Planta de cuidados intensivos

A pesar del éxito de la misión el ambiente aún se siente sombrío, puede que el reciente ataque haya logrado algunas victimas más aparte de la anterior invasión. Toda esta clase de eventos no puede ser una coincidencia, aunque puede ser solo el conspiranoico en mi y solo he llegado a un momento turbulento en la historia de este mundo.

-¡Eh! No me mires así—recrimino al ver esa mirada cuando comento sobre los mundanos, porque sé lo que significa—yo no tengo ningún rencor por causas de guerra racial, la actitud que ellos me mostraron también los he visto en magos, y no puedo decidir cual de los 2 puede ser más cruel—la respuesta no verbal sobre mi duda de la teletransportación ha sido algo cínica para el Descendiente, al menos para lo poco que conozco sobre él, aunque tampoco me sorprende, si los que se acaban de ir son de los Pendragón.

-¿Y que pasa con los robots?, ¿saben que ha pasado con el resto de la maquinaria?—mi conocimiento sobre estos androides y robots capaces de comprender su propia existencia es limitado. ¿Será que solo la IA fragmentada SAM es consciente?, ¿habrá más?, solo queda esperar que el si hay más, no sean genocidas.

De pronto, soy sacado de mis pensamientos y me jalan de la camilla—¿eh?, ¿Qué haces?—por poco resbalo mientras me acomodo para bajar—pero si el descanso también es necesario—respondo con desgana al comentario del atrofio de músculos y lo demás. Tampoco es que me guste estar aquí, pero joder, un descanso bien merecido debe tomarse completo, ¿no?—………….ok, tienes un punto—la entidad del bosque oscuro, tendremos que quitárnoslo de encima antes de que se vuelva una amenaza para los civiles. Supongo que las clases van a iniciar tiempo después de arreglar un poco las cosas del reciente ataque, me servirá como entrenamiento y si aprendo algo nuevo, bienvenido sea. Lo del censo, supongo que seré un ayudante más en la logística del proceso—primero déjame ponerme ropa, que no soy exhibicionista—técnicamente tengo ropa, pero es una simple bata para los pacientes, por debajo ni ropa interior tenemos.

Una vez me permite tal lujo, me indica que en el tiempo que estuvimos en recuperación, se organizaba una fiesta. Tomé algunas cosas mías antes de seguirle al paso por la salida y prepararme para el evento. Al menos un momento relax antes de proseguir con el trabajo que se nos viene por delante, los próximos días.

- Por la pila del cuello? - pregunté, aquello no se lo podían quitar porque era peligroso, lo mas que podian aspirar era a desconectarlo de la IA y no podiamos estar seguros de si habia funcionado asi que sin jaula Faraday era normal que se hubiese acojonado....- jaja....has dicho... "putolejos...."

Me reí como cansadisimo porque me dolía todo el cuerpo pero aun asi me hacia mucha gracia cada vez que decía un taco. Luego confesó sus fechorías y me llevé el indice a los labios fingiendo silencio.
- Shh... o te pondrán un cartel de se busca como han hecho con Dyospiros....ya nos tienen un poco por delincuentes asi que... - alcé mis hombros, que se le iba a hacer, la fama ya la habiamos creado. Luego la miré con cara de pena, si, había una fiesta, y aqui estaba yo, maldita sea. Y Cleo, la pobre...recuperándose aun.

Parpadeé lentamente cuando dijo que estaban intentando convertir a Balto en un loro, porque por un momento la creí. Tenía ganas de estrujar al chucho y hacerlo de rabiar...
- Pero no lo sabías, no había manera de saberlo. - busqué su mano con la mía, apretandola entre mis dedos cuando la encontré sobre mi muslo. Me alegraba de que estuviese aqui, conmigo, y ya. Por el momento no me hacía falta nada mas.

- Seguramente los medicos de aqui puedan pensar en algo, porque nosotros no tenemos a ningun genio a bordo, como Ahren o Len. Pero desde luego no pienso quedarme así....aunque al principio tenga que salir con muletas...luego puedo ponerme algo guay, como..no se, una para de palo pero mas moderna, que dispare cosas....o algo asi. O una pata robótica chunga. - divagué, pues era algo de lo que tenía ganas de compartir mis pensamientos, pero luego soltó aquello de ponerle menos con una sola pierna y alcé una ceja, dejando mi repentina verborrea para mirarla. De verdad? Volví a mirar hacia el frente, donde se veia bajo la sabana de modo evidente lo que había perdido. Por un momento tuve mis dudas de que estuviese diciendo la verdad, porque a mi era una vista que sinceramente, agradarme no me agradaba.... pero luego me planteé el asunto a la inversa....y sabía que si fuera ella la que estuviese en mi lugar, yo sentiria exactamente lo mismo, la vería igual.
- Se que no lo digo lo suficiente pero.... - suspiré modo "que se le va a hacer", mirándola. - Te quiero. Y ahora sácame de aquí. Diles que no me va a crecer la pierna aunque me tengan mas dias aquí tumbado y que quiero el alta. Que a mi no me creen, parece.

-¡Pues claro! La doctora me dijo que no estaban seguros de si podía volver a reconectarse y claro...imagina que... -No continué porque por alguna razón le hizo gracia mi forma de hablar. Entrecerré los ojos un momento pensando que tal vez se me había escapado alguna palabra con acento francés mal puesto, repasando lo que había dicho. Siempre que pronunciaba mal se reía, así que seguramente había sido por eso pero no entendía-Putolejos sí, muy lejos , más allá de los campos. Putolejos...-Volví a pronunciarlo en mi mente bastante perdida.-Se dice así ¿no?

-Lo sé-Dije por lo bajo super indignada con aquello del cartel de se busca. -Solo han sido dos vacas...o tres ¿tu crees que se darán cuenta?-Esperaba que no, o que para cuando atasen cabos estuviésemos ya en tierra. Porque los descendientes estos de las narices se gastaban unos humos que flipas.

