Torre de Alta Hechicería [cerca de Monte Aventino]

Me quité un peso de encima en cuanto pude ver que abría los ojos y me reconoció… bueno, reconoció el cuerpo del soldado pero recordó que mi alma estaba allí. Aquello era bueno, al menos no se había quedado más tonto de lo que ya era. Clavé los ojos grises en los suyos colocándome a su lateral, de rodillas. Verle sentarse me dio una buena pista, aquello significaba que no se había roto nada -¿Estás bien? ¿Puedes mover las piernas?- Porque ya era lo que le faltaba sin brazos y tullido de piernas también, pero esperaba cualquier cosa de la suerte de Adramelech, joder, que parecía que le había mirado un jodido tuerto.

-Adramelech. A la luna le queda casi una semana para completarse- ¿También se había quedado ciego? Alcé la mirada hacia donde estaba señalando, comprobando que al menos, orientación no le faltaba. Lo mismo estaba borracho. Maldijo porque la única persona de confianza que conocía estaba ahora lejos y no estaba seguro de cómo podía comunicarse con ella. Le pasó la mano por la frente a su hermano -Tienes fiebre. Otra vez. Te llevaré dentro antes de que se te ocurra alguna otra buena idea de las que tienes tú…- No me costó poder cogerle en brazos, dado que el cuerpo de Jed era mucho más musculoso que el de Astaroth antiguo. Mira, ventajas. -… como romperse la crisma y quedarte más tonto si cabe- Abrí un portal hasta la enfermería de la torre. El medimago que vino a tratar a Adamelech la última vez le reconoció y salió corriendo a nuestro encuentro. Le expliqué por encima que creía que estaba delirando por la fiebre y que había tratado de fugarse con la luna, pero que el muy torpe se había caído por las escaleras. Me recomendó dejarlo en una cama y obedecí, quedando al lado de mi hermanito pequeño mientras el sanador iba a por sus cosas. Permanecí a los pies de la cama, cruzado de brazos, sin poder hacer mucho más que arquear la ceja y tratar de pensar en alguna forma con la que poderme comunicar con Cleopatra. ¿Y si mandaba algún mini demonio?

Asentí vagamente a las preguntas de si estaba bien y podía mover las piernas, haciendo una pequeña prueba. Me dolían los golpes de la caída, pero parecía que no había nada roto. Después lo miré medio horrorizado por aquello de que a la luna aún le faltaba una semana.

- No...no puede ser. La he visto antes, tiene que estar muy cerca. - no estaba seguro de si me agobiaba más que estuviese próxima o que aún me quedase una semana de estar hecho polvo. Noté un escalofrío al sentir su mano en mi frente, negando e intentando resistirme en vano cuando decidió que me iba a levantar del suelo para llevarme de vuelta a la habitación a través de uno de sus portales.

- Astaroth, por favor...- le pedí otra vez mientras me dejaba en la cama a la espera del de la hermandad de sanación, intentando convencer a mi hermano antes de que el otro volviese. Él se pensaba que estaba loco, que deliraba o me había quedado más tonto con el golpe. Nunca me tomaba en serio. - Sé lo que estoy diciendo.- Inspiré profundamente cerrando los ojos un momento mientras iba palideciendo por las náuseas. Sentía que todo me daba vueltas y que mi cuerpo quería expulsar lo poco que había tomado antes. Respiré hondo un par de veces más antes de volver a hablar, incorporándome un poco.

 - No quiero ser un estorbo para ti. - eso no se me había olvidado, siempre estaba en medio según él.  - No quiero ponerte en peligro ni que te suceda nada más. No me lo perdonaría después de todo lo que has pasado. Tampoco quiero arriesgarme a pasarle esta maldición a nadie más. Por eso no puedo estar aquí! Tenía que irme! Tiene que haber algún sitio seguro. - repetí con todas las fuerzas que fui capaz, a ver si así me hacia caso.

Las comprobaciones rutinarias parecieron ir bien y aquello era un grato alivio. Al menos parecía no tener ninguna lesión de gravedad o alguna fractura en algún miembro. Me quedé de cuclillas a su lado, negando ante su frase. -¿Y me puedes explicar qué necesidad tengo en mentirte sobre la fase de la luna?- Añadí con escepticismo y sarcasmo. Obvio era una pregunta retórica, ni quería que me contestara -Todavía quedan unos 10 días para la luna llena- Le expliqué de una forma muy pausada y calmada, entendiendo que las fiebres no le estaban dejando coordinar como debería. Suspiré -La fiebre te está haciendo delirar- Le cogí con un gruñido de esfuerzo y le subí hasta la altura de mi pecho, usando mis dos brazos. Tras aquello abrí el portal y aparecimos en la enfermería, donde procedí a dejarle en la cama.

Le miré desde la posición que había adquirido, sin contestarle a su réplica. -Y yo sé lo que pretendes. Pero no te voy a dejar sufrir en el bosque 10 días. No seas cabezota- Busqué una silla a mi alrededor y la arrastré para sentarme a sus pies, cruzado de brazos y con las piernas sobre la cama. ¿Cómo era puto posible que en cuestión de dos semanas, o menos, haya tenido que visitar a los médicos? Solemne pereza. Alcé la vista, y la ceja, cuando prosiguió con su charla. La primera parte la reconocí y una punzada de dolor me impactó en mi cadavérico corazoncito. Aquello es lo que le dijo Jed cuando lucharon en el Mercado. Suspiré desde allí, sin moverme desde mi sitio -Escucha, sobre lo de ser un estorbo… no era yo el que hablaba. Yo…- Me vino a la cabeza aquellas muestras de cariño por parte de la Brigada, y cómo hablaban entre ellos, me acordé de Cleopatra y de la conversación que habíamos estado manteniendo la nochebuena. Me sentí incómodo, replanteándome un par de cosas. Quizás, quizás aquel fuese un buen momento para cambiar algunas cosas. Me levanté de la silla y me dirigí hacia Adramelech con la mirada fija y un objetivo claro.

