Sector III: habitaciones

Poco trabajo. Lo que significaba poco cobrar y riesgo de despidos. Y aquello no podía ser. Los campos habían pasado un periodo de reconstrucción después del fiero ataque, y la actividad en este había descendido tremendamente. No es que nos gustara mucho tener obreros y… Gente de fuera allí dentro, así que lo poco que hiciéramos, debía ser más discreto. La opinión pública podría hacer mucho mal si se conocían los experimentos que se llevaban a cabo. Y había otra razón que justificara aquel parón…

La escasez de sujetos. Habían marchado algunos durante el ataque, y los que quedaban se contaban con los dedos de la mano. Pocos habían venido desde entonces. Que la Alianza preparaba un ataque era un secreto a gritos, y que no veríamos una buena cantidad de prisioneros nuevos hasta que se realizara era la terrible verdad. Lo cual era un problema, porque por otra parte, había presión sobre nosotros por muchos otros motivos. Nuevos intentos de chips que habían fracasado temiblemente según los recientes resultados. O que no estaban previniendo que siguieran quitándoselos. Aunque incorporar un micrófono en un chip difícilmente accesible había sido, cuanto menos, útil… Pero no suficiente.

Había quedado demostrado que un chip en el cuello no bastaba. Sangrarían al quitárselo, sí. Pero algunos asquerosos seres mágicos tenían formas de curar aquello rápidamente. La prioridad era buscar un nuevo modelo de chip más difícilmente extraíble… O más útil. Iba siendo hora de conseguir alguna forma de que el chip realmente extinguiera la magia, aunque las pruebas anteriores con aquello habían dado funestos resultados y… Problemas de salud, que por supuesto, debíamos decir que no nos importaba.

En una de las celdas teníamos a uno de los recién llegados, un tal Szyraenk, una especie de favorito de Andreas. No había pasado ni por torturas ni muchos de aquellos protocolos usuales. Pero tampoco teníamos orden de no utilizarlo para nuestros experimentos. Aunque era ya un anciano, gozaba de buena salud y probablemente lo acabaran utilizando de ejecutor, y sin embargo… No había llegado esa hora. Teníamos libertad con él.

Y ya traía una selección de lo que habíamos ideado. Abrí una pequeña rendija de la puerta, a la cual proyecté mi voz. -153…- (OFF: número random, si quieres otra cosa avisa xDDD) -Imagino que tendrás unas tremendas ganas de salir, ¿No es así? Creo que estarás muy contento de saber que hoy no vas a estar mucho rato en tu habitación. Que fijo que te parece cómoda, pero…- Mucha sorna. Me daban asco los elfos oscuros, mucho más que otras razas. Igual porque había perdido compañeros de trabajo ante uno de ellos. -Dime, ¿Cómo te encuentras? ¿Ansioso por ver el mundo exterior de nuevo?

Los días transcurren de manera monótona y vacía desde mi llegada, sin pena ni gloria. Nada había sucedido desde que desperté tras haberme curado las heridas, a excepción de la breve visita del tipo que tomé por un yonki en el parque. ¿Quién iba a pensar que era el encargado de todo esto?. La charla no había sido demasiado interesante, quitando la sorpresa inicial. Por lo demás sólo me limitaba a ver pasar las horas, trabajando algunas de ellas en una estúpida cadena de montaje, algo que hacía como un autómata. El estar privado de libertad y sin ningún objetivo vital ha provocado que caiga en un estado de apatía, todo me da bastante igual. De hecho rechazaba la comida que me llevaban a la celda en los turnos correspondientes, me estaba dejando abandonar, por así decirlo. Si este era mi absurdo final mejor que fuese rápido. Tampoco tengo ninguna motivación allí fuera, y desde luego no pienso estar como prisionero mucho tiempo.

-Sí...puede que esto sea lo mejor, después de todo. - murmuro para mi mismo de vez en cuando, y no presto demasiada atención cuando abren la rendija para decir el que se supone es mi número de preso. Empieza con más palabrería...muy contento, tremendas ganas... todo asquerosamente efusivo, como de niño de guardería. No me levanto del sitio para ir hacia la puerta, que venga a buscarme si quiere. - El mundo exterior puede arder si quiere, igual que tu puta boca. Haz lo que tengas que hacer conmigo, pero no me hables, no pienso darte conversación. Eres insoportable. - respondo con voz ronca y cascada, cargada de un hastío y un desdén tremendos.

El desdén y aquel abuso de palabrotas eran respuestas especialmente típicas en prisioneros. Había de todo tipo: Los que reaccionaban agresivamente, los que se volvían ariscos, los que perdían el interés por todos, los que lloraban por las esquinas, los que incluso intentaban colaborar… 153 era una mezcla de las primeras posibilidades. Aún cuando sus palabras manifestaban desagrado, había mostrado menos lucha que otros prisioneros, pero aún así estaba algo “descontento” con la situación.

-Bueno… Es una pena que no te anime demasiado la promesa de ver el mundo más allá de estas paredes. No te preocupes, pronto lo desearás.- Abrí la puerta. Ya tenía a dos soldados respaldándome. Uno de ellos quedó al lado de la puerta, apuntándolo, mientras el otro entraba para hacerlo levantar a la fuerza y esposarlo para que no intentara nada por el camino. -Y no te preocupes. Lo que quiero de ti no es conversación. Los animales tampoco ofrecéis mucho tema de debate.- Con una orgullosísima sonrisa me di la vuelta, dejando a los soldados el trabajo sucio.

Lo cierto es que se tomaban sus libertades. Ninguno de los dos hablaba, pero no dudaban en demostrar su desagrado por aquel hombre propinando algún empujón para que caminara o incluso golpes con la culata de sus rifles. Lo normal y rutinario. Los soldados me parecían no muy distintos a perros rabiosos, y muchos de ellos habían acabado ahí por no tener capacidades para hacer cosas algo más dignas, como bien podía ser mi propia profesión. Pero dejé que se divirtieran. En el fondo, yo también disfrutaba todo aquello. Pero mis torturas solían tener algo más de clase.

Un furgón de prisioneros procedente de los suburbios llega hasta los campos de concentración. En esta ocasión hemos conseguido capturar a tres criminales, lo cual no está mal para empezar. Ingresamos al recinto para hacer la entrega de los presos, que siguen inconscientes y heridos en mayor o menor medida. Custodiamos a los prisioneros mientras que los médicos los pasan por el sector en el que se les implantarían el chip, aunque a estos no se lo ponen porque ya no es necesario que les bloqueen la magia, lo sufren gracias a otra tecnología a mayor escala. Allí los curan lo justo, vendando las heridas hechas por los disparos láser de nuestras pistolas. Se les acabó curarse con magia, que se jodan y se curen como el resto de los mortales, poco a poco.  

