Recuerdo del primer mensaje :
El pueblo de Hogsmeade se encuentra muy próximo al colegio Hogwarts. Era uno de los pocos pueblos habitado en su totalidad por población mágica, aunque tras la guerra se descubrió el lugar. Ha estado habitado por miembros de La Resistencia, aunque actualmente casi nadie vive aquí. En el pueblo puede encontrarse una taberna, una herrería y unas caballerizas, además de algunas casas abandonadas.
Asentí cuando Khan respondía a lo que yo ya le había dicho que sabían y que habían hecho. -¿Y por qué no hacéis una prueba con la antimagia? Pues si no lo sabéis, quizás habría que preguntárselo- Es decir, me pareció la cosa más evidente que se tendría que haber hecho y que parece ser que a nadie se le había ocurrido. Tensé la mandíbula, ladeando los labios con la sensación de ofuscación, respirando de una forma pesada, mucho más tranquilo que lo que mostraba mi interlocutor. -SI se alimenta de sangre, en lugar de dársela, yo probaría a drenársela. Y hacerlo a la vez que la antimagia, para que no se pueda defender de ninguna forma. Un árbol mágico sin magia es un triste tocón- Resumí mientras seguía con la mirada la segunda cerveza, ahora en jarra. ¿Y si Khan se emborrachaba? ¿Podrían hablar de otras cosas más… personales? Yo no sacaría el tema, en ese sentido lo tenía bastante claro antes de poner mis pensamientos en orden. Tenía que hablar con tía Jo.
Me sentí fatal por la respuesta de Khan porque no la esperaba para nada. Tuve que bajar la mirada para que no notara por ninguna parte el bochorno. Estaba claro que no había entendido a qué me estaba refiriendo, me mordí el labio con culpabilidad, a pesar de que sabía que no era eso a lo que me refería no podía más que sentirme peor por hacerle recordar precisamente que su padre estaba muerto -Me refería a si habías contactado con él de una manera espiritual. Si le habías convocado, con ayuda de Matvey- Repliqué bajando la mirada. La frase de Khan creó un momento muy incómodo, al menos así l o estaba sintiendo yo. ¿Qué es lo que estaba pasando últimamente con todo el mundo? A esto le siguió el desafortunado comentario del dragón. Suspiré sintiendo una presión en el estómago que hizo que no tuviera ganas de comer o beber nada de lo que estaba sobre la mesa. Una pena, porque la empanada de calabaza estaba buena y los fritos se estaban pasando y poniéndose blandos. La percepción de Khan no resolvió, o no para mí. No me sentía una buena persona en ese momento, me sentía como el ser más ruin y despreciable de la tierra.
Alcé la mirada cuando capté que me miraba, sin saber qué significaba aquello. ¿Volvería a reprenderme de nuevo? Tragué saliva cuando percibí el movimiento de los labios antes de empezar a hablar. Pero me saltó con lo del secreto. Pestañeé varias veces sin saber qué contestar, porque el comentario me pilló totalmente fuera de lugar -¿A qué te refieres? Sabes que puedes contar conmigo- Le dije en un tono que denotaba que, dentro de la afirmación, había una pregunta subtextual que deseaba que aquel misterio fuera revelado. ¿Secreto? A qué venía eso ahora?
Al final de la taberna doce tonos con sonido de gong y con ello el fin del día.
Me sentí fatal por la respuesta de Khan porque no la esperaba para nada. Tuve que bajar la mirada para que no notara por ninguna parte el bochorno. Estaba claro que no había entendido a qué me estaba refiriendo, me mordí el labio con culpabilidad, a pesar de que sabía que no era eso a lo que me refería no podía más que sentirme peor por hacerle recordar precisamente que su padre estaba muerto -Me refería a si habías contactado con él de una manera espiritual. Si le habías convocado, con ayuda de Matvey- Repliqué bajando la mirada. La frase de Khan creó un momento muy incómodo, al menos así l o estaba sintiendo yo. ¿Qué es lo que estaba pasando últimamente con todo el mundo? A esto le siguió el desafortunado comentario del dragón. Suspiré sintiendo una presión en el estómago que hizo que no tuviera ganas de comer o beber nada de lo que estaba sobre la mesa. Una pena, porque la empanada de calabaza estaba buena y los fritos se estaban pasando y poniéndose blandos. La percepción de Khan no resolvió, o no para mí. No me sentía una buena persona en ese momento, me sentía como el ser más ruin y despreciable de la tierra.
