Jack The Ripper Street

Mis pasos me terminan llevando a Jack the Ripper. No es que haya terminado alli por error, se mezcla un poco la nostalgia, y un poco las ganas de pasear, más la necesidad de caminar por una de las calles mas azotadas por la delincuencia. Llevo muchos meses sin pasarme por allí o por alguna otra zona desfavorecida, enfrascado en mis asuntos como había estado.

"No hay nada peor para adormecer a la mente que mantenerse en un refugio tras poderosas paredes defensivas.... y olvidarse de la realidad externa y del dolor ajeno"

Suspiro mientras camino por ahi, sumido en esos pensamientos al ver lo decadente de la zona. Esperaba que mi hermano Edhel o Anteia hubiesen podido venir conmigo, pero ambos tenian asuntos que atender. Miro a mi alrededor, la zona parece libre de magos extremistas o de soldados....si, pero está llena de rateros. A mi los rateros no me molestan, pero tampoco quiero que mi esposa y mi hija vivan en un sitio rodeadas de ellos
-Creo que debería descartar la idea de conseguir un pisito por esta zona
Hablo conmigo mismo en voz alta, y, aprovechando que voy solo, saco mi paquete de tabaco y me enciendo un cigarro. Aunque ahora fumaba mucho menos, se me habia quedado esa horrorosa mania. Sigo avanzando, cruzandome en varias ocasiones con parejas que parecen estar trapicheando por lo bajo y que me lanzan miradas hostiles, o con personas solitarias sentadas en los escalones de las entradas a los edificios, con la cabeza más en las nubes que en la tierra. No voy con miedo, pero si con prudencia.... nunca se sabe en estos sitios, aunque ahora las cosas estuvieran algo más tranquilas, una cosa no quitaba la otra. Me detengo al escuchar unas voces ahogadas provenir de un callejon que surge a mi derecha. Entrecierro los ojos y hago una mueca rara mirando en esa direccion provocando que el cigarrillo cambie de direccion en mi  boca

"Probablemente no sea asunto mio, pero..."

Ahora aparte de esas voces ahogadas, o es solo una? Oigo una especie de golpes amortiguados. Vale, ahora si que no puedo quedarme ahi de viandante simplemente. Asi que avanzo hacia el callejon, levantando la mano un momento a punto de convocar una esfera de luz mágica...pero me detengo a la mitad, decidiendo mantener en reserva mi identidad como mago. Asi que me apaño con la mortecina luz de la farola y mis ojos. Efectivamente al fondo del callejon hay un par de tios que estan apaleando a otro. Posiblemente  un ajuste de cuentas, o algo de quien no ha pagado a quién, vete a saber. En principio, son sólo dos, y aunque estan curtiendole el estomago a patadas al del suelo, quien sabe si van armados o no. Aunque desconozco si los motivos para tal paliza son justificados, me adelanto hacia ellos. Agarro al primero por el hombro y lo aparto haciendo que se gire hacia mi para que me pueda ver antes de la hostia que pretendo soltarle.
-A ver, hoy no tengo el dia como para andar viendo estas cosas
Tras esto le suelto un puñetazo al primero, bastante fuerte para empujarlo y que se de espaldas en la pared. En cuanto al otro, me mira y duda un momento si pegarme o no, finalmente decide que si. Asi que me toca esquivar su torpe puñetazo, agarrar su brazo y retorcerselo por la espalda, sin romper nada, por supuesto, solo para hacerle replantearse lo que estaba haciendo.
-¿Qué? Os largáis o seguimos? Y os advierto que no tengo ganas ningunas de seguir....
Eso ultimo era totalmente cierto.

Camino por las calles de Londres bastante perdida, mirando el GPS de mi móvil para saber donde estaba.

"Menudo asco de calles. Por mucho que mire el mapa termino perdida"

Trastabilleo por ir mirando al móvil pero no llego a caerme. Suspiro por que ya es la quinta vez que me pasa este día. Miro al fondo de la calle donde reconozco una melena azul entre aquel extraño grupo.

"¿No ese Lyran?"

Me acerco un poco más y veo que parece estar discutiendo con dos tipos. Me fijo un poco más y observo un tercer cuerpo en el suelo. Pese a que no quiero meterme en ningún lío, siento el deber de ayudar Lyran, así que me acerco al grupo, haciendo aparecen una pequeña llama al chasquear los dedos.

¿Quieren fuego, caballeros?

El chaval al que estoy medio retorciendo el brazo por su espalda de modo doloroso se pone a hablar en parrafadas. No me cuesta mucho darme cuenta de que no esta en plenas facultades psíquicas, que se debe de haber chutado algo.
-No me cuentes mindongas. Quedate quietecito, eh? Voy a soltarte...
Me gustaria poder hacer algo mas por esos tipos, en el fondo, no son mas que otras victimas más de todo el asunto éste, de la pobreza y de la dejadez social. Voy a ponerlo contra la pared para soltarlo pero que no haga nada rarito, cuando oigo una voz a mi espalda. Ladeo la cabeza y veo a Paula allí, con una llamita de fuego producida al chasquido de sus dedos.

