Habían desaparecido alumnos. O, mejor dicho, algunos de ellos debían estar muy ocupados en la guerra. Los otros no tanto, pues muy probablemente hubieran muerto. -Imagino que tendrán familias que cuidar, amigos con los que quedarse, batallas que han de llevar a cabo…- Les miré a ambos como si esperara que comprendieran la indirecta. “No todo el mundo puede permitirse el lujo de vivir encima de las nubes mientras que, todo lo que tienen en estima, es bombardeado por asquerosos humanos.”
Me decepcionó levemente escuchar que él no podría enseñarme nada de lo que fuera a interesarme. -Mucho me temo, entonces, que no coincidiremos en algún tipo de entrenamiento. Creo que es demasiado tarde para ponerme con nuevos elementos.- ¿Para qué meterme en nuevos campos teniendo aún tanto que aprender? Habló Adael, tal vez algo fastidiado por la falta de asistencia, que debía montarse algo. Incluyendo duelos. -¿No será peligroso?- Abrí los ojos y dejé ir una expresión inocente de pura naturalidad. No había ni indirectas ni ficción en ello: Realmente me preocupaba por posibles heridos. Me sorprendió mucho la brusquedad con la que salió Adael corriendo. Eran… muchas las posibilidades, pero había algo en su forma de caminar que, tal vez, ocultaba alguna segunda razón.
Miré ahora alrededor. Ni cuatro gatos: Éramos tres. Indira, como la emo que era, hacía lo que mejor se le daba: se automarginaba en soledad. ¿Qué desgracia que no fuera la protagonista de un fanfic mal escrito y corrieran todos a lamerle el culo, no crees, Shay? Me encogí de hombros. No iría yo a darle conversación. Ling tenía más chicha, desde luego. -¿Y qué? ¿Qué se te ocurre? ¿Qué… qué les interesa a los jóvenes de hoy en día? Tsk… Si hubiéris puesto una zona de wifi gratis habrían venido fijo… Estos jóvenes de hoy en día.- No olvidemos que tenía más de cuarenta años, a pesar que como elfo y alado aparentara mucho menos.
Me decepcionó levemente escuchar que él no podría enseñarme nada de lo que fuera a interesarme. -Mucho me temo, entonces, que no coincidiremos en algún tipo de entrenamiento. Creo que es demasiado tarde para ponerme con nuevos elementos.- ¿Para qué meterme en nuevos campos teniendo aún tanto que aprender? Habló Adael, tal vez algo fastidiado por la falta de asistencia, que debía montarse algo. Incluyendo duelos. -¿No será peligroso?- Abrí los ojos y dejé ir una expresión inocente de pura naturalidad. No había ni indirectas ni ficción en ello: Realmente me preocupaba por posibles heridos. Me sorprendió mucho la brusquedad con la que salió Adael corriendo. Eran… muchas las posibilidades, pero había algo en su forma de caminar que, tal vez, ocultaba alguna segunda razón.
Miré ahora alrededor. Ni cuatro gatos: Éramos tres. Indira, como la emo que era, hacía lo que mejor se le daba: se automarginaba en soledad. ¿Qué desgracia que no fuera la protagonista de un fanfic mal escrito y corrieran todos a lamerle el culo, no crees, Shay? Me encogí de hombros. No iría yo a darle conversación. Ling tenía más chicha, desde luego. -¿Y qué? ¿Qué se te ocurre? ¿Qué… qué les interesa a los jóvenes de hoy en día? Tsk… Si hubiéris puesto una zona de wifi gratis habrían venido fijo… Estos jóvenes de hoy en día.- No olvidemos que tenía más de cuarenta años, a pesar que como elfo y alado aparentara mucho menos.
Helena desaparece de la sala y tengo que luchar para contener mis ganas de correr tras ella y seguirla, aunque parece que Adael no piensa lo mismo y tras dejar su propuesta dejándome al cargo sale de allí apresurado.
"¿Por qué acabo yo siempre pringado? No vale". Refunfuño en mi mente pero me termino la copa y doy una palmada más entusiasmado que hace un rato, intentando llamar la atención de Indira también.
-Bueno bueno, mientras esperamos a que vengan los demás invitados, o Helena los arrastre, propongo hacer algo digno de una fiesta: ¡bailar! ¿Alguno tiene alguna propuesta para la música? Que calle ahora o hable para siempre, ea.
Puede que se me esté subiendo ya el alcohol, o puede que tanta inactividad comience a afectarme, pero empiezo a mover mis pies un poco impaciente.
"¿Por qué acabo yo siempre pringado? No vale". Refunfuño en mi mente pero me termino la copa y doy una palmada más entusiasmado que hace un rato, intentando llamar la atención de Indira también.
-Bueno bueno, mientras esperamos a que vengan los demás invitados, o Helena los arrastre, propongo hacer algo digno de una fiesta: ¡bailar! ¿Alguno tiene alguna propuesta para la música? Que calle ahora o hable para siempre, ea.
Puede que se me esté subiendo ya el alcohol, o puede que tanta inactividad comience a afectarme, pero empiezo a mover mis pies un poco impaciente.
Según le habían dicho, su padre en forma dragón media unos tres o cuatro pisos de un edificio, por lo que sí, esperaba crecer más.- No soy tan aterradora como lo será Svart... el color no ayuda. Bueno, con lo de crecer... he crecido algunos metros estos últimos años fuera del coliseo, pero creo que fue porque me alimentaba mejor... Quizás aún tenga oportunidad.- Encogiéndose de hombros, contestó la pregunta como si fuera cualquier cosa, mientras observaba los pasillos de la construcción por la que le llevaba Reiv.
Cuando le comenta que no sabía de qué iba el torneo... no pudo evitar la mueca de su rostro, pero decidió no decir nada por el bien de su cordura. Lo más seguro era que iniciara a hablar de los peligros de responder a una convocatoria para un concurso del que no sabías nada... En lugar de eso, se concentró en lo del experto en dragones. Seguía sin enterarse, pero daba igual.- Creo que solo es raro porque parece un poco egocéntrico. Aunque es cierto que para conocer a los magos, debes pasar tiempo con ellos... Quién mejor que otro mago para conocerlos...- Susurró con una sonrisa. Parecía que se habían puesto de acuerdo en no estar de acuerdo en mucho de lo que hablaban...
Cuando el contrario tomó la delantera, intentando a la vez hablar en dragón, no pudo más que arquear la ceja. No era la mejor pronunciación, pero el chico aprendía rápido. Solo hacía falta pulirse.- Geh... pruzah togaat.- Dijo asintiendo a seguirle y felicitándole por su esfuerzo. Mientras le felicitaba, veía de reojo a Svart. Le parecía la cosita más mona del mundo... aunque quizás un humano podría decir lo mismo de su propia raza. Tal vez era cuestión de familiaridad.
No tardaron mucho en entrar a un salón que le parecía bastante grande y bastante adornado. Se sintió un poco extraña en aquel lugar, dado que todos parecían ir bastante arreglados y ella solo llevaba un pantalón negro y una camiseta blanca sin mangas con la chaqueta ocultando sus armas. De haber visto a Reiv más arreglado, quizás entonces se habría sentido un poco mal de irrumpir en aquella fiesta. En vez de eso, se metió las manos en los bolsillos y dejó que el contrario hiciera de guía. Volvió a sacarse una de las manos para arreglar su flequillo despeinándolo y después acomodándolo un poco y volvió a guardarla en sus pantalones. Tenía la sensación de que conocer gente nueva no era precisamente lo suyo.
Cuando le comenta que no sabía de qué iba el torneo... no pudo evitar la mueca de su rostro, pero decidió no decir nada por el bien de su cordura. Lo más seguro era que iniciara a hablar de los peligros de responder a una convocatoria para un concurso del que no sabías nada... En lugar de eso, se concentró en lo del experto en dragones. Seguía sin enterarse, pero daba igual.- Creo que solo es raro porque parece un poco egocéntrico. Aunque es cierto que para conocer a los magos, debes pasar tiempo con ellos... Quién mejor que otro mago para conocerlos...- Susurró con una sonrisa. Parecía que se habían puesto de acuerdo en no estar de acuerdo en mucho de lo que hablaban...
Cuando el contrario tomó la delantera, intentando a la vez hablar en dragón, no pudo más que arquear la ceja. No era la mejor pronunciación, pero el chico aprendía rápido. Solo hacía falta pulirse.- Geh... pruzah togaat.- Dijo asintiendo a seguirle y felicitándole por su esfuerzo. Mientras le felicitaba, veía de reojo a Svart. Le parecía la cosita más mona del mundo... aunque quizás un humano podría decir lo mismo de su propia raza. Tal vez era cuestión de familiaridad.
No tardaron mucho en entrar a un salón que le parecía bastante grande y bastante adornado. Se sintió un poco extraña en aquel lugar, dado que todos parecían ir bastante arreglados y ella solo llevaba un pantalón negro y una camiseta blanca sin mangas con la chaqueta ocultando sus armas. De haber visto a Reiv más arreglado, quizás entonces se habría sentido un poco mal de irrumpir en aquella fiesta. En vez de eso, se metió las manos en los bolsillos y dejó que el contrario hiciera de guía. Volvió a sacarse una de las manos para arreglar su flequillo despeinándolo y después acomodándolo un poco y volvió a guardarla en sus pantalones. Tenía la sensación de que conocer gente nueva no era precisamente lo suyo.
Caminamos hacia el interior del edificio seguidos de Svart, que ya ha terminado su pequeño festín antes de entrar. Ella señala la diferencia entre su especie y la de los dragones negros, en el terreno de lo aterrador que puede ser uno al lado del otro. Por mi parte creo que cualquier ser capaz de aplastarte ya puede ser temible de por sí. - ¿Quieres decir que en dragón eres una versión enana de lo que podrías ser si te hubiesen alimentado mejor? - la miro de reojo como valorando su altura, que es menor que la mía. Después sonrío un poco de lado. - Cierto, aún en forma humana eres algo pequeñaja. - me atrevo a decir aún a riesgo de que se enfade, tampoco va con malicia.
Sigo viendo raro lo que dice sobre los expertos de la misma especie, serían algo así como médicos o psicólogos expertos en magos, humanos, dragones o lo que sea. Visto desde fuera se tiene otra perspectiva. - Bueno, los magos en general solemos ser algo egocéntricos. Incluso hay algunos que desprecian al resto de especies mágicas por considerarlas inferiores. - y yo era uno de los que pertenecía a ese grupo. Cualquiera que fuese diferente era considerado como alguien de segunda. Por no hablar de los humanos, que eran menos que basura.
Tras subir algunos escalones nos dirigimos al salón principal, quedando un tanto parados en la puerta al encontrarnos con una fiesta tan...de etiqueta. Yo sabía que habría una, pero no tenía muy clara ni la fecha ni el modo de vestimenta. Si Juliet no va arreglada yo voy menos aún, con unos vaqueros un tanto raídos y una camiseta oscura bastante vieja. Era de la poca ropa que tenía allí en el Moulin. Svart se aleja de nosotros para ir hacia una mesa, revoloteando sobre ésta para conseguir algún que otro trozo de carne de las bandejas. El resto de invitados creo que no ha reparado aún en nosotros, así que ya saludaré cuando miren para acá.
