Recuerdo del primer mensaje :
Los Pendragon se mantienen fieles a las antiguas tradiciones mágicas, por lo que mantienen también un régimen más propio de épocas pasadas. El salón del trono se encuentra en el interior del castillo Pendragon, y es utilizado tanto para realizar audiencias como asuntos de preparación de estrategias, batallas, negocios, obtener nuevos aliados...
Es ocupado por el patriarca/matriarca de la generación que esté en el poder. Aquí se realizan los actos de vasallaje de otros linajes a los Pendragon. Entre ellos se encuentran algunos descendientes de los conocidos de los llamados Nueve Traidores de Ouroboros.
Los Pendragon se mantienen fieles a las antiguas tradiciones mágicas, por lo que mantienen también un régimen más propio de épocas pasadas. El salón del trono se encuentra en el interior del castillo Pendragon, y es utilizado tanto para realizar audiencias como asuntos de preparación de estrategias, batallas, negocios, obtener nuevos aliados...
Es ocupado por el patriarca/matriarca de la generación que esté en el poder. Aquí se realizan los actos de vasallaje de otros linajes a los Pendragon. Entre ellos se encuentran algunos descendientes de los conocidos de los llamados Nueve Traidores de Ouroboros.
Supuse que había malinterpretado mi petición de crear nuestro propio futuro, pues se puso a explicarme que era una ilusión y que la realidad no tenía por qué ser así. - Ya. - Yo no hablaba de detalles como color de ojos, o si era un niño o niña. Más bien me refería a cómo iba a ser nuestra extraña situación cuando tuviésemos que criar juntos a un hijo. Al menos accedió a dejar de hacer pruebas para anticipar posibles realidades. Dejé eso ahí, me interesaba más que me contestase a su concepto de hogar roto. Aparté la mirada de la puerta en cuanto lanzó ese qué de desconcierto, molestándome un poco porque parecía que no había entendido nada de lo que le estaba hablando. La pregunta no era tan rara, pero le costó unos segundos procesarla. ¿De verdad no se lo había planteado?
- Sé que querrías a todos por igual. No me hace falta ninguna prueba para saberlo. - se me escapó sin pretenderlo demasiado, pero la solté. Cerré los ojos un instante, frunciendo el ceño levemente como si me diese cuenta de que eso sobraba en ese momento. Dejé que me cogiese las manos, negando después a la siguiente pregunta que hizo. Daba igual el orden de nacimiento, nuestros padres no habían tratado mal a ninguno de nosotros por ese motivo. Lo que vino a continuación me jodió, y mucho. Nunca dejaría de pensar en el otro, siempre estaría ahí presente aunque sólo fuese en su pensamiento. Por un momento se me pasó por la mente qué pasaría si él muriera, o si tuviese un conveniente accidente. Tampoco así lo olvidaría, y sería incluso peor tener que competir con un fantasma. Ni siquiera sabía si eran celos o simplemente que no me gustaba que nadie me ganase.
- No lo digo por mí. Eres tú la que has dicho lo del tipo de hogar con padres que no se quieren y esos asuntos. - arqueé una ceja con escepticismo e inicié una retorcida maniobra de evasión, como si la cosa no fuese conmigo. Admitir la verdad era peor. - Sería de idiotas pensar que sólo por casarnos de manera obligada vayamos a amarnos, o como quiera que se diga. Los motivos por los que lo hicimos son claros. Tenemos un objetivo, así que de lo único que hablo es de no hacer nada que vaya contra los votos que hicimos ante el Sanguis. Nada que empeore la situación. - claramente hablaba de infidelidades, cosa que no creía que hiciese porque ella misma tenía bastante miedo de lo que pudiese pasar con todo lo de la maldición y su hijo.
Después de aclarar eso me mantuve en silencio y sin apartar la mirada de ella, dejando que me explicase más cosas de su idea de hogar. Respeto y seguridad era lo que me parecía más fácil de dar, lo de confianza y cariño...habría que aprender cómo demonios se hacía eso. - No me niego a intentar conseguir eso que dices, pero los dos tendremos que poner mucho de nuestra parte. - yo podía ser difícil, pero ella también tenía lo suyo, era distante y costaba acceder cuando no le apetecía. Era muy complicado cuando chocábamos tanto en la manera de ver las cosas. Por el momento con no estar constantemente discutiendo podía servir para comenzar.
- Podíamos ser aliados... - aunque sólo para algunas cosas. En otras no podíamos entendernos. Cogí sus manos entre las mías cuando las subió hasta mi pecho, mordiéndome levemente el labio inferior como si me pensase la respuesta a lo de intentarlo. - Empecemos hoy mismo. - terminé aceptando aún a sabiendas de que en algún momento podría arrepentirme o no funcionaría, pero eso no era un problema en el que pensar hoy. Las trompetas de inicio de ceremonia comenzaron a sonar, indicando que debíamos hacer la entrada. - Es la hora, prepárate. - la tomé por el brazo para que se cogiese del mío, tal y como se suponía que debíamos entrar.
- Sé que querrías a todos por igual. No me hace falta ninguna prueba para saberlo. - se me escapó sin pretenderlo demasiado, pero la solté. Cerré los ojos un instante, frunciendo el ceño levemente como si me diese cuenta de que eso sobraba en ese momento. Dejé que me cogiese las manos, negando después a la siguiente pregunta que hizo. Daba igual el orden de nacimiento, nuestros padres no habían tratado mal a ninguno de nosotros por ese motivo. Lo que vino a continuación me jodió, y mucho. Nunca dejaría de pensar en el otro, siempre estaría ahí presente aunque sólo fuese en su pensamiento. Por un momento se me pasó por la mente qué pasaría si él muriera, o si tuviese un conveniente accidente. Tampoco así lo olvidaría, y sería incluso peor tener que competir con un fantasma. Ni siquiera sabía si eran celos o simplemente que no me gustaba que nadie me ganase.
- No lo digo por mí. Eres tú la que has dicho lo del tipo de hogar con padres que no se quieren y esos asuntos. - arqueé una ceja con escepticismo e inicié una retorcida maniobra de evasión, como si la cosa no fuese conmigo. Admitir la verdad era peor. - Sería de idiotas pensar que sólo por casarnos de manera obligada vayamos a amarnos, o como quiera que se diga. Los motivos por los que lo hicimos son claros. Tenemos un objetivo, así que de lo único que hablo es de no hacer nada que vaya contra los votos que hicimos ante el Sanguis. Nada que empeore la situación. - claramente hablaba de infidelidades, cosa que no creía que hiciese porque ella misma tenía bastante miedo de lo que pudiese pasar con todo lo de la maldición y su hijo.
Después de aclarar eso me mantuve en silencio y sin apartar la mirada de ella, dejando que me explicase más cosas de su idea de hogar. Respeto y seguridad era lo que me parecía más fácil de dar, lo de confianza y cariño...habría que aprender cómo demonios se hacía eso. - No me niego a intentar conseguir eso que dices, pero los dos tendremos que poner mucho de nuestra parte. - yo podía ser difícil, pero ella también tenía lo suyo, era distante y costaba acceder cuando no le apetecía. Era muy complicado cuando chocábamos tanto en la manera de ver las cosas. Por el momento con no estar constantemente discutiendo podía servir para comenzar.
- Podíamos ser aliados... - aunque sólo para algunas cosas. En otras no podíamos entendernos. Cogí sus manos entre las mías cuando las subió hasta mi pecho, mordiéndome levemente el labio inferior como si me pensase la respuesta a lo de intentarlo. - Empecemos hoy mismo. - terminé aceptando aún a sabiendas de que en algún momento podría arrepentirme o no funcionaría, pero eso no era un problema en el que pensar hoy. Las trompetas de inicio de ceremonia comenzaron a sonar, indicando que debíamos hacer la entrada. - Es la hora, prepárate. - la tomé por el brazo para que se cogiese del mío, tal y como se suponía que debíamos entrar.
Le tranquilizó que supiera que ninguno de sus hijos iba a recibir menos amor que otro y le sonrió brevemente, aunque no entendió su gesto posterior. Asintió, mirándolo para que se diera cuenta de que su pregunta estaba un poco fuera de lugar. Notó el instante en el que cambió su lenguaje corporal porque… Ella lo hacía mucho y tensó los labios, pero no podía mentirle. No podía hacerlo, simplemente, porque sería más fácil para él.
Cuando mencionó lo de los votos lo miró a los ojos un momento como intentando comprender si es que había interpretado mal. Quizás. Wthyr siempre había sido muy objetivo y político mientras ella era una montaña rusa de emociones. Frunció el ceño bajando la mirada y empezando a sentirse avergonzada de las estúpidas conclusiones a las que había llegado -Puedes estar seguro de que no haré nada que afecte a los votos- Dijo con un tono bastante neutral mientras volvía a mirarlo sonriendo de lado cuando le dijo que no se negaba a trabajar en ello juntos. Eso era iniciar con el pie derecho -Lo sé…Lo sé- Susurró cuando mencionó que debían hacerlo ambos.
-Ahora mismo, somos más que aliados Wthyr- Le apretó las manos cuando se las cogió notando por primera vez en la historia que se mordía el labio, parpadeó sorprendida de verlo hacer un gesto de dubitación para finalmente sonreír abiertamente a aquello de que comenzaran hoy, y estaba tan ilusionada de que los dos estuvieran en el mismo punto de partida que cuando sonaron las trompetas dio un respingo un poco brusco y de no ser por estarse cogiendo de las manos de Wthyr se habría doblado un tobillo. Malditos tacones. Soltó un “tsk” de irritación por los zapatos y bajó una mano para ocuparse de la tela de la falda mientras se movía hacia su lado, cogiéndose de su brazo -Shyvanna me ha puesto un catador personal- Le dijo por si él no lo sabía -Y estoy medio drogada- Consideró que podían empezar por sincerarse.
Sin embargo, a medida que abrían las puertas Catherine sintió que las piernas se le convirtieron en dos bloques de obsidiana que no iban a moverse. Había demasiada gente. Mucha gente. Que no conocía. Y un silencio que no le gustaba para nada y ella adoraba el silencio. Movió la otra mano para aferrarse al brazo de Wthyr. Sabía que el pasillo abierto era “ancho”, sabía que el techo del salón del trono era alto y que tendría espacio, que tendría mucho espacio para… ¿para qué? ¿Y si alguien le lanzaba una daga? ¿O un hechizo?
Una meta a la vez, recordó. Una. Tenía que llegar al trono ¿Verdad? ¿Era ese el siguiente paso? Fue moviendo una de sus manos por el brazo de Wthyr hasta alcanzar sus dedos y entrelazarlos dejando que el ronroneo de su magia se enredara con la de él, que su calidez y energía le invadiera pero sin llegar a absorberla. Tenía razón, juntos podían hacer grandes cosas. Y sí, también cuando le dio a Anteia que sólo debía sentirse poderosa. “¿Y qué ve el Vidente Dragón para los próximos minutos?”, inquirió y de pronto observó a Shyvanna haciendo algún gesto por lo que se obligó a sonreír, aunque el chiste interno ayudaba. Entonces empezaron a caminar y Catherine volvió a desviar los ojos hacia el trono. Era lo único que tenía que hacer. Tenía que llegar allí así que se concentró en cada paso que daba con aquellas altas armas de tortura en sus pies. No hizo contacto visual con nadie porque tenía miedo de lo que podía desencadenar en su cabeza así que simplemente caminó al lado de Wthyr hasta que llegaron a los tronos respectivos. Eran distintos pero… de alguna rara forma se parecían. Esperó entonces hasta que la sacerdotisa empezara con el ritual. Se había olvidado de preguntarle a Shyvanna si esta vez también le pedirían sangre. Lo sospechaba.
Cuando mencionó lo de los votos lo miró a los ojos un momento como intentando comprender si es que había interpretado mal. Quizás. Wthyr siempre había sido muy objetivo y político mientras ella era una montaña rusa de emociones. Frunció el ceño bajando la mirada y empezando a sentirse avergonzada de las estúpidas conclusiones a las que había llegado -Puedes estar seguro de que no haré nada que afecte a los votos- Dijo con un tono bastante neutral mientras volvía a mirarlo sonriendo de lado cuando le dijo que no se negaba a trabajar en ello juntos. Eso era iniciar con el pie derecho -Lo sé…Lo sé- Susurró cuando mencionó que debían hacerlo ambos.