Después los arrastramos hasta la zona de celdas, que son como pequeñas habitaciones con una puerta metálica y una pequeña rendija al exterior. Dentro tienen lo básico, como unas literas cutres y un pequeño habitáculo de aseo. Arrojamos a los prisioneros dentro de la celda, utilizando después el código de seguridad de cierre. Verlos ahí metidos me da claustrofobia y me recuerda a cuando yo estuve prisionera en las mazmorras de aquel castillo, encerrada durante meses. A mí nadie vino a buscarme, y sin embargo a los campos se han atrevido a irrumpir en más de una ocasión, con resultado de fuga de presos. Es como si ellos tuviesen algo que a nosotros nos faltase. - Esta vez no vamos a permitir que nadie llegue hasta aquí. Se acabaron las jodidas misiones de salvamento y exaltación de la amistad. - siseo con desprecio por la rabia que sigo teniendo por lo de mi cautiverio. Doy un puñetazo a la puerta de metal, dándome la vuelta con un bufido.

Después miro de reojo a Jed, preguntándome si sería capaz de ir en una misión de rescate por él, o por Nathan. Se supone que son compañeros, y que están tan jodidos como yo. Se supone que sufrir juntos une. O alguna mierda de esas.   - ¿Os ha ayudado alguien alguna vez? ¿confiaríais en...en los Ejecutores? - murmuro al separarme de la puerta tras haberme atrevido a lanzar esa pregunta evaluadora. Me arrepiento casi al instante, comenzando a andar de camino a las escaleras que llevan a la parte de abajo. Ninguno de los tres nos quedamos allí mucho más, nos marchamos del lugar a los pocos minutos. Si tenemos que seguir hablando ya lo haremos en la base militar.

Disparos, brutales patadas y una huida fallida. Juliet tratando de protegerme tras mi kamikaze intento de distracción para evitar ser capturados, al menos para que ella pudiese escapar. Después de eso no hay ningún recuerdo más, sólo oscuridad tras una última patada en la cabeza. Ni siquiera reaccionamos cuando nos tiran dentro de la celda, allí quedamos tirados de cualquier manera.

......



Comienzo a despertar en el suelo de la celda, un par de días después de que nos capturasen y arrojasen ahí dentro. Al principio me cuesta bastante abrir los ojos y reaccionar, a pesar de estar despierto. Tras unos minutos de esfuerzo consigo volver en mí, incorporándome hasta sentarme. Todo está bastante oscuro y borroso, al estar un tanto aturdido no consigo saber si es un sueño o estoy ya despierto. Probablemente sea lo segundo, puesto que me duele todo el cuerpo y especialmente la cabeza, que tengo un poco ida. No puedo moverme demasiado al llevar un brazo inmovilizado por la venda del hombro, y una pierna también vendada por el otro disparo.

El peso de la realidad me cae de repente como una losa, en cuanto me vienen de golpe todas las imágenes de lo sucedido y me doy cuenta de que estoy atrapado, que esto no es ninguna enfermería amiga. Miro alarmado a mi alrededor, con el corazón a mil por hora y deseando que Juliet no esté aquí también, esperando que por alguna carambola del destino hubiese conseguido huir. No ha sido así, no lo ha logrado. Ella, al igual que otro chaval, está aquí también encerrada. Lo último que recuerdo fue que le dispararon en un brazo, pero al verla inconsciente temo que le hiciese algo más. Me arrastro hacia ella con esfuerzo, levantando su cabeza del suelo con el brazo que tengo libre, apoyándola sobre mi regazo. Enseguida examino si tiene más heridas, aunque sólo identifico la del brazo y algún moratón más por la pelea. - Juliet...vamos...tienes que despertar.- susurro con la voz un tanto ronca, zarandeándola ligeramente.

Escuchó su nombre entre susurros. Un nombre que había escuchado antes con aquel tono de preocupación implícito. No le gustaba. No cuando había encontrado maneras más placenteras de escucharlo. Mientras luchaba por abrir los ojos, con el letargo del cuerpo pesado y la cabeza embotada, venían a ella recuerdos muy puntuales y muy difusos, muy vagos, que no tenían sentido a menos que se hilaran. Reiv, su sangre, tirado en el suelo, inconsciente. Escuchaba disparos y jadeos. Recordaba las palabras de una voz conocida que le causaba angustia. Veía a la chica rubia pedirle abandonar toda esperanza justo antes de que todo se volviera negro. De haber sido peor para juzgar a la gente de buenas a primeras no se habría dado cuenta que, en realidad, la rubia hablaba para sí misma antes que para ella.

Sintió entonces el dolor recorrer su espina. Detrás de la cabeza era punzante, igual que en el brazo, pero más disperso. Ya no le costaba respirar, pero recordaba las patadas que se había llevado. Temía no poder abrir los ojos nunca y que, si lo hacía, no encontraría el rayo de luz que se colaba por la ventana y que tanto le molestaba.- Reiv...- Murmuró con voz baja. En un último esfuerzo, logró abrir los ojos, tardando varios segundos en enfocar la imagen del moreno sobre ella. Esbozó media sonrisa al verle, aunque esta se desvaneció cuando volvieron los recuerdos de la redada. Su mirada entonces se desvió al techo. Un techo oscuro, en un lugar oscuro, encerrados. En la boca del estómago se alojó una angustia que bien conocía y que no se iría hasta que lograran escapar de aquel lugar.- Quise olvidar el encierro por una noche, y ahora...- Cerró los ojos de nuevo, tratando que la oscuridad se desvaneciera, temiendo abrirlos y encontrarse aún en aquel lugar.

Aguardo con temor e impaciencia a que Juliet reaccione o de alguna señal de estar bien, si es que es posible llamarlo así teniendo en cuenta la situación. Por suerte no tarda demasiado en decir algo, aunque sea en tono bastante débil. Respiro con cierto alivio al ver que abre los ojos, dejándole unos segundos para que ella misma llegue a la triste conclusión que he llegado yo hace un momento: estamos encerrados en peor lugar posible. Lo único "positivo" de todo esto es que al menos ambos podemos contarlo, y mientras estemos vivos tiene que haber alguna jodida posibilidad de darle la vuelta a todo esto.

- ¿Cómo te encuentras? - pregunto en voz baja al ver que vuelve a cerrar los ojos, suponiendo que no está nada bien. Su demoledora frase sobre lo del encierro es tan cierta que cierta que duele. Tanto esfuerzo por intentar olvidar sus años de cautiverio y ahora es como volver al punto de partida de nuevo. Los avances que conseguimos hacer para que lo superase no van a servir de nada ahora. No puedo evitar pensar que tengo buena parte de culpa por lo sucedido, desde bajar la guardia permitiéndonos olvidarnos de todo por un rato, hasta el suicida intento de huida en la calle. Ella había intentado escapar aprovechando ese momento, pero no llegó muy lejos por culpa del resto de soldados.