- No sabía que la fiesta era tan formal, pero...bah. Tampoco hay mucha gente. - echo un vistazo alrededor, comprobando que o debe estar empezando, terminando, o más bien no está muy animada. - ¿No dijiste en el Moulin que llevabas tiempo sin hablar con nadie? Esta es tu oportunidad.- me llevo una mano a la frente al ver que Svart está destrozando la mesa, tirando el pollo por el suelo y sacudiendo el mantel a mordiscos. - Svart, Daal! (Svart, vuelve)- le hago también un gesto con la mano indicando que regrese, aunque decide que es mejor echar humo por la nariz y seguir a lo suyo. - Joder...es como si estuviese entrando en su etapa rebelde.
Sigo viendo raro lo que dice sobre los expertos de la misma especie, serían algo así como médicos o psicólogos expertos en magos, humanos, dragones o lo que sea. Visto desde fuera se tiene otra perspectiva. - Bueno, los magos en general solemos ser algo egocéntricos. Incluso hay algunos que desprecian al resto de especies mágicas por considerarlas inferiores. - y yo era uno de los que pertenecía a ese grupo. Cualquiera que fuese diferente era considerado como alguien de segunda. Por no hablar de los humanos, que eran menos que basura.
Tras subir algunos escalones nos dirigimos al salón principal, quedando un tanto parados en la puerta al encontrarnos con una fiesta tan...de etiqueta. Yo sabía que habría una, pero no tenía muy clara ni la fecha ni el modo de vestimenta. Si Juliet no va arreglada yo voy menos aún, con unos vaqueros un tanto raídos y una camiseta oscura bastante vieja. Era de la poca ropa que tenía allí en el Moulin. Svart se aleja de nosotros para ir hacia una mesa, revoloteando sobre ésta para conseguir algún que otro trozo de carne de las bandejas. El resto de invitados creo que no ha reparado aún en nosotros, así que ya saludaré cuando miren para acá.
- No sabía que la fiesta era tan formal, pero...bah. Tampoco hay mucha gente. - echo un vistazo alrededor, comprobando que o debe estar empezando, terminando, o más bien no está muy animada. - ¿No dijiste en el Moulin que llevabas tiempo sin hablar con nadie? Esta es tu oportunidad.- me llevo una mano a la frente al ver que Svart está destrozando la mesa, tirando el pollo por el suelo y sacudiendo el mantel a mordiscos. - Svart, Daal! (Svart, vuelve)- le hago también un gesto con la mano indicando que regrese, aunque decide que es mejor echar humo por la nariz y seguir a lo suyo. - Joder...es como si estuviese entrando en su etapa rebelde.
Contemplé a Ling intentar animar el ambiente mencionando una fiesta, con una palmada. Lo escruté en el más absoluto silencio, negué muy levemente con la cabeza y consideré eso una respuesta. No iba a bailar. Habían demasiadas cosas en mi mente como para permitirme aquellos juegos infantiles.
Agradecí interiormente la intromisión de dos nuevas personas en la fiesta, sencillamente por alejarme un poco de la no-conversación (silencio incómodo) con Ling. Miré de reojo: estos dos, sin embargo, parecían totalmente fuera de contexto. Ambos venían con ropas bastante… simplistas. De hecho el hombre incluso pecaba de informal. Arqueé una ceja como crítico, aunque pronto la expresión se borró para convertirse en una mucho más pacífica. “¿En tiempos de guerra, quién tiene modelos que lucir?”
La mujer parecía incómoda en el ambiente. Pronto, pero, algo interrumpió mi calma. Un maldito dragón. Ni era muy grande ni tampoco muy fiero, siquiera rojo. Pero en cuanto lo vi acerqué mis manos a los costados como si esperara encontrar ahí algo con lo que defenderme. Y podía hacer aparecer mis armas, pero… Pronto comprendí que era una simple… bestia inofensiva. -... Oh.- Suspiré al ver como buscaba comida. Los dragones, desde luego, se habían vuelto en uno de mis mayores temores.
Temía el día que despertara con la habitación ardiendo, y todo el escamoso y furibundo rostro de Nery clavado en mi: Sus ojos turquesas, el cráneo que usaba de casco, con un poco de lava regalimando sus labios… No. No iba a suceder. Y aquel dragón menudo no tenía nada que ver con él. Se dedicaba a ensañarse con una mesa. Fruncí el ceño. -¿Y este crío…?- Pregunté en voz baja. Los dragones para mi no eran mascotas: Eran personas en pleno derecho. Quizás eso era lo que más me asustaba del asunto.
Escuché al chico de la ropa desastrosa gritarle una orden con escaso éxito. Estaba seguro que le había pedido que parara. No sabía demasiado de la lengua de los dragones. Nery me había intentado enseñar… Con escaso éxito. Ahí, tu, Neyra, habrías tenido más éxito. El chico decía que “estaba en su fase rebelde”. Por primera vez quise hacerme oír hacia los nuevo-llegados. -Es la edad… ¿No sabe transformarse?- Era una habilidad que muchos dragones aprendían a usar por conveniencia. Incluso el inepto Nery… -Y… ¿Es… tuyo?-- No era la mejor palabra. No eran propiedades, después de todo.
Me acerqué al lagarto con un poco de pollo en la mano, en un intento casi infantil de darle de comer. Hacía tiempo que no me abandonaba a un placer de esos pequeños, extraños, casi irracionales, que podrían dejarme en ridículo. -Cómo lo decía él…- Pensé en voz alta mientras miraba al ser. -Drem Yol Lok…?- Era una típica frase que, aunque no recordaba mucho que venía a significar, se hacía servir como saludo. No es que supiera muchas más palabras.
Agradecí interiormente la intromisión de dos nuevas personas en la fiesta, sencillamente por alejarme un poco de la no-conversación (silencio incómodo) con Ling. Miré de reojo: estos dos, sin embargo, parecían totalmente fuera de contexto. Ambos venían con ropas bastante… simplistas. De hecho el hombre incluso pecaba de informal. Arqueé una ceja como crítico, aunque pronto la expresión se borró para convertirse en una mucho más pacífica. “¿En tiempos de guerra, quién tiene modelos que lucir?”
La mujer parecía incómoda en el ambiente. Pronto, pero, algo interrumpió mi calma. Un maldito dragón. Ni era muy grande ni tampoco muy fiero, siquiera rojo. Pero en cuanto lo vi acerqué mis manos a los costados como si esperara encontrar ahí algo con lo que defenderme. Y podía hacer aparecer mis armas, pero… Pronto comprendí que era una simple… bestia inofensiva. -... Oh.- Suspiré al ver como buscaba comida. Los dragones, desde luego, se habían vuelto en uno de mis mayores temores.
Temía el día que despertara con la habitación ardiendo, y todo el escamoso y furibundo rostro de Nery clavado en mi: Sus ojos turquesas, el cráneo que usaba de casco, con un poco de lava regalimando sus labios… No. No iba a suceder. Y aquel dragón menudo no tenía nada que ver con él. Se dedicaba a ensañarse con una mesa. Fruncí el ceño. -¿Y este crío…?- Pregunté en voz baja. Los dragones para mi no eran mascotas: Eran personas en pleno derecho. Quizás eso era lo que más me asustaba del asunto.
Escuché al chico de la ropa desastrosa gritarle una orden con escaso éxito. Estaba seguro que le había pedido que parara. No sabía demasiado de la lengua de los dragones. Nery me había intentado enseñar… Con escaso éxito. Ahí, tu, Neyra, habrías tenido más éxito. El chico decía que “estaba en su fase rebelde”. Por primera vez quise hacerme oír hacia los nuevo-llegados. -Es la edad… ¿No sabe transformarse?- Era una habilidad que muchos dragones aprendían a usar por conveniencia. Incluso el inepto Nery… -Y… ¿Es… tuyo?-- No era la mejor palabra. No eran propiedades, después de todo.
Me acerqué al lagarto con un poco de pollo en la mano, en un intento casi infantil de darle de comer. Hacía tiempo que no me abandonaba a un placer de esos pequeños, extraños, casi irracionales, que podrían dejarme en ridículo. -Cómo lo decía él…- Pensé en voz alta mientras miraba al ser. -Drem Yol Lok…?- Era una típica frase que, aunque no recordaba mucho que venía a significar, se hacía servir como saludo. No es que supiera muchas más palabras.
Mientras comía un poco, llegaron algunos enfermeros al terminar su turno en el hospital, seguramente obligados por el Descendiente. Conocía a alguno que otro, así que me puse a hablar con ellos. Me sorprendí cuando Adael salió de repente, aunque viendo como había activado la línea media eran obvias sus razones.
Lo más sorprendente fue la entrada de Svart como Pedro por su casa e intentar llegar a la comida. Me acerco y le bajo una de las bandejas, poco antes de que se acercara nuestro querido amigo Cygnus ofreciéndole comida. Me alejé para darle espacio, sonriendo.
-Se llama Svart. ¿Sabes hablar como los dragones?
"Pues claro, si conoce a Yiennorkhelinnery (que quede en acta que lo he puesto sin mirar XD), estúpida"
Como sabía que el dragón no venía solo levanté la mirada y localicé a Reiv, saludándolo con una mano. Me acerco a los recien llegados, observando a la nueva. No era fea, aunque ninguno cumpliera las normas de etiqueta.
-Cuanto tiempo sin verte Reiv. Tienes suerte que la señora Paracelso se halla marchado o te llevabas una buena
Dije en tono de broma intento aparentar la calma que no tenía puesto que era la primera vez que lo veía tras aquellas batallas que ocurrieron en Londres con lo de los campos y eso. Tenía ganas de llorar, reír, abrazarle y abofetearle al mismo tiempo, ya que me tuvo preocupada todo este tiempo. Aunque supongo que tampoco debo presionarle, ya que tampoco es que yo hacha hecho mucho por localizarlo.
-Bueno, ¿me vas a presentar a esta señorita tan guapa?
Lo más sorprendente fue la entrada de Svart como Pedro por su casa e intentar llegar a la comida. Me acerco y le bajo una de las bandejas, poco antes de que se acercara nuestro querido amigo Cygnus ofreciéndole comida. Me alejé para darle espacio, sonriendo.
-Se llama Svart. ¿Sabes hablar como los dragones?
"Pues claro, si conoce a Yiennorkhelinnery (que quede en acta que lo he puesto sin mirar XD), estúpida"
Como sabía que el dragón no venía solo levanté la mirada y localicé a Reiv, saludándolo con una mano. Me acerco a los recien llegados, observando a la nueva. No era fea, aunque ninguno cumpliera las normas de etiqueta.