Cuando estuve a su lado, sencillamente le abracé. Fuerte y en silencio, justo al final de su discurso. -No vas a ponerme en peligro. No te cargues con cosas que ya no tienen solución, lo que pasó, pasó- Aquel contacto estaba revolviendo muchas cosas, pero no era como otras ocasiones que tomaba Jed el control, era otro tipo de sensaciones que no estaba acostumbrado a remover. -Cuando llegue ese día, lo haremos juntos-

Aquello de convencer a Astaroth parecía misión imposible, yo era terco pero él lo era más aún. Según él quedaban diez días, y a mí me había parecido que eran menos. Estaba ya harto y agotado de soportar aquello, maldecía a Altaïr y a toda su descendencia. Suspiré pesadamente aceptando la derrota, ya me había quedado claro que él no me sacaría de allí y que yo tampoco podía irme por mis propios medios. Lo seguí con la mirada mientras cogía la silla para ponerse cerca, subiendo sus pies al borde de la cama. Parecía un vigilante, no se fiaba de que no fuese a intentarlo de nuevo. Pensé que ya no me iba a contestar a lo de ser un estorbo, pero para mi sorpresa sí lo hizo. Eso quería creer, que no era él quien hablaba, que no pensaba eso de mí. El caso es que me había dolido, igual que cuando lo poseyó el demonio. Tal vez el egoísta era yo por no comprenderlo lo suficiente y ofenderme por esas cosas.   - Lo sé...lo sé. No tiene importancia. Cosas que se dicen cuando se pierde el control. - murmuré para quitarle hierro al asunto, pensando en que a partir de ahora intentaría replantearme la situación para ver cómo podía ayudarle a mantener bajo control su nuevo cuerpo. Debía ser una sensación muy extraña eso de estar en una piel que no era la tuya. Ya me sentía yo raro por mi proceso de cambio, no quería ni imaginar lo que sería lo otro.

Me extrañó que se pusiese en pie, por un momento pensé que había vuelto a cambiarle el chip mental. Tras unos tensos segundos se puso a mi lado, haciendo algo que tampoco esperaba. Aquel abrazo me rompió los esquemas, había pasado tanto tiempo desde el último que apenas podía recordarlo. Tardé un poco en reaccionar, quedándome inmóvil durante un instante. Finalmente logré alzar los brazos para abrazarlo también, mientras mis ojos se ponían más cristalinos de lo que ya estaban por la fiebre. Era mi hermano, a pesar de tener otro cuerpo. Podía sentirlo porque conocía su alma, la  misma que ahora quería eximirme de toda culpa por las cosas del pasado. Aquello servía de algo, pero no quitaba que yo siguiese pensando a veces que todo habría sido distinto de no cometer ciertos errores.  De sobra sabía que aquello ya no se podía cambiar. - No puedo borrar aquello, Astaroth...por eso necesito no sólo saber que me has perdonado, sino que puedo hacer algo por ti para compensarte, para ponerte todo más fácil. Tengo miedo de repetir errores sin darme cuenta, o de cometer otros y que todo acabé mal de nuevo...quiero proteger a mi hermano, a mi familia. - confesé agobiado e intentando hablar a pesar del nudo en la garganta. Apreté un poco más el abrazo cuando me dijo que, llegado el día, haríamos juntos lo de irnos de la torre para no poner en peligro a nadie. - Gracias...-  Aquello me hizo sentir más tranquilo, iba a ayudarme después de todo. Me separé un poco de él, mirándolo a la cara con seriedad.  
- Pero prométeme que me abandonarás lejos, horas antes del anochecer para que no haya riesgos. Prométemelo, Astaroth.

-Créeme, que de esas cosas sé un poco- Bromeé sobre lo de decir cosas de perder el control. Al menos aquello ayudaba a hacer más liviana toda esa situación, que se estaba haciendo densa. Muchas veces me preguntaba si aquellas palabras que habían verbalizado tanto el demonio como Jed eran de cosecha propia simplemente por el hecho de hacer daño o si en verdad estaban buscando las inseguridades o los reproches que podrían hacerse entre ellos para verbalizarlos, es decir, aquellas palabras que dijo Jed en el mercado… ¿eran de Jed o de Astaroth? Aquello le atormentaba y eran otros demonios contra los que no podía (y no quería luchar). Lo que pasó ya había pasado, y echarse las culpas el uno al otro no iba a ayudarles a ninguno de los dos. Con aquello se fundieron en un fraternal abrazo, cálido, sentido.

Seguimos abrazados mientras él hablaba, daba la sensación de que eran los demonios de Adramelech los que hablaban sin el control de la cordura por culpa de las fiebres. -Ay hermanito… Ni yo sé todavía cómo me puedo ayudar a mí mismo, ¿cómo te voy a pedir que lo hagas tú por mí?- Suspiré. Le hubiera sido más fácil si hubiera vuelto a su antiguo cuerpo, pero no, él no tenía la culpa y tampoco podría cargar con aquello. Le hubiera sido más fácil si no hubiera hecho aquel trato con el mago para desposeer a la mujer de pelo morado y recuperar las calaveras. Igualmente hubiera sido todo más fácil si se hubieran quedado en Italia, allí fue donde empezó todo, con la misión de madre -¿Habernos quedado en Verona lo hubiera puesto más fácil? Otras cosas hubieran pasado: quizás a ti no te hubiera mordido un licántropo, quizás yo seguiría teniendo mi cuerpo. O no. Cometemos errores, Adramelech, porque en eso consiste vivir. Y de esos errores son los que alimentan a nuestros demonios- Me había separado de él para buscar un hueco en la cama y sentarme a su altura y no tanto a sus pies, aunque seguramente volviera a hacerlo cuando volviese el médico y le sedara otra vez. -Adramelech. Tenemos sangre Svensson, y somos Souls. Ponernos en peligro es nuestro segundo nombre, no cargues tú solo con ese peso. Deja de preocuparte y no seas Atlas, cargando con el peso de todos sobre tus espaldas, debes preocuparte un poco por ti mismo también, y nosotros hacerlo por ti- Aquello era algo en lo que tendría que trabajar, sin lugar a dudas, pues por lo general Astaroth era muy de ir por libre. Pero ahora su hermano lo estaba necesitando y permanecería a su lado hasta que las circunstancias le obligaran a separarse. Arrugó el ceño y le sermoneó -¿Ves? Ya lo has vuelto a hacer. Deja de poner a los demás por encima de tus necesidades y deja que los demás podamos ocuparnos de ti. Cuando llegue la luna llena ya veremos cómo lo gestionamos, ahora tienes que descansar para que estas fiebres no te dejen tan frito como a tu cadavérico hermano- Añadí aquella broma al final haciendo referencia a si mismo, para eclipsar la verdadera preocupación de Astaroth que era, precisamente, que las fiebres de la licantropía acabaran con su hermano menor.

