El pueblo de Hogsmeade se encuentra muy próximo al colegio Hogwarts. Era uno de los pocos pueblos habitado en su totalidad por población mágica, aunque tras la guerra se descubrió el lugar. Ha estado habitado por miembros de La Resistencia, aunque actualmente casi nadie vive aquí. En el pueblo puede encontrarse una taberna, una herrería y unas caballerizas, además de algunas casas abandonadas.
Aparecí en Hogsmeade, que era donde nos habia convocado nuestro querido Johan. Pero recuerdo, iba pedo, con una balalaika a la espalda, y una especie de ...lanza...japonesa...palo...no se...el arma de Jack bajo el sobaco. Al aparecer, como ya sabeis, si bebes no conduzcas, digamos que aparqué mal y cai de morros contra el suelo que....poof!! estaba hermosamente blanco y mullido...por culpa de la nieve.
Apoye las manos en el suelo a modo de flexion para desenterrarme de la nieve y la miré con....primero con amor, felicidad y añoranza de mi Rusia, luego al segundo siguiente bufé con desden y me puse en pie limpiandome la nieve de mis oscuros ropajes y caminé hacia la taberna de hogsmeade.
"que tranquilo se ve el pueblo..."
Apenas vivia gente alli, pero los que habian, todos de la rama mágica. Me daba cierta tranquilidad a decir verdad. Entré a la taberna y vi que alli a parte de una tabernera, no habia nadie mas. Me sorprendio llegar el primero y miré con cierto desconcierto alrededor. La posadera me miró y negó con la cabeza.
-Eres el primero, encanto. - me dijo. Balbuceé algo en ruso sonrojándome y me fui hacia la mesa mas grandota que encontré, esperaba que fuesemos muchos.
Ya sentado, dejé el bastón de Jack a mi lado apoyado contra la pared, pedí algo calentito para beber y me trajo la mujer un vino caliente especiado con miel, que olia bastante bien. Habría algun dragon de hielo por los alrededores? EStaba pensando en la nieve y tocando la cancion de antes en la balalaika, pero mas despacio, mientras miraba a todas partes paranoicamente esperando que entrasen mis amigos o en su defecto, pingüinos asesinos.
Apoye las manos en el suelo a modo de flexion para desenterrarme de la nieve y la miré con....primero con amor, felicidad y añoranza de mi Rusia, luego al segundo siguiente bufé con desden y me puse en pie limpiandome la nieve de mis oscuros ropajes y caminé hacia la taberna de hogsmeade.
"que tranquilo se ve el pueblo..."
Apenas vivia gente alli, pero los que habian, todos de la rama mágica. Me daba cierta tranquilidad a decir verdad. Entré a la taberna y vi que alli a parte de una tabernera, no habia nadie mas. Me sorprendio llegar el primero y miré con cierto desconcierto alrededor. La posadera me miró y negó con la cabeza.
-Eres el primero, encanto. - me dijo. Balbuceé algo en ruso sonrojándome y me fui hacia la mesa mas grandota que encontré, esperaba que fuesemos muchos.
Ya sentado, dejé el bastón de Jack a mi lado apoyado contra la pared, pedí algo calentito para beber y me trajo la mujer un vino caliente especiado con miel, que olia bastante bien. Habría algun dragon de hielo por los alrededores? EStaba pensando en la nieve y tocando la cancion de antes en la balalaika, pero mas despacio, mientras miraba a todas partes paranoicamente esperando que entrasen mis amigos o en su defecto, pingüinos asesinos.
La despedida del drow resulta tan precipitada que no tengo mucho tiempo para decidir el lugar al que voy, así que prefiero decantarme por un sitio en el que estoy segura de que va a haber gente con la que estar segura. Los renegados han convocado una reunión en Hogsmeade, el pueblo que reformaron hace algún tiempo, así que me aparezco allí directamente. No es que pinte mucho en una reunión para tomar decisiones, y creo que nunca he estado en una, pero creo que si voy al menos podré explicarles lo que ha pasado con el dragón de la Alianza y con lo que he visto del drow en las calles. Lo primero que me extraña nada más llegar es el hecho de que haya nieve todavía, en esta época del año. O bien es un hechizo climático que ha hecho alguien de aquí o bien hay algún problema ambiental serio. Además, no me he traído abrigo ni nada y empiezo a tener bastante frío. Me encamino hacia la taberna en la que se supone que debe estar la gente, abriendo la puerta con fuerza y pegando un portazo.
- ¡Arg! ¡Nos estamos cargando el planeta! ¡El cambio climático, la guerra, todo! ¡Y nadie escucha ni parece querer cambiarlo!- grito al entrar a la taberna, descargando mis frustraciones con todo en general, que ya van acumuladas bastantes cosas. Suelto un sonido de indignación antes de adentrarme en el local para buscar un sitio, aunque me quedo algo parada al ver que el ruso está allí y me ha oído gritar. - ¿Qué? es verdad.- me excuso frunciendo el ceño y ruborizándome ligeramente, tomando asiento en la mesa de al lado de la que está él porque me da vergüenza ponerme más cerca. Lo miro de reojo un momento, pensando en qué puedo decirle hasta que lleguen los demás.
- No sé de qué va la reunión, pero tengo que decir un par de cosas. Espero que no tarden mucho. - creo que lo mejor para que no haya silencio incómodo es no parar de hablar, y así al menos evito estar nerviosa y suelto las cosas que me están dando vueltas en la cabeza, aún a riesgo de estresarlo y que no se entere de nada.
- ¿Sabes? vengo de la cremación de un elfo. Su amigo drow no paraba de llorar y llorar, pero luego se ha puesto muy raro y no me dejaba irme. Me he tenido que alejar de él porque creo que no estaba bien. Quise ayudarlo, pero tenía miedo de que se le estuviese yendo la pinza o algo. ¿He hecho mal? - Lo miro ahora directamente, con los ojos un poco llorosos ahora que he empezado a hablar. Me siento un poco culpable por haberme ido, pero en el momento me pareció lo más sensato, es lo que me habría dicho mi padre, y mi hermano. - Le habría dicho algo a mi familia, pero están como desaparecidos...mi padre se fue a ver la tumba de mi madre a Francia y todavía no ha vuelto, y de Ian no sé nada. Los hermanos mayores sois unos pasotas. - le reprocho al recordar que él también tiene un hermano pequeño, al que seguramente hace tiempo que no ve.
- Y también me va a caer bronca de Johan por haber metido a un dragón de la Alianza a la base, chip incluido. - dejo caer la cabeza sobre la mesa, para darme un poco con la frente sobre el tablero un par de veces como si fuese un elfo doméstico autocastigándose. Después alzo la cabeza de nuevo, mirando a Yaroslav con cara de resignación. - ¿Y tú que te cuentas? ¿qué has estado haciendo últimamente? - de repente me acuerdo de que sigo con el chip en el bolsillo del pantalón, que con todo el jaleo no he tenido tiempo de tirarlo. Me levanto del banco pegando un grito, rebuscando como una loca el chip en el bolsillo. Lo saco rápidamente, poniéndolo sobre la mesa para señalarlo de manera acusadora.
- ¡Esa cosa! ¡hay que tirarla para que no nos rastreen! ¡o romperla! ¿No tenías un martillo de esos de enano que lo destruyen todo? - y no es el Anillo Único, seguro que un simple chip lo puede reventar con un golpe.
- ¡Arg! ¡Nos estamos cargando el planeta! ¡El cambio climático, la guerra, todo! ¡Y nadie escucha ni parece querer cambiarlo!- grito al entrar a la taberna, descargando mis frustraciones con todo en general, que ya van acumuladas bastantes cosas. Suelto un sonido de indignación antes de adentrarme en el local para buscar un sitio, aunque me quedo algo parada al ver que el ruso está allí y me ha oído gritar. - ¿Qué? es verdad.- me excuso frunciendo el ceño y ruborizándome ligeramente, tomando asiento en la mesa de al lado de la que está él porque me da vergüenza ponerme más cerca. Lo miro de reojo un momento, pensando en qué puedo decirle hasta que lleguen los demás.
- No sé de qué va la reunión, pero tengo que decir un par de cosas. Espero que no tarden mucho. - creo que lo mejor para que no haya silencio incómodo es no parar de hablar, y así al menos evito estar nerviosa y suelto las cosas que me están dando vueltas en la cabeza, aún a riesgo de estresarlo y que no se entere de nada.
- ¿Sabes? vengo de la cremación de un elfo. Su amigo drow no paraba de llorar y llorar, pero luego se ha puesto muy raro y no me dejaba irme. Me he tenido que alejar de él porque creo que no estaba bien. Quise ayudarlo, pero tenía miedo de que se le estuviese yendo la pinza o algo. ¿He hecho mal? - Lo miro ahora directamente, con los ojos un poco llorosos ahora que he empezado a hablar. Me siento un poco culpable por haberme ido, pero en el momento me pareció lo más sensato, es lo que me habría dicho mi padre, y mi hermano. - Le habría dicho algo a mi familia, pero están como desaparecidos...mi padre se fue a ver la tumba de mi madre a Francia y todavía no ha vuelto, y de Ian no sé nada. Los hermanos mayores sois unos pasotas. - le reprocho al recordar que él también tiene un hermano pequeño, al que seguramente hace tiempo que no ve.
- Y también me va a caer bronca de Johan por haber metido a un dragón de la Alianza a la base, chip incluido. - dejo caer la cabeza sobre la mesa, para darme un poco con la frente sobre el tablero un par de veces como si fuese un elfo doméstico autocastigándose. Después alzo la cabeza de nuevo, mirando a Yaroslav con cara de resignación. - ¿Y tú que te cuentas? ¿qué has estado haciendo últimamente? - de repente me acuerdo de que sigo con el chip en el bolsillo del pantalón, que con todo el jaleo no he tenido tiempo de tirarlo. Me levanto del banco pegando un grito, rebuscando como una loca el chip en el bolsillo. Lo saco rápidamente, poniéndolo sobre la mesa para señalarlo de manera acusadora.
- ¡Esa cosa! ¡hay que tirarla para que no nos rastreen! ¡o romperla! ¿No tenías un martillo de esos de enano que lo destruyen todo? - y no es el Anillo Único, seguro que un simple chip lo puede reventar con un golpe.
El viaje nunca era tan largo como parecía desde que Reiv se encargaba de desaparecerles de cualquier lugar. Ahora que se había acostumbrado y no se mareaba más, le resultaba conveniente tenerle cerca y poder irse y llegar en un segundo. Y ahora que no tenía que preocuparse por los pequeños dragonzuelos, que se habían quedado con Svart en aquella isla maravillosa, todo parecía ir bien. Ahora su interés estaba en la reunión que iba a acontecer en un pueblo que, supuestamente, era solamente poblado por seres mágicos.
Aparecieron en la entrada de aquel lugar, donde lo más notorio era la capa de nieve blanca que cubría todo. Soltó la mano de Reiv al instante, cubriéndose los labios con las manos empuñadas, sorprendida y deleitada por la nieve fresca. Se notaba que la nieve era su clima favorito.