-Ahora mismo, somos más que aliados Wthyr- Le apretó las manos cuando se las cogió notando por primera vez en la historia que se mordía el labio, parpadeó sorprendida de verlo hacer un gesto de dubitación para finalmente sonreír abiertamente a aquello de que comenzaran hoy, y estaba tan ilusionada de que los dos estuvieran en el mismo punto de partida que cuando sonaron las trompetas dio un respingo un poco brusco y de no ser por estarse cogiendo de las manos de Wthyr se habría doblado un tobillo. Malditos tacones. Soltó un “tsk” de irritación por los zapatos y bajó una mano para ocuparse de la tela de la falda mientras se movía hacia su lado, cogiéndose de su brazo -Shyvanna me ha puesto un catador personal- Le dijo por si él no lo sabía -Y estoy medio drogada- Consideró que podían empezar por sincerarse.
Sin embargo, a medida que abrían las puertas Catherine sintió que las piernas se le convirtieron en dos bloques de obsidiana que no iban a moverse. Había demasiada gente. Mucha gente. Que no conocía. Y un silencio que no le gustaba para nada y ella adoraba el silencio. Movió la otra mano para aferrarse al brazo de Wthyr. Sabía que el pasillo abierto era “ancho”, sabía que el techo del salón del trono era alto y que tendría espacio, que tendría mucho espacio para… ¿para qué? ¿Y si alguien le lanzaba una daga? ¿O un hechizo?
Una meta a la vez, recordó. Una. Tenía que llegar al trono ¿Verdad? ¿Era ese el siguiente paso? Fue moviendo una de sus manos por el brazo de Wthyr hasta alcanzar sus dedos y entrelazarlos dejando que el ronroneo de su magia se enredara con la de él, que su calidez y energía le invadiera pero sin llegar a absorberla. Tenía razón, juntos podían hacer grandes cosas. Y sí, también cuando le dio a Anteia que sólo debía sentirse poderosa. “¿Y qué ve el Vidente Dragón para los próximos minutos?”, inquirió y de pronto observó a Shyvanna haciendo algún gesto por lo que se obligó a sonreír, aunque el chiste interno ayudaba. Entonces empezaron a caminar y Catherine volvió a desviar los ojos hacia el trono. Era lo único que tenía que hacer. Tenía que llegar allí así que se concentró en cada paso que daba con aquellas altas armas de tortura en sus pies. No hizo contacto visual con nadie porque tenía miedo de lo que podía desencadenar en su cabeza así que simplemente caminó al lado de Wthyr hasta que llegaron a los tronos respectivos. Eran distintos pero… de alguna rara forma se parecían. Esperó entonces hasta que la sacerdotisa empezara con el ritual. Se había olvidado de preguntarle a Shyvanna si esta vez también le pedirían sangre. Lo sospechaba.
Ya suponía que no pondría en peligro los votos por cosas como acostarse con el otro, pero me dejó algo más tranquilo que me lo asegurase. Eso podía echarlo todo a perder, y además no me hacía gracia ninguna la idea de que me fuese infiel, por mucho que no tuviésemos nada más que un matrimonio pactado. O tal vez si tuviésemos algo más...más que aliados seguro, como ella misma dijo. Me pareció un pequeño logro que sonriese abiertamente, sobre todo teniendo en cuenta de lo que veníamos unas horas atrás. La sujeté con firmeza por el brazo para que no tropezase con los tacones, haciéndome gracia eso de que me contase en ese momento que estaba drogada. - Ya me dijo mi hermana, supongo que temía que echases a correr antes de entrar o algo así. - lo del catador lo había pensado yo también, pero Shyvanna se había encargado de todo de una manera muy eficiente. Tendría que compensarla de algún modo por todo.
Comenzamos a caminar por la alfombra central del pasillo mientras seguían sonando las trompetas para anunciar nuestra llegada. El salón del trono estaba iluminado por numerosas esferas brillantes mágicas de color rojizo, además de pebeteros ceremoniales en los que se habían depositado esencias aromáticas. Alrededor del pasillo se concentraban los asistentes a la ceremonia, principalmente miembros importantes de las casas vasallas. La distancia hasta el trono no era demasiado larga, pero sí que parecía más larga que de costumbre por la solemnidad del momento. Pude notar que Catherine se tensaba mientras seguíamos hacia delante, así que no dudé en canalizar energía mágica a través de mi mano cuando entrelazó sus dedos con los míos. Era algo sutil, pero serviría. No aparté la vista del frente cuando me lanzó aquel mensaje mental, pero alcé levemente la comisura del labio en un gesto de suficiencia por eso del "vidente dragón".
"Veo que te van a entregar varios obsequios y que también habrá sangre, pero no te asustes. Esta vez no hay que beber y no han matado a nadie. Es sólo una marca ceremonial"
Mejor avisarla, algo que tendría que haber hecho en el otro banquete. Hice una ligera inclinación con la cabeza para saludar a Shyvanna al localizarla ya casi llegando al trono, subiendo los últimos escalones para posicionarnos en nuestro sitio. El diseño de su trono era muy similar a como lo había hecho ella con las sombras, y lo cierto es que encajaba al lado del mío. La solté tras sentarnos ambos, cortando esa conexión de la magia fluyendo. Tres sacerdotisas del templo se acercaron en ese momento con tres cojines de terciopelo diferentes. En uno estaban las coronas, en el otro dos cetros con orbes mágicos que refulgían, y en el tercero un pequeño cuenco de cobre en el que había sangre obtenida del Sanguis.
- Recibid la sangre de los ancestros del linaje Pendragon, proveniente del árbol sagrado, el Sanguis Ligno. El rey y la reina de Ávalon serán ungidos con ella para llenarse de su sabiduría, jurando proteger el reino y sus habitantes de todo mal. - se mojó el dedo pulgar en sangre, dibujando en la frente de Catherine un símbolo presente en los templos de los dragones. Hizo lo mismo conmigo, pero un símbolo diferente. A continuación se acercó la segunda sacerdotisa, poniéndose de rodillas para ofrecer los cetros mágicos. - Recibid los cetros guardados por vuestros linajes durante generaciones, símbolo del poder de la magia que corre por vuestra sangre. - esperó a que los tomásemos, retirándose después. La última se acercó con las coronas, tomando una en cada mano para alzarlas sobre nuestras cabezas.
- El pueblo de Ávalon y sus nobles linajes os proclaman reina y rey entre los iguales, con tal que guardéis nuestras leyes y libertades. ¿Juráis cumplir con vuestro deber hasta que el Sanguis os libere o la muerte os lleve?
Comenzamos a caminar por la alfombra central del pasillo mientras seguían sonando las trompetas para anunciar nuestra llegada. El salón del trono estaba iluminado por numerosas esferas brillantes mágicas de color rojizo, además de pebeteros ceremoniales en los que se habían depositado esencias aromáticas. Alrededor del pasillo se concentraban los asistentes a la ceremonia, principalmente miembros importantes de las casas vasallas. La distancia hasta el trono no era demasiado larga, pero sí que parecía más larga que de costumbre por la solemnidad del momento. Pude notar que Catherine se tensaba mientras seguíamos hacia delante, así que no dudé en canalizar energía mágica a través de mi mano cuando entrelazó sus dedos con los míos. Era algo sutil, pero serviría. No aparté la vista del frente cuando me lanzó aquel mensaje mental, pero alcé levemente la comisura del labio en un gesto de suficiencia por eso del "vidente dragón".
"Veo que te van a entregar varios obsequios y que también habrá sangre, pero no te asustes. Esta vez no hay que beber y no han matado a nadie. Es sólo una marca ceremonial"
Mejor avisarla, algo que tendría que haber hecho en el otro banquete. Hice una ligera inclinación con la cabeza para saludar a Shyvanna al localizarla ya casi llegando al trono, subiendo los últimos escalones para posicionarnos en nuestro sitio. El diseño de su trono era muy similar a como lo había hecho ella con las sombras, y lo cierto es que encajaba al lado del mío. La solté tras sentarnos ambos, cortando esa conexión de la magia fluyendo. Tres sacerdotisas del templo se acercaron en ese momento con tres cojines de terciopelo diferentes. En uno estaban las coronas, en el otro dos cetros con orbes mágicos que refulgían, y en el tercero un pequeño cuenco de cobre en el que había sangre obtenida del Sanguis.
- Recibid la sangre de los ancestros del linaje Pendragon, proveniente del árbol sagrado, el Sanguis Ligno. El rey y la reina de Ávalon serán ungidos con ella para llenarse de su sabiduría, jurando proteger el reino y sus habitantes de todo mal. - se mojó el dedo pulgar en sangre, dibujando en la frente de Catherine un símbolo presente en los templos de los dragones. Hizo lo mismo conmigo, pero un símbolo diferente. A continuación se acercó la segunda sacerdotisa, poniéndose de rodillas para ofrecer los cetros mágicos. - Recibid los cetros guardados por vuestros linajes durante generaciones, símbolo del poder de la magia que corre por vuestra sangre. - esperó a que los tomásemos, retirándose después. La última se acercó con las coronas, tomando una en cada mano para alzarlas sobre nuestras cabezas.
- El pueblo de Ávalon y sus nobles linajes os proclaman reina y rey entre los iguales, con tal que guardéis nuestras leyes y libertades. ¿Juráis cumplir con vuestro deber hasta que el Sanguis os libere o la muerte os lleve?
Gwen Pendragón
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Había recibido el mensaje de Shyvanna cuando aún me encontraba en Ouroboros preparando el viaje.
Aquel tiempo había sido extraño. Si bien ningún habitante de la isla había intervenido de forma alguna en nuestro avance con los templos, ni se habían comunicado tampoco, y aquello me daba cierta tranquilidad... las consecuencias del avance de la maldición no me habían dejado disfrutar de la calma de las montañas.
Casi cuando llegaba el final del día me resultaba pesado andar y el cansancio se apoderaba de mi a horas tempranas de la tarde, así que debía abandonar los templos en los que se quedaban trabajando otros. A cambio, intentaba avanzar leyendo toda la información que recuperábamos de ellos, que no era poca pero si confusa.
Marché con prisa ante la urgencia de mi hermana pero fue inevitable alguna parada en el camino y recuperar fuerzas antes de cruzar la puerta hacia Ávalon. Para cuando quise llegar ya había pasado gran parte del día. Es más, posiblemente llegase tarde a la ceremonia de coronación.
Tardé más de la cuenta en arreglarme y cuando me miré al espejo la marca negra de la maldición destacaba más de la cuenta. Suspiré antes de salir dirección a la sala del trono. Por los pasillos solamente quedaban guardias, era obvio que llegaba tarde.
Traté de pasar desapercibida hasta llegar a la posición que me correspondía. De pie. Tomé aire juntando ambas manos para sostenerlas entre sí, manteniendo la compostura, con mi gesto serio y formal, y busqué a Shyvanna con la mirada mientras las sacerdotisas procedían ya casi con la coronación. Fue entonces cuando preguntaron a los futuros reyes y desvié la mirada hacia LeFay preguntándome si aceptaría o sus palabras no iban a ser sinceras.
Aquel tiempo había sido extraño. Si bien ningún habitante de la isla había intervenido de forma alguna en nuestro avance con los templos, ni se habían comunicado tampoco, y aquello me daba cierta tranquilidad... las consecuencias del avance de la maldición no me habían dejado disfrutar de la calma de las montañas.
Casi cuando llegaba el final del día me resultaba pesado andar y el cansancio se apoderaba de mi a horas tempranas de la tarde, así que debía abandonar los templos en los que se quedaban trabajando otros. A cambio, intentaba avanzar leyendo toda la información que recuperábamos de ellos, que no era poca pero si confusa.
Marché con prisa ante la urgencia de mi hermana pero fue inevitable alguna parada en el camino y recuperar fuerzas antes de cruzar la puerta hacia Ávalon. Para cuando quise llegar ya había pasado gran parte del día. Es más, posiblemente llegase tarde a la ceremonia de coronación.
Tardé más de la cuenta en arreglarme y cuando me miré al espejo la marca negra de la maldición destacaba más de la cuenta. Suspiré antes de salir dirección a la sala del trono. Por los pasillos solamente quedaban guardias, era obvio que llegaba tarde.
Traté de pasar desapercibida hasta llegar a la posición que me correspondía. De pie. Tomé aire juntando ambas manos para sostenerlas entre sí, manteniendo la compostura, con mi gesto serio y formal, y busqué a Shyvanna con la mirada mientras las sacerdotisas procedían ya casi con la coronación. Fue entonces cuando preguntaron a los futuros reyes y desvié la mirada hacia LeFay preguntándome si aceptaría o sus palabras no iban a ser sinceras.