Comprendí a qué se refería con su broma sobre perder el control, no era para menos. Primero le había tocado lidiar con un demonio, y luego con un cuerpo que no era el suyo. Bastante cuerdo estaba después de todo. El abrazo fraternal pareció bastar para cerrar heridas antiguas, o al menos fue suficiente para lo que ambos necesitábamos en ese momento. No hizo falta decir mucho más. Seguí sin soltarlo mientras me decía que no sabía ni ayudarse a él mismo, así que tampoco sabía cómo podía ayudarlo yo. - Por eso mismo, intentaré encontrar la manera de hacerlo. Quiero que vuelvas a tener buenos momentos. Todos te ayudaremos. - pensé en Cleo, y en que también le debía una disculpa por haber hecho que se fuese enfadada de mi habitación. En ese momento dije algo que le sentó mal y quería rectificar porque sabía lo importante que era para Astaroth. Él me mencionó Verona cuando nos separamos, y me pareció que aquello ya quedaba muy lejano. Parecía casi de otra vida.  - No podemos saberlo. Si coges un camino siempre dejas otro de lado. Haces elecciones y no puedes saber qué habría sucedido. - o tal vez no fuese así y el camino que elegíamos siempre tenía algunas partes de los otros que habíamos dejado. Daba vértigo pensar aquello y mi cabeza no estaba para filosofar demasiado. Me dejó más tranquilo la frase que hablaba de en qué consistía vivir, quitaba parte del peso de los errores. Lo miré con gesto de admiración como si me pareciese un sabio, pensando en aquello de alimentar demonios.  - Y yo que pensaba que sólo tenían de eso los nigromantes. - sonreí un poco, sabía que aquello lo decía en sentido figurado.

Quise dejarle algo más de espacio para que se sentase en el lateral de mi cama, asintiendo en un suspiro a lo que significaba ser Soul  y un Svensson. Lo de estar tranquilos no iba con nosotros, y en parte estaba orgulloso de que al final hubiésemos conseguido recuperar todas las calaveras para crear nuevas hermandades. Habíamos luchado mucho por aquello. No me molestó que me sermonease porque sabía que lo hacía por mí, se preocupaba y esa era su manera de expresarlo.  - Es lo que aprendimos desde pequeños en la Hermandad...lealtad y proteger a los tuyos. Pero te haré caso, por algo eres mi hermano mayor. - Intenté obedecerle con eso de descansar para no quedar tan "frito" como mi hermano, recostándome de nuevo para cerrar  los ojos y guardar silencio. Lo cierto es que ya me estaba costando un poco esfuerzo eso de hablar con frases que no fuesen cortas. Mi cuerpo no parecía tener intenciones de querer dejarme tranquilo, conforme pasaban los minutos me iba encontrando peor y no era solo por la fiebre alta. Era como si estuviese en una guerra interna luchando contra todo y rechazando todo. Me removí inquieto en la cama al sentir que las náuseas de antes iban en aumento, volviendo a abrir los ojos mientras me llevaba una mano al estómago.  - Astaroth...no me encuentro nada bien. Necesito...tengo que...- murmuré mientras me incorporaba un poco, más pálido que antes y tratando de contener una arcada que avisaba de lo inminente.

------------
éxito: Se mantiene estable hasta la transformación
fallo: Va empeorando cada día más hasta que llegue la transformación

El miembro 'Adramelech Svensson' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

---

'Probabilidad' :

Sonreí por su terquedad y su ímpetu para que volviese a construir buenos momentos. Sabía que no le iba a convencer, a pesar de que le estaba repitiendo, por activa y por pasiva, que debía ser un poco egoísta y debía mirar un poco por sí mismo -Cuando llegue el momento, por ahora, tienes que salir de esta- Suspiró y pensó si Khaled no podía hacer algo más por Adra que pasearse parsimoniosamente por la torre, o discutir con Lyosha. ¿Y por qué tardaba tanto el sanador? Maldito fuera

Después de separarme de él me acomodé en el hueco de la camilla y vigilar a Adamelech, subiendo los pies a la silla y alzando la mano para que tratara de quitarle hierro al problema de cómo solucionar los problemas del pasado. Ni los circunstanciales ni los pretéritos sirven para arrepentirse por lo que ha sido. -Pues ya está. Tan inútil es pensar en el si no hubiera hecho esto, que pasarte la vida comiéndote la cabeza por los errores del pasado. Lo que fue, fue. Y no me mires con esa cara de bobalicón, que se te va a caer la baba- Le devolví la sonrisa cuando lo hizo él, al menos parecía estar un poco más animado. Seguramente aquello era algo de lo que tendrían que haber hablado hace mucho tiempo, solo que… o no hubo ocasión o no hubo la fuerza de voluntad, y siempre que lo hacían, uno de los dos estaba jodido de verdad.