Alcé la mirada cuando capté que me miraba, sin saber qué significaba aquello. ¿Volvería a reprenderme de nuevo? Tragué saliva cuando percibí el movimiento de los labios antes de empezar a hablar. Pero me saltó con lo del secreto. Pestañeé varias veces sin saber qué contestar, porque el comentario me pilló totalmente fuera de lugar -¿A qué te refieres? Sabes que puedes contar conmigo- Le dije en un tono que denotaba que, dentro de la afirmación, había una pregunta subtextual que deseaba que aquel misterio fuera revelado. ¿Secreto? A qué venía eso ahora?
Al final de la taberna doce tonos con sonido de gong y con ello el fin del día.
Khan Tepes
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- Suena como algo que ya habrían probado Gio o Markus. Parece demasiado obvio. En cuanto a drenar...tampoco parece que sirva. - resopló con evidente hartazgo porque todo eran trabas, llegando luego al tenso silencio que se hizo con la mención del padre. Volvió a beber un poco más para no tener que decir nada, asintiendo después como queriendo decir que ya comprendía lo que quería decir. Sabía que no lo había hecho con mala intención, pero le había hecho entrar un poco en modo ebriedad triste. - No...no sé si me atrevo. Aunque reconozco que lo he pensado. A veces creo que prefiero quedarme con el recuerdo que tenía de mi padre, y otras que quisiera volver a hablar con él aunque sólo fuese una vez más. - suspiró mirando al fondo de la jarra que acababa de vaciar, guardando silencio durante más segundos de los necesarios. Hubiese preguntado a Justin por su padre, pero era un tema un tanto extraño, un tema tabú del que parecía que no podían hablar. Por eso prefirió pasar a otra cosa, soltando aquella enigmática pregunta sobre los secretos. Justin parecía dispuesto, así que decidió soltar la lengua, un poco animado por el alcohol.
- Pues...es que en realidad sí recuerdo algunas cosas de la fiesta. De ti. - lo miró directamente a los ojos, esperando algún tipo de reacción por su parte. - Pero estoy como confuso por muchas cosas, y después...- De repente una extraña sensación de frío y vacío comenzó a apoderarse de su pecho, convirtiéndose en tal desasosiego que pronto comenzó a respirar de manera pesada y acelerada de más. Se puso en pie apoyando una mano en la mesa, llevando la otra al pecho ante la creciente sensación de ahogo. - Necesito...salir de aquí...aire...- logró decir a duras penas antes de sentir como si una lanza le atravesase el pecho a la altura del corazón, haciéndole ahogar un grito de dolor mientras caía al suelo de rodillas con los ojos cerrados y la mano estrujando la ropa en el lado izquierdo del torso. Empezó a temblar levemente cuando las punzadas de dolor se intensificaron hasta ramificarse, haciéndolo lacerante e insoportable hasta el punto de empañarle los ojos.
De repente notó que algo en la mano le quemaba, algo que emitía una fuerte luz dorada. El sello de Ouroboros comenzó a chisporrotear como si fuese a estallar de un momento a otro, pero no le dio oportunidad de quitarlo. La luz se intensificó al desvanecerse en el aire como si nunca hubiese existido, cortando por completo el vínculo que había adquirido con Ouroboros, el vínculo de todas las generaciones Tepes anteriores...
- Ouroboros...ya no existe...
