Recuerdo del primer mensaje :
Estos calabozos se encuentran bajo las dependencias de la Guardia de Ouroboros, que son los encargados de proteger la isla. No cuentan con muchas celdas, pues raramente hay crímenes en la ciudad. Los detenidos son custodiados por guardias día y noche. Dentro de la celda se usan las llamadas "cadenas del penitente" para impedir que puedan utilizar cualquier habilidad mágica que les permita escapar.
Esbocé una sonrisa aparentemente amable cuando me Arturo me preguntó sin tenía elección, negando con la cabeza. - No, no la tienes. Esta es una situación excepcional, debemos velar por la seguridad de los nuestros. Supongo que lo comprendes. - imaginé que la situación no le agradaba, pero al menos se mostraba colaborativo. - Tranquilo, aquí no debes preocuparte por ese grupo. Lo dejaste atrás cuando cruzaste el portal. Espero que los Soul Reapers lo tengan controlado. En cuanto al grupo que vas a combatir, la Alianza Humana, es una facción de humanos comunes, sin poderes mágicos. Su fuerza reside en la tecnología avanzada, y en su número, pues son más numerosos que la raza mágica. ¿En tu mundo todos poseen magia o más bien al contrario? - se me hacía muy extraño hablar de otros mundos, a pesar de haber estudiado las posibilidades de existencia de un multiverso. Todavía era escéptico con eso. Proseguí con la explicación, paseándome frente a su celda como si estuviese dando una clase en la academia.
- La Alianza Humana lleva años persiguiendo a la raza mágica, acusándolos de ser peligrosos, de quebrantar la paz. Algunos nos temen y nos odian. Otros nos envidian. En cualquier caso...también es cierto que hay grupos de raza mágica que han dado motivos de odio a los humanos. Grupos como los Blood Keepers se han creído superiores y con el derecho a masacrar y esclavizar a aquellos sin magia, entrando en una espiral de violencia imparable. Ese grupo ya perdió fuerza, por suerte, y ahora los principales combatientes contra la Alianza son los renegados y nosotros, los Descendientes. No combatimos a todos los humanos, por supuesto, queremos alcanzar una convivencia más o menos llevadera, pero sí combatimos contra el gobierno y el ejército de la Alianza, así como sus ideales en contra de los nuestros. - tomé aire y dejé unos segundos para que asimilase dónde se iba a mover. Seguro que se me olvidaban cosas, pero ya las iría descubriendo él solo.
Alcé mis pobladas cejas cuando dijo que le daba miedo la señorita Victoria, alías Zaphira. - Haces bien en temerla. Es un dragón. Podría devorarnos a cualquiera de nosotros de un bocado. Pero tranquilo, no te pondré con ella. Pensaré quién puede quedarse contigo. - sentí cierta compasión por él al ver que estaba bastante apalizado, así que le dije al guardia que me había guiado que fuese a avisar a algún sanador del hospital para que le hiciese unos primeros auxilios. El guardia se desapareció para ir a cumplir su misión. - Espera un momento, enseguida vendrá alguien a atenderte. - otro guardia se encargó de liberarle de grilletes y demás, aunque quedó vigilante por si acaso. Extendí la mano para estrechársela cuando se presentó, haciendo lo propio. - Jack Newton, descendiente de Isaac Newton y miembro del Consejo de los 20. Encantado. - me presenté también con mi rango, al igual que había hecho él. El médico no tardó en llegar, apareciendo junto a nosotros con un pequeño botiquín. Sacó un par de pociones de ahí, usándolas para echarlas en las heridas de Arturo, para que se desinfectasen y comenzasen a cicatrizar con mayor rapidez. Después canalizó hacia él su magia de sanación para que se sintiese mejor.
- Listo. Nos marchamos. Ppr el camino puedes ir comentándome datos que deba saber, o lo que te he preguntado antes sobre los poderes propios de tu gente, y los tuyos. Acompáñame, voy a buscarte a tu compañero o compañeros vigilantes. Yo estoy mayor para esas cosas. - dicho esto lo guié hacia la salida, abandonando los calabozos con Arturo en dirección al comedor.
- La Alianza Humana lleva años persiguiendo a la raza mágica, acusándolos de ser peligrosos, de quebrantar la paz. Algunos nos temen y nos odian. Otros nos envidian. En cualquier caso...también es cierto que hay grupos de raza mágica que han dado motivos de odio a los humanos. Grupos como los Blood Keepers se han creído superiores y con el derecho a masacrar y esclavizar a aquellos sin magia, entrando en una espiral de violencia imparable. Ese grupo ya perdió fuerza, por suerte, y ahora los principales combatientes contra la Alianza son los renegados y nosotros, los Descendientes. No combatimos a todos los humanos, por supuesto, queremos alcanzar una convivencia más o menos llevadera, pero sí combatimos contra el gobierno y el ejército de la Alianza, así como sus ideales en contra de los nuestros. - tomé aire y dejé unos segundos para que asimilase dónde se iba a mover. Seguro que se me olvidaban cosas, pero ya las iría descubriendo él solo.
Alcé mis pobladas cejas cuando dijo que le daba miedo la señorita Victoria, alías Zaphira. - Haces bien en temerla. Es un dragón. Podría devorarnos a cualquiera de nosotros de un bocado. Pero tranquilo, no te pondré con ella. Pensaré quién puede quedarse contigo. - sentí cierta compasión por él al ver que estaba bastante apalizado, así que le dije al guardia que me había guiado que fuese a avisar a algún sanador del hospital para que le hiciese unos primeros auxilios. El guardia se desapareció para ir a cumplir su misión. - Espera un momento, enseguida vendrá alguien a atenderte. - otro guardia se encargó de liberarle de grilletes y demás, aunque quedó vigilante por si acaso. Extendí la mano para estrechársela cuando se presentó, haciendo lo propio. - Jack Newton, descendiente de Isaac Newton y miembro del Consejo de los 20. Encantado. - me presenté también con mi rango, al igual que había hecho él. El médico no tardó en llegar, apareciendo junto a nosotros con un pequeño botiquín. Sacó un par de pociones de ahí, usándolas para echarlas en las heridas de Arturo, para que se desinfectasen y comenzasen a cicatrizar con mayor rapidez. Después canalizó hacia él su magia de sanación para que se sintiese mejor.
- Listo. Nos marchamos. Ppr el camino puedes ir comentándome datos que deba saber, o lo que te he preguntado antes sobre los poderes propios de tu gente, y los tuyos. Acompáñame, voy a buscarte a tu compañero o compañeros vigilantes. Yo estoy mayor para esas cosas. - dicho esto lo guié hacia la salida, abandonando los calabozos con Arturo en dirección al comedor.
