Recuerdo del primer mensaje :
Estos calabozos se encuentran bajo las dependencias de la Guardia de Ouroboros, que son los encargados de proteger la isla. No cuentan con muchas celdas, pues raramente hay crímenes en la ciudad. Los detenidos son custodiados por guardias día y noche. Dentro de la celda se usan las llamadas "cadenas del penitente" para impedir que puedan utilizar cualquier habilidad mágica que les permita escapar.
-¿A los ministros?- Les lancé una mirada de soslayo con cierta desconfianza mientras alzaba la ceja. No me gustaban aquellos humanos, más allá de que fueran muggles, simplemente… no me daban buena espina. Y su actitud en la batalla contra SAM tampoco me hizo que les ganara confianza. Volví a Chloe mirándola con cierta duda -No tenía ni idea de que… Me dijeron que solo a la Pendragon... Otra vez de líos, parece que nunca nos van a dejar vivir tranquilos- Me encogí de hombros y dejé pasar su pequeña escapada, pareciéndome normal por su parte que siempre se preocupaba y ocupaba de todo el mundo -Te acompaño. Y no se lo diré a nadie. Será nuestro secretito- Le guiñé el ojo para que se tranquilizara separándonos un tanto del grupo de sanadores que se estaban encargando de Gwen. No respondí al comentario del tiempo que llevaban los ministros encerrados, pues a mi parecer deberían permanecer allí de por vida, si hiciera falta, o hasta que se pudran, pero no comenté nada al respecto, simplemente, lo dejé estar.
Su comentario de que siempre se portaba bien me arrancó una carcajada socarrona y le piqué un poco en las costillas para hacerla cosquillas -Escaparte del hospital con un convaleciente para ir a la playa en invierno y mojar a un pobre enfermo me dijo que no siempre te portas muy bien, pequeña duendecilla traviesa- Bromeé mientras empezábamos a andar a la celda de los ministros y acompañaba a Chloe, cargando parte de sus trastos -Ahora llegará el buen tiempo, podríamos volver a ir. O ver los cerezos de Sofía en flor, antes de que pierdan los pétalos- Dejé caer, casi como si fuera para pedirle una cita y esta vez no estaríamos puposos ninguno de los dos.
Me mordí el labio cuando comentó lo de la boda, con cierta incomodidad y aparté un poco la vista, halagado por lo de esperar, pero a la vez abochornado -Siento haberte echo esperar en vano entonces. A los soldados rasos no nos dieron día libre, alguien tenía que limpiar las cuadras…- Y a rehabilitación. Terminé por responder con una medio sonrisa. -¿Lo pasate bien al menos?- Lo de la playa estuvo muy bien, pero la neumonía que siguió no tanto. No se lo reprocharía porque ella lo hizo con buena intención. Lo de hacer el tonto en el agua fue idea mía. Al final, llegamos y eché un ojo por encima a los ministros asqueados con la vida
-No tienen mala pinta. Quizás algo aburridos. Podríamos traerles algo de leer- Aunque a mi ojo parecían estar bien, aburridos tal vez, pero bien.
Su comentario de que siempre se portaba bien me arrancó una carcajada socarrona y le piqué un poco en las costillas para hacerla cosquillas -Escaparte del hospital con un convaleciente para ir a la playa en invierno y mojar a un pobre enfermo me dijo que no siempre te portas muy bien, pequeña duendecilla traviesa- Bromeé mientras empezábamos a andar a la celda de los ministros y acompañaba a Chloe, cargando parte de sus trastos -Ahora llegará el buen tiempo, podríamos volver a ir. O ver los cerezos de Sofía en flor, antes de que pierdan los pétalos- Dejé caer, casi como si fuera para pedirle una cita y esta vez no estaríamos puposos ninguno de los dos.