"¿Paula? LLevaba tiempo sin verla"

-Ey- La saludo con una breve sonrisa. En mi momento de distraccion, el tipo que recibio mi primer puñetazo ya se ha puesto en pie, y un tanto aturdido saca algo de sus bolsillos. Mientras el segundo parece bastante intimidado por la reciente aparicion de Paula, el otro que está cabreado conmigo (por el puñetazo que le di supongo) se lanza contra mi, habiendo sacado una pequeña navaja con la que parece tener intenciones de hacerme algo y no muy bueno. Me ladeo lo justo para no recibirlo en las costillas y llevo ambas manos a las suyas: con una , sujeto la muñeca de su arma, y con la otra, toco el filo de su navaja y lo transformo en agua. Lo sujeto por los cuellos de la cazadora y lo empujo lejos de mi. No me apetece pegarle de nuevo, como tampoco me apetece que sigan dandome la lata a mi o al pobre tipo que sigue enroscado en el suelo, al que habian estado golpeando. Quiza ahora que ha llegado Paula consigamos disuadirlos de que se larguen. Se levanta de nuevo y se junta con el otro compañero, al que retorcí el brazo. Nos miran y parece que dudan sobre qué hacer a continuacion.

-Si no quereis que os registre y os quite toda la mierda que llevais encima, ya podeis ir desapareciendo de mi vista

Tras regruñir algo, ambos apartan la mirada de mi y se dirigen a la salida del callejon, pero al hacerlo uno de ellos choca su hombro contra el de Paula, muy bruscamente, y obviamente a drede, simplemente por fastidiar o por un estupido deseo de intentar quedar por encima de algun modo. Alzo una de mis cejas mirando a la mujer, aguardando una reacción por su parte...o una no reacción, cualquier cosa podría ser probable.

Sonrío a Lyran cuando me saluda. Pego un respingo cuando el tío de la pared se lanza hacia Lyran, pero le pongo la zancadilla para que el mago lo pueda esquivar más fácilmente. El otro bastante intimidado, hace un ademán de lanzarse contra mí, pero le pego un tortazo con todamla mano abierta, previamente calentada por la llama. -Eso para que recuerdes no fijarte en las apariencias-Le regaño mientras suelta un pequeño alarido y se toca la marca del tortazo, acompañada de una pequeña quemadura.

-Yo que vosotros me marchaba. He visto a varios muggles patruyando cerca y seguro que habrán escuchado esto-Obgiamente esto era mentira, pero quería asegurarme de asustarlos. Cuando uno me empuja casi me caigo, pero recuperar el equilibrio y miro hacia dónde se van. Cuando el maleante pasa cerca de un contenedor, este estalla en llamas, haciendo que ambos se asusten.

Me agacho hacia el chaval herido, comprobando con minuciosidad profesional la magnitud de sus heridas.-No parece haber indicios de hemorragia interna. Pero está palidísimo, y parece llevar días sin comer-Miro a Lyran de manera interrogante, esperando que se lo lleve. Aunque me da pena el chaval, no puedo llevármelo a la base de los souls.

Cierro un solo ojo en una mueca de dolor ajeno por el bofeton que recibe uno de ellos, y que ademas le deja una marca roja en la mejilla en forma de mano abierta. No, no se le va a olvidar eso. Va a estar rumiándolo mucho tiempo. Igual la proxima vez se lo piensa dos veces antes de patear a alguien tirado en el suelo. Doy un paso hacia adelante cuando veo que el empujon desestabiliza bastante a Paula, pero me refreno porque ella sóla consigue mantener el equilibrio y ademas, al poco estalla en llamas uno de los contenedores proximos a los apalizadores, que ponen pies en polvorosas y se largan de alli. Los sigo con la mirada antes de fijarme en ella definitivamente.

-Lo has hecho estallar tu en llamas, cierto?

Me aproximo a la persona que yace en el suelo, dejando que sea ella quien se agacha a examinarlo. Suspiro alzando mi barbilla, mirando hacia atras para vigilar el callejon por el rabillo del ojo. Si, sin duda me hacia falta una bofetada de realidad de este tipo. Porque sentía que ultimamente me estaba dejando llevar demasiado por la indulgencia y la comodidad de no pensar en todas las cosas que estaban mal.

-Normal. Este barrio es una mierda....con perdón por la expresion. Nunca fue un buen barrio, pero ahora es aun peor.

Me fijo en que Paula me observa como esperando algo de mi. Supongo que lo que espera es que le pueda prestar algo de atencion...pero ahora mismo el unico lugar al que podria llevarlo sería la base bajo Bastion Hollow, puesto que yo aun no dispongo de ninguna casa. Bueno, podria llevarlo a la casa de mi hermana pero...no. Definitivamente preferiria vendarle los ojos y llevarlo alli para darle un poco de atencion para luego volver a sacarlo. Intento probar suerte con ella.

