Recuerdo del primer mensaje :
Planta de habitaciones para pacientes ingresados. Hay varias habitaciones, con varias camas en cada habitación. Las camas pueden separarse con biombos.
Planta de habitaciones para pacientes ingresados. Hay varias habitaciones, con varias camas en cada habitación. Las camas pueden separarse con biombos.
- SEAN:
- Sean Eire escribió:Giordano iba a empezar con sus explicaciones sobre el tema de la boda pero no le dio tiempo al verse atropellado por la cama de Lucio ni a mi de contestarle porque se me habían muerto todas las neuronas de golpe. El medimago entró con una sonrisa reconociendo a Catherine y a Gio pero no conseguí procesar esa información en el momento, preguntó por mi estado de salud y fue la morena quien contestó sin medir sus palabras, acababa de tirarme al pozo sin miramientos y pensaba vengarme por eso. Lucio no comprendía nada y parecía confuso con la conversación lo que me recordó su estado alterado del día anterior, me asusté pues no quería verlo así otra vez y que su estado volviese a empeorar por lo que me apresuré a negarlo todo -no es nada Lucio, no te preocupes, tienes que descansar-
Nuestras camas se acercaron y el rechazo que había sufrido el día anterior además de esos pensamientos de no merecer a Lucio me impidieron tomar su mano, simplemente no podía hacerlo. Catherine se marchó y Giordano a pesar de comprender mi súplica hizo lo mismo, ojalá le echaran una buena bronca, para una vez que me entiende y lo necesito va y se marcha.
El silencio se hizo en la habitación algo incómodo para nosotros, abrí la boca queriendo preguntar que tal se encontraba pero siempre era él el que daba el primer paso -no, la verdad es que no son las navidades que esperábamos- sonreí amargamente y entonces el me preguntó por lo que pasaba por mi cabeza "te conozco"... Estaba tan perdido en mi que no me di cuenta de eso, había dicho lo de la navidad, hablado con Catherine y Giordano, lo miré para encontrarme con sus ojos que estaban clavados en mi y cuando pensaba que ya se me habían acabado las lágrimas estas volvieron a brotar -¿de verdad me recuerdas? ¿Te acuerdas de todo? - pasé mi vista a su mano y de inmediato la tomé con la mía esperando que no se apartara, lo miré intentando contenerme pero era como si me hubiera vueto el alma al cuerpo -¿recuerdas que nos vamos a casar? ¿Que te quiero? - si, todo tenía que ser que si, tenía que decirme incluso que me gustaba que me llevara el desayuno a la cama, que yo era un pésimo cocinero y que pasabamos el tiempo junto a la chimenea bebiendo chocolate, bajo la manta -Lucio dime que me quieres, por favor- quería escucharlo, lo necesitaba casi tanto como un beso.
Los silencios no solían ser incómodos entre nosotros, pero ese lo fue. Había intentado romper el hielo comentando que aquello no era lo que esperábamos, aunque la respuesta que me dio fue un reflejo de la mía y bastante lacónica. Ni siquiera me miraba, era como si me estuviese evitando. Seguía sin entender nada, a no ser que estuviese enfadado por algún motivo. Tal vez algo de la misión...pero mi cabeza no daba para más por el momento. Casi me puse nervioso cuando por fin decidió mirarme de nuevo, pero ahora con lágrimas en los ojos. Qué le habría estado contando a Catherine...
- ¿Cómo no te voy a recordar? ya me han operado...me han "arreglado" la cabeza. ¿Qué pasa? - los médicos me habían contado que la primera vez que desperté no recordaba nada, pero tampoco habían entrado en detalles. Por la cara de Sean imaginé que tampoco debía recordarlo a él, y aquello me pareció muy cruel. Apreté su mano levemente cuando él dio el primer paso, empezando a entender un poco más. Parecía que tenía miedo a que mis recuerdos sobre él hubiesen desaparecido. - Entiendo...tenías miedo de que no regresase. - Mis ojos comenzaron también a empañarse de ver así los suyos, no pude evitarlo. Aún así mi mirada era de inmenso cariño, dejando más que claro que sabía a quién tenía delante.
- Recuerdo que te pedí matrimonio en este mismo hospital, y que tú me dijiste que sí. Recuerdo que pasé día y noche al lado de tu cama hasta que despertaste. Sé que me quieres, arriesgaste tu vida tirándote a aquel pozo de magia en Turín por salvarme. Sé que te quiero, y que tú me hiciste tener el valor suficiente para admitir por fin lo que sentía. - hice una pequeña pausa para tomar aire, aquello era lo máximo que había hablado desde que desperté. - Recuerdo que el mejor momento en nuestra nueva casa fue cuando recuperaste la vista. - sonreí al volver ese momento a mi mente, fue un bonito reencuentro. - Pero, sobre todo, quiero que sigamos construyendo nuevos recuerdos juntos. - se me quebró un poco la voz en las últimas palabras, teniendo que parar para tomar aire. No podía incorporarme todavía, así que moví el brazo que tenía libre para intentar atraerlo hacia mí y que me abrazase.
los lagrimones me rodaron por las mejillas y me puse a llorar de nuevo pero esta vez era por quitarme un gran peso de encima cuando Lucio dijo que lo habían arreglado, gimoteé palabras incomprensibles por un momento porque todo lo que estaba pensando intentaba salir a la vez mientras sorbía los mocos pero por un momento conseguí articular un par de palabras que se podían interpretar -no te acordabas de nada... no sabías quien eras, no sabías dónde vivías, nada, me asusté mucho Lucio, pero intenté ayudarte y solo lo empeoré todo y ese tal oscurus me echó la bronca y después tuve que llamar a los pendragon y no sirvió y Wthyr se coló en el quirófano y Arleen estaba mala y Sayid también y no valgo para nada, no pude ayudarte- el agarre de su mano se hizo más fuerte y yo la levanté para ponerla en mi frente, para que no se me escapara de entre los dedos y se desvaneciera como si aquello fuera una ilusión de las de Catherine.
Lo miré a los ojos y esta vez no había duda en ellos, no había miedo, solo la mirada de mi prometido, de mi Lucio que de inmediato empezó a decirme cosas que solo podíamos saber nosotros cuando le pregunté si me recordaba. Sonreí aún con el rostro rojo y empapado, me limpié con la manga de la ropa sin apartar la vista de él, ni tan siquiera quería parpadear -Y te dije que te quedaba mejor el cabello corto..- añadí a su recuerdo sobre nuestra casa. Sentí el tirón en mi mano pero no le tomó mucho esfuerzo porque estaba deseando tirarme a sus brazos, lo abracé con fuerza teniendo cuidado de sus heridas, su calor, su voz, su cuerpo, su esencia, su todo iba haciendo que mi mente quedara en paz, toda la maraña de malos pensamientos se iba disipando, las dudas seguían ahí, guardadas, pero por el momento solo quería disfrutar de él - No vuelvas a olvidarme, ódiame si quieres, no me importa, pero por favor no me olvides-
Me quedé un momento entre sus brazos y cuando se me pasó el lloriqueo me incorporé para ver sus heridas -Lo siento, ni siquiera te he preguntado que tal te encuentras... estarás cansado, soy un novio horrible- estiré una mano hasta las vendas y después a su cabeza apartando algún mechón rebelde de su cabello, el mío seguro estaba hecho un desastre además de las mangas del pijama llenas de mocos y lágrimas -¿Te duele algo? ¿te han dicho los médicos como va todo? espero que no fuera ese tal oscurus, es un borde...-
Lo miré a los ojos y esta vez no había duda en ellos, no había miedo, solo la mirada de mi prometido, de mi Lucio que de inmediato empezó a decirme cosas que solo podíamos saber nosotros cuando le pregunté si me recordaba. Sonreí aún con el rostro rojo y empapado, me limpié con la manga de la ropa sin apartar la vista de él, ni tan siquiera quería parpadear -Y te dije que te quedaba mejor el cabello corto..- añadí a su recuerdo sobre nuestra casa. Sentí el tirón en mi mano pero no le tomó mucho esfuerzo porque estaba deseando tirarme a sus brazos, lo abracé con fuerza teniendo cuidado de sus heridas, su calor, su voz, su cuerpo, su esencia, su todo iba haciendo que mi mente quedara en paz, toda la maraña de malos pensamientos se iba disipando, las dudas seguían ahí, guardadas, pero por el momento solo quería disfrutar de él - No vuelvas a olvidarme, ódiame si quieres, no me importa, pero por favor no me olvides-
Me quedé un momento entre sus brazos y cuando se me pasó el lloriqueo me incorporé para ver sus heridas -Lo siento, ni siquiera te he preguntado que tal te encuentras... estarás cansado, soy un novio horrible- estiré una mano hasta las vendas y después a su cabeza apartando algún mechón rebelde de su cabello, el mío seguro estaba hecho un desastre además de las mangas del pijama llenas de mocos y lágrimas -¿Te duele algo? ¿te han dicho los médicos como va todo? espero que no fuera ese tal oscurus, es un borde...-
- CATHERINE:
- Catherine Le Fay escribió:No pudo evitarlo, simplemente, fue una reacción. Cuando mencionó a la maldita de Bellatrix clavó sus garras mentales en Giordano intentando que la migraña se apoderara de su cabeza. -Nunca más- Le advirtió y mantuvo su mirada de fría ira sobre él...Al menos hasta que reconoció estar enamorado, entonces las retiró a duras penas -Sí se lo que dicen y es mentira, Max nunca habría podido sacarme a Ian del corazón- Alzó suavemente el hombro -Supongo que será como el luto, simplemente aprendes a vivir con el dolor. No se te olvida- Puntualizó.
Después, siguió todo el drama y cuando Giordano lo llamó Wiwi arqueó ambas cejas -Menuda confianza con los Pendragon si ya les pones apodo- Sin embargo, la mención de Markus la descolocó y a la pelirroja no recordaba haberla oído hablar durante el parlamento. Tampoco al otro chico -Por supuesto que somos peones, Giordano, esto es política. Pero ahora que sabemos parte de su estrategia...y la divisón de su caballos- Mencionó haciendo un gesto como si fuera absolutamente obvio -Y obligarte, de una u otra forma- Se llevó las manos a la cadera mientras analizaba la situación. Lo vio agobiado pero, sinceramente, se lo merecía. A ver si espabilaba.
-Bueno…Todos somos un poco orgullosos de vez en cuando- Ella había cometido varios errores gracias a eso. Luego lo de la noche vieja la pilló de sorpresa -¿Qué pasa con las lentejas en nochevieja?- Inquirió pero luego fue consciente de algo y aplaudió tres veces en la cara de Giordano -Concéntrate, no podemos hablar de cocina y yo quemo hasta la sopa- Espetó antes de que la señalara sorprendiéndose de que Lothbrock quisiera un puesto en el consejo -No, los Pendragon solo hablaron de ello. ¿Todos los exiliados querrán volver? ¿Es eso? ¿Van a pelear por sus puestos?- Aquello le dio un escalofrío.
-La vaca de Sayi…- Giordano hacia que se fuera por las ramas y arrugó la nariz gruñendo ante el desvío. Entonces indicó lo del derecho de matrimonio y Catherine alzó suavemente la mano pidiéndole que se detuviera -Cuidado Giordano…Si ganas el derecho al matrimonio y la rechazas, su honor también se verá mermado... ¿No? ¿Por qué, sino, pelearías por ella? Es decir…¿No te ganarías a los Pendragon como enemigos?- En su cara finalmente se vio la confusión y tensó los labios -Creo…Que tenemos que hablar con Sayid sobre costumbres medievales… Y lo que te puede acarrear rechazar un matrimonio por el que has peleado… Creo.
-Tesla huyó, esa es una buena forma de escaquearse pero igual tiene que poner los puntos sobre las ies…Pero él desvaría más que tú, no sé si podré soportarlo sin pegarle- Chasqueó la lengua y entonces escuchó el nombre del árbol sintiendo un escalofrío que se le clavó en la columna y después una risita que no pertenecía a ella misma. Desvió la mirada hacia el exterior y frunció el ceño. ¿Sabría algo ella?
Al verlo hacer la rabieta quiso empujarlo y pegarle -Muy apetecible vas a quedar cuando te corten en pedacitos- Exclamó, violentamente antes de oír -¿Puedes elegir un campeón?- No sabía a que Dios rezarle para dar las gracias, porque lo que faltaba era que quedara otro puesto libre en el consejo -Tienes que elegir un campeón y tenemos que hablar YA con Sayid. Pero YA- Extendió la mano para que él los desapareciera a casa del Descendiente.