Dudé si había pillado el chiste de Balto y planté ambas manos en sus mejillas examinando al peliazul.-General....estás muy drogado ¿verdad?-Estaba lento y Lykaios no solía ser lento para nada...bueno, a veces le costaba pillar las cosas pero no tanto. Luego empezó a elucubrar sobre las maravillas de su futura pierna robótica y sonreí poco a poco, al menos no estaba tan depre como podía haberse quedado por aquello.

-Mejor pasamos de robots.-comenté palmeando su muslo.-Tal vez ...la regeneración por licantropía pueda ayudar en algo...podríamos preguntar a Savannah.-Le miré de reojo. Claro, no sé si sabía quién era aquella muchacha.-Es la líder de un clan de licántropos que aparentemente dice que los espíritus que le hablan quieren que yo sea su otro líder temporal o algo así.-Informé ya de paso. aunque si estaba drogado lo mismo ni se enteraba.

Capté su mirada cuando pareció extrañarse por algo que había dicho.-¿qué?- Alcé ambas cejas y seguí su mirada para luego volver a buscar sus ojos. Me quedé un poco helada cuando dijo que me quería, simplemente porque no me lo esperaba y abrí la boca sí pero no dije nada. No porque no le quisiese, vamos a ver seamos sinceros le quería demasiado, tanto que me daba miedo. Pero por otro lado mi cuerpo habló por mi, me puse algo roja, bastante y mis queridas feromonas comenzaron a fluir por el aire, ahora bastante visibles.-Oh...claro...-Asentí, con nerviosismo a lo de sacarle de allí y me incorporé caminando hacia la salida para buscar a alguien. Traspasé las cortinas y tras eso giré apartando la cortina que mantuve agarrada con la mano.

-oh!¿General? Yo...yo también te quiero.-Asentí con rapidez y me aparté de allí en busca de alguien. Al cabo de un rato aparecí con una silla de ruedas y le ayudé a bajar de la cama. Comencé a empujar. -Oh por cierto...¿Te he dicho que al parecer soy algo así como inmortal?-Se me escuchó decir al salir de la sala de cuidados intensivos.

Las noticias que secundaron al despertar en el hospital de Ouroboros no eran buenas. Contaba con que hubiera habido heridos, que todos pasáramos penurias en la superficie, que volviéramos heridos… pero aquella noticia sobre Amaya me desbastó terriblemente. Pedí permanecer en la habitación hasta que el personal no podía seguir manteniéndome en aquella cama eternamente. Para aquel entonces ya había perdido completamente la noción del tiempo mientras esperaba la noticia de que Amaya se hubiera despertado. Pero trascurrieron los días y seguía sin haber novedades, solo estabilidad. Así es como lo definían: estable, sin cambios, sigue igual… Luego lo acompañaban con miradas de pena y otras de ánimo. Así fue como supe que habíamos derrotado a SAM, por los patéticos intentos de animar por parte del personal sanitario, no porque cualesquiera de los compañeros del Consejo se hubieran dignado a aparecer por allí. El único que creía que había ido era Adael, pero cuando fue, se hizo la dormido. Ni Vishous fue, debía estar muy ocupado con aquella especie de idilio que tenía con Sofía. Suspiró, sombría. Debían estar muy ocupados con los preparativos de la festividad. Sin embargo, ella no encontraba ninguna razón para celebrar.

Cuando la dieron el alta definitiva se desapareció directamente a su casa. Se dio una ducha rápida para despejarse y quitarse la ropa del hospital que le habían dado en sustitución a la ropa con la que había bajado a Turín y que estaba llena de sangre en ese momento. Tras darse una relajante ducha perfumada con flores de Bach se vistió cómodamente y se desapareció de nuevo al hospital. No había pasado ni media hora desde que se había ido. Se dirigió rauda hacia la UCI, donde permanecían todavía tres de las personas que habían regresado de la misión y que parecían estar bastante malheridas. No le pusieron muchas pegas cuando buscó una silla y se acomodó al lado de Amaya.

Verla en aquel estado, postrada en la cama y enganchada a tantos tubos y máquinas le encogió el corazón. Se repetía una y otra vez que estaba estable, pero le daba pavor pensar que cualquier chisme de esos podría empezar a pitar en cualquier momento con las peores noticias. Acercó su perfumada mano hacia la de Amaya, la cogió con cuidado y la rodeó con suavidad, temiendo que eso produjera el final de la general. Canalizó energía de sanación en aquel agarre por si…. Por si Gaia todavía tenía algo que decir al respecto, porque ella tenía muchas cosas que quería decirle a su amiga, solo que no se atrevía. Había un nudo en la garganta que se lo impedía. Era demasiado fuerte como para poder decir nada, pero quería gritar. Y llorar. Y suplicar. Y lamentar. Todas aquellas palabras se amontonaban en su garganta, pero ninguna conseguía sobresalir por encima de otra. Solo su magia, y aquello fue a lo que se aferró.

Descansar era lo único que podía hacer un cuerpo tan maltrecho como el de Amaya, apenas parcheado en la primera misión y el ataque en la isla; la segunda también había sido parcheada desde el principio cuando protegió a Chloe, la explosión del Hulkbuster, los ataques de los centinelas y aunque el tanque le ayudó a regenerar cuando volvió apenas hizo un par de movimientos antes de ser puesta a descansar…para recibir el colapso del techo encima.

Era comprensible que su cuerpo dijera basta. Ya está. No más. Pero aquella mujer era una Royden …y había esperado mucho para…para ser ella misma.

En la oscuridad no había ni sufrimiento, ni alegrías, ni nada. No había nada. Excepto una cálida luz que parecía parpadear levemente. Al principio, Amaya la ignoró pero de pronto algo de ella parecía reconocerla y se dejó guiar. Se dejó traer de nuevo a la vida. El primer símbolo fueron sus dedos, que se apretaron contra los que ya estaban junto a ella. Dedos que había conocido durante muchos años.

