Recuerdo del primer mensaje :
Estos calabozos se encuentran bajo las dependencias de la Guardia de Ouroboros, que son los encargados de proteger la isla. No cuentan con muchas celdas, pues raramente hay crímenes en la ciudad. Los detenidos son custodiados por guardias día y noche. Dentro de la celda se usan las llamadas "cadenas del penitente" para impedir que puedan utilizar cualquier habilidad mágica que les permita escapar.
Lyosha Svensson
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Se dignó a soltar una risita baja cuando comparó la reacción del consejo antiguo a la actual usando su misma frase. Se apoyó la lengua el colmillo pensativa, caótica como ella sola - Quizás entonces me hubiese pensado dos veces hacerle caratoñas a vuestros peones … quizás- Resumió regodeandose en el grito de Matvey al guardia cuando "atacó". Le dio un par de puntos de "respeto" cuando le mantuvo la mirada, tal vez quería ver si hacía otro movimiento.
El hecho de que soltara lo de los rituales le borro levemente la sonrisa y entrecerró los ojos. Ella también sabía leer entre líneas y lo peor de todo es que le creía. Sabía que una palabra, una intención, un respiro podía dañarlo y tener un resultado negativo. Lo dejó hacer a sus anchas, observando las runa que estaba haciendo, mientras se detenía en el centro sosteniendo el envase - Aquí- Dijo alzandolo y levitandolo hasta él. Le estudió con la mirada. No temblaba. Y encima tenía las narices de amenazarla sutilmente. Se preguntó cuántas cosas había visto, cuántas personas caóticas habían entrado a su vida para que supera exactamente cómo proceder. Quizás solo demonios.
-No, tú?- Cuestionó arqueando una ceja mientras se cruzaba de brazos esperando que le respondiera. Suponía que iba a doler pero eso no le daba miedo. Pero tenía que hacer algo primero y, como había accedido a hacerlo, pediría permiso primero -¿Conoces de lo que se alimenta un revenant, no?- Pregunto acercándose a él y tendiendo ambas manos hacia él, con las palmas hacia arriba -No sé si el ritual exige energía pero no tengo. Seré buena y te preguntaré si me dejas absorber un poco…- No sonrió, simplemente ladeó la cabeza para mirarlo con curiosidad. Las palabras de Khaled entraron en su cabeza y no pudo evitar compararlo con Rodrigo, pero aquel hombre no le llegaba ni a los talones. Sonrió de lado, pensando en ello. Ni él, ni Belialt. Nadie era como Rodrigo, que la aceptaba con todos sus demonios sin deseo de cambiarla.
El hecho de que soltara lo de los rituales le borro levemente la sonrisa y entrecerró los ojos. Ella también sabía leer entre líneas y lo peor de todo es que le creía. Sabía que una palabra, una intención, un respiro podía dañarlo y tener un resultado negativo. Lo dejó hacer a sus anchas, observando las runa que estaba haciendo, mientras se detenía en el centro sosteniendo el envase - Aquí- Dijo alzandolo y levitandolo hasta él. Le estudió con la mirada. No temblaba. Y encima tenía las narices de amenazarla sutilmente. Se preguntó cuántas cosas había visto, cuántas personas caóticas habían entrado a su vida para que supera exactamente cómo proceder. Quizás solo demonios.
-No, tú?- Cuestionó arqueando una ceja mientras se cruzaba de brazos esperando que le respondiera. Suponía que iba a doler pero eso no le daba miedo. Pero tenía que hacer algo primero y, como había accedido a hacerlo, pediría permiso primero -¿Conoces de lo que se alimenta un revenant, no?- Pregunto acercándose a él y tendiendo ambas manos hacia él, con las palmas hacia arriba -No sé si el ritual exige energía pero no tengo. Seré buena y te preguntaré si me dejas absorber un poco…- No sonrió, simplemente ladeó la cabeza para mirarlo con curiosidad. Las palabras de Khaled entraron en su cabeza y no pudo evitar compararlo con Rodrigo, pero aquel hombre no le llegaba ni a los talones. Sonrió de lado, pensando en ello. Ni él, ni Belialt. Nadie era como Rodrigo, que la aceptaba con todos sus demonios sin deseo de cambiarla.
Había estado repasando y estudiando como hacer el ritual, asi que no quería que fallara nada, en realidad. Al menos, supo captar mi amenaza velada.... levanté ambas manos para recibir el pequeño cuenco metalico con la sangre del nigromante. Aprecié el examen visual al que me estaba sometiendo la mujer y clavé mis ojos azules en ella. Que esperaba encontrar? Deducí que disfrutaba de las reacciones de miedo que causaba en los desconocidos, y que ver algo diametralmente diferente al miedo sentía curiosidad.
- No, tampoco. Súbete las mangas del jersey, necesito tus muñecas al aire, por favor. - dejé de mirar a sus brazos cuando inquirió aquello. - Energía vital de otros. Y sí....claro que exige energía...pero de ambos.- asi que su concepto de buena era pedir permiso. Al menos lo hizo sin su sonrisa de "te voy a asesinar". Bueno, le convenía no hacerlo, eso desde luego. Tampoco era que me preocupase. Sin embargo, si se moría por un error tan absurdo como una falta de energia durante el ritual....en fin, menudo fallo mas estupido.
Dejé el recipiente levitando a mi lado y puse mis manos sobre las de ella, vigilandola y esperando a que procediera. Menos mal que el café de la mañana me lo habia tomado con extra de vodka. Su tacto era bastante frio, se notaba que andaba escasa de fuerzas.
- No, tampoco. Súbete las mangas del jersey, necesito tus muñecas al aire, por favor. - dejé de mirar a sus brazos cuando inquirió aquello. - Energía vital de otros. Y sí....claro que exige energía...pero de ambos.- asi que su concepto de buena era pedir permiso. Al menos lo hizo sin su sonrisa de "te voy a asesinar". Bueno, le convenía no hacerlo, eso desde luego. Tampoco era que me preocupase. Sin embargo, si se moría por un error tan absurdo como una falta de energia durante el ritual....en fin, menudo fallo mas estupido.
Dejé el recipiente levitando a mi lado y puse mis manos sobre las de ella, vigilandola y esperando a que procediera. Menos mal que el café de la mañana me lo habia tomado con extra de vodka. Su tacto era bastante frio, se notaba que andaba escasa de fuerzas.
Lyosha Svensson
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Le molestó que no hubiese siquiera parpadeando ante su presencia. ¿Era consciente de que tenía un envase de metal allí? ¿Que una vez finalizado el ritual podría atravesar el corazón? ¿Por qué seguía accediendo? -De acuerdo- Mencionó y se subió las mangas del jersey, con suerte podía usar sangre y mancharse la ropa de aquel impoluto blanco. Ni siquiera tenía su maquillaje para acentuar sus ojos azules y su mirada de odio infinito al mundo. Todo blanco, todo… puro. Todo alado.
Recibió las manos del nigromante que estaban un poco más cálidas que las de ella. Optó por cerrar los ojos para concentrarse en la absorción de la energía. La corriente de calor se deslizó por su cuerpo regalándole gran satisfacción, sintió las piernas y los brazos más fuertes, la cabeza más lúcida y el corazón con un latido rítmico, la irrigación de sangrado hizo que se sonrojara por un pequeño momento antes de volver a su color natural. Había órganos más importantes que cuidar. Podría … haber seguido pero recordó que pedía energía de los dos. Así que cortó el contacto y abrió los ojos, con la mirada más clara se alejó un paso.
Dejó escapar el aire por la boca, lentamente. Estaba nerviosa, por supuesto, aunque aquel gesto fue el único que hizo. ¿Qué sucedía si salía mal? Ya le había avisado que lo mejor era que lo hiciera Khaled pero… no podía verlo. Era su última oportunidad. Clavó de nuevo sus ojos zafiros en los de Matvey -A por nuestra primera vez- Dijo con rintintín pero sin ninguna sonrisa ni gesto gracioso en su rostro.
Recibió las manos del nigromante que estaban un poco más cálidas que las de ella. Optó por cerrar los ojos para concentrarse en la absorción de la energía. La corriente de calor se deslizó por su cuerpo regalándole gran satisfacción, sintió las piernas y los brazos más fuertes, la cabeza más lúcida y el corazón con un latido rítmico, la irrigación de sangrado hizo que se sonrojara por un pequeño momento antes de volver a su color natural. Había órganos más importantes que cuidar. Podría … haber seguido pero recordó que pedía energía de los dos. Así que cortó el contacto y abrió los ojos, con la mirada más clara se alejó un paso.
Dejó escapar el aire por la boca, lentamente. Estaba nerviosa, por supuesto, aunque aquel gesto fue el único que hizo. ¿Qué sucedía si salía mal? Ya le había avisado que lo mejor era que lo hiciera Khaled pero… no podía verlo. Era su última oportunidad. Clavó de nuevo sus ojos zafiros en los de Matvey -A por nuestra primera vez- Dijo con rintintín pero sin ninguna sonrisa ni gesto gracioso en su rostro.
¿Si los Ungartianos son amigos míos? Puede que sí, puede que no. Los que yo conocí me trataron bien pero a esa altura probablemente ya habían muerto. Al licántropo no pareció interesarle la respuesta a su pregunta así que me abstuve de contestar. -Yo te explico: Si te refieres a darla a largo plazo para que alguien más la crie, la opción más lógica era Ungart, eran menos los que sabían de la existencia de esa ciudad que los que saben de este lugar. A corto plazo la dejé con varias personas para que la cuiden, incluidos ustedes, porque fue lo que tuve al alcance y porque tienen mi confianza. ¿Crees que yo no quería viajar a Ungart para dejarla en un lugar seguro? Si, quería, pero ¿Cómo iba a hacerlo? No tenía más opción que esperar aquí con ella a que apareciera la oportunidad de llevarla.- Mi voz carecía de cualquier acusación al responderle a Ben, estaba calmada porque, si no veían el sentido, yo se los quería enseñar.