¿¡Crees que quede tiempo para hacer una guerra de nieve!? - Preguntó a Reiv mientras le tomaba del brazo y le jalaba para adentrarse al centro de la aldea. Aunque más que caminar, la joven pelirroja saltaba de emoción mientras trataba de contagiarle un poco de su alegría a Reiv.
Se detuvo frente a un pequeño montículo que había en la entrada de una casita de madera y tomó un poco de nieve para esparcírsela a Reiv en la cabeza, espolvoreándola por todo el cabello.- ¡Listo! Así parece que te nevó encima y tienes todo el día trabajando en la nieve. Es todo un trabajador, señor Reiv.- Y tras una risita, se pudo comprobar de nuevo que el frío descongelaba su seriedad y dejaba solo la alegría de sus buenos recuerdos.- ¿A dónde teníamos que ir?
Aparecieron en la entrada de aquel lugar, donde lo más notorio era la capa de nieve blanca que cubría todo. Soltó la mano de Reiv al instante, cubriéndose los labios con las manos empuñadas, sorprendida y deleitada por la nieve fresca. Se notaba que la nieve era su clima favorito.
¿¡Crees que quede tiempo para hacer una guerra de nieve!? - Preguntó a Reiv mientras le tomaba del brazo y le jalaba para adentrarse al centro de la aldea. Aunque más que caminar, la joven pelirroja saltaba de emoción mientras trataba de contagiarle un poco de su alegría a Reiv.
Se detuvo frente a un pequeño montículo que había en la entrada de una casita de madera y tomó un poco de nieve para esparcírsela a Reiv en la cabeza, espolvoreándola por todo el cabello.- ¡Listo! Así parece que te nevó encima y tienes todo el día trabajando en la nieve. Es todo un trabajador, señor Reiv.- Y tras una risita, se pudo comprobar de nuevo que el frío descongelaba su seriedad y dejaba solo la alegría de sus buenos recuerdos.- ¿A dónde teníamos que ir?
La puerta se abrió de golpe y como yo ya estaba mirando hacia allá, no tuve que girarme ni hacerme el sorprendido, solo prepararme para lanzar un maleficio en caso de que fuese un enemigo...pero no, solo era la joven Chloe, que estaba de muy mal humor, aparentemente, cosa que me hizo alzar las cejas porque la chica siempre parecia hippie y feliz, como Maffy. Bueno, quiza algo menos drogada.
-¿Un día durro? - le dije a la chica conforme se acercaba, dejando de arrancarle gañidos a las cuerdas de mi cutre balalaika. La dejo de lado cuando ella parece percatarse de mi y se excusa diciendo que lo que ha dicho es verdad. Me encojo de hombros como indicandole que no pretendo llevarle la contraria y se sienta en una mesa de al lado en plan margi, lo cual me hace arrugar mi ceño.
"Seguro que se sienta apartada de tí porque apestas a vodka y a sake...."
Lo que dice me hace dejar de pensar en mi etilismo y la miro con atención, que venia de la cremacion....que palabra es esa....??? y etc etc.
-Esperra esperra, porr crremacion no quierres decirr nada relacionado con crrema, verrdad? Es mas bien de quemarr- yo y mis aun persistentes problemas de vocabulario. Aunque lo que dijo me dejó preocupado, elfos y drows? - Quienes erran? Igual los conozco, he tenido relacion con un parr.
Negué con la cabeza cuando preguntó tan pesarosa si habia hecho mal por irse.
-No, tú no podías ayudarr mas ahi, si te dio la sensacion de peligrro lo mejorr que pudiste hacerr fue seguirr tu instinto. - pegué otro trago de vino, que era muy reconfortante. Ella seguia hablando como si acabase de abrir un grifo que ya no podria cerrar.
No sabia nada apenas de la familia de la muchacha, salvo que era hermana de Ian e hija de un ex-auror, pero eso de ir a visitar la tumba de su madre a Francia...me sonó a que era algo reciente. Yo ya estaba bastante serio para entonces y si sentí pesadumbre por la noticia, no se me notó en el rostro, pero me dieron ganas repentinas de animarla. Aunque me indigné por su reproche.
-No lo somos! Es Thoren el que pasa de mi , con sus novias y sus torrtugas gigantes...! las torrtugas, las novias son de un tamaño norrmal.... - ahora que caia en ello, Thoren habia estado muy distante desde su regreso...le habria pasado algo con Irina, o quizá con su tortuga...? Quiza Chloe si que tenia razon y estaba siendo ahora yo el pasota por no indagarle.
-Johan ya está acostumbrrado a tus locurras altrruistas, no crreo que te eche la brronca. - solté una pequeña risa antes de beber otro poco, ciertamente y de modo inesperado, divertido por la actitud de Chloe de elfo domestico dandose cocotones contra la mesa
-Yo... -voy a responderle cuando me pregunta pero de pronto se pone de pie como recordando algo y saca el chip que le extrajo al dragon. La muy despistada lo ha llevado encima todo el tiempo sin precaucion alguna, con lo peligroso que es eso, en cualqueir momento podrian haber sabido donde estaba e ir a por ella. No me lo pienso dos veces: martillo y destruir. Eso ha dicho ella.
-TU SABES LO PELIGRROSO QUE ES ESOO?!
Alzo mi martillo, pues lo habia dejado al lado de la balalaika, y lo hago descender con todo su peso contra el chip, describiendo un magnifico arco sobre mi cabeza. El pesado martillo cae sobre el chip, destruyendolo...y....sobre la mesa....destruyendola tambien. Un fuerte estruendo el cual ignoro, los insultos de la tabernera que tambien ignoro, y me agacho para comprobar que el chip haya sido destruido. Bufo toqueteando los troctios rotos.
-Algo tan pequeño dando tantos prroblemas... - me pongo de nuevo en pie y me siento a la mesa que habia ocupado antes, una bastante grande como mencioné antes, pues esperaba que nos juntasemos mas gente. Le indiqué a Chloe que se sentase a mi lado porque acababa de cargarme su mesa, y le ofrecí un poco de vino. - Bebe de eso. Salta a la vista que no estás pasando porr tu mejorr momento. Está bien enfadarrse de vez en cuando, sabes?
-¿Un día durro? - le dije a la chica conforme se acercaba, dejando de arrancarle gañidos a las cuerdas de mi cutre balalaika. La dejo de lado cuando ella parece percatarse de mi y se excusa diciendo que lo que ha dicho es verdad. Me encojo de hombros como indicandole que no pretendo llevarle la contraria y se sienta en una mesa de al lado en plan margi, lo cual me hace arrugar mi ceño.
"Seguro que se sienta apartada de tí porque apestas a vodka y a sake...."
Lo que dice me hace dejar de pensar en mi etilismo y la miro con atención, que venia de la cremacion....que palabra es esa....??? y etc etc.
-Esperra esperra, porr crremacion no quierres decirr nada relacionado con crrema, verrdad? Es mas bien de quemarr- yo y mis aun persistentes problemas de vocabulario. Aunque lo que dijo me dejó preocupado, elfos y drows? - Quienes erran? Igual los conozco, he tenido relacion con un parr.
Negué con la cabeza cuando preguntó tan pesarosa si habia hecho mal por irse.
-No, tú no podías ayudarr mas ahi, si te dio la sensacion de peligrro lo mejorr que pudiste hacerr fue seguirr tu instinto. - pegué otro trago de vino, que era muy reconfortante. Ella seguia hablando como si acabase de abrir un grifo que ya no podria cerrar.
No sabia nada apenas de la familia de la muchacha, salvo que era hermana de Ian e hija de un ex-auror, pero eso de ir a visitar la tumba de su madre a Francia...me sonó a que era algo reciente. Yo ya estaba bastante serio para entonces y si sentí pesadumbre por la noticia, no se me notó en el rostro, pero me dieron ganas repentinas de animarla. Aunque me indigné por su reproche.
-No lo somos! Es Thoren el que pasa de mi , con sus novias y sus torrtugas gigantes...! las torrtugas, las novias son de un tamaño norrmal.... - ahora que caia en ello, Thoren habia estado muy distante desde su regreso...le habria pasado algo con Irina, o quizá con su tortuga...? Quiza Chloe si que tenia razon y estaba siendo ahora yo el pasota por no indagarle.
-Johan ya está acostumbrrado a tus locurras altrruistas, no crreo que te eche la brronca. - solté una pequeña risa antes de beber otro poco, ciertamente y de modo inesperado, divertido por la actitud de Chloe de elfo domestico dandose cocotones contra la mesa
-Yo... -voy a responderle cuando me pregunta pero de pronto se pone de pie como recordando algo y saca el chip que le extrajo al dragon. La muy despistada lo ha llevado encima todo el tiempo sin precaucion alguna, con lo peligroso que es eso, en cualqueir momento podrian haber sabido donde estaba e ir a por ella. No me lo pienso dos veces: martillo y destruir. Eso ha dicho ella.
-TU SABES LO PELIGRROSO QUE ES ESOO?!
Alzo mi martillo, pues lo habia dejado al lado de la balalaika, y lo hago descender con todo su peso contra el chip, describiendo un magnifico arco sobre mi cabeza. El pesado martillo cae sobre el chip, destruyendolo...y....sobre la mesa....destruyendola tambien. Un fuerte estruendo el cual ignoro, los insultos de la tabernera que tambien ignoro, y me agacho para comprobar que el chip haya sido destruido. Bufo toqueteando los troctios rotos.
-Algo tan pequeño dando tantos prroblemas... - me pongo de nuevo en pie y me siento a la mesa que habia ocupado antes, una bastante grande como mencioné antes, pues esperaba que nos juntasemos mas gente. Le indiqué a Chloe que se sentase a mi lado porque acababa de cargarme su mesa, y le ofrecí un poco de vino. - Bebe de eso. Salta a la vista que no estás pasando porr tu mejorr momento. Está bien enfadarrse de vez en cuando, sabes?
Ya han transcurrido unos pocos días desde que nos marchamos de aquel faro de la isla de Wight, en la cual vivimos una jornada para recordar, desde los momentos de la puesta de sol en la playa hasta el extraño final de día con el personaje que encontramos en el faro. La decisión de irnos a dormir a otro sitio fue más que acertada, ya que pudimos descansar en condiciones, durmiendo en el Moulin Noir. Tras esa pequeña escala nos fuimos a dejar a los dragones a Ouroboros, donde se respiraba un ambiente algo tenso, demasiadas preguntas y vigilancia. Al parecer la culpa era de una reunión que estaban teniendo los miembros del Consejo de los 20, todo muy secreto. No permanecimos mucho allí, lo justo para asegurarnos de que los dragones estaban bien.
Y ahora, llegado el día acordado para la reunión, nos aparecemos en el mítico pueblo de Hogsmeade, uno de los pocos símbolos que quedan intactos del mundo mágico, uno de los pocos lugares que nunca fue habitado por humanos. He de reconocer que los renegados han sabido reconstruir y revivir el pueblo, consiguiendo que se parezca un poco a lo que fue en tiempos de paz, cuando el colegio todavía funcionaba. Juliet parece más que emocionada por descubrir este lugar, ilusionándose como una chiquilla al descubrir la nieve. No es de extrañar, siendo un dragón de hielo.