Los imbéciles de la guardia de ouroboros me habían arrastrado hasta aquí, me habían puesto encima las cadenas inhibidoras de magia y me habían encerrado en uno de sus calabozos. Me había resistido, presa de la furia y las ganas de vengarme, de acabar con Imram por una vez con todas.
Pero para bien o para mal, me lo habían impedido. Me dejaron alli y se pusieron a montar guardia afuera.
Las cadenas comenzaban a hacer sus efectos en mi, y cuando fui a gritarles que no eran quienes para encerrarme asi, me dio un ataque de tos de los míos y acabé de rodillas en el suelo.
Con el paso de los minutos, comencé a procesar la verdad, lo que había ocurrido, que había perdido a mi preciosa Katrina por la ineptitud de un humano que no había podido protegerla. Me di cuenta, por el doloroso vacío de mi pecho, que para Imram ahora mismo el mejor castigo era seguir vivo....
No así para los asesinos de ella. Pero quienes eran? Como averiguarlo cuando el único testigo había sido ella?
Habían personas en esta isla... Personas que podían ayudarme....
Mi obsesión y mi compulsión por vengarme de aquellos fue lo que me mantuvo de una pieza pese al dolor, lo que me hizo evitar las lágrimas. Poco a poco me levanté, me agarré a los barrotes y alcé la voz para que me escuchasen aquellos patanes.
- necesito hablar con la médium! Donde está Bellatrix Allighieri? - no obtuve respuesta. Era de esperar. Pero pensaba seguir insistiendo....
Pero para bien o para mal, me lo habían impedido. Me dejaron alli y se pusieron a montar guardia afuera.
Las cadenas comenzaban a hacer sus efectos en mi, y cuando fui a gritarles que no eran quienes para encerrarme asi, me dio un ataque de tos de los míos y acabé de rodillas en el suelo.
Con el paso de los minutos, comencé a procesar la verdad, lo que había ocurrido, que había perdido a mi preciosa Katrina por la ineptitud de un humano que no había podido protegerla. Me di cuenta, por el doloroso vacío de mi pecho, que para Imram ahora mismo el mejor castigo era seguir vivo....
No así para los asesinos de ella. Pero quienes eran? Como averiguarlo cuando el único testigo había sido ella?
Habían personas en esta isla... Personas que podían ayudarme....
Mi obsesión y mi compulsión por vengarme de aquellos fue lo que me mantuvo de una pieza pese al dolor, lo que me hizo evitar las lágrimas. Poco a poco me levanté, me agarré a los barrotes y alcé la voz para que me escuchasen aquellos patanes.
- necesito hablar con la médium! Donde está Bellatrix Allighieri? - no obtuve respuesta. Era de esperar. Pero pensaba seguir insistiendo....
El guardia informó a la bruja que Rybar Dvorak estaba solicitando su presencia en los calabozos, no hacía falta ser vidente para adivinar que serían malas noticias. Llevaba puesta una amplia capucha blanca que la tapaba hasta la nariz y una capa blanca que ocultaba su túnica celesete y sus manos enguantadas dejando solo parte de la nariz, piel pálida como la nieve y sus azulados labios al descubierto. La capa ondeaba ligeramente a su paso mientras deambulaba por los pasillos subterráneos de la cárcel tan pálida, fría y perdida como un espíritu errante atrapado en el mundo de los vivos. Se dirigió con la liviandad de un espectro a la prisión y se detuvo frente a los barrotes de la celda del ganador del Torneo de Ouroboros. Observó la máscara metálica que tapaba parte de su rostro, las cadenas de penitente que inhibía su magia y el resto de su aspecto. Se preguntó a sí misma si había terminado allí dentro por causa de la Le Fay y recordó las palabras de Desmond.
“Tengo miedo al olvido del linaje Le Fay, tengo miedo a que Catherine haga que nos expulse, tengo miedo de lo que es capaz de hacer por Ian y toda la sociedad pensando que lo que hace está bien.”
-¿Deseas confesar tus pecados?- Él podría haberla percibido hace unos metros de distancia por el aura helada que proyectaba, pero de todos modos le habló al checo con voz queda en presencia de los guardias que lo custodiaban.
“Tengo miedo al olvido del linaje Le Fay, tengo miedo a que Catherine haga que nos expulse, tengo miedo de lo que es capaz de hacer por Ian y toda la sociedad pensando que lo que hace está bien.”
-¿Deseas confesar tus pecados?- Él podría haberla percibido hace unos metros de distancia por el aura helada que proyectaba, pero de todos modos le habló al checo con voz queda en presencia de los guardias que lo custodiaban.
Pasaron horas, muchas, muchisimas, hasta que quien estaba llamando se dignó a aparecer. Para entonces ya habia dejado de malgastar mis fuerzas y el aire, y me habia sentado, agotado por culpa del efecto de las cadenas del penitente. Sin embargo, al oir pasos y sentir que alguien se acercaba, me puse en pie y me acerqué a los barrotes, sujetandolos entre mis manos y lanzandole una intensa mirada a la descendiente cuando la reconocí.
“Por fin”
- confesar? - pregunte de modo brusco y casi febril, acercando mi cara al hueco de los barrotes. - no, lo que quiero es cometer unos cuantos mas.
Eso era en cierto modo, una confesión. Me aparté muy despacio, soltando mis manos de los barrotes de la celda.
- tu puedes hablar con los espiritus de los difuntos, verdad? Necesito....necesito que contactes con ella. - sonaba a orden, pero era una orden desesperada. La observé de arriba a abajo, ella misma parecia un espíritu, seguro que era capaz....
“Por fin”
- confesar? - pregunte de modo brusco y casi febril, acercando mi cara al hueco de los barrotes. - no, lo que quiero es cometer unos cuantos mas.
Eso era en cierto modo, una confesión. Me aparté muy despacio, soltando mis manos de los barrotes de la celda.
- tu puedes hablar con los espiritus de los difuntos, verdad? Necesito....necesito que contactes con ella. - sonaba a orden, pero era una orden desesperada. La observé de arriba a abajo, ella misma parecia un espíritu, seguro que era capaz....
El tintineo de las cadenas al moverse la indujo a un vistazo al futuro, fue solo una sensación pero sólida y clara, luego de eso siguieron las migrañas, como siempre, la bruja se llevó una mano enguantada a la cabeza cubierta por la capucha y prosiguió como si nada.
No parecía preocupado por el hecho de que su alma se fuera al infierno, ni que estuviera delatándose sin ningún signo de arrepentimiento alguno frente a un miembro del Concejo de los 20. Sus delitos del pasado habían sido olvidados, aparentemente, solo se encontraba en prisión preventiva y con razón, se lo veía loco de ira.
La bruja mantuvo su postura erguida, sin mover un músculo, mientras pensaba.