No pudo abrir los ojos inmediatamente, todo el cuerpo le pesaba, todo le dolía. Respirar le era difícil y pensar más. Los recuerdos empezaron a llenar su mente de dolor, de sacrificio, de tragedia, pero también del valor de sus aliados y de la determinación a acabar con aquello. Gimió, porque sabía que lo que la había llevado a distraer a SAM era Sarah y sus hijos.  No pudo contenerlo, el sollozo…Como si el dolor físico fuera sólo el eco de lo que sentía. Necesitaba…

Abrió lentamente los ojos para tratar de ubicarse, la luz blanca la cegó y se llevó la mano libre para cubrirse la cara aunque aquello le robó otro gemido de dolor y muchos cables alrededor de esta. Al ver los cables frunció el ceño y se miró la mano como si fuera la primera vez que tuviera una extremidad. ¿Era ella misma? ¿Habían vencido? Miró, desorientada, alrededor para ver la máquina y entonces fue consciente de que alguien estaba con ella. Dirigió la mirada a la persona que estaba cogiéndole la mano y al ver su cabellera roja sintió que se le derretía el corazón…Empezó a llorar, con más fuerza, porque que ella viviera sólo quería decir que habían salido de allí…

¿Verdad? ¿Eran buenas noticias?

Tiró de su mano y con la otra la estiró hacia ella, empezando a hacer esfuerzos para incorporarse y cogerla de la ropa y atraerle hacia sí misma. Necesitaba palparla, sentir que era de verdad, saber que su cuerpo era cálido  y que su corazón estaba latiendo. Ignoró todos los pitidos y rompió más de un cable en su desesperación por alcanzarla, pero sólo necesitaba…

Necesitaba tenerla.

Sarah había perdido completamente la noción del tiempo manteniendo aquella posición, inmóvil, murmullando en un hilo de voz. Seguía con sus manos envolviendo las de Amaya, canalizando aquella magia que Gaia le había otorgado. Y aunque su razón le decía que aquello era absurdo, que lo único que estaba haciendo era desgastarse a sí misma, estaba dispuesta a sacrificarse. Su corazón se lo decía. Gritaba a voces. Y solo por aquello debía seguir, por muchas voces externas le indicaban que lo dejase.

Estaba demasiado concentrada en aquella magia que siquiera pude darme cuenta de aquel movimiento de la mano. Ni del gemido. Ni de los pitidos de la máquina que alertó a todo el personal de la planta que la paciente sobre el estado alterado de la paciente. Alguien con un pijama azul trató de apartarme de aquel lado, mientras que por el otro lado de la cama aparecían parte del personal de enfermería. Lancé una mirada furibunda a aquel médico cuando me quitó de aquella manera sin darme explicación alguna. Su cuerpo me impedía poder ver a Amaya. Se sintió terriblemente culpable porque quizás su magia no hubiese funcionado bien y …. Y Gaia no quería que Amaya se recuperase. Gaia, madre de todos los dioses y seres de la tierra. Dejó resbalar las yemas de los dedos para separarse de aquella mano endurecida por los guantes de la guardia cuando notó aquel agarre. Volteó con violencia y un gesto de agradecimiento se dibujó en el rostro de Sarah. También de tranquilidad, de liberación. Rompió a llorar y en cuanto pudo, apartó al médico de la misma manera que él lo había hecho con ella para rodear con sus brazos toda la figura de su mejor amiga. Coló su cara entre el cuello de la castaña, llorando, cansada y feliz a la vez -Pensé que te había perdido. Pensé que ya no volvería a escucharte regañarme. Pensé que no ibas a despertar nunca- Siguió en aquella posición, apretándola con fuerza con temor a que aquello fuera un sueño, que fuera producto del cansancio físico, mental y mágico, que fuera capaz de desvanecerse entre sus dedos como un castillo de arena

Era real, estaba ahí, la estaba notando. Olía a ella, tenía su tacto, su calor… No, no era producto de su imaginación -No te vayas nunca, por favor. No me dejes sola más- Suplicó, apretando los dedos, cogiendo la bata de la general.

Cuando los médicos y las enfermeras empezaron a llegar y a ponerle las manos encima, Amaya empezó a perder los estribos. Los gritos le eran desesperantes porque había escuchado  tantos durante la misión que era como volver a estar allí y por más que intentaba no lograba llegar hasta ella, encima tampoco tenía la voz suficiente para poder llamarla.

Pero ella supo que la necesitaba. Cerró los ojos al sentirla junto a ella y la apretó, la apretó con fuerza mientras hundía su cabeza en su melena de fuego. Le acarició el cabello mientras sentía su corazón empezar a latir más lentamente. Las palabras que le decía era exactamente lo que ella había sentido cuando la había sostenido contra ella. Movió una mano con brusquedad a los médicos para que las dejaran sola, pero se dio cuenta que no pretendían hacerlo. Abrió los oscuros ojos marrones y los clavó en el médico con una advertencia silenciosa. Tras unos segundos de deliberación hizo un gesto y poco a poco empezaron a irse, lo bueno es que también las máquinas dejaron de pitar.

Sarah era lo único que necesitaba.