- Bienvenida a Hogsmeade, el pueblo mágico en el que a saber qué cojones han hecho o qué ha pasado para que haya nieve en esta época del año. Aunque para ti no parece un problema...- no puedo seguir refunfuñando porque enseguida me agarra del brazo para tirar de mí hacia el montón de nieve más cercano, echándome nieve por encima sin previo aviso. - ¡Eh! ¿insinúas que debería trabajar en algo así? - protesto mientras sacudo la cabeza para que caigan los copos del pelo, separándome unos pocos metros para agacharme después junto a un montón de nieve en el que empiezo a amasar una bola del tamaño de un coco.
- Has iniciado una guerra que no puedes ganar... - sonrío maliciosamente, levantándome a la vez que le lanzo la bola hacia ella. Puede que la esquive, o que se la trague, o que decida vengarse echando mano de sus propios poderes, pero el caso es que no podía dejar pasar la oportunidad de hacer una "guerra" divertida por una vez. Así deberían ser, y no el horror al que parecemos habernos acostumbrado. Tardo unos segundos en responder a su pregunta, haciendo memoria del sitio que ponía en la moneda.
- Creo que en la taberna del pueblo. - aunque el sitio es más bien una aldea reconstruida, así que no hay mucho donde buscar. - Allí, donde el cartel de madera. Te reto a que me devuelvas el ataque antes de que entre, si puedes. - dicho esto echo a correr hacia la taberna, casi como si fuésemos unos críos jugando en un patio de colegio. La carrera no es tan rápida como esperaba, con la nieve se da bastante mal correr, y desaparecerse sería trampa.
Y ahora, llegado el día acordado para la reunión, nos aparecemos en el mítico pueblo de Hogsmeade, uno de los pocos símbolos que quedan intactos del mundo mágico, uno de los pocos lugares que nunca fue habitado por humanos. He de reconocer que los renegados han sabido reconstruir y revivir el pueblo, consiguiendo que se parezca un poco a lo que fue en tiempos de paz, cuando el colegio todavía funcionaba. Juliet parece más que emocionada por descubrir este lugar, ilusionándose como una chiquilla al descubrir la nieve. No es de extrañar, siendo un dragón de hielo.
- Bienvenida a Hogsmeade, el pueblo mágico en el que a saber qué cojones han hecho o qué ha pasado para que haya nieve en esta época del año. Aunque para ti no parece un problema...- no puedo seguir refunfuñando porque enseguida me agarra del brazo para tirar de mí hacia el montón de nieve más cercano, echándome nieve por encima sin previo aviso. - ¡Eh! ¿insinúas que debería trabajar en algo así? - protesto mientras sacudo la cabeza para que caigan los copos del pelo, separándome unos pocos metros para agacharme después junto a un montón de nieve en el que empiezo a amasar una bola del tamaño de un coco.
- Has iniciado una guerra que no puedes ganar... - sonrío maliciosamente, levantándome a la vez que le lanzo la bola hacia ella. Puede que la esquive, o que se la trague, o que decida vengarse echando mano de sus propios poderes, pero el caso es que no podía dejar pasar la oportunidad de hacer una "guerra" divertida por una vez. Así deberían ser, y no el horror al que parecemos habernos acostumbrado. Tardo unos segundos en responder a su pregunta, haciendo memoria del sitio que ponía en la moneda.
- Creo que en la taberna del pueblo. - aunque el sitio es más bien una aldea reconstruida, así que no hay mucho donde buscar. - Allí, donde el cartel de madera. Te reto a que me devuelvas el ataque antes de que entre, si puedes. - dicho esto echo a correr hacia la taberna, casi como si fuésemos unos críos jugando en un patio de colegio. La carrera no es tan rápida como esperaba, con la nieve se da bastante mal correr, y desaparecerse sería trampa.
Hogsmeade...- Saboreó el nombre en sus labios. Cualquier lugar donde hubiese nieve era un lugar en donde quería estar.- ¿Pero a quién le puede molestar la nieve? Es tan fresca y blanca.- Rio, abriendo los brazos y comenzando a girar mientras su mirada se dirigía al cielo. No nevaba, pero el color de las nubes y sus formas le ayudaban a ver que no debía faltar demasiado para una nueva tormenta de nieve, o que la última acababa de ocurrir.
¡No! No sé en qué puedas trabajar. No sé en que pueda trabajar yo tampoco. No sé si alguien me daría trabajo... Lo único que se hacer bien es...- Dejó de girar al final de la última frase, bajando los brazos mientras trataba de encontrar como acabar con aquella oración. Sabía que se estaba subestimando a ella misma, pero no sabía de algo que pudiera hacer que realmente se aplicara a la sociedad post-guerra a la que querían llegar todos los que acudían a la reunión.
Al menos sabía que podía iniciar una guerra de nieve en cualquier momento, tal y como lo había hecho con Reiv.- ¡Vas a perder! - Gritó, alejándose lo suficiente de Reiv hasta llegar a otro montículo, donde se arrodilló para juntar nieve en una bola. Aunque arrodillarse le quitó poder para esquivar la bola, que rápidamente se impactó contra la parte trasera de su hombro y hasta su oreja y mejilla. Olvidó rápidamente su plan original de hacer una calabaza gigante y tomó la nieve que pudo en dos puños antes de salir corriendo tras Reiv.
Tras intentar arrojar una bola con la izquierda y fallar miserablemente, sintió como su presa se escapaba y comenzó a sentir la desesperación de quien está a punto de perder.- ¡Agarrate fuerte! - Le gritó antes de, con un paso fuerte, el hielo comenzara a extenderse rápidamente alrededor de ella, en todas direcciones. Gracias al clima, la pista improvisada no tardó en llegar hasta la taberna, donde Reiv no había llegado.
Patinó sobre el hielo con relativa facilidad, acercándose al moreno y soltándole la otra bola de nieve, con dirección a su cara. Una vez sin más nieve que arrojar, decidió arrojarse ella misma, pies por delante, para tratar de llegar hasta Reiv y abrazar sus piernas justo antes de que entrara a la taberna. Aunque aquello pronto se salió de control y no pudo moderar su velocidad como hubiera querido. Solo quedaba impactarse contra Reiv... o contra una gran pila de nieve a un lado de la entrada a la taberna.
¡No! No sé en qué puedas trabajar. No sé en que pueda trabajar yo tampoco. No sé si alguien me daría trabajo... Lo único que se hacer bien es...- Dejó de girar al final de la última frase, bajando los brazos mientras trataba de encontrar como acabar con aquella oración. Sabía que se estaba subestimando a ella misma, pero no sabía de algo que pudiera hacer que realmente se aplicara a la sociedad post-guerra a la que querían llegar todos los que acudían a la reunión.
Al menos sabía que podía iniciar una guerra de nieve en cualquier momento, tal y como lo había hecho con Reiv.- ¡Vas a perder! - Gritó, alejándose lo suficiente de Reiv hasta llegar a otro montículo, donde se arrodilló para juntar nieve en una bola. Aunque arrodillarse le quitó poder para esquivar la bola, que rápidamente se impactó contra la parte trasera de su hombro y hasta su oreja y mejilla. Olvidó rápidamente su plan original de hacer una calabaza gigante y tomó la nieve que pudo en dos puños antes de salir corriendo tras Reiv.
Tras intentar arrojar una bola con la izquierda y fallar miserablemente, sintió como su presa se escapaba y comenzó a sentir la desesperación de quien está a punto de perder.- ¡Agarrate fuerte! - Le gritó antes de, con un paso fuerte, el hielo comenzara a extenderse rápidamente alrededor de ella, en todas direcciones. Gracias al clima, la pista improvisada no tardó en llegar hasta la taberna, donde Reiv no había llegado.
Patinó sobre el hielo con relativa facilidad, acercándose al moreno y soltándole la otra bola de nieve, con dirección a su cara. Una vez sin más nieve que arrojar, decidió arrojarse ella misma, pies por delante, para tratar de llegar hasta Reiv y abrazar sus piernas justo antes de que entrara a la taberna. Aunque aquello pronto se salió de control y no pudo moderar su velocidad como hubiera querido. Solo quedaba impactarse contra Reiv... o contra una gran pila de nieve a un lado de la entrada a la taberna.
No puedo evitar que me siga haciéndome gracia su entusiasmo con la nieve, a pesar de que no comparto tanta motivación por el acontecimiento. Lo cierto es que me agrada verla feliz con tan poco, ojalá fuese siempre así de fácil. Su respuesta a lo del trabajo me deja pensando un momento, pues ninguno tenemos ni puta idea de en qué trabajaríamos si no hubiese guerra, o en qué trabajaremos si un día termina. No creo que seguir de mercenarios sea una opción, habría que readaptarse. - Trabajaremos en algo raro, seguro. - La hubiese dejado terminar su frase si no hubiese lanzado esa bola de nieve contra ella, pero con eso interrumpo su reflexión en voz alta.
- ¡Yo nunca pierdo, Bennett!
"mentira, las veces que he perdido superan a las que he ganado con creces"
La carrera que me pego a continuación sería épica si no fuese por lo lento que se corre en la nieve, no tardará en alcanzarme. Suelto un ¡ ja! en voz alta cuando falla al tirarme la bola de nieve que ha hecho ella, aunque canto victoria demasiado pronto, pues no contaba con que usase sus poderes de hielo para congelar el suelo bajo nuestros pies, a modo de pista de patinaje. - ¡Eso es trampa! - me quejo tras recibir, esta vez sí, el bolazo de nieve que me lanza al patinar hacia mí. A punto estoy de caerme al suelo de morros por el impacto de la bola, aguantando finalmente en pie. Al menos hasta que ella decide lanzarse modo kamikaze como en un tobogán de hielo, agarrándose a mis piernas en cuanto me alcanza.
Ahora si que acabo cayendo al suelo, haciendo que ambos terminemos de deslizarnos por el hielo hasta la puerta de la taberna, contra la cual chocamos sentados de espaldas ya a poca velocidad. Otro montón de nieve del cartel de la puerta se nos cae encima, dejándonos casi como un par de muñecas de nieve que alguien ha plantado en la entrada de la taberna, que se ha quedado medio abierta por nuestro golpe. - Estás como una cabra.- replico entre risas mientras me sacudo la nieve de la cara, cabeza y hombros, dándole un rápido beso en los labios antes de ponerme en pie para tenderle la mano y ayudarla a levantarse. - ¿Te das cuenta? siempre que voy contigo acaba lloviéndonos tormentosamente, nevando o...vete a saber qué más puede pasar. ¿Tornados? ¿cataclismos? - mientras espero giro la cabeza y echo un vistazo por la puerta entreabierta de la taberna, en la cual falta gente todavía. Así al menos podremos pillar buen sitio y algo para beber. - Sólo han llegado un par...la puntualidad no es lo suyo.
- ¡Yo nunca pierdo, Bennett!
