Recuerdo del primer mensaje :
Beinn Dearg (en gaélico escocés significa "Montaña roja" pronunciado [peiɲ tʲɛɾɛk]) es la zona de Iverlael de las Highland escocesas. Se escala normalmente siguiendo el río Lael hasta Gleann na Sguaib. Comenzando desde casi la cabeza del Loch Broom un sendero sigue el glen hasta un bealach alrededor de un kilómetro al norte de la cima. Desde este collado, se puede subir también a los picos vecinos de Con a' Mheall y Meall na Ceapraichean. La zona abarca una diversidad de hábitats, incluyendo bosque, ciénagas, aguas abiertas, brezales enanos y precipicios.
Rutas de acceso u otros datos a parte, en el collado (hueco entre dos montañas) que se observa en la imagen están desde el 2040 instaladas las Ruinas de Ouroboros, es decir, lo que quedó de la isla en su caida libre tras la puesta en funcionamiento de los Satelites SAM. Al refugio de las laderas, lo que fuera una vez una grandiosa isla reposa ahora tan solo a su 50%, siendo las instalaciones que sobrevivieron a la desintegracion las siguientes:
- Hospital mágico
- Salón del Cónclave
- Sala de reuniones
- Academia Ouroboros
- Comedor
Aunque el panorama que presentan es un tanto desalentador, sus estrucutras principales se conservan bastante bien amén de algun derrumbamiento menor en las fachadas exteriores.
Una estela de escombros del resto de la isla marca el rumbo que siguió cuando la otra mitad comenzó a caerse a pedazos y a sucumbir a la falta de magia.
Nota: Actualmente sólo queda en tierra la mitad destruida de Ouroboros, la parte más destrozada y ruinosa. Tras el regreso de la magia (con la destrucción de los satélites antimagia), la parte que se salvó fue rehabilitada, y se unió una nueva parte de isla antes de elevarla de nuevo por los aires durante la realización del RITUAL que usaron los fundadores hace cientos de años.
Rutas de acceso u otros datos a parte, en el collado (hueco entre dos montañas) que se observa en la imagen están desde el 2040 instaladas las Ruinas de Ouroboros, es decir, lo que quedó de la isla en su caida libre tras la puesta en funcionamiento de los Satelites SAM. Al refugio de las laderas, lo que fuera una vez una grandiosa isla reposa ahora tan solo a su 50%, siendo las instalaciones que sobrevivieron a la desintegracion las siguientes:
- Hospital mágico
- Salón del Cónclave
- Sala de reuniones
- Academia Ouroboros
- Comedor
Aunque el panorama que presentan es un tanto desalentador, sus estrucutras principales se conservan bastante bien amén de algun derrumbamiento menor en las fachadas exteriores.
Una estela de escombros del resto de la isla marca el rumbo que siguió cuando la otra mitad comenzó a caerse a pedazos y a sucumbir a la falta de magia.
Nota: Actualmente sólo queda en tierra la mitad destruida de Ouroboros, la parte más destrozada y ruinosa. Tras el regreso de la magia (con la destrucción de los satélites antimagia), la parte que se salvó fue rehabilitada, y se unió una nueva parte de isla antes de elevarla de nuevo por los aires durante la realización del RITUAL que usaron los fundadores hace cientos de años.
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'Ataque Físico' :
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Pasé tras Kahlenz y mi sorpresa no fue poca al atisbar a una muy reconocible criatura asomar por un agujero de la pared de la estancia. Mi primera reaccion fue de incredulidad, que hacía una draraña aquí, fuera en la superficie, lejos de ninguna cueva....? Era parte de las malas obras de las familias de magos qeu se daban a la magia negra?
Me aparté de la entrada ingresando a las ruinas de la casa de un agil salto antes de que aquellos cascotes cayesen muy cerca de mi.
- Vaya. Pues qué bonito. A mi tambien me está dando nostalgia de mi antiguo hogar .- dije con una mueca y los ojos fijos en la draraña. - Esto de semihumano tiene poco. Es una draraña, y yo si fuera tú me cuidaría de su veneno.
El ataque de Kalhenz no pareció surtir mucho efecto, pero a mi me sirvió como perfecta distraccion para acercarme a la draraña y descargar una serie de golpes con mi espada y el cuchillo, apuntando a los ojos y al abdomen. Mis golpes no eran de una fuerza tremenda, pero sí eran tremendamente veloces y certeros. Aquel era un buen ejercicio anti-estres, la verdad. Descargar una buena dosis de ira contra aquellas aberraciones de drows... podria pasarme asi todo el dia.
Me aparté de la entrada ingresando a las ruinas de la casa de un agil salto antes de que aquellos cascotes cayesen muy cerca de mi.
- Vaya. Pues qué bonito. A mi tambien me está dando nostalgia de mi antiguo hogar .- dije con una mueca y los ojos fijos en la draraña. - Esto de semihumano tiene poco. Es una draraña, y yo si fuera tú me cuidaría de su veneno.
El ataque de Kalhenz no pareció surtir mucho efecto, pero a mi me sirvió como perfecta distraccion para acercarme a la draraña y descargar una serie de golpes con mi espada y el cuchillo, apuntando a los ojos y al abdomen. Mis golpes no eran de una fuerza tremenda, pero sí eran tremendamente veloces y certeros. Aquel era un buen ejercicio anti-estres, la verdad. Descargar una buena dosis de ira contra aquellas aberraciones de drows... podria pasarme asi todo el dia.
Éamon O'Connell
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Vagué sin rumbo fijo desde que llegué de mi exilio en Irlanda, intentando no ser visto por aquellos que querían mi cabeza. Ya sabía antes que había mucha gente que me detestaba, pero ahora tenía más claro que nunca que los enemigos estaban en todas parte, tanto en la Alianza como fuera de ella. Apenas me atreví a acercarme a las grandes ciudades, pero sí me llegaban retazos de información, era imposible estar completamente incomunicado y ajeno a lo que sucedía en el país. La información más reciente era de apenas un día, cuando se proyectaron imágenes inquietantes en las pantallas. No podía dejar de pensar en ello, y suponía que nosotros habíamos tenido mucho que ver en ese desenlace.
Traté de buscar a Blair y a los chicos en vano, no estaban en la casa, obviamente. No sabía por dónde empezar a buscar. Cambiar de sitio cada día era agotador, así que acabé alejándome de la civilización, rumbo a las ruinas del lugar que atacaron los robots Centinela cuando cayó la isla aquella, la tal Ouroboros. Llegué exhausto al lugar, buscando cualquier resto de piedras para refugiarme y sentarme un rato.
- Vaya puta mierda de todo.- me salió sincera y asqueadamente, mirando a mi alrededor. Más bajo no podía caer ya. ¿O sí?
No permanecí allí más que unos minutos, lo justo para descansar. Lo mejor sería seguir buscando a Blair, aunque se me empezaban a acabar las ideas de dónde buscar. China Town sería un sitio interesante, así que salí de la zona para emprender rumbo a ese lugar.
Traté de buscar a Blair y a los chicos en vano, no estaban en la casa, obviamente. No sabía por dónde empezar a buscar. Cambiar de sitio cada día era agotador, así que acabé alejándome de la civilización, rumbo a las ruinas del lugar que atacaron los robots Centinela cuando cayó la isla aquella, la tal Ouroboros. Llegué exhausto al lugar, buscando cualquier resto de piedras para refugiarme y sentarme un rato.