-Paula, no tienes algun sitio donde podamos llevarlo...?

Me sacudo un poco la ropa antes de contestar a Lyran con un asentimiento.-Sí, tengo cierta afinidad con el fuego –Le respondo sonriendo. No se me había paso por alto como había transformado en agua la navaja.

“Tengo que recordar eso por si alguna vez lo necesitara”

Suspiro mirando la calle vacía. Por culpa de la guerra, ya todas las calles eran una puta mierda. No estabas a salvo en ningún lado.
-No hace falta que te disculpes, Lyran. Créeme, no lo habría dicho mejor

Hago una mueca cuando me pregunta puedo llevarme al joven apaleado. Busco rápidamente una excusa para que no decirle la verdad, que soy una soul reaper.

-Verás… yo… estoy viviendo en un albergue y está lleno. Tendrías que ver los cuartos: Camas por el suelo, un desorden imposible, dos baños para ochenta personas… No es el mejor lugar para un efermo

Le sonrio cuando me confirma que tiene cierta afinidad con el fuego. Decir "cierta" es quedarse corto. Alguien con un poco de afinidad no envuelve un contenedor en llamas...a no ser que este lleno de gasolina cosa que dudo. Me acerco al chaval del suelo y le doy unas palmaditas en la cara, ayudando luego a incorporarse para que apoye su espalda sobre la pared del callejon. Esta medio grogui y no se entera muy bien del asunto, algun porrazo fuerte en la cabeza se ha llevado. Si, quiza podria....

-Ya, son los tacos. No los controlo y luego se le pegan a mi hija....

"Y luego Anteia le echa la bronca"

-En un albergue de mala muerte? - me trago al treta que me suelta, ella miente bastante bien y yo confío en ella, asi que no sospecho de que me la pueda estar colando. La verdad...sabia que no estaba en contra de los renegados, porque debía saber que yo era uno, pero tampoco tenía claro a que bando pertenecia ella. No era de la alianza humana, no era de los renegados, ni le veia aires de mercenaria. Quiza simplemente iba a su bola y pasaba de todo. Aunque eso de que este en un albergucho me preocupa un poco.

-Y..estas bien alli con tu hija? Necesitais ayuda en algo?- le pregunto con el ceño levemente fruncido, ya habia decidido que me llevaria al chaval al a enfermeria de la base. Eso si, con los ojos vendados. No iba a poner en riesgo a los demas.

Sigo con el examen médico al joven para comprobar si se había tomado un estupefaciente. Me giro a Lyran extrañada, ¿Cuántos años tenía su hija?

-Pensaba que Azahar era lo suficiente mayor para hablar como quisiera

Terminé el examen médico y dejé al chaval, alejándome un poco para que pudiera respirar. No parecía haber tomado nada.-Está limpio Lyran. O se ha dado un golpe muy fuerte o apenas tiene fuerzas para abrir los ojos -. Suspiro para evitar reírme cuando me pregunta lo del albergue.

-Es uno de los pocos albergues de magos y criaturas mágicas que siguen en pie en esta ciudad. No puedo quejarme -Parte de lo que digo es cierto. Pese a que no me gusta la base de los souls, es un lugar seguro para mí y para mi hija. Niego con la cabeza y le coloco una mano el hombro, sonriéndole.

-Tranquilo, de momento estamos bien. Por cierto, ¿Tú no sabrás de mas refugios para magos? Estoy buscando a un muchacho que una amiga tenía a su cargo, y desapareció hace unos meses

En realidad estaba buscando a Krix Feuch, el más nuevo de los souls reapers, al que nadie ha vuelto a ver desde la última reunión de los souls. En verdad, me preocupa bastante. El niño era todavía muy joven y apenas podía controlar sus poderes.

-Y lo es. Está bien que diga los tacos que quiera, siempre que no los diga delante de su madre.
Sonrio al acordarme de la facilidad que tiene Aza para que se le escapen tacos y lo correcta que es Anteia para esas cosas. Muy bruta, mi chica. Asiento a lo que dice Paula y me retiro la bufanda, atandola sobre los ojos del chico. Espero que no se lo tomase a mal. Se lo explicaría más tarde.

-Gracias Paula. Creo que los otros dos se lo pensaran un poco mejor antes de volver a hacer esto. En fin...quiza sería buena idea pasearse por estas calles mas a menudo. -definitivamente lo era, y lo iba a hacer. Poco podiamos hacer pero ya era mas que suficiente para el chico al que habian apalizado.