Observé atentamente a Gen cuando le pidió a Lucio aquello de esa manera, lo que pareció disgustar a Sean. Una comisura de mi boca se elevó cuando la pelimoroda guiñó un ojo, aunque mi cara estaba engullida por la oscuridad de la celda, solo mis ojos se veían claramente desde fuera, así que seguramente no se notó. Tras eso, encontré al médico rodeado por una especie de burbuja gigante y así se quedó durante un rato en el que no dijo nada. Respeté su silencio pero no dejé de mirarlo. Al pincharse la burbuja, Lucio fue libre, liberó a Lyka, Ben y Cleo y se marchó.
Cuando la arabe se acercó a los barrotes de plata yo la imité mientras descruzaba mis brazos. Confundida y sorprendida tomé la prenda que me entregó, era de color lila y sauve al tacto. -Estaré bien. Será como despertar.- Dije en tono tranquilizador mientras buscaba su mirada. Los ví irse y me puse el suéter pasando los brazos y la cabeza, luego de eso me escondí dentro de la celda.
Observé atentamente a Gen cuando le pidió a Lucio aquello de esa manera, lo que pareció disgustar a Sean. Una comisura de mi boca se elevó cuando la pelimoroda guiñó un ojo, aunque mi cara estaba engullida por la oscuridad de la celda, solo mis ojos se veían claramente desde fuera, así que seguramente no se notó. Tras eso, encontré al médico rodeado por una especie de burbuja gigante y así se quedó durante un rato en el que no dijo nada. Respeté su silencio pero no dejé de mirarlo. Al pincharse la burbuja, Lucio fue libre, liberó a Lyka, Ben y Cleo y se marchó.
Cuando la arabe se acercó a los barrotes de plata yo la imité mientras descruzaba mis brazos. Confundida y sorprendida tomé la prenda que me entregó, era de color lila y sauve al tacto. -Estaré bien. Será como despertar.- Dije en tono tranquilizador mientras buscaba su mirada. Los ví irse y me puse el suéter pasando los brazos y la cabeza, luego de eso me escondí dentro de la celda.
Ella cerró los ojos pero yo los mantuve abiertos, observando como el color volvía a su rostro durante unos breves instantes. Yo noté el cansancio de golpe, de modo repentino, era como si me hubiese pasado corriendo por la tundra todo el dia, el cansancio de 24 horas de actividad intensa acumulado en unos breves segundos.
"hoy me iré a dormir pronto"
Con ese pensamiento volví a coger el cuenco de metal, abriendolo. Lo removí un poco, viendo que la sangre aun serviria. Alcé los ojos hacia ella al oirla suspirar.
- Nerviosa? - le dije acercandome, tomé una de sus muñecas y con la sangre de Khaled, dibujé sobre su piel un simbolo, una runa, unas lineas trazadas entre si inscritas en un circulo - La marca de Caronte, el barquero que transporta las almas de los difuntos. No la tuya, no la debe de bucar. - fui a por su otra muñeca, dibujando otra runa diferente, eran dos triangulos uno sobre otro, tambien en un circulo. - Regeneración.
La miré un momento, no habia terminado con las runas....era en las dos muñecas, la base de la garganta y la frente. Dirigí mi dedo a su cuello, comenzando a trazar otro simbolo, un poco mas despacio. - El de Samael. La ceguera de dios, arcángel de la muerte, el bien y el mal a la vez. Los dos reinos en uno. -rogaba por no haberme equivocado al elegir el de Samael. Todo apuntaba a que el suyo era ese.... Luego miré a su frente. Ésta la tenía clara. La tracé, concluyendo mi explicación. - Y la runa del guardián....
Me aparté de ella, contemplando mi obra, repasando que estuviesen bien trazadas. Luego extendí mi mano y mi báculo de madera apareció a mi alcance. Le susurré algo y salió de entre mis dedos, comenzando a dibujar alrededor de Lyosha un circulo mas complejo que todos los que yo habia realizado en su piel, pero que al mismo tiempo los contenía. El trazo final incluía el simbolo del renacimiento, el ouroboros.
- Poética coincidencia, no crees...? - retrocedí, haciendo que el baculo volviera a mi. - Posicionate en el centro. - esperé a que lo hiciera, y entonces comencé a entonar las palabras que iniciaban el ritual, extraidas de los antiguos volúmenes escritos por mis antecesores, que con tanto celo guardabamos generacion tras generacion. Lei las runas inscritas en el circulo, fue entonces cuando cobraron poder. El circulo del suelo fue el primero en iluminarse, poco a poco, conforme iba avanzando. Despues lei las runas de sus muñecas, regeneración, Caronte....leerlas llevaba mas tiempo que dibujarlas. Me mentalicé para la siguiente, la de Samael. La sangre que marcaba sus muñecas se iluminó, convirtiendose en fuego despues, que marcó su piel antes de hundirse hacia su interior-dichas marcas desaparecerían al concluir el ritual. Mantuve mi curiosidad al margen, pues no podía permitirme distracción alguna. Progresé hasta la runa de su garganta, activando esa parte. Mis ojos permanecieron fijos en la runa mientras las palabras en lengua oscura seguian saliendo de mis labios, con la firmeza suficiente.
La runa brilló y....en lugar de convertirse en fuego como las de sus muñecas para ser absorbidas por su cuerpo, la sangre se ennegreció. Ella sentiría un terrible dolor en ese lugar, le faltaria el aire....la negrura se comenzaría a extender. Y yo noté un terrible tirón de magia que se notó en mi voz. Me habia roto los esquemas, estaba practicamente seguro de que debia ser esa! El circulo del suelo vibró de modo extraño, se oscureció tambien, y unas hebras de oscuridad comenzaron a salir.
"no pierdas la calma"
No, si perdia la calma, estabamos vendidos, se acabó. Pero si no era el de Samael, cual? Tenía escasos segundos para rectificar, encontrar el adecuado.
__
nivel de éxito de la runa de samael: dado opciones
"hoy me iré a dormir pronto"
Con ese pensamiento volví a coger el cuenco de metal, abriendolo. Lo removí un poco, viendo que la sangre aun serviria. Alcé los ojos hacia ella al oirla suspirar.
- Nerviosa? - le dije acercandome, tomé una de sus muñecas y con la sangre de Khaled, dibujé sobre su piel un simbolo, una runa, unas lineas trazadas entre si inscritas en un circulo - La marca de Caronte, el barquero que transporta las almas de los difuntos. No la tuya, no la debe de bucar. - fui a por su otra muñeca, dibujando otra runa diferente, eran dos triangulos uno sobre otro, tambien en un circulo. - Regeneración.
La miré un momento, no habia terminado con las runas....era en las dos muñecas, la base de la garganta y la frente. Dirigí mi dedo a su cuello, comenzando a trazar otro simbolo, un poco mas despacio. - El de Samael. La ceguera de dios, arcángel de la muerte, el bien y el mal a la vez. Los dos reinos en uno. -rogaba por no haberme equivocado al elegir el de Samael. Todo apuntaba a que el suyo era ese.... Luego miré a su frente. Ésta la tenía clara. La tracé, concluyendo mi explicación. - Y la runa del guardián....
Me aparté de ella, contemplando mi obra, repasando que estuviesen bien trazadas. Luego extendí mi mano y mi báculo de madera apareció a mi alcance. Le susurré algo y salió de entre mis dedos, comenzando a dibujar alrededor de Lyosha un circulo mas complejo que todos los que yo habia realizado en su piel, pero que al mismo tiempo los contenía. El trazo final incluía el simbolo del renacimiento, el ouroboros.
- Poética coincidencia, no crees...? - retrocedí, haciendo que el baculo volviera a mi. - Posicionate en el centro. - esperé a que lo hiciera, y entonces comencé a entonar las palabras que iniciaban el ritual, extraidas de los antiguos volúmenes escritos por mis antecesores, que con tanto celo guardabamos generacion tras generacion. Lei las runas inscritas en el circulo, fue entonces cuando cobraron poder. El circulo del suelo fue el primero en iluminarse, poco a poco, conforme iba avanzando. Despues lei las runas de sus muñecas, regeneración, Caronte....leerlas llevaba mas tiempo que dibujarlas. Me mentalicé para la siguiente, la de Samael. La sangre que marcaba sus muñecas se iluminó, convirtiendose en fuego despues, que marcó su piel antes de hundirse hacia su interior-dichas marcas desaparecerían al concluir el ritual. Mantuve mi curiosidad al margen, pues no podía permitirme distracción alguna. Progresé hasta la runa de su garganta, activando esa parte. Mis ojos permanecieron fijos en la runa mientras las palabras en lengua oscura seguian saliendo de mis labios, con la firmeza suficiente.
La runa brilló y....en lugar de convertirse en fuego como las de sus muñecas para ser absorbidas por su cuerpo, la sangre se ennegreció. Ella sentiría un terrible dolor en ese lugar, le faltaria el aire....la negrura se comenzaría a extender. Y yo noté un terrible tirón de magia que se notó en mi voz. Me habia roto los esquemas, estaba practicamente seguro de que debia ser esa! El circulo del suelo vibró de modo extraño, se oscureció tambien, y unas hebras de oscuridad comenzaron a salir.
"no pierdas la calma"
No, si perdia la calma, estabamos vendidos, se acabó. Pero si no era el de Samael, cual? Tenía escasos segundos para rectificar, encontrar el adecuado.
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El miembro 'Matvey Rasputín' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Dado opciones' : 1
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Lyosha Svensson
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Le sostuvo la mirada y asintió una sola vez -Eres mi última oportunidad, si esto no funciona, no estoy segura de cuál será mi próximo paso. No me gusta… Depender, no saber…Es asquerosamente horroroso- Confesó con el ceño fruncido para luego empezar a ver las runas que marcaba. Caronte, lo conocía. Dejó que fuera marcando esperando que ensuciar su ropa sin querer, en algún momento. Asintió a la de regeneración.