Me mordí el labio cuando comentó lo de la boda, con cierta incomodidad y aparté un poco la vista, halagado por lo de esperar, pero a la vez abochornado -Siento haberte echo esperar en vano entonces. A los soldados rasos no nos dieron día libre, alguien tenía que limpiar las cuadras…- Y a rehabilitación. Terminé por responder con una medio sonrisa. -¿Lo pasate bien al menos?- Lo de la playa estuvo muy bien, pero la neumonía que siguió no tanto. No se lo reprocharía porque ella lo hizo con buena intención. Lo de hacer el tonto en el agua fue idea mía. Al final, llegamos y eché un ojo por encima a los ministros asqueados con la vida
-No tienen mala pinta. Quizás algo aburridos. Podríamos traerles algo de leer- Aunque a mi ojo parecían estar bien, aburridos tal vez, pero bien.
Guardé silencio mientras afirmaba no saber que también había que atender a los ministros, cuanto menos hablase y menos datos diese mejor. En mi mente se volvió a repetir la orden "liberar a Éamon O'Connell y Andreas Wilhelm, y traerlos de vuelta". Tan absorta iba con el objetivo que seguí caminando con la mirada al frente y un tanto ausente. Me removí un poco para apartarme y evitar que me picase en las costillas, mirándole un tanto nerviosa y sin reírme. Carraspeé sin saber muy bien qué responder, no podía evitar hacer lo que tenía que hacer.
- Lo siento. - murmuré por lo de llevarlo a aquella playa con aquel frío, aunque lo había hecho para animarle un poco. Inspiré y asentí levemente a lo de ir a ver los cerezos. En realidad quería pasar más tiempo con él, pero por una cosa o por otra nunca lo conseguía. Suspiré algo cansada, aún con dolor de cabeza por el golpe que me había dado Tobías en la cabeza. Estaba siendo muy parca en palabras comparado con cómo era de manera habitual, pero podía interpretarse de muchas formas.
- No te preocupes. Enseguida supuse que no ibas a venir. La verdad es que me aburrí...no estuve mucho tiempo. - me encogí de hombros, siendo sincera en eso al menos. Después extendí la mano con la palma hacia arriba, pidiendo que me dejase las llaves para abrir. - Tardaré poco. Puedes pasar conmigo a la celda si quieres, por si intentan atacarme... - mentí, no temía nada de eso. En todo momento evitaba mirarle a los ojos directamente, así que dirigí la mirada a los de la celda.
- Vale, ve pensando libros mientras yo los atiendo. ¿Vamos? - insistí con cierta prisa, queriendo hacer aquello cuanto antes.
- Lo siento. - murmuré por lo de llevarlo a aquella playa con aquel frío, aunque lo había hecho para animarle un poco. Inspiré y asentí levemente a lo de ir a ver los cerezos. En realidad quería pasar más tiempo con él, pero por una cosa o por otra nunca lo conseguía. Suspiré algo cansada, aún con dolor de cabeza por el golpe que me había dado Tobías en la cabeza. Estaba siendo muy parca en palabras comparado con cómo era de manera habitual, pero podía interpretarse de muchas formas.
- No te preocupes. Enseguida supuse que no ibas a venir. La verdad es que me aburrí...no estuve mucho tiempo. - me encogí de hombros, siendo sincera en eso al menos. Después extendí la mano con la palma hacia arriba, pidiendo que me dejase las llaves para abrir. - Tardaré poco. Puedes pasar conmigo a la celda si quieres, por si intentan atacarme... - mentí, no temía nada de eso. En todo momento evitaba mirarle a los ojos directamente, así que dirigí la mirada a los de la celda.
- Vale, ve pensando libros mientras yo los atiendo. ¿Vamos? - insistí con cierta prisa, queriendo hacer aquello cuanto antes.