-Pues quizás es tan obvio que parece que a nadie se le ha pasado por la cabeza preguntarles a los Pendragon sobre el tema- Ironicé refunfuñando con tono claramente de molestia, alzando la ceja y cruzándome de brazos sobre el pecho. ¿Cómo era posible? Yo pensaba que los Descendientes estaban más unidos en sus decisiones conjuntas. Pero mucho más lejos de la realidad. Debía reconocer que ese detalle hacía que los bajara del posible pedestal en el que los tenía. Vaya desunión, vaya jaula de grillos, ese era el problema. Así entendía algunas cosas, como que Lucio saliera corriendo de la isla, la desaparición de Sean… De hecho, ni la mitad de ellos contestaban al comunicador, por lo que me había parecido ver en la conversación que me había dejado ver Khan.
Pero, al final, todo daba igual. Porque por mi parte, era un simple mindundi y, o bien molestaba el tema o eran cosas que ya “habrían probado” otros por obviedad. Me frustraba mucho tener la sensación de hablar con una pared donde todo eran quejas y problemas, pero ninguna solución. Ser parte activa y no un poto. Un poto, maldita fuese. ¿Sofía tampoco había hecho nada? ¿Sarah? ¿ALGUIEN? La idea de contactar con el experto de magia de sangre, que se me hacía como la más lógica, llegó como un jarro de agua fría a la pareja y creó un clima que cada vez se hacía más pesado e incómodo. Tenía la sensación de que me costaba respirar. Alcé levemente la mirada para buscar la de Khan, pero andaba perdida en la jarra después del comentario de su padre. Extendí mi mano para cogerle la suya, como muestra de apoyo después de tanta conversación deprimente, con tanta gente muerta.
Cuando soltó aquello de la fiesta con la mirada clavada sentí encenderme como un hierro al rojo vivo. Solté la mano del Descendiente como si la que quemase fuese la suya. Esa pregunta me pilló tan fuera de juego que pegué un salto en la silla, chocando las rodillas con la parte de debajo de la mesa -¿De… de mí?- Titubeé sin estar seguro a qué se refería, se acordaba de mí. ¿Qué significaba aquello? -Cl… claro que te acuerdas de mi en la fiesta. Estuvimos allí- Traté de disimular, pero bastante mal la verdad. -Y… Y estuvimos hablando…- Ay por Merlín, iba a llegar ESA conversación. Esa para la que todavía no se había mentalizado. Me agarré el cuello de la camiseta para separarla de mi cuerpo, sintiendo muchísimo calor de repente. Entonces Khan empezó a respirar extraño que toda la sangre se me bajó a los pies. Apoyé las manos sobre la mesa y me incorporé hacia él.
-Khan… ¿estás…? ¿es por algo que…?- Con el grito me levanté de la silla de golpe, tirándola al suelo, junto con el quinceañero que no dejaba de agarrarse el pecho como si pareciera que le estuviera dando un infarto. ¿Podría seguir saliendo todo tan mal? Igual estaban malditos -Tenemos que irnos de aquí. Oscurus tiene que mirarte- Ya daba igual todo lo que habían hablado antes, iba a llevarlo al campamento. Llevaba en la mochila un montón de pociones, pero nada para lo que aquello estaba pareciendo. No, no se podía morir Khan allí después de lo mal que se lo estaba haciendo pasar por su culpa. Quizás le había roto el corazón con mis estúpidas divagaciones sin sentido de árboles, dragones y fiestas inconclusas. No. Negué mientras buscaba alguna cosa en la mochila, sacando el grifo finalmente tras unos segundos que me parecieron horas. Aquella sería la forma más rápida para trasladarse.
Mientras buscaba repasa a toda velocidad sobre lo que había leído en los manuales de primeros auxilios y aprendido en el hospital: un dolor pericárdico en un varón, población de riesgo, con sensación disneica, pero tenía 15 años, ¿cómo se puede tener un infarto con esa edad? ¿Sería magia de sangre? El dije. Traté de quitármelo a toda prisa. Sin embargo, cuando lo fui a colocar en la muñeca de Khan justo en el momento en el que el broche de Ouroboros empezaba a brillar de aquella forma. Algunos curiosos se arremolinaban a nuestro alrededor y murmuraban, tan confusos como me sentía en ese momento. Por un momento dejé de respirar ante aquella frase lapidaria. Tensé la mandíbula, desenado que aquello no fuera verdad -Tenemos que irnos- Sentencié al convocar al grifo en las calles, coger a Khan por el hombro y cargarlo para salir volando de allí al campamento. Olía a problemas desde aquí, en Hogsmeade.