Pero en cuanto acercó su mano al cuello Lyosha dio un paso hacia atrás para mirarlo con cautela. Quizás necesitaba más runas. Apretó un poco los labios y dio ese paso que había retrocedido, dejándolo marcar la runa sintiendo un extraño cosquilleo, como si la energía pidiera ser absorbida de nuevo pero contuvo el deseo de hacerlo -Samael… ¿Has elegido lo del bien por Diana?- Preguntó, porque ella no se consideraba buena en ningún sentido. Precisamente, era una de las razones por las que odiaba estar en ese envase.
Siguió trazando el resto de las runas y luego se alejó para contemplarla. Mantuvo el nerviosismo a raya y observó cómo su báculo venía y empezaba a trazar el conjunto de runas a sus pies. Cuando soltó lo del símbolo de Ouroboros, sonrió -Irónico- Respondió antes de ir hacia el centro. No quiso hacer contacto visual así que volvió a cerrar los ojos y cuando el cántico comenzó sintió el calor que empezaban a emanar las runas hasta que se convirtieron en fuego, aquello la hizo arrugar la nariz un poco pero no emitió sonido alguno. Había aceptado dolores más fuertes que aquel.
Everything is closing in
Everything is closing in
Light is growing dim
Feels like everything is closing in
No obstante, cuando ese dolor cesó…Empezó otro. Lyosha abrió inmediatamente los ojos mientras soltaba un jadeo. Eso sí era dolor. Las rodillas le temblaron y se llevó las manos a la garganta para luego observar la runa en el piso. Negro…Aquello no estaba bien -No… hay… nada bueno… en mi- Gimió mientras se apretaba la garganta como si con ello pudiera mantener el dolor allí. El aliento se le escapaba y no lograba respirar. No fue consciente de que había empezado a llorar pero tampoco había sentido algo así nunca. Se dejó caer sobre sus rodillas y trató de pensar en todos sus conocimientos. No, no eran sólo de metal. No podías vivir y ayudar a un nigromante sin aprender un par de cosas. Los barrotes empezaron a moverse con rapidez, vibrando con fuerza antes de apartarse y formar una palabra temblorosa ante Matvey: “Azrael?”, antes de caer al piso rebotando y haciendo un insoportable ruido. La revenant se encogió sobre si misma, cerrando los ojos.
A fraction of a memory
Pieces of a memory of a dream long gone
I can see it slipping
All that's left of me is gone
Pero sí, sí había sentido un dolor así. Lo recordaba perfectamente, cada uno de los cortes, cada palabra de la maldición que había hecho que sus alas acabaran en el piso rodeadas de un charco de sangre. No había sido sólo el dolor físico, sino en el orgullo y su integridad al perder parte de su identidad y esencia. Los recuerdos de Diana empezaron a golpear su mente una y otra vez. Y pese a todo, ella había sobrevivido -No…- Gimió llevándose las manos al cabello para tirárselo, esperando que las memorias de Diana se fueran y nunca volvieran. No la quería consigo, no la quería dentro de ella. Ella no era un alada y nunca lo sería. Era alguien diferente. Ella era Lyosha Svensson, matriarca de la hermandad de metal de los Soul Reapers. Pero…No conseguía la fuerza para decírselo.
Pero en cuanto acercó su mano al cuello Lyosha dio un paso hacia atrás para mirarlo con cautela. Quizás necesitaba más runas. Apretó un poco los labios y dio ese paso que había retrocedido, dejándolo marcar la runa sintiendo un extraño cosquilleo, como si la energía pidiera ser absorbida de nuevo pero contuvo el deseo de hacerlo -Samael… ¿Has elegido lo del bien por Diana?- Preguntó, porque ella no se consideraba buena en ningún sentido. Precisamente, era una de las razones por las que odiaba estar en ese envase.
Siguió trazando el resto de las runas y luego se alejó para contemplarla. Mantuvo el nerviosismo a raya y observó cómo su báculo venía y empezaba a trazar el conjunto de runas a sus pies. Cuando soltó lo del símbolo de Ouroboros, sonrió -Irónico- Respondió antes de ir hacia el centro. No quiso hacer contacto visual así que volvió a cerrar los ojos y cuando el cántico comenzó sintió el calor que empezaban a emanar las runas hasta que se convirtieron en fuego, aquello la hizo arrugar la nariz un poco pero no emitió sonido alguno. Había aceptado dolores más fuertes que aquel.
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No obstante, cuando ese dolor cesó…Empezó otro. Lyosha abrió inmediatamente los ojos mientras soltaba un jadeo. Eso sí era dolor. Las rodillas le temblaron y se llevó las manos a la garganta para luego observar la runa en el piso. Negro…Aquello no estaba bien -No… hay… nada bueno… en mi- Gimió mientras se apretaba la garganta como si con ello pudiera mantener el dolor allí. El aliento se le escapaba y no lograba respirar. No fue consciente de que había empezado a llorar pero tampoco había sentido algo así nunca. Se dejó caer sobre sus rodillas y trató de pensar en todos sus conocimientos. No, no eran sólo de metal. No podías vivir y ayudar a un nigromante sin aprender un par de cosas. Los barrotes empezaron a moverse con rapidez, vibrando con fuerza antes de apartarse y formar una palabra temblorosa ante Matvey: “Azrael?”, antes de caer al piso rebotando y haciendo un insoportable ruido. La revenant se encogió sobre si misma, cerrando los ojos.
A fraction of a memory
Pieces of a memory of a dream long gone
I can see it slipping
All that's left of me is gone
Pero sí, sí había sentido un dolor así. Lo recordaba perfectamente, cada uno de los cortes, cada palabra de la maldición que había hecho que sus alas acabaran en el piso rodeadas de un charco de sangre. No había sido sólo el dolor físico, sino en el orgullo y su integridad al perder parte de su identidad y esencia. Los recuerdos de Diana empezaron a golpear su mente una y otra vez. Y pese a todo, ella había sobrevivido -No…- Gimió llevándose las manos al cabello para tirárselo, esperando que las memorias de Diana se fueran y nunca volvieran. No la quería consigo, no la quería dentro de ella. Ella no era un alada y nunca lo sería. Era alguien diferente. Ella era Lyosha Svensson, matriarca de la hermandad de metal de los Soul Reapers. Pero…No conseguía la fuerza para decírselo.
Si, habia elegido el sello de Samael por la naturaleza alada de su cuerpo, el bien y el mal representados en uno. Pero evidentemente, me habia equivocado, y la prueba era que el ritual se estaba yendo al traste. El sello de Samael seguia extendiendose en negrura sobre su garganta y si no lo impedía, la consumiría. Del circulo del suelo brotaba aquella oscuridad que una vez Lyosha cayó al suelo, comenzó a enrollarse sobre sus piernas.
Mi letania se habia interrumpido, pero seguia canalizando magia para controlar las runas. Miré el petal que Lyosha usó para sugerirme un nombre. Azrael, el arcángel de la muerte...encargado de las almas del infierno segun las escrituras. Podría funcionar. Pase la mirada al cuenco de la sangre pero no habia suficiente para restaurar el sello. Agarré uno de esos trozos de metal que usó Lyosha y me hice un corte profundo en la muñeca, necesitaba que saliera rapido.
-Aguanta. - le pedí, vertiendo la sangre sobre el metal, que se mezcló con la previa, la de Khaled. Tracé el simbolo del guardian en el aire con el baston antes de entrar dentro del circulo. Me agaché a su lado y la forcé a quitarse las manos de la garganta, en una fracción de segundo, cambié de idea. "No hay nada bueno en mi". No, no era Azrael. Una intuición muy fuerte me hizo dibujar la runa de Belialt. ¿Cómo no lo habia visto antes?
Reinicié las palabras del ritual por donde lo habia dejado. Leí la runa de Belialt, la sangre apenas se veia sobre la piel oscurecida de su cuello, pero cuando acabé de leerla se iluminó como lo habian hecho las anteriores, rojo fuego. Yo mismo sentí un cosquilleo en mi garganta, que fue aumentando hasta que resultó algo doloroso, pero lo ignoré lo que pude. Temía un efecto rebote, algo que habia leido podía ocurrir, y si acababa tan dolorido y afectado como Lyosha no podria terminar el ritual. Por fortuna, Yelena Rasputín ya habia experimentado con aquello y en sus libros reflejaba como evitar aquel indeseado efecto. Recordé las lecturas y con un latigazo de voz y magia evité aquello. La runa se hundió en su piel y la marca acabaría desapareciendo. El circulo del suelo volvió a la normalidad poco a poco.
Proseguí con la de su frente, por fortuna aqui no hubieron resultados inesperados. Conclui las palabras del ritual con el nombre del alma en cuestión... Lyosha Svensson. Estaba agotado. El circulo del suelo se apagó.
Mi letania se habia interrumpido, pero seguia canalizando magia para controlar las runas. Miré el petal que Lyosha usó para sugerirme un nombre. Azrael, el arcángel de la muerte...encargado de las almas del infierno segun las escrituras. Podría funcionar. Pase la mirada al cuenco de la sangre pero no habia suficiente para restaurar el sello. Agarré uno de esos trozos de metal que usó Lyosha y me hice un corte profundo en la muñeca, necesitaba que saliera rapido.
-Aguanta. - le pedí, vertiendo la sangre sobre el metal, que se mezcló con la previa, la de Khaled. Tracé el simbolo del guardian en el aire con el baston antes de entrar dentro del circulo. Me agaché a su lado y la forcé a quitarse las manos de la garganta, en una fracción de segundo, cambié de idea. "No hay nada bueno en mi". No, no era Azrael. Una intuición muy fuerte me hizo dibujar la runa de Belialt. ¿Cómo no lo habia visto antes?
