Bosque de Galloway

-No quieres saber lo que creo.- Digo con expresión sombría, básicamente porque mis pensamientos implican cagarme en toda la estampa del peliblanco. A partir de lo siguiente que dice comprendo que busca crear efectos concretos, no desea el caos como fin en sí mismo. ¿Me sorprende? No. ¿Me decepciona? Si.

Me quedo mirando a Arturo cuando confirma lo que digo sobre las abejas y niego con la cabeza al escuchar que culpa a algo externo. -Es tu culpa ser débil. Debes agradecerme por enseñarte a través del dolor. Podría enseñarte más.- Yo le hago la oferta, él puede hacer lo que quiera con ella.

Lo miro con desconfianza cuando parece asustarse y disculparse por la abundante sangre que cae de mi nariz. Comienzo a gruñir ante la perspectiva de que haga algo raro al verlo mover su arma pero se convierte en un gruñido de alivio al tener mis extremidades finalmente libres. Las muevo y hago crujir las contracturadas articulaciones mientras él menciona lo de las razones para liberarme, fue mucho tiempo de estar quieta. Me limpio un poco de la sangre con el brazo a lo bruto, el caudal va disminuyendo lentamente, ya pasó lo peor.

El recelo se mantiene en mi expresión cuando busca algo entre su ropa, observo el frasco que acerca a mí con magia para luego volver a clavar mis ojos en el peliblanco y olfateo la poción. Parece que de verdad es una de esas que hacen recuperar la salud pero aún así... -No la necesito.- La rechazo con indiferencia y me dirijo a grandes pasos hacia el borde más cercano del claro para inspeccionar la oscuridad del bosque tenuemente iluminado por la luna y las estrellas.

-Espero que hayas aprendido la lección y, a partir de ahora, le tengas más respeto a los de mi raza.- Presto atención a los sonidos, a los olores y al horizonte lleno de vegetación que nos rodea mientras recorro el límite del claro buscando algún rastro de los lobos que me acompañaban. Me detengo cuando encuentro varias señales y vuelvo el rostro para mirar a Arturo por encima del hombro. “Estaremos en contacto.” Le envío el mensaje telepático para luego volver la mirada al frente e internarme en el bosque a toda velocidad, perdiéndome de vista gracias al abrigo de la noche.

PS: 103 - 20 (sangrado brutal) = 83 + 5 regeneración = 88
Fin de sangrado.

Julio

Con falsa decepción respondo a su comentario—Vale, me quedaré con la intriga—mejor eso a tener una crítica destructiva, ¿no creen?. No seremos los más ricos, pero tampoco andamos cortos de dinero. Tenemos algunas empresas grandes en nuestra nomina, tengo una en mente ahora mismo, pero dudo que me crean si se los cuento.

¿Acaso eso es un rostro decepcionado?, no me sorprende, hasta le dije que nuestro concepto de caos es diferente. La mayoría comprende como caos, anarquía desenfrenada y desordenada. Si es así como ellos usan el caos, entonces difícilmente seriamos aliados permanentes, a lo sumo circunstanciales, ya trataremos ese tema en otra oportunidad.

Un escalofrío me recorre ante la mención de aprender a través del dolor—nahhh no soy masoquista—rechazo esa extraña oferta. Ya tuve suficiente con mi entrenamiento espartano en mis inicios—además, ya tengo mi propio régimen de entrenamiento, el cual me ha mantenido vivo hasta la fecha—¿y me llama débil?, aunque fuera por los pelos, ¿quién estuvo a punto de morir desangrado?...bueno yo, pero ella también y lo que cuenta es quien se mantiene de pie al final, ¿no es asi?.

Entonces llega el momento de liberarla luego del susto por su sangre, y a pesar de ya haber visto algunas escenas similares, todavía impacta como algunos pueden reordenar sus huesos cuando han sido dislocados, sea por una pelea o caída. Parece no querer la poción que le ofrezco, se levanta para iniciar una caminata hacia las afueras del claro, y antes de adentrarse al bosque me da una especie de sermón—eso fue cosa de las Abejas, yo siempre he luchado a muerte con los de tu raza cuando son enemigos—parece que sigue terca con el asunto de las jerarquías, esto pinta a que no me lo va a perdonar en su vida. Hace una inspección, olfativa me imagino y vuelve a detenerse un momento para mirarme. Vuelvo a sentir una entrada en mi mente, pero las Abejas no parecen reaccionar, lo que significa que no es una intrusión, solo un llamado—“que el caos te acompañe”—respondo de igual manera. Y casi de un parpadeo a otro, ella desaparece en la negrura del bosque.

¿Qué será de mi ahora?—digo sin que escuche nadie. Hago algo similar con mis hadas, quienes no tardan en localizar el campamento en la lejanía y me guían hacia el mismo. El papeleo será un verdadero fastidio.

