Recuerdo del primer mensaje :
Los Pendragon se mantienen fieles a las antiguas tradiciones mágicas, por lo que mantienen también un régimen más propio de épocas pasadas. El salón del trono se encuentra en el interior del castillo Pendragon, y es utilizado tanto para realizar audiencias como asuntos de preparación de estrategias, batallas, negocios, obtener nuevos aliados...
Es ocupado por el patriarca/matriarca de la generación que esté en el poder. Aquí se realizan los actos de vasallaje de otros linajes a los Pendragon. Entre ellos se encuentran algunos descendientes de los conocidos de los llamados Nueve Traidores de Ouroboros.
Los Pendragon se mantienen fieles a las antiguas tradiciones mágicas, por lo que mantienen también un régimen más propio de épocas pasadas. El salón del trono se encuentra en el interior del castillo Pendragon, y es utilizado tanto para realizar audiencias como asuntos de preparación de estrategias, batallas, negocios, obtener nuevos aliados...
Es ocupado por el patriarca/matriarca de la generación que esté en el poder. Aquí se realizan los actos de vasallaje de otros linajes a los Pendragon. Entre ellos se encuentran algunos descendientes de los conocidos de los llamados Nueve Traidores de Ouroboros.
Shyvanna Pendragon
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Le irritó que Gwen le dijera que ahora no. Ella quería saber si podía aliviar su dolor, si podía hacer algo para hacer retroceder esa marca fea de su rostro. Como si tenía que estar negra y sentida todo el cuerpo. Pero Gwen no, ella no. Desvió la vista hacia Lake que había enganchado a Cedric y entrecerró los ojos, seguro solo soltaba veneno. De la nada empezó a mirar los banderines a ver si había algún error que la estúpida de la pelirroja pudiera echarle en cara pero no.
Casi dio un respingo cuando empezaron a vitorear, dándose cuenta de que se había perdido los juramentos así que bajó la cabeza para centrarse en su hermano, buscando su mirada con una leve sonrisa. Tras ello le tocó a la vikinga acercarse para entregar los regalos, Shyvanna miró la espalda de Darren y también su cabello rubio y su mente empezó a dispersarse… En las veces que le había clavado las uñas en la espalda, en la de veces que le había mordido y le había exigido más. Bajó la cara al piso cuando se giraron hacia ella, sintiendo que el calor que irradiaba todo su cuerpo con un par de pecaminosos pensamientos podía hacerla arder por toda la eternidad.
No sabía qué demonios pretendía Catherine, pero Ixion se adelantó y le regaló un libro que le vendría bien. No le pasó desapercibido su forma de reconocerla como regente lo que le hizo sonreír de lado. Le recorrió con la mirada pensando en la de veces que el deseo se había quedado en eso…Quizás hoy no. Quizás hoy se dejaba llevar.
Respiró largamente y dejó escapar el aire por la nariz con mucho cuidado. Ahora sólo faltaba que Wthyr diera inicio al banquete, al baile, a la fiesta….o si quería…Volar, todo dependía de él.
***
Las primeras palabras de Darren le hirieron, tanto que pudo sentir un horrible dolor en el pecho que era mil veces peor que la maldición que los carcomía. Después de que arriesgara su vida por su abuela, que absorbiera todo lo que había podido por Cedric, y que superara su asco a Catherine Le Fay, dispuesta a curarla y absorber lo que fuese para que todos pudieran vivir… ¿Le decía eso?
-¡CATHERINE SE ESTÁ MURIENDO, DARREN! ¡LE HAN HECHO ALGO!- Le gritó porque parecía no ser consciente de que era una cuestión inmediata. No que era algo a futuro sino que esa misma noche podían dejar de existir. Miró hacia su mano ennegrecida y el mundo se le desplomó con tanta rapidez que Shyvanna sintió que se mareaba. Iban a morirse, iban a morir… Iban… Se clavó las uñas en las manos con fuerza. Aunque quisiera curarlo, aunque quisiera mantenerlo con vida, daba igual…Si Catherine moría… - ¡¿POR QUÉ DICES ESAS COSAS ENTONCES?! ¡YO NUNCA DIJE QUE AMABA A ARIC PORQUE TE AMO TI! –
Cuando empezó a bajar la voz y le habló de esa forma Shyvanna volvió a perder los estribos y empezó a tirarse de la ropa con un arranque de ira, rabia y un capricho de niña de cinco años. -¡NUESTRA VIDA VA A ACABAR AQUÍ Y AHORA! ¡Y NO PUEDO HACER NADA! ¡NO PUEDO HACER NADA!-
Casi dio un respingo cuando empezaron a vitorear, dándose cuenta de que se había perdido los juramentos así que bajó la cabeza para centrarse en su hermano, buscando su mirada con una leve sonrisa. Tras ello le tocó a la vikinga acercarse para entregar los regalos, Shyvanna miró la espalda de Darren y también su cabello rubio y su mente empezó a dispersarse… En las veces que le había clavado las uñas en la espalda, en la de veces que le había mordido y le había exigido más. Bajó la cara al piso cuando se giraron hacia ella, sintiendo que el calor que irradiaba todo su cuerpo con un par de pecaminosos pensamientos podía hacerla arder por toda la eternidad.
No sabía qué demonios pretendía Catherine, pero Ixion se adelantó y le regaló un libro que le vendría bien. No le pasó desapercibido su forma de reconocerla como regente lo que le hizo sonreír de lado. Le recorrió con la mirada pensando en la de veces que el deseo se había quedado en eso…Quizás hoy no. Quizás hoy se dejaba llevar.
Respiró largamente y dejó escapar el aire por la nariz con mucho cuidado. Ahora sólo faltaba que Wthyr diera inicio al banquete, al baile, a la fiesta….o si quería…Volar, todo dependía de él.
***
Las primeras palabras de Darren le hirieron, tanto que pudo sentir un horrible dolor en el pecho que era mil veces peor que la maldición que los carcomía. Después de que arriesgara su vida por su abuela, que absorbiera todo lo que había podido por Cedric, y que superara su asco a Catherine Le Fay, dispuesta a curarla y absorber lo que fuese para que todos pudieran vivir… ¿Le decía eso?
-¡CATHERINE SE ESTÁ MURIENDO, DARREN! ¡LE HAN HECHO ALGO!- Le gritó porque parecía no ser consciente de que era una cuestión inmediata. No que era algo a futuro sino que esa misma noche podían dejar de existir. Miró hacia su mano ennegrecida y el mundo se le desplomó con tanta rapidez que Shyvanna sintió que se mareaba. Iban a morirse, iban a morir… Iban… Se clavó las uñas en las manos con fuerza. Aunque quisiera curarlo, aunque quisiera mantenerlo con vida, daba igual…Si Catherine moría… - ¡¿POR QUÉ DICES ESAS COSAS ENTONCES?! ¡YO NUNCA DIJE QUE AMABA A ARIC PORQUE TE AMO TI! –
Cuando empezó a bajar la voz y le habló de esa forma Shyvanna volvió a perder los estribos y empezó a tirarse de la ropa con un arranque de ira, rabia y un capricho de niña de cinco años. -¡NUESTRA VIDA VA A ACABAR AQUÍ Y AHORA! ¡Y NO PUEDO HACER NADA! ¡NO PUEDO HACER NADA!-
La explicación de porqué no lo habían coronado le hizo preguntarse a qué edad habían muerto sus padres porque…Como hombre adulto podría haber sido Rey. ¿No? ¿O era alguna de esas leyes de Ávalon que no conocía? Sin embargo, tenía que concentrarse en lo demás así que recibió la corona y luego los regalos de los clanes. Cuando vio la daga sonrió de lado con cierta incomodidad, pensando en la última vez que había entrenado con dagas. Pensar en Ian la entristecía profundamente -Gracias- Murmuró admirando lo bonita que era y el detalle de que guardara similitud con sus colores. Sin duda, habrían pensado que lo que mejor le venía era una daga decorativa y no erraban…Aunque las palabras de Freyja… Vio la espada de Wthyr un momento pensando en…Una promesa que no había olvidado. Miró hacia su daga de nuevo, hacia su filo.
“Freyja ¿Soportarán encantamientos?”, preguntó y al recibir la respuesta de la vikinga sonrió con cierta alegría hacia ella. Pero luego vino otro de los señores, al moreno, que ya había visto alguna vez siendo de lo más decente. Vio el escudo, recorriendo con la mirada largamente la pieza -Me recuerda la Égida- Mencionó en voz alta y pensativa antes de bajar la vista hacia el libro que le estaba entregando, Catherine acarició suavemente la portada y le pareció extraño que … fuera tan adecuado -Gracias- Le agradeció antes de oír sus palabras, que la hicieron borrar levemente su sonrisa pero se obligó a mantenerla. Se le quedó mirando a los ojos durante un largo rato hasta que se retiró de su vista. Tenía que acostumbrarse, igual que lo había hecho a las miradas de decepción y de desconfianza del Consejo.
Parecía que ya todo había terminado pero Catherine se incorporó y en un gracioso movimiento de mano su báculo tomó forma -Quiero hacer algo- Le dijo a Wthyr mientras hacía levitar la daga y la espada de los Lothbrock. Intentó concentrarse en sólo lo que tenía que hacer y no en la cantidad de gente que les rodeaba. Frente a Catherine una pequeña mesa de obsidiana hecha de oscuridad se elevó y la pelinegra apoyó la espada con cuidado, tras sacarla de su funda. Apoyó el báculo un instante y con su propia daga se abrió un tajo en el dedo, cuando la sangre empezó a fluir escribió algunas runas alrededor de la espada y luego lo hizo en la mismísima hoja del acero, esperando que Freyja tuviera razón. Dibujó dos en particular en el centro de la hoja. Para Catherine siempre había sido más fácil elaborar hechizos con runas que con palabras, las runas eran dibujos… a su manera, las palabras…bueno. Cuando finalizó, lo supervisó, y corrigió una runa más antes de coger su báculo. Susurró un par de palabras y su propio hechizo potenciador se activó, un instante más tarde las runas fueron encendiéndose con una luz roja una tras otra hasta formar el círculo y finalmente irradiarse hasta la espada, donde también fueron encendiéndose cada vez con más intensidad mientras el arma empezaba a levitar y a pararse de forma vertical destellando con un aura roja. El círculo se elevó hasta colocarse tras ella y la luz roja que los iluminaba se concentró en la base de esta, forjando la maldición de aquella hoja.
Al abrir los ojos brillantes, observó cómo la espada refulgía en su propio poder y sonrió de lado con orgullo. Desvió la mirada hacia Wthyr para mirarlo por encima del hombro con un gesto presumido – Te prometí una espada que hiciese historia- Con un movimiento del báculo la mesa desapareció y Catherine levitó la espada hacia Wthyr, caminando hacia él -Ten cuidado contra quien la blandes y no la uses para entrenar- Aquello lo dijo en un susurro, ya le explicaría lo que hacía la espada pero no pudo evitar sonreír de lado y compartir algo que consideraba algo más… íntimo. “Esto es un regalo de bodas”, tras ello inconscientemente se llevó el dedo a la boca para chupar la sangre… y sino fuera porque vio que Wthyr tenía la corona puesta quizás se hubiese olvidado que la isla entera estaba mirándolos en ese momento. Se sacó el dedo de la boca con rapidez y apretó la mano en un puño antes de desaparecer su báculo. Tenían que continuar con …lo que sea que fuese ahora que debían hacer.
Aparentemente Shyvanna les leyó la mente y empezó a derivarlos a todos al banquete o buffet y pronto la gente empezó a ir a su bola mientras la música sonaba amena. Ahora tocaba la celebración. Esperaba que la gente no viniera a saludarles o a rendirles pleitesía o esa cosa de inclinarse. Miró alrededor y las sacerdotisas no estaban así que no supo muy bien qué hacer. Frunció el ceño un poco perdida. Agh…Odiaba las fiestas. Y la gente. De pronto se encontró de nuevo sentada en el trono porque no tenía otro sitio donde estar y una persona se acercó a ella presentándose como su catador -Ah… Gracias- Le miró el rostro un momento y no dudó mucho en meterse en su cabeza, sorprendiéndose de que pudiera más miedo a ella que a morir envenenado -Eh… sí, pero… ¿Me lo vas a traer hasta aquí? -¿Se podía comer en un trono? -No… Eh…- Se llevó una mano al cabello incómoda -¿Por qué no voy yo allí? Es…Es mejor ¿No?- Odiaba tartamudear y dejar silencios pero no sabía muy bien cómo era el procedimiento para comer teniendo un catador.
OFF: Compro Espadon con +5AM y regalo a Wiwi, que Cath si sabe hacer regalos.
FYI: Las dos runas especiales son una por el Consejo de los 20 y una por Ian, no puede herirlos con esa espada.
OFF2: Ya podeis ir a bailar/comer/socializar/no hay orden específico de posts
“Freyja ¿Soportarán encantamientos?”, preguntó y al recibir la respuesta de la vikinga sonrió con cierta alegría hacia ella. Pero luego vino otro de los señores, al moreno, que ya había visto alguna vez siendo de lo más decente. Vio el escudo, recorriendo con la mirada largamente la pieza -Me recuerda la Égida- Mencionó en voz alta y pensativa antes de bajar la vista hacia el libro que le estaba entregando, Catherine acarició suavemente la portada y le pareció extraño que … fuera tan adecuado -Gracias- Le agradeció antes de oír sus palabras, que la hicieron borrar levemente su sonrisa pero se obligó a mantenerla. Se le quedó mirando a los ojos durante un largo rato hasta que se retiró de su vista. Tenía que acostumbrarse, igual que lo había hecho a las miradas de decepción y de desconfianza del Consejo.
Parecía que ya todo había terminado pero Catherine se incorporó y en un gracioso movimiento de mano su báculo tomó forma -Quiero hacer algo- Le dijo a Wthyr mientras hacía levitar la daga y la espada de los Lothbrock. Intentó concentrarse en sólo lo que tenía que hacer y no en la cantidad de gente que les rodeaba. Frente a Catherine una pequeña mesa de obsidiana hecha de oscuridad se elevó y la pelinegra apoyó la espada con cuidado, tras sacarla de su funda. Apoyó el báculo un instante y con su propia daga se abrió un tajo en el dedo, cuando la sangre empezó a fluir escribió algunas runas alrededor de la espada y luego lo hizo en la mismísima hoja del acero, esperando que Freyja tuviera razón. Dibujó dos en particular en el centro de la hoja. Para Catherine siempre había sido más fácil elaborar hechizos con runas que con palabras, las runas eran dibujos… a su manera, las palabras…bueno. Cuando finalizó, lo supervisó, y corrigió una runa más antes de coger su báculo. Susurró un par de palabras y su propio hechizo potenciador se activó, un instante más tarde las runas fueron encendiéndose con una luz roja una tras otra hasta formar el círculo y finalmente irradiarse hasta la espada, donde también fueron encendiéndose cada vez con más intensidad mientras el arma empezaba a levitar y a pararse de forma vertical destellando con un aura roja. El círculo se elevó hasta colocarse tras ella y la luz roja que los iluminaba se concentró en la base de esta, forjando la maldición de aquella hoja.
- Tal que así:
Al abrir los ojos brillantes, observó cómo la espada refulgía en su propio poder y sonrió de lado con orgullo. Desvió la mirada hacia Wthyr para mirarlo por encima del hombro con un gesto presumido – Te prometí una espada que hiciese historia- Con un movimiento del báculo la mesa desapareció y Catherine levitó la espada hacia Wthyr, caminando hacia él -Ten cuidado contra quien la blandes y no la uses para entrenar- Aquello lo dijo en un susurro, ya le explicaría lo que hacía la espada pero no pudo evitar sonreír de lado y compartir algo que consideraba algo más… íntimo. “Esto es un regalo de bodas”, tras ello inconscientemente se llevó el dedo a la boca para chupar la sangre… y sino fuera porque vio que Wthyr tenía la corona puesta quizás se hubiese olvidado que la isla entera estaba mirándolos en ese momento. Se sacó el dedo de la boca con rapidez y apretó la mano en un puño antes de desaparecer su báculo. Tenían que continuar con …lo que sea que fuese ahora que debían hacer.