- Putos desgraciados. - murmuro con rabia entre dientes al recordar cómo evitaron su huida, aunque después de eso no supe mucho más. - Lo siento muchísimo...ojalá al menos tú lo hubieses conseguido. No sabía qué hacer. El primer plan no funcionó ni por un segundo. - y el segundo tampoco fue mucho más allá. sin magia y desarmados poco podíamos hacer contra esa gente. No sé si querrán hacer algo con nosotros o simplemente dejarnos aquí encerrados para siempre, no se cuál de las dos cosas me agobia más. Cojo la mano del brazo que no lleva la venda, apretándola un poco. - Esta vez será diferente, no estás sola. No podemos venirnos abajo si queremos resistir a esto. Tenemos que... mantener la cabeza fría. - que es precisamente lo que menos me sale en este momento, aunque si me dejo llevar por lo que siento sé que estoy perdido.

La pregunta le tomó desprevenida, tardando mucho rato en tratar de contestar, porque sentía que todo lo que podía decir estaba más que visto. Terminó por soltar un "bien" sin muchos ánimos y con poco volumen, pues dentro de lo que cabía, estaba viva. No trató de levantarse aún. Estaba tratando de visualizar como se sentiría levantarse después de todo lo que les ocurrió.

Abrió los ojos cuando le escuchó de nueva cuenta. Dejó que despotricara, que sacara el rencor, que se disculpara si así lo quería. Ella ya había dejado atrás todas esas cosas negativas y se enfocaba en liberar la mente. Si quería sobrevivir, tenía que hacerlo, y también hacía falta decir algunas verdades, pues ya no podía proteger a Reiv de sí mismo.- No me lo tomes a mal... pero yo no estuve sola. No veo la diferencia entre entonces y ahora, con la excepción de que mi madre tenía todo el tiempo la posibilidad de usar las dos piernas...- Inició cuando el moreno terminó, observándolo con la mirada cansada y quizás con un poco de desesperanza.- Dijiste que estaríamos bien mientras permanezcamos juntos, pero tus planes son demasiado ingenuos. ¿Por qué pensaste que podías atacar? ¿Por qué creíste que lograría escapar? Ya no me importa estar encerrada, no hice mucho con mi libertad tampoco, pero... no sé si tu estás preparado para esto. La paciencia no es tu gran virtud, y si no sabes qué hacer es mejor no hacer nada. Así no lograremos sobrevivir...- Con lentitud, se incorporó hasta quedar sentada junto a él. Se abrazó a su cintura con el brazo que no llevaba vendado, dejando el rostro sobre su hombro. Quizás lo que más le sorprendía de sí misma era la pasividad con que estaba tomando todo, incluso con pesimismo. Nacía en ella una sensación que le acompañaría durante todo el encierro, donde cada gesto de cariño se sentía con la posibilidad de ser el último, y por lo mismo comenzaba a cerrarse a las ideas románticas que solían surgirle con Reiv.

Le escuchaste, ¿verdad? Ella dijo que no podíamos hacer nada contra ellos ahora que nos habían dejado sin magia.- El pensamiento hizo pulsar la parte posterior de su cabeza, dándose cuenta de que quizás aún le hacía algo de falta de descanso a ambos. Echó un vistazo a su alrededor, encontrándose un poco más allá con otro chico al que no conocía de nada. Se preguntó si sería un incauto más o aquel a quien estuvieron cazando por los edificios de su piso.- No quise sonar cortante, lo siento... Solo... No sé que hacer, Reiv. No quiero vivir esto de nuevo, no lo voy a soportar... Quizás deberíamos descansar un poco ahora que podemos... Recuperar algo de fuerzas para sanar.- Al menos el piso se veía más cómodo que en Italia.

Su "bien" suena más al típico bien que dices cuando realmente no lo estás, como si simplemente no quisiera dar más explicaciones. Es obvio que estamos jodidos, no sólo por los disparos y los golpes, sino por el encierro. La falta de luz en la celda hace posible que no se revelen a la perfección todas las huellas de la violencia sobre nuestros cuerpos. Inspiro profundamente como tratando de encontrar algo de sosiego, pero no lo consigo. Ella se apresura en señalarme que no hay diferencia alguna entre las dos veces, incluso dando a entender que su madre le habría resultado más útil. Suspiro con desánimo al darme cuenta de que lleva razón. He metido la pata al ignorar que su madre estuvo con ella aquella vez, y es evidente que yo con la pierna herida no podría correr aunque quisiera.  Ella no había vuelto a ver a su madre, así que me da por preguntarme si realmente estuvo allí o si decidió imaginarlo para no sentirse sola. Ya no sé qué pensar.

- Yo sí estuve solo cuando me capturaron. No fue tanto tiempo como tú, desde luego, pero sí sé de qué va esto. Imagino las cosas que se te pueden pasar por la cabeza...- frunzo el ceño desviando la mirada cuando me suelta lo de los planes ingenuos, lo cual vuelve a ser verdad. Me jode más todavía porque sé que está en lo cierto. Ahora suena a mentira la promesa de estar bien si permanecíamos juntos. Tal vez sea verdad a medias, o prometí demasiado. Tiendo a olvidar que hay demasiadas cosas que no depende sólo de lo que yo quiera o lo que yo haga.    - Porque no quería resignarme sin más. Yo qué sé. Vi que nos acercábamos a ese furgón y abandoné la sensatez de no resistirme. Si no hacia nada no había ni una posibilidad. Imagino que todo habría acabado igual aunque me hubiese estado quieto. Bueno...tal vez habríamos acabado menos dañados. - suelto un leve sonido de queja por dolor al reacomodarnos para quedar sentados juntos de espaldas contra la pared, tratando de no mover mucho el brazo del hombro vendado.

- No digas eso. - rebato a lo de quitarle importancia  a estar encerrada, o al hecho de valorar poco su libertad. Si no tiene esperanza por volver a salir todo será peor. O mejor, porque no anhelará aquello que no puede tener, y por tanto evitará ese sufrimiento. Aún así no puedo compartir su postura estoica.  - Hiciste mucho cuando estabas libre. Sólo tienes que recordarlo. - hago un gesto afirmativo a eso de no estar preparado para esto, vuelve a estar en lo cierto.   - ¿Y quién está preparado para que le traten así? nadie. Acostumbrarnos a ser esclavos es un error. - guardo silencio pensando en lo mucho que me costará mantener la calma y la cordura aquí, en la de veces que estaré tentado de actuar de manera impulsiva, en el constante miedo de que nos separen o de que le suceda algo malo. Niego con la cabeza  a eso de dejarnos sin magia, para cuando lo dijesen yo ya debía estar inconsciente. Por esa putada no pudimos defendernos en condiciones.  - Es imposible que estemos todos así. Debe ser un farol. No puede ser...- la fase de negación todavía me durará bastante, hasta que tenga más información. Si los que pueden ayudarnos están igual que nosotros entonces estamos perdidos. El otro chico que han capturado sigue ahí tirado sin responder, tal vez nunca despierte. Puede que aquellos que se preocupen por nosotros también estén muertos. Evito pensar en eso último, es lo que menos necesitamos ahora.