Aseguro que la bufanda esté bien colocada sobre los ojos del chico, y me incorporo quedando en pie, asintiendo.
-Está bien, pero id con cuidado.
Refugios para magos? Conocía alguno, si. No es que fuesemos pregonándolo por ahi por razones obvias, pero....
-Si...puedo buscar al muchacho que dices por tí, si me das algo mas de informacion. Echarte una mano al menos.
"no tengo noticias de recien llegados, pero oye, nunca se sabe. Yo no me entero de todo"

-Supongo que las madres nos olvidamos de que nuestros niños se hacen mayores-

Digo tristemente. No debía haberme separado de Celia, nunca. Miro a Lyran, bastante confundida por lo que ha hecho.-Dudo que sea capaz de recordar a donde te lo llevas

El muchacho parece ponerse un poco nervioso por la venda en los ojos, por lo que intento tranquilizarle. -Tranquilo, chaval. No creo que te lleven a un mal sitio, ¿verdad Lyran? -Le pregunto juguetona.

Asiento con la cabeza.-Tú también Lyran -Estoy a punto de marcharme cuando me giro para describirle al chico.-Es más bien canijillo, tiene el pelo castaño y los ojos verdes. ¡Ah sí! También le acompaña un gavilán. Bueno, ¡hasta luego!

Dicho esto empiezo a caminar hacia el norte, y me pierdo entre la noche:

-Seh, las madres y los padres tambien, no te creas....

Le respondo a Paula con una sonrisa un tanto resignada. Yo hasta que no vi a Azahar dándose de palos con la katana no terminé de asumirlo del todo. Y aun a ratos sigue costándome mucho. Pero era lo que tocaba, y hacerse a la idea de lo contrario podía resultar muy perjudicial. Me excuso ante Paula por haberle puesto una venda en los ojos al chico.

-Basta que sea mago y recuerde el lugar que ha visto para poder volver. No podemos permitirnos... ya sabes, problemas ahora.

Encojo mis hombros, me parecia necesario aunque quizá no muy cortés.

-Canijillo, castaño de ojos verdes y con un gavilán. Si doy con alguien así le dire que lo estás buscando. Adiós Paula, hasta luego.

Me despido de la mujer viendola marcharse y suspiro. Cargo el chico sobre mis hombros, cual saco de papas. Echo a andar hacia la salida del callejon, deteniendome ante el contenedor calcinado. Piromántica? Igualito que Erika... la cosa es que yo sabía de donde había sacado Erika sus poderes. De Paula no tenía ni idea. Bien podria ser algo natural, o.... en fin, para qué hacer conjeturas. La mujer era maja y ya.

-Bueno colega, agárrate, que el viaje igual te marea un poco.

Le digo al apalizado chaval que llevo sobre los hombros, antes de desaparecerme de allí llevándolo conmigo, rumbo a la base subterránea.

Me encuentro sobre uno de los tejados de los edificios disfrutando las vistas nocturnas. A mi lado, Sayo estaba lo que parecía descansando. Su cuerpo estaba tocando el suelo y sus patas estaban plegadas de forma que no hacía ningún esfuerzo en ellas. Por mi parte, estaba disfrutando de un delicioso kebab que aún estaba bastante caliente. Desprendía un intenso aroma a ternera cocida que me hacía imposible resistirme a darle un bocado.
—Esto de que te paguen por adelantado está bien. Hace tiempo que no disfrutaba de comida sin robarla, incluso sabe mejor y todo— digo sonriente mientras le doy otro gran bocado a mi cena.
—No deberías gastan tan descuidadosamente el dinero. Solamente han pasado unos días y entre la comida y las piezas ya te has gastado la mitad.
—¡Tranquilo! El dinero está para disfrutarlo. Además, cuando acabemos el trabajo aquella chica de la fábrica nos pagará más todavía.—a mis palabras les cuesta salir de mi boca mientras mastico, pero aún eran entendibles.
—Deberías retractarte, los militares te han dado otra oportunidad para pensarte mejor el ir. No me gusta nada ese lugar para ti.
—¡Oh, vamos! Ya hemos hablado eso, los necesitamos. Además, ya llevo bastante avanzado lo que les enseñaré como prueba de mis capacidades. Por cierto, a ver si me han enviado un email.
Dejo el kebab a mi lado y pongo sobre mis piernas el portátil para verificar mi correo. En efecto, me había llegado un correo de un tal Siderón.
"¿Será del ejército o publicidad?"
Abro el correo y no puedo evitar emitir un leve gruñido al leer el comienzo.
—¡Sí claro! Os retractáis ahora que he comprado todas las piezas. Cuanta incompetencia, y pensar que están logrando ganar la guerra de momento. Ahora que haré con estas piezas...
Observo el aparato inacabado que estaba construyendo con algo de pena por tanto trabajo para nada. Sin embargo, una sonrisa diabólica se me forma en los labios en cuanto pienso que uso le podría dar. No me cuesta demasiado desarmar el aparato y usar las piezas para fabricar un pequeño pajarito que puede volar con células solares y moviendo sus alas, pero en realidad tiene un par de pequeños ventiladores en ellas para propulsarse. Uno un cable usb para cargarle un programa que ya tenía guardado en el portátil, haciéndole solamente unas pequeñas modificaciones.
—¡Mira Sayo! Tienes una hermanita pequeña— El robot gira su vista hacia la pequeña criaturita, pero acto seguido me ignora completamente y vuelve a mirar hacia el vacío.
"Bueno, tampoco importa. Dudo que vuelva a ver a este pequeño bichito".
Como toque final, le coloco una pequeña carga explosiva en el pecho que detonará en cuanto el pájaro se pose sobre alguna persona.
—Jijijiji, esto no matará a nadie pero el susto que se llevará el que se lo encuentre me encantaría verlo.
—¿Y si en vez de para vandalismo lo usas para sobrevolar Londres? Así en cualquier momento podrías reprogramarlo para que hiciera algo que necesites.—Pienso en la propuesta de Sayo detenidamente, pareciéndome mi idea más divertida.
—Algún día haré un pájaro kamikaze y le daré un susto a alguien, ya verás.
Modifico el pájaro para añadirle recepción de señal inalámbrica y lo vuelvo a conectar al portátil. Esta vez, le programo un algoritmo para que sobrevuele indefinidamente Londres y se apoye en algún edificio por la noche al no haber luz para su generador. Por último, uso la propia conexión usb para cargar sus condensadores y luego lo suelto para que vuele libremente. Sin embargo, no quise quitarle la carga explosiva. De ese modo siempre podría reprogramarla para que asuste al primer incauto que viera pasear por la calle.
—Habrá que ponerle un nombre. Qué te parece... ¿Selene? Era una diosa antigua conocida por la Luna, lo cual sería irónico porque precisamente el pajarito descansa por la noche y vuela por el día.—Pienso un poco la idea y me parece que no tiene ningún sentido dado que casi todo los seres vivos descansan por la noche— Bueno, no importa, es un nombre bonito y me gusta.—Sayo seguía ignorándome de nuevo, muestra de que le importaba entre poco y nada el nombre.
"Tendría que haberte puesto de nombre Lata a él, a ver si seguía sin importarle".
Entre todo eso, me doy cuenta algo triste de que mi kebab se había enfriado, pero pude comprobar que aún se me hacía la boca agua al sentir la carne luego de darle un mordisco. Luego de que hube terminado mi cena, Sayo y yo nos levantamos dispuestos a irnos. Pero antes, me doy cuenta de que no era necesario que llevara mi portátil, seguramente en la base tendrían ordenadores y no me gustaría que vieran algunos programas que tenía en la memoria. Para solucionarlo, escondo el portátil, junto con las piezas que me habían sobrado, encima del edificio en el que nos encontrábamos. Lo dejo encendido y permanentemente conectado en la red, por si necesitaba acceder a alguno de esos programas desde la base. Por último, le conecto el cargador solar para que nunca le falte energía y finalmente Sayo y yo nos vamos de allí.

