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Recuerdo del primer mensaje :
Pequeña cabaña situada en los alrededores de Ouroboros, en el bosque de Darwin.
En ella habitan Setelah, con sus loros, Mónica Gallaher con sus hijos, y los Simon.
Pequeña cabaña situada en los alrededores de Ouroboros, en el bosque de Darwin.
En ella habitan Setelah, con sus loros, Mónica Gallaher con sus hijos, y los Simon.
Iroh Lim
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Soltó un chasqueo de lengua cuando le dijo que estuvo un poco deprimido. Se lo temía, eso era lo que lo había mantenido apartado de la música. Era normal -¿Justin, no?- Preguntó asintiendo con cuidado y dejando un momento de lado el rasgar de las cuerdas mientras hablaba de Nicho. Quizás si podía ayudarlo a escribir música se encontraría mejor, pero para eso tenía que verlo. Volvió la mirada hacia la puerta como esperando que entrara en ese momento.
-Sí- Le informó aunque era mentira. No era mucho de sabores tan afrutados. Sin embargo, cuando le ofreció el segundo volvió la vista hacia ella asintiendo -Por favor, el de té rojo de dragón- Le pidió en un tono neutral. Y estudió sus movimientos y organización en silencio. Iba colocando todo en una bandeja con cuidado y balanceó todo hasta llegar al salón. Apoyó la guitarra con cuidado sobre su funda y se inclinó para prepararse su propio té, observando el líquido empezar a impregnarse de color mientras el aroma de frutos rojos inundaba la sala. Asintió con suavidad para que Belle siguiera hablando -Iré con la General- Respondió, después de todo si sus tíos no se oponían apoyarían que fuera con la gente de Ouroboros.
-25- Al final si eran un poco contemporáneos pero a él le parecía que había gente bastante joven reunida en la plaza, pero prefirió no decir nada. Cada quien juzgaba a su manera. Alzó la mirada hacia ella frunciendo suavemente el ceño con una sonrisa enigmática -¿Es un interrogatorio para saber si soy buena o mala influencia para tu hermano?- Inquirió y le sostuvo la mirada un instante, en silencio, apreciando su reacción antes de inclinarse y coger el té. Dio un sorbo y sonrió ante el familiar sabor -Soy estudiante, voy a pedir plaza para que Rasputin me tome como pupilo. No soy de aquí, nací en Filipinas. Y sí, soy músico- Volvió la vista hacia ella y arqueó una ceja -Te he respondido tres preguntas. Ahora te toca a ti ¿Qué es lo más preciado que te ha quitado la guerra? ¿Qué es lo que más te gusta de Ouroboros? ¿Cuál es tu color favorito?- Aguantó la risa, porque las preguntas no tenían nada que ver con las que ella había hecho pero…Eran preguntas a fin de cuentas. Bebió té mientras esperaba a que respondiera.
-Sí- Le informó aunque era mentira. No era mucho de sabores tan afrutados. Sin embargo, cuando le ofreció el segundo volvió la vista hacia ella asintiendo -Por favor, el de té rojo de dragón- Le pidió en un tono neutral. Y estudió sus movimientos y organización en silencio. Iba colocando todo en una bandeja con cuidado y balanceó todo hasta llegar al salón. Apoyó la guitarra con cuidado sobre su funda y se inclinó para prepararse su propio té, observando el líquido empezar a impregnarse de color mientras el aroma de frutos rojos inundaba la sala. Asintió con suavidad para que Belle siguiera hablando -Iré con la General- Respondió, después de todo si sus tíos no se oponían apoyarían que fuera con la gente de Ouroboros.
-25- Al final si eran un poco contemporáneos pero a él le parecía que había gente bastante joven reunida en la plaza, pero prefirió no decir nada. Cada quien juzgaba a su manera. Alzó la mirada hacia ella frunciendo suavemente el ceño con una sonrisa enigmática -¿Es un interrogatorio para saber si soy buena o mala influencia para tu hermano?- Inquirió y le sostuvo la mirada un instante, en silencio, apreciando su reacción antes de inclinarse y coger el té. Dio un sorbo y sonrió ante el familiar sabor -Soy estudiante, voy a pedir plaza para que Rasputin me tome como pupilo. No soy de aquí, nací en Filipinas. Y sí, soy músico- Volvió la vista hacia ella y arqueó una ceja -Te he respondido tres preguntas. Ahora te toca a ti ¿Qué es lo más preciado que te ha quitado la guerra? ¿Qué es lo que más te gusta de Ouroboros? ¿Cuál es tu color favorito?- Aguantó la risa, porque las preguntas no tenían nada que ver con las que ella había hecho pero…Eran preguntas a fin de cuentas. Bebió té mientras esperaba a que respondiera.
Asintió levemente cuando el invitado acertó con el nombre del peliblanco que era casi tan familia como lo podía ser sus primos reales. A fin de cuentas, prácticamente habían vivido toda su historia juntos, y hasta el pelirrojo estuvo una temporada escondido en la casa de Scrat cuando todavía existía el ministerio de magia, al final de sus días. Luego la cosa se puso rara y todos se vieron en la obligación de volver a la resistencia…. La base subterránea…. La tortuga gigante… el piso de la tía Mónica de Londres… la casa de Setelah…. En fin. Demasiado bagaje detrás. -Son casi como uña y carne, han estado toda la vida juntos- Le expliqué con una medio sonrisa.
-Yo trataré de ir en el grupo en el que no esté Sigrid, para tener alguien que sepa de máquinas en el otro grupo- Le respondí mientras me bebía un sorbo de té. Su sabor inundó sus papilas gustativas y los olores, mezclados con su perfume de cereza, le recordó a la primavera con las plantas en flor. Y a decir verdad también esperaba que me acompañara Sarah en la misión y ojalá estuviera Arleen con nosotros, pero ella debía descansar y así era mejor. No había que preocuparla más de la cuenta. Si terminaba en Turín y todo salía bien, lo mismo le traía hasta un regalo.
Lo del interrogatorio le sacó los colores y empezó a notar cómo se le sonrojaban las mejillas. En ese momento se dio cuenta de que se había pasado -No, perdona… es por hacer tiempo. Lo siento- Me apreté los labios y miré a otro lado, avergonzada. A mi té. Eso. Sin embargo él no pareció molestarse y respondió sin grandes problemas. Trató de recordar si conocía a algún asiático y si la memoria no le fallaba, no. Era el primero. Su juego de las preguntas le piló de sorpresa, por lo que asintió levemente -Vale. Dispara- ARG ¡MALDITO SEA! Sus preguntas eran mucho más difíciles. Pero bueno, le tocaba responder. Rodeó los ojos, pensando en la respuesta, demasiados personales. Alzó el primer dedo cuando encontró la respuesta, a los pocos segundos -Pues… estoy entre mi individualidad y mi familia- Alzó el segundo -Las infinitas posibilidades. Y el taller I+D- Y Giordano, pero eso no lo iba a decir. Alzó el tercer dedo -El rosa. Pero no me desagrada el rojo burdeos ni el morado, por supuesto- Le dije mientras me acomodaba el pelo por encima del hombro. Sorbió un poco de té -Me toca…. Uhm…. ¿Cuál es tu mayor frustración? ¿Qué grupo de música es tu favorito? ¿Te gustan los ordenadores?- Enumeró alzando los dedos respectivos a cada pregunta. Dejó la taza sobre la mesa y se acomodó en el sofá, sentándose como un indio
-Yo trataré de ir en el grupo en el que no esté Sigrid, para tener alguien que sepa de máquinas en el otro grupo- Le respondí mientras me bebía un sorbo de té. Su sabor inundó sus papilas gustativas y los olores, mezclados con su perfume de cereza, le recordó a la primavera con las plantas en flor. Y a decir verdad también esperaba que me acompañara Sarah en la misión y ojalá estuviera Arleen con nosotros, pero ella debía descansar y así era mejor. No había que preocuparla más de la cuenta. Si terminaba en Turín y todo salía bien, lo mismo le traía hasta un regalo.
Lo del interrogatorio le sacó los colores y empezó a notar cómo se le sonrojaban las mejillas. En ese momento se dio cuenta de que se había pasado -No, perdona… es por hacer tiempo. Lo siento- Me apreté los labios y miré a otro lado, avergonzada. A mi té. Eso. Sin embargo él no pareció molestarse y respondió sin grandes problemas. Trató de recordar si conocía a algún asiático y si la memoria no le fallaba, no. Era el primero. Su juego de las preguntas le piló de sorpresa, por lo que asintió levemente -Vale. Dispara- ARG ¡MALDITO SEA! Sus preguntas eran mucho más difíciles. Pero bueno, le tocaba responder. Rodeó los ojos, pensando en la respuesta, demasiados personales. Alzó el primer dedo cuando encontró la respuesta, a los pocos segundos -Pues… estoy entre mi individualidad y mi familia- Alzó el segundo -Las infinitas posibilidades. Y el taller I+D- Y Giordano, pero eso no lo iba a decir. Alzó el tercer dedo -El rosa. Pero no me desagrada el rojo burdeos ni el morado, por supuesto- Le dije mientras me acomodaba el pelo por encima del hombro. Sorbió un poco de té -Me toca…. Uhm…. ¿Cuál es tu mayor frustración? ¿Qué grupo de música es tu favorito? ¿Te gustan los ordenadores?- Enumeró alzando los dedos respectivos a cada pregunta. Dejó la taza sobre la mesa y se acomodó en el sofá, sentándose como un indio
Iroh Lim
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Sí, lo de Justin y Nicho ya se lo había comentado el pelirrojo así que no era una sorpresa. Le agradaba que tuviera alguien más de su edad porque pese a ser bastante simpáticos habían cosas que los distanciaban por temas de objetivos en la vida, quizás. Al hablar de la misión, Iroh levantó la vista hacia ella cuando mencionó que iría en el grupo donde no estuviera otra mujer que supiera de máquinas. La analizó un momento y entrecerró los ojos -¿Qué tanto sabes de máquinas? ¿Puedes hackear los registros de SAM?- Preguntó, sintiendo que el corazón se saltaba un par de latidos y se le acumulaba la exasperación en la nuca haciendo que se le erizara la piel. Si ella era capaz de obtener los registros de los trascendidos… Iba a… Iba a… No lo sabía. ¿Qué le gustaba? Podría…componerle una canción. Eso estaría bien.