-Creo recordar que, al ganar el Torneo de Ouroboros, escogiste a la descendiente de Morgana Le Fay para ampliar tus conocimientos. ¿Qué tal las clases?- Le habló con voz queda y tono neutral.
No parecía preocupado por el hecho de que su alma se fuera al infierno, ni que estuviera delatándose sin ningún signo de arrepentimiento alguno frente a un miembro del Concejo de los 20. Sus delitos del pasado habían sido olvidados, aparentemente, solo se encontraba en prisión preventiva y con razón, se lo veía loco de ira.
La bruja mantuvo su postura erguida, sin mover un músculo, mientras pensaba.
-Creo recordar que, al ganar el Torneo de Ouroboros, escogiste a la descendiente de Morgana Le Fay para ampliar tus conocimientos. ¿Qué tal las clases?- Le habló con voz queda y tono neutral.
La bruja parecía sufrir algún tipo de dolor de cabeza. Sabía que era poderosa, por lo que había oído de ella. Pero me daba igual, necesitaba de sus poderes, de sus habilidades.
Esperé su veredicto, pero de pronto me salió con ese otro tema.
- eso no importa ahora, señorita Allighieri - dije entredientes, aguantando la ira. - no he estado llamando tu nombre a gritos para tener una tutoría sobre unas clases que no se hicieron.
Le enseñé mis muñecas, atadas por esas malditas cadenas.
- no me podéis retener asi mucho más tiempo, verdad?
" De que infiernos intenta hablarme esta mujer ahora?"
Mi impaciencia se veía crecer a cada segundo que ella no llevaba la conversación por dónde yo quería. En un estado normal habría intentado disimularlo, pero mi autocontrol estaba un poco de vacaciones.
Esperé su veredicto, pero de pronto me salió con ese otro tema.
- eso no importa ahora, señorita Allighieri - dije entredientes, aguantando la ira. - no he estado llamando tu nombre a gritos para tener una tutoría sobre unas clases que no se hicieron.
Le enseñé mis muñecas, atadas por esas malditas cadenas.
- no me podéis retener asi mucho más tiempo, verdad?
" De que infiernos intenta hablarme esta mujer ahora?"
Mi impaciencia se veía crecer a cada segundo que ella no llevaba la conversación por dónde yo quería. En un estado normal habría intentado disimularlo, pero mi autocontrol estaba un poco de vacaciones.
Las clases no habían sido dictadas. Catherine Le Fay había olvidado el deber fundamental de los miembros del Concejo de los 20. Bellatrix, por su parte, no había asistido al llamado de un prisionero para recibir órdenes ni para que le digan lo que importa y lo que no, pero se trataba de un ganador del Torneo de Ouroboros, un hombre de familia de magos de arraigada traidición mágica y sangre pura, magos nobles y acaudalados, aunque para ese momento la riqueza de los Dvorak seguramente haya desaparecido debido al régimen de los humanos en tierra firme.
La bruja se limitó a descubrirse la cabeza dejando su pelo blanquecino a la vista para dedicarle a Rybar una mirada severa con sus ojos del color del hielo, a modo de advertencia. Observó las cadenas que ataban sus muñecas pensativa.
-¿Crees que estos guardias son tus carceleros?- Preguntó al checo con voz queda y suave. Éstas palabras hicieron que los guardias se miraran entre ellos, confundidos.
-Liberenlo.- No podría convocar a un espíritu específico en los calabozos. Los vigilantes se mostraron confundidos, pero bastó una mirada a uno de ellos para que abra la puerta y le retiren las cadenas de penitente. Ella se dirigió con su andar liviano cual espíritu hacia la salida pensando que el mago sabía que tenía que seguirla si es que quería hablar con los muertos.
La bruja se limitó a descubrirse la cabeza dejando su pelo blanquecino a la vista para dedicarle a Rybar una mirada severa con sus ojos del color del hielo, a modo de advertencia. Observó las cadenas que ataban sus muñecas pensativa.
-¿Crees que estos guardias son tus carceleros?- Preguntó al checo con voz queda y suave. Éstas palabras hicieron que los guardias se miraran entre ellos, confundidos.
-Liberenlo.- No podría convocar a un espíritu específico en los calabozos. Los vigilantes se mostraron confundidos, pero bastó una mirada a uno de ellos para que abra la puerta y le retiren las cadenas de penitente. Ella se dirigió con su andar liviano cual espíritu hacia la salida pensando que el mago sabía que tenía que seguirla si es que quería hablar con los muertos.
Blair y Eamon aparecieron en el interior de una celda.
Segundos mas tarde, aparecí yo tambien, junto con la armadura que llevaba dentro al tercer sujeto, pero al otro lado de los barrotes. Mandé a la Guardia de Ouroboros a que los registrasen y les quitasen cualquier objeto u arma peligroso, y estos procedieron a desarmarlos haciendoles antes un hechizo petrificante. También les pedí que los tratasen bien y que les facilitasen lo necesario para estar comodos. Y que no escatimasen en vigilancia.
Cuando los guardias estuvieron fuera, deshicieron la petrificacion.
- Bienvenidos a la suite que realmente mereceis, señores ministros. - dicho con asco. - Aunque si eso fuese cierto, las torturas comenzarían a las cuatro de la tarde y de nuevo a las ocho. No tengo más que deciros.
Me di la vuelta alejandome por el pasillo, farfullando en voz alta que quizá los utilizase en una viviseccion para dibujar sus intestinos de muggles y ver cuanto se parecian anatomicamente a los nuestros. Tenía un cabreo del carajo encima. Con esas conversaciones, mi automata-andreas y yo nos fuimos de los calabozos, a mi taller
Segundos mas tarde, aparecí yo tambien, junto con la armadura que llevaba dentro al tercer sujeto, pero al otro lado de los barrotes. Mandé a la Guardia de Ouroboros a que los registrasen y les quitasen cualquier objeto u arma peligroso, y estos procedieron a desarmarlos haciendoles antes un hechizo petrificante. También les pedí que los tratasen bien y que les facilitasen lo necesario para estar comodos. Y que no escatimasen en vigilancia.
Cuando los guardias estuvieron fuera, deshicieron la petrificacion.
- Bienvenidos a la suite que realmente mereceis, señores ministros. - dicho con asco. - Aunque si eso fuese cierto, las torturas comenzarían a las cuatro de la tarde y de nuevo a las ocho. No tengo más que deciros.
