Recuerdo del primer mensaje :
Situada en el East End de Londres, una de las zonas de los suburbios de Inglaterra. Conocida zona por ser donde Jack el Destripador, pseudónimo dado a un asesino en serie (o asesinos) que actuó en la empobrecida área de Whitechapel en Londres en la segunda mitad del año 1888. A día de hoy se ha vuelto de nuevo una zona peigrosa. Los criminales actúan impunemente, sean del bando que sean.
- ¿De verdad nos ha sacado de la barbarie? - cuestiono con una leve sonrisa, como poniendo en duda que hayamos superado eso de la "barbarie". Su ejemplo de las llaves inglesas rompiendo cabezas no se me hace tan rara, en mi retorcida mente tiene casi más sentido que para lo primero, para lo que suelo emplear mi magia, la alquimia. Así suelo dar forma a algunos útiles que empleo en mis investigaciones. Asiento a las disertaciones que siguen, excepto en la última parte, en la cual vuelvo a tener mis dudas.
- Exacto. No tienes de qué defenderte si no eres atacado, por tanto tuvo que haber primero un atacante para que alguien tuviese que defenderse. Alguien que quisiera lo que tenían otros, ya fuesen sus tierras o sus bienes.- nuestro discurrir por las calles se ha vuelto algo más lento, como si de un paseo se tratase, a pesar de estar rodeados de gente poco confiable. A mi no me importa demasiado, por ahora no veo amenazada mi seguridad, así que sigo conversando, casi divagando. - Ah...las peleas por tierras. Desde el momento que dejamos de ser nómadas comenzamos a decir "esta tierra es mía". Y hubo algún estúpido que lo creyó, que la tierra era propiedad de alguien. ¿Qué te da derecho a tenerla? ¿Simplemente haber llegado antes o tener más fuerza para echar de ella a los demás? A día de hoy esa fuerza no está representada por las armas, sino por el poder económico. - y así cierro el círculo volviendo al tema inicial que nos había ocupado, el dinero. Durante mi pequeña intervención voy mirando al frente, hasta que vuelve a tomar el la palabra, momento en que puedo observar esa especie de brillo sádico en su mirada. Debería presentarle a Heydar, definitivamente. Sólo que este podría ser mucho más peligroso, porque parece inteligente, y Heydar no es más que un crío macabro.
- Laissez faire...- añado a lo de dejar ser a la sociedad, encogiéndome de hombros después. - Bueno, ahí incluyo las limpiezas y depuraciones en la población. Que sea la propia sociedad la que se encargue de limpiar aquello o aquellos que no funcionen. Que se autorregule a sí misma sin reglas. Para mi eso no es cruel, es dejar que todo siga su curso. La ley del más fuerte imperaría. ¿Qué tiene de malo?- chasqueo la lengua, como añadiendo un reproche a todo este asunto. - Pero claro, ya tuvieron que sacar al maldito Leviatán. No necesitamos a nadie que nos proteja de él, el que no pueda seguir adelante que desaparezca. ¿Quién necesita a papá Estado? Sólo los niños llorones. - añado en tono burlón y despectivo, prestando después atención a su idea sobre las grandes matanzas, lo que me hace reafirmarme en lo que he dicho antes.
- Claro, y encima es el Estado el que posee el monopolio legal sobre la violencia. Además les viene muy bien eso de crear sentimiento de unidad frente al enemigo común. Es todo un endiablado juego perfectamente ensamblado y montado. Sin embargo...no son indestructibles, nunca. Menos si los atacas desde dentro. -La ruptura interna debilita todo sistema, se ha demostrado a lo largo del tiempo. Ahí es donde quería llegar, al asunto de desestabilizar organizaciones como la Alianza, e incluso los renegados. ¿Acaso no iban a aspirar ellos también al poder si tuviesen la ocasión? ¿Acaso no acabarían convertidos en lo mismo que dicen combatir? Acabarían corrompidos.
- A mí no me interesa ni que ganen unos ni que ganen otros. Este caos me conviene, y en él me desenvuelvo. Me he adaptado. - me mueve la ambición, el afán de superación, y por qué no decirlo, también soy algo narcisista. Además, me divierte jugar con las reacciones humanas. Es como tener un experimento social que observar. - Puesto que no tienes conveniencias con ninguno, busquemos hacer contactos a ambos lados. Para ofrecer lo que sepamos hacer, como mercenarios. Por ahora me vendría bien contactar con soldados, y algún representante del mundo mágico. Si la respuesta es afirmativa podemos ponernos a ello próximamente. Sólo queda pensar el primer movimiento, a no ser que tengas más dudas prácticas sobre el modo de proceder.
- Exacto. No tienes de qué defenderte si no eres atacado, por tanto tuvo que haber primero un atacante para que alguien tuviese que defenderse. Alguien que quisiera lo que tenían otros, ya fuesen sus tierras o sus bienes.- nuestro discurrir por las calles se ha vuelto algo más lento, como si de un paseo se tratase, a pesar de estar rodeados de gente poco confiable. A mi no me importa demasiado, por ahora no veo amenazada mi seguridad, así que sigo conversando, casi divagando. - Ah...las peleas por tierras. Desde el momento que dejamos de ser nómadas comenzamos a decir "esta tierra es mía". Y hubo algún estúpido que lo creyó, que la tierra era propiedad de alguien. ¿Qué te da derecho a tenerla? ¿Simplemente haber llegado antes o tener más fuerza para echar de ella a los demás? A día de hoy esa fuerza no está representada por las armas, sino por el poder económico. - y así cierro el círculo volviendo al tema inicial que nos había ocupado, el dinero. Durante mi pequeña intervención voy mirando al frente, hasta que vuelve a tomar el la palabra, momento en que puedo observar esa especie de brillo sádico en su mirada. Debería presentarle a Heydar, definitivamente. Sólo que este podría ser mucho más peligroso, porque parece inteligente, y Heydar no es más que un crío macabro.
- Laissez faire...- añado a lo de dejar ser a la sociedad, encogiéndome de hombros después. - Bueno, ahí incluyo las limpiezas y depuraciones en la población. Que sea la propia sociedad la que se encargue de limpiar aquello o aquellos que no funcionen. Que se autorregule a sí misma sin reglas. Para mi eso no es cruel, es dejar que todo siga su curso. La ley del más fuerte imperaría. ¿Qué tiene de malo?- chasqueo la lengua, como añadiendo un reproche a todo este asunto. - Pero claro, ya tuvieron que sacar al maldito Leviatán. No necesitamos a nadie que nos proteja de él, el que no pueda seguir adelante que desaparezca. ¿Quién necesita a papá Estado? Sólo los niños llorones. - añado en tono burlón y despectivo, prestando después atención a su idea sobre las grandes matanzas, lo que me hace reafirmarme en lo que he dicho antes.
- Claro, y encima es el Estado el que posee el monopolio legal sobre la violencia. Además les viene muy bien eso de crear sentimiento de unidad frente al enemigo común. Es todo un endiablado juego perfectamente ensamblado y montado. Sin embargo...no son indestructibles, nunca. Menos si los atacas desde dentro. -La ruptura interna debilita todo sistema, se ha demostrado a lo largo del tiempo. Ahí es donde quería llegar, al asunto de desestabilizar organizaciones como la Alianza, e incluso los renegados. ¿Acaso no iban a aspirar ellos también al poder si tuviesen la ocasión? ¿Acaso no acabarían convertidos en lo mismo que dicen combatir? Acabarían corrompidos.
- A mí no me interesa ni que ganen unos ni que ganen otros. Este caos me conviene, y en él me desenvuelvo. Me he adaptado. - me mueve la ambición, el afán de superación, y por qué no decirlo, también soy algo narcisista. Además, me divierte jugar con las reacciones humanas. Es como tener un experimento social que observar. - Puesto que no tienes conveniencias con ninguno, busquemos hacer contactos a ambos lados. Para ofrecer lo que sepamos hacer, como mercenarios. Por ahora me vendría bien contactar con soldados, y algún representante del mundo mágico. Si la respuesta es afirmativa podemos ponernos a ello próximamente. Sólo queda pensar el primer movimiento, a no ser que tengas más dudas prácticas sobre el modo de proceder.
Kenji Aikawa
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Me hallaba durmiendo bajo unos cartones en la calle de jack el destripador, porque....me habia dado a la vida indigente. Me quede viviendo en la casa de Kosuke, pero él se habia ido .Asi que dejé de ser responsable. Deje de limpiar. Estaba toa sucia. Asi que hui de la casa porque no me apetecia limpiarla.
Dormir bajo cartones esta bien, hasta que un gato se te mea encima, o peor,dos chalados se ponen a causar lios por ahi. Me despierto bajo mi fuerte-carton y miro la escena. Los demas indigentes que me hacian compañia se han largado indignados pero yo soy como los del 15 M y no me voy.
Bostezo y me levanto, los otros estan ahi hablando por los codos. Yo les gruño y les levanto la voy muy mucho, levantandome y caminando hacia ellos. Llevo puestas mis alpargatas rosas.
-EEH! VOSOTROS! NO OS HAN ENSEÑADO QUE LA CALLE ES UN LUGAR PUBLICO!? No teneis respeto por los indigentes. Que pareceis unos tertulianos. Idos a un cafe, que seguro que teneis dinero para pagaroslo!
Dormir bajo cartones esta bien, hasta que un gato se te mea encima, o peor,dos chalados se ponen a causar lios por ahi. Me despierto bajo mi fuerte-carton y miro la escena. Los demas indigentes que me hacian compañia se han largado indignados pero yo soy como los del 15 M y no me voy.
Bostezo y me levanto, los otros estan ahi hablando por los codos. Yo les gruño y les levanto la voy muy mucho, levantandome y caminando hacia ellos. Llevo puestas mis alpargatas rosas.
-EEH! VOSOTROS! NO OS HAN ENSEÑADO QUE LA CALLE ES UN LUGAR PUBLICO!? No teneis respeto por los indigentes. Que pareceis unos tertulianos. Idos a un cafe, que seguro que teneis dinero para pagaroslo!
La conversación era interesante, o eso se podía aparentar. El pálido empezó a mirar de un lado hacia otro, con sus orbes girando como cámaras de vigilancia, pero esa distracción no lo sacaba de su diálogo con Tobias. De hecho, tras haber debatido ambos, el pálido comentó como sinópsis a las tésis que discutían:
— Los más fuertes... No... Los mejores —se refería a ellos, pues su mirada paró en seco tanto en Tobías como en el horizonte. Quizás, hacía alusión a que no eran tan fuertes como otros, o quizás se refería a otra cosa... la inteligencia u otro caracter factible para ser superior al resto. El problema seguía siendo el mismo, la ambigüedad.