Al ver el apuro de la joven cuando mencionó lo del interrogatorio, una sonrisa ladeada y vaga se formó en sus labios. Vamos, que él más de una vez había soltado sutilmente algunas preguntas a conocidos de sus hermanos para saber de qué iban y no quedarse sólo con impresiones. La entendía y, para ser sinceros, no le molestaba. Bebió del té mientras ella se pensaba las respuestas de aquellas preguntas que eran un poco más profundas que las de él. Un poco bastante -Comparto tu pensamiento- Dijo al oír la respuesta de su primera pregunta. Él había pasado de vivir con su familia a vivir en una misma habitación con sus otros dos hermanos y en una casa con otras tres personas que nunca había visto en su vida. Normal…
Lo de la isla hizo que el pensamiento de que quizás podía hackear a SAM creciera un poco más e intentó controlarlo al beber otro poco de té que sentaba muy bien -Nunca habría dicho que rosa. Me das una impresión de… - Le recorrió el cuerpo con la mirada, no siendo muy sutil al respecto, y se dio cuenta de que iba con bastantes piezas roja -Naranja y verde- Alzó suavemente el hombro. Como un atardecer en plena naturaleza. Cálida y esperanzadora. Sí, en efecto, eso le recordaba Belle. Escuchó sus preguntas y asintió. Esto se lo tuvo que pensar un poco más -Ser un hijo decente y hacer caso a mis padres- Cada vez que pensaba en ese día prefería haber sido como su hermano y lanzarse a ayudarlos pero… Pero sus padres le había suplicado con la mirada y él sólo había asentido, una orden no dicha pero bien cumplida. Bajó la mirada al té con el ceño levemente fruncido.
-Umm humanos Foo Fighters, Bon Jovi y Aerosmith. Y alguna vez me obsesioné con una canción de Las Brujas de Macbeth- Sonrió de lado pensando en que había acabado a piñas con sus hermanos para que dejara de tocarla, pero era una melodía complicada y sus dedos se trababan. Hasta que no lo consiguió no dejó de tocarlo, después quedó hastiado de la banda. Asintió con suavidad a los ordenadores -Aquí no tengo ninguno, por todo eso de la señal, pero en casa sí tenía- Le respondió con una leve sonrisa -Pero sólo sé lo que pude aprender de manera autodidacta. Tu turno…- Mencionó y bebió un poco más de té, entrecerrando los ojos -¿Cuál es tu instrumento preferido? ¿En qué prefieres volar? Si pudieras elegir el linaje de algún Descendiente para pertenecer a su familia ¿Cuál elegirías?-
Al ver el apuro de la joven cuando mencionó lo del interrogatorio, una sonrisa ladeada y vaga se formó en sus labios. Vamos, que él más de una vez había soltado sutilmente algunas preguntas a conocidos de sus hermanos para saber de qué iban y no quedarse sólo con impresiones. La entendía y, para ser sinceros, no le molestaba. Bebió del té mientras ella se pensaba las respuestas de aquellas preguntas que eran un poco más profundas que las de él. Un poco bastante -Comparto tu pensamiento- Dijo al oír la respuesta de su primera pregunta. Él había pasado de vivir con su familia a vivir en una misma habitación con sus otros dos hermanos y en una casa con otras tres personas que nunca había visto en su vida. Normal…
Lo de la isla hizo que el pensamiento de que quizás podía hackear a SAM creciera un poco más e intentó controlarlo al beber otro poco de té que sentaba muy bien -Nunca habría dicho que rosa. Me das una impresión de… - Le recorrió el cuerpo con la mirada, no siendo muy sutil al respecto, y se dio cuenta de que iba con bastantes piezas roja -Naranja y verde- Alzó suavemente el hombro. Como un atardecer en plena naturaleza. Cálida y esperanzadora. Sí, en efecto, eso le recordaba Belle. Escuchó sus preguntas y asintió. Esto se lo tuvo que pensar un poco más -Ser un hijo decente y hacer caso a mis padres- Cada vez que pensaba en ese día prefería haber sido como su hermano y lanzarse a ayudarlos pero… Pero sus padres le había suplicado con la mirada y él sólo había asentido, una orden no dicha pero bien cumplida. Bajó la mirada al té con el ceño levemente fruncido.
-Umm humanos Foo Fighters, Bon Jovi y Aerosmith. Y alguna vez me obsesioné con una canción de Las Brujas de Macbeth- Sonrió de lado pensando en que había acabado a piñas con sus hermanos para que dejara de tocarla, pero era una melodía complicada y sus dedos se trababan. Hasta que no lo consiguió no dejó de tocarlo, después quedó hastiado de la banda. Asintió con suavidad a los ordenadores -Aquí no tengo ninguno, por todo eso de la señal, pero en casa sí tenía- Le respondió con una leve sonrisa -Pero sólo sé lo que pude aprender de manera autodidacta. Tu turno…- Mencionó y bebió un poco más de té, entrecerrando los ojos -¿Cuál es tu instrumento preferido? ¿En qué prefieres volar? Si pudieras elegir el linaje de algún Descendiente para pertenecer a su familia ¿Cuál elegirías?-
Esturó la espalda cuando le preguntó sobre cuánto sabía sobre las máquinas. Bueno, le daba un poco fanfarronear sobre aquello, pero Arleen seguro que le decía que debía de presumir un poco más sobre lo que habían logrado, pero a pesar de todo se sonrojó levemente -Bueno. Ayudé a hackear al SAM que se coló en la isla para que dejara de atacarnos. Y estuve en la misión anterior hackeando las puertas y los centinelas. Podría… intentarlo. Tengo que localizar en esta misión cómo pone la IA los chips a la gente para poder quitárselos de manera definitiva- Trató de explicarle brevemente sobre su trabajo anterior en el que consiguió replicar uno de los chips para saber cómo funcionaba con material de la isla. -¿Por?- Preguntó con curiosidad intentando averiguar si es que estaba interesado en algo en concreto. No se esperó que le preguntara tan directamente por la máquina, generalmente la gente rehuía del tema.
Observó la sonrisa ladeada del chico y comprobó que estaba disfrutando por haberla hecho sufrir. Pensó para sus adentros que era algún tipo de castigo por lo de antes, pero no le importó. Tampoco tenía nada que ocultar ni a él ni a nadie. De modo que contestó sin mayores problemas y se apuntó aquel comentario para su ronda de preguntas. -¿Ah, sí?- Le miró con cara de sorpresa por aquello de los colores. Se imaginó así y le entró risa -Me vería como como una macedonia- Río la gracia, pero se lo apuntaría. Cogió su té y esperó las respuestas, acomodándose. Alzó las cejas con la primera respuesta -De modo que eres una mala influencia para mi hermano, ¿eh?- Sonrió de forma pilla, pero en tono de broma. Sorbió el té y siguió escuchando. Trató de recordar alguna de las canciones de los cantantes que decía, o de las canciones que tocaba Nichollas, pero este era más de cantautores y canciones más melódicas. Las brujas de MacBeth sí las conocía -Ay, por fin alguien que no le espantas los ordenadores. A veces me siento como un bicho raro…- Le reconocí cuando me dijo que tenía un ordenador. Veamos me tocaba a mí, respondí con un “uhm” no verbalizado, lo de los instrumentos era una pregunta complicada porque ella no tocaba ningún instrumento de música -Me gusta cómo toca la guitarra Nichollas, así que… la guitarra. Tengo una alfombra voladora, es muy cómoda, la prefiero a tener que volar sobre los lomos de un bicho- Y negué arrugando el labio, no era yo muy de bichos. Tenían pelos. Y algunos huelen raro. -Pues no conozco todos los linajes, pero … me gusta Da Vinci- Y por más de un motivo -Con sus instrumentos, y su cosas. Además, Giordano es muy gracioso- Sí…. Gracioso…. Qué eufemismo más tonto.
Cogió el té con ambas manos y rodeó los ojos para pensar las preguntas, una de ellas ya la tenía pensada de antes, pero las otras costó un poco más. Se dio un suave golpecito en la barbilla, pensando -¿Cómo perdiste tu individualidad? ¿Qué es lo último que escuchaste en tu reproductor de música? ¿Filipinas u Ouroboros?-
Observó la sonrisa ladeada del chico y comprobó que estaba disfrutando por haberla hecho sufrir. Pensó para sus adentros que era algún tipo de castigo por lo de antes, pero no le importó. Tampoco tenía nada que ocultar ni a él ni a nadie. De modo que contestó sin mayores problemas y se apuntó aquel comentario para su ronda de preguntas. -¿Ah, sí?- Le miró con cara de sorpresa por aquello de los colores. Se imaginó así y le entró risa -Me vería como como una macedonia- Río la gracia, pero se lo apuntaría. Cogió su té y esperó las respuestas, acomodándose. Alzó las cejas con la primera respuesta -De modo que eres una mala influencia para mi hermano, ¿eh?- Sonrió de forma pilla, pero en tono de broma. Sorbió el té y siguió escuchando. Trató de recordar alguna de las canciones de los cantantes que decía, o de las canciones que tocaba Nichollas, pero este era más de cantautores y canciones más melódicas. Las brujas de MacBeth sí las conocía -Ay, por fin alguien que no le espantas los ordenadores. A veces me siento como un bicho raro…- Le reconocí cuando me dijo que tenía un ordenador. Veamos me tocaba a mí, respondí con un “uhm” no verbalizado, lo de los instrumentos era una pregunta complicada porque ella no tocaba ningún instrumento de música -Me gusta cómo toca la guitarra Nichollas, así que… la guitarra. Tengo una alfombra voladora, es muy cómoda, la prefiero a tener que volar sobre los lomos de un bicho- Y negué arrugando el labio, no era yo muy de bichos. Tenían pelos. Y algunos huelen raro. -Pues no conozco todos los linajes, pero … me gusta Da Vinci- Y por más de un motivo -Con sus instrumentos, y su cosas. Además, Giordano es muy gracioso- Sí…. Gracioso…. Qué eufemismo más tonto.
