Torre de Alta Hechicería [cerca de Monte Aventino]

La mención de Zaphira a las cruzadas me dio la información de los años que tenía, y a la par me sorprendió por su aspecto juvenil a pesar de ser dragón de raza. Asentí a lo de escuchar sus historias, me parecía interesante poder hablar con alguien que hubiese vivido en esa época, y que además hubiese sido coetánea de los inicios de los Soul. Tras aquella breve conversación traté de descansar mientras Zaphira iba a buscar algo de medicina, pero la repentina aparición de Lyosha captó toda mi atención por las duras palabras que dirigió a la dragona. La amenaza tenía que ver con la relación con Khaled, cosa que confirmó la respuesta de Zaphira. - Lyosha...no es una enemiga. - le recordé a mi tía-abuela sin entender muy bien qué le pasaba. - ¿Qué os ha pasado? -  La revenant estaba cubierta de sangre y más cosas, pero el mayor problema no parecía ese. ¿Celos, tal vez? ¿había estado peleando con Khaled por el asunto de su relación con Zaphira?  

No me esperaba esa alusión a Vanessa, pero estaba claro que Lyo no estaba al tanto de las últimas novedades. - Ya lo hice, por si acaso. Ella también se lo merece. - Me dio algo de vergüenza reconocerlo aunque fuese manera escueta, volviendo a pensar nuevamente en mi compañera de aventuras y en ese primer beso al que me había atrevido. Me quedé con ese recuerdo reciente para hacerme más llevadera la espera hasta el retorno de Zaphira, poniéndome yo mismo el paño mojado en la frente. Estaba empezando a adormilarme cuando escuché de nuevo a alguien entrando a la habitación. Enseguida reconocí a la persona que acompañaba a Zaphira, uno de los nuevos Soul Reaper de la hermandad de sanación. Se llamaba Jon Smith, y había pertenecido a los médicos de la Alianza. Todavía no se manejaba mucho con los poderes adquiridos, pero estaba en ello.  - Gracias...habéis sido rápidos. - al menos ahora no tendría que resistir sin ninguna ayuda externa.

- Yo no estudié nada sobre la licantropía y tampoco sé todavía si se puede hacer algo con magia. - replicó el Soul médico un tanto agobiado mientras se acercaba con el maletín que había traído.  - Pero intentaré hacer algo con los conocimientos que tengo. Fui médico en la Alianza, he tratado todo tipo de enfermedades y heridas. Además, por ahora he aprendido a frenar hemorragias con magia y a cerrar un poco las heridas. - añadió el doctor barbudo con gesto sonriente. Luego se acercó para examinarme, revisando la marca de la mordedura en la clavícula. Luego pidió que extendiese el brazo para poder ponerme la vía. Saqué el único brazo real que tenía, obviamente. Enseguida me pinchó para ponerme el gotero con el suero y otras pociones, entre ellas una antipirética que era la que más necesitaba. Esperé pacientemente hasta que terminase con aquello, tratando prestar atención a las indicaciones de cada cuántas horas era cada cosa. Ahí me perdí un poco. Después se marchó, dejándome a solas con Zaphira.  - Te debo una. - no tenía por qué haberme hecho ni caso, pero ahí estaba. Guardé silencio unos segundos, mordiéndome un poco el labio como si dudase en decir algo más.  - No tengas en cuenta lo que ha dicho Lyo antes...quiere mucho a su hermano. Pero yo creo que Khaled estará bien contigo. Incluso alguien que ha pasado por el infierno se merece algo así.

En cuanto volví a la torre me apresuré con el médico para que el chico pudiera tener su medicación lo antes posible, entré a la habitación con el medicucho que había arrastrado conmigo y sonreí cuando nos dio las gracias. Dejé el vaso de leche a un lado mientras aquel hombre hacía su trabajo, al menos sabía poner una vía pero estaba claro que le quedaba mucho por aprender -Deberíais hacer prácticas o algo por el estilo en el hospital aquí encerrados como mucho se os podrá llamar matasanos- dejé caer aquello como si nada, era un buen plan y con todo lo que estaba pasando estaba segura que un par de manos más no vendrían mal.