Gestionó su respiración, trabajó en ella mientras liberaba un poco a Sarah de su apriete -¿Puedes prometerme lo mismo?- Le preguntó con voz ronca, apoyando su cabeza contra ella y dejando que su aroma a flores de Bach la recorriera -Lo siento- Carraspeó un poco su garganta, le dolía como mil demonios, igual que todo su cuerpo -No estuve ahí…Cuando llegué… - Inspiró profundamente y una puntada en el costado le hizo gemir -Estabas inconsciente…Fue…- Negó con la cabeza mientras los recuerdos seguían filtrándose en su mente, pero no sólo eso, sus sentimientos también. Esos que siempre había tenido pero que había ocultado muy profundamente porque era mejor negarlos y mantenerla en su vida, aunque fuese como amiga, que revelarlos y apartarla. Pero…

Miró al techo un instante, como reuniendo valor. Su cuerpo acumuló tensión, preparándose para cualquier reacción que tuviera la pelirroja. Pero tenía que decirlo, ella tenía que oírlo y ya…lo que sucediera…No le importaba. Sólo debía decirlo.  -Te amo, Sarah-

Le abrazó duró largos minutos que cuya duración aprovechó, atenazándolos como si fueran un bien preciado que pudiera perderse. Siendo consciente las pocas veces que, en general, se abrazaban, el poco calor humano. Los protocolos del Consejo hacían que se deshumanizaran, pero, ¿tanto? Me separé de Amaya con una sonrisa tierna, mientras recuperaba la silla donde estaba. No me atrevía a sentarme en la camilla, por si pudiera lastimarla. El personal sanitario abandonó la habitación y nos volvió a dejar a solas. Dibujé una sonrisa con su pregunta -Puedo intentarlo- Respondí divertida. Era una promesa que ambas sabían que iba a durar poco, el tiempo que tardaran en meterse en problemas -Al menos hasta que no me meta en problemas- Sonreí y volví a cogerle la mano para mirarla con intensidad, queriendo grabar a fuego la cara de la general para que no se me olvidara ninguna de sus facciones, ni su cicatriz, ni el color de sus ojos, ni ese pechón desobediente que le caía por el lateral de la cara. Empezó a trastabillar y le silencié con un dedo en su labio -Eh, no tienes nada que sentir. No hay nada que culpar, nada que perdonar, nada que recriminar. Lo conseguimos y eso fue lo importante. Y ahora estamos aquí las dos, agotadas, apalizadas, pero vivas. Tenemos una segunda oportunidad para poder aprovecharla- Retiró el pelo con cuidado de su frente con delicadeza y volvió a sentarse para observarla con cuidado. Cogió la mano de la general y la apretó con fuerza cuando le dijo que la amaba -Yo también te quiero- Sonrió, complaciente, ignorante de lo que Amaya se estaba refiriendo, totalmente ajena. -Y cuando sanes del todo aprovecharemos el tiempo perdido. Saldremos. Volaremos en … no, el dragón no. Y hablaremos, y sentiremos, y disfrutaremos de nuestra compañía. Veras que sí- Porque, no por nada, Sarah sabía que Amaya había perdido a su marido y no era una pena que quisiera que su amiga pasara sola

Le sonrió de vuelta, extrañando su presencia entre sus brazos, pero al menos su ánimo le contagiaba -Entonces yo también- Murmuró sintiendo que la garganta le escocía, quizás un poco de agua no estaría mal pero ya se la pediría. Ahora que estaba con cierta distancia, Amaya la observó enteramente. Desde el cabello rojo hasta las pecas. Ese cabello rojo que la había hecho más pálida cuando estaba inconsciente -Bueno, seremos dos- Indicó a eso de meterse en problemas porque no pensaba dejarla sola en ninguna otra misión.

Acarició suavemente su mano siendo consciente de que la estaba mirando como ella lo hacía. Bebiendo de sus facciones. Era tan consciente de lo que había creído perder.  Tenía razón. Una segunda oportunidad, algo a lo que debía agradecer porque Tao no la había tenido. Inspiró profundamente. En el instante en el que se incorporó para acercarse a ella y apartarle el pelo de la cara estuvo a punto de atraerla consigo y besarla. De probar sus labios, aunque fuese un momento. Pero la duda se filtró en ella y un efímero segundo más tarde ya no estaba.

Las palabras de Sarah eran distintas. No era consciente quizás de lo que Amaya le estaba diciendo y la General le miró de forma cándida. Quiso explicarle, pararse a hacerle entender lo que le estaba diciendo, pero los años de pretender ser otra cosa le presionaron con tanta fuerza que la sola idea de aquellas salidas de amigas le supieron suficiente. Sí… Haría que fueran suficientes, su sola presencia lo era. Cerró los ojos y se relajó en la cama pero no soltó su mano. Al menos se lo había dicho, V estaría tan contento como ella -Suena bien- Respondió -¿Cuánto tiempo llevo así? ¿Qué ha sucedido? - Preguntó.


Éxito: Le confiesa la verdad verdadera
Fallo: Aparenta

El miembro 'Amaya Hua' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Sonrió de vuelta con ternura creciente cuando su amiga le continuó aquella broma, tonta y absurda, sobre cuánto tiempo estarían bien. Todavía quedaban tantas cosas que hacer en la isla, en la superficie, el tema de los dragones… estaba todo mal, si lo pensaba fríamente. Pero sería en otra ocasión. Ahora estaba aquí. Y el aquí y el ahora era Amaya. Y en ella fue sobre la que enfocó todos pensamientos. Le pareció notar un deje de decepción en su última respuesta, como si no sonara del todo bien aquellos planes que hacían, quizás demasiado poco desde que la isla se abriera públicamente a todo el que la quisiera recibir pero… Quizá era eso, decepción. Quizás Amaya pensaba en todas aquellas cosas que tendría que hacer cuando saliera de allí -Poco- Respondió sin cavilar, pensando en que, quizás así, pudiera quitarle el peso del trabajo de la guardia de la mente de la General -La isla sigue en pie. Los heridos de la misión han sido dándose de alta. Iban a hacer una fiesta para festejar el fin de SAM, pero… bueno, hay prioridades. Todo está bien, Amaya, no hace falta preocuparse más de la cuenta. Ahora debes descansar para poder recuperarte del todo. Ya cogerás fuerzas para patear culos- Le reconoció sus planes, sin ningún tipo de tapujo. -Ha pasado una semana, más o menos, desde que volvimos de Turín. A mí prácticamente me acaban de dar el alta también- Suspiré, un poco cansada. Preferí ocultar aquel detalle sobre el resto de los compañeros para con nosotras. No era plato de buen gusto para digerir. Quizás sería algo que le ocultara para siempre -Y hasta donde sé, Fred y Vishous se han estado encargando de todo el tema de la Guardia. Siento no ser portadora de muchas noticias, discúlpame- Tampoco le apetecía preocuparla con sus cosas, son sus depresiones tontas y sus inseguridades. Prefirió callarse y disimilar dibujando una sonrisa -¿Quieres que te traiga algo de comer? ¿Algo para beber? Puedo avisar a tus hijos para que vengan a verte. Están con Aurora-

-Sólo hemos terminado un capítulo para iniciar otro- Tenía que supervisar los escorpiones o al menos decirle a V que lo hiciera, quería que la construcción de esas armas estuvieran listas antes de que acabara el período de gracia de los Pendragon que, seguramente, al  haber colaborado con la misión estarían absolutamente convencidos de que los recibirían con los brazos abiertos. Yeah, about that… no.  