Cedric Pendragon
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Después de la boda de mi hermano y lo que había ocurrido me había desentendido (aún más si cabe) de todas las demás ceremonias, actos, banquetes...cosas.
Pero a la coronación de mi hermano debía asistir, sí o si. La maldición nos había pegado muchos sustos a unos y a otros, pero de momento, seguíamos todos de una pieza. La verdad es que había tenido poco contacto con ellos, Shyvanna me vino a ver una vez y me despertó en mitad de una siesta porque al parecer la maldición había vuelto a hacer de las suyas. La mía seguía rondando por el pecho y cercana al cuello, pero llevaba desde la boda sin crecer, que yo pudiese apreciar.
Fui con Falkor a la sala del Trono, el dragón rojo se había ataviado también para la ocasión, al igual que yo. Al llegar ocupé mi puesto, haciendo recuento y poniendo cara rara.
"Faltan...Lake...Darren.... Gwen?"
Y Goth, que ahora me era una ausencia bastante llamativa, tras saber lo que sabíamos. La coronación dio comienzo y me fijé en que Gwen aparecía, y aunque tenía aspecto cansado, le hice una mueca haciéndole saber que estaba mal llegar tarde a esto. Pero también la saludé moviendo un poco mi mano.
Pero a la coronación de mi hermano debía asistir, sí o si. La maldición nos había pegado muchos sustos a unos y a otros, pero de momento, seguíamos todos de una pieza. La verdad es que había tenido poco contacto con ellos, Shyvanna me vino a ver una vez y me despertó en mitad de una siesta porque al parecer la maldición había vuelto a hacer de las suyas. La mía seguía rondando por el pecho y cercana al cuello, pero llevaba desde la boda sin crecer, que yo pudiese apreciar.
Fui con Falkor a la sala del Trono, el dragón rojo se había ataviado también para la ocasión, al igual que yo. Al llegar ocupé mi puesto, haciendo recuento y poniendo cara rara.
"Faltan...Lake...Darren.... Gwen?"
Y Goth, que ahora me era una ausencia bastante llamativa, tras saber lo que sabíamos. La coronación dio comienzo y me fijé en que Gwen aparecía, y aunque tenía aspecto cansado, le hice una mueca haciéndole saber que estaba mal llegar tarde a esto. Pero también la saludé moviendo un poco mi mano.
Darren Pendragon
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A los pocos días de la fiesta en el clan de los Lothbrock, la desaparición de Catherine fue explicada para el resto de los mundanos que, se conocía, no merecían el derecho de conocer las idas y venidas de los futuros reyes. “Su señora estaba indispuesta” le había dicho a los presentes en aquel homenaje… la sorpresa fue mayúscula al enterarse del destino final de Katarina y la relación con aquel malestar. No entró en detalles… ya no estaba seguro de si quería conocerlos o simplemente dejarlos estar.
Sabía que Shyvanna se había esforzado mucho en preparar la siguiente celebración para la morena, y que además, ahora tomaría el poder de Ávalon. No estaba enamorado de Freyja, pero quizás salir a reconquistar los antiguos territorios de los vikingos le daría un poco de respiro y espacio con todas las aquellas últimas novedades tan abrumadoras. Los cambios están sucediendo a tal velocidad que costaba poder seguir el ritmo y no ir a rebufo. Para aquel día iría la recién formada pareja, es decir, él y Freyja Lothbrock, ataviados con sus mejores galas para asistir a la coronación de Wthyr y Catherine.
No estaba seguro de si debía o no coger a su prometida por el brazo, la cintura, de modo que dejó que ella hiciera lo que quisiera. Qué más daba. Al entrar barrió a todos los presentes con la mirada, notando todavía importantes ausencias, pero con quién sí se cruzó fue con los zafiros heridos de Shyvanna, a la cual no pudo sostener todavía la mirada. Aún estaban frescas las heridas furibundas de ella, en su ataque de cólera de hacía 5 días atrás, cuando tuvo que sacarla del clan Lothbrock.
*******
Aparecieron abrazados en uno de aquellos lugares, que para ellos era especial. Estaba lo suficientemente lejos de Avalon como para que no les molestaran, pero próximo para seguir protegidos por las nieblas del Árbol Sagrado. Un gran árbol frondoso, de hojas marcescentes y oscurecidas por el invierno, creaba un hueco musgoso entre la roca granítica. Aquella minúscula cueva, rebordeada por las ramas y tronco del roble, había servido como refugio cuando, siendo adolescentes, trataron ambos de escaparse de Avalon. Y desde entonces era su lugar especial.
Al aparecerse respiró con profundidad la humedad nocturna del invierno de Avalon. Se separó de su hermana, todavía manchada por aquella oscuridad y formas filosas, y la tomó por las manos, que apretó con fuerza, con la mirada todavía hacia el suelo.
*******
La gente empezó a moverse, las sacerdotisas empezaron a dirigir la festividad. Cedric hizo acto de presencia, hasta la propia Gwen. No podría seguir esquivándolos a todos durante toda la vida, aunque no le apetecía hablar con ninguno de ellos, siquiera con su melliza. Definitivamente de todos los hermanos, era al menos a la que más se le notaba la marca. Apretó su puño ennegrecido y dolorido, sensación que no se había quitado desde el festejo. Buscó la mirada de su dragón, que estaba próximo a ellos, vestidos igualmente con las mismas ropas de gala. Esperaba que le guiara, como las estrellas en la oscuridad de la noche que lo envolvía todo, como con su vida.
Sabía que Shyvanna se había esforzado mucho en preparar la siguiente celebración para la morena, y que además, ahora tomaría el poder de Ávalon. No estaba enamorado de Freyja, pero quizás salir a reconquistar los antiguos territorios de los vikingos le daría un poco de respiro y espacio con todas las aquellas últimas novedades tan abrumadoras. Los cambios están sucediendo a tal velocidad que costaba poder seguir el ritmo y no ir a rebufo. Para aquel día iría la recién formada pareja, es decir, él y Freyja Lothbrock, ataviados con sus mejores galas para asistir a la coronación de Wthyr y Catherine.
No estaba seguro de si debía o no coger a su prometida por el brazo, la cintura, de modo que dejó que ella hiciera lo que quisiera. Qué más daba. Al entrar barrió a todos los presentes con la mirada, notando todavía importantes ausencias, pero con quién sí se cruzó fue con los zafiros heridos de Shyvanna, a la cual no pudo sostener todavía la mirada. Aún estaban frescas las heridas furibundas de ella, en su ataque de cólera de hacía 5 días atrás, cuando tuvo que sacarla del clan Lothbrock.
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Aparecieron abrazados en uno de aquellos lugares, que para ellos era especial. Estaba lo suficientemente lejos de Avalon como para que no les molestaran, pero próximo para seguir protegidos por las nieblas del Árbol Sagrado. Un gran árbol frondoso, de hojas marcescentes y oscurecidas por el invierno, creaba un hueco musgoso entre la roca granítica. Aquella minúscula cueva, rebordeada por las ramas y tronco del roble, había servido como refugio cuando, siendo adolescentes, trataron ambos de escaparse de Avalon. Y desde entonces era su lugar especial.
Al aparecerse respiró con profundidad la humedad nocturna del invierno de Avalon. Se separó de su hermana, todavía manchada por aquella oscuridad y formas filosas, y la tomó por las manos, que apretó con fuerza, con la mirada todavía hacia el suelo.
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La gente empezó a moverse, las sacerdotisas empezaron a dirigir la festividad. Cedric hizo acto de presencia, hasta la propia Gwen. No podría seguir esquivándolos a todos durante toda la vida, aunque no le apetecía hablar con ninguno de ellos, siquiera con su melliza. Definitivamente de todos los hermanos, era al menos a la que más se le notaba la marca. Apretó su puño ennegrecido y dolorido, sensación que no se había quitado desde el festejo. Buscó la mirada de su dragón, que estaba próximo a ellos, vestidos igualmente con las mismas ropas de gala. Esperaba que le guiara, como las estrellas en la oscuridad de la noche que lo envolvía todo, como con su vida.
Freyja Lothbrock
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Ojalá aquel día pasara rápido y así podrían partir finalmente a hacer algo productivo, después de siglos encerrados era hora de salir a dar guerra y recuperar lo que les correspondía por derecho de sangre. Su clan estaba más que listo y celebrarían en la coronación como la previa a las victorias que en el día de mañana tendrían sobre el terreno nórdico.
El día de la coronación Ávalon bullía de expectación y Freyja no estaba para menos. Había pasado la mayor parte del día entrenando y puliendo sus armas, pero había reservado las horas del ocaso para perfeccionar los regalos del clan a los nuevos Reyes. Horas más tarde se encontró con -caradepared- su prometido y lo cogió del brazo ante su inacción -Joder ¿Nunca os han preparado para un matrimonio político?- Le preguntó Freyja por lo bajo a Darren con el ceño fruncido.
Finalmente encontraron sus sitios cerca del resto de los hermanos como “lugar de honor” aunque Freyja fue inteligente y se mantuvo a distancia prudencial de reacción de la rubia. Tras eso echó un vistazo a Cedric que estaba como un caramelito. Miró a los regios Reyes ir sus tronos y toda la parafernalia con algo de aburrimiento. Hasta donde sabía en las coronaciones no había un buen derramamiento de sangre. Se fijó en Gwen que llegó un poco más tarde y en la marca de su rostro, suspirando y mirando hacia el vientre de la futura reina. ¿Iba a remitir la maldición una vez que pariera? ¿Ese era el asunto?
El día de la coronación Ávalon bullía de expectación y Freyja no estaba para menos. Había pasado la mayor parte del día entrenando y puliendo sus armas, pero había reservado las horas del ocaso para perfeccionar los regalos del clan a los nuevos Reyes. Horas más tarde se encontró con -caradepared- su prometido y lo cogió del brazo ante su inacción -Joder ¿Nunca os han preparado para un matrimonio político?- Le preguntó Freyja por lo bajo a Darren con el ceño fruncido.
Finalmente encontraron sus sitios cerca del resto de los hermanos como “lugar de honor” aunque Freyja fue inteligente y se mantuvo a distancia prudencial de reacción de la rubia. Tras eso echó un vistazo a Cedric que estaba como un caramelito. Miró a los regios Reyes ir sus tronos y toda la parafernalia con algo de aburrimiento. Hasta donde sabía en las coronaciones no había un buen derramamiento de sangre. Se fijó en Gwen que llegó un poco más tarde y en la marca de su rostro, suspirando y mirando hacia el vientre de la futura reina. ¿Iba a remitir la maldición una vez que pariera? ¿Ese era el asunto?
- Spoiler:
Shyvanna Pendragon
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Todo iba viento en popa, aunque el hecho de que Gwen no hubiese llegado aún pese a enviarle un mensaje en la mañana le preocupaba. ¿Lo habría recibido? ¿Seguro? ¿Estaría bien? Aquello la hizo arrancarse una de las perlas decorativas del vestido casi sin querer. Sabía que había funcionado lo de dejarlos solos porque Catherine estaba entrelazando sus dedos con los de su hermano, Shyvanna alzó sus ojos zafiros hacia él con una sonrisita un poco de perra soberbia. Y de orgullo por haber seguido sus consejos. Se preguntó qué le había dicho.
Saludó a Cedric con una sonrisa cariñosa. En medio de la ceremonia, llegó Gwen y cuando la miró Shyvanna sintió que el cielo se le caía encima. Se echó hacia delante para caminar pero tendría que pasar por en medio del evento y eso se vería mal. Se echó hacia atrás. Pero le preocupaba Gwen así que volvió a echarse hacia delante, pero es que no podía echar a perder ESA celebración. Empezó a hacerle gestos con las manos para que la mirara preguntándole si se encontraba bien y señalándose el ojo para preguntarle por la marca.
En ello estaba cuando identificó a Freyja y a Darren, mirando a su hermano y luego a sus brazos unidos. Finalmente, de nuevo a él por apenas unos segundos antes de apartar la mirada de nuevo a Gwen, presionándola para que le respondiera pero el recuerdo de porqué había crecido esa marca se filtró en su mente.
***
Se movió con brusquedad cuando le agarró las manos deseando que las soltara, deseando poder gritar a los cuatro vientos lo que realmente quería decir y sacarse de encima ese fuego interior que no hacía más que quemarla viva. Y lo hizo, cuando se dio cuenta de que Darren no iba a soltarle las manos, usó su peso contra él y lo empujó con fuerza. Quizás, con más fuerza de la que había calculado.