Escuché a las indicaciones para el chico, ya me las habían chivado a mi con otras 80 cosas pero de momento solo hacía falta recordar las dosis y las horas -Gracias- le dije al médico antes de que se marchara volviendo al lado de Adramelech ayudándolo a sentarse para que se pudiera beber el vaso de leche -Que manía tenéis los Svensson de tratar la amabilidad como una transacción, no me debes nada, lo hago porque me da la gana- le di el vaso para que lo bebiera y si hacía falta hasta se lo ponía en los labios, aprovechando que se había levantado encanté la almohada para hacerla más grande y mullida y que estuviera más cómodo cuando se volviera a acostar.

Hubo unos momentos de silencio y entonces vino aquella especie de aprobación por parte del chico, por un momento me sorprendió pero después pude ver que aunque fueran raros eran una familia unida -Tranquilo, son asuntos de mayores, pero creo que tu tía quiere un duelo por la mano de tu abuelo- dije sonriendo a modo de broma -Yo también espero que esté bien conmigo- dije finalmente esperando a que se terminara la leche o al menos que se bebiera la mitad.

esperé a que volviera a tumbarse pasando una mano por sus mejillas, era un cambio imperceptible pero al menos parecía que la fiebre iba bajando, miré el gotero que le había dejado el médico, aquello le duraría un buen rato así que estaría bien toda la noche -espero que con esto te encuentres mejor, pasaré mañana a verte antes de irme, ahora a descansar- remojé la toalla una última vez y le puse la manta casi en el cuello, recogí la bandeja y entonces me despedí, dejando la habitación para que el pequeño de los Svensson, por ahora, pudiera descansar.

Tomé en cuenta la idea de que la hermandad de sanación practicase con magia de ese tipo en el hospital, así estarían más preparados antes de bajar a misiones peligrosas. Ya se lo comentaría luego, por el momento poco podía hacer. Con la ayuda de Zaphira me incorporé un poco para beberme lo que me había traído, cogiendo el vaso de leche mientras ella usaba sus encantamientos para hacer mejor la almohada. - No se debe olvidar a quien te ha ayudado, hay que ser agradecidos. ¿Khaled también te ha dicho que te debe una? - pregunté por simple curiosidad, aunque no esperaba respuesta porque ya venía implícito en lo que me había dicho. Volví a reacomodarme de nuevo después de que colocase la almohada, empezando a darle pequeños sorbos a la bebida para que no me cayese mal. No me apetecía mucho, pero a ver quién le decía que no a Zaphira después de que hubiese ido a traerme algo. Me mantuve en relativo silencio mientras bebía, dándome la impresión de que le había agradado mi comentario de aprobación de lo suyo con Khaled.

- Algo así será lo de Lyosha...somos un poco mafia. Supongo que tendrás que ganártela, pero es difícil. También podéis ignoraros, eso es lo más sencillo. - siendo prácticos era la opción más rápida, pero yo tampoco terminaba de entender los motivos de Lyosha para hablarle de modo tan agresivo a Zaphira. Se suponía que debería alegrarse por su hermano. - Lo mejor que puedes hacer por él es... - iba a decir mantenerse con vida, pero tuve la suficiente lucidez para callarme a tiempo. No sabía si Khaled ya le había contado lo de los dos revenant en la familia, debería ser él quien se lo dijese. Decidí acabarme lo que me quedaba del vaso, evitando así terminar la frase. Después lo dejé junto a la mesilla de noche, volviendo a tumbarme como si hubiese hecho un gran esfuerzo.

- Bueno...creo que podremos hablar otro día, a partir de ahora nos veremos bastante por aquí. - Las manos de Zaphira no se notaban tan heladas cuando volvió a pasarlas por mis mejillas, así que algo habría empezado a hacer la medicina. - Sí, seguro que ahora podré descansar mejor. Muchas gracias, Zaphira. Descansa tú también. - volví a darle las gracias aún a riesgo de ser pesado, pero es que eso de que me cuidasen de ese modo tan maternal era bastante nuevo para mí. Cerré los ojos quedándome bastante tranquilo mientras escuchaba sus pasos alejarse, consiguiendo dormirme profundamente al poco rato gracias a que la fiebre ya no era tan alta.

Podría…haber soportado ser la creadora de cualquier otra tortura. De casi cualquier cosa. Lyosha tenía estómago para soportar masacres enteras, para aparecer bañada en sangre ajena, para ver morir a sus familiares… Pero el amor tocaba una fibra que despertaba sentimientos contradictorios. Nunca había estado tan envidiosa de Khaled y Belialt que cuando se enteró de todo. No quería verlos. No cuando se había encontrado el nuevo futuro de Khaled de vuelta en la torre. No cuando sabía a cuál tortura sometía a Belialt con sólo aparecer.