-¿Es cierto que atacó la isla? ¿Es verdad que SAM la encontró?- Inquirió aunque el hecho de que estuviesen en el hospital le daba cierta esperanza. Pero...demasiada gente conocía la isla, la ubicación estaba comprometida. Debían si o sí...hacer algo como un borrado colectivo o cambiar la ubicación absolutamente. Un nuevo hechizo, algo que les sirviera para proteger al Consejo -¿Me has dado todas las noticias? ¿incluso las malas? ¿Dónde están mis hijos?- Preguntó, una y otra y otra vez hasta quedarse sin voz ni aliento. Le costaba respirar a veces por el dolor pero seguramente, en cuanto lo pidiera, la drogarían de nuevo y se iría a dormir. Pero primero quería ver el rostro de sus hijos, que supieran que estaba despierta y viva.

-Sí, lo supuse. Y si no lo hacían bien podría haberles pateado el culo cuando saliera de aquí- Le dijo con una breve sonrisa. Luego la miró, cuando se disculpó y entrecerró los ojos. Mucho tiempo conociéndola, mucho tiempo estudiándola y enamorándose de esos rasgos como para no saberlo -¿Qué es lo que no me estás diciendo?- Le soltó, con poca amabilidad la verdad, y apretó su mano, tirando de ella para que se acercara -Es una sonrisa falsa- Le mencionó para luego asentir -Cuando me digas lo que te pasa por la cabeza puedes avisar a mi familia….Y darme agua-

Había ido a recoger a Cleo porque nos avisaron de que le iban a dar el alta, pero mientras lo hacían me quedé un buen rato modo incógnito cotilleando la conversación y el salseo entre las dos mujeres. Mi vena de marujeo me hacía tener la oreja puesta en lo que se decía unas cuantas camas más allá de donde estaba mi compañera, a la que en ese momento la estaban preparando para marcharse, quitándole vías y demás. - Qué fuerte, Cleo. Qué fuerte....- chismorreé por lo bajo, entregándole la ropa para que pudiese vestirse de calle. Habíamos quedado en la cabaña de Imram para preparar nuestra marcha, que esperábamos que fuese pronto. Ella aún no se había enterado de lo de la pierna del jefe, pero prefería que lo viese directamente en vez de contarle yo.

- Están todos bien, ya lo sabes, así que no te asustes si ves algo fuera de su sitio o...bueno. Que no te asustes. - sonreí forzadamente, ya había hablado de más.

La cargué a mi espalda en cuanto estuvo lista, llevándola a caballito hasta la salida de la UCI. - Si quieres aviso a tu mozo para que venga también a la cabaña, por si quieres verle. - Después nos desaparecimos los dos de allí, rumbo a la cabaña de Imram.

Aquel comentario sobre los capítulos le borró la sonrisa. Suspiró cansada y se frotó la frente… otro capítulo -Prefiero no pensar en lo que se nos viene encima…- Porque sabía que no era nada bueno: la larga sombra de los Pendragon, la repatriación de los refugiados, aquella cosa del bosque, las discusiones del Consejo… y así casi infinitamente. No, nunca se acabaría, porque solo acabaría cuando todo fuera demasiado tarde. El capítulo final, quizás estuviera más cerca de lo que pensábamos. Suspiró, asintió levemente a su pregunta. -O eso dicen. Yo no lo vi, ¿cómo SAM supo dónde estaba la isla?. Ya te digo que me acaban de dar el alta… todo lo que pasó en el núcleo de aquella máquina… Me perdí toda la acción, prácticamente me dejó KO en cuanto Sayid y yo entramos ¿cómo conseguisteis acabar con ella?- Aquella pregunta era pura curiosidad y no pudo contenerla. Su objetivo era proteger a Belle y a Gio para que accedieran al panel pero… no pudo hacerlo. Sonreí por aquel comentario -Me apunto a eso de patearle el culo a V- Y esta vez lo disfrutaría.

-Está todo contado, de verdad- Mintió, por supuesto, no quería saturarla con todas aquellas cosas del consejo, con sus inseguridades, con sus tonterías. Pero la pillaron por el pescuezo como a una gallina en el corral a punto de convertirse en comida. Suspiró y dirigió la mirada en otra dirección. Fue en aquel momento cuando se separó de Amaya para guardarse las manos entre las rodillas. Guardó silencio y encontró una pequeña jarra de agua. Se levantó despacio y se acercó hasta la jarra, sirviendo el líquido incoloro en un vaso. Siguió con la mirada el pelirrojo cargado con la otra chica, la mujer de la Brigada. Otro capítulo con un sabor agridulce en la historia de ese Consejo cada vez más desunido. -Echo de menos a Snagov… y a mis hermanos… a Arnoux y su sonrisa, a Harvey y a Geoffroy y sus consejos… No sé nada de ellos desde lo de SAM. No sé si estarán vivos, si están muertos… Salvo por ti, cada vez me siento más sola, abandonada, dejada. Como un personaje que a nadie importe. Un residuo. El Consejo… cada vez está más desunido. Y eso me enfada, me hiere…- Añadió un suspiro al final, largo y tendido. Luego se dio la vuelta y tendió el vaso de agua a Amaya -Cuando la isla cayó, por primera vez, le dije a Jack que estaba pensando en dejar el Consejo. No encuentro la razón para seguir. Hablaba con Snagov de estas cosas, en la intimidad- Reconoció al final. El Descendiente era poco mayor que ella y por afinidades pasaban tanto tiempo juntos… Ahora que ya se ha acabado del todo -En fin. No le des más importancia. Olvídalo- Pidió al final a Amaya, clavando la mirada en la pared, masticando aquel sabor desagradable que le producía aquel abandono por parte de sus compañeros.