- Vaya puta mierda de todo.- me salió sincera y asqueadamente, mirando a mi alrededor. Más bajo no podía caer ya. ¿O sí?
No permanecí allí más que unos minutos, lo justo para descansar. Lo mejor sería seguir buscando a Blair, aunque se me empezaban a acabar las ideas de dónde buscar. China Town sería un sitio interesante, así que salí de la zona para emprender rumbo a ese lugar.
Draraña
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Cuando ve al pelinegro acercarse a la carrera, ella decide correr hacia su dirección a la vez. Ella intenta agarrarlo pero él se escabulle a su alrededor y entre sus brazos. Cuando estaba a punto de agarrarle un brazo para morderlo e inyectarle su veneno, un dolor punzante en el cuello la detuvo.
Llevó ambas manos hacia donde sentía el dolor, soltándolo, y estas fueron teñidas de sangre. Luego y sin previo aviso una serie de golpes la hicieron echar hacia atrás, pero éstos la siguieron sin piedad.
En el intento de la draraña de sacarse de encima aquello que la golpeaba fue perdiendo cada vez más y más sangre por su herida en la garganta hasta que sus patas tropezaron y su gran cuerpo cayó desangrado, sin vida y con los ojos abiertos pero muertos.
Llevó ambas manos hacia donde sentía el dolor, soltándolo, y estas fueron teñidas de sangre. Luego y sin previo aviso una serie de golpes la hicieron echar hacia atrás, pero éstos la siguieron sin piedad.
En el intento de la draraña de sacarse de encima aquello que la golpeaba fue perdiendo cada vez más y más sangre por su herida en la garganta hasta que sus patas tropezaron y su gran cuerpo cayó desangrado, sin vida y con los ojos abiertos pero muertos.
Kalhenz
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Cuando se retiró alcanzó a notar qué la bestia carecía de razonamiento profundo en su totalidad. Corrió a su espada sin consideración por la vida, más guiada por la gula qué por el instinto. Acto seguido alcanzó a ver a su acompañante lanzar una breve, pero cuantiosa, cantidad de estocadas al semihumano. Lo qué terminó con su vida. Ciertamente, una decepción se dijo al admirar el cadáver. No tenía mucho tiempo, su cuarto no estaría lejos.
-Cuéntame si encuentras algo qué te guste, o si necesitas ayuda en algo -fue todo lo qué dijo antes de atravesar el ruinoso pasillo.
Siguiendo su mapa mental, y transfigurando dolorosamente sus recuerdos, en aquel mosaico de cuartos goteantes o humedecidos con líquidos qué no serían agua pura jamás, evitando todo contacto con las superficies afectadas por dichos fluidos se encaminó a su antiguo cuarto. Nada más le importaba, debía saber qué había quedado de su vida anterior. Qué había conservado su intransigente familia. Qué había sido imposible desechar, las razones para ello las atendería después. Su reticencia a el contacto con la mayoría de las zonas de allí dentro le cultivaron un considerable revés en su elegancia al caminar. También se veía forzado a usar su sable cómo un bastón improvisado, uso para el qué probó ser altamente ineficiente y, en la mayoría de casos, contraproducente.
Entre trompicones y enormes esfuerzos en hallar caminos improvisados. Finalmente, llegó a lo qué otrora fue su habitación. Allí estaba, con un pequeño hechizo de alarma, el qué solía colocar para atacar a cualquiera qué desease entrar al mismo sin saber la contraseña. Un niño, en esa época, más preocupado por impresionar con sus capacidades mágicas qué por la seguridad en sí. Había escogido un par de métodos para recordar la palabra clave. Métodos qué no servirían ahora, los había olvidado. Era un hechizo simple, pero muy molesto, si lo habrían sin la contraseña, sonaría un poderoso chillido, había pedido a su abuelo un recuerdo del llanto de la Mandragora para ésto. Sabía qué no sería agradable si se equivocaba.
Se paró un momento ante la puerta, miró a su alrededor, su cuarto había quedado más o menos intacto porque no podía ser de otra forma. Notó las marcas de decadencia, la naturaleza era algo incluso más mágico qué cualquiera de ellos, era más ingeniosa qué los humanos y más poderosa qué los magos. Había escuchado qué, bajo las condiciones adecuadas, un hongo o bacteria podría comerse una edificación en semanas. Lo había comprobado hoy, aún con la ayuda de las alimañas y los semihumanos era algo impresionante lo mucho qué el abandono había logrado en tan poco tiempo. Se reprendió, no era tiempo de ser periodista, era tiempo de ser el orgulloso hijo de la familia Gamp, cambiando, por última vez en su vida, la palabra clave de aquel hechizo. Incluso aunque le dedicó un buen rato, no logró llegar a una conclusión. Así qué intentó con la primera qué se le viniera a la mente al tocar el pomo.
-Imperio -pronunció, con la esperanza qué fuera la contraseña, no tardó en comprobar qué no era. Abrió la puerta y, a su lado, una pequeña calavera empezó a chillar con una estridente y molesta voz. Una voz qué resonaría en toda la mansión y en casi todas las ruinas colindantes, un llanto, una queja molesta, un grito qué atravesaba concreto, madera, tela, músculos, huesos. retumbaba y hacía daño mientras salía de aquél juguete. Conocía su ubicación en el espacio así qué no le costó atravesarlo con su sable. Pero, incluso con eso, casi perdió el conocimiento antes de qué el sonido cesara.
Entró en dicho espacio, qué no tenía ningún cambio, excepto por un hueco en la parte superior izquierda, justo encima de un afiche de un jugador de Quidditch y de la cabecera de su cama. Su cuarto resultó ser asfixiantemente pequeño, ahora qué era mayor, un espacio de poco más de veinte centímetros para moverse entre armario, escritorio, estantería y cama. Contaba con muchas repisas llenas de más libros teóricos y afiches de magos reconocidos, pensó con ironía en lo desubicado qué se veía aquel jugador de Quidditch. Eran cosas qué no había notado antes, era mucha la presión por estudiar la qué su familia ponía en él. Ya no era algo importante, hasta se sintió agradecido un instante por ello. Pasó al escritorio, en busqueda de lo qué vino a ver. Lo único qué le interesaba, lo único qué lograría qué valiera la pena volver a entrar en ésta mansión, más en éste estado. Le tomó un rato, se vió obligado a sacar muchos papeles qué encendían el tren de los recuerdos, varias veces paraba a ver aquellos pequeños trofeos de la nostalgia. Finalmente, lo logró, encontró lo qué estaba buscando. El pergamino que, se suponía, cómo primogénito debía modificar para evolucionar el hechizo familiar. Una tradición bastante inútil contando con qué sólo era uno de tres partes para lograr el hechizo. En su crianza sólo había alcanzado a estudiar uno, y ese era el segundo si quiero usar el hechizo me tendré qué inventar el tercero. Alegrate, padre, cumpliré la tradición familiar. Tomó el pergamino y se encaminó a la salida. Ahora su prioridad sería recuperar su arma. No sabía si el Drow tendría alguna objeción en ayudarle, pero no se lo ofrecería cómo tal, tendría qué ganar algo. Se le ocurrió limpiar el lugar, una misión difícil y atractiva. Si encontraba algo qué le gustase, probablemente lograría comprar su voluntad con ello.
-Cuéntame si encuentras algo qué te guste, o si necesitas ayuda en algo -fue todo lo qué dijo antes de atravesar el ruinoso pasillo.