-Cuanto tiempo sin verte Reiv. Tienes suerte que la señora Paracelso se halla marchado o te llevabas una buena
Dije en tono de broma intento aparentar la calma que no tenía puesto que era la primera vez que lo veía tras aquellas batallas que ocurrieron en Londres con lo de los campos y eso. Tenía ganas de llorar, reír, abrazarle y abofetearle al mismo tiempo, ya que me tuvo preocupada todo este tiempo. Aunque supongo que tampoco debo presionarle, ya que tampoco es que yo hacha hecho mucho por localizarlo.
-Bueno, ¿me vas a presentar a esta señorita tan guapa?
Cygnus no me mira con cara muy agradable tras mi propuesta, y la chica alada se escapa como quien no quiere la cosa a hablar con unos enfermeros. Me quedo un poco decepcionado y voy a por otra copa cuando escucho cerca cómo un monstruo devora la comida de la mesa. Apartándome de un salto me paro a unos metros de la mesa, observando mejor al dragoncillo que corretea por ahí.
Indira intenta bajarlo con un plato de comida, y el otro se acerca con un trozo pollo en la mano. Me río un poco por la situación, parece que se trate de un perro con mucha energía al que no pueden controlar. Luego me fijo en el chico que aparece llamándolo, y en la preciosa pelirroja de al lado. "¡Joder! Vaya cómo le daba..." Por mi cargo como Descendiente procuro mantener las apariencias, aunque me cueste. No vienen precisamente arreglados, pero no los juzgo, si pudiese habría venido en pijama y la mar de a gusto que estaba sin que me apriete la camisa por mis hombros anchos.
-Bienvenidos a la fiesta de la primavera, encantado de conoceros, son Ling Hua.
La cara de Reiv me suena un poco más, ahora que me acerco para estrechar su mano, tal vez de haberlo visto antes. Pero definitivamente no conozco a la chica, y espero con un poco a que la presenten o se presente ella cuando Indira pregunta, tomando su mano con delicadez para besarla, como un buen caballero. (Qué rara es esta costumbre europea, pero dicen que funciona así que por intentarlo que no quede).
Indira intenta bajarlo con un plato de comida, y el otro se acerca con un trozo pollo en la mano. Me río un poco por la situación, parece que se trate de un perro con mucha energía al que no pueden controlar. Luego me fijo en el chico que aparece llamándolo, y en la preciosa pelirroja de al lado. "¡Joder! Vaya cómo le daba..." Por mi cargo como Descendiente procuro mantener las apariencias, aunque me cueste. No vienen precisamente arreglados, pero no los juzgo, si pudiese habría venido en pijama y la mar de a gusto que estaba sin que me apriete la camisa por mis hombros anchos.
-Bienvenidos a la fiesta de la primavera, encantado de conoceros, son Ling Hua.
La cara de Reiv me suena un poco más, ahora que me acerco para estrechar su mano, tal vez de haberlo visto antes. Pero definitivamente no conozco a la chica, y espero con un poco a que la presenten o se presente ella cuando Indira pregunta, tomando su mano con delicadez para besarla, como un buen caballero. (Qué rara es esta costumbre europea, pero dicen que funciona así que por intentarlo que no quede).
Rodando los ojos, no pudo evitar pensar en lo que decía Reiv. Cuando lo ponía de aquel modo sonaba espantoso.- Si, pero... Decirme pequeñaja es la segunda cosa menos inteligente que pudiste hacer hoy... La primera fue llamarme enana.- Bromeó sonriendo con soltura. En realidad, se había quedado a gusto en estar en un lugar que parecía relativamente tranquilo.
-Pues ya te digo que ningún dragón es inferior a nadie.- Estaba comenzando a formular su comentario definitivo sobre los magos y los dragones, tomándose su tiempo para responder, cuando llegaron de pronto al salón donde parecía que la fiesta se celebraba. Antes de poder decirle nada al contrario, Svart ya estaba haciendo de las suyas. Pero fue la sugerencia de hablar con alguien lo que la confundió más que todo el teatro que hacía Svart. Se sintió cohibida por el solo hecho de recordar que tenía tiempo sin hablar con nadie.
Un saludo en el idioma dragón le hizo reaccionar, llevar la mirada a seguir a quien lo había mencionado. Solo le veía de espaldas, por lo que no tardó en seguir de nuevo los pasos de Svart, eso hasta que el resto de los invitados cayeron en cuenta de que había alguien nuevo aparte de Reiv, ella misma. La primera en notarla fue la chica, preguntándole a Reiv, que esperaba no fuera tan dadivoso al dar su nombre como lo era su hermano mayor. Tras ella, aquel que se hacía llamar Ling le dio la bienvenida. Se acercó tanto y tan confiado a ella, que casi le hizo sacar la daga que traía escondida para apartarle. Sin embargo, cuando le tomó la mano para besarla, no pudo hacer sino mirarle sorprendida, llevándose la mano al pecho en cuanto terminó, en gesto protector, asintiendo con la cabeza cuando se quedó con el nombre. - Hola... - Susurró en voz baja. Llegó un punto en que no pudo aguantar la mirada del contrario, sobre todo teniéndole tan cerca de ella. Su espacio personal era bastante amplio... Sonrojándose sin poder evitarlo, se dedicó a observar la escena que protagonizaba Svart.
-Pues ya te digo que ningún dragón es inferior a nadie.- Estaba comenzando a formular su comentario definitivo sobre los magos y los dragones, tomándose su tiempo para responder, cuando llegaron de pronto al salón donde parecía que la fiesta se celebraba. Antes de poder decirle nada al contrario, Svart ya estaba haciendo de las suyas. Pero fue la sugerencia de hablar con alguien lo que la confundió más que todo el teatro que hacía Svart. Se sintió cohibida por el solo hecho de recordar que tenía tiempo sin hablar con nadie.
Un saludo en el idioma dragón le hizo reaccionar, llevar la mirada a seguir a quien lo había mencionado. Solo le veía de espaldas, por lo que no tardó en seguir de nuevo los pasos de Svart, eso hasta que el resto de los invitados cayeron en cuenta de que había alguien nuevo aparte de Reiv, ella misma. La primera en notarla fue la chica, preguntándole a Reiv, que esperaba no fuera tan dadivoso al dar su nombre como lo era su hermano mayor. Tras ella, aquel que se hacía llamar Ling le dio la bienvenida. Se acercó tanto y tan confiado a ella, que casi le hizo sacar la daga que traía escondida para apartarle. Sin embargo, cuando le tomó la mano para besarla, no pudo hacer sino mirarle sorprendida, llevándose la mano al pecho en cuanto terminó, en gesto protector, asintiendo con la cabeza cuando se quedó con el nombre. - Hola... - Susurró en voz baja. Llegó un punto en que no pudo aguantar la mirada del contrario, sobre todo teniéndole tan cerca de ella. Su espacio personal era bastante amplio... Sonrojándose sin poder evitarlo, se dedicó a observar la escena que protagonizaba Svart.
Podría haber replicado algo a eso de llamarla enana, pero el jaleo de Svart entre las bandejas de comida me hace tener que estar de vigilante del dragón para que no haga el caos. - Daal, Svart...- Intento llamarlo en un par de ocasiones más, pero él lo interpreta como que tiene que tirar un par de botellas con la cola y llenarse la boca de muslos de pollo. Lo peor es que luego me mira como orgulloso, echando humo por las narices. - Juliet, échame una mano con él, dile que venga aquí, por favor.- no es que me importe que les estropee su fiesta, lo que no quiero es que anden diciendo por ahí que no se criarlo y que me lo quiten por no estar capacitado. - Mierda, soy como un padre preocupado por su custodia. - murmuro contrariado al darme cuenta de que eso no va nada conmigo, y menos con un dragón, que se supone que es un ser libre. Ya sólo falta que le digan que es adoptado.
Dejo de prestar atención a Svart por un momento, cuando Jonnai se acerca hasta nosotros refiriéndose a Svart como crío. Vale, otro que sabe del tema de dragones que se transforman en "humanos". Y pensar que hasta no hace tanto yo era un completo ignorante al respecto. ¿Por qué no me enseñaron nunca nada de eso?.
- No sé si puede decirse que sea mío, pero es algo así por ahora. Es el dragón que tengo a mi cuidado. Y no, no sabe transformarse todavía, ni hablar. - no sé qué pinta tendría transformado, pero supongo que la de un niño. Se me hace raro pensarlo todavía, sobretodo porque lo he conocido con su forma de dragón. Los ojos del dragón azabache se clavan en Jonnai tras engullir un par de patas de pollo, por lo que pone gran interés en lo que el otro le ofrece, más que en el saludo. De un ágil salto engancha lo que le da el recién llegado, alzando después el vuelo con su botín cárnico entre las fauces. Suspiro con resignación, dejándolo hacer ahora que está entretenido volando sobre nuestras cabezas. - En fin...- aquí parece que todos saben más de dragones que yo, porque este nuevo también sabe su idioma.
No hace falta que le diga el nombre del dragón a Jonnai, ya que Indira se acerca hasta nosotros, interviniendo en la situación. Lleva razón, hace mucho tiempo que no nos vemos, pero el reencuentro en la fiesta resulta un tanto extraño e incluso algo frío, después de meses sin saber nada el uno del otro. - Hola Indira, ¿cómo has estado?. Y sí, debe hacer como 3 o 4 meses, o más, no lo tengo claro. - debo haberme perdido mucho, eso no lo dudo, pero ya me pondrá al día, supongo. - ¿Helena? ¿por qué? esa no tiene nada que decirme a mí, no es mi maestra ni tiene nada para enseñarme que quiera aprender. - replico como si la Paracelso no tuviese autoridad alguna para decirme nada, además me caía algo mal desde las putadas que nos hizo en el torneo.
Al preguntarme por Juliet recuerdo lo que me dijo ella en la posada sobre Johan, que le había soltado su nombre a todo el mundo, lo que parecía que no le había hecho mucha gracia. Intento por ello no cometer el mismo error. Primero pienso en decirlo en modo dragón, Shulizek, como se presentó ella antes. Después lo descarto al darme cuenta de que el otro hombre conoce el idioma. Podría darle un nombre falso, pero me doy unos segundos para pensarlo. - Hace relativamente poco que nos conocemos. - y tan poco, menos de un par de días, y uno de ellos yo estaba más allá que acá. - Me ayudó el otro día en el Moulin, ya sabes cómo suelo llegar a ese sitio...- ella sabe por otras veces que tengo ese lugar como una especie de base a la que acudir cuando necesite ayuda, un mal vicio.
De repente se me enciende la chispa para un posible nombre que no sea el suyo, no sé por qué, pero el primero que me sale es... - Se llama Irina. - lo suelto así sin más, esperando dos opciones: o que me siga el juego o que me deje por loco inventacosas. Después se acerca Ling, saludando de una manera así como muy caballerosa que no le pega nada para la edad que tiene y el siglo en que estamos. Además Juliet se queda como cortada, prácticamente sin decir ni una palabra además del hola. - ¿Los asiáticos no sois más de reverencias de estas intensas? ¿Qué pensarían tus antepasados de esta occidentalización? - o tal vez los asiáticos también lo hacen, en cuyo caso me he colado, pero es lo que tiene hablar sin saber.