Cansada, estaba agotada y ella seguía hablando del futuro cuando debía saborear ese presente. No le pasó desapercibido que un pelirrojo se llevó a una morena y algo en sus entrañas le hizo moverse para dar la voz de orden pero… No. Tenía que concentrarse en la pelirroja. Volvió sus ojos castaños hacia ella cuando habló de SAM -No lo sé…- Dijo negando con la cabeza -Yo también cai inconsciente. Después de verte yo…- ¿Cómo podía ponerlo en palabras? Le recorrió el rostro con la mirada un instante para sentir que algo en ella se apaciguaba. Estaba viva. Desvió la mirada de ella hacia el techo -Organicé a la guardia y atacamos, atraje la atención hacia mí para que Belle y Giordano pudieran continuar pero el techo empezó a caerse, hubo rayos…Fue una locura- Expresó, y sin magia, aún peor.

Observó su cuerpo al levantarse. No era la primera vez que volvían de una misión para recuperarse. Escuchó, en silencio -El Consejo siempre ha sido así, Sarah…- Murmuró, a sabiendas de lo que hablaba -Teneis como 7 generaciones allí, es normal que no haya unión...Y seguro que no eres la única que se siente así- Aparte, no eran un cuerpo militar. Todos estaban al mismo nivel -Buscaremos a tus hermanos. Y no, no estás sola ¿De acuerdo? Nunca más vas a estar sola y yo tampoco- Le dijo queriendo agarrar todo el aire de ese suspiro y volver a metérselo en la boca para que no se exasperara. Cogió el vaso de agua y levantó la camilla con cuidado para incorporarse. Bebió un trago, luego otro poco. Sabía que después de mucho tiempo era mejor hacerlo lentamente que de golpe. -Déjalo- Mencionó, alzando un hombro. Ella era su amiga, más allá de su título -Excepto, si crees, pero…Sólo si realmente crees que te sentirías cómoda haciendolo. Porque es una decisión que luego no podrás revocar, Sarah… Yo, personalmente, no lo dejaría- Bebió otro trago de agua porque estaba malditamente deliciosa -Igual que no caminé fuera del camino que se abrió para mí cuando el General fue asesinado- Indicó -Tienes mucho que aportar, pero también tus hermanos. Los encontraremos y entonces podrás decidir qué quieres hacer- Extendió una mano hacia ella y atrapó sus dedos -Juntas- Asintió, con determinación.

Pero cualquier cosa que hubiese intentado dejar atrás desapareció cuando un patronus dirigido a ella llegó. No reconoció la voz pero la acusación era brutal. Tendría que averiguar quién era la víctima. Volvió la mirada hacia Sarah y en sus labios se dibujó una sonrisa que acabó en una risa -Mira…- Siguió riéndose por lo bajo, despacito porque le dolía todo -… Pruebas para quitaros a los Pendragon de encima…- Eso le gustaba, una cosa menos. Luego los refugiados. Movió una mano con suavidad y envió un patronus a Vishous para decirle que investigue esa situación mientras ella se quedaba allí con la mano a Sarah cogida -Poco a poco…-Se acabó el vaso de agua y con un gesto le pidió un poco más.

-Entonces hiciste un gran trabajo. Como siempre- Sonreí, cansada, pero con sinceridad ante Amaya cuando le relataba todo lo que había conseguido -Cuando salgamos de aquí le preguntaremos a Giordano qué nos hemos perdido, aunque habrá que agasajarle con buen café- Aunque, ahora que se andaba con los Pendragon, tenía sus dudas sobre si acercarse a él sería tan fácil como podría haberlo sido antes. Todas las cosas habían cambiado tanto. -Ya lo sé Amaya, pero me da rabia que así sea. Se supone que son, casi, como mi familia y me tratan como si fuera una segundona. Si no eres de los guays eres una maldita doña nadie- Alzó un poco la voz, no se había dado cuenta. Había celos en su tono de voz, y dolor por aquel abandono. No esperaba que los 19 estuvieran allí para verla despertarse, pero… algo. Quizás estaba siendo egoísta, y aquello no le gustaba, era esa sensación de abandono lo que le nublaba la razón. -Mis hermanos pasaron olímpicamente del Consejo, ahora entiendo el porqué- Bufé, molesta, tomando aquel vaso de agua y tomándolo de un trago. Cerveza, es lo que le apetecía. Suspiró, dejando caer los hombros y el peso, se supone que no estaba sola, pero se sentía como si lo estuviera. Como si siempre lo hubiera estado. Escuché a Amaya sobre si debía o no dejarlo, apoyando la mano sobre la mejilla y apartando la mirada -Hablas como Jack- Le dije mientras la enferma se hidrataba. Entrelacé los dedos con los de ella y le aguanté la sonrisa -Gracias. Por escucharme-

Aquel momento entre amigas se disipó con la llegada de un patronus con malas noticias. Es que ni estando en reposo la podían dejar tranquila. Bufó y en ese momento se dio cuenta de los mensajes del comunicador, empezó a leer los de Catherine. Alzó la mirada hacia Amaya, pero en su rostro, a diferencia del de ella, no había ningún tipo de alegría. Todo lo contrario -Siento fastidiarte el chiste. Mira- Le señaló algunas de las frases para que no tuviera que leerlo entero, pero le dejó el mensaje entero. Hablaba de la maldición que afectaba a ambas familias, pero lo peor era aquello que respectaba a Catherine con el mayor de los Pendragon.