Siguiendo su mapa mental, y transfigurando dolorosamente sus recuerdos, en aquel mosaico de cuartos goteantes o humedecidos con líquidos qué no serían agua pura jamás, evitando todo contacto con las superficies afectadas por dichos fluidos se encaminó a su antiguo cuarto. Nada más le importaba, debía saber qué había quedado de su vida anterior. Qué había conservado su intransigente familia. Qué había sido imposible desechar, las razones para ello las atendería después. Su reticencia a el contacto con la mayoría de las zonas de allí dentro le cultivaron un considerable revés en su elegancia al caminar. También se veía forzado a usar su sable cómo un bastón improvisado, uso para el qué probó ser altamente ineficiente y, en la mayoría de casos, contraproducente.
Entre trompicones y enormes esfuerzos en hallar caminos improvisados. Finalmente, llegó a lo qué otrora fue su habitación. Allí estaba, con un pequeño hechizo de alarma, el qué solía colocar para atacar a cualquiera qué desease entrar al mismo sin saber la contraseña. Un niño, en esa época, más preocupado por impresionar con sus capacidades mágicas qué por la seguridad en sí. Había escogido un par de métodos para recordar la palabra clave. Métodos qué no servirían ahora, los había olvidado. Era un hechizo simple, pero muy molesto, si lo habrían sin la contraseña, sonaría un poderoso chillido, había pedido a su abuelo un recuerdo del llanto de la Mandragora para ésto. Sabía qué no sería agradable si se equivocaba.
Se paró un momento ante la puerta, miró a su alrededor, su cuarto había quedado más o menos intacto porque no podía ser de otra forma. Notó las marcas de decadencia, la naturaleza era algo incluso más mágico qué cualquiera de ellos, era más ingeniosa qué los humanos y más poderosa qué los magos. Había escuchado qué, bajo las condiciones adecuadas, un hongo o bacteria podría comerse una edificación en semanas. Lo había comprobado hoy, aún con la ayuda de las alimañas y los semihumanos era algo impresionante lo mucho qué el abandono había logrado en tan poco tiempo. Se reprendió, no era tiempo de ser periodista, era tiempo de ser el orgulloso hijo de la familia Gamp, cambiando, por última vez en su vida, la palabra clave de aquel hechizo. Incluso aunque le dedicó un buen rato, no logró llegar a una conclusión. Así qué intentó con la primera qué se le viniera a la mente al tocar el pomo.
-Imperio -pronunció, con la esperanza qué fuera la contraseña, no tardó en comprobar qué no era. Abrió la puerta y, a su lado, una pequeña calavera empezó a chillar con una estridente y molesta voz. Una voz qué resonaría en toda la mansión y en casi todas las ruinas colindantes, un llanto, una queja molesta, un grito qué atravesaba concreto, madera, tela, músculos, huesos. retumbaba y hacía daño mientras salía de aquél juguete. Conocía su ubicación en el espacio así qué no le costó atravesarlo con su sable. Pero, incluso con eso, casi perdió el conocimiento antes de qué el sonido cesara.
Entró en dicho espacio, qué no tenía ningún cambio, excepto por un hueco en la parte superior izquierda, justo encima de un afiche de un jugador de Quidditch y de la cabecera de su cama. Su cuarto resultó ser asfixiantemente pequeño, ahora qué era mayor, un espacio de poco más de veinte centímetros para moverse entre armario, escritorio, estantería y cama. Contaba con muchas repisas llenas de más libros teóricos y afiches de magos reconocidos, pensó con ironía en lo desubicado qué se veía aquel jugador de Quidditch. Eran cosas qué no había notado antes, era mucha la presión por estudiar la qué su familia ponía en él. Ya no era algo importante, hasta se sintió agradecido un instante por ello. Pasó al escritorio, en busqueda de lo qué vino a ver. Lo único qué le interesaba, lo único qué lograría qué valiera la pena volver a entrar en ésta mansión, más en éste estado. Le tomó un rato, se vió obligado a sacar muchos papeles qué encendían el tren de los recuerdos, varias veces paraba a ver aquellos pequeños trofeos de la nostalgia. Finalmente, lo logró, encontró lo qué estaba buscando. El pergamino que, se suponía, cómo primogénito debía modificar para evolucionar el hechizo familiar. Una tradición bastante inútil contando con qué sólo era uno de tres partes para lograr el hechizo. En su crianza sólo había alcanzado a estudiar uno, y ese era el segundo si quiero usar el hechizo me tendré qué inventar el tercero. Alegrate, padre, cumpliré la tradición familiar. Tomó el pergamino y se encaminó a la salida. Ahora su prioridad sería recuperar su arma. No sabía si el Drow tendría alguna objeción en ayudarle, pero no se lo ofrecería cómo tal, tendría qué ganar algo. Se le ocurrió limpiar el lugar, una misión difícil y atractiva. Si encontraba algo qué le gustase, probablemente lograría comprar su voluntad con ello.
Terminé de acuchillar a la draraña con saña (jaja, rima) . Con la respiracion agitada, oi a Kalhenz decirme algo sobre que si me gustaba no se que cosa se lo dijese. Lo miré con una expresion desencajada por el frenesí asesino por el cual me acababa de dejar llevar. ¿Qué me habia dicho? MIré la sangre oscura de mis manos y mi cuchillo y recordé la ultima vez que maté una criatura de estas. La ultima vez no estaba solo, no....los tenía a ellos...
"ahora tampoco estás solo, me tienes a mi"
Sacudí la cabeza, guardé el cuchillo y dejé al mago avanzar sin mi. Yo queria extraer el veneno de la draraña, me seria util como paralizante para futuros enemigos. Sabia como extraerlo asi que llené algunos viales vacíos y los volvi a guardar, no era sencillo conseguir esta clase de venenos y habia que aprovechar.
"Dile: si, Kahlenz, verás, lo que mas me gustaria ahora es tu cabeza de estupido mago en una bandeja. Y la piedra del tiempo de esa perra, pero eso no puedes darmelo, verdad?"
Alcancé al mago poco despues, sin dejar de mirar sus espaldas con esa idea surcandome la mente. Cada vez me parecia mejor y mejor....de pronto, sonó aquel terrible chillido. Cubrí con ambas manos mis sensibles oidos, casi me estalla la cabeza.... gruñí cuando cesó, sintiendo que me habia dejado una terrible jaqueca.
El mago seguía a lo suyo, mirando aqui y alla.
"Patéticamente perdido en su pasado, como tú"
El cuchillo se movía inquieto entre mis dedos. Tenía sed de más. Me di cuenta de que no habiamos cruzado ninguna palabra desde hacia demasiado tiempo, empezaba a encontrarme muy tenso en la compañia de ese ser.
- Tu quieres matarme. Y yo a tí.- bueno, no era del todo cierto. - Pero....no se lo voy a permitir.... No. No quiero....no necesito vuestras malditas recompensas de magos! Tú y esa vieja, creeis que podeis comprarlo todo? Pues te voy a hacer un regalo.
La verdad es que en esos momentos, yo parecia un chalado. Y probablemente lo fuera. Pero tenia la sensacion de que si me quedaba ahi, iba a acabar lanzandome sobre el mago.
Marcharme era lo mejor que podia hacer, y eso hice. Sin mas, me di la vuelta, le di la espalda al mago, y me fui de alli a paso acelerado. No sabia ni donde estaba. Pero ya acabaria encontrandome.