(las fantabulosas desventuras de Artie siguen por aquí - Campamento de Ouroboros)

Aparecí en el corazón del bosque de Galloway de forma abrupta, rodando varios metros por el suelo con el orbe agarrado. Al salir del velo, al cruzar el limite, no me habia dado tiempo a abrir un portal, solo a esto, y el lugar mas cercano y aun no invadido que recordé fue el bosque. Abrazaba el orbe contra mi pecho, protegiéndolo.

"maldita sea!"

Había dejado al par de demonios atrás al salir, sueltos. Maldita sea! La huida había sido una maldita locura porque me habian detectado y ademas no habia podido localizar a Altair, otra vez...su alma se había quedado ahi atrapada. Los Le Fay deberían renunciar definitivamente a que pudiera salvarlos o hacer algo por ellos.

Tenía que volver a por esos demonios y desterrarlos antes de que poseyeran a alguien, porque tenían los minutos contados en este plano terrenal, y estaba seguro que iban a aprovechar la coyuntura para....

Me levanté pero me cai de bruces al suelo nuevamente. Las piernas no me respondían y al caer vi chorrear unas gotitas de sangre. Me caía de la cabeza aunque no identificaba de donde, no recordaba herida alguna. Maldita sea. Respiraba con dificultad. Había agotado gran parte de mi magia. Si...mantener a Charles atrapado me habia costado sudor y sangre, Valqar arañaba mi interior como una alimaña deseosa de alimentarse de carroña y huir del maldito reino de los muertos digamos que...no eran una combinacion buena.

- ругательство - me cagué en todo y levanté el antebrazo para enviar un mensaje al Consejo y avisarles de que lo había conseguido. Pero antes de llegar a enviar nada...caí de bruces sobre el suelo del bosque, había perdido el conocimiento.

Bajo el otro brazo, el orbe habia empezado a emitir una luz que....a medida que pasaban los segundos se volvía mas intensa, parecía emitir rayos neblinosos de luz que escapaban lejos, muy lejos....hasta que unos minutos mas tarde, terminó, quedando oscuro sin más.

Yo no lo sabía, pero de haberlo sabido tampoco habria podido informarles. Los retos, las pruebas....habían sido liberadas. Era hora de que los examinadores fueran examinados. Los que observaban desde las gradas, ahora debían bajar a la arena a ser observados.

Habían sido días horribles...

No solo se había peleado fuertemente con su padre, y había tenido qué mediar entre ellos un jodido diablo para que le creyera qué seguía siendo ella misma, además no dejaba de decirle que no tenia idea de lo que había hecho, ¡Pero sí la tenía!

El contrato no sonaba a algo que le fuera a arruinar... Más allá de que ahora debe ir a visitar a su familia, cosa que ha estado posponiendo, la verdad... No quería conocerlos, pero apenas lograste su objetivo, tendría que hacerlo, fue parte del trato, supone que dejará qué Amnael les de sus bendiciones y luego seguirá con su vida, mejor envolverse lo menos que le sea posible...

Pero por ahora, no ha logrado nada, por mucho que ha tratado, solo demonios pueden cruzar el portal al reino espiritual de un demonio de la casa Halaku, y vaya que lo había intentado...

Incluso utilizó los poderes de Amnael para atraer a "voluntarios" para sus experimentos, procuraba qué fuera gente difícil de extrañar, porque bueno... Podría no ser lista para muchas cosas, pero hasta ella sabía que si haces magia oscura sobre alguien, no permites qué tenga oportunidad de tomar venganza...

Todo fuera por salvar a su maestro...

Pero parecía que había sido para nada, hasta que simplemente, en un arranque de locura, había decidido ir a salvarlo así, por lo que abrió un portal en dirección a un lugar concreto, el bosque Gallaway, sabía que era el sitio correcto simple y llanamente por los gritos, los reconocería donde fuera.

Iba a entrar y a salvar su maestro ella sola si era preciso, con tal de no forzar a nadie a meterse un demonio entre pecho y espalda como lo hizo ella, y así fue como llegó ahí, haciendo un portal... Era nuevo para ella, pero de cierta forma más cómodo qué aparecerse.

Debe funcionar... Debe funcionar...

Repetía, al menos hasta que lo vió había alguien tirado por ahí... Según le decían sus ojos, otro demonio como ella, tenía curiosidad, así que se acercó...

Pero entonces...

¿Maestro...?

¿Estaba delirando?... No, lo duda... Pero... Ni siquiera está dentro de la barrera qué grita como condenada...

¿¡A quién le importa!? ¡Maestro Rasputin!... Vine a salvarlo...

Parece inconsciente... Y sangra...

No tuvo dudas en hacerlo flotar con un hechizo y llevárselo a través de otro portal.

A su casa, para pedirle a su padre que lo sane, y decirle que lo consiguió, que logró salvar a su maestro, que todo había valido la pena, y que las cosas podrán volver a estar bien... Finalmente podrán volver a estar bien... Y todo podrá ser como debió ser siempre.