Dejo de prestar atención a Svart por un momento, cuando Jonnai se acerca hasta nosotros refiriéndose a Svart como crío. Vale, otro que sabe del tema de dragones que se transforman en "humanos". Y pensar que hasta no hace tanto yo era un completo ignorante al respecto. ¿Por qué no me enseñaron nunca nada de eso?.
- No sé si puede decirse que sea mío, pero es algo así por ahora. Es el dragón que tengo a mi cuidado. Y no, no sabe transformarse todavía, ni hablar. - no sé qué pinta tendría transformado, pero supongo que la de un niño. Se me hace raro pensarlo todavía, sobretodo porque lo he conocido con su forma de dragón. Los ojos del dragón azabache se clavan en Jonnai tras engullir un par de patas de pollo, por lo que pone gran interés en lo que el otro le ofrece, más que en el saludo. De un ágil salto engancha lo que le da el recién llegado, alzando después el vuelo con su botín cárnico entre las fauces. Suspiro con resignación, dejándolo hacer ahora que está entretenido volando sobre nuestras cabezas. - En fin...- aquí parece que todos saben más de dragones que yo, porque este nuevo también sabe su idioma.
No hace falta que le diga el nombre del dragón a Jonnai, ya que Indira se acerca hasta nosotros, interviniendo en la situación. Lleva razón, hace mucho tiempo que no nos vemos, pero el reencuentro en la fiesta resulta un tanto extraño e incluso algo frío, después de meses sin saber nada el uno del otro. - Hola Indira, ¿cómo has estado?. Y sí, debe hacer como 3 o 4 meses, o más, no lo tengo claro. - debo haberme perdido mucho, eso no lo dudo, pero ya me pondrá al día, supongo. - ¿Helena? ¿por qué? esa no tiene nada que decirme a mí, no es mi maestra ni tiene nada para enseñarme que quiera aprender. - replico como si la Paracelso no tuviese autoridad alguna para decirme nada, además me caía algo mal desde las putadas que nos hizo en el torneo.
Al preguntarme por Juliet recuerdo lo que me dijo ella en la posada sobre Johan, que le había soltado su nombre a todo el mundo, lo que parecía que no le había hecho mucha gracia. Intento por ello no cometer el mismo error. Primero pienso en decirlo en modo dragón, Shulizek, como se presentó ella antes. Después lo descarto al darme cuenta de que el otro hombre conoce el idioma. Podría darle un nombre falso, pero me doy unos segundos para pensarlo. - Hace relativamente poco que nos conocemos. - y tan poco, menos de un par de días, y uno de ellos yo estaba más allá que acá. - Me ayudó el otro día en el Moulin, ya sabes cómo suelo llegar a ese sitio...- ella sabe por otras veces que tengo ese lugar como una especie de base a la que acudir cuando necesite ayuda, un mal vicio.
De repente se me enciende la chispa para un posible nombre que no sea el suyo, no sé por qué, pero el primero que me sale es... - Se llama Irina. - lo suelto así sin más, esperando dos opciones: o que me siga el juego o que me deje por loco inventacosas. Después se acerca Ling, saludando de una manera así como muy caballerosa que no le pega nada para la edad que tiene y el siglo en que estamos. Además Juliet se queda como cortada, prácticamente sin decir ni una palabra además del hola. - ¿Los asiáticos no sois más de reverencias de estas intensas? ¿Qué pensarían tus antepasados de esta occidentalización? - o tal vez los asiáticos también lo hacen, en cuyo caso me he colado, pero es lo que tiene hablar sin saber.
En el fondo me preguntaba si Nery habría sido alguna vez como aquel tal Svart. Pequeño, rebelde, más animal que persona… Se entretenía armando un caos entre las mesas, tirando botellas y sencillamente provocando algo de ruido. Sin embargo no acababa de molestarme. Si hubiera sido un crío cualquiera tal vez. Pero tenía algo más de comprensión por los dragones. Nunca había acabado de comprender, en realidad, qué los hacía diferente de cualquier ser antropomorfo. Y cómo era posible que tardaran tanto tiempo en poder adoptar forma humana, y luego pudieran usarla con tanta normalidad.
Indira parecía conocer al animal. Ella misma me indicó el nombre, y preguntó. -Entiendo algo, hablo más bien poco. No presté la atención que debía en su momento.- A Yienorkhel le habría encantado que aprendiera más. Pero los roces y continuos odios de nuestra infancia provocaron demasiado distanciamiento como para que aprendiera.
Dejé que las cosas fueran avanzando su curso natural. Ling Hua se presentó y dio la bienvenida a los que acababan de llegar. La muchacha que acompañaba al otro parecía en exceso tímida. Y para rematar, el asiático fue a besarle la mano. Eran costumbres muy arcaicas incluso para mi. Supuse que en aquel gesto había otra intención. El “dueño” del dragón, aparentemente, tenía dificultades para parar los pies al lagarto. Me explicó que estaba en… “su custodia”, más o menos. Y que ni hablaba ni se transformaba. Sonreí levemente.
-Es normal, para la edad que tiene. La mayoría tardan mucho, y… Algunos prefieren no hacerlo nunca.- Aunque Yienor no había conocido más dragones aparte de él sabía muy bien cómo eran los suyos. Los negros tendían a menospreciar los humanos más que ninguna otra raza. Eran individualistas y tremendamente orgullosos. Más que los rojos. Aunque creía recordar que los negros eran algo más pequeños que los del tipo de mi “hermano” adoptivo…
Finalmente Svart cogió lo que le ofrecí y, tras ello, salió volando y empezó a revolotear por arriba. La situación era, cuanto menos, extraña. Y aunque lo estaba disfrutando me revolvía un poco las entrañas saber que aún guardaba bastantes… sentimientos y recuerdos por aquellos seres, por influencia de mi condenado hermano.
Tras eso decidí servirme algo de comer mientras contemplaba el grupo con una distancia más o menos prudente. Reiv (como lo había llamado la alada) e Indira parecían conocerse de alguna cosa. Y la nueva debía llamarse Irina, tal y como la presentó el otro. Decidí acercarme, con las alas muy cómodas y prudentemente escondidas bajo mi capa. No era demasiado fanático de socializar por socializar, pero… Tal vez pudiera sacar algo útil de todo aquello.
-Bienvenidos a la fiesta, aunque… Creo que llego ya tarde para introduciros.- Miré a Ling Hua de reojo. -Yo soy Cygnus- Hice una pequeña reverencia. La que debería haber hecho el descarado asiático. -¿Sois estudiantes en esta isla?- Miraba hacia arriba, sin perder del todo de vista al animalillo que debía seguir volando. Había algo en ver uno de esos seres por ahí que aún me revolvía las entrañas.
Indira parecía conocer al animal. Ella misma me indicó el nombre, y preguntó. -Entiendo algo, hablo más bien poco. No presté la atención que debía en su momento.- A Yienorkhel le habría encantado que aprendiera más. Pero los roces y continuos odios de nuestra infancia provocaron demasiado distanciamiento como para que aprendiera.
Dejé que las cosas fueran avanzando su curso natural. Ling Hua se presentó y dio la bienvenida a los que acababan de llegar. La muchacha que acompañaba al otro parecía en exceso tímida. Y para rematar, el asiático fue a besarle la mano. Eran costumbres muy arcaicas incluso para mi. Supuse que en aquel gesto había otra intención. El “dueño” del dragón, aparentemente, tenía dificultades para parar los pies al lagarto. Me explicó que estaba en… “su custodia”, más o menos. Y que ni hablaba ni se transformaba. Sonreí levemente.
-Es normal, para la edad que tiene. La mayoría tardan mucho, y… Algunos prefieren no hacerlo nunca.- Aunque Yienor no había conocido más dragones aparte de él sabía muy bien cómo eran los suyos. Los negros tendían a menospreciar los humanos más que ninguna otra raza. Eran individualistas y tremendamente orgullosos. Más que los rojos. Aunque creía recordar que los negros eran algo más pequeños que los del tipo de mi “hermano” adoptivo…
Finalmente Svart cogió lo que le ofrecí y, tras ello, salió volando y empezó a revolotear por arriba. La situación era, cuanto menos, extraña. Y aunque lo estaba disfrutando me revolvía un poco las entrañas saber que aún guardaba bastantes… sentimientos y recuerdos por aquellos seres, por influencia de mi condenado hermano.
Tras eso decidí servirme algo de comer mientras contemplaba el grupo con una distancia más o menos prudente. Reiv (como lo había llamado la alada) e Indira parecían conocerse de alguna cosa. Y la nueva debía llamarse Irina, tal y como la presentó el otro. Decidí acercarme, con las alas muy cómodas y prudentemente escondidas bajo mi capa. No era demasiado fanático de socializar por socializar, pero… Tal vez pudiera sacar algo útil de todo aquello.
-Bienvenidos a la fiesta, aunque… Creo que llego ya tarde para introduciros.- Miré a Ling Hua de reojo. -Yo soy Cygnus- Hice una pequeña reverencia. La que debería haber hecho el descarado asiático. -¿Sois estudiantes en esta isla?- Miraba hacia arriba, sin perder del todo de vista al animalillo que debía seguir volando. Había algo en ver uno de esos seres por ahí que aún me revolvía las entrañas.
No puedo evitar soltar una risita por la miseria de Reiv al tener que cuidar a ese pequeño dragón rebelde, cual hermano pequeño que no reconoce tu autoridad. Normalmente no me reiría pero como dicen por ahí: la confianza da asco.
-Bueno, se ve que sabes más que Reiv... o que Svart no le hace mucho caso
Dije viendo al enano responder, a su manera, a Reiv.
"Menudo crío. Reiv lo va a tener muy duro"
Viendo que Reiv tampoco toma la iniciativa de acercarse a mí me incomoda un poco, y es que como adolescente hormonada que soy, y esta etapa va a durar mucho pero que muuuuuucho tiempo, solo tengo ganas de abrazarle y de comerle a besos delante de todo el mundo, pero sé que a él no le gustan las muestras de cariño en público.
-Créeme. Tiene más pelotas que todos los de esta sala juntos
Le digo en tono de broma. Le miro extrañada cuando habla sobre el Moulin. ¿Qué habrá pasado? ¿El Ejército atacó de nuevo?
-Supongo que habrás visto el estado en el que está. Por suerte ya está protegido mágicamente. Sólo me queda reformarlo
"Aunque deberías cambiar de costumbres. Dentro de poco no estaré mucho por allí"
Sonrío a la pelirroja, bastante más baja que una servidora, tendiéndole la mano.