— Míster Smithers, Míster Jerry, Míster Mickey, Míster Stuart... —decía Tenn con su tono inglés, sentado en una caja de madera mohosa, agachado y mirando al suelo, apoyando sus codos en sus rodillas— ...Han ido a parar en mala comarca.

Se incorporó, poniéndose recto y posando ahora sus puños cerrados en las rodillas. Efectivamente, le hablaba a unas ratas que se encontraban delante suya y que, se dedicaban a olisquearles, pareciendo que les atendía.

— Y se han encontrado mala compañía... —decía mientras se sacaba de su bolsillo un trocito de galleta, el cual no dudó en lanzárselo a ellos— ...Pero soy agradecido, son tiempos de mucha soledad. ¡Hey! ¡Stuart! ¡No seas avaricioso! ¡Deja que Mickey coja más!

Y sin previo aviso, sentado, la pisó con tremenda rápidez, ahuyentando al resto de roedores.

— ¡Desagradecidos! ¡Os he liberado de la opulencia de vuestro amigo! ¡A donde vais! Ratas desagradecidas... —dijo levantándose, quitándole el trozo de galleta que aún sostenía el cadáver del bichejo aplastado, y sin hacerle ascos, comérselo mientras salía de la callejuela.

El pálido salió a plena luz, recogiendo de esa esquinita húmeda lo que parecía una taza de té con su platito, y con té aún caliente. Le dio un pequeño sorvo y empezó a moverse por el lugar. Se ajustaba su corbata mientras veía, descaradamente y con una sonrisita, a la gente pasar. Tampoco es que ubiera mucha gente paseando por dicha calle, tenía ya su fama y su gente. No duró mucho su camino, pues se sentó delante de lo que parecía una cafetería casi vacía, donde había una tetera a fuera lista y preparada para él.

Tennessee se quedó pensativo mientras se ajustaba su monóculo rústico, escuchándose el pesado sonido metálico de éste. Una vez que terminó, suspiró.

— Veamos si alguien se digna a hablar...

Y sin más, sacó de la tetera un revólver y disparó hacia arriba, intentando asustar a la gente con este acto y dejando sola la zona. Intentó de nuevo disparar al cielo, pero, el arma se humedeció y dejó de funcionar, lo que hizo que el pálido la agitase para quitarle el té que llevaría en el mecanismo.