Evidentemente, a algunas personas las verdades dichas a la cara les dolian mas de lo que querían aparentar, y lo supe por su mirada de ira infinita y por un súbito repunte en mi dolor de cabeza (que venia arrastrando ya tras una noche entera sin dormir). Hice una mueca de disconformidad.
- Disculpas si te ha dolido, pero es lo que transmites con cosas como esta. - ignoré lo siguiente que dijo sobre Max, porque a mi tambien me dolían las verdades, pero no tomaba represalias.
Al menos la migraña cesó un poco. Me crucé de brazos, mirando a Catherine con desconfianza.
- Al menos yo estoy averiguando algo sobre ellos, para bien o para mal. Las lentejas son un plato tradicional que se come en nochevieja en Italia, eso y dejar puertas y ventanas abiertas. Obviamente las puertas no se comen, las lentejas si. Las de mi abuela eran excepcionales. - encogí mis hombros por lo de los exiliados queriendo todos ellos postularse al Consejo. - Lo dudo.
Catherine planteó algunas dudas respecto al matrimonio y rechazar y ganarse enemigos, un tanto anticuadas pero asi funcionaban los PEndragon. Bufé por sus palabras sobre mi apeticibilidad.
- Por qué cometéis el error de pensar que voy a perder contra un bárbaro? Eres una mandona- la agarré de la muñeca y nos desaparecí, aunque habia estado a un milisegundo de irme sin ella.
- SEAN:
- Sean Eire escribió:los lagrimones me rodaron por las mejillas y me puse a llorar de nuevo pero esta vez era por quitarme un gran peso de encima cuando Lucio dijo que lo habían arreglado, gimoteé palabras incomprensibles por un momento porque todo lo que estaba pensando intentaba salir a la vez mientras sorbía los mocos pero por un momento conseguí articular un par de palabras que se podían interpretar -no te acordabas de nada... no sabías quien eras, no sabías dónde vivías, nada, me asusté mucho Lucio, pero intenté ayudarte y solo lo empeoré todo y ese tal oscurus me echó la bronca y después tuve que llamar a los pendragon y no sirvió y Wthyr se coló en el quirófano y Arleen estaba mala y Sayid también y no valgo para nada, no pude ayudarte- el agarre de su mano se hizo más fuerte y yo la levanté para ponerla en mi frente, para que no se me escapara de entre los dedos y se desvaneciera como si aquello fuera una ilusión de las de Catherine.
Lo miré a los ojos y esta vez no había duda en ellos, no había miedo, solo la mirada de mi prometido, de mi Lucio que de inmediato empezó a decirme cosas que solo podíamos saber nosotros cuando le pregunté si me recordaba. Sonreí aún con el rostro rojo y empapado, me limpié con la manga de la ropa sin apartar la vista de él, ni tan siquiera quería parpadear -Y te dije que te quedaba mejor el cabello corto..- añadí a su recuerdo sobre nuestra casa. Sentí el tirón en mi mano pero no le tomó mucho esfuerzo porque estaba deseando tirarme a sus brazos, lo abracé con fuerza teniendo cuidado de sus heridas, su calor, su voz, su cuerpo, su esencia, su todo iba haciendo que mi mente quedara en paz, toda la maraña de malos pensamientos se iba disipando, las dudas seguían ahí, guardadas, pero por el momento solo quería disfrutar de él - No vuelvas a olvidarme, ódiame si quieres, no me importa, pero por favor no me olvides-
Me quedé un momento entre sus brazos y cuando se me pasó el lloriqueo me incorporé para ver sus heridas -Lo siento, ni siquiera te he preguntado que tal te encuentras... estarás cansado, soy un novio horrible- estiré una mano hasta las vendas y después a su cabeza apartando algún mechón rebelde de su cabello, el mío seguro estaba hecho un desastre además de las mangas del pijama llenas de mocos y lágrimas -¿Te duele algo? ¿te han dicho los médicos como va todo? espero que no fuera ese tal oscurus, es un borde...-
No me costo mucho ponerme en el lugar de Sean ni imaginar lo que tuvo que sentir al verme así, sin saber quién era ni recordar nada. Empaticé tanto que incluso me dolió a mí mismo. - En absoluto...seguro que tú no empeoraste nada. Siento mucho haberte preocupado así. - no tenía sentido que se culpase, aquello no dependía de él. Eran complicaciones por todo lo sufrido en la batalla. Tendría que hablar con Oscurus por echarle la bronca, y también tendría que preguntar sobre cosas tan raras como lo de Wthyr colándose en quirófano. También quería enviar mensajes a Sayid y a Arleen, me sabía mal que hubiesen estado ahí sin estar bien del todo.
Su rostro fue cambiando de expresión conforme le iba diciendo todo lo que recordaba, pero esta vez las lágrimas no eran de tristeza, sino de emoción. Sonreí por el recordatorio del cabello, logrando por fin abrazarlo de una vez por todas. Lo estreché contra mí a pesar de no tener las fuerzas habituales. Eso quedaba en un segundo plano por ahora, importaba más que nos habíamos recuperado el uno al otro. Acaricié su cabeza con mi mano buena, pasando después a su mejilla para limpiar un poco las lágrimas que le habían caído. - No digas eso...nunca podría odiarte. De ninguna manera. - tuvo que haberlo pasado realmente mal para preferir que le odiase a que le olvidase. Menos mal que yo no recordaba nada de aquello.
Permanecimos abrazados un poco más, al menos hasta que Sean se calmó un poco para preguntarme cómo estaba. - Pues por lo que me habéis contado...tengo mucha suerte de estar vivo, así que no debería quejarme. - suspiré con cierto cansancio, sonriendo después levemente al recordar algo. - Pero como se supone que no soy muy buen paciente creo que tengo permitida alguna queja...me desperté fatal de la anestesia. - intente quitar algo de hierro al asunto con esa anécdota, sin saber muy bien qué decir a lo de los médicos. Estaba todavía espabilando cuando me lo dijeron. - Nada, que me observarían, creo. Ya les preguntaremos. ¿Qué te dijo Oscurus? no te había hablado de mi primo antes. No tenemos mucho trato fuera del trabajo, y eso que somos poca familia. - me quedé pensativo unos segundos, dándome cuenta de que los únicos que habían venido a verme eran Sean, Gio y Catherine. Ni siquiera mis padres se habían preocupado en saber qué me pasaba. Intenté cambiar de tema, eso me ponía triste y no quería justo ahora. - Oye...¿Por qué dices que se coló el Pendragon en el quirófano?
Negué repetidamente con la cabeza porque Lucio no dejaba de disculparse conmigo, era yo quien debía disculparme con él porque acababa de despertar, porque casi lo pierdo y a pesar de todo eso era él quien debía consolarme y era totalmente injusto, me hacía sentir una mala persona. Me fui calmando cuando dijo todo aquello que habíamos hecho juntos, lo que nos había unido hasta por fin unirnos en un abrazo que fue sin duda la mejor medicina.
Era demasiado dependiente de él, tanto que dije aquellas palabras sobre el olvido y odiarme, Lucio me dijo que jamás me odiaría pero ¿y si llegaba a la misma conclusión que yo? ¿y si se daba cuenta de que todas las cosas malas le ocurrían por mi culpa? su mano se pasó gentilmente por mi cabeza y después por mis mejillas, cerré los ojos un momento para poder apreciar mejor el tacto de su mano, tenía que ser más fuerte, necesitaba el poder para proteger nuestra felicidad.
Cuando por fin me separé de él le pregunté qué tal estaba, no sabía mucho más que yo así que supuse que ya se pasaría alguién después recordando el mensaje del elfo -Aldaron me dijo que se pasaría hoy, espero que tengamos suerte y pueda pasarse a echarte un vistazo- sonreí cuando dijo que era un mal paciente, eso no cambiaba con memoria o sin ella -Me habría gustado estar contigo cuando despertaste pero no me dejaron pasar a la UCI, lo siento- le pasé una mano por el rostro, tenía la barba hecha un desastre, no me había arriesgado a recortarla mientras dormía pero al menos tenía su pijama de persona decente, tal vez podría ponerle el jersey horrible que había comprado. Lucio no recordaba mucho de lo que le habían dicho los médicos pero se acordaba perfectamente de lo que le había dicho entre lloros, ni yo sabía lo que había dicho pero él me había entendido. Mi cara por un momento cambió a una de desagrado total cuando mencionó a su primo pero al decir que eran poca familia me mordí el labio inferior... sus padres, aún no le había dicho lo de sus padres.
En cuanto Lucio cambió de tema decidí hacer lo mismo -Necesitaban un mago de sangre para poder ayudarte, fui hasta la residencia de los Pendragon para pedir ayuda pero el hospital ya había enviado una nota, Darren vino de inmediato y yo me encontré con Wthyr después de...- suspiré pensando en aquello mirando unos segundos a la puerta y después volviendo a mi prometido -Después de anunciar el compromiso de Markus y Gio con una de sus hermanas, Shyvannah, la otra era una tal Lake, no sé quien es- me acosté a su lado en la misma cama sin dejar de mirarlo, pasé mi mano una y otra vez por su cabello, sus mejillas, acariciando su rostro -Eres una persona increíble Lucio, haces que cualquiera quiera ayudarte... Darren dijo que te debía una, no pidió nada a cambio, lo hizo por ti y ya está- con mi mano en su mejilla hice que girara el rostro para dejarle un beso corto en los labios -Te mereces lo mejor- "no alguien como yo" pensé para mi mismo antes de suspirar una vez más y seguir con la historia -como enviaron el mensaje a los pendragon Wthyr también se dio cuenta, Darren ya había terminado pero ese hombre entró sin limpiarse, guantes, nada, solo con su capa y esa arrogancia tan horrible que tiene...- solo de pensarlo me daba dolor de cabeza pero al menos debía reconocer que se había presentado y acudido en nuestra ayuda, lo malo es que no sabía que intenciones tenía con ello.
Era demasiado dependiente de él, tanto que dije aquellas palabras sobre el olvido y odiarme, Lucio me dijo que jamás me odiaría pero ¿y si llegaba a la misma conclusión que yo? ¿y si se daba cuenta de que todas las cosas malas le ocurrían por mi culpa? su mano se pasó gentilmente por mi cabeza y después por mis mejillas, cerré los ojos un momento para poder apreciar mejor el tacto de su mano, tenía que ser más fuerte, necesitaba el poder para proteger nuestra felicidad.
Cuando por fin me separé de él le pregunté qué tal estaba, no sabía mucho más que yo así que supuse que ya se pasaría alguién después recordando el mensaje del elfo -Aldaron me dijo que se pasaría hoy, espero que tengamos suerte y pueda pasarse a echarte un vistazo- sonreí cuando dijo que era un mal paciente, eso no cambiaba con memoria o sin ella -Me habría gustado estar contigo cuando despertaste pero no me dejaron pasar a la UCI, lo siento- le pasé una mano por el rostro, tenía la barba hecha un desastre, no me había arriesgado a recortarla mientras dormía pero al menos tenía su pijama de persona decente, tal vez podría ponerle el jersey horrible que había comprado. Lucio no recordaba mucho de lo que le habían dicho los médicos pero se acordaba perfectamente de lo que le había dicho entre lloros, ni yo sabía lo que había dicho pero él me había entendido. Mi cara por un momento cambió a una de desagrado total cuando mencionó a su primo pero al decir que eran poca familia me mordí el labio inferior... sus padres, aún no le había dicho lo de sus padres.
En cuanto Lucio cambió de tema decidí hacer lo mismo -Necesitaban un mago de sangre para poder ayudarte, fui hasta la residencia de los Pendragon para pedir ayuda pero el hospital ya había enviado una nota, Darren vino de inmediato y yo me encontré con Wthyr después de...- suspiré pensando en aquello mirando unos segundos a la puerta y después volviendo a mi prometido -Después de anunciar el compromiso de Markus y Gio con una de sus hermanas, Shyvannah, la otra era una tal Lake, no sé quien es- me acosté a su lado en la misma cama sin dejar de mirarlo, pasé mi mano una y otra vez por su cabello, sus mejillas, acariciando su rostro -Eres una persona increíble Lucio, haces que cualquiera quiera ayudarte... Darren dijo que te debía una, no pidió nada a cambio, lo hizo por ti y ya está- con mi mano en su mejilla hice que girara el rostro para dejarle un beso corto en los labios -Te mereces lo mejor- "no alguien como yo" pensé para mi mismo antes de suspirar una vez más y seguir con la historia -como enviaron el mensaje a los pendragon Wthyr también se dio cuenta, Darren ya había terminado pero ese hombre entró sin limpiarse, guantes, nada, solo con su capa y esa arrogancia tan horrible que tiene...- solo de pensarlo me daba dolor de cabeza pero al menos debía reconocer que se había presentado y acudido en nuestra ayuda, lo malo es que no sabía que intenciones tenía con ello.