Había pasado numerosos días encerrada intentando quitarse la estúpida marca de la frente sin éxito alguno. Se había cortado el largo cabello blanco al ras de la barbilla en un arranque de ira e incluso había optado por pintárselo a su antiguo color natural caoba pero parecía no coger el tinte que le habían traído los miembros de la hermandad; porque tras unas horas el impoluto blanco de su cabellera y la marca en su frente se mantenía. Se estaba volviendo loca. En efecto, porque los recuerdos no paraban de fluir y en conocimiento de su estado mental mandó a llamar a Vanessa.

Ella no permitiría que su estado mental afectara a su hermandad ni a su familia. No como su sobrino, se creía mucho más sabia. No llevaba su maquillaje habitual pero tenía grandes círculos negros bajo los ojos, cicatrices rojas alrededor de la marca de su frente  y la habitación estaba hecha un desastre, ejemplo del caos mental que llevaba encima. En una de las esquinas estaba un prototipo de ala que, tal como había sucedido antes, no paraba de cambiar como si nada estuviera correcto. En la otra esquina estaban numerosas dagas clavadas a la pared que tenía más huecos que bloques compuestos. El escudo que se había ganado en la misión estaba tirado al lado de la puerta igual que su arakh. Llevaba un pantalón negro con una camiseta negra que había visto mejores días y, definitivamente, mucha menos sangre.

Tenía las manos puestas sobre la ventana y veía hacia afuera, hacia la nieve blanca que cubría todo...La odiaba, quería mancharla de sangre. Contempló con ira el panorama inclinándose peligrosamente sobre el hueco abierto recordando todo lo que había sentido cuando se había lanzado….Un estallido de dolor volvió a su mente y soltó un siseo cuando Diana decidió recordar cómo le habían cortado las alas. Clavó las uñas rotas contra la pared y entonces percibió algo. Frunció suavemente el ceño -Ábrelo- Le retó a la muchacha poniendo resistencia al muro de metal que era ahora su puerta para que no fuera tan fácil.

Los días que siguieron al beso con Adramelech se pasaron raros. No estaba segura cómo debía sentirse por eso, si todo aquello había sido fruto de la fiebre o si realmente aquello fue algo real. Porque no se lo parecía. Adramelech no era el típico niñato con el que te frotas un rato y luego lo desechas como colilla (juego de palabras), y de esas aventuras y escarceos había tenido ya muchos en su vida como para saber que …. Que no quería eso con él. ¿Y cómo sería todo a partir de ahora? Se mordió el labio profundamente confusa con aquella situación, y la confusión generaba más y más confusión.

Tras aquel día Vanessa se había pasado por la habitación de Adramelech para vigilar cómo estaba, pero al parecer un médico humano le había sedado de alguna forma tan brutal que, cuando se enteró fue a buscarle a grandes zancadas para partirle las piernas y hacer que el enfermito se despertaba. Necesitaba hablar con él. No, no lo necesitaba. ¿O sí? Maldita sea. De lo que sí estaba seguro es que despertarle para que sufriera era algo egoísta y no le apetecía que Adramelech lo estuviera pasando putas hasta la maldita luna llena. ¿CUÁNDO COÑO IBA A SER LA PUTA LUNA? Todas las noches se asomaba a la maldita ventana para ver la luna crecer. Y se cagaba en todos los astros.

Aquel día no iba a ser diferente de los demás. Se había duchado para tener la mente despejada y se había ido a preparar la comida, era su turno en cocinas, y prepararía unas migas para que todos esos insulsos ingleses supieran qué era un buen plato. O paella. No, mejor un cocido. Andaba dando órdenes y preparando un platito de sopa calentita para Adramelech cuando alguien le comunicó que la estaban buscando. Amenazó con partir caras si se les quemaba el plato y salió al encuentro del demandante, tras los pasos de uno de los compañeros del metal. Nos dirigió a la habitación prohibida. Y una voz salió del interior -No- Porque para brava ella. -Al menos hasta que veas a alguien que te ayude con todos esos fantasmas- Porque suficiente tenían con un revenant cabezón y violento como para encima tener dos. No. Se negaba.

No tardaron mucho en aparecer porque, por supuesto, nadie titubeaba mucho cuando se trataba de sus órdenes. La negativa hizo que entrecerrara los ojos. Quizás seria la sangre de Vanessa la que decorara el blanco panorama inerte. La carcajada histérica que vino por su respuesta no hizo más que erizarle los pelos al acólito que fue retirándose lentamente hasta doblar por el pasillo y desaparecer de la faz de aquel piso.

