Casita del bosque

Enero había sido un mes terrible. En general, desde que subimos a la isla todo había ido mal. En la superficie al menos había conseguido el trabajo en Er Crasu y en Ouroboros… ni ganas tenía de coger la guitarra porque no era capaz de enlazar dos notas seguidas. Al principio de mes había tratado de ir a visitar a Iroh, cuando aún dormía, y poco a poco dejó de ir. Belle seguía con aquellos ataques de ansiedad y, en cuanto Monica les escribió aquella nota, sintió que el fino velo que separa la locura de la depresión estaba al borde de desaparecer, por mucho que Justin quisiera alentarlo a hacer lo contrario. La casa, ahora en silencio, se regía por un pesado silencio 24/7: no había música, no había soniditos de juegos de ordenador, no había niños corriendo por la casa… solo silencio.

Silencio que se rompió cuando alguien llamó a la puerta. Vestido con una sudadera que le estaba grande y pantalones de pijama a cuadros escoceses recorrió el pasillo que separaba la habitación de la entrada. Helen y su padre habían salido seguramente a dar un paseo, pues aquel entorno no podía ser positivo para la niña. Cuando abrió se encontró a Adael, con tan mala pinta como él en esos días. -Descendiente Cohen. Adelante- Parecía que había cierta sorpresa al principio de la frase, pero luego fue decayendo. Justin le había dicho muchas veces que le escribiera para empezar las clases con él y mejorar sus poderes de fuego. Al final, entre lo de SAM, el tema de su tía y ahora… no tenía muchas ganas hacerlo. Su estado anímico tampoco ayudaba -No sé en qué podemos ayudarle, por favor, pase- Abrí del todo la puerta para avanzar por el interior hasta el salón, donde estaban las hojas del censo… vacías ¿Qué debíamos poner? Leyó la primera en el que estaba puesto el nombre de Monica. Suspiró por la nariz y rasgó las hojas. Ya de nada valía.

Un avestruz de tamaño un tanto supremo levitaba los cielos con su jinete, osease yo, mientras nos aproximabamos a Ouroboros tras un larguisimo viaje de retorno.

Había estado ejerciendo mis responsabilidades como guardián, después de la derrota que sufrimos en la ciudadela alpha con la primera mision de sam y pasar mucho tiempo en el hospital, tuve que unirme al resto de guardianes para asegurarnos de proteger y mantener ocultas las zonas de antimagia. Si el enemigo las hubiesen descubierto o hubiesen logrado acceder a su poder, habria sido terrible para todos nosotros. Sobre todo si la usaban para crear nuevos satélites.

Asi que habia pasado algo asi como un mes (?) alejado de casa, pero cuando tuve noticias de que habían logrado acabar con la IA, cosa que por cierto se pudo notar desde donde estaba, me preparé para ir retornando. Al carecer de traslador y no poder desaparecerme a tan larga distancia, el viaje se hizo largo, y no estuvo exento de algun que otro problemilla que tuve que capear.

Pero aqui estaba por fin. Aterricé cerca de donde estaba Adael, y le di una palmadita al avestruz para que se fuese a pastar, o cazar, lo que fuese que comiese ese animal. Mientras no fuesen humanos, por mi todo correcto.

- He vuelto! - anuncié al ver a Nichollas dandole el recibimiento al descendiente de Moises, no se a que venia esa visita pero esperaba que no fuesen problemas. - Señor Cohen - le dediqué una reverencia y entré a la casa, porque el pelirrojo habia pasado ya, mirando a Adael de reojo. - disculpe si necesito una ducha señor Cohen... Nicho, como estáis? Mónica está por aqui?

Estaba mirando el brazalete comunicador, a la espera de la respuesta de Sarah, cuando sintió que la puerta ante él se abría así que alzó la mirada para encontrar a Nichollas. Su ondulado pelo del color del fuego estaba despeinado, las abundantes pecas resaltaban con la blanca piel del muchacho y había visto antes esa opacidad en la mirada, la había notado al mirarse en el espejo. Le dedicó una suave sonrisa pero, justo cuando iba a saludar al elementarista del fuego y avanzar al interior, percibió una repentina vibración en el suelo cerca de él, como si algo grande hubiera aterrizado y se giró, inquieto ante la idea de que se trate de un dragón, pero lo que vio lo sorprendió; se trataba de un gran avestruz.

Lo primero que pensó fue que a Sarah tal vez le interesaría ver esa criatura aunque cabía la posibilidad de que ya la conociera. Volviendo la mirada al jinete, lo reconoció como uno de los participantes del Torneo Fénix que había llegado hasta la última prueba; Stelah Barrett. Le respondió el educado saludo con una sonrisa amable y una inclinación de cabeza. -Descuide.- Respondió restándole importancia a lo de la ducha, en los campos estaban atravesando por una epidemia de virus intestinal que hacía que los excrementos de los animales no solo sean terriblemente apestosos sino que además desintegraban aquello que tocaban, incluso piedra sólida.

-Me pregunto si sería posible que me tomaran una foto junto al gran avestruz- Pidió desde el quicio de la puerta de entrada a la casa mientras desplegaba la pantalla, se quitaba el brazalete comunicador y lo tendía para que alguno de ellos lo agarre. -Se apunta así y doble tap en la pantalla para sacar la foto.- Señaló explicando el funcionamiento del objeto tecnomágico. -¿Es su medio de transporte?- Preguntó interesado en las habilidades de la criatura ya que si hubiera llegado corriendo, suponía que habría sentido las vibraciones en el suelo a medida que se aproximaba. Tal vez saltaba grandes distancias o desaparecía y aparecía como los diricawls. -¿Tiene nombre?-

Dejé caer las hojas rasgadas en el suelo, sin mucho interés por recogerlas. Ya lo haría luego. Debajo de la de Monica, que recogía la de sus hijos, estaban la de Belle, la mía… la de Setelah. Todas estaban allí, esperando silenciosas ser remitidas al descendiente que estaba en la puerta. Pero todas ellas estaban vacías. Era como que ellos querían estar en esa isla, lo había hablado cientos de veces con Belle, pero parecía que la isla no los quería allí. Todo les salía mal desde que subieron de la superficie. ¿Quizá debería seguir la señales del destino?