Aparentemente Shyvanna les leyó la mente y empezó a derivarlos a todos al banquete o buffet y pronto la gente empezó a ir a su bola mientras la música sonaba amena. Ahora tocaba la celebración. Esperaba que la gente no viniera a saludarles o a rendirles pleitesía o esa cosa de inclinarse. Miró alrededor y las sacerdotisas no estaban así que no supo muy bien qué hacer. Frunció el ceño un poco perdida. Agh…Odiaba las fiestas. Y la gente. De pronto se encontró de nuevo sentada en el trono porque no tenía otro sitio donde estar y una persona se acercó a ella presentándose como su catador -Ah… Gracias- Le miró el rostro un momento y no dudó mucho en meterse en su cabeza, sorprendiéndose de que pudiera más miedo a ella que a morir envenenado -Eh… sí, pero… ¿Me lo vas a traer hasta aquí? -¿Se podía comer en un trono? -No… Eh…- Se llevó una mano al cabello incómoda -¿Por qué no voy yo allí? Es…Es mejor ¿No?- Odiaba tartamudear y dejar silencios pero no sabía muy bien cómo era el procedimiento para comer teniendo un catador.
OFF: Compro Espadon con +5AM y regalo a Wiwi, que Cath si sabe hacer regalos.
FYI: Las dos runas especiales son una por el Consejo de los 20 y una por Ian, no puede herirlos con esa espada.
OFF2: Ya podeis ir a bailar/comer/socializar/no hay orden específico de posts
Azula miro de reojo el cuerpo feérico del dragón, debía admitir que no tenia mal gusto estético, pero el cuerpo de un dragón solo es su forma elegida a la cual transformarse, como un mago que se transformara a si mismo en conejo, no reflejaba su ser solo la apariencia que quería tener, dentro de ese aspecto solo había un sucio reptil, un poco mas agradable tal vez del que se escondía detrás del aspecto de Undyne, el cual se reflejaba incluso en su forma humana, por que Undyne era incapaz de superar lo que había visto al transformarse por primera vez.
-Todos tenemos razones para hacer lo que hacemos- concedió mientras abandonaba su mirada de su físico- Pero yo no me dedico a promulgar mis razones a desconocidos.
Cuando el susodicho dragón empezó a explayarse sobre sus intenciones, a Azula le sorprendió, incluso siendo medio dragón, creía que los dragones eran partidarios de arrasar la tierra y convertirla en un Erial carbonizado donde solo ellos pudieran sobrevivir, ya que no aceptaban doblegarse con "seres inferiores" que uno de ellos quisiera colaborar con los Pendragon podría sonar como un movimiento inteligente, o colaboracionista, tal vez no todos los dragones eran obcecados de su antiguo poder que no aceptaban ser una especie a punto de la extinción.
-Bueno, supongo que peleo por un motivo similar.-Aunque ella no peleaba por su propio territorio, sino por el de sus padres, para que fueran perdonados y no tuvieran que vivir en las salvajes tierras inhóspitas donde los dragones son cazados y sus allegados insultados y apedreados por el racismo y la estupidez humana.- Entonces ¿Estas pensando en unirte a la batalla?
le pregunto, no era muy de meterse en asuntos internos, pero cuando el quisiera podría dejarla de lado he ir a hablar con cualquier Pendragon que estuviera libre para acosarlos y recordarles sus promesas aun incumplidas.
-Todos tenemos razones para hacer lo que hacemos- concedió mientras abandonaba su mirada de su físico- Pero yo no me dedico a promulgar mis razones a desconocidos.
Cuando el susodicho dragón empezó a explayarse sobre sus intenciones, a Azula le sorprendió, incluso siendo medio dragón, creía que los dragones eran partidarios de arrasar la tierra y convertirla en un Erial carbonizado donde solo ellos pudieran sobrevivir, ya que no aceptaban doblegarse con "seres inferiores" que uno de ellos quisiera colaborar con los Pendragon podría sonar como un movimiento inteligente, o colaboracionista, tal vez no todos los dragones eran obcecados de su antiguo poder que no aceptaban ser una especie a punto de la extinción.
-Bueno, supongo que peleo por un motivo similar.-Aunque ella no peleaba por su propio territorio, sino por el de sus padres, para que fueran perdonados y no tuvieran que vivir en las salvajes tierras inhóspitas donde los dragones son cazados y sus allegados insultados y apedreados por el racismo y la estupidez humana.- Entonces ¿Estas pensando en unirte a la batalla?
le pregunto, no era muy de meterse en asuntos internos, pero cuando el quisiera podría dejarla de lado he ir a hablar con cualquier Pendragon que estuviera libre para acosarlos y recordarles sus promesas aun incumplidas.
Lake Pendragon
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Tuvo que lanzar los vitores que decía la tradición. Por lo general, cuando había que participar así, solo movía la boca, pero con Cedric a su lado, si lo hacían uno junto al otro sería demasiado notorio el desaire. Con tantos vasallos detrás de la Le Fay, lo único que quedaba era hacer lo que se debía hacer, así que dio los cánticos conocidos con una felicidad falsa. Quizás era el buen humor que tenía o que la ceremonia la alejaba quizás del único hermano que la "comprendía" en cierta manera.
Dejó de pensar en cosas desagradables, porque a veces se le olvidaba que su hermano era muy expresivo con sus caras. Tanto que no le hicieron falta las letras para darle el regaño ganado por lo de la espada, que ahora ya no quería después de que Catherine Le Fay la había tocado. Pero tuvo que reírse, estaba de buen humor si lo comparaban con su estado normal. Vio con cuidado las ceñas del contrario para entender lo que decía. No era muy complicado, pero Gwen era mejor intérprete de Cedric que lo que ella misma podía ser. Entendió perfecto lo que decía y preguntaba, para sorpresa propia.- Eso es que no haz descansado. Yo estoy bien. La marca no ha cambiado en mí. Supongo que seré la última en caer. Hierba mala nunca muere... dicen.
Y sin dar mucho tiempo, tenía una duda que sacarse del pecho.- ¿Crees que sería más fácil para ti si aprendiéramos a leer la mente? Me lo he preguntado desde hace muchos años. O quizás si tu aprendieras telepatía. No hay nada que no podamos hacer, ¿lo sabes, verdad? - Susurró, mirándole a él con intensidad un instante para que asimilara su última frase. La creía con fervor después de todo lo que había descubierto de sí misma desde la muerte de la abuela. Esa noche había abierto para ella un cofre de tesoros que apenas comenzaba a explorar. Luego se dedicó a mirar hacia adelante como el heredero de Hipatia entregaba un libro tan fácilmente. Catherine no había tenido que acostarse con él, y eso la enojaba. ¿O si? Hmm...
Dejó de pensar en cosas desagradables, porque a veces se le olvidaba que su hermano era muy expresivo con sus caras. Tanto que no le hicieron falta las letras para darle el regaño ganado por lo de la espada, que ahora ya no quería después de que Catherine Le Fay la había tocado. Pero tuvo que reírse, estaba de buen humor si lo comparaban con su estado normal. Vio con cuidado las ceñas del contrario para entender lo que decía. No era muy complicado, pero Gwen era mejor intérprete de Cedric que lo que ella misma podía ser. Entendió perfecto lo que decía y preguntaba, para sorpresa propia.- Eso es que no haz descansado. Yo estoy bien. La marca no ha cambiado en mí. Supongo que seré la última en caer. Hierba mala nunca muere... dicen.
Y sin dar mucho tiempo, tenía una duda que sacarse del pecho.- ¿Crees que sería más fácil para ti si aprendiéramos a leer la mente? Me lo he preguntado desde hace muchos años. O quizás si tu aprendieras telepatía. No hay nada que no podamos hacer, ¿lo sabes, verdad? - Susurró, mirándole a él con intensidad un instante para que asimilara su última frase. La creía con fervor después de todo lo que había descubierto de sí misma desde la muerte de la abuela. Esa noche había abierto para ella un cofre de tesoros que apenas comenzaba a explorar. Luego se dedicó a mirar hacia adelante como el heredero de Hipatia entregaba un libro tan fácilmente. Catherine no había tenido que acostarse con él, y eso la enojaba. ¿O si? Hmm...
Darren Pendragon
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Supo, en seguida, que haber contestado a la vikinga había sido un error y le soltaría alguno de sus comentarios envenenados. La miró de refilón bajo aquellas respuestas, qué sabría ella de sacrificios, qué sabría de disfrutar en el lecho… y miró al frente para localizar a su hermana pequeña, luego a su melliza. Sacrificios. Y tras mirar a las mujeres, las cuales cada una estaba a un lado de la sala, dirigió una mirada de soslayo a su hermano, estudiando si estaba disfrutando de su momento o no, si realmente empezaba a gustarle con aquella morena extranjera a la que le importaba más bien poco la gente de aquel castillo. ¿Sacrificio? Apartó la mirada de Wthyr de nuevo y la bajó al suelo, quizás estaba celoso o quizás tuviera envidia de aquella mezcla de magias que entre la Descendiente y él alardeaban a todos los presentes, con todas aquellas parafernalias de las espadas, las runas y las sombras.
Sí, habían hablado de sacrificios, pero nadie había hablado de fidelidad, ¿no?
En cualesquiera de los casos, la siguiente boda en celebrarse ya sería la suya propia. Todavía tenía que hacerse a aquella idea, y solo pensar en aquello hacía que se le nublara la vista. Pero debía aguantar, por su familia, por Avalon, por el supuesto bien común… aunque a todos los mandaría a la mierda si pudiera en aquel momento. En aquel momento se le pasó por la cabeza el medimago de Ouroboros. Lucio, que un acto de entre estupidez y locura había decidido dejar atrás todas las normas de la isla para ennoviarse con el cervatillo. Todavía se debían una cena de año nuevo… al final nunca llegó, pero, ¿qué mejor cómo aliado que el único que ha sido capaz de doblegar la tradición de cientos de años del Consejo a favor de lo que él mismo había querido? Desvió la mirada al trono pero esta vez no paró en su hermano, sino en su desposada. ¿Hasta qué punto aquella pulguita con aura de oscuridad había conseguido sobrepasar los límites establecidos? Los informadores ya les habían dicho que era la nota discordante del consejo. Y ahora, aquí estaba… portando una maldición y regentando una tierra que nunca habría conocido si, quizás la curiosidad o la estupidez o el miedo a la muerta, no la hubieran obligado a ello.
******
La conversación entre los mellizos iba creciendo en tono, volumen y dolor en cada una de las palabras pronunciadas. El rubio, que había tratado de encauzar la conversación para tranquilizar a Shyvanna, se fue metiendo en el fulgor de la discusión. Sabía que debían cesarla, porque de lo contrario se dañarían, y ya se habían prometido estar juntos, hasta el fin, a pesar de las adversidades.
-¿¡CREES ACASO QUE NO LO SÉ!? ¿¡QUE SOY CIEGO!? ¿¡QUE SOY ESTÚPIDO??- Le vociferó, quizás con algo de orgullo herido, recordando la cara de Gwen que le miraba con desaprobación. Siempre lo hacía, pero aquella noche había más dolor en la cara de la hermana pequeña que en otras ocasiones. Y, precisamente, él no había pecado de ser una persona cuidadosa con ella a pesar de aquella maldición cruzándole la cara -Ya sé que le han hecho algo, quizás veneno, quizás otra maldición, quizás la sangre de la vikinga en sacrificio, o las mezclas de las magias... Si estás aquí es porque sé que lo has intentando y has fracasado- No era reproche, era una observación. De la misma forma que sabía que aquello heriría el orgullo de Shyvanna por fallar, de nuevo, con aquella maldición -Al igual que sé, que si sobrevive, lo que nos espera en vida es la guerra- El comentario de Aric fue como un jarro de agua fría, como una bofetada cruzando su cara de lado a lado. No, su hermana desfogaba su energía en sexo, pero no en amor -¡NO LA AMO! ¿Acaso no lo ves? no es amor, es política- Le explicó en un susurro mascullado -¡PORQUE IMAGINARME A FREYJA, CON SU EJÉRCITO DE BERSEKER HACIENDOOS DAÑO ….- Se calló y se apartó. Él, en un momento de frenesí había cortado el miembro a uno de aquellos juguetes sexuales y le hubiera rebanado la cabeza si hubiera podido. Imaginarse la situación recíproca no era algo que quisiera poder ver.
Cuando su hermana empezó a tirarse de la ropa en un alarde de histeria volvió sobre sus pasos, que le habían dirigido al orificio de la cueva, y la tomó por la muñeca y se acercó a ella -¡Pues no hagas nada!- Se acercó más, bajó suavemente la mano de ella hasta su posición anatómica. La mano ennegrecida del rubio ascendió acariciando la barbilla de la melliza y buscó la base de la oreja, para sostener las miradas del uno y del otro -Si nuestra vida acaba aquí y ahora, quiero que sea a tu lado- Le sonrió levemente, de aquella forma que únicamente ella podía ver, y entonces trató de compartir su último beso en vida con ella.
*****
Cuando la mente del rubio volvió a la realidad, los festejos de la coronación ya habían comenzado. Ni tan siquiera se había dado cuenta de que estaba en la mesa y que ésta ya portaba toda clase de manjares que podrían hacer abrir el apetito a cualquiera. Pero Darren tenían el estómago cerrado. Incluso había gente que ya había salido a bailar… Miró alrededor con sumo hastío, pensando en qué momento podría largarse de allí. Alwaid estaba disfrutando de la fiesta, en aquella forma de joven rubio, con un mozo que le estaba siguiendo el ritmo. Le miró con algo de envidia, dudando entonces si debía salir con su prometida, aunque no era ella a la que quería entre sus brazos -¿Los vikingos hacen otra cosa que no sea batallar, comer y beber?- Dirigió una mirada con la ceja alzada a Freyja, una especie de invitación al festejo. No había una mujer morena en la visión de Darren, sino una de perfecta tez marmolada, cabellos rubios como el sol de verano y preciosas gemas azules como el cielo.
Sí, habían hablado de sacrificios, pero nadie había hablado de fidelidad, ¿no?
En cualesquiera de los casos, la siguiente boda en celebrarse ya sería la suya propia. Todavía tenía que hacerse a aquella idea, y solo pensar en aquello hacía que se le nublara la vista. Pero debía aguantar, por su familia, por Avalon, por el supuesto bien común… aunque a todos los mandaría a la mierda si pudiera en aquel momento. En aquel momento se le pasó por la cabeza el medimago de Ouroboros. Lucio, que un acto de entre estupidez y locura había decidido dejar atrás todas las normas de la isla para ennoviarse con el cervatillo. Todavía se debían una cena de año nuevo… al final nunca llegó, pero, ¿qué mejor cómo aliado que el único que ha sido capaz de doblegar la tradición de cientos de años del Consejo a favor de lo que él mismo había querido? Desvió la mirada al trono pero esta vez no paró en su hermano, sino en su desposada. ¿Hasta qué punto aquella pulguita con aura de oscuridad había conseguido sobrepasar los límites establecidos? Los informadores ya les habían dicho que era la nota discordante del consejo. Y ahora, aquí estaba… portando una maldición y regentando una tierra que nunca habría conocido si, quizás la curiosidad o la estupidez o el miedo a la muerta, no la hubieran obligado a ello.
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La conversación entre los mellizos iba creciendo en tono, volumen y dolor en cada una de las palabras pronunciadas. El rubio, que había tratado de encauzar la conversación para tranquilizar a Shyvanna, se fue metiendo en el fulgor de la discusión. Sabía que debían cesarla, porque de lo contrario se dañarían, y ya se habían prometido estar juntos, hasta el fin, a pesar de las adversidades.