I got pride I could roll out for miles in front of me
I don't need your help, and I don't need sympathy

Lyosha se apartó de la ventana y fue caminando hacia la puerta, apoyando las manos en el marco mientras el metal se fundía para ir abriéndose -¿Recuerdas con quien estás hablando, perra?- La mirada azul de Lyosha no estaba clara, por supuesto que no, y cuando se enfocó en los oscuros ojos de Vanessa que renegaban de ella con aquella determinación interesante volvió a reírse bajo antes de humedecerse los labios. Templada, como un buen acero, con esa ira casi siempre tan bien manejada. Era lo que la impulsaba.

'Cause underneath, I'm broken and it's beautiful

El metal que formaba la puerta se alargó bruscamente cortando el pasillo y dejando a Vanessa con una salida: Su habitación. -Verás, cabrita de mierda… No hay nadie que me pueda ayudar con esto. La Hermandad de la calavera mental no puede hacer nada porque son todos nuevos e ignorantes… - Movió una mano y las dagas clavadas en la pared volvieron hacia ella para luego ser lanzadas en dirección a Vanessa -No pretendo dañarte…Mucho...Sólo quiero probar tu nivel- Le mencionó alejándose hacia el centro de la habitación donde estaban los retos de algunas dagas ensangrentadas y un bote con tintura -No puedo seguir entrenando a la hermandad. Demuéstrame que tú sí- Añadió y en un movimiento brusco del puño Lyosha se colocó su armadura y la imagen que en otrora habría sido gloriosa, ahora parecía un eco de leyendas de pasado.

I don't need your help, and I don't need sympathy
I don't need you to lower the bar for me

Aquella carcajada hizo que se me pusieran de punta todos los pelos de punta, mierda, sabia que me iba a meter en problemas. El capullo que estaba conmigo salió por patas y, aunque traté de pillarle por el cuello se la camisa, se escapó cual culebra viperina. De modo que allí me dejó, más sola que la una, ante el peligro. Perra, la muy jadeputa me había llamado perra. Mira casi prefería a Zayra, al menos no era tan bipolar. Chasqueé la lengua para mordérmela y evitarme responder, sabía que aquello era una pregunta trampa. Lo que trataba de hacer era volver a cerrar la puerta de la habitación, sin mucho éxito, debía añadir porque este terminó por cerrar el pasillo. Maldijo y dirigió la mirada hacia el interior de la habitación donde estaba Lyosha. No quedaba otra que prepararse para batallar.

-Nadie ha dicho nada de la hermandad de los lavacocos. Sino con la de nigromancia- Eran pocos… pero bueno, alguno habrá que pueda hacer algo interesante… -Khaled, por ejemplo. Él hizo cosas a Astaroth, deberías comunicarte con él- Lo de cabrita tenía su gracia, pero no era el momento para poder reírse…. Mucho. Extendió el metal que Lyosha había utilizado para cerrar el pasillo para protegerse de las dagas que aquella le había lanzado. Quería movida, ¿por qué siempre le llama para tener movida? Luego la que terminaba en la sala era ella, y su pierna todavía no estaba recuperada del todo… Mierda -¿A qué te refieres?- ¿Quién ella?


JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAAJAJAJAJAJA
Vanessa entrenando a nadie, tenía hasta su gracia.

-¿Qué tonterías estás diciendo?- Porque, venga, ahora en serio, si estaba de coña estaba empezando a dejar de tenerla. Chocó con la pared al tratar de retroceder. Encontró una de esas antorchas que prendían en las paredes de la torre y que alumbraban el espacio. Aquel palo sería su arma: era madera, no la podría controlar.

Le lanzó una  mirada de furia que le lanzó cuando soltó aquello de la nigromancia. No tenía ganas de hablar con Khaled y, sinceramente, Astaroth era un desastre andante. Al menos Diana no hablaba por ella porque según Belialt -a quien por cierto tampoco quería ver- eran ecos de algo que existió. ¿Hola? Sí, la calentura entre las piernas cada vez que aparecía también era un  puto eco distante. Se cagaba en Belialt y en su puta madre. Además…Odiaba pedir ayuda pero si no lo hacía temía lo peor. Acabaría realmente desquiciada. Pero bueno estaban en una isla... y había un consejo.