"ahora tampoco estás solo, me tienes a mi"
Sacudí la cabeza, guardé el cuchillo y dejé al mago avanzar sin mi. Yo queria extraer el veneno de la draraña, me seria util como paralizante para futuros enemigos. Sabia como extraerlo asi que llené algunos viales vacíos y los volvi a guardar, no era sencillo conseguir esta clase de venenos y habia que aprovechar.
"Dile: si, Kahlenz, verás, lo que mas me gustaria ahora es tu cabeza de estupido mago en una bandeja. Y la piedra del tiempo de esa perra, pero eso no puedes darmelo, verdad?"
Alcancé al mago poco despues, sin dejar de mirar sus espaldas con esa idea surcandome la mente. Cada vez me parecia mejor y mejor....de pronto, sonó aquel terrible chillido. Cubrí con ambas manos mis sensibles oidos, casi me estalla la cabeza.... gruñí cuando cesó, sintiendo que me habia dejado una terrible jaqueca.
El mago seguía a lo suyo, mirando aqui y alla.
"Patéticamente perdido en su pasado, como tú"
El cuchillo se movía inquieto entre mis dedos. Tenía sed de más. Me di cuenta de que no habiamos cruzado ninguna palabra desde hacia demasiado tiempo, empezaba a encontrarme muy tenso en la compañia de ese ser.
- Tu quieres matarme. Y yo a tí.- bueno, no era del todo cierto. - Pero....no se lo voy a permitir.... No. No quiero....no necesito vuestras malditas recompensas de magos! Tú y esa vieja, creeis que podeis comprarlo todo? Pues te voy a hacer un regalo.
La verdad es que en esos momentos, yo parecia un chalado. Y probablemente lo fuera. Pero tenia la sensacion de que si me quedaba ahi, iba a acabar lanzandome sobre el mago.
Marcharme era lo mejor que podia hacer, y eso hice. Sin mas, me di la vuelta, le di la espalda al mago, y me fui de alli a paso acelerado. No sabia ni donde estaba. Pero ya acabaria encontrandome.
Al aparecer en el verde monte, la mujer miró con severidad al hombre.
-Pero ¿Qué has hecho? Ahora te acusarán de complicidad.- De un seco movimiento, se desprendió de su agarre para caminar un par de pasos lejos de él.
-Ya sabes por qué toque a tu puerta ¿Qué más quieres de mí?¿Quieres saber otro secreto?… Muchos años atrás, soñaba con hacer patinaje artístico sobre hielo de forma profesional.- Con un suave gesto abrió un pequeño portal por el que pasó un brazo para sacar un cepillo de dientes y cerrarlo. Se cepilló los dientes mirando el despiadado mar, el caos y la armonía de la naturaleza. El delicado balance.
Sabía que no podía tener lo que deseaba, pero escucharlo de él fue terrible para su alma. Le había confesado sus deseos más profundos, más íntimos. Esa era la razón de su introspección, era una dura coraza que protegía su suave y delicado centro.
-¿Estás dispuesto a renunciar a todo lo que nuestros antepasados construyeron para nosotros?- Le dijo luego de terminar de asearse y devolver el cepillo a su lugar.
-¿Cómo les resulta tan fácil desprenderse de lo que son? No lo entiendo.- Dijo con un nudo en la garganta. Se giró hacia él con desición.
-Yo puedo hacer esto. Y lo voy a hacer porque quiero que Ouroboros vuelva a ser lo que era, que vuelva a ser un faro de sabiduría lleno de paz y que la ambición impura por controlar a otras almas desaparezca.- Sentenció con seriedad. La ambición de los jinetes de dragones sin duda era grande.
-Pero ¿Qué has hecho? Ahora te acusarán de complicidad.- De un seco movimiento, se desprendió de su agarre para caminar un par de pasos lejos de él.
-Ya sabes por qué toque a tu puerta ¿Qué más quieres de mí?¿Quieres saber otro secreto?… Muchos años atrás, soñaba con hacer patinaje artístico sobre hielo de forma profesional.- Con un suave gesto abrió un pequeño portal por el que pasó un brazo para sacar un cepillo de dientes y cerrarlo. Se cepilló los dientes mirando el despiadado mar, el caos y la armonía de la naturaleza. El delicado balance.
Sabía que no podía tener lo que deseaba, pero escucharlo de él fue terrible para su alma. Le había confesado sus deseos más profundos, más íntimos. Esa era la razón de su introspección, era una dura coraza que protegía su suave y delicado centro.
-¿Estás dispuesto a renunciar a todo lo que nuestros antepasados construyeron para nosotros?- Le dijo luego de terminar de asearse y devolver el cepillo a su lugar.
-¿Cómo les resulta tan fácil desprenderse de lo que son? No lo entiendo.- Dijo con un nudo en la garganta. Se giró hacia él con desición.
-Yo puedo hacer esto. Y lo voy a hacer porque quiero que Ouroboros vuelva a ser lo que era, que vuelva a ser un faro de sabiduría lleno de paz y que la ambición impura por controlar a otras almas desaparezca.- Sentenció con seriedad. La ambición de los jinetes de dragones sin duda era grande.
Nos había llevado a las ruinas de Beinn Dearg. Sabía que alli corriamos riesgo de ser localizados por la IA, pero necesitaba mas tiempo a solas con ella, fuerza de los largos brazos de la Guardia. Aunque me fastidiaba bastante que me hubiesen considerado un cómplice y un traidor tan rapidamente, cuando en realidad estaba buscando opciones.
Al aparecer alli ella se soltó de mi y me dijo aquello. El viento soplaba fuerte en aquel área... por qué lo habia hecho?
- Lo he hecho porque necesito terminar de hablar contigo! Ya habrá tiempo para explicaciones. - fruncí mi ceño cuando expresó aquel otro deseo, ya no estaba bajo los efectos de la hipnosis.
- No, no estoy dispuesto a renunciar a nada de eso, por eso no podemos permitirnos perder contra los Pendragon! Si querías...meterte entre sus filas, podrías haber buscado consejo en mi antes, te habria ayudado.
No presté atencion a eso de que se cepillase los dientes. Realmente lo deseaba, a veces las necesidades basicas son potentes.
- Puedes hacerlo, si, pero para ello cobrarte la vida de uno de nosotros. Eso...que estés dispuesta a eso...me temo que como me has dicho tu misma antes, es algo que te va a apartar del Consejo. Aunque con eso tambien colabores a que Ouroboros pueda seguir siendo un lugar pacífico....un faro.
"que la ambición impura por controlar a otras almas desaparezca..."
Miré a las ruinas de nuestro alrededor. Aquel lugar habia quedado marcado como la caida de Ouroboros, dejando una gran cicatriz en el terreno. Me preguntaba si tan pronto ibamos a tener que presenciar lo mismo, pero una caida mas lenta, desmorondandose desde dentro....
"no estoy dispuesto yo tampoco a eso"
- La ambicion de los Pendragon es grande. Entonces, si te presentas ante ellos con el cadáver de uno de nosotros, entenderán que has roto con Ouroboros y que quieres luchar de su lado? Ese fue el pacto con ellos? Estarías dispuesta a jugar el juego de ser el agente doble? Es cierto que desde dentro de sus filas puedes hacer mucho daño.... pero... tendría que ser un gran secreto, para mayor seguridad de éxito. A ojos de muchos, serías una traidora...una vil asesina que solo mira por su propio interés. - me fui acercando un poco a ella, con mi daga en la mano - Quizá tuvieras que pasar mucho tiempo con el enemigo. Serías capaz de eso, de fingir? Vivir con el peligro respirandote en la oreja?