Cuando mencionó a Aldaron caí en la cuenta de que debía ser él quien estuviese al cargo del hospital durante mi baja, así que me quedé más tranquilo porque el puesto estaba en buenas manos. - Seguro que se ha encargado bien del hospital. Espero que pueda ponerme al día cuando venga. Sólo sé cómo acabaron algunos compañeros tras la batalla, pero no sé nada del resto. ¿Mis padres están bien? ¿los niños también? - mis compañeros probablemente hubiesen estado saturado de trabajo con tantos heridos, pero esperaba que hubiesen sacado a todos adelante. O al menos al mayor número posible de personas. Suspiré cerrando los ojos un momento, un poco preocupado por todo eso. Luego escuché eso de que no le dejaban pasar a la UCI, pensando que debía ser cosa de Oscurus, o por otros motivos. - Bueno, no te verían en condiciones de estar allí. No pasa nada...pronto estaré mejor. - posé mi mano sobre la suya cuando me pasó la mano por la cara, notando yo también que estaba más barbudo de la cuenta. No demasiado, pero más de lo que solía llevar.
Me pareció verle cara de disgusto o de molestia cuando se mordió el labio, pero no entendí muy bien el motivo. - ¿Es porque parezco un vagabundo? te dejaré hacer de barbero, lo juro. - comenté en tono de broma para ver si eso le cambiaba un poco el gesto. Después presté atención a la implicación de los Pendragon, comprendiendo su función en el tema de mi operación. Aún no había visto los informes, pero supuse que debía ser un trabajo fino y complicado. - Cuando me recupere iré a darle las gracias en persona a Darren. - tuve que pensar un par de veces en lo que dijo después sobre compromisos y bodas de Descendientes con hermanas Pendragon, alucinando bastante con ese giro.
- ¿¿Qué?? no tiene ningún sentido. Entiendo lo que son los matrimonios concertados, pero...no sé, es muy raro. Tendremos que hablar con Gio al menos. - el maldito había vuelto a huir otra vez, seguro que Catherine y él se habían puesto a hablar del tema y ya ni siquiera estaban en la puerta. Me moví un poco para dejarle hueco a Sean en un lado de la cama, aunque fuese pequeña y no cupiésemos del todo. Alcé lentamente mi brazo para dejarlo sobre su hombro, sintiéndome reconfortado con aquella cercanía. Sus palabras y sus caricias también hicieron que me sintiera mejor, aunque también me daba algo de miedo defraudarle si en algún momento no estaba a la altura de lo que él pensaba sobre mí. - Sean...creo que me idolatras. No soy para tanto. En realidad todos deberíamos ayudarnos sin querer nada a cambio, y sin debernos anda. Sólo por ayudar al otro. - el mundo estaría mejor si lo hiciésemos, eso seguro. Tal vez era una utopía. Apoyé la frente un momento sobre la de él después de aquel beso corto, sintiendo que ya estaba todo en orden, en paz. Podría descansar sabiendo que él ya estaba conmigo, y que los dos estábamos más o menos bien.
- Olvídate de Wthyr ahora, lo importante es que lo consiguieron. Además, no creo que entrase así con intención de infectar el área de operaciones. Prefiero creer que eran buenas intenciones...-
Me pareció verle cara de disgusto o de molestia cuando se mordió el labio, pero no entendí muy bien el motivo. - ¿Es porque parezco un vagabundo? te dejaré hacer de barbero, lo juro. - comenté en tono de broma para ver si eso le cambiaba un poco el gesto. Después presté atención a la implicación de los Pendragon, comprendiendo su función en el tema de mi operación. Aún no había visto los informes, pero supuse que debía ser un trabajo fino y complicado. - Cuando me recupere iré a darle las gracias en persona a Darren. - tuve que pensar un par de veces en lo que dijo después sobre compromisos y bodas de Descendientes con hermanas Pendragon, alucinando bastante con ese giro.
- ¿¿Qué?? no tiene ningún sentido. Entiendo lo que son los matrimonios concertados, pero...no sé, es muy raro. Tendremos que hablar con Gio al menos. - el maldito había vuelto a huir otra vez, seguro que Catherine y él se habían puesto a hablar del tema y ya ni siquiera estaban en la puerta. Me moví un poco para dejarle hueco a Sean en un lado de la cama, aunque fuese pequeña y no cupiésemos del todo. Alcé lentamente mi brazo para dejarlo sobre su hombro, sintiéndome reconfortado con aquella cercanía. Sus palabras y sus caricias también hicieron que me sintiera mejor, aunque también me daba algo de miedo defraudarle si en algún momento no estaba a la altura de lo que él pensaba sobre mí. - Sean...creo que me idolatras. No soy para tanto. En realidad todos deberíamos ayudarnos sin querer nada a cambio, y sin debernos anda. Sólo por ayudar al otro. - el mundo estaría mejor si lo hiciésemos, eso seguro. Tal vez era una utopía. Apoyé la frente un momento sobre la de él después de aquel beso corto, sintiendo que ya estaba todo en orden, en paz. Podría descansar sabiendo que él ya estaba conmigo, y que los dos estábamos más o menos bien.
- Olvídate de Wthyr ahora, lo importante es que lo consiguieron. Además, no creo que entrase así con intención de infectar el área de operaciones. Prefiero creer que eran buenas intenciones...-
Cuando apareció por el hospital, Aurora la miró con preocupación pero Arleen le sonrió -Estoy viendo. Vengo a hacer una parada rápida. ¿Cómo está Lucio? ¿Ha despertado?- En breves momentos, Aurora le informó de toda la situación de Lucio y Arleen pidió el expediente para leerlo todo sonriendo con cierta felicidad y tranquilidad. Aún…aún podía. Pero lo cierto es que nunca había dudado de su capacidad para sanar. No era ese el capítulo en el que no quería indagar… Era otro…Uno que en la noche anterior no le había confesado a Sayid y que no sabía si tenía la valentía de reconocerlo delante de Giordano.
Al escuchar a Aurora preguntarle por el cuaderno, la morena sonrió -Necesito una copia de mi ecografía. Sayid quiere verlo y dame una cita para Anteia, lo más pronto que puedas- Mencionó con suavidad, desviando el tema del cuaderno mientras Doris se acercaba a ella y la saludaba. Arleen la abrazó con suavidad preguntándole por su bienestar algo que Doris le retrucó y la morena le informó que se encontraba bien, aún de baja pero que quería conocer algunas cosas. Pudo ver la mirada de reprimenda de la recepcionista pero Arleen estaba más que acostumbrada así que le sonrió antes de girarse hacia Aurora que…Era evidente que tenía curiosidad por … por su matrimonio. Arleen la apartó hacia un lado y le contó todos los detalles que hicieron que Aurora se sintiera fatal al ayudarla a irse, pero todo se había solucionado…asi que para lo mejor -Pero aún no quiero ver a mamá. ¿Lo habéis pasado bien?- Hizo un gesto regular y Arleen tensó los labios -¿Por qué no os venís a merendar a mi casa?- Aquello le pareció tan raro, decir “mi casa”. Pero ya había invitado a Vishous aunque no sabía en qué había acabado la noche. Después de un tiempo hablando decidió que debía continuar así que se fue a la parte de las habitaciones.
Antes de entrar, decidió releer lo que le había escrito su paciente. Abrió la puerta de la habitación con un sentimiento de ardor en el corazón. Cerró la puerta con suavidad mientras lo buscaba con la mirada -Le llamamos navidad. Feliz Navidad Sr. Draven- Sonrió brevemente mientras sus palabras volvían a revolverle todo el cuerpo. Se detuvo a un par de pasos y miró el cuaderno, acariciando la tapa con profunda confusión. Ella nunca se había visto a si misma con oscuridad y había conocido unas muy crueles…Una que aún le perseguía en sus pesadillas hecha con lo que sea que hubiese en el infierno. También la oscuridad espesa de sus sueños, cuando Maxwell jugaba con ella. Pero ella…Se consideraba a sí misma como una persona de luz y él…La había llamado sombra. ¿En eso se había convertido?
-Lo siento- Murmuró con el ceño fruncido antes de levantar la cabeza hacia él con los labios tensos -Si mi situación personal se ha impuesto a tu tratamiento. No fue mi intención y tienes mi promesa de que no volverá a ocurrir…Si puedo o no manejar lo que sea que me esté sucediendo, no tiene porqué afectarte a ti- Le expresó y dio un par de pasos más. No quiso llamarlo oscuridad -En cuanto a tu…pesadilla. Insisto debe ser cuestión de la mente colmena. Pero estoy cansada de repetirme y creo que tenemos que hacer algo distinto. Si estás dispuesto…- Lo dejó caer y se acercó un poco más a él, tendiendo la mano para devolverle el cuaderno.
-Vamos a salir- Evaluó la reacción que iba a tener él mientras se acomodaba el cabello en el gorro de invierno de Sayid que llevaba -Vas a conocer mi isla. Porque, aunque alguna vez estuve abajo, no lo recuerdo ordenado. Lo recuerdo…- Sonrió brevemente -Lleno de luz, vida y risas porque siempre que bajé fui al London Eye. Y mi isla, después de su destrucción, emite esa misma luz. Quiero que la veas. Quiero que abandones el hospital y busques una habitación en la academia. Necesitas empezar a vivir una vida distinta…Podrás …- Alzó la mano señalándolo con un dedo a modo de advertencia- Excepto si coges a alguien del cuello…Ir con libertad a la biblioteca, puedes intentar adaptarte hasta que se solucione la segunda parte y puedas volver abajo y retomar tu antigua vida-
Al escuchar a Aurora preguntarle por el cuaderno, la morena sonrió -Necesito una copia de mi ecografía. Sayid quiere verlo y dame una cita para Anteia, lo más pronto que puedas- Mencionó con suavidad, desviando el tema del cuaderno mientras Doris se acercaba a ella y la saludaba. Arleen la abrazó con suavidad preguntándole por su bienestar algo que Doris le retrucó y la morena le informó que se encontraba bien, aún de baja pero que quería conocer algunas cosas. Pudo ver la mirada de reprimenda de la recepcionista pero Arleen estaba más que acostumbrada así que le sonrió antes de girarse hacia Aurora que…Era evidente que tenía curiosidad por … por su matrimonio. Arleen la apartó hacia un lado y le contó todos los detalles que hicieron que Aurora se sintiera fatal al ayudarla a irse, pero todo se había solucionado…asi que para lo mejor -Pero aún no quiero ver a mamá. ¿Lo habéis pasado bien?- Hizo un gesto regular y Arleen tensó los labios -¿Por qué no os venís a merendar a mi casa?- Aquello le pareció tan raro, decir “mi casa”. Pero ya había invitado a Vishous aunque no sabía en qué había acabado la noche. Después de un tiempo hablando decidió que debía continuar así que se fue a la parte de las habitaciones.
Antes de entrar, decidió releer lo que le había escrito su paciente. Abrió la puerta de la habitación con un sentimiento de ardor en el corazón. Cerró la puerta con suavidad mientras lo buscaba con la mirada -Le llamamos navidad. Feliz Navidad Sr. Draven- Sonrió brevemente mientras sus palabras volvían a revolverle todo el cuerpo. Se detuvo a un par de pasos y miró el cuaderno, acariciando la tapa con profunda confusión. Ella nunca se había visto a si misma con oscuridad y había conocido unas muy crueles…Una que aún le perseguía en sus pesadillas hecha con lo que sea que hubiese en el infierno. También la oscuridad espesa de sus sueños, cuando Maxwell jugaba con ella. Pero ella…Se consideraba a sí misma como una persona de luz y él…La había llamado sombra. ¿En eso se había convertido?