Me adentro en esta fea zona de Londres algo cabizbajo, llevando una desteñida y anticuada gabardina robada y que oculta mi habitual bata de trabajo. Los últimos intentos por conseguir algún pacto beneficioso me han llevado a fracasar en dos o tres ocasiones de manera estrepitosa, algo a lo que no estoy acostumbrado y que me pone de mal humor. Estancarse no va conmigo, y desde que mi socia me dejó (llevándose a nuestro hijo mutado-experimento) todo ha ido mal. Tampoco han funcionado mis planes de hacer nuevos contactos, como la chica del muelle, o cualquier tipejo insulso de la Alianza para que me lleve a hablar con los peces gordos. Yo tenía un pacto con uno de esos estúpidos científicos, pero no sé si es que lo han despedido, matado, o 'depurado'. Supongo que no me queda otro remedio que sobrevivir por ahora con trabajos menores, ya que lo que gané con mi último trabajo bueno se ha acabado, o casi.

Por todo esto me adentro en la decadente zona del East End, la calle de Jack el Destripador, buscando algún yonki que pueda serme útil, o alguna información de interés que pueda conseguir. Por el momento voy encontrando las caras habituales, como el contradandista de la esquina, con su cada vez menos interesante material, o el yonki que anuncia el juicio final entre meteoritos y demonios surgidos del infierno.

- Locos...panda de locos. - murmuro con desprecio mientras paso de largo, encontrándome a otro supuesto loco. El tío del monóculo acaba de disparar hacia arriba, al parecer sin ninguna intención, intentándolo una segunda vez sin éxito. Parte del escaso personal que hay se ha asustado, pero algunos lo han tomado como una amenaza y por ello profieren airadas críticas e insultos. No pasaría de ser una pelea más de las que aquí suceden, ajustes de cuentas. Lo excéntrico del personaje me hace acercarme con cierta curiosidad, saludando con una educada sonrisa a la que no acompañan mis ojos.

- Dios ha muerto y lo hemos matado nosotros...- murmuro con voz suave en referencia al gesto de disparar al cielo, metiendo después las manos en los bolsillos a la vez que me detengo a su lado. - Si necesita munición puedo ayudarle, puede que la necesite pronto. - comento mientras miro por el rabillo del ojo a un par de tíos que siguen muy indignados por haberles estropeado la siesta en sus cartones. Tal vez con un chute se les pasaría. - No me suena haberle visto antes por aquí, y eso que soy habitual en la zona. ¿Negocios?

Efectivamente, a algunos desdichados no les había sentado bien este acto de esporádica locura irracional y amenazaban, a una distancia prudencial, al pálido. Tennessee, sin embargo, parecía divertirse.

Algo lo sacó de ese pasatiempo temporal.

Se fijó primero en unos ojos de iris dorada, los cuales miró con una leve serenidad que se plantó en su rostro al verle. Por lo demás, bueno, no pareció llamarle la atención del resto de su físico, sólo los ojos. Su saludo lo sacó de esa penetrante mirada, y de su serenidad, mirando de golpe (como si no lo ubiera visto) a otro lado y haciéndose el sorprendido. Movimientos muy erráticos de sorpresa. Tal fue la reacción que se acercó el revólver a sus labios y bebió de la ranura de las balas, el té al que había estado antes sumergido. Cosa que paró al escuchar la referencia filosófica, que llevó a Tennessee a mostrar un real interés fuera de esos comportamientos aleatorios.

— Nietzsche —miró su revólver, al entender a que se refería a la escenita que montó al disparar al cielo— Buena referencia, si señor... —dijo aparentemente halagado— Más que necesitar munición, necesitaré más brazos para defenderme, munición tengo de sobra...

Al terminar la frase, cogió la tetera con las dos manos y la lanzó a uno de quienes se quejaron del pálido, haciendo que los gritos fueran más fuertes al igual que la indignación de estos. Aún así, Tennessee los ignoraba.

— Soy oriundo del Norte de Irlanda, he visto mundo pero nunca me pasé por aquí —hizo una pequeña reverencia estando sentado— Tennessee Tweener —al presentarse, señaló una silla que tenía a su lado, para que tomase asiento con él, pero la situación era ya cercana al conflicto. Uno de estos, lanzó un ladrillo a Tennessee, lo pudo esquivar agachándose a tiempo.

— ¡Desgradecidos! —comentó, intentando mantener la conversación con el desconocido—.

La cosa no empieza mal del todo, un hombre que se pone a ¿beber? de su pistola, y cuyos comportamientos un tanto extraños me traen a la mente a un antiguo compañero, Heydar. El tío no ha vuelto a ser el mismo desde que le riñeron por cortarle la cabeza a un unicornio. Asiento levemente cuando reconoce la referencia, acentuando levemente la sonrisa. - Ahora más que nunca son aplicables sus palabras. - después me aclara que no necesita munición, sino más bien mano de obra para defenderse. Justo como yo. Tengo materiales, pero carezco de "recursos humanos". Siempre me hizo gracia ese modo de referirse a las personas, como mercancías.