Estaba dentro cuando se armó el follón de alguien llegando a casa. Si era Justin, tenía cero ganas de hablar con él. Las últimas veces que lo habíamos hecho me había llamado poto, y seta, y ya no me apetecía. Quería ver en su mirada el mismo brillo de cuando bajó a la superficie a buscar a Belle, y no esa cara de compasión tan…. Rara. Asomó la cabeza por la puerta de la sala comedor y proyectó la mirada hasta el exterior donde una gran avestruz estaba allí plantada. Y un kimono que reconocía a la legua. Se le escapó una sonrisa y salió a recibir a Setelah justo cuando estaban hablando de tomarle una foto al descendiente con el avestruz. -Sete- Le sonrió, de una forma muy cansada y apagada, pero no pudo contenerse y terminó por abrazarle, aunque oliera a viaje y a avestruz. Se separó de él con la pregunta y le esquivó la mirada. Cogió el aparato de Adaeln y le hizo la foto que pedía. Se mordió el labio, para esconder sus sentimientos enrarecidos y prefirió esquivar el tema de Mónica. Al menos hasta que estuvieran solos -Descendiente Cohen… discúlpeme por ausentarme de sus clases. Han sido unos meses complicados. ¿Puedo ayudarle en algo?- Le volvió a repetir, mientras le devolvía el aparato, todavía en el quicio de la puerta, pues no había querido entrar. Parecía que la avestruz era toda la atención del Descendiente, mejor. Así su parloteo tapaba el silencio que reinaba en la casita.

- ¿Que? Le interesa mi avestruz? - lo miré, de cabo a rabo, con gesto extraño ahora y una ceja levantada.

"no será de esa clase de personas?"

"las que trafican con avestruces y se las comen?"

"o a las que le ponen las avestruces..."

- Si, si, es mi medio de transporte. La he llamado Starlink. Cómo dice que funciona? - dije tomando el brazalete entre mis manos, pero entonces llegó Nicho con su sonrisa de joven triste, y me terminó por dar un abrazo y encargarse él de la foto. Levanté los brazos cuando me abrazó, sin llegar a agarrarlo, porque de verdad necesitaba una ducha, pero si a él no le importaba a mi tampoco. Le devolví el abrazo y le revolví el pelo. - No me has contestado Nico, como estás?

"soy un gran interrogador"

Insistí, a mi no se me escapaba una. Le devolvimos a Adael su dispositivo, y mandé a Starlink a pastar por ahi, no fuese que al descendiente le entrase hambre. Guardé las manos en las mangas de mi kimono, cruzandome de brazos y mirando a Adael.
- Sí, en qué podemos ayudarlo? O mejor dicho, a qué se debe su visita? Nicho se ha estado saltando clases...? Bueno, el mundo casi se va a tomar por culo, supongo que puedes ponerle un "falta justificada".

-Me interesa mandarle la foto a la Descendiente de Darwin y quiero salir para que se note el gran tamaño de la criatura.- Explicó tranquilamente cuando el hombre del colorido kimono se mostró suspicaz y notando que Nichollas volvía a aparecer. -Que bonito nombre.- Comentó mientras se acercaba cautelosamente al gran avestruz luego de dejarle el brazalete comunicador a Setelah, no quería ser picoteado ni pateado por esas musculosas patas. Se detuvo cerca pero manteniendo una distancia prudente y se giró hacia la cámara abriendo la boca para volver a describir el funcionamiento del objeto tecnomágico pero se detuvo al ver la emotiva escena.

Esperó pacientemente apartando la mirada y observando a la flora del bosque que los rodeaba ser mecida por el viento invernal. El cielo estaba muy nublado, pero había luz aceptable por ser mediodía. Se estaba quitando la capucha y peinándose con los dedos un poco el pelo hacia atrás cuando le llegó un patronus que lo dejó petrificado y con la boca abierta. Se trataba de Adele Gaultier, acusada de atacar al Descendiente de Rasputín, tenía una orden de captura y le estaba pidiendo ayuda para que la reúna con sus hijos. Murmuró entre dientes una sarta de quejas y súplicas en hebreo dirigidas al Espíritu de la Naturaleza y, luego de desahogarse un poco, se rascó la barba pensativo.

En ese momento se dio cuenta que el pelirrojo le estaba devolviendo el brazalete comunicador, así que se acercó y lo agarró. -Gracias.- Le dijo viendo la foto y que le había llegado un mensaje de la druida, ambas cosas le levantaron un poco el ánimo, aunque no entró en esa conversación porque no quería dejarla en visto, después le respondería tranquilamente, en su lugar abrió el bloc de notas del brazalete y anotó rápidamente lo que le dijo Adele para no olvidarlo y más tarde poder pensar con calma qué hacer al respecto. -Ah, las clases, la verdad es que he estado un poco ocupado y no he dado muchas clases, no hay problema respecto a eso, pero en marzo voy a intentar darle más constancia y me gustaría que estés presente. Planeo empezar con experiencia práctica en el combate así que espero tus mejores ataques.- Dijo mientras se volvía a poner el brazalete y le dedicaba una sonrisa desafiante a Nichollas alzando las cejas un par de veces.

-Nichollas me dijo que usted le enseñó lo que sabe de Kung-Fu, lo felicito por eso.- Le dijo enseñando franqueza y respeto a través de la mirada al hombre con tatuajes verdes en la cara. -Es admirable que le haya transmitido la filosofía de las artes marciales y que el joven se haya comprometido y haya aprendido.- A su vez, al ver sus tatuajes, le dieron ganas de tatuarse un leviatán. -También está invitado a las clases.- Le ofreció a Setelah. -Lamento haber llegado sin avisar, pero los visito por dos asuntos; quiero recordarte, Nichollas, la investigación sobre el fuego azul y quisiera saber si necesitan ayuda con el censo porque hemos revisado y no encontramos los suyos... tal vez hubo problemas con el envío...- Especuló.