Reinicié las palabras del ritual por donde lo habia dejado. Leí la runa de Belialt, la sangre apenas se veia sobre la piel oscurecida de su cuello, pero cuando acabé de leerla se iluminó como lo habian hecho las anteriores, rojo fuego. Yo mismo sentí un cosquilleo en mi garganta, que fue aumentando hasta que resultó algo doloroso, pero lo ignoré lo que pude. Temía un efecto rebote, algo que habia leido podía ocurrir, y si acababa tan dolorido y afectado como Lyosha no podria terminar el ritual. Por fortuna, Yelena Rasputín ya habia experimentado con aquello y en sus libros reflejaba como evitar aquel indeseado efecto. Recordé las lecturas y con un latigazo de voz y magia evité aquello. La runa se hundió en su piel y la marca acabaría desapareciendo. El circulo del suelo volvió a la normalidad poco a poco.
Proseguí con la de su frente, por fortuna aqui no hubieron resultados inesperados. Conclui las palabras del ritual con el nombre del alma en cuestión... Lyosha Svensson. Estaba agotado. El circulo del suelo se apagó.
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El miembro 'Matvey Rasputín' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Probabilidad' :
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#2 'Probabilidad' :
#1 'Probabilidad' :
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#2 'Probabilidad' :
Lyosha Svensson
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La estaban ahogando mientras más tiempo pasaba en el piso aquellas garras oscuras la hundían de nuevo hacia el infierno. Lo sentía en lo profundo de su ser, se parecía tanto a las pesadillas que le acosaban en la noche que no creyó que volviera a dormir nunca más. Abrió los ojos y alzó la mirada hacia Matvey cuando dijo que aguantara, hubo un leve asentimiento, una mirada de comprensión. Si él estaba dispuesto a utilizar su sangre para enmendarlo lo menos que podía hacer era soportarlo, aguantar. Tenía que pelear por querer quedarse allí…Por proteger a Khaled y a los Svenssons, era su única misión. Proteger a su familia, incluso de ella misma. Y cumplir ese trato.
No quería quitarse las manos porque temía que fuera a extenderse y cuando lo hizo dejandole trabajar, eso fue lo que sintió, una ráfaga helada que le estremeció el cuerpo y le arrancó un grito de dolor mientras se arqueaba sobre el suelo. El intenso dolor pareció apaciguarse y entonces su piel se incendió cuando la runa reaccionó, soltó un jadeo y cuando Matvey pronunció su nombre supo que el ritual había acabado. Lo supo porque sintió una presión en el pecho, una certeza de que todo había terminado. Que ya no existía esa dicotomía, que aplastaría cada uno de los recuerdos de Diana.
Tenía la respiración acelerada, se sentía agotada y todo el cuerpo le dolía. Se movió con un sonido de queja hacia donde estaba Matvey, a sabiendas de que tenía la herida abierta. En silencio volvió a coger su camiseta, ya rota, y tiró de ella con fuerza para hacer una venda improvisada. Cogió la mano del nigromante y la envolvió, apretando con fuerza para parar la hemorragia. Cuando terminó se dejó caer en el piso, exhausta, mirando hacia el techo -Debiste dej…- La voz le falló, se le quebró así que esperó un poco más. Era algo que no acababa de comprender. Quizás la curiosidad por los portales era más. Se rió para sí misma, era eso, por supuesto -Gracias- Dijo y cerró los ojos para descansar un poco. Iba a necesitar… Mucha energía -Tu sangre…- Mencionó tras un rato en silencio, volvió la vista hacia él con el ceño fruncido -Usaste tu sangre ¿En qué nos va a afectar?- Cuestionó y aunque tuvo el impulso de moverse para sentarse no quedó más que un intento, aún le dolía el cuerpo.
No quería quitarse las manos porque temía que fuera a extenderse y cuando lo hizo dejandole trabajar, eso fue lo que sintió, una ráfaga helada que le estremeció el cuerpo y le arrancó un grito de dolor mientras se arqueaba sobre el suelo. El intenso dolor pareció apaciguarse y entonces su piel se incendió cuando la runa reaccionó, soltó un jadeo y cuando Matvey pronunció su nombre supo que el ritual había acabado. Lo supo porque sintió una presión en el pecho, una certeza de que todo había terminado. Que ya no existía esa dicotomía, que aplastaría cada uno de los recuerdos de Diana.
Tenía la respiración acelerada, se sentía agotada y todo el cuerpo le dolía. Se movió con un sonido de queja hacia donde estaba Matvey, a sabiendas de que tenía la herida abierta. En silencio volvió a coger su camiseta, ya rota, y tiró de ella con fuerza para hacer una venda improvisada. Cogió la mano del nigromante y la envolvió, apretando con fuerza para parar la hemorragia. Cuando terminó se dejó caer en el piso, exhausta, mirando hacia el techo -Debiste dej…- La voz le falló, se le quebró así que esperó un poco más. Era algo que no acababa de comprender. Quizás la curiosidad por los portales era más. Se rió para sí misma, era eso, por supuesto -Gracias- Dijo y cerró los ojos para descansar un poco. Iba a necesitar… Mucha energía -Tu sangre…- Mencionó tras un rato en silencio, volvió la vista hacia él con el ceño fruncido -Usaste tu sangre ¿En qué nos va a afectar?- Cuestionó y aunque tuvo el impulso de moverse para sentarse no quedó más que un intento, aún le dolía el cuerpo.
Las cosas volvieron a su sitio poco a poco, dejé caer el cuenco con la sangre, que seguía saliendo del profundo corte de la muñeca, y el baston de roble a otro lado. Miré a la revenant y la vi moverse, adolorida, pero completa. Sonreí de lado un momento, regulando la respiración por el gasto de magia realizado. Me realizó unos primeros auxilios con un trozo de tela, lo cual era adorable teniendo en cuenta que tenia mas tendencias a poner cuchillos en los cuellos de la gente que vendas en sus cortes.
Carraspeé, que había dicho? Seguia de rodillas en el suelo, aun sentia aquella quemazon en la zona de la garganta.
- Una situacion un tanto desesperada....requeria una solución rápida. - me llevé una mano al cuello, palpando la zona, pensativo, no se apreciaba nada a simple vista, la piel estaba bien...pero lo habia notado. Miré sus muñecas, su cuello y la frente. No quedaban rastros de los sellos, era algo que iba mas profundo que a flor de piel.
Negué a su pregunta, apretandome un poco mas fuerte el trozo de tela sobre el corte. Me habria podido darle una respuesta concreta, pero....ni yo mismo lo sabia.
- No lo sé. - Yelena Rasputin habia resucitado a su marido pero nunca habia tenido que utilizar una sangre que no fuera la suya. En documentos mas antiguos, tambien establecian que debia ser asi, pero no habia encontrado lo que podía pasar si no. - Funcionar ha funcionado. Quizá lo que pase es que el refuerzo dure algo menos.
Miré la vendita que me habia dejado en la muñeca.
- He dejado algo de Diana al control, o es que Lyosha Svensson tambien tiene un punto de amabilidad? - me levanté pesadamente, saqué mi petaca de vodka y le pegué varios tragos muy largos hasta que se me aclaró la garganta, como si fuera agua. Alcé la voz, cuando tras beber, noté que mis cuerdas vocales ya podian responder como era debido- Guardias! Ya podeis pasar a limpiar. - que borrasen los circulos y...la sangre. Empecé a oir sus pasos apresurarse a venir.
Carraspeé, que había dicho? Seguia de rodillas en el suelo, aun sentia aquella quemazon en la zona de la garganta.
- Una situacion un tanto desesperada....requeria una solución rápida. - me llevé una mano al cuello, palpando la zona, pensativo, no se apreciaba nada a simple vista, la piel estaba bien...pero lo habia notado. Miré sus muñecas, su cuello y la frente. No quedaban rastros de los sellos, era algo que iba mas profundo que a flor de piel.
Negué a su pregunta, apretandome un poco mas fuerte el trozo de tela sobre el corte. Me habria podido darle una respuesta concreta, pero....ni yo mismo lo sabia.
- No lo sé. - Yelena Rasputin habia resucitado a su marido pero nunca habia tenido que utilizar una sangre que no fuera la suya. En documentos mas antiguos, tambien establecian que debia ser asi, pero no habia encontrado lo que podía pasar si no. - Funcionar ha funcionado. Quizá lo que pase es que el refuerzo dure algo menos.
Miré la vendita que me habia dejado en la muñeca.
- He dejado algo de Diana al control, o es que Lyosha Svensson tambien tiene un punto de amabilidad? - me levanté pesadamente, saqué mi petaca de vodka y le pegué varios tragos muy largos hasta que se me aclaró la garganta, como si fuera agua. Alcé la voz, cuando tras beber, noté que mis cuerdas vocales ya podian responder como era debido- Guardias! Ya podeis pasar a limpiar. - que borrasen los circulos y...la sangre. Empecé a oir sus pasos apresurarse a venir.
Lyosha Svensson
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Un tanto desesperada decía…Un tanto…Soltó una risa agotada. El dolor que había sufrido, la mezcla de recuerdos, todo…Se llevó la mano a la cara para quitarse las lágrimas que aún quedaban en sus mejillas. Maldita sea, había llorado. Nunca había sentido una agonía como esa. Lo observó llevarse la mano al cuello y entrecerró los ojos -Te afectó- Soltó, sin anestesia alguna porque era esa la zona donde había fallado y donde había tenido que usar su sangre. No necesitaba que se lo confirmara, ella lo sabía.