-Encantada, señorita Irina. Me llamo Indira
"Su nombre se parece al mío. Tal vez deba usarlo de nombre falso si viene la ocasión"
Miro a Reiv con una mueca bastante graciosa ante su comentario. ¿Podría considerarse racista? ¿No se daba cuenta de que el otro intentaba ligar?La respuesta la obtendremos en su próximo post.
-Bueno... ¿Queréis comer algo?
Digo mientras les señalo con la cabeza una de las mesas. Miro hacia arriba y veo a Svart revoloteando por la sala, y no puedo evitar sonreír de la emoción.
-Ya vuela...
-Bueno, se ve que sabes más que Reiv... o que Svart no le hace mucho caso
Dije viendo al enano responder, a su manera, a Reiv.
"Menudo crío. Reiv lo va a tener muy duro"
Viendo que Reiv tampoco toma la iniciativa de acercarse a mí me incomoda un poco, y es que como adolescente hormonada que soy, y esta etapa va a durar mucho pero que muuuuuucho tiempo, solo tengo ganas de abrazarle y de comerle a besos delante de todo el mundo, pero sé que a él no le gustan las muestras de cariño en público.
-Créeme. Tiene más pelotas que todos los de esta sala juntos
Le digo en tono de broma. Le miro extrañada cuando habla sobre el Moulin. ¿Qué habrá pasado? ¿El Ejército atacó de nuevo?
-Supongo que habrás visto el estado en el que está. Por suerte ya está protegido mágicamente. Sólo me queda reformarlo
"Aunque deberías cambiar de costumbres. Dentro de poco no estaré mucho por allí"
Sonrío a la pelirroja, bastante más baja que una servidora, tendiéndole la mano.
-Encantada, señorita Irina. Me llamo Indira
"Su nombre se parece al mío. Tal vez deba usarlo de nombre falso si viene la ocasión"
Miro a Reiv con una mueca bastante graciosa ante su comentario. ¿Podría considerarse racista? ¿No se daba cuenta de que el otro intentaba ligar?
-Bueno... ¿Queréis comer algo?
Digo mientras les señalo con la cabeza una de las mesas. Miro hacia arriba y veo a Svart revoloteando por la sala, y no puedo evitar sonreír de la emoción.
-Ya vuela...
La joven pelirroja me contesta un hola muy tímido, lo que la hace más adorable aún si cabe, sonrojándose. Reiv contesta a la alada y la presenta como Irina, un nombre corriente pero que le queda bastante bien. Luego parece molesto con mi muestra de cortesía, y yo entre el alcohol y un mareillo que me está dando pues me pongo serio en modo Descendiente.
-Las maneras de ser cortés y educado pueden ser distintas, pero no dejan de ser lo que son. Y visto que he venido desde China para tomar el puesto que mi hermana desaparecida dejó libre y continuar en el Consejo con la idea de cambiar la acción de los Descendientes y poder implicarnos más para terminar esta guerra, considero que una adaptación al lugar en el que me he visto obligado a vivir por las circunstancias no es algo que mis antepasados vayan a ver con malos ojos, joven Black. Pero no estamos aquí para comparar tradiciones.
No tengo ganas de discutir, esto es una fiesta ¿verdad? Así que asiento un poco más animado a la propuesta de Indira de comer algo y miro al dragoncillo que revolotea por la sala después de arrasar con una de las mesas y tomar el aperitivo que le ofreció Cygnus hace un momento. Me acerco a la botella para servirme más y la levanto hacia los invitados, preguntándome donde andan el resto de Descendientes amargados y mi porreta favorito, que ha ido hace un rato a descargar.
-Bebed y bailad, compañeros, disfrutad de la fiesta.
-Las maneras de ser cortés y educado pueden ser distintas, pero no dejan de ser lo que son. Y visto que he venido desde China para tomar el puesto que mi hermana desaparecida dejó libre y continuar en el Consejo con la idea de cambiar la acción de los Descendientes y poder implicarnos más para terminar esta guerra, considero que una adaptación al lugar en el que me he visto obligado a vivir por las circunstancias no es algo que mis antepasados vayan a ver con malos ojos, joven Black. Pero no estamos aquí para comparar tradiciones.
No tengo ganas de discutir, esto es una fiesta ¿verdad? Así que asiento un poco más animado a la propuesta de Indira de comer algo y miro al dragoncillo que revolotea por la sala después de arrasar con una de las mesas y tomar el aperitivo que le ofreció Cygnus hace un momento. Me acerco a la botella para servirme más y la levanto hacia los invitados, preguntándome donde andan el resto de Descendientes amargados y mi porreta favorito, que ha ido hace un rato a descargar.
-Bebed y bailad, compañeros, disfrutad de la fiesta.
Algo está a punto de suceder, sin previo aviso. La puerta del comedor se estremece con un golpe seco, sin llegar a abrirse. Suena como si algo se hubiese estampado contra ésta de manera contundente, sujetado con clavos posteriormente. Por el otro lado de la puerta asoman dichos clavos, un total de cuatro. Y lo más inquietante: comienza a filtrarse un líquido rojo y espeso por los orificios de los clavos, además de por la parte de abajo de la puerta. La sangre se hace más visible a medida que pasan los segundos, pero no descubrirán de qué se trata hasta que no se les ocurra abrir la puerta. La imagen que aparecerá ante ellos es dantesca. Kira Mandela, una de las integrantes del Consejo de los 20, ha sido asesinada. La persona o personas que lo hayan hecho ya han desaparecido de la escena, dejando únicamente el cadáver de Kira clavado contra la puerta del comedor, con las extremidades extendidas y los clavos en pies y manos. El cuerpo no muestra demasiados signos de violencia, pero tendrá que ser determinada la causa de la muerte. Lo único seguro es la coartada que tienen aquellos que estaban en la fiesta, ¿o ni siquiera eso?... Sólo alguien con acceso a la isla puede ser el asesino.
Ver a Svart tan en su elemento le hacía feliz en parte, como cuando uno ve a un bebe pequeño regocijarse con las travesurillas y aventuras que se crean ellos mismos. No fue hasta que Reiv se lo pidió que pensó siquiera en participar en la campaña que parecían llevar todos a cabo para regresarlo al suelo. Y aunque le encantara verlo volar libre y feliz, sabía que la preocupación de Reiv no podía ser en vano. Con extrañeza, no sabía muy bien si lo que a Reiv le faltaba era firmeza p suavidad con Svart... Los dragones siempre resultaban complicados... -Svart Dal het, dein golt, por favor. - dijo a l vez con suavidad y firmeza, como tratando de darle a entender su preocupación, pero también expresándole autoridad... Al final, solo había dicho algo como: Svart, regresa aquí, mantente en el suelo. De cualquier manera, sentía claramente la frustración del moreno por no poder mantener un buen comportamiento de una criatura tal salvaje como libre. Lo único que quedaba para él era ayudarle a enfocar la energía en cuestiones productivas. Para eso, estaba preparada para hacerle alguna caricia agradable como refuerzo positivo de una buena conducta en caso de que decidiera bajar.
Mientras esperaban respuesta del pequeño pollito, esperaba que nadie hubiera escuchado cuando el contrario le había llamado por su nombre. Más temprano que tarde todos comenzaron a preguntarse por la recién llegada, y aunque sí de ella dependiera no daría su nombre, no sabía lo que haría el Black con la información que tenía. Inició dándole vueltas a las preguntas, dando datos muy generales , para después soltar una mentira de la manera más natural del mundo en frente de todos. Y si bien era cierto que no era Irina su nombre, se sentía ligeramente nostálgica al escucharlo nombrar. Como si fuera suyo y nadie le llamara así nunca, solo las personas cercanas... Ese tipo de sentimientos que trataba de no sentir con nadie... La familiaridad y la complicidad. En un determinado momento, la mano de Indira también le invitaba a saludarla. Y dudo un poco, lo hizo, no se sentía a gusto con tantas personas alrededor: sus batallas más duras y donde terminaba en peor estado eran principalmente aquellas donde había más de dos personas involucradas. Pero terminó por darle la mano, asintiendo ante el nombre y llevándose otra mano al cuello, tocándolo suavemente con los dedos como un tic involuntario que tenía.
Y mientras todos hablaban de reencuentros, reverencias y occidentalizaciones, comenzó a moverse un poco por la sala, observando la decoración más que nada. Si bien era cierto que tenía algo de hambre, prefería cazar algo después que arriesgarse a la comida de una fiesta donde no sabía quién ni con qué intenciones habría preparado. El chico que le había besado la mano, que le parecía todo menos tímido pero si formal, decidió iniciar y ser el alma de la fiesta, aunque personalmente la joven pelirroja prefiriera permanecer un poco al margen, con la cabeza despejada y alerta a cualquier acontecimiento.
Estaba por decir algo para meterse con Reiv y su manera de meterse con todo el mundo cuando un golpe en una de las grandes puertas llamó su atención. Quizás era exageración, pero lo primero que hizo fue ponerse espaldas a la pared y sacar su espada que había mantenido oculta. Se mantuvo en tensión por un rato, sintiendo en el aire que algo claramente no estaba bien, cuando comenzó a ver aquellos fluidos filtrarse al salón. No tardó mucho en determinar que aquello olía efectivamente a sangre... Si aquello era algo normal en una fiesta, definitivamente estaba juntándose justo con la gente con la que no quería ya tener nada que ver... No le resultaría extraño que aquel chico tan supuestamente caballeroso terminará siendo un asesino sanguinario...
Mientras tanto, ella solo esperaba a que algo entrará o a que alguien saliera a ver qué había tras la puerta... O quien. De espaldas, alcanzó a fijarse en un calendario cercano y soltó un chasquido por lo bajo. Se había equivocado algunos pocos días -un par de semanas- con la fecha. Seguro Johan lo comprendería...
Mientras esperaban respuesta del pequeño pollito, esperaba que nadie hubiera escuchado cuando el contrario le había llamado por su nombre. Más temprano que tarde todos comenzaron a preguntarse por la recién llegada, y aunque sí de ella dependiera no daría su nombre, no sabía lo que haría el Black con la información que tenía. Inició dándole vueltas a las preguntas, dando datos muy generales , para después soltar una mentira de la manera más natural del mundo en frente de todos. Y si bien era cierto que no era Irina su nombre, se sentía ligeramente nostálgica al escucharlo nombrar. Como si fuera suyo y nadie le llamara así nunca, solo las personas cercanas... Ese tipo de sentimientos que trataba de no sentir con nadie... La familiaridad y la complicidad. En un determinado momento, la mano de Indira también le invitaba a saludarla. Y dudo un poco, lo hizo, no se sentía a gusto con tantas personas alrededor: sus batallas más duras y donde terminaba en peor estado eran principalmente aquellas donde había más de dos personas involucradas. Pero terminó por darle la mano, asintiendo ante el nombre y llevándose otra mano al cuello, tocándolo suavemente con los dedos como un tic involuntario que tenía.