-¿¡CREES ACASO QUE NO LO SÉ!? ¿¡QUE SOY CIEGO!? ¿¡QUE SOY ESTÚPIDO??- Le vociferó, quizás con algo de orgullo herido, recordando la cara de Gwen que le miraba con desaprobación. Siempre lo hacía, pero aquella noche había más dolor en la cara de la hermana pequeña que en otras ocasiones. Y, precisamente, él no había pecado de ser una persona cuidadosa con ella a pesar de aquella maldición cruzándole la cara -Ya sé que le han hecho algo, quizás veneno, quizás otra maldición, quizás la sangre de la vikinga en sacrificio, o las mezclas de las magias... Si estás aquí es porque sé que lo has intentando y has fracasado- No era reproche, era una observación. De la misma forma que sabía que aquello heriría el orgullo de Shyvanna por fallar, de nuevo, con aquella maldición -Al igual que sé, que si sobrevive, lo que nos espera en vida es la guerra- El comentario de Aric fue como un jarro de agua fría, como una bofetada cruzando su cara de lado a lado. No, su hermana desfogaba su energía en sexo, pero no en amor -¡NO LA AMO! ¿Acaso no lo ves? no es amor, es política- Le explicó en un susurro mascullado -¡PORQUE IMAGINARME A FREYJA, CON SU EJÉRCITO DE BERSEKER HACIENDOOS DAÑO ….- Se calló y se apartó. Él, en un momento de frenesí había cortado el miembro a uno de aquellos juguetes sexuales y le hubiera rebanado la cabeza si hubiera podido. Imaginarse la situación recíproca no era algo que quisiera poder ver.
Cuando su hermana empezó a tirarse de la ropa en un alarde de histeria volvió sobre sus pasos, que le habían dirigido al orificio de la cueva, y la tomó por la muñeca y se acercó a ella -¡Pues no hagas nada!- Se acercó más, bajó suavemente la mano de ella hasta su posición anatómica. La mano ennegrecida del rubio ascendió acariciando la barbilla de la melliza y buscó la base de la oreja, para sostener las miradas del uno y del otro -Si nuestra vida acaba aquí y ahora, quiero que sea a tu lado- Le sonrió levemente, de aquella forma que únicamente ella podía ver, y entonces trató de compartir su último beso en vida con ella.
*****
Cuando la mente del rubio volvió a la realidad, los festejos de la coronación ya habían comenzado. Ni tan siquiera se había dado cuenta de que estaba en la mesa y que ésta ya portaba toda clase de manjares que podrían hacer abrir el apetito a cualquiera. Pero Darren tenían el estómago cerrado. Incluso había gente que ya había salido a bailar… Miró alrededor con sumo hastío, pensando en qué momento podría largarse de allí. Alwaid estaba disfrutando de la fiesta, en aquella forma de joven rubio, con un mozo que le estaba siguiendo el ritmo. Le miró con algo de envidia, dudando entonces si debía salir con su prometida, aunque no era ella a la que quería entre sus brazos -¿Los vikingos hacen otra cosa que no sea batallar, comer y beber?- Dirigió una mirada con la ceja alzada a Freyja, una especie de invitación al festejo. No había una mujer morena en la visión de Darren, sino una de perfecta tez marmolada, cabellos rubios como el sol de verano y preciosas gemas azules como el cielo.
Gwen Pendragón
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Apreté los labios al ver la muy risueña conversación entre Cedric y Lake, a saber que le estaba diciendo. Repasé a la pelirroja con la mirada, parecía mucho más alegre que de costumbre. Es más, parecía alegre cosa que nunca era así. ¿Todos mis hermanos se habían empezado a comportar de manera rara o era cosa mía?
Pero no, ahí estaba Darren. Serio y sombrío como siempre, acercándose junto a su flamante nueva prometida hacia los nuevos reyes. Sin embargo parecía más distraído que de costumbre. Entrecerré los ojos pensando que sí, que todos sus hermanos parecían diferentes. Incluso Cedric se atrevía a hacer aspavientos en mitad de una ceremonia. Suspiré entornando los ojos y aguanté el tipo hasta que finalizó la entrega de regalos.
Iba a proceder a marcharme cuando la nueva Reina decidió hacer alto. La miré con curiosidad y abrí un poco los ojos ante la sorpresa de verla usar su sangre. Lancé una mirada a Wthyr. ¿Catherine sabía hacer conjuros de sangre?¿Desde cuando? Observé su poder con atención hasta que terminó aquel encantamiento sobre la espada de mi hermano. No distinguía las runas desde mi lugar pero no estaría mal que alguien echase un vistazo a aquella espada. No me fiaba de ella. No desde el encuentro en el callejón. Estaba claro que mi hermano no le importaba más allá de cumplir para con la maldición y si el faltase podría hacerlo con Darren o con Cedric.
Me dirigí al salón de convite pensativa, rumiando aquella idea mientras andaba con mucha calma entre la multitud que ya parecía con el ánimo bastante alto. Al llegar busqué a Shyvanna, que seguramente no se habría quedado tranquila. Me abrí paso entre la gente en busca de su pelo rubio, observando las mesas que ya comenzaban a llenarse. La gente comía, bebía, cantaba y danzaba. -¡Shyvanna!-Llamé su atención para que no se perdiese entre tanta gente y me acerqué por fin.-Estoy bien. Tendría que haberte avisado. Tranquila, desde la recuperación de Catherine se ha paralizado por completo.-Solté agarrando sus manos para tratar de que se quedase tranquila. Al menos ella seguía siendo la de siempre. Miré alrededor sonriendo un poco para volver a mirar a la rubia.-¿Te has encargado tú de esto? Está precioso.
Me fijé en la gente, parecían felices. Incluso los dragones en su mayoría habían tomado su forma humana para participar aunque muchos fuesen reticentes a abandonar su forma real. Faltaban pocos por acudir. Faltaban ellos y las hadas. Borré la sonrisa al recordarlas. A veces hacían acto de presencia ¿Y si hoy lo hacían? Tomé aire antes de volver a sonreír tratando de quitarlas de mi cabeza.-¿Has hablado ya con Wthyr? ¿Has visto a Catherine usar magia de sangre?
Pero no, ahí estaba Darren. Serio y sombrío como siempre, acercándose junto a su flamante nueva prometida hacia los nuevos reyes. Sin embargo parecía más distraído que de costumbre. Entrecerré los ojos pensando que sí, que todos sus hermanos parecían diferentes. Incluso Cedric se atrevía a hacer aspavientos en mitad de una ceremonia. Suspiré entornando los ojos y aguanté el tipo hasta que finalizó la entrega de regalos.
Iba a proceder a marcharme cuando la nueva Reina decidió hacer alto. La miré con curiosidad y abrí un poco los ojos ante la sorpresa de verla usar su sangre. Lancé una mirada a Wthyr. ¿Catherine sabía hacer conjuros de sangre?¿Desde cuando? Observé su poder con atención hasta que terminó aquel encantamiento sobre la espada de mi hermano. No distinguía las runas desde mi lugar pero no estaría mal que alguien echase un vistazo a aquella espada. No me fiaba de ella. No desde el encuentro en el callejón. Estaba claro que mi hermano no le importaba más allá de cumplir para con la maldición y si el faltase podría hacerlo con Darren o con Cedric.
Me dirigí al salón de convite pensativa, rumiando aquella idea mientras andaba con mucha calma entre la multitud que ya parecía con el ánimo bastante alto. Al llegar busqué a Shyvanna, que seguramente no se habría quedado tranquila. Me abrí paso entre la gente en busca de su pelo rubio, observando las mesas que ya comenzaban a llenarse. La gente comía, bebía, cantaba y danzaba. -¡Shyvanna!-Llamé su atención para que no se perdiese entre tanta gente y me acerqué por fin.-Estoy bien. Tendría que haberte avisado. Tranquila, desde la recuperación de Catherine se ha paralizado por completo.-Solté agarrando sus manos para tratar de que se quedase tranquila. Al menos ella seguía siendo la de siempre. Miré alrededor sonriendo un poco para volver a mirar a la rubia.-¿Te has encargado tú de esto? Está precioso.
Me fijé en la gente, parecían felices. Incluso los dragones en su mayoría habían tomado su forma humana para participar aunque muchos fuesen reticentes a abandonar su forma real. Faltaban pocos por acudir. Faltaban ellos y las hadas. Borré la sonrisa al recordarlas. A veces hacían acto de presencia ¿Y si hoy lo hacían? Tomé aire antes de volver a sonreír tratando de quitarlas de mi cabeza.-¿Has hablado ya con Wthyr? ¿Has visto a Catherine usar magia de sangre?
Ambos agradecimos los presentes a Freyja, pues eran obras bastante perfectas. Empuñé mi espada contemplando su filo y valorando su equilibrio, que era perfecto. Luego vino el regalo de Ixión para Catherine, un libro sobre la historia de Ávalon. Tal vez le costase leerlo con su dislexia, pero podría decirle cuáles eran los pasajes más importantes. Así comprendería mejor la tierra sobre la que iba a reinar. No Ouroboros, sino Ávalon.
Tras eso se suponía que la parte de protocolo ya estaba terminada, pero Catherine decidió añadir algo más que no estaba en los planes. La miré como preguntándole que qué iba a hacer, poniéndome también en pie cuando conjuro el báculo para comenzar a usarlo. Pretendía hacer algo con las armas, haciendo alarde de su magia ante todos. Nadie podría decir que era una bruja mediocre. El linaje se vería potenciado con la unión de nuestra sangre y nuestra magia. Observar todo el proceso hizo que me olvidase por un momento del lugar en el que estábamos, fijándome en cada detalle de las runas para ver qué podía sacar y aprender de ello. Alcé la mirada para admirar la espada cuando se elevó en el aire, esperando para tomarla por la empuñadura desde el momento en que la hoja comenzó a emitir aquella luz rojiza. Parecía algún hechizo de potenciación, pero quería todos los detalles antes de utilizarla junto con la suya.
Cuando por fin abrió sus brillantes ojos multicolor me di cuenta de que lo había hecho porque se acordaba de la conversación que tuvimos sobre Excalibur, la espada robada por el cobarde descendiente de Merlín. Lo había tenido en cuenta, aquello me sorprendió y me dejó sin saber qué decir durante algunos segundos antes de encontrar las palabras adecuadas. - Tendré que probar su poder y ponerle un nombre, como toda espada que se precie. Gracias. - empuñé por fin la espada y le dirigí un pensamiento con el primer nombre que se me pasó por la cabeza para la espada, "rompemaldiciones". Mi supuesto regalo de boda había sido una venganza, el asesinato de Katarina. Ahora eso quedaba bastante mal comparado con lo que me había regalado ella. Yo no quería ser menos y por supuesto que debía quitar esa cara de presumida que se le había puesto al entregarme la espada. Tendría que encontrar algo a la altura de la nueva reina. Luego hice un gesto con la mano para que la sangre del dedo dejase de salir y no tuviese que recurrir a algo tan básico como chuparse.
A partir de ahí ya fue todo algo más distendido, la gente comenzó a dispersarse para ir a comer y el catador hizo acto de presencia. - Iremos a la mesa. No se come en el trono. - Eso era una ordinariez. Ya le iría enseñando. Tomé a Catherine por el brazo para comenzar a bajar la escalinata del trono, dirigiéndonos a nuestros asientos en la parte central. La mesa estaba dispuesta en forma de U, con asientos para los hermanos a nuestro alrededor, y a partir de ahí los vasallos. Otras mesas laterales estaban colocadas para el resto de gente, como guardias u otros invitados. Ocupamos nuestros puestos para comenzar a comer, aunque no podía evitar estar tenso al recordar el último banquete. El catador comenzó a hacer su trabajo, pero aunque algo estuviese envenenado no haría efecto inmediato, la otra vez no lo fue. Metí el tenedor en su plato de patatas, si de verdad estaba envenenado me detendrían. O no. La probé frunciendo el ceño antes de darle el visto bueno, por lo menos de momento. - Después del banquete hay otro baile, y finalmente podemos cerrar la ceremonia sobrevolando Ávalon con los dragones, iluminando el cielo nocturno con llamaradas. - Expliqué para que supiese qué esperar. Luego me fijé en mis hermanos, tenía conversaciones pendientes con ellos pero la fiesta no era el lugar más discreto para ello.
Tras eso se suponía que la parte de protocolo ya estaba terminada, pero Catherine decidió añadir algo más que no estaba en los planes. La miré como preguntándole que qué iba a hacer, poniéndome también en pie cuando conjuro el báculo para comenzar a usarlo. Pretendía hacer algo con las armas, haciendo alarde de su magia ante todos. Nadie podría decir que era una bruja mediocre. El linaje se vería potenciado con la unión de nuestra sangre y nuestra magia. Observar todo el proceso hizo que me olvidase por un momento del lugar en el que estábamos, fijándome en cada detalle de las runas para ver qué podía sacar y aprender de ello. Alcé la mirada para admirar la espada cuando se elevó en el aire, esperando para tomarla por la empuñadura desde el momento en que la hoja comenzó a emitir aquella luz rojiza. Parecía algún hechizo de potenciación, pero quería todos los detalles antes de utilizarla junto con la suya.
Cuando por fin abrió sus brillantes ojos multicolor me di cuenta de que lo había hecho porque se acordaba de la conversación que tuvimos sobre Excalibur, la espada robada por el cobarde descendiente de Merlín. Lo había tenido en cuenta, aquello me sorprendió y me dejó sin saber qué decir durante algunos segundos antes de encontrar las palabras adecuadas. - Tendré que probar su poder y ponerle un nombre, como toda espada que se precie. Gracias. - empuñé por fin la espada y le dirigí un pensamiento con el primer nombre que se me pasó por la cabeza para la espada, "rompemaldiciones". Mi supuesto regalo de boda había sido una venganza, el asesinato de Katarina. Ahora eso quedaba bastante mal comparado con lo que me había regalado ella. Yo no quería ser menos y por supuesto que debía quitar esa cara de presumida que se le había puesto al entregarme la espada. Tendría que encontrar algo a la altura de la nueva reina. Luego hice un gesto con la mano para que la sangre del dedo dejase de salir y no tuviese que recurrir a algo tan básico como chuparse.
A partir de ahí ya fue todo algo más distendido, la gente comenzó a dispersarse para ir a comer y el catador hizo acto de presencia. - Iremos a la mesa. No se come en el trono. - Eso era una ordinariez. Ya le iría enseñando. Tomé a Catherine por el brazo para comenzar a bajar la escalinata del trono, dirigiéndonos a nuestros asientos en la parte central. La mesa estaba dispuesta en forma de U, con asientos para los hermanos a nuestro alrededor, y a partir de ahí los vasallos. Otras mesas laterales estaban colocadas para el resto de gente, como guardias u otros invitados. Ocupamos nuestros puestos para comenzar a comer, aunque no podía evitar estar tenso al recordar el último banquete. El catador comenzó a hacer su trabajo, pero aunque algo estuviese envenenado no haría efecto inmediato, la otra vez no lo fue. Metí el tenedor en su plato de patatas, si de verdad estaba envenenado me detendrían. O no. La probé frunciendo el ceño antes de darle el visto bueno, por lo menos de momento. - Después del banquete hay otro baile, y finalmente podemos cerrar la ceremonia sobrevolando Ávalon con los dragones, iluminando el cielo nocturno con llamaradas. - Expliqué para que supiese qué esperar. Luego me fijé en mis hermanos, tenía conversaciones pendientes con ellos pero la fiesta no era el lugar más discreto para ello.
Freyja Lothbrock
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Si alguien le preguntaba no iba a reconocer que detestaba que Catherine Le Fay se hubiese metido con su espada. Es decir, el despliegue de magia había sido vistoso y estaba segura de que el filo de esa hoja era una muerte asegurada pero aún así… Estaba mosqueada. Pero tenía que redirigir su energía a algo que podía disfrutar, rumiar sobre algo que no podía cambiar era agobiarse por puro gusto (como el futuro marido)
Tuvo que moverse solita y guiar a Darren que parecía en las nubes a lo que era la celebración. Como prometida y futura familia le tocaba comer en la mesa de los Pendragon cosa que no le hacía mucha gracia pero bueno, a chuparla. O a comer. Se concentró en una pata de hipogrifo que, sin duda, estaba en su punto perfecto. La bajó con cerveza y para cuando Darren le habló, Freyja ya estaba más templadita de humor -¿Aparte de soportar princesas caprichosas y príncipes hastiados con la vida?- Preguntó arqueando levemente una ceja -Puedes experimentarlo, Darren, o decirle a Shyvanna que te enseñe. Después de todo, por más de una década se estuvo preparando para ser nuestra líder.