La vio defenderse con su propio metal y la peliblanca deslizó una sonrisita sádica en sus labios. Muy bien, aprender a robar lo que necesitas para sobrevivir era perfecto. Algo muy suyo -A que no pondré a la hermandad en peligro por mi estado mental. ¿Eres estúpida?- Preguntó pensando que había sido bastante clara en que ella no podía seguir entrenándolos pero confiaba en que Vanessa sí.

La observó cuando se chocó con la pared y empezó a caminar por la habitación analizando sus movimientos y manteniendo una intrínseca conexión con el metal de la habitación -No voy a responder preguntas imb…- Cuando la vio coger la antorcha algo dentro de Lyosha se rompió. Se detuvo en ese instante y la vio coger el palo con más fuerza y de pronto sintió que todo su trabajo se había ido al traste, que no importaba lo duro que había trabajado todos esos años. Estaba rodeada de imbéciles. ¿Cómo se atrevía a intentar defenderse de ella con un palo? ¡CON UN MALDITO PALO! ¡UNA SOUL DE LA HERMANDAD DE METAL A QUIEN HABÍA CONSIDERADO SU HEREDERA! ¡CON TODAS LAS POSIBILIDADES QUE HABÍA!

-Eres una maldita decepción. Desaparece de mi vista- Le gruñó pasando por su lado, ignorándola absolutamente. No gastaría más tiempo ni saliva en ella. Iba hacia las escaleras cuando dos acólitos subían, deteniéndose al mirarla. Dubitaron en sí bajar o no, pero Lyosha decidió por ellos y los cogió a ambos del cuello (dejando su arakh levitar a su lado) y absorbió la energía que necesitaba. Tras ello los dejó haciendo la siesta en las escaleras y se marchó de la torre en su grifo.

-A mí no me llames estúpida, maldita zorra desquiciada- Aquello sí que le salió de dentro. Dio un paso hacia atrás porque sabía que aquello le iba a traer problemas más adelante… por no decir que posiblemente la respuesta no iba a tardar en llegar. Sabiendo cómo de pinzada estaba la señora esta… y más desde hacía relativamente poco. La gente decía que había tratado de saltar por la ventana y volar…. Volar. ¿Qué se creía? ¿Un zepelín?

Al menos la peliblanca que aquello no estaba bien, que no estaba bien y que, ya no podría instruir a los otros hermanos del metal. Aquello era un jodido examen, y quién sabe si ese examen iba a acabar con ella. Porque no sería la primera vez que aquella cerda le quitaba el hierro de su sangre y lo usaba en su contra. La madera era el único elemento que tenía más a mano para atacarla sin que Lyosha pudiera usarlo en su contra. Pero aquella frase fue lapidaria y le heló la sangre. Se quedó en el sitio observando cómo la revenant se largaba de allí -Maldita hija de puta- Chasqueó la lengua y fue en su búsqueda. Si se fugaba en esas condiciones lo mismo el propio Belialt les colgaba a todos de lo alto de la torre de los Souls. Dejó atrás a los hermanos a los que, a saber si los había matado. Ok no, lo tuvo que comprobar y seguir con su caminata. No tardó en divisar el grifo que empezaba a volar.

Suspiró viendo cómo Lyosha se escapaba de allí. Gracias a todo que no había soltado el escudo que se había fabricado. Lo tiró al suelo y se subió a él de rodillas. Tras aquello se concentró para modificar el magnetismo del metal y convertirlo en un imán potente. Con una sacudida el escudo empezó a alzarse por los aires y voló. Voló alto y rápido. Había conseguido que el escudo se imantase y se sintiera atraído brutalmente por la coraza que todavía portaba Lyosha. Cuando se acercó lo suficiente le lanzó el palo a la cabeza, como un boomerang. SI acertaba, aquella vara se le partiría en la cabeza a la mujer esperando dejarla inconsciente. -¡Vuelve aquí maldita psicópata!-

Dado posibilidades: Persecución (1-5)
Dado posibilidades: Gravedad, qué bonito nombre tienes. (6-10)

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'Dado opciones' : 3

Esperaba que los imbéciles magos de mierda tuviera a algún nigromante en su estúpido consejo. Y esperaba que éste supiera sobre revenants y le ayudar a mantener el “eco” de Diana metido en lo más profundo de su subconsciente. No sabía técnicas. Quería que…Que subrayara su alma por encima del contexto que había en aquel cuerpo.