- En ese caso también puedo aportar algo. O más bien ambos podemos aportar algo, porque la cosa se está poniendo un poco fea. - añado justo cuando él decide tirarles la tetera a los protestones, que por otra parte tienen derecho porque les ha arrojado una cosa. Sigo de reojo los movimientos de los otros, alerta para cuando sea necesario. Mientras escucho a Tennessee hablando de su procedencia, lo que inevitablemente me hace pensar en un fanático religioso y borracho. - Yo tampoco soy de aquí, sino de Alemania. Y estarás de acuerdo conmigo en que las cervezas inglesas son una bazofia. - ni una buena he encontrado en los bares, así que evito beberlas por no cabrearme. - Tobias Gutenberg. - me presento sin extender la mano hacia él, no está el ambiente como para entretenerse en esas estúpidas convenciones. Tampoco me molesto en sentarme, me aparto un poco cuando uno lanza un ladrillo.

"Así no se puede iniciar una conversación de negocios. Como no deje de joder va a ser sujeto de experimentos"

- Vete de aquí, necio, estás interrumpiendo la conversación. - no me apetece pelear ahora, pero si se acerca tengo armas de sobra con las que defenderme. Mi mano se cierra en torno a un pequeño bisturí que llevo en el bolsillo de la bata. Ignoro al pesado del ladrillo tras dedicarle una mirada de desprecio, volviendo a hablar con el hombre del monóculo. - Ando buscando socios que puedan estar interesados en llevar realizar misiones y proyectos variados...sé que no estoy diciendo mucho con esto, pero primero me gustaría saber si estás interesado en trabajos en colaboración. Me da igual tu raza o bando, en mi opinión eso son patochadas. Lo que no quiero es gente con escrúpulos, o no demasiados.

Tennessee no parecía atender mucho, pero realmente lo hacía, sólo que su vista se dirigía a otro lado. Mirando con cierta malicia y diversión ante el sufrimiento e impotencia de los desdichados que sufrían sus azarosos y repentinos ataques irracionales.

El muchacho parecía buscar una conversación a la que Tennessee le costaba adentrarse por lo dicho anteriormente; pero la referencia a la cerveza le sacó cierta risita. Cuando se presentó, hizo acto para memorizar el nombre. Lo volvió a mirar ahora con más interés, al ver que Tobias salía de sus casillas por la situación... que el mismo Tennessee había sembrado. Una mirada de decepción se dibujó en el pálido al ver que la cosa no iba a un confrontamiento directo, suspirando por la nariz y dedicándole una mirada templada y serena, ya desinteresado por el asunto anterior.

— Me encantan los negocios, sobretodo porque ambos salen ganando algo —comentó Tennessee—...O eso espero.

Tenn lo escuchó con atención, ahora su mirada si dejaba ver un interés más parpable.

— El dinero no entiende de razas... ni de ideas... —comentó cuando Tobias empezaba a resumirle los requisitos, haciendo una alusión tanto al mundo racial al que ambos se encontraban y a la división política internacional.

— Lo que acabo de hacer es sólo la punta del iceberg —reía, refiriéndose al follón que había formado en la calle— Sí, en principio estoy dispuesto a que esta sociedad mejore, necesito ganar dinero, gastar pasta, hacerme renombre y... matar el aburrimiento. —Cruzó sus brazos, elevando su ceja—  Aunque, de tí dependerá que esta sociedad sea o no temporal.

Dijo como una advertencia a posibles traiciones, aunque pasó rápido desapercibido, pues empezó a sonreír.

— Quizás esté adelantando hechos ¿De que trata esta empresa pues...?

Aflojo el agarre del bisturí del bolsillo ahora que parece que los maleducados que interrumpen no van a venir a por nosotros. Al menos no de momento, ya que se alejan un poco, como cuchicheando aún indignados, tramando algo. A lo mejor vuelven con 20 primos para darnos una paliza gitana, quién sabe. Una vez tuve que huir de una así. Juraría que Tennessee parece algo decepcionado por haber evitado el enfrentamiento, aunque puede que sea sólo una impresión. - Claro. ¿Qué gracia tendrían los negocios si no? Debe haber un beneficio mutuo. Pero vamos a seguir caminando, no quiero cotillas que escuchen. - le invito a seguir caminando por aquellas lúgubres calles, cada vez más inmersas en la neblina nocturna. Mis manos permanecen en los bolsillos, pero ya de una manera más relajada. Sonrío de manera torva a la mención del dinero.

- Sin embargo los domina a todos. Los poderosos lo poseen, y manejan a su antojo. Pero en el fondo todo es un absurdo. El dinero no servirá de nada cuando hayamos hecho del mundo un lugar inhabitable, cual langostas arrasando una cosecha. - pero nadie parece darse cuenta, viven inmersos en su pequeño universo, sin reparar en su insignificancia en medio del espacio y el tiempo.