"mentira, las veces que he perdido superan a las que he ganado con creces"
La carrera que me pego a continuación sería épica si no fuese por lo lento que se corre en la nieve, no tardará en alcanzarme. Suelto un ¡ ja! en voz alta cuando falla al tirarme la bola de nieve que ha hecho ella, aunque canto victoria demasiado pronto, pues no contaba con que usase sus poderes de hielo para congelar el suelo bajo nuestros pies, a modo de pista de patinaje. - ¡Eso es trampa! - me quejo tras recibir, esta vez sí, el bolazo de nieve que me lanza al patinar hacia mí. A punto estoy de caerme al suelo de morros por el impacto de la bola, aguantando finalmente en pie. Al menos hasta que ella decide lanzarse modo kamikaze como en un tobogán de hielo, agarrándose a mis piernas en cuanto me alcanza.
Ahora si que acabo cayendo al suelo, haciendo que ambos terminemos de deslizarnos por el hielo hasta la puerta de la taberna, contra la cual chocamos sentados de espaldas ya a poca velocidad. Otro montón de nieve del cartel de la puerta se nos cae encima, dejándonos casi como un par de muñecas de nieve que alguien ha plantado en la entrada de la taberna, que se ha quedado medio abierta por nuestro golpe. - Estás como una cabra.- replico entre risas mientras me sacudo la nieve de la cara, cabeza y hombros, dándole un rápido beso en los labios antes de ponerme en pie para tenderle la mano y ayudarla a levantarse. - ¿Te das cuenta? siempre que voy contigo acaba lloviéndonos tormentosamente, nevando o...vete a saber qué más puede pasar. ¿Tornados? ¿cataclismos? - mientras espero giro la cabeza y echo un vistazo por la puerta entreabierta de la taberna, en la cual falta gente todavía. Así al menos podremos pillar buen sitio y algo para beber. - Sólo han llegado un par...la puntualidad no es lo suyo.
Asiento sin más a lo del día duro, pues después paso a explicarle los pormenores de lo que ha sucedido. No sé si reír o llorar cuando dice lo de la crema, con sus cosas de ruso y sus dificultades para el idioma a veces parece que no se entera. - No seas bruto...claro que me refiero a quemar. Aunque me he ido antes de que lo haga. - No sé si conocerá el nombre del par que me he encontrado en las calles, no pasaban mucho tiempo con nosotros. - Un drow, Dyospiros, y un elfo, Aiwëndil. El elfo era curandero...tal vez lo recuerdes de la última gran batalla.- echo un vistazo de reojo a su vino, alzando la mano para pedir otro de lo mismo a la posadera. No sé si el vino me reconfortará un poco, pero al menos si lo hace el hecho de que Yaroslav esté de acuerdo con mi decisión de marcharme de allí al pensar que había peligro. No podía arriesgarme, realmente daba algo de miedo.
- Estaba muy raro, creo que ha perdido el juicio. Habrá que drogarlo, o algo. - hago un gesto con la mano como quitándole importancia a eso de las drogas, sonriendo después levemente con la aclaración del hermano de tortugas y novias gigantes, o al revés. Me sale mi vena cotilla, contando también algún chisme de mi hermano. - Ian igual, desde que sale con Catherine no me hace mucho caso. Tampoco es que me hiciese mucho caso antes, pero...- lo miro no muy segura de lo que dice sobre Johan, pensando en lo mucho que se cabreo con Ian cuando él hizo aquello de la fortaleza de los aurores. Al menos espero que tenga en cuenta que sólo quería ayudar a gente que lo necesitaba, y que no era peligroso, excepto por un pequeño detalle: el puñetero chip que por fin recuerdo que llevo y saco del bolsillo para poner sobre la mesa. Retrocedo hasta la pared, cubriéndome la cara con las manos cuando revienta el chip y la mesa de un golpe brutal con su martillo, haciendo añicos las dos cosas que golpea.
- ¡Es que se me olvidó tirarlo con tanto jaleo! ¿ya está...? - claro que está, no han quedado más que fragmentos rotos del diminuto chip, con el cual ya no pueden localizarnos. Suspiro aliviada, aceptando la invitación de sentarme a la mesa con Yaroslav. También tomo un trago del vino que me ofrece, en lo que tarda en llegar el mío. Tal vez ni quieran traerlo por haberles roto la mesa. Hago una pequeña mueca al notar lo fuerte que está ese vino, que casi quema la garganta. Le devuelvo el vaso al ruso, negando con la cabeza lentamente. - No es sólo que esté enfadada por lo que hace la gente...más bien estoy decepcionada y triste. Y no me gusta sentirme así. Me niego a pensar que las cosas no pueden hacerse de otra forma, que todo tiene que ser luchando. Da la impresión de que nunca podremos vivir en paz por completo, como si eso no existiese. - voy bajando el tono de voz conforme hablo, con la mirada perdida en el tablero de la mesa no destrozada. Mi reflexión se ve interrumpida por el porrazo de alguien contra la puerta, en la parte exterior. Desvío la mirada hacia allí, estirando un poco el cuello para ver quién se asoma por la puerta. También los conozco a ambos, pero no son precisamente los que esperaba ver.
- ¿A ellos también los han convocado? ¿cómo se han enterado? - pregunto a Yaroslav en voz baja, modo cuchicheo. recuerdo que también participaron en la batalla, pero el caso es que no forman parte de los renegados. O tal vez sea casualidad el hecho de que estén también en la taberna.
- Estaba muy raro, creo que ha perdido el juicio. Habrá que drogarlo, o algo. - hago un gesto con la mano como quitándole importancia a eso de las drogas, sonriendo después levemente con la aclaración del hermano de tortugas y novias gigantes, o al revés. Me sale mi vena cotilla, contando también algún chisme de mi hermano. - Ian igual, desde que sale con Catherine no me hace mucho caso. Tampoco es que me hiciese mucho caso antes, pero...- lo miro no muy segura de lo que dice sobre Johan, pensando en lo mucho que se cabreo con Ian cuando él hizo aquello de la fortaleza de los aurores. Al menos espero que tenga en cuenta que sólo quería ayudar a gente que lo necesitaba, y que no era peligroso, excepto por un pequeño detalle: el puñetero chip que por fin recuerdo que llevo y saco del bolsillo para poner sobre la mesa. Retrocedo hasta la pared, cubriéndome la cara con las manos cuando revienta el chip y la mesa de un golpe brutal con su martillo, haciendo añicos las dos cosas que golpea.
- ¡Es que se me olvidó tirarlo con tanto jaleo! ¿ya está...? - claro que está, no han quedado más que fragmentos rotos del diminuto chip, con el cual ya no pueden localizarnos. Suspiro aliviada, aceptando la invitación de sentarme a la mesa con Yaroslav. También tomo un trago del vino que me ofrece, en lo que tarda en llegar el mío. Tal vez ni quieran traerlo por haberles roto la mesa. Hago una pequeña mueca al notar lo fuerte que está ese vino, que casi quema la garganta. Le devuelvo el vaso al ruso, negando con la cabeza lentamente. - No es sólo que esté enfadada por lo que hace la gente...más bien estoy decepcionada y triste. Y no me gusta sentirme así. Me niego a pensar que las cosas no pueden hacerse de otra forma, que todo tiene que ser luchando. Da la impresión de que nunca podremos vivir en paz por completo, como si eso no existiese. - voy bajando el tono de voz conforme hablo, con la mirada perdida en el tablero de la mesa no destrozada. Mi reflexión se ve interrumpida por el porrazo de alguien contra la puerta, en la parte exterior. Desvío la mirada hacia allí, estirando un poco el cuello para ver quién se asoma por la puerta. También los conozco a ambos, pero no son precisamente los que esperaba ver.
- ¿A ellos también los han convocado? ¿cómo se han enterado? - pregunto a Yaroslav en voz baja, modo cuchicheo. recuerdo que también participaron en la batalla, pero el caso es que no forman parte de los renegados. O tal vez sea casualidad el hecho de que estén también en la taberna.
Aquella espontánea guerra de nieve fue a parar al suelo cuando ambos terminaron por golpearse contra la puerta de la taberna del pueblo, bañados en nieve fresca que había caído del letrero del local. Aunque el gruñón de Reiv había alegado trampas y trató de asustarle con la razón de que nunca perdía, nada de eso funcionó para quitar la sonrisa de su rostro. Y ahora, cubierta de nieve, como si de un frío abrazo se tratase, su felicidad no podía ser más grande.
¡Estoy como dos cabras! - Aclaró lanzando un poco de nieve al aire, tomándole por sorpresa el beso de Reiv. Sus mejillas, ya sonrosadas por el frío y la carrera, delataban también un ligero ápice de pena. Hasta aquel día, ningún beso dado había sido en un lugar público donde pudiesen haber sido vistos, y la paranoia se apoderó ligeramente de ella, recorriendo las calles con la mirada para encontrar a quien les hubiese visto, aunque no había nadie. Tomó las manos del moreno, huyendo ligeramente a su mirada cuando se levantó con su ayuda.- Tornados no sé hacer, pero conozco a un chico que es experto en tornados...- Murmuró, soltando una risita, sacudiendo la cabeza con fuerza para deshacerse de la nieve que había quedado sobre su cabeza. Soltó un suspiro, admirando de nueva cuenta el paisaje que se había originado en aquel pueblillo.- ¿Invierno aquí y verano en la isla? - Propuso con una risilla por lo bajo, recordando lo que habían dicho de vivir en la Isla de Wright al finalizar la guerra. No sabía si haber aceptado a vivir con ella en aquel lugar había sido cosa del furor del momento o algo tallado en piedra, pero al menos podía fantasear con el final de la guerra. Y ahora que estaban por entrar a una reunión que sonaba como una salida, podía eso estar más cerca que nunca.
Entonces nos da tiempo de comer algo. Solo tengo que quitar la pista de hielo de la entrada. No veo a nadie que la vaya a disfrutar. Y si esta es tan concurrida como la última reunión, seguro que alguien cae.- Pisó el hielo, haciendo presión a medida que se descongelaba la parte de la pista que estaba justo frente a la entrada de la taberna. No sabía si era posible dejarla tal cual estaba antes, pero hizo lo posible para que la nieve debajo no se descongelara junto con el hielo. Tras algún minuto, la calle volvía a ser blanca y fría.
¡Estoy como dos cabras! - Aclaró lanzando un poco de nieve al aire, tomándole por sorpresa el beso de Reiv. Sus mejillas, ya sonrosadas por el frío y la carrera, delataban también un ligero ápice de pena. Hasta aquel día, ningún beso dado había sido en un lugar público donde pudiesen haber sido vistos, y la paranoia se apoderó ligeramente de ella, recorriendo las calles con la mirada para encontrar a quien les hubiese visto, aunque no había nadie. Tomó las manos del moreno, huyendo ligeramente a su mirada cuando se levantó con su ayuda.- Tornados no sé hacer, pero conozco a un chico que es experto en tornados...- Murmuró, soltando una risita, sacudiendo la cabeza con fuerza para deshacerse de la nieve que había quedado sobre su cabeza. Soltó un suspiro, admirando de nueva cuenta el paisaje que se había originado en aquel pueblillo.- ¿Invierno aquí y verano en la isla? - Propuso con una risilla por lo bajo, recordando lo que habían dicho de vivir en la Isla de Wright al finalizar la guerra. No sabía si haber aceptado a vivir con ella en aquel lugar había sido cosa del furor del momento o algo tallado en piedra, pero al menos podía fantasear con el final de la guerra. Y ahora que estaban por entrar a una reunión que sonaba como una salida, podía eso estar más cerca que nunca.