-Lo siento- Murmuró con el ceño fruncido antes de levantar la cabeza hacia él con los labios tensos -Si mi situación personal se ha impuesto a tu tratamiento. No fue mi intención y tienes mi promesa de que no volverá a ocurrir…Si puedo o no manejar lo que sea que me esté sucediendo, no tiene porqué afectarte a ti- Le expresó y dio un par de pasos más. No quiso llamarlo oscuridad -En cuanto a tu…pesadilla. Insisto debe ser cuestión de la mente colmena. Pero estoy cansada de repetirme y creo que tenemos que hacer algo distinto. Si estás dispuesto…- Lo dejó caer y se acercó un poco más a él, tendiendo la mano para devolverle el cuaderno.
-Vamos a salir- Evaluó la reacción que iba a tener él mientras se acomodaba el cabello en el gorro de invierno de Sayid que llevaba -Vas a conocer mi isla. Porque, aunque alguna vez estuve abajo, no lo recuerdo ordenado. Lo recuerdo…- Sonrió brevemente -Lleno de luz, vida y risas porque siempre que bajé fui al London Eye. Y mi isla, después de su destrucción, emite esa misma luz. Quiero que la veas. Quiero que abandones el hospital y busques una habitación en la academia. Necesitas empezar a vivir una vida distinta…Podrás …- Alzó la mano señalándolo con un dedo a modo de advertencia- Excepto si coges a alguien del cuello…Ir con libertad a la biblioteca, puedes intentar adaptarte hasta que se solucione la segunda parte y puedas volver abajo y retomar tu antigua vida-
Gelion Draven
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Había movido los muebles de la habitación. Digamos que tenía mucho tiempo y poco que hacer en ese lugar. La mesa de noche estaba cerca de la ventana, como la butaca para las visitas, que nadie había usado a parte de mi mismo. Había creado mi particular rincón de lectura en el que pasaba la mayor parte del día después de hacer los ejercicios. La cama la había girado de tal modo que mirase a la ventana y me despertase con las luces del amanecer.
En ese momento estaba sentado en la butaca en una posición no muy conveniente. Mas desgarbado y relajado que de costumbre con un pie sobre la misma mientras leía atentamente una novela clásica. Varios libros reposaban en la mesita y algunos estaban en el suelo. Escuché la puerta pero no separé la vista del libro prestando atención a las últimas palabras que completaban un párrafo.
-Feliz navidad Doc.- Contesté alzando una ceja por algo que acababa de leer, interesante. Bajé por fin el libro y miré en dirección a la puerta.-¿Por no llamar a la puerta?-Respondí con total franqueza pero comenzó a hablar. Gruñí por lo bajo con fastidio .Pensaba incomodarla con la posibilidad de haberme encontrado en una situación íntima pero estaba soltando otra vez una buena dosis de culpa por sus labios. Relajé la muñeca dejando colgando el libro en mi mano mientras continuaba con su verborrea interminable, sosteniendo su mirada sin cambiar mi gesto.
Cuando por fin terminó gruñí de nuevo quedamente antes de tomar impulso para incorporarme. Solté el libro en la butaca antes de cruzar mis brazos.
-London Eye... realmente hace mucho que no bajas.¿eh?-Estreché un poco los ojos imaginando, haciendo cálculos de lo joven que debía ser para recordar de ese modo Londres, debía ser una canija. Mientras lo hacía la escudriñé con la mirada por un momento, sus ropas eran diferentes a las de anteriores ocasiones. Apreté los labios y miré a una de las paredes vacías de la habitación. No me convencía su plan.
-Suena a que pretendes librarte de mi Doc. -Sonreí de medio lado mirando de reojo a la castaña. Acerqué mis pasos a ella sopesando aquella posibilidad. Era eso o tal vez era su buena obra de navidad.-Me sorprende que creas que puedo adaptarme a vivir entre ... -Señalé la ventana, desde donde obviamente se veía que había magia en toda la puta ciudad. Volví a desviar la mirada, al techo y sin decir más fui al armario. Digamos que la doctora podría ser mi buena acción de navidad. No había mucho donde elegir, aunque algo de ropa medio normal me habían dado. Me desvestí sin pudor, demasiados años en la base y demasiado trato con doctores a los que poco les importaba un cuerpo desnudo y comencé a vestirme.
En ese momento estaba sentado en la butaca en una posición no muy conveniente. Mas desgarbado y relajado que de costumbre con un pie sobre la misma mientras leía atentamente una novela clásica. Varios libros reposaban en la mesita y algunos estaban en el suelo. Escuché la puerta pero no separé la vista del libro prestando atención a las últimas palabras que completaban un párrafo.
-Feliz navidad Doc.- Contesté alzando una ceja por algo que acababa de leer, interesante. Bajé por fin el libro y miré en dirección a la puerta.-¿Por no llamar a la puerta?-Respondí con total franqueza pero comenzó a hablar. Gruñí por lo bajo con fastidio .Pensaba incomodarla con la posibilidad de haberme encontrado en una situación íntima pero estaba soltando otra vez una buena dosis de culpa por sus labios. Relajé la muñeca dejando colgando el libro en mi mano mientras continuaba con su verborrea interminable, sosteniendo su mirada sin cambiar mi gesto.
Cuando por fin terminó gruñí de nuevo quedamente antes de tomar impulso para incorporarme. Solté el libro en la butaca antes de cruzar mis brazos.
-London Eye... realmente hace mucho que no bajas.¿eh?-Estreché un poco los ojos imaginando, haciendo cálculos de lo joven que debía ser para recordar de ese modo Londres, debía ser una canija. Mientras lo hacía la escudriñé con la mirada por un momento, sus ropas eran diferentes a las de anteriores ocasiones. Apreté los labios y miré a una de las paredes vacías de la habitación. No me convencía su plan.
-Suena a que pretendes librarte de mi Doc. -Sonreí de medio lado mirando de reojo a la castaña. Acerqué mis pasos a ella sopesando aquella posibilidad. Era eso o tal vez era su buena obra de navidad.-Me sorprende que creas que puedo adaptarme a vivir entre ... -Señalé la ventana, desde donde obviamente se veía que había magia en toda la puta ciudad. Volví a desviar la mirada, al techo y sin decir más fui al armario. Digamos que la doctora podría ser mi buena acción de navidad. No había mucho donde elegir, aunque algo de ropa medio normal me habían dado. Me desvestí sin pudor, demasiados años en la base y demasiado trato con doctores a los que poco les importaba un cuerpo desnudo y comencé a vestirme.
Lo observó con curiosidad al verlo interesado en el libro, aunque intentó leer el título no alcanzó a hacerlo porque él lo bajó mientras le mantenía el gesto mientras hablaba. Estaba impasible. No había hecho ni una mueca mientras ella hablaba. Y luego le regaló un gruñido, aquello hizo que frunciera el ceño y le mirara con una ceja arqueada mientras se incorporaba.
Asintió suavemente cuando mencionó que sucedió hace mucho tiempo. Y le sostuvo la mirada cuando notó que estaba evaluándola -No me mires de esa forma- Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba tuteándole. Al ver que no cogía el libro se cruzó de brazos, atrayendo el cuaderno hacia si misma y abrazándolo -Hace más de 15 años… sí, fue la última vez que bajé con mis hermanos y mi prima -
También fue expresivo con su gesto ante su plan y cuando dijo que quería liberarse de él arqueo las cejas, ofendida. Estaba haciendo un esfuerzo al estar parada allí cuando debía estar en cama o descansando en el sofá bajo las mantas...mientras la cuidaban a ella - Estás equivocado. Eres el único caso que mantengo tras mi baja obligatoria- Le informo, a ver si con eso valoraba un poco más el hecho de que estuviera allí dando la cara después de su nota. Aún así… aún así cayó en algo. Era la única conexión que tenía él en la isla. Quizás una de las pocas interacciones y su proposición, desde esa perspectiva, podría sugerir que quería que pudiera acudir a otras personas aparte de ella. Bajo la vista al cuaderno -No pretendo dejarte solo- Expresó.
Cuando alzó la mirada escuchando aquello de adaptarse soltó lentamente el aire - Dilo… - Frunció el ceño y arqueo una ceja -¿Vivir entre magos? ¿Tan asquerosos somos? ¿Qué es lo que hemos hecho para que nos odien tanto? Puedo llevarte directamente con los humanos que están en la isla, así no tienes que vernos más la cara - Su mirada violeta se incendió en una ira condensada -Nadie te ha dicho que te adaptes. Todo acabará en Nochevieja y podrías disfrutar tu 2042 en tu maravilloso mundo. O lo que queda de él- Espetó sin añadir que su propio esposo bajaría a solucionarlo arriesgando nuevamente su vida. Cerró los ojos un momento para reacomodarse e irguió la postura antes de observar que empezaba a desvestirse -Espero que tengas estómago para volar en alfombra. No puedo caminar demasiado. Estoy afuera- Le dijo saliendo de la habitación y cerrando con menos suavidad de la que debía.
Asintió suavemente cuando mencionó que sucedió hace mucho tiempo. Y le sostuvo la mirada cuando notó que estaba evaluándola -No me mires de esa forma- Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba tuteándole. Al ver que no cogía el libro se cruzó de brazos, atrayendo el cuaderno hacia si misma y abrazándolo -Hace más de 15 años… sí, fue la última vez que bajé con mis hermanos y mi prima -
También fue expresivo con su gesto ante su plan y cuando dijo que quería liberarse de él arqueo las cejas, ofendida. Estaba haciendo un esfuerzo al estar parada allí cuando debía estar en cama o descansando en el sofá bajo las mantas...mientras la cuidaban a ella - Estás equivocado. Eres el único caso que mantengo tras mi baja obligatoria- Le informo, a ver si con eso valoraba un poco más el hecho de que estuviera allí dando la cara después de su nota. Aún así… aún así cayó en algo. Era la única conexión que tenía él en la isla. Quizás una de las pocas interacciones y su proposición, desde esa perspectiva, podría sugerir que quería que pudiera acudir a otras personas aparte de ella. Bajo la vista al cuaderno -No pretendo dejarte solo- Expresó.
Cuando alzó la mirada escuchando aquello de adaptarse soltó lentamente el aire - Dilo… - Frunció el ceño y arqueo una ceja -¿Vivir entre magos? ¿Tan asquerosos somos? ¿Qué es lo que hemos hecho para que nos odien tanto? Puedo llevarte directamente con los humanos que están en la isla, así no tienes que vernos más la cara - Su mirada violeta se incendió en una ira condensada -Nadie te ha dicho que te adaptes. Todo acabará en Nochevieja y podrías disfrutar tu 2042 en tu maravilloso mundo. O lo que queda de él- Espetó sin añadir que su propio esposo bajaría a solucionarlo arriesgando nuevamente su vida. Cerró los ojos un momento para reacomodarse e irguió la postura antes de observar que empezaba a desvestirse -Espero que tengas estómago para volar en alfombra. No puedo caminar demasiado. Estoy afuera- Le dijo saliendo de la habitación y cerrando con menos suavidad de la que debía.
Gelion Draven
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Cuando exigió que no le mirase así simplemente parpadeé y las comisuras de mi boca se elevaron ligeramente, casi de manera imperceptible e ignoré tal petición. Tampoco me pronuncié sobre ello, en realidad no entendía que pudiese molestarle, solamente la estaba mirando.
Asentí al saber el tiempo transcurrido, tenía sentido. Poco después aquella noria se cconvirtió en una plaza repleta de escoombros, casquillos y cadáveres, aunque algunas de las cabinas seguían en pie. Recordé aquella vez que trepé hasta una de ellas en mis tiempos de cadete. Un chaval con un arma de largo alcance, vigilando el puente hacia el parlamento.
Aquella mujer era todo expresividad y a cada pequeña frase que salía de mis labios se sentía ofendida. Desvié la mirada a cualquier otro lado mientras hablaba. -Vaya, tendré que sentirme halagado-expresé con sorna. Cada vez me quedaba más claro que o necesitaban información sobre mi peculiar estado de salud o le producía algún sentimiento parecido a la lástima que disimulaba muy bien con aquellos gestos tan reacios a mis comentarios. En cualquier caso me atendería y conseguiría recuperarme. Fruncí el ceño volviendo a mirar a la doctora ante aquella última frase. Estuve a punto de contestar, que sabía bien vivir conmigo mismo y no me hacía falta más, pero no lo hice.
Con el armario ya abierto comencé a escuchar su frustración mientras elegía la ropa entre loas pocas opciones que tenía. Gruñí por lo bajo, no por sus palabras. No tenía abrigo, tendría que pedir uno o pasar frío o...no, la doctora no me dejaría robar uno de otra habitación.