Cerré los ojos con gesto cansada y me froté la frente, aquello estaba hasta las narices de escucharlo, era algo que desde bien pequeños les habían metido en la cabeza. Si bien era cierto, te hacía perder la individualidad para convertirte en un todo -Sí, lo sé, lo sé. La importancia del grupo, de los hermanos y blablablá, y la hermandad de la electricidad y tal. ¿Sabes cuántos miembros de la calavera de la nigromancia he conocido durante estos años?- No esperé respuesta, sencillamente giré la cabeza para que supiera a qué me estaba refiriendo. En ese sentido, Astaroth había estado solo durante muchísimos años… y toda su adolescencia y juventud. -Y también nos contaban lo malo que eran los magos y, mira, aquí estamos rodeados de unos cuantos de ellos. Nos guste, o no- Y se preguntó qué es lo que pensaría madre de toda aquella situación, seguramente anduviese gruñendo o se hubiera suicidado antes de haber subido la torre a la isla. -Las cosas no son como nos las explicaban cuando éramos niños, Adramelech- No quería decir que fueran mentira, sino que había matices. Dirigí mi mirada a mi hermano menor cuando éste se volvió a recostar y decidí volver a recuperar la silla como sitio de descanso. En aquel momento era cuando se acercó el sanador y le seguí con la mirada de pocos amigos, no estando seguro de si sus intenciones eran dejarnos a solas para hablar o si por el contrario es que era un inútil y no tenía ni puta idea de a qué se enfrentaba. Quise pensar que era la primera opción, porque la segunda implicaba dejar a mi hermano en las manos de una persona que no tenía ni idea y aquello no le estaba molando nada. Entendí poco lo que me dijo que le estaba poniendo, antipirético, antiemético y vecuronio para no sé qué.

El médico se fue después de inyectarle aquellas cosas, sin embargo la situación no parecía ir a mejor, sino que se le veía peor y peor según iba pasando el tiempo. Se levantó de nuevo y le pasó a su hermano la cabeza por la frente. Pidiendo de nuevo ayuda a quien estuviera a su alrededor -Eh, eh, tranquilo. Va a salir todo bien- O esperaba, aunque cada vez tenía más y más dudas… Se mordió el labio y pensó en una idea muy loca, y es que si aquello no lo podía solucionar la medicina mágica ni tradicional, quizás pudiera hacerlo la nigromancia. Pedí a cualquiera que estuviera por allí para que me trajera mis cosas, entre las cuales estaba un libro negro de nigromante, donde quizás pudiera encontrar alguna respuesta y solución a todo lo que estaba pasando.



OFF: ¿quieres dejar de maltratar a mi hermano? Ahora que nos hemos reencontrado :_

Daba la impresión de que Astaroth estaba desencantado con la relaciones con la gente de la hermandad, como si le sonasen a palabras vacías. Sí que era cierto que a veces íbamos demasiado lejos por el grupo, y que perdíamos un poco esa individualidad. De ahí que nos costase ser egoístas, no habíamos crecido con ese pensamiento. También mencionó lo de los magos, y la verdad es que era irónico que ahora estuviésemos rodeados de ellos a pesar de los abruptos comienzos.  - Eso no es malo...hemos evolucionado. No es necesario que queramos matarnos por toda la eternidad. - seguía pensando que algunos eran unos capullos, pero otros si merecían la pena como aliados e incluso amigos. Había que fijarse más en la persona que en el bando o raza. Tuve que darle la razón en que no era todo como nos habían dicho. Eso sólo habíamos podido descubrirlo con el paso de los años y la experiencia. Zayra nos había manipulado a ambos, aunque su ojito derecho siempre fue Astaroth. Al tumbarme me quedé pensando en eso, un tanto ido y sin hacer mucho caso al sanador que se había acercado. Enseguida empecé a encontrarme peor, intentando retener por todos los medios lo que había comido horas antes.

Inspiré profundamente un par de veces intentando calmarme con las palabras de Astaroth, queriendo creer que todo saldría bien como él decía, que ya estaba en la recta final y debía resistir un poco más. Lo que acababan de pincharme no era de efecto inmediato, así que el esfuerzo de contenerme fue en vano. Giré la cabeza hacia el borde de la cama para empezar a vomitar en un cubo que había dejado al lado el sanador, tardando varios minutos en echarlo todo fuera entre pausa y pausa. Jadeé por el esfuerzo al terminar, volviendo a tumbarme en la cama tembloroso y con los ojos cerrados. Quería hablar, pero tardé otro rato más en que me saliera la voz.

- Ey...pareces preocupado. ¿Tan mal se me ve? - pregunté con voz débil al verle la cara a mi hermano, llevando una mano a  su brazo intentando tranquilizarle. No sabía si era cosa del esfuerzo anterior o no, pero me estaba costando respirar cada vez más por culpa de un dolor atenazante en el pecho.  - No pienso dejarte solo...hermano...- murmuré poco antes de que se me cerrasen los ojos, quedando aparentemente dormido al cabo de unos minutos. Para ese momento mi pecho había dejado de bajar y subir.


---------------

éxito: se queda durmiendo tranquilo
fallo: No respira

off:  sorry, son los dados, ya no  tiro más de momento x_D

El miembro 'Adramelech Svensson' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

---

'Probabilidad' :

Astaroth había crecido durante muchos años en un entorno bastante hostil, con una madre  bastante tiránica. Se había refugiado en sus fantasmas y en sus propios pensamientos hasta que Adramelech nació. Y desde entonces prácticamente habían sido uña y carne, si bien era cierto que el hermano pequeño pasaba gran parte de su tiempo con la hermandad de la electricidad entrenándose. Astaroth, por otro lado, no tenía con quien compartir hermandad ni conocimientos, y aquello fue lo que le hizo separarse de los poderes que la calavera le aportaba y buscar compañía fuera de las hermandades. Y en esas circunstancias fue cuando conoció a la egipcia en Verona. Y tuvieron que mantener su relación lejos de las miradas de muggles y de Souls por igual. Y no fue hasta que volvió Khaled que pudo notar que parte de su yo perdido en el inframundo se volvía a completar, pero, a pesar de todo, terminó muriendo en aquel ritual de exorcización. Asintió a aquello de que no hacía falta que nos matásemos los unos a los otros, pensando más allá, recordando en todas las circunstancias pasadas que habían desembocado en que el alma de Astaroth terminara en el cuerpo de un militar.