— Cuanto más caos, más beneficio. Por lo cual el negocio puede llegar a ampliarse a otras esferas, pero veo bien que por ahora nos centremos sólo en un sólo sitio. Y si vemos que este negocio prospera... expandirlo. Desde luego no nos conviene que la gente idealista lleve las ideas que hemos hablado a la práctica, porque se acabaría nuestro chollo.
El giro pragmático que había dado otro giro inesperado. Tobías había mostrando un prodigioso conocimiento de la filosofía política de siglos anteriores, no era un criminal más, Tennessee sin embargo, que a pesar de poseer ese conocimiento, parecía sólo nombrarlo, más que serle fiel a la idea, o era más preferible para su propósito.
— Sí, todo bien... —escuchó algo de fondo, lo que amplió su sonrisa de manera macabra— Cachis... Igualmente haré contactos por mi cuenta, vendré ocasionalmente por aquí, los días 14 del mes. Haré el mismo alboroto de hoy. No puedo arriesgarme a dar móviles u otros aparatos, me la han jugado más de una vez. —echó una última mirada hacia atrás— Continuaremos la tertulia en otro momento...
Y sin más, se ajustó la corbata y corrió del sitio, con el revólver aún en mano.
— Los más fuertes... No... Los mejores —se refería a ellos, pues su mirada paró en seco tanto en Tobías como en el horizonte. Quizás, hacía alusión a que no eran tan fuertes como otros, o quizás se refería a otra cosa... la inteligencia u otro caracter factible para ser superior al resto. El problema seguía siendo el mismo, la ambigüedad.
— Cuanto más caos, más beneficio. Por lo cual el negocio puede llegar a ampliarse a otras esferas, pero veo bien que por ahora nos centremos sólo en un sólo sitio. Y si vemos que este negocio prospera... expandirlo. Desde luego no nos conviene que la gente idealista lleve las ideas que hemos hablado a la práctica, porque se acabaría nuestro chollo.
El giro pragmático que había dado otro giro inesperado. Tobías había mostrando un prodigioso conocimiento de la filosofía política de siglos anteriores, no era un criminal más, Tennessee sin embargo, que a pesar de poseer ese conocimiento, parecía sólo nombrarlo, más que serle fiel a la idea, o era más preferible para su propósito.
— Sí, todo bien... —escuchó algo de fondo, lo que amplió su sonrisa de manera macabra— Cachis... Igualmente haré contactos por mi cuenta, vendré ocasionalmente por aquí, los días 14 del mes. Haré el mismo alboroto de hoy. No puedo arriesgarme a dar móviles u otros aparatos, me la han jugado más de una vez. —echó una última mirada hacia atrás— Continuaremos la tertulia en otro momento...
Y sin más, se ajustó la corbata y corrió del sitio, con el revólver aún en mano.
Antes los más fuertes coincidían con los mejores, cosa que fue cambiando con el tiempo para adoptar la forma de otras cualidades que poseían aquellos que estaban en el poder. El gusto de Tennessee por el caos lo convierte en un posible socio de lo más interesante, siempre y cuando tenga el suficiente compromiso para no dejar a medias los proyectos, cosa que me sucedió con la otra compañera. Hacíamos buen equipo, si no se hubiese marchado habríamos conseguido grandes cosas. He de reconocer que le guardo algo de rencor por marcharse sin concluir las cosas, pero no es el momento de perder el
- No, por supuesto que no. A los idealistas lo que hay que hacer es manipularlos, cual títeres. Que crean que llevan ellos las riendas, y cuando dejen de responder como uno quiere...se cambian por otros. Y vuelta a empezar. Esto es así. - Un chalado más aparece de vete a saber dónde, gritando algo así como que vayamos a hablar a otro lado. Al principio creo que no lo reconozco, pero su cara me resulta familiar, tendré que acercarme más. Mi interlocutor parece tener prisa, pues no tarda en despedirse, no sin antes dar una fecha para posibles encuentros. - Ya hablaremos pues, procuraremos traer tarea adelantada para el próximo encuentro...- yo también me despido de Tennesse, girando después para andar en dirección al loco del pelo blanco. Sonrío con satisfacción al constatar que no me equivocaba con la sensación anterior.
Claro que lo conozco, en el círculo en que me muevo es una de esas personas a las que todo investigador conoce y admira, aunque sólo sea de haber leído acerca de proezas o trabajos suyos. Camino hacia él, saludando de manera educada. No voy a perder la oportunidad de entrevistarme con él, necesito rodearme de gente válida. Y como no lo veo muy por la labor de hablar aquí...tendré que llevarlo a un sitio en el que no pueda evitar la conversación. - Profesor Aikawa...soy un seguidor suyo, interesado en sus trabajos. Hablemos en un lugar más privado. No se preocupe, yo invito a ese café que ha dicho antes. No queremos molestar a los indigentes, ¿verdad? - aunque él mismo parece un indigente, pero bueno, va en el trabajo. Lo agarro por el hombro sin pedir permiso, desapareciéndome de allí con él (o secuestrándolo, todo puede ser).
- No, por supuesto que no. A los idealistas lo que hay que hacer es manipularlos, cual títeres. Que crean que llevan ellos las riendas, y cuando dejen de responder como uno quiere...se cambian por otros. Y vuelta a empezar. Esto es así. - Un chalado más aparece de vete a saber dónde, gritando algo así como que vayamos a hablar a otro lado. Al principio creo que no lo reconozco, pero su cara me resulta familiar, tendré que acercarme más. Mi interlocutor parece tener prisa, pues no tarda en despedirse, no sin antes dar una fecha para posibles encuentros. - Ya hablaremos pues, procuraremos traer tarea adelantada para el próximo encuentro...- yo también me despido de Tennesse, girando después para andar en dirección al loco del pelo blanco. Sonrío con satisfacción al constatar que no me equivocaba con la sensación anterior.
Claro que lo conozco, en el círculo en que me muevo es una de esas personas a las que todo investigador conoce y admira, aunque sólo sea de haber leído acerca de proezas o trabajos suyos. Camino hacia él, saludando de manera educada. No voy a perder la oportunidad de entrevistarme con él, necesito rodearme de gente válida. Y como no lo veo muy por la labor de hablar aquí...tendré que llevarlo a un sitio en el que no pueda evitar la conversación. - Profesor Aikawa...soy un seguidor suyo, interesado en sus trabajos. Hablemos en un lugar más privado. No se preocupe, yo invito a ese café que ha dicho antes. No queremos molestar a los indigentes, ¿verdad? - aunque él mismo parece un indigente, pero bueno, va en el trabajo. Lo agarro por el hombro sin pedir permiso, desapareciéndome de allí con él (o secuestrándolo, todo puede ser).
Tras dejar atrás el Big Ben y el Parlamento, apareci en la calle de Jack the Ripper. Aquí había mucha mas gente, gente a la cual se la soplaba muy mucho el gobierno y su toque de queda. A algunos de ellos los conocía...otros eran caras nuevas. Muchos de los maleantes que habían antes por aquí y eran magos, habían desaparecido por la presión de los Centinelas. Esas maquinas habían llegado también hasta los suburbios.
Aquí no tuve que defenderme. Algunos me conocían de oídas, otros de vista.... pero ninguno tenia nada contra mi. Ni yo contra ellos. En principio.
Hice el mismo hechizo de antes y un monton de cartelitos salieron volando hasta pegarse por las paredes del callejón.Algunos lo siguieron con la mirada y dos o tres se pararon a leer lo que había puesto en dichos carteles.
Escuché algún que otro "y a nosotros que nos importa?" asi muy mal sonantes seguidos de varios insultos despectivos. Crucé la encharcada calle de dos zancadas para agarrar por el cuello al tipo que había estado diciendo eso y alentando a los demás, para estamparlo bruscamente con la pared cerca de uno de los carteles de se busca, acercando mucho mi cara a la suya.
-Mañana podrias ser tu. - de un manotazo le tiré una navaja que había sacado, la cual había dirigido cobardemente contra mis tripas. Ésta cayó al suelo antes de causar ningún daño. -Mas te vale ganarte unos cuantos amigos para entonces.
Lo solté bruscamente mirando a los demás que lo rodeaban. -Si alguno tiene alguna información que me la de...si alguno lo ve que me avise...si está en problemas, lo ayudais... Eso tendrá recompensa. Hay que tener amigos hasta en el infierno, no se dice eso?
Me aparté de ellos haciendo que el agua de la lluvia del suelo comenzase a ascender hacia arriba. En concreto, el agua trepó por uno de ellos aproximándose peligrosamente a la cara, parecía que iba a asfixiarlo pero entonces...el agua brilló tenuemente curando un corte amoratado que tenia el hombre en la mejilla, eliminando también la hinchazón. Chasquee los dedos y el agua volvió a la normalidad, cayendo al suelo. Me di la vuelta, dándoles la espalda y caminando para alejarme de aquellas calles antes de volver a desaparecer.
Aquí no tuve que defenderme. Algunos me conocían de oídas, otros de vista.... pero ninguno tenia nada contra mi. Ni yo contra ellos. En principio.
Hice el mismo hechizo de antes y un monton de cartelitos salieron volando hasta pegarse por las paredes del callejón.Algunos lo siguieron con la mirada y dos o tres se pararon a leer lo que había puesto en dichos carteles.
- SE BUSCAAAAAAAAAAAAAAAAAA:
Escuché algún que otro "y a nosotros que nos importa?" asi muy mal sonantes seguidos de varios insultos despectivos. Crucé la encharcada calle de dos zancadas para agarrar por el cuello al tipo que había estado diciendo eso y alentando a los demás, para estamparlo bruscamente con la pared cerca de uno de los carteles de se busca, acercando mucho mi cara a la suya.
-Mañana podrias ser tu. - de un manotazo le tiré una navaja que había sacado, la cual había dirigido cobardemente contra mis tripas. Ésta cayó al suelo antes de causar ningún daño. -Mas te vale ganarte unos cuantos amigos para entonces.
Lo solté bruscamente mirando a los demás que lo rodeaban. -Si alguno tiene alguna información que me la de...si alguno lo ve que me avise...si está en problemas, lo ayudais... Eso tendrá recompensa. Hay que tener amigos hasta en el infierno, no se dice eso?