Cogió el té con ambas manos y rodeó los ojos para pensar las preguntas, una de ellas ya la tenía pensada de antes, pero las otras costó un poco más. Se dio un suave golpecito en la barbilla, pensando -¿Cómo perdiste tu individualidad? ¿Qué es lo último que escuchaste en tu reproductor de música? ¿Filipinas u Ouroboros?-
Después de nuestra conversación de Nochebuena y de pasar la Navidad junto a la familia las cosas habían ido mucho mejor. Nichollas estaba de mucho mejor humor y todos estábamos disfrutando de unas merecidas vacaciones, al menos hasta que tuviéramos que volver a nuestros puestos de trabajo o empezásemos las clases. Ya había subido el sol cuando se pasó por la casa de Nichollas para salir a jugar con la nieve. Cuando llegó, Belle se había ido a una reunión, o no sé qué, de modo que Mónica le pidió que se llevara a todos a la montaña, con cuidado de los dragones y de los bichos, y así ella podría aprovechar para hacer sus cosas. Le indiqué que no íbamos a tener problemas y que llegaríamos al atardecer. Por supuesto, los críos no tardaron ni dos minutos en cambiarse, ponerse sus botas y sus chubasqueros y salir uno a uno de la casa. Joram hasta cogió el trineo que había conseguido como regalo de Papá Noel. Quería haberse llevado a Nyara, pero cuando llegó a casa de Jo tampoco estaban, de modo que no pudo ir con ellos.
Pasaron gran parte de la mañana jugando con la nieve a las peleas de bolas de nieve. Helen construyó un grandísimo muñeco de nieve que adornó con una flor que no sabía de dónde había sacado. Joram y Nichollas bajaron por la ladera con el trineo. Llevaron un tupper encantado con comida caliente y un termo de caldito de ternera para entrar en calor. Incluso hasta les nevó un rato.
Bajamos del alto de la montaña empapados hasta las cejas, Nichollas todavía arrastraba el trineo donde cargaba a Sofía y a Iberio mientras que yo estaba cogido de las manos de Joram y de Helen. El pelirrojo se nos había adelantado un trecho y ya rondaba la puerta de su casa. Sonreí con malicia y me puse un dedo en los labios para indicarles a los peques que venían conmigo que no dijeran nada. Cogí un puñado de nieve, la hice bola y se la lancé a Nichollas, acertando de lleno en toda la coronilla. Las risas no tardaron en aflorar
Pasaron gran parte de la mañana jugando con la nieve a las peleas de bolas de nieve. Helen construyó un grandísimo muñeco de nieve que adornó con una flor que no sabía de dónde había sacado. Joram y Nichollas bajaron por la ladera con el trineo. Llevaron un tupper encantado con comida caliente y un termo de caldito de ternera para entrar en calor. Incluso hasta les nevó un rato.
Bajamos del alto de la montaña empapados hasta las cejas, Nichollas todavía arrastraba el trineo donde cargaba a Sofía y a Iberio mientras que yo estaba cogido de las manos de Joram y de Helen. El pelirrojo se nos había adelantado un trecho y ya rondaba la puerta de su casa. Sonreí con malicia y me puse un dedo en los labios para indicarles a los peques que venían conmigo que no dijeran nada. Cogí un puñado de nieve, la hice bola y se la lancé a Nichollas, acertando de lleno en toda la coronilla. Las risas no tardaron en aflorar
Desde que hablé con Justin estaba mucho mejor conmigo mismo. Tenía claro que quería pedirle a Adael que me enseñara cosas y que me enseñara a defenderme. No conocía a Ling tampoco, pero también debería pedirle que me instruyera. Estaba durmiendo como un lirón cuando Justin apareció con la idea de poder ir a jugar a la nieve. No tardó ni dos segundos en decir que sí quería y en vestirse con su abrigo largo lleno de pelos, muy esquimal, y sus manoplas de colores. Belle no estaba en casa ya, de modo que iban a ser libres toda la mañana. Iban a poder hacer todas las gansadas que querían sin que nadie les dijera nada. Joram se llevó el trineo para deslizarse entre los árboles de la loma de la montaña que estaba al lado de casa, cubierta de nieve invernal, de modo que estuvieron jugando a las carreras. También se tiraron haciendo la croqueta y la idea de la guerra de bolas de nieve fue cosa mía.
Aprovechamos para comer allí, y menos mal que Justin se había llevado algo, porque a él no se le había ocurrido. Y estaba todo calentito y era reconfortante para el cuerpo. Así pudieron comer en la nieve y volver a jugar al rato, ya que pensaba poder ganar la batalla campal de bolas de nieve.
Cuando quisieron volver a casa el sol ya estaba bastante bajo, pero todavía quedaba algo de luz. Subió a los más pequeños al trineo y los fue arrastrando por la calle hasta que llegaron a la casa. Estaban agotados de andar con la nieve arriba y abajo. Esta noche iban a dormir todos estupendamente. Estaba en la puerta de casa para abrir la puerta cuando recibió un impacto trasero que le hizo quejarse. Se volvió hacia su agresor, que por supuesto estaba partiéndose en dos -¡Que sepas que pienso vengarme!- Bajó las escaleras de un salto, trató de buscar algo de nieve a su alrededor y se lo lanzó al trío, pero cuando lo hizo resbaló y cayó de culo, haciendo que la nieve le cayera a él directamente desde la rama de un árbol que tenía encima -¡El karma se está cebando conmigo!-
Aprovechamos para comer allí, y menos mal que Justin se había llevado algo, porque a él no se le había ocurrido. Y estaba todo calentito y era reconfortante para el cuerpo. Así pudieron comer en la nieve y volver a jugar al rato, ya que pensaba poder ganar la batalla campal de bolas de nieve.
Cuando quisieron volver a casa el sol ya estaba bastante bajo, pero todavía quedaba algo de luz. Subió a los más pequeños al trineo y los fue arrastrando por la calle hasta que llegaron a la casa. Estaban agotados de andar con la nieve arriba y abajo. Esta noche iban a dormir todos estupendamente. Estaba en la puerta de casa para abrir la puerta cuando recibió un impacto trasero que le hizo quejarse. Se volvió hacia su agresor, que por supuesto estaba partiéndose en dos -¡Que sepas que pienso vengarme!- Bajó las escaleras de un salto, trató de buscar algo de nieve a su alrededor y se lo lanzó al trío, pero cuando lo hizo resbaló y cayó de culo, haciendo que la nieve le cayera a él directamente desde la rama de un árbol que tenía encima -¡El karma se está cebando conmigo!-
Los días que siguieron a la última misión y a la salida del hospital fueron bastante oscuros, pues cuando desperté me dijeron que a Joram también le habían herido en el ataque a la isla y estaba en el hospital. Aquello me provocó una crisis de ansiedad al pensar que podría haber perdido a mi hijo, que podrían haberlo asesinado igual que hicieron con su hermano. El horror de aquel día no me había abandonado nunca, pero en ese momento regresó de manera más intensa. ¿Qué clase de madre era yo? ¿por qué no me me había quedado en la isla para protegerle? en su día juré que nadie jamás les volvería a hacer daño, y había acabado fallando.
Al regresar a casa no fue mucho mejor la cosa, a pesar de que Joram se iba recuperando. Me daba miedo que pudiese pasarle algo más, y no quería perder de vista a ninguno de los críos. Me encerré con ellos la mayor parte del tiempo, y también en mí misma. Hablaba lo justo y necesario, y a menudo con monosílabos. Por la noche apenas lograba dormir por las pesadillas, así que empecé a abusar de las pociones para dormir. Aquello me dejaba sin saber muy bien dónde estaba o qué decía, así que no me desperté hasta tarde, justo cuando empecé a escuchar jaleo en la planta de abajo y en el exterior. Al despertarme no encontré a ninguno de los niños en la habitación, así que salí rápidamente en dirección a la escalera, toda despeinada y con cara de desesperación.
- ¡JORAM! - grité bajando las escaleras, encontrándome a Belle en la planta de abajo con un desconocido. - ¡Tú, fuera de aquí! ¿¿Dónde están los niños, Belle?? ¿¡Dónde!? - escuché más ruido en el exterior, la voz de Nicho me hizo ir corriendo hacia la salida. Allí estaban todos, en la nieve, empapados. - ¡Pasad dentro! - ordené de manera apremiante, dirigiéndome después a mi sobrino. - ¡No vuelvas a sacarlos de casa sin mi permiso! ¡Hay demasiados peligros ahí fuera! ¡Este sitio no es seguro, ninguno lo es! -
Al regresar a casa no fue mucho mejor la cosa, a pesar de que Joram se iba recuperando. Me daba miedo que pudiese pasarle algo más, y no quería perder de vista a ninguno de los críos. Me encerré con ellos la mayor parte del tiempo, y también en mí misma. Hablaba lo justo y necesario, y a menudo con monosílabos. Por la noche apenas lograba dormir por las pesadillas, así que empecé a abusar de las pociones para dormir. Aquello me dejaba sin saber muy bien dónde estaba o qué decía, así que no me desperté hasta tarde, justo cuando empecé a escuchar jaleo en la planta de abajo y en el exterior. Al despertarme no encontré a ninguno de los niños en la habitación, así que salí rápidamente en dirección a la escalera, toda despeinada y con cara de desesperación.