Recordó con cierto nerviosismo que Belle era la hermana mayor del pelirrojo, se preguntó si vivía en la casa en la que estaba ahora y si se encontraba allí. La pícara sonrisa de Sarah comenzó a rondar en su cabeza y decidió que quería conocer un poco más a la pelimorada. El joven elementarista del fuego parecía un poco reticente a hablar sobre su estado o el de su familia así que el Descendiente de Moisés decidió no preguntar aunque sea descortés. -Se me ocurrió que necesitamos renovar nuestros métodos, el papel y los pergaminos tienen su encanto y su misticismo, pero no me enorgullece la cantidad de papel que usamos para este censo. Belle me comentó que se dedica a la tecnología, quisiera su consejo para modernizar la burocracia y también está invitada a participar de mis clases. Me ofrezco a enseñarle a controlar el metal, puede serle útil para manejar el metal de las máquinas.- Dijo siguiendo el consejo que su compañera le dió en la cena de nochebuena.

-Creo que vine en mal momento, puedo regresar en otra ocasión, pero ¿le pasarían mi mensaje a Belle?- Les preguntó. Parecía que querían charlar en privado así que no quería importunarlos más tiempo.

Cogió aire de una forma muy pesada y cansada a sabiendas que no había respondido a la pregunta con toda la intención de no hacerlo -Bien- Añadió, sin entrar en más detalle, mintiendo con una sonrisa tímida. No le apetecía ahondar en los detalles con Adael delante… pero estaba claro que tendrían que hablar. Tras aquello fue Sete el que continuó con el discurso de que me perdonasen las faltas, bajando la mirada avergonzado con aquella situación. Otros ya se habían repuesto… Iroh había estado en coma y ahora dudaba siquiera de que pudiera volver a andar. Eso sí que eran miserias. Y él estaba con sus tonterías, que aunque trataba de enfocarlas de alguna manera productiva, o al menos no hiriente, no lo conseguía. Se le hacían un nudo en el pecho que le impedía respirar, pensar con claridad.



Dibujó una leve sonrisa ante aquello de las clases, al menos el descendiente no se lo había tomado a mal su ausencia… aunque tampoco estaba seguro si había confirmado su presencia en las mismas. -Vale, lo intentaré- Y a lo del kung fu tampoco añadió mucho más de lo ya añadido.





Ah… el fuego azul… Ni se acordaba de él. -Es que, ¿sabes? sé hace fuego azul- Le explicó a Sete. Trazó un giro de muñeca con la mano abierta y con una leve golpe en el suelo de pie una pequeña llama azul se encendió en su palma. La llama azul brillaba con intensidad. La miré con interés y dejé que su azul me iluminara y me dejase guiar… haber conseguido de nuevo encender la llama le había infundido algo de esperanza y aquel fuego le traía paz y parecía que apartaba la niebla de sus pensamientos, como si aportara claridad. Veía las cosas de otra forma… como con más decisión. -¿El censo? Ah, sí. Se nos ha pasado enviarlo, en seguida lo haremos- O no. Entrecerró los ojos con toda aquella explicación sobre ver a Belle, ¿alguien quería ver a Belle? Si ya era insoportable de normal, ahora que estaba de bajona era incluso peor. -Belle está dentro- Le explicó al descendiente, casi sin pensar en la repuesta, quizás porque no le apetecía ir jugando a los recaderos, o quizás porque no pensaba meterse en aquel asunto. -Aunque está un poco indispuesta. Seguro que sus ideas le harán bien- Le explicó al Descendiente. Tras aquello, apagó el fuego e invitó a todos a entrar. Que fuera hacía frío.

Seguí cruzado de brazos pasando la mirada del maestro al alumno conforme hablaban de sus clases. O Adael hablaba, porque Nicho estaba muy silencioso. Me sorprendió que Nicho le hubiese hablado de mi  a Adael y le hubiese contado que le enseñé algo de artes marciales.

- Ah... no se si llamarlo kung-fu.... - era una mezcla de artes marciales, incluida esgrima, que habia aprendido a su vez de mi maestro y luego habia evolucionado a mi aire. Luego me invitó a sus clases y dibujé una especie de sonrisa, de qué podría aprovecharme de ese elementarista? Aprender a manejar algun elemento? - Quizá el control del  viento resulte algo interesante de aprender.

Por fin comenzó a decir  a qué venía.

"censo....fuego azul?"

Miré a Nicho y solté una breve y suave risa al verlo hacer aquello.
- Eso es porque la combustión de tu llama es completa y no deja residuos. No hay gran misterio, salvo que es un fuego más poderoso.  Has subido de nivel.

Adael quería hablar con Belle, a mi empezaba a resultarme extraño que Blackberry no hubiese salido a saludarme entre chillidos, de hecho era raro no tenerlo colgado ya de uno de mis brazos.
-  Ya has oido al chico.- le dije a Adael, si queria pasar a ver a Belle y decirle aquello , acababan de invitarlo. Yo no tenia nada en contra de que entrase. Pasé a la casa, a diferencia de Nicho no sentía el frío invernal gracias a la magia de aquel colgante. - Belle, indispuesta? Le ha ocurrido algo....más?

"aquí pasa algo raro"

No esperé mucho, y como las respuestas del pelirrojo eran escasas, me adelanté yo solo hacia el interior de la casa, buscando a la gente por sus habitaciones.

La pasiva actitud del pelirrojo en nada se parecía al joven activo que conoció en el campo de entrenamiento y le desconcertaba aquello pero no quería atosigarlo así que se limitó a asentir cuando dijo que intentaría estar presente en las clases. Esperaba tener todo en orden para marzo, así poder enfocarse en las clases. -Enseño las diferentes magias elementaristas a partir de diferentes artes marciales así que tener cierta práctica ya da una buena base.- Explicó. -Los magos elementartistas del aire en niveles avanzados son capaces de volar.- Comentó para ver si eso le interesaba a Setelah.

Observó complacido la demostración del fuego azul y le dio a Nichollas unas suaves palmadas en el hombro a modo de felicitación. -El mundo de los diferentes tipos de fuegos mágicos es amplio, incluso se entrelaza con otras disciplinas como la sanación, el fuego bendito es capaz de cauterizar heridas.- Dijo quitándose un guantelete de acero y acercando la mano desnuda a la flama azulada para sentir su calor. Eso le recordó el fuego maligno y que hace mucho tiempo que Catherine no daba señales de vida, iría a las montañas del dragón para hablar con ella, esperaba encontrarla allí, después de todo, dijo que tenía la intención de estar en Ouroboros.