Y mientras todos hablaban de reencuentros, reverencias y occidentalizaciones, comenzó a moverse un poco por la sala, observando la decoración más que nada. Si bien era cierto que tenía algo de hambre, prefería cazar algo después que arriesgarse a la comida de una fiesta donde no sabía quién ni con qué intenciones habría preparado. El chico que le había besado la mano, que le parecía todo menos tímido pero si formal, decidió iniciar y ser el alma de la fiesta, aunque personalmente la joven pelirroja prefiriera permanecer un poco al margen, con la cabeza despejada y alerta a cualquier acontecimiento.
Estaba por decir algo para meterse con Reiv y su manera de meterse con todo el mundo cuando un golpe en una de las grandes puertas llamó su atención. Quizás era exageración, pero lo primero que hizo fue ponerse espaldas a la pared y sacar su espada que había mantenido oculta. Se mantuvo en tensión por un rato, sintiendo en el aire que algo claramente no estaba bien, cuando comenzó a ver aquellos fluidos filtrarse al salón. No tardó mucho en determinar que aquello olía efectivamente a sangre... Si aquello era algo normal en una fiesta, definitivamente estaba juntándose justo con la gente con la que no quería ya tener nada que ver... No le resultaría extraño que aquel chico tan supuestamente caballeroso terminará siendo un asesino sanguinario...
Mientras tanto, ella solo esperaba a que algo entrará o a que alguien saliera a ver qué había tras la puerta... O quien. De espaldas, alcanzó a fijarse en un calendario cercano y soltó un chasquido por lo bajo. Se había equivocado algunos pocos días -un par de semanas- con la fecha. Seguro Johan lo comprendería...
Me muestro interesado en lo que menciona Jonnai sobre su aprendizaje del lenguaje de los dragones y lo de no prestar suficiente atención en su momento, preguntándole directamente su implicación al respecto. Cuanta más gente "experta" en el tema conozca pues mucho mejor. - ¿Quién fue tu maestro en esto del lenguaje de los dragones? - obviamente no ha sido nadie de la isla, él es nuevo aquí. Seguro que fue alguien menos estricto que el maestro Tepes. Que afirme que es normal el nivel de desarrollo de mi dragón me tranquiliza un poco, aunque ya había oído otras veces eso de que algunos deciden no hablar nunca, pero porque consideran indigno todo lo que tenga que ver con nuestro lenguaje o adoptar nuestra forma. Miro a Juliet de reojo, preguntándome si ella habría tomado desde pequeña la decisión de ser y actuar como una "humana".
Asiento después a la pregunta de Cygnus sobre si somos estudiantes de la isla, lo cual no es mentira del todo porque estoy respondiendo por mi parte. - Desde hace varios meses, sí. Por ahora estoy con un único profesor, pero no quiero quedarme sólo ahí. Me gustaría aprender más cosas. - las habilidades de Snagov son interesantes, cosa que no quita que desee indagar en otras disciplinas. - Aunque no me limito a aprender en la isla, por libre he estado practicando otras cosas que aquí no enseñan, como manejo de sombras. ¿Y tú, desde cuándo llevas por aquí? ¿Con quién vas a aprender? - le devuelvo ahora la pregunta sobre el motivo por el que está aquí, observando de tanto en tanto a Svart, que parece aburrido de dar vueltas por la sala y acaba subiéndose a la gran lámpara de araña del techo. Ésta se estremece un poco bajo el peso de Svart, pero por ahora aguanta. Me tomo unos segundos en recordar el estado en el que estaba el Moulin, tras el recordatorio de Indira. Al llegar no me fijé mucho porque iba más muerto que vivo, pero cuando salimos sí que pude ver que estaba algo desastroso. - Mientras permanezca oculto a ojos enemigos podremos seguir usando el lugar, aunque ten en cuenta que sigue sin ser un lugar completamente seguro. Sería útil tener vigilancia por la zona, por si acaso. - voy a picotear algo de la bandeja de la mesa de al lado, pero me detengo un instante al escuchar la respuesta de Ling, que tiene pinta de llevar ya unas copas de más. Alzo levemente una ceja ante su educado discurso, en el que me ha contado hasta que le desapareció una hermana. Así que está aquí de rebote, porque falta la que debía estar. En lugar de coger algo de la bandeja acabo cogiendo una copa de vino que hay en la mesa, esperando un poco para beber.
- Dudo que vuestra implicación en la guerra cambie algo-
"¿se lo tienen un poco creído o me lo parece? Vale que sean poderosos, pero tampoco son tantos como para formar un ejército importante"
- Pero...es bonito soñar.- alzo la copa en su dirección, con una leve sonrisa burlona. Después bebo un trago de vino, volviendo a dejar la copa sobre la mesa cuando acabo. - Lo de disfrutar de la fiesta ya tiene más sentido, coincido. - Juliet ha conseguido que Svart regrese al suelo, aunque se esconda debajo de una mesa. La pelirroja parece incómoda entre tanta gente, ya que no se dirige a ninguno y sólo habla con el dragón. Le ofrezco otra de las copas de vino de las que hay en la mesa, pensando que eso para un dragón no es nada. Debe ser muy difícil que se emborrachen. Ella no contaba con que hubiese aquí una fiesta, tal vez quiera irse a descansar. Después de todo es normal sentirse algo extraño al llegar a un sitio desconocido.
- Si quieres puedo acompañarte a las habitaciones, ya hablaremos mañana con Snagov. - en ese momento se escucha un fuerte estruendo en la puerta de entrada, suena como si algo grande hubiese golpeado. El golpe ya me pone alerta, más aún cuando por el suelo comienza a filtrarse lo que parece ser sangre. Entorno los ojos con gesto de extrañeza total, pensando que si se trata de una broma tiene muy poca gracia. Después me voy acercando lentamente hacia la puerta, con cuidado de no pisar la sangre del suelo. Al llegar abro despacio, haciendo que crujan las bisagras poco engrasadas. Lo que revela el otro lado de la puerta es bastante macabro. Reconozco de vista a la persona que está ahí clavada, aunque no haya hablado nunca con ella. Es una de las descendientes, de las más jóvenes. - Pero qué mierdas...- murmuro desconcertado por lo surrealista de la situación, una tía de las "importantes" asesinada durante una fiesta. Me asomo un momento al exterior, sin ver al culpable de esto. Quien haya sido se ha largado bien rápido.
Asiento después a la pregunta de Cygnus sobre si somos estudiantes de la isla, lo cual no es mentira del todo porque estoy respondiendo por mi parte. - Desde hace varios meses, sí. Por ahora estoy con un único profesor, pero no quiero quedarme sólo ahí. Me gustaría aprender más cosas. - las habilidades de Snagov son interesantes, cosa que no quita que desee indagar en otras disciplinas. - Aunque no me limito a aprender en la isla, por libre he estado practicando otras cosas que aquí no enseñan, como manejo de sombras. ¿Y tú, desde cuándo llevas por aquí? ¿Con quién vas a aprender? - le devuelvo ahora la pregunta sobre el motivo por el que está aquí, observando de tanto en tanto a Svart, que parece aburrido de dar vueltas por la sala y acaba subiéndose a la gran lámpara de araña del techo. Ésta se estremece un poco bajo el peso de Svart, pero por ahora aguanta. Me tomo unos segundos en recordar el estado en el que estaba el Moulin, tras el recordatorio de Indira. Al llegar no me fijé mucho porque iba más muerto que vivo, pero cuando salimos sí que pude ver que estaba algo desastroso. - Mientras permanezca oculto a ojos enemigos podremos seguir usando el lugar, aunque ten en cuenta que sigue sin ser un lugar completamente seguro. Sería útil tener vigilancia por la zona, por si acaso. - voy a picotear algo de la bandeja de la mesa de al lado, pero me detengo un instante al escuchar la respuesta de Ling, que tiene pinta de llevar ya unas copas de más. Alzo levemente una ceja ante su educado discurso, en el que me ha contado hasta que le desapareció una hermana. Así que está aquí de rebote, porque falta la que debía estar. En lugar de coger algo de la bandeja acabo cogiendo una copa de vino que hay en la mesa, esperando un poco para beber.
- Dudo que vuestra implicación en la guerra cambie algo-
"¿se lo tienen un poco creído o me lo parece? Vale que sean poderosos, pero tampoco son tantos como para formar un ejército importante"
- Pero...es bonito soñar.- alzo la copa en su dirección, con una leve sonrisa burlona. Después bebo un trago de vino, volviendo a dejar la copa sobre la mesa cuando acabo. - Lo de disfrutar de la fiesta ya tiene más sentido, coincido. - Juliet ha conseguido que Svart regrese al suelo, aunque se esconda debajo de una mesa. La pelirroja parece incómoda entre tanta gente, ya que no se dirige a ninguno y sólo habla con el dragón. Le ofrezco otra de las copas de vino de las que hay en la mesa, pensando que eso para un dragón no es nada. Debe ser muy difícil que se emborrachen. Ella no contaba con que hubiese aquí una fiesta, tal vez quiera irse a descansar. Después de todo es normal sentirse algo extraño al llegar a un sitio desconocido.
- Si quieres puedo acompañarte a las habitaciones, ya hablaremos mañana con Snagov. - en ese momento se escucha un fuerte estruendo en la puerta de entrada, suena como si algo grande hubiese golpeado. El golpe ya me pone alerta, más aún cuando por el suelo comienza a filtrarse lo que parece ser sangre. Entorno los ojos con gesto de extrañeza total, pensando que si se trata de una broma tiene muy poca gracia. Después me voy acercando lentamente hacia la puerta, con cuidado de no pisar la sangre del suelo. Al llegar abro despacio, haciendo que crujan las bisagras poco engrasadas. Lo que revela el otro lado de la puerta es bastante macabro. Reconozco de vista a la persona que está ahí clavada, aunque no haya hablado nunca con ella. Es una de las descendientes, de las más jóvenes. - Pero qué mierdas...- murmuro desconcertado por lo surrealista de la situación, una tía de las "importantes" asesinada durante una fiesta. Me asomo un momento al exterior, sin ver al culpable de esto. Quien haya sido se ha largado bien rápido.
La pregunta de Reiv me pilló un poco por sorpresa. ¿Quién había sido mi maestro? Más bien el tuyo. Prácticamente había aprendido todo por ti, repitiendo las frases que te enseñara por la mañana una y otra vez antes de ir a dormir. Y yo siempre pidiendo muy educadamente que me dejaras dormir, que eso no te permitiría ganarte la vida. Y mientras tanto Indira decía que al menos sabía algo más que Reiv. “O no.” -Mi maestro fue… Otro dragón. Hay más de los que parecen.- Sonreí levemente, como si aquello no estuviera ligado a… Lo que ahora mismo estaba. A un dragón que quería cortarme la cabeza.
