero podemos aprender. Mejorar. Me niego a quedarme de brazos cruzados, siendo una carga. Quiero ser alguien útil. Johan me va a enseñar a manejar la espada y quiero empezar las clases con los descendientes Eire y Galenus. Tú deberías hablar con Adael, podrías pedirle que te enseñara…. A usar el fuego para defenderte. O con Ling que se enseñe artes marciales…. ¡Podríamos entrenar juntos con la espada! Y jugar a los caballeros de la tabla redonda- Le respondí, mucho más animado. En verdad quería poder hacer todas cosas, y estaba casi seguro que Johan cogería a Nichollas para que le entrenase. Puede que no pudiéramos solucionar una guerra, pero al menos, tratarían de aproximarse a la solución del conflicto. ¿Conseguirían arreglar algo que los adultos se han dedicado a estropear incesantemente durante 15 años? En unas semanas comenzaría un nuevo año  y con ella tantas y tantas posibilidades… -Venga, pero todo eso no lo podrás hacer si te pasas en la cama hecho un higo todo lo que te queda de existencia. Hasta Spiderman tenía un trabajo haciéndose selfies para venderas en el periódico mientras salía a la calle a hacer spidercosas de un edificio a otro-

Nichollas se movió inquieto cuando le dijo eso de que no se trataba de ser o no un gallina, rechazando totalmente su teoría de que fuera un gallina. Estaba claro que, quizás, el cano no era la persona más valiente del mundo, pero allí había estado, en las urgencias del hospital con los heridos a pie del cañón. Él, por su parte, no sería capaz de hacer ese tipo de tareas, empezaría a temblar y terminaría bloqueado. Oh, como en la biblioteca. O como le había ocurrido a Justin. Entendió ahora a qué se refería. Suspiró profundamente sobre aquello de poder ayudar a los demás. Sonar sonaba bonito, claro, el problema era poder llevarlo a la práctica. Pero de lo que algo estaba convencido es que no quería ser una piedra aburrida o un tembloroso flan. Y le devolví la sonrisa, pensando en aquello, pensando en aquello de que éramos un equipo, mirando al frente antes de girarme para hablar de la conversación había mantenido con Johan antes.

-Podemos intentarlo- Respondí con sorna, encogiéndome de hombros -Y no me digas que no te pica el gusanillo de poder solucionar todo esto…. A mí no me engañas…- Le dije, pinchándole en la cintura con el dedo índice. A ver si no de qué iba a seguir en el hospital después del drama de la pelirroja cuando le ignoró por primera vez. Y allí seguí, ayudando a los demás. Dirá lo que quiera, pero a ojos de Nichollas, para poder hacer aquello tenía que echarle agallas, algo que él no sería capaz. Tomó aquella recomendación de entrenar con los descendientes. Ya había asistido a la clase de Adael y la verdad es que le gustó mucho, poder hacer fuego azul molaba y le hacía sentirse especial. Le agradó el profesor que además vino a disculparse a casa por lo de Joram y luego le acompañó a ver a Mérida cuando estaba ingresada. Estuvo dándole vueltas a aquel tema en silencio un rato. No tenía ni idea de quién era Ling, pero quizás también pudiera acercarse a él y que le explicara algo de artes marciales. ¿Por qué parecía que se le estaba abriendo un mundo de posibilidades? ¡Porque así era! ¿Cómo podía haber estado tan ciego? -Gracias Justin. ¡Gracias! No sabía… no se me habían ocurrido todas esas posibilidades…. No, claro que no quiero ser un higo, aunque debo reconocer que están muy buenos. Tanto por hacer que quiero empezar ya mismo- Se bajó de la cama de un salto, decidido. -Pero antes te reto a un duelo de espadas con los canijos, y yo me pido a Helen! Y luego le robamos el teléfono a Belle, hacemos una foto a Gustavo y se la ponemos de fondo de pantalla- Reí abiertamente. Y tras aquello salí corriendo de la habitación, seguido por el cano. Ya mucho más animado, con algunos objetivos para el año que viene y con ganas de hacer cosas nuevas para poder mejorar. Pasamos la Nochebuena jugando con los canijos en la casa hasta que caímos todos rendidos y las Navidades fueron avanzando con una blanca capa de nieve cubriéndolo todo.