Asintió satisfecho cuando el elementarista del fuego azul dijo que harían los cuestionarios y apartó la mano del cálido fulgor. -¿Tienen alguna consulta respecto al censo?- Preguntó con la intención de ayudar. Le gustó la idea de hablar personalmente con Belle, era lo más indicado, aunque esperaba no ser una molestia para los que vivían en la cabaña. Avanzó al interior cuando los dos residentes le dieron permiso y suspiró de alivio al encontrarse resguardado de la fría ventisca. A su vez, miró a Nichollas a la espera de saber más detalles sobre el estado de la pelimorada mientras se sacaba el guantelete restante.

-Qué casa tan bella.- Comentó mirando alrededor.

El comentario sobre mi nivel que Sete realizó sobre mi fuego me hizo dibujar una leve sonrisa tranquilizada. De modo que era poderoso también.. Jugó con la llama en silencio haciendo girar la palma de la mano de un lado a otro, en silencio, contemplando el movimiento crepitante del fuego mientras Adael comprobaba las capacidades caloríficas del mismo, pasando la mano por encima. No sé si aquel fuego quemaba más o menos, pero a él le aportaba claridad para la toma de decisiones. ¿Fuego bendito? Interesante, no había oído hablar de ello, ¿acaso se podrá entrenar el fuego para que sea diferentes cosas?

Avanzaron al interior, no esperaba que Adael le siguiera, pero era algo obvio, le había invitado a entrar. Con un sencillo movimiento de mano desde el fondo del pasillo conjuró la puerta para que se cerrara y no se escaparan ADN o ADSL, que andaban chillando ya en el salón al notar la presencia de su amo. -Ninguna. Belle está al fondo del pasillo- Señalé la habitación correspondiente a mi hermana, cerrada -¡BELLE! ¡Tienes visita! ¡Adael quiere hablar contigo!- Vociferó desde su posición, invitando a Adael a que avanzara, añadiendo un gracias a lo de la casa. A Sete le indicó que le siguiera con la cabeza hasta el salón.

No le levantó la mirada al verle pasar. Se sentaría en el sillón de una forma pesada y cerraría la puerta para dar privacidad. Aquello que le oba a contar solo lo sabían los habitantes de aquella casa y Justin. Se apoyó en la puerta que cierra el salón, corredera, quedaron aislados del resto de la casa y suspiró -Sí. Ha pasado algo más- Alzó la mirada a Sete  y enseguida volvió a bajarla, incómodo al no poder sostenerla. Sobre la mesa, los papeles del censo sin terminar de rellenar. En el suelo, el que correspondía a Monica, roto. Al lado las notas. Pasó al lado de Sete y le pasó la carta, primero la que iba dirigida a nosotros, luego la que era para él. Dejé unos segundos de silencio hasta que le revelé el final (nota: spoiler) -Se ha ido…- Dije con un hilo de voz, casi al borde la lágrima. -Y se ha llevado a los niños-

Lo que pasó entre que volvieron de la misión hasta el día de hoy estaba entremezclado en sus recuerdos. La presencia de aquellos robots en la sala de urgencias del hospital de Ouroboros le había creado tanto miedo a que la amenaza de SAM sobre atacar la isla fuese verdad que tuvo un ataque de ansiedad y luego el terror no le permitía salir de la casa y mucho menos de su habitación. Quizás era una mala idea aquello de haber bajado a la misión, porque era una chica normal, no era una luchadora, ¿qué había hecho ella? Habían derrotado a SAM. Ella instaló y protegió la tablet para que el código se descargara, pero, ¿y si SAM se había subido a la nube y ahora buscaba vengarse? ¿Podría volver a encender ese ordenador que dormía apagado sobre el escritorio donde había numerosas botellas de leche de amapola vacías? Se las habían recetado para poder tener la mente despejada y poder descansar.

Cuando Nichollas gritó su nombre no hizo ningún ademán por moverse. Jugaba con la ropa anaranjada con la que había bajado a la misión, le recordaba a aquel chico amable de ojos diferentes que tanto le había ayudado en la misión. Había hecho un esfuerzo sobrehumano para ir a visitarlo, pero no podía, no se sentía con la fuerza necesaria para ello.  Sabía que Nicho había ido, y Justin les iba manteniendo al tanto, pero el pelirrojo dejó de ir al centro médico una vez que su tía se había largado de la isla sin dar más explicaciones, solo desaparecer por la noche. Monica era como una madre para ella, desde que les faltó la suya biológica. Era su apoyo mental, su columna de hierro. ¡Se había fugado de la resistencia para ir a vivir con ella! Y que se fugase así, en mitad de la noche, sin decir nada a nadie…
Alzó la cabeza, desconcertada con aquello de que tenía visita. ¿Quién querría visitarla? ¿Gio? ¿Markus? No sabía si estaba de humor para ellos ¿Arleen? Al menos ella la entendería. ¿¿Adael?? Aquello le pilló por sorpresa. -¡Un momento!- Se puso de pie de un salto y trató de reacomodar el cuarto. Hizo desaparecer las botellas de poción de amapola y con un leve gesto de mano la ropa desapareció en el armario. La cama hecha. Las persianas subidas. Y la cueva dejó de serlo al menos por un rato. Se pellizcó levemente las mejillas para que tuvieran un poco de color. Soltó aire y destensó los hombros. Empezaba la actuación. Se dibujó una sonrisa y se apartó el pelo por detrás de la oreja. Cogió aire y abrió la puerta para recibir a Adael -Buenos días Descendiente Cohen. Qué agradable visita la suya. ¿Puedo ayudarle en algo?- Avanzó por el pasillo, para recibirle en la entrada mientras las puertas del salón se cerraban a su paso. -¿Puedo ofrecerle un té, si gusta?-

Oi los chillidos de los loros conforme avanzaba hacia el salón. Segui a Nicho hasta el salón mientras éste ubicaba a nuestro invitado hacia las dependencias (pijo modo de llamar a una habitacion) de Belle.

