Sala del Trono

Finalmente tuvo que recurrir al alcohol para asimilar aquello, bebiéndose de un trago aquel vaso de whisky que le había servido. La decisión parecía tomada, ya no eran simples conjeturas y suposiciones basadas en la experiencia y en lecturas agoreras. Mi rompemaldiciones...mi juego final. - Y yo el tuyo. - era cosa de dos. El uno sin el otro no podría acabar con esa magia oscura que se transmitía de generación en generación. Así debía ser, quisiéramos o no. ¿Dejaría de reclamar sacrificios el Sanguis? ¿sabrían algo de aquello los espíritus del árbol? ¿Tendría algo que ver la maldición con el poder que nos concedía el árbol? Tendría que preguntarle todo aquello a Gwen, necesitaba saber las implicaciones de romper la maldición. Al fin y al cabo había sido nuestro árbol ancestral el que había dictado sentencia sobre Catherine.

- Es la única salida. - fue lo último que dije antes de que desapareciera de allí, percibiendo su profunda resignación en su modo de llamarse "yegua de cría". No me importó que se llevase los papiros, puesto que por el momento no necesitaba su sangre, y el de la negociación no podía ser modificado sin que yo lo supiese. Volví a llevarme una mano a la molesta marca de maldición que había aparecido en mi pecho, pensando en si también habría aparecido en el resto de miembros de la familia Pendragon. Había mucho que explicar y mi cabeza no dejaba de pensar en todas las variables posibles. Acabé el whisky de un trago, ya me arrepentiría más tarde de echar alcohol al hígado tocado por los nanobots. Lo único que me interesaba en ese momento era dejar atados todos los cabos posibles, y para eso lo primero era hablar con Darren. Salí del despacho, pidiendo a un guardia Pendragon que fuese en busca de mi hermano. Después me marché del castillo, necesitaba que me diese un poco el aire.

El viaje desde la isla de Ouroboros hasta Avalon no le llevó mucho tiempo. Darren ya estaba mucho más calmado y su mente no seguía en aquella vorágine destructiva. A pesar de ello seguía dolido con Shyvanna y seguramente tuviera que dar muchas más explicaciones de las que le apetecían. Darren seguía mascullando las palabras de su hermana, diciendo que podría haberlo manejado, no dudaba de ello. Pero prácticamente le había rechazado dos veces…. ¿se había excedido? ¿Así creía ella? Bajó de Alwaid de un salto, caminó por los fríos pasillos del castillo mientras se observaba la palma de su mano, ahora totalmente ensangrentada con el rojo elemento del hombre de pelo blanco. ¿Excedido? ¿Después de que se riera de él, de Shyvanna, de sus obligaciones? Extendió la mano, la sangre coagulada se cuarteó. Se paró al final del pasillo, antes de girar a su izquierda y perder a su dragón de su vista. Pensó en las implicaciones de excederse… aquella vez… se acarició la cicatriz del antebrazo izquierdo… Cerró los ojos, ligeramente contrariado y confuso, y se apretó con fuerza la sien. Aquella molestia del pecho le estaba nublando el juicio, sí. Sería eso, trató de mentirse a sí mismo, incapaz de enfrentarse a sus propios sentimientos y contradicciones.

Dobló el pasillo y se encontró con uno de los sirvientes. Indicaron que la LeFay ya se había marchado del castillo después de haber sido recibida por Wthyr, de modo que ordenó que le guiara hasta su hermano. Solo había que sumar dos y dos y saber que el dolor, la mancha que le había salido a Shyvanna, la descendiente y su hermano mayor estaban relacionados, pero, ¿cómo? Le guiaron por los pasillos hasta que las puertas de madera se abrieron y el salón del trono, con la silla de madera se dibujaron delante de él. Indiqué a aquella persona que se retirara con un gesto de la cabeza y que avisara a su hermano de su presencia, solicitando audiencia con él.

- Su hermano no está aquí, mi señor. Ha salido y pidió que la guardia Pendragon fuese a buscarle. - el servil caballero errante dio aquella información tras hacer una reverencia a Darren, permaneciendo en la entrada del salón del trono un poco más a pesar de que le hubiesen hecho un gesto para retirarse. No llevaba mucho tiempo al servicio del verdadero linaje Pendragon, pero su lealtad hacia ellos era tan fuerte como en su día la había sido hacia los Blood Keepers. Además, tenían un enemigo común:

Ouroboros y aquellos infames miembros del Consejo que le habían arrebatado toda su dignidad. Aquel torneo y perder contra Rybar fue lo peor que le podía haber pasado. Todavía le atormentaba el modo en que habían mancillado su virtud en aquella cabaña en mitad de las montañas. Los Descendientes habían jugado con ellos, y por eso debían caer bajo la justicia de su espada. No descansaría hasta reestablecer su honor, y el de Lady Novgorod.

- Debe saber que su hermana Lake encontró a Catherine Le Fay muy cerca del Sanguis Ligno...debemos estar preparados para lo peor. - dicho eso se dio media vuelta, haciendo otra exagerada reverencia antes de salir de allí.

No había pasado mucho tiempo desde que solicitó audiencia y el guarda Galahad le informara de aquellas nuevas. Chasqueó la lengua con hastío marcado, indicando que no tenía ninguna gana de andar jugando al perro y al gato con su hermano mayor. -Gracias, Galahad- Le devolvió lentamente la reverencia, con una suave bajada de cabeza. Se llevó la mano a las sienes, suspirando de una de una forma muy pesada. Tendría que haber ubicado a su hermano usando la magia de sangre y dejarse de tonterías -Está bien, puede retirarse- Indicó al caballero, dándole la espalda y encarándose al trono y conectando con su hermano. Siempre era más fácil hacerlo con Shyvanna, pero, a pesar de ello… Se detuvo en seco, arqueó la ceja y se volvió hacia el caballero, con gesto de desconcierto -¿En el Sanguis? ¿Cómo ha conseguido llegar esa maldita Descendiente entrometida hasta el corazón de Avalon?- Su tono de voz no indicaba calma, sino que iba ganando tensión, nerviosismo y enojo según avanzaba en aquella pregunta de la que no obtuvo respuesta, solo la reverencia exagerada de Gahalad y su espalda al marcharse.

“Debemos estar prepararnos para lo peor”
Aquellas palabras resonaron en la cabeza del rubio Pendragon. ¿Aquel dolor insufrible en el pecho, aquella mancha de Shyvanna, la presencia de la LeFay? ¿Por qué no dejaba de repetirse una y otra vez que aquello apestaba a problemas a una milla de distancia? Arqueó el labio y se lo mordió. Debía hablar con Wthyr, ahora que estaba despierto. Habría que informarle de aquella intromisión. No tardó en conseguir localizarle, en la misma isla. Lo que Darren no sabía es que se avecinaban otros problemas, ornamentados con el color del trigo en verano…

Con todo el trayecto que tuvo que caminar, Catherine fue consciente de que mucha gente la miraba y no estaba segura si era porque no había salido del castillo desde su llegada, porque llevaba el estúpido anillo y aquello generaba su hechizo contra cualquiera, o simplemente porque sus elementales caminaban  su lado resguardándola. Fuese como fuese, la Descendiente de Morgana avanzó hasta el salón del trono y luego tras el pasillo notando la mirada de los Guardias. Al menos no le bloquearon la entrada. Pasó otra vez entre las paredes llenas de cuadros pero esta vez no se detuvo a contemplar.

Abrió la puerta del despacho, sin pedir permiso, sin tocar, sin nada y cuando se fijó dentro, Wthyr no estaba solo sino con ...una persona más que ella no conocía de nada y no le interesaba -Dejarnos solos, por favor- No miró a la persona ¿Para qué? Sus ojos violetas encendidos de una fría ira se concentraban en su esposo y el probable gesto de molestia que encontraría en sus facciones. Hubo duda, por supuesto que hubo duda, y entonces Catherine movió su mirada hacia aquella persona con un gesto hosco -Ahora- El énfasis pareció ponerle en marcha, y también el gruñido de sus elementales.