Entonces nos da tiempo de comer algo. Solo tengo que quitar la pista de hielo de la entrada. No veo a nadie que la vaya a disfrutar. Y si esta es tan concurrida como la última reunión, seguro que alguien cae.- Pisó el hielo, haciendo presión a medida que se descongelaba la parte de la pista que estaba justo frente a la entrada de la taberna. No sabía si era posible dejarla tal cual estaba antes, pero hizo lo posible para que la nieve debajo no se descongelara junto con el hielo. Tras algún minuto, la calle volvía a ser blanca y fría.
Tiro de Juliet para ponerla en pie, sacudiéndole un poco de nieve de encima antes de entrar al local. En la calle, después del beso, me ha dado la impresión de que miraba alrededor como para asegurarse de que no nos habían visto. Tal vez sólo sean imaginaciones mías, pero sabiendo su tendencia a la discreción no me extrañaría. - Estamos en lugar seguro, no te preocupes. - o no, que nunca se sabe dónde puede atacar la Alianza. A estas alturas de la película ya se conocen casi todos los escondites de unos y otros.
Abro la puerta de la taberna, dejando de asomarme sólo por a medias como había estado haciendo hasta ahora. Espero a que pase conmigo tras deshacer la pista de hielo, mientras buscamos algún lugar algo alejado de Yaroslav y Chloe. No es que haya problema con ellos, al menos algo "solucioné" con el ruso durante la pelea en el burdel, pero tampoco somos amigos como para sentarnos con ellos y ponernos a hablar. - Tal vez el chico que conoces que hace tornados sea el mismo que conozco yo. Ellyos, también es dragón y domina eso del viento, tornados y demás. - si se refiere a otro ni idea, yo no lo conozco.
- Claro, y tener nuestra casa aquí y nuestra residencia de verano en la isla, como los ricos. - comento bromeando mientras tomamos asiento en una mesa cerca de la pared del fondo del bar, lamentando eso de que haya quitado la pista. - Habría sido divertido ver cómo se cae la gente, incluso mi hermano. Se supone que vendrá...esta reunión es cosa de los renegados. Aunque deberían reunir a más gente, incluso a los Blood Keepers. Son unos capullos, pero pueden ser útiles. - no sé si hace falta recordar que yo fui uno de esos capullos, aunque no estoy seguro de si en alguna ocasión le he contado a Juliet todos los detalles de aquello. Alzo la mano para llamar a la tabernera y pedir algo de comer, escuchando lo que tiene en el menú del día. No hay mucha variedad, lo poco que ofrece es carne de caza con patatas, aunque no dice qué tipo de caza es.
Abro la puerta de la taberna, dejando de asomarme sólo por a medias como había estado haciendo hasta ahora. Espero a que pase conmigo tras deshacer la pista de hielo, mientras buscamos algún lugar algo alejado de Yaroslav y Chloe. No es que haya problema con ellos, al menos algo "solucioné" con el ruso durante la pelea en el burdel, pero tampoco somos amigos como para sentarnos con ellos y ponernos a hablar. - Tal vez el chico que conoces que hace tornados sea el mismo que conozco yo. Ellyos, también es dragón y domina eso del viento, tornados y demás. - si se refiere a otro ni idea, yo no lo conozco.
- Claro, y tener nuestra casa aquí y nuestra residencia de verano en la isla, como los ricos. - comento bromeando mientras tomamos asiento en una mesa cerca de la pared del fondo del bar, lamentando eso de que haya quitado la pista. - Habría sido divertido ver cómo se cae la gente, incluso mi hermano. Se supone que vendrá...esta reunión es cosa de los renegados. Aunque deberían reunir a más gente, incluso a los Blood Keepers. Son unos capullos, pero pueden ser útiles. - no sé si hace falta recordar que yo fui uno de esos capullos, aunque no estoy seguro de si en alguna ocasión le he contado a Juliet todos los detalles de aquello. Alzo la mano para llamar a la tabernera y pedir algo de comer, escuchando lo que tiene en el menú del día. No hay mucha variedad, lo poco que ofrece es carne de caza con patatas, aunque no dice qué tipo de caza es.
Creyó haber sido discreta cuando inspeccionó los alrededores, pero una rápida frase de Reiv le sacó de su error. Soltó un suave suspiro, mortificada por lo que pudiera pensar, pero al final solo dijo:- No puedo-... con el rostro ligeramente agachado y apenada a manera de disculpa antes de entrar al local. Su rostro se relajó mientras entraba, siguiendo a Reiv de cerca, pues no recordaba del todo conocer a las personas que había en el lugar. Era confuso, pero a la vez tenía la sensación de que sus voces las había oído con anticipación.
Trató de no establecer contacto visual con quienes ya estaban dentro, pero a fin de cuentas les dedicó una mirada cuando logró poner seriedad en su rostro y dejó atrás la nieve y la pena. Aunque no duró mucho, pues saber que Ellyos también conocía a Reiv le causó sorpresa, pues no habían pasado mucho tiempo separados en los últimos meses.- Justo él es. No sé si haría un tornado solo por divertirte, pero él debe saber hacerlos.- Susurró caminando tras él hasta que encontró un sitio donde sentarse. Por alguna razón, ambos tenían algo a favor de estar separados de la multitud, pero aún querían enterarse de todo y por eso el fondo del bar era su sitio ideal. Al menos ahí pudo sonreír felizmente y seguir bromeando con lo de su casa de ricos, aunque con la voz un poco más baja, sentada ahora junto a Reiv y recargando la espalda contra la pared.
Después de vagar tanto, de no tener un lugar, creo que sí nos merecemos dos casas. Así, si me aburro, en vez de irte al sofá, tienes la casa en la playa.- Susurró con una sonrisa en los labios, pues se daba cuenta que lo más cercano a una casa era el Moulin, pues siempre terminaban durmiendo allí, de alguna u otra manera.- No me habría gustado ver cayéndose a nadie por mi culpa.- Murmuró ante el último comentario de Reiv, aunque se rió por la ironía.- Excepto a ti, cuando te vencí en la guerra de nieve.- Susurró, dándole un ligero codazo en las cosquillas, metiéndose un poco con él, pero quedándose quieta cuando llegó la tabernera a ofrecer de comer. Reiv parecía un poco reacio a la carne, aunque Juliet la pidió sin demasiados peros. Después de todo, había comido un poco de todo lo que había en el bosque para aquellas alturas. Y dejando de lado cosas como caracoles y babosas, el resto parecía algo aceptable.
¿Crees tu que de verdad hayan encontrado algo bueno contra la Alianza? - Preguntó, pues ya quietos dentro de la taberna y viéndose las caras con la poca otra gente que había, no sabía ya que creer y su sentido de la paranoia comenzaba a hacerse presente. Sobre todo, no quería hacerse esperanzas, pues siempre terminaba mal. Todo fue nervios hasta que la comida llegó acompañada de una fría cerveza y lo único que hubo que hacer fue comer.
Trató de no establecer contacto visual con quienes ya estaban dentro, pero a fin de cuentas les dedicó una mirada cuando logró poner seriedad en su rostro y dejó atrás la nieve y la pena. Aunque no duró mucho, pues saber que Ellyos también conocía a Reiv le causó sorpresa, pues no habían pasado mucho tiempo separados en los últimos meses.- Justo él es. No sé si haría un tornado solo por divertirte, pero él debe saber hacerlos.- Susurró caminando tras él hasta que encontró un sitio donde sentarse. Por alguna razón, ambos tenían algo a favor de estar separados de la multitud, pero aún querían enterarse de todo y por eso el fondo del bar era su sitio ideal. Al menos ahí pudo sonreír felizmente y seguir bromeando con lo de su casa de ricos, aunque con la voz un poco más baja, sentada ahora junto a Reiv y recargando la espalda contra la pared.
Después de vagar tanto, de no tener un lugar, creo que sí nos merecemos dos casas. Así, si me aburro, en vez de irte al sofá, tienes la casa en la playa.- Susurró con una sonrisa en los labios, pues se daba cuenta que lo más cercano a una casa era el Moulin, pues siempre terminaban durmiendo allí, de alguna u otra manera.- No me habría gustado ver cayéndose a nadie por mi culpa.- Murmuró ante el último comentario de Reiv, aunque se rió por la ironía.- Excepto a ti, cuando te vencí en la guerra de nieve.- Susurró, dándole un ligero codazo en las cosquillas, metiéndose un poco con él, pero quedándose quieta cuando llegó la tabernera a ofrecer de comer. Reiv parecía un poco reacio a la carne, aunque Juliet la pidió sin demasiados peros. Después de todo, había comido un poco de todo lo que había en el bosque para aquellas alturas. Y dejando de lado cosas como caracoles y babosas, el resto parecía algo aceptable.
¿Crees tu que de verdad hayan encontrado algo bueno contra la Alianza? - Preguntó, pues ya quietos dentro de la taberna y viéndose las caras con la poca otra gente que había, no sabía ya que creer y su sentido de la paranoia comenzaba a hacerse presente. Sobre todo, no quería hacerse esperanzas, pues siempre terminaba mal. Todo fue nervios hasta que la comida llegó acompañada de una fría cerveza y lo único que hubo que hacer fue comer.
Mi ceño se frunció levemente al escuchar la noticia, pero se veia un poco de tristeza tras mi gesto aparentemente serio. Asentí levemente.
-Sí...conozco esos nombrres. - asi que el moreno habia muerto. Chasqueé la lengua, conocer la baja de un camarada siempre era algo triste. La guerra era asi. Constantemente haciendo camaradas en batalla, perdiéndolos de un dia para otro. Unas veces, tenias la suerte de conocer su muerte, otras, simplemente, se convertian en nombres y rostros en la memoria, borrones desaparecidos misteriosamente de la historia de uno mismo. Cogí mi vaso de vino y brindé al aire por el caído, diciendo algo en ruso y luego llevando el vaso a mis labios para beberlo todo a su salud y dejarlo con un golpe brusco contra la mesa al oirlo. - lo lamento. Ha tenido que serr una mala experiencia tambien para ti
"drogarlo?"
La miré en plan "dejate ya los porros", y la miré ojiplático al oir eso de Ian y Catherine, puesto que conocia a ambos, pero no tenia ni idea de su romance. Algo compartia con Chloe, al parecer: los dos eramos unos cotillas de cuidado.
-Que?! Con Catherine, Catherine Le Fay? Porr todos los.... - me eché hacia atrás en mi silla, bastante alucinado.
-Si si, ya está roto. - le pegué una patadita a los restos del chip y la mesa, y luego rodé los ojos por las malas miradas de la posadera. Lancé entonces un clasico hechizo de reparacion y los restos de la mesa volvieron a su ser. Me rio por los caretos que pone Chloe con el vino.
- Vamos señorrita, si es suave como el agua.