Volvió a la cerveza y cuando vio que el otro seguía igual de estreñido puso los ojos en blanco. Cogió la jarra de cerveza y se la tendió -Mira, principito– Se giró hacia él conectando sus ojos bicolores en los verdes musgoapagadomarchito de él -Tienes dos opciones muy claras. 1. Puedes hacer que este matrimonio sea una puta mierda con una actitud fría y jodida con la vida. Podemos hacernos la vida imposible- Se apartó un par de trenzas del pelo soltando un sonoro suspiro -O 2. Podemos llegar a acuerdos maritales en los que los dos estemos satisfechos y podemos seguir comportándonos hasta ahora…. – Ladeó la cabeza de lado -Tú no te comportabas así conmigo… Y eres imbécil si crees que eres el único 100% hastiado con tener que ceder su libertad- Se incorporó en cuanto los Reyes llegaron y les hizo una reverencia. Dejaría que Darren analizara lo que le había dicho y así, quizás, cambiaba su actitud que no pretendía tolerar, razón por la que se fue hacia donde estaban los de su clan y se abrió espacio a golpes de hombros para coger un cuerno y bebérselo enterito.
Tuvo que moverse solita y guiar a Darren que parecía en las nubes a lo que era la celebración. Como prometida y futura familia le tocaba comer en la mesa de los Pendragon cosa que no le hacía mucha gracia pero bueno, a chuparla. O a comer. Se concentró en una pata de hipogrifo que, sin duda, estaba en su punto perfecto. La bajó con cerveza y para cuando Darren le habló, Freyja ya estaba más templadita de humor -¿Aparte de soportar princesas caprichosas y príncipes hastiados con la vida?- Preguntó arqueando levemente una ceja -Puedes experimentarlo, Darren, o decirle a Shyvanna que te enseñe. Después de todo, por más de una década se estuvo preparando para ser nuestra líder.
Volvió a la cerveza y cuando vio que el otro seguía igual de estreñido puso los ojos en blanco. Cogió la jarra de cerveza y se la tendió -Mira, principito– Se giró hacia él conectando sus ojos bicolores en los verdes musgoapagadomarchito de él -Tienes dos opciones muy claras. 1. Puedes hacer que este matrimonio sea una puta mierda con una actitud fría y jodida con la vida. Podemos hacernos la vida imposible- Se apartó un par de trenzas del pelo soltando un sonoro suspiro -O 2. Podemos llegar a acuerdos maritales en los que los dos estemos satisfechos y podemos seguir comportándonos hasta ahora…. – Ladeó la cabeza de lado -Tú no te comportabas así conmigo… Y eres imbécil si crees que eres el único 100% hastiado con tener que ceder su libertad- Se incorporó en cuanto los Reyes llegaron y les hizo una reverencia. Dejaría que Darren analizara lo que le había dicho y así, quizás, cambiaba su actitud que no pretendía tolerar, razón por la que se fue hacia donde estaban los de su clan y se abrió espacio a golpes de hombros para coger un cuerno y bebérselo enterito.
Shyvanna Pendragon
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Cuando vio aparecer el báculo de Catherine se puso tensa y lentamente fue acercándose a los tronos fingiendo una absoluta curiosidad pero si Catherine iba a hacerle daño a su hermano, le lanzaría un escudo de ser necesario. No sacó su daga, pero no la necesitaba para abrirse una pequeña herida en el antebrazo y tener a mano sangre. Pero…no pasó nada. Es más, ni Wthyr la miró, ni parpadeó, ni nada. Observó a su hermano largamente y luego a Catherine. ¿Le había dicho gracias?
No tardó mucho en reaccionar y mover a la gente al convite, siendo ella una de las primeras. Sabía que habría comida, luego baile, luego dragones y ya… libre. Sería libre. Envió al catador con Catherine y supervisó un poco alrededor. Ya había hablado con los músicos sobre las melodías a tocar para cuando tocara aperturar el baile. Era la canción favorita de sus padres y Shyvanna la recordaba con cariño, le pareció adecuada que Wthyr la oyera en un momento tan importante como ese.
Había organizado la mesa teniendo en cuenta TODO. Wthyr a su derecha tendría a Darren, al que le seguiría Freyja y luego Lake. Porque a Shyvanna no le apetecía tenerla cerca, básicamente. Luego Catherine a izquierda de Wthyr, ella, Cedric y Gwen. Los “majos” de la familia a ver si así limaban asperezas. Que su hermano mayor, y Rey, no dijera que no se esforzaba por incluir a la frí… a Catherine en la familia.
De pronto escuchó un gritó y giró hacia Gwen, cerrando el pergamino donde estaba tachando las cosas que ya estaban hechas. Es que sino las tenía escritas se olvidaba. Su gesto se volvió menos risueño y más preocupado, alzó una mano hasta el rostro de Gwen y evaluó la “herida” -Sí, la mía también- Explicó tensando los labios para luego negar con la cabeza. Eran tan vulnerables. Apretó sus manos de vuelta con el estómago revuelto. Había fracasado en ayudar a Catherine y eso...eso le había hecho aquello a Gwen. Tenía que mejorar, tenía que aprender
Sí… sí…- Repitió ensanchando su sonrisa y luego se inclinó hacia el oido de Gwen -¿Sabes qué hice?- Soltó una risita -Todos los banners de Catherine están bordados a mano por los Aduladores- Luego se incorporó -Wiwi me ha dicho que puedo bailar toda la noche así que soy feliz- Mintió con descaro. La observó cambiar el gesto y frunció el ceño -¿Qué pasa?- Las preguntas le hicieron suspirar -Sí…me acerqué al trono por si le daba por hacer algo pero…- Volvió la vista hacia ellos y la cogió de la mano para irse moviendo entre todos hacia una esquina más bien solitaria -Esta mañana he hablado mucho con Wthyr, desapareció los últimos cinco días…Y… No lo sé, Gwen. Ellos tienen una relación complicada- Se cruzó de brazos y miró a Catherine y luego a Wthyr con cierta preocupación. Esperaba que hubiese comprendido sus palabras y aprovechado el momento a solas que les había dejado, sospechaba que sí, por la forma en la que habían entrado -Me enteré de muchas cosas que…Aunque sigue sin ser santo de mi devoción, pues…me hace entender algunas otras- Se mordió el labio con fuerza al pensar en la sentencia -En Ouroboros fue poseída por el espíritu de Morgana…Que quería asesinarnos a todos y hacerse con Ávalon de nuevo. Según Catherine el chucho lo ha arreglado… Pero habría que indagar… Además…Wthyr le dijo un par de cosas que definitivamente lo hacen muy estúpido- Puso los ojos en blanco con un gesto de tanta molestia -¿Sabes qué le dijo? Que era su único aliado aquí…Como si nosotros no pudiéramos protegerla- Soltó con indignación. Se acomodó un par de mechones de cabello y ya que estaba cotilleando mejor le soltaba todo -Y claro… No sé si sabes, pero se enteró del Sodoma porque lo activó sin querer y yo la besé… Huele rico y es atractiva, no pude resistirme – Sonrió de lado pero no con inocencia ni con disculpas, sino como quien presume de su conquista - Luego lo de envenenamiento y antes de eso, lo de Freyja… Sin meter mi hermosa advertencia- Que había sido hermosa, eso sí. Ella no se había enterado del intercambio entre Gwen y ella así que no lo añadió.
-No me sorprende lo de la sangre. Cuando entré la ultima vez a su habitación estaba por hacer un hechizo. No se detiene, no para…Todo es magia, magia, magia- Dijo haciendo un gesto de “bla,bla,bla” -Wiwi dice que cuando hacen magia juntos algo pasa y que ella le exige magia a raudales, más que sexo- Dijo sorprendida y parpadeando estupefacta -…Y aunque no estuve en lo de Katarina hay rumores de que compartieron un aura, que brillaban … ¿Tú estabas?- Luego volvió la vista hacia Catherine -Ahora está drogada. Pidió te con leche de amapola...Tengo que hablar con la chica y preguntar porqué-
***
Los gritos de Darren subieron un poco más y Shyvanna sólo lo miró con ira y con sorpresa. Nunca se atrevía a gritarle así…pero quizás, lo que más le dolió, fue ese conjunto de palabras…”Has fracasado”, como había fracasado en ayudar a su abuela. El labio inferior empezó a temblarle porque trataba de contener las lágrimas para seguir viéndolo enojada y con ganas de pegarle pero no podía moverse, sólo clavarse más y más las garras en sí misma.
-SÉ QUE ES POLÍTICA. ¿Se te olvida que YOOOOOO fui la primera estrategia política de los vikingos? ¿Y QUE A ARIC SE LO COMIÓ EL SANGUIS LIGNO?- Gritó aún más pero cuando soltó lo de Feyja y los berseker, cuando comprendió a qué se estaba refiriendo o el porqué real de aquella promesa hizo que finalmente dejara de clavarse las uñas al menos. Ella le había dicho que había que tranquilizar a los vikingos, que estaban próximos a una revuelta.
Shyvanna se deshizo en llanto cuando volvió a tenerlo cerca y su corazón se tranquilizó al percibir su mano en su rostro, cerró los ojos y se apoyó contra ella. Abrió los ojos para mirarlo cuando le dijo eso -To whatever end- Susurró antes de besarlo y estrecharlo entre sus brazos. Y allí se quedaron, por un par de horas, esperando la muerte pero lo único que llegó fue el amanecer. La situación no dejaba de ser peliaguda y tendrían que fingir más de lo normal, tendrían que esconderse aún más, pero la sinceridad en sus palabras y en sus sentimientos no tenía porqué cambiar sólo….sólo había que ajustarse a una realidad que no podían evadir.
No tardó mucho en reaccionar y mover a la gente al convite, siendo ella una de las primeras. Sabía que habría comida, luego baile, luego dragones y ya… libre. Sería libre. Envió al catador con Catherine y supervisó un poco alrededor. Ya había hablado con los músicos sobre las melodías a tocar para cuando tocara aperturar el baile. Era la canción favorita de sus padres y Shyvanna la recordaba con cariño, le pareció adecuada que Wthyr la oyera en un momento tan importante como ese.
Había organizado la mesa teniendo en cuenta TODO. Wthyr a su derecha tendría a Darren, al que le seguiría Freyja y luego Lake. Porque a Shyvanna no le apetecía tenerla cerca, básicamente. Luego Catherine a izquierda de Wthyr, ella, Cedric y Gwen. Los “majos” de la familia a ver si así limaban asperezas. Que su hermano mayor, y Rey, no dijera que no se esforzaba por incluir a la frí… a Catherine en la familia.
De pronto escuchó un gritó y giró hacia Gwen, cerrando el pergamino donde estaba tachando las cosas que ya estaban hechas. Es que sino las tenía escritas se olvidaba. Su gesto se volvió menos risueño y más preocupado, alzó una mano hasta el rostro de Gwen y evaluó la “herida” -Sí, la mía también- Explicó tensando los labios para luego negar con la cabeza. Eran tan vulnerables. Apretó sus manos de vuelta con el estómago revuelto. Había fracasado en ayudar a Catherine y eso...eso le había hecho aquello a Gwen. Tenía que mejorar, tenía que aprender
Sí… sí…- Repitió ensanchando su sonrisa y luego se inclinó hacia el oido de Gwen -¿Sabes qué hice?- Soltó una risita -Todos los banners de Catherine están bordados a mano por los Aduladores- Luego se incorporó -Wiwi me ha dicho que puedo bailar toda la noche así que soy feliz- Mintió con descaro. La observó cambiar el gesto y frunció el ceño -¿Qué pasa?- Las preguntas le hicieron suspirar -Sí…me acerqué al trono por si le daba por hacer algo pero…- Volvió la vista hacia ellos y la cogió de la mano para irse moviendo entre todos hacia una esquina más bien solitaria -Esta mañana he hablado mucho con Wthyr, desapareció los últimos cinco días…Y… No lo sé, Gwen. Ellos tienen una relación complicada- Se cruzó de brazos y miró a Catherine y luego a Wthyr con cierta preocupación. Esperaba que hubiese comprendido sus palabras y aprovechado el momento a solas que les había dejado, sospechaba que sí, por la forma en la que habían entrado -Me enteré de muchas cosas que…Aunque sigue sin ser santo de mi devoción, pues…me hace entender algunas otras- Se mordió el labio con fuerza al pensar en la sentencia -En Ouroboros fue poseída por el espíritu de Morgana…Que quería asesinarnos a todos y hacerse con Ávalon de nuevo. Según Catherine el chucho lo ha arreglado… Pero habría que indagar… Además…Wthyr le dijo un par de cosas que definitivamente lo hacen muy estúpido- Puso los ojos en blanco con un gesto de tanta molestia -¿Sabes qué le dijo? Que era su único aliado aquí…Como si nosotros no pudiéramos protegerla- Soltó con indignación. Se acomodó un par de mechones de cabello y ya que estaba cotilleando mejor le soltaba todo -Y claro… No sé si sabes, pero se enteró del Sodoma porque lo activó sin querer y yo la besé… Huele rico y es atractiva, no pude resistirme – Sonrió de lado pero no con inocencia ni con disculpas, sino como quien presume de su conquista - Luego lo de envenenamiento y antes de eso, lo de Freyja… Sin meter mi hermosa advertencia- Que había sido hermosa, eso sí. Ella no se había enterado del intercambio entre Gwen y ella así que no lo añadió.
-No me sorprende lo de la sangre. Cuando entré la ultima vez a su habitación estaba por hacer un hechizo. No se detiene, no para…Todo es magia, magia, magia- Dijo haciendo un gesto de “bla,bla,bla” -Wiwi dice que cuando hacen magia juntos algo pasa y que ella le exige magia a raudales, más que sexo- Dijo sorprendida y parpadeando estupefacta -…Y aunque no estuve en lo de Katarina hay rumores de que compartieron un aura, que brillaban … ¿Tú estabas?- Luego volvió la vista hacia Catherine -Ahora está drogada. Pidió te con leche de amapola...Tengo que hablar con la chica y preguntar porqué-
***
Los gritos de Darren subieron un poco más y Shyvanna sólo lo miró con ira y con sorpresa. Nunca se atrevía a gritarle así…pero quizás, lo que más le dolió, fue ese conjunto de palabras…”Has fracasado”, como había fracasado en ayudar a su abuela. El labio inferior empezó a temblarle porque trataba de contener las lágrimas para seguir viéndolo enojada y con ganas de pegarle pero no podía moverse, sólo clavarse más y más las garras en sí misma.
-SÉ QUE ES POLÍTICA. ¿Se te olvida que YOOOOOO fui la primera estrategia política de los vikingos? ¿Y QUE A ARIC SE LO COMIÓ EL SANGUIS LIGNO?- Gritó aún más pero cuando soltó lo de Feyja y los berseker, cuando comprendió a qué se estaba refiriendo o el porqué real de aquella promesa hizo que finalmente dejara de clavarse las uñas al menos. Ella le había dicho que había que tranquilizar a los vikingos, que estaban próximos a una revuelta.
Shyvanna se deshizo en llanto cuando volvió a tenerlo cerca y su corazón se tranquilizó al percibir su mano en su rostro, cerró los ojos y se apoyó contra ella. Abrió los ojos para mirarlo cuando le dijo eso -To whatever end- Susurró antes de besarlo y estrecharlo entre sus brazos. Y allí se quedaron, por un par de horas, esperando la muerte pero lo único que llegó fue el amanecer. La situación no dejaba de ser peliaguda y tendrían que fingir más de lo normal, tendrían que esconderse aún más, pero la sinceridad en sus palabras y en sus sentimientos no tenía porqué cambiar sólo….sólo había que ajustarse a una realidad que no podían evadir.
Catherine asintió brevemente a lo del nombre, todas las espadas que habían marcado historia la tenían. El pensamiento que le dirigió Wthyr con la sugerencia hizo que lo mirara a los ojos en silencio durante un momento. Sería irónico que la llamara así pero entonces observó la espada un momento y se preguntó si aquel objeto sería lo suficientemente poderoso para destruir un horrocrux. Tendrían que averiguarlo luego… Y…probablemente sería peligroso. Sintió que su herida paraba de sangrar e hizo un gesto de la cabeza a modo de agradecimiento.