Los loros se posaron cada uno en uno de mis hombros comenzando a exigirme galletas, los habia desenganchado de la coca pero los habia enganchado al azucar.
- No, ya basta, os voy a poner la dienta del rilifudin. Solo fruta y azucares encadenados, como nuestras almas.

Nicho cerro la puerta, aquello no podía ser bueno. No eché a los loros de mis hombrosporque aunque la cosa parecia seria, llevaban tiempo sin verme, criaturas.

Miré los censos, y me fijé en el del suelo, roto, a nombre de Monica. Y empecé a entender. Aunque no quería entenderlo.

"se ha ido, verdad?"

Tomé las dos cartas en silencio y comencé a leer primero la que iba dirigida a ellos...

- Lo que le pasó a Joram, se refiere a cuando salió herido en el ataque que ocurrió en Ouroboros mientras estabamos en la ciudadela Alpha? - terminaba con una despedida tierna y un "volveremos a vernos". Luego pasé a la otra carta, la que iba dirigida a mi.

Me tuve que sentar a mitad de la lectura, y mira que la nota era corta. Noté el reproche en sus palabras. Aquí no había ningun "volveremos a vernos". Nicho tenía razon, se habia ido y se habia llevado a los niños. No sabía como sentirme al respecto. Por un lado, no me extrañaba, era como la cronica de una muerte anunciada, lo cual no quería decir que no doliese. Por otro....no podia dejar de pensar "otra vez?". Las dos personas que había querido en mi vida eran precisamente las dos que me habian abandonado voluntariamente.

"Se lo advertí.... ella me conocía bien"

Dejé reposar la mano sobre mi rodilla, mirando la nota que aun sujetaba, y la otra me la pasé por la cara, frotándome los ojos. Miré a Nicho por fin, debía tener la misma edad que yo, o quizá algo mas, cuando me dejó mi madre. Así que mas o menos podía saber como se sentia. Y me sentía de un modo que odiaba. Abandonado y vulnerable. Traicionado? Un poco, la confianza depositada se habia roto en mil pedazos. Había rabia, tristeza.

- Normalmente, mentiría. Te diría que lo superarás, o que conseguirás encontrarla. Pero tendré el detalle de no metirte a tí. - le dije a Nicho. Susurré unas palabras en la lengua de los dragones y la nota se consumió en un fuego negro que surgió de las yemas de mis dedos. Alcé la mirada a él y empleé un tono de voz menos duro, y más cercano que el que habia usado para decir las palabras anteriores - Pero tú no tienes la culpa. Vale?

"no puedo creer que se haya llevado a los niños.... que locura es esa?"

-Una casa no muy lejos de aquí se incendió el mes pasado, ten cuidado por favor.- Le advirtió con gesto serio a Nichollas cuando lo vió jugando con el fuego, sabiendo que el pelirrojo había destrozado dos jarrones y que, con la llegada de los refugiados a la isla, los agravios habían aumentado. Se llevó la mano que había acercado a la llama azul a la nariz para calentarla mientras contemplaba la acogedora cabaña, notando también que el elementarista de fuego azul se mantuvo en silencio respecto al estado de su hermana mayor, al menos frente al Descendiente de Moises.

¿Los sonidos que venían del salón eran pájaros? A esa gente le gustaban las aves. La indicación de Nichollas lo tomó un poco por sorpresa ¿tan mal se encontraba la mujer que no salía de la habitación?¿Estaba enferma o herida? Preocupado, comenzó a imaginarse los peores escenarios. La forma de llamarla le recordó a su familia y le tranquilizó oír su voz del otro lado, al menos estaba consciente así que aguardó en silencio mientras el pelirrojo y el hombre tatuado se retiraban. Belle apareció enseguida con una linda sonrisa así que él esbozó una suave sonrisa a su vez, más tranquilo al ver que, sea lo que sea que tuviera, no parecía muy grave.

-Buenos días señorita Simon. Su casa es encantadora. Quisiera hablar con usted, nada grave, ¿interrumpo algo?- Se quitó la bufanda porque sino tendría frío al dejar el resguardo de la cabaña. -Me gustaría mucho, si.- Aceptó el ofrecimiento del té y deseó que ella encabezara la marcha hacia algún lugar en el que pudieran sentarse para charlar tranquilamente. -Nichollas mencionó que se encuentra indispuesta ¿Cómo se siente?- Los cálidos ojos color café la miraron atentamente esperando encontrar respuestas.

-La Descendiente de Darwin me contó sobre la misión en la Ciudadela Alpha y sobre su participación. Su habilidad con la tecnología es evidente, es por eso que busco su ayuda; el censo me hizo notar que es necesaria cierta renovación tecnológica, entregar los papeles para que cada habitante de la isla lo llene por sí mismo es un poco desprolijo, por no hablar de lo inconveniente que es archivarlo y todo el papel que se desperdicia. Quisiera tener su asesoramiento para modernizar la isla. ¿Qué opina?-

-Muchas gracias por la advertencia, la tendremos en cuenta- Mintió, la otra casa que había ardido le daba realmente igual y hacía tiempo que nadie había tenido ningún tipo de altercado. No desde… Turín. Su nueva casa, su refugio, ¿seguro? No lo sé, lo tenía un poco en duda. Se apretó la frente, esperando que no le diera dolor de cabeza tratar todo el tema que estaba por venir. Seguí con la mirada gacha al mago mientras se reencontraba con sus loros que tanto le habían echado en falta y aquella imagen le arrancó una sonrisa cansada que se transformó en suspiro antes de separarme de la puerta y abordar el tema en cuestión por el cual le había pedido que entrara en la sala.