- ¡JORAM! - grité bajando las escaleras, encontrándome a Belle en la planta de abajo con un desconocido. - ¡Tú, fuera de aquí! ¿¿Dónde están los niños, Belle?? ¿¡Dónde!? - escuché más ruido en el exterior, la voz de Nicho me hizo ir corriendo hacia la salida. Allí estaban todos, en la nieve, empapados. - ¡Pasad dentro! - ordené de manera apremiante, dirigiéndome después a mi sobrino. - ¡No vuelvas a sacarlos de casa sin mi permiso! ¡Hay demasiados peligros ahí fuera! ¡Este sitio no es seguro, ninguno lo es! -
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Al notar que se erguía la imitó, por inercia, y la miró sonrojarse si entender porqué carajo SAM le hacía sonrojarse…Lo entendió cuando terminó de hablar, su cara seguramente era un poema entre la estupefacción y la admiración. Se quedó tildado mirándola un momento -Wow…- Estaba intentando hacer conexión entra Nicho y ella pero no podía -Eres una hacker profesional- Arqueó suavemente una ceja, saliendo un poco de su sorpresa cuando preguntó porqué -Porque necesito unos listados de SAM. Urgentemente- Dijo con bastante seriedad -¿Puedes sacárselos?- Inquirió.
-Te verías como un atardecer- Le respondió, corrigiéndola mientras se terminaba el té y lo dejaba sobre la bandeja. Sonrió de lado, de modo vago, cuando mencionó que era una mala influencia. Pero no respondió, la pequeña línea se desvaneció pronto y sintió la necesidad inmediata de coger la guitarra. Lo hizo y volvió a rasgar las cuerdas en un par de notas y, como si fuera magia, sintió que el nudo en su corazón se aflojaba un poco. Siguió así mientas ella respondía, intercalando su mirada entre Belle y la guitarra -No eres un bicho raro. Te has adaptado al desarrollo tecnológico. Bichos raros los que viven en el siglo pasado- Indicó y asintió a las respuestas de sus preguntas sintiendo que tenía sentido que eligiera a Da Vinci, era el más cercano a ese tipo de saberes. O eso creía él. Un momento ¿No era inventor? ¿Tecnoinventor tal vez? Quizás…también podía hablar con él.
-Me mudé a una habitación con mis tres hermanos en una casa con cuatro personas más que no había conocido hasta el día de la mudanza- Explicó resumidamente y, sin embargo, era la oración más larga que había dicho hasta ahora sin incluir sus cuestionamientos y cuando preguntó por la música su sonrisa fue más amplia -We weren't born to follow de Bon Jovi ¿La conoces?- Preguntó mientras se enderazaba un poco más y empezaba a tocar las notas de aquella canción con la que tanto se identificaba. Se quedó pensativo sobre la última pregunta para luego fruncir el ceño. No era Filipinas lo que extrañaba -Cualquier lugar donde esté mi familia…Al completo- Expresó y no quiso seguir con el juego, se concentró en las notas de la guitarra cuando alguien abrió la puerta y la algarabía de risas llegó desde allí. Detuvo la música y sonrió, sabiendo reconocer aquella voz. Guardó la guitarra en la funda con cuidado cuando de pronto otra pelimorada salió hecha un torbellino echándolo de la casa. Aquello le…impactó. Pero se veía… preocupada. Quizás. No quiso llevarle la contraria así que se colgó la guitarra del brazo y se incorporó, le dedicó una mirada agradecida a Belle antes de asentir y fue hacia la puerta con rapidez mirando a Nicho con una sonrisa curiosa -Escríbeme- Le soltó antes de desaparecerse, con la tranquilidad de que, al menos, estaba bien.
-Te verías como un atardecer- Le respondió, corrigiéndola mientras se terminaba el té y lo dejaba sobre la bandeja. Sonrió de lado, de modo vago, cuando mencionó que era una mala influencia. Pero no respondió, la pequeña línea se desvaneció pronto y sintió la necesidad inmediata de coger la guitarra. Lo hizo y volvió a rasgar las cuerdas en un par de notas y, como si fuera magia, sintió que el nudo en su corazón se aflojaba un poco. Siguió así mientas ella respondía, intercalando su mirada entre Belle y la guitarra -No eres un bicho raro. Te has adaptado al desarrollo tecnológico. Bichos raros los que viven en el siglo pasado- Indicó y asintió a las respuestas de sus preguntas sintiendo que tenía sentido que eligiera a Da Vinci, era el más cercano a ese tipo de saberes. O eso creía él. Un momento ¿No era inventor? ¿Tecnoinventor tal vez? Quizás…también podía hablar con él.
-Me mudé a una habitación con mis tres hermanos en una casa con cuatro personas más que no había conocido hasta el día de la mudanza- Explicó resumidamente y, sin embargo, era la oración más larga que había dicho hasta ahora sin incluir sus cuestionamientos y cuando preguntó por la música su sonrisa fue más amplia -We weren't born to follow de Bon Jovi ¿La conoces?- Preguntó mientras se enderazaba un poco más y empezaba a tocar las notas de aquella canción con la que tanto se identificaba. Se quedó pensativo sobre la última pregunta para luego fruncir el ceño. No era Filipinas lo que extrañaba -Cualquier lugar donde esté mi familia…Al completo- Expresó y no quiso seguir con el juego, se concentró en las notas de la guitarra cuando alguien abrió la puerta y la algarabía de risas llegó desde allí. Detuvo la música y sonrió, sabiendo reconocer aquella voz. Guardó la guitarra en la funda con cuidado cuando de pronto otra pelimorada salió hecha un torbellino echándolo de la casa. Aquello le…impactó. Pero se veía… preocupada. Quizás. No quiso llevarle la contraria así que se colgó la guitarra del brazo y se incorporó, le dedicó una mirada agradecida a Belle antes de asentir y fue hacia la puerta con rapidez mirando a Nicho con una sonrisa curiosa -Escríbeme- Le soltó antes de desaparecerse, con la tranquilidad de que, al menos, estaba bien.
El rubor de las mejillas fue en aumento cuando le dijo aquello de que era una hacker profesional. Bueno, estaba en ello, por qué no decirlo, pero tampoco le apetecía ponerse muchas medallas -No, para nada. Hago lo que puedo, tengo mis trucos- El cambio de tono le hizo que se recolocara en el asiento, parpadeando un par de veces un tanto perpleja -Dime qué necesitas y trataré de conseguirlo- Le reconocí, suponiendo que existía una posibilidad de poder conseguir ese listado... urgente.
Jugué con un mechón de pelo, enredándolo en un dedo, todavía sonrojada por el comentario anterior, cuando me dijo que parecería un atardecer. La idea del atardecer me pareció muy bella, con aquellos infinitos tonos de color naranja. En ese momento me percaté de algo, ¿estaba coqueteando conmigo? Iba a responderle algo sobre ello cuando el chico cogió la guitarra e hizo sonar un par de notas, aparentemente azarosas. Tras mirar sus manos en el mástil de la guitarra alzó la mirada cuando me dijo que no era un bicho raro, haciéndome gracia su comentario, emitiendo una breve sonrisa sonora. Dejó la taza con el té gastado mientras explicaba su vida y cómo él también debía vivir en una casa de locos como la suya. -Te entiendo tan bien…- Susurró en un suspiro, en su caso había estado de casa en casa y terminaron en la casa de Setelah, un señor que no conocía de nada y que solo tenía pájaros. Que resultó ser de gran estima, pero había que reconocer que también era raro, raro. -No la conozco, ¿me tocarías un trocito?- Me acomodé en el sofá de nuevo, acercándome al chico pero sin abandonar el mueble donde estaba sentada y que estaba en ángulo con el que estaba sentado Iroh. Dobló la ceja, pareciéndole muy sensible eso último. Se veía que había perdido a gente por el camino. Suspiró y se sentó identificada, sabiendo que había personas que habían dejado atrás que ya no volverían. Apoyó el codo en el brazo del sofá y su mejilla en su mano para escuchar la música, un tanto embobada sin escuchar los ruidos de fuera. Cuando escuchó a su tía aparecer echa una furia se incorporó de manera inmediata. Se conocía que se le había pasado la poción para dormir… -¿¡Tía!? Estaban con Nichollas... No sé…- En ese momento escuché las risas del exterior, me levanté para seguir a Mónica, todavía descalza hasta el quicio de la puerta de la calle. -Gracias por la música. Nos vemos pronto- Me despedí de Iroh cuando pasó por mi lado alzando la mano, viendo desde mi posición la bronca que le estaban echando al pelirrojo. Me mordí el labio sabiendo que la tarde se había torcido para todos desde ese momento.