-¡NOS ESTAMOS MURIENDO… Y VAS Y ANUNCIAS TU MATRIMONIO CON ELLA!- Gritó histérica -¡VUELVE! ¡VUELVE CON TU PERRA VIKINGA Y PASA LO QUE TE RESTA DE VIDA CON ELLA SI TANTO LA AMAS!-
***
Se percató de que el silencio se hacía como más denso cuando la pregunta hacia los Reyes fue hecha así que Shyvanna ignoró su propio chillido menta y volvió la vista hacia Catherine porque…Wthyr respondería que sí, pero la morena…
Saludó a Cedric con una sonrisa cariñosa. En medio de la ceremonia, llegó Gwen y cuando la miró Shyvanna sintió que el cielo se le caía encima. Se echó hacia delante para caminar pero tendría que pasar por en medio del evento y eso se vería mal. Se echó hacia atrás. Pero le preocupaba Gwen así que volvió a echarse hacia delante, pero es que no podía echar a perder ESA celebración. Empezó a hacerle gestos con las manos para que la mirara preguntándole si se encontraba bien y señalándose el ojo para preguntarle por la marca.
En ello estaba cuando identificó a Freyja y a Darren, mirando a su hermano y luego a sus brazos unidos. Finalmente, de nuevo a él por apenas unos segundos antes de apartar la mirada de nuevo a Gwen, presionándola para que le respondiera pero el recuerdo de porqué había crecido esa marca se filtró en su mente.
***
Se movió con brusquedad cuando le agarró las manos deseando que las soltara, deseando poder gritar a los cuatro vientos lo que realmente quería decir y sacarse de encima ese fuego interior que no hacía más que quemarla viva. Y lo hizo, cuando se dio cuenta de que Darren no iba a soltarle las manos, usó su peso contra él y lo empujó con fuerza. Quizás, con más fuerza de la que había calculado.
-¡NOS ESTAMOS MURIENDO… Y VAS Y ANUNCIAS TU MATRIMONIO CON ELLA!- Gritó histérica -¡VUELVE! ¡VUELVE CON TU PERRA VIKINGA Y PASA LO QUE TE RESTA DE VIDA CON ELLA SI TANTO LA AMAS!-
***
Se percató de que el silencio se hacía como más denso cuando la pregunta hacia los Reyes fue hecha así que Shyvanna ignoró su propio chillido menta y volvió la vista hacia Catherine porque…Wthyr respondería que sí, pero la morena…
Catherine empezó a parpadear cuando sintió la magia de Wthyr enredarse en sus dedos y empezar a subir por su brazo. No podía volver la mirada hacia él porque iba a desconcentrarse pero sus hombros se relajaron un poco y pudo respirar una vez más con profundidad mientras avanzaban. Escuchó su respuesta y se mordió el labio al escuchar lo de la sangre, a fin de cuentas, la última vez había sido fatídica. No obstante, lo aclaró. Marca ceremonial…Bien.
“Son regalos que no me merezco, ni siquiera me conocen”
Se acomodó en el trono notando que era un poco más cómodo que el que ella había creado a partir de la oscuridad. Creyó que tenía una especie de cojín pero estaría mal visto que se pusiera a inspeccionarlo. De momento lo mejor es que habían sido fieles al diseño y para nada se parecía al de Morgana. Echó de menos la conexión mágica pero podía vivir sin ella. Mantuvo la espalda erguida y le habría gustado encontrar un punto delante al qué ver de la misma forma fija que al trono, pero no…Y cuando fue saltando de rostro a rostro empezó a sentir agobio. Demasiada gente, mucha que no conocía. ¿Cómo podía ser su Reina?
Ladeó la cabeza hacia las sacerdotisas cuando llegaron, observando la sangre y luego los cetros…Y… Catherine se quedó patitiesa un instante e intentó que no se le notara en la cara. “¿Te van a coronar a ti también? ¿No eras Rey ya?”, le preguntó a Wthyr intentando no sonar un poco alarmada por no haber entendido de qué iba toda la ceremonia hasta que vio dos objetos de cada. Intentó concentrarse en las palabras que estaban diciendo para que no le pasara como con los votos. En cierto sentido, se parecía a los “votos” que se tomaban al reclamar tu puesto como Descendiente. Recibió la marca sin decir nada y luego observó los cetros. Tuvo que contener la sonrisita de “Sí, claro” como si los Pendragon hubiesen guardado ALGO de Morgana. Se inclinó y tomó el cetro preguntándose cómo demonios tenía que sostenerlo… ¿Se lo podía poner sobre las piernas? Iba a hacerlo cuando captó un movimiento de Shyvanna, así que lo mantuvo derecho a su lado y entonces las coronas…
Catherine tuvo que tomar una larga respiración mientras oía lo que decían. Los ojos multicolores de la bruja se posaron en la sacerdotisa y casi estuvo a punto de preguntarle si esos votos se limitaban a las fronteras geográficas de Ávalon o iban más allá. Pero eso…estaría fuera de lugar ¿No? ¿Y sus leyes? Ella no conocía sus leyes ¿Cómo iba a guardarlas? Miró hacia el salón un momento, sabiendo que muchos ojos estaban encima de ella. ¿Cómo iba a cuidar a unas personas que no conocía? Se sintió, de nuevo, como el día que tuvo que asumir su papel en el Consejo de los 20, perdida en un mar de gente que esperaba cosas de ella que no tenía para dar…
Pero había encontrado la manera ¿No?
Frunció el ceño a recordar esas preguntas y volvió los ojos hacia Wthyr un momento. Habría abierto la isla, habría actuado antes… Quizás…Sólo quizás, siendo Reina de Ávalon y miembro del Consejo podía establecer una especie de alianza para ayudar al mundo. No un Imperio mágico, otra cosa. Pero sólo podía hacerlo…
-Sí, lo juro-
Su corazón se saltó el siguiente latido y cuando alzó la mirada las coronas levitaban directamente hacia su cabeza y Catherine tuvo miedo de que se le clavara en la sien como había hecho la de Morgana y cerró los ojos, esperando el dolor pero…Nunca llegó. Abrió los ojos poco después y tomo la mano que Wthyr le tenía tendida cuando la sacerdotisa se giró y tuvieron que incorporarse -¡Salve a los Reyes de Ávalon!- Gritó y los presentes, y aquellos que se veían a través de portal, corearon y Catherine sintió que se le erizaba la piel así que apretó los dedos de Wthyr con fuerza. -¡Salve Rey Wthyr Pendragon!- Una vez más ellos corearon -¡Salve Reina Catherine Pendragon!- La ausencia de su apellido fue como un cachetazo pero contuvo las ganas de girar la cabeza y pegarle con el cetro a la sacerdotisa. Todos empezaron a aplaudir a los recién coronados Reyes mientras estos se sentaban. Según le había dicho Shyvanna ahora venían un par de regalos. Intentó controlar su respiración y se preguntó si tenía que sostener el puto cetro toda la noche, la respuesta le llegó rápido cuando una de las sacerdotisas los retiró. Con las manos vacías y sin mucho más qué hacer con ellas, las apoyó en su rodillas, esperando por los clanes y sus regalos.
“Son regalos que no me merezco, ni siquiera me conocen”
Se acomodó en el trono notando que era un poco más cómodo que el que ella había creado a partir de la oscuridad. Creyó que tenía una especie de cojín pero estaría mal visto que se pusiera a inspeccionarlo. De momento lo mejor es que habían sido fieles al diseño y para nada se parecía al de Morgana. Echó de menos la conexión mágica pero podía vivir sin ella. Mantuvo la espalda erguida y le habría gustado encontrar un punto delante al qué ver de la misma forma fija que al trono, pero no…Y cuando fue saltando de rostro a rostro empezó a sentir agobio. Demasiada gente, mucha que no conocía. ¿Cómo podía ser su Reina?
Ladeó la cabeza hacia las sacerdotisas cuando llegaron, observando la sangre y luego los cetros…Y… Catherine se quedó patitiesa un instante e intentó que no se le notara en la cara. “¿Te van a coronar a ti también? ¿No eras Rey ya?”, le preguntó a Wthyr intentando no sonar un poco alarmada por no haber entendido de qué iba toda la ceremonia hasta que vio dos objetos de cada. Intentó concentrarse en las palabras que estaban diciendo para que no le pasara como con los votos. En cierto sentido, se parecía a los “votos” que se tomaban al reclamar tu puesto como Descendiente. Recibió la marca sin decir nada y luego observó los cetros. Tuvo que contener la sonrisita de “Sí, claro” como si los Pendragon hubiesen guardado ALGO de Morgana. Se inclinó y tomó el cetro preguntándose cómo demonios tenía que sostenerlo… ¿Se lo podía poner sobre las piernas? Iba a hacerlo cuando captó un movimiento de Shyvanna, así que lo mantuvo derecho a su lado y entonces las coronas…
Catherine tuvo que tomar una larga respiración mientras oía lo que decían. Los ojos multicolores de la bruja se posaron en la sacerdotisa y casi estuvo a punto de preguntarle si esos votos se limitaban a las fronteras geográficas de Ávalon o iban más allá. Pero eso…estaría fuera de lugar ¿No? ¿Y sus leyes? Ella no conocía sus leyes ¿Cómo iba a guardarlas? Miró hacia el salón un momento, sabiendo que muchos ojos estaban encima de ella. ¿Cómo iba a cuidar a unas personas que no conocía? Se sintió, de nuevo, como el día que tuvo que asumir su papel en el Consejo de los 20, perdida en un mar de gente que esperaba cosas de ella que no tenía para dar…
Pero había encontrado la manera ¿No?
¿Qué habríais hecho con una isla propia, bajo vuestras reglas, durante la guerra?
¿Qué habrías hecho si el Consejo no hubiese estado para controlarte, Catherine Le Fay?
Frunció el ceño a recordar esas preguntas y volvió los ojos hacia Wthyr un momento. Habría abierto la isla, habría actuado antes… Quizás…Sólo quizás, siendo Reina de Ávalon y miembro del Consejo podía establecer una especie de alianza para ayudar al mundo. No un Imperio mágico, otra cosa. Pero sólo podía hacerlo…
-Sí, lo juro-
Su corazón se saltó el siguiente latido y cuando alzó la mirada las coronas levitaban directamente hacia su cabeza y Catherine tuvo miedo de que se le clavara en la sien como había hecho la de Morgana y cerró los ojos, esperando el dolor pero…Nunca llegó. Abrió los ojos poco después y tomo la mano que Wthyr le tenía tendida cuando la sacerdotisa se giró y tuvieron que incorporarse -¡Salve a los Reyes de Ávalon!- Gritó y los presentes, y aquellos que se veían a través de portal, corearon y Catherine sintió que se le erizaba la piel así que apretó los dedos de Wthyr con fuerza. -¡Salve Rey Wthyr Pendragon!- Una vez más ellos corearon -¡Salve Reina Catherine Pendragon!- La ausencia de su apellido fue como un cachetazo pero contuvo las ganas de girar la cabeza y pegarle con el cetro a la sacerdotisa. Todos empezaron a aplaudir a los recién coronados Reyes mientras estos se sentaban. Según le había dicho Shyvanna ahora venían un par de regalos. Intentó controlar su respiración y se preguntó si tenía que sostener el puto cetro toda la noche, la respuesta le llegó rápido cuando una de las sacerdotisas los retiró. Con las manos vacías y sin mucho más qué hacer con ellas, las apoyó en su rodillas, esperando por los clanes y sus regalos.
De tanto en tanto echaba un vistazo general a la sala, sobre todo para comprobar que mis hermanos llegasen a tiempo de la coronación. Tal vez no tuviesen muchas ganas de asistir por lo protocolario del acto, aunque supiesen que era algo que iba a llegar tarde o temprano. No pude evitar sentirme mal por la marca tan notoria de Gwen, bien visible en su cara. La de Shyvanna también era llamativa, y no sabía cómo era la de Darren. Nosotros solíamos ir bastante más tapados y se veía menos. Mi hermano había llegado del brazo de Freyja, como mandaba la tradición por estar prometidos. Todavía quedaba pendiente lo del Sanguis. Incluso Cedric estaba allí, era de valorar que hubiese dejado sus libros para venir a la coronación. Sólo faltaba Lake, pero ella solía llegar tarde. El pensamiento de Catherine interrumpió los míos, teniendo que dedicarle uno.
"No te los hacen porque te conozcan, sino por lo que representas. Debes expresar gratitud cuando te los den."