Asentí despacio a la información de Joram y la imagen del niño siendo atravesado por las balas le volvieron a asaltar los recuerdos. Apretó los puños sobre sus rodillas todavía con la mirada baja, hacia sus manos que, en algún momento del pasado, se mancharon de sangre de Joram, y todo por no saber cuidarle como debía, por no cuidarle, por no ser un buen primo mayor. No tendría que haber ido a jugar cartas con Mérida aquel día y seguro que nada de lo que pasó después hubiera pasado. Noté que mi pierna empezaba a botar, nerviosa, quizás por toda la tensión que acumulaba después de todos estos días. Asintió en silencio cuando dijo que no me iba a mentir, con los ojos vidriosos, la mirada empañada y un puchero naciente. Fue entonces cuando alcé la mirada hacia el fuego negro que consumía aquella nota y luego hacia Sete, que en aquel momento me buscaba. Pero no pude evitarlo, necesitaba el contacto de alguien, el calor reconfortante que no encontraba en nadie desde hacía ya tiempo. Desde que ocurrió aquello. Rompí a llorar, mi cara se congestionó y se tornó en un tono carmesí, pero la metí entre las telas del kimono -Sí es mi culpa. Todo es mi culpa. Aquellos soldados dispararon a Joram porque fuimos a jugar cartas con Mérida, porque no supe proteger a Joram en la biblioteca y se me escapó, porque no supe ayudar a la tía y le grité cosas horribles. Se ha ido y claro que es mi culpa, yo he destruido esta familia… Y no sé qué hacer, me siento fatal, me siento como una mierda… tengo un peso aquí, en el pecho que no me deja respirar… Sete, es mi culpa. Lo siento mucho, lo siento muchísimo, soy lo peor-

Le devolvió la sonrisa al descendiente a modo de bienvenida, después de haberse dado los respectivos buenos días. Aprovechó aquella conversación para terminar de recorrer el espacio que los separaba y encontrarse con el descendiente en la recepción. Se acercó a él y trató de estudiarle a él y de atemperar sus nervios, ¿quién decía que no era un robot malvado de la IA? Se mentalizó de que aquello era producto de su imaginación y de sus miedos. Era la primera persona, que no era de su familia, que pisaban aquella casa -Muchas gracias. Es usted muy amable- Y aunque su cara dibujaba una sonrisa, por debajo de las mangas, se clavaba las uñas en la mano para tratar de guiar su ansiedad. -No. Todo bien. Por favor, póngase cómodo, como en su casa- Le indiqué con la mano el camino y guie hasta la cocina. El trayecto era corto, ya que era una de las salas abiertas desde la recepción. Como iba por delante aproveché para poner una tetera al fuego y calentar el agua escuchando al descendiente hablando por detrás. ¿Que cómo se siente? Pues ahora mismo con ganas de matar al bocazas que tenía por hermano, a cuento de qué iba contando si estaba o no indispuesta. Se clavó la uña del índice en la curva del dedo pulgar, sacó un par de tazas y las sirvió, en la mesa de desayunar de la familia, una para cada uno -Mi hermano es un poco exagerado. Todo bien, todavía haciéndome a la idea de haber derrotado a la máquina- Le mentí bastante descaradamente, esperando que no se notase nada -¿Algún té en especial? Tenemos verde, oriboros, de melocotón, frutas del bosque, negro, rojo… tila, manzanilla, salvia…- Era lo bueno de tener a Sete en casa, que siempre tenían de todos los tipos y colores. Ella tomaría té de amapola, para calmar sus nervios. Aquel que estaba en su casa parecía Adael, o al menos una copia muy buena de él. Pero, ¿cómo podría comprobar que era él? Si le habían colocado una pila cervical tendría todos sus recuerdos y si era una imitación era francamente buena… Maldijo por no tener una pistola de microondas que friera los circuitos del robot.

Arrastró levemente la silla para sentarse, escondiendo las manos por debajo de la mesa, mientras él le explicaba qué le había llevado a su casita aquel día. Al parecer Sarah le había hablado de la participación en la Ciudadela, lo que no le había contado o actualizado es que Giordano le había aceptado como su alumna. En verdad todavía no había ejercido y cuando se lo dijo fue en aquella reunión en la plaza de Ouroboros, pero ya no había nadie para corroborarlo. ¿Quizás habían sido imaginaciones suyas? No… no lo eran. -¿Censo? No sabía que se encargaba usted de ello…- Le miré arqueando levemente las cejas, con duda. Ni se había acordado de ello, era Nichollas el que lo gestionaba. -Ah, sí el censo. Bueno, que si se hiciese con tecnomagia podría ser más rápido, no gastaría tanto papel y el archivo ocuparía menos espacio. ¿A dónde quiere llegar?- En aquel momento la tetera empezó a pitar. Se levantó a por ella y desde el otro lado de la cocina preguntó al descendiente si quería leche y café con la infusión.

"No ha podido soportar ver a Joram en peligro de nuevo y por eso se ha ido. Lo que le hizo Bertram a su cabeza....nunca lo superará."

Daba igual que lo hubiesemos matado. Que hubiesemos desatado a un demonio a causa de acabar con él. Uno que casi la mata a ella, y que mató a un Soul Reaper. En el fondo, todo podría haberse evitado si....le hubiesemos parado los pies antes de matar al primero de sus hijos.

"Repito, si YO le hubiese parado los pies"

- No Nico, no es tu culpa. - le repetí cuando por sus gestos lo vi al borde de un ataque de nervios. Yo me sentía desarmado, y por primera vez en mi vida, desamparado. Odiaba sentirme asi, los planes tenían que salir siempre conforme a lo que yo urdía, y si no lo hacían, al menos los disfrutaba y me divertía con el desastre que quedaba atrás. Pero ahora, así, no tenia nada de entretenido.

Finalmente rompió a llora contra mi, abrazándome. Le devolví el abrazo al chico, por extraño que pudiera parecerle a los que solo me conocían de los circulos mas externos. Lo sostuve contra mi, pero no me dejé llevar por sus lagrimas.

- Aquellos soldados dispararon a Joram porque era su mision hacerlo, no porque tu estuvieras jugando a las cartas. - le dejé que siguiera desahogandose, ahora mismo no podía hacer otra cosa.

Era tipico creer que si alguien nos abandonaba, era culpa nuestra. Porque somos imperfectos, defectuosos, o no lo suficientemente buenos. Porque cometemos un error, hacemos algo que a esa persona no le gusta. Al final, era mas facil creer que el culpable eres tú, porque si es asi puedes mejorar y hacer que vuelvan contigo. Es mas duro asumir que no tienes nada que hacer, que no tiene nada que ver contigo, que simplemente....te dejan porque no necesitan estar más contigo. Duro, sí. Pero al mismo tiempo, liberador. Era extraño tener que volver a pensar en estas cosas....