En que decia eso, como ya habia arreglado la mesa, nos trajeron otros dos vasitos, uno para mi, que se me habia acabado, y otro entero para ella. La escuché y tome mi vaso, sopesando sus palabras.
-Dicen que si quierres paz, tienes que estarr preparado para la guerra. Algún dia se conseguirá algo parrecido a la paz, aunque no dure para siemprre.
Bebí un poco mas, justo entonces, entraron en escena Reiv y Juliet. Que se sentaron a parte, por cierto. Mis ojos se estrecharon levemente.
-No lo sé, no se si Johan les habrá avisado o estan aqui porr casualidad. - los observé un poco, ambos parecian relajados en compañia del otro, no era probable que tramasen nada malo. Con suerte, esta vez no acabariamos romiendonos sillas el uno contra el otro - Solo nos queda esperrar ahora a que lleguen los demás.
-Sí...conozco esos nombrres. - asi que el moreno habia muerto. Chasqueé la lengua, conocer la baja de un camarada siempre era algo triste. La guerra era asi. Constantemente haciendo camaradas en batalla, perdiéndolos de un dia para otro. Unas veces, tenias la suerte de conocer su muerte, otras, simplemente, se convertian en nombres y rostros en la memoria, borrones desaparecidos misteriosamente de la historia de uno mismo. Cogí mi vaso de vino y brindé al aire por el caído, diciendo algo en ruso y luego llevando el vaso a mis labios para beberlo todo a su salud y dejarlo con un golpe brusco contra la mesa al oirlo. - lo lamento. Ha tenido que serr una mala experiencia tambien para ti
"drogarlo?"
La miré en plan "dejate ya los porros", y la miré ojiplático al oir eso de Ian y Catherine, puesto que conocia a ambos, pero no tenia ni idea de su romance. Algo compartia con Chloe, al parecer: los dos eramos unos cotillas de cuidado.
-Que?! Con Catherine, Catherine Le Fay? Porr todos los.... - me eché hacia atrás en mi silla, bastante alucinado.
-Si si, ya está roto. - le pegué una patadita a los restos del chip y la mesa, y luego rodé los ojos por las malas miradas de la posadera. Lancé entonces un clasico hechizo de reparacion y los restos de la mesa volvieron a su ser. Me rio por los caretos que pone Chloe con el vino.
- Vamos señorrita, si es suave como el agua.
En que decia eso, como ya habia arreglado la mesa, nos trajeron otros dos vasitos, uno para mi, que se me habia acabado, y otro entero para ella. La escuché y tome mi vaso, sopesando sus palabras.
-Dicen que si quierres paz, tienes que estarr preparado para la guerra. Algún dia se conseguirá algo parrecido a la paz, aunque no dure para siemprre.
Bebí un poco mas, justo entonces, entraron en escena Reiv y Juliet. Que se sentaron a parte, por cierto. Mis ojos se estrecharon levemente.
-No lo sé, no se si Johan les habrá avisado o estan aqui porr casualidad. - los observé un poco, ambos parecian relajados en compañia del otro, no era probable que tramasen nada malo. Con suerte, esta vez no acabariamos romiendonos sillas el uno contra el otro - Solo nos queda esperrar ahora a que lleguen los demás.
Tardamos más de lo que habíamos pensado porque conforme nos acercabamos al pueblo, dimos con nieve. Pero no habia sido facil, tampoco, el resto del camino. Para dos personas sin capacidades de vuelo o teletransporte, cruzarse medio pais (vale, que tampoco es muy grande) para ir a Escocia, Hogsmeade, con todos los problemas de vigilancias Alianzosas y demás...por donde iba? Ah, si. Que habia sido jodidamente complicado.
Lo facil fue robar las motos del taller clandestino. Unas buenas x-trail, mas todoterreno que otra cosa...porque no siempre pudimos ir por asfalto. Otra cosa fue que no consigueramos robar cascos, lamentablemente, no nos dio para tanto. Pero chicos y chicas, siempre que monteis en moto, usad casco. El caso es que abrí la marcha, esperando en todo momento que el elfo aprendiz de artificiero fuera tan bueno con las marchas de la moto como habia demostrado serlo tomando medidas a sustancias inestables.
El caso es que logramos llegar, bastante agotados, eso si. Las motos comenzaron a hacerse oir conforme nos acercabamos al pueblo, divisé las casitas y fui aminorando la velocidad. El hecho de que hubiese nieve....en estas fechas del año. Me hizo acordarme de Erika, y de Jane, que hacía que nevase siempre por el cumpleaños de la pelirroja. Pero Jane estaba muerta y hacia tiempo que no nevaba en el cumpleaños de Erika. Aquellos recuerdos solo me crearon un poco de nostalgia, no los dejé ir mas lejos. Paré la moto frente a la taberna pertinente, y me bajé tras apagar el motor, poniendole la pata de cabra al vehiculo. Estiré todo mi cuerpo y volví la vista atrás para buscar a Thranduil.
-No te vayas a caer ahora, elfo. - seguro que no lo hacia. Los puñeteros tenian como un supositorio de agilidad y elegancia metido en el culo.
Lo facil fue robar las motos del taller clandestino. Unas buenas x-trail, mas todoterreno que otra cosa...porque no siempre pudimos ir por asfalto. Otra cosa fue que no consigueramos robar cascos, lamentablemente, no nos dio para tanto. Pero chicos y chicas, siempre que monteis en moto, usad casco. El caso es que abrí la marcha, esperando en todo momento que el elfo aprendiz de artificiero fuera tan bueno con las marchas de la moto como habia demostrado serlo tomando medidas a sustancias inestables.
El caso es que logramos llegar, bastante agotados, eso si. Las motos comenzaron a hacerse oir conforme nos acercabamos al pueblo, divisé las casitas y fui aminorando la velocidad. El hecho de que hubiese nieve....en estas fechas del año. Me hizo acordarme de Erika, y de Jane, que hacía que nevase siempre por el cumpleaños de la pelirroja. Pero Jane estaba muerta y hacia tiempo que no nevaba en el cumpleaños de Erika. Aquellos recuerdos solo me crearon un poco de nostalgia, no los dejé ir mas lejos. Paré la moto frente a la taberna pertinente, y me bajé tras apagar el motor, poniendole la pata de cabra al vehiculo. Estiré todo mi cuerpo y volví la vista atrás para buscar a Thranduil.
-No te vayas a caer ahora, elfo. - seguro que no lo hacia. Los puñeteros tenian como un supositorio de agilidad y elegancia metido en el culo.
Fue una experiencia bastante salvaje eso de andar en moto. Tras una clasesilla rápida y un hurto aún más rápido, me subí a ella y partimos. Por supuesto, no le agarré pies ni cabeza ni sabor a aquello hasta que salimos de la ciudad. Ya en la calle, sin tantas vueltas y con más aceleración, logré estabilizarla y afianzar mis conocimientos en motocicletas.
Aunque a pedazos nos tocaban calles bien hechas, también hubo que andar por lugares que no eran de mi total agrado, como caminos empedrados, terraceria, lugares horribles e incluso nieve. Después de tanto andar, la madre naturaleza nos obsequiaba con nieve fresca y deliciosa para amortiguar el calor y las incomodidades de aquellas motocicletas infernales.
Una vez en aquel pueblecillo, bajé de la motocicleta, apagándola y dejándola junto a Thalos.- No puedo prometerte nada, mi humano amigo, y es que después de tanto tiempo montado a esta cosa, siento que he olvidado como caminar y como follar.- La espalda me mataba, pero ir de viejo achacoso no me iba, así que comencé a caminar, claro que con la gracia de siempre, buscando la taberna de la que había hablado la moneda.- Te ves un tanto conmovido, pero ahora no es momento de preguntarte por eso. Creo que vamos tarde y tengo ganas de escuchar lo que han encontrado para matar a esos centinelas. Lo bueno de llegar tarde es que todas las chicas me verán hacer una entrada triunfal.
Dicho y hecho, mis pasos se dirigieron a la taberna donde caminé hasta la puerta y la abrí con fuerza, pero sin llegar a azotarla. Mi decepción fue grande cuando miré alrededor y solo vi a una chica guapa y un peliblanco por ahí al que le asentí con la cabeza por galán antes de volverme de espaldas y llamar a Thalos.- Llegamos pronto o muy tarde.- Sin embargo, mi cabeza parecía aún aireada por el camino, pues me di cuenta tarde de que había alguien más ahí. Un par al fondo a los que conocía. Y a los que tenía que saludar.
Caminé dentro, dirigiéndome a la chica pelirroja. Aún con la pobre luz, era difícil ocultar ese tono de cabello.- Dos cerveza para mi y mi amigo.- Pedí a la camarera cuando pasé junto a ella y llegué hasta Juliet en cuestión de un par de largos pasos.- Hola, princesa.- Murmuré. Parecían estar disfrutando de su comida, así que no les quitaría mucho tiempo. Tomé el rostro de Juliet por la barbilla y me incliné para besarla, acariciando después su mejilla. Era siempre un gusto verla, en muchos sentidos. Me erguí y noté un ligero sabor a carne de dudosa procedencia. Giré de vuelta con la camarera y pedí dos de eso. Uno, de nuevo, para el amigo humano.
Aunque a pedazos nos tocaban calles bien hechas, también hubo que andar por lugares que no eran de mi total agrado, como caminos empedrados, terraceria, lugares horribles e incluso nieve. Después de tanto andar, la madre naturaleza nos obsequiaba con nieve fresca y deliciosa para amortiguar el calor y las incomodidades de aquellas motocicletas infernales.
Una vez en aquel pueblecillo, bajé de la motocicleta, apagándola y dejándola junto a Thalos.- No puedo prometerte nada, mi humano amigo, y es que después de tanto tiempo montado a esta cosa, siento que he olvidado como caminar y como follar.- La espalda me mataba, pero ir de viejo achacoso no me iba, así que comencé a caminar, claro que con la gracia de siempre, buscando la taberna de la que había hablado la moneda.- Te ves un tanto conmovido, pero ahora no es momento de preguntarte por eso. Creo que vamos tarde y tengo ganas de escuchar lo que han encontrado para matar a esos centinelas. Lo bueno de llegar tarde es que todas las chicas me verán hacer una entrada triunfal.
Dicho y hecho, mis pasos se dirigieron a la taberna donde caminé hasta la puerta y la abrí con fuerza, pero sin llegar a azotarla. Mi decepción fue grande cuando miré alrededor y solo vi a una chica guapa y un peliblanco por ahí al que le asentí con la cabeza por galán antes de volverme de espaldas y llamar a Thalos.- Llegamos pronto o muy tarde.- Sin embargo, mi cabeza parecía aún aireada por el camino, pues me di cuenta tarde de que había alguien más ahí. Un par al fondo a los que conocía. Y a los que tenía que saludar.
Caminé dentro, dirigiéndome a la chica pelirroja. Aún con la pobre luz, era difícil ocultar ese tono de cabello.- Dos cerveza para mi y mi amigo.- Pedí a la camarera cuando pasé junto a ella y llegué hasta Juliet en cuestión de un par de largos pasos.- Hola, princesa.- Murmuré. Parecían estar disfrutando de su comida, así que no les quitaría mucho tiempo. Tomé el rostro de Juliet por la barbilla y me incliné para besarla, acariciando después su mejilla. Era siempre un gusto verla, en muchos sentidos. Me erguí y noté un ligero sabor a carne de dudosa procedencia. Giré de vuelta con la camarera y pedí dos de eso. Uno, de nuevo, para el amigo humano.