Si bien Reiv tenía problemas con el dragón, la otra chavala sabía mucho de la lengua. Bastante más que tu incluso, hermano. No me pasó desapercibido pero no quise darle más vueltas al asunto. Él fue el único en responder que se trataba de otro estudiante, con un profesor. Aunque aparentemente había estado interesado en otra técnica, en el manejo de las sombras. Alcé levemente las cejas con sorpresa. Sus dos preguntas me llevaron a pensar la respuesta. -Yo… ¿Llegué hará dos o tres días? Aún estoy intentando… Comprender un poco el, perdóname la palabra, chiringuito que tienen aquí puesto. Ciertamente mejorar el manejo de la oscuridad me parecería interesante. Es una pena que no pueda sacar provecho de ahí… Aunque igual tu y yo podríamos apañarnos algo.
Siempre era bueno compartir ese tipo de “aficiones” con otras personas, pues no todos acababan de ver como correcto o moral el uso de la oscuridad. Mi madre probablemente no me hubiera dejado, tan devota a la luz (y débil a las sombras) como era. Cosas de alados. Luego la alada y él siguieron la conversación por el sendero del Moulin. Yo seguí sirviéndome, evitando las copas de vino y cualquier otra muestra de alcohol a toda costa, y solo volví a intervenir cuando Ling Hua pronunció su discurso.
En él nos explicó sus orígenes. Cosa que en aquel momento no me resultaba muy… esencial saber. Más importante fue su palabrerío sobre la actuación del consejo. A lo que Reiv soltó un muy acertado comentario. -Y no sé si seréis conscientes de que mientras se decide o no si hacer alguna cosa para ayudar ahí abajo, sigue muriendo gente ya no en batalla, si no escondidos en zulos, muertos de hambre… Mientras que aquí os sacáis la comida de debajo de las piedras.- Había dejado de comer. No entendía cómo aquella isla podía ser autosuficiente.
Aunque si entendía porqué les interesaba serlo. Porque les importaba escasamente lo que sucediera allí abajo. -Pero cuando se está tan cómodo en una utopía flotante, ¿Qué más dará darse prisas?- Que lo dijera alguien nacido como fruto de dos razas con vidas longevas, más allá de milenarias, caracterizadas por el poco peso que daban el tiempo, tenía… Cierto punto de ironía. Ling animó a que disfrutáramos de la fiesta. “Eso, eso.” Si es que parecían los del PP. Pegándose la gran vida y animando a todo el mundo a hacerlo, sin entrar en consideración de que no todos se sacaban los lujos de debajo de las piedras. O de casos de corrupción, ves tu a saber. Igual tenían hasta tratos con la Alianza.
Pero unos golpes en la puerta interrumpieron la calma. Y corría la sangre por debajo. Yo mismo me acerqué, con los ojos muy abiertos, formando una de las espadas en mis manos. Reiv abrió la puerta. Allí encontramos una grotesca imagen. Una mujer clavada en la puerta. “... Pues parece que se les ha acabado la paz”. Fue mi pensamiento inmediato. Me había acostumbrado a la muerte y a la sangre, y más aún a asesinatos rastreros o imágenes desagradables. Había tenido contacto con aurores y ya estaba cansado de ver semejantes espectáculos.
La expresión que lucí no fue ni de asco ni de sorpresa. Frío como el mármol, dirigí una mirada a Ling Hua, como único “Descendiente” ahí presente, y decidí hacer la pregunta que me recorría la mente hacía unos instantes. -Parece que vuestro idilio personal manifiesta sus primeras sombras… ¿Era ella una de los vuestros?- Si bien era imposible que hubiera acabado yo con ella, la tranquilidad con la que hablaba podía resultar hasta incómoda. Hacía tiempo que había perdido el tacto.
Si bien Reiv tenía problemas con el dragón, la otra chavala sabía mucho de la lengua. Bastante más que tu incluso, hermano. No me pasó desapercibido pero no quise darle más vueltas al asunto. Él fue el único en responder que se trataba de otro estudiante, con un profesor. Aunque aparentemente había estado interesado en otra técnica, en el manejo de las sombras. Alcé levemente las cejas con sorpresa. Sus dos preguntas me llevaron a pensar la respuesta. -Yo… ¿Llegué hará dos o tres días? Aún estoy intentando… Comprender un poco el, perdóname la palabra, chiringuito que tienen aquí puesto. Ciertamente mejorar el manejo de la oscuridad me parecería interesante. Es una pena que no pueda sacar provecho de ahí… Aunque igual tu y yo podríamos apañarnos algo.
Siempre era bueno compartir ese tipo de “aficiones” con otras personas, pues no todos acababan de ver como correcto o moral el uso de la oscuridad. Mi madre probablemente no me hubiera dejado, tan devota a la luz (y débil a las sombras) como era. Cosas de alados. Luego la alada y él siguieron la conversación por el sendero del Moulin. Yo seguí sirviéndome, evitando las copas de vino y cualquier otra muestra de alcohol a toda costa, y solo volví a intervenir cuando Ling Hua pronunció su discurso.
En él nos explicó sus orígenes. Cosa que en aquel momento no me resultaba muy… esencial saber. Más importante fue su palabrerío sobre la actuación del consejo. A lo que Reiv soltó un muy acertado comentario. -Y no sé si seréis conscientes de que mientras se decide o no si hacer alguna cosa para ayudar ahí abajo, sigue muriendo gente ya no en batalla, si no escondidos en zulos, muertos de hambre… Mientras que aquí os sacáis la comida de debajo de las piedras.- Había dejado de comer. No entendía cómo aquella isla podía ser autosuficiente.
Aunque si entendía porqué les interesaba serlo. Porque les importaba escasamente lo que sucediera allí abajo. -Pero cuando se está tan cómodo en una utopía flotante, ¿Qué más dará darse prisas?- Que lo dijera alguien nacido como fruto de dos razas con vidas longevas, más allá de milenarias, caracterizadas por el poco peso que daban el tiempo, tenía… Cierto punto de ironía. Ling animó a que disfrutáramos de la fiesta. “Eso, eso.” Si es que parecían los del PP. Pegándose la gran vida y animando a todo el mundo a hacerlo, sin entrar en consideración de que no todos se sacaban los lujos de debajo de las piedras. O de casos de corrupción, ves tu a saber. Igual tenían hasta tratos con la Alianza.
Pero unos golpes en la puerta interrumpieron la calma. Y corría la sangre por debajo. Yo mismo me acerqué, con los ojos muy abiertos, formando una de las espadas en mis manos. Reiv abrió la puerta. Allí encontramos una grotesca imagen. Una mujer clavada en la puerta. “... Pues parece que se les ha acabado la paz”. Fue mi pensamiento inmediato. Me había acostumbrado a la muerte y a la sangre, y más aún a asesinatos rastreros o imágenes desagradables. Había tenido contacto con aurores y ya estaba cansado de ver semejantes espectáculos.
La expresión que lucí no fue ni de asco ni de sorpresa. Frío como el mármol, dirigí una mirada a Ling Hua, como único “Descendiente” ahí presente, y decidí hacer la pregunta que me recorría la mente hacía unos instantes. -Parece que vuestro idilio personal manifiesta sus primeras sombras… ¿Era ella una de los vuestros?- Si bien era imposible que hubiera acabado yo con ella, la tranquilidad con la que hablaba podía resultar hasta incómoda. Hacía tiempo que había perdido el tacto.
-Tienes razón. Debería buscar a alguien para vigilarlo. Pero no me fío de nadie.Sobretodo que no siempre voy a estar ahí supervisando...
Le dije a Reiv, adoptando una expresión consternada. Y más ahora que me iba a ir durante una buena temporada. Quería hacer más cosas, pero al final solo voy a poder reformarlo antes de irme. Pocas cosas me salen a derechas, pero al menos no soy tan obvia como Reiv, pues tremendo discurso soltó el Descendiente a modo de respuesta.
"¡La has cagao!"
Solo puedo suspirar cuando a Reiv no se le ocurre otra cosa que responderle. Y encima el otro metiéndose por medio. Pensé que hoy íbamos a relajarnos, por un lugar en el que me siento segura y encima no me dejan relajarme. Me dan ganas de largarme, o al menos volver con los enfermeros. Me fijo en Svart, que se esconde bajo la mesa, ojalá yo pudiera hacer eso. De todas formas, parece que Reiv quiere volver a ser simpático y evitar problemas, se ha vuelto más sensato, por suerte. Me echo un vaso con ron y soda y me acerco a él, moviendo la bebida con una pajita.
-Cuidado con el alcohol, ¿eh? Por suerte hoy no hará falta teetransporte
Un ruido en la puerta capta mi atención, y la de todos por lo que se ve. No me fijo tanto en la sangre como en los clavos que sobresalen. Me acerco junto a Reiv y dejo que él abra la puerta, viento aquella macabra escena. Mandela, una de los 20. Por suerte reacciono de la misma manera que me habían enseñado mis padres y todas las veces que lo había visto. No importaba mancharme de sangre, aunque fuera el único vestido bonito que tenía. La tarea era clara: liberar a la mujer. Por suerte no soy la única con la misma idea: uno de los enfermeros viene en mi ayuda.
-Reiv, ve al hospital y avisa a Lucio o échame una mano. Tal vez podamos salvarla
"No pienso quedarme quieta y quejarme o incluso malmeter. Hay que hacer algo"
Le dije a Reiv, adoptando una expresión consternada. Y más ahora que me iba a ir durante una buena temporada. Quería hacer más cosas, pero al final solo voy a poder reformarlo antes de irme. Pocas cosas me salen a derechas, pero al menos no soy tan obvia como Reiv, pues tremendo discurso soltó el Descendiente a modo de respuesta.
"¡La has cagao!"
Solo puedo suspirar cuando a Reiv no se le ocurre otra cosa que responderle. Y encima el otro metiéndose por medio. Pensé que hoy íbamos a relajarnos, por un lugar en el que me siento segura y encima no me dejan relajarme. Me dan ganas de largarme, o al menos volver con los enfermeros. Me fijo en Svart, que se esconde bajo la mesa, ojalá yo pudiera hacer eso. De todas formas, parece que Reiv quiere volver a ser simpático y evitar problemas, se ha vuelto más sensato, por suerte. Me echo un vaso con ron y soda y me acerco a él, moviendo la bebida con una pajita.
-Cuidado con el alcohol, ¿eh? Por suerte hoy no hará falta teetransporte
Un ruido en la puerta capta mi atención, y la de todos por lo que se ve. No me fijo tanto en la sangre como en los clavos que sobresalen. Me acerco junto a Reiv y dejo que él abra la puerta, viento aquella macabra escena. Mandela, una de los 20. Por suerte reacciono de la misma manera que me habían enseñado mis padres y todas las veces que lo había visto. No importaba mancharme de sangre, aunque fuera el único vestido bonito que tenía. La tarea era clara: liberar a la mujer. Por suerte no soy la única con la misma idea: uno de los enfermeros viene en mi ayuda.
-Reiv, ve al hospital y avisa a Lucio o échame una mano. Tal vez podamos salvarla
"No pienso quedarme quieta y quejarme o incluso malmeter. Hay que hacer algo"
El joven Black me responde mientras la chica pasea por el comedor observando todo, y el dragoncillo sube y baja aquí y allá.