Era casi encantador que pensase que no se merecía los regalos. En realidad no había hecho nada para merecerlos, pero así era la tradición. Me di cuenta que había olvidado mencionarle el pequeño detalle de que no la iban a coronar a ella sola, sino a ambos. Por lo general era así, y ya lo habíamos retrasado lo suficiente desde la muerte de Aelle.
"¿Creías que ya lo era? no...la tenía mi abuela. Tuvo que retomarla cuando mis padres tuvieron que sacrificarse."
Mientras las sacerdotisas iban acercándose yo trataba de asimilar que ya estaba en ese momento del que tanto me habían hablado desde niño. El momento en que sería legalmente rey de Ávalon, con lo bueno y con lo malo que eso acarreaba. Pensé en mis padres y en lo que hubiesen dicho ellos en este día, en si estarían orgullosos de nosotros. Tomé el cetro después de que dibujasen la marca de sangre en mi frente, preparándome para pronunciar de manera solemne mi voluntad de cumplir los votos que todo rey debía jurar. Desvié la mirada un instante a Catherine antes de que ella jurase, sintiendo cierto alivio al verla aceptar sin dudar demasiado. - Sí, lo juro. - después cerré los ojos al igual que ella, esperando el momento en que las coronas se posasen sobre nuestras cabezas. Los abrí en cuanto comenzaron los vítores, levantándome del trono para tomar a Catherine de la mano y llevarla un momento conmigo al frente para saludar a los presentes.
Volvimos a nuestros tronos tras aquello, ya quedaba poco de la parte protocolaria y la tensión inicial se había rebajado. A continuación comenzaron las ofrendas de los vasallos, siendo Freyja la primera que se acercó para entregarnos una daga a Catherine y una espada a mí.
"No te los hacen porque te conozcan, sino por lo que representas. Debes expresar gratitud cuando te los den."
Era casi encantador que pensase que no se merecía los regalos. En realidad no había hecho nada para merecerlos, pero así era la tradición. Me di cuenta que había olvidado mencionarle el pequeño detalle de que no la iban a coronar a ella sola, sino a ambos. Por lo general era así, y ya lo habíamos retrasado lo suficiente desde la muerte de Aelle.
"¿Creías que ya lo era? no...la tenía mi abuela. Tuvo que retomarla cuando mis padres tuvieron que sacrificarse."
Mientras las sacerdotisas iban acercándose yo trataba de asimilar que ya estaba en ese momento del que tanto me habían hablado desde niño. El momento en que sería legalmente rey de Ávalon, con lo bueno y con lo malo que eso acarreaba. Pensé en mis padres y en lo que hubiesen dicho ellos en este día, en si estarían orgullosos de nosotros. Tomé el cetro después de que dibujasen la marca de sangre en mi frente, preparándome para pronunciar de manera solemne mi voluntad de cumplir los votos que todo rey debía jurar. Desvié la mirada un instante a Catherine antes de que ella jurase, sintiendo cierto alivio al verla aceptar sin dudar demasiado. - Sí, lo juro. - después cerré los ojos al igual que ella, esperando el momento en que las coronas se posasen sobre nuestras cabezas. Los abrí en cuanto comenzaron los vítores, levantándome del trono para tomar a Catherine de la mano y llevarla un momento conmigo al frente para saludar a los presentes.
Volvimos a nuestros tronos tras aquello, ya quedaba poco de la parte protocolaria y la tensión inicial se había rebajado. A continuación comenzaron las ofrendas de los vasallos, siendo Freyja la primera que se acercó para entregarnos una daga a Catherine y una espada a mí.
Wthyr Pendragon y Catherine le Fay, nunca se lo habría esperado la verdad, y menos con los preparativos para lanzar una ofensiva a gran escala por delante, no se habría esperado ese tipo de enlace, hasta que cayo que era precisamente por eso que aquellos enlaces eran tan importantes, Los Pendragon no podían permitirse ser como el resto de parejas felices, algo así le había dejado caer Shyvanna en su primer encuentro sobre el amor.
La cual por cierto, se decía que no le había gustado ni un pelo aquel enlace, pero en cualquier caso no estaba en su mano ni en la de Azula decidir el destino de aquellos dos, pero si hacer todo tipo de preparativos para la ceremonia, que la mantuvieron mas que ocupada, hasta que alguien la reprendió por no haberse vestido... espera ¿La querían en la ceremonia?
Tras prepararse durante horas para enfundarse en el complicado en exceso Traje gala/armadura, se permitió unos minutos extras para mentalizarse, odiaba ir sin el Yelmo y mas en un acto publico, pero seria una descortesía ir a la boda con un Yelmo puesto, por otro lado no quería ir de gala normal como los miembros Pendragon, quienes eran los nobles, debía quedar claro que solo estaba siendo una flor bonita por la situación, pero seguía ejerciendo su deber como soldado de los Pendragon, los otros soldados también iban elegantes, con esas armaduras totalmente inútiles que no sirven para combatir, pero son muy decorativas.
-Ni siquiera se que estoy haciendo aquí.
Ella era un bicho raro, un adefesio, con un bonito vestido y una armadura bonita, con un maquillaje pobre que solo realzaba lo inhumana que era. Pero a lo mejor ese era el objetivo, como el oso en la fiesta para divertir al publico, algo tan fuera de lugar que hasta fuera entretenido, alguien que hiciera sentirse a la novia y futura reina mas guapa aun, al recordar que la sangre no beneficio a todos los seres de este mundo.
Tras darse un par de golpes y pellizcos en los mofletes para centrar su mente, y de paso enrojecer sus mejillas de forma natural, lo que le daba un toque violáceo a su piel escamosa, finalmente entro, y cuando lo hizo el organizador la ubicó en uno de esos puntos donde la gente no suele mirar, un lugar acertado en su opinión, y desde allí fue testigo de toda la ceremonia.
No tenia el honor de conocer a la descendiente de Morgana, pero los soldados siempre hablan, especialmente con una boda tan próxima, aunque casi todos hablaban de la gran belleza de la bruja y la suerte del Pendragon para tomarla, también estaban los que creían que había hechizado a su señor, no solo por ser una bruja muy poderosa, con muchos y extraños tatuajes, y además según algunos ser una chica distante y frívola. Sino que según se decía uno de sus muchos poderes era introducirse en tu mente y hacerte ver cosas, pero en realidad casi todo, como siempre, nace de la sangre, la descendencia de Morgana siempre ha sido reconocida por su capacidad de Maldecir a los demás.
NO obstante, lo cierto es que esta Le Fay en particular era especialmente temida, se decía que casi toda su familia murió en extrañas circunstancias, hasta que ella tomo el puesto en el consejo de los descendientes, y aun así siguieron ocurriendo misteriosas muertes a su alrededor. Todas estas habladurías eran normales especialmente en gente que tenia poderes sobrenaturales, pero era el conjunto de todas aquellas habladurías la que hacia a Undyne sospechar, pero conocía a Wthyr, no era el típico hombre que se deja doblegar por los poderes oscuros de una bruja, o eso esperaba... pero los poderes de una mujer guapa son muy poderosos contra los hombres.
No podía evitar ser suspicaz en cuento al futuro del matrimonio, pero no estaba en su mano decidir o intervenir, solo vigilar que todo fuera bien en la celebración y en la posterior fiesta, si alguien habría decidido evitar esa Unión, debía saber que Azula Morgan estaba vigilante.
Las sacerdotisas estaban hermosas pero a la vez solemnes, Shyvanna estaba radiante aunque algo en ella parecía disgustada, o puede que solo le incomodaran las perlas decorativas de su vestido, Incluso Gwen Pendragon con su sencillo vestido parecía dulce he inocente florecilla, Incluso los hombres, como Darren y Cedric Pendragon destacaban entre la multitud, aunque Azula intento no mirarlos, por que tenia que vigilar cosas mas importantes, como a la que mas destacaba, Freyja Lothbrock, pues en cambio que los demás, destacaba pero por sombría y austera, como queriendo recordar a todos que estaban en los preparativos para una guerra, no una simple boda momento de felicidad y celebración.
Y el momento finalmente llego, y la nueva reina dijo las palabras mágicas.
-¡Salve a los Reyes de Ávalon! - Grito Azula con todos los demás presentes en una ovación especial- ¡Salve Rey Wthyr Pendragon!- Y mientras gritaba cada ovación Azula golpeaba fuertemente el piso con su lanza ceremonial al unísono con los otros guardias de la sala que hacían lo mismo al ovacionar, dando mas énfasis a este momento, uno que seria recordado, para bien o para mal -¡Salve Reina Catherine Pendragon!
La cual por cierto, se decía que no le había gustado ni un pelo aquel enlace, pero en cualquier caso no estaba en su mano ni en la de Azula decidir el destino de aquellos dos, pero si hacer todo tipo de preparativos para la ceremonia, que la mantuvieron mas que ocupada, hasta que alguien la reprendió por no haberse vestido... espera ¿La querían en la ceremonia?
Tras prepararse durante horas para enfundarse en el complicado en exceso Traje gala/armadura, se permitió unos minutos extras para mentalizarse, odiaba ir sin el Yelmo y mas en un acto publico, pero seria una descortesía ir a la boda con un Yelmo puesto, por otro lado no quería ir de gala normal como los miembros Pendragon, quienes eran los nobles, debía quedar claro que solo estaba siendo una flor bonita por la situación, pero seguía ejerciendo su deber como soldado de los Pendragon, los otros soldados también iban elegantes, con esas armaduras totalmente inútiles que no sirven para combatir, pero son muy decorativas.
-Ni siquiera se que estoy haciendo aquí.
Ella era un bicho raro, un adefesio, con un bonito vestido y una armadura bonita, con un maquillaje pobre que solo realzaba lo inhumana que era. Pero a lo mejor ese era el objetivo, como el oso en la fiesta para divertir al publico, algo tan fuera de lugar que hasta fuera entretenido, alguien que hiciera sentirse a la novia y futura reina mas guapa aun, al recordar que la sangre no beneficio a todos los seres de este mundo.
Tras darse un par de golpes y pellizcos en los mofletes para centrar su mente, y de paso enrojecer sus mejillas de forma natural, lo que le daba un toque violáceo a su piel escamosa, finalmente entro, y cuando lo hizo el organizador la ubicó en uno de esos puntos donde la gente no suele mirar, un lugar acertado en su opinión, y desde allí fue testigo de toda la ceremonia.
No tenia el honor de conocer a la descendiente de Morgana, pero los soldados siempre hablan, especialmente con una boda tan próxima, aunque casi todos hablaban de la gran belleza de la bruja y la suerte del Pendragon para tomarla, también estaban los que creían que había hechizado a su señor, no solo por ser una bruja muy poderosa, con muchos y extraños tatuajes, y además según algunos ser una chica distante y frívola. Sino que según se decía uno de sus muchos poderes era introducirse en tu mente y hacerte ver cosas, pero en realidad casi todo, como siempre, nace de la sangre, la descendencia de Morgana siempre ha sido reconocida por su capacidad de Maldecir a los demás.
NO obstante, lo cierto es que esta Le Fay en particular era especialmente temida, se decía que casi toda su familia murió en extrañas circunstancias, hasta que ella tomo el puesto en el consejo de los descendientes, y aun así siguieron ocurriendo misteriosas muertes a su alrededor. Todas estas habladurías eran normales especialmente en gente que tenia poderes sobrenaturales, pero era el conjunto de todas aquellas habladurías la que hacia a Undyne sospechar, pero conocía a Wthyr, no era el típico hombre que se deja doblegar por los poderes oscuros de una bruja, o eso esperaba... pero los poderes de una mujer guapa son muy poderosos contra los hombres.
No podía evitar ser suspicaz en cuento al futuro del matrimonio, pero no estaba en su mano decidir o intervenir, solo vigilar que todo fuera bien en la celebración y en la posterior fiesta, si alguien habría decidido evitar esa Unión, debía saber que Azula Morgan estaba vigilante.
Las sacerdotisas estaban hermosas pero a la vez solemnes, Shyvanna estaba radiante aunque algo en ella parecía disgustada, o puede que solo le incomodaran las perlas decorativas de su vestido, Incluso Gwen Pendragon con su sencillo vestido parecía dulce he inocente florecilla, Incluso los hombres, como Darren y Cedric Pendragon destacaban entre la multitud, aunque Azula intento no mirarlos, por que tenia que vigilar cosas mas importantes, como a la que mas destacaba, Freyja Lothbrock, pues en cambio que los demás, destacaba pero por sombría y austera, como queriendo recordar a todos que estaban en los preparativos para una guerra, no una simple boda momento de felicidad y celebración.