A medida que subía y subía sintiendo cierta libertad, el aire era frío y se dio cuenta de que había salido como huracán olvidándose del abrigo. Maldijo pero utilizó su armadura como escudo protector de la brisa fría. La isla no quedaba demasiado lejos de la torre pero no dejaba de sentir un leve vértigo al pasar por ese espacio en el que no había nada excepto el vacío. Por un momento, extrañó las sombras del vampiro. Con él podía danzar a donde fuera sin tener que sentirse cazada como en los portales demoníacos.

Iba ensimismada en sus pensamientos cuando algo le golpeó la cabeza. El golpe fue certero y Lyosha sintió que se le nublaba la visión. Cogió con fuerza las riendas por temor a caerse y se echó hacia adelante, cogiéndose del cuello del grifo y cerrando los ojos confiando en que la criatura astral siguiera su camino. La voz que escuchó fue reconocible incluso cuando el viento ocupaba gran parte de su sentidos. El dolor arreciaba y cuando abrió los ojos la vio volando en un escudo, frunció el ceño. ¿Cómo había logrado eso? Sin embargo, algo dentro de ella sintió rechazo. Quizás porque no eran alas.

Con todo y su mareo, se incorporó y detuvo el grifo para volverlo hacia donde estaba Vanessa con desinterés -Ve a hacer algo productivo lejos de mi vista. Es una orden, Vanessa- Le espetó arrastrando las palabras con un gesto serio  y de resquemor antes de girarse de nuevo y seguir volando hacia la isla pero esta vez extendió su armadura como un escudo en su espalda para evitar que le golpeara de nuevo. Ya era suficiente el chorro de sangre que le bajaba por la nuca.

Canté victoria cuando el paló acertó de lleno en la cabeza dura de Lyosha, haciendo un gesto con el codo por el éxito rotundo. Estaba preparada por si Lyosha se cayera para hacerla levitar con el magnetismo de la coraza. Sin embargo, la mujer, lejos de caer, se enganchó con más fuerza al grifo. Vanessa chasqueó la lengua, molesta y recibió de nuevo el palo, enganchándolo al cinturón. -¡Detente! Maldita sea….- Me agazapé sobre el escudo para ser más aerodinámica y poder acércame mucho más al grifo que no se había detenido.

-No. Hay indicaciones superiores de que no te dejemos salir sola- gracias a que el grifo se había detenido un segundo el escudo ganó bastante terreno y para cuando en animal conjurado quiso volver a emprender el vuelo Vanessa estaba a escasos dos metros. Agarró el palo de nuevo, saltó del escudo que se precipitó hacia el suelo y ella cayó de forma pesada sobre el grifo. Había rodeado el escudo con ambos brazos, y situado el palo en el cuello de Lyosha. Era madera, aquel material no lo podía usar en su contra. Vanessa apretó a la revenant hacia el metal de su propio escudo, a fin de hacerla caer inconsciente o hacerla recular. Pero si seguía apretando de esa forma, terminaría por asfixiarla -¡Vuelve a la torre Lyosha! ¿no querías pelea?- Apreté el palo contra su cuello, cada vez con más fuerza, haciendo que yo tuviera que apretar la mandíbula para trabajar por el esfuerzo -O al menos dime dónde cojones vas con tanta prisa, para que pueda excusarte, imbécil-

Ignoró los gritos de Vanessa porque su objetivo era llegar a la isla pero estaba empezando a ser un poco… Molesta. Si ya de por sí la revenant tenía poca paciencia, Vanessa había logrado no sólo que dejara de importarle sino que empezar a tenerle resquemor. Eso era muy peligroso.

La peliblanca volvió la vista hacia un lado cuando Vanessa gritó aquello de que había indicaciones superiores de que no podía salir sola. ¿Acaso necesitaba un chaperón? ¿Desde cuando Khaled le daba órdenes a ella? ¿Desde cuando le impedía salir de su propia casa? Estaba muy equivocado. La ira se condensó en ella y la cegó durante un momento. Precisamente el ápice de tiempo que había necesitado Vanessa para rodearla subiéndose al grifo.

Los ojos azules de Lyosha se tornaron eléctricos cuando sintió que el palo de madera estaba contra su garganta. El aire estaba poco a poco desapareciendo y Vanessa gritaba y gritaba, pero la revenant estaba tranquila pese al caos a su alrededor. Soltó una mano de las riendas y cogió la mano de Vanessa. No usó metal. ¿Para qué? Drenó su energía y con su propio toque usó aquella maravillosa magia negra de los revenant para necrosar la carne. Sólo necesitaba un poco y cuando la fuerza fue cediendo Lyosha usó su propio metal como catapulta y la echó del grifo.