Jugué con un mechón de pelo, enredándolo en un dedo, todavía sonrojada por el comentario anterior, cuando me dijo que parecería un atardecer. La idea del atardecer me pareció muy bella, con aquellos infinitos tonos de color naranja. En ese momento me percaté de algo, ¿estaba coqueteando conmigo? Iba a responderle algo sobre ello cuando el chico cogió la guitarra e hizo sonar un par de notas, aparentemente azarosas. Tras mirar sus manos en el mástil de la guitarra alzó la mirada cuando me dijo que no era un bicho raro, haciéndome gracia su comentario, emitiendo una breve sonrisa sonora. Dejó la taza con el té gastado mientras explicaba su vida y cómo él también debía vivir en una casa de locos como la suya. -Te entiendo tan bien…- Susurró en un suspiro, en su caso había estado de casa en casa y terminaron en la casa de Setelah, un señor que no conocía de nada y que solo tenía pájaros. Que resultó ser de gran estima, pero había que reconocer que también era raro, raro. -No la conozco, ¿me tocarías un trocito?- Me acomodé en el sofá de nuevo, acercándome al chico pero sin abandonar el mueble donde estaba sentada y que estaba en ángulo con el que estaba sentado Iroh. Dobló la ceja, pareciéndole muy sensible eso último. Se veía que había perdido a gente por el camino. Suspiró y se sentó identificada, sabiendo que había personas que habían dejado atrás que ya no volverían. Apoyó el codo en el brazo del sofá y su mejilla en su mano para escuchar la música, un tanto embobada sin escuchar los ruidos de fuera. Cuando escuchó a su tía aparecer echa una furia se incorporó de manera inmediata. Se conocía que se le había pasado la poción para dormir… -¿¡Tía!? Estaban con Nichollas... No sé…- En ese momento escuché las risas del exterior, me levanté para seguir a Mónica, todavía descalza hasta el quicio de la puerta de la calle. -Gracias por la música. Nos vemos pronto- Me despedí de Iroh cuando pasó por mi lado alzando la mano, viendo desde mi posición la bronca que le estaban echando al pelirrojo. Me mordí el labio sabiendo que la tarde se había torcido para todos desde ese momento.
Me levanté de golpe después del ataque de la nieve del árbol para hacer una bola y lanzársela a Joram, Helen y Justin, reclutando para ello a los canijos que seguro que podrían lanzar bolas de nieve…. Ok. No, se la comían -¡Iberio! La nieve no se come… creo- Traté de quitársela. Sophie era todavía mucho más cuqui y cuando tiraba la bola de nieve se caía de culo con ella. Me hicieron los ojos chiribitas por su adorabildiad y le tuve que explicar cómo tenía que hacerlo, cuando otra bola llena de maldad me estalló en la cara -¡Juro que me vengaré Joram!- Y entre risas le lancé una bola a él en concreto.
Pero todo lo que eran risas se acabaron justo en el momento en el que apareció Monica por la puerta con aquellos gritos -Pero… pero… tía, solo hemos salido a jugar con la nieve. Estábamos aquí al lado. ¡Además tú nos habías dejado hacerlo!- Le grité desde fuera en el mismo tono que me estaba hablando ella desde la puerta. Era verdad que cuando se lo habíamos dicho estaba medio sobada pero no nos había puesto ningún impedimento, por lo tanto no entendía a cuento de qué venía todo aquello. Los menores entraron en la casa cabizbajos, cogiendo el trineo para dejarlo en la entrada de la cabaña y perderse por los pasillos. Bufé molesto acercándome a la casa, despidiéndome de Justin, que se marchó en silencio, sabiendo que me volverían a castigar una eternidad por tratar de que los niños salieran de casa un rato a que les diera el aire, sin ningún tipo de maldad -No es justo…- Gruñí antes de cruzarme con Iroh al que le despedí con la mano. Tampoco entendía muy bien cómo había llegado allí ni qué hacía dentro de casa. Pasé al interior de la casa y cerré la puerta de un golpe, buscando el apoyo de Belle y luego aguantando la mirada de Monica.
Pero todo lo que eran risas se acabaron justo en el momento en el que apareció Monica por la puerta con aquellos gritos -Pero… pero… tía, solo hemos salido a jugar con la nieve. Estábamos aquí al lado. ¡Además tú nos habías dejado hacerlo!- Le grité desde fuera en el mismo tono que me estaba hablando ella desde la puerta. Era verdad que cuando se lo habíamos dicho estaba medio sobada pero no nos había puesto ningún impedimento, por lo tanto no entendía a cuento de qué venía todo aquello. Los menores entraron en la casa cabizbajos, cogiendo el trineo para dejarlo en la entrada de la cabaña y perderse por los pasillos. Bufé molesto acercándome a la casa, despidiéndome de Justin, que se marchó en silencio, sabiendo que me volverían a castigar una eternidad por tratar de que los niños salieran de casa un rato a que les diera el aire, sin ningún tipo de maldad -No es justo…- Gruñí antes de cruzarme con Iroh al que le despedí con la mano. Tampoco entendía muy bien cómo había llegado allí ni qué hacía dentro de casa. Pasé al interior de la casa y cerré la puerta de un golpe, buscando el apoyo de Belle y luego aguantando la mirada de Monica.
Los críos pasaron dentro de la casa en cuanto me escucharon, pero Nicholas protestó alzando también el tono de voz. No entendía nada, no sabía que todo era peligroso ahí fuera. No podíamos escondernos en ningún sitio. - ¡Hay criaturas y dragones ahí fuera, y yo no os he dejado marcharos! - al menos no recordaba haberles dado permiso, pero mi memoria no era muy fiable últimamente. Demasiada poción que adormecía los sentidos.
Mi sobrino entró en la casa después de que los amigos se marchasen, haciéndome soltar un sonido irónico cuando dijo que no era justo. Él me iba a hablar de lo que era justo... - No tienes ni idea, Nicholas. No te imaginas lo que es perder a un hijo, y lo que es estar a punto de perderlo otra vez. Eso sí que no es justo. Hoy día no hay nada justo, así que no te quejes por una pequeña bronca. - tuve que contener las lágrimas para que los niños no me viesen llorar si decidían regresar al salón. Por eso traté de calmarme y rebajar el tono de voz hacia Nicholas. Quería irme de la casa, lejos, a cualquier sitio. No sabía dónde podía ir con los niños, ahora todo era paranoia. Ahora sentía haberle gritado al adolescente.
- Mira...lo siento, no me hagas caso. No sé qué hacer... yo...- empecé a murmurar sin tener muy claro lo que estaba diciendo, acabando por darme media vuelta para dirigirme a las escaleras, regresando a mi habitación. Me tumbé en la cama tras tomar más poción para dormir, sintiéndome la peor madre del mundo por no saber protegerlos y no tener ganas de estar con ellos en ese momento. La poción hizo efecto pronto, dejándome profundamente dormida.
Mi sobrino entró en la casa después de que los amigos se marchasen, haciéndome soltar un sonido irónico cuando dijo que no era justo. Él me iba a hablar de lo que era justo... - No tienes ni idea, Nicholas. No te imaginas lo que es perder a un hijo, y lo que es estar a punto de perderlo otra vez. Eso sí que no es justo. Hoy día no hay nada justo, así que no te quejes por una pequeña bronca. - tuve que contener las lágrimas para que los niños no me viesen llorar si decidían regresar al salón. Por eso traté de calmarme y rebajar el tono de voz hacia Nicholas. Quería irme de la casa, lejos, a cualquier sitio. No sabía dónde podía ir con los niños, ahora todo era paranoia. Ahora sentía haberle gritado al adolescente.
- Mira...lo siento, no me hagas caso. No sé qué hacer... yo...- empecé a murmurar sin tener muy claro lo que estaba diciendo, acabando por darme media vuelta para dirigirme a las escaleras, regresando a mi habitación. Me tumbé en la cama tras tomar más poción para dormir, sintiéndome la peor madre del mundo por no saber protegerlos y no tener ganas de estar con ellos en ese momento. La poción hizo efecto pronto, dejándome profundamente dormida.
Apreté el puño cuando me dijo que había criaturas, era casi lo que menos me preocupaba de la isla. Nichollas notó que se estaba enfadando y cómo algunas lágrimas querían brotar, aguantando por no hacerlo -¡Y también las hay aquí en el bosque! ¡Y en la isla! ¿Y si nos ataca una acromántula ahora estando en casa? ¿¡Y si deciden aparecer ahora unos soldados muggles a dispararnos!?- Le grité desde la calle, extendiendo el brazo hacia el bosque recordando con horror el momento de la biblioteca y el consecuente en urgencias, notando cómo los ojos se le empañaban cada vez más. Tuvo que sorberse los mocos. -¿Y quién estaba con nosotros en ese momento? ¡NADIE! No podemos estar teniendo miedo todos los días, ¡así no se puede vivir!- Respiré de forma acelerada. Había prometido mejorar sus poderes para aprender a defenderse como debía.
Entró en la casa, quedando en el rellano girando la cabeza hacia su tía cuando le soltó aquel sonido. La escuché enfadado, apretando las muelas y los puños con ganas de volver a gritarle como lo había hecho en la calle, delante de todo el mundo. Sin embargo su monólogo me hizo empatizar con ella y entendí su preocupación y su miedo. Y entonces relajé el gesto y los puños y traté de acercarme a ella para abrazarle -Tia… lo siento. Solo habíamos salido a jugar con la nieve para ….- No sé, ¿para qué habían salido a jugar? ¿Olvidarse de las penas? ¿Disfrutar un poco del aire libre? ¿Ponerse en peligro de forma inconsciente? No sabía, se notaba confuso -Siento lo que te he dicho, estaba enfadado- Me quedé en la entrada con la cabeza gacha mirando cómo Mónica se perdía por las escaleras para dirigirse a su habitación. Luego alcé levemente la mirada a Belle que permanecía allí inamovible. Suspiré y avancé por los pasillos hasta la esquina antes de doblar -Belle, prométeme que tendrás cuidado cuando vayas a la misión, por favor- Esperé un momento que me lo prometiera y tras ello, me dirigí a mi habitación, sin muchas ganas de hablar con nadie más por un tiempo.