Y el momento finalmente llego, y la nueva reina dijo las palabras mágicas.
-¡Salve a los Reyes de Ávalon! - Grito Azula con todos los demás presentes en una ovación especial- ¡Salve Rey Wthyr Pendragon!- Y mientras gritaba cada ovación Azula golpeaba fuertemente el piso con su lanza ceremonial al unísono con los otros guardias de la sala que hacían lo mismo al ovacionar, dando mas énfasis a este momento, uno que seria recordado, para bien o para mal -¡Salve Reina Catherine Pendragon!
Smaug
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Forma humana
La coronación de Wthyr Pendragon y su esposa de Ouroboros tenía que ser en un maldito interior. Eso implicaba que para asistir tocaba adoptar la forma humana, o más bien élfica, pues era más similar. Ir vestido, caminar sobre dos piernas, ser menos fuerte...ese tipo de molestias que venían aparejadas con perder la forma original. Con la vestimenta y la armadura no hubo problema alguno, en Ávalon había de todo tipo. Incluso utilicé algo similar a una corona, pues los tesoros siempre me habían gustado y era una buena ocasión para mostrar uno de ellos. Además, siempre había sido lo más parecido a un rey para los míos. Esperaba que Wthyr Pendragon no hubiese olvidado que queríamos un nuevo imperio dragón que tuviese cabida en ese imperio mágico. Hacer crecer las colonias de dragones por todo el mundo. La última misión de ataque en Irlanda podía ser útil para establecer allí a más dragones, y yo había participado en ella.
Al entrar al salón del trono ya estaba comenzada la ceremonia, con todo aquello de los juramentos y los votos. Me quedé apartado de la familia Pendragon, manteniendo una expresión imperturbable en el rostro. Llevaba tiempo sin gesticular del modo en que lo haría un humano, así que tampoco era demasiado expresivo. Me deslicé subrepticiamente entre los grupos que jaleaban a los nuevos reyes, avanzando hasta el lugar en el que localicé a la híbrida de color azulado que había visto varias veces en Ávalon. Azula Morgan la llamaban. Ese tipo de cruces entre razas siempre me había creado rechazo, no entendía por qué se mezclaba un dragón con un mago, o un humano. Eso me hizo pensar en Setelah, en que discutiría conmigo diciendo que esas cosas le parecían sumamente curiosas. Pero es que era un pervertido que le había dado a todo.
- ¿Y tú, por qué sirves a los Pendragon? - pregunté a su espalda con voz profunda, sin apartar la mirada del frente. - Los híbridos como tú...soléis suplicar perdón.
Azula intento contener el aliento, estaba tan acostumbrada a llevar Yelmo que la costaba mantener la cara imperturbable, hacia que tuvo que hacer un esfuerzo mayor al normal de mantenerse firme y impasible, mientras las escamas de su cuerpo parecían vibrar con electricidad estática, lo había olido, no era raro que un dragón viniera a la ceremonia de la coronación, pero era raro ver a un dragón en forma humana, era tan raro que Azula no conocía a ningún dragón en su forma humana.
Por que estaba claro que en aquel pequeño lugar, era demasiado pequeño para que el dragón estuviera en su propia forma.
Azula ignoro sus agudos instintos y siguió haciendo su propia labor, la de guardia y soldado de los Pendragons, pero incluso centrándose, no pudo evitar oír aquella voz que prácticamente le susurraba al oído, con una voz tan profunda y oscura, como suave y armoniosa, Cuando Azula se volvió, solo vio el cuerpo de un elfo, pero eso no significaba nada para Azula, ya que los dragones perfectamente podían tener un aspecto élfico, es mas, muchos lo preferían a el aspecto del mero humano mortal.
Azula no había esperado que el dragón se dignara a hablarle, ni mucho menos siquiera preguntarle, pensaba que sus intereses estaban demasiado por debajo de lo que un dragón se interesaría en realmente aprender, considerada poco menos que una abominación que tendría una vida promedio muy baja y sin interés en el futuro de la noble raza de los dragones.
-¿Hace falta una razón? Mientras la causa sea justa, servir a cualquier Pendragon es algo honorable.- Sinceramente esperaba que un dragón mas que los humanos entendieran ese punto, pero a veces tenia que admitir el punto de vista humano, a veces los dragones son solo lagartijas gigantes con un potente aliento, solo guiados por el hambre, sed de destrucción y la reconfortante sensación del oro en las escamas- ¿Acaso debo suplicar su perdón?
No pensaba darle al dragón la sensación de que suplicaba, por que si por un segundo el dragón pensaba que era débil, su instinto podría lanzarlo a atacar, no hay mucho respeto entre los dragones, solo el mas fuerte conserva el territorio, los tesoros y las mejores hembras, siempre que ellas aceptaran claro. Incluso había escuchado que los dragones mas grandes a veces comían a dragones mas pequeños, no sabia que motivaba a los dragones a hacer tan salvajes, cuando luego promulgaban ser mas inteligentes y sabios que los hombres, pero tal vez eso naciera de la voluntad del fuerte, lo que había conservado a los dragones como una de las criaturas mas fuertes, librando a la especie de los menos aptos.
Por el momento Azula simplemente volvió la espalda al dragón, para encarar la coronación.
-Ya que estas aquí, deberías entender algo de eso ¿no? si no ¿Por que perderías el tiempo en un acto tan... humano?
Si aquel dragón no veía motivo en servir a los Pendragon, podría entenderlo, algunos sentían que los Pendragon les ponían cadenas, no obstante ninguno estaba obligado a asistir a la ceremonia, si vino, es por que decidió hacerlo. Así que algún interés debía tener, algo debían importarle los Pendragon.
Por que estaba claro que en aquel pequeño lugar, era demasiado pequeño para que el dragón estuviera en su propia forma.
Azula ignoro sus agudos instintos y siguió haciendo su propia labor, la de guardia y soldado de los Pendragons, pero incluso centrándose, no pudo evitar oír aquella voz que prácticamente le susurraba al oído, con una voz tan profunda y oscura, como suave y armoniosa, Cuando Azula se volvió, solo vio el cuerpo de un elfo, pero eso no significaba nada para Azula, ya que los dragones perfectamente podían tener un aspecto élfico, es mas, muchos lo preferían a el aspecto del mero humano mortal.
Azula no había esperado que el dragón se dignara a hablarle, ni mucho menos siquiera preguntarle, pensaba que sus intereses estaban demasiado por debajo de lo que un dragón se interesaría en realmente aprender, considerada poco menos que una abominación que tendría una vida promedio muy baja y sin interés en el futuro de la noble raza de los dragones.
-¿Hace falta una razón? Mientras la causa sea justa, servir a cualquier Pendragon es algo honorable.- Sinceramente esperaba que un dragón mas que los humanos entendieran ese punto, pero a veces tenia que admitir el punto de vista humano, a veces los dragones son solo lagartijas gigantes con un potente aliento, solo guiados por el hambre, sed de destrucción y la reconfortante sensación del oro en las escamas- ¿Acaso debo suplicar su perdón?
No pensaba darle al dragón la sensación de que suplicaba, por que si por un segundo el dragón pensaba que era débil, su instinto podría lanzarlo a atacar, no hay mucho respeto entre los dragones, solo el mas fuerte conserva el territorio, los tesoros y las mejores hembras, siempre que ellas aceptaran claro. Incluso había escuchado que los dragones mas grandes a veces comían a dragones mas pequeños, no sabia que motivaba a los dragones a hacer tan salvajes, cuando luego promulgaban ser mas inteligentes y sabios que los hombres, pero tal vez eso naciera de la voluntad del fuerte, lo que había conservado a los dragones como una de las criaturas mas fuertes, librando a la especie de los menos aptos.
Por el momento Azula simplemente volvió la espalda al dragón, para encarar la coronación.
-Ya que estas aquí, deberías entender algo de eso ¿no? si no ¿Por que perderías el tiempo en un acto tan... humano?
Si aquel dragón no veía motivo en servir a los Pendragon, podría entenderlo, algunos sentían que los Pendragon les ponían cadenas, no obstante ninguno estaba obligado a asistir a la ceremonia, si vino, es por que decidió hacerlo. Así que algún interés debía tener, algo debían importarle los Pendragon.
Lake Pendragon
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Entró por uno de los pasillos laterales de la sala del trono enfundada en un vestido precioso, gris plata con hilos de oro blanco, como su alma en ese momento. Sí, gris, no negra como solía ser su aura. Detrás de ella, a paso firme, silencioso y discreto como siempre, entró Ares, y para cuando las sacerdotisas comenzaron a repartir las cosas, ella estaba muy en su lugar, como si realmente hubiera estado ahí desde treinta minutos antes, muy en su papel de completa parsimonía. Incluso negaría su tardanza ante sus hermanos que sí habían llegado temprano. Con el humor que se cargaba, hasta las decoraciones del salón se veían bonitas y su rostro mostraba una suave sonrisa que no estaba forzando del todo. Como no tenía con quien llegar y no tenía ganas de drama mellicil, se colgó del brazo de Cedric, a ver si cotilleaban algo durante la ceremonia, pero dudaba que el buen hermano se atreviera a decir algo impropio. Y más porque él no podía hablar. Lo que le gustaba del más joven de sus hermanos era que, si quería, podía no leer los regaños que le hacía y se ahorraba los sermones. Al menos llegó a buen momento: los regalos.
Uh, me gusta esa espada. Pero es de los Lothbrock, no podrá desaparecer en extrañas circunstancias... ¿Pero se puede perder en batalla, no? ¿Haz descansado?- Murmuró sin esperar respuesta, dejándole un beso en la mejilla porque a veces le gustaba confundir a sus hermanos y jugar con sus mentes. Se dedicó entonces a ver alrededor, encontrando la confirmación del rumor de que Darren finalmente había caído en manos de Freyja. Lo compadecía; pudo haber encontrado algo mejor, pero el deber siempre era... obligación. Esperaría a que la ceremonia terminara antes de ofrecerle los servicios de su dragón para que la mujer partiera de este mundo de manera discreta. No tenía dudas de que Ares era el mejor en muchas cosas, pero estaba segura de que Shyvanna haría un trabajo más entretenido si le daba el empujón correcto. Y Gwen... Bueno, de Gwen lo único raro era que no le estuviese regañando y que no estuviese ella formando parte de la ceremonia.- Gwen ya solo forma parte de las tradiciones que sí le gustan.- Murmuró, recordando como no dudó en ofrecérsele a Da Vinci en cuanto la escogió.
Uh, me gusta esa espada. Pero es de los Lothbrock, no podrá desaparecer en extrañas circunstancias... ¿Pero se puede perder en batalla, no? ¿Haz descansado?- Murmuró sin esperar respuesta, dejándole un beso en la mejilla porque a veces le gustaba confundir a sus hermanos y jugar con sus mentes. Se dedicó entonces a ver alrededor, encontrando la confirmación del rumor de que Darren finalmente había caído en manos de Freyja. Lo compadecía; pudo haber encontrado algo mejor, pero el deber siempre era... obligación. Esperaría a que la ceremonia terminara antes de ofrecerle los servicios de su dragón para que la mujer partiera de este mundo de manera discreta. No tenía dudas de que Ares era el mejor en muchas cosas, pero estaba segura de que Shyvanna haría un trabajo más entretenido si le daba el empujón correcto. Y Gwen... Bueno, de Gwen lo único raro era que no le estuviese regañando y que no estuviese ella formando parte de la ceremonia.- Gwen ya solo forma parte de las tradiciones que sí le gustan.- Murmuró, recordando como no dudó en ofrecérsele a Da Vinci en cuanto la escogió.
Gwen Pendragón
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Entorné los ojos levemente al encontrarme con aquel gesto de parte de Cedric. Lo sabía ¿vale? Sabía que no debía haber llegado tarde. Después sonreí de forma breve con cierta cara de disculpa.
Recoloqué mi pelo pasando un mechón tras mi oreja captando ahora los aspavientos de la rubia. Abrí los ojos en una mueca clara. Estaba llamando la atención. Le respondí haciendo un gesto con mis manos de que se relajase, pero Shyvanna estaba a otra cosa. Fue entonces cuando Darren llegó con la vikinga. Le habían informado de su compromiso. Miré a mi hermano con el ceño fruncido y apretando mis labios. Aún estaba resentida.