Mientras, en el cielo, la lluvia de estrellas. Pedí a los meteoros que nos ayudaran. Deseé que todo saliera bien. Deseé poder volver a casa con … Khan, que, para aquel momento ya había perdido la consciencia.
Pero, al final, todo daba igual. Porque por mi parte, era un simple mindundi y, o bien molestaba el tema o eran cosas que ya “habrían probado” otros por obviedad. Me frustraba mucho tener la sensación de hablar con una pared donde todo eran quejas y problemas, pero ninguna solución. Ser parte activa y no un poto. Un poto, maldita fuese. ¿Sofía tampoco había hecho nada? ¿Sarah? ¿ALGUIEN? La idea de contactar con el experto de magia de sangre, que se me hacía como la más lógica, llegó como un jarro de agua fría a la pareja y creó un clima que cada vez se hacía más pesado e incómodo. Tenía la sensación de que me costaba respirar. Alcé levemente la mirada para buscar la de Khan, pero andaba perdida en la jarra después del comentario de su padre. Extendí mi mano para cogerle la suya, como muestra de apoyo después de tanta conversación deprimente, con tanta gente muerta.
Cuando soltó aquello de la fiesta con la mirada clavada sentí encenderme como un hierro al rojo vivo. Solté la mano del Descendiente como si la que quemase fuese la suya. Esa pregunta me pilló tan fuera de juego que pegué un salto en la silla, chocando las rodillas con la parte de debajo de la mesa -¿De… de mí?- Titubeé sin estar seguro a qué se refería, se acordaba de mí. ¿Qué significaba aquello? -Cl… claro que te acuerdas de mi en la fiesta. Estuvimos allí- Traté de disimular, pero bastante mal la verdad. -Y… Y estuvimos hablando…- Ay por Merlín, iba a llegar ESA conversación. Esa para la que todavía no se había mentalizado. Me agarré el cuello de la camiseta para separarla de mi cuerpo, sintiendo muchísimo calor de repente. Entonces Khan empezó a respirar extraño que toda la sangre se me bajó a los pies. Apoyé las manos sobre la mesa y me incorporé hacia él.
-Khan… ¿estás…? ¿es por algo que…?- Con el grito me levanté de la silla de golpe, tirándola al suelo, junto con el quinceañero que no dejaba de agarrarse el pecho como si pareciera que le estuviera dando un infarto. ¿Podría seguir saliendo todo tan mal? Igual estaban malditos -Tenemos que irnos de aquí. Oscurus tiene que mirarte- Ya daba igual todo lo que habían hablado antes, iba a llevarlo al campamento. Llevaba en la mochila un montón de pociones, pero nada para lo que aquello estaba pareciendo. No, no se podía morir Khan allí después de lo mal que se lo estaba haciendo pasar por su culpa. Quizás le había roto el corazón con mis estúpidas divagaciones sin sentido de árboles, dragones y fiestas inconclusas. No. Negué mientras buscaba alguna cosa en la mochila, sacando el grifo finalmente tras unos segundos que me parecieron horas. Aquella sería la forma más rápida para trasladarse.
Mientras buscaba repasa a toda velocidad sobre lo que había leído en los manuales de primeros auxilios y aprendido en el hospital: un dolor pericárdico en un varón, población de riesgo, con sensación disneica, pero tenía 15 años, ¿cómo se puede tener un infarto con esa edad? ¿Sería magia de sangre? El dije. Traté de quitármelo a toda prisa. Sin embargo, cuando lo fui a colocar en la muñeca de Khan justo en el momento en el que el broche de Ouroboros empezaba a brillar de aquella forma. Algunos curiosos se arremolinaban a nuestro alrededor y murmuraban, tan confusos como me sentía en ese momento. Por un momento dejé de respirar ante aquella frase lapidaria. Tensé la mandíbula, desenado que aquello no fuera verdad -Tenemos que irnos- Sentencié al convocar al grifo en las calles, coger a Khan por el hombro y cargarlo para salir volando de allí al campamento. Olía a problemas desde aquí, en Hogsmeade.