You role-play the good guy
Then induce your white lies
But I see 'em in the sunrise

La morena esperó hasta que saliera para volver su mirada a Wthyr. Los elementales desaparecieron a la par que ponía un hechizo para evitar que alguien los escuchara. En cuanto avanzó un par de pasos se quitó el anillo y se lo lanzó a la cara -Eres un falso. Todos ustedes son unos mentirosos. Os llenáis la boca diciendo que nos os mentís entre vosotros, que no les gustan los engaños y toda esa mierda… pero en el fondo, sois todos unos mentirosos- Señaló el anillo con  un dedo y tensó los labios -¿Esa era tu forma de acercarte a mí? ¿Hechizándome? ¿Eso es lo que consideras un acercamiento? Ya sabía que no era más que un medio para un fin...Pero esto… Esto...- Negó con la cabeza, obstinada y molesta. La frase yegua de cría volvió a su mente y frunció el ceño...Porque aceptaba que ella se dijera eso a sí misma, pero que él tuviera ese concepto, que cualquier persona tuviera ese concepto… Detuvo el pensamiento. ¿Qué más daba? Sus acciones hablaban por él. No era una persona, era una herramienta y un problema. Y él la había tratado como tal. Se sentía usada, ese era el punto de inflexión. Porque él había encontrado una hechizo para vencer ese muro, ese obstáculo que ella sabía que tenía y estaba claro que haría lo que fuera para conseguir lo que quería. Y lo peor es que no se había resistido, se había dejado consumir por esa lujuria sin oponer casi resistencia...Deseando que la magia fluyera por ella y que su cabeza simplemente se olvidara de todo lo que la ahogaba. Ese pensamiento le revolvió el estómago. No quería ni sus manos, ni su cuerpo ni nada de él cerca de ella. Se acabaron los entrenamientos. No quería a ningún Pendragon a su alrededor. Los detestaba, por mentirosos.

I was a stranger to myself
A flicker, a memory
I was a fragment, an empty shell


-Pues te informo que hasta tu hermana se ha acercado a mí, sí, metiendo su lengua en MI boca- Y él sabía, perfectamente,  lo que eso implicaba. Apenas si había dejado que él la tocara y Shyvanna la había forzado. Había forzado su estúpida boca llena de amenazas en ella. Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza, de forma evidente, al recordar el momento.  La indignación la hacía perder los papeles. La ira y ese picor en el centro del pecho que aún no sabía descifrar.  El color de su piel pálida ya había pasado a un sonrojo gracias al remolino de sentimientos que anidaba en su interior. Negó con la cabeza mientras se acercaba al escritorio, apoyó una mano en él  y se inclinó hacia Wthyr con los ojos entrecerrados -¿Cómo se siente saber que todo es  gracias a eso?- Preguntó - ¿Te hace sentir bien? ¿Te hace sentir en control de mis acciones y reacciones?  -  Apretó las muelas con fuerza, con tanta, que una ráfaga de dolor le recorrió la cabeza y el cuerpo -Dame tu anillo- Ordenó, sintiéndose finamente con el poder físico de reclamarle y no sólo porque tenía argumentos sino que era ella la que estaba de pie y él sentado. Ya no la superaba en estatura y a Catherine, que siempre le había molestado eso, le agradaba sentirse así...por el tiempo que durara.

7/10

- Ya te he dicho mil veces que no. Olvídate de...- en ese preciso momento irrumpió Catherine en el despacho sin avisar, echando de allí a la mujer con la que estaba hablando. Ésta le dedicó una gélida mirada antes de levantarse de la silla, abandonando el lugar tras hacerme una sutil reverencia. Sólo me permití hacer un sonido de exasperación cuando la otra salió.

La expresión en el rostro de Catherine no auguraba nada bueno, venía otra tormenta más. - ¿Y ahora qué demonios te pasa? - gruñí poniéndome en pie en el momento en que me arrojó el anillo a la cara. Lo cacé al vuelo antes de que me diese, entendiendo enseguida lo que pasaba al ver la piedra roja engarzada en la joya. Era el anillo que nos dio Shyvanna a los dos, el Sodoma. Justo lo que hizo que nos acercáramos la noche de bodas. Tarde o temprano lo iba a descubrir, pero no por ello dejaba de molestarme que se hubiese enterado. ¿Cómo lo habría descubierto?

La palabra mentiroso me golpeó como un látigo, haciéndome reaccionar rápidamente. Podía manipular en otras ocasiones, mentir si era necesario, pero esa vez no había sido así. Yo tampoco sabía lo que había sucedido hasta que me lo dijo Shyvanna.
- No te atrevas a llamar mentirosos a mis hermanos. Ni siquiera sabes nada de la relación que tenemos porque no estás interesada en conocernos. Mi hermana lo hizo por nuestro bien, yo me enteré después.  Al menos nuestras "mentiras" tienen una utilidad, no como tus encuentros furtivos y tus ilusiones para nada - rodeé la mesa del despacho para ir hacia ella, todavía con su anillo en mi puño cerrado. ¿Qué más daba que hubiese sido por el anillo? ¿A qué venía toda esa indignación?

- No seas hipócrita, Catherine. ¿acaso te habrías acercado a mí de otro modo? ¿Habríamos conseguido el fin que perseguíamos si no nos hubiésemos dado prisa? - debería estar agradecida, pero me mordí la lengua lo suficiente para no decirle que su hijo estaría muerto si no fuese porque el maldito Sodoma consiguió el resultado deseado. Lo que no me esperaba para nada era que se hubiese enterado por un beso de Shyvanna. Mi ceño fruncido pasó a una expresión de confusión al imaginarme la extraña escena. Retrocedí unos pasos para volver a sentarme frente al escritorio, como asimilando todo lo que me estaba soltando. Cuando me di cuenta Catherine ya se había acercado a la mesa, plantando una mano en la superficie en un gesto que parecía clamar superioridad. No supe si fue por su proximidad, por su aroma o porque el puto Sodoma aún seguía activo, pero tuve que contenerme para no responder al arrebato que me pedía ir a por sus labios. Tal vez sólo estaba cabreado y quería
hacerla callar como fuese.

- Tranquila, no me voy a traumatizar porque no te atraiga, si es lo que esperas que te diga. - repliqué de manera mordaz, entornando los ojos igual que ella había hecho. No quería reconocerlo, pero sí que me molestaba un poco que esa fuese la única manera en que ella se acercase a mí. A estas alturas yo ya no necesitaba del hechizo para querer tenerla en mi cama, no eran las mismas circunstancias que en la noche de bodas.

- ¿Tú te crees que me he parado a pensar si me hace sentir bien o no? no sobreanalizo lo que siento, al contrario que tú. Actúo, hago lo que tengo que hacer. ¿De qué sirve pensar tanto en lo que sientes? tal vez por eso Morgana la había dominado, porque ella misma se dejaba llevar por los sentimientos más de lo que quería reconocer. Por eso no hacía más que recurrir a la fachada de las ilusiones para modificar todo a su alrededor. Era incapaz de hacerlo de otro modo.

- Pues a partir de ahora reacciona como te dé la gana. - Arqueé una ceja cuando me dijo que le diese mi anillo. Únicamente solté el que ella me había dado, dejándolo sobre la mesa. No lo iba a coger, lo había despreciado. - No. - respondí a lo de darle el anillo, desafiante. - Es un regalo de bodas de mi hermana. Quítamelo tú si puedes. - tras eso me puse en pie, haciendo evidente nuevamente la diferencia de altura. Ni retrocedí ni un paso. Si quería distancia que la pusiese ella.

Que no los llamara mentirosos… que no… En ese instante se dio cuenta de algo, al recordar cómo Gwen había acudido a ella a pedir disculpas por los compromisos del Yule, siempre mirando por encima de su hombro con precaución; Wthyr creía firmemente en sus hermanos y estaba ciego.  Frunció el ceño con suavidad, tratando de recolocar sus pensamientos y sensaciones y lo miró a los ojos intentando descifrar lo doloroso que sería para él descubrir que sus hermanos no eran exactamente lo que él pensaba. Pero se calló. No era su puesto ni posición decir nada de sus hermanos aunque en el fondo… quizás en el fondo le escociera eso de que no quería conocerlos, que se lo echara en cara cuando le había dicho entre lágrimas el por qué… pero metió esos sentimientos en el fondo de su mente, abajo, apretados contra una pared olvidada para dejar que su ira flotara libre -¡Te enteraste después y NO ME LO DIJISTE. Lo usaste sin mi consentimiento. Si tanto costaba podría haberme convertido en cualquiera… ¡En cualquiera! ¿Las prefieres rubias?- En cuanto mencionó aquello, su cabello mutó a una densa melena de color oro -¿Pelirrojas? ¿Con más curvas? - A medida que hablaba su propio cuerpo se transformaba en lo que decía pero luego volvió a su forma natural -¡En CUALQUIERA!-  Repitió pensando que quizás podía tomar hasta la forma de Layla pero no lo hizo -Estamos juntos en esto. Y usaste algo sobre mí, me hechizaste-

Tensó la mandíbula al verlo acercarse. Había cogido el anillo. No había tenido la satisfacción de hacerle el daño que quería. Maldito Pendragon. Maldita toda su fam… cortó el pensamiento. Después de todo, en efecto estaban malditos y, encima, ella era su familia. Aquello la hizo sentir profundamente incómoda -Sabía lo que tenía que hacer desde el momento en el que te pedí que te casaras conmigo- Le espetó, como toda respuesta y cuando resaltó aquello de que...si no se hubiesen dado prisa… aquello la hizo dar un paso hacia atrás, tragó en seco. Aedan. Había hecho todo eso por Aedan -No me arrepiento de nuestra noche de bodas. No es eso de lo que estoy hablando- Dijo en un tono quizás más calmado pero tenía los puños cerrados.