Me di la vuelta alejandome por el pasillo, farfullando en voz alta que quizá los utilizase en una viviseccion para dibujar sus intestinos de muggles y ver cuanto se parecian anatomicamente a los nuestros. Tenía un cabreo del carajo encima. Con esas conversaciones, mi automata-andreas y yo nos fuimos de los calabozos, a mi taller
Éamon O'Connell
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Aquel mago chiflado volvió a desaparecernos sin permiso por enésima vez, pero en esta ocasión no fue para llevarnos a un lugar mejor, sino a una asquerosa y húmeda celda en unos calabozos. Nada más aparecer me lancé indignado contra los barrotes, sacudiéndolos con las manos porque no me creía lo que acababa de hacer. Ni siquiera me di cuenta del típico mareo de la desaparición, la rabia era mayor. - ¡EH! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡Tú no eres nadie para juzgarnos ni encerrarnos, chalado! - por si fuera poco unos guardias de yelmos dorados también aparecieron en la celda, registrándonos para quitarnos las armas o útiles que pudiésemos llevar encima sin que pudiésemos evitarlo. Grité de nuevo para que Giordano volviese, pero no sirvió de nada. Allí nos dejó tras sus repelentes e irónicos comentarios.
- No me lo puedo creer...- murmuré soltando lentamente los barrotes, girándome furioso para mirar a Blair. Además se habían quedado con nuestros hijos, seguro que para adoctrinarlos. No les harían daño, o eso quería pensar. - Nosotros, que hemos sido ministros de la Alianza Humana inglesa...aquí, encerrados en una mierda de prisión de magos. - me dejé caer hasta el suelo con la espalda apoyada contra los barrotes, sin saber qué hacer ni cómo reaccionar. No me hacía gracia quedarme en casa de aquel mago, pero esto mucho menos. - ¿Y ahora qué? - estrujé con frustración una cajetilla vacía de tabaco que llevaba en el bolsillo, ni fumar podía. - Estos nos tienen ganas. Y pocos son como el pardillo del médico y el ciego.
- No me lo puedo creer...- murmuré soltando lentamente los barrotes, girándome furioso para mirar a Blair. Además se habían quedado con nuestros hijos, seguro que para adoctrinarlos. No les harían daño, o eso quería pensar. - Nosotros, que hemos sido ministros de la Alianza Humana inglesa...aquí, encerrados en una mierda de prisión de magos. - me dejé caer hasta el suelo con la espalda apoyada contra los barrotes, sin saber qué hacer ni cómo reaccionar. No me hacía gracia quedarme en casa de aquel mago, pero esto mucho menos. - ¿Y ahora qué? - estrujé con frustración una cajetilla vacía de tabaco que llevaba en el bolsillo, ni fumar podía. - Estos nos tienen ganas. Y pocos son como el pardillo del médico y el ciego.
Blair O'Connell
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Acababa de reunirme con mis hijos, de abrazarlos, Collins estaba con fiebre pero Galeno pudo curarlo de inmediato y para nuestra sorpresa tenían antibióticos y cosas normales, aún así todo era más rápido con magia y reconozco que me daba algo de envidia, pero la felicidad duró poco, no me dio tiempo tan siquiera de dar decomer a Erin pues nos desaparecieron en cuanto el mago ciego se fue dejándonos en una mazmorra -Sacadme de aquí!! sois unos desagradecidos! os tendría que haber dejado morir con los satélites!- nos petrificaron y despojaron de todo, ni armas, ni armadura, venenos o agujas... nada.
No había terminado de recuperarme del paso por el infierno pero en ese momento pensaba en acabar con todos esos magos y pasar la eternidad en el fuego por recuperar a mis hijos pero nada podíamos hacer, estábamos indefensos -Joder... acababa de recuperarlos- dije sentándome derrotada en lo primero que encontré, no me quedaban fuerzas para nada.
-Estoy agotada Éamon, si ellos no me quedan fuerzas para luchar, si no fuera por ellos ni siquiera me habría planteado meterme en la boca el lobo- no eramos nada sin nuestro poder y eso lo sabía sin necesidad de que Éamon me lo recordara pero lo de los pardillos me recordó algo, un contrato que firmé con esos pardillos -Volverán, nosotros sabemos más de la ciudadela que ellos... volverán- o eso esperaba.
No había terminado de recuperarme del paso por el infierno pero en ese momento pensaba en acabar con todos esos magos y pasar la eternidad en el fuego por recuperar a mis hijos pero nada podíamos hacer, estábamos indefensos -Joder... acababa de recuperarlos- dije sentándome derrotada en lo primero que encontré, no me quedaban fuerzas para nada.
-Estoy agotada Éamon, si ellos no me quedan fuerzas para luchar, si no fuera por ellos ni siquiera me habría planteado meterme en la boca el lobo- no eramos nada sin nuestro poder y eso lo sabía sin necesidad de que Éamon me lo recordara pero lo de los pardillos me recordó algo, un contrato que firmé con esos pardillos -Volverán, nosotros sabemos más de la ciudadela que ellos... volverán- o eso esperaba.
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El General de la Guardia de Ouroboros en persona descendió para ir a buscar a los ministros humanos. A través del casco apenas se notaban sus rasgos pero era evidente que no estaba de buen humor -Buenas...Madrugadas- Soltó con cierto tono irónico -¿Os han ofrecido comida, agua o las mantas?- Preguntó con absoluta neutralidad mientras buscaba las llaves y abría la puerta.
-El Consejo de los 20 os ha convocado. He de escoltaros. Por favor, salid y seguidme- Cuando salieran se darían cuenta que afuera habían otros dos guardias. Era evidente que el General era capaz de reducirlos a los dos, pero mejor era prevenir que lamentar. Los guió con la mano a subir las escaleras mientras él iba detrás cerrando la marcha. Era de madrugada ya y el clima no estaba ayudando. Y aunque no le habían dado una orden específica, el General era una persona atenta así que los guió al aseo donde les dejó asearse uno y después otros dándole algo de ropa del mismo estilo de la guardia y tras ello salieron de allí escoltados hacia la Sala de Reuniones.
-El Consejo de los 20 os ha convocado. He de escoltaros. Por favor, salid y seguidme- Cuando salieran se darían cuenta que afuera habían otros dos guardias. Era evidente que el General era capaz de reducirlos a los dos, pero mejor era prevenir que lamentar. Los guió con la mano a subir las escaleras mientras él iba detrás cerrando la marcha. Era de madrugada ya y el clima no estaba ayudando. Y aunque no le habían dado una orden específica, el General era una persona atenta así que los guió al aseo donde les dejó asearse uno y después otros dándole algo de ropa del mismo estilo de la guardia y tras ello salieron de allí escoltados hacia la Sala de Reuniones.