Me aparté de ellos haciendo que el agua de la lluvia del suelo comenzase a ascender hacia arriba. En concreto, el agua trepó por uno de ellos aproximándose peligrosamente a la cara, parecía que iba a asfixiarlo pero entonces...el agua brilló tenuemente curando un corte amoratado que tenia el hombre en la mejilla, eliminando también la hinchazón. Chasquee los dedos y el agua volvió a la normalidad, cayendo al suelo. Me di la vuelta, dándoles la espalda y caminando para alejarme de aquellas calles antes de volver a desaparecer.
Friedrich von Hammer
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El mago se dejó caer desde el agujero del techo hasta el suelo de la sala, buscando, con su ojo acostumbrado a la oscuridad un lugar en el cual pudiera esperar. Por poco tropezó con unos tablones de madera que se encontraban tirados en el suelo, los cuales arrojó improvisadamente a la chimenea antes de encenderla con una pequeña llamarada. Al menos, así, se protegería del fuego, pensó mientras se dejaba caer con pesadez sobre el sofá.
Moviendo la cabeza hacia delante con violencia, el joven mago estornudó estruendosamente, escondiendo más si cabe la boca bajo el cuello de su abrigo mientras aspiraba por la nariz con fuerza. El frío le calaba hasta los huesos, y ni siquiera el fuego que había encendido bajo la destartalada chimenea de aquel piso arreglaba algo. El viento soplaba sin cesar, produciendo, en el cuarto piso en el que se encontraba, un sonido que poco a poco le iba desquiciando más. Friedrich miró a su alrededor; ahora, con la escasa iluminación de la chimenea, era capaz de ver mejor la clase de piso donde se encontraba. En la espaciosa sala de estar, cuyas paredes estaban cubiertas por un hortera papel compuesto por rayas verticales rosas y púrpuras, von Hammer podía ver una mesa de madera cubierta de polvo, con apenas un jarrón roto y un tapete de crochet que cruzaba la misma hasta colgar de esta por cada extremo. Las varias sillas destrozadas a su alrededor le dieron la impresión de que debía ser una familia muy numerosa. Al otro lado de la habitación, donde se encontraba él, solo había una pequeña mesa baja y un sofá, el cual se hallaba ocupado por todo su cuerpo, aparte de la mencionada chimenea. A la pared le faltaba un buen trozo, pero, afortunadamente, la parte en la que el sofá se encontraba tenía aún pared, la cual le protegía del viento. Y además estaba techado, podría quedarse a vivir allí un tiempo sin problemas.
Friedrich dejó caer un brazo del sofá, tremendamente aburrido, ¿cuánto tiempo llevaba esperando allí? Suspiró, dándole vueltas a lo ocurrido en los últimos meses. Era irónico, cuanto más buscaba la muerte, más parecía esta evitarle. Las cosas estaban totalmente en su contra, y es que, ¿qué posibilidades había de haber salido ileso de aquello? El mago se palpó la nuca, chasqueando la lengua al notar la cicatriz. "Casi ileso" suspiró. Durante el ataque, había visto como algunos huían despavoridos, presas del pánico, mientras otros trataban de contener el ataque. Él había sido de los que se quedaban, y es que, al fin y al cabo, ¿qué sentido tenía huir? Para su vergüenza, tampoco había durado mucho, un escombro le dio en la cabeza, forzándolo a desmayarse. ¿O había salido volando y se había reventado la cabeza contra una pared? No lo recordaba a ciencia cierta, lo único que recordaba a ciencia cierta era aquel sentimiento que le había recorrido el cuerpo en el momento en que se desmayaba, esa negativa a dejarse morir, aún por poco que le importara su vida. Lo siguiente que recordaba era despertarse en una camilla, siendo tratado con magia. "Debo ser más importante de lo que pensaba" rió para sus adentros. Sus dedos alcanzaron un cristal agrietado, y cuando sus manos levantaron aquel objeto, vio un marco con una foto. "Tenía razón, eran una familia numerosa..." pensó con indiferencia, mientras veía la foto donde salían, sonrientes, un padre, una madre y 4 hijas pequeñas, antes de arrojar el marco a la chimenea sin siquiera mirarlo. Un sonido le sacó de sus pensamientos. Torciendo su boca en una mueca de seriedad, el mago se incorporó, bajando la mano hasta el suelo para recoger su bastón, mientras lo hacía apuntar con discreción hacia la fuente del sonido.
Moviendo la cabeza hacia delante con violencia, el joven mago estornudó estruendosamente, escondiendo más si cabe la boca bajo el cuello de su abrigo mientras aspiraba por la nariz con fuerza. El frío le calaba hasta los huesos, y ni siquiera el fuego que había encendido bajo la destartalada chimenea de aquel piso arreglaba algo. El viento soplaba sin cesar, produciendo, en el cuarto piso en el que se encontraba, un sonido que poco a poco le iba desquiciando más. Friedrich miró a su alrededor; ahora, con la escasa iluminación de la chimenea, era capaz de ver mejor la clase de piso donde se encontraba. En la espaciosa sala de estar, cuyas paredes estaban cubiertas por un hortera papel compuesto por rayas verticales rosas y púrpuras, von Hammer podía ver una mesa de madera cubierta de polvo, con apenas un jarrón roto y un tapete de crochet que cruzaba la misma hasta colgar de esta por cada extremo. Las varias sillas destrozadas a su alrededor le dieron la impresión de que debía ser una familia muy numerosa. Al otro lado de la habitación, donde se encontraba él, solo había una pequeña mesa baja y un sofá, el cual se hallaba ocupado por todo su cuerpo, aparte de la mencionada chimenea. A la pared le faltaba un buen trozo, pero, afortunadamente, la parte en la que el sofá se encontraba tenía aún pared, la cual le protegía del viento. Y además estaba techado, podría quedarse a vivir allí un tiempo sin problemas.
Friedrich dejó caer un brazo del sofá, tremendamente aburrido, ¿cuánto tiempo llevaba esperando allí? Suspiró, dándole vueltas a lo ocurrido en los últimos meses. Era irónico, cuanto más buscaba la muerte, más parecía esta evitarle. Las cosas estaban totalmente en su contra, y es que, ¿qué posibilidades había de haber salido ileso de aquello? El mago se palpó la nuca, chasqueando la lengua al notar la cicatriz. "Casi ileso" suspiró. Durante el ataque, había visto como algunos huían despavoridos, presas del pánico, mientras otros trataban de contener el ataque. Él había sido de los que se quedaban, y es que, al fin y al cabo, ¿qué sentido tenía huir? Para su vergüenza, tampoco había durado mucho, un escombro le dio en la cabeza, forzándolo a desmayarse. ¿O había salido volando y se había reventado la cabeza contra una pared? No lo recordaba a ciencia cierta, lo único que recordaba a ciencia cierta era aquel sentimiento que le había recorrido el cuerpo en el momento en que se desmayaba, esa negativa a dejarse morir, aún por poco que le importara su vida. Lo siguiente que recordaba era despertarse en una camilla, siendo tratado con magia. "Debo ser más importante de lo que pensaba" rió para sus adentros. Sus dedos alcanzaron un cristal agrietado, y cuando sus manos levantaron aquel objeto, vio un marco con una foto. "Tenía razón, eran una familia numerosa..." pensó con indiferencia, mientras veía la foto donde salían, sonrientes, un padre, una madre y 4 hijas pequeñas, antes de arrojar el marco a la chimenea sin siquiera mirarlo. Un sonido le sacó de sus pensamientos. Torciendo su boca en una mueca de seriedad, el mago se incorporó, bajando la mano hasta el suelo para recoger su bastón, mientras lo hacía apuntar con discreción hacia la fuente del sonido.
Aparecí en la calle de Jack el Destripador. Un lugar tan encantador como siempre, y tan gélido y humedo como siempre. Me arrebujé mejor en mi largo abrigo negro, echandome la capucha por encima de la cabeza con mi unico brazo disponible.
Por todos era bien sabido que los Blood Keeper habian estado muy...dispersos a lo largo de este ultimo año, obrando cada uno por su propia cuenta y riesgo. Sobre todo desde que yo desapareciese y se me diese por muerto a base de bien, cuando realmente habia estado en las dependencias de la Alianza. Aunque Adele hubiese seguido intentado hacer las cosas a su manera, yo seguia poniendome en contacto con aquellos que consideraba los mas validos, y aunque ya habia logrado localizar a algunos, debia continuar. El siguiente me traia aqui, a Jack the Ripper.
Caminé buscando una casa en concreto, hasta dar con ella. La puerta de madera de la entrada de la calle estaba bloqueada por tablillas claveteadas, pero me deshice de ellas facilmetne con un pequeño hechizo explosivo. Ingresé en el cuarto y me quedé quieto unos instantes, escuchando.
Me aproximé con cautela por los pasillos de la casa. Sabía que quizá ahi podia encontrar a cierto Blood Keeper pero no estaba nada seguro. Tambien podria estar ocupado por humanos, en cuyo caso, debia de estar preparado para deshacerse de ellos. Me retiré la capucha al estar ya en el interior, y en un sitio en el que no me importaría tanto si me vieran. La madera vieja crují abajo mis pies, y me parecio ver algo de movimiento en una sala al final del pasillo. Veia la luz del fuego reflectarse a traves de una puerta abierta. Me oculté tras una esquina, asomandome hasta ver la chimenea....No podia correr el riesgo de seguir acercandome así...
Desaparecí del punto en el que estaba pues, apareciendo justo al lado de la chimenea, que era la unica parte dela habitacion que habia logrado ver. Fui rapido, localicé a la persona que allí habia, armada con un baston. Alcé mi enguantada mano hacia él, sintiendo la magia chisporrotear en la metálica punta de mis dedos...pero deteniendo el ataque, por ser innecesario.
-Von Hammer. - un blood keeper de los jóvenes. Por supuesto, me acordaba de su nombre. Aunque habia detenido mi ataque, no hice descender mi mano rapidamente... no descartaba la idea de que pudiese tratarse de un impostor. Me habia vuelto extremadamente desconfiado...