Entró en la casa, quedando en el rellano girando la cabeza hacia su tía cuando le soltó aquel sonido. La escuché enfadado, apretando las muelas y los puños con ganas de volver a gritarle como lo había hecho en la calle, delante de todo el mundo. Sin embargo su monólogo me hizo empatizar con ella y entendí su preocupación y su miedo. Y entonces relajé el gesto y los puños y traté de acercarme a ella para abrazarle -Tia… lo siento. Solo habíamos salido a jugar con la nieve para ….- No sé, ¿para qué habían salido a jugar? ¿Olvidarse de las penas? ¿Disfrutar un poco del aire libre? ¿Ponerse en peligro de forma inconsciente? No sabía, se notaba confuso -Siento lo que te he dicho, estaba enfadado- Me quedé en la entrada con la cabeza gacha mirando cómo Mónica se perdía por las escaleras para dirigirse a su habitación. Luego alcé levemente la mirada a Belle que permanecía allí inamovible. Suspiré y avancé por los pasillos hasta la esquina antes de doblar -Belle, prométeme que tendrás cuidado cuando vayas a la misión, por favor- Esperé un momento que me lo prometiera y tras ello, me dirigí a mi habitación, sin muchas ganas de hablar con nadie más por un tiempo.
Escuché impertérrita la discusión de Nichollas y de Monica en el rellano pasada la puerta sin moverme ni un ápice. Estaba tratando de encontrar algún momento en el que cualquiera de los dos hubieran hablado así a cualquier ciudadano del mundo. Entendía que su tía se preocupara por los críos, pero le pareció exagerado. También entendía que Nichollas quisiera salir a jugar, el día invitaba a ello. Pero como siguieran así se iban a hacer daños mutuamente. Iba a tratar de mediar, pero el tono iba en aumento y parecía que se iba a salir de madre cuando el pelirrojo entró a la casa con aquella cara de enfadado y cerró de un portazo. El alma se le hizo pequeña y se le encogió cuando su tía relató eso de perder un hijo y de estar a punto de perderlo por segunda vez. Claro que no tenía ni idea, ni ella ni el pelirrojo. Y no era algo que envidiara ni quisiera tener. Se mordió el labio sin saber muy bien cómo mediar en aquello cuando la tensión se relajó y ambos se pidieron perdón y se separaron para ir a sus respectivas habitaciones.
Levantó la mirada siguiendo a su tía irse a la cama, pensando que estaba demasiado encerrada en sus pensamientos últimamente, que estaba en modo autodestrucción y habría que hablar con ella. Suspiró notando una carga extra de la que tenía que ocuparse, u ocupar a Setelah con aquello, el cual tampoco sabía dónde estaba. Desvió la mirada hacia su hermano cuando le llamó, asintiendo levemente -Te lo prometo-. Y le vio desaparecer y la casa quedó en un sepulcral silencio a pesar de estar llena de gente. Suspiró y se dirigió al salón para recoger el té y el abrigo. Y entonces encontró los mensajes de Arleen para poder apuntar a los pequeños a las escuelas de Ouroboros. Dejó la nota en la mesa de la cocina para que todo el mundo pudiera leerla, pensando que sería una buena noticia para Helen y para Joram.
Limpió la utilería y se dirigió a su habitación para redactar un par de puntos que quería que los que iban a bajar a tierra recogieran para armar algunas cosas e ideas para tratar con Gio antes de bajar a la misión. Tras ello se preparó las cosas y se fue a descansar, le esperaba una misión muy dura, y lo sabía.
Levantó la mirada siguiendo a su tía irse a la cama, pensando que estaba demasiado encerrada en sus pensamientos últimamente, que estaba en modo autodestrucción y habría que hablar con ella. Suspiró notando una carga extra de la que tenía que ocuparse, u ocupar a Setelah con aquello, el cual tampoco sabía dónde estaba. Desvió la mirada hacia su hermano cuando le llamó, asintiendo levemente -Te lo prometo-. Y le vio desaparecer y la casa quedó en un sepulcral silencio a pesar de estar llena de gente. Suspiró y se dirigió al salón para recoger el té y el abrigo. Y entonces encontró los mensajes de Arleen para poder apuntar a los pequeños a las escuelas de Ouroboros. Dejó la nota en la mesa de la cocina para que todo el mundo pudiera leerla, pensando que sería una buena noticia para Helen y para Joram.
Limpió la utilería y se dirigió a su habitación para redactar un par de puntos que quería que los que iban a bajar a tierra recogieran para armar algunas cosas e ideas para tratar con Gio antes de bajar a la misión. Tras ello se preparó las cosas y se fue a descansar, le esperaba una misión muy dura, y lo sabía.
Después del té con Lucio y las galletitas con Sean me pasé por la biblioteca para poder hacer el carnet de estudiante y poder rellenar todos los papeleos de registro que me había indicado el descendiente Eire que tenía que hacer para poder ir a sus clases. Iba un poco agobiado porque todavía tenía que decidir si iba a quedarme en apoyo al hospital o no. La verdad es que desde el tema de la biblioteca me había mantenido un poco distante de pasarme por allí y, si finalmente me decidía a ir, ese sería el primer día desde aquel que iba. Me eché la bufanda alrededor del cuello para no dejar piel descubierta y caminé por el trecho que se abría hasta la cabaña donde vivía la familia de Nichollas. Sabía que Belle había bajado a la misión, por lo que supuse que la cosa en la casa estaría en una incómoda tranquilidad.
Avancé por entre la nieve, haciendo que crujiera a mi paso, como hacían los pulmones… crepitara. Era una indicación que había podido leer por encima al coger uno de los libros que me había recomendado Lucio. Cuando llegué, Nichollas estaba sentado en la escalera de fuera, guitarra en mano. Quizás habría salido a despejarse o quizás dentro se mascaba la tragedia. -¡Nicho! ¿Cómo estás? ¿Sabes algo de Belle?- Le saludé con la mano, quité la nieve del escalón y me senté a su lado -Suponía que estarías preocupado, he venido a haceros compañía. ¿Estabas tocando algo?- Me coloqué los libros en las rodillas y esperé. Todavía tenía el estómago lleno del té, pero si me decía que si quería algo calentito no lo iba a rechazar.
Avancé por entre la nieve, haciendo que crujiera a mi paso, como hacían los pulmones… crepitara. Era una indicación que había podido leer por encima al coger uno de los libros que me había recomendado Lucio. Cuando llegué, Nichollas estaba sentado en la escalera de fuera, guitarra en mano. Quizás habría salido a despejarse o quizás dentro se mascaba la tragedia. -¡Nicho! ¿Cómo estás? ¿Sabes algo de Belle?- Le saludé con la mano, quité la nieve del escalón y me senté a su lado -Suponía que estarías preocupado, he venido a haceros compañía. ¿Estabas tocando algo?- Me coloqué los libros en las rodillas y esperé. Todavía tenía el estómago lleno del té, pero si me decía que si quería algo calentito no lo iba a rechazar.
Ya había pasado un tiempo bastante largo desde que la gente se había ido a la misión a la superficie. Los canijos estaban revueltos y nerviosos pero al final conseguí que se durmieran la siesta y me dejaran un poco tranquilo. Mónica, como siempre, no ayudaba pues no salía de su habitación. Me había abrigado bastante para salir a la calle, pero tampoco quise irme muy lejos por lo que pudiera pasar, había cogido la guitarra para puntear un poco y tratar de enfocarme en otra cosa
Quiero dar un salto
Contra mi tristeza
Lejos de este cuarto
Lejos de esta pena
Alcé la mirada cuando escuché pasos sobre la nieve viendo a mi primo lejano acercarse con un montón de libros, en su caso, sería incapaz de concentrarse en leer, necesitaba tener la mente ocupada en otro espacio y lugar. Le sonrió a modo de saludo y siguió tocando un poco más hasta que el de pelo blanco llegó a su altura.
Quiero dar un salto
Lejos de este cuarto que me ahoga y no libera mi pena
Estaría bien reconocer que solo yo soy culpable
Pero mientras tanto sigo andando eternamente en vela
Suspiré dejando de tocar los acordes de aquella canción, con agotamiento de todo tipo. -No. Todavía no se sabe nada, ¿qué estará pasando abajo? ¿Crees que irán las cosas bien?- Alcé la mirada para mirar hacia el cielo, como si esperaba que apareciese un patronus de Belle en cualquier momento, a pesar de saber que aquello sería francamente imposible -Estaba tocando algo que aprendí el otro día. Para despejarme un poco. Ya sabes- moví la mano como si fuera una hoja llevada por el viento, indicando que a lo que me refería era que prefería estar pensando en otra cosa y no tener que estar dándole vueltas al tema. -En fin. Prefiero no darle muchas vueltas. ¿Vienes de la biblioteca? “Tratado de medimagia básica para estudiantes” ¿Te vas a hacer sanador?- Le pregunté con sorna al revisar el título del libro, alzando la ceja. El pobre estaba más perdido…. Lo que hacía por tratar de engatusar a Chloe. Qué mono.
Contra mi tristeza
Lejos de este cuarto
Lejos de esta pena
Alcé la mirada cuando escuché pasos sobre la nieve viendo a mi primo lejano acercarse con un montón de libros, en su caso, sería incapaz de concentrarse en leer, necesitaba tener la mente ocupada en otro espacio y lugar. Le sonrió a modo de saludo y siguió tocando un poco más hasta que el de pelo blanco llegó a su altura.
Quiero dar un salto
Lejos de este cuarto que me ahoga y no libera mi pena
Estaría bien reconocer que solo yo soy culpable
Pero mientras tanto sigo andando eternamente en vela
Suspiré dejando de tocar los acordes de aquella canción, con agotamiento de todo tipo. -No. Todavía no se sabe nada, ¿qué estará pasando abajo? ¿Crees que irán las cosas bien?- Alcé la mirada para mirar hacia el cielo, como si esperaba que apareciese un patronus de Belle en cualquier momento, a pesar de saber que aquello sería francamente imposible -Estaba tocando algo que aprendí el otro día. Para despejarme un poco. Ya sabes- moví la mano como si fuera una hoja llevada por el viento, indicando que a lo que me refería era que prefería estar pensando en otra cosa y no tener que estar dándole vueltas al tema. -En fin. Prefiero no darle muchas vueltas. ¿Vienes de la biblioteca? “Tratado de medimagia básica para estudiantes” ¿Te vas a hacer sanador?- Le pregunté con sorna al revisar el título del libro, alzando la ceja. El pobre estaba más perdido…. Lo que hacía por tratar de engatusar a Chloe. Qué mono.