Le puse mi daga en sus manos, y las guie hasta arriba, a mi pecho, haciendo que apoyase la punta de la daga directamente donde tenia el corazon.
- Si haces esto, podrías infiltrarte entre ellos. Quizá confiarían en ti un poco mas.
Al aparecer alli ella se soltó de mi y me dijo aquello. El viento soplaba fuerte en aquel área... por qué lo habia hecho?
- Lo he hecho porque necesito terminar de hablar contigo! Ya habrá tiempo para explicaciones. - fruncí mi ceño cuando expresó aquel otro deseo, ya no estaba bajo los efectos de la hipnosis.
- No, no estoy dispuesto a renunciar a nada de eso, por eso no podemos permitirnos perder contra los Pendragon! Si querías...meterte entre sus filas, podrías haber buscado consejo en mi antes, te habria ayudado.
No presté atencion a eso de que se cepillase los dientes. Realmente lo deseaba, a veces las necesidades basicas son potentes.
- Puedes hacerlo, si, pero para ello cobrarte la vida de uno de nosotros. Eso...que estés dispuesta a eso...me temo que como me has dicho tu misma antes, es algo que te va a apartar del Consejo. Aunque con eso tambien colabores a que Ouroboros pueda seguir siendo un lugar pacífico....un faro.
"que la ambición impura por controlar a otras almas desaparezca..."
Miré a las ruinas de nuestro alrededor. Aquel lugar habia quedado marcado como la caida de Ouroboros, dejando una gran cicatriz en el terreno. Me preguntaba si tan pronto ibamos a tener que presenciar lo mismo, pero una caida mas lenta, desmorondandose desde dentro....
"no estoy dispuesto yo tampoco a eso"
- La ambicion de los Pendragon es grande. Entonces, si te presentas ante ellos con el cadáver de uno de nosotros, entenderán que has roto con Ouroboros y que quieres luchar de su lado? Ese fue el pacto con ellos? Estarías dispuesta a jugar el juego de ser el agente doble? Es cierto que desde dentro de sus filas puedes hacer mucho daño.... pero... tendría que ser un gran secreto, para mayor seguridad de éxito. A ojos de muchos, serías una traidora...una vil asesina que solo mira por su propio interés. - me fui acercando un poco a ella, con mi daga en la mano - Quizá tuvieras que pasar mucho tiempo con el enemigo. Serías capaz de eso, de fingir? Vivir con el peligro respirandote en la oreja?
Le puse mi daga en sus manos, y las guie hasta arriba, a mi pecho, haciendo que apoyase la punta de la daga directamente donde tenia el corazon.
- Si haces esto, podrías infiltrarte entre ellos. Quizá confiarían en ti un poco mas.
-Me hubiera entregado con tal de que no te acusen…- Murmuró cuando el otro dijo que necesitaba hablar con ella. Lo miró fijamente cuando expresó que la habría ayudado, como buscando en su alma algún rastro de mentira. Su mirada era serena sobre la de él, ya había asumido que le quitarían su puesto en el Concejo por traición.
Siguió la mirada del otro hacia las ruinas de Ouroboros, allí el espíritu había aprovechado para hacerse con su cuerpo, había fallado, pero ese error le permitiría salvar todo lo que amaba. Alternó una mirada precavida entre el hombre y el arma blanca cuando éste se aproximó de ese modo. La imponente figura del nigromante era intimidante y mucho distaba de la frágil figura de la mujer. Sus palabras deberían haberla amedrentado, pero ya se había acostumbrado a la idea de ser malvada.
-Soy capaz de eso y de mucho más.- Dijo con seguridad pero miró la daga que ella sostenía ahora entre las manos del hombre, a donde la guiaba y abrió mucho los ojos.
-No… Tu no…-
Siguió la mirada del otro hacia las ruinas de Ouroboros, allí el espíritu había aprovechado para hacerse con su cuerpo, había fallado, pero ese error le permitiría salvar todo lo que amaba. Alternó una mirada precavida entre el hombre y el arma blanca cuando éste se aproximó de ese modo. La imponente figura del nigromante era intimidante y mucho distaba de la frágil figura de la mujer. Sus palabras deberían haberla amedrentado, pero ya se había acostumbrado a la idea de ser malvada.
-Soy capaz de eso y de mucho más.- Dijo con seguridad pero miró la daga que ella sostenía ahora entre las manos del hombre, a donde la guiaba y abrió mucho los ojos.
-No… Tu no…-
Los mensajes mentales de Cath me asaltaban de cuando en cuando, y trataba de tranquilizarla como podía. Mei había cortado la conexion y ya no podia seguir sabiendo que pasaba en la plaza.
A estas alturas fijo que me habían tachado de cómplice en traiciones. Iba a ser dificil.
La negativa de Bella me pareció bastante noble. Pero no podía olvidar ni tampoco perdonar el hecho de que había estado dispuesta a cobrarse cualquier otra vida de los nuestros, una que le importase menos.
- Si, podrás hacerlo.... llegado el momento lo harás.
Le bajé la mano, pues aun no era el momento adecuado, apartando la daga de mi.
- Es la única manera de preservar tu integridad moral, la vida de mis compañeros del Consejo, y tus posibilidades como espía. Pero habrán algunas cosas que tendrás que tener en cuenta...necesitas una manera de proteger tus pensamientos. Algun dispositivo magico, alguna barrera, para evitar que lean tu mente. Tampoco pueden saber que te estas defendiendo, o lo sabrán.... Y la última cosa. - tomé su mano con firmeza con la mia. - Quiero que me jures bajo juramento inquebrantable, que de modo indirecto o directo, no arrebatarás la vida de ningun miembro del Consejo, o familiar, en tu empresa para los Pendragon. Salvo la mia.
Habia elegido las palabras cuidadosamente, pero necesitaba asegurarme. No tenía claro como iba a terminar esto pero si hubiese dejado que la detuviesen entonces se habría perdido una oportunidad valiosa. Ser expulsada del Consejo ya iba a ser castigo suficiente. Pero quizá su linaje se salvara, como ocurrió con el de LeFay.
- Establezcamos un pequeño plan y unos detalles para el momento del retorno...
Conjuré unas barreras defensivas a nuestro alrededor para evitar ser interrumpidos o detectados, y pasamos un buen rato hablando, preparando detalles, previniendo inconvenientes. Cuando hubimos terminado, nos desaparecimos de alli.
Habia llegado el momento, de vuelta a Ouroboros.
A estas alturas fijo que me habían tachado de cómplice en traiciones. Iba a ser dificil.
La negativa de Bella me pareció bastante noble. Pero no podía olvidar ni tampoco perdonar el hecho de que había estado dispuesta a cobrarse cualquier otra vida de los nuestros, una que le importase menos.
- Si, podrás hacerlo.... llegado el momento lo harás.
Le bajé la mano, pues aun no era el momento adecuado, apartando la daga de mi.
- Es la única manera de preservar tu integridad moral, la vida de mis compañeros del Consejo, y tus posibilidades como espía. Pero habrán algunas cosas que tendrás que tener en cuenta...necesitas una manera de proteger tus pensamientos. Algun dispositivo magico, alguna barrera, para evitar que lean tu mente. Tampoco pueden saber que te estas defendiendo, o lo sabrán.... Y la última cosa. - tomé su mano con firmeza con la mia. - Quiero que me jures bajo juramento inquebrantable, que de modo indirecto o directo, no arrebatarás la vida de ningun miembro del Consejo, o familiar, en tu empresa para los Pendragon. Salvo la mia.