Por todos era bien sabido que los Blood Keeper habian estado muy...dispersos a lo largo de este ultimo año, obrando cada uno por su propia cuenta y riesgo. Sobre todo desde que yo desapareciese y se me diese por muerto a base de bien, cuando realmente habia estado en las dependencias de la Alianza. Aunque Adele hubiese seguido intentado hacer las cosas a su manera, yo seguia poniendome en contacto con aquellos que consideraba los mas validos, y aunque ya habia logrado localizar a algunos, debia continuar. El siguiente me traia aqui, a Jack the Ripper.
Caminé buscando una casa en concreto, hasta dar con ella. La puerta de madera de la entrada de la calle estaba bloqueada por tablillas claveteadas, pero me deshice de ellas facilmetne con un pequeño hechizo explosivo. Ingresé en el cuarto y me quedé quieto unos instantes, escuchando.
Me aproximé con cautela por los pasillos de la casa. Sabía que quizá ahi podia encontrar a cierto Blood Keeper pero no estaba nada seguro. Tambien podria estar ocupado por humanos, en cuyo caso, debia de estar preparado para deshacerse de ellos. Me retiré la capucha al estar ya en el interior, y en un sitio en el que no me importaría tanto si me vieran. La madera vieja crují abajo mis pies, y me parecio ver algo de movimiento en una sala al final del pasillo. Veia la luz del fuego reflectarse a traves de una puerta abierta. Me oculté tras una esquina, asomandome hasta ver la chimenea....No podia correr el riesgo de seguir acercandome así...
Desaparecí del punto en el que estaba pues, apareciendo justo al lado de la chimenea, que era la unica parte dela habitacion que habia logrado ver. Fui rapido, localicé a la persona que allí habia, armada con un baston. Alcé mi enguantada mano hacia él, sintiendo la magia chisporrotear en la metálica punta de mis dedos...pero deteniendo el ataque, por ser innecesario.
-Von Hammer. - un blood keeper de los jóvenes. Por supuesto, me acordaba de su nombre. Aunque habia detenido mi ataque, no hice descender mi mano rapidamente... no descartaba la idea de que pudiese tratarse de un impostor. Me habia vuelto extremadamente desconfiado...
Friedrich von Hammer
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"Mi mente me debe estar jugando una mala pasada..." se dijo a sí mismo, buscando tranquilizarse de cara a aquel ruido. Contrario a lo que muchos pudieran pensar, Friedrich no era una persona racional en cuanto a lo desconocido se trataba, ni mucho menos. Quizás fuera por las historias de terror a las que su padre le había tenido acostumbrado, que, a la hora de dormir entre escombros sin más luz que apenas unas brasas semiapagadas se volvían más aterradoras de lo que ya eran, quizás fuera porque simplemente había nacido así, pero por los motivos que fueran, su cerebro se negaba a verle el lado... ¿realista? a todo, optando por llenarle la cabeza de sensaciones extrañas e historias sobre criaturas que no entraban ni siquiera en el amplio bestiario de la sociedad mágica. Y eso era lo que más le aterraba, porque aquello de lo cual se tuviera un registro de existencia no contaba con ese factor sorpresa, por así llamarlo. Haciendo un amplio arco con el bastón, el joven mago enfocó a la figura que había visto por el rabillo del ojo, a la vez que una sensación de frío recorría cada milímetro de su cuerpo, esa sensación de cuando recibes una terrible noticia, o no te queda más remedio que nadar o ahogarte. La tensión de sus músculos se apaciguó poco a poco al ver un rostro conocido.
—Dvorak... Se rumoreaba que estabas muerto.—Bajó el bastón antes que él su mano, buscando apaciguar la tensión de la situación. Su contacto con otros Blood Keepers había sido escaso e infrecuente, pues Friedrich no solía hablar más de lo necesario -y aún así le habían llamado más de una vez la atención por bocazas-, pero entre las virtudes del mago estaba que nunca olvidaba una cara. Practicamente desde que abandonó aquella camilla no había tenido ningún contacto con otros miembros de la organización, pero el rumor de que Rybar había caído llegó aún así a sus oidos. Alguna conversación que escuchaba sobre ellos a militares enemigos, un ataque que algunos de ellos reclamaban, y poco más eran las noticias que había tenido sobre otros miembros desde entonces. No podía quejarse de ello, pues él era el primero que, ante la falta de organización y de alguien que le dijera qué hacer o a quién atacar, había preferido centrarse en desarrollar sus poderes y vagar, atacando a pequeños objetivos, como patrullas, y siempre desde lugares seguros."Supongo que mala hierba nunca muere..." se reprimió de decir. La noticia de la muerte de Rybar no le había afectado en lo más mínimo en su día, y de hecho, no dejó el más mínimo cerco a la duda ante la noticia, pero el tenerlo delante, por el contrario, sí había supuesto una enorme sorpresa, casi como la aparición de un fantasma.—Supongo que todo aquello no se trataba más que de un rumor. ¿Eso significa que los Blood Keepers dejarán de vagar como gallinas descabezadas?—preguntó, apoyando el bastón en el suelo y usándolo para levantarse del sofá.
—Dvorak... Se rumoreaba que estabas muerto.—Bajó el bastón antes que él su mano, buscando apaciguar la tensión de la situación. Su contacto con otros Blood Keepers había sido escaso e infrecuente, pues Friedrich no solía hablar más de lo necesario -y aún así le habían llamado más de una vez la atención por bocazas-, pero entre las virtudes del mago estaba que nunca olvidaba una cara. Practicamente desde que abandonó aquella camilla no había tenido ningún contacto con otros miembros de la organización, pero el rumor de que Rybar había caído llegó aún así a sus oidos. Alguna conversación que escuchaba sobre ellos a militares enemigos, un ataque que algunos de ellos reclamaban, y poco más eran las noticias que había tenido sobre otros miembros desde entonces. No podía quejarse de ello, pues él era el primero que, ante la falta de organización y de alguien que le dijera qué hacer o a quién atacar, había preferido centrarse en desarrollar sus poderes y vagar, atacando a pequeños objetivos, como patrullas, y siempre desde lugares seguros."Supongo que mala hierba nunca muere..." se reprimió de decir. La noticia de la muerte de Rybar no le había afectado en lo más mínimo en su día, y de hecho, no dejó el más mínimo cerco a la duda ante la noticia, pero el tenerlo delante, por el contrario, sí había supuesto una enorme sorpresa, casi como la aparición de un fantasma.—Supongo que todo aquello no se trataba más que de un rumor. ¿Eso significa que los Blood Keepers dejarán de vagar como gallinas descabezadas?—preguntó, apoyando el bastón en el suelo y usándolo para levantarse del sofá.
Observé a Friederich tal como acostumbraba a observar yo a la gente, de modo impasible y distante. Cuando ví que bajó su arma, y me contestaba con "normalidad", bajé mi mano yo tambien, dejandola al lado de mi cuerpo.
-Un rumor extendido por aquellos a los que de verdad les convendría que estuviese muerto.
"pero sí, debieron haberme matado"
Supuse que él, tanto como Adele o los restantes Blood Keeper, no había movido ni un solo dedo por comprobar si aquel rumor habia sido cierto o no. Con anterioridad, ya le habia expresado mi rabia a Adele por aquel hecho. Pero tambien habia tenido tiempo para pensar. Por qué habrian de haber hecho algo por su antiguo jefe? La organizacion estaba herida desde antes que yo desapareciese, y ya se sabia que a rey muerto, rey puesto. Solo que esta vez, parece que no habian sido si quiera capaces de organizarse para sustituirme. Pero estaba dispuesto a hacer que las cosas mejorasen.
-Como puedes comprobar, no lo estoy. -le dediqué una reverencia con mi cabeza, un tanto presuntuosa y no exenta de algo de sarcasmo
-En realidad no tenía tanto de rumor. Fui capturado por la Alianza... pasé muchos meses alli - mas de medio año, habia sido capaz de contabilizar. - Como podrás comprobar eventualmente conseguí salir...cometieron el error de creer que podían sobornarme y fueron demasiado laxos. - metí mi mano al bolsillo del abrigo. Aquello casi me costó la vida. - Curiosamente, fue un miembro de los renegados quien terminó por por prestarme la mano que me faltaba...
Saqué una de las insignias de blood keeper que tenía. Si queriamos reorganizarnos, la comunicacion iba a ser importante.Respondí a su pregunta pausadamente, pero sin titubear.
-Eso pretendo. ¿Me ayudarás en ese cometido? - le dije, al tiempo que extendia de nuevo mi mano hacia él, esta vez para ofrecerle una de nuestras insignias comunicadoras:
___________________-
off rol:
como te la he dado yo, ya puedes ponertela en tu inventario
-Un rumor extendido por aquellos a los que de verdad les convendría que estuviese muerto.
"pero sí, debieron haberme matado"
Supuse que él, tanto como Adele o los restantes Blood Keeper, no había movido ni un solo dedo por comprobar si aquel rumor habia sido cierto o no. Con anterioridad, ya le habia expresado mi rabia a Adele por aquel hecho. Pero tambien habia tenido tiempo para pensar. Por qué habrian de haber hecho algo por su antiguo jefe? La organizacion estaba herida desde antes que yo desapareciese, y ya se sabia que a rey muerto, rey puesto. Solo que esta vez, parece que no habian sido si quiera capaces de organizarse para sustituirme. Pero estaba dispuesto a hacer que las cosas mejorasen.
-Como puedes comprobar, no lo estoy. -le dediqué una reverencia con mi cabeza, un tanto presuntuosa y no exenta de algo de sarcasmo
-En realidad no tenía tanto de rumor. Fui capturado por la Alianza... pasé muchos meses alli - mas de medio año, habia sido capaz de contabilizar. - Como podrás comprobar eventualmente conseguí salir...cometieron el error de creer que podían sobornarme y fueron demasiado laxos. - metí mi mano al bolsillo del abrigo. Aquello casi me costó la vida. - Curiosamente, fue un miembro de los renegados quien terminó por por prestarme la mano que me faltaba...
Saqué una de las insignias de blood keeper que tenía. Si queriamos reorganizarnos, la comunicacion iba a ser importante.Respondí a su pregunta pausadamente, pero sin titubear.