Regresé de nuevo al hospital para ver a Ian después de defender a Catherine en aquella reunión de locos, saliendo poco después de que ella se hubiese marchado. Ya había hecho lo que me interesaba, así que ahora los Descendientes tendrían que encargarse del asunto de la posesión. Al llegar al hospital no me permitieron ir más allá de recepción, diciendo que no podía entrar porque estaban en cuarentena y porque mis hijos ya se habían marchado de allí con Catherine. Me di media vuelta para ir a verlos a su casa y hablar con ellos, pero no llegué muy lejos. A los pocos pasos me cerraron el paso cuatro guardias de Ouroboros, diciéndome que el Consejo había pedido que me buscasen y me detuviesen. Los miré perplejo, sin comprender nada.
- ¿A qué viene esto? apartaos, no tengo tiempo que perder con vosotros. - estrecharon el círculo alrededor de mí, usando las cadenas para detenerme. Pensé que eran más traidores, como los que había en la sala de reuniones. Fue entonces cuando soltaron su acusación. Desmond Le Fay había sido asesinado. - ¿¿Quién?? ¿estáis insinuando que es culpa mía? - ni me respondieron, se desaparecieron de allí conmigo para reaparecer casi al instante en los calabozos de la isla. Me empujaron dentro de la celda con las cadenas para que no pudiese desaparecerme, diciendo que estaría allí a la espera de que Jack y el resto tratasen el tema. Sin más preámbulos volvieron a desaparecer, a excepción de uno que se quedó haciendo guardia por los pasillos. No podía creerme que Desmond hubiese muerto, y mucho menos las acusaciones. Mi ataque hacia él no fue mortal, sólo lo justo para herirlo y que dejase de intentar locuras. No tenía intención de hacerle nada grave al hermano de Catherine.
- ¡Estáis cometiendo un error! ¡yo no he matado a Desmond! - debía de ser una farsa, la isla debía haber sido tomada por esos guardias traidores. No había otra explicación a tal despropósito. Intenté usar mi control del metal para librarme de las cadenas, pero no lo logré a la primera. Solté las manos de los barrotes, comenzando a dar vueltas por la celda cual animal enjaulado. Esperaba que pronto viniese alguien a resolverlo todo.
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éxito/fallo liberar cadenas
- ¿A qué viene esto? apartaos, no tengo tiempo que perder con vosotros. - estrecharon el círculo alrededor de mí, usando las cadenas para detenerme. Pensé que eran más traidores, como los que había en la sala de reuniones. Fue entonces cuando soltaron su acusación. Desmond Le Fay había sido asesinado. - ¿¿Quién?? ¿estáis insinuando que es culpa mía? - ni me respondieron, se desaparecieron de allí conmigo para reaparecer casi al instante en los calabozos de la isla. Me empujaron dentro de la celda con las cadenas para que no pudiese desaparecerme, diciendo que estaría allí a la espera de que Jack y el resto tratasen el tema. Sin más preámbulos volvieron a desaparecer, a excepción de uno que se quedó haciendo guardia por los pasillos. No podía creerme que Desmond hubiese muerto, y mucho menos las acusaciones. Mi ataque hacia él no fue mortal, sólo lo justo para herirlo y que dejase de intentar locuras. No tenía intención de hacerle nada grave al hermano de Catherine.
- ¡Estáis cometiendo un error! ¡yo no he matado a Desmond! - debía de ser una farsa, la isla debía haber sido tomada por esos guardias traidores. No había otra explicación a tal despropósito. Intenté usar mi control del metal para librarme de las cadenas, pero no lo logré a la primera. Solté las manos de los barrotes, comenzando a dar vueltas por la celda cual animal enjaulado. Esperaba que pronto viniese alguien a resolverlo todo.
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El miembro 'Adam Hacksaw' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Probabilidad' :
'Probabilidad' :
Aparecí con Chloe frente a las dependencias de la guardia de Ouroboros, que se pusieron muy a la defensiva cuando les pedí que me llevasen a ver al prisionero Hackasw. No me podía creer que lo hubiesen encerrado por eso que decían que había hecho. No tenía ningún sentido, por mucho que hubiese ido a proteger a Aedan. Mi hermana seguía con los ojos llorosos desde que había hecho aquella conexión mental, y no dijo mucho para convencer a los guardias de que nos dejasen pasar. Finalmente, tras un par de minutos de discusión, nos permitieron entrar. Fuimos guiados en silencio hacia la zona de calabozos, en medio de un ambiente tenso y extraño.
No tardamos mucho hasta llegar frente a la celda en la que lo habían encerrado, momento en que uno de los guardias se retiró y el otro se alejó un poco antes de advertirnos que sólo teníamos cinco minutos. Lo miré de malas, gruñendo un poco para que se alejase más. Cuando lo hizo por fin pude mirar cara a cara a mi padre, intentando adivinar en sus ojos si él también estaba tan confuso como yo o si tenía alguna duda. - Esto tiene que ser un maldito error...- murmuré negando con la cabeza, con tono de incredulidad. - no me creo que te acusen de la muerte del hermano de Catherine. No le he dicho que venía aquí, ni que te acusaban a ti. - Chloe cogió la mano de mi padre, mirándole apenada. - Dime qué pasó en aquella maldita reunión. Tenemos que saberlo para que te suelten. - quería confiar en él, a pesar de todos sus antecedentes y todo lo que prefería no pensar o saber. Necesitaba pensar que, de algún modo, ya no era aquel auror.
El mensaje mental de Catherine irrumpió en mi mente, pero opté por el silencio. Aún no estaba preparado para hablar, ni sabía qué decir. Utilicé la habilidad de oclumancia que había entrenado, intentando que dejase de entrar en mi mente al menos en los próximos minutos.
No tardamos mucho hasta llegar frente a la celda en la que lo habían encerrado, momento en que uno de los guardias se retiró y el otro se alejó un poco antes de advertirnos que sólo teníamos cinco minutos. Lo miré de malas, gruñendo un poco para que se alejase más. Cuando lo hizo por fin pude mirar cara a cara a mi padre, intentando adivinar en sus ojos si él también estaba tan confuso como yo o si tenía alguna duda. - Esto tiene que ser un maldito error...- murmuré negando con la cabeza, con tono de incredulidad. - no me creo que te acusen de la muerte del hermano de Catherine. No le he dicho que venía aquí, ni que te acusaban a ti. - Chloe cogió la mano de mi padre, mirándole apenada. - Dime qué pasó en aquella maldita reunión. Tenemos que saberlo para que te suelten. - quería confiar en él, a pesar de todos sus antecedentes y todo lo que prefería no pensar o saber. Necesitaba pensar que, de algún modo, ya no era aquel auror.
El mensaje mental de Catherine irrumpió en mi mente, pero opté por el silencio. Aún no estaba preparado para hablar, ni sabía qué decir. Utilicé la habilidad de oclumancia que había entrenado, intentando que dejase de entrar en mi mente al menos en los próximos minutos.