Después de charlar con Gio después de nuestras cosas y de empezar a programar otras tantas para el regreso de mi casa me despedí de él porque iba a hacer sus cosas de científico y yo me dirigí a casa a hacer mis propios preparativos. Si conseguía organizarse lo que le quedaba de tarde podría ir a charlar un rato con Arleen y Nichollas se encargaba de los niños un rato. O quizás pasase por el taller para ver con qué material contaban para poder crear los transistores o preparar el cifrado para los que trajeran de tierra aquellos que iban a bajar. Quería hacerles una lista de cosas que deberían tratar de localizar con bastante urgencia, para hacer algún cacharro en el I+D.

Iba pensando en mis cosas, bastante animada, elucubrando sobre cómo sería el momento en el que Gio me invitara a tomar un café a solas. Y entonces me pondría su mano sobre mi mano y me diría lo guapa que le parecía y luego nos casaríamos y tendríamos 2 hijos y viviríamos en nuestra propia casa y… y…. ¿Y ese chaval? No me había dado cuenta de que me estaba siguiendo desde hacía rato. Adelanté el paso para ver si me lo quitaba de encima, pero dobló en la misma esquina para dirigirse por el camino que llevaba al bosque y a mi casa. Vale, me hice cacota de la grande. ¿Un acosador? ¿A dónde iba? ¿Qué quería de mí? ¿Dinero? Pues estaba jodido. Estábamos ya cerca de casa, y me sentía más segura. Me giré hacia él y le pregunté, con los brazos en jarras sobre la cadera -¿Puedo ayudarte? Quizás te hayas perdido. La zona residencial está allí, siguiendo el camino que rodea el bosque- En efecto, le señalé el camino por el que habíamos estado viniendo todo el rato

Quizás si se aparecía por el I+D podía dar con él. No sabía muy bien cómo funcionaba. ¿Si se lo pedía por favor, podría? Dudaba que sus capacidades de usar “inspeccionar elemento” del Firefox sirviera para hackear a un bichejo que había conquistado la humanidad y capturado a sus padres. Estaba metido en sus pensamientos y en la música que escuchaba cuando se dio cuenta que había una pelimorada delante de él, casi siguiendo el mismo camino. Le dio un poco de curiosidad pero lo dejó estar.

Al menos hasta que tomó el último giro hacia la casa de Nicho. Se dedicó a evaluarla más a fondo, iba hasta las narices de abrigo pero tenía un andar particular. Quizás fue un poco descarado al verle el culo pero ella no le estaba mirando así que era libre de ser ¿no? Pero de pronto se paró, por lo que Iroh levantó la mirada rápidamente para no ser pillado pero aunque la vio hablándole no le oyó nada.

Se sacó la capucha de la sudadera y luego los cascos lo bajó hasta su cuello -¿Qué?- Se giró a mirar hacia el camino que había señalado por si algo se les había pegado o les estaban persiguiendo pero no -No te he oído- Indicó golpeándose con el índice la oreja derecha esperando que comprendiera y le repitiera.

-¿Qué? ¿Cómo que qué?- Aquello le pilló con la guardia baja. Esperaba que el tipo reaccionara de otra forma, a la defensiva o cualquier otra cosa. Espera, ¿me estaba mirando el culo? Empezó a trastabillarse con sus propias palabras, bajando el brazo con el que estaba señalando patéticamente el camino, apretando el puño y arrugando el ceño. Hasta que no le dijo que no le había oído no se percató de los cascos. ¿Un muggle refugiado? -Eh… te decía… decía que si te habías perdido. Que la zona de residencia es aquella, que este camino ya entra al bosque- Le dije señalando la casa que tenía detrás, que curiosamente era la mía, luego me volteé para mirarle a la cara y encontrarme con sus ojos de dos colores que atraparon toda mi atención y curiosidad.

Le sorprendió la forma en la que le reclamó el "qué" pero bueno... Notó que de pronto se puso nerviosa y pensó que quizás era porque le había pillado. Lo cierto es que no le importó, tenía un culo decente y se movía con una cadencia bonita al caminar. Era agradable a la vista -Sé exactamente donde estoy- Le respondió y se volvió a poner los cascos y subirse la capucha. Lo cierto es que no sabía a qué venía eso de las direcciones así que siguió caminando pasando por su lado.

No había oído de Nicho después del ataque, al menos para reunirse, pero sabía que estaba vivo y eso era lo más importante. Recorrió en silencio los últimos pasos que quedaban hasta llegar a la casa y se bajó la guitarra de encima. Iba a tocar pero le dio curiosidad algo y giró la cabeza para ver a la pelimorada acercándose. Entrecerró los ojos ¿Vivía allí? Decidió detener la música y luego bajar los cascos -¿Conoces a Nicho?- Le preguntó, porque seguramente tenía más amigos que él, era un chico agradable. Y aunque alguna vez le mencionó a su hermana lo cierto es que no se habían adentrado en temas familiares porque a él le tocaban muy profundamente.