Su silencio me pareció algo raro que no dijera nada sobre la pequeña travesura, ni que jugara con el juego tonto sobre nuestra pequeña travesura, pero tampoco le di especial importancia. Al fin de cuentas, estaba en el trabajo y quizás no quería que la llamaran la atención por andar coqueteando. Tal vez Lyran se fuera de la lengua por lo de aquella ocasión. Gruñí con algo de decepción, pero tampoco le di mucha importancia. Aquel gesto esquivo y aquella mirada me hizo detener en seco el juego, para recolocarme en una posición incómoda, por la extrañeza de la situación. Traté de analizar si Chloe estaba enfadada por algo que hubiera dicho, hecho o peor, no dicho o hecho. Pero estaba claro que no parecía estar de humor, no insistí tampoco, al menos hasta que pudiera saber qué le rondaba por aquella cabecita pelirroja.
-No tienes por qué sentirlo. Si al final el que estuvo haciendo el tonto con la manta fui yo- Su extraño silencio y la poca conversación que tenía Chloe me hizo alzar levemente la ceja, quedar un paso por detrás. Esperaba, quizás algo más de efusividad por su parte o algún comentario divertido, como que el culpable era yo o... no sé, algo. Luego respondió a lo de la boda y recuperé la altura de la marcha. Pero, sinceramente, de todo lo que me dijo, tampoco me parecía especialmente importante como tema de conversación -¿Estás bien? ¿Estás enfadada por lo de la boda o por algo?- Ahora la miré confundido. Tampoco es que rechazara una oferta oficial, pero como siempre hay subtexto que se suele no interpretar. Dirigí mi mirada a su mano interpretando que quería que le diera las llaves del calabozo, en su lugar dejé el botiquín que yo cargaba desde la celda anterior. Las llaves no se traspasaban, por protocolo, y ya suficientemente nos estábamos saltando las normas estando allí, en calidad de caridad.
-Abriré yo- Le respondí algo más tajante sobre su insistencia para entrar en la celda, ya con cierta reticencia -Pero sigo sin entender para qué quieres entrar. Están bien: no tienen heridas, comen lo que se les da…- Aburridos, estaban aburridos. El tintineo de las llaves y de los engranajes de la cerradura chirriaron como un quejido, despertando a las ratas. Pero la puerta no se abrió. -Debería avisar a otro compañero para que monte guardia y pueda entrar contigo- Seguía pensando que había en todo esto algo que no me cuadraba, pero sin saber exactamente el qué. -Ya dejaré lo de los libros para después. Date un poco de prisa. Este sitio me pone la carne de gallina…- La puerta se quejó al volverse a echar la llave. Desde aquella posición indiqué a los ministros que se quedaran en el interior de la celda, pegados a la pared y que colocaran las manos en algún lugar que sea visible. Nada de movimientos raros. Controlar la situación. Había que tener especial cuidado, porque toda aquella situación tan extraña empezaba a ponerme un poco de los nervios, si quería entrar a las celdas… Si se ponían tontos, desde allí tenía mucho más movimiento para atacar tanto con la espada como con el hielo a Eamon o Andreas si se ponían tontucos antes de abrirles la puerta. -Es una revisión rutinaria de salud- Traté de explicarles, me dirigí a Chloe una última vez fijando la mirada azul en la suya, antes de proceder de nuevo a la apertura definitiva de la puerta -Deberíamos avisar a alguien más, ¿estás segura de esto?-
-No tienes por qué sentirlo. Si al final el que estuvo haciendo el tonto con la manta fui yo- Su extraño silencio y la poca conversación que tenía Chloe me hizo alzar levemente la ceja, quedar un paso por detrás. Esperaba, quizás algo más de efusividad por su parte o algún comentario divertido, como que el culpable era yo o... no sé, algo. Luego respondió a lo de la boda y recuperé la altura de la marcha. Pero, sinceramente, de todo lo que me dijo, tampoco me parecía especialmente importante como tema de conversación -¿Estás bien? ¿Estás enfadada por lo de la boda o por algo?- Ahora la miré confundido. Tampoco es que rechazara una oferta oficial, pero como siempre hay subtexto que se suele no interpretar. Dirigí mi mirada a su mano interpretando que quería que le diera las llaves del calabozo, en su lugar dejé el botiquín que yo cargaba desde la celda anterior. Las llaves no se traspasaban, por protocolo, y ya suficientemente nos estábamos saltando las normas estando allí, en calidad de caridad.