-Nunca se sabe.
Y es la verdad. Un día un hombré se reveló y la raza mágica quedó al descubierto. Otro pequeño grupo no quería someterse y formaron la Alianza. Tal vez los Descendientes no podamos acabar esto, tal vez nos estemos escondiendo porque realmente vemos acabarse un mundo al que no hemos pertenecido nunca. Pero tal vez sí que podamos hacer algo, cambiar algunas vidas, no todas pero las suficientes para que todo se solucione. Llevará su tiempo, ¿pero que guerra termina de la noche a la mañana? Solo nos queda intentarlo, y eso...
-Un Consejo no está formado por una sola persona, sino un grupo que debe tomar decisiones en conjunto. La mayoría no quiere involucrarse, y la mayoría decide. Si fuese de esos que defienden un estoicismo con respecto al conflicto mágico que se lleva a cabo ahora mismo te daría alguna razón de porqué no hemos actuado, pero no lo soy. Varios Descendientes queremos participar, intentar acabar con la guerra, y no se nos permite por ser una minoría... Toca aguantar y seguir peleando por hacer cambiar de opinión a los demás.
Las ganas de hablar se me quitan al poco, después de levantar la copa hacia Reiv ante su frase sobre soñar y beber lo que queda en ella. El golpe sordo en la puerta nos sobresalta a todos, algunos llegan a sacar sus armas. Pienso que es un poco precipitado, imaginando que tal vez es Adael volviendo que ha tenido un mareo... Pero la sangre que empieza a manchar la puerta y a colarse por debajo me dejan la mente en blanco. Escucho lejanamente el sonido del cristal rompiéndose, mi copa ha caido al suelo. Los demás reaccionan precipitándose hacia la macabra escena, para atender a la persona que se halla detrás: Kira Mandela.
-Kira...-suelto en un susurro, respondiendo también a Cygnus.
Algunos recuerdos pasan en ese momento por mi cabeza, como ella bailando, o haciendo pequeñas nubes dentro de las habitaciones cuando se lo pedía, o yo asomando por encima de su hombro curioso de esos muñecos que hacía. Era mi amiga, y además de compartir nombre con mi hermana era una chica genial.
Me moví al poco, cuando ya estaban intentando soltarla de la puerta la chica alada y uno de los enfermeros que andaban por la fiesta. Aunque Indira dice que podemos salvarla yo no lo creo... hay demasiada sangre, sus heridas en pies y manos son horribles y enormes... Kira está muerta.
-Yo iré a buscarlo.
Les dije, justo antes de salir corriendo por el pasillo, evitando mirar el rostro de la chica con la que había compartido buenos momentos.
-Nunca se sabe.
Y es la verdad. Un día un hombré se reveló y la raza mágica quedó al descubierto. Otro pequeño grupo no quería someterse y formaron la Alianza. Tal vez los Descendientes no podamos acabar esto, tal vez nos estemos escondiendo porque realmente vemos acabarse un mundo al que no hemos pertenecido nunca. Pero tal vez sí que podamos hacer algo, cambiar algunas vidas, no todas pero las suficientes para que todo se solucione. Llevará su tiempo, ¿pero que guerra termina de la noche a la mañana? Solo nos queda intentarlo, y eso...
-Un Consejo no está formado por una sola persona, sino un grupo que debe tomar decisiones en conjunto. La mayoría no quiere involucrarse, y la mayoría decide. Si fuese de esos que defienden un estoicismo con respecto al conflicto mágico que se lleva a cabo ahora mismo te daría alguna razón de porqué no hemos actuado, pero no lo soy. Varios Descendientes queremos participar, intentar acabar con la guerra, y no se nos permite por ser una minoría... Toca aguantar y seguir peleando por hacer cambiar de opinión a los demás.
Las ganas de hablar se me quitan al poco, después de levantar la copa hacia Reiv ante su frase sobre soñar y beber lo que queda en ella. El golpe sordo en la puerta nos sobresalta a todos, algunos llegan a sacar sus armas. Pienso que es un poco precipitado, imaginando que tal vez es Adael volviendo que ha tenido un mareo... Pero la sangre que empieza a manchar la puerta y a colarse por debajo me dejan la mente en blanco. Escucho lejanamente el sonido del cristal rompiéndose, mi copa ha caido al suelo. Los demás reaccionan precipitándose hacia la macabra escena, para atender a la persona que se halla detrás: Kira Mandela.
-Kira...-suelto en un susurro, respondiendo también a Cygnus.
Algunos recuerdos pasan en ese momento por mi cabeza, como ella bailando, o haciendo pequeñas nubes dentro de las habitaciones cuando se lo pedía, o yo asomando por encima de su hombro curioso de esos muñecos que hacía. Era mi amiga, y además de compartir nombre con mi hermana era una chica genial.
Me moví al poco, cuando ya estaban intentando soltarla de la puerta la chica alada y uno de los enfermeros que andaban por la fiesta. Aunque Indira dice que podemos salvarla yo no lo creo... hay demasiada sangre, sus heridas en pies y manos son horribles y enormes... Kira está muerta.
-Yo iré a buscarlo.
Les dije, justo antes de salir corriendo por el pasillo, evitando mirar el rostro de la chica con la que había compartido buenos momentos.
Mi retorno a la fiesta se produce antes de lo previsto, tras encontrarme a Ling por los pasillos en plena carrera y con la cara descompuesta. Obviamente tuve que detenerlo uno segundos para saber qué pasaba, pero en cuanto me lo contó brevemente se me quedó la misma cara que a él. No lo retengo más, dejando que trate de encontrar al culpable. Yo tampoco tardo en moverme, pidiendo a otro compañero que me encuentro por el pasillo que vaya a ayudar a Ling. Por mi parte me aparezco al instante en la puerta del comedor, encontrándome con la terrible escena de nuestra compañera clavada en la puerta, sangrando.
Los alumnos e invitados a la fiesta se han acercado hasta ella, así que ordeno con voz tajante que den un paso atrás. - ¡Atrás! ¡dejad espacio! - en lugar de tratar de desclavarla del modo tradicional utilizo mis poderes, posicionando las manos en la puerta para modificarla. Tras un chasquido y un destello rojizo la madera se deshace en virutas de serrín, liberando así el cuerpo de Kira, que cae al suelo completamente inerte. Me agacho a su lado para buscar su pulso, sin encontrar señal alguna de vida. Tampoco respira...hemos llegado tarde. - Está muerta...- susurro mirando el cuerpo sin vida de Kira, pero lo suficientemente alto para que los que están más cerca puedan oírlo.
De poco va a servir traer a Galeno. Aún así decido sacar de aquí el cuerpo de Kira, por si acaso él pudiese hacer algo. Todavía sigo sin poder dar crédito a lo que está pasando, pero no podemos quedarnos paralizados. Tenemos que asegurar el lugar. - Indira, acompáñanos a la enfermería. - Lucio me ha contado que la estaba adiestrando en sanación, así que cuento con ella aunque poco vaya a poder hacer. Luego cubro el cuerpo de Kira con una sábana, levitándolo. Queda más que claro que la fiesta ha concluido.
- Los demás, desalojad el lugar y marchaos a las habitaciones, estamos en situación de riesgo. Que nadie se mueva de los dormitorios hasta que se descubra quién es el culpable. Hay toque de queda. Ante cualquier cosa extraña avisad a los miembros del consejo que estarán patrullando por los pasillos. Eso es todo. Marchaos del comedor cuanto antes.- me doy media vuelta con expresión consternada, alejándome del comedor con el cuerpo de nuestra compañera.
Los alumnos e invitados a la fiesta se han acercado hasta ella, así que ordeno con voz tajante que den un paso atrás. - ¡Atrás! ¡dejad espacio! - en lugar de tratar de desclavarla del modo tradicional utilizo mis poderes, posicionando las manos en la puerta para modificarla. Tras un chasquido y un destello rojizo la madera se deshace en virutas de serrín, liberando así el cuerpo de Kira, que cae al suelo completamente inerte. Me agacho a su lado para buscar su pulso, sin encontrar señal alguna de vida. Tampoco respira...hemos llegado tarde. - Está muerta...- susurro mirando el cuerpo sin vida de Kira, pero lo suficientemente alto para que los que están más cerca puedan oírlo.
De poco va a servir traer a Galeno. Aún así decido sacar de aquí el cuerpo de Kira, por si acaso él pudiese hacer algo. Todavía sigo sin poder dar crédito a lo que está pasando, pero no podemos quedarnos paralizados. Tenemos que asegurar el lugar. - Indira, acompáñanos a la enfermería. - Lucio me ha contado que la estaba adiestrando en sanación, así que cuento con ella aunque poco vaya a poder hacer. Luego cubro el cuerpo de Kira con una sábana, levitándolo. Queda más que claro que la fiesta ha concluido.
- Los demás, desalojad el lugar y marchaos a las habitaciones, estamos en situación de riesgo. Que nadie se mueva de los dormitorios hasta que se descubra quién es el culpable. Hay toque de queda. Ante cualquier cosa extraña avisad a los miembros del consejo que estarán patrullando por los pasillos. Eso es todo. Marchaos del comedor cuanto antes.- me doy media vuelta con expresión consternada, alejándome del comedor con el cuerpo de nuestra compañera.
Asiento con la cabeza a Ling, mientras intento quitar uno de los clavos, sin éxito. Cuando llega Helena pego un respingo, apartándome volando, quedando unos metros por el aire.
"Joder que susto"
Veo asombrada como la puerta se descompone, y sugeto el cuerpo de la víctima para que el impacto no le haga más daño. Los poderes de Helena me recuerdan a Kadar, que era capar de oxidar y descomponer pequeñas cosas hasta que se convertían en polvo.
-Las heridas no parecen mortales a un primer vistazo. No sabemos cuando entró en parada
Protesto ante aquella sentencia tan deprimente. Aun así, me levanto haciendo una seña a los emfermeros, que también van a acompañarnos. Antes de irme, le doy un abrazo a Reiv a modo de despedida, solamente acompañado por unos murmullos.
-Te he echado de menos
Me separo de él, y sin perder contacto visual, abandono el comedor con Helena y los emfermeros.
"Joder que susto"
Veo asombrada como la puerta se descompone, y sugeto el cuerpo de la víctima para que el impacto no le haga más daño. Los poderes de Helena me recuerdan a Kadar, que era capar de oxidar y descomponer pequeñas cosas hasta que se convertían en polvo.
-Las heridas no parecen mortales a un primer vistazo. No sabemos cuando entró en parada
Protesto ante aquella sentencia tan deprimente. Aun así, me levanto haciendo una seña a los emfermeros, que también van a acompañarnos. Antes de irme, le doy un abrazo a Reiv a modo de despedida, solamente acompañado por unos murmullos.
-Te he echado de menos
Me separo de él, y sin perder contacto visual, abandono el comedor con Helena y los emfermeros.
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