-Ya lo descubriremos- Porque habría consecuencias. Toda situación demoníaca se basaba en eso. Al menos su sugerencia había hecho efecto. Asintió a aquello de que había funcionado aunque lo del refuerzo reducido hizo que pusiera los ojos en blanco -Al menos ya sabemos que Azrael funciona ¿Puedo contar contigo para los siguientes? Mantendré mi palabra, cuando salga de aquí te llevaré a la sala de los portales-
Le recorrió el rostro cuando mencionó aquello sobre Diana y su propia amabilidad. No, Diana no había tenido que ver. Fue simplemente una herida que se había hecho por ella y sintió la necesidad de hacerlo, igual que había curado a su hermano tras el corte…Igual que había hecho con más de un Soul en el pasado -Esa…Es una pregunta que te dejaré contestar a ti mismo- Respondió mientras se sentaba, al menos ya podía hacer aquello aunque no dejaba de sentir dolor.
Observó la petaca y sonrió de lado, ella también quería de eso. Movió suavemente los dedos y el objeto voló a su mano. En cuanto se la acercó a la nariz percibió el aroma a vodka y soltó un ronroneo profundo. Habría bebido cualquier licor pero ese tenía un punto extra. Bebió un largo trago y cerró los ojos para sentir el familiar calor bajar por su garganta y cuando llegó a su estómago se irradió por todo su cuerpo causando que la revenant se estremeciera mientras los soldados entraban con cautela. Con algo de esfuerzo se puso de pie y fue caminando hasta su cama -Me la quedo- Le dijo a Matvey, estando de espaldas a él mientras andaba, alzando la petaca y moviéndola levemente antes de echarse a la cama. Se sentó y entonces lo miró a los ojos -¿Serías tan amable de decirle a Zaphira que empezaré a joder dentro de 48 horas por mi liberación?- Le dedicó una sonrisita irónica.
-Ya lo descubriremos- Porque habría consecuencias. Toda situación demoníaca se basaba en eso. Al menos su sugerencia había hecho efecto. Asintió a aquello de que había funcionado aunque lo del refuerzo reducido hizo que pusiera los ojos en blanco -Al menos ya sabemos que Azrael funciona ¿Puedo contar contigo para los siguientes? Mantendré mi palabra, cuando salga de aquí te llevaré a la sala de los portales-
Le recorrió el rostro cuando mencionó aquello sobre Diana y su propia amabilidad. No, Diana no había tenido que ver. Fue simplemente una herida que se había hecho por ella y sintió la necesidad de hacerlo, igual que había curado a su hermano tras el corte…Igual que había hecho con más de un Soul en el pasado -Esa…Es una pregunta que te dejaré contestar a ti mismo- Respondió mientras se sentaba, al menos ya podía hacer aquello aunque no dejaba de sentir dolor.
Observó la petaca y sonrió de lado, ella también quería de eso. Movió suavemente los dedos y el objeto voló a su mano. En cuanto se la acercó a la nariz percibió el aroma a vodka y soltó un ronroneo profundo. Habría bebido cualquier licor pero ese tenía un punto extra. Bebió un largo trago y cerró los ojos para sentir el familiar calor bajar por su garganta y cuando llegó a su estómago se irradió por todo su cuerpo causando que la revenant se estremeciera mientras los soldados entraban con cautela. Con algo de esfuerzo se puso de pie y fue caminando hasta su cama -Me la quedo- Le dijo a Matvey, estando de espaldas a él mientras andaba, alzando la petaca y moviéndola levemente antes de echarse a la cama. Se sentó y entonces lo miró a los ojos -¿Serías tan amable de decirle a Zaphira que empezaré a joder dentro de 48 horas por mi liberación?- Le dedicó una sonrisita irónica.
No negué lo que ella encontró evidente. Esperaba tener algo de tiempo antes del conclave para investigar el alcance de mi atrevimiento al emplear tambien mi sangre en aquel sello, aunque hubiese sido tambien con la de khaled.
- Así es. - afirmé a lo de que ya lo descubririamos, la unica incognita era....cuando? Oi lo que dijo de Azrael y no supe si decirle que habia cambiado de opinion en el ultimo momento. Tenía motivos para guardarle ese tipo de secretos, mas allá de que sabía su turbia relacion con ese demonio? Había olvidado lo que le pedí de la Torre de poder ir a ver la Sala de los Portales, pero asentí. Si, seria algo interesante que añadir a la coleccion. - Por supuesto.
Pegué otro trago cuando me dijo que esa pregunta me la dejaba a contestar para mi mismo, asi que decidí que si, que no era todo maldad como habia gritado presa del dolor durante el ritual. Aunque la petaca voló a sus manos cuando entraron los guardias a limpiar.
- Iba a ofrecerte. - suerte que no era mi petaca favorita, solo la petaca de los exorcismos. Los guardias fueron rapidos limpiando mediante magia todo aquello, con un gesto les hice salir y les indiqué que se podian volver a sus puestos . Llevarle un mensaje a Zaphira sobre que iba a empezar a joder?
- Yo no lo haría... - dije mientras iba saliendo de la celda, metodo normal, no me encontraba con ganas de hacer portales. -...Y no fue la runa de Azrael...al final usé la de Belialt. Tuve una "corazonada".
Me despedí, indicandole a los guardias que para tener ahi barrotes de metal mejor usaran de madera, porque ya ves para que. Despues sali a patita de los calabozos, marchandome de alli.
- Así es. - afirmé a lo de que ya lo descubririamos, la unica incognita era....cuando? Oi lo que dijo de Azrael y no supe si decirle que habia cambiado de opinion en el ultimo momento. Tenía motivos para guardarle ese tipo de secretos, mas allá de que sabía su turbia relacion con ese demonio? Había olvidado lo que le pedí de la Torre de poder ir a ver la Sala de los Portales, pero asentí. Si, seria algo interesante que añadir a la coleccion. - Por supuesto.
Pegué otro trago cuando me dijo que esa pregunta me la dejaba a contestar para mi mismo, asi que decidí que si, que no era todo maldad como habia gritado presa del dolor durante el ritual. Aunque la petaca voló a sus manos cuando entraron los guardias a limpiar.
- Iba a ofrecerte. - suerte que no era mi petaca favorita, solo la petaca de los exorcismos. Los guardias fueron rapidos limpiando mediante magia todo aquello, con un gesto les hice salir y les indiqué que se podian volver a sus puestos . Llevarle un mensaje a Zaphira sobre que iba a empezar a joder?
- Yo no lo haría... - dije mientras iba saliendo de la celda, metodo normal, no me encontraba con ganas de hacer portales. -...Y no fue la runa de Azrael...al final usé la de Belialt. Tuve una "corazonada".
Me despedí, indicandole a los guardias que para tener ahi barrotes de metal mejor usaran de madera, porque ya ves para que. Despues sali a patita de los calabozos, marchandome de alli.
Lyosha Svensson
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Por lo menos ya tenía un nigromante al qué acudir cuando Diana empezara a dar por culo. Eso la tranquilizó. Lo miró cuando dijo que le iba a ofrecer y arrugó la nariz alzando los hombros -Entonces adelanté el ofrecimiento- Especificó con una sonrisa antes de escuchar aquella advertencia de que él no lo haría. Soltó un largo suspiro -No tengo por costumbre seguir los consejos de nadie- Le expresó con profunda neutralidad antes de mirar a los guardias, cuando hizo contacto visual con uno le gruñó.
Sin embargo, cualquier tipo de alegría se borró cuando Matvey dijo que no había sido la runa de Azrael la que había usado sino la de él. ¿Corazonada? Es decir…Debía agradecer que estaba viva, que había funcionado pero…¿Por qué? ¿Por qué todo la vinculaba a ese maldito demonio? Estaba empezando a odiarlo y ahora que Diana no estaba allí para controlar sus instintos quizás sí podía pegarle con todas las ganas del mundo.
Escuchó la advertencia y sonrió, como si no pudiera patear un par de barrotes de metal o utilizar la petaca o, quizás lo peor, el metal de la sangre de aquellos guardias. Sin embargo, por esa noche se comportaría. Se acostó y poco más tarde vació lo que quedaba del vodka hasta que cayó en duermevela. No confiaba ni un ápice en los alrededores.
Sin embargo, cualquier tipo de alegría se borró cuando Matvey dijo que no había sido la runa de Azrael la que había usado sino la de él. ¿Corazonada? Es decir…Debía agradecer que estaba viva, que había funcionado pero…¿Por qué? ¿Por qué todo la vinculaba a ese maldito demonio? Estaba empezando a odiarlo y ahora que Diana no estaba allí para controlar sus instintos quizás sí podía pegarle con todas las ganas del mundo.
Escuchó la advertencia y sonrió, como si no pudiera patear un par de barrotes de metal o utilizar la petaca o, quizás lo peor, el metal de la sangre de aquellos guardias. Sin embargo, por esa noche se comportaría. Se acostó y poco más tarde vació lo que quedaba del vodka hasta que cayó en duermevela. No confiaba ni un ápice en los alrededores.
No sé cuánto tiempo había pasado desde que caí inconsciente en la Ciudadela Alpha y desperté en un hospital. Al abrir los ojos pensé que todo había sido un maldito sueño producido por algún estado alterado por alguna de esas putas simulaciones que la Alianza usaba contra sus propios soldados para… “ejercitarlos mentalmente” Aquello era una puta patraña solo por el gozo de ver a la gente sufrir. Pero no. No tardé en darme cuenta que todo lo vivido en la tierra era real, tan real como que las voces dentro de mi cabeza se habían ido y aquello solo transmitía paz. Ni puta idea de cómo habían hecho para que se fueran, pero ya no estaban allí, solo estaba yo con mis mierdas, pero al menos y o podía elegir qué quería o no pensar. ¿Habrían derrotado a la IA?