Al menos la información sobre el abuso de su hermana pareció noquearlo lo suficiente para hacerlo sentarse en la mesa así que Catherine volvió a venirse arriba y cuando Wthyr habló sobre su atracción la morena se llevó las manos al rostro, restregándoselo con frustración -¡No es eso!- Gritó, arrepintiéndose inmediatamente de las palabras -¡Hablas todo el rato de confianza y has utilizado esto contra mi! ¡Podrías habérmelo dicho!- Porque no iba a mentir. ¿Para qué? Aquellos encuentros hacían que su mente divagara y se olvidará de todo, de todo… y solo se concentrará en la magia que fluía por ella y en su liberación. Era como danzar sin ninguna de las ataduras que se forjaba ella misma.

Sobre analizar… si, ella… hacía eso pero la forma en la que se lo dijo, menospreciando sus propios sentimientos hizo que Catherine se cerrará en banda y lo observará con frialdad-¿Y tú sientes algo? ¿Lo que sea?  Sino fuera porque he escuchado tu corazón pensaría que no tienes- La bruja era consciente de que aquellas palabras estaban hechas para herirlo. O eso creía… si es que realmente le importaba una mierda algo más que la unión mágica que poseían. Negó para sí misma, estaba claro que no. No le interesaba nada más que el poder. Había visto su ambición.

-No tengo que reaccionar a nada. Ya estoy embarazada- Como si aquello fuera el dictamen que acabará con la discusión. No obstante, Wthyr se negó a darle el anillo y la morena sintió que algo hervía en su sangre. ¿Planeaba usarlo de nuevo? ¿Quería tener una carta bajo la manga? Sintió que su respiración se volvió más pesada y era muy consciente de que el aire a su alrededor se había espesado por el simple reto que había puesto ante ella -No voy a dejar que me conviertas en tu puta encantada. Es lo más bajo que has podido caer- Al menos, en lo que ella respectaba porque se sentía tanto rechazada como violada. Fue a por su mano, importándole una mierda la diferencia de altura, la diferencia de fuerza y en cuanto tuvo contacto con él empezó a utilizar esa nueva habilidad de absorción, ignoró el murmullo y el ronroneo de la magia, ignoró todo lo que su cuerpo sentía al respecto, le dijo a su magia que hoy no quería jugar ni experimentar… es más le dijo que aquello se había acabado...Solo quería cansarlo, frenarlo y dejarlo exhausto para que no pusiera resistencia y así quitarle el anillo fácilmente, así que empezó a forcejear gruñendo.

8/10

Inspiré profundamente, cerrando los ojos un instante antes de volver a abrirlos para contestar. Estaba tratando de no irritarme en exceso, aunque era difícil por las formas de ella. - Pues claro que no te lo dije. No habría cambiado nada. Habrías reaccionado exactamente igual que ahora. - respecto a lo demás...no tenía ni idea. Ni siquiera tenía que ver con su físico o con un prototipo específico de mujer. Por eso no tuve otro remedio que dejar escapar un sonido irónico, acompañado del mismo tipo de sonrisa. Daba la impresión de que sentía su orgullo "herido" por pensar que no era mi tipo. La demostración a base de diferentes ilusiones con forma de mujeres me dio la razón.

- ¿Te sientes insegura con tu físico y por eso crees que prefiero otro tipo de mujeres? ¿Crees que por eso no me molestó lo del Sodoma? - alcé levemente la barbilla sin borrar de mi rostro la expresión de "ya entiendo", casi como si me diese satisfacción el haberlo adivinado. - Claro...es más fácil pensar eso que acordarte de que acababa de perder a mi abuela, y de que ni tú ni yo estábamos en el mejor momento para cumplir con lo que debíamos. Te estoy hablando de esa noche, no de las demás. - que lo interpretase como quisiera, si es que ese orgullo estúpido no le nublaba la razón. Rodé los ojos cuando volvió a repetir eso de que la hechicé, ignorándolo para no decir nada más. Interpreté que hablaba del resto de noches, pero hasta ahora tampoco lo había dicho claro. Decidí obviarlo también, no quería reconocer delante de ella que en las siguientes ocasiones había decidido seguir con el anillo porque me estaba empezando a resultar adictivo. Me temía que ya no era sólo cosa del hechizo, que los deseos de tomarla respondían a otros motivos.

Solté un sonido de desdén cuando dijo que se lo podía haber dicho...como si sirviese de algo. Era absurdo pensar que se lo iba a tomar bien, que no iba a indignarse tal y como estaba haciendo. Le clavé una dura mirada cuando se atrevió a juzgarme con aquellas preguntas sobre si sentía algo. Que no me pasase el día hablando de ello o pensándolo no quería decir que fuese un autómata carente de emociones. Simplemente lo llevaba de otra manera. Silenciaba lo que sintiese, o mantenía un monólogo interno.

- Pues mejor. Sin corazón no hay nada que apuñalar. - sabía que con sus palabras pretendía hacer daño, pero no la iba a dejar que lo consiguiese. Estaba claro que no podía bajar la guardia con ella, ni siquiera ahora que estaba embarazada. Dudaba incluso que le interesase cualquier cosa que llegase a contarle más a fondo. Ella ya tenía suficiente con sus dramas familiares. Los nuestros le eran indiferentes, y no me creía que fuese porque temiese hacer lazos para luego perder a más gente. Se me vino una famosa frase a la mente, la cual murmuré antes de negar con la cabeza. - Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? - Decidí marcharme y dar por finalizada la conversación tras eso y mi negativa de darle mi anillo, levantándome de la silla con la intención de ir hacia la puerta. Pero no, una vez más estaba empeñada en llevarme la contraria. -¿Qué te crees que estás haciendo? no te pertenece. - la reprendí de manera amenazante en cuanto se lanzó a por mi mano tras la frase lapidaria de que había caído bajo.

Si no le daba el anillo era porque no me daba la gana, no porque quisiera una puta encantada como ella decía. Cerré el puño para evitar que me lo quitase, cogiendo su muñeca con la mano libre. Mis ojos se encontraron con los suyos en un gesto de sorpresa en cuanto noté que estaba haciendo aquello de absorber energía mágica. Jadeé un momento como si me faltase el aire, y enseguida contraataque. Si pensaba que iba a salirse con la suya iba lista- No juegues con cosas de mayores...- susurré roncamente acercando mi rostro a su oído mientras hacia la maniobra inversa, tratar de absorber su energía mágica con la intención de utilizarla en su contra.

Podía interpretar, por su forma de respirar, que estaba intentando no perder el control. Pero por un momento quería verlo así… enojado, sacado de quicio. ¿Eso era lo que implicaba ser un Rey? Simplemente no permitir que nada le ofuscase. Era una existencia horrible. Frunció el ceño -¿Y? Tuve que enterarme por tu hermana. Y de la forma más…- Le recorrió un escalofrío -Me habrías engañado toda la vida. ¿Eso es lo que me estás diciendo?- No entendía a qué venía esa estúpida sonrisa que estaba dibujando en su rostro, una que ya había visto en varias ocasiones y que parecía ser la única que realmente conocía. ¿Habría sonreído de verdad alguna vez? Tensó la mandíbula en cuanto sus preguntas calaron hondo. Catherine sintió como si se hubiese quedado desnuda delante de él y, siendo consciente de que aquello envolvía una gran verdad apartó la mirada, sin responder, sus mejillas se colorearon casi de forma inmediata y el sonrojo siguió avanzando hacia la sien e incluso bajó hasta su cuello. Ian lo sabía, Ian conocía todas sus inseguridades. ¿Por qué creía que vestía como vestía? Mantuvo el silencio y se perdió su mirada de superioridad al dar en uno de los clavos de su baja autoestima.

-Y yo te estoy hablando de esas en las que lo usaste a propósito. Shyvanna me dijo que no sabías nada el día de la boda. Y eso explicaría muchas cosas- Como lo directo que ambos habían caído en los brazos del otro de un momento a otro. O… la actitud de Wthyr al principio. Trató de no recordarlo pero, en el fondo, casi estaba agradecida de saber que él había estado hechizado sin saberlo… que esa actitud no era propia. Si lo analizaba en perspectiva, el Pendragon se había regodeado en ella en las noches posteriores marcando una grata diferencia de su primer encuentro. Se cruzó de brazos, incómoda ante ese tipo de pensamientos.

Soportó su mirada y odió que no se sintiera ofendido, que ni siquiera se hubiese estremecido o movido con esas palabras. Su respuesta no se quedó corta y Catherine frunció el ceño -Entonces… ¿Por qué vives? ¿Qué te motiva a despertarte cada día?- esta vez, su curiosidad era genuina. Ella tenía solo una razón: Aedan. En Ian prefirió no pensar en ese momento, escondió el dolor muy abajo.  Ya poco le importaba el Consejo u otra cosa. Había paz, una rara paz, pero el mundo estaba estable. Al oírle hablar en latín arqueó una ceja, esas palabras le querían sonar de algo pero no lograba ubicarlas así que soltó un "tsk" -¿Y tú cuándo vas a dejar de mentirme?- espetó, molesta de verlo darle la espalda.