Llegué a la casita cuando el pelirrojo estaba terminando aquellas estrofas de la canción, debía de ser nueva en su repertorio porque no la había escuchado hasta ahora. No estaba seguro de dónde la habría sacado, pero no me parecía la típica canción que soliese cantar él en su estado anímico normal porque solía ser mucho más… animado. Me senté en la escalera sin quitarle la mirada de encima, tratando de averiguar la intención de aquella canción, ¿quizás todavía estaba resentido por la discusión con su tía? Yo esperaba que se hubiera solucionado aquello, pero quizás… no
-No lo sé, pero confío en que sí. Belle ya se enfrentó a aquella máquina una vez y salió de una pieza. Esto es como repetir la prueba sabiendo a lo que te tienes que enfrentar. Verás cómo seguro que está bien- Traté de sonar lo más convincente posible, pero yo era el primero que dudaba de que todo fuera a ir tan bien -Esta vez han bajado más preparados, incluso llevan médicos para curarles. Y el hospital está preparado para cuando lleguen. Seguro que le están dando una paliza a esa máquina, verás que sí- Alcé el puño apretado, con determinación, tratando de engañarme a mí mismo que de verdad la misión iba a salir bien. Al fin de cuentas, SAM no había llegado a la isla, eso es bueno, ¿no?
Alcé el libro enseñándole la portada cuando lo leyó en voz alta, sonriendo tímidamente -¡Al final me he lanzado! Le he pedido a Lucio que me instruya. Y a Sean Eire para que me ayude con mis hechizos. Así que… sí. Quizás me haga sanador, como Josephine- ¿Sí, por qué no? Doctor Justin Granger.-Venía de la biblioteca porque ya me han puesto tareas. A todo esto, ¿has tomado tú alguna decisión ya? ¿Se lo has dicho a tu tía?- Quizás la canción tenía algo que ver con eso. Busqué el horizonte, pero estaba oculto entre los árboles del bosque… ocultándolo, como la espesura del bosque. -Que… por cierto, he escuchado la canción. ¿Todo bien en casa? ¿Necesitas… quieres… hablar de algo? Ya sabes que si me lo quieres contar…- Giré levemente la cabeza para buscar su reacción y su lenguaje corporal y saber si debía o no indagar en aquel tema. Puede que no quisiera hablar de ello.
-No lo sé, pero confío en que sí. Belle ya se enfrentó a aquella máquina una vez y salió de una pieza. Esto es como repetir la prueba sabiendo a lo que te tienes que enfrentar. Verás cómo seguro que está bien- Traté de sonar lo más convincente posible, pero yo era el primero que dudaba de que todo fuera a ir tan bien -Esta vez han bajado más preparados, incluso llevan médicos para curarles. Y el hospital está preparado para cuando lleguen. Seguro que le están dando una paliza a esa máquina, verás que sí- Alcé el puño apretado, con determinación, tratando de engañarme a mí mismo que de verdad la misión iba a salir bien. Al fin de cuentas, SAM no había llegado a la isla, eso es bueno, ¿no?
Alcé el libro enseñándole la portada cuando lo leyó en voz alta, sonriendo tímidamente -¡Al final me he lanzado! Le he pedido a Lucio que me instruya. Y a Sean Eire para que me ayude con mis hechizos. Así que… sí. Quizás me haga sanador, como Josephine- ¿Sí, por qué no? Doctor Justin Granger.-Venía de la biblioteca porque ya me han puesto tareas. A todo esto, ¿has tomado tú alguna decisión ya? ¿Se lo has dicho a tu tía?- Quizás la canción tenía algo que ver con eso. Busqué el horizonte, pero estaba oculto entre los árboles del bosque… ocultándolo, como la espesura del bosque. -Que… por cierto, he escuchado la canción. ¿Todo bien en casa? ¿Necesitas… quieres… hablar de algo? Ya sabes que si me lo quieres contar…- Giré levemente la cabeza para buscar su reacción y su lenguaje corporal y saber si debía o no indagar en aquel tema. Puede que no quisiera hablar de ello.
Chasqueó la lengua y apoyó sus mejillas en el dorso de la mano, mirando al frente. Justin parecía demasiado confiado en las que las cosas iban a salir bien, pero… -La otra vez también iba a salir todo bien y resultó ser una trampa y la máquina terminó en la isla… por si lo habías olvidado- Le respondí un tanto molesto, quizás porque estaba quitando demasiado peso al tema que en verdad era más grave de lo que parecía. Suspiré pensando en que si SAM volvía a atacar la isla de aquella forma tan salvaje no tendrían sitio donde refugiarse porque la otra vez era la biblioteca, pero, ¿y ahora? ¿Dónde podría resguardar a todos sus primos y hermana? Para el cano lo tenía más fácil… o eso creía. -Eso espero. Me da pavor que no lo consigan. Belle e Iroh están en Turín… y nosotros en la retaguardia. No sé qué es peor de todo, pero la incertidumbre me está carcomiendo, tengo la sensación de que en cualquier momento vamos a tener que volver a salir corriendo y que aunque nos escondamos donde quisiéramos la máquina nos va a encontrar. Quizás Mónica tenga razón y… sencillamente estamos perdidos- Suspiré de nuevo pensando que, en efecto, quizás ella tuviera razón.
Escuché lo que comentaba sobre sus planes sin prestarle mucha atención, la verdad. Ya habíamos tenido esa conversación, lo que no esperaba es que, en verdad, fuera a llevarla a cabo. Si ya se veían poco ahora se verían muchísimo menos, pero, yo qué sé, si le hacía feliz -Todo esto no lo estarás haciendo por la pelirroja del hospital, ¿verdad?- Le solté casi sin cesura, ya era un pensamiento que me había cruzado la mente, pero necesitaba saberlo, ¿quizás querría sustituirme por ella? -Perdona. Me alegro que hayas podido tomar la decisión, eso es bueno. No, yo no he podido darle muchas más vueltas al tema, Mónica no está muy receptiva- Si ya era complicado lidiar con los adultos porque no estaban en casa, ahora tenía que lidiar con una adulta drogada. Otra carga. ¿Cómo podía pensar en ponerse a entrenar? ¡Qué fácil lo tenía Justin! Él no tenía que estar pendiente de tanta gente a su cargo. -Sí, todo bien. Solo... me apetecía cantar para despejarme aprovechando que los pequeños estaban descansando- Mintió deliberadamente. Pues claro que le encantaría poder salir de allí y correr por el bosque y tirarse nieve y tocar en el bar de Crasuláceo… pero no podía. La única vez que salió le cayó una reprimenda terrible, qué ganas de volver a tener otra similar.
Me puse en pie en la escalera para bajar hasta el nivel del suelo cuando unos sonidos sordos de impacto se empezaron a escuchar a nuestro alrededor. Alcé la mirada para ver los láseres impactando contra la barrera de Ouroboros, en tenso silencio, esperando que la barrera aguantara… pero no. Volvían a estar en peligro de nuevo. Uno de esos láseres impactó en la superficie y una nube de polvo se alzó por detrás de las casas -Con que todo iba a ir bien, ¿verdad?- Le dije con profunda ironía por el enfado. Me mordí el labio y negué en silencio. Me daba rabia tener que pagar la frustración con Justin pero… no, no estaban bien. Los gritos de la gente no tardaron en aparecer y las alarmas de la Guardia de Ouroboros para llamar a la población a los refugios: La biblioteca de nuevo -Ve a refugiarte Justin- Volví a subir las escaleras en silencio, sin mirar a mi primo, cogiendo la guitarra y entrando en la casa tratando de mantener la calma. Una vez en el interior, tuve que despertarlos a todos para poder empezar a evacuar la casa y ponernos a salvo…. Otra vez.
Escuché lo que comentaba sobre sus planes sin prestarle mucha atención, la verdad. Ya habíamos tenido esa conversación, lo que no esperaba es que, en verdad, fuera a llevarla a cabo. Si ya se veían poco ahora se verían muchísimo menos, pero, yo qué sé, si le hacía feliz -Todo esto no lo estarás haciendo por la pelirroja del hospital, ¿verdad?- Le solté casi sin cesura, ya era un pensamiento que me había cruzado la mente, pero necesitaba saberlo, ¿quizás querría sustituirme por ella? -Perdona. Me alegro que hayas podido tomar la decisión, eso es bueno. No, yo no he podido darle muchas más vueltas al tema, Mónica no está muy receptiva- Si ya era complicado lidiar con los adultos porque no estaban en casa, ahora tenía que lidiar con una adulta drogada. Otra carga. ¿Cómo podía pensar en ponerse a entrenar? ¡Qué fácil lo tenía Justin! Él no tenía que estar pendiente de tanta gente a su cargo. -Sí, todo bien. Solo... me apetecía cantar para despejarme aprovechando que los pequeños estaban descansando- Mintió deliberadamente. Pues claro que le encantaría poder salir de allí y correr por el bosque y tirarse nieve y tocar en el bar de Crasuláceo… pero no podía. La única vez que salió le cayó una reprimenda terrible, qué ganas de volver a tener otra similar.