…. [He negociado con Wthyr Pendragon mi matrimonio con él y] ….
… [evaluará su propuesta o pondrá a alguno de sus hermanos para poder ocupar el puesto si es que llegamos a votar que entren.] …

-Protegió a Belle- Le respondió a Sarah con una leve sonrisa. Antes de caer los había visto y si no había noticias demasiado malas eso quería decir que todos habían salido con vida -Definitivamente, Gaia estaba de nuestro lado- Le mencionó a la pelirroja a sabiendas de que la diosa para ella significaba mucho.

Escuchó lo que estaba diciendo Sarah sobre el Consejo y frunció el ceño un segundo -Te estás equivocando- Le advirtió con muchísimo cuidado y se reacomodó en la camilla para poder verla a la cara cuando estuviera allí -Primero que nada, no son tu familia. Son un Consejo de personas que preservan el conocimiento mágico. Casi una organización política. Quizás porque los estás juzgando como tu familia es que te sientes así. Tú eliges a tu familia, Sarah, el Consejo es algo que te pasó- Indicó haciendo énfasis en lo último pensando que quizás -¿Y quien se supone que es guay?- Inquirió, esta vez con el ceño fruncido porque la verdad es que el término “guay” no se lo podía poner a ninguno excepto, quizás, a su pelirroja favorita. Y…La otra, Rosse. Pero los demás… Bueno, Sayid era su amigo pero de “guay” tenía lo justo. Eso le hizo sonreír.

-Bueno…Jack y yo tenemos ciertos…puntos de vista parecidos- Expresó con tranquilidad pensando en algunas reuniones que había tenido con el Descendiente y la certeza de que los refugiados debían volver cuanto antes si la tierra era segura. Ladeó la cabeza y le sonrió cuando le agradeció -Me gustaría decir que soy tu familia- Le expresó con cariño -Y la familia se escucha-

Después de que mandara el patronus Sarah le miró con mala cara y frunció el ceño, entonces se puso a leer y cada frase le parecía más loca que la anterior -Si quita a Wthyr de en medio… Darren estará también inhabilitado por la denuncia. ¿Quién nos queda? La loca que secuestró a Sofía, la pelinegra que mató a los guardias…- Arqueó las cejas -No las tienen todas consigo, Sarah. Dudo que el Consejo vote a favor y, sin embargo, me preocupa la reacción de ese linaje… - Se humedeció los labios lentamente, deseando tener más agua -¿Cuánto tiempo queda? Sé que no te gusta lo que te voy a decir pero los escorpiones van a estar listos en un par de semanas- Mencionó sosteniéndole la mirada y volvió la vista al halcón de respuesta de Vishous, sonriendo de lado al oír su voz. De acuerdo, estaba tranquila. La Guardia estaba en buenas manos.

-Entonces habrá que agasajarle con muchos café. Y a Gaia habrá que agradecerle que nos ayudara a acabar con aquella cosa tan… artificial- Devolvió una sonrisa suave agradeciendo que, como decía Amaya, Gaia estuviera de nuestro lado aquel día. Debería hacerle alguna ofrenda, aún regalo que solo la madre Tierra pueda entender. Ella siempre les había dado paz, armonía, colores y olores en el viento, el vuelo de una mariposa, los colores de un colibrí… suerte. Paz. Definitivamente últimamente no sentía nada de aquello, quizás deberían no olvidarse de aquellas celebraciones en homenaje a la madre tierra, como señalaba Adael tantas veces… O un retiro espiritual para contactar. Algo. Lo necesitaba. Demasiados pensamientos negativos enturbiando su juicio: celos, cansancio, malentendidos, lucha… mucho, quizás demasiado para lo que solía estar acostumbrada.

Alcé la cara cuando me dijo que estaba equivocada, bastante contrariada con la forma en la que me lo había dicho, casi sin tanto. Las verdades a veces duelen. No estaba molesta y la escuché con gran interés. Me mordí el labio, dubitativa. -No sé… creo que estoy siendo irracional e infantil… Simplemente tengo la sensación de que si no le caes en gracia a Sean o a Catherine pues no eres del círculo de descendientes estupendos. Pero sí, quizás tengas razón. De hecho tienes razón. No debería esperar nada de ellos, somos, ¿qué? ¿Compañeros de decisiones? No puedo esperar una caja de bombones o una tarjeta de “Recupérate pronto” de unos compañeros de trabajo de los que… en fin- Con aquello, prácticamente respondí a todo lo que me había preguntado Amaya -Echo mucho de menos a Snagov…- Porque con él salía a surcar los cielos, a sentir el frío aire estratosférico enredándose en el pelo y acariciando sus pecosas mejillas. Echaba de menos volar. Lo necesitaba. Le devolvió la sonrisa, cansada -Tú eres más que mi familia. Eres mi mejor amiga, mi confidente. Y lo sabes. Gracias por estar ahí siempre-

Tras aquello pasaron al espinoso tema de los Pendragon y la acuciante boda de Catherine con el patriarca del linaje. -En realidad que le hayan denunciado no le inhabilita…. Si le votan. Quedan la rubia, el otro chico moreno, la pelirroja y la menor de los seis. La pelirroja, Lake, es la que casi se desposa con Markus. Por tanto quedan dos. Pero da igual, si Catherine se casa con Wythr ya estarán, de una forma u otra dentro. Habrán conseguido su premio. El Consejo va a votar en contra, ya te lo digo yo, por muchas buenas acciones que hayan hecho, están tratando de engatusarnos, se les ve a la legua. Apestan a mentiras a millas a la distancia. Con, o sin el aprobado del Consejo, hay que andarse con ojo con ellos. Estoy segura de que, en cuanto puedan, nos van a dar la puñalada por la espalda. Y tienen a todos los dragones a su lado para hacerlo- Suspiró volviendo a la cama de Amaya con el vaso de agua que Sarah había entendido que necesitaba. Luego se volvió a sentar, pero esta vez sobre la cama, pasando un poco por encima del protocolo sanitario. -No lo sé, pero sinceramente, no creo que mucho- Lo de los escorpiones le dejó un poco descolocada, porque no sabía qué pretendía hacer con ellos en aquel preciso momento. ¿Qué iba a hacer con ellos? ¿Atacar a los dragones? Miró a Amaya descolocada, esperando que le explicase un poco más sobre aquello -Sigue habiendo algo que me preocupa. Bueno, dos cosas: la cosa negra del bosque y aquello que dijo Bellatrix…. “Sirrush, Seiryu, Ascalon, ellos regresarán” Zaphira decía que eran cuentos de niños… pero todos sabemos que los cuentos siempre tienen algo de verdad. Y no me da buena espina que esos tres, sea lo que sean, vuelvan-