Le causó casi hasta gracia la sorpresa de Wthyr cuando fue a por el anillo. Él había puesto un reto y ella estaba allí para tomarlo. Clavó su mirada en la contraria, con ojos ardiendo de furia. Sus palabras dispararon algo en ella que no logró ubicar pero su boca se abrió antes de siquiera pensar - Tú eres mío. Me perteneces. Y todo lo que te pertenece es mío por derecho- Disfrutó apenas un momento de ver la sorpresa en sus ojos aunque sus dedos sobre su muñeca ardían.  No era común, para nada, pillar a Wthyr con la guardia baja pero si creía que podía lanzarle un reto e irse estaba muy equivocado. Sintió la resistencia y luego la absorción como si una ola la hubiese arrastrado y contuvo un gemido, que aunque murió en su garganta, hizo eco en el despacho. Clavó los ojos en la pared y cuando el Pendragon se inclinó para hablarle al oído, sintió que algo dentro de ella se derretía porque no pudo evitar que los recuerdos de las cosas que habían hecho juntos, de las cosas que le había dicho al oído se enrollaran en su centro y vibraran por todo su cuerpo. Tensó los labios como gesto de reprendimiento para sí misma -¿Por qué? ¿Está funcionando?- Inquirió también contra su oído y aunque sus dedos no paraban de querer quitarle el anillo, la cercanía estaba poniéndola muy nerviosa. Quizás… debía apartarse un poco. Sí, su aroma era… traía de nuevo esas memorias que le sacudían el cuerpo.

Tomó una larga inspiración recordando que esa habilidad conjunta… estaba hecha para potenciarse, no para lo que estaba haciendo. Escuchaba su corazón, el de él, sentía la oscuridad moverse, sentía la familiar presencia del Sanguis y sus mentes empezar a buscarse. Dejó de mover los dedos para buscar el anillo, era curioso sentirse tan poderosa y tan débil al mismo tiempo.  Subió la mano libre para cogerse del hombro de Wthyr solo porque temía que sus piernas iban a ceder  - Suéltame - Le ordenó y apartó la cara, se echó hacia atrás con pasos un poco endebles y cuando subió la vista hacia su rostro se concentró en buscar aunque fuese un ápice de comprensión en ellos, algo más que solo frío. Quería contar con él, porque no tenía a nadie más que entendiera por lo que estaba pasando pero no encontraba una forma de hacerlo que no fuese física  y ella no podía vivir así -Si tienes alguna otra cosa que decirme, hazlo ahora- Algo le pesaba en el corazón y era el simple hecho de recordar cómo le había atacado. Le había dicho que había caído bajo y, sin embargo, había sido ella la que había ido a por él presa de la ira. Sabía que estaba palideciendo con cada segundo que pasaba y bajo la mirada hacia su muñeca -No debí usar nuestra conexión para eso… lo siento- Reconoció, pero no lo miró solo tiró de su mano para que la soltara.

9/10

Aquello de engañarla toda la vida sonaba excesivo, pero tampoco procedía responder que sólo mientras fuese necesario. Guardé silencio. Que pensase lo que quisiese al respecto, tanto en un sentido como en otro. No quería justificarme más por algo que en el fondo ella también había disfrutado, aunque fuese una mentira. Después fue ella la que dio el silencio por respuesta, aunque su rostro la delató. Su sonrojo me hizo darme cuenta de que había acertado, que realmente tenía inseguridades sobre su cuerpo. Era absurdo, no tenía ningún motivo real para ello. En mí estaba provocando un extraño efecto, mezclándose las ganas de rebatirle cada argumento con los pensamientos de tirar todo lo de la mesa para ponerla encima. El Sodoma...¿Cuánto más iba a durar?


- Había que seguir intentándolo. Ni siquiera sabíamos si habías logrado concebir. - mentí a medias, porque no todas las veces fue pensando en eso. Era por instintos más básicos, por pura lujuria y necesidad de sentir otra vez ese torrente explosivo de magia. - ¿Acaso ha sucedido algo desde que nos dieron la noticia? no - no había pasado nada en absoluto, pero entre unas cosas y otras tampoco había tenido mucha oportunidad para intentarlo. Ella siempre lograba irritarme o removerme, de un modo u otro. Como cuando hizo que me cuestionase por qué vivía, haciéndome pensar en cosas que no me había planteado o que había preferido no pensar. ¿Por qué? ¿Para cumplir mi cometido? ¿Por mis hermanos? ¿Para restaurar la gloria de los Pendragon? ni siquiera yo lo tenía claro. Maldita Le Fay. Por mi expresión tuvo que notar que aquella pregunta no me había gustado lo más mínimo, pero reaccioné como pude a pesar de que me había dejado pensativo.


- ¿Cortar cabezas y arrasar aldeas cuenta? hace tiempo que no lo hago, debería recuperar las buenas costumbres. - hubiese dado todo por concluido en ese punto de no ser por su testarudez con lo de quitarme el anillo y con lo de que le había mentido. - Déjalo ya. - Aquella agresividad en su mirada y sus palabras posesivas me hicieron dudar por un momento de si Morgana había vuelto a la carga, pero no. Seguían siendo sus ojos. Estaba tan sorprendido como indignado por ese modo de hablarme. - Entonces asumes que también me perteneces...vamos progresando. - cerré el puño de la mano del anillo con más fuerza a pesar del vaivén de energía de uno a otro, y seguí tratando de drenar su energía e incluso de tomar sus poderes mentales para convencerla de que se estuviese quieta.

- No empieces un combate que no puedas acabar. - Aún así no lo lograba, no podía concentrarme lo suficiente. Mi mente estaba dispersa entre tratar de derrotarla, canalizar el flujo de magia desbocado y... tratar de no sucumbir a otro tipo de instintos. No me di cuenta, pero ya estaba muy cerca de ella cuando alzó la cabeza para pedir que la soltase. La estaba devorando con la mirada hasta que me percaté de lo que me estaba diciendo.

Acabé soltando su muñeca al entender que ella ya no quería seguir luchando, que la estaba debilitando demasiado. Dejé escapar un sonido de frustración, abriendo la mano en la que llevaba el anillo, sujetándola a la altura de los codos con firmeza para que no se alejase ni se cayese. ¿Qué más tenía que decirle? - No soy lo que esperas, pero tampoco el monstruo que crees. - o tal vez sí, si consideraba "monstruo" como alguien que no podía hacerla feliz ni se parecía a lo que había dejado en su casa.

Tampoco pensaba usar más el anillo para forzarla a hacer algo que ya no quería porque había descubierto la mentira. Lo que me descolocó por completo fue que me pidiese perdón. Estaba acostumbrado a pelear, no a que se disculpase. Eso me desarmó para seguir replicando. La hice retroceder de espaldas hasta la mesa del despacho, haciendo que se apoyase ahí mientras mis manos se dirigían hacia sus caderas y mis ojos alternaban brevemente entre los suyos y sus labios. Me acerqué a ellos mientras mis manos subían por su espalda, pero finalmente sólo llegué a rozarlos. Sobre la mesa sonó el sonido del metal contra el de la madera, acababa de quitarme el anillo para dejarlo ahí.

- Se acabaron los trucos, por mi parte y por la tuya. A partir de ahora que pase lo que tenga que pasar. - tras eso hice un esfuerzo para separarme, retrocediendo dos o tres pasos de espaldas para alejarme de ella. - Ah, los anillos siguen siendo míos. No me los quites. - señalé con la cabeza al par de anillos que estaban en la mesa. Ya los guardaría a buen recaudo, si lograba marcharme de allí con todo el caos mental
que llevaba encima.

Después de buscar a su hermano por quién sabe cuánto tiempo, los lugares se le estaban acabando. Había ido hasta a las salas de reunión de todos los linajes por saber si estaba organizando algún tipo de estrategia para las conquistas y sólo le quedaba un lugar al que ir: Su despacho. Por un momento pensó que ese debería haber sido el primer lugar al que debía ir pero solía ser...reticente. Era el sitio al que su padre solía llamarlos cuando les regañaba así que… Le tenía manía.