La primera vez que abrí los ojos pensé que había sido trasladado a un hospital de la superficie. La Alianza estaba extinta y ahora era la máquina la que dominaba la superficie. Había escuchado de las habilidades de la máquina en los campos de la sanación, suponía que tendría que ver algo con la nanotecnología. Pero no, un vistazo a mi alrededor me recordó a los antiguos de la Alianza, con sus maquinitas y sus cosas de matasanos. Pero… no, allí había algo diferente. Mis sospechas se disiparon en cuanto entró el primer médico a contarme que me habían puesto un chip, que en aquella isla estaba seguro y que me habían rescatado. Tras aquella conversación no quise hacer grandes cosas ni hablar demasiado. Aquello era territorio enemigo y, ¿por qué no me habían matado o dejado morir? Joder, no lo entendía. Pero al menos era YO el que no entendía, no tenía todas esas voces en mi cabeza como zumbidos tratando de responder con parámetros lógicos. Los humanos son ilógicos, y que yo estuviera recuperándome en aquel hospital era una demostración de ello. Se preguntaba, cómo habrían hecho para acallar la máquina, solo se le ocurría que la habían derrotado, cosa que dudaba, pero, ¿qué otra forma tenían?
No tardaron en darnos de alta a todos. Me dieron ropa limpia y un camastro para dormir en aquella maldita isla. Me indicaron que no podía salir del campo de protección de la isla, por mi seguridad, lo cual no me hizo ni puta gracia. Me sentía preso en aquella distopía. Aquella mierda de lugar era como los mundos de yupi, solo le faltaban los unicornios y arcoíris, y joder, ponía en duda que no hubiera de los primeros. ¿También habría osos amorosos? Se pasaba la horas huraño, encerrado en el habitáculo aquel que le habían dado. Escuchaba en el exterior gentío y sabía que estaban preparando las cosas de la Navidad. En otra ocasión un panadero gordo al que todo el mundo llamaba Teofrasio, comentó que asistiría a la reunión de la misión en tierra ya que creía que iban a acabar con la máquina. Alguien hablaba de un juicio, que decía algo de la Brigada y de unos calabozos. Lo bueno de haber tenido acceso durante tanto tiempo a información ilimitada es que sabía perfectamente quién era la Brigada y los miembros. Recodaba al tipo de pelo azul de haber hablado con él en la plaza de Londres en el tumulto. Sabía que era amigo de Leila.
Aquello fue la única motivación que encontró para salir de la choza. Preguntó por los calabozos y alguien muy amable me indico. ¿En aquella puta isla todo eran sonrisas? ¿Dónde habían quedado las putas lágrimas? Al llegar se encontró con un guarda en la entrada gruñendo algo de que le había tocado a él tener que hacer la sustitución de algún compañero que debía estar en algún planeta extrasolar. Pregunté por la rubia y me identifiqué como visita, alzando las manos para que pudieran ver que iba desarmado. Tras aquella inspección rutinaria me indicó dónde podía encontrar a la rubia. Caminó por los oscuros pasillos del calabozo hasta dar con una celda de brillantes barras plateadas. Miró en su interior, tratando de localizar una sombra conocida en su interior, unos ojos verdes… entrecerró los ojos para adaptarlos a la oscuridad estudiando el contenido de la celda. ¿Estaría vacía y el guarda había tratado de reírse de mí? -¿Rubia?-
La primera vez que abrí los ojos pensé que había sido trasladado a un hospital de la superficie. La Alianza estaba extinta y ahora era la máquina la que dominaba la superficie. Había escuchado de las habilidades de la máquina en los campos de la sanación, suponía que tendría que ver algo con la nanotecnología. Pero no, un vistazo a mi alrededor me recordó a los antiguos de la Alianza, con sus maquinitas y sus cosas de matasanos. Pero… no, allí había algo diferente. Mis sospechas se disiparon en cuanto entró el primer médico a contarme que me habían puesto un chip, que en aquella isla estaba seguro y que me habían rescatado. Tras aquella conversación no quise hacer grandes cosas ni hablar demasiado. Aquello era territorio enemigo y, ¿por qué no me habían matado o dejado morir? Joder, no lo entendía. Pero al menos era YO el que no entendía, no tenía todas esas voces en mi cabeza como zumbidos tratando de responder con parámetros lógicos. Los humanos son ilógicos, y que yo estuviera recuperándome en aquel hospital era una demostración de ello. Se preguntaba, cómo habrían hecho para acallar la máquina, solo se le ocurría que la habían derrotado, cosa que dudaba, pero, ¿qué otra forma tenían?
No tardaron en darnos de alta a todos. Me dieron ropa limpia y un camastro para dormir en aquella maldita isla. Me indicaron que no podía salir del campo de protección de la isla, por mi seguridad, lo cual no me hizo ni puta gracia. Me sentía preso en aquella distopía. Aquella mierda de lugar era como los mundos de yupi, solo le faltaban los unicornios y arcoíris, y joder, ponía en duda que no hubiera de los primeros. ¿También habría osos amorosos? Se pasaba la horas huraño, encerrado en el habitáculo aquel que le habían dado. Escuchaba en el exterior gentío y sabía que estaban preparando las cosas de la Navidad. En otra ocasión un panadero gordo al que todo el mundo llamaba Teofrasio, comentó que asistiría a la reunión de la misión en tierra ya que creía que iban a acabar con la máquina. Alguien hablaba de un juicio, que decía algo de la Brigada y de unos calabozos. Lo bueno de haber tenido acceso durante tanto tiempo a información ilimitada es que sabía perfectamente quién era la Brigada y los miembros. Recodaba al tipo de pelo azul de haber hablado con él en la plaza de Londres en el tumulto. Sabía que era amigo de Leila.
Aquello fue la única motivación que encontró para salir de la choza. Preguntó por los calabozos y alguien muy amable me indico. ¿En aquella puta isla todo eran sonrisas? ¿Dónde habían quedado las putas lágrimas? Al llegar se encontró con un guarda en la entrada gruñendo algo de que le había tocado a él tener que hacer la sustitución de algún compañero que debía estar en algún planeta extrasolar. Pregunté por la rubia y me identifiqué como visita, alzando las manos para que pudieran ver que iba desarmado. Tras aquella inspección rutinaria me indicó dónde podía encontrar a la rubia. Caminó por los oscuros pasillos del calabozo hasta dar con una celda de brillantes barras plateadas. Miró en su interior, tratando de localizar una sombra conocida en su interior, unos ojos verdes… entrecerró los ojos para adaptarlos a la oscuridad estudiando el contenido de la celda. ¿Estaría vacía y el guarda había tratado de reírse de mí? -¿Rubia?-
Después de dejarle enviar el patronus se apareció en las dependencias de la guardia, en seguida todos se irguieron y Amaya asintió para ir avanzando. A medida que iba hacia los calabozos su cabeza bullía de información, se colocó el casco y empezó a dar órdenes a diestra y siniestra para que empezaran a organizar un escuadrón de, mínimo, 20 guardias que bajarían con ella. También recordó la información de los Renegados.
Abrió la celda observando a un hombre desconocido en la de la Srta. Alabi. Frunció el ceño pero guió a Lykaios hasta su celda, cerrándola -Gracias por vuestra colaboración. Por favor, si llega a saber dónde se encuentra el drow Dyospiros os pido que me aviseis. Si tiene otro ataque psicótico temo por la población de la isla, nos costó mucho contenerlo la última vez- Tras eso dio un par de palmadas a los barrotes y se despidió asintiendo con la cabeza.
Pero no salió sino que preguntó a los guardias por el hombre que estaba allí. No supieron darle mucha información -Las visitas están limitadas a 10 minutos- No dijo nada más, entonces sí se dio la vuelta para ir hacia arriba, entregar la katana y dar órdenes varias entre las que estaban la citación de Adele Gaultier para el juicio de Reiv Black. Sabía que todos estaban organizando la misión pero Vishous ya le había informado que se quedaría en la isla así que podía ejercer de autoridad militar con el resto de Descendientes. También ordenó el envío de volantes varios alrededor de la isla con la foto de Dyospiros y un "¿Lo has visto?". Estaban a muy poco de poner una recompensa por aprisionarlo. Después de eso, salió de allí. Tenía mil asuntos que atender.
Abrió la celda observando a un hombre desconocido en la de la Srta. Alabi. Frunció el ceño pero guió a Lykaios hasta su celda, cerrándola -Gracias por vuestra colaboración. Por favor, si llega a saber dónde se encuentra el drow Dyospiros os pido que me aviseis. Si tiene otro ataque psicótico temo por la población de la isla, nos costó mucho contenerlo la última vez- Tras eso dio un par de palmadas a los barrotes y se despidió asintiendo con la cabeza.
Pero no salió sino que preguntó a los guardias por el hombre que estaba allí. No supieron darle mucha información -Las visitas están limitadas a 10 minutos- No dijo nada más, entonces sí se dio la vuelta para ir hacia arriba, entregar la katana y dar órdenes varias entre las que estaban la citación de Adele Gaultier para el juicio de Reiv Black. Sabía que todos estaban organizando la misión pero Vishous ya le había informado que se quedaría en la isla así que podía ejercer de autoridad militar con el resto de Descendientes. También ordenó el envío de volantes varios alrededor de la isla con la foto de Dyospiros y un "¿Lo has visto?". Estaban a muy poco de poner una recompensa por aprisionarlo. Después de eso, salió de allí. Tenía mil asuntos que atender.
Ya había avisado a los míos de los hechos, además de decirles que no se les ocurriera pasarse mas por los calabozos. Mire con el ceño fruncido pero un gesto determinado las cadenas del penitente, entrando en la celda y girandome hacia Amaya cuando la cerró.
- sí... De nada. Sobre Dyospiros no se dónde estará escondido, la verdad. - alcé mis hombros, sonriendo, estaba literalmente....atado de manos en ese asunto.
"Y si lo supiera no te lo diría a tí"
Cuando se fue silbe por lo bajo. Les había costado contenerlo? Eso es que luchaba bien. Me lo llevaría de misión a Londres, sería un buen momento para conocerlo más de cerca .