Después de la fiesta me quedé en la biblioteca, no quería saber nada de nadie y quería centrar mi mente en cosas constructivas más que en pensamientos destructivos. con el final de la guerra muchas personas se irían de la isla y muchos magos y sobretodo jóvenes volverían a tierra sin rumbo, fue entonces cuando recordé una de esas charlas de futuro con Lucio, aquella en la que hablabamos de reconstruir el hospital en tierra y tal vez... un nuevo lugar de enseñanza para todos, hogwarts había caído pero tal vez un nuevo comienzo le daría un futuro mucho mejor a mi plan. Trabajé tanto y estaba tan enfrascado en mi nueva idea que no supe nada de nadie hasta que los mensajes empezaron a llegar a mi brazalete... el que menos me gustó fue el de la boda con Catherine, habría estallado en ira infinita si no hubiera visto los otros, Aedan estaba en peligro.

Me desaparecí de la biblioteca hasta mi casa para poder recoger todo lo necesario, todo lo que pensaba que necesitaría encontrando también la nota de Lucio, no pude prestarle mucha atención porque tenía prisa. Al llegar al hospital me llevaron directamente a la UCI, el pobre crío estaba lleno de todo tipo de cosas que a duras penas lo mantenían con vida, no esperé por nadie ni saludé a Ian y Chloe que estaban ahí, aparté todo lo que tuviera alrededor que me pudiera molestar y vi horrorizado aquella marca negra en el pecho del crío que se iba extendiendo como un veneno por su cuerpo, consumiendo su esencia, su magia y su vida.

Saqué mi esmeralda de assur y la puse en su pecho, invoqué a mi elemental mientras pronunciaba un conjuro que iba dibujando un círculo mágico bajo la cama del pequeño dejándolo a él en el centro. me senté en la cama y puse la palma de mi mano sobre la piedra, todo se iba iluminando y una masa oscura iba saliendo mientras la dama del lago a mi lado hablaba a través de mi -una horrible maldición, una arraigada en lo más profundo...- .

La brillante gema pronto se fue oscureciendo al mismo tiempo que la marca se iba reduciendo, volvía a su pecho pero cuanto más lo intentaba más me drenaba a mi mismo, era demasiado poderosa y eso me iba debilitando, aún así lo intenté hasta que aquella maldición empezó a repelerme y el conjuro se rompió. La esmeralda se había quedado flotando en su pecho conectada a la marca negra del pequeño, miré a su padre, agotado pero seguro de que al menos por el momento estaría bien -Lo siento mucho Ian... no puedo hacer más- me levanté para que pudiera ver a su pequeño, aquello contendría la maldición, no se extendería, no lo mataría pero no podría despertar a menos que encontraran la forma de romperla y mucho me temía que lo que estaba haciendo Catherine... no era la mejor opción.

El círculo mágico se iría apagando, de aquella energía dependía que la esmeralda siguiera conteniendo la maldición -Chloe, el círculo hay que mantenerlo activo, hay que canalizar magia en él mientras se recita el conjuro, lo dejaré todo muy detallado, la maldición no se extenderá mientras siga activo...- ahora solo podía dejarlos solos e ir a buscar a Lucio.

Había entrado en pánico cuando tuvieron que llevarse a Aedan a la UCI de manera urgente. Corrí tras la camilla en la que se lo llevaban, aunque no me dejaron entrar mientras hacían lo posible por reanimarlo. Lo único que podía hacer era escuchar desde el pasillo cosas como que no aguantaría mucho, que sus órganos estaban empezando a fallar. Retrocedí de espaldas hasta darme con la pared, negando lentamente sin ser capaz de reaccionar a la maldita pesadilla que ya duraba tres noches con esta. Acabé escurriéndome hasta quedar sentado en el suelo, doblando las rodillas y apoyando la cara sobre éstas comenzando a llorar quedamente de pura impotencia y desesperación. Catherine no iba a llegar a tiempo, todo aquello no iba a servir de nada y nadie podía ayudarnos. Eché de menos a mi madre, pensando en que ella habría encontrado alguna palabra de ánimo para decirme a pesar de todo.

No supe los minutos que pasaron hasta que por fin salió Chloe para decir que lo habían estabilizado un poco, que podía pasar. Me levanté rápidamente como un resorte, limpiándome la cara con el antebrazo antes de entrar hasta donde estaba la cama de Aedan. Le habían puesto más cosas y chismes para monitorizarlo, su latido seguía siendo débil pero ahí estaba. Volví a pedirle silenciosamente que resistiese un poco más, recuperando algo de esperanza al ver aparecer a Sean. Inmediatamente di un par de pasos atrás para dejarle hacer, siguiendo con impaciencia cada movimiento del mago. El círculo de magia bajo la cama, la piedra brillante sobre el pecho del niño...tal vez lograse más que Lucio. Él también logró que la marca negra fuese retrocediendo, aunque llegado a cierto punto el conjuro se rompió. Suspiré derrotado, murmurando un gracias antes de que Sean se dirigiese a Chloe para explicarle qué hacer. Era una manera de mantenerlo vivo hasta dar con la solución definitiva. Mi hermana siguió las instrucciones de Eire en cuanto él se marchó, manteniendo la canalización de magia mientras recitaba el conjuro que le habían dicho.