No obstante, siendo el último recurso apareció allí mirando a Wthyr a dos pasos de Catherine. A la última sonrojada, acalorada y quizás un poco dispersa. Su hermano parecía igual y Shyvanna puso morritos -Ummm… Seguís con ropa. A esta altura pensé que si estabais juntos os iba a encontrar en plena faena- Se llevó las manos a la cadera y empezó a acercarse a Catherine, aún tenía esa intoxicante aura que la llamaba. Sonrió de lado -¿Compartes?- Le preguntó a su hermano con un tono pícaro pero  entonces miró el escritorio donde se encontraban los dos anillos. Tensó los labios y miró a Wthyr a los ojos -Lo siento- Le dijo con absoluta sinceridad, y le habló sólo a él porque aunque Catherine aún estaba allí tras lo que le había dicho ya no le apetecía ayudarla aunque sí deseaba… -Se lo pregunté a ella, pero no me respondió… ¿Sus ojos brillan? ¿Cuándo llega?- Preguntó alzando varias veces la cejas.

Soltó un “tsk” con lo de seguir intentándolo -Lo sé...Lo sabía- Expresó y negó con la cabeza sin entender cómo había sido de estúpida de no percibir que esa atracción era un hechizo. Quizás era porque ella lo consideraba atractivo. Fue un pensamiento que la hizo parpadear un instante y cuando lo miró comprendió que sí...Por eso le había parecido fácil. Más allá de la frialdad de su mirada; sus facciones, su cabello, su altura y su perfume… La forma de sus labios y hasta el tono de su voz, detalles que había ignorado hasta ese momento le golpearon como un Centinela. Tenía un aire parecido a Ian pero, al mismo tiempo, era absolutamente distinto. ¿Tenía ella un “tipo”? Tragó en seco y cuando indicó que nada había pasado desde la noticia, asintió brevemente. Un medio para un fin, aunque eso no implicaba que no le hubiese dicho nada. Aún esperaba que le pidiera disculpas, pero sabía que era algo que no iba a llegar.

Notó su incomodidad ante la pregunta y Catherine no bajó la mirada ni un instante...Que enfrentara lo que tenía que enfrentar, la estúpida y vacía realidad de su vida. Ella podría ser impulsiva y dejarse llevar por sus sentimientos pero sabía qué era lo que la motivaba a seguir viviendo, a seguir despertándose cada mañana. ¿Qué tenía él que decir? -El sarcasmo es un mecanismo de defensa para no enfrentar lo primero que te ha venido a la mente cuando te he hecho esa pregunta, Wthyr- Estaba claro que… Joder… Se cruzó de brazos de nuevo, incómoda. Tampoco le gustaba enfrentar sus demonios internos. Cada vez estaba más segura de que tenían tanto en común que daba miedo. Pero eran demasiado orgullosos para reconocerlo. El silencio era su mejor herramienta.

La forma en la que usó sus propias palabras en su contra hicieron que se le revolviera el estómago. Se le quedó mirando un momento con el mismo gesto que él: sorpresa e indignación. ¿De dónde habían salido esas palabras? No había tenido filtro alguno, era simplemente lo que había pensado en ese momento.

En un mundo donde nadie entiende.
Es bueno encontrar alguien que finalmente lo haga.

Era el único que cargaba el peso y el dolor de la maldición. El único que conocía realmente el peligro al que sometía a Avalon y a los Pendragon con su mera existencia. El único que había apenas saboreado el odio de Morgana hacia ellos. Y que había vivido, visto, sus miedos. Había logrado conocerla incluso más rápido que Ian. Un parpadeo más tarde reconectó con lo que le estaba diciendo Wthyr  -Ninguno de los dos podrá- Porque ambos poseían el mismo nivel de canalización mágica y la estupidez que había cometido podía drenarlos lo suficiente para dejarlos de cama. Era una impulsiva, irracional que había puesto en peligro no sólo sus vidas sino también la de Aedan y todos sus hermanos. Tenía que...aprender a controlarse. Sentía la respiración más pesada y cómo el aire a su alrededor se había cargado de energía, de magia y de tensión por el juego de poderes que tenían en ese momento y, quizás, por algo más. Sus ojos quemaban pero Catherine reconoció en su mirada la misma intensidad que la noche de bodas y repitió que la soltara.

Se agarró de sus antebrazos cuando la cogió de los codos y escuchó sus palabras negando con la cabeza -¿Alguna vez te llamé monstruo? Te he llamado muchas cosas… - Preguntó, porque realmente no lo recordaba. Le había llamado mentiroso, imbécil, y otros insultos más pero monstruo...No estaba segura porque realmente ella no creía que fuera un monstruo. Había cosas peores que un ególatra pedante. Caminó hacia atrás al mismo ritmo de su acelerado corazón y se apoyó en la mesa sintiendo las manos de Wthyr descender por su cintura y mientras una parte de ella quería abrir las piernas para hacerle espacio y sentir su calor, su cuerpo contra ella, rememorando noches anteriores; la otra se mantuvo quieta mientras intentaba entender lo que estaba sucediendo. Notaba su mirada, notaba su deseo, notaba todo lo que dejaba entrever y eso la hacía sentir… ¿Mujer? ¿Poderosa? ¿Sexy? Cuando sus dedos subieron por su espalda se arqueó un poco ante su toque, sintiendo que la piel se le erizaba y que ella tampoco podía quitar sus ojos de él.

Era pecado. Era peligro y oscuridad. Poder.
Era todo eso que se había prohibido.
Y aún así le resultaba profundamente tentador.

Pero no hubo más que el roce de sus labios, que descargó sobre ella un torrente de magia que encendió su sangre pero se detuvo en el instante en el que el sonido del anillo al caer la devolvió a tierra. Mantuvo su mirada sobre la de él escuchando aquello de los trucos mientras se humedecía los labios, como saboreando lo poco que había dejado en ellos -De acuerdo- Y al verlo alejarse inspiró un poco, lentamente. ¿El Sodoma también le afectaba a ella? ¿Cuánto duraba? ¿Era eso, no? ¿Era esa su influencia? ¿O era ella?  Miró hacia la mesa por encima de su hombro cuando mencionó lo de los anillos, asintiendo con suavidad pero entonces apareció Shyvanna.

La aparición y las palabras de Shyvanna fueron como un baño de agua fría que apagó cualquier llama de deseo y en cuanto la vio tomar un paso hacia ella, Catherine se incorporó de un exagerado respingo y borró esos pasos de distancia que había entre Wthyr y ella para ponerse a su lado cogiendose de su brazo y apretándolo. ¡Qué controlara a su hermana!  Sin embargo, cuando soltó aquella estupidez de compartir, la bruja sintió que se le paralizaba el corazón. ¿Cómo se atrevía? Miró a Wthyr estupefacta, esperando que no se le ocurriera decir alguna cosa fuera de lugar ni que Shyvanna cogiera los anillos. Los atrajo hacia ella con un movimiento de mano y los metió en el bolsillo del pantalón de Wthyr. Confiaba mucho más en él de lo que podía hacerlo en Shyvanna. Estaba loca. La siguiente pregunta hizo que se sonrojara de nuevo, de una forma tan evidente que la estúpida Pendragon soltó una carcajada que Catherine sintió como pequeñas dagas clavándose bajo sus uñas.

No iba a soportarla un minuto más y aunque aún se sentía levemente mareada soltó a Wthyr, se giró sobre sus talones y salió del despacho sin mediar palabra. Tampoco quería saber si él tenía el descaro de contarle sus intimidades  a su hermana. Tenía que ir a prepararse para el banquete con los Lothbrock y, también, organizarse mentalmente porque todo lo que había pasado en ese despacho le había dejado la cabeza zumbando. Se miró las manos un momento y tensó los labios. Había querido usar la única ventaja que tenía para debilitarlo y ganar. ¿Era ese el hogar al que quería que vinieran sus hijos? Se llevó las manos a los ojos con un gesto estresado mientras seguía caminando hacia sus aposentos.

¿Qué era lo que se supone que iba  a hacer ahora?
Bueno, en principio podía mantenerse físicamente alejada de Wthyr  y evitar el contacto físico. Eso ayudaría. Controlar a su magia que, ante su ausencia, parecía ponerse famélica.
Tenía que controlar esa adicción.

Se detuvo y miró al primer guardia que tenía cerca, apenas a un par de pasos así  que suspiró -¿Puedes guiarme a mis aposentos? Aún me pierdo- Murmuró, no le importaba reconocerlo. Era un castillo gigante. Así que poco después desapareció por los pasillos de camino a su habitación, donde deseaba que le esperara un gran baño caliente.

10/10

Catherine tenía esa capacidad para incomodarme y hacerme pensar más de lo que quería, de darme respuestas que no esperaba ni había pedido. En definitiva, tendía a sacarme de quicio y me tocaba poner la fachada de que no lo hacía. Tal vez no fuese muy difícil darse cuenta de que el sarcasmo era un mecanismo de defensa, pero ella se había dado cuenta de los momentos en los que lo usaba. De todos modos tampoco le había mentido con lo de arrasar aldeas, pero no era realmente un motivo válido de existencia. ¿O sí?

- Siempre puedes leerme la mente, si no te gusta mi respuesta. - la reté ya casi por vicio, porque tampoco me apetecía que se metiese en mi cabeza. A mi sin embargo sí que me gustaría volver a meterme en la suya, aunque fuese un sitio bastante oscuro y lleno de demonios. Tenía bastante con los míos, pero los suyos también me llamaban la atención...