La dirección de la respuesta volvió a pillarle con la guardia baja, tanto que se me notó en la cara y no pude evitar observarle con cara de idiota. ¿Cómo que sabía dónde estaba? Pero no era posible esa es mi casa. Tartamudeé, sintiéndome muy estúpida para volver a recriminarle que se había perdido y que allí no podía vivir, pero la verdad es que solo pudo seguirle con la mirada y con todo su cuerpo mientras pasaba a su lado, anonadada porque se había puesto los cascos y la estaba ignorando, ¿pero de qué iba con esa actitud?

Siguió detrás del chico, pisando bastante fuerte la nieve, tratando de que escuchara los pasos por encima de la música que debía estar escuchando. Cosa que no fue así y el chico continuó su camino hasta mi casa. ¿Algún repartidor? ¿Y por qué llevaba guitarra? ¿Regalo tardío de Nichollas? Llegué hasta su espalda cruzada de brazos con el gesto un poco hosco por el desplante que me acaba de hacer. “¿En serio, hola? No soy invisible, ¿vale? ¡Tengo el maldito pelo morado!” Pensé para mi misma -Obvio. Como que es mi hermano- Ahora fui yo la que le rodeé y quedé a su lado, relajando el gesto y los hombros -¿Puedo ayudarte en algo? No sabía que se había comprado una guitarra, ¿es regalo de mi tía?- Oye, que quizás el muchacho venía con buenas intenciones y las estaba mal interpretando, por lo que decidí darle una oportunidad. Saqué las llaves de casa y abrí la puerta. Estaba la chimenea encendida, había decoración de Navidad y un silencio sepulcral en el interior.

Menuda mala hostia tenía la muchacha de pelo morado, que le miraba con tal cara como si le hubiese insultado. Madre mía, qué gente de piel fina tenía la isla. -¿Eres tú? ¿Su hermana?- Arqueó las cejas con cierta sorpresa y luego miró hacia el techo de la casa de forma pensativa, tratando de hacer memoria -¿Belle? Te imaginaba con el pelo de otro color...En fin...- Inquirió dudoso mirándola de arriba a abajo, haciendo una leve mueca con los labios creyó que estaba equivocándose pero mejor la dejaba a ella responder.

-Sí, lo cierto es que sí...Qui...- Se quedó mirando su guitarra y actuó un poco de imprevisto, agarrándola con más fuerza y apartándola de su vista. Esa guitarra era una de las pocas cosas que le quedaban de sus padres, uno de sus regalos de cumpleaños -No se la compró, es mía- Aclaró por si no había quedado claro y entonces miró hacia dentro de la casa como preguntando si podía pasar -Quiero ver a Nicho, hace rato que no quedamos- Le explicó a la muchacha, la verdad es que estaba empezando a preocuparse y quería verlo aunque fuera para tocar un poco de música o hablar de algo. Simplemente, pasar el tiempo. Vio un poco hacia adentro le sorprendió el silencio. Faltaba gente ¿Y los críos? No esperó mucho, tampoco pasó porque no había sido invitado así que simplemente....gritó -¿NICHOOOO?-

Asintió levemente cuando se percató de que yo era la hermana mayor (y por tanto la que siempre tenía razón) de Nichollas. Sonreí con bastante superioridad con los brazos cruzados delante del pecho y llena de orgullo y satisfacción -La misma y genuina- Me recorrí con las manos abiertas el lateral cuerpo, como si fuera un objeto en una presentación para luego terminar en el pelo y sacando en mechón, casi arrancando una sonrisa por aquello -¿Pelirroja? Sorpresa, supongo. Mi hermana, mi tía, mi padre y mi abuela tenían el pelo morado también. Genética. El raro es Nichollas- Me encogí de hombros, era algo obvio, con sus cosas de bichos y de hippie el raro era mi hermano, no yo.