- Anda, no sabía que os conocíais. O al menos no recuerdo que hayamos coincidido los tres. Yo me enteré de eso de los tornados y los poderes de Ellyos en una pelea que hubo en el burdel. - seguro que ella se acuerda del mensaje de la moneda que le envié, cuando iba todo borracho. - Ya sabes...fue el día que te envié aquel mensaje a las tantas de la mañana... - le recuerdo algo cortado, pues no estoy muy orgullo de mi reacción un tanto inmadura cuando la vi con Johan. El caso es que en ese momento estaba fastidiado y no se me ocurrió otra cosa que ir a emborracharme.
Ya acomodados bromeamos sobre a qué casa me iría en caso de una supuesta discusión, como las típicas de los casados y esas cosas. No tarda en lanzarme una segunda pulla, declarando que no quería que se cayese nadie excepto yo. Me llevo una mano a las costillas cuando me da ese pequeño codazo, fingiendo estar muy ofendido. - Oye! deja el modo Juliet maligna, que ahora somos aliados, ¿recuerdas? además, si de verdad formamos la banda de mercenarios yo sería el líder, no podrías expulsarme de una casa...- me pongo divagar sobre posibles nombres de bandas, emulando a algunas de las que son bastante temidas por todo el continente. No creo que consigamos muchos aliados, pero soñar con aventuras y tesoros es gratis. Enseguida nos traen la comida y una buena jarra de cerveza, de la cual empiezo a dar cuenta rápidamente. Bebo más de la mitad de la jarra de un sólo trago, es la mejor que he probado en mucho tiempo.
- Ni idea, pero si convocan reunión será por algo importante. O bien traman un nuevo plan de ataque o...se disuelven, a saber. Sea lo que sea, una batalla por sí sola no servirá. Si no recuerda la batalla de hace unos meses. Ganaron el sitio de Bastion Hollow, pero eso no ha hecho desaparecer a la Alianza. Puede que fuese un duro golpe para ellos, pero se recuperan. El golpe definitivo se dará cuando ya no sea necesaria la Alianza...cuando ni ellos mismos le encuentren utilidad. Es muy complicado...- en ese momento entran a la taberna Thalos y un tipo de pelo largo y rubio con todas las pintas de ser un elfo. Lo que me sorprende es que se acerque a Juliet con tantas confianzas, llamándola princesa y...¿besándola?. Tardo unos segundos en reaccionar por lo mucho que estoy alucinando, un tipo que no conozco de nada que va y la saluda dándole un beso sin apenas mediar palabra.
- ¡Eh! ¿quién cojones eres tú? No la molestes - me levanto de la banqueta, pegándole un empujón al elfo en el pecho en cuanto éste vuelve a erguirse. - ¿A qué ha venido eso? ¿vas besando sin más a cualquier mujer que ves en un bar o es que la conoces?
Ya acomodados bromeamos sobre a qué casa me iría en caso de una supuesta discusión, como las típicas de los casados y esas cosas. No tarda en lanzarme una segunda pulla, declarando que no quería que se cayese nadie excepto yo. Me llevo una mano a las costillas cuando me da ese pequeño codazo, fingiendo estar muy ofendido. - Oye! deja el modo Juliet maligna, que ahora somos aliados, ¿recuerdas? además, si de verdad formamos la banda de mercenarios yo sería el líder, no podrías expulsarme de una casa...- me pongo divagar sobre posibles nombres de bandas, emulando a algunas de las que son bastante temidas por todo el continente. No creo que consigamos muchos aliados, pero soñar con aventuras y tesoros es gratis. Enseguida nos traen la comida y una buena jarra de cerveza, de la cual empiezo a dar cuenta rápidamente. Bebo más de la mitad de la jarra de un sólo trago, es la mejor que he probado en mucho tiempo.
- Ni idea, pero si convocan reunión será por algo importante. O bien traman un nuevo plan de ataque o...se disuelven, a saber. Sea lo que sea, una batalla por sí sola no servirá. Si no recuerda la batalla de hace unos meses. Ganaron el sitio de Bastion Hollow, pero eso no ha hecho desaparecer a la Alianza. Puede que fuese un duro golpe para ellos, pero se recuperan. El golpe definitivo se dará cuando ya no sea necesaria la Alianza...cuando ni ellos mismos le encuentren utilidad. Es muy complicado...- en ese momento entran a la taberna Thalos y un tipo de pelo largo y rubio con todas las pintas de ser un elfo. Lo que me sorprende es que se acerque a Juliet con tantas confianzas, llamándola princesa y...¿besándola?. Tardo unos segundos en reaccionar por lo mucho que estoy alucinando, un tipo que no conozco de nada que va y la saluda dándole un beso sin apenas mediar palabra.
- ¡Eh! ¿quién cojones eres tú? No la molestes - me levanto de la banqueta, pegándole un empujón al elfo en el pecho en cuanto éste vuelve a erguirse. - ¿A qué ha venido eso? ¿vas besando sin más a cualquier mujer que ves en un bar o es que la conoces?
Negó rápidamente con una sonrisa. Al menos aún había cosas que él no sabía de ella y eso le agradaba, pues daba para más misterio.- Lo conocí en el castillo. Es un chico dulce, pero...- Negó suavemente, pues no sabía bien expresar la frustración que sentía con él.- Oh, ese mensaje...- Añadió en tono un poco más picante, paseándose mentalmente en lugares que le agradaban mucho más.- Sí, ese mensaje...- Susurró, dejando de nuevo la sonrisa disponible en su rostro mientras recordaba los sucesos de esa noche. Por más que a Reiv le pudiera molestar recordarlo, a ella le parecía romántico, y un poco bobo.
Por más que le gustaba bromear con él, ya sentados a la mesa en el fondo del bar, hubo algo en su visión del futuro que no le agradó.- ¿Y por qué tendrías que ser tú el líder? ¿No puedo ser yo? Me agrada más ser yo... Probablemente así no acabaremos muertos...- Tras reir por todos y cada uno de los probables nombres para la banda, bebió un sorbo de la cerveza que habían puesto a la mesa. No era que no agradeciera tener algo frío que beber, pero la cerveza no, no era de su total agrado.
¿Se disuelven? - Preguntó con el rostro consternado. Nunca había pensado en que aquello realmente era una posibilidad, y en su estómago se hizo un nudo que no podía deshacer. Aún así, siguió comiendo por el simple hecho de que no había comido bien en algún tiempo.- Pero... no se pueden disolver...- Murmuró con una voz pequeña e intranquila.- ¿Qué va a pasar entonces si nadie va contra la Alianza? No hay lugar seguro para...- La sola posibilidad de perder una guerra contra gente tan despiadada le sentó mal.
Mientras los malos pensamientos se acumulaban, alguien conocido entró. Por la iluminación del lugar, tardó un poco en ver quien era, pero cuando lo supo, su sonrisa se hizo amplia, aunque no era del todo de completa felicidad. Esperó a que se acercara para saludarle, pero él se adelantó.- Hola.- Alcanzó a murmurar después del beso. No había pensado en que aquello podría incomodar a Reiv hasta que la confrontación se dio. No era el momento para eso, pero comprendió de inmediato la intención. Se levantó para estar a la altura de ambos, poniendo la mano en el pecho de Reiv para tranquilizarle.- No, tranquilo, no pasa nada. Está bien...- Murmuró, aunque no pareció tener mucho efecto, pues las reprimendas contra el elfo seguían.- No, Reiv, él es...- No pudo terminar la oración cuando el ágil pulgar de Thranduil pasó de su mejilla a sus labios, apretando suave y firmemente para silenciarla. No dolía, era como si ese dedo hubiera estado siempre en su cara, con la simple diferencia de la incapacidad de hablar. Un movimiento fuerte y grácil, como solo un elfo logra.
Por más que le gustaba bromear con él, ya sentados a la mesa en el fondo del bar, hubo algo en su visión del futuro que no le agradó.- ¿Y por qué tendrías que ser tú el líder? ¿No puedo ser yo? Me agrada más ser yo... Probablemente así no acabaremos muertos...- Tras reir por todos y cada uno de los probables nombres para la banda, bebió un sorbo de la cerveza que habían puesto a la mesa. No era que no agradeciera tener algo frío que beber, pero la cerveza no, no era de su total agrado.
¿Se disuelven? - Preguntó con el rostro consternado. Nunca había pensado en que aquello realmente era una posibilidad, y en su estómago se hizo un nudo que no podía deshacer. Aún así, siguió comiendo por el simple hecho de que no había comido bien en algún tiempo.- Pero... no se pueden disolver...- Murmuró con una voz pequeña e intranquila.- ¿Qué va a pasar entonces si nadie va contra la Alianza? No hay lugar seguro para...- La sola posibilidad de perder una guerra contra gente tan despiadada le sentó mal.
Mientras los malos pensamientos se acumulaban, alguien conocido entró. Por la iluminación del lugar, tardó un poco en ver quien era, pero cuando lo supo, su sonrisa se hizo amplia, aunque no era del todo de completa felicidad. Esperó a que se acercara para saludarle, pero él se adelantó.- Hola.- Alcanzó a murmurar después del beso. No había pensado en que aquello podría incomodar a Reiv hasta que la confrontación se dio. No era el momento para eso, pero comprendió de inmediato la intención. Se levantó para estar a la altura de ambos, poniendo la mano en el pecho de Reiv para tranquilizarle.- No, tranquilo, no pasa nada. Está bien...- Murmuró, aunque no pareció tener mucho efecto, pues las reprimendas contra el elfo seguían.- No, Reiv, él es...- No pudo terminar la oración cuando el ágil pulgar de Thranduil pasó de su mejilla a sus labios, apretando suave y firmemente para silenciarla. No dolía, era como si ese dedo hubiera estado siempre en su cara, con la simple diferencia de la incapacidad de hablar. Un movimiento fuerte y grácil, como solo un elfo logra.
Me habia reido por lo que habia soltado el elfo de que despues de tanto tiempo en moto, se le habia olvidado como andar y como follar. El caso es que entramos, dejando atrás la puñetera nieve, y vimos que ya habian alli algunas personas reunidas y esperando, entre ellas el ruso, Chloe, y Juliet mas el hermano del black.
"vaya hombre"
Pensé con cierta resignacion, metiendo las manos en los bolsillos tras saludar con un gesto de mi cabeza a Yaros y a Chloe. Iba a acercarme a ellos cuando oi a Thran pedir dos cervezas,asi que me encogí de hombros y me quedé cerca de él en la barra, una invitacion asi era de mala educacion rechazarla.