-Abriré yo- Le respondí algo más tajante sobre su insistencia para entrar en la celda, ya con cierta reticencia -Pero sigo sin entender para qué quieres entrar. Están bien: no tienen heridas, comen lo que se les da…- Aburridos, estaban aburridos. El tintineo de las llaves y de los engranajes de la cerradura chirriaron como un quejido, despertando a las ratas. Pero la puerta no se abrió. -Debería avisar a otro compañero para que monte guardia y pueda entrar contigo- Seguía pensando que había en todo esto algo que no me cuadraba, pero sin saber exactamente el qué. -Ya dejaré lo de los libros para después. Date un poco de prisa. Este sitio me pone la carne de gallina…- La puerta se quejó al volverse a echar la llave. Desde aquella posición indiqué a los ministros que se quedaran en el interior de la celda, pegados a la pared y que colocaran las manos en algún lugar que sea visible. Nada de movimientos raros. Controlar la situación. Había que tener especial cuidado, porque toda aquella situación tan extraña empezaba a ponerme un poco de los nervios, si quería entrar a las celdas… Si se ponían tontos, desde allí tenía mucho más movimiento para atacar tanto con la espada como con el hielo a Eamon o Andreas si se ponían tontucos antes de abrirles la puerta. -Es una revisión rutinaria de salud- Traté de explicarles, me dirigí a Chloe una última vez fijando la mirada azul en la suya, antes de proceder de nuevo a la apertura definitiva de la puerta -Deberíamos avisar a alguien más, ¿estás segura de esto?-
Al final se acabó dando cuenta de que algo extraño pasaba, pero lo enfocó más hacia un posible enfado. Me apresuré en negar con la cabeza, pensando únicamente en cumplir con las órdenes encomendadas. De haber tenido el control sobre mí misma todo habría sido muy diferente. No era capaz de confesar. - No, no estoy enfadada. No pasa nada. - respondí de manera muy escueta, evitando mirarlo por enésima vez. me puse algo nerviosa cuando insistió en que abriría él, pero simplemente asentí y comencé a preparar mi maletín con todo lo necesario. - De verdad, que no hace falta que llames a nadie más, es una revisión rutinaria rápida. - insistí ya empezando a palidecer porque el plan no marchaba como esperaba. Estaba haciendo demasiadas preguntas. Pude respirar aliviada en el momento en el que por fin abrió la puerta.
Entré temerosa en la celda, después de que Benjamin hiciese las presentaciones. - ¿A quién vas a avisar, Benjamin? Son órdenes del hospital. Que un equipo atendiese a la Pendragon, y de paso que revisaran a los ministros. Ella ya fue atendida, sólo quedan estos. - le corté, mintiendo rápidamente antes de que le diese por avisar a compañeros. Al abrir el maletín cargué tres jeringuillas con leche de amapola, con una dosis muy alta del sedante. Lo hice de espaldas a él, para que no hiciese preguntas. - Vitaminas.- susurré a los ministros antes de clavarles la aguja en el cuello directamente, con muy poco tacto para cómo solía hacer yo las cosas. Guardé la tercera bajo la manga, poniéndome en pie despacio mientras los otros se iban durmiendo. No di ninguna explicación más, simplemente me acerqué a él como si fuese a besarlo, pero...en el último momento le clavé también la jeringuilla en el cuello, empujándolo hacia atrás. Todo aquello se veía muy irreal, como si formase parte de un sueño en el que nada se puede controlar.
Acto seguido desplegué la capa de invisibilidad que llevaba en un bolsillo de la bata de hospital, cubriendo y envolviendo a los dos ministros como un kebab para poder levitarlos. De ese modo podríamos salir sin levantar muchas sospechas. Los llevé delante de mí hasta la salida, en la que apenas había vigilancia porque la mayoría estaba fuera por el ataque Pendragon y los daños provocados. Muy cerca del cuartel había dejado a mi hipogrifo, en el que cargué a Éamon y Andreas antes de salir de allí volando con ellos.