Habia elegido las palabras cuidadosamente, pero necesitaba asegurarme. No tenía claro como iba a terminar esto pero si hubiese dejado que la detuviesen entonces se habría perdido una oportunidad valiosa. Ser expulsada del Consejo ya iba a ser castigo suficiente. Pero quizá su linaje se salvara, como ocurrió con el de LeFay.
- Establezcamos un pequeño plan y unos detalles para el momento del retorno...
Conjuré unas barreras defensivas a nuestro alrededor para evitar ser interrumpidos o detectados, y pasamos un buen rato hablando, preparando detalles, previniendo inconvenientes. Cuando hubimos terminado, nos desaparecimos de alli.
Habia llegado el momento, de vuelta a Ouroboros.
El dolor de su alma se veía a través de sus ojos.
Proteger sus pensamientos…
Las últimas tres palabras del juramento inquebrantable le hicieron remover la cabeza, desviando la mirada del hombre.
Los sacrificios son los que crean un mundo nuevo, como el fénix que muere y renace de las cenizas.
Fijó su mirada en Matvey.
-Lo juro.- Dijo tomando su mano y mirándolo a los ojos.
La bruja asintió a la idea del plan y procedieron a establecer una estrategia para, luego, desaparecer.
Proteger sus pensamientos…
Las últimas tres palabras del juramento inquebrantable le hicieron remover la cabeza, desviando la mirada del hombre.
Los sacrificios son los que crean un mundo nuevo, como el fénix que muere y renace de las cenizas.
Fijó su mirada en Matvey.
-Lo juro.- Dijo tomando su mano y mirándolo a los ojos.
La bruja asintió a la idea del plan y procedieron a establecer una estrategia para, luego, desaparecer.
Lemóni Cefiadis
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Y Bueno... Aparecieron entonces en el lugar, Lemóni observaba, las ruinas de Ouroboros, aparentemente ahí dijo Khan qué se iba a reunir con la descendiente experta en pociones, y la verdad sea dicha... Parece un sitio muy deprimente, a pesar de que extrañamente las estructuras se conservan, por lo menos las más grandes.
No pudo evitar que le pase por la mente si esto le va a pasar a la isla... Pero poco después suspira percatandose de que tal vez ya haya pasado, puede ser que algo así sea lo que está en el cielo ahora mismo, puesto que la plaza estaba en horribles condiciones.
B-Bueno... Será cuestión de esperar un rato.
Comentó mientras que le soltaba la mano a Khan un momento, con la esperanza de no hacer evidente el hecho de que el té de Luna es para ella... Esperanza vana, pues podría ser que igual sí...
No pudo evitar que le pase por la mente si esto le va a pasar a la isla... Pero poco después suspira percatandose de que tal vez ya haya pasado, puede ser que algo así sea lo que está en el cielo ahora mismo, puesto que la plaza estaba en horribles condiciones.
B-Bueno... Será cuestión de esperar un rato.
Comentó mientras que le soltaba la mano a Khan un momento, con la esperanza de no hacer evidente el hecho de que el té de Luna es para ella... Esperanza vana, pues podría ser que igual sí...
Khan Tepes
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Acudieron al lugar acordado cuando estuvieron listos, a la hora que le habían dicho a Sofía. Antes de partir de la casa se había enterado de que había sido el padre quien le había curado, así que ahora le tocaría tragarse el orgullo y darle las gracias a él por haberle quitado el veneno de la mordedura esa. También se prometió no volver a poner a Lemoni en peligro aunque fuese por imprudencia, ni acercarla al Sanguis que tanto parecía afectarle. Se quedó intrigado por lo enigmático de la misión que decía que tenía que hacer después, pero lo dejaron para más tarde porque la prioridad ahora era lo del té ese de luna, como ella lo había llamado. Tampoco es que se hubiese interesado antes por el tema, le había pillado todo un poco de sorpresa.
- Espero que llegue pronto. - se separó de ella para empezar a dar vueltas por la zona un poco nervioso, pensando en qué le iba a responder cuando le preguntase. Al final ella había decidido acompañarle, así que podía dar lugar a interpretaciones. - A ver...no creo que a Sofía le interese mucho, seguro que hay mucha gente que se lo ha pedido antes. Debe estar al loro de los cotilleos de toda la isla. O a lo mejor llevaba las pociones directamente al hospital. No lo sé. - se sentó en una roca para dejar de dar vueltas por el lugar, porque además tampoco quería ponerse a pensar que la isla podía acabar de nuevo como aquella parte que había caído, justo donde estaban.
- ¿Has pensado lo que vas a decir? ¿eres la amiga de la amiga de la amiga de mi amigo que lo ha pedido? ¿O nos hemos encontrado por el camino? porque tendremos que hacerle preguntas de cómo funciona y si pasa algo y ...todas esas cosas. - porque claro, si tenía efectos secundarios mejor que estuviese lejos de su casa, para no levantar sospechas con sus padres. Tenían que tener toda la información posible.
- Espero que llegue pronto. - se separó de ella para empezar a dar vueltas por la zona un poco nervioso, pensando en qué le iba a responder cuando le preguntase. Al final ella había decidido acompañarle, así que podía dar lugar a interpretaciones. - A ver...no creo que a Sofía le interese mucho, seguro que hay mucha gente que se lo ha pedido antes. Debe estar al loro de los cotilleos de toda la isla. O a lo mejor llevaba las pociones directamente al hospital. No lo sé. - se sentó en una roca para dejar de dar vueltas por el lugar, porque además tampoco quería ponerse a pensar que la isla podía acabar de nuevo como aquella parte que había caído, justo donde estaban.
- ¿Has pensado lo que vas a decir? ¿eres la amiga de la amiga de la amiga de mi amigo que lo ha pedido? ¿O nos hemos encontrado por el camino? porque tendremos que hacerle preguntas de cómo funciona y si pasa algo y ...todas esas cosas. - porque claro, si tenía efectos secundarios mejor que estuviese lejos de su casa, para no levantar sospechas con sus padres. Tenían que tener toda la información posible.
Apareció en las antiguas ruinas de Ouroboros. Aquel lugar le traía recuerdos que, no era que quisiera olvidarlos, pero sí probablemente que nunca hubieran pasado. La isla había caído aquel día, y después de lo que había visto en su bosque el día anterior, no tenía muchas ganas de revivir aquello. Por lo menos, si todo iba bien, vería a un par de tórtolos asustados hasta el hueso por un calentón, y quizás podría ayudarlos.
Nada más llegar, tomó una parte de su vestido para levantarlo. El suelo no era muy parejo, pero se podía caminar bien. Khan estaba ya cerca del lugar, junto a una jovencita a la que ya había visto antes, pero que no sabía si le habían presentado con anterioridad.- Hola, Khan.- Dijo con una sonrisa amable acercándose a ellos, sosteniendo la taza con ambas manos. A pesar de que, por lo regular, saludaba al muchacho con un beso, suponía que podría ser un poco invasivo dada la circunstancia. Khan estaba nervioso, por lo que no sabía si ponérsela sencilla o hacerle el día difícil. Soltó un suave suspiro y una risilla al verlos.- Espero que no haya pasado mucho desde el incidente del amigo de tu amigo. Debe tomarse cuanto antes.- Susurró, extendiéndole la taza a Lémoni, tratando de ocultar la sonrisa en sus labios.- ¿Tienen alguna pregunta? ¿Saben cómo funciona todo el asunto, verdad?