- Da igual, no lo sientas, así son las cosas. Estamos en la mierda, aunque intentemos animarnos como podamos. - apoyo el lateral de mi cabeza contra la suya mientras siento esa opresión en el pecho por lo que dice de que no va a aguantar esto de nuevo.   - Claro que puedes, no has sobrevivido a tantas cosas para terminar de este modo. Esto no acabará aquí. - cierro los ojos tratando de descansar como dice ella, aunque dudo que pueda dormir. - Tarde o temprano vendrán a buscarnos. No nos han encerrado con vida para nada. Pudieron matarnos y no lo hicieron.

Terminó por soltar un suspiro cuando el moreno comenzó a hablar un poco sobre su tiempo capturado. La verdad es que preferiría no hablar de nada de eso, pero la situación se presta para esas historias. Incluso terminó por apiadarse de él cuando inició a contar lo que le había pasado por la cabeza al resistirse en la calle. Llevaba razón, pues ella se había rendido desde el primer momento. Sentía que antes habría luchado hasta la muerte, con uñas y dientes antes de dejarse encerrar. Sin embargo, ahora el egoísmo le había ganado, y deseó vivir un segundo más al lado del moreno antes de resistirse.- Ahora no me parece tan mala idea lo de borrarme la memoria con magia. Si nos la borramos juntos, quizás nos podamos encontrar de nuevo...- Susurró con suavidad, tratando de ayudarle a estar cómodo al escuchar sus quejidos. Su pasividad en las calles no le había servido para nada, pues Reiv había terminado más lastimado de lo que debía. Los intentos de Reiv de darle ánimos no lograron sacarle ni una débil sonrisa, y estaba demasiado cansada como para intentar fingir una para reconfortarle. El solo pensar en responderle fue suficiente para disuadirse de hacerlo. No tenía ánimos para hacerle frente a su propio pesimismo, y tampoco al optimismo demacrado del moreno. En lugar de eso, prefirió centrarse en otra cosa, evadir la conversación, olvidarse de lo malo que había en medio de aquellas paredes, aunque el gusto no le duró mucho, pues de inmediato se sintió rebasada por la situación. Sería quizás el desespero de las primeras horas y que después la ansiedad iría disminuyendo, pero como todo dentro suyo se quedara igual por mucho tiempo terminaría por enloquecer.- Reiv, no puedo de nuevo. No quiero estar aquí. No quiero volver a esto. Ya no me siento fuerte, no hoy, no contigo aquí, no sabiendo que pueden hacerte algo y que tengo todo que perder. No cuando tengo tanto miedo de que algo vaya a pasarte. No puedo, Reiv... Hubiera preferido mil veces estar sola que tenerte aquí.

Tras permitirse el momento de debilidad, aspiró hondo, llenando sus pulmones hasta que se volvió doloroso en las costillas. Recordaba bien las patadas, aunque creyó haber perdido ese dolor. Soltó el aire muy lentamente, sí más calmada, cada vez más resignada a quedarse en aquel agujero. No tenía ningún plan, solo había que esperar a ver lo que aconteciera. Al final, iba a ser cuestión de aguantar cuerdos hasta que algo más sucediera.- Quizás deberíamos usar las literas... Pospongamos todas las dudas un minuto y lleguemos ahí. Ahí podrás estirarte mejor.- Murmuró, confiada en que ahí podrían descansar, o que al menos podrían recostarse y usar la cabeza para llegar ahí, no solo para atormentarse. Se veían algo pequeñas como para caber cómodos los dos, pero no le importaba quedarse sentada en el suelo junto a él. Quizás sería lo mejor hasta saber qué ocurriría con el compañero de celda. Pensar en el chico tirado le iba mejor con los nervios que pensar en Reiv y las heridas que tenía en el cuerpo.

Se comenzó a levantar con mucho cuidado. Lo primero en protestar fue la nuca. Por un rato creyó que tendría que acostumbrarse a vivir con el dolor, hasta que las costillas también empezaron a protestar. Tuvo que tomarse de la pared un instante, hasta lograr quedarse de pie por si misma.- ¿Estás listo? Yo te ayudaré a llegar, son pocos pasos, ¿vale? Una victoria pequeña a la vez... Apóyate de mi. Nos hará bien caminar, servirá un poco para despejar la cabeza y pensar un poco más claro, pero no vayas a abrirte las heridas.- Murmuró sin poder sacarse de la cabeza las palabras de Morgana respecto a la magia que ya no sentía fluir en sus venas. Aún así, decidió enfocar su mente entera en levantar a Reiv del suelo. Si lograba enfocarse en algo aparte de la situación en general, llevaría mucho ganado.

La idea de borrarnos la memoria empieza incluso a parecerme una buena opción, más cuando no sabemos todo lo que nos queda por pasar aquí. De todos modos da igual lo que queramos, sin magia nada de eso es posible. Y aunque la hubiese, no sé si al final me arriesgaría a perder lo que soy, que está formado en buena parte por mis recuerdos. - No sé, Jul...no sé si eso sería suficiente. No nos reconoceríamos, y tal vez ni llegásemos a conocernos. Tendríamos mucho que perder. - reflexiono con tono de voz cansado, cabizbajo y con la mirada perdida en el suelo. Para hacer todo eso o siquiera plantearlo tendríamos que salir de aquí, tendríamos que tener de nuevo los poderes de vuelta. Ambas cosas parecen muy lejanas ahora mismo. Tras esas frases permanezco callado tanto tiempo como lo hace ella, sin querer abandonar la posición en la que habíamos conseguido acomodarnos, sentados de espaldas contra la pared y con nuestras cabezas apoyadas la una contra la otra. El silencio compartido oprime más que el individual, pues ambos podemos imaginar lo que está pensando el otro. No sólo tenemos que preocuparnos por nosotros mismos, ahora hay alguien más.

Los mismos pensamientos que la agobian a ella me agobian a mí, así que cuando empieza a decir todo eso no puedo evitar sentirme identificado. Es normal caer en esa espiral de desesperación, pero no podemos dejar que nos atrape. - Mírame. - alzo la mano hasta su mejilla para girar levemente su cara y buscar su mirada, haciendo que nuestras frentes se rocen. En sus ojos veo el mismo miedo que encoge mi propio corazón. - Yo también hubiese preferido que hubieses conseguido escapar. Hubiese preferido estar aquí solo. - susurro tomando aire a mitad de la frase, suspirando después mientras intento seguir de algún modo. - Ya te lo he dicho más de una vez, pero parece que no me crees. Eres más fuerte de lo que piensas. Intenta aguantar por mí, pero mucho más importante, por ti. Prométemelo. - durante unos segundos le sostengo la mirada con los ojos cristalinos, pasando después la mano por detrás de su cabeza para terminar de juntar nuestras frentes. Cierro los ojos mientras ambos nos damos un momento para tratar de rebajar la intensidad de todo esto, volviéndolos a abrir y asintiendo cuando propone lo de ir a descansar un poco a una cama.