Dejé hacer al sanador con sus cosas de médico, sin saber muy bien qué era lo que estaba haciendo y sin añadir mucho más. Siguió con la mirada las manos del médico y el ir y venir de las agujas. Al parecer la medicación tardaría todavía un poco en hacer efecto y las náuseas de Adramelech en ese punto eran inaguantables. Arrugué el gesto con cara de asco ante los vómitos del hermano, sin embargo, y gracias a todos los muertos del inframundo, pudieron controlarlo rápido y aquello no empezó a apestar a vomitona. Ya era lo que faltaba.

Chisté a Adramelech haciéndole callar, posando mi mano sobre su frente, quería valorar su temperatura corporal, pero …. Notó algo que no reconoció en un principio. Tardó un poco en identificarlo, y le recordó a aquel momento de drenado con Vanessa. Aquello que estaba sintiendo era la energía vital de su hermano, cada vez más mermada. Eso le preocupó, pero trató de que no se le reflejara en la cara. Alguien al fin me trajo el libro negro y empecé a buscar desesperadamente algo que pudiera romper la maldición de la licantropía, o al menos que pudiera hacerla más llevadera. Pasó las hojas a toda velocidad sin encontrar nada. Frustrado, arrojé el libro a un lado, no tenía las respuestas que necesitaba escuchar.

Le cogí de la mano que me tendió y volví a mirar a Adramelech a la cara, acariciándole la frente. Ahí estaba otra vez, era su energía… se iba como agua de un lavabo sin tapón -No puedes superar mi cara de endemoniado, no lo intentes- Que no se le ocurriera. Le miré terriblemente preocupado, a pesar de que estaba tratando de quitar hierro a toda aquella situación. Ya ni podía domar los músculos de la cara de Jed, ahora mismo ella tenía vida y lenguaje propio. Le pasé la mano por la frente, tratando de estudiar sus gestos, su cuerpo y sus movimientos. -No vas a hacerlo. ¿Vale? Solo tienes que aguantar un poco más- Noté su mano laxa y la dejé sobre la camilla. De esta forma las dos manos me quedaron libres para rodearle la cara por las mejillas. A pesar de que había cerrado los ojos le llamé -Adramelech…. Adramelech respóndeme…. Adra…. ¡ADRAMELECH!- Mierda, ¿cómo podía ese imbécil querer imitarme y morir? Morir estaba mal. Trató de buscar su energía vital, que  era inexistente en ese momento. Abrí mucho los ojos y entendí a la perfección lo que implicaba aquello.

Cargué a Adramelech sin pensármelo mucho abrí un portal y desaparecí de allí camino al hospital.

Al salir, Lyosha ya no iba tan de blanco como había entrado. Tenía manchones negros y rojos por la ropa y las piernas. Los pantalones estaban algo rotos pero no le dio mucha importancia. Avanzó hasta que sus botas se hundieron en la nieve y observó la perspectiva de la torre. Si Khaled estaba allí la sentiría. Tuvo que… Reunir un poco más de valor que antes de entrar al portal, pero lo disimuló limpiando el arakh en su manga.

Tras unos segundos de mera dubitación y análisis caminó para subir las escaleras e hizo un gesto suave con la mano para abrir las puertas. A diferencia de Matvey, ella no esperó que él pasara, sino que avanzó consiguiéndose de frente con dos acólitos que se estremecieron al verla -Chimenea, ahora- Ordenó y en seguida se retiraron a sus deberes.

-¿Puedes esperar 15 minutos en mi habitación mientras me aseo o puedo confiar en que no usarás los portales ni invocarás nada si te dejo solo?- Preguntó mientras empezó a descender por las escaleras sin embargo, se detuvo, se giró y lo miró. Hizo una mueca un poco incómoda -En realidad… - ¿Cómo podía decirle que no confiaba mucho en él sin herir sensibilidades de magos? Bueno…¿Desde cuando le importaba? Convocó al guardián y no terminó aquella frase. Siguió bajando las escaleras hasta llegar a la sala de los portales y esta vez si la abrió  y esperó a que Matvey pasara.

-Si convoca algo o se acerca demasiado a uno, o lo toca…O ves actitud sospechosa, puedes matarlo- Le dio la orden al guardián y le dedicó una sonrisa brillante a Matvey -Bienvenido, Rasputin...Vuelvo en seguida- Expresó y se fue escaleras arriba a su habitación a tomarse un baño y quemar aquella ropa blanca.

Seguí a la Soul hasta el interior de la Torre de la Alta Hechicería, cuya presencia aquí era una de las cosas que pensaba podría resolver en la Sala de los Portales... Khaled se la habia agenciado tras acabar con Fistandantilus, él y su grupo. No es que pretendiese reclamarla, pero esa Sala...entrañaba muchos misterios para los nigromantes.

Levanté una ceja cuando me pidió que esperase en su cuarto mientras se aseaba.
- No deberias desconfiar tanto de mi. - le dije sinceramente, mirando a mis alrededores con tranquilidad. Evidentemente, lo hacia, por eso invocó a su guardián. Lo observé de arriba abajo, era una presencia ominosa de otro plano, ligada a la presencia del nigromante, sin lugar a dudas.