El momento de la canalización mágica se convirtió en una intensa lucha de voluntades y miradas, un enfrentamiento por ver quién podía más. Al final tuve que soltarla, pero me quedé con aquello de que no me había llamado monstruo. Tal vez lo pensase, o me hubiese llamado otras cosas a solas. Eso no lo descartaba. Nada de eso cuadraba con el gesto que había hecho con sus labios cuando me alejé de ella, tras llevarla contra la mesa y dejar el anillo sobre ésta. El Sodoma no estaba influyendo sobre Catherine en ese momento, así que sospeché que no eran todo imaginaciones mías. Necesitaba probar qué pasaba sin él, a pesar de haberme resignado a que ya no sucedería nada más. Era una idea que me molestaba. Iba a decir algo más después de aquello de que no tocase mis anillos, pero en ese preciso instante apareció Shyvanna.

- Muy oportuna. - protesté entornando los ojos, soltando un sonido de desaprobación por eso de que esperaba encontrarnos sin ropa. No parecía importarle mucho que se hubiese revelado el secreto. Aún así no quería creer que mi hermana lo había dicho para fastidiarme, se le habría escapado sin querer. Me erguí un poco más cuando Catherine se aferró a mi brazo como buscando protección, pareciéndome curioso que prefiriese acercarse a mí a pesar de haber discutido. Probablemente tuviese más miedo a que Shyvanna volviese a besarla sin permiso. Quedó más que confirmado al verla coger los anillos para guardarlos en mi bolsillo, a sabiendas de que ya no volvería a usarlos porque lo había prometido.

- Sabes que no comparto ni la comida. - repliqué rápidamente a mi hermana, que por lo que sabía si se le daba bien eso de compartir. Prefería no conocer demasiados detalles, sólo lo necesario. De todos modos era una simple provocación con la que ella bromeaba, me parecía una aberración que Shyvanna pensase en compartir amante y cama con su hermano. - No lo sientas. Se habría acabado enterando igualmente. - también fui completamente sincero, aunque aquello me hubiese costado una discusión. Otra más de todas las que ya llevábamos. Mi expresión apenas varió por la pregunta de si le brillaban los ojos, simplemente hice un gesto con la barbilla hacia Catherine para que mi hermana se fijase. Le brillaban a menudo, era imposible que no brillasen con aquel inmenso torrente mágico recorriendo su cuerpo. - ¿Tú qué crees? - evidentemente sí, sólo tenía que observar. Esperaba que no siguiese preguntando, por mucho alzamiento de cejas que hubiese. Fruncí el ceño con gesto disgustado después de que Catherine se marchase, pensando en la situación tan poco propicia que había quedado para antes del banquete Lothbrok. Después suspiré con exasperación, volviéndome a Shyvanna.


- Contente un poco. Ha venido alterada porque la has besado y diciendo cosas como que nos llenamos la boca de confiar entre nosotros para luego mentir. - metí mi mano al bolsillo, donde la morena había dejado los anillos. A partir de ahora se quedarían en un cajón. - Además...los anillos ya cumplieron su cometido. Está embarazada. - le comuniqué la noticia escuetamente, al menos parte de la información. Lo del mellizo bastardo aún me removía por dentro. Tampoco sabía cómo contarle aún todo el asunto del espíritu de Morgana. Apoyé la mano en el marco de la puerta, dispuesto a marcharme si no tenía nada más que decir.

-Dicen que es un don- Le guiñó el ojo a su hermano mayor con eso de que era "oportuna". Pues mira, si. ¿Qué podía decir? Y si no lo era, buscaba serlo. Cómo esa vez con Da Vinci o… sus pensamientos se desviaron un poco hacia… otras cosas que habían sucedido pero sin perder pista de todo lo que sucedía en aquella habitación como el movimiento de Catherine hacia él y encima ocultando los anillos. Frunció suavemente el ceño, sin comprender demasiado la relación de ellos. ¿Tenían alguna especie de tregua? Sabía que su hermano tenía que soportarla por todos ellos. Pero… ella era tan… -¿Y que te tengo dicho?- Le cuestionó sobre la comida -La felicidad compartida vale doble- si ya lo sabía ella y mucho.

-Vale. Pues entonces, solucionado- Si no quería aceptar sus disculpas allá el. Giro la vista hacia su bolsillo  un momento antes de que Wthyr "respondiera" a su pregunta. Shyvanna simplemente asintió, era interesante. No recordaba a nadie que le sucediera eso. Pero si implicaba magia… ¿O era su tipo de magia? Hizo una mueca con los labios pensativa. Una sonrisa pícara se le deslizó en los labios antes de que la risa estridente inundará la habitación y Catherine acabará yéndose -Frígida- Puso los ojos en blanco y se llevó las manos a la cadera.

-¿Que me contenga? Ha recargado el sodoma por equivocación. La estaba buscando para ayudarla con el banquete … ¡Encima que hago UNA COSA buena! Me sentí atraída y pensé que ella sabía lo que era el Sodoma, Wthyr. Por ende.. - Alzó los hombros con suavidad - Pensé que quería jugar. Además… fue un beso. No es para tanto-  ignoró lo de las mentiras, por el momento prefería mantenerse un poco alejada del tema porque dudaba que el resto de sus hermanos aceptará de la misma manera que Darren bueno… su… ¿Relación? Se llevó una mano a la sien, sintiendo de pronto un poco de dolor de cabeza -Quizás es que beso mejor que tú y ha quedado prendada de mí. Tengo ese efecto en la gente…- Pensó en darle un tip -Tienes que construir el beso, Wiwi. Darle magia, encanto, misterio. El beso es la cereza del pastel... ¿Sabes cuántas hetero son ahora bisexuales? Quizás tienes una en tu lecho pero no lo sabe aún. No tiene pinta de tener experiencia de nada. ¿Es fácil de llevar en la cama? ¿No te exige mucho, no? … En fin… que me mordió la lengua con fuerza, obtuvo su venganza. Que no se queje -  sacó la lengua y le mostró a Wthyr pero como su magia la había sanado ya no había nada.

No obstante, la noticia del embarazo hizo que lo mirara un momento sorprendida. En el fondo de su corazón, había algo… sentimientos encontrados. Tercera esposa, tercer hijo. La maldición de momento no se había cobrado a nadie más. ¿Sería suficiente? ¿Cuál era el verdadero futuro de su hermano mayor? Se acercó a él y le puso las manos en los hombros. El hecho de que Catherine llevará a su sobrino en el vientre la hacía indiscutiblemente familia. Es como si de pronto, un sensor se hubiese activado en la rubia -Saldrá bien, tiene que hacerlo. Es su segundo bebé..  ya tiene experiencia- Subió una mano a su mejilla y la acarició con suavidad -Felicidades, te lo mereces… te… - Recordó la conversación que habían tenido tras el Holmgang y su mirada se endulzó - Creeré por los dos- Le repitió acercándose para dejarle un beso en la mejilla.

Se alejó un poco -Adviertele que hoy tendrá que beber sangre. ¿Cuenta como doble buena acción si no la tolero nada?- Sonrió de lado pero no espero respuesta y desapareció.

- Pues al parecer ella no tenía ni idea. Y yo tampoco me di ni cuenta al principio. La noche de bodas fue... - un descontrol total. Al principio parecía más una lucha que otra cosa, con robo de energía e intento de estrangulamiento incluido. Después mejoró todo bastante. Acabé haciendo un gesto como queriendo decir que mejor que no supiese más detalles. Alcé una ceja cuando mencionó aquello de que besaba mejor que yo, aunque no dudaba que lo hiciese bien teniendo en cuenta que Shyvanna había hecho muchas prácticas variadas. - No podía entretenerme en cerezas para pasteles, entre el Sodoma y la maldición no había tiempo para recrearse tanto. - en resumen, que había sido más instintivo, apremiante y salvaje que otra cosa. Y ahora probablemente ni podríamos experimentar más porque Catherine lo había descubierto todo, y porque ya había concebido.

- ¿Fácil? Ahora va a ser imposible llevarla a la cama. Y sí exige, energía mágica a raudales. Hay algo extraño cuando nos tocamos. - acabé confesando a mi hermana sin habérmelo propuesto realmente. Con ella era sencillo hablar y sí que tenía confianza para hablar de esas cosas, aunque sin entrar en descripciones detalladas y demás. Por eso no iba a permitir que Freyja me hiciese preguntas de ese tipo, no tenía ni la mitad de confianza que con Shyvanna. Solté un sonido de desaprobación al escuchar que le mordió la lengua, chistando antes de murmurar "bruta". La actitud de Shyvanna al saber lo del futuro heredero me reconfortó. Era justo lo que necesitaba escuchar, que saldría bien de una vez por todas. Lo dijo, aunque a lo mejor no lo pensase. Subí la mano hasta la que ella había puesto en mi mejilla, tomándola un momento con afecto antes de que la bajase. - Gracias, hermana. Ojalá logremos romper definitivamente la maldición. - su frase final me hizo recordar aquella conversación que tuvimos, haciéndome saber que no sólo se alegraba por lo de la maldición, sino por mí y porque creía que podía ser algo así como feliz. - Se lo diré, no creo que le guste. Cuenta como triple buena acción si además lográis hablar de algo durante cinco minutos. - Dejé escapar un suspiro cuando se marchó, quedándome allí a solas algunos segundos antes de reaccionar.