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leche de amapola, gastadas 3 dosis
Entré temerosa en la celda, después de que Benjamin hiciese las presentaciones. - ¿A quién vas a avisar, Benjamin? Son órdenes del hospital. Que un equipo atendiese a la Pendragon, y de paso que revisaran a los ministros. Ella ya fue atendida, sólo quedan estos. - le corté, mintiendo rápidamente antes de que le diese por avisar a compañeros. Al abrir el maletín cargué tres jeringuillas con leche de amapola, con una dosis muy alta del sedante. Lo hice de espaldas a él, para que no hiciese preguntas. - Vitaminas.- susurré a los ministros antes de clavarles la aguja en el cuello directamente, con muy poco tacto para cómo solía hacer yo las cosas. Guardé la tercera bajo la manga, poniéndome en pie despacio mientras los otros se iban durmiendo. No di ninguna explicación más, simplemente me acerqué a él como si fuese a besarlo, pero...en el último momento le clavé también la jeringuilla en el cuello, empujándolo hacia atrás. Todo aquello se veía muy irreal, como si formase parte de un sueño en el que nada se puede controlar.
Acto seguido desplegué la capa de invisibilidad que llevaba en un bolsillo de la bata de hospital, cubriendo y envolviendo a los dos ministros como un kebab para poder levitarlos. De ese modo podríamos salir sin levantar muchas sospechas. Los llevé delante de mí hasta la salida, en la que apenas había vigilancia porque la mayoría estaba fuera por el ataque Pendragon y los daños provocados. Muy cerca del cuartel había dejado a mi hipogrifo, en el que cargué a Éamon y Andreas antes de salir de allí volando con ellos.
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leche de amapola, gastadas 3 dosis
-¿Seguro?- Insistí con desconfianza, estaba seguro que algo raro estaba pasando, pero no el qué -Es que si estás enfadada o dolida por algo. En serio, dímelo. ¿Te ha dicho algo Oscurus? Si hay que darle una paliza, me apunto- Traté de bromear, por si era algo del trabajo y no quería compartirlo conmigo, yo qué sé. Por descartar. -¿Ha pasado algo con tu hermano?- Y más miradas esquivas. Al final terminé por ahogar un gruñido y por cruzarme de brazos en posición defensiva, incomodado por la situación.
-A cualquiera. Si hacen cualquier movimiento raro, prefiero estar contigo dentro y no tener que contener a los ministros contigo dentro- Por si hubiera fuego cruzado, o la cogieran de rehén. Pero siguió insistiendo de aquella manera que ya hasta me hizo dudar de si en verdad estaba en lo correcto avisando. Miré a mi espalda y a lo largo del pasillo buscando otros compañeros, vigilando que no viniera nadie mientras Chloe hacía sus supuestas cosas de médico. La sensación no se apaciguó hasta que pareció acabar y volver. Alcé la mirada a los ministros y los noté especialmente tranquilos -¿Están bien?- Bajé la mirada hacia ella antes de notar aquella punzada de dolor que recorrió el cuello y parte del cuerpo, el empujón, y entonces todo se tornó oscuro por unos minutos.
Minutos que se volvieron horas, quizá. No desperté hasta notar la sacudida de un compañero de la guardia. Un terrible dolor de cabeza embotaba todos mis sentidos y obnubilaba la razón, al menos hasta que pude ir haciéndome una situación del lugar mientras me levantaba: La celda vacía, la puerta abierta, los botiquines del hospital allí. -¿Dónde está Chloe?- Lo primero que se me pasó por la cabeza es que la habían secuestrado -Dad la voz de alarma, ¡avisad a la general Amaya! ¡Se han escapado los ministros muggles!- Me quité con brusquedad la mano amiga que trataba de ayudarme, enfadado conmigo mismo por no haber hecho caso a mis instintos. Sabía que había algo raro y ahora Chloe podría estar en peligro. Cogí mis cosas, el casco de la guardia y me lo enfundé, saliendo corriendo de allí para tratar de localizar cualquier mínimo rastro de los muggles o de Chloe…. Sin éxito.