Añadió un largo “ah” cuando indicó que la guitarra no era suya, o sea, no era de mi hermano que no se la había comprado, sino que era del moreno que tenía delante. Ok. -No sabía que conocías a mi hermano. Ahora todo tiene más sentido. No te quedes fuera, pasa por favor, iré a buscarle. Estaba un poco de morros después de lo que pasó en la isla...- Le expliqué mientras me perdía en el pasillo tras invitarle a pasar. Si era conocido de Nichollas dudaba que fuera a ser mala gente. Pero no, nadie había en aquella habitación ¿Dónde se había metido todo el mundo y por qué a ella no le habían invitado? AH, bueno, por lo de la reunión de la plaza. -No hay nadie. Pero puedes esperar si quieres en el salón hasta que vengan- Le respondí volviendo a la entrada mientras me quitaba el abrigo y le ordenaba colgarse con magia. Ahora quedé delante de él -Creo que mi hermano no nos ha presentado... oficialmente. Soy Belle, la hermana del pelirrojo. ¿Tú?- Le pregunté extendiendo una mano muy cortésmente para saludarle.

Iroh siguió con la mirada las manos de Belle delineando su figura para luego entrecerrar los ojos. No había esperado que después de su gesto hosco ahora sonriera con ese tinte y encima se mostrara con tanta seguridad después de tartamudear. Él simplemente asintió. Así que Nicho era el único pelirrojo en una familia de pelimorados. Bueno… Tampoco es que fuera tan raro. Simplemente una combinación de genes -Ok- Respondió porque sentía que estaba esperando que le dijera alguna cosa.

-Bueno… No tienes porqué controlar con quién se junta y con quién no- Le soltó cuando dijo que no sabía que lo conocía. Como hermano mayor de vez en cuando chequeaba por encima las amistades de sus hermanos pero tampoco las controlaba o conocía todas. Al final terminó pasando dentro quedándose al lado de la puerta con tranquilidad. Lo de los morros lo escuchó pero después se perdió en un hilo de voz, sin embargo, fue suficiente para saber que Nicho no se encontraba bien. Esperaba poder…hacer algo. No sabía el qué pero…a él le ayudaba la música. Le ayudaba mucho. Miró la guitarra con cierta nostalgia mientras estaba solo.

Cuando volvió se lo pensó un poco, pero creía que era importante hablar con Nicho. Eso era lo que hacían los amigos -Si no te importa, está bien- Se quitó la chaqueta y se la puso en un brazo mientras cargaba la guitarra y entonces se presentó mirándola con sus dispares ojos -Iroh- Respondió, extendiendo la mano para estrechársela. Entonces se alejó hacia uno de los sofás y quitó la funda de la guitarra, mientras esperaba no quería aburrirse y la música le ayudaría a pensar qué hacer para ir a la misión. Necesitó las primeras notas para caer en algo   y frunció el ceño -Tú estabas en la plaza. En la reunión… ¿Sabes a quien le tengo que avisar que voy a bajar? -

Torció el gesto por aquel comentario sobre si podía controlar o no con quién se podía juntar su hermano. Nichollas es especialmente extrovertido y siempre que conoce a alguien o hace alguna cosa rara viene alardeando de ello y se tira hablando de aquello una semana. Como cuando fue al bar y al final terminaron montando una banda de rock o como cuando fue a una sesión de entrenamiento y descubrió que podía usar fuego azul. No era control, es que directamente él lo contaba todo, sin filtro alguno. -Creo que habrá salido a jugar con los pequeños a la nieve- Trató de explicarle al invitado y de esta forma excusar a su despistado hermano -Quizás se le haya pasado el que venías- “Aunque podría haber dicho algo y hubiera recogido los juguetes de Joram y de Helena antes” Pensé mientras me descalzaba en la entrada y dejaba las katiuskas rojas en el rellano del recibidor.

-Ahora sí. Encantada. Pasa- Apreté su mano con fuerza para devolverle el saludo y le indiqué que pasara para indicarle dónde podía esperar al calor de la chimenea mientras cerraba la puerta y pasaba a la cocina a prepararme un té de frutos rojos -¿Te apetece algo para beber mientras esperas?- Puse el agua a calentar en la tetera y volví al salón, todavía descalza, dejando ver los leggings oscuros y la sudadera granate oversized que había decidido vestir ese día. Me agaché para recoger un par de juguetes que andaban por ahí para guardarlos en el baúl correspondiente cuando me preguntó. Le miré confusa -¿Para luchar contra la máquina? Pues …. Yo hablaría con Johan Black, no sé si le conoces. O con la General de la Guardia de Ouroboros. La reconocerás porque es la cara siesa y la armadura- Ladeó la cabeza con curiosidad -¿Vas a bajar también?- Se sintió estúpida nada más terminar la pregunta -Quero decir, que bajo la media de la edad de los que vamos a bajar… se me hace raro que baje alguien de mi edad- Aunque la otra vez me encontré con Collins que tampoco me respondió al patronus, por cierto. ¿Cómo estará? ¿Cómo me iba a responder si no tenía magia? “Idiota ばか”