-Eso pretendo. ¿Me ayudarás en ese cometido? - le dije, al tiempo que extendia de nuevo mi mano hacia él, esta vez para ofrecerle una de nuestras insignias comunicadoras:
___________________-
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como te la he dado yo, ya puedes ponertela en tu inventario
- Código:
[img]http://i1127.photobucket.com/albums/l631/forofuturo/Sin-ttulo-1.jpg[/img]
Los Reyes Magos aparecen ahora en la calle de Jack el Destripador, pasando de dar droga a los yonkis que por el camino les van pidiendo. Baltasar les da incienso para que esnifen, para que se quiten el mono o se les quiten las ganas de drogarse, una de dos. Los magos se dirigen hacia una casa que está en las últimas, asomándose por las rendijas de los tablones de madera clavados en la pared. Baltasar se gira a Melchor, pidiéndole permiso para hacer una cosa que siempre ha querido hacer al ver puertas cerradas y bloqueadas. El viejo mago accede, tras darse una palmada de vergüenza en la frente. Entonces Baltasar saca un hacha del saco que portaban (de estos cuyo interior es muucho más grande de lo que pueda parecer a simple vista). Baltasar comienza a abrir la puerta a hachazos. - Aquííí eeestááá Johnny!!- rompe las maderas con un hachazo, asomando una cara de psicópata antes de apartarse de ahí. Después arrojan los dos paquetes de regalos al interior, cada uno con su nombre. Y sin esperar a que puedan venir a por ellos se vuelven a desaparecer, a seguir repartiendo regalos.
Regalos:
dado 1 Rybar
dado 2 Friedrich
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Friedrich von Hammer
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Aún con su falta de interés, Friedrich escuchó la historia de Rybar sin perder un detalle. El rostro del mago se tornó en una mueca de sorpresa cuando vio, tendida frente a él, la insignia, en un gesto que no había visto venir. La diferencia entre ambos hombres era notoria; Dvorak, por un lado, era un hombre de importancia estratégica para los muggles, les convenía mantenerlo vivo en pos de encontrarle una utilidad, y precisamente esa pretensión era, de algún modo, lo que había llevado a que la organización no sufriera mayores tribulaciones de las que de por sí habían tenido en ese año. Von Hammer, por otro lado, nunca había sido nada más que un mero objetivo en una mirilla. Perseguido como un proscrito, a nadie más que a él o a sus padres le hubiera importado que hubiera sobrevivido o no a aquellos años, al fin y al cabo, ¿quién era él? ¿Qué importancia podía tener para otros? Estaba claro que ninguna, y, sin embargo, aquello no le afectaba en lo más mínimo. No necesitaba a los demás, y quien se aferrara a algo que no fuera su propia capacidad de supervivencia no era más que un necio, pensó desde lo más profundo de su ser.
Luchar para vivir, para sencillamente no darle la satisfacción a otros de dejarse morir. ¿Y de qué le había valido sobrevivir durante todos aquellos años? Para nada más que para verse convertido en un perro rabioso, una espada desenvainada y llena de muescas. Todo aquello no era, en absoluto, nuevo para él, se conocía mejor que nadie. Y sin embargo, aún con todo, aquella insignia, aquel sencillo gesto mejor dicho supuso algo nuevo para él, una sensación reconfortante que no sabía identificar. ¿Que era un perro rabioso? Sí. ¿Que iba a terminar quemándose en su propio odio tarde o temprano? También, pero, ¿y qué más daba? Ahora tenía un lugar en el cual hacerlo, estando de parte de los blood keepers podía volcarse para cumplir con aquello que deseaba, aunque su único deseo en ese momento fuera matar y morir. Asintiendo, posó su mano sobre la de Rybar y cogió la insignia, observándola frente a él. "Al menos..." pensó, "... ahora tengo un lugar de quemarme, si es así como lo quiero...", concluyó, recordando su ingreso en los blood keepers hacía años, y el vacío que había sentido en comparación. La diferencia se le hizo abrumadora, y la sensación que hasta hace unos momentos era reconfortante se le había antojado extraña. Quizás solo fueran las divagaciones de un estúpido que buscaba aferrarse a algo.
Sonrió, asintiendo.—No sé a dónde nos llevará todo esto, pero te aseguro que puedes contar conmigo hasta el final.—se guardó la insignia en el bolsillo, acercándose a la ventana para mirar a través de esta. Al menos, intentaría hacer que el miedo cambiara de bando.—¿Tienes idea de por dónde deberíamos empezar? Supongo que aún habrá que reunir a más de los nuestros.—supuso, girando la cabeza hacia el que ahora era algo parecido a un líder.
Luchar para vivir, para sencillamente no darle la satisfacción a otros de dejarse morir. ¿Y de qué le había valido sobrevivir durante todos aquellos años? Para nada más que para verse convertido en un perro rabioso, una espada desenvainada y llena de muescas. Todo aquello no era, en absoluto, nuevo para él, se conocía mejor que nadie. Y sin embargo, aún con todo, aquella insignia, aquel sencillo gesto mejor dicho supuso algo nuevo para él, una sensación reconfortante que no sabía identificar. ¿Que era un perro rabioso? Sí. ¿Que iba a terminar quemándose en su propio odio tarde o temprano? También, pero, ¿y qué más daba? Ahora tenía un lugar en el cual hacerlo, estando de parte de los blood keepers podía volcarse para cumplir con aquello que deseaba, aunque su único deseo en ese momento fuera matar y morir. Asintiendo, posó su mano sobre la de Rybar y cogió la insignia, observándola frente a él. "Al menos..." pensó, "... ahora tengo un lugar de quemarme, si es así como lo quiero...", concluyó, recordando su ingreso en los blood keepers hacía años, y el vacío que había sentido en comparación. La diferencia se le hizo abrumadora, y la sensación que hasta hace unos momentos era reconfortante se le había antojado extraña. Quizás solo fueran las divagaciones de un estúpido que buscaba aferrarse a algo.
Sonrió, asintiendo.—No sé a dónde nos llevará todo esto, pero te aseguro que puedes contar conmigo hasta el final.—se guardó la insignia en el bolsillo, acercándose a la ventana para mirar a través de esta. Al menos, intentaría hacer que el miedo cambiara de bando.—¿Tienes idea de por dónde deberíamos empezar? Supongo que aún habrá que reunir a más de los nuestros.—supuso, girando la cabeza hacia el que ahora era algo parecido a un líder.
Aquel joven era de pocas palabras, no me fue dificil de percibir. Aunque era preferible asi, o eso pensaba yo. Una cabeza pensante a menudo se esconde tras una lengua mas pausada....aunque obviamente habia veces que no era asi y era por mera estupidez humana.
El caso es que mi explicación le fue mas que suficiente. Me pareció perfecto que no hiciese mas preguntas y que no ahondase en detalles, pues yo mismo no queria darlos .Habia sido una experiencia desagradable, y humillante...pero que me habia enseñado algo importante. No, en realidad, varias cosas. Despojado de mi magia.....y de todos.... Habia sido capaz de ver y entender, desde aquella posicion, un sinfin de factores que antes se me escapaban. No todos me gustaban, a decir verdad, no me gustaba ni uno. Pero me serían utiles....
-Yo si lo sé. Nos llevará a la victoria. Quizá tu y yo muramos antes, pero conduciremos al mundo mágico a un momento en el que no tendrá que temer que les roben su magia, ni que les juzguen por ser lo que son, en el que no tengamos que disculparnos por tener un don que nos distingue de ellos... en el que ni una sola criatura mágica deba esconderse más. Eso es algo que los Renegados nunca han sabido ver ni llevar a cabo. Pero... hay algo que los Renegados tienen y que nosotros tampoco hemos visto. Unidad.
Él agarró la insignia y dijo que podia contar con él hasta el final. Asentí, su convicción me resultó suficiente. Pero tendriamos que hacer que esa conviccion fuese duradera e....inquebrantable.
-Si, tenemos que seguir reuniéndonos. Somos pocos, demasiado pocos. He establecido en Stirling, en mi antiguo castillo, la base de operaciones. Por fuera sigue destruido, pero por dentro...he pedido que construyan una serie de tuneles y salas que cumpliran sus funciones. Y debemos reunir a las...
Una extraña interrupcion. Una puerta rota y una cara diciendo una frase del cine, que desaparecio para arrojar por el agujero unos paquetes con nuestros nombres. Miré el paquetito del suelo con mi nombre, y mucho escepticismo. Con un hechizo que realicé con la mano, levité el paquete, y luego el envoltorio, sin tocarlo en ningun momento, hasta que cayó un saquito medio abierto del que pude ver que brotaban piedras preciosas.
-No sabia que los adictos de estas calles se dedicaban a regalar joyas. -comenté con desinterés, llevando el saco hasta mi mano para examinarlo. Esas joyas servirían a la causa. Por donde me habia quedado?....
-...reunir seres mágicos. Debemos intentar que se unan a nosotros los mas posibles. Vampiros, dragones...antaño, algunos trabajaban para nosotros. - lo miré en silencio unos segundos, tras haberme dirigido al agujero de la puerta y comprobar que alli ya no quedase nadie.... - hoy podría comenzar todo. La búsqueda.
El caso es que mi explicación le fue mas que suficiente. Me pareció perfecto que no hiciese mas preguntas y que no ahondase en detalles, pues yo mismo no queria darlos .Habia sido una experiencia desagradable, y humillante...pero que me habia enseñado algo importante. No, en realidad, varias cosas. Despojado de mi magia.....y de todos.... Habia sido capaz de ver y entender, desde aquella posicion, un sinfin de factores que antes se me escapaban. No todos me gustaban, a decir verdad, no me gustaba ni uno. Pero me serían utiles....
-Yo si lo sé. Nos llevará a la victoria. Quizá tu y yo muramos antes, pero conduciremos al mundo mágico a un momento en el que no tendrá que temer que les roben su magia, ni que les juzguen por ser lo que son, en el que no tengamos que disculparnos por tener un don que nos distingue de ellos... en el que ni una sola criatura mágica deba esconderse más. Eso es algo que los Renegados nunca han sabido ver ni llevar a cabo. Pero... hay algo que los Renegados tienen y que nosotros tampoco hemos visto. Unidad.
Él agarró la insignia y dijo que podia contar con él hasta el final. Asentí, su convicción me resultó suficiente. Pero tendriamos que hacer que esa conviccion fuese duradera e....inquebrantable.
-Si, tenemos que seguir reuniéndonos. Somos pocos, demasiado pocos. He establecido en Stirling, en mi antiguo castillo, la base de operaciones. Por fuera sigue destruido, pero por dentro...he pedido que construyan una serie de tuneles y salas que cumpliran sus funciones. Y debemos reunir a las...