Cuando me quedé solo empecé a aburrirme enormemente. Pensaba en las palabras de Amaya, en todo lo ocurrido. Ojalá tuviera mi guitarra a mano... Podría aportar un poco de ambiente.
Me fui a sentar en el catre que había al fondo, si iban a ser 24 horas bien podia descansar un rato.
Me tumbe, cerré los ojos y puse las manos tras mi nuca, comenzando a tararear una vieja canción que me enseñaron en Dublín hacia tiempo.
-Well I fell into prison about a quarter till three
Where I found in my cell a glass waiting for me
So I filled what was empty and I pulled up a stool
But he stood in the corner, the old devil wouldn't move
He said, "You drink when you're lonely." No I drink when I want!
He said, "You'll never be sober." Sure. Why would I want that?
I only drink to be merry but unfortunately
I'm in the wrong prison cell and the wrong company!
- sí... De nada. Sobre Dyospiros no se dónde estará escondido, la verdad. - alcé mis hombros, sonriendo, estaba literalmente....atado de manos en ese asunto.
"Y si lo supiera no te lo diría a tí"
Cuando se fue silbe por lo bajo. Les había costado contenerlo? Eso es que luchaba bien. Me lo llevaría de misión a Londres, sería un buen momento para conocerlo más de cerca .
Cuando me quedé solo empecé a aburrirme enormemente. Pensaba en las palabras de Amaya, en todo lo ocurrido. Ojalá tuviera mi guitarra a mano... Podría aportar un poco de ambiente.
Me fui a sentar en el catre que había al fondo, si iban a ser 24 horas bien podia descansar un rato.
Me tumbe, cerré los ojos y puse las manos tras mi nuca, comenzando a tararear una vieja canción que me enseñaron en Dublín hacia tiempo.
-Well I fell into prison about a quarter till three
Where I found in my cell a glass waiting for me
So I filled what was empty and I pulled up a stool
But he stood in the corner, the old devil wouldn't move
He said, "You drink when you're lonely." No I drink when I want!
He said, "You'll never be sober." Sure. Why would I want that?
I only drink to be merry but unfortunately
I'm in the wrong prison cell and the wrong company!
Al despertar noté el olor de alguien conocido. Me sorprendí de encontrarlo aquí pero luego se me ocurrió algo más: se podría tratar de una clase de tortura. Habían tomado mis recuerdos, podrían haber visto al soldado en ellos y ahora se proponían engañar a mis sentidos haciéndome creer que estaba allí. Apreté mis manos en puños tan fuertes que comenzaron a dolerme los nudillos. Me enfureció que corrompan de tal modo el recuerdo que yo tenía de él.
Pero estaba agotada, incluso para enojarme, así que me relajé, aún así los nudillos seguían doliendo. Cuando de torturas se trataba, yo sabía que lo más conveniente era dejar que el cuerpo haga lo que considere mejor mientras la mente estaba apagada. Hacer lo que haga falta para sobrevivir. Ésta era una tortura más bien psicológica pero no me extrañaría que evolucione a algo físico. Lo noté cada vez más cerca hasta que se detuvo frente a los barrotes y me llamó, recién ahí me giré a mirarlo.
Se veía igual, sonaba igual y olía igual; a mar salado y romero, aunque había que prestar mucha atención para detectar este último. Mis ojos lo estaban observando de arriba a abajo cuando aparecieron Amaya y un encadenado Lyka. Miré la escena con ojos entornados, era difícil creer que lo habían capturado, a simple vista parecía estar ahí por su propia voluntad, algo igualmente difícil de creer. Cuando la asiática se fue, volví mi atención al hombre frente a mí y avancé dejando atrás la oscuridad.
Podría ver mi cabello rubio corto, la piel pegada a los huesos de mi cara por la mala alimentación, el jersey lila que me protegía del frío invernal, pantalones y botas tacticas. Yo tenía que mirar hacia arriba para ver sus ojos porque me pasaba en altura por unos buenos 20 centímetros, pero no me rendiría en la búsqueda de aquellos orbes grisáceos rodeados por un hilo verde primaveral. El lugar estaba oscuro, frío y húmedo pero ansiaba y temía por partes iguales ver aquellos colores en su mirada. Quería verlos porque, de alguna forma, me calmaban y temía verlos porque sabría que los torturadores sabían muchos detalles.
Se me ocurrió que, si era una ilusión, podría atravesar su figura con mi mano, como si se tratara de un fantasma, entonces cole una mano, que también se veía con la piel pegada a los huesos y a los tendones, entre los barrotes y la extendí en su dirección pero antes de poder llegar a él la piel de mi brazo tocó la plata de una barra de la celda sin querer por lo que metí la mano gruñendo de dolor y cubrí la herida con la otra mano. Apreté los dientes y resonaron cuando un viento helado me hizo tiritar.
-Este lugar se llama Ouroboros.- Se me ocurrió decir. Si se trataba de un engaño, sería como estar hablando conmigo misma. -Los calabozos no, quiero decir... la isla se llama Ouroboros.- Me corregí. -Y estamos flotando... la isla está flotando ¡Ah! y soy un feral felino por eso desaparecía las noches de luna llena y por eso la plata...- Dejé la oración inconclusa. Hablaba en un tono un poco bajo, ahora parecía más una práctica de lo que le diría a Nathan porque yo creía que él no sabía que soy feral felino. -Parezco un leopardo grande con rosetones negros sobre el pelaje rubio. Hace no mucho, no recordaba lo que hacía en esa forma, ahora lo recuerdo pero olvido lo que hago en ésta forma.- Dije refiriéndome a la forma humana. -¿Cómo estás?- Le pregunté cuando me acordé cómo era que se entablaba una conversación normal aunque la situación no era nada normal.
Pero estaba agotada, incluso para enojarme, así que me relajé, aún así los nudillos seguían doliendo. Cuando de torturas se trataba, yo sabía que lo más conveniente era dejar que el cuerpo haga lo que considere mejor mientras la mente estaba apagada. Hacer lo que haga falta para sobrevivir. Ésta era una tortura más bien psicológica pero no me extrañaría que evolucione a algo físico. Lo noté cada vez más cerca hasta que se detuvo frente a los barrotes y me llamó, recién ahí me giré a mirarlo.
Se veía igual, sonaba igual y olía igual; a mar salado y romero, aunque había que prestar mucha atención para detectar este último. Mis ojos lo estaban observando de arriba a abajo cuando aparecieron Amaya y un encadenado Lyka. Miré la escena con ojos entornados, era difícil creer que lo habían capturado, a simple vista parecía estar ahí por su propia voluntad, algo igualmente difícil de creer. Cuando la asiática se fue, volví mi atención al hombre frente a mí y avancé dejando atrás la oscuridad.
Podría ver mi cabello rubio corto, la piel pegada a los huesos de mi cara por la mala alimentación, el jersey lila que me protegía del frío invernal, pantalones y botas tacticas. Yo tenía que mirar hacia arriba para ver sus ojos porque me pasaba en altura por unos buenos 20 centímetros, pero no me rendiría en la búsqueda de aquellos orbes grisáceos rodeados por un hilo verde primaveral. El lugar estaba oscuro, frío y húmedo pero ansiaba y temía por partes iguales ver aquellos colores en su mirada. Quería verlos porque, de alguna forma, me calmaban y temía verlos porque sabría que los torturadores sabían muchos detalles.
Se me ocurrió que, si era una ilusión, podría atravesar su figura con mi mano, como si se tratara de un fantasma, entonces cole una mano, que también se veía con la piel pegada a los huesos y a los tendones, entre los barrotes y la extendí en su dirección pero antes de poder llegar a él la piel de mi brazo tocó la plata de una barra de la celda sin querer por lo que metí la mano gruñendo de dolor y cubrí la herida con la otra mano. Apreté los dientes y resonaron cuando un viento helado me hizo tiritar.
-Este lugar se llama Ouroboros.- Se me ocurrió decir. Si se trataba de un engaño, sería como estar hablando conmigo misma. -Los calabozos no, quiero decir... la isla se llama Ouroboros.- Me corregí. -Y estamos flotando... la isla está flotando ¡Ah! y soy un feral felino por eso desaparecía las noches de luna llena y por eso la plata...- Dejé la oración inconclusa. Hablaba en un tono un poco bajo, ahora parecía más una práctica de lo que le diría a Nathan porque yo creía que él no sabía que soy feral felino. -Parezco un leopardo grande con rosetones negros sobre el pelaje rubio. Hace no mucho, no recordaba lo que hacía en esa forma, ahora lo recuerdo pero olvido lo que hago en ésta forma.- Dije refiriéndome a la forma humana. -¿Cómo estás?- Le pregunté cuando me acordé cómo era que se entablaba una conversación normal aunque la situación no era nada normal.