Tras ponerme la camiseta miré a la bruja de reojo por un momento. No , no estaba preparada para que contestase que si, que me daban asco ni todo lo que habían hecho para que así fuera.
-¿Y aguantar a los ministros y sus hijos?no, gracias.
Tomé un jersey negro y lo pasé por mi cabeza mientras ella abandonaba la habitación entornando los ojos por lo de la alfombra.
Tras vestirme salí al pasillo cerrando la puerta de la habitación sin mucho cuidado. Metí las manos en los bolsillos del pantalón. Eran demasiado pequeños para mis manos. Odiaba esa ropa, quería mi puta ropa.
-La ciudad no está lejos-Aquello era una forma de decir que no quería volar en una alfombra de los cojones. Comencé a andar sin esperarla. Estiré un poco la espalda y ladeé el cuello crujiéndolo. Lo hacía de antes pero desde la operación era un gesto que solía repetir con mayor frecuencia. La miré de reojo, no había respondido durante mucho tiempo y tampoco quería que tuviese la sensación de que ella tenía razón en aquella reprimenda que le había soltado en la habitación. No la tenía.
-Sabes... se han cometido muchas atrocidades en nombre del bien común-Comenté mientras aún caminábamos volviendo a prestar atención al frente.-Nosotros y vosotros.- Volví a mirar a la doctora por un segundo intentando que así quedase claro el porqué de mi rechazo hacia los magos. Volví a mirar su atuendo frunciendo mi ceño por un segundo antes de dejar de mirar a Arleen de nuevo.
Asentí al saber el tiempo transcurrido, tenía sentido. Poco después aquella noria se cconvirtió en una plaza repleta de escoombros, casquillos y cadáveres, aunque algunas de las cabinas seguían en pie. Recordé aquella vez que trepé hasta una de ellas en mis tiempos de cadete. Un chaval con un arma de largo alcance, vigilando el puente hacia el parlamento.
Aquella mujer era todo expresividad y a cada pequeña frase que salía de mis labios se sentía ofendida. Desvié la mirada a cualquier otro lado mientras hablaba. -Vaya, tendré que sentirme halagado-expresé con sorna. Cada vez me quedaba más claro que o necesitaban información sobre mi peculiar estado de salud o le producía algún sentimiento parecido a la lástima que disimulaba muy bien con aquellos gestos tan reacios a mis comentarios. En cualquier caso me atendería y conseguiría recuperarme. Fruncí el ceño volviendo a mirar a la doctora ante aquella última frase. Estuve a punto de contestar, que sabía bien vivir conmigo mismo y no me hacía falta más, pero no lo hice.
Con el armario ya abierto comencé a escuchar su frustración mientras elegía la ropa entre loas pocas opciones que tenía. Gruñí por lo bajo, no por sus palabras. No tenía abrigo, tendría que pedir uno o pasar frío o...no, la doctora no me dejaría robar uno de otra habitación.
Tras ponerme la camiseta miré a la bruja de reojo por un momento. No , no estaba preparada para que contestase que si, que me daban asco ni todo lo que habían hecho para que así fuera.
-¿Y aguantar a los ministros y sus hijos?no, gracias.
Tomé un jersey negro y lo pasé por mi cabeza mientras ella abandonaba la habitación entornando los ojos por lo de la alfombra.
Tras vestirme salí al pasillo cerrando la puerta de la habitación sin mucho cuidado. Metí las manos en los bolsillos del pantalón. Eran demasiado pequeños para mis manos. Odiaba esa ropa, quería mi puta ropa.
-La ciudad no está lejos-Aquello era una forma de decir que no quería volar en una alfombra de los cojones. Comencé a andar sin esperarla. Estiré un poco la espalda y ladeé el cuello crujiéndolo. Lo hacía de antes pero desde la operación era un gesto que solía repetir con mayor frecuencia. La miré de reojo, no había respondido durante mucho tiempo y tampoco quería que tuviese la sensación de que ella tenía razón en aquella reprimenda que le había soltado en la habitación. No la tenía.
-Sabes... se han cometido muchas atrocidades en nombre del bien común-Comenté mientras aún caminábamos volviendo a prestar atención al frente.-Nosotros y vosotros.- Volví a mirar a la doctora por un segundo intentando que así quedase claro el porqué de mi rechazo hacia los magos. Volví a mirar su atuendo frunciendo mi ceño por un segundo antes de dejar de mirar a Arleen de nuevo.
La mayor parte de su conversación no recibió respuesta alguna. Bueno si, silencio puro y una mirada impasible. Lo que siguió a continuación fue un tono de sorna y Arleen frunció el ceño, ofendida, por supuesto. Tal vez debería dejar que se quedara en el hospital y no hacer absolutamente nada para que mejorará. Derivarlo al psicomedimago, que siguiera con rehabilitación y ya -En efecto- Dijo, simplemente.
Lo de "aguantar a los ministros" lo entendió, porque ella había tenido que entretener y cuidar de Andreas por todo un mes. Y el hombre podía sacarla de quicio… curiosamente, ambos parecían tener la misma acepción de los magos. Sin embargo, el Ministro había ido a su boda. Se adaptaba o buscaba información. El Sr Draven parecía más reticente.
En el pasillo volvió a ver el cuaderno y cuando Gelion abrió la puerta se tomó un segundo para entrar y ponerlo en la primera superficie que encontró antes de salir, escuchando su comentario de la ciudad -Puedes caminar, yo volaré - Sentenció, no iba a dar su brazo a torcer. Le miró, básicamente desabrigado y tensó los labios. Tendría que haberle traído algo de Sayid, aunque la idea brilló en su mente se apagó en seguida. No quería a un humano que la detestaba por su naturaleza vestido con la ropa de su esposo.
El comentario del bien común hizo que le hirviera la sangre y cerró las manos en puños dentro de los bolsillos. Creía recordar que Andreas le había dicho algo así. Arleen se desvió por un pasillo hacia la zona de "cosas perdidas" esperando encontrar algo más para abrigarlo. Lo cierto es que, en silencio, analizó sus palabras. No mentiría, era consciente de que en el ataque a la isla habían muerto soldados que estaban pileados. ¿Cuántos de ellos lo habían hecho por voluntad propia y cuántos habían sido obligados? -Lo sé. Sin embargo, no te juzgo porque tú raza creó a SAM. Y tampoco porque SAM intentó matarme dos veces. Pero tú sientes la libertad de juzgar lo que te da la gana sin conocer... Por gente como tú es que la paz es sólo una utopía- Indicó sin dedicarle una mirada y abrió la puerta del armario de cosas perdidas.
Estaba ordenado, vaya que si, al menos había tres cajas y Arleen sacó la primera que vio para empezar a rebuscar. Consiguió una bufanda gris que dejó en la mesa auxiliar y un guante solo, así que eso no lo cogió. Un gorro de color negro también estaba allí, lo apartó. Después fue a la siguiente caja y finalmente consiguió un abrigo no muy grueso pero que le serviría. Rebusco alguna cosa más a ver si conseguía el par del guante pero no, así que guardó esa caja. Fue a por la tercera pero no había más que cosas infantiles. Entonces cogió lo que había apartado y se lo arrastró por la mesa hacia Gelion con el rostro sereno. Si lo tomaba o no, tus sería su problema asi que salió del armario cerrándolo para seguir por el pasillo hasta recepción.
Lo de "aguantar a los ministros" lo entendió, porque ella había tenido que entretener y cuidar de Andreas por todo un mes. Y el hombre podía sacarla de quicio… curiosamente, ambos parecían tener la misma acepción de los magos. Sin embargo, el Ministro había ido a su boda. Se adaptaba o buscaba información. El Sr Draven parecía más reticente.
En el pasillo volvió a ver el cuaderno y cuando Gelion abrió la puerta se tomó un segundo para entrar y ponerlo en la primera superficie que encontró antes de salir, escuchando su comentario de la ciudad -Puedes caminar, yo volaré - Sentenció, no iba a dar su brazo a torcer. Le miró, básicamente desabrigado y tensó los labios. Tendría que haberle traído algo de Sayid, aunque la idea brilló en su mente se apagó en seguida. No quería a un humano que la detestaba por su naturaleza vestido con la ropa de su esposo.
El comentario del bien común hizo que le hirviera la sangre y cerró las manos en puños dentro de los bolsillos. Creía recordar que Andreas le había dicho algo así. Arleen se desvió por un pasillo hacia la zona de "cosas perdidas" esperando encontrar algo más para abrigarlo. Lo cierto es que, en silencio, analizó sus palabras. No mentiría, era consciente de que en el ataque a la isla habían muerto soldados que estaban pileados. ¿Cuántos de ellos lo habían hecho por voluntad propia y cuántos habían sido obligados? -Lo sé. Sin embargo, no te juzgo porque tú raza creó a SAM. Y tampoco porque SAM intentó matarme dos veces. Pero tú sientes la libertad de juzgar lo que te da la gana sin conocer... Por gente como tú es que la paz es sólo una utopía- Indicó sin dedicarle una mirada y abrió la puerta del armario de cosas perdidas.
Estaba ordenado, vaya que si, al menos había tres cajas y Arleen sacó la primera que vio para empezar a rebuscar. Consiguió una bufanda gris que dejó en la mesa auxiliar y un guante solo, así que eso no lo cogió. Un gorro de color negro también estaba allí, lo apartó. Después fue a la siguiente caja y finalmente consiguió un abrigo no muy grueso pero que le serviría. Rebusco alguna cosa más a ver si conseguía el par del guante pero no, así que guardó esa caja. Fue a por la tercera pero no había más que cosas infantiles. Entonces cogió lo que había apartado y se lo arrastró por la mesa hacia Gelion con el rostro sereno. Si lo tomaba o no, tus sería su problema asi que salió del armario cerrándolo para seguir por el pasillo hasta recepción.
- Lucio:
- Lucio Galenus escribió:Cuando mencionó a Aldaron caí en la cuenta de que debía ser él quien estuviese al cargo del hospital durante mi baja, así que me quedé más tranquilo porque el puesto estaba en buenas manos. - Seguro que se ha encargado bien del hospital. Espero que pueda ponerme al día cuando venga. Sólo sé cómo acabaron algunos compañeros tras la batalla, pero no sé nada del resto. ¿Mis padres están bien? ¿los niños también? - mis compañeros probablemente hubiesen estado saturado de trabajo con tantos heridos, pero esperaba que hubiesen sacado a todos adelante. O al menos al mayor número posible de personas. Suspiré cerrando los ojos un momento, un poco preocupado por todo eso. Luego escuché eso de que no le dejaban pasar a la UCI, pensando que debía ser cosa de Oscurus, o por otros motivos. - Bueno, no te verían en condiciones de estar allí. No pasa nada...pronto estaré mejor. - posé mi mano sobre la suya cuando me pasó la mano por la cara, notando yo también que estaba más barbudo de la cuenta. No demasiado, pero más de lo que solía llevar.
Me pareció verle cara de disgusto o de molestia cuando se mordió el labio, pero no entendí muy bien el motivo. - ¿Es porque parezco un vagabundo? te dejaré hacer de barbero, lo juro. - comenté en tono de broma para ver si eso le cambiaba un poco el gesto. Después presté atención a la implicación de los Pendragon, comprendiendo su función en el tema de mi operación. Aún no había visto los informes, pero supuse que debía ser un trabajo fino y complicado. - Cuando me recupere iré a darle las gracias en persona a Darren. - tuve que pensar un par de veces en lo que dijo después sobre compromisos y bodas de Descendientes con hermanas Pendragon, alucinando bastante con ese giro.
- ¿¿Qué?? no tiene ningún sentido. Entiendo lo que son los matrimonios concertados, pero...no sé, es muy raro. Tendremos que hablar con Gio al menos. - el maldito había vuelto a huir otra vez, seguro que Catherine y él se habían puesto a hablar del tema y ya ni siquiera estaban en la puerta. Me moví un poco para dejarle hueco a Sean en un lado de la cama, aunque fuese pequeña y no cupiésemos del todo. Alcé lentamente mi brazo para dejarlo sobre su hombro, sintiéndome reconfortado con aquella cercanía. Sus palabras y sus caricias también hicieron que me sintiera mejor, aunque también me daba algo de miedo defraudarle si en algún momento no estaba a la altura de lo que él pensaba sobre mí. - Sean...creo que me idolatras. No soy para tanto. En realidad todos deberíamos ayudarnos sin querer nada a cambio, y sin debernos anda. Sólo por ayudar al otro. - el mundo estaría mejor si lo hiciésemos, eso seguro. Tal vez era una utopía. Apoyé la frente un momento sobre la de él después de aquel beso corto, sintiendo que ya estaba todo en orden, en paz. Podría descansar sabiendo que él ya estaba conmigo, y que los dos estábamos más o menos bien.