Una extraña interrupcion. Una puerta rota y una cara diciendo una frase del cine, que desaparecio para arrojar por el agujero unos paquetes con nuestros nombres. Miré el paquetito del suelo con mi nombre, y mucho escepticismo. Con un hechizo que realicé con la mano, levité el paquete, y luego el envoltorio, sin tocarlo en ningun momento, hasta que cayó un saquito medio abierto del que pude ver que brotaban piedras preciosas.
-No sabia que los adictos de estas calles se dedicaban a regalar joyas. -comenté con desinterés, llevando el saco hasta mi mano para examinarlo. Esas joyas servirían a la causa. Por donde me habia quedado?....
-...reunir seres mágicos. Debemos intentar que se unan a nosotros los mas posibles. Vampiros, dragones...antaño, algunos trabajaban para nosotros. - lo miré en silencio unos segundos, tras haberme dirigido al agujero de la puerta y comprobar que alli ya no quedase nadie.... - hoy podría comenzar todo. La búsqueda.
Friedrich von Hammer
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El mago se apoyó en el alfeizar de la ventana, con cuidado de que este no se derrumbara repentinamente a causa de su peso, y giró la cabeza hacia Dvorak, observándolo fijamente mientras hablaba. —Los renegados...—bufó con desprecio, embozado en su abrigo negro.—Idiotas, moralistas, demasiado estúpidos como para darse cuenta de que lo que persiguen es una quimera.—dijo, sin abandonar el tono de desprecio, pero tratando evitar el proferir insultos porque sí. Una punzada le recorrió el pecho, la idea de cómo él mismo se había dejado convencer por las ideas de su padre y como, de alguna forma, Friedrich sentía que le faltaba el respeto despreciando todo aquello que le habían enseñado; irónicamente, pensó, si ese viejo obcecado hubiera sobrevivido igual que él, quizás ambos hubieran terminado siendo parte de esa resistencia, o siendo incluso enemigos. No sabía, a ciencia cierta, cual de los dos resultados le gustaba menos después de todo, y, de alguna manera, le alivió la idea de que ahora su padre pudiera descansar.—Quieren establecer la paz con los muggles, ¿y para qué? ¿Para que ganen fuerza y, tarde o temprano, vuelvan a atacarnos presas del odio y la ignorancia? No es posible conseguir la conciliación cuando ellos mismos, de poder, nos borrarían de la faz de la tierra, cuando ellos mismos empezaron esta guerra que, al fin y al cabo, está arrasando mi país.—se refugió en esa idea, aún cuando él nunca había sido especialmente patriota. En el fondo, los renegados, tanto como cualquier otra criatura mágica en general, necesitaban que los blood keepers tomaran el control de la situación. Quizás ellos mismos no lo sabían, pero a la larga, probablemente muy a la larga, terminarían aceptándolos y comprendiendo que, en una situación como la suya, no cabía lugar a términos medios, el mundo mágico necesitaba que alguien impusiera orden, aunque fuera a la fuerza. Pero al fin y al cabo, eso no era asunto suyo en última instancia, Friedrich no podía negar que era una verdad indiscutible, era algo que cualquiera con dos dedos de frente sabría, sin embargo, en lo que a él respectaba, los blood keepers solo eran, en última instancia, un medio para que él alcanzara sus fines, por poco que le importara que sus fines terminaran sirviendo a los blood. Se bajó de la ventana, recorriendo la habitación con gesto pensativo.
—Sin embargo, debemos ser rápidos y discretos. Nuestra propia debilidad puede convertirse en una virtud con algo de planificación, pues poseemos una ventaja frente a la alianza y a los renegados que quizás ni sospechen muchos de sus generales y altos mandos. Mientras te mantuvieron encerrado, seguramente se despreocuparon de muchos de nosotros, probablemente con los meses nos vieran como un mal menor, un asunto del que encargarse más tarde. La alianza no debe de haber tardado en activar sus alertas y ya habrán empezado a buscarte, no son idiotas, a más tiempo pase sin que reciban noticias de nosotros, más crecerá su paranoia con respecto a qué les ocurrió a los blood keepers.—comenzó a morderse las uñas, dándole vueltas a aquel asunto.—Si estuvieramos en mitad de un armisticio, todo sería más sencillo, sin embargo, con la guerra en curso, lo primordial para nosotros es el tiempo antes incluso que los recursos. Debemos mantener a los enemigos lo más distraídos y relajados con respecto a nosotros que podamos, y a su vez, debemos obrar con rapidez. A decir verdad, nos vendría muy bien un recrudecimiento del combate; que tanto los traidores como los muggles se mataran entre ellos mientras observamos de fondo nos vendría de perlas.—afirmó, con una sonrisa retorcida en el rostro. Quizás con algún tipo de señuelo se podría relajar a la oposición, lo más probable es que la noticia de que los cadáveres de unos líderes de organizaciones enemigas ha aparecido flotando boca abajo en el río les tranquilizaría. Claro que eso requería de mentes mucho más brillantes que la suya, tanto en estrategia, como en capacidades mágicas, al fin y al cabo no era tan simple como hacer correr un rumor. De pronto, el mago se sintió incómodo ante la idea de que llevaba varios minutos hablando como si fuera un líder, su rostro se enrojeció ligeramente de vergüenza, odiaba profundamente ese tipo de pretensiones, sencillamente porque odiaba la idea de ser corregido, y, más aún, de equivocarse.—Esa es, al menos, mi opinión.—giró la cabeza de nuevo hacia la ventana.
—Antes que nada, supongo que es vital conseguir partidarios. ¿Tienes alguna idea en mente, Dvorak?—era probable que ya hubiera pensado en algo; la idea de contactar uno por uno con los antiguos miembros de la organización sonaba tediosa, lenta y sobretodo muy poco sutil, y un mensaje en masa parecía arriesgado. Quizás un mago poderoso, que tuviera un buen dominio sobre la mente, podría haber supuesto una solución, sin embargo, pese a que no podía hablar por Rybar, ese tipo de capacidades estaban muy lejos de Friedrich.—Sino... siempre nos queda atacar un campo de concentración como suicidas, después de todo, a la gente le inspira más un mártir que un líder, no digamos ya dos mártires. Por propia experiencia te digo que la gente al borde de la muerte tiene la mala manía de radicalizarse...—comentó en tono de broma.
—Sin embargo, debemos ser rápidos y discretos. Nuestra propia debilidad puede convertirse en una virtud con algo de planificación, pues poseemos una ventaja frente a la alianza y a los renegados que quizás ni sospechen muchos de sus generales y altos mandos. Mientras te mantuvieron encerrado, seguramente se despreocuparon de muchos de nosotros, probablemente con los meses nos vieran como un mal menor, un asunto del que encargarse más tarde. La alianza no debe de haber tardado en activar sus alertas y ya habrán empezado a buscarte, no son idiotas, a más tiempo pase sin que reciban noticias de nosotros, más crecerá su paranoia con respecto a qué les ocurrió a los blood keepers.—comenzó a morderse las uñas, dándole vueltas a aquel asunto.—Si estuvieramos en mitad de un armisticio, todo sería más sencillo, sin embargo, con la guerra en curso, lo primordial para nosotros es el tiempo antes incluso que los recursos. Debemos mantener a los enemigos lo más distraídos y relajados con respecto a nosotros que podamos, y a su vez, debemos obrar con rapidez. A decir verdad, nos vendría muy bien un recrudecimiento del combate; que tanto los traidores como los muggles se mataran entre ellos mientras observamos de fondo nos vendría de perlas.—afirmó, con una sonrisa retorcida en el rostro. Quizás con algún tipo de señuelo se podría relajar a la oposición, lo más probable es que la noticia de que los cadáveres de unos líderes de organizaciones enemigas ha aparecido flotando boca abajo en el río les tranquilizaría. Claro que eso requería de mentes mucho más brillantes que la suya, tanto en estrategia, como en capacidades mágicas, al fin y al cabo no era tan simple como hacer correr un rumor. De pronto, el mago se sintió incómodo ante la idea de que llevaba varios minutos hablando como si fuera un líder, su rostro se enrojeció ligeramente de vergüenza, odiaba profundamente ese tipo de pretensiones, sencillamente porque odiaba la idea de ser corregido, y, más aún, de equivocarse.—Esa es, al menos, mi opinión.—giró la cabeza de nuevo hacia la ventana.
—Antes que nada, supongo que es vital conseguir partidarios. ¿Tienes alguna idea en mente, Dvorak?—era probable que ya hubiera pensado en algo; la idea de contactar uno por uno con los antiguos miembros de la organización sonaba tediosa, lenta y sobretodo muy poco sutil, y un mensaje en masa parecía arriesgado. Quizás un mago poderoso, que tuviera un buen dominio sobre la mente, podría haber supuesto una solución, sin embargo, pese a que no podía hablar por Rybar, ese tipo de capacidades estaban muy lejos de Friedrich.—Sino... siempre nos queda atacar un campo de concentración como suicidas, después de todo, a la gente le inspira más un mártir que un líder, no digamos ya dos mártires. Por propia experiencia te digo que la gente al borde de la muerte tiene la mala manía de radicalizarse...—comentó en tono de broma.
Un mensaje de Adele llega a la Insignia comunicadora de Rybar, haciendo que ésta vibre para indicar la llegada del mensaje:
Adele Gaultier escribió:"Tenemos que hablar cuanto antes. Hay un posible problema en Ouroboros, sospechan de mí por algo que sucedió en la isla, así que cualquiera de la organización puede estar en peligro. Dime donde podemos reunirnos y saldré a tu encuentro, también tenemos que planear los siguientes pasos. No hables con nadie de la isla hasta entonces."Adele
- Sí. Carecen del valor para dar el golpe definitivo... - comenté ante sus multiples desprecios y muestras de desdén hacia los renegados. -Es su culpa en parte que ahora nos encontremos en este estado. Se encargaron, más que la propia Alianza, de destrozar al Ministerio de Magia.
Observé a Friederich, sin duda parecia bastante mas furioso que yo por la actitud de los Renegados. Mi odio ahora estaba mas centrado y trasladado hacia el sector militar de la Alianza. Pero no podia culpar al muchacho. Aun asi parecia tan convencido...pronunciaba palabras que llevaba tiempo sin oir porque solo estaban en mi cabeza, y que habia necesitado escuchar por mucho tiempo. Me giré hacia él con cierta vehemencia.