La observo mientras ella se levanta, dudando por un momento de que pueda ayudarme a levantarme a mí. No le digo nada al respecto, al ver que se recompone prefiero que intente echarme una mano para que vea que es capaz. Ambos nos vamos a necesitar bastante aquí, aunque hubiésemos preferido no hacerlo. Me cojo de la mano que me ofrece para levantarme del suelo, impulsándome con la pierna buena para ponerme en pie. La herida se resiente un momento cuando pongo el pie en el suelo, así que intento no apoyar demasiado. - Joder...esto de curar heridas sin magia es un desastre. Justo cuando te regalo un anillo de sanación va y no funciona. Vas a pensar que soy un cutre y que te hago regalos rotos. - me lamento mientras caminamos hacia la litera, que por suerte no está demasiado lejos por lo pequeña que es la habitación. Hago una mueca de molestia mientras nos sentamos en la litera de abajo, en la que espero que podamos dormir un poco. Miro de refilón al chico que sigue en el suelo, que sigue sin dar señales de vida y me empieza a preocupar que no esté vivo. Si esto fuese una serie de zombies deberíamos tener miedo. - Tal vez deberíamos comprobar si respira.

Por más que quisiera que fuera de otra manera, tenía que admitir que Reiv también tenía sus puntos de razón en medio de aquel lugar olvidado. Borrarse ambos la memoria no les daría para verse en la calle un día y reconocerse. Adoptó su misma sensación de que aquello no tenía ninguna solución, así como su mirada cansada. Definitivamente olvidar no era solución, y no había manera de que lo hicieran. No podía evitar pensar que él estaba rindiéndose tanto como ella lo hacía, y solo añadía pena a su desdicha. Sintió la necesidad de animarlo, de reconfortarle, de estar bien para que él lo estuviera, y entonces se le ocurrió. Uno no podría ayudar al otro a menos que estuviera bien consigo mismo, aún cuando significaría un poco de egoísmo.

Se sintió caer muy bajo cuando Reiv tuvo que volverla a sus cabales tras su berrinche. Sus ojos se clavaron en los del moreno, sintiéndose débil por obligarle a ser el fuerte. Como si él no tuviera también cosas por las que preocuparse. Obligarlo a cargar con sus preocupaciones era cruel por donde lo mirara. Ahora se enteraba que los sentimientos son mutuos, cada uno queriendo que el otro hubiese escapado. Y así, de buenas a primeras, soltó aquella frase que le caló en lo más hondo. Ella se había dedicado a apuntar a lo malo, a las fallas, las malas ideas del moreno y lo jodido de la situación, y ahí iba él, tan campante, con palabras de aliento que pretendían abrirle los ojos a la chica sobre sus propias capacidades. Se sintió arrepentida entonces de todo lo que dijo mientras entendía en la mirada cristalina del moreno que el miedo les invadía a los dos de maneras distintas. Entendió también lo complementarios que eran; la pasividad de la chica, su pesimismo y resignación de supervivencia se debían empapar de aquella actitud activa y optimista que el moreno encaraba. Terminó por abrazar al chico. Aún no le podía prometer nada. Tenía que pensar un poco en lo que le diría. Se tomó el rato abrazados frente a frente para alinear sus pensamientos, aunque hasta que estuvieron en la cama, ayudando a Reiv a caminar hasta allí, tratando de darle ánimos, no supo lo que contestar.

Se aferró entonces al anillo. Eso le mantendría cuerda. Había sido una promesa de borrachos, pero se esforzaría por salir de allí para volver a ese camino.- Yo no lo he visto roto, ha sido un gran detalle. Parece de... de esas cosas que ves y piensas en una persona.- Murmuró, terminando por sentarse en la cama junto a él. Le instó a tumbarse mientras ella se quedaba sentada, observando al chico aún tirado. Tuvo el mismo pensamiento que Reiv, pero lo negó enseguida con la cabeza. Sabía bien que para sobrevivir tenía que cortar con todas las relaciones y evitar nuevas a toda costa. No dar su nombre, no pedir el de otros, no contarse historias de vida... Justo cuando había logrado hacer amigos afuera tenía que volver a cerrarse, y el pensamiento le cayó como agua helada. Pero ahora, con Reiv al lado, el camino tenía que ser diferente.- No nos vamos a relacionar. Vamos a ser tu y yo. Debemos medir las aguas también. Nos vieron juntos, pero eso no significa que todos aquí nos crean pareja. Si logramos deslindarnos de eso, quizás podremos evitar que traten de disciplinar al otro por culpa de uno, o de usarnos como castigo o ejemplo.- No quiso ver a Reiv a la cara después de terminar de hablar. Se cubrió el rostro con la mano libre, obligada por la vergüenza de sonar tan vacía e impersonal. El nudo en la garganta lo tenía, pero tenía que sacar de su pecho la angustia mientras la incertidumbre era fuerte.- Tu también eres fuerte, eres valiente, más valiente que nadie. Vamos a aguantar, pero siempre ponte a tí primero. Uno no puede ayudar a otro si está mal. ¿De acuerdo? Podemos hacerlo, podemos...- Si bien sentía que le costaría mucho esfuerzo seguir la norma, esperaba que a él se le diera más fácil, por el bien de ambos.

Aparto la mirada del muchacho que ha quedado en el suelo, cuyo rostro me resulta familiar por algún motivo, a pesar de que no tenemos demasiada luz aquí dentro. Después trato de explicarme con lo que dije sobre el anillo roto, no me refería a ningún tipo de rotura visible. - No...quiero decir que sin magia de poco sirve. Es como un regalo a medias. No tiene magia el anillo ni nosotros. - murmuro visiblemente fastidiado, sin ser capaz de entender qué mierdas ha podido pasar para que estemos de este modo. Han debido hacer algo muy grave como para afirmar que todos están sin magia. Ya no sé si pensar en un farol, o si admitir que puede ser cierto. Declino lo de tumbarme por ahora, quiero quedarme despierto un poco más. Tomo la mano de Juliet mientras observo el anillo, sonriendo levemente al escuchar eso de que es ese tipo de regalos que te recuerdan a una persona. - Como algo a lo que aferrarse para recordar, un objeto para ayudar a la memoria a tener un ancla a la realidad. - había leído algo al respecto, sobre magos que usaban ilusionismo y magia mental. A veces utilizaban objetos del mundo real para distinguir cuándo estaban en una ilusión y cuándo en el mundo real, para no perderse en la incertidumbre.

Ando perdido en esos pensamientos cuando de repente me suelta eso de no relacionarnos. Alzo automáticamente la cabeza para mirarla con cara de confusión, perdiendo rápidamente el interés en el anillo. - ¿Fingir que nos ignoramos y que pasamos el uno del otro? - difícil, teniendo en cuenta la situación en la que nos habían pillado. Tal vez pueda colar un tiempo, si no nos aprietan demasiado las tuercas. Entiendo que se refiere a que no puedan usar al otro como nuestro punto débil, pero eso va a ser muy complicado de fingir. - Lo intentaré, pero no prometo nada. Si veo que se pasan no voy a quedarme parado. Hasta entonces procuraré seguir tu plan. Seguro que nos va mejor que con mis ideas. - ella tiene un punto más astuto en ese sentido, sus planes suelen ser más premeditados. Los míos suelen ir dando bandazos, cambiando de parecer según me de. - Tenemos que intentar ganar aliados aquí dentro, si es que nos sacan a algún lugar común en algún momento. - ojalá así sea, sino la sensación de claustrofobia va a ir en aumento.