- Olvídate de Wthyr ahora, lo importante es que lo consiguieron. Además, no creo que entrase así con intención de infectar el área de operaciones. Prefiero creer que eran buenas intenciones...-
Asentí cuando dijo que el elfo se estaba haciendo cargo del hospital -Aldaron ha estado pendiente de nosotros, ha venido a visitarte los días que ha estado aquí- solo esperaba que no tardara demasiado en venir a echarle un vistazo a Lucio, me fiaba más de él que de otro médico que no conociera, no quería más disgustos. Al preguntarme sobre sus padres y el resto se me hizo un nudo en la garganta, no me parecía el momento adecuado para darle una mala noticia, ni siquiera yo estaba preparado para dársela así que simplemente desviaría el tema de conversación -La verdad es que no he salido del hospital desde que desperté, lo siento, sólo sé que los que Sayid ya ha salido, creo que de nuestros compañeros no queda ninguno aquí-
sus preguntas sobre sus padres me ponían en un compromiso, no quería mentirle pero tampoco que se alterara y su condición empeorara, había estado muy cerca solo unas horas antes, lo malo es que no podía controlar la expresión de mi rostro y él lo notó pero por suerte no acertó con la razón. Sonreí cuando dijo lo de afeitarlo y le rasqué la barba -no creo que quieras que yo me encargue de esto, se me da fatal todo lo que sea artístico- seguramente acabaría por afeitarlo completamente con lo patoso que era, pero tal vez pudiera encontrar un encantamiento que lo dejara a punto en un momento.
Pasé a explicarle lo ocurrido con los Pendragon, estábamos de acuerdo en que había que agradecer al rubio, tal vez un regalo o invitarlo a cenar, pero cuando comenté lo de la boda la reacción de Lucio me hizo reír -ya le he dejado ese trabajo a Catherine, seguramente le esté echando la bronca... pero no sé, si se quiere casar que lo haga, lo que me molesta es que me haya negado que no tenía nada con las hermanas, nos lo podría haber dicho- me quedé unos segundos pensando en cómo sería una de esas bodas recordando a la rubia cubierta de sangre y temiendo por un segundo que Giordano acabase igual -pero tienes razón, debemos hablar con él... él último prometido de Shivanna acabó... esparcido por todas partes-
Me acomodé en la cama junto a él terminando de contarle la historia además de decirle lo mucho que el resto lo admiraba o al menos que se hacía de querer, sin embargo él no pensaba lo mismo, fruncí el ceño por un momento pero tal y como estaba yo en ese momento no tenía derecho a reprocharle nada. Suspiré pesadamente cuando m dijo que me olvidara de Wthyr pero algo me decía que no podía bajar la guardia, vale que sus hermanos ya no me caían tan mal no terminaba de fiarme, sobretodo de él. -con intención o no estuvo mal, Arleen también se enfadó, al menos se fue sin hacer demasiado escándalo, pero habrá que agradecerle también... ¿qué deberíamos hacer? no quiero una cena incómoda con todo ellos... ¿una carta?- ni la leerían pero la intención era lo que contaba... ¿qué les gustaba? no sabíamos absolutamente nada de ellos. Cerré los ojos un momento para alejar esos pensamientos de mi ente, no quería complicarme más la existencia con aquello solo relajarme.
pasé un rato más junto a Lucio, ahora que estaba despierto no quedaba tan raro que me quedara empanado tocándole la barba que a decir verdad no sabía si le quedaba bien o mal, cuando me sentí satisfecho me levanté volviendo a mi propia cama -creo que ya es suficiente, ahora necesitas descansar- aún así extendí mi mano hacia él para tomar la suya, echaba de menos nuestra cama y recordaba aquella mañana de nieve en la que miramos juntos como todo quedaba completamente blanco, ojalá todo pasara pronto, ojalá pudiéramos volver a casa, ojalá pudiéramos pasar el resto de nuestras vidas sin preocuparnos de nada ni de nadie... con eso en mente me quedé mirando al moreno, esperando que durmiera para poder velar por él mientras lo hacía.
- Él también es un buen amigo...- comenté refiriéndome a Aldaron, sonriendo un poco al recordar también a Gio, o a Catherine. - Se preocupan por nosotros. Ojalá nos llevásemos así de bien todos en el Consejo. - las relaciones del grupo no eran todas de amistad, sino más bien algo parecido a compañeros de trabajo con mayor o menor afinidad. Algunos chocaban demasiado. Esperé por saber más de las personas que le había preguntado, pero no hubo manera.
Me quedé un tanto chafado con la respuesta de Sean por no saber nada de mis padres, aunque supuse que era normal que no supiese nada porque él también había estado ingresado. Tal vez ni se querían acercar por aquí para no vernos juntos. No dije nada, sólo solté un suspiro por lo bajo como de pena. Asentí un poco distraído a lo de la barba, aunque todavía no me había mirado al espejo. - Puedo quedar afeitado del todo. O cambiarme a un estilo diferente al que llevaba. Puedes hacerme lo que quieras, confío en tus dotes de barbero. - realmente no, pero por darle confianza y que luego me dejara a mí cortarle el pelo.
El tema Pendragon empezó a provocarme cansancio tras la sorpresa inicial, aunque tal vez fuese porque ya llevaba hablando demasiado rato desde que había despertado. - No creo que a Gio le guste ninguna de las hermanas...él es sociable raro. Puede tener otros amigos que no seamos nosotros. - reflexioné pensando en Giordano y su forma de ser. Lo que me asustó fue lo del prometido, me daba miedo que pudiese pasarle eso a nuestro amigo. - Esas bodas son una salvajada muy extraña. Menos mal que las nuestras no son así. - de lo contrario nadie en la isla querría casarse tan alegremente. Todavía teníamos pendiente la nuestra, y tenía claro que no quería que la oficiase Jack.
- Podemos quedar con ellos en un bar, o en el salón de té. Así no tendríamos que estar mucho rato. - sugerí a su pregunta sobre lo que deberíamos hacer, obviando lo de la carta. Debíamos verles cara a cara. Poco más podíamos hacer ninguno por ahora, así que intenté relajarme mientras Sean me pasaba la mano por la cara y la barba. Casi empezaron a cerrárseme los ojos por ese efecto y por el propio cansancio mental que tenía. - No te lo voy a negar...me estoy durmiendo... - permanecí con su mano cogida aunque se fuese a su cama, aferrándome a ella porque me daba tranquilidad y paz. Ninguno de los dos queríamos soltarnos, y ojalá fuese así por mucho tiempo. Apenas tardé 4 o 5 en conciliar el sueño, comenzando a respirar rítmicamente y aflojando un el agarre de la mano de Sean hasta que al final nos quedamos dormidos los dos.
Al despertar vinieron a revisarnos, dándonos el alta a ambos tras algunas recomendaciones. Después de eso pudimos marcharnos del hospital.
Me quedé un tanto chafado con la respuesta de Sean por no saber nada de mis padres, aunque supuse que era normal que no supiese nada porque él también había estado ingresado. Tal vez ni se querían acercar por aquí para no vernos juntos. No dije nada, sólo solté un suspiro por lo bajo como de pena. Asentí un poco distraído a lo de la barba, aunque todavía no me había mirado al espejo. - Puedo quedar afeitado del todo. O cambiarme a un estilo diferente al que llevaba. Puedes hacerme lo que quieras, confío en tus dotes de barbero. - realmente no, pero por darle confianza y que luego me dejara a mí cortarle el pelo.
El tema Pendragon empezó a provocarme cansancio tras la sorpresa inicial, aunque tal vez fuese porque ya llevaba hablando demasiado rato desde que había despertado. - No creo que a Gio le guste ninguna de las hermanas...él es sociable raro. Puede tener otros amigos que no seamos nosotros. - reflexioné pensando en Giordano y su forma de ser. Lo que me asustó fue lo del prometido, me daba miedo que pudiese pasarle eso a nuestro amigo. - Esas bodas son una salvajada muy extraña. Menos mal que las nuestras no son así. - de lo contrario nadie en la isla querría casarse tan alegremente. Todavía teníamos pendiente la nuestra, y tenía claro que no quería que la oficiase Jack.
- Podemos quedar con ellos en un bar, o en el salón de té. Así no tendríamos que estar mucho rato. - sugerí a su pregunta sobre lo que deberíamos hacer, obviando lo de la carta. Debíamos verles cara a cara. Poco más podíamos hacer ninguno por ahora, así que intenté relajarme mientras Sean me pasaba la mano por la cara y la barba. Casi empezaron a cerrárseme los ojos por ese efecto y por el propio cansancio mental que tenía. - No te lo voy a negar...me estoy durmiendo... - permanecí con su mano cogida aunque se fuese a su cama, aferrándome a ella porque me daba tranquilidad y paz. Ninguno de los dos queríamos soltarnos, y ojalá fuese así por mucho tiempo. Apenas tardé 4 o 5 en conciliar el sueño, comenzando a respirar rítmicamente y aflojando un el agarre de la mano de Sean hasta que al final nos quedamos dormidos los dos.
Al despertar vinieron a revisarnos, dándonos el alta a ambos tras algunas recomendaciones. Después de eso pudimos marcharnos del hospital.
Gelion Draven
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Arleen escribió:Arleen Royden escribió:La mayor parte de su conversación no recibió respuesta alguna. Bueno si, silencio puro y una mirada impasible. Lo que siguió a continuación fue un tono de sorna y Arleen frunció el ceño, ofendida, por supuesto. Tal vez debería dejar que se quedara en el hospital y no hacer absolutamente nada para que mejorará. Derivarlo al psicomedimago, que siguiera con rehabilitación y ya -En efecto- Dijo, simplemente.
Lo de "aguantar a los ministros" lo entendió, porque ella había tenido que entretener y cuidar de Andreas por todo un mes. Y el hombre podía sacarla de quicio… curiosamente, ambos parecían tener la misma acepción de los magos. Sin embargo, el Ministro había ido a su boda. Se adaptaba o buscaba información. El Sr Draven parecía más reticente.
En el pasillo volvió a ver el cuaderno y cuando Gelion abrió la puerta se tomó un segundo para entrar y ponerlo en la primera superficie que encontró antes de salir, escuchando su comentario de la ciudad -Puedes caminar, yo volaré - Sentenció, no iba a dar su brazo a torcer. Le miró, básicamente desabrigado y tensó los labios. Tendría que haberle traído algo de Sayid, aunque la idea brilló en su mente se apagó en seguida. No quería a un humano que la detestaba por su naturaleza vestido con la ropa de su esposo.
El comentario del bien común hizo que le hirviera la sangre y cerró las manos en puños dentro de los bolsillos. Creía recordar que Andreas le había dicho algo así. Arleen se desvió por un pasillo hacia la zona de "cosas perdidas" esperando encontrar algo más para abrigarlo. Lo cierto es que, en silencio, analizó sus palabras. No mentiría, era consciente de que en el ataque a la isla habían muerto soldados que estaban pileados. ¿Cuántos de ellos lo habían hecho por voluntad propia y cuántos habían sido obligados? -Lo sé. Sin embargo, no te juzgo porque tú raza creó a SAM. Y tampoco porque SAM intentó matarme dos veces. Pero tú sientes la libertad de juzgar lo que te da la gana sin conocer... Por gente como tú es que la paz es sólo una utopía- Indicó sin dedicarle una mirada y abrió la puerta del armario de cosas perdidas.
Estaba ordenado, vaya que si, al menos había tres cajas y Arleen sacó la primera que vio para empezar a rebuscar. Consiguió una bufanda gris que dejó en la mesa auxiliar y un guante solo, así que eso no lo cogió. Un gorro de color negro también estaba allí, lo apartó. Después fue a la siguiente caja y finalmente consiguió un abrigo no muy grueso pero que le serviría. Rebusco alguna cosa más a ver si conseguía el par del guante pero no, así que guardó esa caja. Fue a por la tercera pero no había más que cosas infantiles. Entonces cogió lo que había apartado y se lo arrastró por la mesa hacia Gelion con el rostro sereno. Si lo tomaba o no, tus sería su problema asi que salió del armario cerrándolo para seguir por el pasillo hasta recepción.