Todavía tardé un poco más en regresar a mis aposentos, algo más calmado tras haber hablado con Shyvanna con total sinceridad. O casi, porque había detalles que eran demasiado largos de explicar, sobre todo teniendo en cuenta que teníamos que prepararnos para un banquete. Me marché del lugar con presteza, rumbo a los aposentos.

Días llenos de incertidumbre que no le sentaban para nada bien a la vikinga. Había continuado entrenando y organizando las tropas para ir a la conquista pero no dejaba de rumiar y pensar en la muerte de Catherine. La tercera esposa de Wthyr y, encima, embarazada. Era algo que le dejaba un picor extraño en el cuerpo. No soportaba a la cría y su soberbia, no la quería en Avalon tampoco pero no sabía hasta que punto la mataría en sí. Si se hubiese quedado en Ouroboros...quizás… la toleraba. Desde la distancia. Además estaba la situación de Katarina, que había aprovechado su propio banquete, su propia tradición para envenenarla y ella había sido lo suficientemente inocente para escuchar sus habladurías y además permitirle colaborar. Craso error. Y por ello es que no había ido ella misma a ver a Wthyr, asumió que no le querría ver ni un pelo.

Wthyr, su futuro cuñado.
Si el Sanguis Ligno no se la comía.

Ese era otro punto que de momento todos estaban aparentando que ni siquiera existía. La reacción de Shyvanna había sido fuera de lo normal y a veces soñaba con sus ojos extraños, con la ira tras ellos. Freyja no tocó más el tema y supuso que debido al luto que llevaba la familia Pendragon (si es que se podía llamar luto) no se había discutido demasiado sobre la alianza. Si era lo contrario, ella no se había enterado.


Estaba en el campo de entrenamiento ocupando su mente en esfuerzo físico para no pensar en Helga, en Katarina ni en todas las pelotudeces políticas que tenía alrededor. El peso de la espada, el movimiento y el ejercicio le ayudaban a olvidarse de todo… hasta que fue convocada. Se preguntó si tendría el mismo destino que la Aduladora. ¿O Wthyr había descubierto que no era cómplice? Sea como fuere, era un capítulo que tenía que cerrar así que fue a asearse y cambiarse y se dirigió al salón del trono donde enfrentaría a su rey.

Al llegar tocó la puerta dos veces y esperó a tener autorización para entrar. No tardó en encontrar su mirada grisácea y bajo rígidamente la cabeza a modo de reverencia. De momento, seguía siendo su Rey -Me habéis convocado, he respondido al llamado-

El salón del trono parecía el lugar adecuado para recibir a la líder de los Lothbrok, así se entendería claramente el tipo de conversación que quería tener con ella. No era la conversación propia de compañeros de armas en el campo de batalla, y tampoco tenía nada que ver con aquella especie de "coqueteo" que hubo en la misión en la zona antimagia. El tono iba a ser bastante más serio, pero también debía ser un intercambio útil que limase asperezas. Aguardé los minutos necesarios desde que el guardia salió a avisar a Freyja hasta que llegó por fin a la sala del trono, entrando para hacer la protocolaria reverencia.

Al menos parecía comprender la situación en la que se encontraba. A estas alturas prácticamente todos sabían lo de Katarina y Catherine, aunque los datos que se manejaban no habían sido totalmente confirmados o desmentidos. La evalué con la mirada esperando ver qué tipo de expresión traía, pero no dejé entrever nada en la mía. Por mis ropajes negros podía interpretar que estaba de luto, aunque tampoco era un color que yo no usase habitualmente.

- Acércate, Lothbrok. - le hice un gesto con la mano para que avanzase hasta el primer escalón de la escalinata que conducía al trono, quería verla más de cerca. - Tenemos una conversación pendiente desde el día del banquete. Gwen me contó lo que le dijiste. Que tienes dudas, y que podrías traicionarme al igual que hizo Katarina aquel día. ¿Qué tienes que decir al respecto?- mantuve el semblante serio a la espera de respuesta, con ambas manos apoyadas sobre los brazos del trono.

Empezó a caminar cuando le dio la orden y se quedó en el primer escalón con los brazos cruzados observándolo con curiosidad, queriendo saber por dónde iban las cosas. Su cara era… la usual. Para casi todo el mundo. Escuchó todo lo que le dijo en silencio -No te traicionaría. Mmm… no como ella lo hizo- Dijo con una tranquilidad muy clara y subió un escalón más sin interesarle si estaba autorizada o no -Te diría a la cara que estoy descontenta con tu forma de llevar las cosas y que, ahora que estamos fuera de la sombra de nuestro exilio, los Lothbrock partimos de Avalon a tierras nórdicas para conquistarlas e independizarlos- Esperó un momento a que esa información le entrará en la cabeza a Wthyr, ella no tenía ninguna agenda oculta.

-Siglos. Durante siglos ha sido un objetivo y lo habéis abandonado en un par de meses sin dar explicación al resto de linajes. Seremos tus vasallos, Wthyr, pero nosotros también fuimos Descendientes y no está demás que lo recuerdes de vez en cuando- Eso era algo que quizás el mayor de los Pendragon solía olvidar con mucha facilidad, ella no. Ponían la rodilla en el piso porque era lo más inteligente pero había cierto orgullo allí -Quizás se te subieron mucho los humos con la cantidad de lamebotas que tienes alrededor, pero yo no soy así-

Subió otro escalón mientras mantenía su diálogo. Hablaba en un tono bastante neutral, firme pero no estaba perdiendo los estribos. Era… raro que ella lo hiciera. Se mantuvo en silencio un momento -Pesada está la cabeza que lleva la corona- Murmuró con suavidad -Y más aún cuando no delegas. No compartes. No dejas que te ayuden. Eres mejor en el campo de batalla que como Rey, Wthyr. Aplica la misma estrategia, te conviene de vez en cuando oír a tus vasallos como tus iguales. Tengo dudas… porque te has casado con una Descendiente, has desaparecido un mes, nos has impuesto su presencia en Avalon, una presencia con engaños… y no nos has informado de las razones. Tú hermana mencionó amor… pero he oído a Catherine dirigirse hacia ti. Ahí no hay amor. Me enferman las mentiras y las medias verdades.  ¿Qué coño os pasa con esa marca negra? ¿Qué es realmente lo que ocurre? ¿Cuándo dejaste de confiar en nosotros?

Su primera respuesta fue rápida, lo que podía interpretarse como que era sincera o como que ya se la esperaba antes de venir. A pesar de ello añadió el matiz de "no como ella lo hizo", dando a entender que tal vez sí lo haría de otro modo. - Aprecio tu sinceridad, Freyja. Sin embargo...te diría también que lo que entra en el ámbito de vuestra opinión no es óbice para plantearse otro tipo de traición. Expresa aquello que tenga sentido para que estés descontenta y buscaremos la solución para los problemas que los que la haya. - expresé con calma a pesar de que me causó cierta sorpresa que dijese aquello de que partían por su cuenta. ¿Acaso no había estado en la reunión en la que se planeaba la conquista? ¿no había entendido que no iban por libre?

- Exacto. Vais a conquistar las tierras de vuestros antepasados con la ayuda de las tropas de los Pendragon. Gracias al vínculo de vasallaje contáis con nuestra colaboración. Entre las obligaciones que se incluyen en el auxilio está la ayuda militar, que puede dividirse en obligación de asistir a las grandes expediciones militares, la cabalgada, o deber de acudir a las correrías de devastación, y la guardia, o servicio de vigilancia armada o custodia. - le recordé para que no olvidase el vínculo que había unido durante tantos años a nuestras familias, y cuyos votos habían ido renovando mediante el rito durante cada generación. Precisamente fue ella la que recordó otro de los propósitos que habíamos tenido durante siglos. Ouroboros, por supuesto.