Bajé con ellos a la sala de los portales escuchando las instrucciones de Lyosha. En definitiva...estaba atado de manos hasta que a ella le diera la gana de terminar de arreglarse, o lo que fuera. Con una expresion indescifrable, pero que desde luego no eran nervios ni miedo, alterné la mirada entre Lyo y el guardián cuando dijo eso de "matarlo" si hacia algo antes de tiempo. Una reverencia de mi cabeza para agradecer la calida bienvenida de la soul fue más que suficiente. Cuando nos dejó solos, miré a la criatura.

- Que triste existencia la tuya. - valoré, antes de girarme a mirar los portales... En el silencio y en el frio de aquel lugar, me di cuenta de que aun podía sentir la presencia de Lyosha, aunque debía estar varias plantas por encima de mi, ahora mismo. Era extraño, pero...si cerraba los ojos, cosa que probé, a parte de la gran energía magica que emanaba de aquel portal abierto, podía sentir el aura de Lyosha, visualizandola en mi interior como una...especie de luciernaga....

Carraspeé, recordando el sello fallido que habia tenido que dibujar en su garganta con mi propia sangre, el mismo que tambien habia acabado grabado bajo mi piel. Olvidandome del guardian, miré hacia el portal demoníaco. Ya lo habiamos probado tiempo atrás, permitía unas invocaciones mas sencillas de demonios mas poderosos. Al tiempo, habia probado ser seguro, pues ningun demonio podia cruzarlo si no era llamado. Por otra parte, permitiría a cuaqluier incauto pasearse brevemente por el infierno....

El del espacio merecía especial atención ahora mismo, al menos para desentrañar algunos misterios. Pero iba a tener a Lyosha todo el rato mirando por encima de mi hombro y tirandome las cosas....? Presentía que si. A menos que le diera un demonio o algo cn lo que entretenerse....

Aunque evitó responder a aquello de la confianza su mirada dijo más que cualquier palabra. Confiaba en una sola persona en el mundo y esa persona era su hermano. Ni siquiera… ni siquiera esperaba que sus sobrinos/nietos fueran recipientes de ella. Había estado ausente de sus vidas demasiado tiempo y no los conocía. Así de simple. Tampoco se había comprometido a conocerlos actualmente así que…

Además… era mago.

Dejó a Matvey y subió a su habitación. A diferencia de como recordaba haberla dejado estaba limpia y ordenada. Lyosha no solía tener demasiadas posesiones y su habitación era ejemplo de ello. Una cama, un sillón, un armario, un pequeño mueble que hacía las veces de biblioteca con un par de libros que, en general, apuntaban a un solo tema: Metal...de ese que había tantísimo regado en el cuarto. Demasiado quizás para la vista ajena pero ni para ella.

Se desnudó nada más cerrar la puerta y tiró la ropa a la chimenea. Fue a la ducha y se metió bajo el chorro para quitarse la porquería del viaje al infierno. Cerró los ojos y disfrutó del agua, aprovechó el momento para asegurarse si Khaled estaba o no en la torre. No, no estaba y sin embargo… oh, mierda. Salió de la ducha en cuanto lo notó y se vistió con el primer pantalón y jersey que tenía, total, todos eran iguales: negros y básicos. Se calzó unas botas y se maquilló observando su reflejo en un disco de metal hecho por ella misma. Ignoro el dulce rostro de la alada y lo convirtió en su obra maestra con delineador negro. Tras ello bajo las escaleras acompañada de su arakh y una bola de metal levitando en su mano izquierda.

Al entrar en la sala de los portales vio a Matvey de una pieza y tuvo que sonreír. Si a ella le hubiesen dado aquella advertencia esa sala ya no estaría en su sitio. Despidió al guardián con un gesto y paseo de nuevo la mirada por el sitio, como siempre, sus ojos zafiros se detuvieron en Zayra y se acercó a ella. Se detuvo en silencio observándola y todavía cuestionando… ¿Podría tomar su lugar? -Haz lo que tiene que hacer, Rasputin- Murmuró y le dio la espalda a Zayra para verlo, haciéndole un gesto suave con los dedos de "ve, ve" para luego ponerse a trabajar en su bola de metal haciendo diversas figuras que se iban separando hasta acabar en lo que parecía un candado. Se había quedado con la espinita de no haber podido salvar a Johan de la bomba así que practicaría los detalles pequeños. No obstante, de vez en cuando su mirada se iba hacia Matvey no solo para vigilarlo sino con curiosidad sobre su percepción.

Recordé la ultima vez que habia estado alli, en presencia de Fistandantilus y otros tres nigromantes, a cada cual más perverso. La sala habia sido inundada por el fuego valyrio pero los portales, tal como predije, seguian en su lugar. De los siete portales, solo cuatro estaban abiertos, solo cuatro tenian una funcion conocida.

¿Algo más había cambiado? A parte del emplazamiento, que sospechaba fuertemente que tenía que ver con el Portal del Espacio...podría preguntarle a Lyosha si sabia como lo había hecho, pero ella no iba a darme informacion sobre las artes de su hermano, asi a la ligera.

También me percaté de que alli habia...algo que antes no. Una estatua, de hielo? de cristal? Era la figura de una mujer. Tan solo con mirarla, el Guardián siseó de modo quedo y amenazante...

- Indirecta pillada....

Respondí, no me acercaría hasta que Lyosha llegara. Por fin lo hizo, vestida de oscuro y maquillada. Un intento por ocultar la parte alada? Sin duda. Ella se puso a practicar con su metal, y yo me volví a percatar de su presencia, no fisica, si no....espiritual. Mas fuerte y cercana ahora.

Saqué unos libros, y una pluma. La pluma empezó a escribir sola, registrando en los volumenes la disposición, tamaños en inscripciones de los arcos....Da Vinci habría realizado una replica más exacta pero estaba de misión, fuera de la isla, en estos instantes.