La rubia volvió a mirar de aquella forma así que le respondí con un gesto apretando mis labios. "¡Shyvanna! ¡ahora no!". Suspiré antes de apartar la mirada hacia los ahora reyes recién juramentados. Los vítores resonaron en el salón y suspiré de nuevo, cansada. Había esperado que con aquella todo el ciclo de ceremonias y festividades parase durante algún tiempo pero por el contrario ahora había otra unión próxima.
Miré de reojo a Cedric, Lake estaba cuchicheando. Un nuevo suspiro se me escapó expulsando aire por la nariz algo mas fuerte de lo deseado antes de volver a observar a los ahora Reyes de Avalon. Durante casi la totalidad de mi vida se había hablado de él como el Descendiente de Pendragon, a pesar de que nuestra abuela portaba la figura real sobre su cabeza. Llevé un puño a mis labios al sentir una tos que no pude controlar, por suerte no duró demasiado. Para que negarlo, sentía orgullo de verlo por fin ocupando el lugar que le correspondía...a pesar de la preocupación que había rondado en mi cabeza desde ese repentino cambio de actitud, ese abrazo y aquellas palabras. No era propio de él.
No mucho tiempo pasó desde la conversación en la biblioteca con la pelirroja de la familia Pendragon, el tema del libro y el misterio de la presencia de Catherine, ahora la llamada Pendragon por la unión de corona y casamiento, estaba relacionada con aquella maldición oscura y sucia que decoraba los cuerpos de los Pendragon y que cada uno mostraba de distintas maneras sobre su cuerpo. Si Wthyr pensaba que podría gestionarlo con su nueva amiguita, sin contar con la sapiencia de cualquiera de los presentes, allá él. Si moría, traicionado por aquella flacucha, solo esperaba que el siguiente en la línea fuera algo más razonable y escuchara bastante más a los que les habían jurado servidumbre, de lo contrario, ¿para qué servía entonces tener un consejo? Entrecerró los ojos, observando los movimientos de Wthyr en silencio, pensando que quizás, una de las primeras propuestas que hiciera como regente fuese retirar aquel consejo al que parecía no querer escuchar y/o preguntar. Luego miró con celo a la morena, mientras las sacerdotisas realizaban todo aquel protocolo de la coronación.
Su familia había llegado de los primeros al lugar, y habían tomado sus posiciones adecuadas, de modo que no se había perdido nada de la celebración, pero había decidido seguir en aquel discreto segundo plano. Perderse entre la multitud y permanecer invisible era un regalo que muy pocos podían entender. La tensión se cortaba antes de que ella jurase sobre las leyes de Avalon, y casi se ríe a carcajadas delante de todos, aquella niñata ni creía ni conocía las leyes de Avalon. Era una extraña en territorio extraño. Una con afilados poderes, una cara de niña buena que ocultaba profunda oscuridad y ahora, a colmo, estaba protegida por un dragón. Era todo ridículo. Lake era una mujer leída, ya se lo había demostrado, lástima que no le hubiera indicado a su hermano todas las revueltas históricas del pueblo cuando se le somete a unas normas que no comparten: tantos reyes caídos, tantas cabezas cortadas… como la de Katarina. Buscó con la mirada a Freyja, la muy zorra había conseguido la polla de oro, mucho que le criticaba por follarse al coño del mismo metal. Trató de buscarla con la mirada en la zona de su clan, idiota de él, tuvo que recular hasta localizar los colores dispares de ella y aquella pared muerta que había conseguido como marido. Rodeó los ojos con hastío y se cruzó de brazos. Joder, tenía que reconocer que echaba de menos afilar las malas lenguas con ella, ahora ya no tendría a nadie con quien hacerlo. Los bramidos empezaron en cuanto los reyes juraron su puesto y las ofrendas empezaron al tanto.
Los Lothbrock ofrecieron aquellas armas, muy propias de guerreros. Los que trabajaban la mente ofrecieron al regente un escudo redondo lacrado en rojo sangre y decorado con la figura de un dragón en negro. La imagen del mismo se movía en círculos a cada tanto, escupía fuego y sus ojos brillaban como dos rubíes, amenazando a cualquiera que se atreviera a poner una mano encima a su portador. El regalo de Catherine había sido elegido por él mismo. Había escuchado del interés por la lectura de la morena, de modo que le regaló un gran libro antiguo con portada de cuero que contaba toda la historia de Avalon desde los inicios al día de hoy. Era una de las copias que habían pasado de generación a generación de los guardianes de la biblioteca. Incluso había un pequeño apartado que explicaba la incursión valerosa de la familia en las entrañas de la máquina y así su hazaña sería trasmitida de generación en generación. Él mismo había recabado la información y la había escrito, con perfecta caligrafía -Espero que le sea de agrado conocer la historia de su nuevo reino, mi señora Regente- Por supuesto había que leer aquel comentario, que parecía tan inocuo, entre líneas. Esperaba que Freyja lo entendiera. Una reverencia y se retiró de la escalinata anterior a los tronos. Encontró la mirada de Lake, abrazada a su hermano, que justo la tenía delante. Se retiró la capa de gala con los colores de su casa, y volvió a su asiento, para seguir contemplando con aburrimiento el resto de la celebración.
Su familia había llegado de los primeros al lugar, y habían tomado sus posiciones adecuadas, de modo que no se había perdido nada de la celebración, pero había decidido seguir en aquel discreto segundo plano. Perderse entre la multitud y permanecer invisible era un regalo que muy pocos podían entender. La tensión se cortaba antes de que ella jurase sobre las leyes de Avalon, y casi se ríe a carcajadas delante de todos, aquella niñata ni creía ni conocía las leyes de Avalon. Era una extraña en territorio extraño. Una con afilados poderes, una cara de niña buena que ocultaba profunda oscuridad y ahora, a colmo, estaba protegida por un dragón. Era todo ridículo. Lake era una mujer leída, ya se lo había demostrado, lástima que no le hubiera indicado a su hermano todas las revueltas históricas del pueblo cuando se le somete a unas normas que no comparten: tantos reyes caídos, tantas cabezas cortadas… como la de Katarina. Buscó con la mirada a Freyja, la muy zorra había conseguido la polla de oro, mucho que le criticaba por follarse al coño del mismo metal. Trató de buscarla con la mirada en la zona de su clan, idiota de él, tuvo que recular hasta localizar los colores dispares de ella y aquella pared muerta que había conseguido como marido. Rodeó los ojos con hastío y se cruzó de brazos. Joder, tenía que reconocer que echaba de menos afilar las malas lenguas con ella, ahora ya no tendría a nadie con quien hacerlo. Los bramidos empezaron en cuanto los reyes juraron su puesto y las ofrendas empezaron al tanto.
Los Lothbrock ofrecieron aquellas armas, muy propias de guerreros. Los que trabajaban la mente ofrecieron al regente un escudo redondo lacrado en rojo sangre y decorado con la figura de un dragón en negro. La imagen del mismo se movía en círculos a cada tanto, escupía fuego y sus ojos brillaban como dos rubíes, amenazando a cualquiera que se atreviera a poner una mano encima a su portador. El regalo de Catherine había sido elegido por él mismo. Había escuchado del interés por la lectura de la morena, de modo que le regaló un gran libro antiguo con portada de cuero que contaba toda la historia de Avalon desde los inicios al día de hoy. Era una de las copias que habían pasado de generación a generación de los guardianes de la biblioteca. Incluso había un pequeño apartado que explicaba la incursión valerosa de la familia en las entrañas de la máquina y así su hazaña sería trasmitida de generación en generación. Él mismo había recabado la información y la había escrito, con perfecta caligrafía -Espero que le sea de agrado conocer la historia de su nuevo reino, mi señora Regente- Por supuesto había que leer aquel comentario, que parecía tan inocuo, entre líneas. Esperaba que Freyja lo entendiera. Una reverencia y se retiró de la escalinata anterior a los tronos. Encontró la mirada de Lake, abrazada a su hermano, que justo la tenía delante. Se retiró la capa de gala con los colores de su casa, y volvió a su asiento, para seguir contemplando con aburrimiento el resto de la celebración.
Cedric Pendragon
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Asistí a la entrega de espadas y presentes manteniendo una buena pose y un gesto bastante neutro, pero que como siempre, solía rozar lo amable. Me fijé en Darren, que por lo visto iba a casarse con Freyja, que iban cogidos del brazo.
"Mmmm...no pegan mucho. Supongo que eso viene de la necesidad de afianzar el vasallaje con los Lothbrok."
Capté la mirada de disculpa de Gwen y le guiñé un ojo en la lejanía, perdonando su impuntualidad. Y rodé la mirada arrepintiendome cuando ella y Gwen comenzaron a hacer aspavientos. Dios, que ganas de pegarles una voz y mandarlas a estarse quietas.
"míralas, si parece que están practicando para mimo.... "
Emití un suspiro sin sonido, estaba cansado de estar de pie. Lake vino conmigo y me enganchó por el brazo, y yo lo doblé para facilitarle las cosas.
"uhm, está cariñosa. Esta quiere algo. ¿Que irá a pedirme?"
Me abstuve de hablarle mediante las letras porque no era momento de hablar y ademas no quería que las leyera cualquiera asi que....bajé la mirada ella y apreté los labios, estrujando mi ceño.
"Lake!"
Me preguntó si había descansado y meneé la cabeza, espatarrando la boca de lado y moviendo la mano como queriendo decir "mas o menos". Me dio un beso en la mejilla que me dejó descolocado, porque venía de...venía de Lake! O había matado a algo, o estaba pensando en hacerlo. O iba a pedirme algun favor. Y luego la señalé a ella y le pregunté con un gesto de la cabeza, señalando después mi pecho en circulos, lugar donde se extendía la maldición en mi caso, para preguntarle por la suya.
"y tú?"
Cuando todos empezaron a lanzar vitores....fue un momento en el que me alegré de tener vetado hablar...porque no estaba seguro de que si hubiese podido hacerlo....lo hubiese hecho. No entendía muy bien, la maldicion solo exigía un heredero Le Fay Pendragon, no una reina, verdad?
"Solo están actuando conforme al protocolo, en realidad...lo otro seria un poco raro si no pasan por estos pasos previos"
Le di un leve codazo a Lake con el brazo que me tenía sujeto, por meterse con su hermana, aunque luego ahogué una risa por lo bajo.
"Mmmm...no pegan mucho. Supongo que eso viene de la necesidad de afianzar el vasallaje con los Lothbrok."
Capté la mirada de disculpa de Gwen y le guiñé un ojo en la lejanía, perdonando su impuntualidad. Y rodé la mirada arrepintiendome cuando ella y Gwen comenzaron a hacer aspavientos. Dios, que ganas de pegarles una voz y mandarlas a estarse quietas.
"míralas, si parece que están practicando para mimo.... "
Emití un suspiro sin sonido, estaba cansado de estar de pie. Lake vino conmigo y me enganchó por el brazo, y yo lo doblé para facilitarle las cosas.
"uhm, está cariñosa. Esta quiere algo. ¿Que irá a pedirme?"
Me abstuve de hablarle mediante las letras porque no era momento de hablar y ademas no quería que las leyera cualquiera asi que....bajé la mirada ella y apreté los labios, estrujando mi ceño.
"Lake!"
Me preguntó si había descansado y meneé la cabeza, espatarrando la boca de lado y moviendo la mano como queriendo decir "mas o menos". Me dio un beso en la mejilla que me dejó descolocado, porque venía de...venía de Lake! O había matado a algo, o estaba pensando en hacerlo. O iba a pedirme algun favor. Y luego la señalé a ella y le pregunté con un gesto de la cabeza, señalando después mi pecho en circulos, lugar donde se extendía la maldición en mi caso, para preguntarle por la suya.
"y tú?"
Cuando todos empezaron a lanzar vitores....fue un momento en el que me alegré de tener vetado hablar...porque no estaba seguro de que si hubiese podido hacerlo....lo hubiese hecho. No entendía muy bien, la maldicion solo exigía un heredero Le Fay Pendragon, no una reina, verdad?
"Solo están actuando conforme al protocolo, en realidad...lo otro seria un poco raro si no pasan por estos pasos previos"
Le di un leve codazo a Lake con el brazo que me tenía sujeto, por meterse con su hermana, aunque luego ahogué una risa por lo bajo.
Smaug
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Forma humana
- Todos tenemos razones, no podemos actuar sin un objetivo. ¿Tienes alguno o sólo te limitas a seguir órdenes?- mis pupilas se movieron despacio desde la zona de los tronos hasta Azula, avanzando un paso más para quedar a su lado. Observándola más de cerca era evidente que había sacado más de dragón que de mago, si exceptuábamos que andaba sobre dos piernas y que su tamaño no era el de un dragón.