El intento de darle ánimos antes parece que ha funcionado, pues ahora es ella quien trata de dármelos a mí. Parece que por fin ha comprendido que nos necesitamos lo más fuertes posible, que no podemos decaer. Le echo una mirada de orgullo al verla recuperarse, lo cual me da también fuerzas. Acabo por darle un abrazo con el brazo que no llevo inmovilizado, atrayéndola hacia mí durante varios segundos. Después me acuerdo de lo que ha dicho antes, que no nos vean demasiado juntos. - Mierda...va a costar disimular. Discreción. - murmuro por lo bajo antes de separarme, echándome por fin de espaldas en la cama. Supongo que lo de dormir juntos tampoco.

- Intentemos descansar un poco. Después pensaremos en algo para mantener la mente ocupada, algo que nos obligue a pensar en objetivos a corto plazo. Pensar en cómo escaparemos, en contarnos cosas, en lo que le diremos a Svart por haberlo dejado abandonado... - el pobre dragón debe seguir solo en el bosque, dije que iría a recogerlo y no he aparecido. Hasta ahora no había tenido tiempo de pensarlo.

No, que te digo yo que es perfecto, no tiene nada malo.- Dijo tajante, con una sonrisa en los labios, cuando Reiv intentó explicar lo que quería decir con lo del anillo roto. Aún con su fastidio y con el mal genio que ambos habían adoptado, había algo en el fondo que seguía empujándoles adelante. Tuvo un ligero escalofrío cuando el moreno tomó su mano, apreciando el contacto como nunca antes lo había hecho, pues en la calle había estado cerca de perderle, y ahora mismo todo lo que quería era abrazarle.

Dejó que Reiv pensara en el plan, asintiendo a lo de ignorarse mutuamente, que cierto, sería difícil, pero nada imposible.- No, no, seguro que tratarán de picarte conmigo. Si pasas de ello un par de veces nos dejarán en paz. Es claro que lo van a intentar, varias veces si les das pie. Yo estaré bien. Aguanto bien.- Aclaró, esta vez ella le tomó de la barbilla para que en sus ojos viera lo bien que estaría. No hacía falta que él reaccionara, solo que lo ignorara todo como si solo fueran coleguis de atraco.

Se sintió más que confundida cuando el moreno explicó aquello de ganar aliados. Creyó haberse explicado, que serían islas a partir de aquello, no tocándose entre sí ni entre otros, pero Reiv lo había pillado mal. Estaba por negarse rotundamente, con el corazón a mil de tan solo pensar en que involucrarían a más gente, pero las ocasiones donde estuvo más cerca de salir del Coliseo fueron al final, cuando logró entablar un círculo de gente que conocía los riesgos y estaba dispuesta a asumir la responsabilidad de su propia vida... o muerte. Asintió, no muy convencida. Decidiremos quiénes después. No podemos confiar en todos, ¿de acuerdo? No nos podemos confiar en nadie más.A ella no se le daba bien hablar, pero sabía hacerse la dura, y eso solía atraer atenciones. El abrazo inesperado le saca una sonrisa y también le saca de sus pensamientos tan analíticos, viéndole tumbarse mientras trataba de regular su sonrojo. Tuvo que aguantarse enteras las ganas de tumbarse con él. Le costó demasiado, sobre todo ahora que estaba más acostumbrada a hacer lo que quería y no lo que debía, y lo que quería era tumbarse entre sus brazos y confortarse mutuamente, diciéndose que todo iría bien, que saldrían pronto, que nada les harían. Se levantó, inclinándose un poco sobre la cama para dibujar un te quiero con los labios antes de caminar hasta la litera pegada a él, recostándose también en la parte de abajo.

Sería su afición por las camas, pero aquella le parecía buena, al menos para descansar los pocos días que planeaba quedarse ahí. Pero una vez con la cabeza en la almohada escueta, no podía dejar de darle vueltas una y otra vez a su libertad, tan breve después de aquel largo encierro.- Reiv...- Susurró cerrando los ojos, pensando en los días que había pasado sola, y los que había pasado acompañada de muchas personas diferentes.- ¿Cómo saber tú cuándo eres feliz? - Podía sonar simple, pero el concepto era algo que le serviría para mantener la cordura. Y también la esperanza.

Estoy prácticamente seguro de que lo de no hacernos caso no será suficiente para que no nos jodan, al igual que también estoy seguro de que algo se huelen los que nos han capturado y de verdad tratarán de usarlo en nuestra contra. La convicción que demuestran sus ojos cuando me toma por la barbilla me hace pensar que ella puede resistir lo que le echen, pero que si yo veo que ella está en peligro no podré simplemente mirar y ya. - Si no sobrepasan el límite...no tenemos ni idea de lo que pueden llegar a hacer aquí. No nos meteremos en peleas absurdas que el otro pueda resolver sin ayuda, ni en provocaciones, eso lo tengo claro. - trato de dejarle claro mi punto de vista, ya que discrepamos un poco en eso. Imagino que ella tampoco podría quedarse sin hacer nada si a mí estuviesen a punto de matarme. Dentro de este sitio todavía nos hemos visto todavía en esas situaciones límite.

- De todos modos creo que intentarán mantenernos vivos por el momento, si no hubiesen pasado de tomarse la molestia de traernos hasta aquí. - comento una vez tumbado, mirando hacia arriba con expresión pensativa. En ese momento me fijo en una pequeña inscripción en una de las tablas de madera del somier, unas iniciales grabadas con una fecha. No le doy demasiada importancia, por aquí habrá pasado demasiada gente. Ladeo la cabeza para mirar a Juliet de manera interrogante por eso del rechazo a hacer alianzas dentro de la cárcel, pero supongo que ella sabe más de esto porque estuvo antes encerrada en un sitio similar.

- Piensa que los que están encerrados aquí no son nuestros enemigos.

"son unos pobres desgraciados como nosotros"

- Las adversidades unen contra el enemigo común, nos valdremos de eso, aunque primero nos dediquemos a observar a unos y a otros, necesitamos saber más de este lugar. - hago una pequeña pausa para seguir hablando del tema, pero eso de leer sus labios hace que cambie de opinión, sacándome una pequeña sonrisa antes de que se levante para ir a la litera de al lado. - Y yo.- susurro girándome hacia el lado en que está su litera, tratando de acomodarme para dormir tras cerrar los ojos. Al quedar todo en silencio da más sensación de estar encerrado, lo cual es mucho peor. La pregunta de Juliet me deja bastante fuera de juego, no me había planteado antes cómo saber cuándo era feliz. - No lo sé...creo que si te lo planteas demasiado es porque no lo eres. Cuando sí lo eres simplemente te das cuenta, te sorprendes a ti mismo en algún momento pensando en lo bien que estás, y en que te gustaría quedarte en ese momento. También cuando estás en paz contigo mismo, cuando no te traicionas. ¿Por qué me lo preguntas?