-A cualquiera. Si hacen cualquier movimiento raro, prefiero estar contigo dentro y no tener que contener a los ministros contigo dentro- Por si hubiera fuego cruzado, o la cogieran de rehén. Pero siguió insistiendo de aquella manera que ya hasta me hizo dudar de si en verdad estaba en lo correcto avisando. Miré a mi espalda y a lo largo del pasillo buscando otros compañeros, vigilando que no viniera nadie mientras Chloe hacía sus supuestas cosas de médico. La sensación no se apaciguó hasta que pareció acabar y volver. Alcé la mirada a los ministros y los noté especialmente tranquilos -¿Están bien?- Bajé la mirada hacia ella antes de notar aquella punzada de dolor que recorrió el cuello y parte del cuerpo, el empujón, y entonces todo se tornó oscuro por unos minutos.
Minutos que se volvieron horas, quizá. No desperté hasta notar la sacudida de un compañero de la guardia. Un terrible dolor de cabeza embotaba todos mis sentidos y obnubilaba la razón, al menos hasta que pude ir haciéndome una situación del lugar mientras me levantaba: La celda vacía, la puerta abierta, los botiquines del hospital allí. -¿Dónde está Chloe?- Lo primero que se me pasó por la cabeza es que la habían secuestrado -Dad la voz de alarma, ¡avisad a la general Amaya! ¡Se han escapado los ministros muggles!- Me quité con brusquedad la mano amiga que trataba de ayudarme, enfadado conmigo mismo por no haber hecho caso a mis instintos. Sabía que había algo raro y ahora Chloe podría estar en peligro. Cogí mis cosas, el casco de la guardia y me lo enfundé, saliendo corriendo de allí para tratar de localizar cualquier mínimo rastro de los muggles o de Chloe…. Sin éxito.
Después de dibujar la runa en la plaza central, Catherine abrió otro portal a la recepción de los calabozos donde estaba uno de los guardias particularmente ocupado. La Descendiente carraspeó con suavidad y al ver su saludo asintió -Necesito que abráis la celda de Gwen Pendragon- Informó pero aquello pareció no gustarle demasiado a Catherine ladeó la cabeza -Acabo de salir de una larga reunión del Consejo y apreciaría que no pusieras en duda mi palabra- Al parecer, su ausencia y su título habían resonado brevemente en Ouroboros.
El guardia se incorporó y empezó a caminar lo que Catherine agradeció. Se llevó una mano al vientre sintiendo algo de tensión, molestia y dolor y supuso que se debía a todo lo que había acontecido en la reunión. Le dolía el corazón, la cabeza y todo el cuerpo y sólo quería descansar pero aún tenía demasiado camino por delante.
Al llegar a la celda, permitió que la abrieran y saludó a Gwen con un asentimiento de cabeza antes de ordenar que le quitarán las esposas-Volvemos a Ávalon- Murmuró observándola un instante para verificar que estuviera bien, tras eso agradeció al guardia y salieron. Catherine no tardó mucho más en abrir un portal hacia Ávalon y ambas desaparecieron por él.
El guardia se incorporó y empezó a caminar lo que Catherine agradeció. Se llevó una mano al vientre sintiendo algo de tensión, molestia y dolor y supuso que se debía a todo lo que había acontecido en la reunión. Le dolía el corazón, la cabeza y todo el cuerpo y sólo quería descansar pero aún tenía demasiado camino por delante.
Al llegar a la celda, permitió que la abrieran y saludó a Gwen con un asentimiento de cabeza antes de ordenar que le quitarán las esposas-Volvemos a Ávalon- Murmuró observándola un instante para verificar que estuviera bien, tras eso agradeció al guardia y salieron. Catherine no tardó mucho más en abrir un portal hacia Ávalon y ambas desaparecieron por él.
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