Mientras, en el cielo, la lluvia de estrellas. Pedí a los meteoros que nos ayudaran. Deseé que todo saliera bien. Deseé poder volver a casa con … Khan, que, para aquel momento ya había perdido la consciencia.
- +18:
- Entre las clases de zumba que les daba a las adultas mayores, le llegó el rumor de que las damas estaban organizando una reunión y estaban buscando algo para sorprender a una de ellas. Como quien no quiere la cosa comentó que conocía a un bailarín exótico. Si, un desnudista. Las caras de ellas fueron espectaculares, los ojos se les iluminaron y un instante después se vio rodeado, con pocas posibilidades de escapatoria. Nervioso e incómodo, les explicó que su contacto era un ermitaño que valoraba mucho el anonimato pero tal vez podría convencerlo para que hiciera una breve aparición en la reunión, solo así consiguió abrirse paso entre las mujeres hambrientas de chisme para huir por su vida.
En la seguridad de la soledad se quedó mirando la nada, pensando en el error monumental que había cometido. Era alguien conocido en su comunidad, si se sabía que él le movió las posaderas en la cara a una mujer, nadie lo volvería a mirar de la misma forma. Lo bueno era que creía haber dado a entender que sería otro el que bailaría, no estaba seguro, todo había pasado tan rápido que tenía los recuerdos borrosos. Pero tendría posibilidades de salirse con la suya si podía disfrazarse y hacerse pasar por otro. Eso fue lo que pensó durante neuróticos paseos, enfrascado en sus cavilaciones. Aún así el Brazalete Comunicador del Consejo lo delataría y sacárselo no era una opción… podría cubrirlo con vendas, como si su muñeca estuviera lesionada. Se detuvo bruscamente preguntándose por qué estaba pensando en soluciones de algo que definitivamente no haría. ¿Y si se cruzaba con quienes lo querían muerto?¿O si había una urgencia y necesitaban que volviera? Sería algo rápido, no tardaría nada, estaría devuelta antes de que se dieran cuenta. Aún así debía pensar en una manera de estar disfrazado mientras se sacaba la ropa… ¡la poción multijugos! Pero le hacía falta tener algo de otra persona.
Era mucho enredo y tantas cosas podían salir mal. Empezó siendo una broma pero se asustó cuando se vio encerrado y la cosa se le fue de las manos. Les diría a las mujeres que se cancelaba lo del desnudista. Convencido, asintió con la cabeza de manera contundente pensando que si, eso debía hacer… pero después de un par de días la idea de un striptease no sonaba tan mal. El pensamiento había marinado en su cabeza hasta asentarse y más de una vez se había encontrado a sí mismo imaginando pasos de una coreografía de alto voltaje. Le picaba la curiosidad, parecía divertido y, después de todo, solo era bailar. ¿Solo era bailar? Ja. Para Adael nunca era "solo bailar". El arte es un vehículo para el desarrollo del alma, expresar las emociones es expresar libremente la espiritualidad y bailar era una forma de expresar sus sentimientos, por eso sabía que sus ilustres antepasados comprenderían sus acciones.