Me hizo mucha gracia el puñetero saludo del elfo a la dragona, que por mas raro que yo tambien lo encontrase (por eso de que teoricamente son "familia") la reaccion que produjo en Reiv hizo que todo lo demas me diese igual y que sonriera de lado. La camarera en ese momento puso nuestras cervezas sobre la mesa y yo tomé asiento, viendo al trio, Juliet en medio, evitando que pudieran llegar a pelearse. ¡
-Es su tío. - terminé la frase que Jul comenzó pero que Thranduil bloqueó con su pulgar, señalando al rubio con mi botellín. - ¿Qué? No es buena idea poner de mal humor a un Black, por mas que me guste verlos enfadados. Y menos a uno bajito como este.
Pegué un trago y miré a la barra con mi unico ojo disponible más que cansado. Desde la huida del burdel, los trapicheos en china town y lo de hacer las bombas mas el robo y el posterior viaje en moto, no habia descansado decentemente. Igual los elfos o los dragones no acusaban tanto el cansancio, pero yo amenazaba a quedarme dormido en la barra como no pasase algo que lo impidiese.
"vaya hombre"
Pensé con cierta resignacion, metiendo las manos en los bolsillos tras saludar con un gesto de mi cabeza a Yaros y a Chloe. Iba a acercarme a ellos cuando oi a Thran pedir dos cervezas,asi que me encogí de hombros y me quedé cerca de él en la barra, una invitacion asi era de mala educacion rechazarla.
Me hizo mucha gracia el puñetero saludo del elfo a la dragona, que por mas raro que yo tambien lo encontrase (por eso de que teoricamente son "familia") la reaccion que produjo en Reiv hizo que todo lo demas me diese igual y que sonriera de lado. La camarera en ese momento puso nuestras cervezas sobre la mesa y yo tomé asiento, viendo al trio, Juliet en medio, evitando que pudieran llegar a pelearse. ¡
-Es su tío. - terminé la frase que Jul comenzó pero que Thranduil bloqueó con su pulgar, señalando al rubio con mi botellín. - ¿Qué? No es buena idea poner de mal humor a un Black, por mas que me guste verlos enfadados. Y menos a uno bajito como este.
Pegué un trago y miré a la barra con mi unico ojo disponible más que cansado. Desde la huida del burdel, los trapicheos en china town y lo de hacer las bombas mas el robo y el posterior viaje en moto, no habia descansado decentemente. Igual los elfos o los dragones no acusaban tanto el cansancio, pero yo amenazaba a quedarme dormido en la barra como no pasase algo que lo impidiese.
- Aunque con miel atrapes más moscas, se sabe más de ellas si les das a beber vinagre.- Murmuré, tras echarle una sonrisilla a Thalos por la aclaración de la relación entre Juliet y yo. Jodido entrometido, de no haber tomado ya la cerveza, se la habría cancelado. Que me quitaba mi momento, joe. Quité el pulgar de los labios de Juliet y le dejé una caricia con el dorso de la mano.
El empujón que Reiv me había dado me había hecho retroceder un poco y me había dado comezón en el pecho, por alguna razón extraña. Tras regresar un par de pasos hacia ellos, coloqué las manos en el bolsillo de mi pantalón.- No sé si alegrarme de que la protejas o molestarme.- Dije a Reiv mientras sacaba un cigarrillo de los bolsillos y lo colocaba en mis labios para encenderlo. Ahora que ya sabía que era tío de la chica, la gente no se mostraba tal como era. Tras una calada, dejé el cigarrillo entre los dedos y continué.- Ante los imprevistos es cuando la gente muestra su verdad interior, y aunque reconozco que tienes pasión, eres proactivo, llevas la violencia dentro. Te vi en la fábrica, y ahora aquí. No me agrada eso para ella.- Susurré calando de nuevo el cigarrillo y soltando el humo hacia arriba. Si su padre no estaba por ahí para meter en cintura a los amiguillos de la chica, al menos lo estaba yo, y con eso me bastaba de autorización para hacer lo que me diera la gana.- Y puedo regresarte la pregunta. ¿A qué ha venido eso? ¿Vas defendidendo sin más a cualquier mujer que ver en un bar y que no pide ayuda o es que... te crees con el derecho de interceder por ella? - Tras una última calada, solté el humo y usé la voz ronca para preguntar.- ¿Quién cojones eres tú?
El empujón que Reiv me había dado me había hecho retroceder un poco y me había dado comezón en el pecho, por alguna razón extraña. Tras regresar un par de pasos hacia ellos, coloqué las manos en el bolsillo de mi pantalón.- No sé si alegrarme de que la protejas o molestarme.- Dije a Reiv mientras sacaba un cigarrillo de los bolsillos y lo colocaba en mis labios para encenderlo. Ahora que ya sabía que era tío de la chica, la gente no se mostraba tal como era. Tras una calada, dejé el cigarrillo entre los dedos y continué.- Ante los imprevistos es cuando la gente muestra su verdad interior, y aunque reconozco que tienes pasión, eres proactivo, llevas la violencia dentro. Te vi en la fábrica, y ahora aquí. No me agrada eso para ella.- Susurré calando de nuevo el cigarrillo y soltando el humo hacia arriba. Si su padre no estaba por ahí para meter en cintura a los amiguillos de la chica, al menos lo estaba yo, y con eso me bastaba de autorización para hacer lo que me diera la gana.- Y puedo regresarte la pregunta. ¿A qué ha venido eso? ¿Vas defendidendo sin más a cualquier mujer que ver en un bar y que no pide ayuda o es que... te crees con el derecho de interceder por ella? - Tras una última calada, solté el humo y usé la voz ronca para preguntar.- ¿Quién cojones eres tú?
No menciono nada más acerca del tema del mensaje, me sigue dando algo de corte y creo que ya está todo dicho. Tampoco menciono nada más del dragón que ambos conocemos, cada uno tendrá su opinión. Luego busco argumentos por los que justificar el que yo deba ser el líder, sin encontrar demasiados que tengan peso suficiente. - Puees...porque tengo más experiencia en el negocio. Y porque lo pedí primero. - termino de manera algo infantil, sobre todo al ver que sus razones son que con ella como líder no acabaríamos muertos, como si yo fuese un peligro. Niego con la cabeza a eso de la disolución de los renegados, si algo tienen es precisamente testarudez, constancia y resistencia.
- Nah, lo pensé, pero no creo. Me intriga lo que querrán...espero que lo que salga de aquí tenga la fuerza suficiente para provocar un cambio importante en la situación. - nuestra pequeña charla llega a su fin en el momento en que el elfo decide besar a Juliet así de repente, provocando que salte y lo enfrente de una manera muy poco educada. No me ha gustado un pelo que se atreva a entrar de esa manera, y menos el gesto de condescendencia que hace al ponerle a Juliet el dedo en los labios como para que no diga nada. Miro a la pelirroja con gesto de confusión, pues al parecer le conoce y le quita importancia al asunto. - Pero si te ha saludado con unas confianzas que nadie le ha pedido, es una falta de respeto hacia tu persona...- entonces Thalos suelta lo de que es su tío, haciendo que mi confusión sea todavía mayor. ¿Será verdad o será una trolada de Thalos? encima va y me llama bajito, cosa que no creo que sea. Será que tiene la visión de profundidad distorsionada al ser tuerto. Podría habérselo dicho, pero ahora tengo más interés en responder al puñetero elfo.
"Que no sabe si alegrarse o molestarse porque la defienda."
Sonrío de manera irónica por ese comentario, pues la respuesta para mí es obvia. - ¿ Y qué haces besándola si eres su tío? Es jodidamente raro.- claro que...no soy el más adecuado para hablar de eso. El tema de mi medio hermana me lo recuerda, pero eso es diferente porque ninguno de los dos lo sabíamos en aquel momento. - No soy violento, si fuese violento te habría pegado sólo por verte entrar al bar, así que date por satisfecho. - no se me habría ocurrido jamás conocer al tío de Juliet de este modo, pero ya es un poco tarde para primeras impresiones. Además, ya me vio en la fábrica, va con ventaja porque me conoce de antes. Me echo un poco hacia atrás porque me irrita eso de que los fumadores echen el humo cerca de las personas con las que están hablando, así que otra cosa más en la que creo que vamos a chocar. El elfo es hábil devolviendo la pregunta, usando la misma fórmula que yo usé antes. Guardo silencio durante unos segundos, sosteniéndole la mirada de manera tensa y poco amistosa. Si me está retando no voy a echarme atrás sólo porque sea su tío.
- Reiv Black. - diría lo de encantado, pero como no es verdad me lo ahorro. - La defiendo porque ella me importa, y porque para hacer eso que has hecho te tiene que dar su consentimiento. Y tú no lo has pedido, que yo recuerde, aunque ella te lo haya aceptado. Si a ella le da igual que lo diga, y me callaré aunque no me guste.
- Nah, lo pensé, pero no creo. Me intriga lo que querrán...espero que lo que salga de aquí tenga la fuerza suficiente para provocar un cambio importante en la situación. - nuestra pequeña charla llega a su fin en el momento en que el elfo decide besar a Juliet así de repente, provocando que salte y lo enfrente de una manera muy poco educada. No me ha gustado un pelo que se atreva a entrar de esa manera, y menos el gesto de condescendencia que hace al ponerle a Juliet el dedo en los labios como para que no diga nada. Miro a la pelirroja con gesto de confusión, pues al parecer le conoce y le quita importancia al asunto. - Pero si te ha saludado con unas confianzas que nadie le ha pedido, es una falta de respeto hacia tu persona...- entonces Thalos suelta lo de que es su tío, haciendo que mi confusión sea todavía mayor. ¿Será verdad o será una trolada de Thalos? encima va y me llama bajito, cosa que no creo que sea. Será que tiene la visión de profundidad distorsionada al ser tuerto. Podría habérselo dicho, pero ahora tengo más interés en responder al puñetero elfo.
"Que no sabe si alegrarse o molestarse porque la defienda."
Sonrío de manera irónica por ese comentario, pues la respuesta para mí es obvia. - ¿ Y qué haces besándola si eres su tío? Es jodidamente raro.- claro que...no soy el más adecuado para hablar de eso. El tema de mi medio hermana me lo recuerda, pero eso es diferente porque ninguno de los dos lo sabíamos en aquel momento. - No soy violento, si fuese violento te habría pegado sólo por verte entrar al bar, así que date por satisfecho. - no se me habría ocurrido jamás conocer al tío de Juliet de este modo, pero ya es un poco tarde para primeras impresiones. Además, ya me vio en la fábrica, va con ventaja porque me conoce de antes. Me echo un poco hacia atrás porque me irrita eso de que los fumadores echen el humo cerca de las personas con las que están hablando, así que otra cosa más en la que creo que vamos a chocar. El elfo es hábil devolviendo la pregunta, usando la misma fórmula que yo usé antes. Guardo silencio durante unos segundos, sosteniéndole la mirada de manera tensa y poco amistosa. Si me está retando no voy a echarme atrás sólo porque sea su tío.
- Reiv Black. - diría lo de encantado, pero como no es verdad me lo ahorro. - La defiendo porque ella me importa, y porque para hacer eso que has hecho te tiene que dar su consentimiento. Y tú no lo has pedido, que yo recuerde, aunque ella te lo haya aceptado. Si a ella le da igual que lo diga, y me callaré aunque no me guste.
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