Me puse en pie en la escalera para bajar hasta el nivel del suelo cuando unos sonidos sordos de impacto se empezaron a escuchar a nuestro alrededor. Alcé la mirada para ver los láseres impactando contra la barrera de Ouroboros, en tenso silencio, esperando que la barrera aguantara… pero no. Volvían a estar en peligro de nuevo. Uno de esos láseres impactó en la superficie y una nube de polvo se alzó por detrás de las casas -Con que todo iba a ir bien, ¿verdad?- Le dije con profunda ironía por el enfado. Me mordí el labio y negué en silencio. Me daba rabia tener que pagar la frustración con Justin pero… no, no estaban bien. Los gritos de la gente no tardaron en aparecer y las alarmas de la Guardia de Ouroboros para llamar a la población a los refugios: La biblioteca de nuevo -Ve a refugiarte Justin- Volví a subir las escaleras en silencio, sin mirar a mi primo, cogiendo la guitarra y entrando en la casa tratando de mantener la calma. Una vez en el interior, tuve que despertarlos a todos para poder empezar a evacuar la casa y ponernos a salvo…. Otra vez.
No tenía repuesta para aquello que dijo porque, en efecto, tenía razón. La otra vez iba a ser el fin de la máquina y … bueno la máquina llegó a Ouroboros. Y a los que fueron les dieron una temible paliza. Se mordió el labio tratando de buscar alguna respuesta para aquello -No lo he olvidado. Pero prefiero no pensar en ello para no gafarlo. Solo pretendía animarte- Aparté la mirada para bajarla al suelo -Quiero pensar en que todavía tenemos una oportunidad y que no tenemos que desperdiciarla. Que… que la misión está yendo bien, que volverán todos y que todo se solucionará. El hecho de estar aquí esperando cruzado de brazos tampoco me gusta, pero, ¿qué puedo hacer? ¿bajar corriendo con el equipo de rescate? Sería una carga si hiciera eso. Igual que sería una carga en el hospital, seguramente…- Y por eso estaba yendo de un lado a otro, para tener la excusa de que estaba haciendo tareas, en lugar de aceptar la oferta de Lucio para ir a ayudar.
Arqueé la ceja confuso por su pregunta, luego arrugué la nariz porque sus formas no me habían hecho nada de gracia. ¿Qué se le estaba pasando por la cabeza? ¿Por qué estaba de tan mal humor conmigo? -¡No! ¡No tiene nada que ver con ella! ¡Tiene que ver conmigo!- Alcé los brazos, exasperado. Estaba un poco hasta las narices de que todo el mundo tratara de emparejarme con Chloe, ¿es que no tenían otra cosa que hacer? Al final la iba a coger manía a la pobre. Bufé y me apoyé la cara en la mano, volviendo a mirar a la nada cuando se disculpó. Entonces volví a mirarle cuando me explicó que Mónica no parecía muy receptiva con todo aquello. Quizás era eso lo que le pasaba… quizás la canción sí estaba contando más de lo que él quería hacerme creer. Alcé la cara y le miré de nuevo, a los ojos -Vale, pero si necesitas, de verdad, cualquier cosa. Por favor, dímelo. Recuerda: somos un equipo- Quizás… quizás deberían fugarse … como hacían cuando eran pequeños, solo que la iniciativa la llevaba siempre Nichollas.
Iba a proponerle la locura de perdernos por el bosque cuando mi voz quedó enmudecida por los sonidos sordos de los láseres impactando contra el escudo de Ouroboros. Aguardé en silencio tenso hasta que la barrera cedió, los láseres la traspasaron y empezó a reinar el caos. Reconocí al instante las ubicaciones de aquellos lugares. Giré hacia Nichollas para decirle algo, estupefacto. Me mordí el labio cuando le vi entrar a la casa y asentí muy tontamente a su indicación. La puerta se cerró y bajé la vista -Lo siento- Porque así se sentía, como una mierda por no poder ayudar a su mejor amigo que, encima, estaba enfadado con él. Comenzó a andar en dirección de la biblioteca de nuevo, guardando los libros en la mochila. Se cruzó con cualquier persona aterrada que se chocó conmigo. Le dije que se tranquilizara y le indiqué la dirección de la biblioteca. No, no era el momento de ser una planta. Corrió a contracorriente de la muchedumbre, en dirección al hospital.
Arqueé la ceja confuso por su pregunta, luego arrugué la nariz porque sus formas no me habían hecho nada de gracia. ¿Qué se le estaba pasando por la cabeza? ¿Por qué estaba de tan mal humor conmigo? -¡No! ¡No tiene nada que ver con ella! ¡Tiene que ver conmigo!- Alcé los brazos, exasperado. Estaba un poco hasta las narices de que todo el mundo tratara de emparejarme con Chloe, ¿es que no tenían otra cosa que hacer? Al final la iba a coger manía a la pobre. Bufé y me apoyé la cara en la mano, volviendo a mirar a la nada cuando se disculpó. Entonces volví a mirarle cuando me explicó que Mónica no parecía muy receptiva con todo aquello. Quizás era eso lo que le pasaba… quizás la canción sí estaba contando más de lo que él quería hacerme creer. Alcé la cara y le miré de nuevo, a los ojos -Vale, pero si necesitas, de verdad, cualquier cosa. Por favor, dímelo. Recuerda: somos un equipo- Quizás… quizás deberían fugarse … como hacían cuando eran pequeños, solo que la iniciativa la llevaba siempre Nichollas.
Iba a proponerle la locura de perdernos por el bosque cuando mi voz quedó enmudecida por los sonidos sordos de los láseres impactando contra el escudo de Ouroboros. Aguardé en silencio tenso hasta que la barrera cedió, los láseres la traspasaron y empezó a reinar el caos. Reconocí al instante las ubicaciones de aquellos lugares. Giré hacia Nichollas para decirle algo, estupefacto. Me mordí el labio cuando le vi entrar a la casa y asentí muy tontamente a su indicación. La puerta se cerró y bajé la vista -Lo siento- Porque así se sentía, como una mierda por no poder ayudar a su mejor amigo que, encima, estaba enfadado con él. Comenzó a andar en dirección de la biblioteca de nuevo, guardando los libros en la mochila. Se cruzó con cualquier persona aterrada que se chocó conmigo. Le dije que se tranquilizara y le indiqué la dirección de la biblioteca. No, no era el momento de ser una planta. Corrió a contracorriente de la muchedumbre, en dirección al hospital.
Un par de notas son depositadas en la mesa de la cocina después de que Mónica haya terminado de preparar un pequeño equipaje para marcharse. Los dos niños más pequeños se entretienen comiendo galletas, mientras que el mayor se cruza de brazos y refunfuña algo de que quiere ver a su primo Nicho antes de irse. Al final las quejas no sirven de mucho, los cuatro desaparecen de allí, abandonando la isla.
Nota para Nicho y Belle escribió:
Siento marcharme sin despedirme en persona, pero creo que en este momento es lo mejor que puedo hacer. Lamento mucho mi comportamiento de las últimas semanas, desde el ataque a la isla. Lo que le pasó a Joram hizo que resurgiesen de nuevo todos esos demonios que me hicieron perder la cabeza hace años.
Por eso necesito irme de aquí con los niños, perdernos en algún lugar en el que recobrar la paz. Ahora, gracias a vosotros, podemos regresar a tierra. Estoy muy orgullosa de lo que habéis hecho para lograrlo, os merecéis poder disfrutarlo en la isla o donde queráis.
Volveremos a vernos.
Mónica.
Nota para Setelah escribió:
No sé si verás esta nota o no, puesto que nunca estás en la casa y tampoco has estado al tanto de lo último que ha pasado. De todos modos tenía que avisarte...me marcho de la isla con Joram y tus hijos. Puedes buscarlos si en algún momento quieres saber algo de ellos.
Suerte, y gracias por los momentos compartidos.
Mónica.
El cortante frío invernal se combinó con la humedad que presagiaba lluvias. El cielo estaba cubierto por oscuras nubes grises y el viento corría raudo entre los árboles del bosque. Había estado ocupado con su rebaño durante la mañana, pasó por su casa para darse un baño para sacarse un poco el olor a animales de granja así que, para el momento en el que el Descendiente de Moisés tocó la puerta de la casa de los Simon, era el mediodía.
El bosque Darwin le hizo pensar en Sarah, así que tecleó un mensaje en el brazalete de los Descendientes y se lo envió a la druida mientras esperaba que lo atiendan. Las corrientes de aire amenazaban con llevárselo volando cual cometa, pero el joven maestro esperó serenamente frente a la puerta. Era el día de su cumpleaños, pero no sabía si esta vez quería grandes reuniones, el mejor regalo sería tener el tema del censo listo.
Una de sus manos cubiertas por guanteletes de acero negro sostenía la vara alargada que usaba para pastorear al ganado y recargaba un poco de su peso en ella de forma relajada por costubre, la otra la resguardaba del frío en el bolsillo de la túnca que lo abrigaba. Llevaba puesta la capucha, una larga bufanda, el castaño pelo suelto le llegaba hasta los hombros y la angulosa mandíbula estaba definida por la barba de unos días.
El bosque Darwin le hizo pensar en Sarah, así que tecleó un mensaje en el brazalete de los Descendientes y se lo envió a la druida mientras esperaba que lo atiendan. Las corrientes de aire amenazaban con llevárselo volando cual cometa, pero el joven maestro esperó serenamente frente a la puerta. Era el día de su cumpleaños, pero no sabía si esta vez quería grandes reuniones, el mejor regalo sería tener el tema del censo listo.
Una de sus manos cubiertas por guanteletes de acero negro sostenía la vara alargada que usaba para pastorear al ganado y recargaba un poco de su peso en ella de forma relajada por costubre, la otra la resguardaba del frío en el bolsillo de la túnca que lo abrigaba. Llevaba puesta la capucha, una larga bufanda, el castaño pelo suelto le llegaba hasta los hombros y la angulosa mandíbula estaba definida por la barba de unos días.
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