Llegó el temido momento en el que Chloe trató de localizarme mentalmente. No tuve otro remedio que decirle lo que había pasado, por qué me habían encerrado en el calabozo. No quería que lo supiese, pero tampoco podía mentirle. La espera no fue muy larga, a los pocos minutos llegaron tanto Chloe como Ian hasta los calabozos, escoltados por un guardia. Chloe llevaba a Aedan en brazos, y no pude sostenerle la mirada ni a ella ni a Ian. Ellos jamás habían tenido que verme encerrado, a pesar de todo mi pasado. Me aparté de las rejas, evitando que Chloe pudiese cogerme la mano. Mi ánimo no estaba para decir que no pasaba nada y que todo estaba bien.
- No he matado a Desmond. Que sepa Catherine que no fui yo. - comencé con voz rasposa por llevar tanto rato allí callado. Me miré las manos, las marcas de las palmas. Este último pecado no es algo que hubiese buscado. En el pasado maté a mucha gente a propósito, pero el hermano de Catherine no había sido uno de ellos. - En esa sala todos atacamos para frenarlo. Sólo quería evitar que dañasen a Aedan, o a Catherine. Lo ataqué con metal, al hombro. El primer ataque fue empujarlo contra una pared. El segundo lo del metal. Otra, la de las cosas vegetales, lo ató para que no pudiera moverse. Y el resto también atacó. Pero son unos hipócritas que han decidido cargarme exclusivamente a mí con las culpas. Su ineptitud fue tan grande que no lograron frenarlo antes. - cuanto más hablaba más rabia contenida acumulaba, aunque ayudaba saber que Ian no pensaba que yo lo hubiese matado. Miré a mi nieto, ajeno a todo y feliz en brazos de su tía. Si estar apresado era el precio por haberlo salvado aceptaría la condena aunque no fuese justa. Solté el aire lentamente, hasta los cojones de todo y todos.
- Da igual. Nadie va a creerme. Marchaos y poneos a salvo. Ni este puto lugar es seguro. - gruñí por lo bajo, dándoles la espalda porque no quería hablar más con ellos. Esperaba escuchar sus pasos marchándose.
- No he matado a Desmond. Que sepa Catherine que no fui yo. - comencé con voz rasposa por llevar tanto rato allí callado. Me miré las manos, las marcas de las palmas. Este último pecado no es algo que hubiese buscado. En el pasado maté a mucha gente a propósito, pero el hermano de Catherine no había sido uno de ellos. - En esa sala todos atacamos para frenarlo. Sólo quería evitar que dañasen a Aedan, o a Catherine. Lo ataqué con metal, al hombro. El primer ataque fue empujarlo contra una pared. El segundo lo del metal. Otra, la de las cosas vegetales, lo ató para que no pudiera moverse. Y el resto también atacó. Pero son unos hipócritas que han decidido cargarme exclusivamente a mí con las culpas. Su ineptitud fue tan grande que no lograron frenarlo antes. - cuanto más hablaba más rabia contenida acumulaba, aunque ayudaba saber que Ian no pensaba que yo lo hubiese matado. Miré a mi nieto, ajeno a todo y feliz en brazos de su tía. Si estar apresado era el precio por haberlo salvado aceptaría la condena aunque no fuese justa. Solté el aire lentamente, hasta los cojones de todo y todos.
- Da igual. Nadie va a creerme. Marchaos y poneos a salvo. Ni este puto lugar es seguro. - gruñí por lo bajo, dándoles la espalda porque no quería hablar más con ellos. Esperaba escuchar sus pasos marchándose.
Su reacción al vernos me hizo pensar que sí que tenía culpa, pero aguanté unos segundos más para escuchar su versión. Todavía estaba en estado de negación, no podía creerme que esto estuviese pasando. Nos evitaba la mirada, evitaba a Chloe... - Di algo, por favor. - contuve la respiración hasta que dijo que no fue él, pero hablarlo con Catherine iba a ser complicado. Cada uno estábamos en posiciones diferentes, lo veríamos de manera diferente. Todavía me sentía confundido con la situación. - Entonces, ¿fue un ataque combinado? - y curiosamente sólo estaba él en prisión. Los Descendientes hacían las leyes y ellos mismos estaban exentos de cumplirlas.
- Sé que querías defenderlos, y te agradezco que lo hicieses mientras yo no podía ir. Te creo cuando me dices que no querías matarlo. Es...un accidente. - terminé bajando la voz, queriendo autoconvencerme. Sabía lo que había hecho mi padre en su época de auror, y sabía que había matado gente. Todos lo habíamos hecho durante la guerra, ninguno teníamos las manos limpias.
- Te sacaremos de aquí. Ellos también deben cargar con la culpa de lo de Desmond. Estoy harto de tener que estar metido en historias del Consejo, de que ahora haya una familia de hace chorromil años que quiera ir a por los Le Fay, de las obligaciones, venganzas y esas mierdas. Hablaré con Catherine. - concluí con tono serio, indicando a Chloe que teníamos que irnos. Él no quería hablar más, lo conocía. Tras eso avisamos al guardia para que nos acompañase, marchándonos de los calabozos. Había mucho por hacer.
- Sé que querías defenderlos, y te agradezco que lo hicieses mientras yo no podía ir. Te creo cuando me dices que no querías matarlo. Es...un accidente. - terminé bajando la voz, queriendo autoconvencerme. Sabía lo que había hecho mi padre en su época de auror, y sabía que había matado gente. Todos lo habíamos hecho durante la guerra, ninguno teníamos las manos limpias.
- Te sacaremos de aquí. Ellos también deben cargar con la culpa de lo de Desmond. Estoy harto de tener que estar metido en historias del Consejo, de que ahora haya una familia de hace chorromil años que quiera ir a por los Le Fay, de las obligaciones, venganzas y esas mierdas. Hablaré con Catherine. - concluí con tono serio, indicando a Chloe que teníamos que irnos. Él no quería hablar más, lo conocía. Tras eso avisamos al guardia para que nos acompañase, marchándonos de los calabozos. Había mucho por hacer.
Después de la pelea en el bar nos habian echado a los calabozos y nos habian tenido retenidos a cada uno en una punta por varias horas, para que no se nos ocurriera volver a enzarzarnos. Y despues nos dejaron solos, tenian cosas mas importantes que atender. Al bueno de mi primo por lo menos no lo metieron aqui.
Dormí la mona lo que quedaba de dia, o noche, o lo que fuera, y al dia siguiente desperté con una terrible sensacion pero ya libre de los efectos del alcohol. Si no desayunaba nada etílico, para dentro de unas horas, estaria totalmente sobrio, y sería la primera vez en varias semanas, seguramente.
