Torre de Alta Hechicería [cerca de Monte Aventino]

Había emitido un quedo gruñido de dolor, breve y a modo de queja, cuando me arañó con sus uñas a ambos lados del pecho despues de abrir mi camisa. Pero no me aparté ni un apice. Quería decirle que no me iba a ir. Quería quedarme con ella, eso era cierto. Pero tampoco quería mentirle. No sabía como iba a terminar nada, y aun solucionandolo todo, no tenia ni idea del precio que habria que pagar, o qué es lo que vendría despues. Asi que, para que mentir? Solo la muerte era segura, y ni en esas...

- Desearía... - entre besos y caricias, encontraba los momentos y pensamientos para responderle.

"...tener un lugar a tu lado al que regresar."

- Lo que quiero es...

Llamó mi nombre con sus palabras y mi atención con ese gesto. Me separé un poco de ella, para mirarla a los ojos. Respira? Respirar...

- Lo siento. - estaba yendo demasiado rapido. Tomé aire y lo solté, más despacio... Sí, podía respirar, no me ahogaba. Su contacto sobre el pecho, justo al lado de la larga cicatriz que me cruzaba por el centro desde arriba abajo en el medio de los pectorales, causó un leve escalofrío. Bajé la mirada y puse mi mano sobre la suya, lentamente. Sus dedos estaban cálidos, o al menos yo los sentí cálidos.

Ella se desnudó completamente de cintura para arriba mientras la observaba. Era el cuerpo de una guerrera, pero con una gracilidad que no habia contemplado ni esperado. Respiré hondo, tratando de calmarme, y alcé de nuevo la mirada a sus ojos. Lo del secuestro me arrancó una sonrisa, divertida, sí, la primera en...en...cuanto tiempo? Fue breve y timida, pero fue lo que definitivamente me ayudó a calmarme. A centrarme en el momento, a no querer correr tanto. Me atrajo hacia ella y la rodeé por la cintura, despojados de las prendas de arriba, disfrutando de ese contacto piel con piel.

Besarla, abrazarla, desnudarla....sonaba bien pero... - Si quieres, puedo hacer mucho mas que eso. - cerré los ojos, recostando un poco la cabeza hacia ella, disfrutando de sus susurros. Quería decirselo. Mis intenciones. Pero era dificil. Mas cuando se deshizo de mis pantalones y sus manos envolvieron mi virilidad. Un gruñido breve de placer se escapó de mi garganta, subiendo mis manos por sus muslos y desabrochando su pantalón, mientras me besaba. Se separó un momento, para acercar sus labios a mi oido. Busqué su contacto, refugiandome en el hueco de su cuello, aspirando su aroma. Cerré un momento sus piernas, para poder alzarla un poco y sacarle el pantalón, deshacerme de él y tirarlo al suelo junto con su ropa interior, antes de volver a situarme donde antes estaba. Pero no me apresuré, no todavía...me acerqué a ella, quedandome a sus puertas, mi deseo seguia creciendo a cada instante, y ella podría notarlo.

- Da, Lyosha. - respondí cuando susurró eso con su cabeza apoyada sobre mi cuello. Alcé una mano, enredándola en su cabello. - I ya mogu lyubit' tebya, yesli ty pozvolish' mne - la otra mano acarició uno de sus pechos, rozando aquellas gloriosas curvas antes de descender por el centro de su abdomen hasta el mismo centro de sus piernas, no llegando todavía a su zona intima, pero si rozandola...

¿Qué era lo que deseaba? Quería que se lo dijera, pero no podía detener el ímpetu con el que le besaba -No- Se rió un poco negando con la cabeza -No te disculpes, eso no funciona entre nosotros- Ladeó levemente la cabeza -Luego te lo hago pagar- Mencionó desviando la mirada hacia los dedos con los que cubría los suyos en un gesto que se le antojaba… íntimo y cercano, un gesto que le llenaba el corazón de algo que sabía bien lo que era pero le costaba reconocer abiertamente. Le daba miedo, aunque estaba trabajando en ello.