Lo de no comer en el trono lo sospechaba asi que bajó la escalinata con mucho cuidado de no caerse por las escaleras con los tacones. Vio la mesa y sintió que, de nuevo, se le hacía un nudo en el estómago. ¿Quién se iba a sentar a su lado? Saludó a Freyja con la cabeza cuando se fue y luego a Darren con otro gesto antes de sentarse. Le preocupaba mover mucho la cabeza por si la corona se le caía, o bajarla, sentía que en cualquier se le iba a deslizar y a quedar en rídiculo delante de todos. Como Descendiente no tenía que llevar ningún accesorio y era tan discordante que iba con pantalones rotos a los cónclaves. Aquí… Era otra cosa.
Vio el plato y se mordió el labio sintiendo un repentino capricho así que se inclinó al catador -¿Es posible conseguir kétchup?- Inquirió con una sonrisa incómoda y el chico asintió antes de irse. Cuando volvió la vista Wthyr estaba metiendo su tenedor en su plato y Catherine lo miró estupefacta y alzó la mano para detener la de él pero ya se lo había metido en la boca -¡¿Qué crees que estás haciendo?!- Le preguntó con un leve toque histérico en el tono apartando el plato por si le daba por comer más -¡Te puedes morir! ¡Tienes que esperar!- Le dijo inclinándose hacia él con un tono bastante irritado. Y él, como si nada, empezó a hablarle de lo que iba a suceder ahora. Miró hacia el frente donde la gente iba a su bola pero también había vistas de refilón, cuchicheos y demás. No ubicó a Shyvanna ni al esto de los hermanos. Suspiró brevemente -¿Qué baile es? Tengo que desempolvar mis recuerdos- Se encontró deseando salir de ahí e ir a por los dragones, al menos allá arriba estaban solos y escapaban de aquellas miradas. Alargó la mano para coger la copa al frente y la miró moviéndola un poco, era agua y acercó la nariz para oler pese a que el catador había dado su visto bueno su desconfianza era grande. Bebió un par de tragos y luego, cuando el chico llegó lo evaluó, de momento, buen color y equilibrio igual que Wthyr; no dudó un ápice de segundo en echarle kétchup a su plato antes de empezar a comer, servilleta en mano, con extra de cuidado para no mancharse ni hacer un desastre.
No sabía muy bien si debía o no hacer algo de charla, primero que nada porque le agradaba el silencio y segundo porque no tenía mucho de qué hablar con Wthyr que no incluyera planes, política, maldiciones y como millones de cosas que elevaban su estrés y ansiedad. Se reacomodó en el asiento y dejó escapar el aire lentamente. Al volver la vista hacia los vasallos decidió hacer una pregunta -¿Quién es el moreno? El que me regaló el libro- Preguntó en voz baja inclinándose a Wthyr y tapándose con la servilleta para que no le leyeran los labios.
Lo de no comer en el trono lo sospechaba asi que bajó la escalinata con mucho cuidado de no caerse por las escaleras con los tacones. Vio la mesa y sintió que, de nuevo, se le hacía un nudo en el estómago. ¿Quién se iba a sentar a su lado? Saludó a Freyja con la cabeza cuando se fue y luego a Darren con otro gesto antes de sentarse. Le preocupaba mover mucho la cabeza por si la corona se le caía, o bajarla, sentía que en cualquier se le iba a deslizar y a quedar en rídiculo delante de todos. Como Descendiente no tenía que llevar ningún accesorio y era tan discordante que iba con pantalones rotos a los cónclaves. Aquí… Era otra cosa.
Vio el plato y se mordió el labio sintiendo un repentino capricho así que se inclinó al catador -¿Es posible conseguir kétchup?- Inquirió con una sonrisa incómoda y el chico asintió antes de irse. Cuando volvió la vista Wthyr estaba metiendo su tenedor en su plato y Catherine lo miró estupefacta y alzó la mano para detener la de él pero ya se lo había metido en la boca -¡¿Qué crees que estás haciendo?!- Le preguntó con un leve toque histérico en el tono apartando el plato por si le daba por comer más -¡Te puedes morir! ¡Tienes que esperar!- Le dijo inclinándose hacia él con un tono bastante irritado. Y él, como si nada, empezó a hablarle de lo que iba a suceder ahora. Miró hacia el frente donde la gente iba a su bola pero también había vistas de refilón, cuchicheos y demás. No ubicó a Shyvanna ni al esto de los hermanos. Suspiró brevemente -¿Qué baile es? Tengo que desempolvar mis recuerdos- Se encontró deseando salir de ahí e ir a por los dragones, al menos allá arriba estaban solos y escapaban de aquellas miradas. Alargó la mano para coger la copa al frente y la miró moviéndola un poco, era agua y acercó la nariz para oler pese a que el catador había dado su visto bueno su desconfianza era grande. Bebió un par de tragos y luego, cuando el chico llegó lo evaluó, de momento, buen color y equilibrio igual que Wthyr; no dudó un ápice de segundo en echarle kétchup a su plato antes de empezar a comer, servilleta en mano, con extra de cuidado para no mancharse ni hacer un desastre.
No sabía muy bien si debía o no hacer algo de charla, primero que nada porque le agradaba el silencio y segundo porque no tenía mucho de qué hablar con Wthyr que no incluyera planes, política, maldiciones y como millones de cosas que elevaban su estrés y ansiedad. Se reacomodó en el asiento y dejó escapar el aire lentamente. Al volver la vista hacia los vasallos decidió hacer una pregunta -¿Quién es el moreno? El que me regaló el libro- Preguntó en voz baja inclinándose a Wthyr y tapándose con la servilleta para que no le leyeran los labios.
Cedric Pendragon
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No me pasó desapercibido (para nada) el espectáculo que hizo Catherine con aquella espada, usando su propia sangre, las sombras y vinculando la espada con su sangre y sus runas.....runas que le pediría a Wthyr me dejase estudiar.
Miré a Lake un momento y asentí, al menos una de mis hermanas gozaba de mejor salud, porque Gwen tenía cara de estar para el arrastre y Shyvanna....bueno, no lo sé, me costaba leer a Shyvanna.
"leer la mente? Y que sepáis lo que pienso en cada instante? No gracias!"
Ahora me tocó negar sutilmente con la cabeza, nada de lecturas mentales. Lake me sugirió que aprendiera telepatía para transmitir mis dialogos y me miró con una intensidad casi febril. Yo le devolví la mirada pero con tranquilidad y profundidad. Acabé por levantar una ceja y conjuré unas pequeñisimas letras doradas para que ella pudiera leerlas, aprovechando que la gente comenzaba a dispersarse lejos del trono.
¿Tanta pereza te da leerme, Lake?
Le hice un gesto a la pelirroja para que comenzaramos a movernos, quería vera Wthyr de cerca y presentarle mis enhorabuenas y respetos.
Me abrí hueco entre la gente y fui hacia las mesas que había dispuesto Shyvanna, haciendo un gesto de aprobar la elección de puestos...muy lista, bien. Me detuve al lado de Wthyr, poniéndole una mano en el hombro para llamar su atención. Me incliné levemente con una elegancia innata y al ponerme derecho le sonreí levemente.
Enhorabuena, hermano. Espero que la corona no te de mucho dolor de cabeza.
Luego miré a Catherine y repetí el gesto. Desvanecí las letras de antes que se reubicaron y transformaron.
También a tí, Catherine. Disfruta del banquete....y del ketchup. Si me disculpais....
Tenía mi asiento al lado de Catherine, pero la silla de Shy estaba vacía, aun asi ocupé el que me correspondía. Miré a Falkor que había venido conmigo, y le hice una serie de gestos con las manos, con él me comunicaba así. Falkor asintió y se dio la vuelta, esta noche le tocaba disfrutar de la velada como a él mejor le pareciera.
Miré a Lake un momento y asentí, al menos una de mis hermanas gozaba de mejor salud, porque Gwen tenía cara de estar para el arrastre y Shyvanna....bueno, no lo sé, me costaba leer a Shyvanna.
"leer la mente? Y que sepáis lo que pienso en cada instante? No gracias!"
Ahora me tocó negar sutilmente con la cabeza, nada de lecturas mentales. Lake me sugirió que aprendiera telepatía para transmitir mis dialogos y me miró con una intensidad casi febril. Yo le devolví la mirada pero con tranquilidad y profundidad. Acabé por levantar una ceja y conjuré unas pequeñisimas letras doradas para que ella pudiera leerlas, aprovechando que la gente comenzaba a dispersarse lejos del trono.
¿Tanta pereza te da leerme, Lake?
Le hice un gesto a la pelirroja para que comenzaramos a movernos, quería vera Wthyr de cerca y presentarle mis enhorabuenas y respetos.
Me abrí hueco entre la gente y fui hacia las mesas que había dispuesto Shyvanna, haciendo un gesto de aprobar la elección de puestos...muy lista, bien. Me detuve al lado de Wthyr, poniéndole una mano en el hombro para llamar su atención. Me incliné levemente con una elegancia innata y al ponerme derecho le sonreí levemente.
Enhorabuena, hermano. Espero que la corona no te de mucho dolor de cabeza.
Luego miré a Catherine y repetí el gesto. Desvanecí las letras de antes que se reubicaron y transformaron.
También a tí, Catherine. Disfruta del banquete....y del ketchup. Si me disculpais....
Tenía mi asiento al lado de Catherine, pero la silla de Shy estaba vacía, aun asi ocupé el que me correspondía. Miré a Falkor que había venido conmigo, y le hice una serie de gestos con las manos, con él me comunicaba así. Falkor asintió y se dio la vuelta, esta noche le tocaba disfrutar de la velada como a él mejor le pareciera.
Smaug
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La híbrida guardó la calma a pesar de haberla abordado sin apenas conocerla, incluso siguió más centrada en la ceremonia que en el intercambio de palabras. -Tengo tanta confianza en mis razones que las promulgaría a los cuatro vientros. Sin embargo tú... -le eché una mirada de arriba a abajo, como juzgándola. - Razones ocultas. Nocivas para alguien. - solté un largo y pensativo 'hum' cuando acabó aceptando que sus razones eran similares a las mías, pero era tan críptica que resultaba complicado asegurarlo. En eso se parecía un poco al mago Setelah, jamás mostraba con claridad sus verdaderas intenciones, excepto en ocasiones contadas.
- Por supuesto. Los dragones negros sentimos una especial inclinación por la batalla. ¿Tienes algún problema con arrasar por donde pases? - inquirí antes de adelantarle a ella, valorando hasta dónde estaba dispuesta a llegar. Luego recorrí el salón con la mirada después de que terminase todo el ritual de las espadas, por fin podía pasar a lo que me interesaba. Los Pendragon. Debían cumplir con su parte, con lo que habían prometido. Mostré los colmillos en una breve sonrisa maliciosa al mirar a Azula un instante, agarrándola después por la muñeca contra su voluntad para llevarla hacia la mesa en la que algunos de los hermanos estaban posicionándose. Mi voz sonó grave y potente cuando comencé a hablar, a pesar del barullo reinante cualquiera podría escucharme.
- La híbrida se estaba cuestionando su papel en todo esto y parece estar perdiendo la fe en la causa. Desconoce su misión y quiere saber qué les espera a los que son como ella. - sí, se la estaba jugando como el dragón amante del caos que era. La solté tras decir aquello, alzando la barbilla con altivez. - Espero que los Pendragon recuerden la promesa por la que vine aquí. El imperio de los Pendragon no existirá sin el imperio de los dragones. Repoblar el mundo de nuevo, acabar con todos los magos contrarios a ello.
- Por supuesto. Los dragones negros sentimos una especial inclinación por la batalla. ¿Tienes algún problema con arrasar por donde pases? - inquirí antes de adelantarle a ella, valorando hasta dónde estaba dispuesta a llegar. Luego recorrí el salón con la mirada después de que terminase todo el ritual de las espadas, por fin podía pasar a lo que me interesaba. Los Pendragon. Debían cumplir con su parte, con lo que habían prometido. Mostré los colmillos en una breve sonrisa maliciosa al mirar a Azula un instante, agarrándola después por la muñeca contra su voluntad para llevarla hacia la mesa en la que algunos de los hermanos estaban posicionándose. Mi voz sonó grave y potente cuando comencé a hablar, a pesar del barullo reinante cualquiera podría escucharme.
- La híbrida se estaba cuestionando su papel en todo esto y parece estar perdiendo la fe en la causa. Desconoce su misión y quiere saber qué les espera a los que son como ella. - sí, se la estaba jugando como el dragón amante del caos que era. La solté tras decir aquello, alzando la barbilla con altivez. - Espero que los Pendragon recuerden la promesa por la que vine aquí. El imperio de los Pendragon no existirá sin el imperio de los dragones. Repoblar el mundo de nuevo, acabar con todos los magos contrarios a ello.
Gwen Pendragón
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Dejé que me inspeccionara pacientemente. Estaba bien, a parte de la falta de energía y alguna tos esporádica no había mayor problema. Pareció conforme así que me tomé la libertad de no informarle de aquello o insistiría en querer curarme.
Alcé una ceja cuando se puso modo confidencias y al escucharla miré los banderines demás tapices con el blasón de Catherine.-¡Shyvanna!-Exclamé por lo bajo medio riendo.-¿Todos?- Los Aduladores no debían estar contentos pero habrían captado el mensaje. Mantuve la sonrisa al verla feliz por la festividad hasta que me puse pensar en las hadas. Suspiré buscando el asiento libre que les correspondía por tradición igual que en la mesa redonda.-Espero que no vengan las hadas.-Murmuré respondiendo a su pregunta. No con Catherine allí y el odio que profesaban hacia Morgana.
Tiró de mi y la seguí entre la gente. Fruncí el ceño al saber del abandono de Ávalon por parte de nuestro hermano.-¿Cinco días? No ha estado en Ouroboros.-Informé a la rubia mirando ahora a mi hermano que estaba comiendo del plato de LeFay. Mi ceño se frunció más mientras Shyvanna hablaba volviendo a fijar la vista en ella cuando dijo lo de la posesión.-¿El alma de Morgana sigue entre nosotros?-Pregunté seriamente pensando que definitivamente LeFay y Pendragon no eran tan diferentes. Entorné los ojos ante la mención del ex esposo suspirando cansadamente.
-El chucho entró en Ávalon sin permiso y fui testigo de un dramático encuentro romántico entre ellos dos.-Comenté dando dramatismo al tono de mi voz y hartura. -¿Qué?-Pregunté a lo que había dicho nuestro hermano.-¿Y como pretende que deje de ser tan estúpidamente cerrada con nosotros? Intenté advertirle de que su amorcito no era bien recibido en estas tierras y que el juramento del Sanguis traía consecuencias. ¿Crees que me escuchó o me amenazó?-Pregunté mirando alrededor, en ese lugar tan apartado no aparecían los sirvientes. Hice un gesto con la mano para acercar una copa de vino de Ávalon y tomar un trago.
En ese momento escupí el líquido mirando a la rubia.-¿La besaste?-Mi cara fue de no entender nada y después hice una mueca y un gesto con mi mano pidiendo que no comentase más bondades de la morena.-Nadie ha dicho que su situación sea fácil pero tampoco pone de su parte. Menos con Wthyr al parecer.-Murmuré observándoles en la mesa. Negué a lo de haber presenciado lo de Katarina mientras seguía mirando a la "pareja" Real.-¿Pensará que la van a atacar?-Pregunté como posible opción para la leche de amapola.
Al menos Catherine no estaba proyectando una de sus visiones esta vez.-Me preocupa.-Confesé y miré a Shyvanna de nuevo.-Wthyr.-Dije por si tenía dudas y después volví a mirar a nuestro hermano mayor al que ahora saludaba Cedric.-El otro día me abrazó y dijo que tenía que estar más pendiente de mi.-Apreté mis labios volviendo a beber. -No es propio de él.
Suspiré y finalmente tomé la mano de mi hermana.-Vamos, tenemos que sentarnos a la mesa o Cedric nos lanzará miradas inquisitivas toda la noche.-Tiré de ella para acercarnos a la mesa. Solté a Shyvanna dirigiéndome a mi hermano al que saludé inclinando mi cabeza como siempre hacía.-Mi Rey.-Le dediqué una sonrisa sincera. Después miré a Catherine.-Mi Reina.-Procuré el mismo gesto hacia ella, sin sonrisa esta vez y me dirigí a mi asiento justo en el momento en el que Smaug(o creía que era él por su tono de voz que no por su aspecto que desconocía en esa forma) se acercó junto a Azula.