- No he podido evitar notar las diferencias en esta sala respecto de la ultima vez que estuve....fue un dia caótico, en Irlanda. Ella no estaba alli. - señalé hacia Zayra con mi cabeza. Se sentía emanar una poderosa fuerza demoníaca.... No esperaba muchas explicaciones al respecto, iba conociendo el carácter de los Svensson. No en vano habia observado de cerca a Astaroth... - Cuando termine la amenaza de la i.A, pensais retornar a Irlanda o quedaros aquí? - no sabia si el Consejo trataría el tema en firme en algun momento, pero por ahora si podian elegir...por que no preguntar?

El candado empezó a moverse lentamente, aunque no podía realmente recordar el chaleco…Aquello le frustró, sobretodo porque…No podía concentrarse, no con Matvey allí y siendo consciente de que aquello que había percibido en la ducha era mucho más fuerte en cercanía al nigromante. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que verse vinculada con un mago? Quizás se iría disipando con el tiempo. Quiso creerse aquella dulce mentira pero en el fondo sabía que estaba ligada… a él.

Reformó  el candado en una bola de metal y luego fue eliminado parte por parte para convertirlo en finas agujas luego, cada una de ellas, las dividió en varias partes para poder manipularlas una a una.  Estaba concentrada en lo suyo cuando el nigromante le habló. Los ojos azules de Lyosha se levantaron lentamente de su juego hacia él con un brillo de advertencia en sus ojos -Zayra- Expresó -Se llama Zayra  Svensson- Expresó, porque no permitiría que -como ella- su nombre cayera en el olvido -Es mi sobrina- Le explicó brevemente y mientras los recuerdos fluían a través de ella el control de metal vibró y para disimularlo eliminó las agujas y las unión para formar un disco que empezó a girar -¿Lo percibes?- Inquirió con curiosidad mirando hacia la estatua.

La siguiente pregunta hizo que Lyosha bajara la vista y el disco dejara de girar para convertirse en un brazalete que descansó en su mano. Era un tema escabroso ahora que Khaled tenía un hijo con la dragona. Frunció el ceño, contrariada. La envidia vibró levemente en su ser, pero no tan fuerte como cuando estaba con su hermano -Mi hermandad y yo volveremos a tierra para continuar nuestra misión. Dudo que vayamos a Irlanda, quizás pise Rusia primero que tú... En fin, aquí sois demasiado aburridos y os tomáis demasiado a pecho un par de golpecitos. Tenéis la piel muy sensible- Finalmente volvió su vista hacia él, recorriéndole el rostro con la mirada, con una pregunta en la punta de la lengua que…No llegó a hacer, volvió la vista a su brazalete y volvió a trabajar con él y las agujas.

El tintineo del metal del juego de candados de Lyosha, el crepitar de las antorchas y alguna gotera de las estalactitas era lo unico que se oia en aquel lugar. Aunque a oidos expertos, el sordo zumbido de la magia que emanaba de aquellos portales...tambien estaba muy presente.

- Asi que ella es Zayra. - la hija de Khaled. Me preguntaba que habia sido de ella....pues ahi tenia mi respuesta. Asentí, lentamente. - Sí....puedo notarlo... pero no entiendo el motivo. ¿Por qué un demonio?

Había algo de estremecedor en ese aura. La mujer no estaba muerta...no era una simple estatua. Quien haria un homenaje en un lugar asi? Miré de nuevo a los portles. Su estado tendria que ver con alguno de ellos?

Estudie su rostro, contrariado ante mi pregunta. Crucé mis brazos haciendo un gesto de no estar de acuerdo cuando dijo que igual volvia a rusia antes que yo, y que teniamos la piel muy fina.
- Me refería sobre todo a la Torre. Vosotros podeis ir y venir a placer pero esto dudo que sea sencillo de mover.

Me había acercado un poco, atraido por aquella energía que desprendia la estatua de Zayra. De que material estaba hecho?
- Tenemos reglas, Lyosha, igual que vosotros. Eso es todo. Me has pedido que no tocase nada en tu ausencia y lo he hecho. De no ser asi, estoy seguro de que ya no estaría en esta Sala... Los Soul Reaper no han sobrevivido durante tiempo a base de ser anárquicos, verdad?

Pase mi vista del rostro de Zayra al de Lyosha, dudando un momento entre si decirselo o no.
- Te estás callando algo.

Matvey habló como si conociera a Zayra y aquello le despertó curiosidad ¿Cómo? -¿Por qué no?- Dejó escapar el aire suavemente y volvió a contemplar a su sobrina. Su gesto neutral pero había una profunda tristeza, una nostalgia extraña, que se anidaba en sus ojos. Los recuerdos seguían latiendo en su interior. Ella había hecho lo que Lyosha había hecho hace mucho tiempo atrás -Porque los demonios te dan lo que deseas y luego te joden…aunque seas muy versado en el tema. Por eso…Mi solicitud anterior- Le mencionó al nigromante por si se había olvidado, a fin de cuentas no le había respondido.

Miró alrededor cuando especificó que se trataba de la torre. Apretó las muelas levemente, aún recordaba el ataque de rabia que le dio cuando se dio cuenta a donde los había traído el demonio pero optó por la decisión más sabia -No sé y no me importa- El metal dejó de moverse y simplemente flotó a su lado. No le apetecía seguir jugando si Matvey empezaba a acercarse hacia Zayra y ella. ¿Y si le daba por liberar al demonio? Dudaba que fuera imbécil pero la posibilidad siempre estaba allí.