- El poder...hay muchos modos de ejercerlo. Por la fuerza, por el control mediante favores, el miedo, la información, el lavado de cerebros...conseguir que crean en esa farsa de los ideales, cuando en el fondo no existen. Todo es un juego. Y debemos jugarlo o desaparecer del tablero. Además, la guerra es un negocio, y a río revuelto las ganancias se multiplican para aquellos que saben desenvolverse. - me pregunto si su modo de hacer mejorar a la sociedad será "sanarla" de algún modo poco ortodoxo. Al fin y al cabo todo el mundo tiene su propia visión de como debería ser una sociedad mejor.

- ¿Y cómo crees que es posible que esta sociedad mejore? - pregunto deteniéndome un momento para mirarlo directamente, procurando adivinar si su respuesta era sincera (y utópica) o si simplemente era una frase hecha. Yo por mi parte no me corto ni trato de parecer lo que se denominaría una "buena persona". Etiquetas, al fin y al cabo. No se puede determinar qué está bien y qué está mal.

- Podrás mejorar y progresar por ti mismo, y por supuesto ganar dinero. Siempre hay alguien dispuesto a pagar el precio. - la pequeña advertencia antes de la sonrisa no tiene demasiado peso en mí. Soy aficionado a jugar a dos bandas, pero si me asocio con alguien de igual a igual trato de mantener una especie de código moral propio. Vuelvo a andar de nuevo, llegando ya casi al final de la calle, que hace esquina con un oscuro callejón.  - Será tan temporal como queramos. Sin compromisos. Hay mucho mundo que conocer.- por fin está preparado el terreno para contarle algo más, aunque sin saber su raza no sé hasta que punto puede servirme como infiltrado.

- Un pequeño detalle antes de seguir...¿te detectan los centinelas? No hace falta que respondas todavía, te haré un pequeño esbozo de situación primero. La Alianza hizo un pacto conmigo hace tiempo, pero el científico con el que lo hice está desaparecido. Busco hacer nuevos tratos con ellos, entre otras cosas. ¿Tienes contactos de interés en algún bando? conviene estar bien relacionado.

Tennessee se levantó sin rechistar, ajustándose la corbata rojiza con una mano mientras seguía meneando el revólver con la otra, que aún seguía mojado. Mientras lo guardaba la parte trasera de su pantalón, bajo la prenda, atendía a la conversación que empezaba a tomar un sentido. Hasta ahora, las arbitrarias acciones se empezaban a entremezclar con maneras de pensar y expresarse que podían dar a entender una mente más ordenada de lo que aparentemente es. Se permitió opinar en ciertos puntos.

— El dinero es sólo una herramienta —opinó, con media sonrisa—, lo que en épocas antiguas se conseguía con látigos, esclavitud, saqueos, pillaje y, el menos dañino, el trueque, pasó a un innovador sistema de mutuo benificio: el dinero. La herramienta que sacó de la barbarie a antiguas civilizaciones. El problema reside cuando, como todo en la vida, se perturba el uso ¿Tendría repudio si derrepente todos usaramos llaves inglesas para romper cabezas en vez de apretar tornillos? Es la mano que la porta la que tiene que ser juzgada... De hecho, me atrevería a decir que las primeras armas que se hicieron en la vida del ser Humano estaban diseñadas para defenderse, no para conquistar.

Tras esa observación, la cual hizo sin cambiar su gesto, le dedicó una apacible mirada, que pronto tornó a una mirada más sádica.

— Las grandes matanzas del hombre siempre han venido de oficinas de algún gobierno. Cuando debían proteger, cambiaron a agredir; fuera a los que estaban bajo su yugo o fuera de su dominio.

La conversación tornó a una opinión filosófica que, aparentemente, podría ser anarquista o similar al desgobierno. De alguna manera enfatizaba su vista crítica a los deberes que no se ejercen como deben. Pero, ¿como entraba Tennessee en este escenario? ¿Como encajaba en este entramado? Parecía no tener mucho sentido, sobretodo cuando se trata de una persona que parecía no tener miramientos a la hora de montar alborotos... y más. Contempló pensativo como Tobias hablaba de las oportunidades que daba la guerra, asentía conforme. — Faltaría más. Nosotros no hemos empezado esta guerra, la sufrimos contra nuestra voluntad; lo justo sería que nos adaptásemos como podemos para poder seguir viviendo.

El tema que continuó fue a lo social. Tennessee pensó más su respuesta.

— ¿Como creo que puede mejorar esta sociedad...? Umm... Dejándola ser.

Pareció no indagar más en el tema. Por lo menos hablando, quizás pensando si. Todo lo que se hablaba se daba por sentado, pero Tennessee agradecía que lo recordara, así sabía los términos a los que estaban tratando. Unas cuantas palabras le bastaron para paralizarse por unos segundos: centinelas, La Alianza y científico. Retumbaron como tambores en su mente, al igual que resucitaba recuerdos traumáticos de su infancia. Fisicamente, no parecía alterado, sólo con la mirada en otro lado.

— No... no tengo conveniencias con ninguno.