Tras asegurarse de que no ibamos a agredirnos nos habian soltado de la pared. El caso es que de cuando en cuando miraba a Mérida y no recordaba por qué le había pegado, si no la conocia de nada, y la mujer, que parecía ser una chica joven con un pelaje de lo mas curioso, no parecia una amenaza ni nada por el estilo.
Tan pronto como me vio observarla, no dudó en comenzar a hablarme, y a preguntarme. Cuanto mas y mas hablaba ella mas me preguntaba por qué nos habiamos peleado. No parecia haber resentimiento, lo cual era buen indicativo de que no habia sido nada personal. Pero me preguntaba por cosas del alma, y de un nigromante, y yo no sabia a que se refería, y no hacia nada mas que darle largas con el asunto, sin darle una respuesta directa. No recordaba haberle dicho tal cosa, si quiera.
Me habia contado que se llamaba Mérida y que pertenecía a la Brigada de las Mil Grullas, y otro monton de batallitas mas me habia ido contando, que por cierto, habian acabado por amenizar alli mis dias y el sindrome de abstinencia version acelerada que estaba pasando como buen drow alcoholico que era.
- Cuantos días llevamos aquí ya? - no es que nos tratasen mal, en comparacion con otras prisiones en las que habia estado, como las de los humanos en los campos de concentracion, esto parecia un `puto spa. Pero detestaba estar encerrado, retaba totalmente mi autocontrol.
"deberiamos hablar de algo o voy a empezar a pensar en beberme las manchas de humedad de esa esquina...."
- Oye, por qué algunos humanos tenéis el pelo tan rojo? Es super raro. Sabes que de donde yo vengo, a eso lo considerarían un defecto enorme, como una marca de mala suerte? Aunque a mi siempre me ha parecido mas curioso que otra cosa.
Dormí la mona lo que quedaba de dia, o noche, o lo que fuera, y al dia siguiente desperté con una terrible sensacion pero ya libre de los efectos del alcohol. Si no desayunaba nada etílico, para dentro de unas horas, estaria totalmente sobrio, y sería la primera vez en varias semanas, seguramente.
Tras asegurarse de que no ibamos a agredirnos nos habian soltado de la pared. El caso es que de cuando en cuando miraba a Mérida y no recordaba por qué le había pegado, si no la conocia de nada, y la mujer, que parecía ser una chica joven con un pelaje de lo mas curioso, no parecia una amenaza ni nada por el estilo.
Tan pronto como me vio observarla, no dudó en comenzar a hablarme, y a preguntarme. Cuanto mas y mas hablaba ella mas me preguntaba por qué nos habiamos peleado. No parecia haber resentimiento, lo cual era buen indicativo de que no habia sido nada personal. Pero me preguntaba por cosas del alma, y de un nigromante, y yo no sabia a que se refería, y no hacia nada mas que darle largas con el asunto, sin darle una respuesta directa. No recordaba haberle dicho tal cosa, si quiera.
Me habia contado que se llamaba Mérida y que pertenecía a la Brigada de las Mil Grullas, y otro monton de batallitas mas me habia ido contando, que por cierto, habian acabado por amenizar alli mis dias y el sindrome de abstinencia version acelerada que estaba pasando como buen drow alcoholico que era.
- Cuantos días llevamos aquí ya? - no es que nos tratasen mal, en comparacion con otras prisiones en las que habia estado, como las de los humanos en los campos de concentracion, esto parecia un `puto spa. Pero detestaba estar encerrado, retaba totalmente mi autocontrol.
"deberiamos hablar de algo o voy a empezar a pensar en beberme las manchas de humedad de esa esquina...."
- Oye, por qué algunos humanos tenéis el pelo tan rojo? Es super raro. Sabes que de donde yo vengo, a eso lo considerarían un defecto enorme, como una marca de mala suerte? Aunque a mi siempre me ha parecido mas curioso que otra cosa.
Mérida Pyro
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El caso es que una vez en los calabozos Mérida podía sentir mucho más dolor en la quijada que antes y eso es lo que la había mantenido callada por algunas horas. Tampoco es que pudiera hablar con mucha gente porque los guardias parecía que no tenían ni lengua. Ni humor. Ni nada. Pero bueno al menos el drow le parecía un ser de lo más fascinantes y los ojos celestes de Mérida se la pasaban viéndolo de arriba abajo mientras dormía. Incluso se había retado a sí misma a distinguirlo en la oscuridad con el único objetivo de entretenerse. Iba más o menos bien. Aunque alguna vez lo golpeo el drow no parecía despertarse. ¡Qué manera de dormir!
Pero al menos, el día siguiente y el siguiente y el siguiente fueron mucho más amenos ya que al menos le escuchaba sus aventuras y estaba contenta de poder contar con alguien a quien le interesaran. Se extrañó de que la Brigada no se pusiera en contacto con ella. Tal vez pensaban que estaba en el hospital. O tal vez no les interesaba en lo absoluto. Pero no se permitió entrar en ese bucle, por el contrario, agradeció encontrarse y conocer a un drow.
-Eeeeeeeeeeeeeh…. -Se volvió sobre la pared en la que estaba y sonrió de lado -Hoy ya son ocho días. Pero oye… ¿No te parece como muy extenso el encierro para una pelea en un bar? Generalmente me daban reprimenda…aunque aquí son más estrictos- Expresó la pelirroja acercándose a los barrotes para ver hacia afuera, apretando la cara en el hueco entre ellos como si pudiera mirar hacia los lados -¿Holaaaaaaaa?-
Al escuchar la pregunta sobre su pelo se cogió varios mechones y los zarandeó un poco -Pues depende un poco de la cultura, en casi todas son raros- Dejó de zarandearlo al recordar que ya no tenía su gorra de los Yankees de Nueva York. Suspiró brevemente - ¿Será por el control del fuego? Tengo un amigo que también es pelirrojo y pirómano…- Luego hizo una mueca, como guiñando un ojo -O será por mi explosiva personalidad- Le guiñó el ojo varias veces para que entendiera que era un chiste.
-Por cierto, sigues sin responderme y realmente me interesa saber lo que dicen sobre los pelirrojos en tu tierra. Creo que fue eso lo que me dijiste cuando .. ya sabes, antes de pelear. Que como tenia el pelo rojo no tenia alma..y que me la había quitado un nigro…- Se acercó a él mordiéndose el labio -¿Es cierto? ¿Qué más sabes de ese mito?
Pero al menos, el día siguiente y el siguiente y el siguiente fueron mucho más amenos ya que al menos le escuchaba sus aventuras y estaba contenta de poder contar con alguien a quien le interesaran. Se extrañó de que la Brigada no se pusiera en contacto con ella. Tal vez pensaban que estaba en el hospital. O tal vez no les interesaba en lo absoluto. Pero no se permitió entrar en ese bucle, por el contrario, agradeció encontrarse y conocer a un drow.