Reiv no terminó por acceder a sus peticiones tal como lo esperaba, pero sí que aceptó algo así como ignorarse mientras la situación fuera soportable. Era más de lo que le podía pedir al moreno, y terminó por asentir, pues era mejor no presionarle demasiado con el tema o terminarían ambos por fundirse la cabeza. Ella no tenía tan claro el límite, pues en las calles solo había intercedido cuando vio que el arma del ejecutor le disparaba. De haber querido matarle, ella habría intercedido demasiado tarde, y así ya no era efectivo.

Me pregunto si vendrán a interrogarnos... o algo. No sé para qué más puedan querernos.- Ignoró por un momento el hecho de que se habían metido dos veces a su base, por el bien de la buena conversación y la convivencia. Su mente se encontraba ya volando cuando escuchó aquella frase que la paralizó por un instante. La última vez si que habían sido sus enemigos. No sabías en qué momento uno te apuñalaría por la espalda o cuando se lo harías tú. Pero esta vez, quizás sería distinto. Aún se sentía recelosa respecto al tema, pero mantendría un ojo abierto por posibles aliados, aunque no podía prometer nada en particular.- ¿Y los guardias que están atrapados? ¿Tampoco? - Recordó entonces el discurso de desesperanza de Morgana. Reiv no habría escuchado, seguramente ya estaría inconsciente, pero no podía ignorar la sensación que tuvo por esas palabras, que también le detuvieron a ella de hacer estupideces.

Se dedicó mejor a descansar en su 'cama' cuando estuvo en ella. No fue tan difícil como pensó, pues estaba acostumbrada a cosas peores. La vez pasada había incluso menos luz, nadie les curaba las heridas, pero al menos sabía que podía sobrevivir siendo la mejor del sitio y tenía esa certeza. Por fin, logró hacer esa pregunta que tanto tiempo había pensado en los últimos años. Se había planteado demasiado el cómo sería ser feliz una vez libre, y ahora, capturada de nuevo, volvía a ella la urgencia de buscarle respuesta.

La verdad, no fue lo que esperaba, pero tenía más sentido del que encontró a primer instante. Trató de buscar la mirada del moreno, pero él estaba preparándose para dormir, y no quería interrumpir su necesario descanso. Comenzó entonces a hablar en voz baja, como un arrullo, para ver si podía ayudarle a dormir.- Me vienen a la cabeza muchas cosas de una época horrible, y siento que en algún momento olvidé lo que era. Antes me lo preguntaba diario, y no tenía mucha respuesta, pero hace algún tiempo dejé de necesitar la respuesta, y no sabía por qué. Antes pensaba que sonreír era ser feliz, y lo hice hasta gastarme. Pero ahora veo cosas distintas cuando pienso en ser feliz, y quería saber qué era lo que tu pensabas.- Entre murmullos, cerró los ojos, tratando de interiorizar lo que su cuerpo sentía. Quitar el miedo, la angustia, la desesperación y eliminarlos para permitirse descansar. Quiso extender esa misma protección para Reiv, y la única manera que encontró fue rompiendo el silencio. Recordó unos días atrás un momento donde sabía que era feliz, subiendo por unas escaleras decrépitas, en un edificio en mal estado, del brazo de un gran hombre. Comenzó a tararear entonces aquella misma tonada que había entonado mientras subía. Una cancioncilla alegre en italiano que había aprendido durante su primer encierro.

Ojalá sólo nos quisieran para interrogarnos y no para hacernos pagar los crímenes que según ellos hemos cometido, aunque dudo mucho que nuestra estancia aquí no sea vaya a convertir en un suplicio. Además, si hicimos algo contra ellos fue completamente lícito, ellos no paran de jodernos a todos desde hace muchos años. - Vendrán, eso seguro. - no quise decirle nada más al respecto, pues todas las ideas que se me vienen a la cabeza no son precisamente buenas. Tal vez debería haber hablado más con Johan después de su propio encierro, pero la situación a su vuelta en el castillo se hizo un poco incómoda. No podía evitar pensar en si él conseguiría saber de algún modo lo que nos había pasado, y si intentaría ayudarnos a pesar de que estemos sin magia. - Y con ellos no vale intentar negociar, ya lo viste. - al menos no se podía negociar con la tipa que nos capturó. Me pareció extraño que Juliet mencionase a los guardias "atrapados" o ejecutores como posibles aliados, aunque bien podría ser que existiese una brecha por ahí.

- Para eso tenemos que tantearlos. Saber hasta qué punto están a favor de lo que hacen, y hasta qué punto están hartos de ser los perros de presa del ejército. Creo que a ti se te da mejor eso, probaría con el que viese más vulnerable. Aún así confío más en otros presos que en la posible ayuda de los ejecutores. Nunca sabes si hacen de agentes dobles o no. Confiar en alguien puede salir muy caro... - se hacía difícil tratar de dormir y descansar con tantas ideas en la cabeza, e incluso me dio por ponerme a pensar en cosas demasiado rayada-filosóficas por la pregunta de Juliet sobre la felicidad. Al menos ambos podíamos decir que lo habíamos sido en algún momento, fuimos conscientes de ello. - Los gestos vacíos no valen nada.- asentí a su conclusión sobre sonreír sin sentirlo realmente, teniendo curiosidad por preguntarle qué era lo que veía ahora cuando pensaba al respecto. Por mi parte tenía bastante claras algunas imágenes y recuerdos que representaban aquello de lo que estábamos hablando. Curiosamente no había casi ninguna imagen que perteneciese a mi infancia. - Recurre a esos recuerdos cuando necesites tener algo a lo que agarrarte- aconsejé antes de darle las buenas noches, tomando también el propio consejo. Cerré también los ojos dispuesto a dormirme, utilizando la canción que tararea Juliet para tratar de evadirme, para intentar pensar que estaba en otro momento y en otro lugar, hace apenas dos días atrás.

.......


.......

A partir de esa noche el tiempo siguió transcurriendo de manera extraña. Casi no teníamos manera de saber cuándo era de día o cuando de noche. No tardaron mucho tiempo en llevarse al muchacho que había sido capturado con nosotros, tal vez porque no reaccionaba, tal vez para hacerle algo. El miedo por lo que pudiese pasarnos seguía implícito cada vez que los guardias se acercaban a la celda, ya fuese para dejarnos cualquier comida cutre o para escoltarnos a la zona de los aseos una vez al día. También pasaron en alguna ocasión a comprobar que las heridas no hubiesen empeorado, pero no hicieron mas que cambiar los vendajes y dejar que siguieran curándose de la manera tradicional. En el fondo me sorprendía que se mantuviesen relativamente civilizados o que todavía no nos hubiesen interrogado ni nos hubiesen hecho daño, daba la impresión que nos tenían un poco apartados del resto de los presos, como en cuarentena. O simplemente estaban esperando a que terminásemos de sanar del todo para enviarnos a una de las zonas de trabajos forzados que había visto durante las breves salidas escoltados. No conseguí que ninguno de los guardias me contestase a ninguna de las preguntas, como qué iba a pasar con nosotros o por qué no nos preguntaban nada. A pesar de ello intenté observar y quedarme con cada detalle del sitio, de la gente que veía, o de los guardias que venían, buscando cualquier posible fisura o información de interés.
Cuantos más días pasaban, más me inquietaba la aparente tranquilidad. Me mantuve bastante al margen de Juliet tal como me pidió ella, para que no nos relacionasen más de lo necesario. A excepción de ciertas miradas, poco más podían intuir los guardias.