No miró atrás porque no le importaba si el cuerpo de Vanessa se descuartizaba al caer al suelo. Ya no. Con la nueva energía robada apretó los pies en el costado del grifo para que acelerara la marcha y finalmente irse de allí.

Nadie podía decirle qué hacer. Ni siquiera Khaled.

OFF:
Dado opciones... Nivel de energía drenada. La mitad bonita xD

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'Dado opciones' : 5

Parece que lo de las órdenes de arriba no había hecho mella en ella. En parte era una invención de Vanessa, para tratar de convencer a Lyosha de que se quedara encerrada en su habitación, tal y como alguien (que por el momento no sabemos quién ha sido) había querido demostrar al tapiar la puerta. Vanessa había supuesto que se trataba del nigromante jefe…. Pero podría estar muy equivocada.

El palo era un arma fundamental para poder luchar contra Lyosha, dado que ella era mucho más fuerte con la magia que Vanessa, esperaba poder utilizar la fuerza física para poder detenerla y no podía usar metal, porque de lo contrario la revenant lo usaría en su contra. Y se mantenía lo suficientemente alejada de ella como para que no le volviera a joder con el tema de la sangre. Puede que no fuera la mejor Soul del metal del mundo, pero tampoco era tan tonta como Lyosha creía que era.

O eso pensaba Vanessa porque de ninguna de las maneras esperaba que fuera a usar el drenaje de energía en su contra. Y mira que lo había visto en los chicos que se había encontrado antes de salir volando a por Lyosha. ¡E incluso enseñó a hacerlo a Astaroth con su propia energía! Se sintió terriblemente estúpida ante aquello, ¿cómo había podido dejar pasar por alto aquel leve detalle? Claro que le pareció juego sucio, pero una de las cosas que le había enseñado Lyosha es que, a la peliblanca, le encantaba el juego sucio por encima de todas las cosas. Notó cómo, en pocos segundos, su fuerza se desvanecía como mierda por el retrete. Se sintió terriblemente cansada. Trató de no desfallecer, el agarre se fue soltando cada vez hasta que la peliblanca se la pudo quitar de encima sin grandes problemas.
Cuando Vanessa se quiso dar cuenta de la situación se estaba precipitando hacia una muerte casi segura. Fue en aquel momento cuando se dio cuenta de qué es lo que había pasado. Chasqueó la lengua maldiciendo a la vieja loca que empezaba a tocarle los ovarios profundamente. El aire sacudía su pelo y el viento gélido le daba en la cara. Trató de desaparecerse para reaparecer en el suelo, tal y como había podido ver a algunos de los hermanos pero no fue capaz…. Le era imposible. De modo que trató de repetir el truco de antes. El suelo se acercaba cada vez más, pero el escudo no podía estar muy lejos. Lo localizó con los poderes del metal y volvió a magnetizarlo para que llegara hasta ella.

El disco apareció por debajo de ella volando en círculos y la recibió con un pesado golpe que la hizo exhalar todo el aire que le quedaban en los pulmones. Poco a poco el metal fue llegando hasta el suelo. Vanessa se pudo incorporar, después de hacer valoración de su estado y echó a andar de vuelta a la torre Soul, al calorcito. Mientras, durante todo el camino, se estuvo acordando de la madre que parió a la matriarca loca de la hermandad. Le iba a costar un poco bastante volver a la torre, al fin y al cabo, estaba a mitad de energía …. Pero estaba claro que llegaría, a ella no le ganaba nadie a cabezona.

éxito: Vanessa aprende a desaparecerse
fallo: ¿chof?

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'Probabilidad' :

Las pesadillas regresaron para perturbar mis sueños, haciendo que empezase a removerme inquieto en la cama y a murmurar en sueños cosas que no se entendían. De repente me incorporé sobresaltado, sudando frío y con el corazón a mil por hora.
Los medicamentos que me pusieron por vía ya se habían acabado, y con ello su efecto de mantener la fiebre controlada.

No sabía por qué me había despertado de ese modo, pero mi primera reacción fue mirar hacia la ventana para ver cómo estaba la luna. Para mi sorpresa ya estaba casi llena. Desconocía cuántos días podían quedar, pero a mí parecer no debían ser más de tres o cuatro. A partir de ese momento me entró la paranoia de que debía alejarme de la torre cuanto antes, no quería transformarme allí para no dañar a nadie. Tenía que irme antes de que pasase, esa era mi única obsesión.