Miré a la muchacha sorprendida por las palabras del dragón, sobre todo por la forma despectiva al dirigirse hacia ella y dirigí la mirada hacia mi hermano. No era a mí a quién correspondía pronunciarse.
Alcé una ceja cuando se puso modo confidencias y al escucharla miré los banderines demás tapices con el blasón de Catherine.-¡Shyvanna!-Exclamé por lo bajo medio riendo.-¿Todos?- Los Aduladores no debían estar contentos pero habrían captado el mensaje. Mantuve la sonrisa al verla feliz por la festividad hasta que me puse pensar en las hadas. Suspiré buscando el asiento libre que les correspondía por tradición igual que en la mesa redonda.-Espero que no vengan las hadas.-Murmuré respondiendo a su pregunta. No con Catherine allí y el odio que profesaban hacia Morgana.
Tiró de mi y la seguí entre la gente. Fruncí el ceño al saber del abandono de Ávalon por parte de nuestro hermano.-¿Cinco días? No ha estado en Ouroboros.-Informé a la rubia mirando ahora a mi hermano que estaba comiendo del plato de LeFay. Mi ceño se frunció más mientras Shyvanna hablaba volviendo a fijar la vista en ella cuando dijo lo de la posesión.-¿El alma de Morgana sigue entre nosotros?-Pregunté seriamente pensando que definitivamente LeFay y Pendragon no eran tan diferentes. Entorné los ojos ante la mención del ex esposo suspirando cansadamente.
-El chucho entró en Ávalon sin permiso y fui testigo de un dramático encuentro romántico entre ellos dos.-Comenté dando dramatismo al tono de mi voz y hartura. -¿Qué?-Pregunté a lo que había dicho nuestro hermano.-¿Y como pretende que deje de ser tan estúpidamente cerrada con nosotros? Intenté advertirle de que su amorcito no era bien recibido en estas tierras y que el juramento del Sanguis traía consecuencias. ¿Crees que me escuchó o me amenazó?-Pregunté mirando alrededor, en ese lugar tan apartado no aparecían los sirvientes. Hice un gesto con la mano para acercar una copa de vino de Ávalon y tomar un trago.
En ese momento escupí el líquido mirando a la rubia.-¿La besaste?-Mi cara fue de no entender nada y después hice una mueca y un gesto con mi mano pidiendo que no comentase más bondades de la morena.-Nadie ha dicho que su situación sea fácil pero tampoco pone de su parte. Menos con Wthyr al parecer.-Murmuré observándoles en la mesa. Negué a lo de haber presenciado lo de Katarina mientras seguía mirando a la "pareja" Real.-¿Pensará que la van a atacar?-Pregunté como posible opción para la leche de amapola.
Al menos Catherine no estaba proyectando una de sus visiones esta vez.-Me preocupa.-Confesé y miré a Shyvanna de nuevo.-Wthyr.-Dije por si tenía dudas y después volví a mirar a nuestro hermano mayor al que ahora saludaba Cedric.-El otro día me abrazó y dijo que tenía que estar más pendiente de mi.-Apreté mis labios volviendo a beber. -No es propio de él.
Suspiré y finalmente tomé la mano de mi hermana.-Vamos, tenemos que sentarnos a la mesa o Cedric nos lanzará miradas inquisitivas toda la noche.-Tiré de ella para acercarnos a la mesa. Solté a Shyvanna dirigiéndome a mi hermano al que saludé inclinando mi cabeza como siempre hacía.-Mi Rey.-Le dediqué una sonrisa sincera. Después miré a Catherine.-Mi Reina.-Procuré el mismo gesto hacia ella, sin sonrisa esta vez y me dirigí a mi asiento justo en el momento en el que Smaug(o creía que era él por su tono de voz que no por su aspecto que desconocía en esa forma) se acercó junto a Azula.
Miré a la muchacha sorprendida por las palabras del dragón, sobre todo por la forma despectiva al dirigirse hacia ella y dirigí la mirada hacia mi hermano. No era a mí a quién correspondía pronunciarse.
Tras la reverencia de Freyja tuve cierta curiosidad por observar más a fondo la interacción de ella con Darren, decidiendo aprovechar que estaban cerca en la mesa para captar algunos detalles. Sería una maniobra política, pero quería ver cómo se desenvolvía mi hermano. Después fue Catherine la que captó mi atención con aquel comentario del ketchup, cosa que me hizo horrorizarme por su gusto culinario. Debía ser un antojo, o algo así. - Deberías probar la salsa de escreguto de cola explosiva, tiene mucho más sabor que esa cosa que llamas ketchup. -
entorné los ojos levemente ante su reacción por meter el tenedor en su plato, bajando un poco la voz para que sólo pudiese escucharme ella.
- Si está envenenado alguien me lo impediría. Y si no me lo impiden eso significaría que quieren matarme, ¿entiendes? - le expliqué mi retorcida teoría antes de volver a mi posición, erguido en la silla para beber unos cuantos tragos de vino de la copa. En mi plato de comida había bastante carne asada, así que le ofrecí un poco a ella por si quería. - Un baile de coronación tradicional en nuestra familia. Ya lo verás, no seas impaciente. - si le decía todo al detalle, ¿dónde estaba la sorpresa? que esperase. - ¿El del libro? Ixión, descendiente de Hipatía. Sus poderes son similares a los tuyos. - la puse sobre aviso, para que supiese un poco más de los vasallos. Podía asegurar que su poder sobrepasaba al de Ixión, ella ganaría un combate.
Alcé la mirada hacia Cedric cuando puso una mano sobre mi hombro al acercarse a felicitarme, haciéndole un gesto de gratitud por la sinceridad de sus deseos. Él no tenía rencores ni segundas intenciones cuando expresaba aquello en sus letras doradas. Era, probablemente, el más honorable de los seis. - Y si la corona me da dolores de cabeza confiaré en tu sabiduría para discernir lo mejor en momentos de dificultad. - Catherine no podría decir que ese Pendragon no le resultaba amable, hasta le había dicho que disfrutase de la aberración del ketchup. Íbamos a seguir comiendo, pero en ese momento se acercó a nosotros Smaug en esa forma humana que le había visto en un par de ocasiones contadas. Me pareció raro que trajese a Azula consigo, y fruncí el ceño en cuanto la llamó híbrida. ¿Qué diría si supiese que nosotros también lo éramos?
- Azula Morgan. Lleva sirviendo fielmente a los Pendragon el tiempo suficiente como para que consideres disculparte por tus palabras. - corregí al dragón, haciendo uso de mi "persuasión" sobre él para aplacar un poco los ánimos belicosos que traía. Su naturaleza hacía que fuese muy útil a la hora de ir a la batalla, pero resultaba un tanto más incordioso en otro tipo de relaciones. - Y puede hablar por ella misma, intercede únicamente por tu causa. - dirigí una mirada significativa a Azula para que se expresase ella, y después seguí con el dragón negro. - Nosotros más que nadie queremos devolver la gloria y el poder perdido a los dragones, así que permanece fiel y tú y tu familia seréis recompensados con creces. Los Pendragon siempre cumplen sus promesas, pero la impaciencia y la falta de confianza por parte de los aliados son dos características que no nos agradan nada en absoluto. - me fijé en Gwen cuando se aproximó en mitad de la conversación, siempre tan atenta a las normas del protocolo. Prefería hablar con mis hermanos antes que seguir intercambiando palabras con Smaug, así que me incliné ligeramente hacia delante en la mesa mientras seguía ejerciendo nuestro poder de linaje sobre él. - Retírate.
entorné los ojos levemente ante su reacción por meter el tenedor en su plato, bajando un poco la voz para que sólo pudiese escucharme ella.
- Si está envenenado alguien me lo impediría. Y si no me lo impiden eso significaría que quieren matarme, ¿entiendes? - le expliqué mi retorcida teoría antes de volver a mi posición, erguido en la silla para beber unos cuantos tragos de vino de la copa. En mi plato de comida había bastante carne asada, así que le ofrecí un poco a ella por si quería. - Un baile de coronación tradicional en nuestra familia. Ya lo verás, no seas impaciente. - si le decía todo al detalle, ¿dónde estaba la sorpresa? que esperase. - ¿El del libro? Ixión, descendiente de Hipatía. Sus poderes son similares a los tuyos. - la puse sobre aviso, para que supiese un poco más de los vasallos. Podía asegurar que su poder sobrepasaba al de Ixión, ella ganaría un combate.
Alcé la mirada hacia Cedric cuando puso una mano sobre mi hombro al acercarse a felicitarme, haciéndole un gesto de gratitud por la sinceridad de sus deseos. Él no tenía rencores ni segundas intenciones cuando expresaba aquello en sus letras doradas. Era, probablemente, el más honorable de los seis. - Y si la corona me da dolores de cabeza confiaré en tu sabiduría para discernir lo mejor en momentos de dificultad. - Catherine no podría decir que ese Pendragon no le resultaba amable, hasta le había dicho que disfrutase de la aberración del ketchup. Íbamos a seguir comiendo, pero en ese momento se acercó a nosotros Smaug en esa forma humana que le había visto en un par de ocasiones contadas. Me pareció raro que trajese a Azula consigo, y fruncí el ceño en cuanto la llamó híbrida. ¿Qué diría si supiese que nosotros también lo éramos?
- Azula Morgan. Lleva sirviendo fielmente a los Pendragon el tiempo suficiente como para que consideres disculparte por tus palabras. - corregí al dragón, haciendo uso de mi "persuasión" sobre él para aplacar un poco los ánimos belicosos que traía. Su naturaleza hacía que fuese muy útil a la hora de ir a la batalla, pero resultaba un tanto más incordioso en otro tipo de relaciones. - Y puede hablar por ella misma, intercede únicamente por tu causa. - dirigí una mirada significativa a Azula para que se expresase ella, y después seguí con el dragón negro. - Nosotros más que nadie queremos devolver la gloria y el poder perdido a los dragones, así que permanece fiel y tú y tu familia seréis recompensados con creces. Los Pendragon siempre cumplen sus promesas, pero la impaciencia y la falta de confianza por parte de los aliados son dos características que no nos agradan nada en absoluto. - me fijé en Gwen cuando se aproximó en mitad de la conversación, siempre tan atenta a las normas del protocolo. Prefería hablar con mis hermanos antes que seguir intercambiando palabras con Smaug, así que me incliné ligeramente hacia delante en la mesa mientras seguía ejerciendo nuestro poder de linaje sobre él. - Retírate.
Tuvo que mirar a Wthyr con una sonrisa que no se pudo aguantar -Oh, ¿el kétchup es muy básico para el paladar real del Rey de Ávalon?- Le soltó con rintintin y tuvo que aguantarse la risa porque sin duda le parecía muy gracioso que se pusiera tan exquisito con un aderezo. Si viera sus sándwiches de queso le da un infarto -¿Has comido patatas fritas con kétchup?- Inquirió antes de que le hablara en voz baja -Sí entiendo y me parece una estupidez- Le dijo con toda la sinceridad del mundo pero el punto es que ya lo había hecho, si estaba envenenado pues iban a morirse los dos. Magnífico.
-¿Impaciente?- Le miró a los ojos un instante mientras le robaba un pedazo de carne para ponerla en su plato, que esa seguro que envenenada no estaba -Sé que sabes guiar el baile pero no quiero caerme con estos tacones- Le siguió hablando en voz baja porque Darren estaba allí al lado y le daba un poco de vergüenza reconocer aquellos fallos en sí misma. Cuando finalmente le puso nombre al moreno, Catherine desvió de nuevo la vista hacia él como si de pronto una pieza del puzzle hubiese calzado. La pregunta era porqué. Y tenía que, primero que nada, confirmarlo.
De pronto, se acercó otro hombre que no reconoció de lleno hasta que logró leer la palabra hermano. Entonces alzó la vista hacia él para verle el rostro y recordarlo vagamente del parlamento: Cedric. Miró las letras siguientes porque reconoció su nombre y se sintió sonrojar cuando él también le sacó lo del kétchup -Gracias… Y encantada, Cedric- Le siguió con la mirada con curiosidad cuando dejó un asiento vacío. ¿De quién sería? Se quedó analizando las palabras de Wthyr hacia Cedric y todo lo que le había comentado de él, miró otra vez al moreno con curiosidad.
Tras eso Shyvanna y Gwen se acercaron y cuando Catherine miró a Gwen parpadeó con sorpresa por la marca en su cara y luego miró a Wthyr con el ceño fruncido con ganas de pegarle un manotazo -Nunca me respondiste sobre el estado de tus hermanos- Ahora que lo analizaba. ¿Era una manera de no preocuparla? Se giró un poco bruscamente para seguir con la mirada a Gwen y frunció el ceño contrariada. Eso no podía seguir así, pero al mismo tiempo no era el lugar adecuado. Se llevó la mano a la sien un poco agobiada y decidió decírselo a Wthyr -Cuando estuve mal, Ian llevó a Aedan a la zona anti magia para detener el avance de la maldición. Y funcionó... Quizás, deberías decírselo a tus hermanos, si algo me llegara a pasar quizás puedan tener una vida ahí…Sin magia, pero viv…- Expresó pero fue interrumpida por la llegada de un hombre…No, un dragón. Reconoció las orejas y definitivamente la forma de hablar.
Se sintió profundamente incómoda por el tono que usó el dragón y miró a Azula confundida pero desvió la mirada a su vestido para acomodarse un par de cosas, ella no tenía autoridad ahí… Pero algo le chirriaba ¿Por qué no hablaba ella? Agradeció que Wthyr lo pusiera en su sitio respecto a su nombre y, encima, que lo hiciera disculparse. Sin embargo, y aunque intentó contener la lengua no pudo. Le parecía injusto su forma de referirse a ella y esa soberbia al hablar -¿A los que son híbridos?- Preguntó anonadada, parpadeando con sorpresa -Lo mismo que a los dragones y a los magos, un futuro en paz – Espetó y apartó su mirada de él con desdén -¿Esperas algo distinto?- Inquirió hacia Azula con el gesto más neutral. No era necesario preguntarle al otro dragón. Ladeó la cabeza hacia Wthyr cuando le dio la orden directa al dragón y se preguntó si estaba ejerciendo su magia o sólo su control como Rey. No le pasó desapercibido que el dragón también tenia una corona. ¿Había un Rey de dragones? Se lo preguntaría al moreno después.
-¿Impaciente?- Le miró a los ojos un instante mientras le robaba un pedazo de carne para ponerla en su plato, que esa seguro que envenenada no estaba -Sé que sabes guiar el baile pero no quiero caerme con estos tacones- Le siguió hablando en voz baja porque Darren estaba allí al lado y le daba un poco de vergüenza reconocer aquellos fallos en sí misma. Cuando finalmente le puso nombre al moreno, Catherine desvió de nuevo la vista hacia él como si de pronto una pieza del puzzle hubiese calzado. La pregunta era porqué. Y tenía que, primero que nada, confirmarlo.
De pronto, se acercó otro hombre que no reconoció de lleno hasta que logró leer la palabra hermano. Entonces alzó la vista hacia él para verle el rostro y recordarlo vagamente del parlamento: Cedric. Miró las letras siguientes porque reconoció su nombre y se sintió sonrojar cuando él también le sacó lo del kétchup -Gracias… Y encantada, Cedric- Le siguió con la mirada con curiosidad cuando dejó un asiento vacío. ¿De quién sería? Se quedó analizando las palabras de Wthyr hacia Cedric y todo lo que le había comentado de él, miró otra vez al moreno con curiosidad.