Definitivamente la doctora se había ofendido tal y como demostraban sus expresiones y sus escuetas palabras. Al girar por un pasillo tomando ella la delantera sonreí con cierta satisfacción. De alguna manera me entretenía molestar a la gente.
Asentí cuando dijo que podía caminar. Si, lo haría. No iba a usar ese chisme mágico sin cinturones de seguridad ni sistemas de protección como un buen vehículo debía tener. Un coche. Me moría de ganas de arrancar un maldito jeep del ejército y rodar por las carreteras de tierra firme donde apenas había presencia mágica.
Volvió a hablar. La doctora no sabía hacerse la ofendida sin expresarlo en voz alta. Un nuevo gruñido sarcástico se escapó de mi garganta en un tono bajo. Hablaba de juzgar. Yo supuestamente juzgaba a su raza. Curioso que ella juzgase mis palabras sin saber nada de mi.
Comenzó a sacar cosas de unas cajas y esperé pacientemente con mis brazos cruzados. Sin mediar palabra me ofreció aquel abrigo y siguió el camino. Era diciembre, no estaba loco como para rechazarlo. Me puse el abrigo, noté la tensión de la tela en mi espalda. No podía ser de un mago grande, seguramente era de uno de esos elfos esmirriadadamente flacos. Cogí la bufanda y seguí los pasos de la doctora saliendo del hospital.
Kiana Wolfrun escribió:No intervengo en la charla entre Altaïr y Anteia porque mis dientes todavía están agarrando la mano del licántropo a ésa altura y porque todo está dicho. Me culpo más a mí por no haber sido lo suficientemente fuerte para siquiera hacerles un rasguño a aquellos trolls de metal y por haber huído de la batalla que al descendiente de Licaón. Está de vuelta y está vivo, eso quiere decir que no tengo que ir a buscarlo y despellejarlo para cocinarlo y servirlo en la cena, lo que es bueno, pero siendo su compañera también quiero participar en lo que él hace. Mi mandíbula deja ir la mano del hombre y entre sus caricias en mi vientre que me hacen sentir cosquilleos entre las piernas y las palabras de la chamana que me recuerdan el calor y el sabor salado de la piel de Altaïr sobre la mía, el deseo pronto se refleja en mí mirada que va desde sus ojos a su boca, pero el hecho de no tener la gran pata de cerdo cuando la pido interrumpe mi acaloramiento. -La quiero ahora.- Digo con calma.
Suspiro aliviada al conseguir una posición más cómoda acostada en la camilla con la ayuda del licántropo, su tacto me distrae del molesto tirón que siento en el bajo abdomen. -¿En reposo?- Termino la oración por la rubia, estoy a punto de preguntar por cuánto tiempo cuando suelta que me debería quedar por todo lo que queda de embarazo. Eso me disgusta, estoy calmadamente disgustada. Quedarme en la casa del descendiente de Licaón era una cosa, a pesar de estar lejos de la naturaleza sentía la presencia del hombre que le daba un soplo de atractivo aire primitivo y elemental, aunque él no siempre estaba por una u por otra razón, pero quedarme en este sitio completamente extraño... -¿No pueden ponerme una cama como la de Altaïr en el bosque? Una manta sería suficiente.- Pregunto, mi expresión deja claro que la idea de permanecer aquí no me gusta para nada, en lo más mínimo, pero primero; los cachorros.
Tomo la mano del licántropo para apartarla de mí barriga y dejar hacer a la curandera pero no la suelto porque lo noto tenso, él me había animado a poner mi confianza en Anteia y tengo fe en la mujer porque ella hasta ahora siempre se mostró preocupada por el bienestar de los cachorros y el mío, eso no significa que me sienta tan segura con ella como con mi clan o con el descendiente de Licaón, pero no está muy lejos aunque siempre estoy lista para reaccionar, al menos, a un ataque físico. Al escuchar esos sonidos suelto aire en un suspiro que no sabía que retenía. Siguen ahí, mis cachorros, la esperanza de mi clan sigue viva. Yo fui capaz de mantenerlos a salvo y ellos fueron fuertes. Me imagino a unos poderosos licántropos, con la sangre de Licaón corriendo por sus venas, trotando sobre el verdor entre gruesos árboles. Eso me saca una sonrisa y giro el rostro para mirar al hombre junto a mí e intentar conectar con sus ojos mientras le doy un apretón a su mano.
Pasa el tiempo, pero no me importa demasiado, supongo que ese sonido son mis hijos y saber que están allí me hace feliz, podría no hacer más que escuchar ese ruido en silencio por el resto de mi vida. Cuando la rubia dice de uno que se dejó ver y que es un varón centro mi atención en ella y luego en la pantalla aunque no entiendo nada de lo que veo ahí. ¿Un varón?¿Eso quiere decir que el resto son todas mujeres? Eso tal vez permitiría que muchos de mis nietos se queden en el clan y no sea tan difícil rastrearlos, eso es bueno. Sonrío ante la idea de los cachorros peleando desde antes de nacer, serían unos ganadores con su primer llanto. Me miro la barriga cuando la chamana predice que se pondrá muy grande. -En realidad, comparado con mis anteriores embarazos a ésta altura, ya estoy bastante grande. Se nota que llevo a más de tres bebés, mi récord anterior a Altaïr.- Explico. Dejo que él agarre el papel que la mujer nos entrega mientras yo acaricio mi vientre hinchado y lo miro con anhelo. Ya quiero enseñarles las maravillas de lo salvaje, lo privilegiados que son por ser licántropos y cuánto podrían ayudar compartiendo su privilegio al convertir a los que se lo merecen.
-Queremos declarar públicamente que somos compañeros y no lo quiero hacer aquí, quiero hacerlo en el bosque, ante todos y que haya mucha carne, jamón sobre todo. Quiero que los árboles y la luna escuchen y sean testigos de nuestra promesa.- Digo lo último mirando profundamente al licántropo luego de que la rubia pregunte si tenemos dudas. -Luego de eso quiero que la descendiente de Confucio me duerma hasta que nazcan los cachorros, es terriblemente doloroso ignorar el llamado de la luna cada mes, los licántropos no deberían hacerlo, es como decidir no respirar.- Pero yo aguantaría la respiración el tiempo necesario por mí clan.
-No, Kiana, debes estar bajo vigilancia- Sentenció Anteia porque aunque comprendía que quería estar libre y dejar ir su naturaleza licántropa, es cierto que no podía. Tanto ella como muchas mujeres debían tomar precauciones extras para mantener la salud de sus pequeños. Y eso a veces hasta con uno solo en cambio ella tenía 13. Después de eso empezaron a hablar de una posible boda y Anteia se quedó contemplandolos con una sonrisa. Era una buena opción hacerlo ahora antes de que no pudiera moverse de la cama.
-No- Respondió de pronto arqueando una ceja cuando soltó aquello de dormirla -Eso no es correcto. Tendrás que soportar no responder al llamado de la luna por tus hijos, Kiana. Si algo ocurre si algo está mal lo mejor es que estés despierta para comunicarlo. Nadie mejor que tú sabrá cómo te sientes. - Volvió la vista a Altaïr como queriendo transmitirle que esa no era una opción sólo con la mirada. Tras eso apagó las máquinas y las alejó dejandoles la ecografía a mano -Cualquier cosa me avisais, tengo que hacer ronda con otras embarazadas- Se despidió con una sonrisa y se fue, dejando un par de indicaciones a los enfermeros sobre el control, dieta y demás detalles de Kiana.
Altair Kirgyakos
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Apuntaba mentalmente y con suma atención las recomendaciones de Anteia, asintiendo con seguridad a cada frase que salía por su boca. - Lo mejor será que ponga un buen nutricionista y un cocinero a cargo de todo eso de la alimentación. Diría que la dieta que llevamos ahora no es de lo más… Variada - Realmente nos guiábamos por los antojos de Kiana, y algo me decía que eso no podía ser del todo bueno. Ella pregunto por aquella pata de jamón y yo reí por la ironía de la situación. - En llegar a casa arrasamos con la nevera, ¿vale?- Sonreí como nunca antes había hecho, mostrando los colmillos pero sin una pizca de intimidación, esa inocencia de la que iba a ser la madre de mis hijos me derretía.
Noté cómo la mirada de la rubia me atravesaba, no dije nada al respecto en ese momento, pero giré mi cara para mirar hacia otro lado como desaprobación. - Preferiría morir a que les pasase nada a mis futuros hijos - Dije aún con la mirada perdida, pero mi mano aferraba con fuerza la mano de Kiana.
Volví a asentir, ahora más lentamente, cuando la rubia sugirió que se quedase interna en el hospital. Ella tenía razón, yo no tenía ni idea de embarazos ni bebes ni mierdas. - Danos unos días para poder hablarlo tranquilamente, pero lo más seguro es que venga a vivir aquí - Realmente el lugar donde estuviese me daba igual mientras ella y los lobitos estuvieran lo mejor posible, aunque la curandera sentenció que lo mejor era que se mudase allí. -Haré todo lo posible para que tu habitación esté a tu gusto y respete las condiciones del embarazo. Y lo que respecta a las transformaciones yo también me niego. Es más, yo tampoco me transformaré hasta que nazcan los cachorros- Era lo único que podía hacer en ese momento para convencerla y que fuese algo justo para los dos. - Lo prometo-
Miré a Kiana y empecé a acariciar su pelo mientras Anteia hacía cosas con sus aparatos. Intenté descifrar la ecografía, pero solo veía formas raras que, al parecer, eran mis hijos. Me quedé boquiabierto cuando indicó que ya se sabía el sexo de uno. -Un varón...- Repetí con un susurro mientras hablaban nosequé de hidratación. Negué con la cabeza ante la pregunta de si había más dudas, seguía en shock.
Anteia se fue, y a mí me costó un rato asimilar aquello del crío. Fué una buena hostia de realidad aquella revisión, lo de que iba a ser padre se ponía cada vez más serio. Me levanté, cogí a Kiana con suma facilidad para acomodarla suavemente en mi pecho mientras con la otra mano cogía la silla de ruedas con las radiografías y demás detalles. -Nos vamos a casa, tenemos una mudanza que preparar- Salí de allí con soltura en dirección a mi apartamento.
Noté cómo la mirada de la rubia me atravesaba, no dije nada al respecto en ese momento, pero giré mi cara para mirar hacia otro lado como desaprobación. - Preferiría morir a que les pasase nada a mis futuros hijos - Dije aún con la mirada perdida, pero mi mano aferraba con fuerza la mano de Kiana.
Volví a asentir, ahora más lentamente, cuando la rubia sugirió que se quedase interna en el hospital. Ella tenía razón, yo no tenía ni idea de embarazos ni bebes ni mierdas. - Danos unos días para poder hablarlo tranquilamente, pero lo más seguro es que venga a vivir aquí - Realmente el lugar donde estuviese me daba igual mientras ella y los lobitos estuvieran lo mejor posible, aunque la curandera sentenció que lo mejor era que se mudase allí. -Haré todo lo posible para que tu habitación esté a tu gusto y respete las condiciones del embarazo. Y lo que respecta a las transformaciones yo también me niego. Es más, yo tampoco me transformaré hasta que nazcan los cachorros- Era lo único que podía hacer en ese momento para convencerla y que fuese algo justo para los dos. - Lo prometo-
Miré a Kiana y empecé a acariciar su pelo mientras Anteia hacía cosas con sus aparatos. Intenté descifrar la ecografía, pero solo veía formas raras que, al parecer, eran mis hijos. Me quedé boquiabierto cuando indicó que ya se sabía el sexo de uno. -Un varón...- Repetí con un susurro mientras hablaban nosequé de hidratación. Negué con la cabeza ante la pregunta de si había más dudas, seguía en shock.
Anteia se fue, y a mí me costó un rato asimilar aquello del crío. Fué una buena hostia de realidad aquella revisión, lo de que iba a ser padre se ponía cada vez más serio. Me levanté, cogí a Kiana con suma facilidad para acomodarla suavemente en mi pecho mientras con la otra mano cogía la silla de ruedas con las radiografías y demás detalles. -Nos vamos a casa, tenemos una mudanza que preparar- Salí de allí con soltura en dirección a mi apartamento.