Llamé en voz alta a Vanessa por si podía ayudarme a irme, pero no respondió y supuse que no estaría allí. Me quité yo mismo la vía de cualquier manera, quitándome la manta de encima para salir de la cama. Estando tan débil apenas lograba sostenerme en pie, pero avancé como pude, apoyándome en la pared para salir de la habitación. Llegué hasta el pasillo y después a las escaleras haciendo un esfuerzo, aunque a cada paso que daba estaba más mareado. Empecé a descender, esperando aguantar lo suficiente para salir de la torre e irme al bosque cercano. Tras unos pocos escalones más se me empezó a nublar la vista, hasta que todo empezó a oscurecerse y no pude seguir. Acabé desplomándome a mitad de trayecto, rodando escaleras abajo.
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Éxito: consigue salir de la torre y alejarse hacia la zona prohibida
Fallo: no consigue salir, le da un chungo a mitad de camino

El miembro 'Adramelech Svensson' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

El encuentro con la Brigada me había dado que pensar. Todas aquellas muestras de afecto por todos sus miembros, y la ausencia de aquella cercanía en nuestra familia eran algo que, como era tan diametralmente diferente, se me hacía hasta extraño, me chirriaba. ¿Eran ellos los raros? ¿O éramos nosotros los ariscos? Aquella pregunta era estúpida, estaba claro quién era el raro en todo aquello.

De modo que, desde que pasé aquella tarde en el bosque, iba y volvía de mi habitación a la Adramelech para tratar de hablar con él de alguna forma cercana y tratar de limar asperezas. Cleo ya me había comentado que había tenido un conflicto con él, y de todos era ya sabido que ciertos hermanos de la calavera de la sanación le habían tenido que dar medicamentos para bajarle las fiebres causadas por un maldición… la de la licantropía. Andaba frotándome las manos, nervioso por que estuviera todo el rato, pensando que, si no despertaba, lo último que recordaría de nuestra relación es que le había vuelto a decir cosas desagradables. Suspiré. En aquel momento me dirigía hacia el sótano cuando se escuchó un trompazo terrible en una de las escaleras. Supuse que sería alguien dándose de tortas pero decidí acercarme, para mirar.

A mi llegada no fue agradable lo que pude encontrarme. Grité el nombre de Adramelech y me arrodillé a su lado. Estudié su cuerpo buscando cualquier signo de vida, y le pegué la oreja sobre el pecho para comprobar que todavía su corazón seguía palpitando. Con fuerza y rapidez, por culpa de la fiebre, pero palpitaba y su pecho seguí ascendiendo y descendiendo al compás de su respiración. -Adramelech, Adramelech, ¿me oyes?- Le di unas leves bofetadas, a fin de despertarle y espabilarle. El muy imbécil no podría morirse de esa forma tan tonta, joder.

Abrí los ojos de nuevo al sentir unos golpes en las mejillas, escuchando la voz de alguien diciendo mi nombre. Al principio no sabía qué pasaba ni por qué estaba tirado en el descansillo de la escalera, hasta que supuse que debía haberme desmayado a mitad de camino. Debía haberme pegado un buen porrazo, a juzgar por el dolor de cuerpo. Tardé algunos segundos más el reconocer la cara que tenía delante, tenía la mente lenta para recordar que ese era ahora el nuevo rostro de Astaroth. - Hermano...- acabé murmurando al darme cuenta de que era él, pasándome una mano por la cara antes de intentar sentarme en el suelo. Seguía mareado y tuve que agarrarme a su brazo para tener algo de estabilidad, notando también el estómago bastante revuelto.

- Tienes que ayudarme a salir de la torre. - acerté a decir tras otra pausa, intentando explicarme. - La luna...está casi llena. Lo he visto por la ventana. No puedo transformarme aquí, ¿comprendes? no puedo. Necesito irme lejos para no hacer daño a nadie... - lo último que quería era hacerle a otro lo mismo que me habían hecho a mí, no quería que pasasen por lo mismo por un error de cálculo mío. - Estaba intentando irme. - hice un vago gesto hacia la escalera, que no pensase que era torpe y me caía así sin más. Me quedé mirándole con cara de súplica para que me acompañase fuera, aunque la última vez que nos habíamos visto nos habíamos enfadado.