Tras eso Shyvanna y Gwen se acercaron y cuando Catherine miró a Gwen parpadeó con sorpresa por la marca en su cara y luego miró a Wthyr con el ceño fruncido con ganas de pegarle un manotazo -Nunca me respondiste sobre el estado de tus hermanos- Ahora que lo analizaba. ¿Era una manera de no preocuparla? Se giró un poco bruscamente para seguir con la mirada a Gwen y frunció el ceño contrariada. Eso no podía seguir así, pero al mismo tiempo no era el lugar adecuado. Se llevó la mano a la sien un poco agobiada y decidió decírselo a Wthyr -Cuando estuve mal, Ian llevó a Aedan a la zona anti magia para detener el avance de la maldición. Y funcionó... Quizás, deberías decírselo a tus hermanos, si algo me llegara a pasar quizás puedan tener una vida ahí…Sin magia, pero viv…- Expresó pero fue interrumpida por la llegada de un hombre…No, un dragón. Reconoció las orejas y definitivamente la forma de hablar.
Se sintió profundamente incómoda por el tono que usó el dragón y miró a Azula confundida pero desvió la mirada a su vestido para acomodarse un par de cosas, ella no tenía autoridad ahí… Pero algo le chirriaba ¿Por qué no hablaba ella? Agradeció que Wthyr lo pusiera en su sitio respecto a su nombre y, encima, que lo hiciera disculparse. Sin embargo, y aunque intentó contener la lengua no pudo. Le parecía injusto su forma de referirse a ella y esa soberbia al hablar -¿A los que son híbridos?- Preguntó anonadada, parpadeando con sorpresa -Lo mismo que a los dragones y a los magos, un futuro en paz – Espetó y apartó su mirada de él con desdén -¿Esperas algo distinto?- Inquirió hacia Azula con el gesto más neutral. No era necesario preguntarle al otro dragón. Ladeó la cabeza hacia Wthyr cuando le dio la orden directa al dragón y se preguntó si estaba ejerciendo su magia o sólo su control como Rey. No le pasó desapercibido que el dragón también tenia una corona. ¿Había un Rey de dragones? Se lo preguntaría al moreno después.
Shyvanna Pendragon
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Se rió con Gwen de su travesura y asintió cuando preguntó si todos. Sin embargo, cuando mencionó a las hadas la sonrisa se le fue de un plumazo -¿Crees que podrían hacerle algo también?- Tensó los labios y miró a la morena con preocupación, de su hilo de vida dependía el de todos ellos. Al menos hasta que naciera el bebé ¿No? De pronto eso la hizo sonreír -Vamos a tener un sobrino, Gwen- Susurró pensando en el niño correteando por Ávalon y llenando el castillo de vida. Se quedó pensando en ello y asintió vagamente a lo de los cinco días -No me dio tiempo a preguntarle a donde fue, pero no quería hablarlo delante de Catherine. No está muy de acuerdo con lo del imperio- Le resumió a su hermana.
-Aparentemente- Le dijo a Gwen cuando pregunto lo del alma y entonces volvió su vista hacia ella cuando dijo lo del chucho -¿Qué? ¿Cómo entró? Tiene un puntito de dramática, de una dramática a otra, puedo reconocerlo- Dijo con tranquilidad y siseó un “tsk” cuando Gwen soltó ese “Qué” -No lo sé… Tampoco es que tenga muchas habilidades sociales, si no habla...Se la pasa metida en su cabeza… Estuve toda la tarde dándole cháchara y solo asentía o sonreía apenas… - Suspiró brevemente -Probablemente te amenazó, todas las presas cuando se ven acorraladas actúan a la defensiva- Y vaya si ella lo sabía, era una dragona -Está bien que la pusieras en su lugar…¿Cuándo fue? ¿Por qué no me enteré? Espera… ¿Cómo se fue de Ávalon?-
Todo iba de preguntas y respuestas, tenían mucho de qué ponerse al día. Asintió a lo del beso y luego alzó los hombros -Tenía activo el Sodoma- Insistió y luego escuchó lo de su situación y asintió -Es lo que intenté decirle a Wthyr. Confía en él, en algún nivel dentro de su…rara interacción. La vi un poco… Ella se quedó aquí- Le explicó a Gwen -Mientras él estuvo fuera y cuando yo le dije que Wiwi no estaba aquí actuó… No sé, Gwen. Supongo que sus palabras de que es su único aliado realmente le calaron hondo...Y... vi cómo se aferraba a él cuando creyó que iba a morirse- Alzó los hombros sin saber muy bien si esa era la verdadera razón. Lo de “menos con Wthyr” hizo sonreír a Shyvanna con picardía -Le dije a Wiwi que la cortejara, o que al menos la tratara un poco mejor y les dejé un ratito solos antes de la ceremonia a propósito. Quizás ha funcionado- Rezaba por ello. En cuanto al análisis de la leche asintió -Puede ser… ¿Tuviste alguna vez esa sensación en Ouroboros? ¿De que nos iban a atacar en cualquier momento? Yo alguna vez… o el rechazo en general, supongo que ahora lo vive en carne propia-
-¿Quién?- Preguntó y cuando mencionó a Wthyr sonrió de lado ante sus palabras -Quizás, haber estado al borde de la muerte, nos hizo más consciente de lo mucho que nos queremos- Alargó una mano para tomar la libre de Gwen y apretarla, conteniendo la necesidad de buscar cobijo en los ojos de Darren -Y quizás…vamos a empezar a ver un Wiwi más abierto…Llámalo sexto sentido- Le guiñó un ojo, casi segura de que aquello no tenía que ver sólo con Cath sino con la conversación que ella había tenido con él tras el holmgang, diciéndole cara a cara que tenía que abrirse más a ellos. Le gustaba saber que sus palabras surtían efecto.
Al final se acercaron a la mesa y aunque Gwen presentó sus respetos, Shyvanna pasó de narices y les acomodó la corona a los dos antes de sentarse e ir a por el vino directamente. No se perdió ni la sorpresa de Cath ni lo que estaba diciendo así que acabó inclinándose y cotilleando -¿Y se detuvo?- Preguntó con respeto a lo de la maldición pero luego vino todo lo de Smaug y dejó que Wiwi le hablara porque, la verdad, es que era bello. Shyvanna ladeó la cabeza para ir descendiendo su mirada zafiro por él muy lentamente, desde su corona poderosa, aquellos ojos caóticos, los pómulos altos y esos labios hechos para destruir con pocas palabras. Y no se detuvo, siguió bajando y bajando adivinando una figura que sin duda estaba llena de poder y fuerza. La orden de Wthyr fue clara y se dio cuenta de que se había perdido toda la conversación mientras le evaluaba. Soltó un suspirito pensando que ya quedaba menos…Un poco más de banquete, baile, dragones y…su libertad.
-Aparentemente- Le dijo a Gwen cuando pregunto lo del alma y entonces volvió su vista hacia ella cuando dijo lo del chucho -¿Qué? ¿Cómo entró? Tiene un puntito de dramática, de una dramática a otra, puedo reconocerlo- Dijo con tranquilidad y siseó un “tsk” cuando Gwen soltó ese “Qué” -No lo sé… Tampoco es que tenga muchas habilidades sociales, si no habla...Se la pasa metida en su cabeza… Estuve toda la tarde dándole cháchara y solo asentía o sonreía apenas… - Suspiró brevemente -Probablemente te amenazó, todas las presas cuando se ven acorraladas actúan a la defensiva- Y vaya si ella lo sabía, era una dragona -Está bien que la pusieras en su lugar…¿Cuándo fue? ¿Por qué no me enteré? Espera… ¿Cómo se fue de Ávalon?-
Todo iba de preguntas y respuestas, tenían mucho de qué ponerse al día. Asintió a lo del beso y luego alzó los hombros -Tenía activo el Sodoma- Insistió y luego escuchó lo de su situación y asintió -Es lo que intenté decirle a Wthyr. Confía en él, en algún nivel dentro de su…rara interacción. La vi un poco… Ella se quedó aquí- Le explicó a Gwen -Mientras él estuvo fuera y cuando yo le dije que Wiwi no estaba aquí actuó… No sé, Gwen. Supongo que sus palabras de que es su único aliado realmente le calaron hondo...Y... vi cómo se aferraba a él cuando creyó que iba a morirse- Alzó los hombros sin saber muy bien si esa era la verdadera razón. Lo de “menos con Wthyr” hizo sonreír a Shyvanna con picardía -Le dije a Wiwi que la cortejara, o que al menos la tratara un poco mejor y les dejé un ratito solos antes de la ceremonia a propósito. Quizás ha funcionado- Rezaba por ello. En cuanto al análisis de la leche asintió -Puede ser… ¿Tuviste alguna vez esa sensación en Ouroboros? ¿De que nos iban a atacar en cualquier momento? Yo alguna vez… o el rechazo en general, supongo que ahora lo vive en carne propia-
-¿Quién?- Preguntó y cuando mencionó a Wthyr sonrió de lado ante sus palabras -Quizás, haber estado al borde de la muerte, nos hizo más consciente de lo mucho que nos queremos- Alargó una mano para tomar la libre de Gwen y apretarla, conteniendo la necesidad de buscar cobijo en los ojos de Darren -Y quizás…vamos a empezar a ver un Wiwi más abierto…Llámalo sexto sentido- Le guiñó un ojo, casi segura de que aquello no tenía que ver sólo con Cath sino con la conversación que ella había tenido con él tras el holmgang, diciéndole cara a cara que tenía que abrirse más a ellos. Le gustaba saber que sus palabras surtían efecto.
Al final se acercaron a la mesa y aunque Gwen presentó sus respetos, Shyvanna pasó de narices y les acomodó la corona a los dos antes de sentarse e ir a por el vino directamente. No se perdió ni la sorpresa de Cath ni lo que estaba diciendo así que acabó inclinándose y cotilleando -¿Y se detuvo?- Preguntó con respeto a lo de la maldición pero luego vino todo lo de Smaug y dejó que Wiwi le hablara porque, la verdad, es que era bello. Shyvanna ladeó la cabeza para ir descendiendo su mirada zafiro por él muy lentamente, desde su corona poderosa, aquellos ojos caóticos, los pómulos altos y esos labios hechos para destruir con pocas palabras. Y no se detuvo, siguió bajando y bajando adivinando una figura que sin duda estaba llena de poder y fuerza. La orden de Wthyr fue clara y se dio cuenta de que se había perdido toda la conversación mientras le evaluaba. Soltó un suspirito pensando que ya quedaba menos…Un poco más de banquete, baile, dragones y…su libertad.
Tras entregar aquel libro y el escudo contemplé con cierta molestia cómo la retaca se dedicaba a embrujar los regalos de Freyja, sabiéndolo así, podría haber envenenado las hojas del libro, o haberle puesto fuegos artificiales. Se dirigió a la zona que le correspondía por linaje mientras empezaban a traer las comidas y las bebidas. Joder estaba seco, de modo que pilló lo primero que pudo y se hizo con un par de brochetas de gyros, ignorando deliberadamente a la rubita y a su hermana pequeña la rara cacareando. Sin embargo a su alrededor todo el mundo no paraba de hablar de libros, biblioteca, deberes y tareas, de modo que se aburrió de tal manera que, sin disculparse, se levantó de la mesa y fue a jugar un rato a la pista de baile.
Cogí uno de aquellos botellines de cerveza fresca, pasando de aquellas jarras que al final se recalentaban de manera absurda y paseé por la sala de baile, deteniéndome con alguna joven para hacerla girar sobre su propio eje hasta que decidiera saltar al siguiente bailarín. Choqué “de casualidad” con la imagen élfica del dragón castaño, el que seguía a Cedric a todas partes. Falkor creía que se llamaba. Lo devoré con la mirada mientras seguía con sus bailes y por mi parte proseguí la caminata, entreteniéndome de tanto en tanto con alguna vasalla. Hasta que pude mirar cómo la airada Freyja se apartaba de la mesa de los reyecitos de Avalón y se volvía a la mesa que le correspondía por linaje.
Sonreía con mucha malicia y ahora sí dirigí los pasos torpes hasta el banco de la Freyja, dejándome caer a su lado con un bramido que bien podría imitar a un orco. Añadí un tragó de cerveza y dejé caer la cabeza ladeada hacia el hombro de la vikinga, haciendo chocar mi botella con su jarra -¿Qué te pasa, oh mi señora Freyja Lothbrock, problemas en el paraíso?- Le solté con un fingido tono de preocupación, de una forma muy sobreactuada, para picarla un poco -Iba a felicitarte por tus nupcias, pero ahora ya no sé si darte el pésame. Se conoce que la seta que tienes por polla dorada no te da cancha, ¿eh?- Me apoyé con el codo en la mesa y brindé en dirección del rubio, alzando el botellín con una sonrisa socarrona. Le busqué la mirada verde, porque quería que me viera -Oye, que lo mismo es maricón y todavía no lo sabe. Si quieres probamos a ver- Le guiñé un ojo a Freyja y luego le dibujé una sonrisa con mucha picardía y malicia a Darren, pito flácido quizás. -¡¿Quién se une a la orgía?! ¡Yo invito!- Se volvió sobre la mesa de vikingos, cerveza en alto, bramando todos aquellos que ya estaban fuera de sí en un coro, que podría resultar bastante desagradable a vista de los demás. Los barbudos gritaron, festejando, chocando las cervezas y añadiendo risotadas. Bajé el tono, a uno más confidente -Bonito regalo el que le has hecho a nuestros nuevos reyes… bien filo, buen porte… ahora esperemos que no les dé por andar cortando cabezas- Oh, sí, aquello era una invitación para empezar una conversación privada sobre todo lo que había pasado por Ávalon los últimos días. Bebí de la botella. Debajo de los gritos de los vikingos aquella conversación era inapreciable a oídos de los demás. Qué fácil era incitar a un puñado de vikingos cuando el desenfreno era liberado.
Cogí uno de aquellos botellines de cerveza fresca, pasando de aquellas jarras que al final se recalentaban de manera absurda y paseé por la sala de baile, deteniéndome con alguna joven para hacerla girar sobre su propio eje hasta que decidiera saltar al siguiente bailarín. Choqué “de casualidad” con la imagen élfica del dragón castaño, el que seguía a Cedric a todas partes. Falkor creía que se llamaba. Lo devoré con la mirada mientras seguía con sus bailes y por mi parte proseguí la caminata, entreteniéndome de tanto en tanto con alguna vasalla. Hasta que pude mirar cómo la airada Freyja se apartaba de la mesa de los reyecitos de Avalón y se volvía a la mesa que le correspondía por linaje.
Sonreía con mucha malicia y ahora sí dirigí los pasos torpes hasta el banco de la Freyja, dejándome caer a su lado con un bramido que bien podría imitar a un orco. Añadí un tragó de cerveza y dejé caer la cabeza ladeada hacia el hombro de la vikinga, haciendo chocar mi botella con su jarra -¿Qué te pasa, oh mi señora Freyja Lothbrock, problemas en el paraíso?- Le solté con un fingido tono de preocupación, de una forma muy sobreactuada, para picarla un poco -Iba a felicitarte por tus nupcias, pero ahora ya no sé si darte el pésame. Se conoce que la seta que tienes por polla dorada no te da cancha, ¿eh?- Me apoyé con el codo en la mesa y brindé en dirección del rubio, alzando el botellín con una sonrisa socarrona. Le busqué la mirada verde, porque quería que me viera -Oye, que lo mismo es maricón y todavía no lo sabe. Si quieres probamos a ver- Le guiñé un ojo a Freyja y luego le dibujé una sonrisa con mucha picardía y malicia a Darren, pito flácido quizás. -¡¿Quién se une a la orgía?! ¡Yo invito!- Se volvió sobre la mesa de vikingos, cerveza en alto, bramando todos aquellos que ya estaban fuera de sí en un coro, que podría resultar bastante desagradable a vista de los demás. Los barbudos gritaron, festejando, chocando las cervezas y añadiendo risotadas. Bajé el tono, a uno más confidente -Bonito regalo el que le has hecho a nuestros nuevos reyes… bien filo, buen porte… ahora esperemos que no les dé por andar cortando cabezas- Oh, sí, aquello era una invitación para empezar una conversación privada sobre todo lo que había pasado por Ávalon los últimos días. Bebí de la botella. Debajo de los gritos de los vikingos aquella conversación era inapreciable a oídos de los demás. Qué fácil era incitar a un puñado de vikingos cuando el desenfreno era liberado.