- ¿Y quién te ha dicho que lo hayamos abandonado definitivamente? - inquirí sin apartar la mirada de ella mientras subía algún que otro escalón más. - Simplemente hemos cambiado la estrategia. Mis hermanos y yo decidimos centrarnos en el resto del mundo por conquistar, mientras ellos siguen mirándose su propio ombligo, alimentando su propia decadencia y conflictos internos. Ouroboros caerá cuando tenga que caer. Su respuesta sobre nuestro acceso al Consejo habría sido negativa, nos han despreciado desde que llegamos. No actuaremos como mendigos para recoger las migajas que se dignen a darnos. Nosotros les hemos rechazado antes. Llegado el momento será una simple isla más en nuestro imperio. ¿Lo comprendes ahora? - no la culpaba por pensar lo de olvidar nuestro propósito, hacía falta una perspectiva más amplia para ver el cuadro completo. Dibujé una media sonrisa de suficiencia cuando la escuché decir aquello de los lamebotas a mi alrededor, como si mi ego dependiera de ellos.

- No necesito que nadie me adule. Tengo suficiente conmigo mismo. De hecho...detesto a los aduladores. - aquella frase tenía una clara intencionalidad. Todavía quedaba pendiente el tema de la traidora del veneno. Era otro de los puntos relevantes de aquella reunión, además del asunto de Darren. - Confiar secretos no es sencillo. Das armas a posibles enemigos para poder dañarte. Katarina no conocía ciertos detalles privados, y aún así...mira lo que hizo. Debe pagar por ello. Catherine Le Fay ha estado a punto de morir, y con ella el hijo que esperamos. - acabé confesando para darle un voto de confianza, ya que ella me estaba hablando de manera directa y sincera. No lo dije, pero le daba la razón en lo de ser mejor en el campo de batalla. Era bastante más fácil e intuitivo que tener que lidiar constantemente con temas políticos. Inspiré profundamente mientras meditaba mi respuesta sobre el motivo para casarme con Catherine, cerrando los ojos un momento antes de exhalar despacio. Luego me levanté del trono, quedando a más altura que ella.

- Porque la necesito. Ella debe ser la que rompa la maldición que pesa sobre nuestro linaje desde la guerra contra los Descendientes. Sí, estuve un mes fuera de Ávalon, perfectamente localizable en Ouroboros. El hijo de Catherine enfermó y ella estuvo allí para cuidarlo. Por eso la boda fue tan rápida, para evitar que ese crío muriese por la maldición. - la miré con frialdad por dos cosas que me molestaron, aunque fueran ciertas. Gwen había mentido con eso de que era por amor, era evidente que no había sido por eso, pero tal vez mi hermana tuviese su propia interpretación. Tampoco me gustó que dijese que había impuesto su presencia en Ávalon.

- Puedo casarme con quien me dé la gana, y mi esposa debe vivir en Ávalon, sea quien sea. No voy a ir preguntando uno por uno si os cae bien o no. No tenéis que darme vuestra bendición sobre con quién me acuesto o con quién tengo hijos. Es una bruja poderosa, y es su linaje el que necesitamos. El propio Sanguis la pidió. Suficiente. - quería zanjar esa batalla constante de que cuestionasen el matrimonio, pues otra vez más era más opinión que algo que les perjudicase directamente. No se habían quejado tanto cuando elegí a mi segunda esposa, a pesar de que no perteneciese a ninguna de las casas vasallas. La mención de la marca negra me hizo saber que ya conocía algo del tema, pero probablemente no había atado cabos hasta ahora. Sólo tenía pistas sueltas, como lo de Cedric, lo de Aelle, o haber visto a mis hermanos mal durante el banquete. Decidí enseñarle la mía, desabrochando algunos botones para tirar del jubón hacia abajo. Que supiese que era cosa de todos los hermanos. Aún así no quería darle todos los detalles de cómo funcionaba aquello.

- Magia oscura y muy antigua...las traiciones de nuestros antepasados han resurgido ahora con más fuerza. - solté el cuello del jubón para que volviese a su posición inicial, situándome más cerca de la morena. Realmente le habría confiado mi vida en el campo de batalla, pero últimamente no estaba tan seguro. Desde lo de Aric y lo de Viggo intuía que podía querer vengarse, ya que al fin y al cabo esos estúpidos eran de los suyos. También sería estúpida la decisión de intentar vengarse, puesto que se consideraría traición e iría en contra del juramento del vasallaje.

- Han pasado demasiadas cosas últimamente. Podría preguntarte lo mismo. ¿Cuándo dejaste tú de confiar en mí? ¿Cuándo comenzaste a creer los rumores de esa víbora que os manipulaba para que pensaseis que yo estaba hechizado? demuéstrame que puedo fiarme de ti. -

-Creo que no me has entendido- Puntualizó la vikinga -Partiríamos independientes de los Pendragon- Dejó que las palabras se asentaran a ver si con eso comprendía que lo que estaba diciendo es que desharía su vasallaje a la casa de los dragones. Su mirada se mantuvo fija en los ojos de él, con la intensidad de siempre, esperando que aquella frase calara hondo en el Pendragon.

Entrecerró los ojos cuando manifestó lo de Ouroboros, lo cierto es que Gwen le había dicho exactamente lo mismo -Tu ausencia de información- Resaltó porque estaba hasta los huevos de que dijera la mitad de las cosas, de esa forma siempre parecía que los vasallos eran unos malditos inútiles a los que gobernaba sin derecho a dar su opinión. Sabía que era el Rey pero no por ello tenía que comportarse como tal. ¿No? ¿Arturo Pendragon había creado la mesa redonda para qué? La pregunta sobre la “comprensión” hizo que tensara la mandíbula -Lo que no entiendo es porqué no lo destruyes y ya. No te tembló la mano para destruir campos, casas, hogares y secuestrar algún Descendiente. ¿Por qué reculas ahora? Se merecen lo que les cae encima, Wthyr- Bastante…

Puso los ojos en blanco al ver su sonrisa pero no pudo evitar negar con la cabeza ante la puya sobre Katarina -Ella tenía otra percepción- Dejó caer con un tono que dejaba entrever su confusión, aunque por su rostro también pasó la sombra de la rabia por verse metida en el jueguito estúpido de una mujer que no era capaz de aceptar un rechazo. Sin embargo, dejó de pensar cuando le dijo que Catherine había estado a punto de morir y lo observó sin ocultar un ápice de sorpresa -¿Está viva?- Frunció el ceño sin comprender por qué les habían hecho creer que estaba muerta. Es más, tan rápido hizo las conexiones que se llevó una mano al corazón soltando un suspiro como quitándose un peso de encima. No por ella, realmente, sino porque el sacrificio de Helga no había sido en vano -Quizás Loki si la tiene protegida- No es que eso le diera mucha tranquilidad pero… Era mejor que haber derramado sangre sin éxito alguno.

Aquella exhalación le dio a entender que había atravesado alguna barrera. No se movió ni un paso, se quedó frente a él mirándolo mientras hablaba. Así que esos cotilleos sobre una maldición eran ciertos. Entrecerró un poco los ojos al escuchar las razones, apartó un momento la mirada para recordar lo que había sucedido con Cedric y cómo Shyvanna había reaccionado junto a la Descendiente pelirroja. Sacando cuentas, uniendo cabos. Y si Catherine había estado a punto de morir… La marca de Gwen se había extendido, la de Shyvanna, la de Darren. Aún recordaba sus dedos negros. Volvió la mirada hacia él cuando se exaltó un poco sobre la presencia de Catherine en Ávalon, Freyja soltó un “tsk” por lo bajo pero paró de quejarse al respecto porque… tenía razón. Sobre todo si el árbol sagrado lo había pedido.

Cuando empezó a desvestirse frunció el ceño pero poco después vio la marca y su tez se volvió un poco más ceniza. ¿Es que podían morir todos? ¿todos? -¿Tus primos?...¿Mi prima la tiene?- Preguntó alzando una mano para mantener el jubón y verla, es más, tuvo las narices de apretarla con dos dedos y usó su magia para saber si tenía algo que ver con la carne, si tenía algo para ayudar pero…No. Era otra cosa. Magia. -¿Me estás diciendo que la vida de los Pendragon depende de que Catherine Le Fay esté viva?- Arqueó las cejas parpadeando con bastante sorpresa ante el real meollo del asunto.

-Nunca he dejado de confiar en ti- Le dijo con absoluta sinceridad -Por eso abrí la boca en numerosas ocasiones para que me dijeras qué sucedía y te lo callaste, principito. Para que contradijeras a la perra manipuladora- Le cogió del jubón con más fuerza de la que pretendía y le atrajo hacia sí misma para que le mirara a la cara -No dudes de mi lealtad, cuando después de todo sigo aquí diciéndote lo que pienso a sabiendas de que puedes volarme la cabeza con un pestañeo como hiciste con Viggo. No dudes de mi lealtad, cuando he usado la estrategia política más vieja de todos los tiempos para mantener nuestras casas unidas. No dudes de mí, cuando estoy dispuesta a sangrar por ti, por los Pendragon y por mi casa ante un árbol que puede masacrarme. Cuando tu naciste, yo llevaba un par de años andado, Wthyr Pendragon y una corona en tu cabeza no va a cambiar eso- Lo soltó en un movimiento brusco.