-De acuerdo- Sus hermanos ya estaban demasiado grandes para jugar, cuando había nieve y sus horarios concordaban se revolcaban como perros en ésta o terminaban a la guerra…Que acababa pasando factura en los tres. Aquello hizo que una sonrisa nostálgica se cruzara por sus labios antes de desaparecer. Negó suavemente con la cabeza y los mechones castaños se le colaron en la vista asi que se pasó una mano para retirárselos -No le avisé, me pareció raro que no…No saber nada de él así que vine a ver si estaba todo bien- Pero aparentemente no.

Acarició las cuerdas arrancando las primeras notas, pensando que cada uno haría de las suyas pero fue amable y le ofeció algo. Él alzó la mirada de su guitarra hacia ella evaluando qué decir. Sabía que eran refugiados y quizás no tenían todo el dinero del mundo pero también sería bastante hosco no aceptar nada. Quiso ver si estaba haciendo café o había puesto la tetera pero sería muy evidente así que atinó por la cultura inglesa -Si tienes té, de lo que sea, te lo agradecería- Hacía mucho frío afuera y aún tenía las manos levemente congeladas.

Asintió sobre lo de luchar -No- Respondió a lo de Johan porque no tenía ni idea, pero si se lo describía…O bueno la General, esa era reconocible. De acuerdo, iría con ella al salir de allí. Volvió a asentir cuando preguntó si iba a bajar y bajó la vista hacia su guitarra, cambiando la posición de sus dedos para arrancar otro tipo de acorde -¿Qué edad tienes?- Le preguntó sin mirarla, porque estaba concentrado en la melodía lenta que estaba tocando. A él a veces le daban menos edad de la que tenía aún así sospechaba que estaban más o menos por la misma, porque si Nicho no tenía 20 aún y su hermana era mayor que él.

Aham. De modo que se había presentado por sorpresa en la casa. Era algo raro, pues no sabía que nadie supiera de su existencia… más que los cuatro contactos que tenían… y mucho menos que supiesen dónde habían colocado la casa para vivir el tiempo que se quedaran en la isla que, sinceramente, esperaba que fuera mucho. Le pareció muy noble por su parte que viniera a ver a su hermano al no tener noticias de él en algún tiempo -Ha estado un poco deprimido y como es muy cabezón no ha querido avisar a nadie. Al final su primo consiguió hablar con él y solucionarlo- Le expliqué, sin querer entrar en detalles, dado que no le apetecía explayarse en contarle toda la semana que había estado Nichollas en la cama diciendo cúan inútil era y toda aquella culpabilidad. Al menos Justin pareció hacerle entrar en razón y hacerle ver. Al final tuvieron una nochebuena bastante entretenida todos juntos.

Recogió los juguetes y volvió a la cocina cuando pitó la tetera cuando el agua ya se había calentado. -¿Te gusta el de frutos rojos?- Porque tampoco sabía si tenía algún otro. Quizás valeriana o manzanilla o…. -Tengo también té rojo de dragón chino- Eso debía de ser de Setelah porque era la primera vez que escuchaba sobre él. Buah, mira ni idea. Cogí unas cuantas muestras de todo lo que tenía, la tetera caliente, azúcar, leche, tazas y cucharillas y en una bandeja lo llevé hasta la mesa de baja altura de delante del sofá. Yo me serví una bolsita de frutos rojos y el aroma no tardó en impregnarse de ese aroma dulzón. Se sentó en el otro sofá y subió las piernas al colchón, para colocarlas debajo de sus posaderas -Oh. Pues Johan es el … o era… bueno, lo que sea, de la Resistencia. Así, moreno… es el que más habló en la reunión- Me serví el té y una cucharada de azúcar y me coloqué en mi asiento mientras removía la infusión con la cucharilla, de una forma muy elegante (pues como soy yo) -21. ¿Y tú? ¿A qué te dedicas en la isla? ¿Eres de aquí? ¿Eres músico como Nichollas?- Le dije señalando con la cabeza la guitarra que estaba tocando. “Obvio Belle, pregunta estúpida: ALERT. Gracias. Deja de mandar spam a tu invitado, idiota”