-Eeeeeeeeeeeeeh…. -Se volvió sobre la pared en la que estaba y sonrió de lado -Hoy ya son ocho días. Pero oye… ¿No te parece como muy extenso el encierro para una pelea en un bar? Generalmente me daban reprimenda…aunque aquí son más estrictos- Expresó la pelirroja acercándose a los barrotes para ver hacia afuera, apretando la cara en el hueco entre ellos como si pudiera mirar hacia los lados -¿Holaaaaaaaa?-
Al escuchar la pregunta sobre su pelo se cogió varios mechones y los zarandeó un poco -Pues depende un poco de la cultura, en casi todas son raros- Dejó de zarandearlo al recordar que ya no tenía su gorra de los Yankees de Nueva York. Suspiró brevemente - ¿Será por el control del fuego? Tengo un amigo que también es pelirrojo y pirómano…- Luego hizo una mueca, como guiñando un ojo -O será por mi explosiva personalidad- Le guiñó el ojo varias veces para que entendiera que era un chiste.
-Por cierto, sigues sin responderme y realmente me interesa saber lo que dicen sobre los pelirrojos en tu tierra. Creo que fue eso lo que me dijiste cuando .. ya sabes, antes de pelear. Que como tenia el pelo rojo no tenia alma..y que me la había quitado un nigro…- Se acercó a él mordiéndose el labio -¿Es cierto? ¿Qué más sabes de ese mito?
- Asumo que te has peleado muchas veces en los bares.... - dije rascándome una oreja y estirando mi espalda despues como un gato. Pero sí, opinaba igual. Los de Ouroboros eran muy civilizados como para tenernos 8 dias encerrados por una escaramuza . - Igual se han olvidado de nosotros, tendrán cosas mas importantes que hacer. En otras circunstancias la verdad me alegraría de que mi carcelero se hubiese olvidado de mi....
Me reí brevemente y sin ganas, vamos, que no me reia porque tuviese ganas. Era una especie de gesto estudiado. Luego me quedé mirando a Mérida cuando me dio su explicación, con ojos atentos.
- Puede ser que vaya con el elemento... - ladeé la cabeza mirandola sin entender cuando me guiñó tantas veces el ojo, tratando de entender por qué lo hacia. Era un tic? - se te ha metido algo en el ojo?
"oh, eso"
- Bueno, según me contaron... los que nacen con el pelo del color de la sangre llevan la marca de la diosa de los míos, y debe ser devuelto a ella. Es decir... - hice un gesto con mi dedo como cortándome el cuello, indicando que los solían sacrificar. - Los elfos oscuros idolatran a una diosa muy caótica. - me quedé un momento en pausa mirando hacia un lado. - Aunque a veces no me extraña el por qué. -farfullé.
- Pero eso funciona para los drow. Supongo. También son maniaticos con los que tenemos los ojos de diferente color. Te preocupa algo?
Me reí brevemente y sin ganas, vamos, que no me reia porque tuviese ganas. Era una especie de gesto estudiado. Luego me quedé mirando a Mérida cuando me dio su explicación, con ojos atentos.
- Puede ser que vaya con el elemento... - ladeé la cabeza mirandola sin entender cuando me guiñó tantas veces el ojo, tratando de entender por qué lo hacia. Era un tic? - se te ha metido algo en el ojo?
"oh, eso"
- Bueno, según me contaron... los que nacen con el pelo del color de la sangre llevan la marca de la diosa de los míos, y debe ser devuelto a ella. Es decir... - hice un gesto con mi dedo como cortándome el cuello, indicando que los solían sacrificar. - Los elfos oscuros idolatran a una diosa muy caótica. - me quedé un momento en pausa mirando hacia un lado. - Aunque a veces no me extraña el por qué. -farfullé.
- Pero eso funciona para los drow. Supongo. También son maniaticos con los que tenemos los ojos de diferente color. Te preocupa algo?
Mérida Pyro
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Hizo una mueca con los labios mientras sus ojos miraban el techo. Era evidente que estaba haciendo memoria pero llegó un momento en el que perdió la cuenta. Bajo el rostro y le sonrió -Vamos a decir que sí - Caminó de un lado al otro de la celda, contando mentalmente los pasos aunque ya supiera exactamente todo el tamaño de la celda. Al escuchar sobre que se habían olvidado de ellos, Mérida volvió a las rejas y silbo con fuerza a ver si con eso les prestaban atención.
Al girarse para escuchar lo del tic se llevó la mano al ojo pensativa para luego caer en que había malinterpretado su gesto - No jaja... Era... Un gesto pícaro. Por mí chiste - Oish....que malo era tener que explicar sus chistes.
Entonces llegó un momento algo crítico para Mérida. Se agarró un mechón de pelo y lo enrolló en su dedo varias veces. Escuchaba de fondo la historia de Dyospiros, analizando cada detalle. Su pelo rojo era uno de los rasgos que más le gustaba de sí misma pero ahora, de pronto, empezaba a odiarlo.
-Si...- Soltó como en un suspiro y apoyó la espalda en la reja mientras se dejaba caer -Me han poseído demonios dos veces. Me han hecho dos exorcismos... ¿Qué pasa si realmente no tengo alma y por eso soy muy débil y me poseen tanto? Creo que soy un peligro para mis amigos... Y lo que menos quiero es dañarlos pero lo he hecho... Y... No sé. No tengo ni cara para verles- Bajó la vista y se soltó el mechón de pelo - ¿Así que tienes los ojos de diferente color? - Inquirió, alzando el rostro con un gesto triste en él aunque sonreía de forma amable.
Al girarse para escuchar lo del tic se llevó la mano al ojo pensativa para luego caer en que había malinterpretado su gesto - No jaja... Era... Un gesto pícaro. Por mí chiste - Oish....que malo era tener que explicar sus chistes.
Entonces llegó un momento algo crítico para Mérida. Se agarró un mechón de pelo y lo enrolló en su dedo varias veces. Escuchaba de fondo la historia de Dyospiros, analizando cada detalle. Su pelo rojo era uno de los rasgos que más le gustaba de sí misma pero ahora, de pronto, empezaba a odiarlo.
-Si...- Soltó como en un suspiro y apoyó la espalda en la reja mientras se dejaba caer -Me han poseído demonios dos veces. Me han hecho dos exorcismos... ¿Qué pasa si realmente no tengo alma y por eso soy muy débil y me poseen tanto? Creo que soy un peligro para mis amigos... Y lo que menos quiero es dañarlos pero lo he hecho... Y... No sé. No tengo ni cara para verles- Bajó la vista y se soltó el mechón de pelo - ¿Así que tienes los ojos de diferente color? - Inquirió, alzando el rostro con un gesto triste en él aunque sonreía de forma amable.
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