Maldito Rasputín. Quiso detener el tiempo en aquel instante para retener aquella sonrisa para ella. Eran extrañas las ocasiones en las que le veía sonreír…y de aquella manera quizás la primera. El gesto efímero le recordó a Ivanov, era su hijo después de todo y había heredado de su padre todo lo bueno -¿Hmm?- Ronroneó interesada por la propuesta de que podía hacer más sin saber a qué podía referirse aunque el hecho de que apoyara su cabeza en la propia, como ella misma estaba haciendo… Era extraño combatir el ardiente deseo con aquella especie de descubrimiento entre ellos, hallazgo de los sentimientos que habían permanecido muy bien encerrados y aunque podrían haberse confundido con una pasión momentánea, Lyosha sabía que había más.

Aún así, sentía la necesidad de ese contacto, de estar con él como no había estado con nadie en esa nueva vida. Le recorrió un escalofrío al sentir de nuevo la caricia de su nariz contra la piel delicada de su cuello…Expuesta, sin armaduras ni defensas. Era una extraña sensación de libertad pero también parecía una caída libre. Le dejó hacer y ayudó a quitarse los pantalones, sin ninguna otra barrera entre ellos…Pero la pausa les había permitido convertir ese momento en otra cosa más que sólo un desfogue -Khoroshiy- Sonrió de lado al sentir las manos en su cabello e iba a alejarse pues estaba ansiosa por hacer lo que tenía en mente cuando Matvey le dijo aquello…

Su mente colapsó y su cuerpo le siguió, preso de mil y una sensaciones. Un escalofrío de placer le robó un gemido que la obligó a morderse el labio cuando sus manos acunaron sus pechos sensibles. Se sentía… Mareada. Lyosha se consideraba a sí misma una excelente estratega, una líder nata… y parte de ello era prever las jugadas del enemigo. Se había prometido no hablarle a Matvey de amor. Es más, su plan aquella mañana al traerlo a la sala de entrenamiento era patearle el trasero y gritarle. Quizás después habrían acabado enredados…Pero…¿Amor? No se atrevió a planear más allá de lo anterior.

La caída libre continuaba y Lyosha sentía el estómago en la garganta. Pero reconoció lo que le pasaba…
Tenía el mismo miedo que había estado combatiendo todo este tiempo.
Se repitió a sí misma que no se consideraba cobarde.

What's a girl to do when she's not strong?
When everyone that holds my hand
Gets cut from all the thorns?

Había guardado silencio y se había quedado quieta, estupefacta en realidad. Le daría el honor a Rasputín de haberla desconfigurado de tal manera que le había costado volver a encontrar no sólo su voz sino el orden en sus pensamientos. Se alejó lentamente para enfrentar su mirada de batalla. Si estaba esperando algo dulce, estaba equivocado.

And just because I fight don't mean that I never learned how to love

-Togda tebe luchshe vernut'sya, nekromant, potomu chto ya ne budu lyubit' prizraka- Apretó con firmeza los dedos alrededor de su masculinidad -Vy ponyali? Skazhi: Da, Lyosha, U nas yest' sdelka- Sonrió con soberbia. Ella no había sugerido nada y Matvey sabía exactamente dónde se estaba metiendo ¿Verdad? Lo soltó sólo para empujarlo un poco con su mano libre y alejarlo de ella, haciendo espacio para bajarse de la mesa y poder arrodillarse frente a él sin perder un ápice de contacto visual.

Ella, como toda mujer que viviese en Rusia, había oído los rumores que había sobre Rasputín y debía reconocer que su descendiente no decepcionaba. Esperaba que aquel cuerpo y su boca tampoco. Se relamió los labios descaradamente antes de dedicarle una íntima y húmeda atención a Matvey, lo justo para que ejecutar aquella maravillosa técnica que había aprendido en Rusia. Estaba…impaciente por practicarla porque, sin duda, en esta nueva vida sus pechos eran particularmente sensibles. Se preguntó qué otras cosas descubriría de aquel cuerpo con Rasputín, pero eso más adelante. Ahora se concentró en usar su prominente escote para acunar la virilidad de Matvey y estimularlo con ellas, aprovechando cada movimiento para que sus propios dedos acariciaran aquella zona sensible…

Se encontró con que resultaba aún más placentero de lo que esperaba, no sólo por las sensaciones que sin duda le estremecían sino por la imagen del nigromante que quedaría grabada en su retina para siempre. No sabía si Diana conocía alguna especie de Dios, pero Matvey estaba lejos de haber sido creado por uno. Sin duda, lo había hecho un gran demonio porque para Lyosha era todo un pecado. Uno que, por supuesto, estaba dispuesta a cometer una y otra vez así ardiera mil años más en el infierno.