No había pasado ni cinco cuando se escuchó tumulto a mi espalda. No les estaba prestando la más mínima atención pues entendía qué representaba sin siquiera mirar. Estábamos en chirona, aquello no era una boda civil. Sin embargo la mujer me habló desde el otro lado del pasillo y apreté mis muelas antes de contestarle, de muy mala gana -Lo que usted diga- Solté a la mujer con bastante desdén y desinterés, girando levemente la cabeza hacia su dirección y volver al calabozo donde creía estar lo que andaba buscando… pero parecía estar equivocado. Di un paso hacia atrás con claro interés de marcharme de allí cuando capté un movimiento nuevo inesperado y una aparición de la que hacía años no tenía ninguna noticia
“Has elegido un camino que yo no puedo seguir”
Aquellas fueron de las últimas palabras que cruzamos antes de separarnos en la plaza del Ministerio de la Paz. Luego nos encontraríamos en la enfermería, pero ya no era lo mismo. ¿Qué le había llevado al calabozo? ¿Se había metido en problemas con sus nuevos amigos los magos? Joder, estaba igual. Seguía teniendo esos ojos verdes salvajes e inexpugnables, como la selva. Y su precioso cabello dorado, más corto que la última vez que la pude ver en la plaza. Luego pude verla en el comunicado de la torre de comunicaciones llamando a la revuelta. ¿Qué había pasado? ¿Qué le habían pasado todos estos años? ¿Por qué estaba tan delgada? ¿Cuánto tiempo llevaba en aquel calabozo? -Joder, rubia, estás hecha mierda- Siseé desde la distancia que había ganado para volver sobre mis pasos y acercarme a los brillantes barrotes, aproximándome hacia aquella mano que sobresalía, curiosa. Gané un paso hacia atrás con aquel gruñido y volví a caminar hacia los barrotes, en un silencio que era roto por la banda sonora que había decidido poner otro de los presidiarios. La escuché, confundido y entrecerré los ojos para estudiarla con cautela hasta acabar con las manos en los barrotes. ¿Acaso había perdido la cordura? ¿Qué mierda le habían hecho esos magos que lo único que hacen es joder la vida a todos los demás? ¿Feral? No podía estar hablando en serio, ¿era como ellos también? ¿Desde cuándo? Demasiadas preguntas, ninguna respuesta -Vivo. Que ya es algo de lo que muchos no pueden presumir- Hablaba de Gary, de Jeune, de mi familia, de otros y otros compañeros de la Alianza que habían caído en manos de los magos o de la máquina. Ahora fui yo el que metió el brazo todo lo que me dio de largo para poder alcanzar su cara -¿Eres tú rubia? ¿Qué te han hecho?- le pregunté, esperando poder alcanzarla, preocupado por su integridad física, psíquica y emocional.
“Has elegido un camino que yo no puedo seguir”
Aquellas fueron de las últimas palabras que cruzamos antes de separarnos en la plaza del Ministerio de la Paz. Luego nos encontraríamos en la enfermería, pero ya no era lo mismo. ¿Qué le había llevado al calabozo? ¿Se había metido en problemas con sus nuevos amigos los magos? Joder, estaba igual. Seguía teniendo esos ojos verdes salvajes e inexpugnables, como la selva. Y su precioso cabello dorado, más corto que la última vez que la pude ver en la plaza. Luego pude verla en el comunicado de la torre de comunicaciones llamando a la revuelta. ¿Qué había pasado? ¿Qué le habían pasado todos estos años? ¿Por qué estaba tan delgada? ¿Cuánto tiempo llevaba en aquel calabozo? -Joder, rubia, estás hecha mierda- Siseé desde la distancia que había ganado para volver sobre mis pasos y acercarme a los brillantes barrotes, aproximándome hacia aquella mano que sobresalía, curiosa. Gané un paso hacia atrás con aquel gruñido y volví a caminar hacia los barrotes, en un silencio que era roto por la banda sonora que había decidido poner otro de los presidiarios. La escuché, confundido y entrecerré los ojos para estudiarla con cautela hasta acabar con las manos en los barrotes. ¿Acaso había perdido la cordura? ¿Qué mierda le habían hecho esos magos que lo único que hacen es joder la vida a todos los demás? ¿Feral? No podía estar hablando en serio, ¿era como ellos también? ¿Desde cuándo? Demasiadas preguntas, ninguna respuesta -Vivo. Que ya es algo de lo que muchos no pueden presumir- Hablaba de Gary, de Jeune, de mi familia, de otros y otros compañeros de la Alianza que habían caído en manos de los magos o de la máquina. Ahora fui yo el que metió el brazo todo lo que me dio de largo para poder alcanzar su cara -¿Eres tú rubia? ¿Qué te han hecho?- le pregunté, esperando poder alcanzarla, preocupado por su integridad física, psíquica y emocional.
Solté una risa por lo bajo en forma de resoplido cuando concluyó que estaba hecha mierda. Ahí estaba, la delgada aureola verde que rodeaba al gris. La ví cuando se acercó a los barrotes de mi celda mientras Lykaios cantaba. Yo tenía que resistir el impulso de apoyarme o agarrar los travesaños de plata, así que aguanté mi peso sobre mis dos piernas mientras permanecía lo más cerca posible de las barras. Esperaba verlo evaporarse en cualquier momento, por eso pensaba que creer que en verdad se trataba de él sería muy doloroso, pero otra parte de mí me instó a disfrutar mientras pueda, que si luego desaparecía, lidiaría con la pena a su debido tiempo.
Lo que le dije pareció no convencerlo. Fue halagador pensar que él creía que era humana, creo que fue mi sueño desde que tengo uso de razón; no temer la llegada de la luna llena, saber que podré contemplar el astro sin que me duela todo el cuerpo, que la convergencia del sol, la tierra y la luna no defina lo que soy. ¿Es mucho pedir que el movimiento de un satélite no me convierta en una bestia sanguinaria? Asentí para demostrar que entendía a lo que se refería cuando me respondió que estaba vivo aunque, acostumbrada a tener la guardia alta, pensé que si se trataba de una ilusión lo que estaba frente a mí, esa oración parecía una amenaza.
Apoyé una mejilla en su mano dejando que sus dedos se pierdan entre mi pelo mientras pensaba respuestas para sus preguntas. Contuve la respiración al sentir el calor de su palma en el cachete de mi delgado rostro. Si realmente se encontraba frente a mí... ¿Cómo había llegado hasta ahí?¿Qué le había pasado? Lo miré a los ojos al tiempo que depositaba una mano mía sobre la suya, en una especie de intento por comprobar que lo que sentía en la cara también lo sentía en la mano. Y si, lo sentí. Tuve la sospecha de que en cualquier momento me desplomaría porque se me empezaron a aflojar las piernas así que tomé su mano con la mía y lo alejé suavemente de mi rostro.
Dejé escapar el aire en un suspiro mientras miraba mi mano soltar la suya. No quería soltarlo, pero tenía que sentarme y para eso debía dejarlo ir. Preferí eso a alejarme de la nada. Me dirigí a una esquina donde una pared y los barrotes de la celda se unían para sentarme en el suelo, apoyar la espalda en el muro y poder seguir estando cerca de Nathan. Estaba agotada, al sentarme me moví intentando disimular la pérdida de fuerzas. -Cambié pero no te esfuerces en buscar culpables, no tiene sentido.- Todos decían que había cambiado así que tal vez era verdad. -Mate a una persona, por eso estoy aquí.- Los detalles no eran importantes.
-La condena es reclución en un calabozo con barrotes de plata hasta que se solucione el problema en tierra, cuando eso esté hecho me pondrán una maldición tortura de dolor que me impedirá acercarme a menores y a la isla, me borrarán recuerdos y seré exiliada de Ouroboros. Me recuerda a la “reconversión” y a los chips de la Alianza. Ah y parece que la Brigada fue declarada ilegal en la isla.- Dije alzando los hombros. -Ahora dime cómo llegaste hasta aquí ¿Un amiguito mágico?- Lo miré alzando una ceja y una comisura de la boca de forma burlona. Mi tiempo en la Alianza Humana parecía tan lejano, recordé a mis compañeros de la Unidad Roja.
Lo que le dije pareció no convencerlo. Fue halagador pensar que él creía que era humana, creo que fue mi sueño desde que tengo uso de razón; no temer la llegada de la luna llena, saber que podré contemplar el astro sin que me duela todo el cuerpo, que la convergencia del sol, la tierra y la luna no defina lo que soy. ¿Es mucho pedir que el movimiento de un satélite no me convierta en una bestia sanguinaria? Asentí para demostrar que entendía a lo que se refería cuando me respondió que estaba vivo aunque, acostumbrada a tener la guardia alta, pensé que si se trataba de una ilusión lo que estaba frente a mí, esa oración parecía una amenaza.
Apoyé una mejilla en su mano dejando que sus dedos se pierdan entre mi pelo mientras pensaba respuestas para sus preguntas. Contuve la respiración al sentir el calor de su palma en el cachete de mi delgado rostro. Si realmente se encontraba frente a mí... ¿Cómo había llegado hasta ahí?¿Qué le había pasado? Lo miré a los ojos al tiempo que depositaba una mano mía sobre la suya, en una especie de intento por comprobar que lo que sentía en la cara también lo sentía en la mano. Y si, lo sentí. Tuve la sospecha de que en cualquier momento me desplomaría porque se me empezaron a aflojar las piernas así que tomé su mano con la mía y lo alejé suavemente de mi rostro.
Dejé escapar el aire en un suspiro mientras miraba mi mano soltar la suya. No quería soltarlo, pero tenía que sentarme y para eso debía dejarlo ir. Preferí eso a alejarme de la nada. Me dirigí a una esquina donde una pared y los barrotes de la celda se unían para sentarme en el suelo, apoyar la espalda en el muro y poder seguir estando cerca de Nathan. Estaba agotada, al sentarme me moví intentando disimular la pérdida de fuerzas. -Cambié pero no te esfuerces en buscar culpables, no tiene sentido.- Todos decían que había cambiado así que tal vez era verdad. -Mate a una persona, por eso estoy aquí.- Los detalles no eran importantes.
-La condena es reclución en un calabozo con barrotes de plata hasta que se solucione el problema en tierra, cuando eso esté hecho me pondrán una maldición tortura de dolor que me impedirá acercarme a menores y a la isla, me borrarán recuerdos y seré exiliada de Ouroboros. Me recuerda a la “reconversión” y a los chips de la Alianza. Ah y parece que la Brigada fue declarada ilegal en la isla.- Dije alzando los hombros. -Ahora dime cómo llegaste hasta aquí ¿Un amiguito mágico?- Lo miré alzando una ceja y una comisura de la boca de forma burlona. Mi tiempo en la Alianza Humana parecía tan lejano, recordé a mis compañeros de la Unidad Roja.
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