Los campos se habían ido llenando de gente poco a poco en las últimas semanas, todo a raíz del lanzamiento del satélite y de las redadas que se habían ido haciendo por la capital y otras ciudades principales. Algunos no se quedarían mucho porque no tenían que ir a juicio, así que serían deportados a los guetos dedicados a la raza mágica. Otros debían permanecer a la espera de juicios, además de que se requería su presencia aquí para interrogatorios e investigación. Se ha formado un equipo científico encargado de analizar cómo afecta el bloqueo de magia a los seres mágicos, ver qué sucede con su cuerpo para entender mejor el proceso de bloqueo llevado a cabo por los satélites. El proyecto también pretende avanzar en investigación genética, además de hacer diversas pruebas a los capturados con su nueva condición.

En esta ocasión les toca el turno a un par de prisioneros que llegaron aquí hace unas semanas, a los que hemos estado observando mediante la red de cámaras instaladas en las celdas. Fueron capturados juntos, y no parece que fuese casual. Hemos esperado a que ambos especímenes sanasen de sus heridas para comenzar a hacerles pruebas, así que por fin ha llegado el momento de iniciar experimentos con ellos. Acudimos a la celda un grupo de tres científicos, escoltados por cinco soldados por si acaso les da por hacer estupideces o resistirse. Los soldados abren la puerta de la celda donde se encuentran los jóvenes, colocándoles las esposas para que lleven las manos tras la espalda. - Llevadlos a los laboratorios, cada uno a una sala diferente, al menos por ahora. - los soldados hacen salir a los chicos a empujones, empezando a caminar con ellos por el pasillo. - Sed pacientes...esto nos llevará unos días... - sonrío de manera muy poco tranquilizadora, dejando atrás la zona de las celdas para entrar después en el sector de experimentación.

post de Kyllian:

La tortura del ahogamiento duró todo lo que quiso el científico pirado, que al final tuvo que enviarme a que me reanimaran para no quedarse sin prisionero tan rápidamente. Después me arrojaron al suelo en una celda, aunque en ese momento no fui muy consciente de ello. Ahí quedé tirado en el suelo durante horas, hasta que comienzo a despertar y a removerme un poco al escuchar una voz que pregunta algo. Lo primero que noto es dolor en el pecho y en la garganta, debido al ahogamiento. Por lo demás parece que no me han roto nada ni me han abierto heridas nuevas. Abro los ojos sin ver demasiado por la oscuridad de la celda, incorporándome sobre un codo mientras trato de espabilar y ubicarme. La persona que me ha hablado se encuentra colgada del techo y atada de pies y manos, algo que no me han hecho a mí, al menos por el momento. - ¿Quién eres...? ¿cuánto tiempo ha pasado? joder...te han dejado hecho una pena. - Enseguida le reconozco como el chico que estaba siendo torturado por Éamon en el laboratorio, y por lo que parece se ha ensañado bien con él. Me levanto del suelo lentamente, mirando alrededor para darme cuenta enseguida de que esta vez Juliet no está en la celda conmigo. Mi cabeza se dispara con mil ideas horribles al respecto, las cuales intento contener para no adelantar malos acontecimientos.

- ¿Había una chica pelirroja en la celda cuando nos trajeron? ¿la llegaste a ver cuando te tenían en la zona de laboratorios o cuando te sacaron de allí? era mi compañera de celda antes, pero no sé nada de ella desde que nos llevaron a ambos a los putos laboratorios. - explico de manera un tanto atropellada, sin saber muy bien qué hacer para averiguar qué han hecho con ella o dónde está. Me paso una mano por la cara bastante agobiado, mirando de reojo al chaval que está colgado. Ambos queremos largarnos de aquí, pero teniendo en cuenta donde estamos es casi imposible. - No tiene buena pinta eso de que te hayan atado de esa manera. Hay que intentar soltarte. - miro a las esquinas de la celda, en busca de cámaras de seguridad, que deben estar bastante disimuladas. Me acerco a él para echar un vistazo a las ataduras de los pies, preparadas más a conciencia que las de los laboratorios porque ahora son cadenas. - ¿Qué has hecho para cabrear tanto al idiota ese?

Cuando vio que el castaño por fin empezaba a moverse, suspiró algo aliviado, al menos no estaba muerto y tenía fuerzas suficientes como para hacer preguntas, eso era una buena señal. -Bueno, digamos que soy un invitado de honor... parece que no le he caído demasiado bien al cabrón desalmado que lleva el cotarro, Me llamo Kyllian, me he despertado hace un momento, no sé cuanto tiempo llevo aquí, me han inyectado alguna porquería de esas que hacen aquí...y bueno, si, he vivido épocas mejores.- Lo ve levantarse con dificultad, pero no estaba atado de pies y manos, eso era más o menos bueno, algo podrían hacer aunque esperaba que bajo esa ropa ocultara unos cuantos músculos hercúleos y ondulantes pectorales pues los iban a necesitar si quería deshacerse de las cadenas que lo ataban.

Cuando el castaño le hace mil preguntas sobre una chica pelirroja niega con la cabeza, pues no la había visto en ningún momento desde que lo llevaron a aquel lugar -Lo siento, no he visto a tu novia, cuando desperté lo único que vi era al pervertido que te estaba dando agua y luego a Éamon... maldito gilipollas, ¡Mira cómo me ha dejado la cara! ¡con esto me gano la vida! ¡me ha quitado las lentejas! Dice en un tono algo burlesco, era lo único que le quedaba y una mala costumbre, solía ocultar su miedo bajo una máscara de sonrisas. Cuando habla sobre soltarle intenta moverse un poco, las cadenas sonaban pero él se movía poco, esta vez lo habían atado bien.

A la siguiente pregunta si pudo contestar, sonríe amargamente y le contesta. -Pues verás, primero he acabado aquí porque al llegar la luna llena no pude controlarme, el asunto de la magia no ha jodido solo a los magos y cada vez va a peor, cuanto más tiempo paso sin magia siento que pierdo la cabeza.... lo siguiente fue encontrarme en el bosque con un tal Altair, iba en bolas por ahí buscando a otra chica Feral, se llamaba leila pero parece que es especial pues el capullo ese la busca desesperadamente y ahora quiere sacarme información de gente que ni conozco... oh, y le he escupido enla cara, le he dado un puñetazo y he destapado su fetiche por los gatitos, nada importante y todo en un mismo día, no está mal, eh?