-Por eso lo que tenemos que hacer es borrarlos a ellos. Debemos preservar el mundo mágico, y no volver a escondernos nunca más. Hablas con razón, Friederich. Algunos dirán que nos mueve la venganza. Es cierto. - lo admití sin tapujos, en mi caso era más que evidente. Pero no era solo eso, pues tenía bien claro que había algo mas. Una conviccion férrea de que eramos superiores y de que no teniamos por qué vivir jugando al escondite con ellos. Y la convivencia, en este punto, era ya impensable. [firebrick] - Pero creo que ambos sabemos que no es solo eso.[/color]
Escuché con atencion al joven, mentalmente me mostraba de acuerdo con casi todo lo que decia, aunque mis gestos, poco o nada expresaban. Los ojos cansados tras la mascara metálica, y los labios en una sempiterna mueca de...de qué?
- Estamos en mitad de un armnisticio - lo interrumpí brevemente, aunque al echar otra mirada por la ventana y ver altas columnas de humo, chasqueé mi lengua. - O quizá ya no..... - pero asentí y me di la vuelta, encaminandome fuera de esa habitacion hacia la salida de la casa.
Me di cuenta en un instante que me detuve y me volví a mirar hacia donde él estaba, cuando se interrumpio subitamente para decir que todo aquello no era más que su opinion. Advertia vergüenza en su rostro?
- No te falta razón Von Hammer, pero estoy empezando a pensar que azuzar a los Renegados contra la Alianza es seguir desperdiciando sangre mágica. ¿Un precio a pagar quizá? Conseguir que cambien sus ideas será mas difícil que hacer que los maten, eso lo sé...
"una verdadera lástima....no me agrada"
-Fingir nuestra propia destrucción quizá para desviar sus atenciones? Pero cómo? Necesitaremos algunos aliados poderosos para tal fin. La magia puede ayudarnos en este caso.
Sonreí de lado cuando dijo que siempre nos quedaba la opcion de atacar un campo de concentración como suicidas. Se advertia amargura y sarcasmo en aquella sonrisa mia. Qué bien me hubiese venido que algun blood keeper tuviese esa idea hacia unos cuantos meses....tal como la tuvieron los magos de la Resistencia. Pero su úlima frase me reveló algo importante de sí mismo y lo miré sin borrrar la sonrisa que lucia de antes. ¿Que la gente tiende a radicalizarse por mania tras estar al borde de la muerte...?
-Lo dices por experiencia propia.- ignoré el tono de broma que empleó. Noté entones que habia llegado un mensaje a mi insignia y lo lei.
- Adele ya se ha metido en problemas.... - le respondí al mensaje, pidiendole que acudiese de inmediato al castillo de Stirling. - Tengo...algunas ideas en mente. Primero quiero enterarme de a qué se debe aquella columna de humo, parece que ha pasado algo por la zona del Big Ben. Luego iremos al castillo de Stirling a reunirnos con Adele. A no ser que quieras adelantarte y reunirte ya con ella. -retomé mis pasos hacia el exterior de la casa, saliendo a la lúgubre calle.
Observé a Friederich, sin duda parecia bastante mas furioso que yo por la actitud de los Renegados. Mi odio ahora estaba mas centrado y trasladado hacia el sector militar de la Alianza. Pero no podia culpar al muchacho. Aun asi parecia tan convencido...pronunciaba palabras que llevaba tiempo sin oir porque solo estaban en mi cabeza, y que habia necesitado escuchar por mucho tiempo. Me giré hacia él con cierta vehemencia.
-Por eso lo que tenemos que hacer es borrarlos a ellos. Debemos preservar el mundo mágico, y no volver a escondernos nunca más. Hablas con razón, Friederich. Algunos dirán que nos mueve la venganza. Es cierto. - lo admití sin tapujos, en mi caso era más que evidente. Pero no era solo eso, pues tenía bien claro que había algo mas. Una conviccion férrea de que eramos superiores y de que no teniamos por qué vivir jugando al escondite con ellos. Y la convivencia, en este punto, era ya impensable. [firebrick] - Pero creo que ambos sabemos que no es solo eso.[/color]
Escuché con atencion al joven, mentalmente me mostraba de acuerdo con casi todo lo que decia, aunque mis gestos, poco o nada expresaban. Los ojos cansados tras la mascara metálica, y los labios en una sempiterna mueca de...de qué?
- Estamos en mitad de un armnisticio - lo interrumpí brevemente, aunque al echar otra mirada por la ventana y ver altas columnas de humo, chasqueé mi lengua. - O quizá ya no..... - pero asentí y me di la vuelta, encaminandome fuera de esa habitacion hacia la salida de la casa.
Me di cuenta en un instante que me detuve y me volví a mirar hacia donde él estaba, cuando se interrumpio subitamente para decir que todo aquello no era más que su opinion. Advertia vergüenza en su rostro?
- No te falta razón Von Hammer, pero estoy empezando a pensar que azuzar a los Renegados contra la Alianza es seguir desperdiciando sangre mágica. ¿Un precio a pagar quizá? Conseguir que cambien sus ideas será mas difícil que hacer que los maten, eso lo sé...
"una verdadera lástima....no me agrada"
-Fingir nuestra propia destrucción quizá para desviar sus atenciones? Pero cómo? Necesitaremos algunos aliados poderosos para tal fin. La magia puede ayudarnos en este caso.
Sonreí de lado cuando dijo que siempre nos quedaba la opcion de atacar un campo de concentración como suicidas. Se advertia amargura y sarcasmo en aquella sonrisa mia. Qué bien me hubiese venido que algun blood keeper tuviese esa idea hacia unos cuantos meses....tal como la tuvieron los magos de la Resistencia. Pero su úlima frase me reveló algo importante de sí mismo y lo miré sin borrrar la sonrisa que lucia de antes. ¿Que la gente tiende a radicalizarse por mania tras estar al borde de la muerte...?
-Lo dices por experiencia propia.- ignoré el tono de broma que empleó. Noté entones que habia llegado un mensaje a mi insignia y lo lei.
- Adele ya se ha metido en problemas.... - le respondí al mensaje, pidiendole que acudiese de inmediato al castillo de Stirling. - Tengo...algunas ideas en mente. Primero quiero enterarme de a qué se debe aquella columna de humo, parece que ha pasado algo por la zona del Big Ben. Luego iremos al castillo de Stirling a reunirnos con Adele. A no ser que quieras adelantarte y reunirte ya con ella. -retomé mis pasos hacia el exterior de la casa, saliendo a la lúgubre calle.
Friedrich von Hammer
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—No lo sé.—admitió, haciendo círculos en el suelo con el extremo de su bastón, distraído. Quizás, la forma más apropiada fuera usando un chivo expiatorio, pero poco podrían tardar en darse cuenta de si todo se trataba de una farsa. No, aquello requería de mayor premeditación, y, por supuesto, mucho poder mágico.—Los renegados no tardarán en darse cuenta de que lo más cercano a un aliado que tienen somos nosotros. Sino, simplemente desaparecerán; selección natural, supongo, al final solo el más listo saldrá bien parado de todo esto.—se echó el bastón sobre el hombro, encogiéndose de hombros. Sintiendo que había hablado demasiado, se mantuvo callado mientras Rybar escuchaba y respondía al mensaje de Adele.
Presentarse él solo en el castillo Stirling... Negó con la cabeza. La idea de plantarse él solo frente a Adele, sin conocerla apenas más que de vista, yendo él, un mandado en lugar de la persona a la que había solicitado, y las preguntas inquisitivas que se esperaba por aquello... la idea le sonó abrumadora, casi como un niño pequeño el cual debe presentarse a un adulto.—Creo que te acompañaré, después de todo, el Big Ben no queda tan lejos.—se distrajo, mirando por la ventana, y echando a andar con rapidez cuando vio que Rybar ya había desaparecido.
Presentarse él solo en el castillo Stirling... Negó con la cabeza. La idea de plantarse él solo frente a Adele, sin conocerla apenas más que de vista, yendo él, un mandado en lugar de la persona a la que había solicitado, y las preguntas inquisitivas que se esperaba por aquello... la idea le sonó abrumadora, casi como un niño pequeño el cual debe presentarse a un adulto.—Creo que te acompañaré, después de todo, el Big Ben no queda tan lejos.—se distrajo, mirando por la ventana, y echando a andar con rapidez cuando vio que Rybar ya había desaparecido.
Desperté poco a poco, con la cabeza dolorida como si me hubiese hecho un chichón, y con el cuerpo aterido de frío por la parte sobre la que me había quedado dormido en el frío asfalto de un callejón oscuro y pequeño, lleno de contenedores. Lo único que había evitado que se me helase la sangre del todo era un bidón que ardía escasamente con restos de maderas y escombros en su interior, a modo de hoguera.
Que había pasado? Como había llegado hasta aquí? No recordaba nada desde que perdí el conocimiento en la fábrica tras mi pelea con el muchacho. Y eso no era bueno. Gruñí, frustrado, recordaba esa sensación.
Los pensamientos se aclararon un poco. Recordé un hospital, vagamente...y luego nada.
Me incorporé y apoyé mi espalda contra una pared, y entonces, los vi. Habían dos cadáveres yaciendo cerca de mi, a juzgar por los charcos de sangre acumulados bajo sus cuerpos. Se me cortó la respiración un momento y miré mis manos, manchadas de sangre. Mi cara.... Con el antebrazo me limpié. Si, también estaba manchada. No recordaba haber hecho esto. Pero lo había hecho.
"Que? Ya has matado antes"
"Sí pero... No así.... Ese de ahí.... Parece un anciano. No creo ni si quiera que pudiera defenderse. No creo si quiera que fuese una amenaza.. "
Que habían sido? Delincuentes o pobres vagabundos? Nunca lo sabría. A juzgar por el golpe que tenía en mi cabeza, un bulto con un corte por contusión en toda la frente como advertí al tacto, habían intentado defenderse.
Me quedé hecho una bola abrazado a mis rodillas unos momentos, mirando el corte del cuello de uno de ellos. Tan característico que lo reconocí. El mismo que le dejase a Aiwëndil. Al parecer tenía un modo en el que le gustaba hacer las cosas. Me sujete la cabeza con las manos y apreté los ojos.
- me estoy volviendo loco....
Pasé así mucho rato, inmóvil, hasta que el frío me obligó a meter las manos en los bolsillos. Sentí entonces algo que yo no tenía ahí antes. Era un boli y un papel arrugado y manchado con sangre, una letra rápida.... No era la mía, o si? No era igual. Era más picuda. Pero lo leí, aparentemente el mensaje era para mi:
"Vas a morir, Dyospiros Sreysnah"
Me pareció lo más raro del mundo y al mismo tiempo tenía lógica. Me estaba amenazando?