Pensaba todo eso mientras seguia abrazando a Nico, dandole vueltas a como decirselo, que la culpa no era suya.
- Limpiate los ojos y vuelve a leer la nota, ha dicho que está orgullosa de vosotros y que volveréis a veros, vale? Ella no te culpa de nada. Se ha ido por ella misma. Porque era lo que sentía en ese momento.

"lo que no sabemos es a donde, y con los crios..."

Lo separé un poco de mi para que me mirase y tratara de dejar de llorar.

"que le digo? Que va a seguir necesitándolos? Y si no es verdad? y si de verdad ya no los necesita tampoco a ellos?"

- Que puedo hacer para que te sientas mejor?

El abrazo de Sete era calentito, y reconfortante. Era aquel gesto algo que necesitaba más incluso que el poder respirar desde hacía mucho tiempo, tanto que ya ni se acordaba. Los hombros se sacudían a cada poco, cada vez que necesitaba coger aire para seguir gimiendo y llorando. Así estuve un rato, hundiéndome más y más en las ropas de Sete. Al final solté gran parte de lo que me atormentaba, o al menos lo que mi cabeza era capaz de procesar en ese momento. -Pero si nos hubiéramos quedado en casa nada hubiera pasado, y la biblioteca era lugar seguro… yo… ¡no pude hacer nada!- Seguía emperrado en aquello, porque muchas noches, cuando cerraba los ojos, todavía se me venía a la cabeza el momento del disparo. -Y luego le grité, cosas hirientes. Le dije que nos había dejado solos y sé que le hice daño, se lo vi en la cara …. ¡Y ahora se ha ido!-

Aquella era la última conversación que había cruzado con Monica, porque el resto las pasaba encerrada en la habitación medio bebida, medio mal. Ninguna palabra de disculpa, ni gesto, ni nada había servido después de aquello. Me separé de Sete cuando empezó a hablar, secándome las lágrimas con la manga de la sudadera y sorbiendo los mocos, todavía con la cara congestionada por la llorera, intentando aguantar lo que podía para escuchar al adulto. Negué. Palabras vacías, se las lleva el viendo, no valen para nada. Actos. Y lo que él había hecho estaba mal, desde el principio -Tendría que haberla ayudado antes. Tendría que haber hecho algo, pero no hice nada, no sabía qué hacer, y ahora se ha ido- Me guardé las manos debajo de las mangas y cerré los puños. Bajé la mirada ante su pregunta sin saber qué responder. ¿Qué podía hacer? Sí, sí sabía qué responder. Que trajera a Monica a casa, que todos volvieran a estar bien, que pudieran reírse como antes de que esa máquina asquerosa llegara a la faz de la tierra. Aquel cachivache tenía la culpa de todo, ella y los que la inventaron. La cabeza le iba a mil y se le aceleró la respiración, quizás por sentir odio, quizás por la preocupación, quizás por el llanto. -¿Y si le pasa algo malo a Mónica o a los primos?- Alzó la mirada a Sete, con temor. ¿Y si pasaba algo y no había nadie cerca que pudiera ayudarlos? Ya no habría peleas en la nieve, ni partidas numerarias a las cartas, ya no habría nada

Lo notaba sacudirse aun entre mis brazos a causa del llanto, era dificil hacer que parase. Sabía como se sentía, yo me había sentido igual. Habria agradecido poder contar con alguien, a decir verdad. O eso creo.

"Pero aprendí a no hacerlo"

- ¿Y por qué no pudiste hacer nada? Qué te lo impedía? - una pregunta extraña, pero con un objetivo. - Sabes...cuando me metí en unos negocios con un par de Soul Reaper, Joram también resultó herido, le dieron una descarga eléctrica y en fin, yo estaba delante y aunque lo intenté no llegué a tiempo y él pagó las consecuencias. Ninguno somos infalibles. Ni si quiera yo. - bajé un poco mas la voz. - pero no le digas a nadie que he dicho eso.

Estaba seguro que Monica le habria perdonado esas cosas hirientes de las que hablaba.
- Se sentía culpable, pero no se ha ido por eso.

Suspiré, pensando en sus palabras, el caso es que me sentía igual que él en ese aspecto. Solo que con matices, claro. Creía que...con ella si podría funcionar. Que estabamos hechos el uno para el otro, o algo asi. Al menos, que nos entendíamos. Nunca me había interesado tanto salvar a alguien.

- No podías haber hecho nada, Nico. - le dije que no le iba a mentir. - Mónica....algo se rompió cuando mataron al gemelo de Joram nada mas nacer. Y no se ha vuelto a reparar. No creo que lo haga. Si alguien tiene la culpa de eso...a parte del difunto Bertram...soy yo.

Como espectador pasivo que fui. Tuve mis sospechas, sabia que podia ocurrir, lo intuia de sus palabras. Pero por mi propio bien, no hice nada. No podía evitar sentir un amargo arrepentimiento. No sabía cuanto de la historia conocía Nico. Quizá no mucha, por aquel entonces él tambien era pequeño y luego Monica estuvo desaparecida por lo que sé... en Roma, nada menos.

Mis loros se habian quedado curiosamente silenciosos, sobre las orejas del sillón. Sus miedos tenían fundamento.

- Vamos a contactar con ella. Partonus, o tenéis algun dispositivo mas discreto entre vosotros? Tipo...un espejo...o una...

"una piedra vidente"

- Mmm.

Me levanté sin decir nada al recordar que la tenía guardada alli, a buen recaudo.

- Acompáñame. - salí del salon a grandes zancadas, dirección al lugar que usaba como dormitorio cuando estaba alli.