Le sostuvo la mirada mientras le daba la cantaleta de las reglas. Anárquicos… Tuvo que sonreírle, fue una sonrisa pícara, para luego negar con la cabeza -Ay Matvey…- Suspiró -Se nota que no me conoces- Todavía recordaba el momento en el que había destruido el callejón Diagon sólo porque sí. Buenos tiempos…Buenísimos tiempos. -Pero comprendo tu postura. Mencionó para luego escuchar aquellas palabras que hicieron que arqueara una ceja lentamente para observarlo -Tú también, no me vengas con tonterías, nigromante-

Se incorporó acercándose hacia él quedando a un palmo -Tengo la misma conexión con Khaled desde el momento en el que volví a pisar esta tierra. Pero…¿Puede un alma estar conectada a tantas otras?...- Aguantó, mantuvo un silencio momentáneo y luego volvió a atacar cruzándose de brazos -¿Qué nos va a ocurrir?...¿Qué sucederá si me alejo de vosotros?-

"ah, si, la solicitud anterior"

- Tendrás que darme mas información sobre ese demonio si quieres que te ayude. - no era como si pudiera darle un manual de instrucciones titulado "como joder a tu vecino demonio", o algo asi.

Alcé una ceja apartandome por fin de la estatua de la mujer para volver a mis investigaciones en los portales. Asi que no le importaba. No estaba ya muy adulta para haber superado esas fases de rebeldia?

- Evidentemente. - respondi a lo de no conocerla. - Si lo hiciera, no habria elegido a Samael, al fin y al cabo. Pero qué de interesante tiene conocer a un libro con solo mirar su portada? - pasé de largo del portal del inframundo, parandome al lado del portal del tiempo. Se podía apreciar la magia de éste y me puse a estudiar sus grabados, escuchando a Lyosha preguntar.

- No veo por qué no. ¿Qué te sucede cuando te alejas mucho de Khaled? Según la teoría, perdéis energía mas rapidamente, sois mas vulnerables a los ataques de demonios errantes. - me detuve ante una inscripción que reconocí, anotándola. - Para mi es nuevo. No esperaba entrelazar sellos. No es algo que se practique con frecuencia y es posible que se acaben rechazando el uno al otro, de algun modo... de momento no he notado nada extraño mas alla de sentir...tu energía allí donde vas. - conclui con voz pausada, arrastrando la mirada gélida pero vivaz hasta ella. Algo me preocupaba, pero....no sabia como verbalizarlo. Los nigromantes hacian un sacrificio cuando traian a un revenant, en los posteriores rituales bastaba con su sangre como recordatorio, pero en este caso...habia un factor nuevo. Yo.

Mientras pensaba, mis dedos recorrieron unos surcos en las columnas. Varios signos se repetian una y otra vez, estelas solares, estrellas de tres puntas, espirales de tres brazos....eso unido a las runas que habia leido....
- la piedra de los tres mundos - dije en voz bajo, sonriendo para mi. Busqué entre mi abrigo, me habia traido dicha piedra conmigo?

No tengo mucha mucha información de ella y, en realidad, no debería decirte mucho- La sonrisita que se le escapó era cruel y pícara. ¿Se metería en problemas Zaphira si Matvey se enteraba del bebé? -Es decir…- Analizó. Alma caótica…Alma… Almas. Cuando vio a los ojos del nigromante cambió de parecer, algo dentro de ella simplemente se apagó. Esa necesidad de jugar con las personas. Ese deseo de ver el mundo arder. Frunció el ceño, confundida y se llevó una mano al corto mechón blanco que le hacía cosquillas en la barbilla y lo puso detrás de la oreja -Cuando lo sepa, te lo diré. Tiene magia de …carne…- Mencionó recordando que había utilizado sus poderes para ayudarla cuando volvió del hospital. ¿Qué le había ofrecido Khaled en ese entonces?

La mirada enigmática, críptica y ligeramente arisca que le dedicó Lyosha a Matvey cuando mencionó lo del sello fue larga. Demasiado larga e igual de espesa que su silencio. Si había algo que todavía estaba dilucidando era porqué… ¿Por qué? -Podrías haberme dejado morir- Expresó  dando un par de pasos hacia él. Si se atrevía a tocar uno de los portales iba a darle un tremendo manotazo. Y aunque lo veía trabajar con concentración sospechaba que no era sólo por estudio -¿Eres naturalmente bueno? Me pregunto qué considerarás tu peor pecado- Inquirió, esta vez la curiosa era ella -¿Deseabas demasiado venir a la sala de portales? ¿Cargarías en tu memoria la muerte de una asesina o lo dejarías ir? ¿O es que querías estudiar de cerca a un revenant?- Las preguntas fluyeron de sus labios mientras empezaba a caminar alrededor de todos los portales mirando alrededor con curiosidad. Había aprendido a respetar aquel lugar hace ya un tiempo.

-La teoría es cierta- Afirmó recordando el viaje a Francia y cómo Adramelech había tenido la diligencia de ofrecerse cada cierto tiempo. Era un buen muchacho. ¿Dónde estaba? ¿Se habría tirado a la desgraciada e inútil de su acólita? Sí, la había bajado a nivel de acólita de nuevo. Tenía que avisarlo -Aunque lo de vulnerable no va conmigo- Expresó mientras analizaba sus palabras, mordiéndose la mejilla por dentro -Ummm… ¿Rechazando? ¿Qué se supone que ocurre cuando eso pasa?- Lo de la energía hizo que asintiera secamente -Me pasa lo mismo. Sólo espero que ninguno de los dos tenga complejo de mosquitoy se queme al acercarse demasiado a la luz- Soltó aquello como si estuviese hablando del clima.

Volvió a pasarse el pelo tras las orejas, menuda estupidez había hecho al cortárselo, era una molestia. Se acercó hacia él cuando empezó a tocar el portal -Manos fuera- Murmuró con tensión en la voz y al escuchar sus palabras arqueó una ceja -¿Tienes una de esas?- Parpadeó levemente sorprendida. Que no, que no. Que Lyosha no era inculta, coño. Le miró registrarse y tensó los labios al ver su abrigo -No te has quitado el abrigo al entrar… ¿Tienes baja temperatura corporal? Porque muriéndote…- Entrecerró los ojos mientras percibía su energía -No, muriéndote no estás-