"Dime algo que no sepa..."
Me quedaría ahí un rato con mis compañeros muertos. Tenía un cuchillo a mi lado que se ve había robado. No me apetecia hacer otra cosa.
Que había pasado? Como había llegado hasta aquí? No recordaba nada desde que perdí el conocimiento en la fábrica tras mi pelea con el muchacho. Y eso no era bueno. Gruñí, frustrado, recordaba esa sensación.
Los pensamientos se aclararon un poco. Recordé un hospital, vagamente...y luego nada.
Me incorporé y apoyé mi espalda contra una pared, y entonces, los vi. Habían dos cadáveres yaciendo cerca de mi, a juzgar por los charcos de sangre acumulados bajo sus cuerpos. Se me cortó la respiración un momento y miré mis manos, manchadas de sangre. Mi cara.... Con el antebrazo me limpié. Si, también estaba manchada. No recordaba haber hecho esto. Pero lo había hecho.
"Que? Ya has matado antes"
"Sí pero... No así.... Ese de ahí.... Parece un anciano. No creo ni si quiera que pudiera defenderse. No creo si quiera que fuese una amenaza.. "
Que habían sido? Delincuentes o pobres vagabundos? Nunca lo sabría. A juzgar por el golpe que tenía en mi cabeza, un bulto con un corte por contusión en toda la frente como advertí al tacto, habían intentado defenderse.
Me quedé hecho una bola abrazado a mis rodillas unos momentos, mirando el corte del cuello de uno de ellos. Tan característico que lo reconocí. El mismo que le dejase a Aiwëndil. Al parecer tenía un modo en el que le gustaba hacer las cosas. Me sujete la cabeza con las manos y apreté los ojos.
- me estoy volviendo loco....
Pasé así mucho rato, inmóvil, hasta que el frío me obligó a meter las manos en los bolsillos. Sentí entonces algo que yo no tenía ahí antes. Era un boli y un papel arrugado y manchado con sangre, una letra rápida.... No era la mía, o si? No era igual. Era más picuda. Pero lo leí, aparentemente el mensaje era para mi:
"Vas a morir, Dyospiros Sreysnah"
Me pareció lo más raro del mundo y al mismo tiempo tenía lógica. Me estaba amenazando?
"Dime algo que no sepa..."
Me quedaría ahí un rato con mis compañeros muertos. Tenía un cuchillo a mi lado que se ve había robado. No me apetecia hacer otra cosa.
Crasuláceo
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Mis sartenes y yo paseamos felices de camino a una de las zonas más peligrosas de Londres, aunque al desconocer ese dato voy relajado cual guiri en el metro. Aaah el metro...ese lugar seguro, mugriento y bastante abandonado que he dejado atrás. No es fácil dejar el hogar, pero no queda otra cuando se tiene la determinación de seguir tus sueños. A mi lado camina también la vieja marmota del que fuera mi amigo, que no puedo dejarla sola y abandonada ahí abajo. - Dime, ¿en qué zona crees que debería montar mi restaurante? - pregunto ilusionado al pobre animal, que tiene mono de alcohol y está insoportable. Me encojo de hombros ante la falta de respuestas, ajustándome mejor a la espalda la mochila donde llevo mis cosas de viaje y mis útiles de cocina.
Empiezo a cansarme de caminar tras un par de horas, faltándome el aire con tanto ejercicio. No caminaba tanto rato desde que tuve que huir de la Alianza para esconderme en el metro, y de eso ya hace unos años. Las calles que recorro tienen cada vez peor pinta, me recuerdan mucho al lugar en el que una vez intentaron comerme. Comienzo a encogerme de miedo, cogiendo a la marmota del suelo para abrazarla mientras miro con desconfianza a mi alrededor. - C-creo que debería elegir otro sitio para el negocio, sí...definitivamente. - murmuro para mí mismo, soltando un gritaco de terror al doblar la esquina. Un montón de cuerpos ensangrentados yacen por el suelo, aparentemente más muertos que vivos. La mascota se me ha caído de los brazos con el bote que he pegado, pero en lugar de huir decide acercarse al único ser que parece estar vivo, sentado en medio de la escena del crimen.
- Noouuu....vuelveeee. - le pido al bichejo para que no vaya hacia el peligro, aunque no me atrevo a gritar. El animal se pone a olisquear con interés al tipo, pero yo no me atrevo a acercarme demasiado. Lo único de lo que estoy más o menos seguro es de que pertenece a mi especie, aunque eso no es garantía de nada. Se supone que quería encontrar a más de los míos, pero la situación no parece demasiado propicia para hacer amistades. Trago saliva antes de acercarme con cautela, atreviéndome a hablar de manera algo entrecortada.
- Dis- disculpa al animal...está muy viejo y se escapa para molestar a la gente. Ya...ya nos íbamos. No es como que pensemos que eres el asesino de toda esta gente ni nada de eso, nononono...- sonrío de manera nerviosa, agachándome lentamente para recoger a Groundhog del suelo.
Empiezo a cansarme de caminar tras un par de horas, faltándome el aire con tanto ejercicio. No caminaba tanto rato desde que tuve que huir de la Alianza para esconderme en el metro, y de eso ya hace unos años. Las calles que recorro tienen cada vez peor pinta, me recuerdan mucho al lugar en el que una vez intentaron comerme. Comienzo a encogerme de miedo, cogiendo a la marmota del suelo para abrazarla mientras miro con desconfianza a mi alrededor. - C-creo que debería elegir otro sitio para el negocio, sí...definitivamente. - murmuro para mí mismo, soltando un gritaco de terror al doblar la esquina. Un montón de cuerpos ensangrentados yacen por el suelo, aparentemente más muertos que vivos. La mascota se me ha caído de los brazos con el bote que he pegado, pero en lugar de huir decide acercarse al único ser que parece estar vivo, sentado en medio de la escena del crimen.
- Noouuu....vuelveeee. - le pido al bichejo para que no vaya hacia el peligro, aunque no me atrevo a gritar. El animal se pone a olisquear con interés al tipo, pero yo no me atrevo a acercarme demasiado. Lo único de lo que estoy más o menos seguro es de que pertenece a mi especie, aunque eso no es garantía de nada. Se supone que quería encontrar a más de los míos, pero la situación no parece demasiado propicia para hacer amistades. Trago saliva antes de acercarme con cautela, atreviéndome a hablar de manera algo entrecortada.
- Dis- disculpa al animal...está muy viejo y se escapa para molestar a la gente. Ya...ya nos íbamos. No es como que pensemos que eres el asesino de toda esta gente ni nada de eso, nononono...- sonrío de manera nerviosa, agachándome lentamente para recoger a Groundhog del suelo.
Había pasado horas en aquel callejón. Me había guardado el cuchillo en algún momento entre todo aquel tiempo muerto... Pero apenas había cambiado mi expresión o había dejado de mirar al vacío. Hasta que comencé a oír pasos. Mi oreja buena los captó.
Como se acercaban, miré hacia la salida del callejón y fruncí el ceño. Le acompañaba un extraño sonido metálico.... Como de piezas chocando entre sí.
Entonces asomó por ahí un ser redondo que al principio, con la impresión de su grito de terror, no identifiqué como un drow. Ni mucho menos por su silueta.
"Que es esto?"
- Ah... Pero sí que los he matado yo. Ves esto? -le enseñé el cuchillo y mis manos llenas de sangre - las pruebas sobran. Sobran.
Pero entonces una marmota que conocía se acercó a mí. Por lo gorda, lo vieja y desmarañada.... Estiré uno de mis dedos y acaricié al animal despacio tras una oreja. Sólo tenerlo delante me trajo recuerdos.
-Groundhog?
Alcé una mirada asesina al elfo, que se había acercado a recogerlo. Por qué estaba con él? La última vez que vi a Szyraenk yacía degollado sobre la mesa de una de las habitaciones de mi hermano, y ahora su marmota estaba... Mis sospechas, mis paranoias... Todo se disparó
-por qué tienes tu la mascota de Szyr-pero que coño?! -empecé preguntando de modo asesino y terminé en modo indignado al contemplarlo bien y caer en que era un drow. Uno muy, muy rechoncho. Le conocía. Juraría conocerlo.
- tú. Que haces tú aquí?
Me levanté. Paranoico, nervioso. No le quité ojo de encima mientras hurgaba en el bolsillo del pantalón de uno de los muertos en busca de algo, hasta que encontré su tabaco y con manos temblorosas me pude encender un cigarro para enchufarmelo a la boca sin dejar de mirarlo con esos ojos brillantes míos y muy abiertos, fijos y enfadados.
-eres real? Eres tú también de la alianza? Confiesa!
Como se acercaban, miré hacia la salida del callejón y fruncí el ceño. Le acompañaba un extraño sonido metálico.... Como de piezas chocando entre sí.
Entonces asomó por ahí un ser redondo que al principio, con la impresión de su grito de terror, no identifiqué como un drow. Ni mucho menos por su silueta.
"Que es esto?"
- Ah... Pero sí que los he matado yo. Ves esto? -le enseñé el cuchillo y mis manos llenas de sangre - las pruebas sobran. Sobran.
Pero entonces una marmota que conocía se acercó a mí. Por lo gorda, lo vieja y desmarañada.... Estiré uno de mis dedos y acaricié al animal despacio tras una oreja. Sólo tenerlo delante me trajo recuerdos.
-Groundhog?
Alcé una mirada asesina al elfo, que se había acercado a recogerlo. Por qué estaba con él? La última vez que vi a Szyraenk yacía degollado sobre la mesa de una de las habitaciones de mi hermano, y ahora su marmota estaba... Mis sospechas, mis paranoias... Todo se disparó
-por qué tienes tu la mascota de Szyr-pero que coño?! -empecé preguntando de modo asesino y terminé en modo indignado al contemplarlo bien y caer en que era un drow. Uno muy, muy rechoncho. Le conocía. Juraría conocerlo.
- tú. Que haces tú aquí?
Me levanté. Paranoico, nervioso. No le quité ojo de encima mientras hurgaba en el bolsillo del pantalón de uno de los muertos en busca de algo, hasta que encontré su tabaco y con manos temblorosas me pude encender un cigarro para enchufarmelo a la boca sin dejar de mirarlo con esos ojos brillantes míos y muy abiertos, fijos y enfadados.
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