Lake Pendragon
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Se encogió de hombros ante la negativa de su querido hermano para con la lectura de mentes. Asumía que no querría, pero también había maneras en las que él podía proteger sus pensamientos, pero a final debía ser decisión propia. De cualquier modo, tuvo que reír ante las palabras que leía, con aquella perfecta letra dorada. Al menos la ceremonia ya había terminado y podía reír libremente, y solo quizás no la tomarían por loca sino por feliz, cosa que no siempre hacía.- Puedes tomarlo así o puedes tomarlo como que quiero oir tu dulce voz más a menudo, hermano. Lo que te haga verme con mejores ojos.
Aún tomada del brazo de Cedric, pasaron a la mesa, aunque lo dejó en el momento en que se fue tras Wthyr para que pudiera dar sus saludos. Ella, por su parte, se acercó por detrás a Darren y su flamante nueva... ¿celadora? Quizás llegaba tarde a la celebración, porque la novia ya se iba cuando llegó. Se negaba a estar tan alejada de su familia, tan alejada de la mesa si Freyja creía que podía irse así como así y no pasaría nada, por lo que ordenó que limpiaran su lugar y colocaran el asiento de Lake junto a Darren. Esa mujer estaba o no estaba, pero nunca a medias. Nunca a medias con los Pendragón. No cuando, según tenía entendido, había sido ella quien había orillado al compromiso de Darren sin preámbulos.
Mientras preparaban todo y los dragones peleaban frente a ellos por ideales que tenía en el corazón, pero no en la mente en ese segundo, se agachó junto a Darren. Era el momento perfecto. Terminó, suavemente, de colocarse por detrás de Darren, abrazándolo y cerrando sobre su pecho las manos, justo como había hecho en la boda antes de que la sacara a bailar.- Siempre hay salidas.- Susurró, tomando la mejilla del contrario para dejarle un suave beso en esta antes de subir los labios a su oído. No era el mejor momento, ni el mejor lugar al estar tan cerca de Wthyr, pero no dudaría en darle la opción a Darren de salir de sus obligaciones.- Horvutah hun, krent... Ro Oblaan zaan zeim zahkrii. Liiv laas, mahgaeraak.- Dijo en el idioma ancestral. Aquella frase, según la conocía de ciertos libros, había pasado de generación en generación de dragones, como una ofrenda para limpiar el honor. Esperaba que él pudiera entenderla como una espada amiga en contra de una enemiga en común. Podía parecer tan accidental como él quisiera. Tras dejar un nuevo beso, se sentó a su lado, más tranquila que de costumbre y menos arisca mientras veía las festividades, incluso sonriendo alguna vez mientras veía a los dragones de sus hermanos divertirse. Tanto era su gusto que pasó por alto el acomodo de la mesa y cómo deliberadamente había tratado de excluirla su rubia hermana. Era lo más seguro.
Aún tomada del brazo de Cedric, pasaron a la mesa, aunque lo dejó en el momento en que se fue tras Wthyr para que pudiera dar sus saludos. Ella, por su parte, se acercó por detrás a Darren y su flamante nueva... ¿celadora? Quizás llegaba tarde a la celebración, porque la novia ya se iba cuando llegó. Se negaba a estar tan alejada de su familia, tan alejada de la mesa si Freyja creía que podía irse así como así y no pasaría nada, por lo que ordenó que limpiaran su lugar y colocaran el asiento de Lake junto a Darren. Esa mujer estaba o no estaba, pero nunca a medias. Nunca a medias con los Pendragón. No cuando, según tenía entendido, había sido ella quien había orillado al compromiso de Darren sin preámbulos.
Mientras preparaban todo y los dragones peleaban frente a ellos por ideales que tenía en el corazón, pero no en la mente en ese segundo, se agachó junto a Darren. Era el momento perfecto. Terminó, suavemente, de colocarse por detrás de Darren, abrazándolo y cerrando sobre su pecho las manos, justo como había hecho en la boda antes de que la sacara a bailar.- Siempre hay salidas.- Susurró, tomando la mejilla del contrario para dejarle un suave beso en esta antes de subir los labios a su oído. No era el mejor momento, ni el mejor lugar al estar tan cerca de Wthyr, pero no dudaría en darle la opción a Darren de salir de sus obligaciones.- Horvutah hun, krent... Ro Oblaan zaan zeim zahkrii. Liiv laas, mahgaeraak.- Dijo en el idioma ancestral. Aquella frase, según la conocía de ciertos libros, había pasado de generación en generación de dragones, como una ofrenda para limpiar el honor. Esperaba que él pudiera entenderla como una espada amiga en contra de una enemiga en común. Podía parecer tan accidental como él quisiera. Tras dejar un nuevo beso, se sentó a su lado, más tranquila que de costumbre y menos arisca mientras veía las festividades, incluso sonriendo alguna vez mientras veía a los dragones de sus hermanos divertirse. Tanto era su gusto que pasó por alto el acomodo de la mesa y cómo deliberadamente había tratado de excluirla su rubia hermana. Era lo más seguro.
Darren Pendragon
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Los lapidarios comentarios de la que ahora era su prometida le devolvieran a la cruenta realidad, dos veces, como dos bofetadas de ida y venida. Tensó la mandíbula y clavó la mirada al frente, ceñudo. La cuestión es que la maldita bastarda tenía gran parte de razón, tanto por lo de soportarlos como por lo de Shyvanna. Y pensar que aquello había sido un patético intento para tratar de sacar a bailar a la vikinga se había torcido de aquella manera. -Vigila tu lengua, Lothbrock- Le avisó, en especial por llamar “princesa caprichosa” a la melliza. Todavía no era parte del linaje de la sangre del dragón, no había ganado (y no lo hará nunca) el derecho a blasfemar sobre cualquiera de los seis hermanos.
No, no sabía tratar a aquella mujer más allá de las charlas vacías, insustanciales y los entrenamientos con espadas. Fuera de aquello no conocía a Freyja y ahora debía compartir una vida con ella… Torció el gesto, y volvió la mirada cuando le llamó por aquel apelativo. Algo le decía que iba a tener que acostumbrarse a aquello. Con todo la escuchó con atención las dos opciones planteadas. Suspiró por la nariz y dirigió la mirada a otro lado de la mesa, en verdad a ninguno concreto, más bien una silla vacía que quedaba en primera posición al lado de Catherine. Iba a responderle algo, quizás fuera hiriente, quizás no y trataría de mediar y alcanzar un acuerdo, o reiniciar aquella velada que iba torciéndose a cada paso dado y a cada palabra mal pronunciada. Pero la “feliz” pareja apareció y tuvo que regalarles una reverencia poco sentida. Cuando quiso volver a reiniciar o continuar con aquella conversación, Freyja se estaba marchando. Deshonroso desaire. Cogió aquella jarra que le había tendido antes y terminó por beber la mitad de la misma mientras seguía con la mirada al moreno de la casa de Hipatia. A su lado, la parejita hablaba de kétchup, ¿podría ser todo más patético? ¿Podría alguien sacarle de allí de una maldita vez? ¿Por qué habría de aguantar toda la maldita velada en aquella ala de la mesa, ahora abandonada a su suerte?
¿Pero no se supone que no era el único que estaba hastiado por ceder sus libertades? Pues parecía muy libre ella, con sus idas y venidas. En verdad, podría haberle dado igual que hiciera lo que le saliera del mismísimo coño la vikinga de lengua afilada, pero toda aquella bola que se estaba haciendo con la situación le estaba tensando hasta maneras que no estaba seguro de poder controlar. Apretó el puño, con el que había cogido la jarra, hasta que el cristal crujió y estalló en cientos de pedazos que cayeron sobre la mesa, derramando el líquido sobre la misma. Momento perfecto para levantarse y largarse de allí, y no tener que dar más explicaciones a nadie. Total, los sirvientes ya estaban retirando el plato de la vikinga de la mesa, de modo que tampoco les costó mucho más retirar el lío que había ocasionado. Fue en aquel momento cuando reparó el Lake, después de que la humedad de la cerveza liberada corriera por su muñeca. -No deberías haber retirado los platos de la vikinga- No había reproche en aquella frase hacia la pelirroja, quizás más bien era un agradecimiento por quitársela de encima de una maldita vez, así no tendría que pensar en ese tema en ese momento. Pero no sabía cómo de mal podría tomárselo Freyja, porque podría ser una afrenta a la misma. Ya no estaba seguro de conocer a la mujer con la que tantas veces había entrenado en distintas posiciones, más allá de la verticalidad. Tiempo, solo necesitaba tiempo… aunque el tiempo no lo curase todo.
Agradeció aquel abrazo por parte de su hermana, con un suspiro cansado después de toda aquella tensión, era como una liberación. Quizás ella le entendía mejor de lo que había sospesado en el pasado. Todo el cuerpo se relajó, hasta el gesto de molestia constante. Buscó con el rabillo del ojo a su hermana, que al quedar a su espalda, no podía mirar -¿Tú crees? A veces solo veo oscuridad en nuestro día a día- Le reconocí y lo decoró con algo que me pareció como agradable y cálido beso por parte de ella. Aquella frase me hizo desviar mi atención de una mujer a otra, dirigiéndola al frente: a la vikinga, al griego, atrevesó Avalon y fue más allá -Brit zeymah kogaan yol- Qué sugerencia tan apetitosa, al menos así parecía en labios de la pelirroja. Le devolvió la sonrisa ladeada, con una pequeña carcajada cansada. Fue entonces cuando reparó en aquella mano ennegrecida, aquella que era capaz de parar un corazón, y pasó a la otra, aquella que podría rebanar los miembros de cualquier humano a golpe de espada. Quizás hubiera salidas…. Quizás… Demasiadas preguntas y muy poca determinación para poder resolverlas. ¿Muerto el perro se acabaría la rabia?
No, no sabía tratar a aquella mujer más allá de las charlas vacías, insustanciales y los entrenamientos con espadas. Fuera de aquello no conocía a Freyja y ahora debía compartir una vida con ella… Torció el gesto, y volvió la mirada cuando le llamó por aquel apelativo. Algo le decía que iba a tener que acostumbrarse a aquello. Con todo la escuchó con atención las dos opciones planteadas. Suspiró por la nariz y dirigió la mirada a otro lado de la mesa, en verdad a ninguno concreto, más bien una silla vacía que quedaba en primera posición al lado de Catherine. Iba a responderle algo, quizás fuera hiriente, quizás no y trataría de mediar y alcanzar un acuerdo, o reiniciar aquella velada que iba torciéndose a cada paso dado y a cada palabra mal pronunciada. Pero la “feliz” pareja apareció y tuvo que regalarles una reverencia poco sentida. Cuando quiso volver a reiniciar o continuar con aquella conversación, Freyja se estaba marchando. Deshonroso desaire. Cogió aquella jarra que le había tendido antes y terminó por beber la mitad de la misma mientras seguía con la mirada al moreno de la casa de Hipatia. A su lado, la parejita hablaba de kétchup, ¿podría ser todo más patético? ¿Podría alguien sacarle de allí de una maldita vez? ¿Por qué habría de aguantar toda la maldita velada en aquella ala de la mesa, ahora abandonada a su suerte?
¿Pero no se supone que no era el único que estaba hastiado por ceder sus libertades? Pues parecía muy libre ella, con sus idas y venidas. En verdad, podría haberle dado igual que hiciera lo que le saliera del mismísimo coño la vikinga de lengua afilada, pero toda aquella bola que se estaba haciendo con la situación le estaba tensando hasta maneras que no estaba seguro de poder controlar. Apretó el puño, con el que había cogido la jarra, hasta que el cristal crujió y estalló en cientos de pedazos que cayeron sobre la mesa, derramando el líquido sobre la misma. Momento perfecto para levantarse y largarse de allí, y no tener que dar más explicaciones a nadie. Total, los sirvientes ya estaban retirando el plato de la vikinga de la mesa, de modo que tampoco les costó mucho más retirar el lío que había ocasionado. Fue en aquel momento cuando reparó el Lake, después de que la humedad de la cerveza liberada corriera por su muñeca. -No deberías haber retirado los platos de la vikinga- No había reproche en aquella frase hacia la pelirroja, quizás más bien era un agradecimiento por quitársela de encima de una maldita vez, así no tendría que pensar en ese tema en ese momento. Pero no sabía cómo de mal podría tomárselo Freyja, porque podría ser una afrenta a la misma. Ya no estaba seguro de conocer a la mujer con la que tantas veces había entrenado en distintas posiciones, más allá de la verticalidad. Tiempo, solo necesitaba tiempo… aunque el tiempo no lo curase todo.
Agradeció aquel abrazo por parte de su hermana, con un suspiro cansado después de toda aquella tensión, era como una liberación. Quizás ella le entendía mejor de lo que había sospesado en el pasado. Todo el cuerpo se relajó, hasta el gesto de molestia constante. Buscó con el rabillo del ojo a su hermana, que al quedar a su espalda, no podía mirar -¿Tú crees? A veces solo veo oscuridad en nuestro día a día- Le reconocí y lo decoró con algo que me pareció como agradable y cálido beso por parte de ella. Aquella frase me hizo desviar mi atención de una mujer a otra, dirigiéndola al frente: a la vikinga, al griego, atrevesó Avalon y fue más allá -Brit zeymah kogaan yol- Qué sugerencia tan apetitosa, al menos así parecía en labios de la pelirroja. Le devolvió la sonrisa ladeada, con una pequeña carcajada cansada. Fue entonces cuando reparó en aquella mano ennegrecida, aquella que era capaz de parar un corazón, y pasó a la otra, aquella que podría rebanar los miembros de cualquier humano a golpe de espada. Quizás hubiera salidas…. Quizás… Demasiadas preguntas y muy poca determinación para poder resolverlas. ¿Muerto el perro se acabaría la rabia?
Al final habíamos ido a la tontuna aquella de la coronación, aunque con cada día que pasaba me daba más cuenta de que no pintábamos nada en Ávalon. Ni siquiera nos habían explicado mucho de qué iba todo en aquella reunión con Shyvanna. Era como si esa mujer tuviese déficit de atención o algo así, sólo decía generalidades y no aclaraba nada.
Era cierto que en Ávalon no se estaba mal y que habían sido como unas pequeñas vacaciones visitando tierra de dragones, pero ya empezaba a hartarme de no hacer nada. Lo de asistir a la parafernalia aquella ya fue suficiente, así que aprovechando el barullo del banquete me llevé a Juliet a uno de los laterales de la sala para hablar.
- No sé qué mierdas estamos haciendo aquí todavía. ¿De verdad quieres seguir aquí? vámonos ya. - pero mientras nos íbamos me aprovecharía de su vino, así que cogí una copa de la mesa más cercana para seguir hablando. Al mirar a la mesa de los Pendragon me fijé en que el tipo que estaba con Azula era Smaug en su forma humana, la misma que utilizó una vez para engañarme. Se me hacía raro que él siguiese aquí con ellos, teniendo en cuenta lo mucho que despreciaba a los magos. Tampoco sabía si Svart querría quedarse finalmente con él, o venir con nosotros.
- Esta gente está con sus dramas medievales y sus bodas, y sus cosas...no tienen nada que ver con nosotros. Hasta han abducido a una del Consejo de Ouroboros. Reina...qué cosas.
Era cierto que en Ávalon no se estaba mal y que habían sido como unas pequeñas vacaciones visitando tierra de dragones, pero ya empezaba a hartarme de no hacer nada. Lo de asistir a la parafernalia aquella ya fue suficiente, así que aprovechando el barullo del banquete me llevé a Juliet a uno de los laterales de la sala para hablar.
- No sé qué mierdas estamos haciendo aquí todavía. ¿De verdad quieres seguir aquí? vámonos ya. - pero mientras nos íbamos me aprovecharía de su vino, así que cogí una copa de la mesa más cercana para seguir hablando. Al mirar a la mesa de los Pendragon me fijé en que el tipo que estaba con Azula era Smaug en su forma humana, la misma que utilizó una vez para engañarme. Se me hacía raro que él siguiese aquí con ellos, teniendo en cuenta lo mucho que despreciaba a los magos. Tampoco sabía si Svart querría quedarse finalmente con él, o venir con nosotros.
- Esta gente está con sus dramas medievales y sus bodas, y sus cosas...no tienen nada que ver con nosotros. Hasta han abducido a una del Consejo de Ouroboros. Reina...qué cosas.
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