Lo primero que debía hacer era asegurar una vía de escape, así que se consiguió un anillo lead. El traje volador para elementaristas del aire también serviría aunque podía delatarlo, eran pocos los elementaristas del aire. Afortunadamente recibió la visita de un mago elementarista del aire que fue aprendiz de la predecesora del moreno, como muchos otros, había pasado para saber sobre la situación de la Isla Flotante así que el joven maestro aprovechó para sacarle un pelo disimuladamente durante la charla. Luego de verlo marcharse hacia su hogar en el continente Americano, lo invadió la culpa por exponer a una persona de ese modo y se le ocurrió que podría hacer una máscara... de hierro, si, eso serviría para ocultar la identidad del cuerpo que tomaría prestado. La poción, que tenía aspecto espeso parecido al barro y burbujeaba lentamente, cambió cuando le agregó el ondulado pelo del mago elementarista del aire. Luego canalizó magia para completarla y tomó una dosis, había que probar que todo funcionara bien. El cambio fue extraño, debía aprender a moverse y bailar con ese cuerpo que tenía muchas más cicatrices en la piel que el suyo pero eran parecidos en general. Como en las pruebas de vestuario, practicó la coreografía y, hablando de vestuario, se compró una tanga. Al hacer la máscara, el metal fue tan fácil de modelar en sus manos como la arcilla húmeda. Sonrió al ver como le quedaba, le cubría toda la cabeza excepto los ojos, la boca y le hizo agujeros a la altura de la nariz que le permitían respirar, era gracioso lo fetichista que parecía. Cuando llegó el momento se preparó con todo bien organizado, cada detalle estaba pensado y fue a la dirección de la reunión.- Apariencia de Adael:
Un rayo iluminó el cielo del pequeño pueblo de Hogsmeade, ese breve destello dejó ver la lluvia que caía en grandes cortinas mecidas por el viento. El rayo se desvaneció, volviendo a oscurecer el cielo y señalando que era bien entrada la noche. El trueno llegó rezagado pero resonó con fuerza rasgando el aire con su crepitar. Habían acordado que llegaría tarde, quería estar seguro de que las mujeres tuvieran una importante cantidad de alcohol en sus sistemas. Se trataba de una casa acogedora, poco antes la había estado vigilando de lejos y confirmó que no era una trampa. El mago estaba empapado, tenía la ropa pegada a una piel que no le pertenecía y el suspenso de experimentar algo distinto hizo que se propague por todo el cuerpo ajeno una corriente eléctrica de anticipación. Sentía que había caído sobre él un rayo como los que en ese momento estallaban en el cielo con grandes estruendos, la máscara de hierro perfectamente podía actuar como pararrayos y dejarlo frito, pero no fue el caso. Caminaba por las solitarias calles bajo la lluvia dirigiéndose hacia algo que “no le correspondía", sin embargo se había cansado de imaginarlo, quería mostrar lo que tenía para dar.
Llamó a la puerta en medio de la tormentosa noche, la capucha de una sudadera vieja tapaba la mayor parte de la máscara de hierro y se presentó como El Condenado, así era como les había dicho que se llamaría el bailarín. Era bastante adecuado, la máscara de hierro le daba ése aspecto y había pasado mucho tiempo con los reclusos supervisándolos, estaba de humor para jugar ese papel. La dueña de casa vaciló al verlo, evidentemente temía que un criminal entrara a su hogar y con razón pero lo dejó pasar luego de asegurarse de varias formas que era el bailarín que el Descendiente de Moises había prometido. Sintió miradas atentas y expectantes sobre él apenas entró al salón en el que se desarrollaba la reunión. El silencio se instaló en el lugar mientras el hombre se tomaba su tiempo para pasearse midiendo a ojo el espacio que tenía para bailar y lo hacía suyo. La escasa audiencia estaba compuesta por personas experimentadas, esa gente sabía lo que quería en la vida así que era un gran desafío el que tenía ante él y ese era precisamente el reto personal que estaba buscando. Merodeó entre el público acechando y tomando el mando de la situación. El murmullo de la lluvia era todo lo que se escuchaba hasta que acomodó un dispositivo mágico y lo activó. La música inundó el lugar llenándolo con un irresistible e intoxicante ritmo que disolvió las inhibiciones.- Música:
Soltó su cuerpo un paso a la vez y dejó que fluyera. Inició el baile con movimientos arrogantes, siguiendo la cadencia de la música y manteniendo el misterio, ya luego pocas cosas quedarían a la imaginación. Desafió a su público con insinuantes movimientos de cadera acompañados por el resto del cuerpo haciendo como que se agarraba lo que tenía entre las piernas. La ropa iba saliendo, pero no solamente la dejó caer, hizo que todo valiera la pena mientras el público se lo comía con la mirada. El gastado pantalón chándal se ceñía débilmente a sus caderas dejando a la vista los músculos firmes de su bajo vientre, de un tirón la prenda se rasgó y la tanga dejó al descubierto su culo. Se apoderó de una mesa para bailar en cuatro ahí arriba y lucirse con ímpetu por todo lo alto. Y toda esa música... Durante esos minutos, esa música estuvo en su interior y al mismo tiempo fue todo su mundo. Se raspó las rodillas y no le importó, lo dio todo con esa caliente melodía. Embistió la superficie plana con la pelvis, un instante después estaba dado vuelta, con las caderas levantadas, embistiendo el aire. Su sangre se encendió convirtiéndose en fuego líquido que lo hizo arder. La carne del vigoroso cuerpo brillaba por el sudor que lo cubría mientras la parte baja de la espalda ondeó como una ola.