Nada más llegar, tomó una parte de su vestido para levantarlo. El suelo no era muy parejo, pero se podía caminar bien. Khan estaba ya cerca del lugar, junto a una jovencita a la que ya había visto antes, pero que no sabía si le habían presentado con anterioridad.- Hola, Khan.- Dijo con una sonrisa amable acercándose a ellos, sosteniendo la taza con ambas manos. A pesar de que, por lo regular, saludaba al muchacho con un beso, suponía que podría ser un poco invasivo dada la circunstancia. Khan estaba nervioso, por lo que no sabía si ponérsela sencilla o hacerle el día difícil. Soltó un suave suspiro y una risilla al verlos.- Espero que no haya pasado mucho desde el incidente del amigo de tu amigo. Debe tomarse cuanto antes.- Susurró, extendiéndole la taza a Lémoni, tratando de ocultar la sonrisa en sus labios.- ¿Tienen alguna pregunta? ¿Saben cómo funciona todo el asunto, verdad?
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El miembro 'Sofía Dioscórides' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Embarazo' :
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#2 'Dado (10)' :
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#2 'Dado (10)' :
Lemóni Cefiadis
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Estaba muy nerviosa en ese momento, por muchas cosas, siendo la primera el té de Luna, y la segunda, lo que le había comentado a Catherine... En el fondo desea qué la vea solo como una niña y no la considere necesaria para tener que hacer nada por Ouroboros, y que baste darle las instrucciones.
Y teme qué quizás sí le interese escuchar, pero quizás incluso poner en práctica la idea que ella tiene, pues aunque sintiera esperanza respecto a la misma, la confianza no le da para que está esperanza sea duradera ahora mismo, no para de dudar.
E-Espero no esté muy interesada... Y-Y quizás no lo esté... C-Con suerte tendrá otras preocupaciones qué le apremien más...
Ve qué Khan se sienta, pero ella sigue dando vueltas por el lugar por los nervios qué experimenta, solo deseando qué quizás para la descendiente sea algo anecdotico.
B-Bueno yo...
La verdad que eso no lo había pensado, se había lanzado para acompañar a Khan, y porque necesita desesperadamente el té para no estar embarazada, la sola idea de llevar un posible descendiente dentro implica tanta política qué la cabeza le duele.
En eso estaba pensando cuando de repente escuchó una voz, y se giró de súbito, aunque la voz no iba para ella, si no para Khan, ella se giró por puros nervios, y la vió, la descendiente Dioscorides, que de inmediato le trajo una sensación de esperanza al ver que traía entre manos un té, presumiblemente, el que necesitaba.
Y en el momento en que la descendiente le acercó la taza, ni siquiera lo pensó.
¡Muchas gracias!
Procedió a tomar la taza, y a bebersela con una fiereza qué parecía que estaba bebiendo alcohol, para luego dar un largo e incómodo suspiro de alivio.
Ahhhh... A-Ah...
Y ahora, procedería a ponerse más roja qué cualquier tomate jamás conocido, percatandose de que simplemente no había como disimular eso, así que se limitó a hacer reverencia y ser formal
C-Creo que no nos hemos presentado... Y-Yo soy Lemóni Herpeton, aprendiz del maestro Rasputin, es un placer, maestra Dioscorides...
Luego de eso, procedería a decir, pues tal como Khan dijo antes. Una duda sí que había.
S-Si puedo preguntar... ¿La poción tiene efectos secundarios?...
Y teme qué quizás sí le interese escuchar, pero quizás incluso poner en práctica la idea que ella tiene, pues aunque sintiera esperanza respecto a la misma, la confianza no le da para que está esperanza sea duradera ahora mismo, no para de dudar.
E-Espero no esté muy interesada... Y-Y quizás no lo esté... C-Con suerte tendrá otras preocupaciones qué le apremien más...
Ve qué Khan se sienta, pero ella sigue dando vueltas por el lugar por los nervios qué experimenta, solo deseando qué quizás para la descendiente sea algo anecdotico.
B-Bueno yo...
La verdad que eso no lo había pensado, se había lanzado para acompañar a Khan, y porque necesita desesperadamente el té para no estar embarazada, la sola idea de llevar un posible descendiente dentro implica tanta política qué la cabeza le duele.
En eso estaba pensando cuando de repente escuchó una voz, y se giró de súbito, aunque la voz no iba para ella, si no para Khan, ella se giró por puros nervios, y la vió, la descendiente Dioscorides, que de inmediato le trajo una sensación de esperanza al ver que traía entre manos un té, presumiblemente, el que necesitaba.
Y en el momento en que la descendiente le acercó la taza, ni siquiera lo pensó.
¡Muchas gracias!
Procedió a tomar la taza, y a bebersela con una fiereza qué parecía que estaba bebiendo alcohol, para luego dar un largo e incómodo suspiro de alivio.
Ahhhh... A-Ah...
Y ahora, procedería a ponerse más roja qué cualquier tomate jamás conocido, percatandose de que simplemente no había como disimular eso, así que se limitó a hacer reverencia y ser formal
C-Creo que no nos hemos presentado... Y-Yo soy Lemóni Herpeton, aprendiz del maestro Rasputin, es un placer, maestra Dioscorides...
Luego de eso, procedería a decir, pues tal como Khan dijo antes. Una duda sí que había.
S-Si puedo preguntar... ¿La poción tiene efectos secundarios?...
- Dado de beber Té de Luna:
- 1-8: Sirve
9-10: Nope
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El miembro 'Lemóni Herpeton' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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- Qué va, dudo que le interese, para ella será un trámite más, lo habrá hecho muchas veces. Creo que somos nosotros los que más vueltas le estamos dando. - respondió sobre lo de Sofía, sin poder evitar que le diese corte tener que verla en esa situación. No tardó en aparecer, saludando tan cordial como siempre y sin gesto juzgador.
- Hola Sofía, gracias por venir tan rápido. - le pareció que le seguía el juego con lo del amigo del amigo, aunque le dio la impresión de que no colaba. - Eh...pues me dijo que fue hace un día...- pero la farsa se fue al carajo cuando Lémoni se bebió el té tan rápido como si fuese un chupito, delatando que era ella, y que seguramente el implicado era él. Se pasó una mano por la cara avergonzado murmurando un "en fin", dejando ya de fingir porque no tenía sentido.
- Pues sí, yo tengo muchas dudas de todo. - ella le preguntó la primera, la de los efectos secundarios, que era la más importante. - Es por si sus padres preguntan. También si es totalmente efectiva...si tiene que tomarla más veces para asegurarse o si puede tomarla en más ocasiones.
- Hola Sofía, gracias por venir tan rápido. - le pareció que le seguía el juego con lo del amigo del amigo, aunque le dio la impresión de que no colaba. - Eh...pues me dijo que fue hace un día...- pero la farsa se fue al carajo cuando Lémoni se bebió el té tan rápido como si fuese un chupito, delatando que era ella, y que seguramente el implicado era él. Se pasó una mano por la cara avergonzado murmurando un "en fin", dejando ya de fingir porque no tenía sentido.
- Pues sí, yo tengo muchas dudas de todo. - ella le preguntó la primera, la de los efectos secundarios, que era la más importante. - Es por si sus padres preguntan. También si es totalmente efectiva...si tiene que tomarla más veces para asegurarse o si puede tomarla en más ocasiones.