-Tenía miedo… y no sabía qué hacer… y me quedé paralizado, como de piedra, con todos los primos… Reaccioné tarde…- Le susurré, con un hilo de voz, bajando la mirada avergonzado por ser tan inútil. Estaba claro que se iban a acabar los juegos. Sobrevivir ya no era un juego… Quizás Justin tenía razón, y había que tomar partido de alguna forma, eso le decía el de pelo cano. Pero… Suspiró y se hundió en el pesar. Apretó los puños, por debajo de las mangas y presionando sobre sus muslos. Cuando Sete dijo que a Joram le habían herido alzó los ojos azules con cierta preocupación y tintinearon buscando la mirada de Setelah. No… no conocía nada de aquella historia… Y entonces le confesó que él tampoco pudo hacer nada, bajó la mirada y aunque ya era un evento muy pasado, no pudo evitar sentirse un poco más tranquilo, pero no del todo. A pesar de ello, el secreto entre Sete y él le arrancó una sonrisa tímida y cansada y un asentimiento leve. Se secó las lágrimas con el puño de la sudadera. Mucho más calmado. -¿Y entonces?- Porque si no era por lo que le dijo, por lo cual cada vez se sentía peor, entonces no estaba seguro de qué se le había pasado por la cabeza para que Mónica se fuera de aquella forma.

“No podrías haber hecho nada” le robó un suspiro. Estaba casi seguro que podría haber hecho algo para no haber tensado tanto la situación. ¿El qué? Ni idea, consideraba que lo había intentado todo, o al menos eso creía. -No sabía que Joram tenía un gemelo… Quizás… podríamos haberla escuchado más. Nos hemos dejado engañar por una máscara con la que nos hacía pensar que estaba relativamente bien pero… no ha sido así- Pensando en aquello no se percató del detalle de Bertram, ¿qué pintaba el ex ministro de magia malvado en todo aquello? Era un crío cuando él gobernaba, ni sabía quién era ese señor. Cuando alzó la mirada ante la idea de contactar con ella se topó con la mirada de ADSL. Le acarició el pecho emplumado amarillo, ¿él sería el valiente que le pondría en contacto con su tía? Negó en silencio, no había forma de comunicación que no fuera patronus.

Sigió con la mirada cuando el moreno se levantó, sin entender mucho y cuando le dijo que le acompañara, la duda se asaltó por un milisegundo. El mismo tiempo que le pudo la curiosidad y el hecho de poder solucionar todo aquello. Salieron del salón, en la cocina Belle y Adael hablaban de sus cosas.

- La gente se queda paralizada cuando tiene mucho miedo, es normal, pero eso lo puedes cambiar. - le dije apresuradamente al muchacho mientras mi cabeza ya pensaba en la piedra vidente. - Nadie nace entrenado para eso. Se aprende.

Ya en el dormitorio, movi la cama con un hechizo, y retiré la alfombra. Ya lo sé, clasico.
- No quería que los niños la encontraran accidentalmente y se pusieran a jugar con ella. Es algo peligrosa. - removí unas tablas de madera del suelo y saqué un arcon ligero, cerrado con una cerradura mágica. La abrí pronunciando la contraseña y bueno, ahi dentro estaban varios de mis cachivaches, incluida la piedra envuelta en un grueso trapo de tela.
- Es cierto.- ellos conocían la parte alegre de Monica, y ya. - Ella carga con mucho dolor de su pasado. Se ha arreglado las cicatrices pero siguen estando ahi...es algo que debéis de saber.

Saqué el palantir envuelto y me senté a lo indio en el suelo, dejándolo delante de mi, esperando a que Nico se sentara a mi lado o algo.

- Te presento a una piedra vidente. Es un artefacto mágico que permite ver a través del espacio...pero tambien del tiempo. Y comunicarse con otras piedras como esta. Pero lo que quiero hacer ahora es ver, simplemente. Aun asi son peligrosas, pueden mostrar cosas que aun no han pasado, o cosas que nunca pasarán. Usarlas es dificil...y conlleva algun riesgo. - hice una mueca sujetando la tela antes de retirar el trapo. - Si me ocurre algo, la tapas, y asegúrate de no tocarla ni establecer contacto magico con ella.

Saqué una ampollita de mi cofre secreto, la abrí, y sin darle mas explicaciones a Nico, me la esnifé. Retiré el trapo y descubrí la piedra negro obsidiana, y tras respirar tranquila y pausadamente, puse mis manos en contacto con su superficie. Miré al interior de la piedra, al principio....no veía nada. Empecé a preguntarle mentalmente, a quien quería ver, sobre qué quería ver. Dirigí mi magia hacia ella y noté su tirón, no habria podido separar las manos aunque quisiera.

Algo empezó a formarse en el centro de la bola, imagenes no demasiado nitidas que Nico podría ver tambien. Unos extensos y hermosos campos de cultivo...eso cuando era? habia gente trabajando en ellos. Mónica estaba ahi, junto a los campos, rodeada de gente vestida de blanco modo hippie......fumando en pipa de esas de endrogarse y bailando.

"pasado, presente o futuro...?"

Nico podría ayudarme con el pasado, quizá, descartando cosas. El fuego consumió esa imagen y...los campos de cultivo que vimos antes, ahora por la noche, se incendiaban. Joram huía, escapaba de algo, entre las hileras de maiz ardiendo. Presente. Futuro.

Noté una gota de sudor comenzar a escurrir por mi sien. Las llamas dieron lugar a la ultima imagen que podría buscar. Monica hablaba con un hombre de pelo largo y barba, ojos pintados y aspecto amable....

La piedra comenzó a oscurecerse y la solté, sintiendo los brazos entumecidos. No habia podido ver ni a Iberio ni a Sophie, solo a Joram, y lo que habia visto no me animaba....en absoluto.

Me quedé en silencio con el ceño fruncido y la mirada algo perdida.
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Exito (sale bien) fallo (peligro peligro)
exito, no le da un patatús por mirar


Opciones dado 10 para ver que ve
1. Monica cultivando un huerto
2. Endrogándose en el culto
3. Echando a Iroh
4. Marchándose de la casa y dejando las notas
5. Joram intentando escapar de un campo de cultivo, por la noche
6. monica pasado: peleando en el coliseo
7. liándose con un morenazo que no soy yo
8. una operacion chunga niños incluidos que les meten microchis cervical
9. monica llevando a Nico al altar todo trajeado
10. monica hablando con klaus

10,5,2