Fue descarado mostrando que podía darles todo lo que desearan. Agarró a una, hizo que lo rodeara con los brazos para bailarle bien rico y apretado. La cosa se calentó y subió de nivel a algo más explícito. Fue sobre la homenajeada, se inclinó sobre ella acorralándola y bailó en su regazo. Movimientos contundentes mostraron el poder de los fuertes bíceps que se hinchaban debajo de la piel morena. Indomable y ardiente, meneaba su cadera llevando la atención del público a su entrepierna, insinuando lo que deseaban. Era la personificación de una intención perversa. Era poesía en movimiento. Luego se postró para tener la cara cubierta por la máscara de metal entre las piernas de ella y quedar encerrado ahí. Unos pocos movimientos después la tenía acostada y servida en la mesa con las piernas abiertas para él. La veneró deslizándose con la fluidez y la fuerza de las implacables olas del mar. Se frotó con ella de forma totalmente indecente antes de sentarla en la silla, él se paró de manos para agitarle el bulto en la cara y el culo al resto de espectadores. De un ágil salto, volvió a estar sobre sus pies para bailarle a otra y frotarse contra ella. Enseñó su inmenso talento en un contundente despliegue coreográfico y se metió debajo de la piel del público. Se sintió estremecer, esa energía lo hacía vibrar y lo llenaba de dicha. La sostuvo de detrás del cuello con la mano cuya muñeca estaba vendada para que sus cuerpos choquen con cada embestida mientras ella ponía las manos en su culo. Enganchó un pie detrás de la espalda de la mujer y la empujó para acercarla a su ingle antes de alejarse.
Fue duro e íntimo, no le permitió al público retrasarse y perder el ritmo del espectáculo. Invadió el espacio personal de otra más para reverenciarla bailándole en el regazo lento y con insolencia. Dominó la escena con estilo. Agarró a otras dos, las hizo ponerse en cuatro para quedar en el medio de ambas y menearle a una primero para después girarse y darle a la otra. En sus movimientos estaba plasmado el hambre voraz que sentía y la clara advertencia de que devoraría todo a su paso. Se subió encima y de espaldas a ellas para embestir al aire una y otra vez con la pelvis tras darle una nalgada traviesa a una de ellas. No solo bailó, mostró el fuego, la pasión y el deseo. Un artista por derecho propio que encendió y sacudió el lugar. Tomó a una tercera para subirla de espaldas a una de ellas y terminó el espectáculo adorándolas al frotarse con las tres a la vez.
Fue tragado por las sombras cuando activó el anillo lead, se vistió rápidamente con el traje para elementaristas del aire, utilizó su magia de camuflaje y en cuestión de un parpadeo estuvo fuera de la casa. Con sus arrogantes movimientos se adueñó del lugar calentando el aire como un incendio que arrasa con todo a su paso y solo queda un frío vacío cuando se va. No hubo recompensa material, lo hizo para él, por la mera satisfacción de hacer lo que amaba. Se sacudió algo de la tristeza y la desesperación que lo colmaban, reemplazó todo eso por lo que sintió al bailar. Se sintió liviano, casi como si flotara, voló más alto que nunca, el cielo se sentía tan cerca solo tenía que extender el brazo para alcanzarlo. Le gustó el resultado, quedó satisfecho y aliviado. Suficientes travesuras. Se marchó sabiendo que ese día de verano quedó para el recuerdo.
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