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Los sanadores comenzaron a distribuir a los heridos en diferentes lugares dependiendo de su gravedad, sacando camillas desde urgencias. Algunos fueron llevados a quirófano, otros a la UCI, y otros a la planta de habitaciones para ingresos. De la sala de curas trajeron las camillas de Yaroslav, Dyospiros y Thalos para meterlos juntos en una gran habitación en la que ya se encontraban Johan y Thoren, ambos dormidos. El drow también se había dormido, después de comerse su donut de regalo.
- Os dejamos aquí a todos. No se os ocurra marcharos antes de tiempo, que os conocemos. - recordó el sanador bonachón (de nombre VINCENT FARNESIO) , dándoles un último repaso a los goteros para asegurarse de que tenían lo que les hacía falta. - Pulsad el botón si necesitáis algo. - se dio la vuelta, saliendo de la habitación para ir a revisar otras. Le informaron de que pondrían a todos los del grupo Pendragon en la misma, una al lado de la que acababa de salir. El resto de Pendragon los habían enviado a la UCI. Con todo aquello organizado se marchó de allí, de vuelta a urgencias en espera de la siguiente tanda.
--------------------------
OFF:
HABITACIÓN 1 (pacientes): Thoren Tolstoi, Yaroslav Toltoi, Dyospiros, Johan Black, Thalos Draven
HABITACIÓN 2 (pacientes): Ixión, Goth
- Os dejamos aquí a todos. No se os ocurra marcharos antes de tiempo, que os conocemos. - recordó el sanador bonachón (de nombre VINCENT FARNESIO) , dándoles un último repaso a los goteros para asegurarse de que tenían lo que les hacía falta. - Pulsad el botón si necesitáis algo. - se dio la vuelta, saliendo de la habitación para ir a revisar otras. Le informaron de que pondrían a todos los del grupo Pendragon en la misma, una al lado de la que acababa de salir. El resto de Pendragon los habían enviado a la UCI. Con todo aquello organizado se marchó de allí, de vuelta a urgencias en espera de la siguiente tanda.
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HABITACIÓN 1 (pacientes): Thoren Tolstoi, Yaroslav Toltoi, Dyospiros, Johan Black, Thalos Draven
HABITACIÓN 2 (pacientes): Ixión, Goth
El tal Farnesio ese que era como el abuelo que nunca tuve terminó de atendernos en las salas de curas tanto al ruso como a mi, terminando de sacarme del costado unos cuantos de esos nanoputos que habian decidido que mis costillas eran un gran lugar para hacer de okupas. Pues no, hijos de puta, no lo es.
Nos llevaron a las habitaciones donde nos habian informado que teniamos que quedarnos ingresados dos o tres dias en observacion. Las pociones y los analgésicos estaban haciendo bien su trabajo y aunque yo por fuera parecia templado y controlado, por dentro estaba que me comía vivo al no recibir noticias del exterior. El calor me habia vuelto a las extremidades gracias a las transfusiones y las reabastecedoras, pero no dejaba de gira el galeon entre mis dedos, metido en mi camilla de hospital, esperando noticias.
Al menos el jaleo del exterior habia cesado.
Farnesio se fue con una ultima advertencia muy atinada y levanté mi ceja, era papa noel o algo asi y por eso sabia quienes nos portabamos mal en los hospitales? El caso es que al poco trajeron a Johan, pero este estaba bien sopas, al igual que Thoren y el drow.
- Joder Black, ya pensaba que te habias quedado ahi abajo. - dije entre aliviado y cabreado. Cuando se recuperase, le soltaria una hostia por haberme tirado de malas maneras por el portal aquel.
Escribí un mensaje para Erika en el galeón, y despues lo dejé en mi regazo. Sabiendo que ella estaba bien y el Black tambien, me quedé mas tranquilo y hasta pude suspirar, cerrar los ojos y saborear nuestra victoria aunque solo fuese por algunos instantes.
Nos llevaron a las habitaciones donde nos habian informado que teniamos que quedarnos ingresados dos o tres dias en observacion. Las pociones y los analgésicos estaban haciendo bien su trabajo y aunque yo por fuera parecia templado y controlado, por dentro estaba que me comía vivo al no recibir noticias del exterior. El calor me habia vuelto a las extremidades gracias a las transfusiones y las reabastecedoras, pero no dejaba de gira el galeon entre mis dedos, metido en mi camilla de hospital, esperando noticias.
Al menos el jaleo del exterior habia cesado.
Farnesio se fue con una ultima advertencia muy atinada y levanté mi ceja, era papa noel o algo asi y por eso sabia quienes nos portabamos mal en los hospitales? El caso es que al poco trajeron a Johan, pero este estaba bien sopas, al igual que Thoren y el drow.
- Joder Black, ya pensaba que te habias quedado ahi abajo. - dije entre aliviado y cabreado. Cuando se recuperase, le soltaria una hostia por haberme tirado de malas maneras por el portal aquel.
Escribí un mensaje para Erika en el galeón, y despues lo dejé en mi regazo. Sabiendo que ella estaba bien y el Black tambien, me quedé mas tranquilo y hasta pude suspirar, cerrar los ojos y saborear nuestra victoria aunque solo fuese por algunos instantes.
--- HABITACIÓN 1 (pacientes): Thoren Tolstoi, Yaroslav Toltoi, Dyospiros, Johan Black, Thalos Draven ----
La noche transcurrió en calma para todos los que estábamos en la habitación, o al menos yo no abrí los ojos hasta bien entrada la mañana siguiente. Tardé algunos segundos más en reiniciarme, identificando poco después la habitación del hospital de Ouroboros. Al ladear la cabeza pude ver que no estaba solo, y eso era una buena señal. No estaríamos ahí si todo se hubiese torcido al final en Turín, nos habrían acabado localizando. Hice memoria de todo lo que recordaba de la llegada al hospital, lo que me dijo Justin sobre Nyara, y que Sirius no se había quedado allí abajo. En zona mágica podría recuperarse en condiciones.
- Thalos...- lo llamé con la voz algo ronca, removiéndome en la cama para incorporarme un poco. El efecto de la droga se había pasado y me dolía todo el cuerpo, pero eso era lo de menos teniendo en cuenta la paliza que nos habían dado el día anterior. - ¿Lo hemos conseguido, verdad? - pregunté en un tono que no admitía otra respuesta que no fuese un sí. Miré al resto de camas, donde los dos hermanos Tolstoi y el drow seguían durmiendo. Era el único de la Brigada que estaba allí, lo cual me inquietó - ¿Sabes algo de los demás? ¿ y de la misión de Turín? -
La noche transcurrió en calma para todos los que estábamos en la habitación, o al menos yo no abrí los ojos hasta bien entrada la mañana siguiente. Tardé algunos segundos más en reiniciarme, identificando poco después la habitación del hospital de Ouroboros. Al ladear la cabeza pude ver que no estaba solo, y eso era una buena señal. No estaríamos ahí si todo se hubiese torcido al final en Turín, nos habrían acabado localizando. Hice memoria de todo lo que recordaba de la llegada al hospital, lo que me dijo Justin sobre Nyara, y que Sirius no se había quedado allí abajo. En zona mágica podría recuperarse en condiciones.
- Thalos...- lo llamé con la voz algo ronca, removiéndome en la cama para incorporarme un poco. El efecto de la droga se había pasado y me dolía todo el cuerpo, pero eso era lo de menos teniendo en cuenta la paliza que nos habían dado el día anterior. - ¿Lo hemos conseguido, verdad? - pregunté en un tono que no admitía otra respuesta que no fuese un sí. Miré al resto de camas, donde los dos hermanos Tolstoi y el drow seguían durmiendo. Era el único de la Brigada que estaba allí, lo cual me inquietó - ¿Sabes algo de los demás? ¿ y de la misión de Turín? -
Shyvanna Pendragon
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Al salir de urgencias se había topado con un sanitario del hospital a quien le pidió información sobre los ingresos. Este le informó del piso donde correspondía y avanzó junto a gran parte de su equipo, pero llegó un momento en el que se detuvo -Iros. Buscar a Darren y avisarle que estoy buscando a Goth e Ixion para llevarlos a Avalon- Ella no iba a poder desaparecerse, pero sabía que su hermano estaba con los dragones y eso le dejaba un poco más tranquila.
Siguió avanzando abriendo algunas puertas pero las habitaciones estaban vacías hasta que abrió una en la que se encontraban, nada más y nada menos, que cinco deliciosos caballeros. La mirada azul de Shyvanna se posó sobre Thalos y luego sobre Johan un instante para finalmente pasar a Yaroslav, Dyospiros y Thoren. Dormidos los últimos -¿Os encontrais bien?- Preguntó con suavidad tras entrar y cerrar la puerta. Miró a Thalos durante un instante recordando que había sido la última cara que había visto antes de que todo se fundiera en negro y le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo así que…buscó calor.
Se acercó a la camilla de Thoren, quitándole el cabello del rostro y dándole un par de palmaditas en la cara -Despierrrta- Le ronroneó la R porque se había dado cuenta de que tenía un acento muy marcado. Aunque la Pendragon llevaba el rostro y el cabello limpio toda su ropa estaba manchada de sangre y era evidente que era una mezcla de sangre propia y ajena por la forma en la que estaban hechas las manchas. Le cogió de la mandíbula a Thoren y le plantó un suave beso en los labios antes de ir besando su mejilla hasta su oreja -Despierrrta, Thoren. Tengo que decirte el día y la hora de nuestra cita. Fue una promesa- Levantó su cuerpo para mirar a los demás mientras se sentaba. Y aquella mirada no decía nada amable, sólo los pecaminosos pensamientos que se estaban cruzando por su cabeza.
Sonrió de lado. Es que se montaría una orgía allí mismo. Aunque con sólo dos despiertos sería un delicioso trío. Miró a Johan un instante, luego sus brazos y su cuerpo. Después de eso a Thalos, sus manos y sus labios. Uno delante, otro detrás…Simplemente entregados al placer. Umm… -Joder…Decidme que alguna vez os habéis montado un trío…juntos- Especificó -Por el bien de mi cordura mental. ¿Quién ha sido la afortunada? Si no...Me ofrezco voluntaria- Tuvo que darse un poco de aire con la mano porque la viveza de sus propios pensamientos estaba acalorándola y se acomodó la camiseta porque el roce de esta contra su piel estaba poniéndola cabrona.
Siguió avanzando abriendo algunas puertas pero las habitaciones estaban vacías hasta que abrió una en la que se encontraban, nada más y nada menos, que cinco deliciosos caballeros. La mirada azul de Shyvanna se posó sobre Thalos y luego sobre Johan un instante para finalmente pasar a Yaroslav, Dyospiros y Thoren. Dormidos los últimos -¿Os encontrais bien?- Preguntó con suavidad tras entrar y cerrar la puerta. Miró a Thalos durante un instante recordando que había sido la última cara que había visto antes de que todo se fundiera en negro y le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo así que…buscó calor.
Se acercó a la camilla de Thoren, quitándole el cabello del rostro y dándole un par de palmaditas en la cara -Despierrrta- Le ronroneó la R porque se había dado cuenta de que tenía un acento muy marcado. Aunque la Pendragon llevaba el rostro y el cabello limpio toda su ropa estaba manchada de sangre y era evidente que era una mezcla de sangre propia y ajena por la forma en la que estaban hechas las manchas. Le cogió de la mandíbula a Thoren y le plantó un suave beso en los labios antes de ir besando su mejilla hasta su oreja -Despierrrta, Thoren. Tengo que decirte el día y la hora de nuestra cita. Fue una promesa- Levantó su cuerpo para mirar a los demás mientras se sentaba. Y aquella mirada no decía nada amable, sólo los pecaminosos pensamientos que se estaban cruzando por su cabeza.
Sonrió de lado. Es que se montaría una orgía allí mismo. Aunque con sólo dos despiertos sería un delicioso trío. Miró a Johan un instante, luego sus brazos y su cuerpo. Después de eso a Thalos, sus manos y sus labios. Uno delante, otro detrás…Simplemente entregados al placer. Umm… -Joder…Decidme que alguna vez os habéis montado un trío…juntos- Especificó -Por el bien de mi cordura mental. ¿Quién ha sido la afortunada? Si no...Me ofrezco voluntaria- Tuvo que darse un poco de aire con la mano porque la viveza de sus propios pensamientos estaba acalorándola y se acomodó la camiseta porque el roce de esta contra su piel estaba poniéndola cabrona.
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