El saludo del muchacho parecía hasta tranquilo, a pesar de que le veía en todo el cuerpo la tensión que estaba claramente ocultando.- Estoy para servir.- Murmuró ante su agradecimiento, pues lo haría por cualquiera de sus compañeros. Y, en general, lo haría por cualquiera que lo pidiera.
Todas sus sospechas se tornaron ciertas en cuanto le tendió la taza a aquella linda chica que acompañaba a Khan. Trató de no sonreír, porque la escena era angustiosa, pero también bastante cómica. Tenía la ligera sensación de que aquella había sido la primera vez de ambos. Al menos estaban siendo... mínimamente responsables.- Mucho gusto, Lemóni. No sabía que Rasputín tenía aprendices por estos días. Que agradable.- Por un momento, se mordió la lengua. Quería preguntar si sabía algo de él, pero si lo hiciera, entonces Khan no hubiera preguntado por él en el brazalete. Mejor enfocarse en lo que les apremiaba a ellos. Escuchó entonces la pregunta de Lemóni y negó.- Por un día, realmente no debería haber problema por los efectos secundarios. Quizás solo un poco de fatiga o cansancio por el efecto, pero nada de que preocuparte.- Suponía que los padres de ella tampoco sabían nada, pero que los mencionaran... le daba un nuevo giro a todo el drama.- Debo admitir que no es totalmente efectiva, lamentablemente. Pierde efecto cuanto más tiempo transcurre. Digamos que hasta tres días después, incluso cuatro. Depende de muchas cosas.- Quería darles un poco de esperanza, pero tampoco mentiría solo por tranquilizarlos.- En realidad, hacer el té no es tardado ni complicado, puedo hacerles siempre que necesiten. Me imagino que lo dices por si sucede de nuevo. Si quisieran ser más... responsables, recomendaría ser un poco más... preventivos al respecto. Puedo conseguirles preservativos si les da pena pasarse por el hospital.- Seguro que Vishous no necesitaba algunos que había visto por los cajones, pero siempre podría conseguirselos en el Hospital para ellos. Seguro que era mejor solicitarselo a ella, que ya sabía de sus andanzas, que irlo gritando por el hospital. Por un instante, miró a Khan. Era la viva imagen de su padre, y él había muerto por salvarles. Esperaba que la poción funcionara. Por no darle más carga pesada a ese pobre muchacho.
Todas sus sospechas se tornaron ciertas en cuanto le tendió la taza a aquella linda chica que acompañaba a Khan. Trató de no sonreír, porque la escena era angustiosa, pero también bastante cómica. Tenía la ligera sensación de que aquella había sido la primera vez de ambos. Al menos estaban siendo... mínimamente responsables.- Mucho gusto, Lemóni. No sabía que Rasputín tenía aprendices por estos días. Que agradable.- Por un momento, se mordió la lengua. Quería preguntar si sabía algo de él, pero si lo hiciera, entonces Khan no hubiera preguntado por él en el brazalete. Mejor enfocarse en lo que les apremiaba a ellos. Escuchó entonces la pregunta de Lemóni y negó.- Por un día, realmente no debería haber problema por los efectos secundarios. Quizás solo un poco de fatiga o cansancio por el efecto, pero nada de que preocuparte.- Suponía que los padres de ella tampoco sabían nada, pero que los mencionaran... le daba un nuevo giro a todo el drama.- Debo admitir que no es totalmente efectiva, lamentablemente. Pierde efecto cuanto más tiempo transcurre. Digamos que hasta tres días después, incluso cuatro. Depende de muchas cosas.- Quería darles un poco de esperanza, pero tampoco mentiría solo por tranquilizarlos.- En realidad, hacer el té no es tardado ni complicado, puedo hacerles siempre que necesiten. Me imagino que lo dices por si sucede de nuevo. Si quisieran ser más... responsables, recomendaría ser un poco más... preventivos al respecto. Puedo conseguirles preservativos si les da pena pasarse por el hospital.- Seguro que Vishous no necesitaba algunos que había visto por los cajones, pero siempre podría conseguirselos en el Hospital para ellos. Seguro que era mejor solicitarselo a ella, que ya sabía de sus andanzas, que irlo gritando por el hospital. Por un instante, miró a Khan. Era la viva imagen de su padre, y él había muerto por salvarles. Esperaba que la poción funcionara. Por no darle más carga pesada a ese pobre muchacho.
Lemóni Cefiadis
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Ella estaba qué se derretía de la vergüenza en ese momento, pero al menos la descendiente estaba siendo realmente amable al respecto de todo, por lo que tampoco era tan malo, más allá de la vergüenza, era todo de lo más normal, por lo que simplemente pudo empezar a respirar, por mucho que no fue capaz de arreglar el color de su cara.
S-Si... Suelo pasar desapercibida fácilmente...
Era cierto, la verdad no es alguien muy relevante... No lo era hasta hace poco, puesto que parece que es de las pocas personas que tienen alguna oportunidad de contactar al maestro Rasputin, por un momento se preguntó si debería decírselo... Pero no tuvo el valor, porque también implicaría explicárselo a Khan, y eso tiene que hacerlo con calma, para poder responder en paz a las preguntas de por qué no habló antes y semejantes qué seguro le esperan.
M-Muchas gracias descendiente...
Agradece profundamente qué le haya respondido, a saberlo le alivia, significa que debería de estar perfecta para ir a su casita y que no sospechen nada, pero luego escuchó qué no es totalmente efectiva... Y le dió algo de miedo, todo sea dicho.
Pero luego de eso, cuando dijo lo de ser más preventivos, ahí sí empezó a sudar, porque estaba llendo muy al grano y pensar tanto en el asunto provocaba qué empezase a tener... Ideas, que le avergonzaba tener enfrente de otras personas, pero de todas formas...
P-Pues si puede ayudarnos a conseguirlos... S-Se lo agradeceríamos...
Tuvo que admitirlo, aunque estaba a punto de desfallecer obra de la vergüenza, pocas veces la había asfixiado tanto, y la ha llegado a sentir en todas sus variantes, por lo que eso es excepcional sin lugar a dudas.
S-Si... Suelo pasar desapercibida fácilmente...
Era cierto, la verdad no es alguien muy relevante... No lo era hasta hace poco, puesto que parece que es de las pocas personas que tienen alguna oportunidad de contactar al maestro Rasputin, por un momento se preguntó si debería decírselo... Pero no tuvo el valor, porque también implicaría explicárselo a Khan, y eso tiene que hacerlo con calma, para poder responder en paz a las preguntas de por qué no habló antes y semejantes qué seguro le esperan.
M-Muchas gracias descendiente...
Agradece profundamente qué le haya respondido, a saberlo le alivia, significa que debería de estar perfecta para ir a su casita y que no sospechen nada, pero luego escuchó qué no es totalmente efectiva... Y le dió algo de miedo, todo sea dicho.
Pero luego de eso, cuando dijo lo de ser más preventivos, ahí sí empezó a sudar, porque estaba llendo muy al grano y pensar tanto en el asunto provocaba qué empezase a tener... Ideas, que le avergonzaba tener enfrente de otras personas, pero de todas formas...
P-Pues si puede ayudarnos a conseguirlos... S-Se lo agradeceríamos...
Tuvo que admitirlo, aunque estaba a punto de desfallecer obra de la vergüenza, pocas veces la había asfixiado tanto, y la ha llegado a sentir en todas sus variantes, por lo que eso es excepcional sin lugar a dudas.
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