- Híbridos...todos los que he conocido tienen sentimiento de inferioridad. Y muchos de ellos hacen lo que sea por ser aceptados. - los culpables eran los dragones que decidían mezclar su sangre con la de los humanos, los que se pasaban la mayor parte del tiempo renegando de su verdadera forma de dragón. Conocía un caso así, la dragona Juliet era una vergüenza para la raza. Además había sido cómplice en el robo de mi hijo Svart, que permaneció en manos de Reiv durante demasiado tiempo. Un imperceptible sonido de disconformidad salió de mis labios al pensar en ello, pero enseguida volví a fijarme en el entorno que me rodeaba. El ritual se me estaba haciendo largo, los magos siempre tendían a adornar todas esas cosas con demasiada parafernalia.
- Hago acto de presencia para que no olviden su objetivo y lo que nos prometieron. Estoy con ellos son lo que más me conviene. Sólo en un mundo gobernado por ellos podremos tener nuestros propios territorios para que los dragones recuperen el sitio que nunca debieron perder. - no dudaría en acercarme a todos los Pendragon en cuanto acabase la ceremonia, quería que supiesen que si salíamos a conquistar, saldríamos también a por nuestra parte. Mi vínculo con ellos tenía mucho de ambición, era diferente al que había observado en los dragones del resto. Ellos eran compañeros, amigos podría decirse.
Darren Pendragon
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No le apeteció siquiera contestar a aquel comentario por parte de la vikinga, rodeó los ojos y la tomó por el brazo, como era de esperar por parte de ella y de los protocolos, dado que ella había sido la que marcara en aquella ocasión el tempo. -Pensaba que los politiqueos no iban contigo, Freyja- Añadió con cierta sorna hacia la prometida, y es que los años de entrenamiento juntos hacían mella, pero sin cambiar el rictus ante todos los presentes. Corregido aquello, o aclarado de alguna forma, siguieron con la pantomima del matrimonio. Angustioso y asfixiante matrimonio. Pero él lo había querido así, no por placer, sino por la necesidad de contentar a la familia, afianzar el vasallaje, quién sabe si sofocar una rebelión. No dejaba de ser otro movimiento del ajedrez que regía sus vidas, y mientras se fijaba en Gwen se preguntó si en algún momento conseguirán romper las cadenas que les ataban a aquella isla y poder volar libres, como los hijos del dragón que eran. Las miradas se cruzaron, pero no hablaron entre ellas, suponiendo que todavía estuviera resentida.
La tensión se hacía cada vez más palpable y molesta, en especial cuando todo el mundo esperaba que Catherine, desde ahora Reina de Avalon, jurase la lealtad a la corona y a lo que aquella fortaleza representaba. Tensó la mandíbula y suspiró por la nariz, quizá con alivio, quizá con cierta preocupación… que se esfumó cuando empezaron a corear los vítores por la nueva regente. Juró que hubiera deseado poder leer las mentes de todas aquellas personas para saber si aquello era real, o simplemente trataban de endulzar las palabras ante sus señores.
Freyja marchó a entregar, como vasalla que todavía era, a entregar las ofrendas en nombre de su linaje, y por lo tanto iniciaba la marcha. El rubio aprovechó para conectar con su hermana, dado que se encontraba en un segundo plano por detrás de su prometida. Si pudiera se largaría de aquel lugar con tantas miradas, eran como puñales. En cuanto se retiró la vikinga, le dedicó una leve reverencia a los regentes y volvieron a su sitio, apartando del todo la mirada de Shyvanna y clavándola en el frente.
*********
Reculó con aquel empujón de su hermana, no reconociendo en ella aquella fuerza que en aquel momento tenía. Chocó con la pared de madera y tierra y necesitó de ambas manos para sostenerse. La izquierda ya había perdido totalmente el color de una extremidad humana normal. Observó a Shyvanna en silencio mientras esta escupía todo su veneno, y no tuvo que viajar muy lejos al pasado para reconocer en él mismo aquellos sentimientos y fuerza desmedida. Si no conociera a la rubia, diría que había entrenado en berseker.
Se hizo un silencio cuando ella dejara de gritar, momento en el que Darren dirigió la mirada a otro lujar, a la salida. Cerró los ojos y tensó la mandíbula, molesto con aquella acusación -¿En serio, por un momento, puedes dejar de pensar en ti misma?- Sabía que en aquel momento le daría, y le recriminaría que se morían -¡CREES QUE NO LO SÉ! ¿¡QUE ESTOY CIEGO!? ¿¡Que no veo como esa asquerosa mancha avanza por tu cuerpo?!- Extendió la mano ennegrecida y apretó el puño, con gran molestia -¿En serio, crees que me desposaría con Freyja por… ¿¡amor?!?- Vomitó aquella palabra, le revolvía el interior que su hermana se atreviera a pensar, por un segundo que hubiese preferido a la vikinga por encima de ella - ¿En serio, crees, por un mísero segundo, que antepondría mi propio bienestar a todos vosotros? ¿De nada han servido estas últimas semanas? ¿Crees que han sido mentira para mí? ¡ESO ES LO QUE ME QUIERES DECIR! ¡RESPÓNDEME!- Alzó la voz, fijando ahora sí la mirada verde inerte en la azul de ella. Bajó el tono y hablá de una forma pausada, directa... hiriente -Porque de ser así, esta conversación acaba aquí y ahora-
*********
Exhaló el aire por la nariz. Solo quería salir de allí.
La tensión se hacía cada vez más palpable y molesta, en especial cuando todo el mundo esperaba que Catherine, desde ahora Reina de Avalon, jurase la lealtad a la corona y a lo que aquella fortaleza representaba. Tensó la mandíbula y suspiró por la nariz, quizá con alivio, quizá con cierta preocupación… que se esfumó cuando empezaron a corear los vítores por la nueva regente. Juró que hubiera deseado poder leer las mentes de todas aquellas personas para saber si aquello era real, o simplemente trataban de endulzar las palabras ante sus señores.
Freyja marchó a entregar, como vasalla que todavía era, a entregar las ofrendas en nombre de su linaje, y por lo tanto iniciaba la marcha. El rubio aprovechó para conectar con su hermana, dado que se encontraba en un segundo plano por detrás de su prometida. Si pudiera se largaría de aquel lugar con tantas miradas, eran como puñales. En cuanto se retiró la vikinga, le dedicó una leve reverencia a los regentes y volvieron a su sitio, apartando del todo la mirada de Shyvanna y clavándola en el frente.
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Reculó con aquel empujón de su hermana, no reconociendo en ella aquella fuerza que en aquel momento tenía. Chocó con la pared de madera y tierra y necesitó de ambas manos para sostenerse. La izquierda ya había perdido totalmente el color de una extremidad humana normal. Observó a Shyvanna en silencio mientras esta escupía todo su veneno, y no tuvo que viajar muy lejos al pasado para reconocer en él mismo aquellos sentimientos y fuerza desmedida. Si no conociera a la rubia, diría que había entrenado en berseker.
Se hizo un silencio cuando ella dejara de gritar, momento en el que Darren dirigió la mirada a otro lujar, a la salida. Cerró los ojos y tensó la mandíbula, molesto con aquella acusación -¿En serio, por un momento, puedes dejar de pensar en ti misma?- Sabía que en aquel momento le daría, y le recriminaría que se morían -¡CREES QUE NO LO SÉ! ¿¡QUE ESTOY CIEGO!? ¿¡Que no veo como esa asquerosa mancha avanza por tu cuerpo?!- Extendió la mano ennegrecida y apretó el puño, con gran molestia -¿En serio, crees que me desposaría con Freyja por… ¿¡amor?!?- Vomitó aquella palabra, le revolvía el interior que su hermana se atreviera a pensar, por un segundo que hubiese preferido a la vikinga por encima de ella - ¿En serio, crees, por un mísero segundo, que antepondría mi propio bienestar a todos vosotros? ¿De nada han servido estas últimas semanas? ¿Crees que han sido mentira para mí? ¡ESO ES LO QUE ME QUIERES DECIR! ¡RESPÓNDEME!- Alzó la voz, fijando ahora sí la mirada verde inerte en la azul de ella. Bajó el tono y hablá de una forma pausada, directa... hiriente -Porque de ser así, esta conversación acaba aquí y ahora-
*********
Exhaló el aire por la nariz. Solo quería salir de allí.
Freyja Lothbrock
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-Cuando te toca liderar, Darren, a veces hay que hacer sacrificios- Le respondió con un tono bastante neutral pero no se aguantó la lengua, inclinó la cabeza para acercarse hasta su oído, dibujando una sonrisa pérfida -Además, no todos los voy a disfrutar como te voy a disfrutar a ti- Le confesó con la verdad porque ya conocía sus dotes en el lecho, quizás un poco más pasivo de lo que esperaba de un dragón pero no así menos satisfactorio. Se apartó a tiempo para quemarse en el infierno helado que eran los ojos de Shyvanna, pero la ignoró…Si Wthyr tenía algo que decir, que lo dijera; si el Sanguis tenía algo que decir, que se proclamara.
La ceremonia continuó y Catherine juró poco después de un par de segundos de silencio tras estudiar la sala. Se preguntó qué veía en sus caras aparte de escepticismo. Volvió la mirada alrededor tratando de ubicar a Ixion pero no lo encontró a la primera. Ya hablaría con él sobre otros asuntos y, quizás, presumir un poco de quien podría ser su compañero de cama por los próximos meses (porque en años ya tenia estipulado que más de uno entraría ahí, le gustara a Darren o no).
Tras la finalización de los vítores que acompañó aplaudiendo y manteniendo el silencio con eso de Catherine, porque una cosa era protegerla para mantener vivo a los Pendragon y otra distinta alabarla como reina. Aún así presentó sus regalos. Las armerías de los Lothbrock eran la base principal de espadas, escudos, lanzas, etc para todo el regimiento de Ávalon pero desde que se enteró de todo el merequetengue de Wthyr y Catherine decidió hacer aquellas dos armas que se diferenciaban mucho entre sí porque, simplemente, a ella le daba la puta gana.
-Que encontréis buen uso en ellas y vuestros enemigos, la muerte- Le guiñó un ojo con todo el descaro del mundo y después miró a Catherine asintiendo rígidamente sin abandonar su mirada. Sin embargo, al oírla preguntarle algo raro frunció el ceño pero le dio la autorización. Curiosa por lo que iba a hacer se fue alejando para que los demás entregaran los regalos y escuchó claramente lo que dijo Ixion, pensando que es que tenía los huevos de hierro. Quizás a Catherine le daba por estrenar su daga con sangre griega. Eso sería divertido.
Esperó por ver qué era lo que quería hacer la morena con su espada. Bueno, con la de Wthyr.
La ceremonia continuó y Catherine juró poco después de un par de segundos de silencio tras estudiar la sala. Se preguntó qué veía en sus caras aparte de escepticismo. Volvió la mirada alrededor tratando de ubicar a Ixion pero no lo encontró a la primera. Ya hablaría con él sobre otros asuntos y, quizás, presumir un poco de quien podría ser su compañero de cama por los próximos meses (porque en años ya tenia estipulado que más de uno entraría ahí, le gustara a Darren o no).
Tras la finalización de los vítores que acompañó aplaudiendo y manteniendo el silencio con eso de Catherine, porque una cosa era protegerla para mantener vivo a los Pendragon y otra distinta alabarla como reina. Aún así presentó sus regalos. Las armerías de los Lothbrock eran la base principal de espadas, escudos, lanzas, etc para todo el regimiento de Ávalon pero desde que se enteró de todo el merequetengue de Wthyr y Catherine decidió hacer aquellas dos armas que se diferenciaban mucho entre sí porque, simplemente, a ella le daba la puta gana.
-Que encontréis buen uso en ellas y vuestros enemigos, la muerte- Le guiñó un ojo con todo el descaro del mundo y después miró a Catherine asintiendo rígidamente sin abandonar su mirada. Sin embargo, al oírla preguntarle algo raro frunció el ceño pero le dio la autorización. Curiosa por lo que iba a hacer se fue alejando para que los demás entregaran los regalos y escuchó claramente lo que dijo Ixion, pensando que es que tenía los huevos de hierro. Quizás a Catherine le daba por estrenar su daga con sangre griega. Eso sería divertido.
Esperó por ver qué era lo que quería hacer la morena con su espada. Bueno, con la de Wthyr.
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